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    Hacia unModeloIntegral de la 

    Personalidad

    Después de todo, ¿quién esel ser humano?

    Martín A. Villanueva Reinbeck 

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    Copyright © 2013 Martin A. Villanueva Reinbeck 

    FastPencil307 Orchard City DriveSuite 210Campbell CA 95008 USA 

    [email protected](408) 540-7571(408) 540-7572 (Fax)http://www.fastpencil.com

    This work is licensed under the Creative Commons Attribu-tion-Noncommercial-No Derivative Works 3.0 United StatesLicense. To view a copy of this license, visit http://creative-commons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/us/ or send a letter toCreative Commons, 171 Second Street, Suite 300, San Fran-cisco, California, 94105, USA.

    The Publisher makes no representations or warranties withrespect to the accuracy or completeness of the contents of this book and specifically disclaim any implied warranties of 

    merchantability or fitness for a particular purpose. Neitherthe publisher nor author shall be liable for any loss of profit orany commercial damages.

    Printed in the United States of America.

    Primera Edición - Grupo EPSI UBA Edición

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    Tabla de contenidos

    capítulo 1 Introducción ............................................ 1

    capítulo 2 El Ser y el Ser en el Mundo ... ... ... ... ... ... ... . 23

    capítulo 3 Desarrollo “Normal” de la Personalidaden las Primeras Etapas de la Vida .. .. .. .. .. .. . 45

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    1Introducción

    Desde que el hombre tomó conciencia de su existen-

    cia, es decir, desde que se le puede considerar verda-deramente humano, hace ya muchos miles de años,se ha cuestionado sobre su propia naturaleza, suidentidad real y su relación con el universo en que vi- ve. ¿Quién o qué es el hombre? ¿Quién o qué soy yoen verdad? ¿Qué hago en este mundo?

    Son múltiples las respuestas que el ser humano ha tra-tado de dar a esta cuestión fundamental: religosos, místi-cos, filósofos, antropólogos, sociólogos, médicos y psicó-

    logos se han ocupado del tema y con frecuencia han lle-gado a conclusiones aparentemente opuestas. Pero esta

    divergencia de opiniones no sólo ha sucedido entre lasdiferentes disciplinas del conocimiento; dentro de lamisma Psicología existen tantos y tan distintos puntos de

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     vista, que es común que el estudiante abra los libros sólo

    para encontrarse con contradicciones.Los psicoanalistas rechazan la “superficialidad” de los

    conductistas, quienes a su vez repudian las aseveraciones“sin fundamento científico” que hacen los primeros; los

    psicólogos cognoscitivistas ridiculizan los esfuerzos “sen-timentales” de los que han adoptado un marco existen-

    cial-humanista, y éstos a su vez deploran la “frialdad delos demás”. Esta situación hace que el campo de la Psico-logía de la Personalidad parezca un verdadero campo de

     batalla intelectual y que el estudiante se pregunta (¡si seatreve!) “quien tiene la razón”.

     Aparentemente, las aportaciones de los creadores y se-guidores de cada teoría son contradictorias e incompati- bles con las otras. Algunos enfoques (como el psicoanalí-

    tico) estudian al individuo hasta cierto punto aislado delmedio sociocultural en que vive y destacan los aspectos

    inconscientes del hombre. Basándose en esto, pretenden

    analizar lo que aparentemente consideran el meollo delser humano: los impulsos o pulsiones reprimidas, que

    manejan a cada individuo hasta que éste no las haceconscientes. Su meta es descubrir lo más “profundo” en

    el hombre, por lo que quizá podríamos representar gráfi-camente estos enfoques como un triángulo que apuntahacia abajo (fig. 1).

     Por otro lado, otras corrientes (como el conductismo y el aprendizaje social) ven al hombre como un producto

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    de los reforzamientos y castigos, extinciones, modela-

    mientos y otros factores ambientales; desdeñan el estu-dio de los aspectos inconscientes del individuo y consi-deran que el propósito de la Psicología debe ser estudiarlo obvio, lo objetico y cuantificable: la conducta. Por esta

    razón podríamos representar a estas corrientes como untriángulo que apunta hacia arriba: lo consciente, lo obje-

    tivo. (fig. 2).Otras teorías (como las cognoscitivistas) ven al hom-

     bre influido por su medio y prácticamente ignoran los as-

    pectos inconscientes de la mente. Sus estudios están en-caminados a descubrir todo lo que puedan sobre lo que

    al parecer consideran el núcleo de cada individuo: suspensamientos. Estas teorías, por tanto, podrían ser repre-sentadas como un triángulo que apunta hacia la izquier-

    da (el izquierdo, aún a nivel neurológico, es el asiento delo racional) (fig. 3).

    Finalmente, otros enfoques (como el existencial-hu-

    manista) suelen aceptar la importancia de los aspectosinconscientes del ser humano, pero por lo común lo es-

    tudian como una unidad separada del medio ambienteen que se desenvuelven. Gran parte de sus esfuerzos es-

    tán dedicados a la comprensión de los sentimientos,afectos y emociones del individuo, por lo que podría re-presentarse gráficamente como un triángulo que apunta

    hacia el lado afectivo: el derecho. (fig. 4). 

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    Fig. 1. Representación simbólica de los enfoques que estudian alindividuo como una entidad separada de su cultura, cuyos

    aspectos principales son los inconscientes y apuntan hacia elanálisis de los impulsos profundos del hombre.

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    Fig. 2. Representación simbólica de las corrientes que ven al ser humano como el producto de sus interacciones con su medio,estudia lo consciente y lo objetivo, la conducta.

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    Fig. 3. Representación simbólica de las teorías psicológicas queenfatizan la naturaleza social del hombre; que estudian losaspectos conscientes y sus investigaciones apuntan hacia elconocimiento y comprensión del pensamiento.

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    Fig. 4. Representación simbólica de las corrientes que estudian alhombre como una entidad relativamente independiente de sumedio ambiente, que aceptan la importancia del inconsciente y seesfuerzan por comprender el aspecto emocional del individuo.

     

    Por supuesto, la presentación hecha hasta aquíde las diferentes corrientes esta muy simplificada. De

    ninguna manera pretendemos sugerir que los enfoquesmencionados solo se caracterizan por lo expuesto; las es-cuelas son mucho mas complehas y los autores que las

    representan con frecuencia no concuerdan en sus opi-niones a pesar de pertenecer a la misma corriente de

    pensamiento. Mas aun, existe un gran numero de ellosque difícilmente podrían clasificarse en uno solo de los

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    marcos teóricos mencionados no obstante , no es raro

    que el estudiante de3 las teorías de personalidad las per-ciba en una forma similar a la aquí descrita. Ve a las dis-tintas escuelas como incompatibles e incongruentesunas con las otras y tarde o temprano se pregunta “¿Cuál

    es la verdadera? ¿Cuál tiene la razón?” 

    No es raro que al comenzar un curso losalumnos se pregunten algo asi como: “¿de que corrienteeres?; por supuesto, se refieren a si me defino como psi-

    coanalista, conductista, etc. El psicólogo, según lo queellos piensan –y de hecho, peinsan bien-, debe definirse.

    Desgraciadamente, la palabra deficinicion significa lite-ralmente poner fin a algo, limitarlo. En la búsqueda de supropia identidad profesional, la mayor parte de los psicó-

    logos que conozco han acabado en realidad por definir-se, por limitarse a si mismo aferrándose desesperada y te-

    nazmente a la corriente que le ha sido presentada con

    mayor atractivo y convicción.  Eric Fromm (1955) ha expuesto en forma

     brillante su tesis referente a las necesidades de un marcode orientación e identidad. Según el, la necesidad de un

    marco de orientación solo puede satisfacerse en formasana mediante la razón bien orientada. Desafortunada-mente un gran numero de psicólogos han hecho caso

    omiso de esta afirmación e intentan encontrar un marcode referencia dentro de la psicología, mediante la irracio-

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    nalida: aceptando a ciegas y aferrándose a los dogmas

    que le han enseñado sus profesores preferidos. No secuestiona si los reforzamientos en verdad son tan funda-mentales como se afirma; no se preguntan si el superegoen realidad es lo que se dice, o si existe siquiera; no po-

    nen en duda la importancia de la comprensión empáticaen la psicoterapia. Sencilamente acepta lo que se les en-

    seña en forma pasiva, y al cabod e los años se conviertenen profesionistas que viven aferrados a su “sagrada es-cuela” sin haber cuestiónado lo que practican y enseñan

    a sus propios estudiantes.  En esta forma la psicología continua dividida

    en pequeños grupos o asociaciones que en cierta medidaestán formadas por profesionistas que, habiendo acepta-do a ciegas las “sagradas escrituras”, ni siquiera se han

    atrevido a leer detenidamente y con animo positivo, a losrepresentantes de las otras escuelas. Esto es en verdad

    irracional y absurdo pero cierto. Lo que estos psicólogos

    han encontrado no es un marco de orientación profesio-nal autentico, sino una “tabla de salvación” que lo prote-

    ge de la desorientación y la necesidad de pensar por símismo.

      La necesidad de identidad, según Fromm,solo puede satisfacerse sanamente mediante la inviduali-dad: reconociendo de que “yo soy yo y nadie mas”; pero

    muchos profesionistas de la psicología intentan satisfa-cerla por medio de la “conformidad gregaria”; se unen a

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    un grupo que los hace sentir que son “alguien” dentro de

    la profesión; pero, ¿Quién es ese alguien? Un títere delgrupo, un miembro fiel pero irracional de la organiza-ción. Lo que estos psicólogos han encontrado no es la sa-tisfacción de su necesidad de identidad como profesio-

    nista, sino una forma de escapar de su libertad para serellos miso, están aterrados por el compromiso que impli-

    ca ser individuales y únicos y huyen desesperadamentede su realidad.

