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POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 147 5. LA POBLACION y LA REVOLUCION INDUSTRIAL Sería difícil exagerar la importancia de la revolución industrial en la historia demográfica. A su amparo se produjeron cambios fundamen- tales en la conducta demográfica, en la distribución de la población, en la estructura ocupacional, en el volumen relativo de las poblaciones rurales y urbanas, y en las fuentes disponibles para el estudio de la población. Dichos cambios fueron tan radicales que los viejos sistemas de análisis resultan a veces inaplicables: El vino nuevo puede hacer estallar las viejas botellas. Sin embargo, y puesto que los principales cambios originados por la revolución industrial se han visto reflejados en la cambiante demografía de las sociedades industriales, la demogra- fía histórica constituye un modo adecuado de penetrar en el estudio de muchos aspectos de esa extraordinaria serie de cambios interrela- cionados que denominamos revolución industrial. , 1, CARACTERÍSTICAS DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Hemos visto que la retroacción negativa entre ciertas variables económicas y demográficas era un rasgo distintivo de todas las socie- dades preindustriales, aquejadas, por definición, de una incapacidad to- tal para engendrar un crecimiento sostenido de la renta real per capita. Durante la revolución industrial la tónica de esas relaciones varió, viéndose esas interrelaciones negativas sustituidas por otras positivas en algunos sectores importantes del entramado total. Como ejemplo de retroacción positiva dentro de un sector de dicho entramado, con- sideremos el modelo de la figura 5.1 que nos muestra el efecto del rápido crecimiento de Londres sobre la economía y la sociedad inglesa del siglo XVIII. El diagrama muestra también lo estrechos que eran los lazos existentes entre los cambios demográficos, económicos y socio- lógicos durante ese período. Dado que todas las relaciones del diagrama son positivas no ha lugar colocar, como la figura 4.1, signos «más» o «menos» en las fle- chas que señalan las conexiones. La única distinción que se hace es entre relaciones recíprocas (señaladas con dos flechas, una en cada dirección) y aquellas otras que se dan en una sola dirección. Así por ejemplo, el crecimiento de Londres promovió mejoras en los medios 1 de transporte (estimulando en gran medida el desarrollo de la nave- gación costera) y a su vez dichas mejoras facilitaron el ulterior creci· \,' miento de la ciudad. De ahí las flechas que entran y salen de la ca- silla 5. Pero aun cuando las mejoras en los transportes (casilla 5) es-'·· timularon el cambio agrícola (casilla 2) al aumentar el tamaño del mercado al que cada campesino podía acudir, no hay, en este caso,¿, flecha indicadora de reciprocidad. A veces, la ausencia de flecha in- dicadora en aquellos casos en que se indica una conexión en un sólo sentido, puede parecer arbitraria pero no es que implique una falta total de cualquier efecto recíproco, sino tan solo que éste es de im- portancia mucho menor que la relación indicada. 'En este modelo se dan siempre, por supuesto, relaciones recíprocas indirectas a través de caminos más largos. Este modelo trata de representar algunos resultados de un hecho demográfico masivo: el gigantesco crecimiento de Londres durante los siglos XVII y XVIII. En 1650 era ésta ya una ciudad de 350.000 habitantes, aproximadamente y, a pesar de las inmensas pérdidas hu- manas debidas a la peste de 1655 y a la interrupción.que en su desa- rrollo supuso el gran incendio acaecido al año siguiente, hacia el año 1700 era una de las mayores ciudades de Europa con una pobla- ción de casi 550.000 habitantes. Hacia 1800 esta cifra era de 900.000 y Londres era doble que París, su más cercana competidora. Ya en 1650 el 7 por 100 de la población inglesa, más o menos, vivía en Londres: cien años más tarde esta cifra era del 11 por 100 (en esta última fecha París representaba el 2 por 100, aproximadamente, de la población total francesa). Algunas ciudades del mundo clásico, aun siendo mucho más pequeñas, tuvieron un efecto nocivo sobre las economías locales, pudiendo con razón ser tachadas de parásitos. En el caso de Londres, sin embargo, su crecimiento benefició mucho a la
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5_La Poblacion y La Revolucion Industrial

Jun 25, 2015

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Page 1: 5_La Poblacion y La Revolucion Industrial

POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 147

5. LA POBLACIONy LA REVOLUCION INDUSTRIAL

Sería difícil exagerar la importancia de la revolución industrial enla historia demográfica. A su amparo se produjeron cambios fundamen­tales en la conducta demográfica, en la distribución de la población, enla estructura ocupacional, en el volumen relativo de las poblacionesrurales y urbanas, y en las fuentes disponibles para el estudio de lapoblación. Dichos cambios fueron tan radicales que los viejos sistemasde análisis resultan a veces inaplicables: El vino nuevo puede hacerestallar las viejas botellas. Sin embargo, y puesto que los principalescambios originados por la revolución industrial se han visto reflejadosen la cambiante demografía de las sociedades industriales, la demogra­fía histórica constituye un modo adecuado de penetrar en el estudiode muchos aspectos de esa extraordinaria serie de cambios interrela­cionados que denominamos revolución industrial.

, 1, CARACTERÍSTICAS DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

Hemos visto que la retroacción negativa entre ciertas variableseconómicas y demográficas era un rasgo distintivo de todas las socie­dades preindustriales, aquejadas, por definición, de una incapacidad to­tal para engendrar un crecimiento sostenido de la renta real per capita.Durante la revolución industrial la tónica de esas relaciones varió,viéndose esas interrelaciones negativas sustituidas por otras positivasen algunos sectores importantes del entramado total. Como ejemplode retroacción positiva dentro de un sector de dicho entramado, con­sideremos el modelo de la figura 5.1 que nos muestra el efecto delrápido crecimiento de Londres sobre la economía y la sociedad inglesa

del siglo XVIII. El diagrama muestra también lo estrechos que eran loslazos existentes entre los cambios demográficos, económicos y socio­lógicos durante ese período.

Dado que todas las relaciones del diagrama son positivas no halugar colocar, como la figura 4.1, signos «más» o «menos» en las fle­chas que señalan las conexiones. La única distinción que se hace esentre relaciones recíprocas (señaladas con dos flechas, una en cadadirección) y aquellas otras que se dan en una sola dirección. Así porejemplo, el crecimiento de Londres promovió mejoras en los medios 1de transporte (estimulando en gran medida el desarrollo de la nave­gación costera) y a su vez dichas mejoras facilitaron el ulterior creci· \,'miento de la ciudad. De ahí las flechas que entran y salen de la ca­silla 5. Pero aun cuando las mejoras en los transportes (casilla 5) es-'··timularon el cambio agrícola (casilla 2) al aumentar el tamaño delmercado al que cada campesino podía acudir, no hay, en este caso,¿,flecha indicadora de reciprocidad. A veces, la ausencia de flecha in­dicadora en aquellos casos en que se indica una conexión en un sólosentido, puede parecer arbitraria pero no es que implique una faltatotal de cualquier efecto recíproco, sino tan solo que éste es de im­portancia mucho menor que la relación indicada. 'En este modelo sedan siempre, por supuesto, relaciones recíprocas indirectas a travésde caminos más largos.

Este modelo trata de representar algunos resultados de un hechodemográfico masivo: el gigantesco crecimiento de Londres durantelos siglos XVII y XVIII. En 1650 era ésta ya una ciudad de 350.000habitantes, aproximadamente y, a pesar de las inmensas pérdidas hu­manas debidas a la peste de 1655 y a la interrupción.que en su desa­rrollo supuso el gran incendio acaecido al año siguiente, hacia elaño 1700 era una de las mayores ciudades de Europa con una pobla­ción de casi 550.000 habitantes. Hacia 1800 esta cifra era de 900.000y Londres era doble que París, su más cercana competidora. Ya en1650 el 7 por 100 de la población inglesa, más o menos, vivía enLondres: cien años más tarde esta cifra era del 11 por 100 (en estaúltima fecha París representaba el 2 por 100, aproximadamente, dela población total francesa). Algunas ciudades del mundo clásico, aunsiendo mucho más pequeñas, tuvieron un efecto nocivo sobre laseconomías locales, pudiendo con razón ser tachadas de parásitos. Enel caso de Londres, sin embargo, su crecimiento benefició mucho a la

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148 HISTORIA Y POBLACIÓN POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 149

REVOLUCiÓN INDUSTRIAL It t

31 Cambios

Mercado en al abas-

nacional tecimientode materias

4 ¡.~ primasMejores 2medios Cambiocomer- agrícola 1-1--ciales

9 8 5Nuevas «Racional» Mejoresformas demovilidad I+- no «tradi- transpor-

cional» tessocial 6 -t 'Ingresos

realesmás altos .-10

Nuevos ti-pos de

consumo7

Condi-ciones de-mográficasadecuadas

CRECIMIENTO DE LONDRES I

FIGURA 5.1

Crecimiento de Londres y la revoluci6n industrial en Inglaterra

economía y dio un empuje importante a la transformación general dela sociedad inglesa.!

No constituye este capítulo un examen completo de las relacio-

1. Wrigley, 1967.

nes descritas en el modelo, ya que aquí tan sólo se pretende ilustrarla naturaleza de una situación de retroacción positiva. En consecuen­cia, únicamente se describirán en detalle algunos aspectos del modelo.

Cabe encontrar un excelente ejemplo de retroacción positiva -si­tuación de tan alta importancia estratégica para la revolución indus-

'"trial en Inglaterra- en el efecto del crecimiento de Londres sobrela agricultura inglesa. A medida que creda, Londres precisaba unacantidad cada vez mayor de alimentos. Esto produjo cambios revo­lucionarios en las prácticas agrícolas, al principio solamente en unradio limitado en torno a la ciudad, y luego, a principios del si­glo XVIII, en una gran parte de Inglaterra. A medida que aumentabael número de campesinos que se veían afectados por la demanda delmercado, los métodos agrícolas tradicionales empezaron a desaparecer,se sembraron nuevas cosechas, se acentuó el proceso de cercar loscampos y se obtuvieron más alimentos a precios más baratos (y ali·mentas más baratos significaban salarios reales más altos; de ahí laflecha a la casilla 6). Para asegurar y ampliar los aprovisionamientos,los comerciantes ingleses de carne, fruta, aves, etc., se fueron intere­sando cada vez más en las condiciones de producción e insuflaron ca-/pital y experiencia comercial a las unidades de producción. El proce:'so, en conjunto, estimuló fuertemente la transformación de la agricul­tura inglesa, al tiempo que aseguró a Londres el abastecimiento de ali.mentas baratos. Cada paso de este proceso hada más fácil el siguiente.

El conjunto de las casillas 8, 9 Y 10 del diagrama refleja cambiossociales estrechamente relacionados. Romper con las actitudes «tra·dicionales» y adoptar actitudes y valores «racionales», significa ponermayor énfasis en el triunfo personal que en las situaciones heredadas.Por otra parte dejar de aceptar los modos de conducta establecidosy que eran seguidos sin replicar simplemente porque existían desdehace mucho tiempo; reemplazar la costumbre por el contrato y sobretodo considerar los asuntos económicos más como motivo de cálculoy flexible ajuste a las circunstancias cambiantes que como campo parael ejercicio de derechos establecidos y el cumplimiento de obligacio­nes tradicionales, todo ello suponía el auge de nuevos grupos socialesque no suscribían los valores de las élites de la sociedad tradicional.La capacidad y el talento ya no se desplazan según los canales socia­les establecidos de antiguo, sino que pueden ser absorbidos por aque­llos grupos, cuyas actividades hacen cambiar a la sociedad. Las actitu­des «racionales» conducen asimismo a nuevos hábitos de consumo,

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150 HISTORIA Y POBLACIÓN POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 151

emulando las clases inferiores a las superiores, al no estar ya supedi­tadas a la costumbre o a las leyes suntuarias. La era del consumo enmasa está ya a la vuelta de la esquina (y las nuevas necesidades creannuevos puestos de trabajo; de ahí la flecha entre las casillas 10 y 6).

No es preciso insistir en que el crecimiento de Londres facilitó yfue al mismo tiempo facilitado por la mejora en los servicios comer-

"" ciales y en los transportes y el desarrollo de un mercado general na­cional (casillas 1, 4 y 5). Tampoco son de extrañar las relacionespuestas de relieve en la casilla 3 (cambios en las fuentes de materiasprimas) dado lo escrito anteriormente (véase pp. 60-62). El crecimien­to de Londres tuvo mucho que ver con el desarrollo, en Inglaterra,de la industria minera (una sexta parte, aproximadamente, de lasextracciones totales de carbón del reino era embarcada rumbo a Lon­dres desde las minas de Tyne y Wear en el siglo XVIII, y este tráficoempleaba a la mitad de la flota del país). Tantas cosas eran las quese hallaban supeditadas al crecimiento de la industria carbonera queeste estímulo resultó importante. Asimismo, de no haber contadocon carbón en cantidad para sustituir a la madera, bs gastos tantode los hogares domésticos como de muchas de las industrias de lacapital hubieran aumentado y quizá les hubieran impedido continuarmanteniéndose.

Finalmente, la casilla 7 -condiciones demográficas adecuadas­Aseñala una situación en la que la población, cuando la renta real, aumenta, no crece con igual rapidez como decrece cuando se invierte

la tendencia (situación de retroacción negativa típica de la mayoríade las sociedades preindustriales). Esto podía ocurrir porque la fe­cundidad fuera baja y las cifras totales creciesen poco o nada cuandola renta real ascendía; pero podía asimismo deberse a la existenciade zonas con tasas de mortalidad excepcionalmente altas donde unsuperávit de entierros venía a contrapesar a aquellas otras zonas don­de se producían más nacimientos que defunciones.

Londres era una ciudad extremadamente insalubre a principiosdel siglo XVIII, por lo cual precisaba de una inmigración neta anualde 8.000 a 10.000 personas para contrapesar el superávit de entie­rros y poder así seguir creciendo. Su crecimiento continuado sirvióde freno al crecimiento de la población inglesa en conjunto, con locual evitó la aparición de un ciclo «malthusiano» de acontecimientos.La casilla 7, así como la 10, está conectada, por tanto, a la casilla 6(salarios reales más altos) en el modelo.

Todas las relaciones puestas de relieve en las casillas numeradas,contribuyeron de forma directa o indirecta a producir en Inglaterrala revolución industrial (en realidad eran parte importante de la revo­lución industrial), intensificándose a medida que progresaba dicharevolución. De aquí la siguiente serie de flechas que conectan lascasillas numeradas con la casilla grande situada en la parte superiordel diagrama. El modelo representa, por supuesto, tan sólo una frac­ción del total complejo de cambios que se estaban produciendo en­tonces. En otros sectores del fenómeno total se presentaron obstácu­los mucho más difíciles de superar (o, por decirlo de otra forma, laretroacción negativa era más evidente).

Aunque el papel desempeñado por Londres en la promoción dela revolución industrial fue, a la vez, interesante e importante, noera esta la razón principal para incluir en este capítulo al modeloexpuesto en la figura 5.1. Dicho modelo ha sido presentado porqueproporciona un ejemplo de una serie de relaciones que pueden ayu­dar a una sociedad a salvar las limitaciones características de la vidapreindustrial, y porque ilustra muy bien las relaciones, típicamenteestrechas, entre los elementos demográficos, sociológicos y económi­cos en el proceso de cambio. Pero esto, aun cuando pueda aclararlo que fue la revolución industrial, nos dice poco acerca de los ca­racterísticos cambios demográficos que tuvieron lugar en los paísesque la sufrieron. Y de esto es de lo que vamos ahora a ocuparnos.

