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(CARTAS SOBRE LA MESA AGATHA CHRISTIE
INDICE "GUA DEL LECTOR 44ADVERTENCIA DE LA AUTORA 5HCAPTULO
PRIMERO EL SEOR SHAITANA 6`CAPTULO II COMIDA EN CASA DEL SEOR
SHAITANA 10JCAPTULO III UNA PARTIDA DE BRIDGE 16DCAPTULO IV EL
PRIMER ASESINO? 22DCAPTULO V EL SEGUNDO ASESINO? 29DCAPTULO VI EL
TERCER ASESINO? 34FCAPTULO VII EL CUARTO ASESINO? 38@CAPTULO VIII
CUL DE ELLOS? 41@CAPTULO IX EL DOCTOR ROBERTS 48\CAPTULO X EL
DOCTOR ROBERTS (CONTINUACIN) 55BCAPTULO XI LA SEORA LORRIMER
61:CAPTULO XII ANNE MEREDITH 66JCAPTULO XIII EL SEGUNDO VISITANTE
71FCAPTULO XIV EL TERCER VISITANTE 78>CAPTULO XV EL MAYOR
DESPARD 84VCAPTULO XVI EL TESTIMONIO DE ELSIE BATT 89ZCAPTULO XVII
EL TESTIMONIO DE RHODA DAWES 93HCAPTULO XVIII T EN EL ENTREACTO
99:CAPTULO XIX DELIBERACIN 104dCAPTULO XX EL TESTIMONIO DE LA SEORA
LUXMORE 114BCAPTULO XXI EL MAYOR DESPARD 119TCAPTULO XXII LAS
PRUEBAS DE COMBREACE 123xCAPTULO XXIII EL TESTIMONIO DE UN PAR DE
MEDIAS DE SEDA 125`CAPTULO XXIV ELIMINACIN DE TRES ASESINOS?
130RCAPTULO XXV LA SEORA LORRIMER HABLA 1336CAPTULO XXVI LA VERDAD
136JCAPTULO XXVII TESTIGO PRESENCIAL 1418CAPTULO XXVIII SUICIDIO
1446CAPTULO XXIX ACCIDENTE 1514CAPTULO XXX ASESINATO 156LCAPTULO
XXXI CARTAS SOBRE LA MESA 160 GUA DEL LECTOR En un orden alfabtico
convencional relacionamosa continuacin losprincipales personajes
queintervienen en esta obra jASTWELL: Asistenta de las seoritas
Meredith y Dawes.BATT (Elsie): Doncella que fue de la seora
Luxmore, viuda de un conocidobotnico, supuesto asesinado.BATTLE:
Superintendente y uno de los mejores elementos de Scotland
Yard.xBURGUESS: Agraciada muchacha, secretaria del doctor
Roberts.zDAWES (Rhoda): Amiga ntima de Meredith, con la cual
convive.zDESPARD (John): Mayor del ejrcito, joven, alto,
distinguido.~LORRIMER: Mujer elegante, sexagenaria, inteligente y
muy culta.MEREDITH (Anne): Hermosa muchacha de veinte aos, de
posicin modesta, quevive a costa de Rhoda Dawes.
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Existe la idea, bastante generalizada, de que una novela
policaca tienecierto parecido a una carrera de caballos, pues como
sta, toman la salida undeterminado nmero de participantes, igual
que hacen los caballos y susjinetes. Pueden ustedes apostar por el
que prefieran. Pero, de comn acuerdo,el favorito suele ser
precisamente el opuesto al que lo sera en dichascarreras. En otras
palabras: es un personaje completamente extrao a lacuestin.
Localicen a quien parezca haber tenido oportunidades de cometer
elcrimen y, en el noventa por ciento de los casos, habrn acertado.
Como no quiero que mis fieles lectores desechen este libro con
disgusto,prefiero advertirles de antemano que la novela que van a
leer no es de laclase a que antes me refiero. Solamente hay en ella
cuatro participantes,cada uno de los cuales, con arreglo a
determinadas circunstancias, pudo habercometido el asesinato. Esto
elimina, por fuerza, el factor sorpresa. Sinembargo, puede existir,
segn creo, pues cada una de ellas ha delinquido ya yes capaz de
realizar nuevos crmenes. Se trata de cuatro caracterescompletamente
diferentes. El motivo que los impulsa al asesinato es inherentea la
forma de ser de cada uno de ellos y, en consecuencia, tambin lo es
elmtodo empleado. Por lo tanto, las deducciones que se hagan deben
sertotalmente psicolgicas; pero tal cosa no deja de ser
interesante, pues unavez que todo est dicho y hecho, es la mente
del criminal lo que reviste mayorimportancia.P Debo decir, como
argumento adicional en favor de esta novela, que fue uno delos
casos favoritos de Hrcules Poirot. No obstante, su amigo, el
capitnHastings, lo encontr muy insustancial cuando el detective se
lo relat. Meagradara saber con quin de los dos estarn de acuerdo
mis lectores.
BCaptulo primeroEL SEOR SHAITANA :Mi apreciado monsieur Poirot!
Era una voz suave y acariciadora; una voz usada deliberadamente
comoinstrumento. En ella no haba nada impulsivo e impremeditado.
Hrcules Poirotdio media vuelta. Se inclin y estrech
ceremoniosamente la mano que le tendael otro.R En los ojos del
detective se reflej una expresin extraa. Poda decirseque aquel
encuentro casual haba despertado en l una emocin experimentada
enraras ocasiones.D-Mi estimado seor Shaitana -dijo.NAmbos
callaron. Parecan dos duelistas en garde. Alrededor de ellos se
arremolinaba, con sosiego, una masa de londinenseslnguidos y bien
vestidos. Se oa el murmullo de las voces.:-Precioso...!
Exquisito...!J-Son divinas, no te parece, querida?H Se encontraban
en la exposicin de cajas de rap que se celebraba en laWessex House.
El precio de la entrada, una guinea, se destinaba a loshospitales
de Londres. -Qu agradable verle de nuevo! -dijo el seor Shaitana-.
Escasea eltrabajo de colgar o guillotinar a la gente? Decae la
actividad del mundocriminal... o va a ocurrir aqu un robo esta
misma tarde...? Sera estupendo. -Siento decepcionarle, monsieur
-contest Poirot-; pero mi presencia en estaexposicin se debe a
motivos puramente particulares.h La atencin del seor Shaitana
recay, de momento, sobre una AdorableJovencita que llevaba unos
apretados rizos en un lado de su cabeza y trescucuruchos de paja
negra en el otro. -Pero, cmo no vino a mi ltima fiesta? -pregunt el
seor Shaitana-. Fuemaravillosa! Gran cantidad de gente habl
conmigo. Psmese! Hasta una seorame dijo: Cmo est usted?, Adis y
Muchsimas gracias; pero la pobreera provinciana, desde luego.f
Mientras la Adorable Jovencita contestaba adecuadamente a estas
razones,Poirot estudi con detenimiento el hirsuto adorno que
campeaba sobre el labio
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superior del seor Shaitana.Era un buen bigote; muy elegante. Tal
vez nico bigote que en Londres podacompetir con el de monsieur
Hrcules Poirot.Pero no es tan exuberante -dijo para s mismo-. No;
no hay duda de que esinferior en todos los aspectos. Tout de mme
&llama la atencin.t Toda la persona del seor Shaitana llamaba
la atencin, pues tal era laintencin del propio interesado. Quera
que su aspecto fuera lo msmefistoflico posible. Era alto y delgado,
de cara larga y melanclica en laque resaltaban unas cejas
fuertemente acentuadas y negras como el azabache.Llevaba un bigote
con las puntas engomadas y una perilla negra. Sus ropas eranobras
de arte; de correctsimo corte, aunque con cierto aire grotesco.\
Todo buen ingls, cuando topaba con l, senta un ardiente deseo de
darle unpuntapi. Y decan para su capote con una singular falta de
originalidad: Ahviene ese maldito dago [1] de Shaitana.0 Las
esposas, hijas, hermanos, tas, madres y hasta las abuelas de
talesingleses, si bien variaban las palabras de acuerdo con su
propia generacin,solan decir tambin frases parecidas a sta: Ya lo
s, querida. Tiene unaspecto algo tremebundo, desde luego. Pero es
rico...! Y, da unas fiestastan magnficas...! Adems, siempre tiene
alguna cosa divertida y maliciosa quecontarte acerca de la gente.
Nadie saba si el seor Shaitana era sudamericano, portugus, griego o
decualquier otra de las nacionalidades despreciadas por los
britnicos.VPero tres hechos eran ciertos por completo.dViva
lujosamente en un costoso piso de Park Lane.Daba fiestas de todas
clases: grandes, pequeas, macabras, respetables yextravagantes.PEra
un hombre a quien casi todos teman. Esto ltimo era difcil de
expresar con palabras concretas. Tal vez eradebido a que daba la
sensacin de saber muchas cosas ms de las convenientesacerca de todo
el mundo. Y a esto una un especial sentido del humor.La gente intua
que era mejor no arriesgarse, ofendiendo al seor Shaitana.Aquella
tarde, su humor le incitaba a fastidiar al hombre de
aspectoridculo, llamado Hrcules Poirot. -De modo que un polica
tambin necesita distraerse? -observ-. Se interesausted por el arte
a una edad demasiado avanzada, monsieur Poirot.(El detective
sonri.-Ya he visto que envi usted tres cajas de rap a la exposicin
-dijo.jEl seor Shaitana agit una mano con gesto de excusa. -Algunas
veces me dedico a comprar bagatelas. Deba usted venir un da pormi
casa. Tengo algunas piezas interesantes. Pero no me limito a ningn
perodoen particular ni a objetos determinados.h-Sus gustos son
ortodoxos -coment Poirot sonriendo. -Exactamente.De pronto, los
ojos del seor Shaitana brillaron, levant las comisuras delos labios
y sus cejas se arquearon.-Hasta le puedo ensear varias cosas
relacionadas con su profesin, monsieurPoirot -anunci.T-Acaso tiene
un Museo negro particular? -Bah! -el seor Shaitana chasque los
dedos con desdn-. La taza queutiliz el asesino de Brighton, las
herramientas de un clebre ladrn... todoeso son chiquilleras
absurdas. Yo no me preocupo por esa basura. Me gustacoleccionar lo
mejor de cada caso. -Y hablando artsticamente, qu objetos considera
usted mejores en elcrimen? -pregunt Poirot a la espera impaciente
de la respuesta.El seor Shaitana se inclin y apoy los dedos sobre
el hombro del detective.Contest con acento dramtico y voz
sibilante:f-Los seres humanos que lo cometen, monsieur Poirot.PLas
cejas de ste se levantaron un poco.-Aja! Le he sorprendido -exclam
el seor Shaitana-. Mi estimado amigo, ustedy yo consideramos estas
cosas desde diferentes puntos de vista. Para usted, el
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crimen es una mera rutina: un asesinato, una investigacin, una
pista y, porltimo, el descubrimiento del asesino, pues
indudablemente usted es un expertoen la materia. Pero esas
trivialidades no me interesan! No me atraen losejemplares de poco
valor. Y un asesino descubierto es, necesariamente, algoque tiene
un defecto. Algo de segunda clase. No; yo considero el asunto
desdeel punto de vista artstico. Slo colecciono lo mejor!L-Y qu es
lo mejor? -pregunt Poirot. -El que ha logrado escapar. El que ha
tenido xito! El criminal quedisfruta de una vida agradable y sobre
el cual no se tiene ni la ms mnimasospecha. Debe usted admitir que
mi distraccin es muy divertida.-Estaba pensando en otra palabra...
y no era precisamente divertida.. -Una idea! -exclam Shaitana sin
hacer caso de la observacin de Poirot-.Una pequea reunin! Una
comida para que tenga la oportunidad de conocer micoleccin! Ha sido
una ocurrencia divertida, de veras. No s cmo no pensantes en ella.
S... s; eso... exactamente. Dme un poco de tiempo... laprxima
semana no podr ser, digamos la siguiente. No tendr ningncompromiso?
