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6.- La experiencia de Dios en Marcelino.

Mar 25, 2016

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6.- La experiencia de Dios en Marcelino.
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6. Su experiencia de Dios 1

La experienciade Dios en Marcelino

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2 Marcelino Champagnat

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6 . la experiencia de diosen marcelino

BALKO (Seleccionado por M. Mesonero)

1 . la confianza

1. Dinámica y confianza

La vida de Marcelino Champagnat está marcada por la confianza. Ya sutemperamento dinámico era portador de un optimismo vital fundamen-tal. Poseía esa fuerza flexible, pero al mismo tiempo irreductible de lascorrientes de agua y de las plantas, que saben flanquear los obstáculospero no ceden jamás ante ellos. La historia personal de nuestro Funda-dor, así como la historia de la fundación y del desarrollo de la Congrega-ción podrían servir de ilustración a esta verdad. Sabemos que no estabadotado para una carrera intelectual, su biógrafo lo repite con frecuencia,y sin embargo realizó largos ańos de estudios e hizo esfuerzos sobrehu-manos para llegar al sacerdocio. Sus cohermanos de sacerdocio estabande acuerdo en afirmar que no tenía ni el talento ni los recursos necesariospara afrontar con éxito la fundación de una congregación, y sin embar-go, hoy tiene un lugar entre los grandes fundadores de la historia de laIglesia.

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4 Marcelino Champagnat

A este nivel hemos sobrepasado evidentemente el alcance de los recursospsicológicos de un hombre, y nos encontramos ante la virtud de la fuerzaque une el poder de Dios a la debilidad del hombre. El secreto de Mar-celino Champagnat consiste en saber expresar su situación de pobreza aDios y a la Buena Madre, con la humildad y la sencillez de un nińo. Desdeese momento reposa en una tranquila y gozosa confianza, poniendo susuerte en las manos del Padre celeste, y abandonándose enteramente a susabiduría y bondad.

2. «Su confianza en Dios» VVVVVida, 2ª parte, Capítulo IIIida, 2ª parte, Capítulo IIIida, 2ª parte, Capítulo IIIida, 2ª parte, Capítulo IIIida, 2ª parte, Capítulo III

Este capítulo es quizá, el más rico y el más hermoso de la vida del P.Champagnat. El H. Juan Bautista se encuentra en él cómodo y puededesarrollar todo su arte de escritor. En efecto, toca la actitud espiritualfundamental del P. Champagnat. Hay en él abundante material y no esnecesario ir a buscarlo a otra parte, como lo suele hacer habitualmente.

«No hay virtud más recomendada por el padre Champag-nat que la confianza en Dios. Miles de veces comentó losdos primeros versículos del salmo "Nisi Dominusaedificaverit domum..." y las explicaciones que de ellosdio llenarían volúmenes.”

«No os extrañéis -decía-, que insista continuamente en elmismo punto: porque es el más importante, lo es todo. Enefecto, lo propio del hombre es la debilidad, la miseria yla nada. Nada tiene, nada puede sin la ayuda de Dios.Nuestra flaqueza, nuestras necesidades permanentes sonotros tantos motivos que deben conducirnos a poner enDios nuestra esperanza...” (Vida, Edición del Bicentenario p.299)

El P. Mayet, que expresa sus reservas sobre la vida del P. Champagnatque acaba de leer, encuentra sin embargo en ella la descripción del «hombrede Dios»; el capítulo de la confianza en Dios es el que más le impresiona.

Después de la tempestad que se ha cebado en la Congregación en elcurso del terrible ańo 1826, el joven Fundador se repone de su agota-miento y afronta los límites de su obra en peligro. Enderezándose des-pués de la prueba como una lámina de metal de buena calidad, se incor-

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6. Su experiencia de Dios 5

pora con nuevo brío y no piensa sino ennuevas empresas. Escribe a diferentesautoridades para obtener un joven sacer-dote que pueda ayudarle en la forma-ción de sus Hermanos y en la adminis-tración del Instituto. Su carta al Sr.Cattet, vicario general, el inspector inexo-rable del Hermitage en tiempo de lasgraves crisis del ańo anterior, es particu-larmente reveladora de las disposicionesde su alma.

