UNIVERSIDAD YACAMBÚ VICERRECTORADO ACADÉMICO FACULTAD DE HUMANIDADES PSICOFISIOPATOLOGIA DE ANSIEDAD Y ANGUSTIA Apellidos y Nombres Lissette Araque Joel Garcia Jorge Gonzalez Jose H. Juarez Michell Marquez Jose M. Melendez Petra Montero Jose R. Panqueva Marianella Pereira Leonardo Romero
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UNIVERSIDAD YACAMBÚ
VICERRECTORADO ACADÉMICO
FACULTAD DE HUMANIDADES
PSICOFISIOPATOLOGIA DE
ANSIEDAD Y ANGUSTIA
Prof.: German Grateron
Cátedra: FISIOLOGÍA Y CONDUCTA.
La Mora, Julio 2014
Apellidos y Nombres
Lissette AraqueJoel Garcia
Jorge GonzalezJose H. Juarez
Michell MarquezJose M. Melendez
Petra MonteroJose R. Panqueva
Marianella PereiraLeonardo Romero
La ansiedad
La ansiedad puede definirse como una anticipación de un daño o desgracia futuro,
acompañada de sentimientos desagradables o disforia, y en ocasiones síntomas
somáticos de tensión. Es una señal de alerta que le permiten a la persona tener una
advertencia sobre un peligro real o subjetivo para poder tomar medidas para el
enfrentamiento de dicho peligro.
También puede definirse como un fenómeno de reacción, que moviliza las
operaciones defensivas del organismo, sin embargo es base para el aprendizaje,
estimula el desarrollo de la personalidad, motiva el logro de metas y contribuye a
mantener un elevado nivel de trabajo y conducta. En exceso, la ansiedad es
nociva, mal adaptativa, compromete la eficacia y conduce a las enfermedades.
En su uso cotidiano el término ansiedad puede significar un ánimo transitorio de
tensión (sentimiento), un reflejo de la toma de conciencia de un peligro (miedo),
un deseo intenso (anhelo), una respuesta fisiológica ante una demanda (estrés) y
un estado de sufrimiento mórbido (trastorno de ansiedad).
Origen de la palabra ansiedad
- El término ansiedad proviene del latían anxietas, congoja o aflicción. La
diferencia básica entre la ansiedad normal y la patológica, es que ésta última se
basa en una valoración irreal o distorsionada de la amenaza. Cuando
la ansiedad es muy severa y aguda, puede llegar a paralizar al individuo,
transformándose en pánico.
- Angustias, así como angor, angina, provienen de una misma raíz griega o latina,
y significan constricción, sofocación, estrechez u opresión, y se refieren
indudablemente a la sensación de opresión precordial y epigástrica con
desasosiego que la caracteriza. La angustia es una manifestación emocional
caracterizada por un temor a lo desconocido o a lo amenazante. Este temor se
contrapone al miedo, que es un temor a algo concreto y definido (objeto o
situación). Según su origen, la angustia puede presentarse de diferentes maneras.
Existe una angustia que puede ser considerada normal, pues aparece frente a
diversos estímulos estresantes, que implican una amenaza real e imponen un
desafío. Si, por el contrario, la valoración de una amenaza es errónea o
distorsionada o el estímulo es imaginario, se genera una angustia que tiende a
persistir, transformándose en anormal o patológica. Es decir, la angustia normal se
basa en preocupaciones presentes o del futuro inmediato y desaparece al resolver
los problemas la angustia patológica, antes llamada neurótica, es de medida y
persistente, planeando un futuro incierto o amenazante y va restringiendo la
autonomía y desarrollo personal de quien la sufre.
Ansiedad vs miedo
Habitualmente se ha definido la ansiedad como una emoción cercana al miedo o
un subtipo de miedo. El miedo es considerado tradicionalmente como un
sentimiento producido por un peligro presente e inminente encontrándose por lo
tanto, ligado al estímulo que lo genera, mientras que la ansiedad es más bien la
anticipación de un peligro futuro, indefinible e imprevisible, siendo la causa más
vaga y menos comprensible que en el miedo (Marks, 1986).
