1 Universidad Central de Venezuela Facultad de Humanidades y Educación Escuela de Artes Taller de Dramaturgia Adaptación de “Romeo y Julieta” de William Shakespeare Romeo y Julieta William Shakespeare
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Universidad Central de Venezuela
Facultad de Humanidades y Educación
Escuela de Artes
Taller de Dramaturgia
Adaptación de “Romeo y Julieta” de William Shakespeare
Profesora: Xiomara Moreno Alumna: Mitchell Magdalena
C.I. 21.073.908
Caracas, julio, 2014
Romeo y JulietaWilliam Shakespeare
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PERSONAJES
1. PRÍNCIPE ESCALO: máxima autoridad de la ciudad de Verona.
2. PARIS: joven conde, pariente del Príncipe Escalo y pretendiente de Julieta.
3. MONTESCO: padre de una rica familia en Verona.
4. ROMEO: hijo de los Montesco.
5. BALTASAR: criado de Romeo.
6. CAPULETO: padre de una rica familia en Verona.
7. SEÑORA CAPULETO: la esposa de Capuleto y madre de Julieta.
8. JULIETA: hija de los Capuleto.
9. TEOBALDO: sobrino de la señora Capuleto y primo de Julieta.
10.AMA: nodriza que crió a Julieta, pertenece a la casa de los Capuleto.
11.FRAY LORENZO: monje de la orden franciscana.
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ACTO I
ESCENA PRIMERA
Lugar: Salón principal en la casa de Capuleto. Fiesta de enmascarados.
CAPULETO:(Comienza la música) (Con entusiasmo)
¡Bienvenidos, caballeros! ¡Las señoras que ahí ven no le lastiman los callos y bailarán a gusto
con ustedes. ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Señoras mías! ¿De vosotras cuál no quiere bailar? ¡La que se aparte,
diré que tiene callos en los pies, lo juro! ¡Bienvenidos, señores! En mis tiempos también use
antifaz y en los oídos de más de una bella doncella, susurré historias que podían deleitarlas.
¡Aquel tiempo pasó, pasó! ¡Bienvenidos, señores! ¡Vamos, músicos a tocar! ¡A sus
posiciones! ¡Al baile todos! ¡Colóquense en círculo y ustedes doncellas a danzar! ¡Más luz,
bribones! ¡Retirad las mesas! ¡Hace calor! ¡Hay que apagar el fuego! ¡Aaah esta fiesta
inesperada nos ha caído muy bien!! Ya pasó el tiempo de bailar para mí!
ROMEO:
¿Quién será esa señora que enriquece con su preciosa mano a aquel galán?
ROMEO:
¡Oh, ella enseña a brillar a las antorchas! ¡Su belleza, parece suspendida de la mejilla de la
noche como una esmeralda en la oreja de un etíope! ¡Belleza demasiado espléndida para los
usos de la vida! ¡Para la tierra demasiado bella! ¡Como paloma blanca entre cuervos!¡Entre
sus compañeras es la más resplandeciente!¡Después del baile observaré su sitio y daré
felicidad a mi mano temeraria con sólo el contacto de la suya.¿Ha amado mi corazón antes de
ahora? ¡Que lo nieguen mis ojos! ¡Hasta este instante nunca vi la belleza verdadera!
TEOBALDO:(Escuchando la voz de Romeo).
¡Oh, me parece que es un Montesco, por la voz! ¿Que este infame se atreviera a venir
enmascarado a ofender nuestra solemne fiesta? ¡Por el nombre y honor de mi familia no
pecaré si aquí lo dejo muerto!
CAPULETO:
¿Qué sucede, sobrino, qué te enoja?
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TEOBALDO:
Aquél es un Montesco, un enemigo nuestro, un villano que ha llegado aquí.
CAPULETO:
¿No es el joven Romeo?
TEOBALDO:
¡Es el mismo Romeo, ese villano!
CAPULETO:
Mi buen sobrino, déjalo tranquilo, se porta como un noble caballero. Digamos la verdad. Se
honra Verona con él, por su virtud y su conducta intachable. Ni por todo el dinero de Verona
aquí en mi casa yo lo ofendería. No pienses más en él. ¡¡Esta es mi voluntad!! ¡Si la respetas
ponte de buen humor, fuera ese ceño! ¡Tu semblante no va con esta fiesta!
TEOBALDO:
Mi semblante está bien para un canalla como él. ¡Por mi parte, no lo tolero, no lo acepto!
CAPULETO:
¡Lo aceptarás, muchacho, te repito! ¡Vamos! ¿Quién es el amo en esta casa? ¿Tú o yo?
¡Caramba! ¿Qué no lo tolerarás? ¡Qué Dios me guarde! ¿Y quieres provocar entre mis
invitados un escándalo? ¡No faltaba más!
TEOBALDO:
¡Tío, es una vergüenza!
CAPULETO:
¡Vamos! Eres un joven insolente, esa actitud podría volverse contra ti!¡Esta broma te puede
costar cara!¡Sé lo que digo, no me lleves la contraría!¡Eres un arrogante! ¡Tranquilízate!
¿Conque es una vergüenza ah? ¡Te haré entrar en camino! (Volviéndose a los invitados). ¡Más
luz! ¡Más luz! ¡Alegría, muchachos!
TEOBALDO:
¡Mi paciencia y mi cólera se juntan! ¡Me voy! ¡Más la presencia de este intruso parece dulce
ahora, pero pronto va a convertirse en una amarga hiel! (Sale)
(Todos cantan y danzan, ríen y aplauden).
