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AGUAA los comuneros y lacayos de la hacienda Viseca, con
quienes
tembl de fro en los regados nocturnos y bail en carnavales,
borracho de alegra, al comps de la tinya y de la flauta.
A los comuneros de los cuatro ayllus de Puquio: K'ayau,
Pichk'achuri,
Chaupi y Kollana. A los comuneros de San Juan, Ak'ola,
Utek, Andamarca, Sondondo, Aucar, Chavia y Larcay.
1] Cuando yo y Pantaleoncha llegamos a la plaza, los corredores
estaban todava desiertos, todas las puertas cerradas, las esquinas
de don Eustaquio y don Ramn sin gente. El pueblo silencioso,
rodeado de cerros inmensos, en esa hora fra de la maana, pareca
triste.
San Juan se est muriendo dijo el cornetero. La plaza es corazn
para el pueblo. Mira no ms nuestra plaza, es peor que puna.
Pero tu corneta va llamar gente.
Mentira! Eso no es gente; en Lucanas s hay gente, ms que
hormigas.
Nos dirigimos como todos los domingos al corredor de la
crcel.
El varayok' haba puesto ya la mesa para el repartidor del agua.
Esa mesa amarilla era todo lo que exista en la plaza; abandonada en
medio del corredor, solita, daba la idea de que los saqueadores de
San Juan la haban dejado all por inservible y pesada.
Los pilares que sostenan el techo de las casas estaban unos
apuntalados con troncos, otros torcidos y prximos a caerse; slo los
pilares de piedra blanca permanecan rectos y enteros. Los poyos de
los corredores, desmoronados por todas partes, derrumbados por
trechos, con el blanqueo casi completamente borrado, daban pena.
Agua, nio Ernesto. No hay pues agua. San Juan se va a morir porque
don Braulio hace dar agua a unos y a otros los odia. Pero don
Braulio, dice, ha hecho comn el agua quitndole a don Sergio, a doa
Elisa, a don Pedro.. . Mentira, nio, ahora todo el mes es de don
Braulio, los repartidores son asustadizos, le tiemblan a don
Braulio. Don Braulio es como zorro y como perro.Llegamos a la
puerta de la crcel y nos sentamos en un extremo del corredor. El
sol dbil de la maana reverberaba en la calamina del casero de
Ventanilla, mina de plata abandonada haca muchos aos. En medio del
cerro, en la cabecera de una larga lengua de pedregal blanco, el
casero de Ventanilla mostraba su puerta negra, hueca, abierta para
siempre. Gran mina antes, ahora serva de casa de cita a los cholos
enamorados. En los das calurosos, las vacas entraban a las
habitaciones y dorman bajo su sombra. Por las noches, roncaban all
los chanchos cerriles.Pantacha mir un rato el pedregal blanco de
Ventanilla. Antes, cuando haba minas, sanjuanes eran ricos. Ahora
chacras no alcanzan para la gente.
Chacra hay, Pantacha, agua falta. Pero mejor haz llorar a tu
corneta para que venga gente.El cholo se llev el cuerno a la boca y
empez a tocar una tonada de la hierra.En el silencio de la maana la
voz de la corneta son fuerte y alegre, se esparci por encima del
pueblecito y lo anim. A medida que Pantacha tocaba, San Juan me
pareca cada vez ms un verdadero pueblo; esperaba que de un momento
a otro aparecieran maktillos, pasas y comuneros por las cuatro
esquinas de la plaza.Alegremente el sol lleg al tejado de las
casitas del pueblo. Las copas altas de los saucos y de los
eucaliptos se animaron; el blanqueo de la torre y de la fachada de
la iglesia, reflejaron hacia la plaza una luz fuerte y hermosa.El
cielo azul hasta enternecer, las pocas nubes blancas que reposaban
casi pegadas al filo de los cerros; los bosques grises de kerus y
kantus que se tendan sobre los falderos, el silencio de todas
partes, la cara triste de Pantaleoncha, produjeron en mi nimo una
de esas penas dulces que frecuentemente se sienten bajo el cielo de
la sierra. Otra tonada, Pantacha; para tu San Juan.
Pobre llakta! (pueblo).Como todos los domingos, al or la tocata
del cholo, la gente empez a llegar a la plaza. Primero vinieron los
escoleros (escolares): Victucha, Jos, Bernaco, Froyln, Ramoncha. .
. Entraban por las esquinas, algunos por la puerta del coso. Al
vernos en el corredor se lanzaban a la carrera. Pantacha, makta
Pantacha! Nio Ernesto!Todos nos rodearon; de sus caritas rebosaba
la alegra; al or tocar a Pantacha se regocijaban; en todos ellos se
notaba el deseo de bailar la hierra.
La tonada del cornetero nos recordaba las fiestas grandes del
ao; la cosecha de maz en las pampas de Utek y de Yanas; el escarbe
de papas en Tile, Papachacra, Kollpapampa. La hierra de las vacas
en las punas. Me pareca estar viendo el corral repleto de ganado;
vacas allkas, pillkas, moras; toros gritones y peleadores;
vaquillas recin adornadas con sus crespones rojos en la frente y
cintas en las orejas y en el lomo; pareca or el gritero del ganado,
los ajos roncos de los marcadores. Hierra! Hierra!
Salt a la plaza, atacado de repente por la alegra.
Maktillos, zapateo, maktillos! Yaque! Yaque!
Todos los escoleros empezamos a bailar en tropa. Estbamos llenos
de alegra pura, placentera, como ese sol hermoso que brillaba desde
un cielo despejado.Los pantalones rotos de muchos escoleros se
sacudan como espantapjaros. Ramoncha, Froyln, cojeaban.Pantalen se
entusiasm al vemos bailar en su delante; poco a poco su corneta fue
sonando con ms aire, con ms regocijo; al mismo tiempo el polvo que
levantbamos del suelo aumentaba. A nuestra alegra ya no le bast el
baile, varios empezaron a cantar:
. . .Kanrara, Kanrara,
cerro grande y cruel,
eres negro y molesto;
te tenemos miedo,
Kanrara, Kanrara.
Eso no. Toca Utekpampa, Pantacha.
Ped ese canto porque le tena cario a la pampa de Utek donde los
kerkales y la caa de maz son ms dulces que en ningn otro sitio.
Utekpampa
Utekpampita:
tus perdices son de ojos amorosos,
tus calandrias engaadoras cantan al robar,
tus torcazas me enamoran
Utekpampa
Utekpampita.
La corneta de Pantaleoncha y nuestro canto reunieron a la gente
de San Juan. Todos los indios del pueblo nos rodearon. Algunos
empezaron a repetir el huayno en voz baja. Muchas mujeres
levantaron la voz y formaron un coro. Al poco rato, la plaza de San
Juan estuvo de fiesta.En las caras sucias y flacas de los comuneros
se encendi la alegra, sus ojos amarillosos chispearon de contento.
Si hubiera traguito! Verdad. Caazo no ms falta.Pantacha cambi de
tonada; termin de golpe Utekpampa y empez a tocar el huayno de la
cosecha. Cosecha! Cosecha!Taytakuna, mamakuma:
los picaflores reverberan en el aire
los toros estn peleando en la pampa
las palomas dicen: tinyay tinyay!
porque hay alegria en sus pechitos.
Taytakuna, mamakuna* * *
2] Sanjuankuna: estn haciendo rabiar a Taytacha Dios con el
baile. Cuando la tierra est seca, no hay baile. Hay que rezar a
patrn San Juan para que mande lluvia.El tayta Vilkas resondr desde
el extremo del corredor: acababa de llegar a la plaza y la alegra
de los comuneros le dio clera.
El tayta Vilkas era un indio viejo, amiguero de los mistis
principales. Viva con su mujer en una cueva grande, a dos leguas
del pueblo. Don Braulio, el rico de San Juan, dueo de la cueva, le
daba terrenitos para que sembrara papas y maz.
A don Vilkas le respetaban casi todos los comuneros. En los
repartos de agua, en la distribucin de cargos para las fiestas,
siempre hablaba don Vilkas. Su cara era seria, su voz medio ronca,
y miraba con cierta autoridad en los ojos.
