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1 El interrogatorio Rakovsky Dinero, poder y revolución
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Sinfonía en Rojo Mayor

Nov 12, 2015

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Documento histórico que permite entender la política mundial de los últimos 300 años: el financiamiento de la Banca Internacional del Comunismo. Las guerras mundiales y el plan sinárquico mundial.
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Transcript
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    El interrogatorio Rakovsky

    Dinero, poder y revolucin

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    A manera de introduccin

    Christian Rakovsky fue un comunista veterano, del corazn de la Revolucin Bolchevique. Su verdadera nacionalidad permanece desconocida. Segn el registro oficial naci en el Norte de Dobruge, una parte de Bulgaria antes de la Primera Guerra Mundial, que despus fue parte de Rumania. Segn otras fuentes se introdujo al mundo como Chaim Rakover, en 1873, en un pueblo judo en Besarabia, dnde vivi hasta la edad de 18 aos, huyendo luego a Rumania para evitar el servicio en el Ejrcito Zarista. Posteriormente, estudi medicina en Francia antes de convertirse en un revolucionario. Rakovsky era el modelo de un revolucionario-cosmopolita: se inici como un activista de la Socialdemocracia Blgara y despus se volvi un lder de los anarquistas del Rumano (Junto con su camarada de armas - Anna Pauker- plane y llev a cabo actos terroristas contra funcionarios del estado.) Despus, deambul por Europa hasta que la tormenta revolucionaria golpeara en Rusia. En 1919, Lenn lo design como Comisario del Pueblo Sovitico en el gobierno de Ucrania. Su desempeo fue exitoso durante la Guerra Civil. Posteriormente se desempe en el Comintern y en 1925 fue designado por Stalin embajador sovitico en Pars.

    Rakovsky perteneci a la faccin Trotskista. Luego de la expulsin de Trotsky, reemplaz a ste en la jefatura del grupo que permaneci en Rusia.

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    Muchas de las estrechas vinculaciones que Rakovsky establece entre algunos banqueros internacionales y la masonera con el comunismo y los bolcheviques, han sido documentadas - mucho tiempo despus- por varios investigadores norteamericanos, especialmente el profesor Anthony Sutton. La lucha por el poder entre Stalin y Trotsky se resuelve definitivamente con la llamada purga de 1936-1938, donde son destituidos, arrestados y juzgados los miembros conocidos de la faccin tronquista. Rakovsky, en

    ese entonces con 65 aos, fue uno de ellos. Una vez detenido fue interrogado por el servicio de inteligencia bajo control estalinista (en ese entonces conocido como la NKVD).

    En 1960 se public en Espaa uno de los libros ms enigmticos sobre la revolucin mundial: La Sinfona Roja. El libro estaba basado en las notas

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    de un Dr. Landovsky, mdico de la NKVD, en los juicios llevados a cabo en Rusia en 1938. El autor, un especialista en narcticos, trabaj en los rganos de seguridad estatales, dnde sus invenciones fueron usadas para soltar las lenguas de sospechosos importantes. Los cuadernos de

    Landovsky revelan el secreto sobre el origen de las absurdas confesiones de los acusados en esos juicios, precisamente porque parecen tan sinceras, incluso a los observadores extranjeros. La razn era simple: los sospechosos eran interrogados bajo la influencia de drogas. El valor principal de las notas tomadas por Landovsky, es la cantidad de evidencias que nunca fueron mencionadas en los juicios oficiales. Landovsky, tambin estuvo presente en los interrogatorios a Christian Rakovski, ayudando a grabar y a traducir los testimonios. (En inters de la seguridad, los interrogatorios se llevaron a cabo en francs, un idioma ininteligible a la mayora de Chekistas). Obviamente, por ser un conocedor ntimo del sistema sovitico y por ser el segundo de Trotsky, Rakovsky no desconoca que su condena inexorablemente sera la de muerte. El interrogatorio de Rakovsky, fue cordial. El Dr. Landovsky duda si el eufrico suave que l puso en la bebida de Rakovsky tuvo mucho efecto. El interrogador fue Gabriel G. Kuzmin y la sesin se realiz en francs. sta dur de medianoche hasta la 7 de la maana siguiente. Despus Kuzmin le orden a Landovsky que tradujera la entrevista al ruso y que hiciera dos copias. El contenido del interrogatorio le dio tantas vueltas en la cabeza que Landovsky hizo una copia adicional para l. Yo no me lamento de haber tenido el coraje para hacer esto escribi (los bolcheviques haban matado al padre de Landovsky, un coronel Zarista, durante la revolucin de 1917.) Durante la 2da GM, un voluntario espaol encontr el manuscrito en el cuerpo muerto de Landovsky, en una choza en el frente de Petrogrado. l lo llev a Espaa donde se public como Sinfona en Rojo Mayor. Rakovsky proporciona a su interrogador una asombrosa visin de la historia moderna con la finalidad de probar que sus patrocinadores

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    controlan el mundo y que Trotsky era un hombre de ellos como denomina a los banqueros internacionales, los Rothschild, los grupos sindicales controlados por los judos, la masonera, los Iluministas o Iluminados y otros grupos del poder mundial y del dinero. En sntesis, la esclavizacin de la humanidad a travs de los amos del capitalismo usurero y el terrorismo marxista, ambos instrumentos de la misma fuerza y al servicio de idnticos fines. Avanzadas las sorprendentes revelaciones, Kuzmin le exigi que Rakovsky confirmara sus dichos con alguna fuente de alto nivel. ste le seal que viera al embajador norteamericano en Mosc Joseph Davies, un compaero masn y representante de la administracin de Roosevelt. Es realmente interesante que Occidente tratara de salvar a los sospechosos ms importantes del juicio de Mosc de 1936- 1938. Fue con esta finalidad que Len Feichtwanger, escritor y uno de los principales lderes de la logia masnica Bnai Brith, viaj a Mosc para tener una entrevista con Stalin.

    Posteriormente, Feichtwanger escribi un libro donde expresaba su aprobacin de los juicios de Mosc.

    Alguien fue enviado ante Davies y confirm que mucho se ganara si

    Rakovsky consiguiera una amnista. El 2 de marzo de 1938 la embajada

    sovitica en Londres envi a Mosc un potente mensaje por radio que deca: Amniste o el peligro Nazi aumentar.

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    El embajador Davies asisti al juicio de Rakovsky y le dio un saludo Masnico. El ltimo da del juicio, el 12 de marzo de 1938, Hitler penetr en Austria. Ciertas fuentes sostienen que Radek y Rakovsky nunca fueron ejecutados como los otros acusados. Algunos creen que vivieron sus ltimos aos bajo un nombre supuesto. Otros afirman que Rakovsky fue ejecutado en 1941. Inmediatamente despus comenzaron las negociaciones confidenciales con Hitler. El resultado fue el pacto Ribbentrop-Molotov firmado en agosto de 1939, slo una semana antes de la invasin de Polonia. Algunos sostienen que el resultado del interrogatorio Rakovsky parece haber servido para crear algn tipo de acuerdo entre Stalin y los Iluminados. Santiago Roque Alonso Bibliografa: Alexei Vinogradov; The Secret Battles of the 20th. Century; Ed. Olma Press; Mosc; 1999; Part II. Chapter 6 (Backstage at the Revolutionary Theater);http://oag.newmail.ru/library/ battles_20th_century/sb_p2ch6.html Henry Makow Ph.D.; Rothschilds Conduct "Red Symphony; November

    09, 2003; http:/ www. save the males.ca. J. Landowsky; Red Symphony; Traductor George Knupffer;

    http./www.yamaguchy.netfirms.com/symphony/red1.html. Introduccin publicada en el peridico PATRIA ARGENTINA n193, Diciembre de 2003, Buenos Aires, Argentina.

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    Kuzmin: Segn convinimos en la Lubianka, he solicitado el brindarle una ltima oportunidad; su presencia en esta casa le indica que lo he conseguido. Veamos si nos defrauda. Rakovsky: No lo deseo ni lo espero. K.: Pero antes, una advertencia de caballero. Ahora se trata de la pura verdad. No de la verdad oficial, esa que ha de resplandecer en el proceso a la luz de confesiones de todos los acusados. Algo que, como sabe usted, se subordina por entero a la razn poltica, a la razn de estado, como se dira en Occidente. Los imperativos de la poltica internacional nos harn ocultar la verdad total, la verdad verdaderaSer lo que sea el proceso, las

    naciones y las gentes conocern lo que deban conocer, pero el que debe

    saberlo todo, Stalin, lo ha de saber Ahora bien: sus palabras aqu, sean como sean, no pueden agravar su situacin. Sabe que no admite agravacin. Solo pueden producir efectos a su favor. Puede ganar su vida, en este momento ya perdida. Dicho esto, vamos a ver: todos vosotros vais a confesar que sois espas de Hitler a sueldo de la Gestapo y del O.K.W. no es as? R. S. K. Y sois espas de Hitler? R. S. K. No, Rakovsky, no. Diga la verdad verdadera no la procesal. R. No somos espas de Hitler; odiamos a Hitler tanto como pueda odiarlo

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    usted, tanto como pueda odiarlo Stalin; acaso ms an. Pero la cosa es muy complicada K. Le ayudarAcaso yo sepa tambin algo. Vosotros los trotskistas, tomasteis contacto con el estado mayor alemn. No es as? R. S. K. Desde cundo? R. No s la fecha exacta; pero no mucho despus de la cada de Trotsky. Desde luego antes de tomar Hitler el poder. K. Entonces, exactamente, no sois unos espas personales de Hitler ni de su rgimen. R. Exacto; ya lo ramos antes. K. Y con qu fin? Con el fin de regalarle una victoria y unos territorios rusos a Alemania? R. No, de ningn modo. K. Entonces, como espas vulgares, por dinero? R. Por dinero? Ninguno hemos recibido ni un marco de Alemania. No tiene bastante dinero Hitler para comprar, por ejemplo, a un Comisario de Asuntos Exteriores de la URSS, que tiene a su libre disposicin un presupuesto mayor que las fortunas de Ford, Morgan y Valderbilt juntas, sin obligacin de justificar sus inversiones. K. Entonces por qu razn? R. Puedo hablar con entera libertad? K. Se lo ruego, a eso le invit.

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    Los hermanos Rothschild: Nathan, Amschel, Salomon, Carl y James.

    R. Es que Lenin no tena una razn superior al recibir la ayuda de Alemania para llegar a Rusia? Se han de aceptar las calumnias que fueron lanzadas entonces contra l? No le llamaron tambin espa del Kiser? Su relacin con el Emperador y la intervencin alemana para que llegasen a Rusia los bolcheviques derrotistas, es evidente K. Esa verdad o falsedad son extraas a la cuestin R. No, permtame terminar Es o no cierto que la accin de Lenin benefici en un principio al Ejrcito alemn?PermtameAh est la paz

    separada de Brest, en la cual se le cedan a Alemania inmensos territorios de la URSS. Quin proclam el derrotismo como arma bolchevique en 1913?Lenin: me s de memoria las palabras de su carta a Gorki:

    Como ve usted, nosotros, los llamados trotskistas, los inventores del derrotismo en 1905, que luego profesa Lenin en 1913, seguimos hoy aquella misma lnea. La lnea de Lenin K. Con una ligera diferencia Rakovsky: que hoy existe en la URSS el socialismo y no un Zar. R. Cree usted? K. En qu?

