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Encuentro Nacional Itinerantes de Escritores Mendoza 2010 Antología de escritores participantes Narrativa y Poesía
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Antología ENIE 2010

Jun 28, 2015

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Encuentro Nacional Itinerantes de Escritores Mendoza 2010

Antología de escritores participantes

Narrativa y Poesía

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Chocadores de cabezas La presente antología de textos literarios está integrada por la producción de

autores que asistirán al Encuentro Nacional Itinerante de Escritores, a realizarse en Mendoza durante los días 5, 6 y 7 de noviembre de 2010. También se encuentran compendiados trabajos pertenecientes a escritores que vienen participando de los múltiples encuentros –in situ y virtuales– que propone el ENIE desde sus inicios, pero que, por razones particulares, no podrán asistir a esta tercera celebración itinerante.

Sucede algo curioso en este sumario. Pienso en cómo se gestó la movida y cómo ha seguido curso por curiosos meandros, y se me ocurren pensamientos de muy diversa índole. A partir de esta bola de nieve hermosa, este recorte de recortes y restos bellos entre risas y choques de cabeza/de amor, tiro una punta de discusión sobre la mesa: tanto en poesía como en prosa predomina en abundancia la primera persona. Tanto que no puedo considerarla como un recurso, sino, más bien, como una toma de posición para decir. También he visto relinchos y vuelos y viajes dando vueltas. Dejo todo picando.

Después, no hay nada que explicar de los textos compendiados. Más allá de las diferencias estéticas y estilísticas, de procedencia o de intención, todos ellos se vinculan, como ya dije –y no me asombra–, por la relación de honestidad que guardan con los asuntos que los provocan. Por su Honestidad, sin más. Al mismo tiempo, el privilegio con el que cuentan y van a contar sus autores es la posibilidad de la discusión inmediata o por Internet. Desde el primer ENIE hasta la fecha, la mayoría de nosotros ha charlado y comentado sus textos con los demás de un modo sumamente provechoso. Los que se prenden ahora ya lo van a hacer. Y ésta es otra de las características del ENIE: en ocasiones ha funcionado como una rara especie de charla literaria sin límites ni apremios de llegada. Con amistad y puesta en práctica informal. Y con mucho humor del bueno, por supuesto.

Lo que no se dice está también ahí, aguardando por ser descubierto. Quiero destacar ahora la gracia del rejunte bajo la tutela del cariño y la

creación. Cariño y creación. Suena mejor que muchas otras disquisiciones. Listo entonces, acabo de hallar lo que trataba de decir. Pasen y vean, transiten el bosque de símbolos que acá se ofrece y “cojan a gusto”, como profesa el Tony. Tomás Watkins Neuquén, 24 de octubre de 2010 (21:09)

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Narrativa

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Del Tanatorio a la plaza (ida y vuelta) Mi abuela Clementina murió en la madrugada del 2 de febrero de 1999, y al

día siguiente la velamos en “La Piedad”. No hubo nada excepcional en ambos actos, y todo lo esperable de un velorio en Barranqueras sucedió: calor, moscas, lágrimas, poco negro, gaseosas, hielo, pañuelos, abrazos...etc. conjugados.

En plena siesta, tras los vidrios ahumados de la funeraria, me puse a observar la indiferencia de unos niños, que sin obedecer los chicotazos del sol jugaban en la placita, se torcían entre máquinas de hierro, madera y cadenas, sin percatarse del velorio de enfrente. Pensé que también a esa edad la muerte me atraía menos que el tobogán. Pensé además, algo intrigado, a qué cabeza se le habrá ocurrido poner una funeraria frente a la plaza.

Ella había llegado a los 80 años con una lucidez indiscutible. Pero a partir del incidente en la cocina -quiso hacer chipacitos con jabón en polvo- las opiniones respecto de su salud mental fueron opuestas. Por un lado mi tío, el facultativo, trató de convencernos de que la vida de Clementina no se había oscurecido, sino que simplemente se convirtió en la voluntad de un poeta surrealista. “Mente lúcida” es sólo un decir de la convención –decía él siempre muy didáctico-, porque una mente nunca deja de dar luz. Y para ella que ve, y exige que saluden, a los caballitos y duendes azules del baldío, no es una falta de claridad ni una representación invisible de lo real –explicaba el tío sapiente de la familia-. Como tampoco es imposible para ella que la fotografía de su primer marido muerto esté a dieta, y que se niegue a beber las cucharadas de agua dulce que le derrama sobre la boca, sólo por cuidar su silueta y dimensión; por eso le dice “comé papito que te vas a morir”. El desorden -deben aceptarlo todos de una vez- no es si no el orden que no deseamos, remataba el tío ininteligible. Pero por otro lado, mi mamá pensaba que la vida de su suegra más que una voluntad surrealista era un cuento de terror; de terror para ella por supuesto que tenía que sufrirla. Y decía que el colesterol, y toda la grasa del cuerito del pollo que tapona el cerebro, puede hacernos hablar como locos frente al espejo; puede convertirnos en dementes como mi abuela que frente al espejo del ropero se pasaba horas hablándole a su reflejo, con palabras y gestos amables le ordenaba a su imagen que la acompañe a dormir y, tras hacer unos pasos de tortuga sin ser escoltada, se volvía irritadísima al espejo para increpar y arañar el reflejo retobado del vidrio, que no quería acompañarla a dormir, y le negaba así el sueño.

Entre la idea de mi tío y la de mi madre; poesía surrealista y cuento de terror, había un hecho que estaba más allá de los juicios estéticos: la vieja con sus manos trituraba su propia caca y la imprimía en los azulejos verdes del baño. Azulejos que mi madre se sacrificaba en verdear constantemente, de ahí su terror.

Esto pasma a cualquiera, pero ahora que lo pienso -lejos de su olor y con mi madre menos aterrorizada- me doy cuenta de cómo trabajó su mente. El entendimiento había llegado al fin del proceso, y lo evidenciaba liberándose del rechazo común que expresa cualquier humano ante lo escatológico. Le había perdido el miedo a la muerte. Dos años vivió así, y creo que debe continuar su mente flotando en lo ilimitado de la imaginación, ni se habrá enterado aún de la muerte del cuerpo. De ese cuerpo que estaba ahí, entre luz violeta y perfume floral, muy cómodo y sonriente, pareciendo disfrutar de nuestras lágrimas que brotaban encimadas por el sudor de la frente. Esta es su última burla dijo mi mamá de su suegra y sonrió.

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Aunque no lo creyera llegaron las 10 de la noche y con ellas mi hermana. Interpreté su aparición como un relevo y salí cabizbajo. Y cabizbajo atravesaba la plaza cuando escuché un chiflido proveniente del extremo oscuro del puentecito, levanté y volteé la cabeza y ahí estaban empinando la botellita marrón los pibes del barrio. Nunca supe qué decir ante la muerte, sólo la sumerjo en alcohol hasta que vuelve a reflotar. Nada les dije.

Ellos habían volteado unas siete u ochos cervezas y conmigo llegaron a las diez. Querían, y yo empezaba a querer, voltear más: Pero la guita no había. La décima alcanzamos con monedas que brotaron de la nada, de bolsillos ocultos, y del temor de transeúntes que soltaron su cambio al olfatear una amenaza en nuestro aliento. Yo miré esas monedas y pensé en arrojar una a la fuente, para que mi abuela tenga con que pagar el aventón de Caronte, pero los vagos de seguro me hubieran mandado al mismísimo infierno si osaba hacerlo. Me hubiesen empujado a la fuente para que busque entre sapos, tortugas y agua verde la monedita ofrendada. Y como yo no era ni pienso ser ningún héroe, sólo dejé el pensamiento rondar mi cráneo. No sabíamos de dónde sacar más monedas, ya eran las 12 y la gente mengua a esa hora. Y Mucha mucha era nuestra sed.

Voy a buscar unos pesos a lo de “Marisa” dijo envalentonándose Chori. Quién es Marisa pregunté al sentir el titubeo con que pronunció el nombre. Este no

le conoce a Marisa, ya te vamos a hacer pata con Marisa se burló el Pija. Marisa es

Leguisa, Marcelo Leguisa explicó por lo bajo y tosiendo el Rata. Ahh... che pero allá

está Peco en “El Profe” advertí al interpretar el plan y planeando también. Pija se acercó a la hamburguesería y, frente a las dos chicas con que estaba Peco, le anunció que el Rata quería hablar con él, ahí en la placita. Peco asintió y miró hacia donde estábamos. Se paró y comenzó a seguir al Pija que sin vacilaciones lo condujo hacia el lado oscuro de la plaza, frente al jardincito, y desde allí chifló al Rata. El Rata fue seco y el Pija vino con diez pesos, compramos otra cerveza y bebiendo esperamos al Rata y a Chori.

Yo ya ni pensaba en la muerte hasta que apareció el Rata con sangre en la mano. El puto me cagó encima, me ensució toda la gamba y me dejó un olor a

podrido. Olé y extendió su mano ensangrentada Lo cagué a trompadas para que

aprenda el hijo de puta...ahí quedó tirado... Yo estuve a punto reírme, no por la desgracia de Peco; leche y sangre son inherentes a su vida, sino por recordar la maldad de mi abuela. Pero en eso apareció Chori con un cincuenta pesos abollado en su puño. Viva Marisa gritó, VIVA MARISA gritamos.

Eso era la vida, un recreo abrupto en una plaza. Era ir a jugar, revolcarse en el barro y volver al baño del espíritu.

La muerte se hundió y extravió en la inconciencia. Chupamos hasta que el amanecer borró las pocas luces de la placita. A las siete, cuando ya estaba lista la fila de autos negros, y los llantos me atrajeron, volví al tanatorio para despedir, sin nada de sobriedad, el cuerpo de mi abuela, la vieja que vivió dos años como en pedo, y que de seguro pudo haber imaginado todo esto. Tony Zalazar 11-11-06

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Ante los ojos de un silencio expectante

Por qué no cantar en el idioma humano, Tan lleno de místicas antiguas, Por mareas de sangre circulado,

Difícil y diverso, mutable y extraño, Para que el obrero comprenda nuestro canto

Y el campesino después de la cosecha Y el profesor universitario, y el niño

Y la joven casada y el anciano…

Antonio E. Agüero

No ha de ser casualidad que para tomar las palabras de un poeta, lo hagamos citando a otro; porque el hecho de estar ante los ojos de un silencio expectante, nos obliga a nosotros, los escritores, a tomar nuestra ave más bella y lanzarla al aire esperanzados en su poder intacto… la palabra escrita. No creo que las palabras de Antonio E. Agüero necesiten de las mías para dar la introducción necesaria al adentrarnos en el texto “La supersticiosa ética del lector” que Jorge Luis Borges escribiera en 1930 y luego saliese publicado en su libro “Discusión”; el mencionado texto finaliza con el siguiente párrafo:

“Releo estas negaciones y pienso: ignoro si la música sabe desesperar de la música y si el mármol del mármol, pero la literatura es un arte que sabe profetizar aquel tiempo en que habrá enmudecido, y encarnizarse con la propia virtud y enamorarse de la propia disolución y cortejar su fin.”

Si bien este texto no tiene un alto valor literario en la plenitud de la obra

borgeana, lo tiene a partir de su visión tan actual a nuestros días y como ya analizaremos en la primera parte, la realidad nos enmarca en una situación a analizar no sólo desde el número y el porcentaje de los índices de lectura y alfabetización; este texto posee la magia de “cierta premonición”… y en voz baja lo pondremos a prueba. Borges comienza diciéndonos que “La condición indigente de nuestras letras, su incapacidad de atraer, han producido una superstición del estilo, una distraída lectura de atenciones parciales…”, y más allá del hecho preciso al cual nos abocaremos más adelante, el estilo de escritores antes que de escritura, hay en esta oración una palabra que parece extraída de un manual de marketing: “atraer”. Y aquí comienza nuestro camino, donde podríamos decir que la atracción de un objeto u actividad cualquiera, en lo que respecta a nuestra sensibilidad humana, está dada por aquello que nos sensibiliza y nos deja al descubierto los sentimientos más puros o reales o palpables; la necesidad explicita que nos “atrae” a realizar algo u obtener algo de nuestra agrado y nos hace sentir bien, yendo más allá de lo trivial que

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pudiese ser esto; y podemos simplificarlo con una terminología bastante actual… “un cable a tierra”. Hoy, este llamado cable a tierra suelen ser cosas diversas en su contenido y actividad pero que por lo general entretienen, divierten. Entre ellas aglomero a todas las cosas que logran su cometido aquí, no así la literatura. Durante muchos siglos el acceso a los libros era un placer de elite y podríamos decir que el hecho de saber leer ya colocaba a una persona en un plano más alto que el resto, con el tiempo y mayor cantidad de gente alfabetizada se convirtió en el entretenimiento personal por excelencia y fue así hasta la llegada de la tecnología del entretenimiento al centro de los hogares; de allí en más la lectura por ocio o entretenimiento o ingenuidad como nos lo dice Borges “…ya no van quedando lectores en el sentido ingenuo de la palabra,…” fue desapareciendo hasta convertirse en algo que casi no se ve, o se encuentra esporádicamente. Si nos situamos en nuestra clase media, veremos con amplia mayoría que el hecho de plantearse la compra de un libro por el hecho simple de leer ya es un tema que no tiene cabida, mucho menos que durante determinado momento del día o alguna vez, de vez en cuando se teja una charla en torno a algún libro que se leyó. De esta manera podemos afirmar que la lectura como forma de entretenimiento ha perdido la batalla en el tiempo con la tecnología de la diversión o entretenimiento. Ahora, si como dice Borges nuestras letras han perdido su capacidad de atracción y sigue luego… “Los que adolecen de esta superstición entienden por estilo no la eficacia o la ineficacia de una página, sino las habilidades aparentes del escritor: sus comparaciones, su acústica, los episodios de puntuación y de su sintaxis. Son indiferentes a la propia convicción o propia emoción: buscan tecniquerías (la palabra es de Miguel de Unamuno) que les informaran si lo escrito tiene el derecho o no de agradarles…. Es decir, no se fijan en la eficacia del mecanismo, sino en la disposición de sus partes. Subordinan la emoción a la ética, a una etiqueta indiscutida más bien. Se ha generalizado tanto esa inhibición que ya no van quedando lectores, en el sentido ingenuo de la palabra, sino que todos son críticos potenciales.” Esta claro que ésta pérdida esta mayormente dada, en primer lugar por la falta de incentivación a la lectura por placer y luego por los condicionamientos a los que se afrentan los escritores que creen en la emoción de sus palabras muchas veces en contra de críticos estilistas y los escritores condescendientes para con estos críticos, supongo en un afán de pertenecer al canon literario tan cambiante como los vientos del entretenimiento; entonces…Los escritores hemos de abdicar nuestra imaginación al estilo marcado o cánones que nos determinen la “belleza” de nuestros textos; de

ser así, para qué escribimos y con que libertad lo hacemos?... Hace un tiempo largo un poeta me dijo que no me preguntara por qué escribo, sino que simplemente lo hiciese, dejara fluir esa “energía”, que dejara en sus manos mi intención y yo fuera su instrumento; pero es casi imposible el no preguntarse tamaña cosa o investigar al menos esa pregunta, ya que ella reside en lo propio del escritor. Si pensamos que la palabra escrita (en cualquier tipo de formato) es el método de comunicación por excelencia y la literatura su expresión más bella, podríamos decir que el porqué de escribir es el hecho de comunicar nuestra expresión de una forma bella. Sócrates, al emprender su búsqueda de saber si es o no una persona sabia, “interroga luego a los poetas, y observa que en sus poemas suelen decir cosas

maravillosas, muy profundas y hermosas; pero que sin embargo, son incapaces de

dar razón de lo que dicen, de explicarlo convenientemente, ni pueden tampoco

aclarar por qué lo dicen. Y es que el poeta habla, pero a través de él hablan (según

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dicen los antiguos) las musas, las divinidades y no el mismo; el poeta es un

inspirado y por ello ocurre frecuentemente que el sentido más profundo de lo que

dice se le escapa, en tanto lo descubren los múltiples lectores e interpretes que

vuelven una vez y otra sobre sus obras. Tampoco los poetas, entonces, merecen ser

llamados sabios” y realmente descreo que algún escritor busque o goce de ser llamado “sabio”; aunque sí podemos reafirmar que la comunicación expresada a través de la escritura busca un ideal, una belleza propia, una flecha a la que no le baste el mismo cielo que siente para surcar su pasión. En este texto, que narra las búsquedas de Sócrates, nos encontramos con un par de cosas a definir en nuestra propia búsqueda o interrogantes: en cuanto a las musas o divinidades que hablan a

través de él, creo no equivocarme al pensar en que esas musas o divinidades no son más que la voz interna del ser humano, es ese grito apagado que ronda en forma de murmullo alrededor del escritor; y de quién es ese grito humano? De todos y todo lo que rodea a éste; el escritor ve fluir, y abraza en su ser todos las formas de expresión que giran en torno suyo; cierta vez, mi padre me pregunta por ciertas características “tétricas” o demasiado mortuorias adoptadas por los escritores en sus textos, y realmente no me acuerdo que le respondí, pero hoy le puedo decir que escribir sobre una muerte o la muerte, no es más que hablar de nosotros, y lo que capaz miles de personas expresan en lágrimas que no alcanzan, un escritor lo plasma como parte de la vida; otro paso; el hecho de morir es un enigma desde los primeros hombres y tengamos o no religiones y ciencias, que nos expliquen el proceso, muy dentro nuestro sabemos que cada vez que nos toca cerca, se convergen en nuestro ser las más primitivas sensaciones de frío. Es más, muchas veces la muerte solo significa más vida y esto esta reflejado en muchísimos textos, pero la palabra muerte parece ser la que gana las batallas de la reacción. Entonces entramos a una segunda definición, “el sentido más profundo de lo que dice se le escapa, en tanto lo

descubren los múltiples lectores e interpretes que vuelven una vez y otras sobre sus

obras”. Es casi una regla que el texto debe mantenerse y defenderse por su propio peso, y es la propia interpretación del lector la que en trance con sus sentimientos afrontara inimaginables situaciones a través de la lectura del texto y de esta manera se hacen realidad dos decires importantísimos, uno “que una vez publicada una obra, ya no pertenece al escritor sino a quien la lee” y dos “la lectura nos da la libertad de pensamiento y sentir más grande que pueda generar la comunicación”; se hace necesario aclarar que no son pocas las veces que los libros persiguen una ideología, doctrina o tendencia premeditada a generar un pensamiento o sentir, pero es solamente el lector, quien va disentir o no de ello, y el poder de la elección es libertad. Y creo que esta es la libertad con la que se debe escribir Ahora yo me pregunto: por la capacidad de atracción del acto de leer, de la libertad que encierra el libro, ¿dónde esta la capacidad de atracción de la imaginación? Se ha perdido o simplemente está oculta? O tal vez no fue cultivada? No podemos despreciar el dato que hoy en día estamos con índice de alfabetización superior al 95% y que en los años 30 no ascendíamos a ese número ni tan siquiera estábamos cerca; ante lo que podemos decir que quizás la pregunta a responder es: ¿Por qué no fue cultivada la lectura? La Argentina ha sido cuna de grandes escritores en cuanta corriente y tema

se pueda nombrar, y hasta fue y es, la cuna de una literatura propia, nacida en lo

más recóndito de su sangre; la “literatura gauchesca”, reconocida y traducida por

su importancia a varios idiomas, y nos da una imagen de la talla excelsa, de que este

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crisol de tierra, que es la Argentina, ha sabido tener en las entrañas de su pueblo,

voces que trascendieron y transgredieron cuanta frontera existente les fuese

impuesta.

Una cultura dinamitada de ideas, un pueblo construido a partir de muchos

pueblos, una sangre, un río, una enramada, una extensa plantación de trigo, el

yunque libertario donde el sueño de patria grande y futuro se hacen palpables hasta

el punto tal de coexistir dentro de cada corazón ligado a esta tierra…

Hasta el día de la fecha, hay una fuerte lucha en lo que respecta a ser

argentino, a la identidad misma de una nación joven; y es que este crisol de tierra,

fue bendecido con la llegada de inmigrantes de todas partes del mundo y podríamos

decir que como un hecho premonitorio, aquellos congresales en Tucumán dejaban

sentado una de los pautas de identidad más grandes que tiene este tramo de

planeta…. “Nos, los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino, invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución para la Nación Argentina.”; entonces podemos decir que aquello que tantas veces lo colocamos en

nuestra historia como el hito que nos hace ser una mezcla inmensa de culturas y le

atribuimos ser la gran causa de muchos de nuestros males como nación; nos brindo

de forma inalterable la compleja posibilidad de hacer eco, con cada una, de cuanta

cultura se poso en esta tierra. En lo que respecta a la literatura como a cualquier

otro tipo de escritura de estudio, religiosa, política, etc.; también podemos decir que

nos favoreció tener esta “multi-identidad” ganada a partir de la inmigración.

