La Revista Blanca - Biblioteca Nacional de España
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La Revista Blanca SOCIOLOGÍA, CIENCIA Y A R T E
«t I Hi.U.-Sicnlt épKi SARDAÑOLA - BARCELONA 1.° de Octubre de 1924
S T T 2 M A . R I O : El Hombre y la Tierra (rontinuación') : Elíseo Rcclús. — £1 valor moral de Ijf hombres ; Vn profrsor de U Normal. — Crónica cienlifica ; Arihur Douglas Sniikl. — Feminismo y Humanismo ; Federica Montseny. — El fascismo y el antifascismo en Italia ; León FouRlictti. — £/i-mérides del pueblo ; Soledad Gustavo. — Marx y Engels contra Prouilhon y liakunine en Moscou; Kudolf Sharíenstcin. — Para una interpretación federalista de la historia ; Enrique Nidi>. — ¡^ Literatura española ; .AuRuslo de Moneada. — Divulgaciones históricas : (iencr, filósofo y literato ; M. Soriano de Numancia. — Alrededor del idioma internacional ; S. Albcrich Jofré. — fiada una humanidad nuera ; K. Armand. — Kodando por el mundo ; Hipatía. — Al último Quijote, novela (continuación) ; Federico Urales. EN EAS CUBIERTAS : La unidad moral libertaria. — Comentarios. — Problemas de nuestros días; Ramón Ro<lr(nuez. — La «Sovela Ideal». — Suscripción internacional pro-presos cuestiones sociales. — Nueva publicación. — Por dondequiera que vayáis... ; F. Barthe. — 4 los trabajadores de lodos lot países ; El Hureau A. de la A. 1. de los T. — í.1 deber del Sindicato ; Fernando Eupincza. — Notat administrativas.
EL HOMBRE Y LA TIERRA ELÍSEO RECLUS
{CoHtinuMción)
Una explosión volc.'inica, una inimd.icii'<n fuvial, una inva.sión del mar, los ostr.Tpos d« un ciclón, han obligado en distintas oca-tioncs a los habitantes de un pa(s a abandonar la tierra natal para refugiarse en comarcas hospital^riai. En eae caso el cambio del medio trae consigo forzosamente cambio de ideas, otra concepción de la naturaleza ambiente, otra manera de asociarse a las circunstancias, diferentes del medio anterior. Puede suceder, pues, que a pesar de la catástrofe y de todas*las desgracias consiguientes, que el acontecimiento sea para la población que lo ha sufrido una causa poderosa de progreso. No hay duda que los individuos han sufrido, han perdido quizá el producto de su traba)o y sus provisiones; ¿pero qu¿ son esas pérdidas en comparación de las adquisiciones intelec-tuaiet que puede dar la adaptación a un nuevo medio?
Es verdad que a veces el desastre trac algo más que ruinas materiales; ha habiiio poblaciones que han sido diezmadas n exterminadas por esas catástrofes de la Naturaleza, y en ese caso es precito que la tribu herida se reconstituya con gran pena ; que, por una es-pecie de reviviscencia de la cual halle en si
las huellas atávicas, vuelva a las ins-
A. ;ro tituciones del pasado, y vuelva a tomar penosamente las costumbres antiguas en su lucha por la vida, lucha en la cual es, además, posible que el grupo de hombres amenazado sucumba definitivamente. En el oterno esfuerzo hacia lo mejor de la existencia y del bienestar, el hombre resulta algunas veces el más débil V retrocede entonces hacia el salvajismo primitivo ; otras veces triunfa de los obstáculo* y progresa tanto más hacia un estado más elevado.
A las cau.sas exteriores de cambio procedente de la naturaleza inanimada, se juntan, en lo» grupos humanos, las que provienen del impulso dado a la inteligencia por la enseñanza mutua, cuya forma ordinaria es el juego. La libre diversión es uno de los mayores educadores del hombre (87). Lo que llamamos el juego y que distinguimos con tanto cuidado del trabajo, fué, después del alimento, la forma más antigua de la actividad de los hombres (88). As( como la madre se divierte en.
(87) Karl Groo», Die Spiele det Tierr : Dit Spieie der Menschen,
(88) G. Perrero, Les Formes primitivet i » Travait.
LA REVISTA BLANCA
La Novela Ideal Habiendo comprondido los rpdartorps de L* R E
SISTA BiJkNC* la efiracia y utilidad de la propaganda de sus ideas por medio del diálogo, sobre ttido entre la juvenlud de ambos sexos, han resuello publicar una novela corta quincenal, los días 8 y j j de cada mes.
LA NOVELA lt>EAL será casi el regalo que la punía de L* REVISTA BI ANCA ofrece a sus lectores janz de intí-resarlo, l>or y al público, ron el prop<^sito
medio del sentimiento y la emocii'in, en las luchas para instituir una sociedad sin amos ni esclavos, sin gobernantes ni gobernados.
Advertimos que para redactar novelas tal como nosotros las deseamos, interesantes y amenas, se necesita »Bl)er escribir y, además, hal)er concebido la Kciedad antes apuntada.
No queremos novelas rojas, ni modernistas, ni eclécticas.
Queremos novelas que expongan, bella y claramente, episodios de las vidas luchadoras en pos df una aociedad libertaría.
No queremos divagaciones literarias que llenen páginas y nada digan. Queremos ideas y sentimiento», mezclados con actos heroicos, que eleven el e»p(ritu y fortalezcan la acción.
No queremos novelas deprimentes ni escalofriante». QÍieremos novelas ootimistas, que llenen de esperanza el alma ; Hmpius serenas, fuertes, con alguna maldición y alguna lágrima.
La» novelas que pedimos pueden ser escrita» en franré», alemán, inglés, italiano y rspañol ; pero las deseamos do gente que haya llm.ido murli.^s cuartillas, y que, adem's, sientan lo que escriben. No hay que olvidar que vamo» a la conquista de la conciencia pública. También se nos pueden enviar traducciones no publicada» en español.
L* NOVELA IIMUI. se compondrá de 3» páginas v »e venderá a 15 céntimo» ejemplar, con e| acostumbrado tanto por ciento a lo» corresponsales.
Empezaremos a publicarla cuando obre en nues-*"* ^ " ^ ** original de cuatro novelas, diena» de •er impratas; pero como nuestros propó»iio» «e convierten «imiprc en realidade*. lo»
cnrre»pr.ns.ile«. •ocre todo lo» de América, pu>Klen señalar. de«de luego, el número de ejemplares de LA NOVEIJ» IDEAL que hemo» de remitirles.
I J » lUMTipcioae» te «ervlrán a peseta trimestre
\7argas VUa q 5U obra Han l legado a mis mano» dos trabajos pu
blicado» en L A REVISTA BLANCA, en los cuales ,
Federica Montseny hace uno» comentar io» de Varga» Vila y t u obra. Razona en verdad con sinceridad y lógica abundante esta compaAera. en ciertos aspectos, en sus dos artículos. Tiene conceptos felices y pentaifiiento» acertado», que los d icta , seguramente, una noble y férrea ccmvicción. al verse u l t ra jada por un hombre equfvtM», en su condición de mujer , y al ver el falso ccnoepto que de la misma t iene Vargas VUa.
Eoipieto c o n l e u n d o ainreramente que be sido un «dmirador de Vargas Vila. Más aún : be lefdo y esttidiado toda su obra. Montainy tiene ratón cuando dic* que aomoa loa anar
quistas los que tnás leemos a Va rgas Vila. Sin embargo, vo no he leído toda la h u m o s a produce, j n de Kropotkine, ni toda la fecunda obra de Grave, ni toda la inmensa producción del s.ibio Roclús, V, no obslante , repito, he leído los sesenta voíúmenes próxiniain«"nte que lleva Vargas Vila publicados en castellano. \ esto no es ex t raño , aunque en par te , en par te nada más , hava sido funesto para algunos anarquistas ; seguramente para los jóvenes. Vargas V ila tiene producciones que llevan el m a r c h a m o de obras perfectas, fecundas y elevadas. Por eso los anarquis tas hemos leído a Vargas Vila más que a otro escritor, porque sus obras han afir-mado nuest ras rebeldías. Ahora bien ; para los que no han leído toda la producción de este escritor, la impresión que sacan es que es un excéntrico que se cree oi iginal . Vargas Vila tiene escri tos unos diez y ocho volúmenes, an-tes de su abvccta claudicación, que son piquetas demoledoras contra la actual sociedad, sus vicios V sus maldades , los cuales él se aver-güenza haber escrito, según su propia confesión.
Vo no conozco un libro inAs viril y anárquico, obra m á s demoledora, escrito por n ingún anarquista que le supere a l.ihrc Esléiica. Es el canto del ácra ta , el pensamiento del verdadero anarquis ta revolucionario, que destruye bellamente y condena a esta ciénaga social. Sugestiona este libro.
Flor del Fango es una gran novela, una inmensa novela anarqu is ta , pudiéramos decir, v diríamos bien. Mal parada queda la sociedad en esta tragedia dolorosa y sent imental . E s up grito de ju.»ticia contra la maldad ambiente , viril y enérgico.
La ubre de la loba es una novela de tina emoción intensa, de una rebeldía y un acierto t an grandes ai describir los manejo» del clericalismo, las podredumbres y corrupciones de la sociedad, que sólo Zola y H u g o tupieron hacerlo, que e» un alegato a nue t t ro ideal. Como propagan 'a podemos recomendar esta» do» novelas.
La tragedia del Crúto, María MagdaUma, Los parias y. en fin. una serie de obra» má» de critica sociológica v novelas de carácter social, que vo mo congra tu lo de que figuren en mi biblioteca, al lado de las mejores p lumas del ana rqu i smo , y no vacilo en recomendar las como producciones grandes y elevadas.
Ahora bien. Vargas Vila tieiie escritos uno» cuarenta volómencs en su úl t ima etapa, que, para aquellos que desconocen la vida de este escritor, e s un caso d e perplejidad. Ts de lo peor, de lo más ru in , v creo que ningün fraca-Mdo le hava Igualado en maldad por justificar d acto realizado, esto es , ' J venta, como un rumian te .
C u a n d o Vargas Vila fué un r evo luc ionar io ; cuando pei«¿ «n las barricadas por nuestro Ideal
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—por nuestro ideal, así;—cuando fué perseguido y gimió en las mazmorras victima de la reacción rufianesca, quiso y supo escribir.
Sus páginas fueron las más rebeldes y demoledoras que yo he leído. Y esas páginas son la» que deben de leer los anarquistas y deben d« admirar. Pero cuando se convirtió en león domesticado por los gobiernos; cuando la reacción lo compró como a una mercenaria prostituta ; cuando fué un alcahuete diplomático en Roma y otras naciones ; cuando se sentó en la poltrona del consulado en España ; cuando fué político y reaccionario en Colombia, fué cuando los anarquistas le odiaron. Y de aquí en adelante es cuando empieza Vargas Vila su obra desmoralizadora. Su cobardía no tiene Wit ites, y su cinismo, ya que no puede justificar iu abyección y claudicación, lo reviste con el carácter rimbombante de una ndoctrina». ¡ Precioso procedimiento!
De sus novelas citaremos, por ser la nme-)or>i, la Kmás genial», según el mismo Vargas Vila, a esa porqueria titulada ¡bis. Vargas Vila condena a la mujer en esta novela como lo haría el más reaccionario moralista. El mismo juicio sosteniendo una moral corrompida. Igual, idéntico. Para Vargas Vila lo importante es que su mujer no sea adúltera, que permanezca fiel a su amo. Eso es todo. Y se repite, sin originalidad, sin interés, trágicamente mediocre, este vil juicio de la mujer, en doce o trece novelas más. Tal vez, he pensado yo muchas veces, como opinó Montseny, que porque vivió la novela IhtM. Sólo que el protagonista de su novela se pegó un Mro en el corazón, cosa que él no hizo, y en parte me enoja, ya que, como I.«o-pardi, es un cantor del suicidio, sólo que I.eo-pardi no fué tan cobarde. Sus tramas son farsa y embuste, y el lector atento pronto se da cuenta que la lógica anda a porrazos. Además, con revestir sus últimas producciones literarias de maltfausianismo y • i s libros de «filosoffan de cierto nieticliismo y stimismo, no hace sino reventar de ridículo.
£1 hturto iá tiUncio, La rítmenle. El camine del triunfo y otras que omito por repugnancia, son producciones tristemente ridiculas.
Ya cansado de explotar el tema de la mujer «fi la., novela de este género, explota d tema dd hijo de la mujer y el hombre. ¿Y entonces? Lo interesante «s decir gansadas, prostituirse j justülcarse. todo a la vet. Veamos. Ya en este Kénero, como antes la cuestión radicaba en que laa mujeres no fueran... de otro. •n éste radica en que los padres deben de es-tr«n|{ular a sus hijos cuando son pequcflos, al nacer, asesinarlos en d vientre dé la madre «• es pradso. porque de lo contrario ; atención I Vargas V9a ha descubierto ana ley. en la cual demuestra que si el padre no mata al hijo, el hijo, al ser ffrande. asesina al padre. «Su sU —«_*.<*. — . . . ««adn iHee. íQm «a «u hl}o?
¡ Bah! Prejuicios. «También es suyo su excremento, n (Textual.)
Para convencemos, él crea en sus novelas personajes «vivitos» y «reales'i que se encaran con sus padres, hasta se disparan «ttros>i. S^lo en sus novelas ; porque en la vida real, no obstante las imperfecciones de la sociedad, es el amor de padres, de los padres, uno de los sentimientos más sublimes r inconmensurables en nosotros.
Para terminar, sólo me resta decir que la compañera Montseny tiene mucha razón cuando dice que en todas las librerías y bibliotecas anarquistas se anuncian libros de Vargas Vili. Ahora, que esas librerías y bibliotecas deben de seleccionar la obra buena de Vargas Vila, por compañeros inteligentes y sabios, que en nuestro campo los hay en gran abundancia, y recomendarlas como buenas las que lo sean, y las malas, las mediocres, «"ojarlas a la basura. Y, si es preciso, para que los compafieros no caigan en equivocaciones, en la creencia de que todos los libros de este escritor son recomendables, censurar esas obras malas y asquerosas, declararle un serio sabotage, por medio de la prensa, que no estaría de más, ya que tantas tonterías sin fruto se repiten en nuestros periódicos ; para saber todos a qué atenernos con respecto a este escritor equívoco, claudicante y ruin. Sin embargo, sostengo que es grandiosa y recomendable la obra buena de Vargas Vila.
loaiaao CORNRIO
GomEirríiRios LOS GRASDES HOMBRES
A falta de hombres pequeflos del tipo del señor Benedi y compañía, ftos ocuparemos hoy de los grandes hombres, cual don Euaenio d'Ors.
Este seAor don Eugenio, por demasiado radical, fué destituido de los múltiples cargos que desempeñaba en la primitiva Mancomunidad de CataluAa. y en concepto de avanzado y como un trágala ? los catalanistas de la derecha, que perseguían a nuestra eminencia, la Asociación de la Prensa Diaria de Barcelona le d i ^ presidente.
¡Era muy socialista y muy genial don Eu-^ i o l
Pues bien; el mismo seAor d'Ors forma parte, a estas horas, de la redacción it A B C, el más tonto y m i s nacionalista de los diarios reaccionarios de EspaAa. y desde las columnas de diario tan antiliberal, en todos sentidoa. nuestro fenio envía a los cuatro puntoa cardi* nales dd país su proaa InintaUglbla.
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¡ Y luego que vuelva a sentarse a la mesa presidencial de un mitin sindicalista, como ocurrió en uno celebrado en el teatro del Bosque!
Ya dijimos entonces : ¿cuántos quedarán de «•sos intelectuales avanzados el día que vengan maldadas? ¡Ninguno! Y así ha ocurrido.
OTRO HOMBRE GRASDE
F,l señor Olariaga dissute, en El Sol, el tema de la revisión del ideario socialista y dice, con mucha formalidad, que el socialismo desaparecerá mañana por la tarde si antes no ha evolucionado en sentido de partido nacional.
¡ Y nosotros que creíamos que lo» partidos socialistas habían evolucionado excesivamente para continuar siendo partidos socialistas!
¡ En fin,; más ven cuatro ojos que dos, si los cuatro no son ciegos!
Según el redactor de El Sol, con franquicias de colaborador, lo mismo que el señor Maeitu, que también sabe inglés y también conoce a los clásicos, si el socialismo no evoluciona rápidamente, a la vuelta de dos banquetes, se convertirá en partido histórico y fósil.
Lo gracioso del caso es que, para que los partidos socialistas no desaparezcan, según el escritor financiero y sociólogo, tienen que dejar de ser partido» socialistas.
Paradójico, ¿verdad? De paradojas están llenas las cuartillas de
los grandes escritores, que para armonirar sus conveniencias personales con sus conciencias, llenan las columnas de los rotativos con prosa imprecisa, pálida y ñoña.
Suerte que los tales rotativos están luchando, tan.bién, entre su gran amor a la Uberlad y lat circunctancias... mandan.
EL MIEDO KS UBRE
Un teAor Alfon«o, doctor, como todos los . alemanes, ha publicado en El Liberal, de Madrid, en nombre de la Sociedad Vegetariana española, un remitido, declarando que ^us vegetarianos no matan animales y que, por lo tanto, nada tienen que ver con los que matan personas, aunque no coman más que hortalizas.
I Está muy bítn y en su punto la declaración del seflor Alfonso I La hicieron antes, unos titulados anarquistas, contra la imaginada Af«-no Negro; la hicieron después, otros titulados anarquistas, contra Ravachol y más tarde con-tra Bonnot y su banda. La hac<>n todos los Lopes al enterarse de que un LApes ha sustraído un reloj. Consideran que la gente les puede estimar rateros.
¡ Eh, cuidado, no molestar, que nosotros, aunque nos llamemos como ellos y comamos lo que ellos, no matamos, como ellos, animales de ninguna capeciel
Lo cual demuestra dos cosas: que nuestra pc.icía confunde los términos y que por estos mundos faltan hombres con fuerza moral suficiente para no temer ser confundidos con na-
Mal andamos de caracteres y de seres, de esos seres animales que no saben que los vegetales son también seres y que ignoran aunque sean doctores, que no hay manera de d.s-tincuir dónde empieza y dónde acaba el animal o el vegetal que los separa.
A lo que se ve, el señor Alfonso es de los que cuiercn que hava muchos animales ; los necesitan a.^unos para vivir bien y en salud per-
^Cuidado con el precio de las consultas! • Cuesta tanto recomendar, para todas las enfermedades, una misma receta y encargar a los elementos la curación! Así es cómo se temen las confusiones v se tiene miedo.
¡ Existe tan poca diferencia de unos a otros charlatanes, que la confusión es fácil!
LA ISTERSACIOSAL INFAME
Nuestros lectores va sabrán que la primera Internacional era federalista y que la tercera, la de Moscou, es centralista. Ello no es obs-táculo para que lo» representantes que la Internacional tercera tiene en España digan que la suva es la continuación de la primera y escriban, además, lo que sigue contra la segunda Internacional, o sea la llamada de Amsterdam.
«Y triunfó la idea en Rusia, y los verdaderos discípulos de Marx, los únicos herectaros de la primera Internacional, reunieron las fuer-ra» dispersas en el' país donde la Verdad estaba en marcha v se fundó la Internacional Comunista, que no es sino la continuación de la primera, dejando a la intermedia, coino materia maleable, en un rincón infecto de la Historia, adonde la condenó su infamia.»
Tonto, lírico, bíblico y falso.
DEJAD QUE LOS PERROS ..
El seflor Benedi está muy enfadado con los canes. El otro día espetó un artículo contra todos que terminaba de la siguiente manera .
«Dejad que los perros ladren. | Adelante 1.. Lo mismo hubieran podido decjr, d* h«cer
caso de los perros falderos, Reclús, Kropo»-liine. etc., etc., v los anarquistas de ambo» m-misferios .1 ladrar el seflor Benedi contra elloa día tras día.
VS GRAN HOMBRE DE ESTADO
Siempre dijimos que el chico llegarfa y K« negado. Somos la mar de profetas, a pesar «e qje, en esta ocasión, no haWa ««cesUlad de serlo para acertar, porque el chico reunía M M
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las de la ley para llegar a lat alturas sin que nadie le empujara.
Un día, desde el escenai ¡o de un teatro de Madrid, nos señaló a su mesnada, reunida en mitin, gritando : n; Ese, ése, es el que hace la campaña contra nosotros desde Tierra y Libertadlo
La concurrencia miró a diestro y siniestro, pero como nosotros oíamos impertérritos y tenemos esta cara de hombre de bien que engaña a todo el mundo, la mesnada no supo a quién linchar. La intención, sin embargo, quedaba allí clarita.
Ahora leemos que aque! chico será nombrado consejero de Estado. Seguros estamos que el Estado recibirá de él buenos consejos ; pagándolos, naturalmente, porque lo que tiene d^ caballero, que sólo es el apellido, nada quita a lo valiente.
¿Cargos sin retribución...? ¡Para el gato! ¡ Por algo se nace hombre de Estado! ¡ En estado perpetuo de comer a dos carri
llos !
EL CUESTO DE LOS TRES MIL
La prensa defensora de aquel comunismo que aconseja a los ignorantes que trabajen para los sabios, anda en busca de tres mil dólares que se han perdido, al parecer, mientras atravesaban el Atlántico.
¡Están en la Soli'., gritan los de acá. ¡Nosotros lo» mandamos para ios obreros presos!, exclaman los de allá. Y los de la Confederación preguntan que a quién se mandaron los trea mil del ala.
Y sobre este dltimo particular, que es el más importante, nadie sabe una palabra. ¡ Ni siquiera los que dicen haber mandado las mitas I
Lo demás a hablar por hablar, porque a alguien te los habrán mandado, si es que los mandaron. ¡ Que lo digan y en paz!
CUMPLIENDO ORDENES
Se ha dicho en esta Revista y se ha dicho recientemente, que los comunistas habían cambiado de táctica con respecto al sindicalismo.
El cambio se acordó en Moscou y la prensa de su partido, en Espafta, lo refleja va en sus «Atoriales.
