Historia de las Religiones Antiguas (Curso 2013-2014) TEXTOS SOBRE JUDAÍSMO 1. El exilio judío de Babilonia (586-539 a.C.) y la época persa (538-332 a.C) Vida y sentimientos (encontrados) de los deportados 1.1. “Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los deportados que yo llevé de Jerusalén a Babilonia: «construir casas y habitadlas, plantad huertos y comed sus frutos, casaos y engendrad hijos e hijas, tomad esposas para vuestros hijos y casad a vuestras hijas, para que ellas engendren hijos e hijas; creced allí y no mengüéis. Pedid por la prosperidad de la ciudad adonde yo os desterré y rezad por ella, porque su prosperidad será la vuestra»” (Jer 29, 5-7). 1.2. “Junto a los canales de Babilonia nos sentamos y lloramos con nostalgi a de Sión. En los sauces de su recinto colgábamos nuestras cítaras. Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar, nuestros opresores a divertirlos: «Cantadnos un cantar de Sión». ¡Cómo cantar un canto del Señor en tierra extranjera! Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha, que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías... ¡Capital de Babilonia, criminal! ¡Quién pudiera pagarte los males que nos has hecho! ¡Quién pudiera agarrar y estrellar tus niños contra las piedras” (Sal 137). Regreso y la reconstrucción del Templo 1.3. El año primero de Ciro, rey de Persia, el Señor lo movió a promulgar el siguiente decreto [538 a.C.]: “El Señor, Dios del cielo, me ha entregado todos los reinos de la tierra y me ha encargado construirle un templo en Jerusalén de Judá . Los que de entre vosotros pertenezcan a ese pueblo, que su Dios los acompañe y suban a Jerusalén de Judá para reconstruir el templo del Señor, Dios de Israel, el Dios que habita en Jerusalén. Y a todos los supervivientes, dondequiera que residan, la gente del lugar les proporcionará plata, oro, hacienda y ganado, además de las ofrendas voluntarias para el templo del Dios de Jerusalén” (Esd 1, 2-4). Algunos profetas denunciaron el poco entusiasmo que despertó la reconstrucción del templo y otros la hipocresía religiosa que siguió a su reconstrucción : 1.4. “Así dice el Señor de los ejércitos: Este pueblo anda diciendo que todavía no ha llegado el momento de reconstruir el templo. ¿De modo que es tiempo de vivir en casas recubiertas, mientras el templo está en ruinas? Subid al monte, traed maderos, construid el templo. Porque mi casa está en ruinas, mientras vosotros disfrutáis cada uno de su casa. Por eso el cielo os rehúsa el rocío y la tierra os rehúsa la cosecha” (Ageo, 1, 2-10). 1.5. “Yo soy el dueño, ¿dónde queda mi respeto? Traéis al altar pan manchado... víctimas robadas, cojas, enfermas, y ¿voy a aceptarlas de vuestras manos? -dice el Señor. Maldito el embustero que tiene un macho en su rebaño y ofrece una víctima estropeada... Judá ha profanado el santuario que el Señor ama y se ha casado con la hija de un dios extranjero” (Malaquías, 1-2). Reformas sociales y religiosas de Esdras y Nehemías 1.6. El año 458 el rey Artajerjes envía a Esdras a Jerusalén para imponer la Ley : “Yo, el rey Artajerjes, ordeno... Tú, Esdras, nombra magistrados y jueces que administren justicia a todo tu pueblo, es decir, a todos los que conocen la Ley de tu Dios, y a los que no la conocen, enséñasela. Al que no cumpla exactamente la Ley de Dios y la orden del rey, que se le condene a muerte, o al destierro, o a pagar una multa o a la cárcel ” (Esd 7,21-26). “Más adelante -dice Esdras- se me acercaron las autoridades para decirme: El pueblo de Israel, los sacerdotes y los levitas han cometido las mismas abominaciones que los pueblos paganos. Ellos y sus hijos se han casado con
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Historia de las Religiones Antiguas (Curso 2013-2014)
TEXTOS SOBRE JUDAÍSMO
1. El exilio judío de Babilonia (586-539 a.C.) y la época persa (538-332 a.C)
Vida y sentimientos (encontrados) de los deportados
1.1. “Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los deportados que yo llevé de
Jerusalén a Babilonia: «construir casas y habitadlas, plantad huertos y comed sus frutos, casaos y
engendrad hijos e hijas, tomad esposas para vuestros hijos y casad a vuestras hijas, para que ellas
engendren hijos e hijas; creced allí y no mengüéis. Pedid por la prosperidad de la ciudad adonde yo
os desterré y rezad por ella, porque su prosperidad será la vuestra»” (Jer 29, 5-7).
1.2. “Junto a los canales de Babilonia nos sentamos y lloramos con nostalgia de Sión. En los
sauces de su recinto colgábamos nuestras cítaras. Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar,
nuestros opresores a divertirlos: «Cantadnos un cantar de Sión». ¡Cómo cantar un canto del Señor en
tierra extranjera! Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha, que se me pegue
la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías...
¡Capital de Babilonia, criminal! ¡Quién pudiera pagarte los males que nos has hecho! ¡Quién
pudiera agarrar y estrellar tus niños contra las piedras” (Sal 137).
