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LA ADMIRACION, COMO ORIGEN DE LA FILOSOFIA PEDRO CEREZO GALÁN UNIVERSIDAD DE BARCELONA
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76236-99269-1-PBla admiracion

Sep 12, 2015

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Sick Hoziriz

filosofia de vida
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  • LA ADMIRACION, COMO ORIGEN DE LA FILOSOFIA

    PEDRO CEREZO GALN UNIVERSIDAD DE BARCELONA

  • La presente investigac~n se propone repensar la esencia de la vida intelectual, desde su posibilitacin trascendental en el fenmeno ongin& rio de la "admiracin" No se refiere, por consiguiente, al comienzo his- trico de la filosofa, sino a su intrnseco principialismo constituyente

    En primer lugar, se diferencia "la admiracin" del "estupor" como embeleso que se nutre de novedades, pero que nunca alcanza a travs de la problematizacin de lo dado, la perpectiva ontolgica de "lo nuevo", como trascendencia desbordante del mundo emprico

    A continuacin se analiza el fenmeno originario de la "admiracin", como el "horizonte ontolgico de la objetividad", en su doble vertiente de extraamiento ob-jetivador y entraamiento reflexivo A la luz de esta estructura, se precisan las determinaciones formales del ob-jeto y del sujeto, en la relacin admirativa

    En tercer lugar, se expone el "proceso de la admiracin" en sus tres momentos de epoj de la vida pragmhtica, problematizacin diaportica y vislumbre del trasmundo, y se culmina con una interpretacin de la admiracin, como destinacin del espritu humano al Absoluto De este modo se resuelve la admiracin en el ser de la libertad, como destino transfsico y exceso sobre lo mundano. Y por ltimo, refirindose al "su- jeto de la admiracin", se estudian las tres dimensiones fundamentales de este exceso como estructura originaria de libertad.

    Thi paper proposes a reassessment of the essence of intellectual life, considering that it 1s made tradscendentally possible in the basic pheno- menon of "admiration" Therefore it does not deal with the historical orign of philosophy, but with its intrinsic constituents

    In the first place, the difference between "admiration" and "bewil- derment" is shown. Bewilderment is a rapture provoked by novelties, but never finds a problem in that which is given to it, and so it misses the ontological dimension of "new things", as something that transcends ~ the empirical world

    Next comes an analysis of the basic phenomenon of "admiration" as the ontological horizon of objectivity with two sldes, its outward ob-jecti- fication and its inward reflection. Considering such a structure, the es- sential determinations of the object and the subject in the relationship of "admlration" are established

    Thirdly, the process of "admiration" is described in its three stages: "epoch" of pragmatic life, diaporetical problems and glimpses of the world beyond. "Admiration" is interpreted as the destiny of human spirit towards the Absolute, so that "admiration" identifies itself with the being of freedom, as a destiny beyond that exceeds worldly things

  • 6 Pedro Cerexo Galn

    La relacin del hombre con el ser es siempre y necesaria mente histrica. Cada tiempo abre unas determinadas posibili- dades a la comprensin del sentido de la realidad, porque esen- cialmente es la historia el lugar trascendental de la revelacin 1 , del ser. De aqu que la determinacin radical de toda poca sea primariamente metafsica, como ha escrito HEIDEGGER (1). Pero precisamente por tratarse de una relacin histrica, debe asu- mir en cada momento, por rememoracin trascendental, la his- toria ya sida del ser, de modo que tome vigencia, al nivel de "aqu y ahora", lo que desde antiguo y siempre da que pen- sar (2), lo que acta y cumple al pensamiento en su esencia.

    "La vida intelectual se encuentra hoy en una situacin pro- fundamente paradjica" -escriba ZUBIRI hace ya aos Los sntomas de aquella situacin, "la positivacin niveladora del saber" y "la desorientacin de la funcin intelectual" (3) se han sgudizado entre tanto, hasta el punto de que el ms excluyente positivismo, el positivismo de la tecnificacin del pensamiento, ahoga las posibilidades creadoras que se abren aqu y all al vuelo del espritu. Hoy ms intensamente que nunca, se intenta , negar el sentido y la validez de la filosofa. No se hace en nom- bre de una determinada ciencia ni desde una actitud esttica o religiosa, sino invocando al pensar mismo, al pensar cientfico- formalizado y arguyendo que la Metafsica no puede exhibir ni una sola proposicin, que puede ser constatada universalmente y formalizada en un sistema exacto y riguroso. Nuestra situa- cin intelectual es, a todas luces, apremiante. Y sin embargo, o mejor precisamente por esto, esencialmente metafsica. El mis- mo HEIDEGGER ha mostrado cmo este excluyente ciencismo es una consecuencia del destino histrico de la filosofa occidental, segn la experiencia del ser, que en el cartesianismo abre la edad moderna (4). Y como tal, nuestra situacin sigue siendo en s y por s, en su ms secreta entraa, metafsica, como no pue- de menos de serlo Ms an: nuestra situacin se torna metaf- sica en una nueva y radical dimensin, por nuestra cada en la

    (1) HEIDEGGER, HOLZWEGE "Die Zeit des Weltbildes", pg 69, (Ed. Vittorio Klostermann). Frankfurt, 1963)

    (2) ARIST6TELES : "Metafisica", 1028b 2-4. ( 3 ) ZUBIRI. "Naturaleza, Historia, Dios", pg 25 (Madrid, 1951) (4) HEIDEGGER, HOLZWEGE "Die Zeit des Weltbildes", pg. 85.

    "Dass die Welt zum Bild wird, ist ein und derselbe Vorgang mit dem, dass der Mensch innerhalb des Seienden zum Subjectum wird".

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    perplejidad originaria sobre el ser, por la prdida de toda res- puesta ya vlida de antemano. Slo cuando el ser se muestra como problema, el pensamiento se orienta de nuevo hacia lo desconocido, y en esta re-orientacin encuentra las fuerzas para el salto metafsico, que trasciende lo ordinario Pero esta orien- tacin debe ser ella misma histrica y sobre la h~storia. El Da- sezn, que, segn la certera expresin heideggeriana, es "la me- moria del ser", rememora lo ya sido, para alcanzar la verdad ontolgica, esto es, el fundamento "a priori" de toda epifana o verdad ntica. Esta rememoracin es la correspondencia al de- venir exttico de la luz del ser en el tiempo La rememoracin es as una vuelta al origen, donde la filosofa puede encontrar de nuevo su esencia y fecundidad. Pero esta misma densidad histrica en la que nos movemos, pudiera hacernos ciegos para la filosofa misma y sus poblemas. Esto ocurre tantas veces como el hombre recoge un pensamiento ya construido, como algo obvio y "natural", sin imponerse el esfuerzo de un descubrimiento creador ; cuando el hombre toma la historia de la filosofa como un museo arqueolgico y sistemtico, y no como un mbito her-

    E

    menutico que nos arroja de nuevo en la perplejidad del ser. Hacemos filosofas o hay ms bien un destino que nos hace ser filsofos?. Es la filosofa el acontecimiento radical de la exis- tencia o la mera expresin de un quehacer a la mano, como tan- tos otros?. Hay pues que repensar originariamente qu es filoso- far, que es tanto como asistir de nuevo a la originacin de la filosofa.

    Tanto PLATN como ARISTTELES afirmaron que el origen de este nuevo gnero de vida, -la vida intelectual-, reside -en la "admiracin" (5). La palabra "origen" no debe entenderse aqu en un sentido puramente temporal de arranque extrnseco de un hecho o acontecimiento. No se trata de un mero "comienzo" (initzumi) PLATN ha llamado a la admiracin, " C p ~ $ r Yj s cp (10- o y tus ", y es bien sabido que el trmino " Cp~fj " (prznczpzum), se refiere a la causa ontolgica y al interno elemento de consti- tucin. Nuestro tema no tiene que ver con las circunstancias histricas, que ofrecieron la posibilidad de ver el mundo de una manera nueva, frente al carcter operativo y asctico de la sabi- dura oriental, c o l o a las urgencias e intereses pragmticos (6) Al preguntar por el origen, nos referimos a la disposicin tras- cendental de la mente (rooro r6 x0os) que inaugura una forma nueva de ver el mundo y con ella, una experiencia decisiva de lo que es el hombre. Origen de la filosofa equivale a las condi-

    (5) PLAT6N. "Teeteto", 155d y ARIST . "Metafsica", 98213 12-13 (6) PLATdN "Repblica", 435e

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    ciones trascendentales de su posibilidad. Y lo propio de la filo sofia, nos dicen los griegos, no slo de donde nace, sino tambin 4' en lo que consiste, es el permanecer asombrados ante la reali- dad. Qu quiere decir la "admiracin (8aopaC~~v):'

    11) Anlisis del Estupor .

    Disponemos en castellano de dos voces, que, con diversos ma- tices, expresan dos modos antitticos de estar admirado: "estu- por" y "extraeza". Hay, en efecto, una forma de admirarse en que la mente permanece enajenada ante algo, sin posibilidad de trascender este estado 'de inquietud sin respuesta. Lo inslito, lo nunca visto, atraen nuestra atencin que queda como pren- dida e hipnotizada, en un permanente extravo de s. La inteli- gencia se encuentra, en el estupor, obliterada, en cerrazn de perspectivas, muda y absorta con lo que se presenta. SANTO TO- MAS llam a este fenmeno "estupor" "Quien se encuentra en l -escribe- teme dar un juicio en el momento presente e incluso investigar para el futuro" (7).

