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my Curry piensa que su vida apesta. Su madre decide mudarse de California a Connecticut para comenzar de nuevo, justo en el último año escolar de Amy. Su padre

murió recientemente en un accidente de auto. Entonces, Amy se embarca en un viaje de carretera para escapar de todo, dejando atrás la casa que siempre ha conocido para ir a su nueva vida. Junto a Amy viajara Roger, el hijo de una vieja amiga de la madre de Amy. Amy no lo ha visto en años, y no está encantada con la idea de conducir todo el país con un chico que apenas conoce. Así que se sorprende al enamorarse en el camino de él. Al mismo tiempo, ella hace las paces con la muerte de su padre y tratara regresar su vida a como era antes del accidente.

A

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RAVEN ROCK HIGH SCHOOL

Raven Rock, CA

Boleta De Calificación Final

Estudiante

AMELIA E. CURRY leta De Calificación F Primer Año

Clases Calíficación

Literatura Americana A

Historia Americana A

Química B-

Francés B+

Educación Física B

Teatro A

Notas

Esta estudiante con record académico será transferida a la escuela STANWICH HIGH, Stanwich, Connecticut. La estudiante podrá ser matriculada como alumna de última grado en otoño.

Ausencias

Ausencias Justificadas

A Enfermedad

1-Justificada (A) B Evento Escolar

5-Justificada (D) C Vacaciones

D Duelo

E Otras

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DE: Hildy Evans ([email protected])

PARA: Amy Curry ([email protected])

ASUNTO: Podré mostrarte la casa a las 4: 00

FECHA: 01 de Junio

HORA: 10:34 a.m.

¡Hola, Amy!

Sólo quería dejarte saber que mostraré la casa a algunos posibles compradores hoy a las cuatro. Sólo quería asegurarme de que eras consciente del tiempo, por lo que podrías hacer algunos arreglos para estar en alguna otra parte. Como hemos discutido antes, realmente queremos que la gente pueda imaginar esto como su CASA. ¡Y es más fácil cuando es sólo la familia y yo alrededor de la casa!

Además, entiendo que vas a unirte a tu madre en Connecticut pronto. Puedes sentirte libre de cerrar la puerta con seguro cuando te vayas—tengo mi copia de llaves.

¡Gracias!

Hildy.

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DE: Mamá ([email protected])

TO: Amy ([email protected])

SUBJECT: El Viaje

DATE: 03 de Junio

TIME: 9:22 a.m.

DATO ADJUNTO : MAPA DEL VIAJE

Hola, Amy.

¡Saludos desde Connecticut! Esto feliz de escuchar que te fue bien. Estoy feliz de escuchar que Candide fue un éxito. Estoy segura de que estuviste grandiosa, como de costumbre, ¡Desearía poder haber estado allí!

¡No puedo creer que haya pasado un mes desde que te he visto! Siento que es mucho más tiempo. Espero que te estés comportando bien con tu tía. Es agradable que ella de esté echando un ojo, así que espero que estés agradecida con ella.

Estoy segura que todo irá bien en el viaje. Espero que tu y Roger no tarden más que diez días, de acuerdo con el itinerario que he trazado para ti (adjunto). Tienes reservas en la lista de los hoteles. Paga por ellos, las comidas, y la gasolina con tu tarjeta de crédito de emergencia.

¡Y por favor, mantente segura! Información sobre hospitales están en la guantera, en caso de emergencia.

Sé que le envías a tu hermano tu cariño. Él me escribió, envía saludos. No puedes llamarle seguido, pero él comprueba su correo electrónico. Para él sería agradable que le escribieras uno de estos días.

Mamá.

VIAJE DE RUTA Inicio: Raven Rock, California Primera noche: Gallup, Nuevo México Segunda Noche: Tulsa, Oklahoma Tercera Noche: Terre Haute, Indiana Cuarta Noche: Akron, Ohio Final: Stanwich, Connecticut

Yo podría llevar a Roger a la casa de su padre en Philadelphia. ¡Por favor, conduce con cuidado!

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PARTE I

Miss California ……………………………………………………………………… 08

Eureka [I have found it] …………………………………………………………. 09

But I think it only fair to warn you, all those songs about California lied ……………………………………………………………………………………... 17

California is a garden of Eden, a paradise to live in or see. But believe it or not, you won’t find it so hot, if you ain’t got the do-re-mi ……… 28

You ain’t never caught a rabbit, and you ain’t no friend of mine …… 37

I’d like to dream my troubles all away on a bed of California stars … 40

You’ll be missed, Miss California ……………………………………………….. 08

PARTE II

The Loneliest Road in America

Long-distance information, give me Memphis, Tennessee.

She’s gonna make a stop in Nevada.

We’re on the road to nowhere. Come on inside.

Yesterday, when you were young . . .

A love-struck Romeo sings a streetsuss serenade.

PARTE III

Colorado Springs Eternal

There’s no surf in Colorado.

And you’re doing fine in Colorado.

Mistakes become regrets.

Have you ever been down to Colorado? I spend a lot of time there in my mind.

Those memories so steeped in yesterday. Those memories you couldn’t run away.

PARTE IV

Through Adversity to the Stars

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I’ve reached the point of know return.

There’s no place like home.

Where they love me, where they know me, where they show me, back in Missouri.

I called your line too many times.

I found my thrill on Blueberry Hill.

We will sing one song for the old Kentucky home.

PARTE V

How to Decapitate a Moose

You’d better go on home, Kentucky gambler.

I said, blue moon of Kentucky, keep on shining.

She met a boy up in Kentucky.

PARTE VI

Life Savers

We both will be received in Graceland.

Well they’ve been so long on Lonely Street they ain’t ever going to look back.

I took a trip while I was gone. I cashed in all my savings and bought an El Dorado, drove to Tennessee.

I was on your porch last night.

While I Breathe, I Hope.

I’ll be right here with you, come what may.

If you don’t mind, North Carolina is where I want to be.

Country roads, take me home to the place I belong.

Maybe this time with all this much to lose and all this much to gain: Pennsylvania, Maryland, the world.

Behind closed doors . . .

You’ve Got a Friend in Pennsylvania.

Good-bye, so long, farewell . . .

Into the woods, then out of the woods, and home before dark.

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Parte I

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Miss California

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Eureka [I have found it]

e senté en los escalones del frente de mi casa y veía la Subaru Station Wagon de color beige balancearse demasiado rápido alrededor del callejón sin salida. Este era un error de novatos,

realizado por los innumerables chicos de Fed Ex1. Solo había tres casas en Raven Crecent, y la mayoría de las personas habían llegado al final antes de notarlo. Los amigos de Charlie Stoner nunca lo recordaban así que siempre oscilaban entre el circulo antes de ponerse en nuestro camino. En lugar de usar esta técnica, la Subaru se detuvo, las luces del freno intermitente estaban rojas, entonces la luz cambio a blanco cuando se detuvo enfrente de la casa. Nuestro camino de entrada era bastante corto, así que podía leer las etiquetas adhesivas de la parte trasera: ―Mi hijo es el estudiante del mes en RANDOLPH HALL” y “Mi hijo y mi dinero van para el Colegio de Colorado”. Había dos personas en el coche hablando, teniendo una incómoda conversación mientras tenían el cinturón puesto, así que no pude ver por completo la cara de la otra persona.

A mitad del camino se podía notar el césped, el cual ya había crecido demasiado, ya habían pasado tres meses, lo sabía por el objeto inanimado que había llegado a odiar con toda mi existencia. Era un cartel de agentes de raíces, con una foto sonriente de una mujer excesivamente rubia. EN VENTA, decía el cartel, y debajo de aquello con letras más grandes, BIENVENIDO A CASA.

He tratado de resolver la capitalización desde que el cartel subió, y aun no tengo una explicación. Todo lo que podría determinar es que esto era una cosa agradable de ver si fuera una casa a la cual piensas mudarte. Pero no es muy agradable cuando es la casa de la cual tú te estás mudando. Prácticamente podía escuchar al Sr. Collins quien había dictado la clase de inglés en quinto grado, era el profesor que más me había intimidado de todos los que he tenido, aun puedo escucharlo gritándome, ―Amy Curry‖ aun puedo escuchar su tono, ―¡Nunca termines una oración con una preposición!‖ Me molesto que después de seis años él aun estuviera mentalmente corrigiéndome, le dije al Sr. Collins de mi cabeza que se fuera a la mierda.

Nunca pensé que vería un cartel de agentes de bienes raíces en nuestro suelo. Hasta hace tres meses, mi vida me había parecido reiteradamente aburrida. Vivimos en Raven Rock, un suburbio de Los Ángeles, donde mis padres eran ambos profesores de la Universidad del Occidente, un pequeño

1 Compañía de paquetería mundialmente famosa.

M

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colegio que esta a diez minutos manejando desde nuestra casa. Esta lo suficientemente cerca para un fácil traslado, pero lo suficientemente lejos para que no puedas escuchar las ruidosas fiestas de las fraternidades los sábados por la noche. Mi padre enseñaba Historia (la guerra civil y la reconstrucción), mi madre enseñaba Literatura Inglesa (modernista).

Mi hermano gemelo, Charlie —tres minutos más joven— ha recibido una puntuación perfecta en su PSAT22 y apenas ha escapado después de que tuvo un cargo de posesión cuando él trato de convencer al policía que encontró un pote de marihuana en su mochila era, de hecho, una rara mescla de hierba de California conocida como Humboldt3, y que él era una aprendiz del Instituto Culinario de Pasadena.

Estaba comenzado a obtener papeles en las obras de la escuela y ya había hecho tres con Michael Young, estudiante de primer año de Universidad, especialidad indefinida. Las cosas no eran perfectas —Mi mejor amiga, Julia Anderson, se mudó en enero a Florida— pero en retrospectiva, puedo ver que todo no podría ser muy maravilloso. Simplemente no me había dado cuenta en ese momento. Solo que siempre asumí que las cosas seguirían siendo las mismas.

Miré a la extraña Subaru y los extraños de adentro aun seguían hablando y pensé, no por primera vez, lo idiota que he sido. Y ahí había una parte de mí— una que antes no había decidido aparecer hasta ahora que era demasiado tarde y quizás ahora conseguiría dormir — esa pregunta de que si tal vez yo lo cause todo, simplemente contando con el hecho de que las cosas no cambiarían. En adición, claramente, a todas las otras cosas que lo había causado.

Mi madre decidió poner la casa en el mercado casi al instante del accidente. Charlie y yo no hemos sido consultados, solo informados. En todo caso no es como si hubiera hecho algún bien preguntarle a Charlie en este punto. Desde que lo ocurrido él ha estado casi constantemente drogado.

Las personas en el funeral le han comentado cosas simpáticas cuando lo han visto, asumiendo que los ojos inyectados en sangre se deben al llanto. Pero aparentemente, esas personas no tienen el sentido del olfato, el viento se encontraba al favor de Charlie cuando cualquier persona se le acercaba. Él había estado fiesteando desde séptimo grado, pero desde el año pasado lo estaba haciendo más frecuentemente. Y después del accidente, se puso mucho, mucho peor, hasta el punto que un Charlie no drogado se convertía en una figura mítica, vagamente recordado, como el abominable hombre de las nieves.

2 PSAT: Preliminar Examen de Actitud Academica.

3 Humboldt: Flor con hojas parecidas a la mariguana.

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La solución a nuestros problemas según mi madre, era mudarnos.

“Aire fresco para comenzar”, nos dijo una noche durante la cena. “Un lugar sin tantos recuerdos”. El cartel de venta estaba al día siguiente.

Nos mudamos a Connecticut, un Estado en el cual nunca había estado y en el que no albergaba ningún deseo de mudarme. O como el Sr. Collins hubiera preferido, un estado al cual no sentía ningún deseo real de mudarme. Mi abuela vive allí, pero ella siempre ha venido a visitarnos, desde, bueno, desde que nosotros vivimos en el Sur de California y ella en Connecticut. Pero a mi madre le han ofrecido una posición en el departamento de inglés en el Stanwich College. Y cerca de ahí, aparentemente, había una escuela local genial que según ella amaríamos. La universidad la ha ayudado a encontrar una casa disponible para arrendar, y cuando Charlie y yo terminamos nuestro año de junior, todos nos mudarías allá, mientras que el agente de bienes raíces vendía nuestra casa aquí. Por el momento, ese ha sido el plan. Pero un mes después que el letrero apareciera en nuestro terreno, mi madre no ha podido seguir pretendiendo que no ha visto lo que sucede con Charlie. La siguiente cosa que supe es que ella lo saco del instituto, y lo puso en el centro de rehabilitación para adolescentes en la instalación de Carolina del Norte. Y después se fue derecho a Connecticut para enseñar unos cursos de verano en la universidad y para ―dejar las cosas arregladas‖. Al menos, eso fue por lo que dijo que tenía que irse. Pero tengo la fuerte sospecha de que fue por mí. Después de todo, parecía que apenas me podía mirar. No es que la culpe. Porque yo apenas me podía mirar la mayoría del tiempo.

Así que pase el último mes sola en nuestra casa, excepto por Hildy, la agente de bienes de raíces, apareciendo con futuros compradores para la casa, casi siempre cuando estaba saliendo de la ducha, y mi tía que venía ocasionalmente de Santa Barbará para asegurarse que hacia las gestiones necesarias para alimentarme y no haber comenzado a crear metanfetaminas en el patio trasero. El plan era simple: terminaría el año escolar, y me iría a Connecticut. El problema era el auto.