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    R. En la existencia del socialismo en la URSS. K. No es socialista la URSS? R. Para m, tan solo de nombre. Ah est la verdadera razn de la Oposicin. Concdame, y en pura lgica lo ha de conceder, que tericamente, racionalmente, nosotros tenemos el mismo derecho a decir no que tiene Stalin a decir s. Y si el triunfo del Comunismo justifica el derrotismo, quien estime al Comunismo frustrado o traicionado por el bonapartismo staliniano, tiene tanto derecho como Lenin a ser un derrotista. K. Creo Rakovsky, que su gran estilo dialctico le hace teorizar. En pblico, claro est, yo le argira; es bueno, lo reconozco, su argumento, el nico posible, dada su situacin; pero creo que le podra demostrar que solo es un sofisma Quede para otra ocasin; ya tendremos una oportunidad

    Espero que me conceda la revancha Por el momento, solo esto: si su derrotismo, si las derrotas de la URSS solo tienen como razn la instauracin del socialismo, del autntico socialismo, segn usted, el trotskismo, una vez liquidados sus jefes y su cuadros, como ya los hemos liquidado, el derrotismo, la derrota de la URSS, ya no tiene objeto ni razn La derrota sera hoy la entronizacin de un Fhrer o un Zar

    fascista No es eso? R. En efecto. Sin adulacin, su conclusin es perfecta. K. S, segn creo, lo afirma con sinceridad, ya hemos logrado mucho: yo, estalinista, y usted, trotskista, hemos remontado un imposible. Hemos llegado a un punto de coincidencia; coincidimos en que hoy no debe ser derrotada la URSS. R. No crea yo, lo confieso, hallarme frente a persona tan inteligente En

    efecto, por ahora, y acaso durante aos, no podemos desear ni provocar la derrota de la URSS, porque hoy, es cierto, no estamos situados en posicin de aprovecharla para la toma del Poder Mundial. No seramos nosotros, los comunistas, los beneficiados. Esta es

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    la situacin exacta, y coincido con usted. No puede interesarnos hoy la destruccin del estado estalinista; y lo digo afirmando a la vez que este estado es el ms anticomunista. Vea si hay en m sinceridad. K. La veo; as es la nica manera de llegar a entendernos. Le ruego, antes de ms, una explicacin de lo que yo tomo por contradiccin: si para vosotros es el estado sovitico el ms anticomunista, por qu no deseis hoy su destruccin? Otro cualquiera sera menos anticomunista; por

    tanto, menor obstculo para que vosotros instauraseis vuestro comunismo puro

    Caricatura de Robert Minor, en el peridico St. Louis Post Dispatch,

    ao 1911 (6 aos antes de la Revolucin comunista en Rusia). Aparece Carlos Marx en el centro, con el Manifiesto Comunista bajo su brazo izquierdo, rodeado de los financistas-capitalistas de Wall-Street, que

    amistosos le estrechan sus manos: John D. Rockefeller (Chase Manhattan Bank y Standard Oil), J.P. Morgan (Guaranty Trust y

    Equitable Life), John D. Ryan (National City Bank); George W. Perkins (socio de Morgan), Teddy Roosevelt (Presidente de EE.UU.) y Andrew

    Carnegie, todos aparecen en pleno Wall Street.

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    R. No, esa es una deduccin demasiado simplista. Aun siendo el bonapartismo estaliniano tan opuesto al comunismo como lo fue Napolen a la Revolucin [francesa], es un hecho evidente que la URSS contina teniendo an dogma y forma comunista; tiene un comunismo formal, no real. Y as como la desaparicin de Trotsky permiti a Stalin transformar automticamente el comunismo real en formal, la desaparicin de Stalin nos permitira transformar su comunismo formal en comunismo real. Nos bastara una hora. Me ha comprendido? K. S, naturalmente, nos ha dicho una clsica verdad, la de que nadie destruye aquello que desea heredar. Ahora bien: todo lo dems es artificio sofstico. Se basa en un supuesto que la evidencia repudia; el supuesto anticomunismo estaliniano Hay propiedad privada en la URSS? Hay plusvala personal? Hay clases? No continuar

    aduciendo hechos, para qu? R. Ya he concedido la existencia del comunismo formal. Todo eso que cita son meras formas. K. S? Con qu fin? Por un capricho banal? R. No, desde luego. Es una necesidad. La evolucin materialista de la historia es imposible detenerla; todo lo ms se la frena Y a qu costa!

    A costa de aceptarla en teora para frustrarla en la prctica. Es tan invencible la fuerza que lleva a la Humanidad al Comunismo, que solo esa misma fuerza torcida, oponindose a s misma, pueden lograr disminuir la velocidad de la evolucin; ms exactamente, disminuir el avance de la revolucin permanente K. Un caso? R. Hitler, el ms evidente. l ha necesitado del socialismo para vencer al socialismo. De ese su socialismo antisocialista que es el Nacional-Socialismo. Stalin necesita de un comunismo para vencer al comunismo. De ese su comunismo anticomunista que es su Nacional-Comunismo El paralelo es evidentePero a pesar del antisocialismo hitleriano y a pesar

    del anticomunismo estaliniano, ambos, a su pesar, contra su voluntad

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    objetivamente, trascendentalmente, hacen Socialismo y Comunismo, ellos y muchos ms. Quieran o no quieran, lo sepan o no lo sepan, construyen un Socialismo y un Comunismo formal que nosotros, los comunistas de Marx, hemos fatalmente de heredar K. Heredar? Heredar quin? La liquidacin del trotskismo es absoluta. R. Aunque usted lo dice no lo cree. Por gigantescas que las purgas sean, nosotros los comunistas sobreviviremos. No todos los comunistas estn al alcance de Stalin, por muy largos que sean los brazos de sus guardaespaldas. K. Rakovsky, le ruego y si es necesario se lo mando, que se abstenga de hacer alusiones ofensivas No abuse de su inmunidad diplomtica. R. Yo plenipotenciario! Embajador de quin? K. Precisamente, de ese inalcanzable trotskismo si as acordamos llamarle R. Del trotskismo a que usted alude, yo no puedo ser su diplomtico; no me ha concedido su representacin, ni me la he tomado yo, es usted quien me la da.

    Banqueros: Kuhn, Loeb, Baruch, Morgan, Meyer,

    P. Warburg, M. Warburg, Schiff, Brandeis, A. Rothschild.

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    K. Empiezo a confiarme. Anoto en su haber que al yo aludir a ese trotskismo no me ha negado su existencia. Ya es un buen principio. R. Y cmo negar? He sido yo quien ha hecho la mencin. K. Reconocida la existencia de un trotskismo muy particular, por mutua conveniencia, yo deseo que usted me haga ciertas sugerencias tendentes a explotar la coincidencia sealada. R. En efecto, cuanto estime pertinente, pero por propia iniciativa, sin asegurar que sea siempre el exacto pensamiento de Ellos. K. As lo he de considerar. R. Hemos convenido que, por ahora, no puede interesar a la Oposicin las derrotas y la cada de Stalin, por hallarnos en la imposibilidad fsica de reemplazarlo. Es en lo que coincidimos ambos. Ahora un hecho indiscutible. El atacante en potencia existe. Ah est ese gran nihilista, Hitler, apuntando la peligrosa pistola de la Wehrmacht contra todo el horizonte. Queramos o no, disparar contra la URSS? Convengamos

    que para nosotros esa es la decisiva incgnita Estima usted bien planteado el problema? K. Est bien planteado. Ahora bien: para m no tiene ya incgnita. Estimo infalible el ataque hitleriano a la URSS. R. Por qu? K. Sencillamente porque as lo dispone quien manda en l. Hitler solo es un condotiero del Capitalismo internacional. R. Le concedo la existencia del peligro; pero de ah a proclamar como infalible su ataque a la URSS media un abismo. K. El ataque a la URSS lo determina la esencia misma del fascismo; adems, lo impulsan a l todos los estados capitalistas que le han

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    autorizado su rearme y la toma de todas las bases econmicas y estratgicas necesarias. Es la evidencia misma. R. Olvida usted algo muy importante. El rearme de Hitler y las facilidades e inmunidades que le dieron hasta hoy las naciones de Versalles, fjese bien, se las dieron en un perodo singular, cuando la Oposicin an

    exista, cuando an podamos heredar a un Stalin derrotado Estima el hecho casual o mera coincidencia temporal? K. No veo ninguna relacin entre que permitieran las potencias de Versalles el rearme alemn y la existencia de la OposicinLa trayectoria

    del Hitlerismo es una trayectoria clara y lgica en l. El ataque a la URSS se haya de muy antiguo en su programa. La destruccin del Comunismo y la expansin hacia el Este son dogmas en Mi Lucha, ese Talmud del nacional-socialismo, y que vuestro derrotismo haya querido aprovechar esa conocida amenaza contra la URSS, es natural dada vuestra mentalidad. R. S, todo eso, a primera vista parece lgico y natural, demasiado lgico y natural para que sea verdad. K. Para que no lo fuera, para que Hitler no nos atacase, deberamos confiar en la alianza francesa, y esto s que sera ingenuidad. Sera tanto como

    confiar en que el Capitalismo se sacrificara por salvar al Comunismo, R. Discurriendo sin ms nociones polticas que las propias de un mitin de masas, tiene usted toda la razn. Pero si es usted sincero hablando as, perdneme, yo estoy decepcionado; cre ms elevada la cultura poltica de la famosa polica estaliniana. K. El ataque del hitlerismo a la URSS es, adems, una necesidad dialctica; es tanto como elevar al plano internacional la fatal lucha de clases. Junto a Hitler, por necesidad, estar todo el capitalismo mundial. R. As, con su dialctica escolstica, crame, yo me formo una idea ms pobre an sobre la cultura poltica del estalinismo. Le oigo hablar como podra escuchar Einstein a un alumno de liceo sobre la fsica

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    cuatridimensional. Veo que solo saben del Marxismo elemental, es decir lo demaggico y popular. K. Si no es muy larga y oscura su explicacin, le agradecera que me revelase algo de esa relatividad o quanta del marxismo. R. Nada de ironas, estoy hablando animado del mejor deseo. En ese mismo marxismo elemental, que an les ensean en la Universidad estalinista, puede hallar una razn que contradice su tesis sobre la infalibilidad del ataque hitleriano a la URSS. An les ensean como piedra angular del marxismo que la contradiccin es la enfermedad incurable y mortal del Capitalismo no es as? K. En efecto. R. Y siendo as, aquejado el Capitalismo de la contradiccin permanente en lo econmico, por qu no la ha de padecer tambin en lo poltico? Lo

    econmico y lo poltico no son entidades en s, son estados o dimensiones de la entidad social, y las contradicciones nacen en lo social, repercutiendo en la dimensin econmica o poltica o en ambas a la vez Sera un

    absurdo suponer falibilidad en lo econmico y, a la vez, una infalibilidad en lo poltico, algo necesario para que sea fatal ese ataque a la URSS que usted cree absolutamente necesario. K. Entonces usted fa todo a la contradiccin, a la fatalidad, al error ineludible que ha de padecer la burguesa que impedir el ataque de Hitler a la URSS. Yo soy marxista, Rakovsky, pero aqu, entre nosotros, sin escandalizar a ningn militante, le digo que, con toda mi fe en Marx, no fiara yo la existencia de la URSS a una equivocacin de sus enemigos, y

    creo que Stalin tampoco.

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    Christian Rakovsky.

