ACTAS V Reunión Nacional de Investigadoras/es en Juventudes de Argentina “Juventudes en disputa. Permeabilidad y tensiones entre investigaciones y políticas" - Rosario 2016 - Red de Investigadores/as en Juventudes de Argentina GT 10: Trabajo y representaciones laborales 1- Barbetti, Pablo Andrés; Pozzer José Antonio; Castillo, Santiago Ariel; Cardozo, Daiana. Una mirada del empresariado de Chaco y Corrientes sobre los jóvenes y el trabajo 2- Bondar, Carlos Esteban; Martinez, María Silvana; Latorre, María Gabriela. Género y antecedentes familiares en el acceso al mercado laboral de los graduados en Ciencias Económicas de la Universidad Nacional del Nordeste 3- Carrizo, Paula Gabriela; Jaramillo, Alejandra Soledad; Rojas, Pamela Gisella. Experiencias de formación laboral: análisis y reflexiones sobre políticas de juventud. Comodoro Rivadavia 2013 – 2015 4- Crocco, Elida Beatríz; Alvarado, Elsa del Carmen; Buigues, María Eloisa. Significaciones otorgadas al trabajo desde la perspectiva de Jóvenes Sanjuaninos 5- Escalada, Nahuel. Intermediación y búsqueda: de la formación a la experiencia 6- Giampaoletti, Noelia; Pol, María Albina. Segmentación laboral y factores territoriales en la inserción laboral de los jóvenes mendocinos 7- Giménez Venezia, Nicolás; González Claria, Consuelo; Piscitello, Florencia. Las estrategias laborales y educativas de los/as jóvenes de sectores populares cordobeses desde la producción de un diagnóstico social 8- Kossoy, Alicia. Las políticas de inserción en el autoempleo para jóvenes. Alcances y desafíos 9- López, Eliana; Retamar, Fernanda; Rotondi, Eugenia. Políticas públicas y juventudes: experiencias y desafíos en la inserción laboral de jóvenes 10- Russi, Mauro Martín. Percepciones que orientan la búsqueda de trabajo de jóvenes de sectores populares
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ACTAS
V Reunión Nacional de Investigadoras/es en Juventudes de Argentina
“Juventudes en disputa. Permeabilidad y tensiones entre
investigaciones y políticas" - Rosario 2016 -
Red de Investigadores/as en Juventudes de Argentina
GT 10: Trabajo y representaciones laborales
1- Barbetti, Pablo Andrés; Pozzer José Antonio; Castillo, Santiago Ariel; Cardozo, Daiana. Una mirada del empresariado de Chaco y Corrientes sobre los jóvenes y el trabajo 2- Bondar, Carlos Esteban; Martinez, María Silvana; Latorre, María Gabriela. Género y antecedentes familiares en el acceso al mercado laboral de los graduados en Ciencias Económicas de la Universidad Nacional del Nordeste 3- Carrizo, Paula Gabriela; Jaramillo, Alejandra Soledad; Rojas, Pamela Gisella. Experiencias de formación laboral: análisis y reflexiones sobre políticas de juventud. Comodoro Rivadavia 2013 – 2015 4- Crocco, Elida Beatríz; Alvarado, Elsa del Carmen; Buigues, María Eloisa. Significaciones otorgadas al trabajo desde la perspectiva de Jóvenes Sanjuaninos 5- Escalada, Nahuel. Intermediación y búsqueda: de la formación a la experiencia 6- Giampaoletti, Noelia; Pol, María Albina. Segmentación laboral y factores territoriales en la inserción laboral de los jóvenes mendocinos 7- Giménez Venezia, Nicolás; González Claria, Consuelo; Piscitello, Florencia. Las estrategias laborales y educativas de los/as jóvenes de sectores populares cordobeses desde la producción de un diagnóstico social 8- Kossoy, Alicia. Las políticas de inserción en el autoempleo para jóvenes. Alcances y desafíos 9- López, Eliana; Retamar, Fernanda; Rotondi, Eugenia. Políticas públicas y juventudes: experiencias y desafíos en la inserción laboral de jóvenes 10- Russi, Mauro Martín. Percepciones que orientan la búsqueda de trabajo de jóvenes de sectores populares
11- Merbilhaá, Jimena; Córica, Agustina. Desigualdad social entre jóvenes de la escuela secundaria: la política educativa y su tensión con el mundo del trabajo en la última década 12- Otero, Analía; Zangara, Micaela. Agenda joven en Argentina. El caso del programa Progresar 13- Roberti, Eugenia. Miradas controversiales sobre las juventud(es): disputas por su significación e intervención en las recientes políticas de empleo 14- Zaffaroni, Adriana; Burgos, Nelida Elizabeth. El trabajo de antes y el trabajo de ahora
ISSN 2422-7498
V Reunión Nacional de investigadores/as en Juventud es Argentinas
Una mirada del empresariado de Chaco y Corrientes s obre los jóvenes y el trabajo
La ponencia parte de una línea de investigación interesada en los estudios de juventud y en
particular la relación educación-trabajo y la formación para el trabajo como medio para la inclusión
socio-laboral juvenil.
Teóricamente se aborda a la inserción laboral como un proceso construido socialmente, en el que
intervienen y participan diferentes actores, y entre los cuales el empresariado se constituye, en el
marco de mercados laborales heterogéneos y segmentados, en un actor clave en la generación de
oportunidades de trabajo, ya que la oferta está fuertemente condicionada respecto a la magnitud
de la demanda.
En este marco, en años recientes se han implementado algunos dispositivos que desde el Estado
buscan intermediar en el acercamiento de jóvenes con las empresas. A partir de ello, nos
proponemos recuperar la mirada de los empresarios sobre los jóvenes en las ciudades de
Resistencia (Chaco) y Corrientes, analizando la visión y opiniones que manifiestan sobre ellos, y
sobre las intervenciones de política pública que buscan mediar en los procesos de inserción. Los
datos empíricos a presentar provienen de un cuestionario semi-estructurado y de entrevistas
realizadas a empresarios de ambas ciudades durante los años 2013 y 2015.
Palabras claves
Empresarios – Jóvenes – Trabajo
La presente propuesta se enmarca en una línea de investigación mayor en el campo de los
estudios de juventud que enfatiza en la relación educación-trabajo y la formación para el trabajo de
jóvenes como medio para su inclusión socio-laboral1.
Partimos desde una perspectiva que comprende a la inserción laboral de los jóvenes como un
“proceso socialmente construido en el cual se encuentran implicados actores sociales e
instituciones (históricamente construidas), lógicas (sociales) de acción y estrategias de los actores,
experiencias (biográficas) sobre el mercado laboral y herencias socio-escolares” (Dubar, 2001). Al
concebirla como un constructo social, para el autor, implica inscribirla en una coyuntura económica
y política, que se traduce en relaciones específicas entre educación, trabajo y remuneración; que
depende de estrategias de actores incluso de las personas implicadas; y que éstas últimas están a
la vez vinculadas a trayectorias biográficas y principalmente a desigualdades sociales.
Así, las inserciones se van configurando en un marco complejo, en el que se deben tener en
cuenta los modelos de desarrollo productivo; la heterogeneidad y segmentación de los mercados y
lo que demanda cada uno en términos de saberes y competencias; las políticas públicas
1 Formalmente se inscribe en un proyecto de investigación, en curso, acreditado en la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNNE denominado: ““Formación para el trabajo para jóvenes y trayectorias socioeducativas y laborales. Análisis de la articulación entre el mundo laboral y educativo en sectores productivos específicos de Chaco y Corrientes”.
generadas y los diagnósticos que realizan sobre las problemáticas laborales de los jóvenes
(Jacinto, 2010; Martín y Pol, 2015).
En este marco, el actor empresario cobra gran relevancia en los procesos de ingreso. Por una
parte, la empresa es el espacio organizacional en que se definen los perfiles ocupacionales que se
demandan, y donde se asignan roles y funciones adecuados a la particularidad productiva de cada
una (Gallart, 2004), y por otra en términos de generación de oportunidades de trabajo, inscritas en
las dinámicas de la oferta y la demanda laboral.
De acuerdo con la revisión realizada por varios autores (Neffa, 2008; Weller, 2003; Salvia, 2013;
Pérez, 2008, entre otros), se han observado diferentes debates respecto de los obstáculos que
presenta la inserción laboral juvenil en el marco de la oferta y la demanda de trabajo. Desde el lado
de la primera, se destaca la hipótesis de que los sistemas educativos y de capacitación no
preparan adecuadamente a los jóvenes para el mundo laboral, con lo cual las empresas -como
principales demandantes de mano de obra-, ”padecen” esta desconexión, generando reticencia
empresarial a contratarlos. Desde otra perspectiva, señalan que el problema se origina en la
demanda, donde la magnitud de la misma, está estrechamente vinculada a procesos económicos,
los cuales hacen que ante etapas de estancamiento o recesión, las políticas de “recursos
humanos” de las empresas se dirijan a dejar de contratar personal, o bien a reducir dotaciones.
En este marco puede señalarse que el mercado de trabajo presenta características de falta de
transparencia en los procesos de intermediación jóvenes-empresas, y dan lugar a la existencia de
prejuicios por ambas partes y prácticas discriminatorias que pueden hacer más ineficiente este
proceso y prolongarlo, así como profundizar desigualdades, afectando sobre todo a los jóvenes
más vulnerables (Salvia, 2013; Weller, 2003).
A modo de buscar algunas estrategias para intervenir en estos procesos, desde hace algunos años
se vienen implementando dispositivos estatales que intermedian en el acercamiento de jóvenes
con las empresas, algunos con mayor tradición y que han sido rediseñados, tales como los
sistemas de pasantías educativas para diferentes niveles; y otros enmarcados en programas de
empleo recientes, por ejemplo los “Entrenamientos para el trabajo”2 o el “Programa de Inserción
Laboral”3 en el marco del Jóvenes con Más y Mejor Trabajo y del ProEmplear.
2 Constituía un proceso de aprendizaje en un puesto de trabajo específico en contextos reales, por ejemplo empresas. Mediante un proceso de intermediación del servicio de empleo estatal, se gestionaban acuerdos para que brindaran sus espacios para el desarrollo de las experiencias. 3 Consistía en brindar apoyo económico a la empresa para la contratación de nuevos trabajadores, se generaba un empleo relación de dependencia, donde el MTEySS aportaba un monto fijo durante un período de tiempo determinado (hasta 6 meses)sobre el salario –según Convenio Colectivo o Salario Mínimo Vital y Móvil- que se debía abonar al trabajador.
Dado que la categoría de juventud/des, además de ser contextual y heterogénea, se construye en
un interjuego de conflictos y consensos sobre las percepciones que tienen los propios sujetos
jóvenes en relación con las representaciones de agentes e instituciones sociales externas a ellos
(Chaves, 2010), consideramos que el análisis de imaginarios de los empresarios sobre los jóvenes
y las políticas públicas orientadas a la inclusión socio-laboral para este colectivo, adquieren una
gran relevancia.
A partir de ello, en esta ponencia nos proponemos recuperar la mirada de empleadores o
potenciales empleadores sobre los jóvenes y algunas intervenciones implementadas en las
ciudades de Resistencia (Chaco) y Corrientes. Los datos empíricos provienen de un cuestionario
semi-estructurado aplicado a 104 empresarios de ambas ciudades, durante los meses de
septiembre y octubre del año 2015, enmarcadas en un proyecto más amplio, cuyo objeto era
difundir líneas de incentivos para el empleo del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social
de la Nación dirigidos a empresas. Conjuntamente se presentan datos resultantes de 15
entrevistas a estos mismos actores (empresarios), las cuales fueron realizadas durante el año
2013, en una etapa previa de la investigación llevada a cabo por el mismo equipo de trabajo.
La presentación se organiza en tres partes: iniciamos la exposición con un breve desarrollo sobre
algunos conceptos claves que orientan el estudio (sobre las juventudes y el enfoque de la
empleabilidad y las competencias laborales en las políticas orientadas a este colectivo),
seguidamente presentamos la discusión de los datos construidos, y, finalmente, algunas
reflexiones a modo de cierre.
Algunos conceptos orientadores
En torno al concepto de juventudes
Producto de algunas transformaciones que afectan a las sociedades capitalistas contemporáneas
en las últimas décadas se generó un creciente interés por los “jóvenes” como objeto de estudio
desde diferentes disciplinas científicas.
La juventud, no obstante, parece configurarse como un objeto epistemológico esquivo y con un
importante grado de complejidad. En los estudios consultados se lo reconoce como un concepto
polisémico. Así, por ejemplo Serrano Pascual (1995) señala que la juventud puede ser
aprehendida como un estado o estatus (como una posición en la estructura social cuyo criterio de
adscripción es la edad), como un estadío (estado incompleto), como generación o bien como
construcción social (resultado de prácticas discursivas que definen lo real).
Cada uno de estos modos de aproximarse a la temática juvenil tiende a construir un campo de
análisis en disputa, ya que implican diferentes miradas comprensivas sobre el modo en que se
definen a los jóvenes, los problemas que los afectan y, a su vez, diferentes posicionamientos en el
momento del diseño de las políticas públicas destinadas a este sector social. En esta línea
Acevedo y otros (2012), siguiendo a Bourdieu (1997), señalan que el modo en que se define a la
juventud, en cada sociedad, expresa el valor que se les otorga a estos sujetos y produce en
consonancia determinadas prácticas. Una idea similar plantea Serrano Pascual (1995) quien
sostiene que esta pluralidad de definiciones no hace otra cosa que mostrar la necesidad de revisar
la forma en que se construye socialmente a este grupo social y la manera en que dicho concepto
es interpretado por los distintos agentes sociales.
Los distintos modos en los que esta categoría (juventud) se aprehende revelan presupuestos
normativos sobre el tipo de comportamientos esperables y deseables y suponen, en palabras de
Klaudio Duarte Quapper (2000), “trampas para comprender y auto-comprenderse en el mundo
juvenil”. Se trata de racionalidades que configuran una matriz que el autor denomina adulto-
centrismo, en tanto sitúa lo adulto como punto de referencia para el mundo juvenil, en función del
deber ser, de lo que debe hacerse para ser considerado en la sociedad (madurez, responsabilidad,
integración al mercado de consumo y de producción, reproducción de la familia, participación
cívica, etc.).
También Alvarado y otros (2009) resaltan la esencia problemática y compleja del concepto
juventud y, por lo mismo, su necesario abordaje desde una perspectiva transdisciplinaria que
permita delimitar las especificidades de lo juvenil (y la comprensión de sus mundos de vida) que
trascienda a las miradas panópticas como únicas formas de abordaje4.
Actualmente en el campo de las Ciencias Sociales existe consenso en que ya no resulta
provechoso hablar de “la juventud”, en singular, como una categoría homogénea, definida sólo a
partir de distinciones etarias. La concepción más tradicional del término (aquella que define a la
juventud como una fase entre dos etapas, como un tiempo de preparación para el desempeño de
roles predeterminados resulta también limitada ya que la noción misma de juventud es social e
históricamente variable. Hay muchas maneras de “ser joven” en las diferentes sociedades y, a su
vez, estas se modifican en el tiempo producto de los cambios sociales. Los estratos sociales de
pertenencia, la educación, el trabajo, el género, la etnia, la religión, el lugar de residencia
(urbano/rural), la cultura, son algunas variables que ayudan a deconstruir la idea de la juventud
4 En la contextualización teórica del tema juventud estos autores plantean que los conceptos de adultocentrismo (considerando como la hegemonía de la interpretación del mundo desde la postura del sujeto adulto/masculino/occidental) y el tiempo de panóptico ( como alusión a la intención de las sociedades del control y autocontrol, para poder vigilar los cursos vitales a partir de particularización de momentos en sus vidas) permiten comprender la lógica intervencionista del mundo adulto en la configuración de los mundos de la vida juveniles.
como un concepto universal y reconocer la diversidad de prácticas, significados así como los
proyectos diferenciados de los jóvenes.
Asimismo, la complejidad del concepto juventud(es) supone reconocer, además de su carácter
contextual (espacial e históricamente situado) y heterogéneo (desigual y diverso), su aspecto
relacional ya que “lo juvenil” se construye a partir de conflictos y consensos entre las hetero-
representaciones5 y las auto-percepciones de los mismos jóvenes (Chaves, 2010). En este marco,
el análisis de las opiniones y representaciones de los empresarios, sobre los jóvenes y las Políticas
Públicas orientadas a la inclusión socio-laboral para este colectivo, adquieren una gran relevancia.
Al mismo tiempo, desde esta perspectiva integral podemos comprender que los factores
explicativos de aquellas cuestiones que se configuran como “problemáticas” en los jóvenes no
deben ser analizadas sólo al interior del período juvenil si no, además, revisando las condiciones
del contexto que se transforman, interpelan e imponen nuevas demandas para este colectivo.
Quizá quien mejor explicó esta idea es Pierre Bourdieu (1990), quien sostuvo que la juventud es
una creación social y que los jóvenes no siempre fueron tratados como actores sociales. La
juventud emerge como un grupo de agentes posibles de analizar con la modernidad: en el
momento en que la mayoría tiene acceso a la enseñanza y se enmarca de esta forma en un
proceso de “moratoria de responsabilidades” que en épocas anteriores no se daba. En
consecuencia, la juventud pasa a ser objeto de investigación y de discusión cuando los
mecanismos de tránsito etario no coinciden con los de integración social, cuando aparecen
comportamientos definidos como disruptivos, porque los canales de tránsito de la educación al
empleo, o de la dependencia a la autonomía, o de la transmisión a la introyección de valores, se
vuelven problemáticos.
El discurso de la empleabilidad y las competencias de los jóvenes
Desde sus inicios, la idea de la empleabilidad apareció asociada a la necesidad de dar cuenta de
las dificultades para sostener el pleno empleo en los mercados de trabajo urbanos. De acuerdo con
la revisión del concepto realizada por Spinosa (2005), en un mercado de trabajo donde la
competencia es perfecta y existe libertad de elección de los individuos que gozan de información
plena para decidir sus acciones de modo de maximizar sus beneficios y minimizar sus pérdidas, la
noción de empleabilidad es entendida como la capacidad de los sujetos de formar parte de una
relación de intercambio, en la cual una persona será empleable cuando posea y haya acumulado
individualmente las condiciones que hagan útil y valorable su participación en la producción de
bienes o servicios (Spinosa, 2005).
5 Elaboradas por agentes o instituciones sociales externas a los jóvenes.
El mismo autor señala que, desde otra perspectiva, la empleabilidad puede ser comprendida como
“la probabilidad que tienen las personas desocupadas de encontrar un empleo en un período dado”
(Neffa, J.C.; Panigo, D; y Perez, P. 2000). Así quienes tienen empleo, el grado de “vulnerabilidad”
expresaría el mayor o menor riesgo de perderlo e inversamente, y para los desocupados, la
“empleabilidad” daría cuenta de la probabilidad mayor o menor de encontrar un empleo.
En este marco, en el diagnóstico de los problemas de inserción de los jóvenes -y las políticas
públicas generadas para atender la situación-, se constituyó como central la baja empleabilidad y el
supuesto de que la misma estaría originada por la escasa educación/capacitación. Más
recientemente, la empleabilidad aparece desde una “perspectiva polifacética que incluye diferentes
tipos de aprendizajes significativos para la vida social y laboral” (Jacinto, 2008: 140). Esta
ampliación incluye un conjunto de disposiciones para el trabajo, de competencias y saberes
prácticos, técnicos, comunicacionales y actitudinales (Jacinto y Millenaar, 2012).
De este modo, la noción de empleabilidad se articuló en un conjunto de herramientas que el joven
debe incorporar y desarrollar para alcanzar su inclusión en el mercado laboral, e implica la
combinación de dos factores: a) instrucción formal y capacitación laboral; y b) una dimensión
actitudinal basada en la motivación, el entusiasmo, la autosuperación, la autonomía y el mérito
propio (Assusa y Brandán, 2014). En cierto modo, se produce un desplazamiento desde la cuestión
eminentemente formativa-educativa con eje en competencias para el trabajo, hacia un abordaje de
aspectos motivacionales y actitudinales de los propios jóvenes en el momento de conseguir
empleo.
Todo ello se da, en un mercado de trabajo que revaloriza saberes y competencias transversales y
socio-profesionales que los jóvenes no logran adquirir durante su paso por la escolaridad
secundaria ni en trayectorias de inserción iniciales muchas veces fragmentadas (Jacinto y Dursi,
2010). Como es reconocido en numerosas investigaciones, en el marco de la devaluación de las
credenciales educativas, suele requerirse nivel de enseñanza secundaria como señal de contar
con ciertas competencias generales, y cierta presunción de comportamiento y disciplina, mucho
más que a cierta calificación técnica (Gallart, 2008).
Así, se acepta generalizadamente que el saber ligado al trabajo implica dimensiones variadas que
articulan “saber, saber hacer y saber ser” (Jacinto y Millenaar, 2012). Se han denominado estos
saberes como competencias clave o de empleabilidad, es decir, las nociones básicas para acceder
a cualquier empleo (Gallart, 2008). Se incluyen por lo menos tres dimensiones (Zarifian, 1999): la
capacidad de utilizar lo ya aprendido para dar respuestas a situaciones no previstas; las
habilidades de comunicación (intercambio de formación, fomento de relaciones interpersonales); y
la capacidad de tener en cuenta las necesidades del otro, la actitud y el saber ligado al servicio. Un
aspecto central se refiere al “saber hacer” y “reflexionar sobre el hacer”, que implican complejas
vinculaciones entre saberes teóricos y prácticos, incluyendo también competencias personales.
Ello supone no sólo tener recursos y conocimientos acumulados, sino también la capacidad de
movilizarlos en función de la resolución de situaciones nuevas (Jacinto y Gallart, 1997).
La mirada de los empresarios de Chaco y Corrientes
En este apartado presentamos un análisis preliminar de los datos relavados. Inicialmente
proponemos una caracterización de las empresas consideradas en la muestra, en cuanto a la
actividad, rubro y antigüedad en el medio, para luego describir la visión de los empresarios
entrevistados acerca de los jóvenes y las políticas implementadas por el estado y orientadas a
facilitar la inserción laboral.
Descripción de las empresas y de los empresarios co nsultados
Como se señaló anteriormente se trabajó con un total de 104 empresas, cuyas actividades se
desarrollan en el casco céntrico de las ciudades de Resistencia y Corrientes. Se trata en el 78,8%
de los casos de actividades ligadas al sector comercios, el 19,2% en servicios y un 1,1% refiere a
industrias (corresponden al sector alimenticio específicamente a la fabricación de pastas y
panificados).
Esta composición guarda estrecha relación con la dinámica productiva que presentan ambas
provincias, donde el comercio y los servicios tienen mayor peso relativo en términos de PBG y
dentro de la estructura ocupacional, por sobre la industria y el sector primario. Si bien el mercado
laboral mostró en los últimos años ciertas mejoras en sus indicadores, la estructura por rama de
actividad sigue exhibiendo, como consecuencia del escaso desarrollo y dinamismo del sector
moderno de la economía, la persistencia de una escasa participación del sector industrial y el
predominio de empresas de servicios y comercio en la generación de empleo (Barbetti, 2015;
Fernández Massi, 2014)
Respecto al origen del capital, la totalidad de las empresas consultadas son privadas, y muestran
en términos de desarrollo organizacional un bajo nivel tecnológico y desarrollo productivo, con
predominancia de puestos de trabajo polivalentes compuestos por tareas operativas y de baja
calificación, situaciones que vienen siendo reflejadas en varios estudios previos pero que persisten
a lo largo del tiempo (Barbetti, 2002; Barbetti et. al., 2012).
En cuanto al tamaño de las empresas según la cantidad de personas que emplean, un poco más
del 70% son microempresas (1 a 5 trabajadores) que se distinguen por ser establecimientos
familiares. En este sentido, un dato a destacar es que del total de las empresas consultadas, el
50% no posee más de cinco años de antigüedad en el medio. Si se considera la variable
antigüedad desde el enfoque de ciclo de vida de las empresas y cambio en las organizaciones,
ampliando el modelo schumpeteriano6 de desarrollo industrial compuesto por cinco etapas
(innovación, imitación, quiebra, madurez y declinación), puede apreciarse de acuerdo a la cantidad
de años en el medio, que la mitad de las empresas consultadas se encuentran atravesando las
etapas de nacimiento, crecimiento y posicionamiento en el mercado local (Brenta, 2009; Alonso y
Fracchia, 2009). Estos períodos se caracterizarían por ser entidades viables, donde el impulso
emprendedor se encuentra activo y se distingue por sus rasgos innovadores, dirigidas por sus
propietarios con una estructura simple e informal.
Por otra parte, respecto de los empresarios consultados, se trató de un conjunto de personas cuyo
promedio de edad es 42 años, lo que indica una población relativamente “joven”. Profundizando en
la caracterización etaria se observó que el 52% de los encuestados, tenía al momento de
responder el cuestionario entre 20 y 41 años. Específicamente un 13,5% de los entrevistados tenía
menos de 29 años y un 5% menos de 24 años, rangos que en diferentes estudios sobre el
empresariado son considerados como atributos para definirlos como “empresarios juveniles”.
Respecto a la composición por sexo, los varones representan el 53,8% y las mujeres el 46,2%.
Anteriormente señalamos que los establecimientos se distinguían por ser administrados
familiarmente, lo que en parte explica que la mayoría de los consultados lleven adelante funciones
de dirección como propietarios, gerentes o responsables.
Las opiniones acerca de las políticas y programas d el Estado
Con relación a esta consulta, el 85% de los empresarios expuso una opinión favorable acerca de
las herramientas implementadas por el Estado. Un 35% considero como “muy buenas”, mientras
que un 50% como “buenas”, y solo el 5,8% como regulares y el 2,9% como malas. Si bien esto
muestra una imagen positiva respecto de programas tales como el Jóvenes Más y Mejor Trabajo, y
específicamente de las líneas de Entrenamientos e Inserción Laboral, entendemos que las
respuestas deben ser interpretadas considerando que en muchos casos ya existió una mediación
institucional de las agencias estatales sobre estas herramientas, ya sea por medio de la visita de
promotores de líneas del MTEySS, o a través de difusión/publicidad institucional. En tal sentido,
reconocemos en el discurso de los empresarios una apropiación de muchos de los fundamentos
sostenidos desde la letra del programa.
6 Schumpeter, Josehp: A partir de sus desarrollos en economía propone una teoría acerca del ciclo de vida de las empresas, estas comparten un tronco común que reconoce una evolución en etapas.
Al tener que argumentar sobre estas respuestas “positivas o favorables”, encontramos que gran
parte de las mismas aparecen asociadas a menciones en las que señalan fundamentalmente su
utilidad. Sin embargo aparecen distinciones respecto a quienes son los beneficiados: a) en algunos
casos señalan que ambas partes: jóvenes y empresarios; y b) en otras señalan y ponen de relieve
el beneficio para alguno de estos actores en particular (jóvenes o empresas). Así, por ejemplo,
tanto en las respuestas derivadas de las encuestas como de las entrevistas, surgen emisiones
donde los empresarios manifiestan que este tipo de experiencias pueden servir para acercar a
aquellos jóvenes en situaciones de desventajas educativas y laborales a ciertas oportunidades que
ellos podían ofrecer desde su ámbito de actuación, tales como formación, experiencia en el trabajo
y un mejor posicionamiento de sus trayectorias futuras en un eventual contexto de crisis
ocupacional.
Sin embargo, al igual que lo señalado en otras investigaciones (Abdala, 2004; Villar, 2006; Lasida y
Rodríguez, 2006; Hernández, 2007) los empresarios locales reconocen, que el principal valor que
poseen este tipo de programas es que posibilitan la cobertura rápida de algunos cargos vacantes y
el abaratamiento de los costos de mano de obra durante un período de tiempo.
Es importante señalar también, que los intereses desde el sector empresarial y las proyecciones en
relación con el alcance de estas experiencias y posible “uso” de estas herramientas no son
homogéneas. Distinguimos, en tal sentido, al menos dos tipos de argumentaciones asociadas, en
parte, a ciertas características de las empresas (tamaño, servicios y/o productos que ofrecen,
procesos de trabajo). Encontramos que para aquellas empresas más pequeñas o para las que
recién se inician, estos estímulos serían centrales, sin ellos sería imposible o muy poco probable
que se efectivicen nuevas incorporaciones, encontrando respuestas tales como: “sirven para la
incorporación de jóvenes que de otro modo no podrían hacerlo”; “incentiva al empleo de las
empresas más chicas”; “favorece al empresariado en un comienzo”; “ayudan a las empresas que
recién se inician”. Estas emisiones corresponden, en su mayoría a empresas que tienen un alto
grado de rotación de su personal, ya sea por el incremento de la carga de trabajo de tipo estacional
(sector comercial minorista, especialmente en el rubro de supermercados pero también en otros7 o
de las empresas de servicios telemercadeo (Call Center).
Hay otro grupo de empresarios en los que, aunque también se manifiestan razones similares a las
antes mencionadas, la posible capitalización de estas herramientas se inscribe en el marco de un
proyecto de desarrollo del negocio. Son en su mayoría empresas medianas o pequeñas, pero que
se encuentran en un proceso de crecimiento, de ampliación de sus mercados, incorporando alguna
tecnología o en la búsqueda de mejoramiento de su atención al público, de su producción y/o de
7 Orientados a la venta artículos del hogar, materiales de construcción, vestimenta y librerías.
aspectos administrativos. Son unidades productivas que pertenecen a rubros tales como: hotelería,
comercialización y servicios de informática y tecnología, diseño de impresiones y publicidad,
elaboración y comercialización de muebles de madera o herrajes. En estos casos, los referentes de
empresas medianas, enfatizan la capitalización/aprovechamiento de la experiencia como parte de
proceso de inducción y capacitación ante una posible incorporación futura: “probar a los jóvenes
cuando se necesita incorporar a gente nueva”; “…para que se adapten al ambiente de trabajo,
aprendan del rubro y poder ver si sirven”; “permite que ingresen al campo laboral los que no tienen
experiencia, adquieran conocimiento y también para conocerlos, ver cómo trabajan”
Entre quienes tienen una opinión desfavorable (Regulares o Malas), surgen respuestas diversas
que van desde: a) señalamientos sobre limitaciones objetivas las herramientas y/o el modo en que
se gestionan, tales como su reducida extensión en el tiempo, el bajo monto del subsidio que se
otorga a los jóvenes, el largo y burocrático proceso que va desde el pedido por parte de las
empresas y la selección de los jóvenes en las Agencias Estatales, entre otros; y b) argumentos
más asociados a posiciones personales y/o prejuicios sobre el Estado y/ las políticas en sí mismas:
las mismas son vistas como ineficientes, burocráticas y atravesadas por una lógica partidaria:
“tienen toda la buena intención, pero siempre fallan en algo”, “no me parece oportuno que se
difunda en este momento pre-electoral”.
En consonancia con lo antes mencionado algunos estudios previos (Neffa, 2008) muestran que el
escaso vínculo entre la esfera estatal y el empresariado se explica −entre otros factores− por la
persistencia de cierta actitud reticente y de desconfianza de los empresarios en establecer
convenios asociados a propuestas de este tipo y por la falta de una institucionalidad sostenida en
materia de intermediación laboral. Un dato significativo, que complementa lo antes dicho, es que
entre quienes responden que estas herramientas son regulares o malas (9 casos) sólo uno de ellos
tuvo una experiencia previa de uso de las mismas.
Del total de encuestados es muy bajo el guarismo de empresas que tuvieron una experiencia en
este tipo de programas y/o política: el 88,5% no tuvo ninguna. El 11,5 % que si tuvo alguna
experiencia, en su totalidad fue con alguna línea ofrecida por el MTEySS (Entrenamientos en el
Trabajo o PIL). De estos 12 casos (11,5%) sólo 1 valoró como “Malos”, los restantes como
“buenos”.
Entre quienes tuvieron estas experiencias previas, casi en su totalidad son empresas del sector
comercial (11) en los rubros de: colchonería, mueblería, gastronomía, heladería, indumentaria,
librería, polirubro y supermercado. En gran parte de estas empresas, los perfiles demandados se
caracterizan por requerir competencias laborales generales, en particular para desarrollar
actividades de baja calificación, vinculadas con la atención al público, venta y servicios de
cadetería.
La mirada sobre los jóvenes: oportunidades, perfile s deseados y rasgos destacados
Un primer punto que nos pareció interesante identificar es si las empresas cuentan/contaron dentro
de su personal con jóvenes. Al respecto, el 53,8% señaló que incorporaron jóvenes en los últimos
tres años, en tanto que el 45,2% indicaron que no lo hicieron. Casi la totalidad de quienes lo
hicieron son micro-empresas (de 5 o menos empleados), de la cuales el 71,4% son comerciales, el
26,8% de servicios y un 1,8% industrias.
Al respecto, algunos estudios que se preguntaron sobre “en qué trabajan los jóvenes que trabajan”,
señalan que existen sectores de actividad (por ejemplo comercio), donde hay una
sobrerepresentación de empleo juvenil, y que constituyen el acceso a las primeras experiencias de
trabajo (Pérez, 2008; Fernández Massi, 2014). La problemática de esto reside en que, los trabajos
que ofrecen, muestran condiciones de empleo más precarias –en relación al registro en la
seguridad social, menores salarios y contratación por tiempo determinado-, mayor rotación, y
también suelen ser de baja calificación, requiriendo menos experiencia y credenciales que en otros
(Golovanevsky, 2013). En este marco, el análisis que puede hacerse es que la diversidad, la
inestabilidad y la precariedad de las transiciones de los jóvenes, están relacionadas no solo a la
naturaleza exploratoria de las formas de “ser joven” (Martín y Pol, 2014) sino también, a una serie
de elementos que caracterizan más a los sectores productivos en los cuales se producen esas
inserciones.
En relación al interés de incorporar personal joven a la empresa, se observa un alto porcentaje de
respuestas afirmativas 76,9%, en tanto que las negativas rondaron el 13,5%. En cuanto a la
primera situación, las principales razones o motivos referenciados, mayoritariamente se señalan
ciertas características de los jóvenes que a los empresarios les resultan atractivas y/o valiosas y
que serían atributos propios de este grupo etario (que, consecuentemente, los distingue de otros).
La mayoría de las emisiones remiten a características que coinciden con lo que la bibliografía
reconoce como “competencias laborales generales”.8 Se trata de saberes que cobran mayor
importancia en las últimas décadas producto de las transformaciones en la organización del trabajo
8 Son aquellas que no están ligadas a una ocupación en particular, ni a un sector económico, cargo o tipo de actividad productiva pero que habilitan a las personas para ingresar a un trabajo, mantenerse en él y aprender. Las competencias laborales “específicas”, en cambio, son aquellas necesarias para el desempeño de las funciones propias de un sector productivo y habilitan el acceso a una ocupación o a un grupo de ocupaciones. Por su parte, las competencias “básicas”, están relacionadas con el pensamiento lógico matemático y las habilidades comunicativas, y sirven como punto de partida para el desarrollo tanto de las denominadas competencias ciudadanas, como para las laborales.
y la consolidación de contextos donde la flexibilidad y polivalencia laboral9 son los rasgos más
frecuentes.
Consecuentemente, más que el plano cognitivo o intelectual, se resaltan y valoran ciertos aspectos
actitudinales y comportamentales relacionados con capacidades personales e interpersonales que
son funcionales a los requisitos de las empresas. Seguidamente presentamos una serie de
emisiones que dan cuenta de ello y que muestran ciertas imágenes construidas sobre los jóvenes
que recién ingresan al mundo del trabajo y que se asocian con ciertos rasgos del perfil de
trabajador ideal o deseado en este contexto: rápido, flexible, adaptable, dócil y barato: “son más
rápidos, mayor agilidad en el trabajo”; “pueden hacerse cargo de varias actividades”; “son más
dinámicos”; “son más activos”; “se lo puede moldear para que sea un buen empleado”; “se le
puede enseñar como uno quiere”; “tienen menos vicios que las personas grandes, es más fácil con
ellos”; “son más dóciles”, “no tienen mañas”; “se pueden amoldar con los horarios”; “Son poco
exigentes a la hora de solicitar cosas”.
Además de lo anterior, reconocen como rasgos diferenciales de los jóvenes -valorados de manera
positiva- el uso de tecnología10 así como otras características que, aquí, son atribuidas a lo juvenil
(simpatía, alegría, amabilidad, belleza, etc.) y que, en algunos rubros y puestos (particularmente en
comercios y servicios en la atención al público) contribuirían al desempeño esperado en los
mismos. Estas últimas referencias se asocian a lo que Urresti y Margulis (1998) llaman
“juvenilización de la sociedad” donde se exaltan características provenientes del mundo juvenil,
tales como pautas estéticas, estilos de vida y consumos, “lo juvenil” atrae y es conveniente para
actividades comerciales donde se comercializan productos que siguen reproduciendo estos
elementos.
Entre quienes respondieron que no contrarían a jóvenes, por una parte están quienes plantean
argumentos que aluden a ciertos atributos que los jóvenes carecen y son necesarios para el
trabajo: particularmente la responsabilidad y la disposición para el esfuerzo en él. Por otra, están
aquellos que no requieren nuevo personal por otros motivos que no se vinculan estrictamente a la
cuestión juvenil: porque es una empresa chica, porque priorizan la incorporación de gente de la
familia, porque no tienen espacio físico y/o recursos financieros para hacerlo.
Por último, identificamos algunas respuestas, en la que los empresarios no reconocen a la edad
como un factor distintivo o de peso al momento de tener que tomar la decisión de incorporar: “Me 9 Este concepto alude a la posibilidad de asumir distintos tipos de funciones y tareas, en diferentes puestos. Palacio y Álvarez (2004) señalan que la condición de flexibilidad en el mercado de trabajo se puede definir como la capacidad de realizar, con escasas o casi nulas restricciones normativas, cambios en la cantidad, estructura, funciones y/o costos del factor trabajo utilizado en el proceso productivo 10 “Manejan las redes sociales”; “ tienen muchos conocimientos de computación”; “ están adaptados a las nuevas tecnologías” “ tienen mayor conocimientos de las nuevas tecnologías”
da lo mismo, siempre que cumplan con la tarea”; “podría ser, pero la edad es indiferente para
nosotros”; “no importa la edad siempre que cumpla con los requerimientos del puesto”.
Finalmente consultamos sobre tres rasgos11 que caracterizan a los jóvenes en la actualidad. En
primer lugar es importante señalar que en las respuestas identificamos un importante grado de
heterogeneidad de atributos a partir de los cuáles los jóvenes son descriptos.
Para este primer análisis hacemos una distinción en dos grandes grupos: atributos, características
o rasgos que poseen una connotación valorativa positiva y otros que poseen una connotación
negativa. En ambos casos refieren a representaciones de la condición juvenil construidos desde
una perspectiva adultocéntrica.
Tal como lo señalábamos al inicio de esta presentación cuando se habla de las juventudes, se
hace referencia a varios sentidos y desde diferentes actores con distintos posicionamientos. La
necesaria contextualización de los discursos y prácticas en las que se inscriben, y el
reconocimiento de la posición de quien habla, permiten una mejor comprensión del sentido de
estos discursos. Aquí, quienes “hablan” son los empresarios, y sus emisiones se dan en el marco
de encuentros en los que gran parte de la interacción giró en torno al tema del trabajo y las
políticas públicas para este grupo. De allí que, como veremos seguidamente, gran parte de las
respuestas remiten a construcciones vinculadas a esta esfera del mundo social.
Entre los rasgos que remiten a valoraciones positivas se mencionan, particularmente, aspectos
asociados a la construcción de un “joven trabajador ideal”. Esto es un sujeto poseedor de una serie
de cualidades directamente vinculadas con el discurso de la empleabilidad y las competencias, a
las que también antes hicimos alusión. Así, por ejemplo, se mencionan como rasgos característicos
el hecho de que son: proactivos, rápidos, efectivos, versátiles, emprendedores, entusiastas, entre
otros de similar tenor. Se trata de características referidas a comportamientos esperables en una
situación de trabajo y que remiten a cierto “perfil deseado” en un contexto de mutaciones en los
procesos de trabajo y flexibilidad laboral.
Al mismo tiempo, algunos de estos rasgos (innovadores, creativos, seguros, etc.) también se
vinculan con cierta idea del “joven oficial” al que aluden Margulis y Urresti (1998), en sus análisis
11 Desde una perspectiva psicológica, de manera general se entiende que los rasgos resumen o sintetizan las conductas de las personas en determinadas situaciones y ocasiones. Son disposiciones que sirven para describir a las personas y permiten, en ocasiones, anticipar ciertos comportamientos. No son observables de manera directa si no que se infieren de la observación de ciertos hechos en determinadas situaciones.
sobre la condición juvenil, entendiendo a la misma como construcción imaginaria heredera de los
sectores dominantes (en el sentido económico – productivo) y el aparato publicitario12.
Por su parte, entre los rasgos que remiten a una valoración negativa, en cambio, encontramos una
mayor diversidad de respuestas. Para su interpretación seguimos los planteos realizados por
Mariana Chaves (2005) que en una de sus investigaciones indaga sobre las representaciones13 y
discursos vigentes acerca de las y los jóvenes en la Argentina. La autora sostiene que la juventud
está signada por “el gran no”, es negada (modelo jurídico) o negativizada (modelo represivo), se le
niega existencia como sujeto total (en transición, incompleto, ni niño ni adulto) o se negativizan sus
Los rasgos a partir de los cuáles los empresarios definen a los jóvenes, identificados en este
estudio, coinciden con la categorización propuesta por esta autora (Cháves, 2005). Así entre las
emisiones aparecen descripciones tributarias de algunas de las siguientes representaciones:
a. Joven como ser no productivo económicamente: “dependientes económicamente” (tanto de las
familias como del Estado), “inestables” (haciendo referencia también en este caso a la estabilidad y
autonomía económica), “vagos”. Dado que el tiempo de la productividad es el tiempo del trabajo, el
joven es visto como un sujeto que está lleno de tiempo libre, es un ser “ocioso”.
b. Joven como ser incompleto: algunas descripciones anteriores también remiten a la construcción
de un sujeto joven en transición y no productivo como un ser incompleto, desorientado, carente, al
que le faltan cosas.
c. Joven como ser desinteresado y/o sin deseo: muchos de los rasgos definidos por los
empresarios remiten a esta construcción (“desinteresados”, “desmotivados”, “no quieren estudiar”,
“son perezosos”, etc.). Aparece un señalamiento con mucha fuerza del no deseo o el no interés,
12 Según los autores, ampliando lo señalado en apartados anteriores, se identifica un joven construido según la retórica de la mercancía, fácilmente identificable con un patrón estético de clase dominante y ligado con los significantes del consumo. Construido por el aparato publicitario, se constituye un joven tipo, un producto que se presenta sonriente, impecable, triunfador, seguro de sí mismo pudiendo pertenecer a las filas empresariales, deportivas, actorales o políticas. Asimismo, otro conjunto de discursos y de prácticas cooperan en la construcción del joven ideal, ese modelo delineado por los sectores dominantes como el heredero deseable. El joven legítimo es aquel que condensa las cualidades que los grupos dominantes definen como requisito para la reproducción de vida, patrimonio y posición social. 13 Es un conocimiento práctico. Al dar sentido, dentro de un incesante movimiento social, a acontecimientos y actos que terminan por sernos habituales, este conocimiento forja las evidencias de nuestra realidad consensual, participa en la construcción social de nuestra realidad (Jodelet, 1986 citado en Chaves 2005). 14 Para la construcción de estas representaciones que definen a los jóvenes a partir del ser en sí mismo, se parte de una comparación con perspectiva adultocéntrica, la definición se hace por diferencia de grado en relación al parámetro elegido, lo que lleva a establecer características desde la falta, las ausencias y la negación, y son atribuidas al sujeto joven como parte esencial de su ser. Esta perspectiva conduce a perder de vista la condición juvenil como construcción social, quedando oculto bajo el manto de la naturalidad del fenómeno que estas concepciones son discursos altamente ideologizados y con perspectiva gravemente discriminadora.
pero que, a decir de Cháves (op. cit), está colocada y debería ser interpretado en que aquello que
no se desea/interesa se vincula con lo que se les ofrece en determinados ámbitos específicos de
socialización (la escuela, el trabajo, entre otros)15.
Finalmente, con muchas menos menciones, identificamos un tercer tipo de rasgos que no tienen
per se ninguna connotación valorativa, más bien se orientan a describir algunas características de
los jóvenes asociadas a la generación a la que pertenecen, signados por el incremento de
prácticas de consumo (de moda, tecnología, servicios diversos) y otras formas de comunicación,
mediadas por la tecnología.
Reflexiones finales
En esta ponencia nos propusimos recuperar la mirada de empleadores o potenciales empleadores
sobre los jóvenes y algunas intervenciones implementadas en las ciudades de Resistencia (Chaco)
y Corrientes.
Como lo mencionamos en una parte de la presentación, adherimos a la idea que los distintos
grupos sociales, entre ellos los empresarios construyen representaciones (entendiendo a las
mismas como un conocimiento socialmente elaborado, compartido y con un cariz práctico que les
permite realizar una determinada construcción social de la realidad que orientan sus prácticas). Los
discursos sobre los jóvenes y las políticas públicas para este grupo, son elaboradas en su mayoría
desde una perspectiva adultocéntrica; los jóvenes configuran un “otro” (diferente) que se presenta
además definido y circunscripto, fundamentalmente, en relación a las situaciones de trabajo.
Reconocer estos discursos se tornan centrales si pensamos a la inserción laboral como un proceso
socialmente construido, en el que, justamente el actor empresarial es determinante.
En este marco, el primer hallazgo que retomamos aquí es la inexistencia de un discurso
homogéneo, uniforme, del empresariado local respecto a los jóvenes y a las intervenciones de las
políticas que se orientan a facilitar su inserción laboral. No obstante, aún con variaciones y matices
identificamos, ideas y valoraciones recurrentes y mayoritarias que, consecuentemente, remiten a
posicionamientos más fuertes/dominantes sobre los mismos.