Los escoleros se asustaron al or la voz de don Vilkas; como
avergonzados se reunieron junto a los pilares blancos y se quedaron
callados. Los comuneros subieron al corredor; se sentaron en hilera
sobre los poyos, sin decir nada. Casi todas las mujeres se fueron a
los otros corredores, para conversar all, lejos de don Vilkas.
Pantaleoncha puso su corneta sobre el empedrado.
Don Vilkas es enemigo de nosotros. Mrale no ms su cara; como de
misti es, molestoso.
Verdad, Pantacha. Don Vilkas no es carioso con los maktillos; su
cara es como de toro peleador; as serio es.
Yo y el cornetero seguimos sentados en el filo del corredor.
Ramoncha, Tefanes, Froyln, Jacinto y Bernaco, conversaban en voz
baja, agachados junto al primer pilar del corredor; de rato en rato
nos miraban. Seguro de don Vilkas estn hablando.
Seguro.
Los comuneros charlaban en voz baja, como si tuvieran miedo de
fastidiar a alguien. El viejo apoy su hombro en la puerta de la
escuela y se puso a mirar el cerro del frente.
El cielo se hizo ms claro, las pocas nubes se elevaban al centro
del espacio e iban ponindose cada vez ms blancas. A ver, rejonero
orden don Vilkas.
Yo estoy de rejn, tayta -contest Felischa.
Corre donde don Crdova, pdele el rejn y mata a los chanchitos
mostrencos. Hoy es domingo.
Est bien, tayta.
Felischa tir las puntas de su poncho sobre el hombro y se fue en
busca del rejn.
Si hay chancho de principal, mata no ms grit Pantacha cuando el
rejonero ya iba por el centro de la plaza.
Yaque!
Volteamos la cara para mirar a don Vilkas: estaba rabioso. Qu
dices, tayta? le habl Pantacha.
Principal es respeto, makta cornetero! Pero chancho de principal
tambin orina en las calles y en la puerta de la iglesia.
Despus de esto le dimos la espalda al viejo de Orkotuna.
Pantacha levant su corneta y empez a tocar una tonada de las
punas. De vez en cuando no ms Pantacha se acordaba de sus tonadas
de Wanakupampa. Por las noches en su choza, haca llorar en su
corneta la msica de los comuneros que viven en las altas llanuras.
En el silencio de la oscuridad esas tonadas llegaban a los odos;
como los vientos fros que corretean en los pajonales; las
mujercitas paraban de conversar y escuchaban calladas la msica de
las punas. Parece que estamos en nuestra estancia de Koani deca
tambin la mujer de don Braulio.
Ahora en la plaza del pueblo, desde el corredor lleno de gente,
la corneta sonaba de otro modo: junto a la alegra del cielo, la
msica de las punas no entristeca, pareca ms bien msica de
forastero.
Pantacha toca bien puna estilo dijo don Vilkas.
Es pues nacido en Wanaku. Los wanakupampas tocan su corneta en
las maanas y atardeciendo, para animar a las ovejas y a las
llamas.
Los wanakus son buenos comuneros.
Pantacha toc largo rato.Despus puso el cuerno sobre sus rodillas
y recorri con la mirada las faldas de las montaas que rodean a San
Juan. Ya no haba pasto en los cerros; slo los arbustos secos; pardo
y sin hojas, daban a los falderos cierto aire de vegetacin y de
monte.
As blanco est la chacrita de los pobres del Tile, de Sao y de
todas partes. La rabia de don Braulio es causante. Taytacha no hace
nada, nio Ernesto.
Verdad. El maz de don Braulio, de don Antonio, de doa Juana est
gordo, verdecito est, hasta barro hay en su suelo. Y de los
comuneros? Seco, agachadito, umpu (endeble); casi no se mueve ya ni
con el viento.
Don Braulio es ladrn, nio!
Don Braulio?
Ms todava que el atok (zorro).
Se hizo rabioso el hablar de Pantalen.
Algunos escoleros que estaban cerca oyeron nuestra conversacin.
Bernaco se vino junto a nosotros.
Don Braulio es ladrn, Pantacha? pregunt, medio asustado.
Ramoncha, el chistoso, se par frente al cornetero, mostrndonos
su barriga de tambor.
Robando le has encontrado? pregunt.
Los dos estaban miedosos; disimuladamente le miraban al viejo
Vilkas.
Dnde hace plata don Braulio? De los comuneros pues les saca, se
roba el agua; se lleva de frente, de hombre, los animales de los
endios. Don Braulio es hambriento como galgo.
Bernaco se sent a mi lado y me dijo al odo:
Este Pantacha ha regresado molestoso de la costa. Dice todos los
principales son ladrones.
Seguro es cierto, Bernaco. Pantacha sabe.
Al ver a Bankucha y Bernaco sentados junto al cornetero, todos
los maktillos se reunieron poco a poco en nuestro sitio.
Pantacha nos mir uno a uno; en sus ojos alumbraba el cario.
Maktillos! Mak'tillos!Levant su cometa y comenz a tocar el
huayno que cantan los sanjuanes en el escarbe de la acequia grande
de Kocha.En los ojos de los cholillos se notaba el enternecimiento
que sentan por Pantalen; le miraban como a hermano grande, como al
dueo del corazn de todos los escoleros del pueblo.
Por Pantaleoncha yo me hara destripar con el barroso de doa
Juana. Y t, nio Ernesto?
T eres maula, Ramn; t lloraras no ms como becerro
encorralado.
Jajayllas!
Al ver la risa en su cara de sapo panzudo, todos los escoleros,
olvidndonos del viejo, llenamos el corredor a carcajadas.Ramoncha
daba vueltas, sobre un taln, agarrndose su barriga de hombre
viejo.
Ramoncha! Wiksa!Slo el viejo no se rea; su cara segua agestada,
como si en el corredor apestase un perro muerto.
* * *
3] Los comuneros de Tinki se anunciaron desde la cumbre del
tayta Kanrara. Parados sobre una piedra que mira al pueblo desde el
abra, gritaron los tinkis imitando el relincho del potro.
Tinkikuna! Tinkikuna!Corearon los escoleros. Todos los indios se
levantaron del poyo y se acercaron al filo del corredor para
hacerse ver con los tinkis.
Tinki es buen comn dijo Pantalen.
Sopl el cuerno con todas sus fuerzas para que oyeran los
comuneros, desde el Kanrara.
Hasta Puquio habr llegado eso dijo Ramoncha hacindose el
asustadizo.
Seguro hasta Nazca se habr odo y me re.
Los tinkis saltaron de la piedra al camino y empezaron a bajar
el cerro a galope. Por ratos, se paraban sobre las piedras ms
grandes y le gritaban al pueblo. Las quebradas de Viseca y Akola
contestaban desde lejos el relincho de los comuneros.
Viseca grita ms fuerte.
Claro, pues! Viseca es quebrada padre; el tayta Chitulla es su
patrn; de Akola es Kanrara no ms.
Kanrara? Tayta Kanrara le gana a Chitulla, ms rabioso es.
Verdad. Punta es su cabeza, como rejn de don Crdova.
Y Chitulla? A su barriga seguro entran cuatro Kanraras.
Los indios miraban a uno y otro cerro, los comparaban, serios,
como si estuvieran viendo a dos hombres.
Las dos montaas estn una frente a otra, separadas por el ro
Viseca. El riachuelo Akola quiebra al Kanrara por un costado, por
el otro se levanta casi de repente despus de una lomada larga y
baja. Mirado de lejos, el tayta Kanrara tiene una expresin
molesta.
Al ro Viseca le resondra para que no cante fuerte dicen los
comuneros de San Juan.Chitulla es un cerro ancho y elevado, sus
faldas suaves estn cubiertas de tayales y espinos; a distancia se
le ve negro, como una hinchazn de la cordillera. Su aspecto no es
imponente, parece ms bien tranquilo.
Los indios sanjuanes dicen que los dos cerros son rivales y que
en las noches oscuras, bajan hasta la ribera del Viseca y se
hondean ah, de orilla a orilla.
