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AMRICA INDGENA
Instituto Indigenista InteramericanoOrganismo Especializado de
la OEA
Mxico
Volumen LIX Nmero 4 Oct.-Dic.2003
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AMRICA INDGENAContenido pg
Volumen LIX Nmero 4 Oct.-Dic 2003
Arturo Warman Gryj1937-2003
Presentacin
Comisin de Verdad Histrica y Nuevo Trato de ChileIntroduccin
Decreto por el que se crea la Comisinde Verdad Histrica y Nuevo
Trato
Discurso del Presidente Ricardo Lagoscon motivo de la
constitucin de la Comisin
Interpretando el mandato
La legislacin indgena en Chile desde la Independencia
Polticas pblicas y desarrollo indgena en Chile
Tierra y territorio mapuches: un anlisisdesde una perspectiva
histrico-jurdica
Los mapuches-warriaches; procesos migratorioscontemporneos e
identidad mapuche urbana
ANEXORecomendaciones de la Comisin de Verdad Histrica y Nuevo
Trato
(Descarga por separado)
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Los mapuches-warriaches; procesos migratorioscontemporneos e
identidad mapuche urbana*
1. Presentacin: procesos de cambio y adaptacin de los
mapuches
Una de las situaciones de mayor alcance en los procesos
migratorios que han afectado a AmricaLatina en las ltimas dcadas ha
sido la de la urbanizacin y migracin de poblaciones indgenas alos
centros urbanos de la regin, principalmente a las grandes ciudades.
Las migraciones indgenas,seala Stavenhagen, "constituyen,
probablemente, el fenmeno migratorio ms importante enAmrica Latina
en este siglo" (Stavenhagen, 1992: 73). Sin embargo, hasta hace
poco tiempo,tanto el tema de la migracin indgena como el de la
presencia indgena en las ciudades han sidoescasamente repertoriados
y poco estudiados a nivel continental. Ello se debe, ciertamente, a
laimportancia indiscutible de la presencia indgena en las reas
rurales de Amrica Latina, perotambin obedece a la concepcin
particular que se ha tenido de la etnicidad, caracterizada por
la"ruralidad" y la tradicionalidad", en oposicin a la "urbanidad" y
a la "modernidad". Por un lado,la identidad tnica indgena ha sido
caracterizada como un atributo exclusivo de la vida en comuni-dades
rurales tradicionales. Por otro, se ha pensado que la urbanidad
-como el resultado ms visiblede la modernidad asociado a la
secularizacin, a la racionalizacin y a la individualizacin de
lossujetos-, terminara destruyendo, por medio de la asimilacin y la
integracin, las identidadesindias. As como en frica se hablaba de
destribalizacin, en Amrica Latina se hablaba deladinizacin. En
efecto, para las naciones mestizas la migracin y la urbanizacin
eran un paso enel proceso de integracin de los indgenas a la
sociedad moderna. En consecuencia, como laurbanizacin terminara con
aquellas identidades tnicas indias tercamente vivas, la mayor
partede los esfuerzos y estudios destinados al mundo indgena deban
concentrarse en programasdirigidos a las comunidades rurales.
Durante mucho tiempo, y hasta bien entrada la segunda mitaddel
siglo veinte, prevaleci la idea que era indio o indgena solamente
aquel que viva en sucomunidad rural de origen, ya que su
establecimiento en la ciudad significaba, sine qua non, laprdida de
su identidad.
* Versin corregida y aumentada del artculo de Andrea Aravena R.
publicado en Colonizacin,resistencia y mestizaje en las Amricas,
varios autores, mayo 2002, Abya-Yala (Quito)/ InstitutoFrancs de
Estudios Andinos (Lima). Una versin resumida fue expuesta en el IV
CongresoChileno de Antropologa, en noviembre de 2001, y se
encuentra pronta a ser publicada. Esteartculo forma parte de una
investigacin en la que trabajamos tanto con mapuches migrantescomo
con mapuches urbanos. El trabajo se centr en la construccin de la
identidad en losmedios urbanos, y por eso encabezamos el artculo
con el nombre mapuche-warriache, parareferirnos de este modo al
mapuche urbano. Literalmente, significa gente de la tierra - gente
dela ciudad, pero se puede interpretar corno la gente de la tierra
que es gente de la ciudad delmismo modo que hablamos de los
mapuche-huilliches o los mapuche-pehuenches. Warria signi-fica
ciudad, al igual que kara y che gente. Como etnnimo, el trmino
mapuche-warriache esutilizado ocasionalmente por dirigentes
mapuches residentes en Santiago.
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Definiciones como la siguiente ilustran este punto de vista
sobre el indgena, desgraciadamentean demasiado generalizado: El
indgena es siempre un rural que vive ya sea de la recoleccin, dela
caza y de la pesca, o de actividades ms complejas y elaboradas,
pero siempre de tipo agrcola.Reside en aglomeraciones pequeas,
situadas sobre las zonas de caza,... al interior del pas. Amenudo,
estas aglomeraciones se constituyen y se destruyen al ritmo del
agotamiento de lossuelos; se reconstruyen afuera, en tierras
vrgenes abiertas a la explotacin. Si el indgena frecuentala ciudad,
es solamente para entregar su produccin, y para arreglar los
problemas administrativosque le impone la estructura del Estado, de
la cual forma parte. Pero siempre se siente extranjero almedio
urbano que lo tolera sin aceptarlo totalmente. ... El indio, al
dejar el campo y establecerse enCiudad de Mxico, en la Paz o en
Lima, no se considera a s mismo ni es ms considerado como tal.El
indio viene a inflar esta masa mediana de cholos, de ladinos de
rotos, es decir de mestizosya integrados en grados ms o menos
importantes a la sociedad nacional" (Favre, 1966: 48;traducido del
original en francs).
De este punto de vista que asimilaba la identidad indgena a una
identidad fundamentalmenterural y campesina se desprende un segundo
respecto de la migracin, la urbanizacin y la adapta-cin de los
indgenas a los medios urbanos. Este punto de vista consiste en
sostener que una vezacontecida la migracin -y luego la urbanizacin-
el nuevo citadino se integra al medio urbano apartir de su
aculturacin y asimilacin progresiva a una identidad de clase
-popular y subordinada-olvidando su identidad de origen. De tal
modo que si los estudios sobre la migracin indgena, suurbanizacin y
sus mecanismos de adaptacin a los medios urbanos son hoy ms
abundantes,escasos fueron aquellos que en el siglo XX se
interesaron en el tema de la identidad que estosmigrantes trajeron
con ellos, y menos an en conocer las diferentes maneras en que
dicha identidadlogr no solamente ser reproducida sino tambin
recreada.
El pueblo mapuche no constituye una excepcin a esta tendencia.
En otros trabajos hemosanalizado diversas situaciones de contacto
entre los mapuches, en tanto pueblo, en proceso deconstruccin y
etno-gnesis. En gran medida, dichos procesos de contacto se remiten
a situacionesde conflicto que han caracterizado a los mapuches como
uno de los pueblos que ha opuesto lamayor de las resistencias a la
invasin extranjera que haya conocido la historia. Las situaciones
deconflicto a las que los mapuches se adaptaron continuamente no
terminaron con su derrota militaren manos del ejrcito chileno a
fines del siglo XIX, sino que an se encuentran presentes ennuestros
das.
Pero tambin sabemos que conocieron tiempos de paz y de
equilibrio. Cada vez que ganaronbatallas ganaron tiempo sobre el
exterminio, sobre la prdida de sus territorios y la defensa de
sucultura e identidad. Constantemente amenazados desde el exterior,
los tiempos de paz les permi-tieron crecer, autoafirmarse y
"construirse". Durante esos perodos llegaron a adaptarse y
adesarrollarse, en el sentido de un pueblo que vive en constante
proceso de cambio y de adaptacin,sin por ello dejar de conservar
una conciencia de unidad, de la historia y del pasado, como
todopueblo soberano.
Inicialmente constituidos por numerosos grupos de parentesco,
los mapuches heredaron delcontacto y del conflicto su unidad. Como
toda sociedad, experimentaron grandes diferenciasinternas,
diferencias que no impidieron se les considerara como una entidad
homognea a lo largode la historia. De las diferentes situaciones de
contacto que enfrentaron, lograron ciertos beneficiosdesde el punto
de vista econmico y cultural, a pesar de los innumerables
perjuicios ocasionadospor la guerra y los conflictos polticos. Los
beneficios del contacto dicen relacin con el desarrollo
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de estrategias militares, y la incorporacin de tcnicas y
tecnologas extranjeras que les ayudarona adaptarse y a sobrevivir
frente a las condiciones siempre desfavorables que les fueron
impuestasdesde el exterior. Una frontera simblica entre el interior
y el exterior, el nosotros y elellos se cre entonces, y los
mapuches se constituyeron en un pueblo que reivindic unaadscripcin
identitaria y un tal sentido de pertenencia, tanto como sus
fronteras geogrficas,fsicas, lingsticas y culturales se iban
cimentando.
Luego del advenimiento de la independencia chilena y de la
integracin jurdica de los mapuchesa la Repblica de Chile, esta
identidad, simblicamente encerrada en la reduccin, no sufri
sinoprocesos de afirmacin y de reivindicacin, sin llegar a
disolverse en la identidad nacional transmi-tida e impuesta por el
Estado. Hace menos de una dcada, a travs de la Ley Indgena N 19
253(1993), los indgenas de Chile fueron reconocidos y su status
confirmado. A pesar del carcterruralista de dicha Ley, La
posibilidad de organizarse, de asociarse y de existir ms all de los
lmitesde la comunidad rural les fue reconocida tambin, lo que
determina un nuevo contexto en lasrelaciones con el Estado chileno.
Ello, en la medida en que no constituyen ms un pueblo conde-nado a
residir en las comunidades rurales para ser reconocidos como tal.
Recordemos que en lalegislacin antes vigente, todo mapuche que
dejaba de pertenecer a una comunidad mapuche-cuando sta se divida-
dejaba de ser mapuche por el solo ministerio de la Ley. Hoy, se
lesconsidera indgenas urbanos.
Cerca de los aos 80, cuando la mayora de los estudios sobre los
mapuches se centraba en lascondiciones de reproduccin de su sistema
de vida en las comunidades rurales, el inters de unospocos
investigadores se desplaz hacia el anlisis y la descripcin del
fenmeno de pauperizacinque enfrentaban los mapuches en esas
comunidades, y en los conflictos que enfrentaban a causa dela
escasez de tierras y de la falta de medios para trabajarla.
Igualmente en esa poca, los especia-listas en la temtica comienzan
a observar una suerte de despoblamiento de las comunidades y
elabandono de las mismas por la poblacin joven, especialmente
femenina. En efecto, se estabaejerciendo una fuerte presin
demogrfica sobre las tierras de posesin ancestral y como, deacuerdo
a las normas de la sociedad patrilineal la tierra se transmite por
los hombres, si las mujeresno se casaban dentro de la comunidad, no
tenan ms opcin que dejarla.