Qu da podemos elegir?-Si es dentro de dos semanas, cualquier da me
conviene -respondi Poirotinclinndose. -Bien... entonces pongamos el
viernes. El viernes, da dieciocho. Lo anotaren mi agenda. Desde
luego, la idea me satisface enormemente.$ -Pues yo no estoy tan
seguro de ello -replic Poirot con lentitud-. Noquiero decir con eso
que desprecie su amable invitacin... no; no es eso...0Shaitana le
interrumpi.< -Pero ha quedado conmovida su sensibilidad
burguesa, verdad? Amigo mo,debe usted desembarazarse de las
limitaciones que impone la mentalidad de unpolica.-Realmente, tengo
un concepto absolutamente burgus acerca del asesinato-replic el
detective.Z -Pero, por qu? Cuando se trate de un asunto estpido,
vulgar,sanguinario... s; estoy de acuerdo con usted. Pero el
asesinato puede ser unarte! Y el asesino un artista. -Lo
admito.Z-Entonces, qu? -pregunt el seor Shaitana.V-De todos modos,
no deja de ser un asesino. -Estoy convencido, monsieur Poirot, de
que el hacer una cosa extremadamentebien, constituye en s una
justificacin. Usted, dejando a un lado de todaimaginacin, quiere
coger el asesino, esposarle, encerrarle en la crcel, yfinalmente
hacer que le rompan el cuello en las primeras horas de la maana.En
mi opinin, un asesino realmente afortunado debiera tener derecho a
que elEstado le pagara una pensin, y yo no tendra inconveniente en
invitarle acomer.:Poirot se encogi de hombros. -No soy tan
indiferente al arte en el crimen, como usted supone. Puedosentir
admiracin hacia el asesino perfecto... como podra admirar tambin
aun tigre... que es una fiera esplndida. Pero lo admirara desde el
exteriorde la jaula. No entrara en ella, a no ser que mi deber me
obligara. Porque,como usted sabe, seor Shaitana, el tigre puede
saltar y...(Su interlocutor ri.:-Comprendo. Y el asesino...?P-Puede
matar -coment Poirot gravemente.-Pero qu alarmista es usted!
Entonces, no quiere venir a ver mi coleccinde... tigres?D-Al
contrario. Tendr mucho gusto. -Qu intrpido!^ -No me ha entendido
usted del todo, seor Shaitana. Con mis palabras queraprevenirle.
Quiso hacerme admitir que su idea de coleccionar asesinos
eradivertida. Le dije que, en lugar de divertida, poda emplear otra
palabra.Peligrosa, dira yo. Creo, seor Shaitana, que su distraccin
puede serlo.REl otro lanz una risotada mefistoflica.
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`-Le espero, pues, el da dieciocho; de acuerdo?6Poirot hizo una
reverencia.@-Puede usted esperarme ese da. &Mille
remerciments.-Arreglar una pequea reunin -dijo Shaitana, como si
hablara consigomismo-. No se olvide. A las ocho.pDurante unos
momentos, Poirot contempl cmo se alejaba.vDespus sacudi lentamente
la cabeza con aspecto pensativo.
XCaptulo IICOMIDA EN CASA DEL SEOR SHAITANA La puerta del piso
que ocupaba el seor Shaitana se abri silenciosamente.Un mayordomo
de cabellos grises se apart para que pasara Poirot. Cerrdespus con
tanto cuidado como abri y ayud eficientemente al invitado a quese
despojara del abrigo y sombrero.-A quin anuncio, por favor?
-pregunt con voz baja e inexpresiva.8-A monsieur Hrcules Poirot.Un
rumor de conversaciones se difundi por el vestbulo cuando el
mayordomoabri una puerta y anunci:4-Monsieur Hrcules Poirot.
Shaitana se adelant para recibirle, llevando un vaso de jerez en la
mano.Iba inmaculadamente vestido, como acostumbraba. Su aspecto
mefistoflico habacrecido de punto aquella noche y sus cejas parecan
ms acentuadas debido a laexpresin burlona que las
levantaba.~-Permtame que le presente... conoce usted a la seora
Oliver?La teatralidad que haba en l qued satisfecha al ver el
pequeo gesto desorpresa que hizo Poirot.La seora Ariadne Oliver
pasaba por ser una de las principales escritoras denovelas
policacas y otros asuntos sensacionales. Escriba de forma
amena,aunque no muy gramaticalmente, artculos que aparecan en
diversas revistasrelacionadas con el crimen y sus problemas. Era
tambin una furibundafeminista y cuando algn asesinato famoso
ocupaba la atencin de la Prensa,poda darse por sentado que se
publicara una entrevista con la seora Oliver,en la que dira: Ah; si
una mujer estuviera al frente de Scotland Yard!Crea firmemente en
la intuicin femenina.Por lo dems, era una mujer agradable, de
mediana edad, que vesta conelegancia, aunque de una forma bastante
desaliada. Tena bonitos ojos,hombros erguidos y una gran cantidad
de pelo gris, con el que continuamenteestaba haciendo experimentos.
Unos das su aspecto era altamente intelectual,pues se peinaba con
el pelo recogido en un moo sobre la nuca. En otrasocasiones, la
seora Oliver apareca de repente con el pelo ondulado,
estiloMadonna, o con gran cantidad de rizos revueltos. Aquella
noche llevabaflequillo.Con su agradable voz de tono profundo salud
a Poirot, a quien ya haba sidopresentada anteriormente en una
comida literaria.-Y al superintendente Battle, conocido de usted
sin duda alguna -prosiguiShaitana. Un hombre corpulento y macizo,
de rudas facciones, se adelant. Elsuperintendente, no slo daba la
impresin a quien lo viera de que estabatallado en madera, sino que
se esforzaba en patentizar que la madera encuestin era de una
dureza extraordinaria. Battle tena fama de ser uno de los mejores
elementos de Scotland Yard,aunque su aspecto fue siempre estlido y
un tanto estpido.H-Ya conozco a monsieur Poirot -dijo.Su rgida cara
se distendi en una sonrisa y luego volvi a tomar laapariencia
inexpresiva de antes.H-El coronel Race -continu Shaitana. Poirot no
haba sido presentado con anterioridad al coronel Race, pero
sabaalgo acerca de l. Era un hombre enigmtico, elegante,
profundamente bronceadopor el sol y de unos cincuenta aos de edad.
Por lo general, podaencontrrsele en cualquier lugar remoto del
Imperio... sobre todo si por all
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se fraguaba algn disturbio. Servicio Secreto es un trmino
melodramtico,pero con l se puede describir llanamente y con
exactitud la naturaleza yalcance de las actividades del coronel
Race. Poirot entendi entonces y valor adecuadamente el significado
especial quecontenan las intenciones humorsticas de su anfitrin.
-Los dems invitados se han retrasado -dijo el seor Shaitana-. Tal
veztenga yo la culpa, pues creo que los cit para las ocho y
cuarto.vEn aquel momento se abri la puerta y el mayordomo
anunci:&-El doctor Roberts. El hombre entr en la habitacin con
los modales rpidos que los mdicosutilizan cuando visitan a sus
enfermos. Era un individuo jovial, de rostroencarnado y edad
mediana. Tena ojos pequeos y brillantes, ciertos indiciosde
calvicie, tendencia al embonpoint y un aspecto general de mdico
bienlavado y desinfectado. Sus maneras eran alegres y resueltas.
Daba la sensacinde que los diagnsticos que formulara tenan que ser
necesariamente correctos;sus tratamientos agradables y prcticos...
quizs un poco de champaa durantela convalecencia. Un hombre de
mundo, en todos los aspectos.-Espero que no habr llegado tarde
-dijo el doctor Roberts cordialmente.Estrech la mano del anfitrin y
fue presentado a los dems invitados.Pareci particularmente
satisfecho de conocer a Battle. -Caramba! -exclam-. Usted es uno de
los peces gordos de Scotland Yard,verdad? Muy interesante! Ya s que
es mala cosa hacerle hablar de suprofesin ahora, pero le advierto
que tratar de que lo haga. Posiblemente nosea muy conveniente para
un mdico, pero siempre me ha interesado el crimen.No debo
confesarlo a mis pacientes nerviosos... Ja, ja!6La puerta volvi a
abrirse.(-La seora Lorrimer.t Era una mujer elegantemente vestida,
de unos sesenta aos. Sus faccionesestaban firmemente diseadas;
llevaba arreglado con mucho gusto el cabellogris y tena una voz
clara e incisiva.-Supongo que no me habr retrasado -dijo, avanzando
hacia el seor Shaitana.fLuego salud al doctor Roberts, a quien ya
conoca.*El mayordomo anunci:$-El mayor Despard.2 El recin llegado
era un joven alto, delgado y distinguido. Una cicatriz enla sien le
desfiguraba algo la cara. Despus que fue presentado
gravitnaturalmente hacia donde estaba el coronel Race y pronto
estuvieron los doshablando de deportes y comparando sus
experiencias en el safari.rPor ltima vez se abri la puerta y el
mayordomo anunci:,-La seorita Meredith., Era una muchacha de poco
ms de veinte aos. De mediana estatura y aspectogallardo, unos rizos
castaos le caan sobre el cuello y sus ojos erangrandes, aunque un
tanto separados. Llevaba la cara empolvada, sin rastro
demaquillaje. Hablaba con lentitud y un poco tmidamente.L-Dios mo!
-exclam-. Soy la ltima?8 El seor Shaitana se apresur a recibirla
con un vaso de jerez y unarespuesta adornada y galante. Hizo las
presentaciones con mucha formalidad yceremonia. La seorita Meredith
qued por fin al lado de Poirot, bebiendo su vaso dejerez.-Nuestro
amigo es muy puntilloso -observ el detective sonriendo.(La muchacha
asinti.l -Desde luego. La gente no se preocupa actualmente de las
presentaciones. Selimitan a decir Espero que ya conocer a todos, y
te dejan en mitad de lareunin, sin ms aclaraciones.d-Tanto si
conoces a los dems como si no, verdad?-Eso es. Algunas veces se
siente una confusa... pero creo que el sistema delseor Shaitana
infunde mucho ms temor.HTitube un momento y luego pregunt:X-Aqulla
es la seora Oliver, la novelista?
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- En aquel momento se oy sobre los dems la voz grave de la
aludida, quehablaba con el doctor Roberts.-No puede usted ignorar
el instinto de una mujer, doctor. Las mujeres conocenesas
cosas.Olvidndose de que no iba peinada con el pelo sobre la nuca,
trat dealisarlo hacia atrs, pero se lo impidi el flequillo.V-S; sta
es la seora Oliver -dijo Poirot.$-La que escribi 6Un cadver en la
biblioteca ? -La misma.TLa seorita Meredith frunci el entrecejo.-Y
ese hombre de cara de palo... dijo el seor Shaitana que es
unsuperintendente?,-S; de Scotland Yard. -Y usted? -Y yo?-Le
conozco muy bien, monsieur Poirot. Fue usted quien en realidad
descubriel misterio de la Gua de ferrocarriles.V-Me llena usted de
confusin, mademoiselle.^La seorita Meredith volvi a juntar las
cejas.-El seor Shaitana... -empez a decir, pero call-. El seor
Shaitana...:Poirot coment sosegadamente: -Pudiera decirse que est
obsesionado por el crimen. Al menos, lo parece. Nohay duda de que
desea or cmo disputamos entre nosotros. Ya est incitando ala seora
Oliver contra el doctor Roberts. Ahora discuten sobre los
venenosque no dejan rastro.BLa joven tembl un poco al decir:
-
cristal irlands. En la penumbra, sentado en la cabecera de la
mesa, el seorShaitana tena un aspecto ms diablico que nunca. Pidi
disculpas con elegancia, sobre el nmero desigual de seoras
ycaballeros. La seora Lorrimer tom asiento a su derecha y la seora
Oliver a laizquierda. La seorita Meredith se sent entre el
superintendente Battle y elmayor Despard, y Poirot entre la seora
Lorrimer y el doctor Roberts. -No vamos a permitir que acapare
durante toda la noche a la nica chicabonita que tenemos. Ustedes
los franceses no pierden el tiempo, verdad?L-No lo s. Soy belga
-contest Poirot.-Tanto da por lo que se refiere a las mujeres
-coment el mdico alegremente.f Despus, bajando el tono jocoso y
adoptando el profesional, empez a hablarcon el coronel Race acerca
de los ltimos descubrimientos en el tratamiento dela enfermedad del
sueo. La seora Lorrimer se volvi hacia Poirot e inici la
conversacin hablandosobre las ltimas obras teatrales estrenadas.