Desde el comienzo de la última dictadura militar hasta la actualidad, en la

Argentina se sufrió en varias ocasiones la migración de mucha gente, en un

comienzo por problemas políticos e ideológicos y luego casi netamente por

problemas económicos. La vuelta a la democracia en el año 1983 va marcando con

el paso de los años una decepción en las áreas más jóvenes del pueblo para con la

clase política, y las medidas que se irían tomando según los distintos gobiernos que

fue teniendo el país. Las promesas de una mejor distribución de las “riquezas” y su

no cumplimiento, fueron actuando como una gran reacción en cadena que estiraría,

más y más algunas brechas de la sociedad. Como menciono antes, las áreas más

jóvenes de la población fueron las que quizás más perjudicadas por no ver en un

futuro cercano la posibilidad de realizarse en sus actividades, optaron (los que

pudieron) por emigrar mientras que los más, los que se quedaron aquí se

enfrentaron cara a cara con ese descreimiento inmenso en las instituciones; y una de

ellas, la más vital sin ninguna duda seria la que iría sufriendo un éxodo muy grande,

“la escuela” o “la educación” para ser más generales en el termino.

Admitir que la educación ha sido una o la más perjudicada con este proceso

no es una cuestión de opción o punto de vista, sino la mirada sobre una realidad que

nos signa de manera inexorable en nuestra vida cotidiana y en el futuro. Para los

que cursaban durante los años de dictadura se encontraron con una educación

proscripta; para los que cursamos en los albores de una nueva democracia, nos

encontramos con una educación llena de tabúes y de cosas que se hablaban a

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medias; para los que cursaron desde el comienzo con la ley federal educativa, se

encontraron con una educación sin incentivos.

Es un hecho que en cada etapa negra de nuestra historia como nación y

como parte de la humanidad, hay un hito macabro, “la quema de libros” y el porque

de esto es sencillo, los libros abren la mente al conocimiento y este es la llave para

que una persona piense y se exprese. Sin querer entrar en discusiones políticas de

los regimenes educacionales de nuestro país se me ocurre cuestionarme: ¿El no

haber cultivado la lectura, en pos de un crecimiento de una nación demasiado

joven, no ha sido también una quema de libros? Habiendo quizás aclarado esas preguntas, vuelvo a la “Supersticiosa ética del lector” en la que Jorge L. Borges se explaya sobre algunas de las diferentes criticas que ha ido recibiendo el “Quijote” por su estilo o falta de estilo y nos da una pauta de cómo la critica literaria se va olvidando o ya directamente no tiene en cuenta el efecto al leer, sino que actúan más conforme a una lupa; y cae como una mismísima guillotina, provocando que rueden la imaginación y la libertad de los escritores por los pisos de un estilo manejado por algún dios maléfico al que algunos venden su puño y nos entregaran un texto bellísimo, pero con la ausencia de su pasión:

“Esta vanidad del estilo se ahueca en otra más patética vanidad, la de la perfección. No hay escritor métrico, por casual y nulo que sea, que no haya cincelado (el verbo suele figurar en su conversación) su soneto perfecto, monumento minúsculo que custodia su posible inmortalidad y que las novedades y aniquilaciones del tiempo deberán respetar. Se trata de un soneto sin ripios, generalmente, pero que es un ripio todo él: es decir, un residuo una inutilidad…. La pagina de perfección, la página de la que ninguna palabra puede ser alterada sin daño, es la más precaria de todas. Los cambios del lenguaje borran los sentidos laterales y los matices; la página perfecta es la que consta de esos delicados valores y la que con facilidad mayor se desgasta. Inversamente, la pagina que tiene vocación de inmortalidad puede atravesar el fuego de las erratas, de las versiones aproximativas, de las distraídas lecturas, de las incomprensiones, sin dejar el alma en la prueba.”

Hoy en día va ser difícil encontrar un escritor que vaya a navegar en estas aguas estilistas descriptas por Borges (al menos concientemente), pero sí vamos a encontrarnos con escritores que tratan de plasmar la más auténtica identidad en cada texto, y esto no quiere decir ni que se estén inventando estilos nuevos o reformando anteriores o que se logre esa autenticidad, pero le damos crédito al intento de realizarlo y de esta manera se reconocen influencias, pero no escuelas o estilos; se admiten posturas literarias (sobre todo ante la publicación), pero no formas que dictaminen el cómo escribir, y no por ello un soneto ha dejado de serlo, sino que simplemente es otra forma más de expresión en la que el escritor se explaya o no. Así, con estas incógnitas de saber cómo escriben mis contemporáneos me encontré casi siempre con la misma respuesta, “libre, trato de reflejar lo que siento; como me sale”; y si en este contexto nos podremos encontrar mucha catarsis, textos con una impronta desmedidamente personal y que terminan aplastando su propia pasión en vez de re-despertarla en los lectores; pero en ese libre que se expone a todo un cuestionamiento de a qué puede llamar escribir en estado libre, yo he visto de denodado intento en transmitir, en generar el nexo entre el lector y el texto, un

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intento en que no exista límite de palabra o sentir a la hora de escribir y que normalmente no exista un cuestionamiento del alcance gustoso del texto, como no pensar tanto en ello y más en el reflejar la imagen o sentimiento a través de ella. Quizás como en un acto inconciente queremos o buscamos retornar a la siguiente afirmación de Borges:

Yo no quisiera que la moralidad de esta comprobación fuera entendida como desesperación o nihilismo. Ni quiero fomentar negligencias ni creo en una mística virtud de la frase torpe y del epíteto chabacano. Afirmo que la voluntaria emisión de esos dos o tres agrados menores (distracciones oculares de la metáfora, auditivas del ritmo y sorpresivas de la interjección o el hipérbaton) suele probarnos que la pasión del tema tratado manda en el escritor, y eso es todo. La asperidad de una frase le es tan indiferente a la genuina literatura como su suavidad.

El inolvidable escritor termina su ensayo diciendo: “Ahora quiero acordarme

del porvenir y no del pasado. Ya se practica la lectura en silencio, síntoma venturoso. Ya hay lector callado de versos. De esa capacidad sigilosa a una escritura puramente ideográfica (directa comunicación de experiencias, no de sonidos) hay una distancia incansable, pero siempre menos dilatada que el porvenir. Releo estas negaciones y pienso. Ignoro si la música sabe desesperar de la música, y si el mármol del mármol, pero la literatura es un arte, que sabe profetizar aquel tiempo en que habrá enmudecido, y encarnizarse con la propia virtud y enamorarse de la propia disolución y cortejar su fin”.

Muchas veces hemos oído que más allá de su obra “un escritor es un testigo de su tiempo” y expresarnos conformes a nuestro tiempo, más allá del tema que toquen nuestros textos, nos enfrenta a una realidad cruel bajo varios aspectos; escribir en la necesidad de expresar algo que no tiene muchas posibilidades de ser leído, pareciese ser la más imponente y nos pone a pensar, en que sentido tiene poner nuestro empeño en encajar en determinado estilo que nos asegure lectores. Lectores que en vez de disfrutar lo que leen se coloquen en críticos, y no desmerezco la opinión de quien lee y tampoco aliento al aplauso fácil, sino siento que la literatura no ha desaparecer mientras quede un atisbo de sentimiento de libertad, un deseo de dejarse llevar por el imaginario y ella instaure gobierno en nuestro sentir. De allí que la tarea del escritor autentico sea fomentar la imaginación y la lectura sin traicionar, proporcionándole su mayor pasión a cada texto.- Bibliografía:

“La supersticiosa ética del lector” J.L. Borges (1930) extraído del libro Discusiones dentro del ejemplar de “Obras Completas de Jorge Luis Borges” EMECE 1974. Cita de Sócrates extraída del libro “Principios de la Filosofía” de F. Carpio “Preámbulo de la Constitución Argentina” Biblioteca de consulta ENCARTA 2005 Facundo Chirino Peyletay ***********************************************

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Cuernos Voy conduciendo a ciento veinte kilómetros por la Libertador. El alcohol

actúa en mi cuerpo y me da la mezcla justa de temeridad con estupidez. Sé (creo saber) que controlo el auto, aunque los sentidos me funcionen en delay. Escucho un bocinazo, giro la cabeza hacia la izquierda, la vuelvo al frente, pasaron cincuenta metros. La avenida parece una foto que salió corrida.

Sigo andando. Ya no estoy en la Libertador. Pareciera una ruta. No hay bulevar. No hay semáforos. No hay alumbrado público. Sólo las líneas amarillas de la carretera. Y dos luces claras que se acercan. Después, dos luces rojas que se alejan.

No estoy llorando (Todavía). Todos los sentimientos que siento son de bronca e impotencia. Como cuando mi vecino mataba a los gatos del barrio con su aire comprimido y no podía decirle nada porque era más grande que yo.

Bronca. Odio. Rencor. ¿Por qué? Porque me puso los cuernos. La muy puta. Mis primeros cuernos.

Estábamos en mi casa tomando algo. Hablando de lo único que se puede hablar después del cuarto mojito cubano: Mujeres. Así que me convenció que saliéramos. Él sabía que yo estaba mal porque me había peleado con ella. Le dije que esa tarde habíamos hablado, y las cosas estaban mejor.

Llegamos al primer bar que nos cruzamos y la encuentro a ella con otro tipo. Parece el argumento de una canción de Arjona. Y yo sacando al tipo de encima de ella como si fuera un perro que se hubiera enganchado de mi perra. Con asco tirándolo para atrás y antes de que tocara el suelo dándole un gancho en el estómago. Y ningún esperar que se levante. Así, en el suelo. Cross, cross, cross. Ningún jab. La mano izquierda lo sostenía para que la derecha hiciera lo suyo. Y ella dándome cachetadas en la nuca. Y mi amigo tratando de frenarme a mí, de frenarla a ella, de frenar a los dueños del bar que se me abalanzaban. Y yo dándole a esa cara que ya no respondía a los golpes, sino que sangraba y abría un poco los ojos cuando venía un nuevo golpe.

No sé cómo logramos escapar. Pero lo hicimos. Yo, en la casa de mi amigo con un bife en los nudillos hinchados de mi

mano derecha, con un vaso de Ron en los dedos temblantes de mi mano izquierda. Mi amigo dándome explicaciones, excusas, perdones. Filosofía barata y zapatos de goma (manchados con sangre de un desconocido), ni esa mentira me hace feliz.

Yo, diciéndole a mi amigo que iría derechito a mi casa a dormir. Yo, comprando una caja de vino en un open 24. Yo, otra vez, conduciendo por alguna ruta. Viendo las luces claras venir, las luces rojas alejarse. Con ganas de pegar un volantazo para mi izquierda y que el auto se estrelle con el auto que viene en el otro sentido. Sintiendo el dolor en mi mano derecha que no puedo ni apoyar en la palanca de cambios. Pensando en ella. En su lengua bífida metiéndose en la boca del otro. Pensando en su cuerpo recibiendo las embestidas de otro cuerpo. Pensando en todo eso. ¿Por qué? Porque tengo sentimientos. Porque muchas veces lloro en el cine o en las nominaciones de Gran Hermano. Porque me duele una mujer en todo el cuerpo. Porque me duele un hombre en los nudillos de mi mano derecha. Porque tengo unas ganas incontrolables de pegar un volantazo y chocar con el próximo auto que venga. Porque lo voy a hacer. Porque veo las luces tímidas que se acercan en el carril contrario. Porque sólo hace falta eso para que nada tenga sentido, ni siquiera esta

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ruta. Si la vida tuviera sentido, yo iría en contramano. Pienso. O digo. No sé. Y las luces del otro auto ya son grandes estrellas que tocan bocina.

Yo, abriendo los ojos en el hospital y sintiendo inmediatamente el dolor.

Ahora sí que me duele una mujer en todo el cuerpo. Borges, una vez más, tenías razón. Me trato de tocar la cara. Está toda vendada.

—Rompió el tablero con la cara—dice una voz con traje de enfermera que le está poniendo una sonda al tipo que está en la habitación conmigo.

Debo parecer la momia blanca de titanes en el ring. ¿Ella sabrá que estoy aquí? Es lo primero que pienso. Boludo. Boludo.

Boludo. ¿Y si me viera, qué me diría? — ¿Por qué tenés toda la cara vendada?—Quizás preguntaría. Una pregunta

que parece simple pero que yo no sabría contestar sin sarcasmo. —Porque me amputé los cuernos que me pusiste—le contestaría. Tigres en la oficina Nos saludamos con cordialidad. Cada uno se acomoda en su escritorio y

hace su trabajo. Cuando nos hace falta una abrochadora, la pedimos y prestamos mutuamente. Hojas A4, lapiceras rojas, sellos, etc. Las pasamos con una sonrisa.

Hablamos del clima, de Showmatch, o de otras cosas estúpidas. Pero sabemos que el odio crece dentro de nosotros. Cada mañana, cada minuto de esa mañana. Como un monstruito que nos nace en el estómago y se va trepando poco a poco por nuestra garganta.

Sin embargo somos eficientes. Y más ahora que somos tres. Bah, antes también lo éramos. Pero uno de nosotros falló. Y eso es imperdonable. Uno tuvo un momento de debilidad. Una, mejor dicho.

Sin mirarnos, sin hablarlo siquiera, decidimos deshacernos de ella. No costó mucho: la desaparición de un expediente, un virus en la máquina, etc. Cosas así, ínfimas quizás para el ojo ajeno, pero que en este lugar lograron ser certeras.

Ahora estamos mejor, hasta que caiga otro. Nos miramos de reojo, nos medimos, nos olemos. Parecemos animales. Sí,

eso somos: tigres. Tres tristes, tiranos, traidores tigres encerrados en esta oficina. Afilándonos las uñas en el teclado de la computadora, gruñendo suavemente como gatos inmensos, esperando la más mínima distracción de alguno para saltar de un escritorio a otro y atacar directamente a la yugular.

Uno de ellos ha puesto una garra en mi escritorio, el otro ha crispado los pelos de su lomo. Y yo ya empecé a mostrar los dientes.

Nahuel Aciar

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Poeta Maldito Yo he querido ser un poeta maldito, un brujo oscuro y refinado. Algo extraño

en mí, no incitado por nadie, como una marca de antojo que uno trae al nacer, desde pequeño ese afán. Cuando aprendí a leer me dio por Rimbaud, Baudelaire y esas "Flores del Mal" que olían tan bien, pero yo intuía (ya entonces) que para ser un poeta maldito, de los que yo quería ser, no bastaban las lecturas. Creo que empecé mi precoz búsqueda a los doce años, cuando me quedaba solo en casa. Me vendaba los ojos con una corbata de mi padre y andaba por todas las habitaciones metido en la oscuridad total, a los golpes con las cosas, no pretendiendo desenvolverme en la negrura sino experimentado la sensación de hundirme en ella como un murciélago sordo. A los catorce indagué en caminos más perversos, salía de noche y buscaba crías de perros abandonados y las ahogaba, incendié la tortuga de un vecino y en el crepitar de cáscara y grasa me sentí un pródigo hijo de Satán. Me regodeé algunas noches con esas imágenes en mi cabeza pero de ellas no obtuve nada maldito para escribir. Después, a los diecisiete, busqué drogas de aquellas épocas: opio, hachís, láudano, pero en estas geografías nada de eso pude encontrar, apenas humo jolgorioso con aires de Jamaica y blanca y fina coca que exaltaba mis humores, excedía mis bolsillos y nunca alcanzaba ese estado de “down profundo”, de “spleen” que yo perseguía en un principio y que, con el transcurso del tiempo y de mis ensayos, ya había trascendido la búsqueda de una poesía o escritura oscura, a la imperiosa necesidad de una conducta que perseguía un cruel refinamiento Libros oscuros, satánicos, velas rojas, sacrificios y no sé cuantas idioteces más. Por último, probé hacerme cortes pequeños en las venas, extraía cantidades de sangre que ponía en una lapicera "fuente" con pluma y garrapateaba palabras dictadas desde mis vísceras, sintiéndome un chamán, un médium para concretar la orientación en el reino de las tinieblas. Conseguí un cuaderno que al tiempo olió pésimo y se llenó de moscas arriba del ropero, tuve que quemarlo antes de que mi madre lo descubriera. Creo que esto marcó un límite: fue doloroso y estúpido, apenas obtuve una tristeza romántica que era la antítesis de lo buscado.

Había pasado ya la edad de veinte años sin desistir en mi búsqueda, cuando encontré el exacto camino para llegar a ser un poeta maldito en ruta del infierno.

Quién me habría dicho que un televisor en una noche de insomnio me lo revelaría: sí, en un discurso presidencial, un hombre hablando con ojos de dólar helado, corazón vendido al demonio, discurso perfecto y hasta lágrimas en la mirada, diciendo mentiras que engolosinan y matan, que ilusionan y desaparecen. Sádica ironía de literatura infernal.

Y aquí estoy. En mi carrera política pisé cráneos y ascendí con la música de sus huesos rotos. Aquí construyo torre de babel con palabras de promesas y cifras, torres de papel que en las noches, antes de dormir placidamente, incendio con un fósforo encima de mi bella bandeja de plata, supongo que parecida a aquella en la que Salomé recostó la cabeza de Bautista.

Esto es ser un poeta, sacerdote maldito. He llegado.

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Canción de agua Anoche la oí cantar o silbar, o las dos cosas juntas; lo hace de un modo

armonioso y, aunque agudo, su tono es blando y dulce, no crispa mis oídos. He descubierto que cuando la luna está redonda, se pone feliz e interpreta sus sonatas nocturnas con mayor entusiasmo.

Con mi marido no hablamos de ella, es un caso cerrado. Desde que yo descubrí su presencia en el tanque del agua, él la niega. Aceptarla lo instauraría en el mundo de las cosas ilógicas a las que tanto teme. Desde entonces, cada vez que el tanque requiere de una limpieza o arreglo se excusa de subir, argumentando sobre su peso y sus huesos prematuramente envejecidos.

Hace ya diez años que sé de su presencia. Tardé un buen tiempo en poder verla, la oía chapotear en el tanque y, en las noches claras como la de hoy, cantar. También la detecté por el cambio en el agua; desde su arribo, la naturaleza del líquido vital de la casa ha cambiado. El sabor no se ha alterado aunque el brillo es diferente, como el del mercurio pero sin su densidad. En nuestro organismo no notamos nada extraño y las cosas que se lavan quedan en perfecto estado; sólo algunas veces, al bañarnos, percibimos un leve cosquilleo agradable en la piel.

A pesar de todo, la conocí personalmente gracias a mi marido: comenzó a decir que lo del agua no era normal y que podíamos morir envenenados. Cuando le dije lo de los ruidos en el tanque negó rotundamente haberlos escuchado acusándome de fabuladora, pero ante mi insistencia de traer a casa a alguien de afuera que analizara el asunto, me pidió, por fin, que subiera.

Confieso que sentí un poco de miedo y vértigo ante el presentimiento de enfrentar un hecho desconocido. Trepé por una escalera, un silencio absoluto reinaba, me acerqué despacio hacia la guarida cilíndrica, asomé la cabeza hacia el espejo de agua quieta y me vi, brillante imagen la de mi nada.

Levemente el cristal líquido se rompió y emergió Ella. Blanca, completamente blanca, desde las uñas de los pies hasta los cabellos,

ojos, pestañas, labios. Con las dimensiones de una niña de cuatro años pero con la forma perfecta de una mujer desnuda, delgada, grácil. Ninfa albina, perfecta y diminuta. Alzó la cabeza, y desde el plano blanco de unos ojos de papel me miró y con una mueca de labios me dedicó una sonrisa.

Colocada en posición embrionaria y abrazando sus rodillas comenzó a girar en el agua muchas veces, lanzado charquitos plateados hacia los costados. En uno de sus giros pude ver en su espalda dos perfectas aletas niqueladas. Luego se sumergió completamente para emerger unos segundos después. A modo de despedida me regaló su canto de cielo, de mar, de nostalgia y soledad infinitas.

En estos diez años sólo la he visto dos veces. No quiero molestarla, vivo en armonía con su presencia. Han pasado heladas, soles abrasadores, nieve, vientos, y ella siempre allí, jugando y cantando. Nada ha podido atentar contra su sutil existencia: ni mi curiosidad respetuosa, ni la cobarde indiferencia de mi esposo. Tal vez este contrapunto entre nosotros dos, aquí abajo, es lo que la mantiene viva, tal vez es su canto lo que arrulla nuestra llana existencia de seres caducos en el terrón de las rutinas, camino hacia el final. Karina Maranesi ***********************************************

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Luto

“Todo ser humano es el resultado de un padre y una madre. Se puede no reconocerlos, no quererlos, se puede dudar de ellos. Pero están allí, con sus caras, sus actitudes, sus modales, y sus manías,

sus ilusiones, sus esperanzas, las formas de sus manos y de los dedos del pie, el color de sus ojos y de sus pelos, su manera hablar,

sus pensamientos, probablemente la edad de su muerte, todo esto ha pasado a nosotros.” Jean Marie Le Clézio

Un funeral con sol y calor es siempre preferible a un funeral con lluvia y frío.

Puedo comparar porque el funeral que acaba de terminar, el de mi ex suegro (con sol y calor), ha sido muy distinto al de mi viejo (con lluvia y frío).

