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Dieu et libert: la alternativa del catolicismo liberal en el
ochocientos
MANUEL ALVAREZ TARDO
...tous les amis de la religin doivent comprendre aussi qu'elle
n'a besoin que d'une seule chose, la libert1.
AL menos desde mediados del setecientos la Iglesia catlica haba
vivido un periodo que bien puede calificarse de de-cadente tanto si
se atiende a la situacin interna de la vida religiosa el estado de
las rdenes o los niveles de instruccin del clero, por ejemplo como
a la organizacin social y el compor-tamiento poltico de los
catlicos. Las polticas regalistas y los in-tentos de reforma
eclesistica promovidos por los Estados del des-potismo ilustrado
haban tenido consecuencias varias en cada una de las iglesias
nacionales; para empezar, los catlicos, en vspe-ras de la Revolucin
francesa, estaban profundamente divididos sobre la conveniencia de
una tutela estatal que si bien les permi-ta mantener el monopolio
confesional y asegurarse proteccin ju-rdica para sus privilegios,
por otro lado los vinculaba cada vez ms al poder poltico y les
dejaba a merced de las disposiciones de reforma que pudiera dictar
el monarca.
Una cierta desorganizacin, una clara divisin interna acerca del
mejor modo de relacionarse con el Estado y una decadencia evidente
en las vocaciones religiosas y en la presencia social de la
institucin eclesistica fueron algunos de los datos que acom-paaron
a la Iglesia catlica en el cambio de siglo en casi todos los pases
catlicos de Europa occidental exceptuando Inglate-rra. La Revolucin
Francesa, la superacin del Antiguo Rgimen y las revoluciones
liberales agitaron de tal forma las aguas de esa misma Iglesia en
crisis que ya nunca volvera a ser igual para los catlicos europeos.
La Revolucin precipit la reorganizacin in-terna de la Iglesia,
afect seriamente las bases sobre las que se haban estado formando
las iglesias nacionales a expensas de Roma y supuso una experiencia
desoladora sobre las consecuen-
1 Gerbet, presentacin de L'Auenir, 20-VIII-1830. En Prelot, M. Y
Gallouedec,
F., Le liberalisme catholique, Pars, 1969, pg. 82.
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8 fAANEL LVAREZ TARDO
cias que tena para los catlicos la destruccin de las monarquas
absolutas por la va de la violencia revolucionaria.
El catolicismo liberal naci precisamente como una respuesta a
los desafos que la modernidad posrevolucionaria haba puesto encima
de la mesa. A la par que el mismo proceso de transfor-macin sufrido
por el liberalismo a raz de la experiencia revolu-cionaria,
surgieron voces entre los catlicos, principalmente de se-glares,
que vieron en la nueva realidad poltica una oportunidad para hacer
de la defensa de la libertad el mejor instrumento de consolidacin y
desarrollo del catolicismo.
El catolicismo liberal no apareci como tal hasta la segunda
mitad de los aos veinte, justo cuando el contexto poltico permi-ti
que se dieran las condiciones adecuadas para su desarrollo, esto
es, ocurri que algunos de los sistemas de gobierno de las monarquas
restauradas tras la cada de Napolen dejaron paso a una nueva etapa:
en Francia con la Monarqua de Julio y en Bl-gica con la
independencia en 1830 y la Constitucin del ao si-guiente. La
implantacin de regmenes polticos basados en un liberalismo
constitucional contrario a los procedimientos revolu-cionarios hizo
posible que algunos catlicos comprendieran que la crisis que
atravesaba la Iglesia y que la Revolucin haba acen-tuado, slo podra
superarse con un movimiento de renovacin basado en la aceptacin de
las nuevas reglas de juego del parla-mentarismo y el
constitucionalismo liberales.
CATOLICISMO LIBERAL o LIBERALISMO CATLICO
A juzgar por lo ocurrido hasta el momento, no parece que exista
un consenso amplio acerca de la terminologa ms ade-cuada para
hablar de aquellos catlicos que defendieron la liber-tad civil y
poltica y aceptaron el liberalismo posrevolucionario y el Estado
constitucional como la mejor forma de defender sus in-tereses y
organizar la vida poltica de la nacin. Los franceses y los belgas,
tanto en su momento como en la bibliografa posterior, han preferido
el trmino de liberalismo catlico por apreciar que el mismo se
ajusta ms a la situacin y al credo de los catlicos del ochocientos
que no renegaron del liberalismo, pensando por otro lado que
llamarlos catlicos liberales supone un menosprecio de sus
convicciones liberales y una cierta subordinacin a su con-dicin de
catlicos2. En el caso de los italianos, dada la trayecto-ria tan
peculiar de los catlicos durante las dcadas centrales del
2 Esa es la posicin de Prelot, en ibd., pg. 15.
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DIEU ET LIBERT: LA ALTERNATIVA DEL CATOLICISMO LIBERAL EN EL
OCHOCIENTOS 9
siglo pasado, son muchas las acepciones que se han utilizado
para calificar a los ms receptivos al liberalismo; como veremos, no
es extrao encontrar incluso el trmino de liberali e cattolici para
re-ferirse a una situacin extraa en la que no habra existido como
tal un comportamiento a la vez catlico y liberal sino dos
actitu-des firmes pero independientes. En Espaa, por otra parte, la
ca-racterizacin no resulta tampoco fcil. No ha existido aqu una
ac-cin poltica catlico-liberal semejante a la francesa o la belga,
ni una elaboracin de pensamiento similar a la de los catlicos
libe-rales ingleses, aunque s ha habido una cierta tradicin de
catoli-cismo liberal que se remonta a los ltimos aos del reinado de
Carlos IV (en personajes como Joaqun Lorenzo de Villanueva) y
atraviesa todo el siglo xix hasta llegar a los comienzos de la
Res-tauracin alfonsina. Seguramente han sido la heterogeneidad y la
discontinuidad del catolicismo liberal espaol las que han
propi-ciado una mayor confusin sobre el uso de los trminos. La
ten-dencia ms comn parece haber sido la seguida por Jos Anto-nio
Maravall, que hace ya bastantes aos prefiri utilizar la expresin de
catolicismo liberal para el caso espaol y reservar la de
liberalismo catlico para otras situaciones europeas como la
francesa o la belga. Maravall consider que el liberalismo catlico
consista en una actitud principalmente defensiva en virtud de la
cual los catlicos haban abrazado el liberalismo y el Estado
cons-titucional para defender su fe y su Iglesia, mientras que el
catoli-cismo liberal habra tratado simplemente de hacer y pensar en
tr-minos de compatibilidad entre la religin catlica y el
liberalismo, de tal forma que el liberalismo no fuera sino una
derivacin de la religin cristiana y sta el mejor abono para el
crecimiento de la libertad. En Espaa, segn Maravall, la primera
situacin de de-fensa de la religin mediante las libertades nunca se
habra pro-ducido, motivo por el cual el trmino adecuado sera el de
catoli-cismo liberal3. Sin nimo de considerar el caso espaol, que
no es objeto de este trabajo, s parece necesario matizar que as
como Maravall tena razn en la ausencia en Espaa de un catolicismo
militantemente liberal al modo del belga, los trminos con los que
distingui el catolicismo liberal del liberalismo catlico se me
an-tojan demasiado confusos. Lo cierto es que no se ha producido
necesariamente en la historia una distincin clara entre actitudes
defensivas y convicciones profundas acerca de la compatibilidad
entre religin y libertad. Mientras la experiencia espaola
de-muestra que ha podido existir una cosa sin la otra, los casos
de
3 Maravall, J. A., Sobre orgenes y sentido del catolicismo
liberal en Espaa,
en AAW, Homenaje a Aranguren, Madrid, 1972, vase pgs.
248-251.
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1 O MANUEL LVAREZ TARDO
Inglaterra, Blgica y Francia confirman que ambas realidades se
han presentado muy a menudo de forma conjunta y catica.
Por mi parte y por lo que hace a este trabajo, la distincin
en-tre catolicismo liberal y liberalismo catlico la considero til
slo si se sigue una interpretacin flexible y sencilla de los
trminos y en cierto modo literal, esto es: los catlicos liberales
fueron lo ca-tlicos que aceptaron el liberalismo posrevolucionario
y confia-ron en el Estado constitucional y la libertad tanto para
defender sus intereses como para afirmar su fe, mientras que los
liberal ca-tlicos fueron los liberales, en su mayor parte
conservadores, casi siempre monrquicos aunque en algunos casos
republicanos, que no creyeron incompatible el seguir siendo
catlicos con su con-dicin de liberales4. Otra cosa, llmasela como
se quiera quiz liberalismo religioso al modo del que existi en
Italia, habran sido los que buscaron un tipo de comunin entre
liberalismo y re-ligin que les obligaba a dejar de ser catlicos y a
veces incluso liberales.
