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Las fiestas de caballera en la Castillade los Trastmara
Las fiestas, en general, nos informan de todas aquellas
realidadesfundamentales para cualquier cultura y que abarcan desde
los aspec-tos polticos, sociales y econmicos> hasta los
religiosos> expresivosy estticos. Nos proporcionan el paradigma
para entender la estruc-tura social y poltica de la sociedad en que
se dan; a travs de dife-rentes mecanismos> nos hablan de la
percepcin que cada sociedadposee acerca de los papeles sociales por
edad, sexo, condicin social>situacin matrimonial, etc., negando
o reforzando papeles ldicos ymarcando asimismo los canales
adecuados de participacin de los di-ferentes grupos sociales.
Adems, las fiestas implican gasto> regalos>generosidad,
ahorro> intercambios> hospitalidad, movilidad de
bienes,ostentacin, derroche, rivalidad econmica y otras actitudes
econ-micas. En el plano ideolgico, las fiestas son uno de los
marcos o es-cenarios ideales en los que cada sociedad proyecta sus
valores> suspautas, actitudes y patrones de conducta
estereotipados y rituali-zados.
En pocas palabras> la fiesta es el espectculo que un pueblo
seda o se ofrece a s mismo, vindose y participando en los actos
ldi-cos y festivos. Ahora bien, este espectculo puede obedecer a
dos pos-tulados: cuando la fiesta es un modelo de la realidad es
decir, cuan-do refleja con una relativa fidelidad la concepcin
cultural que unasociedad tiene de s misma y cuando se presenta como
un modelopara la realidad o sea, cuando lo que se refleja a travs
de ella noes tanto lo que la sociedad es o cree ser> sino lo que
cree que deberaser o le gustara ser. Pensamos que todas las fiestas
estn colocadasen mayor o menor grado entre ambos postulados, por
cuanto estndotadas de mltiples sentidos que engloban tanto las
realidades como
En la Espaa Medieval. Tomo V. Editorial de la Universidad
Complutense. Madrid 1986
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82 Rosana de Andrs Daz
los deseos colectivos; y, concretamente, las fiestas
caballerescas> queaqu nos ocupan, como veremos a lo largo de
este estudio.
La fiesta caballeresca es el reflejo de una sociedad y de unas
in-tenciones polticas. El prestigio que proporcionan estos
acontecimien-tos al que las ofrece y participa en ellas es
incalculable; prestigio anteos individuos de la propia nobleza,
pero sobre todo ante los ojos delpueblo que, igual que acata y
aclama a su poderoso monarca en lasentradas reales, se deslumbra
ante el podero, valor y destreza dela aristocracia. No son slo
juegos o espectculos, sino cuestiones depeso, importantes para los
equilibrios y las jerarquas, elementos de-cisivos para forjar o
mantener los renombres>
Ahora bien, se puede hablar de fiestas reservadas a crculos
ce-rrados, a clases sociales, a tal o cual ambiente social o
cultural?Hay que considerar si puede sostenerse una tipologa social
de lasfiestas en la Baja Edad Media castellana: seoriales,
burguesas, cle-ricales, etc. A nuestro entender> esto seria
simplificar demasiado larealidad compleja que es la fiesta. En
cuanto a las fiestas de caballe-ra, esta tipologa podra concebirse
si nos atuviramos slo al cere-ruonial, a los ritos de iniciacin;
pero tambin debemos tener encuenta todo lo que rodea a estos
acontecimientos. As, aparte de lasceremonias de armar caballeros,
pasos de armas, torneos y justas senos presentan como los eventos
caballerescos por excelencia que obe-decen a rituales complejos y
sutiles, expuestos en tratados especfi-cos sobre la manera de
realizar los combates 3; suponen, adems, unosgastos enormes y que
desde la conquista de Granada ya no tienen lamisma vertiente
prctica que antes.
Pero estas fiestas no se desarrollan en recintos privados, sino
enlas plazas pblicas de las ciudades y villas castellanas o en
camposabiertos, lugares donde pueda reunirse el inmenso concurso
del pue-blo ~. Este era el elemento imprescindible ante el que se
afirmaban
Son muy interesantes los estudios antropolgicos que en los
ltimos aosse han venido realizando en Espaa. Principalmente los que
se agrupan en:Tiempo de fiesta. Ensayos antropolgicos sobre las
fiestas en Espaa, edicinde H. M. Velasco (Asociacin Madri]ei5a de
Antropologa), Madrid, Alatar, 1982;y que agrupa estudios de Velasco
Maillo, Rodrguez Becerra, Roiz, Prat Canosy otros antroplogos.
2 Los estudios de Jaeques 1-IEERs arrojan mucha luz sobre las
fiestas me-dievales analizadas en sus diferentes valores: Ftes,
jeux cf joutes daus lessocit,s dOccident & la fin da Moyen Age,
Montreal, Publications de lInstitutdtudes mdivales, 1971. Y tambin:
Ftes des Fous cf Carnavals, Paris, Fa-yard, 1983.
Un ejemplo interesante, entre otros que veremos ms adelante, son
estosdos tratados de Mosn Diego de VALERA: Tratado da rieptos e
desafos y Es-pejo de Verdadera Nobleza, ambos incluidos en la obra
Prosistas Castellanosdel siglo XV, Madrid, Biblioteca de Autores
Espaoles, t. CXVI, 1959, Pp. 117a 140 y 89 a 116,
respectivamente.
4 En este sentido, estas fiestas no tienen un lugar particular;
su espacioes el espacio cotidiano de la villa, pero, eso s,
metamorfoseado, cambiado por
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Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 83
los defensores de la sociedad; era el pblico ansioso de
espectcu-los que reciba ddivas y manjares en la celebracin de unos
aconte-cimientos determinados; disfrutaba de unos das de
festejos> rompien-do la rutina diaria, despus de haber
participado en la preparaciny desarrollo de la fiesta; era el que
aportaba los msicos que acompa-aban con sus atabales y
trompetas> los cmicos que amenizaban losintermedios de justas y
torneos, los cocineros que preparaban lasgrandes colaciones que
seguan a los encuentros> los obreros quepreparaban las lizas,
construan las barreras> tribunas, cadahalsos;mercaderes y
comerciantes que aprovechaban tal congregacin degentes de toda
condicin para vender sus mercancas, etc.
Ante su presencia> en fin, la monarqua poda asegurarse la
fide-lidad de una nobleza inquieta o simplemente afirmar su
presenciay su prestigio sobre ella.
Las fiestas caballerescas, pues> subrayaban la pertenencia a
unacategora social y el papel poltico de sta en la vida del reino.
Enefecto, encuentran su ocasin en los grandes hechos de la vida
pol-tica: son el elemento esencial de los alzamientos> juras y
coronacio-nes de nuevos monarcas, de entradas, bodas y bautizos
reales, derecepciones a embajadores, nobles y reyes extranjeros
El proceso de fortalecimiento de la alta nobleza a lo largo de
lossiglos xiv y xv, hasta llegar a convertirse en este ltimo en una
au-tntica aristocracia es, sin duda, el rasgo ms destacado de la
histo-ria social del reino de Castilla en la Baja Edad Media. Las
luchas vio-lentas que protagonizaron los nobles, divididos en
bandos, y la acti-tud agresiva de un sector importante contra la
monarqua se agudi-zaron durante los reinados de Juan II y Enrique
IV.
Los grandes de la oligarqua nobiliaria castellana estaban
de-masiado ocupados en los asuntos de la alta poltica para entrar
encontacto con sus vasallos. Eran estas fiestas, entonces, las
adecuadaspara resaltar valores sociales y polticos establecidos,
para entrar encontacto directo con ellos> asegurarse su
admiracin y respeto> tras
un decorado. Ambientado provisionalmente, el lugar de estas
celebraciones esenteramente imaginario. As, en Valladolid, en 1428,
el por entonces infante donEnrique organiz unos festejos
caballerescos en plena plaza, donde fueron co-locados una fortaleza
de madera y lienzo, un campanario, diecisiete torres, ungran arco
el de La Fuerte Ventura,, grifos dorados, carros, una ruedade la
Aventura,,, etc. (Pero CARRILLO DE HUETh: Crnica del Halconero
deJuan II, c. 3, ed. 1. de M. Carriazo, Madrid, Espasa-Calpe,
1946.) Esta adapta-cin del espacio cotidiano para la fiesta
anunciaba ya las grandes transforma-ciones de la villa que tendrn
lugar en los siglos xvi y xvii; ver al respecto:Andr CuAsia. Le
Lieu de la Fte,, pp. 419-425 de Les Ftes de la Reizaissance,t. 1,
Pars, Centre National de la Recherche Scientifique, 1973.
5 Como iremos apuntando, las crnicas castellanas de esta poca
nos ofre-cen numerossimos testimonios de ello.
USALResaltadoPero hay en el XVI torneo hechos por gremios.
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84 Rosana de Andrs Daz
lucir su valor y destreza en los ejercicios caballerescos, as
como ga-nar fama y honra.
Por ltimo, los miembros de la nobleza encontraban la
ocasinadecuada para marcar con ostentacin la jerarqua de las
fortunas yde los rangos> para que los clanes familiares lucieran
todo su pode-ro social y econmico> compareciendo a pasos,
torneos y justas conlujosos trajes y armaduras, extravagantes a
veces, que demostrarana todos los grandes gastos que podan
afrontar. Para ellos> estos mo-mentos festivos eran una
obligacin social> pero tambin una obliga-cin moral, pues deban
reflejar esos ideales de la caballera de los quese supona eran
portadores.
Pasemos, entonces> a hacer algunas consideraciones acerca de
ladecadencia del mundo caballeresco.
DECADENCIA DEL MUNDO CABALLERESCO
Este declinar comenz ms temprano de lo que a menudo se pien-sa:
los primeros sntomas se manifestaron a lo largo ya del siglo xii.En
los siglos siguientes, un fuerte poder influy en este proceso
dedecadencia de la poca romntica caballeresca ~: la Iglesia.
Esta> ensu afn por orientar todos los actos de la vida humana
hacia mayorgloria de Dios> fue moralizando y espiritualizando
todas las facetasde la vida caballeresca. La dureza y crueldad de
torneos y justas sevieron en gran medida suavizadas. La obra fue
lenta y dur algunossiglos. Papas y concilios condenaron
vigorosamente esos juegos exe-crables y malditos ~.
Alfonso de Cartajena> obispo de Burgos hacia 1439> en su
Doctri-mil de Caballeros, recuerda estas condenas de la Iglesia y
se sumaa ellas. Sanciona categricamente duelos, torneos y justas,
como for-mas todas de combate en que las armas no se usan contra un
enemigoexterior> para guerra conocida, sino en un juego cruel de
ostenta-cin peligrosa, de fuerza o> peor an, contra los que
deberan ser ami-gos. Condena, en efecto, la brillante vida
caballeresca de la cortes.