De todas maneras, hay algo en común entre estos dos funerales: en ambos he sentido la extraña necesidad, al volver manejando, de prender el estéreo. En el entierro de mi viejo iba solo en el auto de mi hermano, quien acompañaba a mi vieja. Una lluvia escandalosa golpeaba el parabrisas y obligaba a que todos los autos salieran del cementerio y se desplazaran durante diez minutos muy lentamente, en fila, exactamente como habíamos llegado, lo que hizo que la incomodidad se duplicara. Una caravana de autos tiene sentido cuando uno va al entierro, no ahora. Pensaba en aquellos no tan allegados que a esa altura debían tener ganas, y estaban en su derecho, de meter la tercera y acelerar.

Todavía me cuesta definir qué sentía en aquél momento, pero recuerdo que ya no quería estar ahí. Quería estar en el auto de enfrente, con esos que apenas terminada la ceremonia se descomprimían y volvían a sus vidas. Esos que alcanzaba a ver entre tanta agua y el bamboleo del limpiaparabrisas, compañeros de mi hermano, supongo. Los veía hacer chistes, pasarse comida, los intuía prendiendo la radio. Dos hombres adelante y dos chicas atrás. Ahí quería estar. Volviendo de un funeral por compromiso y no en este auto al que le anda mal el embrague.

Saqué el estéreo de la guantera y lo coloqué en su lugar. Pensé que algo de música me sacaría de esa situación ridícula.

Si, pero, ¿qué música? En el de mi suegro voy acompañado por su hijo, es decir, mi cuñado (ex

cuñado para ser exactos) Lucas. Una mañana espléndida y los árboles verdes de octubre me piden condimentarla. Pienso en el cd que acabo de comprar y en el momento de arrimar la mano, me acuerdo de Lucas y deshago las ilusiones. En el asiento trasero, con lentes negros y la mirada perdida en los campos de golf que rodean al cementerio más caro de la ciudad, traigo al hijo que se queda sin padre. “Cómo estás, le pregunto sin mucho énfasis. “Bien, me responde, con menos énfasis aún.

El día que conocí a toda la familia, mi suegro cumplía sus jóvenes cincuenta años. Llegamos con Marina, tomados de la mano, a las diez y media. En la enorme mesa del restaurante ya estaban todos acomodados, comiendo grisines y leyendo el menú.

Las presentaciones de rigor, los besos, los mucho gusto. Feliz cumpleaños y de regalo un sujetador de pañuelos que tardé muchísimo en elegir. Seguramente era

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la cosa más cara y más pequeña que regalaría en toda mi vida. Las bromas con el mozo que atiende desde siempre a la familia. Las inquisiciones, las suspicacias, las risitas y mis ridículas ansias de no sólo caerle bien a todos, sino de maravillarlos, hacerles entender de una vez y para siempre que su hija estaba con el mejor tipo al que se puede acceder. Un artículo de primera. Eso me sentía yo, y eso quería que sintiesen todos. Que estaban ante lo mejor del mercado, un pibe bien, laburador, honesto, simpático, ambicioso. Esa era mi meta esa noche, contentar a la audiencia. Pude con el padre, con las abuelas ni hablar, pude con la hermana menor, pude incluso con Marina durante los tres años que estuvimos casados. Lo logré con todos, menos con Lucas. A él nunca pude engañarlo. “Era un buen tipo tu viejo –hago una pausa prolongada- por lo menos yo, nunca tuve problemas. “Te odiaba -me dice Lucas con una mano en el mentón y sin despegar la vista de la ventana- como la mayoría de la familia.

Me quedo en silencio tratando de no parecer afectado. “En realidad no te odiaban tanto, porque tampoco les importaba tanto a mi hermana, sabían muy bien que ella podía cuidarse sola. Demasiada mujer para vos.

Esta verdad me ha pegado tan fuerte como el sol en los ojos. Bajo la visera y le ofrezco un poco de gaseosa que tengo en el asiento del acompañante. Lucas toma la botella, le da un sorbo bien profundo, la tapa y se la deja en el regazo, como si fuera suya. Acelero con bronca y me decido a poner el estéreo, pero no demasiado fuerte. “Lucas -le pregunto- tu hermana es feliz con el tipo éste, Roberto? Tarda en contestar. “La verdad, nunca he visto a mi hermana tan feliz como cuando te llevó esa noche a comer al restaurante. Eras la respuesta a tantos años de espera y a tantos novios cagadores. La verdad que sí. Yo era su solución, pienso, y ella la mía. Pero juntos hacíamos un inmenso dilema. “Con Roberto se llevan bien. Esperan para noviembre, eso los va a terminar de afianzar.

Debió pensar que yo ya sabía. Pero yo no tenía idea. Meto segunda en una curva y el sol me queda a la derecha. Era de esperar. A Marina le preocupaba mucho el tema del reloj biológico y todo eso. “Y vos- me dice- ¿cómo estás? ¿sos feliz?

El padre era una especie de dandy de vozarrón fuerte y siempre elegante. Un buscavidas que derrochaba encanto, mujeres, plata, contactos. Era el tipo de persona que se hacía amigo de los mozos al instante. Estaba seguro de haberle caído bien. Me había preguntado por mis expectativas, sin ser demasiado incisivo. Y yo había respondido bien, como para un diez.

La mesa era enorme. A mi derecha tenía a una de las abuelas, que no paró de hablarme en toda la noche. Enfrente tenía a la hermana más chica, que tenía unas tetas increíbles y su noviecito. Más allá el padre, la pareja del padre, y después la otra abuela. A mi lado Marina, de quien me estaba enamorando. Y en la punta Lucas, que comía en silencio y casi no hablaba.

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“Así que sos escritor, tiró el padre. “Si, bueno, en realidad estoy empezando.

Y allí empiezan mis explicaciones. Que he publicado en el diario. No, todavía no tengo un libro publicado. No, no se puede vivir de escribir. Está muy difícil. Marina intercede. Mientras me acaricia la nuca, comenta que he ganado algunos premios, que dicto un taller, que fui jurado en un par de concursos, etc. Todo aquello que justifica una actividad tan seductoramente inútil.

Por aquel entonces yo sentía que la literatura era una forma de vida. Después fui entendiendo que yo no tenía una vida, y que la escritura era mi refugio, un lugar para esconderme. “A Lucas le gusta mucho leer, dijo la pareja del padre. “Ah, si, dije yo, ¿y qué te gusta leer? le pregunté, tratando de probar al que ya me parecía un pendejo altanero y misterioso.

Lucas deja el tenedor y mira con fastidio a la pareja del padre. Después, se limpia cuidadosamente la boca y antes de tomar su copa de vino, suelta “He leído lo tuyo y dejáme decirte que me parece a-lu-ci-nan-te.

Inmediatamente después retoma el tenedor, la cuchara y sigue comiendo sus tallarines. La abuela que habla todo el tiempo rompe el silencio con un comentario acerca de un accidente doméstico, en el que una pequeñita Marina se parte la cabeza con un planchador.

Mientras todos se ríen y agregan datos sobre la anécdota de la abuela, me tomo el último sorbo de agua mineral espiando de reojo a Lucas, quien me dirige una mirada desafiante.

El tipo era así, todo sarcasmo. “Da vuelta acá en la esquina y frenáte. Esperemos que pasen todos- me dice Lucas. “¿Acá?- pregunto como si no hubiera escuchado. “Si. Vamos a esperar cinco minutos y después me llevás de vuelta al cementerio. “Ok.

Definitivamente no debí ofrecerme a traerlo. Este sale con cada rareza. Pero no me extraña, en realidad. Una vez que el padre llegó borracho le sacó toda la ropa, lo metió en la ducha y lo llevó a laburar. Exactamente al revés de una típica escena padre-hijo.

Yo digo que la más normal de todas era la hermanita, Belén. Tiene sus mambos, pero lleva bastante bien su salida de la adolescencia. Sigue estando muy buena, de eso no hay duda. Y es la única que lloró (de verdad) en el funeral.

En realidad, hace tanto que no los veo. No podría decir quién es más normal. Justo hoy me toca encontrármelos. A Marina, sobre todo.

Lucas se baja y se prende un cigarrillo. Me ofrece uno y desde la ventanilla cambia la radio. O sea que esta mañana, mientras yo buscaba una camisa nueva que me quedara bien y que la hiciera mirarme, el tipo éste, Roberto, le acariciaba la panza. Lo que se dice una familia bien constituida. “Soy un boludo enorme, digo para mí.

Lucas, que me escucha muy a pesar mío, me dice que no, que no soy un boludo. “De hecho a mí me caías bien. Lo dice sinceramente, mientras fuma apoyado en el capot.

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Un rato después se sube al auto, damos media vuelta y regresamos al cementerio. Esta vez entramos por otro lado y quedamos a diez metros de donde hace media hora enterraron a mi suegro. Increíble, pero el cajón ha vuelto a estar ahí. También Marina y Belén. “Le pagué a los tipos para que subieran el cajón. Esperáme acá.

Cuando terminamos de comer, voy al baño exclusivamente a lavarme las manos (tengo una obsesión con eso). En el camino miro la mesa que acabo de abandonar, pero también aprovecho para espiar un poco otras mesas. Hasta ahora va todo bien, buena gente. Una vez adentro del baño me tiro dos o tres pedos que venía guardando, se nota que he estado muy tensionado. O el menú careta que elegí me cayó mal. Lo siguiente es una secuencia avergonzante: abro la canilla, meto las manos y empiezo a restregarme con el jabón líquido. En una mala maniobra, un chorro de agua se me cae en el pantalón a la altura de la cremallera y el bolsillo. Igual que si me hubiera meado. Pienso rápido. Aprieto el secador pero no alcanzo. Pienso rápido. Me saco el pantalón y lo pongo debajo del secador. Se abre la puerta, entra Lucas y me ve con las piernas desnudas y el pantalón en la mano. La camisa apenas me tapa el calzoncillo. Pienso más rápido y le digo Se me cayó agua. Lucas mea, se lava las manos, se acomoda el pelo y se va. Mientras, yo he estado tratando de ponerme el pantalón, sin secarlo. Cuando vuelvo a la mesa, ya todos lo saben. Y ríen. Lucas se baja y se acerca a sus hermanas. Atrás quedamos sólo Roberto y yo. El Roberto de Marina. Le queda bien el traje pero es innegable que está gordo. Me acerco y me hago el simpático, otra de mis manías. Saca un paquete de cigarrillos y me da uno. Empieza a hablar. “Bla bla bla bla, pasa que son medio complicados, bueno, vos viste. El viejo se muere de repente y no deja nada en claro sobre la herencia. Bla bla. Yo le digo a Marina que no se duerma, porque la mina los va a cagar, estoy seguro. Al pibe, a Lucas, no le calienta nada. Total, termina el doctorado y se queda en España. No vuelve más. Nada de esto me interesa, aunque hago como que sí.

Es momento de prestar atención a esta rara ceremonia. Los tres están en silencio, tomados de la mano. En un instante, Lucas se desploma de rodillas y empieza a hablar, a decir algo que desde aquí no se entiende. Casi no lo veo porque las hermanas se acuclillan y le acarician la espalda, mientras empieza a bambolearse. Lucas va subiendo el tono y alcanzo a escuchar un Por todo, papi, por todo. Con Roberto paramos la oreja.

Se hace un silencio y Lucas, esta vez muy fuerte, grita entre ahogos TE QUIERO, PAPI, y se hunde en un llanto desgarrador.

El corazón se me estruja. Cinco minutos después nos hemos subido al auto, Marina me ha despedido

agitando la mano y Lucas ya está recuperado. Después de dejarlo en lo de un amigo me encamino al otro cementerio, el más pobretón, en el que dejamos encajonadas las cenizas de mi viejo.

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La ruta ha ido perdiendo color. El sol ya no enceguece, ni siquiera ilumina. Se ha escondido detrás de las nubes que empiezan a tirar gotas sobre el parabrisas. Desacelero, me tiro a un costado, y apago el motor.

La música me parece estúpida, así que apago el estéreo y me pongo, yo también, a llover.

Facundo Mercadante ***********************************************

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Una tarde con un adivino Todavía lo veo al tipo sentado en su habitación pequeña, ubicada en los fondos de su casa familiar, arrinconado por los juguetes de los nietos adolescentes: batería, bajo y guitarra. Lo vamos a entrevistar para un trabajo que duró todo un día y ahora son las ocho de la noche acá en Neuquén y es el último brujo de la lista en una tarde de verano. ¿Qué hacen los tarotistas y videntes? ¿Ven el futuro? Con lentes aferrados a la punta de una nariz varicosa, observa fijamente como siempre lo hacen los viejos enigmáticos, ubicado frente a su monitor de plasma y papeles ajados. No va a hablar sobre lo que hace, sino que nos va a obsequiar una consulta. Se la va a dar a Ana. Acá estamos. Veo muchos libros de la editorial Kier y siento como trepa hacia el futuro la monótona voz anunciándole a Anita con los trazos de la lapicera el desde y el ahora y el hacia dónde marcharía. “Me dolía la mano cuando me marcaba con fuerza”. Sus ojos son profundos y cristalinos mientras sigue un auto que pasa en la tarde noche. “Sí, pero le pegó bastante ¿No?”. Nosotros hablamos cuando la entrevista ya terminó, uno frente al otro, y después ella se sienta en un ventanal oscuro con una catarata verde de plantas distribuidas en el marco, apenas elevado de la calle. La casa a sus espaldas permanece flotando en el silencio. El viejo saca cuentas con el nombre anotado en un papel y con la fecha de nacimiento y otras sumas y restas misteriosas que corren el velo de lo que fue y será. Para mí las sumas y las restas son enigmáticas desde primer grado. Cero en matemáticas. Le dice un nueve y le dice un siete. “Sí, pero del futuro no se sabe nada.” “Seguro.” “Pero que te vas, te vas.” “Sí, pero ya me iba antes de esto.” Volvemos a conversar, antes de que enfile por la vereda arbolada hacia su casa. Seguro después corre la reja y toca timbre, su madre le abre y ya no la veo más. Está con las líneas de la mano un rato, escarbando en la vida de Ana. “Sostené la bolsa y luego elegí una runa. Ah, es la de la amistad y del amor” Después saca unas cartas envueltas en un paño rojo. Tarot egipcio. Una ronda, dos rondas, tres rondas. A ver qué se ve en la vida de la periodista amateur. Se ve de todo. El tipo escanea concienzudamente, sin preguntar a la paciente. Escarba en el mazo de cartas sólo para aclarar conceptos. Él termina obteniendo la entrevista perfecta, en teoría sabe todo de su interlocutor. “Vas a tener hijos y mucho trabajo, los hijos son dos pero vas a poder elegir tenerlos o no” “Te llevas mal con tu madre” “Tenés un viaje al exterior y es inevitable” “Sos inteligente, sos una ganadora, mirá la carta de la emperatriz, vas a imperar sobre los demás.” Yo identifico unas cartas medio raras a las que él no les brinda mayor explicación. Veo pasar el ahorcado y también pasa la muerte. Mirá vos, me digo. Aunque me transpiran las manos. Es el futuro que de golpe se nos viene en la cara como un pájaro volando en la oscuridad, una especie de mal augurio. Acá todos son optimistas. A mí me van a tener que dar duro en el destino para borrarme de la fila en el supermercado.

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Ana se enrosca en la silla como un animalillo al que acusan, igual después hablamos y no se cree nada. Es escéptica con lo espiritual y positivista, una especie de Freud que no vive en Viena sino en Neuquén y se priva de la cocaína. Qué triste, si no tuviera esperanza en la suerte no podría tomarme dos cocas colas seguidas para saber qué sale en la tapa, no jugaría a la quiniela, no rellenaría cupones en el supermercado. No estamos en el mismo lugar. No, no estamos ni siquiera en la misma habitación, puta, ni siquiera estamos en el mismo mundo. Qué forma de conocerse. “Jorge, hoy tenemos que ir a comer un asado con Juan Fernández” El adivino se apura y termina de develarle la suerte sin cobrarle un peso, no es de este mundo. No, no, esto es irreal. De psíquico a comensal en un asado argentino. Supe después que estuvo cerca de López Rega y también que era amigo de Marcelo Berbel. El mundo es chiquito. “No me deje con las ganas, por lo menos una runa maestro”, lo amonesto repleto de curiosidad. “Nombre, apellido y fecha de nacimiento” (Un federal de lo oculto) “Este número, viste, el mismo que ella, habla de que sos una persona inteligente, nueve es el mayor puntaje. Te va a ir bien.” Hace otra cuenta. Aparece un seis. Niega con la cabeza. “No vas a triunfar en nada de lo que hagas.” Le faltó pararse y hacerme la seña de Loser, la gran L, perdedor, perro vagabundo, linyera, estudiante fracasado, periodista…No, periodista no, aficionado nada más. Respeto por favor. “De tipos como vos sólo uno en cincuenta logra algo”. Completa con la lectura de un libro escrito por un ruso de nombre raro. “Este ruso no falla” Nos vamos. “Tiene razón.” Tengo la camisa transpirada, los labios resecos, los zapatos estirados y por hacerme adivinar gratis ahora tengo la certeza de que no voy a ir a para ningún lado. Pero le saqué una adivinada gratis, je, je. Ana no dice nada. Y no va a decir nada en toda la semana. No se cómo se lo tomó, pero no me llamó más. “Voy a estar sola toda mi vida.” Las dos mitades del mundo, más bien los polos, que nunca se van a tocar. Ya, le cuento a Rubén mientras tomamos cerveza en su casa esa noche y comemos asado y hay dos parejitas que hablan de amor. Rubén tiene los ojos bastante colorados y le cuesta afirmar el vaso en la mesa. Su mujer se acerca con una fuente de ensalada, llena de tomates y lechugas muertas. “Nada me rompe más las pelotas que oír hablar de amor”. Al otro día confirmo cuando le pago la consulta y alcanzo otras verdades que no le cuento a nadie. Perdedor, supongo. Trato de mantener la fe por sobre el abismo, sosteniéndola en la mano y estirando el brazo muy alto, de modo que sea lo último que quede a la vista cuando me hunda en la oscuridad de Neuquén capital.

Héctor Kalamicoy ***********************************************

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Entre leyes humanas y leyes naturales Para preservar el orden, terminar con la violencia / los asesinatos y los derramamientos de sangre, las autoridades del pueblo promulgaron una ley que ordenaba que todas las casas tuviesen cortinas rojas y que sean los únicos sitios en donde el color fuera aceptado. “El rojo se restringe a las cortinas”. Primero fueron los toros. Tuvieron que llevarlos a otros pueblos porque rompían los vidrios. Entonces se terminaron las vacas y las personas obligadamente se hicieron vegetarianas. Fueron perdiendo el color, y el único color que les quedaba era el de las cortinas. Pero entonces ciertos instintos naturales tuvieron que arreglárselas para subsistir. Por ejemplo, una mujer celosa le consiguió a su marido trabajo en la ciudad grande y ruidosa, con recovecos y vicios; el marido contrató una secretaria cuyo sueño era ser actriz y para eso necesitaba operarse, y así la esposa que venía del pueblo monótono y vegetariano obtuvo el motivo para separarse, ante tanta oferta de colores. También, ciertos jóvenes organizaban excursiones a lugares con precipicios, montañas, surfers, tiburones u orgías y olvidaban los preservativos. Pero aparte de estos deslices que se deslizaban hacia afuera, la gente que se quedó en el pueblo siguió su vida, envejeciendo y disfrutando de los logros de su Plan de Cortinas. No sólo se logró lo esperado, sino que se excedieron las expectativas: además de “cortarse con los asesinatos y todo derramamiento de sangre”, se terminó con todo flujo sanguíneo. Incluso con el más natural y ancestralmente más temido por los hombres: ninguna mujer volvió a menstruar. Ahí sí se terminaron los problemas. Y ellos vivieron felices, según me contó el viejito último habitante del pueblo (un señor de apellido Luvina, creo). La grasa no sale con nada

“fue solamente un ensayo, un intento de hombre” Fue el olor a grasa lo que la despertó, antes que la mano rasguñándole el pubis, las piernas, arrancándole la bombacha, antes que la irrupción caliente y violenta, antes que el semen chorreándole por las rodillas mezclado con la sangre del himen destruido sin ceremoniales, antes que las manos apretándole las tetas, antes que las mordeduras en la oreja y cuello. Y fue el olor y el sabor a la grasa de autos lo que le dejó el mal gusto en la boca y no ese falo peludo y sudado que se metió en su boca. El recuerdo de esa grasa fue lo que durante nueve meses la despertaba de noche asfixiada y con los ojos abiertos hasta el infinito. Durante los nueve meses se dedicó a aprender y especular, a afirmar y vender, para después romper sin dificultad ya que él sabía que lo buscaría sin necesidad de que le ofrezca nada, de una u otra manera sería suya, se condenaría sola completamente, porque ya la mitad estaba hecha. Sólo faltaba la otra mitad, pero no importaba, con la primera bastaba para que se condene. El bebé nació solo, sin siquiera la ayuda de la que lo había cargado. Ni un grito. Tenía que nacer, de una manera u otra; lo iba a hacer. Se había gestado solo, sin siquiera un pensamiento bueno de esa mujer; y él lo sabía. Por eso cuando nació, ella

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lo recogió, lo llevó hasta el taller y se lo tiró encima. El golpe y el mínimo peso, y no el dolor del machetazo en la mano izquierda, lo despertaron. El asombro le impidió moverse para evitar la pérdida de la otra mano. El dolor sólo llegó con el chillido del bebé; ella se dio cuenta de que él en cualquier momento reaccionaría y lo ató convenientemente a la cama. En ese momento, él empezó a llorar. Ella tomó una de las manos que había tirado al piso, la izquierda, y con esa mano, la de él, tapó su boca, la de él. Mientras, con la suya, la de ella, le rasguñaba el pubis y las piernas, arrancándole y destrozándole el calzoncillo. Él no sintió nada que lo penetrara pero sí una mano delgada que le apretaba los huevos, y rodillas que se clavaban y dientes que masticaban hasta casi arrancarle la carne, dejándolo molido y con machucones. Entre los gritos y el dolor, él alcanzaba a sentir placer cada tanto entre los dedos y los labios; sentía la sangre llegándole al pene, sentía la erección que cortaba el placer con el dolor, sentía el aliento frío de esa mujer que él creía valiente mientras el esmalte de las uñas lo quemaba al entrar en su piel. Se cansó de él. Con la otra mano, la de él, le pegó al crío hasta que también se cansó y lo tiró nuevamente encima del cuerpo del mecánico. Ambos chillidos era lo único que se escuchaba. Entonces ella tomó la grasa y el aceite, la derramó sobre la nariz, en las orejas, en la lengua y en los ojos del amputado. Y se fue. Antes ató el niño al torso de su padre y los tapó.

