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Rafael Jiménez Mejía Elva Araceli Fabián González Rubén Ramírez Arellano NÚM. 2 JUL-DIC 2012 ISSN 2007-4689 Gaspar Aguilera Díaz
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Seguridad y democracia: Hacia un enfoque integral

Dec 17, 2022

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Page 1: Seguridad y democracia: Hacia un enfoque integral

Rafael Jiménez Mejía

Elva Araceli Fabián González

Rubén Ramírez Arellano

NÚM. 2JUL-DIC

2012

ISSN 2007-4689

Gaspar Aguilera Díaz

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Número 2,jul-DIC De 2012

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Queda estrictamente prohibida la reproducción total o par-cial de los contenidos e imágenes de la publicación sin pre-via autorización de los editores.

Diálogos Multidisciplinarios, año 1, núm. 2, julio-diciembre de 2012, es una publicación semestral editada por la universidad de la Ciénega del estado de michoacán de ocampo, Av. universidad núm. 3000, Col. lomas de la universidad, Sahuayo, michoacán, méxico, C.P. 59000, Tel. 353-532-0762, <www.ucienegam.edu.mx>. editor responsable: Pedro Cortés rodríguez. reservas de Derechos al uso exclusivo núm: 04-2011-120813264200-102. ISSN 2007-4689. Impresa por editorial Página Seis, S.A. de C.V., morelos 1742, Col. Americana, Guadalajara, jalisco. Diagramación y supervisión editorial: jorge Pérez. Corrección: Andrea Barba y Cintia del Vivar. las opiniones expresadas por los autores QR� QHFHVDULDPHQWH� UHÁHMDQ� OD� SRVWXUD� GHO� HGLWRU� GH� OD�publicación. Imagen de portada: josé David Calderón García.

Diálogos multidisciplinarios

Directores Pedro Cortés rodríguez josé David Calderón García Comité Editorial Spencer radames Avalos Aguilar roberto escobar Amezcua melitón estrada jaramillo Sonia lizbeth jiménez González Pedro Damián loeza lara Ana elisa martínez del río josé juan ramos Cárdenas

Consejo Asesor Externo jorge Ibarra (uANl)joel edmundo lópez meza (umSNH)Gabriel montes (SmHAG)Cristóbal Durán moncada (u de G)Salvador Pérez Díaz (umSNH)luis Antonio monzón laurencio (uACm) Gaspar Aguilera (CoTACum)

universidad de la Ciénega del estado de michoacán de ocampo josé eduardo Sahagún Sahagún Rector

Aída Isabel leal robles Secretaría Académica

Coordinaciones Académicas

Pedro Cortés rodríguez Posgrado e Investigación

eduardo Santiago Nabor Estudios Multiculturales

mario reyes Téllez Innovación Educativa

Claudia Cabrera Hernández Gobernabilidad y Nueva Ciudadanía

Édgar Barajas ledesma Nanotecnología

melitón estrada jaramillo Energía

Alberto margarito García munguía Genómica Alimentaria

maría del refugio ramírez Fernández Área de Formación Básica

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editorial

HologramíaDossier de artículos académicos

las contrariedades electorales de la transición política: una mirada nacional y estatalrubén darío ramírez sánchez

Seguridad y democracia: hacia un enfoque integralalberto espejel espinoza

las batallas de los jóvenes del siglo XXI: un camino de luces y sombraselva araceli fabián gonzález

¢4XLpQ�WLHQH�HO�SRGHU"�8QD�UHÁH[LyQ�FRQ�)RXFDXOWjorge gómez mancera

Bifurcaria$UWHV��RÀFLRV��DUWHVDQtDV

los consejos de la Crónica municipal en la región Ciénega de Chapala del estado de michoacán de ocampo y la participación ciudadanaignacio moreno nava

5

9

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51

63

85

Contenido

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Diálogos multidisciplinarios Número 2, julio-diciembre de 2012

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remedios contra el olvidojosé david calderón garcía

Autorretratogaspar aguilera díaz

DisonanciasInvestigaciones multidisciplinarias

la ubicación del sujeto en la etnografíarubén ramírez arell ano

)UXWDV�\�KRUWDOL]DV�IUHVFDV��EHQHÀFLRV�\�ULHVJRVrafael j iménez mejía

Intersecciones cotidianasSaberes y divulgación

(VWXID�GH�OHxD�GH�DOWD�HÀFLHQFLD�WLSR�/RUHQD�D�HVFDODiván vera romero / josé méndez vázquez / osbald o ordaz murillo / juan manuel hernández cázarez / martín eduard o valencia valencia

Presentación del número uno de la revista Diálogos Multidisciplinariosvíctor manuel ortiz aguirre

91

97

101

119

133

137

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En esta segunda entrega Diálogos Multidisciplinarios acoge la participación ciudadana como asunto central del dossier temático, por ello, en la sección Hologramía, recorreremos las veredas de la transición política tomando los caminos de Michoacán, y conoceremos las vicisitudes de un movimiento juvenil que a la voz de #YoSoy132 puso en jaque a la clase política que hoy dirige los destinos de este país. En esta misma sección se transita también por las vías de la gobernabilidad democrática, ajustándose a los tópicos seguridad y democracia, para al >nal preguntarnos al conversar con Michel Foucault y saber, quién tiene el poder.

Este volumen da cabida a la nueva sección Disonancias, así llamada por admitir temáticas diversas, pero con un enfoque multidisciplinario. En dicho apartado encontraremos desde una discusión teórico-metodológica sobre la etnografía, hasta los bene>cios del consumo de frutas y hortalizas en seres humanos. No podía faltar el espacio donde con?uye la >cción li-teraria y la realidad social a través del ensayo, la narrativa y la poesía con un autorretrato del poeta michoacano Gaspar Aguilera, y al presentarnos un trabajo que explica el modus operandi de los Consejos de la Crónica de la región Ciénega de Michoacán, y una narración >cticia que presume de brindarnos un remedio contra el olvido.

Finalmente, y no por eso menos importante, cerramos nuestro núme-ro con un reporte de investigación y una reseña. El primero nos explica las ventajas de contar con una estufa de leña tipo Lorena, como gesto de amabilidad con nuestro medio ambiente; y la segunda es la presentación de este proyecto editorial. Solamente resta decir como colofón: El diálogo continúa abierto y en movimiento.

editorial

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Hologramía

Desde la hologramía la generación del conocimiento no es determinista sino múltiple y heterogénea, visto integralmente la parte está en el todo, pero el todo en la parte. la hologramía advierte caminos multidimensionales para generar conocimiento FLHQWtÀFR�\�ÀORVyÀFR��3RU�HVR�HQ�HVWD�VHFFLyQ��denominada dossier temático, pretendemos acoger ópticas multidisciplinarias desde distintos campos de estudio en torno a un tema HVSHFtÀFR��TXH�HVWDUi�DELHUWR�DO�PD\RU�Q~PHUR�de enfoques teóricos y metodológicos.

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7RGRV�HVWRV�EHQHÀFLRV�GHO�SRGHU�SROtWLFR�SHUPLWLHURQ�DO�

poder mediático la expansión del poder de la empresa

de medios más grande del país. esto abre nuevamente el

debate en torno a que no pueden existir elecciones limpias

ni transición a la democracia sin democratizar el régimen de

medios de comunicación.

rubén darío ramírez sánchez

(Q�0p[LFR�VH�SUHÀHUH�DWDFDU�ORV�VtQWRPDV��KRPLFLGLRV��DFWRV�

delictivos, etc.) con represión, penas y cárceles, en vez de

abordar las causas. Hemos errado nuestro diagnóstico.

Debemos enfrentar las causas de la violencia y los síntomas

al mismo tiempo, todo lo cual se aminorará en la medida

que aumentemos la apuesta preventiva en méxico y que

enfoquemos correctamente las acciones punitivas.

alberto espe jel esp inoza

justamente son los medios de comunicación y la educación

dos de los puntos neurálgicos siempre presentes a lo largo

de la historia de las manifestaciones de inconformidad

MXYHQLO��SXHVWR�TXH�LPSDFWDQ�\�GHÀQHQ�GH�XQD�X�RWUD�IRUPD�

la vida política y económica de un país. la educación

representa el despertar de la sociedad a exigir una mejor

calidad de vida, a conocer y defender sus derechos y a exigir

legalidad y justicia; esto desde el plano más utópico, puesto

que sin lugar a dudas también ha mostrado limitaciones

en sus programas educativos, que muchas veces parecen

obedecer a intereses determinados.

elva aracel i fab ián gonzález

Hoy la construcción de nosotros mismos puede gestar resis-

tencia en la medida en que deconstruyamos el poder, dejar

de mirarlo con la supuesta magnanimidad que lo constituye.

la resistencia foucaultiana es esa resistencia que no se planta

delante de un macropoder estatal, sino de una resistencia

pensada en mi propia singularidad, en mis propias construc-

ciones subjetivas; quizá ahí donde hay poder y posibilidad

de resistencia, mi parresía, mi hablar franco conmigo mismo

(término griego recuperado por Foucault en su estética de la

existencia) sea una alternativa por la que podamos empezar.

jorge gómez mancera

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las contrariedades electorales de la transición política: una mirada nacional y estatal

Rubén Darío R amírez SánchezUniversidad de La Ciénega del Estado de Michoacán de Ocampo

resumenEl objetivo de este trabajo radica en analizar las vicisitudes del proceso de transición política que vive México. Ponemos atención en las elecciones presidenciales de 2006 y 2012 en las que se mani>esta la preeminencia y validez de los basamentos de la cultura política del régimen posrevolucio-nario, las fragilidades institucionales de ambos procesos, el ilimitado uso de recursos públicos y la injerencia de los medios de comunicación como actores centrales de la contienda, en un contexto marcado por la descon->anza, el desencanto electoral y la polarización política.

En el marco estatal analizamos las elecciones del 13 de noviembre de 2011 en Michoacán, donde se renovó la gubernatura, las 112 alcaldías (a excepción de Cherán) y los cuarenta escaños en el Congreso. En este com-plejo proceso de transición política de un régimen de partido único a uno bipartidista y tripartidista, estudiamos las nuevas caras de la lucha política a partir de la injerencia camu?ada del titular del Ejecutivo Federal en favor de su partido; la atmósfera de violencia causada por «la guerra contra el narcotrá>co» que exhibe los límites del Estado mexicano, y la participación del crimen organizado como un actor in?uyente en la de>nición de la co-rrelación de fuerzas en el campo político. Además, examinamos el retorno del pri al gobierno estatal después de más de un decenio de ausencia, con el que se abre un nuevo periodo de gobierno incierto con su sello carac-terístico, al tiempo que el perredismo michoacano retorna a la oposición agotado debido a sus propios excesos, ocasionados por las disputas inter-nas que sus facciones lidian a causa de las posiciones y candidaturas.

los senderos de la discusiónLa transición democrática en México ha sido analizada por in>nidad de estu-diosos desde diferentes ángulos y perspectivas. Para Lorenzo Meyer (1995), la transición inicia con el agotamiento que se dio a partir del movimiento es-tudiantil de 1968; por su parte, Zambrano (2000) cree que surge con la refor-

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ma constitucional de 1972, porque a su juicio fue el parteaguas que permitió a la izquierda tener di-putados de representación proporcional y entrar a la contienda política institucionalizada; para Luis Javier Garrido (1993) inició con la ruptura que sufrió el Partido Revolucionario Institucional (pri) en 1988, la cual permitió la conformación del Frente Democrático Nacional (fdn) y poste-riormente el Partido de la Revolución Democrá-tica (prd). En el campo electoral, los estudios han dado cuenta de la fragilidad electoral que derivó en álgidos procesos marcados por la inequidad y la violencia política (Gómez-Tagle, 1997). Desde los comicios presidenciales de 1988 y los estatales en los noventa se re?exionó sobre la imparciali-dad de las autoridades electorales frente al uso de recursos públicos que el gobierno federal y los es-tatales utilizaron para favorecer a los candidatos de su partido.

Esto ocasionó que las investigaciones se en-caminaran a re?exionar las características anti-democráticas del Estado, el poder presidencial, la estructura clientelar y corporativa del partido (Meyer, 1995), así como las prácticas electorales fraudulentas, la inequidad electoral y el ambiente de ingobernabilidad que algunos estados vivie-ron en la década de los noventa (Gómez-Tagle, 1997) por falta de limpieza en los comicios.

Con la alternancia en el Ejecutivo Federal de 2000, las discusiones se tornaron hacia los posibles cambios en los basamentos de la cultu-ra política del viejo régimen (Alonso, 1994). Se empezó a cuestionar que la expresión popular se limitaba a la emisión del voto, y la forma en que los gobernadores, a partir de la construcción de redes y prácticas caciquiles, empezaron a solidi->carse como un poder hegemónico regional (De la Peña en Padua y Vanneph, 1988). La mirada también se dirigió hacia la corrupción institu-cional y la expansión del crimen organizado, que como poderes autónomos empezaron a operar de manera ilegal y a disputar el control y el mo-nopolio de la violencia regional (Maldonado, 2010), por lo cual algunos empezaron a plantear el fracaso del Estado (Tedeso, 2007).

Las elecciones de 2000 vivi>caron el debate sobre la transición. Para Mauricio Merino (2000), en México el cambio no se cumplió, debido a que el país se ancló en una «transición votada», en la cual no percibe un pacto (implícito, explícito) entre las elites del viejo y nuevo régimen, pues todavía prevalecen las viejas instituciones (parti-dos, asambleas legislativas, métodos electorales) y existe poca con>abilidad de las nuevas institu-ciones emergentes (órganos electorales y de ren-dición de cuentas) en este proceso.

Se intensi>có el cuestionamiento hacia el monopolio de representación política que los partidos políticos lograron construir al obsta-culizar las candidaturas ciudadanas, así como su injerencia directa en la selección de los conse-jeros electorales del Instituto Federal Electoral (ife), lo cual los subordina a sus intereses. A ello se unió la discusión sobre la crisis estructural de legitimidad del pri , que a pesar de haber perdi-do la presidencia de la república en 2000, bajo una cascada de acusaciones de fraude, la recupe-ró en 2012, logró una amplia representación en las cámaras y gobierna la mayoría de los estados y municipios del país.

En esta «transición votada» se evidencia una evolución hacia un sistema de partidos, pero se mantiene la duda sobre la legitimidad del ife , ya que en las elecciones federales de 2006 y 2012 su actuación volvió a ser cuestionada. Esto se debió a que, no obstante que las elecciones presiden-ciales de 2000 fueron mayoritariamente libres, en las de 2006 y 2012 nuevamente prevaleció el dispendio y la compra de votos sin que las auto-ridades electorales pudieran frenarlo.

En el ámbito estatal, las autoridades electo-rales carecieron de autonomía para impedir que los gobernadores dispusieran de los recursos pú-blicos, a lo que se unió la participación activa de los grupos delictivos en favor de candidatos de distinto signo partidario, lo cual exhibió de nue-va cuenta las limitaciones y grietas de nuestro sistema electoral y lo vetusto de nuestro sistema político (Crespo, 2008), por lo cual la transición estuvo al borde del naufragio (Bartra, 2007).

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las contrariedades electorales de la transición política: una mirada nacional y estatal Hologramía

Por todo lo anterior, hay elementos para pensar que estamos entram-pados en un proceso de «transición lenta» con una «consolidación incier-ta» (Castaños et al., 2007). Debido a esto se considera que estamos ante una «democracia traicionada» (Alonso, 2007) y ante el rompimiento del «en-canto electoral» (Loyola, 2007). En este contexto el análisis de los procesos federales de 2006 y 2012, así como las elecciones estatales michoacanas en 2011, nos permitirán conocer qué elementos se articularon para que estemos ante un posible proceso de estancamiento o de regresión política.