Sdto que esos que antes querían dividir a los «ifidlcatot y ahora pretenden apoderarse de ellos astutamente, andan por ahí. de pueblo en pueblo, poniendo como digan dueAas a los libertarios de la Confederación. Es una táctica muy sistema Lenio. En público, armonía y compostura ; secretamefite. calumeias. Como se recordará es lo cow venido «n Moscou.
Porgue lo que dos Individuos que rtciente-han estado en la ca|>ital dé Rasfai an
dan diciendo por estos pueblos de Cataluña contra los anarquistas no tiene nombre. Véase una prueba : Dicen que ios libertarios asesinaron a Salvador Seguí y que ahora andan del brazo de Mauríf para hacer la revolución.
¡Vaya nobleza! ¿Así se quiere establecer una sociedad nueva? ; Ni que fueran gusanos de clnaca !
; MAZMORRAS O PALACIOS?
Scc;ún nos cuenta la prensa defensora de ese comunism'o que hace trabajar a los tontos y da las riendas a los vivos, un señor que se llam? Eddo Fimmen ha visitado las cárceles de Rusia, saliendo de ellas encantado.
¡ Aquello no son cárceles : son palacios! En las cárceles de Rusia, según el Fim.. c-n ese, se vive tan excelentemente, que los presos no quieren salir de ellas. Cuando, ai libertarlos, llegan a la calle, se preguntan : «¿Dónde estaremos mejor?!) y en seguida se meten otra vez dentro.
En cambio, las cárceles de Polonia, que también ha visitado Eddo (¿será inspector de presidios?) se construyeron para puercos y en ell yacen los comunistas detenidos en aquel país. .Son las ventajas de una y de otra reptlblica. La burguesa, de Polonia, encierra a sus revolucionarios en pocilgas, y la froUtaria, de Rusia, mete a los suyos en espléndidos chalets.
¡ Ahora nos explicamos por qué hay tanta gente encarcelada en el país de Lenin I Son lo» mismos presos, que se detienen unos a otros, para darse la gran vida.
; Hav cada truco...!
HESA REVUELTA Ai dar en el número y» la dirección de nues
tro crmpaAero Toma» Herrero», en lugar de calle Cadena, 3q, ] . * , que es donde vive y donde han de dirigirse cuanto» quieren adquirir volúmenes de la Editorial Moderna, salió Canuda, etc.
• • • El Comité de la Confederación Regional del
Norte ha dirigido un manifiesto a los obrcrus españoles llamándoles la atención sobre el mal estado de sahid en que se encuentra Villalon-ga» que sufre condena en el pctul del Duesn (SantoAa).
Didio Comité ruega que se abran suscrip-eimies a favor del preao y que se mande d (U-nero al Conserje del Centro Obrero de Santander, situado en la calle Prinero Je Mayo, número ta.
Con igual objeto ha aMerto SoUimridad Obnrm, de La CoraAa.
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sefiando a su hijo de pecho los movimientos, los ademanes y los sonidos que le acomodarán gradualmente a su medio, asf también los niños y los jóvenes entre sí sienten profunda alegría haciendo en todos sus juegos el ensayo de la vida.
Es tal su potencia de imaginación, que, estando solos, se complacen en representar escenas en las que son a la vez actores, pacientes y espectadores; ¡ pero con cuánta mayor pasión, con qué desenfrenado entusiasmo, con qué sinceridad en la fantasía se entregan a sus juegos cuando participan muchos en él y cada uno tiene su papel en el drama o la comedia ! Son alternativamente cazador y caza, vencedor y vencido, juez y victima, culpable e inocente; pasan por todas las fases imaginables de la existencia ; sienten todas las emociones, y, siguiendo las tendencias naturales de su ser, aprenden a desarrollar tal o cual de sus cualidades directoras : lo que adquieren tiene en su ser raíces tanto más fuertes cuanto su manifestación se ha hecho inconscientemente ; entonces se imaginan ser creadores. Prodúcese en ellos como una especie de ritmo entre la vida práctica ordinaria y la vida de imaginación que da el juego, y esta última existencia suele parecer la más real porque en ella ponen toda su fuerza con la mayor intensidad. No es un simple recreo, como lo practican las gentes gastadas, privadas de tu impulso natural, es la realización misma del ideal de infancia o de juventud. Por lo demás, este ideal del hombve que se divierte oo difiere del que ve flotar ante sí en el reposo de tu pensamiento. Hay quien en sus juegos aprende a qtiedar libre, a ter un compaflero franco y bueno; hay quien te ingenia para mandar o te habitúa a tervir. En las diversiones, como en la vida seria, se ven tiranos y etclavot.
Aun sin taberlo, el hombre, juegue o trabaje, te deja siempre arrastrar por el ejemplo de otro; la mayor parte de las espontaneidades aparentes no ton tino imitación. Asi como el historiador puede hacerlo constar en el orí-^ n mismo de la humanidad, paralelamente a ello, el mundo de los animales a que pertenecemos y que continuamos es nuestro gran educador y nos ofrece preciosos ejemplos para todos los actos de la vida.
En primer lugar, la ciencia por excelencia, la que contiste en buscar y en encontrar el alimento, ¿no ha tido admirablemente «nteAada al hombre por tut hermanos m a y o ^ , vertebrados e invertebrados? Si «I hombre, animal también, sufría por ignorar las artes de la recolección, de la caza y de la pesca, ¿no te multiplicaban los ejemplos que debfa ten^ir a tu alrededor? En la playa, loa cangrejos y otroa crut-ticcot iodican lot puntos de la arena o del
limo donde se ocultan determinado* iifrutos de mam ; todo animal que iba a recolectar frutos, a la excavación en busca de raíces,' al cebo o a la pesca fué cuidadosamente observado por el famélico, y éste probó a su vez las comida» más diversas, bayas y frutas, hojas y raices, animales chicos y grandes que veía servir de alimento a sus hermanos inmediatos. Además, el hombre ha podido preguntar a sus educadores el arfe de almacenar sus víveres para los tiempos de escasez : los termitas, las hormigas, las abejas, los gerbos, las ardillas y los perros de las praderas le han enseñado a construirse silos para conservar en ellos el excedente de alimento recogido en las estaciones de abundancia : hay villa de termitas, construida con un método arquitectónico muy superior al de las villas humanas de la misma comarca ; ofrece un conjunto maravilloso de galerías, de graneros, de secaderos y de almacenes que constituyen un mundo (89). Por último, ¡ cuántos medios terapéuticos, hojas, maderas o raíces, ha visto emplear a los animales el enfermo o el herido I
Hasta es posible que en varias comarcas deba el hombre los principios en agricultura al ejemplo de los animales. Según el naturalista Mac Gee, el trabajo de la tierra americana dirigido a obtener una cosecha anual parece haber tenido origen en pleno desierto, especialmente en el país de los indios Papajos o Papagos, parte del Arizona próxima al golfo de California, donde los indígenas tienen a la vista el trabajo de las hormigas «laboriosas», cuyas colonias se extienden por la llanura en decenas de millones, y han puesto en producción la cuarta parte ti no la tercera de toda la Pa-paguerfa. Cada colonia tiene su campo de cereales bien conservado y el aire bate el grano con una limpieza perfecta.
El natural amor propio, suscitado a la vista de esos prodigios, había necesariamente de impulsar al Piel Roja a imitar la obra de la hormiga : cada aAo visita lat regionet del Sur para traerte maíz, pepitas de calabaza y judías, que a su vuelta, al principio de la estación de lat lluvias, tira en las tierras regadas y en el suelo de los barrancos húmedos. Esa práctica*de siembra data probablemeote de tas edades más antiguas y hasta parece haber sido en ese país la principal cauta de la organización de lot papagos en tribu (90). La agrictiltura, dice Mac Gee, en otra memoria (qt). fué en tut orígenes una «industria del desierto». Es esta, sin duda, una afirmación demasiado categórica; pero al menos es cierto que la antigua h¡p6-
(8q) Tuckey. Sohweinfurth, etc. (qo) Miic G«e, The Ameñcan Anlhropolo.
gút. X, 1895. (qt) La otiama recopilacióo, VII, 1897.
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tesis, relativa al nacimiento del cultivo en las tierras más fecundas, ha de ser también revisada.
Si ti hombre debe mucho a su eiiucador el animal respecto al modo de buscar y conser%ar <1 alimento, a él también, o a sus propios an-tcpasad<JS, no menos debe el arte de escoger una vivienda o de hacerse un abrigo. Más de una ca\-erna )e sería desconocida si no hubiese visto al murciélago rodear la fisura de la roca en cuyo fondo se abre la puerta st-creta de las galiTÍas subteiráncas. Muchas buenas ideas le fueron dadas por el ave constructora de nidos, t.in hábil en el arte de entretejer fibras, lanas V crines y hasta de coser las hojas. El mundo de los insectos pudo enseñar diversas industrias, sobre todo la araña, que teje entre dos ramitas tan maravillosas redes, a la vez dúctiles, elásticas y firmes. En el bosque se complace oyendo el ruido rítmico que hace el gorila golpeando una calabaza (92); sigue los ca. minos abiertos por el jabalí, la danta o el elefante ; observando las huellas del león, sabe hacia qué lado encontrará el agua en el desierto, y el vuelo de las aves elevado a gran altura, le hace adivinar el paao más fácil para la travcsfa de la montaña, y, sobre la redon-d'Z del mar, el estrecho más corto, la isla invisible desde la costa.
Frecuentemente el instinto común al animal y al hombre enseñó a éste el arte de fingir, de huir o de disfrazarse en el momento de peligro, y los ejemplos del animal lo mismo que los recuerdos de la propia raza, le habían enseñado a "hacer el muerto», es decir, a permanecer inmóvil para no atraerse sobre su cabeta el picotazo o el zarpazo. Las madres pueden también aprovechar, para la educación de sus hijos, el arte con que las aves dan la comida a lo» suyos, de medir el alimento y el tiempo del vuelo y de soltar lo» pajarillos ya dueños del espacio. Finalmente, el hombre ha recibido del ave el inestimable sentido de la belleza, y, más aún, el de la creación poética. ¡ Cómo olvidar la alondra que se lanza recta a la altura dando gritos de alegrfa, o al ruiseñor que, durante las noches de amor, llena el sonoro bosque cnn sus modulaciones ardientes o melancólicas! En la actualidad aprende a imitar al a •e para construir aeronaves ; lo mismo que antes imitó al pez para modelar esquife» con una espina dorsal que sirviera de quiUa, aristas convertidas en jambas y aletas transformadas en remo» y en timón (93).
El dominio de la imitación comprende el
(92) Karí Groo», DU SpitU dtr Utnschen, pAí- 49-
(93) R. von Ihering. Ltt Indo-Européent gvont l'Hútoire, trad. de Meulenaere, pág. 197.
mundo de lo» hombres lo mismo que el de los animales. Basta que una gregaria esté en contacto con otra para que la necesidad de parecerse por tal o cual carácter se haga pronto sentir. En un mismo grupo étnico, el individuo que se distingue de los otros por algún rasgo notable o por algún trabajo personal se convierte también en un modelo para sus compañeros, y por ello cambia en otro tanto el cen. tro de gravedad intelectual y moral de toda la sociedad. Ordinariamente la imitación se hace <le una manera inconsciente, como por una especie de contagio, peio no por eso deja de modificar a aquel a quien afecta v tjueda modificado en todo su ser. Las imitaciones conscientes tienen una parto menos importante en la vida, pero todavía muy considerable, puesto que el hombre deseoso de hacerse semejante a los otros pue<ie ser impulsado por las facultades diversas de su ser, sea por simpatía, cuando se trata de un amigo, sea por obediencia, respecto de un amo, o por fantnsía, por moda y también por el deseo y la comprensión razonada de lo mejor (94).
La mayor parte, si no todas las funciones de orden intelectual, el lenguaje, la lectura, la escritura, el cálculo, la práctica de las artes y de las ciencias suponen la preexistencia y la cultura de la aptitud para la imitación : sin el instinto y el talento de imitar, no habrfa vida social ni vida profesional. ¿No ha comenzado la literatura primitiva por la danza, es decir, por pantomimas, actitudes rítmicas, acompañadas de la cadencia de los instrumentos y del sonido de la voz humana? ¿Y la primera forma de la justicia, es decir, del tallón : «¡ojo por ojo y diente por diente!» no es imitación pura? Todo el código de las lej-es no fué en otro tiempo más que la costumbre : «e había convenido tácitamente en repetir sin cesar, bajo la forma antigua, lo que había sido hecho desde tiempo inmemorial, y a e»te respecto la ley inglesa, que procura con tanto empeño apoyarse en los tiprecedcntes» »e repite como una campana cuyo sonido es siempre el mismo. La regla de las conveniencias sociales es devolver visita por visita, comida por comida, regalo por regalo, y la moral misma ha nacido en su esencia de la idea del deber, del pago, de la restitución de tm servicio al hombre, a un grupo colectivo, a la humanidad (95).
La imitaci'Sn se confunde en muchas ctrcuna-tancias con la ayuda mutua, que fué en el pasado, que es aún en nuestros días y que aera en todos los tiempos el principal agente «le progreso del hombre. Cuando en la segunda
(94) Ouibert, Société d'Anthropologie de Pm. ris. sesión de tS abril 1873.
(95) G. Tarde, Les lois i* l'ImiMion.
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mitad del siglo Xix Darwin, Wallace y sus émulos expusieron tan admirablemente el sistema de la evolución orgánica, por la adaptación de los seres al medio, la mayor parte de los discípulos no miraron más que el lado del asunte desarrollado por Darwin con más detalles y se dejaron seducir por una hipótesis simplista ; no viendo en el drama infinito del mundj viv-ente sino la ciiucha por la existencLan. Sin embar^^o, e! ilustre autor de Origin of Species y de Descent of Man habla hablado también del «acuerdo para la existencia»; habla celebrado KIÍS comunidades que, gracias a la unión del mayor número de miembros asociados, prosperan bien y llevan a buen término la más rica pri>-¿enitura» (96).
Pero ¡cuántos pretendido* «darwinistas» qui-sieron ignorar completamente todos los hechos de ayuda mutua y se pusieron a vociferar con una especie de rabia, como si la vista de la sangre les excitase al asesinato : «El mundo es un circo de gladiadores... ; toda criatura está adiestrada para el combate!» (97). Y bajo la cubierta de la ciencia, ¡cuántos viulentos y crueles se encontraron de pronto justificados en sus actos de apropiación egoísta y de conquista brutal ; satisfechos de contarse entre los fuertes, cuántas veces han lanzado el grito de guerra contra los débiles: «Ay de los vencidos!»
(Continuará)
(96) Descent of Man, 2.* edición, pág. 163. (97) Huxlcy, Siruggle for Exi^tence, and ils
bearing upon Man.
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El DoIor moral de los hombres mm
Detrás de la sociología, ciencia de la sociedad o ciencia que trata de los fenómenos •ociales y de los progresos humanos ; ha venido la moralogia, ciencia que estudia los fenómenos y los progresos morales.
Se distingue la moralogia de la ética, en que ésta tiene por base la divinidad, con sus temores y religiones, y aquélla tiene la vida, con sus necesidades, sentimientos y pasiones.
La ética fué ética mientras gravitó alrededor de la teología; pero cuando los moralistas modernos se acercaron a la biología para estudiar la relación que podía haber entre las leyes naturales del universo y las pasiones humanas, la ética quedó como una rama seca en el árbol de la ciencia.
La ética es a la moralogia lo que la metafísica a la filosofía ; lo que la alquimia a la química; lo que la astrologia a la astronomía ; lo que la economía a la sodolngla : • a célula, su origen, su nebulosa.
Son las ideas morales, caso de que ideas tengan fenómenos de aquella naturaleza, tma consecuencia de la dignidad individual.
Cuando las personas no tenían dignidad
individual o tenían muy poca—se puede admitir que la tenían desde el momento que se ha comprobado que los animales sujjerio-res de la escala zoológica, como los cuadrúpedos y entre ellos los caballos y las vacas la tienen, aunque sólo en relación del trato que reciben,—cuando las personas tenían escasa dignidad, repito, apenas si sentían la moral, lo que se llama escrúpulos de conciencia y afán por el bien.
La dignidad individual se manifiesta y desarrolla con la conciencia. Cuanto más conciencia y más consciencia tiene el individuo, más dignidad individual reúne. Cuanto más se conoce, más vale el individuo, y cuanto más vale, más se hace respetar ; he aquí la dignidad.
Hay que distinguir entre el valor social y el natural. Se puede afirmar que el valor social no tiene ningún mérito ante el valor natural. El valor social es independiente del valor moral.
Generjilmente, los que más valen en el orden económico, valen menos en el orden natural y. moral. Tiene su explicación.
El hombre de conciencia es muy difícil que llegue a rico. Luego llegar a rico supo-
LA REVIST.\ BLANCA
ne poca conciencia. Ue ahi que la riqueza social equivalga a pobreza moral.
Son tan armónicas estas cuestiones mcv raJes que, por lo común, los ricos que ganaron ellos mismos su riqueca, personalmente, poseen escasa conciencia y carecen de dignidad individual. La perdieron explotando f>ara adquirir capitales, como perdieron salud. La dignidad individual estorba al negocio. Asi se explica que el adinerado, que no heredó de sus padres la fortuna, sufra agravios en su dignidad que no sufrirla la parte mayor de los pobres.
«Deja tu dinero en casa y piensa de mi lo que quieras», es norma de todo mercader.
La lucha por la riqueza despoja a los individuos que a ella se dctiican de totla scn-sibilidíifl moral, que el negociante califica (le sentimentalismo o sensiblería.
«A lo tuyo y <léjate de escrúpulos», le dice, al hijo que ha de heredarle, el padre de valor social. V el hábito acaba por convertir en normales prácticas que estaban en relación con la moral primitiva o con un hombre sin moral.
* «
Ese desprecio por la moral supone un desprecio por la vida. En los tiempos primitivos, de escasa «lignidad personal y de escasa moralidatl, la vida del individuo no tenia valor alguno. Se mataba sin intervención y sin protesta de la conciencia. La conciencia del respeto a la vida no habla aún nacido. Pues esta conciencia del respeto a la vida, que da valor moral a las sociedades modernas, aun no ha nacido en la conciencia de mucha gente, de toda eiía gente que aconseja se prescinda de escrúpulos para adquirir riqueza social. De ahí las vidas que el capitalismo siega en fábricas y talleres. N o da valor a ellas. Es un estado primitivo de conciencia. El negocio todo lo disculpa y al nego<-io se han sacrificado y se sacrifican más vidas que a la guerra.
Si del traficante pasamos al (fuerrero, nos encontraremos con igual fenómeno. La g:loria guerrera se nutre de vidas como el poder eoonórHico, que es otra gloriíi sin valor moral.
N o hay más que ver que cuanto mayor e« la evolución del sentimiento humano,
más refractario es a la guerra y más oposición encuentra en las sociedades la pena de muerte, la muerte en riña o querella, y, en particular, el llamado crimen pasional, regresión a los tiempos en que las personas eran propiedad de otras y en los que el más fuerte podía matar al más débil, caso de que ya no lo hiciese por derecho, como los antiguos señores de horca y cuchillo y como más antiguamente aún, por conveniencia doméstica : de choza o caverna.
Antes el individuo mataba al individuo con suma facilidad ; antes el juez imponia la pena de muerte tx)n suma frecuencia; antes los Estados se declaraban la guerra por una simple desavenencia conyugal o por caprichos y los pucblbs iban a ella oon gusto.
Hoy el pueblo no acude fanático, bullanguero e insensible al dolor y a la ejecución de los sentenciados a muerte. Hoy los pueblos piden la abolición de aquella pena y como protesta contra ella matan verdugos.
Hoy se mata menos y se guerrea menos, y a la guerra no van voluntariamente ni siquiera los guerreros profesionales. Hoy la muerte encuentra repudio y censura en todas partes ; hoy se piensa en una fralemi-dad universal, en un valor moral universal.
V este valor moral universal en defensa «le la vida se manifiesta contra todas las formas de matar, no siendo la del capitalismo la menos castigada y combatida.
I •
Las sociedades y los individuos tienen dos valores : Uno representado por su salud o sus condiciones físicas y otro que representa su l)ondad. Uno, su valor interno, que le sirve para vivir bien consigo mismo, y otro, su valor externo, que le sirve para estar bien ron los demás. Un valor moral que nos obliga a cumplir siempre con nuestro deber, pase lo que pase, y un valor moral que nos sostiene siempre confiados y optimistas en las luchas por la sobreexisten-cia. Esto es, pt>r colocar nuestra vida sobre los embates sociales de la barbarie.
Y los hombres, por su valor social y por su valor moral, son como esos libros excelentemente editados, de un contenido ético pobre, y esos otros, editados con modestia, de una substancia moral superior.
l O LA REVISTA BLANCA
Como esos libree, son los hombres en la vida. Unos, provistos de dinero y bien vestidos, carecen de idealidades morales. Otros, mal encuadernados o impresos en papel de tercera, contienen grandes enseñanzas en cada uno de sus actos o de sus páginas.
Por esto no hay que dar ningún valor e importancia a lo externo, a la encuademación. £1 valor de los hombres está en sus
pensamientos, en sus sentimientos y en sus actos.
El dinero y la riqueza antes acusa, por si, falta de valor ético, que la existencia de una vida moralmcnte útil para sus semejantes.
UN PROFESOR DE LA NORMAL
Madrid, septiembre de 1924.
©rémiflsai (snemiílnllníssi
Desde Londres Transformaeíóo de las ondas loniaosas en ondas sonoras. — La electricidad como n*
xiliar de la Agricoltnra. — El dictó¿rafo déctrico. — Los productos qnimicos dd mar.
Cuando se quiere hacer vibrar la membrana metálica de un receptor telefónico, mejor dicho, cuando se quiere crear ondas sonoras, e« preciso poner en juego una corriente eléctrica. ¿ De qué manera se efectúa esta transmutación?
El telenio, ese metaloide sólido a la temperatura ordinaria, de color pardo obscuro y muy parecido al azufre en la mayor parte de sus propiedades, que tantos servicios presta a la química desde su descubrimiento por Berzelius, por un fenómeno hasta ahora inexplicable, realiía esta transmutación.
Cuando una célula de setenio es herida por los rayos luminosos, su conductibilidad eléctrica aumenta ; intercalada en el circuito de una pila, esta «válvula» deja pasar una corriente tanto más intensa cuanto más iluminada está. Un receptor telefónico alimentado por esa corriente podrá, pues, producir acústicamente «notas» luminosas distintas.