Tapitas Empezó juntando tapitas de botellas desde chiquito. Le llamaba la atención las onditas del costado y los colores; lo que no le gustaba era la gomita de adentro, por eso siempre la tiraba. Muchas veces le tiraron las bolsas y las cajas: "eso es mugre", "¡no seas mugriento!". Soñaba con su colección y cómo la ampliaría en la medida en que viajase por el mundo cuando fuese grande. Aunque no podía nombrar las marcas porque no las conocía, se imaginaba los colores. No podía nombrar las ciudades porque las desconocía, pero se imaginaba las sombrillas de las confiterías o las servilletas de los restaurantes o los ceniceros de los bares. Ya más grande se dio cuenta de que era al pedo almacenar tapitas repetidas; entonces se limitó a tener una de cada una, a lo sumo dos por si perdía alguna, como los grandes coleccionistas. Y cuando tiró las que sobraban, vio que su colección era pequeñísima, y todas las que tenía eran las que había recogido en la vereda de la esquina o las que caían de las bolsas que los basureros tiraban sin cuidado al camión. Él no conocía el sabor de nada de lo que esas tapitas tapaban. Y ese día también se dio cuenta de que si en la esquina de su casa nunca había probado nada, en ninguna confitería o bar o restaurante podría tomar cosas que no sabía qué serían ni era capaz de nombrar en lugares que no conocía. Y las enterró en una fosa común sin invitar a nadie al funeral, sin regar, sin ninguna exhumación, sin llorar por ellas, sin sacrificios ni ofrendas, sin flores y sin lápida y sin epitafio. Pasó el tiempo y no dormía. Veía tapitas en todas las baldosas, todos los pozos de todas las calles aparecían tapados; veía árboles que crecían y que crecían en las ramas tapitas de colores; que caían lloviendo tapitas, que pasaban volando tapitas, que los perros escupían tapitas, que detrás de los anteojos la gente escondía tapitas.

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La idea le daba vueltas y vueltas en la cabeza, como él había pretendido hacer en el mundo. Por las noches, roncas cortinas respiraban en las ventanas y él las envidiaba mientras se sofocaba y seguía girando en la cama y veía aún más brotes de chapas nutriéndose del aire que él exhalaba –pero que no inhalaba. Una noche se levantó, sacó la tierra que había sobre la caja (sabía exactamente el lugar) y metió la cabeza bañándose en ellas. Esa noche durmió en esa posición, rodeado de tapitas. Luego de aquella noche desenterraba una tapita, la pintaba diferente a la noche anterior y diferente a la noche siguiente y la ponía sobre su frente. A la mañana la tiraba. Procedió así hasta que se deshizo de todas las tapitas y no volvió a dormir nunca más. Inés Eguaburo ***********************************************

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Poesía

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Darío Oliva

La primera piedra Olvidaste la cruz crucificando al ángel en el cometa corriente de tu reloj biológico embarazada de cicatrices en el alma, y no te culpo por abandonar mi llanto en la calle de lodo. Dios que te condene y los hombres te repudien. La primera piedra me la guardo

para penas futuras.

Oxímoron

Es el abrigo del invierno la desnudez de mi silencio. La Cosa No soy la cosa, soy el envoltorio que rodea a la cosa, pero encima de mí está la mano de Dios que me arruga.

La Soledad

Aún soporta esta mirada y me acompaña en medio de la sombra y la mañana.

A las palabras

No alcanza con escribirlas; debo soñarlas. Si doliera menos

Si doliera menos mataría mis poemas y dejaría el epitafio

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para el viento. Cualquiera

En el hueco de la sombra está mi cara: un objeto cualquiera entre otras nadas. Larga espera

“Yo nací de las sillas,

estoy sentado y espero.”

Jorge Luis Peralta No siento la carne ni los huesos en esta espera la sombra ha sido mi único alimento la voz de tu silencio mi vestido y el recuerdo la ausencia que yo habito: tus pies desnudos bajo las sábanas de un largo invierno sobre la silla el esqueleto de tu cuerpo y en la pared el tiempo muriendo en las arrugas del reloj y en el borroso ocaso del espejo. El rostro de Borges

Su rostro cuya imagen rocosa prefigura las cenizas de la sombra es un apergaminado laberinto que oculta la grieta del espejo. Lo recorre en la tarde y él le devuelve un color un ámbito de ocasos y de cruces señala una ventana donde el llanto de barro endurece

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los barrotes de su tumba y lo acerca a la muerte que no teme y a los ojos del silencio que ya ha visto. Lo malo de la mentira

Lo malo de la mentira no es que tenga piernas largas o cortas es que a veces suele andar descalza.

Cuando no existías

Cuando no existías hice de la nada las líneas sombrías de tu cuerpo que me sabían a lluvia, hiriéndome sus curvas como astillas desprendidas de la madera con que se creó el mundo. Caos

Edificios de la memoria en llamas ojos alambrados por la lluvia y el odio un libro negro de hojas muertas boca de alfiler en alquiler de besos desmayo del cuerpo oculto en el espejo… Memorizar el silencio de noche en el desnudo ropaje del sueño disparo de una palabra articulando el miedo la luna en un cenicero y el 11 de Setiembre inaugurando escombros y cementerios.

Desolación

Me dijeron que al entierro de Mozart

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asistió sólo su perro. Cuando muera quiero que tú seas ese perro.

Lluvia “Comenzó a llover a tiros”

Tomás Watkins Llovía sin memoria de la hora o el día desde el ojo amoratado de la luna oxidados los semáforos las piernas de las prostitutas y supe por las gotas las muertas paredes y baldosas agujereadas que dios estaba resfriado y de mal humor como un feriado con nube… Errata Si no he muerto cambien por errata el epitafio.

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Tony Zalazar Puta = Pueta Una vez le envié un poema a una mujer. Ella dijo “Pero él sabe que soy puta”. Y yo nunca dije “Pero ella sabe que soy pueta”. Así es la vida ella antes de puta fue virgen y yo antes de pueta la veía cruzar en su bicicletita de carrera Blanca. (del libro “Dios TV”. Ed. Ananga Ranga, Chaco, 2004)

Los diamantes de Sofía Sobre el peligro del cordón de la calle espera sentadita un choque de autos un accidente que deje en sus manitas los diamantes resueltos del parabrisas. (Del libro “Ser De Ruido”, Ed. Ananga Ranga, Chaco, 2006)

MMIX en cerdos convertiste/ mis mejores deseos

Luis Argañarás Que este deseo se mástique tu sexo como manzana. Que en simple tentación jamás acabe el poema.

Madrugado Palabras lúcidas iluminan mi noche, te sueño hablando.

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Oscuro Plena la luna, tras nubes y cemento te bulle en mi ser. Sucia hierve mi sangre de deseo y pecado. A las tres Te subo al techo te desnudo y me enrosco hasta hacerte un sol. (del libro “Tajos”. Ed. Ananga Ranga, Chaco, 2009.)

X

Cuando hablamos para cifrar y descifrar la vida / la poesía es la llave maestra.

Mis palabras, panaderos en volandas por el cementerio. piedritas sobre la tumba/ germinan mensajes para el alma.

VI Hay animales /que con la muerte de su amo /se mueren también.

Miro una foto de mi padre y comprendo por fin a mi perro que de ojitos diluidos y temblantes vuelve de sus revolcones en la osamenta. ¡Cómo huele y cuánto duele esta distancia!

La necesidad de empañarnos los ojos /que tienen los muertos/ nunca la podremos

saciar.

IX Ni el Zen ni Dios ni el destino/ explican el tanto sinsentido.

la vida estragada por la muerte pero la muerte es tragada por la vida. adversativa la vida devora el desconsuelo del entierro.

(Del libro “Quherencia”, Ed. Ananga Ranga, Chaco, 2009)

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Oscar Fariña

alta mierda de mulo alta mierda de mulo pegó el carlito en lo del pancho de lavenida un ciento veinte en tiza la tiza en nailon una punta el borde con una mancha de caca -ojalá todo los garca fueran peruanos -repetía- ¡así sería siempre lindo que te caguen! familia virulana después de tanto quilombo pa conseguir la gilada no había nada más lindo en la vida que el momento en que sus ojos se abrían luego de la primera seca sus ojitos de adita ya felices aunque la droga todavía no le pegara tosía y me miraba me tiraba toda la mirada encima como chispas de virulana encendida porque la muy guacha sabía todo el bondi para conseguirle el vicio yo me lo morfaba sólo por ese momento y para repertirlo el bondi me lo iba a volvé

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a morfar siempre entonces se reía y recién después de la segunda seca la lata volvía a mí y mientras yo me quemaba lo dedo ella con una sonrisa me abrazaba el pecho se acariciaba la panza y ahora sin mirarme decía: gracias Tata, ojala nuestro bébe salga tan bueno como vos de Pintó el arrebato

*** un grano de arena más un grano de arena más un grano de arena más un vientre de arena: la playa es una herida seca que se abre en los ojos de la niña planea una primera versión de sí misma la sombra y se escurre cual espejo laxante, cual caricia lactante esa gaviota herida que le surca una vagina al cielo no hay fuerza en la espuma residual del agua suficiente para grabar su nombre, apenas retrocede aquella es absorbida por el fuego de la arena dos latas, un palito, un pez muerto, musgo, media bolsa: mugre en la encía de la playa

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en lo que parece un manto de brea resguardo el paladar al capricho de mi dedo

aquí el misterio de la palabra dicha

o felicidad de un cielo prismado por la avaricia del canto me ciega

¿Hay el ocaso cuando la mano se cierra sobre los ojos sin dudas?

esta porción de feto vean salirse de su vaina de carne, fugarse de la madre y con esa incursión pequeña en lo real cambiarle el sexo

soy dos a la vera del labio y al tacto cicatriz de espera: un hemisferio de escalera tirada sobre el nombre llano

*** hambriento el charco con su motivo de seda negra, abre las fauces al cielo barrido nuestras palomas han vuelto enteras y en mi punta hay sangre pero su riesgo no es humano hoy el silencio se ha vuelto amigo de la broma; contra el charco me caigo, rompo todo hágome astilla para clavar sin ser visto el agua que tranquila me recibe y yo voy a chuparme esta teta de alga

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arriba el cielo de pronto se apaga y aquí podríamos cantarlo pero recuerda el silencio es un diente en un vaso de leche una pluma hincada ¡que escribe! la hemorragia de este punto final (inéditos)

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Adrián Campillay la palabra vaca

escribo desde mi habitación africana en el paraíso no puedo reconocer entre una droga y una mujer del mismo modo en que una mujer no me distinguiría entre un montón de botellas. patrones áfricas y calzoncillos para el paraíso. ya me cansé de las falsas vacaciones. se parecen a la palabra vaca. a la palabra gandhi. siete mil kilos de asado caminando y un millón de muertos de hambre. mi hijo jurando la bandera. ¿alguna vez se preguntaron qué significa eso? somos todos unos hijos de puta. ¡ustedes no! niños. tienen derecho a apretar el gatillo. adivino

Nos torcíamos en la lluvia. Y qué ronco animal: el verbo trueno de su altura para la piel el agua hermana para los besos y para oír los gallos en el nublado atardecer de los días. Nos torcíamos en la oscuridad. Esqueletos de hermosuras ciegas de sí

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en el centro de la humedad estaban siempre esperándonos. Adivinos pies de la lluvia ¿cómo hacían? para encontrarnos siempre frente a nuestros cansados huesos del desierto. en el reverso de la luna escribe Campus luz sobre sin luz le ha caído un niño en la mano vieja de donde han salido a caminar sin destino sus versos como quien busca en la casa vacía el juguete escondido hace mucho tiempo. trovadores de piedra

1. puse una puerta en el poema para que una palabra pudiera abrirla y matarlo. ¡no resultó! todo en él sigue vivo y ahora me persigue un cuchillo.

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2. hogar de arena que molió la piedra la espina llorando su invierno y el sol ¡siempre el sol! o el camino herido por la sed correr correr y correr delante del diablo. 3. en mi casa de adobe vivo en el mar de arenas el sol guía la piedra y el hambre muerde el cordón de la vereda aquí la fiesta tiene cantores que se abrazan se alejan lejanos entre los campos del vino y por él vuelven vuelven siempre al amor. 4. cada bar es una herida acostumbrada el dolor naufraga el almuerzo se enfría los muertos se cuentan por botellas algunos cuelgan de las paredes en fotografías nadie recuerda quién era.

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Damián López atravieso la plaza (virtud e inercia exclusiva de las diagonales) un manojo de perros se disputa la vigilia no saben que un montón de faroles no harían un sol ni aunque ese fuera su propósito alguien duerme a medias el hambre (sueño de dignidad los labios amoratados de gritos muertos) las ranas de la fuente vomitan su gracia los ángeles de la fuente cantan de espaldas la gente se muere de bolsillos vacíos y de progreso legítimo la gente se muere de terrenos usurpados y de hogares gratuitos la gente se muere de veneno extranjero y de miseria corriente la gente se muere de gestióncomprobada y cuántasestaránrobando la gente se muere de palabra muerta y silencio sospechoso la gente se muere de transparencia redistribuida la gente se muere de recuerdo necesario y borrónycuentanueva la gente se muere de morirse con los puños indecisos la gente se muere de Verdad inaccesible la gente se muere de desconfianza crónica la plena desnudez del invierno nos dejó la paranoia desabrigada y con pocas opciones convendría a lo mejor la práctica minuciosa del encierro pero los jirones desparramados de nuestra presencia se transfiguran y nos salen al cruce por entre los platos sucios y el aire amontonado en los pliegues de la luz (mis sábanas supuran el vaho de la hora pico y hay tantos transeúntes flotando en esta sala que yo mismo soy las veredas atestadas de regreso las campanadas de la catedral la agitada inercia de los traslados) no ceden los ladridos en las puertas/ y se cansan los párpados de impregnarse con la persistencia de las paredes habría que reventar de tanta procesión regurgitada

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explotar desde el vientre y salpicar los tiempos superpuestos esos recuerdos que se esconden entre los mosaicos como el agua muerta de la última lluvia o los afiches de cristo y maradona vendidos desde el piso (ser la mancha furtiva en la entrepierna de la memoria una irrupción de pudor y de asco en el largo de sus pasos) pero ahora los colectivos tienen cortinitas y abombarse cada día cuesta menos y yo que quería mirarte en los ojos y no puedo sacarme esta cosa de los pantalones seguramente en la parte de atrás hay un patio/ donde las señoras toman mate con sus fantasmas y los animales se echan panza arriba para la premonición (en cualquier momento se desata la tormenta que hace rato nos viene castigando) en las macetas seguramente las raíces se estiran ilusas buscando un terrón negado y en el living las fotos se apilan sobre el polvo mientras ven pasar la gente muerta que posa indefinidamente ante la nada hay miradas que transcurren seguramente/ en la trastienda de los frentes huesos ficticios/ elementos sutiles de un paisaje que observan las grietas y sospechan que afuera salgo al otoño como galope cansado sobre una veta del cielo en el espesor de estas horas no habita la habitual monocromía de las postales pero la piel de la tarde tiene fisuras y el sol se desangra sobre un silencio fingido poblándome la retina de pulsiones legítimas venas hinchadas de espanto y urgencia que florecen en un paisaje siempre alejándose sólo pájaros despojados de volumen en la magra simulación de la mirada

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Martín Pucheta RESULTA TU SEXO Si yo sumara ese gato y esa flor en este preciso momento con este clima y esta luz, en fin en el estado actual de mi ser total con el mundo, la suma exactamente me daría tu sexo, y se armaría un desastre en el jardín: un invierno amontonado de primavera, un caracol que se vuelve gigante con los ojos de fuego, el nacimiento de mandarinas por el ombligo de la naranja, y un olor a beso en todas las manzanas, que aunque restara el chancho y la sombra del sauce y dividiera por todas las hormigas, me quedaría igualmente todo el lugar degenerado hasta que vuelva a llover con poder de arco iris. EL VIENTO Un árbol de aire, para irse va creciéndose son ramas rapidísimas y dejan la raíz de su estela. De vegetal transparente un ángel, de vibración mineral en las hojas de luz. Dinámico fantasma, es todo nacerse y fugarse.

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EL INSUFRIBLE Cruza un caballo a lo loco. Salpica las pupilas. Acelera el viento de las hojas. Se arquea, da coces y relincha. Quiere desprenderse de la rémora, arrancarse al jinete maldito. Se afirma la estrella en la sangre, el brillo de la espuela. Quiere su cara contra el lodo, quiere que burbujeen como sapos los pulmones, que aletee y desespere en sus párpados la luz. Es como si echara raíces en su carne, el insufrible. Le baja un relámpago la guasca. Se ablanda el cuero. Se arde. El ritmo del poema es un caballo que prueba la destreza de la imagen. Salpica el viento. Se clava en la sangre. CASTIDAD Seré puto, pero soy un puto virgen, un místico maricón. Y si ahora me crece el culo, me crece hasta el cielo. ANGUSTIA Tu belleza me hace sentir que me hace falta un culo más. ARCO Puteada punta de flecha que se clava en el blanco

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corazón de la belleza. MATARON A MIRTHA LEGRAND Mataron a Mirtha Legrand. La mataron. Un balazo al corazón en pleno almuerzo sobre en mano. “Toda la familia argentina lo vio”. Cayó de boca al plato con los ojos desiertos y claros. Los ojos de los muertos son siempre cielos desiertos y claros. Bebieron de la sopa los ojos abiertos, cabellos de ángel es lo último que vieron, lo primero. Mataron en vivo a Mirtha Legrand. Cayó en la sopa con los ojos. Mataron de un tiro a Mirtha arriba del plato, en la hora del puchero y el caviar. Se quedaron helados Nicole y Cubero. Sólo Alfredo se paró tirando la silla. Y Nicole se desmayó sobre Cubero. “Toda la familia argentina lo gritó”, parecía el grito de un gol desde lejos el oscuro gol de un dios Antidiego. Mataron en directo a Mirtha Legrand. Balazo y a la sopa. Directo al corazón con los ojos “Chiquita” y la “Familia”. Las cámaras cortaron enseguida y mandaron una tanda. Pero quedaron los ojos de Mirtha en toda la pantalla. Un ojo cuadrado con cielo de Mirtha la pantalla. Mataron a Mirtha Legrand. La mataron, che. Los ojos en la sopa fría. Los ojos fríos en la sopa del cielo.

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Clarissa Reggiani VACIOS Celos como espinas de pescado aviones en la tormenta la persiana metálica se golpea el de la radio se pierde en el aire huele a aceite quemado caen dientes quebrados por esa verdad el milico de tus ojos me revisa y se recuestan las botellas ya vacías xx Mezcla de ronroneo y arañazo humano volvías espontáneo ¿busco uno? el forro en la mano, entre tu pelo se extinguían las guerras sangrientas del mundo revivimos a John y Yoko por un rato ahora que lo pienso en el plato vacío dejaste un disco Fue Tu calor fue la luz de un microondas un fernet desteñido y una sombra profunda casi tan amarga como el ángel de la noche jugando solitario con un naipe a oscuras dando vueltas por la casa cuando alguien se ha ido fuiste la persecución de diablos vestidos de rock y aburridos como covers mal logrados desafinaste el intento y la risa se hizo templo sin vitraux, sin pasillos

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tus testigos arruinaban mis descansos y al fin se extinguió tu nombre voluble en el celular sangrado se revuelven números como luces en fachadas señales de auxilio o navidad banal No sos la entrada a la fiesta las cuatro cuerdas del mundo donde lanzar ropajes ni un souvenir sonoro, más bien resaca de otro verano ordinario que se apaga virus Me llené de virus viendo páginas porno y ya no supe distinguir lo virtual Lo real. El técnico el doctor el calor Me perdí. Así la vieja de los pájaros se ve blanca sin una botella bajo el brazo prefiero estar así no poder caminar con la vecina que hace compras y elige cáscaras como destino pide cortes con grasa que le divierte la panza, esa curva que no tomó el charol.