Se trata evidentemente de una peticiónmuy problemática y de la cual el resulta-do no es previsible. Después de haberrecordado algunas consideraciones espi-rituales de pruebas pasadas, el Fundadorexpone la situación con serenidad, per-fectamente de acuerdo con la voluntadde Dios que le será manifestada por sussuperiores. Su confianza en Jesús y enMaría llega hasta el abandono gozoso queexpresa en la alabanza:

«Pero me atrevo a decirlo: contal que Dios no me abandone,bendito sea su santo nombre,yo nada temo. Estoy solo, noobstante no pierdo el ánimosabiendo cuán poderoso esDIOS y cuán ocultos son suscaminos aún a los hombres másclarividentes. A menudo Élalcanza su objetivo cuando unopiensa que no podía estar másalejado.

Creo firmemente que DIOSquiere esta obra en este tiempoen que la incredulidad hace tanespantosos progresos; peroquiera, quizá, otros hombres

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6 Marcelino Champagnat

para asentarla. Bendito sea su santo nombre. Deseo másque nunca cumplir su santa voluntad en cuanto pueda cono-cerla.

Vengo a exponerle sencillamente mi pensar, y, según lojuzgue útil para gloria de Dios, actúe usted..”

Después de haberle puesto al tanto de mis cosas y cual-quiera sea el resultado, descansaré en el Señor y en suSantísima Madre y bendeciré sus santos nombres.» (Balko,A. Volviendo a las fuentes, p. 102)

Este texto deja entrever lomás profundo del alma deun santo y nos permitepercibir el reflejo de susdisposiciones más íntimas.El abandono filial en laProvidencia del Padre ce-leste, en Jesús y en Maríaes el grado supremo de laconfianza que vuelve a po-nerse totalmente en ma-nos de la sabiduría y de labondad de la Providencia.Por otra parte siendo elabandono la perfeccióndel don, sobrepasa la con-fianza en dirección delamor, recogiendo así todala esencia de las tres vir-tudes teologales. Esta esigualmente la opinión delP. Valentino G. Macca,procurador de la causa delHno. Alfano, quien subra-ya con acierto esta mismaactitud de abandono filialen este discípulo del Fun-dador:

«Por otra parte es en esta perspectiva en la que el siervode Dios vive el abandono al Padre; en la unión de su

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voluntad con la del Señor, lo que constituye la verdade-ra caridad teologal.” (Relación, p. 24)

Esta observación no se le ha escapado al Hno. J. Bautista quien mencionavarias veces el abandono en manos de la Providencia en el capítulo de laconfianza en Dios.

“Queridos Hermanos, ¿cuándo vamos a tener sentimientosdignos de Dios? ¿Acaso no nos ha dado muestras sufi-cientes de su bondad como para que nos fiemos de suProvidencia y nos abandonemos en sus manos? ¿Nos hadejado tal vez carecer de algo al sacarnos del mundo?”(p. 300)

Reflexiona y comparte

* ¿Qué haces tú ante las situaciones de crisis?

* ¿Cómo reaccionas ante un problema vital?

* ¿Cómo ves a Dios en esos momentos?

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8 Marcelino Champagnat

3. «Abandonémonos a la Providencia»

Después de una verdadera campańa de desprestigio, algunas personascesaron de sostener las empresas del P. Champagnat. He aquí las re-flexiones que el H. J. Bautista pone en boca del Fundador en estas cir-cunstancias tan difíciles:

«Hace mucho que estoy convenci-do de que nada hemos de esperarde los hombres y que Dios quierehacerlo todo entre nosotros. Re-doblemos, pues, nuestra confian-za en su bondad, pongámonos enmanos de su Providencia: corres-ponde a su gloria ampararnos yofrecernos el auxilio que los hom-bres nos niegan. Aunque todosestuvieran contra nosotros, nadahemos de temer si DIOS está afavor nuestro.” (p. 302)

Durante la revolución de 1830, el P. Cham-pagnat provoca la admiración del arzobispode Lyon y de sus vicarios generales con oca-sión de la petición de una vestición de hábi-to en el preciso momento en que otros reli-giosos no pensaban sino en ocultarse (Vida primera parte, cap. XVII, p.179 y ss.). He aquí un fragmento de la corta circular que envía a susHermanos con el fin de reafirmarlos en la confianza y el abandono filialesen la Providencia del Padre celeste:

«Las actuales circunstancias no permiten que nos reunamoseste año en la casa madre para tomar juntos nuestrasvacaciones y hacer el retiro. Dios, así esperamos, nosprotegerá. No temamos nada, queridos amigos, tenemos aDios por defensa.

