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El Campo Grupal, Ana Fernandez enviado por Emanuel de Stella
Distasi - mircoles, 28 de marzo de 2012, 15:32
Ana Mara Fernndez El campo grupal Notas para una genealoga
Prlogo de Armando Bauleo
Ediciones Nueva Visin Buenos Aires Coleccin Psicologa
Contempornea INDICE
Prlogo de uno incluido como lector en el texto "El campo grupal.
Notas para una genealoga". Armando Bauleo Introduccin A. Para una
elucidacin crtica del campo grupal B. B. Una manera de leer, una
manera de pensar C. Los tres momentos epistmicos I El vocablo grupo
y su campo semntica A. Produccin histrica del vocablo grupo B.
Lneas de significacin C. Referentes etimolgicos D. Primeras
puntuaciones antes de avanzar II Lo singular y lo colectivo A.
Antinomia individuo-sociedad B. Espacios C. La relacin
grupo-sociedad D. La categora de intermediario E. Problema
epistmico III La demanda por los grupos A. La ilusin de los orgenes
B. La dinmica de grupos C. Criterios epistmicos de Kurt. Lewin D.
Primer momento epistmico: el todo es ms que la suma de las partes
E. Anlisis de la demanda F. El nacimiento de lo grupal IV Hacia una
clnica grupal A. Primeros dispositivos grupales teraputicos
B. Aplicaciones iniciales del psicoanlisis a los grupos C. El
todo no lo es todo D. Del lder al orculo V El segundo momento
epistmico A. Cierta especificidad grupal (la nocin de supuestos
bsicos) B. El segundo momento epistmico: los organizadores grupales
C. El encargo a Bion y su produccin terico VI Los organizadores
fantasmticos A. Hacia la enunciabilidad de los organizadores
fantasmticos B. Problemas de demarcacin C. Tercer momento
epistmico: El acotamiento del objeto discreto VII El nudo grupal A.
Lo grupal como campo de problemticas B. Un nmero numerable de
personas (cuerpos discernibles) C. La relacin texto-contexto grupal
D. La latencia grupal E. Lugar del coordinador F. La dimensin
institucional de los grupos G. Algunos impensables Addenda El campo
grupal: cura e imaginario social El libro que aqu se presenta tiene
su antecedente en el trabajo original escrito como postulante al
Concurso de la Ctedra de Teora y Tcnica de Grupos de la Facultad de
Psicologa de la Universidad de Buenos Aires, sustanciado en 1985.
Aquella primera produccin tena como eje el tema solicitado en tal
concurso: "Existen los grupos humanos. Fundamentaciones". Sucesivas
reelaboraciones han transformado aquel texto de setenta pginas en
el volumen que se ofrece hoy a su publicacin. Si bien luego de casi
tres aos de trabajo poco queda de aquel primer texto, el actual
conserva un eje de ciertos recorridos temticos y de autores,
consecuencia del requisito acadmico en el marco del cual fueron
pensados los problemas centrales de este libro. Fuerte motor de sus
distintas versiones ha sido el dilogo con los alumnos, quienes con
sus pregun-tas e impresiones han orientado muchos de sus tramos. Al
mismo tiempo, la discusin y la crtica del equi-po docente de dicha
ctedra han permitido su enriquecimiento y profundizacin.
Sin el estmulo de tal marco acadmico es probable que este libro
no hubiera sido posible. Sus pginas llevan la impronta de largos
dilogos con Juan Carlos de Brasi, Marcelo Percia y Jos Antonio
Castorina. Su presencia va mucho ms all de las citas en que son
mencionados puntualmente. Tambin llevan el afecto y la eficiencia
de Mercedes Lpez, Sandra Borakievich e Isabel Temprano, quie-nes
realizaron el "invisible" trabajo mecanogrfico. A todos ellos,
muchas gracias. Ana Mara Fernndez Buenos Aires, diciembre de
1988.
PROLOGO DE UNO INCLUIDO COMO LECTOR EN EL TEXTO EL CAMPO GRUPAL:
NOTAS PARA UNA GENEALOGIA
Estoy de acuerdo con Ana Mara Fernndez, Pavlovsky, Eco, etc., en
que la inclusin del lector pueda pro-porcionar otras extensiones o
entendimientos a un texto. De todas formas, en un momento
determinado, me pregunt si me inclu solo o alguien me haba
empujado. Mis recuerdos son confusos pero me pareci intil esta
diferenciacin, sobre todo cuando ya me encontraba sumido en la
lectura del libro. Lectura complicada ya que existen al menos dos
niveles o lneas que me comprometen (en este ca-so me incluyen de
ms) hacindome ms intrincada esa lectura. Una de las lneas, el
contenido del libro, polmico, interesante; la segunda lnea, mi
conocimiento de Ana Mara y del contexto socio-cultural (y
profesional) argentino, y sobre todo de Buenos Aires. Empecemos por
esta segunda lnea. Entiendo que Ana Mara debe efectuar ciertos
pasos o subrayar ciertas denominaciones para que el contexto porteo
no se cierre en los prejuicios que se esconden, muchas veces, detrs
de la bsqueda de "precisin" de ciertas nociones. Observo que debe
luchar dentro de un particular contexto cultural en el cual los
conceptos o las tendencias continan, a veces, aglutinados con las
instituciones. De ah resulta que si se desea polemizar sobre una
nocin, ciertos profesionales o ciertas instituciones se sienten
agraviados. Nuestro alejamiento de la A.P.A., a travs de
Plataforma, tena como una de sus finalidades co-menzar a romper
aquella aglutinacin. Esa finalidad era ensayar y observar si el
pensamiento psicoanaltico poda continuar su
desenvolvimiento fuera de su institucionalizacin. No buscaba
promover la autodesig-nacin ni el ritual del pase, sino ms bien
colocar en otra disposicin los interrogantes sobre la transmisin
como as tambin situar otra actitud sobre esa lnea ondulante que
corresponde a la historia de los concep-tos. Es decir, no quedar
sumidos y agarrados, en lo que J. C. De Brasi sintetiza en una
simptica e irnica frase: "Basta de jefes, el jefe". En su libro,
Ana Mara Fernndez es minuciosa y cada paso se transforma en "dos
pasos adelante, uno atrs" es decir, va y viene en cada cuestin no
slo como manera de encadenar sus apreciaciones en la aparicin e
historia de las nociones, sino tambin para sealar lo que stas
aportaron al campo grupal y cmo ellas deberan ser sometidas a una
elucidacin crtica. Esa minuciosidad apunta a dos cuestiones: una,
metodolgica, donde se realiza un punteo de los elementos enunciados
hasta ahora en el campo grupal, para luego analizar cmo se fueron
transformando -en el mejor casoo reproduciendo -en el peor-
modificando la comprensin de las prcticas en dicho campo grupal.