Respecto a las intervenciones estatales para este grupo prevalece una valoración positiva ya que
son entendidas, desde una mirada instrumental, como herramientas útiles que reportan beneficios,
fundamentalmente en términos económicos, para las empresas. No obstante, al mismo tiempo, se
15 Señala esta autora que el problema aquí es que, habitualmente, el rechazo, la indiferencia o el boicot hacia lo ofrecido (desde las instituciones, desde los padres u otros adultos) es leído por los adultos como falta de interés absoluto, no como falta de interés en lo ofrecido.
plantean señalamientos críticos sobre estas intervenciones, que no en pocos casos remiten a
prejuicios y/o preconceptos sobre el Estado y la Política.
En relación con los jóvenes, también existe una diferenciación entre quienes los definen a partir de
atributos negativos y aquellos que lo hacen desde una mirada positiva. Los primeros, enfatizan las
carencias de los jóvenes y negativizan sus prácticas. Consecuentemente los definen como
incompletos, desinteresados y no productivos en términos económicos. Se trata de una
construcción discursiva, en términos de Cháves (op. Cit) no por lo que los mismos son en relación
con los otros, si no desde la potencialidad de la acción, a partir de parámetros construidos y
definidos desde la mirada de los adultos. Quienes los definen a partir de rasgos positivos, en
cambio, esbozan un discurso que se apoya en la lógica de las competencias laborales -centradas
especialmente en aspectos motivacionales y actitudinales- aludiendo a un estereotipo de
trabajador deseado que reúna cualidades funcionales (“rápido, adaptable, dócil y barato”) para la
empresa, en un contexto de flexibilización laboral.
Cabe finalmente señalar que este discurso, por lo general, se consolida luego en el proceso de
socialización en el trabajo, proceso que interviene en las subjetividades de nuevos trabajadores y a
partir del cual se replican sentidos y valores orientados a reafirmar los intereses empresariales. En
tal sentido los procesos de reclutamiento, inducción y formación obedecen a una visión corporativa
empresarial, destinadas a identificar sujetos que se ajusten al cuerpo normativo de estas
organizaciones.
Bibliografía consultada
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La presente ponencia tiene como propósito caracterizar y reflexionar acerca de las políticas
públicas vinculadas a la formación laboral para jóvenes en C.R., la misma se enmarca en tres
investigaciones de culminación de la carrera Licenciatura en Trabajo Social de la UNPSJB
(Chubut).
Estas reflexiones se realizan a partir de las experiencias en tres programas llevados a cabo en la
ciudad: “Programa Juventud: Punto de Encuentro”, “Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo” y
“Proyecto de Capacitación Laboral para Jóvenes, Fundación ProCap” los cuales tienen en común
la implementación de estrategias para la formación en el trabajo de jóvenes de sectores populares,
considerados “sujetos de riesgo”.
Estas experiencias nos invitan a pensar cómo están diseñadas las políticas públicas para jóvenes,
indagando que visiones/representaciones plantean sobre la relación juventud - trabajo, pensar
como se relacionan con las características de la ciudad, del mundo del trabajo, etc. Un primer
punto que se desprende del análisis es que poseen reconociendo en ellas lineamientos
adultocentristas. Este punto es una afirmación entonces hay que decir de donde viene, ejemplificar,
etc.
Para ello se caracterizará el funcionamiento de estos programas, a partir de las actividades que
despliegan, además se identificarán otros factores que influyen en la ejecución de los mismos, por
ejemplo, la condición salarial de sus trabajadores, la constitución de los equipos técnicos, el
financiamiento destinados a ellos, entre otros.
Orientamos el análisis a partir de los siguientes interrogantes, ¿qué concepciones o
representaciones sobre el sujeto juvenil subyace en los lineamientos de los programas
analizados?; ¿existe una correlación entre la formación laboral que se ofrece para estos jóvenes y
los perfiles demandados por el mercado laboral? ¿Qué valoración le asignan los jóvenes a su
participación en estos programas?
A partir del análisis de los dispositivos institucionales que acompañan los procesos de inserción
laboral, identificaremos si son tenidos en cuenta los intereses y necesidades de los jóvenes que
participan en estos programas, evaluando si se logra la inserción laboral de estos grupos teniendo
en cuenta sus trayectorias de aprendizaje.
La recolección de estos datos se produjo en el marco de prácticas preprofesionales de la carrera
Trabajo Social y la relación laboral con estos programas mediante la participación en los equipos
técnicos. Teniendo en común el trabajo de campo a través de técnicas etnográficas y cualitativas
como entrevistas a jóvenes y referentes institucionales, observación participante, coordinación de
actividades, análisis de documentos y fichado bibliográfico que nos permitió comprender los
significados de las prácticas juveniles y la implementación de estos programas.
Por otra parte cuando pensamos estas políticas públicas consideraremos la intervención del
Estado en cuanto a la construcción social que realiza de los jóvenes desde la elaboración de
políticas públicas juveniles. De este modo reconocemos cómo el Estado posiciona a los jóvenes
frente a este tipo de políticas públicas, ya sea como beneficiarios, receptores, población en riesgo,
población vulnerable, etc. De esta manera sostendremos un diálogo entre las experiencias de los
programas y la propia concepción que se tiene sobre juventudes. Considerando a los mismos
como actores en permanente contacto con relaciones sociales, de géneros, de clases, de
identidades, de etnias, barriales, laborales, que implica pensar el concepto más allá de las
definiciones biológicas o etarias.
Palabras clave
Juventud – Formación Laboral – Políticas Públicas
Políticas públicas Juveniles de la ciudad de Comodo ro Rivadavia
Adherimos a la concepción de políticas públicas elaboradas por Dina Krauskopf (2003, 2005),
quien plantea que “una política es publica en la medida que su formulación compromete a las
instituciones del Estado en su conjunto, con la responsabilidad de las condiciones requeridas para
su realización, a los jóvenes aportando, tomando decisiones y comprometiéndose con ellas y a la
sociedad en sus diversas expresiones y organizaciones”.
Entendemos por esto que los programas referidos a juventud deben ser llevados a la acción desde
las diferentes instituciones representantes del Estado, generando trabajos en red que permitan la
integración de saberes desde distintas disciplinas y áreas con el fin de integrar diversas miradas
respecto a las juventudes, que puedan ser transmitidas al conjunto de la sociedad, y de esta
manera empoderar a los jóvenes que participan en los programas; como sujetos involucrados,
conscientes, autónomos, emprendedores, capaces de decidir por ellos y para ellos, condiciones
que permiten mejorar su calidad de vida.
La primer política pública que nombraremos es el Programa Juventud: Punto de Encuentro que
depende de la Secretaría de Desarrollo Humano y Familia perteneciente a la Municipalidad de
Comodoro Rivadavia, este programa se basa en ofrecer cursos de capacitación socio - laboral que
permiten a los jóvenes adquirir conocimientos y recursos necesarios como herramientas que sirvan
al momento de iniciar la búsqueda del primer empleo, y así poder insertarse laboralmente.
Actualmente las capacitaciones socio laborales que se brindan son auxiliar en cocinero; camarero;
corte y confección; manicuria integral y belleza de pies; jóvenes pasteleros; auxiliar montador –
electricista; y diseño juvenil.1
1 Entrevista realizada a la directora del Programa Juventud. Octubre 2015.
De acuerdo a lo expresado por la directora2 el Programa Adolescencia y Juventud comienza a
funcionar en marzo de 2004 con carácter unipersonal, con apoyo de profesionales idóneos que
elaboraron “proyectos orientados al tratamiento integral de la problemática adolescente, teniendo
en cuenta los lineamientos de promoción, prevención, participación e integración. En sus inicios al
no contar con un equipo de profesionales se optaba por articular en red con áreas de Salud
Municipal y Educación.
En el año 2006 reciben una donación en equipamiento de Panadería por lo que crean el Proyecto
de la Escuela de Panadería municipal para jóvenes, de esta manera inician las capacitaciones en
este rubro para luego ir ampliando sus ofertas. Durante el 2008 se crea el Proyecto Comodoro
Incluye, a través de un convenio entre el Estado Municipal y Provincial destinado a adolescentes
entre 12 y 18 años en “situación de calle”. Para ello se contrataron a Operadores Inclusivos,
quienes recorren distintos barrios de la ciudad para acercarse a diferentes grupos de adolescentes
que no se encuentren incluidos en el sistema formal de educación o salud.
A partir de febrero del año 2016 el Programa Adolescencia y Juventud se subdivide generando que
el área de adolescencia pase a depender de otra dirección, quedando de esta manera una nueva
conformación como Programa Juventud.
La población destinataria del presente proyecto son jóvenes de 17 a 25 años que demandan
atención del Programa Juventud y que se encuentran en estado de vulnerabilidad. Entendiendo la
vulnerabilidad como concepto amplio, ya sea derechos vulnerados familiares, afectivos,
educativos, de salud, recreativos, deportivos, sociales, culturales o laborales. En general los
jóvenes se acercan al Programa por intereses propios o motivados en aprender específicamente
algún oficio, las convocatorias principalmente son a través las redes sociales, como medio de
comunicación de mayor frecuencia y luego el “boca en boca”, ya que los jóvenes al llegar al
programa manifiestan haberse enterado a través de otros. También sucede que algunos jóvenes
lleguen a través de otros programas sociales que solicitan su incorporación, aunque es en menor
medida.
Para llevar a cabo sus funciones el Programa utiliza como metodología el abordaje grupal de las
problemáticas de los jóvenes, focalizando en cuestiones individuales según las demandas que
vayan surgiendo. Se tiene en cuenta la construcción de un “Proyecto de vida” propio y singular de
cada joven, como uno de los objetivos principales del programa.
Según el equipo técnico el “proyecto de vida” implica el acompañamiento de los jóvenes brindando
herramientas que les permitan ser autónomos, autogestivos, poder finalizar sus etapas educativas, 2 Idem
adquirir responsabilidades y que logren visualizar con las capacidades que cuentan para poder
realizarse como personas.
Se puede apreciar que en general las propuestas que brinda el Programa se orientan a la
formación en oficios y en tareas de servicios, por ejemplo Mozo, Manicuria Integral, Gastronomía,
entre otros. Así podemos notar que en general persiste una mirada que proyecta a los jóvenes
como trabajadores “al servicio de otros”, con actividades de baja calificación y con escasa
proyección hacia otros tipos de formación.
Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo (PJMMT): El Ministerio de Trabajo, Empleo y
Seguridad Social Nº 497/08, creó el Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo en el año 2008. El
cual tiene como objetivo según resolución Nº 2370, generar oportunidades de inclusión social y
laboral para jóvenes través de acciones integradas que les permitan identificar su perfil profesional,
finalizar su escolaridad obligatoria, realizar cursos de formación y/o practicas calificantes en
ambientes de trabajo, iniciar una actividad productiva de manera independiente o insertarse en un
empleo3.
La modalidad que se utiliza es el formato taller iniciando al Curso introducción al trabajo: este curso
constituye una actividad introductoria a las acciones del programa destinadas a que los jóvenes
actualicen, revisen y/o construyan su proyecto formativo ocupacional. En base a los fundamentos
del programa se plantean como objetivos el brindar conocimientos cognitivos de análisis y
valoración, que les permita la identificación de sus intereses, necesidades y prioridades; de su
entorno social y productivo; los saberes y habilidades para el trabajo adquirido durante su
trayectoria ocupacional, y estrategias adecuadas para planificar y desarrollar su recorrido de
formación para la búsqueda y acceso al empleo. El curso de introducción estará compuesto por
tres talleres: a) Construcción del Proyecto Formativo Ocupacional, b) Alfabetización Digital y c)
Derechos Sociales y Laborales y salud Ocupacional.
En el reglamento del programa se plantea que la primera actividad que deberán tomar los jóvenes
es la realización de este curso el cual es obligatorio. Tendrá una duración máxima de tres meses y
una carga de ciento treinta horas4.
Por otra parte una vez finalizado dicho taller los participantes podrán acceder a las “Acciones de
Entrenamiento”, previamente pactadas por la Oficina de Empleo y el sector empresarial, quienes
3 Disponible en http://www.trabajo.gov.ar/jovenes/?id_seccion=177
4 No será exigible la realización del curso de introducción al trabajo cuando los jóvenes acepten una oferta de empleo a través de los procedimientos previstos por el Programa de Inserción Laboral.
realizan un convenio con el fin de brindarle a los jóvenes que han finalizado el Curso de
introducción al trabajo pasantías de 4 meses como experiencia de trabajo formal5.
De las entrevistas de campos realizadas se puede decir; que los jóvenes llegan en primer lugar a la
Oficina de Empleo en busca de trabajo formal: ya sea por los padres y/o conocidos que les
comenta del lugar y la función que esta tiene6, como así también por folleteria, difusión en medios
de comunicación y redes sociales. Una vez hecha la primera entrevista y según el perfil del
postulante, es decir; si el joven responde a los requisitos del PJMMT se les comenta del mismo y
de los beneficios a recibir, si aceptase iniciar el curso. Nos resulta relevante atender a los requisitos
solicitados de los jóvenes beneficiarios del programa el cual traza un perfil y una representación
sobre los mismos: tener entre 18 y 24 años, tener los estudios primarios y/o secundarios
incompletos y que tanto ellos como su grupo familiar se encuentren desocupados o se
desempeñen en la economía informal o formal y tengan ingresos no superior al Salario Mínimo,
Vital y Móvil.
El Programa empieza a regir en la ciudad a partir del año 2012, en principio ejecutado por la
Fundación Comodoro y la Oficina de Empleo en la cual se desprendieron tareas compartidas
respecto a su ejecución. Sin embargo, para el año 2015, el Ministerio de Trabajo, Empleo y
Seguridad Social, plantea que sea las oficinas de empleo dependiente de los municipios quienes
lleven adelante la convocatoria del programa junto con su ejecución.
La población destinataria es de dieciocho a veinticuatro años de edad, desocupados con estudios
formales obligatorios incompletos, y que se encuentren desempleados7. Hasta el año 2015 los
inscriptos fueron de 120 de los cuales culminaron el “Curso Introducción al Trabajo” con sus
respectivos talleres 90 jóvenes con certificación. Cabe destacar que no todos los jóvenes continúan
con las propuestas que enmarca el Programa8, lo que dificulta su seguimiento por parte de la
5 Los proyectos de entrenamiento para el trabajo podrán ser ofrecidos por organismos del sector público, empresas privadas o instituciones sin fines de lucro y se ejecutaran en el marco de los procedimientos establecidos por la Resolución del Ministerio de Trabajo Empleo y Seguridad Social Nº 708/10.
6 Función de la Oficina de Empleo; Orientación y acompañamiento en la búsqueda de trabajo, formación y capacitación laboral, asesoramiento para el trabajo independiente y emprendimientos socio productivos.
7 Véase Resolución 2370, título IV de las prestaciones especificas del programa, art; 84.
8 Entre estas propuestas se encuentran cursos de apoyo a la empleabilidad e integración social, Clubes de empleo, Talleres de apoyo a la búsqueda de empleo, Apoyo para la certificación de estudios formales obligatorios, Cursos de formación profesionales, Certificación de competencias laborales, Procesos de inserción laboral asistida, Apoyo para la puesta en marcha de un emprendimiento independiente
Oficina de Empleo, indicando que del 75% de los jóvenes que culminan el Curso de introducción,
un 40% continúa vinculado al Programa y a la respectiva institución9.
Fundación ProCap (Proyecto de Capacitación Laboral en gastronomía para jóvenes)
El tercer caso que vamos a presentar es ProCap, el cual brinda capacitación en el rubro
gastronómico y formación en cuanto a las habilidades básicas de los jóvenes a partir de la
creación de un espacio educativo no formal. El mismo se plantea como un espacio “de contención
y donde se efectúa efectuando un abordaje tanto individual como familiar, que apunte a la
formación integral de los jóvenes para que puedan desarrollar un proyecto de vida diferente,
incorporando una visión distinta del trabajo como herramienta que favorece la igualdad de
oportunidades y la restitución de la dignidad como personas.”10
La experiencia de capacitación cuenta con tres cursos cuatrimestrales y anuales; auxiliar en
elaboración de alimentos, auxiliar en cocina y auxiliar panadero – repostero. Está propuesto a
jóvenes de ambos géneros con una edad estipulada de 14 a 20 años aproximadamente. Este
programa se vincula con el Ministerio de Educación de la Nación a través del Centro de Formación
Profesional Nº652, este impone ciertos requisitos, que forman parte de la inclusión del joven,
acepta a menores de 16 años que estén cursando la escuela. Ya que la capacitación otorga en su
finalización un titulo que es validado por el Ministerio.
ProCap nace en el año 1996 a través de Caritas Diocesana y respaldada por el Programa de
Atención a Menores en riesgo (ProAme) del Ministerio de Desarrollo de la Nación. El equipo
institucional del proyecto está constituido por un coordinador/a, trabajador/a social y un/a
promotor/a social, más los/as dos instructores que son enviados por el CPF.
Para la década del 2000 finalizados los aportes del ProAme, ProCap se conforma como Fundación
que depende de la Diócesis de Comodoro Rivadavia. La relación con los referentes de la iglesia
católica tuvo implicancias en el perfil de este emprendimiento que generó dificultades en el
funcionamiento de la institución, como por ejemplo inestabilidad en la permanencia del equipo
técnico. Dificultad en el acceso a los insumos, y mayor exigencia a los jóvenes destinatarios lo que
incidió en que disminuyera el número de los jóvenes que participan.
9 Estos datos no fueron verificados por la Oficina de Empleo ya que hasta el momento de haberse iniciado la entrevista, no contaban con datos cuantitativos, es un dato aproximado por la notas de campo que se tomaron durante las entrevistas realizadas a los referentes institucionales, principios del 2016.
10 Extraído de Informe Institucional ProCap año 2007.
Entre los objetivos de ProCap se encuentra “mejorar las condiciones de empleabilidad de los
jóvenes, de modo que favorezcan el acceso al mundo laboral y el protagonismo en la vida
ciudadana mediante saberes consolidados en la convivencia diaria, promoviendo un mejor modo
de vivir la vida en comunidad.”11
Teniendo en cuenta que la población beneficiaria del proyecto son jóvenes con los derechos
amenazados y vulnerados, especialmente el derecho a la educación; se ha organizado un horario
que no interfiera con la escolaridad, generando un espacio de acompañamiento y asesoramiento
escolar dentro del proyecto con la intención de fortalecer su reinserción.12 A través de nuestra
experiencia de campo pudimos ver que la relación con su formación escolar en muchos casos era
tensa dado que se superponían los horarios y tampoco existía el acompañamiento y
asesoramiento escolar a través de actividades concretas.
Jóvenes, Empleo y Políticas Públicas
En primer lugar nos parece pertinente reflexionar y afirmar la convivencia de juventudes. Hay
distintas maneras de ser joven en el marco de la intensa heterogeneidad que se observa en el
plano económico, social y cultural. No existe una única juventud: en la ciudad moderna las
juventudes son múltiples, variando en relación a características de clase, el lugar donde viven y la
generación a que pertenecen. Además, la diversidad, el pluralismo, el estallido cultural de los
últimos años se manifiestan privilegiadamente entre los jóvenes que ofrecen un panorama
sumamente variado y móvil que abarca sus comportamientos, referencias identitaria, lenguajes y
formas de sociabilidad. Juventud es un significante complejo que contiene en su intimidad las
múltiples modalidades que llevan a procesar socialmente la condición de edad, tomando en cuenta
la diferenciación social, la inserción en la familia y en otras instituciones, el género, el barrio o la
micro cultura grupal. (Margulis y Urresti: 1998).
En los programas observados encontramos que las heterogeneidades de los jóvenes no son
contempladas, ya que se proyecta una imagen de joven/problema joven/riesgo que demandan ser
atendidos, por lo que sus tareas se proyectan en actividades que “corrijan” o “preparen” a los
jóvenes para generar un “proyecto de vida” pensado desde los adultos. En relación a esto resulta
importante reconocer estas heterogeneidades entre los jóvenes que participan en los programas
analizados, para tener en cuenta que esta población se va transformando constantemente, por lo
que las políticas públicas debieran estar atentas a estas modificaciones para reveer continuamente
11 Extraído de Informe Institucional “Fundación ProCap”. Año 2007.
12 Informe institucional “Fundación ProCap”. Año 2007.
sus objetivos y modos de intervención, a fin de comprender que los jóvenes no son similares sino
que provienen de contextos sociales distintos.
Ya presentadas las características formales de los programas, nos enfocamos en los jóvenes
destinatarios: A partir de las entrevistas y actividades realizadas con los distintos grupos de
jóvenes que participan en los tres programas pudimos observar que los jóvenes perciben distintos
prejuicios y estigmas sobre ellos, en general las dificultades rondan en tenerles desconfianza,
temor, subestimando sus conocimientos y actitudes.13
De esta manera visualizamos cómo su condición de ser jóvenes influye de manera negativa para la
obtención de un empleo formal, ya que expresan que son vistos por los Adultos y medios de
comunicación como “irresponsables”, “vagos”, “delincuentes”, “cómodos”, “desinteresados”14. Aquí
cobra relevancia la imagen que prevalece en la sociedad sobre los jóvenes, la cual se refuerza en
los discursos adultocéntricos que los posiciona como actores sociales y trabajadores que deben
ser “preparados”, “atendidos” en sus problemas ya que podrían alterar el orden social o ser fuente
de conflicto.
La condición juvenil desde sus palabras es representada como la carencia de experiencia y de
una trayectoria laboral formal, lo que produce que sean solo considerados para ocupar cargos en
condiciones precarias, es decir en trabajos que requieren menos calificación. Estas problemáticas
se agravan en relación a quienes provienen de hogares en vulnerabilidad.
Cuando pensamos la relación entre juventudes y trabajo desde el presente en el particular contexto
de Comodoro Rivadavia, encontramos las consecuencias de la implementación de políticas
neoliberales, acentuadas sobre todo en la década del 90 en donde prevalecieron los intereses del
mercado, provocando que una de las poblaciones más afectadas fueran los jóvenes. Este contexto
benefició que crecieran los marcos de flexibilización laboral, las condiciones precarias, inestables e
informales de trabajo, pero además generó que los empresarios aumenten las exigencias en la
incorporación de jóvenes al mercado laboral; promocionando valores de competitividad, mayor
especialización y división social del trabajo de acuerdo a las trayectorias educativas de los jóvenes.
Esto repercutió en nuestra ciudad a partir de la privatización de YPF, para el año 1993 más de
6400 trabajadores quedaron desafectados de la empresa estatal. En términos porcentuales esto
significó que cerca del 87% de la población ocupada por la empresa quedara en situación de
desempleo (Saldivia; 1997)
13 Entrevista de campo a jóvenes pertenecientes al Programa Juventud.
14 Ídem.
Esto registró un impacto altamente negativo para la economía local, la fractura del mundo del
trabajo implicó para estas sociedades la generación de horizontes inciertos y la pérdida de un gran
número de beneficios sociales ligados al ingreso. Pero fundamentalmente constituyó un hecho
traumático para la experiencia subjetiva estructurada en torno a un fuerte sentido de pertenencia, a
un complejo de relaciones productivas, sociales y simbólicas forjadas a partir de un sistema de
valores compartidos (Castel; 1997). El derrumbe del sistema de protecciones tradicionales que
tenía el Estado como principal productor de incertidumbre, operó una serie de transformaciones en
las representaciones de la realidad y la vida cotidiana de las comunidades de la región, padeciendo
estos resabios los hijos y nietos de ypefianos, como así también el resto de la población, estas
condiciones se reflejan aun hoy en la población joven de la ciudad.
Al respecto Jacinto plantea que en la Argentina la oferta de capacitación laboral o formación
profesional para jóvenes ha sido escasa, y ha atendido a la población juvenil de los sectores más
vulnerables que no finalizaron la educación media (Jacinto; 1998). Si bien consideramos que la
capacitación laboral es un medio para modificar las situaciones socio - laborales de estos jóvenes,
observamos que los programas que implementan estas tareas no logran cumplir por completo sus
objetivos y además no contemplan los intereses de los jóvenes.
Por ejemplo: el PJMMT tiene como objetivo15 generar oportunidades de inclusión social y laboral a
través de su participación en actividades que les permitan construir un perfil profesional en el cual
deseen desempeñarse, finalizar estudios formales obligatorios, realizar experiencias y/o de
entrenamiento para el trabajo, iniciar una actividad productiva de manera independiente o
insertarse en un empleo. A continuación se procede a desglosar cada apartado del objetivo con el
fin de dar cuenta cuales son los aspectos que no se tienen en cuenta para su cumplimiento:
“Oportunidades de inclusión social y laboral” se aprecia que la duración de tres meses de
capacitación resulta escasa para que esto se concrete y se logre construir jóvenes con un perfil
profesional definido.
En general los jóvenes al ingresar al programa provienen con experiencias laborales como
albañilería, vendedores ambulantes, elaboración de alimentos y artesanos, etc., a lo cual el
programa propone fortalecer esos conocimientos; apuntando a construir el perfil laboral. Sin
embargo este no termina siendo el deseo de quienes participan del programa, ya que muchas
veces los jóvenes demandan otro tipo de capacitación como por ejemplo percibir estudios en
contabilidad, tareas administrativas, fotografía, administración de empresas, entre otros. Se busca
puntualizar en la trayectoria que traen como herramienta para la salida laboral pero no son
tomados los intereses de conocimiento que estos demandan. 15 Resolución N°2370: título I disposiciones generale s Articulo N°1
En cuanto a la “culminación de sus estudios formales obligatorios”, también se observa que el
tiempo que posee el capacitador no es el suficiente para que los jóvenes logren comprender la
importancia de culminar sus estudios, dado que no se logra construir con todos el mismo vinculo y
comunicación.
Por otra parte realizar “experiencias de formación y/o de entrenamiento para el trabajo” es una
tarea que debe ser llevada a cabo por la Oficina de Empleo, quien debe generar el vínculo entre
los empresarios y el Estado para contratar a jóvenes pertenecientes del programa. Aunque la
oficina realiza este labor, son muy pocos los jóvenes que logran acceder a este tipo de
experiencias ya que la propia oficina también tiene ciertos requisitos que los jóvenes debían
cumplir, como por ejemplo ser respetuosos, ser puntuales respecto al horario de la capacitación,
justificar inasistencias, ser responsables, encontrar un equilibrio entre la introversión y la
extroversión, esto imposibilita que dicho objetivo se cumpla.
Por último “iniciar una actividad productiva de manera independiente” en este punto, se podrían
apreciar varios jóvenes que sin darse cuenta habían creado actividades productivas de manera
independiente. Sin embargo cuando se inician las tareas para la elaboración de un proyecto de
emprendimiento se observa que las propuestas debían ser acordes a las leyes del mercado, es
decir debían ser innovadoras y creativas para poder acceder a los financiamientos que ofrece el
Programa, y por otra parte esperar a que el proyecto resulte seleccionado y que los fondos y el
valor sea acorde a la región patagónica.
En cuanto a la Fundación ProCap, - como mocionamos anteriormente - tiene entre sus objetivos
mejorar las condiciones de empleabilidad de los jóvenes, de modo que favorezcan el acceso al
mundo laboral y el protagonismo en la vida ciudadana mediante saberes consolidados en la
convivencia diaria, promoviendo un mejor modo de vivir la vida en comunidad. También se plantea
apuntar al desarrollo de un micro emprendimiento productivo que sirva de práctica a la
especialización de los egresados, sostén para la sustentabilidad del Proyecto y salida laboral
hasta la ubicación definitiva en el mercado laboral.16
A lo largo de estos últimos años ProCap ha sufrido modificaciones que genera pocas posibilidades
de acceso al mercado laboral por parte de los jóvenes, porque a raíz de los cambios de gestiones
en su dirección se dejaron de hacer actividades como pasantías en restaurantes y hoteles, la
articulación con instituciones del barrio y la venta de pastas que era una de las fuentes de
abastecimiento del lugar. El quite de estas tareas hace que no se pueda asegurar un futuro acceso
al empleo puesto que no hay diálogo entre la capacitación y la demanda del mercado, entonces 16 Informe Institucional “Fundación ProCap” Año 2007.
nos preguntamos de qué manera se puede construir ciudadanía y participación protagónica cuando
los jóvenes no tienen cercanía con otras instituciones, tal como lo proponía ProCap. Vale además
mencionar que actualmente la Fundación se encuentra cerrada por situaciones económicas.
Según las funciones y misiones que resalta el Programa Juventud, podemos mencionar: fomentar
el protagonismo de los jóvenes en la asunción de responsabilidades para garantizar la protección
integral de adolescentes y jóvenes, coordinar las acciones de los distintos actores e instituciones
involucradas con adolescentes, jóvenes y sus familias, para el diseño de políticas que se traduzcan
en acciones especificas para su aplicación.
Promover la participación y protagonismo de los adolescentes, jóvenes y su familia en diferentes
espacios socioeconómicos y culturales.
A partir de las entrevistas realizadas podemos observar que en el transcurso de su historia el
Programa ha optado por no trabajar con las familias de los jóvenes que participan en él. El equipo
técnico indica al respecto: que los jóvenes “son personas autónomas capaces de decidir por ellos
mismos”, aunque coincidimos con esto, consideramos que esta decisión no permite conocer la
historia de vida de los jóvenes, ni tampoco conocer que es lo que piensan las familias respecto a
ellos y a las juventudes que habitan la ciudad.
Como así también no se favorece la comunicación entre todos los actores, lo que limita generar
instancias de participación y protagonismo de los jóvenes y su familia. Por otro lado, tampoco se
visualiza que el programa articule proyectos con otras aéreas involucradas con jóvenes, sino más
bien han apelado a trabajar de manera individual relacionándose solo con otros entes para
beneficios presupuestarios.
Teniendo en cuenta las características de estos programas resulta importante destacar la
conformación de sus equipos técnicos, a fin de identificar si existe una mirada social respecto a la
población juvenil, es decir si existe la capacidad de generar trabajos en red que permitan
empoderar a estos sujetos y los espacios por los cuales transitan. Creemos que estos aspectos a
tener en cuenta son condición necesaria para el funcionamiento favorable de los programas
analizados, entre ellos destacamos desde nuestra experiencia como próximas egresadas de la
carrera de Trabajo Social17 la relevancia que posee esta profesión en relación a su participación en
17 Compartimos la definición de Trabajo Social de Norberto Alayón “[…] profesión basada en la práctica y una disciplina académica que promueve el cambio y el desarrollo social, la cohesión social, y el fortalecimiento y la liberación de las personas. Los principios de la justicia social, los derechos humanos, la responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad son fundamentales para el trabajo social. Respaldada por las teorías del trabajo social, las ciencias sociales, las humanidades y los conocimientos indígenas, el trabajo social involucra a las personas y las estructuras para hacer frente a desafíos de la vida y aumentar el bienestar” (Alayón; 2014)
el diseño e implementación de políticas publicas en una perspectiva que reconozca la diversidad y
la pluralidad, y los múltiples modos que se vive la condición juvenil en la ciudad.
Según entrevistas realizadas a la directora de la Oficina de Empleo (PJMMT), el equipo que lleva a
cabo dicho programa se encontró conformado por talleristas de profesión: docente, abogado,
trabajadora social, estudiante de comunicación social, directores de consultoras y un acompañante
de la oficina de empleo por cada taller que se diera.
La selección de estos no era menor ya que se buscaba que estuvieran relacionados con el campo
laboral y/o social, por ejemplo el abogado que dictaba el curso “derechos sociales y laborales” y
“salud ocupacional” era un abogado que según su relato, nunca había trabajado con jóvenes pero
logró entender los objetivos del PJMMT a partir de haber formado parte del equipo técnico que
llevo a cabo el Programa de Mejoramiento Barrial (ProMeBa), esto le permitió tener un
conocimiento sobre las problemáticas que vivencian los barrios periféricos de nuestra ciudad,
generando una empatía hacia los jóvenes que asistían al programa ya que trataba de ponerse en
el lugar de ellos18, dando ejemplos a partir de situaciones que estos habían vivenciado, previo al
taller. De esta manera, se lograba que los jóvenes tomaran conciencia de lo importante que es
conocer sus derechos.
En la Fundación ProCap el equipo técnico estaba conformado por un coordinador de la institución,
una trabajadora social, una promotora social y dos instructores que dictaban la capacitación
gastronómica. Estos instructores fueron los que más tiempo permanecieron en la institución, una
de ellas ha estado casi 18 años en ProCap, por lo que conoce toda la trayectoria y los perfiles de
jóvenes que han pasado por allí. En cuanto al resto del personal, dentro de los márgenes de esta
investigación entre los años 2013 – 2015, visualizamos su recambio año a año.
Según las propuestas de ProCap y según el relato de algunos de los jóvenes a través de
entrevistas, la función del equipo era generar la vinculación del joven con el proyecto, hacerlo
partícipe y generar espacios de contención si fuera necesario, los instructores además de brindar
la capacitación también cumplían estas tareas socializadoras. Por ejemplo: en una entrevista con
un joven que cursaba en ProCap, manifestó lo importante que había sido para él asistir al lugar,
porque además de la capacitación laboral, había recibido un buen trato por parte de las personas
que se encontraban allí, lo sentía como su casa. Él contaba que en un momento de su vida hacía
cosas que ahora no lo enorgullecen, por ejemplo; “perderse” los fines de semana con los amigos, y
18 Entrevista realizada a Tallerista del Programa Jóvenes Con Más y Mejor Trabajo, a cargo de del Taller: Derecho Laboral y Salud Ocupacional. Año 2016.
tomar alcohol. A estas conductas, que él reconoció, las vinculó con su relación con el instructor de
ProCap, ya que fue quien lo ayudó a reflexionar y darse cuenta de las cosas que podía hacer por sí
mismo, como cocinar de manera profesional, estudiar y terminar la secundaria19. Entonces este
joven expresó cómo su experiencia en ProCap había cambiado su forma de ver la vida y le dio
ánimos para continuar estudiando y superándose.
En cuanto al Programa Juventud si bien el equipo técnico se encuentra conformados por: una
trabajadora social, dos operadoras sociales, e instructores de cada capacitación que se dicta en el
lugar. Podemos apreciar que los jóvenes que asisten no referencian a una persona específica.
Sino que en general expresan sentirse cómodos dentro de la institución y a gusto con el personal
que trabajan en el lugar. Esto se expresa en algunas encuestas realizadas a jóvenes en el año,
2015. “me siento muy bien, me hacen sentir parte de una familia”, “me siento bien y siento que me
ayudan”, “me gusta mucho es como mi segunda casa”.
De esta manera se vislumbra cómo la labor de los equipos técnicos que se encuentran trabajando
en estos programas pueden influir y generar cambios en los jóvenes siempre y cuando no se tenga
una mirada adultocéntrica sobre ellos, si no que más bien se los considere como sujeto de
derechos que requieren de la presencia, no solo de su familia como pilar fundamental, sino
también del Estado, en este caso representado por las instituciones que ejecutan este tipo de
programas, a partir de empoderarlos y generando oportunidades para que los jóvenes ensayen y
encuentren en estos espacios lugares que les permita experimentar los aciertos y desaciertos, para
construirse como conocedores de sus propios derechos.
Conclusiones
A partir del análisis de las estructuras y de las actividades que llevan a cabo los programas
mencionados podemos concluir:
En primer lugar, las políticas públicas se continúan presentando desde modelos tradicionales
tomando la juventud como una etapa de transición, promoviendo políticas compensatorias. De esta
manera se han marginado sus intereses, tomando a los jóvenes como espectadores más que
protagonistas, acciones que no han logrado superar las desigualdades en relación al desarrollo de
trayectorias laborales estables. Esto se logra visualizar en los tres programas analizados, ya que
no se organizan ni se planifican tareas en las que se consulte previamente a los jóvenes; es decir
que no se tienen en cuenta sus opiniones.
19 Entrevista realizada ex alumno de ProCap año 2016.
En segundo lugar observamos que los lineamientos de los programas tienden a clasificar a los
jóvenes y a reforzar el estado de vulnerabilidad ya que entre sus objetivos se proponen “construir
proyectos de vida”, aportar para que los jóvenes “se realicen como personas”, “restituir la dignidad
como personas”, plantean “el deber ser de los jóvenes en relación a su imagen, estética,
comportamientos, y a otras pautas instituidas” 20 . De este modo se visualizan las acciones
adultocentricas que poseen estos programas, al considerar a los jóvenes como inferiores e
incompletos, dejando de lado las trayectorias de vida y los conocimientos que los jóvenes traen
consigo.
En tercer lugar observamos que no se logra una correlación entre la formación laboral que se
ofrece para los jóvenes y el perfil que demandan ellos, ya que se visualiza que los tres programas
desempeñan capacitaciones “tradicionales” tales como la gastronomía, camarero o tareas de
atención al público, sin realizar a los jóvenes una consulta sobre sus aspiraciones.
En cuarto lugar se aprecia que dichas instituciones permanecen estáticas en sus respectivas
ubicaciones barriales, sin poder salir de esos límites que les permita llegar a otros sectores de la
ciudad, con el fin de poder generar y articular un trabajo en red con otras instituciones que
posibilite que los jóvenes realicen otro tipo de experiencias.
Además se observa que las áreas destinadas a trabajar con Juventud suelen ser espacios
individuales y sin comunicación y/o relación con otras instituciones involucradas en el tema,
desconociendo la labor que los demás realizan, cuestión que podría beneficiar plenamente el
trabajo con las y los jóvenes al potenciar los grupos de profesionales y los recursos económicos.
En quinto lugar se visualiza que los equipos técnicos de los programas suelen ser insuficientes y
en condiciones de precariedad laboral que no condice con las tareas que deben llevar a cabo; ya
que no solo se trata de realizar una capacitación laboral sino de incluir a los jóvenes con sus
necesidades e intereses.
Por último nos parece relevante destacar que los jóvenes reconocen a estos espacios como
ámbitos para encontrarse con otros jóvenes, como espacios de participación, recreación, escucha
y aprendizaje. En este sentido revalorizan estos lugares como propios y parte de ellos, ya que
varios una vez que finalizan sus capacitaciones suelen volver de visita, apreciando sus
experiencias como positivas. También esos espacios generan ámbitos de confianza que permite a
los jóvenes compartir sus problemáticas como así también elaborar propuestas colectivas para la
resolución de estos conflictos.21
20 Extraído de las propuestas institucionales de los tres programas analizados.
21 Extraído de entrevistas a jóvenes participantes de los programas.
Finalmente este trabajo es sólo un paso más para seguir interpelándonos e investigando con las
juventudes, buscamos aportar a la construcción de nuevos saberes sobre la relación entre políticas
públicas, juventudes y empleo desde el trabajo social como perspectiva, con una mirada crítica y
analítica respecto al contexto local donde desarrollamos nuestras investigaciones.
Bibliografía
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Castel Robert, “La metamorfosis de la cuestión social. una crónica del salario”, Editorial Paidós,
Buenos Aires 1997.
Significaciones otorgadas al trabajo desde la persp ectiva de Jóvenes
Instituto de Investigaciones Socioeconómicas, Facultad de Cs. Sociales, UNSJ
Av. Ignacio de la Rosa 590 Oeste, Rivadavia 5402, San Juan
GT 10: Trabajo y representaciones laborales
Resumen
En Argentina a partir de los 90´ se profundizan las mutaciones a través de cambios en la
organización del trabajo. La crisis político-económica de los años 2000-2001 impacta en el
conjunto de la estructura social, afectando especialmente a las clases medias y bajas y, dentro
de ellas, al sector juvenil. Si bien a partir del año 2003 se experimenta una recuperación de los
indicadores del mercado de trabajo, persisten aun las condiciones de precariedad.
Especialistas en la temática señalan que pesar de la recuperación económica de la post-
convertibilidad y del incremento de la actividad económica, la realidad laboral de los
trabajadores de entre 18 y 29 años, en la última década, es crítica. Aquellos modos de
ingresar al mercado de trabajo a través del pasaje de la educación al empleo, han sido
reemplazados por una proliferación de transiciones, de pasajes del empleo al desempleo, y
viceversa, del empleo a la inactividad, y aún de un empleo a otro empleo en diferentes
condiciones y niveles de precariedad. De este modo la inserción laboral de los jóvenes,
resulta ser desde hace dos décadas una problemática de interés; donde los enfoques son
diversos y van desde estudios cuantitativos con uso de datos estadísticos, a estudios macro-
económicos referidos a las transformaciones del mercado de trabajo, hasta los enfoques
actuales que enfatizan los comportamientos de los individuos y su relación con el trabajo; lo
que permite mostrar que en el desempleo juegan factores macro-sociales y aspectos socio-
culturales e individuales.
La línea de investigación que venimos desarrollando desde el año 2008, se ha centrado en el
estudio de la inserción laboral de jóvenes sanjuaninos de sectores populares urbanos. En esta
ponencia presentamos la asociación entre las trayectorias laborales y los significados
atribuidos al “trabajo” y “buen trabajo”. Para este análisis consideramos por un lado, la variable
tipo de trayectoria laboral, construida en el marco del Proyecto: “Transición a la vida adulta: las
trayectorias laborales de jóvenes sanjuaninos” (2013- 2014); consistente en tres tipos:
estancadas, contingentes y previsibles. Por otro lado, recuperamos la información de
carácter cualitativa que obtuvimos de 553 encuestas realizadas en el proyecto de investigación
“Los jóvenes del campo y la ciudad: sus prácticas y trayectorias laborales” (2008-2010);
retomamos la base de datos que oportunamente se elaboró con el programa informático
SPSS. Recuperar esta información resulta válido, dado que sabemos que las representaciones
se anclan en el tiempo y se modifican más lentamente que lo que lo hacen las condiciones
objetivas de la realidad. La información analizada se refiere a las significaciones que los
jóvenes poseen de “trabajo” y “buen trabajo”, construimos un sistema de categorías de
significaciones atribuidas por los jóvenes a los conceptos señalados; estas categorías se
obtuvieron a partir de las respuestas dadas a la solicitud de expresar tres ideas que los
términos trabajo y buen trabajo evocaban. Las respuestas obtenidas fueron agrupadas a partir
del análisis de semejanzas y diferencias, permitiendo la elaboración de categorías de
significaciones, éstas fueron estudiadas a la luz de las trayectorias laborales de los jóvenes.
Palabras claves
Jóvenes – Trayectorias laborales- Valoraciones y significaciones
El modelo político y económico de pleno empleo característico de las sociedades del siglo XX,
garantizaba el ingreso de los trabajadores al sector formal de la economía permitiendo el
acceso a empleos de calidad, de tiempo completo, estables y con cobertura social. Las
trayectorias laborales se caracterizaban por la estabilidad en torno a un único empleo o a una
rama de actividad y culminaban con una jubilación obligatoria (Neffa, 2001; Alonso, 2004;
Salvia, 2007).Tales garantías y la seguridad social que las mismas proporcionaban permitía el
diseño de planes futuros y proyecciones de movilidad social ascendente (Feijoó, M. del C.
2001).
Este modelo entra en crisis en la década del 70`. En términos de Castel (1997), es a partir de
estos años que en Europa Occidental se fisura el estatuto del empleo iniciándose un proceso
de precarización laboral y de desempleo. Para el autor estos cambios, consecuencia directa
de las nuevas exigencias tecnológicas y económicas del capitalismo moderno, parecen ser
irreversibles.
Según Antunes, Ricardo (2005), estos cambios están vinculados a que “la sociedad del capital
y su ley del valor”, necesitan cada vez menos del trabajo estable y cada vez más de las
diversas formas de trabajo de tiempo parcial o part-time, tercerizado, que son en escala
creciente parte constitutiva del proceso de producción capitalista.
El proceso de desestructuración del mercado de trabajo en Argentina a partir de la década del
70` y su máxima expresión con el conflicto político económico de los años 2001-2002 tuvo su
correlato en elevados niveles de desempleo, flexibilización laboral, caída del salario real y
empeoramiento de las condiciones laborales. Si bien a partir del año 2003 se experimenta una
recuperación de los indicadores del mercado de trabajo, persisten aun las condiciones de
precariedad. Condiciones que afectan especialmente al sector juvenil, cuyas tradicionales
trayectorias de inclusión social tales como el tránsito por el sistema educativo, la inserción en
un trabajo estable y la consecuente movilidad social ascendente se constituyen en una realidad
para pocos jóvenes. Para los jóvenes la búsqueda de un empleo se transforma prácticamente
en un trabajo. Estos “interinos permanentes” como los denomina Castel (1997) refiriéndose a
los jóvenes, se encuentran en palabras de Iñiguez (1997) “ocupados en buscar trabajo”.
Tal como señala Claudia Jacinto, aquellos modos de ingresar al mercado de trabajoa través del
pasaje de la educación al empleo, han sido reemplazados por una proliferación de transiciones,
de pasajes del empleo al desempleo, y viceversa, del empleo a la inactividad, y aún de un
empleo a otro empleo en diferentes condiciones y niveles de precariedad; los jóvenes alternan
períodos de desocupación con empleos precarios, pasantías, becas y períodos de estudio,
distanciándose de una posible estabilización laboral. La inserción laboral juvenil no remite ya a
un “estado”, a un “momento” sino a “un largo y complejo proceso hacia un empleo estable, si es
que finalmente éste llega” (Jacinto, C. 2000).
Los datos proporcionados por el Observatorio de la Deuda Social Argentina1, dan cuenta del
contexto económico social del país de los últimos 15 años. Según éstos se registra una fuerte
mejora en los ingresos reales entre 2010 y 2011, en el marco de un proceso de reactivación
económica y mejoras en las políticas laborales y sociales; luego se observa un descenso y
posterior amesetamiento en 2012-2013, teniendo esto como marco un contexto económico
crecientemente inflacionario y recesivo; y, por último, en ese mismo contexto de relativo
estancamiento con inflación, se hacen presentes nuevos retrocesos en 2014 y 2015.