Sus juicios eran sensatos, ascomo las crticas que formul. Derivaron
luego al tema de los libros y por final de la poltica mundial.
Poirot apreci en ella una mujer instruida y muyinteligente. En el
lado opuesto de la mesa, la seora Oliver estaba preguntando al
mayorDespard si conoca algunos venenos exticos o poco
comunes.8-Pues... el curare -dijo l. -Eso es vieux jeu, querido
amigo! Ha sido empleado centenares de veces.Me refiero a algo
completamente nuevo!>El mayor contest con sequedad:$ -Las tribus
primitivas estn algo chapadas a la antigua. Prefieren utilizarlos
materiales que sus abuelos y bisabuelos emplearon antes que ellos.B
-Qu aburridos son! -dijo la seora Oliver-. Yo crea que
estabanconstantemente haciendo experimentos con hierbajos y cosas
parecidas. Quoportunidad para los exploradores! Cuando volvieran a
casa podran matar atodos los tos ricos, con alguna nueva droga de
la que nadie oy hablar. -Eso debe usted buscarlo en los medios
civilizados y no en las selvas-coment Despard-. En un laboratorio
moderno, por ejemplo. Cultivos degrmenes, en apariencia
inofensivos, que pueden producir enfermedadesartificiales tan
mortales como las genuinas.> -Eso no interesa a mis lectores.
Adems, los nombres de esos bichos seprestan a confusin...,
estafilococos, estreptococos... Muy complicados paraque los escriba
correctamente mi secretaria y, de todos modos, resultan
algoaburridos, no cree? Qu opina usted, superintendente Battle?^
-En la vida real la gente no se busca tantas complicaciones -dijo
elinterpelado-. Generalmente utilizan el arsnico porque es ms
eficiente y noresulta difcil de conseguir. -Tonteras -replic la
seora Oliver-. Eso lo dice simplemente porque hayuna infinidad de
crmenes que ustedes, los de Scotland Yard, nunca podrndescubrir.
Pero si tuvieran all una mujer...:-Puede decirse que tenemos... -S;
esas horribles mujeres polica que llevan un gorro ridculo y
molestana la gente en los parques. Yo me refiero a una mujer que
ocupara un altocargo. Las mujeres saben mucho acerca del crimen.V
-Por regla general, son criminales con mucha suerte -dijo
elsuperintendente-. No pierden la cabeza y es divertido verlos cmo
mantienencon toda desfachatez sus mentiras.BEl seor Shaitana ri
suavemente.-El veneno es un arma femenina -observ-. Deben de
existir muchasenvenenadoras que nunca fueron descubiertas.-Claro
que las hay -contest la seora Oliver, sirvindose un generoso(mousse
de foie gras.-Un mdico tambin tiene oportunidad de ello -prosigui
el seor Shaitana conaspecto pensativo.-Protesto -dijo el doctor
Roberts-. Cuando envenenamos a nuestros pacientes
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es por puro accidente -ri de buena gana. -Pues si yo estuviera
decidido a cometer un crimen... -El seor Shaitana sedetuvo y hubo
algo en su pausa que llam la atencin de los dems.LTodas las caras
se volvieron hacia l. -Creo que lo llevara a cabo con la mayor
sencillez posible -sigui-.Siempre existe la posibilidad de que
ocurre un accidente... que se dispare unarma sin querer, por
ejemplo... o algn accidente de tipo domstico.\Se encogi de hombros
y cogi su copa de vino.-Pero quin soy yo para decir estas cosas...
con tantos expertos como hayaqu...?$ Levant la copa y al beber, la
luz del candelabro reflej una mancha rojasobre su cara, el bigote
engomado, la perilla y las fantsticas cejas...hHubo un momento de
silencio y la seora Oliver dijo:-Qu hora marca el reloj? Est
pasando un espritu... No tengo los piescruzados... debe ser un
espritu malo!
BCaptulo IIIUNA PARTIDA DE BRIDGE Cuando los invitados volvieron
al saln, encontraron preparada una mesa de bridge. ^Se sirvi el caf
y el seor Shaitana pregunt:"-Quin juega al bridge? Que yo sepa, la
seora Lorrimer y el doctorRoberts. Juega usted, seorita
Meredith?0-S, aunque no muy bien.-Excelente. Y el mayor Despard?
Bien. Qu les parece si ustedes cuatrojugaran aqu?-Menos mal que
habr partida -dijo la seora Lorrimer en un aparte a Poirot-.Soy una
de las ms fervientes partidarias del bridge h que existen. Es
innatoen m. No acepto ninguna invitacin si s que no vamos a jugar
despus de lacomida, pues me duermo irremediablemente. Estoy
avergonzada de eso; pero esas.Eligieron las parejas. La seora
Lorrimer la form con Anne Meredith y elmayor Despard con el doctor
Roberts.b -Mujeres contra hombres -dijo la primera cuando tom
asiento y empez abarajar las cartas con manos expertas-. Las cartas
azules, no le parece,compaera? Soy algo caprichosa.J -Procuren
ganar -dijo la seora Oliver poniendo de manifiesto sus
tendenciasfeministas-. Demuestren a los hombres que no siempre
pueden hacer lo que lesd la gana.\ -Las pobrecitas no tienen la
menor posibilidad de ello -observ el doctorRoberts mientras
barajaba el otro paquete de cartas-. Creo que le toca dar austed,
seora Lorrimer.El mayor Despard se sent lentamente. Miraba a la
seorita Meredith como siacabara de descubrir que era verdaderamente
bonita.v-Corte, por favor -dijo la seora Lorrimer con impaciencia.Y
el mayor, con un sobresaltado gesto de excusa, cort la baraja que
leofrecan.La seora Lorrimer empez a repartir las cartas con gesto
prctico.-Tenemos preparada otra mesa en la habitacin contigua -dijo
el seorShaitana.( Abri una puerta y los cuatro invitados restantes
le siguieron hasta unsaloncito confortablemente amueblado en el que
haba dispuesta otra mesa de bridge.`-Tendremos que sortearnos -dijo
el coronel Race. -Yo no juego -anunci el dueo de la casa moviendo
negativamente la cabeza-.El ,bridge no me divierte. Los otros
protestaron, manifestando que siendo as, preferan no jugar,
peroShaitana sostuvo con firmeza sus propsitos y, por fin, tomaron
asiento.Poirot y la seora Oliver contra Battle y Race. El anfitrin
los estuvo observando durante un rato. Sonrimefistoflicamente
cuando vio con qu cartas declaraba la seora Oliver un
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dos sin triunfo y luego pas silenciosamente a la otra habitacin.
Encontr a los dems jugadores con las caras serias, embebidos en los
lancesdel juego. La subasta se haca con gran rapidez: Un corazn.
Paso. Trestrboles. Tres picos. Cuatro diamantes. Doblo. Cuatro
corazones.El seor Shaitana observ el juego durante un momento, con
la cara sonriente. Luego cruz la habitacin y se sent en un gran
silln, al lado de lachimenea. En una mesilla contigua tena una
bandeja con botellas. Elresplandor del fuego se reflejaba en los
protectores de cristal colocados anteel hogar.^ Como siempre fue un
perito en el arte de la iluminacin, el seor Shaitanala haba
dispuesto de tal forma en aquella estancia, que pareca
alumbradasolamente por las llamas del fuego. Una lamparita con
pantalla, colocada allado de su silln, le permita leer si lo
deseaba. Discretas luces indirectasdaban al saln una luz ms viva
sobre la mesa de juego, en torno a la cualseguan oyndose las mismas
exclamaciones montonas.tUna sin triunfo. Claro y decisivo... La
seora Lorrimer.Tres corazones. Una nota agresiva en la voz... el
doctor Roberts.VPaso. Una voz tranquila... Anne Meredith.R Siempre
se produca una pausa antes de que hablara Despard. No era
lavacilacin del hombre que piensa con lentitud, sino la del que
quiere estarseguro antes de hablar.&Cuatro corazones. Doblo.Con
la cara coloreada por las llamas vacilantes, el seor Shaitana
sonri.Y sigui sonriendo, mientras los prpados le temblaban un
poco...dAquella fiesta le estaba resultando muy agradable.
* * * $-Cinco diamantes. Game y Rubber 6 -dijo el coronel Race-.
Ha jugado muybien, compaero -se dirigi a Poirot-. No cre que
pudiera hacerlo. Hemostenido suerte al no dejarles jugar su pico.
-No me parece que hubieran variado mucho las cosas -replic
elsuperintendente Battle, pues era un hombre de benvola
magnanimidad.N Haba cantado picos. Su compaera, la seora Oliver,
tena ayuda a estepalo, pero algo la haba movido a salir con un
trbol... y los resultadosfueron desastrosos.
-
prometa ser interesante.LEl superintendente Battle la
acompa.pRace fue hacia donde estaba Shaitana y Poirot lo
sigui.L-Nos vamos, Shaitana -dijo el coronel. El interpelado no
contest. Tena la cabeza inclinada sobre el pecho ypareca haberse
dormido. Race dirigi una mirada de extraeza a Poirot y seacerc un
poco ms. De pronto, lanz una exclamacin ahogada y se inclinhacia
delante. Poirot se coloc inmediatamente a su lado y mir lo
quesealaba el coronel... algo que poda ser un botn de camisa...
pero que no loera...p El detective se inclin a su vez, tom una de
las manos del seor Shaitana yla dej caer. Hizo un signo afirmativo
al ver la mirada interrogante de Race yste levant la voz y
llam:t-Superintendente Battle; un momento, acrquese, por favor.El
superintendente se acerc a ellos, mientras la seora Oliver
quedabaviendo cmo se jugaban los cinco triunfos, doblados.
No obstante su aspecto estlido, Battle era un hombre gil. Levant
las cejasy pregunt en voz baja, cuando lleg junto a los otros:
-Ocurre algo?Con un ademn de cabeza el coronel Race seal la
silenciosa figura delsilln.| En tanto que Battle se inclinaba,
Poirot contempl pensativamente la caradel seor Shaitana. Ahora
pareca una cara inocente, con la barbilla cada...sin la expresin
diablica de antes...DHrcules Poirot sacudi la cabeza. El
superintendente se incorpor. Haba examinado, sin tocarle el objeto
quepareca un botn de la camisa del seor Shaitana... pero que no lo
era. Battlelevant tambin la flccida mano y la dej caer.Luego qued
rgido, insensible, capaz, marcial... dispuesto a hacerse
cargoeficientemente de la situacin.:-Un momento, por favor -dijo.
Su voz tena un tono oficial, tan diferente al que haba empleado
durante lanoche, que se volvieron hacia l todos los que estaban
jugando. La mano deAnne Meredith qued sobre el as de picos que iba
a recoger del juego delmuerto.-Siento comunicarles -dijo Battle-
que nuestro anfitrin, el seor Shaitana,ha fallecido. La seora
Lorrimer y el doctor Roberts se levantaron. Despard frunci
elentrecejo y la seorita Meredith dio un ligero respingo.(-Est
usted seguro?El doctor Roberts, dominado por su instinto
profesional, cruz el saln conpaso rpido.rEl superintendente Battle
impidi que siguiera avanzando.-Un momento, doctor Roberts. Puede
decirme, primero, quin entr y sali dela habitacin desde que comenz
la velada?4Roberts lo mir fijamente.N-Entr y sali? No le entiendo.
Nadie.VBattle dirigi la vista hacia el otro lado.:-Es cierto, seora
Lorrimer? -Desde luego.V-Ni el mayordomo ni alguno de los
criados?-No. El mayordomo trajo esa bandeja cuando nos sentamos a
jugar y no havuelto desde entonces.El superintendente mir a Despard
y ste asinti sin proferir palabra.RAnne Meredith, casi sin aliento,
asegur:&-S..., s, eso es.-Qu pasa aqu? -pregunt Roberts con
impaciencia-. Deje que le reconozca.Puede haber sido sencillamente
un mareo. -No ha sido ningn mareo y siento decirles... que nadie
deber tocarlo hasta
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-
que venga el mdico-forense. El seor Shaitana ha sido
asesinado.-Asesinado? -un suspiro horrorizado e incrdulo lanzado
por Anne.VUna mirada fija, desconcertada, de Despard.ZUn agudo
Asesinado? de la seora Lorrimer.FUn Dios mo! del doctor Roberts.