CAMBIOS DEMOGRÁFICOS DE INGLATERRA

Con frecuencia se subraya la importancia de la historia demográfi­ca inglesa de cara a la revolución industrial en dicho país, aconte­cimiento este que tiene un especial interés en Inglaterra, pues fueprecisamente donde se produjo por primera vez. Hay quien sostiene,por ejemplo, que el auge demográfico que se registra en Inglaterra apartir del año 1750, más o menos, fue debido a los cambios econó­micos ocasionados por los primeros pasos de la revolución industrial,pero también hay quien piensa que el crecimiento comenzó antes deque la revolución industrial empezara a ponerse en marcha. Unosconsideran, que dado que el crecimiento demográfico fue lento hastafechas tardías; se produjo una fuerte escasez de mano de obra queestimuló la creación de máquinas que realizasen operaciones anterior-

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152 HISTORIA Y POBLACIÓN POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 153

TABLA 5.1

Crecimiento demográfico en la Europa del siglo XVIII (en millares)

NOTA: a = 1701; b = 1751; e = 1801; d = 1789; e = 1749; f = 1804;g = 1754.

FUENTESl- Reinhard y Armengaud, 1961, pp. 166, 173, 175, 179 Y 200;Deane y Cole, 1962, p. 6, tabla 2.

El rápido crecimiento demográfico en zonas rurales de agricul­tura tradicional, se prolongó durante el siglo XIX. Entre 1816 y 1849la población de Pomerania, por ejemplo, creció más rápidamente queel total combinado de Arnsberg y Düsseldorf (que incluye el Ruhr),como nos indica la tabla 5.2. Tan sólo en el último período com­prendido en la tabla -1849/1855-, cuando el crecimiento indus­trial en y en torno a los yacimientos carboníferos del Ruhr había al-

3.000'8500d

1740-1800 = 0,801740-1804 = 0,941754-1789 = 0,941754-1789 = 1,181754-1789 = 3,01

1.940'2.922d

Prusia Oriental 1700-1800 = 0,84

PomeraniaSilesiaAustriaBohemiaHungría

1.360'1.888d

1.100

2.000!

1.000

Tasas porcentuales de crecimiento anual

1701-1801 = 0,451751-1801 = 0,801700-1789 = 0,311740-1789 = 0,451700-1800 = 0,451749-1800 = 0,591740-1800 = 0,56

--------~~-._~------------

1700 12017201740 30917501800 500---.

Inglaterra Prusiay Gales Francia Italia Suecia Württemberg Oriental

1700 5.826a 19.000 11500 340 4001720 1.4501740 20.000 4721750 6.140b 1.740e

1800 9.156c 25.000d 18.000 2.347 660 931

Pomerania Silesia Austria Bohemia HU:lgría

Inglaterray GalesFrancia

ItaliaSueciaWürttemberg

mente manuales. Otros piensan que la presión demográfica fue cau­sa principal de la creciente demanda de viviendas durante ese perío­

/.00 y que fue esto lo que, al estimular la construcción, contribuyó./ en gran medida a estimular el crecimiento económico.

Si hay algo claro en la maraña de relaciones entre los cambiosdemográficos, económicos y sociales acaecidos durante la revoluciónindustrial inglesa, es que resulta imposible sostener una concepciónsimplista de las mismas. Su característica complejidad se hace evi­dente si tenemos presente la historia de otros países durante ese pe·ríodo y si recordamos la diversidad de casos en la propia Inglaterra.Dos consideraciones nos ayudarán a ilustrar este punto.

En primer lugar hay quien ha dado por supuesto, con excesivafacilidad, que las tasas de crecimiento demográfico en la Inglaterradel siglo XVIII eran, en cierta medida, excepcionales. Resulta implí­cito en mucho de lo que ha sido escrito al respecto que el lentísimocrecimiento de la población inglesa durante la primera mitad de di­cho siglo era normal en la Europa de su tiempo, y que la aceleraciónque tuvo lugar durante la segunda mitad no se produjo de modoparalelo en los restantes países. La tabla 5.1 muestra, sin embargo,lo desacertado de tal suposición. En algunos países europeos el cre­cimiento demográfico durante el siglo XVIII fue muy rápido si te­nemos en cuenta las pautas generales de las sociedades preindustria­les, y, a menudo, la mayor rapldez se daba precisamente en las zonasmás alejadas de aquellas donde se producía un cambio económico rá­pido. En muchas partes de Europa se daban tasas de crecimiento tanaltas como las de Inglaterra y, asimismo, en muchos países se produjouna aceleración de la tasa de crecimiento hacia la mitad del siglo. Sicomparamos estos datos con los de la tabla 5.12 veremos que con­trariamente a lo que suele suponerse, las tasas de crecimento, nocambiaron mucho durante el siglo XIX. Inglaterra, sin embargo, sedestac6 del resto claramente durante la primera mitad del siglo XIX,

período en que la revolución hacía sentir de modo pleno su im­pacto en el país, y en que no había afectado aún, al menos engrado comparable, a la mayoría de los demás países. Quizá queparectificar una o dos de las cifras de la tabla 5.1. La tasa de creci­miento demográfico de Hungría, en el período 1754-1789, en parti­cular, es sospechosamente alta, pero con todo y a la vista de estatabla, no cabe dudar de la estrecha similitud de las tendencias re­gistradas en Inglaterra y en el continente.

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154 HISTORIA Y POBLACIÓNPOBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 155

"I1,

TABLA 5.2

Crecimiento demográfico en dos zonas alemanas en la primera mitaddel siglo XVI (población en millares: tasas porcentuales

de crecimiento por año)

Prov. Pomerania Reg.-Bez. Arnsbergy Düsseldorf

Año Población Porcentaje Población Porcentaje

1816 683 9681822 801 2,69 1.037 1,161831 912 1,45 1.173 1,3&1840 1.056 1,64 1.340 1,491849 1.198 1,41 1.489 1,181855 1.289 1,23 1.639 1,61

FUENTE: Statistik des Deutschen Reichs, Erste Reihe, XXXVII (julio),Obersicht 1 «Bevolkerung der Deutschen Staaten und ihrer grosseren Verwal­tungsbezirk; in der Begrenzung zur Zeit der jedesmaligen Volksziihlung seit1816».

o 250- -km

• Berlín

.'

............

....? }.,.::....; ....-

canzado ya su pleno ritmo, logra el crecimiento de la zon~ occidental-económicamente más diversmcada- superar al de la orIental-pu­ramente agrícola-o Entre 1816 y 1849 la población aumentó en un75 por 100 en la zona oriental, en un 54 por lO?, tan sól~, ~n laoccidental. Sin la válvula de seguridad que supoma el mOVImIentode la población, internamente hacia las grandes ciudades burocráti­cas y comerciales de la cuenca carbonera del Ruhr, y externamente,hacia las zonas de colonización de América del Norte y del Sur y deAustralia los problemas demográficos de aquellos sectores de Ale­mania en' los que la población rural se multiplicaba tan rápidament~durante los siglos XVIII y XIX hubieran sido ciertamente graves y qUI­zá hubiera resultado inevitable un reajuste de severidad «irlandesa»(véase el mapa 3).

Pero Alemania no constituía una excepción dentro de la tenden­cia normal: otras zonas de Europa sin industria moderna presentanuna tasa de crecimiento demográfico que puede, sin exageración, sercalificada de febril en comparación con las pautas anteriores. En No-

¡

MAPA 3

Pomerania, Arnsberg y Düsseldorf

La frontera de Alemania es la de 1914.

ruega, por ejemplo, la tasa de creCImIento alcanzó a prinCIpIos desiglo una cifra tope que, en gran parte, se mantuvo luego. Las tasasdurante el siglo XIX fueron casi dobles de las que se dieron en elsiglo XVIII, período a su vez, de rápido crecimiento. Hasta la dé­cada 1860 no se produjo en Noruega ningún cambio importante enla estructura ocupacional tradicional, y, pese a haberse producidoimportantes adelantos en la productividad de la tierra dentro aún delesquema tradicional (de modo particular con la introducción de lapatata), aquí también hubiera sido inevitable una crisis a no ser porel rápido crecimiento de la industria maderera noruega y el intensoéxodo de noruegos hacia Estados Unidos.

La segunda consideración que nos ayudará a subrayar la diversi-

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156 HISTORIA Y POBLACIÓN POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 157

TABLA 5.3

Crecimiento demográfico en Noruega 1735-1865 (población en millares;tasas porcentuales de crecimiento por año)

Año Población Porcentaje

1735. 6161745. 622 0,091755. 671 0,761765. 720 0,711775. 741 0,291785. 790 0,641795. 843 0,651805. 893 0,581815. 905 0,131825. 1.042 1,411835. 1.187 1,311845. 1.319 1,061855. 1.480 1,161865. 1.702 1,40

FUENTE: Drake, 1965, p. 108, tabla 2, y p. 130, tabla 1.

dad de los cambios demográficos en tiempos de la revolución indus­trial es, en cierto sentido, una prolongaCión de la primera. Resultaesencial reconocer que en las primeras décadas de la revolución in­dustrial, en Inglaterra yen otros países, los cambios económicos cons­tituyeron fenómenos puramente locales o, todo 10 más, regionales.Las estructuras ocupacionales y los modos de vida fueron revolucio­nados, al principio, tan sólo en pequeñas zonas. Con el tiempo, latotalidad de cada país acabó entrando en el proceso, pero la levaduratardó varias décadas en afectar a todo el plan, pues los cambios de­mográficos locales fueron, a menudo, resultado de situaciones exclu­sivamente locales. Considerar solamente conjuntos nacionales puedellevar, por tanto, a grandes errores. La cronología del cambio vinoa ser asimismo local. En la historia demográfica el cambio rápido sur­gió de forma muy variable según las zonas -como ocurrió en l~ his­toria del cambio industrial-, y su desarrollo en escala 10 sufiClente-

mente grande como para afectar a los conjuntos nacionales, se pro­dujo mucho más tarde que los primeros cambios locales. Sin embar­go, en un, análisis a escala local, son igualmente difíciles de encon­trar relaciones simples entre los cambios económicos y demográficos.Quizá quepa atribuir la súbita alteración del equilibrio entre bautismosy entierros en, pongamos por caso, Worcestershire o Lancashire, ala evolución que se estaba produciendo en las economías locales. Peroes más difícil hacer esto mismo en una parroquia como Hartland don­de el cambio fue tan profundo y temprano (empezó hacia 1750) comoen muchas otras zonas industriales. Hartland estaba alejada de lospequeños centros donde se daba el nuevo crecimiento industrial. Subase económica no empezó a cambiar sino muchos años después dela súbita aparición de un superávit sustancial de bautismos. Tampocose produjo en la zona ningún cambio revolucionario en los mediosde transporte al que pudiera achacarse la acción a distancia de lasnuevas fuerzas de desarrollo industrial. Hubo muchos casos como dde Hartland, y este hecho hace, a su vez, más difícil de aceptar laopinión de que el naciente desarrollo industrial provocó cambios de­mográficos incluso en zonas cercanas a los nuevos centros industria­les. Pero es preciso indagar más acerca de estos cambios mismos enla natalidad y mortalidad antes de intentar integrflrlos en modelos decambio demográfico durante la revolución industrial.

LA DEMANDA DE MANO DE OBRA Y EL CAMBIO DEMOGRÁFICO

Pero antes de entrar en una descripción más detallada de loscambios en la mortalidad y fecundidad que tuvieron lugar durante-e inmediatamente después de- la revolución industrial, resultaconveniente detenerse brevemente en la consideración de una pautacuya existencia e importancia suele aducirse a la hora de explicar elcrecimiento demográfico acelerado. Se trata de la idea de que conel desarrollo económico crece también la demanda de mano de obralo cual causa un alza en la fecundidad que da origen, a su vez, a laobra adicional requerida (produciendo así la demanda su propia ofer­ta). A este respecto han sido propuestas varias explicaciones, perotodas presentan dificultades de interpretación. Una vez más el nú­mero de variables a considerar es ingente, así como la complejidaddel acontecer histórico.

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Como quiera que la nueva demanda era de mano de obra adulta,traduciéndose en un alza de los salarios de los obreros en las nuevaszonas industriales, cabría esperar que esto tendiese a rebajar la edaden que los hombres contraían matrimonio. La separación temporalentre cada generación es demasiado grande, por supuesto, para queuna mayor demanda de mano de obra pueda ser completamente sa­tisfecha, a corto plazo, mediante un aumento de la fecundidad. Losrecién nacidos han de esperar casi veinte años para poder sumarsea la mano de obra adulta. Pero un acusado descenso en la edad me­dia de los hombres al casarse, si va acompañado de una reducciónsimilar en la edad de sus esposas, puede originar, siempre y cuandolos demás factores no sufran cambios, un aumento en la fecundidady dar origen a una aceleración del crecimiento demográfico. Y existenpruebas de que la edad media femenina al contraer matrimonio eraefectivamente baja en las zonas en que la demanda de mano de obramasculina era alta. En las zonas carboneras, por ejemplo, solía seréste el caso, y especialmente en las cuencas carboneras industrialesdel Ruhr. La tabla 5.4 muestra que en Arnsberg, y en comparacióncon otras zonas de Alemania con diferente estructura ocupacional,las mujeres se casaban, en 1880, a edades muy tempranas (Arnsbergtenía una gran industria pesada y carbonera; Pomerania era, primor­dialmente, una provincia agrícola; Berlín, la capital, era sobre todoun centro administrativo).

Estas estadísticas pueden, sin embargo, inducir a error salvo quese tenga también en cuenta la ratio entre hombres y mujeres inclui­dos en los grupos de edad «casaderos». ~n las zonas en que se dabauna fuerte demanda de mano de obra masculina adulta, se daba asi­mismo normalmente, a causa del efecto de la inmigración, un notoriosuperávit de hombres jóvenes respecto de mujeres jóvenes, lo cualhacía a su vez que el porcentaje de estas últimas que se casabanpronto aumentara agudamente. Y esto podía ocurrir aun cuando laedad de los hombres al contraer matrimonio variase poco. Tanto lastasas generales de fecundidad femenina como el tamaño de la familiapodían pues aumentar a causa de un desequilibrio de este tipo entreel número de personas de cada sexo, sin que ello pruebe necesaria­mente que el efecto había sido exactamente lo que a primera vistaparece. Si el aumento de matrimonios tempranos, entre las mujeresde dichas zonas) quedaba compensado por una disminución de lasprobabilidades de casarse las mujeres de las regiones de donde pro·

158 HISTORIA Y POBLACIÓN POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 159

TABLA 5.4

Proporción de muieres casadas en Alemania en 1880(para una población total femenina de 1.000)

Grupos de edad 15-19 20-24 25-29 30-34 35-39 40-44

Arnsberg 22 373 781 900 922 924Pomerania. 15 258 643 822 879 904Berlín 16 224 571 765 836 862

FUENTE: Wrigley, 1961, p. 144, tabla 40.

cedía la emigración masculina (dado que aquí el equilibrio entre lossexos quedaba roto, aunque en sentido opuesto), entonces el efectototal de los cambios sobre la fecundidad de la población consideradaen su conjunto sería muy ligero e incluso quizá más bien negativoque positivo. Pero toda esta argumentación, desde los niveles desalarios hasta el matrimonio temprano, es demasiado. burda para seraceptada sin una considerable ampliación. Era en realidad el ambien­te total en que los hombres y las mujeres vivían, más que el simplenivel salarial o, incluso, que una combinación entre nivel salarial yexpectativas de empleo, lo que influía sobre las decisiones al con­traer matrimonios. Resulta significativo, por ejemplo, que tanto enFrancia como en Alemania las tasas de fecundidad marital y generalfueran bastante bajas en las grandes ciudades burocráticas y comer·ciales, en el siglo XIX, y bastante altas en las zonas industriales; sinembargo, resultaría difícil sostener que en una de dichas zonas losingresos personales fueran muy inferiores y en las restantes muysuperiores a la media nacional.