* * *
4] Los tinkis entraron por la esquina de la iglesia. Venan
solos, sin sus mujeres. Avanzaron por el medio de la plaza, hacia
el corredor de la escuela. Eran como cien; todos vestidos de
cordellate azul, sus sombreros blancos y grandes y sus ojotas
lanudas, se movan acompasadamente.
Tinkis, de verdad comuneros! dijo el cornetero.
Don Vilkas despreciaba a los tinkis; al verlos en la plaza,
levant su cabeza, jactancioso, pero los sigui con la mirada hasta
que llegaron al corredor; les tena miedo, porque eran unidos y
porque su varayok, cabo licenciado, no respetaba mucho a los
mistis.
Don Wallpa, varayok de los tinkis, subi primero las gradas.
Buenos das, taytakuna, mamakuna salud.
Se acerc a don Vilkas y le dio la mano; despus vino donde el
cornetero, los dos se abrazaron.
Don Wallpa, taytay! Makta Pantacha! De tiempo has regresado de
la costa.
Seis meses, taytay.Los otros tinkis hicieron lo mismo que don
Wallpa; saludaron a todos, le dieron la mano a don Vilkas y
abrazaron a Pantalen.
Al poco rato los escoleros y el msico nos vimos rodeados de los
tinkis. Yo mir una a una las caras de los comuneros: todos eran
feos, sus ojos eran amarillosos, su piel sucia y quemada por el
fro, el cabello largo y sudoso; casi todos estaban rotosas, sus
lokos (sombreros) dejaban ver los pelos de la coronilla y las
ojotas de la mayora estaban huecas por la planta, slo el correaje y
los ribetes eran lanudos. Pero tenan mejor expresin que los
sanjuanes, no parecan muy abatidos, conversaban en voz alta con
Pantalen y se rean.
Los escoleros se fueron, uno por uno, de nuestro grupo; varios
se subieron a los pilares blancos; otros empezaron a jugar en la
plaza. En medio de los tinkis ms que nunca me gust la plaza, la
torrecita blanca, el eucalipto grande del pueblo. Sent que mi cario
por los comuneros se adentraba ms en mi vida; me pareca que yo
tambin era tinki, que tena corazn de comunero, que haba vivido
siempre en la puna, sobre las pampas de ischu.
Bernaco, te gustara ser tinki?
Claro! Tinki es hombre.
Pantalen tambin pareca satisfecho conversando con los tinkis,
sus ojos estaban alegres. Primero habl de Nazca; de los carros, de
las tiendas, y despus de los patrones, abusivos como en todas
partes. No ves? De otro modo ha regresado el Pantacha, est rabioso
para los platudos me dijo a la oreja el dansak (bailarn)
Bemaco.
Acaso? En la costa tambin, el agua se agarran los principales no
ms; los arrendatarios lucaninos, wallhuinos, nazqueos, al ltimo ya
riegan, junto con los que tienen dos, tres chacritas; como de
caridad le dan un poquito, y sus terrenos estn con sed de ao en ao.
Pero principales de Nazca son ms platudos; uno solo puede comprar a
San Juan con todos sus maizales, sus alfalfares y su ganado. Casi
gringos no ms son todos, carajeros, como a Taytacha de iglesia se
hacen respetar con sus peones.
Verdad. As son nazcas dijo el varayok' Wallpa.
Como en todas partes en Nazca tambin los principales abusan de
los jornaleros sigui Pantaleoncha. Se roban de hombre el trabajo de
los comuneros que van de los pueblos: San Juan, Chipau, Santiago,
Wallwa. Seis, ocho meses, le amarran en las haciendas, le retienen
sus jornales; temblando con terciana le meten en los caaverales, a
los algodonales. Despus le tiran dos, tres soles a la cara, como
gran cosa. Acaso? Ni para remedio alcanza la plata que dan los
principales. De regreso, en Galeras-pampa, en Tullutaka, en todo el
camino se derrama la gente; como criaturitas, tiritando, se mueren
los andamarkas, los chillkes, los sondondinos. Ah no ms se quedan,
con un montn de piedra sobre la barriga. Qu dicen sanjuankunas?
Carago! Mistis son como tigre!
Comuneros son para morir como perro!
Sanjuanes y tinkis se malograron. Rabiosos, se miraban unos a
otros, como preguntndose. Los ojos de Pantacha tenan el mirar con
que en el waktay hacan asustar a todos los indios badulaques de San
Juan; brillaban de otra manera.
Todos los comuneros se reunieron junto a la puerta de la crcel
para or a Pantaleoncha: eran como doscientos. Don Vilkas y don
Inocencio conversaban en otro lado; el viejo se haca el disimulado;
pero estaba all para or; y contrselo despus todo al principal.
El cornetero subi al poyo del corredor; les mir en los ojos a
todos los comuneros, estaban como asustados.
Pero comunkuna somos tanto, tanto; principales dos, tres no ms
hay. En otra parte dice, comuneros se han alzado; de afuera a
dentro, como a gatos no ms, los han apretado a los platudos. Qu
dicen, comunkuna?
Los sanjuanes se pusieron asustadizos, los tinkis tambin.
Pantacha hablaba de alzamiento, ellos tenan miedo a eso, acordndose
de los chavias. Los chavias botaron ocho leguas de cercos que don
Pedro mand hacer en tierras de la comunidad; lo corretearon a don
Pedro para matarlo. Pero despus vinieron soldados a Chavia y
abalearon a los comuneros con sus viejos y sus criaturas; algunos
que se fueron a las alturas no ms se escaparon. Eran como mujer los
sanjuanes, le teman al alzamiento.
Nunca en la plaza de San Juan, un comunero haba hablado contra
los principales. Los domingos se reunan en el corredor de la crcel,
pedan agua lloriqueando y despus se regresaban; si no conseguan
turno, se iban con todo el amargo en el corazn, pensando que sus
maizalitos se secaran de una vez en esa semana. Pero este domingo
Pantacha gritoneaba fuerte contra los mistis, delante de don Vilkas
resondraba a los principales.
Principales para robar no ms son, para reunir plata, haciendo
llorar a gente grande como a criaturitas! Vamos matar a
principales, como a puma ladrn!
Al principio don Vilkas disimul, junto con don Inocencio; pero
al ltimo, oyendo a Pantacha hablar de los mistis sanjuanes, se vino
apurado donde los comuneros, mir rabioso al cornetero y grit con
voz de perro grande:
Pantacha! Silencio! Principal es respeto!
Su hablar rabioso asust a los sanjuanes. Pero el makta levant ms
la cabeza.
Taytay, como novillo viejo eres, ya no sirves!
Don Vilkas empez a empujar a los indios para llegar hasta donde
estaba el Pantacha.
Carago; allko (perro)! grit.
Don Inocencio le rog, jalndole del poncho:
Dejay, don Vilkas; Pantacha es hablador no ms.
Te voy a faltar, tayta! grit el cornetero.Al or la amenaza de
Pantalen, don Inocencio sujet al viejo.
No enrabies don Vilkas, por gusto!Oyendo la bulla, algunos
comuneros y las mujeres que estaban en los otros corredores, se
vinieron junto a la puerta de la crcel, para ver la pelea.
Hombres y mujeres hablaban fuerte.
Viejo es respeto! deca la mayor parte de las mujercitas.
Machu? Don Vilkas es abusivo. Acaso? Endio no ms es, igual a
sanjuanes grit, desafiando, don Wallpa, varayok' de Tinki, viejo
como don Vilkas.
Wallpa! Maula Wallpa!
Don Vilkas se par, desafiante, mirando de frente al varayok de
Tinki.
Si quieres, solo, a solo, como toros en la plaza habl don
Wallpa.
Anda, tayta, cajale en la barriga le dijeron los tinkis a su
autoridad.
Don Wallpa se quit el poncho, lo tir sobre sus comuneros y salt
a la plaza. Se cuadr all como toro padrillo.
Yaque, don Vilkas!
Le llam con la mano.
Pero las mujercitas sujetaron al viejo. Si no, el varayok le
hubiera hecho gritar como a gallo cabestro.
Pantacha se ri fuerte, mirando a don Vilkas.