    R. Pues yo sNo, no me mire as, que no me burlo ni estoy loco. K. Permtame, por lo menos, tener mis dudas, en tanto no me demuestre su afirmacin. R. Ve usted como tena yo motivo para calificar de mediocre su cultura marxista? Sus razones y reacciones son las mismas que las de un

    militante de base. K. Y no son las verdaderas? R. S, las verdaderas para el pequeo dirigente, el burcrata y la masa. Las convenientes para los que sean luchadores de fila Ellos las deben creer y repetir al pie de la letra Esccheme usted en el terreno confidencial. Con el marxismo sucede igual que con las antiguas religiones esotricas, sus fieles deban saber solo lo elemental y hasta grosero si se quera suscitar la fe, algo absolutamente necesario, tanto en religin como en Revolucin. K. No querr usted revelarme ahora un Marxismo misterioso, algo as como una masonera ms. R. No, nada de esoterismos. Al contrario, se lo presentar con meridiana claridad. El marxismo, antes que sistema filosfico, econmico y poltico, es una conspiracin para la Revolucin. Al ser la Revolucin para nosotros la nica realidad absoluta, filosofa, economa y poltica son

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    verdad en tanto y cuanto llevan a la Revolucin. La verdad intrnseca, subjetiva llammosla as, en la filosofa, economa y poltica y hasta en la moral no existe; ser verdad o error en abstraccin cientfica; pero al ser para nosotros subordinadas a la dialctica de la Revolucin -nicamente realidad y, por tanto, la nica verdad-, para todo autntico revolucionario, como lo fue para Marx, ha de ser as, debiendo obrar en consecuencia. Recuerde usted aquella frase de Lenin cuando alguien le dijo como argumento que su intento se opona a la realidad: Lo siento por la

    realidad, respondi. Cree usted que Lenin dijo una sandez? No, para l, toda realidad, toda verdad, era relativa, frente a la nica y absoluta: la Revolucin. Marx fue genial. Si su obra solo fuera una crtica profunda del capital, ya sera una labor cientfica sin par; pero donde alcanza la categora de obra maestra es como creacin irnica. El comunismo -dice- ha de triunfar, porque le dar el triunfo su enemigo, el capital. Tal es la tesis magistral de Marx Cabe ms grande irona? Para ser credo le bast con despersonalizar a Capitalismo y Comunismo, trasmutando el ente humano en ente de razn, con un arte de prestidigitador maravilloso. Tal fue su ingenioso recurso para decirle a los capitalistas, que son la realidad del Capital, que triunfara el Comunismo por su congnita idiotez: porque sin idiotez perpetua en el homo economicus, no puede haber en l la contradiccin permanente proclamada por Marx. Lograr que el homo sapiens se transmute en homo stultum es poseer un poder mgico, capaz de hacerle descender al hombre en la escala zoolgica a su primer peldao, al de la bestia. Solo dada la existencia del homo stultum en esta poca del apogeo del Capitalismo puede Marx formular su axiomtica ecuacin: Contradiccin + Tiempo = Comunismo. Crame, cuando nosotros, los iniciados, contemplamos una efigie de Marx, aunque sea la que se ufana sobre la puerta principal de la Lubianka, no podemos reprimir una carcajada interior, y es que Marx nos contagia; le vemos a l rerse de toda la Humanidad tras sus barbazas. K. Ser usted capaz de burlarse del ms prestigioso sabio de la poca? R. Burlarme yo? Si es admiracin! Para lograr Marx engaar a tantos

    hombres de ciencia era necesario que l fuera superior a todos. Ahora bien, para juzgar a Marx en toda su grandeza, debemos contemplar al Marx autntico, al Marx revolucionario, al del Manifiesto. Es decir, al Marx

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    conspirador, ya que durante su vida la Revolucin viva en estado de conspiracin. No en vano, sus avances y victorias ulteriores los debe la Revolucin a aquellos conspiradores. K. Niega usted entonces el proceso dialctico de las contradicciones del Capitalismo en el triunfo final del Comunismo? R. Tenga usted la seguridad de que si Marx hubiera credo que la victoria del Comunismo solo llegara gracias a la contradiccin capitalista, jams hubiera nombrado la contradiccin ni una sola vez en los miles de pginas de su obra cientfico-revolucionaria. Hubiera sido un imperativo categrico de la real naturaleza de Marx, no cientfica, sino revolucionaria. Un revolucionario, un conspirador, jams revela l a su adversario el secreto de su triunfo. Jams le da informacin; le da desinformacin, como usted sabe hacer en la contra conspiracin, no es as? K. Pero, en fin, llegamos a la conclusin, segn usted, de que no hay contradicciones en el Capitalismo, y que si Marx las seala, solo es como recurso estratgico revolucionario No es esto?Pero las contradicciones colosales, en ascenso constante, del Capitalismo ah estnA que ahora resulta que Marx mintiendo dijo la verdad R. Es usted peligroso como dialctico cuando rompe usted el freno de la dogmtica escolstica y da rienda suelta a su propio ingenio. En efecto, Marx dijo la verdad mintiendo. Minti al proclamar el error, la contradiccin, como constante de la Historia econmica del Capital y al declararla natural y fatal, ahora bien: a la vez dijo la verdad, ya

    que saba que las contradicciones se produciran y aumentaran en progresin creciente hasta llegar a su apogeo K. Entonces, resulta usted antittico. R. No hay anttesis. Marx engaa por razn tctica, sobre el origen de las contradicciones del Capitalismo, no sobre su evidente realidad. Marx saba cmo se producan, cmo se agudizaran y cmo llegaran a crear la anarqua total de la produccin capitalista, como prlogo del triunfo

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    de la Revolucin comunistaSaba que ocurriran porque conoca l a

    los que las producan. K. Es una novedad extraa el venir ahora a descubrir que no es la esencia y ley innata del Capitalismo la que lo lleva a matarse a s mismo, como

    dijo en frase feliz, ratificando a Marx, un economista burgus, Schmalenbach. Pero me interesa, me interesa, si por ah llegamos a lo personal.

    C. Rakovsky y Trotsky.

    R. No lo haba usted intuido? No advirti usted cmo en Marx se contradicen la palabra y la obra?l proclama la necesidad, la fatalidad de

    la contradiccin capitalista, evidenciando la plusvala y la acumulacin. Evidenciando una realidad. A mayor concentracin de los medios de produccin discute con acierto- corresponde mayor masa proletaria, mayor fuerza para instaurar el Comunismo, no?Pues bien: a la vez que as lo proclama, funda la Internacional. Y la Internacional en la lucha de clases diaria es reformista, es decir, una organizacin destinada a limitar la plusvala y, si puede, a suprimirla. Por tanto, la Internacional es objetivamente una organizacin contrarrevolucionaria, anticomunista, segn la teora marxista. K. Ahora resulta que Marx es un contrarrevolucionario, un anticomunista.

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    R. Ya ve usted cmo se puede explotar una cultura marxista primaria. El poder calificar de contrarrevolucionaria y de anticomunista a la Internacional con rigor lgico y doctrinal es no viendo en los hechos ms que su efecto visible e inmediato, y en sus textos, la letra. A tan absurdas conclusiones, bajo su aparente evidencia, se llega por olvidar que palabras y hechos estn subordinados en el Marxismo a las reglas estrictas de la ciencia superior a la que sirven: a las reglas de la conspiracin y la Revolucin. K. Llegaremos, al fin, a una conclusin definitiva? R. Desde luego. Si la lucha de clases en el rea econmica es, en su primer efecto, reformista y contraria por ello a las premisas tericas determinantes del advenimiento del Comunismo, en su autntica y real trascendencia es puramente revolucionaria. Pero, vuelvo a repetir, subordinndose a las reglas de la conspiracin; es decir, a la disimulacin y ocultacin de su verdadero finLa limitacin de la plusvala y, por tanto, de la acumulacin, en virtud de la lucha de clases, tan solo es apariencia, un espejismo creado para provocar el movimiento revolucionario primario en las masas. La huelga es ya un ensayo de movilizacin revolucionaria. Independientemente de si triunfa o fracasa, su efecto econmico es anrquico. Al fin, este medio para mejorar el estado econmico de una clase es en s un empobrecimiento de la economa general; sea cual sea el volumen y el resultado de una huelga, sta es una merma en la produccin. Efecto general: ms miseria, de la cual no se libra la clase obrera. Ya es algo. Pero no es el nico efecto, ni siquiera el principal. Como sabemos, el fin nico de toda la lucha de clases en el mbito econmico es ganar ms y trabajar menos; traducido a efectos econmicos, es consumir ms produciendo menos. Tal absurdo econmico en nuestro lxico, tal contradiccin-, inadvertido por las masas, cegadas de momento por un aumento de salario, es automticamente anulado por un aumento en los precios, y si stos se limitan por coaccin estatal, ocurre igual, la contradiccin de querer consumir ms produciendo menos es remediada con otra: la inflacin monetaria. Y as, se provoca ese crculo vicioso de huelga, hambre, inflacin, hambre.

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    K. Menos cuando la huelga es a costa de la plusvala del capitalismo. R. Teora, pura teora. Para entre nosotros, tome usted cualquier anuario de la economa de un pas y divida las rentas y utilidades totales entre los asalariados y ya ver qu cociente tan extraordinario logra. Es ese cociente lo ms contrarrevolucionario, y debemos guardarlo en el mayor secreto. Porque si del terico dividendo restamos los salarios y gastos de direccin que se producen al suprimir al propietario, resulta casi siempre un dividendo pasivo para los proletarios. Pasivo en realidad siempre, si computamos la disminucin del volumen y la baja de la calidad en la provincia. Como usted ve, proclamar que la huelga es luchar por el bienestar inmediato del proletariado, solo es un pretexto; un pretexto necesario para lanzarlo al sabotaje de la produccin capitalista; sumando as a las contradicciones del sistema burgus la del proletariado; doble arma de la Revolucin que, como es evidente, no se producen por s mismas, porque hay organizacin, hay jefes, hay disciplina y, sobre todo, ninguna estupidez No puede sospechar usted que las famosas contradicciones del Capitalismo, de las Finanzas especficamente, son tambin organizadas por alguien?... Como base de la induccin, le recuerdo que la Internacional Proletaria en su lucha econmica coincide con la Finanza Internacional, produciendo la inflacin, y donde hay

    coincidencia puede haber acuerdo. Son sus propias palabras. K. Entreveo un absurdo tan enorme o un intento de tejer una nueva paradoja, que no quiero ni siquiera imaginar. Parece como si usted quisiera insinuar la existencia de una especie de Internacional capitalista, otra Komintern,, naturalmente opuesta.

