ACTO NICO
ESCENA I
Una estatua.
GARCIN y el MOZO DEL PISO
GARCIN.(Entra y mira a su alrededor.) Es aqu, no?
MOZO.S, aqu es. GARCIN.Una habitacin as? MOZO.S, una habitacin
as.GARCIN.Bueno, a la larga..., a la larga probablemente uno se
acostumbrar al lugar.
MOZO.Eso depende de las personas.
GARCIN.Todas las habitaciones son por el estilo?
MOZO.No, imagnese... Aqu viene gente de todas partes del mundo
Cada una con sus propias necesidades.
GARCIN.Y yo? Qu cree que necesito de ac? Sabe quin era antes? En
fin, no tiene importancia... Despus de todo, siempre he vivido en
lugares que no me gustaban y en situaciones falsas. Sin embargo, no
me esperaba una cosa as... Seguro que usted sabe lo que se cuenta
por all.
MOZO.De qu?
GARCIN.De... (Con un gesto vago y amplio.) En fin, de todo
esto.
MOZO.Cmo ha podido creerse tales estupideces? Personas que nunca
pusieron los pies aqu... Porque claro, si hubiesen venido alguna
vez, ya no podran...
GARCIN.Claro! (Ren. GARCIN vuelve a ponerse serio de pronto.)
Dnde estn los fierros hirviendo?
MOZO.Cmo?
GARCIN.Las... Esas estacas en punta, los fierros... Y las
parrillas ardientes, los..., los tridentes, los...
MOZO.Esta bromeando?
GARCIN.(Mirndole.) Eh? Ah, ya! No, no tengo ningunas ganas de
bromas, no... (Un silencio. Se pasea.) Ni espejos, ni ventanas.
Nada que sea frgil. (Con sbita violencia.) Y por qu me han quitado
el cepillo de dientes? A ver.
MOZO.Ya est con eso... En seguida ha recuperado la dignidad
humana. Tiene gracia.
GARCIN.(Golpeando colrico el brazo del silln.) Le ruego que
evite esas familiaridades. No ignoro nada de mi situacin, pero no
estoy dispuesto a soportar que usted...
MOZO.Un momento, un momento. Perdneme. Pero, qu quiere!, es que
todos los clientes me hacen la misma pregunta. Primero me preguntan
por los fierros; y en ese momento le juro que no piensan para nada
en su toilette. Y en seguida, cuando se los ha tranquilizado, salen
con el cepillo de dientes. Pero, por el amor de Dios, no son
capaces de reflexionar? Porque, en fin, yo puedo preguntarle: para
qu iba a limpiarse aqu los dientes?
GARCIN.(Calmado.) S, es verdad, para qu? (Mira a su alrededor.)
Y para qu iba a mirarse uno en un espejo? Mientras que la estatua,
eso est bien... Creo que en algunos momentos me la comer con los
ojos, con los ojos muy abiertos, entiende? Bueno; en fin, no hay
nada que ocultar; ya le digo que conozco perfectamente mi situacin.
Quiere que le cuente cmo ha ocurrido? Bueno, seguro que le han
prohibido que me responda; as que no insisto. Pero acurdese de que
no me han tomado desprevenido, eh? No vaya luego a jactarse de
haberme dado una sorpresa; me enfrento con la situacin cara a cara,
ya lo ve. (Vuelve a su paseo.) As que sin cepillo de dientes.
Tampoco cama. Porque es seguro que no se duerme nunca, verdad?
MOZO.Las cosas que dice!
GARCIN.Lo hubiera apostado. Por qu se iba a dormir? Te pican los
ojos de sueo. Sientes que se te cierran, pero por qu dormir? Te
tiendes en el suelo y, pafff!..., el sueo desaparece. Se frota uno
los ojos, se levanta y todo vuelve a empezar.
MOZO.Qu literario es usted!
GARCIN.Calle. No voy a gritar, no va a or de m ni un gemido,
pero quiero mirar la situacin cara a cara; que no salte sobre m por
la espalda sin que yo pueda reconocerla. Literario? Entonces, qu?
Que ni siquiera se siente necesidad de dormir... Por qu dormir si
no se tiene sueo? Est bien. Espere. Espere. Y eso por qu es penoso?
Por qu va a ser forzosamente penoso? S, ya s; es la vida sin
ninguna interrupcin.
MOZO.Interrupcin? Qu es eso?
GARCIN.(Imitndolo.) Interrupcin? Qu es eso? (Intrigado.) A ver,
mreme.Ah, s! Estaba seguro. Eso es lo que explica esa indiscrecin
grosera..., insostenible, de su mirada. Estn..., estn
atrofiados.
MOZO.Pero de qu habla?
GARCIN.De sus prpados. Nosotros..., bueno, nosotros cerrbamos
los prpados. Se llamaba... un parpadeo: un relampaguito negro, un
teln que cae y se levanta; el corte est hecho, la interrupcin... El
ojo se humedece, desaparece el mundo. No puede imaginarse lo..., lo
refrescante que era. Cuatro mil descansos en una hora. Cuatro mil
evasiones pequeitas. Y cuando digo cuatro mil... Entonces, qu? Voy
a vivir sin prpados? No se haga el idiota: sin prpados, sin sueo,
es todo lo mismo... Ya no dormir ms. Pero cmo voy a soportarme?
Intente comprender, haga un esfuerzo; tengo un carcter
puntilloso... y me gusta darles mil vueltas a mis cosas, pero...,
pero no puedo hacerlo sin tregua; all..., all haba noches. Yo
dorma. Tena el sueo tranquilo... en compensacin. Mis sueos eran muy
simples. Haba una pradera... Una pradera nada ms. Soaba que me
paseaba por ella. Es de da?
MOZO.Ya ve: las lmparas estn encendidas. GARCIN.Caramba. Esto es
su da. Y afuera? MOZO.(Aturdido.) Afuera?GARCIN.S, afuera. Al otro
lado de los muros.
MOZO.Hay un pasillo.
GARCIN.Y al final del pasillo?
MOZO.Otras habitaciones y otros pasillos, y escaleras.
GARCIN.Y luego?
MOZO.No hay nada ms.
GARCIN.Y..., bueno..., usted tendr su da libre. Adnde va?
MOZO.Con mi to, que es jefe de mozos en el tercer piso.
GARCIN.Hubiera debido suponerlo. Y el interruptor dnde est? MOZO.No
hay.GARCIN.Cmo es eso? Entonces, no se puede apagar la luz?
MOZO.La Direccin puede cortar la corriente, pero yo no recuerdo
que en este piso lo hayan hecho nunca. Tenemos electricidad a
discrecin.
GARCIN.Ya. As que hay que vivir con los ojos abiertos...
MOZO.(Irnico.) Hombre, vivir...
GARCIN.Bueno, no me va ahora a buscar las vueltas por una
cuestin de vocabulario. Con los ojos abiertos. Para siempre. Habr
plena luz en mis ojos. Y en mi cabeza. (Una pausa.) Y qu cree
usted? Que si yo tirara la estatua contra la lmpara se apagara?
MOZO.Pesa demasiado.
GARCIN.(Coge el bronce e intenta levantarlo.) Tiene razn. Pesa
demasiado.(Un silencio.)
MOZO.Bueno, si no me necesita para nada ms, voy a dejarle.
GARCIN.(Se sobresalta.) Se va ya? Hasta luego. (El MOZO se
vuelve.) Eso es un timbre, no? (El Mozo asiente con un gesto.) Y...
puedo llamarlo cuando quiera y usted tiene la obligacin de
venir?
MOZO.En principio, s. Pero es muy caprichoso. Debe de haber algo
anormal en su mecanismo. (GARCIN se acerca al timbre y aprieta el
botn. Suena.)
GARCIN.Funciona!
MOZO.(Asombrado.) S, funciona! (Tambin lo prueba l.) Pero no se
haga ilusiones; no puede durar mucho. Bien, a su disposicin.
GARCIN.(Hace un gesto para retenerlo.) Yo...
MOZO.Eh?
GARCIN.No, nada. (Va a la chimenea y coge un cortapapeles.) Esto
qu es?
MOZO.Ya lo est viendo: un cortapapeles. GARCIN.Hay libros aqu?
MOZO.No.GARCIN.Entonces, para qu? (El MOZO se encoge de hombros.)
Est bien.Vyase. (Sale el MOZO.)
ESCENA II
GARCIN, solo
Va junto a la estatua y la acaricia con la mano. Se sienta.
Vuelve a levantarse.Va al timbre y aprieta el botn. El timbre no
suena. Lo intenta dos o tres veces. Pero en vano. Entonces va a la
puerta e intenta abrirla. La puerta resiste.
GARCIN.Eh, oiga! Lo estoy llamando! (No hay respuesta. Entonces
descarga puetazos en la puerta llamando al MOZO. Despus, sbitamente
se calma y vuelve a sentarse. En ese momento la puerta se abre y
entra INS, seguida por el MOZO.)
ESCENA III
GARCIN, INS, el MOZO
MOZO.(A GARCIN.) Me llamaba usted? (GARCIN va a contestar, pero
echa una mirada a INS.)
GARCIN.No.
MOZO.(Volvindose a INS.) Est usted en su casa, seora. (Silencio
de INS.) Si tiene alguna pregunta que hacerme... (INS no habla.
Decepcionado.) Lo normal es que los clientes deseen informarse...
Pero no insisto. Por lo dems, en cuanto al cepillo de dientes, el
timbre y la estatua, aqu el seor est al corriente y puede
contestarle tan bien como yo. (Sale. Un silencio. GARCIN no mira a
INS. Esta mira a su alrededor y de pronto se dirige bruscamente a
GARCIN.)
INS.Y Florencia? (Silencio de GARCIN.) Le pregunto qu pasa con
Florencia.Dnde est?
GARCIN.Yo no s nada.
INS.Eso es todo lo que se les ha ocurrido? La tortura por la
ausencia? Entonces conmigo han fallado. Florencia era una chica
tonta y no lo lamento en absoluto.
GARCIN.Permtame, seora. Por quin me toma usted?
INS.Usted? Usted es el verdugo.
GARCIN.(Se sobresalta y luego se echa a rer.) Qu equivocacin tan
simptica! El verdugo, dice! Entra, me mira y piensa: Este es el
verdugo. Qu cosa tan extravagante! Ese mozo es ridculo; hubiera
debido presentarnos. El verdugo! Perdn, me llamo Jos Garcin,
publicista y hombre de letras. La verdad es que nos encontramos en
el mismo caso. Seora...
INS.(Seca.) Ins Serrano. Seorita.
GARCIN.Muy bien. Estupendo. Ya se ha roto el hielo, no? As que,
segn usted, tengo el aspecto de un verdugo... Y en qu se reconoce a
los verdugos, quiere decrmelo?