Este trabajo, de acuerdo con esa distincin, tratar nicamente del
catolicismo liberal, en especial de aquellos catlicos que se
empearon en demostrar que la libertad tal y como la entendan los
liberales no revolucionarios era compatible, saludable e incluso
consubstancial a la religin cristiana, y que actuaron conforme a
esa conviccin y a las consecuencias que aquella conllevaba,
prin-cipalmente en cuanto a la defensa de la libertad religiosa y
de las dems libertades civiles y polticas. El mbito cronolgico del
es-tudio comprende, por razones de espacio pero tambin de
ade-cuacin a la realidad del catolicismo liberal, las dcadas
centrales del ochocientos, desde ms o menos 1830 hasta 1878. La
primera fecha responde al comienzo mismo de las primeras
manifestacio-nes de catolicismo liberal en Francia y Blgica,
mientras que la segunda, ao de la muerte de Po IX y del rey de
Italia, Victor Ma-nuel, ambos protagonistas de la cuestin romana,
advierte de un momento especial en el que se puede dar por
clausurada esa larga etapa en la que los catlicos liberales
trataron de hacer valer sus convicciones liberales en el gobierno
de la Iglesia y en la que se produjo la quiebra casi definitiva e
irreversible del modelo confe-sional de relaciones Iglesia-Estado.
El papado de Len XIII perte-nece ya a otra realidad bien diferente
para los catlicos y no di-gamos en relacin a la historia poltica
europea. Aunque persistieron ciertas actitudes catlico-liberales en
las dcadas fi-nales de siglo, el protagonismo correspondi entonces
a los ultra-
4 Es en parte la misma lnea que sigue L. Girard en Les libraux
frangais, 1814-
1875, Pars, 1985, pgs. 213 y sigs.
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DIEU ET LIBERT: LA ALTERNATIVA DEL CATOLICISMO LIBERAL EN EL
OCHOCIENTOS 1 1
montanos y a los catlicos sociales; aunque pueda parecerlo a
priori, ni unos ni otros fueron herederos directos de la tradicin
ca-tlico liberal, cuyo momento de efervescencia puede darse por
concluido con la ocupacin militar de Roma y el cierre del Conci-lio
Vaticano I.
LA SITUACIN DE LA IGLESIA CATLICA Y EL SENTIDO DEL CATOLICISMO
LIBERAL EN LA EROPA DEL OCHOCIENTOS
Las cuatro dcadas que van desde 1830 a 1870 se correspon-den
bsicamente con los papados de Gregorio XVI y Po IX, un pe-riodo de
grandes desafos para la Iglesia y para el liberalismo eu-ropeo. El
nacimiento y desarrollo del catolicismo liberal se produjo
precisamente en ese contexto de incertidumbre y cambio poltico al
que la Iglesia catlica respondi de una manera ciertamente
im-provisada y en casi todos los casos puramente reactiva. Visto en
perspectiva, el escaso xito del catolicismo liberal frente al
ultra-montanismo nacido al calor del movimiento romntico y del
pen-samiento contrarrevolucionario, partidario de la centralizacin,
del culto a Roma y de la rigidez doctrinal, no fue el resultado de
un proceso homogneo y predeterminado desde los tiempos de la
Re-volucin, sino de un lento transcurrir de avances y retrocesos en
el interior de la Iglesia catlica. No menos importante fue en esa
historia la propia evolucin de la poltica europea y la actitud que
los liberales tomaron hacia el catolicismo; no es balad insistir
para empezar en que el arma que al final result ser fatal para la
justi-ficacin y la consolidacin del discurso catlico liberal no
fueron los insultos que le dedicaron los catlicos ultramontanos
(que tambin aunque en grado menor) sino la ola creciente de
anticle-ricalismo y de intervencionismo (herencia del galicanismo y
de los postulados de la poltica religiosa de Napolen) que invadi la
le-gislacin de muchos gobiernos liberales de la Europa de los aos
sesenta y setenta5.
La Revolucin Francesa tuvo, al margen de lo estrictamente
material, una consecuencia decisiva para el universo catlico
eu-ropeo: la modernidad entendida en trminos de progreso poltico y
aumento de las libertades qued asociada irremediablemente a los
procesos de violencia revolucionaria; los catlicos identifica-ron
la revolucin con el reino del mal y creyeron ver en sus con-
5 As de tajante es S. N. Kalyvas (The rise ofChstian Democracy
in Europe,
Ithaca, 1996, pg. 169) al enjuiciar el caso belga: It was the
rising of anticleri-calism of the 1860s and 1870s that made religin
a political cleavage.
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1 2 MANUEL LVAREZ TARDO
tenidos antirreligiosos una puesta a prueba de la naturaleza de
su fe, un desafo6. Creyndose culpables de la decadencia de su
Igle-sia y asustados por la debilidad demostrada por sus jerarquas
na-cionales frente al creciente intervencionismo de los Estados,
los catlicos se volcaron hacia Roma en un movimiento sin parangn en
la historia del catolicismo. El Papa se convirti en un refugio
desde el que impulsar el rejuvenecimiento y la reorganizacin de la
Iglesia7. El catolicismo liberal tuvo que plantearse su existencia
dentro de ese mismo ambiente, esto es, aceptando que la mayo-ra de
los catlicos contemplaban esperanzados ese proceso de centralizacin
papal, proceso que no tard en dar resultados tan-gibles como la
expansin de las rdenes religiosas, el aumento de las vocaciones o
el impulso de una nueva forma de religiosidad popular de masas que
Roma supo controlar y administrar (una de cuyas expresiones ms
significativas fue la proclamacin del dogma de la Inmaculada
Concepcin en 1854).
La Revolucin francesa tuvo adems otra consecuencia de re-lieve:
su afn de uniformidad impidi que la libertad religiosa se
entendiera como plena tolerancia y que se respetaran la
indepen-dencia y la libertad de la Iglesia. La Revolucin dej una
herencia ominosa para el liberalismo continental y que le marcara
durante dcadas: en vez de identificar la libertad religiosa con la
indepen-dencia y la libertad de todas las confesiones, la Revolucin
se in-vent un concepto de laicidad (siguiendo la acepcin exclusiva
que le dan los franceses) que no consista en la indiferencia del
Estado en materia religiosa sino en un nuevo objetivo de
unifor-midad cultural y social controlada y administrada por el
poder po-ltico, uniformidad que era a todas luces incompatible con
una le-gislacin plenamente respetuosa con la libertad religiosa8.
En Francia los catlicos tradicionalistas se revelaron contra esa
forma de libertad restringida pero tambin contra cualquier
manifesta-cin de libertad moderna, mientras que los catlicos
liberales de-nunciaron la falta de sinceridad de ese liberalismo
laicista el
6 tina idea detallada del impacto de la Revolucin en el
catolicismo francs
en Viguerie, J. de, Cristianismo y revolucin, Madrid, 1991. 7
Grew, R., Liberty and the Catholic Church in Nineteenth-Century
Europe,
en Helmstadter, R. (ed.), Freedom and Religin in the Nineteenth
Century, Cali-fornia, 1997, pgs. 197 y sigs. n estudio detallado de
ese movimiento hacia Roma en Boutry, R, Le mouvement vers Rome et
le renoveau missionnaire, en Le Goff, J. Y Rmond, R. (dir.),
Histoire de la France religieuse, III (XVIII-XIX sie-cle), pgs. 428
y sigs.
8 n anlisis ms exhaustivo en Remond, R., Religin et socit en
Europe.
Essais sur la scularisation des socits europennes aux XlXe et
Xxe sicles, (1789-1998), Pars, 1998, pgs. 56-65.
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DIE ET LIBERT: LA ALTERNATIVA DEL CATOLICISMO LIBERAL EN EL
OCHOCIENTOS 1 3
falso liberalismo en palabras de Charles de Montalembert9 y
optaron por hacer de la defensa de una libertad pura y no
discri-minatoria su principal bandera. Los catlicos liberales de
Blgica e Inglaterra lo tuvieron ms fcil por la ausencia de esa
tradicin de laicismo a la francesa; en Inglaterra gracias a su
impermeabi-lidad a la tradicin revolucionaria continental, y en
Blgica porque su independencia estuvo condicionada por la alianza
de los cat-licos y los liberales, primando por tanto la autonoma de
la Iglesia frente a cualquier atisbo de intervencionismo estatal
con tintes dis-criminatorios.