La gente del Subaru continuaba hablando, pero lucia como si se hubieran quitado sus cinturones de seguridad y se estuvieran haciendo frente. Miré hacia nuestra cochera para dos autos, el cual ahora tenía un auto aparcado, el único que aun teníamos. Era de mi madre, un jeep Liberty rojo. Ella necesitaba el auto en Connecticut, ya que se estaba volviendo complicado el pedirle el auto a la abuela en Coupe Deville. Aparentemente, la abuela se estaba perdiendo bastantes juegos de cartas y no importaba que mi madre siguiera necesitando ir a Bed Bath & Beyond44. Mi madre me comentó la solución para el problema del auto la semana pasada, el último jueves por la noche. 4 Bed Bath & Beyond, famosa marca de tiendas especializada en accesorios para el hogar.

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Era la noche de apertura del musical de primavera, Candide, y por

primera vez después de un show, no ha estado nadie esperándome en el teatro. En el pasado, siempre abrazaba muy rápido a mis padres o a Charlie, aceptando sus ramilletes y sus cumplidos, pero siempre con la mente en la fiesta con el resto del elenco. No me había dado cuenta, hasta que detrás del escenario con el resto de los actores, lo que era no tener a nadie ahí esperando por mí, para decirme ―Buena Actuación‖. Tomé un taxi a casa, casi inmediatamente, ni siquiera estando interesada en donde sería la fiesta. El resto del elenco —las personas que han sido mis más cercanos amigos hasta hace tres meses atrás— se estaban riendo y hablando juntos, mientras que yo empacaba mis cosas y esperaba afuera de la escuela por mi taxi. Les dije repetidas veces que quería estar sola y claramente ellos escucharon, no debería estar tan sorprendida. He descubierto que si empujas lo suficientemente fuerte a alguien, ellos tienden a irse.

He estado en la cocina, mi maquillaje se sentía pesado en mi piel, mis falsas pestañas comenzaban a irritar mis ojos y la canción de ―Best of All Possible Worlds‖ corría por mi mente, cuando el teléfono suena.

—Hola, Cariño —dijo mi madre con un bostezo cuando contesto el teléfono. Miré el reloj y me doy cuenta de que en Connecticut son cerca de las 1 AM, —. ¿Cómo estás?

Pensé en decirle la verdad, pero como no he hecho eso en casi tres meses y ella no ha parecido notarlo, no había ninguna razón para comenzar hacerlo ahora. —Bien. —dije, la cual era mi respuesta de rutina. Puse un poco de la comida de la noche anterior, Pizza Casa Blanca, en el microondas y apreté el botón de calentar.

—Así que escucha, —Esa era la señal de mi madre para ponerme en alerta. Así era como me advertía que vendría alguna información que no fuese de mi gusto. Y ella hablo rápido y lo soltó—. Es acerca del auto.

— ¿El auto? —deje la pizza en el plato para que se enfriara. Sin darme cuenta de que ese plato continuamente tomaba, ya que estando siempre sola era el único que usaba, si lo ensuciaba lo lavaba. Era como si todo los demás platos se hubieran esfumado.

—Si, —dijo ella mientras suprimía otro bostezo—. Me he fijado en el costo para traer el coche y más tu pasaje, y así…—hizo una pausa—. Me temo que ahora no es posible, como la casa aun no se vende, y con lo de tu hermano…

— ¿A qué te refieres? —pregunté no siguiéndola del todo. Le di un tentativo mordisco a la pizza.

—No podemos pagar ambos —dijo ella—. Y necesito el auto, así que alguien tendrá que traerlo manejando.

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La pizza estaba caliente pero aun así me la trague, sentí que me ardía

la garganta y los ojos húmedos. —No puedo manejar —dije, cuando pude hablar nuevamente. No he conducido desde el accidente. Y no tengo planes para comenzar nuevamente pronto. O alguna vez. Podía sentir como mi garganta comenzaba a contraerse, pero forcé las palabras para que salieran—. Tú sabes eso, no lo hare.

—Oh, tú no tendrás que manejar, —Ella hablaba más despierta, considerando que hace un rato estaba bostezando—. El hijo de Marilyn va a conducir. Él necesita venir al este en todo caso para pasar el verano con su padre en Philadelphia, así que todo funcionaria.

Habían tantas cosas malas con esa oración, que en realidad no sabía cual comenzar. — ¿Marilyn? —pregunté, comencé por el principio.

—Marilyn Sullivan —dijo ella—. Supongo que ahora es Marilyn Harper. Sigo olvidando que ella se lo cambio después del divorcio. De cualquier manera, tú conoces a mi amiga Marilyn, los Sullivan solían vivir en Holloway, hasta el divorcio, luego ella se mudo a Pasadena. Pero tú y Roger siempre jugaban ese juego. ¿Cómo se llamaba?, ¿Papa?, ¿Berenjena?

—Papá caliente —dije automáticamente—. ¿Quién es Roger?

Ella dejó salir un largo suspiro, de esos que eran para decirme que estaba sobrepasando su paciencia. —El hijo de Marilyn —dijo ella—. Roger Sullivan. Tú te acuerdas de él.

Mi madre siempre me decía que recordaba algo. Como si eso lo hiciera verdad. —No lo hago.

—Claro que lo haces. Acabas de decir que solían jugar ese juego.

—Recuerdo la papa caliente —dije. Me pregunté, y no por primera vez, porque cada conversación que tengo con mi madre tiene que ser tan difícil—. En realidad no recuerdo a nadie llamado Roger o Marilyn.

—Bueno —dijo ella, mientras podía escuchar como su voz se esforzaba por mantenerse positiva—. Ahora tendrás la posibilidad de conocerlo. Les he hecho un itinerario. Les debería tomar cuatro días.

Preguntas sobre a quién recordaba parecían irrelevantes para ella. —Espera un segundo, —dije, sosteniéndome en la mesa de cocina—. ¿Tú quieres que pase cuatro días en un auto con alguien que no conozco?

—Te lo he dicho, lo conoces —dijo mi madre claramente lista para terminar esta conversación—. Y Marilyn dice que es un chico encantador. Él nos está haciendo un gran favor, así que aprécialo.

—Pero mamá… —comencé—. Yo… —No sabía que seguiría. Quizás algo como ahora odio estar en un auto. He estado bien tomando el autobús de la escuela, pero la ida en taxi esta noche ha hecho que mi pulso se acelere lo

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suficiente para no sentir mi garganta. También ya me había acostumbrado a ser solo yo y me gusta de esa manera. La idea de pasar esa cantidad de tiempo en un auto, con un extraño, encantador o no, me está haciendo sentir como que voy a comenzar a hiperventilar.

—Amy —dijo mi madre con un profundo suspiro—. Por favor, no te pongas difícil.

Por supuesto que no iba a ser difícil. Ese era el trabajo de Charlie. Nunca he sido difícil, y claramente mi madre estaba contando con eso. —Está bien —dije en voz baja. Esperaba que ella entendiera que no quería hacer esto. Pero si lo hizo, lo ignoro.

—Bien, —habló con la vivacidad de vuelta en su voz—. Una vez que tenga las reservaciones de hotel te enviaré un itinerario y te ordene un regalo para el viaje, debería estar ahí antes que te vayas.

Me di cuenta de que mi madre no estaba preguntando. Miré la pizza que se encontraba en la mesa, pero había perdido el apetito.

—Oh, por cierto —agregó recordando—. ¿Cómo estuvo el show?

Y ahora el show se ha acabado, los finales habían acabado, y por último estaba la Subaru y dentro de ella estaba Roger, el jugador de la papá caliente. Durante la semana pasada trate de recordar a un tal Roger. Y logre recordar a uno de los hijos de los vecinos, uno con cabello rubio y orejas que resaltaban, agarrando una pelota y llamándonos a Charlie y a mí, tratando de jugar juntos. Charlie hubiera recordado más detalles— a pesar de sus actividades extracurriculares tenía una memoria de elefante— Pero Charlie no estaba exactamente cerca para preguntarle.

Ambas puertas de la Subaru se abrieron, y una mujer que lucía de la edad de mi madre— presumiblemente Marilyn— salió seguida por un chico alto. Estaba de espalda hacia mí, Marilyn saco del maletero un bolso estilo militar, lo dejo en el suelo y ambos se abrazaron. El chico —presumiblemente Roger— era una cabeza más alta que ella y se agachaba un poco para abrazarla. Esperaba escuchar un adiós, pero solo escuche, ―no seas extraña,‖ Marilyn se rió como si estuviera esperando eso. Cuando se separaron, ella capto mi mirada y me sonrió. Yo asentí de vuelta y ella se fue. Roger se quedo mirando mientras se despedía haciéndole señas con las manos.

Cuando el auto desapareció de nuestra vista, él se colgó sus bolsos y comenzó a caminar hacia la casa. Tan pronto se volvió hacia mí, parpadeó sorprendido. Las orejas raras se habían ido, el tipo que venía hacia mí era sorprendente, de buena apariencia. Tenía los hombros anchos, pelo castaño claro, ojos oscuros, y me sonreía.

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Supe en ese instante que el viaje se había vuelto mucho más

complicado.

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But I think it only fair to warn you, all those songs about California lied.

e levante y baje los escalones, para encontrarme con él en la acera. De pronto fui consciente de que estaba descalza, en jeans y la playera del musical del año pasado. Esta se había

vuelto mi vestimenta diaria, y me la puse en la mañana automáticamente, sin considerar la posibilidad de que este chico Roger podría ser extremadamente lindo.

Y realmente lo era, lo observe ahora que estaba más cerca. Él tenía amplios ojos color avellana y pestañas injustamente largas, una dispersión de pecas, y un aire de confianza. Me sentí encogerme en su presencia.

—Holam —dijo, soltando sus maletas y extendiéndome su mano. Me detuve por un segundo - Nadie que yo conociera saludaba de manos – pero entonces extendí mi mano, y nos saludamos rápido—. Soy Roger Sullivan. Tú eres Amy, ¿Correcto?

Asentí —Si —dije. La palabra se atoro un poco en mi garganta, y yo la aclare y trague—. Quiero decir, si, hola. —Entrelace mis manos y miré al suelo. Podía sentir mi corazón latiendo y preguntado cuando una simple presentación había cambiado a algo tan desconocido y aterrador.

—Te ves diferente. —dijo Roger, después de un momento, y levante mi mirada para verlo estudiándome. ¿A qué se refiere? ¿Diferente de que había estado esperando? ¿Que había estado esperando?—. Diferente a como solías verte. —Explicó, como si leyera mis pensamientos—. Te recuerdo de cuando éramos niños, a ti y tú hermano. Pero tú aun tienes el cabello rojo.

Toque mi cabello inconscientemente. Charlie y yo lo habíamos tenido, y cuando éramos pequeños y estábamos juntos todo el tiempo, las personas nos detenían para señalarlo, como si nunca lo notáramos nosotros mismos. El de Charlie había oscurecido con el tiempo, considerando que el mío siguió vívidamente rojo. No me había importado hasta hace poco. Últimamente parece llamar la atención, cuando eso era lo último que yo quería. Lo puse detrás de mi oreja, tratando de no tirar de él. Había comenzado a caerse hace un mes, un hecho que me preocupo, pero estaba intentando no pensar en eso demasiado. Me dije a mi misma que era el estrés de los finales, o la falta de hierro en mi dieta, principalmente de pizza. Pero usualmente intentaba no cepillar mi cabello con mucha fuerza, esperando que pare por sí solo.

—Oh. —dije dándome cuenta que Roger estaba esperando que yo dijera algo. Fue como si incluso las reglas básicas de conversación me

M

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hubieran abandonado. —Um, si. Aun lo tengo. El de Charlie es de hecho más oscuro ahora, pero el… umm… no está. —Mi madre no le había dicho a nadie sobre la rehabilitación de Charlie y me había pedido decirles la excusa que invento. —El está en Carolina del Norte. —Dije. —En un programa de enriquecimiento académico. —Presione mis labios y miré hacia a otro lado, deseando que él se fuera y yo pudiera volver adentro y cerrar la puerta, donde nadie trataría y hablaría conmigo y yo estaría sola con mi rutina. Estaba fuera de práctica hablando con chicos lindos. Estaba fuera de práctica hablando con cualquier persona.

Después de que sucedió yo no había hablado mucho. No quería hablar sobre eso y no quería abrir la puerta a las personas para que me preguntaran como me sentía sobre lo que paso. Y no era como si mi madre o Charlie incluso lo intentaran. Tal vez los dos habían hablado entre ellos, pero ninguno de ellos hablo conmigo. Claro que era comprensible – Yo estaba segura que ambos me culpaban. Y yo me culpaba a mí misma, entonces tenía sentido que nosotros no compartiéramos nuestros sentimientos alrededor de la mesa de cocina. Las cenas eran, en su mayoría, calladas. Con Charlie sudoroso y saltando o bien balanceándose ligeramente, con los ojos vidriosos, así como mi madre concentrada en su plato. El pasar y devolver de los platos y condimentos, y luego el proceso de cortar, mascar y tragar, parecía a tomar tanto tiempo y concentración que era realmente increíble pensar que alguna vez hubo conversaciones alrededor de la mesa en cena. Incluso si ocasionalmente pensaba en decir algo, el silencio de la silla vacía a mi izquierda mataba ese impulso.

En el instituto mis maestros me habían dejado en paz, no llamándome durante el primer mes posterior. Y entonces, después de eso, supongo esto solo se convirtió en un habito el que no lo hicieran. Parecía que las personas podían revisar realmente muy rápido como estaba y parecían haber olvidado que alguna vez solía levantar mi mano y dar mis opiniones, que una vez había tenido algo que decir sobre la Rebelión de los Bóxers o el Simbolismo en El Gran Gatsby.