En esta línea, el miedo puede ser definido como la ansiedad ante un estímulo
determinado y a su vez, la ansiedad se definiría como miedo sin objeto. Sin
embargo, ésta última va asociada en ocasiones a estímulos concretos, como es el
ejemplo de las fobias.
En este caso, la clave diferenciadora podría ser la concordancia en intensidad
entre la reacción emocional y la amenaza real que para el organismo supone el
objeto o la situación. Si el estímulo no representa un peligro real proporcional a la
reacción, podemos hablar de ansiedad (desproporcionadamente intensa), mientras
que en el miedo el peligro es real y proporcional a la reacción de miedo.
Esta diferenciación clásica entre miedo y ansiedad referida al peligro real u
objetivo que supone el estímulo, no es fácil de mantener actualmente ya que en
nuestros días existe un acuerdo generalizado en entender el miedo y/o la ansiedad
como resultante del peligro percibido y por tanto subjetivo.
Así por ejemplo, un perro podría ser interpretado por algunos individuos como un
peligro real y por otros, como un estímulo neutro en el sentido de no amenazante..
Si variamos características objetivas del estímulo (el perro), como el tamaño, la
proximidad de éste, o ciertos movimientos o conductas, habría un mayor número
de sujetos que podrían percibirlo como amenazante (perro grande, cercano,
gruñendo, etc), o como no amenazante (pequeño, lejano, moviendo la cola, etc).
En cualquier caso, no existiría una reacción común a todos los sujetos, ni
podríamos decir si el estímulo es objetivamente amenazante o no. Nos parece que
diferenciar constructos psicológicos en función de características como el tamaño
del perro no es especialmente acertado.
Componentes orgánicos
Expresión motora
La vía talámica directa es, como se puede imaginar, la más corta, y, también la
más rápida. El tálamo pasa la información al complejo nuclear amigdalino, que
producirá la respuesta motora. El complejo nuclear amigdalino forma parte del
sistema límbico y se parece a una almendra. Es una parte subcortical del sistema
límbico. Sobre la amígdala ha habido una explosión de estudios de investigación
en los últimos años. El protagonismo de la amígdala tiene que ver con su rol
como coordinadora de las respuestas vinculadas a la expresión de la ansiedad y a
la experiencia ansiosa.
Se ha hecho referencia a la respuesta motora. La respuesta motora en la ansiedad
puede ser de lucha o de tipo evitativo, de huida. Lo que los anglosajones llaman
“fight or flight”.
La respuesta producida por vía talámica directa es subcortical. Puede resumirse
como aferencia–tálamo–complejo nuclear amigdalino–eferencia. Implica acción
sin pensamiento. Si una persona acerca su brazo a la tapa de un horno y siente
que se quema, retira inmediatamente el brazo sin pensarlo.
La vía talámica indirecta es la siguiente: aferencia – tálamo – CPF – complejo
nuclear amigdalina–eferencia (respuesta motora). Como se puede apreciar es una
respuesta cortical más elaborada, más integrada y más sofisticada.
La vía talámica directa gana en velocidad, es 300 milisegundos más rápida que la
indirecta. Cuando no hay sincronía entre las dos vías pueden producirse
respuestas inapropiadas o menos eficientes, como quedarse congelado frente al
peligro por parálisis o una activación desenfrenada de la amígdala.
La CPF tiene una parte dorsal, exterior, que está involucrada en las funciones
ejecutivas superiores; y otra porción ventral, medial, que hace de stop a la
amígdala ya que ejerce una acción inhibitoria. La respuesta motora (lucha,
huída, parálisis) es una de las formas de expresión de la ansiedad, las otras son la
autonómica y la endocrinológica, y podría mencionarse la inmunológica.