La etapa que comenz con el papado de Gregorio XVI y con-cluy con
la muerte de Po IX slo puede entenderse en trminos de transicin
para la Iglesia catlica, lo que explica el alto grado de
incertidumbre e indecisin que rode la toma de decisiones res-pecto
a la conveniencia de aceptar o no los postulados del cato-licismo
liberal. Roma no se mostr reacia al catolicismo liberal desde un
primer momento a pesar de haber condenado tajante-mente la herencia
poltica de 1789. No existi una opinin homo-gnea y firme a priori
que tuviera capacidad para influir sobre el Papa y conseguir una
derrota completa del catolicismo liberal. Fueron las circunstancias
polticas, especialmente las manifesta-ciones revolucionarias, lo
que pas en la pennsula italiana y el cambio de actitud de Francia
respecto a la cuestin romana lo que condicion en buena medida la
suerte del catolicismo liberal. El papado de Gregorio XVI empez
precisamente con un levanta-miento revolucionario en Bolonia, al
norte de los Estados Pontifi-cios, que fue sofocado con la ayuda de
Austria; desde entonces y en adelante, la integridad territorial y
la seguridad de los pontfi-ces quedaron a merced de la colaboracin
de Roma con Austria y se acentu la impresin dentro de la Curia de
que cualquier re-forma poltica en los pases europeos llevara
aparejada la des-truccin de la soberana temporal del Papa10.
Gregorio XVI com-bin los gestos de tolerancia con el catolicismo
liberal con una condena terica del liberalismo; los duros trminos
de la encclica Miran Vos (1832) y de la condena del movimiento
lamennaisiano no impidieron por ejemplo una aceptacin tcita del
catolicismo liberal belga. Pero fue el nuevo papa elegido en 1846,
Po IX, el que despert mayores ilusiones entre los catlicos
liberales, que aunque debilitados por la repercusin de Miran y por
el ascenso del ultramontanismo en los aos treinta, procuraron
evitar toda
9 Montalembert, Ch. de, De los intereses catlicos en el siglo
XIX, Madrid,
1853, pg. 39. 10
Chadwick, O., A History ofthe Popes, 1830-1914., Oxford, 1998,
pgs. 5-6.
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1 4 MANUEL LVAREZ TARDO
disquisicin doctrinal que pudiera comprometerles y se centraron
en la accin poltica en defensa de las libertades
constitucionales.
Pero el papa liberal que se pensaba era Po IX no result. El
nuevo pontfice era, en verdad, una especie de monarca ilustrado
partidario de la aplicacin de reformas sociales y polticas meno-res
dentro de los Estados Pontificios; atrado por el ideal de una
Italia unida, lleg a creer que l podra ser, segn el pensamiento
neogelfo al uso expresado por Qioberti, el jefe poltico de una
in-minente confederacin de Estados italianos11. La revolucin de
1848 destruy cualquier ilusin de reformismo en Po IX y acentu sus
temores acerca de los efectos de las reformas polticas; en
ade-lante, los catlicos y esto inclua a los que se decan liberales
identificaron que la unidad de Italia tena un coste que no podan
soportar: la destruccin de la soberana temporal del Papa. Pese a
esto, 1848 tambin sirvi para que los catlicos debutaran en la
escena de la representacin parlamentaria y comenzaran a de-mostrar
su capacidad de movilizacin electoral; las revoluciones permitieron
adems, que en algunos casos como la Constitucin prusiana de
diciembre de 1848 o la legislacin francesa sobre en-seanza, los
catlicos liberales vieran recompensados sus esfuer-zos en defensa
de las libertades constitucionales y la participacin poltica12.
Pero en definitiva las revoluciones de 1848 no hicieron sino
robustecer una conciencia catlica puramente defensiva y ms
ultramontana que vio en cualquier forma de progreso liberal una
incitacin al desorden y a la violacin de los derechos de la
Iglesia. Se explica as el xito del ensayo de Donoso Corts en 1851
(Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socia-lismo), la
fuerza creciente de La Civilt Cattolica o el aumento de la
influencia sobre el Papa de los crculos ultramontanos como el del
francs Louis Veuillot13.
11 Mucho tuvo que ver en el talante cuasi liberal de Po IX entre
1846 y 1847
la mano de su Secretario de Estado, el cardenal Gizzi, que
dimiti cuando ape-nas llevaba dos aos en el cargo. Chadwick, O., A
History of..., pgs. 66-77. Chadwick niega que Po IX llegara a tener
inters por el liberalismo pero s afirma que antes de 1848 fue un
genuine modrate y un lover of Italy.
12 Con 1848 apareci tambin un nuevo catolicismo partidario de la
demo-
cracia y preocupado por la justicia social como el de L're
Nouuelle de Maret y Ozanam; aunque algunos de sus mentores haban
estado ligados al grupo lam-menassiano, nada tena que ver esta
corriente con el catolicismo liberal. Mayeur, J.-M., Des Parts
catholiques a la Dmocratie chrtienne. XIX- XX sicles, Pars, 1980,
pgs. 41 y sigs.
13 Sobre los progresos del ultramontanismo en la dcada de los 40
y 50, Au-
bert, R., La victoria del ultramontanismo, en JEDIN, H., Manual
de Historia de la Iglesia, tomo VII, pg. 974 y ss. Es interesante
tambin la lectura que hace P. Johnson del ascenso del
ultramontanismo, en A History of Christianity, Nueva York, 1995 (1
. a edic, 1976), pgs. 384-395.
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DIEU ET LIBERT: LA ALTERNATIVA DEL CATOLICISMO LIBERAL EM EL
OCHOCIENTOS 1 5
Los sucesos de 1848 acentuaron de forma irremediable la di-visin
de los catlicos y rompieron ese equilibrio basado en la am-bigedad
y el pragmatismo que haba permitido hasta entonces la supervivencia
de los catlicos liberales. El golpe definitivo lleg en los sesenta
y empez con el Syllabus errorum in Europa vigen-tium y la encclica
Quanta Cura. El proceso de unificacin italiana y la fuerza
creciente del ultramontanismo decidieron a Po IX a su publicacin.
Aunque la Iglesia haba condenado antes las liberta-des modernas, el
Syllabus era algo radicalmente nuevo: una con-dena terica tajante y
definitiva, no referida a una situacin parti-cular sino de alcance
general. La reaccin de los catlicos moderados y liberales no pudo
pasar del desconcierto inicial y un intento a la desesperada de
entender el documento como una sen-tencia terica que no anulaba
aquellas polticas catlico liberales que se ajustaban a las
exigencias de la realidad concreta de cada pas (la clebre distincin
entre la tesis y la hiptesis, especial-mente cultivada por el
obispo Dupanloup, padre espiritual de los catlicos liberales
franceses); otros como Adolphe Dechamps, ins-pirador principal del
catolicismo liberal belga, insistieron en que nada impeda que el
catolicismo partidario de las libertades cons-titucionales siguiera
existiendo. En todo caso, Po IX estaba prc-ticamente convencido
para entonces de que ser un catlico-libe-ral era tener, en sus
propias palabras, un pie en el error, un pie conmigo y un pie con
mis enemigos14. En 1869 y 1870, la pre-paracin del concilio
Vaticano I y sus conclusiones confirmaron la evolucin ultramontana
y antiliberal de la Iglesia de Roma; los ca-tlicos liberales se
opusieron, pero ni su fuerza era suficiente ni la realidad de la
poltica europea poda ayudarles (El concilio con-cluy sus ltimas
sesiones estando ya Roma ocupada por las tro-pas italianas). El
catolicismo liberal sufri as una derrota en el te-rreno doctrinal
que no haca demasiada justicia a lo conseguido en la prctica en
pases como Francia, Blgica o Inglaterra.
El unionismo belga y el xito temprano del catolicismo
liberal
El catolicismo liberal tuvo en la Francia de Luis Felipe a sus
principales mentores y tericos, pero fue en Blgica, all por los aos
anteriores a la independencia, donde aparecieron las prime-ras
manifestaciones del mismo y donde antes tuvo una plasmacin prctica.
Su expresin mxima fue el unionismo, esto es, la cola-
14 Segn un texto del Papa de 1874. Vase Aubert, R., El
enfrentamiento en-
tre catolicismo y liberalismo, en Jedin, H., ibd., pg. 967.