Desgraciadamente, la célula del selenio tiene graves defectos ; su vida es corta y su carácter muy irritable. A consecuencia de loe perfeccionamientos introducidos en los medios de análisis, se ha comprobado la
presencia del selenio en diversos minerales, si bien siempre en proporciones tan extraordinariamente pequeñas, que operando directamente sobre ellos, seria muy difícil extraerle en cantidades suficientes para los usos que de él se hacen a no acumularse en ciertos productos secundarios o en los residuos de algunas industrias en las que se someten a la tostaci<'>n los minerales selenl-feros. De todas maneras el arco de la ciencia tiene más de una cuerda ; Hertz, el mismo sabio que da su nombre a las ondas de la T. S. H., descubrió en 1892 un fenómeno nuevo que se le denomina efecto fotoeléctrico.
Para convertir las ondas luminosas en ondas sonoras, la célula fotoeléctrica se compone de una ampolla limpiada de gas, que contiene dos electroides : la una, débil película de potasio, recubre parte de la superficie interior; la otra, es una lámina de cierta aleación de zinc, cobre y níquel que parece plata. Cuando el pincel luminoso de una luz cualquiera alcanza al potasio, este metal deja escapar innumerables electronos que, escurriéndose hacia el segundo electroi-de, permite a una débil corriente recorrer un circuito exterior. Pero esta corneóte es tan
LA REVISTA BLANCA I I
débil que no se la hubiera pnadido utilizar si los experimentadores poderosos en el arsenal de la T. S. H. , que conocen bien, no hubiesen intercalado, entre la célula fotoeléctrica y el auditor, una lámpara sinipliii-catriz, admirable lente que aumenta casi un millón de veces la corriente inicial.
prende un aparato central situado en el despacho del director y una serie de aparatos secundarios diseminados en los diferentes servicios. Las audiciones se hacen en voz alta ; «'I corresix)ndiente puede interrumpir a voluntad con el pie la comunicación a fin de oir sin ser oído.
* * * •
L'nos sabios americanos acaban de realizar un curioso experimento : muchas varie-<lades de flores y de lepumbres (alelíes, margar i tas , begonias, judias, lechugas, coliflores, etc.) se sembraron en cajones, las unas .sometidas a la luz natural , las o t ras iluminadas de dia por el sol y de las ocho de la noche a la una de la madrugada por lámparas eléctricas. Se ha notado que en las i'ilti-mas el crecimiento de las plantas ha sido más rápido ; en casi todos los casos, además, legumbres o flores «obligadas» a la electricidad resultaron más bellas y más voluminosas. Las lámparas a incandescencia • staban alimentadas por una corriente eléc-t r i ía de n o volts, engendrada por dos grupos electrógenos de una potencia total de cuat ro caballos-vapor.
Ahora bien : falta saber, si en ese experimento que han hecho aquellos sabios americanos, el efecto que notaron es debido al disfrute de mayor tiempo de luz, al estar más tiempo sometidas las plantas al benéfico calor, o a la influencia que la electricidad como agente natural muy poderoso puede tener sobre los vegetales.
\ ' ( rfladeramente la electricidad ha logrado el dominio del mun<lo. A un invento bueno sigue otro invento mejor, como si se hubiese encontrado la piedra filosofal en esa moderna Alquimia. \ o h.ny dia que no se nos de a conocer una nueva aplicación de la electricidad.
Ahí tenemos esc nuevo sistema telefónico del dictógrafo eléctrico, que presta útilísimos servicio» en los despachos y administraciones a cuantos desean dictar su correo sin molestar al taquígrafo ni solicitar da tos a la dependencia de lo que ocurre, paitando sin intermediario» indiscretos y pudiendo oir lo que se habla en los escritorios vecinos sin que nadie lo sospeche. Ese dispositivo com-
Teóricamcnte el agua del mar es como to-<ia agua en general un compuesto de oxigeno y de hidrógeno. Pero su análisis la presenta mucho más compleja. Sin hablar de todos los corpúsculos de origen animal o vegetal que ella contiene y que revelan el lente o el microscopio, es evidente que el agfua marina-posce una fórmula química especial, una tenencia particular en principios minerales, una naturaleza propia que la distingue inmediatamente de las otras aguas .
Los químicos dicen que el agua del mar no contiene una sal, sino exactamente 34 cuerpos sobre los 8, cuerpos simples actualmente conocidos.
líel análisis de un litro de agua recogid.» en el Atlántico, el profesor Thoulct ha sacado el resultado siguiente : Cloruro de so-ii'o (sal marina), 27 gr . 37;^ ; Cloruro de viüf^nesio, 3 gr . ^ 73 ; Cloruro de potasio, o gr. 592 ; Bromuro de ma/rnesio, o gr . 0547 ; Sulfato de magnesio, 2 gr . 2437 ; Sulfato de calcio. I gr. 3229; Carbonato de calcio, o gr. 0625 ; Cloruro de ruhidio, o gr . 019 ; ^íelafosfato de cal, o gr. 0156 ; Bicarbonato de hierro, o gr. 0026 ; Sílice, o gr . 0449. Lo que hace un total de 35 gr. 0739.
Asi en un litro de agua de mar se encuentran 35 gr . de sales diversas, con más de 27 gramos de sal marina. Se comprende bien porque ese líquido salado habla recibido ya de los ant iguos el nombre de «onda amarga». Pero a esos diferentes cuerpos determinados hay que añadir muchos otros cuyo análisis practicado en un litro de agua sólo revela trazas infinitesimales; tales son el iodo y el bromuiT» que las a lgas poseen en abundancia, el cobre que se forma con la sangre de los moluscos, el ruhidio que se encuentra sobre todo entre las ostra», el [Ao-nio y la plata entre los corales, etc.
De ' todas esas sales, el cloruro de sodio o sal marina, o mejor, sal de cocina, es sin di.scusión la más importante. Su cantidad puede variar con los mares ; asi, muy poca
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en el Mar N^^ro y el Báltico, a los cuales numerosos rios aportan sin cesar sus aguas dulces; por el contrario, posee 40 gr. por litro en el mar Rojo, cuyas aguas son constantemente evaporadas y por consiguiente la salura está concentrada por el sol tropical.
El análisis químico prueba que cada to-•elada de agua de mar contiene i centigramo de plata ; por el volumen de los mares, que está evaluado en 1,400 millones de kiló
metros cúbicos, o sea 1,400 mil millooes de toneladas, posee un lingote de plata de 14 millones de kilogramos o de 14,000 toneladas.
El agua del mar también contiene oro, unos 50 miligramos p)Or tonelada.
Todo lo cual demuestra que en el fondo del mar y en sus aguas existe un tesoro químico incalculable.
ARTHUR DOUCLAS SUIT»
Feminismo y Humanismo
Gerto amable y anónimo amigo me remite un ejemplar de un periódico, diciéndo-me : «Por si te interesa».
El periódico enviado es El Pueblo, de Valencia, y señalado por el mismo remitente veo un articulo que se titula «El tercer sexo» y firma Antonio Dubois.
El escrito—¡ cómo no !—habla del feminismo y de las mujeres. Hay en él opiniones muy apreciables y bastante acertadas, y he pensado que merecía el comentario de una mujer, que, como tal, preocúpase preferentemente de los problemas de su sexo y a la que, como muy bien supuso el que tuvo la atención de remitirme el ejemplar del diario valenciano, interesan esas cuestiones del feminismo, aunque sólo sea para combatirlas y situarlas en el punto donde han de partir todas las inquietudes humanas : la transformación de una sociedad injusta y el abandono de una moral y unas preocupaciones que sólo han servido para esclavizar a la mujer y desviar a la especie toda.
Le dedicaré, por tanto, otro articulo al tema del feminismo, que quizá no hará más que repetir lo dicho en anteriores sobre el mismo asunto trazados, ya que dada su permanente actualidad y su lamentable y err<^ nea tendencia, opino que el feminismo merece continuas criticas, y la emancipación de la mujer, máximo problema de loa tiempos presentes, el esfuerzo modesto de los
que en ella y en su influencia bienhechora, tenemos puesta nuestra esperanza.
Antonio Dubois, en su articulo, divide rm dos al feminismo: Uno es el que. según él, • conserva todos los encantos poéticos de la mujem y otro—el del «Tercer sexo», movimiento formidable que tiene su cuna y su fuerza en Inglaterra—el rudo, acre, despótico, imperativo, con la falta de feminidad que caracteriza a las mujeres solteronas, que odian a los hombres porque no han podido casarse.
El «Tercer sexo», partido numerosísimo —lo que indica el gran contingente de mujeres que la guerra sentenció, con su monstruosa devoración de hombres, a la soledad forzosa—tan numeroso que lanza la cifra de un millón 700,000 adherentes, es el que quiere derribar del Poder al hombre y, desde él, imponer su dictadura a la humanidad. Sin embargo, Antonio Dubois, humorísticamente, opina que unos cientos de miles de matrimonios aplacarían las iras reivindica-doras de ese millón y medio de mujeres energúmenas.
Este ha sido, el del llamado «Tercer sexo», el oiovimiento feminista más importan-te en Inglaterra. El otro, el que «consen» todos los encantos poéticos de la mujer», es k) que se ha bautizado con el nombre de m»-
LA REVISTA BLANCA »3
cialismo cristiano, de ¡mp>ortación en los países latinos, donde logró adquirir, particular-te en Francia, ciertos ribetes reformistas por haberlo adoptado las mujeres intelectuales y doctas, de tímida tendencia izquierdista. Más aclarado aún : es el propio feminismo anplo-sajón, perfumado y suavizado por la palanterfa y la espiritualidad humanista y ligera de las razas meridionales.
En España no existe el feminismo del «Tercer sexo». No existe tampoco el socialismo cristiano. En realidad, no existe feminismo de ninguna clase y si alguno hubiese, habríamos de llamarlo fascista, pues sería tan reaccionario e intolerante, que su arribo al Poder significaría una gran desgracia para los españoles. Afortunadamente, no sucederá tal cosa.
En cuanto a los feminismos europeos, o las dos clases en que divide el feminismo Antonio Dubois, estimo, como siempre, que ambos adolecen del mismo defecto capital, suavizado en uno, áspero y estridente en otro : la falta de humanismo, de este amor a la humanidad que forma el más preciado V generoso fundamento de todos los ideales.
Es más aún : examinando fríamente el feminismo, sus puntos, sus programas máximos y mínimos, sus figuras y sus actuaciones, se llega a sacar la conclusión de que él, su fuerza retrógrada y coercitiva, suave o áspera—lo mismo da, pues quizá es más reaccionario el latino, con sus ribetes de socialismo o mejor, de sillonismo, que el anglo-sajón, con sus pintorescas ansias revolucionarias» de despechadas — representa un factor muy importante y muy grave, puesto al servicio de la reacción y con posibilidades de entorpecer el camino de las ideas modernas. Es decir, el feminismo, partido de Estado, de privilegio, de mando, de intolerancia religiosa y moral, de aspe-reza.s de sexo, de brutalidad dominadora o de falsa suavización de costumbres, puede convertirse, en el proceso evolucionista de los tiempos modernos, en el revulsivo que coarte la libertad del homBre, y de las mujeres, minoría por desgracia, que han logrado despojarse del lastre de los siglos transcurridos en el obscurantismo y el embrutecimiento intelectual.
Vo creo que la cuestión de los sexos está clara, meridianamente clara: I tialdad absoluta en todos los aspectos para los dos ;
independencia para los dos; capacitación para los dos ; camino libre, amplio y universal para la especie toda. Lo demás es reíormismo, relativista, condicional y traidor en unos; reaccionario, cerril, intransigente y dañino en otros.
r; Feminismo? ¡Jamás! ¡Humanismo siempre ! Propagar un feminismo es fomentar un masculinismo, es crear una lucha inmoral y absurda entre los dos sexos, que ninguna ley natural toleraría.
*
Antonio Üubois, comprendiendo por una parte el problema, por otra desbarra. Desbarra como desbarran cuantos, sin tener icleas verdaderamente avanzadas, quieren dar explicación y solución a fenómenos y cuestiones modernas.
^ dice, defendiendo el feminismo que él estima útil y verdadero «el insinuante y tierno que acabará por esclavizamos»: «El día que la mujer legisle y administre, las grandes instituciones básicas de la sociedad en crisis : familia, educación, natalidad, justicia, asistencia social e higiene, hoy vacilantes en los brazos del hombre, se sostendrán con más solidez en las manos de ellas.»
El día que la mujer legisle y administre, continuarán las injusticias, los privilegios, las desigualdades, las miserias y las luchas, porque las bases de la actual sociedad, que Antonio Dubois cree podrá apuntalar el feminismo que conserva todos los encantos poéticos de la mujer que los tenga, no hay fuerza humana que las apuntale, ya que ellas, por podridas e injustas, están condenadas a morir.
He aquí el error fundamental del refor-mismo, que, como todos los partidos políticos, y hasta como nosotros mismos, ven en la mujer, como madre, educadora y compañera del hombre, un auxiliar precioso y un elemento decisivo para las ¡deas que se disputan la hegemonía del pensamiento: El reformismo, sea femenino o masculino, cree poder apuntalar a la actual sociedad con concesiones y paliativo* De ahí el origen del socialismo cristiano de Inglaterra y del feminismo meridional, impulsado y favorecido por los partidos políticos de izquierda, feminismo máa peligrólo que el otro y que en un ponrenir no muy le)Wio
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verémosle representando el freno tradicio-nalista en los grandes acontecimientos sociales que se avecinan.
Por esto yo repetiré siempre que el feminismo, sea el que fuere, suave cf ásjjero, reformista o ultramontano, no puede ser jamás un factor evolutivo ni un valor de renovación social. A lo sumo, con sus refor-mismos, una f>equeña conquista arrancada a las preocupaciones y al ancestralismo.
Socialmente, acepta y exige privilegios que si son injustos disfrutándolos los hombres, también lo serán si los disfrutan las mujeres. Humanamente, tolera todas las coacciones de la moral y de la religión, es ordenado y metódico y cuando se vuelve revolucionario es por despecho y no por justicia, y, en ciertos aspectos, da la razón a cuantos hombres no consideran digna de
ser igual en libertad y en derechos a la mujer. Es casi una desviación del sexo y en algunos momentos una regresión, representando un peligro para las mismas mujeres que no estén conformes con sus normas e intolerancia. No es capaz de ser demoledor, generoso, abnegado, valiente y altivo ante la sociedad y la vida. Carece de comprensi-vidad, de ansias de justicia y de dignificación. Está fosilizado por los prejuicios y la moral reinantes y jamás comprenderá, .sea suave o áspero, meridional o anglo-sajón, reformista o reaccionario, satisfecho o despechado, lo que es un ideal de armonía absoluta, de paz completa, de universalismo amplísimo, de evolución infinita y de libertad y perspectivas sin limites.
FEDERICA MO\TSE.VV
P E S P E R02VIA Quizá más que un articulo informativo
sobre los sucesos de Italia, sean, estas cuartillas, una alocución dirigida a los hombres de voluntad del mundo entero.
Lo que ocurre en nuestro pais es espantoso, y como un caso excepcional en ios anales de la Historia han de considerarto cuantos se preocupan de la salud de las nació» ncs y de la paz de los hombres.
El rey de los italianos monárquicos, dijo, al dar el Poder al vulgar Mussolint, que lo hada para evitarle al peis una guerra civil, y la guerra civil recrudeció desde aquel momento. No adío candió la guerra civil, sino que desde aquel instante, el Poder ita-Kano dejó de ser neutral, por haberse apoderado de él la mis inculta, baja e inmoral de las partes.
Descontados, por sabidos, los cftanchu-Doa y gatuperios que fueron descubiertos cuando d asesinato de Matteotii, ahora se ban ooooddo otros: ahora se ha sabido que
muchos altos empleados en los Ministerios, con la aquiescencia y participación de algunos ministros, era y son agentes de los banqueros, que jugaban a la baja o a la contraría, según les convenía y se convenia. Las noticias sensacionales se preparaban y se remitían al público cuando le interesaba a cierta banca. Si las noticias, algunas veces inventadas, hablan de influir en el crédito nacional en sentido contrario, vendían antes de que la notida se divulgara ; si en favor, compraban, antes de que la nueva se diera a la publicidad. Asi se- ban hecho colosales fortunas, en perjuicio dd pais, y asi se ha arruinado a mudia gente.
En el último escándalo bancario y financiero, han intervenido directores de periódicos fasdstas, agentes de nqifodos fascistas, banqueros fasdstas y prohombres de paja o guardaespaldas de ministros, como los Max Bcndi, los Fontanini, los Lunavi-ni, etc., etc.
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* «
Los diputaik)s fascistas no son m;ls que los cabecillas de esas bandas, locales o regionales, que entran a saco en las viviendas de los no fascistas y las queman, después de haber asesinado a sus moradores, hombres, mujeres o niños. Es el Poder convertido en generalísimo de un ejército de piratas.
La muerte del diputado fascista Casalini, a cuyo entierro asistió el propio Mussolini, mientras que al de Matteotti no se dejó asistir ni a la viuda, sin duda para mejor demostrar la neutralidad del Poder, es solamente un acto de protesta, no sólo contra los hechos que se imputan al muerto, sino contra la ausencia de justicia que se observa en el Estado y en los hombres que han de aplicarla.
Matteotti fué asesinado vilmente, puesto que eran muchos contra uno, y tan pronto se conoció y fueron presos los asesinos, el abogfado y gran farsante Farinacci, jefe de una extrema a la que sabe a poco los crímenes cometidos, dijo, pública y descaradamente, que los que mataron al diputado socialista no debían ser castigados. V esa idea de sin castigo, es tan fascista, que las turbas musolinescas cantan una estrofa cuyo estribillo es : «Oh Dumini, Dumini de mi corazón,—iremos, iremos a libertarte».
Y este Dumini es el mayor de los culpa-bles en el asesinato de Matteotti, y aquello se canta con la tolerancia de todas las autoridades ; lo canta el Poder mismo.
*
Imposible dar una resefia, ni somera siquiera, de los periódicos que fueron y son secuestrados y que han visto destruidas sus máquinas y todo su material. De memoria citaré algunos, dando su filiación política, si me acuerdo.
Tercer o cuarto secuestro de la Vocee Repuhblicana de Roma. Secuestro en Milán del diario comunista L'Unitá y del quincenal órgano de la juventud socialista La Liberta.
.Secuestro en Milán del Avanti\, diario .socialista y del periódico comunista /{ Sin-dicato Rosto, y en Torino del diario tocia» lista 11 grido del Popólo. Secuestro de La Sera en Mesina y del Sonrio Panda en Roma. Secuestro en papóles de La BatiUc4tía,
en Reggio Calabria de La Luce y de nuevo de L'Avanti] en Milán.
Secuestro en Siena del periódico fascista disidente ¡I Sclvaggio, en Roma de // Sereno, en Lecce de L'Arnaldo, en Como de l.'Ordtne, en Ñapóles del Sci c l'cntisci. .Secuestro en Roma <ie L'L'vibna Proletaria y de L'Alba Kepubblicatia.
Secuestro en Roma de Pcnsicro é l'olori-tá y de h'cde !, anar(|uistas, y de // Popo¡i>. En .Nlilán nuevos secuestros del periódico comunista I/.lvanpuardia, do L'Unitá y del Avuntil En l'alermo de // MarícUo, en Fi-renzc de Fatiteria, en Fabriano de L'.-liioíic, En Sondrio del Corriere della ValteUina, en Messina de La Leva, en \'erona del Corriere del Malfino, (')rg;mo del partido fíopular, y muchos más de (¡ue en este momento no hago memoria.
Ante situación s(;mcjante, en Italia no hay republicanos, ni sindicalistas, ni comunistas, ni socialistas, ni anarquistas ; no hay más que antifascistas. Antifascistas que luchan con los fascistas armados, (¡ue, además, disponen de todos los resortes del Poder y de su amparo.
Como se ve, la lucha es muy desigual y ella reclama el apoyo aunque sólo fuere moral, pero si pudiera ser material mejor, de todos los revolucionarios del mundo; de cuantos desean vivir en mutua tolerancia política ; de cuantos, teniendo confianza en la razón de su ideal, no necesitan del atropello ni de la dictadura para triunfar.
V la porfía por la libertad y la justicia italianas, reclaman además que vuelvan a Italia cuantos han huido del país pcrs^ui-dos por el fascismo; que vuelvan como puedan, pero que vuelvan a prestar su braao a la causa de la emancipación italiana. Y .si alguno no pudiera volver, porque sería asesinado al instante que fuese descubierto, que conspire dondequiera que se halle contra el fa.scismo hasta que le dé un qué sentir.
* * *
Es tan baja la capacidad moral y política del fascismo, que su jefe no se ha sentido con inteligencia ni con dignidad bastante para asistir a las Conferencias de Londres y Ginebra, donde se discutieron los problemas más capitales de la Europa burguesa. Núes-tro Nerón es tote grande entre los vagos de lengua larga y arma corta.
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Mussolini no ha ido a la capital de Inglaterra ni a la de Suiza que tenia al lado, por temor al ridículo y a la actitud que para con él podían guardar Macdonald y Herriot. No ha ido, además, porque Mussolini está excluido de las deliberaciones que celebran los pueblos dueños de sus destinos. Para la Sociedad de Naciones, no son pueblos dueños de sus destinos aquellos que están bajo una dictadura, y por tanto, tácitamente, no pueden formar parte de aquella Sociedad los países que no pueden llevar sus acuerdos al refrendo de un Parlamento elegido por sufragio universal.
De suerte que si financieramente es un deshonor el fascismo, diplomáticamente es un fracaso vergonzoso.
Me interesa, nos interesa hacer constar T
cuantos luchamos cuerpo a cuerpo contra el fascismo dentro de Italia, que los antifascistas somos más que los fascistas, pero no disponiendo de armas en proporción necesaria para medirlas con las del enemigo, el triunfo ha de ser muy laborioso y muy cruento, porque el adversario, además de disponer de cuantas armas y dinero necesita, dispone, romo he dicho antes, de todos los resortes del Poder.
Por esto reclamamos la ayuda de los italianas expatriados y de cuantos no italianos comprendan que es imposible vivir sin tolerancia ni libertades políticas, bajo un Poder amparador de saqueadores y de asesinos.