(Lo de mejor o peor va a cuenta ma, no s si es un "valorativo"
terico o simplemente emocio-nal.)La segunda cuestin, en lo que a
minuciosidad respecta, se refiere a la lucha cultural. El libro
seala la necesidad de evitar las descalificaciones basadas en
imgenes y prejuicios que suelen encontrarse en la base de algunas
falsas opciones (puede considerarse psiconalisis el trabajo con
grupos?, es legtimo realizar esta tarea por fuera de las
Asociaciones Psicoanalticas?). Revaloriza el papel que pueden
desempear las contradicciones tericas y practicas que surgen
inevitablemente en el trabajo de un campo tan contrastante como el
grupal. Entremos en la primera lnea del por qu era complicada la
lectura. Si dije que es un libro "intere-sante" con esto no me
refiero particularmente a que sea bello o atractivo en sentido
literario; no hace soar con parasos perdidos, ni permite una falsa
complacencia o una mera complicidad. Es interesante al revs: por
las polmicas que suscita, por las opiniones contrastantes que
estimula, por las hiptesis que abre, por los sentimientos que
provoca. Es un inters despertado por el deseo de una disputa
alrededor de lo.,, conte-nidos, de las apreciaciones y de la misma
historia que desarrolla, De aqu que este "interesante" sea ms
interesante. Veamos algunas problemticas. Un problema inicial surge
ya en la pgina 17, en la cual dice: "As las cosas, los discursos
con res-pecto a la grupalidad fueron organizando una infatigable
Torre de Babel". En la pgina 19: "se enfatiza una diferenciacin:
los grupos no son lo grupal, importa por lo tanto una teora de lo
que hacemos y no una teora de lo que es [] Cmo se construyen los
conocimientos sobre lo grupal [y no] qu son los grupos". Subray en
la frase de la pgina 17 porque no s bien si la palabra "grupalidad"
suplanta a "los gru-pos". Es decir si la frase no debera decir "
los discursos respecto a los grupos organizaron una infatiga-ble
Torre de Babel". Siempre he tenido dudas sobre la relacin (o
correlacin) entre grupo-grupos-campo grupal-lo
grupal-grupalidad,
Continuando de acuerdo con Ana Mara en no comentar qu son los
grupos sino los conocimientos sobre el campo grupal, quisiera
aclarar cierta lnea de investigacin que contino desde ms o menos
seis aos, sobre cierta problemtica. Hagamos una hiptesis: podra ser
que la genealoga de la grupalidad no fuera la misma que una
genealoga del campo grupal. Mientras esta ltima reconoce un momento
renacentista, en el cual la palabra enunciada ya podra sealar el
enjambre de relaciones que se establecen en tanto se organiza un
conjunto de personas, en la primera la cuestin es ms espinosa. En
la grupalidad, su enunciabilidad es mucho ms joven, podramos decir
de fines de siglo pasado, y luego resurge despus de la Segunda
Guerra Mundial, pero su historia como proceso, para todos los
auto-res, se hunde en la prehistoria. De esta manera la
"grupalidad" aparecera o sealara una situacin anterior a socialidad
y a indivi-dualidad. Lo que me llev a investigar esta lnea es que
yo mismo indicaba lo grupal como mediacin o como intermediario,
entre la sociedad y el individuo. Sobre todo porque la mediacin y
el intermediario aparecan ligados al proceso de transformacin y
cambio (pg. 54 de esta obra) importante en nuestra pers-pectiva del
proceso grupal, difcil de imaginar, al cual Pichon Riviere le
asignaba la figura de "espiral". Entonces tuve que pensar en
adelante yendo hacia atrs. Reflexion que si Freud deca que primero
era la Psicologa Social y luego se instalaba una Psicologa
Individual (Psicologa de las Masas y Anlisis del Yo) no slo hablaba
de campos disciplinarios sino tambin de procesos mentales. Entonces
cre obser-var que "Psicologa Social" era la manera de dar una
denominacin a un engarce de elementos, anteriores al surgimiento de
la individualidad. Pude observar que tanto en trabajos anteriores
(Ttem y Tab) como en sus apreciaciones de lo filogentico, Freud no
se apartaba de lo que en aquella frase haba sintetizado. Esto me
estimul a buscar en otros autores. Uno de los que ms atraen a esta
cuestin es Pierre Clastres y sus labores en Antropologa Poltica,
los artculos que anteceden al famoso manuscrito de La Boetie "La
servidumbre voluntaria", en los cuales Clastres y Laforgue discuten
y establecen la problemti-ca relacin entre lo Uno y lo Mltiple. A
esto se adjuntar Badiou sealando al "dos hegeliano" como una va de
movimiento en la comprensin del Uno y lo Mltiple. Vayamos agregando
los estudios sobre cultura cretense, en el perodo minoico, los
trabajos sobre el pasaje de la oralidad a la escrituras. Algunas
frases de Clastres para repensar aquel mundo primitivo: "Ciertas
cosas no pueden funcio-nar segn el modelo primitivo sino cuando la
poblacin es poco numerosa. O, en otras palabras, para que una
sociedad sea primitiva es necesario que sea numricamente exigua".
Despus describe ese tipo de mundo con una economa de subsistencia
(otro tipo de rapport entre tiempo-trabajo-ocio), la divisin sexual
del trabajo, "estas sociedades, sin Estado, sin escritura, sin
historia, son tambin sin
mercado" (La Societ contra lo Stato). No quisiera aqu abundar en
estos detalles, slo deseo indicar por dnde moverse en la bsqueda de
datos para pensar la "situacin primitiva". En el mismo
psicoanlisis, pueden encontrarse ciertos ejemplos de esta
problemtica. Unos pocos aos despus de Ttem y Tab, Ferenczi escribe
su Thalassa. Pero fue un discpulo de l, lmre Hermann , ltimamente
resurgido y sealado como un autor "interesante e importante" por
todas las tendencias psi-coanalticas, quien retorna y desarrolla
nuestra temtica, a partir del punto particular de "la naturaleza de
los instintos primitivos". Volviendo a Freud sealar que en varios
momentos de su obra indica la correlacin entre "la neu-rosis, el
comportamiento infantil y el del hombre primitivo."Podramos
entenderlo "cualquiera que se con-dujese como un primitivo en
nuestro mundo actual sera visto como un nio o como un neurtico".
Fui expresando ciertas ideas que estoy investigando y contrastando
que permiten pensar la grupali-dad antes de que se configuren la
socialidad y la individualidad (y las disciplinas que se fueron
haciendo cargo). Otras interrogaciones se abren cuando las dos
genealogas (la de los grupos y la de la grupalidad) se "tocan". No
sabra decir bien en cuntos momentos o circunstancias esto acontece,
o para resolver qu pro-blemas tericos, pero puedo plantear como
hiptesis (contina siendo una investigacin) que despus de la Segunda
Guerra Mundial -una de las ms feroces que conmovi todos los niveles
de las estructuras sociales e individuales- los trabajos de bsqueda
sobre el desarrollo de los grupos llegan a hacer contactar aquellas
dos genealogas. Retornar slo los casos de Bion y de Pichon Rivire,
nombrados con abundancia y con rigurosidad por Ana Maria. La autora
del libro los nombra en funcin de cierto cariz del trabajo que
ellos realizaron, pero yo insistir en otro tipo de anlisis.
Primero, los dos tenan conciencia de en qu contexto estaban
trabajando, como as tambin de sus inclusiones profesionales,
polticas y sociales y -lo que es ms- eran conscientes de cules
podran ser los "alcances" de sus labores en estos mbitos (hasta
dnde podan o qu era posible lograr!). Tambin tenan una cierta idea
de la "extensin" de sus prcticas grupales. Por lo tanto sera til
rever aqu el desplaza-miento que sufre el marco visible-invisible
en comparacin con otros autores. Por otro lado, dentro de sus
mismos trabajos sera necesario observar otro movimiento o
perspectiva. Sin caer en "qu son los grupos" y mantenindonos en
"Cmo se construyen los conocimientos so-bre lo grupal", pienso que
ambos autores nos indican que es necesario construir una
perspectiva "claro-obscura" de los grupos en la y desde la cual
trabajar. Si dejo a las nociones de visibilidad-invisibilidad las
connotaciones que Ana Mara les dio, utilizo el "claro-obscuro" para
marcar que estos autores indican que solamente una perspectiva no
positivista, permitira otra elaboracin del campo grupal. Si no
fuera as no sera comprensible qu significa "grupo externo-grupo
interno" en Pichon Rivire y "presupuesto de base" en Bion, ya que
el
primero estipula que es necesaria una cierta colocacin del
ob-servador para elaborar los conocimientos correspondientes a los
"claros-obscuros" del campo grupal, inclu-yendo desde ya las
apreciaciones sobre lo visibleinvisible, expresados por Ana Mara.