Jajayllas!Se puso el cuerno a la boca y toc el huayno chistoso
de los wanakupampas:Akakllo de los pedregales,
hullero pajarito de las peas;
no me engaes akakllo.
Akakllo pretencioso,
misti ingeniero, te dicen
jajayllas akakllo!
mustrame tu barreno
jajayllas akakllo!
mustrame tus papeles.
El viejo Vilkas se enrabi de veras, bot a las mujeres que le
atajaban y salt a la plaza; pero no fue a pelear con don Wallpa, ni
resondr a Pantacha, sigui de frente, hacia la esquina de don
Eustaquio. Casi del centro de la plaza volte la cabeza para mirar a
los comuneros, y grit:
Vers con don Braulio! Jajayllas novillo! le contest el
varayok.
El viejo lleg casi corriendo a la esquina de don Eustaquio, y
torci despus a la calle de don Braulio, principal de San Juan.
Don Wallpa subi otra vez al corredor.
Maula! Para lamer a don Braulio no ms sirve habl el varayok.
Pero los sanjuanes ya estaban miedosos; se separaron de los
tinkis y se fueron con don Inocencio a otro corredor.
Sanjuanes son como don Vilkas: maulas! le dije al dansak'
Bernaco.
Con las balitas que don Braulio echa por las noches en las
esquinas, estn amujerados.
Vamos a ver qu dice el sacristn.
Disimulando, nos acercamos al corredor de los sanjuanes. El
sacristn estaba asustado, a cada rato miraba la esquina de don
Eustaquio.
Los sanjuanes conversaban, miedosos; como queriendo ocultarse
unos tras de otros, se juntaban alrededor del sacristn Inocencio,
pidiendo consejo.
Sanjuankuna! habl don Inocencio. Don Braulio tiene harta plata,
todos los cerros, las pampas, es de l. Si entra nuestra vaquita en
su potrero, la seca de hambre en su corral; a nosotros tambin nos
latiguea, si quiere. Vamos defender ms bien a don Braulio. Pantacha
es cornetero no ms, no vale.
Sigoro!
No sirve contra don Braulio.
Los sanjuanes eran como gallo forastero, como vizcacha de la
puna; cuando el principal gritaba, cuando ajeaba fuerte y reventaba
su balita en la plaza, los sanjuanes no haban, por todas partes
escapaban, como chanchos cerriles.
Los comuneros estaban separados ahora en dos bandos: los
sanjuanes con don Inocencio y los tinkis con Pantalen y don Wallpa.
Los sanjuanes eran ms.
Los tinkis hablaban en la puerta de la crcel, formando
grupo.
Vamos a contarle a Pantacha lo que ha dicho don Inocencio
dije.
Vamos.
Nos encaminamos con Bernaco hacia el corredor de la crcel.
Cuando estuvimos atravesando la esquina, sali a la plaza, por la
puerta del coso, don Pascual, repartidor de semana.
Don Pascual! grit Bernaco.
Don Pascual!
Todos los indios hablaron alto el nombre del repartidor.
Pantacha le hizo sea con la corneta a don Pascual. El semanero
se fue derecho al corredor de los tinkis.
Los sanjuanes corrieron otra vez hacia el corredor de la crcel,
para hablar con el semanero; dejaron solo al sacristn.
Sanjuankuna, ayalaykuna, tinkikuna! o la voz de Pantaleoncha don
Pascual va a dar kocha agua a necesitados. Seguro don Braulio
rabia; pero don Pascual es primero. Qu dicen?
De un rato, Pascual subi al poyo:
Con msico Pantacha hemos entendido. Esta semana kocha agua va a
llevar don Anto, la viuda Juana, don Jess, don Patricio. . . Don
Braulio seguro carajea. Pero una vez siquiera, pobre va agarrar
agua una semana. Principales tienen plata, pobre necesita ms sus
papalitos, sus maizalitos. . . Tayta Inti (sol) le hace correr a la
lluvia; kocha agua no ms ya hay para regar: kocha va a llenar esta
vez para comuneros.
El hablar de don Pascual no era rabioso como el de Pantacha;
pareca ms bien humilde, rogaba para que los comuneros se levantasen
contra don Braulio.
Esta bien, don Pascual! Est bien!Contestaron primero los
tinkis.
Don Pascual, reparte segn tu conciencia.
Don Saksa, de Ayalay, habl primero por los sanjuanes.
Segn tu conciencia, tayta!
Segn tu conciencia!
Don Braulio abusa de comuneros. Comunidad vamos hacemos
respetar. Para endios va a ser kocha agua!
Los sanjuanes no se asustaban con el hablar de don Pascual; le
miraban tranquilos, parecan carneros mirando a su dueo.
No hay miedo, sanjuankuna! grit el makta Pantacha. A mujer no ms
le asusta el revlver de don Braulio.
Seguro don Braulio carajea. Acaso? Vamos esperar; aqu en su
delante voy dar agua a comuneros. . .
Los maktas se miraron, consultndose. Recin entendan por qu
Pantacha, don Wallpa, don Pascual, se levantaban contra el
principal, contra don Vilkas y don Inocencio.
Verdad, compadre: en nuestro pueblo, dos, tres mistis no ms hay;
nosotros, tantos, tantos. . . Ellos igual a comuneros gentes son,
con ojos, boca, barriga. K'ocha agua para comuneros!
Acaso? Mama-allpa (madre tierra) bota agua, igual para
todos.
Los sanjuanes tambin se hicieron los decididos. De tres en tres,
de cuatro en cuatro, se juntaron los comuneros. Pantacha y don
Pascual, uno a uno les hablaban, para hacer respetar al
repartidor.
La comunidad de San Juan estaba para pelear con el principal del
pueblo, Braulio Flix.
* * *
5] Los domingos en la maana los mistis iban a buscar a don
Braulio en su casa. Le esperaban en el patio, dos, tres horas,
hasta que el principal se levantaba. Junto a una pared haba varios
troncos viejos de eucalipto; sentados sobre esos palos se soleaban
los mistis mientras don Braulio acababa de dormir. El principal no
tena hora para levantarse; a veces sala de su cuarto a las siete,
otras veces a las nueve y a las diez tambin; por eso los mistis se
iban a visitarle segn su alma; unos eran ms pegajosos, ms sucios, y
tempranito estaban ya en el patio para hacerse ver por los
sirvientes de don Braulio; otros, de miedo no ms iban, para que el
principal no les tomase a mal; llegaban ms tarde, cuando el sol ya
estaba alto; otros calculaban la hora en que don Braulio iba a
salir para convidar el trago a los sanjuanes, por borrachos no ms
cortejaban al principal.
Los domingos, don Braulio se desayunaba con aguardiente en la
tienda de don Heraclio: la tiendecita de don Heraclio est en la
misma calle del principal. Como loco, don Braulio haca tomar caazo
a uno y a otro, se rea de los mistis sanjuanes, les haca
emborrachar y les mandaba cantar huaynos sucios. Hasta media calle
sala don Braulio, rindose a gritos:
Buena, don Cayetano! Don Federico, buena!
Los mistis borrachos se sacaban el pantaln; se peleaban;
golpeaban por gusto sus cabezas sobre el mostrador.
Al medioda, don Braulio iba al corredor de la crcel para la
reparticin del agua: los mistis le seguan. De vez en vez, el
principal se mareaba mucho y no se acordaba del reparto. Entonces
don Inocencio, sacristn de la iglesia, haca tocar la campana a las
dos o tres de la tarde; al or la campana, don Braulio, segn su
humor, quedaba callado, o si no, saltaba a la calle y echando ajos
iba al corredor de la crcel. Fueteaba a cualquiera, encerraba en la
crcel a dos o tres comuneros y reventaba tiros en el corredor.
Todos los mistis y los indios escapaban de la plaza; los borrachos
se arrastraban a los rincones. El corredor quedaba en silencio; don
Braulio haca retumbar la plaza con su risa y despus se iba a
dormir. Don Braulio era como dueo de San Juan.
Seguro este domingo el principal estaba mareado, y por eso no
vena. Don Vilkas, don Inocencio, de miedo se habran quedado en la
puerta de la tienda, esperando la voluntad del principal.