6 Trmino ste acuado por Waldemar VEnCE en su gran obra: Ideales
dela Edad Media. II. Romntica caballeresca> Barcelona, Labor>
1933-1935
7 En 1130, en el Concilio de Clermont, Inocencio II prohibi los
torneosporque a menudo cuestan la vida a hombres; y los Padres del
Concilio aa-dieron. si alguno es herido en uno de esos juegos, no
se le negar la pe-nitencia ni el vitico, pero no podr recibir
sepultura eclesistica (recogidopor Len GAUTIER: La Chevalerie,
Pars, Arthaud, 1959, pp. 284-285>.
8 En el libro III> ttulo III de esta obra, Cartajena se
preguntaba: masqu diremos nos que vemos el reino lleno de platas e
de guardabra9os, e estaren paz con los de Granada> e el fermoso
meneo de las armas exer9itarse enay-untar huestes contra los
parientes.., o en justas o en torneos?,>
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Las tiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 85
La Iglesia, pues> llev a cabo una doble poltica de cara a la
insti-tucin caballeresca: penetrarla de su fe y reemplazarla por
las mili-cias religiosas; de lo que result la sacralizacin de la
caballera, inva-dindola con sus ritos en los ceremoniales de armar
caballeros (laconfesin y el bao, por los que stos quedaban limpios
de alma ycuerpo; la vela de armas y la bendicin, la comunin
matinal) y dela degradacin caballeresca; as como la creacin de las
OrdenesMilitares de caballera, como resultado de la alianza entre
la fe y laguerra justa ~.
La literatura refleja este estado de cosas. Por ejemplo, en las
lti.mas novelas del Grial se aprecia cmo la romntica caballeresca
sepone al servicio de la mstica cristiana; el hroe, Perceval,
ostentatodas las virtudes del caballero y del perfecto cristiano ~.
Y no esraro encontrar composiciones de torneos espirituales ~ y
novelascaballerescas referentes al viaje a los infiernos y al
paraso 12 Encuanto a las crnicas> por citar un ejemplo, nos
encontramos con que>en 1428, cuando Juan II celebra una justa
solemne en Valladolid enhonor de su prima la infanta Leonor, el rey
y otros doce caballerossalieron a la tela l como Dios Padre, e los
otros todos con sus dia-demas, cada uno con su ttulo del santo que
era> e con su seal enla mano cada una del martirio que haba
pasado por nuestro Seor
13Dios -
Castilla> inmersa en la crisis poltico-social de los reinados
deJuan II y Enrique IV, haba visto decaer el ideal tico
caballeresco yvisto nacer> al igual que en Europa, los libros de
caballeras, que porel camino de la desmesura desmesura con que la
imaginacin in-tentaba llenar el vaco de la realidad ~ llegaron a
ser al final de suevolucin torpe burla del verdadero arquetipo del
caballero ~
Philippe du Puy DE CLINCI-IAMPS: La Chevalerie, Pars, Press
Universitairede France, 1962, pp. 67 a 76.
lO Martin de ROuER: Caballeros andantes espaoles, Madrid,
Espasa-Cal-pe> 1967 (col. Austral, 1397), y Los cantares de
gesta franceses, Madrid, Gre-dos, 1952. Ambas obras tratan sobre la
leyenda del Grial, entre otros temaspicos medievales, viendo cmo
sta respira la raz y evidente sentido cristianode la vida
caballeresca del protagonista.
II VALBUENA Pan: La vida espaola en la Edad de Oro, segn fuentes
litera-rias, c. 5, pp. 109 a 113.
12 W. VEnEL> op. cit., pp. 214-220.13 CARRILLO BE HUETE, op.
ct., e. 6; Lope de BARRIENTOs: Refundicin de la
Crnica del Halconero, edicin y estudio por J. de M. Carriazo,
Madrid, Espasa-Calpe, 1946, c. 30.
14 Claudio SNcEZ-ALBORNOz: Espaa, un enigma histrico (Buenos
Aires,Ed. Sudamericana, 1956, 2 vols.), II, p. 634.
5 Gonzalo FERNNDEz DE Ovirno expres esta decadencia con los
siguientesversos:
Castilla quiere que hable de nobles exer9itados,pero volos
trocados en usos de granjeria.
De la escondida caa suelen salir los ladrones>Y no todos los
blasones de armas son probados.
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86 Rosana de Andrs Daz
Importantes prosistas castellanos del siglo xv, como Valera,
Sn-chez de Arvalo y Cartajena, reflejan en sus escritos esta
decadenciadel mundo caballeresco. Mosn Diego de Valera, en su
Espejo deVerdadera Nobleza, dedicado a Juan II, afirmaba: Ya son
muda-dos por la mayor parte aquellos propsitos con los quales la
Caba-llera fue comenQada: estonges se buscaua en el cauallero sola
uirtud,agora es buscada cauallera para no pechar (...) y as como el
bitonon fase al monge, as lo dorado non fase al cauallero; e bien
tantoquanto la fe sin obras no aprouecha, otro tanto la Cauallera
synguardar su Orden... t Rodrigo Snchez de Arvalo, en la XV
consi-deracin de su Suma Poltica constataba el gusto por la
ostentaciny el lujo de los caballeros, ca a las vezes trahen muy
fermosopenacho y de gran valor y trahen las armas de vil
presgio...>; perotambin Cmo pervivan los ideales caballerescos
en las mentalidades:...Y puesto que los cavalleros de agora no
juren estas cosas... ca-lladamente las juran... y puesto que
realmente no lo juren no menospecan si lo quebrantan 17 El mismo
Prez de Guzmn, pese a su con-denacin de la nobleza corrupta que va
a su alrededor> y con suconcepcin medieval de la vida, esperaba
y propugnaba un retornoa la antigua virtud caballeresca ~.
VIGENCIA DEL MODELO DF VIDA CABALLERESCO
Pero aunque esta poca ya no iba a volver, si tenemos que
reco-nocer los abundantes frutos que la vigencia de los ideales de
vidacaballerescos iba a proporcionar.
Huizinga calific el ideal caballeresco de ideal esttico y
afirmsu fracaso como ideal moral> por lo que la historia de la
aristocraciaen el otoo medieval presenta un cuadro en el que el
honor se compa-gina eon el egosmo y la desvergenza 19
Prez de Guzmn se lamentaba de que haban decado los viejosideales
y de que triunfaba la apetencia de bienes y riquezas t aunque
(Las Quinquagenas de la Nobleza de Espaa, pub. por la Real
Academia dela Historia, bajo la direccin de don Vicente de la
Fuente, Madrid, 1880; 1, estan-cia 37, pp. 414 y 415; est. 45, pp.
490 y 491.)
16 Mosn Diego de VALERA: Espejo de Verdadera Nobleza, Madrid,
Ed. Ba-lenchana, 1875, e. 10, p. 219.
17 Pginas 277 y ss. de Prosistas Castellanos del siglo XV, op.
cit.19 Jos Luis ROMERO: Sobre la Biografa espaola del siglo XV y
los ideales
de vida, Cuadernos de Historia de Espaa, 1-II, Buenos Aires,
1944.~ Johan HUIzINGA: El Otoo de la Edad Media, Madrid, Revista de
Occiden-
te, 1973; del mismo autor, Men aud Ideas. History, 0w Middle
Ages, the Re-naisrance, Princeton University Press, 1984, Pp. 196 a
206.
20 Al referirse a la cada de Ruy Lpez Dvalos declara aludiendo a
la no-bleza castellana. ... pares~e que ms por cobdkia dc sus
bienes que por zelode justiyia, fue contra el progedido, gracias a
la avarigia que en Castilla es
USALResaltado
USALResaltado
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Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 87
no es menos cierto que escribi sus Generaciones y Semblanzas
do-minado por esos ideales en que se entremezclaban orgullo,
honra,fama y desvergiienza ~ Y tambin es cierto que Pulgar relata
confrecuencia los rasgos magnficos que honraban a algunos
magnatescastellanos de su tiempo, como el almirante don Fadrique
Enrquez>
22el marqus de Santillana, Pedro Fajardo, Rodrigo Narvez>
etc.
En Castilla el ideal caballeresco del honor no dej de ser
fecundocomo ideal moral en la vida diaria de los castellanos.
Snchez Albornoz, al ocuparse del tema, sospecha que la eficacia
moral de esteideal se debi tal vez a la ausencia en Castilla de lo
que ha sido cali-ficado de espectacular y de vaco de sustancia en
el ideal caballerescoeuropeo que l{uizinga nos presenta. La
diferencia esencial entre lasignificacin poltica> militar y
moral de este ideal radica en la em-presa de la reconquista, que
contrasta enormemente con las guerrasseoriales caballerescas que
describe este autor. La participacin delas milicias concejiles en
esta guerra nacional es, a ojos de Snchez-Albornoz, la causa de que
se extendieran los ideales caballerescos dela honra> la lealtad
y el orgullo> propios en teora de la nobleza, atodos los
ambientes sociales castellanos 23
Como causa coadyuvante de la crisis que en Europa trasmutpoco a
poco este ideal en puro formalismo, se encuentra el triunfoy
desarrollo del ideal burgus de la vida, que daba paso a un
sentidohedonstico de la misma. En Castilla se interfirieron los dos
procesoshistricos: el que impeda el desarrollo de una poderosa
burguesay el que aumentaba la vigencia social de los modos de vida
caballe-rescos, centrados en el orgullo, el honor, la dignidad y la
vergiienza 24
Refirindonos a los actos sociales que nos interesan> las
fiestasaristocrticas, la biografa cronstica empieza a incorporar en
el si-
entrada e la posee, lan9ando della vergenga e conienqia (ed.
DomnguezBordona, Madrid, 1932, c. 5). Opinin que corrobora
arnisliameute Alonso dePalencia en sus Dcadas al hablar del reinado
de Enrique IV.
21 De don Diego Lpez de Estiga dice. De su esfuerzo no se
sabe..,, perode presumir es que un caballero de tal linage de tanta
discrepin, que guar-dara su honra fama vergilenqa, en que va todo
el fruto del esfuer9o de lasarmas,> (op. ci., c. 8). As pues,
nos presenta los caracteres con que aparece elilustre caballero en
la biograta castellana del siglo xv, por los que nos esposible
observar Ya vigencia de los arquetipos medievaks en la vida social
yespiritual. Segn Prez de Guzmn, deber poseer el caballero una
tirme feen Dios, hablar con seso, tener horror a la avaricia>
ser leal con reyes, vasallosy amigos, estar alejado de malos
varones y de mujeres fciles y no tener temora la muerte (op. cit.,
pp. 24 y 64).
22 Es frecuente encontrar en sus Claros Varones de Castilla
(Madrid, ClsicosCastellanos, 1942) lo que afirma del conde de
Ribadeo por ejemplo. .~ gan porlas armas estimaqin de omme
esforgado valiente>,. Jos Luis ROMERO, op. czt.,presenta una
excelente sntesis sobre estos ideales de vida.