Por supuesto, este razonamiento basado en la demanda de manode obra adulta no tiene su origen en los cambios de los niveles sa­lariales, sino que se ve afectada también por el hecho de que muchoshombres, en las nuevas zonas industriales, se veían liberados de lasrestricciones inherentes al sistema de aprendizaje tradicional -queen el pasado retrasaba el matrimonio. Tampoco tenía ya que esperarpara casarse a heredar tierras. Además, en muchas de las nuevasocupaciones (por ejemplo en la minería del carbón) el hombre al·

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Tasas de fecundidad general }' marital en Francia y Prusia hacia 1880

NOTA: Fecundidad general es el total de hijos nacidos por año a cada 1.000mujeres entre 15-44 años. Fecundidad marital es el total de hijos legítimos na­cidos por año a cada 1.000 mujeres casadas entre 15-44.

FUENTE: Wrigley, 1961, p. 133, tabla 34, y p. 141, tabla 39.

POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 161

TABLA 5.6

Proporción de hombres casados en Alemania en 1880(para una población total masculina de 1.000)

Grupos de edad 15-19 20-24 25-29 30-34 35-39 40-44

Prusia Oriental . 2 97 529 817 894 919Hannover 2 73 439 733 850 894Minden 2 85 487 770 874 903Arnsberg . 1 91 486 763 861 893Münster 1 42 302 608 765 824Düsseldorf 2 82 452 736 831 867Aquisgrán. 1 43 315 610 741 796

FuENTE: Wrigley, 1961, pp. 143-145, tabla 40.

hecho sugestivo dado que la ratio de los sexos suele tener normal­mente mucha menos influencia sobre la edad en que los hombres con­traen matrimonio, que sobre aquella en que lo hacen las mujeres.Existen buenas razones para creer que, en la Alemania de aquel tiem­po, el factor individual más importante fuera la confesión religiosa.En las zonas protestantes (Prusia oriental, Hannover y en menor gra­do Minden y Arnsberg) en conjunto se contraía matrimonio pronto;en las católicas (Münster, Aquisgrán y en menor grado DüsseIdorf)tarde. Es cierto, por supuesto, que incluso en zonas donde la ten·dencia matrimonial global se vio relativamente poco afectada por lademanda de mano de obra y por los niveles salariales, las fluctuacio­nes económicas tuvieron un gran efecto sobre los cambios a cortoplazo. A corto plazo las tasas matrimoniales mostraron, por ejemplo,una neta tendencia a variar en sentido inverso respecto del preciodel pan.

Se ha sugerido a veces la existencia de otro vínculo entre el creci­miento industrial y la existencia de una alta fecundidad: y es que,una gran demanda de mano de obra infantil aumentaba la fecundi­dad pues esa demanda proporcionaba a los padres un fuerte incen­tivo para tener familias numerosas. Claro que esta afirmación noimplica necesariamente un cambio en la edad de casarse, sino que

TABLA 55

HISTORIA Y POBLACIÓN

canzaba su máximo poder adquisitivo en la flor de su vida. No teníapues ya motivo para posponer su matrimonio.

No hay duda que estas consideraciones son de peso y que, con­juntamente, pueden explicar algunos de los cambios surgidos en losusos matrimoniales y en la fecundidad durante la revolución' indus­trial. Pero una vez más la historia demográfica alemana del siglo XIX

nos pone de relieve los peligros inherentes a. toda generalización. Latabla 5.6 muestra que en 1880 había más hombres casados en losgrupos de edad jóvenes en Prusia oriental -región alejada, rural ynada próspera- que en las zonas agrícolas más ricas, situadas másal oeste, como Hannover o Münster, o, incluso, que en las nuevas zo­nas industriales como Düsseldorf, Arnsberg o Aquisgrán (1a provinciao Regierungsbezirk no constituye una medida muy exacta dado queno es «pura» en cuanto a estructura ocupacional, pero esto empañatan sólo, sin borrarlas totalmente, las diferencias señaladas). Puedeesto ser debido, en parte, a la existencia de un superávit muy gran­de de mujeres en Prusia oriental, pero no por ello deja de ser un

160

Francia (1880-1882) Prusia (1879-1881)Fecund. Fecund. Fecund. Fecund.general marital general marital

Zonasindustriales Norte 147 280 Arnsberg 204 351

Düsseldorf 181 358Grandesciudades Sena 99 150 Berlín 138 255

Hamburgo 146 271

Francia 112 196 Prusia 168 314

pi"

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162 HISTORIA Y POBLACIÓN POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 163

supone simplemente una disminución del intervalo medio entre na.ci­mientas, la cual podía, por sí sola e independientemente de cual~ulercambio en la edad de casarse, efevar considerablemente la fecundIdad.Este razonamiento se basa en el hecho de que al desempeñar los ni­ños un empleo remunerado a edad muy temprana (en Inglaterra, aprincipios del siglo XIX, las hilaturas de algodón empleaban frecuen­temente a niños de 8 o 9 años, y a veces hasta de 5 o 6) los padrespodían esperar que contribuyeran a los ingresos familiares tras sólounos pocos años de dependencia. Pero esto implica a su vez quepreviamente no se había dado este caso y que las aportaciones delos hijos que trabajaban compensaban ampliamente, o por lo menosasí lo creían, los continuos gastos hechos por los padres -en ropay alimentos-o

Ambas suposiciones requieren una más sólida fundamentaciónque la que han recibido en el pasado. En los tiempos preindustria­les, un hijo podía también constituir un beneficio económico para lafamilia en conjunto, aun cuando no recibiera pago en efectivo al­guno por ello. Los hijos, desde tierna edad, podían ayudar al, p~dreen el trabajo de la tierra o a la madre en los quehaceres domestIcas,y los ingresos totales de la familia aumentaban en ambos supuestos,en algunos casos incluso en la misma medida en que lo hacían conel salario de los hijos que trabajaban en fábricas o minas. Los salariosde los niños eran sólo, por supuesto, una fracción de los correspon­dientes a los adultos, especialmente en sus años más jóvenes y podíamuy bien ocurrir que hasta alcanzar los 12 o 13 años no viniera unniño a ganar mucho más de lo que su mantenimiento costaba a suspadres, por lo que hasta alcanzar esta edad seguirá siendo una carganeta? No debemos olvidar que una familia numerosa suponía no sólomás altos gastos familiares semana tras semana sino también mayoresdispendios en la casa misma y en su acondicionamiento (salvo quese admita un corte en el nivel de vida, lo cual echa abajo la teoríade que una familia numerosa suponia mayor prosperidad). Diez hijosrequieren más camas y sábanas, más cubiertos y platos, más sillas,más comida e, incluso, simplemente una casa mayor que cinco hijos,sise quiere mantener un mismo nivel de vida. Y algunos, por lomenos, de dichos gastos se producen antes de que empiecen a teneringresos, lo cual no deja de tener importancia.

2. Goode, 1963, pp. 51-52.

Tres aspectos más deben ser tenidos en cuenta cuando existan prue·bas claras de que el intervalo medio entre nacimientos decreció deforma significativa en una población situada en una zona en procesode industrialización. El primero ha sido apuntado ya, si bien referidoa un punto diferente: es peligroso conferir un significado especial alos cambios observados en una zona industrial si se producen cam·bias similares en otros tipos de zonas aproximadamente en la mismaépoca. Los intervalos medios entre nacimientos, por ejemplo, decre­cieron de forma pronunciada en Colyton a finales del siglo XVIII yprincipios del XIX, pese a encontrarse Colyton alejado de cualquierade las sedes de la revolución industrial inglesa. En segundo lugar, nodebe dejarse de lado la posibilidad de que los cambios en las cos­tumbres traídos por la industrialización tengan un efecto directo so­bre los intervalos entre nacimientos. Resulta imaginable, por ejemplo,que la duración normal del periodo de lactancia fuera menor en laciudad que en el campo. Esto seria probablemente cierto en el casode las mujeres casadas que trabajaban -todo el día o parte delmismo- fuera del hogar (en trabajos domésticos o en fábricas). Undestete temprano tendería así a reducir el intervalo entre cada em­barazo. El tercer aspecto está relacionado con el segundo: existen al­gunas pruebas de que la mortalidad infantil aumentó en los distin­tos países en vías de industrialización, alcanzando niveles muy altosen ciertos casos. Este hecho tendería a reducir el intervalo entre cadaembarazo dado que la muerte temprana de un recién nacido sueleacortar (digamos en unos nueve meses por término medio) el inter­valo hasta el próximo nacimiento. Si para desarrollar este razonamien­to imaginamos una población en la que las condiciones de vida deun suburbio pobre, en continuo crecimiento y superpoblado, aumen·tan las posibilidades de contagio para los niños pequeños, de ma­nera que la mortalidad infantil suba de 150 a 250 por cada 1.000 na­cidos vivos, entonces tendremos que, sin ningún cambio en la fecun­didad «real», el intervalo medio entre cada nacimiento descenderáalgo. En este caso si el intervalo medio normal entre cada nacimien­to era de treinta meses y pasa a ser, con la aparición de una altamortalidad en edades tempranas, de 21 meses, entonces el alza enla mortalidad infantil causará un descenso en el intervalo mediode 28,7 a 27,8 meses. Un mayor acortamiento del período medio delactancia tendría un efecto considerablemente más importante.

Puesto que es evidente que no hay ningún modelo general de

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164 HISTORIA Y POBLACIÓNPOBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 165

FIGURA 5.2

Tasa bruta de mortalidad noruega 1740-1850 (para Una poblaci6ntotal de 1.000)

FUENTE: Drake, 1965, p. 36, tabla VII.

1820 1830 1840 1850

1760 1770 1780 1790

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20

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1740 1750

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1800 1810

~ico de las tasas de mortalidad de la Europa preindustrialJu~to era que venían a ser, la mayoría de los años, notablem;:tec:~ferlOres a las tasas de natalidad con 10 cual y fuera d 1 - d.". ·ód· ',eos anos ecrISIS perl lcas, la población crecía con apreciable rapidez d 1~en. de un ~ ~ un 10 por 1.000 anual. En la mayoría de l~s eaí~:~SI bl~n las ultImas décadas del siglo XVIII y las primeras del XIi fue­-al Igual que en Noruega- la desaparición de las condiciones dgráficas preindustriales venía indicada por la total eliminació:n:

Resulta a la vez conveniente y lógico que al empezar a estudiarlos cambios demográficos a largo plazo que originó la revolución in­dustrial nos ocripemos en primer lugar de la mortalidad. Los cambiosen la fecundidad solían ir precedidos de un descenso de la mortalidad,resultando más fáciles de comprender si los ponemos en relación condicho descenso de las tasas de mortalidad. Los cambios revoluciona­rios que tuvieron lugar presentan rasgos que merecen un examen másdetenido.

El primero de ellos es la casi total eliminación de las antiguascrisis, tanto las originadas por malas cosechas como las debidas aenfermedades epidémicas independientes de estas últimas. Se produ­jeron, inevitablemente, algunas excepciones a esta regla, como lasgrandes epidemias de cólera o como -quizá la más dramática detodas- la época de hambre que, surgida en 1845, asoló Irlanda, de­sastre éste cuya gravedad quedaba curiosamente resaltada por el he­cho de que el país más cercano, Inglaterra, se hallaba entretanto envanguardia de la revolución industrial (la población irlandesa era,en 1841, de 8.200.000 habitantes, quedando reducida esta cifra enel censo siguiente, realizado en 1851, a 6.514.000, o sea que se re­gIstró un descenso de más del 20 por 100 debido a fallecimientos oemigración). Mucho más típico, sin embargo, resultaba el curso delos acontecimientos en Noruega, país en el que prácticamente desa­parecieron, a partir de 1815, las viejas fluctuaciones de las tasas bru­tas de mortalidad. No volvieron allí a darse años como los de 1742,1773 y 1809. La figura 5.2 muestra que la nueva curva de mortali­dad -en forma de meseta- no se sitúa, en esencia, por debajo delnivel alcanzado por la tasa bruta de mortalidad en el siglo XVIII (notomando en consideración los años de mala cosecha o de epidemia);10 que ocurre es que ahora dicho nivel se mantiene firme, con ten­dencia, en todo caso, a bajar, en tanto que en la situación anterior lacurva presenfaba altibajos mucho más numerosos. Rasgo caracterís-

MORTALIDAD

las relaciones entre los cambios demográficos y la revolución indus­trial que pueda explicar los diferentes fenómenos, será de utilidadexaminar los cambios en la mortalidad y de fecundidad que acaecie­ron, y ver así qué generalización cabe establecer al respecto.

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166 HISTORIA Y POBLACIÓN POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 167

aquellas súbitas alzas de la mortalidad que, en siglos anteriores, ha­bían contenido a los totales de población dentro de unos ciertos líomites. El momento histórico en que esta vieja pauta quedaba abando­nada varió considerablemente de un país a otro. En muchas partesde Francia, por ejemplo, empezó a desvanecerse rápidamente a media­dos del siglo XVIII.

Las razones que explican la desaparición de esta vieja fluctuaciónson muy numerosas. Por un lado, resulta mucho menos probable quelas malas cosechas originen una situación de gran escasez cuando lascomunicaciones son buenas que cuando cada pequeña zona dependede forma fundamental de sus propios recursos. Esto pudo apreciarsecon especial claridad en la India al construirse la red de ferrocarriles,pese a no haberse producido por aquel entonces ninguna gran revolu­ción en la productividad de la agricultura india, el ferrocarril hizoposible, con mucha más eficacia, trasladar los excedentes de una re­gión a cualquier otra zona que tuviera cosechas deficitarias, equili­brándolas de ese modo, así como distribuir, llegado el caso, el gra­no importado del extranjero. La nivelación de las tasas europeas demortalidad se produjo con anterioridad a la existencia del ferrocarril,si bien las últimas décadas del siglo XVIII y las primeras del XIX fue­ron testigos de un notable progreso en los transportes, con una granmejora en los caminos, la construcción de canales, el desarrollo de lanavegación fluvial y un gran auge de la oceánica. Además los obstácu­los al tráfico interno debidos a los propios hombres -tales como de­rechos fluviales, derechos de entrada a las ciudades, derechos a pagarcada vez que se pasaba de un insignificante reino a otro- desapareocieron tras el paso de los ejércitos revolucionarios franceses o que­daron muy reducidos por las reformas administrativas.

En algunas zonas se amplió mucho la base alimenticia de la po­blación local con la introducción en ella de la patata. En las regio­nes en que la patata crece libremente se produce una cantidad dealimentos mucho mayor que cualquier cultivo alternado de cereales.Puede además cultivarse en los territorios más húmedos y fríos, enlos que no se da con facilidad ningún otro tipo de cosecha, pues co­rrería el riesgo de no llegar nunca a madurar. En tales áreas la acep­tación de la patata como principal cosecha alimenticia proporcionóuna fuente de alimentos nueva y segura. Algunos años que hubieransido desfavorables para el cultivo de cereales podían no afectar ennada a la patata. El visible amortiguamiento de las fluctuaciones de

la mortalidad en Noruega después de 1815 fue, posiblemente, debidoen parte a esto. En muchas otras zonas -Irlanda, Alemania, Polo­nia, etc.- la patata se convirtió rápidamente también en alimentobase. Se produjeron asimismo otros cambios en las formas de cultivoque ayudaron mucho a aumentar la estabilidad de los recursos ali­menticios así como a mejorar la calidad de la dieta. El cultivo derafees y del trébol permitió alimentar durante el invierno a mayorcantidad de ganado. La eliminación de los años de barbecho graciasa una adecuada rotación de cosechas combinada con el empleo demás abonos animales dio un doble empuje a la productividad agríco­la, puesto que esto no sólo aumentó de forma considerable la super­ficie cultivable cada año sino que enriqueció asimismo al suelo, demanera que los rendimientos por hectárea aumentaron. Un mejor sis­tema de riegos, una mejora de la raza del ganado ovino y del bovi­no, nuevos tipos de maquinaria (sobre todo la sembradora), mejorescondiciones de almacenamiento, etc., todo contribuyó a obtener me­jores resultados, aun cuando hubo una amplia gama de variacionesregionales en cuanto a la rapidez con que eran adoptados estos nue­vos procedimientos.