Tanto los estudios de la poca como los ms recientes, centraron
su atencin sobre el xodorural, al tiempo que profetizaban que para
los mapuches, la migracin y el abandono de suscomunidades de origen
significaba su destruccin y completa asimilacin, en la medida en
queacarreaba el fin de la identidad mapuche. Vista de tal manera,
la identidad era conceptualizada comola expresin de un conjunto de
caractersticas propias de la sociedad mapuche
reduccional.Curiosamente, la misma idea sobre la supuesta
desaparicin de los mapuches estuvo presente aprincipios del siglo
XX, cuando tuvieron que deponer sus armas y fueron confinados a la
vida enreducciones. Es lo que nos cuenta Guevara en su estudio Las
ltimas familias y costumbresaraucanas (Guevara, 1913),
constituyendo un testimonio de la hiptesis cclica que ha
existidosobre la desaparicin o extincin de los mapuches.
La mirada sobre los mapuches como una sociedad que al enfrentar
cambios perdera suscaractersticas como pueblo, hasta el punto de la
desaparicin de toda su identidad, no es slosigno evidente de un
tipo de anlisis esttico que resulta inadecuado e impropio a las
cienciassociales contemporneas, sino que adems, ha trado
consecuencias negativas en la mirada que setiene sobre los
mapuches. Una de ellas es la imposibilidad de comprender el cambio
social queviven los mapuches y sus mecanismos de adaptacin a travs
del tiempo. Otra, es la confusin queproviene del supuesto que, al
tratarse de una sociedad que no es capaz de adaptarse ni
evolucionar,
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se mantendra estancada o encerrada en una especie de pasado
congelado, en una tradicininmutable. La consecuencia ms grave, sin
embargo, es la representacin que de los mapuches hacela sociedad no
mapuche a travs de la opinin pblica en general o, lo que es ms
grave, deinvestigadores del pueblo mapuche, perteneciente a la
sociedad llamada moderna. Para ellos, losmapuches encerrados en el
pasado, se presentan como un obstculo permanente al desarrollo
y,aun como un obstculo a la modernizacin. En este contexto, las
expresiones contemporneas dela sociedad mapuche llegan a ser
interpretadas como las ltimas expresiones de los descendientesde
una sociedad primitiva refugiada en su pasado y en su historia.
Sin embargo, los mapuches continan existiendo, y en un gran
nmero han emigrado a lasciudades, y de igual modo como en el
pasado, continan reivindicando sus demandas polticas,sociales,
econmicas y exigen participacin en la vida poltica del pas,
especialmente en aquellosaspectos que les conciernen, sin por ello
dejar de ser mapuches. Si bien es cierto en este procesode cambio y
adaptacin hay elementos que desaparecen o se transforman, una
identidad propia yuna conciencia de pertenencia a un pueblo con una
identidad diferente y propia, persisten.
Estas contestaciones nos remiten a una nueva situacin de los
pueblos indgenas, situacin depueblos e individuos que forman parte
de un movimiento social presente en la mayora de lospases mestizos
y de substrato indgena de Amrica Latina. Se trata de un movimiento
indigenista,principalmente urbano, cuyos miembros, hayan o no roto
los lazos con sus comunidades deorigen, reivindican su derecho a
conservar su identidad mapuche, sin por ello tener que renunciara
los supuestos privilegios de la modernidad.
Pensar en los migrantes indgenas y hablar de la cuestin indgena
urbana nos remite a abordarnuestra problemtica a partir de dos
criterios. El primero est definido por el contexto quedetermina y
permite explicar, en cierta medida, la migracin rural urbana
mapuche. El segundo noslleva a la revisin de las consecuencias que
el proceso migratorio tiene sobre la sociedad mapucheactual, y cmo
sta logra reconstruir su identidad en la ciudad.
En primer lugar habra que sealar que esta migracin, lejos de
significar una evasin de lacomunidad mapuche, constituye un medio
de apoyo a la economa mapuche campesina. De talmanera que la
migracin, en lugar de representar el abandono de la vida mapuche de
la propiacomunidad, constituye un puente entre la ciudad y la
comunidad rural. Revisaremos por tanto,desde un punto de vista
histrico, cmo se constituy la vida de los mapuches en la reduccin,
conel objeto de comprender primero el origen del proceso
migratorio.
En segundo lugar centraremos nuestra atencin en algunas de las
consecuencias generadas poreste proceso migratorio. Si bien el
contacto entre sociedades diferentes puede enriquecer losmarcadores
de diferenciacin entre una sociedad y otra a travs de la alteridad,
puede resultartambin tremendamente desestructurante de las
relaciones sociales de los individuos que parten.Esta ha sido una
de las principales consecuencias del llamado xodo mapuche y es uno
de losargumentos ms recurrentes que se ha utilizado para sealar que
la identidad del pueblo mapuchedesaparece en el proceso
migratorio.
En tercer lugar, describiremos algunas caractersticas
socio-demogrficas de los mapuchesurbanos en Santiago de Chile. Para
ello disponemos de un conjunto de datos extrados del Censode
Poblacin del ao 1992, datos que esperamos actualizar con el Censo
del ao 2002. Con ello,esperamos aportar algunos elementos de
informacin al lector no formado en la materia, y a la
vezprofundizar en el conocimiento de los mapuches urbanos.
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Finalmente, analizaremos la relacin existente entre las
organizaciones urbanas y la comuni-dad, y el rol que la primera
juega en la constitucin de la identidad mapuche urbana.
2. Sistema reduccional mapuche y migracin: las condiciones
estructurales de la emigra-cin
Como es sabido, a fines de la mal llamada Pacificacin de la
Araucana, los mapuches perdieronla autonoma que hasta entonces
ejercan y el control de su territorio a travs de la imposicin
delsistema reduccional. En las reducciones debieron adaptarse a una
nueva situacin desde el puntode vista territorial, econmico, social
y poltico. En el contexto del Estado - nacin la cuestinmapuche se
transform a partir de entonces en una cuestin de reducciones o
comunidades. Estanueva situacin es particularmente relevante, por
cuanto la vida reduccional mapuche contribuya determinar un patrn
de comportamiento de la sociedad mapuche reduccional, Este, a su
vez, fijen la mente de numerosos investigadores y observadores, una
forma de identidad mapuche,entonces caracterstica de la vida
reduccional,
De tal manera que, luego que el estado chileno ocupara
militarmente el territorio ancestral delos mapuches a fines del
siglo XIX, la poblacin mapuche fue reagrupada en comunidades
oreducciones indgenas. Este proceso se conoce bajo el nombre de
radicacin y el perodo duranteel cual se efectu se conoce como el
perodo de la radicacin mapuche (1866 a 1927).
Desde un punto de vista jurdico, la radicacin de los mapuches en
reducciones se formalizcon la asignacin de parte del Estado a las
familias indgenas de los llamados Ttulos de Merced.Para tales
efectos, el Estado cre una Comisin Radicadora, para asignar a cada
familia extensa,mediante Ttulos de Merced, la porcin de tierra
efectivamente por ellos ocupada en el momentoen que los
funcionarios del Estado, representantes de la Comisin, se
constituan en terreno aefectos de mensurar el territorio donde
dichas familias podan probar ocupacin desde al menos unao de
antigedad. De esta manera, las familias mapuches, que tenan el
hbito de desplazarse enun vasto territorio de cerca de diez
millones de hectreas, que les permita asegurar su subsistenciaa
travs del pastoreo, fueron reducidas a un poco ms de quinientas mil
hectreas. De esta manera,perdieron la mayor parte de su territorio
y la mayora de ellas fueron radicadas en sectores dondela tierra
era de menor calidad, y en general poco apta a la agricultura, por
cuanto en dichasporciones de terreno slo habitaban. El resto del
territorio, donde cada grupo de familias extensascriaba ganado y
cultivaba, pas a manos del Estado. Una parte de ellas fue asignada
a colonoschilenos y europeos y el resto adjudicada pblicamente a
particulares.
Con la creacin de las reducciones, el objetivo del Estado era
establecer a los mapuches enpequeas extensiones de terreno,
permitiendo liberar el resto para integrar el pas y proceder a
unacolonizacin efectiva del mismo. De acuerdo a la vasta literatura
que trata de este proceso, esteparcelamiento de la propiedad
indgena signific que cada mapuches tuviera, hacia el fin delperodo
de radicacin, un promedio de seis hectreas 1 . . Durante el mismo
perodo, el Estadoasign ms de nueve millones de hectreas a los
colonos chilenos y extranjeros, entregndolesporciones de quinientas
hectreas a cada uno. El resto de las tierras pas a manos del Estado
y apartir de ellas se constituy el latifundio en Chile (Jeannot,
1972: 8). Las reducciones fueronestablecidas principalmente en las
regiones del Bo Bo y la Araucana. Un sistema similar seconstituy
con las tierras mapuche-huilliches en la regin de Los Lagos, a
travs de los llamadosTtulos de Comisario.
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La radicacin de los mapuches en reducciones produjo su
sedentarizacin definitiva, la dismi-nucin y la divisin de su
territorio, la prdida del ganado como primera fuente de su economa
ysu progresiva transicin hacia la pequea agricultura campesina de
autosubsistencia. De estamanera, los mapuches fueron obligados a
adaptarse a las nuevas condiciones de vida que les fueronimpuestas,
sistema en el cual el patrilinaje de los antiguos lofches o
familias extensas, y suparticular modo de produccin, no encontraron
mayor incentivo para perpetuarse sino comosistema simblico de
ordenamiento social.
A pesar de ello, la sociedad mapuche persisti en los nuevos
lmites de la comunidad reduccional.Es as como los estudiosos de la
sociedad mapuche del siglo veinte coinciden en hablar de
laexistencia de una "sociedad mapuche reduccional" 2 , que es donde
se reproduce el espacio socialde la comunidad. Delimitada de esta
manera, la comunidad mapuche fue el espacio de reconstruc-cin del
pueblo mapuche durante el siglo XX. Principalmente, durante la
primera mitad del sigloy avanzada la segunda mitad, la comunidad se
constituy, por una parte, en el lugar de residenciay de
reconstruccin social mapuche en relacin a los siglos precedentes y
a la derrota militar. Y, porotra parte, se constituy en el lugar de
resistencia y de reivindicacin poltica contra la
legislacinindigenista que sigui al perodo de radicacin, y contra
nuevas y diferentes formas de asimilacinimplementadas para integrar
definitivamente a los mapuches a la sociedad chilena. Desde
enton-ces, la comunidad mapuche, definida a partir de las
reducciones, es reivindicada hasta nuestros dascomo el lugar por
excelencia donde se practica la tradicin.
Desde un punto de vista netamente jurdico, y de acuerdo a la
periodicidad que proponenOrmeo y Osses (1972), el perodo de
establecimiento de las reducciones fue seguido del llamadoperodo de
la divisin. Como su nombre lo indica, este perodo se caracteriz por
la promulgacinde nuevas leyes y decretos que tenan por objeto la
divisin de los Ttulos de Merced y laconstitucin de la propiedad
privada sobre la tierra de los mapuches. Tal situacin persisti
hastael rgimen militar. Conviene recordar que una vez que las
reducciones eran divididas y los ttulosde propiedad asignados, la
tierra poda ser vendida a particulares no indgenas. Privatizacin
yventa de tierras no constituan sino dos pasos del mismo proceso:
el abandono definitivo de latierra por los mapuches. El espritu de
estas medidas legales ha quedado ilustrado en las propiaspalabras
del legislador, particularmente en el perodo del presidente
Alessandri; este espritupropugnaba establecer las normas jurdicas
que permitieran incorporar de una manera definitiva alos mapuches
an protegidos por el sistema comunitario de las reducciones, al
sistema jurdicoordinario (Ley N 14 511, de 1961; y Alessandri, J.,
1959: discurso de promulgacin de la Ley. Verbibliografa).
