Acerca del Uso Práctico de la Teoría Hans Jonas Filosofía y Tecnología (Mitcham y Mackey, Eds.)
Acerca del Uso Práctico de la
Teoría
Hans Jonas
Filosofía y Tecnología
(Mitcham y Mackey, Eds.)
I
“Es patente que toda ciencia es buena, puesto que la bondad de una cosa
es aquello según lo cual la cosa alcanza la perfección de su ser, y esto es
lo que toda cosa busca y desea. Por tanto, como quiera que la ciencia es
la perfección del hombre en cuanto hombre, tenemos que la ciencia es el
bien del hombre. De los bienes, algunos merecen estimación, a saber,
aquellos que son útiles en orden a un fin: estimamos al caballo porque
corre bien; algunos merecen incluso honores, a saber, aquellos que son
por sí mismos, toda vez que tributamos honores al fin. De las ciencias,
unas son prácticas y otras especulativas, y las primeras se distinguen de
las segundas en que son a causa de la obra, mientras que estas últimas
son por sí mismas. Y por ello, de entre las ciencias las especulativas son
buenas y merecen honores, mientras que las prácticas únicamente
merecen estimación” (Santo Tomás comentando a Aristóteles)
I
“Dirijo a todos esta importante advertencia general: que tengan en
cuenta cuáles son los verdaderos fines del saber y que no lo busquen para
entretenimiento del espíritu o para disputar o para sentirse superiores a
otros [...] sino para utilidad y provecho de la vida, y que lo perfeccionen
y administren con amor al prójimo [del matrimonio del espíritu con el
universo] pueden surgir ayudas para el universo y toda una descendencia
de invenciones que quizá puedan vencer y superar las necesidades y
penas [the necessities and miseries de la humanidad [...] Pues la tarea
que tenemos ante nosotros no es procurar la mera felicidad de la
especulación, sino atender a los asuntos reales de la humanidad, velar
por la bienandanza del género humano y fomentar toda capacidad de
actuar [...] Y así, esos fines gemelos, el saber del hombre y el poder del
hombre, son en realidad uno solo”. (Francis Bacon)
I
• Hay una disputa sobre los objetivos del saber: el saber
teórico sobre el práctico o al revés
• Tomás y Bacon están hablando de dos cosas diferentes:
dado que asignan al saber fines distintos, están hablando
en realidad de tipos distintos de saber, que a su vez tienen
como objeto distintos tipos de cosas
• Tomás: Las ciencias «teóricas» (especulativas) a que se
refiere se ocupan de cosas inmutables y eternas, a saber,
de las primeras causas y de las formas inteligibles del ser,
que precisamente debido a su inmutabilidad sólo se pue-
den contemplar y no pueden ser objeto de una acción por
nuestra parte: de ellas sólo hay theoria en el estricto
sentido aristotélico del término.
I
• Las «ciencias prácticas» no son «teoría», sino «arte»: un
saber acerca de la modificación de lo modificable con
arreglo a un plan. Este último saber surge de la
experiencia, y no de la teoría o de la razón especulativa
• El papel directivo que la teoría puede asumir respecto de
las artes no consiste en fomentar la invención de estas ni
en idear sus métodos, sino en iluminar al usuario de las
mismas para que así utilice esas artes sabiamente, esto es,
en la medida correcta y para los fines correctos
• Lo mejor es la continua actividad del pensar mismo, en la
cual es donde el hombre es más libre
I
• Las «necesidades humanas» son lo primero en el esquema
de Bacon.
• La naturaleza de la teoría debe ser transformada hasta tal
punto que arroje como resultado «modelos e instrucciones
para las obras» e incluso tenga como su auténtico objetivo
«la invención de las artes», y por tanto sea ella misma un
arte inventiva
• Sin embargo, sigue siendo teoría, dado que es el
descubrimiento y la explicación racional de causas
primeras y de leyes racionales
I
• Coincide con la teoría clásica en que tiene por objeto la
naturaleza de las cosas y el conjunto de la naturaleza.
Pero es una ciencia tal de las razones y de las leyes, o una
ciencia de tales razones y leyes, que otorga la posibilidad
de «dar órdenes a la naturaleza en su obrar»
• La teoría suministra instrucciones para la acción porque
primero ha sorprendido a la naturaleza «en acción»
II
• ¿Para qué se usa algo?