Un segundo rasgo común a la evolución de la mortalidad en lamayoría de los países de Europa occidental consiste en los cambiosque tuvieron lugar en las tasas de mortalidad por edades específicas.En todos los principales países occidentales en que tuvo lugar larevolución industrial, las expectativas. de duración de la vida en elmomento del nacimiento mejoraron, de forma lenta al principio perocon creciente rapidez hacia finales del siglo XIX. Por regla general, lastasas de mortalidad decayeron mucho más entre los niños y adoles­centes que entre los adultos. El descenso proporcional de las tasasde mortalidad tendía a decrecer de forma consistente con la edadhasta llegar a la edad madura, y en adelante existía poca diferenciaentre los niveles que se obtenían a principios y a finales del siglo XIX,

tal como nos 10 indica la figura 5.3. Existía, no obstante, una impor­tante excepción a la regla de que donde más habían dismihuido lastasas de mortalidad era en los grupos de edad más jóvenes. Pues elmás joven entre los convencionalmente utilizados por los demógrafoses el que comprende los años 0-1 y la mortalidad infantil no mostrótendehcía alguna a. decrecer en muchas partes de Europa occidentalhasta los últimos años del siglo, y antes incluso tendía, a veces, aaumentar más que a disminuir. Esto puede ser debido, en parte, a una

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FIGURA 5.3

Tasas de mortalidad específicas por edad en Inglaterra y Gales 1840-1960(por cada 1.000 personas villas; para la mortalidad infantil

por cada 1.000 nacidos vivos)

NOTA: Las tasas para el grupo de edad 1-4 son aproximaciones hasta la cifracorrespondiente a 1931. La escala vertical es logarítmica.

FUENTES: Registrar-General, 1933, 1." parte, p. 6, tabla 5; y 1962, parte 1.',p. 6, tabla 4. Las aproximaciones para el grupo 1-4 fueron hechas utilizandomaterial de varios censos. Véase también McKeown y Record, 1962.

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170 HISTORIA Y POBLACIÓN POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 171

mayor exactitud en los registros, pues las defunci.o,nes i~fantiles sonlas que más fácilmente pueden escapar a la atenc~o? reglstrado,ra. enlos primeros años de funcionamiento de un serVICIO de estadlsttcasvitales. Esto causa alguna incertidumbre en la interpretación de lascifras, pues aquí, lo mismo que en tantos otros punt~s, son neces~­

rios estudios más localizados y detallados que proporCIOnen una massólida base de conocimiento. Pese a ello, el contraste entre las osci­laciones de la mortalidad infantil y la mortalidad juvenil general su­pone una interesante información acerca de los cambios en la mor­talidad durante el siglo XIX en conjunto.

Durante el período en que hay más riesgo de mortalidad en elniño (es decir en los primeros días y semanas de vida) éste depende,en cuanto a alimentación, de su madre, de manera que el tipo y can­tidad de su alimento no varía mucho en toda una amplia gama decondiciones ambientales. A esa edad los niños suelen mostrarse, sinembargo, muy propensos a enfermedades infecciosas intestinales ypulmonares. Un descenso radical de la mortalidad infantil sólo esposible, en tanto, cuando se conoce la naturaleza de dichas infeccionesy se dispone de remedios eficaces. Los conocimientos necesarios paraello no fueron alcanzados hasta finales del siglo XIX y a partir deeste momento los adelantos fueron rápidos y considerables. Tanto esasí que las tasas de mortalidad infantil se han reducido en cinco omás veces desde principios del siglo xx. Las primeras mejoras en elrégimen alimenticio y en la sanidad pública (por ejemplo, abasteci­mientos de agua más pura) tuvieron, sin embargo, un escaso efectosobre la mortalidad infantil, mientras que las condiciones multitudi­narias de la vida urbana tendían a aumentar los riesgos de contagio.

Pero tras el destete del niño las cosas eran diferentes. Las enfer­medades infecciosas seguían siendo las más mortíferas -cólera, ti­fus, tuberculosis, escarlatina, tosferina, fiebres reumáticas, viruela, dif­teria, etc.- pero la calidad y cantidad de alimentos disponibles po­dían ya establecer una señalada diferencia tanto respecto de las posi­bilidades de contraer una enfermedad como del resultado de la lu­cha contra la enfermedad una vez contraída. Aquellos que vivían encasas calientes y secas y estaban bien alimentados tenían muchas me­nos posibilidades de contraer la tuberculosis que quienes no vivíanen condiciones parecidas. La historia médica de las dos guerras mun­diales del presente siglo pone de relieve la rapidez con que ésta yotras enfermedades infecciosas pueden recobrar su fuerza si los alí-

mentos son escasos y si resulta difícil mantenerse caliente, seco ylimpio. El firme declinar de las tasas de mortalidad infantil y deadolescentes a 10 largo del siglo XIX en Europa occidental ofrece untestimonio de la constante mejora del medio en que vivía la pobla­ción juvenil.

TABLA 5.7

Esperanza de vida en el momento de nacer en los países occidentalesen e.l siglo XIX (en años)

Año Varón Hembra

1840 39,6 42,51850 40,3 42,81860 41,1 43,41870 42,3 44,71880 43,9 46,51890 45,8 48,51900 48,9 52,11910 52,7 56,0

NOTA: Se trata de la media sacada de Dinamarca, Inglaterra y Gales, Fran·cia, Massachusetts, Países Bajos, Noruega y Suecia.

FUENTE: Wrigley, 1961, p. 101, tabla 24.

Los cambios en la mortalidad no eran, en comparación con laspautas de los países que actualmente están en vías de desarrollo, muyrápidas o espectaculares pero reflejaban la firme generalización denumerosas mejoras en la higiene tanto pública como privada y en lacantidad y calidad de los alimentos que podían obtenerse. Se habíahecho posible comprar jabón más barato, y con ello la gente se la­vaba más y lavaba también más fácilmente el nuevo tipo de ropamás barata y de algodón. A las ciudades se les suministraba agua máspura, a veces de lejanos depósitos y, una vez que se hubo descubiertola relación existente entre la disposición del alcantarillado, las aguassin purificar y los grandes brotes de cólera de mediados de siglo, seprocedió a dotarlas urgentemente de alcantarillado y empezaron adesarrollarse los medios químicos de purificación de las aguas. Unaprovisionamiento barato de carbón hizo posible tener calientes las

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172 HISTORIA Y POBLACIÓl\ POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 173

casas en invierno aun cuando con ello aumentase la polución del aire.La construcción inmobiliaria mejoro especialmente después que losgobiernos empezaron a fijar condiciones mínima~. El ,«proye~to de leysobre las viviendas de los artesanos» (The ArtIsans Dwellmgs Act)de 1875 constituyó en Inglaterra un hito: ]oseph Chamberlain des­truyó cincuenta acres de chabolas en Birmingham el año en que di­cho proyecto pasó a ser ley.3 La acción del gobierno en otras esferasera asimismo cumulativamente importante; por ejemplo al crear ser·vicios médicos y sanitarios locales o al legislar contra la venta dealimentos adulterados. Pero lo más importante de todo fue la ele­vación de los ingresos reales ya que esto permitía a la gente comprarmás y mejor comida y recurrir con menos frecuencia al grano mediopodrido o a otros sustitutos de los alimentos sanos. Con todo ello elnivel de nutrición mejoró Y a finales del siglo la fabricación de grasasbaratas, gracias al uso de los aceites vegetales, y la ~mportaci~n d~frutos cítricos ampliaron aún más la lista de comestIbles a dISPOSI­ción de una proporción cada vez mayor de población.

Un tercer rasgo del período de la revolución industrial es la granvariación en cuanto a las causas de la mortalidad que podían encon­trarse en los diferentes marcos sociales y económicos. Los trabajosde hombres como Charles Boot y Rowntree en Inglaterra y FrédéricLe Play en Francia, que investigaron laboriosamente sobre las con­diciones individuales de las familias, pusieron de relieve las malascondiciones en que aún vivían, ~n la segunda mitad del siglo, mu­chas gentes. Las enfermedades causadas por desnutrición eran aúnmuy corrientes. El raquitismo siguió deformando piernas y caderasen el Lancashire industrial a todo lo largo del siglo. Cuatro de cadadiez voluntarios para luchar con el ejército británico en la guerrade los Boers fueron declarados inútiles para las armas.4 Los trabajosde Rowntree sobre la ciudad de York mostraron que, incluso en1899, ellO por 100 de la población vivía en la más extrema po­breza -pobreza primaria-, sin poderse pagar, aun gastando delmodo más inteligente y económico posible hasta su último penique,los alimentos que les proporcionasen las calorías que él considerabaabsolutamente indispensables para una vida sana. Un 18 por 100más vivía en una pobreza secundaria, en condiciones a menudo

3. Naciones Unidas, 1953, p. 54, tabla 5.4. Drummond y Wilbraham, 1958, p. 404.

igualmente miserables. Aún en 1898, la mortalidad infantil en lossectores más pobres era de 247 por cada mil nacidos vivos, esto es,dos veces y media más alta que entre aquellos sectores de la pobla­ción lo suficientemente adinerados para poder pagarse criados (94por 1.000).5 Pero la situación en York no era peor que en otras ciu­dades inglesas, y ni Dickens ni 20la tuvieron necesidad de inventarninguno de los horrores que describieron. En Inglaterra sucesivas co­misiones reales o parlamentarias fueron reuniendo a lo largo del si­glo una documentación masiva acerca de la crudeza de la miseria ydel peligro en que vivían las clases trabajadoras. No le faltaron a En­gels desgarradores ejemplos para ilustrar la tesis de que el proleta­riado, a medida que el sistema capitalista avanza hacia su inevitabledestrucción, se ve cada vez más empobrecido. Y sin embargo, la es­peranza de vida -sensible indicador, a menudo, de las condicionesde vida- fue aumentando sin serias interrupciones a lo largo de lamayor parte del siglo en la mayoría de los países.

Por supuesto, es incontestablemente cierto que la mortalidad enlos barrios obreros de los centros industriales alcanzó niveles aterra­dores, siendo por tanto muy baja la esperanza de vida. A mediadosdel siglo XIX era de sólo 24,2 años para los hombres en Manchester,según los cálculos de William Farr, mientras que para Inglaterra enconjunto era de 40,2 años y hasta de 51,0 en el condado de Surrey,estado de cosas que el propio Farr calificaba de «antinatural y sus­ceptible de arreglo».6 En las peores zonas de ciudades como Liver­pool y Manchester las esperanzas de vida eran fácilmente inferioresa los 20 años. En Glasgow la tasa bruta de mortalidad era, entre lasfamilias que vivían en una o dos habitaciones, dos veces y mediamás alta que entre las que ocupaban cinco o D;1ás habitaciones. Enun estudio de la vida urbana durante los últimos años del siglo XIX,

Adna Ferrin Weber citaba estadísticas realmente aterradoras quemostraban cómo en Berlín, en 1885, la mitad de todas las defuncio­nes que se producían en la ciudad correspondía al 6 por 100 de lapoblación formado por aquellas familias que contaban con una solahabitación para vivir? La literatura de todos los países de Europa oc­cidental que estaban industrializándose está llena de novelas que des-

5. Rowntree, 1901, pp. 112, 117, 206.6. Fan; 1885, pp. 466, 477, 478.7. Weber, 1899, p. 349.

Page 15: 5_La Poblacion y La Revolucion Industrial

174 HISTORIA Y POBLACIÓN

TABLA 5.8

POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

TABLA 5.9

175

Mortalidad infantil en Francia y Prusia (por cada mil nacidos vivos) Esperanza de vida en el momento de nacer en Franciaa finales del siglo XIX (en años)

1861 40,8 41,1 41,6 44,61881 41,1 43,0 42,6 47,51901 44,6 48,1 46,6 50,8

Somme Finisterre FRANCIAVarón Hembra Varón Hembra Varón Hembra

1861 41,1 43,1 35,4 37,3 40,1 41,31881 40,5 44,1 28,5 30,8 41,5 43,91901 45,2 49,3 42,5 45,6 45,4 48,9

partamento bretón de Finisterre, pese a ser totalmente rural, era no­tablemente menos saludable.

El departamento del Norte comprendía la propia ciudad de Lille,el complejo textil de Roubaix-Tourcoing, el centro de manufacturasdel lino de Armentiéres, las minas de carbón y las siderurgias cerca­nas a Valenciennes, que en conjunto constituyen una panorámica casicompleta de la estructura ocupacional existente en los primeros tiem­pos de la revolución industrial. Resultaría insostenible afirmar quela zona descrita por Zola en Germinal presentaba un notable índicede salubridad en comparación con la totalidad de las zonas indus­triales, y sin embargo el efecto total de dicho índice sobre lás es­peranzas de vida correspondientes al departamento en conjunto fuemuy leve.

Quizá sea más acertado decir que esta alta mortalidad se debíamás a la urbanización que a la industrialización. Las grandes ciudadeseran, en efecto, las que alcanzaban cifras de mortalidad más elevadas.Muchas de ellas no eran, fundamentalmente, centros industriales sinoadministrativos o comerciales. París, Berlín, Marsella y Liverpool

Francia Varón Hembra Prusia Varón Hembra

1860-1862 182 154 1860-1862 213 1841880-1882 184 155 1879-1881 218 1881900-1902 159 132 1899-1901 222 189

1909-1911 181 154

FUENTE: Ensor, 1936, pp. 35 y 127.

criben la enorme miseria en que se encontraban sumergidos los quevivían en los barrios obreros así como la gran mortalidad en todaslas edades. Sería sin embargo tan arriesgado basar en estos hechose impresiones una afirmación referida al efecto de la revolución in­dustrial sobre la mortalidad, como suponer que las condiciones queconcurrieron en la Europa preindustrial durante las crisis demográ­ficas periódicas eran típicas de los tiempos preindustriales en general,ya que 10 que sucedía entonces concentrado en un determinado perío­do de tiempo relativamente breve, se repetía más tarde pero en ciertaszonas restringidas.

Durante -y después de- la revolución industrial la amplitud dela fluctuación de las tasas de mortalidad quedó limitada, si bien, pro­bablemente, no 10 hizo así la amplia gama de tasas que se daban enlas zonas social y económicamente diferentes. Cabe incluso pensarque quizá se ensanchara. El cálculo del impacto causado por la re­volución industrial sobre la mortalidad depende pues, en muy granmedida, de la forma en que se delimite el área de estudio. En laschabolas de los barrios viejos de Lille se daban las condiciones devida quizá más miserables y mortíferas de toda Francia en la épocade la plena expansión de la industria textil del Norte, pero la ta­bla 5.9 nos muestra que la esperanza de vida para el departamentoen su conjunto era escasamente inferior a la correspondiente a losdepartamentos agrícolas de Aisne y Somme -en los que cabía ha­ber esperado un índice de salubridad sustancialmente superior, y queera muy próxima a la cifra media nacional. El lejano y atrasado de-

NorteVarón Hembra

FUENTE: Wrigley, 1961. p. 99, tabla 23.

