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04 - Readings, Bill. “La idea de excelencia”. .pdf

Aug 07, 2018

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    LA IDEA DE EXCELENCIA 

    BILL R EADINGS1 

    Lo relevante de hacer una distinción entre laUniversidad moderna como brazo ideológico delEstado-Nación y la Universidad contemporáneacomo corporación burocrática es que permiteobservar un importante fenómeno. La excelencia se convierte rápidamente en la consigna de laUniversidad, y para alcanzar una comprensión dela Universidad como institución contemporáneaes necesaria una reexión sobre lo que puede o no

    signicar este recurso a la excelencia.Un par de meses después de mi primera charla

    sobre lo signicativo del concepto de excelencia, laprincipal revista semanal de noticias de Canadá, Maclean’s, publicó su tercera edición especialanual sobre las universidades canadienses, similar

    1 Este ensayo corresponde al segundo capítulo del libro de BillReadings The University in Ruins. Cambridge: Harvard UP,1996. Fue publicado originalmente en el segundo número de Papel máquina. Revista de Cultura durante 2009. Traducciónde Pablo Abufom.

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    al tipo de ránking producido por U. S. News andWorld Report . La edición de  Maclean’s  del 15de noviembre de 1993, que se proponía hacer un

    ránking de todas las universidades según diversoscriterios, fue titulada, para mi sorpresa, Un índicede excelencia2. Esto me sugiere que la excelencia noes tan sólo el equivalente de la gestión de calidadtotal   (GCT). No es simplemente algo que fueimportado a la Universidad desde la empresa comoun intento de administrar la Universidad como

    si fuera un empresa. Ese tipo de importacionesimplican, después de todo, que la Universidad noes realmente una empresa, sino que es como unaempresa sólo en algunos aspectos.

    Cuando la Ford Motors firma un «acuerdode cooperación» con la Ohio State Universitypara desarrollar «una gestión de calidad total

    en todas las áreas de la vida del campus», esteacuerdo se basa en el supuesto de que «la misiónde la universidad y la de la corporación no sontan diferentes», como señala Janet Pichette,

     vicepresidenta de negocios y administración enla Ohio State3. No «tan diferentes» quizás, perotampoco idénticas. La Universidad está camino

    a convertirse en una corporación, pero todavía2 Maclean’s, 106, Nº 46. 15 de Noviembre de 1993.3  Citado en Aruna Jagtiani, «Ford Lends Support to OhioState», Ohio State Lantern, 14 de Julio de 1994. Página 1.

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    tiene que aplicar la GCT a todos los aspectos desu experiencia, aunque el hecho de que E. GordonGee, presidente de la Ohio State, pueda referirse a

    «la universidad y a los clientes que ésta sirve» es unsigno de que la Ohio State está bien encaminada.La invocación de la «calidad»  es el medio paralograr esa transformación, puesto que la «calidad» puede hacer referencia a «todas las áreas de vidadel campus» indistintamente, y puede ponerlas

     juntas en una misma escala de evaluación. Tal

    como informa el periódico del campus, el Ohio StateLantern, «la calidad es el asunto principal para launiversidad y los clientes que ésta sirve, expresóGee, reriéndose a los académicos, los estudiantes,sus padres y los ex alumnos»4. La necesidad quetuvo el autor de este artículo de especicar a quiénse refería el presidente al hablar de los «clientes» 

    de la Universidad es un signo conmovedor de una visión casi arcaica de la educación, una que imaginaque todavía podría surgir alguna confusión sobreeste asunto.

    Podríamos entonces sugerir una claricaciónal presidente Gee: si la calidad no es la cuestiónprincipal, pronto lo será la excelencia, porque es

    el reconocimiento de que la Universidad no escomo  una corporación; es una corporación. Losestudiantes de la Universidad de la Excelencia

    4  Ibid .

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    no son como clientes; son clientes. Porque laexcelencia implica un salto cuántico: se desarrollaen la Universidad como la idea en torno de la cual

    gira la Universidad y a través de la que se vuelvecomprensible al mundo exterior (en el caso de Maclean’s, las clases media y alta de Canadá).

    En general escuchamos a los administradoresuniversitarios hablar mucho sobre la excelencia,porque se ha convertido en el principio unicadorde la Universidad contemporánea. Las «dos cul-

    turas» de C. P. Snow se han convertido en las«dos excelencias», la humanista y la cientíca5.Como principio integrador, la excelencia tiene la

     ventaja singular de no tener sentido alguno o, paradecirlo más precisamente, de ser no-referencial.He aquí, como ejemplo del modo en que laexcelencia socava la referencia lingüística, una

    carta de William Sirignano, ex decano de ingenieríade la Universidad de California en Irvine, a losacadémicos y funcionarios. Se trata de una quejasobre su destitución por parte del canciller Laurel

     Wilkening reseñada en el periódico del campus:

    «La Ocina del Presidente y la administración

    central del campus de la UCI están demasiadoenfrascados en el manejo de crisis, el autoservicio

    5 C. P. Snow. Two Cultures and a Second Look. Cambridge:Cambridge University Press, 1969.

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     y la controversia como para impulsar laexcelencia  en los programas académicos»,escribió Sirignano en un memorándum del

    22 de marzo. Alentó al nuevo decano, a losmiembros del departamento y los académicos,a «crear presiones en pos de la excelencia parala escuela».  La transición del liderazgo «seráun desafío para la búsqueda de excelencia y demovilidad social para la Escuela de Ingeniería»,dijo. «No va a ser fácil reclutar a un decano

    excelente en este tiempo de crisis scal»6.

    En una situación de estrés máximo, y con el nde oponerse al presidente de la universidad, eldecano apela al lenguaje de la excelencia conuna regularidad que es más destacable en lamedida que pasa desapercibida por el autor del

    artículo7

    . En efecto, éste ha seleccionado aquellasfrases que incluyen la palabra «excelencia» comolas que resumen más precisamente el sentido de

    6 Phat X. Chem, «Dean of Engineering Forced Out», en NewUniversity. University de California en Irvine. 4 de Abril,1994. Las cursivas son mías.

    7 Se puede percibir con cierta evidencia la distancia que

    hemos viajado al notar la ironía histórica en el hecho de queesta es una carta redactada un día 22 de marzo para criticar auna universidad, la misma fecha utilizada para darle nombreal movimiento revolucionario en las universidades francesasen 1968, el «Movimiento 22 de marzo». Sic transit .

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    la carta. La excelencia aparece aquí como una base incontestable, el arma retórica que másposibilidades tiene de recibir aprobación general.

    Regresando al ejemplo del acuerdo entre la Ford yla Ohio State, podríamos suponer que un númeroconsiderable de académicos pudieron darse cuentade la imposición exterior de la «gestión de calidadtotal», pudieron resistir la ideología implícita en lanoción de calidad y plantear que la Universidad noera análoga a una empresa, como armaba la Ford.

    Pero Sirignano es un académico que le escribe a unacadémico para una audiencia de académicos. Y surecurso a la excelencia no está encubierto ni aparecemitigado, no parece requerir explicación. Muy porel contrario. La necesidad de la excelencia es algoen lo que todos estamos de acuerdo. Y estamos deacuerdo sobre ella porque no es una ideología, en

    el sentido de que no tiene un referente externo oun contenido interno.Hoy en día, todos los departamentos de la

    Universidad pueden ser instados a esforzarse por laexcelencia, puesto que la aplicabilidad general de lanoción es directamente proporcional a su vacuidad.

     Así, por ejemplo, la Oficina de Investigación y

    Estudios de Grado de la Universidad de Indiana enBloomington explica que en su programa de Becasde Verano para Académicos «la excelencia de lapropuesta de investigación es el principal criterio

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    empleado en el procedimiento de evaluación»8. Estafrase, por supuesto, no tiene sentido alguno, y aunasí se supone que la invocación de la excelencia va

    más allá del problema de la cuestión del valor entredisciplinas, ya que la excelencia es el denominadorcomún de una buena investigación en todos loscampos. Aunque así fuere, significaría que laexcelencia no podría invocarse como un criterio,porque no es un estándar jo para juzgar, sinoun calicador cuyo signicado se ja en relación

    a algo más. Un bote excelente no es excelente porlos mismos criterios que un avión excelente. De esemodo, decir que la excelencia es un criterio no diceabsolutamente nada más que el hecho de que elcomité no revelará los criterios usados para juzgarlas postulaciones.