Para Bion, los presupuestos de base, no estn slo como organizadores
del grupo, sino tambin en la mente del sujeto corno una de sus
formas de estructuracin. "Bion indica que los presupuestos de base
tienen una sola matriz y muestra cmo ellos pueden alternar o
sustituirse automticamente los unos a los otros evolucionando en la
forma psicolgica de tal "sistema protomental comn". "El concepto de
presu-puesto de base es una ideaclave para la aproximacin
psicoanaltica del grupo y de la vida colectiva". Bion piensa que
"las ansiedades primitivas ligadas a la relacin con objetos
parciales son la fuente principal de todo comportamiento de grupo"
y ms especialmente que "los presupuestos de base son formaciones
se-cundarias en relacin a una escena primaria muy primitiva que se
desenvuelve a nivel de los objetos parcia-les y que est asociada a
angustias psicticas y a mecanismos de clivaje y a identificaciones
proyectivas . Bion, a diferencia de Anzieu, dice: "Podemos, en
efecto, considerar como manifestaciones del ca-rcter de las
relaciones a nivel de objetos parciales: lo incoercible y la
violencia de ciertos comportamientos de los individuos considerados
como miembros de un grupo de base, el hecho de que personas maduras
y creativas puedan dar lugar, cuando ellas estn reunidas, a formas
de construccin de grupos (gruppificazio-ne) altamente patolgicos,
la inhibicin del pensamiento, bastante frecuente en grupos
numerosos o alta-mente institucionalizados". No habla de
transferencias positivas o negativas que, para l, tienen otra
conno-tacin. Pero tambin, tanto para Bion como para Pichon Rivire,
un otro concepto forma parte de los co-nocimientos del campo
grupal. Estoy hablando de la contratransferencia y de la
contraidentificacin pro-yectiva (que para nosotros haran ms densa
la nocin de implicacin). Por lo tanto los cuerpos conceptuales que
hacen a la grupalidad, -a incluir en el campo grupal- se-alan
(creando) un entrecruce muy original de nociones que indican que
para el trabajo en el proceso grupal "claroobscuro", no alcanzan o
bastan nociones positivistas, porque ah estn en juego conocimientos
sobre la agrupacin, el psiquismo individual, la grupalidad ("la
vida colectiva" o "la escena primaria muy primiti-va"), la
transferencia y contratransferencia. En tal sentido, la elucidacin
crtica es "corta" si solamente es moral y no de inclusin. Se vuelve
necesaria no slo una visin hacia afuera sino una mirada hacia
adentro. El "claro-obscuro" apunta a la organizacin compleja y
caleidoscpica del conocimiento que entabla las nociones antes
indicadas. Pero tambin ese complejo conocimiento tendra que dar
cuenta de ese contacto entre genealoga de la grupalidad y genealoga
de los grupos. Un esbozo de esta cuestin estara en Bleger "sociedad
sincr-tica y sociedad por interaccin", uno de los pioneros en estas
perspectivas. Hice estas consideraciones tambin siguiendo los pasos
freudianos. Si la
teora de Freud tiene tres soportes, como l mismo afirma:
Sexualidad infantil, Represin y Transferencia, podemos ver que en
uno de ellos existe un elemento hipottico importante. Me refiero al
concepto de represin primaria. Hiptesis necesaria para seguir
pensando el aparato psquico. Creo haber demostrado hasta dnde el
libro de Ana Mara Fernndez puede estimular nuestras in-tuiciones, o
ensamblar pensamientos perdidos, o atraemos y envolvemos en una
polmica fascinante, o simplemente ayudamos a reflexionar. Como
puede imaginarse esperarnos las respuestas (es decir, con otros que
tambin creo abrirn in-terrogaciones), as que estoy curioso
esperando el segundo tomo sobre estos argumentos. Armando Bauleo
Venezia, junio de 1989. INTRODUCCION Elucidar es el trabajo por el
cual los hom-bres intentan pensar lo que hacen y saber lo que
piensan. C. Castoriadis
A. Para una elucidacin crtica del campo grupal Es indudable que
a partir de la institucin de los primeros dispositivos grupales,
mucho se ha escrito sobre grupos. Puede observarse que a lo largo
de los ltimos cincuenta aos se implementaron formas de trabajo muy
diversas que incluyen abordajes colectivos entre sus recursos
tecnolgicos: capacitacin de personal de empresas, modernas
pedagogas, programacin de actividades creativas, gestin de
participacin social, implementacin de polticas de salud, proyectos
de investigacin-accin, educacin sexual, investigaciones
participativas, intervenciones comunitarias, etctera. Los campos de
aplicacin que llegaron a instituirse en este terreno hubieran sido
francamente impensables en dcadas anteriores. El campo de la clnica
no qued por fuera de este fenmeno; con notable celeridad se
multiplicaron diferentes dispositivos de pequeo grupo con fines
psicoteraputicos, apoyados -con mayor o menor fortu-na- en
distintos referentes tericos. As las cosas, los discursos con
respecto a la grupalidad fueron organizando
una infatigable Torre de Babel. Cmo transitar por ella? Los
mltiples campos de intervencin instituidos, las variadas tcnicas
implementadas, la enunciacin de discursos tericos de diverso origen
dibujaron, en su devenir, un cierto recorte disciplinario. Sin
embargo no puede considerarse hasta el presente- que sea pertinente
hablar de un cuerpo terico sistemtico de lo grupal. Lo que s puede
encontrarse en su Babel es un damero de opciones terico-tcnicas y
ciertos perfiles profesionales que utilizan abordajes grupales en
sus respectivos campos de trabajo. Otra vez la pregunta: cmo
organizar una indagacin de las producciones que tal campo
desplie-ga? Desde qu criterios poner a consideracin su legitimidad
disciplinaria? Con qu formas de lectura localizar aquellos nudos
problemticos que insisten y atraviesan los diversos dispositivos
que se instituyen? La propuesta que aqu se presenta intenta
introducir al lector en algunas de las principales lneas
problemticas que el campo de lo grupa presenta. En lugar de
realizar un recorrido por las diferentes teor-as sobre grupos
aspira a plantear problemas. En tal sentido, cuando se detiene en
alguna de ellas no trata de presentar sus ideas en apretada
sntesis: ms bien se apoya en sus nociones para interrogar los
problemas que tales teorizaciones han hecho posibles y as analizar
sus criterios de demarcacin y la inscripcin de sus prcticas.
Interroga algunas producciones tericas problematizndolas; las abre
a la crtica: pregunta de qu premisas parti un autor o corriente, qu
interrogaciones se formul, cmo las respondi, por qu habr producido
tales respuestas y no otras, cules fueron sus impensables. Desde
sus respuestas reconstruir sus preguntas, desde sus enunciados
tericos inferirlas condiciones de posibilidad de tal produccin.
Desplegar sus enunciados para poder sostener un desafo: cmo hacer
para pensar tales problemas de otro modo? En sntesis, se propone un
criterio de elucidacin crtica: Elucidar es una: labor propositiva,
una exploracin acerca de inacabada, sujeta a revisiones y ajustes
provisorios, aunque no por eso menos rigurosos; se tratar de pensar
sobre lo hecho mientras se buscar conocer con mayor precisin eso
que como hecho deber ser deshecho, para entender su irradiada
composicin, otorgando a la actividad de-constructiva un lugar
cen-tral en la tarea de elucidacin. Se hace necesario para tales
objetivos, en primer lugar, una misin histrica a los saberes y
prcti-cas grupales; historia en un sentido genealgico, es decir con
el inters de indagar cmo se han constituido los saberes sus
discursos, sus diseos grupales, sus dominios de objeto, la
institucin de sus prcticas y sus demarcaciones disciplinarias.