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    R. Exactamente, al decir Finanza Internacional yo personalizaba igual que si dijera Komintern; pero al reconocer yo la existencia de una Kapintern,

    no digo que sea la enemiga K. Si pretende usted que perdamos el tiempo con ingeniosidades y fantasas, le debo advertir que ha elegido un mal momento. R. Acaso me cree usted aquella favorita de las Mil y Una Noches, derrochando imaginacin velada tras velada para salvar su vida?No, si

    estima que divago, es un error suyo. Para llegar adonde ambos hemos propuesto, si yo no quiero fracasar, debo ilustrarle antes sobre cosas esenciales, dada su incultura total en lo que yo llamara marxismo superior. No puedo prescindir de la explicacin, porque s bien que la misma incultura hay en el KremlinDgame si prosigo K. Puede proseguir, pero le soy leal; si todo resulta luego un mero recreo imaginativo, su diversin tendr muy mal eplogo. Queda usted advertido. R. Prosigo cual si nada hubiese odo. Como usted es un escolstico de El

    Capital y quiero despertar sus dotes inductivas, le recordar algo muy particular. Advierta con qu agudeza deduce Marx, frente al rudimentario industrialismo ingls de sus tiempos, todo el futuro y gigantesco industrialismo contemporneo: cmo lo analiza y fustiga, cmo pinta al repulsivo industrial La imaginacin de usted, como la de las masas, cuando evoca la encarnacin humana del monstruoso Capital, lo ven tal y como lo pint Marx: un panzudo industrial, puro en boca, eructando satisfecho y violando a la esposa o a la hija del obrero No

    es as?... A la vez recuerde usted la moderacin de Marx y su ortodoxia burguesa cuando estudia la cuestin moneda. En el dinero no aparecen sus famosas contradicciones La finanza, como entidad en s, no existe para

    l, y el comercio y la circulacin del dinero son consecuencia del malvado sistema de produccin capitalista, que lo subordina y determina absolutamente En la cuestin dinero es Marx un reaccionario; y lo era, para mayor asombro, teniendo a la vista, llenando toda Europa con un brillo, aquella estrella de cinco puntas como la sovitica- de los cinco hermanos Rothschild.

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    Este hecho, tan enorme, que alucinaba las imaginaciones de la poca, pasa inadvertido para Marx. Algo extrao No es verdad? Acaso, de

    aquella ceguera tan particular de Marx proceda un fenmeno comn a todas las revoluciones sociales ulteriores. Todos podemos comprobar que cuando las masas se aduean de una ciudad o nacin muestran siempre una especie de temor supersticioso frente a Bancos y banqueros. Han matado reyes, generales, obispos, policas, sacerdotes y dems representantes del odiado privilegio; han saqueado e incendiado iglesias, palacios y hasta centros de enseanza; pero, siendo revoluciones econmico-sociales, respetaron la vida de banqueros y han resultado intactos los soberbios edificios de los Bancos Segn mis noticias, hasta ser yo preso, el mismo hecho se repite ahora K. Dnde? R. En Espaa No lo sabe? Pues pregunte usted; y ahora, dgame: no

    le parece todo muy extraordinario? Induzca polica No s si habr usted observado la extraa semejanza que hay entre la Finanza Internacional y la Internacional Proletaria. Se dira que una es la contrafigura de la otra; y, de haber contrafigura, ser en la Proletaria, por ser ms moderna que la Finanza. K. Dnde ve una semejanza en cosas tan opuestas? R. Objetivamente, son idnticas. Si, como ya he demostrado, la Komintern, secundada por la Reformista y por todo el sindicalismo, provoca la anarqua de la produccin, la inflacin, la miseria y la desesperacin de las masas, la Finanza, sobre todo la Finanza Internacional, secundada consciente o inconscientemente por las finanzas privadas, crea las mismas contradicciones, pero multiplicadas Podramos ya intuir la razn por la

    cual Marx encubri las contradicciones financieras, que a su aguda visin no pudieron ocultarse, si tuvo en la Finanza una aliada, cuya accin, objetivamente revolucionaria, era ya entonces de una trascendencia extraordinaria. K. Coincidencia inconsciente; no alianza, que presupondra inteligencia, voluntad, pacto

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    R. Si le parece, aplazaremos ese aspecto Ahora es mejor pasar al anlisis

    subjetivo de la Finanza, y, an ms, veamos tambin la personalidad de sus hombres. La esencia internacionalista del dinero es demasiado conocida; de tal realidad procede que la entidad que lo posee y lo sublima sea cosmopolita. La Finanza, en su apogeo, fin en s, la Finanza Internacional, niega y desconoce todo lo nacional. No reconoce al Estado, por tanto, es ella objetivamente anarqua, y lo sera absolutamente si ella, negadora de todo Estado nacional, no fuera por necesidad Estado en su esencia. El Estado puro es tan solo Poder. Y el Dinero es Poder puro. El Dinero es Estado. El Superestado comunista que desde hace un siglo construimos y cuyo esquema es la Internacional de Marx, analice y ver su esencia. El esquema, la Internacional y su prototipo, la URSS, son tambin puro Poder. La identidad esencial es absoluta entre ambas creaciones. Algo fatal, porque la personalidad de sus autores tambin era idntica, tan internacionalista es el financiero como el comunista. Los dos, por pretextos distintos y con distintos medios, niegan y combaten al Estado nacional burgus. El marxismo, para integrarlo en el Superestado comunista; de ah que sea el marxista un internacionalista; el financiero niega al Estado nacional burgus, y su negacin parece ser fin en s; propiamente, no se muestra internacionalista, sino como anarquista cosmopolita Esta es su apariencia hoy, pero ya veremos lo que l es y

    quiere ser. En lo negativo, como ve, hay una identidad individual entre comunistas internacionalistas y financieros cosmopolitas; como natural efecto, tambin la hay entre la Internacional Comunista y la Finanza Internacional. K. Casual semejanza subjetiva y objetiva en los contrarios, borrada y rota en lo radical y trascendental. R. Permtame no responder ahora para no romper el orden lgico. Slo quiero ratificar el axioma fundamental: El Dinero es Poder. El dinero es hoy el centro de la gravitacin universal Creo que se hallar de acuerdo? K. Prosiga usted, Rakovsky; se lo ruego.

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    R. Saber cmo lleg la Finanza Internacional a ser duea del dinero, ese mgico talismn que ha venido a ser lo que Dios y nacin fueron para las gentes, sucesivamente, hasta la poca contempornea, es algo que supera en inters cientfico al mismo arte de la estrategia revolucionaria; porque tambin es arte y tambin Revolucin. Se lo expondr. Cegados los ojos del historiador y de las masas por el clamor y fausto de la Revolucin francesa, embriagado el pueblo por haber logrado arrebatar al Rey, al privilegiado, todo su poder, no advirtieron que un puado de hombres, sigilosos, cautos, insignificantes, se haban adueado del autntico poder de la realeza, de un poder mgico, casi divino, que ella, sin saberlo, posea. No advirtieron las masas que otros tomaron para s ese poder que pronto las reducira a una esclavitud ms feroz que la del mismo Rey, porque l, por sus prejuicios religiosos y morales y su estupidez, fue incapaz de usar de tal Poder. As resulta que se aduearon del mayor Poder del Rey los hombres cuya calidad moral, intelectual y cosmopolita les permita ejercerlo. Naturalmente, fueron aquellos que de nacimiento no eran cristianos y s cosmopolitas. K. Cul pudo ser ese mtico poder del que se aduearon?

    R. Ellos tomaron para s el real privilegio de acuar moneda No se sonra usted que me va a hacer creer que ignora lo que la moneda es Yo

    le ruego que se ponga en mi caso. Mi situacin frente a usted es igual que la del camarada doctor si se viese obligado a explicar bacteriologa a un mdico resucitado anterior a Pasteur. Pero me explico su ignorancia y la disculpo. El lenguaje, utilizando palabras que suscitan ideas falsas sobre

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    cosas y hechos, gracias al poder de la inercia mental, no proporciona nociones reales y exactas. He nombrado la moneda, naturalmente su imaginacin ha reflejado en el acto la figura de la moneda fsica, de metal y papel. Pues no. El dinero no es ya eso; la moneda fsica circulante es un verdadero anacronismo. Si existe y circula es por un atavismo, solo porque conviene para mantener una ilusin, hoy pura ficcin imaginativa K. Es atrevida y hasta potica tan brillante paradoja R. Ser brillante si quiere, pero no es paradoja lo que digo. Ya s y eso le hizo sonrer- que an acuan los estados en trozos de metal y papel los bustos reales o los escudos nacionales, pero y qu? La gran masa del dinero circulante, el de las grandes transacciones, la representacin de toda la riqueza nacional, moneda, s moneda, la empezaron a emitir aquellos pocos hombres a que alud. Ttulos, letras, cheques, pagars, endosos, descuentos, cotizaciones, cifras y ms cifras, cual catarata desatada, invadi las naciones Qu fue a su lado ya la economa metlica y el papel moneda? Algo intrascendente, mnimo, frente a la

    creciente marea que todo lo inundaba de moneda financiera Ellos, finsimos psiclogos, en la impunidad de la ignorancia general, llegaron a ms. Sobre la inmensa serie abigarrada de moneda financiera, a fin de darle un volumen rayano en lo infinito y la velocidad del pensamiento, crearon la moneda crdito, abstraccin, ente de razn, cifra, guarismo, crdito, fe Ya comprende usted? Estafa, moneda falsa

    dotada de curso legal En otros trminos, para mejor hacerme comprender, Bancos y Bolsas y todo el sistema financiero universal es una mquina gigante para cometer la monstruosidad contra natura, como Aristteles la calific, de hacerle al dinero producir dinero, algo, que si ya es un delito de lesa economa, en el caso de los financieros es un delito de Cdigo penal, por ser usura. Ya s cul es el argumento defensivo: que cobran ellos un inters legal An concedido, que ya es

    mucho conceder, la usura existe igual, porque si el inters cobrado es el legal, ellos fingen, falsificndolo, un capital inexistente. Los Bancos tienen siempre, prestado o en movimiento productivo, una cantidad de moneda-crdito, moneda en nmeros, cinco y hasta cien veces mayor que la cifra de moneda fsica emitida. No dir las veces que supera la

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    moneda-crdito la moneda falsa fabricada- a la moneda desembolsada como capital. Teniendo en cuenta que devenga inters legal, no el capital real, sino el capital inexistente, el inters ha de ser tantas veces ilegal como la falsificacin veces multiplique al capital real Y tenga en cuenta que el

    sistema que detallo es el ms inocente de los usados para fabricar moneda falsa. Imagine, si puede, a unos pocos hombres con un poder infinito de posesin de bienes reales y los ver dictadores absolutos del valor en cambio, por tanto dictadores de la produccin y la distribucin y, en consecuencia, del trabajo y del consumo. Si le alcanza su imaginacin, eleve su accin a la escala mundial y ya ver su efecto anrquico, moral y social, es decir, revolucionario Ya comprende usted? K. No, an no. R. Naturalmente, resulta muy difcil comprender los milagros. K. Milagro? R. S, milagro. No es un milagro ver a un banco de madera transformarse en catedral? Pues tal milagro lo han visto mil veces sin pestaear las

    gentes durante todo un siglo. Porque milagro prodigioso fue que los bancos donde los mugrientos usureros se sentaban para comerciar con su dinero sean hoy esos templos que ufanan sus columnatas paganas en cada esquina de la urbe moderna, donde la muchedumbre va, posesa de la fe, que ya no le inspiran las deidades celestiales, para ofrendar fervorosa todas sus riquezas a la deidad Dinero, que habita, segn cree, dentro de la frrea caja fuerte del banquero, dedicada a su divina misin de multiplicarse hasta el infinito metafsico K. Es la nueva religin de la podrida burguesa. R. Religin, s, la religin del Poder. K. Resulta usted un poeta de la economa. R. La poesa es necesaria si se quiere dar idea de la Finanza, la obra de arte ms genial y ms revolucionaria de todas las pocas.