     Y el uso del término «excelencia» no se limita

    a las disciplinas académicas en la Universidad.Por ejemplo, Jonathan Culler me ha informadoque los Servicios de Estacionamiento de la CornellUniversity recibieron recientemente un premiopor «excelencia en estacionamientos». Estosignifica que han logrado un nivel destacablede eciencia en restringir el acceso de vehículos

    motorizados. Tal como me señaló, la excelenciapodría haber signicado también que se facilitara

    8 «Summer Faculty Fellowships: Information and Guidelines»,Indiana University, Bloomington Campus, mayo de 1994.

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    la vida de las personas aumentando la cantidad deestacionamientos disponibles para el profesorado. Elasunto aquí no son los méritos de una u otra opción,

    sino el hecho de que la excelencia puede funcionarigual de bien como criterio evaluativo para amboslados del problema de lo que constituye la «excelenciaen estacionamientos», porque la excelencia no tieneun contenido propio. No importa que sea una cues-tión de aumentar el número de autos en el campus (enaras de la eciencia del empleado –menos minutos

    perdidos en caminar) o de disminuir el númerode autos (en aras del medioambiente); el trabajode los funcionarios de estacionamientos puede serdescrito en términos de excelencia en ambos casos9.Es precisamente la falta de referencia lo que permitea la excelencia funcionar como un principio detraducibilidad entre idiomas radicalmente diferentes;

    tanto los servicios de estacionamiento como las becas de investigación pueden ser excelentes, y suexcelencia no depende de ninguna cualidad o efectoespecíco que ambos compartan.

    Este es claramente el caso en el artículo de Maclean’s, donde la excelencia es la divisa comúnpara el ránking. Categorías tan diversas como la

    9 Como unidad de valor puramente interna, la excelencia com-parte con la virtù de Maquiavelo la ventaja de que permiteque el cálculo sea hecho según una escala homogénea. Sobrela virtù, véase Maquiavelo. The Prince. Wdición y traducciónde Robert M. Adams. Nueva York: Norton, 1977.

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    composición del cuerpo estudiantil, el tamaño delos cursos, los nanciamientos y las existencias en

     biblioteca pueden reunirse en una misma escala

    de excelencia. A estos ránkings no se ingresafácilmente. Con unos escrúpulos de los que lacomunidad académica podría enorgullecerse, larevista dedica dos páginas completas a presentarla manera en que produjo las evaluaciones. Así,el cuerpo estudiantil es medido en términos denotas de ingreso (mientras más altas, mejor), el

    promedio de notas durante el estudio (mientrasmás alto, mejor), el número de estudiantes «deotras provincias» (más es mejor), y los índices degraduación dentro de límites estándar de tiempo(lograr la normalización es una buena cosa). Eltamaño y la calidad de los cursos son medidosen términos de la proporción entre estudiantes y

    profesores (que debiera ser baja) y la proporciónentre profesores contratados y profesores  part-time  o ayudantes de posgrado (que debiera seralta). El profesorado es evaluado en términos dela cantidad de Ph.D., la cantidad de ganadores depremios, y la cantidad y montos de becas federalesobtenidas, aspectos que son considerados como

    índices de mérito. La categoría «nanzas» evalúala salud scal de una universidad en términos del balance del presupuesto operativo disponible paragastos, servicios estudiantiles y becas. El fondo de

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     biblioteca es analizado en términos de volúmenespor estudiante y el porcentaje del presupuestouniversitario dedicado a la biblioteca, así como el

    porcentaje del presupuesto de biblioteca dedicadoa nuevas adquisiciones. Una categoría final, la«reputación», combina el número de ex alumnosque hacen donaciones a la universidad con losresultados de una «encuesta realizada a altosfuncionarios universitarios y directores ejecutivosde importantes corporaciones a lo largo de Canadá» 

    (40). El resultado es un «índice de excelencia», alque se llega combinando las cifras en una propor-ción de 20% por estudiantes, 18% por tamaño de loscursos, 20% por el profesorado, 10% por nanzas,12% por bibliotecas y 20% por «reputación».

     Varias cosas son obvias en este ejercicio. Demanera inmediata, la arbitrariedad de la ponde-

    ración de los factores y el carácter dudoso de estosindicadores cuantitativos de calidad. Junto concuestionar la relativa ponderación atribuida a cadauna de las categorías, podemos hacer una serie depreguntas acerca de lo que constituye la calidad  en educación. ¿Son las notas la única medida paralos logros de los estudiantes? ¿Por qué se privilegia

    la eciencia de modo tal de asumir que graduarse«a tiempo» es algo bueno? ¿Cuánto tiempo tomaeducarse? La encuesta supone que el mejor profe-sor es aquel que posee los grados universitarios más

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    altos y la mayor cantidad de becas, ese profesorque es la reproducción más el del sistema. Pero,¿quién dice que eso dene a un buen profesor? ¿Es

    la universidad más rica necesariamente la mejor?¿Cuál es la relación que se tiene con el conocimientocuando se ve a la biblioteca como el lugar en queéste es acopiado? ¿Es la cantidad la mejor medidade relevancia para el fondo de una biblioteca? ¿Esel conocimiento sólo algo que debe reproducirsedesde la bodega o es algo que se produce en la

    enseñanza? ¿Por qué habrían de ser los altos funcio-narios universitarios y los directores ejecutivos deimportantes corporaciones los mejores jueces dela «reputación»? ¿Qué tienen en común, y no esacaso preocupante esta compatibilidad? La ideade reputación, ¿no eleva acaso el prejuicio al nivelde un índice de valor? ¿Cómo fueron escogidos los

    individuos? ¿Por qué se incluye la «encuesta dereputación» en un ránking diseñado para establecerreputaciones?

    La mayoría de estas preguntas son abstractas, enel sentido de que son sistemáticamente incapaces deproducir certeza cognitiva o respuestas denitivas.Preguntas como estas necesariamente darán origen

    a un debate mayor, ya que están radicalmente enconicto con la lógica de la cuanticación. En efecto,se han hecho críticas a las categorías usadas (y ala manera en que son denidas) en el estudio de

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     Maclean’s, así como a su equivalente de U.S. Newsand World Report . Esta debe ser la razón por laque  Maclean’s incluye un artículo adicional detres páginas titulado «La batalla por los hechos»,que relata la heroica lucha de sus periodistas en la

     búsqueda de la verdad, pese a los intentos de lasuniversidades por esconderla. Este ensayo detallatambién las dudas expresadas por una serie deuniversidades, por ejemplo la queja del presidentede la Universidad Brandon de Manitoba de que

    «muchas de las fortalezas de las universidadesno son recogidas en este ránking de  Maclean’s» (46). Una vez más, el presidente discute sólo conlos criterios particulares, no con la lógica de laexcelencia ni con el ránking que ésta permite. Ycuando los autores del artículo señalan que «eldebate arroja luz sobre un profundo malestar con

    respecto a la rendición de cuentas» no se reeren auna crítica a la lógica de la contabilidad. Lejos de eso.Cualquier cuestionamiento de dichos indicadoresde desempeño es considerado como una resistenciaa la rendición pública de cuentas, un rechazo aser interrogado según la lógica del capitalismocontemporáneo, que requiere «índices claros para

    establecer el desempeño universitario» (48).Dada esta situación, es necesario cuestionarlos criterios. Sin embargo hay que decir algo másgeneral con respecto a la amplia conformidad de

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    las universidades con la lógica de la contabilidad.La Universidad y  Maclean’s  parecen hablar elmismo lenguaje, por decirlo de alguna manera:

    el lenguaje de la excelencia. Pero esto de «hablarel mismo lenguaje»  es un asunto espinoso enCanadá. Esta encuesta se realiza en un país que es

     bilingüe, donde las diferentes universidades hablan,literalmente, distintas lenguas. Y tras el hecho deque los criterios están altamente sesgados en favorde las instituciones anglófonas reside el supuesto

    fundamental de que hay un estándar único, uníndice de excelencia, según el cual pueden ser

     juzgadas las universidades. Y es la excelencia lo quepermite la combinación de rasgos completamenteheterogéneos, como las nanzas y la composicióndel cuerpo estudiantil, en una sola escala. Un indiciode la exibilidad de la excelencia es que permite la

    inclusión de la reputación como una categoría entreotras en un ránking que está hecho para denir lareputación. La metalepsis que hace posible que lareputación sea el 20% de sí misma es permitida porla intensa exibilidad de la excelencia: posibilitaque el error categorial se haga pasar por objetividadcientíca.