    El embelesamiento del estupor va siempre unido a la curio- sidad de novedades Hay quienes sienten la sed de estar siempre enterndose de nuevas cosas, indefinidamente. La inteligencia, para su hambre de realidad, no encuentra nada que le satisfa- ga Se ve condenada a ir de ac para all, en un vagabundeo incesante. En cada momento se le ofrecen ms cosas nuevas, desconocidas, pero nunca lo nuevo en lo mismo, lo nuevo en lo de siempre, la serena y progresiva penetracin en la sustancia de lo antiguo. En este vagabundeo del estupor se realiza un trnsito constante sin direccin determinada, porque no est dirigido por ninguna pregunta, porque en definitiva no sabemos donde ir ni nos importa. Quien se asombra con estupor, no duda, no somete a las cosas a una prueba exigente de s mismas, no se encuentra alguna vez perdido y sin caminos, como condicin para sentir la honda exigencia de demandar una respuesta. La inteligencia, derramada en la exterioridad, se abandona a lo que va llegando, como un espejo que recoge nuevas imgenes, in- capaz de dar razn de su propio brillo. Este movimiento es pues discontinuo y horizontal. Siempre se permanece en un mismo plan homogneo de consideracin. Todo lo nuevo se reduce automticamente a ser una cosa ms de las ya vistas, de modo

    (7) SANTO TOMAS: "Summa Th.", 1-IIae, qu. 41, art 4, ad quintum

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    que no hay realmente un progreso en el ver, sino un simple aumento cuantitativo de la visin, que vlene a repetir indefini- damente la misma situacin de la mente ante la realadad. El mundo se convierte as, rigurosamente hablando, en estupefa- ciente, que va mitigando nuestra hambre de entender con el narctico enervante de nuevas cosas, que engendran pasmo y

    L

    estupor. Una nueva determinacin de este pazos consiste en estar

    perdxdo en las cosas Todo goza de la misma categora ; todo se dibuja homogneamente sobre el fondo constante de lo que pue- de tener algn inters para la curiosidad El estupor es as una actitud de ensoacin, en la que se relaja la fuerza de gravedad del pensamiento, que lo arroja sobre la tierra del ser incesan- temente. Por esto SANTO TOMS alude a la "suspensin del jui- cio", por la falta de un fundamento al sentimiento humano, y de temor a la verd-ad

    La inteligencia ha perdido el don de vislumbrar, que es en el entendimiento finito, el sustituto del entender creador En el estupor el hombre est ante cosas, slo porque las cosas, por as decirlo, se ponen ante el hombre. La inteligencia no se ade- lanta en su exceso sobre las cosas mismas. para determinar las condiciones "a priori" de todo conocimiento o presentacin n- tica. No es consciente de su radical trascendentalidad con res- pecto a todo lo objetivo. El estupor es a radice una enajenacin del espritu, su estado de absorcin en lo intramundano, que su- pone siempre un olvido ontolgico de s. El horizonte del estupor no es, como fcilmente pudiera pensarse, lo extraordinario Lo extraordinario exige lo extraordinario y nos pone en camino de trascender lo habitual El preguntar filosfico "no se halla en el camino que transitamos diariamente, desprevenidos y por com- pleto descuidados. Tampoco est en la ordenac~n habitual de lo cotidiano, lo cual nos forzara a convertirlo en motivo propio de ciertas exigencias e inclusive de determinados preceptos Tampoco reside en el crculo de los modos del cuidar o satisfa- cer necesidades dominantes. Est fuera de lo ordinario" (8). El estupor en cambio se enreda con las preguntas, que no abren nada nuevo; balbucea curiosamente y si alguna vez, se siente estremecido por la violencia de una pregunta radical, recula temeroso ante el riesgo y la decisin de la respuesta.

    Todo el proceso podramos resumirlo as- el espritu del hombre, que est llamado a recrear fecundamente la unidad del universo en su acto de inteleccin, recogiendo as inrnate-

    (8) HEIDEGGER- "Introduccin a la Metafsica", pg 49, (Ed No- va. Buenos Aires )

  • Pedro Cerezo Galn

    rialmente toda la inteligibilidad del cosmos, se dispersa en la multiplicidad de lo existente, frustrando su vocad~n de unidad.

    ,

    Y de aqu que la alegra creadora del espritu, la felicidad na- tural que consiste en que se "describa en el alma el orden de todo el universo" (9) se ve sustituida por el goce momentneo de lo sorprendente. J

    11) El mbzto de la admzraczn i La otra admiracin, la que origina la filosofa, yo me atreve-

    ra a llamarla, extraeza, al menos en su primer momento. Lo : extrao no es ni lo inmediatamente prximo ni lo indefinida- mente lejano. Lo extrao connota un crculo de familiaridad, donde se establece el juego de la desvelacin y el secreto. En lo extraiio, estamos y no estamos. No es lo entraable, sino algo que est des-entradndose en extraeza. Y es aqu donde yo en- cuentro el pazos dramtico de todo filosofar. Para conocer, que en castellano llamamos tambin des-entraar, necesitamos an- tes trascender nuestra primera situacin en las cosas, extran- donos de nuestra primitiva entraeza en el mixndo. Al des-en- traar alejamos. Al alejar, se crea el espacio trascendental de la visin. La realidad queda a medias, entre la lejana que borra los perfiles y la inmediatez que anula el horizonte ; es decir, la realidad queda desposeda de nuestra primera relacin con ella, interesada e inmediata, y entonces empieza a ser ella misma frente a la conciencia, desdoblndose como ella en la conciencia. La extraeza desarrolla as el espacio de la objetividad. El dis- tanciamiento des-entraante del mundo permite la aparicin del campo ob-jetivo, como lo ante-puesto y as distanciado y en- frentado al sujeto. El ob-jeto aparece a la conciencia en el mis- mo movimiento extraante, en que sta se-distancia del medio entorno y se-reconoce en su ser., Por eso la filosofa, frente al mito como posesin autstica de la realidad, nace de cierta ge- nerosidad de la mente, trata de alejar lo inmediato, para some- terlo, en la mediacin, a nueva luz y a ms amplio horizonte

    En la prefilosofa la relacin del hombre con las cosas es inmediata, pero abstracta o vaca; es una relacin natural que an no tiene conciencia de s. Las cosas no son objetos en el sentido riguroso de la palabra; es decir, no estn implantadas en la realidad frente a la conciencia, hasta que el hombre no es capaz de reconocer lo ajeno que se le presenta. en tanto que dis-

    (9) Santo TOMAS "De Veritate", qu. 20, art. 3

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    tinto de s, en el mismo autodistanciamiento extraante del hombre con respecto a las cosas.,' Simultneamente con esta presentacin del objeto, crece pues la conciencia del sujeto; La filosofa surge precisamente con lo que podramos llamar con terminologa de HEGEL, una "mediacin" en el seno de la primi- tiva inmediatez de nuestra situacin en el mundo emprico.

    La cosa aparece en su carcter objetual de dada a una con- ciencia, capaz de anteponrsela, y en el mismo movimiento, se descubre la conciencia como el fundamento trascendental que "pro-yecta" el horizonte de la ob-jetivacin La mediacin es as un movimiento reflexivo que trasciende y posibilita la situa- cin originaria de nuestro primitivo "estar-conociendo-cosas". La conciencia emprica no se asombra de este primario "estar" del hombre, como lumen naturale, aprehendiendo el sentido del ser, y por lo tanto, no siente nunca la necesidad de esclare- cer las condiciones a priori de este "estar". Esta reflexin tras- cendental llega a descubrir la posibilidad, no lgica, sino o~ito- ljica, esto es, posibilitante y estructural, del ser-su jet,o de cono- cimiento La verdad de todo pensar y decir ajustado y atenido

    ; a las cosas, requiere la aclaracin presupositiva de la constitu- " cin misma del hombre como apertura a la realidad.

    La verdad ntica es de por s infundamentada, problemtica, objecto de asombro, hasta que no se precise el previo y "a priori" poder ser con las cosas, dejndolas surgir en su mismidad. En esta reflexin, el sujeto experimenta su distincin y extrafieza con lo dado como objeto.lLa conciencia ingenua, por el contra- rio, se sabe semejante a las cosas, entraable en ellas. Slo me- diante el reconocimiento de la subjetividad pura, la conciencia se extraa de la cosa, y pone as la condicin para que la cosa misma "extraada", se presente en cuanto "extraa", esto es en cuanto "otra", (objeto), en el mbito trascendental que pro- yecta la conciencia; Lo objetivado es as lo extrao, lo otro da- do a la conciencia:'en virtud de la apririca exterioridad de la conciencia al mundo. :, La mediacin es justamente esta funcin de extraeza, que

    suprime lo inmediato de lo dado fenomnicamente, y reconoce as el objeto como independiente en su ser !He aqu por qu la admiracin no es solipsista. Pero recprocamente con esta fun- cin de extraeza, surqe el entraamiento del vo en su en-si, su ensimismamiento, hasta saberse sujeto y horizonte de patencia de la forma de todo objeto. No es este el momento de analizar porqu y cmo la inteligencia llega a descubrir en el seno de un acto inmanente, una realidad que le es dada como trascendente v rec~rocamente se descubre a s misma, como la fuente de la inmanencia o como acto de asimilacin formal. Tan slo me e limito a describir el fenmeno circular de la admiracin filos-

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    fica, en su doble vertiende de extraamiento ob-jetivante y en- traam~ento reflexivo.

