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MAIZ MALVADO
Adrian C. Louis
Ordear las pesadillas
Querido amor, querido amor dulce y roto:
Esta noche estoy bebiendo a grandes tragos las ansiedades
lunares de la luna calabaza.
A pesar de manos avejentadas sobre ojos temerosos, veo la
entrepierna furtiva de los ngeles,
la ropa interior de seda brillante pegada a caderas fuertes.
Oigo los fantasmas de los bfalos,
con ojos enrojecidos, en el viento de la pradera. Las bestias
feas y flacas arrancan pequeas
ramas de lamo con el hocico en el lecho seco del arroyo y
mascullan en indio.
Dulce mujer fracturada, te doy este oasis expectante de sueo que
despierta. Acepta
estos bailes tristes de memoria rasgada; acepta estos dientes de
len despiadados, estas
sonrientes canciones amarillas de resistencia que monta a la
debilidad. Aqu estn las pistolas y
las balas, las infecciones y el pus. Estas palabras playas son
mis cicatrices, mi amor. Son lo
nico que tengo excepto el tenue tamborileo de nuestros corazones
que taen mi prdida
ambigua, y el sonido dbil, apagado cuando nos besamos en la
niebla con olor a pis de tu
pesadilla de sanatorio.
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AdministradorCuadro de texto05/018/054 - 97 cop.(Lit.
Norteamericana)
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Moverse del sentido al sinsentido
Un ao antes del milenio, el sol gordo estadounidense escupe
esquirlas ms all de los
cedros y a travs de las persianas venecianas que compr en
K-Mart. Una voz espectral en el
Mensajero Instantneo de AOL usa la palabra mgica AMOR. Esta voz
sabe que amo a otra
que baila con una enfermedad terminal, pero esta voz est
desesperada, confundida, y por el
amor de Dios, confiesa su deseo de engullir mis gnadas a travs
de la Internet! Le digo que el
dolor est a la vuelta de esa esquina. La voz espectral me ruega
que huya de las
responsabilidades, que busque trabajo para ensear en su ciudad.
Opina que me va a ir muy
bien, quiere que pase de las ligas inferiores a Cooperstown. Si
eso es amor, es un amor
aberrante. A veces pienso que me acosan pero me gusta.
Esto contina por ms de un ao y me doy cuenta de que no hay nada
en la tierra tan
doloroso, tan lastimoso como la lujuria solitaria de la mediana
edad. Est bien, le digo a la voz,
yo tambin te amo. Pattico. Soy pattico, hombre, y hace ms de
doce aos que no tomo
alcohol, y le hablo a una voz cuyo cuerpo no vi nunca. Sin
embargo, le envo mi currculum
vtae a su escuela resplandeciente en la costa del Pacfico, pero
a ltimo minuto acepto un
trabajo de cosecha en la Universidad del Maz, en las
profundidades de las tierras muertas de
Minnesota, a un da en auto de los grifos deprimentes que ara en
la Dakota de la memoria.
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Maz malvado
En mis primeros meses en Minnesota, escucho a un artista de una
emisora de radio
pblica que adorna una chchara nasal, prfida sobre camaradera de
la pradera, y no puedo
evitar preguntarme desde qu planeta lampio est parloteando. Est
bien, a simple vista, es
seguro vivir aqu. Es cierto que la vida es ordenada. Ningn matn
urbano con corazn de
piedra. Sin el barullo terrible de la ciudad que hace sangrar
los odos. Pero algo en este lugar
me da escalofros en los huesos. Bajo el sol y la lluvia, esta
tierra de cuadrados pintorescos de
tierra oscura hace germinar un verde uniforme que mata a todo lo
natural de una carretera a la
otra. Ya ms praderas de pastos altos, ningn rbol autctono; en
corrales los indios que antes
llevaban plumas. El maz malvado y sus amos asesinaron a esta
tierra.
Me despierto a mi primera cosecha en el sudoeste de Minnesota y
veo que el maz, el
grano bsico, la luz de los oscuros estmagos indios durante
milenios, se ha convertido de
sustentador de la vida en destructor de la vida. Cuando le digo
a una amiga que el maz ahora
es malvado, ella suelta una risa ahogada y susurra:
Oxmoron.
En la universidad, los que vienen de la ciudad dicen que estn
muy contentos de vivir
lejos de las ciudades y en el campo, pero este lugar no es el
campo aunque un manto verde
envuelva las cuatro direcciones sagradas. Esta es una tierra
subyugada, extraamente industrial
y rural al mismo tiempo. Los campos de maz y de soja se alternan
ao a ao. El maz de aqu
es imponente y alto pero no es la misma criatura que plant
Squanto, la criatura con que
aliment a cucharadas a los peregrinos chiflados. Este no es el
maz del shalako de los zui, y
no es el dador sagrado del polen del que hablan los din.
[Pgina 16]
Este no es el maz que plant en la tierra seca de mi infancia.
Esta es flora mutante, un
Frankenstein estadounidense verde nacido de los qumicos y de la
codicia. Es dinero de lucro
para el paladar goloso de Estados Unidos en forma de jarabe de
maz, para el tanque de
combustible de nuestros autos en forma de etanol y, en forma de
forraje, para los estmagos
del ganado. Estos choclos, alterados genticamente y empapados en
pesticida, desfloran todo lo
que es sagrado.
En sueos, reconozco lo sagrado, a mi manera profana siempre trat
de reverenciar lo
sagrado, pero dcadas que me despertaron de supervivencia,
precaria hicieron palidecer casi
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toda la sacralidad de mi alma. A pesar de que a veces echo
espuma por la boca, en mi espejo
vive un consumidor tpicamente genrico. Y sin embargo, vivo en
una granja antigua rodeada
de maz malvado. La muerte verde se yergue en esta tierra con
corazn malvado a donde traje a
mis gatos y a mis perros. Estamos exilados en un infierno txico
hasta el que nos ahuyentaron
los demonios sonrientes de la necesidad, a ochocientos kilmetros
de la mujer que amamos. No
sientan pena por mis amigos animales o por m. Sientan pena por
los rufianes amarillentos y
lineales que hacer crecer la destruccin de nuestros ancestros y
su mundo natural.
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El aroma a muerte de la planta de maz
Maz a mi izquierda, maz a la derecha. Hacia el valle del maz
march con mis gatos y
perros Joad1 hasta que encontr un Oz extrao, una cornucopia
atronadora que cantaba a viva
voz una niebla azul de indiferencia disfrazada del resplandor
azulado del cielo.
Esta es una tierra muerta. Esta es una tierra de mal corazn. Hay
algo podrido aqu en
Morlock, Minnesota; no hay otra manera de describir el aire
excepto decir que huele como si
los 13.000 ciudadanos de este pueblo alimentado a maz se
reunieran hora tras hora en el
estadio de la universidad y se tiraran gases al mismo tiempo y
remataran esto eructando
cerveza Grain Belt en la nube azul de hedor ascendente.
Esta es una tierra putrefacta. Yo creo que las partculas
suspendidas, genticamente
alteradas que salen de la Planta de Procesamiento de Maz Archer
Daniels Midland en Morlock
crearon una colonia de zombis agrarios, pero ahora que vivo aqu,
supongo que voy a tener que
dejarme llevar por la corriente y nadar en el maz malvado hasta
encontrar una chica zombi
para coger. Ah, esa s que va a ser una muerte fantstica.
1ReferenciaalanovelaTheGrapesofWrath(N.delT.).
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La mugre que tengo en la boca
El hmedo verano de mosquitos se rinde ante un da de otoo. Una
neblina fra llega a
los tumbos y da una mano de cal al mapa. Apropiacin apropiada,
esta tierra con glaseado de
fantasma. Le tengo miedo a esta neblina, pero menos que al
viento incesante. El aire que
golpea grita que las cosas en esta tierra son innegablemente
malvadas, cosas que preceden el
derramamiento de sangre india salvaje a manos de cualquier turba
oportuna de hombres
blancos codiciosos. Algunos me han dicho que los antiguos indios
en sus peregrinaciones
australes hacia las canteras de Pipestone nunca acampaban cerca
de Morlock, que era un lugar
de mal espritu. Otros me han dicho que s, que cerca de aqu
estaba el emplazamiento de una
aldea dakota. Trat de preguntarle a algunos de los dakotapi
cercanos cul es la historia real,
pero slo hablan mazaska, el idioma de las mquinas
tragamonedas.
Sin respuestas, caigo al suelo y echo races profundas en la
tierra muerta. Aferro
docenas de espritus malvados de la nuca y los escupo hacia la
luz plida del sol. Se ren con
malicia, me hacen gestos obscenos y se escurren en la tierra
oscura, oscura, y yo me quedo sin
nada excepto la boca de barro de un viejo sucio.
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La triste falta de algo remotamente mgico en Minnesota, helada
como las piedras
Vuelvo a casa tambaleando, crispado despus de ensear a los
estudiantes temerosos de
dios que van a la Universidad del Maz. No soy mucho ms que un
esclavo asalariado, canoso,
exilado de todos mis yoes falsos, desnudo y levemente erecto
ante toda la pirotecnia
pretenciosa y espermtica de mi juventud. S que soy uno de esos
tontos, ahora antiguos, que
pasaron demasiados aos perdidos bajo la lluvia de Jurez... En
das buenos, trato de dar a los
estudiantes las migajas de cualquier verdad ilusoria que me com.
En das malos, invento
epifanas temporales para subirles las notas a las chicas
hermosas, nada lectoras, que marchan
con msica rap metida entre los muslos blancos. Soy solamente
parte de la economa y podra
vivir con eso si al menos escuchara algunos corazones valientes
que laten contra las costillas de
esta tierra esqueltica. Pero parece que casi todos los de aqu se
vendieron. Peor, al final tuve
que comerme la irona de que los poetas son objeto de la codicia
de diletantes ineludibles y
veleidosos que tienen por directiva principal, adems de
preservar el trabajo que tienen, meter
la mano en el agujero oscuro del arte y salir a la carrera
haciendo gestos con los dedos como
chicos fanfarrones del colegio secundario. Yo s que alguna vez
alguien dijo que la respuesta
est soplando en el viento pero, quiny por quy cundo fue
importante?
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La helada Minnesota tal vez sea mi muerte. Les cont a amigos que
aqu hay sombras
oscuras que bailan a plena luz del da. Tal vez es cierto que el
mundo es plano y yo me ca por
el borde, en picada; el culo que se hunda en la autocompasin con
cada rebote. Hubo aliados
afligidos que mandaron medicinas obvias: salvia, hierba buena y
cedro. Algunos mandaron
plumas de guila. Les cont a varios sobre el silencio a gritos de
la niebla que aparece aqu sin
previo aviso. Pint el panorama agorero de los cuervos en
enjambre ante los odos de algunos
profesores universitarios amigos con los que trabajo pero ellos
lo nico que hicieron fue
encogerse de hombros. Fluyen ms regalos desde el mundo exterior.
Una escritora tribal que
vive en la nada encumbrada de Wyoming me enva por FedEx un
pedazo de obsidiana veteada
con la sangre del amor. Un amigo de la infancia, de Nevada, me
hace llegar plumas sagradas
de urraca que son del suelo de donde vengo. El rechazo culposo
que siento hacia mi verdadero
hogar reluce con tristeza en el brillo negro de esas plumas.