    Sobre todo, la excelencia opera como la divisade un campo cerrado. La encuesta permite laexclusión a priori de todos los asuntos referenciales,esto es, cualquier pregunta sobre lo que pueda

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    ser la excelencia en la Universidad, sobre lo queel término pueda signicar. La excelencia es, yla encuesta es bastante explícita en este punto,

    un medio de clasificación comparativa entreelementos de un sistema enteramente cerrado: «Alas universidades, en tanto, la encuesta les da laoportunidad de claricar sus propias visiones –ymedirse contra sus pares» (40). La excelencia esclaramente una unidad de valor puramente internaque efectivamente pone entre paréntesis todas

    las cuestiones de referencia o función, creandoasí un mercado interno. De aquí en adelante, lapregunta por la Universidad es sólo la preguntapor la relación entre calidad y precio, pregunta a laque se enfrenta un estudiante plenamente situadocomo consumidor y no como alguien que quierepensar (regresaré más adelante al asunto de lo que

    signica pensar).La imagen de estudiantes hojeando catálogos,con todo el mundo a su disposición, es una imagennotablemente difundida que ha generado pocoscomentarios. Aunque no quisiera dar a entenderque los estudiantes no debieran tener la opción deescoger, pienso que vale la pena reexionar sobre

    lo que supone esta imagen. Lo más obvio es quesupone la capacidad de pagar. El asunto del accesoa la educación terciaria es puesto entre paréntesis.La educación terciaria es percibida simplemente

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    como otro bien durable, de modo que la capacidadde acceder a ella o la relación calidad-precio se

     vuelven unas categorías entre otras que inuyen

    la opción individual. Pensemos en las reseñas deusuarios sobre qué auto comprar. El precio es unfactor entre otros, y el efecto de la integración decategorías heterogéneas de clasicación en un únicocociente de excelencia se hace obvio. Escoger unadeterminada universidad y no otra se presentacomo algo que no diere mucho de la evaluación

    de los costos y los benecios de un Honda Civiccontra los de un Lincoln Continental en un año operiodo dado.

    En su edición del 3 de octubre de 1994, elU.S. News and World Report incluso aprovechaesta comparación potencial entre la industriaautomotriz y la Universidad10. Un artículo dere-

    chamente titulado «Cómo pagar la universidad» esseguido por una serie de cuadros que evalúan las«escuelas más ecientes» y las «mejores ofertas»,

    10 «News You Can Use», U.S. News and World Report  117.13,3 de octubre, 1994. Páginas 70 a 91. El U.S. News and World Report no ha limitado su enfoque a la educación de pregrado,como pareciera sugerir esta edición en particular. Antes, ese

    mismo año, publicó una edición especial dedicada enteramentea «Las Mejores Escuelas de Posgrado de Estados Unidos». Quedicha edición haya sido patrocinada por una compañía de autos–especícamente un auto, el Neon de Plymouth y Dodge– esuna ironía que no hay que perder de vista aquí.

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    comparando «precios de etiqueta»  (arancelespromocionados) y «aranceles de descuento»  (elarancel efectivo una vez que se contabilizan las

     becas y subsidios). Se les recuerda a los estudiantes y padres consumidores que, igual que cuandocompran un auto, especialmente en los años enque la industria automotriz estadounidense luchapor conseguir clientes, el primer precio que venno es el que se espera que paguen. El U.S. Newsand World Report   informa a sus lectores que

    hay descuentos ocultos similares en la educaciónuniversitaria, y que los consumidores sabios –queahora ocupan toda la gama de niveles de ingreso(la lógica del consumismo ya no inuye sólo a los«menos afortunados»)– debieran poner atención ala relación entre calidad y precio. La eciencia delcombustible, sea calculada en kilómetros por litro

    o en gasto por estudiante, es una preocupacióncreciente cuando se trata de medir la excelencia11.

    11 Que el vínculo entre consumismo y retórica de la excelenciaapunta a una vasta audiencia es ciertamente un hecho con queestas revistas cuentan, no sólo para vender copias individualesde una edición, sino también para hacer que los lectores vuelvan por más información y más revistas en el futuro. Es bastante interesante notar que los índices de excelencia y de

    calidad-precio en las universidades parecen cambiar año aaño, a diferencia de los índices de la industria automotriz.Para estar al día con estos cambios, los consumidores sabiosdeben comprar cada año el U.S. News and World Report  o Maclean’s si quieren recibir la información lo más actualizada

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    Pese a lo mucho que esta perspectiva puedaasustarnos, o por más que algunos de nosotrospensemos que podemos resistirnos a la lógica

    del consumismo cuando se trata de la educaciónterciaria, todos parecen estar a favor de la exce-lencia12. Opera no sólo como el estándar de la

    posible. Por ejemplo, aunque McGill alcanzó el primer lugaren la categoría «Médico/Doctoral» en Maclean’s el año 1993, ya en 1994 había descendido hasta una menos impresionantetercera posición general ( Maclean’s 107.46, 14 de noviembrede 1994). Asimismo, el lector que quiera estar completamenteinformado sobre los criterios del U.S. News and World Reportusados para estimar las universidades «Más ecientes» y de«Mejor oferta» debiera también comprar la edición anteriorde la revista porque, como se nos dice en el artículo queacompaña a los cuadros, «Sólo las escuelas que quedaronen la mitad superior de nuestros ránkings de universidadesnacionales y escuelas nacionales de artes liberales, publicados

    la semana pasada, fueron consideradas como potencialesmejores ofertas» (3 de octubre de 1993, página 75. Cursivasmías). Presumiblemente, estar plenamente informado requie-re al menos dos ediciones del U.S. News and World Report .12 Obviamente no todas las universidades reciben con agradola idea de que se parecen a la venta de autos. Así lo señalaEdwin Below, director de ayuda nanciera en la WesleyanUniversity: «Es mucho más probable que vea si pasamos algopor alto [en la oferta de ayuda nanciera] cuando las familias

    son honestas acerca de sus problemas nancieros que cuandotratan el proceso como si fueran a comprar un auto usado»(citado en el U.S. News and World Report , 3 de octubre de1994, p. 72). Sin embargo, no todos los funcionarios de laUniversidad parecen preocuparse por las similitudes, aun

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    evaluación externa, sino también como la unidad de valor en cuyos términos la Universidad se describe así misma, en cuyos términos la Universidad alcanza

    la autoconciencia que supuestamente es garantía deautonomía intelectual en la modernidad. Dado esto,¿quién podría estar contra la excelencia? Así, porejemplo, la Facultad de Estudios de Posgrados de laUniversité de Montréal se describe de la siguientemanera:

    Creada en 1972, a la Facultad de Estudios dePosgrado [Faculté des études supérieures] se leha conado la misión de mantener y promoverestándares de excelencia en el nivel de los estu-dios de magíster y de doctorado; de coordinarla enseñanza y estandarización [normalisation]de programas de posgrado; de estimular el

    desarrollo y la coordinación de la investigaciónen asociación con los departamentos de in- vestigación de la universidad; de favorecer la

    cuando no están dispuestos a hacer el paralelo. De acuerdo a lamisma edición del U.S. News and World Report , «un crecientenúmero de escuelas, como la Carnegie Mellon University enPittsburgh, están haciéndole saber a las familias que allí se

    aceptan peticiones [de ayuda nanciera]. En cartas enviadasesta primavera a todos los futuros estudiantes a los que seles ofreció ayuda, el mensaje de la universidad fue claro:«Envíanos una copia de tus otras ofertas –queremos sercompetitivos»» (72).

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    creación de programas interdisciplinarios ymultidisciplinarios13.

    Notemos aquí la intersección de la excelencia conla «integración y estandarización»  y el recursoa lo «interdisciplinario». El término francés«normalisation»  permite captar con fuerza loque está en juego en la «estandarización» –espe-cialmente a aquellos familiarizados con la obrade Michel Foucault. ¿Es sorprendente que las

    corporaciones se parezcan a las universidades, a loscentros de atención médica, y a las organizacionesinternacionales, que se parecen todas a las corpo-raciones? Vigilar y castigar, de Foucault, explorala reorganización en el siglo XVIII y XIX de losmecanismos de poder estatal, especialmentedel sistema judicial, en torno a la vigilancia y la

    normalización de delincuentes, en lugar de su pu-nición ejemplar mediante la tortura y la ejecución.

    13 Folleto publicitario publicado por la Direction des Commu-nications de la Université de Montréal el 1 de octubre de 1992,traducción mía. El original dice así: «Créée en 1972, la Facultédes études supérieures a pour mission de maintenir et depromouvoir des standards d’excellence au niveau des étudesde maîtrise et de doctorat; de coordonner l’enseignement etla normalisation des programmes d’études supérieures; destimuler le développement et la coordination de la rechercheen liaison avec les unités de recherche de l’Université; defavoriser la création de programmes interdisciplinaires oumultidisciplinaires».