Expresión autonómica
La expresión autonómica depende de los núcleos del tronco encefálico. Las
aferencias dolorosas llegan directamente a ellos. También reciben aferencias de la
coordinadora de las respuestas ansiosas, la amígdala. La activación simpática
produce aumento de la frecuencia cardíaca o taquicardia, percepción del latido
cardíaco o palpitaciones, aumento de la frecuencia respiratoria, de la tensión
arterial, dilatación pupilar o midriasis, mayor velocidad de los reflejos; en general
la activación de los núcleos protuberanciales se relaciona con el estado de alerta o
vigilancia, la persona está en guardia, lista para atacar o para salir corriendo.
Expresión endócrina
Cuando la amígdala transmite estímulos al hipotálamo, se activa un importante eje
del sistema endocrinológico, el eje hipotálamo – hipofiso – adrenal.
El hipotálamo, situado extremadamente cerca del tálamo, como su nombre lo
indica, es la glándula jerárquicamente superior del organismo. De ella depende la
regulación de todas las otras glándulas del organismo. Libera el CRH o factor
liberado de corticotrofina, que impacta sobre la hipófisis. Hipotálamo e hipófisis
alojadas en la intimidad del sistema nervioso central, operarán a distancia sobre
las demás glándulas a través de la ACTH o adrenocorticotrofina liberada por la
hipófisis. Entre todas las glándulas que bañará la ACTH se destaca la corteza
suprarrenal, productora de corticoesteroides. Los corticoesteroides son liberados
con un ritmo circadiano. Quiere decir que varía entre los distintos momentos del
día. La secreción máxima se produce por la mañana. El dosaje de cortisol en
plasma varía según el momento del día en el cual sea extraída la muestra
sanguínea.
Los estímulos ansiogénicos activan el eje hipotálamo – hipófiso – adrenal,
aumentando la liberación de cortisol. El cortisol está involucrado con un mayor
rendimiento del organismo: subida de energía, aumento de la ingesta (en especial
de carbohidratos, puede asociarse al deseo compulsivo de dulces propio de la
ansiedad o también conocido como “craving” de dulces), reserva de calorías,
aumento del umbral al dolor, disminución de la respuesta inflamatoria.
Cuando las concentraciones plasmáticas de cortisol son altas, producen una
regulación a la baja del número de receptores del hipocampo al cortisol. El
hipocampo es parte del sistema límbico, involucrado en la memoria episódica o
biográfica o memoria de la asociación libre. La regulación a la baja del número
de receptores produce una falla en la retroalimentación negativa o “feed back”
negativo sobre la liberación de cortisol. De modo que se establece un equilibrio
con niveles más altos de cortisol.
Comúnmente, con la desaparición del estímulo ansiogénico disminuye el cortisol,
se recuperan el número de receptores y la sensibilidad al “feed back”. Pero la
persistencia del estímulo ansiogénico, una exposición prolongada a él, se asocia
con la falta de supresión en la producción de cortisol. Ocurre en la depresión.
Ansiedad y depresión comparten las bases biológicas, lo cual explica la respuesta
positiva de ambas a los mal llamados antidepresivos, que tienen diversas
acciones, entre las que se cuenta la acción antidepresiva y la acción ansiolítica.
Muchos pacientes con depresión no responden a la prueba de supresión de la
dexametasona. Dexametasona es un corticoide exógeno. Cuando se le administra
a una persona, produce una disminución en la síntesis de los corticoesteroides
endógenos. En la depresión, aunque la persona reciba dexametasona sigue
fabricando y liberando altas cantidades de cortisol.
El cortisol tiene un efecto dañino sobre las neuronas del hipocampo, las atrofian.
Disminuye el número de dendritas y se empequeñecen. La serotonina está
involucrada en esta cuestión y el aumento de serotonina durante el tratamiento
permite que puedan “florecer” las mustias neuronas hipocampales.