Analizar, por lo tanto, las condiciones de produccin de tales
saberes: teri-cas y epistmicas, pero tambin institucionales e
histrico-sociales; en sntesis, no slo lo que una teora dice, sino
las formas histricas de gestin de los conocimientos que enuncia; no
ya la descripcin de sus prcticas, sino ms bien el anlisis de
las demandas a las que tales prcticas dan respuesta. En rigor de
verdad, este libro no desarrolla el conjunto de deconstrucciones y
re-construcciones de las teoras y prcticas que un estudio
genealgico exigira. Pero s,.en el marco de lo antedicho, propone
algunas puntuaciones que permitan localizar los ncleos que -en sus
insistencias- conforman ciertas demar-caciones del campo grupal. Si
bien no despliega el exhaustivo recorrido historiogrfico que el
rigor genealgico necesita, abre ciertos signos de pregunta sobre
algunos lugares comunes que han cristalizado en los saberes y
prcticas grupales en nuestro medio. En tal sentido es que aqu se
habla de puntuaciones, proponiendo al lector algu-nas
localizaciones crticas que ofrece como sus notas -sus primeras
notas- para una genealoga de lo grupal. Su intencin se aleja de
definir qu son los grupos, y se orienta a esbozar algunas ideas que
otorguen ins-trumentos bsicos para pensar una teora de lo que
hacemos cuando instituimos grupos. En primer lugar, se enfatiza una
diferenciacin: los grupos no son lo grupal; importa por lo tanto
una teora de lo que hacemos y no una teora de lo que es. En ese
sentido su preocupacin es epistmica (cmo se construyen los
conocimientos sobre lo grupa]) y no ntica (qu son los grupos). En
segundo lugar, es importante subrayar que las diferentes teoras
sobre lo grupal -como de todo campo disciplinaria no son slo
producciones discursivas; son, por el contrario, el resultado de
una serie de factores articulados. Interesa reflexionar,
particularmente, sobre la relacin existente entre un cuerpo teri-co
y el diseo tcnico que organiza sus formas de trabajo grupal, el
lugar que tal corriente o pensador sos-tenga como sus a priori en
la tensin singular-colectivo, la demanda socio-histrica a la que
sus disposi-tivos son respuesta y, en muchos casos, las urgencias
de legitimacin institucional que marcan sus indaga-ciones. En
tercer lugar, no hay que olvidar que una teora demarca sus reas de
visibilidad e invisibilidad, sus enunciados y sus silencios, como
resultado de la articulacin de los factores mencionados. En tal
senti-do, una indagacin que se propone crtica lejos estar de buscar
acuerdos o desacuerdos con los autores abordados. Desplegar sus
reflexiones en los pliegues de visibilidades y enunciados, en las
soluciones de compromiso entre discursos, prcticas y demandas;
entre los "themas" que demarcan sus preocupaciones tericas y
aquellas regiones que han permanecido como impensables. Un trabajo
de elucidacin crtica abre la posibilidad de localizar entre los
cursos y recursos de la Babel de los grupos aquellas reas de
visibilidad sobre los acontecimientos grupales que determinados
dis-positivos grupales han posibilitado y cules han quedado
necesariamente invisibles. Lo invisible dentro de una teora, es el
resultado necesario y no contingente de la forma en que se ha
estructurado dentro de ella el campo de lo visible. Por lo tanto
"crtica" aqu no significa, como se seala lneas arriba,
evidenciarlos erro-res, mostrar desacuerdos o adhesiones, sino ms
bien presuponer que aquello que una teora "no ve" es interior al
ver, en tal
sentido sus invisibles son sus objetos prohibidos o denegados;
puede pensarse enton-ces que el nivel de lo enunciable que una
teora despliega ser la transaccin, el compromiso discursivo, pero
tambin institucionalhistrico de sus visibilidades y sus
invisibilidades, de aquello que le es posible pensar y de sus
impensables, de sus objetos afirmados y sus objetos denegados.
Teorizaciones posteriores, en tanto acumulan, refutan, redefinen
las producciones tericas previas y se sitan desde otras demandas
sociales y otros marcos institucionales, producen a, u vez
dispositivos gru-pales que generan "fenmenos" grupales y/o se
posicionan en otro lugar del a priori individuo-sociedad
construyendo otros enunciados tericos. Estos nuevos discursos, por
ende, circularn desde otras transac-ciones entre lo visible y lo
invisible, se organizarn desde otras demarcaciones y gestionarn
prcticas guiadas por sus propias preocupaciones terico-tcnicas. En
sntesis, el criterio propuesto no se sostiene en la premura de
legitimar lo que ya se sabe, sino en abrir interrogaciones sobre lo
enunciado y sus prcticas que permita, a su vez, pensarlos problemas
de otro modo. En tal sentido se propone un doble camino de
deconstruccin y re-construccin de teoras y prcti-cas. Esto tiene
varias implicancias, fundamentalmente la intencin de
de-sustancializar los conceptos y desmarcar la lectura, el texto,
el autor de un efecto de verdad, juego de
de-construccin/re-construccin que al poner en evidencia los
silencios de enunciado, los objetos denegados, los impensables en
su doble di-mensin, terica y profesional, haga posible pensar de
otro modo los problemas recurrentes de la disciplina y cree
condiciones para pensar lo hasta entonces impensable. Por eso
elucidacin que se propone crtica y en tanto crtica, tica.
Obviamente, presentar una elucidacin crtica con todos los
requisitos sealados en esta introduc-cin conformara una obra de
envergadura muy superior a los objetivos de este libro. Sera muy
interesante al respecto, una labor colectiva; frente a tal anhelo
es que se espera puedan resultar de utilidad estas prime-ras notas
para una genealoga del campo grupal.
B. Una manera de leer, una manera de pensar La manera de leer
que una actitud de elucidacin crtica implica se aleja
cuidadosamente de un tipo de abordaje a los textos y autores muy
difundido en el medio "psi". Necesariamente debe buscar criterios
de lectura que se aparten del texto-verdad, es decir se distancien
del supuesto por el cual la prctica de lectura es un acto de
revelacin; esta forma "bblica" de pensar el texto como continente
de una verdad-revelada-ah pone al lector en una nica posicin: el
desciframiento; su prctica-religiosa, se dirige a la repeticin
descifrada -con mayor o menor fortuna- de las enseanzas de un
maestro, poseedor de dicha verdad. Bueno es aclarar que si bien
esta
manera de leer suele ser muy caracterstica en el medio "psi", no
es privativa de l; muy por el contrario, puede observarse en
diversos medios acadmicos y polticos. Varias son las consecuencias
de esta manera de leer; una de las ms relevantes es la dogmatizacin
del cuerpo terico; este proceso posibilita en el plano terico mismo
la gestin de una ilusin: la teora completa; a partir de esta ficcin
ninguna invisibilidad ser posible de ser pensada, la actitud de
interroga-cin caer bajo sospecha, las falacias de autoridad sern
una prctica cotidiana de legitimacin. Un efecto institucional muy
caracterstico de esta situacin es la repeticin al infinito de la
necesi-dad -podra decirse la urgencia- de clasificaciones que
tipifiquen a sus integrantes en ortodoxos y hetero-doxos;
expulsiones, rupturas y fracciones y pleitos de membresa se suceden
cotidianamente. Estos procesos terico-institucionales van
produciendo una transformacin en la posicin del dis-curso en
cuestin: de constituir un discurso autorizado -legtimamente
autorizado por su sistematizacin terica, su rigor metodolgico,
etc.- pasa a instituirse como el discurso de la autoridad. Frente a
esta forma de lectura es importante evitar tanto la sumisin a la
repeticin del discurso le-gitimado, como la descalificacin de sus
valores de enunciado. Por ambos caminos, aunque de diferente, se
empobrece la reflexin terica. El campo grupal no presenta un cuerpo
terico sistematizado; en ese sentido esta situacin podra
transformarse en una ventaja ya que puede ofrecer mejores
condiciones para la formacin de un mtodo de pensamiento crtico.
Para ello deber desandar un camino que ha recorrido en los ltimos
tiempos; aquel que ha intentado territorializarlo como un campo de
aplicacin de campos teri-cos instituidos como sistemas conceptuales
totalizadores. La tradicin de la teora crtica ha evitado la
produccin de sistemas tericos cerrados, prefirien-do el contrapunto
y la interrogacin con diversos sistemas de pensamiento. En ese
sentido es que en esta propuesta se ha elegido un criterio de
lectura des-construccin/re-construccin donde los enlaces terico
puedan realizarse a travs de confrontaciones locales y no globales;
donde las teoras puedan pensarse des-de lo mltiple y no desde lo
uno. Uno de los propsitos de este libro es proporcionar algunas
herramientas conceptuales - que ayu-den a desdibujar los crculos
que muchas veces encierran importantes producciones tericas en
grandes relatos totalizadores. Cuando un sistema terico se totaliza
o bien sufre un proceso de banalizacin al ser "aplicado" a otros
campos disciplinarios o bien opera reduccionsmos insalvables sobre
el campo en cues-tin. Por el contrario, si se crean condiciones
para su des-totalizacin, al trabajarse sus conceptos local y no
globalmente, stos vuelven a adquirir la polivalencia terica
imprescindible para producir nuevas nociones, para pensar
articulaciones hasta ahora invisibles, cuestionar sus certezas,
pensar aquello que haba quedado como impensable. En sntesis, el
contrapunto y la interrogacin como mtodo para que las teoras
manten-gan su vigor en la subversin de aquello que se ha
cristalizado como obvio.