ASI DUOS Si Martha Minujín y Charly García Tuvieran un hijo; así quiero ser Árboles psicodélicos, techos psicodélicos Pasto azul, o blanco o verde Sombrillas y todo, todo, todo dando vueltas Como es todo

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Tumbas de la gloria

Las mujeres no deben tener sexo ocasional Las mujeres no tienen que pensar en la cama

Las mujeres siempre están en cana Son esposas o las manos De plástico o se deshojan Y aún vuelan polleras al viento chorrean encanto desde su tumba florida Facebook y la foto del tercer grado

Pierdo tiempo digo frente a esta pantalla reencontrando amigos de la infancia con los que jugaba al fútbol cuando ser mujer no era un trabajo el ocio pateaba la palabra útil desinflada al medio de la calle Los rayos de sol eran goles en arcos improvisados mancha o escondidas libres por las calles sonaban más gorriones que alarmas en el centro lo grave era el verso del viejo de la bolsa y el peligro caries bien ganadas. A Carlitos, el primero de la fila, una lo echó con lo puesto por eso escaneé la foto del grado (ahí va vía facebook) a cambio de una actual. no puedo imaginarlo crecido a base de coca cola, hamburguesas, huevos fritos y el choripan de la cancha. La vieja puteaba como camionera y el padre que se fue temprano los domingos aún lo acompaña desde la platea más alta alentando a Cipo siempre de visitante. Lo terrible es esa foto me distrajo todo el día, el brillo que en un punto me retiene: las chicas de tercer grado y Yo ¿yo? y mis rodillas sucias obsesiva como la historia con la mona lisa parecen ser nomás

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las alas perdidas Las que brillaron en aquel recreo el deseado timbre, mitad de la galería las nenas mostraban las muñecas y los chicos apuraban “que ya empieza el partido” asumí la duda y cruce la puerta volando hasta el arco Ahora que no salto las sogas, ni defiendo tan bien al alma de las modas sospecho hacer goles en contra ni me aguanto llorar las heridas o rascar las cascaritas esa voz grita del fondo que somos del mismo equipo que hay tiempo para otra jugada.

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Karina Maranesi La Pantalla es un Todo Ver de Ciegos Oculta lo que muestra calla lo que dice Balas, choques espectaculares, dramas al instante, sangre de utilería, amores plásticos, realyties ficticios. Callos en la sensibilidad. Apagar los ruidos para tratar de Ver. Cámara lenta. Zoom detenido. Tal vez encontremos camino de regreso a casa siguiendo miguitas en el silencio del bosque. *** Acuna al niño que fue, se mece en un salmo sin palabras. Extraña los dos pilares tras su espalda, la sombra que le prestaban a las pesadillas que caldean la noche. El pecho ancho, la voz ruda, las suaves manos, el ir y venir de ella. El mandala, refugio circular de mesa, platos y almas. Ahora habita un país de orfandad con otros desterrados, a veces llora hacia adentro sin mencionar el caso. comparte con otros desterrados como él *** Cielo carbono rajado en franjas naranjas un sofá en la calle

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bosteza sueño de eternidad gritos se venden en diarios, radios, televisores contrastan con el pasquín "posta" que enuncian con modestia la verdulera y la clientela. Ellas y nosotros sabemos que en el mantel de las palabras muchos se limpian las manos sucias sin haber leído a Lacan. 42 Entra en mí En este hueco de costilla Que devolví Al primer Adán Entra en mí He armado una choza Con los días Vacíos de mi vientre Dame un mendrugo Una flor sexual de tierra Su tallo Entra un rato Haz el truco sin temores Que desde antes de engendrar ilusiones Ya aprendí a desembarazarme de ellas.

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Juan Andrés Despouy

Muerte fabulosa de los caballos

Mañana matarán a los caballos / Les abrirán las fauces y colgarán sus relinchos

en la plaza pública / Poco sirvieron nuestras marchas contra el cielo / El fallo

parece inapelable / Los ladrilleros sostienen que si esto sucede no habrá más

pisaderos / Los pantanos y el barro se ahogarán contra la tierra y volveremos al

tiempo de las piedras / El mundo será más pesado y menos posible / Los jinetes

advierten que los galopes se volverán plagas sobre los campos / Que los caminos

se cubrirán de crines filosas y amarillas // Es posible que suceda cualquier cosa /

Estamos a la buena de un dios que ha preferido siempre los pájaros y los camellos

/ Estamos desesperados/ Por nuestro bien no deberíamos permitirlo / Sin caballos

se habrá extinguido todo lo creado a su imagen y semejanza / Habrá que

acostumbrarse a la muerte acechando las calesitas / A los lienzos ecuestres

manchados de sangre / A los relinchos en pena / A los circos criollos asediados

por fantasmas cuadrúpedos / A las herraduras abandonadas sobre la arena / Al luto

de Calígula y la tardanza de Atila / Habrá que cerrar los ojos y llorar caballos

hacia adentro / Evitar el dolor de los más pequeños / Que no sabrán cómo ni

dónde esconder sus palos de escobas condenados al matadero.

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Bernarda Parral La Ventanilla Me llegó tu olor, mirando de costado por la ventanilla del tren. Esa mezcla de regurgitación ácida de vereda de conurbano. Esa imagen de cáscaras de naranja manchando el tejido fino. No puedo aun construir un pensamiento constructivo y venís así, sin permiso con tu maldita autoridad a pegarte en estos poros de las fosas nasales sin la misericordia del perdón, a dejarme en deuda con las cuotas de las preguntas que bajan donde no hay más que un asqueroso envase de Axe turquesa casi a la mitad. Acabado Mate Había un cartel con personas adentro que quedaron paradas de este lado, circulares simulados de color a sombras. 65 letras decodificadas parecidas a un insulto injusto por haber nacido. Y de mi boca salía refresco de barniz, secando el –(se)-A- cabado mate cuando me acerqué a abrir la puerta con un manojo de pendientes para que te fueras…

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La Rosa de Hiroshima Con el documento, no hay prueba certera de ninguna identificación filiatoria. Te vi parado en la mitad del camino por el cual se ingresa a la casa. En una mano, una rosa, En la otra, buscando el bolsillo izquierdo de tu pantalón recién lavado, un necio apuro por cerrar la tapa llena de números y una foto borrada, porque una nube amenazante, cargada de gasoil y agua sucia y naftalinas caería, seguramente, sobre ese pequeño librito autorizado a dar el nombre, el apellido, la altura de la calle donde se vive, pero, no aseguro, en lo más mínimo, que pudiste dar vuelta el paquete con las flores, dejar unos cuantos pétalos arrinconados para después, cortar desconsideradamente los tallos, y hacerme tragar con lentitud, todas las espinas… 26.09.10 Apretate bien fuerte los párpados con los dedos quedate unos segundos sin soltar. A medida que la presión ejercida disminuye, con los ojos aún cerrados se verá una sucesión increíble de puntos móviles. Sólo puntos. Hay puntos alineados, algunos cierran las oraciones, otros son sucesivos, se repiten hasta armar lo que se denomina una recta y si a la recta la doblás

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en distintas direcciones, la geometría la designa de distinta manera: bisectriz perpendicular, angulación, escuadra. Así hasta llegar al absoluto del infinito, donde está Dios, que, cuando tiene náuseas vomita bilis amarilla, tan perfectamente alineada que es imposible correrse en otra dirección, para que no te salpique de su descompostura. Creo que, en ese punto, Se encuentra el punto final… 27.09.10 Azul bipolar Las manchas de la pared no se esconden. No se cubre el azul que pintaste esa mañana. Queda un hoyo blanco en cada mota que se destiñe al intentar taparlo. Queda entre esas capas, la figura de una cara cortada al ras, marcada por la navaja de una despedida con 4 curitas metalizadas de ésas que no se compran en los kioscos, las que resuelven, momentáneamente apretar las cicatrices, del ácido sulfúrico que mareó el color, el primitivo, que miró para atrás, en esa esquina, preguntándose, con el mapa en la mano,

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hasta dónde se podría dirigir en esas condiciones… INDIGESTION Hay sabores a sal que no se toleran normalmente. Producen flatulencias, meteorismo y demás molestias gástricas no recomendadas en los prospectos farmacéuticos ni en los últimos tratados de la OMS cargárselos encima. En algunos casos clínicos se observó que se debilita la respiración. No hace bien empacharse de fantasmas, si te los querés comer de una, los cretinos portan cara : flan con dulce de leche casero, y, al ingerirlos apresuradamente, producen un gran cólico intestinal, se altera el ritmo evacuatorio, y se termina comiendo al plato una buena ración de propia mierda todavía, no muy bien digerida… 30.9.10

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Matías Castagnino Y LA PARCA VA

Volviste en sí después de la brutal ceguera dedos rojos en la pared te recordaron los restos del torbellino. Qué sombra, qué espirales, qué desvelo. El alivio llano tras veinte meses en la cloaca. Las quemaduras y las amenazas ahora son como inocentes navajas pero del otro lado del valle. Vos estás, atraviesas, pagas caro los minutos ciegos. Ya no más la doble personalidad endiablada ante los invitados los espejos. Un trágico error de cálculo y confianza. Es el acantilado al borde de la ley. Nunca más volver al jardincito del fondo desde que los yuyos y la cal crecieron en su pecho. Abismo entreabierto y tan de repente esa instintiva densa filosa noche.- Y EL HAMBRE PERDERA SU REINO

Y el hambre perderá su reino abdicando la sangre de aquel borde filoso. El número mezquino en la mano asesina será el mismo puñal pero en otras direcciones. A los cielos de rotos estómagos caerse verás, la lluvia bilial no regará de amarillo la pantalla y el hambre perderá su reino. Y el hambre perderá su reino en instantáneos milagros de panes y peces desde el éter y por el artefacto. Desear será tener y el vil metal una pieza de museo. Como el polvo de estrella que dio piel y pensamiento la poesía abrirá los pechos

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sacudiendo las alamedas con una luz incontenible. Parecerá el día, pero todavía quizás no, y el hambre perderá su reino. Y el hambre perderá su reino, su baba del diablo, su repugnancia satelital. El silencio aterrador aturdirá con ecos de un tiempo que nos marcó. La esclavitud de la migaja habrá partido el espinazo y al gusano que carcome el cerebro corrupto, el lóbulo empresarial. Moscas que revolotearon la callada espera famélica y raquíticas extremidades partidas en el umbral de tu antigua casa. Catástrofe, estallido o un precipitado devenir de átomos domesticados, pero el hambre perderá su reino.- NO SE... TU FE No sé qué sombra oculta es la que densifica el aire noche que me acorralara tan traidora como estacas. Te deseo, no sé... con descaro y en interregnos habituales. Mi guerrera celta al trote bajo la lluvia clara. El trinar traes, de lo siempre novedoso pero yo no sé qué abismo remoto comprueba la inmensidad del absurdo. La forma de un querer con todavía el sabor del beso que olvidaste pero la sensación de guardar algo, de perderte, de miseria. Por evitar antes un ya cómodo no pensar añoro como todo lo que respira. Ahí va el número de refilón para que la hondura de tu matriz más pura devele esas mesetas inéditas.

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El fango tan temido tus muslos rotundos las ojeras cárdenas y dos brazos en que caer. Acá viene satelital el corazón como un sinfín de arrope para los ojos inmóviles. Tiempo colmado de palabras palabras suaves como brisas brisas ansiadas en tu regreso. EL ARTE DE LOS GRISES

De aprender a amar y amar fui palpando el arte de los grises. Con el mirar de los ojos relativos lo que ayer fue agravio ahora lo bebo como edulcorado. La bilis de la agenda como guía y el día en su circuito medular, de querer palpar, palpar la tregua el sur menopáusico, el negro y blanco entrecruzado. A la hora de las maitines tu plegaria de saber cambiar, cambiar a un devoto y a los faros de costa. Con el sutil roce de tu no hacer nada viraste imperceptible este rumbo, adulteraste la hoja de ruta, usurpaste el astrolabio. Las colas urbanas son un cultivo de quejas, frenadas e insulto por montar, montar el pulso ciudadano. Sensible de mirar paupérrimos pesares sabré fundir y ahondar el blanco y la negrura, extremos que se buscan en una curvatura de luces circulares: la artesanía del gris.

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Alfonso García

Digamos

Que las cruces están mal paridas o bien hechas de adorno como del barro que brilla por debajo Tal vez que creer no es lo mismo que sentir y sentir a veces es tan confuso saber es otra cosa Verde sería si usásemos la punta de los labios un poco más para demostrar y mucho menos para decir. Pero estaba que decía Los astros son de día a la noche sólo saben los gatos Mientras se juntan cadáveres a tentar sinfonías Vuelven los juguetes de los 80 el niño que no dejé de ser se enjuaga la cara con una sonrisa se chupa el dedo y se persigna Algunas cruces son de lágrimas.

Otoño

es la vuelta enredadera de cuestiones que camuflan la estación para permitir que el sabor de la melancolía bañe varias tardes de espera es la razón de los extraviados

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para sentirse en casa, sobre todo los domingos otoño es el jugo de tus pupilas mi elíxir la escritura del cuerpo con los primeros fríos las hojas vencidas, la desnudez del árbol Otoño es extrañarte mi pequeña primavera.

De la noche 5

la oscuridad como gajos de una ceremonia impoluta; o la otra medida del día la ventana como ojo que mira los ojos de la noche que iluminan la otredad las sombras multiplicadas, las de los andares imperfectos o esas que se acumulan en los rincones mis huesos se preguntan cuánta será la sal que se exponga en las horas que se avecinan.

para A!

Carnes que deambulan corroyendo al tiempo, haciendo de los mil infinitos hijos bastardos de los deseos las distancias que se escriben entre las pieles que se arrugan

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los ojos verdes en mi memoria de mis recuerdos de tu mirada aquella que mira a la cámara esa que saca la foto ésta que yo observo y entre todas las horas que pasan en todos los pasos hasta vos voy construyendo toda esta fantasía que se desarmará al abrazarte de verdad.

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Gabriel Jiménez Empleada pública Un vaso térmico de telgopor se yergue sobre el mostrador municipal una implícita señal de stop sobre la que no hay nada que hacer todos sabemos que el tiempo se ha detenido hasta nuevo aviso. Por un rouge rojo es teñido el borde del vaso y la paciencia pública empieza a sangrar mientras las gotas del café tibio corren sin prisa entre el mostrador de su boca y el parloteo que sale de ella. Un cigarrillo descansa entre sus dedos la brasa se hace ceniza y llueve sobre el suelo que es inundado con las migas de esta burocracia y de las tortitas que sobre la estufa también esperan el punto exacto en que serán devoradas. Alguien se enfrenta al mutismo institucional y altera el preciso orden del sistema para recordarle a la señora que quizás su tarea / podría incluir / de vez en cuando el atendernos, llamar al número siguiente, eso que somos los que esperamos del otro lado del mostrador. Finalmente dispara: treinta y cuatro, treinta y cinco, treinta y seis... los números le queman en la boca se acerca la hora de salida, yo estrujo el treinta y ocho en el bolsillo a esta altura, una brasa incandescente de papel un número que bien podría ser un arma pero todavía / sigue siendo / tan sólo un número que me va a servir para enterarme cerca del mediodía que ya no hay sistema.- (del libro inédito “Municipales”)

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Están todas locas -están todas locas! -no, te parece a vos -no, fijate bien, están todas locas. mirá como caminan -a lo mejor son algunas nomás. -y sí, es una manera de decir, no van a estar toooodas, me refiero a las últimas tres o cuatro -ahhhhhh pero es un montón entonces! -si, tres o cuatro pueden llegar a ser casi todas -entonces sí, están todas locas -y bue... es lo que te estoy diciendo -pero parece que te las buscaras también! -qué sé yo, ¿vos decís que las elegimos? -no, debe ser el destino -será el destino entonces, me quedo más tranquilo -igual tenés razón, están todas locas -no hay con que darles, cuando les cortás una pata se ponen a gritar como locas -mujeres-hormiga, mujeres-hormiga, ¿quien las entiende?

las chicas las minas con las que salgo, las mina por ahí no son la má linda del mundo pero tienen su estilo las chicas son de esa que se clavan una doble de muzza ellas solas y siempre les queda un poco de orégano en lo diente, o a vece la pielcita esa de lo manise. también hay de las otra esas que se la tiran de originale y se clavan un palillo ahí en el comedor para escarbar la aceituna le mandan... no sé quien fue el que les paso el dato de que me cachondean lo detalle.- (inéditos)

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sin título (texto nº6 del libro Vidrio Molido, Carbónico ed. 2009, mza.) por alguna extraña razón las cucarachas siempre mueren panza arriba. desconozco las remotas causas pero sé que en los baños de los barsuchos que frecuento, por lo general no más que pancherías en las que también venden cerveza, para poder contemplar un aleph es necesario sortear los cajones de lechugas viejas o de envases vacíos, atravesar estrechos pasillos de paredes con moho, ingresar en un reducto de dudosa salida donde junto al inodoro con pelos anónimos pegados, en ese baño donde a veces curiosamente hay papel pero siempre el jabón es sólo un graffiti, hay un lavatorio con grifería de plástico donde sólo entra una mano por vez y el misterio de cómo hacer para lavarse las manos; ahí junto probablemente descansará el cadáver patas arriba guardando el secreto del universo.

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Adrián Salas Abrego cuerpo y costura (fragmento)

“si la poesía no es cuerpo/ apenas es literatura.”

Adrián Campillay

no sé amigo, siento que hemos fracasado vivimos demasiado con el mismo cuerpo casi las mismas partes, casi algunos trueques de huesos por palabras y apenas empezamos. no sé, adrián; digo no sé y escucho ese nombre que también es el mío y pienso: horas escarbando en la muela de la palabra para encontrar restos del banquete ajeno me conmueve que no hablés de redención esas cosas, las carreras, los sarpullidos en el verbo, la luz al llegar me dan malísima espina. yo también me agaché para vomitar y vi un pozo de estrellas ahí y por eso quizá terminé llorando y con las horas dadas vuelta, ropa revuelta y una media sonrisa, con eso alcanza lo demás es ostentación, obscenidad pura. sé muy bien, el poco respeto que le he tenido a las postergaciones las pérdidas de tiempo le han hecho maravillas a mi cuerpo/ las he ignorado como tal; una afrenta realmente, sabiéndome con tanta suerte quiero decir que me he sentido culpable y falto de méritos por haber dejado pasar algunas eternidades gratuitas; bellas por su desutilidad. ¿sabés qué unidad de medición se usa para la angustia? no creo que lo sepas, ni aunque del esfuerzo te duela la cabeza/ pero me lo has enseñado igual. ese y otros misterios permanecerán lejanísimos para vos, que el que escribe nunca se entera, lo dijo el payo Rimbaud ese niño hermosamente desprolijo que se te apareció, según cuentan, una noche

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de escasez, de estática en la imagen del mundo y que se fue, aparentemente rumbo a África en forma de pájaro verde cuando empezaban las luces. te puedo decir también que vos te equivocás, el corazón es un monstruo, una achura pero eso también lo debés de haber escrito igual, no te releas, no vas a encontrar nada ahí tus ojos chirrían en las brasas, y las brasas no se apagan, se las manduca algún bicho eso lo escuchaste también, de lejos con los perros. a mi también me han echado de muchos lados y cuando el aire anticipaba el ruido del portazo descubría, cada vez, que ya había querido irme todo el tiempo. es que ahí afuera en esos lugares que cambian y se mueven esperan hermanos como vos; que le han venido dibujando, con tinta y desesperación, otros lugares nuevos en la piel a esa hermosa puta de la noche. ahí está otra vez el silbido en la respiración “eso es angustia” dice la voz del doctor/ que recetaría, si no fuera tan caramente egoísta (el gesto), las mismas pastillas que él toma, sólo que para otra cosa para no ver sombras en la ventana, o no mearse en la cama o no llorar en la ducha, o no desear el hombre prójimo ahí está otra vez y nada lo cura, ni la palabra ni la barra de azufre ni el agua en la palangana ni el plato de aceite, ahí está la culebrilla dibujando un círculo en el cuerpo de la noche ahí esta la fiebre en el niño que quería salir a jugar de noche, y meterle miedo a los hombres hechos y deshechos que volvían a sus camas de otras/ el niño imantado por la noche, hablando en sueños palabras que entonces no tenían sentido y hoy sobran. miro la camisa, el traje frágil del muerto, pidiendo excusas en el placard de cerradura inútil/ todo debería usarse, hasta esa ropa que nos fue regalada por alguien que equivocó talle color y alma. la miro y es perfecta, tengo que admitirlo me pregunto si en una casa que no conocés y no has tenido/ un placard te guardará una camisa y un traje perfecto, y debo decir asumo que los zapatos se los habrá robado el viento o no sé qué pájaro servil

