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POEMARIO LITERARIO
CURSO:803
ESTEBAN LOPEZ BARRETO
JOSE ASUNCION SILVA (1865-1896)
(Bogotá, 1865 - 1896) Poeta colombiano. En la historiografía
literaria suele reconocérsele como el gran iniciador del
modernismo en Hispanoamérica, que el nicaragüense Rubén Darío
llevaría a la cúspide.
Dotado de una gran sensibilidad humana y artística y de una
notable inteligencia, tuvo una formación literaria precoz, resultado
de un ambiente familiar cultivado y creativo: José Asunción Silva
era hijo del escritor costumbrista y acomodado comerciante
Ricardo Silva, un hombre elegante, de refinado gusto y
descendiente de aristocráticos granadinos emparentados con el
general Santander. Doña Vicenta Gómez, hermosa dama bogotana
y madre del poeta, era hija del diputado Vicente Antonio Gómez
Restrepo, quien desempeñó importantes labores en los primeros
años de la República de la Nueva Granada y falleció
tempranamente.
De los hijos del matrimonio Silva-Gómez sólo llegaron a edad adulta
José Asunción, Elvira y Julia, falleciendo en la infancia Alfonso, Inés
y Guillermo. Esta temprana relación con la muerte marcaría al
poeta. Ya a los dos años de edad, José Asunción tenía fama de
prodigio en Bogotá. Parece ser que a esa edad ya sabía leer, escribir
e incluso pintar.
A ADRIANA
Mientras que acaso piensa tu tristeza
En la patria distante y sientes frío
Al mirar donde estás, y el desvarío
De la fiebre conmueve tu cabeza,
Yo soñando en tu amor y en tu belleza,
Amor jamás por mi desgracia mío
De la profundidad de mi alma, envío
A la pena un saludo de terneza.
Si cuando va mi pensamiento errante
A buscarte en parejas de otro mundo
Con la nostalgia se encontrara a solas
Sobre las aguas de la mar gigante
Entre el cielo purísimo y profundo
Y el vaivén infinito de las olas.
AURORA
Cuando en las noches pálidas de luna
Cerca de tu ventana -una por una-
Me cuentas tus hermosas ilusiones,
Cuando de tu mirada soñadora
El rayo como lumbre de una aurora
Ahuyenta mis enjambres de visiones;
Cuando reclinas blanda la cabeza
En mi hombro y disipas mi tristeza
Y me acompañas en mis locos sueños,
Cuando de la ventura en el exceso
Sellas mi dicha con ardiente beso
De tus labios rosados y risueños-
Entonces como el náufrago -que asido
De una frágil tablilla- va perdido
Y recuerda la plácida ribera
Mientras la oscura noche negra y fría
Y la inmensa extensión muda y sombría
Y el tempestuoso mar halla doquiera
Y que ve serenarse el horizonte
Y destacarse el azulado monte
Sobre la claridad de áureo celaje
Y aparecer -en vaga lontananza
Lleno de luz de vida y de bonanza-
Primaveral, bellísimo paisaje,
Entre las sombras de la vida mía
Se levanta la luz de un nuevo día
Sin albor ni crepúsculo indeciso...
¿En la mirada de tus negros ojos,
En el aliento de tus labios rojos,
Quién no sabrá forjarse un paraíso?
CREPUSCULO
En el derruido muro
de la huerta del convento,
en un agujero oscuro
donde, al pasar, silba el viento,
y, como una dolorida
queja a las piedras arranca,
hay, en el fondo, escondida
una calavera blanca.
De algún fraile soñador
de vida ejemplar y bella
y dedicada al Señor,
en el mundo única huella.
Abre los ojos, sin fondo,
como a visiones extrañas,
y del vacío en lo hondo
forjan telas las arañas.
Húmedo musgo grisoso
recubre la antigua grieta,
donde, en supremo reposo,
descansa ignorada y quieta.
Pero hasta aquella escondida
mansión la brisa ligera
lleva murmullos de vida
y olores de primavera.
Golondrinas, que en sus marchas
dejaron el patrio río,
huyendo de las escarchas,
de las brumas y del frío,
cuando la luz del Poniente
filtra por el hondo hueco
y hace parecer viviente
el cráneo rígido y seco,
desde las negras ruïnas,
alzan sosegado vuelo,
en sus vueltas peregrinas
tocan las ramas y el suelo,
como buscando en el prado,
ya por la tarde, sombrío,
el espíritu elevado
que habitó el cráneo vacío.
GUILLERMO VALENCIA (1873-1943)
Nació el 20 de octubre de 1873 en Popayán, Colombia.