Mis amigos habían recibo demasiado rápido el mensaje de que yo no quería hablar con ellos sobre el tema. Y sin decir nada al respecto, quedó claro que entonces no podíamos hablar realmente sobre nada. Después de no mucho tiempo, nosotros solo dejamos de intentarlo, y pronto no podría decir si yo los estaba evadiendo o ellos me estaban evadiendo a mí.

Julia era la única excepción. Yo no le había dicho lo que había pasado. Sabía que si le decía, no iba a dejarme en paz. Ella no iba a desaparecer fácilmente. Y no lo hizo. Se entero, por supuesto, y me había llamado constantemente después, llamadas que deje ir al buzón. Las llamadas se terminaron, pero comenzó mandándome emails en su lugar. Vinieron a cada pocos días, con temas como ―Checándote‖ y ―Preocupada por ti‖ y ―Por el

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amor de Dios, Amy‖ Los deje juntarse en mi buzón de entrada, sin leerlos. No estaba exactamente segura de porqué lo estaba haciendo, pero sabía que si se lo decía a Julia, se convertiría en algo real que de alguna forma yo no podría manejar.

Pero mientras mire a Roger, me di cuenta que también había pasado mucho tiempo desde que había tenido una interacción con un chico. No desde la noche del funeral, cuando me auto-invite al cuarto de Michael, sabiendo exactamente lo que pasaría. Cuando me fui, una hora más tarde, estaba decepcionada, a pesar de que conseguí exactamente lo que creí que quería.

—No es cierto, sabes. —Dijo Roger. Lo miré, tratando de entender a que se refería. —Tu playera. —Dijo apuntándola. Baje la mirada hacia el algodón azul desvanecido, adornado con CUALQUIERA PUEDE SILVAR. —Yo no. —continuó alegremente. —Nunca he podido.

—Es un musical. —Dije en pocas palabras. Él asintió, y llego el silencio, y yo no podía pensar nada más que añadir sobre el tema. —Voy por mis cosas. —Dije, regresando a la casa, preguntándome cómo demonios vamos a pasar cuatro días.

—Claro. —Dijo. —Subiré mis cosas, ¿Necesitas ayuda?

—No. —Dije, subiendo las escaleras. —El carro está abierto. —Entonces escape hacia dentro, donde todo era fresco, oscuro y tranquilo y yo estaba sola. Tome un respiro, saboreando el silencio, luego continúe hacia la cocina.

El regalo que mi madre había mandado estaba en la mesa de la cocina. Había llegado hace unos días, pero no lo había abierto aun. Si lo abría, significaría que el viaje realmente iba a suceder. Pero ya no podía negarlo ahora – La prueba estaba haciendo comentarios acerca de mi playera y poniendo su maleta en el carro. Abrí el paquete y encontré un libro. Era pesado y tenía espiral, con una cubierta azul oscuro. LLEGARAS LEJOS Estaba impreso en letras con estilo de los años 50. Y debajo de esto, El compañero del viajero. Diario/Blog de Notas/Consejos Útiles.

Lo tome y lo ojeé. Parecía ser en su mayoría páginas en blanco, con una sección de Bloc de notas para preservar "Tus recuerdos duraderos" y una sección de diario para grabar "Tus pensamientos errantes." También parecía haber cuestionarios, listas que empacar y consejos de viaje. Cerré el libro y lo mire incrédulamente. ¿Este fue el "regalo" que mi madre me envió para el viaje? ¿En serio?

Lo arroje al desayunador. Yo no iba a engañarme pensando que esta era una especie de divertida y emocionante aventura. Era un viaje puramente funcional que yo estaba siendo obligada a tomar. Por lo tanto no veo ninguna

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razón para asegurarme de que siempre lo recordare. La gente no compra recuerdos de los aeropuertos en los que se detienen.

Camine por las habitaciones en el primer piso de la casa, asegurándome que todo estaba en orden. Y todo lo estaba- Hildy la agente inmobiliaria, se había asegurado de eso. Todos nuestros muebles seguían ahí -Ella prefería no vender casas vacías- pero ya ni siquiera se sentía como nuestra. Incluso desde que mi madre la contrató, ella se había apoderado de nuestra casa hasta el punto donde a veces tuve problemas para recordar como solía sentirse cuando nosotros sólo vivíamos en ella, y no estaba siendo vendida a personas como el lugar donde siempre serian felices. Se había comenzado a sentir más como un conjunto que una casa. Demasiados matrimonios jóvenes habían sido engañados con esto, viendo sólo la superficie en metros cuadrados y la ventilación, contaminándolo con el mobiliario de sus sueños e imaginado Navidades. Cada vez que Hildy terminaba una visita y se me permitía volver de caminar alrededor del vecindario, con mi iPod, siempre podía sentir la casa mas lejos de lo que lo estaba cuando aún era nuestra. Un perfume extraño permanecía en el aire, las cosas estaban puestas en lugares equivocados, y unos pocos más de los recuerdos que residía en las paredes parecían haberse desvanecido.

Subí las escaleras hacia mi cuarto, el cual, ya no se asemeja al lugar en el que había vivido toda mi vida. En su lugar, parecía la habitación de la niña adolescente ideal, con todo tan-meticulosamente, organizadas pilas de libros, CDs ordenados alfabéticamente y montones de ropa cuidadosamente doblada. ¡Ahora parecía el cuarto de Amy! Era limpia, ordenada y carece de personalidad, probablemente como la chica imaginaria de pelo brillante que vivía en ella. ¡Amy! Probablemente era alguien que horneaba productos para los equipos deportivos y los apoyaba incondicionalmente en rallys sin considerar la inutilidad absoluta del deporte o queriendo amenizar las cosas con una pequeña canción medley, sonreía dulcemente en las fotografías de las clases y era el tipo de adolecente que cualquier padre desearía. Probablemente ella habría reído y coqueteado con el chico lindo en su entrada, en lugar de fallar miserablemente en una simple conversación y escapar. ¡Amy! No había, con toda probabilidad, matado a alguien recientemente.

Mi mirada cayó hasta mi mesita, la cual solamente tenía mi despertador y un delgado libro de bolsillo: Comida, Combustible y Alojamiento. Este era el libro favorito de mi padre, y él me había dado su copia maltratada para Navidad. Cuando lo abrí, me decepcione. Había estado esperando un nuevo teléfono. Y esto, probablemente, había sido totalmente obvio para él, el que yo no había estado emocionada por el regalo. Eran pensamientos como estos, preguntándome si había herido sus

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sentimientos, los que pasaban por mi cabeza a las 3 de la mañana, garantizando que no dormiría nada.

Cuando me lo había dado, no había conseguido llegar más allá de la portada. Había leído su inscripción: Para mi Amy, este libro me ha visto a

través de muchos de mis viajes. Esperando que lo disfrutes tanto como yo lo he hecho. Con amor, Benjamin Curry (tu padre).Pero entonces lo deje en mi mesita y no lo volví a abrir hasta hace algunas semanas, cuando finalmente

comencé a leerlo. Leí hasta la pagina 61 y me detuve. Marcando la página 62, estaba una tarjeta con algo escrito por mi padre en ella, algunas notas sobre

la secretaria de Lincon, parte de la investigación que él había estado haciendo para un libro. Pero estaba en el libro como un separador. La pagina

61 era el lugar hasta donde él llego la última vez que lo leyó, y de alguna manera, yo no me atrevía a darle vuelta a la pagina y leer mas allá de eso.

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Aun no tenía idea de lo que Walter vio. Y ni siquiera estaba segura si algún día lo sabría. Pero no iba a dejar el libro. Lo tomé y lo escondí cuidadosamente en mi bolso. Le di al cuarto una última mirada, apague las luces, arrastrado mi maleta fuera a la sala, y cerrando la puerta detrás de mí. Era un alivio, de hecho, no volver a ver el cuarto. El mes pasado, casi no pase tiempo ahí, pasando mas noches en el sofá y solo yendo por ropa. Era demasiado duro, un recordatorio de mi vida de Antes. Y aun no tenía sentido para mí que absolutamente todo en mi vida podría haber cambiado, todo lo que podría venir Después, pero las fotografías en mis paredes y la basura en la parte de atrás de mi armario recordaban lo mismo. Y después de la renovación de Amy! de Hildy, parecía como si el cuarto se hubiera vuelto una versión de mi misma que nunca vivirá para ser.

Estaba a punto de arrastrar mi maleta escaleras abajo, pero me detuve y lleve mi mirada desde la sala hasta la habitación de mis padres. No había estado en ella desde la mañana del funeral, cuando me detuve en la puerta para que mi madre pudiera ver si el vestido negro que había elegido era apropiado.

Me dirigí al final del pasillo, pasando por el dormitorio de Charlie, que esta continuo al mío. La puerta hacia la habitación de Charlie había estado cerrada desde que mi madre la azoto detrás de ella luego de que literalmente lo lanzo fuera de esta hace un mes. Abrí la puerta del dormitorio principal y me mantuve en el umbral. Aun que más ordenada de lo que alguna vez había estado, esta habitación era, al menos, aún reconocible, con su cama prolijamente hecha y pilas de libros sobre cada mesita. Note que los libros del lado de mi padre, gruesas biografías históricas, alternando con pequeños libros de bolcillo de misterios, comenzaban a acumular polvo. Desvié mi mirada rápido, recordándome a mi misma de respirar. Sentí como si estuviera debajo del agua quedándome sin oxigeno, y supe que no iba a ser capaz de estar ahí por más tiempo. La puerta al armario de mi padre estaba entreabierta, y pude ver en su interior el colgador de corbatas que Charlie había hecho para él en carpintería de quinto grado, con sus corbatas aún colgando en este, todas pre-anudadas para ahorrarle tiempo en la mañana.

Tratando de eliminar el sentimiento de pánico que estaba comenzando a aumentar, me di la vuelta, del lado del cuarto mi padre y crucé al vestidor de mi madre. En un impulso, abrí su cajón superior –calcetines y medias- y conseguí de la parte de atrás, en el lado izquierdo. El cajón estaba tan vacio como siempre, pero aun así, me tomo un segundo encontrarlo. Pero cuando mis dedos se cerraron alrededor de algo suave y plástico, supe que Charlie había estado diciendo la verdad. Lo saque y vi que eran unas antiguas pantimedias, con L’EGGS impreso en el costado con caligrafía dorada que se

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estaba despegando. Quebré a abertura del huevo y vi, como el prometió, que el huevo fue rellenos con dinero en efectivo.

Charlie me había dicho que él lo había encontrado en algún momento del año pasado – Yo no había querido preguntar cómo o porque. Pero una parte de mi registro cuan desesperado debió haber estado para haber encontrado el dinero que mi madre tenía escondido en su cajón de calcetines. Fue entonces cuando comencé a notar que tan lejos el realmente estaba llegando. Charlie me había dicho que el solo lo utilizaría en caso de emergencia y que siempre tenía cuidado de devolver el dinero, desde que el estaba seguro que mamá lo notaria. Siempre tenía 600 dólares en el, en su mayoría cientos y cincuenta. Tal vez Charlie había estado demasiado fuera de sí al final como para importarle, o tal vez no tuvo tiempo para reponerlo antes de encontrarse en un avión camino a Carolina del Norte, pero sólo había cuatrocientos dólares en el ahora.

Escuche la puerta delantera cerrarse en la planta baja y me di cuenta que Roger probablemente se estaba preguntando por qué me estaba tomando tanto tiempo conseguir mi maleta. Sin detenerme a pensar lo que estaba haciendo, metí el dinero en mi bolcillo, ajuste el huevo cerrándolo, y lo puse de nuevo en su lugar. Una parte de mi buscaba justificaciones –No puedes confiar en los cazadores de casas y agentes inmobiliarios sospechosos, realmente estaba ayudando a mi madre- Pero sabía que ninguno de ellos fue la verdadera razón por la cual yo había tomado el dinero. Entonces ¿por qué había?

Aleje esos pensamientos y me apresure a salir de la habitación, cerrando la puerta tras de mí y arrastrando mi maleta escaleras abajo. Cuando llegue a la cocina, vía a Roger parado frente al refrigerador, mirándolo. Volteo a verme cuando mi maleta golpeo el suelo al aterrizar.

— ¿Todo listo? —Preguntó.

—Sí. —Dije, luego, inmediatamente, me pregunte por que estaba comenzando a hablar como adulta. Lleve la maleta a la puerta y dirigí una mirada a Roger en la cocina. Había vuelto a mirar el refrigerador, lo cual me dio un momento para estudiarlo sin ser detectada. Él era alto, y la cocina, que había estado muy callada últimamente, pareció llenarse con su presencia. Mi madre me había dicho la tenía 19 años y apenas había terminado su primer año en la universidad. Pero había algo acerca de él que lo hacía ver aun mas grande – al menos me hizo sentir más joven. Tal vez fue el apretón de manos.

—Estos son increíbles. —Dijo Roger, apuntando a la nevera.

—Oh, sí. —Dije, cruzando la cocina, sabiendo que él hablaba de los imanes. El refrigerador estaba cubierto por ellos, muchos más de los necesarios para sostener los menús de comida tailandesa y listas de

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comestibles. Todos eran de lugares diferentes – ciudades, estados, países. Mis padres los habían comenzado a coleccionar en su luna de miel, y lo siguieron haciendo hasta hace algunos meses, cuando mi madre habló en una Conferencia en Montana y volvió con un imán que sólo era un cuadrado de color azul brillante con EL PAIS DEL GRAN CIELO impreso en el.

—Mis padres… —Escuche a mi voz encogerse un poco en la palabra. Palabras que siempre había dado por seguras se habían vuelto campos de mina, trampas para que yo tropezara y callera en ellas. Vi como Roger había vuelto su mirada al refrigerador, fingiendo que no había notado nada. —Ellos, um… —Continúe después de un momento—Las coleccionaron. De todos los lugares en los que estuvieron.

