....... (;r, ! I -,""1 >r) h"·' \ ensenanzas de la psiquiatria, disciplina que/ al trabajar en el punto de enlace entre el significante y el cuerpo, no pue- -r de sino reencontrarse con el psicoanalisis en ciertos aspec- tos. Pone fin al conductisrno que prosper6 al amparo de la sociobiologfa, y que sigue vigente en las instituciones donde tienen influencia estos psicologos. Es evidente que jarnas se podra explicar el comportamiento humano con Capitulo 1 i un esquema-que 10 reduzca a un juego de «esttmulc-res- 1"; c r.' , puesta». Basta los animales, como veremos, trastocan I I considerablemente este pobre juego con sus actividades Del animal al hombre ! perceptivas mas simples. t ,. i Dejo ahora allector el placer de leer un texto que por su sentido del humor -ese juego del sentido contra sf rnismo por el placer de una libertad conquistada- se presenta, en la escritura, como la marca discreta de su caracter filosofi- co. En el se encontrara el eco, ampli£icado por observacio- nes concretas a veces sorprendentes, a menudo punzan- tes, siempre desconcertantes, de uno de los aforismos barrocos cuyo secreto conocia bien Ludwig Wittgenstein: I J «Si elle6n supiera hablar, no 10 comprenderiamos». DOMINIQUE LECOURT I \ \ <;' ,..J '- r l /) 22 /
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-r de sino reencontrarse con el psicoanalisis en ciertos aspectos. Pone fin al conductisrno que prosper6 al amparo de la sociobiologfa, y que sigue vigente en las instituciones donde tienen influencia estos psicologos. Es evidente que jarnas se podra explicar el comportamiento humano con Capitulo 1
i un esquema-que 10 reduzca a un juego de «esttmulc-res1"; cr.' , puesta». Basta los animales, como veremos, trastocanI
I considerablemente este pobre juego con sus actividades Del animal al hombre ! perceptivas mas simples. t,.
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Dejo ahora allector el placer de leer un texto que por su sentido del humor -ese juego del sentido contra sf rnismo por el placer de una libertad conquistada- se presenta, en la escritura, como la marca discreta de su caracter filosofico. En el se encontrara el eco, ampli£icado por observaciones concretas a veces sorprendentes, a menudo punzantes, siempre desconcertantes, de uno de los aforismos barrocos cuyo secreto conocia bien Ludwig Wittgenstein:
I J «Si elle6n supiera hablar, no 10 comprenderiamos».
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. Un mundo de perro
Mi perro y yo tenemos un armario Luis XIII. Esta insta tI
.ado en el comedor. Macizo, pesado, sornbrio, austere y majestuoso. Comprendo que procure evitarlo, esquivarlq Su geometria es disuasoria, y no sienta bien golpearse con el. Y, sin embargo, todo esto es pura ilusi6n; mi perro no ha vista jamas este armario Luis XIII; no vera jamas nin'Sun armario Luis XIII, ni tampoco sillones LUis-Felipe ni mesas de oficina. lQue es Luis XIII para un perro? Y este armario, «rni» armario, el que herede de la familia de mi rnujer, cuando un buen dia se 10 rega16 su tia, precisando, como si fuera una experta, que se trataba de un mueble «de epoca», una pieza preciosa de un patrimonio que fue necesario transportar, 10 recuerdo bien, con infinitas prec.iuciones ... No, mi perro no ha visto nunca este armario, que esta impregnado de palabras, marcado de sentimientoe, y silenciosamente cargado de toda una historia que siempre sera extrafia para un can.
Esta «cosa», en la medida en que ocupa un lugar en «rni» mundo, se me aparece como un «objeto» de este
f rnundo, una realidad que no se encuentra situada unicamente en el espacio-tiempo fisico que comparto con mi perro, sino anclada en multiples redes de sentido, surcada por un flujo de significaciones que a nuestros ojos le con
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fieren esa consistencia, la de «nuestro» querido armario lo-respuesta». Desde el momento en que percibe, el ani
Luis XIII. Podria decir entonces que mi perro se contenta mal confiere sentido a las cosas que constituyen su mun·f con percibir la «cosa» como tal, la «cosa en sf», que se to do. En el universo fisico, adquiere un material a partir del
pa con su existencia bruta, que se tropieza con su ser fisico . cual construye sus propios «objetos»,
«pure». su forma imponente, su volumen, su densidad, Valga como ejemplo la actividad sensorial que goza de
sus propiedades neutras. Tal planteamiento es antropo peor reputaci6n, la que se considera mas tosca: la olfac
centrismo que se convierte en antropoesnobismo. LPor cion. En este punto los mamfferos son los campeones, a
que su «rnundo», por el hecho de mostrarse desprovisto excepci6n del hombre, que en materia de olfato es un ver
de significaciones que dan forma, sustancia y sabor al dadero discapacitado y, ademas, menosprecia dicho senti (I,
mio, al de mi mujer y su tia, al de los arnigos que me visi do. ZEs quiza para marcar mejor la distancia, incierta pero
tan, se despliega en un desierto de sentido? LY, al mismo decisiva, que 10 separa de sus vecinos mas pr6xirnos, los
tiernpo, se puede asegurar 10 contrario? zPuedo abolir en primates no humanos?
