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Dr. William Soto Santiago 24 efectuando a todas las personas que han recibido a Cristo como Salvador, desde el tiempo de los apóstoles hacia acá; y todavía continúan siendo bautizadas en el Nombre del Señor, las personas que reciben a Cristo como Salvador. En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona ha recibido a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando es levantado de las aguas bautismales, está resucitando a nueva vida: a la vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan sencillo como eso es el simbolismo del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados los que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Y nos continuaremos viendo eternamente en el Reino de Cristo nuestro Salvador. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes; y nos veremos el próximo domingo, Dios mediante. Dejo con ustedes al ministro, reverendo José Benjamín Pérez, para continuar y finalizar en esta ocasión. Y en cada país dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma, e indique a las personas que han recibido a Cristo cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Hasta el próximo domingo, Dios mediante, que estaré con ustedes aquí. “TIEMPO PARA VER.” TIEMPO PARA VER Domingo, 8 de junio de 2014 Cayey, Puerto Rico
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Jul 10, 2015

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Regiana Batista
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efectuando a todas las personas que han recibido a Cristo como Salvador, desde el tiempo de los apóstoles hacia acá; y todavía continúan siendo bautizadas en el Nombre del Señor, las personas que reciben a Cristo como Salvador. En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona ha recibido a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando es levantado de las aguas bautismales, está resucitando a nueva vida: a la vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan sencillo como eso es el simbolismo del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados los que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Y nos continuaremos viendo eternamente en el Reino de Cristo nuestro Salvador. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes; y nos veremos el próximo domingo, Dios mediante. Dejo con ustedes al ministro, reverendo José Benjamín Pérez, para continuar y finalizar en esta ocasión. Y en cada país dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma, e indique a las personas que han recibido a Cristo cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Hasta el próximo domingo, Dios mediante, que estaré con ustedes aquí. “TIEMPO PARA VER.”

TIEMPOPARA VER

Domingo, 8 de junio de 2014Cayey, Puerto Rico

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Es nuestra intención hacer una transcripción fiel yexactadeesteMensaje,talcomofuepredicado;por lotanto, cualquier error en este escrito es estrictamenteerrordeaudición,transcripcióne impresión;ynodebeinterpretarsecomoerroresdelMensaje. El texto contenido en esta Conferencia, puede serverificadoconlasgrabacionesdelaudioodelvideo. Estefolletodebeserusadosolamenteparapropósitospersonales de estudio, hasta que sea publicadoformalmente.

NOTA AL LECTOR

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nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente Contigo en Tu Reino. Haz en mí, en mi vida, una realidad la salvación que ganaste para mí en la Cruz del Calvario. Te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén. Usted me preguntará: “¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, ustedes en diferentes naciones, y han recibido a Cristo en estos momentos como vuestro Salvador: bien pueden ser bautizados; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. El Señor Jesucristo fue a Juan el Bautista (el cual estaba bautizando en el Jordán), para ser bautizado por Juan el Bautista, y Juan le dijo: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí, para que yo te bautice?” Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia.” Y entonces lo bautizó. Y cuando subió de las aguas bautismales, el Espíritu Santo descendió en forma de paloma sobre Jesús, y dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” Si Cristo tuvo necesidad de ser bautizado, y luego vino el Espíritu Santo sobre Él, ¡cuánto más nosotros! Por eso Él dijo [San Marcos 16:15-16]: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Son palabras del Señor Jesucristo. Esa es la forma para obtener la salvación y vida eterna. Fuera de eso, Cristo dice: “Mas el que no creyere, será condenado.” Son palabras textuales de Cristo, y Él sabe lo que está diciendo. Por lo tanto, el bautismo en agua lo han estado

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Salvador. Cristo dijo: “Yo soy el pan de vida.” Cristo es el Pan de Vida, y el que come de Cristo el Pan de Vida, vivirá eternamente. Y si muere físicamente, Cristo lo resucitará en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio: en el Día Postrero delante de Dios, que para los seres humanos es el séptimo milenio de Adán hacia acá. Vamos a estar en pie para orar por las personas que han venido a Cristo en diferentes naciones. Con nuestras manos levantadas a Cristo, los que están presentes y los que están en otras naciones: Padre celestial, en el Nombre del Señor Jesucristo vengo a Ti con todas las personas que están recibiendo a Cristo como Salvador en estos momentos. Te ruego los recibas en Tu Reino y les des vida eterna. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén. Y ahora, repitan conmigo esta oración: Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi alma, en mi corazón. Creo en Ti con toda mi alma. Creo en Tu Nombre como el único nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que podemos ser salvos. Creo en Tu Primera Venida y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados. Reconozco que soy un pecador y necesito un Salvador, un Redentor. Doy testimonio público de mi fe en Ti y de Tu fe en mí, y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre preciosa me limpies de todo pecado; y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y produzcas en mí el nuevo