    Desde el punto de vista del objeto, a la cosa le acontece una doble formalidad, en cuanto objetiva: a) en primer lugar se la entzende desde si mzsma, desde su propia ndole o riqueza for- mal:La cosa llega a ser ella, porque toda su potencia de ser co- nocida, toda su inteligibilidad, en clamor de conocimiento, si se me permite la metfora, ha sido reconocida y aceptada en un acto de entender. No es pues indiferente y extrnseco a la cosa ser objeto de una relacin de conocimiento, pues precisamente i al ser entendida en acto, alcanza la plenitud de su ser, se con- suma su propia verdad ontolgica. No me refiero aqu, claro es- t. a aquella relacin fundamental, original, por la que la cosa es lo que es y se mide en su peso ontolgico, en funcin de la Inteligencia creadora, como principio Me muevo ahora en un riivel intramundano Y es aqu donde la cosa misma clama por su reconocimiento por parte de una conciencia, como funda- mento de su consumacin. SANTO TOMS ha enseado que la subsistencia o el sostenimiento autnomo en el ser, en-s y pa- ra-s, no es ms que la regresin del ser sobre s mismo, su unidad y mismidad en un proceso de unificacin reflexiva Pues bien, en aquellos seres, que por ser materiales estn privados de la posibilidad de la redztzo, la unidad ontolqica Dermanece sin

    ! consumarse hasta que al ser entendida, una inteligencia realiza j y plenifica en ella un proceso de unificacin que permaneca en estado potencial La cosa queda as reflejada sobre s, al objeti- varse (extraarse) en el movimiento de reflexin (entraamien- to o ser cabe s) de la conciencia.

    b) En segundo lugar, se la reconoce como siendo, esto es, queda implantada en el serLINo porque se le confiera el ser en su objetivacin, sino porque su pertenencia o afirmacin en la rea- lidad es meramente ciega e indiferente para su propio estar- siendo, y al constituirse en objeto, se-afirma absolutamente en 18, afirmacin que hace de ella el entendimiento judicativo, refi- riendola activamente hacia lo absoluto del ser, donde hunde sus races.

    Desde el punto de vista del sujeto, ~odemos sealar tambin las formalidades que se patentizan en el hombre en y por la relacin objetiva.

    a ) Podramos llamar a la primera una "pro~resin hacra s" o hacia la mismidad de s Vamos a pensarlo al filo de una frase sristotlica: "meditar es una proyresin hacia lo mismo" Bao- pf iuv dxi8oats ~ i i N G T O ) ( lo) , El contexto en que se inscribe esta

    (10) ARISTOTELES "De Anima", 417b5

  • La admzraczn 13

    afirmacin es el anlisis del acto de la facultad sensible, como una pasin que surge de lo de~emejante y camina hacia la iden- tidad con su objeto. Si no hubiese una desemejanza de raz, no podra surgir el movimiento sensitivo cara a su identidad con lo sensible. De modo que en esta pasin, se connota una poten- cialidad que camina hacia su actualizacin. Esta progresin hacia la identidad con el objeto, es un camino del sentiente ha- cia su entelequia o su acto.

    El anlisis puede sostenerse en todos sus rasgos en la esfera del conocimiento intelectual, que se cumple con la identidad en acto del inteligente y lo inteligible. Pero es preciso mostrar, que esta identidad con lo conocido, en cuanto expresa y revela el ser del cognoscente y lo actualiza en cuanto tal cognoscente, acaba siendo necesariamente la unidad reflexiva de la inteligen- cia consigo misma Al filo de este texto de ARISTTELES, ha he- cho ver ORTEGA porqu la facultad pensante debe ser un progre- so. Distingue con ARISTTELES entre aquellos movimientos que consisten en hacerse algo, a saber, su trmino, y el movimiento, cuyo trmino mismo le es inmanente, o cuya finalidad consiste en sostener zn crescendo el movimiento mismo. "Ntese -que lo que en este fenmeno (el del pensar) sorprende a ARISTTELES -escribe ORTEGA- es que el paso de la potencia inicial al acto de pensar, no implica destruccin de la potencia, sino que es ms bien una conservacin de lo que es en potencia por lo que es en perfeccin (entelequia), de modo que potencia y acto se asimilan" (11). Y para aclarar el sentido de esta paradjica asi- milacin prosigue as ' "El movimiento pensar es la determina- cin de s mismo y esto le da el carcter de progreso hacia s mismo" (12). Es decir es el mismo ser de la inteligencia el que se esta-poniendo-en obra (Epyov en el proceso, y por lo tanto, se revela en l como actividad" ( i v p y E c a ) que progresa en su obra hacia su propio hacerse, hacia su consumacin por unidad reflexiva>Puede decirse pues con perfecto sentido, que en todo conocimiento (relacin objetiva), el trmino definitivo y verdadero es el saber de la actividad, la unificacin reflexiva del yo sobre su acto (entraamiento). El progreso hacia s no slo consiste en la conservacin de lo pensado como fuente de nuevas posibilidades del acto de pensar, sto es, como autotrascenden- cia y determinacin de s. Se tratara entonces de una progre-

    "in en la linea del carcter indefinido del acto y no en la linea

    (11) ORTEGA "Prlogo a la Historia de la Filosofa de Brehier", recogido como apndice en la edicin de la coleccin Arquero de "Histo- ria como Sistema", pg. 133

    (12) Idem, pg 135

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    mucho ms radical de la indivisin del acto mismo de la inteli- gencia. Es cierto, como dice ORTEGA, que el pensar se determina a s mismo a seguir pensando y trascender todo pensamiento, pero esta determinacin de s no afecta tan solo linealmente al acto de pensar, abrindole posibilidades siempre nuevas, sino circular o reflexivamente, en cuanto el pensar interioriza en ca- da pensamiento su propia unidad de ser y logra plenificar s i ~ na,- turaleza inmaterial, traslcida para s. En definitiva, la progre- sin hacia si, no consiste tan slo en que el pensar acaba en pensar, sino que se consuma en pensarse, en posesin de s.

    b) Pero hay una segunda formalidad en ntima articulacin con la primera : en la actividad objetivante del juicio, el sujeto realiza una afzrmaczn de lo absoluto del ser en su mismo pro- ceso de autoposesin reflexiva..-

    Desde PARMNIDES cobr conciencia la filosofa de la necesi- dad de un fundamento uno e idntico del pensar. PLATN sub- ray poderosamente, frente al pensamiento sofista, esta misma exigencia, aunque matizndola con la funcionalidad dialctica de HERCRITO NO slo es necesario que el pensamiento verse sobre algo (131, sino adems sobre algo determinado, que-pre sente un aspecto formal o contenido quiditativo, que tenga ras- gos propios. Si se rehusa conceder a cada cosa una forma defi- nida -dice PLATN- no habr adonde volver o dirigir el' pensa- miento (14). Queda lo indefinido, y no hay modo de mentar y entender esta indeterminacin (15). En esta misma lnea prosi- gue la polmica de ARISTTELES contra los sofistas, probndoles por va de refutacin, de argumento trascendental, la inconse- cuencia de un pensar que es la negacin de s mismo como pen- samiento, en cuanto afirma una verdad absoluta: la verdad de la negacin, que se niega a s misma la posibilidad de afirmar. De modo que "destruyendo el pensamiento -concluye irnica- mente ARISTTELES- permanece el pensamiento" (16). La razn ltima es siempre en el fondo PARMNIDES ARISTTELES lo repite hasta la saciedad en el libro IV, como el lezt motzv de toda la argumentacin: "Pues es imposible pensar sin pensar una unidad" (17). t

    Pero el problema es que todo ser intramundano es una uni- dad en devenir, en el mnimo posible de mismidad, logrndose constantemente mediante la sntesis temporal de potencia y

    (13) PLAT6N "Sofista", 262d ( 14) PLAT6N. "Parrnnides", 135b (15) PLAT6N : "Teeteto", 183&b. (16) ARIST6TELES : "Metafsica", 1006a 26. (17) Idem, 1006b 10

  • La admzraczn 15

    acto. De modo que el pensamaento, cuando afirma el ser del ob- jeto intramundano, necesita trascenderlo en su mismo acto de afirmacin, y referirlo a una unidad absoluta, garante del su- premo yentimiento, y donde se encuentre la razn ltima del devenir.jLa cosa misma, en su inestabilidad, no ofrece una uni- dad suficiente para colmar el hambre de identidad del pensa- miento. El acto de todo ente intramundano est referido intrn- secamente a la plenitud de un acto inmvil -dice ARISTTE- LES- que es la unidad por antonomasia (18).