Abandonémonos, pues, en la prudente y amable disposi-ción de la Providencia.” (10-09-1830)

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4. En los brazos de María

En 1833, cuando la Congregación estaba ya bien asentada y próspera,una crisis insidiosa viene a comprometer la obra del P. Champagnat comoconsecuencia de una propuesta del Seńor Cholleton, vicario general. Éste

había proyectado la unión de los HermanosMaristas a la congregación de los Clérigos deSan Viator. Estos últimos no existían aún sinoen proyecto, pero su fundador el P. Querbes,que tenía fama de ser un hombre muy inteli-gente, había obtenido ya la autorización legal.El problema era que los Hermanos del P.Champagnat que tenían a su favor el número,la vitalidad y un espíritu característico, debíancambiar su nombre y adoptar la regla de otracongregación. Pero el colmo era, sin duda, quedebían separarse del P. Champagnat y aceptaral Sr. Querbes, un extranjero, como superior.

El esquema para la solución elaborado en eldespacho del vicario general no tenía en cuen-ta la realidad. El P. Champagnat que tenía ex-periencia, y que conocía a sus Hermanos, per-cibía en ello la ruina inminente de su obra.Escribe de su puńo y letra al Sr. Cholleton.Poseemos el borrador de dicha carta: lleva lamarca de las lágrimas. En su dolor revive lahistoria de la Congregación tejida de pruebas,

a las que corresponden otros tantas ayudas providenciales, signos de pro-tección y de magnanimidad amorosa de parte de Dios y de la SantísimaVirgen. La más bella expresión de confianza de este precioso documentoes probablemente aquel pasaje que habla del puesto importante que lamediación maternal de María ocupa en la historia de nuestra Congrega-ción, siguiendo la convicción íntima del Fundador:

“¡Oh día realmente fatídico, capaz de derrumbar una obraque no estuviese sostenida con toda la fuerza del brazode María!”. (Carta de las lágrimas, verano de 1833)

En el desarrollo de este texto dramático, recogemos aún una expresiónmás de la confianza inquebrantable en la Santísima Virgen de nuestroPadre Fundador:

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“Encontrándome solo por el alejamiento del P. Courveilley la partida del P. Terraillon, María no nos abandona...María nos ayuda; esto nos basta...” (Carta de las lágrimas,verano de 1833)

Reflexiona y comparte

- Confiar está bien, pero ¿quién te saca las castañas del fue-go? ¿Dios?

- Confiar en Dios sí, pero ¿qué hemos de HACER nosotroscuando las cosas van mal?

- Confiar en Dios, ¿es tener fe por encima de todo?

5. «Dios conoce mejor que nosotros»

Una característica importante de la actitud espiritual y de la santidad denuestro Fundador es la confianza en Dios que le lleva al abandono filial.Ha pasado por las pruebas de la vida y por las dificultades de la fundacióndel Instituto guiado por la estrella de la confianza en Dios y en María, y sumuerte estará también bajo el signo de la confianza ilimitada. En 1838,es el fracaso de las largas gestiones para la autorización legal que resultavital para el futuro de la Congregación. Este revés, que puede parecerdramático, no altera la confianza inamovible del hombre de Dios. Su

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sentido de Dios deja intactas las perspectivas misteriosas de la Providen-cia que es necesario «dejar actuar» libremente, puesto que Dios sabemejor que nosotros lo que nos conviene.

“Tengo siempre gran confianza en Jesús y María. Obten-dremos lo que deseamos, no lo dudo, solamente me esdesconocido el momento. Lo que nos importa sobre maneraes no hacer de nuestra parte más que lo que DIOS quiereque hagamos, es decir lo que podamos, y luego dejaractuar a la Providencia. DIOS sabe mejor que nosotroslo que es bueno y lo que nos conviene.” (23-06-1838)

El Seńor ha querido que, en la vida como en la muerte, nuestro Funda-dor nos haya dado el ejemplo de la confianza total y del abandono filial.En efecto, la obra de su vida prospera y lleva las seńales indudables de labendición divina. Sin embargo él ve acercarse el fin de su carrera terres-tre sin haber podido obtener en dos casos concretos garantías importan-tes para el futuro de su congregación: la autorización legal y la inclusióncierta en la Sociedad de María. Así lo ha dispuesto el Seńor: nuestroPadre Fundador muere en la misma esperanza en que ha vivido.