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1 6 MANUEL LVAREZ TARDO
boracin poltica entre los catlicos y los liberales formada
inicial-mente como una estrategia comn para conseguir la
independen-cia. Los catlicos belgas, que haca apenas una dcada que
haban maldecido el liberalismo, aceptaron de buen grado pactar con
los liberales para hacer de Blgica una nacin soberana y se
conven-cieron de que una libertad amplia y universal era el mejor
instru-mento para asegurar la autonoma de la Iglesia y favorecer su
cre-cimiento. El unionismo dur unas dos dcadas, justo hasta que
estall con fuerza el conflicto sobre la enseanza, la cuestin
prio-ritaria de las polticas de los catlicos y los liberales. Hacia
finales de los cincuenta y primeros sesenta, coincidiendo con una
etapa de clara hegemona liberal, la nueva generacin de jvenes
libera-les encabezada por Rogier-Frre-Orban empez a practicar una
po-ltica anticlerical que aunque no afect mortalmente a las bases
del consenso constitucional con los catlicos, si destruy cuanto
me-nos la poltica unionista. La ofensiva anticlerical dinamit la
difcil posicin de los catlicos liberales; aunque demostraron en los
Con-gresos de Malinas que seguan siendo influyentes y que confiaban
plenamente en las libertades constitucionales, durante la dcada de
los sesenta perdieron capacidad de respuesta y convocatoria frente
a un creciente ultramontanismo impulsado por la nunciatura y me-jor
preparado para la movilizacin electoral.
No todos los catlicos belgas fueron por supuesto liberales, es
ms, la tradicin ultramontana tena entre sus fronteras a algunos de
sus grandes impulsores; pero el carcter extremadamente mo-derado y
pragmtico de la jerarqua belga, en especial de los dos arzobispos
de Malinas, primero monseor de Mean (1817-1832) y luego el
arzobispo Stercks (1832-1867), inclin la balanza del lado de los
catlicos moderados que vean con buenos ojos la es-trategia
unionista y desconfiaban de cualquier forma de proteccin de la
Iglesia que consistiera en reducir su autonoma en favor del Estado.
El rasgo ms caracterstico del catolicismo liberal belga, muy al
contrario del caso francs, fue su orientacin prctica y su escaso
inters por la creacin de una escuela de pensamiento, motivo por el
cual se ha especulado mucho acerca de si era o no sincera su
defensa de la libertad. Las bases sobre las que los ca-tlicos
aceptaron el unionismo confirman que no se trat nica-mente de una
tctica para hacer valer los derechos de la Iglesia; lo novedoso del
credo unionista es que por primera vez los cat-licos reclamaron sus
derechos y la vigencia de todas las liberta-des en especial de la
de enseanza en nombre de la misma Constitucin15. La Constitucin
pactada entre los liberales y los
5 As se expres uno de los padres del unionismo, el catlico Eugne
de Ger-
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DIEU H LIBERT: LA ALTERNATIVA DEL CATOLICISMO LIBERAL EN EL
OCHOCIENTOS 1 7
catlicos en febrero de 1831 reconoci la libertad de cultos, la
de enseanza y la de asociacin; los catlicos estaban especialmente
interesados en las dos ltimas, pero aceptaron de buena gana la
libertad religiosa entendiendo, como dijo el cardenal de Mean, que
la mejor proteccin constitucional para sus derechos eran el
re-conocimiento de la libertad ms amplia y generosa posible16. La
influencia del grupo del catolicismo liberal francs de L'Avenir
aport a los belgas algo ms de consistencia terica y debi de
convencerles acerca del valor de las instituciones liberales en s
mismas. E incluso en las dcadas de los sesenta y setenta, aun
cuando haba crecido la propaganda ultramontana y los liberales
estaban inmersos en su ofensiva anticlerical, la mayora de los
ca-tlicos que fueron diputados o formaron parte del gobierno se
dis-tinguieron por su talante moderado y su oposicin a la
confesio-nalidad del Estado, el objetivo prioritario de los
ultramontanos17.
Francia: la escuela del catolicismo liberal
En Francia la existencia del catolicismo liberal estuvo
condi-cionada desde sus comienzos en poca de la Restauracin por dos
aspectos importantes: por un lado, la divisin profunda que
afec-taba a los catlicos desde el siglo pasado (a propsito del
galica-nismo), y que la Revolucin primero y el sistema
concordatario impuesto por Napolen despus haban recrudecido; y por
otro, las secuelas, ms relevantes que en ningn otro pas, de la
aso-ciacin del liberalismo con la Revolucin, asociacin que qued
grabada para siempre en la conciencia de los catlicos
franceses.
La reaccin y recuperacin del catolicismo que empez a pro-ducirse
muy lentamente durante la Restauracin se apoy en el mismo
ultramontanismo que era la tnica de toda Europa y que en Francia
tena una mayor significacin si cabe al ser un instru-mento efectivo
para derrotar a la corriente galicana18. El catoli-
lache, en la Cmara de los Estados Generales de los Pases Bajos
en 1825. En Mayeur, J.-M., ibd., pg. 25 . Es importante tambin el
trabajo clsico de HAAG., H., Les origines du catholicisme liberal
en Belgique, Lovaina, 1950.
16 En su intervencin en el Congreso Nacional el 13-XII-1830. En
Mabille, X.,
Histoire politique de la Belgique. Facteurs et acteurs de
changement, Bruselas, 1988, pgs. 119 y sigs
17 Kossmann, E. H., The Low Countries, 1780-1940, Oxford, 1978,
pg. 250.
18 Pelletier, D., Les catholiques en France depuis 1815, Pars,
1997. Sobre el
desarrollo del ultramontanismo en la Iglesia de Francia Gough,
A., Paris et Rome. Les catholiques francais et le pape au XlXe
sicle., Pars, 1996 (1 . edic. en ingls de 1986).
-
1 8 MANUEL LVAREZ TARDO
cismo liberal francs naci en medio de ese ambiente de disputa
acerca de la frmula ms adecuada para propiciar la recuperacin de la
Iglesia. Sus antecedentes ms remotos fueron el pensa-miento del
barn D'Eckstein, el giro liberal de los catlicos belgas en torno a
1825 y la experiencia de movilizacin de los catlicos irlandeses
ideada por Daniel O'Connell19; pero aparte de eso, con-viene
resaltar el peso del ultramontanismo en las primeras formas de
pensamiento catlico liberal, que no fueron ni mucho menos ajenas a
esa contienda entre el galicanismo y el ultramontanismo que tanta
relevancia tuvo en el catolicismo francs. As, dos de sus
principales representantes, ambos religiosos, Felicit de La-mennais
y Flix Dupanloup, procedan cada uno de tendencias bien opuestas,
ultramontana el primero y galicana el segundo. A la larga, esas
diferencias se haran notar en la evolucin de ambos, pudiendo
decirse no sin cierta simplificacin, que mientras el ca-tolicismo
liberal de races ultramontanas de Lamennais desem-boc en un
pensamiento heterodoxo y de opiniones radical-de-mocrticas, el
talante liberal y moderado de Dupanloup se convirti en el eje
fundamental del grupo catlico liberal que a par-tir de los aos
cuarenta trat de construir una nueva conciencia catlica
reconciliada con la modernidad posrevolucionaria y firme defensora
de un Estado constitucional aconfesional y plenamente liberal.
En realidad, para que cuajara una corriente activa de
catoli-cismo liberal era necesario que los catlicos pudieran
desenvol-verse dentro de un rgimen liberal. Fue as en Blgica y en
Ingla-terra, aunque no en la pennsula italiana, donde el
catolicismo liberal se vio muy limitado por la carencia de regmenes
liberales en los que hacerse or (El primero en implantar un Estado
cons-titucional fue el reino del Piamonte, pero all el liberalismo
pronto se revisti de un afn anticlerical que ahog cualquier
aproxima-cin de los muchos catlicos moderados que existan hacia
posi-ciones catlico liberales). En Francia, la oportunidad del
catoli-cismo liberal que haba empezado a gestarse tiempo atrs la
proporcion la Monarqua de Julio y la promesa doctrinaria, entre
otras, de estar dispuestos a amparar una libertad de enseanza ms
amplia de la otorgada en la Carta de 1814. La enseanza fue
ciertamente la bandera del catolicismo liberal francs y del
peri-dico del grupo, L'Avenir (que apareci en 1830), inspirado por
La-
19 La experiencia de O'Connell y la Asociacin Catlica de
Irlanda, por su idea
original de defender el catolicismo a partir de la influencia en
la opinin pblica y la confianza en las instituciones, fue crucial
para el resto del catolicismo liberal europeo y en especial para el
grupo francs de L'Avenir. Mayeur, J.-M., Des Par-ts catholiques...,
pgs. 23-24.
