3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012 1 Resultados de 17 años de experiencia en el módulo de riego de INTA Manfredi - Córdoba Salinas, Aquiles 1 *; Martellotto, Eduardo 1 ; Giubergia, Juan P. 1 ; Álvarez, Carolina 1 ; Bocardo, Matías 1 ; Severina, Ignacio 1 ; Arce, Ana I. 1 1 INTA EEA Manfredi. * Autor de contacto: [email protected]. Ruta Nac. 9, km 636, Manfredi, Córdoba. CP: 5988. Teléfono: 03572 493053. 1. Introducción Desde la incorporación de la siembra directa y las tecnologías de manejo asociadas a ella, la producción agropecuaria y los rendimientos por hectárea se han ido incrementando a lo largo de los años, como se puede observar en la Figura 1, donde se compara la producción de algunos cultivos, en el trieño 1970-73, con respecto al trieño 2008-11. 0 1000 2000 3000 4000 5000 6000 7000 8000 1970/73 2008/11 1970/73 2008/11 1970/73 2008/11 1970/73 2008/11 MAIZ TRIGO MANI SOJA kg/ha Figura 1. Evolución de rendimientos, comparando los trieños 1970-73 vs. 2008-11 de los principales cultivos de la provincia de Córdoba. (Fuente: SIIA 2012). Muchos productores con excelentes manejos, encontraron en mayor o menor tiempo su techo productivo. Sin embargo la necesidad de seguir creciendo en productividad e intensificación llevó a muchos de ellos a buscar soluciones a este techo productivo, y encontraron en el riego suplementario, una herramienta que provocó un
159
Embed
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de ...
This document is posted to help you gain knowledge. Please leave a comment to let me know what you think about it! Share it to your friends and learn new things together.
Transcript
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
1
Resultados de 17 años de experiencia en el módulo de riego de
INTA Manfredi - Córdoba
Salinas, Aquiles1*; Martellotto, Eduardo1; Giubergia, Juan P.1; Álvarez, Carolina1;
Bocardo, Matías1; Severina, Ignacio1; Arce, Ana I.1
1
INTA EEA Manfredi. * Autor de contacto: [email protected]. Ruta Nac. 9, km 636, Manfredi, Córdoba. CP: 5988. Teléfono: 03572 493053.
1. Introducción
Desde la incorporación de la siembra directa y las tecnologías de manejo asociadas
a ella, la producción agropecuaria y los rendimientos por hectárea se han ido
incrementando a lo largo de los años, como se puede observar en la Figura 1, donde se
compara la producción de algunos cultivos, en el trieño 1970-73, con respecto al trieño
Figura 1. Evolución de rendimientos, comparando los trieños 1970-73 vs. 2008-11 de los principales cultivos de la provincia de Córdoba. (Fuente: SIIA 2012).
Muchos productores con excelentes manejos, encontraron en mayor o menor
tiempo su techo productivo. Sin embargo la necesidad de seguir creciendo en
productividad e intensificación llevó a muchos de ellos a buscar soluciones a este techo
productivo, y encontraron en el riego suplementario, una herramienta que provocó un
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
9
Otra forma de estimar indirectamente el agua en el suelo, es a través del uso de
herramientas como los balances hídricos (BH). El BH permite estimar diariamente el
contenido de agua en el suelo explorado por las raíces, determinar períodos de déficit
hídrico y programar riegos. Este último, permite responder a dos preguntas
fundamentales en los sistemas bajo riego, ¿Cuándo regar? y ¿Cuanto regar? (Martellotto
et al., 2004).
2. El Balance Hídrico y sus componentes
El BH de un suelo en el cual crece y se desarrolla un cultivo, resulta de las
diferencias entre los ingresos y egresos de agua al sistema. Entre los ingresos están las
precipitaciones (Pp), el riego (R) y las napas freáticas (si las hay) y entre los egresos, la
evaporación directa desde el suelo (Es), la transpiración del cultivo (T), el escurrimiento
superficial (Esc) y el drenaje profundo. La transpiración del cultivo es el término del BH
que está directamente relacionado con la fijación de dióxido de Carbono (C02) y por lo
tanto con el rendimiento del cultivo (Dardanelli et al., 2003).
La ecuación básica de un BH a nivel de lote, y para un cultivo diariamente, se
muestra en la siguiente ecuación (Andriani., 2012):
ADS = ADdp + NADr + LL + R – ETC – Esc (1)
donde ADS: Agua diaria disponible en el suelo explorado por las raíces, ADdp: Agua
disponible en el suelo el día previo, NADr: Nuevo aporte de agua disponible por
crecimiento de las raíces, Pp: Lluvia diaria, R: Riego, ETC: Evapotranspiración diaria del
cultivo y Esc: Escurrimiento superficial. Todas las variables son expresadas en lámina de
agua, en milímetros (Andriani., 2012).
Dardanelli et al., 2010, determinaron a través de sonda de neutrones las pérdidas
de agua por escurrimiento, en sistemas bajo siembra directa para cultivos invernales,
estivales, barbechos y pasturas en suelos Haplustoles énticos de Córdoba y además para
suelos Argiudoles típicos y Vérticos de Olivero (Santa Fe). La ecuación 2 estima las
pérdidas por escurrimiento propuestas por Dardanelli et al. (2010):
Esc = 0,0154* Pp 1,745 (r2 = 0,82) (2)
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
10
De la ecuación se desprende que para una lluvia de 30 mm, escurren 6 mm y para
una de 60 mm se escurrirán 20 mm.
La evaporación directa desde el suelo también constituye una pérdida importante
en los sistemas bajo riego, principalmente hasta que el cultivo logra una cobertura
completa del suelo. Para un cultivo de maní, se estimó que aproximadamente el 30% del
agua consumida se perdió por evaporación directa desde el suelo en etapas tempranas
del cultivo (Dardanelli et al., 2010). Estas dos pérdidas (Esc y Es) son tenidas en cuentas
por los BH, la primera se tiene en cuenta al considerar la lluvia efectiva y la segunda la
contemplan los coeficiente de cultivos (kc).
3. Importancia del suelo para el uso del Balance Hídrico
Para poder utilizar un BH, es importante conocer la capacidad de almacenaje de
agua de nuestros suelos. En términos ideales, la composición en volumen de un suelo de
textura media (franca) es de 50% de sólido (45% Minerales y 5% Materia Orgánica (MO)
y el 50% restantes de poros. Estos poros pueden estar ocupados por agua o por aire
(Taboada y Álvarez, 2008). La cantidad de agua que puede almacenar el suelo, está
determinada por el volumen total de espacios vacíos o espacios porosos. La relación
entre el contenido de agua del suelo y su energía de retención nos permite caracterizar
los siguientes parámetros denominados Constantes Hídricas (Conti et al., 2000).
Límite superior (Ls) o Capacidad de campo (CC): Es la cantidad de agua retenida
en el suelo después que ha drenado el agua gravitacional y cuando la velocidad de
movimiento descendente del agua disminuye sustancialmente (Viehemeyer y
Hendrikson., 1931). Su valor es variable, pero para muchos suelos un valor aceptable
oscilaría entre 10 a 33 Kpa o 0,1 a 0,3 bares.
Límite inferior (Li) o Punto de Marchites permanente (PMP): Es referido al contenido
de agua en donde la energía de retención es tan alta que las plantas no la pueden
absorber alcanzando su estado de marchites parcial o total resultante de un estrés
hídrico. Si bien este valor es variable, se toma como valor de referencia -1500KPa o -15
bares (Taboada y Álvarez, 2008). En el casos de cultivos sometidos a sequías, la
capacidad de absorber el agua retenida hasta -15 bares depende fundamentalmente de
la especie en cuestión y del grado de exploración del sistema radical en cada estrato del
perfil del suelo (Dardanelli et al., 2003).
Agua útil (AU): Es la cantidad de agua que un suelo puede almacenar para el
crecimiento del cultivo, expresada como la diferencia entre el Ls y el Li. Debido a que el
AU es la diferencia entre los dos límites, su magnitud depende de las propiedades que
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
11
determinan ambas constantes hídricas. El Ls depende fundamentalmente del contenido
de MO, y la textura, ambas definen la estructura de un suelo, mientras que para el Li es la
textura (Taboada y Álvarez, 2008). En la Figura 1 se muestran los valores de las
constantes hídricas (expresadas en milímetros) para un suelo Haplustol éntico de la serie
Oncativo. Algunos valores típicos de agua útil están en el rango de 130-140 mm por
metro de perfil, excepto en suelos arenosos donde el agua útil alcanza sólo unos 80 mm.
Por lo tanto, en la mayoría de los suelos de la región Pampeana sin limitaciones físicas o
químicas, el agua útil es similar (Dardanelli et al., 2003).
-200
-180
-160
-140
-120
-100
-80
-60
-40
-20
0
20 30 40 50 60 70 80
Lámina de agua (mm)
Pro
fun
did
ad
(c
m)
Figura 1. Valores de lámina de agua (mm) para las constantes hídricas Capacidad de campo (línea negra) y el punto de marchites permanente (línea entrecortada) hasta los 200 cm de profundidad, para un suelo Haplustol éntico de la serie Oncativo.
4. Resultados
4.1. Funcionalidad de los sistemas radicales
Conocida el AU que puede almacenar el suelo explorado por las raíces, hay que
analizar en qué medida el sistema radical del cultivo puede aprovecharla. Para esto es
importante conocer a que profundidad las raíces absorben el agua en un determinado
momento y que cantidad de agua pueden absorber las raíces de los cultivos por día, o
sea la tasa de absorción de agua, (TA). Para esto, Monteith, 1986, caracterizó la
capacidad de absorción de agua de los sistemas radicales combinando funciones que
describen (i) La velocidad de profundización de raíces (VPR cm día-1) y (ii) la tasa de
absorción de agua en cada capa de suelo (TA).
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
12
4.2. Velocidad de profundización de las raíces
La profundización de raíces medida en forma directa en cultivos como girasol, soja,
maíz y trigo, creciendo en suelos sin limitaciones físicas (Andriani, 2000), muestra un
patrón sigmoideo que alcanza la máxima profundidad cuando comienza el llenado de los
granos. Para estimar la VPR en forma indirecta, se obtiene a través de mediciones
sucesivas de humedad del suelo en condiciones de sequía luego de rellenado el perfil,
graficando la fecha en que se inicia el agotamiento del agua en cada capa de suelo en
función del tiempo. La pendiente de la función lineal representa la VPR y se expresa en
cm día-1 (Monteith, 1986). En la Figura 2, se muestran datos para cultivos de maní
(Severina et al., 2011), girasol y soja (adaptado de Dardanelli et al., 2003) en suelos sin
limitaciones por disponibilidad de agua en el subsuelo o impedimentos físicos que
pudieran alterar la morfología del sistema radical y disminuir la VPR y/o TA.
-350
-300
-250
-200
-150
-100
-50
0
0 20 40 60 80 100 120 140
Días desde la siembra
Pro
du
nd
ida
d (
cm
)
Figura 2. Profundidad aparente de las raíces en relación a los días desde la siembra para maní (cuadrados llenos, y = -2,4x + 13,9 r
2 = 0,84), girasol (triángulos llenos; y = -4,4x + 40,8; r
2 = 0,83)
y soja (círculos vacíos; y = -3,5x + 25,7, r2 = 0,92). La pendiente del ajuste lineal representa la
velocidad de profundización de las raíces.
La Figura 3 muestra que existen diferencias en la VPR entre especies (Dardanelli et
al., 1997) mostrando mayores valores el girasol (4,4 cm d-1) seguido de la soja (3,3
cm d-1) y por último el maní (2,4 cm d-1).
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
13
Uno de los factores que pueden afectar la tasa de profundización de las raíces es el
contenido de agua en el suelo (Gil., 1994; Severina et al., 2011). En un trabajo realizado
por Severina et al. (2011) se observó que los cultivos que presentaron un menor
contenido de agua al momento de la sequía (30% AU vs 70% AU), evidenciaron un
retraso en el avance del frente de absorción de agua (Figura 3).
Figura 3. Evolución del contenido volumétrico de agua a partir de la siembra para un tubo de acceso particular en los tratamientos con 70% de agua útil (símbolos grises) y 30% de agua útil (símbolos negros), correspondiente a los estratos de suelo 140-160 cm (círculos) y 160-180 cm (cuadrados). La línea entrecortada muestra el valor de límite inferior de contenido de agua para esos estratos.
El comienzo de la absorción de agua para la capa 140-160 cm en la condición 70%
de AU fue aproximadamente a los 70 días desde la siembra (Figura 3), mientras que su
contraparte con 30% de AU lo hizo a partir de los 92 días. Para esta última condición
hídrica, la humedad volumétrica se mantuvo estable en la capa 160-180 cm. sugiriendo
que el sistema radical del cultivo no pudo absorber agua más allá de los 160 cm de
profundidad. El cociente entre la profundidad de absorción (150 cm) a los 92 días desde
la siembra que fue alcanzada dicha profundidad, indica que los tratamientos con 30% de
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
14
AU presentaron un valor promedio de VPR de 1,6 cm día-1, lo cual es un indicio de un
disminución de la VPR.
4.3. Tasa de absorción de agua
La TA se determina por la velocidad de agotamiento del agua en un determinado
estrato del suelo una vez que las raíces alcanzaron el mismo. Este valor indica la
proporción del AU remanente que puede absorber por día en cada estrato explorado por
las raíces. En la Figura 4 se observa la TA para Girasol, soja (adaptado de Dardanelli et
al., 2003) y maní (Severina et al., 2011) para suelos sin limitaciones hídricas y físicas.
-350
-300
-250
-200
-150
-100
-50
0
0,01 0,03 0,05 0,07 0,09 0,11 0,13
Tasa de Absorción (días-1
)
Pro
fun
did
ad
(c
m)
Figura 4. Tasa de absorción de agua para girasol (círculos), soja (cuadrado) y maní (Triángulos) en un suelo Haplustol éntico de la serie Oncativo.
De la Figura 4 se destaca que la TA varía por especie, presentando los mayores
valores el girasol (TA 0,11 día-1) y los menores el cultivo de maní (TA 0,07 día-1). Un
comportamiento intermedio se observó para el cultivo de soja. El valor de este parámetro
decrece en los estratos profundos lo que estaría sugiriendo una escasa densidad de
raíces. Esta menor densidad de raíces en estratos más profundos del suelo y combinado
con un tiempo insuficiente entre la llegada de la raíz y la madurez del cultivo, imposibilita
poder agotar el agua del subsuelo (60-200 cm). Uno de los factores que pueden afectar la
TA, es el contenido de agua en el subsuelo. La Figura 5 muestra los valores de TA para
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
15
cultivos de maní con diferentes contenidos de agua en el subsuelo al momento de la
sequía impuesta (70% AU vs 30% AU) (Severina et al., 2011).
-200
-180
-160
-140
-120
-100
-80
-60
-40
0 0,02 0,04 0,06 0,08 0,1 0,12 0,14
Tasa de absorción de agua (día-1
)P
rofu
nd
idad
(cm
)
Figura 5. Tasa de absorción de agua en maní a lo largo del perfil para un suelo Haplustol éntico con sequía impuesta. Los círculos llenos representan cultivos con el 70% de agua útil y los cuadrados vacíos con el 30% del Agua útil.
El comportamiento del cultivo con menor AU en el subsuelo (cuadrados vacíos)
mostró una reducción en los valores de TA con respecto a los que presentaron una
mayor cantidad de agua (70% AU). Esto podría ser atribuido a una mayor resistencia
mecánica del suelo que afectaría la proliferación de las raíces principalmente a partir de
los 70 cm de profundidad (Severina et al., 2010).
Las diferencias existentes entre los cultivos en los valores de VPR y TA, son
evidencias de que presentan diferentes estrategias para absorber el agua del subsuelo
durante períodos de sequía. Esto se puede observar en la Figura 7, la cual muestra el
contenido de agua remanente para los cultivos de girasol, soja partiendo de subsuelos sin
limitaciones hídricas (adaptado de Dardanelli et al., 2003) y para maní en dos condiciones
de subsuelo (30 y 70% AU) (Severina et al., 2011).
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
16
Figura 6. Humedad volumétrica obtenida al final del ciclo de los cultivos de girasol y soja (adaptado Dardanelli et al., 2003) y para maní (Severina et al., 2011).
El girasol cuyo sistema radical es el de mayor capacidad de utilización de agua del
subsuelo, se debe a su elevada VPR (Figura 2) así como su mayor TA (Figura 4). El maní
por el contrario hace menor uso de las reservas del subsuelo y deja una considerable
cantidad de agua útil en detrimento del rendimiento bajo sequía y en beneficio del cultivo
siguiente (Severina et al., 2011). Esto a su vez es más perjudicial para el cultivo cuando
el contenido de agua del subsuelo es bajo (30% AU) ya que la mayor resistencia
mecánica del suelo reduce significativamente la VPR y en la TA afectando la captura del
recurso hídrico. Por lo tanto, aquellos cultivos que parten con una baja disponibilidad de
agua en el subsuelo (60-200 cm de profundidad), serán doblemente penalizados en su
productividad asociada al uso del agua. Por un lado debido al efecto que causa la escasa
cantidad de agua en el subsuelo sobre la velocidad aparente de profundización de los
sistemas radicales y su proliferación. Por otro lado, debido a que tales sistemas radicales
serán menos eficientes en la utilización del agua almacenada en el subsuelo; i.e., tendrán
menos capacidad para hacer uso de las reservas hídricas en los períodos de sequía.
5. Consideraciones finales
El estudio de la funcionalidad de los sistemas radicales permite poder avanzar en
algunos aspectos fundamentales para el manejo del riego suplementario. La optimización
-350
-300
-250
-200
-150
-100
-50
0
0,10 0,15 0,20 0,25 0,30 0,35
Humedad volumétrica (cm3 cm
-3)
Pro
fun
did
ad
(c
m)
Soja
Girasol
PMP
CC
Maní 70% AU
Maní 30% AU
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
17
del riego debe contemplar el relleno del perfil del suelo según la profundidad potencial de
enraizamiento, evitando las pérdidas de agua por escurrimiento y la aplicación de láminas
de agua en épocas de mayor evaporación desde el suelo (por ejemplo los períodos
temprano en los cultivos estivales). Este manejo, permitiría a las raíces de los cultivos
alcanzar su máxima profundidad efectiva si el subsuelo tiene suficiente agua útil;
posibilitando un óptimo desarrollo de sus sistemas radicales para lograr en momentos de
máximas demandas ambientales y sequías temporales, capturar la mayor cantidad de
agua almacenada.