• Ambas posiciones tienen un terreno común: una vez que se
supone garantizada la mera conservación, el sufrimiento o
la miseria implican el fracaso de la vida buena, por lo que
la eliminación de esos dos estados comporta una mejora,
de modo que tanto para Aristóteles como para Bacon el
objetivo último de todo obrar que vaya más allá del
mínimo necesario para la autoconservación es la «vida
buena» o la felicidad del hombre
• El terreno común a Bacon y Aristóteles es que el «para
qué» de todo uso, incluido el del saber, es la felicidad. Pero
una felicidad de la humanidad
II
• Si la teoría tiene una utilidad remota más allá de su propia
realidad, y con ello contribuye a una felicidad más
«humana» esa utilidad consistirá, como ya dijimos, en la
sabiduría que concede a la persona para dirigir su vida en
general, así como en el nivel de comprensión de todas las
cosas —incluidas las más vulgares— desde la cumbre de la
especulación al que le permite acceder
• Para Bacon y sus seguidores, la utilidad del saber reside en
los «frutos» que produce en nuestro comercio con las
cosas vulgares, esto es, habituales. Para dar ese fruto, el
saber mismo debe ser un saber acerca de las cosas
vulgares, y no derivativamente, como lo era la teoría
clásica, sino primariamente y antes de que se haga práctico
II
• El saber solamente podrá liberar al hombre del yugo de la
necesidad si sale al paso de esta última en el terreno
propio de ella y gana libertad para el hombre poniendo a
las cosas en poder de este
III
• Para que los efectos del saber sobre el estado del hombre
sean benéficos, ese saber debe ser “desarrollado y
administrado con amor el prójimo”
• Quien dirija en cada caso el curso y administre el uso de la
teoría debe llevar en su corazón las necesidades y las
penas de la humanidad
• La moderna actividad teórica, muy lejos de ser un uso del
ocio, es esfuerzo y parte de las fatigas comunes de la
humanidad, por placentera que pueda llegar a ser para el
que se esfuerza en ejercerla.
III
• Por tanto, la necesidad del amor al prójimo o de la
benevolencia en el uso de la teoría se debe al hecho de
que el poder, por su naturaleza propia, es poder tanto
para el mal como para el bien.
• Ese amor al prójimo tiene que provenir de una fuente
situada más allá del saber proporcionado por la propia
teoría
• Se puede comparar la responsabilidad expresada en el
retorno del filósofo a la caverna y la caritas o compasión
de Bacon
III
• En la teoría en sentido platónico tanto la actividad como
su objeto son nobles, la teoría misma constituirá para sus
adeptos una fuente de benevolencia en cualquier posible
participación suya en la vida activa.
• Una actuación no benevolente estaría en contradicción
con la luz de que participan en virtud del saber supremo.
En cambio, entre los conocimientos de la ciencia natural y
su potencial uso no benéfico no existe esa contradicción
• Si bien en el esquema de Platón el "descenso” a la vida
activa no tiene lugar por inclinación, sino por deber, y el
Estado puede forzar en primera instancia a cumplir ese
deber, su más alta sanción procede del objeto mismo de la
contemplación, esto es, del “bien”
III
• Finalmente, la actuación que el filósofo despliega en la
caverna tras regresar a la misma ya no es la de administrar
las cosas, sino que se ocupa de ordenar la vida de los
hombres. Con otras palabras, no es técnica, sino política,
y está informada por la contemplación del orden que reina
en el mundo inteligible
• Frente a ello, la teoría moderna no se basta a sí misma
para dar origen a la cualidad humana que la hace ser
benéfica. Que sus resultados se pueden separar de ella y
se pueden entregar para su uso a agentes que no hayan
tenido participación alguna en el proceso teórico, es solo un
aspecto de la cuestión.
III
• Su propia ciencia no hace que el científico esté más
cualificado que otros para reconocer el bien de la
humanidad, ni mejor dispuesto para preocuparse de él. La
benevolencia y la responsabilidad deben ser suscitadas
desde fuera, a fin de que puedan servir de complemento
al saber proporcionado por la teoría: no surgen de la
teoría misma
III
• La benevolencia (la buena voluntad) es insuficiente por sí
misma para garantizar un uso benéfico de la ciencia. Como
inclinación habitual a abstenerse de dañar —como una
general bondad, por tanto—, la benevolencia es
naturalmente tan imprescindible en este contexto como
en todas las situaciones en que pueda hallarse el hombre.