      Este libro no está escrito para ese tipo de

    individuos; es para personas que son lo bastante valien-tes como para enfrentarse a la duda; que se atreven a

    pensar por ellas mismas en una forma racional y a ser in-dividuales. Si Ud. No es así, si considera que ya sabe cuáles la vedad absoluta sobre el hombre, entonces cierre es-

    te libro y jamás lo vuelva a abrir. Pero si aun se atreve adudar u a pensar por Ud. Mismo, quizá pueda encontrar

    en estas páginas algún material que alimente su razón y 

    lo ayude a llegar a sus propias conclusiones. De ningunamanera pretendo que Ud. Este desacuerdo con mi actual

    (pero creciente) punto de vista sobre el ser humano; so-lo lo invito a ser lo bastante valiente como para cuestio-

    narse los dogmas que con frecuencia se enseñan como verdades reveladas en las escuelas psicología.

      Según Piaget (1964), el pensamiento de los

    niños menores de siete u ocho años se caracteriza por loque él llama “centracion”. No es el momento de discutir

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    si ese concepto es válido o no lo es; lo importante es que

    sirve para ilustrar como piensan parte de los psicólogosmodernos. Cuando a un niño que todavía no supera elperiodo de centracion se le pide que describa un objetoque tiene frente a si, como lo vería alguien situado en el

    lado opuesto, es incapaz de hacerlo; no puede “ponerseen el lugar del otro”; no le es posible imaginar cómo ve-

    ría el objeto una persona que estuviera en el lado contra-rio al que él está con respecto al mismo. El único puntode vista valido para él es el suyo; todos los demás no

    cuentan.  Es mi opinión que los fanáticos de cualquier

    teoría psicológica se semejan muchísimo al niño en estaetapa del desarrollo cognoscitivo. Afirman que la únicaforma correcta en que pude verse al hombre es como

    ellos lo hacen, y por lo menos desprecian las opinionesde personas que han dedicado su vida entera a compren-

    derlo mejor desde otro Angulo. Es una verdadera lástima

    que suceda, pero es necesario reconocerlo para podetrascender esta situación lamentable.

      Es irónico, por otro lado, que los mismospsicólogos que resaltan la importancia de la apertura y 

    flexibilidad ante sus pacientes, no pocas veces son losque más tenaz e irracionalmente se aferran a sus ideas.Esta es una de las mayores incongruencias con que nues-

    tra disciplina debe enfrentarse.

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      Hemos visto como algunas corrientes

    psicológicas de la personalidad le dan una importanciacentral a los impulsos y pulsiones para poder entender alser humano, en tanto que otras consideran que lo funda-mental para llevar a cabo esta tarea es el análisis de la

    conducta; algunas escuelas estiman que el pensamiento y los procesos cognoscitivos son la base para compren-

    der al hombre, mientras que otras resaltan los sentimien-tos, las emociones y los afectos.

      La pregunta sobre cual tiene la razón es

    completamente absurda; el ser humano presenta todosesos aspectos y cada uno se relaciona con los demás en

    forma reciproca. El fenómeno humano es un todo unaconfiguración, una estructura dinámica y global: una“Gestalt”. No es posible ni siquiera determinar cuál de

    los factores es el primordial o la causa fundamental que“determina” a los otros. Las emociones, los pensamien-

    tos, las pulsiones, y la conducta están interrelacionados

    formando una Gestalt, y si extraemos del todo una de suspartes, deja de ser lo que es.

      Si un individuo se siente deprimido, piensaque la vida es despreciable; pero si piensa esto, se depri-

    me aún más, ¿cuál es la “causa” de cuál? Es imposible de-cirlo. Si se comporta en una forma desanimada y desga-nada, los demás tienden a rechazarlo y ello le provoca

    impulsos agresivos hacia ellos; pero sino los externaliza,los impulsos hostiles se vuelcan contra el mismo y se

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    siente más deprimido y actúa como tal; ¿Cuál fue la cau-

    sa y cual el efecto? Estas preguntas son tan ridículas co-mo la del huevo o la gallina. El fenómeno humano es untodo en el que cada una de las partes interactúa con lasdemás y las determina.

      A pesar de lo dicho, las diversas corrientesdentro de la psicología tienden a ver un solo aspecto del

    hombre, como si este fuera realmente divisible en sus“partes”. Su división esta polarizada: ven conductas o im-pulsos; emociones o pensamientos; ven al hombre como

    parte de un contexto sociocultural o un individuo aisladoo independiente como un ente consciente o un obscuro

    ser lleno de estructuras inconscientes.  Para entender al ser humano se aferran al

    polo que consideran “positivo” y se desconectan en los

    demás; pero como es bien sabido, cuando cortamos elpolo “negativo” de una lámpara esta se apaga en el acto.

    De hecho, como veremos en este libro todo depende de

    su opuesto y solo mediante la integración de los contra-rios podemos encontrar la luz y la iluminación, tal como

    se crea la vida humana solo cuando los eventos se unencuando el hombre y la mujer se hacen “una sola carne”.

     El propósito de esta obra es mostrar que los

    enfoques que aparentemente son contradictorios e in-

    compatibles, no lo son en realidad; que no solo tienenmucho en común, sino que se complementan mutua-

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    mente en una forma fascinante que nos puede hacer ver

    al hombre de una manera por completo nueva y diferen-te (ver fig. 5).

    Fig. 5 Representación simbólica de la integración de los

     principales enfoques de la teoría de la personalidad. Se re-

     presenta al ser humano como una integración de su conduc-

    ta, sus impulsos o pulsiones, sus emociones y afectos y sus fa-cultades cognoscitivas; más aun, se toman en cuenta sus as-

     pectos conscientes e inconscientes y se presenta como una en-

    tidad individual pero que al mismo tiempo forma parte de

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    un contexto sociocultural. No obstante, hay muchos espacios

    negros que simbolizan todo aquello que aun tiene que descu-

    brir el hombre sobre sí mismo. El centro negro simboliza que

    la esencia de lo que el ser humano es, siempre será una incóg-

    nita irresoluble a nivel intelectual, pues está más allá de la

    comprensión y la descripción.

     

    En este escrito pretendo mostrar que la inte-gración de los distintos puntos de vista sobre el ser hu-mano no solo es posible, sino necesaria para el desarrollo

    de la psicología de la personalidad y de nuestra com-prensión del hombre. Debo resaltar que el punto de vista

    presentado en este volumen de ninguna manera preten-de ser la última palabra. Solo se puede considerar comouna invitación al pensamiento integrativo. Falta mucha

    investigación seria que relacione los conceptos de distin-tos marcos teóricos; esta obra es también una invitación

    para que los psicólogos se esfuercen por encontrar, por

    medios empíricos, como puede mejorarse y ampliarsedel modelo integrativo.

      Mi visión del ser humano no es estática, sinocambiante y fluida. Cada experiencia, cada vivencia, cada

    encuentro con el hombre y conmigo mismo; cada libroque tomo en mis manos me hace enriquecer mi punto de

     vista. Siento con sinceridad que al escribir estas páginas

    he encontrado múltiples valores y que mi comprensiónse ha enriquecido muchísimo; he visto al ser humano

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    desde un Angulo nuevo para mí; mi perspectiva ha cam-

     biado y mi horizonte se ha ampliado indescriptiblemen-te.

      En realidad, espero que mi comprensión sigaenriqueciéndose sin cesar.

     Este libro es solo parte de lo que hasta hoy he

    aprendido de los grandes maestros (desde Freud y Kleinhasta Buda y Lao-Tse) y mis pacientes, alumnos, profe-sores, amigos y de mi mismo; mucho se ha quedado sin

    escribir y mucho mas, lo esencial, no podre ser escritopor ser completamente inexpresable. No obstante, con-

    fió en que conforme continúe madurando, mi visión delhombre se vaya ampliando indefinidamente. ¡Hay tantoque aprender…!

      Una antigua leyenda oriental cuenta que cincociegos que ignoraban lo que era un elefante, de repente,

    caminando por la selva, se encontraron con uno. El pri-

    mero se topo con una pata y se convención de que el ele-fante era un gran tronco de árbol, y anda más que eso; el

    segundo se encontró con la cola y llego a la conclusión eque el animal era realmente una larga y delgada lombriz;

    el tercero toco la oreja del paquidermo y no le quedo lamenor duda de que se trataba de la enorme hoja de unaplanta desconocida; el cuarto hallando la trompa pensó

    que el elefante era una gran boa; por último el quintociego subió al tronco del animal y concluyo que este era

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    en realidad un pequeño monte. Obviamente, todos los

    hombres de la leyenda tienen algo de razón, pero tam- bién están equivocados. Los cinco ciegos cometieron elerror de pensar que su descripción era la verdad absolutadel elefante: cada uno creía que el animal era en realidad

    un tronco de árbol, una boa, etc.; y nada más que eso. Lapata del elefante parce como si fuera un tronco de árbol

    pero es mucho más que eso. Algo similar sucede a lospsicólogos cuando tratan de decidir que es el ser huma-no; tomando su impresión no solo como absolutamente

    real, sino como la única. Sino estamos conscientes que elhombre no es en esencia lo que nos parece, podemos lle-

    gar a conclusiones tan absurdas como la de los ciegos dela leyenda. Más aun, sino tomamos en cuenta este hecho,aun integrando los distintos puntos de vista llegaremos a

    conclusiones equivocadas.  Es fundamental tener en mente lo que

     Allport (1968) nos ha enseñado sobre el “realismo heu-

    rístico”. Las descripciones que hagamos sobre un indivi-duo o el hombre en general tienen que ser tomadas co-

    mo si fuera reales, pero no podemos afirmar con certezaabsoluta que nuestras observaciones son idénticas a

    nuestro objeto de estudio: nosotros mismos; solo pode-mos describir la personalidad en un lenguaje figurado,pues no nos es posible afirmar o definir lo que el hombre

    es, sino lo que parece ser.