“ ̌ Dichoso el hombre, que soporta la prueba! Su valor, una vez recono-cido, recibirá la corona de la vida que el Seńor ha prometido a quienes leaman.» (Jn. 1, 12)

Tengo siempregran confianzaen Jesús y María.Obtendremos loque deseamos,no lo dudo,solamente me esdesconocidoel momento.

Tengo siempregran confianzaen Jesús y María.Obtendremos loque deseamos,no lo dudo,solamente me esdesconocidoel momento.

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El testamento espiritual, compuesto posiblemente con cierta prisa por losHermanos Luis María y Francisco, menciona sobre todo los problemasurgentes y los puntos fácilmente enunciables y más directos, emitiendouna expresión concreta en ese fondo general de la vida espiritual delFundador y de sus Hermanos. Veremos, no obstante a continuación, quela insistencia sobre el ejercicio de la presencia de Dios subraya la expre-sión práctica y detallada del abandono en Dios en la confianza filial. Reco-nocemos al H. J. Bautista el hecho de haber reparado esta laguna aparen-te del testamento espiritual trayendo las últimas palabras del buen Padremoribundo:

«Durante su vida el piadoso Fundador nunca cesó deinfundir a los Hermanos confianza en Dios, empeñándolessu palabra de que cuidaría de ellos y que su solicitudnunca les iba a faltar. En el lecho de muerte, fue ésa laúltima recomendación: «Poned vuestra confianza en DIOS- les dijo -, y contad con él; su Providencia os sostendrá,os ayudará, os bendecirá y proveerá a todas vuestrasnecesidades». (Vida, P. 305)

6. «No andéis preocupados...»

Acabamos de decir que el ejer-cicio de la presencia de Diosconstituye la puesta en prácticadel abandono en la Providenciaen los pequeńos detalles denuestra vida y de todos los días.En los márgenes de los escritosde M. Champagnat encontra-mos la cristalización de esta ora-ción continua bajo la forma degarabatos. Se trata de múltiplesvariantes de la fórmula «Tú losabes, Dios mío». Encon-tramos la primera formulaciónen el cuaderno de resolucionesde 1814. El pasaje de la cartacitada anteriormente muestraclaramente que el abandono en

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la Providencia del P. Champagnat seapoya en su sentido profundo de Dios«que sabe mejor que nosotros loque nos conviene». (23-06-1838)

El sentido vital del que el P. Cham-pagnat está dotado le hace sentir des-pués de algún tiempo que el asuntodel reconocimiento legal no tiene vi-sos de fácil solución. En lugar de de-jarse sorprender por la amargura, en-cuentra una paz perfecta en el aban-dono filial a Dios. Así escribe al H.Francisco el 7 de junio de 1838:

«Es cierto que hemos de de-cir siempre que estamos enlas manos de Jesús y deMaría. Pídanles, queridoshermanos, que se haga lasanta voluntad de Dios ytratemos de no querer másque lo que Dios quiere. De-jemos el éxito en sus manos;él sabe mejor que nosotroslo que precisamos.”

Esta disposición espiritual nos recuer-da la actitud filial evangélica, magnífi-camente descrita en el capítulo 6 deSan Mateo:

«No andéis preocupados... No an-déis pues preocupados... VuestroPadre celestial sabe que tenéis ne-cesidad de todo eso. Buscad pri-mero su reino y su justicia y todasesas cosas se os darán por ańadidu-ra. Así pues, no os preocupéis...”(Mt. 6, 25-34)

El capítulo del Hno. J. Bautista sobrela confianza en Dios no falta de refe-

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y contad con él;y contad con él;y contad con él;y contad con él;y contad con él;su Providenciasu Providenciasu Providenciasu Providenciasu Providencia

os sostendrá,os sostendrá,os sostendrá,os sostendrá,os sostendrá,os ayudará...os ayudará...os ayudará...os ayudará...os ayudará...