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    K. Es una visin equivocada. La finanza, como Marx y, sobre todo, Engels la definen, est determinada por el sistema de produccin capitalista R. Exacto, solo que a la inversa: el sistema de produccin capitalista es el determinado por la Finanza. El que diga lo contrario Engels, y hasta que intente demostrarlo, es la prueba ms evidente de que la Finanza reina sobre la produccin burguesa. Siendo, como es, la Finanza, desde antes de Marx y Engels, la mquina ms potente de la Revolucin la Komintern a su lado es un juguete no la iban a descubrir y delatar Engels y Marx. Al contrario, sirvindose de su talento cientfico, debieron camuflar otra vez la verdad en beneficio de la Revolucin. Y eso hicieron ambos. K. No es nueva la historia; me recuerda todo eso algo de Trotsky y escrito hace ms de diez aos. R. Dgame K. Cuando proclama l que la Komintern es una organizacin conservadora comparada con la Bolsa de Nueva York, sealando a los grandes banqueros como forjadores de la Revolucin. R. S, l dijo esto en un pequeo libro en que vaticinaba el derrumbamiento de Inglaterra S, deca eso y aada: Quin empuja a Inglaterra por el

    camino de la Revolucin? Y se contestaba: No Mosc, sino Nueva

    York. K. Pero recordar usted que tambin afirmaba que si forjaban la Revolucin los financieros de Nueva York era inconscientemente. R. La explicacin que ya he dado para razonar por qu camuflaron la verdad Engels y Marx es igualmente vlida para Len Trotsky. K. Solo aprecio en Trotsky una visin, con cierto estilo literario, de un hecho ya de sobra conocido con el cual ya se contaba, porque como bien

    dice Trotsky mismo, esos banqueros cumplen irresistiblemente,

    inconscientemente, su misin revolucionaria.

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    R. Y cumplen su misin a pesar de que Trotsky se lo avisa? Qu cosa ms extraa que ellos no rectifiquen! K. Los financieros son revolucionarios inconscientes, porque lo son solo objetivamente, por su incapacidad mental para ver los ltimos efectos. R. Lo cree usted sinceramente? Cree usted unos inconscientes esos verdaderos genios? Cree usted unos idiotas a los hombres a quienes

    obedece hoy el mundo entero? Esta s que sera una contradiccin

    estupenda! K. Qu pretende usted? R. Sencillamente afirmo que son revolucionarios, objetiva y subjetivamente, totalmente conscientes. K. Los banqueros! Se ha vuelto usted loco? R. Yo no Y usted? Reflexione. Esos hombres son hombres como

    usted y yo. El poseer ellos el dinero, por ser sus creadores, sin conocido lmite, no puede determinar el fin de todas sus ambiciones. Si conoce algo a los hombres, en razn directa a su satisfaccin est la ambicin. Y de todas, la que ms, la ambicin del Poder Por qu no han de sentir el impulso al

    dominio, al dominio total, esos hombres banqueros? Igual, exactamente igual que usted y yo. K. Mas si, segn usted y creo yo, ya tienen el poder econmico universal qu otro pueden ellos desear? R. Ya lo he dicho: el poder total. Un poder como el de Stalin sobre la URSS, pero universal. K. Un poder como el de Stalin? Pero con fin contrario R. El poder, si en realidad es absoluto, solo puede ser uno. La idea de absoluto excluye la de pluralidad. Por tanto, el Poder al cual aspira la

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    Kapintern y la Komintern, por ser absoluto y por ser ambos en un orden

    mismo, en el poltico, han de ser un solo e idntico Poder. El Poder absoluto es fin en s o no es absoluto. Y hasta hoy no se invent otra mquina de poder total ms que el Estado Comunista. El poder capitalista burgus, an en teora con la encarnacin de la divinidad en los Faraones y Csares de la antigedad, el tipo econmico de vida en aquellos estados primitivos y el atraso tcnico del aparato estatal, dejaban siempre un margen de libertad individual. Comprende usted que los que dominan ya relativamente sobre las naciones y los gobiernos de la tierra pretendan el dominio absoluto? Comprenda que es el nico no

    alcanzado por ellos K. Esto es interesante, al menos como un caso de locura

    Este documento asombroso, una cita rutinaria de H.H.C. Schacht,

    administrador del dinero de la Alemania Nazi, fue suprimido deliberadamente por Insiders a la hora del juicio de Nremberg

    despus de la Segunda Guerra Mundial. Demuestra la fuerza VERDADERA detrs de Hitler los banqueros internacionales-

    representados por Max Warburg, el hermano de Paul Warburg, el principal arquitecto del Sistema de Reserva Federal (USA). Publicado

    en Fourth Reich of the Rich; des Griffin; Emissary Publications;

    USA, 1976, Pg. 98.

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    R. Inferior, desde luego, a la locura de un Lenin soando con dominar al mundo entero en una buhardilla de Suiza o a la de un Stalin soando igual en su destierro dentro de una choza siberiana Me parece ms natural tal

    ambicin acariciada por los seores del dinero desde lo alto de un rascacielos neoyorkino. K. Acabemos, Quines son ellos? R. Es usted tan ingenuo que cree que si supiera quines son Ellos estara

    yo aqu prisionero? K. Por qu? R. Por la sencilla razn de que a quien los conoce a Ellos no lo ponen en

    situacin de que sea obligado a denunciarlos Es una regla elemental de toda conspiracin inteligente, como usted puede comprender muy bien. K. No ha dicho usted que son banqueros? R. Yo no, recuerde que siempre le he dicho la Finanza Internacional y que al personalizar he dicho siempre Ellos nada ms. Si he de informarle con sinceridad, solo le dir hechos, no nombres, porque no lo s. No creo equivocarme si le digo que Ellos no son ninguno de los hombres que

    aparecen ocupando cargos en la poltica o en la Banca mundial. Segn tengo entendido, desde el asesinato de Rathenau, el de Rapallo, no emplean en la poltica y en la finanza ms que hombres interpuestos. Naturalmente, hombres de toda su confianza, con una fidelidad garantizada por mil medios distintos, as que cabe asegurar que los banqueros y polticos, tan solo son sus hombres de paja, por grande que sea su rango, y

    aun cuando aparezcan personalmente como autores de los hechos. K. Aunque comprensible y lgico a la vez, no pudiera ser su razonada ignorancia solo un subterfugio de usted? A mi parecer, y segn mis noticias, ha tenido usted demasiada categora en esa conspiracin para no

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    saber ms Ni siquiera induce usted la personalidad de alguno de

    Ellos? R. S, pero acaso no me crea. He llegado a inducir que debe tratarse de un hombre u hombres con una personalidad cmo le dira?

    mstica, un Gandhi o algo as, pero sin su espectacularidad. Msticos del Poder puro, despojados de sus groseros accidentes. No s si me comprende usted. Ahora bien, saber yo su nombre y residencia, eso no Imagine usted hoy a Stalin dominando realmente en la URSS, pero sin estar rodeado de murallas ni de su guardia personal, sin ms garanta legal para su vida que la de cualquier ciudadano, cul sera su recurso para librarse de atentados? El de todo conspirador, por grande que sea su fuerza: el anonimato. K. Hay lgica en cuanto dice, pero no lo creo a usted. R. Pues crame, nada s, si lo hubiera sabido qu feliz sera! No estara

    yo aqu defendiendo mi vida. Comprendo perfectamente sus dudas y la necesidad que debe sentir su vocacin policaca de averiguar algo personal. En honor a usted, y tambin por ser necesario al fin que perseguimos ambos, har lo posible por orientarle. Sepa usted que la historia no escrita, solo conocida por nosotros, nos seala como fundador de la Primera Internacional Comunista naturalmente, secreta- a Weishaupt. Ya recuerda su nombre? Fue el jefe de aquella masonera conocida bajo el nombre de Iluminismo, cuyo nombre lo tom de la segunda conspiracin anticristiana y comunista de la Era, el Gnosticismo. Previsto por aquel gran revolucionario semita y ex-jesuita, el triunfo de la Revolucin Francesa, decidi l, o le fue ordenado hay quien seala como jefe suyo al gran filsofo Mendelssohn fundar una organizacin secreta que impulsase la Revolucin francesa ms all de sus objetivos polticos, a fin de transformarla en Revolucin social para instaurar el Comunismo. En aquellos tiempos heroicos, era un enorme peligro tan solo mencionar el comunismo como meta, de ah todas las precauciones, pruebas y misterios de que debi rodear al Iluminismo. An faltaba un siglo para que, sin peligro de prisin o muerte, se pudiera declarar comunista un hombre pblicamente. Esto es ms o menos conocido. Lo que se ignora es la relacin de Weishaupt y sus

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    secuaces con el primero de los Rothschild. El misterio del origen de la fortuna de los ms famosos banqueros pudiera explicarse siendo tesoreros de aquella primera Komintern. Indicios hay de que cuando los cinco hermanos se reparten en cinco provincias el imperio financiero de Europa, algo tambin oculto les ayuda a formar aquella fortuna fabulosa, pueden ser aquellos primeros comunistas de las catacumbas de Baviera, esparcidos ya por Europa entera. Pero dicen otros, creo que con mayor razn, que no fueron los Rothschild tesoreros, sino jefes de aquel oculto comunismo primero. Se apoya esta opinin en el hecho cierto de que Marx y los ms altos jefes de la Primera Internacional, ya pblica, entre ellos Herzen y Heine, obedecieron al Barn Lionel Rothschild, cuyo retrato revolucionario, hecho por Disraeli, premier ingls y tambin criatura suya, nos lo leg pintado en el personaje Sidonia, el hombre que, segn el relato, conoca y mandaba, siendo un multimillonario, en ms espas, carbonarios, masones, criptojudos, gitanos, revolucionarios, etc., etc. Parece todo fantstico, pero est demostrado que Sidonia es el retrato idealizado del hijo de Nathan Rothschild, como tambin consta la batalla que libr contra el Zar Nicols en favor de Herzen. Batalla que gan. Si todo lo que se puede adivinar a la luz de estos hechos es realidad, como yo creo, ya podramos hasta personalizar quin es el inventor de la formidable mquina de acumulacin y de anarqua que es la Finanza Internacional, el cual sera, a la vez, el mismo que cre la Internacional Revolucionaria. Algo genial, crear con el Capitalismo la acumulacin en el ms alto grado, empujar al proletariado al paro y a la desesperacin y, a la vez, crear la organizacin que deba unir a los proletarios para lanzarlos a la Revolucin. Sera ste el captulo ms sublime de la Historia. Ms an, se recuerda una frase de la madre de los cinco hermanos Rothschild: Si mis hijos quieren no habr guerra. Es decir, que eran ellos rbitros, seores, de la paz y la guerra, y no los Emperadores. Es usted capaz de imaginar un hecho de tan csmica trascendencia? No se ve as ya la guerra en

    funcin revolucionaria? Guerra-Commune. Desde entonces, toda guerra fue un paso de gigante hacia el Comunismo. Como si una fuerza misteriosa diera satisfaccin al anhelo que Lenin expres a Gorki. Recuerde: 1905-1914. Reconozca usted, por lo menos, que dos de las tres palancas que llevan al mundo hacia el Comunismo no son ni pueden ser manejadas por el proletariado. Las guerras no fueron provocadas ni dirigidas por la III