—Wow. —Dijo, dando un paso atrás y observando todo el refrigerador, como si fuera una pieza de arte. —Bueno, es impresionante. Nunca he ido a ningún lado.

— ¿En serio? —Pregunté, sorprendida.

—En serio —Dijo, con sus ojos aun en el refrigerador. —Solo a California y a Colorado. ¿Lamentable, verdad?

—No lo creo. —Dije —Yo casi no he estado fuera de California. —Esto fue increíblemente embarazoso, algo que no le había dicho a nadie, excepto Julia. Una vez había estado fuera del país –Todos habíamos pasado un verano húmedo en Cotswolds, Inglaterra, mientras mi madre hacia investigaciones para un libro. Pero California era el único estado en el que siempre he estado. Cuando me quejaba de esto, mi mamá me decía que una vez que viéramos todo sobre California, podríamos pasar a otros estados.

— ¿También tu? —Roger me sonrió, y como si fuera una reacción automática, miré hacia mis pies.

—Bueno, eso me hace sentir un poco mejor. La forma en que lo justifico es que California un estado bastante grande, ¿Correcto? Sería peor si nunca hubiera estado fuera de Nueva Jersey o algo así.

—Ya lo creo. —Comencé, después me arrepentí de decir cualquier cosa. No era como si yo realmente quisiera saber la respuesta, entonces ¿Por que comencé a hacer la pregunta? Pero no podía solo dejarlo así, así que me aclare la garganta y continúe. —Quiero decir, pensé que mi madre dijo que tu padre vivía en Philadelphia. Y que esa era la razón por la que estabas, umm, haciendo esto.

—Vive allí. —Dijo Roger —Solo que yo nunca he ido. El viene aquí unas cuantas veces al año, por negocios.

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—Oh. —Dije. Dirigí mi mirada hacia él y vi que aun estaba mirando al

refrigerador. Cuando lo observe, su cara cambio, y supe que él veía el imán, lo que sostenía el imán ¡ITHACA ES HERMOSO! En la esquina inferior izquierda. La foto que trataba evitar mirar –sin éxito- cada vez que abría el refrigerador, pero realmente no había hecho nada al respecto, como quitarlo o algo.

Estaba impreso en cartulina beige y tenía una foto de mi padre en el frente, que alguien había tomado de él dando clases. Era en blanco y negro, pero puedo decir que llevaba la corbata que le di el último del día del padre, la que tenia pequeños perros en ella. Tenía polvo de tiza en sus manos y miraba hacia la izquierda de la cámara, riendo. En la parte de abajo, la foto estaba impresa BENJAMIN CURRY: UNA VIDA BIEN VIVIDA.

Roger me miro, y supe que estaba a punto de decir una variación en la misma frase que había estado escuchado durante los últimos tres meses. Lo mucho que lo sentía. Que tragedia era. Como es pasaba cuando no sabían que decir. Y yo no quería escucharlo. Ninguna de las palabras ayudaba en nada, y no es como si él tuviera la posibilidad de entender.

—Debemos irnos. —Dije antes de que él dijera algo. Agarré mi mochila por la agarradera pero antes de que pudiera levantarla, Roger estaba de pie junto a mí, levantándola con facilidad.

—Yo lo hago. —Dijo, llevándola fuera de la puerta. —Te espero en el carro. —La puerta se cerro, y yo paseé mi mirada alrededor de la cocina, preguntándome qué otra cosa podría hacer para retrasar el momento cuando seríamos sólo nosotros dos, atrapados en un coche durante cuatro días. Recogí el plato de donde lo había dejado secándose en el lavaplatos vacío, lo puse en el armario y cerré la puerta. Estuve a punto de irme cuando vi el libro de viajes en el desayunador.

Podía simplemente dejarlo ahí. Pero no lo hice. Lo recogí y en, un impulso, saque el programa de atrás del imán de Ithaca y lo metí en el block de notas. Entonces apague las luces, camine hacia afuera de la puerta y la cerré tras de mí.

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California is a garden of Eden, a paradise to live in or see. But believe it or not, you won’t find it so hot, if you ain’t got the do-re-mi.

Me metí al asiento del pasajero y cerré la puerta. Roger ya estaba en el asiento del conductor, moviéndose lentamente hacia arriba y hacia abajo, luego hacia atrás y adelante, mientras jugaba con el ajuste del asiento. Debió de haber encontrado la configuración que le gustaba, porque dejó de moverse y se volteó hacia mí. — ¿Lista? —preguntó tamborileando sus manos en el volante y sonriéndome.

— Aquí —dije, sacando el itinerario de mi madre de mi bolsa y se lo arrogué. Tenía la lista de ciudades que había elegido para que nos detuviéramos, obtenidas de MapQuest, y una lista de reservaciones para hotel –dos habitaciones para cada lugar- junto con el tiempo de conducción y kilometraje estimado para cada tramo del viaje. Y si ella hubiese intentado duro, ella no habría sido capaz de elegir los lugares menos interesantes para detenernos durante el viaje: Gallup, Nuevo México. Tulsa, Oklahoma. Terre Haute, Indiana. Akron, Ohio. — Es lo que mi madre ha trazado —le dije, mientras me ponía el cinturón de seguridad, tomé una respiración profunda y luego la dejé salir. Podía sentir mi corazón golpeando en mi pecho, y ni siquiera estábamos en movimiento, que no me parecía una buena señal.

— ¿Tienes GPS? —preguntó, pasando las páginas. Vi su expresión crecer menos alegre mientras lo hacía y pensé que debía haber llegado a la parte de Tulsa.

— No —dije. Lo tenía el otro auto, pero ya no lo teníamos. Y realmente no quería entrar en detalles del por qué. — Pero yo soy un navegador muy bueno —dije, alcanzando el atlas para carreteras, que se encontraba detrás del asiento. — Creo que ella ha imprimida las direcciones para cada lugar.

— Lo hizo —dijo Roger, aún con el ceño fruncido hacia los papeles. — ¿Sabes por qué ha planeado el viaje de esta manera?

Negué con la cabeza. — Creo que lo hizo por kilometraje.

— Oh —dijo. Miró las páginas una vez más, los mapas y la lista de reservaciones de hotel, parecía un poco decepcionado. — Bueno, tiene sentido.

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— Tú sabes que yo no… no —comencé. Quería averiguar lo que él

sabía, sin que yo tuviera que decirle nada. Me aclaré la garganta y comencé de nuevo. — Sabes que yo no estaré conduciendo, ¿cierto?

— Eso fue lo que mi madre me dijo —dijo Roger, poniendo la pila de papeles en la consola que había entre nosotros. — ¿No tienes licencia para conducir?

Lo miré, sorprendida. Estudié su expresión por un momento, tratando de averiguar si estaba haciendo esa pregunta realmente. Lo parecía. Sentí mi corazón latir un poco más rápido, pero esta vez de alivio. Él no lo sabía. No había oído hablar de los detalles. No tenía idea de lo que había hecho. Sentí un poco de liberación, como si pudiera respirar un poco más fácil. — No —dije lentamente. — Tengo mi licencia. Simplemente no estoy… conduciendo en este momento —. Fue una explicación terrible, pero fue todo lo que pude pensar en ese momento.

— Eso es pésimo —dijo. — Me encanta conducir.

A mí también me encantaba. Había sido lo que más me gustaba hacer. Cuando conducía, organizaba mis pensamientos y escuchaba música, mi terapia sobre ruedas. Parecía mal que, además de todas las cosas que me han sido arrebatadas, conducir también tuvo que ser una de esas. Me encogí de hombros esperando que pareciera indiferente. — Supongo que no es lo mío.

— Bueno, está bien —dijo Roger, dándome la pila de papeles. Ojeé a través de la primera serie de direcciones, la cual nos llevaría a Gallup en aproximadamente nueve horas. — ¿Lista? —preguntó de nuevo, pareciendo mucho menos entusiasta.

Asentí con la cabeza. — Vamos —. Le entregué las llaves y puso en marcha el coche. Cerré los ojos por un momento cuando el auto se movió hacia delante, tratando de decirme a mi misma que todo estaría bien. Los abrí a tiempo para ver como la puerta del garaje se cerraba, mientras Roger señalaba para salir del callejón sin salida. Lancé una última mirada a la casa, dándome cuenta de que la próxima vez que la viera –si alguna vez la veo de nuevo- no sería mía. BIENVENIDO A CASA, el cartel exclamaba, y fue lo último que vi antes de que la casa desapareciera de la vista.

Me volví a mirar hacia adelante, recordándome a mí misma a seguir respirando y observar la zona que pasaba por mi ventana. Miré a Roger, sintiendo el sentimiento de la realidad de esta situación que no me había golpeado hasta ahora. Iba a estar sentada muy cerca de un tipo que no conocía, constantemente, durante los próximos cuatro días. Un chico muy lindo que no conocía. Miré por la ventana mientras Roger se dirigía hacia el centro de Raven Rock. Era el aspecto de pasar los días con él lo que me preocupaba. Sabía que podía parecer que estaba haciéndolo bien, siempre y

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cuando no hablará conmigo por mucho tiempo. No era una actriz para nada. Pero yo sabía que si alguien me miraba muy de cerca, se darían cuenta de que estaba lejos de estar bien que llegaba al grado de ser ridículo. Y sólo estaba preocupada de que tanto tiempo juntos le daría a Roger la oportunidad de ver eso.

Mientras nos dirigíamos a la calle principal del centro y Roger aceleró para coincidir con el tráfico, no pude evitar una mueca de dolor y presionar mi pie en el suelo, duro, sobre el freno fantasma que cada vez aparecía cuando se acercaba demasiado al coche delante de nosotros. Y los coches en el otro carril y en la intersección que pasaban volando. ¿Por qué todos tienen que ir tan rápido?

El coche detrás nos tocó la bocina, fuerte, y salté un poco. Vi a Roger dirigir su vista hacia mí mientras ponía su señal para dirigirse a Campus Drive. — ¿Estás bien? —me preguntó.

— Estoy bien —le dije rápidamente, mirando la pequeña flecha verde parpadeante, luchando contra el aumento de pánico a medida que me di cuenta de cómo tenía la intención de llevarnos a la autopista. — Pero sabes que es más rápido si tomas Alvarez.

— ¿En serio? —preguntó. — Pero sólo podemos…

— No —dije, en voz más alta de lo que yo pretendía. — Si vas directamente por aquí, puedes llegar a los dos de esa manera. Es más rápido.

La luz cambió y Roger se detuvo un momento antes de apagar la señal y dirigirse derecho. — Claro —dijo.

Miré por la ventana, respirando profundamente y tratando de calmarme, tratando de no pensar en lo cerca que estuve de ver la intersección de la Universidad. No tenía idea de si las cintas y señales seguían allí, o si habían desaparecido en contenedores de reciclaje y nidos de pájaros. No lo quería saber. Simplemente quería alejarme de allí lo más rápido posible.

A medida que nos acercábamos a la autopista, me golpeó –probablemente un poco tarde- que esta sería la última vez que vería mi ciudad. Raven Rock no sería mi casa nunca más. Y ni siquiera me había tomado el tiempo para pensar en ello. Era el lugar en que había vivido siempre, un poco aburrido, de confinamiento. Pero mío, con toda mi historia, bueno y malo, envuelto en ella. Vi hitos de mi vida pasando por la ventana a velocidades más rápidas de lo que estaba acostumbrada. La Fosters Freeze donde Charlie y yo caminábamos para llegar a los batidos y a la Jamba Juice donde me humilló profundamente cuando teníamos doce

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años. Me dijo que gritara ―¡JAMBA!‖ a todo volumen, todos los empleados gritaban ―¡JUGO!‖ Él mintió.

Me volví en mi asiento para tratar de ver todo lo que podía, pero Roger estaba dirigiéndose a la rampa de la autopista y por suerte no dijo nada respecto al hecho de que habíamos tomado la ruta escénica para llegar allí. Miré por el espejo retrovisor para ver Raven Rock quedándose lejos, convirtiéndose en sólo un punto en un mapa, otro pueblo anónimo para ser utilizado sólo para viajar. Y mientras miraba, desapareció de la vista hasta que todo lo que pude ver detrás de mí eran los otros coches en la autopista.

Viajamos durante unos veinte minutos en silencio. Una vez que estábamos fuera de Raven Rock y de las calles, estando en un coche me molestaba menos. En la autopista, donde no hay semáforos o las personas o las personas, me pude relajarme un poco.

Y Roger parecía un buen conductor, mucho más cómodo en el coche de mi madre de lo que espera. Dirigía miradas disimuladas hacia a él a través del coche. Nunca me había dado cuenta de lo pequeños que eran los asientos delanteros de los automóviles. Parecía que estábamos más cerca el uno del otro de lo que yo había anticipado. Cada vez que él se movía, me llamaba la atención, y yo estaba sentada en el borde de mi asiento, presionando prácticamente la puerta, de modo que no golpearíamos los codos en la consola ni nada. Roger sólo parecía tener un montón de espacio, condiciendo con el asiento empujado hacia atrás, sus largas piernas en vaqueros parecían casi totalmente extendidas. Conducía con una mano en el volante, la otra apoyada en el cristal de la ventana. Ese no había sido mi estilo-cuando yo conducía había sido estricta. Pero él tenía el control del coche, no conducía demasiado rápido, pero lo suficiente rápido para mantenerse en el carril doble. El tráfico se movía, por suerte, ya que en el otro lado de la autopista era demasiado lento, sin razón aparente al medio día de un jueves.

— Hey —dijo Roger, rompiendo el silencio en el coche. Golpeó el cristal del lado del conductor. Miré y vi una flecha amarilla y un cartel rojo demasiado familiar a través de la autopista. — ¿Qué te parece? —preguntó. — ¿Tienes hambre?