En este proceso se distingue finalmente la legislacin indgena
del perodo militar (DecretosLeyes N 2 568 y 2 750 de 1979), que
contribuyeron a acelerar la divisin de las comunidadesmapuches.
Como resultado de la aplicacin de esta poltica, a fines de los aos
80, es decir apenasdiez aos despus de la promulgacin de los
referidos decretos, numerosas eran las comunidadesque ya se haban
dividido, El Estado, adems, incentiv la divisin de las reducciones,
proponien-do a los comuneros todo tipo de crditos, subsidios para
la instalacin de viviendas rurales y otrasformas de ayuda social
destinada exclusivamente a aquellas familias que accedan a la
divisin.Tambin, el deseo de ser propietarios de sus tierras, o ms
bien el hecho de tener un ttulo depropiedad individual, frente a
los problemas econmicos que enfrentaban, fue otro de los
aspectosque contribuyeron a la divisin de las tierras mapuches.
Sobre las tierras divididas, los mapuches recibieron ttulos
individuales de propiedad, Desdeel punto de vista legal, sin
embargo, los adjudicatarios de los mismos, dejaban de ser
mapuches
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ipso facto. En efecto, el artculo primero del Decreto N 2 750
sealaba: Las porciones de tierraresultantes de la divisin de las
reducciones (las hijuelas) no sern ms consideradas como
tierrasindgenas ni como indgenas a sus propietarios y ocupantes. La
intencin del legislador quedabaas de manifiesto. Se trataba no
solamente de terminar con la propiedad comunitaria mapuche ycon el
sistema econmico y social que le estaba asociado, sino que tambin
se trataba de decretarel fin de la existencia de los mapuches y los
indgenas en Chile. Es por ello que esta legislacin fuecalificada
como legislacin etnocida por los integrantes de las organizaciones
mapuches de Chiley por numerosos investigadores que estudiaron sus
efectos sobre el pueblo mapuche. La leydictada en 1993 puso fin a
este horroroso capitulo de la legislacin indgena chilena; an ms,
estecuerpo legal estableci la creacin de un fondo para la compra,
por parte del Estado, de tierras paraser asignadas a los mapuches y
sus comunidades con el propsito de ampliar sus territorios 3 .
Frente a los mltiples problemas, tanto de deslindes de terrenos
como de orden econmico queafect a las familias mapuches durante
casi un siglo de vida en las comunidades, el Estado atribuyal
rgimen de propiedad comunitaria la pobreza y los conflictos que
enfrentaban los mapuches, yno al proceso de reduccin y expoliacin
del que haban sido objeto. Para dar una solucin a dichosproblemas,
numerosas leyes fueron dictadas durante el siglo veinte,
concernientes a la regulariza-cin de la propiedad indgena. Como era
de esperar, la solucin al falso problema no aportninguna solucin al
problema econmico y social ligado a explotacin del minifundio por
parte delos mapuches y a la ausencia de oportunidades laborales
para esta poblacin. Estos elementosdeterminan, desde un comienzo,
el inicio de fuertes procesos migratorios de jvenes mapuches ala
ciudad. En efecto, la reduccin del territorio mapuche y la
aplicacin sistemtica de medidasinadecuadas para dar solucin al
falso problema, tuvieron como consecuencia el empobrecimientode los
mapuches y el xodo rural urbano de numerosos contingentes de
personas que dejaron suscomunidades en busca de nuevos medios de
subsistencia. De acuerdo a los testimonios que hemosrecogido en
nuestro trabajo, la migracin comenz desde el momento mismo de la
radicacin. Noobstante ello, a partir de la dcada de los aos 30 sta
se intensific, al producirse conflictosinternos en las comunidades,
por la divisin y atomizacin de la tierra. Igualmente, la demanda
demano de obra barata en los polos de desarrollo urbano se hizo
sentir de manera ms fuerte. Laspersonas que emigraron durante esos
aos lo hicieron en trminos unipersonales; es decir, migraronsolos,
con el propsito principal de trabajar y ayudar a la subsistencia de
sus familias, y ensegundo lugar con el fin de perseguir
estudios.
Con el paso del tiempo y ante la relacin inversamente
proporcional que se produjo entre elcrecimiento demogrfico de la
poblacin y la superficie de tierras per cpta, la emigracin en
susdiferentes formas -estacional, de pueblo en ciudad, permanente-
se convirti en la nica alternativaviable para los jvenes mapuches y
el sustento de la vida familiar. Entre los aos 30 y 50 continala
migracin a un ritmo constante, pero esta vez ya no se trata de
migracin unipersonal, sino quees comn observar que emigran de la
comunidad el padre con el hijo mayor, o el to con el sobrino;como
resultado de este proceso, en general el padre regresa con su
familia, pero el hijo o el sobrinose queda definitivamente en la
ciudad. En el caso de las mujeres contina la migracin unipersonalde
adolescentes, que son rpidamente seguidas por sus hermanas menores,
para trabajar en elservicio domstico. En el caso de la migracin
femenina, rara vez hay retorno permanente. Es decir,la mujer puede
volver a visitar a su familia -lo que en general no sucede sino
hasta aos e inclusodcadas despus-, pero raramente vuelve a residir
en la comunidad. Si bien es efectivo que losproblemas se acentuaron
a partir de la segunda mitad del siglo veinte, especialmente en la
dcadade los aos 80 con la divisin de las comunidades indgenas y el
mejoramiento de los accesos a lasciudades, especialmente hacia la
zona central del pas, la insuficiencia en la cabida de tierras,
suprogresiva atomizacin y las malas condiciones de trabajo
asalariado en el campo.
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En el caso mapuche se constata una vez ms, que la pequea
propiedad y los movimientosmigratorios se encuentran directamente
asociados. En nuestros estudios de caso hemos verificadoque la
migracin mapuche se explica principalmente por la situacin econmica
y social de empo-brecimiento en las comunidades de origen. Ello se
explica, como lo hemos sealado, por la degra-dacin sistemtica de
las condiciones de vida en el campo, a raz de los lmites impuestos
a lapequea propiedad mapuche, la falta de medios econmicos y
recursos, la erosin resultante deluso intensivo de la tierra
durante largos perodos, la falta de diversificacin de la produccin,
laimposibilidad de hacer rotar adecuadamente los cultivos, la
persistencia hasta el da de hoy de unaeconoma centrada en la
mono-produccin, la falta de apoyo tecnolgico y de fuentes
definanciamiento.
La economa mapuche reduccional, fue definida como una economa
frgil, dependiente ydegradada por las condiciones del intercambio.
Ms especficamente, como un conjunto de peque-as unidades econmicas
que disponen de muy poco equipamiento y recursos, que operan
contecnologas simples y utilizan de una manera intensiva su fuerza
de trabajo, siendo sta de origenfamiliar. El objetivo de estas
unidades de produccin simple, es la subsistencia del grupo
familiar,es decir, la satisfaccin de sus necesidades fundamentales
(Bengoa, y Valenzuela, 1984: 135). Asdescrita, la economa mapuche
reduccional fue considerada como una economa en equilibrio, esdecir
que se reproduce sobre ella misma, en los lmites de la reproduccin
simple de la existencia:no genera procesos de crecimiento ni de
capitalizacin, tampoco procesos de proletarizacin nidesintegracin
campesina (ldem: 150). A pesar de la constatacin de este supuesto
equilibrio, alprincipio de los aos 80 los investigadores destacan
el fuerte proceso migratorio que afecta a losmapuches. Segn Bengoa
y Valenzuela, en estas economas el equilibrio entre la tierra y la
pobla-cin se encuentra en los movimientos de poblacin, toda vez que
el factor tierra no vara (dem:93).
De tal modo que durante casi todo el siglo veinte, pero
especialmente a partir de los aos 30,luego en la dcada de los 50 a
los 60 y entre los 80 y los 90, las comunidades mapuches
registranlas tasas ms altas de emigracin. La situacin ha sido
descrita por algunos investigadores, espe-cialmente Bengoa, y
Valenzuela; Moltedo, 1990; Munizaga, 1951 y 1961; Oyarce et al,
1989. Paraellos, las razones de la expulsin de la poblacin mapuche
de sus comunidades permanecenconstantes durante todo este perodo.
Lo que vara, sin embargo, es la capacidad de absorcin o
deintegracin econmica en los pueblos y ciudades, factor que
determina sus posibilidades deinstalacin de una manera estable y
permanente.
A pesar de lo sealado, de los mapuches se conoce principalmente
su existencia en las comu-nidades. Numerosos y clsicos son ya los
estudios que describen con detalle la vida de losmapuches en las
reducciones 4 . A partir de estos estudios se lleg a hablar de las
caractersticasde la sociedad mapuche contempornea, hasta el punto
de creer que la identidad mapuche estabadefinida por aquellas
caractersticas. A saber: residir en comunidades relativamente
aisladas delresto de la sociedad (frontera geogrfica), tener una
economa campesina de autosubsistencia(frontera econmica), hablar el
mapudungun (frontera lingstica) e, incluso, el hecho de
represen-tar una homogeneidad fsica que los diferenciara del resto
de la poblacin mestiza y extranjera(frontera biolgica).
An hoy, en Chile los mapuches son definidos por las
caractersticas que acabamos de sealar,es decir, como una categora
discreta, representada por una cultura tradicional determinada
poruna frontera geogrfica definida por los lmites de la comunidad
indgena, por una frontera econ-
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mica definida por la economa campesina de autosubsistencia, por
una frontera lingstica definidapor el mapudungun y por una frontera
biolgica definida por un supuesto fenotipo mapuche o, enel peor de
los casos, por connotaciones raciales discriminatorias (cuando se
dice los mapuchesson flojos; los mapuches son borrachos; a los
mapuches les cuesta aprender; etc.). As definidos,se atribuye a los
mapuches una identidad acorde a los lmites de las fronteras que
hemos sealado.