INS.En que parece que tienen miedo.
GARCIN.Miedo? Es curioso. Y de quin? De sus vctimas?
INS.Djeme en paz! S lo que digo. Me he mirado al espejo y s lo
que digo.
GARCIN.Al espejo? (Mira a su alrededor.) Es desagradable: aqu
han quitado todo lo que pudiera parecerse a un espejo. (Una pausa.)
En todo caso, yo le puedo asegurar que no tengo miedo. No es que me
tome la situacin a la ligera; me encuentro consciente de su
gravedad. Pero no tengo miedo. INS.(Encogindose de hombros.) Eso es
cosa suya. (Una pausa.) No se le ocurre a veces irse a dar una
vuelta por ah?
GARCIN.La puerta est cerrada con pestillo.
INS.Que lamentable.
GARCIN.Comprendo perfectamente que mi presencia la importune. Y,
personalmente, tambin preferira estar solo: tengo que poner en
orden mi vida y necesito un poco de recogimiento. Pero estoy seguro
de que podremos adaptarnos el uno al otro; yo no hablo, apenas me
remuevo y hago muy poco ruido. nicamente, en fin, si es que puedo
permitirme un consejo, creo que debemos conservar entre nosotros
una extremada cortesa. Ello constituira, creo yo, nuestra mejor
defensa.
INS.Yo no soy una persona corts.
GARCIN.Lo ser yo por los dos, si me permite. (Un silencio.
GARCIN est sentado. INS se pasea a lo largo y ancho de la
habitacin.)
INS.(Mirndolo.) Por favor, la boca.
GARCIN.(Sacado de su ensimismamiento.) Qu?
INS.No podra dejar quieta la boca? Da vueltas como un trompo ah,
debajo de su nariz.
GARCIN.Le pido perdn; no me daba cuenta.
INS.Eso es lo malo. (Tic de GARCIN.) Otra vez! Tiene usted la
pretensin de ser una persona bien educada y no se cuida de sus
gestos. Pero no est usted solo y no tiene derecho a imponerme el
espectculo de su miedo. (GARCIN se levanta y va hacia ella.)
GARCIN.Y usted no tiene miedo?
INS.Y para qu? El miedo estaba bien antes, cuando an tenamos
esperanza.
GARCIN.(Suavemente.) Ya no hay esperanza, es cierto, pero
seguimos estando antes. Todava no hemos empezado a sufrir,
seorita.
INS.Ya lo s. (Una pausa.) Y entonces? Qu va a venir ahora?
GARCIN.Yo no lo s. Simplemente espero. (Un silencio. GARCIN
vuelve a sentarse. INS vuelve a su paseo. GARCIN tiene el tic de la
boca. A una mirada de INS, oculta el rostro entre sus manos. Entran
ESTELLE y el MOZO.)
ESCENA IV
INS, GARCIN, ESTELLE, el MOZO
ESTELLE.(Mirando a GARCIN, que no ha levantado la cabeza.) No!
No, no, no alces la cabeza! S lo que ocultas en tus manos, s que no
tienes nada ah; que tu cara ha desaparecido! (GARCIN retira sus
manos.) Ah! (Una pausa. Con sorpresa.) No..., no le conozco.
GARCIN.Yo no soy el verdugo, seora.
ESTELLE.No, no pensaba que usted era el verdugo. Es que... crea
que alguien quera hacerme una broma. (Al MOZO.) Esperan a alguien
ms an?
MOZO.No, ya no vendr nadie ms.
ESTELLE.(Aliviada.) Ah! Entonces, vamos a estar solos el seor,
la seora y yo? (Se echa a rer.)
GARCIN.No hay ninguna razn para rerse.
ESTELLE.(Sigue riendo.) Y qu canaps tan horribles! Y miren cmo
los han puesto. Me parece como si fuera primero de ao y estuviera
de visita en la casa de mi ta Mara. Cada uno tiene el suyo,
supongo. Este es el mo? (Al MOZO.) Imposible: nunca podr sentarme
en l; es espantoso; yo voy de azul celeste y este es verde
espinaca. Qu horror!
INS.Prefiere el mo? Si lo quiere...
ESTELLE.Ese burdeos? Es usted muy amable, pero apenas cambia la
cosa.No, qu se le va a hacer! Cada uno con lo suyo. Me ha tocado el
verde? Entonces me quedo con l. (Una pausa.) El nico que, en rigor,
no ira mal con mis colores es el del seor. (Un silencio.)
INS.Lo oye, Garcin?
GARCIN.(Se sobresalta.) Ah! El..., el canap. Perdn. (Se
levanta.) Es suyo, seora.
ESTELLE.Gracias. (Se quita el abrigo y lo echa en el canap. Una
pausa.) Dmonos a conocer, no?, puesto que vamos a vivir juntos. Yo
soy Estelle Rigault. (GARCIN se inclina y va a presentarse, pero
INS pasa delante de l.)
INS.Ins Serrano. Encantada. GARCIN.(Se inclina de nuevo.) Jos
Garcin. MOZO.Me necesitan todava para algo?ESTELLE.No, no; puede
irse. Ya le llamar. (El MOZO se inclina y sale.)
ESCENA V
INS, GARCIN, ESTELLE
INS.Es usted una joven muy hermosa, Estelle. Siento que no haya
flores aqu para darle la bienvenida.
ESTELLE.Flores? S, me gustaban mucho las flores. Pero aqu se
secaran en seguida; hace demasiado calor. Bah! Lo esencial, no les
parece?, es conservar el buen humor. Usted hace poco que...
INS.S, la semana pasada. Y usted?
ESTELLE.Yo? Ayer mismo. La ceremonia no ha terminado an;
imagnese. (Habla con mucha naturalidad, pero como si viera lo que
describe.) El viento est enredando el velo de mi hermana. La pobre
hace lo que puede por llorar. Vamos! Vamos! Un esfuercito ms. Ya,
ya est, mujer! Dos lgrimas, dos lagrimitas que brillan debajo del
crespn. Est sosteniendo a mi hermana por el brazo. No llora por
miedo de que el rmel..., y tengo que decir que yo misma en su
lugar... Era mi mejor amiga, sabe?
INS.Ha sufrido usted mucho? ESTELLE.No. Estaba medio atontada.
INS.Qu..., qu ha sido?ESTELLE.Una neumona. (El mismo juego que
antes.) Bueno, ya se acab; se van. Buenos das! Buenos das! Cuntos
apretones de mano, qu locura!... Mi marido est enfermo de la pena y
se qued en la casa. (A INS.) Y usted?
INS.El..., el gas.
ESTELLE.Y usted, seor?
GARCIN.Doce balas en el cuerpo. (Gesto de ESTELLE.) Perdneme. No
soy un muerto muy agradable.
ESTELLE.Por favor, querido seor, procure no usar esas palabras
tan crudas... Es..., es desagradable. Y adems, despus de todo, qu
quiere decir con eso? Es posible que nunca hayamos estado tan vivos
como ahora. Pero, en fin, cuando sea absolutamente necesario
nombrar este..., este estado de cosas, propongo que nos llamemos...
ausentes; ser ms correcto. Est usted ausente desde hace mucho?
GARCIN.Aproximadamente un mes.
ESTELLE.De dnde es?
GARCIN.De Ro.
ESTELLE.Yo, de Pars. Le queda alguien todava all?
GARCIN.Mi mujer. (El mismo juego que ESTELLE.) Ha venido al
cuartel como todos los das; no la dejan entrar. Ella mira entre los
barrotes de la reja. Todava no sabe que yo estoy... ausente, pero
se lo figura. Ahora se va. Est toda de negro. Mejor; as no tendr
que cambiarse... No llora; no lloraba nunca. Hace un sol magnfico y
ella est ah, de negro, en la calle desierta, con sus grandes ojos
de vctima. Ah! Cmo medesagrada. (Un silencio. GARCIN va a sentarse
en el canap de en medio y oculta la cabeza entre las manos.)
INS.Estelle!
ESTELLE.Seor Garcin! Seor Garcin!
GARCIN.Eh? Qu pasa?
ESTELLE.Se ha sentado en mi canap. GARCIN.Perdn. (Se levanta.)
ESTELLE.Est tan..., tan ensimismado.GARCIN.Estoy poniendo mi vida
en orden. (INS se echa a rer.) Los que se ren haran bien tratando
de imitarme.
INS.Mi vida est en orden. Completamente en orden. Se puso en
orden ella sola all, as que no tengo que preocuparme de eso.
GARCIN.S, verdad? Y le parece tan sencillo? (Se pasa la mano por
la frente.) Qu calor! Me permiten? (Va a quitarse la chaqueta.)
ESTELLE.Por favor, no! (Ms suavemente.) No... Me horrorizan los
hombres en mangas de camisa.
GARCIN.(Movimiento inverso.) Est bien. (Una pausa.) Yo me pasaba
las noches en las salas de redaccin. Haca siempre un calor
infernal. (Una pausa. El mismo juego que antes.) Hace un calor
infernal. Es de noche.
ESTELLE.Ah!, s, mira, es de noche ya. Olga se est desnudando. Qu
rpido pasa el tiempo en la Tierra!
INS.Es de noche. Han precintado la puerta de mi habitacin. Y la
habitacin est vaca en la oscuridad.
GARCIN.Han dejado las chaquetas en el respaldo de las sillas y
se han subido las mangas de las camisas por encima de los codos.
Huele a hombres y a tabaco. (Un silencio.) Me gusta vivir entre
hombres en mangas de camisa.
ESTELLE.(Secamente.) S, no tenemos los mismos gustos, y esa es
una prueba de ello. (Hacia INS.) Y a usted le gustan los hombres en
camisa?
INS.En camisa o no, no me gustan mucho los hombres, sabe?
ESTELLE.(Mirando a los dos con estupor.) Pero por qu, me
pregunto yo,por qu nos han reunido?
INS.(Con una risa ahogada.) Qu dice usted?
ESTELLE.No s; los miro y pienso que vamos a continuar juntos...
Yo me esperaba encontrar amigos o gente de la familia.
INS.Ah, s! Un buen amigo con un agujero en medio de la cara.
ESTELLE.Tambin a ese. Bailaba los tangos como un profesional.
Pero a nosotros, a nosotros, por qu?
GARCIN.No hay ningn misterio; es el azar. Los van colocando
donde pueden, segn el orden de su llegada. (A INS.) Por qu se
re?
INS.Porque me hace gracia con eso del azar. Tanta necesidad
tiene de tranquilizarse? No, no dejan nada al azar, no crea.
ESTELLE.(Tmidamente.) No..., no nos habremos visto antes en algn
sitio?
INS.Nunca. No la hubiera olvidado.
ESTELLE.O puede ser que tengamos relaciones comunes... Ustedes
no conocen a los Dubois-Seymour?