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aquí está, instalado el frío, hoy diciembre, viene lo inevitable y sin embargo hay que atenderlo bien soy amable con la ofensa, una ofensa digna de fe una decepción que nos es reconocible/ esa es la dimensión de este territorio que va de aquél alambrado de la primera pena al barranco del último domingo en la nuca. ahora mismo mientras escribo percibo un fino estallido, como fuego artificial a lo lejos, más atención y reconozco ese sonido como nuevo, alguna fibra que se vence algún dolor estirándose/ o más claramente la burla propia de saber que no hay revelación alguna. y ahora me lo dicen, después de que las puertas han vencido bisagras de tanto golpearse, después del despelote de los sentidos y sólo hemos entrevisto algo una luz o un hilo de sombra quejándose de su debilidad no hay revelación alguna, y hacemos durar un poco más la estadía con la soda, la soda, prótesis del tiempo entonces, ya es madrugada o siesta, no importa, igual no hemos descubierto, ni fundado nada. igual el mejor vino lo debemos de haber tomado cuando teníamos el paladar intacto. ya sé, te da, nos da risa. el vino es así, los cigarrillos se encienden por el filtro y burbujea por segundos un poco de felicidad, que hasta en su palabra nos es esquiva ahora escribo a la medida de mi sed, no más allá y no antes, escribo con el mismo impulso de estar respirando, me doy cuenta y el pensar respirar me lo dificulta/ vuelvo sobre la palabra sed y asumo que es terrible que las cosas tengan esa humedad que no puede ser tomada, que las cosas no son botellas, que locura no rima con alcoholismo, eso le cantaron unos cochinos cristianos a un amigo, porque la verdadera enfermedad es que un hombre que no se lo ve tomar todo el tiempo tenga que demostrar que él es un pez muy cómodo en su elemento. ¿sabés por qué mis versos son tan largos? muchas sílabas demasiadas notas, un decir por decir, porque puedo, y entre cada convulsión disfruto la des-posibilidad esta del verbo gratis y rebelde hasta con quien habla

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¿sabés qué cosa es una revelación? te cuento que el canela uno de esos maravillosos poco-vino que no tiene la interrupción esa de tender la cama, ese hijo de millonario y empleada me dijo “¿sabés de qué está hecho dios? dios está hecho de puro vino,

y de mujeres/ y de hombres

para los que quieren hombres por supuesto/ y está hecho de noches

a la medida de la fiebre de-cada-uno, y está hecho

de muchos amigos, y de amanecidas gloriosas

o de atardeceres llorosos, como uno quiera o

prefiera sentirse y está hecho de almohadones blanditos, y de perros amigos,

y de gente que te mira y te escucha, y de vino

puro vino y mucho, y blanco, y vino dulce y paterito seco y entrador,

y vino como cada uno quiera

por algo los curas hablan tanto de la sangre de dios

ahora, si me preguntan de qué está hecha la vida

seguro que tengo que pensar y mentirte un poco.” la poesía es el cuerpo, cuando el cuerpo que te tocó traer, lo desarmaste, y lo miraste con desconfianza en la mesa esa que hiciste para que coman tus hijos y la vanidad, esa otra carrera diplomada, no te tentó y te armaste otro cuerpo que tuviera los defectos necesarios como para aprender a fuerza de guijarros en la boca del alma la correcta y más que nada leal pronunciación del mundo ese tartamudeo, que asombra a los gatos, las señoras dulces los perros con una o dos colas y los escolares que sueñan glorias en el izamiento de la bandera. elegirse un cuerpo, bello, peor, imposible un acto de súper-muchacho que transpirará lo suficiente en presencia de esa palabra justa, que va a entrar justa, tiene la contraforma exacta y de la ansiedad que sabe la perfección, dolorosamente rueda.

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Héctor Kalamicoy A callar, no se puede hablar de sol ni de luna ni de plazas con hondonadas y arboledas. Esos momentos llegan a enroscarse en los cuerpos para llenar con pasto seco y polvo amargo. No se puede referir la noche porque el deseo, ni siquiera roces amargos de ramas con el viento lubricando y gimiendo. Y después el cielo en los ojos se equilibra el universo más tarde ver que todos nos secamos. ¿Cuánto duran los ojos húmedos del recuerdo? No se puede hablar de familias y genealogías buscando alimento y agua deteniéndose a esperar la noche y la mañana a sentarse tímidamente en las orgías mirando espejos a nadar en la bebida que es como nadar en el océano que es desanudarse sintiendo siempre sed, con los labios cocidos de conciencia. No se puede hablar de rostros intensos si la ciudad sale a devorar miradas para entregar amargos baches vacíos. Ya no se puede susurrar de nada y llega el silencio para sentarse junto a cada uno y desgarrar su desatinado lenguaje de imágenes en los ojos apretados A callar y a entregar lo que destile de esa otra mitad oscura ubicada detrás del rostro, muy por debajo de Dios, muy cerca de la carne y la sangre al cántaro de plomo del cráneo mientras los otros todos hablan y circulan la voz de una muerte en la palabra.

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Bruno Revello

Un largo poema de amor Despertamos con la baba seca que fuimos desprendiendo por la noche hasta convertirla en la pasta que descasa en nuestras almohadas percudidas. Me fui a vivir con vos, tres años ya. No. No teníamos heladera mesa ni sillas una pava abollada que yo traía de otra relación, un termo metálico, de esos de los que al cerrar hace tlack! abre haciendo tlack! que guardabas de una expareja, con bolsito de cuero incorporado. Ahora luego de tres años fregando el patio y cocinando para dos compramos una palmera de interior y una maceta de cemento que pinté de negro con brea que no dejará pasar la humedad. Me gusta despertar me gusta la vida free me gusta que estés vos a mi lado me gusta que la tormenta haya pasado me gusta que en estos tres años solo discutiéramos sobre boludeces. Ayer veíamos recostados como llovía y el viento movía; y si éste fuera un poema clásico debería decir árboles álamos sauces u olmos, pero como no lo es, se zarandeaban cables una maraña que en el poste frente a nuestra casa se fue anudando hasta ser un ovillo de corrientes parásitas. Tres años, se fueron quemando 28 foquitos de tungsteno arriba dormís y el silencio va haciendo shhhhhhhhhh ruido blanco según me explicaran. Prendo la TV chiquita que tu vieja ganó para obsequiarla junto al dvd aunque no tengamos cable me conforma el aire canal 7 y canal 12 con lluvia total arriba tengo un culo que espera por mí y me sobra el tiempo para sentarme a esperar que el invierno acabe y vos termines tu siesta. Que el invierno acabe y vos termines tu siesta. Que el invierno acabe y vos termines tu siesta. Está bien besarnos recién levantados con los dientes sin lavar y la boca pastosa, porque así sentimos los sabores de cada uno sin tanto paradigma no me importa tampoco a vos te importa. Sobre el mismo gastado colchón, para que Ungaretti escribiera: Me ilumino / de inmensidad.

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Smáshing Pumpkins nos gusta para cuando lavamos platos grasosos que amontonamos por semanas, nos gusta para coger algo tranqui tranqui: el ruido de grillitos cuando todo está en silencio y nuestra empatía se replica en el rasgueo de sus patas. La banda sonora es la ecolalia de nuestros besos por la mañana. Que el invierno acabe y vos termines tu siesta. Que el invierno acabe y vos termines tu siesta. Una vez más no recordamos comprar café en Waltmart así que estamos desayunando con té negro para vos, rojo en mi taza, los días se nos pasan así, tomando té pero el café es vital me decís una mañana me gusta el café te digo porque el té me da sueño vos asentís con la cabeza mientras soplás tu taza pretendiendo entibiarla, así pasan los días mientras esperamos que el invierno acabe mientras esperamos que el invierno acabe mientras. Tiñéndose la tarde por el sol que ingresa por la ventana somos felices por un eterno momento, no vemos muy seguido como el sol traspasa nuestros vidrios acercándonos el zonda el olor del mar. Los días se nos pasan así sin más que 28 lamparitas de 60wats que se fueron quemando con una atávica brisa que viene desde la costa vecina despeinándonos para sentir que este poema recién empieza a escribirse. Ni pobres ni millonarios ese verano nos dieron ganas de ir a conocer el océano pacifico, montamos carpa con la luz matinal al llegar, luego de viajar viendo la terminal hacerse cada vez más chiquita despareciendo en el espacio junto a las tomás que pueblan la city neuquina. Vacacionamos en la costa pacifica ese verano mirando al cielo estrellado plagado de extintas luces que nos mienten sostenidas en el manto negro por encima de las olas del pacifico. Año uno cinko con k por que son cinco los kilos que engordé en el primer año, cinco más en el segundo cinco últimos en el tercero. Todo caserito. La harina hace que mi panza crezca se ensanche el estomago para parar el universo en expansión la semana pasada decidimos correr día por medio al rayo del sol transpirando. Bajar la wata del amor mi wata del amor Para endurecer tu cola y dejarla paradita: me sobra el tiempo para sentarme a esperar

que el invierno acabe y vos termines tu siesta. el aliento seco de nuestras bocas al rayo del sol mirándonos de a ratos las gotitas de transpiración que van cayendo sobre el piso curtido y seco donde rebotan nuestras zapatillas deportivas. Por las noches sobre el costado izquierdo

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no te dormís hasta que te apoyo mis manos curtidas secas que vos recomendás ponerles crema te acaricio primero el cuello y el tattoo hecho antes de conocerme entonces comienza el trino de tu respirar, hasta que te dormís; escucho el soñar tuyo de nuestro futuro hijo antes dijiste se llamará Roco porque pega bien con un apellido tano: Revello, sí Rocco Revello o también Dante Revello.¿Rocco por el artista porno? Por las noches en el costado izquierdo del mundo vos soñás mientras yo te voy acariciando el cuello y en mi cabeza suena una musiquita oída en una radio, propagada por el aire desde Helsinki. * nos iremos a Malibú a vivir en una lujosa mansión plagada de mayordomos preparados en el arte del daiquiri. nos iremos a Moscú a conocer la tierra de mamushkas y tu familia paterna. nos a las islas de Pascua para ver esas inmensas cabezas talladas por los indios hace años, entontando poemas que se fueron sentando frente a los surfers guardianes de esas grandes olas que solo allí se dan esperando que la marea suba para desembocar en su sal.

gaseosas descartadas

Botellas de gaseosas descartadas por turistas pañales, colillas y alguna zapatilla extraviada, por la que abre su virginidad este verano, van a parar a lo indeterminadado del mar en el fondo donde el ruido no hace eco hasta que los años venideros conviertan lo concreto en una misma indeterminada masa iluminada por la luna que va saliendo.

Mañana (sobre un poema anterior)

Me miraste sacando tu corpiño para dormir, tus ojos estaban cansados, me di cuenta que también hoy estoy cansado. Por la mañana del sábado te pones el vestido que tiene tachas en la espalda aquel que en una liquidación compramos juntos, tomás la novela chick lit, junto al sol a leer mientras afeito mi cara para sacar la desgracia, de esta semana, que no es garantía de nada.

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Carlos Juárez Aldazábal

Empacho Tragándome la saliva roja en la pequeñez impotente del insecto la historia me indigesta. El combinado La radio solía contarle al tocadiscos que en el 82 no ganamos el mundial ni la guerra que en el 86 nos tomamos la revancha y en el 90 lo intentamos otra vez pero fue en vano. El tocadiscos solía contestarle a esa radio idiota “Los muchachos de antes no usaban gomina”. Es inútil, argumentaba, estar bien arreglados ante los que dictan las leyes del juego, los desquites, para engañar y conformar a los muchachos de hoy que tampoco usan gomina pero no saben el motivo. Arquero La pelota cae sobre la oreja cortada y los pedacitos de carne son empujados al arco con flechas dibujadas de dedos debido a que el anillo se enganchó en la red. En la carnicería el precio es tan alto que es mejor jugar a los fichines.

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Cansancio El bunker que encierra nuestros huesos está enmohecido por la tinta. El carnicero no ha limpiado la picana y el metal se oxida en nuestro amor molido y sudoroso. Súplica

Al pedir el boleto hay que impostar la voz.

Oliverio Girondo

Che, narigón, ¿no ves vos mi voz sacudiéndote un poema, suplicándote un momento de paz, de pez, sin pis, sin escuchar el ruidito en el inodoro doloro de las traiciones, naciones inundadas por la orina que en la orilla me moja los zapatos? ¿No podés dejar de mojar, de sopar, de meter eso en el lugar en el que yo quería meter esto, y no me dejaron? (o sea, se esmeraron para joderme, tenerme, amarrarme, encerrarme, ahogarme, y me importa un carajo que no te des cuenta, que te creás el cuento político de la pacificación sin tensión, del perdón honroso, decoroso, salitroso, de los humillados salvados por los explotadores, ladrones, gorriones que se comen el maíz del país, y tu nariz no me miente aunque se achique) ¿Me hacés un favor? ¿Me devolvés el ticket así lo tiro, lo miro, lo expiro, sonrío, respiro un poco y no me enfermo de gris, o sea de pis, y me dejás de picanear? Dale ñato, sé bueno.

Recetas de fama Un soir, j'ai assis la Beauté sur mes genoux. Et je l'ai trouvée amère. Et je l'ai injuriée

1.

A. Rimbaud

Con Gloria Carrá me crucé en el 93. ¡Qué buena estaba! Fue en la entrada de un shopping. Me acuerdo que con un amigo quisimos pararla con la excusa del autógrafo, aunque lo que realmente nos importaban eran sus tetas. A mí también me entusiasmó su carita aniñada, toda pecosa, y esa expresión de Sarah Kay, que me permitió soñarla una semana desnuda, con una sombrilla para el sol, estilo dama antigua. En el 94, en plena facultad, cursé filosofía con Carolina Papaleo de compañera.

1 “Una noche, senté a la Belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié” (Traducción de Enrique Molina y Oliverio Girondo)

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Esto es difícil de explicar, porque Carolina ya estaba grandecita, y yo, casi adolescente, debía disimular mis erecciones cada vez que me rozaba con la excusa de Sócrates. También estaba Melina Petriella en esa historia, pero como no era tan famosa la ignoraba (aunque me gustaba, es cierto), y me limitaba a tener mis fantasías con Caro, que acababa de actuar en una película junto a Darín, y solía visitar el programa de Mirta. Después creo que se enganchó con un personal trainer, y últimamente andaba actuando con el tipo de los chocolates, lo cual anula, en este presente, cualquier posibilidad, incluso másturbatoria. En el 95, en una fiesta de escritores, conocí a Luisa Kuliok, cuyo apellido me hacía imaginar las cosas más perversas. Lástima que estaba casada con un novelista, y a mí me miraba de lejos mientras hablaba con alguien haciéndole propaganda a su marido (su marido: ese señor que había cumplido el sueño del pibe, haciendo realidad, aunque con Luisa, lo que yo imaginé la primera noche que pensé en Gloria luego de nuestro encuentro fortuito en aquel shopping. ¡Honra y loor a ese señor que no es famoso, pero merecería serlo!) Hace un par de semanas, en la esquina de Santa Fe y Callao, Jacobo Winograd hablaba desde un celular, con una señora mayor al lado suyo, llena de cirugías. En contra de lo que podría sugerir esta escena, nadie se demoró (y aquí debo incluirme) en pedirle una firma, ni siquiera en mirarlo. Esto contrasta con varios años atrás, en la Feria del Libro: María Kodama caminando por esas galerías, confundiendo saludos con pedidos de autógrafo (aún tengo la firma garabateada en la agenda. La galería era estrecha. Yo llevaba la agenda en la mano y ella un bolígrafo. Nunca me interesaron las historias de viudas –salvo con la Carrá-, pero estaba mirando la hora de una cita, y sin mediar pedido me estampó el garabato arruinando la agenda). De todo esto pueden inferirse algunas recetas para alcanzar la fama. Para actrices: un curso de actuación, mucha televisión, algo de cine, y esa suerte de imán que es la hermosura. Para escritores: arrojo, decisión, y una boda adecuada con la actriz del momento. Aunque en esta última opción, no se pueden medir los resultados. Para mediáticos: horas cátedra de televisión imbécil. Para viudas de escritores: cierta predisposición al autógrafo luego de enviudar… Sin embargo, nunca he conocido a poetas famosos.

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Juan Gelman, Olga Orozco, Madariaga, Bustriazo Ortiz o Regen nunca fueron famosos. Sus poemas sí, aunque ya nadie recuerde de memoria. No perdurarán los versos de los famosos que se creen poetas, hagan música electrónica, comentarios deportivos, karate o publicidad. No hay poetas famosos, nunca los hubo, aunque alguna noche hayan sentado a Gloria Carrá en sus rodillas y la hayan injuriado, antes de besarla dulcemente. (todos los poemas están incluidos en El banco está cerrado)

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Adriana Luna En dolores como éste sí necesito la pared

A veces la pared es otra hoja

en blanco

(Tu voz la mía o este silencio son huecos hacia el otro lado)

Hubiese jurado casi ayer que esto jamás que imposible que mentira y a nosotros nunca hubiese puesto mi nombre para sostener juramento de ojos cerrados y boca muy muy abierta para demostrar que no cómo a alguien y los que sí sería porque dónde andarían hoy tantas palabras en piedra y en aire qué dirían

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dónde esconderse cómo tragar estos pedazos de verdad estas montañas filosas que te abren ojos y esófago a puro golpe de realidad cómo soportar el aliento tus palabras que sí que vos siempre que esto no que pero es cierto hoy no quiero abrir ojos para verte tan cerca prefiero que no estés cuando te miro

Hoy la pared quedó en mi espalda Yo había dejado caer la noche las palabras los huesos Ella se mantuvo firme y sin abrazos acarició mi cansancio

Tengo sueño. No molestes. Demasiado ya con este amontonamiento de ideas haciéndome ruido cuando intento cerrar los ojos. Dejáme. No ves que me estoy yendo. Afuera hace tanto frío como acá dentro. Si llueve o se inunda, si el hambre paró o cambió el gobierno. Nada me va a extirpar este cansancio que atraviesa. Alguien llora en alguna habitación cercana. Alguien que seguramente espera que me levante hacia el llanto, mueva mis brazos, consuele, diga algo, cualquier cosa. Que todo va a pasar. Que no es para tanto. Que a todos nos pasa y eso debería hacer que lo que te duele, duela menos. Sé que hay alguien que espera algo de mí y mucho tiempo, ese alguien fui yo. Pero ahora tengo sueño. Tengo el cansancio metido en la sangre y en los ojos. Las palabras se me pusieron frías de tanto cuidarlas. Y acá, como afuera, el frío no perdona ni sabe de explicaciones. Dejáme. Ahora sí me toca

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dormir con todas las palabras amontonadas en el estómago, punzantes en la memoria. Palabras dormidas que no perdonan el silencio. Si alguien me viera. Si alguien supiera de mis tantos descuidos. Si ese alguien llevara la cuenta de todo eso que se me queda por la mitad. (Ay. Mucho ay. Tanto ay me da vueltas cuando sumo los alguienes que me rondan. Las hipótesis y los descuidos que me derrumba la intimidad.) Pero no. No hay nadie más que yo acá, en este baño de paredes cortas, baño de olores altos. Inmundo le diría. Y hay tanto mundo acá adentro. Hay un desfile lento de razones para fruncir la nariz y no desarrugar la cara nunca, nunca, nunca más. Será por eso que no hay nadie. Absolutamente nadie. Está la soledad conmigo y somos los únicos que tratamos de mirarnos en el espejo trizado. No puedo sostenerme de nada. No puedo poner mis manos en ningún lugar. Todo está sucio. Todo tiene huellas de otros que pasaron por acá y quisieron dejar un mensaje al próximo. Como una cadena maloliente de silencios. Como un entrelazado de personas que jamás se conocerán entre sí y sin embargo. Sin embargo, la nada. Qué mensaje, pienso. Qué quieren decir con las manchas marrones, grises, rojas, blancas, negras. Qué quieren decir cuando llenan de texturas imprecisas las puertas, la pared, el mismo espejo. No entiendo. Qué quieren decirme. Qué es lo que tengo que descifrar. Si llegué hasta acá. Si es este el lugar del fin. Si en realidad acá es donde termina todo. Debe haber un mensaje de despedida, alguna esperanza escondida. Algo más que este nudo de asfixia fría que me sofoca. Este también es un descuido. Este también es uno de mis tantos errores. Hay mucho todavía por descifrar y no hay sentido posible para todo esto. Yo también entonces. Me mojo las manos, las pongo en el piso, en la pared, en el inodoro. Paso mis manos por todos los rincones. No dejo nada en el lugar. Me lo llevo todo. Todas estas huellas ahora están conmigo. Todas son parte de mí. Y allá afuera, quedan los desinfectantes, el algodón, el 0 y 99% de gérmenes asesinados. Allá afuera lo correcto y el aplauso y la foto y la propaganda de piso sin color, de vida sin nombre. Soy un descuido que sobrevive contaminado y eso también debería salir en mi documento. Yo también quiero dejar mi mensaje. Cuidado, señora. Ando suelto. Cubra a su niño. Tápele los ojos. Átele las manos. Ciérrele la boca. Que no pregunte porque de esto no se habla. En esto no se piensa. Cuidado, señores. Voy a salir. No he tirado la cadena. Y no pienso lavarme las manos. Como mandarinas como otros fuman o dicen mentiras. Así de fácil. Caos y descontrol. Secreto placer incomprensible, como cualquier otro. Puedo comerlas en cualquier momento y compañía; con mate y en soledad, mejor. Lo admito, la generosidad no me caracteriza cuando me hablan del futuro amoroso de mi hijo, de prestar las agujas de crochet o convidar una mandarina. Para qué negarlo si cualquiera que no me conozca demasiado puede hasta olerlo. Al egoísmo, digo, que se me sale con perfume a mandarina. Será por eso que a veces elijo sentarme sola un rato, a comer gajitos dulces y a mirar como duerme. Ese hombre pequeño que dice ser el mismo que estaba en el repollo de mi cabeza y en el laberinto de mi estómago. No sé a ustedes, pero a él le encanta esa historia. Dice también que no le gustan las mandarinas. Pero le fascina quitarles cuidadosamente la cáscara, sacar una por una las mil lunas que trae y dejármelas enfrente, hacerme un caminito de sonrisas