23 Sc-ozz-ALooaNoz, op. cit., II, pp. 646 a 654.24 Id., II, pp.
653 y 654; Pu~ DE CLINCHAMI5, op. ci., np. 117-123,
USALResaltado
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88 Rosana de Andrs Daz
glo xv ciertas formas de vida> ciertos valores que se pueden
calificarde renacentistas ~: la idea de la sobre todo, en Pulgar,
que se re-fiere a menudo a los hechos de la historia de Roma para
compararla conducta de los castellanos con los ms ilustres
personajes deaqulla ~.
Por ltimo, es interesante considerar cmo las hazaas y,
sobretodo> la leyenda del . conquistador son el postrer capitulo
de las ges-tas medievales. Efectivamente, la conquista del Nuevo
Mundo puedevlidamente interpretarse como una hazaa inspirada en el
sentidocaballeresco de la vida ~. Cronista como Gomara o Bernal Daz
delCastillo estn impregnados de este espritu. El mismo Hernn
Corts,en su visin de las cosas y en su conducta, fue claramente un
hombrede su tiempo y de la Espaa de finales del siglo xv, que
estaba, comohemos visto> todava fuertemente influida por los
conceptos tpica-mente medievales. Los conquistadores espaoles
fueron tambin asi-duos lectores de las novelas de caballeras,
siendo el Amads de Gaulala novela ms leda en ambos lados del
Atlntico en el siglo xvi 1
Como consecuencia lgica, nos encontramos con la celebracin
deabundantes y variadas fiestas caballerescas desde los primeros
tiem-pos de la conquista en el Nuevo Mundo. As, los espaoles> a
vecespara amedrentar a los seores indgenas> se exhiban en
complicados
ejercicios ecuestres. En 1520> por citar un ejemplo, Corts
organizen Tenochtitln, ante el asombro de Moctezuma, una gran
fiesta conun torneo> escaramuzas> sortijas y todo tipo de
ejercicios de lanzas,cuyas caractersticas se asemejaban en casi
todo a las celebradas enCastilla en pleno siglo xv
23 El artculo citado de J. L. ROMERO estudia cmo la biografa
testimonia ellento acceso de la renovacin renacentista durante este
siglo y cul es la valo-racin que la conciencia social otorga a esas
formas renovadas de vida quese imponan en los primeros planos de la
vida italifina y comenzaban, por en-tonces, a filtrarse en la
espaola. Por otra parte, sobre la evolucin del conceptodel
honor> ver el interesante estudio de Ottavio di CAMILLO en El
Humanismocastellano del siglo XV> Valencia, Fernando Torres Ed.,
1976.
26 Ed. J. de M. Carriazo, Madrid, Espasa-Calpe> 1940, p.
64.27 Pasz OB GUZMN, O~. cit., p. 82.~ Fernando del PULGAR, O~.
cit., pp. 26, 34, 67, 69, 105, 108, 110 y 136.29 Ida Rorrnfcurz
PRAMPoLINI: Amadises de Amrica. La hazaa de Indias
como empresa caballeresca> Mxico, 1948, pp. 27, 84, 104 y
Ss.; Luis WEcKMANN:La herencia medieval de Mxico (Mxico, El Colegio
de Mxico, 1984, 2 vols.),1, pp. 175-196.
30 M. HERNNDEZ Y SNCT-rz-BAnu.- La influencia de los libros de
caballerasobre el conquistador, en Estudios Americanos (Sevilla),
XIX (enero 1960).
~ WECKMANN, op. ct., 1, Pp. 153-174.
USALResaltado
USALResaltadoAMRICA
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Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 89
CARCTER COMPETITIVO, AMOROSO Y NOVELESCO DE LAS FIESTASDZ
cABALLERA
En estas fiestas los combates eran encarnizados y peligrosos.
Losjvenes nobles arriesgaban su vida para ganar la estima de sus
com-paeros y de sus damas. Las canciones de gesta y algunos
poemascaballerescos traslucen esta atmsfera de lucha real y
verdadero pe-ligro. Permitan a los nobles mostrar su ardor y
destreza, pero> msan> de afirmar su rango y su riqueza. Con
el tiempo> fueron perfec-cionndose las reglas de estas
ceremonias festivas y fueron perdiendosu carcter primitivo y no
llegaron a tener ms peligro que los acci-dentes> aunque> por
supuesto, el espritu de competicin segua vivo ~
Ya hemos visto cmo Alonso de Cartajena condenaba los excesosque
se producan y que costaban muchas vidas. Rodrigo Snchez deArvalo en
su Vergel de Prncipes trata del carcter competitivo deestas fiestas
y las considera un prctico medio de alcanzar la virtud>pues ms
loable es el ejergigio de justas que non el juego de tablaso que
otro juego de fortuna, porque es difficultoso e se llega msal
peligro e a la virtud de la fortalega; otros, ms noble exergi9io
ese deporte el torneo> que non la justa, porque ms figura tiene
deguerra> e ms allegado es al peligro e a la fortaleqa .
Si nos asomamos a algunas de nuestras crnicas castellanas>
comolas del reinado de Juan II, o recordamos el Passo Honroso, de
Suerode Quiones del que ms adelante hablaremos> o leemos las
p-ginas de El Victoria!, el mundo caballeresco espaol del siglo xv
ad-quiere consistencia y emerge plenamente vinculado a unos ideales
ya unas costumbres generales en Occidente. Ese otoo de la EdadMedia
espaola, del que habla Martn de Riquer ~tpresenta una rea-lidad
social que haca posible la existencia de caballeros
andantes>figuras que para muchos son solamente seres
literarios.
Sobre la novela de aventuras medieval ha pesado durante
muchotiempo la acusacin de irrealidad> idealismo>
fabulosidad, inverosi-militud, etc. ~. Sin embargo, se pueden
diferenciar dos categoras>igualmente interesantes, en las
fiestas de las novelas de caballeras
32 HEFRs: Filies, jeux et joates..., e. 1; VEDEL, op. cit., pp.
154-160. HuIzINCAretrat sagazmente un mundo brillante, inundado de
literatura y empeadoen mantener unas formas de vida de un pasado
que, nuiz por serlo> parecams bello (op. cii. en nota 19).
33 Prosistas Castellanos del siglo XV, p. 326. It Hurr CLIvE, en
su artculoIhe influence ot romances on tournaments of 11w Middle
Ages (Speculum,XX, 204-211, 1945), realiz unas interesantes
consideraciones sobre la prdidade vigor de los combates
caballerescos y la inspiracin que buscaron en losmodelos
literarios, en la misma lnea de Edouard SANDoz.- Tourneys in
theArtburian tradition, Speculum, XIX, 389-420, 1944.
~ Martn de RIOLIER: Caballeros andantes espaoles, pp. 9 y ss.~
FFR>L{NDEZ DE Oveno, op. cii., 1, est. 19, p. 233.
USALResaltado
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90 Rosana de Andrs Daz
espaolas: el Curia! y GUelfa y Tirant lo Blanc, novelas
catalanas casicontemporneas que tienen un fuerte componente
histrico y permi-ten plantearse el valor documental del gnero; y el
Amads de Gaulay el Palmern de Inglaterra, que han supuesto el
modelo de innume-rabIes fiestas aristocrticas> e invitan a
reflexionar sobre el lugarde la ficcin en la vida de la nobleza
~.
Estas novelas hablan numerosas veces sobre las ceremonias
dearmar caballeros y tambin hay abundantes descripciones de
empre-sas (se entiende por empresa el voto por el que un caballero
se com-prometa a sostener una opinin, cumplir una promesa de
llevaralgn objeto, etc.> hasta realizar un hecho de armas
obedeciendo aunas reglas especiales) ~. Ms frecuentemente aparecen
pasos de ar-mas ~ y, sobre todo, torneos y justas, prolijamente
desarrollados. As,en el Curial y Guel/a, bajo un gran despliegue de
lujo, color y galan-tera se ponen de manifiesto solapadamente las
rivalidades polticastradicionales de las casas reinantes europeas,
quedando vencedor delos combates el monarca aragons ~; este
episodio novelesco se basen el famoso duelo entre Carlos de Anjou y
Pedro III por la cuestinsiciliana y que narran los cronistas
Desclot y Muntaner ~.
Por su parte, el Tirant lo Blanc presenta un mayor lujo de
detallesy gusto por describir el ornamento y el espectculo de los
torneos ~Al describir un torneo celebrado en Constantinopla con
ocasin de lavisita de los embajadores del Gran Sultn 42, la
inspiracin mitolgicade su puesta en escena no puede por menos de
recordarnos la clau-sura de las justas organizadas por don Alvaro
de Luna que nos relatala Crdnica del Halconero de Juan II: tras los
combates, el dios Amor,acompaado por Vulcano y Jpiter, emite su
veredicto, erigiendo aJuan II vencedor que recibe un caballo como
premio y a don Al-
~ Sylvia ROLBAUD: Les ftes daus les rornaus de chevalerie
hispaniques,t. III de Les Ftes de la Renaissauee, op. ci., pp.
313-340.
~ Joanot MARTORELL y Martn Joan de GALnA: Tiranr lo Blanc,
Madrid,Alianza Ed., 1969, 2 vols., e. 68 a 73, vol. 1. PaInierliz
de Inglaterra, ed, A. Bo-aiEa y San Martin, Nueva E. A. E., XI,
Madrid, 1908; lib. 1, c. 22-23, Pp. 38-41,y c. 26, pp. 44-45; lib.
II, c. 22 y 23, Pp. 247-252.
38 Amads de Gaula (ed. P. de Gayangos, E. A. E., XL, Madrid,
1857), lib, 1,e. 17-18, pp. 46 y 47; lib. II, e. 7, p. 122.
Palmern..., lib. II, e. 36 a 46, pp. 288 a 323:es la descripcin de
un soberbio paso de armas mantenido por el caballeroFloriano, cerca
de Dijon, y sus escenas recuerdan las pginas de El Victorial(op.
cir., c. 78, 83 y 89), cuando cuentan los combates de Pero Nio,
condede Buelna, en el castillo de Srifontai~e, cerca de Run. Otro
paso de armasaparece en la misma obra (lib. II, e. 40, p. 302),
convertido esta vez en una ver-dadera fiesta galante ms que en un
hecho caballeresco,
~ Curial..., lib. II, pp. 170, 195 y 215.~ Sylvia ROUBAUn, op.
cO., pp. 3164 Tirant lo Blauc, 1, e. 29, 44 a 51, 52 y 60; y tambin
en lo que se refiere a
retos y desafos: 1, c. 77 y 79.42 Id,, II, c. 189.
-
Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 91
varo una cimera con plumas de sus alas y rogando a las
damas43presentes que prodiguen su gentileza con los campeones
Podemos concluir, en primer lugar, que las fiestas que
ofrecenestas novelas presentan grandes analogas, en sus motivos y
modali-dades, con las que relatan las crnicas oficiales. En segundo
lugar, enlas fiestas de la poca se puede reconocer un parecido de
motivos yesquemas que muestran la tendencia de la aristocracia a lo
imagi-nario y a inspirarse en la literatura caballeresca.