-
DIEU ET LIBERT: LA ALTERNATIVA DEL CATOLICISMO LIBERAL EN EL
OCHOCIENTOS 1 9
mennais, con la colaboracin de catlicos de la talla de
Monta-lembert, Lacordaire o Gerbet, y que pese a su corta vida logr
in-fluir de forma decisiva en el catolicismo francs y muy
especial-mente en el belga. Lamennais, que haba sido uno de los
adalides principales del ultramontanismo durante la primera etapa
de la Restauracin, evolucion hasta entender que la independencia de
la Iglesia y la plena libertad religiosa eran la nica y la mejor
ga-ranta para rejuvenecer el catolicismo y aproximarse al ideal de
sociedad cristiana. No fue pues un liberal ms que por inters,
as-pecto que se dej notar en la lnea de pensamiento que ense a sus
discpulos20; y sin embargo, tanto L 'Avenir como el joven
Mon-talembert, s mostraron un entusiasmo sin igual por un tipo de
li-beralismo que, desentendido de las malas influencias de la
Revo-lucin, asegurara la libertad e independencia de todos los
ciudadanos y las asociaciones del pas. L'Avenir (20-VIM830) se
expres con claridad apenas tres semanas despus de la cada de Carlos
X: La majorit des Franjis veut sa religin et sa libert.... II faut
que les catholiques entrent, en gens de coeur et de rsolu-tion,
dans la libert: a cette condition, ils seront invencibles. Ger-bet,
autor del folleto que anunci la publicacin de LAvenir, re-sumi los
objetivos del grupo: demostrar que la asociacin de la Iglesia con
cualquier forma de despotismo haba resultado siem-pre nefasta y
contraria a la esencia del cristianismo, y tratar de re-conciliar a
los catlicos con un liberalismo jeune que nada tena que ver en su
opinin con la filosofa racionalista y antireligiosa del siglo xvm.
Prximos al nuevo espritu de orden, legalidad y mo-ralidad que
inspiraba al liberalismo posrevolucionario, aun cuando los catlicos
liberales tenan en mente un concepto de libertad con mayor
proyeccin social que individual, ampararon sin ningn ti-tubeo la
separacin de la Iglesia y el Estado y la implantacin d las cinco
libertades fundamentales del credo liberal: la religiosa, la de
enseanza, la de asociacin, la de prensa, y la de la libertad de
voto21.
Ese primer catolicismo liberal marcado por el espritu comba-tivo
y radical de Lamennais no dur apenas un lustro; su carcter
provocador, la crtica feroz a que someti el orden poltico euro-peo,
la demandas de separacin de la Iglesia y el Estado y de la
20 La libertad como un medio para hacer revenir el mundo moderno
a la ver-
dad inmutable de la religin, en opinin Girard, L, Les libraux
frangais..., pg. 109. Interesa tambin Cais Vidal, F., El elemento
romntico en la gnesis del ca-tolicismo liberal, Barcelona, 1960,
pgs. 6-18.
21 Prelot, M. Y Gallouedec, F , Le liberalisme..., pgs. 80 y
sigs. Vase tam-
bin la sntesis de Leflon, J., La Revolucin, en Fliche-Martin
(eds.), Historia de la Iglesia, vol. XXIII, Valencia, 1974, pgs.
475 y sigs.
-
20 MANUEL LVAREZ TARDO
plena libertad religiosa... despertaron tantos recelos que
Grego-rio XVI, aunque no muy entusiasmado, sucumbi a las presiones
de diferentes gobiernos y de los obispos franceses y conden, en
Miran Vos (1832) y en Sigulari Nos (1834), tanto las doctrinas de
L'Aoenir como el ms que polmico libro de Lamennais: Paroles d'un
croyant22.
Mirari Vos no desanim al grupo catlico liberal pero destruy su
cohesin inicial; mientras Lamennais deriv por un camino ms radical
y de tintes social-democrticos (motivo por el cual se ha llegado a
considerar al primer catolicismo liberal del movimiento de La
Chnaie como precursor del catolicismo social y de la de-mocracia
cristiana, opinin ms que discutible)23, en torno a Mon-talembert y
otros jvenes catlicos se form la corriente catlico liberal ms
autntica y sincera que domin la escena francesa en las siguientes
dcadas. Dedicada en exclusiva a luchar por la li-bertad de
enseanza, esta corriente se distingui del movimiento lamennaisiano
por su aproximacin al liberalismo del juste milieu y la
conciliacin. Sus dos grandes representantes fueron Monta-lembert y
Dupanloup24; muy crticos ambos con la actitud de La-mennais,
postularon un catolicismo liberal que se resume bsica-mente en dos
aspectos: el compromiso de los catlicos con la modernidad
posrevolucionaria y la confianza plena y sincera en las libertades
constitucionales tanto para defender con ellas los de-rechos de la
Iglesia como para construir una sociedad estable y respetuosa con
los derechos de los ciudadanos y las asociaciones. A la par de este
grupo permanecieron otros sectores del catoli-cismo francs
igualmente partidarios de la defensa de la libertad pero ms
escpticos y sujetos al dogma catlico; entre estos, un catlico muy
conocido en los aos cuarenta, monseor Parisis, obispo de Langres,
ms tarde convertido al autoritarismo, que se mantuvo en una lnea ms
pragmtica: defensa de la libertad de cultos no por buena en s misma
sino por haberse demostrado til para asegurar la libertad de la
Iglesia25.
22 Roger, J., El catolicismo liberal en Francia, Madrid, 1952.
Tambin Chauvin,
Ch., Lamennais ou Vimposible condenation 1782-1854, Desclee des
Brouwer, 1999. 23
Esa es la tesis de Duroselle, J.-B., Les debuts du catholicisme
social en France (1882-1870), Pars, 1951. Lamennais tena una
preocupacin especial por el tema de la justicia social que era
ajena a la mayor parte de los catlicos libe-rales europeos.
24 Sus textos ms importantes: De la pacification religieuse
(1845), de Du-
panloup, y Du devoir des catholiques dans la question de la
libert d'enseigne-ment (1846) y "Les intrts catholiques aux
dix-neuvime sicle (1852), de Montalembert. Sobre este ltimo la
introduccin y seleccin de textos de Tran-noy, A. y Montalembert,
Ch. de, Dieu et libert, Pars, 1970.
25 Weill, G., Histoire du catholicisme liberal en France,
1828-1908, Pars, 1979
-
DIEU ET LIBERT: LA ALTERMATIVA DEL CATOLICISMO LIBERAL EM EL
OCHOCIENTOS 2 1
El grupo de Montalembert y Dupanloup, de Le Correspondant y de
L'Ami de la religin, en pugna constante con Veuillot, L'Uni-uers y
los obispos tradicionalistas, protagoniz la poltica de los catlicos
en la ltima etapa de la monarqua de Julio y muy es-pecialmente
durante la revolucin de 1848 y la Segunda Rep-blica. Recelosos de
la agitacin revolucionaria, los catlicos libe-rales prestaron su
apoyo al partido del orden y lucharon por una representacin
parlamentaria que les permitiera hacerse or. Su lo-gro ms
destacado, la Ley Falloux, estableci la libertad de ense-anza
privada en secundaria y abri las puertas a la penetracin de los
catlicos en la enseanza universitaria, hasta entonces
inal-canzable; la ley fue en realidad una transaccin difcil entre
cat-licos y liberales que los ultramontanos consideraron como una
concesin inadmisible26.