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ROMEO: (A Julieta).
Si yo profano con mi mano indignaeste santuario, mi castigo es éste: ¡mis labios peregrinos se
disponen a borrar el contactode la ruda impresión de mi mano con un beso!
JULIETA:
¡Buen peregrino, eres injusto con tu mano, porque ella se mostró devota! Y ha mostrado un
respeto decoroso. Porque los santos tienen manos que de los peregrinos pueden tocar, y unir
las manos es el beso del piadoso viajero en tierra santa.
ROMEO:
¿No tienen labios los santos y también los devotos viajeros?
JULIETA:
¡Si peregrino, labios tienen, que sólo han de emplearlos en orar!
ROMEO:
¡Entonces, dulce santa, que los labios hagan también lo que las manos hacen! ¡Ellos ruegan,
concédeles la gentileza, para que mi fe no vaya a trocarse en desesperación!
JULIETA:
¡Los santos no se mueven, aunque atiendan las suplicas que se les hace!
ROMEO: (Besa a Julieta). (Suena la música).
¡Entonces no te muevas, que mis ruegos van a obtener la gracia que esperaban! ¡Ahora por la
gracia de tus labios quedan mis labios libres de pecado!
JULIETA:
¡Ahora tu pecado está en mis labios!
ROMEO:
Oh pecado de mis labios… ¡Que culpa tan deliciosa me reprochas! ¡Tienes que devolverme mi
pecado!
JULIETA:
Besas por devoción...
AMA: (Interrumpiendo a Julieta)
Señora, vuestra madre quiere hablarle. (Julieta se aparta)
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ROMEO: (Al Ama).
¿Quién es su madre?
AMA:
¡Su madre es la señora de esta casa: buena, cuerda y virtuosa es mi señora! Yo crié a su hija, a
la que hablabas y le aseguro que el que se la lleve tendrá un tesoro.
(Se aparta el Ama con Julieta a un lado del escenario).
ROMEO:
¿Es una Capuleto? ¡Oh, qué caro va a costarme! ¡Desde ahora mi vida va unida a la de mi
enemiga!! ¡Lo temía! ¡Más grande es mi desdicha! Es hora de marcharme la fiesta ya se acaba.
CAPULETO:
¡Aún no es hora de irse, caballeros! ¡Una pequeña cena está esperando! ¿Insistís? Bueno.
¡Adiós! ¡Gracias a todos! ¡Gentiles caballeros, buenas noches! ¡Muchas gracias! ¡Antorchas!
¡Más antorchas! ¡Muy bien, entonces, a la cama todos! es demasiado tarde, me voy a
descansar!
(Salen todos, menos Julieta y el Ama).
JULIETA:
¿A ver, Ama quién es aquel caballero?
AMA:
El heredero del viejo Tiberio.
JULIETA:
¿Y aquél que va saliendo por la puerta?
AMA:
Me parece que es el joven Petrucio.
JULIETA:
¿Y el otro que le sigue?
AMA:
No sé quién es!!
JULIETA:
¡Averigua su nombre! ¡Si es casado yo por lecho nupcial tendré una tumba!
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AMA:
Ahhhh es Romeo, un Montesco y es el único hijo de tu enemigo. (El Ama se aleja).
JULIETA:
¡Ha nacido lo único que amo, de lo único que odio! ¡Demasiado temprano te encontré sin
conocerte y demasiado tarde te conozco!
AMA:
¡Ya nos vamos! ¡Los invitados ya se fueron!
JULIETA:
¡Oh, sobrehumano amor que me hace amar al odiado enemigo!
AMA:
¿De qué habla mi señora? Vámonos que ya se han marchado todos los invitados.
ACTO II
ESCENA PRIMERA
Lugar: Balcón en el jardín de los Capuleto.
ROMEO: (Aparece Julieta en el balcón, sin darse cuenta de la presencia de Romeo)
Quien nunca tuvo heridas se ríe de las cicatrices. Silencio! Silencio! ¿Qué ilumina desde
aquella ventana las tinieblas?, ¡Es Julieta, es el sol en el oriente! Surge, espléndido sol, y con
tus rayos mata a la luna enferma y envidiosa, porque tu doncella la superas en belleza. No seas
su esclava ya que tiene celos. El color de sus vestales es color enfermizo y triste: recházala
lejos de ti. ¡Es ella, es mi dama en la ventana! ¡Es la que amo! ¡Oh, cuánto diera porque lo
supiese! Sabe hablar, aunque nada dice, no me importa, me hablan sus ojos y yo les respondo
a ellos. ¡Qué idea loca! Soy muy temerario, ¡Oh no es a mí a quien habla, es a esas dos
estrellas magníficas del cielo, que desde su altura le piden a sus ojos que relumbren. Pero si
sus ojos se hallaran en el cielo y las estrellas en su cabeza, el brillo de sus mejillas las
avergonzaría, como avergüenza la luz del día a una lámpara; Si sus ojos viajaran por el cielo
brillarían haciendo que los pájaros cantaran como si fuera el día y no la noche. Observa como
su delicada mano sostiene su mejilla. ¡Ay, si yo fuera el guante de esa mano y pudiera tocar
esa mejilla!
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JULIETA:(Sorprendida)
¡Ay de mí!
ROMEO:
¡Ha hablado ahora! ¡Habla otra vez, oh, ángel luminoso, pues en medio de la obscuridad que
sobre mi cabeza se extiende, pareces tan reluciente como un alado mensajero celestial que
contemplan asombrados los mortales, cuando pasas entre las nubes perezosas y navegas en el
ámbito del aire.