    Pero esta exigencia y afirmacin del absoluto en la relacin objetivante-judicativa, comporta para el sujeto pensante su nti- ma y natural vinculacin con s; SANTO TOMS afirm que el deszderzum naturale sczendz no se aplaca hasta conocer la esen- cia misma de la causa--suprema, que radicaliza todo nuestro saber del mund (19). ,La dinmica del acto de conocimiento est destinada a la comunin con el absolutoj No ha sido este un motivo del pensamiento cristiano. PLATN y ARISTTELES re- pitieron insistentemente que la vida contemplativa no es ms que un proceso de "asimilacin a Dios" en la medida de lo posi- ble (20). La dialecticidad platnica como movimiento de auto- trascendencia de las diferentes hiptesis o figuras objetivas, est sostenida e impultasa por el "eros" insaciable que aspira a la plenitud con el Bien, como fundamento in-fundamentado y absoluto. Y para ARISTTELES, toda la filosofa primera, en cuanto ciencia de la principialidad suprema, es divina y slo a Dios pertenece absoluta y propiamente (21).

    Ahora bien, si el absoluto es el trmino ltimo del conoci- miento humano, debemos pensarlo en relacin ntima cori la progresin a la mismidad que analizbamos antes. Decamos que el acto de pensar siempre se actualiza de nuevo, autodeter- minndose y trascendindose. Lo indefinido de este proceso s- lo se explica si existe, como tlos del pensamiento, un absoluto, que en cuanto suprema e inexhausta inteligibilidad, est siem- pre actualizando el pensar en lo mismo. Lo indefinido del movi- miento de pensar, no es un vagabundeo menesteroso que se ali- mente de s mismo, sino la recreacin constante de su propio acto, en un Ser que in-finitamente es nuevo para el pensar, en una progresin subsistencial. De moda que la unidad reflexiva nunca est terminada, sino que se renueva incesantemente

    (18) Idem, 1012b 26-31. (19) SANTO TOMAS: "Summa Th ", 1-IIae., qu. 3, art. 8 (20) PLAT6N "Teeteto", l76b (21) ARISTOTELES "Metafsica", 983a 5-10

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    en una intimidad con un Otro, que 110s desborda y nos hace bro- tar en mismidad, en su desbordamiento.

    He aqu, pues, a grandes rasgos cul es el panorama que abre la "relacin de objetividad" que se despliega en el fenmeno fundamental de la admiracin. Debemos preguntarnos ahora ' cmo el entendimiento llega a estar en esta extraeza origina- ria de lo primitivamente entraable.

    111) El Proceso de la Admzraczn

    1) La suspenszn de la vzda pragmtzca La primera mediacin que establecemos en el seno de nues-

    tra pnmitiva entraeza en el mundo, absorbidos por l, consiste en la suspensin de una accin interesada con respecto a las cosas. Lo real nos es dado primeramente como un praqma, es decir en una relacin utilitaria de uso y consumo. Las co as son as en primer lugar, y antes que meras cosas, disponibili \ a- des de accin, utensilios (Xp4puru) y zonas donde se articulan y convienen los intereses de la vida pblica de convivencia (a p ciylm~u 1. Evidentemente esta relacin inmediata con las co- sas entraa ya, por modo necesario, inteligencia. La experiencia es el primer momento incoativo de la ciencia, e incluso en el quehacer tcnico, encuentran los griegos una virtud intelectiva, un saber-hacer por causas, que est en vsperas de convertirse en un puro saber por principios (ARIS Metaf., A, l).T~ero en este espacio de preocupacin interesada que proyecta el hombre, no se presenta el ente en la pureza de sus contornos, en cuanto tal, sino dentro de la perspectiva de manejo y ut~lidad que le traza el hombre. Las cosas son medidas e interpretadas en y desde un sistema de deseos y necesidades.

    Y lo paradjico del caso es que en esta autonoma y dom- nio del mundo por el quehacer y el interpretar humanos, lejos de darse una independencia del hombre con respecto al mundo, acontece ms bien una subordinacin a lo dado, pues en cuanto trmino de necesidades, no podemos dejar de contar con l. Es- ta actitud es inmediatista, porque es incapaz de distanciarse del mundo y experimentar as, a una, la plenitud de lo real y la originalidad e intimidad del yo. Las cosas son los asuntos y los medios de que dispone el yo, y, el yo, un sistema de necesidades que se sacia con el mundo. La relacin yc-mundo es pues tan inmediata y directamente vivida, que resulta, al mismo tiempo, una subjetivizacin del mundo y una mundanizacin del yo,

  • La admzraczn 17

    que queda pblicamente interpretado desde el trmino de sus preocupaciones, segn ha mostrado HEIDEGGER.

    La vida cientfica empieza cuando se transforma la perspec- tiva del inters en la dimensin de la realidad. "La ciencia in- terpret inmediatamente .-escribe ZUBIRI- estos pragmata y yremata como onta" (22).! La suspensin de este pragmatismo vital, trae consigo la presentacin de las cosas como entes, es decir, en su en-si, desde su propia ndole, como velamos antesj PLATN lo ha expresado con un grafismo incomparable: Para 1 filsofo, "en verdad slo su cuerpo reside y mora en la ciudad, pues su pensamiento, juzgando todas estas cosas pequeeces y naderas, y desprecindolas completamente, levanta su vuelo a la investigacin de toda la naturaleza de los entes en su con- junto y nunca regresa a lo inmediato" (23). Esta atraccin por las alturas y pasin por las cumbres, se hace insensible para la faz inmediata de las csas y engendra la inexperiencia curiosa que desde antiguo forma la caricatura de la vida intelectual. Pero, en el fondo, de esta ausencia del mundo, se esconde una potente actividad e incluso un modo radical de estar presente en el mundo mismo, posibilitndolo desde el sentido que en cada caso tome la libertad. La vida intelectual no puede confundirse con la quietud impasible del estupor. Supone, por el contrario, la accin trasformante del hombre y la radicacin y amplitud del mundo.EEn el silencio potico del pensamiento, brota la pa- labra que crea y nombra, desfondando la realidad en perspecti- vas inditas y empujndola hacia su centro infinitoiNo es pues extrao que PLATN, que forj el ideal de la vida intelectual, haya encarnado la figura del filsofo en el guardin de la ciu- dad, que vive para la implantacin de la justicia y la perfeccin de la convivencia.

    Pero, cmo es posible esta suspensin de las necesidades ms urgentes cara a la vida? Dos actitudes histricas permiten esta epoj. O bien la asctica renuncia, que reduce al mnimo posible, el sistema de las necesidades, o bien la trasferencia de este culdado a otros hombres. La primera solucin ronda cons- tantemente a la figura del filsofo, que lo aproxima al anacoreta

    (22) ZUBIRI "Naturaleza, Historia, Dios", pg 186 Y ORTEGA a su vez: "Las cosas sensibles en que est preso (el hombre) no constituyen un mundo. En rigor no son cosas, sino "asuntos de la vida", articulados unos en otros, formando una perspectiva pragmtica Se convierten en

    - * cosas cuando los libertamos de esta perspectiva y les atribuimos un ser, esto es, una consistencia propia y ajena a nosotros" ("La Idea de Pnn- cipio en Leibniz," "Rev de Occidente", pg 171).

    - (23) PLATdN "Teeteto", l73e

  • 18 Pedro Cerexo Galn

    en su desprecio del mundo (24). El estoicismo antiguo y su figura del sabio, representan emblemticamente esta actitud. La se- gunda se llev a cabo en el mundo griego sobre el supuesto so- ' cial de la esclavitud y la divisin social de funciones, como en- sea PLATN en La Repblzca, que libera a los ms dotados para dedicarse a la vida intelectual. Me refiero, claro est, al ocio co- + mo medio de esta vida de contemplacin y creacin. Para PLA- ' T ~ N , el filsofo se forma "en el ocio y la libertad" (25). Y otro tanto dice ARISTTELES en su Metafiszca "Es evidente que bus- caban el saber por el saber y no por ninguna utilidad" (26). - Pero esta disposicin pura de la mente, slo es posible si estn cubiertas las necesidades ms inmediatas y en un ambiente de ocio y contemplacin (27). La liberacin de lo inmediato posibi- , lita la libertad del espritu, como pura.determinacin para la verdad. La libertad para lo supremo, para lo originario, se abre ante el hombre. El espritu, en su autopresencia, penetra lo in- sondable y recrea poticamente el mundo. "En las silenciosas regiones del pensamiento -escribe HEGEL temblorosamente- que ha vuelto a s mismo y que existe slo en s mismo, se callan los intereses que mueven la vida de los pueblos y los_indivi- duos" (28).