Las distintas estrategias de los cultivo para hacer uso del agua en momentos de
sequía, podría ser una evidencia de que los umbrales de riego (difundido ampliamente
como un criterio de riego para evitar déficit hídricos), no deberían ser fijos e iguales para
cada cultivo. Se debería tener en cuenta factores como la VPR, TA, máxima profundidad
de absorción de agua, y además otros aspectos también fundamentales como son el tipo
de suelo y la demanda atmosférica que no fueron tratados en este trabajo.
Los rendimientos potenciales en sistemas con riego suplementario son alcanzados
en fechas de siembras tempranas y partiendo con altos contenidos de agua en el
subsuelo. Esto fue demostrado en muchos cultivos para estas regiones semiáridas
central de la provincia de Córdoba, ya que el retraso de las fechas de siembra expone al
cultivo a valores de radiaciones y temperatura decrecientes durante el período crítico, y
esto se acentúa más aún cuando el contenido de agua del subsuelo es bajo, debido al
efecto que causa el subsuelo seco sobre la funcionalidad de los sistemas radicales.
6. Bibliografía
Allen, R; Pereira, L; Raes, D; Smith, M. 2006. Evapotranspiración del cultivo - Guías para
la determinación de los requerimientos de agua de los cultivos. Cuadernos de riego
y drenaje n. 56. FAO. Roma.
Andriani, J. 2000. Crecimiento de las raíces en los principales cultivos extensivos en
suelos Haplustoles de la provincia de Santa Fe. En: El agua en los sistemas
productivos para mejorar la producción. INTA EEA Oliveros, Santa Fe, Argentina.
Publicación N 13. pp. 35-39.
Collino, D; Dardanelli, J; Sereno, R; Racca, R. 2000. Physiological responses of argentine
peanut varieties to water stress. Water uptake and water use efficiency. Field Crops
Research 68,133-142.
Dardanelli, J; Bachmeier, O; Sereno, R; Gil, R. 1997. Potential soil water extraction
parameters for several crops in a silty loam soil. Field Crops Research 54. p. 29-38.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
18
Dardanelli, J; Collino, D; Otegui, M; Sadras, V. 2003. Bases funcionales para el manejo
del agua en los sistemas de producción de los cultivos de grano. En: Satorre, EH;
Benech, R; Slafer, G; De la Fuente, E; Miralles, D; Otegui, M; Savin, R. Producción
de granos: bases funcionales para su manejo. Ed. Facultad de Agronomía.
Universidad de Buenos Aires. Primera Edición. p. 375-440.
Dardanelli, J; Severina, I; Andriani, J. 2010. Funcionalidad de raíces y agua del subsuelo:
Su rol en la optimización del riego suplementario. En: 1er. Seminario Internacional
de Riego en Cultivos y Pasturas. Potencial del riego extensivo en cultivos y
pasturas. p. 19-28.
Fiorentino, R. 2005. La agricultura irrigada en Argentina y su contribución al desarrollo de
las economías regionales. Banco Mundial, Documento de Trabajo. Buenos Aires,
159 p.
Gil, R. 1994. Crecimiento radical de la soja en un suelo haplustol entico del centro de la
provincia de Córdoba: Efecto de la humedad y de la resistencia mecánica del perfil
de suelo. Facultad de Agronomía. Universidad Nacional de Buenos Aires.
GWP. 2000. República Argentina. Informe sobre la gestión del agua. Global Water
Partnership (documento electrónico). Editado por Módulo 3. Buenos Aires, 146 p.
Martellotto, E; Salas, P; Lovera, E; Salinas, A; Giubergia, J; Lingua, S. 2004. Balance
hídrico para riego. Proyecto regionales: Agricultura Sustentable Gestión Ambiental.
Área de Recursos Naturales y Agronomía, INTA.
Monteith, J. 1986. How do crops manipulate water supply and demand? Phil. Trans.R.
Trigo 2,1 290 0,039 Cantarero et al., 2008 Girasol 4,4 250-290 0,084-0,110 Dardanelli et al., 1997 Soja 3,4 130-230 0,082-0,098 Dardanelli et al., 1997 Maíz 3,0 190 0,088 Dardanelli et al., 1997 Maní 2,3 150 0,058 Dardanelli et al., 1997
La TA promedio para el estrato 40-160 cm de suelo, varió entre 0,012 d-1 (i.e. una
absorción diaria de 1,2% del agua útil remanente) para arveja y 0,043 d-1 para colza y
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
26
0,045 d-1 para trigo (Tabla 3). En la mayoría de los cultivos la TA decreció con la
profundidad, salvo en cártamo en donde esta aumentó hasta 140 cm, y a partir de esta
profundidad disminuyó, pero se mantuvo en valores más altos respecto al resto de los
cultivos (Figura 2¡Error! No se encuentra el origen de la referencia.). Esta
característica conjuntamente con la mayor duración del ciclo fueron las causas del
agotamiento del agua útil hasta la profundidad monitoreada en este cultivo (Figura 1).
Figura 1. Mínimo contenido volumétrico de agua en función de la profundidad encontrado en cada cultivo. La línea punteada sin símbolo, representa la capacidad de campo (CC) y la línea continua sin símbolo, el punto de marchitez permanente (PMP).
La combinación de VA, PE, TA y la longitud del ciclo de cada especie establecieron
diferentes patrones de consumo de agua. En la Figura 3 se observa el contenido de agua
útil para la profundidad de 60 a 260 cm en función del tiempo desde la siembra. La arveja
fue el cultivo que dejó el mayor contenido de agua en el perfil producto de su baja VA,
PE, TA y de su menor duración de ciclo. En el otro extremo puede observarse el cártamo
quien posee un patrón más agresivo de absorción de agua producto de una mayor VA,
PE, TA y duración de ciclo a madurez (más de 50 d respecto a arveja; Tabla 1).
Si se comparan los patrones de absorción de especies invernales como las
evaluadas en este estudio, con los patrones de especies estivales obtenidos por otros
autores (Tabla 3), se aprecia que las diferencias están principalmente asociadas a TA.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
27
Los cultivos invernales presentan siempre menores valores de TA. Esta característica
representa una ventaja adaptativa, ya que previene un agotamiento prematuro de las
reservas de agua del suelo antes del comienzo del período crítico para la definición del
rendimiento.
Figura 2. Tasas de absorción (TA) para cada capa de suelo de cada especie en función de la profundidad.
Como resultado de estas estrategias el C presentó un valor máximo en cártamo y
mínimo en arveja (Tabla 4). Los cultivos que más rendimiento lograron fueron cártamo,
triticale, garbanzo y trigo, y el de menor productividad fue la arveja, mientras que colza se
ubicó en una posición intermedia (Tabla 4). Los cultivos que lograron la mayor EUARTO
fueron garbanzo, triticale y trigo, seguidos por el resto de los cultivos. No se encontró
asociación entre la EUARTO y EUAPST. En el caso particular del garbanzo, este fue un
cultivo de alto rendimiento y un PST intermedio. Esta característica se evidencia en una
mayor partición hacia destinos reproductivos (IC) en garbanzo respecto al resto de los
cultivos (Tabla 4).
Los hallazgos de este estudio pueden contribuir a la toma de decisiones acerca de
las estrategias de manejo de estos cultivos. Un ejemplo de aplicación práctica lo
constituye el estado hídrico del suelo con que cada cultivo llega a madurez. El
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
28
conocimiento de la capacidad de agotar las reservas de agua del perfil de suelo de las
diferentes especies permite una mejor planificación de los cultivos que continúan en la
secuencia, lo que resulta de gran importancia en una región donde la probabilidad de
recarga del perfil de suelo hacia fin del invierno y comienzos de primavera es baja. En
este sentido, la arveja fue el cultivo que mayor contenido de agua dejó al finalizar su ciclo,
mientras que el cártamo por su mayor agresividad y largo de ciclo, fue el que menos
Figura 3. Contenido de agua útil para la capa de suelo 60-260 cm de profundidad en función del tiempo desde siembra. Las flechas hacia arriba indican el momento de floración para colza (1); arveja (2); triticale (3); trigo (4); garbanzo (5) y cártamo (6).
Tabla 4. Rendimiento seco (0% de humedad; RTO); peso seco total del cultivo a madurez (PST);
índice de cosecha (IC); consumo total de agua (C) y eficiencia de uso del agua expresada en
función del rendimiento (EUARTO) y del peso seco total del cultivo (EUAPST) para cada especie.
AF. 2008. Distribución de Arsénico en la región sudamericana. p. 137-180. En:
Distribución de Arsénico en las regiones Ibérica e Iberoamericana. Ed. Bundschuh,
Pérez Carrera y Litter. Cyted ISBN 13 978-84-96023-61-1.
Cabrera, A; Dapeña, C; Blarasin, M; Panarello, H; Matteoda, E. 2008. Modelo
hidrogeoquímico e isotópico de acuíferos confinados. Córdoba. Argentina. IX
Congreso de Hidrología Subterránea y Expo Agua 2008. Actas en CD. Quito.
Ecuador.
Degiovanni, S; Villegas, M; Blarasin, M; Sagripanti, G. 2005. Hoja Geológica Río Cuarto-
3263- III– SEGEMAR. ISSN 0328-2333, 90 p.
Degiovanni, S; Blarasin, M. 2008. Nitratos en el acuífero freático y su relación con
aspectos morfolitológicos y de uso del territorio. Cuenca Achiras-del Gato. Córdoba,
Argentina. IX Congreso de Hidrología Subterránea y Expo Agua 2008. Actas en
CD.Quito. Ecuador.
Frontera, H. 2005a. Estudio Hidrogeológico y Proyecto de Provisión de Agua Potable a la
Localidad de Melo, prov. de Córdoba, Di.P.A.S.
Frontera, H. 2005b. Estudio y Proyecto de Captaciones Subalveas, La Quebrada Río
Ceballos, para Provisión de Agua Potable al Acueducto La Quebrada, Río Ceballos,
Unquillo y Mendiolaza, Di.P.A.S. Prov. de Córdoba 2005.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
41
Hinsby, K; Purtschert, R; Edmunds, WM. 2008. Groundwater age and quality. In,
Quevauvallier, P. (ed) Groundwater Science and Policy: an International Overview.
RSC Publishing. p. 217-239.
Hipsey, M; Brookes, J. 2006. In situ evidence for the association of total coliform and
Escherichia coli with suspended inorganic particles in an Australian reservoir. Water,
Air and Soil Pollution. Vol 3, Nº2.
Moore, J. 2002. Field Hydrogeology- A Guide for Site Investigations and Report
Preparation. Lewis Publishers.
WWAP. 2006. World Water Development Report 2: Water – A Shared Responsibility. UN-
WWAP.
Zektser, IS; Everet, LG. 2004. Groundwater Resources of the World and Their Use.
UNESCO-IHP-VI Series on Groundwater. Nº6.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
42
Forrajes conservados con riego suplementario para la
producción de leche: resultados de tres años
Barrenechea, Angel A.1 *; Coschica, Germán 2; Barrenechea, María V. 3
1 Profesor Adjunto Asignatura Producción Lechera. Ingeniería Agronómica – Universidad Nacional de Villa
María. Titular del Estudio Agropecuario VM. Productor Agropecuario 2
Auxiliar docente en los Seminarios Alimentación de Vacas de Alta Producción, Diagnóstico de Situación de Establecimientos Agropecuarios y Administración de Establecimientos Agropecuarios. Ingeniería Agronómica – Universidad Nacional de Villa María. Asesor Técnico Estudio Agropecuario VM. 3 Auxiliar Docente Asignatura Producción Lechera. Ingeniería Agronómica - Universidad Nacional de Villa María. Asesor Técnico Estudio Agropecuario VM. * Autor de contacto: [email protected]; Lisandro de la Torre 63 Villa María, Córdoba CP 5900; Teléfono: 0353 155691862.
1. Introducción
La demanda creciente de alimentos en el mundo impulsó el desarrollo de nuevas
tecnologías y el aprovechamiento cada vez mayor del recurso suelo. Las proyecciones
nos muestran un desfasaje futuro entre la oferta y la demanda de alimentos, que deberá
ser solucionado con el máximo aprovechamiento de las tecnologías existentes y de las
nuevas. El recurso suelo destinado a cultivos pasó a ser una limitante muy grande, por lo
que el uso de los recursos tecnológicos para incrementar la productividad por superficie,
pasó a ser clave en los sistemas de producción agropecuarios.
Todo este escenario desencadenó un proceso de intensificación de la producción,
que produjo desequilibrios entre las distintas alternativas que dispone el productor en el
uso del recurso más escaso, el suelo. El cada vez más simple paquete tecnológico de la
agricultura, hizo que la ganadería se viera relegada en la puja por el uso del suelo, pero
beneficiada por la imperiosa necesidad de mejorar su competitividad para lograr
permanecer en la mesa de la demanda de alimentos.
2. La experiencia en el establecimiento La Cenobia
En este marco es que en La Cenobia, un establecimiento agropecuario de Villa
Nueva, Córdoba, dedicado a la producción agrícola y ganadera de leche, se analizó cómo
continuar hacia el futuro con un sistema mixto de producción, tratando de solucionar los
problemas causantes de las asimetrías tecnológicas de ambas producciones.
En función de la información disponible sobre agua subterránea, los suelos del
establecimiento y los estudios geológicos, en el año 2008 se instaló un equipo de riego
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
43
T&L de pivot central con una sola posición fija, de 619 m de ala, que cubre una superficie
de 120 ha, con una lámina diaria para el equipo de 6,6 mm.
Se llegó a este diseño de equipo de riego en función de los objetivos planteados, el
caudal de agua disponible y la planificación agronómica del círculo de riego.
3. Objetivos
Luego de las evaluaciones de factibilidad económica-financiera del proyecto de
inversión, se concluía claramente del impacto que podría tener en el resultado del
negocio leche comparado con el negocio granos.
A partir de allí se establecen como objetivos del área de riego:
1) maximizar la producción de alimentos groseros por hectárea para ser
transformados en leche
2) asegurar una producción de forrajes conservados estable y de calidad.
A partir de allí se fijaron una serie de pautas para poder cumplir con estos objetivos,
que permitirán aumentar la carga animal en los cuatro tambos del establecimiento y
asegurar estabilidad en la provisión de alimentos, en una región donde el agua de lluvia
es una importante limitante en la producción de alimentos para el ganado.
4. Análisis previo del impacto del riego en los sistemas lecheros
En los sistemas lecheros la correcta sintonía entre alimento-vaca-leche
resulta en la competitividad de los esquemas de producción. Con el riego se maximiza y
asegura la producción de alimentos que serán utilizados por la vaca, un rumiante que es
la máquina más perfecta para transformar alimentos groseros en un alimento de alto valor
para el ser humano, la leche.
En la evaluación previa a la inversión, se comparó la oferta de kilogramos
por hectárea de materia seca (MS) producidos y aprovechados, en los tambos de la
Cuenca Lechera de Villa María, información elaborada por Gambuzzi et al. (2003), en un
sistema de producción lechero en secano mejorado y en el mismo sistema mejorado pero
incorporando riego en la 50% de la superficie.
La Figura 1 muestra las claras diferencias logradas por un ordenamiento en la
planificación de la producción de alimentos del sistema, y una mejora adicional por mejor
cosecha de las pasturas y por el incremento de la superficie de silajes Con la
implementación de un sistema mejorado en secano se incrementa el 89% los kg MS
aprovechable respecto al promedio de la región, al pasar de 3.810 kg ha-1 de MS
aprovechadas a 7.200 kg ha-1 de MS aprovechadas. Si al sistema mejorado se incorpora
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
44
riego al 50% de la superficie, el incremento posible es del 230% de los kilogramos de MS
aprovechable pasando de 3.810 kg MS aprovechada a 12.570 kg ha-1 de MS
aprovechada (Gambuzzi et al., 2003).
Figura 1. Impacto de la mejora en la planificación del sistema en la oferta de MS (kg ha-1
) (Gambuzzi et al., 2003).
5. Esquema de producción para el riego
Se definió un esquema de rotación de cultivos en función de la lámina de riego
disponible, de la superficie del círculo y de los cultivos a utilizar, de forma tal de
eficientizar el uso del agua y lograr el máximo rendimiento en kg MS ha-1 de rotación.
Para cumplir estas premisas, se dividió el círculo de riego en 4 lotes de 30 ha cada uno.
La Figura 2 muestra como quedaron distribuidos los cuatro lotes en el pivot de
riego, de forma tal que se pueda cumplir una rotación de cuatro años. La Tabla 1 muestra
un esquema que permite utilizar cultivos agrícolas para producir forrajes conservados, y
que en función de los requerimientos del año, si existe excedente de forraje puedan ser
utilizados para grano. También permite cambiar cultivos de la misma temporada dentro
del esquema, dando plasticidad al sistema.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
45
Figura 2. Distribución de lotes en el círculo de riego.
Tabla 1. Esquema de rotación.
Año 1 Año 2 Año 3 Año 4
CI - CV CV - CV CI - CV CV-CV
CI: cultivo de invierno. CV: cultivo de verano
En la Tabla 2 se presentan los cultivos planificados para el ejercicio 2009-2010.
Tabla 2. Rotación planteada para el ejercicio 2009-2010
Año 1 Año 2 Año 3 Año 4
trigo – soja maíz - sorgo F* trigo - maíz maíz - sorgo F
* Sorgo F: sorgo forrajero.
Con estos cultivos en un ejercicio se realizan 90 ha de maíz, 60 ha de sorgo, 60 ha
de trigo y 30 ha de soja, totalizando 240 ha de cultivos en el círculo por año.
En el transcurso del ejercicio se realizaron los siguientes cambios: las 60 ha de trigo
y las 30 ha de soja se destinaron a cosecha de granos, y 30 ha de sorgo forrajero para
silo se cambiaron por moha, en los tres casos por tener cubiertas las necesidades de
forraje conservado como silaje.
6. Uso del agua
En la Tabla 3 se presenta la información elaborada según fecha de siembra de
cultivos, información obtenida en el campo y datos de evapotranspiración de Martellotto
et al. (2004):
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
46
- Requerimientos de agua: se utilizan los mm de agua requeridos en el ciclo de
cada cultivo.
- Agua inicial: se presentan los mm de agua disponibles en el perfil hasta 160 cm
de profundidad, al momento de la siembra.
- Lluvias promedio efectivas: se consideran el promedio de lluvias en mm ocurrida
en el período de cada cultivo, de la serie histórica de la UEE INTA Villa María.