Querido primo, perdname por mi
chochez.
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La helada Minnesota tal vez sea mi muerte. Y fluyen hacia m ms
medicinas. Un brujo
de Dakota del Norte enva un conjuro escrito en papel hecho a
mano, una espiga de artemisa,
un colmillo de jabal y folletos de la Orden de los Nueve ngeles
pero yo no s si semejante
magia blanca surte efectos en los mestizos semicultos.
Un antiguo poeta-aliado manda una horquilla de cornamenta de
alce originaria de la
Cadena Mogollon de Arizona. Yo manej, borracho, por la pendiente
desde Wislow hasta
Payson bajo la luz clarsima de la luna y vi el alce espritu. Me
pongo el cuerno contra el odo y
me dice en voz baja que hay ms vida silvestre en la luna que en
estos campos sin sangre de
Minnesota. Me mandaron muchas medicinas y una antigua estupidez
muy dentro de m dice
que, si acomodo todos esos objetos sobre la mesa de la cocina y
rezo, despus, s va a pasar
algo bueno.
Va a pasar algo bueno? Hay mejores hombres que yo que no
encontraron consuelo en
esa plegaria eterna del hombre roto. Va a pasar algo bueno?
Acaso voy volver a ser joven
con mi falange de errores en espera de que los cortejen y los
batan en duelo otra vez? Una
mitad de m sabe que me estoy engaando pero la otra mitad
pregunta si la edad madura, no
da derecho a la estupidez? Yo s que estoy aqu slo para contar
mis canas y acumular mi
pensin vitalicia pero justo la semana pasada di tres taconazos
con mis zapatillas deportivas de
supermercado y susurr: Hogar, hay uno solo. Hay hermanos
perdidos como yo que van a
entender por qu me gusta el sabor tribal de esa frase. Hogar,
hay uno solo. Hogar, hay uno
solo. Pero yo ya no tengo hogar, no tengo. Voy de granja en
granja como un viajante de hotel
en hotel. Y no es como si este trecho de suelo fuera muy
distinto de cualquier otro lugar en esta
nacin abandonada. Lo que pasa es que la antigua magia humana est
totalmente muerta aqu
y es as como lo quieren los fundamentalistas. Tarde o temprano,
van a llamar a todo este
planeta agonizante Estados Unidos.
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Desde un aula sin ventanas en la Universidad del maz
I.
Fuera, hay un fresco vivaz en el aire. Dentro, hay un muchacho
ciego con una
computadora porttil y un labrador beige en el aula, y varias
muchachas rubias acarician a ese
perro gigante, que duerme. Mientras leo en voz alta el programa
de estudios, noto que en el
antebrazo me falta un pedazo de piel del tamao de una monedita.
De ah, mana sangre
lentamente. No s cmo ni cundo se produjo mi herida de batalla.
Tal vez fue al medioda
cuando volv a casa en auto para dejar salir a los perros.
Antiparras, chucha salvaje de
reservacin y, en su da, la perra ms veloz que yo hubiera visto
en mi vida, se mova por el
pasto con un andar pesado. Molleja, en su mayor parte, pequins,
tuerto, sordo y desdentado, se
meta en los maizales preados a la caza de un conejo gordo y yo
iba detrs de l, caminando
como un pato. Seguramente me tajaron los tallos de maz que
quedan al final de la estacin.
Molleja se est poniendo senil. El labrador beige del muchacho
ciego es joven, rozagante y
saludable. Podra robarlo para tener unos ojos de ms. Diablos,
tambin podra sacarle la
porttil al muchacho.
II.
Dios, esa muchacha nigeriana grandota, pechugona! Despus de
clase, cuando digo
que su trabajo est flojo, se pone a chillarme y me asusta. Da
gemiditos de mujer africana
diminuta. Le pregunto si est lloriqueando. Ella asiente con la
cabeza y hace ms de esos
sonidos, mantiene el contacto visual hasta que se me leva el
pan. Le pregunto si sabe cocinar.
S, soy una cocinera calientedice. Una cocinera caliente? Mis
orejas estn que
echan humo y me crispo de pies a cabeza, y, justo cuando estoy a
punto de invitarla a venir a
mi granja rstica, entra a toda prisa la prxima profesora que usa
el aula, deja caer su portafolio
pesado en el escritorio y me clava la mirada como si yo fuera un
grano lleno de pus en la piel
de un estudiante que vive a carne de cerdo.
Hago un bollo con mis papeles hasta que logro meterlos en el
bolso, busco a la
muchacha de bano pero ya se fue. La arpa, tan profesora
universitaria, plida, con un ojo azul
que tiene un tic nervioso y pelo de barba de choclo, taconea con
un pie y espera. Perdn,
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mascullo y me voy arrastrando los pies. Perdone: usted, caja de
hechos inservibles, que no
tiene sangre. Perdone: usted, pedazo de ojo azul y tendn, que
coge en seco.
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El bulto en el cuello de Antiparras es un huevo; el beb Jess
crece dentro
Hace diecisis aos, una noche de invierno en la que se congelaban
los escrotos, fui en
auto desde Pine Ridge, Dakota del Sur, hasta Rushville,
Nebraska, para irrigar mi hgado seco.
Hice faenas agrcolas toda la noche con la camarilla habitual de
sospechosos y una piel roja
que nunca haba conocido, llamada Ojos Anteojudos. La maana
siguiente, de vuelta en los
Jardines de la Universidad de Pine Ridge, sal al jardn para
escupir gargajos y vi una bola
temblorosa de carne de perro, una cachorra que apestaba desde
lejos y tena un trasero en carne
viva, de tanto restregarse por la sarna y las pulgas. Llevaba
puesto un antifaz del Llanero
Solitario, pareca, en parte, terrier y el resto, cachondeo de
mezcla de perros de reservacin.
Era un espectculo doloroso para un cerebro reseco as que trat de
ahuyentarla.
Desaparece! Vete, birria anteojuda de perro. Lo digo en serio.
Largo, cachorra con
traste colorado de mono! No hay lugar para ti en esta
posada.
Colleen y yo ya tenamos cuatro chuchos indgenas, ms tres gatos,
as que cargu en
brazos a la cachorra y la llev unos cien metros por el camino
hasta llegar al campo de pow
wow. La sent junto al riachuelo y acompa a mi resaca a casa.
Cuando llegu a nuestro
hogar, ella estaba all conmigo, gimiendo a mis pies. Cerr la
puerta de la cerca de alambre,
con ella fuera, y entr a tomar caf. Cuando volv a salir esa
tarde, ella todava estaba ah, con
ojos trgicos detrs de su antifaz oscuro sobre una cara blanca:
Lzaro despus de volver de la
muerte.
Ojos Anteojudos, fueragru y sal rumbo a Nebraska y la spera
medicina de los
salvajes bares de indios. Horas ms tarde, resaca curada, volv a
casa en auto a gran velocidad
por la ruta roja, serpenteante, y dej entrar a la perrita en mi
jardn y en mi vida desarreglados.
Hoy, ms de diecisis aos despus, Antiparras, el segundo amor ms
verdadero en mi vida,
me sigui hasta la sensiblera Minnesota donde yo creo que tal vez
las sombras lgubres,
demonacas, aplasten nuestras almas aullantes.
Antiparras, que alguna vez ostent la mejor marca mundial en los
cien metros llanos
corridos por perros de reservaciones, tiene una nuez debajo de
la piel del cuello. Yo creo que
esa semilla es Jess, que espera la resurreccin. Santa
Antiparras, Madre de Dios, ruega por
nosotros, perros, en nuestros tiempos de necesidad. Antiparras,
maldicin, tenemos que abortar
al Seor. Matar a ese cretino antes de que suba a su cruz y
marque nuestra perdicin eterna.
Despus de la biopsia...
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Bueno, dice la veterinaria de la zona, no es linfosarcoma. El
corazn, que se me va
endureciendo, remonta vuelo como tantas guilas trilladas. Sonro.
Es fibrosarcoma, que, en
todo caso, es ms mortal, agrega. Ay, Antiparras, qu vamos a
hacer? Ahora esa cosa es del
tamao de un huevo. Eres el hombre huevo. Eres la morsa. Y yo te
traje a estas llanuras
delicadas que, cosa rara, apestan a cerdo, a respirar el ltimo
aire que vamos a compartir.
En las vacaciones de Navidad, manejo hacia el oeste durante
siete horas y hago que
nuestro veterinario de siempre extirpe esa cosa horrible. Das ms
tarde, Antiparras parece
francamente estupenda. Casi est como nueva. Cuando ve una
ardilla en nuestro jardn y sale a
la caza, por poco rezo de la emocin. Al parecer, el huevo de
Jess sigui su camino extrao y
decidi no volver. Tal vez todo fue un sueo horrible o, peor
an... un anticipo barato del plan
definitivo de Dios, ese plan de extirpacin rstica y
despiadada.
De vuelta en Minnesota, a principios de enero, despierto frente
a la vbora de la
prdida; burlona, me silva en la cara. A rastras, bajo a
Antiparras por los tres escalones de la
entrada trasera de cemento y la saco a la nieve cortante cada
dos o tres horas para que haga pis.
Ella se tambalea constantemente, tiene los ojos vidriosos, y,
con cada uno de sus pasos de
dolor, yo rezo para que las tripas la rematen. Me digo a m
mismo, maana, sin falta, voy a
llamar al veterinario para que la liquide, pero s que no voy a
hacerlo. Quiero estar acunndola
en mis brazos el sagrado momento en el que entre en la luz del
sol de ese campo brillante y
limitante donde los perros viejos van a la caza de almas
nuevas.
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Antiparras como el salvador de Molleja
Un da, estoy caminando arrastrando los pies a travs del campus,
tarde para la clase cuando
empieza la msica. Es el blues ms triste que se pueda haber odo
entre los blues piel roja de
cafetn pero slo yo lo oigo. Cada paso que doy es parte de una
coreografa. Cada paso es
fuerte y sonriente. Y como si mi cerebro no hubiese volcado
suficientes gachas crueles en mi
plato, ahora empec a pensar en mi propia muerte a diario. Seor,
no compadezcas al poeta
pobre y a las raras y tristes ventajas de su mediana edad. La
muerte (y esas fijaciones de la
muerte) est en el primer prrafo de la descripcin de su
cargo.
Sin embargo, mis escenarios de deceso bailan de un lado a otro
pero aumentan la
velocidad en serio cuando me obligo a recordar que no hay ningn
alumno mo que haya
nacido antes de la cada de Saign. Tampoco uno que pueda explicar
las razones y sentidos de
Huey P. Newton. Y no es como si yo supiese cundo o cmo voy a
terminar, y creo que, en
realidad, me importa un comino mientras pueda ir marchando al
ritmo de un blues del Delta.
Tal vez, un buen da, voy a estar caminando tranquilamente a
alguna de mis clases en medio de
una tormenta de nieve cuando el Grande golpee tan fuerte como un
trineo de cinco kilos en el
pecho. Ya sea que estire la pata o me destape algunas venas, no
voy a tener preocupaciones
porque Antiparras va a tomar del inodoro, parada en sus patas
traseras debilitadas hasta que
est saciada, y despus va a eructar agua en el piso para que
Molleja el diminuto pueda lamer
el licor sagrado de la vida. Este es un ensueo dulce, bobo.