Regreso y la reconstrucción del Templo
1.3. El año primero de Ciro, rey de Persia, el Señor lo movió a promulgar el siguiente
decreto [538 a.C.]: “El Señor, Dios del cielo, me ha entregado todos los reinos de la tierra y me ha
encargado construirle un templo en Jerusalén de Judá. Los que de entre vosotros pertenezcan a ese
pueblo, que su Dios los acompañe y suban a Jerusalén de Judá para reconstruir el templo del Señor,
Dios de Israel, el Dios que habita en Jerusalén. Y a todos los supervivientes, dondequiera que
residan, la gente del lugar les proporcionará plata, oro, hacienda y ganado, además de las ofrendas
voluntarias para el templo del Dios de Jerusalén” (Esd 1, 2-4).
Algunos profetas denunciaron el poco entusiasmo que despertó la reconstrucción del templo
y otros la hipocresía religiosa que siguió a su reconstrucción:
1.4. “Así dice el Señor de los ejércitos: Este pueblo anda diciendo que todavía no ha llegado
el momento de reconstruir el templo. ¿De modo que es tiempo de vivir en casas recubiertas,
mientras el templo está en ruinas? Subid al monte, traed maderos, construid el templo. Porque mi
casa está en ruinas, mientras vosotros disfrutáis cada uno de su casa. Por eso el cielo os rehúsa el
rocío y la tierra os rehúsa la cosecha” (Ageo, 1, 2-10).
1.5. “Yo soy el dueño, ¿dónde queda mi respeto? Traéis al altar pan manchado... víctimas
robadas, cojas, enfermas, y ¿voy a aceptarlas de vuestras manos? -dice el Señor. Maldito el
embustero que tiene un macho en su rebaño y ofrece una víctima estropeada... Judá ha profanado el
santuario que el Señor ama y se ha casado con la hija de un dios extranjero” (Malaquías, 1-2).
Reformas sociales y religiosas de Esdras y Nehemías
1.6. El año 458 el rey Artajerjes envía a Esdras a Jerusalén para imponer la Ley: “Yo, el rey
Artajerjes, ordeno... Tú, Esdras, nombra magistrados y jueces que administren justicia a todo tu
pueblo, es decir, a todos los que conocen la Ley de tu Dios, y a los que no la conocen, enséñasela.
Al que no cumpla exactamente la Ley de Dios y la orden del rey, que se le condene a muerte, o al
destierro, o a pagar una multa o a la cárcel” (Esd 7,21-26). “Más adelante -dice Esdras- se me
acercaron las autoridades para decirme: El pueblo de Israel, los sacerdotes y los levitas han
cometido las mismas abominaciones que los pueblos paganos. Ellos y sus hijos se han casado con
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extranjeras, y la raza santa se ha mezclado con pueblos paganos. Esdras les dijo: separaos de los
pueblos paganos y de las mujeres extranjeras. Toda la comunidad respondió: el problema no se
resuelve en un día ni en dos, porque somos muchos los que hemos cometidos este pecado. Sería
mejor que nuestros jefes representasen a toda la comunidad... Los desterrados lo hicieron así. El
sacerdote Esdras escogió algunos cabezas de familia, se sentaron a examinar el asunto, (hicieron una
relación de casados con extranjeras) y todos éstos despidieron a sus mujeres y a sus hijos” (Esd 9-
10).
1.7. Al mismo tiempo Nehemías hubo de afrontar graves problemas sociales: “La gente
sencilla, sobre todo las mujeres, empezaron a protestar fuertemente contra sus hermanos judíos.
Unos decían: Pasamos tanta hambre, que tenemos que hipotecar nuestros campos. Y otros: Hemos
tenido que pedir dinero prestado para pagar el impuesto real. Somos iguales que nuestros hermanos
y sin embargo debemos entregar como esclavos a nuestros hijos e hijas. A algunas de ellas incluso
las han deshonrado... Cuando me enteré de sus protestas me encaré con los nobles y las autoridades.
Y les dije: No está bien lo que hacéis. Devolvedles hoy mismo sus campos y casas y perdonadles el
dinero, el trigo, el vino y el aceite que les habéis prestado. Respondieron: haremos lo que dices”
(Neh 5, 1-12).
1.8. “Al cabo de algún tiempo, con el permiso del rey (Artajerjes), volví a Jerusalén y advertí
la maldad que había cometido el sacerdote Eliasib [había acondicionado una gran habitación del
Templo para su pariente Tobías]. Supe también que los levitas no habían recibido sus porciones y
por eso se habían marchado a sus campos. Vi también que algunos judíos pisaban el lagar en
sábado, otros hacían gavillas y vendían sus mercancías ese día. Advertí también que algunos judíos
se habían casado con mujeres asdoditas, amonitas y moabitas. La mitad de sus hijos hablaban
lenguas extranjeras, pero no sabían hablar hebreo. Me encaré con ellos, los maldije, golpeé a
algunos y los conjuré solemnemente. Los purifiqué de todo contacto con extranjeros y restablecí a
los sacerdotes y levitas. Acuérdate de mí, Dios mío, para mi bien” (Neh 13,6-31).