La ansiedad es la activación del sistema nervioso, consecuente con estímulos
externos o como resultado de un trastorno endógeno de las estructuras o de la
función cerebral. La activación se traduce como síntomas periféricos derivados
del sistema nervioso vegetativo (aumento del tono simpático) y del sistema
endocrino (hormonas suprarrenales), que dan los síntomas de la ansiedad. Por otro
lado, los síntomas en estimulación del sistema límbico y de la corteza cerebral que
se traducirán en síntomas psicológicos de ansiedad
Se han encontrado alteraciones en los sistemas neurobiológicos gabaernegicos y
serotoninergicos, así como anomalías estructurales en el sistema límbico
(cortexparalimbico), una de las regiones más afectadas del cerebro, además, se
han observado ciertas alteraciones físicas y una mayor frecuencia de uso o retirada
de medicinas, alcohol, drogas o sedantes, entre otras sustancias.
Algunas partes en específico del Cerebro que influyen en la ansiedad son:
La amígdala: Es una estructura localizada en el lóbulo temporal para coordinar y
regular las reacciones de alarma, involucradas en el miedo y la ansiedad. Envía
proyecciones a estructuras cortico-subcorticales como la corteza prefrontal y
sensorial, hipocampo, corteza olfatoria, estriatum, núcleo acumbens (implicado en
el condicionamiento de recompensa), entre otros. Como se puede deducir, las
proyecciones se dirigen a los sistemas neurohumorales, autonómicos y musculo-
esqueléticos asociados con los mecanismos de respuesta a la ansiedad y el miedo.
La amígdala sería también un centro regulador, evaluando los informes
exteroceptivos e interoceptivos e iniciando respuestas viscerales y conductuales de
alarma (Goddard A., Charney D.). Su función estaría mediada por receptores
noradrénérgicos, benzodiacepínicos y 5HT-1A
Talamo: Se localiza en el centro del diencéfalo y funciona como una estación de
relevo que canaliza los estímulos ambientales a toda la corteza. En situaciones de
peligro retransmite las señales sensoriales hacia la amígdala y cuando se lesiona
no se presenta reacción de miedo esperada ante un estímulo acústico.
Hipotalamo: Es un complejo de núcleos y el segundo componente del diencéfalo,
localizado rostralmente desde la región óptica hasta los cuerpos mamilares. Está
involucradoen la activación simpática (hipotálamo lateral) y de la liberación
neuroendocrina y neuropéptidica (los núcleos paraventriculares y supraópticos
liberan al factor liberador de corticotropina, vasopresina y oxitocina) inducida por
el estrés.
Hipocampo: El sistema hipocampal tiene conexiones con estructuras límbicas y
áreas sensoriales corticales. Tiene alta densidad de receptores 5HT-1A y se cree
juega un papel importante en la ansiedad tomando en cuenta que los agonistas de
estos receptores como la buspirona logran controlarla.
Componentes funcionales
Enfoque conductual
Muchas de las respuestas ante la ansiedad se adquieren a traves del
condicionamiento clásico y se mantienen a través del condicionamiento operante,
según Mowrer (1947), podemos aparear un estímulo originalmente neutral con
alto aterrador o que nos provoque terror de manera que se convierta en un
estímulo condicionado y provoque la ansiedad. Luego de esto el sujeto comenzara
a evitar los estimulos que produzcan la ansiedad, su respuesta recibe un
reforzamiento negativo porque se acompaña de la reducción de la ansiedad.
Factores cognitivos
Los teóricos cognoscitivistas sostienen que existen ciertos esquemas de
pensamiento hacen a la gente particularmente vulnerable a los trastornos de la
ansiedad. Es decir, algunas personas están más propensas a sufrir, de esta
propuesta se desglosan dos razones, una es que tienden a interpretar en forma
errónea como amenazadoras las situaciones que en realidad son inofensivas para
el individuo, otra razón de ese funcionamiento es que se concentran mucho en los
riesgos percibidos y recuerdan de manera selectiva la información que parece
amenazadora.
