18 5. MARCO CONTEXTUAL 5.1 Del gallo de culto a la práctica deportiva. Se dice que el gallo de pelea era considerado un animal de culto, de adoración religiosa para los sirios, los griegos y los romanos antiguos que lo asociaban con los dioses Apolo, Mercurio y Marte, que se celebraban peleas de gallos en los templos y a los Dioses se les ofrendaba el gallo perdedor. Durante los tiempos de los fenicios, los hebreos y los cananeos antes de Cristo, las riñas eran populares, la crianza de la especie era considerada un arte y negociar con éstos resultaba provechoso. Los comerciantes persas apostaban a sus gallos y los jugaban en los mercados, entre otros centros de intercambio comercial (ETESA, 2006). A partir del primer siglo después de Cristo, Julio César introdujo las peleas de gallos como un deporte en Roma y en Inglaterra. Hacia el siglo XVI, en la época del Rey Enrique III el juego se convirtió en deporte nacional, se enseñaba en ciertas escuelas y se practicaba en los patios y al interior de las iglesias. En el siglo XVII fue prohibido durante el reinado de Victoria por decreto real. Por otro lado se dice que la afición llegó a España por parte de los fenicios o los moros conquistadores (ETESA, 2006). En la investigación “Las peleas de gallos en Tenerife en el setencientos” de Tonio de Bethencourth Massieu (1982), se hace un rastreo histórico del gallo de pelea. Allí se dice que esta especie proviene del continente asiático, probablemente de la región indio-malaya con las especies Bankora o Bankivm y los Sonneratti. En China aparece en el 1400 a.c y su difusión
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5. MARCO CONTEXTUAL 5.1 Del gallo de culto a la práctica ...
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5. MARCO CONTEXTUAL
5.1 Del gallo de culto a la práctica deportiva.
Se dice que el gallo de pelea era considerado un animal de culto, de adoración religiosa para
los sirios, los griegos y los romanos antiguos que lo asociaban con los dioses Apolo, Mercurio y
Marte, que se celebraban peleas de gallos en los templos y a los Dioses se les ofrendaba el gallo
perdedor. Durante los tiempos de los fenicios, los hebreos y los cananeos antes de Cristo, las
riñas eran populares, la crianza de la especie era considerada un arte y negociar con éstos
resultaba provechoso. Los comerciantes persas apostaban a sus gallos y los jugaban en los
mercados, entre otros centros de intercambio comercial (ETESA, 2006).
A partir del primer siglo después de Cristo, Julio César introdujo las peleas de gallos como
un deporte en Roma y en Inglaterra. Hacia el siglo XVI, en la época del Rey Enrique III el juego
se convirtió en deporte nacional, se enseñaba en ciertas escuelas y se practicaba en los patios y al
interior de las iglesias. En el siglo XVII fue prohibido durante el reinado de Victoria por decreto
real. Por otro lado se dice que la afición llegó a España por parte de los fenicios o los moros
conquistadores (ETESA, 2006).
En la investigación “Las peleas de gallos en Tenerife en el setencientos” de Tonio de
Bethencourth Massieu (1982), se hace un rastreo histórico del gallo de pelea. Allí se dice que
esta especie proviene del continente asiático, probablemente de la región indio-malaya con las
especies Bankora o Bankivm y los Sonneratti. En China aparece en el 1400 a.c y su difusión
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hacia occidente ocurre por Mesopotamia en el siglo VII a.c, luego con mayor popularidad en el
Egipto faraónico y Grecia. En Atenas se celebraban peleas anuales con cargo al tesoro público en
conmemoración al discurso de Temístocles antes de iniciarse la batalla de Salamina, dónde se
comparó el valor del gallo de pelea con el ánimo de los atenienses. Esta especie ha sido
distinguida y admirada por su fiereza e instinto de dominación.
Massieu (1982) refiere que en el siglo XVI la práctica estaba profundamente enraizada
en Amberes y en todos los Países Bajos. De allí se extiende a Inglaterra y en las Islas Británicas
nace la denominación de los gallos ingleses, que aún hoy, se conserva. En el mismo período el
gallo jerezzano se populariza en América. Los gallos de pelea se jugaban en las cubiertas de los
barcos que partieron a las Indias y representaban una actividad que permitía a los navegantes
romper con la monotonía. La práctica se extendió así por las islas del Caribe, Nueva España, el
Istmo y Sudamérica, para llegar finalmente a Filipinas donde también tuvo acogida.
Actualmente las riñas de gallos continúan teniendo presencia en diferentes países de
Latinoamérica como México, Perú, Ecuador, Venezuela, Cuba, Puerto Rico, República
Dominicana y Colombia. El gallo de pelea sigue siendo objeto de culto para sus aficionados y las
riñas son consideradas una actividad deportiva. En Colombia existen diferentes escenarios:
grandes coliseos deportivos donde suceden torneos para la exhibición de los gallos finos, las
diferentes razas y la destreza en el combate. Y las galleras pequeñas, de barrio o de vereda donde
se prueban a menor escala dichos ejemplares.
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5.2 Galleras oficiales y no oficiales, recintos de barrios y veredas.
Según un censo nacional realizado en enero de 2006 por ETESA (2006) Empresa
Territorial para la Salud, que hace parte de una investigación para regular y controlar las apuestas
en este tipo de escenarios, se tiene conocimiento de 237 galleras en el territorio nacional. En el
Valle se identificaron 11, y en Cali tan solo 4. Las otras, entre ésas La Gallera Cosmopolita,
continúan funcionando informalmente y con unas condiciones de juego internas, entre otras
cosas porque el monto de la apuestas no amerita la regulación del Estado.
En ese sentido, este escenario no tiene las características de un coliseo deportivo, como
aquellos en los que se manejan grandes apuestas y que convocan por ende a los galleros de
estratos socioeconómicos altos. Es más bien un lugar clandestino, lugar de encuentro no sólo
para los aficionados sino también para los habitantes de la vereda, los amigos del mismo sector y
de otros como Terrón Colorado, Vista hermosa, Siloé, Alto Nápoles, Normandía o vecinos de
corregimientos como Montebello, Dapa, Pichindé y el Saladito entre otros.
5.3 Gallera “La Cosmopolita”.
La gallera Cosmopolita está ubicada en la vereda Las Pilas del Cabuyal en la parte occidental
del corregimiento de Los Andes, zona de ladera de la ciudad de Cali, muy cerca del zoológico en
el barrio Santa Teresita y de Bellavista. La mitad de la población del corregimiento comprende a
familias que han llegado en los últimos cincuenta años, algunas provienen de Cali aunque, existe
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un reducto poblacional que proviene de Cauca y Nariño (Vásquez, 1990).