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    Los criminales son tratados en vez de destruidos,pero esta aparente liberalización es también unmodo de dominación más terrible en la medida

    que no deja espacio alguno para la transgresión.El crimen ya no es más un acto de libertad, unresto que la sociedad no puede manejar y debeexpulsar. Ocurre más bien que el crimen viene aser considerado como una desviación patológicarespecto de las normas sociales que debe curarse.El capítulo de Foucault sobre el «Panoptismo» 

    termina con estas resonantes preguntas retóricas:

    El sometimiento a «observación»  prolonganaturalmente una justicia invadida por losmétodos disciplinarios y los procedimientosde examen. ¿Puede extrañar que la prisióncelular con sus cronologías ritmadas, su trabajo

    obligatorio, sus instancias de vigilancia y denotación, con sus maestros de normalidad, querelevan y multiplican las funciones del juez, sehaya convertido en el instrumento moderno dela penalidad? ¿Puede extrañar que la prisiónse asemeje a las fábricas, a las escuelas, a loscuarteles, a los hospitales, todos los cuales se

    asemejan a las prisiones?

    14

     

    14 Michel Foucault. Discipline and Punish. Traducción de AlanSheridan. New York: Vintage, 1979; Vigilar y castigar. Traduc-ción de Aurelio Garzón. Buenos Aires: Siglo XXI, 2002.

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    La noción de excelencia, que opera menos parapermitir la observación visual que para posibilitar

    la contabilidad exhaustiva, cumple la función dehacer ingresar a la Universidad en una red similarde instituciones burocráticas. Es decir que la«excelencia» tiene la función de permitir que laUniversidad se entienda a sí misma exclusivamenteen términos de estructura de administracióncorporativa. Por ello, como mencioné brevemente

    en el capítulo 1 [del libro al que pertenece esteartículo], al escribir para la UNESCO el informe «LaUniversidad como una institución hoy», AlfonsoBorrero Cabal construye deliberadamente su visiónde la Universidad en términos de administración:«La primera parte –la introducción– se ocupa dela administración en términos de organización ins-

    titucional interna y la idea externa o proyectiva deservicio [...]. La segunda parte se enfoca en el primersignicado de administración: la organización yfuncionamiento interno de la Universidad [...].La tercera parte aborda el sentido externo de laadministración, el del servicio a la sociedad»15.Esta perspectiva principalmente administrativa es

    ubicada de modo explícito como resultado del afánde la Universidad por «convertirse en parte de la

    15 Alfonso Borrero Cabal. The University as an InstitutionToday. Paris y Ottawa: UNESCO y IDRC, 1993.

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    escena internacional» (19). La globalización exigeque «se le dé mayor atención a la administración» para permitir que se integre de mejor manera el

    mercado del conocimiento, que Borrero Cabalubica en directa relación con la necesidad del«desarrollo». Con el n de la Guerra Fría, como se-ñala Marco Antonio Rodrigues Días en su prefacio aeste informe, «el problema central en el mundo esel «subdesarrollo»» (xv). En realidad esto signicaque el lenguaje en que se deben dar las discusiones

    globales no es el del conicto cultural, sino el de lagestión económica. Y es el lenguaje de la gestióneconómica lo que da forma al análisis de BorreroCabal sobre la Universidad en todo el mundo. Asíes como sostiene, por ejemplo: «Planificación,ejecución, evaluación: las acciones naturales depersonas e instituciones responsables conforman

    las tres importantes etapas que completan elciclo del proceso administrativo. En orden lógico,la planificación precede a la ejecución y a laevaluación, pero toda planicación debe comenzarcon una evaluación» (192).

    La idea de que los procesos secuenciales de lagestión empresarial son las «acciones naturales» 

    de «personas responsables» puede parecer sor-prendente para algunos de nosotros. ¿Qué tipode responsabilidad   es esta? Claramente no es lade un padre ante un hijo, por ejemplo. La única

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    responsabilidad en juego aquí es la responsabilidadde proporcionar informes administrativos paragrandes corporaciones, algo que se vuelve claro

    cuando Borrero Cabal comienza a desarrollar loque quiere decir con planificación: «Ya que la«planicación estratégica» [...] la «administraciónpor objetivos» [...] y los sistemas de «calidad total»son debatidos con frecuencia, es natural adoptarestos medios de planicación que son tan anti-guos como la humanidad aun cuando no fueran

    formalizados hasta nales del siglo XVIII» (197).Una vez más, se invoca lo «natural». Borrero

    Cabal cita una serie de autoridades con el n desugerir que los antiguos cazadores-recolectoresestaban, en efecto, involucrados en una reexiónsobre la gestión de calidad total, un argumento quenos recuerda una de las sutiles burlas que Marx

    deja caer sobre Ricardo:

    Tampoco en Ricardo falta la consabida es-tampa robinsoniana. Al pescador y al cazadorprimitivos nos los describe inmediatamentecambiando su pescado y su caza como posee-dores de mercancías, con arreglo a la propor-

    ción del tiempo de trabajo materializadoen estos valores de cambio. E incurre en elanacronismo de presentar a su cazador y pes-cador primitivos calculando el valor de sus

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    instrumentos de trabajo sobre las tablas deanualidades que solían utilizarse en 1817 en laBolsa de Londres16.

    El recurso de Borrero Cabal al anacronismo es,por supuesto, producto de un deseo de hacer quela autoridad exclusiva de la gestión empresarialno parezca discontinua con el rol previo de laUniversidad. Aunque sí admite que los criterioseconómicos y el desarrollo cultural están enfren-

    tados, simplemente señala este hecho y luegosigue entregando esquemas para la gestión de laadministración universitaria análogos a los de lagestión de una gran corporación. Así pues, admiteque ha omitido «el ingrediente sumamente esencialde la cultura» en su análisis de la relación entre «launiversidad y el mundo del trabajo». Y agrega: «por

    consiguiente, a menudo se percibe que los criterioseconómicos tienen prioridad por sobre el desarrollocultural de los pueblos y las naciones. Esto reduceel trabajo profesional a metas cuantitativas: laprofesión no es concebida como «la elevación cul-tural y moral de los pueblos y las naciones» (GarcíaCorrido, 1992), sino que se reduce a eso que es

    16 Karl Marx. Capital: A Critique of Political Economy, vol. 1.Traducción de Ben Fowkes. Harmondsworth: Penguin, 1976; El Capital. Crítica de la economía política, vol. 1. Traducciónde Wenceslao Roces. México: Fondo de Cultura Económica,1973.

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    necesario aunque no suciente; esto es, produccióntangible e ingreso per cápita» (161).

    Luego de haber admitido el conflicto entre

    una racionalidad estrictamente económica y lamisión cultural tradicional, Borrero Cabal presentauna descripción estrictamente económica delfuncionamiento de la Universidad en términos decosto y benecio. Aunque señala ocasionalmenteque no debiéramos olvidarnos de la cultura, noparece muy seguro acerca del lugar que ésta habría

    de ocupar. Por ello, y no es algo que sorprenda, sesiente más a gusto con la invocación a la excelencia.Cita con aprobación al Director General de laUNESCO: «Federico Mayor (1991) presenta lossiguientes términos de calicación: es imposiblegarantizar la calidad de la educación sin tener elobjetivo de la excelencia apoyado sobre el dominio

    de la investigación, la enseñanza, la preparación y el aprendizaje... La búsqueda de la excelenciarearma su pertinencia y la vincula estrechamentecon la calidad» (212). El objetivo de la excelenciasirve para sintetizar la investigación, la enseñanza, lapreparación y el aprendizaje, todas las actividadesde la Universidad si agregamos la administración (y

    una de las pocas recomendaciones concretas de Bo-rrero Cabal es que la administración universitariadebiera ser un programa de estudios). Lo destacablees cómo Borrero Cabal puede, para comprender lo que

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    sea la «calidad institucional» en la Universidad,sugerir que estos son «términos de calicación».Se invoca aquí la excelencia, como siempre, para

    decir precisamente nada: desvía la atención de laspreguntas acerca de lo que podrían ser la calidad yla pertinencia, acerca de quiénes son en realidad los

     jueces de una universidad buena o relevante, y porqué autoridad se han convertido en jueces de esto.

