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1ISSN-5874-5698https://revistacienciaspoliticas.wordpress.com/

Revista Política ActualVolumen 1, Número 1, Artículo 1

Julio – Diciembre, 2016

El cielo rojo o los jóvenes frente a la clase política: La ficción como válvula de escape

Red sky or young people against the political class: Fiction as an escape valve

Ronald Sáenz LeandroUniversidad de Costa Rica. [email protected]

RESUMEN

Ante el arraigo del institucionalismo en la Ciencia Política, con su “núcleo duro” de objetos de estudio, la consideración de la realidad política como opuesta a la ficción y la apropiación del tópico «cine y política» por parte de teóricos ajenos a la disciplina; el presente artículo pretende llevar la “tensión” entre lo cultural y lo político a una nueva etapa de comunicación y retroalimentación entre ambas. Se propone un análisis político de la película El cielo rojo (2008) del director costarricense Miguel Gómez, partiendo de un breve recuento de los estudios sobre participación política de los jóvenes en democracia, el artículo pone a dialogar los estudios empíricos con la representación audiovisual y su articulación discursiva frente a la clase política y las instituciones.

Palabras Clave: democracia, cine, clase política, jóvenes, participación política.

ABSTRACT

Given the entrenchment of institutionalism in political science, with its “hard core” of objects of study, consideration of political reality as opposed to fiction and appropriation of the topic “cinema and politics” by theorists outside the discipline; This article aims to bring the “tension” between the cultural and the political to a new era of communication and feedback between the both of them. This article proposes a political analysis of the film El cielo rojo (2008) by the Costa Rican director Miguel Gomez, starting with a brief review of studies on youth political participation in democracy, the article starts a dialogue of empirical studies with the audiovisual representation and its discursive articulation against the political class and its institutions.

Keywords: cinema, democracy, political participation, the political class, youth.

Recibido: 02 mayo 2016 Aprobado: 06 junio 2016

http://[email protected]




1. INTRODUCCIÓN

Todo estudio que pretenda analizar las representaciones políticas en el cine, y sobre todo desde la perspectiva de la Ciencia Política, debe dejar en claro las bases desde las que parte, en una disciplina que principalmente ha tendido a ignorar un abordaje más de tipo hermenéutico y en cambio ha focalizado su atención en diversos objetos claramente definidos a lo interno de su producción académica.

Se parte de anunciar que el presente trabajo no sigue la línea de la Ciencia Política tradicional con sus objetos consensuados de estudio, sino que pretende adentrarse en los vericuetos de la llamada “tensión entre política y la cultura”.1 En cambio, se pretende entender la política como una lucha por la construcción del sentido en la sociedad, aduciendo que la misma no sólo se hace con “la teoría del Estado canónica sino también con los mitos, religiones e ideologías, esto es, con representaciones que probablemente no tengan el grado de elaboración de una teoría, pero sí una capacidad de producir sentido igual o mayor que estas” (Cairo y Franzé, 2010, p. 14). Capacidad dilucidada en la ficción audiovisual, para efectos del presente artículo: el cine.

2. EL ESTUDIO DE LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LOS JÓVENES EN DEMOCRACIA

La democracia, entre muchas otras cosas, se caracteriza por provocar una articulación no siempre satisfactoria entre la clase gobernante y la gobernada, sobre todo cuando esta última, por su esencia, se presenta mayormente disgregada: el apoyo a la democracia y a sus instituciones varía dependiendo de las características de los individuos en particular y de la población en general. En este sentido, podría hablarse de que a distintos grupos etarios se les identifica direcciones particulares de comportamiento político y valorativo. Esto no significa que se apueste por un determinismo causal. En la actualidad coexisten diversas posturas: algunos autores se decantan por afirmar que los clivajes del pasado devienen inoperantes, en este sentido, no existirían grupos sociales definidos –desarticulando con estos los viejos criterios sociodemográficos de grupo– y por tanto los ciudadanos tienden a actuar de forma más individualizada y segmentada, perdiéndose con esto ese criterio “simplificador” para analizar la toma de decisiones electorales (Dalton, 1999; Inglehart, 1997; Phelps, 2012).