Nuestro siglo xv est lleno de verdaderos e histricos
caballerosandantes que llevaron sus empresas por reinos europeos,
tanto cris-tianos como paganos> y concluyeron brillantes
aventuras t Muchosde ellos se dedicaban a los torneos como
compensacin a las antiguasguerras privadas, convirtindose stos en
manifestaciones de un de-porte con el que los prncipes divierten a
sus inquietos caballeros enlas pocas de ms tranquilidad;
entretenimiento que en numerosasocasiones les hacia ir de una corte
a otra en busca de torneos ~.
Por otra parte, estos espectculos se desarrollaban en un
ambientemuy caracterstico> que trataremos de explicar. La
educacin corte-
~3 CARRJLLO DE HLETE, op. cit., e. 163, pp. 154-155, y e. 164,
p. 160. Un episodiopoco conocido de la Crnica del Halconero ilustra
perfectamente la compe-netracin entre la realidad y la ficcin;
narra las fiestas que organiza el in-[ante don Enrique en
Valladolid, en 1428 (e. 3, pp. 20 y ss.); los decoradosson clsicos
(ver nota nm. 4) y su puesta en escena no puede ser ms prximaa las
que se narran en las novelas de caballeras, como constata 5.
Roun..xtin,op. cit. Ver tambin SNcJ-rnz ALBORNOZ, op. ci., 1, e. X,
pp. 615 a 636.
44 Las crnicas as lo testimonian: C. nE HUElE, op. cd., e. 188;
BAIZIUP.Nos,op. cit., c. 105; PREz DE GuzMN: Crnica del Prncipe don
Juan Segundo, 1435,c. 8 (Crnicas de los Reyes de Castilla, t. II,
B. A. E., Madrid, Atlas, 1953); Diegode COLMENARES: Historia de la
Insigne Ciudad de Segovia y Compendio de lasHistorias de Castilla
(Segovia, Academia de la Historia y Arte de San Quirce,1965, 2
vols.), 1, c. 29; por citar algunos ejemplos. Fernando del Pulgar
notabacon orgullo. Yo, por cierto, no vi en mis tiempos ni le en
los pasados. veniesentantos cavalleros de otros reinos tierras
estraas a estos vuestros reinos deCastilla Len, por fazer en armas
a todo tran9e, como vi que fueron cavallerosde Castilla a la buscar
por otras partes de la Cristiandad. COno9i al conde donGonalo de
Guzmn e a Juan de Merlo..., a Gutierre Quixada a Mosn Diegode
Valera oi dezir de otros castellanos que con nimo de cavalleros
fueronpor los reinos extraos a fazer armas con qualquier cavallero
que quisiere...e por ellas ganaron honra para s, fama de valientes
esfor~ados cavallerospara los fijosdalgo de Castilla> (op. cit.,
ttulo XVII).
~ W. VEDEL, op. cit., pp. 14 y ss.; Sidney ANCLO, en su artculo
LArbre dechevalerie et le perron dans les tournois (pp. 283 a 298,
t. III de Les Ftesde la Renaissance, op. ci.), habla de la
existencia real de los caballeros andan-tes y de la relacin con los
libros de caballeras; y 1. E. Ruiz DOxtExEcF (ElLaberinto cortesano
de la Caballera, Instituto Universitario de Estudios Me-dievales,
Univ. Autnoma de Barcelona, 1981, 2 vols., Pp. 27 a 75, II) estudia
elfenmeno de la errancia: para l, las fiestas de caballera
presentan un com-plejo de hbitos que, superponindose unos a otros,
ofrecen un sentido a lasuperioridad social y legitiman el bloque de
privilegios de los jvenes caballerosque recorran los caminos de
Europa. Ver tambin: Georges Duay, Lesjeunes dans la socit
aristocratique dans la France du Nord-Ouest au xivsicle,,, Anuales.
E. 5. C., 1964, Pp. 835-846.
-
92 Rosana de Andrs Daz
sana no se basaba nicamente en el aprendizaje del manejo de
lasarmas y otros juegos> sino tambin en todas las artes de la
sociedadque puedan imaginarse> como la msica, la danza> el
canto y la poe-sa, que se desarrollaron enormemente en las veladas
cortesanas; y,por supuesto, en el arte de la conversacin>
caracterizado por lasdisputas y dilogos de amor. En estas cortes,
reales y seoriales> eldeseo de agradar y destacar tena gran
importancia, as como el afnde aventuras y el culto a la -hermosura
~. Era una sociedad en laque brillaba el amor y la lucha> con la
participacin decisiva de lostrovadores, maestros de un arte
amatorio caracterstico. Los jve-nes caballeros se afanaban por
descollar en torneos y justas paracaptar la atencin de sus damas o
dedicarles su victoria t Cada unoelega una de ellas, segn el urs
amatoria, para servirla en sociedad yluchar por ella en las fiestas
~. Arte amatorio que plasm AndreaCapellanus en su De Arte Amand,
escrito en latn hacia 1200, expli-cando los treinta y un preceptos
del cdigo caballeresco del amor QDe l se hizo eco Diego de San
Pedro en su Tractado de Amores deArnalte e Lucenda, al ofrecernos
las reglas del amor, con una posturaque se podra calificar de
ovidiana ~2 El protagonista, Arnalte, persi-gue a Lucenda
utilizando cuantas estratagemas se le ocurren, entreellas llevar en
una justa una invencin que declara su pasin: sucimera era un peso,
con un platillo verde y otro negro; el primeromuy alto y el segundo
muy bajo, y la letra deca:
En lo poco que esperan~apesa, se puede juzgarcunto pesa mi
pesar.
El color verde significaba esperanza> y el negro, dolor ~.Ya
las Partidas, al hablar de la Caballera, decan que los caballe-
ros . . porque se esforassen ms, tenan por cosa guisada, que
los
~ Sobre el importante papel de las cortes en el comportamiento
festivo delos caballeros ver: Ruiz DOMENECIL> op. cit.> II,
pp. 72-74.
~ W. V~nrt, op. dL, e. 5, pp. 40 y 154; Jacques LArrrrE-UoossAT:
Troubadourset Cours dAmour, Pars, Press Universitaire de France>
1966, Pp. 71-97.
48 VEDEL, op. cit., pp. 48 y 68; DEz DE GMEs, op. cit, e. 83.~
FERNNDEZ DE OVIEDO> O~. cit., 1, est. 19, p. 233.5~ VEDEL, op.
cit., p. 72.51 Id., pp. 74-82 y 154-160; LAFITTE-IvIoossxr, op.
cit., Pp. 37-71.52 Esta obra fue compuesta entre 1483 y 1485:
Madrid, Castalia, 1971.~3 d., pp. 112 y 113. Adems, sobre motes y
divisas: PULGAR, op. cit.,
letra XIII; Crnica Incompleta de los Reyes Catlicos (1469-1476),
Estudio deJulio Puyol, Madrid, 1934, ttulo 20; Cronicn de
Valladolid> Coleccin de Docu-inentos Inditos, t. XIII, pp.
92-94; Alonso de PALENCIA: Crnica de EnriqueCuarto (trad.
castellana por A. Paz y Meli, Madrid> 1904-1908, 3 vols.),
III,II, c. 3, y Prlogo, LXI; Mosn Diego de VALERA: Crnica de los
Reyes Catlicos(ed. y estudio por 3. de M. Carriazo, Madrid,
1927>, c. 9; DIEz DE GAMES> op. cU.,p. 245.
-
Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastilmara
93
que oviessen amigas> que las nombrassen en las lides>
porque les54
crecessen ms los coragones, e oviessen mayor vergilenga de errar
-Por supuesto> El Victorial, al narrar las aventuras
caballerescas
de Pero Nio, nos enriquece la informacin en este sentido y
dicede l que fue esmerado en amar en altos lugares; e bien ansi
comosiempre dio buen fin a todos sus fechos de armas que comenv,
enunca fue vengido, ansi en los lugares donde l am fue amado enunca
reprochado...; y de los caballeros, en general> que e se trahen
ms guarnidos, e hazenpor su amor grandes proezas e cavalleras, ansi
en armas como enjuegos, e van en otros reynos con sus enpresas
dellas, buscandocanpos e lides, loando e ensalzando cada uno su
amada e seora... ~.
Por ltimo> cuando en 1475 hacen su gran entrada los
ReyesCatlicos en Valladolid, la Crnica Incompleta, relatando las
solem-nes justas que se celebraron> aprovecha para reflexionar
sobre cmo . - .los venturosos justadores... siempre contentaron ms
al dios deamor que al del qielo, ellos as glorindose del servigio
que cada unopensava hager a su amiga... y sufran syn pena el
trabajo.. - aunquelas fuergas de los justadores cansasen, las
voluntades> engendidas conla presungin de quien los mirava,
hagan aborrecer las tinieblas ypedir antorchas para que ms langas
al nmero de las muchas rom-pidas acregentassen. . .
En pocas palabras, se puede decir que para aumentar la
tensincausada por la lucha disponan estas fiestas caballerescas del
incen-tivo del orgullo y del honor aristocrticos y del efecto de la
pompaertico-romntica y artstica. Estaban sobrecargadas de
ornamenta-chin y magnificencia; la vida real era dura y cruel>
la crisis alcanzabatodos los aspectos de la vida. En la existencia
del cortesano y en lacarrera militar haba poco espacio para esos
sentimientos de heros-mo por amor. Pero en su mentalidad s existan
y quera experimen-larios a travs de costosos y vistosos espectculos
como eran las fies-tas de caballera que> a continuacin, vamos a
describir.
1. El paso de armas
Dentro de las modalidades de combate caballeresco> el paso
dearmas se llevaba a cabo con unas condiciones muy precisas: un
ca-
54 Partida II, ttulo XXI, ley XXII (citada por SNCHEZ ALBORNOz,
Op. cit,II, p. 623).
5~ Dnz an GAMES, op. cit., p. LII a LVI del Estudio Preliminar,
y c. 34.56 Crnica Incompleta..., tt. 20; PALENCIA> op. cit.,
III, II, c. 3; Cronicn de
Valladolid, pp. 92 a 94.
-
94 Rosana de Andrs Yaz
ballero, situado en un lugar fijo junto a un rbol, una
fuente> unpuente , en medio de un camino, bosque o valle ~
prohiba el pasoa todos los caballeros que intentaban acercarse al
lugar vedado odefendido. Este caballero era el mantenedor del paso.
Los dems,que deban conocer las condiciones de ste los captulos del
com-bate expuestas pblicamente con anticipacin al aceptar la
aven-tura, se convertan en aventureros> y se enfrentaban con el
defensordel paso. Este, a menudo, se encontraba ayudado por varios
compa-eros que actuaban tambin como mantenedores.
El paso solfa durar un nmero determinado de das o de semanasy,
por lo general, se fijaba tambin de antemano en los captulosel
nmero de lanzas que se haba de romper en cada combate o eltotal que
haban de quebrar .
Estos acontecimientos caballerescos tenan sus jueces, por lo
ge-neral viejos caballeros experimentados, sus oficiales reyes de
ar-mas, heraldos, trompetas> persevantes, notarios que
levantaban actade los combates y un numeroso y lucido pblico, entre
el cual lasdamas ocupaban un lugar principal. Eran autnticos
espectculos de-portivos, llenos de colorido, a los que acudan los
caballeros jvenesque deseaban darse a conocer y los experimentados
para conservary acrecentar su prestigio.