    Lo que Borrero Cabal sugiere para la Universi-dad es un proceso de autoevaluación constante,

    en relación a «indicadores de desempeño», quenos permiten juzgar «la calidad, la excelencia,la efectividad y la pertinencia» (212). Reconoceque todos estos términos están «tomados de la

     jerga económica» (213) y que permiten que laautoevaluación de la Universidad sea un asuntode contabilidad, tanto interna como externa.

    Para Borrero Cabal la rendición de cuentas esestrictamente un asunto de contabilidad: «ensíntesis, si el concepto de rendición de cuentases aceptado como parte del léxico académico, esequivalente a la capacidad que tiene la Universidadde rendirse cuentas de sus roles, su misión y susfunciones, y rendir cuentas a la sociedad de la

    manera en que se traducen en un servicio eciente» (213). Hay que observar el uso de la traducción eneste pasaje; aunque la «contabilidad» pueda excederal hecho de llevar las cuentas, en el sentido de que

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    no es sólo un asunto de dinero, es el principio delcosto y el benecio el que actúa como principiode traducción. El análisis de costo y beneficio

    le da forma no sólo a la contabilidad interna dela Universidad, sino también a su desempeñoacadémico (en términos de consecución de metas)

     y al lazo social con la Universidad en general. Laresponsabilidad social de la Universidad, su ren-dición de cuentas ante la sociedad, es únicamenteun asunto de servicios prestados a cambio de una

    tarifa. La rendición de cuentas es sinónimo decontabilidad, según el léxico académico.

    En este contexto, la excelencia respondemuy bien a las necesidades de producción y pro-cesamiento de información del capitalismo tec-nológico, en el sentido de que hace posible unacreciente integración de todas las actividades en

    un mercado generalizado, permitiendo a la vezun mayor grado de flexibilidad e innovación anivel local. La excelencia es el principio integradorque posibilita que la diversidad (la otra consignadel prospecto de la Universidad) sea tolerada sinamenazar la unidad del sistema.

    El punto no es que nadie sepa lo que es la ex-

    celencia, sino que todo el mundo tiene su propiaidea de lo que es. Y una vez que la excelencia ha sidoaceptada de manera generalizada como principioorganizador, no hay necesidad de discutir sobre

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    las deniciones divergentes. Todo el mundo esexcelente a su manera, y todo el mundo está másinteresado en que lo dejen ser excelente que en

    intervenir en el proceso administrativo. Aquí hayun claro paralelo con la condición del sujeto político

     bajo el capitalismo contemporáneo. La excelenciamarca una sola frontera: la frontera que protegeal irrestricto poder de la burocracia. Y si el tipode excelencia de un departamento en particularno se ajusta, entonces ese departamento puede

    ser eliminado sin riesgo aparente para el sistema.Este ha sido, por ejemplo, el destino de muchosdepartamentos de estudios y lenguas clásicas. Estácomenzando a ocurrir en losofía.

    Las razones de la decadencia de los departamen-tos de estudios y lenguas clásicas son, por supuesto,complejas, pero me parece que tienen que ver con

    el hecho de que el estudio de los clásicos presuponetradicionalmente un sujeto de cultura: el sujeto quehace el vínculo entre los Griegos y la Alemania delsiglo XIX, y que legitima el Estado Nación como lareconstrucción moderna, racional, de la transparen-te comunidad comunicacional de la antigua polis.

     Aquella cción de transparencia comunicacional

    es evidente a partir de las suposiciones erróneasde los historiadores decimonónicos (todavía eviden-te en representaciones de la cultura de masas) deque la antigua Grecia era un mundo de blancura

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    total (gentes, estatuas y edificios de mármoldeslumbrantes), un origen transparente y puro.Que el rol ideológico de este sujeto ya no sea per-

    tinente es por sí mismo un síntoma primario de ladecadencia de la cultura como idea reguladora delEstado Nación. Por ello los textos clásicos seguiránsiendo leídos, pero los supuestos que requerían unDepartamento de Clásicos para este propósito (lanecesidad de probar que Pericles y Bismarck erandel mismo tipo de hombres) ya no se sostienen, y

    por lo tanto ya no hay necesidad de dar empleo aun tremendo aparato institucional designado paraconvertir a los Griegos antiguos en Etonios idealeso en Jóvenes Americanos avant la lettre17.

    17  Así, los textos antiguos pueden leerse hoy en día de formasconsiderablemente más extrañas, formas que reconocen ladiscontinuidad histórica sin recuperarla inmediatamente entérminos de una Caída Narrativa como «la gloria que hemosperdido». Uno de los ejemplos más chocantes de esto es elreconocimiento contemporáneo por parte de pensadorescomo Lyotard de que la noción de Aristóteles de «doradopunto medio» y de phronesis no tienen nada que ver con lossupuestos del centrismo democrático –produciendo así unadescripción mucho más políticamente radical de la demandade Aristóteles del juicio prudente caso a caso. El punto de Aristóteles en la Ética nicomaquea es que el punto medio seresiste al individuo y que ninguna regla de cálculo permitirá al juez arribar a él, ya que lo que constituye un comportamientoprudente diere radicalmente caso a caso. He hablado sobrelas implicancias políticas de esta  prudencia revolucionaria en «PseudoEthica Epidemica: How Pagans Talk to the Gods», Philosophy Today 36. 4. Invierno de 1992.

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    Este cambio disciplinario es más evidente enlos Estados Unidos, donde la Universidad siempreha tenido una relación ambigua con el Estado.

    Esto es porque la sociedad civil norteamericanaestá estructurada por el tropo de la promesa o delcontrato y no sobre la base de una etnicidad nacionalúnica. Por eso mientras el proyecto universitario deFichte, como veremos, se ofrece a realizar la esenciade un Volk al revelar su naturaleza oculta en la formadel Estado Nación, la Universidad Nortemericana

    se ofrece a cumplir la promesa de una sociedadcivil racional –como en la visionaria conclusióndel discurso de T. H. Huxley en la inauguraciónde la John Hopkins University. Vale la pena citarlargamente la extendida oposición entre pasado

     y futuro, entre esencia y promesa que caracterizala descripción de Huxley de la especicidad de la

    sociedad norteamericana y su Universidad para verexactamente cómo puede hablar de Norteaméricacomo una promesa aún incumplida en el centenariode su Declaración de Independencia:

    Constantemente oigo a los norteamericanoshablar del encanto que nuestra antigua madre

    patria tiene para ellos [...] Pero la anticipaciónno tiene menos encanto que la retrospectiva, ypara un inglés que arriba a vuestras costas porprimera vez, viajando cientos de millas a través

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    de una serie de grandiosas y ordenadas ciudades, viendo vuestro enorme presente y su potencialcasi innito, la riqueza de todo tipo de bienes

    así como la energía y la habilidad que hacen dela riqueza algo ventajoso, hay algo sublime enla perspectiva de futuro. No crean que estoyapelando de manera complaciente a lo que seentiende comúnmente como orgullo nacional...El tamaño no es la grandeza, y no es el territoriolo que constituye a una nación. Hay una gran

    pregunta que sostiene la verdadera sublimidad y el terror de un destino sobresaliente: ¿qué eslo que van a hacer con todas estas cosas? ¿Cuálserá el n del que ellas serán el medio? ¿Estánrealizando un experimento nuevo en política ala escala más grande que el mundo haya vistohasta ahora?18 

    Huxley mismo, como rector de Aberdeen, jugó unrol importante en el desarrollo de la UniversidadEscocesa a nales del siglo XIX, cuya independenciadel modelo Oxbridge estuvo marcada por unaapertura a las ciencias naturales y a la medicinacomo disciplinas, y por el hecho de que no estaba

    18  «1876 Address on University Education (Delivered atthe opening of the Johns Hopkins University, Baltimore)»,en T.H. Huxley.  Science and Education, volumen 3 de susCollected Essays. Londres: Macmillan, 1902.