Los datos correspondientes al segundo trimestre de 2010, proporcionados por el INDEC,
indican que el desempleo juvenil duplica el promedio y cuadruplica la tasa de desocupación del
resto de la población. Entre los varones de menos de 29 años, el desempleo es del 13,4% y
1Agustín Salvia, Julieta Vera. Observatorio de la Deuda Social Argentina, Pontificia Universidad Católica Argentina, Abril 2016- Datos de la Encuesta de la Deuda Social Argentina – Serie Bicentenario, relevamientos realizados entre 2010 y 2015 en los últimos trimestres de cada año.
entre las mujeres de esas edades del 17,7%. De los jóvenes que trabajan (4,9 millones)2 , la
mitad lo hacen “en negro”, y se calcula que el 20 % (1,5 millón) del total de los jóvenes que no
llegaron a los 30 años, no estudia ni trabaja. En la provincia de San Juan según los informes
oficiales difundidos por el Indec y la Dirección Provincial de Estadística3, el 5,7% de la
población en condiciones de trabajar está desocupada, la desocupación descendió el 1,4% en
comparación con el primer trimestre de este año cuando la cifra trepó al 7,1%. Mientras que en
el 2014 la desocupación alcanzó con el 7,9% el nivel más alto en el segundo trimestre. En el
primer trimestre fue del 6,4% y en el tercer trimestre del 6,3%. En referencia a la subocupación
se informó que el registro en el segundo trimestre fue del 8,7%. En el primer trimestre de este
año la cifra llegó al 9%. Durante el 2014 el mayor índice de sub-ocupados se produjo en el
tercer trimestre con el 10,7%.
Especialistas en la temática señalan que a pesar de la recuperación económica de la post-
convertibilidad y del incremento de la actividad económica, la realidad laboral de los
trabajadores de entre 18 y 29 años, en la última década, es crítica. Mientras que en los años
1996-1998, el 42,5 % de los jóvenes de 19 a 24 años tenía un trabajo precario, para los años
2004-2006, el 63,4 % trabajaba en forma no registrada (Benigni y Schteingart, 2011). En este
sentido hay quien afirma que “la experiencia argentina pone en evidencia que elevados
porcentajes de empleos no registrados, informales y precarios pueden coexistir con el
crecimiento económico y la creación de nuevos empleos, pero su permanencia en el tiempo
constituyen una asignatura pendiente y un desafío” (Neffa, 2010:50).
De modo que la inserción laboral de los jóvenes en el país ha resultado ser, desde hace dos
décadas, una problemática interesante de abordar. Los primeros enfoques permitieron seguir la
evolución de la inserción laboral, a través de estudios cuantitativos y el uso de datos
estadísticos. Se realizaron también estudios macro-económicos referidos a las
transformaciones del mercado de trabajo argentino. Últimamente, los estudios han puesto
énfasis en los comportamientos de los individuos y su relación con el trabajo, lo que permite
mostrar que en el desempleo no solo juegan factores macro-sociales sino también aspectos
socio-culturales e individuales (Jacinto, Wolf, Bessega, Longo, 2007).
Adherimos al pensamiento de Milton Santos (2000) quién señala, que la comprensión de la
complejidad de la realidad laboral juvenil y la inserción en el mercado de trabajo de los
jóvenes como un proceso no lineal e intermitente, requiere de análisis longitudinales y de
categorías que permitan captar la dimensión subjetiva de la problemática; toda situación desde
una mirada dinámica implica un proceso, un devenir permanente.
2- Diario Clarín. 17/10/2010 3- La información sobre los principales indicadores del mercado de trabajo se obtuvo de los datos recolectados por Encuesta Permanente de Hogares (EPH), realizadas en los departamentos del Gran San Juan, 2014-2015).
Conceptos teóricos orientadores
Trabajo y precariedad laboral
De acuerdo a Julio Neffa el trabajo podría ser definido como “un conjunto coherente de
operaciones humanas que se llevan a cabo sobre la materia o sobre bienes inmateriales como
la información; con el apoyo de herramientas y diversos medios de trabajo, utilizando ciertas
técnicas que se orientan a producir los medios materiales y servicios necesarios a la existencia
humana” (Julio Neffa, 2003: 12). El mismo autor sostiene que el trabajo implica una actividad
orientada hacia una finalidad específica, donde se requiere la movilización de la su fuerza
física, las capacidades psíquica y cognitivas, así como la puesta en práctica de calificaciones y
experiencias de los trabajadores (Julio Neffa 2001).
Por otro lado el concepto de empleo, involucra una relación que vincula el trabajo de una
persona con una organización dentro de un marco institucional y jurídico que está definido
independientemente de aquella, y que se constituyó antes de su ingreso en la empresa. Es una
relación laboral que permanece en el tiempo y tiene un carácter mercantil, pues se intercambia
por un salario asignado individualmente; goza de ciertas garantías jurídicas y de la protección
social y está normativizado mediante una clasificación resultante de reglas codificadas en los
estatutos profesionales o en los convenios colectivos de trabajo (Julio Neffa 2001).
David Glejberman diferencia además el empleo de la ocupación; el empleo comprende un
conjunto de tareas y cometidos desempeñados por una persona, con arreglo al tipo de contrato
de trabajo ya sea explícito o implícito del titular con la organización; mientras que la ocupación
es un conjunto de empleos cuyas principales tareas y cometidos se caracterizan por un alto
grado de similitud (Glejberman, D.2012: 6).
Según Robert Castel, el empleo se convirtió en el siglo pasado en el principal mecanismo de
integración social; el trabajo asalariado que se encontraba en los márgenes de la sociedad, se
instaló definitivamente en ella hasta difundirse e imponer su marca, se estableció una
“sociedad salarial”, donde sus miembros gozaban de una vida estable y homogénea. Pero
precisamente en el momento en que pareciera haberse impuesto los atributos ligados al trabajo
para caracterizar el estatuto que ubica y clasifica al individuo en la sociedad, en detrimento de
los otros sostenes de la identidad (como la pertenencia familiar o la inscripción a una
comunidad concreta),precisamente en ese momento la centralidad del trabajo es ferozmente
cuestionada (Castel, R. 1997).
Existe un amplio consenso en señalar que la nueva centralidad del trabajo se caracteriza por
su condición de precariedad; Cynthia Pok (1992), define la precariedad laboral como una
inserción endeble de los asalariados en el sistema productivo, caracterizado por diversas
modalidades: tiempo de trabajo intermitente, temporario o por tiempo determinado, a tiempo
parcial, sin garantías de estabilidad ni derecho al preaviso y la indemnización en caso de
despido. Por su parte Neffa (2010), sostiene que lo esencial del trabajo/empleo precario se
refiere a la inseguridad, la inestabilidad de la relación salarial, condiciones que pueden existir
tanto en los empleos formales como informales, y en los trabajos registrados como en los no
registrados. En igual sentido, Mariana Benigni y Daniel Schteingart (2011), retoman el concepto
de Adriana Marshall (1994) de empleo incierto, que caracteriza una relación laboral en la que
el trabajador se encuentra en situación de permanente incertidumbre con respecto al momento
en que finalizará su empleo; por ello para estos autores, el empleo incierto “designaría un
vínculo laboral que, bajo la denominación de empleo temporario, encubre una relación incierta
que el trabajador ha debido aceptar forzosamente”.
Adherimos al pensamiento de Guadarrama Olivera; Hualde Alfaro; López Estrada, (2012)
quienes sostienen, junto con otros autores, que dada la enorme heterogeneidad de la
precariedad, el fenómeno no se reduce a una división entre empleo precario y no precario, sino
que debe entenderse como un continuum, expresado por grados de precariedad y
vulnerabilidad, que puede afectar a empleos aparentemente seguros. De esta manera la
precariedad es un proceso que presenta grados diversos, de alejamiento del trabajo estándar
o típico y matices diferentes de acuerdo con el carácter de las ocupaciones y las trayectorias
laborales de los sujetos.
De la Garza Toledo (2002) analiza, de qué manera la flexibilización se extendió por toda
América Latina, ésta sería la fragmentación de carreras ocupacionales y biografías, es decir, la
duración corta en una ocupación y la alternancia entre desempleo y otras ocupaciones
diversificadas. Esta manera de ver la flexibilidad tiene que ver con las limitaciones actuales al
pleno empleo típico, es decir, de tiempo completo, por tiempo indeterminado, protegido por la
contratación colectiva y los sindicatos. En cambio, la ocupación flexible sería insegura. Esta
flexibilidad en la trayectoria ocupacional provocaría una desestructuración en las relaciones de
trabajo, al ser cambiantes no habría claridad en los grupos de pertenencia; es decir, el trabajo
aparecería como un colage de fragmentos de experiencias, sin arraigo a un grupo social
determinado, la desestructuración del sentido del tiempo y el espacio, la superficialidad en las
relaciones sociales. No obstante este escenario, el autor revaloriza el lugar central que ocupa
aún el trabajo en la sociedad, lo que presenciamos no es la sociedad del no trabajo, sino la
sociedad polarizada entre las ocupaciones modernas con nuevas calificaciones por un lado y
por otro las precarias inseguras y mayoritarias en el mundo.
Siguiendo con Castel, vemos como el proceso de transformación del trabajo en empleo con
estatus, que había promovido la sociedad salarial, aparece bloqueado desde los años setenta.
Asimismo se produce una desestabilización de la unión entre trabajo y protección, del cual se
podrían multiplicar los indicios: la desocupación masiva, la precarización de las condiciones de
trabajo, la multiplicación de los tipos de contrato de trabajo, el desarrollo de situaciones
indefinidas entre el trabajo reconocido y el no-trabajo, del estilo de pasantías, actividades de
inserción, etc. Frente a estas condiciones, muchos observadores extrapolan el sentido de estas
constataciones y hablan de la “pérdida de la centralidad del trabajo”. La cuestión que se
plantea, es si hay otros soportes posibles de utilidad social, además de los del trabajo o de
otros fundamentos legítimos de reconocimiento social. Es difícil plantearse soluciones de
recambio claras al empleo-soporte tal como lo ha construido la sociedad salarial. Que el
trabajo haya devenido más escaso o más inestable no significa que sea menos útil o menos
necesario, es más bien lo contrario, como lo muestra el desconcierto de la mayoría de los
beneficiarios del ingreso mínimo de inserción o los desempleados de larga data.
Trayectorias: concepto
El sociólogo francés Pierre Bourdieu (1998) entiende a las trayectorias como el recorrido de
los actores sociales que van marcando itinerarios, a veces previsibles, a veces aleatorios,
construidos simultáneamente en múltiples dimensiones, familiar, política, religiosa, cultural,
laboral, de ocio, etc.
Una trayectoria laboral es el particular trazo o recorrido que hace un individuo en el espacio
socio-laboral; describe las sucesivas posiciones que ha ocupado a lo largo del tiempo desde
su inserción en el mercado laboral hasta un momento en particular o el momento en que se
desmercantilizó, voluntaria o involuntariamente.
El estudio de las trayectorias laborales permite la interpretación de los fenómenos socio-
laborales a lo largo del tiempo y los efectos que tales procesos generan sobre las relaciones
laborales y las condiciones de vida individuales. A su vez, remite a la articulación entre
condiciones estructurales y decisiones individuales a través de una relación interdependiente
(Frassa y Muñiz Terra, 2004).
Siguiendo a Elder podemos decir que un mismo grupo etario bajo las mismas condiciones
estructurales puede presentar distintas trayectorias laborales; los elementos estructurales,
que conforman la matriz de relaciones objetivas en la que se insertan los individuos, no
alcanzan a explicar en su totalidad las particularidades de cada itinerario. Los procesos de
individualización de las trayectorias de inserción juveniles ponen de manifiesto tanto los
condicionantes macro-estructurales como las subjetividades en torno al trabajo (Elder 1994).
El estudio de las trayectorias laborales de jóvenes, de 18 a 30 años residentes en la provincia
de San Juan4, nos permitió identificar diferentes trayectorias. El punto de partida de la
trayectoria fue el primer trabajo desempeñado por cada joven, y el punto final, la situación
4“Transición a la vida adulta: las trayectorias laborales de jóvenes sanjuaninos” (2011-2013), IISE – FACSO - UNSJ
laboral en la que se encontraban al momento de la entrevista, ya sea que se encontraban
trabajando, inactivos o desempleados.
Metodología
La línea de investigación que venimos desarrollando desde el año 2008, se ha centrado en el
estudio de la inserción laboral de jóvenes sanjuaninos de sectores populares urbanos. En esta
ponencia presentamos la asociación entre las trayectorias laborales y los significados
atribuidos al “trabajo” y “buen trabajo”. Para este análisis consideramos por un lado la variable,
tipo de trayectoria laboral, construida en el marco del Proyecto: “Transición a la vida adulta: las
trayectorias laborales de jóvenes sanjuaninos” (2013- 2014); consistente en tres tipos:
estancadas, contingentes y previsibles. Los mismos se asientan fundamentalmente en las
condiciones laborales que han revestido los jóvenes a lo largo de sus trayectorias como así
también en la permanencia y/o movilidad en el mercado de trabajo.
Por otro lado, recuperamos aquella información de carácter cualitativa, que obtuvimos de 569
encuestas realizadas en el proyecto de investigación “Los jóvenes del campo y la ciudad: sus
prácticas y trayectorias laborales” (2008-2010); retomamos la base de datos que
oportunamente se elaboró con el programa informático SPSS. La información analizada se
refiere a las significaciones que los jóvenes poseen de “trabajo” y “buen trabajo”. Se construyó
un sistema de categorías de significaciones atribuidas por los jóvenes a los conceptos
señalados; estas categorías se obtuvieron a partir de las respuestas dadas a la solicitud de
expresar tres ideas que los términos trabajo y buen trabajo evocaban. Las respuestas
obtenidas fueron agrupadas a partir del análisis de semejanzas y diferencias, permitiendo la
elaboración de categorías de significaciones, que fueron estudiadas a la luz de las trayectorias
laborales de los jóvenes.
En relación con el concepto de trabajo surgieron las siguientes dimensiones:
• Trabajo como ordenador(comprende aptitudes,actitudes-disciplinador de las conductas –
El objetivo de la presente ponencia es analizar la participación de los/las jóvenes en el mercado de
trabajo de la Provincia de Mendoza y el condicionamiento que ejercen las dinámicas territoriales
en la inserción laboral de los mismos a lo largo del periodo 2007-2012.
En análisis anteriores (Pol, 2011; Martín y Pol, 2014; Giampaoletti y Pol, 2015)1hemos verificado
que los jóvenes se concentran mayormente en las ramas más dinámicas de la economía, donde
alcanzan altos niveles de rotación e informalidad; siendo el grupo de 15 a 19 años el que registra
mayor participación en los segmentos más vulnerables del mercado de trabajo, esos fenómenos
1La ponencia se inserta en una línea de investigación más amplia desarrollada por el equipo que dirige la Dra. María Eugenia Martín y co-dirige la Dra. María Albina Pol a través de los siguientes proyectos: -SECTyP - UNCuyo 2011-2013: Las políticas de formacióny empleo para los jóvenes en la vitivinicultura mendocina. El caso del departamento de Maipú; -SECTyP - UNCuyo 2013-2015 Estructura y dinámica de los mercados de trabajo locales en la Provincia de Mendoza, el lugar de los jóvenes y las mujeres; -PICT– CONICET 2013-2015: Mercados de trabajo locales. La construcción de información para el diseño de políticas de formación y empleo orientadas a grupo .Temas de Impacto Regional. Ciencias Sociales -Universidad Nacional de Cuyo - ITP-IMD.
adquieren mayor o menor intensidad según las características del mercado de trabajo en el que
los jóvenes logran insertarse. Esas evidencias nos conducen a plantearnos el siguiente
interrogante ¿cómo operan los factores territoriales en la segmentación de la fuerza de trabajo
juvenil en los mercados laborales de la Provincia de Mendoza?
Partiendo de comprender al mercado de trabajo como una institución social, de carácter relacional
e históricamente constituida, adherimos a los postulados segmentacionistas sobre la existencia de
diferentes grupos que se distinguen por sus estatutos y condiciones laborales. Las propuestas
iniciales identifican dos segmentos, uno primario con normas laborales, estabilidad y salarios más
elevados y otro secundario, donde es mayor la precarización, existe una relación directa entre los
trabajadores y los supervisores y una disciplina alejada de normativas. Cada segmento tiene
reglas, canales de información, requisitos de cualificación y conductas laborales diferenciales. En
esa estructura, los y las jóvenes encuentran espacios de participación laboral especialmente en el
segmento secundario.
La hipótesis central del enfoque de los Mercados de Trabajo Segmentados es que la estructura
existente en el mercado de trabajo no obedece sólo a diferencias en el nivel de cualificación de la
población, sino que los determinantes de la misma deben ser asociados a factores, en ocasiones
vinculados o inter-vinculados a la demanda, a la oferta de trabajo, a procesos históricos e incluso a
factores tradicionalmente considerados externos al mercado laboral. Este enfoque
multidimensional supone no centrarse exclusivamente en la fase de intercambio de la fuerza de
trabajo, sino poner igual énfasis en el estudio de la estructura económica, entendiendo que las
matrices de producción y las condiciones socioproductivas específicas de cada territorio son claros
condicionantes de la participación y de la segmentación laboral.
Desde este marco nos proponemos identificar los factores que operan en la inserción laboral
juvenil al interior de la Provincia de Mendoza durante el período 2007 – 2012. Se busca, de
manera específica, describir el lugar relativo que la fuerza de trabajo joven ocupa en las
estructuras laborales de las diferentes regiones y el condicionamiento que los factores territoriales
ejercen en ese posicionamiento. Proponemos un diseño metodológico basado en el tratamiento de
información cuantitativa proveniente de la Encuesta de Condiciones de Vida de los Hogares
Urbanos y Rurales de la Provincia de Mendoza (ECV), relevamiento que realiza anualmente la
Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE) cuya principal ventaja es que su
cobertura alcanza no sólo a las áreas de mayor concentración poblacional, sino al total del
territorio provincial, con representatividad tanto a nivel departamental como de las áreas rurales y
urbanas de cada departamento.
Segmentación laboral, territorio y jóvenes
La economía ortodoxa, desde su óptica del equilibrio, no puede explicar la persistencia de ciertos
problemas de orden social como el desempleo, la precariedad o la informalidad laboral. Entre las
perspectivas neoclásicas, la Teoría del Capital Humano busca dar cuenta de las diferencias
salariales entre los puestos de trabajo a partir de las diferencias en la productividad y, en último
término, en las cualificaciones (Becker, 1983). Discutiendo con estas argumentaciones en la
década del 70 fueron surgiendo posiciones teóricas alternativas que buscaban aportar
explicaciones más realistas al proceso de segmentación de la clase trabajadora.
La idea básica es que los mercados –y más específicamente, los mercados de trabajo- no
funcionan como un todo homogéneo, sino que están compuestos por segmentos que se
comportan de acuerdo con reglas particulares (Frassa, 2010). Esa estructura no obedece sólo a
diferencias en el nivel de cualificación de la población, sino que los determinantes de la misma
deben ser asociados a factores, en ocasiones vinculados o inter-vinculados a la demanda. Así, en
su búsqueda de criterios flexibles de organización del trabajo y la producción, las firmas tienden a
promover la segmentación del mercado de trabajo.
Dentro de los primeros enfoques de la segmentación se sugiere la existencia de un mercado dual
(Piore, 1980) configurado por dos segmentos con características bien específicas. Uno primario
con condiciones laborales acordes con la legislación vigente, estabilidad y salarios más elevados y
uno secundario, donde los salarios son menores, es mayor la precarización, y existe una disciplina
alejada de normativas. Cada uno de estos segmentos se vincularía con distintos tipos de puestos
(Neffa, 2008; Fernández Huerga, 2010).
Aunque desde hace varios años se ha puesto en discusión el carácter dual del mercado de
trabajo, no existe prácticamente desacuerdo en cuanto a la existencia de subgrupos o segmentos
diferenciados por la calidad del empleo. De esta manera, la segmentación no implica hablar
únicamente de dos segmentos sino que pueden existir varios, según sean las variables que se
tomen en cuenta: género, grupos etarios, espacio geográfico (rural o urbano), nacionalidad,
niveles de educación y de formación profesional, situación legal o ilegal en el mercado de trabajo,
etcétera (Neffa, 2008:147). En el mismo sentido, Toharia (1983) afirma que los papeles sexuales,
el racismo, el origen étnico y la juventud son categorías que el sistema no crea, pero que refuerza
y utiliza para legitimar la estructura económica.
Así, desde una perspectiva que considera la oferta y la demanda de trabajo, pero también las
particularidades sociales, culturales, ambientales, y económicas que configuran formas concretas
de estructuración y segmentación del mercado de trabajo, el territorio se convierte en un elemento
2011). En cada espacio concreto la demanda de trabajo estará determinada por los factores
económicos estructurales pero también por la especialización productiva local; el tipo de
relaciones entre empresas; la gestión laboral, las regulaciones legales vigentes, etc. Por su parte,
la oferta de fuerza de trabajo estará condicionada por la cultura local, el sistema de valores, la
oferta formativa presente en cada territorio; las trayectorias y expectativas, etc.
Esta perspectiva teórica propone el estudio de la estructura económica que da lugar a la
configuración de la demanda laboral en cada territorio y de los procesos específicos de
movilización y aprendizaje de la fuerza de trabajo. Las características sociodemográficas y
productivas de los territorios en que se desenvuelven, enmarcan el comportamiento de los actores
y sus vínculos, generando distintos procesos de segmentación y mecanismos concretos de
participación y exclusión laboral (Martín, Pol, 2014). En ese esquema, las relaciones que las
personas tengan con el sistema educativo y las formas de participación en el mercado laboral
estarán condicionadas por la posición estructural que cada una ocupe en el sistema
socioeconómico local.
Enmarcadas en esa concepción posamos la mirada en un grupo específico, los jóvenes, a fin de
indagar acerca del condicionamiento que los factores de orden territorial ejercen en su
participación laboral.
Hace décadas que las trayectorias juveniles no son lineales, lo que nos permite afirmar que en la
actualidad la inestabilidad y la precariedad caracterizan la transición de los/las jóvenes de la
escuela al mundo del trabajo. Diversas investigaciones (Lépore y Schleser, 2005, Jacinto y
Chitarroni 2009, Maurizio, 2011, entre otras) señalan que los/las jóvenes suelen ocupar puestos
del mercado secundario de trabajo que se caracterizan por una mayor inestabilidad e inseguridad
en el empleo. Sostenemos que estas particularidades se encuentran determinadas, no sólo por la
naturaleza exploratoria de las formas de “ser joven” sino, fundamentalmente, por elementos
propios de cada mercado que conforman estructuras de oportunidades desigualmente distribuidas.
Consideraciones metodológicas
Para llevar a cabo el análisis nos centramos en las formas que asume la inserción laboral de
los/las jóvenes en los mercados de trabajo regionales de la Provincia de Mendoza durante el
período 2007 – 2012. Utilizamos como fuente básica de información la Encuesta de Condiciones
de Vida de los Hogares Rurales y Urbanos (ECV)2 y elaboramos una regionalización del territorio
2Relevamiento que, desde 2004, realiza anualmente la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas de la Provincia de Mendoza. El mismo abarca a la totalidad del territorio provincial, siendo los datos representativos a nivel departamental y de las áreas rurales y urbanas al interior de cada departamento.
provincial con base en las divisiones político-administrativas3. El agrupamiento fue realizado
tomando como criterios la proximidad geográfica y la relativa homogeneidad en las estructuras
sociales y económicas de los departamentos, quedando delimitadas las siguientes regiones:
GRAN MENDOZA (Capital, Godoy Cruz, Guaymallén, Las Heras, Luján de Cuyo y Maipú). Agrupa
a los departamentos con mayor volumen y densidad poblacional. Algo más del 60% de los
habitantes de la provincia residen en el área. Capital y Godoy Cruz tienen un perfil netamente
urbano. En relación con las características económico-productivas, el Gran Mendoza es la región
que más aporta al PBG provincial representando en el año 2012 el 66% del total. Las principales
ramas de actividad en las que se concentra la economía regional son comercio, hoteles y
restaurantes, servicios comunales, sociales y personales, establecimientos financieros e industria.
ESTE (Junín, Rivadavia y San Martín): El primero de esos departamentos es definido según la
ECV como de perfil rural, los dos restantes son rururbanos. La participación relativa de la región
en el total de la población provincial es del 12%, siendo San Martín el departamento con mayor
peso poblacional. Las principales ramas de actividad en el agregado regional son servicios
comunales, sociales y personales, comercio, hoteles y restaurantes; industria manufacturera;
establecimientos financieros y agricultura. La economía regional presenta una distribución
bastante homogénea entre las distintas actividades productivas.
NORESTE (La Paz, Lavalle y Santa Rosa). Constituye el área de menor tamaño poblacional de la
provincia (3,6% del total). Los tres departamentos que componen la región son clasificados según
la ECV como rurales. La economía regional se desarrolla principalmente en torno a la agricultura y
los servicios comunales, sociales y personales.
VALLE DE UCO (San Carlos, Tunuyán y Tupungato). Representa el 6,4% de la población
provincial. Según los criterios establecidos en la ECV, sólo Tunuyán queda clasificado dentro de
los departamentos de perfil rururbano, siendo los otros dos definidos como rurales. En cuanto al
perfil productivo, los departamentos del Valle de Uco aportan el 5,9% al producto total de la
provincia. Las principales ramas de actividad son la agropecuaria y la explotación de minas y
canteras. Luego se ubican los servicios comunales, sociales y personales
REGION SUR (General Alvear, Malargüe y San Rafael).Se trata de la segunda región en tamaño
poblacional después del Gran Mendoza (15%), principalmente por el aporte que realiza el
3Si bien sostenemos que la dinámica de los mercados de trabajo locales no se corresponde necesariamente con las áreas demarcadas por las divisiones político-administrativas, no disponemos de datos para la construcción de una delimitación con base en criterios funcionales. Por tanto, consideramos que la regionalización realizada nos permite al menos una aproximación al comportamiento espacialmente diferenciado de los indicadores laborales al interior de la Provincia.
departamento de San Rafael. La economía regional, por demás heterogénea, tiene como principal
rama de actividad la explotación de minas y canteras, centrada en Malargüe, por lo que ese
departamento aparece como el principal aportante al PBG regional. En segundo lugar, se ubica
San Rafael, con características más urbanas y una estructura económica en la que se destacan
las ramas comercio, hoteles y restaurantes y servicios comunales, sociales y personales.
En cuanto a la delimitación de los jóvenes como grupo etario, la misma se realizó teniendo en
cuenta la definición de Naciones Unidas a fin de permitir la comparación de los resultados con
otros estudios sobre el tema, y de acuerdo con la normativa que regula la participación de los
jóvenes en el mercado de trabajo4. De esta manera, se definió dentro de ese segmento a las
personas que tienen entre 15 y 24 años, identificando dos subgrupos con el propósito de analizar
comportamientos diferenciales: adolescentes (15 a 19 años) y jóvenes adultos (20 a 24 años).
Características de la inserción de los jóvenes en l os mercados de trabajo regionales
Una primera dimensión a analizar hace referencia al comportamiento de los indicadores laborales
en los mercados de trabajo regionales lo que nos permite inferir las condiciones presentes en las
estructuras laborales a escala subprovincial, en las que los/las jóvenes constituyen uno de los
segmentos más desfavorecidos.
En consonancia con la evolución de la tasa de actividad a nivel nacional, a partir de 2003 en la
Provincia de Mendoza se observa una disminución en la participación laboral de los/las jóvenes,
especialmente del grupo que va de los 15 a 19 años y de los varones de 20 a 24 años. Esa
tendencia continúa, aunque a un ritmo más leve, a partir de 2007. La caída en la tasa de actividad
es acompañada por el descenso de la desocupación general (que pasa de 3,5% al 3%) y juvenil,
aunque en los trabajadores de 15 a 24 años la desocupación presenta un comportamiento más
errático evidenciando que los/las jóvenes son más vulnerables a las dinámicas de los mercados de
trabajo en relación a los trabajadores adultos.
Gráfico 1: Tasas de actividad por sexo y grupos de edad. Provincia de Mendoza, Años 2007,
2010 y 2012
4 Acordada durante la preparación del Año Internacional de la Juventud (1985) y ratificada por la Asamblea General (A/36/215 y Resolución 36/28, 1981).En Argentina, la Ley 26.390 de Prohibición del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente sancionada en 2008 elevó la edad mínima de admisión al empleo a 16 años, y especificó el tipo de tarea y condiciones laborales para los adolescentes de 16 y 17 años
Fuente: Elaboración propia con base ECV
Aunque la tasa de participación de los
sistemáticamente inferior respecto de la población adulta
cuanto a los dos grupos etarios diferenciados.
registra para ambos sexos una disminución
entre las dos puntas del período
27,4% en 2012, las mujeres
descenso en la participación
políticas orientadas, por un lado,
complementar los ingresos de los hogares (ej. Asignación Universal por Hijo
Progresar, etc.). Estas medidas lograron mejorar
uno de los principales condicionantes de las formas de in
(Giampaoletti y Pol, 2015)
En cuanto a los jóvenes adultos, 20 a
presenta una tendencia a la baja
la región Gran Mendoza en las mujeres jóvenes adultas registran un aumento en su participación
laboral pasando del 46% en 2007 al
provincial, que adquiere relevancia principalmente en las áreas ur
cuenta de este fenómeno. Las jóvenes trabajadores tienden a insertarse en mayor medida en
actividades terciarias, generalmente en puestos de medio tiempo y en situaciones de inestabilidad
laboral.
Fuente: Elaboración propia con base ECV-DEIE
la tasa de participación de los/las jóvenes durante el periodo bajo análisis (2007
sistemáticamente inferior respecto de la población adulta se presentan importantes diferencias en
cuanto a los dos grupos etarios diferenciados. El segmento comprendido entre los 15 y 19 años
una disminución más significativa de las tasas de
entre las dos puntas del período. En los varones adolescentes esta tasa cae del 41,3%
as mujeres de la misma edad por su parte, pasan del 18,6% al 12%.
la participación laboral de los/las jóvenes podría explicarse por la incidencia de
, por un lado, a aumentar la permanencia en el sistema educativo
los ingresos de los hogares (ej. Asignación Universal por Hijo
. Estas medidas lograron mejorar los factores ligados al entorno familiar, en tanto
uno de los principales condicionantes de las formas de inserción laboral de los jóvenes
En cuanto a los jóvenes adultos, 20 a 24 años, también la evolución del indicador
a la baja para ambos sexos durante el periodo analizado, a excepción de
a región Gran Mendoza en las mujeres jóvenes adultas registran un aumento en su participación
en 2007 al 50,3% en el 2012. El proceso de tercerización de la economía
provincial, que adquiere relevancia principalmente en las áreas urbanas, podría estar dando
Las jóvenes trabajadores tienden a insertarse en mayor medida en
actividades terciarias, generalmente en puestos de medio tiempo y en situaciones de inestabilidad
análisis (2007-2012) es
se presentan importantes diferencias en
ndido entre los 15 y 19 años
de las tasas de participación laboral
del 41,3% en 2007 al
del 18,6% al 12%. Este
explicarse por la incidencia de
a aumentar la permanencia en el sistema educativo y, por otro, a
los ingresos de los hogares (ej. Asignación Universal por Hijo, Plan FINES,
los factores ligados al entorno familiar, en tanto
oral de los jóvenes
, también la evolución del indicador de participación
el periodo analizado, a excepción de
a región Gran Mendoza en las mujeres jóvenes adultas registran un aumento en su participación
El proceso de tercerización de la economía
banas, podría estar dando
Las jóvenes trabajadores tienden a insertarse en mayor medida en
actividades terciarias, generalmente en puestos de medio tiempo y en situaciones de inestabilidad
Al interior de la Provincia, las regiones con mayor participación de empleo juvenil, y a la vez las
que registran una disminución más acelerada del desempleo, son el Este y Noreste. Se trata de
áreas donde prevalecen las actividades primarias, demandantes de mano de obra de relativa
menor cualificación asociada a puestos del segmento secundario del mercado de trabajo
(principalmente pequeñas explotaciones agropecuarias). En esas áreas se evidencia la existencia
de un segmento secundario más amplio ligado a la persistencia de altas tasas de precariedad e
informalidad laboral, salarios relativamente bajos, etc. sumado a una mayor proporción de
población joven dispuesta a ocupar ese tipo de puestos.
En relación con lo anterior resulta interesante analizar los atributos de la fuerza de trabajo juvenil
que se combinan con las características de las estructuras productivas regionales determinando el
lugar segmentado que los jóvenes ocupan en esos mercados. Al analizar la distribución de los
jóvenes ocupados por sexo se observa el mayor peso de la fuerza de trabajo masculina sobre la
femenina, en promedio el 65% de los jóvenes insertos laboralmente son varones. La región con
más población joven femenina ocupada es el Gran Mendoza, que aumenta para el grupo de 15 a
19 años de 30,6% en 2007 a 31,7% en 2012 y para el grupo de 20 a 24 de 35,7% a 41,7%. Lo que
estaría relacionado con la estructura propia de los mercados de trabajo urbanos, en los que
prevalecen las actividades terciarias en las que las mujeres tienen una mayor inserción, a ello se
suma la vigencia de pautas culturales relativamente más desligadas de los roles de género
tradicionales (Giampaoletti, 2015). Por el contario, la región con menor proporción de mujeres
jóvenes ocupadas es, a lo largo de todo el período, el Noroeste provincial, situación que se
corresponde con un mercado centrado en la actividad primaria que incorpora mayormente fuerza
de trabajo masculina y con la vigencia de arreglos familiares vinculados a la mayor presencia de
las mujeres en el ámbito reproductivo. Las características analizadas dan cuenta de la existencia
de segmentación tanto vertical como horizontal al interior de los mercados de trabajo. Esta
segmentación afecta en mayor medida a los jóvenes que a los adultos y se profundiza en el caso
de las mujeres.
Otro atributo asociado a la calidad de los empleos a los que acceden los jóvenes es el nivel
educativo que los mismos han alcanzado. A lo largo de todo el período, la región que concentra
mayor proporción de jóvenes ocupados con niveles educativos superiores a la educación media
completa es Gran Mendoza, mientras el Noreste arroja los porcentajes más bajos. En las áreas
urbanas los jóvenes se encuentran menos constreñidos a incorporarse al mercado de trabajo y
poseen mayores oportunidades de continuar con sus estudios por lo que se insertan laboralmente
a una edad relativamente más avanzada y habiendo adquirido niveles educativos más elevados.
Estos factores, que se combinan con las características de la demanda laboral, configuran para los
jóvenes urbanos una estructura de oportunidades que les brinda mayores posibilidades de acceso
a la educación y a puestos de trabajo de relativa mayor calidad.
Un fenómeno que se observa entre 2007 y 2012 es el crecimiento en todas las regiones de la
proporción de jóvenes ocupados con mayores credenciales educativas (secundario completo o
más). Este aumento es superior en las regiones rurales, lo que indicaría una tendencia a la
disminución del sesgo de jóvenes ocupados con certificación media o más entre las zonas
urbanas y las rurales. Esta situación podría asociarse a la disminución de la tasa de actividad de
los jóvenes entre 15 y 19 años –con un peso específico mayor en las zonas rurales- quienes
teóricamente se encuentran cursando el nivel medio.
Gráfico 2: Distribución de jóvenes ocupados por máx imo nivel educativo alcanzado según
regiones. Provincia de Mendoza, Años 2007, 2010 y 2 012
Fuente: Elaboración propia con base ECV-DEIE
Entonces, de acuerdo con lo hasta aquí expuesto, la participación laboral de los jóvenes a nivel
provincial y regional muestra una disminución, más significativa entre quienes poseen entre 15 y
19 años. Este primer grupo presenta mayor participación en mercados de trabajo rurales, que
ofrecen puestos en condiciones más desventajosas vinculados a actividades primarias. La
combinación entre sus atributos individuales, las estrategias familiares y las características de los
puestos que les son ofrecidos conducen a los adolescentes de zonas rurales a insertarse
mayoritariamente en el segmento secundario del mercado de trabajo, viéndose obligados a
aceptar condiciones de trabajo significativamente desventajosas. Por su parte, en las áreas más
urbanas de la Provincia, Gran Mendoza y Sur, la fuerza de trabajo joven mayores niveles
50,5
65,6
65,9
66,9
78,6
47,7
59,1
63,8
61,2
70,3
47,3
53,1
60,5
57,7
68
49,5
34,4
34,1
33,1
21,4
52,3
40,9
36,2
38,8
29,7
52,7
46,9
39,5
42,3
32,0
Gran Mendoza
Sur
Este
Valle de Uco
Noreste
Gran Mendoza
Sur
Este
Valle de Uco
Noreste
Gran Mendoza
Sur
Este
Valle de Uco
Noreste
20
07
20
10
20
12
educativos. En esos mercados es mayor la participación de las mujeres, sin embargo, sigue
siendo importante la diferencia a favor de los varones.
Características de los puestos de trabajo
Vinculado con lo anterior y en relación con las características de los puestos de trabajo ocupados
por la fuerza de trabajo juvenil encontramos que, a nivel regional, la tasa de asalarización de los
jóvenes es en todos los casos mayor que la de los adultos ocupados. En el período 2007-2012 el
porcentaje de jóvenes asalariados aumenta en todas las regiones, a excepción del Gran Mendoza
(donde se reduce de 71,5% 68,9%). Las regiones rurales presentan más jóvenes en condición de
empleados que las regiones urbanas. En concordancia con los indicadores anteriores se infiere
que los factores sociales y económicos de las regiones con una importante incidencia de
mercados agrarios implican una inserción más temprana de los jóvenes al mundo del trabajo a
través de una relación de dependencia. Sin embargo, tal como señalan Vezza y Bertranou (2011),
una elevada tasa de asalarización no implica empleo de calidad ya que la informalidad alcanza
altos niveles entre los jóvenes asalariados.
Gráfico 3: Tasa de asalarización de los jóvenes por regiones. Provincia de Mendoza. Años,
2007, 2010 y 2012
Fuente: Elaboración propia con base ECV-DEIE
Al respecto, un indicador relevante para analizar las condiciones laborales de la fuerza de trabajo
juvenil, es el tamaño del establecimiento en el que realizan su actividad laboral. Esa variable
permite inferir condiciones de empleo ya que es en los establecimientos de menor tamaño donde
71,50 68,70 66,7072,40
63,3068,90 71,40
77,8073,40 72,20
0,00
10,00
20,00
30,00
40,00
50,00
60,00
70,00
80,00
90,00
Gran
Mendoza
Sur Este Valle de Uco Noreste
2007
2010
2012
se concentran principalmente la informalidad y precariedad laboral (Pok, 2013). Si bien no todos
los empleos generados por las pequeñas empresas son de mala calidad, por las características
estructurales y la baja productividad que presentan, un alto porcentaje de trabajadores de ese
sector no está afiliado al sistema de salud ni de pensiones, las horas de trabajo suelen ser más
extensas que las jornadas legales y existen más riesgos de accidente laboral (Giampaoletti, 2015).
En tal sentido, encontramos que, en todas las regiones de la provincia más de la mitad de los
jóvenes se insertan en establecimientos de hasta 5 ocupados y 3 de cada 10 se encuentran
empleados en establecimientos de entre 6 a 40 ocupados. Por lo tanto, aproximadamente el 80%
de los jóvenes se insertan en establecimientos pequeños y medianos. En las regiones con perfil
agrario o agroindustrial (Este, Valle de Uco y Noroeste5), los jóvenes tienen mayor presencia en
establecimientos de entre 6 y 40 ocupados, dicho porcentaje aumenta en el periodo bajo análisis.
En Gran Mendoza y Sur, en cambio, es mayor el empleo en establecimientos más pequeños, y es
dicha categoría la que creció en el período analizado. Esto último responde a que la creación de
empleo entre el 2007 y el 2012 se concentró principalmente en los sectores comercio y servicios
para esas dos regiones.
De este modo, observamos cómo la estructura productiva moldea la estructura ocupacional, no en
lo que respecta al nivel de empleo, sino a su calidad. La informalidad y la precariedad son
procesos generalizados en el mercado de trabajo desde los 70 adelante, acentuándose en los 90,
siendo los jóvenes el grupo más afectado. Sin embargo, el proceso de precarización no incide en
forma uniforme en toda la estructura ocupacional y la explicación no se agota en características de
los oferentes de trabajo (Fernandez Massi, 2010).
En virtud de ello, si analizamos la distribución de los jóvenes trabajadores por rama de actividad
encontramos que los mismos se concentran en cuatro ramas: comercio, hoteles y restaurantes;
agricultura y ganadería; construcción e industria manufacturera. Esas actividades, junto con el
servicio doméstico, presentan los mayores niveles de informalidad laboral. Contrariamente, los
jóvenes se hallan sub-representados en ramas que ofrecen mejores condiciones laborales como
aquellas vinculadas al sector público, la enseñanza, los servicios sociales y de salud y las
actividades financieras, inmobiliarias y empresariales (Martín, Pol, 2014). De acuerdo con la
evolución de la matriz productiva provincial que da cuenta de una significativa tercerización de la
economía entre 2003 y 2015 (Pasteris, 2016), la rama “comercio, hoteles y restaurantes” es la que
presenta un mayor incremento en la participación de ocupados jóvenes en todas las regiones6
5 La región Noroeste presenta un aumento de empleo joven en las empresas medianas del 31,5% en 2007 al 34,7% en
2012. Las otras dos regiones mencionadas indican un pequeño aumento porcentual del 2007 al 2010 que luego disminuye en 2012, manteniendo una diferencia positiva respecto del primer año en estudio. 6 La región con mayor aumento de ocupados jóvenes en el comercio es Valle de Uco del 14,7% en 2007 al 18,2% en 2012, luego Noreste, del 11,6% al 13,6%, Gran Mendoza y Sur presenta un aumento menor (de 24,6 % a 25,3% la primera y de 17,3 a 18,3 la segunda), por último, la región Este que se mantiene en 18% aumentando unas pocas décimas en el periodo.
durante el periodo analizado. Esto se compensa con una pérdida de participación de la fuerza de
trabajo joven en la agricultura, siendo la región Noroeste la que evidencia una caída más abrupta,
en ese área la participación de los jóvenes en el agro desciende del 51% en 2007 al 36% en 2012.
El porcentaje de jóvenes ocupados en el sector de la construcción7 por su parte presenta un débil
aumento en todas las regiones a la inversa de la industria, sector en el que se registra un
descenso porcentual a nivel provincial, y su concentración en el Gran Mendoza. En conclusión, el
análisis de la concentración de jóvenes ocupados por rama de actividad nos muestra que el
crecimiento en todas las regiones se observa en las ramas de mayor nivel de informalidad y las
más vulnerables a los ciclos económicos: comercio y construcción, acentuándose la primera en
Gran Mendoza, y la segunda en las regiones rurales.
Gráfico 4: Distribución de jóvenes ocupados por sec tores de actividad. Provincia de
Mendoza. Años 2007 y 2012
Fuente: Elaboración propia con base ECV-DEIE
En relación con los grandes sectores de actividad, la distribución de los jóvenes es similar a la que
asumen los ocupados en general. En la región Noreste, de perfil fundamentalmente agrario y en
las regiones Este y Valle de Uco con impronta agraria y agroindustrial, los jóvenes se insertan
fuertemente en el sector primario. Sin embargo, en cuanto a la evolución del indicador entre 2007
y 2012 se observa una significativa disminución de la concentración de jóvenes en el primer sector
7Construcción aumenta en la región Noreste del 5% de los jóvenes ocupados en 2007 al 7,3% en 2012. En el Valle de Uco
del 6,8 al 7,4. En el resto de las regiones el crecimiento es menor.
12,7%
23,0%
40,3%
36,2%
59,8%
9,3%
26,3%
40,5%
45,3%
44,5%
73,3%
62,3%
49,2%
54,3%
35,3%
62,6%
46,4%
44,4%
41,3%
41,4%
0% 20% 40% 60% 80% 100%
Gran Mendoza
Sur
Este
Valle de Uco
Noreste
Gran Mendoza
Sur
Este
Valle de Uco
Noreste
20
07
20
12
Ago
Industria
Servicios
Agro
agrícola para la región Noreste (de 59,8% a 44,5%). En cambio, aumenta la proporción de jóvenes
ocupados en el agro en el Valle de Uco (36,2% en 2007 a 45,3% en 2012), situación que podría
estar explicada por la expansión de la actividad vitivinícola en la región y la llegada de
contingentes migrantes en los que los jóvenes tienen una notable presencia. La distribución
sectorial del empleo en el Este se mantiene en el periodo con leve disminución del tercer sector a
favor de la industria.
Por su parte, en Gran Mendoza y la región Sur, en las que prevalecen los mercados de trabajo
urbanos, los jóvenes se insertan mayoritariamente en los sectores servicios, comercio y
construcción. Estas regiones muestran un aumento del empleo joven en el segundo sector en
detrimentos de los servicios a lo largo del periodo analizado.
Informalidad
La informalidad laboral refiere a la seguridad y estabilidad de la relación laboral. Si bien se trata de
un concepto complejo en el que intervienen múltiples factores, la realización de contribuciones a la
seguridad social es el indicador mayormente utilizado para aproximar los niveles de informalidad
de los trabajadores asalariados. Al analizar el comportamiento de ese indicador según los datos de
la ECV corroboramos que los jóvenes asalariados presentan tasas de informalidad
significativamente más elevadas que sus pares adultos. En el total de la provincia algo más de 6
de cada 10 jóvenes se desempeñan en situación de informalidad laboral, mientras que en el total
de asalariados esa condición afecta a 4 cada 10. La informalidad registra una mayor incidencia en
las zonas rurales.
Si bien esta situación se mantiene a lo largo de todo el período analizado, entre 2007 y 2012 la
tasa de informalidad de los jóvenes muestra una evolución descendente en el Gran Mendoza y la
región Sur (la segunda presenta un aumento entre 2007 y 2010 para volver a disminuir en 2012).
Lo mismo sucede con los jóvenes asalariados del Noreste que registran una caída de esta
condición del 10% entre los extremos del periodo. En contraposición, en el Este y el Valle de Uco
aumenta la informalidad juvenil en el periodo analizado (en ambos casos disminuye entre 2007 y
2010, para aumentar a valores más elevados en 2012).