— Voy a extrañar esto —dijo Roger, alcanzando la bolsa de papel blanco entre nosotras y sacó una papa frita. — Me encanta la comida rápida en todas sus formas, pero en realidad nada se compara con In-N-Out.

Mordí mi hamburguesa con cuidado asintiendo con la cabeza. Estábamos en la parte posterior de Liberty, lo que Charlie y yo siempre habíamos llamado el espacio diseñado para almacenar cosas. La puerta estaba levantada y estábamos sentados con las piernas colgando

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sobre el borde. El sol estaba fuerte y el resplandor hacía más difícil ver a Roger directamente. Mis gafas de sol se habían roto hace tres meses y me había acostumbrado a entrecerrar los ojos. A la derecha los coches en la autopista se precipitaban y a la izquierda de nosotros una empleada de In-N-Out parecía estar rompiendo con su novio-fuerte-a través del teléfono.

Habíamos tomado la comida para llevar, pero cuando Roger intentó tomar un bocado de su hamburguesa mientras salía del estacionamiento, se hizo evidente que se trataba de comer, luego conducir, y se había estacionado nuevamente en el estacionamiento. No me había dado cuenta hasta que Roger me dijo, después de que había pedido, que In-N-Out era una cadena de hamburguesas de la costa oeste solamente. No había In-N-Out en Connecticut porque era evidente que el estado era un páramo inhóspito.

— Es molesto —dijo Roger, agitando la bolsa de papel. Habíamos terminado nuestros envases individuales de papas fritas, pero al parecer todavía había unas pocas rodando por la parte inferior. Efectivamente, sacó un puñado. — Porque me perdí de esto durante todo un año mientras yo estaba en la escuela. El más cercano a Colorado está en Utah, que es un poco lejos para ir por una hamburguesa. Pero podría haber sido posible. Excepto por el hecho de que yo no tenía un coche.

Tomé un sorbo de mi batido de leche para ganar algo de tiempo para pensar en una respuesta. — ¿Colorado? —finalmente le pregunté, recordando la calcomanía. — ¿Es ahí dónde vas?

Él asintió con la cabeza. — La universidad de Colorado, en Colorado Springs. Es una buena escuela. Y tengo un montón de amigos… —creí que vi algo pasar por su rostro por un segundo cuando dijo eso, pero luego desapareció. — De todas formas, yo había planeado estar aquí todo el verano. Pero después de los finales, mi padre empezó a insistir en pasar el verano con él en Filadelfia.

— ¿Ahí es dónde vive tu padre? —me arrepentí de haberlo preguntado tan pronto como lo dije. En primer lugar, él me lo dijo en la cocina. En segundo lugar, ya lo sabía. En tercer lugar, tuve la sensación de que iban a ser cuatro largos días, a menos que dejara de actuar como una idiota.

Pero si Roger lo notó, no dijo nada. — Sí —dijo, agitando la bolsa de nuevo y sacó más papas fritas. — Él vive allí con su nueva esposa y su hijo. Él se asustó cuando vio mis calificaciones y dijo que quería allá para que yo, y cito, ―aprender un poco de disciplina.‖ Que suena como una gran forma de pasar el verano. Yo no conozco a nadie allí. ¿Y qué se supone que debo hacer en Filadelfia?

— ¿Comer queso y carne? —pregunté, por impulso.

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Roger se rió por primera vez, una carcajada, vibrando que parecía

llenar todo el espacio. — De acuerdo —dijo. — Carne con queso y queso crema.

Creo que ninguno pudo pensar en cualquier otro alimento relacionado a Filadelfia después de eso, porque se hizo el silencio entre nosotros. Le di un largo trago a mi batido de leche y podía sentir la mirada de Roger en mí. Lo miré y vi que estaba leyendo la parte de atrás de mi camiseta, con la lista de los miembros del elenco impreso en ella.

— El musical —dijo. Me di cuenta que pronunció ―musical‖ como si fuera un idioma extranjero, como si fuera una palabra que no pronunciaba muy a menudo. — ¿Estuviste en él? —parecía sorprendido.

— Sí —dije, volteándome hacia él para que dejara de leer mi espalda. — Era, eh, el líder —Roger levantó sus cejas y miré hacia abajo a la tapa de plástico de mi batido de leche. Podía entender su sorpresa. Incluso antes ya había sucedido, la gente siempre se sorprendía al escuchar que era un actor. Pero yo había amado siempre la oportunidad de convertirme en otra persona durante unas horas. Alguien para quien las palabras se han escrito, cada gesto y emoción han sido trazados, y el final ha sido descubierto. Casi como la vida. Apenas sin sorpresas.

— Entonces —dije después de un momento, — probablemente deberíamos volver a la carretera, ¿no?

Roger asintió con la cabeza. — Probablemente —. Tomó un sorbo de su Root Beer³ y vio a la autopista. — Sabes —dijo pensativo. — No creo que nos va a tomar cuatro días. Algunos amigos míos han conducido y lo hicieron en menos de treinta y seis horas.

— ¿En serio?

— Sí. Aunque no creo que alguna vez se detuvieron--creo que sólo pasaron directamente. Y probablemente aceleraron mucho —añadió.

— Huh —le dije, no exactamente segura de cómo responder a eso. Se me ocurrió que, mientras yo no quisiera hacerlo, Roger probablemente tampoco. ¿Por qué casi un universitario de segundo año querría pasar cuatro días transportando a un estudiante de preparatoria por todo el país? Tal vez era la manera de Roger de decir que él quería acabar con esto con la mayor rapidez posible.

— ¿Alguna vez has hecho un viaje por carretera? —preguntó. Volví a entrecerrar los ojos y sacudí la cabeza, sintiéndome estúpida. Yo sabía que él no se refería a una excursión familiar para ver un monumento histórico. Se refería a un viaje por carretera, el tipo que la gente cool hace en la universidad.

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— ¿Tú? —le pregunté, a pesar de que tenía la sensación de que la

respuesta era sí.

Él asintió con la cabeza. — Sólo en el estado, sin embargo. Hasta San Francisco, a San Diego. Y no sé… —hizo una pausa y miró a la bolsa. La agitó esperanzado, rebuscó en el interior y se sacó tres papas. Tomó una y me ofreció el resto a mí. — Las dos últimas —dijo. — Tómalas —. Tomé una, dejando una para él.

Él sonrió y se la comió, mirándose pensativo. — Supongo que pensé que este viaje podría ser más a un viaje por carretera real —dijo. — No lo sé. Más lugares de interés. Y por lo menos una ruta que podríamos tomar.

Tomé un sorbo de mi batido, esperando que mi alivio no fuera evidente. Así que yo no era un problema, lo era el viaje que mi madre trazó. Cual fue totalmente compresible, teniendo en cuenta los lugares que había elegido para que nos detuviéramos.

Pensé en lo que acaba de leer en el libro de mi padre. Acerca de salir y sólo conducir, y como puedes hacerlo cuando sé es joven. Por primera vez, se me ocurrió que este viaje podría ser algo digno de grabar en el bloc de notas, después de todo. — Bueno —dije, sin creer que estaba a punto de sugerir esto. — Quiero decir, creo que podríamos ir a otros lugares. Mientras estemos allí cuatro días, ¿realmente importa el camino en que vayamos?

— ¿En serio? —preguntó Roger. — ¿Qué pasa con las reservas de tu madre?

Me encogí de hombros, a pesar de que mi corazón latía con fuerza. Era una pregunta legítima. Conociendo a mi madre, ella probablemente estaría llamando a cada hotel para asegurarse de que nos registramos. Pero había una pequeña pieza, algo dentro de mí que quería ser imprudente por sólo una vez. Que quería hacer que se preocupara por mí. Que quería demostrarle lo que se siente al ser dejado atrás. — No me importa —le dije. No era del todo cierto, pero me gustó la forma en que se sentía decirlo. Era algo que Charlie habría hecho. Y algo de Amy! que nunca haría en un millón de años. Y mientras pensaba en los cuatrocientos dólares en el bolsillo delantero, se me ocurrió que podría ser capaz de usarlo para comprar un poco de libertad.

Roger me guiñó el ojo. — Está bien —dijo. Se volvió hacia mí con más detalles y se apoyó contra la ventana. — Entonces, ¿a dónde debemos ir?

— Aún llegaremos para el diez, ¿verdad? —le pregunté rápidamente. Mi madre no iba a estar feliz por estar ignorando su ruta, pero yo sabía que tendría un castigo si tomábamos más tiempo de lo asignado. — Esto es sólo una desviación —aclaré.

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— Sólo una desviación —acordó Roger, asintiendo con la cabeza. Él

me sonrió y sentí el impulso de devolverle la sonrisa. No lo hice, pero el sentimiento estaba allí, por primera vez en meses.

La empleada de In-N-Out a la izquierda de repente alzó el volumen y comenzó a gritar a su pronto-a-ser-ex novio. Al parecer su nombre era Kyle, y sabía exactamente lo que había hecho. Sentí como si estuviera escuchando algo que probablemente no debería, me puse de pie y comencé a caminar hacia el frente del coche cuando vi que Roger no se había movido. Todavía estaba escuchando la ruptura con una expresión de asco en la cara.

— ¿Roger? —le pregunté.

— Bien —dijo rápidamente, levantándose también y arrugó la bolsa de papel blanco. Nos colocamos los cinturones de seguridad y Roger puso en marcha el motor. — Así que esto va a ser un viaje por carretera real —dijo, partiendo hacia la salida del estacionamiento, —tenemos que conseguir algunos elementos esenciales para viaje por carretera.

— ¿Al igual que la gasolina?

— No —dijo. — Bueno, sí —modifico, mirando hacia abajo en el indicador. — Pero hay dos cosas que son absolutamente necesarias si vamos a estar atravesando el camino.

— ¿Y qué son?

Roger sonrió cuando se detuvo en un semáforo. — Aperitivos y canciones —dijo. — No necesariamente en ese orden.

— ¿Cómo te sientes acerca de Billy Joel? —Roger preguntó, navegando a través de su iPod. Todavía estábamos sentados en el estacionamiento del Sunshine Mart, Roger insistió que no podíamos empezar a conducir hasta que hubiera una banda sonora. Se había ofrecido a poner una de mis mezclas, pero tuve que detenerlo, dejándolo elegir la música. La mayor parte de lo que estaba en mi iPod eran bandas sonoras de musicales de Broadway o de oldies, y no parecía que Roger fuera un admirador secreto de Andrew Lloyd Webber.

Levanté la vista del mapa de carreteras. — Bien, supongo —no quería decirle que la mayoría de mis conocimientos de Billy Joel vinieron del musical Movin’. Tomé la bolsa de plástico donde se encontraban los aperitivos, puse mi refresco en el portavasos y abrí los Red Vines. Roger había comprado Abba-Zabas, diciéndome que sólo podían encontrarse en California –lo que me hizo preguntarme una vez más por qué alguien en este mundo podría optar por vivir en Connecticut. Saqué su Root Beer y la coloqué en el portavasos delante de él, después puse la bolsa en el asiento trasero.

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— Entonces es Billy —dijo Roger, haciendo clic en el botón central. —

Excelente.

Me concentré de nuevo en el mapa, trazando con mi dedo sobre todas las autopistas que se entrecruzaban y dividían el estado de California, que parecía enorme. En el atlas, ocupaba cinco páginas. Connecticut, compartía una página con Rhode Island. Volví a la página que cubría el centro de California, y tan pronto como lo vi, supe que era donde quería ir: Yosemite National Park. Era un viaje de seis horas desde Raven Rock, y una parte había sido fundada por mis antepasados por parte de mi padre. Solíamos ir cada verano durante dos semanas, mi padre, Charlie y yo. Habíamos dejado de ir hace unos años, no por alguna razón específica. Simplemente pareció que ninguno de nosotros tenía tiempo. No me había dado cuenta de cuánto lo había echado de menos hasta que lo vi en el mapa, justo arriba de la carretera interestatal, a medio estado de distancia. — Creo que… —comencé, después me aclaré la garganta. Roger levantó la vista de su iPod y vio el atlas en mi regazo.

— ¿Tenemos una partida? —preguntó, sonriendo.

— Tal vez —dije. Miré hacia abajo en el mapa, mi dedo sobre la mancha verde que representa el parque nacional. ¿Y si él no quería ir? ¿Y si piensa que era una estupidez? Ni siquiera estaba segura de por qué quería ir. Últimamente había estado haciendo todo lo posible para evitar lugares que me recordaban a cosas que no quería recordar. Pero de repente era el único lugar donde quería estar. Tomé una respiración. — ¿Has estado alguna vez en Yosemite?

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You ain’t never caught a rabbit, and you ain’t no friend of mine.

NUEVE AÑOS ATRAS

Todavía no llegamos? — Se quejo Charlie, pateando la parte de atrás de mi asiento. Me di vuelta a mirarlo, encorvado en el asiento trasero y mirando por la ventana.

—Basta —le dije—. Es molesto. —Charlie respondió pateando más fuerte otra vez mi asiento—. Papi — dije, volteando hacia mi padre que estaba conduciendo.

— ¿Sí? —pregunto. Estaba tamborileando sus dedos en el volante al ritmo con Elvis, ajeno totalmente a lo que sucedía a sus espaldas.