Antiparras como salvador de
Molleja es el sueo de un tonto romntico. Hoy me doy cuenta de
que Molleja, mi anciano
pekins, va a vivir ms que Antiparras cuando soy testigo de cmo
sus patas traseras ceden y
ella se cae, temblando, sobre la alfombra color gris claro. Sus
ojos no quieren reflejarme.
Tiembla y se acurruca a mi lado, hecha un ovillo en el silln. La
difumino con salvia y llamo al
veterinario para el golpe de gracia pero l sali a atender
cerdos. Me levanto y manejo hasta
Morlock para comprar algunos cartuchos nuevos calibre 12.
Cuando estoy de vuelta, una hora ms tarde, Antiparras est ms
rgida que saltarina.
Molleja est dormido y seguro que estaba durmiendo cuando la
predadora vino por Antiparras
con su guadaa oxidada, rstica. Afuera, una tristeza inexorable
se levanta de la tierra muerta,
azul y me ensucia el corazn descuidado. Me acuesto sobre la
alfombra y me acurruco con mi
perrita muerta y trato de acordarme de algo en el alguna parte
cuando jvenes y fuertes, ramos
nosotros.
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En la pista del Pow Wow en Pine Ridge
Todo muere, beb, es un hecho pero, tal vez,
todo lo que muere vuelve algn da
-Bruce Springsteen
El pegamento amargo de la nieve hace que el viaje de siete horas
dure doce. Estoy
llorando estuve llorando de a ratos durante ms de dos das. Soy
un hombre maduro, un
desastre que da lstima. Antiparras est en el bal en una bolsa de
basura y Molleja ronca en
pekins en el asiento trasero. El diablo rojo de la bebida est
sobre mi hombro izquierdo,
parlotea y clama contra su destierro de doce largos aos, que me
deja la boca llena de algodn.
Ya anocheci cuando llego a la reservacin y navego hasta el
pueblo de Pine Ridge.
Paso el campo de softball nombrado en honor al hermano de
Colleen, Delmar, y estaciono en
los terrenos del pow wow. Cerca de un pabelln gastado de ceniza
adusta, acuesto en el suelo a
Antiparras, como si fuera una princesa encantada, dulce, que
duerme tranquilamente en una
cama de nieve nueva. En el tiempo que me lleva fumar un
Marlboro, ella est cubierta casi por
completo por brillantina blanca de cristal. Unas lgrimas
corpulentas, amargas como nunca
antes llor, se me deslizan torpemente por las grietas de la edad
que me surcan la cara. En el
medio de esa tristeza terrible, me obligo a soltar una risita
burlona y desdeosa seguida de un
estremecimiento que me sacude los huesos. Es eso o caer
muerto.
Ah, Antiparras, ahora ests en casa. Hace diecisis aos estuvimos
en este mismo
lugar y despus t me seguiste a mi vida sarnosa. Qu cachorra
pulgosa, maloliente, triste
eras. Y qu aventura loca, salvaje, nos esperaba. Duerme ahora.
Duerme, chiquita. Cuando te
despiertes en la primavera, vas a correr muy rpido, de verdad.
S, vas a correr a toda
velocidad, de verdad. Cuando te despiertes, van a estar sonando
los tambores y nos va a
intoxicar el anochecer polvoriento del wacipi1. Unos Pieles
Rojas jvenes que escuchan hip
hop, musculosos y desdeosos, van a caminar con arrogancia,
pintas y marihuana guardada
en el bolsillo trasero de los pantalones. El amerindio promedio
va a buscar esperanza, como
la buscan las personas muy pobres del otro lado del globo.
Puedes quedarte para la cancin
de la bandera, Sunka, pero despus tienes que volver a casa
bailando. Baila de vuelta a casa a
travs de mis recuerdos agrios y amados. Baila ms all de esta
amargura cegadora que arde
en mi cerebro.
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Limpio la nieve de la frente de Antiparras y le beso la nariz.
Despus, me voy
manejando con Molleja, que sigue roncando en el asiento trasero
de mi senil Crown Victoria.
Las calles sucias de Pine Ridge me llevan de vuelta a la miseria
de mi propia juventud. Por un
instante, soy joven y el camino bueno, rojo, que est frente a m,
no est muerto ni lleno de
agujeros capaces de tragarse el alma.
1N. de la T: wacipi es una celebracin familiar amerindia que
incluye baile y
canciones. Se celebra la conexin con la tradicin, la
espiritualidad, la Tierra y los miembros
de la tribu.
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Erecciones solitarias
Medio dormido, con la lengua afuera, Molleja camina tambalendose
hasta la puerta del frente
en busca de su ausente socia en el crimen. Me pasa lo mismo.
Nunca pens que caminara
dormido pero, ahora, muchas noches me despierto mientras estoy
subiendo las escaleras.
Alguna regin ulcerada de mi cerebro dice que Colleen est arriba,
en la cama, as que me
levanto del silln y camino con dificultad hacia la vida que
compartimos. Cuando llego a la
mitad del primer tramo de escalones, me doy cuenta de que ella
se ha ido y se ha ido para
siempre. Eso pasa varias veces por semana, ha estado pasando
durante siete aos. Ahora,
Molleja hace el mismo baile. Ladra, as que lo dejo salir a la
oscuridad helada, cortante. En la
tundra cubierta de hielo donde Antiparras siempre haca pis, l
camina en crculos y alla.
Cinco minutos despus, est en la puerta, gimiendo para escapar
del fro. Adentro, me mira a
los ojos y se estremece. Somos dos viejos perros callejeros,
paralizados por la esencia
nauseabunda de los fantasmas pero todava estamos vivos. A pesar
del blues de cementerio, a
pesar de las erecciones solitarias, todava gruimos y, en alguna
pradera etrea que an no se
han robado, nuestros ancestros sonren burlonamente.
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Cuervos en la autopista 61 de Minnesota
Los viste en el ro?
Estaban all para saludarte.
Te diste cuenta de que el indio de piel oscura
con los bolsillos vacos que haba en la ribera
abarrotada y estrecha,
sostena una flecha rota?
-NEIL YOUNG1
Desde esta casa barata en la pradera no veo otras viviendas.
Pero en el ocano azul de
distancia congelada flotan islas imprecisas de rboles y yo s que
ah se esconden casas. Hay
vientos incesantes que golpean violentamente esas moradas. Ah,
hay plidos granjeros
luteranos que se amontonan y tiemblan en esa tierra que ellos
han asesinado. No s qu estn
haciendo. Tal vez estn en la habitacin equivocada, comindose a
sus hijas con los ojos, o
quiz estn sentados en la mesa de la cocina, calculando el nmero
de granos de maz del total
de las cosechas de sus ancestros. No importa. Los nicos nativos
que sobreviven aqu son los
cuervos, que ren y prosperan y se zambullen en el aire amargo de
su propio mrito. Esos
cuervos son sombras de todos mis seres amados que murieron por
sus propias manos oscuras.
Me uno a su coro negro de maldiciones contra la llegada del
verde de la primavera y contra la
locura de codicia del granjero pobre. Quisiera ser capaz de
decir que soy ms sabio pero soy un
ciudadano de una raza aturdida y derrotada. Tal vez alguien me
haya visto, a veces indignado,
a veces indigente, y demasiado seguido, cuando me convena,
indgena.
1N. de la T: en castellano en el original.
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La reconstruccin
En un cctel, despus de una lectura en Wisconsin, una pelirroja
con tetas glaciares,
que viene de algn planeta de cuero, me pregunta si alguna vez
escrib porno duro. La blancura
glaciar de su carne caucsica me da miedo y me paraliza. Digo
algo entre dientes y rezo para
que suene magistral pero a la moda (como si lo a la moda todava
fuera moderno) y despus
me esfumo hacia el santuario ftido de la memoria de la pobreza.
Contengo la respiracin
hasta que me hago perfectamente invisible, dentro de una carpa
donde estn mis
incompetencias. Varios das ms tarde, de vuelta en la seguridad
de mi casa, en el maz
malvado de Minnesota, empiezo una novela sobre esa noche
neurtica, mamaria:
CAPTULO UNO:
Mis bceps estn tensos y se abultan, como cuando tena yo tena
veinticinco, y todava
tengo sexo en distintas posiciones con una buena ereccin y sin
ningn problema. Me muevo
abruptamente con confianza, la miro fijamente a los ojos verdes
y susurro: Saca la lengua.
Transfrmala en un ltigo, dame latigazos en el culo, dame
latigazos hasta que solloce.
Despus estira la lengua rosada hasta que sea un lazo. tame por
el cuello. Transforma los
brazos y piernas plidos en ruedas. Dale a tus tetas una rejilla
de camioneta. Arranca,
arrastrndome, llevndome a rastras a los tumbos por el pavimento
hasta que la carne vuele
de mis huesos y la dicha llegue a los cuervos que ennegrecen el
sol de esta nacin muerta.
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Las crnicas del cuervo
Un cuervo ronco que grazna alto una vez sola desde ninguna parte
quiere decir que
alguien est perdido.
BRUCE WEIGL
Un falso amanecer me trae una mente de insomnio elctrica e
infinitos pensamientos
que graznan mientras vuelan. Acurrucado en mi casa, huelo campos
cubiertos de bosta que se
escurren por las paredes. Este es un lugar con malos espritus.
Es jueves, son las 5.30 am y
tengo ms de cincuenta. Una intil lucha psquica entre el bien y
el mal interrumpi durante
toda la noche el descanso que necesito tanto y, ahora, Gerbit,
mi gato grande que no tiene
huevos, trajo a un cuervo gordo al silln deshilachado, donde
estoy cortejando a la televisin
sin sonido. Sorprendido y llevado a la claridad por el pjaro sin
cabeza, busco unos guantes
viejos y tiro a la criatura a medio comer en una bolsa de
plstico y, despus, me tambaleo entre
los mosquitos que llevan el virus del Nilo Occidental hasta mi
Ford Crown Victoria del 85.
Manejo por el imperio perdido del maz, en la aurora nebulosa de
un comienzo de verano en
Minnesota.
Sin afeitar, con una remera, shorts y calzoncillos, soy la nica
cosa que se mueve en
esta morgue verde. No tengo ni la ms plida idea de qu hacer
hasta que se me ocurre tirar la
bolsa llena de pulpa aviar frente al Departamento del sheriff
del condado de Morlock, porque
un nazi joven estricto me dio una boleta por exceso de velocidad
la semana pasada. Como
alguien que dispara desde un coche, tiro el cuervo por la
ventana contra el bunker de ladrillos
del gendarme y, despus, vuelvo a casa, un poco emocionado y con
una sonrisa para m
mismo: otro episodio estpido en la pelcula idiota del poeta
canoso, una vez bien macho.
(Pero, qu manera encantadora y profesoral de comportarme con el
joven bulldog republicano
que empez todo esto cuando me dio la boleta).