Al mismo tiempo, y desde esta perspectiva, la legitimacin del
campo grupal no pasara por lograr constituir una Teora de los
Grupos sino por plantearse tal espacio como un campo de
problemticas en el seno del cual habra que discutir sus criterios
de demarcacin, los rigores epistmicos y metodolgicos para que sus
contrapuntos locales y no-globales pueda no operar como "caja de
herramientas" y no como patch-work tericos y donde -en funcin de lo
anterior- se pueda: diluir el fantasma que atraviesa las
formaciones grupales, fantasma que confunde las acciones en grupo
(dispersivas e intrascendentes) con las experiencias grupales que
se realizan orienta-das por una concepcin desde la cual se analizan
y justifican.
C. Los tres momentos epistmicos Con el propsito de buscar algn
ordenamiento para la indagacin a realizar a travs de la Babel de
los grupos, se sealarn tres momentos epistmicos. En la constitucin
de saberes y quehaceres grupales, tales momentos, ms que indicar un
sentido cronolgico, expresan ciertas formas caractersticas de
pensar las legalidades grupales. No puede decirse que unos sucedan
a otros linealmente, sino que si bien es posible delimitarlos con
cierta claridad, frecuentemente se pueden encontrar rasgos de un
momento epistmico en los siguientes. Los autores o corrientes que
se analizan en cada uno de ellos no son excluyentes; ni siquiera
podr-an considerarse unnimemente como los ms importantes.
Simplemente son aquellos de mayor difusin en el mundo acadmico en
el marco del cual este libro ha sido gestado. Si son ellos y no
otros los que se toman en consideracin, esto se debe a que han
sustentado algunas cristalizaciones de ciertos lugares co-munes que
interesa poner en interrogacin en este libro. El primer momento
epistmico se organiza a partir de pensar al grupo como un todo. La
influencia de la Gestaltheorie hizo posible afirmar que en un
grupo, el "todo es ms que la suma de las partes". Hay all un
primera intuicin, aquella que otorga a los pequeos colectivos un
plus irreductible a la suma de sus integrantes. Es en la indagacin
de tal plus que se delimitan los primeros recortes disciplinarios.
Entre ellos se destaca, sin duda, la Dinmica de los Grupos. Ms all
de la difusin de las teorizaciones que esta corriente pone en
enunciado con respecto a los grupos, es importante destacar que
aproximadamente entre 1930 y 1940 se instituyeron ciertos criterios
en virtud de los cuales comenz a pensarse en "artificios" grupales
para abordar algunos conflictos que acontecan en las relaciones
sociales. Cobran visibilidad conflictos humanos en la produccin
econmica, en la salud, en la educacin, en la familia, y las
instancias organizativas de la
sociedad pasan a considerar-los como parte de los problemas que
deben resolver. Sin embargo, pareciera suponerse que tales
conflictos no pueden ser abordados mediante los recur-sos
previamente existentes; exigen nuevas formas de intervencin y
especialistas adecuados a tales fines. Desde diferentes puntos de
origen se inventa una nueva tecnologa: el Dispositivo Grupal, y un
nuevo tcnico: el coordinador de grupos. Rpidamente se multiplican
los diagramas tcnicos y los campos posibles de aplicacin. A su vez,
muy dismiles sern las teorizaciones que intentarn dar cuenta de
aquello que acontece en los dispositivos grupales instituidos.
Estos movimientos se sostuvieron desde una conviccin: el grupo, en
tanto todo, es ms que la su-ma de las partes. Tal plus grupal hace
de los grupos, a partir de all, espacios tcticos con los que se
intenta-r dar respuesta a mltiples problemas que el avance de la
modernidad despliega. Desde entonces, teorizar el plus grupal ha
sido una preocupacin constante de las diferentes co-rrientes
grupalistas. Todas enfrentan una misma dificultad: el plus grupal
es fcil de poner en evidencia, pero se vuelve sumamente difcil
producir enunciados tericos que den cuenta de l y del orden de
legali-dades que lo sostienen. El segundo momento epistmico se
focaliza alrededor de la bsqueda de organizaciones grupales; es
decir nuclea aquellos intentos que buscan dar cuenta de las
instancias de determinacin que hacen posi-bles los movimientos
grupales que haban cobrado visibilidad en los dispositivos que se
instituan por do-quier. El psicoanlisis hace aqu aportes
insustituibles, tanto en el plano terico como en el diseo y
difu-sin de dispositivos grupales en el rea de la clnica
psicoteraputica. Lo mismo podra decirse de los gru-pos operativos
de Pichon Rivire aunque en reas ms vastas: educacin, salud,
intervenciones comunita-rias, etctera. En el interior del campo
psicoanaltico, la polmica se centrar en dilucidar si los grupos
constitu-yen un campo de aplicacin del saber y la tcnica
psicoanaltico, o si exigirn la elaboracin de instrumen-tos tericos
y tcnicos especficos; constituirn sus propios contextos de
descubrimiento y -lo que es ms- si podrn legitimar sus propias
demarcaciones disciplinarias. Al mismo tiempo, en este derrotero se
perfila un conflicto que implicar una dimensin terica y otra
institucional. Tericamente se discute si el psicoanlisis puede dar
cuenta de los aspectos fundantes del campo grupal. O dicho de otra
manera el orden de determinaciones vlido en el campo psicoanaltico
en funcin del objeto de estudio que esta disciplina ha delimitado,
puede extenderse legtimamente al campo grupal?, son los
organizadores fantasmticos que diferentes escuelas psicoanalticas
pusieron en enuncia-do, los nicos organizadores grupales?, cmo
operan los organizadores socio-culturales? y cmo articular los
organizadores descubiertos por el psicoanlisis con los aportes de
otras disciplinas? En el despliegue de estas interrogaciones y sus
respuestas posibles no jugarn solamente cuestiones
terico-doctrinarias. Aqu opera la dimensin
institucional antes aludida, ya que -como en todo campo de
conocimientosus elucidaciones sufrirn las marcas de las luchas por
la hegemona en el campo intelectual. En nuestro medio este ltimo
aspecto cobra particular relevancia, dado el prestigio logrado,
dentro de los dispositivos "psi", por el dispositivo psicoanaltico.