Los insumos que dan sustento a esta re?exión provienen de una revisión literaria relativa al tema de la transición, las elecciones presidenciales y la local; asimismo, se dio un amplio seguimiento hemerográ>co de ambos procesos.

las fragilidad de las elecciones presidenciales de 2006 y 2012La transición hacia la democracia en México no termina de cuajar, no obs-tante que se pensó superada la etapa de con?ictos poselectorales después de las elecciones presidenciales de 2000; en 2006 y 2012 nuevamente apare-cieron los asomos del fraude que dio paso a la polarización política. Ambas elecciones presentan elementos análogos que resulta pertinente analizar para comprender las vicisitudes que enfrentan las elecciones en México, debido a que aún prevalecen los basamentos que identi>caron la hegemo-nía del sistema de partido único, carente de una cultura ciudadana y un sistema de instituciones con>ables.

En las elecciones presidenciales de 2006 y 2012 se puso en duda la >abilidad de los resultados, las irregularidades dieron paso a las denun-cias de fraude y desembocaron en un álgido ambiente de crispación y polarización (Arenas, 2006). Ambos comicios presidenciales muestran elementos equivalentes que dan cuenta de la debilidad de la democracia electoral, evidenciada por la opacidad institucional del ife frente al uso ilimitado e incontrolable de recursos públicos, la preocupante hegemonía de las televisoras y su in?uencia en la de>nición y conducción de la can-didatura presidencial.

resultados electorales y polarizaciónDespués de las elecciones de 2000, consideradas limpias, se llegó a sostener que en lo sucesivo los procesos electorales seguirían esta vertiente y todo parecía indicar que la construcción democrática en el país, no obstante su lentitud, transitaba por buen camino. Esto se explicaba a partir de que el pri dejaba de ser el partido hegemónico y abría la posibilidad de transitar hacia un régimen democrático donde ninguna de las fuerzas contendientes tenía asegurado de antemano el triunfo y en el que las condiciones insti-tucionales garantizaban que todos los contendientes tenían posibilidades similares de acceder al poder. En este tipo de democracia efectiva, la dife-rencia de votos, por mínima que ésta sea, determina al ganador de la con-tienda y garantizan la libertad y la igualdad (Morlino, 2005).

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La lenta transición política mexicana, con sus complicaciones electorales, se puede consi-derar una democracia ine!ciente, ya que se ca-racteriza «por un sistema legal poco conforme a los valores democráticos, con una corrupción difundida o presencia de organismos crimi-nales…» (ibídem, p. 285). Esto implica que los andamiajes institucionales y los basamentos de la cultura política no garantizan los principios democráticos básicos, lo cual provoca que de manera recurrente las elecciones deriven en con-?ictos poselectorales, que puede leerse también como una manifestación del agotamiento del régimen político carente de valores y prácticas democráticas.

En la elección presidencial de 2006 los re-ducidos márgenes de votación entre los candi-datos punteros y las irregularidades en todo el proceso nos permiten pensar que, a pesar de que se aprecia una correlación de fuerzas equilibra-da, el proceso de transición se internaba en una etapa de regresión electoral. Con una participa-ción de 58.22 por ciento, la diferencia entre los candidatos fue mínima, pues de un universo de 41’791,000 votantes, Felipe Calderón Hinojosa (fch) del Partido Acción Nacional (pan) obtu-vo 15’000,284 votos, lo que representa 35.89 por ciento de los votantes y sólo 21 por ciento de la lista nominal de electores; mientras, Andrés Ma-nuel López Obrador (amlo) de la Coalición por el Bien de Todos (cbt) integrada por el prd-

pt-Convergencia obtuvo 14’ 756, 350 sufragios, lo que signi>có 36.11 por ciento, en tanto que Roberto Madrazo Pintado apenas superó 22 por ciento de los votos. La diferencia entre ambos fue de 233, 831 votos, lo que representa 0.58 por ciento, menor que el porcentaje de los votos a los candidatos no registrados y los votos nulos.

En 2012 la participación superó 63.63 por ciento, lo cual signi>có que acudieron a la ur-nas 50’323,153 votantes, de los cuales 19’226,789 (38.22 %) votaron por la coalición Compromiso por México (cm) integrada por el pri-pvem y encabezada por Enrique Peña Nieto (epn), que representa sólo 24.2 por ciento de la lista nomi-nal de electores; 15’896,999 (31.59 %) por amlo de la Coalición Movimiento Progresista (cmp) integrada por el prd-pt-mc ; 12’786,647 (25.41 %) por Jose>na Vázquez Mota (jvm) del pan ; por su parte, Gabriel Cuadri de Nueva Alianza alcanzó 2.29 por ciento, cifra menor que el total de los votos nulos. La diferencia entre el primero y el segundo fue de 3’329,785 votos.

En la elección de 2012, el pri recuperó cerca de diez millones de votos en comparación con la elección de 2006; amlo sólo creció cerca de un millón, en tanto el pan perdió más de dos millones de votos. De catorce estados que ganó la alianza encabezada por el prd en 2006, bajó a ocho en 2012, el pan bajó de dieciséis a cuatro, y el pri pasó de cero a veinte estados. Los mapas 1 y 2 muestran esta variación.

mapa 1. mapa 2.

.

.

PrI/PVem

PAN

PrD/PT/mC

Fuente: Datos del IFe , 2006 y 2012.

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las contrariedades electorales de la transición política: una mirada nacional y estatal Hologramía

En la Cámara de Senadores y de Diputados la distribución fue equili-brada entre las tres principales fuerzas partidarias, tal como se expresa en las tablas 1 y 2.

Tabla 1. Correlación de fuerzas en la Cámara de Senadores en 2006 y 2012

Partido Mayoría relativa 2006 2012 Representación

proporcional 2006 2012 Total 2006 Total 2012

PrI 27 31 6 21 33 52PAN 41 16 11 22 52 38PrD 23 11 6 11 29 22PVem 2 5 4 4 6 9PT 0 1 2 3 2 4Conv./mC 2 0 2 1 5 2PASC 0 0 0 1 0 1Panal/NA 0 0 1 1 1 0Total 96 64 32 64 128 128

Tabla 2. Número total de votos por partido en las elecciones federales de 1988, 1991 y 1994

Partido Mayoría relativa 2006 2012 Representación

proporcional 2006 2012 Total 2006 Total 2012

PrI 63 158 41 49 104 207PAN 137 52 69 62 206 114PrD 90 56 36 44 126 100PVem 2 19 17 15 19 34PT 3 8 13 11 16 19Conv./mC 5 7 11 9 16 16PASC 0 - 4 - 4Panal 0 0 9 10 9 10Total 300 300 200 200 500 500

Fuente: elaboración propia con datos del IFe , 2006 y 2012.

Más allá de la jornada electoral y sus resultados cuantitativos resulta signi>cativo re?exionar ambos procesos en un contexto más amplio que nos permita apreciar y entender un conjunto de elementos presentes en el paisaje político-electoral que evidencian la insolvencia de las reglas y prácticas del sistema electoral, así como sus carencias para afrontar una elección tan cerrada como la que vivió México el 2 de julio de 2006 y el primero de julio de 2012.

La polarización poselectoral dividió la opinión y dejó un imaginario colectivo plagado de dudas. La reñida competencia de 2006 entre el candi-dato del pan y el de cbt generó un largo proceso de descali>cación que entronizó aún más la etapa poselectoral. Por un lado, el pan defendió la consecución del modelo neoliberal inaugurada por el pri a inicios de los ochenta, por su parte, el prd y sus aliados plantearon una estrategia de campaña de atracción dirigida a los sectores depauperados por el neoli-beralismo y a cuestionar los segmentos privilegiados de «delincuentes de cuello blanco».

La campaña contra el candidato de la cbt se construyó a partir de múltiples acciones que algunos han llegado a ubicar como una estrategia

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de Estado. Una de ellas fue el desafuero contra amlo promovido por el propio presidente Vi-cente Fox Quesada para privarlo de sus derechos políticos y dejarlo fuera de la contienda;1 otra fue la amplia promoción de los spots de los «videos escándalo» en los que se vio involucrado un fun-cionario del Distrito Federal y militantes perre-distas. A ellas se unió la campaña de desprestigio desde diversos frentes. Por un lado, los spots te-levisivos del Consejo Coordinador Empresarial (cce), quien lo cali>có de ser «un peligro para México»; por otro lado, las televisoras apoya-ron incondicionalmente al candidato del pan y fustigaron el candidato de la cbt ; destaca el cabildeo de los funcionarios foxistas con el blo-que de gobernadores enfrentados con Madrazo, así como el voto corporativo del magisterio pro-movido por su lideresa, Elba Esther Gordillo. En su conjunto, las acciones de distintos actores en contra de amlo encabezados por el presidente las podemos ubicar como una estrategia de Esta-do (Arenas, 2006).

Destaca también la falta de autoridad del ife para regular los spots televisivos del cce en contra de amlo, que al situarlo como «un peligro para México» ocasionó que un sector de la clase media sintiera temor por perder su patrimonio y deci-dieran su voto en favor de Calderón. Otro ele-mento fue el apoyo que las televisoras (TV Azteca y Televisa) dieron a Calderón, en pago al gobier-no de Fox por la aprobación de la Ley de Radio y Televisión, que tantos bene>cios les trajo (ibíd.).

Las grietas de la jornada electoral se apre-cian en los titubeos de la autoridad electoral para expresar con claridad los resultados de la elec-ción, para explicar el remplazo de 19,953 fun-cionarios de un total de 518,559 de las 130,437 casillas instaladas, lo cual abonó las sospechas de

1 Durante la campaña de 2006 el presidente Vicente Fox mantuvo un fuerte activismo en contra de Amlo, al que UHFXUUHQWHPHQWH�FDOLÀFDED�GH�ªSRSXOLVWD«�\�UHODFLRQD-ba con Hugo Chávez, presidente de Venezuela. en su condición de ex presidente admitió que hizo todo lo posible para que el candidato de ABT no llegara a la presidencia. en 2012 llamó a votar por el candidato del PrI-PVem, enrique Peña Nieto.

fraude. Aunque la elección no registró incidentes mayores, la falta de certeza del prep y la incer-tidumbre que generó la poca claridad del conse-jero presidente del ife sobre un posible ganador la noche de 2 de julio aumentó la sospechas de que se había fraguado una estrategia de Estado para impedir la llegada de amlo a la presiden-cia (Emmerich, 2007).

Esta falta de certidumbre de la autoridad electoral abrió la puerta al con?icto poselectoral que ocasionó que amlo anunciara la impug-nación de la elección bajo el argumento de que había sido víctima de un «fraude cibernético» y posteriormente un «fraude a la antigüita». La acusación sirvió de sustento para exigir el conteo de «voto por voto y casilla por casilla».

A pesar de las inconsistencias aritméticas encontradas y la intromisión directa del presi-dente Fox (Crespo, 2007),2 el Tribunal Electoral del Poder Judicial (tepfj) desechó la solicitud de nulidad del proceso y resolvió que se abrieran y contaran 11,839 casillas, lo cual representaba doce por ciento de las casillas, en cuyas minutas eran evidentes los errores o inconsistencias, en lugar de la totalidad, como exigía la cbt (Are-nas, 2007). No obstante la anulación de algunas casillas, el margen de votos entre fch y amlo prácticamente no registró cambios signi>cativos.

En la elección de 2012 se registraron acon-tecimientos que de nueva cuenta evidenciaron la fragilidad de la democracia electoral mexica-na. El que podríamos considerar un factor cen-tral fue la participación decisiva de Televisa en la construcción mediática de la candidatura de epn . La forma en que se obtuvieron los votos sembró dudas por la posible coacción y compra, el uso de recursos públicos, entrega de recurso y enseres antes y durante la elección, la dona-ción de monederos electrónicos expedidos por el grupo >nanciero Monex, depósitos en tiendas Soriana con tarjetas prepagadas con la imagen 2 No obstante que el IFe reconoció la injerencia de Vi-

cente Fox contra Amlo en el proceso electoral a través de entrevistas y discursos y su claro favoritismo hacia el candidato de su partido, el IFe sólo impuso al PAN una multa de 38 millones de pesos (La Jornada, 30/ 9/2008).

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las contrariedades electorales de la transición política: una mirada nacional y estatal Hologramía

del candidato priista, mediante la triangulación de recursos realizada por empresas privadas de dudosa existencia (Reyes, 2012).

Sin la intensidad que tuvo en 2006, se desplegó una campaña mediática oscura contra amlo promovida por el pan y pri a través de spots donde «mandaba al diablo a las instituciones» y el plantón de Reforma; otro vi-deo descontextualizado exhibía una reunión de amlo con estudiantes en Tlatelolco donde defendía el uso de las armas «como vía para llegar al po-der». Asimismo, se le difundió como promotor de políticas populistas que llevarían a la quiebra económica, incluso de ser el causante de la pérdida de valor del peso frente al dólar y el eslogan de cierre «López Obrador no cree en la democracia» (ibíd.).

Más que un peligro para México, el pan y el pri percibieron que era un peligro electoral y, por ende, político. En esta estrategia se ubica la injeren-cia del presidente Fox, que ante la clara desventaja de la candidata de su par-tido, llamó al «voto útil» en favor de epn (Cantú, 2012). Frente a la campaña en su contra, en los debates, amlo se dedicó a comunicar sus propuestas y dirigirse a sus votantes, más que a debatir con sus adversarios, no cuestionó la relación de Televisa con epn, hecha pública por "e Guardian, ni de las élites del poder, la insurrección juvenil o la orquestación del fraude electoral que posteriormente denunciaría. En términos estratégicos, trató de mos-trarse como el armonizador de los factores sociales, económicos y políticos, tratando de convencer que no representaba ningún peligro para México.

Sobre la elección de 2012, la abt argumentó que el pri había com-prado por lo menos cinco millones de votos, lo cual implicaba un gasto exorbitante de recursos públicos. Sostuvo también que el número de votos equivalía a cerca del diez por ciento de los sufragios totales emitidos y re-presentaba 27 por ciento de los emitidos por epn . Con este argumento la Alianza solicitó la invalidez de la elección mediante un juicio de inconfor-midad, el cual fue rechazado por el tepfj .

Las condiciones de una democracia ine!ciente abren la puerta al con-?icto poselectoral de quienes se ven desfavorecidos en el resultado o en-frentaron la inequidad electoral. En este marco, la impugnación legal del proceso y la resistencia civil pací>ca se constituyen como una estrategia de doble vía para expresar el descontento hacia las de>ciencias institucionales.

Las arbitrariedades en el proceso atizaron la polarización entre el par-tido en el gobierno y la abt. Lo cerrado de la elección y las inconsistencias del proceso fueron las condiciones objetivas para permitir que amlo se posesionara como una fuerza en resistencia con un fuerte respaldo social. La endeble actitud del ife frente al con?icto, la decisión del tepfj , la participación facciosa del presidente y su gabinete, el uso indiscriminado de recursos públicos por los gobernadores en favor de su candidato, entre otros, son elementos que nutrieron el agravio y dieron sentido a las mani-festaciones de resistencia.

La polarización dio paso a diversas acciones de oposición con distintos resultados y en desacuerdo con un sector de militantes y seguidores de

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amlo . La toma de Paseo de la Reforma resul-tó controversial por el malestar de los habitantes de la capital.3 Otro similar fue autoproclamarse «presidente legítimo» y conformar un «gobierno de sombra», con el cual desconoció el gobierno de fch (Emmerich, 2007). Este hecho reeditaba el «gobierno popular» que amlo proclamó en Tabasco cuando denunció el fraude electoral de cuyo proceso emanó como gobernador Roberto Madrazo Pintado en 1994.

La autoproclamación implicó el desconoci-miento de fch , al mismo tiempo que lo colocó en el imaginario opositor como un presidente «espurio» o «ilegítimo» durante todo el sexenio. Por su parte, sobre el gobierno de epn pesará la sospecha fundada en que su candidatura fue construida y conducida por los poderes fácticos encabezados por Televisa, mediante un inusita-do derroche de recursos públicos.