Battle hizo un lento signo afirmativo. Tena en aquel momento el
aspecto deun mandarn de porcelana china. Su expresin era
desconcertante.j-Apualado -dijo-. As ha ocurrido. Le han
apualado.FLuego formul una pregunta general.t-Alguno de ustedes se
ha levantado de la mesa esta noche?Vio cuatro expresiones
vacilantes... confundidas. Miedo... indignacin...congoja... horror;
pero nada que le pudiera ayudar. -Y bien? -dijo.n Sigui un momento
de silencio, y luego el mayor Despard, que se habalevantado y qued
firme como un soldado, con su cara de aspecto sensato vueltahacia
Battle, dijo tranquilamente: -Creo que cada uno de nosotros abandon
la mesa en varias ocasiones durantela velada; bien para preparar
unas copas o para aadir lea al fuego. Yo hicelas dos cosas. Cuando
me acerqu a la chimenea, Shaitana estaba durmiendo enel silln.
-Durmiendo? -Eso cre... s. -Pudo estarlo -dijo Battle-. O pudo
estar ya muerto. Lo averiguaremos dentrode poco. Les ruego que
pasen a la habitacin contigua -se dirigi a la inmvilfigura que
segua a su lado-. Tal vez querr usted acompaarlos, coronelRace?xEl
coronel hizo seguidamente un rpido gesto de comprensin.:-De
acuerdo, superintendente.0Los cuatro jugadores de bridge Dsalieron
lentamente por la puerta.La seora Oliver se sent en una silla al
otro lado de la habitacin y empeza sollozar calladamente.Battle
descolg el receptor del telfono y habl durante unos minutos.
Luegose dirigi a los dems: -La polica vendr en seguida. La Jefatura
ordena que me haga cargo delasunto. El forense llegar dentro de un
momento. Qu tiempo dira usted queha transcurrido desde que lo
mataron, monsieur Poirot? Yo opino que ms de unahora.@ -Eso me
parece. Es una lstima que no puedo ser uno ms exacto... quepudiera
decir: Este hombre muri hace una hora, veinticinco minutos
ycuarenta segundos.JBattle asinti con aspecto abstrado. -Estaba
sentado justamente frente al fuego. Eso influye un poco. Sobre
unahora... no ms de dos y media; es lo que dir el forense, estoy
seguro. Ynadie vio ni oy nada. Es asombroso! Qu albur tan
arriesgado ha corrido elasesino! La vctima pudo gritar.-Pero no lo
hizo. Al criminal no le fall la suerte. Como ha dicho usted, mon
ami, :fue un asunto muy arriesgado.-Tiene usted alguna idea,
monsieur Poirot, de cul fue el motivo? Algunasospecha sobre
ello?:Poirot contest con lentitud:-S; tengo algo que decir al
respecto. No le insinu el seor Shaitana landole de reunin a que
bamos a asistir esta noche?vEl superintendente Battle lo mir con
acentuada curiosidad.v-No, monsieur Poirot. No me insinu nada. Por
qu lo dice?rUn timbre son distante y se oy el aldabn de la
puerta.-Ah estn los nuestros -dijo Battle-. Ir a abrirles. Ya me
contar eso mstarde. Empecemos ahora por el trabajo rutinario.
Poirot asinti.TEl superintendente sali de la habitacin.NLa seora
Oliver continuaba sollozando.
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-
: Poirot se acerc a la mesa de juego y, sin tocar nada, dio una
ojeada a loscarnets en que los jugadores anotaron los tantos.
Sacudi la cabeza variasveces.-Estpido! -murmur-. Estpido
hombrecillo...! Disfrazarse de diablo ytratando de asustar a la
gente... $Quel enfantillage! Se abri la puerta y entr el forense
llevando un maletn en la mano. Lesegua el inspector de la divisin,
que vena hablando con Battle, y despusentr el fotgrafo. En el
vestbulo montaba guardia un agente.xHaba empezado la rutina para el
esclarecimiento del crimen.
-
:Poirot se encogi de hombros.&-Nunca lo sabremos. -El doctor
Roberts! -repiti la seora Oliver tenazmente-. Un hombre muycordial.
Los asesinos lo son a menudo... para disfrazar su
verdaderacondicin! Si estuviera en su lugar, superintendente, lo
arrestara enseguida.< -Es posible que lo hiciera, si una mujer
estuviera al frente de ScotlandYard -dijo Battle, mientras un
destello brillaba en sus ojos impasibles-. Peroya comprender que,
siendo hombres los que se ocupan de ello, debemos tenermucho
cuidado. Deberemos ir despacio, sin precipitaciones. -Hombres...
hombres -suspir la novelista, mientras en su pensamientocompona
varios artculos periodsticos sobre el particular.-Ser mejor que los
hagamos pasar ahora -dijo el superintendente-. No quierotenerlos
esperando demasiado tiempo.El coronel Race hizo un movimiento como
si fuera a incorporarse.@-Si quiere usted que salgamos... Battle
dud un instante al ver la elocuente mirada que le dirigi la
seoraOliver. Estaba perfectamente enterado de la posicin oficial
que ocupaba elcoronel Race, y en cuanto a Poirot, haba trabajado
con la polica en diversasocasiones. El nico tanto dudoso era
decidir si la novelista poda quedarse.Pero el superintendente era
un hombre comprensivo. Record que la seoraOliver haba perdido tres
libras y siete chelines y que haba soportado laprdida sin
enfadarse. -Por m, pueden quedarse todos -dijo-. Pero no quiero que
me interrumpan-mir a la seora Oliver-. Y no quiero que se haga
ninguna referencia a lo quemonsieur Poirot nos acaba de contar. Era
el secreto de Shaitana y, a todos losefectos, ha muerto con l.
Entendido?L-Perfectamente -dijo la seora Oliver.Battle se dirigi
hacia la puerta y llam al agente que montaba la guardia enel
vestbulo.-Vaya al saloncito. Encontrar a Anderson y a los cuatro
invitados. Dgale aldoctor Roberts que haga el favor de venir. -Yo
lo hubiera guardado para el final -dijo la seora Oliver-. Si
hubierasido en una novela, quiero decir -aadi como excusndose.f-La
vida real es un poco diferente -coment Battle.-Ya lo s -replic la
novelista-. En ella todo est muy mal dispuesto.El doctor Roberts
entr, amortiguando un tanto la viveza de sus movimientos. -Oiga,
Battle -dijo-. Esto es un asunto endiablado! Perdone, seora
Oliver,pero es as. Hablando profesionalmente, casi no lo puedo
creer. Apualar a unhombre a pocos pasos de otras tres personas...
-sacudi la cabeza-. Cspita!No me hubiera gustado hacerlo! -Una
ligera sonrisa levant las comisuras desus labios-. Qu es lo que
debo hacer o decir para convencerle de que yo nofui?n-Bueno...
podemos considerar el motivo, doctor Roberts.@El mdico asinti
enfticamente. -Esto est claro. No tena ni el ms ligero motivo para
desembarazarme delpobre Shaitana. Lo que es ms, no le conoca a
fondo. Me diverta, era un tipomuy fantstico. Tena cierto aire
oriental. Como es lgico, investigarndetenidamente mis relaciones
con l al menos, as lo espero. No soy tonto.Pero no encontrarn nada.
No tena ninguna razn para matar a Shaitana y no lomat.4Battle
asinti gravemente.b -Eso est muy bien, doctor Roberts. Investigar
ese aspecto, como supone.Usted es un hombre razonable. Y ahora, qu
puede decirme acerca de sus otrostres compaeros de juego? -Temo que
no s muchas cosas de ellos. A Despard y a la seorita Meredithlos he
conocido esta noche por vez primera. Tena referencias de
Despard...le su libro de viajes, que por cierto me pareci un bonito
cuento chino.X-Saba usted que l y Shaitana se conocan? -No.
Shaitana nunca me habl de l. Como le he dicho, haba odo hablar
de
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- Despard, pero no le conoca personalmente. A la seorita Meredith
no la habavisto nunca. Sin embargo, conozco a la seora
Lorrimer.&-Qu sabe de ella?
-
para ello. Quin asegura que no mirara nadie precisamente en el
momentocrtico?, -S -convino el superintendente-. Corri un gran
riesgo. El motivo debi sermuy fuerte. Me gustara saber cul fue
-aadi, mintiendo descaradamente.
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-
-Supongo que ya lo averiguarn -asegur Robert-. Revisarn sus
papeles ydems efectos. Seguramente entre ellos encontrarn una
pista.T-As lo esperamos -dijo Battle hoscamente.VDirigi una aguda
mirada a su interlocutor.-Le quedara muy reconocido, doctor
Roberts, si me diera usted su opininpersonal... de hombre a hombre.
-Claro que s.L-Cul de los tres cree usted que fue?@El mdico se
encogi de hombros. -Eso es fcil. As, de pronto, yo dira que
Despard. Es un hombre de nerviosbien templados y est acostumbrado a
una vida llena de peligros en la que hayque estar dispuesto a obrar
con presteza. No hubiera dudado en correr unriesgo. Estimo que las
mujeres no tienen nada que ver con este asunto, pues,segn creo, se
necesita cierto vigor fsico para ello.`-No tanto como se imagina. D
un vistazo a esto.T Obrando con la ligereza de un prestidigitador,
Battle sac de pronto uninstrumento de metal reluciente, largo y
afilado, de cabeza redonda cubiertade piedras preciosas.El doctor
Roberts se inclin, cogi aquel objeto y lo examin con eldetenimiento
de un profesional. Toc la punta y silb. -Vaya herramienta!... Vaya
herramienta! Un juguete hecho ex profeso paramatar. Puede penetrar
en cualquier cuerpo con la misma facilidad con queatravesara un
trozo de mantequilla. Supongo que lo llevara consigo
elasesino.2Battle sacudi la cabeza.
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-
-No -dijo-. Era propiedad del seor Shaitana. Estaba encima de la
mesasituada cerca de la puerta, entre gran cantidad de
cachivaches.-Entonces, el criminal se aprovech de las
circunstancias. Tuvo suerte deencontrar por casualidad un utensilio
como ste.-Bueno... es una forma de considerar el asunto -coment
Battle con lentitud.r-Desde luego; no fue tanta suerte para el
pobre Shaitana. -No me refera a esto, doctor Roberts. Quera decir
que existe otro punto devista respecto a la cuestin. Me figuro que
la vista de este pual despert laidea del asesinato en la mente del
criminal.t -Opina usted que fue una inspiracin momentnea... que el
asesinato no fuepremeditado? Que concibi la idea una vez estuvo en
la casa? Ejem... hayalgo que le sugiera esa suposicin?>Mir a
Battle escrutadoramente.-Es solamente una idea -dijo el
superintendente con aire impasible.z-Bien; pudo ser as, desde luego
-asinti Roberts lentamente.PBattle tosi para aclararse la
garganta.-No quiero entretenerle ms, doctor. Muchas gracias por su
colaboracin.Har el favor de facilitarme su direccin?-Naturalmente.
200 Gloucester Terrace, W. 2. El nmero de mi telfono es,Bayswater
23896.z-Muchas gracias. Seguramente tendr que verle dentro de
poco.0 -Me encantar hablar con usted cuando guste. Espero que la
Prensa no darmucha publicidad al asunto. No quiero que se preocupen
mis enfermos nerviosos.bEl superintendente se volvi hacia Poirot y
dijo: -Perdone, monsieur Poirot. Si desea hacer usted alguna
pregunta, estoyseguro de que el doctor no tendr inconveniente en
contestar. -Claro que no. No faltaba ms. Soy un gran admirador de
usted, monsieurPoirot. Las pequeas clulas grises... el orden y el
mtodo. Estoy enterado detodo ello. Presiento que habr usted pensado
en hacerme una preguntaverdaderamente intrigante:Hrcules Poirot
extendi las manos con un ademn de pura raz latina.-No. No. Slo
necesito fijar con claridad en mi pensamiento todos losdetalles.