rni toda hurn:anidad hasta el punto de convertirme en pe Observemos una mariposa. Hasta desde once kilorne
rro 0, a modo de cornunion, «espiritu de perro»? Sin duda tros de distancia, el macho puede detectar la presencia de
es imposible instalarme de forma imaginaria en una vi una hembra sexualmente receptiva, distancia que recorre
si6n canina del mundo; pero al menos puedo efectuar en ra gustoso para acudir a la cita. Hoy se puede explicar
las cosas algunas manipulaciones simples que prueben muy bien este aparente prodigio arnoroso: la hembra emi
que el mundo de perro, como el mio. no puede reducirse te feromonas, moleculas olfativas secretadas por glandu
al universe fisico. Este mundo se le presenta tarnbien re las exocrinas. EI receptor de estas hormonas, en lugar de
pIeto de «objetos», pero son «objetos de perro». Basta, por encontrarse en el propio individuo, como sucede con las
ejemplo, con meter un trozo de carne en mi armario Luis hormonas del crecimiento, por ejemplo, esta situado en
XlIIi en lugar de esquivarlo, se abalanzara sobre el, saliva otro organismo; en este caso, en la mariposa macho que
ra. grufiira, ladrara, el mueble habra perdido entonces su percibe la presencia de la molecula a traves de sus ante
aparente neutralidad; se convertira, para Ed, en un obs nas. Procede entonces a un movirniento de exploraci6n
taeulo significativo, aunque este sentido se apegue toda del espacio; dos 0 tres balanceos le bastan para recabar y
via demasiado a la estimulaci6n biol6gica. precisar la informaci6n. Pone rumbo hacia ellugar y aca
Asi se presenta el «rnundo» de los animales, ya pleno ba cayendo directamente sobre la hembra adecuada. Se
de sentido, aunque este sentido no sea el nuestro. Las ob puede observar el mismo proceso en el tibur6n con el sen
servaciones de los etnologos desmienten las concepciones tido gustativo. Una gota de sangre se diluye en el mar, pe
filos6ficas y psicol6gicas que s610 yen en los anirnales po ro el tibur6n dispone de un sistema de radar hipersensible
bres maquinas entregadas a la ley de bronce del «estirnu que le permite detectar la presencia de sangre en concen
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traciones rninimas: le basta con una molecula por metro cubico de agua. Tambien el sabra lIegar hasta la fuente de
., informacion recibida. Se aconseja al lector, no obstante, que tenga la prudencia de no confundir un tiburon con
una mariposa. Por 10 que se refiere al oido, veamos el caso de las aves,
que son capaces de emitir seftales sonoras sorprendentes. Cuando se procede a registrar y analizar tales sonidos,
se obtienen «fonogramas» que representan la serie de frecuencias altas y bajas; en el grafico se observa como se dibujan verdaderas estructuras de voces, con secuencias bien delimitadas. Asimismo, se detectan extraardinarias sincronizaciones entre las aves que se responden. Pero 10 mas llamativo es que una parte del sonido es un signo caracteristico de cada especie, una suerte de firma sonora. Y los individuos de la especie en cuestion reconocen el sonido sin la menor vacilacion. Cada uno puede rodear dicha estructura de ciertas variaciones «personales», pero sin eliminar la parte de la voz que se halla geneticamente programada. Las observaciones sobre las gaviotas de Porquerolles que tuve ocasion de constatar en repetidas ocasiones con mis alumnos nos enseftaron muchas cosas. Las gaviotas perciben verdaderas organizaciones sonoras que provocan comportamientos diferentes: voces de llamada, voces de triunfo, voces de alarrna, voces de cortejo ... La percepcion de la gaviota no se carresponde con la idea de una pura recepcion de informaciones, sino que parece bien estructurada y activamente estructurante. Manifiesta la existencia de una autentica serniotica en la que se articulan sefiales sonoras y visuales can otras de tipo gestual y espacial. Cuando las gaviotas inglesas desembarcan en
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Hendaya, ninguna de sus congeneres francesas de Parquerolles se mezclara con ellas... La idea de una percepcion que sea simplemente «receptive». pasiva, no permite explicar tales fenornenos.