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      En nuestro esfuerzo por comprender la

    realidad somos algo así como un hombre que trata deentender cómo funciona un reloj encerrado en su caja. Ve la esfera, las agujas que se mueven y hasta puede serque escuche su tic tac, pero no tiene los medios para

    abrir la caja. Se trata de un hombre de ingenio, puedeformarse una idea del mecanismo de todas las cosas que

    está viendo; pero nunca podrá estar seguro de que el mo-delo, la imagen que se formo en su mente sea la única ca-paz de explicar las cosas que está observando. Nunca es-

    tará en condiciones de comparar el mecanismo real conla imagen que él se ha formado y ni siquiera imaginar las

    consecuencias de tal comparación.  La afirmación citada fue hecha no con

    respecto al ser humano, sino refiriéndose a la realidad fí-

    sica. Fue Albert Einstein (citado por zukav, 1979, pági-nas 29 y 30) quien la hizo y si esto se afirma sobre una de

    las “ciencias exactas” ¡Cuánto mas no podrá aplicarse a la

    psicología! El ser humano no es ni tiene realmente un su-perego, un Id o un ego, ni un conjunto de rasgos cardina-

    les, centrales y superficiales, ni un sí mismo idealizado,etc. El hombre no es ni tiene todos esos; más bien parece

    como si todo ello fuese verdad, pero la verdad es una in-cógnita.

      Por otra parte, es indispensable reconocer y 

    recordar constante que aunque fuera posible tomar encuenta todas las teorías de la personalidad han descu-

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     bierto hay muchísimo más que falta por descubrir y reco-

    nocer: hay algunos vacios que quizá puedan llenarse connuevos descubrimientos e investigaciones serias; sin em-

     bargo la esencia, el meollo del ser humano, no puede es-tudiarse ni describirse, pues se encuentra más allá de to-

    da descripción y comprensión. Esto lo veremos mayordetalle posteriormente, pero desde el principio de nues-

    tro estudio es importante tenerlo en mente. Solo recono-ciendo y aceptando nuestras inmensas limitaciones po-dremos conservarnos abiertos para descubrir lo nuevo y 

    lo maravilloso en la incógnita que cada hombre repre-senta.

      Una observación más. Todo lo dicho en estelibro se refiere al ser humano en forma global, pero esono quiere decir que pueda aplicarse a cada individuo.

    Todos y cada uno de nosotros compartimos con los de-más una misma naturaleza humana, pero esta se mani-

    fiesta en forma diferente en cada quien; por eso no pue-

    de menos que subrayarse la importancia de evitar gene-ralizaciones absurdas que algunos fanáticos de las teorías

    de la personalidad pretenden hacer. Las etapas del desa-rrollo, por ejemplo, son abstracciones, generalizaciones,

    pero es imposible afirmar que todos y cada uno de los se-res humanos de todas las culturas y las épocas atraviesanpor las mismas. Aunque la esencia humana la comparti-

    mos con todos, las formas en las que puede manifestarseson en realidad infinitas e impredecibles. Si estas es una

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    conclusión a la que los científicos que estudian la física

    moderna (la mecánica cuántica) han llegado después demuchos siglos de experimentos cuidadosos, ¿Por qué lospsicólogos no somos lo suficientemente humildes parareconocer lo mismo?

      Respeto profundamente a todo hombre que busca con sinceridad la verdad; por eso respeto a todos

    los creadores de las teorías de la personalidad menciona-das en este libro; pero también a los creadores de las queno han sido incluidas; he procurado propone un modelo

    de la personalidad que integren las principales aportacio-nes de los enfoques con los que estoy más familiarizado,

    pero esto no quiere decir que cada teoría ha sido incluidatal y como fue propuesta por su autor. En realidad ha ha- bido muchas modificaciones, pero la esencia ha quedado

    intacta. Por otro lado, muchas son las teorías que no heincluido en esta integración; esto no significa que me-

    nosprecie sus aportaciones. La única por lo que no lo he

    hecho es quizá, por ignorancia; ¡jamás por desprecio!  La incógnita del hombre representa, para el

    mismo, una invitación a la exploración y a la investiga-ción honesta y abierta; pero constituye al mismo tiempo

    un reto para enfrentarse con la más grandiosa de lasaventuras: el conocimiento de si mismo. En este libroabordo esta aventura en cinco pasos. En primer lugar, y 

    como punto de partida, he tratado de exponer muy bre- vemente la naturaleza del ser y del ser en el mundo, re-

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    saltando en especial los atributos existenciales del hom-

     bre. Segundo, he recopilado las principales contribucio-nes de diversas teorías del desarrollo “normal” del serhumano desde su nacimiento hasta antes de la adoles-cencia. En tercer lugar expongo con mas detalles los fac-

    tores eugénicas y patogénicos que pueden influir en esteperiodo sobre la personalidad humana. La cuarta parte

    del libro está dedicada al estudio de las etapas del desa-rrollo desde la adolescencia hasta la muerte del indivi-duo y se encuentra organizada según los atributos exis-

    tenciales, las necesidades emocionales, los conflictos y las distintas soluciones para estos conflictos que el ser

    humano suele encontrar en su camino. Por último, laquinta parte de esta obra trata de exponer los mayoreslogros del hombre: la autorrealización y la plenitud abso-

    luta. 

    Con base en todo lo dicho hasta aquí,

    podemos iniciar nuestro estudio sobre el hombre; prin-cipiar nuestra aventura. Espero honestamente que la lec-

    tura de este libro resulte una experiencia tan enriquece-dora para el lector, como lo ha sido para mí el escribirlo.

    Si fuera así, no cabe duda que abra valido doblemente lapena.

     

    Introducción 21

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    2El Ser y el Ser en el

    Mundo

    P ARTE I: EL SER ¿Quién es el ser humano? ¿Qué es el hombre? ¿Cómo

    puede definirse? Estas preguntas se las ha hecho el mis-mo hombre desde tiempos inmemorables; probable-

    mente desde que tomó conciencia de su propia existen-

    cia y pudo decir “yo”; desde que el animal bruto se con- virtió en homo sapiens; desde que comió el fruto del “ár-

     bol de bien y el mal” y adquirió la “sabiduría”.  A pesar de la antigüedad de estas preguntas, el

    hombre, como dice Alexis Carrel, sigue siendo para símismo la mayor de las incógnitas, y cada individuo debeenfrentarse en su vida con el antiguo dictamen griego:

    “¡Conócete a ti mismo!”  El hombre no puede definirse, pues cualquier in-

    tento de definición impone necesariamente una limita-

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    ción reduccionista sobre lo definido y lo despoja de su

    esencia. Ya los psicólogos de la Gestalt mostraron que eltodo es diferente a la suma de sus partes. ¿Qué es, porejemplo, la estrella de David? No es la suma de dos trián-gulos y un hexágono; no, la estrella de David no es más

    que eso: ni más ni menos, la estrella de David. Y al inten-tar analizarla en sus diversos “componentes” sólo conse-

    guiremos destruir su esencia. En realidad, la única formacómo podemos definir la estrella de David es diciendoque es lo que es. Pues bien, algo muy similar puede de-

    cirse del ser humano. El hombre es mucho más que la su-ma de sus partes, llámese éstas “estructuras psíquicas”,

    “rasgos”, “factores de la personalidad”, “arquetipos” o“conductas condicionadas”. El ser humano es muchomás complejo que todo esto; es una integración, un pro-

    ceso dinámico y cambiante que interactúa constante-mente con su medio físico y social y lo transforma.

      Recordando a Assagioli (1965) puedo afirmar co-

    mo todo ser humano que yo, en esencia, no soy mi cuer-po, pues lo puedo dirigir hacia donde me place, y por

    tanto yo tengo un cuerpo, no soy mi cuerpo. Yo tengopensamientos, sueños y fantasías, pero en vista de que

    puedo modificarlos, dirigirlos y corregirlos, yo no soy ta-les cosas; yo tengo sentimientos, emociones y necesida-des de las cuales puedo estar consciente; pero si puedo

    concientizarme de todo ello y reaccionar de forma selec-tiva antes mis emociones y necesidades, entonces yo soy 

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    esencialmente algo más que éstas. Si no soy mi cuerpo ni

    mis pensamientos ni mis emociones, ¿qué soy?  Lo cierto es que no puedo definirme, porque soy 

     Yo, en esencia, el que define y Yo, el meollo, la quintae-sencia, el alma de mí ser, soy indivisible: soy individuo,

    literalmente sin división; por lo tanto no puedo ser el de-finidor y el definido al mismo tiempo, no puedo ser el

    observador y el observado. No puedo conocer en el sen-tido intelectual mi esencia porque mi esencia es lo quesoy, y así como el ojo no puede verse a sí mismo, por ser

    el sujeto que conoce, Yo no puedo ser el objeto conoci-do. Esto quiere decir que no tiene sentido hablar de “mi