Por ejemplo, cuntos rubbers jugaron?-Tres -respondi Roberts
rpidamente-. bamos a terminar el primer game Fdel cuarto cuando
llegaron ustedes.8-Y quin jug contra quin? -En el primero, Despard
y yo contra las seoras. Nos dieron un buen vapuleo,por cierto. No
pudimos hacer nada, pues no cogimos ninguna carta que valierala
pena. En el segundo, la seorita Meredith y yo, contra Despard y la
seoraLorrimer -prosigui-, y en el tercero, la seora Lorrimer y yo,
contra laseorita Meredith y Despard. Sorteamos cada vez, pero sali
la cosa de formaque en cada rubber cambiamos de compaero. En el
cuarto volv a jugar con laseorita Meredith.$-Quines ganaron?L-La
seora Lorrimer gan en todos los rubbers. La seorita Meredith gan en
el primero y perdi en los dos siguientes. Yogan un poco y la
muchacha y Despard debieron perder algo.,Poirot dijo sonriendo:
-Nuestro buen amigo el superintendente le ha preguntado acerca de
su opininsobre sus compaeros de juego, como probables asesinos.
Ahora le ruego que mediga cul es la que ha formado de ellos como
jugadores de bridge.L -La seora Lorrimer es una jugadora de primera
categora -replic Robertssin titubear-. Apuesto cualquier cosa a que
obtiene unos buenos ingresosanuales jugando al bridge. Despard es
tambin un buen jugador... lo que yollamo un jugador cabal... un
individuo que sabe emplear la cabeza. A laseorita Meredith se la
puede describir como una jugadora muy segura. Nocomete
equivocaciones, pero sus jugadas no revisten brillantez alguna.J-Y
qu opina de usted mismo, doctor?>Los ojos de Roberts
chispearon.-Me gusta cargar la mano un poco, segn dicen. Pero me he
dado cuenta de que
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-
siempre da buenos resultados. Poirot sonri.:El doctor Roberts se
levant.:-Alguna cosa ms? -pregunt.HEl detective hizo un gesto
negativo.T -Bien, entonces, buenas noches. Buenas noches, seora
Oliver. Debiera tomarnota de lo que ha ocurrido. Es mucho mejor que
esos venenos que no dejantraza, no le parece?El mdico sali de la
habitacin, caminando otra vez con su habitualvivacidad.Cuando la
puerta se cerr tras l, la seora Oliver coment con sorpresa: -Tomar
nota...! Tomar nota! Hay que ver la poca inteligencia que tiene
lagente. Si quiero, puedo inventarme cada da un asesinato mucho
mejor quecualquier crimen real. Nunca me han faltado ideas. Y mis
lectores prefierenlos venenos que no dejan huella!
-
-Supuse que me lo preguntara y he estado recapacitando sobre
ello. Melevant una sola vez, cuando haca de muerto. Me acerqu al
fuego. El seorShaitana estaba vivo todava y le hice observar unos
instantes lo bonito queresultaba ver un buen fuego de lea. -Le
contest?T-S. Me dijo que aborreca los radiadores.D-Oy alguien ms su
conversacin?-No lo creo. Baj la voz para no molestar a los que
estaban jugando.*Con tono seco aadi:-Al fin y al cabo, tiene usted
mi palabra, tan slo, de que el seor Shaitanaestaba vivo y habl
conmigo.El superintendente no opuso ninguna objecin y prosigui con
sus preguntasmetdicas y sosegadas.2-A qu hora ocurri eso?t-Haca
poco ms de una hora que habamos empezado a jugar.:-Y qu me dice de
los dems?v -El doctor Roberts me trajo una copa. Se sirvi otra para
l... pero eso fuemas tarde. El mayor Despard tambin se levant para
beber... alrededor de lasonce y cuarto, poco ms o menos.4-Slo se
levant una vez? -No... creo que dos. Los caballeros estuvieron
yendo y viniendo por lahabitacin, pero no me di cuenta de lo que
hicieron. La seorita Meredith selevant una sola vez y dio la vuelta
a la mesa para ver el juego de sucompaero.0-Y no se alej de
all?^-No puedo decrselo. Es posible que lo hiciera. Battle
asinti.D-Todo esto es muy vago -refunfu. -Lo siento.Una vez ms, el
superintendente actu como un prestidigitador y sac el largoy
delgado estilete.b-Quiere usted verlo, seora Lorrimer?
-pregunt.>La mujer lo tom sin inmutarse.8-Lo haba visto alguna
vez? -Nunca.Z-Sin embargo, estaba sobre la mesa del saln.$-No me
fij en l. -Tal vez se dar cuenta de que con una arma como sta una
mujer podra llevara cabo un asesinato tan fcilmente como un
hombre.T-Supongo que s -dijo ella bajando la voz.jSe inclin para
devolver a Battle el delicado objeto. -Pero, as y todo -agreg el
polica-, esa mujer deba estar en un verdaderocallejn sin salida.
Era muy peligroso el riesgo que deba correr.lAguard un minuto, pero
la seora Lorrimer no replic.-Sabe usted algo acerca de las
relaciones entre los otros tres y el seorShaitana?.Ella sacudi la
cabeza.(-Nada absolutamente.-Tendra inconveniente en darme su
opinin sobre cul de ellos podra ser elculpable?*La mujer se
enderez.-Me parece muy inconveniente el hacer una cosa as. Y,
adems, consideroaltamente impropia esa tajante pregunta.El
superintendente pareci un chiquillo avergonzado, a quien su
abuelaacababa de reprender.-Quiere darme su direccin, por favor?
-murmur, mientras coga su libro denotas.L-Ciento once, Cheyne Lane,
en Chelsea.:-Y el nmero de su telfono? -Chelsea, 45632.
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- jugadores. En sta, los nmeros son bastante extravagnates. Los
tanteos nollegaron a la altura del rubber precedente. Ello fue
debido, con seguridad,a que el doctor jugaba con la seorita
Meredith y sta es una jugadorabastante tmida. Si hubiera lanzado ms
faroles, corra el riesgo de que ellajugara con ms timidez todava.
Tal vez creern ustedes -termin Poirot- que las preguntas que hago
sontonteras. Pero no lo son. Necesito conocer el carcter de los
cuatrojugadores y cuando ven que solamente les pregunto acerca del
bridge, ^todosestn dispuestos a contarme lo que saben.N -Nunca cre
que sus preguntas fueran disparatadas, monsieur Poirot
-dijoBattle-. Ya he tenido ocasin de ver cmo trabaja usted. Cada
cual tiene susmtodos, lo s. Tengo por costumbre que mis inspectores
gocen de la libertaden este aspecto. De tal forma, cada uno de
ellos tiene ocasin de saber qumtodo cuadra mejor a sus aptitudes.
Pero ser preferible que dejemos estopara otro rato. Haremos que
pase la muchacha.Anne Meredith pareca bastante trastornada. Se
detuvo en el umbral de lapuerta, respirando con dificultad. Los
instintos paternales del superintendente Battle se
pusieroninmediatamente de manifiesto. Se levant y dispuso una silla
para la joven, enngulo ligeramente diferente, para que no se
sentara frente a l. -Tome asiento, seorita Meredith, por favor.
Vamos, no se alarme. Ya s quetodo esto parece algo terrible, pero
en realidad no lo es tanto.0 -No creo que haya cosas peores -dijo
ella con un hilo de voz-. Es tanhorroroso... tan horroroso...
pensar que uno de nosotros... que uno denosotros...< -Djeme que
sea yo quien haga esas reflexiones -dijo Battle con
amabilidad-.Bien, seorita Meredith, qu le parece si nos diera su
direccin antes quenada?@-Wendon Cottage, en Wallingford..-No vive
en la ciudad?P-Paro en mi club durante un par de das.(-Y cul es su
club?F-El Naval y Militar para seoras.-Muy bien. Y ahora, seorita
Meredith, conoca mucho al seor Shaitana?j-No muy bien. Siempre cre
que era un hombre temible. -Por qu?-Pues... porque lo era! Tena una
sonrisa espantosa! Y aquella forma deinclinarse sobre una como si
fuera a comrsela...H-Haca mucho tiempo que lo conoca?-Cerca de
nueve meses. Me lo presentaron en Suiza, mientras practicaba
losdeportes de invierno.-Nunca hubiera credo que le gustaran tales
deportes -dijo Battlesorprendido.-Slo patinaba. Era un patinador
estupendo. Haca gran cantidad de figuras yfiligranas.-S; eso
cuadraba mejor con su carcter. Y lo vio muchas veces
despus?-Pues... bastantes. Me invit a varias reuniones y fiestas
que dio. Todasellas fueron un tanto extravagantes.@-Pero a usted no
le gustaba l?b-No. Lo consideraba como un hombre
escalofriante.:Battle pregunt con suavidad:^-No tena ninguna razn
especial para temerle?
-
fLas mejillas de la muchacha enrojecieron de pronto.h-No... no.
Creo que di una vuelta por la habitacin. -Bien. Perdone, seorita
Meredith: trate de contarnos la verdad. Ya s queest nerviosa y
cuando uno se encuentra as, es capaz de... bueno, de contarlo
sucedido como intentaba usted hacerlo. Pero eso no da ningn
resultado.Quedamos, pues, en que dio una vuelta por la habitacin.
Se dirigi haciadonde estaba el seor Shaitana?rLa joven guard
silencio durante un momento y luego dijo:R-De verdad... de
verdad... no me acuerdo.-Est bien; consideraremos que pudo hacerlo.
Sabe usted algo acerca de losotros tres?.Anne sacudi la
cabeza..-Nunca los haba visto.-Qu opina usted de ellos? Le parece
que alguno pudo ser el asesino? -No lo puedo creer. No puedo. El
mayor Despard no pudo sen Y no creo quefuera el mdico... al fin y
al cabo, un mdico puede matar a cualquiera de unamanera mucho ms
fcil. Una droga... o algo parecido.z-Entonces, de ser alguien, fue
la seorita Lorrimer, verdad?-No. Estoy segura de que no lo hizo. Es
tan encantadora... y tan amablecuando se juega al bridge con ella.
Es una gran jugadora y, sin embargo, nohace que una se ponga
nerviosa, ni le reprende por las equivocaciones quecometa.|-No
obstante, dej usted su nombre para el final -dijo Battle.-Fue slo
porque el apualar a una persona no me parece cosa de mujer.-Battle
volvi a repetir el juego de manos y Anne Meredith inici
unmovimiento de retroceso.J-Oh, qu horrible! Debo... cogerlo?8-Me
gustara que lo hiciera. La observ mientras ella coga el estilete
con repugnancia. La cara de lamuchacha se contrajo, demostrando la
aversin que senta.R-Con esta cosa tan pequea... con esto...-Penetra
cualquier cosa como si fuera mantequilla -coment Battle con tono
desatisfaccin-. Un nio lo puede hacer.D -Quiere usted decir...
quiere decir... -la joven lo mir con ojos abiertosy aterrorizados-,
que yo pude hacerlo? Pero yo no lo hice. Por qu tena quehacerlo?
-Eso es precisamente lo que deseamos saber -dijo el
superintendente-. Culfue el motivo? Por qu alguien quera matar a
Shaitana? Era un individuobastante pintoresco, pero, por lo que s,
no era peligroso.Hubo una ligera interrupcin en la respiracin de la
muchacha... unarepentina elevacin de todo su pecho. -No era un
chantajista, por ejemplo, ni cosa parecida -prosigui Battle-.
Detodas formas, seorita Meredith, no parece ser usted el tipo de
joven queesconde gran cantidad de secretos criminales.lPor primera
vez sonri ella, ganada por su afabilidad.-No; desde luego, no los
tengo. Ni de stos, ni de otra especie.8 -Entonces, no tiene usted
por qu preocuparse. Tal vez tendremos que vernosde nuevo para
hacerle unas cuantas preguntas, pero slo ser una
cosarutinaria.$Battle se levant.< -Puede usted marcharse. El
guarda le llamar un taxi. Y procure pasar lanoche sin dar vueltas
en la cama, preocupndose por esto. Tmese un par deaspirinas.La
acompa hasta la puerta y cuando volvi, el coronel Race en voz baja
yacento divertido dijo:-Qu consumado embustero es usted, Battle!
Ese aire paternal es insuperable.n -No poda perder el tiempo con
ella, coronel Race. La pobre chica podaestar mortalmente
asustada... en cuyo caso obrar de otra forma hubiera sidocrueldad.