Pasemos ahara al mas «noble» de los sentidos, el de la vision. Las aves aqui se llevan la palma sin duda alguna. Sin embargo, no nos contentaremos con admirar esa prodigiosa agudeza visual. Una observacion clasica de Nikolaas Tinbergen, premio Nobel de 1973, sobre los «sefiue i1
los» de gaviotas perrnitio analizar con mayor finura la percepcion de estos animales. El celebre etologo habia constatado que la gaviota, desde el momento en que frota la cara intema del huevo para cascarlo y salir, aun indecisa, se orienta indefectiblemente hacia una gaviota adulta y golpetea con el pico la mancha roja que se encuentra situada en la raiz de su mandfbula inferior. Es un ritual extrafio y misterioso. Nikolaas Tinbergen decidio construir un sefiuelo de gaviota de carton que reprodujese la imagen completa del ave. Y ccnstato que la pequefta gaviota se dirigia de todas formas al sefiuelo y golpeteaba la mancha roja que tenia pintada. Era un magnifico ejemplo que pareda avalar el «innatismo» de este comportamiento, puesto que ningun ap~endizaje podia preceder a aquel movimiento espontaneo,
El periodo sensible
El metodo de Nikolaas Tinbergen ha sido cues tionado. Reproducir con la maxima fidelidad posible, con tijeras, carton, pinceles y colores, la imagen de la gaviota
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puede parecer un esfuerzo iruitil. LNo presupone, en efecto, que la percepci6n del ave debe ser identica a la de
·r nuestro mundo de seres humanos? Una gaviota vista por una gaviota tiene muchas probabilidades de ser diferente de una gaviota vista por un hombre. A partir de esta hipotesis, elaborarnos otro experimento, tecnicarnente mas sencillo, que permiti6 derivar conclusiones bien distintas. En Jugar de dedicarnos a reproducir escrupulosamente la imagenhumana de la gaviota, nos contentamos con toma r varas de madera y trozos de cart6n en los que pintamos manchas redondas de distintos colores. Asi pudimos detectar 10 que realmente estimula a la pequefia gaviota: una disposiciori determinada de colores. S6lo faltaba bacer comparaciones. Cuando se asocia el gris con el nezro, s610 un pequefio numero de gaviotas golpetea con el Fico; el numero aumenta si se trata del azul y el verde,.y todavia mas si los colores son el rojo y el negro. La probabilidad de golpeteo alcanza el 90 por ciento con el amarill: I y el rojo, los colores «reales» que presenta la gaviota adulta.
El exper imento prueba que el «estirnulo» no es sencillo; la respuesta de la gaviota recien salida del huevo no parece en absoJ uto «organizada» de antemano, predeterrninada como un reflejo, dado que puede variar, y aun en el caso mas perfecto. el l Opor ciento de las aves no responde al estimulo. Lo que estimula es una forma coloreada; 10 cual presupone ya, en 10 mas cercano a 10 biologico, una «interpretaci6n» que refleja un primer grado de libertad en relacion con la inmediatez de los estfmulos procedentes del mundo exterior; una «interpretacion» y, por tanto, tambien variantes y. .. errores.
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Observemos un animal considerado mas «inteligente»: veremos como se amplifica esta «interpretacion» con res
. pecto a las restricciones del medio. Se realize, por ejemplo, un ingenioso experimento con macacos en una jaula de gran tamafio. pensada para simular el medio natural. Se instalaron pantallas .de cine en los lados de la jaula para proyectar caras de simios, machos, hembras, jovenes y viejos ... Los macacos estaban encerrados en una jaula donde veian desfilar esas imageries. Cuando se les soltaba, se dirigfan hacia las pantallas. A modo de recompensa, se colocaron pasas sobre la cara de una hembra madre. Muy pronto los macacos aprendieron a dirigirse hacia esa cara «interesante». Despues se sustituyo esa cara por la de uno de sus hijos. Se ccnstato que los macacos se orientaban muy rapido hacia el: reconocian, par tanto, el vinculo entre la madre y el hijo. Se mostraban tambien capaces de percibir una sernejanza familiar 0 una estructura afectiva. En este caso, nos hallamos lejos, muy lejos, de la simple «estimulacion» fisica. La percepcion de los macacos se encuentra estructurada, de manera abstracta, por un sentido ya muy elaborado. Propongo utilizar el terrnino «inteligencia perceptiva» para designar esta actividad de seleccion e interpretacion que sefiala la recepcion de estimulos sensoriales efectuada por animales. Dichas estimulaciones no constituyen datos «brutes» sin mas; en ellas no hay ninguna informacion «en sf»,
La mejor prueba que se puede aportar radica en un fenorneno hoy muy conocido, porque ha side rninuciosamente estudiado por los pioneros de la etologia animal. Me refiero a la famosa «impregnaci6n», que revela que una misma informacion puede adquirir, segun el momen
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to de desarrollo del organismo que la recibe, un valor hiperrnarcado 0, por el contrario, completamente nulo.