     Yo”, pues el sujeto en esa frase no puede ser otro sino Yo, lo cual implicaría que Yo, sujeto conocedor, poseoun Yo como objeto conocible, cosa totalmente insosteni-

     ble. Yo no tengo un Yo, Soy Yo.  A ese núcleo medular que constituye la esencia del

    ser, “el Yo profundo”, Frankl (1975) lo concibe como “el

    centro espiritual-existencial” y afirma (págs. 30 y 31)que:

    …de la misma manera que en el lugar de origen de la re-

    tina, o sea en el lugar de entrada del nervio óptico, la retina

    tiene su punto ciego, así también el espíritu, precisamente

    allí, donde tiene su origen, es ciego a toda autocontempla-

    ción y autorreflexión; allí donde es enteramente primordial,

    totalmente “el mismo” es inconsciente de sí mismo. Y a él po-

    dríamos aplicar lo que leemos en los antiguos vedas indios:

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    “Ve y no puede ser visto, oye y no puede ser oído, piensa y no

     puede ser pensado” 

      Según la filosofía del Vedanta, ese ser esencial quesoy, el cual es indefinible e incomprensible intelectual-mente, es el Ser por excelencia; el Ser Absoluto cuya na-

    turaleza es precisamente esa: Ser. De hecho, el hombreno puede definirse a sí mismo más que como lo hizo

     Yahveh en el Éxodo de la biblia: “Yo soy el que soy… Yosoy” (Ex. 3, 14). Pero puesto que cada uno sólo puededefinirse medularmente en esa misma forma, según la

    metafísica oriental, la esencia de todo ser humano es unamisma y es una con el Ser. El meollo de lo que el hombre

    es está más allá de toda descripción; para expresarlo entérminos Taoístas, “el Tao que puede nombrarse no es elTao verdadero”.

      Por supuesto, estas enseñanzas no pueden com-prenderse intelectualmente: trasciende todo pensamien-

    to. Si un individuo ha de entenderlo tiene que vivirlo, tie-

    ne que ser lo que es o, más sencillo, tiene que ser. Cuan-do un ser es en plenitud ha alcanzado lo que los hinduis-

    tas llaman “samadhi”: absorción o identificación comple-tas con el Ser; unión meditativa con el absoluto. Ha lle-

    gado al “nirvana” de los budistas: el estado perfecto deiluminación. Ha encontrado la verdadera comunión delos cristianos, el Tao para los taoístas. Según estas doctri-

    nas, cuando la persona llega a alcanzar esta iluminación

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    ha logrado la máxima realización del ser humano, ha lle-

    gado a la plenitud.  Pero ¿qué significa “ser”? Fenomenológicamente,

    ser es darse cuenta, estar consciente de que se es. Estosignifica que si yo me doy cuenta de mi propia existen-

    cia, soy, existo; pero si no me percato de mí mismo, en-tonces fenomenológicamente, no soy. La mesa sobre la

    cual me estoy apoyando, por ejemplo, no tiene concien-cia de que existe ni de que yo la estoy usando; por lo tan-to la mesa, ante sí misma, no existe; más aún, ni siquiera

    puede hablarse de “la mesa ante sí misma”, pues simple-mente no hay ese “sí mismo” que hace que un ser sea. En

    consecuencia, la mesa no es.  En la medida en que me doy cuenta de mí mismo,

    en la medida en que soy consciente de que existo, soy; de

    ahí que ser, existir y conciencia puedan considerarse si-nónimos. En tanto un individuo se da cuenta de que es

    humano lo es, pero en la medida en que vive inconscien-

    temente, sin percatarse de la maravilla indescriptible quees en esencia, no es. Ser es darse cuenta, es el proceso de

    ser consciente, es Conciencia Viva, es Vida Consciente.  Si lo que Yo soy es el que soy, eso que soy es la

    existencia, es Vida y Conciencia, y Eso, no puede descri- birse; simplemente Es, y eso que Es soy. Tal es el signifi-cado del antiguo mantra que los grandes maestros del

     Yoga han repetido por siglos en sus meditaciones: YoSoy Eso, ¡ham-sa!

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      Al parecer, durante las experiencias cumbre descri-

    tas por Maslow (1964) y William James en 1902, ocu-rren breves encuentros con nuestro Yo esencial, con la Vida que somos en el fondo. Estas experiencias puedenconsiderarse como estados mixticos caracterizados por

    sentimientos de que un horizonte sin límites se abre antelos ojos; no obstante, estas vivencias son indescriptibles,

    iluminadoras, transitorias e incontrolables por la volun-tad.

      Nada de lo que pueda decirse sobre el ser humano,

    ninguna teoría, ninguna investigación, ningún sistema fi-losófico puede realmente alcanzar el meollo o la esencia

    del ser. Esta se encuentra más allá de cualquier pensa-miento o concepto: “el Tao que puede nombrarse no esel Tao verdadero”. La comprensión de la esencia huma-

    na debe alcanzarse viviéndola, no estudiando Psicologíani Filosofía, ni nada que se le parezca. No se encuentra

    en los libros; está dentro de cada uno.

      Hemos visto que la esencia del ser no puede des-cribirse, pero esto no significa que no pueda estudiarse el

    camino que lleva al hombre a descubrir por sí mismo su Yo profundo, así como los obstáculos que con frecuencia

    se lo impiden. Este libro puede considerarse, si así lo de-sea el lector, el estudio de tal sendero: la vida humana.

     

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    P ARTE II: EL SER  EN EL MUNDO

     A pesar de que la naturaleza primordial del hombre,del ser, no puede describirse, una cosa es indudable: eseser está en el mundo y constantemente interactúa con él

     y lo modifica. Su mera presencia altera su medio ambien-

    te del que forma parte inseparable.  Al percatarse de su propia existencia, el ser huma-

    no forzosamente se da cuenta del medio ambiente enque vive. De hecho se puede percatar de su propia exis-tencia sólo cuando es consciente de él mismo como una

    entidad separada del resto de la creación. Pero así comoel fondo es indispensable para que aparezca la figura, del

    mismo modo el mundo es esencial para que el ser surja.El fondo depende de la figura tanto como ésta dependedel primero; así sucede también con el ser humano: para

    ser requiere del mundo psicológico del que se diferencia, y este mundo psicológico requiere, para su existencia, del

    ser que es consciente. Todo esto puede parecer difícil al

    principio, pero conforme vayamos avanzando se aclararápoco a poco. Por ahora nos basta saber que psicológica-

    mente, el hombre y su mundo son inseparables, por loque la forma más completa de entenderlo es viéndolo co-

    mo el proceso de ser en el mundo, o en términos de Boss(1963), “dasein”.

      El ser en el mundo se caracteriza por ciertos atri- butos inalienables al mismo. Estos atributos existencia-les, que son parte ineludible del ser en el mundo, parten

    del hecho de que le hombre se da cuenta de su propia

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    existencia y puede decir, “vivo”. De esta capacidad para

    tomar conciencia de sí mismo, que es el meollo del seren el mundo, se desprenden las propiedades existencia-les u ontológicas descritas por los existencialistas (comoBugental, 1965, y Yalom, 1980).

      El decir “yo soy yo”, el poder tomar conciencia dela propia existencia lleva implícitamente una serie de

    consecuencias que son el núcleo del conflicto existencialdel ser humano. El decir “yo soy yo” implica tener queenfrentarse con la propia fragilidad, desamparo y morta-

    lidad; implica verse forzado a reconocer la soledad y elaislamiento propios de la individualidad; implica con-

    frontar la libertad y la responsabilidad de la propia exis-tencia. Cuando un ser dice “yo soy yo” se ve forzado areconocer,

    Soy mortal e indescriptiblemente frágil, débil, limitado y

    desamparado. Soy un punto invisible en un pequeño plane-

    ta, en el que sólo alcanzaré a dar un número insignificante e

    incierto de vueltas diminutas alrededor de una estrella ena-na perdida entre más de cien millones de estrellas, que for-

    man una de las cien mil millones de galaxias que flotan en la

    inmensidad del espacio girando en la eternidad del tiempo.

     Mi vida es frágil y efímera y sé que puedo perderla sin el me-

    nor aviso; estoy condenado a muerte y sé con absoluta certe-

     za que mi condena se cumplirá. Esta mano tibia y flexible

    que hoy detiene con firmeza un papel o un libro, un día esta-

    rá tiesa y helada; no me cabe la menor duda. Ignoro cuándo

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    moriré, pero que tendré que pasar por esa puerta, eso no está

    en tela de juicio. Moriré y el mundo seguirá girando como

    hasta ahora, los niños jugando y los enamorados tomándose

    de las manos.

      Soy insignificante, pero paradójicamente soy

    único e irrepetible; soy el ser más importante que ha existido

     y existirá en la historia del universo entero para mí. Soy

     grandioso y lleno de riquezas nuevas e inigualables. Y preci-

    samente por ser único e irrepetible, por ser individual, estoy

    sólo en la inmensidad del espacio de la vida. Mi mundo es

    mi mundo y jamás alguien lo ha visto ni lo verá como yo, ni

     podrá entenderlo como yo lo hago, ni sentirlo como yo lo

    siento. Estoy separado del resto de la creación por mi indivi-dualidad, pero paradójicamente soy parte integral de ella.

      Soy parte del universo y mi presencia hace una

    diferencia, por mínima que ésta sea. Mi vida es mi vida y

     precisamente por eso soy responsable del sentido que dé a mi

    existencia. Los caminos que tome serán mis caminos y sólo

     yo podré responder por haberlos elegido, pero, paradójica-mente, soy tan limitado que mi existencia está influida por 

    un sinnúmero de factores incontrolables, impredecibles e in-

    comprensibles. Y es precisamente por ello que tengo que ele-

     gir y soy libre.