—Charlie me está pateando — ¿De verdad? —Mi padre mirando por el espejo retrovisor—. ¡Eso es

un alcance impresionante hijo! —Quiero decir —dije frustrada—. Esta pateando mi asiento. —Ah —dijo mi padre—. Bien, en ese caso, por favor abstente. Tu madre

no va a querer huellas en la tapicería‖. Charlie murmuro algo que no pude oír, lo mire por el espejo

retrovisor, se desplomo aun más en su asiento. En estos viajes, siempre me permitían sentarme en el asiento delantero, porque cuando era pequeña me mareaba. Ya no sucedía, pero ahora era costumbre. Cuando mi madre nos acompañaba en estos viajes largos ella se sentaba atrás con Charlie y ambos leían sus respectivos libros todo el tiempo, el único sonido ocasional era cuando estallaban en risa por algo que habían leído. Veía a Charlie pasar a mi Madre lo que se que estaba leyendo, marcando con su dedo la pagina que lo había hecho reír y veía como mi madre sonreía a cambio.

Pero cuando estábamos en el auto, su mundo privado de los libros no me molestaba ni una vez. Porque mi padre y yo teníamos nuestra propia rutina en los asientos delanteros y tenia responsabilidades.

Él me había enseñado a leer un mapa al mismo tiempo que estaba aprendiendo a leer, yo siempre era el navegador. ―Muy bien, mi Sancho Panza‖ me decía. ―Dinos nuestro curso‖. No tenía idea de lo que estaba hablando, pero no me importaba. Yo era importante. Estaba a cargo de que íbamos por el camino correcto con seguridad, si había tráfico o encontrar

¿

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una ruta alternativa si el camino estaba cerrado. Cuando había que cambiar el CD, era la encargada de poner el próximo. Pero no había mucho de donde elegir. Generalmente cuando mi padre iba conduciendo, era Elvis todo el tiempo.

Él había puesto dos paquetes de Life Savers en el portavaso y me permitían tener cuantos yo quisiera, asegurando que cuando el extendiera su mano, estaba lista para desenvolver una y ponerla en su palma.

Charlie pateó mi asiento de nuevo, esta vez un patrón repetitivo que crecía cada vez más molesto. En vez de darle la satisfacción de darme vuelta otra vez, solamente mire de frente y me ayudo a misma con otro Wint-O-Green.

Siempre que éramos solo nosotros tres, Charlie se volvía especialmente molesto. Estaba siempre inquieto más de lo que era y la lectura era lo único que alguna vez lo calmaba.

Las patadas se hicieron más fuertes, me di vuelta en el asiento —Basta. —Vamos hijo, —dijo mi padre, mirándolo hacia atrás—. Te digo que…

puedes escoger el imán esta vez, ¿Qué tal eso? —Lo que sea, —murmuro Charlie, pero se sentó más derecho y dejo de

patear. — ¿Vemos lo que viene? —pregunte a mi padre, rechazando ―Hound

Doug‖ para la ocasión. Miré por la ventana hacia la izquierda y ahí estaba. Yosemite. Ahí estaba el pequeño cuartel de madera y fuera el guardia en su uniforme verde, recogiendo veinte dólares de cada auto que pasaba y dándoles un permiso y mapa. Entonces él nos saludaba a través de la puerta, permitiéndonos entrar a otro mundo. Inclinaba mi cabeza atrás lo que más podía para ver los árboles.

—Lo vemos, —llamaba Charlie desde el asiento trasero y contenía mi aliento, esperando a que mi padre dijera lo que siempre dice cuando pasamos las puertas.

—Hemos vuelto —decía—. Tu, gloriosa pila de viejas rocas. ¿Nos extrañaste?

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CAMPAMENTO CURRY

Parque Nacional Yosemite

Servicios a los Huéspedes

Junio 6 / 8:21 p.m. Número de Huéspedes: 2

Reservación: No

Solicitud de Alojamiento: Cabaña con Baño Cabaña sin Baño

Alojamiento Disponible:

Tienda de Campaña / 1 cama

Nota: Los huéspedes dieron instrucciones específicas de contactarles

inmediatamente si hay cabañas disponibles con más de una cama.

Duración de la estadía: 1 Noche Costo: $ 40 dólares (en chile serían $20.000.- pesos, pero todos

tenemos diferentes monedas) EFECTIVO

¡¡ESTE ATENTO A LOS OSOS!!

Quite TODOS los objetos que tengan olor de su auto.

Esto incluye: jabón, shampoo, pasta de dientes, basura, cosméticos,

perfumes, bebidas, comida, refrigeradores.

INCLUSO SI ESTAN VACIOS.

Cierre con llave todos los artículos con OLOR en el CASILLERO DE

OSOS fuera de su cabaña

Yosemite no se hace responsable por la pérdida o daño de su

propiedad.

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I’d like to dream my troubles all away on a bed of California stars.

ow, —Dijo Roger cuando salimos de la oficina de la reservación. — ¿Osos, eh?

—Osos, —confirmé. Me sentía aliviada de que hubiera una cabaña disponible. Al parecer, la mayoría de la gente hace reservaciones para las cabañas con meses de anticipación, algo que no se me había ocurrido, ya que mi padre siempre se encargaba de eso. Pero habían tenido una cancelación, y obtuvimos la última cabaña disponible. No la clase de cabaña en la que usualmente nos quedábamos, si no una cabaña con techo de lona. Solo tenía una sola cama, lo cual era algo que estaba tratando de no pensar en este momento. Pero había tomado tanto tiempo llegar ahí—y luego una hora solo para llegar a Camp Curry una vez que llegáramos a Yosimite Gates—haber tenido que dar la vuelta hubiera sido muy deprimente.

Después de que pagamos por la habitación, tuvimos que ver el video de un oso mutilando una furgoneta, luego sentado en el suelo y comiendo las papitas que los dueños de la furgoneta habían sacado. Viendo eso, me pregunté porque el operador de la cámara no hizo nada, o por lo menos mandar a alguien a avisar a la estación sobre la familia siendo atacada en la furgoneta. Pero el mensaje que se pretende llevar es que los osos Yosemite eran peligrosos, sobre todo para los vehículos. Y entonces tuvimos que firmar una liberación que decía que no demandaríamos en caso de que nuestro vehículo fuera mutilado, incluso si hubiéramos sacado las papitas.

Caminamos de regreso al estacionamiento principal, por el pabellón del comedor de los Curry-el cual siempre habíamos llamado casa de campo. Aunque estaba oscureciendo, aun había suficiente luz para ver alrededor. Lo cual era algo bueno, porque cuando oscurecía en Yosemite, realmente oscurecía. No había ninguna luz alrededor, excepto por la casa de campo. Lo cual hacía muy fácil mirar las estrellas, pero difícil encontrar tu cabaña. Mientras caminábamos por el camino pavimentado, noté que Roger miraba hacia arriba, su boca un poco entre abierta. Miré hacia arriba también, hacia el paisaje que aun se podía ver. Incluso aunque no era mi primera vez aquí, Yosemite seguía siendo impresionante. Había montañas y enormes y antiguos arboles por todas partes que te hacían sentir pequeño. El aire era claro y nítido y siempre me hacía querer tomar más respiraciones profundas, Siempre me ha parecido un lugar aparte, con ninguna de las reglas que

—W

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normalmente se aplican en cualquier lado, Por ejemplo tener que sacar tu shampoo de tu auto para salvar tu vida de algún animal salvaje.

Empacamos todos los refrigerios, y tomamos mi maleta, junto con las dos de Roger fuera del auto. Y entonces nos pusimos en marcha para encontrar la cabaña 9. Pronto me di cuenta, cuando el camino pavimentado se volvió grava y pedazos de madera era la razón por la cual las personas que venían a Yosmite no traían maletas con rueditas.

La mía sé quedaba atorada en las pequeñas piedras, rehusándose a rodar. Sin mencionar el hecho que las personas que pasaban por ahí—las que estaban preparadas para estar en Yosemite, con sus linternas y sus chalecos de lana—probablemente pensaban que me veía ridícula. Pero finalmente llegamos a la cabaña, donde Roger estaba afuera, mirando su teléfono.

— ¿Todo listo? —preguntó, viéndose un poco distraído. —Sip —Dije y después maldije para mis adentros, la cabaña como lo

había previsto estaba hecha de lona blanca, con la puerta pintada de verde. Un conjunto de cuatro escalones y una barandilla, también pintada de verde. El casillero contra osos estaba en el fondo de las escaleras. Roger y yo fuimos con nuestras cosas ahí y pusimos todo lo que los osos pudieran confundir con comida—ósea todo—dentro de la caja de metal, asegurándonos de que estuviera bien cerrada. La miré algo dudosa. La cabaña donde usualmente nos quedábamos no tenía esto, y no confiaba en el hecho que una pequeña caja de metal pudiera soportar a unos osos hambrientos, especialmente cuando las camionetas no eran rivales para ellos. Tampoco me gustaba el hecho de que estuviera tan cerca de la cabaña. ¿No era como si pusieras los aperitivos justo al lado del plato principal?

Tratando de no seguir esta línea de pensamientos, tomé la pequeña llave de metal que me dieron y abrí la puerta de la cabaña. Encontré el interruptor de la luz adentro y la encendí. La cabaña era pequeña, con una cama que ocupaba prácticamente todo la habitación. La base de la cama era de metal, pintado de blanco, no estaba hecha, había unas mantas grises que parecían picar encima de ella. Claramente no había lujo ni comodidad. Pero la cama se veía muy pequeña, dudé que siquiera fuera queen-size.

—Rustico —Dijo Roger mirando alrededor de la cabaña, que tenía las mismas lonas blancas adentro, con unas vigas pintadas de verde atravesándola. Había una silla en la esquina, y un vestidor de madera junto a un espejo también de madera. Y nada más eso. —Pero no esperaba menos —Dijo bajando su bolsa se lona y su mochila, tomando de nuevo su teléfono.

Miré hacía la cama, que parecía atraer mi atención. —Mira, —Dije vacilante, no muy segura de a dónde iba con esto. —Sobre la situación de la cama…— no quería que él pensara que yo deseaba la cabaña con una sola cama. —Realmente siento eso.

— ¿Por qué?—preguntó Roger. — ¿Roncas? —sonrió cuando pregunto eso, pero me di cuenta que se sonrojo un poco. —Y solo es por esta noche.

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—Cierto, —Dije. Ya que no hemos dejado el estado de California, y

acabamos de avanzar, cuando se supone que deberíamos estar en Nuevo México. Sabía que tendríamos que manejar mucho mañana. Pero es de suponer, que donde sea que terminemos, habrá dos habitaciones de hotel separadas.

—Lo único es que tengo que dormir del lado derecho, —dijo. —Mi novia…—él dejo de hablar y aclaro su garganta, —Bien, quiero decir mi ex novia, siempre dormía del lado izquierdo. Así que creo que es algo arraigado.

—Oh —Dije, volviendo a lo que acababa de decir. Que ahora estaba soltero. Pero había una chica en el cuadro, una que cambió su forma de dormir. Y la forma en que dijo —novia— sonaba muy parecido a la forma en la que yo digo ―padres‖

Incluso aunque no me había dado cuenta que había formado una opinión, creo que solo asumí que Roger tenía novia. Parecía demasiado lindo y agradable como para no tener una. Y había algo sobre el que lo hacía parecer como si ya estuviera tomado. El hecho de que no lo estaba me hizo sentir un poco nerviosa.

—Bien, el izquierdo está bien para mi, —Dije esperando que así fuera. Nunca había pasado la noche en el dormitorio de Michael, así que no había compartido la cama con nadie desde Julia, cuando estábamos en séptimo grado y dormíamos en casa de cada una cada fin de semana. No tenía idea de cómo sería compartir la cama con un chico. Especialmente un chico lindo, mayor, y aparentemente soltero.

—Genial, —Dijo Roger, aun sonando distraído. —Así que, voy hacer una llamada. —Dijo saliendo por la puerta —Puedes hacerla aquí, —Dije sacando de mi bolsillo mi celular, para checar las barras de señal y vi que tenía una llamada perdida de mi madre. —Si hay recepción.

—No, está bien, —dije hablando rápido. —Te voy a dar un tiempo para que te acomodes, y luego me reuniré contigo en la casa de campo ¿ok?

—Oh —Dije dándome cuenta un poco tarde que quería privacidad para hacer la llamada. —Claro.

El estaba fuera de la cabaña un segundo después, levantando una mano hacía mí despidiéndose y dejando la puerta cerrarse tras él. Esperé un momento, entonces apagué las luces y salí de la cabaña, cerrándola una vez que estaba afuera. Luego me senté en el primer escalón y miré a mí alrededor, temblando ligeramente. Había olvidado que tan frió se podía poner, incluso en el verano. Estaba casi completamente oscuro afuera, pero las sombras de los arboles se reflejaban en el suelo debido a la luna había aparecido —y estaba increíblemente iluminado y claro. Podía ver Half Dome, la montaña más famosa de Yosemite, a mi izquierda, y todo era dolorosamente familiar.

Era solo yo —y con quien estaba— era completamente diferente. —Estoy de vuelta, — dije suavemente —tu gloriosa pila de rocas,— ¿me extrañaste?’—

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—Hola, estas llamando a Pamela Curry. Por favor deja un mensaje con

tu número y nombre, y devolveré la llamada tan pronto esté disponible. Gracias.

Beep —Hola mamá, es Amy. Creo que te extraño, maldición. Pero las cosas

están bien, el viaje va bien. Y ahora estamos en nuestro hotel, ¡Así que todo va desacuerdo al plan!, trataré de hablarte mañana. Dile a la abuela hola por mí.

Me quedé en los escalones de la cabaña y traté de obligarme de entrar. Ya había pasado un rato. Sabía que cada minuto que pasara, Roger probablemente pensaría que tenía un problema intestinal. Desde que me fui a los baños a alistarme para ir a la cama hace unos veinte minutos.