Los dos procesos electorales exhiben que la transición se ha frenado e involuciona en el te-rreno electoral. Los dos sexenios de gobierno pa-nista entregan saldos negativos, al grado que la injerencia de Vicente Fox lo colocó en un terreno cenagoso y acusado por la cbt como «traidor a la democracia». Por su parte fch concluye dis-minuido por la «guerra contra el narcotrá>co» y voluntarioso para que el pri retorne a Los Pinos.

Después de haber experimentado una etapa de liberalización política y mediana estabilidad política en la construcción de la democracia electoral, con las elecciones de 2006 y 2012, em-pezamos a resentir el desencanto político elec-toral (Loyola, 2007). Al mismo tiempo, el retor-no del pri garantiza la continuidad del modelo 3 A lópez obrador se le atribuyeron varios errores que

contribuyeron a la derrota de 2006. uno de ellos, fue QR�SDUWLFLSDU�HQ�HO�SULPHU�GHEDWH�FRQÀDGR�HQ�OD�YHQWDMD�que le daban las encuestas. el segundo fue su renuencia a reunirse con los grupos empresariales; la permanen-WH�GHVFDOLÀFDFLyQ�D�ORV�PHGLRV�GH�FRPXQLFDFLyQ�\�D�ODV�encuestas cuando éstas no le favorecían. el tercero se le atribuye a la lejanía que mantuvo de Cuauhtémoc Cárde-QDV��(O�FXDUWR�IXH�OD�SLÀD�GH�OD�HVWUXFWXUD�HOHFWRUDO�HO�GtD�de las elecciones que dejó descubierto veinte por ciento GH�ODV�FDVLOODV�HO�GtD�GH�OD�HOHFFLyQ��)LQDOPHQWH�HO�FDOLÀFD-WLYR�ªFiOODWH��FKDFKDODFD«�FRQ�HO�TXH�$0/2 buscó conte-ner el activismo permanente en su contra de Vicente Fox.

neoliberal y «el patrimonio del Estado» estará nuevamente su servicio (Reyes, 2012).

Televisoras y encuestas Podríamos pensar que en una democracia esta-blecida los medios de comunicación cumplen la función de comunicar a una sociedad, y en la lucha política informan a la ciudadanía las propuestas de quienes contienden. Los medios son más objetivos en cuanto más alejados del >nanciamiento estatal se encuentren, lo cual les da mayor libertad y compromiso con los ciudadanos. Sin embargo, en muchos países las televisoras y la radio se privatizaron, y en con-secuencia empezaron a responder a un doble compromiso, con los intereses del Estado o sus dueños.4

En el régimen de partido de Estado, la ma-yoría de los medios de comunicación televisivos, radiofónicos y escritos fungían como difusores ideológicos de la burocracia gubernamental y censuraban cualquier expresión opositora al régimen. En la elección de 1988 en México fue imposible que un candidato opositor pudiera contratar espacios en medios electrónicos para comunicarse con el electorado; su participación siempre estaba sujeta a los intereses de los comu-nicadores (Trejo, 2001). Con las prerrogativas que hoy cuentan pueden tener acceso similar. Sin embargo, este acceso no se ha traducido en equidad y objetividad en la cobertura por el ma-nejo editorial que hacen de la noticia.

En México, la televisión privada, especial-mente Televisa, se ha constituido en el principal monopolio, establecida en uno de los poderes fácticos más in?uyentes que cumple una función de quinto poder (Delarbre, 1985) por la in?uen-cia y dominio que ha llegado a desplegar en el campo político, como en algún momento mani-festó Héctor Aguilar Camín:

En el curso de las últimas décadas, Televisa se ha impuesto como un nuevo poder en el sistema po-lítico mexicano, un poder equiparable y a veces

�� ª3HxD�1LHWR�\�7HOHYLVD«�Proceso, 11 de junio de 2012.

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superior al de los actores tradicionales privilegiados del sistema, el Poder Le-gislativo o los gobiernos estatales, los partidos políticos o las cúpulas obreras.

Es un poder que compite por la hegemonía, por lo menos en dos cuestio-nes que atañen directamente a la identidad y a la soberanía nacional, el orden educativo, en su sentido amplio de formación de la conciencia nacional, y el orden patrimonial de la república, en el sentido estricto del dominio de la nación, sobre su espacio aéreo y lo que por él viaja o se transmite (Uno más Uno, 13 de mayo de 1983).

Con las privatizaciones neoliberales en los ochenta Televisa y TV Az-teca conformaron un duopolio que controla cerca de 94 por ciento de la audiencia y un sector de la radio de amplia cobertura. Este control de au-diencia permitió a las televisoras, primordialmente a Televisa, que tanto en 2006 como en 2012 se constituyeran como un factor de decisión en favor de uno de los candidatos contendientes a la presidencia de la república.

Televisa ha sido un híbrido a la mexicana de empresa de Estado y con-sorcio privado altamente redituable; su capacidad para constituirse como eje del poder político y mediático se ha demostrado en los últimos quince años. Esto explica por qué los gobiernos panistas no disminuyeron en nada su poder, sino por el contrario, le permitieron acrecentar su poder en televi-sión restringida, convertirse en competidor en telefonía >ja y móvil, tener la primera concesión de >bra óptica de la cfe , le perdonaron deudas >scales y, además, cancelaron la posibilidad de licitar una tercera cadena de televi-sión y de reformar la Ley Federal de Radio y Televisión. En 2012, la Comi-sión Federal de Competencia acabó por autorizar la fusión de Grupo Iu-sacell, de TV Azteca y Televisa, convirtiéndolas en socios del cuádruple play.

Todos estos bene>cios del poder político permitieron al poder mediá-tico la expansión del poder de la empresa de medios más grande del país. Esto abre nuevamente el debate en torno a que no pueden existir elecciones limpias ni transición a la democracia sin democratizar el régimen de me-dios de comunicación.5

Esta relación de bene>cios sale a la luz en las disputas electorales. En 2006 Televisa encabezó la campaña de desprestigio contra amlo , denun-ciada en 2012 por el periódico inglés "e Guardian, quien exhibió la es-trategia para desmantelar la percepción pública de que amlo es mártir salvador con el >n de alimentar la percepción de que no estaba decidida la contienda presidencial, que amlo no ganaría las elecciones.6 En ese mis-mo año, brindó su apoyo irrestricto en favor de Calderón y difundió pro-fusamente los spots del cce en contra de amlo donde lo cali>caron como «un peligro para México».

5 Proceso��ª(V�XQ�KHFKR�TXH�7HOHYLVD�UHVSDOGD�D�3HxD�1LHWR��The Guardian«�����GH�MXQLR�GH�2012. Disponible en: <www.proceso.com.mx/?p=310571>.

6 The Guardian��ª7HOHYLVD�WUDPy�SDUD�DFDEDU�FRQ�Amlo«����GH�MXQLR�GH�������'LVSRQLEOH�en: <www.guardian.co.uk/world/interactive/2012/jun/08/mexico-media-scandal-lopez-obrador>.

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En la elección de 2012, Televisa tuvo una participación mediática decisoria en todo el proceso, desde el guión de esta especie de reali-ty show y telenovela para la construcción de un candidato telegénico cuya imagen fue diseñada para el lucimiento. La debilidad institucional y la falta de limitaciones de los poderes fácticos como el televisivo, deja la puerta abierta a la im-posición de intereses de los actores autoritarios, para la negación de la ciudadanía y la reproduc-ción de la dominación tradicional, frente a uno de los espacios más problemáticos de la consoli-dación democrática: «el de la comunicación de masas y su control por fuerzas aliadas a grupos políticos, cuya actuación es uno de los factores que tornan inequitativos a los procesos electora-les» (Cuna, 2007: 24).

La televisión ejerce una in?uencia política importante en la población, la cual toma deci-siones a partir de la información política que llega a través de este medio. Esto implica que la televisión altera el proceso político «al ampliar las audiencias y personalizar el poder, reducir el papel de los partidos políticos y nacionalizar el debate político» (ibíd.). A su vez, la videopo-lítica suplanta a la vida política en el mismo proceso y al mismo ritmo en que el ciudada-no es convertido en consumidor, por tanto «en los medios se hace y no sólo se dice la política» (Barbero, 1999: 43).

Cultura política: OD�PDUFD�GH�OD�GHVFRQÀDQ]D�Otro elemento de discusión en esta democracia nonata es la función que ha tenido y tiene la clase política, que parece convertirse en un problema para la transición hacia una sociedad democráti-ca. Esto sin duda se relaciona con una cultura po-lítica que si bien muestra algunos cambios en la subjetividad política, no se aprecian diferencias importantes en la transformación de las conduc-tas cívicas (Cuna, 2006). Permea una evidente descon>anza hacia las instituciones electorales gubernamentales y políticas por la generalizada corrupción que prevalece en ellas, lo que recru-

dece el descontento ciudadano. Después de las elecciones de 2006, varios estudios de opinión coincidieron en que por lo menos cuarenta por ciento de los mexicanos consideraba que hubo fraude y apoyaban la demanda de conteo voto por voto (Arenas, 2006); en 2008 la cifra aumen-tó a 43 por ciento (La Jornada, 2/8/2008). Para 2012, 71 por ciento de los mexicanos consideró que «existe un dé>cit en la disposición a cum-plir las reglas», por lo cual se consideró que en las elecciones podía haber fraude (La Jornada, 29/7/2012).

La construcción del régimen político en Mé-xico propició una cultura política cuyos valores y prácticas fueron los del partido o>cial (pnr-prm-pri). Esto permitió la conformación de una cultura priista que se constituyó en el «Ins-trumento especí>co del poder, el partido o>cial estrechamente ligado al aparato gubernamental que se imponía como centro de la vida política del país a través de procedimientos y estructuras a>nadas a lo largo de los años, dictando así nor-mas de conducta» (Knight, 1996: 5).

Esta cultura política condicionada y dirigida desde el pri (Revueltas, 1996: 46-47), denomi-nada por Gabriel Zaid como la «pricultura», se caracterizó por la forma en que el pri procedía al margen de la ley mediante un movimiento de sístole y diástole, es decir, de atropello-concesión donde «la autoridad primero se arroga todo los poderes y luego se porta bien» (ibídem, p. 48). A la fecha, esta forma de concebir y poner en práctica la política ha permeado la vida de los partidos políticos, quienes no obstante guardan rasgos particulares, preservan hábitos que resal-tan esta cultura que da estabilidad y continuidad al sistema político mexicano, y se ha constituido en uno de los principales obstáculos del cambio democrático (Knight, 1996: 5).

La descomposición económica, política y social del sistema político, a causa del estable-cimiento del modelo neoliberal, alteró el ima-ginario que sentó las bases al Estado posrevo-lucionario (paternalismos, pacto con el pueblo, nacionalismo, agrarismo, obrerismo), desplaza-

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do por el proyecto tecnócrata que, sin ser menos autoritario, intentó su-plirlo con elementos del imaginario moderno que no han terminado de solidi>car, por tanto «ha creado un peligroso vacío de referentes» (Revuel-tas, 1996: 50).

Otro elemento que ha sentado sus bases en la cultura política mexica-na son los esquemas de representación de los actores como soportes de la democracia, como los problemas referidos a los comportamientos electo-rales (Millan, 1996), los fraudes, liderazgos personalizados, la función de los medios de comunicación. Otro espacio es el de las luchas diarias de los grupos y movimientos que se constituyen en alternativa de cambio político frente al Estado. Con victorias y derrotas, avances y acumulación de fuer-zas generan un proceso pedagógico de experiencias que van sintetizando la cultura política de estos movimientos, grupos o clases.

Por otro lado, Alan Knight sostiene que en la política mexicana se dan dos tipos de prácticas que se articulan y coexisten, por un lado el so#ball, un juego de beisbol relajado que se practica con una pelota grande entre amigos y familiares. Al mismo tiempo a nivel local se da el hardball, un juego totalmente diferente donde predomina el caciquismo, clientelismo, soborno, nepotismo y violencia, y «donde la práctica del hardball difícil-mente corresponde a normas constitucionales o retóricas, dando así origen a altos índices de enajenación y cinismo» (Knight, 1996: 26). Sin embargo, en lo local también emergen grupos que tienden a erosionar la antigua ma-nera de hacer política, que buscan minar el caciquismo, crear una ciudada-nía quejosa y so>sticada que combata esta tradición.

La complejidad de la cultura política proviene de la diversidad de prác-ticas cristalizadas en múltiples concepciones del mundo que ocasionan in-clusiones o rechazos, creencias e incertidumbres. Este ámbito ideológico condiciona la formación de concepciones y ubica las posiciones de poder desde las cuales se impulsa su socialización.

Dada la diversidad y la multiculturalidad social resulta necesario re-tomar las perspectivas de futuro de la cultura política, porque nos permite conocer y descifrar las múltiples tendencias reorganizativas que nacen de la sociedad mexicana, cómo se adhieren a un proyecto de futuro y su práctica afecta los patrones tradicionales de comportamiento político e introducen nuevas determinaciones en la compleja dinámica de las relaciones de auto-ridad (Gutiérrez, 1998).

Para >nalizar, es necesario continuar la re?exión sobre la variada y com-pleja diversidad cultural nacional, porque en la multiculturalidad se potencia y germina la acción renovadora de grupos, organizaciones y movimientos para romper la regularidad de las prácticas antidemocráticas y clientelares y dar paso a la construcción de una nueva ciudadanía a partir de la efectiva participación en los procesos de toma de decisiones que den sustento a la gobernabilidad democrática, elemento básico de la pluralidad cultural.

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Caminos de michoacán: decisiones bajo sospecha Michoacán es uno de los estados simbólicos en el proceso de transición democrática que ha vivido el país porque en él se libraron fervientes bata-llas en defensa del voto, lo cual abonó de mane-ra signi>cativa a la transformación del régimen de partido único. Es considerado cuna del car-denismo, bajo la >gura emblemática de Lázaro Cárdenas del Río, y del neocardenismo, bajo el liderazgo de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien en las últimas tres décadas ha «simboliza-do la lucha por un México más justo, tal como su padre lo había hecho a lo largo de su vida» (Ramos, 2003: 270).

Cárdenas Solórzano encabezó la conforma-ción del Frente Democrático Nacional (fdn) y las primeras asambleas constitutivas del prd en esta entidad, el cual se constituyó en la princi-pal fuerza política contrahegemónica del pri . En el campo electoral, el prd enfrentó el fraude de 1988, así como la inequidad en las sucesivas elecciones locales y la represión de sus militantes en la década de los noventa.

Hasta >nales de los ochenta todos los estados eran mayoritariamente priistas, la hegemonía de este partido era tal que desde antes de llevarse a cabo las elecciones se conocía a los ganadores de la contienda, lo que ocasionaba que la verda-dera lucha por los cargos se diera al interior de este partido y no en las elecciones constitucio-nales. Sin embargo, los comicios presidenciales celebrados en 1988 y los subsecuentes estatales en los noventa dejaron amplias dudas en la so-ciedad respecto a la imparcialidad de las autori-dades electorales en la organización y desarrollo de las elecciones, así como de la injerencia de los gobiernos estatales y federal.

Era perceptible el mínimo o nulo acceso de los candidatos de la oposición a los medios de comunicación masiva, así como el uso de los programas sociales a través de la burocracia gu-bernamental para favorecer a los candidatos del partido gobernante. Estas prácticas articularon una relación intrínseca entre el partido o>cial y

el gobierno estatal a tal grado que resultaba im-posible identi>car las funciones y límites de uno y otro. Esta simbiosis le permitió al pri cons-truir una estructura clientelar con los distintos sectores sociales (Calderón, 1997: 391) que le aseguraban el control político.

En el sexenio de Carlos Salinas (1988-1994), las elecciones se caracterizaron por las múlti-ples denuncias de fraude e inequidad electoral que generaron álgidos con?ictos poselectorales en Michoacán, Guanajuato, San Luis Potosí, Ta-basco, Yucatán, Veracruz, Zacatecas, Estado de México, Jalisco y Tlaxcala, lo cual provocó un ambiente de ingobernabilidad que llegó a pro-ducir la salida negociada de un buen número de los gobernadores electos en esos estados.