      Mi vida no es más que mía, y soy responsable por 

    ella justamente porque puedo elegir el curso que dé mi exis-

    tencia sobre este mar de corrientes inciertas: soy libre para

    dar un significado a mi existencia o destruir mi vida sobre

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    esta tierra, enriquecerla o destrozarla, pero, paradójicamen-

    te, no puedo renunciar a mi libertad: soy esclavo de ella.

      La característica existencial de fragilidad, impoten-cia, desamparo y mortalidad es la ineludible. No hace fal-ta recalcar lo que las noticias diarias nos dicen a gritos:

    estamos expuestos constantemente a la tragedia y lamuerte; amenazados por el no ser en el mundo, la des-

    trucción del dasein que somos. Diariamente tenemosnoticia de personas que mueren en forma repentina y deigual modo sufren tragedias impredecibles. Lo que pue-

    de hacer aterrador todo esto es lo que sabemos sin dudaque algún día será nuestro último día y que aunque igno-

    ramos si esa jornada final será hoy, mañana o en un futu-ro muy lejano, tenemos conciencia de que nos enfrenta-remos con ese obscuro mundo de lo absolutamente des-

    conocido. Nuestra incalculable pequeñez nos hace estarexpuestos a lo impredecible, que si lugar a dudas puede

    ser aterrador.

      Nadie puede asegurar que mañana no habrá algúncambio terrible en su vida; vamos, ni siquiera puede ase-

    gurarlo con respecto a hoy mismo. Esto es precisamenteuna de las fuentes de la angustia ontológica: la angustia

    de fragilidad y mortalidad, que en última instancia es laangustia de extinción, de no ser. Esta es una consecuen-cia natural de ser en el mundo, que es ser consciente de

    la propia contingencialidad, destructibilidad; en una pa-labra, de la propia humanidad.

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      Otra fuente de angustia ontológica es nuestra sole-

    dad y aislamiento existencial. Como lo han mostrado di- versos autores – Fromm (1941, 1955), Moustakas(1972), Frankl (1946), Yalom (1980), y otros – la indi-

     vidualidad del hombre tiene como precio la soledad. Las

    experiencias y vivencias de cada ser humano son única-mente suyas y nadie puede realmente comprenderlas co-

    mo él; cada uno nace solo, vive solo y muere solo: todoser humano es solo.

    Tu vida, hermano mío, es una morada solitaria separada

    de las vivencias de los demás hombres. Es una casa en cuyo

    interior no puede penetrar la mirada del vecino. Si se hun-

    diese en las tinieblas, la lámpara de tu vecino no podríaalumbrarla. Si estuviese vacía de provisiones, no podrían lle-

    narla las despensas de tus vecinos. Si estuviese en un desierto,

    no podrás pasar a los jardines de los demás hombres, labra-

    dos y cuidados por otras manos. Si se levantase en la cumbre

    de una montaña, no podrías bajarla al valle hollado por los

     pies de los hombres.  El espíritu de tu vida, hermano mío, está asedia-

    do por la soledad y si no fuese por esa soledad y ese abando-

    no tú no serías tú, ni yo sería yo.

    G. J. Gibran

    Cuando el ser humano toma conciencia de este atri- buto en sí mismo, aparece naturalmente la angustia de

    aislamiento; el aterrador sentimiento de que nadie, abso-lutamente nadie puede salvarnos. Alrededor de tu lecho

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    de muerte podrá haber muchas personas preocupadas,

    pero tú y sólo tú estarás despidiéndote de este mundo;serás tú muerte, de nadie más. De igual manera tu vida estu vida; tus sentimientos, tus esperanzas y tus recuerdosson solamente tuyos.

      Esta soledad existencial hace que la “realidad”sea diferente en cada ser humano; que mi mundo expe-

    riencial, fenomenológico, sea únicamente mío y que connadie lo pueda compartir. Según la teoría existencialistacada individuo tiene un mundo experiencial sobre sí mis-

    mo: cómo se siente a sí mismo, cómo se ve, cómo se ex-perimenta, cómo se “vive”. Este mundo privado y total-

    mente individual se denomina “eigenwelt”. También elindividuo tiene un mundo fenomenológico (de expe-riencias muy particulares) con respecto a sus semejan-

    tes: cómo los ve, cómo los siente y cómo interpreta susconductas y mensajes, qué emociones le provocan. Este

    es el “mitwelt”. Cada individuo tiene un mundo privado

    de relación con la naturaleza en general, con el universo:el mundo fenomenológico conocido como “umwelt”.

    En realidad no existe “la realidad”, no existe el “mundo”,pues esa realidad y ese mundo es privado y único para

    cada individuo y cada quien crea, moldea y da forma asu mundo y su realidad. El mundo del paranoico es unmundo amenazante, peligroso y hostil; esa es la verdad

    para él, esa es su verdad. Todos jugamos el “juego de laconciencia” creyendo que la realidad externa es realmen-

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    te lo que aparenta. Es una forma de olvidar que somos

    individuos separados, aislados, solos. Es un engaño, unailusión: es “maya”.

      Cientos de experimentos en psicología de lapercepción han demostrado que un estímulo es percibi-

    do en tantas formas diferentes como individuos los per-ciban. Una sonrisa puede ser interpretada como un gesto

    de burla, de amabilidad o de interés malévolo o… tantascosas como pueda tener el hombre en su mundo. Cadaindividuo crea su mundo, lo interpreta, le da un signifi-

    cado, lo moldea y luego lo proyecta al exterior y se con- vence a sí mismo de que lo que ve “allá afuera” es la reali-

    dad. En esa forma evita responsabilizarse por su creación y niega su soledad existencial, su individualidad.

      ¿Qué significa entonces “captar la realidad obje-

    tivamente”? Yo capto la realidad en forma objetiva en lamedida en que las interpretaciones que les doy a los estí-

    mulos externos coinciden aparentemente con las que la

    mayoría de la gente les da, o con las que el individuo esti-mulante les confiere. Quiere decir que en mi percepción

    es realista cuando interpreto como “amable” una sonrisade alguien que sonrió sintiendo “amabilidad”; sin embar-

    go, jamás podrá comprobarse que lo que para mí signifi-ca la amabilidad es lo mismo que para la otra persona. Misentimiento de amabilidad es sólo mío y sólo puedo su-

    poner que coincide con el de los demás. Podremos coin-cidir aparentemente en el significado que demos a los di-

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     versos estímulos, pero lo que muy en el interior sentimos

    e interpretamos es privado, único, individual e irrepeti- ble. Somos solos.

      La tercera propiedad existencial del ser en elmundo  es la libertad fenomenológica: el sentimiento

    humano de tener capacidad para elegir su propio cami-no. Este sentimiento está íntimamente relacionado con

    la finitud del conocimiento: si supiéramos y pudiéramoscontrolar, o cuando menos predecir, lo que ocurriría siactuásemos de una y otra forma, no seríamos libres para

    elegir, pero puesto que jamás podemos controlar todaslas variables que influyen en los eventos, nos vemos for-

    zados a escoger y esto es lo que nos hace experimentar elsentimiento de ser libres.

      Es indiscutible que la vida del hombre está

    influida, y hasta cierto punto determinada, por factoresque están totalmente fuera de su control y que nos po-

    drían hacer pensar que su libertad es sólo una fantasía.

    Ciertamente, existen fuerzas biológicas, socioculturales,económicas, políticas y psicológicas que tiran de noso-

    tros como poderosas corrientes marinas tratando dearrastrar un barco. El hombre está, sin duda alguna, de-

    terminado por muchas de esas fuerzas, empezando porsu dotación genética y sus impulsos y necesidades bioló-gicas y psicológicas; el ser humano está determinado e

    influido por sus experiencias pasadas, factores reprimi-dos y los condicionamientos a que haya sido expuesto.

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    Sin embargo, como Frankl (1978) ha hecho notar, no se

    debe cometer el error de confundir “determinismo” con“pandeterminismo” (el determinismo absoluto).

    Como fenómeno humano… la libertad es demasiado hu-

    mana. La libertad humana es libertad finita. El hombre no

    está libre de condiciones. Pero es libre para asumir una acti-

    tud frente a ellas. Las condiciones no lo determinan por com-

     pleto. Dentro de ciertos límites depende de él que sucumba o

    que se rinda a las condicione. Puede igualmente superarlas y

    al hacerlo abrirse y entrar a la dimensión humana…

      En último término, el hombre no está sujeto a las

    condiciones con que se enfrenta; son más bien dichas condi-

    ciones las que se hayan sometidas a su decisión. Voluntaria oinvoluntariamente es él quien decide si se enfrentará o cede-

    rá, si se dejará determinar o no por las condiciones. Puede

    objetarse, desde luego, que tales decisiones están, a su vez, de-

    terminadas. Mas es evidente que esto conduce a un “regres-

    sus in infinitum”. Una afirmación de Magda B. Arnold re-

    sume este estado de cosas y representa una conflusion ade-cuada de la discusión: “Todas las decisiones están causadas,

     pero están causadas por el que elige”·

    (Frankl, 1978, págs. 50 y 51) 

      El ser humano es libre por ser racional. Puededarse cuenta de su propia existencia, del curso que llevasu vida, y (hasta cierto punto) percatarse de los factores

    que lo determinan. Más aún, tiene la voluntad para guiarsu existencia. Esto es precisamente lo que Frankl consi-