En torno a lo anterior, la literatura especializada es extensa –sobre todo en el ámbito anglosajón– y versa, en mayor medida, sobre la línea politológica que se decanta por el estudio de la participación

1 Esto refiere a entender a la política y a la cultura como dos lenguajes separados (Cairo y Franzé, 2010). Frente a la concepción reduccionista de Almond y Verba (1963) instituida en la Ciencia Política tradicional bajo el nombre de “cultura política” –que se decanta por la medición de actitudes y valores frente a las instituciones– el presente estudio concibe lo político como lucha cultural, o lo que es lo mismo: la Political Culture frente a la Cultural Governance.




política, el comportamiento político y las lealtades partidarias (Dalton, 2008; Henn y Foard, 2012; Henn et al., 2005; Marsh et al., 2007; Norris, 2003; Sloam, 2007).

Ahora bien, aterrizando en el caso costarricense, en un estudio seminal Treminio y Pignataro (2015)2 sin salirse de la línea mencionada, se proponen analizar el binomio jóvenes-democracia mediante el estudio del comportamiento electoral y las actitudes políticas de esta población en Costa Rica. Los autores parten de que las nuevas generaciones de jóvenes votantes “han entrado a la dinámica política en un período marcado por la fragmentación del sistema de partidos, el surgimiento de nuevas fuerzas, la disminución de la participación electoral y un mayor desencanto con la institucionalidad política costarricense” (p. 310). En ese entendido, los autores afirman que:

La investigación politológica en la materia alerta sobre la pérdida de compromiso de los jóvenes con la política tradicional, lo que repercute en el envejecimiento de los miembros de los partidos políticos y en mayores tasas de abstención. Este comportamiento preocupa a las sociedades democráticas en la medida que pone en tela de juicio la supervivencia política de sus organizaciones tradicionales al estancarse el dinamismo del relevo generacional por la vía convencional de la política democrática (p. 311).

Las principales consideraciones de los autores podrían resumirse en los siguientes tres puntos:

1. Los jóvenes se preocupan por la política, pero en temas que sobrepasan la política tradicional.2. Las nuevas formas de concebir la política por parte de los jóvenes no indican simplemente apatía política.3. Los jóvenes disfrutan de una ciudadanía incompleta, en el sentido de que el ejercicio pleno de sus derechos y deberes se vive más como una aspiración que como una realidad.

Teniendo ahora en cuenta los postulados anteriores, –y con mayor vehemencia para efectos del presente artículo– se supondría que más allá de un cambio macro a nivel de sistema político y de partidos, se está ante una nueva praxis política: la generación de una nueva forma de ver, entrar, rechazar o participar en la política vendría, entonces, también acompañada de una

2 Aspecto a resaltar de este estudio es la apuesta la combinación del análisis cuantitativo de datos individuales con el método cualitativo de los grupos focales. Este último es de vital importancia para dilucidar articulaciones discursivas en la población participante en ese proyecto.




nueva generación discursiva, esto es, la formación identidades, de sujetos y objetos por medio de la articulación de una serie de elementos significativos contingentes disponibles en el campo discursivo.

Para efectos del presente artículo se pretende revisitar los mencionados razonamientos de los autores a la luz del discurso de los jóvenes en el producto de ficción audiovisual. Se propone, entonces, que la articulación discursiva puede ser leída a partir de los postulados de la Teoría del Discurso tomando como punto de partida principalmente a la clase política como exterior constitutivo.

3. MEMORIAS DE UNA GENERACIÓN DESENCANTADA

El cielo rojo (2008) ópera prima del director costarricense Miguel Gómez es catalogada por la crítica como la primera película de corte juvenil que se produce en Costa Rica. En términos generales, la película retrata una serie de vivencias experimentadas por el mismo director durante su época de juventud a la vez que intenta reconstruir una generación, encarnando la etapa posterior de incertidumbre vivida por los jóvenes al graduarse de secundaria. El filme nos contextualiza en una Costa Rica que bien puede ser la de cualquier adolescente que haya terminado sus estudios de secundaria en la primera década del siglo XXI: el desencanto, la indecisión, la desesperanza y la frustración componen la tónica del ambiente.