Algunos de los candidatos triunfadores de esas elecciones renunciaron a sus cargos por de-nuncia de la oposición; otros, por su incompe-tencia para controlar los procesos electorales y algunos más porque fueron «requeridos» por el presidente para colaborar en el Ejecutivo Fede-ral. La falta de garantías para celebrar elecciones libres y las movilizaciones de protesta de la opo-sición propiciaron que en algunos estados ?ore-ciera la >gura de los gobernadores interinos.

La aparición de la insurgencia perredista en los noventa permitió que las elecciones fue-ran competidas y desembocaran en un intenso proceso de con?ictos poselectorales. Esto derivó en la construcción de un régimen bipartidista (1989-1992) y posteriormente a uno tripartidis-ta (1995-2012), al que abonó signi>cativamente la reforma electoral de 1995 de la cual emanó el Instituto Electoral de Michoacán (Ramos, 2003).

Esta nueva fuerza opositora enfrentó el uso dispendioso de recursos públicos que la maqui-naria gubernamental utilizaba para promover e imponer a sus candidatos. No obstante la inequi-dad e impunidad con que actuaba, el pri empezó a perder la con>anza de la ciudadanía y a regis-trar un proceso de erosión y descenso electoral.

A partir de 1983 la oposición empezó regis-tró un avance sustancial. En ese año el pan ganó los municipios de Uruapan y Zamora, el Partido

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Demócrata Mexicano (pdm) en Nuevo Parangaricutiro;7 en 1988, el fdn (y posteriormente el prd) ganó la mayoría de los municipios del estado. Con ello inició un amplio proceso de competencia electoral y de alternan-cia gubernamental.

Este nuevo escenario de disputa por el poder local puso a los parti-dos de oposición frente al desafío de constituirse en opción de gobierno, aunque este régimen bipartidista no se caracterizó por su funcionamiento democrático, sino por la capacidad de movilización que cada partido logró desarrollar para competir electoralmente.

Desde 1988 el estado vivió complejos y tensos procesos electorales que desembocaron en con?ictos poselectorales, los cuales eran re?ejo de las discrepancias que el prd , bajo la dirección de Cuauhtémoc Cárdenas, te-nía con Carlos Salinas de Gortari. Las evidencias del fraude electoral en la elección presidencial permitió a la oposición cuestionar la legitimidad del gobierno salinista.

En los estados, con la complacencia del Ejecutivo Federal, los goberna-dores trataron de limitar el avance de esta fuerza política opositora a tra-vés del uso dispendioso de recursos públicos y de la alquimia electoral, lo que propició un proceso permanente de resistencia civil que el prd utilizó como su principal estrategia de presión política. Las constantes marchas, mítines, plantones, bloqueo de carreteras y toma de plazas públicas en al-gunos casos derivaron en enfrentamientos cuyo saldo registra heridos y muertos (Rivera, 1995: 190), invariablemente del bando opositor.

En este álgido contexto, el prd registró avances extraordinarios. En los comicios de 1988 ganó 106 de los 113 ayuntamientos, con lo cual se estrenó en la administración gubernamental municipal (Bon>l, 2005). Sin embargo, de manera inmediata el prd entró en una etapa de integración con?ictiva por el ruidoso proceso que generó la disputa por la candidatura a gobernador entre Roberto Robles Garnica y Cristóbal Arias en 1991. El triunfo de este último se vio empañado por las acusaciones de fraude, y el con?icto se prolongó hasta 1995 debido a que no pudieron canalizarlo ni contenerse en los causes partidistas (Rivera, 1996), lo que a la postre afectó el incipiente avance electoral de este partido.

Envuelto en sus disputas internas el prd compitió en la elección fe-deral de 1991 y la municipal de 1992 con saldos negativos. En ambos co-micios el pri recuperó la mayoría de los espacios perdidos tres años atrás, con base en una doble estrategia electoral: «Por un lado, en el aumento selectivo de recursos en obra social, así como la logística electoral, y por otro, en la exacerbación de la intransigencia política y el mantenimiento de las viejas prácticas políticas de corrupción electoral» (Dzib, 2007: 222).

El desaseo electoral propició que en la mayoría de los municipios donde perdió, y la votación era pareja, el prd se movilizara y tomara los inmue-bles municipales en reclamo por el resultado electoral. La presión ocasionó

�� ª(O�SURFHVR�GH�GHPRFUDWL]DFLyQ�GHO�HVWDGR�GH�0LFKRDFiQ«�GLVSRQLEOH�HQ��ZZZ�FDPSXV�XVDO�HV�aDFSD�GHPRFUDFLDORFDO�¬�PRQRJUDÀDPLFKRDFDQ�SGI!�����GH�GLFLHPEUH�GH�����.

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que se conformaran doce gobiernos municipa-les compartidos, en tanto el pri mantuvo 63, el prd 43, el pan 5, el Partido del Frente Carde-nista de Reconstrucción Nacional (pfcrn) y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (parm) 1, respectivamente. Esto le permitió al pri gobernar más de setenta por ciento de la población, y al prd alrededor de 23 por ciento (Ramos, 2003). Este avance sustancial le permi-tió al prd ubicarse como una fuerza opositora con presencia en todo el estado y con capacidad de competir codo a codo con el pri cada una de las posiciones en disputa.

Los con?ictos poselectorales y la falta de una estructura institucional con>able ocasionaron que en este nuevo escenario la movilización pro-vocara la salida de los gobernadores Luis Martí-nez Villicaña (1987-1989), quien fue sustituido por Genovevo Figueroa Zamudio. De la misma forma sucedió en 1992 con Eduardo Villaseñor Peña, quien después de quince días en el gobier-no fue relevado por Ausencio Chávez Hernández.

Las prácticas radicales del prd permitieron que se le reconocieran importantes triunfos en ayuntamientos y diputaciones. Sin embargo, la defensa del voto mediante este mecanismo impi-dió que se consolidara como opción política ante los empresarios, profesionales, círculos intelec-tuales y la jerarquía eclesiástica (ibíd, p. 375), quienes discrepaban con las tácticas de protestas empleadas por este partido.

A partir de 1995, a pesar de las pugnas in-ternas entre el candidato a gobernador Víctor Manuel Tinoco Rubí y el gobernador Ausencio Chávez, el pri logró la unidad, lo cual le permi-tió ganar la gubernatura, recuperar importantes espacios electorales y gobernar el sexenio com-pleto (Rivera, 1996). Con ello inició un periodo de normalidad electoral y gubernamental, y se empezó a esbozar la constitución de un régi-men tripartidista, de minorías diferenciadas, que abrió la puerta a una nueva etapa de convivencia política. La nueva distribución electoral indicaba que de los 63 municipios que gobernaba el pri en 1992, bajó a 54 en 1996, en tanto el prd pasó de

43 a 54, y el pan de cinco a catorce en ese mismo año. Este crecimiento del pan se dio en medio de la disputa que las facciones internas del prd y el pri libraban por las candidaturas (ibíd.).

El siguiente cuadro muestra este proceso transitorio de un régimen de partido hegemóni-co a un sistema bipartidista y tripartidista a par-tir de una distribución análoga de los votos entre las principales fuerzas partidarias, expresadas en el cuadro 3.

Cuadro 3. Número total de votos por partido en las elecciones federales de 1988, 1991 y 1994.

Partidos Votos Porcentaje Participación1988

PrI 151 933 26%FDN 354 239 60.85% 40.17%PAN 52 436 9%

1991PrI 506 861 51.3%PrD 293 312 29.7% 67.9%PAN 81 853 8.2%

1994PrI 617 149 43.6%PrD 485 962 34.35% 78%PAN 209 466 16%

Fuente: Calderón, 1997; rivera, 1995, y el autor.

Esta variación o volatilidad del voto formó parte de la normalidad electoral, cuando el prd empezó a consolidarse no sólo como una opción electoral sino como propuesta de gobierno. La etapa de lucha política se vio capitalizada en la elección de gobernador en 2001 cuando Lázaro Cárdenas Batel ganó con un amplio margen, y se rati>có con triunfo de Leonel Godoy Rangel, cuya victoria tuvo como base la aceptable gestión de su antecesor.

Alternancia y violencia políticaLa etapa de transición política que vive el país no podría entenderse sin esta lucha por la defensa del voto que libró el prd en la década de los no-venta, aunque este esfuerzo fue capitalizado elec-toralmente por el pan en la elección de 2000. La alternancia fue un paso importante hacia un estadio de normalidad electoral y estabilidad, sin embargo, en el proceso federal de 2006, la inje-

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rencia del presidente y los gobernadores en las elecciones exhibieron de nueva cuenta las limitaciones y grietas de nuestro sistema electoral.

En este tardo y desesperanzador tránsito a la democracia predominan los basamentos del viejo régimen que preserva las facultades metaconstitu-cionales del presidente, la monopolización de la participación y represen-tación política por los partidos políticos, mientras que la expresión popu-lar se limita a la emisión del voto. En este contexto, los gobernadores han fortalecido sus redes de poder, cuyas acciones incentivan las prácticas de dominación caciquil que obstaculizan procesos de formación ciudadana, aunado a la displicencia del Estado para combatir la corrupción institucio-nal, la expansión de los grupos criminales y la capacidad >nanciera de éstos para corromper e in>ltrar las instituciones del Estado.

La amplia solvencia económica y política de estos grupos delictivos ha permitido constituir poderes autónomos regionales con amplias bases te-rritoriales donde operan de manera ilegal, se disputan el control y el mono-polio de la violencia que, en el sentido weberiano, era atribución exclusiva del Estado. Esta condicionante desdibuja los componentes de legalidad y ciudadanía propias de cualquier sociedad democrática, ya que al vulnerar-se el derecho a la seguridad, se limita el carácter liberal de la misma.

Un elemento que fomenta este fenómeno es la cultura de la ilegali-dad, que en esta década de gobierno federal panista ha servido de incentivo para la proliferación y expansión de los grupos delictivos que se atomizan a causa de la sangrienta disputa que libran por el territorio, el mercado y el asedio gubernamental. Esto ha ocasionado el aumento en espiral de la violencia, lo que ha mostrado la incapacidad del Estado para generar con-diciones de seguridad a los ciudadanos.

Esta escalada de violencia nacional y la estrategia fallida del gobierno federal expone la vulnerabilidad del Estado y un ambiente propenso a la ingobernabilidad. Tal situación nos pone frente a lo que algunos han de-nominado «Estado fracasado», debido a la incapacidad de las instituciones gubernamentales para «proveer bienes políticos fundamentales asociados a la estatalidad: seguridad física, instituciones políticas legítimas, adminis-tración de la economía y bienestar social» (Tedeso, 2007: 7). En México, esto se hace evidente en los alarmantes niveles de violencia en el país que ya rebasan los 60 mil cadáveres y 160 mil desplazados como consecuencia de la guerra contra el narco, lo cual da certeza de que estos grupos armados que actúan fuera del control estatal y han copado las instituciones del Esta-do ahora empiezan a incursionar en la arena político-electoral.

No obstante que no estamos estrictamente ante un escenario de nar-coviolencia tal como sucedió en los ochenta y noventa en Colombia, se empiezan a registrar atentados y amenazas contra actores políticos, lo cual nos per>la hacia un escenario de esa naturaleza que, junto a la evi-dente crisis económica y de inseguridad que ensombrece el espacio pú-blico y la vida cotidiana de los ciudadanos, acentúan una atmósfera de descomposición social.

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En la última década, el estado de Michoacán, además de sufrir los efectos de la política migra-toria estadounidense, enfrentó fuertes di>culta-des para diversi>car las fuentes de ingreso debi-do a la insolvencia económica que padece el país. Esta complejidad económica y social ha servido de incentivo para que la actividad subterránea de la delincuencia organizada se constituya en una economía paralela que genera grandes ganancias, asimismo, actúa con cierta independencia, diver-si>ca el ingreso y abre una opción de sobrevi-vencia a la juventud depauperada que, frente a la falta de oportunidades generadas por el modelo económico neoliberal, encuentra en esta activi-dad una opción de supervivencia. Esto ha permi-tido la construcción de un ensamblaje entre estos grupos delictivos y algunos segmentos sociales.

Si bien es cierto que el crimen organizado ha sentado sus reales con mayor violencia en este estado, las instituciones judiciales federales encargadas de enfrentar estos grupos también han sido utilizadas para perseguir políticamente al gobierno perredista michoacano, en vísperas de las elecciones. La detención en 2009, sin in-formar al gobierno estatal, de 22 funcionarios del gobierno michoacano y 10 presidentes mu-nicipales el 26 de mayo, con la justi>cación de limpiar las estructuras judiciales y bajo la pre-sunción de que tenían lazos con el narcotrá>co, nos da elementos para sustentar la idea de que se hizo un uso selectivo o faccioso de la ley.

En el operativo se detuvo a los alcaldes: Uriel Farías Álvarez, de Tepalcatepec; Jairo Ger-mán Rivas Páramo, de Arteaga; Audel Méndez Chávez, de Coahuayana; Adán Tafolla Ortiz, de Tumbiscatío; Juan Antonio Ixtláhuac Orihuela, de Zitácuaro y José Cortés Ramos, de Aquila del pri . Genaro Guízar Valencia, de Apatzingán y Osvaldo Esquivel Lucatero, de Buenavista, del prd. Y los panistas José Luis Ávila Franco (coordinador de los alcaldes panistas en Mi-choacán), de Ciudad Hidalgo, y Antonio Gon-zález Rodríguez, de Uruapan, y al ex presidente municipal de La Huacana, Mario Manuel Rome-ro Tinoco.

Entre los funcionarios gubernamentales destacan, Citlalli Fernández González, ex se-cretaria de Seguridad Pública y asesora del go-bernador; Ramón Ponce Ponce, coordinador de asesores del procurador del estado y ex subpro-curador; Mario Bautista Ramírez, director del Instituto Estatal de Formación Policial; Ricardo Rubí Bustamante, director de Fomento Indus-trial de Michoacán; Juan Gaona Gómez, jefe de agentes de la Dirección de Gobernación Estatal; Victorino Jacobo Pérez, director de Seguridad Pública de Arteaga; Roberto Rubio Vázquez, director de Seguridad Pública de Tumbiscatío; Gabriela Mata Chávez e Irlanda Sánchez Ro-mán, jefas de grupo de la Policía Ministerial de Morelia; José Lino Zamora Hernández, encar-gado de la comandancia de Lázaro Cárdenas; Noé Medina Martínez, primer comandante en Protección Ciudadana, Policía y Tránsito de Morelia; Faraón Martínez Molina, primer co-mandante regional de Zitácuaro; Dionisio Sal-vador Valencia Palomares, director de Obras Públicas de Arteaga; Alfredo Ramírez García, jefe de grupo de la Policía Ministerial de Lázaro Cárdenas; Antonio Sánchez Gaytán y Baldome-ro Morales Rivera, policías municipales de Lá-zaro Cárdenas. El último detenido fue el juez de primera instancia en La Piedad y ex subprocu-rador de Justicia, Jaime Liera Álvarez.8 El 28 de junio la p gr detuvo a Mariano Ortega Sánchez, presidente municipal de Lázaro Cárdenas y a Is-rael Tentory García, coordinador de asesores en la Secretaría de Desarrollo Rural del gobierno de Leonel Godoy.9

Más allá de las atribuciones legales del titu-lar del Ejecutivo Federal para combatir la delin-cuencia organizada, y el uso faccioso de la ley contra un estado administrado por la oposición, la acción judicial lo colocó como un actor políti-co más en la disputa por el poder local, movido �� ª'HWLHQHQ�D����DOFDOGHV�\����IXQFLRQDULRV�SRU�SUHVXQWRV�

QH[RV�FRQ�HO�QDUFRWUiÀFR«��La Jornada Michoacán, 26 de mayo de 2009.