INS.No creo.
ESTELLE.Reciben a todo el mundo.
INS.Y a qu se dedican?
ESTELLE.(Sorprendida.) A nada. Tienen un castillo en Corrze
y...
INS.Yo era empleada de Correos.
ESTELLE.(Con un pequeo gesto de disgusto.) Ah! As que, en
efecto, no...?(Una pausa.) Y usted, seor Garcin?
GARCIN.Yo nunca sal de Ro.
ESTELLE.En ese caso, tiene razn absolutamente: solo el azar nos
ha reunido.
INS.El azar. Entonces esos muebles estn ah por azar. El que el
canap de la derecha sea verde espinaca y el de la izquierda
burdeos, es por azar... Verdad que s? Est bien; pues intenten
cambiarlos de sitio y ya me dirn lo que ocurre... Y esa estatua
tambin un azar, no es eso? Y este calor tambin? Este calor? (Un
silencio.) Les digo que lo han preparado todo. Hasta en sus menores
detalles..., y con amor. Esta habitacin nos esperaba as.
ESTELLE.Qu cosas dice! Todo es tan feo aqu, tan duro, tan
anguloso. Yo no poda con los ngulos.
INS.-(Encogindose de hombros.) Y qu se cree? Que yo viva en un
salnas? (Una pausa.) ESTELLE.Entonces, qu? Todo estaba revisto?
INS.Todo. Y nosotros encajamos bien.ESTELLE.Que sea usted y yo
precisamente, una frente a la otra, no hay un azar en eso? (Una
pausa.) Y qu esperan?
INS.Yo no lo s. Pero esperan.
ESTELLE.Yo no puedo aguantar que alguien espere algo de m. En
seguida me dan ganas de hacer lo contrario.
INS.Pues hgalo! Hgalo, a ver! Si ni siquiera sabe lo que
quieren!
ESTELLE.Es insoportable. Y a m tiene que ocurrirme algo por
ustedes? (Los mira.) Por ustedes. Haba caras que en seguida me
decan algo. Pero las de ustedes no me dicen nada, nada.
GARCIN.(Bruscamente, a INS.) A ver, por qu estamos juntos? Usted
ha dicho ya muchas cosas; llegue hasta el final.
INS.(Extraada.) Yo? Yo no s absolutamente nada.
GARCIN.Hay que saberlo. (Reflexiona un instante.)
INS.Tan solo con que cada uno de nosotros tuviera el valor de
decir...
GARCIN.Qu? INS.Estelle! ESTELLE.Qu pasa?INS.Qu ha hecho usted?
Por qu la han trado aqu?
ESTELLE.(Vivamente.) Yo no s nada, nada absolutamente... Hasta
me pregunto si no habr sido un error. (A INS.) No sonra as. Piense
en la cantidad de personas que..., que se ausentan cada da que
pasa. Llegan aqu millones y no se encuentran ms que subalternos,
empleados sin ninguna instruccin. Cmo quieren que no haya errores?
No, no sonra as... (A GARCIN.) Diga usted alguna cosa, vamos. Si se
han equivocado en mi caso, tambin pueden haberse equivocado en el
suyo. (A INS.) Y en el suyo tambin. No es mejor creer que estamos
aqu por un error?
INS.Es todo lo que tiene que decirnos?
ESTELLE.Qu ms quieren saber? No tengo nada que ocultar. Yo era
hurfana y pobre... Cuidaba de mi hermano pequeo. Un viejo amigo de
mi padre me pidi en matrimonio. Era un hombre rico y bueno... y
acept.Qu hubiera hecho otra persona en mi lugar? Mi hermano estaba
enfermo y su salud exiga los mayores cuidados. Viv seis aos con mi
marido sin una sombra... Hace dos aos me encontr con una persona a
la que quise verdaderamente. Nos reconocimos en seguida. Quera que
me fuera con l, pero yo no quise. Despus de eso, tuve la neumona; y
eso es todo. Claro que alguien podra criticarme, en virtud de
ciertos principios, que haya sacrificado mi juventud a un hombre
viejo, no s... (A GARCIN.) Cree usted que eso sea una falta?
GARCIN.Desde luego que no. (Una pausa.) Y a usted le parece que
sea una falta el que uno viva segn sus propios principios?
ESTELLE.Quin podra criticarle una cosa as?
GARCIN.Yo diriga un diario pacifista. Estalla la guerra. Qu
hacer? Todo el mundo tena los ojos clavados en m. Se atrever? Pues
bien: s me atrev. Me cruc de brazos y me fusilaron. Dnde est la
falta? A ver,dnde est la falta?
ESTELLE.(Le pone la mano en el brazo.) No hay ninguna falta.
Usted es... INS.(Termina, irnicamente.) Un hroe. Y su mujer,
Garcin? GARCIN.Qu pasa con ella? La saqu del arroyo, como se dice.
ESTELLE.(A INS.) Ya lo ve! Ya lo ve!INS.S, ya veo. (Una pausa.)
Para quin representan la comedia? Estamos en familia.
ESTELLE.(Con insolencia.) En qu familia?
INS.En la de los asesinos, quiero decir. Estamos en el infierno,
nenita, y nunca se producen errores; a la gente no se la condena
por nada.
ESTELLE.Cllese.
INS.En el infierno! Condenados! Lo oyen? Condenados!
ESTELLE.Cllese, por favor. Quiere callarse de una vez? Le prohbo
que use palabras tan groseras.
INS.Est condenada la santita. Condenado el hroe irreprochable.
Todos tuvimos nuestro momento de placer, no es cierto? Hay gentes
que han sufrido por nuestra causa hasta la muerte, y eso nos
diverta mucho,no? Pues ahora hay que pagarlo.
GARCIN.(Levanta la mano.) Se va a callar o no?
INS.(Lo mira sin miedo, pero con inmensa sorpresa.) Ah, ya s!
(Una pausa.) Espere! Ya lo he comprendido. Ya s por qu nos han
puesto juntos! Ya lo s!
GARCIN.Tenga cuidado con lo que va a decir.
INS.Van a ver cmo es una tontera, una solemne tontera! No
tenemos tortura fsica, verdad? Y, sin embargo, estamos en el
infierno. Y nadie tiene que venir. Nadie. Estaremos nosotros solos
y juntos para siempre,no? En resumen, aqu falta alguien: el
verdugo.
GARCIN.(A media voz.) Ya lo s, s.
INS.Es fcil, han hecho economas en el personal; eso es todo. Los
mismos clientes hacen el servicio, como en esos restaurantes
cooperativos.
ESTELLE.Qu quiere decir?
INS.El verdugo es cada uno de nosotros para los dems. (Una pausa
asimilando la noticia.)
GARCIN.(Al fin, con una voz suave.) Yo no ser nunca un verdugo.
No les deseo ningn mal y no tengo nada que ver con ustedes. Nada.
Es muy fcil lo que hay que hacer; que cada uno se quede en su
rincn: usted all, usted ah y yo aqu. Y silencio. Ni una sola
palabra. No es difcil,verdad? Cada uno tiene ya bastante consigo
mismo. Yo creo que podra quedarme diez mil aos sin hablar.
ESTELLE.Qu tengo yo que hacer? Callarme?
GARCIN.S; y nos..., nos habremos salvado. Callarse. Mirar dentro
de s, no levantar nunca la cabeza. Estamos de acuerdo?
INS.S, de acuerdo.
ESTELLE.(Duda un momento.) Bueno, de acuerdo.
GARCIN.Entonces, adis. (Va a su canap y oculta el rostro entre
las manos.Silencio. INS se pone a cantar para s misma.)INS.
Dans la rue des Blancs-Manteaux ils ont lev des trteauxet mis du
son dans un seau. Et c'tait un chafauddans la rue des
Blancs-Manteaux.
Dans la rue des Blancs-Manteaux le bourreau s'est lev tt.C'est
qu'il avait du boulot.
Faut qu'il coupe des Gneraux, des Evques, des Amirauxdans la rue
des Blancs-Manteaux.
Dans la rue des Blancs-Manteaux
sont v'nues des dames comme il faut avec des beaux
affutiaux,mais la tte leur f'sait dfaut. Elle avait roul de son
hautla tte avec le chapeau
dans le ruisseau des Blancs-Manteaux.
(Durante la cancin, ESTELLE se pone polvos y rojo de labios.
Ahora busca un espejo a su alrededor, inquieta. Registra en su
bolso y luego se vuelve hacia GARCIN.)
ESTELLE.Seor, no tendr un espejo? (GARCIN no contesta.) Un
espejito de bolsillo, cualquier cosa. (GARCIN no contesta.) Si me
va a dejar sola, facilteme por lo menos un espejo. (GARCIN sigue
con el rostro entre las manos, sin responder.)
INS. (Con precipitacin.) Yo tengo un espejito aqu, en mi bolso.
(Busca en l. Decepcionada.) Ya no lo tengo. Me lo debieron haber
quitado en el registro de entrada.
ESTELLE.Qu rabia! (Una pausa. Cierra los ojos y vacila. INS se
precipita, y la sostiene.)
INS.Qu le sucede?
ESTELLE.(Vuelve a abrir los ojos y sonre.) Me siento rara. (Se
palpa.) No le pasaa usted algo parecido? Cuando no me veo, tengo
que palparme... Me pregunto si existo verdaderamente.
INS.Tiene usted suerte. Yo me siento siempre desde el
interior.
ESTELLE.Ah, s!... Desde el interior. Pero todo lo que pasa
dentro de las cabezas es tan vago... Me da sueo... (Una pausa.) Yo
tengo seis espejos grandes en mi dormitorio. Los veo. Yo los veo.
Pero ellos no me ven a m. Reflejan la coqueta, la alfombra, la
ventana... Qu vaco est un espejo en el que yo no estoy! Cuando
hablaba, me las arreglaba para que hubiera siempre uno en el que
poder mirarme. Hablaba, me vea hablar. Me vea tal y como los dems
me vean, y eso me mantena despierta. (Con desesperacin.) El carmn!
Seguro que me lo he puesto mal. Sea como sea, no puedo quedarme sin
espejo para toda la eternidad.
INS.Quiere que yo..., que yo misma le sirva de espejo? Venga,
venga; la invito a mi casa. Sintese aqu, en mi canap.
ESTELLE.(Seala a GARCIN.) Es que...
INS.No nos preocupemos por l...
ESTELLE.Pero vamos a hacernos dao. Usted misma lo ha dicho.
INS.No; vamos, mujer... Tengo yo el aspecto de querer perjudicarla?
ESTELLE.Pero nunca se sabe...INS.Ms bien sers t la que me haga dao
a m... Pero eso, qu puede importarme? Si tengo que sufrir, qu ms me
da que seas t... Sintate, anda. Acrcate. Ms an. Mrate en mis ojos.