Cuando llego a casa, veo que Gerbit vomit una montaa de plumas
con sangre en la
antigua alfombra del dueo. Uso papel higinico para limpiarla,
echo lquido limpiador en la
mancha para sacar la sangre y tiro la montaa de residuos del
cuervo al inodoro. Qu va a
hacer ahora mi gato estpido? Y, encima, Gerbit no es el Gerbit
verdadero. Es un reemplazo,
un doble que encontr para Colleen cuando el original se escap o
lo envenenaron; no importa,
esa es otra historia.
Estoy muy despierto y lo nico que se me ocurre es tomar el
desayuno. Ahogo un gran
tazn de cereales en leche y azcar, y enciendo la televisin. Digo
Buenos das, Estados
Unidos a Charlie Gibson, que est medio serio, y a la sonriente
Diane Sawyer, que siempre se
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re tontamente como si Charlie le estuviera pellizcando el culo
sin que nos diramos cuenta.
Los Estados Unidos, como esos imbciles mediticos que aparecen
por la maana, es
realmente la bsqueda constante por encontrar algo en qu creer
para despus olvidarlo,
exactamente como la gran expansin democrtica que flot sobre un
ro de sangre india y
esclava, y dej a los miedosos colonizadores que hablaban muchas
lenguas en estas Grandes
Praderas. Afuera, hay cuervos enojados que miran fijo mi casa e
insultan a la televisin
conmigo. Ellos y yo sabemos que ya no existe ningn rastro de la
historia real de los Estados
Unidos. Tiro los cereales empapados a la vereda de cemento y,
poco despus, los cuervos estn
calmados, tomando el desayuno y charlando afablemente.
Esperan a que llegue el momento justo.
Una maana, van a atacar a Gerbit inesperadamente y le van a
arrancar la pija a
picotazos. Y despus voy a tener que manejar hasta el amanecer de
Minnesota con un gato
muerto, sin pija, metido en una bolsa de plstico. Miles de
cuervos sonrientes van a seguir mi
auto. Los pueblerinos que corren en las afueras de la ciudad se
van a unir a la procesin oscura
y van a penar al unsono. Ojal ese salvaje perro llamado Dios
pudiera escapar de la prisin de
las iglesias que les pertenecen solo a ellos, l me curara con
baba en esta maana abundante.
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Da de Accin de Gracias en la Tierra Prometida
Este mes, aparecieron nuevos enemigos ftidos. La tierra
alrededor de mi casa alquilada
huele peor que el retrete externo del infierno. Desde el norte,
desenterraron a pavos de
Treblinka y esparcieron la delicia con olor a acre por los
campos. Desde el sur, los camiones
cisterna llenos de lagunas de mierda de cerdo rocan el negro
suelo muerto con el perfume
fecundo del dios Azathoth. Manejo hasta Cottonwood para llenar
el tanque. A travs de la
ventana de las escuelas de los pueblitos, los nios de la escuela
primaria todava estn pegando
los clichs generacionales: calabazas de cartulina, peregrinos
con sombrero de hebilla y pieles
rojas superficiales con corazones suaves y blandos. Perturbado
por el olor nauseabundo, adopto
las mismas ilusiones que ellos. Doy gracias al abrelatas y a la
sopa Campbell. Me inclino ante
Philip Morris por el silbido en mi respiracin. Gracias,
particularmente, a las pastillas que me
mantienen erecto y a la sobriedad paraltica que no permite que
le tema al cerdo que
montamos, decorado con guirnaldas de la bandera.
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Mareo por los pavos de Minnesota
Estuve intentando descifrar el maz y mi lugar en l pero estoy
reprimiendo la culpa por
haber dejado a la persona que amo. Ahora ya tengo casi todas las
piezas del rompecabezas del
maz. Yo s sin duda que la primera versin del maz naci en Mxico.
Muchos siglos antes de
que llegara el hombre blanco, se distribuy desde esos climas
sureos hasta todas las tribus del
norte. Yo com tortillas de maz en lugares que van desde
Guadalajara hasta Fargo, en Dakota
del Norte, compadres. Los pocos amigos abraza rboles que tolero
me contaron que las
mariposas monarca hibernan en Mxico. Despus, nadan o vuelan
sobre Ro Grande y se las
envenena con el maz genticamente alterado de estas Grandes
Praderas, pero los bichos
muertos no me conmueven.
Es tan sentimental esta reflexin sobre el maz. Por otro lado, en
los ltimos treinta
aos, vi la mitad Oeste de los Estados Unidos saturada de
mexicanos. Pero lo que los
mexicanos hacen ahora en Morlock, Minnesota, es un misterio,
hasta que le pregunto a un
conserje de la Universidad del Maz: Qu pasa con todos esos
mexicanos, seor?
El conserje sacude la cabeza cansada y me mira fijo, como si yo
fuera realmente
estpido:
Trabajan en la planta de embalaje de pavos, idiota. Qu tan
estpido tienes que ser
exactamente para poder ser un profesor universitario?
Hay solo dos fuentes de conocimiento necesarias en la
Universidad del Maz: las
secretarias y los conserjes. Uno est obligado a entrar reptando
a sus cuevas si necesita
respuestas. Y seguro que van a contestar todas las preguntas
misteriosas: Qu es la vida, cul
es el verdadero coeficiente intelectual de George W. Bush, o cmo
mierda envejec tanto. Mi
conserje gur, que piensa que todos los profesores son idiotas,
me cuenta finalmente que la
mayora de los mexicanos que trabajan en Morlock son
ILEGALES.
Nunca escuchaste hablar sobre los mojados o las visas falsas? ,
me pregunta, y
agrega que l s sabe que las plantas del rea embarcan las mejores
aves y las mandan a la
mejor compaa especialista en pavos.
l trabajaba en uno de esos lugares de mierda, y cuando yo le
pregunto qu inyectan en
los productos de Butterball, l revolea los ojos, se rasca el
bigote canoso, y susurra
astutamente: Manteca, cerebrito.
Una hora ms tarde, cuando pasa por mi oficina, se apiada y me
cuenta que las granjas
locales de pavos cortan el pico superior de los pjaros para que
no se maten a picotazos entre s
cuando estn en el corral.
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Algunos de esos pavos de mierda miran para arriba cuando llueve
y les entra tanta
agua en la garganta que se ahogan, dice y se re.
No s si me est tomando el pelo o no. Despus susurra Glo glo glo
y trota como un
pavo, bailando con la escoba por el pasillo, y pasa por el aula
en la que, en veinte minutos, voy
a dar un triste sermn sobre gramtica para los torpes alumnos de
primer ao que, sin duda,
podran ser sus hijos. En una poca, la mujer que amo hubiera
entendido todo eso con
facilidad, hubiera sonredo enigmticamente, y me hubiera dado
palmadas en esta cabeza,
cerebro de mosquito.
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En el sof de noviembre
Nescaf, el caf instantneo es ms fcil de preparar que los granos
recin molidos de
Starbucks. La calma de cualquier polvo eleva tremendamente el
sabor de la vida. El domingo a
la maana, hago precalentar el televisor para un da de ftbol
americano, me detengo en ABC,
la cadena de patinaje artstico. Espero ver cmo los muchachos
bonitos que hacen trompos
rebotan de traste en el hielo. Ah, Dios existe. Como si fuera
ensayado, tres patinadores vestidos
con lentejuelas se dan un porrazo terrible uno tras otro.
Algunos antojos menores pero
extremadamente crueles de la mediana edad se mitigan con
facilidad. Satisfecho, cambio de
canal para ver cmo los muchachos feos que hacen trompos rebotan
con sus trastes
monosilbicos en el suelo plstico de la triste Minneapolis.
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Mensaje annimo al perrero
Tu chaqueta de los Vikingos de Minnesota color vmito prpura como
el vino cubre tu
vaco extremadamente bien. Pero yo creo que si aquellos matones
antiguos realmente usaban
prpura, entonces eran unos coquetos anacrnicos, quiz hasta un
poco ambiguos sexualmente;
Dios, est bien, me estoy yendo por la tangente. Ayer
secuestraste a mi perrito agonizante y
pediste un rescate. En este momento quiero meterte una bombilla
por ese culo rural y
encenderte como nunca te encendieron excepto aquella maana
republicana, borracha cuando
juraste que la Seora de la Libertad entr a los tumbos en tu
habitacin y te mont hasta el sol
crudo y naciente. Me encantara poder tenerte contra el piso
mientras mi perrito te mordisquea
las nueces y escupe esas bolitas diminutas en las veredas
rajadas de este plido pueblo
estadounidense. Pero mi corazn no es tan cruel, o habra firmado
esta nota y puesto una fecha
para el duelo. Adems, a mi perra no le quedan dientes.
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Ponerle nombre al baile
Esta noche es tan oscura como los deseos anales de los gusanos
de atad. La oscuridad
penetrante de estas llanuras sin luna leva todas las anclas de
la memoria. Aqu, en la calma
rural del norte del Cinturn Bblico, el cementerio susurrante que
hay frente al camino no es ni
siquiera levemente divertido. Enciendo todas las luces de esta
casa vieja, pero afuera escucho
sangre caliente, roja que sale a borbotones de la tierra negra y
cubre mi viejo Ford. A la
maana, una gran costra con cuatro ruedas descansa en la entrada
y palpita en el aire difano
en el que se balancea el maz seco. A la maana, tengo el cuerpo
cubierto de pelo y me salieron
alas en los hombros. Me transform en uno de esos monos voladores
del Mago de Oz. Me
encojo de hombros y doy unos saltitos tmidos a los que llamo mi
danza de la lluvia del sexo
de mono. Oigo un coro distante que me canta una serenata. Las
hijas hmedas y
malhumoradas de los granjeros evanglicos me ruegan que les
permita sostener mi mano
simiesca.
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Potica del culo
I.
Cuando me escoltaban por un pasillo en una de las universidades
de la Ivy League,
algunos graduados sonrientes me presentaron a uno de esos poetas
simples de lenguaje de
budn tpico de esos lugares. Era un traga de sexo indeterminado,
no muy sabio pero con
puesto fijo. Yo podra haberle aplastado el alma como si fuera un
insecto pero una repentina
necesidad no solicitada de bondad me hizo escucharlo por algunos
minutos. Cuando desnud la
piel voladora de sus palabras, descubr que no tena corazn y que,
por lo tanto, su lamento era
solamente un aria por la falta de amor verdadero.
l era joven y amaba la poesa. Yo era un hombre maduro y la
consideraba una
maldicin. No tenamos absolutamente ninguna razn para darnos la
mano excepto el hecho de
que l haba nacido en Minnesota y yo trabajaba en el inodoro
inmaculado que es ese Estado.
l dijo Bly y yo me mord la lengua hasta que sali sangre liberal,
barata. l dijo McGrath
y yo supe que tena que fumar para olvidar esa banalidad sin
aliento, as que tos, saqu un
Marlboro y me march rpidamente. Si yo tuviese su edad, habra
rezado para que alguien me
agarrara la lengua y me hiciera gemir un arco iris de brillo con
perfume hmedo. Si l tuviese
mi edad, habra llorado, salido corriendo hacia la cueva ms
cercana y sin palabras, dibujado
caballos en las paredes y esperado diez mil aos para hablar.
II.