JULIETA:
Oh, ¡Romeo! ¡Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo? ¡Reniega de tu padre y rechaza tu nombre! Y
si no quieres hacerlo, júrame que me amas, y dejaré de ser una Capuleto.
ROMEO: (Aparte).
¿Debo seguir oyendo o bebo responder eso?
JULIETA:
¡Solamente tu nombre es mi enemigo! Seas Montesco o no, tú eres el mismo. ¿Qué es
Montesco? No es un pie, ni una mano, no es un rostro, ni un brazo, no es ninguna parte del
hombre. ¡Cambia de apellido! ¿Qué puede haber dentro de un nombre? Si le damos otro título
a una rosa todavía conservaría su aroma. Así pues, aunque no te llamaras Romeo, al perder tu
nombre conservarías tus perfecciones intactas. Despójate de tu nombre y tómame a mí, toda
entera.
ROMEO:
Te tomo la palabra. Desde ahora llámame sólo Amor. Que me bauticen otra vez, dejo de ser
para siempre Romeo.
JULIETA:
¿Quién eres tú que oculto por la noche entras en mis pensamientos más secretos?
ROMEO:
No sé que nombre emplear para decirte quien soy. Pues mi nombre amor mío se me hace
odioso, ya que es para ti el de un enemigo. Si yo lo hubiera escrito le hubiera hecho trizas.
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JULIETA:
Aún no han percibido mis oídos cien palabras pronunciadas por tu voz, y no obstante
reconozco sus sonidos… ¿No eres Romeo? ¿No eres un Montesco?
ROMEO:
No seré ni lo uno ni lo otro, amada mía, si las dos cosas te disgustan.
JULIETA:
¿Cómo llegaste aquí? ¿De dónde vienes? Altos son los muros del jardín y difíciles de escalar,
y sabiendo quien eres si te encuentran en este sitio, te darán la muerte.
ROMEO:
Con alas del amor pasé estos muros, al amor no hay obstáculo de piedra que pueda cerrar su
paso. No pueden detenerme tus parientes.
JULIETA:
Si ellos te ven aquí te matarían.
ROMEO:
Ay, en tus ojos veo más peligro que en veinte espadas de ellos. Si me miras con dulzura, podré
vencer el odio.
JULIETA:
No quisiera por nada en este mundo, que te vieran aquí.
ROMEO:
Llevo el ropaje de la noche que esconde mi figura, pero si no me amas, que me encuentren.
Vale más perder la vida por su odio, que morir lentamente sin tu amor.
JULIETA:
¿Quién dirigió tus pasos a este sitio?
ROMEO:
El amor, que me hizo averiguarlo y me dio consejos, yo, le di mis ojos. Aunque no soy
piloto, si estuvieras tan lejana de mí, como las playas del más lejano mar, te encontraría
navegando hasta hallar ese tesoro.
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JULIETA:
Gracias a que las tinieblas me cubren con su máscara el rostro; de otro modo verías mis
mejillas enrojecer, por lo que me he oído. Cuánto hubiera querido contenerme, cuánto me
gustaría desmentirme, pero le digo adiós al disimulo. Dulce Romeo, si me quieres, dímelo
sinceramente, pero si tú piensas que me conquistaste demasiado pronto frunciré el ceño y te
diré que no. Seré cruel para que tú me ruegues, aunque de otra manera el mundo entero no
podría obligarme a rechazarte. Bello Montesco te amo demasiado, tal vez por ello hallarás
tan ligera mi conducta. Pero créeme caballero, me hallaras más fiel que a las que saben el arte
de disimular. He de confesarte que yo más reservada hubiera sido pero no sabía que
escuchabas mi pasión verdadera. Ahora, perdóname, y no atribuyas a liviano amor, la flaqueza
que gracias a la obscuridad de la noche has descubierto.
ROMEO:
Señora, por la feliz luna de plateados rayos que besan las cimas de estos árboles frutales, yo
te juro…
JULIETA:
No jures por la luna, por la inconstante luna, que todos los meses cambia la forma de su disco;
a no ser que tu amor cambie como ella.
ROMEO:
¿Por quién voy a jurar?
JULIETA:
No jures, y si lo haces, jura por ti, por tu gentil persona, que yo te creeré. Eres un dios dentro
de mi secreta idolatría.
ROMEO:
Si el amor de mi corazón...
JULIETA:
No jures, aunque tú eres mi alegría. Este pacto de amor en esta noche no me contenta, pues es
demasiado rápido, demasiado imprevisto y temerario. Este germen de amor puede con el
tiempo abrirse y madurar. Tal vez con el aliento de las respiraciones del verano florecerá una
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maravillosa flor cuando otra vez tú y yo nos encontremos. Mientras tanto ¡Adiós! ¡Adiós! Que
el dulce sueño caiga, tanto en tu corazón, como en el mío.
ROMEO:
¿Y así me dejas lleno de deseos?
JULIETA:
¿Qué deseos quisieras ver cumplidos?
ROMEO:
Deseo que trueques con los míos tus juramentos de amor.
JULIETA:
Te di mi amor sin que me lo pidieras y aún quisiera dártelo de nuevo.
ROMEO:
¿Y me lo quitarás, amor mío?
JULIETA:
Sólo para entregártelo otra vez. Deseo lo que tengo, sin embargo tengo tanto que darte como el
mar y como el mar mi amor es de profundo: uno y otro parecen infinitos, pues mientras más te
doy yo más tengo. Escucho un ruido adentro. ¡Adiós, mi amor! ¡Ama, ya voy! Y tú, Montesco
amado, sé fiel. Espérame. ¡En seguida vuelvo!