Sin lugar a dudas> el ms famoso paso de armas y del que
con-servamos una informacin ms detallada, es el Passo Honroso
defen-elido por el Excelente Caballero Suero de Quiones ~. Pero las
crni-cas castellanas reflejan otros muchos, como el que se celebr
el18 de mayo de 1428 en Valladolid, con motivo de la llegada de
doaLeonor de Aragn que iba a Portugal a casarse con el nfante
donDuarte ~; o el Passo de la Fuerte Ventura, en que particip
RuyDiaz de Mendoza, en 1440, y que narra Prez de Guzmn en su
Cr-nica 61; o aquel en que particip Beltrn de la Cueva, cerca de
Madriden 1472, para festejar la llegada de un embajador extranjero
62
Del Passo Honroso que defendi el caballero leons Suero de
Qui-ones del 10 de julio al 9 de agosto de 1434> poseemos un
relatominucioso y detallado, que elabor el escribano real y notario
p-
Ver 8. ANGLO> O~. cit., sobre el rbol caballeresco; Amads de
Gaula,II, e. 7, narra el paso del puente de madera; junto al puente
sobre el roOrbigo se celebr el famoso Passo Honroso>, del que
adelante hablaremos.
58 Amads..,, 1, c. 17-18, sobre el paso del valle de los pinos;
ENRDUEZ DELCAsTILLo: Crnica de Enrique IV (Cr. R. Cast., t. III),
c. 23 y 24, sobre el cele-brado en Madrid en 1472, en un camino de
un bosque cercano.
De Pedro RooRtcunz DE LENA, Valencia, Imp. de A. Sancha, 1970.
OP. ct., c. 23 y 24.
-
Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 95
blico Pedro Rodrguez de Lena. Todo empez cuando en Medina
delCampo, a primeras horas de la noche y ante el rey y su corte, se
pre-sent Suero de Quiones y otros caballeros> entre ellos Lope
deEstiga con una argolla de hierro al cuello. Un faraute presentsu
peticin y el rey Juan II, tras consultar a su consejo, le concedilo
que solicitaba, para que as el virtuoso cavallero se pudiese
deli-berar de su prisin. Entonces ste ley los captulos de su
empresay pudo tener lugar el paso en el tiempo convenido.
El punto de partida o excusa era, entonces> un voto
caballerescodel que el mantenedor> se tena que liberar. A pesar
de que los jue-ces declararon libre del voto a Suero de Quiones y
de que le resca-taron de la argolla que tena que llevar todos los
jueves como pri-sionero que era de su amada, en el Passo Honroso no
se rompieronlas trescientas lanzas que se haban anunciado en los
captulos>> sinonicamente ciento setenta y siete. Y ello no
por falta de aventureros,precisamente, pues el ltimo da de su
celebracin se quedaron trescaballeros sin combatir por haber
expirado el plazo.
El paso de armas es quiz la manifestacin ms clara, dentro delos
espectculos caballerescos, de la tendencia a novelizar su
vida>sobre todo en las relaciones con las damas, por cuyo amor
se orga-nizaban estos pasos y se realizaban los mencionados votos.
Lo cualno quiere decir que no se consideraran como algo muy serio,
en loque se invertan grandes sumas de dinero y que ofreca un gran
es-pectculo que entusiasmaba al pblico asistente.
2. Las justas
Las justas eran combates singulares de hombre a hombre. Tam-bin
eran al propio tiempo ostentacin del valor personal y
entrete-nimiento pblico y espectculo apropiado para grandes
acontecimien-tos como bodas> bautizos y coronaciones reales 64
En ellas tomabanparte los mismos reyes y> por supuesto, los
magnates y caballeros j-venes y aventureros que queran ganar estima
en la Corte 65
Los caballeros hacan en las justas gala de buenos
cabalgadores,fuertes y certeros. Lucan ostentosos paramentos en sus
arreos y
63 M. de RIOUER, op. cit., pp. 15 y ss.64 PREZ DE GUZMN, op.
cit., 1423, c. 3; 1425, e. 2; COLMENARES, op. cit., 1, c. 28
y 29; Andrs BERNLOEz: Memorias del reinado de los Reyes Catlicos
(Ed. M. 06-mez Moreno y 5. de M. Carriazo, Madrid> 1964), c. 29;
F. del PULGAR: Crnicade los Reyes Catlicos (Cr. Reyes Cast., t.
III), tercera parte, e. 128; J. ALENDAy MIRA: Relaciones de tiestas
y solemnidades de Espaa, Madrid, 1903, p. 12.
65 Dfnz DE GAMES, op. cit., c. 30; L. FERNNDEZ DE RETANA: Isabel
la Catlica,fundidora de la unidad nacional espaola (Madrid, 1947, 2
vol. II, 471.
-
96 Rosana de Andrs Diaz
en los caballos ~, adornndose con las bandas, trofeos y joyas
desus damas 67
Las justas, fundadas en las largas luchas contra los moros,
solanhacerse con caballos y armaduras de guerra ~; las lanzas eran
agudas>ms o menos gruesas> hechas con fierros de Miln. Se
trataba dedesmontar al rival> en el choque violento> a todo
el correr del caba-lo> o quebrar sobre l el fuste de la lanza.
Ello envolva peligro,pues a parte del fuerte encontronazo de la
lanza con la armadura, yel peligro de perforacin, la simple cada
con el peso del arns y laposible cada del caballo eran, a
menudo> ocasin de graves heridasy en ocasiones de muertes % Era
rara la fiesta en que no haba quelamentar, por lo menos, graves
lesiones> teniendo en cuenta que en elpeligro y la competicin
estaba el inters del juego. Nunca faltabanmdicos y cirujanos en
dichos acontecimientos. ( sino tambin se daba por rotas se
derribaba al contrario o se le ocasionaba una herida
sangrienta.
El encuentro tena lugar en un palenque> o liza, recinto
cerra-do por maderas> que tena alrededor construidos unos
cadahalsos>para los justadores que esperaban su turno, los
jueces, reyes de ar-mas , farautes> trompetas, escribanos>
etc.> siendo el principal parael rey, grandes seores y damas>
mientras el pblico se apiaba enel espacio alrededor de la liza, de
pie y al aire libre.
El reinado de Juan II de Castilla debi de ser la edad de oro
delas justas, dada la aficin enorme que tena este monarca y la
etapade cierta tranquilidad externa que permita la organizacin de
estosespectculos que entretenan a la conflictiva nobleza castellana
y delos que las crnicas nos proporcionan numerosos testimonios
~.
~ CARRILLO DE HUETE, op. cit., e. 6; BARRIENTOS> op. cii., c.
30; Dir.z DEMES, Op. cii., c. 30 y 31; Alonso de SANTA Cnuz: Crnica
de los Reyes Catlicos(ed. de 3k de Nl. Carriazo, Sevilla> t9SI,
2 voIs.), II, e. 66.
67 Crnica de Don Alvaro de Luna, Condestable de Castilla,
Maestre de San-tiago, Ed. de J. de M. Carriazo, Madrid,
Espasa-Calpe, 1940, c. 8.
~ CARRILLO DE Hueve, op. cii., c. 5, 157 y 204; PREZ DE GUZMN,
1428, e. 8;BARRIENTOS, op. cii., c. 29.
69 Dez DE GAMES, op. cii., p. 29; PREZ DE GUZMN> O~. cii.,
1428, e. 8; AlvarGARcA nr SANrAMARIA: Crnica de Don Juan II de
Castilla (Madrid, Co. Do. In.,t. 99, pp. 79495, y t. 100, pp.
1-409, 1891), c. 2 de 1423; PALENCIA, op. cii., II, II 10Lorenzo
GALNDEZ CARVAJAL: Anales Breves del reinado de los Reyes
Catlicos(Cr. Reyes Cast., t. III), ao 1497; F. RETANA, op. cii.,
II, pp. 471-472.
70 Diego de VALERA.Prehemincncias y cargos de los oficiales de
armas,pp. 169-171 de Prosistas castellanos del siglo XV, op.
cii.
71 CARRILLO DE HUETE, op. cii.> introd., 1425, c. 1, 5, 6,
157; BARRIENTOS, op. cii.>c. 29, 30, 31, 71 y 84; PREZ DE GUZMN,
O~. cii., 1415, e. 3; 1423, c. 1 y 3: 1428,e. 8 y 9; GARA DE
SANTAMARA, op. cii., 1424, e. 1; COLMENARES> op. cii., 1, c.
28;PULGAR, op. cii., tercera parte, c. 128; PALENCIA, III, II, e.
3; VALERA: Crnicade los Reyes Catlicos, c. 8; DEz DE GAMES, op.
cii., e. 97; Lucio Marineo Scu-Lo: Vida y hechos de los Reyes
Catlicos, Madrid, Atlas (col. Cisneros, nm. 53),1943, p. 154;
FERNNDEZ DE OVIEDO> OP. cii., 1, est. 47, p. 515; ALENDA Y MIRA,
op. cii.,pp. 1 a 11.
-
Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 97
Las justas solan comenzar al amanecer. Previamente> los
justado-res haban odo misa devotamente y luego tomaban posesin
delcampo. Salan a l con sus ricos paramentos y acompaados de
variospajes. Luego llegaban las lanzas en un carro y se preparaban
jueces>reyes de armas ,y escribanos. Dada la seal de
comienzo> la justaempezaba; el nmero de encuentros estaba
determinado y especi-ficado en los captulos y condiciones. Se
acostumbraba a entregarun trofeo al caballero que mejor justase, un
presgio, que poda serun caballo, un almete o una joya 72
Con frecuencia> sobre todo a partir del reinado de Juan
II> estasjustas se vean enriquecidas con invenciones> y
entremeses, queles proporcionaban vistosidad y colorido ~. Parece
ser que el Condes-table don Alvaro de Luna era muy aficionado a
ambas representacio-nes, dndolas un agudo significado poltico o
simplemente cortesa-no. Su cronista afirma que fue muy inventivo e
dado a fallar inven-giones e a sacar entremeses en fiestas o en
justas o en guerra, en lascuales invengiones muy agudamente deQia
lo que quera ~. Y yahemos visto cmo Juan II y doce caballeros ms
salieron en ciertaocasin a la tela como Dios Padre y su corte
celestial ~.