Para m, la poesa es eso: pobreza. Toda mi vida viv da a da,
sueldo a sueldo, poema
a poema, sin rima ni razn. Muchos de mis estudiantes han tenido
nociones grotescamente
romnticas de cmo pasar de la mierda al oficio, y de ah a la fama
pero yo no tengo idea de
qu pensaron o de si pensaron simplemente, y me falta la energa
para mentir por ellos aqu.
Muchos eran renacuajos tecnolgicos, adictos a la televisin por
cable y a la computadora, esos
regalos que nos dieron los marcianos de Roswell para corromper
el sentido comn, la
compasin humana y la historia. Por eso, no les recomend la
poesa. Ni recomend esos
alumnos a la poesa. Que coman maz, pens. Que caigan en el
hechizo de los poetas blancos
muertos que bailan y tocan el tambor en los bosques profundos,
atontados de la mente sin
sangre. Mejor todava, que transpiren durante aos en un trabajo
que desprecien pero
garantizado por su educacin. Entonces, esa cosa gaseosa que
ellos llaman poesa morir o se
transformar en sementales de fuego que encendern la nieve
cegadora del papel en blanco.
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III.
Estabas ah, en la punta de tu pluma, con la esperanza de volar A
lo largo de la
historia, su apropiacin de poemas pareca en proporcin directa
con la funcin de su pene. En
algn momento, vea poemas por todas partes y los saqueaba como
quera, comindose
solamente la lengua y el hgado. En el brillo grasoso de su mente
sin cara, seduca a muchos
amores jvenes y despus perda el camino. En los aos que pasaron,
las calaveras y carcasas
de esos poemas plagaron su paisaje y empezaron a tener poco
sentido.
En su juventud, haba chupado el cerebro de demasiadas calaveras
que no le
corresponda comer: trescientas en Wounded Knee, treinta y ocho
en Mankato, los cuatro
muertos en Ohio En su madurez, se avergonz tanto de su oficio
que cav un agujero en el
costado de una colina chica, como haba visto hacer a los
invasores agricultores. Se volvi gris
y deforme. Pas muchos inviernos duros en una dieta de
remordimiento y culpa. Su rifle de
caza se oxid y se pudri hasta volverse irreconocible. Su pija
flcida se neg a reconocer el
amor de su propia mano tierna. Pasaron siglos.
Ahora, cuando ve un poema ocasional deslizndose como un fantasma
a travs de las
nieblas del amanecer, lo nico que hace es retener la respiracin
y dejar que el poema pase
tranquilamente. Es mejor as. Es mejor que no nazca nada
producido por la adulacin de
perdedores romnticos, por la memoria de los recuerdos.
IV.
Sepa esto: est matando a un hombre.
ERNESTO CHE GUEVARA
Si uno fuese irnico, podra llamarlo tomar al toro por las astas.
Sin trompetas, sin
picadores, sin banderillas. Sin muleta, sin capa, sin el
entierro dulce y maloliente del sable
brillante. Lo nico que pasa es que el toro entra pavonendose a
la arena, resopla ante el aire
humano, nauseabundo, y en el instante en que sus ojos se
encuentran con los mos, yo le vaco
el cargador de mi arma calibre 45 en el crneo desesperado. Filet
mignon o tripa perfumada
con perfume fecal, todo tiene el mismo sabor en la oscuridad sin
lavar. Ah, pinche gringos
sigan arando los campos de la tierra. Entierren las sombras de
cualquier cosa tribal en los
surcos. Por eso rezan ustedes. Jess, es por lo que nosotros
tambin rezamos.
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V.
LETRA CHICA AL FINAL DE UN PROGRAMA DE ESCRITURA CREATIVA.
Di
la verdad, siempre di la verdad. Escucha. Aunque ste es el
Estados Unidos medio y cristiano,
yo s que todos ustedes se sacaron un moco verde, lo hicieron
bolita con los dedos y lo
admiraron. Fue y es un poema hermosamente feo -el mundo triste
en miniatura- pero si esa
sabidura parece inalcanzable para ustedes, por la presente les
doy permiso para esconder esas
bolitas invisibles de moco entre las pginas del libro que nunca
van a tener los huevos
necesarios para escribir. No estn tan tristes, yo ya lo escrib
por ustedes. Y, por supuesto,
todos van a aprobar este curso. As que bendganme, y bendganme el
doble en sus
evaluaciones sobre el curso! Solamente las leen, si es que las
leen, esos autmatas, transitorios
y autoconvocados en un gremio, ellos, los que llamamos
administradores. Pero, si alguna vez
pasan por mi casa tarde, a la noche, traigan la mdula dulce y
grasosa de sus huesos hasta el
cadver cachondo que fui y que tal vez vuelva a ser otra vez.
VI.
Mi gato Gerbit, cada vez ms gordo, est en el alfizar de la
ventana, castaeteando los
dientes frente a una paloma marrn, neurtica, que se acicala en
el jardn del frente. Al mismo
tiempo, en frica del Norte (en el Discovery Channel), un caracal
pelea con un guila negra.
Ah, el Zen alocado de todo, esa duplicacin torcida frente a mis
ojos cansados. Afuera, se est
poniendo el sol y todo lo que digo, lo que siempre he dicho, est
cubierto con la suave salsa de
la confesin, mi locura mundana de acusar al mundo y a m mismo.
En una revuelta
desesperada, abro la puerta y la paloma sale volando. Apago la
tele y mi mente vuela de
regreso. Tiemblo y me sacudo en apreciacin agradecida de ese
silencio. S que no va a durar
mucho. Quiero susurrar acerca de otras dulces palomas a las que
dispar con una 410, acerca
de cmo las desplum con suavidad y fre gentilmente esos cuerpos
que cantaban tristes.
Quiero contarte la historia de cmo nac hacia el sol, que le
canta a los huesos en el desierto,
pero es mejor dejar ese cuento para la pandilla de payasos que
me va a desmembrar en mi
lecho de muerte, entre sbanas de seda.
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VII.
Supongo que incluso un artista honesto promedio es capaz de
crear una verdadera
fogata de vanidades. Una vez, con tan solo un chorrito de
kerosene (y diez chorros de Jack
Daniels) vi cmo arda hermosamente una caja con mis libros,
iluminando la cara transpirada
de Dios, que sonrea con picarda. Bajo las estrellas borrachas de
Dakota del Sur, yo estaba
pensando que el hecho de haberme graduado en un programa de
escritura de una de las
universidades de la Ivy League no me converta realmente en
poeta. Estaba pensando que el
hecho de que unos idiotas pensaran que mis poemas eran frutas
deliciosas y publicaran libros
de mi semen silbico tampoco me converta en poeta. Por el amor de
Dios o su dolor, slo hay
un manojo de poetas verdaderos en este pas, razon, y mantienen
un perfil bajo de criminal
que pasa desapercibido. Y, a veces, queman sus propios libros en
secreto. Estaba pensando
todas esas tonteras una noche, cuando el verdadero amor de mi
vida me dej afuera para
contemplar mis epifanas de agua de fuego. Y ahora, casi diecisis
aos despus, rezo para ser
capaz de mantener mi irona actual, esta exageracin triste de la
importancia de la poesa.
Necesito que esos cheques sigan llegando mientras me revuelco y
me estremezco en terror
verdadero de la grasienta oscuridad republicana.
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Wisconsin
En mitad del invierno, fsicamente enfermo de ver los rastrojos
de maz en la cara de
los campos congelados y feliz de estar yndome a cualquier parte,
dej que la Gestapo del
aeropuerto olfateara mis zapatillas y sal de Sioux Falls con
poemas para leer en Nueva York.
En la recepcin que sigui, se me acerc con aire arrogante un
viejo amigo, un musculoso
escritor africano-estadounidense de renombre, y yo lo felicit
por la buena crtica reciente en la
seccin del New York Times y l dijo:
--Es triste como la mierda pensar que esa porquera es un maldito
Santo Grial!
Desconcertado por un momento, le pregunt finalmente si lo que
haba dicho era un
poema.
--Es posible pero deja mi nombre afuera --dijo, y eso hice.
Incluso ahora. As que, mi
amigo, ese hermano no eres t. Y yo no soy yo. Esto no es un
poema. Es solamente un dolor
que acompaa al pis de un viejo en un avin a motor. En el vuelo
de vuelta a casa, me pongo
de pie y me tambaleo hasta el bao. Mientras camino de vuelta a
mi asiento, echo una mirada
al Medio Oeste cubierto de nieve. Haba ciudades chicas que no
parecan ms que el moho azul
del queso azul. Haba colinas sin rboles que aparecan y se
levantaban como grumos de queso
blando. Haba lagos que parecan agujeros de queso suizo. All
abajo, en algn lugar en la
tundra congelada, los Empacadores estaban rompiendo los
corazones de las hormas de queso.
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Correo electrnico a Woody
Ey, Woody, supongo que sabes que muri James Welch? Como sea,
supongo que ya te
cansaste de mordisquear esos panecitos de casa, en el suelo de
St. Ignatius y te fuiste a casa, a
la tierra siksika. Esta noche estoy pensando en ese problema
doble de la femineidad NDN.
Hombre, estoy enloquecido y solo en Minnesota. Esta noche, mi
corazn est lerdo y negro,
ms negro que tu corazn de pies negro. Y mientras nos arrastramos
unos aos ms all del
milenio, me pregunto si todava sigues vadeando hacia esas
canciones antiguas de la dcada
de 1960? Quiero decir si sigues bombeando al ritmo de Niebla
roja, entonces eres mejor
hombre que yo. Sabes perfectamente bien lo que estoy diciendo.
Estamos entrando en la era de
la madera rara, y sin embargo, seguimos tristes y con las tripas
agujereadas por pasiones de
guerreros falsos como la farra y el baile Es tan difcil elegir y
a esta edad no tenemos nada
que perder. Con un quinto de un Jack Daniels y una valija de
viejas camisas con flecos, yo
podra ir como una tromba hasta Browning y juntos podramos moler
a golpes a esos jvenes
punks que ramos antes. Pero esta noche no es un buen da para
morir. Y yo estoy demasiado
cansado como para discutir lo que nos espera ah, arriba, en ese
cielo fro, blanco. Si tienes
tiempo, mndame una lnea. Necesito una buena mierda de pieles
rojas para hacer estallar estos
choclos que me metieron con fuerza en las orejas.
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Yo y Simon enviamos seales de humo en la Internet grande y
gaseosa
YO.
Ey, perro, s que no quieres or esto pero tuve un sueo en el que
estabas la otra noche.
S, ya s que es raro. So que t y yo estbamos sentados en un bar y
t estabas tratando de
hacer tomar alcohol y yo segua diciendo que no y finalmente
empec a tomar y me hice
mierda. Entonces salimos tropezando a este camino de tierra y
anduvimos hasta un viejo motel
viejo, en ruinas, una covacha con olor a vmito como esa en la
que yo estuve en las afueras del
centro de Gallup una semana hace muchas lunas. Entramos a la
habitacin del motel y ah,
visible desde el umbral, estaba el bao. La baera estaba llena de
agua y haba una joven india,
tal vez 15 o 16, totalmente sumergida en el agua, muerta y los
dos salimos corriendo de ah
como borrachos aterrorizados, gallinas cagadas. Me despert
temblando. Eso es ms o menos
todo lo que me acuerdo del sueo pero fue muy raro y como de
miedo. No s lo que quiere
decir, primo.