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    dera que algunos psicólogos han pasado por alto, por lo

    que han llegado a la conclusión simplista de que el indi- viduo “no es más” que una maquina condicionada por suhistoria de reforzamientos o por constelaciones reprimi-das en su inconsciente. La libertad para reaccionar en

    una forma u otra ante esas fuerzas ocultas, que innega- blemente influyen al ser humano, es inalienable. Esto

    Frankl lo afirma aun sobre las condiciones genéticamen-te determinadas:

      La herencia no es sino el material a partir del

    cual se construye el hombre a sí mismo. No son sino las pie-

    dras que el constructor acepta o rechaza. Mas el constructor 

    mismo no está construido con piedras.(Frankl, 1978, pág. 53) 

    Como Fromm (1941) ha mostrado con claridad, el re-

    conocer y aceptar esta libertad para elegir el propio ca-mino en la vida, es inmensamente angustiante para el ser

    humano. No sólo porque lo confronta de nuevo con su

    individualidad y su soledad, sino porque lo fuerza a darsecuenta de que no hay un camino preestablecido y seguro

    que deba recorrer; que debe escoger el rumbo que le da-rá a su existencia. Puesto que “no hay camino (sino que)

    se hace camino al andar”, nos tenemos que enfrentar conel caos y la desorientación; con una hoja en blanco sobrela que debemos pintar nuestra existencia. Debemos en-

    frentarnos con una masa informe de barro (las condicio-nes bio-psico-sociales que nos han sido dadas) para darle

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    un sentido con nuestras propias manos sin tener la me-

    nor orientación. La libertad fenomenológica nos con-fronta con la angustia ontológica de desorientación, sinsentido, caos y absurdo o, como Yalom (1980) la llama,la angustia existencial por carecer de base o fundamento.

    El hombre debe enfrentarse con el hecho de que su vidaestá en sus manos, de que “él es el arquitecto de su pro-

    pio destino”, lo quiera o no, pues es esclavo de su liber-tad.

      La cuarta característica existencial del hombre,

    del ser en el mundo, es su responsabilidad (que por su-puesto es inseparable de las otras propiedades ontológi-

    cas). El hecho de que la vida de cada hombre sea suya lohace responsable de ella, y los factores y contingenciasincontrolables, impredecibles e incomprensibles de la vi-

    da no lo eximen de esta responsabilidad. Un capitán de barco no es responsable de la tormenta a que se enfrenta,

    pero si de la forma en que conduce su nave dentro de la

    catástrofe. Igualmente, cada individuo es responsable dela forma en que conduce su vida sobre las circunstancias

    que lo acometen. Cada uno de nosotros tenemos la res-ponsabilidad de nuestra propia vida; de lo que hagamos

    o dejemos de hacer con esta oportunidad que se nosofrece. El dar vida real a nuestras potencialidades laten-tes, el hacer de nuestra existencia una vivencia rica y ple-

    na de significado valioso, o el no hacerlo, está en nuestraspropias manos.

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      Cuando el individuo se reconoce a sí mismo

    como responsable no sólo se ve forzado a aceptar comosuyas las consecuencias de sus actos y el resultado de su vida; también debe reconocer como propias sus emocio-nes, sus deseos, sus necesidades, sus impulsos y sus pen-

    samientos. No puede culpar a los demás, ni al pasado re-primido, ni a los impulsos de “su ello”, pues él es capaz

    de elegir sus reacciones ante las condiciones incontrola- bles que le ha tocado enfrentar, y a las que Frankl (1946)llama “destino”.

      La conciencia de la condición humana de res-ponsabilidad existencial: el sentimiento de remordi-

    miento angustioso por saber que no ha aprovechado su vida como hubiera podido; por intuir que “enterró sustalentos” y que éstos no dieron fruto; esto es por no ser

    lo que realmente es; por mentirse y engañarse con falsasexcusas o racionalizaciones que internamente no lo

    exentan de su culpabilidad por desperdiciar la oportuni-

    dad irrepetible que es la vida.  En resumen, cuando el hombre toma conciencia

    de su propia existencia, cuando come el fruto del bien y el mal y adquiere la sabiduría, “se le abren los ojos” y se

    da cuenta que “está desnudo” (que es frágil y desampara-do, solo, libre y responsable) y al tratar de esconder sudesnudez, es expulsado del “jardín del Edén” (y sufre de

    la angustia existencial de extinción, aislamiento, sin sen-tido y culpa).

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      Sin embargo, a la “expulsión” del paraíso sigue

    la promesa de una tierra fértil y acogedora “de la manaleche y miel”. Las mismas propiedades existenciales queson fuente de angustia y tormento son también oportu-nidades únicas para que el hombre crezca y se desarrolle

    positivamente.  Sólo dándose cuenta de su fragilidad, desampa-

    ro, contingencialidad y mortalidad, el individuo puedetomar en serio su existencia y comprometerse consigomismo para desarrollar sus potencialidades y darle signi-

    ficado a su vida mediante la productividad, soledad y ais-lamiento existencial, el ser humano puede relacionarse

    con otros en forma fraternal y amorosa y, por tanto, de-sarrollar su más humana virtud y darle un verdadero sig-nificado a su vida, pues como Fromm (1955) ha recono-

    cido, es en el sentimiento del amor en el que se encuen-tra la única respuesta a la existencia humana.

      Exclusivamente estando consciente de su liber-

    tad y aceptando su capacidad para elegir su camino, elhombre puede emplear su razón para dirigir su existencia

    hacia la meta que él mismo siente valiosa y juzga rica y significativa; para ser lo que es, ejercer su inalienable au-

    tonomía sobre su vida y su derecho de ser.  Sólo concientizándose plenamente de su res-

    ponsabilidad puede la persona sentirse en verdad orgul-

    losa de sí misma al ir realizando cada una de sus capaci-

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    dades humanas y bellas, y en esta forma ir reconociendo

    que la vida, su vida, vale la pena.  No obstante, para alcanzar la “tierra prometida”,

    descubrir el más profundo significado de la vida y desa-rrollar al máximo sus potencialidades humanas para

    amar, relacionarse con el hombre en forma fraternal,crear ser racional e individual (Fromm, 1955), el indivi-

    duo debe aceptar la “expulsión del paraíso”, cumplir elpacto y soportar las inclemencias del desierto: debeser auténtico y veraz consigo mismo, reconocer y acep-

    tar sus atributos existenciales y tolerar las angustias onto-lógicas correspondientes; eso es lo que los existencialista

    (Bugental, 1965) llaman una forma auténtica de ser enel mundo; es darle una vida un sí  como respuesta (Ti-llich, 1952); es seguir el consejo de Shakespeare: “¡Sé

    honesto contigo mismo!”  No tenemos otra opción: si deseamos entrar a la

    “tierra prometida” debemos primero reconocer y aceptar

    nuestra condición humana y enfrentaremos con valentíaa todo lo que eso implica. Sin embargo sabemos que si lo

    hacemos, si somos veraces con nosotros mismos, sere-mos nuevamente libres del exilio pues “la verdad os hará

    libres”.  La interrogante está en si seremos lo bastante

     valerosos como para ser lo que somos en realidad y acep-

    tar las consecuencias, o si por el contrario intentaremoscerrar los ojos para no enfrentarnos con la ansiedad. La

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    interrogante está en si negaremos nuestra realidad exis-

    tencial viviendo en forma no auténtica o si optaremospor la verdad: “ser o no ser, ¡ésa es la cuestión!”

     Para poder reconocer y aceptar su condición

    humana, el individuo no sólo debe tener una fuerza emo-cional suficientemente desarrollada (que en parte se va

    adquiriendo durante el crecimiento); también debe sercapaz de darse cuenta que existe y, por tanto, de sus atri- butos ontológicos. El hombre no nace dándose cuenta

    de su ser en el mundo , sino que se va dando cuenta desu propia existencia conforme madura psicológicamente.

    Por tal motivo, si deseamos comprender al ser humano,debemos a entender a fondo su desarrollo psicológicotomando en cuenta diversos factores (cognoscitivo,

    emocional, interpersonal, psicosexual, etc.). Estos facto-res que han sido brillantemente estudiados por diferen-

    tes autores, de ninguna manera son opuestos entre sí;

    más bien se complementan unos a otros, y debemos to-marlos en cuneta en forma integral para obtener una vi-

    sión más global del hombre. Por todo lo anterior, en lasiguiente sección me propongo revisar la evolución del

    individuo desde su nacimiento hasta su adolescencia(exclusive), integrando varios enfoques teóricos y to-mando como base para entenderla los conceptos desa-

    rrollados hasta este punto.

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    3Desarrollo “Normal” de

    la Personalidad en lasPrimeras Etapas de la 

     Vida 

    P ARTE I: L AS POTENCIALIDADES DEL SER  HUMANO  Y F ACTORES QUE A FECTAN SU DESARROLLO

    P ARTE II: PERÍODO I DEL DESARROLLO: DEL N ACIMIENTO AL A ÑO  Y  MEDIO O DOS A ÑOS DE EDAD

    Como es bien sabido, el recién nacido no tiene con-

    ciencia de su propia existencia, pues es incapaz de distin-guirse a sí mismo del resto del mundo (Sullivan, 1953,Piaget, 1954, Kernberg, 1976 y otros). Podría decirse

    que psicológicamente forma una parte indiferenciada deltodo; que él y el todo son uno, como una gota de mar en

    el océano.