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    Internacional ni por la URSS, que no existan an. Tampoco pudieron provocarlas, aunque las ansiasen, y menos dirigirlas aquellos pequeos grupos de bolcheviques que languidecan en la emigracin. Esto es una evidencia meridiana. Y menos an pudo ni puede la Internacional ni la URSS conseguir esa tremenda acumulacin de Capital y la anarqua nacional e internacional de la produccin capitalista. Anarqua capaz de hacer quemar ingentes cantidades de alimentos antes de darlos a las gentes hambrientas, capaz de lo que con frase escupi Rathenau: Hacer que medio mundo se dedique a fabricar mierda y hacer que el otro medio la consuma. Y, por ltimo, no podr el proletariado sostener que se debe a l esa inflacin en progresin geomtrica creciente, desvalorizacin, robo permanente de la plusvala y ahorro del capital no financiero, no capital-usura, por ello, incapaz de recobrar la baja constante de su poder adquisitivo, produciendo as la proletarizacin de la clase media, la enemiga verdadera de la Revolucin No es el proletariado quien maneja la palanca econmica ni la palanca de la guerra. Es l, s, una tercera palanca, la nica visible y espectacular, que da el golpe definitivo a la fortaleza del estado capitalista y la toma S, la toma, cuando Ellos se

    la entregan K. Vuelvo a repetirle que todo eso, tan literariamente relatado por usted, tiene un nombre que ya hemos repetido hasta la saciedad en esta inacabable conversacin: contradiccin natural del Capitalismo, y si, como pretende, hay una voluntad y una accin ajena a la del proletariado, le desafo a que me seale concretamente un caso personal. R. Solo con uno se conforma? Pues escuche una pequea historia: Ellos aislaron diplomticamente al Zar para la guerra ruso-japonesa, y los EEUU financiaron al Japn, exactamente, Jacob Schiff, jefe de la Banca Kuhn, Loeb y C, la sucesora, esperndola, de la Casa Rothschild, de la cual proceda Schiff. Fue tal su poder, que logr que las naciones con imperio colonial en Asia apoyaran la creacin del Imperio xenfobo nipn, cuya xenofobia ya la est sintiendo Europa. De los campos de prisioneros vinieron los mejores luchadores a Petrogrado, adiestrados por los agentes revolucionarios que desde Amrica se introdujeron en ellos, con permiso conseguido del Japn por sus financiadores. La guerra ruso-japonesa, con la organizada derrota de los ejrcitos zaristas, provoc la Revolucin de

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    1905, que, aun siendo prematura, estuvo a punto de triunfar, y que si no lleg a triunfar, cre las condiciones polticas necesarias para la victoria de 1917. An hay ms. Ha ledo usted la biografa de Trotsky? Recuerde

    su primera poca de revolucionario. Es un jovenzuelo, ha permanecido con los emigrados algn tiempo en Londres, Pars y Suiza, despus de su evasin de Liberia; Lenin, Plejanov, Martos y dems jefes lo consideran solo como un nefito que promete. Pero se atreve ya, cuando la primera escisin, a quedar independiente, intentando ser rbitro de la unificacin. En 1905 acaba de cumplir veinticinco aos, y vuelve a Rusia solo, sin partido ni organizacin propia. Lea usted los relatos no purgados por

    Stalin de la Revolucin de 1905, los de Lunatcharski por ejemplo, que no es trotskista. Trotsky es la primera figura de la Revolucin de Petrogrado, esta es la verdad. Solo l sale de ella prestigiado y con popularidad. Ni Lenin, ni Martos, ni Plejanov la ganan, la conservan o disminuyen. Cmo y por qu se alza el ignorado Trotsky, ganando de golpe autoridad superior a los ms viejos y prestigiosos revolucionarios?

    Sencillamente, se ha casado. Junto a l viene a Rusia su mujer, Sedova. Sabe usted quin es ella? Es la hija de Givotovsky, unido a los banqueros Warburg, socios y parientes de Jacob Schiff, grupo financiero que, como he dicho, financi al Japn, y, a travs de Trotsky, financi a la vez la Revolucin de 1905. Ah tiene el motivo de que Trotsky, de un golpe, pasase a la cabeza del escalafn revolucionario. Y ah tiene la clave de su personalidad verdadera. Demos un salto a 1914. Tras el atentado del Archiduque se halla Trotsky, y el atentado provoca la guerra europea. Cree usted de veras que el atentado y la guerra solo son casualidades? como dijo en un congreso sionista Lord Melchett. Analice usted a la luz de la no-casualidad el desarrollo de la campaa de Rusia. El derrotismo es una obra maestra. La ayuda de sus

    aliados al Zar est reglada y dosificada con tal arte, que sirve de argumento a los embajadores aliados para conseguir de la estupidez de Nicols ofensivas-masacres una tras otra. La masa de carne rusa era gigantesca, pero no inagotable. Las organizadas derrotas traen la Revolucin. Cuando amenaza por todos lados, el remedio que se halla es instaurar la Repblica democrtica. La repblica como Lenin la llam- de las Embajadas, es decir, aseguran la impunidad de los revolucionarios. An hace falta ms Kerenski, debe provocar otra ofensiva-masacre, y la realiza, para que sea desbordada la revolucin democrtica. Y ms todava: Kerenski debe

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    hacer la entrega total del estado al Comunismo, y la consuma Trotsky puede ocupar invisiblemente todo el aparato estatal. Qu ceguera ms extraa! Esta es la realidad de la

    Revolucin de Octubre, tan cantada Los bolcheviques tomaron lo que Ellos les entregaron. K. Se atreve usted a decir que Kerenski fue cmplice de Lenin? R. De Lenin no, de Trotsky s, mejor dicho de Ellos. K. Absurdo! R. No puede usted comprenderprecisamente usted? Me extraa. Si usted, como espa que es, bajo el secreto de su personalidad, consiguiese llegar a ser jefe de una fortaleza enemiga no abrira usted las puertas a

    las fuerzas atacantes, a las que realmente serva? No sera usted un derrotado y un prisionero ms? Acaso no correra usted el peligro de morir al ser asaltada la fortaleza, si un asaltante, ignorando que solo era un disfraz su uniforme, lo crea enemigo? Crame, sin estatuas ni mausoleo, le debe ms el Comunismo a Kerenski que a Lenin. K. Quiere usted decir que fue Kerenski un derrotado consciente y voluntario?

    Alexander Kerenski.

    R. S me consta. Comprenda que yo intervine personalmente en todo esto. Pero an le dir ms, sabe usted quin financi la Revolucin de Octubre? La financiaron Ellos, precisamente, a travs de los

    mismos banqueros que financiaron al Japn y la Revolucin de

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    1905. Jacob Schiff y los hermanos Warburg, es decir, la gran constelacin bancaria, una de las cinco de la Reserva Federal, la Banca Kuhn, Loeb y C; interviniendo otros banqueros americanos y europeos, como Guggenhein, Heneauer, Breitung, Aschberg, de la Nya Banken, sta de Estocolmo Yo estaba, por casualidad all, en Estocolmo, e intervine en las transferencias de fondos. Hasta llegar Trotsky, yo fui el nico que intervino del lado revolucionario. Pero Trotsky lleg al fin, debo subrayar que los aliados lo expulsaron de Francia por derrotista y los mismos aliados lo liberaron para que fuera derrotista en la aliada RusiaOtra casualidad Quin la conseguira? Los mismos que

    consiguieron hacer pasar a Lenin a travs de Alemania. S Ellos, los de

    Inglaterra, consiguen sacar a Trotsky, el derrotista, de un campo canadiense y hacerle que llegue, dndole paso franco todos los controles aliados, a Rusia, otros Ellos, uno Rathenau, consiguen el paso de Lenin a travs de la Alemania enemiga. Si estudia usted historia de la Revolucin y de la guerra civil sin prejuicios y con el espritu inquisitivo que sabe usted emplear en cosas menos importantes y de menor evidencia, tanto en el conjunto de los acontecimientos como en los detalles y hasta en lo anecdtico, hallar usted una serie de casualidades asombrosas. K. Bien, aceptemos como hiptesis que no sea todo suerte. Qu deduce de ah a efectos prcticos? R. Djeme terminar esta pequea historia, y luego ya deduciremos ambos Trotsky, desde su arribo a Petrogrado es admitido sin reservas por

    Lenin. Como sabe demasiado bien, las disensiones entre ambos fueron profundas durante el tiempo que media entre las dos revoluciones. Todo se olvida y Trotsky es el artfice del triunfo de la Revolucin, quiera Stalin o no quiera. Por qu? El secreto lo tiene la mujer de Lenin,

    la Krupskaya. Ella sabe quin es realmente Trotsky, ella es quien convenci a Lenin para que aceptase a Trotsky. Si no lo acepta, Lenin hubiera seguido bloqueado en Suiza, esta ya era una poderosa razn para l y tambin lo fue el saber qu ayuda traa Trotsky a la Revolucin. Supo Lenin, desde luego, que Trotsky traa el dinero y poderosas ayudas internacionales; el vagn precintado fue la demostracin. Luego, la unidad en torno al insignificante Partido bolchevique de toda el ala izquierda revolucionaria, socialistas revolucionarios y anarquistas es obra

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    de Trotsky, no de la intransigencia frrea de Lenin. No en vano, el antiguo Bund de proletarios judos, del cual nacieron todas las ramas revolucionarias moscovitas, a las cuales dio el noventa por ciento de sus jefes, era el verdadero partido del sin partido Trotsky. Naturalmente, no

    el Bund oficial y pblico, sino el Bund secreto, insertado en todos los partidos socialistas y cuyos jefes estn casi todos bajo su disciplina. K. Tambin Kerensky? R. Kerensky tambin, y algunos jefes no socialistas, jefes de facciones polticas burguesas. K. Cmo as? R. Olvida usted el papel de la Masonera en la primera fase democrtico-burguesa de la Revolucin? K. Tambin obedeca al Bund? R. Como inmediato escaln, desde luego, pero, en realidad, obedeca a Ellos. K. A pesar de la marea marxista que se alzaba, la cual tambin amenazaba sus privilegios y sus vidas?

    Adolf Hitler y Hjalmar Schacht.

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    R. A pesar de todo eso: naturalmente, no vea tal peligro. Tenga usted en cuenta que todo masn ha visto y ha credo ver ms de lo real con su imaginacin, porque imaginaba lo que le convena. La presencia en aumento de masones en los gobiernos y jefaturas de estado de las naciones burguesas es para ellos una prueba del poder poltico de su asociacin. Tenga en cuenta que, en aquellas fechas, todos los gobernantes de las naciones aliadas eran masones, con muy contadas excepciones Esto era un argumento de gran fuerza para ellos.

    Tenan absoluta fe de que la Revolucin se detendra en la Repblica burguesa, tipo francs. K. Segn el cuadro que me han pintado de Rusia en 1917, se necesitaba que fueran muy ingenuos para creer eso. R. Lo eran y lo son. Los masones no han aprendido aquella primera leccin que fue la Gran Revolucin, en la cual jugaron un enorme papel revolucionario, y devor a la mayora masnica, empezando por su Gran Maestre, el Orlens: mejor dicho, por el masn Luis XVI, para continuar con girondinos, hebertistas, jacobinos, etc., y si sobrevivieron algunos fue gracias al Brumario. K. Quiere usted decir que los masones estn destinados a morir a manos de la Revolucin, trada con su ayuda? R. Exacto Ha formulado usted una verdad encerrada en un gran secreto.