SIMON.
S, eso da miedo y es raro. Esos sueos, esas cosas me cagan de
miedo. Y t ves y oyes
mierda como esa en Gallup, todo el tiempo, en Holbrook, en
Albuquerque, Vancouver, Rapid
City y Phoenix. Los agujeros del infierno en que se ha
convertido nuestra tierra. A m, me
asustaba y todava sigue asustndome, supongo, ir a Gallup. Ahora
paso rpido por la
interestatal y no miro atrs. Bueno, miro en los espejos de los
costados y en el de arriba a ver
si vienen los polis! Hace aos una vez, estaba caminando con un
tipo ute-navajo por un
estacionamiento oscuro de aspecto muy peligroso en las afuera de
Milan, un bar del lado norte
del otro lado del Purky, y nos tropezamos con un tipo con un
cuchillo que tena un cuchillo
clavado en el cuerpo. Ay, mierda, qu vamos a hacer? Qu voy a
hacer? No sabes qu
mierda hacer, te alejas caminando a toda velocidad musitando,
maldiciendo y controlando
todos los lugares oscuros que tienes alrededor. Mierda, hombre,
uno no sabe por qu, cmo,
qu o nada, una especie de pnico que uno no puede empujar ni
dejar de lado. Y te sientes
como sin cerebro tambin. A veces, pienso que uno termina
maldicindose a uno mismo por
caminar as, estar ah, solamente por estar ah, uno se culpa, en
otras palabras, como si uno
tuviera la culpa, por el amor de dios, maldicindose a uno mismo
y al tipo con el cuchillo
clavado y culpndose por ser indio, diooossss.
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(Aqu faltan dos poemas que no tengo traducidos por cuestiones de
Residencia)
La barba de Dios est embadurnada de Sopa Campbell, la que tiene
pedazos de
pollo
Mientras voy en el auto a visitar a Bill Holm en Minnesota, MN,
el Cielo baila hacia el
centro de mi atencin. Incluso con mi brazo flccido, podra
pararme aqu, en la puerta de la
escuela secundaria, y de un salto, lanzar una pelota de bisbol
calle abajo hasta el asilo de
ancianos. La pregunta es: estara yo all para atraparla o me
evaporara en forma de ngel
sarcstico mientras recorro las bases? Incluso a Dios, el gran
rbitro de lo irrelevante, le
preocupa tomar esa decisin. l no sabe decirnos cul es la
diferencia entre llegar al Cielo y
entrar al asilo para ancianos vacilantes. Por todos los santos,
Dios tambin est senil. Tiene la
barba blanca embadurnada de sopa Campbell de la que tiene
pedazos de pollo. Se sienta en
cuclillas como un receptor en su trono dorado con la vista fija
en la neblina espejada de la
eternidad, confundido, mientras golpea sus partes pudendas
marchitas. En las afueras del
pueblo, quinientos de sus parroquianos, granjeros aburridos y
ridos a los que les importa un
bledo el pasatiempo nacional, rezan por slo una pizca muy
coagulada de la humedad
milagrosa de ese Dios. Estas almas disecadas ven al Cielo como
el rincn hmedo en el que se
acostaran con alegra.
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Una distraccin felina temporaria pone sus garras en el
calendario
OTOO.
Pasaron siete aos o ms desde que mi gatita mimosa desapareci y
ahora, ahora
aparece otra en la puerta de mi granja. Est salvaje de soledad
hambrienta. Al principio no
parece para nada mimosa, pero supongo que yo tengo cario
suficiente para los dos. Me
imagino que va a necesitar inyecciones para la rabia y para el
moquillo felino. Y voy a tener
que ensearle a superar la desilusin cuando me equivoque y gima
el nombre de mi otra gatita
que ya no est. Por favor, Dios, haz que entienda que tengo otras
responsabilidades, fetiches
oscuramente celosos, y el fantasma implacable, lleno de garras,
de otra gatita. Que no te
deprima, son slo castillos en llamas.
INVIERNO.
Gatita musculosa, parda. Vienes a m en mi remolino de sueos de
tierra seca, y me
asombran tu amabilidad, tu deseo y tu lengua que habla tu idioma
antiguo. Tienes la cara de tu
raza y, en el espejo de tus ojos de pedernal, veo al hombre-nio
que fui. Me vas a llevar lejos,
por el camino que abandona estas praderas y se eleva hasta las
colinas cubiertas de piones de
mi laberinto mtico de deseo. Ah, me baar en la paradoja de ser
joven y sabio al mismo
tiempo. En el cielo de esta noche, la luna creciente se retira
lentamente despus de perforar las
nubes regordetas, y las estrellas asustadas se pulverizan en una
breve formacin. Ya llegan las
lluvias, las lluvias y la resurreccin, mi dulce gatita.
PRIMAVERA.
Creo que eres una gatita de brujas. Eres la portadora de sueos.
Durante aos ped que
se lance el hechizo y aqu ests. Ahora esta casa se elonga con
erotismo. Nos deslizamos por
tneles infinitos, a travs de aberturas complejas de un cuarto al
otro, por ventanas con vistas
que cambian constantemente. Arrastras a este hombre maduro a
travs del despertar de tus
jugos, haces que los huesos secos bailen hasta despertar al
ritmo de canciones hmedas, casi
olvidadas, y yo te amo como amo la sangre spera, desrtica de mis
antepasados. E nu mu du
wi.
VERANO.
Ah, flexibilidad parda de carne y fluido. Ojos brillantes.
Brazos clidos, marrones. Eres
el hueso y el jugo de todos mis deseos. La esperanza y los
miedos de todos mis aos se unen en
ti esta noche. Estoy perdido en el aroma de humo de tu pelo
negro, antiestadounidense, gatita
dulce. La antigua y todava exuberante Despus de la fiebre del
oro est en la mquina de
sonidos, y t me das de comer tostadas quemadas y caf negro.
Fuerte, inocente y gil, pareces
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un sueo delicioso pero eres real en serio, y s perfectamente que
no voy a pinchar la burbuja
cuando pregunte cunto tiempo permanecers en este sueo de pas de
hielo. Gatita de pelo
suave y negro, si ya me olvid lo que es el amor, entonces aqu
lluevo una vez ms la humedad
intrincada de esa palabra contigo.
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Otro da en el departamento de ingls o encuntrenme en el Barranco
Cola de
Medicina
Que no se aflijan de Baco los hijos,
que se unan a m con espadas joviales de filo
vengan, tomen y canten con regocijo
para ayudarme con el estribillo.
(Fragmento de GARRY OWEN, cancin de marcha no oficial del Sptimo
Regimiento
de Custer).
En clase hay un muchacho sumamente rubio, oriundo de Fargo, en
Dakota del Norte, les dice
a mis dos estudiantes indios que sus poemas se quejan mucho!
Repaso mecnicamente la
metfora y la rima pero, cuando l dice eso, me retuerzo y me
pregunto si se desprendi de
algn muelle antiguo un tmpano de cido de la calle Haight y ahora
corre por mis venas. En
secreto, me pellizco el muslo y me recuerdo que, en efecto,
estoy en Morlock, Minnesota.
Despus, el muchacho blanco dice:
Ustedes, los indios, tendran que estar agradecidos porque no los
masacraron a todos
. Carajo! Esto (mtanme una aguja en el ojo!) es lo que dice:
Ustedes, los indios, tendran
que estar agradecidos porque no los masacraron a todos.
Me quedo sin aliento porque l no est usando ni una pizca de
irona. Les doy un recreo
de diez minutos y me retiro hacia la salida ms cercana a fumar
un cigarrillo
Si esto fuese un poema, yo podra inventar algn castigo ingenioso
en el que, al final de
este relato, hago entrar en razn a las bofetadas a este aprendiz
de soldado imperial. Un final en
el que triunfan la verdad y la justicia es tan inmaculadamente
estadounidense pero mi vida no
es un poema, y ste es slo un breve comentario en la historia que
arrastra los pies, esta historia
de un mestizo de mediana edad.
[Pgina 58]
Despus de la clase me siento lleno de culpa, vergenza e
impotencia, as que saco a
pasear a los jvenes dakotapi y les compro algunas cervezas Grain
Belt en el bar Legin. Hay
silencio hasta que llega la tercera ronda. Entonces, meneo la
cabeza y les digo que este es un
pueblo wasichu muy extrao y jodido. Ellos dicen:
Ayyyy.2
2Encastellanoeneloriginal(N.delT.).
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Les digo que lamento que hayan tenido que soportar esto pero
ellos saben que yo s que
ellos lo saben y que el resto de esta nacin de mierda lo sabe:
el hombre blanco todava sufre
una gran confusin psquica por haber robado nuestra tierra
mientras se llamaba a s mismo
cristiano. Ellos asienten y beben. Uno de los pieles rojas
jvenes dice:
Ey, deberamos estar agradecidos porque no nos masacraron a
todos! y nos
remos a carcajadas indias e ignoramos el glaseado de veneno
dorado en nuestras almas.
Tomamos y hablamos hasta que es hora de cerrar cuando la luna
llena hace brillar nuestros
ojos que antes agonizaban.
para Steve Pacheco
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Plegaria de las palomitas de maz hechas por las manos de una
mujer india
Agotado despus de ensear y demasiado viejo y vago para ir al
mercado en auto por
rutas de hielo innecesarias, volv a casa y cen palomitas de maz
hechas en el microondas.
Antes de caer rendido de sueo, rec para que apretara con firmeza
mi ingle vvida una mujer
india, brillante y resplandeciente, con conocimientos de
computacin, y para que me hiciera
bailar hasta dejar atrs el poema elctrico de esta nueva Edad
Oscura, chiflada. En cuanto ella
llegara, yo le iba a suplicar que me enjaulara en un microondas
e hiciera saltar con un estallido
la blancura de mi alma. Le iba a implorar que me dejara mareado
y bobo, empapado en la rica
manteca del amor tribal, brillante.
No creo que estuviera pidiendo demasiado... pero, a la maana
siguiente, me
despert solo, con una boca reseca y una soledad mrbida. El
invierno se haba convertido en
verano. Fuera, en el calor de la maana brillante, haba campos de
maz preado que se rean
por lo bajo y me reprendieron por no usar una moderacin acorde
con mi edad. Me puse de pie
delante del espejo y bail una danza breve de guerra: avergonc
sin conviccin el descaro
absoluto del maz mutante, el contraste ms reciente de todas mis
flaquezas. Cualquier mujer
india que viera esa danza se asegurara de quedarse lejos, a
galaxias oscuras de distancia.
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Tringulo de las Bermudas en las llanuras altas
Lo mejor que s hacer ahora, Colleen, es cantar canciones de
polvo como agricultores
resecos que rezan para que llueva en verano. El nico fluido que
poseo es ectoplasma, un
semen de demonio: una mezcla de fluido de espritu y flujo de
borrachera. Los dos ventiladores
grandes que reemplazan al aire acondicionado roto no logran que
se queden quietas las sucias
palomitas que circunnavegan una bombilla pelada, tenue, que
parpadea dentro de mi cabeza
caliente. El ventilador izquierdo anda un poco ms rpido que el
derecho pero eso a m no me
molesta ni tampoco molesta a mi copiloto sin nombre, que destap
una botella de Coca Cola,
gorda, de plstico, y ahora le echa un chorrito abundante de Jack
Daniels filtrado con carbn.