ROMEO:
¡Oh, dulce, oh dulce noche! Temo que todo esto sea un sueño de la noche, es tan agradable
para ser real.
JULIETA:
Dos palabras más mi amor y buenas noches. Si tu amor es honesto y me deseas como esposa,
respóndeme mañana, con alguien que mandaré en tu búsqueda. Si tu amor trae honradas
intenciones, respóndeme mañana la hora y el lugar de nuestro matrimonio e iré a poner a tus
pies toda la fortuna de mi vida y te seguiré como a mi señor hasta el fin del mundo.
AMA:
Señora!
JULIETA:
¡Ya voy! Pero si tienes malas intenciones, te suplico...
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AMA:
¡Señora! ¡Señora!
JULIETA:
¡En seguida! ¡En seguida! Te suplico que no me sigas cortejando más y me abandones.
ROMEO:
Es mi alma la que espera.
JULIETA:
¡Buenas noches!
ROMEO:
¡Mala noche desde el momento en que le falta tu luz! El amor corre hacia el amor con la
velocidad con que huye de los libros, el joven estudiante; pero también el amor al separarse
del amor siente la tristeza del colegial que vuelve a la escuela.
JULIETA:
¡Ay! ¡Romeo, Romeo! Oh, quien tuviera la voz del halconero que obligase a volver al halcón a
nuestras manos.
ROMEO:
Me llama mi amada por mi nombre. ¡Cuán deliciosa música traen de noche a los oídos que
esperan, encantadora música se siente cuando se oye la voz de los amantes!
JULIETA:
¡Romeo!
ROMEO:
¡Amada mía!
JULIETA:
¿Dime a qué horas te enviaré el mensajero?
ROMEO:
A las nueve.
JULIETA:
Allí estará. ¡Hay un siglo hasta esa hora! ¿Para qué te llamaba? Lo olvidé.
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ROMEO:
Aquí estaré hasta que lo recuerdes.
JULIETA:
Lo olvidaré para que te quedes aquí y solo pensaría en el placer que me causa tu presencia.
ROMEO:
¡Quiero quedarme contigo, para hacértelo olvidar todo! Y yo mismo deseo olvidar todo,
menos este sitio.
JULIETA:
También yo lo quisiera, amado mío, pero tendría miedo de matarte con mis caricias. Decirte
adiós es un dolor tan profundo que diré buenas noches hasta el alba.
ROMEO:
¡Baje el sueño a tus ojos, y la paz baje tu corazón! ¡Me gustaría ser el sueño y la paz que te
acaricien!
ACTO III
ESCENA PRIMERA
Lugar: Celda de Fray Lorenzo (Entra Fray Lorenzo).
FRAY LORENZO:
¡Romeo, ven acá! ¡De ti se ha enamorado la desdicha y te casaste con la desventura!
ROMEO:
Padre, ¿tiene noticias? ¿Qué sentencia ha dado el Príncipe? ¿Qué tristezas que no conozco aún
se dan la mano?
FRAY LORENZO:
¡Qué acostumbrado estás hijo querido, a andar en tan amarga compañía, Romeo, el Príncipe ya
dio su juicio.
ROMEO:
¿Es menos duro que el Juicio Final?
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FRAY LORENZO:
No es tan rigurosa la sentencia que de sus labios ha salido. No pide tu muerte, sino tu
destierro.
ROMEO:
¿Me destierra? ¡Ten lástima de mí! ¡El destierro es más terrible que la muerte! ¡No me hables
de destierro.
FRAY LORENZO:
¡Has sido desterrado de Verona! ¡Y ten paciencia, porque el mundo es amplio!
ROMEO:
¡No hay mundo sin los muros de Verona, sino tortura, purgatorio, infierno! ¡Si yo salgo de
aquí, salgo del mundo, y si salgo del mundo soy un muerto! ¡Destierro es otro nombre de la
muerte y si tú llamas a la muerte destierro, me decapitas con un hacha de oro y sonríes del
golpe que me mata!
FRAY LORENZO:
¡Qué pecado mortal, qué ingratitud! Haber dado la estocada final a Teobaldo, el primo de tu
ahora esposa es algo que la ley condena a muerte. Pero pasando por sobre la ley el buen
Príncipe Escalo se puso de tu parte: cambio a destierro tu condena de Muerte! ¡Y esa
clemencia tú no la agradeces!
ROMEO:
No es clemencia, es tormento. ¡Aquí está el cielo, donde vive Julieta! Y todo gato, todo perro
o ratón, todas cosas por indignas que sean, ellas viven en el cielo, si miran a Julieta. ¡Sólo
Romeo no puede mirarlas! Las moscas, hijas de la podredumbre, merecen más honor y más
respeto que Romeo. Ellas pueden detenerse y tocar, de Julieta su maravillosa mano blanca. ¿Y
dices que el destierro no es la muerte? Oh fraile, tú que perdonas los pecados y que te dices
ser mi mejor amigo ¡La palabra destierro me desgarra!
FRAY LORENZO:
¡Veo que los insensatos carecen de oídos!
ROMEO:
¿Cómo pueden tenerlos cuando los hombres prudentes carecen de ojos?