Si bien la crítica ha vilipendiado la película por el “guion literario minusválido” (Venegas, 2008), si se apuesta por leerla en clave política y no tanto estética, saltan a la luz aspectos primordiales que vendrían a configurar el discurso de una generación. En este sentido, el filme es rico para el análisis en tanto se plasma una tensión discursiva –más que dramática– digna de ser estudiada desde las categorías propuestas para ello.

3.1 LOS UNOS Y LOS OTROS

El italiano Gaetano Mosca, en su clásico Elementi di Scienza Politica (1896), introdujo el estudio sesudo sobre la relación entre gobernantes y gobernados a lo interno de la disciplina, entrando con esto a proponer una serie de “hechos ineludibles”. En primera instancia, la “comprobación de que en todo organismo político hay siempre alguien que está en la cumbre de la jerarquía de la clase política y que dirige el llamado timón del Estado” (Mosca, 2011, pp. 23-4), en segunda instancia, la confirmación de que “la presión proveniente del descontento de la masa de gobernados y las pasiones que la agitan, pueden ejercer cierta influencia sobre la dirección de la clase política” (p. 24), y por último, la prolongación inevitable de la clase política –que vendría a rebasar al jefe de Estado–, es decir, que independientemente del bando en el poder y “aun admitiendo que el descontento de las masas llegara a derrocar a la clase dirigente, en el seno de la masa aparecería necesariamente otra minoría




organizada que pasaría a desempeñar la función de dicha clase” ya que de no ser así, se destruiría todo lazo, organización o estructura social (p. 24). Los postulados de Mosca fueron continuados por Robert Michels, ya entrado el siglo XX, en su interés por lo que llamaba las tendencias oligárquicas de la democracia moderna. Su famosa “ley de hierro”, en síntesis, viene a proponer que “la democracia conduce a la oligarquía, y contiene necesariamente un núcleo oligárquico” (Michels, 1979, p. 8).

En El cielo rojo la articulación discursiva desplegada por el nosotros de los jóvenes configura su exterior constitutivo en el ellos de la clase política: esa minoría invisible causante de todos los males sufridos por la juventud.

Con respecto de lo anterior, uno de los puntos a resaltar es la verificación de cómo se vive la construcción de la juventud como producto social y lo que esto implica: su introducción a los procesos de reproducción de la sociedad que transforman al ser humano maduro fisiológicamente en el agente social competente que se espera que sea. En esta línea, para Brito Lemus (1998), la juventud como etapa de subordinación deviene en “un proceso de dogma y asimilación de las normas que permiten la cohesión social” (p. 3). Esto en la película queda evidenciado en una escena en la que el personaje de Néstor (Edgar Román) le pregunta a Manuel (Ricardo Rodríguez) si ya sabe lo que quiere estudiar, este responde contrariado, externando su disgusto por todas las personas que le formulan la misma pregunta. La escena resulta significativa en tanto desencadena un diálogo que posteriormente provoca que Néstor externe su deseo por llegar a ser presidente del país.

La escena es un primer guiño de una serie de diálogos en el transcurso de la película que permiten ir perfilando el discurso del nosotros. El problema no es solamente la clase política, sino la clase política tradicional, tal y como vemos en el siguiente fragmento de diálogo:

Manuel.— Pero mirá Néstor, en serio mae, ¿usted qué va a hacer, o qué va a estudiar, o qué? Néstor.— ¿No le digo que quiero ser presidente?Manuel.— ¿En serio mae? Pero ¿no es cierto que se ocupan muchos requisitos para esa vara?Néstor.— ¿Cuáles mae? Tener 30 años, o ser mayor de 30 años. Ser costarricense de nacimiento. Y nunca haber estado en la cárcel. Bueno, a como están las varas ahora yo creo que también es por ley ir a la cárcel después de haber sido presidente.Manuel.— (Risas). En serio mae… ¡qué sucios!