�� ª)XHURQ�GHWHQLGRV�HO�DOFDOGH�GH�/i]DUR�&iUGHQDV�\�HO�FRRUGLQDGRU�GH�DVHVRUHV�GH�'HVDUUROOR�5XUDO«��La Jor-nada Michoacán, 29 de junio de 2009.

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evidentemente por su interés partidario, y su relación consanguínea con quien posteriormente sería la candidata del pan al gobierno michoacano. Lo anterior se explica a la luz del desenlace del proceso judicial, ya que después de casi dos años de iniciado, los 32 detenidos fueron absueltos de las acusaciones de mantener vínculos o enlace para lavar dinero ilícito con miembros de La Familia,10 sin que el gobierno federal ofreciera una discul-pa pública a los detenidos ni al gobierno estatal.

El michoacanazo, como se le conoce coloquialmente a esta interven-ción judicial, es una operación política que no puede disociarse del pro-ceso electoral y cuyo objetivo era impactar mediáticamente en el contexto de la lucha política. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano llegó a considerar que, por la selectividad de la acción, en este hecho había «un ingrediente político-electoral», fundamentalmente porque sólo en este estado se reali-zaron detenciones de tal magnitud, lo cual evidencia una clara intención de «desfavorecer» al prd y «disminuir» la administración de Leonel Godoy Rangel. No ha sucedido lo mismo en otras partes donde existen condicio-nes similares que justi>caran acciones de este tipo por parte del gobierno federal, lo cual hace evidente un ingrediente de carácter político-electoral, tanto para desfavorecer al prd como para, de algún modo, disminuir al gobierno del estado.11

No obstante que en el discurso el Ejecutivo Federal se empeñó en ubi-car la acción dentro de la estrategia de combate al narcotrá>co, la medida evidencia los resabios del viejo centralismo presidencial, resulta una falsa salida al cumplimiento de sus responsabilidades constitucionales y exhibe una maniobra selectiva de perjuicio político contra un gobierno emanado de una fuerza política de distinto signo partidario a la del presidente.

Cuadro 5. resultados de elección federal de 2009 en michoacánDistrito Cabecera PAN PrI PrD otros

I lázaro Cárdenas 11 314 25 405 27 256II Puruándiro 16 538 26 982 33 881III Heroica Zitácuaro 16 132 21 048 21 559IV jiquilpan de juárez 26 217 24 782 24 799V Zamora de Hidalgo 30 593 20 350 13 475VI Ciudad Hidalgo 24 449 14 725 34 410VII Zacapu 18 013 23 831 30 755VIII morelia 22 558 21 242 12 534IX uruapan del Progreso 25 328 12 030 27 400X morelia 33 158 20 960 9 381XI Pátzcuaro 16 854 26 583 36 814XII Apatzingán de la Constitución 18 397 18 118 23 650

Total 259 551 256 056 295 914 232 037

Fuente: Atlas de Resultado Electorales Federales 1991-2009, IFe .

10� ª/LEHUDQ�DO�H[�DOFDOGH�GH�0~JLFD��~OWLPD�YtFWLPD�GHO�PLFKRDFDQD]R«��La Jornada Michoa-cán, 13 de abril de 2011.

11� ª/D�FRQVLJQDFLyQ�GH�IXQFLRQDULRV��FRQ�XQ�LQJUHGLHQWH�SROtWLFR�HOHFWRUDO��&iUGHQDV«��/D�-RUQDGD�0LFKRDFiQ�����GH�MXQLR�GH�������ª/D�JXHUUD�VXFLD�FRQWUD�HO�SUG�WHQGUi�HO�ªHIHFWR�FRQWUDULR«��&iUGHQDV�6ROyU]DQR«��La Jornada Michoacán, 2 de julio de 2009.

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La difusión mediática nacional de este hecho tuvo incidencia en la participación ciudadana, ya que en la elección federal de 2009 sólo 33.25 por ciento de los empadronados acudieron a las urnas. En el corto plazo no se registró un efec-to electoral negativo contra el prd , ya que este partido mantuvo su margen de votación y ganó ocho de los doce distritos en disputa, tal como lo muestra el cuadro 5.

Estos resultados propiciaron una correlación de fuerza equilibrada, ya que con la asignación de los diputados de representación proporcional el prd logró alcanzar 14, el pan 12, el pri 10, y con 1 el pvem , Nueva Alianza (na), pt y Con-vergencia, respectivamente.

La escasa participación nos muestra un fuerte desinterés social que tiende a debilitar la legitimidad de la democracia electoral, ya que los partidos ganadores obtuvieron en prome-dio sólo 25 por ciento de los votos emitidos de un total de 1’066,767 de votantes, de los cuales 232,037 (21.7%) se pulverizó en los partidos con menos presencia: pvem, pt, Convergencia, na, psd, no registrados y votos nulos, según el Instituto Electoral de Michoacán. Desde esta perspectiva, el michoacanazo ligado a otras ac-ciones deliberadas del gobierno federal abonó a la construcción de un escenario de confusión e inseguridad social que, aunado a los con?ic-tos endógenos del prd, ocasionaron que este partido viera interrumpida su gestión guber-namental.

La con>guración de esta atmósfera de vio-lencia se da a partir de la articulación de algu-nos acontecimientos que propiciaron una sen-sación social de inseguridad y un ambiente de temor colectivo que los ciudadanos achacaron a la administración estatal. El primero es el ataque que sufrieron los michoacanos el 15 de septiembre de 2008 a manos de un grupo delic-tivo que acometió a la población con granadas de fragmentación en el centro histórico de Mo-relia mientras celebraban las >estas patrias. El granadazo, como se le conoce popularmente a este atentado, dejó un saldo de ocho muertos y

un número indeterminado de lesionados,12 que ocasionó la suspensión pública de actos masivos en toda la entidad.

El segundo fue el ambiente de inseguridad que se fue asentando a causa de la violencia per-manente entre los grupos delictivos y las fuerzas policiales estatales y federales, en el que se vieron involucrados algunos funcionarios municipales y del gobierno estatal. Destaca el ataque que su-frió la secretaria de Seguridad Pública, Minerva Bautista Gómez, el 24 de abril de 2010, del que increíblemente logró sobrevivir.13

El tercero fue la retención que el Ejecutivo Federal hizo de los 441 millones de pesos co-rrespondientes a las participaciones federales que sumaban 11,352 millones 270,495 pesos, de los cuales el gobierno estatal recibió sólo 10,911 millones 46,677, conocido como el michoacana-zo !nanciero. Esta retención presupuestal obs-truyó el funcionamiento de importantes rubros del gobierno como el Fondo General, Fondo de Fomento Municipal, Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios, Fondo de Fiscalización, Impuesto Federal a la Venta Final de Gasolina y Diesel, Fondo de Compensación Derivado del Impuesto Especial sobre Producción de Servicios a la Venta Final de Gasolina y Diesel, Derechos de Peaje Puente de La Piedad, Incentivos por Ad-ministración del Impuesto sobre Tenencia o uso de Vehículos, e Incentivos por Administración del Impuesto Sobre Automóviles Nuevos. La me-dida lastimó de tal manera las >nanzas estatales que por lo menos cincuenta ayuntamientos no contaron con recursos para pagar aguinaldos y salarios,14 y hubo varios ayuntamientos que sus-pendieron sus responsabilidades constituciona-les debido a la insolvencia >nanciera.

12� ª$UWHUR�DWDTXH�HQ�0RUHOLD«��La Jornada Michoacán, 17 de septiembre de 2008.

13� ª0LQHUYD�%DXWLVWD��VHJXQGD�YtFWLPD�GHO�iUHD�GH�VHJXUL-GDG�S~EOLFD�HQ�0LFKRDFiQ«��El cambio de Michoacán, 24 de abril de 2010.

14� ª2UTXHVWy�OD�IHGHUDFLyQ�PLFKRDFDQD]R�ÀQDQFLHUR��DFXVD�&DVD�GH�*RELHUQR«��/D�-RUQDGD�0LFKRDFiQ�����GH�RFWX-EUH�GH�������ª(QIUHQWDQ�DOFDOGHV�GH�0LFKRDFiQ�FULVLV�\�GHPDQGDV«��La Jornada Michoacán, 4 de enero de 2011.

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El gobierno federal acusó al gobierno estatal de desorden y desfalco >nanciero, sin embargo, este hecho nuevamente se dio en la coyuntura del proceso electoral de 2011, lo que de nueva cuenta sembró la duda sobre la mo-tivación y la intencionalidad de la medida, considerada por el propio gober-nador, Leonel Godoy Rangel, como parte de una «guerra político-electoral».

En este contexto de inseguridad y violencia debido a la «guerra contra el narcotrá>co», diversos medios de circulación nacional empezaron a es-grimir la versión de que el presidente Felipe Calderón Hinojosa y un gru-po de empresarios michoacanos, encabezados por el empresario Francisco Medina, cabildearon la posibilidad de cancelar el proceso electoral y esta-blecer un candidato único en Michoacán. No obstante la justi>cación de que la propuesta tenía como objetivo prevenir del peligro que corrían los candidatos al gobierno estatal, al Congreso y a las 113 alcaldías,15 la idea fue rechazada por las fuerzas partidarias, a excepción del pan , y quedó como un intento centralista, violatorio de la soberanía estatal. Sin embargo, el gobierno federal se hizo presente en la campaña debido a que algunos fun-cionarios federales visitaron de manera recurrente el estado para promover obras y programas federales, lo que fue interpretado como una estrategia para apuntalar a la candidata del pan .

Esta crispación del ambiente político estatal y las postrimerías de la elección presidencial propiciaron que los actores contendientes colocaran en el debate a esta elección como un proceso de>nitorio de la elección pre-sidencial de 2012. Sin embargo, sin desestimar esta hipótesis, la elección sólo de>nió los contornos de la política local.

Un cuarto elemento fue la disputa interna por las candidaturas que libraron las alianzas: pan-Panal (Nueva Alianza), prd-pt-Convergencia, pri-pvem , la cual in?uyó en este resultado. La disputa entre Luisa María Calderón Hinojosa y Marcos Cortés Mendoza por la candidatura a la gu-bernatura generó inconformidades y duras críticas de este último contra lo que consideró una imposición del pan nacional. No obstante que Cortés obtuvo la candidatura a la presidencia municipal de Morelia, el distancia-miento entre ambos se mantuvo durante la campaña.

En el prd , la disputa entre Silvano Aureoles Conejo y Enrique Bautista Villegas (ligado a la familia Cárdenas), no obstante que la elección interna se desarrolló aparentemente sin sobresaltos, el candidato perdedor amagó con impugnar la elección por las irregularidades del proceso. Aunque no se manifestó de forma pública una fractura, el grupo derrotado práctica-mente abandonó a su suerte al abanderado perredista en la campaña. Otro elemento de segmentación fue la atomización que las facciones tuvieron al momento de designar a los candidatos a diputados y presidentes mu-nicipales, lo cual se tradujo en múltiples fracturas internas que salieron a relucir después de la derrota del 13 de noviembre. El pri por su lado logró negociar una candidatura de unidad a favor de Fausto Vallejo Figueroa, lo

15� ª&DQFHODU�HOHFFLRQHV�HQ�0LFKRDFiQ��DPHQD]D�IDVFLVWD��DOHUWD�)DXVWR�9DOOHMR«��La jornada Michoacán, 19 de mayo de 2011.

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que evitó desavenencias y grietas al interior del tricolor.

la jornada electoralEl 13 de noviembre Michoacán vivió un proce-so electoral enrarecido por la permanente in-tervención de la federación en el estado; por la actuación de las instituciones electorales debido a la endeble posición que asumieron frente a las prácticas ilegales y faltas éticas de los partidos, lo cual abonó que en las precampañas prevaleciera la rispidez y la confrontación.

Como en otras elecciones, no estuvieron ausentes las acusaciones cruzadas de los tres candidatos por haber rebasado los cuarenta millones de pesos que el iem >jó como tope de campaña, haber abusado de los medios elec-trónicos, incluido internet, y pagar programas televisivos nacionales. Una acusación que ame-ritó la sanción del tepfj fue la aparición de la candidata del pan en diarios locales y naciona-les «camu?ados» de entrevistas y reportajes, así como en programas televisivos nacionales en horarios estelares.

A ello se unió la denuncia contra la com-pra y coacción del voto, entrega de despensas, láminas, uso de programas y recursos públicos, la entrega de tarjetas electrónicas que condicio-naban el voto a cambio de promesas y el acceso a programas sociales. El día de la jornada elec-toral, aunque la ciudadanía michoacana acudió a las urnas de manera ordenada, se presentaron algunos incidentes que llevaron a la detención de cerca de cincuenta personas por tratar de inducir el voto, así como el envío permanente de mensa-jes telefónicos a los votantes el día de la jornada, a favor de la abanderada del pan ; el desplegado de un grupo delictivo en un diario local don-de llamaba a votar por el pri , y la detención el día de las elecciones en Morelia de Juan Gabriel Orozco Favela, el Gasca, presunto jefe de Los Ca-balleros Templarios en esa ciudad y cercano a la Tuta con propaganda a favor del pri .16

16� ª2WUR�PLFKRDFDQD]R«�Proceso, núm. 1829, 20 de no-viembre de 2011.

En esta elección, en su afán de ganar a como diera lugar, los partidos nuevamente apostaron a ver a los electores como clientes y consumidores electorales, y poco hicieron por construir ciuda-danía y consolidar prácticas democráticas. Sin respetar los tiempos previstos en la ley electoral, con resultados cerrados, y sin atender el llamado del iem para actuar con mesura ante la incerti-dumbre de los resultados, las tres fuerzas políti-cas se proclamaron ganadoras con base en sus propias encuestas de salida.

Los resultados o>ciales indicaron que el pri ganó la gubernatura, la mayoría de las presiden-cias municipales y las diputaciones en discordia. De los 112 municipios, el pri ganó 48, pan 28, prd 31, pt 3, pvem 1 y Convergencia 1. El mapa 3 muestra esta distribución de fuerzas.

mapa 3.

2FHDQR�3DFtÀFRGuerrero

estado de méxico

QuerétaroGuanajuatojalisco

Colima

michoacán de ocampo

PrI/PVem

PAN

PrD/PT/mC

Fuente: Instituto electoral de michoacán, 2011.

Vale mencionar que el prd recuperó en el tepfj los ayuntamientos de Jiquilpan y Coju-matlán de Régules, así como la diputación (dis-trito Los Reyes). Las alcaldías habían sido asig-nadas por el Tribunal Electoral de Michoacán (tem) al pan y pri , respectivamente, en tanto la diputación al pan .  Otro ayuntamiento que cambió de manos fue Jacona, ya que inicialmen-te las autoridades electorales habían validado la victoria del pri , pero la impugnación propició la anulación de algunas casillas y el nuevo conteo favoreció al pan . En estos casos las diferencias de votos entre los dos partidos punteros era me-nor a uno por ciento. En Morelia, la capital del

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estado, la elección fue cerrada, el pri triunfó con escaso margen sobre el pan , el cual impugnó los resultados y logró que el tepfj invalidara la elección y ordenara reponer el proceso. El primero de julio de 2012, se llevó a cabo el proceso extraordinario y el pri nuevamente ganó con estrecho margen.17

Llama la atención el grado de legitimidad electoral que los gobiernos de estos procesos pueden tener, ya que del total de los 4’351,037 michoa-canos, se encuentran enlistados en el padrón electoral 3’303,171, y sólo 1’859,598 salieron a votar. Esto representa 54 por ciento de participación, superior a 48 por ciento de 2001 y 2007, cuando salieron victoriosos Lá-zaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy Rangel, respectivamente. La elec-ción prácticamente se dividió en tres tercios, ya que el pri triunfó con 658,667 votos, lo que representa 35.42 por ciento, 19.94 por ciento de la población empadronada y 16.6 de la población total. De ahí lo ende-ble que puede resultar la representación política en un sistema electoral como el nuestro.