AisneVarón Hembra

Page 16: 5_La Poblacion y La Revolucion Industrial

176 HISTORIA Y POBLACIÓN POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 177

TABLA 5.10

Tasas brutas de mortalidad y natalidad para una población totalde 1.000 en el Rubr, 1894-1896 (las tasas de natalidad

entre paréntesis)

eran ciudades todas, que presentaban altas tasas de mortalidad y ba­jas esperanzas de vida, pese a no ser, ninguna de ellas, un productotípico de la revolución industrial en sentido estricto. Por supuesto,y desde un punto de vista más amplio, es cierto que todas ellas pu­dieron sólo desarrollarse gracias a las mejoras en los transportes y alcrecimiento de la capacidad productiva, que son características de larevolución industrial. En gran parte la mortalidad seguía estando enfunción de la densidad, si bien ahora en un contexto distinto. Dondehabía grandes ciudades, surgían suburbios pobres con altísimas den­sidades de población y elevados índices de superpoblación que dabanlugar a que se propagasen enfermedades como la tuberculosis y queexponían a los niños y jóvenes a contraer numerosas enfermedadesinfecciosas.

En las zonas más exclusivamente industriales, y aun cuando sur­gieran grandes núcleos de población en torno a las minas, fábricas,factorías y altos hornos, mucha gente vivía en pueblos y ciudadesrelativamente pequeños. La mortalidad que se registraba en tales zo­nas era, a menudo, sorprendentemente baja. La tabla 5.10 muestralas tasas brutas de mortalidad en las principales divisiones adminis­trativas del Ruhr a mediados de la década 1890. Las diferencias en­tre las zonas industriales y las demás eran muy pequeñas. La estruc­tura de edad de la población en las zonas industriales pudo quizás, engeneral, haber contribuido a ello, pero, por otro lado, las tasas denatalidad en ésas eran mucho más altas y la mortalidad infantil cons­tituía una proporción elevada del total a tener en cuenta en sentidoinverso. No hay, pues, razón alguna para suponer que una medi-

Zonas industriales .Otras zonas. . .

Arnsberg

20,6(44,4)19,6(35,5)

Düsseldorf

20,3(40,2)20,6(34,8)

Aquisgrán

22,2(38,3)21,8(32,9)

Münster

22,1(51,3)21,7(34,7)

ción más exacta de la mortalidad había de revelar una esperanza devida más baja en dicho período en las zonas industriales.

Experiencias recientes nos demuestran que pueden obtenerse enor­mes mejoras en la esperanza de vida y en el nivel de mortalidad co­rrespondiente a todas las edades, con la sola excepción de las 'másavanzadas, sin ningún cambio drástico en los recursos económicos dela sociedad con sólo disponer de técnicas sanitarias y médicas moder­nas. La esperanza de vida aumentó en un solo año -1946/1947­en Ceilán en casi diez años (de 42,2 años a 51,8),8 o sea, aproxima­damente 10 mismo que a todo 10 largo del siglo XIX europeo, a causade la virtual erradicación de la malaria y de los progresos alcanzadosen la lucha contra otras enfermedades corrientes gracias a los medica­mentos modernos. No fue hasta los últimos años del siglo XIX cuan­do la contribución de la medicina a la disminución de la mortalidadllegó a alcanzar evidente importancia llegándose entonces a una com­prensión mucho más efectiva y profunda de las formas de transmisiónde las enfermedades infecciosas, lo cual supuso el poder obtener me­dic~entos y vacunas eficaces y otras medidas terapéuticas y pre­ventIVas. Un poco antes ya se había valorado la importancia de las~ed~~as antisépticas en los hospitales, y esto junto con la genera­lizaclOn del uso de anestésicos y de los avances de las técnicas qui­rúrgicas habían ya reducido drásticamente la mortalidad en muchoscasos. ~or primera vez resultó perfectamente claro que el remedioera mejor que la enfermedad. Pero la obtención de conocimientosmás exactos fue lenta. Incluso en la década 1890 Creighton, autorde la espléndida History 01 epidemics in Britain utilizaba en ocasio­nes .~n lenguaje que recordaba a Hipócrates, por ejemplo, cuando,refirIendose a la peste, escribía que se trataba de «un tifus del sueloo una enfermedad mucho más maligna que el tifus debida precisa~mente a la fermentación subterránea de materias animales corrup­tibIes».9

. Durante la mayor parte del siglo XIX las mejoras en la salud cons­tltuyen un subproducto del aumento de riqueza. Ambos iban de lamano: Las tasas específicas de mortalidad por edades del siglo XIX

constItuyen uno de los más importantes y gráficos testimonios en fa­vor de las ventajas económicas que trajo la revolución industrial y

FUENTE: Wrigley, 1961, p. 122, tabla 31.8. Population (1964), p. 973.9. Creighton, 1891, vol. 1, p. 171.

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178 HISTORIA Y POBLACIÓNPOBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 179

que alcanzaron a la masa de la población a pesar del rápido creci­miento demográfico. La relación, existente de antiguo, entre el aumen­to de la presión demográfica y el descenso de la renta real per capita,que marcó tan profundamente la historia europea preindustrial, fuefinalmente rota gracias a que cambiaron las fuentes de las que fluíanla riqueza de hombres y naciones. La capacidad productiva de la so­ciedad pudo -y lo hizo- crecer. con más rapidez que las poblacio­nes, de modo que el crecimiento demográfico dejó de ser irreconci­liable con una prosperidad individual creciente. Ni la fecundidad nila mortalidad dependieron ya, en adelante, de la densidad al modomalthusiano y aún observable entre las distintas especies salvajes.

Los pun~os esenciales de este razonamiento se han repetido ya su­ficientemente como para que sea necesario volvernos a extender aquísobre ellos. Las viejas economías preindustriales se vieron siempreafectadas por el hecho de que la producción de la casi totalidad delas principales materias primas industriales, así como de los alimen­tos, provenía de la tierra (véase p,áginas 60-62). no siendo !a ~aY~:íade las veces posible aumentarla mas que a camblO de una dlsmmuclOnde los rendimientos marginales. Esto solía ocurrir tanto si se poníanen cultivo tierras nuevas pero más pobres como si se cultivaba másintensamente la tierra ya en uso, lo cual a su vez reducía las rentasreales (pudiendo acarrear asimismo otros inconvenientes, tales comoel agotamiento del suelo y la erosión).

Durante la revolución industrial y como quiera que las econo­mías siguieron basándose en las materias primas sacadas de la tierra,el problema de la disminución de los rendimientos marginales fue re­suelto de dos formas. Una primera solución consistió en la única ma­nera de burlar la ley de bronce de los rendimientos marginales decre­cientes: la aparición de nuevos inventos, de mejores técnicas, de unmejor aprovechamiento de la tierra, de una mano de obra más especia­lizada, etc. Es difícil expresar esto cuantitativamente en fecha tan tem­prana, pero resulta interesante observar que un cálculo hecho re­cientemente 10 ha demostrado que las siete octavas partes del aumentoper capita de la productividad, y por tanto de las rentas reales, quese produjo en la segunda mitad del siglo en los Estados Unidos,pueden ser atribuidas con mayor motivo al. ingenio hu~a~o que ~

un aumento del capital invertido. Los cambIOS en las practIcas agrI-

10. Solow, 1957, p. 320.

colas, ya aludidos anteriormente (véase páginas 166-167) no supusie­ron tan sólo un simple aumento de la productividad agrícola. Por elcontrario el progreso técnico posterior ha ido alejando repetidamenteel punto en que surgen los rendimientos decrecientes. El resultadoes que cada acre de tierra rinde hoy mucho más que hace siglo ymedio aunque emplea sólo una parte de la mano de obra que serequería entonces. En números redondos, los agricultores británicosproporcionan hoy la mitad de los alimentos que precisa una poblaciónde 55 mi1lones pese a no ser el número total de personas empleadas enla tierra ~ás que d.e 800.000, aproximadamente. En 1801 era porel contrarIO necesarIa una fuerza de trabajo de algo más del doble(1,7. ~i1lones)11 pa~a atender las necesidades alimenticias de una po­blaclOn de 10,5 mIllones solamente. Aun cuando las comparacionesde productividad entre fechas tan lejanas sean rara vez satisfechasla deducción evidente de que hoy cada hombre que trabaja la tie~rra produce cinco o seis veces más alimentos que sus predecesoresde princi~ios del siglo XIX resulta, ciertamente, infraestimada puestoque no tIene en cuenta el aumento, tanto en calidad como en canti­dad de los alimentos que hoy se consumen per capita. Y otro tantopodría decirse, por supuesto, respecto de las agriculturas de otrospaíses europeos.

La colonización de nuevas tierras ultramarinas proporcionó unasegunda vía de escape ante el problema de 10s rendimientos margina­les decrecientes, era ésta la solución extensiva del viejo problema.D: ~sta manera pudo asimismo obtenerse una producción mayor sinorlgmar un aumento de los costes de producción de cada unidad. Enefecto, cada mejora en los transportes y cada nueva máquina inven­t~d.a con vistas a ~isminuir el esfuerzo requerido por la agriculturahICIeron que los alImentos y las demás materias primas agrícolas re­sultasen cada vez más baratos.

Los ~mbios en la industria fueron aún más espectaculares queen la agrIcultura y atraen más la atención aun cuando no sea sinopor~ue se concentraron en zonas limitadas cuyo aspecto total resultóradIcalmente alterado. En la industria se produjeron en muchos ca­sos rendimientos marginales crecientes, ya que a medida que aumen­taba .~a demanda podían ser adoptados medios más eficaces de pro­ducclOn en gran escala. Con el empleo de la fuerza hidráulica y del

11. Deane '1 Cole, 1962, p. 143.

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180 HISTORIA Y POBLACIÓNPOBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 181

vapor, y la concentración de la produccióri en .las fábricas en ~ez deen los hogares, por ejemplo, el coste de la unIdad de produc.C1ón enla industria algodonera descendía considerablemente a medida quecrecía e! volumen de producción. En Inglaterra los artículos de algo­dón fueron, de década en década, y tras el primer gran aumento deproducción debido a los nuevos métodos que tuvo lugar entre 1870y 1880, ganando en baratura y calidad. El proceso total se autorre­forzaba al aumentar los ingresos, crecía la demanda de productosindustriales, al incrementarse e! volumen de la producción e! coste deproducción de cada artículo decrecía. Esto a su vez tendía a elevare! valor real de los salarios con lo cual aumentaba la demanda. El anotiguo mecanismo, que al actuar de interruptor había estrangulado ene! pasado períodos de expansión industrial cuando la demanda perdíafuerza al descender e! salario real debido a la presión demográfica yal decrecimiento de los rendimientos marginales en una economíabasada en la tierra, quedaba ahora bloqueado. La retroacción negati­va quedaba así reemplazada por la positiva. La renta real entonces nodecrecía ya cuando la población aumentaba (o más exactamente, noera objeto de una presión creciente cuando el crecimiento demográ­fico cobraba impulso, por el contrario, e! único período en que e!movimiento del salario real en Inglaterra es realmente dudoso es e!de las primeras décadas del siglo XIX, antes de! completo desenvolvi.miento de la revolución industrial). El crecimiento de la industriatajllpoco .multiplicó la presión sobre lo~ pro~uctos de, l~ tie~ra alsumar una creciente demanda de materIas prunas organlcas mdus­triales a la creciente demanda de alimentos, pues la mayoría de lasihdustrÍ3s se basan en esa época en los minerales, principalmente end carbón (véase páginas 60-62). Cabe señalar que e! suministro dematerial! primas minerales planteó también ciertos problemas carac­terísticos, pero toda una serie de inventos acabó por solucionarlos confacilidad.

LA FECUNDIDAD Y LA TRANSICIóN DEMOGRÁFICA

Hemos visto ya los efectos que las mejoras de! nivel de vida ori­ginadas por la revolución industrial tuvieron sob~e la mortalidad.Pero ¿cuáles fueron dichos efectos sobre la fecundidad?

éomo en tantos otros puntos de la historia demográfica, es pre-

ciso esperar nuevas y más profundas investigaciones para poder daruna respuesta satisfactoria a esta pregunta. Sin embargo, existe unfactor de sobresaliente importancia que debemos destacar. Llegó unmomento en que se generalizó mucho el control de la natalidad ene! seno de los matrimonios, y como consecuencia las tasas de fecun­didad descendieron a niveles probablemente inferiores a los de cual.quier período anterior. Cualquier población que antes de la revo­lución industrial, hubiera alcanzado tasas de fecu~didad tan bajas nohabría tardado mucho en desaparecer de la faz de la tierra.

Resulta razonable pensar que en muchas poblaciones preindustria­les la fecundidad era en cierto sentido, como un marcapasos. Dondelos ni~eles de fecundidad eran muy altos, también lo eran los demortalidad a causa de la presión originada por una alta fecundidad.Existían, por supuesto, niveles por debajo de los cuales la mortali­dad no d~scendía, cualquiera que fuese e! nivel de fecundidad, queestaban fijados por los tipos de enfermedades prevalecientes y porotros factores varios; pero lo corriente era que la fecundidad se en­contrara muy por encima de ese nivel y tendiese a elevar en conse.cuencia las tasas de mortalidad, dada la incapacidad de las economíaspreindustriales para absorber un aumento sostenido de población.Tras la revolución industrial, por otro lado, podemos decir que fuela mortalidad quien asumió el papel de marcapasos. La produccióncreció con mayor rapidez que la población, con lo cual las tasas demortalidad dejaron de verse forzadas por un techo malthusiano a se.guir la marcha de las tasas de natalidad. La fecundidad no ha de­caí~o siempre, por supuesto, al ritmo de la mortalidad, pero el sos­temdo descenso en las tasas de mortalidad creó una situación en laque la fecundidad pudo también decrecer sin causar una reducciónde los totales. Y resultaron ser presiones a la vez sociales y persona.les las que, en la nueva situación originada por la existencia de tasasmenores de mortalidad, influyeron eventualmente en que las familiasfueran mucho menores y en que se extendiera la anticoncepción.

Aun cuando el resultado global de la revolución industrial estécl~ro, sería.erróneo sugerir que supuso una ruptura completa con elpasado. Enstían en el siglo XVIII comunidades inglesas que practi.caban la limitación familiar (véase p. 125), Y ésta era frecuente enFrancia a finales del siglo XVIII y principios del XIX entre poblacionescuyas vidas apenas si se habían visto alteradas por la revolución in.dustrial (por ejemplo, Crulai, en Normandía; Sainghin-en-Mélantois

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zona era absorbida por una región industrial en rápido crecimiento.La minería del carbón se extendió muy rápidamente en la Kreis deRecklinghausen, al sur de Münster, desde los primeros años de ladécada 1870. La tasa general de fecundidad creció en casi la mitad(47 por 100) entre 1860 y 1900, y hasta la tasa de fecundidad mari·tal, que no resulta afectada por cambios en la ratio entre los sexosy en las proporciones de matrimonios, creció en un 15 por 100 entre1870 y 1900. Las restantes zonas estaban ya parcialmente industria­lizadas incluso hacia 1860. En ellas la fecundidad general creció demodo menos espectacular y la fecundidad marital había alcanzado yasu ápice en 1870; en esa fecha en efecto, dicha tasa media en Arns­berg, Düsseldorf y Aquisgrán era superior en un 16 por 100 ala media nacional. La importancia de la ratio entre los sexos y de loscredos religiosos en las poblaciones alemanas de la época, incidental­m~nte, puede muy bien ser puesta de relieve comparando las tasasde fecundidad marital y general de Aquisgrán y Arnsberg. La fecun­didad marital era considerablemente más alta en Aquisgrán, pero lafecundidad general fue, hasta fines de siglo, mucho menor, por de­bajo ciertamente de la media de Prusia. Esto era debido, en parte,a la religión: las zonas católicas tendían, en efecto, a casarse mástarde (Aquisgrán era marcadamente católica, Arnsberg predominante­mente protestante); y en parte a la ratio entre los sexos en lasdos zonas: Arnsberg, zona fuertemente industrializada arrojaba unamplio superávit de hombres en los grupos de edad correspondientesa jóvenes adultos, en tanto que en Aquisgrán, sede de una impor­tante industria lanera que ofrecía muchas posibilidades de empleoa las mujeres; las cifras totales de e.mbos eran más o menos iguales.