Y no soy, ni nunca fui cruel. O poda ser una actriz consumada,
conlo que no hubiramos adelantado un paso, por ms que la
interrogramos toda la
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noche.H La seora Oliver suspir y se pas la mano por el flequillo
de manera que lodescompuso, dando a su cara un aspecto alegre, como
si hubiera tomado una copade ans. -Sepa usted que estoy por creer
que lo hizo ella. Suerte que esto no ocurreen una novela. La gente
no quiere que la culpable sea una muchacha joven ybonita. De todos
modos, creo que ella lo hizo. Qu opina usted,
monsieurPoirot?D-Acabo de hacer un descubrimiento.F-En las hojas
del carnet otra vez?-S. La seorita Meredith dio la vuelta a la
suya, traz unas lneas yutiliz el dorso.,-Y qu significa
eso?-Significa que est acostumbrada a la estrechez, o bien que
tieneinstintivamente el sentido de la economa.-Pues el vestido que
lleva es de los caros -observ la seora Oliver.z-Que pase el mayor
Despard -orden el superintendente Battle.
>Captulo VIIEL CUARTO ASESINO? El mayor Despard entr en la
habitacin con paso rpido y elstico... unpaso que hizo que Poirot se
acordara de alguien o de algo.( -Siento mucho haberle hecho esperar
todo este tiempo, mayor Despard -seexcus Battle-. Pero quera que
las seoras pudieran marcharse cuanto antes.V-No hace falta que se
excuse. Lo comprendo.`Tom asiento y mir inquisitivamente al
polica.r-Conoca usted bien al seor Shaitana? -pregunt Battle.h-Lo
haba visto en dos ocasiones -respondi Despard. -Slo en dos? -Eso
es.B-Y cules fueron esas ocasiones?-Hace cosa de un mes estuvimos
comiendo en la misma casa. Entonces me invita un combinado que daba
una semana despus. -En este piso? -S.l-Dnde se celebr? En esta
habitacin o en el saln?6-En todas las habitaciones.R-Vio este
pequeo objeto en algn sitio?HBattle sac una vez ms el estilete.jLos
labios del mayor Despard se curvaron ligeramente.-No -respondi-. No
tom nota de l para utilizarlo en otra ocasin.-No hay necesidad de
que se adelante a lo que diga yo, mayor Despard.d-Le ruego que me
perdone. La deduccin era lgica.Hubo un momento de silencio y luego
Battle reanud sus preguntas.x-Tena usted algn motivo para aborrecer
al seor Shaitana? -Muchos.`-Eh? -El superintendente pareci
sobresaltarse." -Para aborrecerlo... no para matarlo -dijo
Despard-. No tena el menor deseode matarlo, pero creo que me
hubiera gustado darle un buen puntapi.d-Por qu quera darle un
puntapi, mayor Despard?0-Porque era uno de esos dagos que lo estn
pidiendo a gritos. Cada vez quelo vea senta una comezn extraa en la
punta de mi zapato.z-Sabe usted algo de l...? Que lo desacredite,
quiero decir.-Iba demasiado bien vestido... llevaba el pelo
demasiado largo.., y ola aperfume.-Y, sin embargo, acept su
invitacin para cenar -apunt Battle.2 -Si cenara solamente en las
casas cuyo dueo es de mi completo agrado, temoque no saldra mucho
de noche, superintendente -replic Despard con sequedad.-Le gusta a
usted la vida de sociedad, pero no la aprueba, verdad? -sugiriel
otro.
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B -Me gusta, pero por perodos cortos. S; me gusta volver de la
selva paraencontrar habitaciones iluminadas, mujeres vestidas con
ropas encantadoras;para comer bien, bailar y rer... pero slo por
poco tiempo. Luego, lainsinceridad de todo me produce nuseas y
quiero marcharme otra vez.-Debe ser una vida muy peligrosa la que
lleva usted, mayor Despard,recorriendo parajes tan apartados.hEl
joven se encogi de hombros y sonri ligeramente.-El seor Shaitana no
llevaba una vida peligrosa... y, sin embargo, hamuerto, mientras yo
estoy vivo.-Puede ser que fuera ms peligrosa de lo que usted cree
-dijo Battleintencionadamente.&-Qu quiere decir?t-El difunto
seor Shaitana era una especie de metomentodo.BDespard se inclin
hacia delante.-Quiere dar a entender que se entrometa en la vida de
los dems... quedescubra...? A qu se refiere?-Quiero decir que, tal
vez, era un hombre de los que gustan entrometerseen... ejem...
bueno... en la vida de las mujeres.Despard se reclin en la silla y
lanz una risotada divertida aunqueindiferente.t-No creo que las
mujeres tomaron en serio a tal charlatn.\-Quin cree usted que lo
mat, mayor Despard? -Pues no lo s. La seorita Meredith no fue. Y no
puedo imaginarme a laseora Lorrimer haciendo tal cosa... me
recuerda a una de mis tas mstemerosas de Dios. Queda, por lo tanto,
el caballero mdico.-Puede describirme lo que hicieron usted y sus
compaeros durante la velada?-Me levant dos veces. Una de ellas para
coger un cenicero y atizar el fuego.Y despus para servirme una
copa.-Qu ocurre? -pregunt Battle.0 -Nada -contest el detective-. Se
me ha ocurrido que Despard camina como untigre... s, eso es...
elsticamente, con suavidad, como se mueve esa fiera.-Hum! -refunfu
Battle-. Bien... -mir a sus tres compaeros-. Cul deellos lo
hizo?
8Captulo VIIICUL DE ELLOS? L Battle mir a la cara de cada uno de
los circunstantes. Slo uno de elloscontest la pregunta. La seora
Oliver, siempre dispuesta a dar su parecer,empez a hablar.2-La
muchacha o el mdico. El superintendente mir inquisitivamente a los
otros dos. Pero ambos no
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parecan dispuestos a formalizar ninguna declaracin. Race sacudi
la cabeza yPoirot alis cuidadosamente las hojas del carnet.L -Uno
de ellos lo hizo -comenz Battle con aspecto pensativo-. Uno de
ellosest mintiendo descaradamente-. Pero, cul? ste no es un asunto
fcil... no;no es fcil.VCall durante unos momentos y despus dijo:
-Si hemos de fiarnos de lo que nos han dicho, el mdico cree que
Despard esel culpable; Despard cree que lo hizo el mdico; la
muchacha piensa que fue laseora Lorrimer... y sta no quiere decir
nada. En resumen, ningn indicio queaclare la cuestin.2-Tal vez no
-dijo Poirot.HBattle le dirigi una rpida mirada.h-Cree usted que
hay algo en lo que nos han contado?DPoirot hizo un ademn con la
mano.-Es el matiz de las declaraciones... nada ms. Nada sobre lo
que se puedansacar definitivas conclusiones.8El superintendente
continu:-Por lo visto, ustedes dos, caballeros, no quieren decir lo
que piensan deesto...T-No existen pruebas -dijo Race
brevemente.-Oh! Hombre! -suspir la seora Oliver, como si
despreciara tal reserva enuna opinin.-Examinemos las posibilidades
en trminos generales -observ Battle.$Medit un momento. -Yo pondra
al mdico en primer lugar -dijo al fin-. Es un sospechosobastante
plausible. Sabe el punto exacto donde introducir un pual.
Peroaparte de ello, no tenemos nada ms contra l. Despus est
Despard; un hombrede nervios bien templados. Acostumbrado a tomar
decisiones rpidas y a dejarsu hogar para acometer empresas
peligrosas. La seora Lorrimer? Tambin poseebuenos nervios y es una
mujer de las que pueden tener un secreto en su vida.Da la impresin
de saber lo que son las desgracias. Por una parte, yo diraque es lo
que podramos llamar una mujer de buenos principios... una mujer
quepodra ser directora de un colegio de seoritas. Es difcil
imaginrselaapualando a una persona. Realmente, no creo que lo haya
hecho ella. Y, porfin, tenemos a la pequea seorita Meredith. No
conocemos sus antecedentes.Parece una muchacha corriente, de
aspecto atractivo, aunque algo tmida. Pero,como ya he dicho, no
sabemos nada ms acerca de ella.-Sabemos que Shaitana estaba
enterado de que cometi un asesinato -observPoirot.-La mscara
angelical ocultando el demonio -musit la seora Oliver.-Nos conduce
esto a algn lado, Battle? -pregunt el coronel Race.-Cree usted que
son especulaciones sin ningn valor, seor? En un caso comoste, es
natural que se hagan suposiciones.-No sera mejor investigar todo lo
que se relacione con esa gente? Battle sonri.-No se preocupe.
Dedicaremos a ello nuestro mejor inters. Creo que usted nospodra
ayudar.*-Claro que s. Cmo?^ -Respecto al mayor Despard. Ha pasado
mucho tiempo en el extranjero. EnSudamrica, en el este y sur de
frica... tiene usted medios de reunirinformacin acerca de ese
joven. Race asinti. -Oh! -exclam la seora Oliver-. Tengo un plan.
Somos cuatro... cuatrosabuesos, como ha dicho usted... y ellos
tambin son cuatro. Qu pasara sicada uno de nosotros nos encargramos
de uno de ellos? Sigamos nuestrainspiracin. El coronel Race que se
encargue del mayor Despard; elsuperintendente Battle del doctor
Roberts; yo me ocupar de Anne Meredith, ymonsieur Poirot de la
seora Lorrimer. Que cada uno de nosotros siga supropia
pista!dBattle movi negativamente la cabeza con decisin.
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-No podemos hacer eso, seora Oliver. Tiene que darse cuenta de
que esto esun asunto oficial y yo estoy encargado de l. Debo
investigar todas laspistas. Me parece muy bien eso de seguir
nuestra propia inspiracin. Pero dosde nosotros pueden sentir la
misma. El coronel Race no ha dicho que sospechabadel mayor Despard.
Y monsieur Poirot tal vez no apueste por la seoraLorrimer.FLa seora
Oliver exhal un suspiro.~-Era un plan tan estupendo! -dijo con
pesadumbre-. Tan claro!XLuego cobr un poco ms de nimo y
pregunt:-Pero usted no tendr inconveniente en que yo efecte unas
cuantasinvestigaciones por mi cuenta, verdad? -No -respondi
Battle-. No puedo oponerme a ello. Despus de haber asistidousted a
esta reunin, est en libertad de hacer lo que su curiosidad o
intersle sugieran. Pero deseo advertirle, seora Oliver, que ser
preferible tengacuidado." -Ser la discrecin en persona -dijo la
mujer-. No se me escapar unapalabra acerca de... de nada -termin la
frase como si le faltara decisin.Z -No creo que el superintendente
Battle se refiera a eso precisamente-observ Hrcules Poirot-. Quiere
decir que posiblemente trate usted con unapersona que segn
suponemos, ha cometido ya dos asesinatos. Una persona, porlo tanto,
que no dudar en matar por tercera vez... si lo considera
necesario.La seora Oliver lo mir con aspecto pensativo. Luego
sonri; con una sonrisasimptica parecida a la de un nio
descarado.
-QUEDA USTED ADVERTIDA -cit-. Muchas gracias, monsieur Poirot.
Tendrcuidado con lo que haga, pero no pienso abandonar este
caso.DPoirot hizo una ligera reverencia.-Permtame que le diga que
tiene usted un espritu deportivo, madame.| -Supongo -dijo la seora
Oliver irguindose y hablando con los ademanes queempleara en la
reunin de un comit feminista- que toda la informacin queconsigamos
se facilitar a los dems... es decir, que nadie guardar para slo que
sepa. Nuestras propias deducciones e impresiones podremos
retenerlas,desde luego.6El superintendente suspir.-Esto no es una
intrigante novela de detectives, seora -observ. Race
intervino.-Como es natural, todos los informes deben ser entregados
a la polica.6 Y despus de haber dicho esto, con el tono que
empleara al dar una orden enla sala de banderas, aadi, mientras un
ligero destello brillaba en sus ojos: -Estoy seguro de que jugar
limpio, seora Oliver. El guante manchado; lashuellas digitales en
el vaso de los cepillos de dientes; el fragmento de papelquemado...
todo esto lo entregar a Battle.~-Rase usted -dijo la mujer-. Pero
la intuicin de una mujer...`Hizo un vigoroso gesto afirmativo con
la cabeza. Race se levant.-Har que investiguen todo lo referente a
Despard. Se necesitar un poco detiempo. Puedo hacer algo ms? -No lo
creo. Muchas gracias, seor. No tiene usted alguna sugerencia
quhacer? Apreciara cualquier cosa que me dijera en este aspecto..