Sobresalió como humanista, escritor, polemista, político, orador
académico y parlamentario, diplomático y hombre de estado.
Fue jefe del partido conservador además de desempeñar diversos
cargos públicos y aspirar dos veces, sin éxito, a la presidencia de su
país.
Poeta de rica imaginación en sus notas se observa un cristianismo
activo operante; en sus versos se hacen presentes el misterio, la
melancolía y la nostalgia. En Poesías (1898), libro que después
tituló Ritos (1899) y reeditó ampliado en Londres (1914), reunió lo
mejor de su obra. En el año 1924 publicó Catay, colección de
poemas chinos que tradujo de la versión francesa de La flûte de
jade (1879), de Franz Toussaint.
Guillermo Valencia falleció en Popayán el 8 de julio de 1943.
Cigüeñas Blancas
De cigüeñas la tímida bandada,
recogiendo las alas blandamente,
pasó sobre la torre abandonada,
a la luz del crepúsculo muriente;
hora en que el Mago de feliz paleta
vierte bajo la cúpula radiante
pálidos tintes de fugaz violeta
que riza con su soplo el aura errante.
Esas aves me inquietan; en el alma
reconstruyen mis rotas alegrías;
evocan en mi espíritu la calma,
la augusta calma de mejores días.
Afrenta la negrura de sus ojos
al abenuz de tonos encendidos,
y van los picos de matices rojos
a sus gargantas de alabastro unidos.
Vago signo de mística tristeza
es el perfil de su sedoso flanco
que evoca, cuando al sol se despereza,
las lentas agonías de lo Blanco.
Con la veste de mágica blancura,
con el talle de lánguido diseño,
semeja en el espacio su figura
el pálido estandarte del Ensueño.
Y si, huyendo la garra que la asecha,
el ala encoge, la cabeza extiende,
parece un arco de rojiza flecha
que oculta mano en el espacio tiende.
A los fulgores de sidérea lumbre,
en el vaivén de su cansado vuelo,
fingen, bajo la cóncava techumbre,
bacantes del azul ebrias de cielo...
ESFINGE
Todo en ti me conturba y todo en ti me engaña,
desde tu boca, donde la pasión se adivina
que empurpura los pétalos de esa rosa felina,
hasta la rubia movilidad de tu pestaña.
Todo en ti me es adverso, tu sonrisa me daña
como un hechizo, y en tu plática divina
por un campo de flores la falacia camina
fríamente cual una ponzoñosa alimaña.
Con tu rostro de mártir eres una venganza.
Tus manecitas estrangularon mi esperanza,
y es tu flor un eufobio semioculto entre tules.
Tu lámpara alimentan alas de mariposa,
arda en ella este verso que me inspiró tu prosa:
¡eres una mentira con los ojos azules!
Pigmalión
En líbico marfil tallas tu sueño
de amor, la ninfa de tu ser exalta,
y entre labios de olímpico diseño
flores de perla tu buril esmalta.
Sufres; el bloque de mirar risueño
donde la fiebre de la vida falta
yace inmóvil: la sangre de tu dueño
bajo las curvas gélidas no salta.
Atiende el cielo tu clamor. "Resurge",
Apolo clama; la beldad esquiva
tórnase carne y a la vida surge;
la besas bajo el ático plafondo,
y entre la red de su pestaña viva
hallas lo azul sin límite ni fondo...
Miguel Rash Isla (1887-1953)
El 7 de febrero de 1887 en Barranquilla nació Miguel Rash Isla
siendo el primer hijo a que el segundo nació muerto, El niño
sobreviviente correrá en la ciudad que aún no es capital de
departamento, sólo lo será en 1905. En ese momento es una aldea
de casas de techo de paja que le dan un aspecto "miserablemente
indígena", como lo comentará años después Miguel, cuando crezca
y escriba poemas. La casa en la que vino al mundo está situada en
una de las principales, Calle de San Blas, que dista sólo a una de la
Calle Ancha. En esta existe un paseo largo de cemento, pintado de
rojo, al que llaman Camellón, por donde el niño correrá casi todos
los días o verá como en los bancos que existen a lado y lado,
cuando el sol ha bajado, se sientan sus padres a hablar con amigos.