El comportamiento de la variable nos permite observar cómo las condiciones de empleo de los
jóvenes son altamente modificadas por los ciclos económicos, ya que la mayoría de las regiones
no registra una evolución lineal de la tasa de informalidad, sino que la misma fluctúa entre los años
contemplados.
Gráfico 5 : Porcentaje de jóvenes en
Mendoza. Años 2007, 2010 y 2012
Fuente: Elaboración propia con base ECV
Si vinculamos la distribución sectorial del empleo con los niveles de informalidad podemos
vislumbrar que en las regiones urbanas en las que avanza el empleo en la industria en detrimento
del tercer sector disminuye la informalidad, al igual que en el Noreste en que disminuye el trabajo
en el agro. En cambio, en las regiones Este y Valle de Uco que mantienen s
entre el 2007 y el 2012 la informalidad aumenta.
Conclusiones
En la presente ponencia nos propusimos describir el lugar segmentado que la fuerza de trabajo
joven ocupa en las estructuras laborales de las diferentes regiones al interior de la Provincia de
Mendoza y el condicionamiento que los factores territoriales ej
ello realizamos un análisis sustentado en los datos aportados por la Encuesta de Condiciones de
Vida correspondientes a los años 2007, 2010 y 2012.
En un primer momento caracterizamos el comportamiento de los indicadores laborales que
muestran una caída en las tasas de actividad
descenso en todas las regiones de
pronunciado en el segmento de 15 a 19 años
regiones de perfil rural. La reducción
sensación de desaliento y una retracción de la
desde una análisis multidimensional
: Porcentaje de jóvenes en condición de informalidad según regiones. Provincia de
Mendoza. Años 2007, 2010 y 2012
Fuente: Elaboración propia con base ECV-DEIE
Si vinculamos la distribución sectorial del empleo con los niveles de informalidad podemos
en las regiones urbanas en las que avanza el empleo en la industria en detrimento
del tercer sector disminuye la informalidad, al igual que en el Noreste en que disminuye el trabajo
en el agro. En cambio, en las regiones Este y Valle de Uco que mantienen s
entre el 2007 y el 2012 la informalidad aumenta.
En la presente ponencia nos propusimos describir el lugar segmentado que la fuerza de trabajo
joven ocupa en las estructuras laborales de las diferentes regiones al interior de la Provincia de
Mendoza y el condicionamiento que los factores territoriales ejercen en ese posicionamiento. Para
ello realizamos un análisis sustentado en los datos aportados por la Encuesta de Condiciones de
Vida correspondientes a los años 2007, 2010 y 2012.
En un primer momento caracterizamos el comportamiento de los indicadores laborales que
una caída en las tasas de actividad entre 2007 y 2012 explicada principalmente por el
todas las regiones de la participación laboral juvenil. Este decrecimiento
en el segmento de 15 a 19 años, grupo que registra una mayor participación en las
reducción de la PEA ha sido tradicionalmente interpretada como una
sensación de desaliento y una retracción de la oferta laboral ante las condiciones del mercado
desde una análisis multidimensional podemos señalar que la retirada del mercado de trabajo de
condición de informalidad según regiones. Provincia de
Si vinculamos la distribución sectorial del empleo con los niveles de informalidad podemos
en las regiones urbanas en las que avanza el empleo en la industria en detrimento
del tercer sector disminuye la informalidad, al igual que en el Noreste en que disminuye el trabajo
en el agro. En cambio, en las regiones Este y Valle de Uco que mantienen similar distribución
En la presente ponencia nos propusimos describir el lugar segmentado que la fuerza de trabajo
joven ocupa en las estructuras laborales de las diferentes regiones al interior de la Provincia de
ercen en ese posicionamiento. Para
ello realizamos un análisis sustentado en los datos aportados por la Encuesta de Condiciones de
En un primer momento caracterizamos el comportamiento de los indicadores laborales que
2012 explicada principalmente por el
ecrecimiento es más
registra una mayor participación en las
de la PEA ha sido tradicionalmente interpretada como una
te las condiciones del mercado,
podemos señalar que la retirada del mercado de trabajo de
los /las jóvenes puede en gran parte ser explicada por el efecto de las políticas de protección
social implementadas en los últimos años.
La ocupación de los jóvenes registra marcadas diferencias por sexo a favor de los varones, y la
cantidad de jóvenes ocupadas disminuye en las regiones rurales en el grupo de 20 a 24 años,
mientras aumenta en el principal aglomerado urbano de la provincia. El nivel educativo de los
jóvenes ocupados es mayor en las regiones más urbanas, aunque la brecha con las zonas rurales
muestra cierta disminución a lo largo del período bajo estudio. Otro aspecto a destacar es el
aumento en el nivel educativo de los jóvenes ocupados en todas las regiones. Más allá de las
mejora en las calificaciones no se observan transformaciones positivas en las condiciones
laborales de la fuerza de trabajo juvenil, que en cambio siguen estrechamente vinculadas a las
características de la estructura económica de las regiones delimitadas.
Los resultados anteriores nos condujeron a analizar algunas variables vinculadas a la demanda de
trabajo regional, de manera tal de inferir el condicionamiento que ejerce la estructura productiva de
cada territorio en las formas de inserción laboral de los jóvenes. Los resultados ponen en
evidencia la concentración relativa de la fuerza de trabajo juvenil en las actividades más dinámicas
y con mayores niveles de informalidad y precariedad laboral. En las áreas rurales los jóvenes
alcanzan una mayor presencia relativa en actividades del sector primario de la economía, mientras
que en las regiones urbanas los jóvenes, principalmente las mujeres jóvenes, tienen una mayor
participación en las actividades terciarias. La mayoría de esos jóvenes desarrollan sus tareas
laborales en establecimientos pequeños o medianos.
El panorama descripto conlleva la configuración de estructuras de oportunidades desigualmente
distribuidas en las que los jóvenes resultan uno de los grupos más desfavorecidos. Pero estas
desigualdades no afectan de igual modo a todos los jóvenes sino que adquieren magnitudes
diferentes según, entre otros factores, la edad y el mercado de trabajo en el que se desenvuelven.
Las condiciones de mayor inestabilidad e inseguridad laboral se registran entre los jóvenes
residentes en zonas rurales, situación que se corresponde con mercados de trabajo centrados en
la actividad primaria que incorporan mayormente fuerza de trabajo de baja calificación.
En síntesis, la estructura y dinámica de los mercados de trabajo locales de la Provincia de
Mendoza y las características de la participación laboral de grupos específicos presentan
disparidades que corresponden a aspectos vinculados a las configuraciones espaciales en las que
esos mercados se desarrollan. Estas distinciones se basan principalmente en las dimensiones de
cada mercado, su carácter urbano o rural, la especialización productiva propia de cada territorio y
las políticas que intervienen. En consecuencia la segmentación laboral opera en cada territorio
condicionando la forma en que los jóvenes acceden al mercado de trabajo definiendo a la juventud
como condición suficiente para integrar el segmento menos favorecido de los distintos mercados
descriptos.
Esta ponencia pretende abrir el camino a nuevos interrogantes y posibilitar nuevos análisis sobre
la temática. Entendemos que un análisis territorial de la inserción laboral de los/las jóvenes
permite la visualización de condicionamientos que no se manifiestan en el tratamiento agregado
de los datos, las políticas de restitución de derechos a las mujeres y las/los jóvenes trabajadores
que buscan revertir el lugar relegado a los segmentos secundarios del mercado que ocupan,
constituyen en Argentina y en Mendoza una experiencia incipiente con un largo camino aun por
recorrer. El desafío también es fortalecer los mecanismos institucionalizados para construir una
oferta pertinente para cada entramado territorial y conformar un sistema articulado entre las
diversas instituciones.
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Las estrategias laborales y educativas de los/as jó venes de sectores
populares cordobeses desde la producción de un diag nóstico social
Lic. Giménez Venezia Nicolás
Lic. González Claria Consuelo
Lic. Piscitello Florencia
Área de formación laboral - Centro socioeducativo Lelikelen
La siguiente producción se nutre de los aprendizajes y reflexiones de nuestra intervención pre-
profesional realizada en el año 2014 y 2015 en el marco de la tesina de grado de la
Licenciatura en Trabajo Social1. El proceso de intervención se llevó a cabo en Lelikelen, una
institución socio-educativa para jóvenes de sectores populares, ubicada en el centro de la
Capital de Córdoba, dependiente de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (SeNAF)
del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia de Córdoba. Nuestra participación se
enmarcó en el área de formación laboral en los talleres de oficio destinados a los/as jóvenes.
Partimos de considerar que en la relación jóvenes y trabajo se ha asociado históricamente al
joven pobre y la falta de empleo como resultado de la “incapacidad” personal, señalando a
los/as jóvenes como personas “irresponsables”, “carentes” de trabajo y de educación
generando que la mirada sobre esta relación no esté puesta en el contexto político, económico,
cultural y social que genera o naturaliza la falta de empleo y educación, sino que esté puesta
en el propio joven. Mencionamos como un ejemplo el término de “jóvenes Ni-Ni” -que ni
trabajan, ni estudian- para hacer referencia a esta relación, generando como consecuencia la
invisibilización de las trayectorias laborales y educativas que sí tienen los/as jóvenes.
En el trabajo nos proponemos, por un lado exponer los puntos más relevantes del diagnóstico
social realizado en nuestra intervención, centrados en un análisis de las trayectorias
educativas y laborales que han atravesado los/as jóvenes, así como sus representaciones en 1Para el caso de la elaboración de trabajo final de la Lic. en Trabajo Social en la Facultad de Ciencias Sociales de la UNCórdoba, se requiere que “en un espacio social particular (institucional y/o comunitario), se proponga, desarrolle y sistematice una estrategia de intervención fundada que recupere aprendizajes teórico-metodológicos adquiridos durante la formación previa y que se constituya en objeto de reflexión y fundamentación teórica desde el campo de la teoría social” Documento. Plan de Estudios 2004.
torno al trabajo. Por otro lado, analizaremos desde qué perspectivas se posicionan las políticas
nacionales y provinciales - para el caso de Córdoba - destinadas a jóvenes en el año 2015,
indagando sí reconocen las trayectorias, intereses y necesidades de los/as jóvenes. Por último,
y partiendo de la sistematización y análisis de proceso realizado, compartiremos algunas
sugerencias/propuestas para intervenir con jóvenes que son productos de lecturas, reflexiones
y posicionamientos que construimos como equipo, con la convicción de que se constituyan en
una herramienta más para la construcción cotidiana de mayores oportunidades educativas y
laborales en pos de promover y garantizar el ejercicio de derechos.
Palabras claves
Estrategias - Trayectoria - Propuestas de intervención
Aspectos metodológicos
El proceso de intervención se llevó a cabo en el área de Capacitación Laboral del centro
Lelikelen2, que incluye jóvenes de entre 15 y 24 años. Para el año 2014, año en el que
realizamos nuestra intervención se dictaron diferentes talleres de oficio: pastelería, cocina,
ayudante de electricidad, huerta, peluquería, cosmetología y servicio de salón, entre otros. A
fines de la intervención trabajamos con ls/as jóvenes de los talleres de electricidad y pastelería.
El presente trabajo parte de la sistematización y reconstrucción delproceso de intervención
iniciado a partir de una demanda institucional co-construida, de la que surge la necesidad de
desarrollar un diagnóstico social que le permita a la institución conocer con mayor profundidad
la situación social de los/as jóvenes y el lugar ocupado por Lelikelen en dicho contexto.
El mismo, se llevó a cabo a través de entrevistas en profundidad, registros de campo,
observación participante en encuentros con las/os jóvenes, salidas educativas, jornadas
institucionales y diálogos con los equipos de la institución. El resultado, fue la construcción de
un diagnóstico social en el cual se plasma un acercamiento a los/as jóvenes desde una
perspectiva diferente: la de las estrategias. Desde este lugar, se reconstruyen los principales
obstáculos para el acceso a sus derechos educativos, laborales y recreativos pero poniendo
poniéndolos a dialogar con aquellas estrategias que entonces despliegan para mejorar dicho
acceso.
2Lelikelen es una centro socio-educativo para jóvenes, ubicada en el centro de la Capital de Córdoba, dependiente de
la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (SeNAF) del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia de Córdoba. Es un espacio de promoción de los derechos de los/as jóvenes en articulación con tres instituciones del Estado provincial a través de propuestas para la terminalidad educativa y la inclusión laboral. La institución está conformada por la coordinación general a cargo de la SeNAF, y por la Escuela Primaria Paulo Freire, el Programa de Inclusión y Terminalidad Educativa (PIT) y el CENMA 5 María Saleme de Bournichón (del Ministerio de Educación de la provincia, con sus respectivos directivos), el Programa Nuestras Manos, y el Área de Capacitación laboral, que trabaja de manera articulada con el Programa de Capacitación Laboral de la Agencia de Promoción de Empleo y Formación Profesional. La SeNAFcuenta con una amplia trayectoria de trabajo con jóvenes con determinados derechos vulnerados, particularmente, aquellos vinculados a lo educativo y lo laboral.
A partir del reconocimiento de estas estrategias es que se puede analizar el lugar que ocupa la
institución educativa en las mismas, para proponer estrategias de intervención que sean
acordes a las necesidades, tiempos y proyectos de los/as mismos/as. Tales estrategias serán
analizadas desde la noción propuesta por Bourdieu, entendida como aquellas constelaciones
de acciones que los/as sujetos llevan adelante para mantener o mejorar su posición en el
campo social, alejándonos de las perspectivas que consideran a los jóvenes como sujetos
pasivos, sin proyectos, e incapaces de tomar decisiones sobre su futuro.
El mito
Caralisa hace referencia al “mantenido”, “explotador” y “vividor”, es aquella persona que vive
del trabajo de una mujer. Esta significación deviene del lunfardo más estricto que significa
proxeneta o rufián que representa a aquellos hombres que reclutan mujeres para la
“prostitución”, ellas trabajan a cambio de una supuesta protección y cuidado por parte del
hombre quien actúa como mediador en la comercialización de su trabajo. Otros sinónimos del
lunfardo son “cafisho”, “840”, “cafiolo” que hace referencia al hombre que es mantenido por las
mujeres o que gana dinero a través de ellas.
Los/as jóvenes de sectores populares resignifican y reinterpretan este término vinculándolo al
trabajo, considerando a la persona caralisa como “vaga”, “mantenida”. Un caralisa es alguien
que no está dispuesto a salir a la calle y “rebuscársela” para obtener sus propios ingresos, el
caralisa termina viviendo a costa del trabajo ajeno, principalmente de su madre, padre,
abuelos, etc.
El presente trabajo intentará dar cuenta de la relación existente entre jóvenes de sectores
populares y el trabajo, y expondrá la asociación negativa que han formulado sobre esta
relación diferentes actores (referentes/profesionales/especialistas), que ha sido difundida por
los grandes medios de comunicación hegemónicos, siendo partícipes del proceso de
construccion opinión pública que ha ido permeando y configurando las representaciones
sociales respecto de esta relación.
Consideramos que esta mirada negativa hacia los/as jóvenes es un mito, ya que como
desarrollaremos a lo largo del trabajo, estos/as jóvenes si trabajan y desde muy temprana
edad en relación a jóvenes de otros sectores sociales, desempeñan labores por más horas, en
condiciones mucho más precarias y en trabajos no siempre valorados socialmente como tales -
como el trabajo doméstico en el caso de las mujeres-.
Es por eso que apostamos a reconstruir la vivencia del trabajo desde sus protagonistas,
visibilizando sus voces, sus experiencias y trayectorias laborales y educativas; mostrando que
las estrategias que desarrollan en su vida cotidiana son guiadas por sus deseos y proyectos,
resaltando la importancia del transcurrir institucional en el Centro Socio-educativo Lelikelen de
la ciudad de Córdoba -en el año 2014-.
Las Juventudes contemporáneas
Existe un acuerdo en las ciencias sociales sobre la necesidad de de-construir la juventud como
categoría homogénea y universal, hablar de “la juventud” en singular supone considerar una
sola forma de ser joven. Implica referir a un grupo social al cual en función de una edad se le
atribuyen una serie de nominaciones y etiquetas que tienden más a invisibilizarlos que a
comprender su conformación en tanto sector social (Bonvillani y otros: 2008), citado por
(Acevedo P., 2012). Resulta necesario en cambio recuperar la diversidad de prácticas,
comportamientos y universos simbólicos que ella puede incluir, articulada con variables como
Reguillo: 2000) citado por (Bonvillani A. Alicia Itatí Palermo, 2008). Por eso, hacemos nuestras
las palabras de Bonvillani cuando propone hablar de juventud en plural, de juventud(es).
Perspectiva de generación
Durante décadas, la integración social de los jóvenes se canalizó a través de las instituciones
educativas y de las ligadas al mundo productivo. El pasaje a la adultez estaba signado por la
salida del hogar de origen, la incorporación en el mundo laboral y la asunción de las
responsabilidades de reproducción familiar. Este modelo de transición entra en conflicto con la
crisis del mercado laboral iniciada en los años ’70, que complejiza a su vez la salida del hogar
de origen y la conformación de un nuevo espacio familiar al ser más difícil conseguir un ingreso
económico y un empleo estable que opere como organizador de lo cotidiano y permita asumir
ese cambio de manera definitiva. Así, esta transición antes instaurada como “natural” se
convierte en una transición larga, compleja y visualiza las crisis de las estructuras y
mecanismos sociales que le daban sustento (Jacinto, 2003)
A partir de la lectura de este contexto, Zanotti presenta el paso de la sociedad industrial, con
trabajadores asalariados y consolidando la idea de cultura del trabajo (el trabajo como un valor
en sí mismo, una actividad buena, noble y jerarquizadora), a la sociedad de la estética del
consumo, definida como una forma emergente de sensibilidad hacia el consumo, no hacia el
objeto sino hacia el hecho mismo de ser consumidor. Esta etapa se caracteriza por la
satisfacción fugaz de necesidades creadas, donde la libertad está vista como la posibilidad de
elegir alternativas de consumo (Zanotti, 2010).
Estas recientes transformaciones en el ámbito laboral, signadas por la vuelta del mercado y la
creciente desprotección estatal, han contribuido, en este grupo social, a descentrar la
importancia fundamental asignada al trabajo en cuanto organizador de la propia vivencia y la
identidad, dando paso a nuevas formas de integración por vías alternativas, mediadas
principalmente por el consumo. Guillermina Tiramonti afirma que "Estos jóvenes piensan el
futuro desde una estética propia del consumo, donde el deseo y las vivencias placenteras
constituyen el eje que da sentido a la existencia”. El trabajo es visto de manera instrumental
como la herramienta para acceder a objetos que son visualizados como signos de una vida
placentera y plena de emociones (Tiramonti, 2007).
Jóvenes y posición social
Tal vez, la característica más marcada en la relación actual de los/as jóvenes con el mercado
de empleo es la precariedad de sus inserciones laborales. (Jacinto, Wolf, Bessega, & Longo,
2003, pág. 76). La población de la que hablamos responde a una franja etaria que va desde los
15 a los 24 años representando al 18,3% de la población argentina. El resultado de la EPH
muestra que la tasa de desempleo juvenil es dos veces mayor que la del total de la población y
tres veces mayor que la de los adultos de 25 a 59 años. Los/as adolescentes, de 15 a 19 años,
son los más vulnerables al desempleo, alcanzando una tasa del 35,5%, tres veces mayor que
la del total de la población económicamente activa y cuatro veces más que la de los/as adultos.
El problema se acrecienta cuando consideramos que el 70% de esos jóvenes no concurren a
establecimientos educativos formales. (MTEySS. Subsecretaría de Programación técnica y
estudios laborales, s/f, pág. 180) (Poner los datos actuales)
De hecho, en cuanto al quintil3 de ingreso familiar, podemos decir que la mitad de los/as
jóvenes desempleados (44,5%) proviene del 20% de los hogares con menos recursos. En tanto
la probabilidad del desempleo de los/as jóvenes localizados en el 20% de los hogares con
menos recursos es 3,5 veces mayor que la de los/as jóvenes localizados en los hogares con
mayores recursos económicos. Podemos ver una mayor incidencia de la problemática en los
sectores más empobrecidos, ya que esto se debe al desarrollo de estrategias laborales que
permitan la posibilidad de otro ingreso para su sobrevivencia; es por eso que los/as jóvenes se
inician en el mundo del trabajo en los hogares con menores recursos (MTEySS. Subsecretaría
de Programación técnica y estudios laborales, s/f, pág. 186) los/as jóvenes sin calificación se
ven compelidos a trabajos informales, y ocasionales, en el extremo más deteriorado del circuito
laboral, donde acceden a empleos “no calificantes” ya que en ellos las posibilidades de
aprendizaje en el trabajo son escasas.
Existen diversos estudios cualitativos que han permitido detectar otros aspectos que se suman
a la segmentación ocupacional y a la escasez de credenciales y competencias, para dificultar el
ingreso y permanencia de los/as jóvenes pobres en el mercado de trabajo.El fenómeno de la
marginación ecológica es un condicionante central en la configuración de las juventudes y su
relación con el trabajo ya que la posición de los agentes en el campo -social- puede leerse a 3Cada quintil de ingreso, agrupa el 20% de la población. Estos, se ordenan de menor (quintil 1) a mayor ingreso (quintil 5).
partir del lugar que ocupan en el espacio físico. Sin embargo, no refiere a una relación directa y
mecánica sino que depende de la distribución de los bienes y servicios y del volumen del
capital. (Perez, 2010, págs. 77-80).
Desde esta premisa podemos observar como los grandes conglomerados urbanos hoy se
constituyen como un centro de recursos materiales, simbólicos, educativos, etc. y quienes más
dificultades tengan para acceder a la ciudad, también las tendrán para acceder a las
oportunidades que dichos recursos brindan.Cobra significativo valor el lugar ocupado por las
mujeres jóvenes, ya que son quienes permiten, a través de asumir la responsabilidad de las
tareas domésticas y de cuidados, que las mujeres adultas de los hogares puedan
desempeñarse en el mercado laboral. Este proceso, efectivamente impacta en sus
posibilidades de generar nuevos vínculos y lazos sociales, a diferencia de los jóvenes varones,
que abandonan prematuramente sus estudios y se inician laboralmente más temprano que sus
pares mujeres. (Peiró, 2012, pág. 191).
En ese sentido, y ponderando los resultados de la recientemente publicada Primer Encuesta
Nacional de Jóvenes, elaborada por el Indec, los guarismos arrojan que casi el 83% por ciento
de los/as jóvenes que no estudian ni trabajan, ni actualmente se encuentran en búsqueda de
trabajo, son mujeres. Si bien, en la Argentina hemos avanzado en materia de igualdad entre
varones y mujeres, las tareas de cuidado siguen en manos de las mujeres, quienes dedican
68hs promedio semanales (dato que entre las mujeres de 25 a 29 años aumenta a más de 12
horas por día). Cuatro de cada 10 mujeres jóvenes que tiene a cargo el cuidado de sus hijos
abandonaron el trabajo o el estudio, en cambio solo 1 de cada 10 varones en iguales
circunstancias, abandonó alguna de estas actividades. (Carbajal, 2015).
Los y las jóvenes de Lelikelen
A partir de la inserción en la institución y con el objetivo de recuperar las trayectoria de los/as
jóvenes y sus familias en relación al trabajo construimos diferentes categorías que nos se
centraron en: “Hàbitat/Unidad Doméstica”, “Trayectoria Educativa”, “Trayectoria en el acceso a
los Ingresos” y “Proyectos en torno al trabajo”, además indagamos sobre el uso del tiempo libre
y la recreación vinculado a las vivencias y deseos de los/as jóvenes.En el poceso de
intervención, identificamos cuatro generalidades/constantes en las trayectorias de lo/as jóvenes
entrevistados;
● En primer lugar todos provienen -salvo en dos jóvenes, uno que proviene de zona rural y
otro que vive en zona céntrica- de zonas periféricas urbanas de la ciudad de Córdoba que
viven una situación de segregación espacial. Esto implica escasa frecuencia en el
transporte, grandes distancias y pocos servicios que dificultan el acceso a los recursos
laborales, sociales y simbólicos de la ciudad.
● En segundo lugar, salvo dos casos, en el resto (13) los trabajos a los que acceden estos
jóvenes y sus familias son trabajos flexibilizados, de muchas horas y pocos ingresos, de
mucha inestabilidad y sin posibilidades de ascenso. Podemos ver como dos grandes
generalidades que las mujeres apuestan más a proyectos de emprendimientos propios y los
varones apuestan a conseguir un trabajo en relación de dependencia que les asegure
estabilidad y un ingreso económico regular. En el caso de los varones el acceso a un
empleo está vinculado directamente al ingreso económico y no a un proyecto laboral en
términos de “proyecto profesional” o “de oficio”. Esto no implica que no se capaciten en un
oficio sino que lo que lo que ellos valoran del desarrollo del oficio no es la actividad en si
misma sino la retribución económica que se puede obtener a cambio.
● En tercer lugar, salvo un caso, los dieciocho jóvenes restantes nunca han accedido a un
trabajo a través de la entrega de un Curriculum Vitae, en todos los casos la oportunidad
laboral surge a través de amigos, conocidos y/o familiares.
● En cuarto lugar, el atravesamiento de género en las trayectorias laborales familiares y en las
elecciones laborales de los/las jóvenes es una constante. En todos los casos las mujeres de
la familia se dedican a tareas vinculadas a lo doméstico fuera y/o dentro del hogar y los
hombres a tareas vinculadas a la seguridad y la construcción. Respecto de los/las jóvenes,
salvo en el caso del joven en el taller de pastelería y la joven en el taller de electricidad, en
el resto de los casos el mandato de género se continua en sus trayectorias.
Del mito a las estrategias: desnaturalizando precon ceptos.Proyectos y estrategias de
los/as jóvenes de sectores populares
La reconstrucción de las trayectorias se dividió en tres grandes esferas:
El trabajo
La mayoría de los/as jóvenes de Lelikelen viven en zonas alejadas a las grandes ciudades, en
donde se encuentra la mayor parte de recursos económicos, simbólicos, sociales y/o de
información lo cual afecta sus trayectorias laborales dificultando por ejemplo el acceso a
determinados trabajos por la distancia, el costo del transporte o el simple acceso a la
información sobre diferentes oportunidades laborales.
A lo largo de la presente producción fue expuesto como a nivel general los sectores populares
viven una transformación del lugar ocupado anteriormente por el trabajo como organizador de
la identidad a partir del desempleo, el subempleo y las pésimas condiciones laborales. A partir
de este proceso, el significado del trabajo, históricamente asociado a experiencias de
crecimiento personal, la capacidad, la independencia económica es transformado en muchos
casos en experiencias de explotación laboral, frustración y postergación social.
A pesar de esto el trabajo sigue apareciendo como el modo legítimo de progreso. Frente a este
contexto es necesario diferenciar dos funciones que cumple el trabajo en la vida de los/as
jóvenes; una dimensión material que garantiza el consumo y derechos de seguridad social y
una dimensión simbólica que tiene que ver con el reconocimiento y la valoración que tienen
ciertos trabajos socialmente aceptados. Es importante reconocer en las representaciones de
los/as jóvenes de sectores populares una contradicción entre el trabajo deseable, valorado
socialmente, visto como progreso y ascenso social y el que a ellos se les presenta en el
cotidiano como situaciones de explotación.
En este marco podemos visualizar cuatro grandes estrategias laborales. Nos parece importante
aclarar que las estrategias familiares para conseguir ingresos están atravesadas por trabajos
de tipo manual, informal (changas, temporarios) en los cuales en ningún caso es indispensable
la certificación escolar o laboral para el puesto.
Fortalecimiento de su capital social: Como se visualiza a lo largo de las trayectorias laborales,
salvo en un caso, los 19 jóvenes restantes han conseguido trabajo a través de redes
informales de conocidos, amigos y familiares. Esto nos habla de una inversión de peso en
dicho capital social, al ser la estrategia vista por los/las jóvenes como la más cercana,
accesible y con más posibilidades de tener resultados positivos.
Apuesta al capital cultural incorporado: es decir, a la capacitación en términos de saberes
prácticos -más allá de las certificaciones-. Esta capacitación les permite acceder a un “saber
hacer” que es visto como habilitante de oportunidades laborales. Son múltiples las experiencias
de “ayudante de” que les permite aprender sin obtener certificación formal a cambio.
Acceso a políticas públicas de empleo: Es importante la apuesta a ingresar en los beneficios
que proporcionan las políticas públicas de empleo -en este caso el Confiamos en Vos-, como
una estrategia suplementaria para mejorar su posición económica.
Inversión en estrategias de corto plazo: Esto tiene como trasfondo trayectorias laborales y
económicas familiares muy inestables, por la dificultad del contexto, que imposibilitan que los
proyectos a mediano plazo se concreten y se vean como posibilidad. Estos jóvenes invierten en
experiencias con resultados en lo inmediato.
La escuela
Los/as jóvenes perciben a la educación como una herramienta concreta de ascenso social,
para ellos/as finalizar la escuela secundaria o capacitarse en oficios los habilitaría a conseguir
un empleo formal o mejor remunerado reconociendo que si no se finalizan los estudios
obligatorios se ven condicionados a empleos precarizados y mal pagos.
Su transcurso por las instituciones educativas convencionales ha sido marcado por una fuerte
discriminación física e intelectual ejercida por compañeros/as o docentes, esta violencia
simbólica por acción y/u omisión ha influenciado de manera negativa en su autoestima
intelectual. Esto, combinado con las dificultades en el acceso a las escuelas por residir en
barrios periféricos de la ciudad, constituyen una de los principales obstáculos por las cuales
decidieron dejar de asistir a la escuela. La escuela sigue siendo en el imaginario a pesar de la
disminución de la validez de sus acreditaciones, un progreso o crecimiento simbólico;
“Y cuando dejaste el cole acá que te dijeron en tu casa? Como se lo tomaron?” “Nada, estaban
mal, nada, estaban mal. Porque ninguno en mi casa va al colegio. Y mi papá me decía “uno
que me salga bueno por lo menos”, viste que uno tiene que haber!”
Las vivencias más reconfortantes han sido aquellas vinculadas a lo recreativo, al juego, a
asignaturas dinámicas o técnicas. El Centro Socio educativo Lelikelen ha significado para
ellos/as una experiencia gratificante y positiva ya que los ha reconocido como sujetos con
potencialidades y experiencias, trabajando desde sus saberes y no saberes, promoviendo una
educación más popular y la dejando de lado la asimetría de poder propia de las instituciones
convencionales. Esto trajo aparejado una identificación con la institución y con sus pares,
generando autoestima y confianza en la institución y en el trabajo con sus
compañeros/as.Algunos/as de los/as jóvenes le otorgan una importancia significativa a la
entrega de libretas al finalizar el cuatrimestre y a la entrega de la certificación final en sintonía
con lo dicho anteriormente. Visualizamos dos grandes estrategias educativas:
1. La estrategia principal tiene que ver con la utilización de las propuestas educativas
alternativas a la escuela tradicional. Acá podemos visualizar diferencias por género, en el
taller de electricidad hay una fuerte apuesta a las políticas de finalización educativa (PIT,
CENMA, FINES) lo cual probablemente se vincule con la intención de priorizar las apuestas a
corto plazo -en términos de años- y aquellas que permiten combinar el trabajo y el estudio por
la reducción de horas semanales. En cambio en el taller de pastelería, de las jóvenes
entrevistadas terminaron la escuela en el secundario común y las que dejaron no retomaron
en programas alternativos.
2. También se tiene en cuenta como estrategia educativa en ambos talleres la apuesta a la
capacitación práctica en lugar de la apuesta a las certificaciones institucionales mencionada
anteriormente.
El tiempo libre
Es un tiempo condicionado a la moratoria social de cada joven, entendida como se plantea en
el capítulo I,4 siempre teniendo en cuenta que la existencia -o no- de moratoria está
determinada por las condiciones concretas de existencia. Recordando como afirma Zanotti que
los jóvenes de sectores medios y altos, generalmente tienen posibilidades de estudiar y
postergar el ingreso a responsabilidades de la vida adulta y por lo tanto el tiempo de ocio y
consumo es dado de manera “natural”. En cambio en los sectores populares esto no es
garantizado por sus padres, y el trabajo, a la vez que reduce los momentos de tiempo libre,
quita tiempo que podría ser aprovechado para los consumos del mundo juvenil.
Podemos ver claramente entonces la vinculación del tiempo libre al consumo, lo cual explica la
importancia del ingreso económico y la predominancia del trabajo en relación a la escuela en
las estrategias de los/las jóvenes. Tenemos que recordar que estamos hablando de jóvenes en
una sociedad en la que esta etapa de la vida está organizada socialmente para los consumos
culturales mencionados anteriormente pero que a la vez, por su posición económica tienen que
asumir responsabilidades laborales para poder acceder a dichos consumos.
A su vez la ausencia institucional en las zonas periféricas de la ciudad a partir del
desmantelamiento durante las décadas neoliberales de centros vecinales, clubes barriales, y
espacios de participación comunitaria en general y de la caída abrupta del presupuesto
educativo a partir de la descentralización educativa generó la desaparición de espacios
recreativos en los barrios y la centralización de los mismos en la ciudad y de manera
mercantilizada.
Esto explica el interés de los/las jóvenes por participar de espacios institucionales como
Lelileken que tengan una orientación recreativa, con la contención y que fomenten los vínculos
entre pares como un espacio “para estar”.
Identificamos como las principales estrategias recreativas:
1- Aprovechamiento de los espacios comunitarios como las canchas de fútbol y la
esquina como espacios de encuentro entre pares.
2- La iglesia se constituye en un espacio de recreación y contención que no requiere
de ingresos económicos para poder participar y que permite el acceso a otras
experiencias como el aprendizaje de canto, trabajo comunitario con niños y de
integración familiar.
4 “Como un período en la vida de una persona en la que la sociedad en que vive no lo considera ya un niño pero no le otorga el pleno estatus, los roles y las funciones del adulto” (Hollingshead: 1949:6, citado en Macri, 2010)
3- Procurar la obtención de ingresos como medio fundamental para acceder a
diferentes consumos culturales, como ir al baile, al cine, a dar una vuelta al centro o
tomar la coca en el barrio sin generar una carga extra para la familia.
4- La utilización de la beca del Confiamos en Vos para solventar de manera autónoma
estos gastos.
5- La participación en Lelikelen es un aspecto fundamental de sus estrategias
recreativas ya que es un espacio de la ciudad, de encuentro con otros jóvenes, de
acceso libre que no es garantizado por el Estado en los barrios en los que residen y
que hacen a la constitución de la identidad.
Algunas consideraciones
Al comienzo del proceso, nos propusimos como objeto de intervención poder mirar aquellos
obstáculos que dificultaban la inserción de los/as jóvenes en el mercado de trabajo. Una vez
inmersos en el escenario institucional y a partir de los diálogoscon los protagonistas pudimos
observar que estos obstáculos, sin duda presentes, no terminaban de explicar la diversidad de
trayectorias por las que los/as jóvenes habían atravesado. Además, los/as jóvenes no
visualizaban esos obstáculos como determinantes, ni como los elementos centrales para
pensar de su cotidianeidad.
Desde allí entendemos que muchas veces desde nuestras prácticas profesionales con la
intención de poder transformar las condiciones de vida de la población se termina reduciendo a
los sujetos a aquellos obstáculos que se quieren modificar, perdiendo de vista, consciente o
inconscientemente muchos otros aspectos de la vida que se constituyen como espacios de
placer, de aspiración, de reconocimiento, que son la base para pensar intervenciones
transformadoras.
La recuperación de las estrategias, visiones y representaciones de los/as jóvenes sobre sus
propias trayectorias, sobre su posición en el campo y su futuro plasmado en el diagnóstico
social expuesto nos permitió constatar cómo aquellos supuestos “vacíos” de los/as jóvenes a
los que se hace referencia en discursos institucionales, políticos y mediáticos hegemónicos
parten de una visión –intencionadamente- parcial de la realidad.
Posicionarnos desde otra perspectiva nos posibilitó descubrir un amplio abanico de trayectorias
llenas de deseos, expectativas, intereses, saberes, emociones, proyectos yvalores que los
protagonistas de esta intervención nos pudieron transmitir, brindándonos la posibilidad de
entender que los lugares que hoy ocupan y las decisiones que priorizan pueden ser
comprendidas si ponemos en un plano central la palabra de los mismos.
A partir de esta experiencia podemos ver como el análisis estructural y estadístico del
desempleo juvenil planteado por diversas investigaciones es indispensable, mas no suficiente
para poder analizar una problemática tan compleja y mucho menos el impacto que las políticas
sociales tienen en las trayectorias concretas y reales de los destinatarios.
El trabajo formal si es visto por los/as jóvenes como un proyecto deseable. Expresa uno de los
jóvenes acerca de su primera entrevista para un trabajo formal, realizada en los días en que
estaba finalizando nuestra intervención;
“Me preguntó cuántos años tenía, tengo veinte, si estaba trabajando y no, no estaba
trabajando, y bueno después fui a la entrevista de allá y le dije que no que no trabajaba que era
la primera vez que iba a trabajarbien así y para mí es muy lindo porque nunca, nunca pensé
que iba a ser así”
Este joven ya había realizado trabajos en el área de la construcción y sin embargo para él era
la primera vez que iba a “trabajar bien”, lo cual implica que para analizar las representaciones y
deseos de los/as jóvenes acerca del trabajo hay que preguntarse también de qué trabajos se
está hablando. No se puede hablar del “trabajo” como una categoría aislada sin vincularla con
condiciones, derechos, trayectorias ya que la representación de los/as jóvenes sobre el mismo
tiene que ver con lo que implica el trabajo para los jóvenes de los sectores populares y las
condiciones a las que históricamente han estado sometidos.
Consideramos importante que desde las Ciencias Sociales se cuestionen aquellos análisis que
expresan que “los jóvenes no tienen motivaciones para trabajar” sin exponer en sintonía con
este juicio de qué trabajo está hablando ese joven. Las categorías que elegimos indagar fue en
función de lo que elegimos conocer, qué son las estrategias de los y las jóvenes en relación al
trabajo, estas no tienen la intención de “parcelar” situaciones sino de ser una punta de hilo para
la reflexión.
Otro de los pre-conceptos adjudicados a los/las jóvenes de sectores populares tiene que ver
con una supuesta “falta de motivación”, ausencia de proyecciones a futuro, por este motivo,
reconstruimos sus estrategias, para comprender qué decisiones han ido tomando los jóvenes
en función de sus trayectorias, cual es el camino que han ido haciendo y que han decidido
priorizar -el estudio, el trabajo, la familia o el tiempo libre- en distintos momentos. De esto se
tratan las estrategias, de un continuum de actos concatenados entre sí, con ciertos objetivos
guiados por un sentido práctico.
A su vez queremos resaltar que la mayoría ha expresado tener los mismos deseos en futuro;
tener una casa, formar una familia y tener un buen trabajo. Lo cual muestra que los/as jóvenes
no toman sus decisiones en contextos ideales sino en función de condiciones concretas de
existencia, lo cual explica la diversidad de trayectorias y las múltiples estrategias que
despliegan para acercarse más a sus objetivos. Por ello, cuando hablamos de “estrategia” nos
referimos a las decisiones que los/as jóvenes toman en relación a lo que efectivamente
“pueden lograr”, que puede -o no- estar vinculado a lo que “desean” lograr.
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Las políticas públicas del período 2003-2015 en Argentina, centradas en el empleo y en la
inclusión social, lograron hacer descender el desempleo, que es una de las principales causas
en la transmisión intergeneracional de la pobreza. Sin embargo, y no obstante la
implementación de políticas de empleo destinadas a los jóvenes, la brecha entre jóvenes y
adultos se mantuvo durante el período: el desempleo juvenil siguió siendo entre 2 a tres veces
mayor, y las tasas de informalidad laboral fueron superiores en 15 puntos a la de los adultos y
con una marcada diferencia entre sectores sociales. La obtención de un empleo no es la mayor
barrera que enfrentan los jóvenes para ingresar al mercado laboral, sino su dificultad para
mantenerlo. En este sentido, se observa que el empleo juvenil está marcado por elevada
inestabilidad y alta rotación laboral2 así como la existencia de “barreras de acceso al empleo
decente”, que afectan principalmente a los jóvenes de sectores populares3.
Este trabajo analiza el Programa de promoción del empleo Independiente que desde el
Ministerio de Trabajo Empleo y Seguridad Social fomenta la inserción en el autoempleo. Se
describen los objetivos y alcances de esta herramienta de políticas activas, implementada
desde 2010 y que brinda asistencia técnica y financiera para la creación de pequeñas unidades
económicas autogestivas. Sin ser un programa destinado exclusivamente a jóvenes (en el 37%
de los emprendimientos participan jóvenes) tiene una cobertura nacional y un alcance de más
de 4500 emprendedores jóvenes en casi 4000 unidades económicas.
Se presentan los principales hallazgos provenientes de una evaluación de impacto, realizada a
fines de 20154 con muestra de 400 emprendedores, y cuyo principal propósito era analizar la
calidad de empleo de las y los emprendedores insertos en el Programa y explorar los logros
alcanzados y los desafíos pendientes. La calidad del empleo, definida según los criterios de
1Comparto la preocupación de usar un lenguaje que no discrimine entre mujeres, varones y otras identidades sexuales, y sólo a efectos de agilizar la lectura utilizaré el genérico masculino cuando me refiera tanto a varones como a mujeres. 2 LEPORE, Eduardo y ALVAREZ, Mariana, (2015). 3 BERTRANOU, Fabio y CASANOVA, Luis, (2015). 4KOSSOY, Alicia; HOULLE, Julia; SZKOLNIK, Mariano; VOLPIN, Lorena (2016) .
OIT de empleo decente es analizada principalmente a partir de cuatro indicadores: ingresos,
formalización (acceso a la obra social y aportes para percibir derechos previsionales),
seguridad del empleo (estabilidad), seguridad de las condiciones de trabajo. El trabajo
reflexiona sobre el alcance de esta política de inserción laboral destinada a jóvenes con escasa
formación y trayectoria laboral en la informalidad. Se exploran diversas tensiones: entre los
objetivos del Programa y los condicionantes técnicos administrativos y financieros de la
implementación; entre la inmediatez de la inserción para resolver cuestiones relacionadas con
el sustento y la necesidad de completar la formación en oficios que les permita ser más
competitivos; tensiones entre la búsqueda de autonomía a través del trabajo y restricciones
relacionadas con las responsabilidades familiares y las condiciones de vida; Asimismo, se
analizan los encuentros/desencuentros entre las miradas a los emprendedores de los diversos
actores institucionales y las autopercepciones de los y las jóvenes. Finalmente se esbozan
algunas reflexiones e interrogantes acerca de la continuidad de estas políticas en un escenario
de cambio de la situación económica nacional.
El autoempleo: ¿una política de inserción laboral p ara jóvenes?
Microemprendimientos, autoempleo, cuentapropismo, microempresas son palabras que
relacionadas con actividades laborales sin relación de dependencia. Es un universo que abarca
un conjunto muy heterogéneo de trabajadores (microemprendedores, cuentapropistas,
microempresarios, profesionales, técnicos, etc.), con disimiles niveles de calificación y
recursos económicos5.
El sector del empleo independiente representa aproximadamente un cuarto de la población
ocupada total en áreas urbanas, proporción que no ha tenido una variación sustancial en
Argentina durante las últimas cuatro décadas (Jiménez, 2011)6; no obstante, en los períodos de
expulsión de mano de obra, se multiplican las iniciativas de desocupados que con escaso o
nulo capital intentan generar ingresos para sus familias, aunque sólo alcancen un nivel de
subsistencia y frágil estabilidad.
Las políticas públicas del período 2004-2015 acompañaron mediante programas de fomento al
autoempleo aquellas iniciativas espontáneas de sectores populares excluidos del mercado de
trabajo. Los Ministerios de Trabajo y de Desarrollo Social priorizaron la inclusión social y laboral
de desocupados para disminuir el nivel de pobreza e indigencia, mientras que desde el
Ministerio de Industria se orientaron hacia el desarrollo de emprendimientos innovadores de
jóvenes que disponían de mayor capital cultural y económico7.
5LÉPORE y SCHLESER (2006) distingue a los cuentapropistas profesionales los cuentapropistas de oficios y los cuentapropistas de subsistencia 6JIMENEZ, Maribel: Caracterización del trabajo independiente en Argentina. Un análisis descriptivo de largo plazo, 1974-2009. En Bertranou, Maurizio, 2011
7Se trata de los siguientes programas desarrollados en el período 2004-2015: Programa de Desarrollo Emprendedor, Capital Semilla (Fondo Semilla), Programa Aprendiendo a Emprender (Ministerio de Industria); Jóvenes
En este trabajo se analiza uno de los programas del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad
Social, la Línea de Promoción del Empleo Independiente8 y profundizaremos en la participación
de los jóvenes en este programa.
La Línea de Promoción del Empleo Independiente (llamaremos PEI en el resto del trabajo) es
una herramienta de política activa que brinda capacitación, financiamiento para la compra de
equipamiento e insumos y asistencia técnica durante el primer año de puesta en marcha del
emprendimiento. Aunque no es un Programa destinado sólo a la inserción de jóvenes, el 35%
de sus participantes cuentan entre 18 y 29 años.
El PEI propone una curso de gestión empresarial de 24 horas, capacitación obligatoria para
todos los participantes. Los egresados del curso reciben una asistencia técnica
individualizada para formular sus proyectos productivos (los planes de negocio e inversión).
El programa financia hasta $37000 por persona para la compra de equipamiento, insumos
y elementos para acondicionar el lugar de trabajo. Los proyectos aprobados reciben
además asistencia técnica de un tutor durante un año, para orientar a los emprendedores
en la puesta en marcha de su emprendimiento. Al cabo de un año los emprendedores
pueden solicitar un nuevo financiamiento de hasta $18000 por persona, destinado
principalmente a la compra de bienes de capital para fortalecer la rentabilidad del
emprendimiento.