* * *
6] Ya era tarde. El tayta Inti quemaba al mundo. Las piedras de
la mina Ventanilla brillaban como espejitos; las lomas, los
falderios, las quebradas se achicharraban con el calor. Pareca que
el sol estaba quemando el corazn de los cerros; que estaba secando
para siempre los ojos de la tierra. A ratos se moran los kerkales y
las retamas de los montes, se agachaban humildes los grandes molles
y los sauces cabezones de las acequias. Los pajaritos del
cementerio se callaron, los comuneros tambin, de tanto ha-blar, se
quedaron dormidos. Pantacha, Pascual, don Wallpa, vean, serios, el
camino a Puquio que culebreaba sobre el lomo del cerro
Ventanilla.
El tayta Inti quera, seguro, la muerte de la tierra, miraba de
frente, con todas sus fuerzas. Su rabia haca arder al mundo y haca
llorar a los hombres.
El blanqueo de la torre y de la iglesia reventaba en luz blanca.
La plaza era como horno, y en su centro, el eucalipto grande del
pueblo aguantaba el calor sin moverse, sin hacer bulla. No haba ya
ni aire; parado estaba todo; aplastado, amarillo. XXX El cielo se
rea desde lo alto, azul como el ojo de las nias, pareca gozoso
mirando los falderos terrosos, la cabeza pelada de las montaas, la
arena de los riachuelos resecos. Su alegra chocaba con nuestros
ojos, llegaba a nuestro adentro como risa de enemigo..
Tayta Inti, ya no sirves! habl don Saksa, de Ayalay. En todo el
corredor se oy su voz de viejo, triste, cansada por el Inti
rabioso.
Ayarachicha! Ayarachi!
Pantacha se paro en el canto del corredor, mirando ojo a ojo al
Inti tayta; y sopl bien fuerte la corneta de los wanakupampas.
Ahora s, la tonada entraba en el nimo de los comuneros, como si
fuera el hablar de sus sufrimientos. Desde la plaza caldeada, en
esa quebrada ardiendo, el ayarachi suba al cielo, se iba lejos,
lamiendo los kerkales y los montes resecos, llevndose a todas
partes el amargo de los comuneros malogrados por el Inti rabioso y
por el principal maldecido.
Pantalen ruega a Taytacha Dios para que le resondre al Inti.
De repente, don Braulio entr a la plaza. Los mistis sanjuanes
venan en tropa, junto al principal.Vicenticha, hijo del sacristn,
corri a la torre, para tocar la campana grande. Comuneros y mujeres
se pararon en todos los corredores. Como si hubiera entrado un toro
bravo a la plaza, de todas partes, la gente corri a la puerta de la
crcel; parecan hambrientos.
Sanjuankuna, pobrecitos! habl don Saksa.
Don Wallpa, Pascual, Pantacha se reunieron.
Rato se ha esperado don Vilkas, sentado como perro en la puerta
de don Heraclio.
Don Inocencio tambin.
Principal cuando toma, no hace caso.
Los tinkis se juntaron alrededor de don Wallpa; los sanjuanes,
callados, sin llamarse, se entroparon en otro lado.
No hay confianza; comuneros no van parar bien dijo Pantacha,
mirando a la gente separarse en dos bandos.
Comunkuna! grit. Kocha agua para endios!Voltearon la cabeza los
sanjuanes para mirar al makta; no haba hombra en sus ojos; como
camero triste eran todos; los tinkis tampoco parecan muy
seguros.
Don Pascual, firme vas a parar contra el principal; seguro
carajea.
Acaso? como tayta Kanrara voy a parar: don Anto, don Jess, don
Patricio, don Roso. . .
La campana del pueblo son fuerte. Ahora la plaza pareca de
fiesta. Bulla en todas partes, sol blanco, cielo limpio, campanas;
slo el nimo no era para alegra, los comuneros miraban la tropa de
los mistis, recelando.
Don Pascual, Wallpa y Pantalen, se pararon a un costado de la
mesa, mirando la esquina de don Eustaquio; los sanjuanes en el lado
de la crcel, sus mujeres tras de ellos y los tinkis junto a la
puerta de la escuela; los escoleros trepados en los pilares de
piedra blanca.
Don Braulio ya estaba Chispo; vena pareando las piedrecitas del
suelo; su pauelo del cuello con el nudo junto al cogote; y el
sombrero puesto a la pedrada. Tena las manos en los bolsillos del
pantaln y la hebilla de su cinturn brillaba; a un lado se vea la
funda del revlver. Rojo, como pavo nazqueo, vena apurado, para
despachar pronto. Los otros principales, seguro estaban borrachos;
don Cayetano Rosas andaba tambalendose.
En medio de la plaza, junto al eucalipto, don Cayetano grit:
Que viva don Braulio!
Que viva! le contestaron todos; don Braulio tambin.
Al ltimo, ocultndose, venan don Inocencio, sacristn del pueblo,
y don Vilkas.
Junto a mi pilar estaba el dansak Bernaco.
Estoy asustadizo, capaz hay pelea, nio Ernesto dijo.
Seguro hay pelea, Bernaco; Pascual y Pantacha estn
molestosos.
Pero Pantacha est valiente.
Mrale a don Braulio. Seguro hay pelea. Capaz don Braulio ha
trado su revolvercito.
No digas, nio Ernesto! Don Braulio revolvea no ms, es como
loco.
Don Braulio subi las gradas del corredor.
Buenos das, taytay! saludaron todos los comuneros al principal
del pueblo.
Buenos das contest don Braulio. Derecho se fue junto a la mesa;
se par con la espalda a la pared; los mistis, don Vilkas y don
Inocencio, se arrimaron a su lado.
Los indios miraban a don Braulio; unos asustadizos, con ojos
brillantes, otros tranquilos, algunos rabiando. Pantacha se acomod
bien la correa que sujetaba el cuerno sobre su espalda; en su cara
haba como fiebre.
Don Braulio pareca chancho pensativo; miraba el suelo con las
manos atrs; curvo, me mostraba su cogote rojo, lleno de pelos
rubios.
Don Braulio me haca saltar el corazn de pura rabia!
Silencio se hizo en toda la plaza. El eucalipto del centro de la
plaza pareca sudar y miraba humilde al cielo.
Semanero Pascual, kallary! (comienza) orden el principal.
Don Pascual salt sobre la mesa; desde lo alto mir al cornetero,
a don Wallpa, a don Saksa, y despus a los comuneros.
Kallary!
Lones para don Enrique, don Heracleo; martes para don Anto,
viuda Juana, don Patricio; mircoles para don Pedro, don Roso, don
Jos, don Pablo; jueves para. . .Como si le hubieran latigueado en
la espalda se enderez el principal; sus cejas se levantaron
parecido a la cresta de los gallos peleadores; y desde adentro de
sus ojos apuntaba la rabia.Viernes para don Saksa, don Waman. .
.
Pascualcha; silencio! grit don Braulio.
Los comuneros de don Saksa se asustaron, movieron sus cabezas,
se acomodaron para correr ah mismo; los tinkis ms bien pararon
firmes.
Don Braulio, kocha agua es para necesitados!
No hay dueo para agua! grit Pantacha.
Comunkuna es primero! habl don Wallpa.
El principal sac su arma.
Fuera, carajo, fuera!
Los sanjuanes se empujaban atrs, se caan del corredor a la
plaza. Las mujeres corrieron primero arrastrando sus rebozos.
Dos, tres balas sonaron en el corredor. Los principales, don
Inocencio, don Vilkas, se entroparon con don Braulio. Los sanjuanes
se escaparon por todas partes; no volteaban siquiera, corran como
perseguidos por los toros bravos de Koani; las mujeres chillaban en
la plaza; los escoleros saltaron de los pilares; los de Ayalay se
atracaban en la puerta del coso, queran entrar de cuatro en cuatro,
de ocho en ocho. Pantacha gritaba como diablo:
Kutirimuychic maktakuna! (Volved, hombres, volved!)En vano: los
comuneros se perdan en las esquinas, en las puertas. Algunos tinkis
no ms quedaron en el corredor, serios, tiesos, como los pilares de
piedra blanca.