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rencias más o menos directas a los dis-cursos evangélicos que acabamos demencionar y que la Biblia de Jerusalénintitula: “Abandonarse en la Pro-videncia. ¿Por qué temer el fu-turo?” (p. 300)

«Los hombres os han retira-do el salario, pero Dios,que sabe que necesitáis co-mer, no os ha retirado su pro-tección. Él se preocupa devosotros, puesto que hacéissu obra. Él, que alimenta alos pájaros, no os abando-nará ni os dejará carecer delo necesario, si ponéis en Élvuestra confianza”. (Vida, p.302)

En cuanto al dinero, siempre recuerdo aquellas palabrasdel divino Salvador: Buscad primero el reino de Dios ytodo lo demás se os dará por añadidura”. (Vida, p. 309)

El Hno. J. Bautista tiene razón al seńalar a continuación la paz totalmenteevangélica que producen estas disposiciones:

«Esta confianza absoluta en Dios, lo mantenía tranquiloe inalterable, en medio de las mayores dificultades”. (Vidap. 305)

7. «Tú lo sabes Dios mío»

Los garabatos en los márgenes de los escritos, como por ejemplo, en elregistro de cuentas, nos están indicando la peculiar manera que el P.Champagnat tenía de santificar el trabajo y transformarlo en oración.Con la ayuda de textos más largos, como «La oración a María al llegar a unnuevo destino», podemos establecer el contenido interior de la oraciónjaculatoria favorita del P. Champagnat. En esos momentos de tranquili-

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dad espiritual, entra en diálogo inmediatocon Dios, poniéndose delante de su majes-tad en la sencillez de corazón y la transpa-rencia de un alma de nińo.

Es una actitud de oración marcada por lasencillez y la pobreza por la que el hombrese pone en las manos paternales de Dios,con todos los problemas del momento pre-sente, y vuelve a emprender inmediatamen-te su esfuerzo en la paz y la confianza. «Soypobre, tengo problemas, pero tú lo sabesDios mío. Me abandono a tu sabiduría y atu paternal bondad, con todos mis proble-mas».

Es la manera personal de M. Champagnatde practicar la «presencia de Dios», bajoforma de oración. Se ha dicho, a propósitodel buen Papa Juan, que es privilegio de lasencillez y de la infancia espiritual hacer lasrelaciones fáciles, con Dios y con los hom-bres. Esta oración «fácil» de las almas sen-cillas une lo espiritual y lo temporal conuna actitud habitual de transparencia de-lante de Dios que hace posible la oracióncontinua. Por una especie de diálogo espi-ritual, las mismas dificultades, los proble-mas, se convierten en ocasión preciosa pararecurrir a Dios en la confianza filial.

Esta actitud elimina la angustia, conservan-do el impulso del dinamismo moderno. Noda lugar al orgullo, puesto que no es ennosotros sino en Dios en quien reposa labase de nuestra fidelidad.

Las primerísimas resoluciones de M. Cham-pagnat en el Seminario de Verričres, por elańo 1810, nos traen un ejemplo sencillode su actitud espiritual práctica:

«Oh Señor y DIOS mío, os pro-meto no ofenderos más y haceractos de fe, esperanza y otros

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semejantes siempre que me acuerde”. (Volviendo a las fuentes p.89)

Podemos pensar que si no menciona la caridad, que completa el trinomiode las virtudes teologales, lo hace por un sentimiento de autenticidad quecaracteriza ya su persona. No se siente un serafín inflamado de amor deDios, y prefiere no repetir fórmulas vacías. Pero la fe y la esperanza que élsubraya son los elementos esenciales de esas aspiraciones de abandono enDios que le serán familiares. Podemos pues decir que joven de 21 ańosposee ya los sentimientos interiores de abandono filial en Dios, antesincluso de que sean fijados en una fórmula de expresión y de recuerdo.

Además de esta autenticidad fundamental, estas primeras líneas del jovenM. Champagnat testimonian un bello equilibrio humano y espiritual. Estaresolución está al alcance de todo el mundo, puesto que impulsa un ritmoespontáneo y natural: «Siempre que me acuerde». En efecto, toda nues-tra vida humana está regulada por la ley de una sucesión rítmica: los ańos,las estaciones, las fases de la luna, el día y la noche, la respiración, elpalpitar del corazón, etc. Así como el trabajo y el descanso. Cuandorealizamos un trabajo intelectual, por ejemplo, los momentos de concen-tración están seguidos de momentos de descanso de nuestro esfuerzo,que constituyen otros tantos instantes de reposo. En estas circunstanciasnuestra atención se concentra fácilmente sobre sí misma y sobre el amorque la impulsa. Son los momentos más apropiados para ponernos defrente al Seńor, con transparencia, en medio incluso de nuestro trabajo,

Es cierto que hemos dedecir siempre que es-tamos en las manos deJesús y de María. Pí-danles, queridos her-manos, que se haga lasanta voluntad de Diosy tratemos de no que-rer más que lo queDios quiere.