En síntesis: expresado el diagnóstico, la terapia en el fondo, no es otra cosa que el recambio generacional. Bajo esa misma tónica la película nos lleva por escenarios “típicos” de la socialización




juvenil: fiestas, paseos, andanzas, etc. Esto no implica que los diálogos dejen de tener valor político.

La escena central, a este juicio, permite dilucidar una articulación discursiva en sentido amplio. En una conversación de camino a la playa, los jóvenes protagonistas comienzan a expresar sus deseos y preocupaciones con respecto de sus futuros, el personaje de Berny (Mauricio Dapena) afirma que no termina de decidirse por ir a vivir a Los Angeles ya que está pensando en buscar trabajo en un call center. La situación da pie para que el personaje de Roberto (Allen Obando) anime a Berny a migrar, al tiempo que reafirma el descontento con su actual situación laboral en uno de esos centros, despertando con esto el entusiasmo político de Néstor. Como vemos en el siguiente fragmento:

Roberto.— Berny, aproveche esa oportunidad. Apuestas, call center ¡esa vara nada que ver! (…)Néstor.— ¡Ve, mae! ¿son varas así las que yo quiero cambiar!Roberto.— ¿Cómo le va a hacer?Néstor.— Ya le dije mae, yo quiero ser presidente del país (…)Roberto.— Eso es lo que hay que hacer, esa es la actitud. Esas varas de estar en esas protestitas en la calle, mae, “que no al TLC” tirándose, todo ese poco de chancletas de la UCR, ¡nada que ver! Hay que hacer algo así, meterse desde adentro y corregir las varas.Manuel.— Digamos que usted pudiera hacer lo que quisiera, ¿qué estudiaría, o qué haría?Roberto.— Yo no sé. Yo quiero hacer algo, yo quiero ayudar al país de alguna forma, pero a mí la jupa (sic) no me da para la política.Néstor.— Mae, gordo [a Roberto] ¡eso es pura mierda! Eso de que la jupa no le da para la política ¡nada que ver! Vea a este montón de diputados, parece que les metieron un cerote en la cabeza (sic). ¡No sirven para nada! Lo que hace falta es gente honesta, aquí sobran inteligentes.Roberto.— Sí, pero esa vara es un sueño…Néstor.— ¿Y qué? Hágalo para usted mismo, así, a lo superhéroe. Es más, imagínese usted y yo montados en un carro nos vamos persiguiendo chapulines por todo lado…

El diálogo trascrito finaliza con la reproducción de una secuencia de imágenes en donde se puede ver a los protagonistas apresando delincuentes y tapando baches en las calles. En otras palabras, “tomando la justicia en sus manos”.3 El citado diálogo es esencial para este análisis ya que nos permite develar

3 A este respecto, en una entrevista realizada a Miguel Gómez, refiriéndose a esa escena afirmaba: “Hay una frustración de por medio que es de todos, pero la diferencia es que el joven actúa, mientras que el adulto se incomoda menos, le da pereza. Cuando la frustración se une con ese sentimiento reaccionario de los jóvenes, ahí es donde se da un problemita. Se siente la frustración, se siente que uno no puede hacer un cambio, que los políticos hacen lo que les da la gana (…) Entonces uno de pronto no sabe cuál es la mejor forma de hacer un cambio.




las verdades políticas tal y como las entiende Iglesias (2013a), esto es, como ejercicio del poder de manera excepcional, al margen de la ley.

A nivel teórico estaríamos en un punto de dislocación, entendida como el “proceso en el que la contingencia de las estructuras discursivas se hace visible (…) [donde] irrumpen discursos e identidades creando un vacío al nivel de significado que requiere ser saturado por nuevos significados” (Howarth et. al., 2000, p. 13). Vacío que requiere ser llenado por el discurso contingente planteado en la escena: así Néstor reafirma, entre otras cosas, el desapego partidario, el repudio por las formas tradicionales de hacer política –política gregaria, movimientos sociales– y un encomio del individualismo.