    2) La Problematzxaczn de la cosa t Pero no basta con suspender el mundo de lo inmediato. Con

    ello estamos entre entes y la filosofa comienza pero no termina Es preciso seguir admirndose. Se impone una nueva media- ci6n, practicada ahora a las cosas mismas. Recurdese que para los griegos el ente se presenta a la conciencia que lo espera con neutralidad, diramos con pureza de intencin, en la libertad que lo deje ser l mismo, y sin imposiciones interesadas. El ente es as en el sentido riguroso de la palabra un "fenmeno". Pero lo que as se me presenta, exige en cuanto ente, ser afirmado de suyo, es decir, desde s mismo; remite pues a su propio consis- tencia como fundamento de mi acto de pensarlo. En cierta ma- nera, al presentarse como siendo, exhibe un cierto carcter abso- luto, tiene su ser en si y desde s A esto llam el griego sustan- --

    (24) PLAT6N. "Fedn", 67a-67d (25) PLAT6N "Teeteto", 175e (26) ARIST6TELES "Metafsica", 982b20-21 (27) Idem, 981b17-20 (78) HEGEL "Lgica", 1, pg. 45 (Ed Librera Hachette Buenos

    Aires).

  • La admzracin 19

    cia (hypokeimenon); l es para s su propio fundamento y la fuente de cuantos aspectos muestra para la inteligencia Y la in- teligencia, que a este nivel, se sabe a s misma, y ha vencido la ingenuidad primera de tomarlo todo como obvio, necesita hacer- le la prueba del absoluto, es decir, problematizar lo que se le presenta, indagando sus verdaderos derechos para reclamar una afirmacin y acepcin por parte del logos. La inteligencia se pregunta por la unidad y mismidad del ente que se le presenta, por lo que clsicamente podramos llamar su "en - si". Se inicia de esta manera la experiencia del en-s como absoluto, some- tindolo al crisol de las cgndiciones de inteligibilidad total que reclama la inteligencia, hasta que se decante, como pasado por fuego, lo que verdaderamente cada cosa es en funcin del Ab- soluto del ser mismo.

    Para ello no es necesario un conocimiento previo del Abso- luto. Basta como veremos ms tarde que la natural destinacin de la inteligencia a la plena inteligibilidad, nos ponga en trance de probar la razn de ser de lo que se presenta. Como un ejemplo

    ! de esta actitud podemos aludir al tema del movimiento, que fu, como es bien sabido, un punto pnmitivo de la admiracin griega. El ente mvil en su incesante transformacin. en la multiplicidad de sus aspectos, resulta un poblema para la inte- ligencra, que no encuentra asidero formal o un ncleo perm* nente para su afirmacin Lo que da que pensar es la dificultad de reducir a pensar el movimiento mismo, el poder hacerse cargo de una realidad tan gil y evanescente.

    El entendimiento se siente sin respuestas, como fatigado y suspenso ante lo que tiene delante. El fenmeno mismo de la movilidad no resulta convincente de suyo, justamente porque no apunta a su propia consistencia, es decir, porque es ms bien un fenmeno que hace a primera vista imposible todo consistir. La admiracin nace as1 en medio de las dificultades. (29) Pero no basta una dificultad cualquiera. Hay en efecto ciertos obstacu- los para la inteligencia que nacen tan slo de una inadecuada manera de ver. La admiracin misma antes de caer en la perple- jidad, debe recorrer todos los caminos posibles e inmediatos de solucionar, sopesar los pros y los contras, en una palabra, aqui- latarse en s misma. ARISTTELES llam a este mtodo "diapo- rtico". Se trata de apurar & dificultad y llevar la apora hasta sus ltimas consecuensias.f Quedarse a medio camino, es decir, no agotar el problema, es tanto como extraviar la solucin. No puede haber en efecto verdad formal, sino all donde antes ha habido problema. La verdad misma viene a ser una respuesta,

    (29) ARISTOTELES "Metafsica", 9821313-14

  • 20 Pedro Cerezo Galn I

    una solucin, que slo tiene sentido si antes se ha tenido con- ciencia del problema: he aqu porqu el dzaporezn que forma y analiza la aporia, nos pone en trance de encontrar la verdad y reconocerla como tal. ARISTTELES lo ha expresado magistral- mente : "Los que se ponen a investigar y no dudan previamente, se parecen a los que se ponen en camino sin saber adonde, y se exponen a no saber si en algn momento determinado se ha en- , contrado o no lo que se buscaba" (30).

    Toda admiracin comporta, pues, un estadio de duda, en que hemos perdido la tierra comn de las opiniones banales y estamos absortos en la soledad del problema, patente en su raz. Este es el sentido positivo de la duda, como principio de cono- cimiento. El escepticismo es por el contrario la aberracin de la duda. El escptico ha extirpado por as decirlo el sentido me- tdico a la duda, su funcin biolgica como estimulante y orien- tadora del conocimiento y el dudar mismo se hace as trmino de toda actividad. Ea verdadera dura, la que es no juego insus- tancial ni tarea retrica, no se afirma a s misma, sino que vive poderosa en la crispacin del pensar, trascendiendo toda res- pugsta que no sea la definitiva.

    1 El mtodo diaportico va por otra parte unido a la concien- cia de la propia ignorancia. SCRATES resuma su tarea de pen- sador justamente en esto: su conciencia de un no-saber, que su- pone, claro est, la superacin del modo ordinario de considerar + la cosas, que es nadera y superficialidad. ARISTOTELES tambin lo ha consignado claramente: "El que est en la dificultad y se admira reconoce su no-saber" (31). Es digno de mencin este sentido de fecundidad del reconocimiento de la propia ignoran- cia. Se dira que en esta elemental humildad del espnJu, se nos ofrece el don de orientarnos en lo absoluto del Ser. #El conoci- miento slo puede prosperar desde esta humillacin de s y sa- crificio de lo que tiene, que es as negativizado para ponerlo en trance de fecundidad. HEGEL comprendi mejor que nadie la f e cundidad de la negacin para la dialctica progresiva del pensa- miento, pero en el fondo slo reconoca una dimensin de renun- cia que desde el origen constituye el filosofar. Contrasta esta asctica del pensamiento con la charlatanera insustancial del que cree que todo lo sabe. Esta euforia es en definitiva un siste- ma de compensacin para ocultar el propio vaco de s. El esp-

    , ritu dbil no puede aguantar el abismo de un no-saber que ha perdido toda tierra y toda seguridad. El espritu burgus vive en la confianza de que todo lo sabe y que todo sigue siendo lo

    (30) Idem, 995a34-995b. (31) Idem, 982b17-18

  • La admzraczn 2 1

    mismo "La sensibilidad burguesa embotada -escribe PIEPER-, lo encuentra todo evidente, comprensible por s mismo" (32). Se necesita un espritu sensible y fuerte, al mismo tiempo, para vencer la inmediatez segura y la ilusin de tierra firme de la "gente7'. Un espritu fuerte sobre todo, capaz de afrontar la tre- menda soledad de encontrarnos alguna vez perdidos en la espe- sura del misterio d'el ser. El filsofo es por actitud un hombre desarraigado ,Quin puede extrafiarse ahora del destino de SCRATES, que paga con su propia vida la ansistencia con que oportuna e inoportunamente, estimula el hambre de verdad y socava las falsas seguridades de sus paisanos?. . .

    3) El vzslumbre del trasmundo

    Es este el tercer momento del proceso admirativo Ya hemos visto cmo la duda no es positiva sino en la medida que nos orienta hacia lo nuevo. El movimiento es sin embarso circular, porque la misma orientacin hacia una tierra desconocida, el presentimiento de que 181 verdad apunta de alguna manera, re- fuerza una problematizacin llevada as hasta sus ltimas con- secuencias. Es difcil romper este crcv.10, que en definitiva viene a ser una expresin de la naturaleza reflexxva del espritu

    Toda duda nos conduce a la certera formulacin de una pregunta Pero preguntar no es slo plantear un problema, sino indicar el camino o los lmites de la verdadera solucin. Esta extraa y paradjica du~licidad del prequntar mismo fue uno de los temas de la meditacin platnica. La prequnta es un proyecto de la mente que revela al mismo tiempo la ignorancia en cuanto ausencia de res~uesta, g a la, vez un sorprendente atisbo de la solucin. La prequnta selecciona ya el mbito y el sentido de las posibles respuestas , PLATN no encontr6 otra

    + forma de explicarse tan extraa condicin de la pregunta aue recurrir al innatismo de las ideas, aue es tanto como decir. a la precontencin de un sistema de respuestas. La pregunta va en- tonces unida s un acto de reminiscencia que con ocasin de los objetos experimentales, que dan que pensar por su evanescen- cia. nos introduce en un mundo originario, nos reinqresa a nuestro verdadero fondo. He aqu porqu el tramundo platnico es realmente un ms all de este mundo, otro mundo distinto,

    : aunque nos sea ms ntimo y propio que la irrealidad de las sombras y apariencias

    La solucin de ARISTTELEC es ms fina y compleja. El tras-

    (32) PIEPERa "El Ocio y la Vida intelectual", pg 128 (Ed Rialp)

  • I % 22 Pedro Cerezo Galn l

    mundo que descubre la filosofa est en las cosas mismas. In cluso en las cosas ms pequeas, en lo ms insignificante, en- contramos lo digno de admiracin. El trasmundo es una se- gunda dimensin de las cosas, su verticalidad ontolgica, es de- cir, su arraigo en el ser. La filosofa tiene as una mirada estr- bica, que se desva de la direccin usual del ver; que se desdobla en dos planos de consideracin. El estrabismo consiste en que el filsofo no puede abandonar el mundo de los fenmenos, es de- cir de la presentacin de las cosas, sino que debe buscar desde ellos y en ellos, seguii la genial rectificacin de ARISTTELTS, SU propia justificacin El ideal platnico de "salvar las anarien- cias" ( % (O % E L V TU ya L V ~ E V U ) es la formulacin terica de esta mirada bizqueante, llena de barruntos y sospechas de verdad