En tal sentido, suele operar un tipo de presin que cie-rra estos
interrogantes impidiendo su despliegue. El tercer momento epistmico
se perfila, justamente, a partir de las dificultades que presentan
las disciplinas de objeto discreto para abordar ciertas realidades
disciplinarias sin caer en algn reduccionismo (sociologismo,
psicologismo, psicoanalismo). Si las lgicas de objeto discreto
fueron necesarias para poder realizar las demarcaciones bsicas de
las disciplinas ms formalizadas de las ciencias humanas, hoy muchas
de ellas se encuentran preocupadas en encontrar otros instrumentos
metodolgicos que permitan dar cuenta de aquellas reas que resisten
abordajes unidisciplinarios. Esta tarea no es sencilla. Produce
fuertes tensiones epistmicas e institucionales. El campo grupal, en
la bsqueda de su legitimidad, se despliega hoy en la compleja labor
de desmontar dos ficciones siempre recurrentes: la ficcin del
individuo, que impide pensar cualquier plus grupal y la ficcin del
grupo como intencionalidad que permite imaginar que el plus grupal
radicara en que ese colectivo -como unidad- posee intenciones,
deseos o sentimientos. El anlisis crtico de tales ficciones implica
un cambio de paradigmas tericos y una profunda revi-sin de las
prcticas grupales instituidas. Para tal propsito se enfatiza la
necesidad de evitar soluciones reductivas y mantener la posibilidad
de sostener algunas tensiones operando en su productividad
problem-tica. As, por ejemplo, habr que transitar la tensin entre
las epistemologas de objeto discreto y la pro-duccin de redes
transdisciplinarias que permitan crear nuevos pasajes de lo visible
o lo enunciable en el campo grupal. Esto implica, asimismo, la
posibilidad de sostener la tensin entre las especialidades
disci-plinarias y los saberes transversalizados. En en el marco de
tales objetivos que se ha propuesto un criterio genealgico en el
anlisis de saberes y prcticas que permita referir los mismos a su
problematizacin. Para ello un par antinmico: Individuo vs. Sociedad
exige su elucidacin crtica. La de-construccin de este a priori
conceptual abre la posibilidad de realizar un pasaje de un criterio
antinmico de individuos vs. sociedades, hacia una operacin
conceptual que pueda evitar una "resolucin" reduccionista y se
permita sostener la tensin singular-colectivo. Singularidad
descarnada de soportes corporales indivisos; colectividad que en
las resonancias singulares produce anudamientos-desanudamientos
propios. Singularidad y colectividad que slo sosteniendo su tensin
hacen posible pensar la dimensin subjetiva en el atravesamiento del
deseo y la historia.
Captulo I EL VOCABLO GRUPO Y SU CAMPO SEMANTICO
A. Produccin histrica del vocablo grupo Se abordar en este punto
la etimologa del vocablo que es motivo de la presente elucidacin;
ms all de la relevancia histrica que esta tarea pueda presentar,
interesa pensar dentro del campo semntico mismo. Se espera que las
lneas de significacin puestas de manifiesto, hagan posibles ciertas
visibilidades con respec-to a las diversas producciones de sentido
que la palabra "grupo" ha disparado histricamente. Tanto el trmino
francs groupe, como el castellano grupo, reconocen su origen en el
trmino ita-liano groppo o gruppo. Groppo aluda a un conjunto de
personas esculpidas o pintadas, pasando hacia el siglo XVIII a
significar una reunin de personas, divulgndose rpidamente su uso
coloquial. El groppo scultorico es una forma artstica propia del
Renacimiento, a travs de la cual las escultu-ras que en tiempos
medievales estaban siempre integradas al edificio, pasan a ser
expresiones artsticas en volumen, separadas de los mismos, que
permiten para su apreciacin caminar a su alrededor, es decir,
ro-dearlas; cambia as la relacin entre el hombre, sus producciones
artsticas, el espacio y la trascendencia; al mismo tiempo, otra de
las caractersticas a sealar del groppo scultorico es que sus
figuras cobran sentido cuando son observadas como conjunto, ms que
aisladamente. Contemporneamente a la inclusin del vocablo en lengua
francesa, se imponen en ingls y en alemn vocablos anlogos; seala
Anzieu que las lenguas antiguas no disponen de ningn trmino para
designar una asociacin de pocas personas que comparten algn
objetivo en comn. Qu quiere decir que no hay palabra? Que lo no
nombrado no existe? Qu tiene un nivel de existencia por debajo de
su posibilidad de representacin? Para problematizar aun ms esta
interrogacin, podra agregarse que, si bien un vocablo es
cons-truido para hacer referencia a una produccin existente, los
actos -en este caso tal vez sera ms correcto decir los procesos- de
nominacin son piezas claves en las construcciones que realizan los
actores socia-les para producir sus "representaciones" de la
realidad socio-histrica en que viven. Es necesario pensar
entonces que -hasta cierto momento histrico y para los actores
sociales de la poca- los pequeos colectivos humanos no habran
cobrado la suficiente relevancia como para formar parte de la
produccin de las representaciones del mundo social en que vivan,
quedando as sin nomina-cin, sin palabra. De ser esto as -y en el
mismo sentido- habr que indagar qu transformaciones sociales se
produ-cen en el perodo histrico en el cual los agentes sociales
"necesitan" nominar a tales agrupamientos huma-nos como "grupos",
como as tambin qu lugares y funciones sociales y subjetivas van
ocupando tales agrupamientos en el proceso por el cual adviene su
palabra.
B. Lneas de significacin Pareciera ser que una de las primeras
acepciones del trmino italiano groppo, antes de llegar a ser reunin
o conjunto de personas era nudo. Derivara del antiguo provenzal
grop=nudo; ste a su vez derivara del germano Kruppa = masa
redondeada, aludiendo a su forma circular.
Krupp>grop> groppo>grupo (alemn) (provenzal) (italiano)
Masa NUDO redondeada Crculo Cohesin Grupo Estn presentes, entonces,
en el vocablo dos lneas que frecuentemente se encuentran en la
re-flexin sobre lo grupal, o -dicho de otra manera- dos lneas que
insisten en dicha reflexin. Por una parte, la lnea de insistencia
Nudo; si bien para Anzieu la figuracin nudo remite al grado de
"cohesin necesaria entre los miembros del grupo", para la
perspectiva de investigacin elegida en este trabajo, la figura nudo
abre otra forma de interrogacin sobre la misma cuestin: qu
anudamientosdesanudamientos se organi-zan dentro de un conjunto
reducido de personas? Por otra, la masa redondeada parecera portar,
implcitamente, la idea de crculo, en el sentido de reunin de
personas: agrupaciones de oficios, comerciales, clubes, polticos,
etc., que retornando una anti-gua tradicin celta dara idea de
crculo de iguales. Son ilustrativos al respecto Los Caballeros de
la Mesa Redonda y la orden religiosa de Los Templarios, cuyo altar
circular haca posible que todos los caballeros de la orden
estuviesen, en misa, a igual distancia de Dios.
Ntese que aun en la actualidad generalmente se elige la
distribucin circular en el trabajo con gru-pos. Esta forma tan
caracterstica connota algo que trasciende el espacio mismo, que va
ms all de la even-tual organizacin de sus actividades; implica, en
realidad una particular estructuracin de los intercambios entre los
integrantes. Es frecuente encontrar en este punto la acentuacin de
la igualdad jerrquica atribuida a la forma circular de ubicacin;
esto significa afirmar que sentarse en crculo horizontaliza o
democratiza la relacin entre los miembros de un grupo. En realidad,
el mero sentarse en crculo no determina igualda-des jerrquicas ni
atena los juegos de poder en el mismo. Por el contrario, pareceran
ser de mucho ms peso aquellos intercambios que se organizan desde
ese circular -en principio de miradas- que la distribucin espacial
elegida posibilita.