Es cierto que hemos dedecir siempre que es-tamos en las manos deJesús y de María. Pí-danles, queridos her-manos, que se haga lasanta voluntad de Diosy tratemos de no que-rer más que lo queDios quiere.

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6. Su experiencia de Dios 17

para expresarle una vez más nuestra indigencia, nuestra buena voluntad ypara abandonarnos, con nuevos problemas en su Providencia paternal:«Tú lo sabes, Dios mío».De esta manera, con la ayuda de actos frecuentes, nuestra vida se trans-formará en un tejido más o menos compacto de trabajo y de oración, enrespuesta a la exhortación del Apóstol: «Orad sin desfallecer» (1 Ts. 5,17)

Reflexiona y comparte

¿Tienes tú expresiones de confianza en Dios, que te salenespontáneas en la vida diaria, sobre todo en momentos di-fíciles?

¿Sabes ver los acontecimientos por encima de las circuns-tancias y las apariencias más exteriores? Cuenta un casodonde hayas vivido tu vida desde esta perspectiva.

Cuenta un caso donde tu preocupación no sirvió para arre-glar los problemas, sino para ponerlos peor.

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2 . LA FIDELIDAD

1. Transparencia y fidelidad

Podemos terminar aquí estas re-flexiones sobre la confianza en Diosque animaba la vida del P. Cham-pagnat y alimentaba su oración, conel riesgo de no interpretar debida-mente su actitud profunda. En efec-to, el abandono en Dios supone unarectitud y una lealtad que impulsana poner por obra todos los recursosde nuestros esfuerzos y de nuestrabuena voluntad.

Las dos características principales delabandono filial practicado por nues-tro Fundador son la transparenciaque acabamos de desarrollar y la fi-delidad que compromete totalmen-te nuestra buena voluntad. En la car-ta del 1 de noviembre de 1831 alHno. Bartolomé, a quien inquieta la

competencia de una escuela de seglares, el Padre Champagnat ilustramaravillosamente el abandono filial en la bondad poderosa de Dios con-dicionada por nuestra fidelidad a Él.

«No se inquiete por lo reducido del número (alumnos) quetiene ahora. Dios tiene en sus manos el corazón de loshombres. Le enviará muchos niños cuando lo juzgue oportu-no, basta que usted., no sea obstáculo con sus infideli-dades.” (01-11-1831)

Con ocasión de un arreglo difícil con el Sr. Douillet, que quería tener lamáxima autoridad en la fundación de la Côte-Saint-André, el P. Cham-pagnat subraya su voluntad desinteresada que se apoya en su confianzaen Dios.

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Pero, incluso en este caso, haceresaltar la condición normal delabandono en la Providencia:

“Mediante este arreglolo que buscamos es elasentamiento de la So-ciedad y no el dinero.Estamos persuadidos deque si Dios está conten-to con nosotros no nosdejará carecer denada.” (Octubre de1836)

El H. J. Bautista pone de relievetambién esta condición de nues-tra confianza en Dios, nacida deuna sencilla actitud de honesti-dad y de rectitud. Veamos aquílas palabras que pone en boca delFundador en las circunstancias di-fíciles y peligrosas de la revolu-ción de 1830:

“La primera precauciónque debéis tomar... esfiaros de la Providen-cia y redoblar la con-fianza en Dios. Esfor-zaos en merecer su pro-tección por la mayor fi-delidad a la Regla, elcelo en la instrucción delos niños y la prácticade las virtudes de vues-tro estado.” (Vida, p.301)

Como respuesta a las críticas y alas acusaciones de orgullo insen-

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sato que suscita la construcción de la gran casa del Hermitage, el buenPadre recuerda una vez más su confianza ilimitada en Dios, ańadiendo elcomplemento de la fidelidad personal:

«Dejemos hablar a los hombres, y pongamos nuestra con-fianza en Dios que jamás nos abandonará, si antes no loabandonamos nosotros». (Vida, p. 303)

Esta insistencia sobre la fidelidad encuentra igualmente su puesto en eldiscurso sobre el abandono en la Providencia ya citado:

«Buscad primero el reino y su justicia y lo demás se os dará por ańadidu-ra». (Mt. 6, 33)

El tema de la fidelidad está enraizado, por otra parte, en el principiofundamental de la alianza de Dios con su pueblo y la humanidad, quehace del hombre el colaborador de Dios. Toda la Historia de la salvaciónse construye alrededor de este compromiso bilateral, en el que el ele-mento problemático es evidentemente la inconstancia de la fidelidadhumana. La vocación sobrenatural valora al mismo tiempo la libertad y ladignidad del hombre, capaz de amor y fidelidad.

Dejemos hablara los hombres,y pongamosnuestra confianzaen Dios que jamásnos abandonará,si antes no loabandonamosnosotros.

Dejemos hablara los hombres,y pongamosnuestra confianzaen Dios que jamásnos abandonará,si antes no loabandonamosnosotros.

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2. Una lección sobre la oración

Nuestro Padre Fundador nos da una lección sencilla y profunda sobre laoración y la relación con Dios:

“No todo el que me diga: Seńor, Seńor, entrará en el Reino de losCielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial.” (Mt. 7, 21).

La unión con Dios a través de la fidelidad en cada instante es una oraciónexistencial, vital, que orienta el alma hacia Dios en el cumplimiento de suvoluntad. El movimiento de la oración hacia Dios se hace concreto, seencarna así en la vida cotidiana y se expresa en el esfuerzo de buenavoluntad y en el sacrificio inspirado por el amor. Lejos de ser un movi-miento superficial de labios, la verdadera oración compromete a todo elser y reclama toda su capacidad de amar. Podemos traer aquí la tripleprotesta de San Pedro, que arroja sobre la oración del P. Champagnatuna luz nueva:

“Simón hijo de Juan, żme quieres? Seńor, tú lo sabes todo, tú sabes quete quiero...” (Jn, 21, 1 7)

En esta perspectiva de fidelidad y desacrificio de amor hay que colocar lagran tradición bíblica del ayuno y dela oración. Una oración que no seapoya en el sacrificio corre el riesgode quedar vacía de su substancia; por-que la oración es un movimiento deamor hacia Dios, y el amor vive delsacrificio. En Medugorje, la Virgen en-seńa a orar y a ayunar. (Ella recomien-da, por otra parte, el abandono en laProvidencia y la meditación del capí-tulo 6 de San Mateo para mantener-la. Invita, al mismo tiempo, a sus hi-jos, a abandonarse a la bondad de sucorazón maternal). En el Capítulo XIde la primera parte de la Vida del P.Champagnat, el Hno. J. Bautista nosda una idea del fervor con el que nues-tro Fundador y nuestro primerosHermanos sabían orar y ayunar paraconjurar el peligro que suponía el Sr.Bochard:

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«Con ocasión de estasnuevas tribulaciones, or-denó hacer oraciones par-ticulares, e invitó a lacomunidad a hacer unanovena de ayuno a pan yagua...” (Vida, p. 116)

Recordamos las fervientes oracio-nes que el buen Padre dirigió a laSantísima Virgen en la crisis de vo-caciones de 1822 (Vida, p. 96)

3. Al servicio de Cristo y de la Iglesia

A este respecto, recordamos espon-táneamente la crisis que nos pre-ocupa hoy y que suscita la inquie-tud de todos aquellos que partici-pan de la aventura espiritual del P.Champagnat. La supervivencia desu carisma no puede dejarnos indi-ferentes. La responsabilidad quetenemos con relación al carisma delFundador y del Instituto constituyeun aspecto importante de nuestravocación.

No se trata de favorecer un egoís-mo de grupo, sino de asegurar laadaptación y el desarrollo de unafuente de santidad y de apostoladoque el Espíritu Santo ha suscitadoen la Iglesia en el correr de la histo-ria. El Fundador, su carisma, el Ins-tituto, todos estamos al servicio deCristo y de la Iglesia.