    El barruntar es el primer paso de esta huida de la ignoran- cia (33), que es tambin un extraamiento del mundo. Pero esta huida de lo inmediato no es en el fondo un abandono,-sino la forma nica posible de salvar lo inmediato, replegndolo y con- servndolo en el fundamento. El fenmeno slo puede ser con- servado y trascendido simultneamente, en su causa, en la raz de su ser y de su inteleccin El trasmundo apunta pues en la direccin de las causas, como el trasfondo de cada realidad "La apora de la mente -escribe ARISTTELES- muestra un problema de la realidad" (34). Y esta cuestionabilidad de lo real mismo, slo aparece en la desvinculacin del fondo del ser, en la desconexin del fenmeno con su estar siendo. El fenme- no es, y sin embargo no exhibe przma jacze la razn de su estar siendo. La realidad est resuelta en la medida en que deja de estar suelta, es decir, cuando el fenmno mismo arraiga y se vincula a su fondo posibilitante. En la Mecnica de ARISLTE- LES hay un texto privilegiado. El filsofo "se admira de cuantas cosas, que ocurren por naturaleza, desconoce la causa" (35) Pero desconocer la causa, es saber al menos que la causa existe, o que se necesita la causalidad. Desconocer la causa es antes que nada una exigencia de la causalidad, que parte de un cono- cimiento del fenmeno no ya como efecto, (que sera una peti- cin de principio), sino como lo insuficiente de por S~.%ANTO TOMS, abundando en ARISTTELES, subraya que la admiracin acontece porque "se ve el efecto y se ignora la causa" (36). Pero qu es ver el efecto, sino constatar la relatividad, la inconsis- tencia del fenmeno? Todo barrunto de la causalidad va as

    (33) ARIST6TELES : "Metafsica", 982b20 (34 Idem, 995a30-31 (35) ARIST6TELESa "Mecnica", 847a11 (36) SANTO TOMS: "Summa Th.", 1-IIae, qu 32, art 8

  • La admzraczn 23

    unido a lo que llam antes la prueba del absoluto, es decir, so- meter el fenmeno a la prueba de la inteligencia que afirma so- bre la unidad y la mismndad, y comprobar hasta qu punto resiste la prueba o decanta su propia insuficiencia constitutiva, que nos pone en la pista de la causa1idad.J

    Pero este trasmund9 apunta, ms all de las causas, hacia el prineiplo supremo. La filosofa no puede quedarse a medio camino Toda respuesta, que no sea la ltima, por muy verdade- ra que sea, resulta falsa en cuanto se afirma como ultimidad. Se impone as una regfesin causal que nos arroje en el abso- luto. La filosofa es esencialmente una ciencia de la principali- dad, pero de aquel principio incondicionado, que es como tal originante y originario. La filosofa es el mismo movimiento ex- sistencial de la regresin al Origen, y de este modo, a travs del extraa,miento objetivo, se consigue paradjicamente una pro- gresiva entraeza en el acto desbordante del ser. El pensamien- to filosfico reposa en la "primera realidad" (37), en la ordena- cin de todos los entes con su principio transfsico (38). El ideal de la filosofa, que se va alcanzado en el tiempo en una progre- sin, siempre inadecuada, es la intuicin del principio absoluto.

    Y desde este nivel podemos comprender cul es la ltima raz del proceso admirativo. Nuestra pregunta es ahora la si- guiente: cmo el pensamiento puede ser antzczpativo? &Cmo en cada grado del conocimiento acontece un vislumbre del si- guiente, y como una anticipacin del fin ltimo?. . . ARIST~TELES se ha referido a este proceso dinmico del pensar, como el dis- paro de una flecha en busca de su diana. Y es que el pensar humano es una destinacin al ser y como un obsequio y ofren- da del ser mismo. El fin inmanente de un proceso debe estar presente en cada momento para sostenerlo en rumbo.

    La vocacin de ser que alimenta necesariamente al pensa- miento, nos hace trascender cada grado de objetividad y nos anuncia as en cada momento e1 Origen de toda la dinmica Es el ser mismo quien nos hace barruntar. El hombre anticipa, co- mo recuerda HEGEL en la Fenomenologia, porque ya siempre y desde el principio, el ser se ha anticipado a estar con nosotros, como el Acto absoluto, inmanente al proceso de su revelacin en la conciencia La subida al ser es en el fondo un reencuentro con el ser. Este re-encuentro con el ser, que se encuentra ya siempre en el hombre, es la esencia y el motor mismo de la re- flexin trascendental,

    iLa admiracin es pues un obsequio del ser, una prenda de e

    -.

    (37) ARISTTELES "Metafsica", 983a5-10 (38) ARISTTELES "Etica Nicomaquea", 1141a19-20

  • 24 Pedro Cerezo Galn

    nuestra vocacin humana de estar en lo abierto, y al mismo tiempo, la expresin del poder creativo del espritu, del genio que anticipa y ve en lo desconocido. "Vivacidad del espritu -ha llamado ARISTTELES- la facultad de descubrir instantnea- mente el trmino medio" (39). La admiracin no conoce cosas nuevas, sino lo nuevo del ser y esta capacidad de innovacin. de adenkrarse en lo nuevo, excediendo y sobrepasando lo ha- bitual, es lo que caracteriza al espritu y al genio

    IV) La admiraczjn como lzbertad para el ser . 1

    Pues bien, este movimiento de entrega al ser que se entrega y de asimilacin progresiva de su luz, es lo que me atrevera a lla- mar la "libertad". Por supuesto no me refiero ahora a la liber- tad como acto ejercido de un1da.d entre la inteligencia y la vo- luntad. sino a un modo ms radical y genuino de considerar la libertad, como el movimiento mismo de la destinacin del -es- pritu humano al ser. Ms aun la libertad mede ser una apro- piacin por la voluntad del bien que le Dropone la inteli~encia, si antes y primordxalmente es vocacin del Absoluto La unidad entre la inteligencia y la voluntad que establecemos en cada acto libre, viene a ser la secuencia v expresin de la fundamen- t@ unidad del espritu humano, abierto y destinado al ser

    i, La liberacin de la inmediatez de la ex~eriencia, la trascen- dencia de todo nivel objetivo, expresan la, intrnseca ordenacin del hombre al. ser. como horizonte de perfeccin y aiustamiento. Sentir el requerimiento del ser, esto es admirarse. Slo cua,ndo esta llamada de lo su~remanente inteligible remueve- y estreme- ce nuestra inteligencia ex~erimentamos la extraeza de las co- sas en el mundo, en el mismo mpetu que nos lleva a trascen- derlas. La admiracin nos abre as una nueva tierra, el espacio del Absoluto. como luqar propio v oriqinario de nuestro lumen naturale. La, amplitud ontolgica v trascendetal de este nuevo horizonte, excede y sobrepasa el nivel ntico intramundano 17 en esta ex~eriencia radical del "exceso". se nos revela la esPn- cia de I P . libertad, como destinacin al Absolutoj Todo tiso de decisin intramundan~: es inna consecuencia de este radical comprometimiento por el ser-/El preguntar filosfico, -como ha escrito HEIDEGGER-, "est puesto sobre el secreto f~~nclamento de la libertad de un modo por completo autnomo, pleno y pro-

    (39) ARIST6TELES : "Segundos Analticos", 89b10

  • La admzraczn 25

    pio: sobre aquello que llambamos salto" (401, porque la liber- tad misma es el salto hacia el infinito. Slo por la necesidad de esta ordenacin al ser como acto de toda perfeccin, la libertad en su exceso sobre lo intramundano, se encuentra in-determi- nada y dinmicamente abierta a todo valor y contenido.

    A la luz del ser, aun las cosas ms pequeas resultan admi- rables por lo que tienen de forma y de sentido. El ser mismo en su inagotabilidad luminosa, en la llamada que realiza constan- temente al espritu humano, es lo digno de admiracin, quien nos sostiene en la admiracin. El ser mismo como fuente de verdad y de bien, nos fuerza a la suprema extraeza de los en- tes, para quedarnos anegados en su luz Bellamente lo ha expre- sado HEIDEGGER en Qu es metafisica?:i "Slo porque la nada es patente en el fondo de la existencia, puede sobrecogernos la . completa extraeza del ente. Slo cuando nos desazona la extra- eza del ente, puede provocarnos admiracin De la admiracin, - e s t o es de la patencia de la nada-. surge el por qu?. Slo porque es posible el por qu? en cuanto tal, podemos pregun- tarnos por los fundamentos y fundamentar de una determinada manera. Slo porque podemos preguntar v fundamentar se nos viene a la mano en nuestro existir el destino de investigadores": (41).:La patencia de la nada, es decir, la trascendentalidad del ser con respecto a todo ente, la diferencia ontolgica ser-ente, nresente en el seno de la existencia, es la que nos fuerza a la admiracin*

    Ntese'bien que el ser de HEIDEGGER, an siendo un acto de presentacin entitativa intramundana, no es la Trascendencia absoluta. Permanece como "ser de los entes" en una circulari- dad de referencias y en uri_a intrnseca biwolaridad con los entes Es el ser dentro de la diferencia, en el acontecer mismo de la diferencia. Pero es justamente en ese nivel de lo divino donde tanto el pensamiento erieqo, como el medieval. sitan lo supre- mamente digno de admiracin. ARISTTEI.ES seala como meta de la sabidura el conocimiento de los primeros principios (42), de los seres ms dignos por naturaleza (43), v m,s adelante los caracteriza como "extraordinarios, admirables, difciles y divi- nos" (44). Y SANTO TOMS, por SU. parte, dentro de una nersnec- tiva diferente, y refirindose al temor filial, escribe: "los hom-

    (40) HEIDEGGER "Introduccin a la Metafsica", pg 49 (41) HEIDEGGER. "Qu es Metafisica9", p 66, (Buenos Aires, 1955) (42) ARIST6TELES. "Etica Nicomaquea", 1141a19 (43) Idem, 1141b3 (44) Idem, 1141b6-7

  • 26 Pedro Cerezo Galn i

    hres admiran m Dios como existente sobre ellos e incomprensi- " ble para ellos" (45).