Hemos considerado ya (véase pp. 158-161 y 163) y algunos de loscomplejos factores que hacen tan difícil la interpretación de estadísti­cas como las de la tabla 5.11. La existencia de ratios inusitadas entresexos en los adultos jóvenes puede elevar sustancialmente las tasasgenerales de fecundidad al fomentar el matrimonio temprano paralas mujeres. La fecundidad marital puede aumentar gracias a la di­fusión de distintos sistemas de crianza, apropiados al nuevo ambientesocial y económico. Altas tasas de mortalidad infantil pueden produ­cir un falso, si bien leve, efecto sobre la fecundidad, etc. Las tasasbrutas de natalidad requieren un manejo aún más cuidadoso puestoque un 'cambioen la estructura de edad de una población puede pro­ducir amplias -pero engañosas- alzas en la tasa bruta de natali-

182 HISTORIA Y POBLACIÓN

TABLA 5.11

Tasas de fecundidad marital y general en Alemania a finales del siglo XIX

Fecundidad marital 1860-1862 1870-1872 1879-1881 1899-1901 1901-1911

Arnsberg 352 351 346 277Düsse1dorf 363 358 325 243Aquisgrán 379 381 373 307Münster. 331 347 380 350Prusia 314 314 290 239

Fecundidad general

Arnsberg 174 195 204 204 168Düsseldorf 162 175 181 171 136Aquisgrán 147 160 166 160 137Münster. 127 137 155 187 185Prusia 165 164 168 160 134

NOTA: Fecundidad marital es el total de hijos legítimos nacidos por año acada 1.000 mujeres casadas entre 15 y 44 años de edad. Fecundidad ge:leral esel total de hijos nacidos por año a cada 1.000 mujeres entre 15 y 44 años deedad.

FuENTE: Wrigley, 1961, p. 133, tabla 34, y p. 141, tabla 39.

en el departamento del Norte; o un grupo de tres pequeñas parro­quias cerca de Auneuil, en el Beauvaisis). Si actuaban las «palancasde freno» adecuadas, la limitación familiar podía, en un marco pre­industrial, llegar a ser importante. Lo que la revolución industrial su­puso fue, simplemente, la existencia de nuevas condiciones que em­pujaron a la adopción de la limitación del número de hijos en unaescala sin precedentes.

Paradójicamente, el efecto inmediato de la revolución industrialsobre las tasas de fecundidad en las zonas industriales fue empujarlashacia arriba más que hacia abajo. Pero no hay por qué suponer -yesto es importante- que los efectos a corto plazo fueran necesaria­mente similares a los efectos a largo plazo. La tabla 5.11, por ejem­plo, muestra lo que ocurrió en las principales zonas del Ruhr en lasegunda mitad del siglo XIX. Münster proporciona un ejemplo parti­cularmente gráfico del cambio que podía producirse cuando una nueva

POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 183

Page 20: 5_La Poblacion y La Revolucion Industrial

184 HISTORIA Y POBLACIÓN POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 185

FUENTES: Reinhard y Armengaud, 1961, p. 226; Deane y Cole, 1962, p. 8,tabla 3.

mente de Italia en la segunda mitad del siglo) era grande, dejanpequeñas a las tasas de crecimiento natural.

Todo estaba preparado para la gradual difusión de los métodosanticonceptivos dentro de los matrimonios. Las sociedades, conside­radas en conjunto, dejaron de verse amenazadas por un cambio deesta suerte gracias al descenso de la mortalidad que seguía siendofirme. Los individuos resultaron a menudo beneficiados con ellopuesto que podían así disfrutar de un nivel efectivo de vida más altodel que en otro caso hubieran podido alcanzar, al tiempo que estarseguros de que la educación de los primeros hijos de la familia no severía amenazada por la llegada al mundo de un número demasiadogrande de hermanos o hermanas.

Puede decirse que la restricción en la fecundidad que tuvo lugarconstituyó, en gran parte, un retorno a una pauta anterior. Antes dela revolución industrial y en la mayoría de los períodos históricos eltamaño de cualquier generación apenas difería del de su predecesorao sucesora y el mismo número de niños, aproximadamente, alcanzaba,en cada generación la edad para casarse.

Al ser escasas las personas que, en cada generación, no contraenmatrimonio, quiere ello decir que tan sólo unos dos niños por fa­milia en cada generación de matrimonios alcanzaban la edad adulta.

Crecimiento demográfico en la Europa del siglo XIX

1,140,950,530,251,14

0,710,840,660,471,30

Tasas porcentualesde crecimiento por año

1800-1850 1850-1900

10056334137

5735253621

4023182811

Tamaño de población(en millones)

1800 1850 1900

TABLA 5.12

RusiaAlemaniaItaliaFrancia.Gran Bretaña.

dad en tanto que mediciones más discriminadas de la fecundidad mos­trarían que no se había producido en realidad cambio alguno (siendoasí que las nuevas zonas industriales atraían normalmente un grannúmero de jóvenes inmigrantes adultos). Y tampoco cabe desdeñar laconstante interacción entre mortalidad y fecundidad. Si las tasas demortalidad en los grupos de edad fecunda decrecen de forma pronun­ciada, será menor el número de matrimonios deshechos por la muer­te antes del final del período fecundo de la esposa, y por tanto cre­cerá la fecundidad. Sin embargo, por muchas que sean las dificultadesde interpretación, resulta evidente que las tasas de fecundidad gene­ral aumentaron considerablemente en el Ruhr y en las nuevas zonasindustriales, y otro tanto cabe decir de regiones similares en los de­partamentos franceses del Norte y Pas-de-Calais o de las zonas mine­ras e industriales inglesas.

La combinación de una tasa de fecundidad alta y continuada conuna mortalidad infantil decreciente dio lugar en Inglaterra a la fa­milia victoriana, legendariamente numerosa y de hecho probablemen­te más numerosa que las familias de otros países europeos durantemuchos siglos. No fue tanto el tamaño de la familia completa -ensentido demográfico- el que creció (o sea, el número de niños na­cidos vivos a cada mujer casada a una edad dada al alcanzar el fi­nal de su período) como lo que podríamos denominar la «familiaexistencial», o sea el número de hijos que vivían con sus padres encada unidad familiar. Con muchas menos defunciones infantiles, mu­chos menos matrimonios interrumpidos por la muerte temprana deuno de los cónyuges y, en algunas zonas, un alza de la fecundidad,los niños crecieron en grupos familiares más amplios. Es posible quela costumbre de que los chicos ingresaran en el ejército siendo aúnmuy jóvenes cayese en desuso y, si esto fue realmente así, quizáshaya contribuido también a aumentar el tamaño de la familia exis­tencial.

Las tasas de crecimiento natural en el siglo XIX tendían a ser altasen comparación con las de épocas anteriores, salvo en Francia (auncuando la comparación de la tabla 5.12 con la tabla 5.1 muestre que elsiglo XVIII era muy «moderno» a este respecto). La tasa de creci­miento natural se situaba, en varios países, en torno al 1 por 100anual (tasa que implica la duplicación de la población en unos se­tenta años). Las tasas de la tabla 5.12 son tasas de incremento total

. y dado que la emigración procedente de algunos países (particular-

Page 21: 5_La Poblacion y La Revolucion Industrial

186 HISTORIA Y POBLACIÓN POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 187

Conseguir esto suponía, por supuesto, y dado el alto nivel, de mor­talidad en los primeros años de vida, traer al mundo ~n numero dehijos dos veces mayor. La difusión desde finales de~ sIglo XIX de l~limitación familiar ha ido, gradualmente, restablecIendo esta POSI­ción (aunque en diferentes ocasiones en los últimos. cu~renta añ~sen muchos países occidentales el péndulo se haya 1~;hnado haCl,aun lado u otro lo que al reemplazo de una generaclOn por la SI­guiente se refiere). Desde este punto de vista era pues ;1 período derápido crecimiento de los siglos XVIII y XIX (en que el numero .~e per­sonas que alcanzaba la edad adulta en cada nueva generaclOn eraconsiderablemente mayor que en su predecesora) el que resultaba

inusitado.El comienzo de la limitación familiar presentó ciertos rasgos co-

munes en algunos países europeos. En general donde s.e hizo eviden­te antes y donde llegó más lejos fue entre las cl~ses ncas, educ~das,de más alta condición social. Durante muchos anos -y despues ~eque la anticoncepción se hubiera hecho práctica corriente:- se r~?lS­tró una fuerte correlación negativa entre renta y tamano f~mlhar.A medida que fueron pasando las décadas, los que estaban SItuadosen la parte baja de la pirámide social co~enzaro,n a adoptar las pau­tas de los escalones superiores, pero las dIferenCIas relatIVas en c~an­to al número de hijos persistieron de forma clara durante largo tIem­po. La tabla 5.13 muestra los cambios que tuvieron lugar. en GranBretaña. Los tamaños disminuyeron de forma muy sustancIal en to­dos los grupos, pero las diferencias relativas perma~ecieron muy es­tables. Los únicos grupos que, a este respecto, varIaron mucho fue­ron aquellos dos que en los períodos anteriores se en~?ntraban ~á,salejados. El número de hijos de los labradores decreclo menos rapI­damente que el de otros grupos con lo cual su índice creció de 118a 136 La cohorte de 1925 produjo familias dos veces más nume­rosas ~ue las de los empleados a sueldo. ~l grupo .~rofesional, porotro lado, se movió muy cerca de la medIa. Tamblen en este casodecreció el tamaño familiar menos rápidamente que en otros grupos.

El censo de 1961 ha mostrado claramente que las diferencias defecundidad entre los principales grupos socioeconómicos en Inglate­rra y Gales se han estrechado considerablemente en los últimos añosy señala asimismo que las familias men.os numerosa~ suelen ahora en­contrarse cada veZ más en la zona de mgresos medlOs, en tanto quees entre las clases más privilegiadas o más pobres donde se dan las

familias más numerosas, Rara vez tienen más hijos los matrimoniosque han durado 25 años, por lo tanto las cifras de las columnas ey D de la tabla 5.14 se refieren a familias completas. En todos loscasos las familias más recientes que empezaron a formarse a princi­pios de la década 1930 son más pequeñas que las familias másviejas. Las familias de la columna B no son en todos los casos com­pletas puesto que algunas tienen tan sólo 10 años. Resulta por tantoparticularmente interesante observar que, en varios casos, las fa­milias de esta columna eran ya mayores, por término medio, que lasfamilias completas de la columna C. Las ratÍos en la columna E mues­tran que los grupos que anteriormente solían tener las familias másnumerosas -obreros manuales y agrícolas- vienen a ser los quepresentan las familias relativamente menos numerosas, en tanto queel tamaño de las familias de los profesionales, empresarios y algunosgrupos de oficinistas se hallan en fase de crecimiento. Las diferenciasen la fecundidad han quedado considerablemente reducidas. La ratioentre el mayor y menor tamaño familiar en la columna D es de 177:100, en tanto que en B es tan sólo de 137:100. En ambos casosencontramos la cifra más alta en el grupo de obreros no especializa­dos, pero la cifra más baja de la columna B corresponde al grupo juve­nil no manual, grupo de situación social y económica muy diferentede la de aquel que es el más pequeño en la columna D: los emplea­dos profesionales. Resulta interesante apuntar, de pasada, que lacifra de la columna B correspondiente al grupo de los profesionalesautoempleados es sustancialmente mayor, no sólo que la de la colum­na e, sino también que la de la D. Habría probablemente que re·montarse a una cohorte de matrimoniQs formada en el siglo XIX paralos 10-14 años de matrimonio como el hallado en 1961.

Francia constituye un caso aparte en la historia demográfica euro­pea del siglo XIX. SU población creció mucho menos que en otrospaíses debido a que la limitación familiar se hallaba muy extendidaen las comunidades rurales de muchas partes de la misma desde losprimeros años del siglo. Las familias campesinas eran, a menudo,muy poco numerosas. El descenso de la fecundidad se produjo a lavez que el de la mortalidad y, no, como en otros países, tras un in­tervalo de medio siglo. La adopción de la limitación familiar se vioa menudo acompañada, en Francia, de un cambio muy interesante enlas pautas matrimoniales. Dado que la fecundidad del matrimoniopodía ser controlada, las parejas se casaban antes y aquellas zonas en

Page 22: 5_La Poblacion y La Revolucion Industrial

188 HISTORIA Y POBLACIÓNPOBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 189

TABLA 5.1.3

La disminución del tamaño de las familias en Gran Bretaña por grupos socioeconómicos

ObrerosCampesinosProfesio- Por cuenta Empleados no Obreros y empleados Obreros Todos losnales Patronos propia a sueldo manuales -manuales agrícolas agrícolas Obreros grupos

1890-1899 2,80 3,28 3,70 3,04 3,53 1890·1899 4,85 4,30 4,71 5,11 4,341900·1909 2,33 2,64 2,96 2,37 2,89 1900·1909 3,96 3,50 3,88 4,45 3,531915 2,02 2,07 2,1.3 1,88 2,20 1915 2,91 2,69 2,74 3,54 2,611925 1,69 1,71 1,82 1,48 1,77 1925 2,48 2,22 2,62 3,05 2,24Todos los grupos = 100 Todos los grupos = 100

1890·1899 65 76 85 70 81 1890·1899 112 99 109 118 1001900-1909 66 75 84 67 82 1900·1909 112 99 110 126 1001915 77 79 82 72 84 1915 111 103 105 136 1001925 75 76 81 66 79 1925 111 99 117 136 100

NOTA: Nacidos vivos en todos los matrimonios completos en los que laque se contrajo matrimonio.

FUENTE: Royal Comission on Population, 1954, vol. VI, l.& parte, p. 110,

las que la fecundidad marital decay6 antes y en mayor proporci6nfueron asimismo aquellas en las que la proporci6n de hombres y mu­jeres casados a edades tempranas aumentaron antes y más. La fecun­didad marital en 1860-1862 en Aisne, por ejemplo, era de 165 por1.000, y en Finisterre de 309 (87 por 100 más alta). Pero el núme­ro de mujeres casadas para una poblaci6n total de 1.000 en 1861en los grupos de edad 20-24, 25·29 y 30-34 era, en Aisne, de 506, 787y 875 respectivamente, en tanto que en Finisterre era tan s610 de269, 516 y 726. El resultado de todo esto era que las tasas gene·rales de fecundidad eran menos distantes entre sí que las de fecundi·dad marital: 114 por 1.000 en Aisne, 142 en Finisterre (25 por 100más alta),12 Era como si el verse liberadas de la carga que suponíauna fecundidad sin restricci6n alguna llevase a las poblaciones a darrienda suelta mucho antes a la «pasi6n entre los sexos». El mecanis·

12. Wrigley, 1961, pp. 133, tabla 34; 141, tabla 39; 142, tabla 40.

esposa era menor de 45 años al contraerlo. Las fechas se refieren al año en

tabla 40.

mo de ajuste social constituye en este caso fascinante tema para unestudio más profundo.

