1 Prodavinci Ideas para el progreso Tres cumbres, por Antonio López Ortega Antonio López Ortega · Saturday, December 22nd, 2012 En su famoso decálogo del buen cuentista, Horacio Quiroga se refería a tres grandes precursores: Poe, Maupassant y Chéjov. Esta distinción era una manera de reconocerse en familia, porque desde el siglo XIX, sobre todo con Poe, un género tan atado a lo feérico, a los cuentos populares o a la fábula tradicional, daba un brinco no tanto para reinventarse sino para mutar de manera definitiva. El cuento moderno llegaba para separarse de su cuerpo madre y convertirse en una especie única, novedosa, con atributos propios. Ese sedimento que crean los tres dioses de Quiroga no puede ver tanto al pasado, donde no había raíces, como al futuro, donde todo era potencialidad y exploración. ¿Hay algo similar a las atmósferas misteriosas de Poe antes de él? ¿Hay algún paralelismo previo a Chéjov que diera cuenta de sus buceos psíquicos? Son autores que en sus propios desarrollos inventan el género, con paternidades no sé hasta qué punto conscientes de la revolución que hacían. Poe vivió de 1809 a 1849, Maupassant de 1850 a 1893, Chéjov de 1860 a 1904. El primero muere de 40 años, el segundo de 43, el tercero de 44. No llegaron siquiera a la medianía de edad, y sin embargo dejaron obras colosales, universos abiertos hacia el futuro, escuelas de escritura, cosmovisiones únicas. ¿Cómo se pueden crear obras de esas dimensiones con sólo cuarenta años de vida? Fueron autores de salud frágil, que lidiaron con enfermedades penosas: el gran homenaje que Raymond Carver le hace a Chéjov –“Tres rosas amarillas”– es precisamente una reescritura de la tuberculosis que lo acosó hasta el último de sus días. Escritores a tiempo completo, de Prodavinci - 1 / 2 - 22.12.2012