    Yo soy masn, ya lo saba usted no? Pues bien: le dir a usted cul es ese gran secreto que se promete descubrirle al masn en el grado inmediato superior, pero que no lo descubre ni en el 25, ni en el 33,

    ni en el 93, ni en el ms alto de ningn rito Naturalmente, yo no lo

    conozco por ser masn, sino por pertenecer a Ellos K. Y cul es? R. Toda la formacin del masn y el fin pblico de la Masonera tiende a que logren y concedan todas las premisas necesarias para el triunfo de la Revolucin Comunista; naturalmente, bajo pretextos muy varios,

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    pero que se cubren bajo su conocido trilema. Comprende? Y como la Revolucin Comunista supone la liquidacin como clase de toda la burguesa y la fsica de todo dirigente poltico burgus, el secreto autntico de la Masonera es el suicidio de la Masonera como organizacin y el suicidio fsico de todo masn algo importante Ya comprender usted que tal fin reservado al masn, bien merece misterios, escenografa y tantos y tantos secretos interpuestos para

    ocultar el autntico No se pierda, si usted tiene ocasin, el presenciar en alguna futura Revolucin el gesto de asombro y la estupidez reflejada en el rostro de un masn cuando se convence de que l va a morir a manos de los revolucionarios Cmo grita y quiere hacer valer sus servicios a la Revolucin! Es un espectculo como para morir uno tambin, pero de

    risa. K. Y an niega usted la estupidez congnita en la burguesa? R. La niego en la burguesa como clase, no en sectores determinados. La existencia de manicomios no indica una locura general. La Masonera puede ser tambin un manicomio, pero en libertad Mas prosigo: ha

    triunfado la Revolucin; la toma del Poder se consum. Se presenta el primer problema: la Paz y con l la primera disensin dentro del Partido, en la cual toman parte las fuerzas de la coalicin que disfruta el poder. No le relatar lo que ya es de sobra conocido sobre la lucha que se libra en Mosc entre los partidarios y adversarios de la paz de Brest. Solo le indicar que lo llamado despus Oposicin trotskista, los liquidados y los por liquidar, ya se definieron all, todos eran contrarios a firmar el tratado de paz. Aquella paz fue un error, traicin inconsciente de Lenin a la Revolucin internacional. Imagnese a los bolcheviques sentados en Versalles en la conferencia de la Paz y en la Sociedad de Naciones despus, con el Ejrcito Rojo, acrecido y armado por los Aliados, dentro de Alemania. Hubiera sido soldar por las armas el Estado Sovitico a la Revolucin Alemana. Muy otro sera hoy el mapa europeo. Pero Lenin, un ebrio del poder, secundado por Stalin, que ya haba probado el alcohol del mando, seguidos del ala nacional rusa del Partido, se impusieron por la fuerza material. Y entonces naci el socialismo en un solo pas, es decir el nacional-comunismo, que llega a su apogeo con Stalin hoy. Naturalmente hubo lucha, pero solo en forma y extensin que no destruyese el Estado Comunista; condicin con

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    vigencia para la Oposicin en toda su lucha ulterior hasta hoy. Esta fue la causa de nuestro primer fracaso y de todos los que se han seguido. Pero hubo lucha feroz, aunque disimulada, para no comprometer nuestra participacin en el Poder. Trotsky organiz por sus enlaces el atentado de la Kaplan contra Lenin. Por su orden, Blumkin mat al embajador Mirbach. El golpe de estado de la Spiridonova y sus socialistas revolucionarios fue de acuerdo con Trotsky. Su hombre para todo esto insospechado, fue aquel Rosemblum, un hebreo lituano, que usaba el nombre OReilly, conocido como el mejor espa de la Inteligencia Britnica. En realidad, un hombre de Ellos. La razn de haber elegido a

    este famoso Rosenblum fue porque, conocido solamente como espa ingls, Inglaterra, no Trotsky ni nosotros, cargara con la responsabilidad de atentados y complots en caso de fracaso. Y as fue. La guerra civil hizo abandonar el mtodo conspirativo y terrorista, porque nos brind la oportunidad de tener en nuestras manos la fuerza real del Estado, al llegar Trotsky a ser el organizador y jefe del Ejrcito Rojo. El ejrcito sovitico, que retrocede sin cesar frente a los blancos y deja el territorio de la

    URSS reducido al antiguo Ducado de Mosc, como por arte de magia se torna victorioso. Por qu cree usted? Por magia o casualidad?

    Se lo dir: al tomar Trotsky el mando supremo del Ejrcito Rojo, ya tiene l en sus manos la fuerza necesaria para tomar el Poder. Las victorias acrecern su prestigio y su fuerza; los blancos ya pueden

    ser derrotados. Cree usted verdadera la historia oficial, que atribuye todo el prestigio de la victoria sovitica al mediocre, desarmado e indisciplinado Ejrcito Rojo? K. A quin pues? R. En un noventa por ciento se lo debe a Ellos. No debe usted olvidar que los blancos eran, a su manera, democrticos. Con ellos

    estaban los mencheviques y los restos de todos los viejos partidos liberales. Dentro de tales fuerzas han tenido Ellos siempre muchos

    hombres a su servicio, conscientes o inconscientes. Al tomar Trotsky el mando, recibieron orden de traicionar a los blancos

    sistemticamente y, a la vez, la promesa de participar ms o menos pronto en el gobierno sovitico. Maiski fue uno de aquellos hombres, uno de los pocos que vio cumplida en l la promesa, pero solo pudo lograrlo

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    convenciendo a Stalin de su lealtad. Unido este sabotaje a la disminucin progresiva de la ayuda de los aliados a los generales blancos, ellos, que

    adems eran unos pobres idiotas, sufrieron derrota tras derrota. Por fin Wilson, en sus famosos 14 puntos, introdujo el punto 6, lo cual bast para que acabara para siempre todo intento de los blancos en la URSS. Durante la guerra civil se afianza para Trotsky la sucesin de Lenin. Era cosa indudable. Ya poda morir glorificado el viejo revolucionario. Si sali con vida de las balas de la Kaplan, no saldra vivo de la disimulada eutanasia a la cual se le someti. K. Abrevi su vida Trotsky? Gran espectculo para vuestro proceso! Sera Levin quien asisti a Lenin? R. Trotsky? Acaso interviniera, que lo supiera es bien seguro. Ahora

    bien, la realizacin tcnica, lo accidental, quin sabe? Tienen Ellos demasiados canales para llegar adonde quieran. K. De cualquier manera, el asesinato de Lenin es algo de primersima categora para llevarlo al prximo proceso Qu le parecera a usted,

    Rakovsky, ser esa cosa accidental, el autor? Naturalmente, si fracasa usted en esta conversacin El caso tcnico es muy adecuado para usted,

    como mdico R. No se lo aconsejo. No toque usted ese asunto, es demasiado peligroso para Stalin mismo. Podran ustedes con su propaganda hacer cuanto quieran, pero tambin tienen Ellos la suya, ms poderosa, y un

    argumento superior a todas las confesiones arrancadas a Levin, a m o a cualquier otro. El qui prodest har ver en Stalin al asesino de Lenin. K. Qu quiere decir?

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    Sepelio de Lenin, momificado.

    R. Que la regla clsica e infalible para descubrir a un asesino es averiguar a quin beneficia el asesinato, y en el de Lenin el beneficiado fue su jefe,

    Stalin. Pinselo usted, y le ruego no haga estos incisos, que me distraen sin dejarme terminar. K. Bien, prosiga usted, pero ya sabe R. Es de dominio pblico que si Trotsky no sucedi a Lenin no fue por fallar nada humano en el plan. La suma de poderes en las manos de Trotsky durante la enfermedad de Lenin era superior a la necesaria para conseguirlo. Hasta estbamos provistos de la sentencia de muerte contra Stalin. La carta que a su esposo le arranc la Krupskaya contra su actual jefe bastara en manos de un Trotsky dictador para liquidar a Stalin. Pero un estpido accidente, como ya sabr, frustr todos nuestros planes. Trotsky cae enfermo con una dolencia que adquiere casualmente, y en el momento decisivo, cuando Lenin muere, lleva meses incapacitado de toda actividad. Inconveniente, dentro de sus grandes ventajas, de nuestra organizacin: la centralizacin personal. Naturalmente que un Trotsky formado para la misma misin que deba realizar no se improvisa repentinamente. Ninguno de nosotros, ni siquiera Zinoviev o Kamenev, tenamos la formacin ni el alcance necesario, que por otra parte, Trotsky, celoso de ser suplantado, no quiso facilitar a nadie. As que, cuando al morir Lenin nos enfrentamos con Stalin, que ha desplegado actividad febril, pero secreta, prevemos la derrota en el Comit

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    Central. Debemos improvisar una solucin y la que se adopta es unirse a Stalin, ser ms estalinista que l, exagerar, por tanto sabotear. El resto ya lo conoce usted. Nuestra lucha subterrnea permanente y su continuo fracaso frente a un Stalin que se revela como un genio policiaco sin precedentes en todo el pasado. Ms an, Stalin, acaso por un atavismo nacionalista, que no pudo extirpar en l su incipiente marxismo, acenta su pan-rusismo, suscitando tras l una clase que nosotros deberamos exterminar, la del nacional-comunismo, en oposicin al comunismo internacional que somos nosotros. l coloca la Internacional al servicio de la URSS, y a sta obedecindole a l. Si queremos hallar un paralelismo histrico, debemos sealar al bonapartismo, y si queremos hallar otro personal a Stalin, no encontramos un personaje histrico a la par. Pero yo creo hallarlo en lo esencial fundiendo dos: Fouch y Napolen. Quitmosle a ste su segunda mitad, lo accesorio, uniforme, jerarqua militar, corona, etc., cosas que a Stalin parecen no tentarle, y sumados nos darn un Stalin idntico en lo capital: en yugular la Revolucin, no sirvindola, sino sirvindose de ella, en identificarse con el ms viejo imperialismo ruso, como Napolen se identific con el galo; en crear una aristocracia, si no militar, ya que no tiene victorias, s burocrtico-policaca K. Basta ya Rakovsky, que no est usted aqu para hacer propaganda trotskista. Llegar usted alguna vez a lo concreto? R. Naturalmente que llegar, pero cuando logre que forme usted un ligero concepto sobre Ellos, con los cuales habr que contar para lo prctico y

    concreto. Antes no, me importa ms que a usted no fracasar, como usted comprender. K. Pues abrevie cuanto pueda. R. Nuestro fracaso, que se acenta de ao en ao, implica dejar sin objetivo inmediato cuanto en la post-guerra impusieron Ellos para el nuevo salto de la Revolucin. El Tratado de Versalles, tan inexplicable para polticos y economistas de todas las naciones, porque ninguno adivin su real proyeccin, fue la premisa ms decisiva para la Revolucin.