3. La experiencia de la migracin: la llegada, la segregacin la
discriminacin
Del mismo modo que a principios del siglo XX se pronosticaba la
desaparicin de los mapuches,una vez constatado el fuerte proceso
migratorio que les afectaba, la misma idea surgi al observarseque
en las comunidades ya no quedaban ms que nios y viejos. Esta
constatacin se basa en laevidencia de las consecuencias a veces
brutales que provoca la migracin, tanto en las comunidadesde origen
como entre aquellos individuos que comienzan a emigrar en forma
masiva. A pesar de quela persona que emigra regresa a visitar a su
familia una vez que rene los medios econmicos y quea menudo no
corta los lazos con la comunidad, pareciera que la continuidad que
se establece entrela ciudad y el campo no es siempre suficiente
como medio de apoyo para el migrante. En estecontexto, la migracin,
que es un proceso las ms de las veces irreversible, no es deseada a
priori.Lejos de ser vista como un medio de acceder a nuevas
posibilidades de contacto y enriquecimientocultural, se presenta
como un imperativo de orden econmico. De tal forma, es vivida como
unasuerte de exilio forzado,
Moltedo (op. ct.), a partir de una investigacin desarrollada en
la dcada de los 80 en comu-nidades mapuches de la Regin del Bo Bo
(VII Regin), constata que los principales destinos demigracin de la
poblacin mapuche eran las pequeas ciudades prximas (Caete, Lebu) y
lasgrandes ciudades del pas (Concepcin y Santiago), En nuestro
trabajo con migrantes de la Xregin y de la IX regin, desarrollada
entre 1995 y el 2001, constatamos el mismo patrn migrato-rio,
tratndose de personas que emigraron entro los aos 1943 y 1975. En
el caso de la X regin,los migrantes mapuche-huilliches eligen como
destino tanto las ciudades cercanas a sus comunida-des (Osorno,
Puerto Mont, etc.), como el Gran Santiago. En el caso de la IX
regin, eligenigualmente como destino principal de migracin las
ciudades prximas a sus comunidades (Carahue,Nueva Imperial,
Villarrica) y los grandes conglomerados urbanos como Temuco y
Santiago. Enambos estudios, la partida de la comunidad y el destino
de la migracin dependa principalmentede la capacidad de absorcin de
mano de obra de las ciudades receptoras. Esta dinmica los hallevado
tambin en el ltimo tiempo a emigrar en forma estacional o
permanente a las regionescentrales del pas (V, VI y VII), e
inclusive a zonas ms extremas y distantes de sus
comunidades(regiones XI, XII, II y IV). Igualmente, contina
corroborndose una cierta tradicin migratoria,que consiste en el
hecho que, una vez alcanzada una cierta estabilidad laboral, cada
migranteconstituye una suerte de puente para que otros integrantes
de sus familias se les una.
Por ello, insistimos en el hecho de que con la migracin no
necesariamente hay ruptura, sinoms bien continuidad. Asimismo, el
llamado xodo mapuche, lejos de significar una evasin de
lacomunidad, una huda, no es sino la expresin de un medio de apoyo
a la economa mapuchecampesina. Por tanto, quienes dejan sus
comunidades no necesariamente las abandonan, puestoque regresan
temporalmente en perodos de cesanta, durante el verano, o bien
desde la ciudadcontinan ayudando a la economa familiar. En el caso
de los jvenes que en los ltimos aos hanmigrado a Santiago por
razones de estudio, con los que nos ha tocado trabajar, todos
regresan a sushogares durante las vacaciones. Otra constante
interesante de desatacar aqu es que si bien todoscoinciden en que
las condiciones de vida en el campo son negativas y duras, la gran
mayora aspiraa regresar algn da. Obviamente, eso no sucede con sus
hijos nacidos en la ciudad, tampoco con
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sus nietos. En el caso de los hijos y los nietos de los
migrantes nacidos en Santiago 5 , existe uninters creciente por
conocer el sur del pas, las comunidades de origen de sus padres,
abuelos yparientes. Sin embargo, por razones econmicas un
porcentaje importante de ellos nunca ha salidode la regin.
En otro orden de cosas, la migracin mapuche a Santiago genera
problemas de adaptacin,especialmente en quienes migran solos y con
fines laborales. En este caso, se trata de una
migracinprincipalmente econmica y tanto en la dcada de los aos 30
como en el presente los inmigrantesse enfrentan a problemas
similares. Entre stos, destacan los problemas asociados a la
insercinlaboral en la ciudad, al encuentro de un lugar de
residencia permanente (no obstante, en el presentehay mucha gente
que llega a la casa de sus parientes), la fuerte atomizacin que
sufre la propiafamilia y, especialmente, los problemas asociados a
la discriminacin.
En efecto, si bien la situacin de la migracin indgena y mapuche
en Santiago, y en Chile engeneral, es bastante desconocida,
investigaciones pioneras sobre el perfil psico-social de
losmigrantes, atribuyen al propio proceso migratorio efectos
psicolgicos importantes en la conduc-ta de los mapuches urbanos, a
raz de los problemas derivados de la desadaptacin (Biedermann,1992;
Barra, 1984); y Gonzlez, et al., 1965). Estos estudios, realizados
desde una perspectivamdica, destacan la frecuencia de las
depresiones y alineaciones que afectaran a los inmigrantes,como
resultado de alteraciones en la estructura de la personalidad de
los sujetos estudiados.Dichas alteraciones seran una de las
consecuencias ms visibles de los conflictos resultantes de
laconfrontacin de la identidad primaria en la que fueron
socializados y las diferentes formas deidentidad con que se
encuentran en la ciudad. Estos conflictos apareceran an ms
marcadoscuando se experimenta el rechazo y discriminacin por parte
de la sociedad receptora. En AmricaLatina, los llamados estudios
desde la perspectiva de la aculturacin han seguido esta lnea.
Eneste contexto, nos atrevemos a situar el trabajo de Moltedo ya
mencionado.
Desde esa perspectiva, el principal obstculo para la adaptacin
de los mapuches a la vidaurbana provendra tanto del trato
discriminatorio que recibiran de la sociedad no indgena como delas
dificultades que encontraran para sobre ponerse a la situacin de
marginalidad en que les tocadesenvolverse. En el mismo sentido,
como seala el lingista Salas, A. (1985), la negacin de
losmarcadores de identidad mapuche, como la lengua, cuya negacin se
atribuira al hecho de noquerer ser identificado como mapuche en la
ciudad, acarreara el rechazo de la propia identidad yel deseo
nostlgico de volver a la comunidad donde ya no se puede regresar.
Cabe destacar que paraSalas la lengua, el mapudungun, constituye el
principal vector en la constitucin de la identidadmapuche.
Podemos no estar de acuerdo con el connotado lingista respecto
de lo que constituye elaspecto central de la identidad mapuche;
igualmente, podemos no estar de acuerdo con la utilidadde la
perspectiva de la aculturacin para estudiar la migracin y la
identidad mapuche urbana; sinembargo no podramos dejar de reconocer
la existencia de la discriminacin ni los efectos negativosque sta
provoca en cada individuo. Cada una de las personas mapuches con
que hemos trabajado,especialmente los pertenecientes a estratos
sociales ms bajos, se quejan de haber sufrido ladiscriminacin. No
en vano Chile ha sido definido por los propios chilenos como un pas
dediscriminaciones (Direccin de Organizaciones Sociales, [DOS]
2000: 7) 6 .
Entre los mapuches urbanos, lo que nos resulta interesante
destacar es la asociacin que sehace entre discriminacin y la
voluntad -conciente o inconsciente- del mapuche urbano de escon-der
su identidad para lograr una mejor adaptacin. Por ello Montecino
(1990), acert
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conceptualmente al hablar del mapuche urbano como un ser
invisible. Sin embargo, la experien-cia de la migracin y la
necesidad de adaptacin no siempre conllevan el rechazo u
ocultamiento dela identidad. Tampoco el alejamiento de la comunidad
conlleva per se, la prdida de la identidadmapuche. El mapuche
urbano hoy, ya sea migrante directo o descendiente de migrantes,
aunescondiendo individualmente su identidad de origen, no deja de
sentirse mapuche, ni de expresarloen trminos de orgullo cada vez
que tiene la oportunidad de hacerlo, y no siente el menoscabo y
elmenosprecio huinca. Esta situacin se expresa en trminos
paradigmticos en el seno de lasorganizaciones mapuches urbanas, que
slo en la ciudad de Santiago hoy da alcanzan a casi uncentenar. All
se renen quienes luchan por la defensa de su identidad.
Los barrios perifricos como espacios de marginalidad y
segregacin socio - tnica
La Regin Metropolitana es una zona eminentemente urbana y el
centro poltico y administrativode Chile. Histricamente, se trata de
una regin que en tanto megpolis crece a costa de ladependencia
poltica, econmica y cultural que genera con el resto de las
regiones del pas. Deaquellas, se ha encargado de absorberlo todo,
inclusive su poblacin, concentrando hoy en da casila mitad de la
poblacin del pas, en un proceso de crecimiento desmesurado. Al
interior de estaregin, la ciudad de Santiago, su capital, ha sido
calficada de ciudad hipertrofiada, creciendo comocentro urbano del
pas sin guardar ninguna relacin con el medio ambiente y sin mayor
planifica-cin urbanstica, a pesar de los esfuerzos que las
autoridades han hecho en la ltima dcada paraintentar controlar esta
situacin. En este contexto, la alta concentracin de poblacin en
Santiagono es solamente producto del crecimiento demogrfico, menos
an de la inmigracin extranjera,sino principalmente es producto de
la acelerada urbanizacin del pas y por tanto, del
xodorural-urbano,
La forma de crecer de Santiago, como en la mayora de los pases
de Amrica Latina, es a travsde la creacin de cordones
poblacionales, llamados precisamente poblaciones. Estas, rodean
laciudad , dividiendo los barrios urbanos (centrados en la
Provincia de Santiago) de otros ms rurales(centrados en el resto de
las provincias de la regin). Estos barrios son alimentados en
formaaleatoria de agua y electricidad; solamente sus avenidas y
calles principales estn pavimentadas, ypadecen de problemas
importantes en lo que respecta al alcoholismo, la drogadiccin, la
delincuen-cia, el transporte y otros servicios urbanos.
Paradjicamente, las comunas ms pobres de estecordn se encuentran
localizadas hacia el poniente, recibiendo toda la contaminacin
ambientalde la ciudad. En este contexto residencial es preciso
entender la migracin mapuche y situar elhbitat de la mayora de los
mapuche migrantes de Chile, insertos en los barrios perifricos
deSantiago.
En el contexto de la metrpolis y de las poblaciones, cada
migrante mapuche se inserta comoun individuo perteneciente a una
minora nacional. Esta situacin es producto de la negacin quela
sociedad no indgena, en tanto sociedad dominante, hace de las
minoras, entre las cualescontamos a los pueblos indgenas. En tanto
tal, la sociedad mapuche se inserta en el Gran Santiagoen forma
dividida y fragmentada, como resultado de un proceso de
deslocalizacin geogrfica, dedesestructuracin de los lazos
familiares y de marginalizacin en la cadena de las
relacioneseconmicas.
Esta segregacin se representa en la distribucin espacial de la
poblacin mapuche de la reginy principalmente, de la provincia de
Santiago. El 40% de los mapuches que residen en ella, es decir,140
399 personas (Censo de 1992), lo hacen en las 12 comunas ms pobres
y marginales de lamisma (La Pintana, Renca, Pedro Aguirre Cerda, Lo
Espejo, Huechuraba, Cerro Navia, San Ra-
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mn, Lo Prado, La Granja, Conchal, Quilicura y el Bosque) donde
la poblacin en situacin depobreza y pobreza extrema es superior al
30% (Casen 2000). Cabe destacar, por tanto, que lascomunas de mayor
concentracin de poblacin indgena de la Regin metropolitana
coinciden conaquellas donde el porcentaje de poblacin en situacin
de pobreza es ms alto. Lo mismo sucedeal interior de la Provincia
de Santiago. Ello nos lleva a ver los barrios perifricos de
Santiago nosolamente como lugares de concentracin y reproduccin de
la pobreza urbana, sino tambin comoespacios de segregacin
socio-tnica.