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    En este momento los acontecimientos no tienen lógi-

    ca para el bebé, que experimenta el mundo en una forma“prototáxica” (Sullivan, 1953) caracterizadas porque losdiversos estímulos son percibidos como inconexos, dis-cretos y sin relación alguna entre ellos, siendo producto

    de una “causalidad global” (Piaget, 1954). “Nada tienepies ni cabeza”, todo es caos. Kernberg (1976) lo ha de-

    nominado “la etapa del ‘autismo’ normal o etapa indife-renciada primaria”, y el Génesis lo describe maravillosa-mente en forma simbólica: “… la tierra era algo caótico y 

     vacío, y tinieblas cubrían la superficie del abismo” (Gen.1, 2).

    En el universo mental del pequeño no existe objeto al-guno ni figura diferenciable, pues aún no se ha estableci-do siquiera una mínima representación de sí mismo ni

    de la madre. Todo es confusión. Este mundo psicológicodel recién nacido podría representarse simbólicamente,

    en forma gráfica, como un simple circulo sin límites defi-

    nidos y en cuyo interior nada puede distinguirse (fig. 4-1). No obstante, a partir de este estado caótico, el bebé

    empezara a incorporar a su mundo emocional las expe-riencias que principia a tener; como veremos, esta incor-

    poración se puede realizar gracias a liga emocional que loune con su madre: la empatía (Sullivan. 1953), confluen-cia (Perls, 1973), o como Klein la llama, “identificación

    proyectiva” 

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    Fig. 4-1. Representación simbólica de la unión indife-

    renciada del recién nacido con el todo. Nada puede dis-tinguirse en el mundo psicológico del neonato y todaslas experiencias son difusas, indiferenciadas y se basan en

    la empatía. 

    Como todo animal, el ser humano al nacer posee unatendencia natural hacia la satisfacción inmediata de sus

    necesidades fisiológicas (que son las más primitivas en lateoría motivacional de Maslow, 1970): oxigeno, agua y alimento, calor y comodidad física. Son embargo, para

    desarrollarse sanamente, desde este momento inicial enla vida el individuo también necesita satisfacer sus nece-

    sidades de seguridad (sintiéndose libre de angustia otensión) y de amor y pertenencia (Maslow, 1970).

    Por supuesto, el bebé no sabe nada de estas necesida-des, pero cuando se satisfacen experimenta una serie desensaciones de paz y satisfacción que Sullivan (1953) lla-

    ma “euforia” en contraposición al estado de tensión y 

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    malestar que prevalece durante los inevitables momen-

    tos en que estas necesidades están insatisfechas, provo-cándole una sensación de “angustia”.

    La forma de reaccionar del neonato es en gran parterefleja (Piaget, Inhelder, 1969) y se manifiesta en una

    tendencia innata a evitar el dolor y a buscar el placer. Entérminos psicoanalíticos, su conducta está determinada

    plenamente por el “principio del placer”. Este placer, co-mo Freud lo ha reconocido, proviene principalmente delas estimulaciones de la región oral mediante el acto de

    mamar y succionar, de ahí el nombre de esta primera eta-pa del desarrollo.

    Desde muy temprano en la vida existe una poderosacomunicación emocional no verbal entre la madre y ellactante: la empatía (Sullivan, 1953) o confluencia

    (Perls, 1973) (en términos de Klein, 1952 -, “identifica-ción proyectiva”.). La empatía, este lazo emocional, per-

    mite que el lactante experimente el estado anímico de su

    madre como si fuera él quien lo viviera; si ella se encuen-tra tranquila, en paz, a gusto y se comporta en forma

    amorosa, tierna y cálida, el bebé goza la “euforia” que ellale transmite; en tanto que si la madre esta tensa, angus-

    tiada, hostil o a disgusto, su hijo sufrirá un estado de ten-sión y malestar.

     Ahora bien, gracias a la repetición frecuente de expe-

    riencias de euforia (dada por la empatía con una madretierna y cariñosa y por la satisfacción de las necesidades

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    orales) y de angustia (debida a la frustración de las nece-

    sidades fisiológicas, de seguridad y de amor y pertenen-cia), el lactante empieza a distinguir dos tipos de mun-dos totalmente diferentes y no continuos. Uno represen-ta al conjunto de sensaciones de extrema paz, satisfac-

    ción y euforia; es un mundo al que podemos conceptua-lizar como “el mundo bueno”, el cielo infantil. El otro re-

    presenta al conjunto de experiencias de tensión, dolor eincomodidad, y podemos concebirlo como el infiernodel bebé, el “mundo malo”, que provoca emociones de

    miedo, rabia, rebelión y agresión (Kernberg, 1976). Estadiferenciación entre lo bueno y lo malo es simbolizada

    en la Biblia cuando se dice que “comieron el fruto del ár- bol del bien y el mal”.

    Para el lactante, ambos mundos son opuestos entre si

     y entre ellos no existe continuidad, ni una causa especifi-ca que pueda explicar su existencia; sin embargo, puesto

    que está motivado por el principio del placer, parece in-

    dudable que el bebé tiende a centrar su incipiente con-ciencia en el “mundo bueno” y a evitar las experiencias

    desagradables; es decir, a negar o repudiar el “mundomalo”. Cuando el lactante experimenta el “mundo celes-

    tial”, aparece claramente la sonrisa típica de este periodo(Spitz, 1965), que se conoce como “el primer organiza-dor”.

    Podemos suponer que estos dos mundos se forman apartir del mundo indiferenciado primario, como si éste,

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    con las experiencias repetitivas agradables y desagrada-

     bles, se fuera dividiendo o estrangulando en forma simi-lar a la mitosis celular.

     Aunque las experiencias que dan lugar a la formaciónde estos dos mundos son las interacciones frecuentes en-

    tre la madre y el bebé, éste todavía no es capaz de dife-renciarse a sí mismo de ella; por tanto, podemos decir

    que estos mundos representan la imagen de la fusiónmadre-sí mismo: Kernberg (1976) los considera “repre-sentaciones intrapsíquicas sí mismo-objeto, indiferencia-

    das, primarias”. Por estar constituidos por imágenes pri-mitivas, globales y poco delimitadas, los límites del

    “mundo bueno” y del “mundo malo” son difusos y pocosclaros y, como sabemos, ambos se forman principalmen-te por la empatía que existe entre el bebé y su madre.

    Puesto que en este momento del desarrollo el lactan-te aun no puede distinguirse a sí mismo como un ser se-

    parado de su madre, Mahler (1971) lo ha nombrado

    “etapa de simbiosis” y Kernberg (1976) “simbiosis nor-mal”. Los dos mundos mentales del bebé podrían repre-

    sentarse simbólicamente como se ilustra en la figura 4-2. Ahora bien, dado que en este periodo el lactante toda-

     vía es incapaz de distinguir entre lo que él es y lo que noes, no puede percatarse de que el mundo real es indepen-diente de sus propios deseos y sentimientos, por lo que

    se comporta como si experimentara absolutos “senti-mientos de eficacia” y poder sobre su medio (Piaget,

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    1954); como si nada pudiera ocurrir sino como resulta-

    do de sus propios deseos o acciones. Esto muestra que setrata de un periodo caracterizado por un marcado ego-centrismo (Sullivan, 1953) en el que el niño presentaformas extremadamente rudimentarias de pensamiento

     y en el que no hay continuidad, lógica, orden ni estabili-dad: sus experiencias siguen siendo prototáxicas. En tér-

    minos psicoanalíticos, solo se manifiestan los “procesosprimarios de la mente”.

     

    Fig. 4-2. Grafica simbólica de la formación del “mun-do bueno” y del “mundo malo” en la mente del lactante,

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    a partir de las experiencias con la madre, cuando el lac-

    tante aún no puede distinguirse de la propia. Ambosmundos se crean y conservan principalmente por la em-patía entre el bebé y su madre.

     

    Otra consecuencia de la no diferenciación entre lasimágenes de sí mismo y del otro (la madre) es que le es

    imposible experimentar sentimientos hacia alguien: ensu mundo todavía no existe otro alguien, y por tanto nopuede depositar ninguna carga emocional en persona al-

    guna; esto es lo que en términos freudianos se conocecomo “narcisismo primario”.

    Conforme avanza la maduración cognoscitiva del be- bé en este primer periodo de la vida (sensorio-motriz), alir acumulando más experiencias (tanto de paz y satisfac-

    ción como de frustración y angustia), comienza a darsecuenta que sus necesidades no se satisfacen de inmedia-

    to, lo que le permite a empezar a reconocer, de modo

    muy primitivo, que los objetos y las personas son inde-pendientes de su voluntad. En esta forma principia a di-

    ferenciarse a sí mismo de la madre y otros objetos; se ini-cia la destrucción de la fusión sí mismo-madre como tal.

     A este momento del desarrollo Mahler (1971) lo ha lla-mado “subfase de diferenciación” (de la fase de separa-ción-individuación).

    El proceso de diferenciación es largo, importante y di-fícil. Las imágenes primitivas de la fusión sí mismo-ma-

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    dre buena (el “mundo bueno”) y de la fusión sí mismo-

    madre mala (el “mundo malo”) empiezan a dar lugar alas imágenes buenas de sí mismo y de la madre, por unlado, y a las imágenes malas de sí mismo y de la madre,por el otro. Ahora bien, puesto que en la mente del bebé

    las imágenes de la madre se forman principalmente con base a las experiencias orales, alimenticias, Klein (1952)

    las ha llamado, respectivamente, “pecho bueno” y “pe-cho malo” y Sullivan (1953) “pezón bueno” y “pezónmalo”.