·r El experirnento mas sencillo y mas conocido fue el de
sarrollado por Konrad Lorenz, que mostr6 c6mo un anad6n puede seguir cualquier objeto que se mueva en su campo visual, siempre que tal movirniento se produzca en un periodo comprendido entre la decimotercera y la decimosexta hora despues del nacimiento. Antes de la decimotercera hora, el pato se desplaza al azar, sin rumbo; no es susceptible de apegarse a ningun objeto. Despues de la decimosexta hora, la tendencia al apego es cada vez menor. Pero durante el periodo interrnedio, que se denornina «periodo sensible», se observa c6mo se apega, en el 90 por ciento de los casos, a todo objeto que se presente. El pato sigue al objeto y se acurruca contra el para dorrnir. A partir de entonces ya no se aleja; explora su mundo siempre en las proximidades de «SU» objeto. Se dice que el objeto se «infiltra» en el pato. Yse constata que a partir de entonces adquiere una funci6n tranquilizadora; el animal se apoya en el para familiarizarse con su mundo de pato. Si se ve privado de su objeto querido, el pato presenta todos los sintomas del «estres», por encontrarse perdido y totalmente inerme en un universo sin objeto. En un instante se pone a correr en todas las direcciones; tropieza, se hace dafio, deja de corner y beber, ya no puede dormir. Cualquier otro estfrnulo s6lo sirve para aumentar el estres.
Puede afirmarse que Konrad Lorenz tuvo suerte, pues el pato parece la especie que mejor se impregna. Sin embargo, se ha podido dernostrar, despues de estos trabajos memorables, que el «periodo sensible» no representa en realidad mas que un periodo de receptividad maxima, cu
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ya duraci6n puede variar por medio de procedimientos experimentales. El pato se vuelve hipersensible en condiciones de aislarniento, aunque solo sea posible impregnar10 desde un poco antes de la decimotercera hora; si se 10 sobreestimula antes del perfodo sensible, es posible atenuar la irnpregnacion y prolongarla un poco mas alla de la decirnoseptima hora. Por tanto, el proceso no tiene la rigidez que Ie atribuia Konrad Lorenz, si bien es cierto que constituye un periodo bien definido. Cabe preguntarse ~
cual es el «objeto» al que se apega el pato. La respuesta es que le es indiferente. Puede ser una lampara, otro pato 0
incluso la mana del et6logo. La experiencia se ha repetido con crias de gate 0 de perro, y se ha demostrado que estes tarnbien son «impresioriables». aunque la duraci6n del periodo sensible se prolonga considerablemente. Se calcula que tal periodo dura unas cinco semanas en el caso del perro, y varios meses en los primates. For ahora no hablare del hombre, pero volvere sobre el tern a mas adelante.
Los et6logos deben cuidarse de considerar el mundo animal como un mundo psicoqufmico; por el contrario, mediante observaciones dirigidas y comparaciones deben detectar el sentido que ya circula en dicho mundo. Conviene evitar, asimisrno, otra trampa sirnetrica e inversa, mucho mas extendida, popular y temible: la trampa antropom6rfica que nos lleva «espontanearnente» a interpretar el comportamiento animal en terrninos humanos.