Qu ves en ellos?
ESTELLE.Soy muy pequeita. Me veo muy mal.
INS.Pero yo s te veo a ti. De cuerpo entero... Anda, hazme
preguntas.Ningn espejo te sera ms fiel. (ESTELLE, molesta, se
vuelve haciaGARCIN como para pedirle ayuda.)
ESTELLE.Seor! Seor! No le molestaremos con nuestra charla?
(GARCIN no contesta,)
INS.Djalo. El ya no cuenta; estamos solos. Pregntame.
ESTELLE.Me he pintado bien los labios?
INS.Djame ver. No, no muy bien.
ESTELLE.Estaba segura. Menos mal (Mirada a GARCIN.) no me ha
visto nadie. Voy a hacerlo otra vez.
INS.S, mejor. No. Sigue la lnea de los labios; voy a guiarte.
As, as. Ahora est bien.
ESTELLE.Tan bien como antes, cuando entr?
INS.Mejor. Ms denso, ms cruel. Unos labios para el infierno.
ESTELLE.Ah! Y eso est bien? Qu rabia, no puedo juzgarlo por m
misma!Me jura que ha quedado bien? INS.No quieres que nos tuteemos?
ESTELLE.Me juras que ha quedado bien? INS.Eres muy
guapa.ESTELLE.Pero tiene usted buen gusto? Por lo menos, tiene mi
gusto? Ah, qu terrible, qu desagradable!
INS.Tengo tu gusto, puesto que me gustas. Mrame bien. Sonreme.
Yo tampoco soy fea. No valgo ms que un espejito yo?
ESTELLE.No..., no lo s. Usted me intimida. Mi imagen, en los
espejos, estaba... domesticada. La conoca tan bien... Ahora, si voy
a sonrer, mi sonrisa ir al fondo de sus pupilas y Dios sabe en qu
se convertir en ellas.
INS.Y quin te impide domesticarme a m? (Se miran. ESTELLE sonre,
un poco fascinada.) Decididamente no quieres tutearme?
ESTELLE.Me cuesta un poco tutear a las mujeres.
INS.Y especialmente a las empleadas de Correos, me supongo...
No? Peroqu tienes ah, en la mejilla, ms abajo? Es una mancha
roja?
ESTELLE.(Se sobresalta.) Una mancha roja! Qu horror! Dnde?
INS.Ah, ya ves, ya ves! Me he convertido en el espejo de las
chicas bonitas; ya lo ves, guapa: te he ganado. No tienes ninguna
mancha roja, nada absolutamente. Eh? Si el espejo se pusiera a
mentir? O si a m me diera por cerrar los ojos, si me negara a
mirarte, qu haras t entonces con toda esa belleza? No, no tengas
miedo: tengo que mirarte, mis ojos estarn abiertos de par en par...
Y yo ser buena contigo, buena... Pero t me hablars de t. (Una
pausa.)
ESTELLE.De verdad te gusto?
INS.Mucho. (Una pausa.)
ESTELLE.(Indicando a GARCIN con un gesto.) Me gustara que l
tambin me mirara.
INS.Porque es un hombre. (A GARCIN.) Ha ganado usted. (GARCIN no
contesta.) Qu hace que no la mira? (GARCIN no contesta.) Deje de
hacer teatro; no se ha perdido ni una palabra de lo que hemos
estado diciendo aqu.
GARCIN.(Levanta bruscamente la cabeza.) Tiene razn, ni una sola
palabra; por mucho que me he hundido los dedos en los odos, ustedes
hablaban dentro de mi cabeza. Y ahora quieren dejarme, por favor?
No tengo nada que resolver con ustedes.
INS.Con la chica tampoco? Ya he visto su truco. Si ha tomado esa
actitud interesante, ha sido para que ella caiga, o qu se cree?
GARCIN.Le digo y le repito que me dejen. Estn hablando de m en
el diario y quisiera escucharlo. Me importa un bledo la chica, si
es que eso puede tranquilizarla. Entiende?
ESTELLE.Muchas gracias.
GARCIN.No quera ser grosero; perdone.ESTELLE.Lo ha sido! (Una
pausa. Estn los tres en pie, enfrentados.) GARCIN.Ya est otra vez.
(Una pausa.) Les haba suplicado que se callaran. ESTELLE.Ha sido
ella la que ha empezado. Ha venido a ofrecerme su espejo,cuando yo
no le haba pedido nada.
INS.Nada. Solo que t le estabas provocando y le hacas gestos
para que te mirara.
ESTELLE.Y qu?
GARCIN.Pero estn locas? Entonces es que no se dan cuenta adnde
vamos.Pero, por lo menos, cllense. (Una pausa.) Vamos a volver a
sentarnos tranquilamente... Nos taparemos los ojos, y cada uno
intentar olvidar la presencia de los dems. Yo se lo ruego. (Una
pausa. Vuelve a sentarse. Ellas vuelven a su sitio con paso
vacilante. INS se vuelve bruscamente.)
INS.S, olvidarse! Qu ridiculez! Los siento hasta por dentro de
mis huesos. El silencio de ustedes me grita en los odos. Pueden
coserse la boca o cortarse la lengua, qu ms da: a pesar de todo, no
seguirn existiendo? No seguirn pensando? Ese pensamiento yo lo
oigo: hacetictac, como un despertador, y ustedes tambin oyen el mo.
Qu ms me da que usted se quede encogido ah en su rinconcito; est en
todas partes: los sonidos me llegan sucios porque usted los ha
escuchado antes al pasar. Hasta la cara me ha robado: usted la
conoce y yo no. Y a ella? A ella tambin me la ha robado. Si
estuviramos solas, qu se cree usted!, que esa se atrevera a
tratarme como me trata? No, no; basta ya; qutese esas manos de la
cara. No le voy a dejar; sera demasiado cmodo para usted. Aunque se
quedara ah, insensible, hundido en s mismo como un buda; aunque yo
pudiera cerrar los ojos, sentira cmo ella le dedica todos los
rumores de su vida, hasta los roces de su vestido, y que le enva
sonrisas que usted no llega a ver... Eso s que no! Yo quiero elegir
mi propio infierno; quiero mirarlos a plena luz y luchar a cara
descubierta.
GARCIN.Est bien. Me figuro que tenamos que llegar a esto; nos
han manejado como a nios. Si por lo menos me hubieran puesto con
hombres...Los hombres saben callarse. Pero no hay que exigir
demasiado. (Va junto a ESTELLE y le acaricia la barbilla.) Qu pasa,
chica? Es verdad que te gusto? Parece que me echabas cada
mirada...
ESTELLE.No me toque.
GARCIN.Bah!, hablemos con confianza. A m me gustaban mucho las
mujeres, sabes? Y yo les gustaba a ellas. As que t, tranquila... Ya
no
tenemos nada que perder. Educacin, ceremonias, para qu? Entre
nosotros! En seguida vamos a estar tan desnudos como gusanos.
ESTELLE.Bueno, djeme!
GARCIN.Como gusanos... No digan que no les haba prevenido. Y no
les peda nada; solo la paz, un poco de silencio. Me haba tapado los
odos con las manos. Gmez hablaba, en pie entre las mesas, y los
compaeros del diario le escuchaban. En mangas de camisa. Trataba de
comprender lo que decan, pero era difcil: los acontecimientos de la
Tierra pasan tan de prisa... Y qu, es que no podan callarse? Ahora
ya se acab; ya no habla. Lo que piensa de m ha vuelto a su cabeza.
Bueno, est bien; tendremos que llegar hasta el fin. Desnudos como
gusanos; quiero saber con quin tengo que habrmelas.
INS.Lo sabe. Ahora ya lo sabe.
GARCIN.No; mientras que cada uno de nosotros no confiese por qu
lo han condenado, es como si no supiramos nada. A ver, t, la rubia;
empieza t. Por qu? Dinos por qu, anda; tu franqueza puede evitar
algunacatstrofe; cuando conozcamos a nuestros monstruos,
entonces... Vamos, vamos, por qu?
ESTELLE.Ya he dicho que lo ignoro. No han querido decrmelo.
GARCIN.Ya s. A m tampoco me han querido contestar. Pero yo me
conozco bien. Qu pasa? Tienes miedo de hablar t primero? Est bien.
Voy a empezar yo. (Un silencio.) Yo no soy ninguna belleza.
INS.Bueno! Ya sabemos que desert.
GARCIN.Deje eso. No vuelva a hablar de eso. Estoy aqu porque
torturaba a mi mujer; esa es la cosa. Durante cinco aos. Ah est: en
cuanto hablo de ella, ya la veo. Lo que me interesa es Gmez, pero
la veo a ella.Dnde estar Gmez? Durante cinco aos. Imagnense, acaban
de devolverle mis efectos. Est sentada cerca de la ventana y ha
puesto mi chaqueta sobre sus rodillas. La chaqueta tiene doce
agujeros. La sangre parece como herrumbre. Los bordes de los
agujeros estn chamuscados. Ah, s! Es una pieza de museo, una
chaqueta histrica.Y yo llevaba eso! Llorars? Terminars llorando? Yo
volva a casa borracho como un cerdo, oliendo a vino y a mujeres.
Ella me haba estado esperando toda la noche; pero no lloraba. Ni
una palabra de reproche; con naturalidad. nicamente sus ojos. Sus
enormes ojos! No me arrepiento de nada. Voy a pagarlo bien, pero no
me arrepiento de nada. Fuera est lloviendo. Llorars por fin? Es una
mujer que tiene vocacin de mrtir.
INS.(Casi dulcemente.) Y por qu le haca sufrir?
GARCIN.Porque era fcil. Bastaba una palabra para hacerla cambiar
de color; era una sensitiva. Ah! Ni un reproche siquiera! Yo soy
muy tozudo. Esperaba, segua esperando. Pero qu va, ni una lgrima,
ni un solo reproche. Es que yo la haba sacado del arroyo,
comprenden? Ahora pasa la mano por la chaqueta sin mirarla. Sus
dedos buscan a ciegas los agujeros en la tela. Qu esperas? Vamos a
ver, qu esperas? Ya te
digo que no me arrepiento de nada. En fin, es que me admiraba
demasiado. Comprende?
INS.No. A m nadie me ha admirado nunca.
GARCIN.Mejor. Mucho mejor para usted. Entonces todo esto debe
parecerle abstracto. Pues mire, voy a contarle una ancdota: yo,
bueno, yo haba instalado en mi casa a una mulata. Qu noches! Mi
mujer dorma en el primer piso; as que seguro que nos oa. Bueno, era
la primera que se levantaba, y como a nosotros se nos pegaban las
sbanas, eh..., en fin, nos traa el desayuno a la cama. Qu les
parece?
INS.Sinvergenza.