Despus de celebrada la justa, solan organizarse grandes
cenas>que eran amenizadas con msica> danzas y especialmente
con mo-mos. Estos eran un tipo de festejo introducido en los
salones caste-llanos durante el siglo xv: eran unos danzantes
disfrazados> caballeros
72 CARRILI.O DE HUETE, op. cii., c. 164. En su Preheminencias y
cargos de losoficiales de armas, Mosn Diego de VALERA refleja el
complicado ceremonialde estas fiestas caballerescas, hablando de
las obligaciones propias de los re-yes y oficiales de armas; entre
otras:
... que todos los desafos que entre los reyes o prncipes se
oviesende haser, se hisiesen por los reyes d>arn-ias... Es asi
mesmo generalcostunore en el mundo que quando conbateri caballeros
en presenciade algn prn9ipe, que los pavellones y cotas darmas y
randeras yparamentos que traen, sean dell ofigio de armas; y quando
justas rea-les se hasen y ay presgio en ellas, que el tal presgio
se d al cara-llero o gentil onbre por la mano de los reyes darmas
que presentesfueren, y los cadahalsos que para ellos se hasen son
de los ofigialesdarmas...; y qualquiera respuesta que se haya de
haser entre cava-lleros no se acostunbra a fazerse salvo por
ofigial darmas si puedeser ando, y no lo aviendo sulese haser por
tronpeta o tanborn conletra sellada del que la hase (pp.
169-171).
73 Sobre la naturale~.a y definicin de la palabra entrems y su
historia,ver la obra interesantsima de Agathe LAFORTUNE-MARTEL: Fte
noble en Bour-gogne en XV~ sicle. Le banquc du Faisan (1454):
Aspecis politiques, socxauxci culturales, Cahiers dtudes Mdivales,
8, Paris, Vrin, 1984. Tambin GlyneWcuFIAM: The Medieval Theaire,
London, Weidenfeld & Nicolson, 1974; Fer-nando LZARO CARRETEE:
Teatro Medieval, Madrid, Castalia, 1981, pp. 52 y ss.
~ Crnica de Don Alvaro de Luna..., c. 68; ENR~OUEZ DEL CASTILLO,
op. cii.,e. 14; LzARO CARRETER, op. cii.., pp. 52 y 53.
n Ver nota 13 y Dinz nr GAMEs, op. cii., e. 97. Sobre otro tipo
de curiosasinvenciones: PREZ DE GUZMN, op. cii., 1428, e. 9;
PALENCIA> op. cii., 1, 1, e. 1;SANTA Cam., op. cit., LS, e.
11.
-
98 Rosana de Andrs Daz
y damas tambin, que ejecutaban danzas y bailes, quiz
burlescos,alegricos o de otra naturaleza; eran un gnero especial de
que lucan cada una sus coloresen los arreos personales y de las
cabalgaduras; por ciertas particu-laridades de los atarlos que
ostentaban en la lid, manifestaban elamor por sus damas. Tales eran
los emblemas llamados divisa, em-presa y mote>.
La divisa consista en un color simblico que expresaba
con-vencionalmente los sentimientos o la situacin amorosa del
caballe-ro ~ Con ocasin de cierto torneo, Alonso de Palencia
explica:cada campen deba sacar la dirisa que escogiese; unos
descubransu secreto pensamiento presumiendo ocultarle; otros, por
el contra-rio> insinuaban lo que ms tarde pensaban realizar>
1 Diego de Va-lera en varios de sus tratados, relaciona los colores
con virtudes;as, el amarillo con la templanza, el azul con la
lealtad, el verde conla esperanza, el blanco con la castidad, el
colorado con la grandezade corazn, el negro con la firmeza, etc.
1
Las empresas constaban de dos partes, llamadas alma y cuer-po,
que aisladamente carecan de significado. Consista el cuerpo>en
una figura pintada: guila, palmera, laurel, etc. El alma> era
lainscripcin o letrero que acompaaba y explicaba la figura. As,
unaempresa> llevaba pintada un guila, con la inscripcin ms
cruely menos franca, haciendo referencia a la dama por la que se
com-
80
bata
76 Los Hechos del Condestable don Miguel Lucas de Iranzo (Ed.
LS. de M. Ca-rrar.o, Madrid, Espasa-Calpe, 1946) son una rica
fuente de testimonios sobreliestas y tambin sobre este tema; ver
cap. 16; LZARO CARRETER, op. cii.,pp. 63 a 65.
Tras i.a justa que relata Diego de San Pedro, y que antes hemos
mencio-nado, e... como la hora de momear llegada fuese, saliendo
los momos a lasala, cada uno con la dama que serva, comenzaron a
danZar,.. (Tractado deamores de Amalle e Lucenda, pp. 111 a
113).
~ Ya el Romance de Ayala (Romancero General, ed. de Agustn Durn,
Ma-drid, Riradeneyra, t. X, p. 124) detalia el uso simblico de los
colores. Estacostumbre subsistia en cl siglo xvu y a ella alude
Guzmn de Alfarache (Ma-drid, Clsicos Casteilano=;1940; flL 208)
Vtjbin J DI.nt Y PIUELA:
Tambi.sc divierte cl pueblo, Madrid, Espasa-Calpe, 1954, p.
95.78 PALENcIA: Op. cil., III, II, c. 3.~ VALERA: Espejo de
Verdadera Nobleza, e. U, y Tratado de Rieptos e de-
safos, p. 137.80 DELEITO Y PIUELA: O~. cii., pp. 95 y ss.
-
Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 99
Los motes> eran mximas o proverbios comprensibles por
smismos, tales como Quien ms vale sufre ms> Quien espera
deses-
SIpera>, Para todos sale el sol> etc. -En todos los
torneos que aparecen en las crnicas castellanasexista un premio o
galardn para los vencedores> los cuales se loofrecan a sus damas
como testimonio de amor o cortesana ~.
Una variedad de los torneos eran las escaramuzas de
adargas,llamadas as por ser encuentros efectuados con esos
instrumentos>que eran escudos de cuero de forma ovalada ~. Los
contendientes pe-leaban agrupados en cuadrillas, tirndose mandobles
desordenada-mente. Otros caballeros les servan de jueces y
determinaban el nme-ro de encuentros> poniendo fin a la lucha
cuando lo estimaban regla-mentario o conveniente situndose en medio
del campo. Los trom-petas y atabales divertan al pblico con su
incesante msica y losdesordenados encuentros entre los
participantes daban gran variedady espectacularidad a esta fiesta,
demostrando adems su valor y des-treza.
Otra transformacin de los torneos eran los juegos de caas,
queobtuvieron un gran xito en el siglo xv ~. Consistan en una
carreraentre varias cuadrillas de jinetes, que se asaetaban unas a
otras conlanzas de caa> Dejemos que explique Palencia en qu
consistancuando narra los festejos con que se honr a los
embajadores delrey Fernando de Npoles> en 1477: Uno de los
festejos con que sedispuso honrarles fue un juego de caas entre dos
cuadrillas de esco-gidos caballeros jerezanos> exactos
observadores de las condicionesde este ejercicio en que, despus de
acometerse y arrojarse mutua-mente largas caas que rebotaban en las
adargas> los justadores danvuelta corriendo al palenque y van a
reunirse con su respectiva cua-
i d.82 Mercedes GAInROIs: Historia del Reinado de Sancho Cuarto
de Castilla,
Madrid, 1922-1928, 3 vols.; 1, c. 15; Crnica del Rey Don Alfonso
el Onceno (Cr-nicas de los Reyes de Castilla, t. 1), c. 141 y 186;
PREZ DE GUZMN: op. cii.,1423, c. 1 y 1428, e. 10; Crnica de don
Alvaro de Luna, c. 74; ENR1OUEZ DEL CAs-TILLO: O~. al., e. 14;
Crnica del Rey Don Pedro, de Pero LPEZ UE AYALA (Cr. E..Cast., t.
1), 1356, c. 4; VALERA: Memorial de Diversas Hazaas (Cr. R. Cast.,
t. III),c. 10; Hechos del Condestable..., c. 5; PALENcIA: Op. cii.,
1, IV, e. 6 y 1, V. e. 1;DIEZ DE GARLES: Op. cii., c. 51.
>~ Sobre las armas que se usaban a la gineta: adargas,
bohordos, caas, ascomo los aderezos que tradicionalmente se
utilizaban, ver Gregorio DE TAPIASALZED: Exergi en las que suelen
poner vandas, motes, cifras y empresas muy curiosaspara regocijo y
galantera.
~ VAlERA: Memorial..., e. 51; Hechos del Condestable..., c. 11;
Crnica deDon Alvaro de Luna, c. 105; VALERA: Crnica..., e. 85;
PALENCIA: Op. cii., III,XXX, e. 5; Hechos del Condestable,,,, c. 5,
Pp. 172, 176 y 180.
> TAPIA SALnsoo: Op. ci. (ejemplar conservado en la
Biblioteca Slacional dcMadrid, con curiosas ilustraciones) explica,
asimismo, las medidas y caracters-ticas que tradicionalmente tenan
estas caas.
-
100 Rosana de Andrs Daz
drilla. Est prohibida toda contienda, aunque entre ellos
existanrencores o salgan heridos del combate> y ni se considera
ms ene-migos a los caballeros de una cuadrilla cuando arrojan la
caa trai-doramente contra los contrarios no protegidos por las
adargas> nipor esto se tacha a los justadores ~.
Existan tambin caas pequeas llamadas bohordos>> que te-nan
canutos pesados llenos de arena o yeso y que> segn Tapia
Sal-zedo, eran muy vistosos para arrojarse a mucha distanqia ~
El origen de los juegos de caas parece ser musulmn t
TapiaSalzedo cuenta que en los juegos de caas se sola usar que la
mi-tad saliessen vestidos de Christianos y la otra mitad de Moros,
contodos los requisistos de su trage> y era muy vistoso el de
las TocasMoriscas, por ser tan extraordinario...> ~,
caractersticas que tambinreflejan los hechos del condestable Lucas
de Iranzo ~. De este anta-gonismo entre las dos religiones, llevado
a las fiestas> pueden ser re-miniscencia evidente los simulacros
de las luchas entre moros y cris-tianos que han sobrevivido en la
regin valenciana.
~ P~sncu.: Op. cii., III, XXX, c. 5; ENRQUEZ BEL CASTILLO: Op.
cii., c. 64.87 Op. cit.: El Poema de Alfonso el Onceno, al hablar
de las fiestas de la
coronacin de ste, dice as.- Unos andavan dangando/desde el fondo
fastaenqima 1 los otros bofordando otros jogando esgrima. Tomaban
escudo lanqa, / la jineta ivan jogando; ricas dueas faqan danga / a
muy gran pa-qer cantando (citado por Manuel ALVAR en el captulo
dedicado a la poesa dela Edad Media de la Historia de la Literalura
Espaola. 1. La Edad Media, Ma-drid, Taurus, 1981). Sobre la antigua
costumbre de bofordar en los reinosespaoles, ver Sncusz ALBORNOz:
Op. cii., II, pp. 409 y ss.
La Crnica de Don Alvaro de Luna relata que en 1453 ante el
palacio (deTordesillas) se fizo, adonde la Reyna las damas lo
miravan, un bien cavalle-roso bien bravo bien porfiado juego de
caas.., as por los cavalleros queen l andavan, como por los polidos
arreos que trayan... tu ~iertamente porla fuer9a la porfa de los
cavalleros que de la una parte de la otra en lestavan, peligroso a
qiertos delios, ca morieron algunos de las caadas que
enderesgibieron; lanqbanse por algunos caballeros bohordos de entre
amas par-tes por lo que muchos resultaron heridos (c. 105).