Una excepcin y caso especial lo constituye la Comuna de Estacin
Central. En efecto, lapoblacin mapuche all censada es inferior al
resto de las comunas marginales de la Regin. Sinembargo, en Estacin
Central, comuna eminentemente urbana donde no existen en forma
declaradacampamentos, hay un parque, el ltimo tramo del llamado
Parque de las Amricas, donde ao a aoaparecen, como "callampas",
decenas de casas, primero de cartn, luego de madera gracias a
losaportes del Hogar de Cristo, de parejas y familias mapuches que
llegan a la gran ciudad por supuerta de entrada ferroviaria 7 . En
efecto, sta es la comuna central donde llegan los trenes y busesdel
sur del pas. El lugar en cuestin originalmente era utilizado como
centro de acopio de materialde minera por su antiguo propietario;
sin embargo, aproximadamente desde 1990 se fueroninstalando
diversas familias, cuyo origen corresponde aproximadamente a
personas provenientesdel Sur del pas, especialmente descendientes
mapuches originarios de Puerto Saavedra, PuertoDomnguez, Tira,
Temuco y Contulmo, quienes en su origen trataron, al decir de la
asistentesocial del Municipio, de reproducir el mismo hbitat donde
vivan, ya que existan crianzas deaves, huertos para el consumo
casero, etc 8 . Cuando visitamos por primera vez el
campamento,accedimos por una tpica calle residencial de Estacin
Central, encontrndonos simplemente conun portn, rodeado de casas.
En el portn nos esperaba el dirigente mapuche, don Domingo,
quiennos condujo hasta el lugar de la reunin recorriendo un
laberinto de precarias callejuelas de tablonesy barro, en torno a
las cuales se alineaban ms de noventa mediaguas, una al lado de la
otra, dondevivan las 94 familias. La situacin desesperada que se
constat en dicho campamento fue tal, queel ao 1999 se conform all
la Asociacin Mapuche Epu Rehue, cuya historia organizacionaltermin
con la erradicacin del campamento a la comuna de Puente Alto, donde
el gobierno entrega sus socios, a travs de los cupos reservados del
Ministerio de la Vivienda, departamentos por lava de subsidios
habitacionales. A los pocos meses de haber sido erradicado dicho
campamento,fuimos testigos de su repoblamiento. Se trataba esta vez
de otras familias provenientes del sur delpas, en un 80 %
conformadas por mapuches, que esperan desde entonces (ao 2000),
unasolucin habitacional definitiva. En el mismo sentido, sorprende
la constitucin el ao 2000 de laAsociacin de Allegados Mapuches
Antuco, de la Comuna de Puente Alto, conformada casiexclusivamente
por migrantes "allegados" a la casa de familiares de la dicha
Comuna. De estamanera, la segregacin socio-tnica no solamente se
constata en los barrios perifricos, sino que esposible de
observarla en comunas donde aparentemente no hay una concentracin
de poblacinmapuche tan importante. Lo que sucede en este caso, es
que en primer lugar, se trata de poblacinno registrada, por tanto
estadsticamente inexistente en la regin y, por otro, se trata de
unapoblacin cuyas condiciones de vida se desconocen, toda vez que
se encuentran escondidos trasun portn de una comuna donde no es
fcil constatar a simple vista la pobreza. Aqu estamos enpresencia
de dos factores ms coadyuvantes a la invisibilizacin del mapuche
urbano.
Con todo, es posible afirmar que existe una relacin casi
directamente proporcional entrepoblacin mapuche urbana y poblacin
en situacin de pobreza y pobreza extrema. Evidentemen-te, en medio
milln de personas, existe una cifra absoluta importante de
profesionales y sectoresde comerciantes mapuches que no estn
sujetos a esta condicin. Sin embargo, ellos constituyenuna minora
en Santiago. Es ms, en un estudio realizado por el PET, por encargo
de CONADI
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(CONADI / PET, 1999) 9 , se concluye que existe una relacin
inversamente proporcional entrenivel de escolaridad de los mapuches
y su insercin laboral. Ello significa que, a menor educacin,mayores
posibilidades tienen los mapuches de encontrar un trabajo
asalariado en las categorasms bajas de empleo. Es decir, se
tratarla de una poblacin que hace el trabajo que al resto no
legusta, como sucede en muchos pases con los extranjeros, por
ejemplo. Inversamente, a mayornivel de escolaridad, mayor sera la
dificultad para los mapuches de encontrar un trabajo acorde asu
nivel de educacin. Este ltimo elemento constituye un signo evidente
de discriminacin.
4. Caracterizacin socio-demogrfica de los mapuches urbanos
Como es sabido, en la historia de Chile independiente, el Censo
de Poblacin y Vivienda de 1992es el primer censo del pas en
considerar oficialmente a la poblacin indgena nacional, pese a
habercontabilizado slo a tres de los ocho pueblos reconocidos
legalmente en 1993. Esta iniciativa debeentenderse en el contexto
de elaboracin de la Ley indgena 19 253 de 1993, de la
aperturademocrtica con la instalacin del primer gobierno electo
despus de la dictadura militar y, espe-cialmente, con motivo de la
conmemoracin del V Centenario; factores todos que influyeron enque
las autoridades estuvieran ms permeables a las exigencias
internacionales sobre el derecho queasiste a cada pueblo de conocer
su nmero y caractersticas demogrficas.
Muchos cuestionamientos se han hecho sobre este Censo,
especialmente sobre la manera depreguntar sobre la pertenencia a
las culturas mapuche, aymara o rapa nui, a travs de
laautoidentificacin. Sin embargo, no nos referiremos a este asunto
por haberlo tratado ya en otrostrabajos, A pesar de los problemas
de orden metodolgico contenidos en la pregunta del censo,tambin
hemos afirmado con anterioridad que son los nicos datos
cuantitativos de que dispone-mos y los nicos que nos permiten
analizar ciertas caractersticas demogrficas de los mapuchesurbanos
de la regin metropolitana. Y esto, hasta que no dispongamos de
otros instrumentos quenos permitan confirmar estos resultados.
En conformidad con los resultados del censo, se estima que la
poblacin indgena del pasalcanza las 998 379 persones (de 14 aos y
ms), es decir, un 10,33% de la poblacin nacional de1992, de los
cuales 928 060 seran mapuches (93% del universo indgena de Chile).
Del total depoblacin que en el Censo se reconoci como perteneciente
a uno de los tres pueblos considerados-mapuche, aymara, rapanui-
casi un 80% reside en los medios urbanos, frente al 20% que
conti-nuara viviendo en las zonas rurales del pas.
A su vez, el 43,4% del total de poblacin censada, -433 035
personas- residan en la reginmetropolitana. Su distribucin por
pueblo es la siguiente: 409 079 se identifican al pueblo mapuche;12
308 al pueblo aymara y 11 648 al pueblo rapa nui. Estas cifras
confirman que la reginmetropolitana es la ms importante, constituye
el principal destino de los migrantes indgenas ymapuches y donde
reside la mayor cantidad absoluta de poblacin indgena del pas. La
IX reginpor su parte, cuya capital es Temuco, contina siendo la
regin donde la poblacin mapuche tienemayor presencia relativa, ya
que casi un cuarto del total de poblacin de la regin sera
mapuche.
En la Regin Metropolitana, de acuerdo al Censo de 1992, 409 079
personas (de 14 aos yms) se reconocen como mapuches -200 863
hombres y 208 316 mujeres-, representando el 11 %del conjunto de
poblacin de la regin (de 14 aos y ms). Cabe destacar la importancia
relativaque tiene la poblacin femenina por sobre la masculina
(50,9% y 49,1%, respectivamente), lo queno sucede en otras regiones
del pas ni corresponde con la tendencia nacional del pueblo
mapuche(49,28% de mujeres y 50,72% de hombres). Una explicacin
posible de esta situacin podra ser
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aquella que asocia la alta migracin mapuche femenina a la ciudad
de Santiago, a la demanda demano de obra domstica.
La distribucin etrea de esta poblacin es la siguiente: casi un
40% tiene entre 14 y 29 aos,34% entre 30 y 44 aos, 17% entre 45 y
59 aos y slo 9% ms de 60 aos. Por tanto, se trata deuna poblacin
joven, constituida en general por no ms de tres generaciones
(abuelo-padre-hijo),a menudo por slo dos, o directamente por
inmigrantes. Cabe destacar que el ltimo tramo de edadsealado es el
menos significativo, lo que nos demuestra el carcter relativamente
reciente de lamigracin como fenmeno masivo, a partir de los aos 50,
a pesar de haber existido migracinpermanente pero menos
significativa con anterioridad. Por el contrario, el tramo de edad
msimportante se sita entre los 25 y los 29 aos, seguido del tramo
de los 30 a los 40 aos, y luegode los 20 a los 24. Todos ellos
representan, por su edad, que la poblacin mapuche urbana quereside
en Santiago se encuentra en su mayora en edad de trabajar, lo que
corrobora lo que algunosinvestigadores observaron en la dcada de
los aos 90 en el campo: que en las comunidades ruralesresidan
principalmente nios y ancianos. No es descartable, sin embargo, que
en los ltimos aosse hayan producido algunos regresos, especialmente
de poblacin joven, que una vez terminadossus estudios han podido
optar por regresar a trabajar la tierra de sus padres,
El Censo, demasiado general, no nos indica directamente la
distribucin por actividad econ-mica de los mapuches urbanos, ni las
diferencias que en cada una de ellas hay entre hombres ymujeres.
Slo sabernos que del total de poblacin mapuche de la R.M. de 15 aos
y ms, 401.842personas constituyen la llamada poblacin en edad de
trabajar. El 57.57% de ellas (231.253personas) conforman la
poblacin econmicamente activa (PEA) y el 42,43% (170.489 perso-nas)
la poblacin no econmicamente activa (PNEA). Si bien ello indica que
los entre losmapuches urbanos un porcentaje importante de la
poblacin se encuentra inactiva desde el puntovista econmico, la
tasa de inactividad que presentan es inferior al promedio de la
regin para elmismo ao (47,93%), Igualmente, las estadsticas del
Censo nos permiten destacar que un cuartode la poblacin mapuche en
edad de trabajar, se dedica a actividades del hogar
tratndoseseguramente de poblacin femenina.
Respecto de la ocupacin o tipo de trabajo, por un estudio
encargado por CONADI,sabemos que un porcentaje significativo se
inserta en la categora de trabajos no calificados, loque es
especialmente importante en el caso de las mujeres. En efecto, un
poco ms de un tercio delas mujeres mapuches de la regin (33,86%)
constituyen lo que se denomina mano de obra nocalificada (SUR/UAHC,
en CONADI, 1995b, 109). Entre los hombres mapuches de la regin,
seconstata que un tercio (30,89%), est representado en la categora
oficiales, operarios y artesanosde artes mecnicas y otros
oficios(Idem: 110). El estudio destaca tambin una alta
participacinde la poblacin mapuche de la regin en las categoras
empleados de oficina y trabajadores delos servicios y vendedores de
comercio y mercado (13,89% y 11,55% respectivamente). Elporcentaje
comprendido en ambas categoras alcanza el 25,44% (ldem: 110).
Igualmente, se cons-tata la baja participacin de la poblacin
mapuche de la regin en la categora miembros del poderejecutivo y
legislativo y funcionarios directivos de la administracin pblica,
profesionales,cientficos e intelectuales y tcnicos y profesionales
medios (5,72%, 4,28% y 5,41 % respec-tivamente).