GARCIN.S, s, de acuerdo: el sinvergenza bien amado. (Parece
distrado.) No, nada. Es Gmez, pero no est hablando de m. Un
sinvergenza, dice? Caramba! Si no lo fuera, qu estara haciendo aqu?
Y usted?
INS.Bueno, yo era eso que llaman all... una..., una mujer
condenada.Condenada ya antes, comprende? As que la sorpresa no ha
sido tan grande para m.
GARCIN.Y eso es todo.
INS.No, est tambin el asunto con Florencia... Pero esa es una
historia de muertos. Tres muertos. Primero l, luego ella y despus
yo. As que no queda nadie all; en eso estoy tranquila: solo la
habitacin... La veo, esa habitacin, de cuando en cuando. Ah! Han
terminado sacando los precintos. Se arriendo. Ahora se arrienda.
Hay un cartel en la puerta. Es..., es una porquera, qu pena!
GARCIN.As que me parece que ha dicho... tres.
INS.S, tres.
GARCIN.Un hombre y dos mujeres?
INS.S.
GARCIN.Vaya. (Una pausa.) Y l se mat?
INS.El? Era incapaz de eso. Pero tampoco es porque sufriera. No;
un tranva que lo aplast. Una broma pesada! Yo viva con ellos; era
mi primo.
GARCIN.Cmo era Florencia? Rubia?
INS.Rubia? (Mirada a ESTELLE.) Mire, yo no me arrepiento de
nada, pero no me hace ninguna gracia contarle esta historia.
GARCIN.Vamos! Vamos! Qu ocurra con el chico? Le fastidiaba?
INS.No, poco a poco... Hubo de todo, en fin... Por ejemplo, haca
bastante ruido cuando beba: soplaba en el vaso por la nariz, sabe?
Tonteras, despus de todo... Era, bueno!, era un pobre chico, muy
vulnerable.Por qu se sonre?
GARCIN.Porque yo no soy nada vulnerable.
INS.Eso habra que verlo. El caso es que me fui deslizando dentro
de ella hasta que la muchacha empez a mirarlo con mis ojos... En
fin, que se me vino a los brazos. Entonces tomamos una habitacin al
otro lado de la ciudad.
GARCIN.Y entonces?
INS.Lo del tranva. Por cierto que yo le deca siempre: Bien,
hijita; somos nosotras las que lo hemos matado. (Un silencio.) Es
que soy mala.
GARCIN.S. Yo tambin.
INS.Usted no es malo, no. Es otra cosa.
GARCIN.Qu?
INS.Ya se lo dir luego. Yo s, yo soy mala; eso quiere decir que
necesito el sufrimiento de los dems para existir. Soy como una
antorcha: una antorcha en los corazones. En cuanto estoy sola me
apago. Durante seis meses estuve ardiendo en su corazn; y lo quem
todo. Una noche se levant; abri la llave del gas sin que yo me
diera cuenta y luego volvi a acostarse junto a m. Esa es la
cosa.
GARCIN.Hum!
INS.Qu?
GARCIN.Nada. Que no est bien.
INS.Bueno, no, ya s que no est bien. Qu quiere decir?
GARCIN.Claro. Claro, tiene razn. (A ESTELLE.) Ahora te toca a
ti. Qu has hecho t?
ESTELLE.Ya les he dicho que no s nada. Por ms que me
pregunto...
GARCIN.Est bien, yo voy a ayudarte. Ese tipo de la cara
destrozada, quin es?
ESTELLE.Qu tipo?
INS.Demasiado lo sabes. Ese del que te daba miedo cuando
entraste.
ESTELLE.Es un amigo.
GARCIN.Por qu tenas miedo de l?
ESTELLE.No, ustedes no tienen derecho a interrogarme.
INS.Es que se mat por tu culpa?
ESTELLE.Qu! Est usted loca.
GARCIN.Entonces, por qu te daba miedo? Se dispar un tiro de
fusil en la cara, no? Es eso lo que se le llev la cabeza?
ESTELLE.Cllese! Cllese!
GARCIN.Por tu culpa, no? Por tu culpa!
INS.Un tiro de fusil por tu culpa.
ESTELLE.Djenme tranquila. Me dan miedo. Quiero irme! Quiero
marcharme de aqu! (Se precipita hacia la puerta y la sacude.)
GARCIN.Vete. Para m es lo mejor que poda pasar. Solo que la
puerta est cerrada por fuera. (ESTELLE llama al timbre, pero este
no suena. INS y GARCIN ren. ESTELLE se vuelve hacia ellos, pegada a
la puerta.)
ESTELLE.(Con voz ronca y lenta.) Son ustedes asquerosos.
INS.Muy bien, somos asquerosos. Y qu ms? As que el tipo se mat
por tu culpa. Era tu amante?
GARCIN.Est claro que era su amante. Y l quera tenerla para l
solo, no es verdad?
INS.Bailaba los tangos como un profesional, pero era pobre, me
imagino.(Un silencio.)
GARCIN.Te preguntan si el muchacho era pobre.
ESTELLE.S, era pobre.
GARCIN.Y, adems, t tenas que conservar tu reputacin... Un da se
present, te suplic y t lo tomaste a broma.
INS.Ah!, s? S? Lo tomaste a broma? Y esa fue la razn de que se
matara?
ESTELLE.T..., t mirabas a Florencia con esos ojos?
INS.S. (Una pausa. ESTELLE se echa a rer.)
ESTELLE.No tienen ni la menor idea. (Se yergue otra vez y los
mira. Siempre pegada a la puerta. Con tono seco y provocador.)
Quera hacerme un hijo. Qu, ya estn contentos?
GARCIN.Y t no queras.
ESTELLE.No. Pero el nio lleg, de todas formas. Me fui a pasar
cinco meses a Suiza. Nadie se enter de nada. Era una nia. Roger
estaba conmigo cuando naci. A l le gustaba tener una nia. A m,
no.
GARCIN.Y despus?
ESTELLE.Haba all un balcn que daba al lago. Yo me traje una
piedra grande.El gritaba: Estelle, te lo ruego, te lo suplico. Yo
lo detestaba. Lo vio todo. Se asom al balcn y le dio tiempo a ver
las ondas en el lago.
GARCIN.Y luego?
ESTELLE.No hay nada ms. Me volv a Pars. Y l hizo lo que le
pareci.
GARCIN.Saltarse los sesos?
ESTELLE.Bueno, pues s. No mereca la pena; mi marido nunca lleg a
sospechar nada de nada. (Una pausa.) Los odio. (Tiene una crisis de
sollozos secos.)
GARCIN.Es intil. Aqu las lgrimas no corren.
ESTELLE.Qu cobarde soy! Qu cobarde! (Una pausa.) Si se dieran
cuenta de cmo los odio!
INS.(Tomndola en sus brazos.) Pero, hijita... (A GARCIN.) El
interrogatorio ha terminado. No vale la pena que siga con ese
hocico de verdugo.
GARCIN.De verdugo... (Mira a su alrededor.) Yo tambin dara
cualquier cosa por poder mirarme en un espejo. (Una pausa.) Qu
calor hace! (Maquinalmente empieza a quitarse la chaqueta.) Oh!,
perdn. (Juego inverso.)
ESTELLE.No, puede ponerse cmodo. Ahora ya da igual.
GARCIN.S. (Tira la chaqueta en un canap.) No tiene que enojarse
conmigo, Estelle.
ESTELLE.No estoy enojada con usted. INS.Y conmigo? Conmigo s lo
ests? ESTELLE.S. (Un silencio.)INS.Y qu, Garcin? Ya estamos
desnudos como gusanos. Ve ms claro ahora?
GARCIN.No lo s. Puede que un poco ms, s. (Tmidamente.) No les
parece que..., que podramos intentar ayudarnos los unos a los
otros?
INS.Yo no necesito ayuda.
GARCIN.Ins, han enmaraado todos los hilos. Mire: con el menor
gesto que usted haga, con que levante una mano para abanicarse,
Estelle y yo sentimos una sacudida. Ninguno de nosotros puede
salvarse solo. O nos perdemos juntos o salimos de esta juntos.
Elijan. (Una pausa.) Qu sucede ahora?
INS.Ya la han arrendado. Las ventanas estn abiertas de par en
par y hay un hombre sentado en mi cama. Ya la han arrendado! S, ya
la han arrendado! Entre, entre sin miedo. Es una mujer. Va junto a
l y le pone las manos en los hombros... Qu esperan para encender la
luz? No se ve nada. Qu van a hacer? Besarse! Esa habitacin es ma,
ma! Peropor qu no encienden? Ya no puedo verlos... Qu estn
murmurando? Qu, la va a acariciar en mi cama? Ella le dice ahora
que son las doce del da y que hay demasiada luz. Entonces es que me
estoy quedando ciega. (Una pausa.) Se acab. No hay nada ms: ya ni
veo ni oigo nada... Bien, supongo que con esto he terminado con la
Tierra. Ya no hay por qu justificarse. (Se estremece.) Me siento
vaca. Ahora s que estoy completamente muerta. Enteramente aqu. (Una
pausa.)Qu me deca? Hablaba de ayudarme, me parece.
GARCIN.S.
INS.A qu?
GARCIN.A deshacer las trampas.
INS.Y yo, en cambio...?
GARCIN.Me ayudar a m. Ser dando slo un poco de su parte, Ins:
solo con algo de buena voluntad.
INS.Buena voluntad... Dnde quiere que la encuentre? Estoy
podrida.
GARCIN.Y yo? (Una pausa.) Y si lo intentramos, sin embargo?
INS.Estoy seca. No puedo ni recibir ni dar ninguna cosa. Cmo
quiere usted que le ayude? Una rama muerta; pasto del fuego. (Una
pausa. Mira a ESTELLE, que tiene la cabeza en las manos.) Florencia
era muy rubia.
GARCIN.Usted no ignora que esta muchacha es su verdugo?
INS.Puede ser, pero lo dudo mucho.
GARCIN.Usted va a caer por ella. Por lo que a m respecta, yo...,
yo..., yo no le presto ninguna atencin. Si por su parte...
INS.Qu?
GARCIN.Es una trampa. Y a usted la acechan ahora para ver si cae
o no.
INS.Ya lo s. Y usted tambin es una trampa. Qu se cree? Que esas
palabras suyas no estaban previstas? Y que no hay otras trampas que
no podemos ver? Todo es una trampa. Pero qu puede importarme? Yo
tambin lo soy. Un cepo para ella. Y puede que sea yo la que la
atrape.
GARCIN.Usted no atrapar nada absolutamente. Nosotros corremos
unos detrs de otros como caballitos de madera, sin encontrarnos
nunca. Crame que todo est organizado ya. Deje eso, Ins. Abra las
manos, suelte la presa, o solo conseguir la desgracia de todos.