-Hum! Bueno... yo prestara una especial atencin a los disparos, a
losvenenos y a los accidentes; pero me parece que ya habr pensado
usted en ello.B-S; ya lo tengo presente, seor. -Muy bien, Battle.
No necesita que yo le ensee lo que debe hacer. Buenasnoches, seora
Oliver. Buenas noches, monsieur Poirot.Y haciendo una final
inclinacin de cabeza a Battle, el coronel Race salidel
comedor.N-Quin es? -pregunt la seora Oliver. -Tiene una excelente
hoja de servicios en el ejrcito -contest Battle-. Haviajado mucho.
Habr pocos rincones del mundo que l no conozca.@ -Del Servicio
Secreto, supongo -contest la mujer-. Ya s que no puede usted
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decrmelo; pero si no fuera as, no le hubieran invitado esta
noche. Loscuatro asesinos y los cuatro sabuesos... Scotland Yard,
Servicio Secreto,Investigacin Privada y Literatura Policaca. Una
idea genial.2Poirot sacudi la cabeza.-Est usted en un error,
madame. Fue una idea estpida. El tigre se alarmy... salt..-El
tigre? Qu tigre?n-Al decir tigre, me refiero al asesino -exclam
Poirot.8Battle pregunt bruscamente: -Cul es su opinin sobre la
mejor lnea de conducta a seguir, monsieurPoirot? Eso por una parte.
Tambin me gustara saber qu es lo que piensarespecto a la psicologa
de esas cuatro personas. Est usted muy prctico eneso. Poirot, que
segua alisando las hojas de carnet, replic: -Tiene ustedrazn..., la
psicologa es muy importante. Sabemos qu clase de asesinato seha
cometido y la forma en que se llev a cabo. Si tenemos una persona
que,desde el punto de vista psicolgico, no pudo cometer este tipo
particular deasesinato, podemos desecharla de nuestros clculos.
Tenemos unos pocosantecedentes sobre esas cuatro personas. Hemos
sacado nuestra propia impresinsobre ellas y conocemos la lnea de
conducta que ha elegido cada cual. Sabemosalgo acerca de sus
mentalidades y sus caracteres por lo que nos han dichorespecto a
sus cualidades como jugadores y por lo que hemos deducido
alestudiar su escritura en estas hojas de carnet. Pero por
desgracia, no esfcil dar una opinin definida. Este crimen requera
audacia y sangre fra...una persona que no dudara en correr un
riesgo. Bien; tenemos al doctorRoberts... un farolero... un hombre
que confa por completo en susfacultades para salir con bien de
cualquier riesgo. Su psicologa encajaperfectamente en este
asesinato. Puede decirse entonces que ello eliminaautomticamente a
la seorita Meredith. Es tmida; se asusta de forzar lamano; es
cuidadosa, econmica, prudente y carece de seguridad en s misma.
Lapersona menos indicada para dar un golpe temerario y arriesgado.
Pero unapersona tmida puede matar si est asustada. Una persona
nerviosa y asustadallega a la desesperacin y puede revolverse como
una rata acorralada. Si laseorita Meredith cometi un crimen en el
pasado y crea que el seor Shaitanaestaba enterado de ello y
dispuesto a entregarla a la justicia, pudoenloquecer de terror... y
decidirse a realizar cualquier cosa, sin ningnescrpulo, con tal de
salvarse. Tendramos, pues, el mismo resultado, aunqueproducido por
una reaccin diferente... nada de sangre fra ni atrevimiento,sino
pnico desesperado. Consideremos despus al mayor Despard. Un hombre
fro y de muchos recursos,que no dudara en arriesgarse si lo creyera
absolutamente necesario. Pudopesar los pros y los contras y decidir
que exista una posibilidad, aunqueleve, a su favor. Es un tipo de
hombre que prefiere la accin a lainactividad; que nunca desdear
seguir un camino peligroso, si cree que hayuna oportunidad
razonable de xito. Tenemos finalmente a la seora Lorrimer.Una mujer
de cierta edad, pero en plena posesin de su juicio y facultades.Una
mujer serena, de cerebro matemtico. Posiblemente tiene el mejor
cerebrode los cuatro. Confieso que si la seora Lorrimer cometiera
un crimen, yo nodudara de que se trataba de un crimen premeditado.
Puedo verla en miimaginacin planeando un asesinato, despacio y con
toda clase de cuidados,asegurndose de que no hay ningn fallo en su
proyecto. Por dicho motivo, meparece ella menos sospechosa que los
dems. Sin embargo, tiene unapersonalidad dominadora y cualquier
cosa que emprenda la llevar a cabo sinuna imperfeccin. Es una mujer
eficiente en extremo, sin duda. Hizo una pausa. -Como ya ven
ustedes, esto no sirve de gran ayuda. No... slo hay un caminoque
seguir en este crimen. Debemos volver al pasado. Battle
suspir.8-Usted lo ha dicho -convino. -Segn opinaba el seor
Shaitana, cada uno de ellos haba cometido un
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crimen. Tena pruebas? O eran suposiciones? No podemos decirlo.
Me parecedifcil que pudiera tener pruebas fehacientes de los cuatro
casos...-Estoy de acuerdo con usted en eso -dijo Battle asintiendo
con la cabeza-.Sera demasiada coincidencia. -Supongo que ocurrira
as... Se mencion un asesinato o cierta forma deasesinato y el seor
Shaitana sorprendi un gesto extrao en la cara dealguien. Era muy
rpido en interpretar la expresin de un rostro. Le divirtihacer un
experimento... sondear con mucho tiento en el curso de
unaconversacin insustancial, al parecer... vigilar cualquier
sobresalto,cualquier silencio, cualquier deseo de cambiar de
tema... No es difcil haceruna cosa as. Si se sospecha un secreto,
nada es tan fcil como confirmar losrecelos que se puedan tener.
Cada vez que una palabra da en el blanco, serecibe uno de ellos...
si se est esperando que ocurra tal cosa.-S; sa es una clase de
juego que hubiera gustado a nuestro difunto amigo-asinti Battle.:
-Podemos conjeturar, por lo tanto, que tal fue el procedimiento
utilizado enuno o ms casos. Pudo encontrarse tambin con alguna
prueba, e investigar losucedido. Pero en un supuesto u otro, dudo
que tuviera en su poder lossuficientes datos fehacientes como para
acudir a la polica. -O pudo no haber sido de ese modo -dijo
Battle-. Muy a menudo nosencontramos con asuntos que no parecen
claros... sospechamos que ha existidojuego sucio, pero no podemos
probarlo. De todos modos, el procedimiento aseguir no ofrece dudas.
Debemos investigar los antecedentes de esa gente ytomar nota de
cuantas muertes puedan tener alguna significacin respecto aellos.
Supongo que se dara cuenta, como ha hecho el coronel, de lo
queShaitana dijo mientras cenbamos.t-El espritu malo -murmur entre
dientes la seora Oliver. -Se refiri ligeramente a los venenos, a
los accidentes, a las oportunidadesque puede tener un mdico y a los
disparos casuales. No me sorprendera que alpronunciar esas palabras
firmara su propia sentencia de muerte.-Hizo una pausa
verdaderamente desagradable -coment la seora Oliver. -S -dijo
Poirot-. Aquellas palabras dieron en el blanco; por lo menos, enuna
persona. Y esa persona crey que Shaitana estaba enterado de mucho
ms delo que saba en realidad. Crey que tales palabras eran el
principio delfin... que la reunin era una diversin dramtica
organizada por Shaitana, locual culminara con un arresto por
asesinato. S; como dijo usted, firm susentencia de muerte cuando
hostig a sus invitados con dichas insinuaciones.8Hubo un momento de
silencio.-ste ser un asunto largo -suspir Battle-. No podemos
encontrar en uninstante lo que nos interesa... y debemos ser
cuidadosos. Ninguno de loscuatro debe sospechar lo que estamos
haciendo. Todas nuestras preguntas einvestigaciones deben tener la
apariencia de que estn relacionadas con esteasesinato en
particular. No podemos dejar que sospechen que tenemos ciertaidea
sobre el motivo del crimen. Y lo malo del caso, es que nos
vemosobligados a investigar el pasado de cuatro posible asesinos,
en vez de unosolo. Poirot objet:-Nuestro amigo el seor Shaitana no
era infalible. Posiblemente pudo estarequivocado.0-Respecto a los
cuatro?R-No. Era demasiado inteligente para ello.f-Entonces
pongamos slo en el cincuenta por ciento.-Ni an eso. Yo dira que
estaba equivocado respecto a uno de los cuatro. -Un inocente y tres
culpables? Sigue sin gustarme. Lo malo de esto es queaunque
lleguemos a saber la verdad, no nos servir de nada. Aunque
alguientirara por la escalera a su ta en 1912, de poco nos valdr
saberlo ahora. -S, s. De algo nos aprovechar -anim Poirot-. Usted
lo sabe tan bien comoyo.4Battle asinti lentamente.t-Ya s a qu se
refiere -dijo-. La misma marca de fbrica.
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-Quiere decir que la primera. vctima fue apualada tambin por un
estilete?-pregunt con tono de extraeza la seora Oliver. -No tanto
como eso -contest Battle, volvindose hacia ella-. Pero no dudoque
ser un crimen del mismo tipo. Los detalles podrn ser diferentes,
pero suparte esencial ser idntica. Es extrao, pero un criminal se
delata siemprepor ello.~-El hombre es un animal de costumbres
-coment Hrcules Poirot. -Pues las mujeres son capaces de variar
constantemente. Yo misma, nocometera dos veces seguidas el mismo
crimen -dijo la seora Oliver.-No escribi nunca, por dos veces
consecutivas, el mismo argumento?-pregunt Battle. -*El misterio del
Loto $-murmur Poirot-. 8La pista de la gota de cera.P -Es usted muy
listo... s; verdaderamente listo. Porque, desde luego, latrama de
esas dos novelas es la misma... aunque nadie se ha dado cuenta
deello. En una se trata del robo de ciertos documentos, durante una
reuninfamiliar del Gabinete; y la otra se refiere a un asesinato
ocurrido en el bungalow Jde un cosechero de caucho, en Borneo.
-Pero el asunto esencial sobre el que giran ambas historias es el
mismo-observ Poirot-. Uno de sus trucos ms esmerados. El cosechero
de cauchoprepara su propio asesinato y el ministro organiza el robo
de sus propiosdocumentos. Aunque en el ltimo instante aparece una
tercera persona queconvierte en realidad lo que iba a ser ficcin.
-Me gust mucho su ltima novela, seora Oliver -dijo el
superintendente conamabilidad. Aqulla en que todos los comisarios
de polica caen heridossimultneamente por los disparos de los otros.
Se equivoc usted slo una odos veces en ciertos detalles de carcter
oficial. Ya s que cuida usted muchode los ms mnimos detalles y por
eso me pregunto si...@La seora Oliver le interrumpi: -Pues se da el
caso de que no me importa un comino la exactitud. Quin esexacto en
nuestros das? Nadie. Si un periodista escribe que una
preciosamuchacha de veintids aos ha muerto porque abri la llave del
gas,despus de contemplar el mar por la ventana y de dar un beso de
despedida asu setter n favorito, llamado Bob, cree usted que
alguien organizar unalboroto porque la muchacha tuviera en realidad
veintids aos; la habitacinno diera vista al mar y el perro fuese un
terrier D
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que atendiera por Bonnie? Si un periodista puede hacer eso, no
veo ningunadificultad en que yo confunda la graduacin de los
policas y diga revlvercuando se trata de una automtica; y dictgrafo
cuando quera decir fongrafoy utilice un veneno que permite a la
vctima decir tan slo una frase antes demorir y nada ms. Lo que
realmente importa es que haya muchos cadveres! Siacaso decae la
accin, un poco de sangre vuelve a reanimar. Sucede en todosmis
libros, si bien bajo diferentes aspectos, como es natural. Y a la
gente legusta los venenos que no dejan huella; los inspectores de
polica tontos y laschicas atadas y amordazadas en un stano que va
llenndose lentamente de gas ode agua, aunque esto ltimo es un forma
bastante complicada de matar a lagente. Y finalmente, un hroe que,
sin ayuda de nadie, vence a todos losmalvados, bien sean tres o
siete. Llevo escritos treinta y dos libros... y,desde luego, todos
son iguales, como parece haber comprendido monsieurPoirot... Pero
nadie ms se ha dado cuenta de ello. Slo me pesa una cosa...haber
hecho que mi detective sea finlands. Porque, en realidad, no
conozconada de Finlandia y estoy recibiendo constantemente cartas
desde all,sealndome algunas cosas que mi hroe no pudo decir o hacer
por serimposibles. Parece que en Finlandia se leen muchas novelas
policacas ysupongo que ser debido a que los inviernos son muy
largos y la luz del dadura poco. En Bulgaria y Rumania, por el
contrario, no leen nada, por lo quese ve. Debiera haber hecho que
mi detective fuera blgaro. La mujer call. -Lo siento mucho -agreg
tras una pausa-. Estoy hablando de mis asuntos yaqu se ha cometido
un asesinato real -su cara se anim-, Qu cosa tanestupenda sera si
ninguno de ellos lo hubiera hecho! Si los hubiera invitadoa todos y
luego, calladamente, se hubiera suicidado, slo por la diversin
deorganizar un buen jaleo...^Poirot movi la cabeza con gesto de
aprobacin.$ -Una solucin admirable. Tan clara... tan irnica... Por
desgracia, el seorShaitana no era un hombre de esa clase. Tena
muchos deseos de vivir.-No creo que fuera muy escrupuloso -coment
la seora Oliver con lentitud.\ -No; no lo era -respondi Poirot-.