En lo referente a los diputados de mayoría relativa, el pri obtuvo 11, el prd 8, y el pan 5, tal como lo muestra el siguiente cuadro. La asignación

de las diputaciones plurinominales les permitió incrementar el número de diputados a 17, 12 y 11, respectivamente, como lo expresa el cuadro 6 y los mapas 4 y 5.

En esta elección salieron a relucir fuertes cuestionamientos a la guerra de encuestas que algunos medios realizaron y las que los propios partidos mandaron a realizar. Destaca mucho la incredulidad hacia estas medicio-nes, sobre todo por la falta de rigor metodológico debido a que numerosas empresas de sondeos divulgaron resultados alejados de la realidad.17 en la primera elección el candidato de la alianza pri-pvem, Wilfredo lázaro medina,

obtuvo 122,258 (40.19) votos, mientras que el de la alianza PAN-Panal, marko Cortés mendoza, registró 119,941 (39.4), la diferencia entre ambos fue de 2,317 sufragios. en la segunda elección el primero obtuvo 130,402 (44.46) votos, en tanto mientras que el segundo logró 119,329 (42.02). la diferencia creció a 11,073 sufragios.

mapa 4. mapa 5.

2FHDQR�3DFtÀFRGuerrero

estado de méxico

QuerétaroGuanajuatojalisco

Colima

michoacán de ocampo

PrI/PVem

PAN

PrD/PT/mC

III

IIIIV VI

VII VIIIIX

X XIXII

XIIIXIV XVXVI

XVII

XXI

XXIII

XXIV

XVIIIXIX

XX

XXI

XXII

V

2FHDQR�3DFtÀFRGuerrero

estado de méxico

QuerétaroGuanajuatojalisco

Colima

michoacán de ocampo

PrI/PVem

PAN

PrD/PT/mC

Fuente: elaboración propia con datos del Instituto electoral de michoacán, 2011.

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Cuadro 6. resultado de la elección

a diputados de mayoría

Distrito PAN-NA PrI-PVem PrD-PT-Conv.la Piedad 34457 25785 20651Puruándiro 20531 22703 28344maravatío 23423 23033 25764jiquilpan 32784 24814 31016jacona 28428 28241 20394Zamora 25939 19897 15581Zacapu 22867 23310 28560Zinapécuaro 28501 32970 26472los reyes 25168 20934 26275morelia Noroeste 16849 39918 13644morelia Noreste 20917 30530 10871Hidalgo 24862 25891 23066Zitácuaro 23830 27432 18172uruapan Norte 19791 22409 21545Pátzcuaro 23223 24550 38650morelia Suroeste 22629 38317 11045morelia Sureste 24958 32635 11045Huetamo 8978 25000 31108Tacámbaro 27091 23942 20262uruapan Sur 23779 34013 21433Coalcomán 8462 26774 27070múgica 6176 32920 26316Apatzingán 8851 28285 17314lázaro Cárdenas 8173 20864 25445Total de distritos por partido 5 11 8

Fuente: Instituto electoral de michoacán, 2011.

Los errores y las faltas éticas en las encuestas se evidenciaron. Un caso emblemático fue pre-sentado por el canal de televisión Milenio donde se difundió una encuesta telefónica realizada por el Gabinete de Comunicación Estratégica (gce). No obstante que el secuestro de algunos encues-tadores de Parametría ocasionó que todas las casas recurrieran a las encuestas telefónicas, no tomaron en cuenta el sesgo que implica este ejer-cicio, debido a que en Michoacán sólo un tercio de la población tiene teléfono.

Otro ejemplo son los sondeos difundidos por el diario Reforma, el cual sostuvo que el voto urbano le daba ventaja al candidato del pri-pvem , Fausto Vallejo, y cuarenta días después proclamó ganadora a la panista Luisa María Cal-derón con base en un ejercicio que combinaba la entrevista en vivienda y telefónica.18

18� ª(O�YDORU�GH�ODV�HQFXHVWDV«��Proceso, núm. 1835, 17 de enero de 2012.

El caso más grave se dio el día de la elección cuando el presidente del pan , Gustavo Madero, basado en los resultados de tres encuestadoras, argumentó que Luisa María Calderón había ga-nado, y al >nal sus números no coincidieron con los datos del Programa de Resultados Prelimina-res (prep). El cuadro 7 muestra estas incon-sistencias de las casas encuestadoras, previas y el día de la elección.

Las diferencias sustanciales que las encues-tas mostraron durante este proceso electoral evidencian de nueva cuenta los tropiezos de las empresas encuestadoras sobre los resultados de un proceso electoral. Este fallido ejercicio de aproximación en las tendencias nos obliga a cuestionar el justo valor que estos ejercicios de medición tienen, a no sobrevalorar y olvidar que son fundamentalmente instrumentos de aproxi-mación, no de exactitud, y que dependen de la con>anza del encuestado.

/D�VRPEUD�GHO�QDUFRWUiÀFR� en las eleccionesOtro elemento de análisis tiene que ver con la sospecha sobre la posible relación, más que de los partidos, de algunos candidatos con grupos del crimen organizado en algunos espacios de la geografía michoacana, aunque resulta casi impo-sible tener elementos de prueba de esos nexos en términos formales. Esta sospecha de la posible injerencia del crimen organizado estuvo presen-te en el proceso y tomó fuerza con el asesinato del presidente municipal de La Piedad, Ricardo Guzmán Romero, de >liación panista y amigo personal de la familia Calderón Hinojosa, diez días antes de los comicios.

Al calor de los resultados electorales las acu-saciones se energizaron. La candidata y las diri-gencias local y nacional del pan denunciaron la intromisión del crimen en los comicios, y atri-buyeron el triunfo del pri a esta intervención. Como en ocasiones anteriores, el Ejecutivo Fe-deral intervino, y en la «celebración» de su quin-to año de gobierno sostuvo que «la intervención palmaria y evidente de los delincuentes en los

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procesos electorales es un dato nuevo y preocupante, un dato al que ningún partido político debe permanecer silente u omiso». Al día siguiente, en un evento partidista, añadió que era clara la intervención del narcotrá>co en comicios, y «la prueba está en el asesinato del edil de La Piedad, Michoa-cán, donde sus asesinos publicaron un desplegado donde amenazaron a quienes votaran por el pan».

En el mismo sentido se pronunció el secretario de Gobernación, Ale-jandro Poiré Romero, al señalar que la injerencia del narco debía tomarse como «una llamada de atención» con lo que pudiera ocurrir en la elección de 2012, debido a que había «hechos muy preocupantes que son del do-minio público y pruebas documentadas de la intención de la delincuencia organizada de in?uir en la emisión del voto durante la pasada elección de gobernador, alcaldes y diputados en Michoacán».19

A la luz de los resultados, las acusaciones sobre la intervención del nar-cotrá>co a favor de un partido en estas elecciones son difíciles de sostener, porque la volatilidad del voto y la distribución de los espacios en disputa permiten observar que en las distintas regiones del estado hay una impor-tante variación de gobiernos municipales y una distribución equilibrada de fuerzas.

Un ejemplo de ello es el Corredor Tierra Caliente, por su posición estra-tégica fronteriza con el Estado de México y Guerrero, porque ha sido con-siderada tradicionalmente una zona donde el cultivo de droga ha llegado a formar parte de la actividad campesina (Maldonado, 2010) y porque repre-senta una zona estratégica para el traslado de la misma. Por la presencia del narcotrá>co en esta zona el pan y prd llegaron a asumir que los grupos delictivos habían in?uido en el triunfo de los candidatos del pri .

Con propósitos analíticos en este corredor integramos los resultados de las regiones occidente, Tierra Caliente y La Costa, las cuales aglutinan 26 municipios. Los resultados electorales nos muestran que el pri ganó 16 municipios, el prd 7 y el pan 3. Destaca que en los municipios de Buena-vista, La Huacana, Churumuco, Aquila, Chinicuila y Tumbiscatío, el pan

19� ���ª,QWURPLVLyQ�GHO�QDUFR�HQ�FRPLFLRV��XQ�DYLVR�GH�OR�TXH�SXHGH�RFXUULU�HQ�������3RLUp«��La Jornada, 23 de noviembre de 2012.

Cuadro 7. Variación de resultados en las encuestas previas y de salida

encuestadoras PrI-PVem PAN-PNA PrD-PT-Conv.PreP 35.39% 32.67% 28.88%

Previa Salida Previa Salida Previa SalidaArcop 35% 35 % 39% 39% 26% 26%espacio muestral 26% 35% 30% 38.5% 20% 26.5%ulises Beltrán 30% 37% 34% 33% 27% 30%mendoza Blanco 33% 34% 33% 31% 34% 35%reforma 33% 39% 28%milenio (GCe) 31.4% 33% 22.5%muévete 33.79% 37.1% 29.11%

Fuente: la razón, 26 de enero de 2012; la jornada michoacán, 14 de noviembre de 2011; Cambio de michoacán, 14 de noviembre de 2011.

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no obtuvo ningún voto, tal como lo muestra el cuadro 8.

El análisis de los datos nos permite mostrar también que el pri ganó 45 municipios, lo que le permitirá gobernar alrededor de 2’222,593 (51%) de michoacanos, en tanto el pan a 1’161,518 (26%), y el prd a 966,926 (22.2%). A ello se suma que de los 48 municipios con más de veinte mil habitantes que tiene el estado el pri ganó en 21, el pan en 14 y el prd en 9.

Los datos anteriores nos permiten sostener hipotéticamente que la relación del narcotrá>co no necesariamente se establecería con un ins-tituto político, sino con candidatos especí>cos, lo que nos da elementos para pensar que la in-jerencia del narcotrá>co no está ligada necesa-riamente a la hegemonía de un partido, y que el tripartidismo no representa un obstáculo para que estos grupos vean limitada su participa-

ción en las administraciones municipales. Con ello tiende a fortalecerse la idea de que nuestro sistema electoral aún no supera las prácticas y valores de la vieja cultura política fraudulenta, y ahora enfrenta el uso del dinero proveniente del narcotrá>co para >nanciar campañas elec-torales.

los nubarrones en el PrDComo se mencionó en líneas atrás, el voto mi-choacano tiene un comportamiento volátil. Si consideramos las últimas tres elecciones para gobernador, observamos que el voto por el pan pasó de 19 por ciento, en las elecciones de 2001, a 33 por ciento en la elección de 2007; este porcentaje de votación en ambas eleccio-nes ha sido el máximo histórico. El pri por su parte ha registrado amplias ?uctuaciones en el voto que van de 39 por ciento en 2001, donde

Cuadro 8. Composición de las fuerzas partidarias en los municipios del corredor Tierra Caliente

Región Municipio PAN-Panal-PRI-PVEM PRI-PVEM PRD-PT-Conv.

occidente

Aguililla 3824 2761Apatzingán 8143 25154 10773Buenavista 0 10775 5819Gabriel Zamora 183 4315 3710la Huacana 0 10768 4493mújica 3725 8138 4397Nuevo Parangaricutiro 1016 4845 3091Nuevo urecho 425 1525 2131Paracho 1376 5925 7214Parácuaro 6718 5823 3862Tancítaro 3682 2082 3363Tepalcatepec 2449 3937 3391Teretán 1903 2460 2338Tingambato 397 2546 3781uruapan 30447 49784 28025Ziracuaretiro 1843 3181 2703

Tierra Caliente

Carácuaro 221 1936 2587Churumuco 0 4259 3553Huetamo 963 8906 8795Nocupétaro 1094 2022 1941San lucas 1194 2897 4303Tiquicheo 550 2643 2473Turicato 2669 4917 6653

la costa

Aquila 0 6572 6420Arteaga 479 5518 3812Cohuayana 3074 1266 1687Chinicuila 0 1292 1405lázaro Cárdenas 7376 22697 26017

Tumbiscatío 0 2390 1400

Fuente: Gobierno del estado de michoacán.

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las contrariedades electorales de la transición política: una mirada nacional y estatal Hologramía

triunfó Víctor Manuel Tinoco Rubí, a un 26 por ciento en la elección de 2007.

Por su parte, el prd pasó de 32 por ciento en 1995 a 43 por ciento en 2001, su máximo histórico con el que triunfó Lázaro Cárdenas Batel. Un dato que resalta a la vista es que en las últimas tres elecciones el voto pe-rredista no había descendido de 32 por ciento hasta la elección del 13 de noviembre, donde registró una merma importante. El resultado de estas ?uctuaciones en la votación se muestra en el cuadro 9.

La identidad del prd michoacano con el cardenismo y neocardenis-mo, como ya se mencionó, es indisociable y ha resultado vital para que este partido accediera al poder gubernamental en 2001. La familia Cárdenas cuenta con una destacada ascendencia política y cultural en las distintas clases sociales, fuerzas políticas y generaciones de la sociedad michoaca-na.20 A ello se debe que la candidatura del nieto del general haya logrado la adhesión de importantes sectores sociales distantes del prd , de algunos cuadros priistas y de los partidos pequeños, lo cual le permitió ganar con más de medio millón de votos.

A pesar de la aceptable percepción de la población sobre la gestión de gobierno de Cárdenas Batel, la candidatura de Leonel Godoy Rangel no tuvo las mismas adhesiones ni el impacto electoral esperado. No obstante que compitió bajo las siglas de la alianza prd-pt-Convergencia y el des-aparecido Partido Alianza Social, registró una pérdida de 9,830 votos con respecto a su antecesor.21

20 en algunos momentos el priismo michoacano ha reclamado el origen priista del carde-nismo. lama la atención que en esta campaña, Fausto Vallejo Figueroa llegó a sostener que el cardenismo no era propiedad de ningún partido político, sino de todos los mi-FKRDFDQRV��VH�GHFODUy�ªRUJXOORVDPHQWH�FDUGHQLVWD��QR�SRU�WUDGLFLyQ��VLQR�SRU�HVHQFLD«��\�DQXQFLy�TXH�HQ�VX�JRELHUQR�ª(O�FDUGHQLVPR�HVWi�\�VHJXLUi�YLJHQWH«�

en la toma de posesión, en presencia de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, lázaro Cár-denas Batel y el pleno de la clase política priista estatal y nacional, destacó que su HMHUFLFLR�GH�JRELHUQR� WHQGUtD�FRPR�EDVH� ORV�SULQFLSLRV�GHO�FDUGHQLVPR� �ª&RPSODFH�D�&iUGHQDV�HO�FDUGHQLVPR�GH�)DXVWR«��La Jornada Michoacán, 16 de febrero de 2012).

21� ª0LFKRDFiQ�\�ODV�HOHFFLRQHV�GH�����«��Análisis político, 5 de diciembre de 2011.

Cuadro 9. resultados elección de gobernador, michoacán 2001

Partido Núm. de votos Porcentaje Total de votos Padrón Variación de votos

PAN 247 373 19 1 301 318 2 494 099 -34 460PrD-PT-PVem-PAS-PSN-Conver. 561 170 43 +203 055PrI 492 775 38 +62 750

Resultados elección de gobernador, Michoacán 2007PAN-Panal 485 847 35 1 390 890 3 064 638 +238 474PrD-PT-Conver-PAS. 551 340 40 -9 830PrI 353 676 26 -139 099

Resultados elección de gobernador, Michoacán 2011PAN-PNAl 606 514 32.62 1 859 598 3 303 171 +119 667PrI-PVem 658 667 35.42 +304 991PrD-PT 535417 28.86 -14686

Fuente: Instituto electoral de michoacán, 2001, 2007, 2011.

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No obstante que ambos gobiernos emana-ron del mismo cuño partidario, los resultados de ambas gestiones muestran sensibles diferen-cias. El de Cárdenas Batel se constituyó en una especie de cogobierno o gobierno de transición al incluir a otras fuerzas políticas, lo cual ayudó a generar con>anza ciudadana hacia la gestión perredista. Mientras que en la administración de Godoy Rangel, el gabinete se conformó con cuadros perredistas, sin embargo, la mayoría provenían de una sola corriente, cuyos resulta-dos de gobierno fueron poco alentadores.