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FRAY LORENZO:
Permitid que discutamos juntos tu situación
ROMEO:
¡No me hables tú de lo que tú no sientes! ¡Si tuvieras mi edad y si Julieta fuera tu amor, si te
hubieras casado hace sólo una hora, y si a Teobaldo no hubiera dado la estocada final a
Mercucio y yo luego a Teobaldo, y si amaras con delirio como yo estuvieras desterrado,
entonces, y solo entonces podrías hablar. Y desplomarte sobre la tierra como lo hago ahora,
tomando la medida de mi tumba!
FRAY LORENZO:
Escóndete, Romeo. ¡Están llamando a la puerta!
ROMEO:
Yo no he de hacerlo. ¡Que mi dolor me esconda!
FRAY LORENZO:
¿Oyes cómo golpean? ¿Quién es? ¡Vamos, Romeo, arriba! ¡Van a detenerte! ¡Corre a mi
estudio! ¡Un momento! ¡Un momento! ¡Dios mío, qué locura! ¡Voy! ¡Ya voy! ¿Quién golpea
tan fuerte? ¿Qué desean?
AMA:
¡Déjenme entrar y sabrán lo que quiero! ¡Vengo de parte de doña Julieta! ¡Oh, santo fraile!
¿En dónde está el señor de mi señora?, ¿En dónde está Romeo?
FRAY LORENZO:
¡Ahí, en el suelo, está borracho con sus propias lágrimas!
AMA:
¡De igual manera se encuentra mi señora!
FRAY LORENZO:
¡Triste semejanza! ¡Qué condición doliente!
AMA:
¡Está tendida llorando y clamando, como él clamando y llorando! ¡Levántate, levántate!
¡Pórtate como un hombre por Julieta! ¡Por su amor, ponte de pie! ¿Cómo puedes llegar a este
quebranto?
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ROMEO:
¿Hablas de Julieta? ¿Cómo está? ¿Piensa de mí que soy un asesino, o que manché con sangre
casi suya el nacimiento de nuestras alegrías Ama ¿Qué dice mi secreta esposa de nuestro
amor desdichado? ¿Dónde está?
AMA:
¡Señor, no dice nada, pero llora, llora, cae en su cama, y sigue el llanto! Llama a Teobaldo,
grita por Romeo, y otra vez cae.
ROMEO:
¡Como si este nombre disparado por un arma terrible la hubiera asesinado, la maldita mano
con ese nombre que también asesinó a su primo! Oh, dime, fraile, ¿En qué parte malvada de
mi cuerpo se halla mi nombre? Dímelo que quiero aniquilar ese odioso lugar.
(Saca su daga y trata de clavársela).
FRAY LORENZO:
¡Detén tu mano insana! ¿Eres un hombre? ¡Tu figura es de tal, pero tu llanto es de mujer y tu
violencia muestra la cólera salvaje de una fiera! ¡Mataste a Teobaldo! ¿Y ahora quieres
matarte tú, matando al mismo tiempo a Julieta que vive de tu vida? ¿Quieres más odio sobre tu
cabeza? La ley que amenazaba con exterminarte, se dulcifica y te envía al destierro.
¡Anímate! ¡Ve a casa de tu amada y sube a su aposento a consolarla! No te quedes allí más de
la hora en que se posicionaran los guardias, pues no podrías trasladarte a Mantua, en donde
vivirás hasta el momento en que se reconcilien tus amigos, se pueda conocer tu matrimonio
con Julieta y logremos que el Príncipe te perdone. ¡Ándate, Ama! ¡Saluda a tu señora! Con la
pena que tienen será fácil que todo el mundo se acueste temprano. ¡No tardará Romeo!
AMA:
Oh, señor, escuchando estos consejos me quedaría aquí toda la noche. ¡Oh, lo que es la
instrucción! Bien, señor mío, le diré a mi señora que vendrás.
ROMEO:
Ve y dile a mi dulce esposa que se disponga para verme.
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FRAY LORENZO:
¡Márchate! ¡Buenas noches! Se decide tu suerte aquí. Debes estar ya lejos cuando monten la
guardia, o de otro modo saldrás desde aquí disfrazado por la mañana. Vivirás en Mantua. De
tiempo en tiempo con tu servidor, te mandaré a contar lo que suceda. ¡Es tarde! ¡Buenas
noches!
ROMEO:
¡Sería un gran dolor decirte adiós pero me está esperando la alegría! ¡Adiós!
ESCENA SEGUNDA
Lugar: Habitación de Julieta.
JULIETA:
¿Te vas ya? Aún no es de día. Ha sido el ruiseñor y no la alondra el que ha traspasado tu oído
temeroso. Canta por la noche en aquel granado. Créeme, amor mío; ha sido el ruiseñor.
ROMEO:
Ha sido la alondra, que anuncia la mañana, y no el ruiseñor. Mira, amor, esas rayas hostiles
que apartan las nubes allá, hacia el oriente. Se apagaron las luces de la noche y el alegre día
despunta en las cimas nubladas. He de irme y vivir, o quedarme y morir.
JULIETA:
Esa luz no es luz del día, lo sé bien; es algún meteoro que el sol ha creado. Para ser esta noche
tu antorcha y alumbrarte el camino a Mantua. Quédate un poco, aún no tienes que irte.
ROMEO:
Que me apresen, que me den muerte; lo consentiré si así lo deseas. Diré que aquella luz gris no
es la mañana, sino el pálido reflejo del rostro de Cintia, y que no es el canto de la alondra lo
que llega hasta la bóveda del cielo. En lugar de irme, quedarme quisiera. ¡Que venga la
muerte! Lo quiere Julieta. ¿Hablamos, mi amada? Aún no amanece.