Don Antonio tambin haba trado su revlver, seguro le prest don
Braulio; estir su brazo el alcalde y le ech dos tiros ms al aire.
Los ltimos sanjuanes que sacaban su cabeza por las esquinas se
ocultaron.
Don Pascual se baj callado de la mesa al suelo.
Principales y comuneros se miraron ojo a ojo, separados por la
mesa. Don Braulio pareca de verdad loco; sus ojos miraban de otra
manera, derechos a Pantacha; venenosos eran, entraban hasta el
corazn y lo ensuciaban. Tras del principal los mistis y don Vilkas
esperaban temblando.
Carajo! Sua! (Ladrn!) grit el makta. Mata no ms, en mi pecho, en
mi cabeza.
Levant alto su corneta. Como el sol de medioda su mirar quemaba,
rajaba los ojos. Brinc sobre el misti maldecido. . . Don Braulio
solt una bala y el makta cornetero cay de barriga sobre la
piedra.
A la crcel!
Como baldeados con sangre, don Pascual, don Wallpa y los tinkis,
cerraron los ojos. Se acobardaron: ya no valan, ya no servan, se
malograron de repente; se ahumildaron, como gallo forastero, como
novillo chusco; ah no ms se quedaron, mirando el suelo.
A la crcel, wanakus! mand don Braulio con hablar de asesino.
Don Vilkas abri la puerta de la crcel era carcelero; como
chascha (perro pequeo), temblando, don Wallpa entr primero; Pascual
pareca viuda en desgracia, mirando el suelo, humilde, derecho se
fue tras el varayok.
Los dems carneros, a sus punas. Fuera!
Se escaparon los tinkis; ganndose unos a otros, recelosos
todava, volteaban la cabeza de rato en rato.
En la plaza se hizo silencio; nadie haba. En un rato se acabaron
la bulla, las rabias, los comuneros; se acab Pantacha, el makta de
corazn, el makta valiente. Los mistis tambin se callaron mirando a
Pantalen, tumbado en el suelo, como padrillo rejoneado. Don Vilkas
y don Inocencio, parados en la puerta de la crcel tenan miedo, no
podan ir a ver la sangre del msico.
Cirrenlo en la crcel hasta la noche mand don Braulio.
No podan, don Inocencio, don Vilkas.
Indios arrstrenlo!Por gusto mandaba, como a fantasma le teman.
Nu taytay, nu taytay!
Le rogaban con hablar de criaturitas.
Usted, don Cayetano.
Claro! Yo s.
El viejo borracho se acerc al cornetero; de una pierna empez a
jalarle.
Caray! En la cabeza haba sido.
Viendo arrastrar al Pantacha, me enrabi hasta el alma.
iWikuero allko! (Perro cazador de vicuas) le grit a don
Braulio.
Salt al corredor. Hombre me crea, verdadero hombre, igual a
Pantacha. El alma del auki Kanrara me entr seguro al cuerpo; no
aguantaba lo grande de mi rabia. Queran reventarse, mi pecho, mis
venas, mis ojos.
Don Braulio, don Cayetano, don Antonio. . . me miraron no ms;
sus ojos, Como vidrios redonditos, no se movan.
Suakuna! (Ladrones) les grit.
Levant del suelo la cometa de Pantacha, y como wikullo la tir
sobre la cabeza del principal. Ah mismo le chorre la sangre de la
frente, hasta llegar al suelo. Buena mano de maktillo!
Los principales acorralaron a su papacito, para atenderlo.
Taytay, murete; perro eres, para morder a comuneros no ms
sirves! le dije.
Balas, carajo, ms balas!
En vano gritaba; el fierro de la corneta le mordi en la frente,
y su sangre corra, negra, como de culebra.
Don Antonio; mtelo!
Rogaba por gusto, su hablar ya no era de hombre; su sangre le
acobardaba, como a las mujeres.
Taytacha, acbale de una vez, para morder no ms sirve!
Mir la fachada blanca de la iglesia.
Jajayllas! Taytacha Dios no haba. Mentira es: Taytacha Dios no
hay.Don Antonio me hizo sea con el pie para que escapara. Me quera
el alcalde, porque era amiguero de sus hijos.
Mtelo, don Antonio! rog don Braulio otra vez.
La voz del principal me gustaba ahora; me hubiera quedado; su
gritar me quitaba la rabia, me alegraba, la risa quera reventar en
mi boca.
Murete, taytay, allko!
Pero don Antonio pate en el empedrado y despus me apunt con su
revlver. Se enfri mi corazn con el miedo; salt del corredor a la
plaza; tras de m son la bala de don Antonio.
Taytay Antonio!
Al aire abale seguro el alcalde, para disimular.
* * *
Los comuneros de Utekpampa son mejores que los sanjuanes y los
tinkis de la puna. Indios lisos y propietarios, le hacan correr a
don Braulio. Cuando traa soldados de Puquio no ms, el principal se
haca el hombre en Utek, atropellaba a los comuneros y haca matar
los animales de la pampa, para escarmiento.
Slo en la plaza de San Juan era valiente don Braulio, pero
llegando a Utek se acababa su rabia y pareca buen principal..
Por eso, cuando escap de la plaza, me acord de los maktas
utek.
Los sanjuanes se haban asegurado en sus casas, chanchos no ms
encontr en las calles. Las puertas, como en medianoche, estaban
cerradas.
No par hasta llegar al morro de Santa Brbara; de donde se ven la
pampa y el pueblito de Utek.
Bien abajo, junto al ro Viseca, Utek pampa se tenda, como si
fuera una grada en medio del cerro Santa Brbara.
Nunca la pampa de Utek es triste; lejos del cielo vive: aunque
haya neblina negra, aunque el aguacero haga bulla sobre la tierra,
Utekpampa es alegre.Cuando los maizales estn verdes todava, el
viento juega con los sembros; mirada desde lejos, la pampa
despierta cario en el corazn de los forasteros. Cuando el maz est
para cosecharse, todos los comuneros hacen chozas en la cabecera de
sus chacras. Las tuyas, los loros y las torcazas ladronas vuelan
por bandadas en todo el campo; pasan silbando por encima de los
maizales, mostrando sus pechitos amarillos, blancos, verdes; a
veces cantan desde los mollales que crecen junto a los cercos.
Desde los caminos lejanos Utekpampa se ve llena de humo, como si
todo fuera pueblo. Despus de la cosecha, la pampa se llena de
animales grandes; toros, caballos, burros. Los padrillos gritan
todo el da, desafindose de lejos; los potros enamorados relinchan y
se hacen or en toda la pampa. Utekpampa: indios, mistis, forasteros
o no, todos se consuelan, cuando la divisan desde lo alto de las
abras, desde los caminos!
Utekpampa mama!Igual que los comuneros de Tinki llam a la pampa;
como potrillo, relinch desde el morro Santa Brbara; fuerte grit,
para hacerme or con los maktas utek. Pero mentira! Viendo lo alegre
de la pampa, de los caminos que bajan y suben del pueblito, ms
todava creci el amargo en mi corazn. Ya no haba Pantacha, ya no
haba don Pascual, ni Wallpa; don Braulio no ms ya era; con su
cabeza rota se parara otra vez, para ajear, patear y escupir en la
cara de los comuneros, emborrachndose con lo que robaba de todos
los pueblos.
Solito, en ese morro seco, esa tarde, llor por los comuneros,
por sus chacritas quemadas con el sol, por sus animalitos
hambrientos. Las lgrimas taparon mis ojos; el cielo limpio, la
pampa, los cerros azulejos, temblaban; el Inti, ms grande, ms
grande. . . quemaba al mundo. Me ca, y como en la iglesia,
arrodillado sobre las yerbas secas, mirando al tayta Chitulla, le
rogu:
Tayta: que se mueran los principales de todas partes!
Y corr despus, cuesta abajo, a entroparme con los comuneros
propietarios de Utekpampa.