Pensé que todo estaba bien con eso de dormir en la misma cama cuando el momento llegara. Realmente pensé eso. Me encontré con Roger en la casa de campo, donde cenamos y platicamos con dos increíbles locuaces dentistas de Palm Desert. Después vimos el entretenimiento de la noche, un video de información sobre la Yosemite en Its History, y volvimos a la cabaña 9 para ir a la cama. Incluso me sentía bien cuando Roger se había ido al baño para prepararse. Fue solo cuando regresó, usando una camiseta azul y gris de la universidad de Colorado y unos shorts delgados negros, que realmente me golpeó. No solo tendría que dormir junto a Roger, tendría que hacerlo con él a mi lado usando prácticamente su ropa interior.

Jadeé por un momento, luego tomé mis cosas para dormir, recuperar mis artículos de tocador del casillero contra osos, y me dirigí a los baños para cambiarme.

Los baños estaban localizados camino debajo de la cabaña. Y caminé hacía abajo, estando atenta a cualquier sonido de algún oso y tratando de parecer lo menos apetitosa posible.

Me puse la ropa de dormir-menos reveladora que tenía- unos pants y una camiseta de mangas larga- luego cepillé mis dientes y lavé mi cara, tomándome mi tiempo, esperando que contra el tiempo, cuando volviera, la oficina de reservaciones hubiera encontrado otra cabaña disponible milagrosamente.

Pero sabía que esa no era una posibilidad. Puse mis cosas en el casillero y ahora estaba frente a la puerta tratando de entrar. Simplemente no quería hacerlo. No quería dormir en la misma cama con alguien quien apenas conozco, Quería estar de vuelta en casa, en mi propia cama, con mis padres al final del pasillo y Charlie en la siguiente puerta.

Yo siempre había asumido, que esas constantes, tan básicas, nunca iban a cambiar.

Ni siquiera me había dado cuenta que ellas eran algo especial en esos tiempos. Y ahora daría lo que fuera por volver de nuevo.

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¡Amy! Probablemente tendría una hamburguesa en este momento con

su novio jugador de foot-ball, y su mayor preocupación sería en su mejilla que no se ve a la distancia ¡maldita sea!

Escuché a Roger moviéndose por ahí dentro de la cabaña, y sabía que tenía que entrar eventualmente. Tomé una respiración y abrí la puerta, sintiendo las palmas de mis manos comenzar a sudar. Vi que Roger había hecho la cama, la manta doblada hacía abajo. El estaba sentado en la cama, en el lado derecho. Puse mi ropa en la parte superior de mi maleta y caminé hacía el lado izquierdo de la cama, sintiéndome muy consciente y preguntándome que es lo que normalmente hacía con mis manos. A medida que iba a mi lado de la cama, vi que la camiseta de Roger se había levantado un poco, dejando a mi vista una parte de su espalda justo arriba de sus shorts. Desvié la mirada rápidamente, preguntándome que hacer. ¿Me siento en la cama también? ¿Jaló las mantas? ¿Esperar a que él se meta dentro de las cobijas primero?

Roger se volteó a mirarme. ¿Estás bien? Pregunto. —Estaba empezando a preocuparme de que algún oso te hubiera tomado.

—Oh, ah, — dije tratando de reír ligeramente, incluso cuando escuché que fallé miserablemente. —No, estoy bien. Solo estaba…um— no tenía idea de cómo terminar esa frase, así que ni siquiera lo intente, y solo deje el silencio colgar entre los dos. —Gracias por hacer la cama, — dije finalmente. —No tenías que hacerlo.

—No es gran cosa,— dijo Roger con una sonrisa. Se quedo mirándome por un momento, checando me vestuario. —Te ves caliente.

— ¿Qué? ¿Yo? —tartamudeé completamente desconcertada. —Si —Dijo el sin dejar de mirarme. ¿Qué? ¿Esto era una especie de ven-aquí o algo así? ¿Justo cuando

estábamos a punto de dormir en la misma cama? Como si esto no fuera suficientemente complicado ya. —Oh, um gracias, quiero decir no que tú no te veas así, pero no estoy segura de que tu deberías… quiero decir…

—Oh, no, —Dijo Roger rápidamente, y pude ver que estaba sonrojado de nuevo. —No. Quiero decir… quiero decir lo que estas usando. ¿Vas a estar demasiado caliente no?

Oh. Momentáneamente me pregunté si podía ser posible tener a uno de los osos que andan afuera para que venga y me maté. —Oh, cierto, — dije, obligando a mi voz a permanecer alta. —Um, creo que estaré bien. Siempre se pone realmente frió aquí en la noche. —Roger asintió y se estiró, revelando una parte de su estomago desnudo esta vez, y nuevamente desvié la mirada, deseando que qué el hubiera usado una camiseta más larga. — ¿Tu vas a estar bien?— pregunté. — ¿Suficientemente caliente, quiero decir?

—Oh, claro, —él dijo, jalando las cobijas de su lado. Aliviada de tener una dirección que seguir, jalé las de mi lado también. —Siempre me pongo caliente en la noche. Hadley solía llamarme calentador.

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Caminé hacía la puerta, checando que estuviera bien cerrada, y apagué

las luces, Pero debido a las paredes blancas, y la luz de la luna filtrándose, había suficiente luz para volver a mi lado de la cama. Roger se metió en ella. Y yo me subí también, quedándome lo más lejos de él en mi lado mientras estemos en la cama. Deje mis brazos presionados contra mis costados y mirando hacía el techo consciente de nuestra cercanía. Podía alcanzarlo y tocarlo sin siquiera extender mi brazo. Podía sentir el ritmo de su respiración.

— ¿Hadley?— pregunté después de un momento, dándome cuenta que ella era su ex-novia. La chica cuyo lado de la cama estaba ocupando yo en este momento.

—Sí, —dijo Roger, y podía escuchar el esfuerzo en su voz. —Mi novia. Mi ex novia. —corrigió inmediatamente, sonando molesto consigo mismo.

—Ella…ella era… Esperé volviendo ligeramente la cabeza para mirarlo, pero

aparentemente lo que Hadley era no iba a ser articulado. Roger suspiró profundamente, luego puso sus brazos atrás de su cabeza. Mirando hacía el techo.

— ¿Qué hay de ti?— él preguntó, volviendo su cabeza hacía mi. — ¿Hay alguien en a la vista?

Inmediatamente pensé en Michael, pero no estaba segura como el cabía dentro de las palabras a la vista y quería decirle a Roger sobre eso. —Um, no realmente. —Dije. Luego pensando que soné patética, agregué, —Quiero decir, había un chico, pero era solo…quiero decir era casi como…quiero decir, realmente no era…—Deje de hablar, preguntándome a dónde fueron mis adjetivos, nombres, y verbos. El Sr. Collins no lo hubiera aprobado. —No lo sé. —finalmente concluí brillantemente.

—Realmente no lo sé. Miré y vi que Roger estaba de su lado, frente a mí, se acurrucó un

poco. Usualmente dormía—o trataba de dormir—en mi lado también. Miré hacía el techo, preparándome mentalmente para otra larga noche. Comencé a tener insomnio por primera vez en mi vida, como por el mes pasado. Me acostaba despierta por horas finalmente rindiéndome, mirando el canal del clima. Por alguna razón, me pareció calmar la precisión del tiempo, la manera esencial de predecir el futuro. Me gustaba que la mayoría de los meteorólogos pudieran decirle a la gente por todo el país que traerán los días y las semanas. Ellos preparaban a las personas, dejándoles saber que tal vez una tormenta caerá sobre ellos. Y de esa manera, no eras tomado con la guarda baja y no preparado cuando finalmente te pegué. Después de mirar el radar de Doppler por un rato, podía dormitar una o dos horas. Pero aquí, sin el canal de siete—días de previsión, con osos potencialmente andando por los alrededores, y compartiendo la cama con Roger, Sabía que no conseguiría ni un momento de sueño.

—Bueno, buenas noches, Amy, —dijo Roger.

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—Buenas noches. Duerme bien, no dejes que los osos te muerdan, —

añadía automáticamente. Era como mi padre y Charlie y yo siempre decíamos buenas noches

cuando estábamos aquí. No había pensado en eso en años, y aun estaba ahí, solo esperando por el momento adecuado para salir.

Roger se rió, una pequeña versión de la risa que había escuchado más temprano. —Cierto—dijo.

—Tú también, —Vi sus ojos cerrarse y probablemente se quedo dormido de inmediato. Sentí una envidia irracional de el—alguien que podía simplemente dormirse y ya, alguien que sus pensamientos no lo mantenía despierto. Alguien que una vez fui.

La respiración de Roger se volvió cada vez más lenta, y podía sentir como me iba relajando un poco en mi lado de la cama. Hubo un pequeño estiramiento en la cama entre nosotros que Roger no parecía estar a la deriva. Moviéndome tan lentamente como podía, me volteé para acostarme de un lado, frente a Roger, acurrucándome.

Y aunque sabía que conciliar el sueño sería imposible, cerré mis ojos también.

Lo próximo que supe, es que estaba despierta de nuevo. Miré mi reloj, y estaba impresionada de que fueran las tres de la mañana. Me quedé dormida—incluso sin el beneficio del canal del tiempo. Me levanté y mire a mi alrededor, la cabaña estaba más oscura de lo que estaba antes—tal vez la luna se había escondido tras las nubes—y estaba sola en la cama. Inmediatamente me sentí en pánico, lo cual era irónico, considerando lo mucho que yo quería compartir la cama desde el primer momento.

Pero ahora la sentía muy grande. Estaba comenzando a correr una lista en mi mente de los lugares donde Roger pudiera haber ido—el baño, una observación de las estrellas tarde en la noche—cuando escuché su voz afuera. Me fijé por la puerta entreabierta y lo escuché hablar.

—Hey, Hadley, —Lo escuché decir, —Soy yo otra vez. —Miré alrededor y me pregunté qué podía hacer. ¿Encender mi iPod? Sabía que no debía estar escuchando eso, pero al mismo tiempo, realmente, realmente quería hacerlo. Antes de que pudiera tomar una decisión, Roger continuó. Sonaba nervioso. —Así que creo que no estás ahí. O tal vez estés dormida. Creo que es bastante tarde. O temprano. Así que si esto te despierta lo siento…—se detuvo. —Estoy en las montañas de California, y las estrellas son tan hermosas aquí, desearía que pudieras verlas, yo…— su voz falló —No entiendo que pasó, o porque no has estado en contacto, no es algo que tu harías… Así que…no sé. Como sea llámame si escuchas esto ¿ok?

Esperé escucharlo decir adiós, pero nada siguió a eso. Pensando que el volvería pronto, me acosté y cerré los ojos pretendiendo estar dormida así el no sabría que lo escuché.

Para la siguiente abrí los ojos, estaba completamente iluminado, y podía escuchar los pájaros a mí alrededor. Miré mi reloj y eran las ocho en

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punto. Miré la cama hacía Roger, su cabeza solo a la distancia de una mano de la mía. Estaba dormido sólidamente, las cobijas cayendo de sus hombros se veía como alguien en paz. Miré otro lado y salí de la cama y me estire.

Dormí más cómoda que en muchos meses.

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You’ll be missed, Miss California.

espués de que Roger despertó, nos dirigimos al Lodge, un edificio que siempre ame. Era de piedra con una enorme chimenea donde la gente tendía a congregarse. Entre la

decoración de madera y el fuego constantemente ardiente, era el tipo de lugar que te hacia desear acurrucarte con chocolate caliente, incluso en julio. Y decorándolo, estaban las fotos de mis antepasados de hace mucho tiempo, que habían descendido en Yosemite desde hace más de un siglo y establecieron un campamento con fines de lucro. Finalmente se hizo parte del parque. Parecía que la cosa principal de la que mis antepasados habían sido responsables era el "Firefall" en el que se vierten las llamas, todas las noches, por un tobogán tallado en una montaña. El Firefall fue detenido en los años sesenta, principalmente porque las personas se sorprendieron de que no hubiera muerto nadie aún. Después de que haberle dado a Roger el breve tour de mi historia familiar, tomamos el desayuno.

O, más exactamente, tome el desayuno. Roger comió el tipo de comida que normalmente se reservan para cenas de vacaciones y las personas con tenias2. Por suerte, era un buffet y todo lo que puedas comer, una política que, tuve la sensación, podrían revisar después de nuestra visita. Cuanto Roger volvió con su tercer plato lleno — éste se centró en diversos grupos de carne — levanto sus cejas ante mi plato. — ¿Eso es todo lo que vas a comer? — preguntó.

—Es todo —dije, tomando un sorbo de jugo de naranja. Ya había comido harina de avena, dos bollos y un plátano, lo cual, parecía más que suficiente para mí—. Estoy muy llena.

Roger sacudió su cabeza. —Debes consumir más carbohidratos —dijo. Se asentó en su silla, tomo la Guía de Yosemite que habíamos tomado en nuestro camino y comenzó a leerla mientras comía un pedazo de salchicha—. Hay mucho sucediendo el día de hoy: excursiones, paseos, algo que se llama Badger Pass, y vas a necesitar de energía.

Me entregó el documento, y yo pretendí leerlo mientras lo miraba a el por encima de este. —Entonces, ¿Como dormiste anoche? —Pregunté tan casualmente como pude.

—Genial, —dijo Roger, pero me di cuenta de que se estaba concentrando muy duro en su tocino canadiense—. Apagado como una luz. ¿Tú qué tal?

D

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—Oh, bien, —dije sutilmente. Miré a través de él y me di cuenta de que

había mucho más sobre de Roger de lo que yo había asumido. Y de que yo no era la única mentirosa sentada en la mesa.

—Hola, este es el teléfono de Amy. Deja un mensaje y te responderé luego. ¡Gracias!