- Necesidad de riego suplementario: es la estimación de agua suplementaria para
cada cultivo, tomada en base a los requerimientos, al agua inicial hasta los 160
cm y el promedio de lluvia efectiva de la zona.
- Riego aplicado en el ejercicio 2009-2010: son los mm realmente aplicados para
cada cultivo en el ejercicio.
Tabla 3. Uso del agua.
Cultivo Requerimientos.
de agua (mm)
Agua
Inicial
hasta 160
cm (mm)
Lluvias
promedio
efectivas en el
ciclo (mm)
Necesidad de
riego
suplementario
(mm)
Riego
aplicado
2009/2010
(mm)
trigo 404 100 139 165 230
maíz 1º 576 130 326 120 133
maíz 2º 534 90 349 95 60
sorgo F 3º 381 90 277 15 20
soja 2º 553 90 349 114 60
Los milímetros de agua suplementaria aplicados con el riego muestran las
características del ejercicio. El invierno de 2009 fue extremadamente seco y fue
necesario regar el trigo por sobre la estimación realizada. Mientras que en los cultivos de
segunda se regó por debajo de lo estimado por las buenas lluvias del primer trimestre de
2010.
7. Resultados de producción del ejercicio 2009-2010
La Tabla 4 muestra los resultados de producción de materia seca por hectárea y
en toda la superficie cubierta por el riego.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
47
Tabla 4. Producción de materia seca (MS) en la superficie regada 2009-2010
Cultivo Superficie
(ha) Rendimiento de MS
(kg ha-1
) MS Total
(kg)
trigo * 60 6.000
360.000 maíz 1
º 60 15.210 912.000
maíz 2º 30 15.048 451.440
sorgo F. 3º 30 12.576 377.280
soja 2º *
30 6.000
180.000 moha 2
º 30 5.500 165.000
MS TOTAL 2.446.320
MS (kg ha-1
) regada en el círculo de 120 ha 20.386 * Cultivos destinados a cosecha de granos. La producción fue estimada en el momento óptimo de picado.
8. Resultados de producción del ejercicio 2010-2011
La Tabla 5 muestra la sucesión de cultivos realizada en el ejercicio 2010-2011,
respetando el esquema de rotación planificado.
Tabla 5. Rotación planteada para el ejercicio 2010-2011
Año 1 Año 2 Año 3 Año 4
trigo – soja maíz 1º- maíz 3
º trigo - maíz 2
da maíz 1
º- maíz 3
º
A partir de los resultados del primer ejercicio, se introdujo como cambio la
realización de doble cultivo de maíz, reemplazando al sorgo forrajero.
En la Tabla 6 se presentan los resultados obtenidos en este segundo ejercicio de
producción de forrajes con riego suplementario.
Tabla 6. Producción de materia seca (MS) en la superficie regada 2010-2011
Cultivo Superficie
(ha)
Rendimiento de MS
(kg ha-1
)
MS Total
(kg)
trigo * 60 9.530 571.800
maíz 1º 60 12.730 763.000
maíz 2º 30 13.360 408.900
maíz 3º 60 10.050 603.000
soja 2º *
30 6.000
180.000
MS TOTAL 2.527.500
MS (kg ha-1
) regada en el círculo de 120 ha 21.063
* Cultivos destinados a cosecha de granos. La producción fue estimada en el momento óptimo de picado.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
48
9. Resultados de producción del ejercicio 2011-2012
En este último ejercicio se continuó con el esquema de rotación y se repitió la
secuencia de cultivos en el círculo de riego.
La Tabla 7 muestra los resultados obtenidos de MS (kg ha-1) y los totales por cultivo
y de toda la superficie regada.
Tabla 7. Producción de kg MS en la superficie regada 2011-2012
Cultivo Superficie
(ha)
Rendimiento de MS
(kg ha-1
)
MS Total
(kg)
trigo * 60 11.558 693.480
maíz 1º 60 9.576 574.560
maíz 2º 30 13.547 406.410
maíz 3º 60 12.664 759.840
soja 2º *
30 4.167
125.010
MS TOTAL 2.559.300
MS (kg ha-1
) regada en el círculo de 120 ha 21.328
* Cultivos destinados a cosecha de granos. La producción fue estimada en el momento óptimo de picado.
10. Resumen de los tres ejercicios
La Tabla 8 presenta el resumen de la producción bajo riego de materia seca
(kg ha-1) de los tres primeros ejercicios de funcionamiento del equipo de riego.
Tabla 8. Producción de MS en la superficie regada
Ejercicio MS (kg ha-1
)
2009-2010 20.386
2010-2011 21.063
2011-2012 21.328
Promedio 20.925
11. Conclusiones
De la evaluación de los resultados de producción de materia seca por hectárea
obtenidos en los tres primeros años de experiencia, se concluye:
1- Se completaron los tres ejercicios cumpliendo el esquema de rotación
planteado, pudiendo lograr dos cultivos en el año sin inconvenientes.
2- Se fue ajustando la secuencia de cultivos dentro del esquema.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
49
Es necesario ajustar híbridos y variedades a realizar para maximizar la
producción, especialmente en el doble cultivo de maíz.
3- Se logró una muy importante producción de forrajes en los tres ejercicios,
superando los 20.000 kg ha-1 promedio, volumen que posibilita mejorar
sustancialmente la competitividad de los sistemas lecheros.
4- En los tres años se vivieron situaciones climáticas dispares, adversas y
favorables. El riego suplementario permitió ejecutar calendarios de cultivos
de acuerdo a lo planificado, brindando certeza en la producción de forraje
conservado.
5- Independientemente de la variabilidad climática, las producciones por
hectárea de los tres ejercicios muestran un resultado muy estable y en
crecimiento.
6- El cultivo más importante de la secuencia es el maíz, por: a. Ocupar 150 ha
por año, siendo el cultivo de mayor superficie lo que representa el 63% de
la superficie sembrada; b. Por los altos valores de producción logrados por
hectárea independientemente del momento de siembra.
7- Los maíces de 2º sembrados sobre rastrojo de trigo, han logrado mayores
rendimientos que los de 1º y de 3º sembrados sobre maíces de 1º.
8- En trigo se fue ajustando la variedad, logrando aumentar en forma
significativa la producción por hectárea.
9- En el cultivo de soja no se trabajó en la búsqueda del cultivar más
adecuado, existiendo la posibilidad de mejorar sustancialmente la
producción por hectárea.
10- El criterio de regar en función del balance hídrico permitió hacer un uso
racional del agua utilizada y no incrementar los costos de producción. Este
es un tema de suma importancia a trabajar en el futuro.
11- En función del ajuste a realizar de cultivos, híbridos y tecnología de
producción, se deberán formular nuevos objetivos de producción apuntando
a mejorar rendimientos y calidad de forrajes.
12- Hay temas de gran importancia a seguir como el manejo del suelo,
cobertura, pisado por tránsito de máquinas y camiones, etc. Que van a ser
claves para los cultivos futuros.
13- Si bien este es un trabajo técnico de campo sin diseño estadístico, permite
sacar importantes conclusiones luego de tres ejercicios. Cabe señalar que
para la toma de decisiones resulta clave completar esta información
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
50
productiva con información de calidad de los forrajes conservados
realizados.
12. Bibliografía
Gambuzzi, EL; Zendher, R; Chimicz, J. 2003. Análisis de Sistemas de Producción
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
52
water applications (less deep percolation, runoff, and evaporation losses from irrigation
and better use of precipitation), or from a physiological response in plants that increases
productivity per unit water consumed when water is limited. Increasing marginal
productivity of water with deficit irrigation indicates that deficit irrigation may be a way to
maximize economic returns per unit irrigation water.
Past studies have also shown that yield relationships based on water consumption
or evapotranspiration are often linear (Doorenbos et al., 1986). This implies that the
marginal productivity of the water is constant and deficit irrigation may be no more
productive per unit water consumed than full irrigation. If this is the case, where deep
percolation and runoff losses can be reused and have value, full irrigation on a reduced
irrigated area may provide higher economic returns for the watershed. In many western
U.S. watersheds, water is effectively reused, and in fact, reuse of irrigation water return
flows is the legal water right of downstream users. For example, Colorado water law
allows transfers to other uses only of the estimated consumptively used portion of a water
supply; the return flows must be maintained for downstream users.
Thus, it is critical to understand the water balance, water law, and water quality in a
watershed to establish the value of water for crop production and means to maximize
irrigation productivity. Improved irrigation efficiency is not likely to produce much “new”
water because it results primarily in a reduction of return flows rather than a reduction in
ET, and even deficit irrigation is economically viable only if the marginal productivity of
consumed water increases substantially. On the other hand, if the water quality of runoff
or the groundwater is degraded or the water ends up where it cannot be easily reused,
productivity based on irrigation application is most important.
Although many limited irrigation studies have been carried out around the world, I
feel there continues to be a need for more information on crop responses to deficit
irrigation. So, in 2008, USDA-ARS began a field study of the water productivity of 4
common Central Plains field crops under a wide range of irrigation levels from fully
irrigated to about 40% of full irrigation. We are measuring ET of the crops under each of
these conditions and seeking ways to maximize productivity per unit water consumed.
We also strive to better understand and predict the responses of the crops to deficit
irrigation so that limited irrigation water can be scheduled and managed to maximize
yields.
2. Methods
A 20 ha research farm near Greeley, CO – the Limited Irrigation Research Farm, or
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
53
LIRF - was developed to enable the precision water control and field measurements
required to accurately measure ET of field crops. The predominately sandy-loam soils
and good groundwater well are ideal for irrigation research. Average precipitation in the
area is 250 mm per year.
Four crops – field corn, sunflower (oil), dry beans (pinto), and winter wheat were
rotated through research fields on the farm. Crops are planted, fertilized, and managed
for maximum production under fully-irrigated conditions, but are irrigated at 6 levels that
range from fully irrigated to about 40% of the fully irrigated amount. Deficit irrigations are
timed to maximize production – usually by allowing relatively higher stress during early
vegetative and late maturity stages and applying extra water to reduce stress during
reproductive stages.
Each crop field was divided into 4 replications in which the 6 irrigation treatments
were randomized. Water was regulated, measured, and delivered to 12 row (9 m) x 40 m
plot. We applied irrigation water with drip irrigation tubes placed on the soil surface in
each crop row to insure that the water was applied uniformly. This was essential to be
able to complete the water balance. Figure 1 shows an aerial view of the research fields
in 2008.
A CoAgMet (Colorado Agricultural Meteorological Network) automated weather
station was installed on the farm near the center of a ½ ha grass plot. Hourly weather data
from the station were used to calculate ASCE Standardized Penman-Monteith alfalfa
reference evapotranspiration (ETr). Soil water content between 15 cm and 2 m depth was
measured by a neutron probe from an access tube in the center of each plot. Soil water
content in the surface 15 cm was measured with a portable TDR system (MiniTrase,
SoilMoisture, Inc., Santa Barbara, CA)a. Soil evaporation was estimated based on
techniques described in Allen et al. (1998). Basal crop coefficients were adapted from
Table 8.8 in Allen et al. (2007) based on full cover date. Irrigations were scheduled using
both predicted soil water depletions based on ETr measurements, and measured soil
water depletion.
Plant measurements were taken periodically to determine crop responses to the
water levels. We recorded plant growth stage and measured canopy cover with digital
cameras. The digital cameras along with spectral radiometers and an infrared
thermometer were mounted on a “high boy” mobile platform and driven through the plots
weekly (Figure 2). Indicators of crop water stress such as stomatal conductance and leaf
a Equipment brand names are provided for the benefit of the reader and do not imply endorsement of the
product by USDA.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
54
water potential were measured periodically. Canopy temperature was measured
continuously with stationary infrared thermometers and periodically with the mobile
platform (Bausch et al., 2010). At the end of the season, seed yield and quality as well as
total biomass were measured from each plot. On two fields on the farm, crop ET was
measured with energy balance instruments (Bowen Ratio method) for well-watered crops.
These measurements allow crop coefficients to be estimated for the crops. On other fields
on the farm, we are cooperating with Colorado State University faculty to test wheat and
dry bean varieties under varying irrigation levels.
An important part of the research is to extend the results beyond the climate and
soils at LIRF. We are working with the ARS Agricultural Systems Research group to use
this field data to improve and validate crop models. Once we have confidence in the
models, we can estimate crop water use and yields over a wide range of conditions.
Figure 1. Aerial view of the water productivity plots at LIRF in 2008. Crops from left to right are beans, wheat, sunflower, and corn. Lower fields contain Bowen Ratio instrumentation.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
55
Figure 2. High Boy reflectance tractor measuring canopy reflectance and temperature.
4 Results
The Table 1 summarizes the overall results for the four crops in terms of water
requirements and productivity. For comparison, productivity is listed in terms of kilogram
of grain produced per cubic meter of water consumed, or evapotranspiration, often
referred to as water use efficiency. Water consumption includes rainfall and irrigation but
deducts any water lost to runoff or deep percolation. Corn, although a fairly high water
user, is the most efficient at converting water to biomass and grain. Sunflower uses a little
less water than corn and tends to utilize soil water efficiently because of its vigorous
rooting system. Winter wheat uses about the same amount of water as sunflower.
Because wheat matures early, it can be a good rotation crop if well capacity or late
season water supply is limited. Pinto beans use less water than the other crops studied
because of the short season.
Table 1. Water requirements and productivity for corn, sunflower, winter wheat and pinto beans.
Crop Water Productivity Total Water Requirements
Corn 2.3 kg/m3 580 mm ET
Sunflower 0.8 kg/m3 470 mm
Winter Wheat 1.3 kg/m3 480 mm
Pinto Beans 0.8 kg/m3 350 mm
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
56
We will summarize the four years of corn (Dekalb DKC52-59 (VT3)) results in more
detail. Figure 3 shows the seasonal water balance for the 2011 corn crop for the 6
irrigation treatments. Precipitation was all stored in the root zone except for the 100% and
85% irrigation treatments which lost about 25 and 13 mm to deep percolation,
respectively. All treatments ended the season with a little more water in soil storage than
at the beginning. The irrigation applications varied between 450 – 150 mm. With deep
percolation and storage changes, the ET varied only between 630 – 340mm. In other
years, ET of the fully-irrigated crop averaged 580 mm and of the most stressed crop, 360
mm. Irrigations were timed such that plant water stress for the deficit irrigation levels was
least between tasseling and soft dough (growth stages VT to R4).
The wide range of irrigation applications resulted in substantial differences in crop
growth. Figures 4 and 5 show a comparison of plant height and ground cover in early
August, 2008 as the corn was beginning to tassel.
Figure 6 shows the yield:water relationship for corn for each year. Grain yields
varied from over 13 Mg/ha at full irrigation to under 6 Mg/Ha at low irrigation and biomass
was about double grain yields. Hail damage in 2009 resulted in about 15% lower grain
yields but little difference in total biomass. The reason for the relatively low yield with full
irrigation in 2010 is not known. Harvest index (the portion of total biomass that is grain)
ranged from 50 – 60% and did not vary with irrigation level.
The water production function based on applied irrigation water is fairly flat at full
irrigation and curves downward as the water application decreases, showing that the
decrease in yield for each unit decrease in water applied is relatively small when the
deficit is small, but the rate of yield decrease gets larger as the deficit increases. This
means that the marginal productivity of irrigation water (additional yield per unit additional
water) is relatively low near full irrigation, showing the potential benefit to the farmer of
reducing irrigation and transferring water to higher-valued uses. The water use efficiency,
or productivity per unit of irrigation water applied, increases from about 3 kg/m3 at full
irrigation to about 5 kg/m3 when irrigation is reduced by 50%. This is because irrigation is
more efficient, precipitation is more effectively used by the crop, and the crop extracts
more water from the soil.
However, the water production function for grain yield based consumptive use or ET
(the right curves in Fig 6) moves to the right and is relatively straight. This implies that the
corn is equally efficient in its use of every additional unit of water consumed. The water
use efficiency in terms of ET is about 2.3 kg/m3 at full irrigation. This is smaller than when
based on irrigation water because it also counts precipitation used by the crop. The water
use efficiency based on ET stays relatively constant for deficits up to about 15%, and then
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
57
decreases. Because corn requires about 300 mm of water to produce any yield, the water
use efficiency declines with deficit irrigation.
These results imply that nearly all of the increase in the water use efficiency of
irrigation water with deficit irrigation results from more effective use of precipitation,
increased irrigation efficiency, and increased use of stored soil water, or conversely, the
lower marginal value of water near full irrigation is due to inefficient use of rainfall and
irrigation water. The marginal value of applied water near full irrigation would be even
smaller with less efficient irrigation systems since more of the applied water would be lost
to runoff, deep percolation, and possibly surface evaporation.
Figure 3. Water balance for the 2011 corn crop showing precipitation, irrigation, and seasonal soil water storage changes. Bars below zero represent additions to storage or deep percolation losses. Dotted areas represent irrigation or precipitation stored or percolated.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
58
Figure 4. Comparison of corn growth condition on Aug 4, 2008 just before tasseling. Rows at the left and background are fully irrigated; rows at right are the lowest irrigation level.
a b
Figure 5. Overhead photos showing corn canopy on Aug 1, 2008. (a) Full irrigation: 91% ground cover; (b) Low irrigation: 63% ground cover.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
59
Figure 6. Water production functions for 2008 - 2012 corn at LIRF. Blue symbols are yield vs. irrigation water applied; purple symbols are yield vs ET. Yields are plotted relative to irrigation amount (Irr) and crop ET.
These results also imply that, based on consumptive use, there would be little or no
yield benefit to deficit irrigation compared to fully irrigating only a portion of the land. In
fact, fully irrigating less land would likely provide the highest economic returns due to
lower production costs.
These results show the importance of developing water production functions based
on the correct unit of water. If water value is based on cost of the water supply (eg.
pumping costs from a well), then productivity based on applied water is important.
However, for the purpose of transferring consumptive use savings, the productivity must
be based on water consumed. The value of limited irrigation based on consumptive use
savings will likely be less, and if the crop is efficient at converting increased consumptive
use to yield, there may be no economic benefit to limited irrigation.
5. Conclusion
Although the productivity of applied water will generally increase with decreasing
irrigation amounts, the marginal productivity of ET tends to be constant and the water use
efficiency decreases with deficit irrigation. Thus, in watersheds where return flows are
effectively used downstream, deficit irrigation may not increase overall irrigated production
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
60
in the watershed and may not be economically viable for farmers.