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    controlada por la iglesia anglicana. Estos dosrasgos hacen que la Universidad Escocesa sea másclaramente «moderna», es decir, más cercana al

    modelo norteamericano19. Y el discurso de Huxleyrecoge el rasgo crucial que dene la modernidadde John Hopkins: el hecho de que los EstadosUnidos como nación no tienen un contenidocultural intrínseco. Es decir, Huxley entiende laidea nacional norteamericana como una promesa,un experimento cientíco. Y el rol de la Universidad

    Norteamericana no es sacar a la luz el contenido desu cultura, realizar un sentido nacional; es más biencumplir una promesa nacional, un contrato20. Como

    19 Como señala Giner de los Ríos, la Universidad Escocesa com-parte con la norteamericana una gran inuencia de la Universidad Alemana de investigación: «El tipo británico es visto en su formapura en Oxford y Cambridge, o modicada hacia el tipo alemáno latino en Escocia o Irlanda, en nuevas universidades, y en los

    Estados Unidos».  La universidad española: obras completasde Francisco Giner de los Ríos, vol. 2. Madrid: Universidad deMadrid, 1916, 108; citado por Borrero Cabal, The University asan Institution Today.20  Ronald Judy, en la corta historia de la Universidad Norte-americana que presenta como prefacio de su (Dis)Forming the American Canon: African-Arabic Slave Narratives and theVernacular  también ubica la fundación de la John Hopkinscomo un punto de quiebre crucial que dene la especicidad dela Universidad Norteamericana: «Estos movimientos hacia laprofesionalización académica y el conocimiento instrumentalalcanzaron su culminación con la incorporación de la John HopkinsUniversity en 1870, o más precisamente con la designación deDaniel Coit Gilman como su presidente en 1876. Gilman hizo de la

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    explicaré más adelante, esta estructura promisoriaes lo que hace que el debate sobre el canon sea unfenómeno particularmente norteamericano, ya

    que el establecimiento del contenido cultural no esla realización de una esencia cultural inmanente,sino un acto de voluntad republicana: la paradójicaelección contractual de una tradición. De este modo

    John Hopkins un modelo de institución de investigación en la quelas ciencias humanas y físicas ( Naturwissenschaften) orecieroncomo metodologías disciplinadas» (15). La exposición de Judy

    diere levemente de la mía en que asocia a la fundación de laJohn Hopkins la misma ideología burocrática de la especicidadmetodológica que socava la posibilidad de una cultura general –eldesplazamiento de la cultura por el conocimiento administrado burocráticamente que sitúo como rasgo distintivo de la Univer-sidad contemporánea de la Excelencia. Por ello arma que laespecicidad disciplinaria de humanidades surge al nal del sigloXIX, «precisamente en el momento en que ya no se requería quelas humanidades respondieran a las demandas de relevancia»,haciendo mención a la creación del primer Grado de Inglés, ins-tituido por David S. Jordan en la Indiana University en 1885 (16).Judy lo llama «profesionalización de las ciencias humanas» y lo vincula con el desarrollo de una predominante «cultura de la burocracia» que une las ciencias humanas y las naturales bajouna rúbrica general de profesionalización (17). Judy cuenta asíuna historia bastante comparable a la mía sobre el reemplazode la idea general de cultura por una burocracia generalizada,excepto que él lo sitúa en la segunda mitad del siglo XIX y no enla última parte del XX. Este desacuerdo es, creo, menos históricoque cartográco. Me importa introducir un paso transicional enel pasaje desde la Universidad Alemana moderna de la culturanacional a la Universidad burocrática de la Excelencia, que pongaa la Universidad Norteamericana como la Universidad de unacultura nacional sin contenido.

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    la forma de la idea europea de cultura se preservaen las humanidades de los Estados Unidos, perola forma cultural no tiene un contenido inherente.

    El contenido del canon se basa en el momento deun contrato social más que en la continuidad deuna tradición histórica, y por lo tanto está siempreabierto a revisión.

    Esta visión contractual de la sociedad es loque le permite a Harvard ofrecerse «al serviciode la nación» o a la Universidad de Nueva York

    denominarse a sí misma como una «universidadprivada al servicio público». Lo que este serviciopueda signicar no está determinado precisamentepor un centro cultural unitario. La idea nacionalserá siempre una abstracción en Norteamérica,

     basada más en la promesa que en la tradición. Porello es que la excelencia puede ganar terreno más

    fácilmente en los Estados Unidos; está más abiertaa la futuridad de la promesa que la cultura, y lacuestión del contenido cultural ya fue puesta entreparéntesis en la Universidad Norteamericana anales del siglo XIX, como señala Ronald Judy. Poresto, el advenimiento contemporáneo de la excelenciapuede ser comprendido como la representación del

    abandono del origen formal de la cultura como modode autorrealizarse por parte de un pueblo republicanocompuesto por ciudadanos de un Estado Nación –laabdicación del rol de la Universidad como modelo

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    incluso del vínculo social contractual, a favor de unaestructura de corporación burocrática autónoma.

    En el mismo sentido, uno puede entender el

    argumento que ya he planteado con respecto alestatus de la globalización como un tipo de nor-teamericanización. La norteamericanización global de hoy (a diferencia del período de la GuerraFría, de las guerras de Corea y de Vietnam) no sig-nica predominio nacional norteamericano, sinoun descubrimiento global de la falta de contenido

    que hay en la idea nacional norteamericana, lacual comparte la vacuidad de sus relaciones detransacción monetaria y de excelencia. A pesarde la enorme energía invertida en intentos poraislar y definir una norteamericanidad   en losprogramas de Estudios Americanos, uno podríaleer estos esfuerzos nada más que como intentos de

    enmascarar la ansiedad fundamental que produceel hecho de que en cierto sentido ser estadounidenseno signica nada, que la cultura norteamericana seconvierte cada vez más en un oxímoron estructural.Me parece signicativo en esta tendencia el hechode que una institución tan prestigiosa y central enlo que respecta a la idea de cultura norteamericana

    como la Universidad de Pennsylvania haya decididorecientemente eliminar su programa de Estudios Americanos. En una nación que se dene por unacierta desconanza hacia la intervención estatal

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    en la vida simbólica, tal como se expresa en laseparación de las iglesias y el Estado, no debierasorprender mucho que sus universidades hayan

    sido las más veloces en abandonar las trampasimplicadas en la justicación por referencia a lacultura nacional.

    Sin embargo, los Estados Unidos no están paranada solos en este movimiento. El giro británicohacia los indicadores de desempeño debiera enten-derse también como un paso más rumbo al discurso

    de la excelencia que está reemplazando el recursoa la cultura en la Universidad Norteamericana21.El indicador de desempeño es, claro, un índice deexcelencia, un estándar inventado que reclama lacapacidad de clasicar todos los departamentosde todas las universidades británicas según unaescala de cinco puntos. Este rating  puede luego

    ser utilizado para determinar el monto del nan-ciamiento destinado por el gobierno central para esedepartamento en cuestión. Ya que este proceso estádiseñado para introducir un mercado competitivoen el mundo académico, al éxito le sigue lainversión, y entonces el gobierno interviene paraacentuar las diferencias percibidas en la calidad

    más que para reducirlas. Así es como se le entrega21 Para un relato del debate sobre los indicadores de desem-peño véase Michael Peters, «Performance and Accountabilityin “Post-Industrial Society”: The Crisis of British Universities»,en Studies in Higher Education 17. 2. 1992.

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    más dinero a los departamentos universitarioscon mayor puntuación, mientras que los máspobres, en vez de ser desarrollados, son privados

    de dinero –obviamente bajo el régimen de Tatcheresto se entendía como un estímulo para que esosdepartamentos se levantaran tirando de los cordo-nes de sus propios zapatos. Esta tendencia a largoplazo va a permitir la concentración de recursos encentros de alto desempeño y alentar la desapariciónde departamentos, e incluso universidades, que son

    percibidas como más débiles. Así, por ejemplo, la Universidad de Oxford hallegado a concebir la construcción de un Centrode Investigación en Humanidades, a pesar de latradicional desconanza local con respecto a lanoción misma de proyecto de investigación comoalgo que sólo los alemanes y los norteamericanos

    podrían pensar en aplicar a las humanidades. Sesupone que Benjamin Jowett, el reformista deOxford, señaló con respecto a la investigación:«no habrá nada de eso en mi universidad». Estoscambios son aplaudidos por los conservadores comouna exposición a las fuerzas del mercado, mientrasen realidad ocurre que se crea muy articialmente

    un mercado ccional que presume un control exclu-sivamente gubernamental del nanciamiento. Sinembargo, la propia articialidad del proceso por elcual se imita una versión del mercado capitalista

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    pone de maniesto la necesidad preliminar de unmecanismo de contabilidad unicado y virtual. Estose complementa con la introducción estructural

    de la amenaza de crisis en el funcionamiento de lainstitución. Y su resultado es nada menos que ladoble lógica de la excelencia obrando en su mejormomento.