Este defecto de pensamiento es aun mas insidioso por el hecho de que nos atrapa en una de nuestras debilidades mas probadas: la ernocion que sentimos ante la percepci6n del otro. Tomemos el caso, tan familiar, del gato. Se observa c6mo se frota contra los objetos y despues se acu
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rruca amorosamente contra nuestra pierna. Es dilicil sentirse indiferente ante el contacto de su piel y tales mues
·f tras de afecto. Sin embargo, la realidad no tiene nada que ver con los sentimientos que proyectamos sobre nuestro gato. El muy picaro tiene una glandula olfativa en la parte externa de la boca; al frotarse, nos marca su olor y asi procede met6dicamente a la construcci6n de su mundo familiar. De este modo, el mundo en el que se instala sin que nosotros 10 separnos ya no le producira angustia y podra sentirse seguro en el. Por tanto, no viene a frotarse para que nos sintamos a gusto, sino que de ese modo reafirma, de modo «egoista», su propio bienestar afectivo,
Veamos a continuacion un experimento ya mas sofisticado. pero que entrafia la misma trampa. Dividimos en dos grupos una poblaci6n de cachorros de perro recien nacidos. El primer grupo se separa precozmente de su madre, mientras que el otro se cria en las condiciones habituales. Hacia el tercer 0 quinto mes, un grupo de psic6logos entra en el laboratorio, donde despues se sol tara a los cachorros. Se ad vierte a los psic6logos que algunos de los perros han crecido en una situaci6n de carencia afectiva descrita en los terminos apropiados; se les pide que identifiquen a los cachorros de cada grupo. Todos los psic6logos ofrecen una respuesta unanime y se equivocan; para ellos. los cachorros «bien criados» son los que se le acercan para hacerles carantofias, lamerlos y rodearlos, dando asi muestras de alegria vital, a su parecer. Pero es justo al contrario: los perros afectivamente vulnerables son los que se acercan a los psic6logos para satisfacer su avidez afectiva y familiarizarse con el medio que se les abre por primera vez, mientras que los perros «bien cria
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dos» perciben a los recien llegados como extrafios en un mundo con el que ya se han familiarizado por medio de la madre. Adoptan entonces un comportamiento ambivalente: el interes les acerca a los humanos. pero el temor frena ese primer impulso. Los psic6logos diagnostican imperturbablemente esta conducta como una manifestaci6n de la asociabilidad.
~Por que se equivocan? Porque proyectan sobre los perros la gratificaci6n afectiva que ellos mismos sienten ante CJ
la zalameria canina. Algunos criadores conocen bien la fuerza de este malentendido. Los menos escrupulosos la utilizan en su propio beneficio con el fin de cap tar clientes: aislan a los perros y de ese modo los hacen met6dicamente vulnerables. El comprador que se presenta se ve seducido por el entusiasmo de que es objeto, y adquiere sin vacilar un animal afectivamente fragil.
El antropomorfismo adopta vias menos directamente afectivas. Puede tratarse de analogias err6neas, poco reflexivas, aunque la afectividad no este del todo ausente, como veremos. Volvarnos alos gatos; 0, mas exactamente, a la celebre «limpieza» de los gatitos realizada por su propia madre cuando nacen. ~ Que hay mas conmovedor que la primera limpieza del recien nacido? Cautiva y enternece observar los cuidados pacientes y meticulosos de la gata, que adopta la figura de la buena madre, afectuosa y atentao Lo malo de esta escena edificante es que la madre no «lava» a los pequefios: somos los humanos quienes hemos inventado el mito de la «limpieza del gato». La madre marca a su cria con su olor y de este modo se «familiariza» con ella. La prueba es que si se impide que la gata lama a Ia cria en el momento del nacimiento, la considerara como
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una extrafia, Y esta madre excelente puede llegar incluso a
comerse a su propia cria. ·f Humor (Linvoluntario?) de et6logo: se han hecho las
mismas observaciones con las ratas, esas golosinas de los gatos que tienen la costumbre de «limpiarse» cuando se acuestan. Si a alguien se le ocurre la idea ingeniosa de ataviarlas con un «tutu», no logra transforrnarlas en estrellas de la danza, pero bloquea el encadenamiento natural de secuencias de comportarniento que conduce a la presunta limpieza. En tal caso, la madre no podra marcar a sus crias con su olor, y por 10 tanto se las comera.
Otra variante del rnismo experimento es la siguiente: si se taponan los orificios nasales de una oveja, 0 se recubre su cria de una sustancia impregnada de un olor con el que no esta familiarizada, se obtiene el mismo resultado. Es cierto que la oveja no se corne al cordero, pero al considerarlo como un extrafio, 10 rechaza sin miramientos.
La ilusi6n antropom6rfica no s6lo repercute en nuestra interpretacion del comportamiento animal, sino que se extiende tarnbien a nuestro comportamiento ante los animales.
Es el caso, por ejemplo, de los errores cometidos por todos los que intentan fotografiar 0 filmar aves. [Cuanta pelicula desperdiciada! Pura y simplemente «olvidan» que los ojos de estos anirnales no rniran al £rente y, por 10 tanto, para rnirarnos necesitan girar la cabeza. Y si nos rniran fijamente, cara a carat es senal de quequieren huir 0 atacar porque tienen rniedo. De modo que si se los enfoca con una carnara, 10 interpretan como un comportarniento agresivo y huyen. De ahi todos los t6picos err6neos sobre vuelos precipitados, obras de et6logos en ciernes y turistas mal inforrnados.