6. References
Allen, RG; Pereira, LS; Raes, D; Smith, M. 1998. Crop evapotranspiration: guidelines for
computing crop water requirements. FAO Irrigation and Drainage paper 56. FAO,
Figura 1. Valores de Kc y ky para cada etapa de desarrollo del maíz (2003).
La validación de esta metodología se ha realizado con datos experimentales de 40
parcelas de maíz sometidas a distintas estrategias de programación de riegos durante los
años 2001, 2002 y 2003, con niveles de estrés de entre el 0% y el 60% de ETm bajo las
condiciones de clima semiárido de Motilleja (Albacete) (Martínez, 2004).
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
64
Para evitar resultados agronómicamente inaceptables y una posible
sobreestimación del rendimiento, ha sido necesario introducir una serie de restricciones
en el optimizador como limitar a 0.5 el mínimo valor que puede alcanzar la relación
ETa/ETm objetivo en cada etapa (Doorenbos y Kassam, 1979), limitar a 0.8 el máximo
estrés durante la etapa de establecimiento para garantizar un adecuado nivel de
nascencia, y determinar la máxima diferencia de ETa/ETm entre etapas de desarrollo
consecutivas. Efectivamente, en los cereales, los componentes básicos del rendimiento
son el número de espigas por unidad de área, el número de granos por espiga, y el peso
medio del grano. Estos componentes individuales se forman sucesivamente a lo largo del
período de desarrollo. Dentro de unos rangos, existe además una compensación de los
componentes anómalos del rendimiento por la modificación de los formados más tarde,
asegurando un nivel de estabilidad del rendimiento (López-Bellido, 1991). Así, debe
plantearse la hipótesis de que el cultivo no será capaz de expresar todo su potencial de
desarrollo en una etapa posterior aunque no padezca estrés en la misma, si en alguna
etapa anterior el nivel de estrés ha sido excesivo. En consecuencia, para simular el
rendimiento del cultivo de maíz se ha tenido en cuenta este posible efecto, estableciendo
unos niveles máximos de diferencia de ETa/ETm entre etapas consecutivas de ky, para
evitar que el modelo sobreestime el rendimiento final simulado. Por otro lado, los
parámetros de simulación del maíz con MOPECO habían sido previamente calibrados y
validados (Domínguez et al., 2012) (Tabla 1).
Tabla 1. Valores de Kc, ky, e Ym para maíz FAO-700 (híbridos Brasco y Dracma) bajo las
condiciones climáticas de Castilla-La Mancha.
Parámetros calibrados y validados para la simulación de maíz con MOPECO
Etapa
S1: S2: S3: S4:
Kc
0,30 0,30 – 1,10
1,10 1,10 – 0,55
Ky
0,35 1,05 0,40 0,20
Híbrido
Dracma Brasco
Ym
15.700 kg ha-1
19.700 kg ha
-1
3. Resultados y discusión
A partir de las relaciones ETa/ETm obtenidas con las programaciones de riego de
los ensayos de campo para cada etapa de ky, y para cada uno de los 40 tratamientos de
los 3 años de ensayo (Martínez, 2004; Domínguez et al., 2012), se han obtenido las
diferencias máximas entre dos etapas consecutivas, distinguiendo entre los tratamientos
que fueron bien simulados (Fitting) y los que sobrepasaron la variabilidad máxima
admitida (diferencia superior al 10% entre el rendimiento observado (Yo) y el simulado
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
65
(Ya)) (No Fitting) (Figura 2a). También se han tenido en cuenta los tratamientos que
fueron desestimados para las simulaciones por presentar alguna etapa con una ETa/ETm
acumulada < 0.5 (Out of range).
Así, puede observarse que MOPECO fue capaz de simular con un buen nivel de
ajuste 67 de los 80 tratamientos que presentaban diferencias ETa/ETm ≤ 0,2 entre etapas
consecutivas. Aún así, el modelo también consiguió simular correctamente 6 tratamientos
con diferencias 0,2 < ETa/ETm ≤ 0,3, y 6 incluso por encima de 0,3 (Figura 2b). Sin
embargo, dado que ninguno de los tratamientos de 2001 ni de 2002 fueron simulados
adecuadamente con diferencias ETa/ETm > 0,3; y que a partir de 0,4 se desestimaron
todos los tratamientos menos 1 (Figuras 2a y 2b), se ha considerado 0,3 como la máxima
diferencia entre etapas que podría permitirse en este cultivo para el adecuado
funcionamiento del modelo. Esta diferencia es del mismo orden que la aplicada por
Mansouri-Far et al., (2010), y algo inferior al 0,4 de Pandey et al. (2000), aunque otros
autores plantean diferencias que superan el 0,6 (Farré and Faci, 2006) las cuales serían
incompatibles con esta metodología.
Por otro lado, en este trabajo se ha considerado la misma diferencia máxima de
estrés entre cualquiera de las etapas consecutivas de desarrollo, aunque, dependiendo
de las etapas implicadas y de si el nivel de estrés crece o disminuye, se puede intuir que
este valor podría ser variable. Por lo tanto, estos resultados ponen de manifiesto que son
necesarios ensayos de riego deficitario controlado dirigidos a determinar las máximas
diferencias de déficit entre etapas que los cultivos herbáceos son capaces de soportar sin
que se vea afectado el potencial de desarrollo de las etapas posteriores.
Progression of cases
0
20
40
60
80
100
120
0.0 0.2 0.4 0.6 0.8 1.0
ETa/ETm difference
Nu
mb
er o
f tr
eatm
ents
Fitting Not Fitting
Out of range Total
Analysis per treatment
0.00
0.10
0.20
0.30
0.40
0.50
0.60
0.70
0.80
1 2 3 4 5 6 7 8 910
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
32
33
34
35
36
37
38
39
40
Treatment
ET
a /E
Tm
dif
fere
nce
2001 Fitting 2001 Not Fitting 2001 Out of range
2002 Fitting 2002 Not Fitting 2002 Out of range
2003 Fitting 2003 Not Fitting 2003 Out of range
a) b)
Figura 2. Determinación de la maxima diferencia de ETa/ETm entre dos etapas consecutives de ky; a) Análisis por tratamiento; b) Evolución de casos acumulados.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
66
Con los datos climáticos de los años 2001 a 2008 se ha calculado la distribución
óptima teórica media de los niveles de estrés por etapas para 4 niveles de estrés global
(0,6; 0,7; 0,8 y 0;9) (Figura 3a). Estos resultados coinciden con lo que sería un manejo
adecuado del cultivo desde un punto de vista fisiológico ya que bajo altas y medias
condiciones de estrés interesa asegurar la nascencia y garantizar un cierto desarrollo
vegetativo, favoreciendo en todo lo posible a la etapa reproductiva, por lo que el estrés se
aplicaría fundamentalmente durante el llenado del grano y la maduración. Sin embargo,
bajo condiciones de poco estrés hídrico, el ahorro de agua debe realizarse durante el
establecimiento y el desarrollo vegetativo, ya que una vez garantizada una buena
germinación, puede lograrse un buen nivel de rendimiento sin necesidad de que el cultivo
alcance su desarrollo vegetativo potencial. Esta metodología sería capaz de mejorar
hasta en un 20% el rendimiento obtenido con respecto a un riego deficitario constante por
etapas (CDI) (Figura 3b).
Optimized ETa/ETm rate per ky stage (ORDI 0.3 - 5 stages)
Figura 3. a) Relaciones ETa/ETm por etapas que maximizan el rendimiento en función del nivel de estrés global objetivo; b) Diferencia de rendimiento entre ORDI y un riego deficitario constante por etapas.
A modo de ejemplo, se comparan el efecto de los calendarios de riegos aplicados
por la metodologías ORDI y CDI cuando la ETa/ETm global objetivo = 0,8 bajo las
condiciones climáticas de 2011. Así, los niveles de estrés a aplicar en cada etapa con
ORDI son los que aparecen en la Figura 3a, mientras que con CDI serían 0.8 en todas las
etapas (Figura 4).
Durante Kc (I) el modelo se comporta igual en ambos escenarios, ya que trata de
alcanzar una ETa/ETm acumulada al final de esa etapa igual a 0,8. Sin embargo, como
consecuencia del contenido inicial de agua útil del suelo (75% del agua total disponible
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
67
para la planta “TAW” pues en abril el suelo está muy cargado de humedad ya que la
temporada de lluvias ocurre desde el otoño hasta la primavera), la restricción de
mantener la capa más superficial húmeda mediante riegos ligeros y frecuentes, la baja
demanda evapotranspirativa de la atmósfera que permite un mayor nivel de agotamiento
del suelo antes de que comience a sufrir estrés la planta, y la lluvia caída de forma
aleatoria durante ese periodo, MOPECO no ha sido capaz de generar estrés en el cultivo.
En la etapa ky (i’), la ausencia de lluvias, junto con el aumento de las necesidades
hídricas del cultivo por un mayor desarrollo vegetativo y unas mayores temperaturas,
permite al modelo alcanzar las ETa/ETm objetivo para esas etapas (0,7 en ORDI y 0,8 en
CDI). También hay que resaltar el elevado agotamiento de agua del suelo que a veces se
produce en poco tiempo, lo que conduce a altos niveles de estrés en días puntuales, con
relaciones ETa/ETm diarias incluso inferiores a 0,3.
En la etapa ky (ii) es donde se aprecian las mayores diferencias en cuanto a la
estrategia que sigue el modelo. Así, mientras que con CDI trata de mantener el contenido
de humedad ligeramente por debajo de 1-p para satisfacer el objetivo de ETa/ETm global
= 0.8, en ORDI debe volver a alcanzar un alto contenido de humedad y evitar el estrés
para lograr una ETa/ETm global = 1.
En las dos últimas etapas del escenario CDI, MOPECO sigue la misma metodología
que en la etapa ky (ii), reduciendo la intensidad de los riegos a medida que avanza el
verano y las necesidades del cultivo comienzan a descender (a mediados de la etapa ky
(iii)). En el caso de ORDI, el modelo debe alcanzar 0,76 y 0,55 al final de las etapas ky
(iii) y ky (iv) respectivamente, por lo que debe volver a reducir el contenido de humedad
del suelo y volver cuanto antes a situaciones de estrés hídrico. Así, en este caso el valor
de agua neta total (TNW) para ambas estrategias ha sido prácticamente el mismo (ORDI:
413,9 mm; CDI: 413,7 mm), pero con diferencias significativas de rendimiento (ORDI:
14.711 kg ha-1; CDI: 12.936 kg ha-1).
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
68
0
3
6
9
12
15
18
21
24
27
30
0.0
0.1
0.2
0.3
0.4
0.5
0.6
0.7
0.8
0.9
1.0
119
12
6
13
3
14
0
14
7
15
4
16
1
16
8
17
5
18
2
18
9
19
6
20
3
21
0
21
7
22
4
23
1
23
8
24
5
25
2
Pe,
Net
irr
iga
tio
n (m
m)
AW
, ET
a/E
Tm
, 1-p
Day of year
AW 1-p Accumulated ETa/ETm
Daily ETa/ETm Pe (mm) Net irrigation (mm)
0
3
6
9
12
15
18
21
24
27
30
0.0
0.1
0.2
0.3
0.4
0.5
0.6
0.7
0.8
0.9
1.0
119
12
6
13
3
14
0
14
7
15
4
16
1
16
8
17
5
18
2
18
9
19
6
20
3
21
0
21
7
22
4
23
1
23
8
24
5
25
2
Pe,
Net
irr
iga
tio
n (m
m)
AW
, ET
a/E
Tm
, 1-p
Day of year
AW 1-p Accumulated ETa/ETm
Daily ETa/ETm Pe (mm) Net irrigation (mm)
a)
b)
Kc (I) Ky (i’) Ky (ii) Ky (iii) Ky (iv)Stage:
Figura 4. Calendario de riegos para las condiciones de 2011 con el objetivo de alcanzar un objetivo global de riego deficitario de 0.8 mediante dos estrategias de riego: a) riego deficitario controlado optimizado (ORDI); y b) riego deficitario constante por etapas (CDI). AW: agua disponible en la zona radicular calculada como contenido de agua actual menos contenido de agua en punto de marchitamiento dividido por el agua total disponible “TAW” (adimensional); p es la fracción de TAW que un cultivo puede extraer de la zona radicular sin padecer estrés (adimensional); La relación ETa/ETm acumulada se calcula para cada etapa de ky (adimensional); Pe: lluvia efectival (mm).
4. Conclusiones y recomendaciones
La metodología propuesta en este trabajo permite determinar las relaciones
ETa/ETm objetivo por etapas que lograrían la mejor eficiencia en el uso del agua por parte
de un cultivo de maíz bajo las condiciones de Motilleja (Albacete). Así, bajo altas y
medias condiciones de estrés interesa asegurar la nascencia y garantizar un cierto
desarrollo vegetativo, favoreciendo en todo lo posible a la etapa reproductiva, por lo que
el estrés se aplicaría fundamentalmente durante el llenado del grano y la maduración. Sin
embargo, bajo condiciones de poco estrés hídrico, el ahorro de agua debe realizarse
durante el establecimiento y el desarrollo vegetativo, ya que una vez garantizada una
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
69
buena germinación, puede lograrse un buen nivel de rendimiento sin necesidad de que el
cultivo alcance su desarrollo vegetativo potencial.
En principio, la metodología ORDI podría ser aplicable a buena parte de los cultivos
herbáceos tras un proceso de calibración y validación de los parámetros que permitan su
simulación utilizando la función de Stewart et al. (1977) y la metodología propuesta por
FAO, en combinación con las mejoras introducidas en este trabajo. Por lo tanto, y aunque
sólo se disponga de los valores de ky publicados por FAO sin calibrar para la zona, esta
metodología puede servir de orientación a la hora de establecer un ensayo de riego
deficitario con cultivos herbáceos. El modelo MOPECO permite además realizar la
optimización económica del agua de riego, que es su principal objetivo.
La utilización generalizada de esta metodología de riego deficitario optimizado por
etapas en maíz permitiría un incremento del rendimiento de hasta un 20% en
comparación con un riego deficitario constante por etapas y en función del objetivo
productivo, lo que puede traducirse en un ahorro considerable de agua en las
explotaciones de regadío con baja disponibilidad de recursos hídricos.
Finalmente, el efecto que el nivel de estrés hídrico en una etapa puede provocar en
la siguiente puede ser relevante a la hora de establecer las máximas diferencias de
ETa/ETm permitidas entre dos etapas de ky consecutivas. Siendo conservadores, en este
trabajo se ha considerado un valor de hasta 0,3, aunque sería necesario realizar ensayos
específicos con maíz que permitan establecer de forma más ajustada este valor, así
como determinar si el mismo puede ser variable en función de las etapas implicadas.
5. Agradecimientos
Este trabajo se ha desarrollado en el marco de tres proyectos de investigación: los
proyectos europeos FLOW-AID (“Farm Level Optimal Water Management: Assistant for
Irrigation under Deficit” Nº 036958 GOCE) y DeSURVEY “A Surveillance System for
Assessing and Monitoring of Desertification” (SUSTDEV-CT-2004-003950-2) financiados
por la CE, y el proyecto nacional “Manejo eficiente del agua de riego y la energía en
zonas áridas y semi-áridas” (AGL2001-1180-C02) financiado por el MEC.
Figura 1. Mapa de NDVI obtenido con un sensor Green Seeker® Modelo RT 200 (a) y mediante fotografía aérea multiespectral con una cámara GV 3000 (b).
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
76
Los valores puntuales generados en la interpolación permitieron caracterizar
mediante estadísticos descriptivos los valores de NDVI obtenidos por cada instrumente.
El valor medio del NDVI obtenido con la fotografía aérea fue de 0,57 con un máximo de
0,68, un mínimo de 0,37 y un desvío estándar de 0,06 (n = 13869 puntos) (Figura 2).
Figura 2. Fotografía aérea multiespectral obtenida con una cámara GV 3000 montada en avión. Resultados interpolados mediante AFS 5.05.
Las mediciones obtenidas con el sensor GreenSeeker® dieron como promedio un
valor de NDVI de 0,59, con un rango de 0,75 a 0,41, con un desvío estándar de la media
de 0,07 (n = 13869) (Figura 3).
Figura 3. Mapa de NDVI obtenido con un sensor GreenSeeker® Modelo RT 200. (grilla de datos generara mediante interpolación a ..x …m).
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
77
La comparación visual de las Figuras 3 y 4, indican la existencia de una relación
espacial entre las observaciones realizadas con ambos sensores. La relación obtenida
mediante regresión lineal (Figura 4) mostró una estrecha relación entre las mediciones
con ambos instrumentos, el NDVI de GreenSeeker® y el NDVI de la fotografía aérea. La
pendiente de la relación fue muy cercana a 1, con lo cual puede inferirse que ambos
instrumentos logran índices muy similares entre sí (Y=-0,06 + X * 1,02; R2 = 0,77; p =
0,0001).
0.35 0.44 0.52 0.61 0.69
NDVI Fot. Aérea
0.38
0.47
0.56
0.65
0.74
ND
VI G
ree
n S
ee
ke
r
Figura 4. Relación entre el NDVI obtenido con un sensor GreenSeeker® Modelo RT 200 y por fotografía aérea multiespectral con cámara GV 3000. Datos interpolados en grilla de 3m x 3m.
Los resultados se procesaron con diferentes tamaños de grillas de interpolación
desde el conjunto de las observaciones en la resolución espacial original a grillas de 10 m
x 10 m, 20 m x 20 m y 30 m x 30 m. Este procesamiento, fue realizado a fin de simular
resoluciones que se lograrían con distintas precisiones de cámaras o mayores alturas de
vuelo, que permitirían cubrir superficies mayores en menor tiempo. En todos los casos las
relaciones obtenidas fueron similares y las pendientes de las relaciones no fueron
distintas de 1.
Los resultados sugieren que es factible realizar diagnósticos del status nitrogenado
de los cultivos inferido a partir del NDVI determinado a partir de fotografías
multiespectrales de la misma manera que se logran con el uso de GreenSeeker®.