JULIETA:
¡Si, es de día, es de día! ¡Huye, corre, vete! Es la alondra la que tanto desentona con su canto
tan chillón y disonante. Dicen que la alondra liga notas con dulzura: a nosotros, en cambio,
nos divide; y que la alondra cambió los ojos con el sapo, ojalá que también se cambiasen las
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voces puesto que es su voz lo que nos separa, y de aquí te expulsa con esa alborada. Vamos,
márchate, que el cielo se aclara cada vez más.
ROMEO:
Luz en nuestra luz y sombra en nuestras penas.
JULIETA:
Pues que el día entre, y mi vida salga.
ROMEO:
Bien, adiós. Un beso, y voy a bajar.
JULIETA:
¿Ya te has ido, amado esposo? De ti he de saber cada hora del día, pues hay tantos días en
cada minuto... Ah, haciendo estas cuentas seré muy mayor cuando vea a Romeo.
ROMEO:
¡Adiós! No perderé oportunidad para enviarte por cartas mi cariño.
JULIETA:
¿Crees que volveremos a vernos?
ROMEO:
Sin duda, y recordaremos todas nuestras penas en gratos coloquios de años venideros.
JULIETA:
¡Dios mío, mi alma presiente desgracias! Estando ahí abajo, me parece verte como un muerto
en el fondo de una tumba. Si la vista no me engaña, estás pálido.
ROMEO:
Te aseguro amor mío que lo mismo me pareces tú… La pena que nos devora nos seca la
sangre…. Adiós. Adiós.
ACTO IV
ESCENA PRIMERA
Lugar: Celda de Fray Lorenzo.
FRAY LORENZO:
¿El jueves señor? ¡Eso es muy pronto!
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PARIS
Mi padre Capuleto lo ha fijado y no tengo por qué calmar su prisa.
FRAY LORENZO:
¡Y aún no sabes lo que piensa ella! Esto es irregular, y no me gusta.
PARIS:
Llora y llora la muerte de Teobaldo, por eso apenas si le hablé de amor. Venus no ríe en la
mansión del llanto. ¡Señor, su padre juzga peligroso que Julieta se entregue al sufrimiento y
sabiamente apresuró su matrimonio conmigo para que así se acaben estas lágrimas en la
familia y sobre todo en Julieta, que se ha encerrado en su pena. La pobre se encuentra solitaria
y tal vez mi compañía alivie su dolor. Ya entiendes el motivo de mi premura.
FRAY LORENZO:
(Aparte). Quisiera ignorar el motivo que debe retrasar esta ceremonia… Mira ahí viene
entrando la señora Julieta.
PARIS:
¡Feliz encuentro, mi señora esposa!
JULIETA:
Llámame así cuando yo sea tu esposa.
PARIS:
¡Entonces será así desde el próximo jueves!
JULIETA:
¡Lo que ha de ser, será!
FRAY LORENZO:
¡Buena sentencia!
PARIS:
¿Vienes a confesarte con el padre?
JULIETA:
¡Responder eso es como confesarme!
PARIS:
No le niegues que tú me amas a mí.
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JULIETA:
Si lo hago, siempre tendrá más mérito cuando no estés tu presente.
PARIS:
¡Pobrecilla, se ve cómo las lágrimas han causado deterioro en tu cara!
JULIETA:
¡Pequeño ha si el daño que le han hecho, ya estaba mal antes de que corrieran mis lágrimas por
mi rostro!
PARIS:
¡Lo que has dicho es más duro que las lágrimas!
JULIETA:
No es calumnia, yo he dicho la verdad. Lo que he dicho, a mi cara se lo dije.
PARIS:
¡Tu cara es mía! ¡Tú la calumniaste!
JULIETA:
¡Podría ser, pues no me pertenece! Padre, ¿dime si ahora tienes tiempo o si debo volver
después de misa?
FRAY LORENZO:
¡Mi pensativa niña, tengo tiempo! Señor, déjanos solos un momento.
PARIS:
¡No quiero perturbar las devociones de mi futura esposa! El jueves iré de madrugada a
despertarte, Julieta. Hasta entonces, pues, guarda este santo beso.
FRAY LORENZO:
¡Julieta, ya conozco tu dolor que ya sobrepasó mi entendimiento! Sé que el próximo jueves,
sin remedio, debes casarte con el conde Paris.
JULIETA:
¡Padre, no me hables de este matrimonio, si no me dices tú cómo impedirlo, si tu sabiduría no
me ayuda, admite que mi decisión es sabia y con este puñal voy a cumplirla! No tardes en
hablar, quiero morir si no me salvas con lo que me digas.
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FRAY LORENZO:
Calma, hija mía. ¡Existe una esperanza! ¡Para esta situación desesperada una desesperada
solución! Si en verdad te dispones a morir antes que desposarte con el conde tal vez será
posible que te atrevas a simular la muerte, de este modo desafiarás la muerte con la muerte. Si
tú te atreves te daré el remedio. Ándate a casa ahora, que te vean contenta, acepta desposar a
Paris. El miércoles mañana: por la noche quédate sola y cuando estés en cama bebe el licor de
este pequeño frasco, sentirás que la sangre se te adormece, tus venas inmediatamente se
enfriaran y tus latidos se detendrán. ¡Como estarás helada y sin aliento tu apariencia será la de
una muerta! Después del simulacro de la muerte, que cuarenta y dos horas durará, despertaras
como de un dulce sueño. ¡Así es que cuando Paris, en la mañana te venga a despertar, te
hallará muerta! Entonces, a la usanza del país, te vestirán con las mejores galas y serás
transportada al mausoleo donde sepultan a los Capuleto. Yo advertiré a Romeo. Y mientras
tanto Juntos esperaremos a que despiertes. Y de allí Romeo ha de llevarte a Mantua.