Te digo que no conozco a ese copi, tierna amada. Le ves cara
conocida? Mierda,
espero que no me estn secuestrando los extraterrestres. Tal vez
dijo que su nombre de pila es
Bill... Dios, ruego que no sea uno de esos seguidores de Bill y
sus doce pasos; o uno de los que
vuelven a nacer y se estremecen, o, peor an, uno de esos que
manipulan serpientes, mueven la
cola y se revuelcan en el suelo, dominados por el Espritu Santo.
No s qu ser l, pero no hay
duda de que es un piel roja.
De aqu a Borneodice Bill, hay cien islitas capaces de sustentar
la buena forma
de vida roja como la conocieron los hijos de mi tatarabuelo. No
hay nada peor que un indio
filosfico. Muevo la cabeza y sueo a mi whisky, profundo y sin
hielo. Con cada trago, se va
agrandando mi palanca de mando. Tengo derecho a esas mentiras
despus de doce aos de
borracheras secas.
Con un solo motor en funcionamiento, nuestro Mitchell B-25 de
color verde apagado
vuela por encima de Nebraska, dando resoplidos. Cerca de la
frontera entre Dakota del Sur y la
Tierra de los desgranadores, alcanzo a ver a un hombre chico
sentado en un pueblo chico. Est
en su sof, dando sorbitos a su caf. El problema es que... el sof
y los muebles que l y su
mujer compraron con sus ahorros estn amontonados dentro de un
depsito alquilado. Qu
espectculo raro. Ay, qu visin virulenta, de ojos de cebolla. Lo
llamo a gritos desde arriba y
pregunto qu es todo eso.
Mi mujer se fue de este mundogrita. As que vengo aqu todos los
das a
disfrutar de un caf. Uno se siente demasiado solo en esa crcel
herrumbrosa del hogar de
ancianos. Esos malditos se estn muriendo ah. Dios, a usted no le
parece que podra
ocurrrseles algo mejor que hacer? Asiento, en seal de
complicidad, y guio un ojo
mientras pasamos zumbando por su lecho de muerte guardado en un
cobertizo de chapa gruesa.
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El cielo se pone neurtico con los relmpagos. El destello del
cielo se alimenta de s
mismo. No hay duda de que una locura elctrica as vaporiz por
completo cualquier supuesto
B-25: evapor cualquier visin de un Mitchell de color verde
apagado, con Betty Grable
pintada en el fuselaje. Mi telfono est con interferencias y mi
incesante soledad est con
interferencias. Bueno, hola, Seor Alma...
Una de esas voces solitarias, espantosas, cacarea a unos ochenta
kilmetros al sur desde
su vivienda de bajos ingresos, con muy poco espacio.
Ven aqudice ella, con el ligersimo dejo del Sinaloa de sus
padres. Mis piernas
quieren apretarte con fuerza. Ella ronronea y suelta unas
risitas suaves por encima del llanto
de dos3 bebs de piel oscura sentados en la alfombrita de la sala
de estar. Despus, gime,
explcita, por el telfono con zumbido de fondo. Estoy demasiado
viejo para esta potencialidad
coronaria.
Lucita, podramos morir electrocutadosdigo y rezo para que as
sea. Djame que
te llame despus de que pase esta tormentasuplico.
Esta noche me siento tan cochina, Guapo4dice a gritos con la
verdad pura como
alguien que tiene mucho ms de veinte aos aunque ella no los
tenga. Se corta la lnea. Levanto
la vista al cielo de la noche y veo la cara de piel caf del nico
Dios que yo conoc en mi vida.
Alargo la mano para alcanzar las llaves.
Me adentro en la tormenta.
3Encastellanoeneloriginal.(N.delaT.)
4Encastellanoeneloriginal.(N.delaT.)
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Sueo de crisis sexual
Sueo uno
En casa, despus de una fiesta aburrida que descendi
predeciblemente en un coro
triste, borroso de profesores de universidad, en estado poco
digno de un erudito, que se
quejaban de la energa transitoria y abiertamente falsa de los
administradores, me como un
sandwich de Subway y despus me duermo y me despierto y me duermo
y me vuelvo a
despertar.
Ms tarde de esta noche manaca, empiezan las noticias de FOX y
dicen que
hospitalizaron a Mariah Carey por una crisis nerviosa,
eyaculadora. Impresionado a medias, me
pregunto realmente qu clase qumicos habr estado consumiendo
Mariah ltimamente. Busco
en todos los canales y veo su ltimo video en MTV, ese canal sin
cerebro. Mariah gorjea
vocablos sin sentido: un estilo de la calle sin sustancia lrica.
Se dice que vendi ms discos
que cualquier otra mujer en la historia. Pero esa tendencia
incesante a subir todas y cada una de
las notas es molesta, incluso en una leoncita picante que menea
la ingle, como esos idiotas
babosos en su audiencia imaginaria que ofrecen diamantes de
sangre para obtener su cuerpo.
Mariah parece blanca, pero dice que su padre era un gato negro.
Si eso es cierto, se
quedaron cortos en la repartija en el Departamento de Almas.
Tiene una voz enorme, pero no
sabe cantar. A pesar de su cuerpo delicioso, es arquetpica,
comida para estadounidenses
idiotas. Y ahora la estn volviendo esquizofrnica pblicamente,
pero quiz yo puedo ayudarla.
S, djame ayudarte, Mariah de mi corazn, djame ser tu papito
proxeneta de los campos de
maz de Minnesota. Trae tu Mercedes bipolar hasta estas grandes
llanuras, Mariah. Ven al
Morlock de los empresarios independientes. Podemos bailar
breakdance, desvariar, hablar
sucio y revolcarnos juntos en el maz spero, malvado. Despus, a
la maana, voy a navegar
hasta mi lugar en el estacionamiento para profesores con tu
tanga colgando de la antena de
mi Ford. Los alumnos van a reunirse todos, dejar salir sus sueos
y rezar. Ay, Mariah, a la
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mierda con este hormiguero estadounidense exhausto en el que t y
yo nos despertamos para
salir entre muchos otros!
Sueo dos
Unos das ms tarde, esa misma semana: vuelven los dulces sueos de
fornicacin!
Estoy bailando el twist (qu original) en la disco Peppermint
Lounge, en Reno, Nevada. Es
septiembre de 1966 y tengo puesto un traje negro, una corbata
finita, verde fluorescente que se
abrocha con un clip y botas de ante. Tengo el corte de pelo de
los Beatles. La chica con la que
bailo est transpirando con un olor horrible y tiene el pelo duro
como una roca por el fijador.
Rezo por meterme en su bombacha de tiro alto, pero soy joven,
rural y tan tonto como mi pija
parada. Adems, qu es lo que estoy haciendo realmente de traje y
corbata a los dieciocho
adems de ir a mi propio funeral?
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Falta algo
Neandertal gramatical
En la Gran Cuenca de recuerdos endebles, un conejo despellejado,
sobre ramas
ardientes de artemisia en suelo desrtico, seco, era el olor de
Dios. Despus, vinieron ELLOS.
En la historia escrita de su comienzo, la palabra era suya y su
palabra se multiplic como loca.
De esa manera, roca se volvi mano y dominio y en el mismo bocado
aplasta los
crneos de los nativos hasta que ya no hagan sonidos
histricos.
Nosotros sabamos cmo pelear por nuestra comida, por nuestras
familias pero no
conocamos ninguna religin de destruccin y asesinato
generalizados. Aunque no ramos
capaces de deletrearlo, sentimos y despus temimos el significado
de la supervivencia de ellos.
Los padres de mi abuela nacieron antes de que convirtieran
nuestra tierra en un Estado, una
estrella de su bandera. As que ella saba directamente de la
fuente que nosotros ramos
diferentes antes de que llegaran ellos. Taibo no es nada bueno,
le dijo a su peculiar nietito de
ojos verdes.
SUPERVIVENCIA. Supervivencia es una palabra tan extraa para amar
la vida.
Durante la mayor parte de mi vida, me he meado encima frente a
personas inferiores para que
siguieran llegando los cheques. Por supuesto, se es el ncleo del
capitalismo pero aqu est la
verdad de cualquier visin tribal. Para los salvajes entongados
en gamuza que bailaban en las
cuevas de la noche, lamidas por el fuego, no haba culpa ah. El
aliento del maana era la
plegaria a la hora de irse a la cama. Abuelo, danos carne y
calidez y amor dulce de unos para
otros. Que el sol baile en la oscuridad de nuestras familias
brillantes. Nosotros somos y
seremos siempre nuestra propia redencin llena de amor.
SUPERVIVENCIA. Ahora vivimos en un mundo de forasteros, todava
ms alienados,
ms separados unos de otros por la computadora, la televisin y el
fundamentalismo
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republicano. Atrapado en mi profesin final, tambaleo ahora de
una cueva sin ventanas a otra,
preguntndome cmo hicieron estos chicos para llegar a la
universidad sin saber lo que yo
aprend en los primeros aos de la secundaria. No s cuntas veces
he dicho: Cuando una
oracin empieza con una subordinada, tiene que seguirle una coma
o Una oracin es un
pensamiento completo, un grupo de palabras con sujeto y verbo.
Ese es el tipo de poesa por
el que me pagan. Ya no soy capaz de comprender ni siquiera de
tararear ninguna cancin de
libertad.
Me sentenciaron a la esclavitud institucional. Me dan los
veranos libres por buen
comportamiento. Mi abuela estara orgullosa, demonios. Soy el
primero de mi familia en
gravitar hacia la universidad y graduarme n ella aunque mi mam s
sobrevivi la Escuela
Amerindia de Enfermera de Window Rock, Arizona, a principio de
la dcada de 1940.
Y as, por una cuestin de supervivencia, sigo diciendo que una
coma es una pausa, un
respiro. Un respiro que raya en la crisis, no un coma realmente
pero s algo deprimente. No
importa cmo lo analise, es un cheque. Una roca en la mano. Un
golpe en el crneo. Hago lo
que sea necesario para caminar pavonendome a travs de las
sombras aterradoras de este
mundo plido al que estoy pegado.
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Zoloft
Le digo a mi mdico que por supuesto sueo constantemente con
Antiparras y los aos
que pasamos juntos con Colleen. Despus, en broma, le digo que
por supuesto sueo con
Colleen y los aos que pasamos juntos con Antiparras. l se obliga
a asentir con la cabeza ante
mi chiste pattico. Mi vida est llena de caos mundano y tristeza
filosa que acuchilla la carne.
Es tan patticamente potica como suena. Dado que l es un mdico
del SERVICIO INDIO
DE SALUD, quiere darme una pastilla. Le digo que ya me tom la
pastilla ms grande que
haya existido. Me tragu la Tierra y pronto la voy a vomitar
directamente en el centro del sol.
