GACETA UNAM | 13 de febrero de 2017 • 3 ACADEMIA PATRICIA LÓPEZ A prender de manera horizontal, compartiendo computadoras, mesas de trabajo y pizarrones en los que se puede interve- nir y cuestionar, es posible en el aula del futuro, un proyecto de la UNAM en el que la tecnología es un instrumen- to de la educación. En ella, la tecnología no viste al salón de clases de modernidad y herramientas atractivas para los alumnos; va más allá y ensaya nuevas formas de enseñar y apren- der, basadas en espacios de colaboración. Usa dispositivos electrónicos (tabletas, computadoras, pizarrones electrónicos y muros colaborativos) como una manera de compartir el conocimiento. Innovación pedagógica La tecnología, base del aula del futuro Se aprende a trabajar en equipo, a cues- tionar al maestro, a mejorar el trabajo del compañero, a ser ciudadano participativo. “Se llama aula del futuro porque se trata de imaginar nuevos procedimientos de enseñanza-aprendizaje, y en esos nuevos ambientes cómo se vería la tecnología”, resumió Fernando Gamboa Rodríguez, investigador del Centro de Ciencias Apli- cadas y Desarrollo Tecnológico (CCADET) y coordinador del proyecto. “No es un proyecto tecnológico sino educativo, y además es aspiracional pues nunca llegamos al futuro, siempre es- tamos caminando con nuevas ideas y propuestas; es una utopía que sirve para caminar”, argumentó. La escuela, nuevo punto de encuentro Con distintas instituciones educativas (de preescolar hasta el posgrado), Gamboa y su equipo multidisciplinario ayudan a de- finir esos nuevos espacios, como salones de clases, bibliotecas, salas de reuniones, laboratorios (de ciencia y arte) y repositorios. “Proponemos qué dinámicas e interac- ciones entre los alumnos y el profesor pueden establecerse, pues queremos hacer de la escuela un nuevo punto de encuentro, donde el aprendizaje sea más significativo”, dijo el experto en diseño y evaluación de espacios educativos enrique- cidos con tecnología y doctor en Ciencias de la Computación por la Universidad de París 11, en Francia. Sin rigidez ni alineada, el aula del futuro es esencialmente flexible. Fun- ciona entre iguales, así que tiene mesas modulares que se separan o unen en una más grande (redonda o cuadrada) y una superficie interactiva en la que los estudiantes y el maestro pueden com- partir ejercicios y experiencias, no sólo trabajar en su computadora personal. También hay un muro colaborativo, que sustituye al pizarrón y al que puede accederse desde el asiento del alumno. “Se trata de no ser rígidos, de cuestionar y cooperar, de poner la tecnología al ser- vicio de la educación”, concluyó. Gamboa Rodríguez actualmente coor- dina proyectos junto con la Secretaría de Comunicaciones y Transportes; el Instituto Latinoamericano de la Comunicación Edu- cativa; la Universidad de Poitiers, Francia, y el Programa de Estrategia Digital de la Presidencia de la República. Además, desde 2005 ha fungido como director científico de Virtual Educa, iniciativa multilateral gestionada por la Organización de Esta- dos Americanos. Se ensayan nuevas formas de enseñar y aprender basadas en espacios colaborativos Foto: Juan Antonio López.