Los jóvenes, que son el grupo etario más expuesto a la precariedad laboral constituyen una de
las poblaciones objetivos de las políticas públicas en el período 2009-2015. Con la creación del
Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo (PJMMT)en el año 2009, las políticas laborales se
orientaron a mejorar las condiciones de empleabilidad y de inserciónde los jóvenes, mediante
su capacitación en competencias básicas y en oficios y en la promoción del empleo privado y el
autoempleo.
Los jóvenesdel PJMMT ingresan al PEI luego derecibir una orientación laboraly haber
participado en talleres introductorios al mundo del trabajo; además deben cursar en paralelo
estudios para obtener los certificados de escolaridad secundaria. En este sentido, en el diseño
de esta política se recogen las críticas realizadas a programas anteriores (proyecto Joven)
Emprendedores Rurales (Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca); “Programa Ellas Hacen”, “Plan Nacional de Desarrollo Local y Economía Social Manos a la Obra”, “Promoción del microcrédito para la Economía Social” ” (Ministerio de Desarrollo Social). Y del Ministerio de Trabajo los Programas “ Insumos y Herramientas “ y Herramientas por Trabajo sucesivamente para participantes del Programa Jefas y Jefes de Hogares desocupados, Programa de Inserción laboral Autoempleo, Pago único para desocupados del Seguro por Desempleo y Autoempleo para Jóvenes con mas y mejor trabajo. 8 La Resolución 1094/09 crea el Programa de Empleo Independiente y Entramados Productivos (PEIyEP) con dos Líneas, la Promoción del Empleo Independiente (PEI) y el Desarrollo de Entramados Productivos Locales (DEPL). En el PEI confluyen cuatro programas que con objetivos similares alcanzaban destinatarios de diferentes programas de desocupados implementados desde la Secretaria de Empleo. Son antecedentes de esta política la Tipología 6 del Programa Jefes y Jefas de Hogar Desocupados, Componentes Insumos y Herramientas, y Herramientas por Trabajo, Pil Autoempleo y el componente autoempleo del Programa Jóvenes con más y mejor trabajo.
planteando un abordaje más integral.
Sin embargo y no obstante la implementación de estas políticas públicas,la informalidad en el
empleo juvenil siguió manteniéndose elevada durante este período, con tasas muy superiores a
la de los adultos. La obtención de un empleo no era la mayor barrera que enfrentaban ni
enfrentan actualmente los jóvenes para ingresar al mercado laboral, sino su dificultad para
mantenerlo (Bertranou y Casanova, 2015)9. Hay consenso en la literatura sociológica acerca
del impacto negativo que tiene el ingreso temprano al mercado laboralen las trayectorias
laborales de los jóvenes, la elevada inestabilidad, la alta rotación y la alta informalidad (Barbetti,
Lépore y Álvarez)10.
Bertranou y Casanova (2015) identifican tres“barreras de acceso al empleo decente”:
• La falta de titularidad del título secundario que actúa como un impedimento para ingresar en
empleos formales (que afecta principalmente a jóvenes que cursan la escuela media y cuyos
hogares son pobres.
• La escasez de espacios de cuidado de niños que permitan conciliar la formación y/o el trabajo
con las responsabilidades familiares.
• La escasez de generación de oportunidades de trabajo privado formal
El propósito delas políticas públicas del periodo post convertibilidad fue el perforar estas
barreras y contribuir a la la generación de puestos de trabajo de calidad (Kossoy, et al: 2007)11.
Se retomaron los criterios establecidos por la OIT para definir al empleo decente, consistentes
en la percepción de ingresos que le permitan vivir a los trabajadores de su actividad, al tiempo
que se garanticen la preservación de la seguridad en el lugar de trabajose obtenga una
estabilidad en términos permanencia en el puesto de trabajo, como también se cuente con
aportes previsionales y la cobertura de una obra social
Considerando las trayectorias laborales de los jóvenes que se incorporan al empleo
independiente, cabe reflexionar en qué medida los dispositivos de fomento del autoempleo
implementados por el PEI contribuyeron a mejorar la calidad del empleo. ¿Fueronadecuados y
9BERTRANOU F. Y CASANOVA L.. Trayectoria hacia el trabajo decente de los jóvenes en Argentina. Contribuciones de las políticas de educación, formación para el trabajo y protección social. Oficina Internacional del Trabajo. Buenos Aires, 2015 10BARBETTI, Pablo “Autoempleo y micro-emprendimientos juveniles: una caracterización de las actuales políticas laborales y sociales orientadas a su promoción”. ASET 12 congreso, Buenos Aires, Agosto, 2015 LEPORE, Eduardo y ALVAREZ, Mariana:La situación laboral de los jóvenes en la Argentina: diagnóstico actual y principales cambios en el período 2003-2014 en FEOS, SUCIOS Y MALOS Voces en el Fénix Nº 51, Buenos Aires, Diciembre 2015 11 KOSSOY, A; ARRIETA, M. y DELPECH, C.: “Calidad de empleo: un desafío para los microemprendimientos”, ASET, 8vo Congreso, Agosto de 2007.
suficientes los recursos desplegados para afrontar las desigualdades producto del diferencial
acceso a calificación, capital económico y derechos previsionales y de seguridad social?
Las posiciones más contestatarias sostienen que el fomento del microemprendedurismo no
posibilita la movilidad laboralsino que mantiene el orden social y la gobernabilidad (Valencia
Agudelo, 2012) a la vez que las prácticas autogestivas sólo consolidan la segmentación laboral
y la reproducción de la informalidad en los sectores marginales (Salvia, 2004). 12
Sin embargo la evaluación de las políticas de autoempleo que presentamos a continuación
permitirían relativizar estas tesis, a lavez que brindan elementos de análisis para poner en
perspectiva el alcance y logros realizados y los desafíos pendientes.
Los jóvenes emprendedores insertos en el mercado la boral por la Línea de Promoción
del Empleo independiente (PEI)
El fomento del autoempleo, es un componente de alcance nacional pero con cobertura
acotada en relación con el conjunto de políticas activas implementadas por la Secretaría de
Empleo.Tal vez porque para trabajar en forma independiente sea necesario no sólo contar con
competencias técnicas para ejercer un oficio en forma autónoma sino que además se requiere
poseer disposiciones actitudinales para autogestionarse, esto explicaría el tamaño reducido del
universo de destinatarios de las políticas de autoempleo.
En este apartado se describen cuántos son los emprendedores jóvenes promocionados por el
PEI, dónde se encuentran y otras característicassociodemográficas como su edad, sexo y nivel
educativo alcanzado.
En un período de 5 años, el PEIapoyóla creación de 16500 emprendimientos para 21000
trabajadores, de los cuales, el 35% son jóvenes. Es decir casi 7500 jóvenes iniciaron su
emprendimiento con financiamiento del programa.
En el Cuadro I se indica la cantidad total de proyectos con jóvenes financiados o
refinanciadoscada año; la cantidad de jóvenes involucrados y así como cual es elporcentaje
relativode la población joven en relación con el conjunto de emprendedores participantes del
Programa.
12VALENCIA AGUDELO, G. (2012): Autoempleo y emprendimiento. una hipótesis de trabajo para explicar una de las estrategias adoptadas por los gobiernos para hacer frente al progreso del mercado, Revista Semestre Económico Vol 15, núm 32, Universidad de Medellín, Colombia.
SALVIA, Agustín ; DONZA, Eduardo (2016) “Estructura social del trabajo y calidad de las inserciones laborales en la Argentina (2010-2015) Desafíos para las actuales políticas sociales y de empleo”, Observatorio de la Deuda Social Argentina, mayo 2016
CUADRO I
EMPRENDIMIENTOS NUEVOS Y REFINANCIADOS CON EMPRENDEDORES JOVENES
Año
Proyectos nuevos
Jóvenes
insertos
Proyectos
refinanciados
Jóvenes con
empleo consolidado
Total
con
Jóven
es
%
proyectos
con
jóvenes
sobre el
total
Total %
jóvenes
Total
con
Jóvene
s
% con
jóvenes
sobre el
total
Total % de
jóvenes
2010 168 21% 198 20% 2 0,1% 2 0,1%
2011 1.385 36% 1.55
2 35% 36 1% 39 1%
2012 1.095 40% 1.35
9 36% 114 9% 138 8%
2013 1.286 43% 1.60
6 39% 242 24% 306 24%
2014 1.073 38% 1.37
5 37% 219 30% 275 30%
2015 1.058 32% 1.34
6 30% 138 25% 180 26%
Total 6.065 37% 7.43
6 35% 751 9% 940 9%
Elaboración propia en base a datos proporcionados por los registros del Programa
De los 8500 emprendimientosrefinanciados por PEI sólo el 9% son de jóvenes.Probablemente,
se deba a que los jóvenes tengan mayor rotación en sus trabajos, y que el autoempleo haya
constituido una experiencia más de aprendizaje en el mundo laboral antes de orientarse hacia
otras alternativas de empleo.
Los jóvenes que participan del PEI son en su mayoría adherentes del Programa Jóvenes con
Más y Mejor Trabajo (67%), tienen menos de 25 años (en el momento de adhesión) y no
cuentan con certificado de estudios secundarios terminados. Los que provienen de otros
programas exhiben trayectorias laborales y educativas diferentes13.
CUADRO II
13 Los del Seguro por Desempleo (SXD) son trabajadores desocupados de un empleo en relación de dependencia formal. En el Seguro de Capacitación y Empleo (SCyE) se encuentran los jóvenes menores de 25 años con titulo secundario y los mayores de 26 años cualquiera fuere el alcance de su escolaridad. Los desocupados egresados de un curso de Formacion profesional (FP) tambien pueden participar del PEI. Los trabajadores que se asocian a un emprendedor financiado por el PEI reciben capacitación y asistencia técnica del Programa y pueden solicitar un subsidio en la etapa de refinaciamiento.
PROPORCIÓN DE JÓVENES Y ADULTOS EMPRENDEDORES SEG ÚN EL PROGRAMA DE ADHESION
Rango de edad/
Programa de
origen
SXD JMyMT SCyE FP Asociado
s Total
18 a 25 años 1% 61% 7% 9% 14% 20%
de 26 a 29 años 5% 39% 13% 10% 12% 17%
de 30 a 45 años 61% 0% 42% 48% 37% 37%
de 46 en
adelante 33% 0% 37% 33% 37% 28%
Total 100% 100% 100% 100% 100% 100%
Elaboración propia en base a datos proporcionadas por los registros del Programa
En cuanto a la edad, distinguimos dos grupos (18 a 25 años y 25 a 29 años) con trayectorias
laborales de diferente duración. En cuanto a la proporción de mujeres y varones, la
participación femenina es ligeramente superior tanto para la creación de emprendimientos
Elaboración propia en base a datos proporcionadas por los registros del Programa
Con respecto al nivel educativo alcanzado, más del 62% de personas provenientes del
PJMyMT se encuentran cursando el nivel secundario de estudios, mientras que quienes
provienen del SCYE cuentan en un gran porcentaje con el certificado de estudios
secundarios14.
14información proveniente del trabajo de orientación laboral realizado por las Oficinas de Empleo Municipales.
Los emprendedores jóvenes promocionados por el PEI se localizan en casi todas las
provincias, algunas regiones con mayor representatividad que otras. Ciertas provincias como
Chaco, Formosa, La Pampa, San Juan y Tucumán, superan la media nacional, quizás porqueel
Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo tuvo mayor desarrollo y a la vez, dada la escasez
de ofertadel trabajo asalariado en relación de dependencia, el trabajo independiente aparecía
como una alternativa fomentada desde las oficinas de empleo que encontraba mayor
recepción entre los jóvenes.
CUADRO IV
DISTRIBUCIÓN EN EL PAÍS DE LOS EMPRENDIMIENTOS JUVE NILES FINANCIADOS
Provincia
Emprendimientos de Jóvenes Jóvenes emprendedores
total
% proyectos de
jóvenes en la
Provincia
total
% de
emprendedores
jóvenes en la
provincia
AMBA 769 30% 1.060 27%
Buenos Aires 441 28% 542 28%
Catamarca 176 38% 197 36%
Chaco 400 69% 549 63%
Chubut 53 36% 63 36%
Córdoba 206 28% 268 26%
Corrientes 163 34% 200 34%
Entre Ríos 139 26% 172 26%
Formosa 305 55% 396 52%
Jujuy 369 37% 421 37%
La Pampa 51 70% 76 68%
La Rioja 147 33% 167 32%
Mendoza 116 27% 154 28%
Misiones 297 41% 399 38%
Neuquén 72 24% 80 23%
Rio Negro 109 34% 139 33%
Salta 185 30% 211 29%
San Juan 294 49% 348 50%
San Luis 94 16% 105 16%
Santa Cruz
y T del Fuego 0 0% 0 0%
Santa Fe 420 27% 495 24%
Santiago Del 233 37% 266 36%
Estero
Tucumán 1.026 64% 1.128 62%
Total 6.065 37% 7.436 35%
Elaboración propia en base a datos proporcionados por los registros del Programa
¿Cómo es la inserción en el empleo independiente?
Hasta ahora se ha descripto principalmente cual es la cobertura del PEI entre los jóvenes, pero
para dar cuenta acerca de si se contribuyó a que estos jóvenes obtengan un trabajo y lo
conserven, es preciso consultar otras fuentes de información.
Las visitas de supervisión indican que el 67% de los de emprendimientos financiados por el
programa (de jóvenes y adultos) tienen un resultado positivo15. Es decir que éstos se
encontraban en funcionamiento, se había comprado el equipamiento e insumos solicitados y se
habían realizado las rendiciones de los gastos. La cantidad de emprendimientos en actividad
es aun mayor que la que indica este porcentaje, puesto que no se incluyen a aquellos que
omitieron rendir los fondoso que compraron algo distinto a lo solicitado que aparecen con
supervisión observada.
La cantidad desolicitudes de refinanciamientoes una información que registraemprendedores
en actividad inscriptos en un régimen de monotributo y con acceso a una obra social y a
contribuciones previsionales. El 15% de los jóvenes financiados (940 jóvenes) solicitaron un
nuevo refinanciamiento. Este indicador no contempla a quienes siguen trabajando pero por
falta de información no hicieron una solicitud, ni tampoco a quienes se mantienen en la
informalidad, o no cumplieron con las rendiciones.Casi el 40% de estos emprendimientos
corresponde a emprendedores adheridos al Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo
La encuesta telefónica realizada en octubre de 2015 por el equipo técnico de nivel central a
cargo de la implementación del PEI es la fuente más fehaciente para suministrarnos datos
sobre la calidad de la inserción laboral de los jóvenes16. Esta encuesta realizada a 400
personas con una muestra intencional aleatoria estratificada permite comparar el resultado de
los jóvenes con el de los adultos.
La evaluación de impacto del PEI
15La Secretaria de Empleo supervisa la ejecución de acciones financiadas a través de un equipo local de supervisores que visitan los emprendimientos , curso, etc.Esta información proviene de informe de supervisión 2015. 16VerKOSSOY, Alicia; HOULLE, Julia; SZKOLNIK, Mariano; VOLPIN, Lorena: “Políticas de promoción del autoempleo y calidad del empleo. Análisis del Programa Promoción del Empleo Independiente”, ALAST, VIII Congreso Latinoamericano de Estudios del Trabajo, 3 al 5 agosto de 2016. Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.
El objetivo de la evaluación era analizar la calidad de empleo alcanzado por los emprendedores
y caracterizar los tipos de inserción laboral generados por el programa. Al finalizar una gestión
(fines de 2015) era importante no sólo medir los resultados en términos de cobertura alcanzada
y gasto realizado, sino también en cuanto al impacto en la transformación de una problemática
que se quería atender con el Programa.
La evaluación constaba de dos instancias una encuesta telefónica y entrevistas en
profundidad.
El universo de emprendimientos consultados asciende a 11.683 emprendimientos ( financiados
entre 2010 y junio de 2014, de los cuales 2.218 tambien obtuvieron un refinanciamiento).
La encuesta se aplicó a una muestra seleccionada, de acuerdo a los siguientes criterios:
Género
A los efectos de poder realizar la evaluación desde una perspectiva de género, la muestra toma
la misma cantidad de mujeres que de varones para poder comparar las diferencias en la
calidad del empleo encontradas en cada caso.
Trayectorias laborales previas
Considerando que las trayectorias laborales tienen influencia en su inserción posterior, se
decidió comparar l a las personas según el Programa del que procedan, asumiendo de manera
muy general, a los programas de origen como variable proxy, es decir como indicadores que
nos acerquen a las trayectorias laborales de las personas. De acuerdo a este con este criterio,
quienes provienen del SD han transitado por el mercado formal de trabajo, mientras que
quienes lo hacen del PJMMT y del SCyE su experiencia laboral ha transcurrido
predominantemente en la informalidad. A la vez, los egresados de un curso de FP, cuentan con
competencias técnicas ligadas a la actividad a emprender.
Comparacion de financiados y refinanciados
A los efectos de poder considerar el aporte del capital suministrado por el Programa, la
estabilidad y la calidad del empleo se optó por la comparación de estos dos subuniversos
Cobertura territorial
Si bien los emprendedores de la muestra pertenecen al conjunto de las jurisdicciones
territoriales no se refleja una relacion proporcional respecto del universo, como se trata de una
muestra intencional el proposito era priorizar la comparacion relativa de cada una de las
poblaciones de origen.
La muestra comprende a 400 personas efectivamente encuestadas, siendo un tamaño
suficiente para cruzar las variables sociodemográficas (género, edad, experiencia laboral, nivel
educativo, etc.) Cada estrato no guarda relacion proporcional con la subpoblación, sino que
todos los estratos tienen una afijación igual, es decir poseen el mismo numero de elementos en
la muestra
Se seleccionaron las personas de acuerdo al siguiente cuadro:
200 emprendimientos
refinanciados
200 emprendimientos no
refinanciados con una
antigüedad mayor a un año
50 del PJMMT 50 del PJMMT
50 de SD 50 de SD
50 de SCyE 50 de SCyE
50 egresados de cursos de
FP
50 egresados de cursos de FP
La calidad de empleo de los jóvenes insertos en el programa
La evaluación retoma los criterios de calidad del empleo definidos por la OIT en términos de
trabajo decente y refiere principalmente a los derechos de los trabajadores en cuanto a su
estabilidad laboral (seguridad en el empleo),sus ingresos, su seguridad en el lugar de trabajo
(condiciones en las cuales se efectúa la tarea) y su acceso a derechos previsionales y a una
obra social.
En la encuesta se incorporarontambiénotras dimensiones tales como las trayectorias laborales
y educativas, la dedicación horaria de las/los trabajadores en el emprendimiento (tiempo
completo/tiempo parcial), su relación con la economía familiar en función de si el ingreso
genera es principal/subalterno, y variables sociodemográficaspara comprender mejor los
resultados obtenidos. Todas las personas contactadas fueron encuestadas, aun cuando no
siguieran trabajando en el emprendimiento, ya sea porque estuvieran desvinculadas de un
emprendimiento en actividad o porque el negocio no estaba funcionando17.
Teniendo en cuenta los criterios establecidos previamente referidos a la calidad del empleo, se
analizan los indicadores más relevantes.
En relación con la estabilidad de los empleos generados, el 65% de los emprendimientos con
jóvenes emprendedores se encontraban en funcionamiento al momento de la encuesta,
mientras que para el conjunto de la muestra el porcentaje era algo mayor (75%). Esta
diferencia entre jóvenes y adultos puede explicarse las mayores dificultades para encarar una
actividad independiente cuando se posee menor experiencia laboral. Quienes ya no trabajaban
más en el emprendimiento (35% de los encuestados) aludieron a la falta de rentabilidad como
principal motivo del abandono, y las mujeres también señalaron sus dificultades para conciliar
17En los casos en los que no se pudo localizar telefónicamente a las personas seleccionadas (ausentes, teléfonos desactualizados), se utilizaron listados de selección de reemplazos, elaborados con las mismas características de la muestra original.
las ocupaciones hogareñas con las laborales m
beneficios económicos esperados.
Gráfico 1
Antigüedad de los emprendimientos activos
Más del 60% de los jóvenes entrevistados trabaja en su emprendimiento desde hace m
tres años, exhibiendo una elevada estabilidad de
emprendimientos son carácter
visibilizando una estrategia familiar de producción
En cuanto a los ingresos de los jóven
de los adultos, el 35% ha
(SMVM) mientras que para el conjunto esta proporción
económicos son diferentes para
población adulta, con una diferencia de casi 8 puntos.
adelante por mujeres jóvenes
CUADRO VI
INGRESOS SEGÚN GÉNERO
INGRESOS
Menos del SMVM
Entre 1 y 1,6 SMVM
Entre 1,7 y 2,5
SMVM
Más de
NR
Total
18 El estudio se realizó considerando el
3 a 5 años
52%
más de 5
9%
s/r
1%
menos de
2%
ones hogareñas con las laborales más aun cuando el negocio no les brindaba los
beneficios económicos esperados.
Antigüedad de los emprendimientos activos
venes entrevistados trabaja en su emprendimiento desde hace m
una elevada estabilidad de su actividad laboral. Más de la mitad de los
carácter familiar, integrados por dos o tres miembros del hogar,
una estrategia familiar de producción compartida entre jóvenes y adultos
de los jóvenes, sus resultados son más mediocres comparados con el
logrado superar el equivalente al salario mínimo vital y móvil
mientras que para el conjunto esta proporción alcanza al 46%. A la vez,
para los varones y para las mujeres) al igual que ocurre con la
población adulta, con una diferencia de casi 8 puntos. En el 68% de emprendimientos llevados
jóvenes, tienen ingresos por debajo del SMVM.
NGRESOS MUJERES VARONES TOTAL
Menos del SMVM 68% 59% 63%
Entre 1 y 1,6 SMVM 18% 21% 20%
Entre 1,7 y 2,5
13% 14% 13%
Más de 2,5 SMVM 0% 4% 2%
3% 2% 2%
100% 100% 100%
El estudio se realizó considerando el SMVM a julio de 2015, que alcanzaba la suma de $ 4.746.
1 a 2 años
36%
menos de
1
2%
Antiguedad
el negocio no les brindaba los
venes entrevistados trabaja en su emprendimiento desde hace más de
s de la mitad de los
miembros del hogar,
compartida entre jóvenes y adultos.
comparados con el
logrado superar el equivalente al salario mínimo vital y móvil18
A la vez, los resultados
mujeres) al igual que ocurre con la
emprendimientos llevados
$ 4.746.
Elaboración propia en base a datos de la encuesta
La antigüedad en el emprendimiento no pareciera ser una variable explicativa de la diferencia
de ingresos. Tampoco se verificó una relación entre nivel educativo alcanzado y rentabilidad,
aunque si se constató que los emprendedores con mayores ingresos tienen estudios terciarios
o al menos estudios secundarios completos.
Al analizar el alcance de la formalización se observa que 6 de cada 10, están inscriptos en un
régimen contributivo y realizando aportes a la seguridad social (58% en el monotributo social y
9% en el común19).El nivel de informalidad es ligeramente mayor en al población joven
comparada con los datos de los adultos: 30% no esta inscripta en un régimen de monotributo.
CUADRO VII
INSCRIPCIÓN EN EL MONOTRIBUTO SEGÚN GÉNERO
MONOTRIBUTO MUJERES VARONES TOTAL
COMUN 5% 12% 9%
SOCIAL 68% 51% 58%
NO TIENEN 28% 37% 33%
Elaboración propia en base a datos de la encuesta
En cuanto a la relación entre la inscripción a un determinado régimen tributario y el género de
la aportante, encontramos nuevamente diferencias significativas: El 5% de mujeres
emprendedoras son monotributistas comunes, mientras que esta cifra asciende al 12% entre
los varones. Estas cifras nos permiten inferir mayores grados de ingresos de los varones
comparado con elde las mujeres.
Al observar las condiciones de trabajo se observa que un 19% cuenta con habilitaciones del
local donde se desarrolla la actividad, porcentaje algo menor comparado con los
emprendimientos de adultos (23%). Es decir, que dichos emprendimientos cumplen con los
requisitos mínimos exigidos por la ley para su funcionamiento. A su vez, un 29% tiene espacio
de trabajo autónomo de la vivienda, peroal no contar con las habilitaciones correspondientes,
tienen menor seguridad de su empleo (pueden estar expuestos a multas o cierre de los locales
donde trabajan). Por otro lado, el 15% desarrolla sus actividades en el espacio doméstico, con
menor grado de autonomía y en forma más precaria. En el siguiente cuadro se observan las
diferencias por género.
19Por “Común” nos referimos a las categorías B y C del mononotributo gestionado por la AFIP.
CUADRO VIII
CARACTERISTICAS DEL LOCAL DE TRABAJO SEGÚN GÉNERO
LOCAL DE TRABAJO TOTAL MUJERES VARONES
Local autónomo habilitado 19% 23% 16%
Local autónomo no habilitado 29% 33% 53%
En el espacio doméstico 15% 13% 16%
No requiere habilitación (servicios) 35% 30% 39%
No responde 2% 3% 2%
Elaboración propia en base a datos de la encuesta
En cuanto a la utilización de elementos de seguridad, se observa que un 71% de los
emprendimientos con jóvenes varones utiliza al menos uno (matafuego, guantes, antiparras,
etc.), porcentaje similar al de emprendimientos adultos. Pero entre las mujeres jóvenes estos
aspectos, son considerados en menor medida, sólo el 50% posee algún elemento para la
prevención de accidentes de trabajo.
Los criterios objetivos y las percepciones de los e mprendedores jóvenes 20
La mirada de las políticas públicas sobre las prácticas de las y los jóvenes se expresa con
categorías objetivas que permiten analizar el impacto de las acciones de un programa de
empleo para comprender su efectividad, y discernir gradualidades en las mejoras de las
condiciones laborales.
La mirada de las personas incluidas en estas políticas se expresa con nociones diferentes para
hablar de sus vidas, utilizan expresiones que resignifican las categorías utilizadas en las
evaluaciones; incluyen otras dimensiones, otras temporalidades, lo laboral aparece
entremezclado con otras esferas de actividad.
El interés de incorporar a las evaluaciones la perspectiva de los participantes, radica en poner
en tensión ambas miradas, y posibilita el descubrimiento de problemáticas emergentes en la
implementación de las políticas no contemplados en sus diseños. Digo descubrimiento en el
sentido de mostrar lo cubierto u oculto, de visualizar aspectos que no se incorporaban en las
evaluaciones.
Abordemos a título de ilustración algunos aspectos que aparecen en tensión
20La información de este apartado proviene de entrevistas a jóvenes. Aun no se ha terminado el trabajo de campo correspondiente a las entrevistas en profundidad.
La informalidad, el monotributo, el acceso a derechos previsionales
El acceso al cuidado de la salud es percibido por los emprendedores como un derecho, y en
este sentido hay coincidencia con la mirada de las políticas. No obstante, las personas
entrevistadas que cuentan con obra social de algún familiar directo que es el titular, no perciben
que su trabajo mejore cuando formalizan el emprendimiento. Seguir en “negro” y no pagar el
monotributo, es para ellas un ahorro y en este sentidoal reducir los gastos mejoran sus
ingresos. Asimismo, como el horizonte de su jubilación está aun muy lejos, la significación de
los derechos previsionalesles es una noción abstracta sin impacto en el presente. Finalmente
en una economía donde un porcentaje importante de las transacciones se realizan en la
informalidad, “estar en negro” y no facturar no les resulta una barrera para vender sus servicios
o productos.
Los ingresos, la rentabilidad
Lo que “queda en mano”, las ganancias, se contabiliza de diferentes manerasy según la
actividad y el producto o servicio vendido, su estacionalidad. Esos ingresos a veces se
entremezclan con otros también generados en el conjunto de actividades realizadas por el
mismo emprendedor y/o por el grupo familiar. Cuando la actividad se desarrolla en el ámbito
doméstico, los gastos productivos se entremezclan con los de uso familiar.
“Lo que se saca” de un emprendimiento es medido por lo que se puede canjear en el mercado
(“me alcanza para…” ). El dinero como mercancía que permite comprar otras mercancías.
La noción rentabilidad es comprendida como cuánto“rinde” (mucho, bastante, poco, a veces)y
es un concepto difícil de asir en una temporabilidad regular. Muy diferente a la medida utilizada
por los asalariados en relación a sus remuneraciones.
Asimismo, el cálculo sobre cuanto rinde supone temporalidades diferentes a las del trabajo
asalariado que tienen horarios regulares aun con sus tiempos muertos de producción.
El capital invertido en el emprendimiento constituye un recurso más (un activo) para generar
ingresos de la economía familiar, a veces deja de ser una“changa más”, y en los mejores casos
se convierte en el principal o único ingreso. Para muchos jóvenes (más varones que mujeres),
cuando el empleo privado mejora, y es factible convertirse en asalariado, el emprendimiento
pasa a ser un recurso secundario que se conserva para completar los ingresos. Y desde la
perspectiva de los y las trabajadoras claro que rinde!
La estabilidad, la seguridad del empleo
Esta noción es ajena al vocabulario de las personas entrevistadas. Un emprendimiento es una
actividad que puede tener sus “altos” y “bajos”. Momentos en que se vende lo que se produce
y se requiere trabajar mucho y momentos más difíciles, donde “no rinde tanto” pero siempre
es un capital (el equipamiento que tienen invertido) que lo pueden activar. El “taller” “negocio”,
“la peluquería”, “la panadería”, son actividades que tienen desde hace (algunos, pocos o
muchos) años y son siempre un recurso para generar “alguna entrada”
Un (buen) trabajo
Consultados acerca de cómo perciben su actividad, responden frecuentemente que es un
“buen trabajo”. Qué es un buen trabajo? Un buen trabajo (no se usa la categoría empleo) es el
que da plata, y por lo tanto permite comprar cosas, “paramis gastos personales” y/o “ayudar en
casa” cuando se vive con la familia de origen, o en las mujeres jóvenes que conviven con su
pareja y tienen a su cargo el cuidado de los niños. Buen trabajo es el que plata “que alcanza…
para los gastos, los pibes, …” Pero también aparecen otras dimensiones relacionadas con la
autonomía en cuanto al uso de los horarios de trabajo, “manejar sus tiempos” y en cuanto a las
decisiones “ser tu jefe”, disponer de un espacio, hacer lo que me gusta.
Conclusiones provisorias
Retomando la cuestión señalada por Bertranou y Casanova en la introducción, en relacion con
las barreras al empleo decente que encuentran los jovenes, se podría afirmar que de acuerdo
con los resultados de la encuesta, y visto el alto porcentaje de jovenes que continua trabajando
en sus emprendimientos, algunos desde hace más de tres años, el PEI, como dispositivo de
fomento del autoempleo, contribuye en cierta medida a mejorar la calidad del empleo de los
jovenes involucrados en el empleo independiente. Esto se vincula con la mirada integral de la
política, reflejada en las diferentes acciones de asistencia técnica y financiera, capacitaciones a
los diferentes actores intervinientes, la articulación con actores locales, entre otras.
Si se observan el grado de formalización, los resultados son menos alentadores, pero no
pareciera engrosar el polo de marginalidad que señala Salvia en sus críticas al fomento del
autoempleo. La creación del monotributo social, subsidiado es un instrumento de política
pública destinado a la inclusión de trabajadores (de la denominada economía social) en
circuitos comerciales formales que además les permita ampliar sus derechos previsionales y
obtener los beneficios de seguridad social. No obstante la puesta en marcha de esta
herramienta fue tímida e imperfecta y aun no se percibe por el conjunto de trabajadores como
un beneficio que mejore su situación laboral. Es una herramienta muy perfectible que requiere
mayor coordinación entre las normas nacionales y provinciales, resolver incompatibilidades de
beneficios y restricciones y mejorar los servicios de cobertura de salud disponible para los
monotributistas.
Asimismo cuanto a los ingresos generados por los jóvenes en sus actividades, se observó que
difícilmente superan el salario mínimo vital y móvil.Este pareciera ser el problema mayor para el
acceso a un empleo de calidad. El fuerte vínculo que existe entre la estabilidad de este tipo de
emprendimientos y las distintas fases que caracterizan los ciclos económicosesta muy
condicionado no sólo por las leyes del mercado, sino tambien por el rol central que tiene el
Estado en la direccionalidad de las políticas económicas generales.
Por otro lado, cabe señalar que el tratamiento no diferenciador del programa hacia el conjunto
de las personas que se promocionaban en el empleo independiente, no ha contribuido para
compensar las desigualdades de origen (en recursos materiales y simbólicos) que permitieran
obtener mejores resultados especialemente para las mujeres y los jovenes en general. Es un
desafio pendiente la adecuacion de las prestaciones teniendo en cuenta una perspectiva de
género, así como un mayor acompañamiento técnico hacia los emprendedores con menor
trayectoria laboral.
Para finalizar, se observa que el rol del Estado en general, y de las políticas de promoción del
autoempleo en particular, son fundamentales para acompañar a este sector de la economía.
Tambien se observa que este tipo de evaluaciones son necesarias para la mejora de la
implementación de programas de estado que puedan contribuir a que el conjunto de
ciudadanos alcancen niveles de empleo dignos.
Bibliografía consultada
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Políticas públicas y juventudes: experiencias y des afíos en la inserción
Av Valparaíso Ciudad Universitaria. Ciudad de Córdoba. Provincia de Córdoba
GT 10: Trabajo y representaciones laborales
Palabras clave
Jóvenes – Inclusión – Trabajo - Políticas públicas
En el presente trabajo compartiremos algunos aspectos significativos, análisis y reflexiones de
una investigación centrada en los jóvenes y sus significaciones respecto al trabajo,
enfocándonos en los y las destinatarios/as del Curso de Introducción al Trabajo (CIT) del
Programa Nacional “Jóvenes con Más y Mejor Trabajo1”, que fue llevado adelante por la
gestión rectoral de la Universidad Nacional de Córdoba de 2007 a 2016.
Esta presentación, se enmarca en el abordaje de algunas dimensiones de análisis dentro del
proyecto de investigación: “Los y las jóvenes, sus representaciones y valoraciones en torno al
trabajo y la participación en el programa”, aprobado y financiado por la Secretaría de Ciencia y
Tecnología de la UNC para los años 2014 – 20152, llevado adelante por el equipo de
Investigación sobre Juventudes, de la Facultad de Ciencias Sociales. En ese sentido,
retomaremos saberes acumulados por el equipo -conformado desde 2008- en el abordaje de
las juventudes desde una perspectiva de derecho, de contexto (social, cultural, político,
económico) y con enfoque de género y generación. Sobre todo los aportes construidos, desde
hace dos años, centrados en el análisis de las juventudes, y las políticas públicas de inserción
laboral.
A su vez, a partir de nuestras trayectorias laborales y de formación aportaremos reflexiones
surgidas en el transcurso de los estudios en la Maestría en Ciencia Sociales sobre educación y
el vínculo con las políticas públicas, y de las sistematizaciones de proyectos que hemos
1La Gestión Rectoral de la UNC desde 2007 a marzo de 2016 implemento, programas en articulación con otros organismos estatales que llevaran a trabajar mejorar las condiciones educativas y laborales de los jóvenes de la ciudad y provincia 2Proyecto dirigido por Mgter Patricia Acevedo y Lic Susana Andrada. Conformado en la actualidad por el equipo Paola Machinandiarena, Luis Arevalo, Eliana Lopez, Lic. Valentina Tomasini como docentes. Lic. Nicolas Gimenez Lic Consuelo González Lic. Dolores Pedraza, Lic.Fernanda Retamar, Esp Eugenia Rotondi, Ivana Santiano como adscriptos.
desarrollado como profesionales, en el ámbito de la Secretaría de Asuntos Estudiantiles de la
UNC vinculados a las juventudes.
En este escrito, entonces, pretendemos socializar algunas reflexiones y análisis surgidos de
las políticas y acciones que se han desarrollado en la Universidad Pública en relación a los y
las jóvenes, la educación y el trabajo. Particularmente, aproximarnos a las significaciones del
CIT y su incidencia en las experiencias laborales de los sujetos que lo cursaron, el lugar de la
educación y el trabajo en sus trayectorias y las implicancias de su tránsito como “estudiantes”
en la Universidad.
Finalmente, consideramos que este trabajo, como parte de otras producciones, discusiones y
articulaciones que venimos realizando, permite generar aportes teóricos en el área temática,
asumiendo el desafío y responsabilidad que desde la Universidad Pública y desde las Ciencias
Sociales tenemos en el estudio y producción de conocimientos y articulaciones para el diseño
e implementación de Políticas Públicas dirigidas a las juventudes. -población más afectada por
las desigualdades sociales culturales y económicas de la región latinoamericana- que
garanticen y amplíen sus derechos.
Jóvenes y políticas públicas en los últimos años
En primer lugar, consideramos necesario reconocer un importante esfuerzo por parte de
distintos niveles del Estado para abordar las problemáticas ligadas al trabajo y la educación en
los y las jóvenes durante la última década. En este sentido, a modo de reconstrucción del
marco político e institucional en que se sitúa el presente trabajo, es que realizaremos un
abordaje descriptivo de algunas políticas de inclusión. El mismo no pretende ser exhaustivo en
tanto nuestra investigación no se propuso analizar en profundidad su diseño, implementación e
impacto, así como tampoco sus interrelaciones y articulaciones.
En los últimos años, el Estado Nacional ha diseñado e implementado diferentes políticas
públicas, a través de las cuales aborda la cuestión de la educación, la inserción laboral, el
empleo y la seguridad social de los y las jóvenes. En relación a la inclusión en el sistema
educativo formal, la Ley Nacional de Educación N° 2 6.206, promulgada en el año 2006,
establece la obligatoriedad de la educación secundaria en todo el territorio. Como complemento
de esta importante ley, podemos mencionar el Programa FinEs, que permite la finalización del
secundario a jóvenes o adultos que hayan abandonado sus estudios, a través de una
modalidad semipresencial, con tutorías y trayectos alternativos. A su vez, en la provincia de
Córdoba, los y las jóvenes también pueden culminar sus estudios secundarios a través de los
Centros Educativos de Nivel Medio para Adultos (CENMA) o del Programa de Inclusión y
Terminalidad (PIT), para jóvenes de entre 14 y 17 años.
Por su parte, el Programa Nacional de Respaldo a Estudiantes Argentinos (PROG.R.ES.AR),
lanzado a inicios del año 2014, junto a la Asignación Universal por Hijo/a (AUH) que dio inicios
en el año 2009, garantizan un ingreso económico mínimo a todos/as los/as niños y jóvenes
hasta 24 años de edad, que también implicó la ampliación del sistema previsiona3l. Estas
políticas tienen una determinada contraprestación: exigen la inclusión de los/as niños/as o
jóvenes en el sistema educativo formal u otras propuestas educativas aprobadas por el
Ministerio de Educación o el Ministerio de Trabajo de la Nación.
La continuidad de los estudios de los/as jóvenes en el nivel superior también constituyó un
objetivo de las políticas públicas. El PROG.R.ES.AR, se sumó al Programa Nacional de Becas
Universitarias y el Programa Becas Bicentenario del Ministerio de Educación de la Nación. En
ese mismo sentido, la Universidad Nacional de Córdoba, también destina parte de su
presupuesto a un sistema propio de becas para estudiantes que en los últimos años fue
incrementándose en sintonía con las demás becas nacionales. Además, el Estado provincial
ofrecía el Programa de Becas Académicas para estudiantes de nivel superior.
En Córdoba, como políticas vinculadas con el empleo de los/as jóvenes se pusieron en
funcionamiento el Programa Confiamos en Vos4, el Programa Primer Paso y recientemente el
Programa Primer Paso Aprendiz5. Estas acciones amplían la población a cubrir por acciones
que tienen diferentes requisitos para acceder, permanecer y recibir la retribución económica.
Jóvenes, educación y trabajo: nuevos desafíos en la universidad pública
En ese marco político institucional, la Universidad Nacional de Córdoba se posicionó, como un
actor relevante a la hora de dar respuestas a los problemas sociales y acompañar o impulsar
políticas públicas inclusivas para las juventudes, ya sea liderando iniciativas o sumándose a
otros entramados sociales e interinstitucionales.
En ese sentido, priorizó temas en agenda, entre ellos, la inclusión de jóvenes de sectores
populares. Para abordar su derecho al trabajo y la educación, se desarrollaron acciones con
distintos actores institucionales del territorio provincial. Se entró en la promoción y
fortalecimiento del derecho a la educación, iniciando un proceso de vinculación con escuelas
secundarias públicas y espacios socio educativos y comunitarios. En el plano laboral, sostuvo
junto con la Gerencia de Empleo y Capacitación Laboral (GECaL) del Ministerio de Trabajo de
la Nación (MTEySS) y la Oficina de Empleo de la Municipalidad de Córdoba entrenamientos
laborales en sector público para jóvenes en situación de discapacidad (hijos de trabajadores de
3Los fundamentos y datos dados en la presentación de la ley de juventudes. http://www.casarosada.gob.ar/informacion/archivo/29047-la-presidenta-envio-al-congreso-los-proyectos-de-ley-del-actor-y-de-promocion-de-las-juventudes 4http://empleo.cba.gov.ar/confiamos-en-vos/ 5 http://empleo.cba.gov.ar/ppp-aprendiz/
la universidad) y entrenamientos para estudiantes universitarios trans y de los CRES (Centros
Regionales de Educación Superior) de Villa Dolores y Deán Funes. También se llevó adelante
el PROEMPLEAR6 iniciativa que permitió realizar entrenamientos laborales para estudiantes de
diferentes carreras de la universidad, articulando programas que abordaban formación de
estudiantes, inclusión y promoción de políticas de empleo.
Otra iniciativa importante, junto con el dictado de los CIT (ya mencionados y en los que nos
centraremos), fue la creación de la Escuela de Oficios que, junto al lanzamiento del
PROGRESAR pusieron en nuestra Universidad algunos debates sobre la mesa. Uno de ellos
fue la necesidad de pensar en la acreditación de espacios de formación no solo desde una
carrera de grado, sino de otros espacios y modos de formación. Además, fue tomando cuerpo
la premisa de que no sólo los/as universitarios/as son sujetos de derecho de y en la
universidad, sino que es posible y necesario abrir nuevos horizontes a toda la población que
pueda acceder a políticas públicas que allí se construyen e implementan.
El Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo en Córd oba. Articulación con la UNC
En el marco del impulso a programas de formación profesional para el empleo, tendientes a
facilitar la creación de puestos de trabajo, la reinserción ocupacional, el empleo de los jóvenes
y la transformación de las actividades informales, en el año 2008 se puso en marcha el
Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo, que institucionalizó mecanismos de apoyo para
las personas de ambos sexos de entre 18 y 24 años que están desocupadas y que no
completaron el nivel básico o medio de educación formal. En el mismo sentido, como
explicamos con anterioridad, se creó recientemente el Programa de Respaldo a Estudiantes
Argentinos (PROG.R.ES.AR), cuyo objeto es el de generar oportunidades de inclusión social y
laboral a través de acciones integradas que permitan capacitar a los jóvenes con el objeto de
finalizar la escolaridad obligatoria, iniciar o facilitar la continuidad de una educación superior y
realizar experiencias de formación y/o prácticas calificantes en ambientes de trabajo. De esta
manera, las propuestas de formación y capacitación incluidas en el Programa Jóvenes con Más
y Mejor Trabajo se abren también como opción para los y las jóvenes en el marco del
PROG.R.ES.AR.
Este Programa cuenta con las siguientes prestaciones: a) Curso de Introducción al Trabajo, b)
Formación para la certificación de estudios primarios y/o secundarios, c) Cursos de formación
profesional, d) Certificación de Competencias Laborales, e) Generación de emprendimientos
independientes, f) Prácticas calificantes en ambientes de trabajo, g) Apoyo a la búsqueda de
empleo, h) Intermediación Laboral, i) Apoyo a la inserción laboral.
La realización del Curso de Introducción al Trabajo (CIT) es una etapa obligatoria y previa a la
participación en las demás acciones del Programa, por lo que se constituye en la puerta de
entrada y primer vínculo que los/as jóvenes establecen con esta política pública7. La
participación de los y las jóvenes en el Programa se extiende a dos años, a lo largo de los
cuales son acompañados por las Oficinas de Empleo de cada Municipio.
Este curso, que durante el 2014 tuvo una duración de cuatro meses, constaba de 3 módulos:
Proyecto Formativo y Ocupacional, Alfabetización Digital, Derechos Laborales y Salud
Ocupacional.
La Universidad Nacional de Córdoba, a través del Programa SUMA 400 dependiente de
Rectorado, fue una de las encargadas de la implementación del CIT en la ciudad de Córdoba.
Durante el año 2013 participaron del Curso desarrollado en ciudad universitaria alrededor de
600 jóvenes, y más de 700 lo hicieron durante el año 2014. El desarrollo de este Programa en
la UNC involucró a distintas disciplinas de Unidades Académicas convocando a un proceso de
selección de egresados y docentes universitarios que estuvieran interesados en el dictado de
los talleres del programa. Los lineamientos de la propuesta de la UNC se orientaron a fomentar
y trabajar sobre la inclusión social y laboral de los/as/as jóvenes destinatarios del programa
desde una perspectiva basada en los derechos. Una de las particularidades de esta
experiencia fue, además del uso del espacio físico de la UNC, con toda la carga simbólica que
esto conlleva, el acceso a ciertas prestaciones que ofrece la universidad (comedor
universitario, control de salud, programa de salud sexual y reproductiva, entre otros) cuyo
impacto en las percepciones de los/as jóvenes analizaremos más adelante.