JULIETA:
¡Dame ese elixir, dámelo, sin miedo!
FRAY LORENZO:
¡Tómalo! ¡Ándate pronto! ¡Y tu propósito cumple con decisión y con firmeza! En este mismo
instante saldrá un monje que llevará una carta a tu marido Romeo.
JULIETA:
¡Dame tu fuerza, amor, y tendré fuerzas para salvarme! ¡Padre mío, adiós!
ESCENA SEGUNDA
Aposento de Julieta. Julieta sobre su lecho.
AMA
¡Señorita! ¡Julieta! ¡Coye, que sueño tan pesado tienes! ¡Eh, paloma, palomita! ¡Eh, Julieta!
¡Tremenda dormilona! ¡Eh, cariño! ¡Señorita! ¡Reina! ¡Novia, vamos! ¡Ni palabra!
Aprovecha bien ahora la muchacha, eso bueno porque esta noche verás como el Conde Paris te
quita el sueño. ¡Dios me perdone! Se le han pegado las sábanas. Tendré que despertarla.
¡Señorita, señorita! Sí, sí, ya verás como el conde te agarre en la cama: te va a meter miedo.
¿Es que no despiertas? ¡Levántate para que te vistas y luego vuelves a acostarte! Tendré que
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despertarte. ¡Señorita, señorita!¡Ay, ay! ¡Socorro, socorro! ¡Está muerta! ¡Ay, dolor! ¿Para
qué habré nacido? ¡Señor! ¡Señora!
SEÑORA CAPULETO:
¿Qué escándalo es ese?
AMA:
¡Ah, día infortunado!
SEÑORA CAPULETO:
¿Qué pasa?
AMA:
¡Mirad, mirad! ¡Ah, día triste!
SEÑORA CAPULETO:
¡Ay de mí, ay de mí! ¡Mi hija, mi vida! ¡Revive, mírame o moriré contigo! ¡Socorro, socorro!
¡Pide socorro!
CAPULETO:
¿Por Dios que pasa aquí? Traigan pronto a Julieta, que ha llegado el novio!
AMA:
¡Está muerta, muerta, muerta! ¡Ay, dolor!
SEÑORA CAPULETO:
¡Ay, dolor! ¡Está muerta, muerta, muerta!
CAPULETO:
¡Cómo! A ver. ¡Ah, está fría! La sangre parada, los miembros rígidos. Hace tiempo que la
vida salió de sus labios. La Muerte la cubre como escarcha desacertada sobre la más tierna flor
de los campos.
AMA:
¡Ah, día infortunado!
ACTO V
ESCENA PRIMERA
Lugar: Panteón o cementerio de los Capuleto.
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PARIS:
¡Oh, dulce flor! ¡Voy a cubrir con flores este lecho nupcial en donde yaces! ¡Ay, tu dosel es
solo polvo y piedra! ¡Todas las noches regaré estas flores con agua dulce o con el llanto mío!
¡Llanto nocturno y flores en tu cripta, éstos son los funerales que te ofrezco! ¡Alguien se
aproxima! ¿Qué pies malditos llegan esta noche a interrumpir el rito del amor? ¿Y con una
antorcha? ¡Con tu manto noche, escóndeme por un momento!
ROMEO:
¡Con esta palanca destapare su tumba y esta carta que llevo conmigo leerá mi señor padre
mañana bien temprano. ¡Voy a bajar a este lecho de muerte, no sólo a ver el rostro de mi
amada, sino a sacar desde su dedo muerto una sortija para mí! Entraña de la muerte, boca
horrible, te obligaré a comer, aunque te hartaste con la carne más pura de la tierra! ¡Voy a abrir
tus mandíbulas podridas!
(Abre la tumba).
PARIS:
Este es el desterrado de Verona, el soberbio Montesco, el asesino de Teobaldo el primo de mi
amada y según dicen, este dolor fue el que mató a Julieta. ¡Y aquí ha venido a profanar los
muertos! ¡Es deshonroso! ¡Debo detenerlo!¡Alto! ¡Suspende tu trabajo infame, profanador
Montesco! ¡La venganza más allá de la muerte no es posible! ¡Bandido condenado, te detengo
¡Debes morir! ¡Ven conmigo! ¡Obedece!
ROMEO:
¡Me dices la verdad! ¡Debo morir! ¡Para eso he venido, buen muchacho! ¡No desafíes a un
desesperado! ¡Sé bueno, huye de aquí, déjame solo. ¿No te asustan estos muertos? ¡No
agregues otra culpa a mis pecados desesperándome y enfureciéndome! ¡Por Dios! ¡Ándate
pronto! ¡Te quiero más de lo que yo me quiero porque contra mí mismo estoy armado! ¡No te
quedes, camina! ¡Vive y cuenta que un loco enamorado permitió que te escaparas.
PARIS:
¡Y bien, yo desafío tu mandato y te detengo como un criminal!
ROMEO:
¿Me provocas? ¡Defiéndete, muchacho!
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(Luchan con sus espadas y Paris cae muerto).
PARIS:
¡Me muero! ¡Por piedad, abre la tumba y colócame al lado de Julieta!