    Y aqui surge precisamente el ltimo de nuestros problemas. Pero (,cabe realmente una admiracin del Absoluto9 Se puede reconocer que el Absoluto desencadena la admiracin, pero l mismo puede llegar a ser lo admirable? LLa admiracin est presente tan slo en el proceso de la filosofa o tambin all

    u

    donde sta ha llegado a su fin? En efecto, se ha dicho que el , filsofo se admira para dejar de admirarse, en tanto que el poe- ta no sale del asombro. La comparacin es a todas luces defec- tuosa &a filosofa no puede salir de la admiracin si ella es su esencia y su origen Lo que acontece es que la filosofia es una admiracin progresiva y dialctica, que va trascendiendo sus propias respuestas, hasta ponerse en trance del pensar del Ab- soluto. La respuesta filosfica a lo que es el ser, slo puede que- dar balbuciente y aproximativa. Es una respuesta, por supuesto, que alcanza el blanco, que se mueve en el fin, pero no con juste- za. El hombre, dira ARIST~TELES, no puede alcanzar la sabidura "dignamente" (461, porque ella en cuanto tal slo es propia de ; La (47)2 U1 ima y definitiva admiracin se engendra en nuestra

    presencia en el ser, que nos rebasa en su plenitud de sentxdo Estamos en el fundamento de aquella admiracin que abra la 1 Filosofa. No se trata ahora de una extraeza o distanciamiento ' del mundo como horizonte de la ob-jetividad, sino de la forma progresiva de nuestro entraamiento en una verdad inexhausta y siempre nueva. Y esta originaria destinacin al ser, en su to- talidad, y entraamiento en su luz, da razn suficiente de nues- tro constitutivo estar ms all del mundo, frente a l, distante ;y presente al mundo, en la silenciosa intimidad del espritu En este instante, la admiracin que ha sostenido la filosofia, se desfonda en el xtasis contemplativo de lo indefinidamente nuevo, en la plenitud e intimidad de si, en el ser como autopre- sencia absoluta.. SANTO TOMS expresa muy certeramente que "la admiracin es el acto que sigue a la contemplacin de la

    I verdad suprema" (481, Este acto re-crea y alimenta la intimidad del hombre en una subsistencia expansiva, en una redztio de intensidad creciente y de gozo perdurable. He aqui, porqu

    445) Santo TOMAS "Summa T h ", 1-IIae, qu 19, art. 11 (46) ARISTOTELES "Metafsica", 993a31 (47) Idem, 983a5-10 (48) Santo TOMAS "Summa Th.", 1-IIae, qu. 180, ar t 3. Cfr tam-

    bien ARISTOTELES, "Metafissica", 1072b24-26.

  • toda la filosofa, en la medida de su autenticidad, se orienta hacia el silencio venerativo de lo inefable.!

    - ~ -.

    V) El sujeto de la admzraczn Nos resta por considerar en un crculo definitivo, cmo apa-

    rece el hombre en cuanto sujeto de la admiracin. La cuestin puede dividirse en dos planos: A) En primer lugar se trata de ahondar en la esencia de la libertad como destinacin al abso- luto hasta encontrar en ella una estructura existencial. B) En segundo lugar, es preciso preguntarse cmo es la "figura perso- nal" del hombre que se admira

    A): La vocacin radical por el ser. se expresa, primeramente en lo que podamos llamar la dzmenszn de fe del ser humano. Por supuesto, me refiero a la fe filosfica, como certidumbre de la verdad, a la que JASPERS ha dedicado finsimos anlisis. El pensamiento filosfico es un movimiento reflexivo y critico, que

    - supera y trasciende los estadios pre-onto1g;icos de la compren- sin de la realidad, que son negativizados en la admiracin Pero la fuente de una negacin, si no es estril o suicida. tiene que ser la potente afirmacis de algo. en virtud de lo cual todo lo anterior es trascendido. Esta penuina v radical afirmacin del ser, como forma de reconocimiento de su verdad, es la fe que engendra la filosofa Antes de la filosofa el hombre ha vi- vido de la, razn sin sa,b?rlo, inconsciente del fundamento lti- mo de su existencia. Y la filosofa es el esfuerzo de vivir no slo de la razn. sino en la razn, en la interioridad reflexiva del Den- samiento. No es pues esta fe filosfica una razn aue se vuelve ebria para s misma. sino todo lo contrario: 1/~osesin de la certidumbre en la imposibilidad de la verdad.1 El lema funda- mental de esta fe es aue la verdad no ~ u e d e ser refutada ; aue se podr en nombre de la, verdad rectificar v someter a nrueh~, todas nuestras convicciones, con tal de aue la posibilidad de la verdad no pueda ser sometida a iuicio. Esta fe no es una ciega, imposicin de la verdad. de mi verdad sino la forzosidad de lp revelacin del ser en la conciencia, el reconocimiento aue la in- teliyencia hace de s misma, como constitutivamente destinad2 a la verdad&"La fe filosfica, la fe del hombre aue niensa -dice JASPERS- tiene la nota de que slo es alianza con el saber. Quie- re saber lo susceptible de saberse y verse asirnisma total- mente" (49). -1-

    (49) JASPERS. "La Fe filosfica", p 13 (Ed. Losada Buenos Aires)

  • 28 Pedro Cerexo Galn l I Para alcanzar esta fe y vivir e n la seguridad de ella, el hom-

    '

    bre necesita descubrir el fundamento de su pensar, el ser que ii I 1 lo sustenta, en el doble sentido de la palabra, en cuanto lo sos-

    tzene en la ex-sistencia y mantzene su hambre de realidad y de ,q

    conocimierito. La conciencia ingenua tambin vive de esta fe, hunde sus races, sin saberlo, en un acto pos~bilitaclor de verdad. Pero tan slo al filsofo le ha sido dado abismarse en esta con- .h ciencia del absoluto, como fundamento, y percibir all la secreta vivificacin donde crece todo pensar ... La fe es el movimiento de la ex-sistencia, que se hace lcida para su destino de claridad y se siente entonces traspasada y sustentada por la luz del ser Logra as la inteligencia el supremo entraamiento en el ser, su 4 absoluta reflexin subsistencial. La admiracin, que no es estu- - por, sino fuente de conocimiento, se alimenta de esta fe: y por eso pregunta con la seguridad de que hallar respuesta y proble- matiza hasta el final, sin miedo al extravo, porque sabe que le aguarda la plenitud de todo sentido. "Ms propiamente, fe es el acto de la existencia en que se adquiere conciencia de la tras- cendencia en su realidad. Fe es la vida desde lo abarcador. es guiarse y cumplirse por lo abarcador" (50).

    Pero la admiracin no implica slo la certidumbre de la ver- dad, sino el deseo de ella y la esperanza de .poseerla. Nuestra , certidumbre no es inalterable posesin, como un patrimonio in- nato e inmutable, sino bsqueda incesante, revelacin en la historia, tensin y esfuerzo. Si no existiese esta fe en la razn, si todo es relativismo, es inexplicable para, ARISTTELES que los ms grandes investigadores se hayan encorajinado con 1& ver- , dad. "Investigar la verdad seria corno.perseyuir pjaros al vue- lo" (51). Una tarea quimrica e imposible. Ms an una tarea trgica y absurda.. "La duda.sin va a la vista -ha escrito ORTE- GA- no es duda, es desesperacin. Y la desesperacin no, lleva a la filosofa sino al salto mortal" (52).

    A esta segunda dimensin de la libertad del ser humano. la ha llamado PIEPER, la "estructura de esperanxa" del asombro (53). El hombre est en la verdad pero no la posee Justamente su estancia es dinmica y temporal. Su estancia misma es tiem- po A la fiiiitud de nuestra inteligencia el ser le es dado Drogre- sivamente. "Slo a una potencia de conocimiento espiritual, que no lo posee y penetra todo de una vez -escribe PIEPER- puede hacerse transparente el mundo cercano circundante de la reali-

    (50) Idem, phg. 20. (51) ARISTdTELES "Metafsica", 1009b38-1010a (52) ORTEGA "La Idea de Principio en Leibniz", pg 323

    I (53) PIEPER' "El Ocio y la Vida intelectual", pg 135.