Algunos datos acerca de estas novelas:
Una explicacin previa al conocimiento de este libro es
necesaria, tanto para el autor como para ciertos lectores:
Contiene dos obras escritas por un hombre que aprendi a hablar
en quechua.Agua fue editada hace 19 aos, cuando el autor haba
ingresado a la Universidad y era an, sustancialmente, un quechua.
Diamantes y pedernales es una novela escrita en 1953, despus de 23
aos de trabajo en la ciudad.Agua es un brote puro del mundo andino;
el odio y la ternura lo inspiraron. Diamantes y pedernales contiene
el lastre y las luces de 23 aos ms de lecturas y de algunos
viajes.
Sobre este trnsito, que puede interesar a quienes estudian o
simplemente consideran el problema del bilingismo y de la expresin
literaria en el Per public el autor un ensayo en una revista de
Lima Mar del Sur, nm. 9. Citaremos algunos prrafos corregidos, de
ese trabajo:
Agua s fue escrita con odio, con el arrebato de un odio puro;
aqul que brota de los amores universales, all, en las regiones del
mundo donde existen dos bandos enfrentados con primitiva
crueldad.
Porque los relatos de Agua contienen la vida de una aldea andina
del Per, en que los personajes de las facciones tradicionales se
reducen, muestran y enfrentan ntidamente. All no viven sino dos
clases de gentes que representan dos mundos implacables y
esencialmente distintos: el terrateniente convencido hasta la
mdula, por la accin de los siglos, de su superioridad humana sobre
los indios; y los indios, que han conservado con ms ahnco la unidad
de su cultura, por el mismo hecho de estar sometidos y enfrentados
a una tan fantica y brbara fuerza.Aluda al odio puro con que escrib
los relatos de Agua. Mi niez transcurri en una de estas aldeas en
que hay 500 indios por cada terrateniente. Yo coma en la cocina con
los lacayos y concertados indios, y durante varios meses fui husped
de una comunidad.
Describir la vida de aquella aldea, describira de tal modo que
su palpitacin no fuera olvidada jams, que golpeara como un ro en la
conciencia del lector! Ese fue el ideal que gui todos mis trabajos,
desde la adolescencia. Los rostros de los personajes estaban
claramente dibujados en mi memora, vivan con exigente realidad,
caldeados por el gran sol, como la fachada del templo de mi aldea
nativa, en cuyas hornacinas ramos de flores silvestres
agonizan.
Ms un inconveniente aturdidor exista para realizar el ardiente
anhelo. Cmo describir esas aldeas, pueblos y campos; en qu idioma
narrar su vida? En castellano? Despus de haberlo aprendido, amado y
vivido a travs del dulce y palpitante quechua? Fue aqul un trance
al parecer insoluble.
Escrib el primer relato en el castellano ms correcto y literario
que poda alcanzar. Le despus el cuento a algunos de mis amigos de
Lima, y lo elogiaron. Pero yo detestaba cada vez ms aquellas
pginas. No, no eran as ni el hombre, ni el pueblo, ni el paisaje
que yo quera describir, casi poda decir, denunciar! Bajo un falso
lenguaje se mostraba un mundo como inventado, sin mdula y sin
sangre; un tpico mundo literario, en que la palabra ha consumido a
la obra. Mientras en la memoria, en mi interior, el verdadero tema
segua ardiendo, intocado. Volv a escribir el relato, y comprend
definitivamente que el castellano no me servira si segua emplendolo
en la forma tradicionalmente literaria.
Exista y existe, frente a la solucin de estos especialsimos
trances de la expresin el problema de la universalidad, el peligro
del regionalismo que contamina la obra y la cerca. El peligro que
contiene siempre la inclusin de materias extraas en un instrumento
ya de s perfecto! Pero en tales casos la angustia primaria ya no es
por la universalidad sino por la simple realizacin. Realizarse,
traducirse, convertir en un instrumento legtimo el idioma que
parece ajeno; comunicar a la lengua casi extranjera la materia de
nuestro espritu: esa es la dura, la difcil cuestin. La
universalidad de este raro equilibrio de contenido y forma,
equilibrio alcanzado tras intensas noches de increble trabajo, es
cosa que vendr en funcin de la perfeccin humana lograda en el
transcurso de tan extrao esfuerzo. Existe en el fondo de esa obra
el rostro verdadero del ser humano y de su morada? Si est pintado
ese rostro con desusados colores, no slo no importa; puede tal
suceso concederle mayor inters al cuadro. Que los colores no sean
slo una maraa, la grotesca huella del agitarse del ser impotente;
eso es lo esencial. Pero si el lenguaje as cargado de extraas
esencias deja ver el profundo corazn humano, si nos trasmite la
historia de su paso sobre la tierra, la universalidad podr tardar
quiz mucho; sin embargo, vendr, pues bien sabemos que el hombre
debe su preeminencia y su reinado al hecho de ser uno y nico.En mi
experiencia personal la bsqueda del estilo fue, como ya dije, larga
y angustiosa. Y un da de aqullos, empec a escribir, para m, fluida
y libremente, como se desliza el agua por los cauces milenarios.
Conclu el primer relato en pocos das y lo guard temerosamente.
Yo haba escrito ya Warma kuyay [Amor de nio] el ltimo cuento de
Agua. El castellano era dcil y propio para expresar los ntimos
trances, los mos; la historia de m mismo, mi romance. Ya s que an
en ese relato el castellano est embebido en el alma quechua, pero
su sintaxis, apenas fue alterada. Esa misma construccin, el
castellano de Warma kuyay, con todo lo que tiene de aclimatacin, no
me serva suficientemente para la interpretacin de las luchas de la
comunidad, para el tema pico. En cuanto se confunda mi espritu con
el del pueblo de habla quechua, empezaba la descarriada bsqueda de
un estilo. Se trataba slo de una elemental deficiencia del
conocimiento del idioma? Sin embargo yo no me quejo del estilo de
Warma kuyay. Sumergido en la profunda morada de la comunidad no
poda emplear con semejante dominio, con natural propiedad, el
castellano. Muchas esencias, que senta como las mejores y legtimas,
no se diluan en los trminos castellanos construidos en la forma ya
conocida. Era necesario encontrar los sutiles desordenamientos que
haran del castellano el molde justo, el instrumento adecuado. Y
como se trataba de un hallazgo esttico, l fue alcanzado como en los
sueos de manera imprecisa.
Logrado naturalmente para m, para el buscador. Seis meses despus
abr las pginas del primer relato de Agua. Ya no haba queja. Ese era
el mundo! La pequea aldea ardiendo bajo el fuego del amor y del
odio, del gran sol y del silencio; entre el canto de los pjaros
nativos guarecidos en los arbustos; bajo el cielo altsimo y avaro,
hermoso pero cruel.
Seria transmitido a los dems ese mundo? Sentiran las extremas
pasiones de los seres humanos que lo habitaban? Su gran llanto y la
increble, la transparente dicha con que solan cantar a la hora del
sosiego? Tal parece que s.
* * *
En qu idioma se deba hacer hablar a los indios en la novela?
Para el bilinge, para quien aprendi a hablar en quechua, resulta
imposible, de pronto, hacerlos hablar en castellano; en cambio,
quien no los conoce a travs de la niez, de la experiencia profunda,
puede quiz concebirlos expresndose en castellano. Yo resolv el
problema crendoles un lenguaje castellano especial, que despus ha
sido empleado con horrible exageracin en trabajos ajenos. Pero los
indios no hablan en ese castellano, ni con los de lengua espaola ni
mucho menos entre ellos! Es una ficcin. Los indios hablan en
quechua. Toda la sierra del sur y del centro, con excepcin de
algunas ciudades, es de habla quechua total. Es pues falso y
horrendo presentar a los indios hablando en el castellano de los
sirvientes quechuas aclimatados en la capital; Yo ahora, tras
veinte aos de esfuerzo, estoy intentando una traduccin castellana
de los dilogos de los personajes andinos de habla quechua. La
primera solucin fue la de crearles un lenguaje sobre el fundamento
de las palabras castellanas incorporadas al quechua, y el elemental
castellano que alcanzan a saber algunos indios en sus propias
aldeas. La novela realista, al parecer, no tena otro camino.