En el patio grande de su vivienda hay árboles de naranjo, guayabo y
anón y ahí, en cada uno de ellos se subía a bajar sus frutos. Hace
estudios escolares en su ciudad natal y en la Isla de Trinidad, en el
Caribe. En su juventud se desempeña en empleos bancarios. El
periodista Eduardo Ortega, director del diario Rigoleto, le solicita
alguno de sus escritos. Pocos días después aparecen en las páginas
literarias de los sábados del mencionado periódico, uno de sus
sonetos. La alegría de verse en letras de molde fue truncada de
inmediato al pensar cuál sería la reacción de su padre cuando
descubriera se había sublevado contra el prejuicio manifestado de
"no perder el tiempo" con versificaciones. El padre, al traer
ejemplos de algunos poetas que conocía, aseguraba que todos eran
unos bohemios empedernidos que holgazaneaban todo el día ante
la incapacidad de emprender un trabajo. Don Enrique, una vez vio
el poema de su hijo en el periódico, lo llamó. Este se asustó un
poco. La voz del padre era imponente: "Quiero -dijo - que me
explique algunos términos que no entiendo y solicitarle seriamente
que renuncie a su propósito de ser poeta”. Sus
primeros poemas los recoge y publica en 1911, en el libro A flor de
alma. El poeta caldense Max Grillo, que venía de Europa le da
reconocimiento crítico.
Cuatro años después viaja a Bogotá. En los cafés y reuniones
sociales, se afilia al grupo compuesto por escritores como Eduardo
Castillo, José Eustasio Rivera, Ángel María Céspedes, Roberto
Liévano, Luis Eduardo Nieto, Armando Solano y otros que más
tarde se sumaron, entre los que se encontraban Rafael Maya y
Rafael Vásquez. Cada uno de ellos tenía una visión diferente de la
literatura, un sentido de la poesía que los colocaba como
defensores de diversos estilos y movimientos por entonces en
boga. En agosto de 1916 se casa con la señorita Ilva Rodríguez
Zúñiga. En la revista El Gráfico de Bogotá el poeta publica dos
sonetos que dedica a la novia. En el primer cuarteto de uno de
ellos, dice: "Ella es así: por donde pasa deja/ tranquilo eco fugaz de
onda remota, / pues más que andar sobre la tierra, flota/ con un
vaivén de nave que se aleja."
ECLIPSE
En medio a mis congojas, en mitad de mi hastío,
tu recuerdo lejano, tu recuerdo clemente,
vino, desde las sombras, a posarse en mi frente
y a decirme que aún vive nuestro amor, amor mío.
¡Perdóname! La culpa del injusto desvío
fue del hombre que sueña, no del hombre que siente.
Mira: puede en su rumbo desviarse la corriente
pero la imagen sigue reflejada en el río.
Tu recuerdo en mi alma se nubló como aquella
lumbre de los luceros que en la noche callada
se eclipsa si las nubes se detienen ante ella.
Mi olvido fue una nube que ya va de partida,
y tu amor es la estrella que un momento eclipsada
sigue irradiando inmóvil en lo azul de mi vida.
EDEN DE LOS EDENES
En la gran penumbra de la alcoba,
todo indecisamente sumergido,
y ella, desmelenada, en el mullido
y perfumado lecho de caoba.
Tembló mi carne -¡enfebrecida loba!-
y arrobéme en el cuerpo repulido,
como en un jazminero florecido
una alimaña pérfida se arrroba.
Besé con beso deleitoso y sabio,
su palpitante desnudez de luna…
y en insaciada exploración, mi labio
bajó al umbroso edén de los edenes,
mientras sus piernas me formaban una
corona de impudor sobre las sienes.
ESPASMO
Dos columnas pulidas, dos eternas
columnas que relucen de blancura,
forja la línea, irreprochable y pura,
como trazada en mármol, de tus piernas.
Con qué noble prestigio las gobiernas,
cuando al marchar solemne de hermosura,
imprimes a tu cuerpo la segura
majestad de las Venus sempiternas.
Y cuando inmóvil, luminosa y alta,
en desnudez olímpica, te ofreces,
entre tus muslos de marfil resalta
como una sombra el bosquecillo terso
de ébano y seda, el cual guareces
el tesoro mejor del universo.
Gregorio Castañeda (1884-1960)
Gregorio Castañeda Aragón, (Santa Marta 1884-1960) Estudio en
Ciénaga y Barranquilla. Funcionario público y diplomático en
Ecuador, Brasil, Guatemala y Puerto Rico. Periodista, escribió varios
libros de crónicas, memorias cuentos y novelas. Perteneció al grupo
de la revista Voces, sus libros de versos Mascaras de Bronces
(1916); Campanas de Gloria (1919); Rincones del Mar (1925);
Mástiles al Sol (1945); Islas Flotantes (1959), Gregorio Castañeda
Aragon, El poeta del Mar (1994), Publicación realizada por el
Instituto de Cultura del Magdalena. Leída como una ineludible carta
de presentación al inmenso realismo mágico de la costa caribe y
aun mas, siendo su obra la mayor poesía hacia la belleza del mar,
sus secretos, tesoros, vivencias e historias, Gregorio Castañeda
Aragón es El Poeta del Mar.