4. LA FRUSTRACIÓN COMO DETONANTE DE LA VIOLENCIA POLÍTICA

Necesitamos «aprender, aprender y aprender» qué causa esta violencia.Slavoj Žižek (2009, p.18).

A partir de ese momento, y debido a causas no específicamente políticas –la muerte del padre de Manuel y la violación de una de las amigas de los protagonistas– el entorno de los personajes se torna sombrío, el aire de revancha por la violación de Ana pareciera formar parte de la lógica de equivalencia en el que odio hacia el violador (Jorge) –convenientemente hijo de diputado– se encadena con el descrédito hacia la clase política.

Figura 1. Fotograma de Néstor segundos antes de agredir a Jorge.

Digamos que ir a votar. Pero cuando uno ve que todo el mundo se está embarrando aumenta la frustración. En ese sentido, El Cielo Rojo invita a la gente a hacer el cambio, a meterse a la Asamblea, a buscar espacios, a informarse” (Rodríguez Mata, 2008).




Para Iglesias (2013a), uno de los cometidos primordiales del análisis político del cine, entre otras cosas, es el estudio de la violencia política. En la escena en que los protagonistas se dan cuenta de la violación de la que ha sido víctima su amiga Ana, Néstor arremete contra Jorge, hecho que los lleva a ser apresados por la policía segundos más tarde. Pero el asunto no termina ahí, el desarrollo argumental conduce hacia un punto en el que la experiencia liberadora de los jóvenes sólo puede lograrse mediante la ejecución de un acto de terrorismo –comparable al de cualquier grupo paramilitar conocido– en el que, siguiendo a Iglesias, “la violencia aparece como único fundamento del poder y como condición de posibilidad de todo proyecto moral” (p. 18). La violencia y la excepción son las válvulas de escape para una serie de frustraciones articuladas en suma como discurso.

Figura 2. Berny (izquierda) y Manuel (derecha) minutos después de cometer el atentado.

Luego de atacar a Jorge y compañía, los protagonistas expresan su disconformidad debido a que Jorge es liberado por la policía momentos después del altercado, a razón de Néstor, “por ser hijo de políticos”. Lo anterior, los conlleva a idear un plan con el fin de “pegarle un susto” a Jorge, y con eso garantizarse el dejar de ser molestados por el hijo del diputado.

Claramente la purificación de pasiones que pueda traer el acto vandálico, se transforma en un pretexto de desahogo contra la clase política en general. En este sentido, la película es rica en exponer, a través de su contenido y forma, las fuerzas históricas y emergentes que rodean a los jóvenes, así, se ofrece una reflexión crítica sobre los muchos niveles de la mediación entre la película en sí y las condiciones materiales que dieron lugar a su producción, el contexto de una Costa Rica en creciente desigualdad




social pautada por el descrédito de los representantes y sus prácticas. Los jóvenes se han convertido en “síntomas” de una nación en polarizada y desesperanzadora.

En esta línea, afirma Brito Lemus (1998) que:

la juventud no constituye únicamente el reemplazo generacional; es, al mismo tiempo, la representación del riesgo y la incertidumbre ante la solidez y seguridad del mundo adulto. La reproducción de la sociedad, en su aspecto de relevo generacional, es resultado de un proceso contradictorio de eslabonamiento entre lo establecido y la innovación. En lo que el joven es absorbido por una función dentro de la división social del trabajo, se abre un compás de espera cada vez más amplio. Éste es producto del alargamiento de la escolaridad, por un lado, y de las crisis del desempleo, por otro. Así, adquiere un margen de autonomía y libertad respecto de las responsabilidades sociales puesto que el joven aún no tiene compromisos formales con la sociedad. No resulta extraño que el carácter juvenil se asocie con demasiada frecuencia a la informalidad, la antisolemnidad, la indisciplina y la irreverencia, ya que aún no se le compromete con los objetivos de la sociedad (p. 5).

Figura 3. Fotograma del momento en que dinamitan el carro del diputado.

Harto conocido es el refrán de que “la violencia genera más violencia”, en El cielo rojo esta máxima




parece comprobarse: la violencia social de la que es víctima la juventud –a través de la presión ambiental por madurar e “insertarse en la sociedad”, la falta de oportunidades, la decadencia moral– se transforma en violencia política, direccionada hacia la clase política representada en Jorge “hijo de diputado y familiar de políticos”.