Los catlicos liberales recibieron con una mezcla de ambige-dad
(algunos, aun cuando luego rectificaron, no ocultaron su
en-tusiasmo) y escepticismo el golpe de Estado de Luis Napolen,
actitud que no acababa de encajar, como luego se demostrara, con su
opinin de que slo el Estado constitucional era la nica y la mejor
garanta para la libertad de la Iglesia. La poltica religiosa del
emperador ahond aun ms la divisin del catolicismo francs a la vez
que reforz la cohesin del grupo catlico liberal. Los
ul-tramontanos, confiados en un primer momento en las buenas
in-tenciones de Luis Napolen para con la Iglesia y el papado,
apo-yaron el rgimen, mientras que los catlicos liberales se
volcaron en la creacin de una escuela de pensamiento. En torno a Le
Co-rrespondant, que Montalembert empez a dirigir en 1855, el
ca-tolicismo liberal vivi varios lustros de esplendor intelectual
al que contribuyeron catlicos ilustres como Falloux, Albert De
Broglie y Augustin Cochin27. A diferencia de otros casos, no fue el
Syllabus o la infalibilidad lo que cort las alas al catolicismo
liberal francs, que supo reaccionar con destreza y adaptarse a la
situacin (Du-panloup se encarg de publicar un pequeo folleto de
interpreta-cin en el que prcticamente quedaba desvirtuada la
condena de las libertades, folleto que tuvo un xito espectacular y
al que el mismo Po IX hubo de dar su bendicin). Lo que determin la
dis-persin y la debilidad de los catlicos liberales fue la mejor
capa-
(1 - edic. de 1909), espec. pgs. 51-90; y Prelot, M. y
Gallouedec, F., Le libera-lisme..., pgs. 169, 180 y sigs.
26 Dansette, A., Religious History of Modern France (2 uols.),
Nueva York,
1961, vol 1, pgs. 247-271. 27
Buen testimonio de las ideas del grupo y de las relaciones entre
todos ellos en Montalembert, Ch. de, Catholicisme et libert.
Correspondance indlte 1852-1870, Pars, 1970.
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22 MANUEL LVAREZ TARDO
cidad de convocatoria de los ultramontanos, el agotamiento de su
programa a favor de la libertad de enseanza y, muy especial-mente,
el contexto de la poltica francesa entre 1870 y 1876: la divisin de
los monrquicos (los catlicos liberales lo eran en su inmensa
mayora, principalmente orleanistas) y la instauracin de la
Repblica.
La debilidad del catolicismo liberal en Italia
Como se ha sealada ms arriba, el catolicismo liberal no en-contr
en Italia un suelo frtil donde poder desarrollarse. No abun-daron
all los regmenes liberales y donde los hubo las polticas
anticlericales fueron especialmente llamativas, lo suficiente para
hacer recelar a los catlicos de las libertades constitucionales.
Casi todos los especialistas coinciden en que slo con una
inter-pretacin un tanto forzada se podra hablar de algunos catlicos
liberales en la Italia del ochocientos, aunque eso no significa en
modo alguno que no hubiera catlicos moderados y de talante
li-beral, que los hubo y muy especialmente antes de 1848.
La escasa presencia de una corriente catlico liberal en Italia
se explica en el contexto de la historia del catolicismo en la
pe-nnsula. La relacin entre la modernidad posrevolucionaria y el
li-beralismo no lleg a ser una de las obsesiones centrales del
cato-licismo italiano hasta los sucesos de 1848, y hasta
prcticamente los aos cincuenta los catlicos no tuvieron apenas
oportunidad de comprobar los efectos de una poltica liberal de
corte anticat-lico; as las cosas, nadie poda echar en falta una
lnea de accin y pensamiento que relacionara la religin catlica con
las liberta-des modernas y las instituciones liberales.
La preocupacin central de los catlicos fue, por el contrario, la
unificacin italiana, y slo a partir de esa cuestin y de la rela-cin
de la misma con las polticas liberales posteriores a 1848 fue
cuando algo parecido a un catolicismo liberal empez a cobrar
sentido. Durante la dcada de los cuarenta, en pleno apogeo del
ideal neogelfo (el convencimiento de que era posible una unidad de
Italia bajo la direccin y el patrocinio espiritual de la Iglesia;
la idea de la unidad a partir de una confederacin en cuya cspide
estuviera el Papa28), hubo muchos catlicos moderados que ade-ms de
creer en el proyecto de la unidad de Italia se mostraron
28 Su representante principal fue Vincenzo Gioberti, autor de
Del rinnova-
mento ciuile d'Italia. Al respecto Jemolo, A. C, Church and
State in Italy, 1850-1950, Oxford, 1960, pg. 11.
-
DIE H LIBERT: LA ALTERMATIVA DEL CATOLICISMO LIBERAL EM EL
OCHOCIEMTOS 23
favorables a un programa poltico de reformas en un sentido
libe-ral, entre estos Cesare Balbo o Leopoldo Galeotti. Muchos
otros, con un puesto especial para Antonio Rosmini, Benito Ricasoli
y los llamados librale e cattolici, se aproximaron al concepto de
cat-licos liberales, pero no hubo ninguna escuela de pensamiento o
corriente poltica similar a las del caso francs o belga29.
Las consecuencias de la revolucin de 1848 en el gobierno de Roma
y la asociacin posterior del ideal de unificacin con el
li-beralismo piamonts anticlerical por definicin pese al lenguaje
moderado de Cavour , debilitaron el peso de los reformistas
pre-liberales dentro de la Iglesia y, como ha sealado Aubert, la
ma-yora de los catlicos italianos, o bien se pasa[ron] pura y
simple-mente al campo liberal y acepta[ron] ms o menos de buena
gana la alianza con los anticlericales radicales con el fin de
realizar sus ideales polticos, o bien indignados frente a la
poltica, ms esta-tista por lo dems que liberal, del gobierno de
Turn respecto del Papa y la Iglesia, se endurecieron] en una
oposicin que con-denaba] sin contemplaciones todo liberalismo30.
Pese a todo, rest un grupo minoritario que no renunci a las formas
del cato-licismo liberal sin salirse de la disciplina de la Iglesia
y aun cuando eso significaba, a los ojos de Roma, estar contra la
soberana tem-poral del Papa, como el propio Balbo, Manzoni,
Minguetti o el grupo de los Annali Cattolici del arzobispo
Charvaz31.
Los catlicos liberales en un contexto de confesionalidad
protestante: los casos de Holanda, Alemania e Inglaterra
Resta por ltimo un breve comentario sobre los catlicos
ho-landeses, alemanes e ingleses. Todos ellos compartieron una
si-tuacin que les distingue notablemente de los anteriores y que
condicion en buen grado el desarrollo de una corriente catlico
liberal: la pertenencia a una minora religiosa en un pas sino
ple-namente confesional, como el caso de Inglaterra, al menos
con-trolado por una mayora protestante.
29 Di Scala, S. M., Italy. From Reoolution to Republic. 1700 to
Present, Oxford,
1995, pgs. 70 y sigs. 30
Aubert, R., Catolicismo y liberalismo a mediados del siglo XIX,
en Fliche-Martin (eds.), Historia.., pg. 291.
31 Sobre Balbo hay un libro reciente: Rose, G. De y Traniello,
F., Cesaro Balbo
alie origini del cattolicesimo librale, Roma, 1993. Sobre
D'Azeglio puede consul-tarse el artculo de Rinaldil, R., Retorica e
antiretorica cattolici-liberale: lo stile de-11a poltica in Maasimo
D'Azeglio, en AAW, Colloque international. Liberalisme chretien et
catholicisme liberal en Espagne, France et Italie dans la premiere
moi-tie du XlX siecle, Provence, 1989, pgs. 399-406.
-
24 MANUEL LVAREZ TARDO
Ni Holanda ni Alemania contaron entre sus fronteras con un
catolicismo liberal significativo; hubo algunos casos o grupos
concretos que se aproximaron a esa postura ms por necesidad que por
un convencimiento sincero del valor incuestionable de la libertad.
En Holanda los catlicos haban sido una minora reli-giosa privada de
casi todos sus derechos hasta finales del si-glo xvm; influidos por
el unionismo belga y con el nico objetivo de lograr una emancipacin
completa, se aliaron con los libera-les entre los aos 1850 y
186432. Aunque hubo en principio al-gunos catlicos liberales como
Le Sage ten Broek que se conta-giaron del movimiento lamennaisiano,
el inters de la mayora de aquellos por la libertad fue en exceso
oportunista como para con-siderarles catlicos liberales. La condena
del liberalismo formu-lada por Gregorio XVI en Mirari Vos hizo
estragos entre los cat-licos holandeses, que slo aceptaron la
colaboracin con los liberales, no porque consideraran las
libertades constitucionales como un bien en s mismo sino por las
ventajas inmediatas que poda proporcionarles.