    En efecto, una crisis en la Universidad pareceser uno de los rasgos distintivos de Occidente, talcomo se evidencia en el movimiento de estudiantes

    italianos en 1993 o en los repetidos intentosfranceses de modernización. Es cierto que el planFaure para la modernización de la Universidadprodujo los eventos de 1968 en Francia. Sin embargoestos intentos de modernización han continuado,

     y los argumentos presentados recientementepor Claude Allègre en  L’Age des Savoirs: Pour

    une Renaissance de l’Université muestran unaconsonancia impresionante con los desarrollos enlos Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña que hereferido. Allègre fue el consejero especial de LionelJospin en el Ministerio de Educación desde 1988a 1992, y su libro es básicamente una exposiciónde los razonamientos que guiaron su reformas a la

    Universidad Francesa, percibida como un lugar deestancamiento y resistencia al cambio (un argumentocon el que pocos podrían estar en desacuerdo). Demanera interesante, Allègre sostiene que este impulso

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    a la reforma es «sobre todo, un resurgimiento de lasaspiraciones del 68... Pero un resurgimiento discreto

     y calmo»22. Nunca se especica de quién son esas

    aspiraciones a las que se reere, pero resulta que1968 signicaba, sobre todas las cosas, apertura. Ylas dos características de esta nueva apertura son–el lector estará poco sorprendido de saberlo– laintegración y la excelencia:

    Intentamos desarrollar [reformas] abriendo una

    Universidad que estaba plegada en sí misma yacercándola a la ciudad.

     Abriendo la Universidad a la ciudad: ésta essu adaptación a las necesidades profesionales.

     Abriendo la Universidad a los saberes: éstaes la iniciativa para renovar la investigación yotorgar reconocimiento a la excelencia.

    Integración de la Universidad a su ciudad:esta es la Universidad 2000 en el corazón de laplanicación urbana, es la política de asociacióncon grupos locales.

    Integración de la Universidad Francesa enun conjunto europeo: este es el sentido de laevaluación europea23.

    22 Claude Allègre.  L’age des savoirs: pour une renaissancede l’Université. Paris: Gallimard, 1993. La traducción es mía.23 Ibíd. Las cursivas son mías.

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    La política interna de la Universidad en Francia va a ser resuelta recurriendo a la excelencia, quesirve como el término que reagrupa e integra todas

    las actividades relativas al conocimiento. Esto, asu vez, permite la integración más amplia de laUniversidad como una burocracia corporativaentre otras, tanto en dirección a la ciudad comoen dirección a la Comunidad Europea. La ciudad

     ya no son las calles, ni siquiera una imagen de la vida cívica (la ciudad-estado del Renacimiento que

    el título de Allègre podría hacernos esperar). Más bien es un aglomerado de corporaciones capitalistasprofesional-burocráticas cuyas necesidades secentran en torno al abastecimiento de una clasetécnico-administrativa. La ciudad le da a laUniversidad su forma comercial de expresión. Yla Comunidad Europea suplanta al Estado Nación

    como la entidad que proporciona a la Universidadsu forma política de expresión, una expresiónque está explícitamente vinculada al problemade cómo evaluar. La Universidad producirá exce-lencia en los saberes, y como tal se integrará sindicultad a los circuitos del capital global y laspolíticas trasnacionales. Esto ocurre porque no hay

    contenido cultural en la noción de excelencia, nadaespecícamente francés, por ejemplo, excepto en lamedida que la francesidad  sea una mercancía en elmercado global.

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    La excelencia expone las tradiciones premoder-nas de la Universidad a las fuerzas del capitalismode mercado. Son eliminadas las barreras puestas

    al libre intercambio. Un ejemplo interesante de estoes la decisión del gobierno británico de permitirque los politécnicos puedan cambiar su nombre auniversidades. El Oxford Polytechnic se convierteen la Brooks University, así sucesivamente. Estaclásica maniobra libremercadista garantiza que elúnico criterio de excelencia sea la performatividad en

    un mercado expandido. Sin embargo, sería un errorpensar que esta es una movida ideológica por parte delgobierno conservador. La decisión no fue motivadaprimariamente por un interés en el contenido de loque se enseña en las universidades o los politécnicos.

     Aun cuando pareciera que la tendencia de lospolitécnicos a formar lazos con las empresas –con

    el interés de incorporar entrenamiento prácticoen los grados académicos– aviva la corriente deanti intelectualismo pequeñoburgués en el partidoconservador británico, también es cierto que el trabajode la Escuela de Estudios Culturales de Birminghamtuvo su mayor impacto en los politécnicos. Por estola repentina redenominación de los politécnicos

    como universidades se comprende mejor como unamovida administrativa: la ruptura de una barreraa la circulación y a la expansión mercantil, análogaa la derogación de leyes suntuarias que permitió la

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    capitalización del comercio textil en la Inglaterra deprincipios de la Modernidad.

    Una de las formas de dicha expansión mercantil

    es el desarrollo de los programas interdisciplinarios,que a menudo aparecen como el punto en tornodel cual los radicales y los conservadores puedenhacer causa común en la reforma universitaria.Esto ocurre en parte porque la interdisciplinariedadno tiene una orientación política inherente, comomuestra el ejemplo de la Escuela de Chicago24.

    También ocurre porque la mayor exibilidad queestos programas ofrecen suele ser atractiva paralos administradores como un modo de superarlas prácticas atrincheradas de demarcación, losantiguos privilegios, y los feudos en la estructurade las universidades. Los benecios de la apertura

    24  Esta armación podría sonar demasiado relativista. Por

    supuesto es cierto que, como asevera Julie Thompson Kleinen  Interdisciplinarity  (Detroit: Wayne State University Press,1990), «todas las actividades interdisciplinarias tienen su raízen las ideas de unidad y síntesis, que evocan una epistemologíacomún de convergencia» (11). Dicha idea podría ser apoyada porla derecha y la izquierda, quienes sólo discreparían con respecto ala ubicación del punto de convergencia. De hecho, la descripciónde lo interdisciplinario que da Klein es un argumento convincentede una cierta sospecha hacia la convergencia armónica implícita

    en el trabajo interdisciplinario. Uno de mis objetivos principalesen este libro es sugerir que al pensar sobre la Universidad de- biéramos dejar de lado el privilegio automático de la unidad y lasíntesis, sin convertir la disonancia y el conicto, no obstante, enuna meta negativa.

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    interdisciplinaria son numerosos –como trabajoen un departamento interdisciplinario, estoy par-ticularmente consciente de ellos– pero no debieran

    cegarnos a los riesgos institucionales que implican. Actualmente, los programas interdisciplinariostienden a complementar las disciplinas existentes;no está lejos el tiempo en el que se instalarán parareemplazar grupos enteros de disciplinas.

    En efecto, esta es una razón para ser cuidadososal considerar la pretensión institucional de inter-

    disciplinariedad por la que apuestan los EstudiosCulturales cuando reemplazan el viejo orden dedisciplinas en las humanidades con un campomás general que combina la historia, la historiadel arte, la literatura, los estudios de medios, lasociología, etcétera. Al decir esto, quiero sumarmeal cuestionamiento que hace Rey Chow –desde

    un punto de vista favorable– de la aceptación in-condicional tanto de la actividad interdisciplinariacomo de los Estudios Culturales que ha sido bastantecomún entre radicales académicos25. Podemos ser

    25 Rey Chow, en «The Politics and Pedagogy of Asian Lite-ratures in American Universities» (differences 2. 3, 1990) haproporcionado algunos útiles recordatorios de cómo el girohacia los Estudios Culturales en la enseñanza de la literaturaasiática puede funcionar como una estrategia conservadora:«Cuando los investigadores son separados por departamentossimplemente porque están todos trabajando en China, Japón o  India  lo que ocurre en realidad es la armación de la asíllamada interdisciplinariedad  sobre el modelo del territorio

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    interdisciplinarios en nombre de la excelencia, porquela excelencia sólo preserva las fronteras disciplinariaspreexistentes en la medida que ya no reclamen la

    totalidad del sistema y ya no signicen un obstáculoa su crecimiento e integración.