    La diferenciación de las imágenes (buena y mala) de símismo de las de la madre es muy paulatina, por lo que

    durante cierto tiempo continúan sobreponiéndose y confundiéndose unas con otras (Fig. 4-3). Las zonas deintersección, que pueden considerarse como todo aque-

    llo que el bebé aun no diferencia como “sí mismo” o co-mo “madre” es de suma importancia, ya que por ser un

    residuo (cada vez menor) de la fusión sí mismo-madre,

    es decir, una zona todavía no diferenciada, sigue siendola base de la empatía, confluencia, o identificación pro-

     yectiva descrita ampliamente por Klein (1952) (en susestudios sobre la posición esquizoparanoide). Además,

    las regiones que progresivamente se van diferenciado co-mo “sí mismo” y como “madre”, son la base de los meca-nismos de proyección (lo que el lactante imagina en la

    madre) y de introyección (lo que el bebé incorpora de loque percibe de la madre).

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    Dado que el bebé se encuentra dominado por el prin-

    cipio del placer, podemos suponer que tiende a centrarsu muy primitiva conciencia de sí en la aun pobrementedelimitada imagen “buena” de sí mismo y a identificarsecon ésta; más aún, cabe pensar que tiende a rechazar de

    su naciente conciencia los aspectos “malos”: éstos sondemasiados amenazantes y opta por negarlos y excluirlos

    de su propia imagen. Así pues, pueden considerarse co-mo el “no-yo” (o no-mí) descrito por Sullivan (1953), alque podemos conceptualizar como una región mala, re-

    pudiada de la imagen de sí mismo; se conserva separadade la parte “buena” (con la que se identifica el lactante)

    por medio del mecanismo de escisión mencionado porKlein (1952).

     

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     Fig. 4-3. Grafica del inicio del proceso de diferencia-

    ción e las imágenes sí mismo-madres buenas y malas (enla mente del lactante)

     Lentamente, gracias al continuo cuidado tierno y 

    amoroso de la madre y al progreso del desarrollo cognos-

    citivo, el bebé comienza a asimilar las experiencias que vateniendo con la realidad externa, es decir, a descubrir

    que existen una serie de vivencias corporales que no sepresentan acompañadas de emociones de euforia o an-gustia extremas (que son características de las imágenes

    “celestiales” e “infernales” madre-sí mismo). Comienza a

    reconocer ciertas experiencias diferentes a las de las imá-genes buenas de sí mismo y/o de la madre (digo y/o pa-ra indicar que éstas aún no se acaban de diferenciar total-mente).

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    Como se comentó, cuando el lactante todavía no em-

    pezaba a reconocer la realidad, cuando solamente exis-tían para él la imagen buena (“celestial”), madre-sí mis-mo y la imagen mala (“infernal”), tendría a identificarsea sí mismo y a su madre con la parte buena y rechazaba

    de su incipiente conciencia la región mala. Pues bien,ahora que comienza a reconocer la realidad, forzosamen-

    te lo tiene que hacer partiendo de esa imagen buena conla que había estado identificándose hasta ahora. Así, de laprimitiva imagen buena de sí mismo-madre (que aún no

    acaba de diferenciarse), empieza a desprenderse otra: laque corresponde con la realidad corporal que el lactante

    principia a reconocer (en sí mismo y/o en la madre). A esta nueva y naciente imagen la llamaremos simplemen-te “reconocible” (fig. 4-4).

    En este momento del desarrollo la imagen reconocibleestá basada en las experiencias físicas que hacen que el

     bebé comience a reconocer y a identificarse con su pro-

    pio cuerpo, a sentirlo suyo, a sentir “yo soy mi cuerpo”.Por esta razón podemos decir que el sí mismo reconoci-

     ble inicial es el corporal (Allport, 1961). Al irse desprendiendo la imagen de sí mismo-madre

    reconocible de la imagen buena, una parte de esta em-pieza a quedar excluida de la zona reconocible; esta partepuede considerarse (empleando términos de Horney –

    1945 – y Kernberg – 1976 - ) la región “idealizada” de lasimágenes (aún no bien diferenciadas) madre-sí mismo

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     bueno. Al mismo tiempo, la región reconocible de la

    imagen sí mismo-madre continúa sobreponiéndose conla “buena”; esta región es la base sobre la cual, posterior-mente, se establecerá la estima a sí mismo y a otros, y porlo tanto podemos conceptualizarla como la zona aprecia-

    da del sí mismo-madre. Por otro lado, la parte de la ima-gen reconocible que va independizándose de la zona

     buena, que va excluyéndose de ésta, comienza a hacercontacto con la región mala y, paulatinamente, a super-ponerse con ella. No obstante, durante algún tiempo se

    encuentra libre, sin que esté asociada con emociones ex-tremas de angustia o euforia: por tanto, en ese momento

    puede considerarse, sencillamente, como una región“aceptada” de la imagen reconocible.

    Podemos suponer que en esta – muy temprana – eta-

    pa del desarrollo se sientan las bases de toda la estructurapsicológica del individuo a pesar de que ésta no puede

    considerarse existente todavía.

    La imagen idealizada de sí mismo (1 de la fig. 4-4) esla sede de imágenes introyectadas muy primitivas e irrea-

    les que el lactante siente como extremadamente placen-teras, algo así como un sueño irreal y difuso de lo que de-

     bería ser, por lo que podemos considerarla la imagen ar-quetípica de la bondad personificada del “Todo podero-so”, del “Todo misericordia”, del “Viejo sabio”, descrita

    por Jung (1917). Más aún, puede considerarse como latierra fértil sobre la que posteriormente se desarrollara el

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    arquetipo de Persona (la máscara del individuo) y, en

    años por venir, lo “deberías” (Horney, 1945), las “metasficticias” (Adler, 1956), y por supuesto las normas socia-les del superego (Freud, 1923).

     

    Fig. 4-4. Representacion simbolica del proceso en queempiezan a reconocerse ciertos aspectos de la realidad

    (de sí mismo y/o de la mdadre). 1. Zona idealizada de laimagen ya diferenciada del sí mismo bueno. 2. Zona

    apreciada de la imagen ya diferenciada del sí mismo(bueno y reconocible). 3. Zona aceptada de la imagenreconocible ya diferenciada de sí mismo. 4. Zona ya dife-

    renciada de la imagen repudiada de sí mismo. 5. Zona

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    idealizada de la imagen ya diferenciada de la madre bue-

    na (pecho o pezon bueno). 6. Zona apreciada de la ima-gen ya diferenciada de la madre (buena y reconocible).7. Zona aceptada de la imagen reconocible ya diferencia-da de la madre. 8. Zona ya diferenciada de la imagen de

    la madre mala (pecho o pezon malo9. 9. Zona idealizadade la imagen aun no diferenciada de sí mismo-madre

     buena. 10. Zona apreciada e idealizada de las imágenesaun no diferenciadas sí mismo-madre. 11. Zona aceptadade la imagen aun no diferenciada sí mismo- madre reco-

    nocible. 12. Zona aun no diferenciada de la imagen malasí mismo-madre.

     El sí mismo apreciado (2 de la fig. 4-4) está formado

    por imágenes realistas del propio bebé (aunque es este

    momento son muy rudimentarias y estan relacionadasunicamente con su cuerpo, que esta descubriendo). El

    lactante se identifica con estas imágenes, es decir, las

    siente “suyas”. Paulatinamente, al ir descubriendo distin-tas partes de su cuerpo, lo empieza a sentir suyo: se co-

    mienza a formar, como Allport (1961) ha mencionado,el “sí mismo corporal”. Estos aspectos apreciados de sí

    mismo con los que el lactante principia a identificarseson una gran fuente de satisfaccion y placer, por lo quepodemos considerarlos como el asiento de la confianza

     basica, elemento indispensable para el sano desarrollo dela personalidad (Erickson, 1950). Mas aún, la imagen

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    apreciada de sí mismo, o mas concretamente, la imagen

    reconocible que el bebé empieza a formarse de sí mismo,puede considerarse como la base de que en épocas pos-teriores llegará a ser una autoimagen bien definida: elego o autoestima.

    La zona repudiada de sí mismo (4 de la fig. 4-4) se for-ma por imágenes introyectadas muy primitivas y angus-

    tiantes que el niño siente peligrosas, obscuras y amena-zantes (como el arquetipo jungiano de “demonio” y “malevolo”); por todas aquellas emociones, sentimien-

    tos, deseos o impulsos muy primitivos que se han acom-pañado de una angustia tan intolerable que han tenido

    que ser excluidos de la incipiente conciencia infantil pormedio de la escision. Por tanto, puede considerarse co-mo equivalente al id freudiano (del que hablaremos con

    mas detalle en las paginas siguientes).La imagen idealizada de la madre (5 de la fig. 4-4), el

    pecho (o pezón) bueno, es el blanco de las proyeciones

    del bebé de sus propias fantasias irrealistas y primitivas,de “lo bueno” y lo “hermoso”. Esta imagen idealizada de

    la madre es la base de lo que mas tarde se convertira en elideal inconsciente de bondad, belleza y perfección (que

    muchos individuos buscan toda su vida por ignorar queese ideal… “solo existe en su cabeza”.

    La imagen apreciada de la madre (6 de la fig. 4-4) está

    constituida tanto por las incipientes percepciones realis-tas que el bebé tiene del cuerpo de su madre (cara, ma-

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    nos, etc), y que le causan sentimientos de seguridad,

    amor, alegria y paz, como por ciertas fantasias primitivasque proyecta en ella. Esta imagen es fundamental para eldesarrollo positivo de la personalidad de todo ser huma-no, ya que se construye principalmente con base en la sa-

    tisfaccion real de las necesidades fisiologicas, de seguri-dad, y de amor y pertenencia, satisfacción indispensable

    para el logro de la confianza en los demás y el crecimien-to sano del individuo, sin una firme imagen apreciada dela madre, el lactam


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