TIEMPO PARA VER

Dr. William Soto SantiagoDomingo, 8 de junio de 2014

Cayey, Puerto Rico

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes, y los que están en diferentes naciones.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean con cada uno de ustedes y también conmigo. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén. Para esta ocasión, leemos en San Mateo, capítulo 13, versos 10 al 17, donde nos dice de la siguiente manera... Esto fue una conversación de Cristo con Sus discípulos, en donde Sus discípulos se acercaron a Él. Dice: “Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de

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Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane. Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.” Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema para esta ocasión es: “TIEMPO PARA VER.” El ser humano, todos los días de su vida está mirando y está viendo, a menos que esté ciego. Pero lo más importante que la persona tiene que ver es el Programa Divino correspondiente al tiempo en que la persona está viviendo; porque eso es lo que lo une y coloca en la vida eterna. El ser humano tiene ojos físicos para ver, y por consiguiente también tiene oídos para oír; por eso también la Escritura dice: “El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” Encontramos a los seres humanos teniendo ojos para ver y oídos para oír; y la mayoría los usan para ver y oír cosas que le hacen daño al alma.

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Él, al Rey de Israel, al Rey de reyes y Señor de señores, viniendo a Su Iglesia para transformarnos y llevarnos con Él a la Cena de las Bodas del Cordero. Lo vamos a ver también como León de la tribu de Judá, como Hijo de David, como el Heredero al Trono de David. Así lo verá también Israel. Bueno, vamos a dejar aquí nuestro tema: “EL TIEMPO PARA VER.” Y si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos; y estaremos orando por usted, para que también Cristo lo reciba a usted en el Reino, en Su Reino, y le abra los ojos espirituales para ver todo el Programa Divino correspondiente a este tiempo final. Si hay alguna persona que no ha recibido a Cristo todavía, lo puede hacer; puede pasar al frente, y estaremos orando por usted. Y los que están en otras naciones, también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todos los que recibirán a Cristo como Salvador en esta ocasión. Y los niños de 10 años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino. Vamos a dar unos minutos mientras damos la oportunidad a los que todavía no han recibido a Cristo, para que lo hagan y aseguren su lugar en el Reino de Cristo, para vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Recuerden que lo más importante para el ser humano es la vida; y si esta vida terrenal es tan importante, ¡cuánto más la vida eterna! La vida eterna es lo más importante, y solamente la podemos obtener a través del Árbol de la Vida, comer del Árbol de la Vida, que es Cristo nuestro

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cumplimiento de todas esas promesas. Unas ya están cumplidas, y otras ya están en proceso de cumplimiento, y otras están más adelante para ser cumplidas. Por eso nos mantenemos firmes en el Cuerpo Místico de Cristo, en la etapa que nos toca vivir: la etapa de oro de la Iglesia del Señor Jesucristo. Las otras edades ya han transcurrido, y ahora estamos en la Edad de Oro de la Iglesia del Señor Jesucristo; paralela esa edad a la etapa o edad en que Él estuvo aquí en la Tierra en Su Primera Venida; y paralela esa edad al tiempo de Noé y al tiempo de Lot. Eso fue lo que Cristo mostró cuando dijo que la Venida del Hijo del Hombre será como en los días de Noé y como en los días de Lot. Así que hay grandes bendiciones para los creyentes en Cristo para este tiempo final, grandes bendiciones para todos los creyentes en Cristo, en la Iglesia del Señor Jesucristo; porque es tiempo, el tiempo para ver todas estas promesas, y ver cómo Dios va a estar materializando, trayendo a vida todas esas promesas. Por eso estemos firmes en Cristo, sirviéndole todos los días de nuestra vida, trabajando en Su Obra, y expresándole nuestro amor y gratitud a Cristo; glorificándole y adorándole, adorando a Dios en espíritu y en verdad, en el Nombre del Señor, a través de Cristo. Y preparándonos para Su Venida y para nuestra transformación, con nuestros ojos bien abiertos. Mi petición a Cristo es la misma de Bartimeo el ciego: Señor, que vea; que yo vea, y vean todos ustedes a Cristo en Sus Promesas correspondientes a este tiempo final; en lo que Él ha prometido, lo veamos a Él obrando, manifestándose. Y cuando termine Su Obra de Intercesión y se convierta en el León de la tribu de Judá, lo vemos a