LEÓN FoiGi.iETii
Roma, septiembre de 1924.
EFEODÉRIDES DEb PUEBbO
I Mtiibre de 1880.—Inaugúrase en San Germán (París) una estatua de Thiers, el asesino de la Commune, a cuyo acto, que se revistió de gran aparato y ceremonia, concurrió la flor y nata de la gente oficial. Cuando Julio Simón, el hombre de la más descocada impudencia, hacia el panegírico, se oyó la voz de Olivier Pain, que clara y distintamente dijo:
nEn nombre de 35,000 patriotas fusilados en mayo de 1871, yo, republicano y patriota, protesto contra la apología del asesinato y contra la erección de la estatua del asesino.»
Es indescriptible la sensación de terror qwe estas palabras produjeron sobre aquel aadifeorio.
No. hay necesidad de decir que el feriur-ior íué preso inmediatamente, por más
por no haber delito, hubieron de dejarla en libertad a las pocas horas.
2 «etakr» d« 19tZ.—En el salón >La perla» de la ciudad de Avellaneda (Buenos Airas) comienza tus sesiones el primer Con-garcao Anarquista de la Refpón Argentina, • u n I Asamblea que ios libertarios de la Aaidríca del Sur tendrán siempre en su ha-ker.
Además de las muchas agrupaciones y periódicos anarquistas de la Región, estaban representados el Ateneo Renovación de la Asunción (Paraguay); Alianza Anárquica Internacional de Montevideo (Uruguay), y Agrupación Anarquista de Santiago de Chile.
Considerando que aquella reunión de amigos de la libertad no tenia que sancionar ni legislar nada, quedó suprimido el voto.
Uno de los asuntos que con más extensión se hablaron en el Congreso fué el de la llamada organización anarquista, demostrándose, con abundantes argumentos, la no necesidad de Federación alguna, ni comité, para realizar la propaganda anarquista. Se demostró aquella propaganda en el país fundándose diarios, revistas, periódicos, centros culturales y sindicatos, coa finalidad anarquista; se editaron folletos y organizaron jiras de propaganda anarquista y campadas de solidaridad internacional, sin necesidad de Federación alguna.
Tambiéo se trató de «los anarquistas frente a la dictadura proletaria y frente a las demás dictadura».
Como enemigos del voto y del principio de autoridad, los aaogngaátM estimaron que
LA KEVlülA ÜLAN^ \
no podían admitir la dictadura de ningún partido por más «rojo» que sea, ni la «proletaria» misma.
3 octubre de 1870.—Flourens y Blanqui, con el pueblo de Paris , se sublevan contra el gobierno de la defensa nacional.
4 octubre de 1900. — En Castelnuovo di Porto (Italia), 400 campesinos invaden los terrenos tlel principe de Piombino, con «I objeto de repartírselos.
5 octnbre de 1893.—En París y a pesar de un gobierno republicano, es encarcelado Juan Grave por su obra LM sociedad moribunda y la anarquía.
6 octubre de 1893.—Es fusihuk) en B.u-celona el anarquista Paulino Pallas, ;iutor del atentado contra Martínez Campos.
7 octubre de 1869.—Doscientos mineros de Aubin, departamento del Aveyron (Francia) se declaran en huelga, y como t ra taran de impedir (|ue nadie fuera a trabajar, la tropa hace fuego sobre los grupos, resultando catorce muertos y veintidós heridos.
8 octubre de 1899. — Obtiene patente de invención Angelo Fiorini por un procedimiento eléctrico para evitar el choque de trenes.
9 octubre de 1857—Muere en París , Carlos Fourier , fundador de la escuela societaria o falattsteriftna.
Las primeras ideas de reforma social las concibió Fourier cuando en una casa <lc comercio de Marsella donde prestaba sus servicios en i79g, los dueños le encargaron que arrojara secretamente al mar una partida de arroz que aquéllos hablan dejado deteriorar, a fin de mantener alto el pret^io del citado articulo. Entonces Fourier sintió nacer en su espíritu, al impulso de aquella odiosa especulación, las primeras ideas de reforma social. ^
En 1808 imprimió su Teoría de los cuatro movimientos y de los destinos generales, programa de su gran sistema de Economía social desarrollado catorce a f i ^ más tarde en su Tratado de asociación doméstica agrícola. Desde la fecha indicada se limitó a completar, publicar y propagar su
doclrina, reuniendo en torno suyo una pequeña escuela. Sus discípulos fundaron un l)criódico titulado El Falanstcrio, del que era director el mismo Fourier, que en iS j» hiibia lot.Tacto extender notablemente sus idi ;.s.
l' i >i.-<lcnia socialista de Fourier, que el misn-.o llama el ilescubrimicnto de la ciencia sKK'ial, lo hace consistir su autor en dos reíalas o procedimientos de investigación que le fueron sugeridos |X)r la incertidumbre de las ciencias filosóficas, morales y políticas : 1.1 duda absoluta y el alejamicuto absoltil».
1.a (luda de Fouiicr recaía sobre la totali-i!;:<! de ideas, de creencias, costumbres y prilctiras que se llama civilización. «r^Qué oira cosa, decía, habr;'i más imperfecta que esa i i \ ilinación que arrastra todos los ma-Us y acotes tras ilc sí? rlQuc t)tra cosa más <hi(i< sa (¡lie su necesidad y su permanencia futura? ; No es |)robable (|ue no sea sino un (--raliin de la carrera sot'ial? ri^i ha sido precedida <le ot ras tres sociedades, el salva-Íi>iiiio, »| |i;itr¡arca<lo y la barbarie, se puede deducir rpie será la última porque es la cuar ta?
iv; Xo naceriin, no veremos un quinto, un ••exto, un séptimo orden social, que serán (|uizá menos desastrosos que la civilización, v que son aún desconcR-iflos porque no se ha tratado de descubrirlos? lis necesario, por lo t.mto, aplicar la duda a la civilización, <ludar de su necesidad, de su excelencia y de sil permanencia.»
I-a falanije, o sea la reunión de 400 casitas que con el tiempo vendrían a reunirse en un solo edificio, con 400 departamentos con ckpcndencias comunes y particulares, era la aplicacitWi de su doctrina o sea el Falanstcrio que fundaron en Conde-sur-Ves-gres, bajo la dirección del maestro y que bien pronto fué abandonado. Esta desgracia no «lesanimó a Fourier, que, tenido por loco y encerrado como tal, murió pobre, soñando siempre en el triunfo de su sistema.
10 octubre de 1735. — A consecuencia de la quema de los conventos de frailes se publica un decreto declarando extinguidos l«s monasterios y conventos de hofnbres.
II octubre de 1868 Destronada Isabel II, que habla favorecido con tanto ardor las «Srdcnes religiosas adquiriendo gran valimiento, y siendo éste una de las causas que
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precipitaron su caida, el gobierno provisional suprime la Compañía de Jesús, sin duda por espíritu de conservación, que fué expulsada ya en tiempos de Carlos III.
12 octubre de 1492.—Descubrimiento de América f)or Cristóbal Colón.
Buscando el camino de las Indias llega Colón al archipiélago de las Lucayas, grupo septentrional del .Archipiéélago de las Antillas, después de un viaje turbulento, pues los tripulantes que mandaba el genovés el dia II se le sublevaron f)or creer ilusorio el Nuevo Mundo.
La primera tierra de América que pisó Cristóbal Colón fué, pues, una isla del grupo de las Bahamas o Lucayas llamada (X)r sus habitantes Guanahani y a la que él dio el nombre de San Salvador.
13 octubre de 1572. — Invención del microscopio por el eminente holandés Jansen.
Todas las ciencias de observación y experimento utilizan hoy el microscopio, y, debido a su aplicación hanse enriquecido con notabilísimos descubrimientos, tal como sucede en la Historia Natural, en la Anatomía, Fisiología, etc. Con él se han descubierto miríadas de pequeños vegetales y animales de que antes no se tenia conocimiento, y que ha dado lugar a la doctrina microbiana, tan en boga hoy dia, según la cual la causa de las más terribles enfermedades, como cólera, tifus, tisis, fiebre amarilla, etc. , no es otra sino el desarrollo en
el organismo de estos seres infinitesimales. Las aplicaciones del microscopio a los es
tudios de Anatomía y Patología generales, tan interesantes como numerosas, han creado una ciencia importantísima, la Histología, cuya enseñanza es oficial en todas las Facultades y de la que es doctor en España Ramón y Caja!.
El microscopio ha permitido descubrir los elementos que constituyen los tejidos orgánicos y la disposición intima de los mismos y también las modificaciones que sufren en determinados estados patol<^icx)s.
En la misma fecha, pero en el año igog, fué fusilado Francisco Ferrer fluardia en los fosos de Montjuich.
14 octubre de 1899.—El doctor Camplell Withe realiza experimentos en Nueva York para la curación del cáncer.
Como el cáncer es una enfermedad de la buena mesa, los naturistas ya tienen resuelta su curación, o mejor dicho, tienen resuelto el que no haya cáncer precaviendo al organismo humano de tan terrible plaga.
15 octubre de 1868.—Comienza el derribo de la Ciudadela de Barcelona, prisión de Estado cual la Bastilla de París y que mandó construir Felipe V cuando l^bo entrado en Barcelona en 1700.
SOLEDAD GeSTAVO
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témm BSKAcn. la wnit iiaeeU de Tratae. Mfém áteaa eaaatee la
LA REVISTA BLANCA 19
Marx y Engeis contra ProüdhOR y Bakunine en Moscou JTiTE
D E S D E B E R I . I X
Aunque la dirección de LA REVISTA B U \ X -(. \ me tiene pedido un articulo mensual, me parecen tan interesantes las noticias que acalx) de obtener, referentes a las deliberaciones del tercer cong^reso de la Internacional .Sindical Roja, celebrado últimamente en .Moscou, que he resuelto transmitirlas al instante, sin esperar el tumo de mi corres-(wndencia ( i ) .
En este tercer congreso de la Internacional Sindical Roja no se ha discutido la manera de acabar con el régimen burgués, ni la táctica que debe emplearse para mejorar las condiciones morales y materiales de la clase obrera. Se ha discutido, únicamente, c! modo de matar, dividir o absorber los sindicatos que no acepten los procedimien-tiis ni la ideología del partido comunista ni la estructura de su revolución unitaria y dictatorial.
Ivozowski, en su discurso, sentó las siguientes afirmaciones : que era preciso acabar con el antiguo federalismo que aun impera en algunas organizaciones obreras y que se imponía un cambio de tictica enfrente del sindicalismo.
HASI como hasta ahora, dijo, hemos ido contra los sindicaios abiertamente, en adelante hemos ¿le procurar apoderamos de ellos.»
y para conseguirlo se dio a los delegados una especie de «Mónita secreta» cuya esencia es (a ) :
(i( Es«e articulo te escribió para ser publicado en el número anterior, pero no Medó a tiempo a nuMtro poder, tanto porque recibimoü la corre»-pnndrncia con vitiblt retraso, cuanto porque las circunMancias nos obligan a cerrar la edición cinco o seis día» antes del en que ha de ver la luí. No ofaclanle, lo damos boy con algunas apostillas de la Redacción, por creer que no ha perdido su mucha actualidad. (N. de la R.)
(j) Nuestros lectores hallar&n completadas estas indicaciones de nueatro corresponsal en Berlín en las noticias que de la OAcIna de la Asociación In-temadoaal de kw Trabajadores hemos recibido y que se publican en las contracubiertas de este mismo número. (N. de la R.)
-Se procurará desacreditar, de cualquier manera, a los jefes de los sindicatos no comunistas ; se procurará la formación de grupos adheridos a la Internacional Sindical Roja, que tengan por objeto maniobrar para apoderarse de los cargos directivos de los sindicatos ; se procurará tener constantemente bloqueados y alejados de los Comités de los sindicatos a los anarquistas y a los sindicalistas que se muestren reacios a aceptar el apoyo de la organización comunista.
Los delegados extranjeros expusieron la situación sindical y comunista del país que representaban y dieron nombres de indivi-íluos y de sindicatos susceptibles de convertirse al comunismo para dirigir hacia ellos la influencia del oro de Moscou, asesorado por sus auxiliares de cada nación.
Ignoro los nombres que se dieron de España, pero sé que se dieron, de individuos y de sindicatos, sobre los cuales ejercer la acción holcheviki (3).
Se discutió, también, la forma de contrarrestar, en los países latinos y americanos, la acción de la prensa anarquista y sindicalista no comunista. La forma aceptada consiste en crear en cada población de preponderancia libertaria, un diario, una revista o un periódico, según sea la importancia y el carácter de las publicaciones ácratas, ofreciéndolos de mayor tamaOo y, a ser posible, a más bajo precio qye las editadas por los obreros no comunistas. Asi se les restará lectores y se acabará con ellas.
Se adoptó, además, el procedimiento de panar la voluntad de los redactores de la pren.sa anarquista y sindicalista, por medio
(i) ilustraremos estas noticias citando los nombres que los mismos comunistas eapaflol«s dan en púUiro y en privado como ttuet^tiliu de Mr con-verti4o$ o ganados a la causa comunista adormidera: Vladtu, BoteUa. Esptnait, Amador, ViMIa, Barrera, CMlellá. Alais y algún otro. Nosotras no quitamos ni ponemos rey, pero... pubUcareows ta* rectificaekmes que se nos manden. (N. de la R.)
x> LA REVISTA KANCA
de cargos o plazas mejor retribuidas (4). Por lo que a España se refiere, se funda
rá un diario comunista, probablemente en Madrid, y una revista en Barcelona (5).
Los jefes de la Internacional Sindical Roja hicieron mucho hincapié, sobre todo su secretario perpetuo, en la conveniencia de acabar con la autonomía de las organizaciones obreras.
No ha de haber federaciones ni sindicatos .autónomos, ni aun administrativamente. Todo sujeto a Moscou y todo dirigido por Moscou. Es el criterio absorbente y autoritario de Marx y Engels.
Ya Femando Lassalle dijo, en un folleto puMicado a raiz de la guerra austro-italiana con el titulo «La guerra italiana y el deber de Prusia», que este último pais debia aprovechar la inferioridad en que quedaba Austria, para constituir la unidad germana bajo la dirección de un gran imperio, {x>rque de aquella suerte sería más fácil el triunfo del socialismo.
El socialismo era el comunismo de Marx, imperialista, y ese comunismo absorbente y
(4) Este procedimiento ya se luó en Barcelona antes del congreso que ahora debe haberlo adoptado como recurso general. Recuérdese la actitud de varios redactores de Solidaridad Obrera, elegidos por la organización no comunista j que luego se pasaron al comunismo. (N. de la R.)
(5) Suponemos con qai propósito, pero emplazamos a los revisteros comunistas a que nos ha-gMi la competencia, as( se publiquen en su revista los úkases que diríjan al mundo obrero las lum-becras de Moscou y •*( la «aquén con mis hojas que tiene encina milenaria. (N. de la R.)
unitario es el que quieren establecer los comunistas de Rusia, que no han sabido, siquiera, dotar a su país del sentido moral solidario ni del de la libertad de conciencia.
Pero el federalismo de Proudhon y de Bakunine tuvo mayoría dentro de la primera y única Internacional obrera, que los comunistas de Moscou querían resucitar con la suya. Aquella gloriosa Internacional obrera concedía la autonomía a las regiones (naciones), a las federaciones de oficio, dentro de la región y a las secciones dentro de la federación. Y a pesar de esto o quizá por esto, fué poderosa y temida aquella Internacional.
Hay que ir intemacionalmente contra ese imperialismo comunista que nos quiere atar a todos a su absolutismo, como si los jefes de Moscou fuesen infalibles y tuvieran el don de transmitir al mundo un nuevo y único sentido de la igualdad y de la libertad.
Como se ve, este tercer congreso de la Internacional Sindical Roja se ha celebrado especialmente contra los trabajadores enemigos del Poder, sea cual fuere el que lo represente.
.Son la nueva hornada de políticos que quieren proseguir cultivando el ídolo Estado para que los pueblos continúen a él sujetos, bajo otra rej>rescntación y otra explotación.
RüDOLF SHARFENSTEIN
Berlín, septiembre de 1924.
naf ygi
i B n Pan Día ínterpnitacillD íederalijila de la ttm
I
Haata hace poco era una idea generalmente •cqrtada entre las gentes de estudio, que investigan las leyes de la historia, que el progreso colectivo de la humanidad seguía, en sus derroteros, una Hnea de ascensión permanente en las reaüsacioaes substanciales de la vida y de la cultura. Esta idea del progreso tuvo su general aceptación en el mundo de la intril-gencia por efecto inmediato de las teorías evo
lucionistas del siglo pasado y más todavía como consecuencia perentoria de las teorías naturalistas de Darwín.
Así como en la vida de las especies el pro-«!SO creador del mundo orgánico se caracteriza por u«a línea de menor a mayor perfección, también llegó a creerse que en las organizaciones iMunanas los avances históricos de las naciones o de los pueblos se hallaban e«ca-
LA REVISTA BLANCA
lonados por una idea o un proceso idénticos. .Según este concepto de apreciación, toda épo
ca actual tendría que ser, forzosamente, su. perior a su precedente y esto desde los orígenes de la sociedad. Y no obstante, si contemplamos serenamente el vasto panorama histórico, no vemos siempre esto. Vemos, por lo contrario, que el progreso de las sociedades no sigue los puntos de una línea espiral sino más bien una línea cerrada, un concepto de círculo. Por círculos temporales, por etapas de evolu-ción y también de regresión se caracteriza el latido de la historia repitiéndose, a través de lo* sifjlos, las mism.TS b.Tses, o estructuras orgánicas en los ordenamientos de la vida social.
Hata ahora puede afirmarse que la vida de la humanidad s<- ha polarizado en dus extremos antagónicos, en dos zonas de vida dia-metralmente opuestas entre sí. Entre el sistema federalista orgánico y el sistema social de carácter netamente centralizador.
Estudiando el proceso de la historia vemos que estos dos ciclos se superjxmen y substituyen unos a otros dentro de cierta j>eriodicidad bien manifiesta. La idea del progreso ininterrumpido, del avance graduado de la humanidad, desde el punto de vista moral y social, es mu\- deleznable por cuanto no contiene, en sí misma, un concepto claro de explicación de los fenómenos regresivos tan comunes en la historia de la humanidad a través de los siglos.
Veamos, ahora, lo que ofrece a nuestra mirada el panorama de la historia.
EL FEDERALISMO HELESICO
El ejemplo más antiguo de federalismo histórico lo hallamos sintetizado en la organización política dtl pueblo heleno.
El griego era. por su naturaleza, un hom-bre que tenía el sentido de la proporción. No gustaba mucho de las lejanías ni sentía el pasado ni el presente con la vehemencia de nue»-tros tiempo». El griego se hallaba organizado para vivir el presente y por temperamento era enemigo de la centralización y del imperio aun cuando esta» formas de gobierno se den transitoriamente en algunas etapas de su historia. Y, esto no obstante, no fué de los griegos de quiénes pn'cedi<> el imperio sino de los pueblos macedonio».
El griego, colectivamente considerado, era demasiado amante de su independfncia para con-denaroe a propia esclavitud.
rV las ciudadeR tenían los gi^egos un concepto ilimitado. A tal extremo que cuando Platón habla de organizar su república no te asigna m i l de 5,000 familias. Y la propia Ática, cuya capital era Atenas, con ser el Estado mát
poblado de la Hélade, no llegó a tener más de medio millón de habitantes distribuidos en varias ciudades. Y a pesar de lo firecario de su población, comparada con la de nuestras populosas urbes, emergió de aquel suelo una cultura tan espléndida que no ha sido superada aún.
Sería interesante saber hasta qué punto el sistema federalista contribuyó a la intensificación moral de la civilización helénica.
Pero lo que está fuera de duda es el hecho de que cuando el federalismo orgánico es una viva realidad se producen en aquel pueblo las maravillas más sorprendentes en materia de arte y de pensamiento.
Es en el período federalista más brillante de su historia, en el llamado siglo de Feríeles, que Grecia ofrece al mundo una pléyade de s.ibios y de artistas tan grandes que inmortalizaron su nombre : Fidias en la estatuaria, Polignoto en la pintura, Sófocles y Esquilo en el teatro, Sócrates y Platón en la filosofía, etc.
Tan grande era el sentimiento federalista de los griegos que, al hundirse el imperio accidentado de Alejandro el Grande, los pueblos helenos recobraron pronto su independencia apareciendo las tipas de pueblos aqueos v étolos. o sea de pueblos aristocráticos v democrátlros, que se mancomunan por afinidades o intereses de privilegio y de clase para luchar entre si, los unos contra los otros.
Puede asegurarse, pues, que el imperio y la centralizacii'm no fueron una realidad perdurable en la historia helena. La civilización griega inicia y cierra su ciclo histórico de evolución sin que el sistema independiente y federalista de sus colectividades se altere fundamentalmente. .Asistimos, pues, .Tquí al contemplar la historia griega, a una de las fases históricas más concretas y precisas en donde, bajo el sistema federal, un pueblo apto para la vida y para el más alto pensamiento, da al universo aquellas normas de belleza y de espíritu tan magníficos que todavía subsisten hoy.
LA CESTRAUZACION ROMANA
Un siglo y medio a n ^ de Jesucristo, la Grecia antigua, aquella Hélade que tanto debía admirar el mundo, vio llegar en la periferia de sus Estado* unas legiones de hombre» armados que al mando del procónsul Nummio sometieron a lo» helenos, destruyeron la» liga» de aqueo» y étolo» y redujeron a provincia romana lo qti* antaño fuera un emporio tan grande de civilización.
Aquella Roma primitiva, asentada al flanco de una de las siete colinas, se había ido extendiendo por el contomo e incorporando por la fuerza de la* arma», o por la astucia de su» diplomático», a pueblos y más pueblos había llegado a constituir lo que en la historia conc».
aa LA REVISTA BLANCA
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cióse después con el nombre de Imperio Romano.
Los griegos, que nunca habían pensado en someter ni dominar el universo, limitándose sólo a la defensa de su libertad e independencia en las luchas que sostuvieron contra los medos prepotentes, no pudieron resistir la invasión de las legiones y de las cohortes romanas y fueron fácilmente reducidos y dominados por el temple guerrero y conquistador del romano invencible.