De esta manera, se podrían utilizar los algoritmos de prescripción desarrollados
para GreenSeeker® para realizar prescripciones de aplicaciones variables de nitrógeno
basadas en fotografías aéreas multiespectrales. Existen otros antecedentes del uso de
fotografías para prescribir aplicaciones nitrogenadas en trigo (Flowers et al., 2003) y en
maíz (Scharp y Lory, 2009). Sin embargo, no se conocen antecedentes que comparen
fuentes de información como las evaluadas en este trabajo.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
78
0.25 0.34 0.42 0.51 0.59
NDVI Fotografía Aérea
0.39
0.47
0.56
0.65
0.74
ND
VI
Gre
en
Se
eke
r
Figura 5. Relación entre el NDVI obtenido con un sensor GreenSeeker® Modelo RT 200 y por fotografía aérea multiespectral con cámara GV 3000. Datos interpolados en grilla de 10 m x 10m. (Y= -0,06 + X * 1,01, R
2 = 0,76, p = 0,0001).
0.25 0.34 0.42 0.51 0.59
NDVI Fotografía Aérea
0.39
0.47
0.56
0.65
0.74
ND
VI
Gre
en
Se
eke
r
Figura 6. Relación entre el NDVI obtenido con un sensor GreenSeeker® Modelo RT 200 y por fotografía aérea multiespectral con cámara GV 3000. Datos interpolados en grilla de 20 m x 20m. (Y= -0,06 + X * 1,0, R
2 = 0,75, p = 0,0001).
0.27 0.35 0.43 0.51 0.59
NDVI Fotografía Aérea
0.40
0.49
0.57
0.65
0.74
ND
VI
Gre
en
Se
eke
r
Figura 7. Relación entre el NDVI obtenido con un sensor GreenSeeker® Modelo RT 200 y por fotografía aérea multiespectral con cámara GV 3000. Datos interpolados en grilla de 30 m x 30m. (Y= -0,06 + X * 0,99, R
2 = 0,74, p = 0,0001).
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
79
De acuerdo a lo anterior, se puede desarrollar un sistema de prescripción de dosis
variable de implementación en un SIG, donde se apliquen los algoritmos existentes a
datos de NDVI obtenidos desde fotografía multiespectral. Esto puede resolverse a
distintas resoluciones espaciales. Se puede calcular valores puntuales sobre la resolución
original de las fotografías disponibles, o procesarse previamente mediante técnicas de
agrupamiento, conformando zonas de valores de NDVI semejantes y calcular
recomendaciones por zonas. Los mapas de prescripción pueden exportarse en formatos
de intercambio genéricos (ej. .shp), compatibles con los sistemas de dosificación variable.
El desarrollo de esta propuesta, requiere validación que incluya un tiempo mínimo de
respuesta entre la realización del vuelo, el procesamiento de las fotos y cálculo de las
prescripciones.
4. Conclusiones
Este trabajo demuestra que el NDVI calculado a partir de fotografía aérea
multiespectral otorga información similar a la que se obtiene con sensores montados en
maquinas autopropulsadas como el GreenSeeker®. Estos resultados son aplicables al
desarrollo de métodos alternativos para la prescripción de fertilización nitrogenada.
5. Agradecimientos
A D&E por facilitarnos los sensores GreenSeeker® y Frontera Agropecuaria,
empresa prestadora de servicio que realizó el vuelo y procesamiento de la fotografía
Promedio 849 277 18.657 22.14 EUA, eficiencia en el uso del agua.
Con la información obtenida se realizaron ajusten de calibración del modelo Soil
Water Balance en relación a la producción de biomasa y rendimiento en grano. La
calibración y validación de modelos de este tipo permiten luego emplear los mismos para
hacer análisis de campañas o de lotes de producción. De esta forma los modelos de
cultivos se perfilan como una potente herramienta a la hora de tomar decisiones de
manejo, pudiendo simular diferentes situaciones y observando los resultados productivos
obtenidos.
3. Fecha de siembra
La elección de la fecha de siembra es sin duda uno de los parámetros más
importantes a la hora de explorar rendimientos potenciales. El objetivo principal sería
ubicar el período crítico del cultivo en el momento de mayor oferta de radiación solar.
Como se observa en la Figura 1, la oferta de radiación durante el período crítico del
cultivo tiene un importante impacto en el rendimiento del mismo y es el factor ambiental
que no se puede modificar con manejo. Para la zona de Río Cuarto esa fecha óptima de
siembra se ubica hacia fines de septiembre y primera semana de octubre, llevando de
esta forma el periodo crítico del cultivo entre el 15 de diciembre y el 15 de enero.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
116
Figura 1. Relación entre la radiación global para el período 1/12 al 15/1 y rendimiento en grano por hectárea. Río Cuarto.
4. Genética
Como ya se planteó anteriormente, la elección del material genético constituye una
decisión muy importante para explorar potencialidad de rendimiento. En este tipo de
experimentaciones se trabaja con densidades de más de 100.000 pl ha-1, razón por lo
cual los híbridos deben estar adaptados a este manejo. A continuación se resumen
algunas de las características que debe cumplir un material genético para ser tenido en
cuenta a la hora de apuntar a altos rendimientos:
-Tolerancia a enfermedades: ya sean producidas por hongos o por virus. Ha sido
reportado por numerosos investigadores que la tolerancia a enfermedades depende del
material genético. La potencialidad de producción debe ir acompañada de tolerancia a las
enfermedades más comunes como el Mal de Río Cuarto, la roya de la hoja, el tizón foliar,
la podredumbre de tallo y de raíces, entre otras.
-Buen vigor inicial: es rápido establecimiento del cultivo también se constituye como
un importante factor a tener en cuenta. Durante el período de establecimiento el cultivo
está sometido a diversos factores que pueden impactar fuertemente en el resultado final,
como ser bajas temperaturas. Para alcanzar rendimientos máximos, se debe lograr un
rápido establecimiento del cultivo con gran homogeneidad temporal y espacial en la
emergencia, evitándose así generar relaciones de dominancia entre las plantas.
-Ciclo intermedio-largo: considerando que la cantidad de días bajo crecimiento
vegetal depende de la longitud del ciclo del maíz, ha sido demostrado que los ciclos
largos alcanzan una mayor producción de biomasa total, mayor índice de cosecha y por
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
117
lo tanto mayor rendimiento que ciclo de menor longitud. A su vez, el peso final de los
granos se incrementa conforme se aumenta la longitud del ciclo.
-Tolerancia a elevadas densidades: para explorar rendimientos potenciales
máximos es necesario trabajar con elevadas densidades, a los efectos de incrementar la
producción de granos por unidad de superficie. Normalmente debería sembrarse entre un
30-40% más de la densidad empleada en condiciones de secano. El comportamiento de
los híbridos disponibles en el mercado es muy variable respecto a los aumentos de
densidad. Es claro que cada material genético en un determinado ambiente de
producción responde a una densidad óptima distinta. Pero el material que se seleccione
debe ser capaz de producir en altas densidades ya que, por la escasa capacidad de
compensación del cultivo, el aumento de densidad es la única alternativa para explorar
rendimientos potenciales.
-Plasticidad foliar: Considerando que la disposición foliar del maíz es alterna y
dística cuando se emplean altas densidades, suele ocurrir una gran superposición de las
hojas en plano vertical, lo cual conlleva una menor eficiencia en la captura y conversión
de la radiación solar. Para disminuir este inconveniente se deben emplear híbridos cono
plasticidad foliar en su disposición acimutal.
-Alta partición a grano (alto IC): La elevada tasa fotosintética alcanzada bajo
condiciones potenciales de crecimiento que se traduce en grandes producciones de
biomasa debe ser luego convertida en granos como consecuencia de la partición a
espiga. Debe considerarse que esta partición está influenciada genéticamente y por esta
razón híbridos con alta partición tendrán un mayor rendimiento potencial.
-Baja inserción de espiga: con el objetivo de reducir la susceptibilidad al vuelco. En
planteos de alta producción en altas densidades los tallos de las plantas suelen ser más
finos y si no se realiza un manejo adecuado del cultivo, la removilización de nutrientes
desde la caña puede debilitar la misma. Una altura de inserción baja de la espiga
contribuirá a reducir el efecto palanca que ejerce la misma para evitar el vuelco de la
planta.
-Carácter stay-green (mayor capacidad durante el llenado): Para la obtención de
altos rendimientos es necesario fijar un elevado número de granos por superficie y luego
un elevado peso de los mismos. Para sostener la tasa de llenado de los granos es
necesario mantener la actividad fotosintética hasta la madurez fisiológica y para ello, el
carácter stay-green es una característica deseable en híbridos de alta producción.
-Mayor peso de 1000 granos: considerando que el peso de 1000 presenta una alta
dependencia genética, al hacer un plateo de alta producción el peso granos juega un
papel importante sobre todo su comportamiento ante variaciones en la disponibilidad de
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
118
recursos. La tasa de caída del peso de 1000 granos que también tiene un componente
genético es una importante característica a tener en cuenta ya que hay híbridos que
experimentan caídas en el peso de 1.000 de mayor magnitud frente a otros cuando se los
expone a condiciones de alta competencia (Figura 2).
Figura 2. Relación entre el número de granos y el peso de 1000 granos para maíz ensayo campaña 2010-11 (izquierda). Relación entre el número de granos y el peso de 1000 granos para 4 híbridos de maíz, Campaña 2011-12 (derecha).
5. Estructura de siembra
En relación a la distancia entre hileras, se puede apreciar en la Tabla 3, que en la
campaña 2010/11 la distancia de 35 cm superó en rendimiento a la mayor distancia.
Tabla 3. Rendimiento y componentes directos de maíz según la distancia entre hileras para una
densidad de 120.000 pl ha-1
, en Río Cuarto Campaña 2010/11 y 2011/12.
Año Tratamientos DEH
Rendimiento (kg/ha)
N° granos/m2 Peso 1000
granos (g)
2010/11 35 cm 22157 a 6638 a 334 a 52 cm 21055 b 6424 b 329 b
2011/12 35 cm 16683 a 6129 a 274 a 52 cm 16837 a 5879 a 287 a
Diferencia 35 cm -24,71 % -7,67 % -17,96 % Diferencia 52 cm -20,03 % -8,48 % -12,77 %
DEH, distancia entre hileras
Por el contrario en la campaña 2011/12, no se encontraron diferencias significativas
por el estrechamiento en la siembra. Es factible suponer que las diferentes condiciones
climáticas entre campañas, expliquen estas diferencias.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
119
6. Nutrición
El manejo nutricional de un planteo de alta producción debe acompañar los altos
requerimientos del cultivo. Para el caso del fósforo, en todos los ensayos a campo se
aplicó dosis de reposición para un rendimiento objetivo de 20 tn ha-1. Además, se debe
tener en cuenta que la nutrición debe ser balanceada, evitando generar deficiencias de
nutrientes por manejo. Un claro ejemplo de esto es la acción antagónica del fósforo con el
zinc. Al aplicar grandes cantidades de P se produce antagonismo con el este nutriente
que puede generar deficiencias inducidas. No obstante estas interferencias nutricionales,
se ha establecido para el Sur de Córdoba, la necesidad de aplicar Zn a razón de 1,5 kg
ha-1 según análisis de suelo, recordando el umbral de 1ppm (estractante DTPA).
En relación al manejo del N, se debe considerar que un aumento en la densidad de
siembra implica una mayor demanda nutricional y que en la medida en que se aumente la
densidad se deberá incrementar la provisión de N. Como se puede apreciar en la Figura
3, en los dos híbridos se encontró una interacción entre la densidad y la dosis de N.
La dosis de N debería ser optimizada haciendo aplicaciones a partir de V6 y en
estadios más avanzados mediante fertirriego, para asegurar una buena provisión de N
incluso durante el llenado de grano. A su vez, las dosis de N deben ser acompañadas por
aportes de S, dado el sinergismo que se ha encontrado entre estos dos nutrientes.
Figura 3. Rendimiento de maíz para dos híbridos y dos densidades en función de 3 dosis de nitrógeno.
7. Bibliografía
Andrade, F; Gardiol, J. 1995. Sequía y producción de los cultivos de maíz, girasol y soja.
Andrade, FH; Sadras, VO. 2002. Bases para el manejo del maíz, el girasol y la soja.
Producciones Gráficas Sirio. EEA INTA Balcarce. Facultad de Ciencias Agrarias
UNMP. 443 pp. Cap. 3: 61-91.
Andrade, F; Calvino, P; Cirilo, A; Barbieri, P. 2002. Yield responses to narrow rows
depend on increased radiation interception. Agron. J. 94:975-980.
Andrade, F; Sadras, O. 2003. Producción potencial y demanda futura de alimentos
agrícolas. En: Andrade, F; Sadras, O. (Eds). Bases para el manejo del maíz, del
girasol y de la soja. Editorial Médica Panamericana SA.: Cap. 1: 9-28.
Bellow, F. 2008. The Seven Wonders of the Corn Yield World. In 2008 Illinois Crop
Protection Technology Conference. Illinois, USA. p 86-91.
Cantarero, MG; Cirilo, AG; Andrade, FH. 1999. Night Temperature at Silking Affects
Kernel Set in Maize. Crop Science. Cap. 39:703–710.
Cárcova, J; Borrás, L; Otegui, ME. 2004. Ciclo ontogénico, dinámica del desarrollo y
generación del rendimiento y la calidad del maíz. En. Satorre et al. (Eds).
Producción de granos. Bases funcionales para su manejo. Facultad de Agronomía
Universidad de Buenos Aires. Cap. 8: 135-166.
Cirilo, A. 1994. Desarrollo, crecimiento y partición de materia seca en cultivos de maíz
sembrados en diferentes fechas. Tesis Magister Sc. Facultad de Ciencias Agrarias.
Universidad Nacional de Mar del Plata. Balcarce, Buenos Aires, Argentina. 86 p.
Echarte, L; Andrade, F. 2003. Harvest index stability of Argentinean maize hybrids
released between 1965 and 1993. Field Crops Res. 82:1-12.
Evans, L; Fischer, R. 1999. Yield potential: Its definition, Measurement and significance.
Crop Sci. 39:1544-1551.
Tollenaar, M; Lee, AE. 2002. Yield potential, yield stability and stress tolerance in maize.
Field Crops Research. 75:161–169.
Sadras, VO; Ferreiro, M; Gutheim, F; Kantolic, AG. 2002. Desarrollo fenológico y su
respuesta a temperatura y fotoperíodo. p. 25-56. En: Andrade, F; Sadras, V. (Eds).
Bases para el manejo del maíz, girasol y la soja. EEA INTA Balcarce-Fac. de
Ciencias Agrarias. Balcarce, Argentina.
Sinclair, T. 1993. Crop yield potential and fairy tales. p 707- 711. In D. Buxton et.al. (ed.)
International crop science I. CSSA, Madison.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
121
High-yield maize with large net energy yield and small global
warming intensityc
Grassini, Patricio1*; Cassman, Kenneth G. 1
1Department of Agronomy and Horticulture, University of Nebraska-Lincoln, P.O. Box 830915, Lincoln, NE
68583-0915, USA. *
Corresponding author. [email protected]. Department of Agronomy and Horticulture, University of Nebraska-Lincoln, Lincoln, NE 68583-0915, USA. Tel: +1-402-472-1181; fax: +1-402-472-7904. E-mail address: (P. Grassini)
Abstract
Addressing concerns about future food supply and climate change requires
management practices that maximize productivity per unit of arable land while reducing
negative environmental impact. On-farm data were evaluated to assess energy balance
and greenhouse gas (GHG) emissions of irrigated maize in Nebraska (USA) that received
large nitrogen (N) fertilizer (183 kg N ha-1) and irrigation water inputs (272 mm). Although
energy inputs (30 GJ ha-1) were larger than those reported for U.S. maize systems in
previous studies, irrigated maize in central Nebraska achieved higher grain and net
energy yields (13.2 Mg ha-1 and 159 GJ ha-1, respectively) and lower GHG-emission
intensity (231 kg CO2e Mg-1 grain). Greater input-use efficiencies, especially for N
fertilizer, were responsible for better performance of these irrigated systems, compared
with much lower-yielding, mostly-rainfed maize systems in previous studies. Large
variation in energy inputs and GHG emissions across irrigated fields in the present study
resulted from differences in applied irrigation water amount and imbalances between
applied N inputs and crop N demand, indicating potential to further improve environmental
performance through better management of these inputs. Observed variation in N-use
efficiency, at any level of applied N inputs, suggests that an N-balance approach may be
more appropriate for estimating soil N2O emissions than the IPCC approach based on a
fixed proportion of applied N. Negative correlation between GHG-emission intensity and
net energy yield supports the proposition that achieving high yields, large positive energy
balance, and low GHG emissions in intensive cropping systems are not conflicting goals.
c Trabajo publicado originalmente en PNAS Early Edition. www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1116364109.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
122
1. Introduction
High-yield cropping systems require fossil-fuel inputs to substitute human and
animal labor and to maximize capture and conversion of solar radiation into crop biomass
(1, 2). Inputs to agricultural systems that require fossil fuel in their manufacturing process
include fertilizer, seed, pesticides, and machinery. Fossil fuel also is required for
application of inputs and for field operations, irrigation pumping, and grain drying. Fossil-
fuel inputs can be expressed in terms of their embodied energy, that is, the energy
required for their synthesis, packaging, transport, and use in a crop production field (1, 3).
Because fossil fuel combustion results in greenhouse gas (GHG) emissions, energy
inputs also can be expressed in terms of global warming potential (GWP) (4, 5). Although
GWP can be expressed per unit of crop production area, it also can be expressed per unit
of grain yield (GWP intensity; GWPi), which recognizes the potential for indirect land use
change and associated GWP from clearing of carbon-rich natural ecosystems for crop
production (6, 7, 8).
Though it has been speculated that the efficiency with which applied inputs result in
increased yield can be greater in intensively managed high-yield cropping systems than in
their low-input low-yield counterparts due to optimization of growing conditions in the
former (9), this hypothesis has not been evaluated in actual cropping systems where
farmer’s yields approach yield potentiald. The U.S. Corn Belt, including parts of the Great
Plains in South Dakota, North Dakota, Nebraska, and Kansas, accounts for 33% of global
maize production. Of total U.S. maize, about 13% is produced with irrigation on
approximately 3.2 Mha with the majority grown in Nebraska (11). Energy-use efficiency of
maize in U.S. Corn Belt has increased steadily in recent decades as a result of rising grain
yield without increases in amounts of applied N fertilizer and applied irrigation, widespread
adoption of conservation tillage practices and center-pivot systems to replace less efficient
gravity irrigation, and increasing efficiency in manufacturing of agricultural inputs (12, 13).