INS.Tengo yo el aspecto de soltar una presa? Ya s lo que me
aguarda. Voy a quemarme, me quedo y s que esto no tendr fin. Lo s
todo. Perocree usted que voy a soltar la presa? Esa va a ser cosa
ma, y acabar mirndole a usted con mis propios ojos, como Florencia
termin mirando al otro. Qu me viene a decir ahora de su desgracia!
Ya le digo que lo s todo; y ni siquiera puedo tener piedad de m.
Una trampa, qu cosa! Naturalmente, y yo estoy cogida en esta
trampa. Pero, adems, qu? Si estn contentos con nosotros, mejor.
GARCIN.(Tomndola por los hombros.) Escuche: yo s puedo tener
piedad de usted. Mreme ahora: estamos desnudos. Desnudos hasta los
huesos, y yo la conozco hasta las entraas; bien. Cree usted que yo
tengo inters en hacerle dao? Yo no me arrepiento de nada, no me
quejo de nada; yo tambin estoy seco. Pero de usted..., de usted s
puedo tener piedad.
INS.(Que se ha dejado hacer mientras l hablaba, se sacude.) No
me toque.Me molesta que me toquen. Y gurdese su piedad. Vamos,
Garcin! Tambin hay muchas trampas para usted en esta habitacin.
Para usted. Preparadas para usted. Sera mejor que se preocupara de
sus propios asuntos. (Una pausa.) Si nos deja completamente
tranquilas a la nia y a m, yo me las arreglar para que a usted no
le pase nada.
GARCIN.(La mira un momento y se encoge de hombros.) Vale.
ESTELLE.(Levantando la cabeza.) Socorro, Garcin. GARCIN.Qu quiere
de m?ESTELLE.(Levantndose y acercndose a l.) A m s puede usted
ayudarme.
GARCIN.Dirjase a ella. (INS se ha acercado y se coloca muy cerca
de ella por detrs, sin tocarla. Durante las frases siguientes le
hablar casi al odo. Pero ESTELLE, vuelta hacia GARCIN, que la mira
sin hablar, responde nicamente a este, como si l fuera quien la
interrogara.)
ESTELLE.Por favor, Garcin, lo ha prometido usted, lo ha
prometido. Pronto, pronto, no quiero estar sola. Olga se lo ha
llevado al baile.
INS.A quin?
ESTELLE.A Pedro. Estn bailando juntos.
INS.Quin es Pedro?
ESTELLE.Un chico inocentn. Me deca que yo era su agua pura. Me
quera.Ella se lo ha llevado al baile.
INS.Y t le quieres?
ESTELLE.Ahora se sientan. Ella est sin aliento. Por qu se pone a
bailar? A no ser que sea para adelgazar. Claro que no. Claro que yo
no le quera; tiene dieciocho aos y yo no soy un ogro.
INS.Entonces djalos. Qu puede importarte?
ESTELLE.Pero era mo.
INS.Ya no hay nada tuyo en la Tierra.
ESTELLE.l era mo.
INS.S, lo era... Ahora intenta tomarlo, intenta tocarlo, anda.
Olga puede tocarlo, ella s que puede. No es as? Verdad? Ella puede
tomarle las manos, rozarle las rodillas.
ESTELLE.Aprieta contra l su enorme pecho, le echa el aliento en
la cara.Pulgarcito, pobre Pulgarcito, qu esperas para echarte a rer
en su cara? Ah!, me hubiera bastado con una mirada; ella no se
hubiera atrevido nunca... Entonces, es que, verdaderamente, ya no
soy nada?
INS.Nada ya, nada. Y ya no hay nada tuyo all en la Tierra: todo
lo que te pertenece est aqu. Quieres el cortapapeles? La estatua?
El canap azul es el tuyo... Y yo, pequea, yo tambin soy tuya para
siempre.
ESTELLE.Qu? Ma? Quin de ustedes se atrevera a decir que yo soy
su agua pura? A ustedes no se les puede engaar; ustedes saben que
yo soy una basura, un desperdicio... Piensa en m, Pedro, piensa
solo en m; defindeme. Mientras que t piensas: agua pura, querida
agua pura, solo estar a medias en este lugar, solo a medias ser
culpable, ser agua pura all contigo. Mira, est colorada como un
tomate. Pero, vamos, si es imposible; lo que nos habremos redo de
ella juntos. Qu meloda es esa que tanto me gustaba? Ah, s!... Es
Saint Louis Blues... Bueno, bueno, bailen. Garcin, cmo se divertira
si pudiera verla. Ella no sabr nunca que yo la miro ahora. S, te
veo, te veo, despeinada, la cara descompuesta, los pisotones... Es
para morirse de risa. Ale, vamos! Ms de prisa! Ms de prisa an! l
tira de ella, la empuja. Es una porquera. Ms de prisa! l me deca
siempre: T eres tan ligera... Ale, vamos! Vamos! (Baila mientras
habla.) Ya te digo
que te estoy mirando. A ella le da igual; baila a travs de mi
mirada.Nuestra querida Estelle! As que nuestra querida Estelle? No,
cllate. Ni siquiera has derramado una lgrima en el funeral. Ella le
ha dicho:Nuestra querida Estelle. Tiene la poca vergenza de
hablarle de m. Vamos, vayan al comps... Ella no es de las que
pueden hablar y bailar al mismo tiempo, no... Pero qu es lo que
ahora...? No! No! No se lo digas! Ya te lo dejo; llvatelo,
gurdatelo, haz lo que quieras de l, pero no se lo digas!... (Ha
dejado de bailar.) Bueno. Ya est. Ahora qudate con l... Se lo ha
contado todo, Garcin: Roger, el viaje a Suiza, la nia; se lo ha
contado todo. Nuestra querida Estelle no era... En efecto, no, no
era... l mueve la cabeza con un gesto triste, pero no puede decirse
que la noticia lo haya trastornado mucho. Ahora qudate con l. No
ser yo quien te dispute sus largas pestaas ni su aspecto de nia...
Ah! Me llamaba agua pura, su cristal. El cristal se ha hecho aicos.
Nuestra querida Estelle. Vamos, bailen, bailen! Pero a comps,
cuidado... A comps: un, dos... (Baila.) Dara todo lo del mundo por
volver un momento, un solo instante..., y bailar. (Baila. Una
pausa.) Ahora no oigo muy bien. Han apagado las luces como para un
tango.Por qu tocan con sordina? Ms fuerte! Qu lejos! Ya..., ya no
oigo nada, nada. (Deja de bailar.) Nunca ms. La tierra me ha
abandonado. Garcin, mrame ahora, cgeme en tus brazos. (INS hace
seas a GARCIN de que se aparte desde detrs de ESTELLE.)
INS.(Imperiosamente.) Garcin!
GARCIN.(Retrocede un paso e indica a INS.) No, dirjase a
ella.
ESTELLE.(Se agarra a l.) No se marche ahora! Es que no es un
hombre?Pero mreme, no corra los ojos. Tan desagradable le resulta
verme? Tengo..., tengo los cabellos rubios y, despus de todo, hay
alguien que se ha matado por m. Por favor, de todos modos algo
tiene que mirar. Si no soy yo, ser la estatua, la mesa o los
canaps. Sea como fuere, yo soy algo ms agradable de mirar. Escucha:
he cado de sus corazones como un pajarito que se cae del nido.
Recgeme, ponme ah, en tu corazn, y ya vers cmo soy buena
contigo.
GARCIN.(Rechazndola con esfuerzo.) Le digo que se dirija a
ella.
ESTELLE.A ella? No, ella no cuenta. Es una mujer.
INS.Que yo no cuento? Pero, hija ma, hijita, hace ya mucho
tiempo que t ests resguardada en mi corazn. No tengas miedo; yo te
mirar sin un respiro, sin un parpadeo... Y t vivirs en mi mirada
como una lentejuela en un rayo de sol.
ESTELLE.Un rayo de sol? Vamos, djese de tonteras. Ya antes ha
querido salirse con la suya y ha visto que ha fracasado; as que
djeme.
INS.Estelle! Agua pura, cristal.
ESTELLE.Su cristal? Qu gracia! A quin piensa engaar? Vamos, todo
el mundo sabe que yo tir a la nia por la ventana. El cristal se ha
hecho polvo en el suelo, y qu me importa. Ya soy solo un pellejo, y
mi pellejo no es para usted.
INS.Pero ven. T sers lo que quieras: agua pura, agua sucia. Te
reconocers en el fondo de mis ojos como t te deseas.
ESTELLE.Sulteme! Es que no tiene ojos? Qu tengo que hacer para
que me suelte? Eh? Qu tengo que hacer? (Le escupe a la cara. INS la
suelta bruscamente.)
INS.Garcin! Usted me las pagar. (Una pausa. GARCIN se encoge de
hombros y va hacia ESTELLE.)
GARCIN.As que quieres un hombre?
ESTELLE.Un hombre, no. T.
GARCIN.Djate de cuentos. Cualquiera servira. Resulta que soy yo
el que est aqu, pues yo. Bien. (La coge por los hombros.) Yo no
tengo nada para gustarte, sabes? No soy un chico inocentn y tampoco
s bailar los tangos.
ESTELLE.Te tomar como eres. Puede que te haga cambiar. GARCIN.Lo
dudo. Estar... distrado. Tengo otras cosas en la cabeza. ESTELLE.Qu
otras cosas?GARCIN.No te interesaran.
ESTELLE.Me sentar ah, junto a ti. Esperar a que puedas
atenderme.
INS. (Se echa a rer.) Como una perra! Como una perra! Y ni
siquiera es guapo!
ESTELLE.(A GARCIN.) No la escuches. No tiene ojos ni odos. No
cuenta.
GARCIN.Te dar todo lo que pueda. No es mucho. No te querr nunca;
te conozco demasiado.
ESTELLE.Pero t me deseas?
GARCIN.S.
ESTELLE.Es todo lo que quiero.GARCIN.Entonces... (Se inclina
sobre ella.) INS.Estelle! Garcin! Estn locos! Estoy yo aqu.
GARCIN.Ya lo veo. Y qu?INS.Delante de m no..., no pueden.
ESTELLE.Por qu no? Yo me desnudaba delante de mi doncella.
INS.(Agarrndose a GARCIN.) Djela, djela ya! No la toque con sus
asquerosas manos de hombre.
GARCIN.(Rechazndola violentamente.) Vamos, basta ya; yo no soy
un caballero, sabe?, y no me voy a morir por pegarle a una
mujer.
INS.Me lo haba prometido, Garcin, recurdelo. Por favor, usted me
lo haba prometido.
GARCIN.Es usted la que ha roto el pacto; basta.
(INS se separa y retrocede hasta el fondo de la habitacin.)