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Todos los seres humanos están llamados a ver y a oír lo que Dios está llevando a cabo y lo que Dios está hablando para el tiempo en que la persona está viviendo. Y lo que Él estará hablando y estará haciendo será lo que está prometido en la Palabra de Dios. Por lo tanto, toda persona está llamada a escudriñar las Escrituras, “porque en ellas os parece que tenéis la vida eterna y ellas son las que dan testimonio de mí,” dijo Cristo [San Juan 5:39]. “Y ellas son las que dan testimonio de mí.” O sea, dan testimonio de Cristo. Por consiguiente, tenemos el testimonio escrito de lo que Cristo estaría haciendo todo el tiempo, lo que estaría haciendo y lo que estaría hablando; para lo cual se necesita tener ojos para ver y oídos para oír: para ver las cosas de Dios y para oír la Voz de Dios para el tiempo en que la persona está viviendo; en donde Dios estará vivificando, trayendo a cumplimiento, lo que Él ha prometido hacer para el tiempo en que la persona está viviendo. Eso es lo que la persona tiene que ver y tiene que escuchar para recibir la bendición de Dios, para ser colocado en el Cuerpo Místico de Cristo y confirmar su lugar en la vida eterna con Cristo, en Su Reino eterno. En los tiempos de Jesús en carne humana aquí en la Tierra, las personas tenían que estar viendo lo que Dios estaba cumpliendo en aquel tiempo, que era la Venida del Mesías, y estar escuchando la Voz de Dios por medio del Mesías, de Jesús. Era tiempo para ver y oír lo que estaba prometido en la Escritura que Dios llevaría a cabo en esos días. Los discípulos preguntan: “¿Por qué les hablas por parábolas?”, cuando les está hablando acerca del sembrador y luego le habla del trigo y la cizaña en el capítulo 13

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de San Mateo. Luego de hablarles acerca del sembrador, le preguntan a Él: “¿Por qué les hablas por parábolas?” Cristo les dice: “Porque a ellos no es concedido conocer los misterios del Reino de Dios.” Y si no les es concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, por esa causa serían ciegos en el campo espiritual. Por eso es que Jesús le dice a Sus discípulos que dejaran a los doctores de la Ley, a los fariseos y saduceos; les dijo: “Son ciegos, guías de ciegos.” Pero Cristo era y es y será la Luz, la Luz que alumbra el alma y el espíritu del ser humano para ver el Programa de Dios correspondiente al tiempo en que la persona está viviendo. Cristo dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” Para no andar en tinieblas espirituales se requiere seguir a Cristo, la Luz del mundo. Eso es lo que Él dijo en San Juan, capítulo 8, verso 12. Y toda persona que desea acercarse a Dios, orar a Dios, hablar con Dios, hacer alguna petición a Dios o agradecimiento a Dios, Cristo dijo [San Juan 14:6]: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” No hay otra forma de llegar a Dios. Es por medio de Jesucristo, el único camino a Dios. Cristo dijo: “Nadie viene al Padre, sino por mí.” Ya eso está establecido por el mismo Cristo, para que sepamos cómo llegar a Dios. Es importante ver: El que tenga ojos para ver, vea lo que Dios ha prometido en la Escritura, y vea el cumplimiento para el tiempo en que la persona esté viviendo. Se requiere tener los ojos espirituales para ver y entender, y escuchar la Voz de Dios, que es el Mensaje de Dios correspondiente al tiempo en que la persona está