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Los prirnat6logos, los veterinarios, los dornadores y los toreros han hecho observaciones analogas, desde una perspectiva profesional, sobre la conducta que se debe mantener ante los marruferos. Por ejemplo, mirar de frente a un perro suscita en el una fuerte emoci6n; desconfia. Y el malentendido se prolonga. porque para atenuar su emocion. el perro alza ligeramente el hocico, baja un poco las orejas. El hombre interpreta esta modificaci6n de la cara del animal-los veterinarios hablan de la «cara» de los pe
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rros- como un modo de sonrisa. Suponiendo que se tratase de una sonrisa, no se preguntan cual es la significaci6n de ese gesto, que en el hombre no remite a los mismos sentimientos en Asia 0 Europa. Sin inmutarse, nuestros amigos europeos de los animales atribuyen de buena fe una sonrisa occidental a sus perros.
Con los primates superiores no humanos, los contrasentidos son menos flagrantes y mas taros porque la musculatura, la posici6n y los movimientos de los ojos se asemejan mas a los nuestros. Sin embargo, no resulta mas facil acercarse a un simio. Los primat6logos han aprendido que, para ser admitido en el circulo de los gorilas, es preciso sentarse y despues, en la medida de 10 posible, corner, mascar una brizna de hierba, por ejemplo, y mirarlos s6lo de lado, desplazandose ligeramente. Saben que si miran fijamente a los ojos de un primate desencadenan, tambien en el, una emoci6n incontrolable pr6xima a la sensacion de agresi6n. Por si fuera necesario, puedo citar una prueba adicional de la existencia de pensamiento perceptivo en los animales: es el que se manifiesta a continuacion. en el caso que nos ocupa, a traves de una serie de gestos mimicos destinados a calmar la emoci6n. El prima
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.r. te abrira la boca ocultando los dientes, se agachara, ensenara el trasero 0 hara una ofrenda alimentaria alzando las palmas al aire. En suma, recurrira a todo un ritual de apaciguamiento.
La bella y las bestias
Hace unos afios tuve ocasi6n de observar algo que confirma los resultados generales de estos trabajos. lntroduje a un grupo de nifios en el recinto de los anirnales de un zoo16gico de Toulon, y decidi medir la distancia de huida del animal, filmando la escena con el fin de analizar, a camara lenta, la causa que provocaba la huida. Algunos nifios eran psic6ticos. Sin embargo, nos sorprendi6 el siguiente descubrimiento, al principio cargado de misterio: los animales aceptaban facilmente la proximidad de los nifios psic6ticos, mientras que los otros les daban miedo. Vimos incluso c6mo una nina con sindrome de Down, criada en un centro psiquiatrico por haber sido abandonada, se abrazaba a un animal que la habia dejado acercarse sin inmutarse. El mismo animal, cuando se Ie acercaba un nino «normal», se sobresaltaba cuando este se encontraba a tres metros de distancia, y huia a gran velocidad.
El analisis de las peliculas a carnara lenta nos permiti6 comprender 10 que ocurria. Los nifios psic6ticos, encerrados en 51 mismos, evitan la mirada, suelen carninar de lado y se desplazan con suavidad. Por 10 tanto, a causa de su propia enfermedad, no asustan a los anirnales. En cambio, en las cintas se veia claramente c6mo los demas nifios miraban a los anirnales de frente, les sonreian, les mostra
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ban los dientes y levantaban la mano para acariciarlos; despues se precipitaban sobre elios con afecto y entusiasmo. Aquellos eran excesivos signos de agresi6n en un
.,mundo animal. Tuve ocasi6n de repetir un experimento del mismo tipo con dos perros y dos nifias, una de ellas nacida de relaciones incestuosas y otra «salvaje». La primera queria jugar con los perros y se apoder6 del plato donde estes iban a corner. Los perros gruneron y la arne
onazaron. La nina se asust6 y sali6 corriendo, pues comprendi6 bien el «rnensaje». En cambio, la nifia «salvaje» se acerc6 a los perros, entr6 en la caseta, se tumb6 y les rob6 el plato de comida. Y sin embargo, los perros se dejaron. Tambien en este caso, si se revisan las imageries de video a camara lenta, se ve claramente que la nina «salvaje». a diferencia de su cornpafiera, evita mirar fijamente a los perros; s610 se desplaza a gatas -al igual que se ha visto recientemente en el caso de los nifios huerfanos rumanos-, y empuja a los perros apoyando la cabeza sobre el trasero de los animales, como hacen los cachorros para bloquear la agresividad de los perros adultos.