C. Referentes etimolgicos En primer lugar sorprende la
modernidad del vocablo. Qu significacin tendr que con anterioridad
a la modernidad no existiera un trmino que diera cuenta de una
reunin de un nmero restringido de personas con un cierto objetivo
comn? En otras temticas ha sido investigada la relacin entre la
presencia o ausencia de determinados vo-cablos y su significacin en
la cultura de la poca. As Ph. Aris ha trabajado la ausencia de la
nocin de nio en la sociedad feudal y la correlativa ausencia de
vocablos que nominaran a los nios, o lo que es igual, la presencia
de distintos trminos que dan la idea de nio a partir del momento
histrico en que ste comienza a particularizarse del mundo de los
adustos. Muestra, asimismo, cmo se produce una correlacin entre
este proceso de "poner palabra" y la construccin de campos
disciplinarios especficos -en este caso la pedagoga- y las nuevas
prcticas sociales que se desarrollaron en este proceso: aparicin
del "sentimiento de infancia", maternaje realizado por su propia
madre, escolarizacin de los nios, etctera. El groppo aparece con el
Renacimiento, momento de profundas transformaciones, polticas,
eco-nmicas, familiares; momento de giros epistmicos y de
modificaciones de las weltanschauungen. Es en el complejo trnsito
de las servidumbres con Dios, el seor, y la fe hacia las autonomas,
las ciencias, las artes no religiosas y el libre mercado donde se
van creando las prefiguraciones del individuum; trnsitos que harn
posible a partir de Descartes, las grandes reflexiones modernas del
sujeto y el surgimiento de las ciencias humanas. El groppo se
autonomiza al separarse del edificio asentndose en los atrios y en
las pla-zas. Al mismo tiempo se produce la nuclearizacin de la
familia; sta inicia un proceso de transformaciones reducindose
desde sus extensas redes de sociabilidad feudal hasta conformar la
familia nuclear moderna. Este trnsito de "la casa" a "la familia"
no es una cuestin atinente slo a la historia de la vida coti-diana,
sino que punta trnsitos claves desde las
relaciones de produccin hasta la constitucin de las
subje-tividades; se acenta la intimidad, la individuacin, las
identidades personales, el uso de nombres y apelli-dos
particularizados, etctera. La preocupacin por la nocin de individuo
comparte el escenario de surgimiento de las ciencias humanas; con
ellas nace dentro de la gran pregunta a la que estas nuevas reas
del saber intentan dar res-puesta: Qu es el Hombre? cada una de
ellas desde su ngulo de mira, pero todas preocupadas por la
indi-vidualidad; preocupacin sta impensable dentro de las
sociedades feudales. En las formas del ser social del feudalismo no
haba lugar para ninguna pregunta sobre el individuo; s tenan una
fuerte vigencia los interrogantes respecto a las obligaciones de
los hombres con Dios, por ejemplo; pero ausentes estaban las
nociones de individuo, individualidad, intimidad, xito individual,
felicidad personal. La temtica de la individualidad o de la
identidad personal, comienza a desarrollarse con el adve-nimiento
de la sociedad industrial, al mismo tiempo que lo privado y lo
pblico reestructuran tanto sus territorios como sus
significaciones, y se organiza un cambio radical en las prioridades
de la vida, apare-ciendo en primer plano el libre albedro y la
felicidad personal. Paulatinamente se van delineando las reas del
saber que conformarn las ciencias humanas o humanidades y las
antropologas filosficas. El Hombre, l mismo, se tomar como objeto
privilegiado de reflexin en estos campos de saberes; los tiempos de
las taxonomas sern reemplazados -Descartes me-diante- por la
pregunta por el ser de lo humano. La temtica de la subjetividad
adviene as al escenario filo-sfico-cientfico de la poca. Puede
pensarse entonces que la produccin del vocablo grupo es
contempornea a la formacin de la subjetividad moderna y a la
constitucin del grupo familiar restringido. En el marco del
capitalismo naciente hasta las ltimas fibras del tejido social se
reorganizan en fi-guras impensables hasta entonces. Las
sociabilidades feudales, las obligaciones cerradas con Dios, el
seor feudal, el rey, el padre y los fuertes intereses corporativos,
no dejaban intersticios sociales suficientes para individuaciones,
intimidades o enlaces en pequeos grupos. La "grupalizacin" de la
vida familiar al res-tringir la familia extensa nuclearizndola-
implicar algo ms que una reduccin de personas. Sostiene un cambio
significativo -estructural podra decirse- en los anudamientos
subjetivos de sus miembros. Tal parecera ser la relevancia de estas
cuestiones, que historiadores como Shorter han llamado Revolucin
Sentimental del siglo XVIII a la "aparicin" del amor maternal, del
amor conyugal y el senti-miento domstico de intimidad. Qu
transformaciones se han producido'? Han cambiado sin duda las
prio-ridades en las vidas de las personas, pero tambin los enlaces
tanto contractuales como subjetivos entre los integrantes de la
familia. Cambio en el espacio micro social que reproduce y
sostiene, pero tambin produ-ce al infinito, las nuevas formas de
gobernabilidad y consenso. El vocablo grupo, en su acepcin actual,
se produce en aquel momento histrico que vuelve "nece-saria" tal
palabra para la produccin de
representaciones del mundo social. Su nominacin vuelve visible
una forma de sociabilidad -los pequeos colectivos humanos- que con
la modernidad cobra la suficiente relevancia en las prcticas
sociales, como para generar una palabra especifica. La aparicin de
este vocablo se inscribe en el complejo proceso de transformaciones
tanto de las formas de sociabilidad, de las prcti-cas sociales y de
las subjetividades, como de nuevas figuraciones que los actores
sociales darn a las "re-presentaciones" que construyen del mundo en
que viven. Con respecto a la relacin entre el proceso de la
nuclearizacin de la familia y la aparicin de la pa-labra grupo, es
necesario aclarar que no se plantea aqu que tal proceso haya creado
las condiciones para la aparicin del vocablo grupo, sino ms bien
que las transformaciones socio-histricas que dan origen a la
constitucin de la subjetividad moderna son parte de los procesos de
gestin de los pequeos agrupamien-tos, entre ellos la nuclearizacin
de la familia. En sntesis, el vocablo grupo surge en el momento de
constitucin de la subjetividad moderna. Su etimologa refiere a un
nmero restringido de personas asociadas por un algo en comn. Se
destacan dos lneas en tal rastreo etimolgico: la figuracin nudo,
que sugiere interrogacin sobre qu es lo que hace nudo y lleva
implcitos necesarios enlaces y desenlaces entre sus integrantes, y
la figuracin crculo, que remite a las formas de intercambio que se
producen entre los miembros de tales grupos, Se insistir ms
adelante en la lneas de figuracin nudo como forma de referirse a
los grupos. Avanzando un poco ms, tal vez fuera pertinente aclarar
que no se usa aqu el trmino nudo en un sentido analgico: "el grupo
es como un nudo", sino -por el contrario- en un sentido metafrico,
en tanto figura nudo que aspira a producir efecto de significacin.
Con la figura nudo, se intenta subrayar los
anudamientos-desanudamientos, de subjetividades, los
enlaces-desenlaces diversos, puntuales, simultneos, fugaces o
duraderos, de subjetividades que se produ-cen en los
acontecimientos grupales. En este sentido preguntarse por la
especificidad de lo grupal es abrir interrogacin por las
particularidades de tales anudamientos cuando se constituyen en lo
que se ha dado en llamar pequeos grupos.
Anudamientos-desanudamientos que por organizarse entre un conjunto
nume-rable de personas cobrarn caractersticas diferenciales con
respecto a otras formas de enlace sociales tales como grupos
amplios, masas, duplas, etctera.
D. Primeras puntuaciones antes de avanzar Luego de esta somera
incursin por el campo semntica del vocablo grupo, se hace necesario
realizar algu-nas puntuaciones que permitan delimitar con mayor
precisin el rea de reflexin del presente trabajo. Frente a
algunas
preguntas muy clsicas respecto a los grupos, como "cuntos
individuos conforman un grupo?", se centrar la reflexin sobre
conjuntos restringidos de personas; quedan por tanto excluidos de
esta elucidacin grupos humanos ms amplios, colectividades, masas,
clases sociales, etctera. Se ha visto ya que el mero "juntarse" no
constituye un grupo; entonces, "cundo un conjunto de personas se
conforma como grupo?". Desde la etimologa ha podido observarse que
el groppo scultorico posea cierta forma particular de agrupamiento
y que posteriormente el vocablo grupo comenz a designar reunin de
personas, crculo de personas con algo en comn, "agrupaciones de
oficios, comerciales, etc." Es decir que sern necesarias
determinada actividad en comn y ciertas formas organizacionales.