Ver tambin: Crnica del Rey don Pedro, de Pero LPEZ DE AYALA>
1358, c. 3;SNCHEZ ALBORNOZ: Op. cii., II, pp. 409 y 55.; Antonio
BALLESTEROS BERETTA:Alfonso X el Sabio, Barcelona, Salvat> 1963,
p. 304.
88 Manuel ROMERO DE TERREROS: Torneos, Mascaradas y Fiestas
Reales enla Nueva Espaa, en Revista de Cultura, IX: 4 (Mxico,
1918).
~ TAPIA SALZEDO: Op. cii.; sobre los ricos trajes moriscos, en
concreto de lalucida marlota ver Carmen BERNIS MADRAZO.- Modas
moricas en la socie-dad cristiana espaola del siglo xv y principios
del xv, Boletin de la Real Aca-denqia de la Historia, Madrid, CXLIV
(1959), pp. 199-228; otras de sus obrastambin arrojan mucha luz
sobre los vestidos, indumentarias y ornamentosque tanto relieve
adquiran en estas fiestas caballerescas: Indumentaria medie-val
espaola, Madrid, Instituto Diego Velzquez (CSIC), 1956, y Trajes y
modasen la Espaa de los Reyes Catlicos, Madrid, Inst. Diego
Velzquez (CSIC),1978, 2 voN.
~ En efecto, cuenta cmo cada 24 de junio> da de San Juan
Bautista, elcondestable acostumbraba a organizar un juego de caas
en el que l fingien-do ser moro con otros caballeros, se enfrentaba
a los que de la dicha cfbdadsalan cristianos y trauauan una fermosa
escaramuga (e. 15, pp. 171 y 172).
-
Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 101
4. Los retos y desafos.
A caballo entre torneos y justas, nos encontramos con la
celebra-cin de rieptos y desafos> que podan tener carcter
colectivoo individual, ya pa-a conseguir honra corriendo aventuras
por elmundo, como el clebre Juan de Merlo ~, ya para resolver
pleitosentre enemigos.
Donde resalta ms claramente el conflicto que exista entre
elespritu caballeresco y la realidad era en el caso en que el
primerotrataba de hacerse valer en plena y verdadera guerra 92 La
aplicacinprobablemente ms genuina de este ideal caballeresco a la
guerraconsisti en los desafos colectivos> entre grupos de igual
nmero decaballeros. Andrs Hernndez narra en sus Memorias del
Reinado delos Reyes Catlicos el desafo de doce franceses contra
doce espao-les en Italia el 10 de diciembre de 1510: Los frangeses
demandaroncampo a los espaoles> que se matassen doze por doze
onbres dearmas sobre el derecho del reino, porque Dios mostrasse su
justigia,e los que fuessen vengedores paresgiese que su rey tena
mayorjustigia e abgin al reyno; los espaoles quedaron
vencedores> pues...todos los espaoles rompieron sus langas, y en
los frangeses ava
93nueve langas sanas -
En cuanto a los retos individuales> Martin de Riquer, en sus
Le-tres de batalla e cartels de dexeisemens, refleja de modo
excepcionallas reglamentaciones de la batalla privada y del duelo
judicial medie-val t Afirma que su razn de ser se explica si
consideramos que lacaballera> en decadencia, tena que mantener
estas formas antiguasporque justificaban su primaca dentro de la
estructura del Estado.Entre los caballeros abundaban las banderas,
que dividan a la no-bleza en partidos irreconciliables; de entre
las llamadas luchas pormalquerencia que se producan entre ellos,
estudia la batalla a ul-tranza.
Se trataba sta de que un caballero agraviado o que disputabacon
otro sobre un punto en el que no existan pruebas> le requerapara
luchar en liza y ante un juez competente, hasta que uno delos dos
fuera muerto o se confesara vencido o alegara no tener razon.
Estas fiestas tuvieron gran xito en el Nuevo Mundo y ya en 1510
se tienennoticias de su celebracin en la Espaola (L. WEcKMANN: Op.
cii., 1, pp. 153-174).
~ PREZ DE GUZMN: Op. cii., 1433, e. 4; FERN~NOEZ DE RETANA: Op.
cit., II,p. 473; M. de RIoUER: Caballeros andantes,,,, pp. 110 y
111.
~ LS. Huzr-~c,v El Otoo de la Edad Media, pp. 146-167.~ Andrs
BERNLDEZ: Memorias..., e. 170; y en el captulo 173 refiere tam-
bin otro desafio colectivo entre trece franceses y trece
italianos en febrero de1503, del que salieron vencedores estos
ltimos, siendo testigo de excepcinGonzalo Fernndez de Crdoba.
~ Martn de RIoUER: Lletres de batalla, cartels de dtxeisements i
capitolsde passo d>armas, Barcelona, Ed. Barcino, 1963.
-
102 Rosana de Andrs Daz
Pero hasta llegar a la lucha se pasaba por un largo y complicado
pro-ceso, bien regulado y fijado de acuerdo con sus leyes>
fueros y cos-tumbres ~.
Se enviaba por el retador una carta de requerimiento> ~, que
eldestinatario aceptaba y negaba el hecho que su oponente le
atribuacalificndolo de mentira. Muchas veces no estaba claro
realmentequin era el acusador y quin el acusado; lo cual era
esencial> por-que este ltimo tena que divisar las armas ~ fijar
si el combatedeba de ser a pie o a caballo, las armas ofensivas o
defensivas, siem-pre idnticas para los dos y buscar juez ~ de
batalla> imparcial sinsospecha, Este fijaba el lugar (liza o
palenque) y la fecha de celebra-cin, mediante una carta citatoria
que enviaba a los dos adversarios.El requerido sola tener de plazo
para encontrar juez entre tres ycuatro meses y si no lo haca se
encargaba de encontrarlo el re-queridor; poda ser extranjero ~. La
carta citatoria era conducidapor un rey de armas o heraldo en un
acto solemne> con testigos ynotario ~. Con el tiempo se tendi a
que los jueces fueran los mo-narcas.
Con esto nos introducimos en el importante significado
polticoque tenan estos desafos y retos en lo que se refiere a las
relacionesentre la nobleza y la monarqua. Esta, a lo largo de la
Baja EdadMedia, tendi a desarrollar una nueva forma judicial de
dirimir lospleitos entre caballeros. Poner fin al tradicional duelo
judicial erareforzar e! poder monrquico ~ Se ira perfeccionando en
este sen-tido toda la codificacin sobre los retos y desafos el
Tratado deDiego de Valera es el mejor de los ejemplos> se les
encaminardesde una tradicin plenamente feudal hacia unas formas ms
cor-tesanas; se les rodear de un complejo y simblico ceremonial
ca-balleresco> en cuya celebracin la figura del monarca era
imprescin-dible 103
~ Tiran lo Blanc, 1, e. 52.6 Id., o. 62 a 69, 74, 77, 79, 81,
150; VALERA: Epstolas (Madrid, Biblifilos
Espaoles, 1878), X; Diego de SA PEDRO: Op. cit., pp. 114 a 118.~
Tirant..., 1, e. 65; M. de Riorea: Lletres..., p. 84.~< Id., e.
66.~ Id., 1, e. 48; en este caso fueron ocho meses.tm Id., 1, c.
37. El rey de Granada fue juez en el duelo entre Juan Rodrguez
de Castaeda, seor de Fuenteduea, e Iigo de Estiga, en 1217 (PREZ
DEGUZMN: Op. cit., p. 373).
Pero, tambin es verdad, existieron las llamadas luchas
deportivas, es de-cir, los combates de caballeros entre los cuales
no exista odio ni ningo pro-blema personal a ventilar; revestan
diversos aspectos, siendo manifestaciones,por lo general, del
espritu luchador y, a finales del siglo xv, una clara imita-cin de
lo que ellos lean en las novelas de aventuras (M. de RIOCER:
Lleires...,pp. 80 a 99).
103 RULE DoMnrcu; Op. oit., 1, pp. 181 y 182.103 Segn Michel
FOIJOAULT (La verdad y las formas jurdicas, Barcelona,
1980, pp. 77 y ss.),
-
Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 103
El Tratado de las armas o de los rieptos e desafos que entre
loscavalleros e hijos dalgo se acostunbran hazer lo dedic Diego de
Va-lera al rey Alfonso y de Portugal. Compuesto entre 1458 y 1471,
tienemenor valor literario que otros tratados suyos> pero posee
una ma-yor importancia documental ~.
Valera presenta cmo los nobles, los caballeros, estaban
vincula-dos por un pacto de amistad que se quebraba cuando uno de
ellosofenda a otro> as que el ofendido le retiraba formalmente
la fe quele tena, le desafiaba>. Nos expone un cuadro de
conjunto suficien-te para sacar una idea clara y adecuada del
desarrollo de aquellosacontecimientos caballerescos>
verdaderamente festivos por todo loque llevaban aparejado.
El Tratado est dividido en tres partes: la primera trata de
lasarmas nesyessarias que se hacen por por juezes, reptadores e
reptados; la segunda, sobre las ar-mas voluntarias que sin
nesgesidad alguna se enprenden y la ter-cera, sobre las armas que
los reyes, prinqipes, cavalleros e gentilesonbres traen . .
.poniendo su prinqipio e fundamento, derecho e bla-sn, . . .
En Espaa, el injuriado poda emprender las armas segn riep-to o
desafio. La diferencia estaba determinada por la causa, yaque el
primero tena lugar por acusaciones de traicin o alevosa yel segundo
por ofensas. Valera recoge la legislacin de Alfonso Xsobre el
asunto y las reformas que hizo Alfonso XI, veyendo los
cin de la justicia que les permita la aplicacin de estos
mecanismos de con-fiscacin; he aqu el fondo poltico de esta
transformacin. Por otra parte>las croncas nos proporcionan
testimonios en los que queda clara la interven-cin monrquica:
Crnioa de Alfonso Onceno, e. 10, 262 y 267; LPEZ DE AYALA:Op. oit.,
1361, c. 4; CARRILLO DE -lUETE: Op. cii., e. 295; BARRIENTos: Op.
cit.,o. 23; PREZ DE Ot;zxf: Op. cii., 1428, o. 6. Sobre cartas de
desafio y retos engeneral: CARRILLO DE HUElE: Op. cii., c. 245;
Crnica del rey Don Sancho elBravo (Cr. R. Cast., t. 1), o. 5;
Crnica del reY Don Enrique el Segundo, de LPEZDE AYALA (Cr. R.
Cast., . 1), 136, e. 2; Crnica de do,, Alvaro de Luna, o. 31;
CoL-MERARES: Op. oit., II, c. 30; Crnica In.cotnplela tt. 34;
PALENCIA: Op. cii.,III, III, c. 5; PULGAR: 2/ parte, c. 23;
FERNNDEZ DE OVIEDO: Op. cii., 1, est. 18,pp. 218-219, e. 30; pp.