El caso de esta nina nos permiti6 ilustrar c6mo puede tomar forma la etologia humana. La existencia crea a veces terribles experimentos naturales que no podemos observar en las condiciones de vida habituales. Si el metodo de observaci6n es sencillo y claro, el objeto de signos descrito resulta, para los profesionales clinicos como nosotros, mucho mas estimulante que ciertos objetos de laboratorio, excesivamente depurados y artificiales.
Laura naci6 de relaciones incestuosas. Su padre-abuelo quiso quedarse con ella, porque la consideraba hija del amor. Su madre, de quince afios de edad, confundida por
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la angustia del nacimiento, no tuvo fuerzas para ocuparse de la nina. Por tanto, el bebe sobrevivio en una situacion familiar de privacion afectiva. A los siete meses, fue necesario hospitalizarla porque se dejaba morir. El calor de las enfermeras y los estirnulos del entorno devolvieron la vida al bebe. Al regresar con su familia, el aislamiento casi total provoco una nueva recaida. Al fin, a los siete afios de edad, paso a convivir con una familia de acogida.
A partir de entonces tuvo contacto diario con sus pa
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dres de acogida, asi como con sus abuelos, la nifia de la casa, dos perros grandes, tres canaries, sin contar las palomas, gorriones, erizos y todos los invitados permanentes de aquella casa. Los sabados visitabarnos a la nina para observarla en las condiciones de vida habituales.
Primera sorpresa: caminaba a cuatro patas, 0 bien se desplazaba con las nalgas apoyadas en el suelo. El hecho de haber sido criada en condiciones de aislamiento sensorialla habia privado del modelo de posicion erguida; no se le habia ocurrido probar la aventura de la bipedacion. Un compartamiento motor, aparentemente tan simple como la bipedestacion. requeria al menos un modelo de aprendizaje.
Es un misterio que el hombre carnine sobre sus miembros posteriores, porque tal postura entrafia numerosas complicaciones: varices, hemarroides, ciatica, problemas digestivos, variaciones de tension. En una lcgica puramente anatornica, deberiamos caminar a cuatro patas. Pero en una logica humana, parece curioso.
El problema de los origenes resultasiempre fascinante. ZQuien fue el primero que tuvo la idea de alzarse sobre los miembros posteriores? ZY por que? Podemos jugar a
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aventurar hipotesis: un dia un hombre quiso rnirar a 10 lejos. por encima de la sabana. El simple hecho de aventurar esta hipotesis implica que el sistema sensorial del hombre era ya muy preciso en el dorninio de la vision y mediocre en el olfativo. Si mi perro probase la aventura de la bipedacion para mirar por encima de los matorrales, disminuiria su rendirniento, porque sus ojos Ie perrnitirian percibir un mundo confuso de colares pastel, rnientras que al mantener el hocico a ras de suelo puede percibir una «car ,C
tografia» olfativa rigurosa. Por tanto, el desplazamiento sobre las patas posteriores no conlleva para el ningun beneficio adaptativo.
Puede que el primer hombre quisiera liberar las manos para transportar mejor los frutos 0 las herramientas; puede que desease impresionar a sus congeneres todavia cuadrupedos.
Estas conjeturas sobre el inicio de un comportamiento pueden parecer banales. De heche, provocan siempre reacciones violentas, porque las cuestiones sobre los origenes recurren a representaciones religiosas y, en este ambito, todo desacuerdo conduce a la exclusi6n.
En cambio, todos los padres coinciden al describir los primeros pasos de sus bebes. La primera sarpresa es que este riesgo se recibe con celebraci6n familiar, a pesar de que este aprendizaje conlleva gran ruimero de pupas, huidas y conflictos. L6gicamente, si quisierarnos proteger a nuestros hijos, convendria prohibirles que aprendieran a caminar.
Por suerte, la l6gica emocional crea un campo de fuerzas afectivas que modela el comportamiento del pequefio. Al principio el nino intenta levantarse solo; hace fuerza y
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se yergue durante unos segundos, pero enseguida se tam
., balea y cae sobre su amortiguador natural: las nalgas. La evolucion esta bien pensada, porque el hombre es el unico ser vivo que posee este doble almohadon. El rendirniento muscular, al principio solitario, indica que el pequefio sabe asumir riesgos y se divierte, a pesar de los golpes y chichones que sufrira de modo inevitable. Esta erotizacion de
I la angustia, este placer solitario, este juego del miedo, se vera reforzado con las reacciones emocionales del entorno adulto. Por tanto, el juego de exploraci6n de las capacidades corporales sera, para el nino, un intense pretexto emocional. Es comosi el niiio pensase: basta con que me ponga en pie para provocar una ernocion intensa, una celebra- . cion gestual de gritos y abrazos. Cuando mi entorno percibe un esfuerzo por ponerme en pie, este acto motor se convierte en un acontecimiento relacional extraordinario.