Respecto de la categora posicin ocupada en el trabajo los
mapuches de la regin metropo-litana, siguiendo de cerca la
tendencia nacional, se concentran en primer lugar en la categora
detrabajadores asalariados (75% de los trabajadores del pas se
encuentran en esta categora contrael 70% de los trabajadores
mapuches de la RM) (ldem: 118). En cambio, a diferencia de la
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tendencia nacional para 1992, se observa que esta categora es
segundada por la de trabajadorespor cuenta propia, con un 13,73% de
los trabajadores mapuches, relacin que sube a 21,44% siconsideramos
a la vez a los trabajadores por cuenta propia y a los patrones o
empleadores(7,46%). Este dato es sumamente significativo por cuanto
nos est hablando de un alto porcentajede poblacin mapuche de la
regin que no es asalariada, pudiendo corresponder a
trabajadoresinformales o a micro-empresarios de no ms de un
empleado, siendo principalmente los hom-bres los trabajadores
independientes (16,03%) y no la mujeres (9,04%). Ello guarda
relacin conel alto inters que demuestran todos los dirigentes de
ser independientes y no tener que dependerde un patrn que los
obligue a trabajar o los trate mal. Por otro lado, tambin nos
indica la probableprecariedad de los medios de sustento, como en el
caso de los microempresarios, quienes raramen-te consideran dentro
de sus egresos gastos de seguridad social y salud. Las mujeres, en
cambio, seconcentran en segundo orden de importancia en la categora
de trabajadores para servicio doms-tico del hogar" (22,35%), frente
a la tendencia nacional de un 15,93%. (Idem: 122).
Respecto de las ramas de la actividad econmica, de los tres
grandes sectores de la actividadeconmica nacional (agricultura,
industria y servicios, con sus subdivisiones respectivas) se
des-taca que los mapuches de la R.M. se emplean principalmente en
la industria manufacturera, en elcomercio y en el servicio
domstico. En el caso de los hombres, stos estn presentes
principal-mente en la industria manufacturera (28,99%), en el
comercio (19,30%) y en la construccin(13,58%). Las mujeres por su
partes, estn en primer lugar representadas en el servicio
domstico(29,93%), luego en la industria manufacturera (18,87%) y
finalmente en el comercio (14,97%).(ldem: 126-127).
As, el perfil laboral del mapuche urbano correspondera al de
baja calificacin, asociado abajos salarios, alta movilidad
(especialmente en el caso de los hombres por su trabajo en
laconstruccin y en el comercio), jornadas de trabajo extensas, alta
discriminacin e, inclusive,maltrato por parte de los patrones
(CONADI-PET, 1999: 110). Tanto para los hombres comopara las
mujeres, pero especialmente para estas ltimas, los mapuches se ven
discriminados porfenotipo, por cuanto uno de los requisitos para
ser contratadas como secretarias o para ejercerfunciones de atencin
de pblico es contar con buena presencia, requisito que segn los
estereo-tipos occidentales dominantes, las mujeres mapuches no
reuniran.
5. La comunidad urbana: un lugar de organizacin social y de
construccin identitaria
As como en la sociedad mapuche de las comunidades rurales el
espacio social se construy entorno al sistema reduccional, en la
sociedad mapuche post-reduccional urbana, es en la organiza-cin
donde se reproduce el espacio social de la comunidad.
La afirmacin de la identidad y la prctica ritual se dan en el
seno de la organizacin mapucheo indgena urbana, la que se
constituye en una suerte de comunidad para sus integrantes.
Estenuevo espacio -la organizacin mapuche- viene a reemplazar el
lugar ocupado por las comunidadesrurales. En nuestro trabajo frente
a las organizaciones indgenas urbanas nos encontramos enpresencia
de una nueva forma de comunidad mapuche. Esta comunidad urbana se
presenta no slocomo un elemento colectivo central, sino como el
principal, de actualizacin y de persistencia dela identidad mapuche
de los urbanos. No es casualidad que en el mbito de la participacin
y de laasociatividad mapuche urbana se de un proceso inverso al del
resto de la sociedad chilena, cren-dose en forma permanente
distintos tipos de organizacin.
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Como lo hemos sealado en trabajos anteriores 10 en relacin al
tema de la comunidad rural yde la prctica religiosa que all se
ejerce, Faron (1969) haba hecho referencia al
congregacionismoritual (retomado por Foerster, 1993, 112), para
expresar que entre los mapuches las ceremoniasreligiosas
organizadas tienen lugar en un contexto de relaciones sociales
mantenidas entre losmiembros de los grupos de linaje, relaciones
que implican la participacin regular de unidades enuna congregacin
ritual de varias reducciones (Faron, 1969, 243). Siguiendo la tesis
de Faron, nosproponemos esclarecer nuestro punto de vista sobre el
rol de las asociaciones u organizacionesindgenas urbanas, cuando
ellas coinciden con lo que podra ser descrito como una
comunidadritual. La diferencia con Faron, es que nosotros no
atribuimos lmites fijos a la expresin comu-nidad. Para l la
comunidad era la reduccin, definida de una forma objetiva. Nuestra
forma decomprender la comunidad hace alusin al espacio construido
por los propios actores, como lugarde referencia y de afirmacin de
s, con independencia de su localizacin geogrfica (rural/urbana).En
la prctica de las organizaciones y asociaciones urbanas, es muy
difcil separar los aspectos dereivindicacin poltica, cultural,
social y econmica, de la prctica ritual. Por eso toda
clasificacinresulta arbitraria. En efecto, en la mayor parte de los
casos estas comunidades son creadas en elcontexto de un grupo de
individuos que se identifica con un pueblo indgena, que han
logradoasociarse para trabajar por la identidad y la cultura
mapuche, y de tal manera afirmar su existencia.
Cabe destacar adems, el rol que la organizacin juega en el
intercambio simblico de mujeresy de hombres que hacen las familias
de los citadinos, al interior de esta comunidad urbana. En
elcontexto de las reducciones, a decir de Faron, los grupos de
donadores y de receptores demujeres, en relacin los unos con los
otros de una forma permanente por los matrimoniosmatrilineares,
hacen parte tambin de la comunidad ritual (idem). En el contexto
urbano, hemosconstatado que para quienes participan en las
organizaciones indgenas, el espacio de la organiza-cin es el lugar
ms importante de reencuentro con otros mapuches, y uno de los
lugares deencuentro de hombres y mujeres disponibles para
constituir alianzas parentales. A pesar de ello,las parejas mixtas,
dnde slo una de las dos personas es de origen mapuche, no generan
mayorproblema en la organizacin. Al contraro, lejos de poner en
peligro la identidad del grupo, lasuniones entre mapuches urbanos y
no mapuches permiten una mayor irradiacin y aceptacin dela cultura
mapuche.
En esta agregacin de personas donde el individuo ejerce prcticas
rituales y crea la comunidadritual urbana, cada uno entra en
contacto con sus pares, hermanos con quienes el comparte unsentido
nico, propio, que los diferencia del resto y que al mismo tiempo da
un sentido especial asu vida. Luego estn los aspectos que son
expresamente creados o acentuados para delimitar lasfronteras entre
el mundo mapuche y el mundo no-mapuche. Estos aspectos son tanto la
exaltacinde las ceremonias rituales, como la recreacin de nuevas
prcticas identitarias y la apropiacin quelos individuos hacen ahora
de esas prcticas. Cada vez que los individuos hacen recurso a
estasprcticas en el contexto de las organizaciones urbanas, estn
afirmando su pertenencia identitaria.Desde este punto de vista, lo
religioso jugara tambin un rol, social y poltico; se tratara de
unespacio donde se organizan las relaciones sociales de los
individuos. La funcin social de estasprcticas sera conectar a los
individuos con su pasado y dar sentido a su existencia presente,
comotambin afirmar una existencia que en algn momento tuvo que ser
negada. Hay una formalidad quees reproducida, la prctica es
reproducida con cambios pero, pese a ello, el ritual permanece
comoun espacio de construccin de sentido y se transforma en un
espacio sagrado. Entonces, laasociatividad y la religiosidad se
convierten en espacios de afirmacin y de reconstruccin de
laidentidad.
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A nuestro parecer, las ceremonias practicadas en el contexto de
la comunidad ritual ocupan unlugar importante en la afirmacin de la
identidad mapuche. A travs de estos ritos los mapuchesurbanos
definen en ltimo trmino sus fronteras y sus lmites en relacin a los
no-mapuches. Atravs de estos ritos tambin, ellos aportan al mundo
contemporneo su propio sistema decreencias. Actualizando sus
prcticas, los mapuches urbanos construyen un vnculo con
suscomunidades de origen, con sus parientes y con sus ancestros. En
este acto, pasado y presente noconstituyen sino un continuum. La
identidad mapuche, al decir de Foerster (siguiendo las tesis
deGeertz-1987- y las proposiciones de Morand 1984-) 11 , est
estrechamente ligada, a riesgo deser confundida, a lo sagrado, lo
que comprende el campo de las divinidades y de los ancestros(1993,
11). Foerster constata que son los ritos tradicionales mapuches los
que hasta ahora unen losmapuches. Nosotros diramos a este respecto
que es la prctica de estos ritos la que une tambina los mapuches,
en tanto elemento movilizador de las relaciones sociales y de
identificacin. Sinembargo, atribuir a este aspecto la funcin de
definir la persistencia de la identidad mapuche, talcomo otros lo
hacen utilizando la lengua o el territorio, no nos parece
pertinente. A diferencia deFoerster, no podemos ver la prctica del
culto como una esencia. En cambio vemos su funcin entanto mecanismo
de afirmacin y reivindicacin de la identidad. La comunidad de
parientes que noexiste en la gran ciudad, ya que la familia extensa
casi no existe, es encontrada en el espacio de laorganizacin. Esta
ltima constituye el rasgo de unin de los individuos en una
comunidad desentido. En la ciudad no es posible encontrar fcilmente
el espacio territorio ni el espacioparental (de la familia
extendida), ni el espacio lingstico que han llevado a gran cantidad
deinvestigadores a definir as la comunidad mapuche, como un espacio
real en el cual se puedeencontrar un grupo real, una etnia,
definida por un territorio, una lengua comn, etc. Por elcontrario,
en la ciudad encontramos una nueva comunidad de individuos,
construida por hombresy mujeres que comparten un supuesto origen
comn que los diferencia ante todo de una formaideolgica del
no-mapuche y de la sociedad dominante. Esos individuos se unen y
crean sentido enuna estrategia de reivindicacin poltica, buscando
encontrar un lugar en una sociedad que losrechaza.