El Proyecto de investigación: aspectos generales
En este trabajo, presentamos brevemente producciones y debates propios del equipo de
trabajo que hemos venido abordando la investigación: “Los y las jóvenes, sus representaciones
y valoraciones en torno al trabajo y la participación en el programa”, aprobado y financiado por
la Secretaría de Ciencia y Técnica Universidad Nacional de Córdoba para los años 2014 –
2015. Además nos permitimos introducir algunas hipótesis, preguntas que son parte del
proceso que estamos atravesando en relación al nuevo proyecto de investigación, que buscará
profundizar, conocer algunos aspectos que quedaron como interrogantes a partir del primer
proyecto desarrollado. Este nuevo Proyecto ya fue aprobado y financiado por la misma entidad
bajo el nombre de: “El Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo: incidencia de la
experiencia de formación realizada en el CIT – Curso de Introducción al Trabajo - SEU UNC en
7La investigación que se realizó se centró en esta primera etapa del Programa, conociendo y analizando las representaciones y prácticas de los y las jóvenes participantes.
las trayectorias laborales y educativas de los jóvenes de sectores populares”8 para
desarrollarse durante el periodo 2016-2014.
El equipo de trabajo es interdisciplinar y sus integrantes tienen diversas trayectorias y
recorridos en la docencia, la extensión, gestión universitaria y otros ámbitos laborales que
enriquecen la tarea cotidiana. Como equipo de trabajo apostamos a realizar procesos de
investigación y extensión, como pilares centrales y complementarios, que implican una
sostenida articulación con diferentes instituciones y áreas de la universidad. En ese sentido, a
partir de este año, nos presentamos en la Convocatoria de la Secretaría de Ciencia y Técnica
de nuestra Universidad, en el marco de acciones de divulgación científica9; Ciencia para armar.
Con el fin de fortalecer nuestro compromiso social como universitarios, es que proponemos
trabajar actividades en espacios educativos, con jóvenes, docentes y personal de apoyo.
Además sostenemos desde el 2012 un Seminario de Extensión (abierto y gratuito)
denominado: “La (s) juventud(es) en el contexto contemporáneo: claves para la comprensión y
el trabajo con las y los jóvenes”.
En esta instancia compartiremos avances realizados en la primera etapa de investigación
desarrollada durante 2014-2015 y algunas nuevas preguntas e interrogantes que hemos tenido
en relación a la nueva etapa de trabajo. Particularmente abordaremos los sentidos y
representaciones de los jóvenes respecto al trabajo y los significados que construyen en
relación a su participación en el Programa. Además, haremos algunas reflexiones surgidas de
la particularidad que tuvo para estos jóvenes el hecho de haber desarrollado esta primera
parte del Programa en la Universidad.
En relación a lo metodológico lo abordamos desde el diseño cualitativo y cuantitativo, donde
puntualizamos en mirar los jóvenes, sus trayectorias vinculadas a lo laboral y educativo. El
instrumento cuantitativo se aplicó a todos quienes participaban en el Curso de Introducción al
trabajo durante el año 2014 en la Universidad. Realizamos 325 encuestas a los y las jóvenes
de las dos cohortes del mismo año, las primeras 180 se aplicaron en el mes de abril y en el
mes de agosto 145 encuestas.
Sobre los aspectos sociodemográficos, podemos decir que estos jóvenes tienen una edad
promedio de 19 años, con igual porcentaje de varones y mujeres. Casi un 40% de estos
8Directora: Patricia Acevedo- Codirectora: Susana Andrada, Miembros Docentes: Ana Paola Machinandiarena, Eliana López, Luis Arevalo, Valentina Tomasini, Miembros Graduados: Fernanda Retamar, Eugenia Rotondi, Ivana Santiano, López Maria Luz Alumno Avanzado: Giménez Nicolás 9http://www.unc.edu.ar/investigacion/programas/programa-de-divulgacion-cientifica/ciencia-y-arte-para-armar. Donde proponemos abordar los siguientes ejes; Los talleres que proponemos permitirán abordar categorías conceptuales sobre juventudes, educación y trabajo, desde un enfoque de derechos. Los planteos teóricos serán introducidos luego de trabajar actividades con los participantes del taller, que permitan retomar sus intervenciones, miradas y experiencias. Partiendo de la demanda realizada por la institución es que el equipo construirá la metodología particular del taller a abordar.
jóvenes son miembros de familias nucleares, en relación a las unidades domésticas
monoparentales son un 27%, un 19% extensas y un 5% ensamblada. Hay un 15% de esta
población que tiene hijos a cargo, donde la mayoría son mujeres. La posible “emancipación”
habitacional y económica; vivir solo, con amigos, no es algo frecuente en este grupo, casi
insignificante es el porcentaje de jóvenes que lo han podido concretar.
Jóvenes, valoraciones y sentidos del trabajo
La inserción de los y las jóvenes en el mercado de trabajo constituye un problema desde hace
varias décadas, cuya multidimensionalidad y complejidad requieren de un abordaje amplio que
no sólo ponga el foco en las condiciones macro-estructurales sino que también incorpore los
comportamientos de los individuos en relación al trabajo, las estrategias que desarrollan los
sujetos, los sentidos que le atribuyen a las mismas; es decir que se hace necesario avanzar en
la incorporación de la dimensión subjetiva presente en las trayectorias laborales de los jóvenes.
En este sentido, es posible afirmar que va cobrando fuerza la incorporación de perspectivas
que consideran en sus estudios sobre trabajo dimensiones subjetivas referidas a sentidos,
aspiraciones, y expectativas que tienen y expresan los propios jóvenes. Es en el marco de
estos procesos e inquietudes que se inscribe el proyecto de investigación del cual se presentan
a continuación, algunos de los principales resultados.
Desde los resultados aportados por los instrumentos cuantitativos, podemos decir que las
significaciones que los/as jóvenes asignaron al trabajo se distribuyeron como se describe a
continuación. En primer lugar aparece el trabajo como forma de progreso (32%), el segundo
lugar como ayuda a la economía familiar (23%), el tercer lugar como posibilidad de
independencia económica (14%), luego como forma de contar con ingresos propios (12%), y
finalmente como protección social (10%). De estos resultados puede señalarse que la primera
opción habla de significados atribuidos al trabajo desde un imaginario de progreso a futuro;
mientras que el resto de las respuestas, en su mayoría dan cuenta de sentidos más ligados a la
dimensión instrumental del trabajo, desde las posibilidades y recursos más inmediatos
asociados a la reproducción cotidiana de la existencia individual y familiar.
Del análisis de los resultados aportados por los instrumentos cualitativos es posible afirmar que
la valoración y los sentidos que los/as jóvenes entrevistados asignan al trabajo son sumamente
diversos y dependen de múltiples factores.
En ese sentido, respecto a las valoraciones positivas referidas a las condiciones de trabajo en
ámbito formal, que son mencionadas por los/as jóvenes, como estar inscriptos, tener obra
social, aguinaldo y vacaciones; las mismas parecen estar ligadas en su imaginario más que
con la experiencia familiar y propia, con lo aprendido en el CIT. Los/as Jóvenes entrevistados
cuentan con pocas o ninguna experiencia propia o cercana de trabajo formal, de calidad, con
cierta protección y estabilidad. Esto refleja que para los/as jóvenes, los elementos que hacen
valioso a un trabajo son diversos, no se reducen a la protección o seguridad laboral, no son
excluyentes y varían en en tiempo a lo largo de las trayectorias laborales de los/as jóvenes, por
lo que no son definitivos. Estas dimensiones a través de las cuales los jóvenes valoran sus
trabajos son diversas y variadas, siendo algunos de los más relevantes el tipo de contratación,
el contenido del trabajo, el salario, la organización del tiempo, los niveles de autonomía, el
aprendizaje y las relaciones sociales que se establecen en el lugar de trabajo. En relación con
esto último, es interesante destacar que los/as jóvenes tienen como expectativa conseguir
trabajos que les permitan desenvolverse con libertad, hacer algo que les guste, poder ganar
para vivir bien y mantener una familia. La búsqueda de autonomía aparece nuevamente con
fuerza y en muchos casos el empleo se presenta como tránsito al emprendimiento propio,
ligado a poder ejercer algún oficio (taller mecánico, la panadería, etc).
Por otro lado, uno de los aspectos en los que se indagó fueron las motivaciones que los/as
jóvenes encontraban para participar del Programa, cuáles eran sus expectativas y sus
intereses previos. En primer lugar, pudimos observar, motivaciones vinculadas directamente a
la posibilidad de conseguir un trabajo de manera más o menos inmediata, expresado por el
19% que manifestó estar desocupado y buscando trabajo. En segundo lugar aparecieron
expectativas ligadas a la necesidad de mejorar sus condiciones de empleabilidad a partir del
proceso de formación, adquisición de experiencia o continuidad de los estudios.
En este sentido, uno de los datos que aparece con contundencia son las expectativas más
directamente ligadas a la inserción laboral, expresado por el 80% de los/as jóvenes, en
detrimento de otros objetivos del programa más vinculados a lo educativo.
Es importante señalar el lugar preponderante que los/as jóvenes le asignan al trabajo, como
factor central en la estructuración de sus proyectos de vida, expresado tanto en los sentidos y
significados que atribuyen al trabajo, como en las motivaciones y expectativas que los llevaron
a participar del Programa. Esto contrasta en principio con aquellos planteos teóricos que vienen
señalando una pérdida de centralidad del trabajo en la configuración de las identidades y
proyectos de los/as jóvenes. Por el contrario, en los discursos de los/as jóvenes con los que
trabajamos aparece con mucha fuerza la idea de trabajo estrechamente ligada a la posibilidad
de progreso y ascenso social, lo que denota una valoración del trabajo como una vía que
posibilita mejorar las condiciones actuales en las que se encuentran.
Por otra parte, es posible afirmar que estos relatos también ponen en cuestión la noción tan
difundida y repetida acerca del predominio de jóvenes Ni/Ni construidas en el imaginario social
(y sostenidas muchas veces por la producciones teóricas y científicas). En contraposición, no
sólo los/as jóvenes trabajan (76% manifestó contar con experiencias laborales previas al
programa), sino que lo hacen a temprana edad y en muchos casos combinando trabajo y
escuela, lo cual habla de un gran esfuerzo y sacrificio.
Actualmente, como equipo de investigación estamos profundizando en el conocimiento de las
trayectorias laborales de los/as jóvenes y de la continuidad (o no) de sus experiencias en el
marco del programa. En este sentido, pretendemos recuperar algunos interrogantes de Claudia
Jacinto referidos a los Programas de Empleo que funcionan “como si” fueran un trabajo para
los/as jóvenes. Al respecto se pregunta ¿Cuánto de “formativos” son estos modos de
incorporarse al mundo del trabajo? ¿Se produce allí una socialización laboral que permite una
cierta acumulación de experiencia que vaya llevando a la estabilización y a la configuración de
una ocupación, y finalmente de una cierta identidad ocupacional? (Jacinto 2007)
Los/as jóvenes y el trabajo según los/as jóvenes
En este punto, nos parece importante hacer mención sobre algunas cuestiones que surgieron
en el marco de los talleres realizados con jóvenes de Escuelas públicas en el marco de la
propuesta de la Universidad “Ciencia para armar” ya presentada anteriormente.
En los talleres se trabajó en sub-grupos una consigna que proponía describir y caracterizar a
los/as jóvenes y su relación con el trabajo y la educación. En estas producciones grupales,
aparecieron con mucha fuerza las representaciones sociales hegemónicas que se construyen
de los /as jóvenes, es decir donde ellos/as mismos/as afirmaron que los/as jóvenes son
“vagos”, “desinteresados”, “que les agrada ser mantenidos por sus padres más que por su
esfuerzo propio”, que son “irresponsables”, “poco comprometidos”. Paradójicamente, gran parte
contradecía con su su propia biografía esos dichos, ya que expresaban tener experiencias
laborales y algunos incluso trabajaban mientras estudiaban. Algunos de ellos/as contaban que
habían comenzado a trabajar porque habían abandonado el colegio y esa experiencia les había
permitido valorar su paso por la escuela y la finalización de los estudios como una manera de
mejorar las condiciones que habilitan mejores trabajos.
Resulta muy significativo ver cómo se construyen y expresan estos sentidos que ponen en falta
a los jóvenes, aún desde los propios jóvenes. Sentidos que entendemos reproductores de un
estereotipo estigmatizante y descalificante, que es sostenido y reforzado en sus intervenciones,
aún cuando sus propias experiencias demuestran lo contrario.
La experiencia de ser estudiante en la Universidad Pública
Las acciones desarrolladas en materia de políticas públicas articuladas, han generado, por un
lado, procesos de inclusión social y acrecentamiento de capitales sociales en estos jóvenes,
sujetos de derecho de esas políticas. Por otro, consideramos que han llevado a nuestra casa
de estudios, con más de 400 años de historia y con su tradición elitista, a ponerse en tensión
como espacio público, acerca de quién circula en sus aulas; quienes comienzan a interpelar
sus tradiciones; cómo se utilizan sus variados recursos, cómo se resignifican sus espacios y
funciones; entre otras cuestiones.
Las voces de los mismos jóvenes expresan, en esa línea, lo positivo y significativo que resulta
poder transitar la Universidad junto a estudiantes de diferentes carreras y compartir espacios,
como el comedor por ejemplo, y realizar el CIT como parte de las propuestas de la UNC. Eso
les permitió entre otras cosas, conocer y construir vínculos con jóvenes de diferente orígenes
sociales, económicos; ocupar el espacio físico de la Ciudad Universitaria de manera amigable;
aproximarse a la universidad como institución y proyecto, por ejemplo, saber que es gratuita;
pensar en la posibilidad de seguir estudiando y obtener información y acompañamiento sobre
las opciones y propuestas, participar de actividades culturales, etc.
En este sentido, algunos expresaban: “Yo pensaba que la universidad se pagaba”, “ahora
pienso que puedo estudiar algo acá”, “En fin, uno se siente universitario”.“Yo a todos mis
amigos les he dicho: voy a la facultad loco, voy a la facultad... y todos me dicen: guau... vas a
la facultad!!! Entonces les explico, estoy haciendo un curso...y les digo: en la Facultad loco, en
la facultad....”
Por otro lado, al reconocimiento a los aprendizajes, lo que podemos llamar acrecentamiento de
capitales sociales que se da con el solo hecho de cursar el CIT en la Universidad, se le suma el
peso simbólico y material de los aprendizajes de contenidos dados en el curso con un alto nivel
de valoración para éstos. En esa clave se recupera: la posibilidad de conocer los derechos que
se tiene como trabajador, aprender a hacer un curriculum, pensar y construir posición para
enfrentar una entrevista, considerar criterios y jerarquizarlos en el marco de una selección y/o
posible vínculo laboral; adquirir nuevas habilidades como haber aprendido computación, etc. A
su vez, hay algo importante a remarcar sobre lo dicho por estos jóvenes, que es su valoración
por el dispositivo de aprendizaje, la relación / vínculo “docente- alumno”, y los modos en que se
fueron acercando a nuevos conocimientos y herramientas.
Es importante remarcar, que estos/as jóvenes para llegar a cursar a la universidad tuvieron
que aprender a tomar nuevos colectivos, a circular por otros espacios de la ciudad que no
conocían o no les eran accesibles. lo que ha permitido que en cierta manera disputar y ejercer
el derecho a la ciudad. También, en ese camino se han presentado experiencias negativas
propias de las políticas de seguridad de Córdoba: llegar a la universidad, atravesar el centro o
Nueva Córdoba, implicaba a veces ser demorado por la policía. Estas situaciones, han
requerido la intervención de la institución en varias oportunidades, de manera directa o
indicrecta.
Finalmente, de estas dimensiones significativas señaladas, parece desprenderse que el
tránsito por la Universidad, en ese tiempo acotado y de esa manera, les implicó a los y las
jóvenes modificar aspectos sus trayectorias educativas y laborales, que quizás no tengan
incidencia en sus miradas o respuestas a primera vista o escucha, pero que están allí latentes
y potentes. En el desafío de la nueva etapa de proyecto de investigación- podremos acercarnos
a esas precisiones y concreciones, miradas por estos jóvenes con cierta “lejanía” y desde las
nuevas experiencias.
Reflexiones finales: puertas que se abren
Para concluir con este trabajo que da cuenta de ciertos aspectos de lo desarrollado por el
equipo de investigación, nos permitimos construir algunos interrogantes sobre esta política y la
Universidad Pública en su rol de espacio transformador de las condiciones de vida de los
jóvenes en pos de la inclusión y la igualdad social.
En primer lugar, en estas líneas realizamos reflexiones surgidas al calor de un proceso de
investigación que se entrama en la experiencia de un grupo heterogéneo de jóvenes
cordobeses, quienes realizan un trayecto de formación para introducirse al mundo del trabajo.
Sin embargo, para el análisis hemos cruzado las diferentes perspectivas desde las cuales
enfocamos, para no perder de vista que se trata de una experiencia en el marco de una política
pública interinstitucional, traducida en un programa de inserción laboral para jóvenes y, a su
vez, de una política educativa “extensionista” en el ámbito de la Universidad Pública.
Estos enfoques transparentan una potencialidad difícil de ignorar, o al menos de dejar de
nombrar, a la hora de construir reflexiones sobre las incidencias del CIT -Programa Jóvenes
con Más y Mejor Trabajo en las trayectorias de los y las jóvenes, pues se ponen a jugar
integralmente en las posibilidades materiales de una política institucional de torcer los pasos
en el devenir de las experiencias familiares y personales de los y las jóvenes, de proporcionar o
habilitar capitales, y de abordar las condiciones reales, estructurales y simbólicas, para
favorecer mejores horizontes de futuro, para esos jóvenes y otros.
En ese plano, ponemos en valor la dimensión potenciadora del carácter público de la
Universidad a través de esta política, que promueve el tránsito, formación y apropiación de la
Universidad Pública como ámbito de pertenencia entre los/as jóvenes de sectores populares, al
menos de manera temporaria y acotada. Esto se evidencia en las modalidades y
características que fue asumiendo la propuesta, brindando una formación a “no universitarios”
con beneficios similares a los de los estudiantes de grado: cursar un trayecto de estudio y
formación en el ámbito universitario, acceder a atención gratuita de salud, a alimentación, a la
práctica deportiva, a disfrutar de propuestas culturales, realizar acciones vinculadas con el
medio ambiente y participar de actividades voluntarias, entre otras. Si bien esto no debería ser
una “novedad”, lo es, en tanto no se reconocen experiencias de gestión local hasta ese
momento, articulada entre niveles estatales, que tengan como sujetos de experiencias
formativas no universitarias a tantos jóvenes de sectores populares en la propia Universidad.
Sin embargo, nos preguntamos, hasta dónde los y las jóvenes que pasaron por el CIT sienten
y viven la UNC como parte de sus espacios de pertenencia, y hasta dónde su participación y
presencia en la institución interpeló los tradicionales modos sociales de ser y estar, de
pertenecer, y de “merecer” la Universidad.
Por otro lado, el CIT como parte de una política extensionista, no en los términos tradicionales
sino en los actuales desafíos de vincular y ampliar el derecho de los ciudadanos a la
universidad, al conocimiento y a las propuestas que allí se despliegan sostenidas por los
aportes de todos los ciudadanos, pone en tensión las responsabilidades y prioridades
institucionales, para dar respuesta a todo lo que ese “abrir puertas” supone y propone. Por eso
nos preguntamos si estas tensiones están interpelando los diseños y planes de formación
universitaria, si permitirán replantearlos y modificarlos en perspectiva de aportar a las
necesidades y demandas urgentes de nuestra sociedad, si, como dice Eduardo Rinesi se pudo
avanzar en concretar el derecho a la universidad.
Por otra parte, reconocemos como aspecto clave la articulación interinstitucional de esta
política no sólo para sostenerla y hacerla viable si no como propuesta común, que con matices
y diferencias entre cada agente o estado involucrado, concentró algunos esfuerzos
temporarios, en la inclusión de los y las jóvenes. Sin embargo, ese mundo del trabajo no está
siendo modificado; los proyectos de desarrollo productivo, tecnológico y social están
subordinados a la lógica del mercado; y a grandes rasgos, estas iniciativas están en tensión
con las grandes estructuras socio históricas hegemónicas en las que se entrama la
Universidad. Por ello, nos surge como interrogante si a partir de esta iniciativa se permitieron
otros modos de pensar la implementación de políticas públicas con entramados institucionales
y de actores a la hora de abordar los problemas como los que atraviesan los y las jóvenes de
sectores populares.
Finalmente, a partir de la aproximación a la investigación, el programa y los jóvenes,
encontramos un grupo representativo de sujetos que han estudiado y estudian, que han
trabajado y trabajan, y que su paso por el CIT los ha posicionado como sujetos conocedores,
informados de los aspectos generales del mundo laboral. Un mundo laboral donde los/as
trabajadores tienen derechos y condiciones potenciales de ascenso, un mundo laboral poco
vivenciado por la mayoría de estos jóvenes. Nos aproximamos a una experiencia donde
esos/as jóvenes “Ni Ni (Ni estudian Ni trabajan), ingresan a trabajar y a cumplir
responsabilidades en el mundo “productivo” a muy temprana edad, pues el trabajo y el esfuerzo
les es heredado como destino, aunque no como posibilidad plena. Sus trayectorias varían en
la medida que sus posibilidades materiales, de la organización familiar, de las expectativas y
esfuerzos, que les permiten sostener las apuestas por el estudio o el trabajo.
En ese sentido, esta política de y en la universidad pública puso en tensión los sentidos
construidos y reproducidos, en tanto discursos sociales hegemónicos, sobre los jóvenes bajo la
categoría de los “Ni Ni” - utilizada incluso a instancias de lanzamiento institucional de políticas
como “Confiamos en vos”, o el Plan Primer Paso-. Ese ideario desplegado y hecho práctica
social que define como “blanco” de las acciones a esos jóvenes “sospechados” y “acusados” de
no cumplir función productiva, es la tela que sostiene y sitúa como responsables de esa
situación a los jóvenes. Por ello nos preguntamos si esta propuesta tiene real alcance para
incidir en cambios favorables en las trayectorias de educación y trabajo de estos jóvenes, o
sólo es un momento o experiencia significativa en sus trayectorias.
El desafío hacia delante está en reconocer y desentramar ese interrogante, a la vez que en
poder recuperar todos los intersticios de las acciones del Programa desde los sujetos.
Recorrer y visualizar luces y sombras para habilitar reflexiones y aportes que abran puertas
en la construcción de políticas públicas que reparen injusticias, pero que, y sobre sobre todo,
construyan horizontes posibilitadores en la vida de las juventudes, de y con más igualdad y
justicia. Sería fundamental, en ese camino, avanzar en el tratamiento y aplicación de la Ley de
Juventudes que permita generar una espalda y marco institucionalizado con poder instituyente
de nuevas políticas y acciones que amplíen los derechos de los y las jóvenes.
Bibliografía
Andrada Susana 2015. Valoraciones de los y las jóvenes en torno al Programa Jóvenes con
más y mejor trabajo: Aprendizajes e inclusiones desde la Universidad Pública. IV Encuentro
Argentino y Latinoamericano de Trabajo Social. Córdoba, Argentina.
Jacinto, Claudia y otros: Jóvenes, precariedades y sentidos del trabajo. Ponencia presentada
en el 7º Congreso de Estudios del Trabajo organizado por la asociación Argentina de
Especialistas en estudios del trabajo. Buenos Aires, 2007
Informe Final del proyecto de investigación 2014 - 2015 “El Programa Jóvenes con Más y
Mejor Trabajo: Los/as jóvenes, sus representaciones y valoraciones en torno al trabajo y la
participación en el programa”. Directora: Patricia Acevedo- Co directora: Susana Andrada,
Miembros Docentes: Ana Paola Machinandiarena, Eliana López, Luis Arevalo, Valentina
Tomasini, Miembros Graduados: Fernanda Retamar, Eugenia Rotondi, Ivana Santiano, López
Maria Luz Alumno Avanzado: Giménez Nicolás.
Materiales presentados ante la propuesta de ley de juventudes y PROGRESAR por parte de
presidencia de la Nación en 2015.
Percepciones que orientan la búsqueda de trabajo de jóvenes de sectores
En esta ponencia se propone realizar un análisis sobre un periodo corto de la historia argentina
pero signado por cambios y continuidades que parecen condicionar y modificar la vida de los
jóvenes. El recorte histórico se centra desde el año 2000 hasta el año 2014, bajo la premisa que
este periodo fue escenario de tendencias generales hacia una mejoría de los indicadores sociales,
que muestran su mejor comportamiento a mediados del periodo, y que condicionan
favorablemente la merma de las desigualdades sociales (Kessler; 2015, Miranda, Corica,
Arancibia y Merbilhaá; 2014, Groisman; 2013). Como corolario de la disminución de la brecha
social entre los distintos grupos socio-económicos, se abren nuevas posibilidades de vinculación
entre la educación con el trabajo como categorías complementarias y no excluyentes (Miranda,
Corica, Arancibia y Merbilhaá; 2014), donde los jóvenes pueden desarrollar distintas experiencias
y recorridos que son promovidos desde el marco legislativo y bajo la articulación de políticas y
programas que aportan al desafío de la universalización de la escuela secundaria (Filmus; 2015).
Esta ponencia plantea la hipótesis de que el periodo bajo análisis puede ser caracterizado en tres
momentos distintos, donde la combinación entre los modelos de desarrollo económico y las
políticas públicas vigentes a lo largo del periodo, dan lugar a un comportamiento cambiante entre
el vínculo de la educación con el trabajo, que se interpretan a la luz de los rasgos que asume la
dinámica en la composición de la matrícula y la participación laboral de los y las jóvenes.
El desarrollo del argumento partirá del análisis de estos tres sub-periodos, con sus respectivas
conclusiones y características generales en la articulación propuesta:
1- Periodo 2000-2003 “Escuela como refugio”: La exclusión social con escolarización masiva.
2- Periodo 2004-2009 “Escuela y trabajo en competencia”: Las paradojas del crecimiento
económico, nuevas oportunidades laborales, abandono y feminización.
3- Periodo 2010-2014 “Escuela como derecho”: El desafío de la política y programas de inclusión
escolar, la retención y egreso.
Luego daremos lugar a reflexiones, conclusiones y desafíos a considerar.
Periodo 2000- 2003
“Escuela como refugio”: la exclusión social con esc olarización masiva
Las producciones académicas sobre el sistema educativo argentino se han posicionado con
mayor solidez en los debates clásicos de la sociología de la educación hacia la década del ´80. El
proceso de transición a la Democracia y los intercambios latinoamericanos propiciaron la
problematización y nuevas líneas de indagación acerca de los alcances de la desigualdad social,
la desigualdad educativa y los mecanismos internos para la construcción de esa desigualdad en la
escuela (Tedesco et al; 1983, Braslavsky; 1985, Dubet y Martucelli; 1998).
La creciente relevancia que asumieron los altos niveles de pobreza y marginación que impactaron
a los grupos sociales medios y bajos hacia el fin de la década del ´90, dieron lugar a nuevas
reinterpretaciones acerca del lugar que ocupaba la educación para los jóvenes y su relación con
el mundo del trabajo. En principio, distintos autores (Filmus et al. 2001, Miranda; 2007, Corica;
2010) convergieron en la idea que ante un escenario de descomposición del mundo del trabajo, la
reconfiguración de los roles sociales, aumento del desempleo y empobrecimiento general, la
escuela y la educación aportaron a la reproducción de las desigualdades sociales.
La desestructuración y reorganización del mundo social, en el marco de la profundización de las
políticas de ajuste estructural impactaron en la organización familiar, que a su vez se tradujeron
en nuevas relaciones entre el hogar y la escuela (Feijoó; 2002).La transformación de esta última ,
no solo se relacionó con las demandas de la sociedad que encontraba en los establecimientos
respuesta a las urgencias alimentarias, sino que las desregulaciones en la ingeniería estatal
redujeron y reorientaron las responsabilidades desde el Estado hacia los sujetos o instituciones
con una nueva orientación de las políticas sociales (Feldeber y Gluz; 2011), este viraje implicó la
reorganización de las funciones y sentidos del sistema educativo. El área de educación que
históricamente se mostraba como un derecho universalista, con fuertes tendencias estatistas y
centralizadoras -desde el Estado oligárquico liberal hasta las políticas keynesianas-(Filmus; 1996,
Tedesco; 1983), sufrió una gran transformación asumiendo características de una política social
compensatoria, con finalidades asistenciales, desmantelando el antiguo sistema universalista-
corporativo1(Otero; 2009).
Este posicionamiento implicó un cambio en torno a la función principal que desde el ideal de la
vuelta a la democracia se le había otorgado a la escuela - como redistribuidora de los
conocimientos o saberes valorados socialmente - mostrando en cambio un posicionamiento de la
política educativa como “administradora” de la cuestión social donde la escuela asume un rol de
“dispositivo social enfocado en la lucha contra la pobreza” ; de esta forma se preveía que estos
establecimientos logren actuar sobre algunas de las expresiones del empobrecimiento ya sea en
el otorgamiento de comida y vestido hacia los sectores empobrecidos o como espacio de
asistencia. La escuela “Refugio” surge como efecto de los cambios sociales dando lugar a la
ampliación de las diferencias que asumen las actividades en los establecimientos educativos
públicos, donde la actividad pedagógica y de aprendizaje queda subsumida a un lugar residual
reproduciendo la segmentación de circuitos diferenciados según el sector social de pertenencia
(Bravslavsky; 1985), actuando como reflejo de las desigualdades sociales y la creciente
polarización social producto de las tendencias macroestructurales generales.
Este complejo escenario fue acompañado por cambios legislativos que regularon y reconfiguraron
el sistema educativo nacional. La Ley N°24.049 sanc ionada en 1992, estableció la transferencia a
las provincias de la gestión educativa del secundario y terciario que hasta entonces eran
administrados por el Ministerio de Educación y Cultura; diversos autores han argumentado que
esta descentralización se realizó bajo lógicas tecnocráticas y economicistas que no hicieron sino
reforzar las desigualdades preexistentes en las provincias (Filmus; 1997). A su vez la Ley Federal
de Educación sancionada hacia el año 1993, dio lugar a una diversidad de modelos organizativos
institucionales, esta variedad fue resultado de que la aplicación de las transformaciones previstas
por la Ley Federal no se realizó de manera acabada en las distintas jurisdicciones (Miranda,
Cappellacci; 2007). Si bien la transferencia de responsabilidades desde el Estado central hacia las
1 Existe cierto consenso de especialistas que sostienen la idea que previamente al neoliberalismo la existencia de políticas se había caracterizado hasta entonces con un perfil universalista-corporativo que comenzó un progresivo proceso de desmantelamiento a partir del viraje sustancial en la forma de intervención del Estado. En efecto, Analía Otero (2009) sostiene que “Los „90 estuvieron signados por una profunda fragmentación y dispersión de los programas sociales y un peso enfático en la adopción de una estrategia focalista”.Este abordaje puede percibirse también en función social de las escuelas bajo estrategias de contención social y certificación de pobreza como mecanismo de acceso a los programas educativos como por ejemplo el “Plan Social Educativo” (1993) (Redondo;2011)
provincias era una reclamo que remitía a la idea de democratización que se encontraba
consensuado luego de la vuelta a la democracia (Filmus; 1997), la falta de coordinación entre las
provincias consigno 55 modelos distintos para la configuración entre educación general básica,
polimodal, ciclo primario y medio (Filmus y Kaplan; 2012). La coexistencia de distintas
configuraciones dieron lugar a nuevas conceptualizaciones acerca de las crecientes
desigualdades internas, la idea de fragmentación (Tiramonti; 2004) supuso en este periodo una
profundización de la segmentación educativa a consecuencia de la desregulación central,
jaqueando la idea de la existencia de un único sistema educativo que se había caracterizado por
sus tendencias hacia la centralidad y homogeneización (Miranda; 2007, Kessler; 2014). Estas
tensiones se profundizaron con el bajo presupuesto asignado para este área que agravó el
deterioro de las instalaciones educativas y el retraso en el pago de los salarios provocó que la
continuidad del ciclo lectivo no fuera completado repercutiendo directamente en los procesos de
aprendizaje de los alumnos (Filmus y Kaplan; 2012).El saldo de este proceso llevó a una
diversificación de estructuras académicas, curriculares e institucionales, lo cual implicó un
desdibujamiento del sistema educativo en general y de la escuela secundaria en particular
(Cappellacci y Miranda; 2007).
Bajo estas características que asume el periodo analizado, al observar los datos entorno a la
participación de los y las jóvenes en los últimos tres años del secundario se distingue un particular
comportamiento en la matrícula con tendencias a la expansión.
Grafico N°1
Evolución de la matricula últimos tres años de la e scuela secundaria común. Periodo
2000-2003. Total país.
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios estadísticos disponibles en
En el Gráfico N°1 se puede observar como la matrícu la de los últimos tres años de escuela
secundaria (con sus distintas modalidades y denominaciones) se mantiene en alza constante. A
su vez al analizar este gráfico en conjunto con el Cuadro N°1 se puede observar que la alta
desocupación (trepa al finalizar el periodo al 55%) coincide con el dato de asistencia escolar más
alto del sub-periodo. Si bien en el año 1993, la Ley Federal de Educación N 24.195 convierte en
obligatoria la Educación General Básica de 9 años y por lo tanto se podría prever que se ha
extendido el alcance del secundario hacia los últimos tres años del mismo, el contexto social en
que la ley se emplaza arroja un interrogante acerca de los sentidos y motivaciones que llevan a
los jóvenes a volcarse y refugiarse en las escuelas.
Cuadro N°1
Indicadores laborales de los jóvenes de 15 a 18 año s. EPH puntual.
Total país
2000 2001 2002 2003
Tasa de actividad 19,2 16,1 12,2 14,8
Tasa de empleo 11,5 9,4 6,1 6,6
Tasa de desocupación 40,3 41,6 52,6 55
Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta permanente de hogares .INDEC.
Algunas investigaciones señalan la idea que ante la falta de oportunidades para los jóvenes en el
mercado de trabajo estos y sus familias reconocen al ámbito educativo como un espacio de
“Refugio” y que por lo tanto continua abierto hacia los sectores excluidos de otros ámbitos de
integración social, funcionando como una suerte de “moratoria social” frente al incremento del
desempleo (Margulis y Urresti; 1998, Tiramonti y Suasnábar, 2000). De acuerdo a la literatura al
respecto (Filmus et. al 2001, Miranda et al; 2014), las recesiones económicas pueden tener
implicancias positivas para la participación educativa de la juventud, estos eventos o situaciones
encuentran relación con el mundo del trabajo, es en este sentido que la idea de “parking” o
enfriamiento sostiene la tendencia de los jóvenes a asistir a las escuelas y permanecer en los
ámbitos educativos por mayor tiempo en búsqueda de credenciales que los habiliten a encontrar
trabajos mejor remunerados y con mejores condiciones de contratación para evitar el desempleo y
la precariedad (Stoer y Araujo; 1992, Pais y Cabral; 1998, Bendit; 2004). En el caso
latinoamericano este comportamiento de expansión de la matrícula en el nivel secundario puede
ser leído en el marco de las opciones y actividades que ofrece el ciclo económico en el que se
insertan las trayectorias juveniles (Miranda et al ; 2014). La baja en la cantidad de empleos
disponibles para los jóvenes podría generar un corrimiento de las actividades juveniles hacia la
asistencia escolar, siendo la escuela el lugar que los jóvenes encuentran disponible ante el
impacto en los niveles de desocupación generalizada a partir de los cambios estructurales en el
mercado de trabajo y los nuevos criterios de organización del mundo laboral desarticulado y
flexibilizado por las políticas neoliberales.
En efecto, la ampliación de la cobertura en el nivel secundario mostró un sostenido crecimiento, la
tasa neta de escolarización en este nivel llegaba en el año 1993 al 52,7% mientras que para el
año 2003 data de una cobertura del 85,7% (Kessler; 2014). Este aumento mostró una paridad en
la composición por géneros pero existe consenso en interpretar que los jóvenes alcanzados por el
sistema educativo fueron aquellos pertenecientes a los hogares más empobrecidos. A la par de
los procesos comentados de aumento de la desigualdad interna en el sistema educativo a partir
de la sanción de las Ley de Transferencia Educativa (1992) y la Ley Federal de Educación (1993)
que generaron consecuencias negativas en cuanto a la diversidad de estructuras académicas y
recursos destinados por cada provincia en un contexto de crisis presupuestaria , podemos
concluir que esta ampliación de la cobertura resulta poco favorable para los jóvenes que se
insertan en instituciones o “escuelas para pobres” que reproducen las condiciones de marginación
de origen (Bravslavsky; 1985).
En síntesis esta etapa del periodo demuestra que el comportamiento masificador de la matrícula
en el nivel secundario responde al contexto de empobrecimiento general que encuentra relación
con la baja de oportunidades en el mercado de trabajo. Este comportamiento de la matricula ha
sido leído en este análisis como una estrategia de aquellas familias y jóvenes que encuentran en
la escuela un sostén para la vida cotidiana ante la ausencia de trabajo. El Cuadro N°1 demuestra
que una considerable cantidad de jóvenes se encontraba dispuesta a trabajar mostrando una alta
tasa de desempleo para este grupo de edad2.
En el periodo analizado la suba de la tasa de desempleo para los jóvenes en edad teórica de
asistir a la escuela muestra la voluntad y necesidad de encontrar un salario complementario a los
ingresos de los hogares. La preponderancia del trabajo por sobre la educación ha sido una
particularidad histórica que asumieron los sectores populares quienes deben retirarse
2 En este punto es necesario aclarar que se han tomado como referencia las edades teóricas de 15 a 18 años como representativas de la generalidad de estudiantes que asisten a los últimos tres años de la escuela secundaria. Sin embargo las autoras reconocen que el proceso de masificación implicó un crecimiento de la sobreedad entendida como un aumento de aquellos alumnos que tienen una edad superior a la considerada teórica para el año de estudio que se encuentran cursando, donde la gestión pública muestra con mayor fuerza esta tendencia de acumulación de años de sobreedad.
tempranamente del sistema educativo para insertarse rápidamente en el mercado laboral
(Miranda; 2007, Gallart y Jacinto; 1995). Sin embargo en este nuevo escenario de escasas
oportunidades en el mercado de trabajo el efecto de masificación de la secundaria se genera con
un sentido particular: como espacio en pie para la integración y ámbito estratégico de reducción
de las consecuencias del empobrecimiento y como dispositivo de la política social.
Segundo sub-periodo 2004-2009
“Escuela y trabajo en competencia”: Las paradojas d el crecimiento económico, nuevas
oportunidades laborales, abandono y feminización.
Los estudios que analizan el crecimiento económico a partir de los cambios en la política
macroeconómica del periodo pos-neoliberal, coinciden en general que el impulso positivo del
mercado interno propulsó la creciente demanda de empleo (Beccaria; 2007, Kosacoff, Anlló y
Ramos; 2007). Luego de la profunda crisis económica financiera que eclosiono en los años 2001 y
2002, la economía argentina logro un crecimiento sostenido e importante que se evidenciaron no
solo en el ritmo de crecimiento y la balanza comercial positiva, sino que fue acompañado por un
proceso de redistribución que impacto en la reducción de los índices de pobreza, indigencia y
desempleo acumulados.
El avance hacia nuevos patrones de desarrollo priorizó la vinculación regional en términos
económicos y políticos que asignaron una autonomización de las decisiones en el despliegue de
políticas y asignación de recursos que tendieron a la construcción de un modelo económico social
(Filmus; 2015). A su vez, la recuperación de las instituciones laborales como el salario mínimo y el
retorno de los convenios colectivos junto a la apertura de paritarias, proporcionaron un piso
mínimo de derechos y protección social para los trabajadores. Aunque estos cambios significaron
una mejora en la calidad de vida de las personas no necesariamente se generaron cambios
estructurales en la composición de matriz de acumulación y la organización del mercado de
trabajo (Salvia y Vera; 2011), sin embargo existe cierto consenso en considerar que la
disminución de los índices de pobreza e indigencia fueron ecos de la recuperación de fuentes de
trabajo y acceso a programas y políticas de protección social. En este sentido el viraje de las
políticas sociales desde lineamientos asistenciales y compensatorios hacia una predica que
fortaleció el abordaje de problemáticas sociales desde el enfoque de “derechos adquiridos
“impactaron en el diseño y gestión de políticas con el objetivo de redistribución de capitales
sociales y culturales que logren dotar de herramientas que puedan sortear el circulo de pobreza
persistente o generacional (Clemente; 2012).
En este sentido el fortalecimiento del mercado interno propició la apertura de puestos laborales
demostrando una baja importante en la tasa de desocupación con la absorción de la población
que ofrecía su fuerza de trabajo. La disponibilidad de puestos laborales promueven un efecto
“llamada” (Miranda et al; 2014) ejerciendo influencia sobre las actividades que se presentan como
posibles para los jóvenes que se evidencian una tendencia a la baja de la desocupación para esta
franja de edad en todo el sub-periodo.
Cuadro N°2 Indicadores laborales de los jóvenes de 15 a 18 año s. EPH continua. Total país
2004
2005
2006
2007
2008
2009
Tasa de actividad 24,3 20,7 20,5 17,7 16,3 15,4
Tasa de empleo 12,9 12,5 12,5 13,6 12,3 11,6
Tasa de
desocupación 47 39,7 36,4 23,4 24,5 24,5
Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta permanente de hogares. INDEC.
La demanda de fuerza de trabajo que se genera en torno a la activación de ciertas ramas
productivas ligadas principalmente al consumo (mayoritariamente servicios) conducen hacia una
conducta no prevista en la dinámica del comportamiento de la matricula secundaria. Al verse los
jóvenes atraídos por la posibilidad de obtener remuneraciones a cambio de trabajo estos
comienzan a priorizar la actividad laboral por sobre la actividad educativa. En el cuadro N°2 se
observa a través de los datos procesados la posibilidad de que los jóvenes durante este periodo
se encuentren realizando actividades por fuera del ámbito de la educación y que se encuentran
relacionadas al mundo del trabajo. El aumento de la tasa de empleo en este periodo y por lo tanto
la caída del desempleo sugiere la idea de una entrada al mercado de trabajo por parte de los
jóvenes de 15 a 18 años.
Este comportamiento encuentra su justificación en la persistente necesidad de los jóvenes de
contar con un ingreso que les permita solventar sus consumos personales o aportar en los gastos
de los hogares (Miranda, Corica, Arancibia, Merbilhaá; 2014). En el gráfico N°2 se observa como
al finalizar el sub-periodo la cantidad de jóvenes que componen la matricula no logra recuperar los
datos del inicio del periodo. El desgranamiento observado puede adjudicarse a que el mercado de
trabajo ejerce sobre los jóvenes un efecto “llamada” invitando a participar del mismo y poniendo
en riesgo la continuidad educativa y finalización del nivel.
Gráfico N° 2
Evolución de la matrícula, últimos tres años de la escuela secundaria común. Periodo
2004-2009. Total País
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios estadísticos disponibles en
Si bien como se ha mencionado este periodo da cuenta de una mejoría en el funcionamiento del
mercado de trabajo, distintas investigaciones consideran que las oportunidades laborales que se
ponen a disposición para la franja de edad de 15 a 18 años, en este periodo analizado, ubica a los
jóvenes en los estamentos más precarizados del mercado laboral (Gontero y Weller; 2015).Por lo
tanto la inserción de los jóvenes en estructuras productivas no registradas y formas precarizadas
de contratación pueden contribuir a reproducir a mediano plazo el círculo de pobreza e
informalidad laboral.
La bibliografía especializada constata que son los trabajadores con mayores niveles educativos
obtienen mayores salarios y menor proporción de empleos formales. A modo de ejemplo, entre los
jóvenes latinoamericanos con educación primaria que trabajan, el 70% lo hace en un empleo
informal, este porcentaje se reduce al 50% para los jóvenes que logran completar la educación
secundaria (Bassi, Busso, Urzúa & Vargas, 2012).
Al realizar un análisis cruzado de los datos del Gráfico N° 2 y el Cuadro N° 2 podemos inferir que
ante la mayores posibilidades laborales los jóvenes optan por insertarse en el mercado de trabajo.
Es decir que mientras la matrícula baja, la tasa de empleo en esta franja de edad tiene un
comportamiento a la suba.
El aumento de la feminización en la composición de la matrícula en el nivel secundario en los
últimos tres años, refuerza la idea de que los jóvenes hombres son los que asumen actividades
laborales que se ofrecen para esta franja de edad (Ver anexo Cuadro N°1). Estos datos entran en
consonancia con las tendencias generales desde la teoría de género que expresa que son las
mujeres las que en las últimas décadas muestran mayores niveles educativos sin que esto
signifique que obtengan trabajos acordes a su formación o sean equivalentes a los salarios
percibidos por sus pares varones (Maurizio; 2010). En una reciente publicación en cual se
analizan las trayectorias de jóvenes de distintos sectores socioeconómicos se remite a la idea que
en la construcción de la masculinidad entra en juego la necesidad de los hombres en asumir el rol
de proveedores fortaleciendo la reproducción de los estereotipos de género (Millenar; 2010)
.Este fenómeno parece forjarse aun con mayor fuerza en los jóvenes de sectores bajos que no
cuentan con recursos extras si no lo consiguen por sus propios medios, caso contrario a lo que
podría suceder en los sectores medios y altos. Sin embargo distintas investigaciones han dado
cuenta que las jóvenes en edad teórica de asistir a la escuela secundaria asumen obligaciones
extra-educativas en relación al cuidado y tareas del hogar que pueden tensionar con la
continuidad educativa (Miranda; 2010). Este no parecería ser un efecto directo de la apertura de
nuevos puestos laborales sino que es una característica de las desigualdades persistentes de
género donde las responsabilidades en las actividades domésticas se pronuncian con mayor
intensidad de las jóvenes sectores socioeconómicos más bajos que podrían condicionar en el
desarrollo de las trayectorias educativas (Miranda y Corica; 2014)
En conclusión, este periodo se encuentra signado por una paradoja que pone en evidencia la
tensión existente entre la educación y el mundo del trabajo. En un momento de crecimiento con
distribución, la respuesta esperada era la intensificación de la asistencia educativa. Con la
recuperación del empleo y medidas asociadas a una mayor protección social era previsto que los
jóvenes acudan a la escuela a modo de obtener la titulación.