El caso de Alemania no difiere demasiado del holands: una minora
religiosa, la catlica, muy discriminada por una mayora protestante
tremendamente recelosa del catolicismo especial-mente en el caso de
Prusia, y un acercamiento puramente opor-tunista de ciertos grupos
catlicos a los postulados del liberalismo. Sin embargo, las
diferencias con Holanda son tambin sustancia-les: primero, como ha
sealado Mayeur, hasta despus de 1848 la presencia del liberalismo
entre los catlicos fue prcticamente nula33; segundo, aquellos
catlicos que demostraron cierta lealtad al Estado constitucional
pensaban en las libertades como un me-dio para lograr un modelo de
sociedad orgnica muy influido por tradiciones histricas y
corporativas y por un concepto de libertad marcadamente
antindividualista; y tercero, entre los catlicos ale-manes
predominaba un antiparlamentarismo feroz y estaba muy acentuada la
oposicin sin paliativos a la herencia poltica de la Revolucin
francesa. Slo despus de 1848 hubo algunos casos que por su
confianza en el liberalismo poltico se aproximaron a un catolicismo
liberal propiamente dicho, como el grupo de Ma-guncia, cuya divisa
lleg a ser la libertad en todo y para todos, o los catlicos de
Badn, uno de los antecedentes regionales del Zentrum, que
defendieron las instituciones liberales por su valor intrnseco y
alabaron el modelo de libertad religiosa de los Esta-dos unidos;
pero la tendencia mayoritaria consisti en la demanda
S. N. Kalyvas, The rise of Christian..., pg. 169. Des Parts
catholiques..., pgs. 34.
-
DIEU ET LIBERT: LA ALTERNATIVA DEL CATOLICISMO LIBERAL EN EL
OCHOCIENTOS 25
de autonoma para la Iglesia a la vez que se rechazaba la
separa-cin Iglesia-Estado y se mantena una confianza ciega en la
pro-teccin estatal: la emancipacin sin separacin preconizada por el
arzobispo Geisel34.
Fue en Inglaterra donde el catolicismo liberal tuvo a uno de sus
ms conspicuos representantes, Lord Acton, y donde florecieron
di-ferentes publicaciones de corte catlico liberal que permitieron
un intercambio de pensamiento muy provechoso entre los catlicos de
la isla y los del continente. El catolicismo liberal ingls surgi en
el momento en que los catlicos vivan una etapa de extraordinaria
renovacin y crecimiento, a la par de las reformas legislativas que
desde finales del siglo xvm y especialmente en 1829, les haban
permitido disfrutar de una cierta libertad de movimientos frente a
los privilegios clsicos de la Iglesia de Inglaterra35. Al calor de
las numerosas conversiones al catolicismo de ilustres anglicanos
pro-piciadas por el Movimiento de Oxford y animados por esa tmida
tolerancia religiosa que se les haba brindado, los catlicos
ingle-ses se dividieron acerca del mejor modo de aprovechar la
buena situacin por la que estaban atravesando: por un lado, un
grupo ul-tramontano que era mayoritario y que vea en el movimiento
ha-cia Roma la oportunidad de reforzar la autoridad de la Iglesia
ca-tlica en Inglaterra, y por otro, un pequeo grupo catlico
liberal, de dimensin ms bien intelectual pero muy activo y siempre
dis-puesto a demostrar que la nica manera de reforzar el peso de
los catlicos en la isla era la defensa de la libertad y la
identificacin del catolicismo con la tolerancia ms amplia posible,
evitando por todos los medios que una excesiva dependencia de Roma
desper-tara los recelos del siempre latente anticatolicismo ingls.
Entre es-tos ltimos, a parte de Acton, uno de los pocos catlicos
liberales que consider la libertad como un fin en s mismo,
destacaron otras personalidades como el converso Richard Simpson,
gran amigo del anterior y uno de los padres fundadores del
principal medio de ex-presin del grupo, la revista The
Rambler36.
34 Aparte de todo esos, destac por su activismo y su afn de
renovacin un
grupo de profesores universitarios que se empearon en defender
la libertad de pensamiento como el mejor medio para hacer progresar
la teologa catlica y los estudios de historia de la Iglesia. Su
principal representante fue Dllinger, maes-tro de Lord Acton, y
figura de primer orden entre los catlicos del siglo xix.
35 Sobre la situacin del catolicismo ingls en el ochocientos:
Aidan Bellen-
ger, D., 1789-1830. CJne priode d'experimentation, y D'Haussy, C
, 1850-1880. Essor religieuse dans une nation prospere, ambos en
Haussy, CH. D., Mews, S. y McLeod, H. (din), Histoire religieuse de
la Grand-Bretagne, Pars, 1997, pgs. 36 y sigs. Tambin Machn, G. I.
T., Politics and the Church.es in Great Britain 1832 to 1868,
Oxford, 1977; y Gibson, W., Church, State and Society, 1760-1890,
Lon-dres, 1994.
36 Altholz, J. L., The liberal Catholic Movement in England,
Londres, 1962; y
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26 MANUEL LVAREZ TARDO
Los catlicos liberales ingleses vivieron una poca de esplen-dor
durante las dcadas de los cincuenta y sesenta, pero la de-claracin
de infalibilidad en 1870 y el triunfo en la prctica del sec-tor
ultramontano liderado por el cardenal Manning les asest un golpe
prcticamente mortal y mucho ms doloroso de lo que pudo ser para sus
colegas franceses o belgas. Como ellos mismos ha-ban advertido, la
declaracin de infalibilidad levant una oleada de protestas y
denuncias anglicanas; se acus a los catlicos de deslealtad
constitucional y se les amenaz con suspenderles los derechos
adquiridos desde la emancipacin. La ofensiva anglicana corri a
cargo de personalidades de tanto relieve como el mismo jefe de los
liberales, William Qladstone, que les acus de haber roto el pacto
en virtud del cual les haban sido reconocidos los de-rechos civiles
en 1829. Acton, en nombre de un catolicismo libe-ral dolido por la
falta de consideracin anglicana para con los ca-tlicos que haban
defendido sin reservas la libertad y el sistema constitucional
ingls, le contest a travs de cuatro cartas pbli-cas a The Times. Ya
antes, en 1869, en un polmico artculo titu-lado The Pope and the
Council, Acton haba criticado implacable-mente el dogma de la
infalibilidad y se haba atrevido a sealar que si la Iglesia de Roma
se empeaba en un sistema de gobierno desptico y ultracentralizado,
ira contra la verdadera tradicin cristiana que aseguraba que slo la
libertad de conciencia y de pensamiento podan hacer progresar a la
Iglesia37.
PENSAMIENTO Y ACCIN DEL CATOLICISMO LIBERAL, N INTENTO DE
SNTESIS
La cuestin que subyace cualquier consideracin sobre el
ca-tolicismo liberal es siempre la misma: la libertad como el mejor
medio para conseguir la independencia y la prosperidad de la
Igle-sia, la libertad como un objetivo poltico deseable y
defendible, pero qu libertad? la libertad para los catlicos o la
libertad para todos? Al fin y al cabo, tambin un ultramontano como
Veuillot crea en la libertad y la demandaba para la Iglesia, aunque
su li-bertad poco tena que ver con la de los catlicos
liberales.
En su primera etapa, la de L'Avenir francs, la de los co-mienzos
del unionismo belga, la de O'Connell, la del ralliement catlico con
la revolucin democrtica del 48, los catlicos li-
Himmelfarb, G., Lord Acton. A Study in Conscience and Politics,
San Francisco, 1993.
37 Vase la introduccin de Rufus Fears, J., a Essays in Religin,
Politics and
Morality (Selected Writings of Lord Acton), vol. III,
Indianapolis, 1985. Tambin Paz, D. G., Popular anticatholicism in
Mid-Victorian England, California, 1992.
-
D1E U LIBERT! LA ALTERNATIVA DEL CATOLICISMO LIBERAL EN EL
OCHOCIENTOS 27
berales se confundieron a menudo con otros catlicos en su
de-fensa de la libertad. Las exigencias que impuso la realidad en
relacin a la defensa de la libertad de enseanza y la ambige-dad de
Roma hasta despus de 1848 propiciaron un cierto em-brollo entre la
libertad de unos y la de otros; muchos catlicos no liberales
defendieron la libertad al comps de reivindicacio-nes liberales que
no compartan. La libertad catlica, en su sen-tido clsico, no fue la
libertad de los catlicos liberales, sino, como seala Lucien Jaume,
celle d'un corps, l'glise, et non celle des individus exergant les
droits de 1'homme et du citoyen, celle d'un institution d'ordre,
d'une institution de source divine qui se situ par-del les temps
historiques et peut done voir plus loin (et plus haut) que les
gouvernements sculiers vous au transitoire38.