Ceremonias y ritos practicados en la comunidad ritual
Entre las ceremonias ms importantes, que constituyen un hito en
la reconstruccin identitariamapuche en Santiago, sin duda el
wetripantu ocupa el lugar de mayor trascendencia, proyeccin yauto
identificacin. El wetripantu es la celebracin del comienzo de un
nuevo ciclo de la naturaleza,o rito anual de renovacin del
equilibrio de la naturaleza, coincidente con el solsticio de
invierno.Ha sido traducido por las organizaciones como el ao nuevo
mapuche. En Santiago el wetripantu o wool tripantu, se conmemora
desde el ao 1995. Hemos tenido el honor de compartirdicha ceremonia
en numerosas ocasiones, con diferentes organizaciones mapuches, en
la privacidadde sus lugares de reunin y encuentro. El we tripantu
tiene su origen desde que se conoce de laexistencia de los
mapuches; sin embargo, no renace como festividad propia de los
mapuches sinohasta la ltima dcada del siglo XX. Algunos autores
describieron su prctica comienzos del siglo(Augusta, 1916; Titiev,
1951, en Foerster, 1993, 101), pero luego la mayor parte de los
trabajosque les siguieron la han ignorado, en circunstancias que
ella pareciera haber sido integrada a lacelebracin de San Juan,
celebracin de la iglesia catlica incorporada de una forma sincrtica
porlos mapuches. Hoy da est separada de la fiesta de San Juan y es
reivindicada en propiedad comouna fiesta mapuche. Han sido los
habitantes de las grandes ciudades, originalmente de Temuco,luego
de Santiago, los que han dado nuevamente sentido a esta fecha. De
hecho, en nuestro trabajode terreno hemos realizado entrevistas a
ms de 20 dirigentes mapuches residentes en Santiago, yla mayora de
ellos, a pesar de haber nacido en una comunidad mapuche, no
recuerda se haya
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celebrado el we tripantu. S recuerdan la celebracin de San Juan,
y recuerdan tambin que se hacala noche previa al da de San Juan,
pudiendo continuar todo el da siguiente, consistiendo ms bienen una
celebracin de tipo familiar.
En estricto rigor, la celebracin del we tripantu corresponde a
la noche del 20 al 21 de junio(dependiendo del ao, puede
desplazarse hasta la noche del 23), coincidiendo con el solsticio
deinvierno en el hemisferio sur, y con el inicio del invierno que
marca un nuevo ciclo de la naturaleza.Ya han terminado las cosechas
del verano, y habr que preparar nuevamente la tierra para
quegerminen las semillas que se sern sembradas en primavera, En la
rogativa que caracteriza lacelebracin del we tripantu, se implora a
chao negechen (Dios) se invoca el meliwitran mapu (loscuatro puntos
de la cosmovisin mapuche) y se pide a la uke mapu (madre tierra)
bondades parael nuevo ciclo de la naturaleza que comienza.
Igualmente, se agradece por las bondades del aoanterior y se ruega
para que el padre sol vuelva con mas fuerza luego de su retiro
invernal. Se tratade una celebracin familiar, donde existe un
espritu de reencuentro, solidaridad y convivencia. Losdas previos,
y especialmente la noche anterior, se preparan los alimentos y al
amanecer se realizael nulla mawon o rogativa de agradecimiento y
renovacin del ao. En cada we tripantu celebradoen Santiago, el rewe
(altar ceremonial; lugar puro, lugar sagrado) y/o las ramas de foye
(canelo),constituyen el centro e la rogativa. El muday (bebida
hecha de trigo), las sopaipillas, el pan, elmote, el mlke ( harina
tostada) y los piones, constituyen la ofrenda. En el altar se
colocan loscntaros de greda con el muday, y la comida en los iwe
(pequeos platos para la ofrenda). Enalgunas ocasiones, se ofrenda
sangre de un cordero sacrificado que se ha encargado al sur.
Engeneral, esta ofrenda coincide con la presencia de un machi
(chamn) en la ceremonia. Siempre quela machi es mujer, es mandada a
buscar al Sur, generalmente a la comunidad de donde es la
familiaque oficia de anftriona. No es comn que para los we tripantu
se recurra a los machi de Santiago(los hay dos) 12 - ya que cada
uno de ellos se encarga de oficiar las ceremonias en el seno de
supropia organizacin o en alguna donde es invitado. Una vez
realizada la ofrenda, se bendice lacomida -en algunos casos- cuando
hay muchos invitados y diferentes familias han participado enla
organizacin de la ceremonia y en la preparacin de la comida, el
Lonko (jefe, presidente de laorganizacin) prueba pblicamente cada
olla y emite su juicio: est bien, est rica, qued salada,est cruda,
etc., suelen ser las expresiones que provocan la risa de todos los
asistentes 13 . Antes ydespus de cada comida (en la noche, al
amanecer, en la maana y luego a medio da), se baila punen torno al
rewe al comps de trutrukas, pifilkas, trompe y el infaltable
kultrun. Igualmente, se danlargos espacios de presentacin y
conversacin o nhtram, donde cada participante se dirige alresto con
palabras de solidaridad y buenos deseos.
Tambin la celebracin del lakutn o ceremonia de bautismo,
practicada oficialmente porprimea vez al alba del 15 de junio de
1995 en un parque de la ciudad de Santiago, ha tomado unsentido
importante en la identidad mapuche urbana. La celebracin de la
ceremonia fue propuestapor un conjunto de organizaciones urbanas,
teniendo por meta dar a los infantes nacidos enSantiago, hijos de
residentes indgenas, las virtudes de sus ancestros. El evento fue
consagrado porun Yatiri (chaman del pueblo Atacameo) con la
participacin de miembros de diferentes pueblosindgenas. Los siete
nios iniciados pertenecan tambin a diferentes pueblos. El lakutn es
prac-ticado tambin en otros contextos (organizaciones, familias,
comunidades), pero esta vez la cere-monia fue elaborada para
afirmar una pertenencia identitaria no reconocida. Segn cuentan
losabuelos en la tradicin mapuche, la ceremonia del lakutn era el
traspaso del nombre del abuelopaterno al nieto, quedando
establecida entre ellos una profunda relacin. Con el tiempo, deriv
enla relacin del nio con un padrino que a su vez tena el mismo
nombre. En el mismo sentido, sepractica el kochontn, ceremonia en
que se ruega por el nio, se ofrece a la naturaleza, se
pideproteccin por l y se establece una relacin entre el nio y sus
padrinos y entre los padres y los
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padrinos que en adelante sern compadres. A su vez, para la nia
mapuche se celebra el katanpilun, ceremonia en la cual tambin hemos
tenido el privilegio de participar. El katan pilun es laceremonia
de apertura de orejas o pilun de las niitas, para el uso de aros o
chawal; segn pudimosobservar, el padrino es quien regala los aros y
la acompaa, junto a su familia, amigos e invitados.La nia no debe
llorar ni mostrar signo de dolor, y para compensar su sacrificio y
valor deplegados,se establece una ronda de regalos o pagos en
dinero, constituyendo donativos voluntaros de losinvitados que la
nia recoge y guarda para s. Una vez terminada la ceremonia, la nia,
los padrinos,la familia y los invitados celebran con comida mapuche
y bailes.
Finalmente, no podemos dejar de mencionar el kamarikn, que es
una gran ceremonia con lanaturaleza. Lo mas conocido de esta
ceremonia, es el nguillatn, que corresponde especficamentea la
rogativa o acto de pedir. Se trata de una prctica observada ya por
los primeros cronistas, segnlas descripciones proporcionadas por
Gernimo de Bibar, Alonso de Ovalle y Pedro de Valdivia(Foerster;
1993, 16-30); a diferencia de las otras ceremonias ms ntimas o
familiares, como el wetripantu, el nguillatn ha sido profusamente
descrito a lo largo del siglo XX por los estudiosrealizados en
comunidades mapuches. El nguillatn es uno de los ritos mapuche ms
estudiados,sobre el cual hay diversas interpretaciones hechas por
la antropologa y por los mismos mapuches,Por ejemplo, Faron lo
describe como un rito agrcola de fertilidad que es normalmente
celebradoantes de la poca de cosecha, para suplicar el xito de la
cosecha, la proteccin de los animales yla prosperidad y el bien
estar de los mapuches. Tambin se celebra despus de la cosecha
paraagradecer. (Faron; 1969, 245). En la ceremonia colectiva del
kamarikn y en la parte dedicada alnguillatn el objetivo central es
la mediacin entre lo sobrenatural y lo humano, expresado
poracciones simblicas, teniendo por meta la obtencin de los medios
de existencia, que no dependensolamente de las capacidades humanas
sino ms bien de un orden divino (Foerster; 1993, 88).
Estaceremonia, donde encontramos ofrendas y sacrificios, practicada
regularmente en las comunidadesmapuches rurales, ha devenido una
prctica recurrente en los medios urbanos. En Santiago diver-sas
organizaciones celebran ao a ao rogativas; sin embargo, al menos
dos, celebran grandeskamarikn, invitando a la mayor cantidad de
organizaciones de la regin. Se trata de los dePudahuel y de La
Florida, celebrados entre septiembre y diciembre de cada ao. En
estas ceremo-nias s participan los machis residentes en Santiago, y
adems pueden invitarse autoridadesreligiosas del Sur. Para entonces
se traen caballos, se colocan banderas azules y blancas,
colihues(en seal de proteccin) ramas de folle y de eucaliptus, se
cuenta con la participacin de machis yse construyen rukas o ramadas
en torno a una gran cancha, al estilo de los ngullatn que
secelebran en las comunidades mapuches rurales. Pero a diferencia
de estas ltimas, en Santiago lasceremonias de nguillatn no pueden
ser consideradas como un rito agrcola de fertilidad, puestoque en
la ciudad no se realizan cosechas agrcolas. En la ciudad se ruega
por la unidad del pueblomapuche, por los problemas de cada uno y
por los hermanos mapuches del sur. Conviene entoncesdestacar que el
ritual, al cual se asigna siempre la misma significacin, ha sido
adaptado a losnuevos contextos urbanos.
De los casos a que nos hemos referido, lo que nos parece
importante destacar es la constata-cin de la presencia del fenmeno
ritual, al cual los individuos atribuyen funciones de mediacin yde
afirmacin de s mismos, en donde la meta principal es la mediacin
entre lo que est bajo elcontrol de los hombres y lo que no lo est.
Las ceremonias y ritos son adaptadas a las condiciones,medios y
necesidades de la ciudad, manteniendo bsicamente los elementos de
las prcticasceremoniales rurales. As, la prctica de estas
ceremonias juega un rol importante en la vida delmapuche urbano,
organizado y de recreacin identitaria. Se trata tanto de ceremonias
caractersti-cas de la vida en reduccin, practicadas fuera del
contexto de la comunidad rural y adaptadas a laciudad, como de
nuevas manifestaciones interpretadas por los mapuches urbanos como
medio delegitimacin de la pertenencia identitaria.
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Para los mapuches urbanos, el meli wtran mapu, la cosmovisin
mapuche no desaparece.Significa entender el mundo de la naturaleza
y del entorno. Ello conlleva saber vivir y sabercompartir el
espacio con los dems y con distintos seres. Seres sobre naturales
que tambin estnpresentes en la ciudad y pueden provocar
enfermedades. Para los mapuches urbanos los daos,males o
enfermedades provienen del olvido (de ser quienes son), del rechazo
de la identidadmapuche y de la envidia o el hecho de observar otras
cosas, cosas negativas, dejarse llevar por lavida del huinca sin
respetar la propia visin del mundo. Las prctica de las ceremonias,
especial-mente el kamarikn y el we tripantu, a que hemos hecho
referencia, tienen la finalidad de reunir alas personas, celebrar a
la gente de la tierra, afirmar la identidad mapuche y proteger a
las personasde los males a los que estn expuestos. En efecto, el
kalkutn (hacer dao), que es cuando a uno ledan algo malo, puede
suceder en cualquier parte y contexto. Del mismo modo, los kalku
(brujos),se transforman en hombres que hacen dao, o inclusive en
perros. Por eso es necesario estar enarmona con el entorno y
acceder a la renovacin que se produce ao a ao en el we
tripantu.