—Hola Amy, es tu madre. Supongo que estamos jugando a los mensajes telefónicos. Estoy contenta de que llegaran a Nuevo México, y espero a esta ahora ustedes dos estén bien en su camino a Oklahoma. He llamado al Holiday Inn de Gallup para asegurarse de que había incorporado, pero no tenían ningún registro de ustedes. Pero no me dio la impresión de que la empleada del mostrador realmente supiera lo que estaba haciendo. Sólo llámame, para que yo pueda saber todo en el camino.

—Es hermoso —dijo Roger, estirando sus piernas frente a él y mirando alrededor. Estábamos sentados en el patio exterior del Lodge del Curry, teniendo como escenario, los enormes pinos, las impresionantes montañas, la luz del sol que se filtra a través de los árboles. Habíamos extraído del casillero y puesto nuestras cosas en el coche, pero lo hicimos suficientemente cerca como para que ser capaces de ver si algunos osos de aspecto hambrientos estaba vagabundeando. Roger levanto su mano para bloquear el sol y se puso de pie—. Las gafas de sol son necesarias —dijo, sacando las llaves del coche de su bolsillo. Bajo su mirada hacia a mí—. ¿Quieres conseguir las tuyas?

Hike-u4 Yosemite Dirigido por Carl Ranger Bienvenido a este lugar de Serenidad y Belleza Natural. La tradición de

la Hike-u ha existido desde hace siete años, y es una de nuestras piezas favoritas del programa de excursiones de Yosemite. A lo largo de la caminata, habrá designó a los tiempos de parada donde puede grabar sus sentimientos sobre el documento a continuación. Por favor, intenta mantener el patrón de 5/7/5. Mantener más piezas e ideas para el Paseo de Soneto de la puesta de sol o el Couples’ Couplet Constitutional.

¡Disfrútalo! Yosemite Hike-u

Led by Ranger Carl WORKSHEET

Yosemite Hike-u Dirigido por Carl Ranger HOJA DE ANOTACIONES

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Esto es tan estúpido El Haiku5 es muy tonto A demás, me está saliendo una apoya —Amelia E. Curry Tú fuiste la que Quería ir a la caminata ¿Miembro de media cúpula?

—Roger H. Sullivan

Eso fue antes de que Leyera la letra pequeña, lo cual fue Muy muy muy muy muy espeluznante. —A.E.C. Amy, No creo que Los Haiku deban de rimar O de repetir las mismas palabras —R.H.S. Yosemite Hike-u Dirigido por Carl Ranger HOJA DE ANOTACIONES ¿Es el plural de Haiku realmente haiku, Rog? De alguna manera lo dudo —A.E.C. Como ratones, como alces, como Aviones, el plural es el mismo. ¿Y "Rog"? Estiramiento, "Am." —R.H.S. Carl el guardabosques está loco se pone rojo cuando grita, "No se separen del grupo!" — A.E.C. Carl el guardabosques debe Permitirles a algunas personas lentas Más tiempo contar metros —R.H.S.

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¿Te refieres a mí? Lo tomare como una ofensa Simplemente no me agrada Carl. —A.E.C. Pobre, pobre guardabosques Carl Gritando, avergonzado y sufriendo y su bragueta está abierta. —R.H.S. Espera, ¿De verdad? No había nota eso— Oh Dios mío. Hee hee.

—A.E.C. —Está bien —dije, pero sentí que esta declaración se vio desmentida

por el hecho de que tuve entrecerrar los ojos al voltear a verlo. — ¿En serio? —Bueno —dije, tratando de no entrecerrar los ojos, pero encontré esto

físicamente imposible, —. Ahora no tengo ningunas. —Tenían algunas en la tienda de regalos —dijo Roger. Los había visto

— eran en su mayoría del tipo deportivo reflejantes, que las personas que, de hecho, van a escalar las montañas, compran. Pero no quería ningunas gafas de sol.

—Estoy bien —Dije firmemente. Roger me miró durante otro momento, luego encogió los hombros, dirigiéndose al coche.

Cerré mis ojos y voltee hacia arriba. Se sentía bien, como si hubiera pasado mucho tiempo desde la última vez que sentía el sol en mi cara.

—¿Amy? Abrí mis ojos y vi a una mujer mayor de pie delante de mí, me miraba

atentamente. Ella se encontraba justo en frente del sol, y apenas podía distinguirla. Me levante para verla más claramente. Ella llevaba un traje de senderismo con una cazadora atada alrededor de su cintura, e incluso tenía rizado su cabello gris. Tomé todos estos detalles antes de que algo hiciera clic en alguna parte de mi memoria. Se trata de Cathy… algo. Por coincidencia, ella y su marido habían seguido la misma programación que nosotros durante años. Siempre nos íbamos con ellos cuando estábamos aquí, y generalmente todos terminábamos sentados juntos en el comedor. Creo que

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incluso nos habían enviado una tarjeta de Navidad una vez. Felices Fiestas de parte de Los Algo.

—Hola —dije, tratando de parecer como que yo no había estado tratando de recordar quién era. "Cathy," Dije, con la esperanza de que había recordado bien su nombre y subiendo mi voz un poco en la última sílaba, en caso de que no lo hubiera hecho.

—Eres tú, —dijo, acercándose y abrazándome rápidamente antes de que me diera cuenta de lo que estaba sucediendo—. Te reconocería en cualquier lugar, aunque Dios Mío, ¡Has crecido! ¡Eres una hermosa jovencita!

¿Por qué las personas mayores siempre estaban diciendo cosas como esta? Incluso después de decirnos siempre que no debemos mentir. Sólo asentí, porque, ¿Que se suponía que debía decir?

—¿Donde están el resto de ustedes? —Cathy preguntó, mirando alrededor—. ¿Tu hermano y tu padre? ¿Están dentro?

Pude sentir a mi corazón comenzar a palpitar fuertemente, y estaba empezando tener la sensación de pánico que siempre tengo al pensar que quizás deba decírselo a alguien. Sin embargo, no tuve que decir las palabras en voz alta aun, y sinceramente no creo que hubiera podido. Incluso el pensamiento de decirlas me hizo sentir pavor.

—Oh, —dije, escuchando cómo mi voz ya estaba tensa, sintiendo como mi garganta se estaba cerrando alrededor de las palabras, aun cuando trate de obligarlas a salir y odiándome a mí misma y al hecho de que no podía incluso formar una simple oración—. No están aquí en este viaje. —Estaba parpadeando muy rápidamente, mirando hacia abajo a la cubierta de madera rayada, esperando contra la esperanza de que Cathy Algo pudiera dejarlo así y desaparecer. En mi visión periférica vi a Roger, con gafas de sol puestas, dirigiéndose a hacia mí desde el coche, y disminuyendo la velocidad ligeramente cuando vio que estaba hablando con alguien.

—Oh, qué mal, —dijo—. ¡Siempre fue muy divertido tener a tu papá en la cena! ¿Qué le pasa? ¿Él está bien?

—Um, —Dije, sintiendo mi aliento poco profundo y parpadeando furiosamente para retener las lágrimas. No quería nada más que simplemente desaparecer, ir a casa a donde yo estaba sola y no había nadie que me hiciera sentir estas cosas. Pude sentir como estaba muy cerca de perderlo, huyendo del lugar, en frente de Cathy. Pero no era como si pudiera escapar — tenía que permanecer allí y dejarlo pasar. Y saber esto sólo lo empeoraba todo. Pude sentir el pulso latiendo en mi garganta, y se fue haciendo más difícil respirar. El sentimiento subacuático se estaba filtrando—. Um —Volví a repetí, mi voz se estaba quebrando. Cathy parecía darse cuenta de que algo estaba mal: Levanto las sus cejas, y frunció el ceño ligeramente—. Él realmente esta… esta… —un sollozo estrangulado se escapó de mi garganta, y me mire hacia otro lado, sabiendo que no iba a ser capaz de continuar.

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—Hola —Oído a Roger decir, mientras se acercaba a otro lado de

Cathy. Hizo que ella se diera la vuelta, desviando su atención de mí. Me di cuenta, a pesar de que mi visión era borrosa, que él me estaba mirando sobre su hombro—. Roger Sullivan. Soy un amigo de la familia.

—Cathy Summers, —dijo Cathy, y registre el opaco apellido en mi cabeza, cruzando mis brazos y presionando mis labios juntos tan duro como pude. A pesar de ello, todavía podía sentir se sacudan, cómo mi barbilla estaba temblando descontroladamente—. Sólo estaba preguntando por los otros Currys —dijo Cathy, su voz se elevo sobre la última palabra, convirtiéndola en una pregunta.

Roger me miró, y yo mire hacia al frente, parpadeando rápidamente, tratando de forzar todo esto de vuelta hacia atrás, tratando de encontrar el borde del estar bien y sostenerme a él. Roger dio un paso más cerca a Cathy y bajó su voz un poco. —Es realmente…, —él dijo, luego dio pausa y aclaro su garganta—. Por desgracia, el Sr. Curry falleció recientemente.

Eso fue todo que pude escuchar. Caminé hacia el Lodge, manteniendo mi cabeza gacha y abrí la puerta, pero no sin antes de escuchar el conmocionado jadeo de Cathy y los sonidos compresivos que le siguieron. Caminé tan rápido como pude hacia el cuarto de baño, no necesitaba estar ahí para saber lo que seguiría. Que conmocionada estaba. Cómo es que era una tragedia. Y luego, por supuesto, la pregunta: ¿Cómo ocurrió? Roger, al menos, no sabía la respuesta a esta.

Abrí la puerta del baño, que estaba vacío gracias a Dios y me encerré en el cubículo más cercano. Luego me apoye contra la puerta de metal fría y deje que el llanto se apoderara. Lloré en mis manos, grandes y horribles sollozos que parecían provenir de algún lugar profundo dentro de mí. Nunca había llorado así hasta que sucedió, y yo lo odié. Este llanto fue enorme e incontrolable, y también nunca me hizo sentir mejor. Sólo me recordó que no había llorado mucho todavía, y por supuesto cuando lo hice, fue desgarrador y violento. Los ataques de llanto sólo parecían señalar que, por mucho que quisiera pretender lo contrario, había un agujero grande, enorme en mi pecho, uno que había intentado cubrir con unas pocas hojas y ramas. El camuflaje patético que ni siquiera estaba engañándome a mí misma.

Cuando lo peor pareció haber terminado—Cuando mi aliento se estaba volviendo más regular, con sólo un hipo ocasional en el ritmo—Limpie mi cara con mis manos. Luego, abrí la puerta y camine hacia fuera, haciendo una mueca de dolor cuando vi que mi reflejo. Mis ojos estaban rojos e hinchados, mi la nariz enrojecida y mi piel con manchas. Puse mis manos bajo el agua, tan fría como he podido tenerla y me lance un poco a la cara. Luego dando, pequeñas palmadas, la seque con las toallas de papel rayado café, lo que, en realidad, parecía estar empeorar las cosas.

La puerta oscilo hacia adentro, y entró una madre, guiando a su niña hacia el cubículo. Ella me miro fijamente y, después, miro a otro lado rápidamente, y sabía que ocultarme en el baño durante todo el día—Por más

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atractivo que esto sonaba — no era realmente una opción. Empuje la puerta para abrirla y casi tropecé con Roger, que estaba sentado en el piso, a la derecha de la misma.

—Hola dijo, poniéndose de pie, y vi que tenía mi bolso con él—. Um, dejaste esto afuera.

Yo asentí y lo tome, mirando hacia abajo a la alfombra gris-marrón. —Gracias, —Le dije, escuchando que mi voz aun no sonaba clara. Pero, afortunadamente, ya no fuera de control.

— ¿Estás bien? —Pregunto. Dado que la respuesta era claramente no, no paria haber ningún punto

en decirle que estaba bien. No pensé que fuera tan buena actriz. Solo encogí los hombros.

—Bueno, —dijo, luego dio una pausa un momento antes de seguir. Cuando lo hizo, fue tímidamente, era como si estuviera buscando cada palabra antes de decirla—. Si alguna vez quieres hablar — o simplemente quieres escuchar — es decir, he puedo…

— ¿Quién te dijo? —Pregunté, diciendo las palabras muy rápidamente, como si de esta manera fuera más fácil sacarlas—. ¿Fue tu mamá? ¿O el programa en la nevera? —No confiaba en mi misma para levantar la mirada todavía, por lo que le hice estas preguntas a la alfombra.

—Mi mamá —Roger dijo después de un momento—. Creo que ella fue a… al funeral. —Ella podría haberlo hecho. Ella podría haber llegado montada a San Andrés en un elefante y yo no habría tenido ningún recuerdo de ella.

Asentí. — ¿Sabes…? —tome un respiro y me obligue a decirlo. No pensé que supiera. Pero es que necesitaba estar segura—. ¿Sabes cómo sucedió?

—No —dijo—. ¿Quieres decirme? —Sacudí mi cabeza, una sola vez a ambos lados. Pude sentir como mi labio comenzaba a temblar de nuevo, y lo mordí, tan fuerte como pude.

—Bien —dijo, después de un momento—. Probablemente deberíamos continuar el camino, ¿No crees?

Asentí, y cuando levante la mirada, vi que Roger me estaba tendiendo sus gafas de sol. Ni siquiera pensé en negarme, solo las tome y me las puse. Eran demasiado grandes para mí, pesadas gafas cuadradas de sol de hombre, y se deslizaron hacia abajo de mi nariz. Pero en ese momento, estaba agradecida de tener un poco de barrera entre mi cara y en el mundo, aunque sólo sea por no asustar a los niños de Yosemite. Nos dirigimos hacia afuera del Lodge, y di una última mirada antes de dar un paso fuera. Ya no parecía más el lugar acogedor que había sido esta mañana. Deje que la puerta se golpeara detrás de mí y seguí a Roger hacia el coche.