Enfoque psicodinámico
La tendencia psicodinámica, que la equipara al concepto de angustia, diferencia
entre angustia real y angustia neurótica. La primera es "una reacción a la
percepción de un peligro exterior, esto es, de un daño esperado y previsto. Esta
reacción aparece enlazada al reflejo de fuga y podemos considerarla como una
manifestación del instinto de conservación" (Freud, S. 1917, p.2367). La segunda
o angustia neurótica "en la que el peligro no desempeña papel ninguno o solo
mínimo..." y "puede producirse sin causa ninguna aparente y en una forma
incomprensible" (Freud, S. 1917, p.2372).
La etiología de la angustia neurótica se halla en una desviación de la líbido de su
aplicación normal, lo cual engendra un estado conflictivo entre las fuerzas
impulsivas del "Ello" y las represivas del "Yo". Esta amenaza hacia las defensas
del Yo es lo que genera la percepción de peligro proveniente de los instintos que
desemboca en síntomas ansiosos (Freud, S. 1917).
Para el Movimiento Existencialista "la ansiedad es la experiencia de la amenaza
inminente de no ser" (May, R. 1967, p.73), derivada "...de que el hombre es el
animal que valora, el ser que interpreta su vida y su mundo en términos de
símbolos y significados, e identifica esto con su existencia como Yo" (May, R.
1968, p110). El génesis de la ansiedad reside en la amenaza a los valores, bien sea
a la vida física a la psicológica o a algún otro valor como el patriotismo o el amor.
También diferencian la ansiedad del miedo argumentando que "la ansiedad toca el
nervio vital de la propia estima... en cambio, el miedo es una amenaza contra la
periferia de la existencia... la ansiedad es ontológica; el miedo no" (May, R. 1967,
p.74).
Reacciones corpóreas.
Los síntomas de ansiedad son muy diversos y tal vez los más comunes consistan
en hiperactividad vegetativa, que se manifiesta con taquicardia, taquipnea,
midriasis, sensación de ahogo, temblores en las extremidades, sensación de
pérdida de control o del conocimiento, transpiración, nauseas, rigidez muscular,
debilidad muscular, insomnio, inquietud motora, dificultades para la
comunicación, pensamientos negativos y obsesivos.
La ansiedad se puede manifestar de tres formas diferentes: a través de síntomas
fisiológicos, cognitivos y conductuales. Éstos hacen referencia a tres niveles
distintos, los cuales pueden influirse unos en otros, es decir, los síntomas
cognitivos pueden exacerbar los síntomas fisiológicos y éstos a su vez disparar los
síntomas conductuales. Cabe notar que algunos síntomas de la ansiedad suelen
parecerse a los de padecimientos no mentales, tales como la arritmia cardíaca o
la hipoglucemia. Se recomienda a los pacientes someterse a un examen médico
completo para descartarlos.
La ansiedad también puede convertirse en un trastorno de pánico, en el cual la
persona cree que va a desmayarse, fallecer o sufrir algún otro percance
fisiológico. Es común que las personas con este trastorno visiten la sala de
urgencias con cierta frecuencia, y, típicamente, se sienten mejor después de ser
atendidas.
Escala de Hamilton
Hamilton (y otros autores) en su escala de ansiedad, enumera y categoriza los
diferentes síntomas tanto somáticos como psíquicos que puede experimentar una
persona que padece ansiedad:
Síntomas cardiovasculares:
Taquicardia o pulso acelerado, elevación de la tensión arterial, sensación de
tensión baja o desmayos, arritmias, palpitaciones; dolor precordial en el pecho,
opresión en el pecho. Palidez o rubor.
Síntomas respiratorios:
Sensación de ahogo o de falta de aire (disnea); sensación de opresión o
constricción en el tórax, suspiros, ritmo respiratorio acelerado y superficial
(hiperventilación)
Síntomas gastrointestinales:
Náuseas, sensación de atragantamiento o dificultad para tragar, vómitos, diarreas,
heces blandas, dolor abdominal, cólicos intestinales, sensación de ardor, pesadez
abdominal, borborigmos, flatulencia o gases, aerofagia o tragar aire, pérdida de