PUERTOS DE COLOR
Ahogándose en la sorda catarata
del mar, se oye en la tarde la marimba
porteña: una sonrisa
tristona, de marimba
Es el músico un negro grave y flaco
que habla en ingles meloso
y fuma su tabaco
de virginia, amarillo y oloroso
en puertos de color que el sol estaña
-Cristobal, Fort - de - France, Puerto España -
de esta música lánguida sus lloros.
En verdes, claros puertos de palmeras,
con multicolores banderas
y muelles con negros y con loros.
NOCHES DE PUERTO
Es la alta noche. Un bergantin se aleja,
y se oye el discurrir de los marinos
por la playa. La brisa aúlla y se queja
e los blancos velámenes latinos.
Larga en el agua sus bermejos arcos
En faro. El campanil la hora - golpea
Y la elástica sombra de los barcos
persigue como un perro la marea.
A la salobre paz de las riberas
llegan risas y voces extranjeras
con el ebrio tumulto de las olas,
Y entre las notas de un cantar de ausente
Viene un verso de amor de allá, del puente
De las pesadas naves españolas.
SOMBRA DE VIAJERO
Siempre parte una nave de este puerto.
Luces bajo la tarde. Y luego, estela...
Después, sueño del mar, la misma ola.
Extranjero tan pálido que has visto
hincharse cada tarde alguna vela:
ninguna arrastrará tu inútil sombra!
Talvez con el crepúsculo tranquilo,
sobre la paz de los canales muertos,
la nave que suspiras vaya sola!
PORFIRIO BARBA JACOB (1883-1942)
(Seudónimo de Miguel Ángel Osorio Benítez; Santa Rosa de
Osos, 1883 - México, 1942) Poeta y periodista colombiano
polémico e influyente, cuya obra suele clasificarse dentro de
un modernismo ecléctico. En su primera juventud fue un
sencillo maestro de escuela rural en Antioquia, donde fundó
la campesina Escuela de la Iniciación. A los 23 años,
habiéndose trasladado de Antioquia a Barranquilla,
comenzó a publicar sus primeros poemas, entre ellos la
Parábola del retorno, muy conocida en Colombia. Después,
con algunos amigos trovadores colombianos, se trasladó a
México.
FUTURO
Decid cuando yo muera... (¡y el día esté lejano!):
soberbio y desdeñoso, pródigo y turbulento,
en el vital deliquio por siempre insaciado,
era una llama al viento...
Vagó, sensual y triste, por islas de su América;
en un pinar de Honduras vigorizó el aliento;
la tierra mexicana le dio su rebeldía,
su libertad, su fuerza... Y era una llama al viento.
De simas no sondadas subía a las estrellas;
un gran dolor incógnito vibraba por su acento;
fue sabio en sus abismos -y humilde, humilde, humilde-
porque no es nada una llamita al viento...
Y supo cosas lúgubres, tan hondas y letales,
que nunca humana lira jamás esclareció,
y nadie ha comprendido su trágico lamento...
Era una llama al viento y el viento la apagó.
SOBERBIA
Le pedí un sublime canto que endulzara
mi rudo, monótono y áspero vivir.
El me dio una alondra de rima encantada...
¡Yo quería mil!
Le pedí un ejemplo del ritmo seguro
con que yo pudiera gobernar mi afán.
Me dio un arroyuelo, murmullo nocturno...
¡Yo quería un mar!
Le pedí una hoguera de ardor nunca extinto,
para que a mis sueños prestase calor.
Me dio una luciérnaga de menguado brillo...
¡Yo quería un sol!
Qué vana es la vida, qué inútil mi impulso,
y el verdor edénico, y el azul Abril...
¡Oh sórdido guía del viaje nocturno!
¡Yo quiero morir!
CANCION DEL TIEMPO Y EL ESPACIO
El dulce niño pone el sentimiento
entre la pompa de jabón que fía
el lirio de su mano a la extensión.
El dulce niño pone el sentimiento
y el contento en la pompa de jabón.
Yo pongo el corazón -¡pongo el lamento!
entre la pompa de ilusión del día,
en la mentira azul de la extensión.
El dulce niño pone el sentimiento
y el contento. Yo pongo el corazón...
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