Sin embargo los datos muestran que los jóvenes se retiraron anticipadamente de la escuela para
realizar actividades laborales. Estas actividades si bien pueden fortalecer el proceso de
autonomización de los jóvenes dando lugar a la idea de complementariedad entre los ámbitos de
la educación y el trabajo, históricamente los puestos disponibles para este grupo de edad no
cuentan con condiciones de contratación que aporten a la construcción de trayectorias laborales
protegidas. En este sentido la bibliografía da cuenta que los jóvenes son el grupo social más
afectado por la informalidad y precariedad del trabajo mostrando altas tasas de rotación,
subocupación y sobreexplotación física (Weller; 2006).
Este esquema da cuenta de un vacío en las políticas públicas integrales que logren mitigar la
influencia que el mercado de trabajo ejerce sobre los jóvenes y que en algunos casos puede ir a
contramano de la posibilidad de que sus derechos a la educación sean cumplimentados y que la
explotación infantil y adolescente sea erradicada, hechos que perjudican particularmente a los
jóvenes más empobrecidos.
Periodo 2010-2014
“Escuela como derecho”: El desafío de la política y programas de inclusión escolar, la
retención y egreso .
En el apartado anterior se ha hecho alusión a los cambios que asumieron la dinámica entre la
educación y el trabajo en un periodo de prosperidad económica. La apertura de nuevos puestos
laborales invitaron a los jóvenes a participar del mercado de trabajo; sin embargo estas
actividades extraescolares podrían entrar en tensión con el cumplimiento del derecho a la
educación en el marco de la obligatoriedad de la escuela secundaria3.
A través de la presentación de distintas políticas y lineamientos normativos que posicionan a los
jóvenes como sujetos de derecho, se analizará como a partir de un fortalecimiento y articulación
de programas gubernamentales se logra un aumento en la cobertura de la matrícula en los
últimos tres años de la escuela secundaria bajo el último periodo analizado. Se considera que la
articulación de distintas normativas y programas constituyen un periodo de “institucionalización”
de la inclusión educativa como objetivo del accionar estatal que se hace visible en la recuperación
y aumento de la matrícula según los datos relevados.
En este sentido, la incorporación del discurso desde el enfoque de los derechos humanos ha
ingresado con mayor fuerza al área de políticas públicas y políticas sociales desde el
advenimiento de coalisiones o alianzas de gobierno progresistas en América Latina a inicios de
3 Sin embargo, estos efectos sobre la educación deben analizarse en torno a la variable socioeconómica; en una sociedad segmentada, son los sectores con desventajas sociales donde esta tensión se presenta con fuerza mientras que en las clases más prosperas y urbanas las tendencias hacia la completud de la educación media se presentan como incuestionable y natural.
siglo (Pautassi; 2007). Este paradigma aparece en la escena pública y en la política pública como
una de las vías para disminuir las distancias sociales que acechan a las sociedades con
consecuencias de exclusión y marginalidad.
Esta perspectiva supone la obligación jurídica de los Estados en garantizar las condiciones para el
cumplimiento efectivo de esos derechos en el marco de modelos de desarrollo económico con
mayor redistribución de bienes culturales, económicos y educativos. Los esfuerzos entrono a
garantizar el acceso a la educación secundaria desde la dimensión normativa quedó plasmada en
la nueva Ley de Educación Nacional (Ley N° 26.206) sancionada en el año 2006, esta ley fue
aprobada con amplio consenso del arco político, dejando atrás la Ley de Educación Federal. Este
pasaje logró la integración del sistema educativo con implicancias para disminución de la
fragmentación y desigualdad educativa a nivel Federal; algunos de los cambios más importantes
se relacionan a la definición de Núcleos de Aprendizaje Prioritarios (NAPS) para cada uno de los
grados y niveles de la escolaridad obligatoria que involucran y comprometen a todos los
establecimientos educativos formales del país en la distribución de saberes y conocimientos con
valor social. A su vez una serie de Leyes sancionadas construyeron un escenario propicio para
dar lugar al desafío de la obligatoriedad del secundario. Entre ellas se destacan la Ley de
Financiamiento Educativo (Ley N° 26.075, 2005), la Ley de Educación Técnico Profesional (Ley
N° 26.058, 2005), la Ley Nacional de Educación Sexu al Integral (Ley N° 26.150, 2006), la Ley de
Garantía del Salario Docente y 180 días de clase (Ley N° 25.864, 2003), la Ley del Fondo
Nacional de Incentivo Docente (Ley N° 25.919, 2004) y la Ley de Protección Integral de los
Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (Ley N° 26.061, 2005).
La Ley de Financiamiento previa a la sanción de la LEN signó un precedente para la
“normalización del sistema” (Kessler; 2015), la asignación del 6% del PBI para la educación
significó el retorno a la centralidad del Estado Nacional como responsable último del
funcionamiento de los establecimientos educativos a lo largo y ancho del país.
A su vez la redefinición de la idea de equidad con acento en la evaluación de logros y la constante
presencia en la fundamentación del pliego jurídico acerca del rol democratizador de la educación
con vistas a la construcción de una sociedad que tiende a la cohesión y a la igualdad (Filmus y
Kaplan; 2012), generaron un nuevo marco del cual se desprenden políticas y programas que van
a contribuir a la consecución de los objetivos propuestos en la ley.
En este sentido la prioridad de la política dirigida hacia jóvenes se centró en reducir la tasa de
deserción o desgranamiento de la matrícula en el nivel secundario. El rol que se le otorga al joven
es el de ser un estudiante y su identificación con el espacio escolar. La identificación de los
problemas que pueden interferir en la inclusión educativa así como las propuestas, los nuevos
sentidos que se le otorga a la educación secundaria y sus objetivos hacen posible un nuevo
abordaje a partir del despliegue e institucionalización de programas que buscaron reparar las
desigualdades preexistentes y la reparación en cuanto al acceso real en el ejercicio de los
derechos. Los programas implementados con alcance nacional logran mostrar que aspectos de la
inclusión educativa se buscó trabajar y que problemáticas podían ser abordadas desde el
accionar Estatal, algunos de los ejes que mayor importancia tomaron se relacionaron con
programas de becas, capacitación docente, distribución de textos escolares, implementación de
proyectos institucionales de retención, mejora de infraestructura escolar, programas para la
finalización de estudios, financiamiento de proyectos educativos de integración y distribución de
netbooks4.
La incorporación hacia el año 2009 de una nueva modalidad escolar como el Plan FinEs (Plan de
Finalización de estudios primarios y secundarios para Jóvenes y Adultos) significó la formalización
de las experiencias de los bachilleratos, movimientos populares y organizaciones sindicales que
fomentaban la continuidad educativa en establecimientos que se encontraban por fuera del
sistema de escolarización formal5. La aplicación de esta ley significó un acuerdo social entre
instituciones sociales y sindicales, tal es el caso de la Central General del Trabajo (CGT);
respecto a los destinatarios, si bien se contempla la incorporación de jóvenes, adultos y adultos
mayores en general que no hayan terminado la educación secundaria, en sus inicios estaba
principalmente orientado a “trabajadores organizados” (Res. DGCyE N° 3520), ya sea en las
entidades gremiales que los nuclea o en las cooperativas del Programa Ingreso Social con
Trabajo “Argentina Trabaja”. En este último caso, el Plan FinEs2 se presenta como el área
educativa del PAT, que se renombra desde el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación bajo el
título de “Argentina trabaja, enseña y aprende”. Aquí es necesario especificar que en la el Plan
FinEs2 se encontró en la necesidad de ampliar cada vez más la apertura de sedes en los barrios,
necesitando también ampliar el marco regulatorio y los convenios que se habían generado en sus
inicios albergando a una población que se acrecentó año a año.
Hacia el año 2008 también se sancionó la Ley N°2639 0 que se centró en la prohibición del
trabajo infantil y la protección del trabajo adolescente. La sanción de esta ley afianzo la idea de
4 Programa de Mejoramiento del Sistema Educativo (PROMSE)(2003), Programa Nacional de Inclusión Educativa Todos a Estudiar (TA.E) (2004), Programa de Apoyo a la Equidad educativa(PROMEDU) (2008), Plan de mejora institucional (2010), Plan Conectar Igualdad(2010) y la continuidad del Plan Nacional de Becas Estudiantiles(PNBE) (1997). 5 Para la ejecución del FinEs, el Ministerio de Educación Nacional celebra convenios con otros organismos estatales: el Ministerio de Desarrollo Social Nacional, y los Ministerios de Educación Provinciales. Ya en el año 2009 en la Provincia de Bs. As. se da comienzo a la implementación de la primera etapa del Plan FinEs (terminalidad primaria). En 2010 se aprueba y se comienza a efectuar la segunda etapa, Plan FinEs 2, destinada a sectores de la población que no completaron el nivel secundario (Res. DGCyE N° 3520 ).
que el lugar de los adolescentes y jóvenes es el de las aulas y que en el caso de los jóvenes
trabajadores de 16 a 18 años se debe abogar por regulación en cuanto a la carga horaria y tipos
de actividades que no generen consecuencias negativas entorno al desarrollo psicosocial de los y
las jóvenes (Unicef; 2009).
Sin embargo, a partir del año 2009 la implementación de la Asignación Universal por hijo desde
una óptica de la seguridad social no contributiva con alcance nacional (Decreto 1602/09)
contribuyo a generar las condiciones económicas en el acceso a la educación. Si bien la AUXH
no es específicamente una política educativa, a partir de la condicionalidad que obliga a la
asistencia del destinatario a la asistencia algún establecimiento educativo, puede ser considerada
como una política social con una fuerte impronta en lo educativo.
A partir de las normativas presentadas y la aparición de la AUXH siendo una de las políticas
sociales con mayor importancia (por su alta capacidad de cobertura) de los últimos tiempos, los
registros en cuanto a la participación en los niveles educativos y el mercado laboral parecen
encontrar un nuevo equilibrio. La articulación de la LEN y la AUXH construye un marco específico
para las trayectorias esperadas de los y los jóvenes en edad teórica de asistir a la escuela
secundaria. Casualmente la percepción de la AUXH se realiza hasta los 18 años de edad, este
corte puede significar que el Estado Nacional sostiene trayectorias protegidas y dispone recursos
en la consecución de este objetivo.
Cuadro N°3
Indicadores laborales de los jóvenes de 15 a 18 año s. EPH continua.
Total país
2010
2011
2012
2013
2014
Tasa de actividad 14,1 14 14 12,7 10,6
Tasa de empleo 10,3 10,6 11,2 8,9 7,8
Tasa de
desocupación 27,2 23,9 20,4 29,3 26,3
Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta permanente de hogares. INDEC.
A partir de la lectura combinada en la réplica de los cuadros propuestos para el análisis de este
sub-periodo, se infiere que la tasa de actividad merma para este grupo de edad al finalizar
periodo, al mismo tiempo que la matricula continua a la suba. Estas observaciones dan lugar a la
consolidación y afianciamiento de los objetivos propuestos a partir de la normativa y la política
social: la universalización de la escuela secundaria.
Grafico N°3
Evolución de la matricula últimos tres años de la e scuela secundaria común. Periodo
2000-2003. Total país.
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios estadísticos disponibles en DINIECE
La ponencia tiene como objetivo presentar parte de un trabajo de investigación orientado al debate
sobre la situación, estado y alcances de las políticas destinadas al sector poblacional joven en
Argentina. Para ello se retoma el caso del “Programa de respaldo a Estudiantes de Argentina
PROG.RE.S.AR” analizando su diseño; componentes y esquema estratégico, a la luz de las
controversias en materia de política sociales en el esquema local. La estrategia metodológica se
basó en el análisis documental utilizando como fuentes secundarias normativas y documentación
oficial. Las reflexiones finales indican que la dinámica propuesta muestra avances en relación a la
adhesión al paradigma de derechos así como también limitaciones existentes en materia de
políticas de juventud.
Palabras claves
Jóvenes - Políticas Sociales - Acción Estatal
En Argentina más que un sistema integrado existen un conjunto de diversas y fragmentadas
estrategias de intervención estatal destinadas al sector joven. En el grueso de los casos las
políticas públicas tienen como objetivo explicito la inclusión social y, en términos generales, han
enfocado en el binomio: educación– trabajo/capacitación–empleo, atendiendo el déficit en materia
educativa y en la inserción laboral atendiendo el déficit en materia educativa y las problemática
respecto a la inserción laboral.
Históricamente se ha dado prioridad a los planes, los programas y las estrategias dirigidas a los
jóvenes de los sectores más vulnerables de la población. No obstante, las medidas han mostrado
hasta aquí exiguos avances.
Hace más de tres décadas los expertos en la temática sostienen que uno de los ejes críticos en
este campo tiene que ver con la falta de integralidad de las acciones estatales para responder de
forma articulada y eficaz al conjunto de las problemáticas vivenciadas por la juventud. En este
sentido, el predominio de políticas sectoriales, con escasa y/o inadecuada coordinación, parece
estar dando respuestas inacabadas a las pruebas de diversa índole social, laboral, educativa,
familiar y de salud, etc. que enfrentamos en nuestra época.
En la última década las intervenciones del Estado Nacional se han reforzado, entre otros, a través
del lanzamiento de nuevos programas destinados a la infancia y juventud con propuestas que, al
menos desde lo discursivo, persiguen promover la inclusión social bajo la promesa de políticas de
carácter integral.
Este artículo está orientado al análisis del PRO.G.RES.AR creado por Decreto (PE) Nº 84/2014
(BO 27/01/2014), en 2014, cuyo objetivo central es brindar un apoyo a los jóvenes para culminar
sus estudios o atender a su formación/capacitación laboral, a través de un modelo de
transferencias condicionadas.
Aquí proponemos una reflexión y análisis sobre puntos nodales del programa referido tomando en
cuenta su vinculación con las políticas de juventud. Para ello analizaremos su estructura general,
diseño y normativas en un contexto de cambios del esquema de políticas públicas en la región de
América Latina.
El texto se organiza del siguiente modo: un primer apartado contextualizará la orientación de las
políticas públicas en el escenario social, económico, político abierto desde principios de este siglo
en la región, con las especificidades que cobra en nuestro país desde el 2003. Luego, a nivel
nacional describiremos las características propias de las políticas de juventud a la luz de diversas
tensiones. En los próximos apartados nos adentraremos en el Programa PROG.R.ES.AR viendo
más de cerca su perfil y reflexionando en los aspectos positivos y controversiales de la medida.
Como conclusión sintetizaremos alguno de los principales interrogantes y retos que se desprende
del recorrido aquí realizado.
Telón de fondo: el enfoque de derechos
Distintos autores han considerado que el esquema de política pública en América Latina, sobre
todo, desde principios del siglo veintiuno presenta cierto viraje orientado por la prioridad que
adquiere el enfoque de derechos e inclusión social. Según Poggi una consecuencia central de la
nueva orientación es que, desplaza la concepción de los destinatarios como beneficiarios de lo
público por una basada en los derechos ciudadanos donde el estado tiene la responsabilidad
fundamental como garante de los mismos (Feijoó y Poggi, 2014: 17).
Este viraje es precedido y de algún modo tributario de la oposición y destitución del esquema
económico político de fines del siglo anterior y la implementación de las políticas neoliberales de
los noventa que profundizaron el desdibuje un modelo de protección social propio del Estado de
Bienestar con vocación universalista.
Durante el último periodo en paralelo al encuadre del derecho, surgirán otras transformaciones
trascendentes de alcance regional. Entre otras, por un lado, se perciben intervenciones públicas
“más integrales” dado que no solo son destinadas a los individuos sino que la familia pasa a ser el
núcleo central de buena parte de las medidas implementadas. Por otro lado, a mediados de los
noventa cobrará lugar el modelo de transferencias condicionadas siendo un tipo de política pública
cuya implementación consiste en la entrega directa de efectivo que se entenderá como un soporte
a grupos que sufren determinadas carencia, siendo un apoyado para la atención de gastos básicos
ligados con el acceso a recursos monetarios. La novedad será que la entrega de dinero supone
“confiar en las decisiones de los sujetos sobre sus prioridades de consumo” (Feijoó, 2015:23).
Además, la transferencia tendrá un componente particular dado que implica la contraparte de los
sujetos quienes tendrán que cumplir obligatoriamente con ciertas exigencias en materia de acceso
a bienes públicos como salud, educación, etc.
Ahora bien, en el marco de lo joven el enfoque de derechos cobró expresión en cierta
transformación del paradigma que guió las políticas públicas hacia niños, niñas y jóvenes. En el
marco jurídico e internacionalmente esto se manifestó con notoria claridad en la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño durante el 1989 dada bajo la aprobación de Naciones
Unidas (Freytes Frey, 2015).
En nuestro país, en el 2005 se sanciona la ley de Protección Integral de los Derechos de Niños y
Niñas y Adolescentes Ley 26.061 la cual abole el sistema de tutela Estatal basado en el patronato,
bajo esta normativa jurídica los niños, niñas y adolescentes se reconocerán en tanto sujetos de
pleno derecho. Este pasaje inaugurará también un nuevo espacio institucional con la creación de la
Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF).1
La concepción de los niños y jóvenes como sujetos de derecho, implica que estos son poseedores
de una gama de derechos civiles, sociales, económicos, políticos y culturales garantidos por el
estado, lo cual significa un enfoque opuesto al hasta entonces predominante: un enfoque de
riesgo.
Haciendo un breve repaso histórico es de destacar que al contrario de lo que ocurrió hasta
mediados de los años ochenta durante los noventa, comenzó a resonar con mayor eco la
concepción de políticas públicas de juventud cimentadas en enfoques “más integrales e
integrados” (Rodríguez, 2010: 1-2). Idea que desde sus inicios estuvo intrínsecamente relacionada
con superar la sectorialidad de las políticas vigentes que supusieron la implementación de planes y
programas desde distintos ámbitos estatales desconectados entre sí.
No hay que olvidar que el enfoque no solo estuvo atado a políticas de carácter asistencialista y
focalizadas sino también remitía a una visión amplia y expendida que aun tiene presencia en
nuestras sociedades, la visión de los jóvenes, en particular a aquellos de los sectores vulnerables
vinculados al delito, el narcotráfico, etc. es decir causantes centrales de la inseguridad cotidiana de
nuestra sociedades. Está concepción acotada y estigmatizante de los jóvenes como un “problema”
- “riesgo” contribuye a invisibilizar cuestiones de fondo que afectan de distintos modos a tanto las
anteriores como las recientes generaciones.
El enfoque de riesgo apunta a la atención de los niños y jóvenes de los sectores más vulnerables
y/o excluidos de la población que se consideran prioritarios de atención. La acción del Estado se
sostiene como una respuesta a una situación irregular concebida como peligrosa para el
niño/joven. Esta concepción sustenta un tipo particular de intervención que se tradujo en el
ejercicio. Vale decir, el estado encara la protección y defensa a través de la acción tutelar en
situaciones de irregularidad. Como retoma Freytes Fey y otros, ello da lugar a políticas públicas “de
carácter asistencial, compensatorio y limitado, centralizado y sectorial” (Laje y Vaca Narvaja, 2012:
9 citado en Freytes Frey, 2015: 206).
Históricamente, el formato tutelar y la orientación de las políticas ligadas al enfoque de riesgos así
como el carácter asistencial de las políticas públicas para niños y jóvenes despertó múltiples
1 Además en Argentina rigen distintas normativas: Ley de Protección Contra La Violencia Familiar (24.417), Ley de Creación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable (Ley 25.673), Ley de Migraciones (Ley 25.871), Ley del Programa Nacional de Educación Sexual Integral (Ley 26.150), Ley de Educación Nacional (Ley 26.206), Ley de Prevención y Sanción de la Trata de Personas y Asistencia a sus Víctimas (Ley 26.364) y Ley de Prohibición del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente (Ley 26.390).
desacuerdos que fueron pie de intensos debates (Abad, 2002). Como criticas vertebrales se ha
señalado: el anacronismo de las formas tutelares de intervención con los perjuicios que pueden
causar en la vida de los sujetos; el carácter focalizado en los sectores vulnerables que tiende a
profundizar las estigmatizaciones y, las escasas respuestas que suponen ante la complejidad de
situaciones problemáticas en los distintos ámbitos vitales de los sujetos.
Por lo tanto, no puede negarse el avance del nuevo paradigma que implica la concepción del
“sujeto de derecho” no obstante las transformaciones se dan en el marco de las tensiones que
atraviesa el diseño y la implementación de políticas públicas apuntalas en el perfil novedoso frente
a otros modelos y pautas antecesoras.
Esquema de políticas públicas y políticas de juvent ud
En este apartado esbozamos algunas de las líneas que trazan el debate en relación a las políticas
de juventud esto nos servirá como escalón inicial para orientar el análisis del Programa
PROG.R.ES.AR.
Como primer señalamiento puede decirse que lo que vertebra las marchas, contramarchas y las
discusiones acerca de la política de juventud tienen que ver con el mismo lugar de “lo joven” en las
agendas de política estatal. Cuestión que se presenta con distintos matices e intensidad en buena
parte de los países de la región de América Latina (Balardini, Dávila, Paciello, de Freitas: 2005).
En nuestro país el campo de lo joven se ha caracterizado por un débil y discontinuo desarrollo
institucional expreso, entre otros, en la escases de políticas específicas de juventud. Las
existentes, se tratan más bien de múltiples acciones destinadas a los y las jóvenes que carecen de
una direccionalidad común y un eje articulador.
Históricamente, los planes y los programas sociales destinados a la juventud comprendieron un
espectro de intervenciones que alcanzaron escasa continuidad entre diferentes inter-periodos.
Además, fueron y son intervenciones ejecutadas por distintos organismos gubernamentales e
institucionales que si bien presentan cierta dinámica, son fragmentadas y sufren rupturas
significativas entre periodos político institucionales.
Puede decirse que no existió un plan integral que abarque específicamente la cuestión juvenil
frente a todas las dimensiones de las problemáticas y/o cuestiones que afrontan. Pero tampoco se
cuenta con un organismo centralizado –dotado de suficiente poder político y asignación
presupuestaria-, que sea el encargado de diseñar un esquema estratégico para coordinar e
impulsar de forma articulada líneas de acción del área. Existen, antecedentes institucionales
recientes como la Dirección Nacional de la Juventud (DINAJU), cuya creación data de 2005 (28-02-
2005); y la Subsecretaria de Juventud, Secretaria de Organización y Comunicación Comunitaria
del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, aunque en ninguno de los casos tiene a su cargo
el diseño sobre el conjunto de las políticas públicas del sector.
Ligado a la escasa institucionalidad que detenta el campo, no se visibiliza con clara certeza cuales
son ni deben ser el/los actore/s político/s que deberían concentrar su planificación conjunta en el
esquema de las políticas públicas. Este marco se complementa con el debate a cerca de la
revisión de las tensiones entre las políticas focalistas, transversales, sectoriales, etc.
Un aspecto polémico central tiene que ver con la contraposición y cruce entre políticas integrales y
políticas sectoriales. En Argentina, pese a que las recomendaciones de los especialistas que hace
años bregan por la institucionalización de enfoques más amplios e integrados y reafirman la
necesidad de la construcción de alianzas interinstitucionales para llevarlas adelante, las políticas
públicas de juventud se caracterizan por una lógica sectorial históricamente predominante.
Esta tensión se profundiza con el desplazamiento hacia el paradigma de derechos que supone un
modelo de acción del Estado muy lejano a la tutela y el precepto de problema/riesgo. Como
decíamos en el apartado precedente, el nuevo enfoque parte de la doctrina de Derechos Humanos
y el principio de la integralidad, que afirma la indivisibilidad de los derechos civiles, políticos,
económicos, sociales y culturales, dado que cada uno de estos tiene implicancias en el ejercicio de
los demás y todos comulgan con el ejercicio de la ciudadanía plena. Desde esta perspectiva solo el
cumplimiento del conjunto permite el bienestar y el desarrollo de niños/as y jóvenes (Freytes Fey,
2015). En consecuencia las articulaciones entre organismos y programas resulta una pauta
sustantiva para promover acciones que apunten a garantizar los distintos ámbitos del ejercicio de
derechos.
Así como también constituye una tensión latente la contradicción entre la lógica universalista de los
derechos y la orientación a poblaciones y problemáticas específicas como por ejemplo el
predominio de la orientación de acciones cuyos destinatarios son aquellos de poblaciones
vulnerables.
Otro aspecto fundamental del debate es la falta de un marco normativo que ataña a la población
joven del país, los derechos de los jóvenes no están regulados normativizados por una Ley
específica. Lejos de ser éste un tema reciente hace décadas que en el poder legislativo circulan
proyectos de Leyes de jóvenes, sin embargo aun no existe una propuesta consensuada que logre
el estatus jurídico para transformándose en una Ley sancionada y aprobada. En este sentido si
bien es loable la reciente orientación, es decir, el nuevo viraje hacia la primacía del enfoque de los
derechos, los avances legislativos no se reflejan en la promulgación de una Ley nacional. No
obstante, en forma muy reciente ha sido aprobado por la Cámara de Diputados un Proyecto de Ley
para la Promoción de Juventudes que aun no logró convalidarse plenamente como normativa
vigente2.
En términos generales, en nuestro país los expertos entienden la necesidad de diseñar políticas de
juventud procurando lograr una orientación como decíamos integral, en base a una planificación
con metas y objetivos comunes. Las principales propuestas de acción siguen apuntando a atender
cuestiones como: la finalización del ciclo educativo, la capacitación en oficios, e incluso el acceso a
trabajos decentes en estrecho vínculo con proyectos educativos. En mucho menor medida
aparecen alternativas, por ejemplo, como generar apuestas colectivas de trabajo (Borzese,
Bottinelli, Luro: 2009).
Ahora bien, si se toman en cuenta las diversas intervenciones vigentes vale decir que hoy existen
múltiples planes y programas destinados al sector poblacional joven con dependencia en diversos
organismos oficiales (ministerios, secretarias, subsecretarías). A su vez, hay una trama compleja
de intervenciones operando desde distintos niveles estatales: nacional, provincial y municipal, que
también conforman este espectro de políticas heterogéneas, cabe aclarar aquí que no existe
información sistematizada y homogénea sobre lo existente en los diversos circuitos estatales. La
falta de información al respecto es un elemento que obstaculiza los diagnósticos, la formulación de
diseños y/o la complementación articulada de las acciones existentes.
Un estudio reciente realizado por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la
Equidad y el Crecimiento (Reppeto y Díaz, 2014) releva la existencia de “42 intervenciones del
Estado Nacional dirigidas a los jóvenes”, implementadas por diferentes instituciones públicas: La
Administración Nacional de Seguridad Social (ANSES); el Ministerio de Agricultura, Ganadería y
Pesca de la Nación; el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación; el Ministerio de Industria de la
Nación; el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios de la Nación; el
Ministerio de Salud de la Nación; el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación
y la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el
Narcotráfico de la Nación. (2014:6).
El citado informe avanza sobre una clasificación temática de las intervenciones relevadas,
clasificación que se realiza en base al objeto y la prestación principal cada intervención lo cual les
permite concluir que los dos ejes claves que concentran la mayor cantidad de intervenciones son
educación (15) y trabajo (10), mientras que otras dos operan en forma combinada en educación y
2 El mencionado proyecto de Ley incluye entre otras consideraciones la necesidad de establecer por Ley el programa PROGRESAR y garantizar su movilidad.
trabajo. Entre las restantes acciones cuatro están orientadas al ámbito de la vivienda, en igual
cantidad existen otras dirigidas al refuerzo de los ingresos de los jóvenes o sus familias. El mapeo
se completa con tres intervenciones cuyo objetivo es actuar frente al consumo problemático; otras
tres líneas de acción en salud y finalmente una orientada al fortalecimiento de los derechos
políticos y sociales.
Esta sistematización, si bien no da cuenta de las dimensiones que abarca cada intervención es útil
para visualizar la fragmentación y sectorialización además permite corroborar que los planos de la
educación y el trabajo son aquellos que concentran más de la mitad de las relevadas.
Otro dato interesante es el lugar de origen y dependencia de cada intervención -como aclaráramos
9 instituciones públicas-. El Ministerio de Educación de la Nación da origen, entre otras, a distintas
líneas de beca y al Plan de Finalización de Estudios Primarios y Secundarios (FINES). El Ministerio
de Trabajo y Seguridad Social de la Nación (MTEySS)3 dio origen al programa Jóvenes con más y
Mejor Trabajo (PJMMT)4. Mientras que los programas recientes de mayor extensión se nuclean en
el Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSeS) (Conectar Igualdad; Asignación
Universal por Embarazo; Asignación Universal por Hijo; PROG.R.ES.AR; Seguro por Desempleo;
PROCREAR). Este último como veremos se encuentra bajo la dirección del Ministerio de
Economía y Finanzas Públicas de la Nación.
Diversos autores sostienen que desde principios del 2003 las orientaciones en materia de política
pública de juventud muestran transformaciones sustantivas. Mazzola propone que el programa
PROG.R.ES.AR es expresión de este pasaje de un paradigma de riesgo al enfoque de derechos
pues responde a una mirada integral que permite potenciar las capacidades de los jóvenes,
incentivar su participación y brindarles mayores oportunidades. Una medida que marcha en función
de un nuevo paradigma ampliado de protección social que implica que la niñez, la adolescencia y
la juventud, dejan de ser considerados un riesgo para la sociedad (Mazzola, 2012).
4. El programa PROG.R.ES.AR
3 Es interesante rastrear los antecedentes programáticos en el seno del MTEySS, un primer programa dirigido a atender educación-trabajo originado desde este ministerio fue el “Proyecto Joven”, una prueba piloto lanzada en 1998 y posteriormente se aplicó el programa "Capacitar”, ambos contaban con el apoyo financiero del BID y su población objetivo eran jóvenes provenientes de hogares de bajos ingresos. El MTEySS amplió sus acciones en la década de 1990 asumiendo gradualmente nuevas funciones, como la elaboración de programas de formación profesional, capacitación, etc., que antes eran implementadas desde el Ministerio de Educación. 4 Siguiendo el informe de Forteza, (2012) en marzo de 2011, 303.934 jóvenes habían adherido al programa PJMMT en algún momento desde su lanzamiento. La misma autora propone una serie de desafíos que requieren atención, entre otros: -Imbricar el PJMMT en una política pública integral, de articulación con otros programas nacionales que apunten a la misma población -Inscribir al PJMMT en una política pública integral que atienda a la heterogeneidad de la población objetivo, y acompañe a los ciudadanos a lo largo de todo el ciclo de vida. (Forteza, 2012).
En forma similar a otros países de la región en Argentina surgen propuestas de planes y
programas con diseños de transferencia condicionada que significan una variante a los aplicados
hasta el momento. De modo muy reciente este modelo es retomado en el área joven, en el diseño
del programa PROG.ER.S.AR. 5”
Este programa se encuadra en la línea de programas antecesores de transferencias económicas
como el Asignación Universal por Hijo (AUH) con una cobertura del ciclo obligatorio de educación
formal (hasta 18 años) y, su complemento la Asignación Universal por Embarazo; implementadas
ambas durante en la última década. Pos AUH, el PROG.R.ES.AR se orienta a la cobertura de un
próximo ciclo en las trayectorias juveniles contemplando la población a partir de los dieciocho hasta
los veinticuatro años de edad. Es una medida que profundiza y acompaña las políticas sociales
que vienen implementándose que se entiende como parte de las estrategias de acción para
extender la protección social del Estado hacia los jóvenes concebidos como sujetos de derechos.
Es más el programa bajo análisis se presenta como un “derecho.”
Explícitamente “su objetivo es el de generar oportunidades de inclusión social y laboral a través de
acciones integradas que permitan capacitar a los jóvenes.” Jóvenes que serán los futuros
protagonistas del desarrollo del país. Tiene como fin atender a la problemática juvenil en múltiples
facetas: acceso real y flexible a la oferta educativa, acompañamiento en una inserción laboral de
calidad. Fines que establecen continuidad con las intervenciones precedentes.
El programa está destinado a jóvenes de entre 18 y 24 años, que no terminaron los estudios
obligatorios, y/o que están desocupados o trabajan en la economía informal6 o sean
monotributistas sociales7, del servicio doméstico, etc. y en todos los casos el ingreso que
perciba el titular debe ser inferior o igual al valor de 3 (tres) Salarios Mínimo, Vital y Móvil. Las
mismas condiciones se aplican al grupo familiar.
En interesante subrayar que por sus características el diseño de este programa ratifica la
existencia de una problemática central respecto a la posición marginal de los jóvenes en el
5 Feijoó y Poggi, enmarcan este programa como tributario del “modelo” de programas de transferencias condicionadas implementado en América Latina en los 90 para paliar el gran desmejoramiento y la expansión de la profundización de los procesos de exclusión social y bolsones de pobreza bajo este formato, se inscribieron planes de Brasil y México (OPORTUNIDADES-PROGRESA). Siguiendo a las autoras, el “plus” de estas medidas “fue el hecho de que aún en el marco del mejoramiento de los indicadores agregados permitiera focalizar acercando soluciones a los impactos resultantes de la pobreza y sus correlatos en materia de exclusión social y de acceso a derechos”. (2014: 33). 6 De acuerdo a la información oficial, pueden acceder a PROG.R.ES.AR. todos los jóvenes argentinos de entre 18 y 24 años inclusive que acrediten estar inscriptos o asistan a Instituciones educativas habilitadas, siempre que, al momento de la solicitud: Sean desocupados o trabajadores formales en relación de dependencia, o trabajadores de temporada con reserva de puesto de trabajo o se desempeñen en la economía informal o sean monotributistas sociales o trabajadores del servicio doméstico o titulares de la Prestación por Desempleo ó autónomos ó monotributistas o perciban una jubilación o pensión o una pensión no contributiva nacional, provincial o municipal o sean titulares de la Asignación Universal por Hijo o por Embarazo para Protección Social. En todos los casos el ingreso que perciba el titular debe ser inferior o igual al valor de 3 (tres) Salarios Mínimo, Vital y Móvil. Las mismas condiciones se aplican al grupo familiar. 7 Monotributistas sociales refiere a una figura jurídica contemplada en otros programas sociales vinculados a la economía social, que incluye jóvenes a partir de los 18 años de edad. (Véase Otero, 2015).
mercado laboral. En breves palabras hay cierto reconocimiento de la persistencia de la
desocupación y la informalidad como procesos con presencia en la dinámica laboral del contexto
local que también es característica del mapa regional de las juventudes.
Por otro lado, la consideración del grupo familiar ratifica la orientación señalada respecto al
esquema de las políticas públicas en la región mencionada en apartados antecedentes.
En el plano educativo, los jóvenes pueden inscribirse en todos los niveles educativos habilitados
por la Ley de Educación Nacional (26.206): primario, secundario, terciario, universitario, centros
habilitados para el Plan Fines del Ministerio de Educación, Bachilleratos Populares y Centros de
Formación Profesional registrados ante el Ministerio de Educación.
Vinculado a lo laboral el programa contempla la asistencia para la formación profesional,
orientación e intermediación laboral incluyendo aquellos cursos de Orientación e Introducción al
Mundo del Trabajo del MTEySS brindados a través de Oficina y Gerencia de Empleo.
También forma parte de la oferta la inscripción en: a) El entrenamiento para el trabajo: como
prácticas en ambientes de trabajo que incluyen procesos de formación y tutoría para enriquecer las
destrezas y habilidades de trabajadoras cuyo objetivo es mejorar sus condiciones de empleabilidad
y contribuir al fortalecimiento de la productividad y competitividad de las empresas. Y b) El
programa de Inserción Laboral: que promueve la inserción en empleos de calidad, mediante la
implementación de incentivos económicos a las empresas. Ambos de origen en el MTEySS.
Como otros componentes, ofrece una red de tutores y estrategias de cuidado infantil para aquellos
jóvenes a cargo del cuidado de niños y sobre todo la posibilidad de atención al cuidado de niños a
cargo constituyen elementos no contemplados en otros programas relativos a la promoción de
educación y trabajo destinados a las juventudes.
Desde su diseño el programa implica la corresponsabilidad educacional y sanitaria. Es condición
que el joven realice la presentación formal como activo estudiante (niveles educativos y/o
formación profesional, cursos de capacitación en oficios, etc). La condicionalidad del programa se
basa en que el beneficio está atado a la certificaciones de asistencia a los niveles
educativos/cursos, etc. en el que se inscribe cada joven y el cumplimento del plan de salud
SUMAR.
En contraposición a la sectorialidad, el programa en su normativa incluye un ítem bajo el cual se
enfatiza en la necesidad de profundizar y articular las estrategias que ya vienen siendo
desarrolladas por los distintos ministerios/instituciones. En esta línea propone que deben
estimularse acciones que promuevan la articulación interinstitucional y el trabajo en conjunto entre
diversos organismos públicos.
Como otro punto se estipula la creación de dos comités interministeriales: ejecutivo y consultivo.
Ambos presididos por un representante del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas organismo
que tiene a su cargo la dirección del programa.
El comité Ejecutivo estará conformado por un representante de cada una de las siguientes
instituciones: Jefatura de Gabinete de Ministros, Ministerio de Economía y Finanzas Públicas,
Administración Nacional de la Seguridad Social, y tendrá a su cargo el establecimiento de las
instrucciones para la ejecución, seguimiento y evaluación del programa. Mientras que el Comité
Consultivo estará integrado por representantes de: Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad
Social de la Nación, Ministerio de Educación de la Nación, Ministerio de Desarrollo Social de la
Nación, Ministerio de Salud de la Nación, Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación
Productiva de la Nación, Ministerio del Interior y Transporte de la Nación, Ministerio de Seguridad
de la Nación, Ministerio de Defensa de la Nación, Ministerio de Economía y Finanzas Públicas de
la Nación y Administración Nacional de la Seguridad Social.
Por otra parte, como decíamos es un programa de transferencia monetaria directa, la prestación
económica universal mensual al inicio era de $ 600, suma que luego se elevó a $ 900 lo cual
significó un incremento del orden de 50 %. Junto con el aumento sobre el beneficio mensual del
Programa PROG.R.ES.AR se elevó el techo de ingresos familiares para recibir ese subsidio de $
4.716 a $ 14.148.
Si bien la implementación es reciente, revisando los datos públicos a la fecha puede decirse
que en sus inicios las estimaciones oficiales del programa proponían que llegaría a abarcar un total
de 1,5 millones de jóvenes, lo cual significa un 30% de los 4 millones de jóvenes de 18 a 24 años
del país. Para enero del 2015 había incorporado un aproximado de 565 mil jóvenes. Luego en junio
del presente año considerando el total país eran 702.867 aquellos que accedían a la prestación por
haber acreditado la escolaridad.
En cuanto a la composición del total de titulares que reciben la prestación, el 63% son mujeres y
el 78% tiene 22 años o menos. Mientras que la distribución territorial indicaba que, Buenos
Aires era la provincia con mayor cantidad de casos (232.872), seguida por Salta (48.809) y
Tucumán (39.171). En cuanto a las actividades, es decir, qué hacen esos jóvenes, la mayor parte
está cursando estudios universitarios (44%), un 29% finalizando el secundario, mientras que el
23% restante se entra inscripto en capacitaciones, cursos y oficios.
Los avances, las controversias y las promesas
En rigor siguiendo la línea de políticas antecesoras, el programa bajo análisis continua enfocando
en el binomio: educación – trabajo/ capacitación – empleo, atendiendo la inserción laboral y los
déficit en materia educativa. A contrapelo del enfoque de riesgo desde marco conceptual y
discursivo parte de concebir a los jóvenes como sujetos de derechos, no obstante en particular se
encuadra en el acceso al derecho a la educación (Terigi, 2014).
Al examinar la normativa del PROG.R.ES.AR observamos que a nivel discursivo encara aspectos
centrales, como son una apuesta por la integralidad planteando una intervención multidimensional;
la búsqueda por construir sinergias entre las distintas líneas de acción joven, la construcción de
articulaciones y complementaciones intersectoriales. Lo cual implica cierto reconocimiento de las
típicas encrucijadas del campo de la política pública de juventud.
Así, el programa está en línea con las tensiones planteadas (sectoriales/integrales;
focalizada/universales) por los expertos del campo, sobre todo el reclamo por un abordaje más
integral, que promueva una estrategia de vinculación entre distintos actores institucionales; de
construcción de redes y alianzas locales; una participación activa del gobierno; estrategias de
contención para los jóvenes, etc.
El análisis de la institucionalidad del Programa nos ha permitido divisar algunas claves en relación
a los dispositivos que pueden sostener intervenciones multidimensionales, superando la lógica
sectorial tradicional. a) Estipula la intervención conjunta de diferentes ministerios e instituciones; b)
Prevé la creación de Consejos (ejecutivo y consultivo), con decisiones de carácter vinculante. c)
En el Decreto 84/2014 se establece que se promoverán acciones que articulen con políticas
vigentes siendo este armado una condición para la ejecución del programa.
Como contracara de estos aspectos recomendables como políticas de apoyo joven, la
implementación de este tipo de intervenciones parece resultar una tarea sumamente compleja de
llevar a cabo en la práctica concreta y cotidiana. Una parte fundamental de la complejidad es que
requiere la articulación real de múltiples actores sociales; responsabilidades inter institucionales
comprometidas en la tarea; consenso de los funcionarios; gestores y ejecutores, etc.
En relación a las propuestas, como veíamos este Programa presenta, aspectos que le otorgan
cierta peculiaridad: ofrece un apoyo que si bien sigue estando centrado en los mismos ejes que
otras políticas: educación–trabajo, permite cierta flexibilidad, por ejemplo abarca la terminalidad de
los distintos tramos educativos (primario, secundario, terciario, universitario). Asimismo incluye
distintas instituciones educativas avaladas por el Ministerio de Educación.
El componente educativo sigue girando fundamentalmente sobre el sistema educativo formal con
un formato tradicional. Como aspecto controvertido puede señalarse que no incluye ni plantea
espacios para nuevas corrientes que enriquecerían las inquietudes en plano cultural (artísticas,
musicales, deportivas, etc.) como otras vías posibles de llegada a lo joven.
En el plano laboral sigue atado a las propuestas frecuentes y de vieja data que incluyen
capacitaciones e incluso trabajan desde una perspectiva de fortalecer las habilidades y destrezas
de los individuos para acceder al mercado de trabajo. Cabe decir, que esta es y ha sido una
perspectiva ampliamente cuestionada sobre todo durante los 90, dado que conceptualmente
apunta a reforzar las competencias de empleabilidad de los sujetos y supone una responsabilidad
individual (en este caso de los jóvenes) ante el desempleo invisibilizando las causas estructurales
de la problemática asociadas a la dinámica estructural del mercado de trabajo.
En cuanto a otros componentes del programa como guarderías, puede decirse que, desde el
diseño se contemplan dispositivos que permitan un espacio para que las jóvenes madres/padres
accedan a mecanismos encargados del cuidado de sus niños mientras ellas estudian o participan
de actividades contempladas por los programas, es un signo positivo. Hace al reconocimiento de
un sector clave entre los sectores jóvenes en situación de mayor vulnerabilidad social: las jóvenes
madres.
Más allá de la importancia del mecanismo previsto de cuidado para los niños aun no encontramos
claras pautas sobre su implementación en terreno, lo cual sin duda llevara un gran esfuerzo de
articulaciones para su viabilidad.
Finalmente respecto a la intensión de la multidimensionalidad del alcance del programa cabe
agregar que análisis recientes destacan cuestiones vacantes de atención y refuerzo en lo que hace
a las problemáticas de nuestras juventudes en la actualidad. Entre otros se cuentan una mejor
accesibilidad de los jóvenes al sistema de salud; un mejor acompañamiento de las transiciones a la
vida adulta en un núcleo central como lo es el acceso a la vivienda; respuestas a las problemáticas
laborales jóvenes desde otras perspectivas, etc. (Repetto y Díaz Langou, 2014).
A modo de cierre
En un marco general hacia políticas públicas tendientes a la trasversalidad desde una perspectiva
de derecho, no están ausentes las tensiones e interrogantes de hoy y de futuro, que traen consigo
nuevos acuerdos como también oposiciones. Las políticas destinadas a la población joven, con
relativa y escasa presencia hasta nuestros días no –pueden pensarse- ni están exentas del debate
general del modelo político, y de la construcción de agendas que atiendan a los problemas
sociales. Así tampoco quedan al margen de las disputas que se genera entre los grupos de interés
y distintos actores intervinientes.
El mecanismo político por excelencia ha sido la escasa articulación sectorial, mejor dicho, la
disociación, entrecruce y superposición, de políticas y programas. Mecanismo que lejos de ser
neutral produce efectos perversos que abarcan desde el diseño hasta la misma implementación de
las políticas y ello ha sido moneda corriente en distintos periodos. No hay que olvidar que rasgos
tan comunes no se producen al azar sino que son parte de seudo “tradiciones” expresadas en
prácticas naturalizadas y rituales entre los actores responsables y variables endógenas y exógenas
que forman parte de las negociones. (Feijoó y Poggi, 2014:17).
Un cambio de paradigma es ante todo un proceso que requiere transformaciones sociales, tomas
de decisiones de envergadura, continuidad, recursos económicos y voluntad política, con la
confluencia y consenso de los múltiples actores sociales intervinientes en la política pública y la
construcción de agendas políticas.
En este marco, una de las formas de avanzar reforzando el paradigma de derechos es atender a la
creación de un organismo rector del campo dotado de un poder político significativo y recursos
acordes para viabilizar el establecimiento y cumplimiento de metas claras y la elaboración de
objetivos específicos.
A pesar de los avances, la existencia de una estructura pensada en base a un enfoque integral
hoy está lejos de plasmarse en las políticas existentes destinadas a los jóvenes. El panorama es
complejo conviven múltiples líneas de intervención y dispositivos institucionales, bajo la primacía
de acción en el plano laboral y educativo desde enfoques en tensión entre
derechos/compensaciones y asistencias. Un escenario de acciones estatales fragmentadas que
conviven a menudo en forma yuxtapuesta.
Revisando las características del Programa PROG.R.ES.AR y a poco de comenzar su
implementación, estamos frente a un final abierto donde las preguntas están a la orden del día
¿será este programa un punto de inflexión en materia de políticas integrales, una bisagra hacia
nuevas articulaciones institucionales con continuidad?; ¿es capaz de constituirse como una
alternativa superadora a la lógica sectorial?