Roma fué, en la faz política de su vida his. tórica, el lado antípoda de Grecia. E! Imperio Romano era, por la misma obsecuencia del pueblo, absolutamente centraiizador.
El ciclo romano fué la negación del ciclo helénico sobreponiéndose aquél a éste en todas sus manifestaciones de la vida social. Y así como el griego es un pueblo que tiene el don de la medida y de la limitación, que se organiza para vivir, Roma es un pueblo que vive para organizarse y para someter el mundo a su insaciable sed de dominio.
Aquí también asistimos, pues, a una nueva etapa humana que no es una continuación de la precedente sino su lado diametralmente opuesto. Roma no continúa la civilización helénica sino que la niega, la destruye. No la destruye, claro está, en sus valores morales, en su raigambre espiritual, por cuanto las calidades de un pueblo son inconquistables, pero la borra del orbe en su faz política, en su independencia económica, civil y militar. Entre Grecia y Roma hay un cambio discontinuo en el ritmo vital de la historia que se pronuncia en un sentido de subordinación y de dominio de un pueblo sobre otros.
Lof romanos fueron, ante todo, un pueblo prepotiente que llegaron a realizar el ideal de eflM en la tierra y Dios en el cielo, sometiendo a su férula, a su ley política, el universo conocido. Para alcanzar su ideal, el romano no reparó en medios, buenos o malos, lícitos e ilkitoa. con tal de que dios le condujeran al fin. La traición política a los Estados amigo* fué una de las características más sobresalientes en la historia de aquel imperio.
Cuando Roma veía a un pueblo crecer demasiado en influencia, intrigaba con los vecinos para que le hicieran la guerra con la ide^ de caer después sobre ellos y someterlos a su dominio. El romano, en general, nunca tuvo otra idea que oo fuera la conquista y el despojo de otroa puebloe que vivían cerca o en lejanaa co-nurcas viviendo completamente absort>ido por la vida militar y política.
Por esto no emerge de Roma la esplendente , cultura, corrdativa a su poderío, quedándose, «o esto, muy debajo del pueblo griego. Todo cuanto ella tiene, como valor substancial, es Iñsigniftrante comparado con los altos valores esfrirkualca de loa helenos.
Y es que la idea central, la raíz orgánica del pensamiento romano, se hallaban inmersos en el afán desmedido de dominar y vencer, obstaculizando con su política centralizadora la eclosión de la libertad y de la libre manife>-tación de ios hombres y de los pueblos en aquello que tienen de virtual por atributos naturales de la especie : el instinto creador y espontáneo de sus actividades dilectas.
Pero Roma no debía imf>erar eternamente en lu historia de la humanidad a través de los siglos. Un imperio que sólo se mantenía por la fuerza debía fenecer el mismo día en que los resortes coercitivos cedieran a la acción corrosiva del tiempo o al empuje de otra fuerza superior salida de los confínes del mundo. Y asi fué en efecto.
A principios del siglo V de nuestra Era, unos hombres extrañamente vestidos, de armadura descomunal, hicieron irrupción en los bordes del vasto imperio, y después de romper su frente de norte a sur devastaron en poco tiempí aquel osado poder que había mantenido por espacio de tantos siglos la más negra esclavitud política, moral y personal que se registra en la historia de los pueblos llamados civilizados.
Fueron los bárbaros, los llamados bárbaros del norte, quienes debían acabar con aquella fuerza dominadora, y hasta entonces invencible, para asentar sobre sus ruinas, el federalismo histórico redivivo que emergió de nuevo a la superficie de la vida social.
Y así como en Grecia, bajo el sistema federalista, se dan iU)ueUos hermosos frutos de saber, que hoy mismo nos sorprenden, en Roma, bajo el sistema centraiizador y durante su larga historia, apenas si surgen un puAado de grandes espíritus que hagan imperecedera la cul-ttn-a romana. Confesemos que un Virgilio, un Horado, un Epicteto, Séneca o Marco Aurelio, para citar lo más brillante de la cultura romana, son bien poca cosa comparados con la larga serie de espíritus superiores del pueblo griego.
ENRigtn NIDO
Lector: si %wSmt cMtrftalr a la otea 4a pfOMiaaia y U aiacadóa aMral y aacUI ^m los a4ltom U LA REVISTA BLANCA M yrapoaaa lavar a caka, báacala aa laclar aiás a cata RavMa. SI arf b hacaa, tarte 4a aiát iapaftaada f w las 4al praaaata las a ^ Jaras « M aa asta paMkadéa lavaraias a
• asa f M Ttaac.
LA REVISTA BLANCA 23
Bl Xa literatura española |S = ^ ts=
D E S D E A V A D R I D
TIERRAS DEL AQUILÓN
La [X)pularida(i que ha alcanzado Concha Kspina, por su simpática actuación a favoí de la vida de Juan Bautista Acher, ha hecho que alffuien, con imfjerdonable lifjereza, haya colocado su nombre entre el núcleo del intelectualismo izquierdista, llegándose, casi, a considerarla una Severine española. No. No hay derecho ;* adjudicar títulos que Concha Espina, notabilísima escritora, mujer inteligente y buena, sin necesidad de ser radical, ni solicita ni quizá af^'radece.
La autora de El metal de ¡os viuertos, no-%ela que ha sido considerada social v que, ¡irtistiíamente, es muy inferior a esa mara-\ illo>a Esíitipe viaragata, a tantos idiomas traducida, si bien en sus obras pone inconscientes chispazos protestatarios y demostró arrojo y espíritu de justicia en su ya señalada actuación, no es una novelista demoledora.
Sin embarg-o, yo, admirador de Concha Espina como escritora, y ayuno de sectarismos, no pretendo restarle méritos con esta declaración. Intento, tan sólo, restablecer los fueros^ de la verdad y colocar, en su justo sitio, el ilustre nombre de la novelista s;<ntanderina, homenajeada con aplauso y presencia de la realeza española...
Hecho lo cual, pasaré a comentar su última obra. Tierras del Aquilón, colección de novelitas. múltiples y variadas, a l o n a s muy notables, que Concha Espina ha ofrecido a la curiosidad pública, adornándolas con su exuberante y pcrsonallsimo espíritu poético.
Tierras del Aquilón ha sido escrito bajo la advocación de las impresiones de un v«a-je a la Alemania de post-guerra. Casi todas las novelitas giosan figuras de mujer. No son muy extraordinarias esas siluetas femeninas tratadas. Son reflejos de la vida, amable evocación de una realidad que no es la nuestra, pero que no deja de ser realidad.
Mas es preciso remarcar algo interesantí
simo de esta última creación de la autora de .lyi4a de nieve ; alfjo que jxxlemos llamar el determinismo del amor. Son episotiios amorosos el txinjunto de novelitas de Tierras del Aquilón. \' el amor aparece en ellos con franqueza, fuerza y esixintancidad natural , a las que no estamos acostumbrados, tratándose de obras de la literatura burguesa. En este aspecto, es dipno de elogios el a trevimiento de Concha Espina.
K!sas tierras brumosas del Norte, vistas por ella, le dan motivo para ofrecemos pá-ífinas deslxirdantes de apasionamientos, ple-tóricas de vida y de sano materialismo. Las mujeres de Tierras del Aquilón aman con vigor e Imjjetu, con ciega ilusión de amar. Así Erika, candida y enamorada, que se ofrece al hombre amado, con la santa inocencia y generosidad del verdadero amor...
Mas, desgraciadamente, Concha Espina, que ha abordado varias veces este aspecto del amor de la Naturaleza, del amor sin leyes, morales ni religiones, del amor que nosotros llamamos libre y que ella, sin saberla ni darle ningún nombre, hace en algunos momentos surgir en sus libros, después de habernos encantado y esperanzado, malogra nuestra confianza y trunca el intento, opt^ niendo, como en el caso de Erika, la estúpida figura de un hombre, personificadón del amor frió y metódico, que cuenta y raaO' na y al que no puede poetirar tOdo el liri» mo desplegado, al amor puro, desinteresa' do y sano, que sale del alma y del ser, sii pensar en los prejuicios y las coacciones d< la moral y de la sociedad.
Es lamentable, muy lamentable, que Con cha Espina, en ninguno de sus intentos, n en este mismo, el más tímidamente osado de Tierras del Aquilón, no haya sabido n querido llevar hasta el fin su valentía. Se de tiene asustada ante el camino, demasiad inmenso y lleno de luz, para su espíritu ensombrecido por los restos obscuros di pasado. Se detiene como se detuvo Margar
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ta Nelken, ante el justo desenlace, genial y rebelde, que habría debido tener La trampa del Arenal, como se ha detenido Alberto In-súa en La mujer que agotó el amor.
Es triste esto, ¿verdad, lector amigo? Es triste que se malogre tanto esfuerzo, tanta f>ella naturalidad, nacida inconscientemente y pervertida p)or prosaicas razones. Es triste que esta cobardía atronadora y dominante, convierta en grises relatividades obras que podrían ser geniales y figuras que, sabiendo llegar con firmeza a las rebeldes y estéticas -«ncepciones, tímidamente esbozadas, /ograrían la inmortalidad en esta sociedad y en la futura.
LIBRO DE AMOR
Parece iniciarse en las creaciones literarias una tendencia predominante, muy en consonancia con la rapidez vertiginosa que caracteriza las diferentes fases de nuestra civilización.
Esas novelas largas, interminables, que privaron en el siglo pasado, hoy nadie las escribe, quizá porque nadie las leería. Es norma dominante en la literatura y en la lectura, la novela corta, que resume, en breves páginas, un episodio cualquiera, más o menos interesante.
Y cuando compramos un libro, o mejor, cuando, de boy en adelante compraremos un libro, con la esperanza de encontrar en él el pleno desarrollo de una tesis, nos hallaremos con la sorpresa de que ese libro, que tiene un título general, está compuesto igualmente de novelitas cortas.
Asi no extrafie nadie que yo, en esta crónica, me vea obligado a hablar de dos libros que están compuestos de una colección de novelas, amorosas por cierto en ambos, aunque ei amor aparezca de muy diversas foraias en uno que en otro.
JJbro de amor, del señor Hemández-Catá, es, como su titulo indica, un libro de amor. S<Uo que, asi como en Tierras del Aquilón be dkbo que habla algo que podemos llamar el dcterminismo del amor, en el de Hernández-Catá hay el aspecto trágico y trMlc del amor. ,
tm maestría de Hemindez-Cati no ha de ser óbice para que yo diga que su lib»> M t n poco pesado, un poco deprimente y un poco cruel. Es, precisa decirlo ante todo, una obra perfecta de ejecución, bellísima de
literatura, con arte admirable, que nos hace soportar el conjunto doloroso de una serie de amores malcarados. Su fma percepción artística nos hace también encontrar belleza y emoción en las narraciones, siempre fatigosas, y que Hemández-Catá acostumbra a prodigar.
Pero todas esas cualidades elementales, que revela el literato fx>r espíritu y naturaleza, no pueden contrarrestar el excesivo pesimismo que campea en las páginas de Libro de amor. ¿ Pesimismo he dicho? Quizá sea esa palabra, tratándose de Hemández-Catá, espiritualista confiado y no escéptico indiferente, una verdadera paradoja. Pero lo cierto es que en Libro de amor hay un desolado fatalismo, que nos hace, al cabo de leer un par de novelitas, continuar el libro pensando «Esto acabará mal», pues es norma que acaben mal los amores en él tratados.
V resulta peligroso para un autor, que los lectores estén convencidos de que no han de solucionarse satisfactoriamente cuantos conflictos se presentan. Existe en el espíritu hu-m.'ino una tendencia que no vacilo en llamar estética y salvadora, que nos hace buscar siempre las soluciones optimistas, el consuelo y el pyremio final. Eso que ha sido tan ridiculizado en las humildes novelas del romanticismo folletinesco y ahora en las películas norteamericanas, positivamente es un reflejo de las ingenuas ansias de paz y de la bondad inconsciente del alma humana. Queremos soluciones buenas, nos alegramos como nifkis, al ver en posesión de la dicha, aunque sea después de muchos sinsabores, al protagonista que se nos ha entrado en el corazón. Nos parece una estafa y un engaño, o una desgracia que nos atañe a todos, que acabe desoladamente la obra. Esto, que pareMrá pueril, o que sólo puede admitirse tratándose del espíritu popular, es tendencia inconsciente en todos nosotros.
Hemández-Catá, aficionado a las tintas más bien obscuras que claras y rientes. aunque tampoco guste en absoluto de los colores sombrios, nos entristece y nos fatiga es-piritualmente un poco, en vez de alegramos y fortalecemos.
Hay, no obstante, alguna novelita en Libro de amor, que logra elevar hasta el máximum la emoción artística del drama, emoción suave, sin estridencias ni sacudidas, nacida de la belleza de la situación. El dokM-
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se nos entra dulcemente en el alma, sin dañarnos, haciéndonos gozar la tristeza, arte dificilísimo, que reclama grandes condiciones de novelista.
Novela transcendental, no hay ninguna en todo el libro. En realidad, no la hay en toda hi literatura española, hecho lamentable, que obliga a limitar los elogios y a i']vr-ccr rnn rlisgusto la critica. ^ esta misión
nuestra de censurar, es tan ingrata y molesta, que yo he resuelto pasar por alto cuantas obras habrían de ser implacablemente combatidas.
Nadie debe extrañar, pues, que reduzca mis criticas, en espera de mejores tiempos.
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.^Iadri(i, septiembre de 19^4.
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VII
Gener, filósofo j literato Pompcyo Gener Babot, aJemás do sor un
i¡ran filosofo y literato, era también un brillante publicista y grande escritor, campeón de la» nuevas ideas y un inadaptado : estaba doc-iwado on Farmacia, en Medicina y en Ciencias Naturales, siendo a la vez miembro de la Sticiedad de .\ntrüpología de París.
Nació en la ciudad de Barcelona, hace 7I) años, el día 24 de junio de 1848. Su padre tenía la carrera de Farmacia. .Su madre era hija del catalán rosellonés .\ntonio Babot y de la baronesa de Barbastro (Huesca), la que para Gener era una de sus orgullosas satisfacciones de que hacía gala. Sus abuelos paternos fueron marinos de guerra en los tiempos de Be-rcngucr IV.'
Después de sus primeros estudios académi-coü en el Instituto y Universidad de Barcelona V Madrid, se trasladó a París, donde adquirió el título de médico en 1878, estableciéndose en l« ciudad luz. AHÍ conoció a Víctor Hugo, Littré, Renán. Sarah Bernartn, etc., de quienes se hi-20 amigo. Luego viajó también por HoIan<la« Grecia. Suiza, Italia y Alemania, visitando diferentes ciudades y sus universidades, museos y bibliotecas en busca de ciencia, filosofía y literatura histórica.
En 1880 (a loa 3a aflos de edad) publicó en francés su obra maestra titulada : «La Muerte y d Diablo». Veintisiete aAos después, o sea en 1407. la editó en MpaAol en dos grandes tomos de 610 páginas que representan más ds mil por s« Budia lectura, corregida j aumentada por mt autor.
Sus editores de Barcelona al reprodudrla traducida del francés nos dicen que : «Cuando en
1880 vio la luz on Paiís, .«.orpionjiú a las eminencias de la épucii y le dedicaron j randos artículos ensalzándola entre otros : Renán, Littré, l'errot, André Lefevre, Darmesteter y Maspero. V entro los literatos Joan Richepin, la saludó en un caluroso artículo de l.e livre, señalándola como !a obra de un fjenio latino, que es Hií-toria y Poema, Filosofía y i4r(e.»
Esta obra le costó gran trabajo a Gener editarla, según él mismo nos lo dice en sus primeras páginas antes del jjrólogo, diciendo :
«Conste, pues, que 110 publiqué un libro en francés porque yo fuera afrancesado ni por temor de cometer galicismos escribiendo en es-pal^ol. No : Si lo publiqué en el extranjero y en una lengua que no era la propia, la razón es muy sencilLi : fué porque en España ningún editor la quiso ni de balde. Por dos vece» fui a Madrid a visitar los principales editores de la Corte y todos me contestaron con evasivas de que «Usted no es conocido. Esta obra nos ocasionará una denuncia, etc.» Hay más t Acudí para terminarla a ciertas eminencias nacionales.»
Por este motivo la editó en francés, en donde también le costó bastante trabajo publicarla, porque los editores todos le decían «que no podían publicar obras de autores que no tuvieran gran nombradla.»
Por fin el editor Reinvald le ofrece puibli-caria exigiéndole como condición indispensAle, que una de las primeras notabilidades científicas de Europa le pusiera un prólogo. Gener se lo pidió a 1 Littré y este sabio eminente le escnbió el prologo de la obra, la que fué editada, no sin »ntés ser cambiad.» el título.
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El que Gener le había puesto era : Historia y Filosofía de las Ideas llegativas y como a segundo título : La muerte y el mal.
En esta grandiosa obra está escrita magis-traljnente la Muerte y la Inmortalidad en su parte histórica de las religiones primitivas : Los Arios. La muerte religiosa y Leyenda Budista. Grecia. El reinado de la muerte. La danza macabra. El Alma, la Vida y la Creación. La India. Persia. Egipto. Fenicia. Los Hebreos. La decadencia. La Edad Media. El Renacimiento. La Revolución... La idea del mal. Tifón. Babilonia. Arimán. lahveh y Satán. Leyenda de los primeros Dioses. Los Demonios y el Arte. Santa Teresa de Jesús y Las Lascivias, etc.. etc.
En 1887 publicó Herejías. Son estudios filosóficos de crítica inductiva sobre asuntos de España. A la segunda edición, en iqo3, le varió el título poniéndole Cosas de España, en el que trata de la Nación y del Renacimiento, de la Literatura castellana y catalana, de la decadencia, de la cuestión catalana del movimiento autonomista, etc. De Felipe H, sus guerras y la inqnisición de los catalanes comerciantes lucrativos, reproduciendo el Manifiesto autonomista federal catalán debidamente comentado.
En i&H publicó en Madrid Literaturas Mal-soMoi. Son estudios de Patología literaria contemporánea, de las enfermedades de la literatura. El Gramaticalismo. El Retoricismo. El Criticonismo. El Nattiralismo de Medán. El Peaímismo (germánico. El Nihilismo ruso. Y el Noticierismo. E. Zola, el Pseudo Darvinismo, ioa Egofstas y Simbolistas, Schopenhauer, los Apóstoles y Tolstoy, etc., etc.
En el mismo alio publicó Arrtigos y Maestros, en el que trata magistralmente la vida literaria de las 16 personalidades siguientes: Del humorista científico E. Grodaude, del no-veOata d3>u)ante Willette, del observador interno Paul Bourguet, del poeta pasional Jean Richepin, de la intérprete del Arte Sarah Ber-flhardt. del precursor del railsmo Chamfleiir\', dfj filóaofo H. Taine, del pensador religioso E. Rcaán, del sabio metódico E. Littré, del biólogo genial C. Bemard, del artista literario G. Flaubert, del crítico sugestivo Paul de Saint-Vktor, del cantor de las grandes ideas Vfctor Hugo, del poeta pensador J. M. Bartrina, del pensador poeta Vargas Vila, del vate del ata-viano arábigo F. Villaespesa. De los filósofos de la vida aaoendente y de las tendencias fu-Miraa. En la segunda edición ha aAadido es-«riturea que faltan «n la primera.
Como dice Gener. las palat>ras «Amigos v MMIIIOÍ» signiBca ser amigos y maestros de te danda, del arte, de la Huinanidad, de su dvitlaacióa y su cultura en producir el au-•KOto de la superioridad del sentir y del pen-
sar el mayoramiento y mejoramiento de !a vída. En 1901 publicó Inducciones. Es una obra
de ensayos de filosofía y de crítica con fragmentos grandilocuentes incomparables de El Evangelio de la Vida... en el que trata filosóficamente de la Dignidad Humana y el Cristianismo. De la idea de la Divinidad. De su evolución y consecuencias. I>e la Cristología. Del origen y espíritu del Cristianismo. Del I." de Mayo y de Nietzsche con una conmovedora carta abierta a su condiscípulo el prelado Torras y Bages.
En 1902 encontramos la segunda edición de Leyendas de Amor. En cuya obra literaria e histórica trata con elocuencia encantadora de la Leyenda Romana antigua. De la Reci>ncuis. ta. De los trovadores. De la quema en Cataluña en los tiempos de Felipe IV con p.-iginas conmovedoras, narrando el desenterramiento del ex marido de Flavia. De la tragedia del conde prisionero y del barón de Rocafort, «u esposa y el general. Del banquero, su familia y .Augusto, su protector, etc.
En El Intelecto Helénico, cuyos estudios fueron hechos para preparar la Historia de la expresión del pensamiento (inédita), trata de la Poesía, el Arte Dram.lfico. la Filosofía y la Literatura, donde Gener nos presenta con elocuencia arrebatadora a todos los poetas del primer período de la poesía griega como son : Homero. Herodoto. Licurgo, Laso, .Solón, Parnaso y 32 más, cuya narración encanta.
En el Arte Dramático nos habla del origen del Teatro y sus primeros artistas, poetas y filósofos: Esquilo, Sófocles, Eurípides y Aristófanes. A cada uno les dedica un capítulo.
En la Filosofía helénica nos describe a los 7 sabios : Thales de Mileto, Biaso Pitacos de-Mitiiene. Solón de Atenas, Chilón de Esparta, Cleóbulo de Lindos y Periandro de Co-rinto, entremezclados con PitAgoras, Pericle». Herádito, Zenón, Anax/igoras, Epicuro, Aristófanes y otros muchos que omito.
A I^tágoras y Demócrito les dedica un capí, tulo. A Sócrates y Platón, otro. A Aristóteles, otro. A Aristóxénes, Teofrasto, Aristón, Di-ceareo, Diógenes. Epicuro, Grates y otros m.-í», otro. A los oradores Antifón, Ranmutio, An-tocides. Lisias, Isócrates. Iseo Esquines, Licurgo, Hipésides. Drmóstenes y Dimarco, otro. A los füósofos sofistas Aristóteles, Protágoras» Diágoras, Heráclito y doce más, otro. A Ion historiadora Herodoto, Tuddides, Jenofonte, Filisto, Teopontpo y Palero, otro. Y a lo« lite' ratos Arqufmides, Soter, Aristarco, Aristófanes de Bisando. Virgilio. Teócrito y veinte más lea dedica el último capítulo Getter.