Por otra parte, la figura nudo indica que en tal agrupamiento se
formarn "anudamientos-desanudamientos". El nmero restringido de
personas no remite, simplemente, a una cuestin formal o numrica; en
tanto se lo ha asociado con la figura nudo, se afirma que esta
caracterstica: nmero restringi-do, orientar en forma significativa
los intercambios que entre tales personas se produzcan. A su vez,
si se toma distancia de la inmediatez de su existencia fctica, se
vuelve necesario abrir in-terrogacin con respecto a las instancias
organizadoras de estos colectivos humanos, o sea las formas que sus
legalidades adquieren. Habr que interrogar tambin si estas
peculiares formas de intercambio que parecen ser los grupos,
organizan a, o se organizan desde algunas particularidades de las
formaciones psquicas de sus integrantes, o si avanzando un poco ms-
producen "formaciones psquicas propias". Por ltimo, se advierte que
en lo que respecta a los discursos sobre la grupalidad, no es
intencin de este trabajo realizar un anlisis de lo que ha dicho
cada corriente significativa con respecto a qu son los grupos; se
tomarn tan slo algunos momentos de tales discursos, aquellos que
resulten ms instrumentales para el desarrollo propuesto. Esto es,
aquellos aportes fundantes de los tres momentos epistmicos
delimitados en pginas ante-riores, en la constitucin de los saberes
y prcticas grupales: el todo es ms que la suma de las partes; los
organizadores grupales y el agotamiento del objeto discreto.
Captulo II LO SINGULAR Y LO COLECTIVO Y mi soledad no ataca ms
que la inteligibilidad de las cosas. Mina hasta el fundamento mismo
de su existen-cia. Cada vez me asaltan ms dudas sobre la veracidad
del testimonio de mis sentidos. S ahora que la tierra sobre la que
se apoyan mis dos pies necesitara para no tambalearse que otros,
distintos de los mos, la pisaran. Contra la ilusin ptica, el
espejismo,
la alucinacin, el soar despierto, el fantasma, el delirio, la
perturbacin del odo. el baluarte ms seguro es nuestro amigo o
nuestro enemigo, pero alguien oh dioses, alguien.
A. Antinomia individuo-sociedad Si bien en la actualidad puede
considerarse que las relaciones de los seres humanos con el medio
que los rodea son inherentes a la propia humanizacin, el problema
de la relacin de los individuos entre s ha sido considerado desde
diferentes puntos de vista. Podran esquematizarse las posiciones ms
opuestas diciendo que desde una de ellas se considera al individuo,
en tanto singularidad, como una realidad en s mismo; slo l percibe,
piensa, ama u odia, se siente responsable, toma decisiones,
etctera. El grupo, la sociedad, lo colectivo seran generalizaciones
tericas que no tendran otra consistencia que la realidad misma de
ese individuo. En la tesis contraria, el individuo como tal,
independientemente de los dems sera una mera entidad lgica.
nicamente el grupo, el colectivo, la sociedad, son reales; slo a
travs de dicha realidad se presentifica la instancia individual.
Segn esta concepcin, el individuo sera producto de su ambiente, sea
l consciente o no de ello. O, dicho de otra manera, el individuo
sera un cruce de relaciones sociales. Como puede observarse, tanto
en una como en otra posicin, la relacin individuo-sociedad est
pensada desde un criterio antagnico, es decir, que ambas
"resuelven" la compleja tensin entre lo singular y lo colectivo
desde un paradigma disyuntivo -muy propio del pensamiento
occidental- segn el cual singu-laridad y colectividad conforman un
par de contrarios; presentan, por lo tanto, intereses
"esencialmente" opuestos y se constituyen desde lgicas
esencialmente" diferentes. Se pueden puntuar en ese sentido dos
formas tpicas de "resolver" tal tensin: el psicologismo y el
sociologismo. El primero ms frecuente en el pensamiento liberal,
conserva la tendencia a reducir los con-ceptos sociales a conceptos
individuales y psicolgicos; el segundo, ms frecuente en el
pensamiento socia-lista, ha ido en sentido contrario: hacia la
reduccin de los conceptos individuales a una idea globalizada de la
historia y de la sociedad. Ambos fomentan un antagonismo entre
individuos y sociedades, el primero en favor de una idea abstracta
de individuo, el segundo en favor de una idea abstracta de la
sociedad. En muchos tramos de este libro se observar cierta
insistencia en el sealamiento de sesgos psico-logistas o de
operaciones de psicoanalismo. No debe entenderse esta preferencia
como una consideracin de mayor importancia del psicologismo con
respecto al sociologismo-, la justificacin de tal insistencia
radica en otra afirmacin: aquella que ubica al psicologismo o al
psicoanalismo como los impensables ms frecuentes de la cultura
"psi". As, por ejemplo, dentro de las posiciones psicologistas en
la psicologa aca-dmica, puede observarse la presencia de la
antinomia
Individuo-Sociedad en el campo grupal, en la tajante divisoria
de aguas entre "individualistas" y "mentalistas" que recorri los
primeros tramos de este campo disciplinario. A su vez, esta polmica
desarrolla nuevas formas argumentases en el campo del psicoanlisis,
cuando esta disciplina incorpora formas grupales de trabajo clnico-
aqu una de las divisorias se ha esta-blecido entre aquellos que han
nominado a su quehacer grupa] como psicoanlisis en grupo y aquellos
que lo han llamado psicoanlisis de grupo. Pero el inters de estas
puntuaciones no es slo histrico, la preocupacin con respecto a la
tensin entre lo singular y lo colectivo, corno as tambin la
necesidad de su reflexin por caminos que no se desli-cen hacia los
clsicos reduccionismos cobra absoluta vigencia en la actualidad
tratando de superar las for-mas dicotmicas de abordaje de esta
temtica. As por ejemplo interrogaciones tales como: cul es la
di-mensin de lo social histrico en la constitucin de la
subjetividad?, cul es el papel de la subjetividad en los procesos
histrico-sociales?, dan cuenta de la necesidad actual de desdibujar
las formas antinmicas de pensar esta cuestin. Son interesantes al
respecto las preocupaciones que nuclean a los historiadores de
Annales para quienes una sociedad no se explica solamente por sus
fundamentos econmicos, sino tambin por las representaciones que
ella se hace de s misma. Ha dicho G. Duby en una de sus lecciones
inaugura-les en el Colegio de Francia: El sentimiento que
experimentan los individuos y los grupos de sus posiciones
respectivas y las conductas que dicta ese sentimiento, no son
determinados inmediatamente por la realidad de su condicin econmica
sino por la imagen que de ella se hacen, la cual jams es fiel, sino
que es siempre la inflexin del juego de un conjunto complejo de
representaciones mentales. Obsrvese cmo desde este tipo de
planteos, quedan en cuestionamiento diversas antinomias
simul-tneamente, as no slo lo singular y lo colectivo sino tambin
lo objetivo y lo subjetivo, lo material y lo ideal, la economa y la
cultura, abriendo nuevas formas de enlace entre lo imaginario y lo
social.
B. Espacios La preocupacin por pensar las relaciones y
diferencias entre individuos y sociedades es, sin duda, una
caracterstica fundante en las ciencias humanas, las filosofas y las
ciencias y prcticas polticas de la Mo-dernidad. En este sentido, se
sealan dos espacios donde estas consideraciones se han desplegado;
si bien cada uno de ellos ha dado caractersticas propias al
tratamiento de la tensin entre lo singular y lo colectivo, no est
de ms subrayar que suelen presentar amplias zonas de
entrecruzamiento. Se hace as referencia al espacio
cientfico-acadmico y al tico-poltico.
1. Espacio cientfico-acadmico La oposicin Individuo-Sociedad ha
atravesado la psicologa y la pedagoga a travs de las interminables
polmicas nature-nurture y la sociologa a travs, por ejemplo, de la
clebre oposicin Tarde-Durkheim; estas polmicas "clsicas" no slo han
constituido los debates fundadores de las ciencias humanas, por el
contrario, pueden encontrarse aun hoy, por ejemplo, en las
discusiones sobre el origen del lenguaje, la psi-cologa del
conocimiento, etctera. Atraviesan, asimismo, tanto las diferentes
conceptualizaciones sobre los grupos humanos en las diversas
orientaciones de la psicologa social como tambin los abordajes
psicoanalticos con grupos: anlisis del grupo o en grupo, etctera.
Se hResponder
Re: El Campo Grupal, Ana Fernandez enviado por Emanuelde Manuela
San Jose - jueves, 29 de marzo de 2012, 12:40
esto es el libro? no pueden subir el libro completo en pdf? ya q
esta cortado al final.Mostrar mensaje anterior | Responder