Entonces, los chicos y chicas blancos, inteligentes, de esta
codiciosa nacin cristiana tendrn
solamente algunos segundos para temblar y mojarse la ropa
interior antes de que se canten las
ltimas canciones de la Danza de los Espritus. Lo nico que hace
el doctor es sacudir la
cabeza y rerse. Me agrada. Me cuida bien. En el 68, yo no habra
dejado escapar su oferta de
drogas gratis y habra bailado como un loco por las calles
psicodlicas sobre mi ereccin
perpetua.
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Para una chica india que conoc una vez en mi pasado turgente y
ensombrecido por piedra
A veces, me reconoces. A veces, no. Hace solamente dos semanas
que te vi pero
parece que fueran muchas lunas. Hacemos un breve contacto visual
y lanzamos destellos
como piedras fras salidas de campos helados. Despus de ms de dos
aos de silencio, t
dices:
Te amo. Y luego recaes en una ausencia absoluta de palabras. No
me miras a
la cara cuando dices esa frase. Ests dando vueltas alrededor del
camino circular en el patio
frente al pabelln para enfermos de Alzheimer. De dnde vienen
esas palabras? Estn
dirigidas a m? Estoy oyendo voces? La esfera de primavera abrasa
nuestros corazones
pero hay traumas histricos que todava nos perfuman el cabello.
Quin entiende el baile
descosido que bailamos? Nuestro rocanrol no es muy nuevo, que
digamos. Hace aos, yo te
provocaba y deca:
Metmonos entre los matorrales y cojamos. Ahora, por fin, quiz
seamos
demasiado viejos. Basta con que me des tu mano temblorosa para
que la tenga entre las
mas. Mira all: estn a punto de florecer las lilas mudas. Las
lilas, querida, y mi eterno
amor triste por ti.
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Despus de un mes sin correos electrnicos, llamo al este y me
entero de que ests
muerta
Ay, adis, t, la de suave dulzura: fue estupendo mientras
funcion. Adis, mi amarga chica blanca: voy a olvidarte, si puedo,
amor. PETER LA FARGE
T dijiste que suponas que el hombre haca arte porque tenemos
mala memoria,
Jeanne, y olvidamos constantemente lo que es la belleza. Yo dije
que tenemos arte porque
Dios, en su locura infinita, plant muerte y prdida como la
columna vertebral de la
existencia renga del hombre. Quiz tuvimos razn los dos. Mujer,
saliste disparada de este
hotel viejo, barato, ms rpido que un vagabundo sin dinero.
Explosin de la aorta. Rpida
y dulce. Nada de rebelin persistente de carne cansada. Nada de
decadencia triste y sin fin.
Y, como vivo en un planeta distinto del planeta en que viva en
el 72, no me enter de tu
muerte hasta un mes entero despus de tu cremacin. Yo s que es
una locura tpica de la
edad madura, Jeanne, pero no puedo dejar de preguntarte si de
tus huesos sali humo
blanco. Mierda, me acuerdo claramente de cuando nos conocimos,
sentados en un banco
verde de madera en el parque pblico Boston Commons, y fumamos un
porro gordo de
hierba roja virtuosa trada de Panam; y de cmo me seguiste hasta
casa, a la pocilga del
barrio de Back Bay donde viva yo; de cmo hablamos en serio! de
H. P. Lovecraft; de
cmo cogimos y nos remos como tontos con Tim Hardin en el estreo;
y de cmo,
despus, pasamos ocho aos de convivencia en los bosques de
Providence, en la locura y
arriba y abajo, abajo como estoy ahora. Acabo de recibir la
llamada telefnica sobre tu
muerte, dulce Jeanne: hace quince minutos, quince minutos que me
entumecieron el coco.
Ahora estoy escuchando un compacto de Townes Van Zandt y quiero
emborracharme
mucho, chupar para hoy y para siempre la eternidad frgil de
nuestra antigua inocencia.
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A veces, Jeanne Anne, a travs del misterio del milagro, se
devuelve la vista a
personas que fueron ciegas toda la vida. Pero, y si lo primero
que ven es un infierno lleno
de serpientes que escupen semen y payasos que empuan navajas de
afeitar, con la
intencin de dejarlas ciegas de nuevo?
A veces, Jeanne, mis pensamientos estn enloquecidos... Ojal
pudiera hablarte del
Alzheimer de mi Colleen. El clich que se usa es que la persona
que sufre de ese mal no
sufre tanto como los familiares y personas que la atienden; que,
en realidad, es ms difcil
para los seres queridos, pero yo tengo mis dudas. A veces pienso
que ella tiene
milisegundos de claridad fosforescente y en esos milisegundos ve
la tragedia abrumadora
de esta enfermedad, el horror sin sentido de todo, y eso la hace
tambalear por un momento
y, despus, sigue adelante, la cabeza gacha, hasta meterse en la
ventisca mental y yo no me
doy cuenta, no me doy cuenta. No me doy cuenta! No...
Sabes de qu hablo?, querida, muerta Jeanne, Quiero decir: qu es
peor: la
muerte del cuerpo o la muerte del cerebro? O acaso son hermosas
las dos? Y, si ella llega
primero que yo, vas a protegerla hasta que yo vaya? Por amor de
Dios, podras velar por
mi mujer?
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Enigma sobre indios de las Grandes Llanuras: 25 de junio5
Bajo de la interestatal en Mitchel, Dakota del Sur. La rural que
est delante de m en
la ventanilla de McDonalds tiene placas del Servicio
Penitenciario del Reformatorio para
varones de Plankinton. Hay un conductor de mediana edad, blanco,
fofo, y dos pieles rojas,
sentados en la parte trasera, tal vez tienen catorce aos.
Parecen mellizos. Se ren, chicos
sonrientes, dulces, que atraviesan a nado la neblina que alla;
los dos, con ojos brillosos,
apestados, de pez. En la cresta por encima de McDonalds, el
viento del oeste se lamenta
por las muertes con canciones fnebres o quiz sea el fantasma de
Custer, que sigue
gritando para que llegue Benteen y tape con perfume el olor
salvaje a mierda del beso
hmedo de la muerte.
5EnalusinalabatalladeLittleBighorn,libradael25dejuniode1876,enelestadodeMontana.ConstituyelamayorderrotadelejrcitoestadounidensedurantelasGuerrasIndias.EltenientecoronelGeorgeA.Custerylamayorpartedesubatallnmuerenaniquiladosporlosindios,despusdehaberesperadoenvanolosrefuerzossolicitadosalcapitnFrederickW.Benteen.(N.delaT.)
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Regalo de Navidad
Tengo tu crucifijo de caoba en esta casa de pino, Colleen Marie.
Y tengo un latido
irregular que me embriaga de miedo infartante. Mis rganos estn
asediados por la duda.
Un siglo despus de Henry Ford, los venados bailan todava y
entran bailando en la luz de
los faros delanteros excepto esta noche, en que se suben al
techo de la esperanza y lo
golpean con las pezuas hasta que se me hunde el crneo. Esta
noche, ya muy tarde, sin
poder dormir, como uno de los bastones de caramelo que te compr
en el hogar de ancianos
en el que vives. A siete largas horas de distancia, te oigo
susurrar mi nombre como el santo
rosario. Siento en el paladar la dulzura del palito rojo y
blanco, y los recuerdo cidos de
nuestras vidas iyeska. Como era en el principio, es ahora y ser
siempre, por los siglos de
los siglos. La nica ofrenda que hago este ao es el clich
trillado de mi corazn. El ao
que viene, mi amor, te doy mi palabra, voy a hacer regalos
mejores, te doy mi palabra...
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Morlock metafrico, Minnesota
Pasan desolados camiones con remolques, ms all de la medianoche,
fabricando
furiosas cortinas de nieve con encaje. En su estela, hay
moribundos faroles que sueltan el
espritu de este pueblito como un aviso no querido de
computadora. Bajo la sombra maloliente
de la Planta de Maz ADM, Morlock es una granjera joven y
sonmbula seducida por la
tecnologa y la Biblia. El pelo blanqueado est levantado como el
de las mujeres en la Red
Roller Santo. La doble papada le tiembla por el Prozac. Est
vestida por K-Mart y alimentada
por McDonalds. Maana va a quedarse en cuclillas en mi clase
nocturna y ninguno de los
estudiantes que lo sabe todo la va a notar. Yo voy a fingir la
medida profunda de la rima y la
mtrica y me voy a olvidar de los pecados de esas mentes hasta
que ella seduzca al reloj y se
vayan, hacia el abismo playo de sus camas hogareas. Entonces, le
voy a tomar la mano, se la
voy a besar con amabilidad y voy a rogar para que me entregue la
llave que abre la puerta de
esta prisin.
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Un ermitao en una tormenta de nieve
Al amanecer, la nieve gorda, estadounidense se pega a la
autopista. Al medioda, un viento
pervertido transforma los copos pomposos en polvo. Un
quitanieves desorientado abandona el
camino rural y abre una franja en la grava del camino. A la
tierra helada, raspada bajan
pajaritos marrones, hambrientos. Las palomas se apian cerca de
los silos hasta que un cuervo
solitario las persigue y las lleva hasta el vaco helado,
punzante. Trazo un plan para racionar
cigarrillos. Tengo suficiente alimento para perros y para gatos.
Tengo un gran costal de papas,
un microondas y un tarro de crema agria. Tengo la buena compaa
de dos automticas color
azul cielo y los susurros ambiguos de ngeles.
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Cierva en la ventana de la cocina
Hermana! Vi tus huellas ms temprano. Estoy haciendo sopa
Campbell de pollo con fideos.
Disculpa que mi casa est desordenada pero tengo un resfro
brillante de nuevo. Entonces
viniste a curarme o a matarme?
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Inconsecuencia jazzera
Y entonces sucede que un poeta joven y cada vez ms rebelde del
departamento dice que puede
hacer que publiquen mi aliento cansado en la American Poetry
Review, nada menos! Perdn
por el redoble de tambores, no quiero ser malvado pero, en mi
estado de decadencia actual, no
necesito ninguna American Poetry Review de mierda. Agradezco la
oferta pero estoy muy
ocupado armando un conjunto de jazz en mi viejo granero rojo. No
tengo bajo ni piano ni
batera pero s cantar por lo menos. Escucha:
El cielo es un mar de vino oscuro, barato.
Los mosquitos asesinos son gordos, gordiln-tin pitn.
Cuidado con el aguijn. El aguijn se siente como la iglesia.
Dulce iglesia de luteranos lamedores de serpientes!
Sangre, sangre, la sangre india es el cielo y
el maz gordo se eleva, tan furtivo.
Mis labios estn tan azules, cierto bo-jo-jo.
Es verdad, es verdad, as que vyanse al carajo ya, jo-jo!
Una vez, alguien me dijo que un camino serpenteante lleva
derecho a la cancin y,
hombre, ah, hombre, esta meloda no es sencilla. Pero es ma y
estoy bien, enseriodeverdad,
estoy bien.
Para Giuseppe
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Fata Morgana
En el sueo de esta noche, Vienes a m, amor no correspondido
desde el tercer grado hasta la
secundaria. Has madurado slo hasta la mariposa de tus veinte aos
pero yo sigo siendo este
buldog gordo de mediana edad. Me das una palmada en la cabeza
como palmeara uno a u