Otro elemento de análisis que ayuda a ex-plicar la derrota es el desgaste que los gobiernos emanados consecutivamente de un mismo par-tido suelen enfrentar en el ejercicio de gobierno. En el caso de la última administración es eviden-te que, además de los factores externos que daña-ron la imagen estatal, el ejercicio gubernamen-tal no tuvo la aceptación ni la aprobación social esperada, ya que de acuerdo con la empresa de estudios de opinión Defoe sólo 45 por ciento de los ciudadanos aprobaron la gestión de Leonel Godoy.22 Los rubros mal evaluados fueron la se-guridad, educación (no obstante que este gobier-no decretó la gratuidad de la educación superior y los telebachilleratos que prácticamente dieron cobertura total a la población joven), obras pú-blicas, empleo y transporte.

Llama la atención que el mismo ejercicio de evaluación en el estado indicó que el presidente Felipe Calderón Hinojosa recibió 54 por ciento de aprobación porque generalmente los gobernado-res en sus estados suelen obtener mayores niveles de aprobación que el presidente, en Michoacán sucedió lo contrario.23 Esta percepción obedece al despliegue militar y la difusión mediática que en los últimos años el gobierno federal hizo para justi>car la guerra contra el narcotrá>co en la so-22 otro elemento que parece haber afectado fue el paren-

tesco del gobernador con el ex diputado, julio César Godoy Toscano, acusado de mantener vínculos con el grupo delictivo la Familia michoacana, y actualmente prófugo de la justicia.

23� ª8QD�PLUDGD�D�0LFKRDFiQ«��Animal político, 17 de no-viembre de 2011.

ciedad michoacana atribulada por la violencia.La derrota en Michoacán es un duro golpe al

perredismo nacional, si tomamos en cuenta que el triunfo de este partido en el estado de Gue-rrero, con Ángel Aguirre Rivero en 2011, se dio bajo un fuerte cuestionamiento ético al candidato recién salido de las >las del pri con un marcado antecedente antiperredista. En el caso de Tabasco el candidato a gobernador, Arturo Núñez Jimé-nez, transpira la vieja cultura priista y es heredero del Fobaproa; en Chiapas, María Elena Orantes López, senadora priista, es su candidata a la gu-bernatura. Ante este panorama, todo parece in-dicar que el partido sólo podrá mantenerse como opción de izquierda en el Distrito Federal.

Por las disputas que se avecinan todo indica que el prd sucumbirá otra vez ante sus acos-tumbradas reyertas internas. De nueva cuenta, >el a su tradición interna, buscará las causas de su debacle en los factores externos y con ello evadir los exiguos resultados de sus gobiernos, el abandono y exclusión de su militancia, ocul-tar los excesos de la burocracia mareada por la inercia gubernamental y la nonata democracia interna del partido.

El prd michoacano no ha podido asimilar la convivencia en su propia heterogeneidad que ocasionó, entre otros problemas, la pugna de los grupos. Como parte de sus usos y costumbres, reeditó un proceso interno rijoso en la de>nición de candidaturas que atomizó los grupos o «tri-bus» en los municipios donde intentó conformar planillas de unidad. No pudo impedir la salida de cuadros y liderazgos municipales importan-tes del prd que se registraron bajo las siglas de otros partidos, la falta de organización de la es-tructura partidista, el desdén de algunos funcio-narios para apoyar la campaña de su partido, así como la pérdida de apoyo de grupos sindicales por el enfrentamiento que tuvieron con la es-tructura gubernamental, tal como sucedió con el Sindicato de Trabajadores al Servicio del Poder Ejecutivo del Estado (Stapse).24

24� ª$QDOL]D�PrD �OD�GHUURWD«��La Voz de Michoacán, 11 de diciembre de 2011.

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las contrariedades electorales de la transición política: una mirada nacional y estatal Hologramía

La derrota motivó un proceso de acusación y cuestionamiento entre los grupos sobre el evidente alejamiento de los dirigentes y aspirantes de los principios populares que le dieron origen a este instituto, y de la poca o nula autonomía de su dirigencia respecto a la burocracia gubernamental.

El partido se fue burocratizando y aburguesando, y perdió esencia y autonomía. El dirigente no hace nada si no consulta al secretario de Go-bierno o al gobernador en el mejor de los casos. Y entonces, en lugar de que el partido sea un ente dinámico, una organización que nutra, ayude y fortalezca, es una carga. Tenemos que plantearnos una renovación a fondo de los órganos de dirección y después iniciar otro trabajo a fondo de orga-nización a nivel territorial para componer las cosas. Hoy tenemos comités desarticulados o paralelos en setenta por ciento de los municipios, lo cual resulta inaudito.25

Según sus dirigentes, el prd enfrentó esta elección con una estructu-ra territorial «desarticulada» en setenta por ciento de los municipios, así como la poca lealtad de los militantes en busca de posiciones. Sin embargo, la elección federal que se avecina avizora una nueva tormenta por las can-didaturas a diputados federales entre Nueva Izquierda, Foro Nuevo Sol e Izquierda Democrática Nacional, lo que en>la nuevamente a la reedición de «los viejos errores y con?ictos entre la militancia».26

La propuesta de «reestructuración a fondo» del prd después de la de-rrota electoral, encabezada por el ex candidato al gobierno, Silvano Aureo-les Conejo, se presenta en medio del agotamiento de un proyecto perredis-ta que a 23 años de su fundación se desdibuja frente a los retos inmediatos y futuros. Esto implica no sólo la remoción de la dirigencia y dar paso a otros liderazgos, sino iniciar un proceso de adoctrinamiento y formación política que evite «aventuras electorales, y la prevalencia de intereses per-sonales o de grupo.

Vemos con desesperación que nuestro partido se ha divorciado de los prin-cipios que le dieron vida, hemos exigido acabar con los privilegios de unos cuantos, terminar con la corrupción, y reclamamos que la equidad sea prin-cipio total en las decisiones que tomen sociedad y gobernantes […] el partido se ha desdibujado y se ha convertido en un apéndice del gobierno estatal.27

Con los resultados de esta elección cada partido deberá sacar, de ma-nera autocrítica, las conclusiones de su cosecha electoral. En el caso del prd , posiblemente encontrará circunstancias exógenas que afectaron el resultado de la elección, sin embargo, deberá voltear la mirada hacia su

25� ª'HUURWD�GHO�PrD �HV�UHVSRQVDELOLGDG�GH�WRGRV«��La Jornada Michoacán, 9 de enero de 2012.

26� ªPrD��GRPLQDGR�SRU�WULEXV�TXH�YHODQ�SRU�VXV�SURSLRV�LQWHUHVHV��(QULTXH�%DXWLVWD«��La Jornada Michoacán, 10 de enero de 2012.

27� ª$QXQFLDQ�OtGHUHV�GH�H[SUHVLRQHV�GHO�PrD UHHVWUXFWXUDFLyQ�GHO�SDUWLGR«��La Jornada Mi-choacán, 19 de diciembre de 2011.

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interior, minado por la inercia electoral corto-placista y pragmática, y su endeble gestión de gobierno que lo aleja de la posibilidad de consti-tuirse en una expresión de izquierda y lo en>la a convertirse en un obstáculo para la construcción de ciudadanía y, por ende, de una sociedad de-mocrática.

la judicialización de la elecciónLa sospecha de la inherencia del narco en las elecciones ocasionó que el pan denunciara ante la Subprocuraduría de Investigación Especiali-zada en Delincuencia Organizada (sied o) pre-suntas amenazas, extorsiones, intimidaciones y hasta «levantones» de candidatos o ciudadanos a>nes a ese partido en 18 municipios de Michoa-cán.28 Con ello se formalizó la sospecha de la in-tromisión del crimen organizado en las eleccio-nes de Michoacán.

En paralelo, el candidato del prd , Silvano Aureoles, denunció también la ilegalidad de la elección y pidió la anulación de los comicios. Pri-mero porque la candidata panista había recibido dinero del gobierno federal para su campaña, re-basando los topes de campaña. En consonancia con el pan , reclamó que el candidato del pri había ganado por el dinero que le dio a sus sim-patizantes y las listas donde tenía los nombres de los líderes de la delincuencia organizada.29

Las denuncias se agudizaron pasada la jorna-da electoral contra el candidato ganador, Fausto Vallejo, por una supuesta relación con el crimen organizado, la sobreexposición en medios de co-municación y el rebase de los topes de campa-ña, así como la coacción del voto a través de la tarjeta «Efe», una tarjeta telefónica ilimitada de cobertura internacional, con la que el pan y prd suponían que se coaccionaba el voto y por consi-guiente se excedía en los gastos de campaña.

28� ª(OHFFLRQHV�\�GHOLQFXHQFLD«��(O�*UiÀFR� 9 de diciembre GH�������ª(O�QDUFR�GHÀQLy�HO�UHVXOWDGR�GH�ORV�FRPLFLRV�PLFKRDFDQRV«��La Jornada Michoacán, 7 de diciembre de 2011.

29� ª0LFKRDFiQ�YLROHQWR�HQ�HOHFFLRQHV�SDFtÀFDV��ÓOWLPD�SD-UDGD�SDUD�����«��SDPnoticias.com, 15 de noviembre de 2011.

Este proceso de judicialización de las elec-ciones, cuya principal acusación fue la sospe-cha de la injerencia del narco en las elecciones a favor de un candidato, formará en lo sucesivo parte de la normalidad política que viviremos en procesos venideros, donde la suspicacia irá to-mando fuerza en la medida que el Estado se siga diluyendo frente a este poder paralelo ilegal que se expande de manera exponencial.

Cherán: el regreso a la comunidadEn esta nebulosa electoral, vale la pena destacar el caso de Cherán, único municipio donde no se llevaron a cabo elecciones para presidente mu-nicipal, aunque sí para diputado y gobernador. Enclavado en la Meseta Purépecha, este muni-cipio con relevancia histórica ha mantenido ba-samentos de una cultura milenaria que es signo de orgullo y fuerza para los habitantes desde que el 15 de abril de 2011 un amplio grupo de mujeres de este municipio enfrentó a los nar-cotalamontes que saqueaban los bosques de las comunidades vecinas de Tanaco, Rancho Seco y de Capácuaro, de donde se calcula que han ex-traído de manera clandestina aproximadamente 20 mil hectáreas.

En este con?icto se pone de relieve la reivin-dicación de los derechos indígenas, seguridad social, defensa de los recursos naturales y del te-rritorio, el control de la seguridad y autogobier-no de la comunidad. Esta muestra de organiza-ción y autodeterminación en dichas poblaciones indígenas desde sus propios sistemas normati-vos, a través del Comité de Bienes Comunales, de>ne los contornos de su propia forma de ver y entender la autoridad.

La falta de capacidad del gobierno estatal para atender el con?icto y la poca con>ablidad en las fuerzas partidarias motivaron que los po-bladores acordaran en asamblea comunal no participar en las elecciones constitucionales y que sus autoridades fueran electas a través del método de usos y costumbres, sin representa-ción de los partidos políticos.

Después de cuatro meses de diálogo con el

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gobierno, diputados y el iem , el pasado 22 de enero esta población eligió a sus autoridades por el método de asamblea popular libre a través del cual eligieron el Concejo Mayor Comunal, conformado por doce concejales, tres por cada uno de los cuatro barrios que conforman la comunidad, en lugar de alcalde y regidores. El proceso fue avalado por el iem y el tepfj , lo cual permitió que el Comité entrara en funciones el 6 de febrero.30

Este con?icto exhibe nuevamente las limitaciones de la representación política del régimen vigente, la incapacidad del sistema de partidos y de la democracia electoral para abrir espacios de participación y representación política indígena. Esto nos pone nuevamente en la discusión sobre las con-dicionantes de exclusión cultural que el Estado establece, donde la demo-cracia postula una igualdad genérica, lo que exhibe la debilidad de nuestro sistema democrático al excluir las diferencias (Ventura, 2010).

Por lo anterior, el modelo de democracia política resulta impositivo para algunas poblaciones que históricamente se han organizado y cons-truido un sistema de autodeterminación o de práctica política de acuerdo con sus propias costumbres y el reconocimiento de la vigencia de siste-mas normativos en un territorio determinado. En este tono, donde sub-yace la problemática, la relación del Estado con estas comunidades pone a discusión y tiende a rede>nir los contenidos limitados de la democra-cia electoral. También está presente la exigencia de construir proyectos comunitarios que revitalicen las demandas y preserven las identidades de los pueblos indígenas con base en los valores comunitarios donde la representación política de las autoridades tiene otro contenido y es obser-vada con otra mirada.

ConclusionesLas elecciones federales y estatales exhiben un avance signi>cativo hacia el tripartidismo, lo que sin duda abona al proceso de tránsito hacia el plura-lismo que vive el país, muestra también la prevalencia de valores y prácticas propios de una cultura política poco evolucionada mani>esta en la con-?ictiva vida interna de las fuerzas contendientes y las formas en que éstas enfrentan la lucha electoral por el poder gubernamental. Otro elemento es el uso faccioso que hizo el Estado para incidir en la contienda; la débil au-tonomía de los organismos electorales frente al uso y abuso de los recursos públicos para favorecer a candidatos de distinto signo partidario, y la emer-gencia del narcotrá>co como una fuerza ilegal que incide en la lucha por el poder y una álgida disputa por el territorio, que seguramente se constituirá en una constante en los procesos electorales venideros.

30� ª(OLJHQ�HQ�&KHUiQ�DXWRULGDGHV¬�VLQ�SDUWLGRV�SROtWLFRV«��Proceso, 23 de enero de 2012.

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Seguridad y democracia: hacia un enfoque integral

Alberto Espejel Espinoza Universidad Nacional Autónoma de México

IntroducciónHoy día el tema de la seguridad es el que más preocupa a los ciudadanos; los magros resultados que han obtenido los gobiernos federal y estata-les en ciertas entidades, han potencializado dicho problema en la agenda pública. La falta de una estrategia integral para abatir la inseguridad se ha transformado en un asunto que afecta la gobernabilidad democrática, ya que se gasta mucho en esta materia y los resultados obtenidos brillan por su ausencia. Por ende, es necesario tomar una serie de medidas que organismos internacionales, como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud) o entidades académicas como la unam, han señalado desde hace tiempo. Básicamente lo podemos resumir como si-gue: enfoquemos lo punitivo donde corresponda y aumentemos la apues-ta preventiva.

El trabajo se compone de dos apartados. Primero observaremos cuáles han sido los resultados de la estrategia implementada en México y el enor-me gasto que supone. En segundo lugar se enunciará una serie de medidas que ayudarían a tener una estrategia integral para el tema de la seguridad en México.

Palabras clave: Seguridad pública, prevención, violencia, crimen organi-zado, inseguridad.

Percepción, gasto y resultados de la seguridad en méxico El tema de la seguridad es de suma importancia para las democracias; en ese sentido es un tema que preocupa y ocupa a muchos gobiernos latinoa-mericanos y a la sociedad en su conjunto (Álvarez y Manzotti, 2008: 31). En México es el tema que más preocupa a los ciudadanos, como se aprecia en la tabla 1 en la parte de anexos, superando a diversos problemas, tales

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como: la crisis económica, el desempleo, la po-breza e incluso, la corrupción.

Tabla 1. ¿Principal problema del país?

Mar2007

Mar2008

Mar2009

Mar2010

Mar2011

Mar2012

Inseguridad/delincuencia 23.9 19.1 20.3 19.4 36.8 33.5

Crisis económica 24.5 21.6 40.9 34.5 20.0 20.1

Desempleo 14.3 17.1 14.4 16.7 15.4 15.1

Pobreza 11.9 9.9 5.7 8.7 6.9 8.5

1DUFRWUiÀFR 4.5 8.7 3.8 4.7 7.1 4.8

Corrupción 5.2 6.9 4.3 4.3 4.6 5.1

Bajos salarios 2.1 4.8 2.8 2.9 2.5 3.4

,QÁDFLyQ 4.3 2.6 2.1 2.2 1.5 2.3

Drogadicción 1.6 2.3 1.0 1.3 1.3 1.0

Fuente: mitofsky, 2012.