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    K. Es muy curiosa la teora, cmo la explica? R. Las reparaciones y las limitaciones econmicas de Versalles no las determin la conveniencia de ninguna nacin. Su absurdo aritmtico era tan evidente que hasta los ms eminentes economistas de las naciones vencedoras lo denunciaron pronto. Solo Francia reclam para reparaciones mucho ms de lo que vala todo su patrimonio nacional, ms que si hubiera sido hecho un Sahara todo el suelo francs. Peor fue acordado aquel absurdo de hacerle pagar a Alemania muchas veces ms de cuanto poda pagar, aun vendindose por entero a ella y entregando la produccin de todo su trabajo nacional. Al fin, en realidad, se lleg a la consecuencia prctica de imponerle a la Repblica de Weimar hacer un dumping fantstico si quera pagar algo de las reparaciones. Y el dumping qu era? Sub consumo, hambre en Alemania y paro en la misma medida en las naciones importadoras. Si no importaban paro en Alemania. Hambre y paro en una u otra parte; he aqu la primera consecuencia de Versalles Era o no el Tratado revolucionario? Se hizo ms: se intent una reglamentacin igual en el plano internacional Sabe usted lo

    que la medida representa en plan revolucionario? Es imponer el anrquico absurdo de hacer producir lo suficiente y propio a cualquier economa nacional, estimando que para lograrlo es indiferente su clima, sus fuentes naturales de riqueza y hasta la educacin tcnica de directores y de obreros. Siempre fue un recurso para compensar las desigualdades naturales en calidad del suelo, clima, minerales, petrleo, etc., entre las economas nacionales el trabajar ms los pases ms pobres, es decir, explotar ms a fondo su capacidad de trabajo para suplir la deficiencia motivada por la pobreza del suelo, a la cual se deben agregar otras desigualdades, que tambin se compensaban por tal medio; por ejemplo, la diferencia en los utillajes industriales. No quiero extenderme ms, pero la reglamentacin del trabajo impuesto por la Sociedad de Naciones, evocando un principio abstracto de igualdad en la jornada, era en realidad, dentro de un sistema de produccin y cambio internacional capitalista no modificado, imponer una desigualdad econmica, porque ello era despreciar el fin del trabajo, que es la produccin suficiente. El efecto inmediato fue una insuficiencia de la produccin, compensada con las importaciones de los pases natural e industrialmente autosuficientes, pagadas en oro, en tanto hubo en Europa

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    oro. Prosperidad ficticia en EEUU, que cambiaban su fabulosa produccin por oro y el oro en billetes, que abundaban. Como toda anarqua de la produccin, y la del periodo fue como no se vio jams, la Finanza. Ellos

    la explotan a pretexto de remediarla, con otra anarqua mayor: la inflacin de la moneda oficial y cien veces ms con la inflacin de su propio dinero, la moneda-crdito, la moneda falsa. Recuerde las devaluaciones sucesivas en muchas naciones, la desvalorizacin alemana, la crisis americana y su efecto fabuloso un record de paro: ms de treinta millones de parados solo en Europa y EEUU. Era o no premisa revolucionaria el Tratado de Versalles y su Sociedad de Naciones? K. Podra serlo sin quererlo, no me podr usted justificar por qu retroceden ante la consecuencia lgica la Revolucin, el Comunismo; es ms, le hacen frente con el Fascismo, triunfante en Italia y Alemania

    Qu me dice? R. Que solo excluyendo la existencia y el fin de Ellos tendra usted toda

    la razn, pero no debe olvidar su existencia y su fin y tampoco el hecho de que ocupa el poder en la URSS Stalin. K. No veo la relacin. R. Porque no quiere: le sobran dotes inductivas y elementos de juicio. Le repito una vez ms: Stalin es para nosotros un bonapartista, no un comunista. K. Y qu? R. Pues que las grandes premisas que impusimos en Versalles para el triunfo de la Revolucin Comunista en el mundo, y que, como ha visto, fueron una realidad gigantesca, no quisimos que sirvieran para dar el triunfo al bonapartismo staliniano Est bien claro? Otra cosa hubiera sido si es Trotsky entonces el dictador de la URSS, es decir, si son Ellos los jefes del Comunismo internacional. K. Pero el Fascismo es un anticomunismo integral, tanto del trotskista

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    como del staliniano, y si tan grande es el poder que les atribuye a Ellos, cmo no lo han evitado? R. Porque son Ellos quienes han hecho triunfar a Hitler. K. Bate usted todas las marcas del absurdo. R. Lo absurdo y lo prodigioso se confunden por incapacidad cultural. Esccheme. Ya he reconocido el fracaso de la Oposicin. Ellos vieron al fin que no poda ser derribado Stalin por un golpe de estado. Y su experiencia histrica les dict una solucin. Hacerle a Stalin lo mismo que al Zar. Una dificultad haba que nos pareca insuperable. No exista en toda Europa un pas invasor. Ninguno posea situacin geogrfica o ejrcito bastante para invadir la URSS. Al no haberlo, debieron Ellos inventarlo. Solo Alemania tena poblacin y posicin adecuada para invadir la URSS y para infligirle derrotas a Stalin, pero como comprender, la Repblica de Weimar no fue ideada, ni poltica ni econmicamente, para ser invasora, sino para ser invadida. En el horizonte del hambre alemn empez a brillar la fugaz estrella hitleriana. Un ojo perspicaz se fij en l. El mundo ha presenciado su ascensin fulminante. No le dir que ha sido todo obra nuestra, no. Le dio sus masas, cada vez mayores; la economa revolucionario-comunista de Versalles. Aunque no fuera dictada para provocar el triunfo de Hitler, la premisa que impuso Versalles a Alemania fue la de su proletarizacin, de paro y hambre, y su consecuencia debi ser el triunfo de la Revolucin Comunista. Pero frustrada sta por la presencia de Stalin en la jefatura de la URSS y de la Internacional, y no queriendo entregar Alemania al nuevo Bonaparte, los planes Dawes y Young atenuaron las premisas solo en parte, a espera del triunfo en Rusia de la Oposicin; pero como no llegaba, las premisas

    revolucionarias existentes deban tener sus consecuencias. El determinismo econmico de Alemania impona a su proletariado la Revolucin. Al deber ser contenida la revolucin social-internacionalista por culpa de Stalin, el proletariado alemn se lanz a la revolucin nacional-socialista. Fue un hecho dialctico. Pero con toda su premisa y su razn, la revolucin nacional-socialista jams hubiera podido triunfar. Hizo falta ms. Fue necesario que, obedeciendo consignas, los trotskistas y los socialistas dividiesen a las masas que

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    tenan una conciencia de clase despierta e intacta. En esto ya intervinimos nosotros. Pero fue necesario ms: en 1929, cuando el Partido Nacional-Socialista sufre la crisis de crecimiento y sus recursos financieros le fallan, Ellos le envan un embajador; hasta s su nombre: fue un Warburg. Se conviene la financiacin del Partido Nacional-Socialista en negociaciones directas con Hitler, y ste recibe en un par de aos millones de dlares, enviados por Wall Street, y millones de marcos de financieros alemanes, stos a travs de Schacht; el sostenimiento de las S.A. y de las S.S. y la financiacin de las siguientes elecciones que dan el poder a Hitler, se hace con los dlares y los marcos que le envan Ellos K. Los que aspiran, segn usted, a un comunismo perfecto, arman a Hitler, que jura exterminar al primer pueblo comunista Esto s lo creo, es algo

    lgico en los financieros

    Christian G. Rakovsky.

    R. Vuelve usted a olvidar el bonapartismo staliniano. Recuerde usted que frente a Napolen, el estrangulador de la Revolucin francesa, el que le rob sus fuerzas, eran objetivamente revolucionarios Luis XVIII, Wellington, Metternich y hasta el autcrata Zar Esto es de un rigor doctrinal stalinista de veintids quilates. Se sabr usted de memoria sus tesis coloniales en relacin a las naciones imperiales. Si, segn l, es objetivamente comunista el emir de Afganistn y el rey Faruk por su lucha contra Su Graciosa Majestad Imperial, por qu no puede ser objetivamente comunista Hitler por su lucha contra el autcrata Zar Koba I? En fin,

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    sin digresiones, ah tiene usted a Hitler creciendo en poder militar, extendiendo su III Reich, y lo que an lo aumentar, lo necesario hasta que tenga potencia en acto suficiente para poder atacar y derrotar copiosamente a Stalin No ve la mansedumbre general de aquellos lobos

    de Versalles, que se limitan a dbiles gruidos? Tambin es otra

    casualidad? Hitler invadir la URSS y, as como en 1917 las derrotas del Zar nos sirvieron para derribarle, las derrotas de Stalin nos serviran para derribarle y suplantarle Volver a sonar la hora de la Revolucin Mundial. Porque las naciones democrticas, adormecidas hoy, en el instante que Trotsky ocupe de nuevo el Poder, como cuando la guerra civil, realizarn una mutacin general. Hitler ser entonces atacado por el Oeste, sus generales se sublevarn y lo liquidarn Habr sido

    Hitler objetivamente comunista, s o no? K. No creo en fbulas ni milagros R. Pues si no quiere creer que Ellos son capaces de realizar lo que han

    realizado, preprese usted para presenciar la invasin de la URSS y el fin de Stalin antes de un ao. Lo crea milagro o casualidad, preprense a presenciarlo y a sufrirlo Pero ser usted capaz de negarse a creer cuanto le he dicho, aunque solo sea en hiptesis? Aguardando a obrar en

    consecuencia solo cuando empiece a ver las pruebas a la luz de cuanto convengamos. K. Bien, hablemos en hiptesis Qu sugiere? R. Fue usted quien seal nuestra coincidencia. A nosotros no nos interesa el ataque a la URSS ahora, porque la cada de Stalin supondra el derrumbamiento de este comunismo, que, aun siendo formal, nos interesa exista, por tener la seguridad de que lograremos regirlo para transformarlo en comunismo real. Creo haber sintetizado exactamente la situacin del momento actual. K. Perfectamente, solucin R. Ante todo, debemos hacer que desaparezca el peligro potencial de un ataque hitleriano.

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    K. Si, como afirma, fueron Ellos quienes lo hicieron Fhrer, han de tener poder sobre Hitler para que los obedezca.

    Len Bronstein, alias Trotsky.

    R. Por no haberme yo expresado bien, dada la rapidez, no ha entendido usted bien. S es cierto que Ellos financiaron a Hitler, no quiere decir esto que le descubrieron ni su existencia ni su fin. El enviado, Warburg, se present a l con una falsa personalidad, ni siquiera parece que Hitler adivinara su raza, y tambin minti sobre quines eran sus representados. Le dijo ser enviado de un crculo financiero de Wall Street, interesado en financiar el movimiento nacional-socialista con el fin de crear una amenaza contra Francia, cuyos gobiernos seguan una poltica financiera que provocaba la crisis econmica en EEUU. K. Y lo crey Hitler? R. Lo ignoramos. No era lo importante que creyera en los motivos, nuestro fin era que triunfase, sin imponerle ninguna condicin. El fin real, bajo cualquier pretexto, est conseguido sin pacto, sin condicin; porque nuestro fin era provocar la guerra, y Hitler era la guerra. Comprende ya? K. Comprendo. Entonces no veo yo ninguna otra manera de contenerlo que una coalicin de la URSS y de las naciones democrticas capaz de

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    intimidar a Hitler. Segn yo creo, no es l capaz de lanzarse contra todos los estados del mundo a la vez Todo lo ms uno a uno. R. No le parece a usted una solucin muy simplista, hasta dira yo

    contrarrevolucionaria? K. Evitar una guerra contra la URSS? R. Corte su frase a la mitad y repita conmigo: Evitar una guerra No

    es una cosa contrarrevolucionaria en absoluto? Reflexione. Todo comunista sincero, imitando a su dolo Lenin, y a los ms grandes estrategas revolucionarios, debe anhelar siempre la guerra. Nada como la guerra acelera el triunfo de la Revolucin. Es un dogma marxista-leninista que usted debera profesar Ahora bien: ese nacional-comunismo staliniano, ese bonapartismo es capaz de ofuscar la razn de los comunistas ms puros hasta impedirles ver la inversin en la cual incurre Stalin, la de subordinar la Revolucin a la Nacin y no, como es correcto, subordinar la Nacin a la Revolucin K. Su odio a Stalin le ofusca y le hace contradecirse No habamos convenido en que no era deseable un ataque a la URSS? R. Y por qu la guerra ha de ser necesariamente contra la URSS? K. A qu otra nacin puede atacar Hitler? Es cosa demasiado clara que dirigir su ataque contra la URSS, sus discur