INS.Hagan lo que quieran; son los ms fuertes. Pero acurdense de
que yo estoy aqu y que los estoy mirando. No dejar de mirarlos ni
un solo momento; tendrs que besarla bajo mis ojos. Cmo los odio a
los dos! Pueden hacerlo, vamos! Estamos en el infierno; ya llegar
mi turno.(Durante la escena siguiente los mira sin una
palabra.)
GARCIN.(Vuelve junto a ESTELLE y la coge por los hombros.) Dame
tus labios.(Una pausa. Se inclina sobre ella, pero bruscamente se
yergue.)
ESTELLE.(Con un gesto de despecho.) Qu... (Una pausa.) Ya te he
dicho que no te preocupes de ella.
GARCIN.Es lo otro, lo otro. (Una pausa.) Gmez est ahora en el
peridico.Han cerrado las ventanas; as que es invierno. Seis meses.
Ya hace seis meses que me... No te lo dije que me distraera? Estn
tiritando; tienen puestas las chaquetas. Es curioso que all tengan
tanto fro y yo tanto calor. Esta vez s est hablando de m.
ESTELLE.Durar mucho eso? (Una pausa.) Por lo menos dime lo que
cuenta.
GARCIN.Nada. No cuenta nada. Es un cerdo, eso es todo. (Presta
odo.) Un verdadero cerdo. Bah! (Vuelve con ESTELLE.) Volvemos a lo
nuestro?Vas a quererme mucho? ESTELLE.(Sonriendo.) Quin sabe?
GARCIN.Tendrs confianza en m?ESTELLE.Qu pregunta tan tonta; no voy
a perderte de vista nunca, y seguro que no ser con Ins con quien me
engaes.
GARCIN.Evidentemente. (Una pausa. Suelta los hombros de
ESTELLE.) Yo hablaba de otra confianza. (Escucha.) Anda! Anda! Di
lo que te parezca; como no estoy ah para contestarte... (A
ESTELLE.) Estelle, t tienes que darme tu confianza. Quieres?
ESTELLE.Qu tonteras! Teniendo lo que tienes: mi boca, mis
brazos, todo mi cuerpo..., podra ser tan fcil. Mi confianza! Yo no
tengo ninguna confianza que dar, ninguna. Me das una rabia
horrible. Ah! Seguro que tienes una cosa muy grave para pedirme una
cosa as: mi confianza.
GARCIN.Me fusilaron.
ESTELLE.Ya lo s. Te habas negado a salir. Qu ms?
GARCIN.Yo... No, yo no me haba negado del todo. (A los
invisibles.) l habla muy bien y sabe criticar, pero no dice lo que
hay que hacer. Qu tena que hacer yo? Entrar en el despacho del
general y decirle: Mi general, yo no salgo? Qu tontera! Me hubieran
encerrado. Y yo lo que quera era testimoniar, testimoniar! No quera
que ahogaran mi voz. (A ESTELLE.) As que..., que tom el tren. Me
cazaron en la frontera.
ESTELLE.Adonde queras ir?
GARCIN.A Mxico. Tena el proyecto de sacar all un peridico
pacifista. (Un silencio.) Bueno, di algo.
ESTELLE.Qu quieres que diga? Hiciste bien, puesto que no queras
luchar. (Gesto de disgusto en GARCIN.) Ay querido!, yo no puedo
adivinar lo que tengo que responderte.
INS.Hijita, hay que decirle que sali huyendo como un len. Porque
lo que hizo es huir el hombre... Eso es lo que le trae a mal
traer.
GARCIN.Huido, marchado; llmelo como quiera.
INS.Era lo mejor que podas hacer: huir. Si te hubieras quedado,
te hubiesen detenido en seguida, no?
GARCIN.Claro. (Una pausa.) Estelle, te parece que yo soy un
cobarde?
ESTELLE.Ay hombre!, yo no s nada de eso. Yo no estoy en tu
lugar. Eres t el que tiene que decidir.
GARCIN.(Con un gesto cansado.) Yo no decido nada.
ESTELLE.En cualquier caso, t tendrs que acordarte; seguro que
tenas tus razones para actuar como lo hiciste.
GARCIN.S.
ESTELLE. Entonces ?
GARCIN.Pero son las verdaderas razones?
ESTELLE.(Fastidiada.) Qu complicado eres.
GARCIN.Yo quera testimoniar, yo..., yo lo haba reflexionado
largamente...Pero son esas las verdaderas razones?
INS.Ah!, esa es la cuestin, en efecto. Fueron esas las
verdaderas razones? T razonabas, no queras comprometerte a la
ligera. Pero el miedo, el odio y todas las porqueras que uno se
oculta, son tambin razones. As que t busca, interrgate.
GARCIN.Cllate t. Qu crees? Que he estado esperando tus consejos?
Todo el da y la noche me los pasaba andando en el calabozo; de la
ventana a la puerta, de la puerta a la ventana. Espindome.
Siguindome las huellas.Me pareca que me haba pasado una vida entera
interrogndome. Y luego, qu? El acto estaba ah. Yo... haba tomado el
tren; eso es lo nico seguro. Pero por qu? Por qu? Hasta que al fin
pens: Mi muerte lo decidir; si muero limpiamente habr probado que
no soy un cobarde...
INS.Y cmo muri usted, Garcin?
GARCIN.Mal. (INS se echa a rer.) Fue..., fue un simple
desfallecimiento corporal. No me da vergenza. Lo nico que..., que
todo ha quedado en suspenso para siempre. (A ESTELLE.) Ven aqu t.
Mrame. Necesito que alguien me mire mientras hablan de m en la
Tierra. Me gustan los ojos verdes.
INS.Los ojos verdes? Qu cosas. Y a ti, Estelle, te gustan los
cobardes?
ESTELLE.Si t supieras lo poco que me importa... Cobarde o no, si
sus caricias... Eso me basta.
GARCIN.Dan cabezadas as; se aburren. Piensan: Garcin es un
cobarde. Blandamente, dbilmente. Porque, despus de todo, hay que
pensar en algo. Garcin es un cobarde! Eso es lo que han decidido
ellos, s, mis compaeros. Dentro de seis meses dirn: Cobarde como
Garcin. Ustedes han tenido suerte, despus de todo: nadie piensa en
ustedes ya en la Tierra. Lo mo es ms duro.
INS.Y su mujer, Garcin?
GARCIN.Qu dice ahora de mi mujer! Ha muerto.
INS.Muerta?
GARCIN.Ah!, s. Me parece que he olvidado decirlo. Ha muerto
ahora. Hace dos meses ms o menos.
INS.De pena?
GARCIN.Naturalmente, de pena. De qu quiere que haya muerto la
pobre?As que todo va bien: la guerra ha terminado, mi mujer ha
muerto y yo..., yo he entrado en la Historia. (Solloza secamente y
se pasa la mano por la cara. ESTELLE se cuelga de l.)
ESTELLE.Querido mo! Querido mo! Mrame, tcame, amor mo. (Le coge
la mano.) Ponme la mano aqu, acarciame. (GARCIN hace un movimiento
para desprenderse.) Deja la mano; djala, no te muevas. Todos ellos
van a morir; qu importa lo que piensen. Olvdalos. Soy yo lo nico
que existe.
GARCIN.(Separando la mano.) Pero ellos..., ellos no me olvidan a
m. Ellos morirn, ya s, pero vendrn otros que recogern su consigna.
Les he dejado mi vida entre sus manos.
ESTELLE.Piensas demasiado, eso es lo que te pasa!
GARCIN.Y qu otra cosa voy a hacer? En otro tiempo actuaba... Ah,
con volver solo un da entre ellos, qu ments, de qu forma...! Pero
estoy fuera de juego; cierran el balance sin m, y tienen razn,
porque estoy muerto. Cazado como una rata. (Re.) He pasado al
dominio pblico. (Una pausa.)
ESTELLE.(Suavemente.) Garcin.
GARCIN.Ah!, ests ah? Est bien, escucha: vas a hacerme un favor.
No te preocupes, ya s: te resulta raro que alguien te pida socorro;
no tienes costumbre. Pero si t quisieras, si hicieras un esfuerzo,
hasta puede que consiguiramos amarnos verdaderamente... Mira: ah
son mil los que repiten que yo soy un cobarde. Pero qu significan
mil? Con un alma que hubiera, con una sola, que afirmara con todas
sus fuerzas que yo no hu, que no es posible que yo huyera, que
tengo valor, que soy limpio, yo... estoy seguro de que me salvara!
Quieres creer en m? Te querra entonces ms que a m mismo.
ESTELLE.(Riendo.) Qu tonto eres! Te figuras que yo podra querer
a un cobarde?
GARCIN.Pero antes decas...
ESTELLE.Me burlaba de ti. A m me gustan los hombres, Garcin, los
verdaderos hombres, de manos fuertes, rudos. T no tienes cara de
cobarde; ni la boca, ni la voz, ni el pelo de un cobarde, y te
quiero por eso: tu pelo, tu boca, tu voz.
GARCIN.Es verdad eso?
ESTELLE.Quieres que te lo jure?
GARCIN.Entonces los desafo a todos, a los de all y a los de aqu.
Estelle, nosotros saldremos del infierno. (INS se echa a rer. l se
interrumpe y la mira.) Qu pasa?
INS.(Riendo.) Nada. Solo que ella no cree ni una palabra de lo
que est diciendo. Cmo puedes ser tan ingenuo? Estelle, dime: soy un
cobarde? Si t supieras todo lo que ella se re de ese problema.
ESTELLE.Ins! (A GARCIN.) No la escuches. Si t quieres mi
confianza, tienes que empezar por concederme la tuya.
INS.Pues claro que s, pues claro que s! Concdele tu confianza.
Necesita un hombre, ya lo ves; un brazo de hombre alrededor de su
cintura, un olor de hombre, un deseo de hombre en los ojos de un
hombre. En cuanto a lo dems... Bueno! Podra decirte que t eres Dios
Padre si eso fuera de tu agrado.
GARCIN.Estelle! Es verdad eso? Contstame! Es verdad?
ESTELLE.Qu quieres que te diga? No comprendo nada de todos esos
los. (Golpea con el pie.) Qu desagradable es todo esto! Mira:
aunque t fueras un cobarde, yo te querra. No te basta con eso? (Una
pausa.)
GARCIN.Me dan asco las dos. (Va hacia la puerta.)
ESTELLE.Qu vas a hacer?
GARCIN.Me voy.
INS.(En seguida.) No iras muy lejos: la puerta est cerrada.
GARCIN.Tendrn que abrir. (Llama al timbre. No suena.)
ESTELLE.Garcin!INS.(A ESTELLE.) No te preocupes; el timbre no
funciona.
GARCIN.Ya vern cmo abren. (Tamborilea sobre la puerta.) Ya no
puedo soportarlas ms, no puedo verlas ms. (ESTELLE corre hacia l; l
la rechaza.) Djame; me repugnas todava ms que ella. Sera horrible
emparentarme en esos ojos tuyos. Ests hmeda, eres blanda. Eres un
pulpo, un lodazal. (Golpea en la puerta.) Qu! Van a abrir?