En 1911 publicó la segunda edición de Servet. Reforma contra Renatimitnto y CaMnismo contra Humamismo. Esta obra histórica está, ¡lustrada con los retratos de Miguel Scrvd.
LA REVISTA BLANCA
Calvino y el emperador Carlos V. Además lleva varios grabados de aquella época y fotografías con los monumentos que le han erigido a Servct, el Monasterio de Sixena, del que su padre era notario con su firma v rúbrica, V el altar que tenía la familia Servet en la iglesia parroquial.
De la importancia de este libro ya están enterados li's lectores de L \ RKVISTA BLANCA pur los cinco artículos que les he dedicado a Servet y Calvino.
En i<)i>* publicó Filosáfenias. Son trabajos selectns de sus obras filosóficas. Entre otros libros que no puedo entretenerme en reseñar detalladamente como los anteriores porque sería interminable esta biografía, citaremos para terminar solamente sus títulos como son : I.a Exposición l'nivcrsal de Parts en i88<), escrita por encargo del Ayuntamiento de Barcelona. Es un estudio crítico del estado de cultura de la civilización moderna en el centenario de la Revolución francesa. I.a dona dA Mediterráneo, en catalán, 2 tomos. El capitán Proteo, novela histórica ilustrada con importantes retratos y fotografías de los personajes de las revolucio-r»es. El caso Clarín, polémica. Los Cent Con. ceils del Conceil de Cent, humorada. Historia de la Literatura con grabados. Ana Maria, nov i a hi'iti'irica. Dones de cor, Pensant, .Srnlínt y Rient, dos tomris. Pasión y muerte de Miguel Sen'el. novela histórica. Cerebraciones conscientes. Tambié,n tradujo importantes obras filo-üíWcas y literarias y dramáticas de grandes autores nacionales y extranjeros.
En el Teatro también publicó Gener diferentes dramas y comedias como son : IM toma de la RasliUa de Parts, en 7 actos. Senyores de paper. El señor Ministro, Miguel !>ervet, Am-lel. Ageruia de informes com^ciales. El pairó Pere March, Doctor Stumper, Mister Schoffys, Amor Amor, rtc, etc.
Además Gener fué uno de lo» primeros re-li.ict'res de la Revista Contemporánea v cola-b-«rador científico de IM Nación, de Buenos
Aires, y de otros muchos diarios y revistas científicas de Europa y América.
En París fundó la revista Le Livre. En la revista catalana Jovenlut publicó un centenar de bellos artículos literarios que le dieron fa-m:i de ser un gr.mde filósofo v célebre escritor. Gener, repetitnos, fué miembro de la Sección . ntropol(•)g!c.•l de París y de otras muchas Sociedades políticas v científicas de Francia y B<'lgica. En 1883 fué delegado en la Exposición Internacional de Amsterdam. En iSSq, roniis.-irio de Barcelona v Baleares en la de París V delegado en varias asambleas políticas.
En los Juegos Florales, en los estrenos del Teatro catalán y en todas las solemnidades literarias y científicas de la vida intelectual barcelonesa, se ha destacado siempre la presencia excelsa y preeminente del filósofo catalán (combatiendo todo espíritu de sectarismo, predicando el ^ mutuo resp<'to entre todos los hombres de las más opuestas ideas) y querido maestro inidaptado, artista y pensador Gener, a quien este modesto admirador Numantino de Castilla In Vieja, le dedica este honroso artículo como recuerdo v homenaje a su grandiosa obra intelectual.
¿No podría la intelectualidad espai'^ola en general y la catalana barcelonesa en particular reeditar la mayor parte de sus obras que, por estar agotadas la mayoría y en olvido lamentable, son desconocidas de muchos españoles que desearían leerlas y aprender lo mucho y bueno que en ellas nos dice el ilustre filósofo catalán?
¡ Acordémonos de Gener y sus obras filosóficas y literarias propagándolas 1 y no olvidemos nunca que falleció pobre el día 15 de noviembre de 1910 en la perla Ciudad Condal Mediterránea de las 0-andes gestas y tragedias, a lo» ya aflos de edad, como sus compatricios Francisco Pi y Margall, Joaquín Costa y Nicolás Estevanez...
M. SORIANO DK Nt'MANCIA
Mientras la humanidad penosamente ca> mina por entre los mtiltiples obstáculos que la rutina y malas costumbres han establecí» do como inexpugnable Bastilla, se alza por doquier un buen número de arduos líderes que por flistintos caminos, pero con el mismo afin de facilitar al munido un mejor es- '
tado social, luchan denodadamente jMira conducirla a la luz deslumbradora de la lim-pWa Verdad.
Apóstoles hay de las nuevas ideologías, que en la lucha adversa caen victimas de kw prejuicios sembrados por mentes pobres, mas otros de tenqile de acero, nacidos en el
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crisol de la nueva escuela, perfeccionados por el cincel del convencimi^to, yérguense en la abandonada brecha y oon más brío, si cabe, empuñan la bandera santa en I:; que se destaca con brillo el libr»-y¡a pluma.
Transcurrirá aún mucho tiempo, probablemente hasta que, dándose cuenta de los valores reales que el saber y experiencia han elaborado, los humanos, apreciando la grandeza de la obra, se apresuren a [loner en práctica lo que sin conocimiento de causa, f)or un egoísmo injustificable desde un punto de mira libre de preocupación dogmática, rechazan sistemáticamnente.
Uno de los problemas juzgados a priori hasta la fecha y que hoy empieza a dar frutos excelentes en distintos campos en que ha tenido aplicación, es la cuestión de un lenguaje internacional, que, adaptándose al espíritu tradicional de los idiomas nacionales, cumpla plenamente el oficio de tal, sin menoscabo para los nacionalismos que que como ola arrolladora inundaran este minúsculo planeta.
E! movimiento esperantista que lánguidamente siguió su camino durante el reciente azote que la humanidad misma se creó, ha remontado, vigorosamente, su vuelo progresivo, fundando un pueblo internacional, relativamente pequeño, jJtro lo suficiente potente para que llamara la atención de un exministro de Instrucción Pública de Francia, que con g-esto ridículo quiso dejarlo exánime, cerrando el paso al indomable progreso con un ingenuo decreto.
Las ideas son independientes de toda voluntad individual; ellas se abren paso f>eno-samente si queréis, pero firmes en su marcha ascendente, ganan adeptos, vencen obstáculos, inutilizan órdenes emanadas por la soberbia : no por entendimientos racionales.
Podrá aceptar o no la Liga de Naciones la adopción del Esperanto, podrán manifestarse en favor del idioma internacional, como lo han hecho la Academia para el Pro-Dfreso de los Ciencias de Francia, distintas Cámaras de Comercio, Internacionales de Obreros, etc., etc., podrá alglín pais introducirlo obligatoriamente en sus escuelas como hace algte tiempo ha hecho Albania : la acmllla lanzada tiempo ha por el doctor
Zamenhof tiene profundamente echadas sus raíces y ningún vendaval puede arrancarla porque ningún vendaval, fruto de la naturaleza, va contra ella misma.
.Al garrapatear estas lineas he creído oportuno someter a la consideración de cuantos en su corazón anida alguna idealidad, los conceptos expresados y, al mismo tiempo, anular prejuicios insidiosos que alrededor del idioma internacional Esperanto han fomentado los estultos retrógrados, que blandiendo el arma destructora e impertinente de la sátira, intentan profanar lo por ellos ignorado.
El templo sólidamente sostenido por fuerzas diseminadas por todo el globo, abre sus puertas al transeúnte y le ofrece sus bellezas desinteresadamente, sin obligarle a renunciar a sus inclinaciones peculiares.
La obra que de manos de su egregio autor recibió una forma tangible y bella es de los humanos todos, y a ellos ofrece sus múltiples frutos para que la comunidad obtenga de ella una elevación intelectual, que en la vida práctica haga resurgir sus beneficiosos resultados.
Podrá parecerle a cualquier profano que la adopción de un medio común de inter-comprensión no merece la pena ni atención de los que sin él perfectamente pueden dev envolverse o bien otros fines les preocupan ; concepción raquítica que en su labor funesta comprime voluntades, anula energías.
Podríamos resumir sintéticamente de la manera siguiente el fin que encierra el mo-vtmiemo esperantista : crear un pueblo internacional que, despojándose de tas fatídicas concepciones de patria e individualidad que boy lo encierran en un reducido hori-mnte, hiciera sentir al unisono las mismas ansias de fraternidad humana.
Considerad objetivamente lo que presume obtener el relativamente pequeño pueblo j decid si no merece la pena de luchar oon él. de ofrecer su impulso a la palanca que intenta derrumbar tanta podredumbre j acabar con el chauvinismo y sus satélites.
El templo de luz deslumbradora abre sus puertas. Entrad y juzgad.
S. AUMKICH JOf^É Barcelona.
3 HcmcM encuadernad» «MU ewjntas oolecdooet dal primer a6o de época de LA REVISTA BLANCA. Las •cnriremo* a i«'y> pmtfM tomo.
esta segunda
LA REVISTA BLANCA
LA CUESTIÓN DE LA «SOCIEDAD FUTURA"
No queda duda alguna de que, despu< s de haber llegado al t< rmino de ese libro, el lector se formula una última pregunta, en los siguientes tírminos. ¿Vosotros, individualistas, no alimentáis alguna concepción, aunque lejana, de una usociedad individualista anarquista", de un mundo basado en la ausencia de dominación, de especulación, de explotación, de una »oc¡e<lad futura?
A los individunlist.T: Ifs gusta muv poco hablar de una sociedad futura. No solamente es una idea que ha sido explotada y que puede mantener a un hombre exactamente igual que la explotación del Paraíso mantiene al cura, sino que también tiene un parecido con ese Paraíso, cuya descripción maravillosa ejerce una influencia soporífica v entorpecedora a quien escucha su relato; hace olvidar la optv^sión, la tiranía, el servilismo presente ; h.ace desfallecer la energía, castra la iniciativa.
LOS CONDUCTORES DE ClVILfZ.ACIO-NES Y LA REALIZACIÓN DE LA FELI
CIDAD
Antes de resolver esta cuestión, importa rememorar la concepción de la felicidad tal como aparece en la tesis, opiniones y proposiciones expuestas y present.ndas en las págtnao precedentes. De su* conjunto resulta que, desde el punto de mira individualista, la felicMad consiste en la posibilidad, para cada cual y para todos, de "vivir su vida» a su capricho, bajo la garantía de una inteligencia general que asegure a otro la misma facultad. O que la feHtí-d.id consiste, para los asociados y aislados, «tn evolucionar y perfeccionarse en todos sentido» y direcciones, donde su temperamento, su» opiniones, sus aspiraciones determinan la unidad humana». O. en fin. que la «felicidad reside en la aplicación integral del mítodo de libertad». Explicaciones todas que equivalen lo mismo.
(i) Dispuestos a dar a conocer todas la» tendencias ideológica» que se manifiestan en el pensamiento de una sociedad sin gobierno, reproducimos hoy este escrito. saCAdo del libro «La Iniciación individualista anarquista», recientemente publicado. Al final darnnot nue»-tra opinión sobre este mismo tetna.—N. lU ta K*
Hecha esa apreciación del bienestar, considerado desde el punto de mira individualista ea que se planea esa iniciación, conviene, antes de ir m.- s lejos, buscar sobre qué bases se han fundado los regímenes que han presidido, hasta aquí, el destino de las agrupaciones sociales.
Buscarlo no es largo ni difícil. Las civilizaciones históricas se han fundado siempre en el empleo de la autoridad, sobre el ejercicio de la dominación. Ninguna se ha escapado de ello. Sea desde el punto de vista religioso, político o económico—Ijien en provecho de una autocra-cia, de^sB torte o de su din.istía ; de un pequefio número de privilegudos o beneficiarios de ua género u otro ; de una casta, hasta de una clase social (aunque sea en nombre de la mayoría relativa o efectiva, de una colectividad humanal.— el fundamento no varía; maestrazgo, dominación, coerción. Dominación y explotación, considerando que ésa es una consecuencia forzada de aquélla. Dominación intelectual, dominación política y, al propio tjompo, manumisión y desviación en provecho de la autoridad—de »«• instituciones, de sus sostenedores, de una categoría social o mcmopolizadorcs individuales—de todo lo que se puede captar, coger o arrancar al productor, al trabajador, a más de aquella parte que voluntariamente se le ha acordado para que no se muera de hambre o para que sucumba lentamente.
No se trata de enorgullecerse o alabarse de la superioridad de la civilización actual sobre lat que ha enterrado. No se trata de más valor in-felectual del progreso llevado a efecto, de la» libertades adquiridas, i Puras tonterías que no pueden tenerse en pie ante el estudio y el razonamiento ! Las civilizaciones griegas y ronia-ñas, las pequeñas repúblicas italianas y las ciudades del Mediodía de Francia, las villa» an-se-Micas, las comunas francesas y flamencas, para no salir de Europa, han atravesado ípocaa donde—según las luces de la época—no cedieroa nada, desde el punto de vista autonómico J cultural, a nueatra» grande» aglomeración-» contemporáneas ; i muv lejos de ello 1
Sin duda, las ciudades griegas y romana», laa repúblicas y comunas de la Edad Media, no conocieron ni la imprenta ni los procedimlentoa actuales de la producción mecánica; no ae utilizaron las fuerza» motrices naturales o artificiales de que núA servimos en nuestro» día»; loa conocimientoClitron incontestablemente inferió, res. Razón de tni» para reconocer loa result*-do» obteniMMitonCes-
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Safeemos perfectamente que el imperialismo de los Césares, el catolicismo, el poder real absoluto, han representado, en su tiempo, el mismo papel que representan hoy la preponderancia burguesa y el monopolio capitalista, actualmente en su apogeo, pero es mala fe negar que, en los mejores tiempos de la historia, se hayan concentrado individualidades y colectividades que pueden, con ventaja, rivalizar con las nuestras.
Sea como sea, hoy como ayer. la dominación ha sido el único procedimiento a que han recurrido los conductores de civilización para hacer la felicidad de los pueblos e individuos.
La sumisión es, aun en la hora actual, el ijnico medio que se ha ofrecido a los hombres para hacer su felicidad.
«Someteos», han clamado y claman, porfiadamente, ios pontífices y conductores de rebaños humanos, los acaparadores del suelo, del alquiler y del capitai-especie, los capitanes de industria y los jefes de escuela. «.Someteos y no pidáis, no deseéis más allá de aquello que os es n^ado o concedido por Dio» o sus representantes, por el príncipe, la ley, la constitución, sus vicarios y sustitutos. Reprimios en vuestras ideas y en vuestros sentimientos. Ahogad vuestros deseos. .Absteneos.» He ahí dónde descansa la felicidad. Los curas, los re^es, los legisladores, han colocado postes-que lindan el recinto en cm-o interior se encuentra la felicidad. No los traspaséis. Conformaos con lo que permite la voluntad o el capricho de los amos, los intereses de casta o de clase, la decisión de las mayorías, hasta la dictadura de las minorías, y seréis dirfiosos. ¡ Es bien simple !
Hay, ha habido protestatarios, disidentes, insumisos. Pero la historia nos demuestra de qué modo los gobiernos, las mayorías o las mino-rías dominantes, se han desembarazado de ellos. Los procedimientos de anulación y traba nada varían a través de los tiempos : tas persecuciones, los malos tratos, el destierro, el calabozo, tos suplicios, la muerte a largo o breve plazo.
Poco importa que, a escondida», lo» adheren-tes. en apariencia, al régimen soberano, violen descaradamente lo» reglamentos y prescripciones que, en su fuero interior, más odien. A los menos vehemente» de lo» inquietantes, se les echa un hueso a roer, se les concede alguna satisfacción de apariencia, se le» compra si es me-nester. A los intransigentes se les elimina violentamente. La última voz que se levanta e» ahogada por grado o por fuerza. El silencio reina entonces. El silencio de la servidumbre, del estancamiento, de la uniformidad, la silencio-•idad del miedo. Cuando no se oye una palabra que moleste en el ejercicio del ^oder, los conductores de civílizadones afirman que los pueblo* y los individuos son felice*.'Éft efecto, para éñot, sumisión, silencio y felicidad son términos sinónimos.
EL INDIVIDUALI.STA EN RELACIÓN CON LA HUMANIDAD FUTURA
Quede, pues, entendido que el individualista no tiene esperanza en la sociedad futura. Es un ser de actualidad, se da cuenta de que es un momento de la vida universal v, a ese momento, quiere hacerle producir el máximo de resultado posible. La actividad individualista es un quehacer, una realización esencialmente actual. El individualista no ignora que el presente es heredero del pasado, pero también sabe que está preñado del porvenir. Conoce esos lugares comunes. No es mañana que quiere que el ser individual empiece a abrirse paso en el social, invadiéndolo y comprimiéndolo ; es hoy. en esas circunstancias y condiciones de existencia, que el individualista quiere librarse de su dependencia.
.Seria insensato creer que el individualista logre siempre, en todas sus tentativas, deshacerse del dominio circundante. Sus fracasos son numerosos. Y es completamente natural, si se tienen en cuenta las fuerza» de oposición y opresión con las cuales ha de chocar. Pero el porvenir se beneficiará de lo que él adquiera por sí mismo. El individualista sabe que no podrá explorar toda la selva, pero quedará el sendero por él abierto, y si sus sucesores lo quieren, no solamente lo mantendrán en buen estado, sino que lo ensancharán y prolongarán.
Es mu>- cierto que el individualista es incapaz de dibujar todos los detalles del mapa de la •thumanidad futuran tal como existirá si se cum. píen sus aspiraciones o si adquiere todas sus reivindicaciones. Le es, pues, imposible hacer obra topográfica; establecer, por ejemplo, la nomenclatura de todos los lugarcjos. villas, ciu-dades.TJe las calles de cada localidad, de los riadiuelos^ de los torrente», de los caminos veci-nale»; de establecer la altitud de todos los puntos algo saliente». Pero, en cambio, le será,posible prever con certidumbre cuál será la nafura-
, l«a del terreno y para qué culturas será propi-'~tÍB, qué materiales se emplearán para elevar los
edificios y cuáles serán las propiedades del líquido que llenará el lecho de lo» ríos de ese nuevo mundo. Para él la ^humanidad futuran ya no es absolutamente fierro ínf<í(»nífa.
LAS DIRECTIVAS DE LA «HUMANIDAD FUTURA»
El individualista está, desde ahora, en situación de darse cuenta de las direcciones principales que presidirán la constitución de una nhu-manídad futuran que responda a sus aspiraciones. Puede concebir, de ella, un aspecto de conjunto. Sabe que no te parecerá en nada al mundo actual, y no porque ciertos detalles hayan sufrido una trantformación o modificación mis
LA REVISTA BLAM:A 3»
O menos radical, tino porque la mentalidad fít-n«ral, la manera usual de comprender la vida, la forma corriente de concebir los aportamien-tos y acuerdos de los hombres entre sí, el estado de espíritu particular y universal harán imposible la existencia de ciertos métodos y el funcionamiento de ciertas instituciones.
Así, el individualismo puede afirmar, con certidumbre, que, en la «humanidad futura», no podrá haber, nadie tendrá el recurso en ningún caso, del método de autoridad. He ahí un punto establecido, indiscutible, sobre el cual no hay más que hablar.
Imaginar un «mundo venidero» en el cual los individualistas podrán mo\'erse a su gusto y figurarse que se podrán encontrar, aun en él, huellas de dominación, de obligación y coerción, es una cosa sin sentido.
El individualista sabe que en la ««humanidad futura» no habrá lugar a una intervención del Estado ni para una institución o administración gubernamental o social—legislativa, penal o disciplinaria ;—tampoco para una intervención cualquiera en las diferentes modalidades del pensamiento, de la conducta o de la actividad de las unidades humanas aisladas o asociadas. He ahí otro punto incontestable.
El individualista sabe que las relaciones entre los humanos v los acuerdos que se puedan concertar se esLiblccrrán voluntariamente, que los contratos que puedan hacerse se harán sobre un objeto y un tiempo determinado y no para siempre, que podrán ser anulados cuando se quiera y que no habrá ninguna cláusula ni artículo que no haya sido estudiado y discutido por los
contratantes, antes de firmarlo; que no podrá existir contrato alguno «unilateral», es decir, obligando a a l ^ i e n a cumplir un servicio o contrato que no ha aceptado personal y conscientemente. El individualista sabe que ninguna ma-yordomía económica, política, religiosa u otra, que ningún CDnjunto social cualquiera, puede obligar a una minoría ni a una sola unidad humana a conformarse, contra su voluntad, a sus decisiones ni arrestos.
He ahí una serie de certidumbres sobre las cuales no hav que discutir.
La «humanidad futura», tal como la concibe el individualista, se «desarrolla sin estación de llegada, sin punto de parada». Es un eterno porvenir, evolucionando indefinidamente bajo el impulso de concepciones y realizaciones múltiples, continuas v diarias. Una humanidad de tipo dinámico, si puede expresarse en esta forma, ignora las paradas del camino, y si hay paradas o estaciones, que sean del tiempo estrictamente necesario p.ira desmontar aquellos que quieran hacer una experiencia y que no detenga a nadie más que a sí mismos.
La humanidad futura, la «humanidad nueva» como la entienden los individualistas, constituye un gigantesco palenque donde, desde el punto de vista del pensamiento, de la costumbre, como de la técnica, lucharán y se competirán, entre sí, todos los provectos, los planos, las asociaciones, las prácticas de vida im.iginables. Asf será, en todo momento, el estadio de la evolución del globo.
E. ARMAND
{Continuará)
Rodando por el mundo
LOS CELOS DE D ' A N N U N Z I O
D'Annunzio tiene celos. \ o tiene cclo<< de ninguna mujer. ¡ Oh, no hay temor de que tal cosa ocurra !
Tiene celos de Mussolini, de la ploria, la fama y la inmortalidad de Ntussolini. D'Annunzio hubiera querido ser el Callgula moderno de Italia. D'Annunzio hubiera queiñdo para si los «alalás» de los camisas y a lmas negra», que andan sueltos y sin bozal por las callea de Italia.