Field experiments on irrigated maize have shown that achieving high yields and high
efficiencies, together, with relatively low GWP, is possible when applied inputs are
precisely managed in time and space (14, 15), but the extent to which farmers can
achieve such precise management is not known. Likewise, there is a general notion that
input-use efficiency of high-yield cropping systems is low, resulting in negative energy
balances, high GWP, and degradation of soil and water quality (16, 17). In part, such
d Yield potential is defined as the yield obtained with an adapted cultivar when limitations from nutrients, water
deficit, pests and disease are effectively controlled (10). In irrigated systems, yield potential is determined by solar radiation and temperature regime during the growing season.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
123
perceptions are based on previous studies that had several deficiencies, including: (i)
obsolete embodied energy and GHG emissions factors for agricultural inputs, (ii) obsolete
values for grain yield and actual crop management practices with regard to N fertilizer
rates, irrigation, and tillage, (iii) use of metrics that do not weight energy inputs or GWP in
relation to yield level, and (iv) lack of clarity on methods used to estimate energy inputs or
GHG emissions and system boundaries (18, 19). Hence, accurate and transparent
estimates of on-farm energy balance and GWP for irrigated maize in U.S. Corn Belt are
not available.
Management practices influence energy balance and GWP by amounts and
efficiencies of applied inputs and yield level (1). Given concerns about cost of energy and
climate change, agriculture is challenged by the need to identify management systems
that maximize productivity with high energy-use efficiency and low GWP (2, 20).
Addressing this challenge using a structured experimental approach, however, requires
factorial experiments performed over many years at multiple locations (6, 21). Because
this is very costly and there are few opportunities for long-term funding to support such
efforts, most research on energy balance and GWP of agricultural systems has relied on
data from aggregate agricultural statistics or data gathered from a relatively small number
of selected farms (3, 22). An alternative is to use farmer-reported databases, collected
over a large population of field-years, to perform direct analysis of on-farm energy balance
and GWP, and to use the variation in management practices within these data to identify
those that give high yields, high input use efficiencies, and low GWPi.
The central hypothesis of this paper is that it is possible for farmers to achieve a
large positive energy balance with relatively low GWPi in high-input, high-yield maize
systems. To test this hypothesis, farmer-reported data collected from the Tri-Basin Natural
Resources District (NRD) in central Nebraska were used to (i) quantified energy balance
and GWP of irrigated maize, (ii) compared these parameters against previous published
values for maize systems, and (iii) identified and quantified the impact of energy-saving
and GWP-reducing management tactics that could achieve these reductions without yield
loss. Additional details about sources of data and methods are provided in supplemental
materials.
2. Results and discussion
2.1. Soil N2O emissions from irrigated maize
Separate estimates of soil N2O emissions were calculated following two methods:
the “N-input-driven approach” developed by the Intergovernmental Panel on Climate
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
124
Change (IPCC; 23), and an “N-surplus-driven approach” recently proposed by van
Groenigen et al. (24). The N-input approach assumes that N2O emissions represent a
constant proportion of applied N inputs plus N in crop residues, which does not account
for tremendous variability in the efficiency with which applied N is used by the crop across
fields, crops, and regions (11). In contrast, van Groenigen et al. provide strong evidence
that N2O emissions can be more accurately estimated from the magnitude of N surplus,
which is defined as the difference between N inputs and crop N uptake. In this study,
applied N inputs were calculated as the sum of applied N fertilizer, N-NO3- in applied
irrigation water, and N in applied manure which account for 81, 15, and 4%, respectively,
of total N input.
With few exceptions, estimated N2O emissions were consistently larger using the N-
input approach across the range of N fertilizer rates applied to irrigated maize fields in the
Tri-Basin NRD (Figure 1a). In a small number of fields that received >225 kg N ha-1,
however, greater emissions were estimated by the N surplus approach. But despite a high
average rate of N fertilization, 76% of the fields had an N surplus <50 kg ha-1 so that N2O
emissions by the N-surplus method were smaller than emissions estimated with the N-
input approach (Figure 1b). Large N surplus (>50 kg N ha-1) resulted from a combination
of large N inputs and relatively low grain yields. Although there was a positive correlation
between N surplus and the level of N input, large variation in N surplus was observed at
any level of applied N input due to variation across fields and years in N-use efficiency
(NUE, kg grain per kg applied N, also called partial factor productivity for N fertilizer [12])
(Figure 1b, inset). Median values for direct N2O emissions from irrigated maize in this
study was 1.6 and 3.3 kg N2O-N ha-1 when using N-surplus and N-input approach,
respectively. The N-surplus approach median value is similar to annual direct N2O
emissions of 1.9 kg N2O-N ha-1 measured in a well-managed irrigated continuous maize
system in Nebraska that achieved grain yields similar to those in the Tri-Basin NRD (15).
The proposition that N losses from applied fertilizer tend to be small when the N
supply is balanced by crop uptake is scientifically robust and supported by published data
(12, 15, 24, 25). Hence, reported GWP in following sections were calculated based on
N2O emissions estimated by the N surplus approach unless stated otherwise.
2.2. Energy balance and greenhouse gas emissions
Large energy inputs to irrigated maize in the study area are associated with high
and stable grain yields (Table 1). Irrigated maize yield was 2.2-fold greater and much less
variable across years than lower-yielding, less intensively managed rainfed maize in the
same region (mean rainfed yield ± SE = 5.9 ± 0.8 Mg ha-1; inter-annual coefficient of
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
125
variation [CV] = 23%). Moreover, irrigated maize in the Tri-Basin NRD achieved, on
average, 89% of its estimated yield potential as documented in a previous study (26).
Although N fertilizer inputs were well above N rates reported in previous studies of energy
balance and GWP in U.S. maize systems, NUE achieved by irrigated maize producers in
the current study was much higher than previous published values.
Figure 1. Soil N2O emissions of irrigated maize plotted against (A) applied nitrogen (N) inputs and (B) N surplus. N2O emissions were estimated following IPCC N-input [□ (23)] or van Groenigen et al. N-surplus approach [VG; ● (24)]. Average (±SE) N2O emissions, N inputs, and N surplus (medians in parenthesis) are shown. Inset in (B) shows relationship between N surplus and applied N inputs.
Likewise, although total water supply was 41% greater with irrigation compared to
rainfed maize in the Tri-Basin NRD, water productivity of irrigated maize was 60% higher
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
126
(14.0 vs. 8.8 kg ha-mm-1, respectively) (27). Remarkably, conversion efficiency from solar
radiation to total dry matter of 3.3% estimated for irrigated maize in the Tri-Basin NRD
compares well with highest observed conversion efficiencies (range: 3.9-5.2%) for field-
grown irrigated maize grown with optimal management practices (28, 29).
Table 1. Average 3-y (2005-2007) applied inputs (and percentage of total energy input), total fossil-
fuel energy input, grain yield (and inter-annual coefficient of variation [CV]), fertilizer nitrogen-use
efficiency (NUE), water productivity (WP), and conversion efficiency from solar radiation into grain
or total biomass based on data collected from 123 irrigated maize fields in Tri-Basin NRD.
Inputs Rate (per ha)
N fertilizer (kg N) 183 (32) P fertilizer (kg P2O5) 43 (1) K fertilizer (kg K2O) 11 (<1) Herbicides (kg a.i) 2.4 (3) Insecticides (kg a.i.) 0.3 (<1) Seed (kg) 25 (1) Machinery (MJ) 464 (2) Fuel use for on-farm operations (l)
*
Field operations 63 (9)
Irrigation pumping† 324 (42)
Grain drying 61 (9)
Energy inputs (GJ ha-1
) 30.0
Grain yield (Mg ha-1
) 13.2 (CV = 3%)
NUE (kg grain kg-1
N fertilizer) ‡
73
WP (kg grain mm-1
water supply)§ 14.0
PAR conversion efficiency (%)¶
Grain 1.4 Total dry matter 3.3
a.i.: active ingredient. * Expressed as diesel equivalents.
† Average 3-y (2005-2007) annual applied irrigation
amount was 272 mm. ‡ Ratio of grain yield to applied N fertilizer.
§ Ratio of grain yield to total water supply.
Ratio of embodied energy in grain or total dry matter to total incident photosynthetically active solar radiation (PAR) from sowing-to-maturity.
Irrigated maize received relatively large fossil-fuel energy inputs (mean: 30.0 GJ
ha-1) and also achieved a large positive energy balance (average net energy yield [NEY]
and net energy ratio [NER] of 159 GJ ha-1 and 6.6, respectively), with substantial variation
across site-years (Figure 2a-c; Figure 3a, c). Largest fossil fuel inputs came from
embodied energy in N fertilizer and from fuel use for irrigation pumping, which
represented 32 and 42% of total energy inputs, respectively (Table 1). Average energy
inputs for irrigated maize production in the Tri-Basin NRD was much higher than previous
reported energy inputs for U.S. maize systems which were based mostly on rainfed
production (Figure 3a).
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
127
Figure 2. Frequency distribution of (A) fossil-fuel energy input, (B) net energy yield, (C) net energy ratio, and (D) global warming potential intensity (GWPi) based on data from 123 irrigated maize fields.
Figure 3. Maize grain yield plotted against (A) fossil-fuel energy inputs and (B) global warming potential (GWP). Lines indicate average 3-y median (solid line) and 5
th and 95
th percentiles
(dashed lines) for net energy ratio (NER) and GWP intensity (GWPi) calculated for irrigated maize in Tri-Basin NRD. Published data for other U.S. maize systems are shown for comparison (open symbols). (C) Relationship between GWPi and net energy yield for irrigated maize in Tri-Basin NRD.
Hence, previous studies included little or no energy inputs associated with irrigation
pumping and much less energy associated with N fertilizer because of lower fertilizer rates
in rainfed systems. Average NEY of irrigated maize in Tri-Basin NRD was the highest
among published studies while NER was equal or higher than published values except for
two of eleven cases. Despite relatively large fossil-fuel energy inputs, irrigated maize
exhibited low GWPi (Figure 2d). On average, CO2, N2O, and CH4 emissions, expressed
as CO2 equivalents [CO2e], accounted for 63, 36, and 1% of GWP in these irrigated maize
fields (mean ± SE = 3001 ± 67 kg CO2e ha-1). Largest impact on GWP came from soil N2O
emissions associated with applied N fertilizer (34%), fuel use for irrigation (29%),
manufacture and transportation of N fertilizer (17%), and fuel use for grain drying and field
operations (13%). Frequency distribution of GWPi deviated significantly from normality as
a result of exponential increase in soil N2O emissions at N surplus values > 50 kg N ha-1
(Figure 1b). Although GWP per unit area of irrigated maize in the Tri-Basin NRD was
within the upper range of published values for maize systems, average GWPi of 231 kg
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
128
CO2e Mg-1 grain and GWP per unit energy input of 103 kg CO2e GJ-1 were the lowest
amongst published values for U.S. maize systems (Figure 3b). Using the IPCC N-input
approach to calculate N2O emissions gave GWP and GWPi 28% higher than values
based on N2O emissions with the N-surplus method.
2.3. Impact of management practices on energy balance and greenhouse gas
emissions
Energy balance and GWP were calculated for irrigated maize with different
combinations of irrigation system, tillage method, and crop rotation based on actual
reported values in the Tri-Basin NRD dataset (Figure 4). Energy inputs in fields under
pivot irrigation and some form of reduced tillage (either no-till, ridge-till, or strip-still, which
are also called conservation tillage methods) were lower than in fields under surface
irrigation and conventional disk tillage, respectively, mostly due to energy savings from
irrigation. Applied irrigation was 41 and 20% less in fields under pivot irrigation and
reduced tillage, respectively, compared with their counterparts under surface irrigation and
conventional tillage (27). Apparent advantage of fewer tillage operations was partially
counterbalanced by extra fuel use for other field operations such as herbicide application
(Table S4). Although applied N fertilizer was 21 kg N ha-1 less in maize-soybean rotations
than under continuous maize, the associated rotation benefit on energy savings was not
significant (P=0.90) and small compared to the energy savings achieved with pivot
irrigation or reduced tillage.
Of interest was the observation that management systems with highest grain yield,
NER, and NEY also had lowest GWPi (i.e., pivot irrigation under soybean-maize rotation
and reduced till). Differences in NEY due to crop rotation x tillage interactions were
explained by variations in grain yield (Figure 4). Whereas crop rotation had no detectable
impact on NEY in conventional-tilled fields, NEY of maize after soybean was 7% higher
than maize following maize in fields in which reduced tillage was practiced. On average,
NER was 23 and 5% higher in fields under pivot and reduced tillage than under surface
irrigation and conventional tillage, respectively. GWPi was 7 and 14 % smaller in fields in
a maize-soybean rotation and under pivot irrigation, respectively, compared with their
counterparts under continuous maize and surface irrigation.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
129
Figure 4. Average (±SE) energy input rate, net energy yield, net energy ratio, and global warming potential intensity (GWPi) of irrigated maize under different combinations of: irrigation system (pivot; surface), crop rotation (maize after maize [M-M] or maize after soybean [S-M]), and tillage method (conventional [CT]; reduced till [RT]). Grain yields (Mg ha
-1) are shown above bars in the
second panel. All values are 3-y (2005-2007) means. Differences (∆) and t-test significance for selected comparisons between factor levels are shown (n.s.: not significant).
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
130
2.4. Potential to reduce GHG emissions from maize production systems
A large decrease in GHG emissions per hectare of crop production would result
from converting current irrigated cropland into dryland agriculture. However, this option
has an unavoidable trade-off of a 55% reduction in grain yield and much greater year-to-
year yield variability as shown by comparison of yields and yield variability of rainfed and
irrigated maize in Tri-Basin NRD. Assuming elimination of irrigated maize production, the
amount of additional maize area (in addition to all existing maize land area in Tri-Basin
NRD) to replace this lost production would depend on yield level in the new production
area. For example, based on current average rainfed yields, replacement would require
124,170 ha in Nebraska, 90,517 ha in Iowa, or 276,722 ha in Brazil. Additional land
requirements, GHG emissions from land use change, and GHG emissions from crop
production on this newly converted land would offset apparent benefits of expanding low-
input/low-yield rainfed maize at the expense of irrigated maize in the Tri-Basin NRD.
Given concerns about land use, the most promising avenue to reduce GHG
emissions, without significant impact on productivity, appear to be through improvements
in input use efficiency of current irrigated maize systems. Among irrigated maize fields in
the Tri-Basin NRD, lack of correlation between irrigated yields and energy input or GWP in
all years, and three- and four-fold greater variation in energy inputs and GWP,
respectively, than observed variation in grain yield (Figure 3a, b) suggest substantial
scope to improve energy balance and to reduce GWP of irrigated maize without affecting
productivity. Differences in both applied irrigation and magnitude of N surplus explained
57% of the variation in GWP. Therefore, achieving greater NUE and water productivity
through better management of applied N and irrigation water would be most effective for
increasing energy yield and reducing GHG emissions. Analysis of farmer’s data indicated
that values of NER and GWPi higher and lower than 6.5 and 218 kg CO2e Mg-1 grain,
respectively, can be set as reasonable energetic and environmental targets for irrigated
maize (Figure 3 a, b).
In fact, achieving high yield with large energy inputs and high input use efficiency
resulted in a strong negative correlation between GWPi and NEY (Figure 3c). This finding
is consistent with results from a previous life-cycle assessment for maize-ethanol systems
[5]. There is, however, an important distinction between analyses based on Tri-Basin NRD
irrigated maize data and previous published data. In the present study, NEY and GWPi
were calculated based on: (i) maize yield and input data collected during a recent 3-year
time interval (2005-2007) across a large number of farmer’s fields, (ii) the most recent
embodied-energy values for inputs to estimate energy balance and GHG emissions, and
(iii) the N-surplus approach to estimate soil N2O emissions. In contrast, previous studies
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
131
relied on national- or statewide aggregated yield and applied input statistics, and the
IPCC-N input approach to estimate soil N2O emissions. Also, the embodied-energy and
GHG-emission values for specific inputs were not consistent across these previous
studies and, in some cases, the values used are now obsolete and/or unrepresentative
compared to current crop management practices and manufacturing efficiencies (18, 19).
The impact from adoption of best management practices, compared to current
average management, on energy use and GWP was evaluated for irrigated maize in the
Tri-Basin NRD (Table 2). Best management practices included use of low-pressure pivot
irrigation, improved irrigation pump performance rating (PPPR), use of electrical power for
irrigation water pumping rather than diesel or natural gas, fine-tuning of irrigation timing,
and better N fertilizer management (see Materials and Methods for details on calculations
and underpinning assumptions). Taken together, adoption of these management practices
would result in a 25 and 21% reduction in energy use and GWP, respectively, with very
little reduction in crop yield (4% reduction under limited irrigation [27]). It is noteworthy that
greatest opportunity to reduce GHG emissions appears to be from fine-tuning N
management practices aiming to reduce N surplus rather than reducing average N
fertilizer rate. This follows from the fact that, although many fields required higher or lower
N fertilizer rates to achieve a zero N surplus (Figure 1), the estimated average N rate for
optimal N management is similar to the current average fertilizer N rate (178 vs. 183 kg N
ha-1, respectively).
Table 2. Potential impact of adoption of best management practices on energy use and global
warming potential (GWP) in irrigated maize in Tri-Basin NRD. See Materials and Methods for
details on calculation of energy use and GWP under each scenario.
Scenario Total energy (GJ)
*
Total GWP (Mg CO2e)*
Actual baseline † 28,758 2,745
Potential ‡ 22,018 2,180
Difference § -6,741 (-25%) -566 (-21%)
* Values are per 1000 ha of irrigated maize in Tri-Basin NRD.
† Based on actual frequency of fields under each
type of irrigation system, tillage method, crop rotation, and source of energy for irrigation pumping. ‡ Based on
full adoption of improved plant performance rating (90%), use of electrical power for irrigation water pumping, pivot irrigation, limited-irrigation, and optimal N management in current irrigated maize land area that is not already under these management practices.
§ Absolute and relative (in pa rentheses) difference in energy use
and GWP under the potential scenario compared with actual baseline.
3. General discussion
Increasing demand for food and fuel with limited reserves of arable land will require
further intensification of existing cropping systems. At issue is whether it is possible to
achieve an ecological intensification that gives both high yields and reduced
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
132
environmental burden (20). Results from our study clearly document that high yield and
high input-use efficiencies, together with low GWPi, are not conflicting goals in well-
managed commercial-scale production fields. Although energy inputs and GWP per unit of
land area were much greater in irrigated production compared with published values
based mostly on rainfed maize production, associated NEY and GWPi of irrigated
systems were substantially greater and lower, respectively. Hence, advantages of lower-
input lower-yielding maize systems vanish when metrics are scaled by grain yield or net
energy output. For this reason, assessments of energy efficiency and GWP metrics are
most relevant when corrected for yield rather than on a land-area basis. For example,
while energy inputs of irrigated maize in Tri-Basin NRD in Nebraska receive twice as
much energy input as rainfed maize in Iowa (22), the extra energy inputs for irrigation and
N fertilizer contribute to grain yields that are 23% greater (13.2 and 10.7 Mg ha-1) and a
14% increase in NEY (159 and 139 MJ ha) than for rainfed maize in IA.