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Luego el anciano le dice a Juan (en el capítulo 5 de Apocalipsis): “No llores. He aquí el León de la tribu de Judá, el cual ha prevalecido para tomar el Libro y abrir sus sellos.” Cuando Juan mira, vio un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios que recorren toda la Tierra. Y el anciano había dicho que era el León. Pues Juan no vio ni un león ni vio un cordero; él vio a Jesucristo presentándose como León, presentándose como Rey, porque como León Él es el Rey (porque el león es el rey de los animales, le llaman “el rey de la selva”). Y los ojos del Señor son las mismas siete estrellas. Los cuernos, los siete cuernos y siete ojos, son las siete edades, siete etapas de la Iglesia con sus siete mensajeros. O sea, que algo grande está por suceder en el Cielo. Y Su Venida a la Tierra, a Su Iglesia (en Apocalipsis 10), cuando desciende clama ¿como cuando qué?, como cuando un león ruge, y siete truenos emiten sus voces; y viene con el Librito, el Título de Propiedad abierto en Su mano, para darlo a Su Iglesia. Juan el apóstol representa a Su Iglesia y el instrumento que Dios tenga en Su Iglesia en el Día Postrero. Todo eso está ligado al Programa Divino correspondiente a este tiempo final. Por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo en el Día Postrero estará recibiendo el Título de Propiedad en la Obra de Reclamo de Cristo como León de la tribu de Juda, para la restauración de los hijos de Dios a la vida eterna física, con cuerpos eternos, cuerpos glorificados, para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Por lo tanto, estamos en TIEMPO PARA VER: ver lo que está prometido y ver el proceso de Dios para el

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está pasando por ahí?” Y le dicen que era Jesús de Nazaret, el Rey de los judíos. Y él comenzó a clamar: “¡Jesús, Rey de los judíos, ten misericordia de mí!” Como judío él tenía derecho a reconocerlo como Rey de los judíos, y a pedirle, hacerle alguna petición; y Él respondería como Rey de los judíos. Y los discípulos del Señor Jesucristo trataron de que se callara, pero Jesús escuchó, y le dice a Sus discípulos: “Traigan a ese hombre aca.” Lo traen a donde Jesús, y Jesús le pregunta: “¿Qué quieres que yo te haga?” Y Bartimeo le dice: “¡Que vea!” Pues, ¿qué otra cosa puede decir un ciego que está clamando por misericordia? Pues que vea. Y cuando Jesús escucha esas palabras le dice que le es concedida su petición: Que vea; le es concedida su petición. Y cuando le son abiertos los ojos, vio lo más grande que una persona puede ver: vio al que él clamaba: “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!” Vio al Rey de Israel. ¡¿Qué cosa más grande puede usted ver, sino al Rey de Israel, cuando clama que los ojos le sean abiertos?! Para el Día Postrero, la Segunda Venida de Cristo será la Venida del Rey de Israel, la cual verá la Iglesia del Señor Jesucristo, para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. O sea, que en el Día Postrero la Iglesia del Señor Jesucristo, cuando Cristo termine Su labor como Sumo Sacerdote en el Templo celestial, saldrá del Lugar Santísimo, de Intercesión, y se convertirá en el León de la tribu de Judá, en el Rey de Reyes y Señor de Señores; como dice Apocalipsis 5, cuando Juan lloraba mucho porque no se hallaba a ninguna persona digna de tomar el Libro y abrir sus Sellos.

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viviendo: “El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” “Bienaventurados vuestros ojos, porque ven (dice a Sus discípulos); y vuestros oídos, porque oyen. Porque muchos de los profetas y de los justos, desearon ver lo que veis y no lo vieron; y oír lo que oís y no lo oyeron.” ¿Y qué estaban viendo los discípulos?, ¿y qué era lo que los profetas y los justos deseaban ver? Deseaban ver la Venida del Mesías, la Venida del Señor, la cual estaban viendo los discípulos del Señor Jesucristo, viéndola entre ellos. Era sencillo lo que ellos veían, pero era el cumplimiento de la promesa mesiánica para aquel tiempo. El mismo Cristo decía: “Si yo no hago las obras de Dios, no me crean; pero si las hago, entonces crean.” Las obras que estaban profetizadas que el Mesías llevaría a cabo en aquellos días, en Su Primera Venida; el cual vendría como Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo, representado en el cordero pascual que sacrificó cada padre de familia allá en Egipto, cada familia hebrea allá en Egipto, para la preservación de la vida de los primogénitos que, en la noche de la Pascua, pasaría Dios hiriendo a todos los primogénitos que estaban en Egipto; y solamente aquellos que estarían en los hogares donde estaba la sangre del cordero aplicada sobre el dintel y los postes de la puerta de esos hogares, serían los que preservarían su vida; pero los demás que estuvieran en una casa que no tuviera la sangre aplicada, del cordero pascual, moriría el primogénito o primogénitos que estuvieran en esa casa. El Faraón y el resto de las familias egipcias no tenían el conocimiento de lo que iba pasar y de cómo, los primogénitos, escapar de la muerte. A ellos no les fue