En vista de que no pudo alcanzar tan glo
riosa perropat iva, D'.Xnnunzio quiso meterse fraile. Después rectificó, al ver que nadie iba a sacarlo del convento. Pero ahora de nuevo ha sentido los mordiscos de los celos y del afán de popularidad. A D'Annunzio le es tan necesario como el pan que come, que la gente hable de él. V como está el pobre demasiado t ronado para intentar o t ra vez una suerte parecida a la de Fiume, ha resuelto convertirse en salvaje, selecta condición, que ¿I deshonra con su aplastante vulgaridad.
^ ba encerrado en un castillo inexpug-
3» LA REVISTA BLANCA
nmbU y no quiere saber nada del mundo. Quema sin leer las cartas que se le envian. (Estamos seguros que entre las quemadas no se encontrará ni un átomo d^carta nuestra. Lo decimos en descargo^K la conciencia y para satisfacción de miestros lectores.)
Nosotros, francamente, creemos que la locura, fin genial de todos los grandes hombres, será la apoteosis obligada del seflor Rapagneta. Cierto manicomio calabrés está ya fweparando una lujosa celda para don Cayetano...
Alguien que puede estar bien informado, nos asegura que el director de dicho establecimiento es amigo de D'Annunzio y sabe por el propio interesado, que cuando haya agotado el truco de la soledad, como agotó el de la monjeria, explotará el d e l » locura, que siempre da buenos resultados y abre camino a profundas elucubraciones. Tan pronto D'Annunzio sea proclamado loro, ¡oh, manes de Nictszche y de Maupassant, temblad ! Vuestra locura quedará convertida a cero, comparada con la geaial, eterna y divina del autor de «Las vírgenes de las rocas».
Mediante este extremo recurso, Cayetano aun espera ver la calva de su rival Mussoli-ni por debajo de la suya... Nosotros también, aunque no sea por medio del mismo procedimiento...
RECETA PARA SER INSIGNE Y FAMOSO
Se procura tener unos bíceps de gigante, un torso de Hércules, una cabeza de toro, un alma de rinoceronte y un cerebro de gallina. Se dedica uno a hundir costiUas y a aplastar los dientes, los ojos y las narices de cuantos campeones de boxeo hay en Europa. Hecho lo cual se procura ser bestia en toda la extensión de la palabra — cosa que no cuesta mucho trabajo, pues lo urw» tnie lo otro—y se espera parientemente a
que le nombren a uno hijo predilecto de 14 ó 15 ciudades, amén de héroe nacional e io-ternacional.
¿Dudas, lector, que mediante estos pn>-cedimientos se llegue a tan glorioso finP ¡ Cuan ingenuo eres, si tal duda abrigas I ¡ Casi merecerlas que te dijesen que eres un niño y que no eres digno de contarte entre las personas civilizadas !
Para que aprendas a comprender y a reintegrarte a la realidad, te presentaremos un honroso ejemplo, recomendándote, de j»-so, que sientas el justo orgullo y satisfacción de pertenecer a la misma o parecida especie que ese inmenso, incomparable y excelso ejemplo que vamos a presentarte : Paulino Uzcudun, leñador vasco, quien, mientras no se resolvió a ser bruto, fué un infelia y cuyos divinos puños han roto una ceja, una costilla, un ojo y la única nariz que tenia, al campeón inglés de boxeo que midió sus fuerzas con las <]c quien ha logr;:(lo ser una perfecta bestia, que elevará el nombre de España al rango de las naciones cnnlisa-das. I .
¿Dudas aún, lector? ¿No crees en la eficacia de esta receta ? ¡ No seas pelma, amigo !
Dedícate a la provechosa, dignísima e ilustre ocupación de hacer chichones al prójimo—salvo en el caso de que, no contando con suficiente fuerza bruta, te expongas a que te los hagan a ti—que sólo ella da la inmortalidad y perpetúa en bronces imperecederos los bíceps de gigante, los torsos de Hércules, las almas de rinoceronte y los cerebros de gallina, condiciones imprescindi-Mes para ser famosos, insignes y felices e« Cita civilizada sociedad.
HlPATÍA
Si 4«ja it recikir Mta Rerteta tígmm i» *m MiTMponMles. se «rieaderá I|B« M It ha %mftmHÍ9 d «BTÍO por falta áe pag«. Ea CM caso los lectores f>o4ráa cateada directaneatc coa ecta AdaUaiatraciéa.
LA REVISTA BLANCA 33
Federico Urales
El último Quijote Nove la social de luchas, aventuras - - y amores - -
(Esta es la obra de un hombre que ha puesto en ella su alma.)
(Continuación)
Además, ¿para qué queréis ser ricos? Esas joyas y ese dinero no os darán lu felicidad que en él buscáis. No os la darán, porque ella habría de estar en vosotros y no en la riqueza, y no est.'i en vosotros la felicidad, porque tenéis ti alma infeliz. F.so que os cuelga del pecho y eso que estáis masticando y eso que estáis jugímdo y lo que estáis bebiendo «>s tendrán siempre ¡ siempre ! sujetos a alguna desgracia. Robar f)or guardar es de villanos. Ix> hacen totlos los mercaderes, aunque vadeando las leyes y algunas veces amparándose en ellas. Vosotros no deberíais hacer lo que los mercaderes, porque ellos tienen la costumbre y la ley de su parte y vosotros las tenéis contra, pero ni a los que roban Icgalmente ni a los que lo hacen fuera de la ley, con el dinero no adquirirán nada esencial ni fundamental a la viíla...
— Ese lio está más loco que una c a b r a -murmuró uno por lo bajo.
Otro repuso : — Creíamos reunimos alrededor de un
trompa y nos hemos reuniílo alrededor j\e un flautín.
Luis, notando que sus palabras no eran comprendidas ni apreciadas ni siquiera .escuchadas, calló y se alejó a pensar en la injusticia que habla rometitlo, aban<ionando, por gentp que tan ¡xtro valla, el valor moral y físico que representaba la abnegada y bella Diocesilla.
L'n día, qne, como otros. IM'\% se separó de su cuadrilla para ver si en la soledad alimentaba las ilusiones que de nuevo il>a perdiendo, lo<» suyo» discutieron si se habla o no de eliminar a un capitán que sobre no •epitanear nada, ponía escrúpulos de mon
ja a sus fechorías. Salvó a Luis el no tener riqueza alguna y el desinterés y el valor coa que obraba siempre.
He aquí cómo se portaba en los días de botín y de peligro :
Cortaban k>s niílcs del ferrocarril un kilómetro más ab.TJo de alí, ún guardabarrera ; luego decían al guarda lo que hablan hecho y el peligro que corrían los viajeros del tren expreso que estaba al llegar, si no lo paraba delante de su casilla ; el guarda dudaba ; era menester [K>nderarle las victimas que por su culpa se pr<xlucirlan ; al fin el guarda cedía. Los salteadores se oculta ban a uno v a otro lado de la vía ; parado el tren, salían de repente de su escondrijo. Si el convoy llevaba escolta y ella ofrecía alguna resistencia, Luis se hallaba siempre entre los que la sostenían ; vencida, después de un corto tiroteo, la cuadrilla empezaba a desbalijar maletines y a cachear personas. Luis se sentaba |iensativo y triste al lado de la vía. Alguna que otra mujer, desde las ventanillas de los coches, le miraba con horror. Cuando la tijíeración estaba hecha, Luis recorría el tren para enterarse de si se habla cometido algún atropello pertMV nal y ponerle remedio, si se habla cometido, después de pedir jierdones y dar excusas.
Un día, al fiCcorrcr el tren, Luis se en-contró llorando a una señora que ocultaba el rostro con un fino pafluelo dr seda y además algo con sus faldas. Luis la pregruntó el motivo de sus Ligrimas; la señora no contestó ni descubrió su rostro. Luis quiso saber qué ocultaba con tanto dcsa.sosiego v cuidado, y la señora exclamó :
- i Por piedad, señor, no me la robe us-twl ; no me la secuestre usted ! Vo le daré.
34 LA REVISTA BLANCA
si no me la quita, una sortija que, por ser sus... compañeros... tan... tan... honra<los, no me la han encontrado.
Y volviéndose de espaldas, se sacó una sortija de grandísimo valor, exclamando :
—Es mi anillo de boda. —Pero bien—observó Luis,—¿qué puedo
quitarle )o? Y la señora mostró a Luis una niña co
mo de cuatro años de rostro supremo ; la madre era también muy hermosa, hija de una malagfueña y de un inglés.
— ¡ No le haga usted daño !—exclamaba sin cesar la desconsolada señora, a quien hablan dicho algunos de sus compañeros de viaje que aquellos bandidos se llevaban a los niños para pedir, luego, crecidas sumas por su rescate.
—Déme el anillo—dijo Luis. La señora le dio el anillo. —Ahora déme la mano—continuó dicien
do el bandido,—que este anillo en ningún sitio estará mejor que en la fina mano de usted.
La seftora miró a Luis y alat^ó la mano y luego de haberle colocado el anillo antes oculto en tan blanco y bello sitio, levantó a la niña en sus brazos y la dio on bes»
—Como ésta debe ser la mía—murmuró, —y como ésta debe ser también bella...
Y la besó otra vez, depositándola dulcemente, tiernamente, en el regazo de su madre.
—Que la vea usted mayor, seflora—dijo Luis,—y que sea ella feliz, que siéndolo su hija, por lo mucho que usted la quiere, lo será osted también, que es lo que yo en verdad deseo.
La seAora miró de nuevo a Luis y un poco animada se atrevió a decir :
—¿Y es usted el famoso bandido a quien Daman «el Arquitecto*?
Lots contestó: Señora, yo soy un desgraciado a quien
la maldad de los demás ha convertido en bandido. Y soy tan bueno, que no he podido ser malo, ni aun después de tener tantos motivas fMira serlo.
La ñifla miraba al particular bandido, sonriendo.
—¿Te quieres venir conmigo? — le preguntó Luis.
—t Si!—contestó la nifta, alai^ándoie los waaoa.
—Bsoa ángeles— exclamó el arquitecto,
dirigiéndose a la madre de aquel serafín— son los que mejor comprenden de quiénes han de apartarse y de quiénes pueden recibir ternuras. No, no, niña hermosa—la dijo acariciándola ; — las niñas, cuando tienen madre como la tuya, a su lado están mejor que en parte alguna.
V la dio otro beso. A la madre le pareció que Luis tenía hu
medecidos los ojos. El bandido descendió del coche ; la seño
ra asomó a la ventanilla a su hijita. —¡ .Adiós! — la dijo Luis, ya desde el
suelo. La niña, con la manecita, le decía adiós.
El bandido Ic tiró besos mientras se alejaba con los suyos.
Los viajeros, olvidándose del susto y del robo, miraban, sorprendidos, cómo se despedían una nifta de rizos dorados y un bandido de fama cruel.
Luis, entre los suyos, la iba ganando de valiente de día en día. Nuestro héroe había recomendado, a su cuadrilla, ya desde el principio, que no se molestase a las mujeres ni a los niftos y que no se matara más que en defensa propia, y uno de aquellos desgraciados mató sin necesidad y atropello brutalmente a una mujer.
Luis, que era muy valiente por ser muy bueno, sencillo y nada fanfarrón, echó en cara al vándalo su mal proceder, y como el asesino levantara la voz y aun hiciera ademán de sacar un arma. Luis fué más listo y le mató de un tiro. Desde aquel momento, los otros lo miraron con más respeto, porque cierta clase de hombres se someten fácilmente a uno que les domine por su valor. Pero aquellos no eran los procedimientos, de Luis, y si ios habla usado, fué por comprender que eran los únicos que podían sostenerle entre aquella gente.
Luis, no obstante, no se sentia bien. De nuevo, como decimos, el pesimismo invadió su ánimo y de nuevo se le cerró el horizonte de la vida.
—¿Dónde están los hombres? — se preguntaba.—¿ En qué clase, en qué coodici«'>n, en qué idea?
Ante tales dudas, mlfíwu» dias estuvo sin saber qué camino seguir. Si hacerse matar por los stfvoa; si presentarse para que lo matanm o si huir para unirse a la hermosa DioceaiBa, la única persona que le comprendía y que le qoerfa y aun para cuinprender-
LA REVISTA BLANCA 35
le y quererle habla de ser la de más valor moral y físico que existía sobre la tierra.
En aquel momento era el amor que por él sentía la angelical criatura, lo único que conservaba a Luis in la creencia de que representaba un valor personal. Sin el «jucrcr de la Uiíxcsill.i, Luis hubiera perdido toda esperanza en sí mismo o hubiera dudado hasta de i|ue tuviese al¡,'ún mérito.
—Cuando ella me quiere — pensaba, — es que valj 'o algo, es que soy algo, a pesar <le que los demás no me hagan caso. Ella, por su hermosura moral y física, lia sido so-1¡( itada por toda clase de hombres : ricos, pobres, viejos, jóvenes, y sin embargo a todos me ha preferido, y como es inteligente, sensible y ética, razonable es que yo crea que reúno alguna condición, a p<'s;ir de que la actitud que guard.-m l:is otras personas para conmigo pudiera hacerme sospechar lo contrario.
\ esta comparación sobre el trato que recibía de aquella mujer extraordinariamente superior a todo el mundo, con el que le daba la scxricdad, le salvó de ese nuevo ataque de pesimismo y le dio alientos para continuar amando y defendiendo su vida, que había de ser para quién tanto la mereiia y la deseaba, por ser la única persona que la tenia en algo.
No obstante, Luis se había equivocado una vez más, o mejor, una vez más se había dejado vencer por sus afanes de aventuras y de luchas en pos de la justicia social. Con hombres todo principios, no se podía hacer nada de provecho, pero con hombres sin principios se podía hacer menos. El exceso de doctrina es fácil que mate la acción, pero la acción, sin doctrina, resultará siempre una mala acción.
El exceso de acción de Don Alonso de Quijano el Bueno echaba a perder todos sus actos. Resultaba la suya ima acción y un sacriicio inútiles. £1 exceso de materialismo en su escudero enervaba por completo sus bracos y su cerebro.
La falta de este equilibrio entre el ideal, la acción y el medio, convierte a muchos héroes en inadaptables y los lleva a la muerte Irigica en una.^ sociedades de pro^^rama y de patrón a medida. Esto es : en unas sociedades que no tienen conciencia de que están en estado constituyente, como está el mismo hombre, como está la misma tierra, cofno e s l i el universo todo.
Cuando las sociedades hayan abierto, de par en par, las puertas al porvenir, aboliendo los pecados y los delitos, pensando que nada de cuanto se les ocurre a los hombres, sanos de cuerpo y de alma, puede ser penable ni [lerseguible, dejarán de producirse estas vidas superiores que tienen muertes tr.ígicas por no potierse adaptar al patrón Mxial a causa de un exceso de idealidad y de acción, a pesar de que es exceso sólo en un munilo de acción y de idealismo mengua-damenle cerrado.
Ante tales dudas y dilemas, Luis sólo veía claro una cosa : (jue aquello no iX)dia continuar, qvie su vida no podía seguir estando en reUu ion con la de aiiuella gente y que era preciso tomar una determinación en sentido contrario.
Tan pronto el gobierno supo que se habla levantado una partida capitaneada por Luis, el Arquitecto fugado de presidio, entre las provincias del centro y sur de España y que aquel levantamiento habla encontrado pequeños ecos en Aragón, Cataluña y Provincias Vascongadas, decidió descongestionar las grandes capitales para poder dedicar alguna fuerza en persecución de los insurrectos, a quienes calificó, para mejor éxito de su plan : a los <ie Cataluña y Vascongadas, de separatistas, y a los de Aragón y Castilla, de bandidos.
Sabia el gobierno que en contra suya habla mucha opunión entre el pueblo y no le convenía dejar con pocas fuerzas las capitales, por temor de que el descontento se manifestara violentamente y cundiera. Por esta razón hubo de ser más lenta la persecución contra Luis y los suyos, y ello dio lugar a que la partida tuviera tiempo de cometer varios asaltos a trenes expresos, conventos y abadías tenidas por adineradas.
Perseguidas constantemente, pronto fueron disucltas y destniidas las partidas de Catalufia, Aragón y Vascongadas, y cuando sólo quedaba la del «Arquitecto» y tuvo el gobierno la confianza de que el movimiento seria sofocado si obraba con rapidez, decidió acabar pronto con la cuadrilla de Luis, porque cada dia que pasaba, estando los ánimos tal como estaban contra el gobierno por su mala administración, su justicia caciquil y su reacción política, era un nuevo peligro.
L*>* de Ltiíil hablan ya tenido algún encuentro con Itp fuerza, pero como operaban
LA REVISTA BLAKCA
bien armados, en paraje abrupto, apoyados por los mismos aldeanos y cortijeros y eran gente aguerrida, que conocía la sierra palmo a palmo, pudieron escapar de las esca-ramuzas sin grandes quebrantos y en algunas ocasiones saliendo victoriosos del combate.
Pero la partida de Luis cada día era menos numerosa, no porque fueran sus individuos presos, heridos o muertos, sino {jorque huían del fieligro que veían venir con el dinero que al principio se habían agenciado.
Además, Luis notó que cundía el desaliento y el desconcierto entre los suyos, porque perseguidos sin cesar, apenas podían detenerse en parle alguna y desde luego les era imposible organizar ningún golpe de mano.
Lo único que hicieron fué correrse más hacia el sur, cruzando la provincia de Córdoba sin ser molestados.
A oídos de Luis llegó la noticia de que entre los suyos se había hablado de presentación «lectiva, si se les prometía *l perdón. Luis, que deseaba también acabar aquella aventura que no daba gloria ni honra, les dijo que el perdón era muy diffcil de obtener, pero que podía disolverse la partida y algunos, si no todos, se escafMirían. Nuestro héroe continuaba engaAándose. Los amos de quienes les perseguían, a quién no habían de perdonar nunca era al hombre bueno que por ideal combatía sus intereses ; pero sí haMan de perdonar a los que, por mal corazón, eran un peligro para las existencias.
Sin dar seflales de vida, por unos días, la partida de Luis y sin saber nada de ella, aunque sospechando que baria su aparición de un día a otro en otras provincias, acordó el gobierno, como otro recurso para acabar con aquel estado de intranquilidad y sobresalto k> mis pronto posible, ofrecer cincuenta mil pesetas y el indulto a quien de la partida entregara muerto o prisionero a Luis y aun el indulto a toda la cuadrilla, si se •ometian y entregaban vivo al jefe.
Al saberlo Luis se sonrió tristemente y se lo dijo a los sayos. Va lo sabían y ya habían acordado presentarse y entregar a Luis a ía primera ocasión. Sospecháodolo el desgraciado héroe, resolvió e«Í*par aquella rnáaia» noche; pero a poco V centinela dio k iroa de alerta y sonó el jlfimír disparo.
r«i l . . . . r^^Hraa t^SXA • A M I M .
Luis cogió su rifle y se colocó en el sitio de mayor peligro, delante de los suyos y disparando sin cesar, siempre a pecho descubierto, esperando la bala con ganas de morir.
¿Que si se acordaba de la Diocesilla? Como los creyentes se acuerdan de su Dios en la hora de la muerte, se acordaba Luis de ella ; pero arrepentido y avergonzado de haberla posjjuesto a tanta quimera loca y a tanta ruindad.
La bala que Luis esp>eraba con anhelo y rabia llegó al fin, pero no del enemigo que tenía delante, sino del que tenía detrás. Le entró por la espalda y le salió por el pecho, ¡jerforándole el pulmón izquierdo.
Luis, al sentirse herido, volvió la espalda y arrojó un escupinazo en dirección a los suyos.
A nadie vio; estaban escondidos, esperando que subiese la fuerza para entregar muerto o herido a su jefe. Era lo convenido.
Luis se apoyó en el tronco de una encina y desde allí continuó disparando contra los suyos. Luego sus rodillas se doblaron y cayó exclamMdo:
—¡ Perdón, Diocesilla, perdón !
X U I
La dicha de ser hombre
A los tres días de haberse ausentado Luis, ya la Diocesilla quería ir en su busca. Lo impidfCton el tío Juan y su mujer que, com-prendlMMo la temeridad del propósito, tanto pOt \» situación difícil de la bella muchacha, tomo por ignorar el paradero del infeliz caballista, hiciéronle ver que corría peligro de ser detenida sin ninguna probabilidad ét encontrar a su amante. Pero tan pronto kJ8 periódicos hablaron de Luis y dejaron entrever por donde operaba, con los suyos, la Diocesilla insistió en su cmpeíto, defendiéndolo con estas palabras :
—Me quiere tanto Luis, que si logro dar con él. sólo por librarme del peligro que debe correr, se marchará conmigo.
Probablemente las cosas hubiesen pesado tal como la hermosa doncella decía, sin perjuicio de volver Luis a las andadas, según los deseogaAos que en aquel momento hubiese recibido de la gente que ae le había juntado.
(Contímiat^ 4C. TdM. rrcí A. — Banvlou
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Por dondequiera que DaydiSa.a
Por dondequiera que sea, notase al punto. el contraste entre la superabundancia y la penuria, entre la prodigalidad y la restricción, entre lo voluminoso y fantástico y lo mezquin'» y microscópico, entre lo superfluo y lo necesario ; pletórico lo primero, escasísimo y mísero lo segundo. ,
Ascendiendo por la falda de Montjuich—hoy transformada en pabellones, estadios, avenidas, jardines uversallescos" y paseos «•elíse is" -^penetré en el pabellón del «Arte Moderno», núm. 2, de la tan pregonada iiExposición de Barcelona», y ante tamaña capacidad, estéril e insolente, pensé en las innúmeras familias que carecen de albergue en esta Barcelona ros-mopolita y demasiado^ «mixta».
Dos vastos pabellones que miden unos 5,5"" metros cuadrados de superficie cada uno, con una inmensa capacidad atmosférica, podrían repartirse en unas 110 habitaciones espaciosas, de una superficie de 100 metros cuadrados cada una, haciendo un mejor papel que bostezando y enseñando sus amplias y vacuas ontr.i-ñas decoradas y pintadas, a los transeúntes.
En tomo a los pabetlone». los «parterres», Ins jardines y lo» bosquecillos. poblados de una vegetación lujuriosa y sedienta, absorbe una enorme cantidad de hectolitros de agua potable, en tanto en barracas y albergues obreros escasea tanto este Kquido tan elemental comn precioso.