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mientras me ceba un mate tibio y demasiado dulce. Como pretenden encima, que pueda pensar que alguna vez, alguien lo va a querer más de lo que yo lo admiro en este momento… Mientras nos dure este vicio, seguiremos cómplices en esta infancia mía que coincide con sus años chicos. Podría tener una larga conversación privada con el dulce de leche. Sin intermediarios. Ni la excusa de la tristeza o el cansancio en el medio. Solo verlo me recuerda su necesidad. Así de cerca, así de cierto. No se me hubiera ocurrido pensar en él si no fuera por esta realidad de tenerlo enfrente. Podría ubicarme adelante y yo también volverme inevitable. Sí que podría. Él me hablaría de mis recuerdos, de lo hermosa que estoy, que aún se acuerda de cuando yo, que siempre igual y que había estado pensando en mí porque. (Todos los dulces de leche dicen lo mismo cuando se ponen nerviosos). Yo le diría que se callara, que me dejara cerrar los ojos y abrir la boca, que se diera cuenta de los pocos segundos que tenemos antes de alguna nueva interrupción, que dejara de hablar por favor, de traerme memorias de otra que tal vez fui hace 15 minutos, cuando todavía no lo había vuelto a ver así, tan a una cucharada furtiva de distancia. Le diría tantas cosas con solo mirarlo, que él, seducido, se ablandaría aún más de lo normal ante mi dedo invasor, mi dedo sediento, mi dedo goloso de él y nada más que de él en mi boca y nada más que en mi boca. Para entender que él existió siempre solamente para este momento. Para que yo en él y él en mí y qué me importa si el supermercado está lleno de gente y el repositor me mira de reojo y si hay un cartel en la góndola diciendo señora, basta, señora, que acá no se come, que lo que se come se paga, señora, oiga, qué hace. Mientras, yo pienso que sí. Que podría tener una larga e interesante charla con este joven dulce de leche.

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Eliana Drajer 1 Soy un juguete creado en trapo papel o cartón da lo mismo Tengo una espinaincrustada en la palabra que durará algún tiempo Por ahora es temprano pronosticar un final nuevo o escalar a otras voces El cuento no termina cuando yo decido. De “Muñequitachocadora”

(Buenos Aires, El Suri Porfiado, 2009) Ghana city Mi amigo Caballo vive en Ghana cuando me nombró el país no sabía de su existencia como los europeos de Argentina qué mal qué mal pero después me contó “la mayoría hablamos en inglés

pero existen muchas lenguas nativas

ewe

akan

mamprusi

mossi

dagomba

gonja”

muchas muchas lenguas pero Caballo habla tres inglés francés y akan ahora también habla español

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en cambio el 50% de las mujeres de Ghana son analfabetas el 50% LA MITAD DE LAS MUJERES DE GHANA NO SABEN LEER NI ESCRIBIR LA MITAD DE LAS MUJERES DE GHANA NO SABEN LEER NI ESCRIBIRru9u8vusd9uahftjkqhlkg8oywgygsjAHTUDYao ljfoiasdjfoisjfoiejflsmñaçlf`pìe03’25jlklkjdkjflkjflkairhhhhhhhhsauIUHIHQÑLhjkjhk ñoihoñfhewoihp9c8hp9rjhsojknfñkljahñfksjf992f98f98j18jndfñojashuerhiuhwtiojqòijt’oeiopqiepoirpoweiproi+w’lskdfjklufoiuw8uosuf897ef7qjl23kj1lkkjdlkfsjldfkjslkjyrfgqw76gduyg4uy32gu6txr87t87weyx087qy’98jr39ij9i4tu0q3u`59d8m439859dm834d983475d972p5mn25unmtpq3t58dqt8537tdp87t10287tpm8d7t5mp18td1p9809,rei4ñ´6lk´3rk`qps0ow`’094’w0e958w309’5038jnf8q7n986j876fe8o7qyo84tdo8732tsk07823y,v 2 3i56olñ43lkjclkdusoiaeuòq4i7` 892,dxorpqw,+o5`6po`4p5oi`6pi`g49’sdisñlkfpoaupoiureoiwquor873q4h23 De “Antología Concurso Literario Ciudad de Mendoza 2008”

(Mendoza, Municipalidad de Mendoza, 2010). Una historia roja I El ladrón dice:

-Le robaré su cuerpo mientras ella cierra los ojos y toca. II La mujer dice:

-Esto es una tragedia mientras él apaga la luz y degusta. III Ellos duermen persuadidos en la igualdad de oportunidades.

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Puerto quebrado Permítanme anunciar el despegue del vuelo 1792 con destino a puerto quebrado. Advertencia: No acepto reintegros. Recomendaciones para el vuelo: Verificar que detrás de la bañera no queden huesos flojos. Destrúyanlos. Amortiguar los golpes con la perfecta desnutrición que vamos (con éxito) engendrando. Vencer los miedos a la velocidad de las tazas que caen y cortan. Desintegrar cada obra existente en esta superficie. Quiero a todos los libreros. Reventar tres cerraduras con molotov si es posible en horario de comercio o en el hospital de niños. Abortar a quince mujeres de quince y dejarlas en vencimiento. Perforar un ojo con 29 palabras inactivas pero eminentes. Voltear la recepcionista y hacerla descartable. Escuchar 17 veces a Vivaldi y abrir sigilosamente el gas. Recomendaciones para el aterrizaje:

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Perdonar en nombre de mi padre de tu madre y de este cuerpo ya bajo tierra.

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Inés Eguaburo Sabidurías II a mí en realidad los pelos de las piernas me molestan cuando me hacen cosquillas. ahí sé que me tengo que depilar justo en el momento en que se hace necesario usar la crema de enjuague lo que sí sé es que al no ser vistos los mosquitos pican más debajo de la mesa. es como que se concentra el jugo y se potencia, es como que se amparan en la oscuridad de la noche o en la ceguera de la siesta. y así/ahí fue donde supe cómo conquistarlo, cómo llegar a ser su compañera, su complemento. crear entonces una fina red debajo de la mesa, cazar/ atrapar muchos mosquitos con su jugo concentrado e invitar a cenar al Hombre Araña entre mis piernas. (publicado en el libro “Poemas con famosos”, Chaco, 2010) Sabidurías Cuando vayas caminando y se te aparezca un pájaro y te vuele tan cerca, trata de que te escuche decir “ave maría purísima” Cuando vayas volando y alguien te camine tan cerca, tanto que escuchés decirle “ave maría purísima”, andate. Los consejos que le da una madre a un hijo, un maestro a un aprendiz, deben ser escuchados, porque, como dice el dicho, más sabe el diablo por viejo que por diablo. Y puede llegar a ser cierto, ya que muchas veces lo es. Pero vale recordar que el Diablo, además de tener sapiencias, tiene creencias, y no siempre son correspondientes entre sí y con la realidad.

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El Diablo sabe por viejo, sabe por diablo, sabe por dualidades, y si él sabe que existe él, entonces seguro que sabe de la existencia de también otra cosa. Pero además sabe que tiene oídos: y dicen “que siempre le gana al Diablo”. Pero nadie, ni el mismo Diablo, lo ha visto jamás y saber (o acordarse) de cuándo le ganó, ni hablar. Pero de tanto escucharlo, de tan viejo ya lo cree. Aunque no se lo digan nunca: no todo tiene opuestos.

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Pablo Bernal

Fragmentación de la Urgencia

“El árbol es un poco de viento detenido” Roberto Fernández Retamar

1 La propia la tuya la del otro la nuestra la mía la de todos (no me resigno a otra manera de pensarlo) 2 La realidad manda que me calle soborna mi esperanza con noticias ad hoc

contamina mi fe con dolor ajeno nutre mi desasosiego me desestima me destrata: ¡Manda que me calle! Pero soy díscolo -que le voy a hacer- si no por naturaleza o por destino por convicción y tozudez y en consecuencia seguiré escribiendo así a mi modo convencido de que un día la palabra hará del hombre otro hombre 3 Si ésta es la realidad la realidad apesta Si este clamor que late y vocifera es la urgencia propongo desoír su llamado Quiero decir que en mí lo urgente es un museo vivo de nostalgias y sueños recuperados

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un espacio donde cabe el prójimo (donde no queda espacio para el abismo cotidiano) Un pergamino que dicta la libertad pero es también este abandono de mí mismo del cual me rescato a ratos para trepar a la torre o carajo desde donde miró Y es este barro esta amalgama que modela la palabra enronquecida la voz de tinta del poema 4 La palabra es ésta y es ahora debe salir silbando dando brincos cantando o a los gritos tomando posición determinada reclamando la pertenencia de lo humano en cada verso desafiando linajes de culpa morriñas de silencio anclajes de miedo enfrentando corajuda los discursos solemnes que avalan y promulgan las leyes del status quo de unos pocos el hambre de los muchos la soledad de todos así hasta que se desnuden por fin y para siempre la injusticia la crueldad la omisión el olvido los hacedores del odio La palabra es piedra arrojada La palabra es el hombre que la arroja

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No ha de ser en mí molino que da contra el Quijote (Aunque unos pocos sé que siempre habrá quien agradezca el parentesco de estas estrofas en desorden) 5 (Claro en mi vida hay también noche desesperación cavilaciones varias y en medio de la soledad me hago preguntas ¿Cuándo fue que los ojos se volvieron turistas de otros cuerpos? ¿En cuál desencuentro mudamos la humedad de los besos a otros labios? ¿Qué omisiones de entonces se han convertido ahora en presencias? ¿Cómo vino la noche a instalarse en nosotros con su abrigo de dudas y su andar ermitaño? ¿Cómo haré hoy para vivificar los sueños para sepultar las promesas para creer que sigo aquí que éste soy a pesar de la mañana como llanto creciendo en mis pupilas? ¿Con qué dudas nuevas iré minando las certezas con qué víveres alimentaré la espera con qué voz opaca ordenaré a mi boca que se calle para siempre tu nombre? Acaso la salvación en este día impar provenga de examinar

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bajo la lupa relente del pasado la verdad que nos mira desde otros poemas) 6 Ni sobre tus pies ni sobre tu cabeza párate sobre tu corazón echa raíces Di (si eso eres) esto soy y prosigue La tarea ha de hacerse a pesar tuyo de tu quebranto matutino o tus perplejidades Nunca te sientes en los sillones del confort Ante la duda prefiere la soledad El riesgo es que pueda ser anestesia o catapulta No confundas dolor con miedo No te sientes Comienza a buscarte -me digo entonces- fiel a tus antiguas brújulas da el primer paso aun poblado de incertidumbre de contradicciones como la pared que adherida asciende a lo largo de la rígida babosa o como los andenes que parten dejando tras de sí exánimes trenes ¡Avanza! 7 La respuesta -apenas vislumbrada- sospecho que consiste

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en ser Bernal a secas Bernal a rajatablas y dar batalla desde la humilde pancarta del poema (Antes quitarse del espejo como quien cuelga el ego en una percha y descalzarse de la humana vanidad de ser ruido en el silencio) 8 La hora dicta que ya es hora de bajarse de uno mismo y escuchar por ejemplo qué reclama la orfandad en las calles cuando tira de nuestras mangas y se lleva apenas la moneda que nos sobra Ante su carestía respondemos con cautela y hartazgo pues francamente -“Cómo fastidia la prole de la chusma” -“Mozo sáqueme de la mesa este negrito” -“¿Y usted señora no se avergüenza de estarse ahí tirada pedigüeñando todo el día” -“A fin de cuentas no es culpa nuestra la pobreza de los pobres sino un defecto indeseable del sistema” 9 No hay tiempo suficiente ni sobra espacio para jugar al distraído Buen momento para desempolvar las viejas teorías y aggiornarlas

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reciclar a Malthus a Marx a los viejos libertarios y repasar la historia concienzudamente para no condenarnos como dicen a repetir un camino sin memoria Todo es tan claro que ni ex profeso puede ya confundirse lo que es con lo que no Se agotan la paciencia y los recursos Ojo que el pueblo está más sabio tiene conciencia de sí mismo 10 He cruzado hasta aquí la mitad de mi vida quizá por eso digo BASTA Pero digo basta a tiempo -eso espero- no sea cosa que la muerte subrepticia me sorprenda y vaya a dar -inútil y tardíamente- al cadalso de los arrepentidos (dicen que allí no hay barba que poner a remojar) 11 La paz no es esa alegría ligera desmesurada bendita irreverente que el cuerpo alcanza entre sábanas y piernas no es el vino de la fiesta

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no es la mesa tendida de la abundancia Esa es tan sólo la alegría Seré tamaño kitsch no lo discuto pero atesoro la esperanza de un mundo en el que todos seamos solidarios y hasta creo que creer en ello me hace menos desdichado Sin embargo eso tampoco es la paz Por anticuado que resulte y aunque sea una verdad de Perogrullo (las buenas fórmulas nunca caducan) la paz está en la otra en el otro: Que un niño ría desde la panza hasta los dientes Que el enfermo encuentre cura pero también consuelo Que el desasido tengo un plato de comida cada día y luego trabajo y descanso y dignidad y hogar y respeto sobre todo libertad -no en la estimable teoría sino en la práctica inmediata- y la oportunidad de Ser al menos una vez en la vida La paz Es también abrir la puerta y descubrir que una mujer me espera sin sorpresa ni atisbo porque sabe que ella es la casa que habito 12 Es necesario es imprescindible ser un corazón que llora su muerte en ceremonias de otros Oportunidad inmejorable para ahondar la mirada -hallarnos propios en lo ajeno- y dejar que el alma del contiguo o la contigua

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se adentre se identifique se entrometa transmigre su dolor su gozo en nuestra alma cotidiana se funda se haga una Recién entonces entre la flaca opulencia de estos días (quebrando la indómita urgencia de los ya) nacerá un Hombre Nuevo y el mundo alcanzará por fin una imprevista magnitud 13 Entre tanto pinta el poeta canta el poeta danza el poeta escribe el poeta captura el mundo -su belleza y su vulgaridad- en una sola escena cada vez Predica Aguarda Confía Baraja de nuevo y da

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Tomás Watkins Agradecimiento

Estoy muy agradecido, les agradezco el agradecimiento, gracias, no lo merezco, pobre de mí en la intemperie de puerta liberando energías… —Ejem A esta altura ya se sabe, me conocen por las víctimas del aire que empino, viste vos, es mi costura que delata mi intención —apenas nada, te agradezco en silencio, a los gritos, sinvergüenza, como venga te agradezco, no te asustes, ya me viste: soy mula sobre el filo sin espónsor, soy soldado de baño clausurado y mi mensaje la mirada de un caballo asustado IV. Canción

No quiero empezar por el principio, canto a tus canas —magia en mis dedos si es que habrá dedos sin temblar, o con temblores, sí, pero seguros, como si te amara temblando. Uso palabras que guardaba para viejo ahora que todo es vidrio y noche, ahora que tiemblo sin frío tu ausencia inmediata, tu llana de cuerpo y cabello ausencia. Canto, tiemblo al hacerlo, saber este vértigo es andar gastando a cuenta, vos nombrándome, sanándome, recogiendo las monedas

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pues mis dedos no responden, yo, animal doméstico, pétreo ante el ridículo de sí mismo, yo: cuero tensado por preguntas aparentes, yo te tiemblo a solas, en silencio, sí, temblores, pero seguros, como si te amara temblando, ya lo dije, ¿es que mi beso no vale? Jípster

¿Qué palabra dice lo que no existe? ¿Cuál sitio, héroe, para que frute el vacío? ¿De qué modo se define lo que busca en soledad? Heredero de avidez, la trampa es risa que abre paso al estrabismo, sos dueño del copar con palabras y con puentes la montaña, del récord de chofer de alta distancia, de esperar que nuestro lomo sea sobado con óleos de un amor incomprensible

(para Fernando Iparraguirre) Himno Llevamos el vino a la práctica. No fuimos tan jóvenes y daban las 13 al sol de aquel diciembre. Un auto con los ejes averiados, nuestro techo alegre y todo suelto ahí en el aire, cien colores del río carnaval, y fue tanto que florecen huellas crueles cuando arrecia el apetito del amor emocionante

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(para Blasco, González y Mansilla) Bailarina en polvo Vuelve, estaba imprevisto, sorprende por mágico de lo doxa que es pero funciona, pongo en palabras algo que tu pollera sabe que ilumina, se abre, seguro que se abre y que mi oficio a estas alturas es un fraude, otra vez ¡disculpas! —es la última, pero no siempre hay la sangre a mano pero todo lo que tengo, así entre los dedos y hasta el sol, lo que perdura en el vuelo total, reverberos de la palabra ahora, su costo, digo mi cuerpo todo junto y el lugar donde se halla lo nervioso intelectual, diría todo más todo el sexo de mi virtud y de mis deudas, y todo lo que pienso y oigo cuando todo mieda, todo yo, mi espesor, mi texto en peso, mi ánima final que testifica el aire, digo todo y ya es tuyo, y también mis ganas de tocar lo vano y justo, vuelve, es el eco de tu nombre, Thamar Thamar el eco de tu nombre, Thamar Presagio Si cosecharé lo arrojado por mi mano al surco, ¿qué puedo esperar, oh lord, más que tormentas y cuervos? (textos pertenecientes al libro en preparación “Hora blanca”)

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************************************************* Epílogo a los CHOCADORES DE CABEZAS: Onirocrítica

2 “Las ascuas del cielo estaban tan cerca que yo temía su ardor. Estaban a punto de

quemarme. Pero yo me daba perfecta cuenta de las eternidades diferentes del

hombre y la mujer.” Apollinaire escribió esto, y cuánta razón tiene. Porque vengo de leer todo el material donde estamos y veo así, y hasta cuándo. De otro modo: cómo se dice revolución ahora sin que suene vano, oportunista. Cómo sale algo buscado y no me quiero poner en atomista. Es que el Choque nace por eso, para el caso, habas cocidas, no soy de aquí ni soy de allá sino de todos. El CHC es amor, reza el adagio en el Sutra de Diamante de Ray Smith. Yo veo un prolijo desorden es estas páginas, un buen rejunte de textos con hambre. Siempre hay hambre en la diversidad, en sus hoyos masculinos y en sus ribetes femeninos. No es gratuito lo que digo: el vuelo de la onda nos da esto –a través de nuestras lenguas regionales/nuestros mundos domésticos/nuestro vecindario inmediato–, nos sorprende gratamente bien lejanos distraídos y demás. Vita brevis, pero ars longa. He venido, he fumado y he visto. Por si da el cfr., cito silbando: El desorden no es sino el orden que no deseamos/

Un escritor es un testigo de su tiempo/

Si la vida tuviera sentido, yo iría en contramano/

Yo he querido ser un poeta maldito/

Me pongo, yo también, a llover/

Trato de mantener la fe sobre el abismo/

Soy el envoltorio que rodea la cosa/

La playa es una herida seca que se abre/

Niños, tienen derecho a apretar el gatillo/

La gente se muere de desconfianza crónica/

El ritmo del poema es un caballo

que prueba la destreza de la imagen/

Ya no supe distinguir lo virtual de lo real/

Estamos a la buena de un dios que ha preferido

siempre a los pájaros y a los camellos/

No hace bien empacharse de fantasmas/

Es el acantilado al borde la ley/

Algunas cruces son de lágrimas/

[…] el cadáver patas arriba

guardando el secreto

del universo/

Horas escarbando en la muela de la palabra

2 Cuando digo Onirocrítica me refiero, en este caso, al poema en prosa que Guillaume Apollinaire publicó en febrero de 1908. Prefiero –por si acaso importara, oh flor de loto que creces en el fango– no recordar el medio en el que fue publicado.