Estrategias econmicas familiares
Hemos dicho que cerca de 80 % de la poblacin mapuche de Chile
habita en las ciudades y cercade medio milln en Santiago. Algunos
autores sostienen que una gran proporcin de ellos puedenno ser
verdaderos mapuches, segn las definiciones clsicas de una etnia;
otro tanto puede estartransitoriamente en la ciudad. No obstante,
de igual forma, un gran nmero permanece en lasgrandes ciudades y
est obligado a encontrar una insercin para permanecer all. Para la
mayorparte de ellos, la insercin social comienza por el hecho de
tener un empleo. Para el migranteindgena, el hecho de encontrar un
trabajo ser una factor de xito valorizado, frente a una realidadque
se presenta como inevitable en vista que habiendo migrado ha
perdido, a menudo, sus derechosen las comunidades. El xito del
trabajo estar tambin asociado al hecho que podr ayudar a
susparientes de las comunidades rurales.
Tradicionalmente los estudios que tratan sobre la migracin
mapuche les han asignado dosformas de trabajo: las panaderas y el
servicio domstico, sea permitindoles ser albergados yalimentados
(trabajo domstico), sea permitindoles trabajar durante la noche y
dormir durante elda (el oficio de panadero); ambos tendran por
funcin principal permitir al nuevo citadino,esconderse del mundo
huinca. Este tipo de trabajo parecer ser un primer lugar de refugio
desdedonde comienza el conocimiento del mundo urbano; y por ello es
ms frecuente en el perodo deinsercin en la ciudad de los migrantes,
no de sus hijos ni nietos. En lo que concierne a la segunda,tercera
e incluso cuarta generacin de mapuches en la ciudad, otros oficios
aparecen como desea-bles, en razn que ellos estn mejor calificados,
habiendo tenido acceso a varios aos deescolarizacin. El acceso a la
educacin secundaria y universitaria de varios nios, hijos de
migrantesde primera generacin, ha permitido su insercin en diversos
medios tcnicos y profesionales.Estas diferentes actividades
representan, en un cierto modo, el recorrido citadino de una
familiamapuche que atraviesa diferentes fases de insercin y de
ascensin social desde el momento en queel primero de ellos llega
hasta que las generaciones que le suceden se insertan en los
mediostcnicos y profesionales.
En este proceso que no es jams lineal, una cantidad creciente de
familias mapuches encontra-das en el curso de nuestro trabajo
ejercan una actividad econmico productiva de carcter asocia-tivo,
en donde habitualmente varios miembros de la familia compartan una
misma actividad. Enefecto, durante nuestro trabajo con migrantes
indgenas en la ciudad de Santiago, hemos podidoconstatar que una
gran proporcin de familias mapuches aseguraban su subsistencia a
travs del
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ejercicio de un trabajo de tipo informal, principalmente en el
comercio, la confeccin y elartesanado. Entre ellos, una mayora
reconoca haber ejercido el trabajo domstico, el oficio depanadero y
algunos otros de trabajador temporero (o de temporada) al menos una
vez en surecorrido migratorio y varias veces cuando se trataba de
migraciones escalonadas (es decir de unpueblo a una ciudad y luego
a Santiago). Estos trabajos eran percibidos como
actividadestransicionales, forzadas, no escogidas, degradantes, no
estimadas. Se trataba de activi-dades, entonces, consideradas
ocasionales (incluso si ellas se desarrollaban durante aos),
tilespara sacar de apuros, pero incapaces de proporcionar la
estabilidad deseada.
Frente a este tipo de trabajo, manifestaban haber tomado la
decisin de emprender un trabajoindependiente y compatible con la
vida familiar, incluso si en la mayor parte de los casos
seencontraban en el lmite de la subsistencia. Siguiendo lo que
pareca ser una opcin frente a otrasactividades y apoyndose en una
coyuntura nacional que alentaba de una cierta manera las
activi-dades informales, los citadinos mapuches sin trabajo
encuentran en la pequea industria familiar (omicroempresa) una
fuente de trabajo y de sentido, El trabajo informal desarrollado a
nivel familiar,es preferido ante las alternativas ms degradantes
por diferentes razones, entre las cuales esposible observar la
interaccin de tres lgicas: la recomposicin de los vnculos afectivos
en unmedio urbano hostil, teniendo por meta la concurrencia de las
relaciones parentales para asegurarla mantencin de la familia; la
continuidad de una estrategia de trabajo en familia, lo que
convienea la cohesin del hogar (especialmente a la educacin de los
nios por las mujeres y a la posibilidadde obtener recursos
adicionales); y la voluntad de ser independientes de un patrn
huinca ono-indgena. En consecuencia, esta actividad econmica
representa mucho ms que un simple lugarde trabajo; se trata, en
efecto, de un lugar de refugio.
Por el momento no es posible encontrar redes importantes de
pequeos empresarios ind-genas. A fines de 1995 un primer grupo
estaba en proceso de constituirse. Su objetivo era intercam-biar su
productos y crear as una red de apoyo y de trabajo al migrante. Se
trata todava de unnmero reducido de familias que comienzan a tener
relaciones y a organizarse para apoyarse en susnegocios. Entonces,
si no estamos todava en presencia de una red econmica indgena,
nospreguntamos si estamos en presencia de un momento de
recomposicin de las relaciones socialesde los indgenas citadinos de
primera y segunda generacin, que manifiestan la intencin de
trabajaren conjunto. Ellos tienen la voluntad de reunirse en torno
a una identidad mapuche y de proyec-tarla. El ejercicio de una
actividad econmica no escapa tampoco a esta pretensin. El
doblepropsito de esta estrategia tiene al reforzamiento de las
estrategias de solidaridad como al retornoa las identidades que un
da ellos han debido esconder para mejor adaptarse al mundo
urbano.
6. Conclusiones
Casi un ochenta por ciento de las personas que en el Censo de
1992 se identificaron en Chile conlos pueblos aymara, mapuche y
rapa nui, habitan en las ciudades del pas. No obstante
ello,inclusive la poltica especfica del Estado hacia los pueblos
indgenas carece de una verdaderaintencionalidad urbana, a excepcin
de los recursos que ejecuta la Oficina de Asuntos Indgenas
deSantiago que, por su carcter reducido y limitado, tiene un bajo
nivel de impacto,
La cuestin indgena urbana es un tema no abordado, desconocido y
las ms de las veces,negado. Esta constatacin ha llevado a algunos
investigadores a hablar de la existencia de "seresinvisibles"
(Montecino, 1990a) para caracterizar la situacin de los migrantes
indgenas en laciudad de Santiago. Dicha invisibilidad sera el
producto del rechazo, por parte de la sociedadhegemnica, al hecho
mismo de la existencia de indgenas urbanos y, por ende, la negacin
que lacomunidad indgena haya podido traspasar los lmites de la
comunidad rural.
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Desde el punto de vista de la migracin, la presencia indgena en
las ciudades se reduce al temade la asimilacin y de la aculturacin
de los inmigrantes en las grandes ciudades de Chile,
principal-mente Santiago. Numerosas son las investigaciones, como
lo hemos sealado, que se han consagra-do al estudio de las
consecuencias de la migracin y al anlisis de los problemas de los
migrantes.Estos problemas son entendidos principalmente como
consecuencia del brutal transplante cultu-ral al que estn
sometidos, y a la incorporacin de nuevos patrones econmicos,
culturales ysociales.
Sin embargo, hemos insistido en el hecho que para el migrante la
mantencin de las relacionescon sus familias y comunidades de origen
es la mayor de las veces efectiva, de modo que de ningunamanera
podramos afirmar que cuando el individuo emigra rompe con todo su
pasado, despren-dindose de su identidad. Lo que si es real, es el
hecho que con la migracin el individuo rompe decierta manera con el
equilibrio identitario en el cual fue socializado. Es por ello que
casi siempre elmigrante ha sido estudiado en relacin a sus
caractersticas psicosociales y, especialmente, desdeun punto de
vista mdico, para llegar a concluir que se trata de personas que
enfrentan gravesproblemas de adaptacin.
Como consecuencia de ello, y respecto del pueblo mapuche, la
migracin es vista por un ladocomo un impedimento para la
persistencia de la sociedad mapuche tradicional o rural, dondeslo
residiran ancianos. Por otro lado, el shock de identidades que se
produce con la migracin,aparece como un obstculo para la adaptacin
de cada individuo migrante. ste, para tener xito,debe ocultar o
definitivamente reemplazar su identidad mapuche, asimilndose a la
sociedaddominante. Desde esta perspectiva, se describe a la
sociedad mapuche actual como una sociedadatomizada, fragmentada y
marginada, incapaz de reconstruir relaciones sociales y de
proyectarseen el mundo contemporneo como un pueblo igualmente
contemporneo.
A su vez, si la migracin y los mecanismos de adaptacin de los
mapuches a la vida citadinason aspectos desconocidos por la
sociedad no mapuche, el desarrollo de la vida de los descendien-tes
de los inmigrantes es prcticamente ignorado.
De los mapuches que residen en Santiago sabemos, desde hace un
buen tiempo, que se dedicana actividades informales en el sector de
la produccin y de los servicios, que trabajanmayoritariamente como
mano de obra en la construccin en el caso de los hombres o se
insertan enel campo de las labores domsticas, en el caso de las
mujeres. Los anlisis post-censo vinieron aconfirmar estos datos. Es
decir, hoy podemos afirmar con plena certeza que, en su mayora,
losmapuches residentes en las ciudades y, particularmente en
Santiago, siguen ejerciendo las activida-des laborales de menor
remuneracin y las socialmente ms desvalorizadas.
Se trata de una poblacin cuyos miembros en gran medida continan
practicando una actividadeconmica de subsistencia, como asalariados
urbanos. Aun contando con remuneraciones bajas,logran ayudar a sus
parientes y familiares de la comunidad rural, envindoles dinero,
medicamen-tos, alimentos como abarrotes, y principalmente
vestimentas. Sus parientes, continan trabajandola tierra, y cada
cierto tiempo tambin contribuyen a la economa familiar de los
citadinos, envin-doles productos agrcolas, principalmente papa,
cebolla, mote, harina, Aqu estamos en presenciade relaciones y de
lazos, de estrategias de apoyo familiar que no necesariamente se
rompen, desolidaridades familiares que continan expresndose y,
tambin, de familias que no logran salir dela marginalidad, pero que
se mantienen en el umbral de la sobrevivencia, los unos apoyndose a
losotros. En este contexto la migracin, coadyuda al desplazamiento
del problema de la pobrezaestructural que afecta a los pueblos y
comunidades indgenas de Chile, particularmente los mapuches.
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Antes del conocimiento, hace casi una dcada, de los resultados
del Censo de 1992, se podapensar efectivamente que la cuestin
mapuche era una cuestin rural, a pesar de los hechos
quecotidianamente iban demostrando lo contrario. La situacin de
xodo rural se saba, golpeaba hacalargo tiempo las regiones rurales
y las zonas de concentracin de poblacin mapuche, en la mismamedida
que las concentraciones urbanas crecan de una manera considerable.
Sin embargo la migra-cin no era tenida en cuenta en los estudios y
anlisis de la poblacin mapuche, llamada hasta