A pesar de sus diferencias de criterio, los catlicos liberales
se distinguieron en principio por su talante y su actitud ante la
realidad poltica surgida de la Revolucin. Todos ellos, y en
es-pecial los franceses de Le Correspondant en su segunda etapa o
los ingleses de The Rambler, compartieron varios rasgos: un mismo
espritu de conciliacin antes que de rechazo con el libe-ralismo
posrevolucionario, una concepcin flexible de la verdad que acepta
el valor de la discusin racional, una filosofa de la historia
acorde con esa misma idea del progreso de la fe, y la negativa a
dar por vlida sin ms una verdad inmutable estable-cida por
Roma.
El catolicismo liberal, de este modo, no habra sido simple-mente
una forma de defensa de la Iglesia en un momento de cri-sis y
reestructuracin, una alternativa al ultramontanismo, sino ms bien
una forma de entender el compromiso personal con la Iglesia que
tena consecuencias de primer orden en el pensa-miento y la
actividad poltica de quienes lo compartan. Fue la confianza
ilimitada en que podan ser catlicos sin dejar de ser li-berales y
viceversa lo que les diferenci con nitidez de otros libe-rales e
incluso de aquellos que habindose acercado al catolicismo liberal o
lo sustituyeron por enunciados democrticos radicales que chocaban
de frente con la Iglesia o simplemente se arrepin-tieron y se
apuntaron a la corriente ultramontana. Cabe entender as los
esfuerzos bien de Acton, que se neg a abandonar la Igle-sia aun
cuando critic con extrema dureza las connivencias de Roma con el
despotismo, o bien de Dupanloup, que a pesar del Syllabus se empe
en demostrar que la condena papal del libe-
38 Jaume, L, L'indiidu effac ou le paradoxe du libralisme
frangais, Pars,
1997, pgs. 224.
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28 fAAMUEL LVAREZ TARDO
ralismo no era sino una formulacin terica que no implicaba un
rechazo frontal del catolicismo liberal en la prctica39.
Los catlicos liberales se distinguieron precisamente por
si-tuarse en un camino intermedio que la evolucin de la Iglesia de
Roma despus de 1848 hizo poco menos que imposible. Pese a todo, en
una demostracin ms de su opcin por el parlamenta-rismo liberal,
superaron la fase de defensa de la libertad como tc-tica para
considerar que la libertad poltica y civil, y la misma li-bertad de
conciencia que estaba en la base de aquellas, eran un fin en s
mismo. Montalembert, que consider la libertad poltica como la mejor
defensa contra la exageracin victoriosa del po-der, expres
inequvocamente su preferencia por el gobierno re-presentativo,
constitucional y parlamentario, en el que vio la nica forma posible
de la libertad poltica. Acton fue an ms ta-jante: la libertad de
conciencia entendida en su sentido cristiano, asegur, tiene como
proyeccin necesaria la libertad poltica, de tal forma que al final
el autntico Estado cristiano no puede ser otro que el Estado
liberal, el Estado que garantiza la tolerancia y vela porque la
libertad sea siempre un fin indeclinable40.
Se ha discutido mucho sobre la intencin ltima de los catli-cos
liberales su posible oportunismo en su apego a la liber-tad. Aunque
en ciertos casos como el de Lamennais la libertad nunca pas de ser
un medio para alcanzar un modelo de socie-dad cristiana cuyas
coordenadas liberales son muy discutibles, aquellos que se empearon
contra todo pronstico en el catoli-cismo liberal hasta la dcada de
los setenta, aceptaron la validez de la modernidad
posrevolucionaria y defendieron el Estado cons-titucional y el
parlamentarismo con el suficiente ahnco y sinceri-dad como para
pensar que su preferencia por una sociedad ple-namente cristiana
invalidara su disposicin liberal. El compromiso terico con el
liberalismo tuvo adems unas implicaciones prcti-cas muy claras. En
resumen, los catlicos liberales derivaron de la premisa de la
libertad de conciencia un compromiso inequvoco con la
aconfesionalidad del Estado; no se trataba de una aproba-cin de la
secularizacin del Estado en el sentido laicista de la tra-dicin
francesa esto es, en trminos de laicidad contra religiosi-dad sino
en el del modelo anglosajn que tanto estim el mismo Montalembert,
esto es, un Estado separado plenamente de la Igle-
39 Para Acton el estudio preliminar de lvarez Tardo, M., en Lord
Acton, En-
sayos sobre la libertad, el poder y la religin, Madrid, 1999,
pgs. XXXII y sigs. 40
Vase Montalembert, Ch. de, De los intereses catlicos..., pgs. 58
y 66. Para Acton, los dos artculos fundamentales son
Ultramontanisme, Home and Foreign Review, 1863; y Political
thoughts on the church, The Rambler, 1858. Tambin Fasnacht, G. E.,
Acton Political Philosophy. Londres, 1952.
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DIEU ET LIBERT! LA ALTERNATIVA DEL CATOLICISMO LIBERAL EN EL
OCHOCIENTOS 29
sia y una situacin de competencia confesional en la que cada
cual progresara en funcin de su capacidad para convencer me-diante
la palabra. Bien es cierto, a pesar de todo, que aun cuando todos
los catlicos liberales creyeron en la separacin de la Igle-sia y el
Estado, no fueron pocos, especialmente los belgas, los que no la
consideraron incompatible con un rgimen de libert subsi-die, es
decir, separacin pero con consideracin especial del Es-tado para
con aquella confesin que fuera mayoritaria, en este caso la
catlica.
Por ltimo, la mayor parte de los catlicos liberales
compar-tieron con el liberalismo posrevolucionario una profunda
descon-fianza hacia las formas de movilizacin democrtica y un
inters escaso por la cuestin social. Si se atiende a la capacidad
de or-ganizacin y propaganda, el partido ultramontano, mejor
prepa-rado para la movilizacin democrtica, los gan por goleada. Los
catlicos liberales no aceptaron otro liberalismo que aquel en el
que el orden venciera sobre las tendencias revolucionarias; aun
cuando puedan ser considerados como precursores de los prime-ros
partidos confesionales, lo cierto es que el Zentrum alemn o
cualquier otro partido catlico del ltimo cuarto del siglo xix o
prin-cipios del xx debi ms a las formas de movilizacin auspiciadas
por la corriente ultramontana la inspiradora en verdad del
cato-licismo social que al apego incondicional de los catlicos
libe-rales a las primeras formas del parlamentarismo liberal.
RESUMEN
Este artculo es un estudio comparativo sobre el catolicismo
li-beral europeo durante las dcadas centrales del siglo xix, previo
anlisis de la situacin y evolucin de la Iglesia catlica en ese
mismo periodo. Los casos que se consideran son, por un lado los de
Francia y Blgica, donde dicha corriente poltica tuvo mayor
presencia e importancia, y por otro los de Italia, Inglaterra,
Ho-landa y Alemania, en los que hubo catlicos liberales tan
signifi-cativos como Lord Acton pero donde la importancia poltica
del catolicismo liberal fue bastante ms limitada. Se trata de un
estu-dio general, tanto de accin como de pensamiento poltico, cuyo
propsito es alcanzar un cierto grado de sntesis sobre los rasgos
del catolicismo liberal en los aos de su esplendor mximo, esto es,
durante los papados de Gregorio XVI y Po IX (1830-1878).
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30 MANUEL LVAREZ TARDO
ABSTRACT
Dieu et libert: The Liberal Catholic Alternativ in the
Nineteenth Century. This paper is a comparative perspective about
european Liberal Catholicism between the thirties and the seventies
in the nineteenth century. It includes a study of the Catholic
Church evo-lution in this period. The paper explores six cases: on
the one hand France and Belgium where that politic current became
more sig-nificant than other countries; the other had Italy,
England, Holland and Germany, where Liberal Catholicism were of
lesser importance in spite of great ames as Lord Acton. In the
light of conflicts bet-ween Catholicism and Liberalism this article
studies the political thought and activity in order to explain the
mains characteristics of Liberal Catholicism during Gregory XVI and
Pi IX papacy.
Manuel lvarez Tardo es licenciado en Ciencias Polticas y
Sociolo-ga. Investigador en el Departamento de Historia del
Pensamiento de la Facultad de CC. Polticas de la universidad
Complutense. Ultima su te-sis sobre la libertad religiosa en la
Segunda Repblica espaola. Autor de la edicin y el estudio
preliminar de Lord Acton. Ensayos sobre la liber-tad, el poder y la
religin. Centro de Estudios Polticos y Constituciona-les, Madrid,
1999.