Our results also showed large discrepancies between two methods for estimating
N2O emissions from applied N inputs. Because current standard IPCC N-input method
does not account for large variation in NUE observed across farmer’s fields due to
differences in yield level and competence in fertilizer management, estimated N2O
emissions in high-yield, high-NUE irrigated maize fields in Tri-Basin NRD were much
higher using IPCC N-input method than estimated by N-surplus approach. Hence, IPCC
method to estimate N2O emissions based on a fixed proportion of applied N inputs (as
well as assumptions regarding to amount of leached N and volatilized N) is likely to
overestimate N loses from well-managed, high-yield, high-input systems, such as irrigated
maize in Nebraska. Moreover, the N-input approach can not support incentives for
investment in technologies to reduce N losses and thereby achieve better N balance
without sacrificing yield. And while improved N management would result in only small
energy savings because current average N rates are close to a zero net surplus, it would
have a larger impact on reducing GHG emissions because of large variation among fields
in N surplus or deficit. This differential impact of improved N management on energy use
versus GHG emissions would not be observed if the IPCC N-input approach is used to
estimate N2O emissions.
In a broad context, irrigated maize production in Nebraska can be taken as a
benchmark for other current and future irrigated cropping systems because it achieves
remarkably high and stable grain yields, high efficiencies in use of solar radiation, N, and
water, and has a large positive energy balance and low GWPi. These findings are relevant
for irrigated cropping systems worldwide that have good infrastructure and access to
agricultural inputs, technologies and equipment, and information on how to use it. Other
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
133
irrigated maize systems that fit these characteristics include those in France, Italy,
Argentina, and Brazil. Over time, we would expect these supporting conditions to occur in
other irrigated maize producing countries such as China, India, and elsewhere.
4. Material and methods
4.1. Tri-Basin Natural Resources (NRD) database
For the present study, we used a 3-y (2005-2007) database collected from irrigated
maize fields in Tri-Basin NRD (south-central Nebraska) containing farmer-provided data
on grain yield, applied inputs (N rate, applied irrigation water, seeding rate), and
management practices (tillage method, irrigation system, energy source for irrigation
pumping) (26, 27). The database included a total of 123 field-years, representative of a
much larger database that includes a total of 777 field-year observations collected in Tri-
Basin NRD for the same time interval. Conversion efficiency from solar radiation to crop
biomass, NUE, and crop water productivity were calculated for each site-year. These
parameters, except NUE due to lack of actual data, were also calculated for rainfed maize
in Tri-Basin NRD.
4.2. Inventory of energy inputs
To estimate energy inputs for each of the 123 irrigated maize fields, energy values
for manufacturing, packaging, and transportation of agricultural inputs were combined with
farmer-reported input levels (fertilizer N rate, seeding rate, type of irrigation system,
applied irrigation, and tillage method) and Nebraska state-averages (31) for inputs not
reported by farmers (P and K fertilizer rates, herbicides, and insecticides). The energy
embodied in manufacturing, transportation, and repair of farm machinery was calculated
for each tillage method (hereafter called ‘machinery’). Energy use for on-farm operations
was calculated based on fuel use for field operations (including chopping stalks, fertilizing,
tillage, cultivation, spraying, and harvesting), irrigation pumping, and grain drying. Energy
use for field operations was calculated based on farmer-reported tillage method, type and
number of field operations typically required under each tillage method, and associated
fuel requirement. Energy use for irrigation pumping was calculated based on farmer-
reported applied irrigation amount, energy source, and pumping depth. Labor required for
on-farm operations and fuel use for transportation of grain from farm to an off-farm
storage facility were not included in the energy inventory because they represented <2%
of total energy inputs.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
134
For each field-year, energy input rate (GJ ha-1) was calculated as the sum of annual
fossil-fuel energy inputs. Several metrics to quantify energetic performance of cropping
systems have been used in the published literature. To avoid redundancies, only NER
(grain energy output-to-total energy input) and NEY (embodied energy in harvested grain
minus total energy input; GJ ha-1) are reported in the present study.
4.3. Calculation of greenhouse gas emissions and global warming potential
Following previous calculation of energy inventory, GHG emissions, including CO2,
CH4, and N2O derived from fossil-fuel use for on-farm operations and production,
transportation, and packaging of agricultural inputs and machinery, were calculated for
each field. Additional N2O emissions from soil were estimated following IPCC N-input-
driven approach (23) or van Groenigen et al. N-surplus-driven approach (24). Tillage
method was assumed to have no effect on soil GHG emissions because there is no clear
evidence for mitigation of soil GHG emissions using conservation tillage practices
compared to conventional tillage (32, 33). Annual net change in soil carbon and soil CH4
emissions were assumed to be zero as found in a number of recent field studies on
maize-based cropping systems in U.S. Corn Belt (14, 34, 35).
The climate impact of GHG emissions was calculated as CO2 equivalents (CO2e),
also called global warming potential (GWP) (36). The 100-y GWP of CH4 and N2O are 25
and 298 times the intensity of CO2 on per mass basis, respectively. For each of the 123
irrigated maize fields, GWP (kg CO2e ha-1) was calculated as the sum of CO2, CH4, and
N2O emissions expressed as CO2e. GWP intensity (GWPi; kg CO2e Mg-1 grain) was
calculated as the GWP-to-grain yield ratio (6).
4.4. Estimating impact of management practices on energy balance and GHG
emissions
The 123 field-year observations were grouped into eight management categories
that combine different irrigation systems (pivot and surface), crop rotation (continuous
maize and maize-soybean rotation), and tillage methods (conventional disk till and
reduced till [includes strip-, ridge-, and no-till]). To avoid biases due to random variation in
sources of energy used for irrigation pumping across field-years, fuel for irrigation
pumping under each category was assumed to be natural gas, diesel, and electricity in a
55:25:20 ratio, as observed in the larger 777 field-year database collected in Tri-Basin
NRD (26).
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
135
The impact of energy-saving and GWP-reducing management practices was
estimated per thousand ha of irrigated maize. To do so, 100% adoption was assumed for
the targeted practices on the proportion of total production area in the Tri-Basin NRD that
was not already under such practices e. These practices include: changes in PPPR (90%
vs. actual 80%), source of energy for pumping (electricity vs. natural gas or diesel),
irrigation system (pivot vs. surface), irrigation scheduling (limited vs. actual irrigation), and
N management (“optimal” vs. actual). Changes in crop rotation or tillage system were not
analyzed because most irrigated maize land area in Tri-Basin NRD is already under
soybean-maize rotation and reduced tillage (61 and 78%, respectively). PPPR is the ratio
between required energy to pump a unit of water by properly designed and maintained
pumping plants and actual energy use. PPPR is typically below 100% because of
inadequate pump maintenance or because operating conditions have changed since the
system was installed (typical PPPR for farmer-owned pumping plants in Nebraska is
80%). Replacement of natural gas or diesel by electrical power for pumping irrigation
water was also considered because more work is produced per unit of energy delivered to
the pump when electrical power is used, reducing the energy use per unit of applied water
(Table S4). Compared to natural gas or diesel, the benefit of greater pump efficiency with
electrical power more than offsets the higher GHG emissions from electrical power
generation, which relies heavily on coal-fired power plants. Water savings under pivot
irrigation, compared with surface irrigation, and under limited irrigated scheduling were
retrieved from a previous study (27). Under limited irrigation, the amount of water applied
is equivalent to 75% of full crop water demand throughout the cropping period except
during growth stages especially sensitive to water stress (-14 to +7d window around
silking), during which the crop is kept fully irrigated. Results from previous studies based
on the same Tri-Basin NRD database indicate that limited irrigation can lead to irrigation-
water savings of 22% compared with actual applied irrigation amounts currently used by
farmers with pivot irrigation, with a small yield penalty of 4% with limited irrigation (27). We
also explored the impact of adopting N management practices that would eliminate N
surpluses greater or lower than 0 kg N ha-1 (hereafter called “optimal” N management)
under the assumption that achieving a zero-N surplus minimizes N losses without a
decrease in soil organic carbon and N stocks. Such practices include adjustment of N
fertilizer rates according to field-specific yield goal and indigenous N supply, and smaller
N doses with more timely applications that congruent with crop N demand (12). N rate
e For example, the impact of 100% adoption of center pivots on energy use and GWP was calculated as the
product of (i) energy-use and GWP reduction derived from less applied irrigation water under pivot compared with surface irrigation, and (ii) surface-irrigated land area per thousand ha of irrigated maize.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
136
under “optimal” N management was estimated as the amount of N in aboveground
biomass at maturity minus non-fertilizer N inputs from irrigation water and manure.
5. Acknowledgments
We are grateful to Tri-Basin NRD board and staff, especially to John Thorburn and
Tammy Fahrenbruch, and University of Nebraska-Lincoln (UNL) extension educator
Chuck Burr. Drs Irmak and Kruger (UNL) provided information on farmer-owned pumping
plants and grain drying, respectively. Support for this project came from Nebraska (NE)
Corn Board, Grant No. 56362 and Water, Energy and Agriculture Initiative with funding
from NE Corn Board, NE Soybean Board, Agricultural Research Division at UNL, and NE
Public Power District.
6. References
1. Connor, DJ; Loomis, RS; Cassman, KG. 2011. Crop Ecology. Productivity and
Management in Agricultural Systems (Cambridge University Press, Cambridge).
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
140
temperaturas máximas no excesivas acordes para un adecuado crecimiento y, además,
se prolonga en forma moderada mas allá de la iniciación del otoño. Esto facilita que la
duración de los procesos de crecimiento se prolonguen, posibilitando al cultivo disponer
de más días de fotosíntesis en el ciclo. Esta combinación de factores otorga a los valles
norpatagonicos condiciones para la plena expresión del rendimiento del cultivo de maíz.
Sumas Mensuales de Horas de Sol Efectivas
150
170
190
210
230
250
270
290
310
330
sep oct nov dic ene feb mar
Ho
ras d
e S
ol (h
s)
Cordoba (31° 25´ S) Viedma (40° 42´ S) Mar del Plata (38° 00´ S)
Figura 1. Sumas mensuales de horas de sol efectivas en tres puntos del país (FAO, 1966).
En términos económicos, el margen bruto (MB) de maíz fue, y es, menor que los
MB de la mayoría de las hortícolas y la fruticultura (Di Nardo et al.; 2006), por lo que, a
priori, no se suponía que podría llegar a convertirse en un cultivo alternativo e importante
frente a estos rubros. Sin embargo, las características propias de las explotaciones
hortícolas hacen que luego de algunos años de horticultura ocurra enmalezamiento de
lotes, problemas fitosanitarios e inconvenientes en las propiedades físicoquímicas de los
suelos. Frente a esto es necesario la rotación con otros cultivos que pueden ser anuales
o perennes (como por ejemplo alfalfa o pasturas consociadas). En este último caso, el
sistema productivo se ve limitado por un uso de 5 o 6 años en este rubro lo que retrasa la
vuelta a la horticultura del lote, es por eso que la rotación con cereales y oleaginosas es
una alternativa viable.
En las chacras frutihortícolas de la Patagonia, el maíz se comenzó a sembrar tanto
como un cultivo hortícola para consumo fresco, como también para el uso del grano seco
para la alimentación animal. En los inicios del proyecto IDEVI, en el valle inferior del Río
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
141
Negro, se sembró una alta proporción de las nuevas hectáreas puestas bajo riego con
cultivo de maíz (Eduardo Lui, comunicación personal).
Además de la situación descripta en los párrafos precedentes, referida a parcelas
dentro de los distritos de riego con superficie promedio de 30 has, existen
emprendimientos fuera de esta zona, donde se realiza riego por aspersión y riego
gravitacional, siendo importante destacar que sobre el río Negro está aumentando el
número de equipos de riego con pivote central (Requena y Martínez, 2010), superando,
hoy, los 50 equipos.
Tanto en los emprendimientos de pequeños a medianos productores donde, por lo
general, el maíz es un integrante más en las rotaciones, como en el caso de los nuevos
emprendimientos donde el maíz predomina dentro de las rotaciones de los predios,
tienen un objetivo común en cuanto a este cultivo: necesitan lograr altos rendimientos. Es
necesario regar para producir maíz en esta zona, esto aporta un componente de costos
que no se tiene en la zona de secano. En el caso de parcelas dentro de los distritos de
riego el costo del servicio de agua para riego oscila entre los $150 y $500 por hectárea y
por año, y hay un costo muy importante de mano de obra en los eventos de riego (suelen
aplicarse entre 6 y 12 riego durante el ciclo del cultivo). En general, con riego presurizado
se necesita menos mano de obra por hectárea regada, pero el costo del mm aplicado es
mayor que el del sistema gravitacional, debido principalmente a la fuerte incidencia del
componente energético, más aún si no se cuenta con energía eléctrica de red, cosa que
sucede en la mayoría de los equipos sobre el Río Negro.
2. Comparando cultivares
A partir de la introducción del maíz en los distintos valles se realizaron ensayos
comparativos de rendimiento en los valles del Río Colorado, Negro y Chubut. En 1979 el
equipo de la Cátedra de Cerealicultura de la Universidad Nacional de La Plata comenzó a
realizar ensayos en Pedro Luro (39° 23´Latitud Sur) sobre el Río Colorado obteniendo en
la campaña 1980/1981 rendimientos que, en un material, llegó a los 11130 kg por
hectárea con cultivos de ciclo largo (Arriaga et al., 1982). Ese mismo año comenzaron
ensayos en Carmen de Patagones (40° 48´S), ya sobre las márgenes del Río Negro, con
rendimientos que variaron entre los 7810 y los 11233 kg ha-1 (promedio de 9750 kg ha-1)
en ensayos sembrados el 24/10/80, mientras que con fecha de siembra del 24/11/1980
los promedios fueron de 4077 kg ha-1.
En 1981/82 se hicieron una serie de ensayos en el valle inferior del Río Negro
(Arriaga et al., 1986) con rendimientos máximos de 12650 kg por hectárea. Dichos
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
142
ensayos se repitieron en la campaña 1982/83 y 1983/84 con rendimientos máximos de
11763 y 12324 kg ha-1, respectivamente. En todos los casos el que mayor rendimiento
tuvo fue el cultivar Dekalb 2-F-10.
Frente a estos resultados se profundizaron los trabajos con distintas prácticas de
manejo que permitieran, dentro de prácticas viables, obtener buenos rendimientos en el
ambiente de estudio. Se trabajó sobre fertilización, densidad de siembra, fecha de
siembra, entre otros.
3. Fertilización
El mismo equipo de trabajo realizó trabajos de fertilización de maíz con
rendimientos cercanos a los 12.000 kg por hectárea para el cultivar Dekalb 2-F-11 y, en
otra experiencia, de 10.000 kg ha-1 con Buck Austral (Margiotta et al., 1988). Se
determinó, en ese momento, que los rendimientos podían incrementarse
significativamente con dosis de 70 a 210 kg N ha-1 según antecedentes de cultivos y
condiciones edáficas. No se manifestó efecto de la aplicación de P.
Trabajos en dos series de suelos del valle inferior del río Negro con contenidos
diferentes de materia orgánica (1,1% y 4%, respectivamente) (Martínez et al., 2004),
mostraron respuesta al nitrógeno siendo para el primer caso necesaria una dosis de 370
kg de N por ha para alcanzar el máximo rendimiento, mientras que en el lote de mayor
contenido de MO, fue suficiente la mitad de esta dosis.
La respuesta al Nitrógeno bajo riego es evidente en todas las experiencias. Un
ensayo en parcela de un productor de San Javier, dentro del VIRN, en la campaña
2011/2012, muestra en 10 híbridos un rendimiento promedio de 15.000 kg ha-1 con el
agregado de 300 kg de urea y de 7.000 kg por ha sin el agregado del mismo (Figura 2a).
Se observa la influencia del componente peso del grano en el rendimiento (Figura 2b).
a b
Figura 2. a) Rendimiento de grano (kg ha-1
) de parcelas fertilizadas con nitrógeno frente a no fertilizadas. b) Peso de mil granos en parcelas con y sin nitrógeno agregado.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
143
Se han hecho muchos ensayos con agregado de P, con resultados que hasta ahora
no han mostrado diferencias significativas con el agregado del mismo (Margiotta et al.,
1988). A modo de ejemplo, un experiencia realizada en Luis Beltrán (Río Negro) muestra
respuestas significativas al nitrógeno, pero no al P, como se observa en la Figura 3
(Reinoso et al., 2012).
P=0 P=20
0 50 100 150 200
N
6000
9000
12000
15000
18000
P=0 P=20
Ren
dim
ien
to d
e g
ran
o
(kg
.ha
-1)
P=0 P=20
0 50 100 150 200
N
6000
9000
12000
15000
18000
P=0 P=20
Ren
dim
ien
to d
e g
ran
o
(kg
.ha
-1)
Figura 3. Respuesta al Fósforo y Nitrógeno del cultivar DK-684-RR2 en Luis Beltrán, Río Negro.
4. Densidad de siembra
El manejo de la densidad de plantas es una de las herramientas más eficientes
para lograr canopeos que intercepten el máximo de radiación incidente y produzcan altas
tasas de crecimiento (Andrade y Sadras, 2000). Es sabido de la poca plasticidad foliar y
reproductiva del maíz para compensar el bajo número de plantas (Gardner et al., 1985;
Andrade y Sadras, 2000) y que en los últimos 20 años la selección de cultivares se ha
venido realizando bajo densidades de plantas crecientes en búsqueda de mayores
rendimientos (Troyer,1996).
En un trabajo planteando el uso de distintos tipos de híbridos, densidades y dosis
de fertilización (Margiotta y Martínez, 1992) se determinó que el cultivo responde con
incrementos significativos de producción con el máximo de plantas empleadas en dicho
ensayo. Hasta 102.000 plantas por ha, combinadas con fertilización, siembras tempranas
y ciclos largos se registraron los máximos rendimientos.