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revelado sino a los hebreos. Era para los hebreos, para el pueblo descendiente de Abraham, esa revelación: para saber cómo ser librada la vida de los primogénitos en la noche de la Pascua. Es como aquí dice [San Mateo 13:11]: “Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.” Así fue allá en Egipto. A los hebreos les fue dado a conocer todo el misterio de la preservación de la vida de los primogénitos, teniendo el sacrificio del cordero pascual que cada padre de familia tenía que llevar a cabo; por lo cual Dios le ordenó al pueblo, que cada padre de familia tomará un cordero de un año y lo preservara vivo por cuatro días, y el día catorce lo sacrificara, y la sangre la colocara sobre el dintel y los postes de la puerta de cada hogar, de su hogar, para la preservación de la vida del primogénito o primogénitos que estaban en esa casa. Porque podía ser primogénito el hijo, pero el padre también podía ser un primogénito; y entonces tenían que preservar la vida en la noche de la Pascua, que sería el día catorce al quince, porque la Pascua comenzaría a la caída del sol; digamos, a las 6:00 de la tarde del día catorce (porque los días comienzan en la tarde). Terminando el día catorce en la tarde, comenzaría el día quince en la misma tarde que termina el día catorce; y por consiguiente, durante la noche del día quince (porque la noche es primero para los hebreos y después viene el día), y durante la noche de la Pascua, en la cual tenían que estar comiendo el cordero pascual, la muerte vendría sobre todos los primogénitos que estaban en Egipto; aun sobre los primogénitos de los animales vendría la muerte, exceptuando a los primogénitos de los animales de los

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haciendo, estará cumplimiendo en este tiempo final. No podemos dejar que se nos pase por encima lo que Dios ha prometido, y por consiguiente lo que Dios estará haciendo en este tiempo en el cual nosotros estamos viviendo. Y lo que Dios estará haciendo, estará de acuerdo a la Palabra; será lo que Él ha prometido para el Día Postrero. Por ejemplo, la resurrección Él la llevará a cabo conforme a Su promesa. Para los creyentes en Cristo, Él dijo: “Y yo los resucitaré (¿cuándo?) en el Día Postrero.” San Juan, capítulo 6, versos 39 en adelante. Por lo tanto, estemos con nuestros ojos abiertos y nuestros oídos bien abiertos, escuchando y viendo la mano del Señor llevando a cabo las cosas que Él ha prometido hacer en Su Iglesia en este Día Postrero. Somos bienaventurados en vivir en este tiempo final; el tiempo en que Dios hará grandes cosas, el tiempo en que la gloria de Dios será manifestada en Su Iglesia, el tiempo en que el Cuerpo Místico de Cristo se estará preparando para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Este es el tiempo más grande de todos los tiempos, este es el tiempo que desearon ver y vivir los profetas del pasado, los justos, los santos, los apóstoles y los diferentes mensajeros de la Iglesia, de edades pasadas. Este es el tiempo más glorioso de todos. Y nos ha tocado a nosotros vivir en este tiempo en que todas estas cosas que están prometidas, deben ser cumplidas. “TIEMPO PARA VER.” Y OÍDOS PARA OÍR. El reverendo William Branham en una ocasión que vino a Puerto Rico, predicó sobre el ciego Bartimeo, el cual clamaba cuando Jesús pasaba. Él escuchó mucho ruido, muchas voces y pregunta: “¿Qué es lo que pasa?, ¿quién