Claramente, no se está promoviendo una justificación de la violencia, sin embargo, lo que resulta relevante es cómo a razón de impotencia, el acto terrorista desenmascara el fundamento último de lo político, como afirma Iglesias (2013b) “la clave no son las razones, sino quién (el Estado o el aspirante a serlo) tiene el poder para imponer la eticidad política de sus acciones. Esto es lo que diferencia en última instancia al patriota del terrorista” (p. 52). En uno de los diálogos finales de la película, y luego de haber llevado a cabo su cometido los personajes celebran:

Manuel.— (A Néstor) ¿Para qué compra el periódico mae? Néstor.— (Luego de leer el periódico) ¡Oh!... (Leyendo la noticia) “Explotan carro de diputado Ricardo Villasur… venganza por corrupción” (Risas).

En resumidas cuentas, el aire triunfalista deviene en ilusión, es efímero. Si bien el discurso en principio denotaba proactividad e impulsaba dinámicas de participación en política, al final terminan optando por la estrategia excepcional, por la salida rápida.

5. CONCLUSIONES

En vistas de lo hasta ahora dicho podrían extraerse algunas reflexiones finales en contrapunto con las premisas de Treminio y Pignataro (2015). Es cierto, en la película se evidencia como los jóvenes se preocupan por la política en temas que sobrepasan la política tradicional, sin embargo, sus tácticas no son adecuadas ya que, en resumidas cuentas, la terapia implementada no está a la altura del diagnóstico y la propuesta. Cuando Néstor afirma su proyecto con la frase “Hágalo para usted mismo, así, a lo superhéroe” no se posiciona muy lejos de la praxis política de Batman. 4

En la película se articula un antagonismo contra la clase política o gobernante del país, revindicando estrategias políticas disruptivas y alternativas a los métodos tradicionales de resolución de conflictos como la negociación colaborativa y la mediación; siendo entonces el vandalismo (la violencia política)

4 Para Martín Tanaka (2014): “Batman es un personaje a medio camino entre el estado de naturaleza y la autoridad del Estado. Actúa por su cuenta, siguiendo su propio código de conducta: impone el orden infundien-do el terror y recurriendo a la violencia. Pero lo hace no para construir un poder personal, sino para ayudar a construir un orden público”.




la forma de lidiar con la problemática que sufre el “nosotros”. Además del conflicto representado es patente el pluralismo y la diversidad de criterios representados como síntoma social en el que las articulaciones de prácticas, objetos simbólicos y demandas son coyunturales y no establecen grandes sistemas de propuesta para una organización societal.

En El cielo rojo, las nuevas formas de concebir la política por parte de los jóvenes no indican simplemente apatía política, sino que más bien perfilan una estrategia de entrada a ella mediante mecanismos no tradicionales y excepcionales: la apatía no es sólo hacia la política, sino que se extiende hacia la clase política y a los movimientos sociales. Por último, la película muestra como los jóvenes disfrutan de una ciudadanía incompleta, de este hecho surge la articulación contingente en el sentido de querer expresar sus nuevas maneras de concebir la participación ciudadana, mismas negadas por la política de corte tradicional.

El análisis político del cine tiene la capacidad de ordenar el espacio de representación audiovisual en parcelas de conocimiento que interpretan esa ficción de manera que las lógicas discursivas puedan evidenciarse y aquellos elementos cinematográficos utilizados en los filmes puedan legitimar o deslegitimar lo representado. Esto tiene implicaciones para aquellos individuos expuestos a contenidos de éste tipo; quienes a pesar de no poder ser estudiados desde el punto de vista conductual y cognitivo tras su exposición al cine con contenido político (debido a una gran dificultad metodológica): se les puede presentar a lo que están expuestos (a los discursos que mediante la ficción pueden calar opiniones y generar prácticas determinadas en contextos claves de la realidad política costarricense).




6. REFERENCIAS

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