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GT10: Trabajo y representaciones laborales La presente ponencia es el resultado de una investigación doctoral en curso desarrollada en el
marco del Programa de Estudios sobre Educación, Juventud y Trabajo (PREJET), la misma se
propone analizar las trayectorias formativo-ocupacionales de jóvenes que participan en el
PJMMT (Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo) y el Prog.R.Es.Ar (Programa de
Respaldo a Estudiantes de Argentina) estudiando la articulación entre las políticas públicas, los
actores intervinientes en las transiciones educación-trabajo y la construcción biográfica que
realizan los propios jóvenes.
Estos programas proporcionan en forma simultánea prestaciones de seguridad económica y
componentes de políticas activas de empleo, con el propósito de generar oportunidades de
inclusión socio-laboral a los jóvenes (de 18 a 24 años) en situación de vulnerabilidad por medio
de acciones integradas que permitan su formación, orientación e inserción en el mundo del
trabajo. En este punto, es importante aclarar que si bien en su gestión cotidiana estos
programas nacionales se articulan, superponen y conviven, la presente ponencia toma como
principal eje analítico el PJMMT, en tanto primera política de empleo activa destinada a este
grupo etario, para a partir de allí reflexionar sobre los desplazamientos que surgen con la
creación en el año 2014 del Prog.R.Es.Ar, focalizándonos en algunas de las articulaciones que
se generan.
En este marco, el objetivo principal es discutir desde la mirada de los agentes estatales e
institucionales el quién, el qué y el cómo de estas políticas: 1) los procesos de
conceptualización de las juventudes, atendiendo tanto las definiciones de los distintos jóvenes
a los que se apunta, así como también las tensiones y contradicciones que subyacen a las
mismas; 2) los diagnósticos sobre los problemas de empleo de las nuevas generaciones a los
que se busca resolver; 3) las estrategias de intervención institucional destinadas a este grupo
etario, haciendo especial hincapié en el componente de orientación socio-laboral. En suma, se
1 Esta ponencia forma parte del proyecto de investigación “Los mundos de la inserción laboral de los jóvenes. Políticas públicas, lógicas de los dispositivos de apoyo a la inserción y trayectorias laborales de los jóvenes” (PICT 2012-0091), dirigido por la Dra. Claudia Jacinto; y del proyecto “Las tramas institucionales en los procesos de inserción laboral de jóvenes en el sector de la construcción de Avellaneda” (UNDAVCYT 2013), dirigido por la Dra. Claudia Jacinto; co-dirigido por la Mg. Ada Freytes Frey.
analiza lo que en estos programas específicos aparece asignado con la categoría “juventud”,
donde emergen complejas significaciones en los modos de nombrarla, comprenderla e
intervenir sobre ella.
Para abordar estos objetivos desarrollamos una estrategia metodológica cualitativa. A través
de la investigación documental (Valles, 1997), sistematizamos información proveniente de
resoluciones ministeriales, documentos programáticos y páginas web oficiales. Asimismo,
realizamos 17 entrevistas en profundidad a funcionarios nacionales y equipos técnicos locales
implicados en la formulación e implementación de estas políticas (directores, coordinadores,
talleristas, tutores y personal de la GECaL). Por último, es importante señalar que este estudio
se inserta en una investigación más amplia que se desarrolla en los municipios de Avellaneda
y La Matanza (Pcia. de Buenos Aires)
La conceptualización sobre la problemática: definie ndo la “cuestión juvenil” Los organismos internacionales, las políticas públicas y las diferentes disciplinas académicas
que abordan la cuestión de la juventud, construyen discursos en relación al sujeto joven y a su
papel en el mundo de la educación y el trabajo. Tales diagnósticos contribuyen a conformar los
enfoques desde los cuales se abordan las problemáticas de escolarización juvenil y su
inserción en el mercado laboral, delineando políticas de intervención y acción en relación al
tema. En este sentido, detrás de toda política pública existe una noción determinada de los
sujetos a quienes se destina y a sus problemáticas concretas; depende de esa noción el tipo de
políticas y programas que se generan.
A partir de los años 2000, se inaugura un cambio de paradigma en la protección social que
involucra una reconfiguración de los sujetos destinatarios de las políticas. En este marco, se
comienzan a delimitar “poblaciones objetivo”, identificadas con aquellos grupos sociales a
quienes no alcanza la mejora de los indicadores económicos de esos años. Así, esta
perspectiva no implica un abandono de las políticas focalizadas, aunque el término en sí
mismo se rechace por su asociación con las políticas neoliberales de los años ‘90; al mismo
tiempo, se promueven políticas universales que conviven con aquellas dirigidas en especial a
poblaciones con menores oportunidades. En el caso analizado, lo anterior se vislumbra con el
desplazamiento que se produce entre el PJMMT y el Prog.R.Es.Ar, ambas políticas orientan
acciones programáticas específicas que tienen como único destinatario a los sectores
juveniles. Si bien se delimitan distintos criterios de selección, convergen al dirigirse a una
determinada franja etaria: los jóvenes de 18 a 24 años de edad2. En este punto, es importante
2 Las principales diferencias residen en los requisitos de acceso que establecen: el PJMMT sólo considera el registro en el trabajo, en tanto que el Prog.R.Es.Ar atiende a la situación familiar; a su vez, difieren en el corte que demarcan respecto a la participación en el sistema educativo formal. Así, en el Prog.R.Es.Ar: a) pueden ingresar jóvenes con secundario completo (para iniciar o retomar estudios superiores); b) pueden participar todos aquellos que posean un empleo formal (mientras que su ingreso no supere tres veces el salario mínimo a nivel individual y/o del grupo familiar).
señalar que aunque se efectúa un uso de ingenierías y metodologías pre-existentes, las
mismas se disponen hacia un grupo poblacional con características diferenciadas.
-Todas las herramientas de promoción del empleo y me jora de la empleabilidad (lo digo
en los términos técnicos) que tiene a disposición la Secretaría de Empleo que se aplicaban a
otras poblaciones, por ejemplo, los Jefes de Hogar, el Seguro por Capacitación y algunos
desocupados con discapacidad, se vino a implementar como una política para una
población vulnerable nueva […]. Lo que pasa es que el propio diseño del PJMMT, trajo
algunas novedades en cuanto a la implementación, entonces, se puso en evidencia la
necesaria interrelación entre las áreas y la necesaria adecuación de todos los programas de la
Secretaría de Empleo para atender la lógica de los jóvenes. No solamente por la población,
porque es una población diferente , tal vez para muchos chicos es el primer trabajo, entonces,
no había trayectoria ocupacional previa o [eran] trayectorias truncas, precarias,
conflictivas, sumado al fracaso escolar … era otra población, entonces, había que empezar
a mirar esa población de otra forma (Verónica, Miembro del equipo técnico de la GECaL).
Sin embargo, la conceptualización del sujeto joven como un actor diferencial, no es un atributo
que compartan todas aquellas personas incluidas bajo esta categoría estadística (Martín
Criado, 1998), al configurarse una denominación de los destinatarios de la política en términos
de “población vulnerable”. En este sentido, “la fundamentación del por qué de este programa
se basó en que encontraron problemas en esa población, entre 18 y 24 años, porque muchos
habían abandonado el colegio y tenían trabajo no registrado” (Fabricio, Miembro del equipo
técnico de la GECaL). Como se evidencia en el fragmento de entrevista precedente, los
jóvenes receptores de estos programas presentan posiciones desventajosas en el campo
educativo-laboral, al estar signadas por el fracaso escolar, la inexperiencia laboral y/o la
actividad informal.
En tanto la “juventud” como tramo de la vida no constituye un grupo homogéneo, se vislumbra
desde los relatos de técnicos y funcionarios programáticos una multiplicidad de situaciones que
involucra como población límite un “núcleo duro” asimilado con los mal llamados “ni-ni”3. La
condición de vulnerabilidad afecta así en particular a los jóvenes de menores recursos, que no
hayan completado el nivel primario y/o secundario de educación formal obligatoria y se
encuentren en situación de desempleo. En este punto, las posibles formas de intervenir en el
empleo juvenil señalan la importancia de llegar a “esa población objetivo que está en lugares
donde hay mucha exclusión, donde hay muchas necesidades” (Guido, Director de la Red de
OEM La Matanza).
-¿Decís que con el PJMMT la prioridad eran los “ni-ni”?
3 Desde los organismos internacionales se suele utilizar esta denominación para hacer referencia a los jóvenes que “ni estudian, ni trabajan” (OIT, 2015). Sin embargo, desde las Ciencias Sociales, han surgido numeras críticas a esta categorización (Feijoó, 2015).
-Era una de las poblaciones duras, si fue prioridad, ese era el espíritu del PJMMT,
poder acercarle posibilidades de inserción laboral y soci al a personas que
están por fuera , vos tenías: jóvenes que trabajan y no estudian; jóvenes que
estudian y no trabajan, porque no consiguen trabajo (están desocupados); y
después tenés jóvenes que no estudian y no trabajan. Nosotros teníamos ese
mapa… los jóvenes que no trabajaban y no estudiaban tratábamos de que
terminen la escuela para que sus condiciones de emp leo mejoren, había que
ayudarlos a conseguir un trabajo mejorando sus posibilidades (Verónica, Miembro
del equipo técnico de la GECaL).
Ahora bien, es importante subrayar que el modo en que se conceptualiza la problemática
juvenil trasluce una mirada tradicionalista centrada en la relación educación-trabajo, que
excluye otras formas de construir la “cuestión juvenil”4. A su vez, esta retórica con la que se
“clasifica” a los jóvenes advierte acerca de una relación lineal entre estas esferas de la vida, las
cuales continúan presentándose como mecanismos clásicos de integración y de enclasamiento
social.
Desde esta aproximación, la noción de institucionalización del curso de vida (Kohli, 2005;
Saraví, 2006) se presenta como una sugestiva categoría analítica -deudora del campo de los
estudios biográficos-, en tanto funciona como un “ideal regulativo” de la secuencia tradicional
de entrada a la vida adulta, a partir de cuyo parámetro se establecen cercanías y lejanías con
las biografías normales. Pese a la emergencia de una nueva temporalidad juvenil, que trasluce
la imposibilidad de constituir las transiciones lineales y acumulativas de antaño, los enfoques
programáticos continúan interpelados por estas perspectivas clásicas que buscan “encauzar”
los rumbos juveniles sin dar cuenta de que su inscripción contextual se ha transformado y que
tampoco ha sido una condición universalizable a todos los sectores sociales5.
En esta orientación adquiere especial importancia el modo en que los actores no juveniles
analizan el pasaje de la educación al trabajo que delinean las nuevas generaciones. Así, en los
sentidos y lógicas de acción que configuran los agentes gubernamentales, se vislumbra una
4 Es necesario advertir que existen múltiples programas orientados a la población juvenil (para un mapeo de las actuales líneas programáticas, véase: Vázquez, 2015). En torno a esta población objetivo confluyen así distintas instituciones que persiguen diversos objetivos, tras los cuales se presenta un conceptualización divergente sobre la juventud. Si bien en la Argentina se ha registrado en los últimos años una evolución favorable de las políticas públicas dirigidas a este grupo etario, predominan aún las políticas desarrolladas por organismos públicos sectoriales que, dentro de sus áreas de incumbencia, toman de manera directa o indirecta a los jóvenes como sujeto/objeto de sus acciones (CEPAL/OIJ, 2008). Estas intervenciones sectoriales se superponen en un mismo grupo de edad focalizándose, por lo general, en los jóvenes más desfavorecidos.
5 En Latinoamérica, el proceso de “institucionalización del curso de vida” se consolidó a través del modelo económico impulsado entre 1930 y 1970. Para el caso argentino, este modelo logró configurar un esquema de movilidad social ascendente y una estructura ocupacional relativamente homogénea, estable y asalariada; donde el mercado de trabajo actuó como mecanismo de integración social, en términos de derechos, estabilidades y protecciones. Sin embargo, tuvo un menor alcance que en los países desarrollados, revelando desigualdades entre distintos sectores sociales.
conceptualización sobre la dificultad que presenta este sector poblacional para ingresar al
mercado de trabajo, relacionado con su falta de formación o bajo nivel educativo. Como
describe el ex Secretario de Empleo:
Los jóvenes de menor nivel socioeconómico y/o de menor formación escolar y/o
sin experiencia laboral, son los que continúan en situaciones de mayor
vulnerabilidad y precariedad en el mercado de trabajo. Para aquéllos,
pertenecientes a este grupo, que lograron obtener un empleo, el nivel de
escolaridad y la ausencia de experiencia laboral operaron como barrera de acceso
a empleos de calidad incorporándose a puestos con deficientes condiciones de
trabajo, de contratación precaria y salarios bajos, limitando fuertemente sus
posibilidades de desarrollo (Deibe, 2008: 202).
En consecuencia, la problemática juvenil se construye en torno a las posiciones a las que
logran acceder los jóvenes en el campo educativo-ocupacional: trabajos mal pagos, de escasa
calificación y en condiciones de informalidad; que se justifican por sus bajos niveles de
instrucción. Como explica una entrevistada del equipo técnico: “los requisitos de las empresas
apuntan a eso, a la experiencia laboral [en un empleo formal] y a lo que es el nivel educativo.
Esos son los dos obstáculos que los chicos tienen para la inserción laboral” (Carla, Miembro
del equipo técnico del PJMMT La Matanza).
El análisis sobre las barreras que dificultan la inserción laboral de los jóvenes involucra no sólo
al equipo técnico programático; sino que también, los jóvenes aparecen representados desde
el ámbito académico, las instituciones gubernamentales y los organismos internacionales como
uno de los sectores poblacionales con mayores dificultades de inserción al mercado laboral. De
allí que, el modo en que se constituye la “cuestión juvenil” se referencia una “problemática
real”6, avalada por los peores indicadores laborales que presentan las nuevas generaciones en
comparación con los adultos, que aparece justificada en los documentos programáticos y
discursos de los funcionarios estatales por informes de la OIT. Estas desiguales posiciones en
el campo laboral se evidencian en los elevados índices de desocupación e informalidad que
presentan los jóvenes, y en sus bajas tasas de terminalidad educativa para los sectores de
menores recursos.
Sin embargo, el modo en que se conceptualiza la “cuestión juvenil” se vislumbra no sólo una
dimensión objetiva que refiere a las ocupaciones que están dentro del horizonte de oportunidad 6 Así, la mirada gubernamental de las políticas públicas supone una interrelación entre el poder, el saber y el sujeto. Podríamos incluso decir que este tipo de intervenciones se inserta en un relato de verdad que funciona como una ficción verdadera en torno al trabajo y la juventud, y que se centra precisamente en la forma del conocimiento científico y los discursos que producen; a la vez que esas producciones de verdad no pueden disociarse del poder y de los efectos que el mismo genera en los sujetos. Entonces, si el vínculo entre juventud y trabajo aparece como un problema social es porque este fue inscrito en lo real a partir de las diversas formas en que es pensado, formulado, construido e intervenido; haciéndolo pensable se vuelve susceptible de ser diagnosticado, calculado, corregido” (Brandán Zehnder, 2014: 40).
de estos jóvenes; sino también una dimensión subjetiva, que involucra aquellos sentidos que
configuran los agentes estatales sobre la forma en que los jóvenes se relacionan con la
educación y el trabajo. Las políticas de empleo para jóvenes aparecen así como un caso
emblemático de la manera en que estos discursos construyen a la juventud desde una
concepción negativizada (Chaves, 2010): la problemática del empleo juvenil se explica
fundamentalmente por la ausencia de “activos” en los jóvenes, quienes se definen en términos
de faltas y carencias; a lo que se le suma “la particularidad de la edad” que se asocia con la
inmadurez, la ausencia de proyección, la escasa motivación e interés.
En el marco de una definición de la juventud vinculada con este reportorio de estigmas,
adquiere una consideración especial la configuración de un diagnóstico sobre la problemática
juvenil en términos de “cultura del trabajo”. Como explican Assusa y Brandán Zehnder (2014),
la cultura del trabajo es entendida desde los actores estatales e institucionales en un doble
sentido: por un lado, se asocia a una serie de hábitos valorados positivamente en el mundo del
trabajo; por otro lado, se vincula a una dimensión moral que subyace a esos hábitos, y que
permite establecer una conexión entre “esfuerzo”, “dignidad” y “legitimidad”, implantando
rupturas con la política de empleo de la década anterior. Es aquí donde se comienzan a
vislumbrar ciertos rasgos “meritocráticos” para la asignación de recursos los estatales, tal como
se refleja en el siguiente cita respecto del PJMMT: “estas políticas hacia los jóvenes de familias
de menores ingresos que no completaron los estudios formales deben […] recuperar la
autoestima apostando a la cultura del trabajo y la educación, volviendo a creer que es posible
construir un proyecto de vida a partir del esfuerzo” (Deibe, 2008: 205).
Desde esta mirada, la ausencia de cultura del trabajo estaría ligada no sólo a condiciones
estructurales de largos períodos de desocupación, donde las nuevas generaciones no
consiguen desarrollar hábitos e incorporar valores vinculados al mismo; sino que además, la
inexistencia de esa cultura es percibida como una consecuencia directa de la “dádiva estatal”
para los sectores populares (Assusa y Brandán Zehnder, 2014). En efecto, la pérdida de una
cultura del trabajo se aleja de la lógica del “esfuerzo” y la “dignidad” del empleo como eje
principal de integración social, presentándose como consecuencia directa de las políticas
asistencialistas de los años ‘90, cuyos hábitos son reproducidos como una “tradición familiar” al
interior del propio hogar. En este sentido, durante el trabajo de campo, los actores estatales
hicieron alusión de forma reiterada a la frase “jóvenes que nunca vieron trabajar a sus padres”.
-A lo que hacemos referencia [con cultura del trabajo] es al hábito, al trabajo
como eje organizador de la vida cotidiana. Si trabajamos con pibes que los
padres fueron producto de la desocupación y la pobr eza masiva de los ‘90 ,
son pibes que se criaron sin ver que su papá todos los días se levanta y se va a
trabajar. Más allá del hecho disciplinador del trabajo, es un eje ordenador y la
piedra fundamental para pensar en lo que es empleo de calidad, los derechos de
los trabajadores y demás (Mara, Miembro del equipo técnico de la GECaL)
Asimismo, el diagnóstico que realizan los agentes estatales indica una “falta de hábitos” por
parte de los jóvenes, que involucra aspectos actitudinales ligados con el respeto a la autoridad,
el cumplimiento de ciertas rutinas laborales, el apego a la normas y el compromiso con la tarea
desarrollada: “nuestra intención es poder acompañar al pibe en el proceso de inserción laboral,
sabemos que es complicado, más porque en algunos casos hay que forzar una lógica también
de levantarse temprano, empezar a cumplir horarios, tener un jefe… el mundo empresarial no
es lo mismo que una changa” (Sofía, Coordinadora OSC especializada en juventud).
-El obstáculo que presentan es la inexperiencia laboral y tratar de adecuarse a
una cultura del trabajo . Esto que decíamos, cumplir un horario o ir a trabajar todos
los días. Esto que quizás para vos es mínimo y que tiene que ver con un orden
propio de la vida, no lo es. Cuesta mucho.
Por ejemplo, todo el tiempo estamos: “chicos, cuando faltan tienen que presentar un
certificado” Y nada, no. Son muy pocos los que pueden responder a ese mínimo
requisito
-¿Y vos qué pensás, con qué background familiar vienen…?
-No vienen con cultura para el trabajo. Cero. No man ejan esa idea de ir a
trabajar todos los días , de responder a una autoridad, de responder a una
empresa, del énfasis del trabajo, de la motivación, de forman parte de un lugar...
del trabajo como identidad propia , generar una identidad propia a través del
trabajo, no. Cada vez menos […]. Nunca hicieron un currículum, nunca buscaron
trabajo. Cuando empezamos a ver los medios de búsqueda laboral, que es una
unidad del CIT, preguntamos quién alguna vez buscó trabajo y la mayoría te dice
que ninguna. Entonces, ¿con qué cultura para el trabajo vienen de la casa?
-Vos decís que no buscaron un trabajo formal, pero han hecho changas
seguramente…
-Sí, pero no porque las buscaron, se les presentó (Jésica, Coordinadora del
PJMMT Avellaneda).
Los sentidos que atribuyen los actores institucionales hacen referencia a una “falta de
proyección” en las nuevas generaciones, donde la disposición a trabajar se caracteriza por una
lógica de “rebusque” dado que los jóvenes no logran conformar un plan de búsqueda y acceso
al trabajo, sino que presentan una propensión a “vivir el día a día”: “el joven quizás no se
proyecta más de una semana, tiene proyecciones cortas, tiene otro tipo de temporalidad”
(Sofía, Coordinadora OSC especializada en juventud). En la relación con otras formas de
generación de ingresos, distanciadas de los rasgos “clásicos” del trabajo (registrado, protegido
y seguro), es que adquiere un lugar preponderante la consecución de diversas “changas” que
conforman los vínculos intermitentes que mantienen los jóvenes con el mundo laboral.
-No todos los chicos buscan trabajo, por más que estén en el PJMMT, muchísimos
jóvenes pasan por ahí pero sus expectativas no están en trabajar […]. Trabajar
en el sentido de obtener un empleo estable, que tenga ciertos compromisos
horarios, cierta regularidad y constancia, eso como expectativa no está en muchos
jóvenes. Sí la changa, sí el rebusque […]. También, hay muchos jóvenes que no
van a los cursos [del programa], que no se vinculan con lo laboral, que lo que
quieren es el plan y que tienen serias dificultades para proyectar su proyecto
formativo-ocupacional en un futuro inmediato (Marcos,
Presidente OSC especializada en juventud).
Por más distanciadas que estas políticas se presenten respecto al período anterior, se observa
que la gestión cotidiana de los programas continúa atravesada por sentidos y prácticas
antagónicas que terminan -en numerosas oportunidades- por responsabilizar al joven de su
situación. No obstante, en el diagnóstico que efectúan los agentes estatales se vislumbran
también causas de origen estructural: “el desempleo juvenil no es una cuestión de cualidades
de los jóvenes […] el desempleo depende de la macroeconomía” (Lucrecia, Ex-coordinadora
operativa del Prog.R.Es.Ar). En este sentido, señalamos la emergencia de un nuevo paradigma
de protección social basado en un enfoque de derechos (Pautassi, 2010), que atiende a la
“cuestión juvenil” a partir de un abordaje integral y como un “asunto del Estado”.
-Pero la verdad es que el joven que se engancha con un proyecto de formación,
con la posibilidad de trabajar, ya es un joven que no es tan vulnerable, por más
que esté en una situación de pobreza. El más vulnerable de todos es el que no la
ve, o sea, el que no ve la salida fuera del barrio y cree que él no puede… ese no la
ve, no por culpa de él, obviamente ¿no? Y el trabajo nuestro como Estado , en
conjunto con las organizaciones sociales, es abrirle los ojos y hacerle entender
que no es un problema individual , sino que hubo un contexto generalizado
durante los ‘90, que llevó a una situación de destrucción de los lazos sociales, de
falta de perspectiva en los jóvenes, que hace que él piense que no puede, que no
le da (Fernando, Ex-coordinador Nacional del PJMMT).
En correspondencia con lo que plantean investigaciones sobre el tema (Barbetti, 2010; Jacinto,
2010; Pérez, 2013), a partir de los años 2000 en los dispositivos conviven diferentes lógicas
que atañen a lo estructural pero también persisten enfoques individualizantes. Aunque se
observan lineamientos de políticas que apuntan a mejorar condiciones estructurales y se
apoyan en la perspectiva de los derechos, en las acciones concretas persisten también
visiones individualizantes de la problemática. En este sentido, el concepto de empleabilidad se
encuentra aún presente en los documentos programáticos; precisamente, detrás de este tipo
de conceptualización “la figura del ‘joven excluido’ se asocia menos a aquellos procesos de
restricción del acceso a derechos que a las imágenes del ‘no estudia-no trabaja’” (Llobet, 2013:
16).
De este modo, los sentidos que construyen los actores estatales e institucionales se
superponen y contraponen en cuanto a sus supuestos y orientaciones sobre la “problemática
juvenil”. La forma en que se nomina a los jóvenes destinatarios de estas políticas deja entrever
así la imbricación de lógicas opuestas, al acudir a nociones diversas tales como “beneficiarios”,
“usuarios” y “sujetos de derechos”. Más aún, como desarrollamos a continuación, si bien a
nivel discursivo existe un reconocimiento en la importancia de atender a condicionantes
estructurales, las propias estrategias de intervención programáticas apuntan a un cambio en
las subjetividades, es decir, a transformar las capacidades individuales de los jóvenes
participantes, sin modificar la estructura social y relacional sobre la que se sustenta y
reproduce la desigualdad (Reygadas, 2004).
El carácter multidimensional del concepto de emplea bilidad
En consonancia con la definición que se realiza de la problemática juvenil, la estrategia de
intervención del PJMMT se orienta hacia la empleabilidad, entendida como las calificaciones,
conocimientos y competencias que aumentan la capacidad de los individuos para conseguir y
conservar un empleo, mejorar su trabajo y adaptarse al cambio, elegir otro empleo cuando lo
deseen o pierdan el que tenían e integrarse más fácilmente en el mercado de trabajo (OIT,
2000). En este punto, no se advierten en la propuesta modificaciones significativas en relación
con el abordaje específico del problema de empleo juvenil, al igual que en la década del ‘90, el
diagnóstico aparece asociado con una baja empleabilidad de los jóvenes. No obstante, el
obstáculo en torno de la inserción laboral fue definido en aquél momento como una carencia
formativa, argumento que se vinculó con el renovado auge de la teoría del Capital Humano que
establecía una relación lineal entre educación-trabajo (Barbetti, 2010). Este enfoque dio lugar a
un programa de capacitación y entrenamiento laboral que buscaba mejorar los atributos
personales de los jóvenes y actualizar las calificaciones que resultaban “obsoletas” para las
nuevas formas de organización y producción (Schmidt y Van Raap, 2008).
Si bien la empleabilidad aparece como una constante en los programas de empleo orientados
a jóvenes, se observan algunos matices y variaciones en el nuevo milenio. De acuerdo a
Jacinto (2016), en el marco de un enfoque de protección social integral, la concepción sobre la
empleabilidad adquiere un carácter multidimensional que abarca servicios de orientación socio-
laboral, finalización de los estudios formales, entrenamientos laborales (vulgarmente conocidos
como "pasantías"), capacitación laboral, emprendimientos productivos, etc. A lo que se le suma
también la articulación intersectorial con otras políticas públicas, que resulta un elemento clave
para el análisis.
Así, el propio concepto de empleabilidad difiere. Los enfoques revelan una concepción más
restringida o amplia, que comprende desde competencias mínimas para desempeñarse en un
empleo hasta el reconocimiento de saberes y competencias esenciales para desenvolverse en
la vida social y ciudadana (Jacinto, 2008). En este sentido, en la formulación del PJMMT se
trasluce un enfoque innovador donde ya no se piensa que la inserción laboral está garantizada
sólo a través de la incorporación de capital educativo, bajo la forma exclusiva de saber hacer,
sino que se incluye también la formación en hábitos, comportamientos y disposiciones que
conforman el saber ser requerido por el mundo laboral actual. Es decir, mientras el primero se
relaciona con la obtención de habilidades técnicas; el segundo, se vincula con el desarrollo de
habilidades personales, tales como la autoestima, la responsabilidad, la sociabilidad, los
valores y la capacidad de escuchar, comunicarse y relacionarse con los demás, entre otras
(CINTERFOR/OIT, 2005).
En esta búsqueda por elevar la empleabilidad juvenil, se le otorga una relevancia prioritaria y
estratégica al componente de terminalidad educativa, como requisito fundamental para
insertarse al mercado laboral. De este modo, desde los años 2000 se suman dentro las
políticas de empleo iniciativas de carácter educativo, al brindar oportunidades de finalización
de la escolaridad formal7. Estas iniciativas representan, según argumenta Jacinto (2010), un
quiebre con las tendencias de las décadas pasadas que responde a los requerimientos
mínimos del mercado de trabajo respecto a las titulaciones educativas que resultan “necesarias
aunque no suficientes”. En estos términos, en la promoción de la mayor permanencia en la
escolaridad de los jóvenes se conjugan sentidos divergentes en tanto representa una inversión
al mismo tiempo que aparece como un principio universal, amparado por la obligatoriedad del
nivel secundario y visible en que en el caso de aquellos jóvenes que tienen pendiente aún su
culminación son derivados a dicha prestación.
-El programa es un programa de capacitación . La idea y el objetivo principal del
programa siempre fue el mismo: que los jóvenes puedan terminar sus estudios
formales ¿no es cierto?, primario y secundario. Ese fue el objetivo principal
porque se considera que hoy por hoy es el techo para una inserción en el
mercado laboral , una inserción más efectiva, digamos. Entonces, ese siempre fue
el objetivo. Lo que pasa es que no es lo único que el chico puede hacer una vez
que sea beneficiario del programa, ¿sí? De hecho, nosotros podemos
acompañarlo al joven a que termine y complete su ciclo formal y después no es
que queda expulsado del programa, sino que sigue con sus capacitaciones. No
sólo le damos el medio para que termine la escuela, los estudios formales, sino
7 Es importante señalar la complementariedad que se establece entre ambos programas, al buscar dar apoyos acumulativos para la inclusión socio-laboral de los jóvenes. En efecto, nuevas formas de protección social se suman, ampliando derechos; en especial, uno de los principales avances refiere a la extensión de la terminalidad educativa hasta el nivel superior que se efectúa con el surgimiento del Prog.R.Es.Ar.
que brindamos cursos de formación profesional, opciones de que hagan
entrenamientos públicos o privados, posibilidades de que hagan un
microemprendimiento y demás. Digamos, si bien el objetivo es que terminen los
estudios formales, ese no digamos que es el techo. El joven puede seguir
capacitándose dentro del programa (Jésica, Coordinadora del PJMMT
Avellaneda).
En efecto, desde el discurso de los agentes estatales se sostiene que “el programa apunta a
calificarte para conseguir un trabajo”. La promoción de la mayor permanencia en la escolaridad
de los jóvenes se complementa así con la tendencia a brindar oportunidades de formación
ocupacional, en tanto ambos componentes se presentan en el diseño programático como las
principales estrategias de intervención. Si bien las prestaciones disponibles sobrepasan la
instrucción formal y la capacitación laboral, su común denominador es que todas ellas
funcionan como instancias formativas que no garantizan necesariamente la inserción en un
empleo de calidad. Este punto es subrayado fervientemente por los agentes estatales al
argumentar que el objetivo es aumentar la condiciones de empleabilidad, lo cual termina
asimilándose con brindar un conjunto de “herramientas” que están condicionadas al uso
“potencial” que de ellas hagan los jóvenes para alcanzar su integración en el mercado laboral.
-La oficina de empleo, su función principal, es trabajar con las personas
desocupadas tratando de aportar herramientas para que eleven su nivel de
empleabilidad […]. Ahora, a ese empleo en sí lo va a poder conseguir después en
la propia área de las oficinas que se encargan de trabajar con las empresas, para
que las empresas pidan personal a través nuestro y así den oportunidades de
trabajo a las personas que tenemos en nuestras bases de datos; o por su
búsqueda personal a través de todos los medios que puedan haber de búsqueda
de empleo. Pero, en realidad, se tiende a confundir que si viene una persona
que no tiene empleo, sale con empleo . No, digamos, tampoco ese es el rol de
un servicio público de empleo, un servicio público de empleo es esto, es trabajar
con la persona desocupada con toda su historia previa, sus capacidades previas, y
ver cómo podemos trabajar con distintas herramientas para que esa persona
tenga muchas más chances de conseguir un trabajo (Guido, Director de la Red
de OEM La Matanza).
-Nunca fue un Programa de inserción laboral, es un P rograma de
mejoramiento de la empleabilidad , eso en primer lugar. Sí, lo que quedó muy
claro es que la problemática es la entrada y salida del mercado laboral, y de
conseguir un empleo de calidad, que una cuestión de desempleo , me parece
esa es la problemática que quedó clara. En ese sentido, esa rotación en el
mercado laboral hace que uno necesariamente tenga que tener cierta flexibilidad
para permitir la entrada y salida de los jóvenes , y no hacer cosas demasiado
largas o que vayan certificando para que los jóvenes puedan ir cumpliendo etapas,
más allá que salgan del programa (Fernando, Ex-coordinador Nacional del
PJMMT).
Las herramientas otorgadas buscan adaptarse al contexto laboral actual, donde las prácticas
ocupacionales de los jóvenes se caracterizan por su flexibilidad, reflejo de la elevada tasa de
rotación que sobrerrepresenta a este grupo etario en el mercado de trabajo. El conjunto de
servicios brindados a los jóvenes busca fortalecer así habilidades, competencias y
calificaciones laborales para promover su inserción en empleos de calidad, al mismo tiempo
que mejorar las condiciones de empleabilidad desarrollando la adaptabilidad de los jóvenes a
fin de poder “venderse” en un mercado cada vez más competitivo e incierto. Por consiguiente,
ya no se busca formar para un empleo; los saberes técnicos en torno a un puesto laboral seden
su lugar a una dimensión actitudinal, que comienza a reformular el concepto de empleabilidad
en términos subjetivos al destinarse a la formación de disposiciones, hábitos y actitudes para el
trabajo, antes que a una función estrictamente capacitadora vinculada con el desarrollo de
competencias técnicas.
-El espíritu del programa es capacitarlos, brindarles las herramientas para
mejorar la empleabilidad . Puede sonar a frase sobre-escuchada pero tiene que
ver con eso, apunta a eso, digamos. Todas las patas del programa apuntan a
mejorar la empleabilidad de los jóvenes, teniendo en cuenta que por ahí vienen de
familias donde la cultura de trabajo no es el eje principal de la cotidianeidad
familiar (Mara, Miembro del equipo técnico de la GECaL).
Siguiendo a Soldano (2009), todos los programas sociales se estructuran y fundamentan a
partir de los efectos que deben lograr sobre la vida de sus “beneficiarios”. En este sentido, el
modo en el que se diseñan las estrategias de intervención político-institucional no puede
escindirse de la conceptualización sobre la “cuestión juvenil” que, en el caso analizado, se
construye como una cuestión esencialmente subjetiva. En el marco de una definición de la
juventud vinculada a su baja empleabilidad, en el apartado anterior señalamos que se configura
un diagnóstico en términos de falta de “cultura del trabajo”. De este modo, dicha problemática
plantea desafíos a las mediaciones institucionales, que se alejan de los enfoques más clásicos
del capital humano, para diseñar formas de intervención que actúen sobre las subjetividades.
Surge así un énfasis en la orientación como un elemento clave vinculado a las políticas activas
de empleo juvenil, que busca intervenir sobre las actitudes y disposiciones de los jóvenes hacia
el trabajo. Esta medida innovadora constituye un aspecto fundamental del PJMMT, que se
desarrolla a través de un curso de orientación e inducción al mundo del trabajo.
Las estrategias de intervención institucional: en b usca de un proyecto formativo-
ocupacional
El Prog.R.Es.Ar y el PJMMT se plantean como respuestas institucionales diferentes a las
intervenciones públicas precedentes, presentando un enfoque novedoso que hace hincapié en
la activación de las juventudes. En primer lugar, como advierten las entrevistas al equipo
técnico, el aspecto central es que los jóvenes deben realizar alguna actividad para recibir un
incentivo económico (no remunerativo) a cambio. De este modo, se establece un
distanciamiento entre el “plan” y el “programa”, donde el estímulo económico está
“condicionado” al cumplimiento de ciertos requisitos, contraponiéndose el modelo de asistencia
social que percibe al beneficiario como “un sujeto pasivo” por otro que concibe a los jóvenes
como “sujetos de participación, de opinión y de toma de posición”.
-El programa viene a enfrentarse con lo que está instalado desde hace muchos
años: cobrar un plan. El plan tiene como cambio no hacer nada . Entonces este
programa lo que hace es barrer esa imagen que está muy instalada, muy
fuertemente, de que sin hacer nada vos podés recibir una ayuda económica. Viene
a sacar un poco eso de eje y a tratar de transmitirle al joven que vos podés tener
una ayuda económica pero, siempre y cuando, te capacites, hagas algo a cambio
de eso. De hecho, los jóvenes para que perciban la ayuda económica, tienen que
estar vinculados siempre a algo. A algo, me refiero a una prestación: tienen que
estar haciendo la escuela, un curso de formación profesional, un entrenamiento,
un CIT, un curso de empleabilidad o un curso de apoyo a la búsqueda de empleo.
Bueno, hay muchas prestaciones que pueden hacer. Pero para percibir la ayuda
económica siempre tienen que estar haciendo algo (Jésica, Coordinadora del
PJMMT Avellaneda).
-La idea es convencerlos de que sigan estudiando y se capaciten. Este no es un
plan que te pagan por hacer nada, o sea, no es el “plan de los vagos” , como lo
suelen nombrar en la tele ¿viste?... Enseñarles a ellos que no es un plan que el
Estado les va a tener que pagar siempre, sino que es una posibilidad de una
capacitación y una beca para que ellos progresen . Es una beca -por un lapso
de tiempo- para que le saquen jugo, puedan progresar y tener un mejor perfil de
ellos mismos… presentar un currículum con un montón de experiencias de cursos
y de prácticas laborales. O sea, no para que el Estado los viva manteniendo, sino
para que ellos vean lo favorable que es este programa para su futuro (Virginia,
Subcoordinadora del PJMMT La Matanza).
En este marco, se comienza a configurar un cambio en los ejes conceptuales para abordar los
problemas de la inserción laboral de los jóvenes: de las “necesidades de capacitación” hacia
las “disposiciones al empleo”. Vinculado a una lógica de activación, la orientación pasa a ser
así una de las medidas clave de las políticas de empleo, de la mano de las concepciones
basadas en “dar herramientas para el manejo de la propia trayectoria” (Jacinto 2010: 139).
Este componente se fue consolidando dentro de la línea programática analizada, apareciendo
como un tipo de intervención que abarca desde un carácter puramente instrumental hasta la
búsqueda de una orientación más integral, por medio de un fortalecimiento de las
subjetividades. En efecto, no sólo aborda aspectos ligados con la formación actitudinal, sino
que también busca incidir sobre otros aspectos subjetivos centrados en el fortalecimiento de la
autoestima y el desarrollo de habilidades comunicacionales e interaccionales para el mundo
laboral (Jacinto y Millenaar, 2012; Gutiérrez y Assusa, 2016).
El Curso de Introducción al Trabajo (CIT) 8 se presenta como el único componente obligatorio,
al constituirse en el eje y la puerta de entrada del programa. Cada participante inicia su
vinculación a través de un proceso de orientación e inducción al mundo del trabajo, donde se
desarrollan aprendizajes vinculados tanto con la elaboración de currículums vitae, la
disposición de herramientas para la búsqueda de empleo, el buen desempeño en entrevistas
laborales; como también conocimientos sobre los derechos y deberes del mercado de trabajo
e, incluso, la configuración de un “proyecto formativo-ocupacional” por parte de los jóvenes
participantes.
Este último módulo adquiere especial importancia en los objetivos programáticos, al buscar
impulsar la “pro-actividad” del joven, quien debe hacer una reconstrucción de sus experiencias
laborales y saberes adquiridos para a partir de allí configurar un perfil ocupacional adecuado
para insertarse al mercado de trabajo. Este modo de intervención implica la realización de un
proceso de “autoconocimiento” o “autoanálisis”, donde los participantes desarrollan estrategias
de evaluación sobre sí mismos que posibiliten identificar sus fortalezas y asumir sus
debilidades personales, al mismo tiempo que tender una mirada reflexiva sobre las
oportunidades y limitantes del entorno. Como apunta el equipo técnico a cargo de la ejecución
de este componente, durante el curso se busca así dar “voz a los jóvenes”, poner en valor
saberes, competencias y trayectos laborales invisibilizados, muchas veces ocultos, al
desarrollarse al interior del propio hogar:
-En esos meses, trabajar esas cuestiones para que el joven proyecte un
trayecto posible en su contexto productivo y sus po sibilidades reales
también , de acuerdo a las capacidades y trayectorias que haya realizado […]. La
formación de un proyecto ocupacional, permite mejorar la autoestima de los
jóvenes; llegan al programa diciendo que “no saben hacer nada”, “les viene
bien cualquier trabajo” . Es un espacio donde el joven puede concebir los
saberes incorporados, previos, ya que muchas veces trabajan con sus padres y no
8 Es a través de ese módulo que cada beneficiario define qué otras prestaciones tomar y construye así su proyecto formativo-ocupacional como mecanismo de inclusión socio-laboral. Este curso introductorio está compuesto por cuatro talleres: Proyecto Formativo y Ocupacional; Derechos y Deberes de los trabajadores; Condiciones de Trabajo y Salud Ocupacional; Alfabetización Digital. Tiene una duración de 130 horas, a lo largo de 3 meses, y cuenta con el acompañamiento de una tallerista -a cargo de su dictado- que ayuda a los participantes a detectar estrategias adecuadas para planificar y desarrollar un camino de búsqueda, formación y acceso al empleo. A diferencia del PJMMT, donde este componente se presenta como obligatorio, en el caso del Prog.R.Es.Ar es de carácter optativo.
conciben esa tarea como un trabajo (Carla, Miembro del equipo técnico del
PJMMT La Matanza).
De acuerdo con la normativa, la formulación del proyecto ocupacional implica un recorrido cuyo
punto de llegada es que cada joven pueda definir -en función de sus expectativas- las metas y
la ejecución posterior de un itinerario planeado que busque hacer puentes con el trabajo. Esto
conlleva la realización “selectiva” o “acumulativa” de otras prestaciones, en concordancia con
el carácter integral que subyace a la política. Así, esta estrategia de subjetivación sienta sus
bases en un diagnóstico orientado por la noción de individualización. Precisamente, el
programa impulsa la gestión de las trayectorias por parte de los jóvenes, quienes deben
configurar sus recorridos de acuerdo a los propios contextos, experiencias e intereses. Si bien
las prestaciones se presentan como acciones integradas, las trayectorias que despliegan cada
uno de los participantes son particulares. Por consiguiente, es el joven quien carga de un
sentido al “programa institucional”, delineando un itinerario específico por sus distintos
componentes:
-Es lavarles la cabeza para que ellos caigan que esta es su vida, si no sale de
ellos prepararse y luchar, no se puede. El Estado no puede hacer todo. Entonces
para que tomen conciencia de que esto es exclusivamente para ellos. No es venir
y cumplir las horas, porque las tenés que cumplir para cobrar. Es venir y cambiar
tu mentalidad, ponerte vos mismo tu meta y tu proye cto con la ayuda de los
talleristas , ¿no? (Virginia, Subcoordinadora del PJMMT La Matanza).
Para alcanzar la construcción del proyecto formativo-ocupacional que los inserte en el mundo
laboral, surge como un pilar de los programas la importancia de intervenciones personalizadas
y de procesos de acompañamiento a lo largo del recorrido que realizan los jóvenes por estos
dispositivos. Así, en este proceso cada joven cuenta con la asistencia de un tutor que es
responsable de acompañarlo y derivarlo a las distintas actividades a lo largo de su
permanencia en el programa. Ahora bien, a diferencia de lo establecido en la “letra”, en la
implementación el CIT aparece como la única instancia colectiva donde el equipo técnico logra
un mayor acercamiento al joven. Luego de ese módulo introductorio, los participantes
desarrollan un trayecto más individualizado, diseminándose por un conjunto variado de
instituciones que participan como prestadoras de los servicios de empleo, lo cual dificulta una
intervención personalizada. Esta debilidad en los procesos de acompañamiento se agudiza con
la masificación del programa, al conducir a que adquiera una mayor relevancia las tareas
administrativas frente a los roles de orientación y contención que deberían realizar los tutores.
Palabras finales
A lo largo de la ponencia intentamos vislumbrar cómo las juventud(es) -en particular,
provenientes de sectores “vulnerables”- se constituyen en una categoría en disputa por su
significación e intervención. Esta conceptualización no está exenta de conflictos y
desplazamientos; no sólo aparece medida por diversos discursos y estrategias de intervención
sino que también se complejiza a partir de articulaciones programáticas.
De este modo, es interesante observar la multiplicidad de representaciones sobre la juventud
que hacen los propios agentes estatales y la caracterización de las barreras que afectan a su
inclusión social y laboral. Por un lado, se confiere a lo juvenil una amplia gama de rasgos
positivos, que reconoce a los jóvenes como actor y sujeto de derechos; siendo los dispositivos
los soportes que facilitan el acceso a activos que les permiten una mayor autonomía y
recuperar la autoestima. Por otro lado, desde los discursos y las instituciones se estigmatiza a
la juventud: se vincula a los jóvenes con falta de cultura de trabajo, el desinterés y el poco
disciplinamiento en el estudio o el trabajo. Esta representación estigmatizada esconde tras de
sí un conjunto social muy heterogéneo, que hace referencia a aquellos jóvenes de grupos
socioeconómicos vulnerados, con baja educación formal y carentes de capital social.
En este punto, se despliega el carácter paradójico de un proceso donde la subjetividad de los
jóvenes emerge como una madeja biográfica susceptible de ser intervenida, orientada y
regulada por diversas instituciones; a la vez, que se realizan llamados al ejercicio de la
responsabilidad individual: cada uno de los participantes tiene que explorar y conformar su
propio proyecto de vida. En última instancia, como señalan Serrano Pascual y otros (2012),
estos nuevos paradigmas de activación, en general, y de orientación, en particular, presentan
al Estado social como un Estado terapéutico; a las políticas sociales como cruzadas contra la
dependencia, que es visualizada una patología moral; y a los técnicos de orientación del
programa como ingenieros de la subjetividad, cuyas prácticas se dirigen a la promoción de la
empleabilidad y adaptabilidad de los jóvenes a fin de poder “venderse” en un mercado cada
vez más competitivo e incierto.
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