Cuan~o en el siglo XIX, el tamaño de la familia empez6 a limi.tars~ deltberadamente en muchos países de la Europa occidental, losmedios em~lead?s con tal fin eran principalmente los «preindustria.les», el COltus tnterruptus y el aborto, medios ambos que habíanestado ya .d~rante siglos a disposición de las sociedades. El empleo defundas y vamas de goma, o de productos químicos esto es de losm.étodos de limit~ción familiar que podríamos deno~inar «p~stindus.t~Iales» desempe~aron un papel secundario, en comparación, hastabIen entrado el SIglO XX. Lewis-Faning encontró pruebas de que enInglaterra s6lo el 16 por 100 de las mujeres que vivían a finales dela década 1940, cuyo matrimonio había sido contraído antes de 1910y q~e había~ practicado el control de la natalidad, habían empleadomedlOsmecanIcos. Este porcentaje creci6 lentamente: para aquellasque habían contraído matrimonio entre 1920-1924 esta cifra era del

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190HISTORIA Y POBLACIÓN

POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 191

Tamaño de las familias en Inglaterra y.Gal~s por grupos socioeconómicosy duración del matrlmonzo en 1961

NOTA: Nacidos vivos a mujeres casadas una vez tan sólo a U:la edad infe·

rior a 45 años y contabilli9z6adlasI cgl°\:~:a e;p~~~:~, tablas de fecundidad, tabla 14.FUENTE: Censo de , n a

100 d a 57 por 100 para aquellas que se habían ca-31 por , pasan o . al tilO d era el

d 1940-1947.u La alternativa princlp mente u. iza ~sa o entre l' enerales ellmpreslOnantecoitus interruptus. Por lo tan~o y en ~neas g 1 fin' de limitar el nú-

::~n~~ ~o~a~~:á~i~:s l::~~d:~:tl~::l~~~d siglo XIX, fue debido

13. Royal Commission on Population, 1949, vol. 1, p. 8, tabla 5.

TABLA 5.14

al empleo en mayor escala de medios conocidos de antiguo en lassociedades europeas más que a las oportunidades que les eran ofre­cidas con el desarrollo de nuevas técnicas. Los cambios en la fecun­didad marital hubieran seguido, con toda probabilidad, el mismocamino aun cuando no se hubieran descubierto nuevas técnicas decontrol de la natalidad.

Distan mucho de estar daros los motivos que Ilevaron a las pare­jas a limitar el tamaño de sus familias. En el pasado se solían buscarexplicaciones en el ámbito de los intereses económicos particulares,tanto individuales como familiares. Le Play, por ejemplo, creía queel gran descenso en la fecundidad entre los campesinos franceses sehabía producido porque según las disposiciones del Código Civil desu país el pequeño propietario se veía virtualmente obligado a dividirsus tierras por igual entre sus descendientes. Y, según él, la repulsade los campesinos ante toda subdivisión de sus propiedades era losuficientemente fuerte como para incitarles a reducir el número dehijos.14 También se ha dicho que cuando la clase media inglesa em­pezó a practicar, en la década de 1870, la anticoncepción fue debidoa que se encontraba sometida a una severa presión económica.Is Du­rante los anteriores períodos de prosperidad se habían adquirido há­bitos de consumo que ahora sólo podían mantenerse con grandesdificultades, pero que no podían abandonarse sin perder gran partedel prestigio social. Cogida así entre unos gastos cada vez mayoresy unos ingresos estacionarios o decrecientes, en muchos casos hubie­ron de recurrir para equilibrar la situación a reducir lo gastado enlos hijos.

De modo más general suele exponerse este razonamiento, diciendoque las poblaciones que eran, en general, a la vez más pudientes yde un nivel cultural más alto, solían ser las que con mayor agudezacaptaban el precio que cada familia tendría que pagar si aumentasesu tamaño. La revolución industrial no sólo puso dinero en los bol­sillos de los hombres, sino que creó en ellos la esperanza de un secu­lar aumento de los niveles de vida y, por tanto, un secular mejora-.miento en la clase y en la calidad de los bienes de que un númerocada vez mayor de familias podría disponer. Esto dio origen tanto auna más clara apreciación de las ventajas de las familias con pocos

14. Levasseur, 1889·1892, vol. nI, pp. 171-177.15. Banks, 1954, en especial cap. 12.

1,86 108

1,94 1011,98 1171,75 1111,94 1062,14 100

2,29 962,42 972,55 942,78 923,10 932,20 1052,56 982,59 1013,02 882,47 97

D ERatiode B

40-44 a C

C

1,771,861,681,661,68

1,971,952,122,192,461,792,271,972,382,01

1,68

25-29

B

1,81

1,782,171,861,761,68

1,901,902,002,022,301,882,221,992,101,94

10-145

A

1,371,271,391,491,711,451,621,481,541,40

1,341,661,391,251,20

1,27Patronos y empresarios de grandes

empresas. . . . . .Patronos y empresarios de peque-

ñas empresas .Profesionales por cuenta propIaProfesionales empleados .Intermedios no manualesJóvenes no manuales '.. 'Trabajadores en serVICIOS perso-

nales. . . . . . . . .Capataces, supervisores manuales .Manuales especializados. . .Manuales semiespecializados .Manuales no especializados. .Por cuenta propia (no prof.) '.Campesinos-patronos y el?presanosCampesinos-cuenta propIaTrabajadores agrícolas .

Todos los grupos

Duración del matrimonio (años)

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h" m a un ambiente social de limitación familiar, Esta teoríaIJOS co o " d T '11 d 1guarda cierta similitud con el clásico análisIs e ocquevl ~ e,?sestallidos revolucionarios, Son los que se encuentran e~ una s:tuaclonen cierto modo mejor que la de sus padres y en qUIenes ~~Ienta laesperanZll de ulteriores mejoras, los que, con toda, p.robabllIdad, se

belarán si las condiciones de vida empeorasen subltamente, pues-re , 1 " d 1to que son ellos los que tienen una mas c ar~ ~ercepclOn , e as ven-tajas de un progreso continuado, De forma simIlar, son solo los q.uehan conocido un alza en las rentas reales y han disfrut~do los bene~clos

que éstas suponen, los que se dan cuenta de las ventajas que entrana l,areducción del tamaño de la familia y, por tanto, los que obran POSI­tivamente para reducir el número de hijos, A este r:spect? ~er~ce laena anotar que el tamaño de las familias empezo a dlsmInUlr,;n~uchos países en las décadas 1870 y 1880, esto es, una generaclOndespués de que las rentas medias reales empezaran ~ crecer ?e modoevidente lo cual sucedió en la mayoría de los paises hacia ~850.

Pod:ía también decirse que la situación prev~amente obtemda aescala de la sociedad en conjunto se veía transfen?~ a un~ escala f~­

miliar. En los tiempos preindustriales, una poblaclon crecI~te.vema

a significar rentas per capita decrecientes. Tras la revolUCión mdus­trial no era éste ya el caso a escala social global, por~ue, el aumento e~

la roducción no hizo más que seguir el paso al crecimiento demogra­fi~. Ahora bien, dentro de las familias por separado, las c~sas eranen muy gran medida como ~o habían si?o antes para la sociedad enconjunto. Los ingresos familiares no se Incrementaban con la .llegadade cada nuevo niño; por el contrario, cada, nueva boca a alImentary cada cuerpo a vestir significaba una redUCCión de los gastos en ot.r~s

necesidades. En consecuencia, mientras que an~es de la :evoluclOnindustrial muchas sociedades parecen haber aplIcado sancIOnes te~­

dentes a restringir la fecundidad (por ejemplo respecto ~e los m,atrl­monios tempranos), tras la revolución ind~striallas sancI~nes socialesfueron desapareciendo gradualmente al tiempo que creclan las san-ciones familiares. ,

Resulta difícil resistirse a admitir, de modo general, esta teona,pues tiene mucho de verdad. En situaciones más particulares surgen,sin embargo, a veces, dificultades, Rara vez se producen. los ac?nte­cimientos en la forma que sugieren los ~~eIos de aC:lón SOCial e, d' 'd al E incluso cuando los acontecimientos se ajustan clara-In IVI u , d'f' '1 dmente a las pautas previstas, resulta frecuentemente I lel e eom-

prender exactamente cuál fue la palanca que puso en marcha unanueva pauta de conducta. Por ejemplo, el razonamiento que trata deexplicar la limitación familiar entre los campesinos franceses basán­dose en su deseo de no dividir sus fincas, por razones económicas,cuando el Código Civil estipula el reparto entre los hijos, apenas si seajusta a los hechos, ya que dicha limitación había empezado ya adarse en algunos distritos antes de la promulgación del código. Al­gunas zonas francesas -y de modo particular Bretaña, pese a ser supoblación fundamentalmente campesina- no mostraron grandes des­censos en la fecundidad marital sino varias generaciones más tarde,Por otro lado, existían otros países con códigos sinúlares, en los quela fecundidad no decreció sino mucho más tarde, en el siglo XIX,Bélgica es un ejemplo de ello particularmente interesante, ya quealli las zonas. valonas y las flamencas adoptaron pautas de conductamuy diferentes.

Por otro lado, tampoco las clases medias británicas experimenta­ron por primera vez en 1870 el problema de «no ser menor que losL6pez», ni existen razones para suponer que sus dificultades fueranmás agudas que en algunos períodos anteriores. La burguesía gine.brina había reducido el número de hijos de modo drástico y efectivoni más ni menos que doscientos años antes. Entonces, ¿por qué ha­bría de ser en la década de 1870 cuando se originasen los cambios,si las crisis anteriores no lo habían logrado? La respuesta a esta pre­gunta tiene que ser, inevitablemente compleja, e incluso es proba­ble que haya de basarse exclusivamente en factores de presi6n eco­nómica.

Dejando de lado los problemas especiales de la limitación fami­liar en situaciones particulares, nos encontramos con el enigma depor qué dicha limitaci6n empez6 a ser practicada en escala lo sufi­cientemente grande como para afectar a las tasas de fecundidad na­cionales o regionales casi simultáneamente en buena parte de Euro­pa, pese a la gran variedad de niveles de desarrollo económico y decircunstancias sociales que en ella se daban. Las variaciones en unao dos décadas que se encuentran en el comienzo del descenso de lastasas de fecundidad marital son sorprendentemente suaves si las com­paramos con las considerables diferencias que existían generalmenteentre las tasas de cambio social y económico a escala regional. Elcaso inglés parece haber sido típico de 10 ocurrido en muchos otrospaíses europeos, y por tanto lo que ocurrió en Inglaterra puede ser-

192 HISTORIA Y POBLACIÓNPOBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 193

Page 25: 5_La Poblacion y La Revolucion Industrial

194 HISTORIA Y POBLACIÓN POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 195

281,0287,3295,5274,6250,3221,6173,5143,6115,2107,3105,4122,5105,0113,4123,7

Nacidos vivoslegítimos por cada

1.000 mujeres casadasy con edadesentre 1.544

144,9151,0153,6138,7122,7109,087,773,961,760,969,380,972,581,890,5

Nacidos vivospor cada

1.000 mujeresentre 1.544 años

TABLA 5.15

34,135,235,432,429,927,221,818,315,014,715,918,015,216,317,8

Tasa de nacidosvivos

por 1.000

FUENTE: Registrar-General, 1963, pt. lII, 64, tabla C36.

la proporción de mujeres solteras en edades fecundas). De las tres,es la marital la que de modo más directo refleja la difusión de lasprácticas anticonceptivas y el enorme cambio que ello supuso quedaclaramente expresado en el hecho de que la tasa de fecundidad ma­rital decayese en casi dos terceras partes en tres cuartos de siglo.

Las tasas brutas de reproducción de la tabla 5.16 (para definiciónde este concepto véase página 23) establecen, de forma diferente, losmismos cambios en la fecundidad e indican cuántas hijas naceríanpor término medio a cada mujer dadas las tasas prevalecientes en lafecha de que se tratase. Naturalmente, la cronología y la cuantía deldescenso es muy similar a la de la tasa general de fecundidad. Lareproducción bruta no alcanzó la unidad en la década 1930, y si la

1851-18601861-18701871-18801881-18901891-19001:901-19101911-19201921-19301931-19351936-19401941-19451946-19501951-19551956-19601961-1963

Descenso de la fecundidad en Inglaterra y Gales durante el último siglo

1970195019301910

1 tasa de nacidos vivospor cada 1.000 habitantes

2 nacidos vivos por cada1000 mujeres de 15-44

3 nacidos vivos legítimospor cada 1.000 mujeres casadas

18901870

o O O-1--r----,--.--r----,--.-__r--r-,-__r--¡---¡

1850

virnos de ejemplo para fijar la cronología y extensión de la revo!uci6n acaecida (con la excepci6n de Francia).

La figura 5.4 y la tabla 5.15 muestran las fluctuaciones en latasa bruta de natalidad y en la de fecundidad general y marital des­de 1851. En las tres el punto más alto se da en la década 1871-1880,y el más bajo, en las dos primeras series, en 1936-1940. Por otrolado el punto más bajo de fecundidad marital fue alcanzado en 1951·1955, en que la tasa era ligeramente inferior a las de 1941-1945 Y1936-1940, los dos períodos más pr6ximos a aqu~. La tasa bruta denatalidad decreci6 en un 58 por lOO, la de fecundIdad general en un60 por 100 y la de fecundidad marital en un 64 por 100 entre lospuntos más alto y más bajo de sus respectivas escalas. El. hecho ~eque la fecundidad general decreciese menos que la mantal reflejael creciente porcentaje de mujeres casadas en los grupos de edadesfecundas (esta tendencia se ha visto fuertemente incrementada enlos últimos años: entre 1936-1940 Y 1962 la fecundidad generalaument6 en un 49 por 100 en tanto que la marital lo hizo tan sóloen un 16 por 100, siendo debida la diferencia al gran descenso en

FIGURA 5.4

Descenso de la fecundidad en Inglaterra y Gales durante el último siglo

100 50 10

200 100 20

300 150 30

3 2 1400 200 40

._------ L

Page 26: 5_La Poblacion y La Revolucion Industrial

~ -- -- ~------------------

196 HISTORIA Y POBLACIÓNPOBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 197

TABLA 5.16

Tasa neta y bruta de reproducción en Inglaterra y Gales desde 1841

TBR TNR

1841 2,237 1,349

1851 2,264 1,381

1861 2,277 1,427

1871 2,356 1,511

1881 2,252 1,511

1891 1,973 1,369

1901 1,702 1,238

1911 1,428 1,121

1923 1,153 0,966

1933 0,862 0,756

1938 0,897 0,805

1939-1949 1,031 0,945

1950-1954 1,061 1,015

1960 1,291 1,252

1963 1,389 1,347

NOTA: Las cifras anteriores a 1933 son medias de tres años. En adelantese refieren a años individuales o son medias.

FUENTE: Registrar-General, 1963, pt. III, 67, tabla C40.

fecundidad se hubiera mantenido a ese nivel la población hubieradisminuido aun cuando no se hubieran producido defunciones entreel nacimiento y la edad adulta. La tasa neta de reproducción dismi­nuyó, por supuesto, mucho menos que la tasa bruta (sólo en un 50por 100, comparado con el 63 por 100 entre 1871-1933) debido alsostenido descenso de la mortalidad juvenil y, más adelante, de lainfantil. Ambas tasas, bruta y neta, se fueron acercando estrechamen­te a medida que pasaban los años y disminuían las pérdidas de vidasjóvenes. Hacia 1963 la tasa neta de reproducción era inferior sóloen un 3 por 100 a la tasa bruta, mientras que en 1841 lo era en unamplio 40 por 100. En efecto, hacia 1963 la tasa neta era casi tanalta como lo fue en 1841, en tanto que la tasa bruta era tan sólo lastres quintas partes de lo que era en esta fecha.