  • La admzraczn 29

    dad ofrecida a los sentidos, poco a poco. de forma que para el que se asombra se manifiestan profundidades cada vez ms esenciales" (54). i La admiracin, pues, nos habla conjuntameilte de nuestra

    ignorancia y de nuestro destino de plenitud. uien se admira no sabe, pero desea saber y espera conseguirl~. 7 ARISTTELES in- sisti sobre este aspecto. En la IUetafiszca nos dice que el asom- bro conduce a la supresin de la ignorancia; en la Mecnzca pone en el asombro "el deseo de aprender" (55). En la Retrzca vuelve a repetir este mismo pensamiento y aade: "de modo que lo admirable es de por s deseable, porque en el aprender se

    ,instala uno en lo que nos es propio segn la naturaleza" (56). El mismo ARISTTELES abri la metafsica con la solemne confe- sin de la destinacin a la verdad en todo ser humano (57) Pero en cuanto esta destinacin es temporal, tiene que drse- nos por modo de tendencia, que espera firmemente su cumph- miento. Y por esta seguridad de ser colmada, esta espera es go- zosa, pues est en vsperas y en dispos~cin de plenitud. SANTO TOMS de Aquino ha comentado magistralmente este pasaje : -

    1 "Todo deseo es deleitable por la esperanza -escribe-. Y por tanto la admiracin es causa de gozo, en cuanto lleva unida la esperanza de conseguir el conocimiento del saber" (58l.J

    Pero si reflexionamos an, ms en este carcter temporal de nuestra ordenacin al Ser, se nos revelar una tercera y ltima dimensin de la existencia humana, que podramos llamar la estructura del amor PLATN nos ha de servir ahora de gua en este ltimo anlisis. Hemos visto que extraarse es la ocupacin propia del filsofo. Como extrao en el mundo que des-entraa, t~ene un genio especial, el "genio del amor" (59). El filsofo, por filsofo y por hombre, es decir reduplicativamente, es un ser del "intermendo", como el amor, que como hijo de Penia, segn el mito platnico, va desnudo de pie y est siempre de camino, pero de su padre Poros,. ha recibido la riqueza en recursos. el apasionamiento por la sabid.ura. No es ni rico ni pobre. No vive de saciedad ni de penuria, sino ms bien de la esperanza y el desvelo (60). El carcter intermedio de la naturaleza humana se revela en esta tensin entre la ignorancia y el saber, en este

    (54) Idem, pg. 136-7 (55) ARISTOTELES "Mecnica", 847all . (56) ARISTOTELES "Retrica", 1371a31-34 (57) ARISTOTELES "Metafsica", 98Oa (58) Santo TOMS: "Summa Th., 1-IIae, qu 32, art 8. (59) PLAT6N- "Banquete", 203a (60) Idem, 203b-e

  • l 30 Pedro Cerezo Galn amor por la sabidura (filo-sofa), continuo e implacable. "Nin- 2 guno de los dioses filosofa ni desea hacerse sabio, porque ya lo es -dice PLATN-, ni filosofa todo aquel que sea sabio. Pero a su vez los ignorantes ni filosofan ni desean hacerse sabios, pues en esto estriba el mal de la ignorancia: en no ser ni noble, ni

    ,bueno, ni sabio y tener la ilusin de serlo en grado suficiente" ... Slo pues filosofan los seres que se admiran, que son conscien- tes de su ignorancia y se aprestan a transformarla en saber, los 'r seres que aspiran a la verdad y viven destinados n e l laUEs la sabidura -escribe PLATN- una de las cosas rhs bellas y el amor es amor respecto de lo bello, de suerte que es necesario a, que el amor sea filsofo, y por ser filsofo algo intermedio entre el sabio y el ignorante" (61).

    Pero el amor no es slo ni primariamente nuestra ordenacin natural al absoluto, que nos fuerza a trascender cohtinuamente todo nivel objetivo, en una progresin dialctica hasta el funda- mento. El amor no es mera aspiracin tensiva hacia el bien y la verdad. En esta ordenacin hunde sus races, pero l, en cuanto tal, se caracteriza por la "constante posesin de lo bueno" (62). Es decir, en la dimensin del amor, la libertad humana se en- cuentra ya poseyendg, No es simplemente la certidumbre de la verdad, ni siquiera la esperanza de conseguirla, sino e1,mismo movimiento de la posesin que se igcrementa y renueva incesan- temente. Por eso slo en el amor hay dialct~ca, pues en cada estadio del saber, el alma siente en la admiracin, una incita- 3 cin al progreso, hasta recorrer plenamente la serie de las figu- ras de la conciencia y los grados de la participabilidad del bien absoluto. Y por eso tambin, slo en el amor hay fecundidad, porque la posesin de la verdad y del bien, hace expresiva y a difusiva al alma, en una perenne autotrascendencia y ddiva de s, a la que llama PLATN "procreacin en la belleza" (63).

    En definitiva, la libertad del espritu parte de una fe, se sos- tiene en la esperanza y se cumple y consuma en el amor. La ad- miracin ha venido a ser as el horizonte revelativo de esta tri- ple dimensin del espritu humano.

    B) Nos resta por ver todava, ms concretamente, la figura personal que entraa el pazos de la admiracin. Porque todo hombre, en cuanto tal, est ordenado al ser, y sin embargo, la filosofa como "asimilacin a Dios" segn la bella expresin pla- tnica, est reservada a pocos. Para el griego, la fisonoma pe-

    (61) Idem, 204%b. (62) Idem, 206b. (63) Idem, 206b

  • La admzraczn 31

    culiar del filsofo es la grandeza del alma, el ethos de la magna- nimidad. De esta manera viene a pervivir, aunque modificada, la virtud fundamental de la poca heroica. Tiene alma grande el que es capaz de grandes empresas, el que se siente llamado a lo mejor. Al hroe no lo define primordialmente el valor, ni la resistencia en la lucha, ni el sacrificio de s, sino la llamada y la ofrenda libre, total, al destino personal, que se anuncia en la llamada. Cuando fueron desapareciendo las virtudes agonales, an se conserv el rasgo de la magnanimidad, pero vertida aho- ra a las empresas del espritu. La filosofa misma la defini PLATN con resonancias agonales como "una lucha de gigantes en torno a la realidad" (64). G Q ~ tiene pues de particular que el magnnimo sea ahora el filsofo, que acomete con la-razn la construccin de un mundo nuevo, despus de la crisis del pen- samiento mtico y el escepticismo sofista?.

    La admiracin misma es una prueba de magnanimidad. Slo los espritus grandes son capaces de establecer la mediacin en el seno de la inmediata y segura actitud de posesin del mundo,

    . y, afrontar el riesgo de problematizar hasta que desaparezca la tierra de las opiniones comunes y apunte un nuevo horizonte. PLATN no se cansa de pintar al filsofo como el alma grande por excelencia El heroismo de SCRATES sucumbiendo por ser fiel a su destino (6aipwv ) y a la ciudad, es el ideal que tiene PLA- TN a la vista cuando traza el retrato del magnnimo. El filsofo todo lo encuentra "pequeo y naderas" (65) para las aspiracio- nes de su alma y es capaz de aguantar el deslumbramiento de la luz, hasta vivir en ella, mientras que "los ojos del alma vul- gar -escribe PLATN en el Sofzsta (66)- no tienen capacidad para mirar hacia lo divino".

    ARISTTELES prosigue en la misma lnea platnica. Es cierto que en la Etzca Nzcomaquea se dice expresamente que el magn- nimo no se entrega a la admiracin (67), pero es preciso atender al contexto de esta afirmacin y su sentido. En este momento, est ARISTTELES diferenciando al magnnimo del adulador, que tiene nimo servil. Es pues la admiracin, el estupor del adula- dor, el impropio del magnnimo, pues "para l no hay nada grande" ( 6 8 ) . Esto es, nada de lo ordinario, que excita a la gente, es grande a sus ojos. Todo lo habitual deja a su alma indiferen-

    (64) PLAT6N : "Sofista", 246a (65) PLATN "Teeteto", 173e (66) PLAT6N "Sofista", 254a (67) ARISTTELES "Etica Nicomaquea", 1125a2 (68) Idem, 1125a3

  • 32 Pedro Cerexo Galn , %

    te. Su alma se juzga "digna de grqndes cosas" (69) y su empresa E es "preferir la verdad a la opinin, y hablar y actuar abierta- mente" (70). Su tarea es soportar la revelacin del ser, segn la expresin heideggeriana, y abrir poticamente senderos de un nuevo mundo. .Su libertad brota de la Conciencia de su destino como orculo del sexl Y en la Etzca Eudemza insiste ARISTTE- , LES en que la admiracin estriba en cierta "supremaca" o supe- . rioridad del espritu (711, esto es, en el exceso del-espritu sobre todo aquello que no es absoluto ni originario. i

    --

    (69) Idem, 1123b1-2. , (70) Idem, 1124b29-30 (71) ARISTOTELES "Etica Eudemia", 1239a26-30.