Pero estaba vivo... y ahora ha muerto. Ycomo le dije en cierta
ocasin, tengo un concepto burgus del asesinato. Locondeno, por
completo.4Y luego aadi suavemente:-Por lo tanto... estoy dispuesto
a entrar en la jaula del tigre.
8Captulo IXEL DOCTOR ROBERTS @ Buenos das, superintendente
Battle. El doctor Roberts se levant del sillny alarg una mano
grande y sonrosada que ola a una mezcla de jabn y cidofnico,@-Cmo
van las cosas? -pregunt.Battle dio una ojeada a la confortable sala
de consulta antes de contestar.-Pues ver, doctor Roberts; hablando
con propiedad, no van. Estn paradas.-Los peridicos no se han
ocupado mucho del caso. Me alegro de que haya sidoas. -S; slo
aquello de: Fallece repentinamente el conocido seor Shaitana, enuna
reunin que se celebraba en su propio domicilio. Lo hemos dejado as,
demomento. Se ha hecho la autopsia y he trado el informe... por si
pudierainteresarle...-Ha sido usted muy amable... me interesa...
hum... hum... S, muyinteresante.$Devolvi el papel. -Nos hemos
entrevistado con el abogado del seor Shaitana para enterarnos delas
disposiciones de su testamento. No hay nada de particular en l. Por
lovisto, tiene unos parientes en Siria. Despus, como es lgico,
hemosinvestigado todos sus documentos particulares.Fue una ilusin o
una realidad, aquella cara ancha y bien afeitada pareciestirarse un
poco, endurecindose sus rasgos.
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X-Y qu han encontrado? -pregunt el mdico.b-Nada -replic Battle
sin apartar la vista de l.$ No hubo ningn suspiro de alivio. Nada
tan llamativo. Pero toda la personade Roberts pareci descansar un
poco ms confortablemente en el silln.D-Y por lo tanto, acude usted
a m."-Ni ms ni menos.Las cejas del mdico se levantaron ligeramente
y sus astutos ojos se fijaronen los de Battle.|-Quiere dar un
vistazo a mi documentacin privada, no es eso? -Tal es mi
idea.:-Trae una orden de registro? -No. -Bueno; de todas formas
puede usted procurarse una fcilmente. No quierocrear dificultades.
No es muy agradable ser sospechoso de asesinato, perosupongo que no
puedo echarle las culpas a usted por llevar a cabo lo
queindiscutiblemente es su deber.6 -Muchas gracias, seor -replic el
polica verdaderamente agradecido-.Aprecio muchsimo su actitud y
espero que los dems sern tan razonables comousted.-Lo que no puede
curarse debe sufrirse -dijo el mdico con jovialidad.^ -Ya termin mi
consulta aqu y estaba a punto de salir para empezar lasvisitas. Le
dejar las llaves y avisar a mi secretario. Despus puede
ustedrevolver cuanto le plazca.-Es usted muy amable -dijo Battle-.
Pero antes de que se vaya, quisiera haceralgunas preguntas.r-Sobre
lo de la otra noche? Creo que ya se lo dije todo.:-No. Referente a
usted mismo.L-Muy bien; pregunte. Qu desea saber?-Slo un ligero
bosquejo de su vida. Dnde naci; cundo se cas y cosas porel estilo.|
-Eso servir para que se refieran a m en el Quin es quin -dijo
elmdico con sequedad-. Mi carrera ha sido perfectamente recta. Nac
en Ludlow,en el Shropshire. Mi padre practicaba la medicina all.
Muri cuando yo tenaquince aos. Me eduqu en Shrewsbury y estudi
medicina, como hizo mi padreantes. Pertenezco a la Facultad de San
Cristbal... pero supongo que todosestos detalles relativos a mi
profesin los habr recogido usted ya.-S; ya me inform, seor. Es
usted hijo nico, o tiene otros hermanos?V -Fui hijo nico. Mis
padres murieron y yo no me he casado. Tiene esto algoque ver con lo
que tratamos? Vine aqu y me asoci con el doctor Embery. Seretir
hace unos quince aos y ahora vive en Irlanda. Le dar su direccin
silo desea. Vivo en esta casa con una cocinera, una doncella y una
criada. Misecretario viene a diario. Tengo buenos ingresos y
solamente mato a un nmerorazonable de mis pacientes. Qu le
parece?LEl superintendente hizo un leve gesto. -Un bosquejo
bastante amplio, doctor Roberts. Me alegro de que no hayaperdido el
sentido del humor. Y ahora, voy a preguntarle sobre otra cosa.-Soy
un hombre de tica profesional muy rigurosa, superintendente. -No
quera referirme a eso, no; solamente quera preguntarle si puede
usteddarme los nombres de cuatro amigos que le conozcan ntimamente
desde hacetiempo. Una especie de referencia, como comprender.-S, ya
s. Djeme recordar. Prefiere usted gente que viva ahora en
Londres?-Eso facilitar las cosas; pero no importa que vivan en
otros sitios. El mdico recapacit durante unos momentos y luego
escribi cuatro nombres ydireccin en una hoja de papel que entreg a
Battle.-Valdrn stos? Son los mejores en que he podido pensar de
momento., El superintendente ley con atencin la lista, hizo un
gesto aprobatorio desatisfaccin y se guard el papel en un bolsillo
interior de la americana.-Como se habr dado cuenta -dijo-, esto es
solamente cuestin de ir eliminandosospechosos. Cuanto ms pronto
consiga eliminar a uno de ellos como tal, yempezar a investigar el
siguiente, mucho mejor para todos los interesados.
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Ahora tengo que asegurarme definitivamente de que usted no
estaba indispuestocon el seor Shaitana; que no tena relaciones ni
negocios privados con l yque, con anterioridad, no le ocasion ningn
perjuicio por el cual pudierausted guardarle rencor. Yo puedo
creerle cuando me dice que slo lo conocaligeramente... pero no es
cosa de que yo crea o no. Tengo que estarcompletamente seguro de
ello. -Le comprendo perfectamente. Tiene usted que pensar que todos
son unosmentirosos, hasta que cada cual pruebe que est diciendo la
verdad. Aqu tienelas llaves, superintendente. stas son de los
cajones de la mesa; stas delbur y... esta pequea, es del armario
donde guardo los venenos. Cuide decerrarlo bien. Tal vez ser
preferible que avise a mi secretaria.PApret un botn que haba sobre
la mesa.Casi inmediatamente se abri una puerta y apareci una joven
de aspectoeficiente.,-Llam usted, doctor?-sta es la seorita
Burguess... El superintendente Battle, de Scotland Yard.La seorita
Burguess dirigi una fra mirada al polica. Pareci decir:Dios mo! Qu
clase de bicho es ste? -Le agradecer, seorita Burguess, que
conteste a cualquier pregunta que lehaga el superintendente Battle
y le ayude en lo que necesite.6-Como usted ordene, doctor.\-Bueno
-dijo Roberts levantndose-. Me marcho.Ha puesto la morfina en el
maletn? La necesitar en el caso Lockaert.Continu hablando mientras
sala de la habitacin y la seorita Burguess losigui.fAl cabo de un
rato volvi a entrar la joven y dijo:N-Cuando me necesite, apriete
ese botn.Battle le dio las gracias y le asegur que as lo hara.
Luego se puso atrabajar. Su bsqueda fue cuidadosa y metdica, aunque
no tena grandes esperanzas deencontrar nada importante. La rpida
aquiescencia de Roberts daba motivo paracreerlo as. El mdico no era
tonto y poda haber previsto aquel registro ytomar las medidas
oportunas. Exista, sin embargo, la ligera esperanza de queBattle
pudiera dar con un indicio de la informacin que realmente
buscaba,puesto que Roberts no conoca el objetivo verdadero del
detenido registro. El superintendente Battle abri y cerr cajones;
escudri casilleros;repas un libro de cheques; cont por encima el
importe de las facturaspendientes de pago y anot sus conceptos.
Revis el pasaporte de Roberts,revolvi sus historiales clnicos y,
por fin, no dej documento escrito sinrevisar. El resultado fue
pobre en extremo. Despus ech una ojeada al armariode los venenos;
tom nota de las firmas que los vendan al mdico y delsistema que
segua ste para controlarlos. Cerr el armario y dedic suatencin al
bur. El contenido de este ltimo era de una naturaleza mspersonal,
pero Battle no encontr nada relacionado con su bsqueda.Sacudi la
cabeza, tom asiento en el silln de Roberts y apret el botn dela
mesa.jLa seorita Burguess apareci con encomiable rapidez. Battle le
rog cortsmente que se sentara y una vez que la muchacha lo hizo,la
contempl durante un momento, antes de decidir la forma en que
laabordara. Se haba dado cuenta inmeditamente de su hostilidad y no
saba siprovocarla, para que hablara irreflexivamente, incrementando
dicha hostilidado utilizar un mtodo ms suave de
aproximacin.-Supongo que estar enterada de la causa de todo esto,
seorita Burgess -dijoal fin.-Me lo ha dicho el doctor Roberts
-contest la joven con presteza.X-Es un asunto muy delicado -contest
Battle. -De veras?F -S; algo desagradable. Cuatro personas son
sospechosas y una de ellas debicometer el crimen. Necesito saber si
vio usted en alguna ocasin a ese seorShaitana.
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-Nunca.T-Y no oy hablar de l al doctor Roberts? -Tampoco... No,
espere. Estoy equivocada. Har cosa de una semana, el doctorRoberts
me dijo que anotara una cita para comer en su libro de visitas.
Elseor Shaitana, a las ocho y cuarto del da dieciocho.z-Y sa fue la
primera vez que oy hablar del seor Shaitana? -S.-Nunca vio su
nombre en los peridicos? A menudo apareca en las Notas
deSociedad.-Tengo otras cosas mejores que hacer, en lugar de perder
el tiempo leyendoNotas de Sociedad.J -No lo dudo, no lo dudo -dijo
el superintendente dcilmente-. Bueno-prosigui-. Eso es lo que hay.
Cada una de esas cuatro personas admite queslo conoca al seor
Shaitana muy superficialmente. Pero una de ellas loconoca lo
bastante para matarlo. Y mi trabajo consiste en desenmascararlo.h
Se produjo una pausa. La seorita Burguess pareca no tener ningn
intersrespecto a la forma en que el superintendente deba llevar a
cabo su trabajo.El suyo se reduca a obedecer las rdenes de su jefe,
oyendo lo que el policatuviera que decirle y contestando cuantas
preguntas le hiciera directamente. -Comprndame usted, seorita
Burguess -el superintendente se dio cuenta deque era una empresa
ardua, pero persever-. Dudo que llegue a hacerse cargo nide la
mitad de las dificultades que encontramos en nuestro trabajo.
Porejemplo, la gente dice cosas. Pues bien; no podemos creer ni una
palabra, perodebemos tomar nota de ello. Esto es ms susceptible en
un caso como el que nosocupa. No quiero decir nada contra su sexo,
pero no hay duda de que una mujer,cuando empieza a hablar, es capaz
de dejar que su lengua se desmande