El FEl FEl FEl FEl Fundadorundadorundadorundadorundador,,,,,su carisma,su carisma,su carisma,su carisma,su carisma,el Instituto,el Instituto,el Instituto,el Instituto,el Instituto,todos estamostodos estamostodos estamostodos estamostodos estamosal servicioal servicioal servicioal servicioal serviciode Cristo yde Cristo yde Cristo yde Cristo yde Cristo yde la Iglesiade la Iglesiade la Iglesiade la Iglesiade la Iglesia

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6. Su experiencia de Dios 23

El P. Champagnat expresa esta verdad con sencillez, claridad y fervor alfinal de la corta circular del 12-08-1837.

«Es muy agradable veros a todos reunidos formando unsolo cuerpo y una sola alma, no constituyendo más queuna sola familia, no buscando más que la gloria de DIOSy el INTERÉS de su santa religión, luchando todos bajoel mismo estandarte, el de la Augusta María”. (12-08-1837)

4. Somos responsables del carisma delante de Dios

Si nosotros, los Maristas, no nossentimos responsables, delante deDios y de la Iglesia, de seguirnuestro carisma, żquien nos ase-gurará el porvenir? De maneraconcreta, ninguno de nosotrospuede permanecer indiferenteante la crisis de vocaciones quepadecemos hoy. Hay una mane-ra estéril e incluso negativa dedejarse poseer por una inquietudque puede paralizar y sembrar eldesánimo. A ejemplo del P.Champagnat, hay que afrontar elproblema con un corazón senci-llo, recto y leal, recordando quela fidelidad condiciona nuestraconfianza en Dios así como la cre-dibilidad y la atracción del caris-ma de nuestro Instituto. Un reli-gioso fervoroso, animado por unasincera y buena voluntad, puederepetir con Jesús: «... el que meha enviado está conmigo; no meha dejado solo, porque cumplosiempre lo que le agrada a él». (Jn.8, 29)

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Se trata pues de renovarnos profunda-mente en la buena voluntad y en el fer-vor de la vida marista suplicando al Se-ńor que «cree en nosotros un corazón puroy un espíritu constante» (Ps. 51,12). Peroinmediatamente, suscitemos en nosotrosel sentido de Dios y el espíritu de fe. Lasabiduría y el poder de Dios sobrepasaninfinitamente nuestros pobres medios hu-manos e incluso los límites de nuestraimaginación. Esta confianza absolutaacompańada de acción de gracias, estáexpresada por el P. Champagnat en lacarta al Sr. Cattet:

«Pero me atrevo a decirlo: contal que DIOS no me abando-ne, bendito sea su santo nom-bre, yo nada temo. Estoy solo;no obstante no pierdo el áni-mo, sabiendo cuán poderoso esDIOS y cuán ocultos sus ca-minos aún a los hombres másclarividentes. A menudo alcan-za su fin cuando se le creemás alejado de él.” (V - 1827)

Tradicionalmente, en las Constitucionesencontramos un capítulo sobre la con-servación, la supervivencia o la vitalidadde la Congregación. Reduciendo las co-sas a lo esencial, podemos afirmar que laCongregación subsistirá en la historia enla medida en que el carisma del P. Cham-pagnat permanezca vivo en el corazón yen la vida de los Hermanos Maristas. Enlugar de ceder al pesimismo frente a unfuturo oscuro e incierto, tomemos unaactitud más decidida y realista sometien-do a examen nuestra fidelidad al carismadel que depende este futuro.

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6. Su experiencia de Dios 25

Reflexiona y comparte

¿Cuándo abandonas a Dios? ¿Qué circunstancias te hacendudar de que sigue ahí, junto a ti?

Pensaste en hacer cosas, pero no fuieste FIEL. ¿En quéresulta más difícil ser fiel a Dios en el ambiente en el queestamos?

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ÍND ICE

1 . La confianza

1. Dinámica y confianza2. «Su confianza en Dios» Vida, 2ª parte, Capítulo III

3. «Abandonémonos a la Providencia5. «Dios conoce mejor que nosotros»6. «No andéis preocupados...»7. «Tú lo sabes Dios mío»

2. La fidelidad

1. Transparencia y fidelidad2. Una lección sobre la oración3. Al servicio de Cristo y de la Iglesia4. Responsables del carisma delante de Dios

Ilustraciones: Capilla de las reliquias de N. D. del Hermitage

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