Todas las medidas de fecundidad utilizadas hasta aquí son me­didas de situaciones corrientes y pueden, por tanto, fluctuar de for­ma pronunciada cuando se den circunstancias especiales de escasaduración. Por ejemplo, las tasas corrientes pueden decrecer sensible­~ente. durante un período de depresión y desempleo ya que las pare­Jas dejan entonces el tener más hijos para cuando las circunstanciaseconómicas mejoren y, sin embargo, el tamaño final de las familiaspuede no resultar afectado. De forma similar se produce a menudouna oleada de nacimientos en el año o en los dos años inmediata­mente posteriores a una guerra, cuando los soldados retornan a sushogares. Y aun cuando las tasas corrientes no presenten perturbacio­n~s de este tipo, no por ello dejan de poder resultar engañosas. Porejemplo, cuando se da una tasa bruta de reproducción femenina de2,00, significa esto que cada mujer, por término medio tendrá doshijas, suponiendo que las tasas corrientes específicas por ;dad se man­tengan a todo .~o larí!.O de su período fecundo. Ahora bien, una mujerpuede tene~ hIJOS a 10 largo de un período de más de 20 años, y lastasas especIficas por edad pueden cambiar mucho al cabo de dos dé­~adas si empieza a practicarse cada vez más la anticoncepción. Una¡oven d~ 20 ~ños, pert~neciente a una generación (<<cohorte» segúnla termmologIa demografica) que ha empezado a limitar el númerode hijos, al alcanzar los 35 años no tiene las mismas posibilidades detener un hijo que una hermana suya mayor de una cohorte diferentecon diferentes cost~mbres y que ya tenga 35 años; pero una tasabruta de reproduccIón calculada a partir de las tasas corrientes es­pecífi~as por edades no nos habla de esto. Lo que sí puede hacerconstltuyendo una valiosa y más amplia perspectiva del cambio revo­lucionario en las pautas de formación de las familias es una medidade las cohortes como la de la tabla 5.17. En dicha tabla 'viene dadala disminución del tamaño de las familias de las mujeres casadas enuna fecha o entre ciertas fechas dadas. Por ejemplo, las mujeres ca­sadas entre 1861-1869 tuvieron por término medio 6,16 niños du­rante su vida fecunda, naciendo el último de dichos hijos a finalesde la década 1880 o principios de la de 1890.

La tabla 5.17 y la figura 5.5 muestran cómo el tamaño familiarfue decreciendo a partir de 1860 y cómo 10 hizo rápidamente desdela cohorte de 1871 hasta la de 1925-1929. En adelante el descensofue remitiendo y con la serie de matrimonios celebrados inmediata­mente posteriores a la segunda guerra mundial la tendencia tomó el

Page 27: 5_La Poblacion y La Revolucion Industrial

198 HISTORIA Y POBLACIÓN

7

POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 199

TABLA 5.17

Disminución del tamaño familiar por cohortes matrimoniales en Inglaterray Gales a partir de 1861

Tamaño Tamañode la familia de la familia

1861-1869 6,16 1920-1924 2,31

1871 5,94 1925-1929 2,11

1876 5,62 1930-1934 2,07

1881 5,27 1935-1939 2,04

1886 4,81 1940-1944 2,08

1890-1899 4,13 1945-1949 2,20

1900-1909 3,30 1950-1954 2,31

1910-1914 2,82 1955-1959 2,55

1915-1919 2,46

NOTA: Tamaño medio familiar de los matrimonios contraídos cuando la mu­jer era menor de 45 años. Hasta la cohorte 1925-1929 toda la formación familiarha sido completa. Para los cohortes 1930-1944 la formación es prácticamente com­pleta y las cifras son por lo tanto de fiar. En adelante una proporción cada vezmayor de formaciones totales familiares no han necesitado ser completadas. Lafertilidad última de esas cohortes ha sido estimada utilizando las tasas corrientesde fertilidad de 1962-1963. Todas las cifras quinquenales de 1910 en adelanteson medias de cifras.

FuENTE: Registrar-General, 1961, pt. IIl, 70, tabla XLII; 1963, pt. IIl,75, tabla C44.

rumbo opuesto. La disminución total del tamaño familiar entre lacohorte de 1861-1869 y la de 1935-1939 fue exactamente de dostercios (67 por 100). Este descenso fue notablemente regular (auncuando empleemos cohortes de un solo año) como asimismo 10 fueel aumento posterior. Los «baby booms» posteriores a las dos gue­rras mundiales -y que durante un año o dos elevaron de formanotable las medidas corrientes- es evidente que no afectaron a lapauta latente en cuanto a la formación de familias, sino tan sólo ala cronología de los nacimientos individuales. Merece asimismo lapena resaltar que los matrimonios contraídos a finales de la década1860 y a principios de la de 1870 debe haber incluido parejas que

6-

5

4

3

2

1860 1870 1880 1890 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960

FIGURA 5.5

Disminución en el tamaño de las familias en Inglaterra y Galesa partir de 1861 (para más detalles véase la !tota a la tabla 5.17)

limitaron el número de hijos, aun cuando las medidas corrientes defecundidad alcanzaran en dicha época su cima. Si queremos identi­ficar a la primera cohorte de matrimonios que practicó el control dela natalidad en una medida apreciable, deberemos considerar unafecha anterior a aquella en que las tasas corrientes alcanzaron supunto máximo.

Quizá la manera más reveladora de descomponer las estadísticasreferentes al control de la natalidad en una población es la expuestaen la tabla 5.18. Con ella queda claro el cambio experimentado encuanto a la estrategia utilizada de forma tan drástica. En la cohortede matrimonios de 1870-1879 era menos probable que se diera unafamilia con un solo hijo que una con diez hijos, y una de cada nuevefamilias tenía once o más hijos. En la cohorte de 1925, una familiatenía 60 veces más posibilidades de tener un solo hijo que de tenerdiez, y apenas se daban matrimonios que tuviesen once o más hijos.Por otro lado en esta cohorte sólo una de cada nueve familias teníanueve o más hijos y aproximadamente la mitad de todas las familiascontaban solamente con uno o dos hijos. Los rasgos más sobresalien­tes de la tabla los constituyen el notable grupo de familias de esosdos tamaños y la virtual desaparición de la familia numerosa de cinco

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200 HISTORIA Y POBLACIÓNPOBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 201

o más hijos. Hacia 1930 en Inglaterra una mujer que tuviese, pon­gamos por caso, unos cuatro hijos llegaba a resultar c}"t~cante y aser incluso motivo de mofa, pues un caso raro en estadlstlcas puedea menudo ser objeto de repulsa social. Y la tabla 5.18 hace referen­cia, por supuesto, a todas las clases del país. Dado que el tamañomedio familiar difería en dos unidades entre los labradores 0,05) Ylos empleados asalariados (1,48), en la cohorte de 1925 existíangrupos dentro de los cuales eran raras las familias con incluso treshijos, y prácticamente desconocidas las. de cinco (v~ase ta?~a 5.1.3~'

La historia del revolucionario cambIO en el tamano famlItar orIgI­nado por las parejas que practicaban el coitus interruptus Y otrastécnicas anticonceptivas, como un accesorio normal del coito dentrodel matrimonio, es a grandes rasgos un asunto claro. En el espaciode dos generaciones o poco más el tamaño medio familiar disminuyó

TABLA 5.18

Frecuencía relativa de familias de diferentes tamañosen Gran Bretaña, 1870-1925

Número deCohortes de matrimonios

nacimientos 1870-1879 1890-1899 1900-1909 1915 1925

O 83 99 113 150 161

1 53 95 148 212 252

2 72 136 187 235 254

3 86 136 157 159 144

4 95 122 120 95 77

5 95 100 84 59 45

6 94 83 63 35 27

7 89 65 45 21 18

8 83 52 32 15 10

9 73 40 22 9 6

10 62 30 15 6 4

11 115 42 14 4 2

1.000 1.000 1.000 1.000 1.000

NOTA: Nacidos vivos en matrimonios completos contraídos cuando la mujer

era menor de 45 años.FUENTE: Royal Comission on Population, VI, pt. l, 87, tabla 16.

aproximadamente en sus dos terceras partes, siendo la nueva pautade conducta adoptada primero por las clases medias y altas dentrode la población general -como abogados, médicos, hombres de ne­gocios- para ir infiltrándose en la pirámide social hasta afectar,poco más tarde, las costumbres de los mineros y trabajadores agríco­las, pero hasta la última generación no han empezado a disminuir lasdiferencia~ en el.número de hijos entre las distintas clases sociales yesto ha SIdo debIdo a que algunos grupos de la clase media y de laalta han comenzado a tener familias más numerosas en tanto que losmenos afortunados económicamente seguían la tendencia de tenermenos hijos, siendo en general las familias menos numerosas aquellasen .que el padre era un oficinista que desempeñaba un trabajo malpagado.

Una vez más, sin embargo, es preciso ser prudente al interpretarlas pruebas. ~a historia de la limitación familiar en Francia y, en unperIOdo anterIor, en Inglaterra, sugiere que quizá todos los pueblosy todos los grupos sociales dentro de éstos tienen en reserva la ca­pacidad de reducir la fecundidad dentro del matrimonio cuando asílo requieren las circunstancias. Es aún pronto para afirmar de mododogmático que la limitación se practica siempre antes entre los es­tamentos más altos que entre los inferiores de una sociedad. Unavez más, están aún sin entender bien las presiones dentro del am­biente familiar que fomentan la limitación del tamaño de la familia.~ebe r~co~arse que mientras el coitus interruptus constituyó la téc­mca prmclpalmente empleada, la decisión de practicar la anticon­cepción y limitar el número de hijos era una prerrogativa masculi­na. El incentivo para obrar así quizá fuera débil en una comunidadminera donde, pongamos por caso, la vida de los hombres casadosse veíá escasamente afectada por el número de hijos dado que pasa­ban el día de trabajo fuera de casa, las tardes en la taberna, y queentregaban a sus mujeres una cantidad fija para los gastos del hogardespués de haber descontado de la misma el dinero necesario parasus propios placeres y diversiones. No obstante, cuando el hogarera el centro ?e la actividad económica y el paqre pasaba la mayorparte de su tIempo con su familia (por ejemplo, en el caso de unpequeño tendero o de un zapatero), su actitud respecto de la limita­ción familiar puede que fuera totalmente distinta.

Pueden haber existido también importantes diferencias en la rapi­dez con que las comunidades, según fuesen «puras» o «mezcladas»,

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202 HISTORIA Y POBLACIÓN POBLACIÓN Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 203

hayan adoptado la limitación familiar. Donde el núcleo ~ri?cipal decabezas de familia estaba compuesto de personas que VIVIan de laminería del carbón, éstos tenían pocas oportunidades de observar loscambios que se producían en las comunidade~ en las que e;a? muchosy muy diversos los grupos sociales y ocupacIonales que vIvIa~ ~n es­trecha convivencia. ¿Cómo se comportaban los cabezas de famIlIa que

. vivían de trabajos temporales o terciarios en las comunidades «pu­ras»? ¿Se parecían más las familias del 7arnicero: del cartero o deltabernero de dichas zonas a las de sus vecInOS, o bIen a las correspon­dientes, en el conjunto del país, a su grupo ocupacion~? ¿En quémedida se hallaban relacionados el nivel cultural y educaclOnal con larápida difusión de la limitación familiar? Son muchas las preguntasde interés, pero pocas las respuestas que cabe dar con seguridad; Lainformación precisa para ello yace esper,ando en los censos; ~ero :s~~sen Inglaterra desgraciadamente no estan normalme:nte a dI.SposIcIonde los estudiosos, sino después de haber transcurrIdo un SIglo com­pleto, a causa de la llamada «regla de los cien a~os», se~ la c~alla información censal sólo deja de ser confidencIal a los CIen anos

de su recopilación.Debe señalarse una última característica general de todos los

pueblos que han pasado p~r la revoluci?n in~~striaI. Au~q~e la inme:­diata conmoción de la socIedad y la dIsoluclOn de las VIejaS comum­dades produjese sorprendentes y a veces chocantes variaciones en lamortalidad, y aun cuando la difusión de l~ limitación f~ar ,en lassociedades postindustriales produjese as~mIsmo, y por CIerto tle~po,

grandes diferencias dentro de la comumdad en cuanto a fecundIdady a tamaño familiar, no parece arriesgado a~elanta:, como regla ge·neral, que dichas diferencias dentro de la socIedad tlenden a ser cada

vez más pequeñas. .Esto es particularmente cierto respecto de la mortalIdad. Las gran-

des diferencias en la mortalidad específica por edades y por da.sesocial se han ido estrechando, de modo ininterrumpido desde m:dIa.dos del siglo XIX. Las enormes diferencias entre la ciudad de LIver·pool y el condado de Surrey puestas de .reliev: en su ,día por .Farrson ahora mucho menores. Lancashire sIgue sIendo aun, en cIertomodo, un condado menos sano que Surrey pero las diferencias no sonya tan grandes como para que la esp~ranza de ~i~a en uno sea doble dela correspondiente al otro, aunque sIgan subSIstIendo al~~as grandesdiferencias en ciertas tasas de mortalidad, tanto entre dIstIntas clases

como entre diferentes partes del país. Por ejemplo, la tasa de mor­talidad perinatal (fallecidos en la primera semana de vida más naci­dos muertos, por cada 1.000 vivos y nacidos muertos) en Burnley,situado en Lancashire, en 1962 era dos veces la correspondiente aCambridge-shire (43 Y 22 por 1.000).16 Pero estos contrastes subsis­tentes no afectan ya apenas a la esperanza de vida en el momentodel nacimiento. En todos los países occidentales la mortalidad tiendehoy hacia lo que ha sido a veces denominado mínimo biológico, esdecir, aquella situación en que las tasas de mortalidad específicas poredades reflejan tan sólo los fallecimientos debidos a la degeneraciónde alguna función corporal o a algún defecto genético. La muerte pro­ducida por enfermedades que invaden el cuerpo desde el exterior haquedado prácticamente eliminada. Sólo un avance de la ciencia médicaque inhibiese el proceso de envejecimiento o proporcionase un re­medio contra enfermedades como las del aparato circulatorio podríareducir más aún la mortalidad a un nivel insignificante. la esperan­za de vida puede aumentar hasta los 77 años, pero difícilmentepodrá llegar más lejos en las actuales circunstanciasP Es ya de 73 enNoruega (1951-1955), de 71 en Nueva Zelanda (1955-1957), de 73en Holanda (1956-1960) y sólo un poco inferior en gran número depaíses. En Rusia es de 70 (1960-1961), en el Reino Unido de 71(1960-1962), en los Estados Unidos de 70 (1962).18

Las diferencias en la fecundidad en los diferentes grupos socialesson relativamente mucho mayores que las diferencias en la mortali­dad. Puede haber algún grupo, como los huteritas de Estados Unidos,que continúa manteniendo tasas de fecundidad propias de nivelespreindustriales, pero en general las grandes diferencias en la fecun­didad entre los dos extremos de la escala social que se dieron durantegran parte del pasado siglo se han estrechado considerablemente enlos últimos años, tanto de forma relativa como absoluta.

Dichos cambios han sido fruto de la revolución industrial y contoconsecuencia el hombre puede ahora controlar tanto la natalidadcomo la mortalidad de una forma que hubiera parecido totalmentefuera del alcance humano para la generación de Malthus.

16. Registrar-General, parte 1, tabla 13.17. Pressat, 1961, p. 345.18. Naciones Unidas, Demographic Yearbook, 1963, tabla 26.

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TEMA 2

MOKYR, La Revolución Industrial

y la Nueva Historia Económical pp. 441-482