Pero en sus aspectos positivos la buena voluntad es
volición del bien, por lo que debe estar informada por un
concepto de qué sea el bien
IV
• Hablamos de usar cuando utilizamos algo como medio para
un fin. Al igual que el fin es diferente del medio, también
el medio es diferente de su utilización. Es decir, el medio
goza en sí mismo de una existencia precedente, y seguiría
siendo lo que es aunque nunca fuese utilizado.
• Es dudoso que esto se pueda decir plenamente también de
la teoría, o de toda teoría, en relación con su posible
utilización. Pero cuando hablamos del uso de la teoría al
menos podemos conceder que la teoría, sea cual sea el
uso que se le dé, es también algo en sí misma
IV
• Algunas cosas, si bien poseen un ser propio sustancial,
basta que lo posean para que existan ya desde el principio
como medios. Una herramienta, por ejemplo, debe su
pura existencia a un fin situado más allá de ella misma,
para el que fue ideada y producida. Cuando no se le da
ese uso, marra su razón de ser. Ejemplo: martillos, sillas
• A otras cosas la utilización se les añade, por así decir, en
virtud de una ocurrencia posterior del usuario: para ellas,
el uso es contingente y externo al ser que poseen por
derecho propio e independiente. Ejemplo: cosas
naturales, como los caballos y los ríos
IV
• Mi tesis es que para la teoría moderna su utilización
práctica no es contingente, sino enteramente esencial, o
que la ciencia de la naturaleza es tecnológica por su
propia esencia
• Estamos aquí ante una escala que desciende de lo general
a lo específico, de lo simple a lo compuesto y al mismo
tiempo de la teoría a la praxis, la cual es la composición en
persona
• Al primer tipo de teoría podemos denominarla ciencia
propiamente dicha, como por ejemplo la física teórica. Al
segundo tipo, que se deriva del primero lógicamente
(aunque no siempre de hecho), vamos a darle el nombre de
ciencia técnica o aplicada
IV
• En el primer nivel, el de la ciencia pura, la predicación es
categórica; A es P, B es P... En el segundo estadio, el de la
ciencia aplicada, la predicación es hipotética: si queremos
que se dé P, tendremos que poner A o B...
• Es en este campo de la formulación de juicios concretos
donde tiene su lugar propio el uso práctico de la teoría. De
ello se sigue que el uso de la teoría no permite teoría
alguna de sí mismo
• Por esta razón negaba Aristóteles que pueda haber ciencia
de la política y de la ética práctica: el dónde, cuándo, para
quién... no se puede reducir a principios universales. Así,
hay teoría y uso de la teoría, pero no teoría acerca del uso
de la teoría.
V
• Acerca de la formación de teorías
• Las «imágenes o símbolos» que se forman y utilizan no lo son de los
objetos externos inmediatos, como las rocas y los árboles, ni siquiera
de categorías enteras o tipos universales de esos objetos, sino que son
símbolos de los productos residuales de un análisis especulativo de los
objetos dados y de sus estados y relaciones
• Son productos residuales que no admiten otra representación que la
simbólica, pero de los que sin embargo se supone hipotéticamente que
subyacen a los objetos, y posteriormente se tratan como -objetos
externos- en sustitución de los objetos originales
• El análisis es la característica que distingue la investigación física
desde el siglo XVII, concretamente el análisis de la naturaleza eficiente
en sus factores dinámicos más simples
V
• El análisis es la característica que distingue la investigación física
desde el siglo XVII, concretamente el análisis de la naturaleza eficiente
en sus factores dinámicos más simples
• El método analítico presupone por tanto una reducción ontológica
original de la naturaleza que precede a la aplicación a la misma de las
matemáticas o de otras formas simbólicas
• Las matemáticas, una vez que se les ha entregado para que trabajen
sobre ellos los productos residuales de esta reducción (más
exactamente: sus valores medidos), pueden ponerse manos a la obra y
reconstruir a partir de ellos los fenómenos complejos de una manera tal
que pueda llevarnos, más allá de los datos de experiencia originales, a
hechos hasta entonces inobservados, o que todavía no se han dado, o
que hemos de producir nosotros
• Estos tres casos son los del descubrimiento, la predicción y las
indicaciones técnicas, respectivamente