    Para decirlo de otro modo, el recurso a la exce-lencia señala el hecho de que ya no hay una idea dela Universidad o, mejor dicho, el hecho de que laidea ha perdido todo contenido. En cuanto unidadno referencial de valor, completamente interna a un

    sistema, la excelencia no indica más que el momentoautorreexivo de la tecnología. Todo lo que requiereel sistema es que haya actividad, y la noción vacíade excelencia no reere a otra cosa que la óptimaproporción entre entradas y salidas en materia deinformación26. Quizás este sea un rol mucho menos

    colonial y el Estado Nación» (40). Chow argumenta de maneraconvincente que la consideración de la literatura asiáticaen términos de cultura general es un gesto marginador queubica lo asiático «sólo en el lenguaje universalista de lainterdisciplinariedad , la  pluralidad intercultural , etcétera,en el cual se vuelve un ornamento localizado de la narrativageneral» (36). Al igual que yo, Chow no está sencillamentedesechando la interdisciplinariedad o los Estudios Culturales;lo que hace es dar un fuerte ejemplo de cómo la organización

    de las humanidades es parte de un proceso que ella llama,siguiendo a Edward Said, informacionalización.26 Sobre la informacionalización del conocimiento cultural, véase Edward Said, «Opponents, Audiences, Constituenciesand Community». The Anti-Aesthetic: Essays on Postmodern

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    heroico que el que estamos acostumbrados a reivin-dicar para la Universidad, aunque sí resuelve lacuestión del parasitismo. La Universidad ya no es

    una fuga parasitaria de recursos, no más de lo quela bolsa de comercio o las compañías de seguros sonpara la producción industrial. Al igual que la bolsa,la Universidad es un punto de autoconocimientodel capital, de la capacidad del capital no sólo deadministrar el riesgo o la diversidad, sino también deextraer plusvalía de esa administración. En el caso de

    la Universidad, esta extracción se da como resultado dela especulación sobre diferenciales de información.

    Este cambio en la función implica que el análisisde la Universidad como un Aparato Ideológico delEstado, en los términos de Althusser, ya no se aplica,en la medida que la Universidad ya no es en primerlugar un arma ideológica del Estado Nación, sino una

    corporación burocrática autónoma. Para tomar otroejemplo, quizás uno menos ponderado, podemoshacer una comparación entre la Universidad y la

     Asociación Nacional de Básquetbol. Ambos sonsistemas burocráticos que gobiernan un área deactividad cuyo funcionamiento sistémico y efectosexternos no dependen de una referencia externa. El

     juego de básquetbol tiene sus reglas, y esas reglasCulture,  edición de Hal Foster. Port Townsend: Bay Press,1983. También, Jean François Lyotard, «New Technologies»en Political Writings, traducción de Bill Readings y Kevin-PaulGeiman. Minneapolis: University of Minnesota Press, 1993.

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    permiten que surjan diferencias que son objetosde especulación. Mientras las victorias de los 76ersde Philadelphia tienen efectos sobre sus fans, y los

    fans tienen efectos sobre las victorias de los 76ers(como hinchas y como nancistas), aquellas victoriaso derrotas no están directamente relacionadas alsignicado esencial de la ciudad de Philadelphia.Los resultados tienen signicado, pero se dan dentrodel sistema del básquetbol y no en relación a unreferente externo.

    Para que la Universidad se convierta en unsistema como el recién descrito es necesario un grancambio en la manera en que se ha entendido queproduce signicado institucional. Como mostraré,Schiller le dio a la Universidad de la Cultura el lugarde una cuasi iglesia apropiada para el Estado racional,al armar que la Universidad prestaría al Estado

    los mismos servicios que la Iglesia había prestadoal monarca feudal o absolutista. Sin embargo, laUniversidad contemporánea de la Excelencia debieraentenderse ahora como un sistema burocrático cuyaregulación interna está interesada sólo en sí misma,sin consideración de imperativos ideológicos másamplios. Igualmente el mercado bursátil busca la

    máxima volatilidad, con el interés de intensicarlas ganancias que acompañan al ujo del capital,más que una estabilidad de intercambio que puedadefender intereses estrictamente nacionales.

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    El corolario de esto es que debemos analizar laUniversidad como un sistema burocrático más quecomo un aparato ideológico, que es el modo en que

    la izquierda la ha considerado tradicionalmente.Como sistema autónomo más que como instrumen-to ideológico, la Universidad ya no debiera pensarsecomo una herramienta que la izquierda puede usarpara otros propósitos que los del Estado capitalista.Esto explica la facilidad con que los ex AlemanesOccidentales han colonizado las universidades de

    lo que fue alguna vez la República Democrática Alemana (RDA) desde la reunicación. Las univer-sidades de la antigua RDA han sido purgadas deaquellos considerados aparatchiks  políticos delrégimen de Honecker. No han ocurrido, sin embar-go, purgas similares en las universidades de la exBundesrepublik, pese a que no se suponía que la

    reunicación fuera una conquista del Este por partedel Oeste. Es decir, el problema no se presenta comoun conicto entre dos ideologías –que hubierannecesitado purgas en ambos lados–, sino como unconicto entre el Este, donde la Universidad solíaestar bajo control ideológico, y el Oeste, donde sesuponía que la Universidad era no ideológica.

    Por supuesto, las universidades occidentalestenían un enorme rol ideológico que cumplir durantela Guerra Fría, y hay mucho que decir sobre loscasos particulares. Pero en general a uno le choca

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    el silencio y la velocidad de este reemplazo, y elhecho de que los contraargumentos que pudie-ron plantearse en favor del proyecto intelectual

    de la antigua Alemania Oriental simplemente yano pueden ser escuchados. Esto, porque la caídadel Muro signica que la Universidad ya no es enprimer lugar una institución ideológica; también,que aquellos que son del Oeste están en una mejorposición para jugar los nuevos roles requeridos. Silos puestos de quienes fueron purgados han sido

    entregados en muchos casos a jóvenes académicosdel antiguo Oeste, no es porque sean sobre todoagentes de una ideología competidora, sino por unacuestión de eciencia burocrática. Los jóvenes dela ex Alemania Occidental no son necesariamentemás inteligentes o más cultos que esos a quienesreemplazan; son simplemente más limpios, lo que

    signica que son menos fácilmente identicablescomo agentes de su Estado. Este es un síntomaprimario de la decadencia del Estado Nación comocontrasignatario del contrato por el cual fue fundadala Universidad moderna, la Universidad de laCultura. Como ya he sugerido con mis indicacionesa la invocación que hace Allègre de la Comunidad

    Europea, la emergencia de la Universidad de laExcelencia en lugar de la Universidad de la Culturasólo puede comprenderse desde el punto de vistade la decadencia del Estado Nación.

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    Puede que la exigencia de manos limpias  enlas universidades alemanas o en la política italianasea presentada como un deseo de renovar el apa-

    rato estatal, pero pienso que se entiende mejorcomo producto de una incertidumbre general conrespecto al rol del Estado: un llamado a sacar lasmanos. Un deseo como este –complejo y a menudocontradictorio– puede producir, como en Italia,alianzas tan paradójicas como la de los FascistasIntegracionistas (el MSI) con los separatistas (la Liga

    Norte). Es notable que esta alianza haya tenido lugar bajo el paraguas de la organización curiosamentetransparente de Berlusconi, Forza Italia, cuyonacionalismo es la evocación de un cántico del fútbol,

     y cuya pretensión de gobernar se basa en una dudosaarmación de éxito comercial . Si puedo ofrecer unextraño diagnóstico de esta evidente paradoja, sería

    que la alianza se da entre aquellos que desean quela pregunta por la comunidad en Italia ya no seaplanteada –ya sea porque el Duce podría regresarcon una respuesta sobre lo que signica ser italiano e imponerla con violencia brutal (la Lega le dirá a lagente que «sea regional»)– o porque Berlusconi nosdará la conanza de que esa no es una pregunta, de

    que la respuesta es tan transparente y obvia como la bruma que emana del televisor o como la camisetaceleste usada por un futbolista. Berlusconi no ofreceun nacionalismo renovado –como podría llevarnos

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    a temer su alianza con el MSI–, sino una nostalgianacionalista esterilizada, que oculta y suprime todaslas preguntas sobre la naturaleza de la comunidad.

    En lugar de la pregunta por la comunidad, quefue alguna vez planteada tanto a favor como en con-tra de los términos del nacionalismo, nos queda unnacionalismo general pero sin signicado, que ignoralas preguntas que se le hacen. Esto quiere decir quela cuestión nacional es aceptada simplemente comoun problema de nostalgia generalizada, sea por los

    males del fascismo (Fini, el actual líder del MSI, nien sus sueños es un Duce) o por los colores celestesde la Casa Real de Saboya. Y al gobierno debe irle

     bien en el asunto de conducir el Estado como unaempresa.

    La nación se entiende a sí misma como su pro-pio parque temático, y esto resuelve la pregunta de

    lo que signica vivir en Italia: haber sido italianoalguna vez. Mientras tanto, el Estado es meramenteuna gran corporación que debe serle conada alos empresarios, una corporación que facilita cada

     vez más la penetración del capital trasnacional. Laestructura gubernamental del Estado Nación ya noes el centro organizador de la existencia común de los

    pueblos a lo largo del planeta, y la Universidad de laExcelencia no trabaja para nadie más que sí misma.Es otra corporación más en un mundo de capitales