Por supuesto, se trata de un pensamiento sin palabras
x 0, para ser mas exactos, una representacion organizada a partir de percepciones de mi propio cuerpo y emociones suscitadas en mi entorno.
Esta observacion, de una banalidad extrema, significa que, cuando el nino se ve privado del entorno, el esfuerzo de ponerse en pie es un mero acto motor sin valor relacional. Un nino sin media humane nunca atribuira una funcion de relacion a ese impulse de sostenerse sobre las
. piernas. Posee todas las competencias necesarias para caminar, pero al carecer de la fuerza modeladora de la emocion del entorno, no intentara nunca el esfuerzo de carninar, desprovisto de sentido, para el, en dicho contexto.
Otros nifios emprenden con dificultad la aventura de la bipedacion, porque el entorno ausente, depresivo 0 enfer
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mo carece de la fuerza vital necesaria para inculcar ernocion en ese acto motor, privandolo as! de toda signifi
.cacion. A veces es el propio nino quien no se atreve a emprender la aventura porque esa pequefia angustia no le divierte. El riesgo le produce mas temor que placer. Se observa entonces que le da miedo explorar otros alimentos, cambiar los juguetes de lugar 0 adentrarse en 10 desconocido.
Muy poco despues de su acogida en aquella familia, Laura inicio la aventura de ponerse en pie. Al principio vacilaba, luego caminaba muy rigida, con los codas pegados al cuerpo, sin balancear los brazos, y la media vuelta era todavia un movimiento peligroso. Cuando la ernocion del riesgo era demasiado fuerte, consideraba mas seguro «caminar sentada». Pero cuando el afecto proveniente del medio volvia a estimularla, Laura intentaba de nuevo ca, minar como los humanos.
La observaci6n de Laura me perrniti6 comprender que, si bien es innegable que el acceso allenguaje crea un universo especificamente humano, tarnbien es cierto que el universe humane se prepara, ya antes de hablar, para multitud de aventuras afectivas, como el cara a cara rnadre-hijo 0 el aprendizaje de la bipedaci6n, que modela nuestras nalgas del mismo modo que el habla modela nuestro rostra, creando as! los requisitos anat6micos y afectivos
dellenguaje. Los domadores conocen metodos de acercamiento que
reproducen las «tacticas» que hemos analizado. Lo mismo puede decirse de los toreros. Cuando el toro entra en el ruedo, se detiene, explora. Localiza ellugar por el que acaba de entrar, que es el punto donde podra encontrar mas
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seguridad. El torero 10 sabe: si quiere que el toro cornbata, debe atraerlo fuera de esa zona de proteccion. La etologia puede ofrecer una explicacion racional del arte del toreo. Puede incluso explicar algunos accidentes imputables a una ubicacion erronea de las personas en el ruedo.
Hemos aportado ya suficientes argumentos para desconfiar tanto del antropomorfismo como del antropocentrisrno, 0 quiza mas. El mundo animal no parece desprovisto de sentido. Desde el momento en que el animal responde a un estimulo, elude/ por poco que sea/ las constricciones del mundo exterior. Se manifiesta un rninimo de «sentido» que puede presentarse ya como muy elaborado. Pero no se manifiesta como un sentido humano; interpretar bien el dato requiere remitirlo a un mundo animal que no esta regido por el mismo juego de significaciones que el nuestro.
Si se evitan estos dos errores, se abre un campo de cuestiones novedosas para la investigacion, que son precisamente las que se plantea en la actualidad una disciplina nueva Hamada «etologia humana». No se trata en absoluto de «extrapolar», como cabria irnaginar, el comportamiento animal al del hombre Y. por tanto/ humanizar al animal para animalizar mejor al hombre/ sino de identificar/ en el punto de mayor sernejanza, la diferencia que hace del hombre una especie distinta a las dernas. La idea no es marcar una «ruptura», ni subrayar una continuidad. La etologia humana desplaza la cuestion e intenta rnostrar como el ser humano adquiere, gracias al habla, un nuevo grado de libertad con respecto a las restricciones inmediatas impuestas por el mundo exterior. Todo ella debe hacerse sin perder de vista un hecho notable/ a saber/ que el
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avance en 10 conceptual se efectua sobre la base de una elaboracion de sus soportes rnateriales, sobre todo neuro
. biologicos, y gracias a la utilizacion de otros elementos materiales, fisicos, como la sensorialidad de la mirada/ las posturas, las distancias y las palabras.