ESTELLE.Garcin, te lo suplico: no te vayas, no te hablar ms, te
dejar tranquilo, pero no te vayas. Ins ha sacado sus garras; no
quiero quedarme sola con ella.
GARCIN.Arrglatelas como puedas. Yo no te he dicho que vengas;
all t. ESTELLE.Cobarde! Ahora ya lo veo! Es verdad que eres un
cobarde! INS.(Acercndose a ESTELLE.) Qu, hija ma, no ests contenta
t? Me hasescupido para hacerle gracia, y ya ves, nos hemos enfadado
por suculpa. Pero ahora se va el aguafiestas; vamos a quedarnos
entre mujeres, solas.
ESTELLE.No vas a ganar nada con ello; si esa puerta se abre yo
me escapar tambin.
INS.Adnde?
ESTELLE.Donde sea. Lo ms lejos posible de ti. (GARCIN no ha
cesado de llamar a la puerta.)
GARCIN.Abran! Abran! Lo soportar todo: los cepos, las tenazas,
el plomo derretido, las pinzas, el garrote, todo lo que quema, todo
lo que desgarra; quiero sufrir normalmente. Antes cien mordeduras,
antes el ltigo, el vitriolo..., todo antes que este sufrimiento
interior, este..., este fantasma de sufrimiento que roza, que
acaricia y que nunca hace demasiado dao. (Coge el picaporte de la
puerta y lo sacude.) Abrirn de una vez? (La puerta, bruscamente, se
abre, y GARCIN est a punto de caer.) Qu es esto? (Un largo
silencio.)
INS.Vamos, Garcin... Vyase.
GARCIN.(Lentamente.) Me pregunto por qu se habr abierto.
INS.Qu est esperando? Hale, mrchese!
GARCIN.No, no voy a irme.
INS.Y t? (A ESTELLE. ESTELLE no se mueve. INS se echa a rer.)
Entonces,quin? Cul de los tres? La va est libre. Quin nos retiene?
Ah, es para morirse de risa! Resulta que somos inseparables.
(ESTELLE se abalanza, por detrs, sobre ella.)
ESTELLE.Inseparables? Garcin! Aydame, aydame, de prisa. La
arrastraremos fuera y cerraremos la puerta; ahora va a ver, ahora
va a ver esta.
INS.(Debatindose.) Estelle! Estelle! Te lo suplico, no me eches!
Al pasillo, no; no me tires en el pasillo!
GARCIN.Sultala.
ESTELLE.Ests loco. Te odia.
GARCIN.Yo... me he quedado por ella, sabes? (ESTELLE suelta a
INS y mira aGARCIN con estupor.)
INS.Que te has quedado por m? (Una pausa.) Est bien, cierra la
puerta.Hace muchsimo ms calor desde que se ha abierto. (GARCIN va a
la puerta y la cierra.) As que por m, eh?
GARCIN.S. Porque t..., t sabes lo que es un cobarde. T s lo
sabes.
INS.S, claro que lo s.
GARCIN.Y sabes lo que es el mal, la vergenza, el miedo. Ha
habido das..., a que s?..., en que te has visto hasta los tutanos y
te has quedado destrozada, muerta. Y al da siguiente ya no sabas qu
pensar, no conseguas descifrar las revelaciones de la vspera. S, t
conoces el precio del mal. Y si t dices que yo soy un cobarde, es
con conocimiento de causa, eh?
INS.S.
GARCIN.Es a ti a quien tengo que convencer, a ti. T eres de mi
raza. Qu te creas? Que me iba a marchar? No te poda dejar aqu,
triunfante, con todos esos pensamientos en la cabeza..., todos esos
pensamientos que se refieren a m.
INS.Es verdad que quieres convencerme?
GARCIN.Es lo nico que quiero. A ellos ya no los oigo, sabes?
Seguro que es porqueya han terminado conmigo. Terminado: el asunto
est clasificado, yo ya no soy nadie en la Tierra, ni siquiera un
cobarde. Ins, estamos aqu solos: ya solo estis vosotras para pensar
en m. Ella no cuenta; pero t, t que me odias..., si t me crees, me
salvas.
INS.Puede que no sea fcil, no s. Soy un poco dura de aqu. (Por
la cabeza.)
GARCIN.Emplear el tiempo que haga falta.
INS.Oh, s! Tienes todo el tiempo que quieras. Todo el
tiempo.
GARCIN.(La coge por los hombros.) Escucha: cada uno tiene sus
objetivos,no es as? A m..., a m me daba igual el dinero, el amor.
Yo..., yo quera ser un hombre. Un valiente. Y lo apost todo al
mismo caballo.Es posible que uno sea un cobarde cuando se han
elegido los caminos ms peligrosos? Puede juzgarse una vida entera
por un solo acto? Eso es lo que pregunto.
INS.Y por qu no? Durante treinta aos te imaginaste que tenas
mucho corazn; y te permitas mil pequeas debilidades porque a los
hroes todo les est permitido. Y qu cmodo era! Y luego, a la hora de
la verdad, te pusieron al pie del paredn... y te cogiste el tren
para Mxico.
GARCIN.No, yo no me imaginaba ese herosmo. Lo eleg. Cada uno es
lo que quiere ser.
INS.Demustralo. Demuestra que no era... una imaginacin.
Solamente los actos deciden qu es lo que uno ha querido.
GARCIN.He muerto demasiado pronto. No me han dejado tiempo
para..., para realizar mis actos.
INS.Siempre se muere demasiado pronto o demasiado tarde. Y, sin
embargo, la vida est ah, acabada. La raya est hecha y hay que hacer
la suma. T no eres nada ms que tu vida.
GARCIN.Eres una vbora. Tienes respuesta para todo.
INS.Vamos! Vamos! No pierdas los nimos. Debe de ser muy fcil
convencerme. Busca argumentos, haz un esfuerzo a ver. (GARCIN se
encoge de hombros.) Qu tal, qu tal? Ya te haba dicho que eras
vulnerable. Y cmo las vas a pagar ahora! Eres un cobarde, Garcin,
un cobarde, porque yo lo quiero. Porque yo lo quiero, lo oyes? Y,
sin embargo, mira lo dbil que soy, como un suspiro; solo esta
mirada que te mira, este pensamiento incoloro que te piensa..., no
soy nada ms. (l va hacia ella con las manos abiertas.) Bueno, y qu?
Ahora van y se abren esas manos grandes, de hombre. Y qu? Qu
esperas? Los pensamientos no se cogen as, con las manos. Mira cmo
no puedes hacer otra cosa que convencerme... Eres mo.
ESTELLE.Garcin!
GARCIN.Qu?
ESTELLE.Por lo menos, vngate.
GARCIN.Cmo?
ESTELLE.Bsame y vers cmo canta.
GARCIN.Y ya ves, es verdad. Estoy en tus manos, pero t tambin en
las mas. (Se inclina sobre ESTELLE. INS da un grito.)
INS.S, cobarde, cobarde! Vete a que te consuelen las
mujeres!
ESTELLE.Canta, Ins, canta!
INS.Vaya pareja! Si t vieras su pataza plantada ah, en tu
espalda, enrojecindote la carne, arrugando la tela... Tiene las
manos hmedas; est sudando. Va a dejarte una marca azul en el
vestido, ya vers.
ESTELLE.Canta! Canta! Estrchame ms fuerte, Garcin; vers cmo
revienta.
INS.S, s, Garcin, estrchala ms fuerte, anda; que tu calor y el
suyo se haga un revoltijo, anda... Es estupendo el amor, eh? No,
Garcin? Es una cosa tibia y profunda como el sueo, solo que yo te
impedir dormir. (Gesto de GARCIN.)
ESTELLE.No, no la escuches. Bsame. Soy tuya, tuya.
INS.Bueno, a qu esperas t? Haz lo que te dice. Garcin, el
cobarde, tiene en sus brazos a Estelle, la infanticida. Quedan
abiertas las apuestas... El seor Garcin la besar? No la besar? Cmo
los veo, cmo los veo. Yo sola soy una multitud, la muchedumbre,
Garcin, la muchedumbre,oyes? (Murmurando.) Cobarde. Cobarde.
Cobarde. Cobarde. Aunque me huyas, no te vale; yo no te suelto. Qu
vas a buscar en sus labios?El olvido? Pero yo no voy a olvidarte a
ti; yo, no. Es a m a la que tienes que convencer. A m. Vamos, ven,
ven! Te espero. Lo ves, Estelle? Afloja el abrazo, es dcil como un
perro... No va a ser tuyo nunca!
GARCIN.Y no ser de noche nunca?
INS.Nunca.
GARCIN.Y t me vers siempre?
INS.Siempre. (GARCIN abandona a ESTELLE y da algunos pasos por
la habitacin. Se acerca a la estatua.)
GARCIN.La estatua... (La acaricia.) En fin! Este es el momento.
La estatua est ah; yo la contemplo y ahora comprendo perfectamente
que estoy en el infierno. Ya les digo que todo, todo estaba
previsto. Haban previsto que en un momento..., este..., yo me
colocara junto a la chimenea y que pondra mi mano sobre la estatua,
con todas esas miradas sobre m... Todas esas miradas que me
devoran... (Se vuelve bruscamente.) Cmo! Solo son dos? Crea que
eran muchas ms. (Re.) Entonces esto es el infierno. Nunca lo
hubiera credo... Ya lo recordarn: el azufre, la hoguera, las
parrillas... Qu tontera todo eso...Para qu las parrillas? El
infierno son los dems.
ESTELLE.Amor mo!
GARCIN.(Rechazndola.) Djame. Ella est con nosotros. No puedo
estar contigo cuando ella me mira.
ESTELLE.Est bien! Ya no nos vers ms. (Coge el cortapapeles de la
mesa, se precipita sobre INS y le asesta varias pualadas.)
INS.(Se debate riendo.) Pero qu haces, qu haces? Ests loca? T
sabes de sobra que ya estoy muerta.
ESTELLE.Muerta? (Deja caer el cuchillo. Una pausa. INS recoge el
cuchillo y se apuala con rabia.)
INS.Muerta! Muerta! Muerta! Ni cuchillo, ni veneno, ni cuerda.
Ya est hecho, comprendes? Y estamos juntos para siempre. (Re.)
ESTELLE.(Se echa a rer.) Para siempre, Dios mo, qu cosa tan
curiosa! Para siempre!
GARCIN.(Re mirando a las dos.) Para siempre! (Caen sentados,
cada uno en su canap. Un largo silencio. Dejan de rer y se miran.
GARCIN se levanta.) Bueno, sigamos. (Teln.)
Fin