Os he de afirmar, amigos lectores, que se me indigestó al instante el paseo por los j.irdine* de la Exposición, que se me parecieron ipio foflo. como njardines del suplicion, mejor que como jardines versallesco*, paradi«facns «> edénicos.
Pens^ por diesmüésima vei en la eterna contradicción, en el sempiterno sarcasmo, en el incesante contraste entre In indispensable escasísimo V k) superfluo elefantfaco y engafka-dor.
Y pot diezmilésimn wt pensé en lo inútil » ridículo, en lo insultante y revoltante del lujo, del arte, del esparcimiento, sola», belleta y Indo lo que ^xtrrA'xt mientras carezca de lo mí» indispensable y de lo más prosaico, una parte de la humanidad, mieotras los estómagna de muchos estén vados, sus alma* atribulada* por la *itt|Mción económica y sus fatnillaa carescan de albergue, de vestidos, de pan y de otro* elemento* neoewrior, estrictamente' neoesarioa para llenar las printeras v mAs elementales ne-cMidadea de la vida.
Y por diennilMma vct pens^ en qoe a los mcnesteroKMi. a loi desposeidos, le* Mx Im
portar un bledo las grandiosidades públicas > todo lo público, por huello y magnifico y gigantesco que sea, siempre y cuando lo privado, lo particular, lo ¡ndi\ñdual continúe siendo para < líos, tan parro, tnn miserable y tan primitivo.
F. BARTHF.
A los trabajadores de todos los países
lil i'Bureau administrativo de la Asociación Internacional de los Trabajadores» considera de su deber atraer la atención de las organizaciones adheridas y del proletariado revolucionario íle todos los países sobre el Tercer Congreao «le la Internacional Sindical Roja, celebrado en Moscou. En ese congreso fueron adoptadas resoluciones que pueden significar un peligro para el movimiento obrero revolucionario intw-nacional,. si no nos prcx-enimos oportunamente para la defensa. La táctica de la I. S. R. en su primer y segundo congreso, era calculada para la atracción del movimiento obrero libertario, pero el tercer congreso ha seftalado una nueva dirección : el anarquismo sindieaHstm 4»' he str combatido sin tregua, reposo m fieimi.
Simultárieamente se busca bajo la palabra <ie orden del i<Frente único» un acertamiento al movimiento obrero reformista y una unión con los amsterdamianos reformistas, que haata al»-ra eran considerados como los traidorea del movimiento obrero por los mismo» comunistas.
La nueva táctica de la Internacional Slndi-r.il Roja es, pues: LUCHA CONTRA EL ANARQUISMO SINDICALISTA Y FUSIÓN CON LOS REFORMISTAS.
La lucha contra el anarquismo-sindicaltaU e« una lucha contra la «Asociación Inlema-iional de lo» Trabajadores». En el manifietto del tercer congreso de la Internacional Sindical Roja contra el terror blanco, no »e retrocede ante esta» palabra* : «El terror blanco enoMB-ira en lc« sociatdemócratas y también «n lo» anarco-reformistas de todo» fo» pafsec fieké^ aliados.» Eso lo dicen gentes qu« deboi su existencia a los dineros del Gobierno ruao, un gobierno que realiza en el propio* país una lucha de exterminio contra todo movit(ilento revolucionario y socialista, que tiene sobre la ctincWnda ta matanza de millare» de marinero* de CrQn»tadt, que concierta tratado* con d fascismo italiano y recibe pompoaamente «n Moscou al embajador de Muasolini.
La política exterior del gobierno ruso cr«6 dos iVgano», primero la Internacional «miu-nisia. por medio de la cual obra en los partidos políticos parlamentarios y «cgundo la Internacional Sindical Roja, por la cual act^a
3« LA nVlSTA «tAMCA
Vobre el movimiento obrero de todos io< paise*. La dependencia de los sindicatoc rusos al gobierno es nuevamente demostrada por el hecho de que Tomski.^l secretario general de los sindicatos rusos, fué enviado por el gobierno ruso como delegado a Londres, donde conferenció sobre un empréstito a 'Rusia. Y el mismo Tomski, un lacayo del gobierno, se prp-üenta en el tercer congreso de la Internacional Sindical Roja y habla en nombre de los sindicatos rusos, que no son organizaciones de lucha de clases, sino instituciones gobernativas, en l/is cuales son descontadas, a '.os miembros, tas cuotas de sus salarios y toda tendencia libertaria es oprimida. Mientras el libre derecho de coalición no sea restablecido en Rusia para todo el proletariado, no se puede hablar allí de un movimiento sindical revolucionario.
El tercer congreso de la I. S. R. ha pres-cr¡t4i a sus adeptos de qué forma debe ser cnnbatyo el anarquismo-sindicalista. El español Maurin declaró quet
"La ejqjeriencia en Espafta le ha convencido de qiie la ludia contra el anarquismo-sindicalista es una condición previa necesaria.»
EA la resoludón sobre la misióa de los adep-.feoa a la Internacional Sindical Roja en los países isscandtoavos se exige : .'•CanAattr a loa jales anarquistas-simUcalis-
laa, acusarles de traidoras a la causa da los trri>a}adof«s y hacer tado lo ponble para arrancar de sus manos la dirección de los sindi-
Sabae los países sudamericanos se dice «a um fttsoiución:
«Que aW los aoarquistas, a consecueoda de la teftianda tra&ional de Framáa y de Es-pata jareen tm indajo domioaate Paro ac-ttialnaMe se encu«itra el anan|Uismo en una
' ,<cri^ lalaraa. Sua adaptos, conscientes de ta 1 Íalir»rt»inajdart 4e sw asfuerxos, ««aron uo
fcaaü 4Mú» cao loa aattríllos con el propóéto 4B ludiar contra la adhcnón a cualqirfera de 1M Ifilamacioiíalaa aiaificales existoites.s
Itsapiifi de ser atacados nuestros cantaradas «la «aa aaaaera caluauíioaa, se tnta un plan aobm el aMtdo cómo en el ftrturo debe traba-.jarsa aa Aaaárica del Sur con et lUfMro dal Go-
n tlsraa msa. extraMo a la explotada clase otoe-^ lia aqH 'pala. Ea ese pún sa Ise:
r«La l^tesócia de los anarquistas hay que (eMrftdkla amarlalnninln a que no existe prensa
, «onaaiita y e« caasblo tos países latines de Ámdrir» son inundadoa «m literatura aaar-
' iiaktaí, «dkada tanto en gspa*a como aa lo-^ jar alsnio. En ooMldaradda a todas estas dr-
aiwstiinfias. d tercer raograao da la lirtsma--• alMMi fia<rrí i U ^ icsadve to sigaiantc: « .y>iA** La .ptanaa da loa partidtfloa de la •'hfíL S. qm ^mmm en la América latfaa da-
cualitativaaMiMa, su tt^
debe ser aumentado y se proveerá según la necesidad a la aifióón de nuevos periódicos y revistas.
2." Todas las publicadones de la I. S. R. deben ser enviadas a los países de la América latina en idioma espaAol y será editado en el lugar mismo un boletín mensual en espaAol con una parte especial dedicada a los países de la América latina.
3." Deben ser realizados esfuerzo» para adherir a la Federación Obrera del Perú a la 1. S. 1 . y para unir todos los organismos sindicales del Brasil en una' federación obrera nacional.
4.* La actividad entre los obreros del transporte, que tienen en sus manos las comunicaciones entre ios diversos países, debe ser más intensiva, dedicando la atención principal a las federaciones obreras del Transpone de Vera-Cruz y de Buenos A'n-es.n
¡ Camarades de Améijica del Sur! Se quiere introducir también, gracias a los rublos rusos, en vuestro movimiento obrero libertario la escisión y la corrupción. Se uniré al prt^ariado de América del Sur con el método leniniano del süendamiento de la verdad, al carro del capitalismo de Estado y del imperialismo ruso. Estamos convencidos que esos funestos métodos, que llevaron en Rusia a un despotisato fojo y a un completo amordaaamiento del proletariado, qua tuvo por consecuencia en Europa una completa deacomposiaón del movimiento obrero, serán justamente apreciados por vosotros y que cerraiéia susslres coraaones y vue»' tras puertea a la im«aiÍB -bolcliaviki de que se pretaoda liácsroa vfctimas mediante imer-veadoaaa j oomipdoaaa.
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Berlín, sepúenbte 1904.
El deber del Sindicato Dedamofl qua ua hombre no puede dar más
de s( qua d producto total de sus fueixaa. Pues Wea. Si cxaminamoa uno a uno todos
loa. hoiabrsa, as dsdr, loa obreros de nuestras ofganiíaclnoas, sacaramoa la consecuencia que el aowata y mieva por danto carecen de cultura fcaeral y 4a owAia deattfcoa; no sólo en aqiwllss deodaa que intuyan de una na-aera diracta aa al deaarrotlo da las factiltades mcmalka, siao taanMén ao aquellas otras tan
f MoÉaarlas a la profesión da cada
Colotado al abren al coatacto de la vida modana, «««da su profimda igaocanda y, por to tanto, escasa praocupadóa por laa mevas nscssidadsa. Sa ha iMsoiado y aa intenta «co-aMdarto a loa prlariphíe qpta iaibrmao laa di-
LA REVISTA BUNCA 39
ferentes escuelas tocialittas por medio de procedimientos eipeclales; pero loi resultado* son meK{uinos, contrarios a nuestras propósitos y nuestrO Sindicato no logra armonizar, de una manera absoluta, el fin y los medios conforme los sentimientos de los elementos sociales de gran valía exigen.
No fueron pocos los defectos eliminados, pero han surgido otros de gran bulto que las multitudes condenan y que los llamados a ello tienen que evitar pero de una manera rápida. Es cierto que no todos los defectos han t'Ao previstos por los propagandistas, pero vigilante la sociología se afana por amoldar el obrero a las necesidades que el moderno espíritu de asociación promueve..
Claro esti que esta cuestión, que ha preocupado siglo» a la ciencia, no será resuelta de golpe y porrazo y de una manera definitiva. Y sobre todo preocupándonos tan foco del resultado final, lejano e hipotético, y preocupándonos tanto de los intereses de momento. Por esta razón se halla justificada la reforma de procedimientos para el Sindicato que nosotros defendemos.
El régimen societario debe seguir las mudanzas de los sistemas de las nuevas ciencias de sociología y armonizar los resultados al desarrollo de la influencia del progreso.
• • •
Los defectos societarios de nuestra organización dependen de la ignorancia general de los trabajadores y de la mala interpretación, por parte de los propagandistas, de las ideas filo-sáficas reinantes.
El tdeal que inspiró la obra de la revoludón nua fué la etnancipadón dd pueblo de la tiranta zarista (no la emandpadón total dd proletariado, entiéndase bien), sufidente por s( •olo para asegurar, en principio, la reorgsnl-s*dóo sodaL ftro en Rusia como «i Elpafia (dtamos a Rusia como caso especial y prAo-tico) o como en cualquier oth> pafs que no se haOe en condidones de r^rganitadón sodal *^>Ua, ocurrió y ocurre lo que irremlsiblemen-
• te tenia que suceder: que después de verter tanta sangre, liay que empezar a educar a tos trabaiadotas,. « ünstraries para que puedan *^*| 4araa a laa nuevas necesidades dd nuevo < l n«n. Es dedr, que lo que pudo hacerse fyv, te esperó a maflana y se derramó sangre ioMlmeat». '
P* «nlormldad con nuestros principias, d "«Mncnto, la base de nuestl o Sindicato, ha I SLf """P'to que cada cual debe tener a la libaitad At todos y cada uno de sus same-
B»a tecoQocir «sts derecho qye todo hon»-bre tímim da Mr saipatado, «n todos loe órdenes di la vida, y «| 4absr que tiene asimi«no
de respetar a los demás semejantes, hace falta una cultura y educación que Ijoy día—hay que confesarlo con franqueza—no se adquiere en los centros obreros; es decir: los Smdicatos no están en condiciones de educar a los trabajadores. ,
Hov día los obreros no conocen el vínculo del agregado social, ese espíritu solidario que une entre sí a todos los humanos, ese trato humano entre seres de la misma raza.
El Sindicato no fija normas de conducta m-dividual, no reconoce al hombre aislado, y aunque a éste le falte la libertad le basta con que se lesione la libertad colectiva.
La consecuencia de semejante educación societaria la palpamos todos, y como parece que se pretende seguir el mismo camino, es por lo que nosotros defendemos nuestra tesis que se reduce al siguiente
RESUMEN . Los centros obreros, y en su consecuencia
lo» Sindicatos, deben de emplear la mayor parte de su actividad a la educación y cultura de los coasociados, a cuyo fin procurarán el establecimiento de escuelas diurnas para los hijos de los trabajadores, clases nocturnas para los trabajadores adultos y, en general, esUble-cerán centros de cultura dentífico-sodal Ul como ateneos, círculos de estudios sodales, ele.
Asimismo procurarán que las grandes industrias establezcan en sus establedmientoa « « ^ las leóñco-prácticas para aprendices, «J^íl de esta manera que d niflo supla al peOtt y, a la ^ , se haga obrero y un hombre como los tiempos y tas circunstandas etójan.
' EsU es la única manera que tiene el puesio obrero de educar a sus hijos, y poí lo tanto, de creer hombres. ^ - _ ,
Todo hombre, por regla general, se afana por sus hijos mis que por sí mismo, p»" »~ obreros deben afanarse por sus hijos, los tifOB del pueblo, más que por sí propios. ^ .-
Por esta drcunstanda o necesidadjpwW» padre siente hada sus hijos, es P « J Í ' ' ~ !!T trabajadores ddien dé mhrar m*V¡!**'* " " común que al egoísmo momentáneo. ^ ^ ^
Hay otra drcunsUoda en í«*of J f . « " ^ tesis que h- tiempo -«•«* un Wó¡»fe: « i . hombre, cada pueblo o cada Sindicato ttene «>lamente aqudlo que se mere*. iQ^ P»«de merecer hoy día nuestra « g ' ^ « ' * « V . _
Hágase lo que humanamehte se p«»eda por e d u S T l o s J3ba]ado,« y por I n ^ j j r j tm hijos, qua lo demás vendrí por « « j j " ^ «?• mo «¿iplemento directo de la ^^>^ ^ cada coal. O en otros términos: cumpla el Sindicato su humana misión y, cumplida ésts, jesaparaccrá por Innecesario.
Q ^ l , ^ FUINANDO LUMNRU.
* • *
'•ivr
40 LA KEVISTA BLAMCA
Notas administrativas Gerona, B. R. Recibidas 3 ptas. par conduc
to de H. — Monlalaire, J. P. ídem 14 ptas. — ' Utrera, J. P. ídem 5 ptas. En t\ núm. 31 acu
samos recibo de las otras 5 ptas. — Rubi, E. N. Ídem 42 pías. Para quedar pagado el 31 y tomo Revista faltan 50 céntimos. — Palma de Mallorca. Gelabert. ídem 22 ptas. ; de ellas, 7 ptas de J. T. de Chert. Envié lo que pedías y una nota de J. S., de Beziers. — Betiers. Julián. ídem 10 francos. Envié uRenacer». Tu
.cuenta irá. — La Coruña, J. S. ídem lo ptas. ' — Tarrasa, A. B. ídem 70 ptas. de suscrip
ción. — Vinarot, Adell. ídem 4*80 ptas. — Salt, C. F. ídem 16*75 P'^'- Servida suscrip-
1 ción trimestre pagado. — ¿ufre, A. R. ídem 15 ptas. Envío libro. — Malgrat, J. R. ídem 12 ptas. Pagado semestre que fine en enero
' práximo. — Síasroig, G. Vida Nueva. ídem 6 ptas. Pagado semestre que fine en febrero próximo. — Caia$ Viejas. J. E. M. ídem 8 pe-
, setas. Pagado trimestre de las dos suscripciones y «Renacer» que enviu. — Barcelona, Ami-gaa de la Enseñanza. ídem 3 ptas. Pagado trimeatre. — .SuhadeU. S. M. ídem I3'85 pe-«eta^l Pagiidu núm. 31. — París, G. Amor y IMmrtMé. Ídem fao ptas. — BtiUrs, G. Anar-
V quista, klem 9 ptas. Pagado paquete núm. 31. , — IjtfOHa. H. de las H. ídem 14'So pt«s. En-^. . vié los libro*. ~ IM Carotina, J. S. C. ídem < 18 ptas. Pagado semestre actuaU — París, J.
P. ídem 4 pt*s. Pagado trimestre. — faOo-t ' • doUd. A. T. ídem 11'25 ptas. Aumenté la Re-
virt». — AMUS, A. F. Ídem 8 ptms. — Nena. ' ' HcMándct. Ídem 25 ptas. ~ Badalona. San»
| t ' ' cho. Ídem 12 ptas. .Aumenté. — Oviedo, Ri>-dffglICT ídem 19*50 ptas. Envié libro* v nota.
p*': - , ftiUñfi: F. F. Ideo» ao ptas. - IM CO. ' rwpf<:PlatiAo. ídem 6 ptas. — AUalA ie GM-
' ' : "AiíM, M. M. ídem 12 pUs. EMrribí. — Ceuta, %\ íi. D. lérm 40 ptas. — igudUda. Ateneo Por-i, i j ' Mmir. Idctn 35*60 ptas. — Carl^gfna, Garda. KJ¡ f éav 12 irtas. — t'itorta. A. C. Mem 7*90 pe. t! M4at. i- Tanta. A. B. ídem 38 ptas. — Urnt-f^>'' < « ^ L. B. I<km letra de 4 ptai. Pagado tri-I ' * Ji 0|eM«. — CrtviUtnte, A. B, Envié I M Reví»-i(v'' *•• a ***• '— ymafoyota. C. I. Envié el pa-
< WM a tu nombre, como dijo J. V. — Afve, . IL C. Envié a cae pueblo su Revista. — Ga^y
'•'' 'ffdtowa. X P- Rtdbidas 60 ptas. Sirvo sus-' ftfiwidw y enWo Ubrot; hay alguno* que no
Ion tfíHiaps. — Smtimgo dt U* F e f u . D. M. '^'M^inJon ptas. — Cité du Piiuim, C. P. Cn-
,'' irfg «1 ntioMvo del ctrtíScaudo áe .val<wci para «H^Miar. Envib írbrot. — StpOm, J. S. R.
^ KadMto KbnM v carta dé J. 11. Envié pMluete m r a c — Cmsteúm dé TtlUs, Bii«|ucU. ídem 9 'píáL Pagado trfaiie«r« tuyo, de Mala y de
Pelachs. — AirudcóUar, R. G. O. ídem 15 pesetas. — Baracaldo, F. G. ídem 40 ptas. Escribí. — Tolosa, Colomo. ídem 12*75 P *- — Manresa. Vivas. ídem 3 ptas. — Esplugas 4e Francoli, J. B. ídem 19 ptas., que distribuyo. .Serví la suscripción nueva cuyo trimestre terminará el núm. 37. Las dos suscripciones pagadas ahora terminan el 15 de octubre.—Deus-to, S. P. A. ídem 10 ptas. Envié las 5 Revistas. — Slonlüla, V. C. J. Envié loí libros que faltaban. — Hieres, ]. M. Envié los libros. — Bilbao, H. A. Envié uReriacer», que cargo al G. Superación. — Palomos, P. V. Envié «iRe-nacer». — Valverde del Camino, "I. C. Servida suscripción. — Cwlro del Rio, J. D. Envié paquete de «Renaceru. — Denia, P. B. Aumenté nueve Revistas desde el núm. 32. — Málaga. B. L. Envié paquete de «Renacem y «Sembrando». — Boslon. V. C. Envié los libros y nota. — 1.a Coruña. J. R. Envié «Renacer y nota.— Detroit Mich, P. P. Recibidas 200 ptas. Aumenté hasta cien Revistas. Escribí. — La Plai-ne de Sednl Denis, M. R. F. ídem 40 francos. Pagado trimestre de N. M. ; el del nuevo sus-criptor A. G. de Pourneuve-sur-SeIne y 20 francos tuyos. Veremos de enviarte el libro que pides. — AlsAtua, J. G. ídem 5 ptas. Envío «Renacer». — Vigo. D. B. ídem 22*50 ptas. EnWo paquete de HRenacer», de «Sembrando» V de «Hijos del Amor». E*ti bien.— Borcelona. R. M. ídem aeOof. t»Mi lo pedido. — Rtn-terUs. A. S. Ideqn 14*50 ptas. Yá te diré cómo
* estás de pago. — Pitrrto Reo), BaliAa. ídem 10 ptas. — iíáiaga. Soto, ídem 32 ptas. Te envío el Catálogo que pide*. — Orense, Alvarcx. Ídem 15 pía*. — Ijtgroño, García. ídem 4 pesetas. — Jeret de ía Frontera, Ballesteros. Ídem 14*75 pt»«- — ff*v Bntmrwik. N. T. ídem 5 d&lares. Servida* las niscripdone*. — Mieru, J. M. ídem 33*95 ptas. Pagado 31 Revista y librM. Envié lo* otro*.—Lo Coruña. J. E. Recibida* 10 ptas. Servida* la* do* so*-rrfpdoaes deade d núm. y.—Vahrerd* del Ca-mino. Castnio. I d m 6 pta*.—FiOaNMeva y Gel-tré. J. F. ídem 16*50 pta*.—Tam^. A. O. Id. too. ptas. Emrfo lot-ffenacer y tendré en cuenta lo* otra*.—ll«r£<Í0N«. J G. ídem 18 pta*. en «étloa. Envié Htím.—SteuhenvOU, R. L. Idam 35 ptas. Enviaré lo que pides.—Ca«tro dsl Rio, J. D. ^avlé lo* 8 ketutcer.—Peffignmm. Ferrar. RecMdas 14*50 pta*. — ftOena. Gómct. ídem ^'li ftia. Los IttmM que no hieran, agotado*. -^ValenHm: Mirft. Idan 50 ptM.-^Lm Cormñm. Lópei. ídem 18 pta*.—FiDa/raMca del tanséii. J. B. Id«n 3 4)tM. Pagndo triiMstre.—^^roMi. Cttioalla. ídem 1/50 ptaa.—¿os Angeten, Obrero* Hbrca. I d m 36*70 ftea. Está Man.
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