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hablando en cada edad por medio del mensajero de cada edad. Por eso dice Apocalipsis: “El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” Lo que estaba diciendo el Espíritu Santo, Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, lo que estaba diciendo a través de cada mensajero, y lo que estaba haciendo a través de cada mensajero, era la Obra de Cristo para cada edad en medio de Su Iglesia. Y los que tuvieron oídos para oír y ojos para ver, vieron y oyeron la Voz del Espíritu Santo por medio del mensajero de cada tiempo; y fueron así llamados y juntados en el Cuerpo Místico de Cristo, y vinieron a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo para el tiempo en que les tocó vivir. Fueron las personas bienaventuradas de cada tiempo. ¿Y quiénes son y dónde están los bienaventurados de este tiempo? Estamos aquí, escuchando la Voz de Dios, la Voz de la Escritura, y viendo cómo Dios va cumpliendo lo que Él ha prometido para este tiempo final; así como estudiamos, vemos, lo que Él cumplió conforme a Su promesa para cada etapa de la Iglesia y también lo que Dios hizo en el tiempo de Abraham, de Isaac, de Jacob y de los patriarcas, de Moisés, de los jueces, de los profetas; y así por el estilo, lo que Él hizo conforme a lo que Él prometió para cada tiempo. Y lo que Él ha prometido para nuestro tiempo, también Él lo cumplirá. Por lo cual tenemos que estar con nuestros ojos espirituales bien abiertos, y nuestros oídos espirituales bien abiertos, para escuchar y ver lo que Dios ha prometido, y cómo lo estará llevando a cabo en este tiempo final. Este es un tiempo para ver, para ver lo que Dios ha prometido y lo que Dios, por consiguiente, estará

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hebreos. Se requiere ver el Programa de Dios correspondiente al tiempo en que la persona está viviendo, para recibir las bendiciones de Dios y evitar los problemas que vendrán sobre las personas que no tendrán el conocimiento del Programa de Dios. Son bienaventurados aquellos a los cuales les es dado a conocer los misterios del Reino de los Cielos para el tiempo en que están viviendo; porque esas personas verán lo que está siendo cumplido por Dios, lo cual está en la Palabra de Dios, y estarán escuchando el Mensaje de Dios para ese tiempo que estará proclamando, dando a conocer, lo que Dios estará llevando a cabo en ese tiempo. Por lo tanto, esas personas a los cuales les será dado ver, entender, y escuchar; serán los bienaventurados de ese tiempo. Vendrán a ser los primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, que formarían la Iglesia del Señor Jesucristo a través de las diferentes etapas por las cuales pasará la Iglesia del Señor Jesucristo. Así como fue para diferentes etapas pasadas de la Iglesia, será para este tiempo. Habrá personas en este planeta Tierra, a los cuales les será dado saber, conocer, ver, lo que está prometido en la Palabra; y ver, entender el cumplimiento de esas promesas, a medida que van siendo hechas una realidad por el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo, en medio de Su Iglesia, en medio de Su pueblo; y estarán escuchando la Voz de Cristo, la Voz de Dios, la Voz del Espíritu Santo, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder. Y a medida que estarán sucediendo, nos estará dando a conocer todas esas cosas que Dios, por medio de Su Espíritu, estará llevando a cabo en este tiempo final. Y eso nos dará la fe para ser transformados y

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llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. El Señor Jesucristo en Sus días de Su carne, en los días en que estaba en un cuerpo de carne humana, decía: “Si yo no hago las Obras del que me envió (el Padre), no me crean; pero si las hago, entonces crean.” El Señor Jesucristo también decía [San Juan 5:39]: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.” Dan testimonio del Mesías en Su Primera Venida, cumpliendo la promesa de la Venida del Mesías y las cosas que el Mesías estaría llevando a cabo. Por eso es que cuando Juan el Bautista le manda a preguntar a Jesús: “¿Eres Tú el que había de venir, o esperaremos a otro?” Y Juan el Bautista había dicho: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Había dicho: “Este es el que viene después de mí.” (En San Juan, capítulo 1, versos 27 en adelante, y en otros lugares del Evangelio). Pero ahora, cuando está preso, desde la cárcel manda a dos de sus discípulos a preguntarle a Jesús si Él es la persona que tenía que venir, o si esperaban a otro. Jesús no le dice que Él es. Jesús más bien dice... Luego de sanar a los enfermos que allí estaban, abrir los ojos a los ciegos, sanar los paralíticos, echar fuera demonios, y así por el estilo; Él le dice a los discípulos de Juan que vayan a Juan y le digan lo que ellos han estado viendo, le digan que ellos han visto lo que Jesús ha hecho; porque eso era lo que estaba prometido que el Mesías llevaría a cabo, conforme a Isaías, capítulo 61, versos 1 en adelante, donde dice: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas

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este tiempo final, y ver lo que Él estará haciendo, el cumplimiento de ellas a medida que van siendo cumplidas por el Señor en el proceso divino, hasta que se cumplan todas y tengamos el Séptimo Sello cumplido plenamente, que es la Venida del Señor a Su Iglesia. Esto será lo que traerá la fe para la transformación de los creyentes en Cristo en el Día Postrero, y vendrá también la resurrección de los muertos creyentes en Cristo. Por lo tanto, es importante saber que estamos en el tiempo para ver: para ver las cosas que Dios estará llevando a cabo en este tiempo. Y primero tenemos que verlas en la Escritura; porque si usted no sabe, no las ve en la Escritura, entonces no comprenderá lo que estará viendo físicamente, porque no entenderá que eso es lo que está prometido que Dios hará en este tiempo final en medio de Su Iglesia y con Su Iglesia. Y pasaría como sucedió con las personas de aquel tiempo, las que no entendieron, porque no se pusieron a ver la Escritura: qué era lo que estaba prometido para aquel tiempo. Por eso Jesús los mandaba a la Escritura: “Escudriñad las Escrituras; porque en ellas os parece que tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.” La Escritura es la que da testimonio de Cristo y lo que Él estará haciendo en cada tiempo. No va a hacer otra cosa sino lo que está prometido en la Escritura. “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino,” dice la Escritura [Salmos 119:105]. Por lo tanto, la Palabra del Señor tiene que ser atendida, tenemos que conocerla, para poder saber e identificar lo que Dios estará haciendo en este tiempo final. Así también fue para cada etapa de la Iglesia: tenían que ver y oír lo que estaba Dios haciendo, y lo que estaba

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misterios les serán dados a conocer; los cuales estarán en el Templo espiritual de Cristo, en la Iglesia del Señor Jesucristo, en el Lugar Santísimo de ese Templo espiritual, que es la etapa de oro de la Iglesia, la Edad de Piedra Angular. Ahí y desde ahí será…, y ahí será que lo veremos cumpliendo lo que Él ha prometido, y lo escucharemos dándonos Su Mensaje de amor, para darnos la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de la Bodas del Cordero. Ese es el lugar donde fue visto cuando Moisés dedicó el templo o tabernáculo a Dios, y es el lugar donde fue visto cuando Salomón dedicó el templo a Dios. Fue visto que descendió sobre el templo y allá sobre el tabernáculo; pero ¿dónde se colocó? En el lugar santísimo, sobre el arca del pacto, sobre el propiciatorio, en medio de los dos querubines de oro. Porque ese es el lugar de morada de Dios, del Señor, en el tabernáculo que construyó Moisés y en el templo que construyó el rey Salomón, y en el Templo espiritual del Señor Jesucristo, que es Su Iglesia. Y la gloria postrera será mayor que la primera; y la gloria postrera en la Iglesia del Señor Jesucristo será con una doble porción; por lo tanto, será mayor que lo que recibieron el Día de Pentecostés, será mayor que lo que tenían los apóstoles allá al principio; porque acá vendrá también y traerá la transformación física –que es la glorificación– para los creyentes en Cristo que estarán viviendo en el Día Postrero. Los que permanezcan vivos hasta ese momento serán transformados, y los que murieron serán resucitados, glorificados en cuerpos glorificados, eternos, inmortales y jóvenes para toda la eternidad. “TIEMPO PARA VER.” Tiempo para ver las cosas que están prometidas para

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a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová…” Y en San Lucas, capítulo 4, Él también había leído lo que Isaías decía acerca de lo que Él llevaría a cabo en Su Venida; por lo cual Él tenía que hacer esos milagros para la gloria de Dios, para Dios ser glorificado. Eso era lo que Dios dijo que Él haría a través del Mesías; porque el Mesías sería Emanuel, o sea, Dios con nosotros, en un cuerpo de carne humana, lo cual sería Emanuel, el Verbo hecho carne. “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros.” Y en ese velo de carne estaba Dios llevando a cabo lo que Él prometió para el tiempo de la Venida del Mesías, en donde se cumplirían todas esas promesas. Tenemos que estar al tanto de estas cosas, porque la historia siempre se repite. El cristianismo lleva alrededor de dos mil años esperando la Segunda Venida de Cristo; y por consiguiente, es importante qué cosas están prometidas que estará llevando a cabo el Mesías en Su Segunda Venida. De las siete fiestas hebreas en la Primera Venida de Cristo, han sido cumplidas cuatro; y las otras tres corresponden a Su Segunda Venida. Por eso en Isaías, capítulo 61, versos 1 al 3, Cristo cuando leyó: “A predicar, a proclamar, a predicar el año de la buena voluntad de Jehová (o sea, del eterno, del Señor),” ahí se detuvo, porque lo que a continuación decía era: “Y a proclamar el día de venganza del Dios nuestro.” “El día de venganza del Dios nuestro” será proclamado, predicado, en la Segunda Venida de Cristo. Es Cristo en Su Segunda Venida proclamando el día de venganza del Dios