El desgarramiento, ms que de los quechuismos, de las palabras
quechuas, es otra hazaa lenta y difcil. Se trataba de no perder el
alma, de no transformarse por entero en esta larga y lenta empresa!
Mientras el tema de la obra fuera el mismo mundo, l deba brillar
con aquel fuego que logramos encender y contagiar a travs del otro
estilo, del cual no estamos arrepentidos a pesar de sus raros, de
sus nativos elementos.
Fue y es est una bsqueda de la universalidad a travs de la lucha
por la forma, slo por la forma? Por la forma, en cuanto ella
significa conclusin, equilibrio alcanzado por la necesaria mezcla
de elementos Que tratan de constituirse en una nueva
estructura.
Yo no dudo y que se me perdone la afirmacin de este
convencimiento, yo no dudo del valor de los relatos de Agua, de su
valor en relacin con el que actualmente escribo. Haber pretendida
expresarse con sentido de universalidad a travs de los pasos que
nos conducen al dominio de un idioma distinto, haberlo pretendido
en el transcurso del salto; esa fue la razn de la incesante lucha.
La universalidad pretendida y buscada sin la desfiguracin, sin
mengua de la naturaleza humana y terrena que se pretenda mostrar;
sin ceder un pice a la externa y aparente belleza de las
palabras.Creo que en la novela que actualmente escribo Los ros
profundos, el proceso ha concluido. Uno slo poda ser su fin: el
castellano como medio de expresin legtimo del mundo peruano de los
Andes; noble torbellino en que espritus diferentes, como forjados
en estrellas antpodas, luchan, se atraen, se rechazan y se mezclan,
entre las ms altas montaas, los ros ms hondos, entre nieves y lagos
silenciosos, la helada y el fuego.
* * *
En Runa yupay y las primeras ediciones de sus obras Agua (1935)
y Yawar fiesta (1941), JMA opta por entregar al fin de cada libro
un vocabulario. Anotamos aqu el correspondiente a Agua (1935).
Allk'o: perro. Los indios tambin cometen la injusticia de
comparar a los hombres malos con el perro.
Allpa: tierra.
Anka: ave de rapia; slo el cndor es ms grande que el anka.
iAtatao!: interjeccin de asco.
Ayarachi: msica de los comuneros de la puna.
Barroso: toro de color cenizo.
Cordellate: gnero de lana tejido por los mismos indios.
Chascha: perro pequeo de la sierra; generalmente son muy
humildes.
Chiuchicha: pollito. Tambin se dice a los nios.
Chiwaco: zorzal.
Chuklla: choza.
Chumpi: cinturn tejido de lana.
Dansak': bailarines que danzan en las esquinas de los pueblos
serranos en las grandes fiestas; se visten muy vistosamente, a
veces son profesionales. Muchos de ellos hacen pruebas de
prestidigitacin por lo que creen los indios que los dansak son
compadres del diablo.
Dao: se llama a los animales que han incursionado en chacra
ajena. Cada pueblo tiene un coso para encerrar a los daos y la
municipalidad percibe un tanto por ciento del pago que debe hacer
el propietario del dao para rescatar su animal. Los principales a
veces tienen un coso propio.
Hierra: fiesta que se hace durante el tiempo que dura la marca
del ganado. En la hierra se tocan tonadas especiales y se bailan
danzas especiales.
Initi: el sol.
iJajayllas!: interjeccin de burla y desprecio.
Jarawi: msica alegre que se toca durante las noches en las
cosechas de trigo y de maz.
Kalas: nombre despreciativo que los comuneros dan a los
blancos.
Karkacha: duende en forma de llama en el que creen los indios.
Dicen que las karkachas son el alma de las mujeres que cometen
pecado de maridar con sus parientes y compadres; son muy temidos.
Kerkales: montes de kerko, rbol frutal muy parecido a la
papaya.
Killincho: cerncalo. El killincho se atreve a pelear con el anka
poderoso y a veces le hace gritar en el aire, por lo que es
considerado como muy valeroso.
Kocha: laguna artificial o no.
Kundur: el cndor.
Kurawa: pequeo techo que se pone sobre los muros de adobe para
protegerlos de la lluvia.
Lloke: arbusto de tallo muy fuerte y flexible.
Llakta: pueblo.
Machu: viejo.
Maktillo: diminutivo de makta, mozo. Makta es en ciertos casos
un adjetivo muy encomioso, equivalente a fuerte, valiente.
Mamacha: nombre dado a las santas, especialmente a la virgen.
Por cario y respeto se dice mamacha a ciertas personas.
Mamaya: nombre carioso que se da a las madres.
Orko: montaa, cerro. Las grandes montaas son temidas y
respetadas por los indios como seres poderosos.
Pasa: mujer joven.
Paykales: de payko, yerba muy olorosa, es comestible.
Pichiucha: pajarito. Esta palabra va siempre en diminutivo, es
muy dulce en quechua, porque los indios quieren mucho a las
aves.
Principal: el misti ms acaudalado de un pueblo, el ms
poderoso.Rutuna: segadora..
Sariki: el cactus.Saywa: pequeos monumentos que los indios hacen
en las abras colocando unas piedras sobre otras; miradas de lejos,
las saywas parecen centinelas vigilando desde las cumbres.
Sisi: hormiga.
Sunchu: yerba de flor amarilla, muy hermosa.
Tayales: montes de tara, arbusto negrusco de los climas muy
fros.
Tayta: seor. Palabra muy respetuosa en quechua. En algunas
comunidades se llama Tayta al ms influyente de los indios.
Taytacha: Dios y los santos.
Umpu: humilde enfermo, invlido.
Untu: nombre de un gran danzante que hubo en la provincia de
Lucanas.
Upa: sordo, sonso.
Usuta: especie de sandalias.
Varayok: autoridad que lleva por insignia una vara.
Wak'tay: juego brbaro de carnavales en el que dos indios se dan
alternativamente de ltigos con un zurriago con puntas de plomo
hasta que uno de ellos cae vencido.
Waraka: honda.Wayna: hombre joven. Se dice tambin al novio o a
la novia.
Wiksa: barriga. Es tambin un insulto.
Omitimos aqu las notas explicativas para las palabras cuyo
significado se encuentra en el vocabulario ya anotado.
Comunero: perteneciente a una comunidad indgena. Concertado: pen
a sueldo anual (RP). [nc]
Lacayos: siervos. [nc]
Tinya: tamborcillo (ZZ). [nc]
Ayllus: comunidad de indios (RP). Barrio, comunidad indgena
(YF). Familia. Grupo social comunitario (Y). [nc]
Makta: hombre joven. Maktillo: muchacho, diminutivo de makta.
Pasa: mujer joven.
AlIkas: color de ganado vacuno, semejante al moro (YF). [nc]
Pillkas: color de ganado vacuno (YF). [nc]
Interjeccin de entusiasmo.
Huayno: cancin de origen prehispnico que todas las clases
sociales de los pueblos andinos del Per componen en quechua o
castellano o en ambos idiomas (TS). Es la ms popular del pas.
Cancin indgena (YF). [nc]
Tayta: padre, seor; mama: madre, seora; kuna: forma el plural;
cha: el diminutivo.
Tinyay, tinyay: onomatopeya del canto de un tipo de paloma: la
qella [nc]
Nombra a las personas de las clases dominantes, cualquiera que
sea su raza.
Dios, Jesucristo; literalmente significa Padrecito.
Interjeccin de burla, de orgullo.
Paja dura de las regiones altas.
Lucha a zurriago entre solteros, en carnavales.
Cajale: de cajear. Cajeador: especialista que acompaa llevando
el ritmo del toque del arpa en la caja del instrumento. [nc]
Alcalde de indios.
Estanque, laguna.
El sol.
Huerta, que en muchas aldeas de la sierra, rodea a la
iglesia.
Msica fnebre.
Wikullo: arma arrojadiza.
La edicin de 1967 registra, al final del cuento, lo siguiente:
(1933). Con relacin a esta fecha, en Rumanas, nm. l, noviembre
1967, JMA. expresa: . . .Agua la escrib en 1933, la perfeccion en
1934 y se public en 1935.