Entre 2000 y 2004 se realizaron ensayos con densidades, fertilización y disposición
de plantas sobre los camellones del surco (simple hilera y doble hilera de siembra). No se
encontró diferencia entre la disposición sobre el surco a la misma densidad, pero si hubo
diferencias significativas de densidades y fertilización (Figura 4) (Martínez et al., 2004).
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
144
Figura 4. a) Rendimiento de grano frente distintas densidades de plantas con los tres niveles de fertilización, b) Rendimiento de grano, frente a dosis de N con alta densidad de plantas.
5. Rotaciones, sustentabilidad y maíz
El uso intensivo de los suelos en los sistemas de producción bajo riego en los valles
estudiados, ha provocado en el tiempo, un deterioro del recurso productivo y de las
condiciones ambientales. Es por esto que, para un cultivo hortícola importante como es el
tomate, se estudiaron tres sistemas de manejo, procurando establecer un antecesor
diferencial en cada uno de los suelos. En el Sistema Convencional (SC) se implementó el
uso de altos insumos químicos (fertilizantes, herbicidas, fungicidas e insecticidas); en el
Sistema de Bajos Insumos (SBI) no se utilizó agroquímicos y se incorporó anualmente un
verdeo de cebada-vicia más estiércol de gallina; y por último en el Sistema Alternativo
(SA) se aplicó un mínimo de agroquímicos (dosis mínimas de fertilizantes, herbicidas e
insecticidas) e incorporación de abono verde de cebada cada año (Martínez et al., 1999).
Con estos antecedentes, al quinto año se evaluó el rendimiento del híbrido Dekalb
3-S- 41 sobre cada sistema y su respuesta al agregado de nitrógeno en dosis creciente
(150, 300, 450 y 600 kg urea ha-1). Con el agregado creciente de urea (Figura 5), se
observaron incrementos significativos en la producción de grano. Se destacan los
máximos rendimientos en SBI, SA y SC con el agregado de 300, 450 y 600 kg de urea,
respectivamente.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
145
Figura 5. Rendimiento de maíz (Híbrido Dekalb 3-S-41) frente a dosis de urea aplicada, en cada sistema de manejo intensivo estudiado.
Por lo tanto, el sistema de manejo antecesor determinó el nivel de rendimiento de
maíz bajo riego y su respuesta a la fertilización. Todo esto se justificó debido a cambios
diferenciales en propiedades fisicoquímicas del suelo luego de cuatro años entre los
distintos tratamientos (Martínez et al., 2001).
La importancia de la rotación con cereales en el control de malezas se ve reflejado
en trabajos sobre control de correhuela (Convolvulus arvensis) (Chaves, 2000) y Yuyo
Moro (Acroptilon repens) (Bezic et al., 2008). Es de destacar que el cultivo de dos años
de un maíz RR sobre un lote improductivo para la horticultura, debido a la infestación de
malezas perennes, permite un control muy importante y deja el suelo apto para la
producción de zapallo y cebolla (Esquercia, 2012).
6. Riego
Distintos trabajos muestran la respuesta del cultivo de maíz al agua aplicada,
aproximándose a una relación lineal entre el rendimiento y agua evapotranspirada (Martin
de Santa Olalla y de Juan Valero, 1997). Siendo mayor la dependencia de la
disponibilidad en momentos críticos dentro de un período dentro del cual está la floración.
En Río Negro se ha cultivado maíz con los tres métodos de riego: gravitacional,
aspersión y goteo. La mayor superficie se encuentra regada en forma gravitacional y
comprende, tanto distritos de riego tradicionales, como nuevos emprendimientos con
manejo de altos caudales instantáneos, ubicados en las márgenes de los ríos Negro y
Colorado. En riego por aspersión la superficie está en aumento y se utilizan
principalmente equipos de pivote central, también hay equipos de avance frontal en la
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
146
margen sur del Río Negro. En riego por goteo hubo experiencias en explotaciones
cercanas a Choele Choel y se está comenzando a trabajar con este sistema con
mangueras subsuperficiales en el margen norte, próximo a la localidad de General
Conesa.
El riego por aspersión se adapta mejor que el gravitacional a manejos similares a
los realizados en el cultivo de maíz de secano en zonas con mayores lluvias. En lotes
nuevos se observan, muchas veces, problemas de infiltración y escurrimiento, lo que
lleva a zonas de mayor rendimiento que otras, asociado por lo general a la humedad del
perfil de suelo (en pequeños bajos, donde se junta agua hay más vegetación). Además
de este tema, el origen aluvional de los suelos hace que haya una variabilidad espacial
muy grande (Guerra et. al., 1966) lo que genera heterogeneidad en el desarrollo del
cultivo. A todo esto hay que asociarle que las lluvias cubren poco, o prácticamente nada,
de las necesidades del cultivo durante su ciclo de desarrollo. Es por esto, que el riego
que debe aplicarse es integral y no suplementario, por lo que el agua aplicada mediante
el riego debería ser del orden de los 800 mm durante el ciclo del cultivo, lo cual lleva a
considerar un alto costo de aplicación del mismo. Por otro lado, los equipos de riego
deberían proveer láminas de riego superiores a los 10 mm por día en la época crítica
(enero). En muchos casos, pequeños problemas de funcionamiento de los equipos en
períodos próximos a la floración del maíz han ocasionado perdida de humedad del suelo
por debajo del umbral crítico de riego, lo cual repercute en los rendimientos. Se han
iniciado estudios para evaluar la variabilidad de los rendimientos en poca distancia, que a
priori se adjudican a infiltración, fertilidad, textura, salinidad, sodio, profundidad de capas
duras, topografía, etc.
En riego gravitacional, trabajos realizados durante muchos años con pequeños y
medianos productores, han mostrado a la siembra en surcos como una alternativa que
favorece la implantación y la estabilidad de rendimientos. Este tipo de siembra se
caracteriza por no necesitar la realización de un riego previo a la siembra y sembrar con
el suelo seco. El riego en plano tiene la ventaja de poder utilizar sembradoras
tradicionales y un manejo con menores complicaciones para las aplicaciones de
fitosanitarios y la cosecha. Sin embargo, si el productor no posee sembradora o no hay
seguridad que la misma va a estar disponible el día que se necesita se corre el riesgo de
que la humedad del suelo no sea la adecuada después del riego presiembra y se tenga
que sembrar con el suelo con menor humedad de la deseada o bien tener que realizar
otro riego previo, lo que atrasa el cultivo. Trabajos presentados en el Congreso de Riego
discontinuo (Zumelzú y Roqué, 2012) mostraban el uso del surco en la siembra directa
bajo riego por superficie, no ya por el problema de emergencia, sino para mejorar la
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
147
eficiencia de aplicación de riego debido a que si no hubiera surco, en muchos cultivos de
la rotación, el agua demoraría demasiado en llegar al pie de la parcela lo que llevaría a
una perdida elevada de agua por percolación profunda.
Este sistema de siembra sobre una cara del camellón del surco se adapta también
a la siembra sin roturar el terreno (Martínez et. al., 2010) (Figura 6) y en el último año se
ha realizado una sembradora con la posibilidad de cambiar el aporcador por un juego de
discos para sembrar sobre el surco del año anterior (Figura 7).
Figura 6. Siembra de maíz en surcos sin roturación previa del terreno.
Figura 7. Sembradora adaptada para formación del surco previo a la siembra y siembra sin roturación del terreno sobre surcos de años anteriores. Diseño EEA Valle Inferior y fabricada por El Pato SA, Pedro Luro.
7. El agua, los fertilizantes y los altos rendimientos
La fertilización con fósforo y nitrógeno asociada a los costos de estas prácticas, han
mostrado en ensayos no se observa respuesta al agregado de P cuando el fósforo
extractable (Bray modificado) es mayor a 14 ppm, de todas maneras la extracción de P
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
148
en dichos cultivos es muy importante, por lo que es imprescindible la fertilización para no
agotar el recurso. En caso de sistemas con rotaciones hortícolas muchas veces son estos
rubros los que agregan a sus costos el agregado de P que aporta a la rotación. El manejo
del P en nuevos emprendimientos, donde la horticultura no forma parte, adopta formas de
manejo similares a otras zonas.
En la mayoría de los ensayos, los mayores rendimientos de maíz se dan con N >
280 kg ha-1. Sin embargo la curva rendimiento vs. N, tiene una disminución de su
pendiente en forma importante entre los 150 y 200 kg de nitrógeno por ha. A partir de
estos datos y trabajos con distintos estratos de productores se observó que en la mayoría
de los casos el nivel económico adecuado de fertilización con nitrógeno se daba con el
agregado del orden de los 300 kg de urea por ha. Se debe tener en cuenta que el
nitrógeno extraído por grano en ensayos con resultados de altos rendimientos de maíz
(Reinoso et al., 2010) logra un equilibrio con una fertilización de 180 kg N ha-1 (390 kg de
urea por ha) (Figura 8). Sin embargo si se realiza un tratamiento con menor cantidad de
riegos, los rendimientos son menores y este equilibrio se da con la aplicación de 120 kg
de N por ha.
Figura 8. Rendimiento y contenido de Nitrógeno en planta y en grano frente a distintas dosis de Nitrógeno aplicadas.
Las características del riego gravitacional, hacen que en los riegos se aplique el
agua necesaria para llevar al suelo a capacidad de campo (CC) y, luego de un
determinado intervalo de tiempo, realizar una nueva aplicación llevando nuevamente el
suelo a CC sin un control preciso de la cantidad de agua aplicada. Frecuentemente, los
productores riegan antes de que se halla consumido en 60 % de agua útil para las
plantas (CIL-AYEE,1988), llegando los excedentes al sistema de drenaje disminuyendo
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
149
considerablemente la eficiencia de aplicación. Es por eso que parte del manejo de este
método de riego, pasa además de la velocidad de avance, la pendiente, el caudal
instantáneo, el ancho y largo de melga o surco, por el momento de riego que implica cada
cuanto tiempo se riega cada lote. La utilización de sensores de humedad que permitan
conocer el estado hídrico y el potencial agua del suelo, podrían adecuar el momento
oportuno de riego, mejorando la eficiencia de uso de agua sin disminuir la productividad
del cultivo. Es parte del trabajo actual la evaluación de distintos momentos de riego y
dosis de fertilizantes sobre los componentes del rendimiento del cultivo de maíz ( Reinoso
et al 2009, 2010a)
8. Ensayos comparativos de rendimiento
A partir de estas y otras experiencias es que se comenzaron a realizar ensayos
comparativos de rendimientos de materiales ajustando el manejo local para trabajar con
las menores limitaciones de los cultivos y realizar comparaciones dentro de manejos
cercanos a los potenciales de rendimiento. A partir de un proyecto de investigación
financiado por la Universidad Nacional del Comahue, se comenzó a trabajar
específicamente sobre altos rendimientos en los valles irrigados. De aquí se desprenden
ensayos con materiales comerciales con rendimientos comprendidos entre los 12.000 y
19.000 kg por hectárea, destacándose en ese momento el material Cargill Titanium I1G
(Margiotta, et al., 2001). Se obtuvieron rendimientos del orden de los 20.000 kg ha-1 en un
ensayo de fertilización y densidad de siembra con el material DK688 sembrando sobre el
camellón a doble hilera y con aplicación de 815 de urea por hectárea (Alarcón et al.,
2002). De una serie de ensayos comparativos de rendimientos desde el año 2006 a la
fecha se evaluaron componentes del rendimiento, curvas de secado de granos, fenología
(Margiotta et. al., 2008, 2009; Reinoso et. al.; 2010b). Se contó con cultivares de la
mayoría de las empresas comerciales y se destacan datos puntuales de rendimientos en
el orden de magnitud de los 20.000 kg ha-1, en la Figura 9 se observa un ensayo con
resultados de altos rendimientos durante una jornada de campo. Sin embargo, diversos
factores, entre otros, la heterogeneidad de los suelos, el manejo del agua y los
fertilizantes, el control de malezas hacen que no se observen grandes extensiones de
altos rendimientos.
En la campaña 2011/2012 se realizaron ensayos ajustando el manejo y aplicando
macro y micronutrientes. El año fue particular porque hubo altas temperaturas en el
período de floración, que incluso afectaron la polinización de muchos materiales. En la
Figura 10 se presentan los rendimientos de los materiales estudiados.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
150
Existen casos puntuales de producción comercial con altos rendimientos, como por
ejemplo, en una parcela cerca a Viedma donde se cosecharon 30.000 kg en una
superficie de 1,5 hectáreas (A. Servera, comunicación personal) o los 17.000 kgha-1 de
grano cosechados en 25 has en el establecimiento La Media Luna en Choele Choel sobre
un material DK190 MGRR. Sin embargo un buen rendimiento esperado en la zona es de
11.000 kg ha-1 con expectativas de los 15.000 kg ha-1 en una parcela productiva. Sin
dudas, el trabajo que se comenzó, y debe tener continuidad, es determinar los factores
que influyen sobre la heterogeneidad de rendimiento en los ambientes de la norpatagonia
bajo riego y como actuar frente a ellos. Existen datos de ensayos con rendimientos
equivalentes a los 16.000 kg ha-1, destacándose ensayos de Rivas y Matarazzo (2009) en
el valle inferior del Río Colorado con una salinidad mayor que la del Río Negro, trabajos
en el Alto Valle del Río Negro (Cancio, 2012) y en los valles de la provincia del Chubut,
con rendimientos cercanos a los 34.000 kg ha-1 de materia seca para silo de planta entera
(Matinata, 2010). En la figura 11 se presenta la producción de materia seca particionada
por espiga y caña + hojas en distintos híbridos correspondiente a la campaña 2009/10 en
el valle inferior del Río Negro.
Figura 9. Imagen de un ensayo comparativo de rendimiento en la EEA Valle Inferior del Río Negro.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
151
1500
1550
1600
1650
1700
1750
1800
1850
1900
1950
2000
N85
2 RR
DK67
0 VT3P
RO
DK74
7 V
T3PRO
KM
3601
RR
KM
4321
RR
P18
45YR
AL7
405
EXP69
05
AL7
308
X18
a144
Y
Rendim
iento
en g
rano (
g.m
-2)
Figura 10. Rendimiento en grano a 14 % H de materiales evaluados en la campaña 2011/2012.
0
5000
10000
15000
20000
25000
30000
35000
40000
Kg
Ms
Ha
-1
Exp. M
R 8
5
39B
77
KM
3601 C
L M
G
38W
22 P
L1
DO
W 2
M495
LT
616 M
G
31Y
05 R
R
LT
622 M
GR
R2
DK
684 R
R2
LT
651
DK
FE
ED
RR
2
DK
190 M
GR
R2
NK
795 T
D M
AX
P2053Y
AM
8323 C
L
LT
620 M
G
KM
2411
DM
2741 M
GR
R2
DM
2740 M
G
AD
60 A
Y
LT
625
AM
8316 M
G
DO
W 2
E464 C
L
LT
624 M
GR
R2
DK
700 M
GR
R2
DK
747 M
GR
R2
DM
2750 C
L
DK
670 M
G
LT
618 M
G
SP
S 2
770 C
L
DK
699 M
G
32F
84 R
R
SP
S 3
5B
008 T
D M
AX
DE
SA
FIO
31F
25 R
R
NK
807 T
D M
AX
SP
S 7
M31 M
G
DO
W 5
48 H
XLL
AM
8318 T
D M
AX
Rendimiento de espiga Kg/Ha. Caña+ Hojas Kg/Ha
Figura 11. Rendimiento de MS total aérea y particionada en espiga y caña+hojas en híbridos de maíz sin limitaciones hídricas ni nutricionales en el Valle de Viedma, ciclo 2009/10.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
152
9. Comentarios finales
Las condiciones de clima y suelo en los valles irrigados de la Norpatagnia son
diferentes a la zona núcleo de producción de maíz de la República Argentina,
destacándose la necesidad de riego para la producción de grano, mayor duración de los
días durante el verano y, en general, la mayor variabilidad espacial de propiedades
fisicoquímicas de los suelos. La zona puede producir altos rendimientos puntuales pero la
variabilidad de estos, aún dentro de un lote, es muy grande. La variación interanual de los
rendimientos potenciales en condiciones sin limitaciones hídricas ni nutricionales se debe
principalmente a modificaciones en el régimen térmico.
Conocer topes de rendimiento ayuda a trabajar sobre rendimientos reales y
ponerles extremos a distintos factores de manejo.
Los ciclos cortos tienen menores rendimientos pero, en ciertas ocasiones, se
adaptan mejor a condiciones de la rotación agrícola,
El riego presurizado en zonas áridas y semiáridas para el cultivo de maíz necesita
el agregado de un volumen de agua muy grande, lo implica un alto costo, por lo que la
optimización insumo producto, en este caso agua rendimiento, es una de las premisas a
tener en cuenta para la sustentabilidad del sistema (Riego deficitario controlado).
El riego gravitacional es una buena opción para realizar el cultivo de maíz, ya que el
consumo energético es menor que en aspersión, por lo tanto hay que utilizar técnicas que
favorezcan el desarrollo de cultivo bajo este manejo y regar en forma eficiente.
El maíz es un integrante fundamental en la rotación con horticultura, por lo que es
importante lograr altos rendimientos para obtener en pequeñas superficie retornos
importantes de una actividad que, además, está favoreciendo al recurso suelo para un
posterior cultivo hortícola.
Frente a un aumento de la superficie regada en la Norpatagonia, es lógico esperar,
que un porcentaje no menor al 30% de dicha superficie vaya a estar cultivada con maíz
para favorecer la sustentabilidad del sistema.
10. Bibliografía
Alarcón, A; Chaves, H; Margiotta, F. 2002. Densidad de siembra y fertilización de maíz.
Comunicaciones. 40:11-12.
Andrade, FH y Sadras, VO 2000. Bases para el Manejo del Maíz, el Girasol y la Soja. Ed.
Médica Panamericana S.A. ISBN:987-521-016-1. 443 p.
Andrade, FH. 1992. Radiación y temperatura determinan los rendimientos máximos de
maíz. Boletin técnico Nº106. INTA EEA Balcarce. 16 p.
3ª Reunión Internacional de Riego. INTA Manfredi. 30 y 31 de octubre de 2012
153
Andrade, FH; A. Cirilo; S. Uhart; M. Otegui. 1996. Ecofisiología del cultivo de maíz.
Editorial la Barrosa. Balcarce. 292 p.
Andrade, FH; FA Margiotta; RM Martínez; Heiland, P; Uhart, S; Cirilo, A y Frugone, M.
1992. Densidad de plantas en maíz. Boletin Técnico Nº108. INTA EEA Balcarce. 19