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para encontrar restos del banquete ajeno/

Me gusta despertar/

¿No ves vos mi voz sacudiéndote un poema…?/

A veces/ la pared/ es otra hoja/ en blanco/

El cuento no termina cuando yo decido/

no todo tiene opuestos/

Nacerá un Hombre Nuevo/

Cuando arrecia el apetito

del amor emocionante

Qué más de muestra –sin botón– este cadáver absolutamente vivo. ¡¡¡De la garganta del simio salieron llamas que flordelisaron el mundo!!! Impecable Don Apollinaire. Bueno, gracias por pasar. Es lo que yo trataba de decir. Tomás Watkins Neuquén, 24 de octubre de 2010 (23:58)

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Biografías de los participantes (por orden más o menos de llegada)

Darío Oliva nació en Villa Mercedes, San Luis, el 28 de agosto de 1.976. Presidente Fundador del Grupo Literario Arcadia (desde 2007). Coordinador del Taller Literario Arcadia. Ha obtenido premios a nivel local, regional, nacional e internacional. Ha publicado en varias antologías nacionales e internacionales. En 2008 publicó su obra poética “Epígrafes”. Forma parte de Escritores Itinerantes desde el año 2.008. *************************************************

Tony Zalazar (Chaco, 1980) es Profesor en Letras, poeta y co-fundador del Taller Literario Ananga Ranga. Publicó a dúo con Mario Caparra "Poemas de Tractores" (2001, Ediciones P.Ar.I.A.) y "Dios TV" (2004); y junto a Caparra y Luis Argañarás "Homenage a Truhán" (2002). Participó en varias Antologías entre las que se destacan "Re(in)sistencia poética" (2005, Ed. Cospel) y "Los poetas interiores" (2006, Ed. Amargor-Selección y Prólogo Rodrigo Galarza). En el 2007 realizó junto a José Fraguas la antología de poetas chaqueños y correntinos "Ida y Vuelta". Publicó además los poemarios “Ser De Ruido” (2006), “Poerótica” (2008), “Tajos” (2009) y “Quherencia” (2009), todos por la editorial Ananga Ranga, en la que dirige la colección de poesía L.S.D. (Letras Sin Descartes). Promueve en Chaco y Corrientes, desde el 2002, la red solidaria de distribución de arte "El Asunto" (www.elasunto.com.ar). Escribe artículos literarios para las revistas culturales "cuna" y "Sr. Alelí" de Resistencia. *************************************************

Facundo Chirino

puedo decir de mí que el espejo me devuelve la imagen transitoria de un material que líquido y sólido me funden en algo que impone gobierno sobre mis tintas puedo decir de mí que a fuego y mientras nieva florecí de mi madre y padre, un julio del 79 que ungido de fértil tierra cordillerana cosecho amigos sinceros puedo contarles de mí que vivo con pasión las tardes

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y nunca creo vana la posibilidad de mi sonrisa que mi verso más humilde y obrero es aquél que elijo como arma de vida. *************************************************

Oscar Fariña nace en la ciudad de Asunción en 1980. De pequeño se traslada con su familia a Buenos Aires. Cursó la carrera de Letras en la Universidad de Buenos Aires. Publicó Pintó el arrebato (No soporto verme feo, 2006; Colección Chapita, 2008); Mamacha (Felicita Cartonera, 2008); Un ballet de policías en el

agua (Neuquén, Cartonerita Solar, 2009); El velo hermafrodita de la lengua (Montevideo, La Propia, 2009). *************************************************

Adrián Campillay nació en San Juan en diciembre de 1969. Escritor y diseñador gráfico, ha producido gráfica para discos, animación digital, páginas web y participado de puestas interdisciplinarias junto a otros escritores y artistas visuales. Desde la década del 80 participa del movimiento literario sanjuanino, época en la que editó, junto al grupo Arte Sudaka, las revistas EL OJO DEL SUR, LUCA y EL MOMO, entre otras. Sus textos han sido publicados en medios gráficos de su provincia y otros lugares del país. Por sus trabajos en poesía ha obtenido premios a nivel provincial y regional, otorgados por instituciones tales como la UNSJ y el conjunto de las Subsecretarías de Cultura del Nuevo Cuyo. Textos suyos incluidos en antologías referidas a la región. Ha participado como expositor en numerosos encuentros literarios nacionales y también en la República de Chile. Actualmente edita, junto a otros escritores de su provincia, una red de blogs de poesía y arte latinoamericano. De sus trabajos se ha publicado: POEMAS PARA DESPUES DE UN CIGARRO (Cuaderno Nº 3–Colección VIENTO IDIOTA), 1995. EL AMOR Y OTROS MUNDOS, La Rosa de cobre, 1996. EL OJO DEL BANDONEON (tango en 4 actos), La piedra en la honda, 2001. LAS FLORES SECRETAS, La piedra en la honda, 2004. LAS CIUDADES INTERIORES, La piedra en la honda, 2005. POEMAS DE AMOR PARA SER MORDIDOS, La piedra en la honda, 2005. LIBRO DE MAR, La piedra en la honda, 2005. CARNE DE CAÑON, La piedra en la honda, 2006. Email: [email protected] Web-blog: http://elmomo.zoomblog.com *************************************************

Nahuel Eduardo Aciar nació el 25 de setiembre de 1985. Es de San Juan. Músico, cantautor, escritor. Su obra aún permanece inédita. *************************************************

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Damián López Nací en la ciudad de Rosario el 19 de mayo de 1983. Vivo en San Juan desde 2003, donde me inicié en la literatura y en el ejercicio de colocar información inútil en reseñas biográficas. En 2007 publiqué “la otra cara de la almohada”, un libro de poemas que todavía dice algo de mí, y actualmente me encuentro trabajando en un segundo libro (“DesconfianzaCrónica”) y un disco (“música para el trance”).

Mis textos y mi música pueden encontrarse además en www.desconfianzacronica.blogspot.com, y en algún otro blog donde me haya metido a fuerza de insistencias múltiples que derivaron en una simple y mundana lástima. *************************************************

Martín Pucheta (Gualeguaychú, 1981). Tuvo una infancia de mucho fútbol y campito. También de olor a nafta en el taller de su padre: dínamos, arranques, alternadores, grasa y aceite de animales mecánicos. Desde el Jardín de Infantes hasta el final de la Secundaria fue al colegio católico Malvina Seguí de Clavarino. Por estos días está terminando un profesorado en Letras. Publicó las plaquetas Superbóreos (Zorra/poesía, 2009), Matota (El chancho armónico, 2009) y Sonajero de misterio: los tomuer, 2009, esta última junto a Nicolás Cambon, fruto de la Fiesta de los Muertos. Participó en las antologías Última poesía argentina (En Danza, 2008) y Felicidades también (18 poetas), 2005. Canta y compone en Leda Lid y Arboreal. También escribe canciones junto a Juan Pablo Pérez: “Psicodelia entrerriana”, “Estrellas de la lluvia”. Es padre de Ariel (Gchú., 2000), el autor de Poemas de Dito Paz. El "Ari" le dijo una vez, señalando un pájaro en el aire: "¿Qué es esa boludez que va volando ahí?". Su blog es: www.superjardin.blogspot.com. *************************************************

Clarissa A. Reggiani Hey! Bueno ¿qué decir? Tengo 27 años, aunque en los últimos tiempos la vida entre irónica y graciosa me demuestra que esos números no son más que los firuletes en el pizarrón del primer grado. Vivo en el alto Valle, con la mirada perdida en la satisfacción de algún verso efímero, disfrutando la luz natural de la ventana, las historias y melodías de otros suspicaces, el sonido de algún timbre anunciando encuentros verdaderos, los abrazos de humanos queridos, de sus filosofías, artes y del sentido del humor. *************************************************

María Carina Maranesi. Nacida en el 72 en Rivadavia, Mendoza, lugar en el que vive y desarrolla diversas actividades: narración oral, talleres

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literarios, organización de muestras y conciertos, trabajos en proyectos educativos del área tecnológica municipal. Escribe poesía y cuentos, ha publicado sólo en blogs. Está preparando su primer libro de poemas próximo a publicar, como escritora se considera excelente cocinera y bailarina de tango. *************************************************

Juan Andrés Despouy: tengo 31 años y nací en San Luis. Soy autor de una novela llamada Nadie quiere ser nadie y un libro de cuentos: "Cuentos equivocados", eso es todo. *************************************************

Facundo Mercadante nace en Luján de Cuyo, Mendoza, en 1979. Siempre quise decir eso y que significara algo. Escribe desde chiquilín. Obtiene premios, bonito, que le hacen creer que la cosa va por ahí. A los 16 años el 1º premio en cuento y poesía del Concurso Luján Centro Provincial de las Letras. Luego, diversos premios en certámenes de alcance provincial y nacional, (como el 1° premio en el 2° Certamen de Cuentos Cortos organizado por Diario Los Andes en el 2005, entre más de 700 trabajos y el 2° premio en el Concurso Literario “Ciudad de Mendoza” de Poesía y Cuento Corto 2007, con una serie de cuentos llamada Cosas que pasan, la que es publicada en antología). Sus textos además aparecen publicados en diarios (Los Andes, El Sol) revistas (Rumbos, Serendipia, Tempo de Luján) y páginas web. Participa activamente en ciclos de lectura (como el Ciclo Más poetas que otra cosa, Ciclo Elefante, Martes literarios) y en acciones de promoción de la lectura y escritura en toda la provincia, a través de escuelas, bares y bibliotecas. Co-conduce junto a Leandro Hidalgo el programa de radio Oso anda, sobre libros, literatura, autores y bibliotecas, que se transmite todos los sábados a las 16 por Radio Universidad (96.5). Participó como invitado de algunas ediciones de la Feria del Libro provincial, integrando las mesas de jóvenes escritores. Ha producido y protagonizado espectáculos audiovisuales de piano, texto, danza e imágenes, junto a un grupo de artistas locales en el Teatro Quintanilla y en la Sala Elina Alba. Algunos de los espectáculos: “Conductos Paranoicos (2005)”, “Le Pianí (2006)”, “Cuando un Secreto se seduce a sí mismo (2007)”, “Estrategia que nos une” (2007). Ha sido jurado y organizador de diversos certámenes literarios provinciales. Es Licenciado en Ciencia Política y Administración Pública por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNC y obtuvo un diplomado en Gestión Socio-cultural. Fue profesor de la Cátedra Gestión Sociocultural II de la Carrera Tecnicatura Superior en Gestión Cultural del Instituto Superior Fabián Calle en el año 2009. Actualmente dirige la Biblioteca Pública Gral. San Martín de la Provincia de Mendoza. La anterior es una reseña formal, parcializada, como cualquier relato de la propia vida. Para conocer más (?) escribir a [email protected] *************************************************

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María Bernarda Parral. Nací un 20 de julio de un año próximo cercano, bajo el signo de quién sabe qué partido político… o de horóscopo… y casualmente el día del amigo. Dice Tomás Watkins que debo retratarme con millones de palabras, alrededor de ciento cincuenta que, por cierto, son demasiadas. El color amarillo de mis afectos me rodea y convive conmigo enmarcado entre fotos y discos compactos (de flamenco por cierto). Soy lo que soy, haciendo lo que hago, en contacto con el adentro profundo, azul profundo, como las placas radiográficas. Dibujo palabras como puedo y con el lápiz que encuentro en mis caóticas mañanas. Resumiendo a casi ya exactas ciento nueve palabras, me despido atentamente dejándoles mis escritos, esta noche de Merlo, Buenos Aires, un 30 de septiembre del año 2010 romano, porque el Maya no me lo acuerdo… *************************************************

Matías Castagnino nació en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina, y es un abogado y escritor apasionado, avocado a estas dos actividades. En sus antecedentes literarios fue ganador del I Concurso Bienal de Poesía y Narrativa del Rotary Club San Vicente – Rubro poesía y rubro cuento breve, expuso en el Encuentro Nacional Argentino de Poetas “Chilecito en Poesía 2008”, publicó en diversas revistas literarias como “Alas del alma” y participó en distintos talleres literarios como el que se realizaba en el legendario café literario “La Puerta”, en su Rosario natal. Actualmente publicó su primer libro de poesía llamado “Impresiones mínimas” que presentó en España en las ciudades de Pontevedra, Ourense y Lugo, así como también en distintas localidades de su país, encontrándose en vías de edición su segundo libro llamado “El precipitar del alma”. En la contratapa del libro coronó sus poemas con la siguiente frase: “Para mí, la poesía no ha sido un fin propuesto, sino una pasión; y las pasiones merecen reverencia: no deben, no pueden ser suscitadas en vista de las mezquinas compensaciones de la humanidad o de sus elogios, aún más mezquinos”. Edgar Allan Poe *************************************************

Alfonso García nació en Paraná, Entre Ríos, 1980. Criado en Corrientes de la cual nada se acuerda, Río Gallegos, donde conoció a su prometida que esposa no va a ser, 4 años es muy poco para un anillo, pero suficiente para no olvidar; San Juan, donde aprendió a escribir, a rodearse de personas, a vivir. Poeta sin tierra, escribe desde la juventud, como tantos, culpa de alguna mujer que no sabrá jamás del agradecimiento. Algún día morirá, dejará letras acá y allá. Culpemos a su título de diseñador gráfico y amor a la tipografía. *************************************************

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Gabriel Jiménez nace en Mendoza, Argentina durante el primer día del segundo mes del año 82 del siglo pasado. Estudió Filosofía en la Universidad Nacional de Cuyo. Trabajó en diversos puestos hasta dar con su actual labor de docente en contextos de encierro. Coordinó, participó, condujo y hasta evitó ciertos ciclos literarios. Es miembro del colectivo literario La moledora de Carne. Editó Vidrio Molido durante el 2009 a través de Carbónico ed. Administra el blog de literatura efímera www.el-chabon.blogspot.com Recientemente fue invitado a la II muestra de la nueva poesía argentina, CABA, Octubre 2010 *************************************************

Adrián Salas Abrego nació en San Juan, Argentina, 12 de Enero de 1973. Libros publicados: plagiario (poesía - 2005) en la colección Apéndices de La Cuneta Ediciones, Septiembre de 2005 Callecitas de San Juan, (poesía – 2005) junto a tres poemarios más: sanjuannesses,

el difícil sur y viernes. Edición del Consejo Federal de Inversiones, Programa Federal de Cultura Premios y distinciones: Primer premio en el género Poesía, en el “III Concurso Literatura Por Un Nuevo

Día” organizado por Víctor Nobre, Radio Universidad y Alianza Francesa/ Septiembre 2000. Segundo Premio- Categoría Estudiantes en el IV Encuentro de Estudios

Humanísticos para Investigadores Jóvenes, realizado en la Universidad de Congreso, con el ensayo Lenguajes Míticos: Historia y Poesía, co-autoría con Inés Eguaburo/ Mendoza. Noviembre de 2002. Primer premio en poesía, categoría jóvenes en el concurso Encantadores de la

Memoria, Dirección de Cultura de la UNSJ – Secretaría de Extensión Rectorado y el Departamento de Letras de la FFHA, con motivo de los 30 años de dicha institución universitaria. Noviembre de 2003. Primer Premio en la disciplina Poesía en el Premio Federal 2003 de la República Argentina organizado por el CFI en su programa de cultura. Noviembre 2003. Formó parte de grupos literarios, organizó ciclos de lectura, crítica y reflexión. Editor-fundador de la revista “lavidapuerca- pasquín literario”. Coordinador de Talleres de Lectura; y de Creación y Poéticas. Escritura del libro de la obra teatral “Consorcio 10 p.m.”, estrenada en 2004. Invitado a Congresos, Feria del Libro y Encuentros en Chile, IV Región (La Serena, Coquimbo, Ovalle). Editor del sello editorial La Cuneta. *************************************************

Héctor Kalamicoy nació en 1978 en Bahía Blanca. Reside en Neuquén.

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Bruno Revello nació en Neuquén, provincia patagónica, el mismo día que Al Scarface Capone, Cassius Marcellus Clay Jr y Anne Brontë, pero en 1985. Estudia Letras en la Universidad Nacional del Comahue, en el pasado realizó estudios de cinematografía en el IUPA. Técnico electrónico y bombero desempleado, se desempeña reparando computadoras e instalando Windows XP piratas. El invierno es su estación preferida aún cuando bajo ella se refría crónicamente. Vive con su novia y su perro-merlunaco. Publicó: Cabezotas Peladas y Otros (2009), Perro Nuevo

Perro Viejo (2010). Conserva inédita El TREPANO: corredor nocturno, biografía de Trepano personaje legendario de la city neuquina. Actualmente participa como editor Responsable de CARTONERITA SOLAR. Administra el blog encefa.blogspot.com. *************************************************

Carlos Juárez Aldazábal (Salta, 1974). Poeta, ensayista y cantautor. En poesía publicó La soberbia del monje (1996), Por qué queremos ser Quevedo

(1999), Nadie enduela su voz como plegaria (2003) El caserío (el suri porfiado, 2007), la antología Heredarás la tierra (el suri porfiado, 2007) y El banco está

cerrado (el suri porfiado, 2010). Es coordinador del Espacio Literario Juan L. Ortiz del CCC (Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini) y forma parte del Consejo de Redacción de la revista de poesía y cultura La costurerita. *************************************************

Adriana Luna comenzó a escribir en la adolescencia para tratar de entender la muerte. Desde entonces experimentó la poesía como un espacio de identidades. Participó en diversos concursos literarios dentro y fuera de la provincia. Consiguió algunos premios en poesía y cuento. Fue miembro de distintos grupos literarios: “Pa’pyro”, “Proezías”, “Tramoya Literata” (2001 – 2007). Coordinó Talleres Literarios para niños y adultos dependientes de la Subsecretaría de Cultura de San Juan. Es Profesora en Letras y Maestra de Música. Promueve la difusión de la literatura sanjuanina en las aulas y eventos culturales. Desarrolla proyectos de capacitación que proponen la experiencia de la lectura y escritura tanto en alumnos como en docentes. Su obra circula en antologías, hojas de poesía y plaquetas personales. Administra los blogs: www.druvaluna.blogspot.com (textos personales), www.antologiaporquesi.blogspot (difusión de literatura contemporánea) y www.renglonessueltos.blogspot.com, (escritura de alumnos), además del flog www.metroflog.com/druvaluna, (escritura lúdico - creativa). Ha publicado su primer libro de poesía “Fantasmas en el Espejo”(2007). Tiene dos libros inéditos. En la actualidad trabaja en narrativa breve y prosa poética. Es mamá de Juan Francisco y de Ana Julieta, esposa y compañera de Damián López. Con ellos aprende sobre la poesía cotidiana. *************************************************

Eliana Drajer nace en San Martín, Mendoza en 1979. Es profesora y licenciada en Comunicación Social (UNCuyo). Sus textos han sido seleccionados

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desde 2004 para integrar diversas antologías de Argentina, México y España, además de ser merecedores de premios individuales. Trabajó como periodista en medios gráficos y electrónicos de Mendoza y en prensa institucional. Participó en el grupo de poetas mendocinos “Carne Fresca” y “Faltan 2” y actualmente es integrante del grupo “La moledora de carne” y de la Red Nacional Itinerante de Escritores. En 2008 residió durante un mes en el Instituto Rural de Artes de Casas del Cerro (España) gracias a una beca concedida por la UNESCO para concluir su primer libro. Fue becaria del Fondo Nacional de las Artes para capacitarse en poesía con la escritora Alicia Genovese. Su primer libro “Muñequitachocadora” (Buenos Aires, El Suri Porfiado, 2009) fue seleccionado y subsidiado por el Fondo Provincial de la Cultura de Mendoza. Actualmente se desempeña como docente en nivel secundario y terciario.

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Inés Eguaburo nació el 21- 10-1980 En el área académica, es estudiante avanzada de la Licenciatura y Profesorado en Letras, participa en proyectos de investigación de la FFHA, UNSJ, con relación al imaginario sociocultural sanjuanino. Actualmente está trabajando en el trabajo final e Tesina relacionado a la obra poética del escritor José Campus, cuya obra narrativa estudió con una beca de investigación otorgada por la UNSJ. En cuanto al área artística, ha formado parte de diferentes grupos literarios los cuales han organizado recitales y ciclos de lecturas y debates literarios, publicación de revistas y plaquetas; ha participado activamente en encuentros de escritores en nuestro país y en el exterior. Además se ha desempeñado en el ámbito teatral. Ha sido seleccionada para participar en un Taller de Narrativa dictado por Pablo Ramos, en el marco del Programa “Pertenencias” del Fondo Nacional de las Artes. Participó como PANELISTA en el Encuentro Nacional Itinerante de Escritores I, realizado en el año 2008, e integró la comisión organizadora del ENIE II, realizado en San Juan en el 2009. *************************************************

Pablo Bernal (San Juan, 1973). “Ahhh, no, no. Hablar de uno explícitamente es casi una vulgaridad. Si alguien está interesado vea, lea y fórmese una idea.” *************************************************

Tomás Watkins (Neuquén, 1978). Publicó 26 (Libros Celebrios, Neuquén, 2004 y el suri porfiado, Buenos Aires, 2007). Tiene inédito un libro llamado Mitología (Primer premio de poesía UNCo 2004) y otro en camino, Hora blanca. *************************************************