356-357, o. 33; pp. 380-381; VALERA: Epstolas, X:
BALLESTEROSBERETTA: Op. cii., p. 697; GAIBRoIs: Op. oit., 1, o. 10;
SNCUEZ ALBORNOZ: Op. cii.,II, pp. 338 y 627.
04 Cit. supra, nota 3.iOS Este ltimo apartado describe cules son
las enseas, cotas de armas y
dignidades y personas que acuden a estos acontecimientos junto
con los reyes.J. HUIZINGA (El Otoo pp. 164-167) explica esa forma
singular de ficcin ca-balleresca con fines polticos que era el
duelo entre prncipes, siempre anun-ciado y nunca realizado; en
1289, el desafo de Alfonso 111 de Aragn y el in-fante Alfonso de la
Cerda a Sancho IV (Cr. de Sancho IV, c. 5; GAnRols: Op. cit.,o. X);
en 1430, Alvaro de Luna es desafiado por los infantes de Aragn (Cr.
dedon A. de Luna, e. 31); en 1.475, Fernando el Catlico por el rey
de Portugal>durante el cerco de Toro (Cr. Incompleta, t. 34;
PALENCIA> III, III, c. 5; PULGAR,2. parte, e. 23).
-
104 Rosana de Andrs Daz
grandes daos y males que a los fijos dalgo de Espaa se seguan
porse dar tan largamente a los rieptos e desafos>.
En cuanto al ceremonial que seguan estos acontecimientos
caba-llerescos, las costumbres francesas> espaolas e inglesas
eran seme-jantes. El lugarteniente del rey reuna a retador y retado
para leer laquerella presentada por el primero, reservando al
rey> mi seor>que como soberano les asigne plaqa, da e nra y
armas para la dichabatalla. Hasta el da sealado se estableca una
tregua entre clos ysus familias> generalmente de cuarenta das;
ese da el retador deballegar una hora antes del medioda y el retado
a medioda. Sus armaspodan ser lanzas> espadas, dagas iguales y
arneses acostunbrados aconbatir. La liza deba medir ochenta pasos
de largo y sesenta deancho, con una altura de un codo; a un lado,
un cadahalso contres rdenes: para los oficiales de armas, para el
condestable y losmariscales y para el rey, duques, condes y
caballeros en general. Dehecho estos eventos se convirtieron en
verdaderos espectculos fes-tivos.
En el campo deba haber dos puertas: el retador entraba
pororiente y el retado por occidente. Antes de esto, un
pregonero> fuerade la liza, anunciaba que nadie> salvo ellos
dos, poda llevar armas nivenir a cavallo, ni entrar en la liga,
Colocados cl primero a laderecha del rey y el segundo a su
izquierda> un oficial de armas ad-verta al pblico que deba estar
en silencio y no avisar ni hacerseales a los lidiadores.
Entonces> se proceda al juramento triplesobre un misal: juraban
que la causa era justa uno de retar y elotro de defenderse, que no
llevaban ms armas que las que debany de nuevo que la causa era
justa ambos tomados de la mano iz-quierda y con las derechas sobre
el misal. Tras besar un crucifijoque un preste les enseaba,
comenzaba el combate.
Un lugarteniente del rey, que poda ser el condestable>
estabaatento en todo momento a la decisin real de mandarlos
descansar,sacarlos del campo por buenos, etc. Cuando esto ltimo
ocurra, loslidiadores salan de la liza por donde haban entrado y se
reunan conel monarca, que les obsequiaba con mercedes y les armaba
caballeross no lo eran todava ~. Pero si alguno, en la lucha,
declaraba que sucausa era injusta, deba ser llevado por la justicia
del rey al merca-do y all el verdugo le cortara la cabeza y no se
le enterraba hastatres das despus; sus bienes eran confiscados,
pagadas primero lasdespensas del vencedor, el caballo se le daba al
condestable> las ar-mas a los mariscales y las lizas y
cadahalsos a los oficiales de armas.
i~ En 1428, iran II arm caballeros a los Velascos, caballeros
que se habanretado, tras haberlos sacado por buenos del campo y
hecho amigos (PREZ DEGUZM.4N: Op. oit., 1428, e. 6).
-
Las fiestas de caballera en la Castilla de los Tras tmara
105
Por ltimo, si alguno mora en la lucha, l y su linaje quedaban
porbuenos.
Ya hemos mencionado antes que Valera> buen conocedor de
lascostumbres caballerescas europeas, afirma en su obra que en
lasgeremonias de Francia e dEspaa es pequea la diferengia,
tantocomo para no especificara. Pero> eso s, al referirse a las
reformasde Alfonso XI en materia de desafos y retos, recuerda que
el retadortena que pedir primero permiso al rey para retar a otro
caballeroo fijodalgo y que el reto tena que celebrarse en
pblico> donde a lomenos estn doze cavalleros.
. . .Resta de ver cmo en las armas voluntarias se deven ayer
loscavalleros o gentiles onbres que por slo exerqiqio y gentileqa
las en-prenden 107 Se podan realizar de dos maneras: requeriendo a
otrocavallero o gentil onbre que lo delibre de giertas armas que
por es-crito le sern demostradas> o trayendo alguna enpresa
generalmentepara qualquier cavallero o gentil onbre que tocar la
querr en qual-quier manera. El que tales armas emprendiera tambin
tena queobtener el permiso previo del rey y seguir unas ceremonas
comoeran entrar el primero en la liza y salir el ltimo>
colocarse a la de-recha del monarca salvo si perda la empresa, en
cuyo caso debasalir el primero. Si las armas eran a pie> ambos
contrincantesdeban llevar sus cotas de armas vestidas sobre los
arneses y si erana caballo, eran los oficiales de armas los que las
llevaban delante deellos. Por ltimo, es de destacar que en tales
armas voluntarias po-dan estar dentro de las lizas todos los
caballeros o gentilhombresque hubieran hecho armas en liza.
* * *
Un ltimo aspecto que queda por considerar de las fiestas de
ca-ballera es el factor econmico. Montar un palenque o liza, con
loscadahalsos, las tiendas de campaa y alojamientos, la
ornamenta-cin que el acto requera> la gran cantidad de hombres
de armas,oficiales, heraldos, etc., era cosa evidentemente muy
costosa. Pasos,justas, torneos> desafos y retos, con toda su
tramoya y decoracin,eran ocasin de grandes despensas; como tambin
lo era emprenderla vida de caballero andante> acompaado de un
numeroso squitode hombres y caballos. Las crnicas aportan
escassimos datos al res-pecto. Los caballeros que justaban en las
cortes reales y seoriales yque, por tanto, contribuan a su pompa y
esplendor> eran a vecesretribuidos econmicamente por reyes y
seores ~. En las batallas a
03 Ver nota 101.~ Martn de RIOCER: Lletres..., pp. 80 y Ss.;
d.> Caballeros andantes espa-
oles, pp. 168 a 170.
-
106 Rosana de Andrs Daz
ultranza> por malquerencia se dispona que el vencido pagara
todoslos gastos hechos, as la construccin del palenque y los
salarios dejueces, oficiales> reyes de armas> etc.> como
la cura de heridas y laretribucin de los mdicos 109 como en parte
hemos mencionadoanteriormente.
El esplendor de estas fiestas de caballera resida, adems en
loscostosos preparativos del lugar de celebracin y la
ornamentacinadecuada, en la riqueza y ostentacin con que los
caballeros salan ala liza, con su squito de pajes. Dice
Palencia> al describir un luc-dsimo torneo que organiz el marqus
dc ViUena en Sevilla, que elda fijado para el torneo salieron todos
los caballeros con costososarreos y armaduras en que brillaba cl
oro y la plata as como en losparamentos de los caballos> 110
Gracias a estos excesos quedabanmarcados los rangos y las jerarquas
de los aristcratas.
* * *
Para intentar comprender lo que significa un tipo de fiestas
de-terminado es necesario tener en cuenta el contexto social y
poltico>entrever qu deseos, a qu necesidades responde a nivel de
las men-talidades colectivas. Se puede adoptar tambin una definicin
quereconozca en la fiesta la coexistencia de dos elementos, el
ceremonialy el divertimento. Todo ello nos ha llevado a tratar de
profundizaren los fenmenos festivos en el marco concreto de la
nobleza caste-llana dc la poca de los Trastamara.
Es necesario realizar una doble lectura de estas fiestas de
caballe-ra, a la vez como expresin y manifestacin de ideologas
dominan-tes en la medida en que estn a menudo organizadas
oficialmente,por el poder o por grupos constituidos; y como lugar
de expresindel deseo de comunicacin de los ideales de vida
caballerescos y exal-tacin de la preponderancia social y poltica de
sus portadores, en lasciudades y villas del reino, en cuyas plazas
tenan lugar torneos yjustas, y cuyos procuradores tomaban enrgicas
posturas en las cor-tes para intentar frenar la expansin
seorial.
De aqu se trasciende al problema fundamental que es el del
sen-lAdo y funcin de la fiesta. Esta es quiz un modo de dar un
sentidoa la existencia, puesto que saca a relucir la imagen que la
sociedado los grupos que la forman tiene de s misma y de su
fuerza.Puede ser tambin el lazo social por excelencia> que
alivia las tensio-nes y asegura una cierta cohesin> aunque sea
temporal; un lugar de
~ Id. Ya hemos mencionado antes las penas econmicas que, segn
Valera,sufra aquel que en un reto declaraba que su causa era
injusta.
~> P~ixNc~: Op. oit., 1. LV, e. 6; VALERA: Memorial..., c.
10.
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Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 107
encuentro de los grupos que rene cada cierto tiempo y que quiz
nose da en otras circunstancias.
Hay que reconocer que la fiesta es uno de los medios
privilegia-dos por los que un poder se establece y asegura el
mantenimientode su orden; en el caso de las fiestas de caballera,
el orden de loscaballeros. La funcin social, poltica y econmica de
esta fiesta nopuede ponerse en duda.
As> pone en evidencia que puede ser el vehculo de un cierto
con-formismo social, el cauce de afirmacin de valores establecidos.
Aligual que en las grandes bodas> bautizos y honras fnebres, las
fies-tas de caballera marcan la jerarqua de fortunas y rangos;
aunquecarezcan de esos ingredientes de subversin o contestacin
social,eso s limitada> que contienen el Carnaval y las Fiestas
de Locosmedievales.
Es necesario considerar, pues> qu tienen estas fiestas de
comna todas, de estructural, lo que es propio a su especificidad
histricay continuar el tira y afloja que se debe tener entre
estructura y co-yuntura, entre general y particular, entre lo que
se expone y lo quese calla.
Se debe, en fin, hacer una lectura de la fiesta en tres
dimensiones:poltico-social en nuestro caso, el fortalecimiento de
la nobleza yla expansin seorial al final de la Edad Media
castellana, histri-co-descriptiva buscando las races, fuentes,
evolucin y caracters-ticas de estas fiestas de caballera y
antropolgica estudiando eltrasfondo, es decir, la decadencia del
mundo caballeresco y la vigenciadc sus modelos de vida.
Rosana DE ANDRS Dxz(Universidad Complutense de Madrid)