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nuestro, predicando el juicio venidero que caerá sobre la humanidad durante el tiempo de la gran tribulación, en ese lapso de tiempo de tres años y medio que durará la gran tribulación. Es importante saber, conocer las Escrituras correspondientes a la Primera Venida de Cristo y las cosas que Él haría, y ver cómo las llevó a cabo; y luego ver las cosas que están prometidas que hará el Mesías en Su Segunda Venida; y tener nuestros ojos abiertos y nuestros oídos bien abiertos, para ver y escuchar todas estas cosas para el tiempo en el cual nosotros vivimos, para vigilar el cumplimiento de ellas en este tiempo final. Cosas que tienen que ser cumplidas en este tiempo final. Recuerden que la Segunda Venida de Cristo para llevar a Su Iglesia, es a Su Iglesia, que es Su Templo espiritual, en donde será vista la gloria de Dios, la gloria de Cristo; así como en el tiempo en que Moisés dedicó el tabernáculo a Dios, la gloria de Dios descendió sobre el tabernáculo, y allí moró: en el lugar santísimo de ese tabernáculo, en medio de los dos querubines de oro, sobre el propiciatorio (que es la tapa del arca del pacto), en donde aparecía Dios en esa Columna de Fuego, en esa Nube de Luz. Luego también cuando el rey Salomón construyó el templo allá en Jerusalén (templo para Dios y el Nombre de Dios, una casa para el Nombre de Dios), encontramos que cuando dedicó el templo, la gloria de Dios descendió sobre el templo, la Columna de Fuego, esa Nube de Luz, descendió y se colocó en el lugar santísimo; y toda la casa, todo el templo, se llenó de la gloria de Dios, a tal grado que los sacerdotes no podían ministrar. Y ahora, para el Día Postrero tenemos la promesa de la Venida del Señor a la Casa del Señor, que es Su Iglesia, en

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donde la gloria del Señor, la Venida del Señor a Su Iglesia, llenará de gloria Su Iglesia, Su Casa; y ahí es donde estará la manifestación de la gloria del Señor en el Día Postrero. Es importante estar al tanto, viendo el proceso que y por el cual pasará la Iglesia del Señor hasta llegar a recibir la plena manifestación de Cristo, la Venida de Cristo en gloria a Su Iglesia, en donde las Obras prometidas que Cristo hará en Su Venida, las estaremos viendo siendo cumplidas en la Iglesia del Señor Jesucristo. Y todo eso está ligado al Séptimo Sello, el cual cuando fue abierto en el Cielo hubo silencio en el Cielo como por media hora. Ese misterio luego va ser abierto a la Iglesia del Señor Jesucristo en este tiempo final. Por lo tanto, tengamos nuestros ojos espirituales bien abiertos y nuestros oídos bien abiertos, para escuchar la Voz de Cristo hablándonos en este tiempo final en y desde Su Iglesia, Su Templo espiritual. Tenemos que estar al tanto, y saber desde qué parte del Templo Él nos estará hablando. No nos estará hablando desde el Atrio, tampoco desde el Lugar Santo, sino desde el Lugar Santísimo será que Él nos estará hablando; porque ese es el lugar en donde Él vendrá y se manifestará en el Día Postrero; es el lugar donde lo veremos y donde lo escucharemos hablándonos directamente a nuestro corazón. Es importante saber, conocer, las promesas que hay para este tiempo final. Es ahí, en esa parte del Templo espiritual, donde Él nos dará la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; “porque a vosotros será dado a conocer estos misterios del Reino de los Cielos.” Será a los que van a ser transformados, que estos