ROMEO:
¡Lo haré! ¡Te juro! ¡Voy a ver de cerca tu cara! ¡Es el pariente de Mercucio! ¡El noble conde
Paris! ¡Mi alma confundida no escuchaba! ¿Creo que Julieta debía desposar al conde Paris por
obligación de sus padres? ¿Lo he intuido? ¿O estoy loco? ¡Oh, dame tu mano, se escribieron
unidos nuestros nombres en el libro fatal de la desdicha! ¡Yo te daré un sepulcro victorioso!
Un sepulcro porque donde Julieta está enterrada convertirá al sepulcro en un salón de fiesta
luminoso! ¡Descansa, muerte! ¡Un muerto te ha enterrado! ¡Dicen que a punto de morir el
hombre siente un último instante de alegría, es esto lo que el enfermero llama el relámpago
antes de la muerte! ¿Puedo llamar a esto mi relámpago? ¡Amor mío, mi esposa, ya la muerte
secó la miel de tu respiración, pero aún no domina tu belleza! ¡Aún no te conquista! ¡El
estandarte de la belleza muestra su escarlata aún en tus mejillas y en tus labios! No ha llegado
a tu rostro todavía la pálida bandera de la muerte ¿Oh, Teobaldo, respóndeme, eres tú,
dormido en tu sudario ensangrentado? ¡Qué otro favor pudiera hacerte a ti sino que con la
mano que cortó tu juventud en flor, cortar la vida del que hasta entonces fuera tu enemigo!
¡Primo mío, perdóname! Ah, Julieta, ¿Por qué sigues tan bella? ¡Estoy pensando que tal vez te
ama la incomprensible muerte! Y que este monstruo te ha escondido aquí y en esta oscuridad
seas su amante. Me quedaré contigo todavía por miedo de esto, y ya no saldré más de este
palacio de la noche oscura. ¡Aquí me quedaré con los gusanos que son tus servidores! ¡Fijaré
aquí la eternidad de mí descanso y libraré a mi pobre cuerpo hastiado del maligno poder de las
estrellas! ¡Ojos, permítanme mirarla por última vez! ¡Brazos míos, llegó el último abrazo!
¡Labios, sellen con este beso, un pacto eterno con la muerte ansiosa! ¡Amargo conductor,
piloto ciego, áspero guía, lanza de una vez contra las duras rocas tu navío que ya estaba
cansado de los mares! ¡Amor mío, salud! Buen boticario, es rápido y efectivo este veneno, mi
agonía termina con la muerte y con un beso. (Muere Romeo).
FRAY LORENZO:
Romeo! ¿Y estas manchas de sangre que han teñido los umbrales de piedra de la cripta?
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¿Y estas armas caídas y sangrientas qué hacen en este reino de la paz? ¿Es Romeo qué pálido,
y el otro? ¡Paris también! ¡Y están ensangrentados! ¿Qué hora espantosa trajo esta desgracia?
¡Julieta se mueve ¡
JULIETA:
Padre de los consuelos, dime ¿dónde está mi esposo? Yo recuerdo bien la cita. ¡Y aquí estoy!
¿Y mi Romeo?
FRAY LORENZO
¡Tu esposo ha muerto! ¡Míralo a tu lado! ¡Vamos, dulce Julieta, no me atrevo a quedarme!
¡Salgamos! ¡Ven conmigo!
JULIETA:
¡Vete de aquí! ¡Yo no me moveré! ¿Qué es esto? ¡Es un veneno aún apretado en la mano de
mi amado Romeo que esta fría! ¡Fue este veneno el que causó su muerte! ¿Por qué te lo
bebiste todo, ingrato, sin dejar una gota para mí? ¡Voy a besarte para que tus labios me maten
con el beso que te doy! ¡Están tibios tus labios todavía!
JULIETA:
¡Oigo un ruido! ¡Me queda poco tiempo! ¡Oh, querido puñal! ¡Aquí te quedarás! ¡Dame la
muerte!
PRINCIPE ESCALO:
Ya me enteré de todo. En esta fosa por fin descansan los enamorados. Ellos sólo buscaron el
amor el odio ajeno los llevó a la muerte. ¿Y ahora donde están los enemigos? ¡Qué maldición,
Montesco, Capuleto, ha caído en el odio que sembraste? ¡Porque el cielo dispuso que el amor
fuera el que aniquiló nuestra alegría! ¡Y yo, por tolerar sus discordias, he debido perder a dos
parientes! ¡El castigo ha caído sobre todos!
CAPULETO:
¡Montesco, ésta es la dote de mi hija: hermano mío, estréchame la mano, ya no tengo otra cosa
que pedirte!
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MONTESCO:
Pero yo puedo darte mucho más. Levantaré en recuerdo de Julieta su estatua construida de oro
puro. ¡No habrá imagen más bella y venerada como la de la pura y fiel Julieta mientras dure la
vida de Verona!
CAPULETO:
¡Con igual esplendor haré a Romeo otra, junto a la estatua de su esposa! ¡Ay, pobres víctimas
del odio nuestro! En la paz enlutada de este día el doloroso sol no se levanta. Que
acontecimiento tan amargo. Unos tendrán castigo y otros perdón. Jamás se oyó una historia
tan doliente como esta de Julieta y Romeo.
FIN
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Referencias Bibliográficas
Texto de la obra de “Romeo y Julieta” de William Shakespeare extraído del siguiente link:
http://www.lafamilia.info/Libros/virtuales/William%20Shakespeare%20-
%20Romeo%20y%20Julieta.pdf
Lunes,30/07/2014 a las 3:30pm