El problema de la inseguridad es un proble-ma de grueso calado. Tratarlo, por tanto, no es sencillo, ya que supone la puesta en marcha de un enfoque integral, del uso e>ciente de recursos materiales y humanos, de una visión a corto, me-diano y largo plazo y, sobre todo, del respeto a los derechos humanos (unam , 2011).

Actualmente en México atravesamos por una aguda crisis de seguridad, creada por la erra-da estrategia de los gobiernos federal y estatales que pre>eren atacar los síntomas en vez de en-focarse en las causas de la inseguridad y la vio-lencia. Por esto, podemos asegurar que en torno

al tema de la inseguridad, el error ha recaído en los gobiernos, no en la sociedad, ni siquiera en los cuerpos policiales, ya que los primeros han preferido enfocarse en medidas que no atacan el problema de forma correcta, es decir, atendien-do sus causas. Una estrategia integral, sin duda, abarcaría los aspectos políticos, sociales, econó-micos y culturales del problema de la seguridad. Aunado a esto, su construcción, implementa-ción y vigilancia estarían acorde a los principios democráticos que el Estado asume.

¿Qué es lo que se ha estado haciendo en Mé-xico? En primer lugar se ha aumentado la apues-ta represiva o punitiva. En México hemos errado la estrategia de seguridad, de eso no cabe duda, ya que se ha alimentado el crecimiento de casti-gos, policía, ejército, represión y cárceles, inclu-so erradamente a nuestros jóvenes, y el resultado ha sido un desmedido aumento de la violencia y la inseguridad.

¿Cuáles han sido los resultados obtenidos? Sin duda, magros. En este sentido, como a>rma Guerrero, las cifras de incidencia delictiva nos ofrecen un primer indicador de los resultados logrados (Guerrero 2012: 22). Es bastante claro que el problema de la violencia e inseguridad en México creció de forma estratosférica en el sexenio de Felipe Calderón, por ejemplo, los ho-micidios dolosos relacionados con el crimen or-ganizado aumentaron considerablemente, como se aprecia en la gráfica 1, de 2,766 en 2007 a

*UiÀFD����(MHFXFLRQHV�DQXDOHV�

2007

2,000

0

4,000

6,000

8,000

10,000

12,000

14,000

16,000

18,000

6,833

2,766

9,604

15,263

16,603

2008 2009 2010 2011

Fuente: Guerrero, 2012.

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16,603 en 2011. De ese total se estima que diez por ciento son civiles ino-centes. Desgraciadamente para el gobierno federal no representan más que «daños colaterales». Ahora bien, no solamente han aumentado los homici-dios dolosos relacionados al crimen organizado, también han aumentado el robo y el secuestro, como se aprecia en la tabla 2.

Tabla 2. Delitos de alto impacto (2006-2011)

Concepto 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012

robo 545,251 610,730 656,877 680,566 738,138 749,414 62,268

lesiones dolorosas 175,738 189,383 186,585 183,421 176,451 160,000 11,727

Homicidio doloroso 11,808 10,253 13,193 16,117 20,585 22,192 1,628

Secuestro 733 438 907 1,162 1,284 1,326 84

extorsión 3,157 3,123 4,875 6,332 6,375 4,598 405

Total de delitos de alto impacto 736,685 813,927 862,437 887,598 942,833 937,530 76,112

Porcentaje de los delitos de alto impacto respecto al total de delitos 46.6% 47.2% 48.9% 49.4% 51.3% 51.6% 52.0%

Total de delitos 1,580,730 1,724,319 1,763,462 1,796,737 1,838,109 1,817,843 146,381

Fuente: mitofsky, 2012.

Asimismo, a dicha apuesta punitiva o represiva le hemos dedicado bastantes recursos materiales. Como a>rma la unam, «el presupuesto público destinado al castigo y a la prevención está proporcionalmente desequilibrado en bene>cio del primero» (unam, 2011: 5). Para muestra un botón; es de resaltarse el enorme gasto que se dio a dependencias del sector seguridad dentro del sexenio de Felipe Calderón (Guerrero, 2012). Como a>rma Cortez, tan sólo en 2009 se gastaron 104,907 millo-nes de pesos para el funcionamiento de las secretarías de Defensa Na-cional, Marina, Procuraduría General y Secretaría de Seguridad Pública Federal, un monto que equivale a más de la mitad de lo que se destina a la Secretaría de Educación Pública (Cortez, 2010: 33). Esta es una ten-dencia creciente, como se aprecia en la gráfica 2, que se dispara en el sexenio de Calderón.

Ahora bien, del total del presupuesto destinado al sector seguridad, se ha privilegiado a la Secretaría de Seguridad Pública, como sugiere la gráfica 3, la cual ha tenido incrementos anuales importantes, pasando de 13’664,000 en 2007, a 19’711,000 en 2008, a 32’916,000 en 2009 y, >nal-mente, a 35 en 2011 (Medina, 2011).

Pero ahí no acaba todo. Es decir, no solamente gastamos mucho y tenemos magros resultados, sino que ha existido un aumento de violacio-nes a los derechos humanos como sugiere la tabla 3. De acuerdo a los informes anuales de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en lo que va del sexenio se han recibido 49,873 quejas por presuntas violacio-nes de derechos humanos; 29 por ciento corresponden a las instituciones

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de seguridad federal; la Sedena es la institución que acumula el mayor porcentaje (cincuenta por ciento).

En cinco años el número de presuntas vio-laciones a los derechos humanos por parte del personal del Ejército y la Marina aumentaron 931.3 y 1,962.5 por ciento, respectivamente. De ahí que, como retrató hace poco Human Rights Watch (hrw) en su informe «Ni seguridad, ni derechos. Ejecuciones, desapariciones y tortura en la guerra contra el narcotrá>co en México» (2011), la política de seguridad ha fracasado, pues no logró reducir la violencia, además ha ge-nerado un aumento de violaciones a los derechos humanos.1

Por todo lo anterior, podemos asegurar que tenemos conocimiento de los síntomas del con-?icto social (violencia e inseguridad), consti-tuidos por hechos objetivos y veri>cables, tales como: el aumento del número de delitos, homi-cidios dolosos relacionados con el crimen orga-nizado y auge de la delincuencia organizada. El

1 en el informe HrW retrata quiénes y cómo llevan a cabo acciones de tortura, desapariciones forzadas y ejecucio-nes extrajudiciales, así como casos ilustrativos y reco-mendaciones para evitar estas acciones (HrW, 2011).

*UiÀFD����3UHVXSXHVWR�D�ODV�FXDWUR�SULQFLSDOHV�GHSHQGHQFLDV�GHO�VHFWRU�VHJXULGDG�

(millones de pesos constantes).

0

10,000

SeDeNA SemAr PGr SSP

Zedillo Fox Calderón

20,000

1989

2001

1995

2007

1990

2002

1996

2008

1991

2003

1997

2009

1992

2004

1998

2010

1993

2005

1999

2011

1994

2006

2000

2012

30,000

40,000

50,000

60,000

Fuente: Guerrero, 2012.

verdadero problema es que en México se ataca los síntomas, no las causas.

Así pues, la violencia de los delincuentes se combate con la violencia de los funcionarios e instituciones públicas, y a la de éstas responde de nuevo la de los primeros. Pero aún estamos a tiempo de romper ese círculo vicioso, solamente debemos reencauzar la estrategia. Si de verdad los gobiernos pretenden resolver el con?icto so-cial, es necesario que combatan las causas que lo producen y, simultáneamente, enfrenten sus síntomas con respeto a los derechos humanos (Pérez, 2006; Martínez, s/a: 1).

En la actualidad, como a>rma Martínez, tratar de conseguir la seguridad mediante una «guerra» frontal contra el crimen organizado está consu-miendo muchos recursos, tanto económicos como humanos, y se está convirtiendo en un problema que afecta la gobernabilidad democrática y el cre-cimiento sostenible de nuestro país (Martínez, s/a: 2; Álvarez y Manzotti, 2008: 31). Es tiempo de re-conocer el papel de los estudios académicos y de organizaciones no gubernamentales, que han se-ñalado el camino correcto para implementar me-didas integrales, atendiendo en todo momento a las experiencias internacionales exitosas.

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*UiÀFD����3UHVXSXHVWR�GH�OD�6HFUHWDUtD�GH�6HJXULGDG�3~EOLFD�)HGHUDO�������������

2001 20072002 20082003 20092004 20102005 201120060

15,000

10,000

5,000

20,000

30,000

25,000

35,000

40,000

Fuente: medina, 2011.

Tabla 3. Violaciones a los derechos humanos (2006-2011).2

Año Total Trámite RegistradasSupuestas violaciones

PGr SeDeNA PF PFP PFm AFI SemANAr SSPF

2006 6,895 1,420 5,475 516 182 146 43 24 35

2007 6,535 1,291 5,244 671 367 136 66 31 60

2008 7,546 1,542 6,004 769 1,230 284 53 43 191

2009 7,703 1,620 6,083 680 1,791 197 141 19 42 324

2010 8,593 1,677 6,916 537 1,415 595 18 198 17

2011 12,601 2,209 10,392 769 1,695 767 8 495 34

Total 49,873 9,759 40,114 3,942 6,680 1,559 707 26 181 833 661

Fuente: mitofsky, 2012.

Propuestas para una estrategia integralComo ya se ha dicho, necesitamos una estrategia integral que concilie democracia y seguridad. Como a>rma la unam, una e>caz política de seguridad es perfectamente compatible con la protección a los derechos humanos y con un auténtico respeto al Estado de derecho (Carpizo, 2011: 8; unam, 2011: 4 y 10). Los fenómenos sociales poseen múltiples causas

2 PGr: Procuraduría General de la república; Sedena: Secretaría de la Defensa Nacional; PF: Policía Federal; PFP: Policía Federal Preventiva; PFm: Policía Federal ministerial; AFI: Agencia Federal de Investigación Semanar: Secretaría de medio Ambiente y recursos Naturales SSPF: Secretaría de Seguridad Pública Federal.

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interrelacionadas, la inseguridad pública no es la excepción, ya que tiene mucho que ver con las condiciones estructurales, tales como: desigual-dad social, baja calidad de la educación, pobre-za, empleo precario, etc; pero de igual forma con cuestiones institucionales, como la carencia de políticas públicas e>caces debido a la ausen-cia de coordinación, colaboración y compromi-so de las instituciones, aunado a la corrupción que en ellas opera (unam, 2011).

Por lo anterior, enunciaré una serie de me-didas, de ningún modo exhaustivas, siguiendo a la unam , el pnud y al Centro Internacional de la Prevención de la Criminalidad, las cuales nos permitirán corregir el rumbo, enfocar concreta-mente las acciones punitivas donde corresponde y ampliar la apuesta preventiva en México.3

$. Es natural que no podamos solucionar un con?icto cuando solamente ponemos nues-tra mirada y atención en los síntomas y no en las causas (Pérez, 2006). En virtud de que la problemática de seguridad presenta as-pectos jurídicos, sociales, económicos, polí-ticos y de colaboración regional, lo primero que requerimos es de un verdadero diagnós-tico, transparente, participativo e incluyen-te con un soporte teórico y conceptual real que de>na el problema que se enfrenta; que, de igual forma, clari>que la ruta y establez-ca los mecanismos de evaluación periódica (unam , 2011: 35; Waller, 2008: 141). Es así como se debe asumir que «la solución de un problema comienza por su adecuada de>ni-ción» (unam , 2011: 7).

%. Ahora bien, si se analiza con cuidado el pro-blema de la seguridad no se le puede desvin-cular de otros graves problemas que tiene

3 las medidas presentadas no son exhaustivas; atendien-do al espacio, se seleccionaron las que en opinión del autor se requieren implementar inmediatamente. Para un catálogo completo de medidas véase uNAm, 2011; lópez, ernesto, 2007; Pérez, Agustín, 2006; Waller, Irvin, 2007; Cruz, Claudia, 2008 y las publicaciones del Cen-tro Internacional para la Prevención de la Criminalidad: <www.crime-prevention-intl.org/es/publications.html>.

México, desde hace algún tiempo, tales como la enorme desigualdad social, la pobreza en aumento, el desempleo creciente, la falta de oportunidades y la mala calidad en la edu-cación, así como el desaliento en muchos jóvenes que no tienen la oportunidad de un empleo digno ni de educación de buena ca-lidad (Oropeza, 2011: 69-70; Carpizo, 2011: 9). Bien habrían hecho nuestros legisladores al discutir la reforma laboral recién aproba-da y sus implicaciones negativas en materia de seguridad, pues el empleo precario nada abona a la seguridad. Por ende, como a>rma Waller, debemos comprender que invertir lo necesario en educación, salud, vivienda y empleo nos conduciría a más «orden», pero en el buen sentido de la palabra (2008: 170).

&. Los jóvenes son un tema nodal en materia de seguridad, ya que si no se les ofrecen opor-tunidades de realización personal, serán los más susceptibles de caer en problemas de drogadicción o de ser reclutados por organi-zaciones del crimen organizado, sobre todo en zonas con presencia de dicho crimen. En México es un tema delicado debido a que so-mos el tercer país de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (o cde) con el porcentaje más alto de jóve-nes que ni estudian ni trabajan (ninis) con 24.4 por ciento, cifra que equivale a siete millones de jóvenes, de acuerdo al rector de la unam .4 Hoy debemos entender que los jóvenes no representan peligro alguno, sino que son ellos los que están en peligro (unam , 2001: 22; Carpizo, 2011: 9; Álvarez y Manzotti, 2008: 55). Hoy deberíamos gas-tar más dinero para mantener a los jóvenes en las escuelas, en el trabajo y en las calles, no tras las rejas (Waller, 2008: 169).

'. La seguridad y la justicia deben ayudar a ali-viar la discriminación y poner en el centro

4 Véase <http://www.animalpolitico.com/2012/07/mexi-co-una-fabrica-de-ninis/#axzz2cevaq9m5>, y <http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/5479d2a2e3ca71d59d8317c71b6727a4>.

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de la agenda el bienestar de los grupos que se encuentran en situación de vulnerabilidad: niños y niñas, mujeres, pobres, migrantes y perso-nas con discapacidad. Como a>rma la unam , hoy día los aparatos de seguridad y justicia «reproducen patrones de discriminación que dan lugar a las más graves violaciones a los derechos humanos» de dichos grupos (2011: 4 y 12; Álvarez y Manzotti, 2008: 55). Debemos com-prender que los grupos vulnerables están en constante riesgo de que se vulneren sus derechos humanos, cuestión que debemos resolver en lo inmediato, para lo cual es necesario capacitar a los cuerpos policiales, de procuración y administración de justicia.

(. El Estado mexicano necesita contar con mayores recursos >scales para invertir más en aspectos sociales, no para malgastar en represión, pe-nas, cárceles. Mucho se ha comentado que para ello se deben aumentar impuestos a diversas cuestiones, tales como: medicinas y alimentos. No obstante, antes de aumentar impuestos, debemos recaudar bien, esto es, evitar la evasión >scal. Hoy los grupos empresariales más fuer-tes y los sectores de más altos ingresos del país pagan pocos impuestos comparados con otros países similares a México, ya que las exenciones >scales son muy altas y porque existe gran impunidad tributaria (Car-pizo, 2011: 10), por el común acuerdo entre empresarios y políticos. Por ende, no debemos fomentar la evasión >scal, ya que si existiera un combate frontal a la corrupción pública y privada, el Estado contaría con mayores recursos para inversiones sociales (unam , 2011: 17).

). Debemos tratar de forma diferenciada el problema de la drogadicción y el del narcotrá>co. La drogadicción es una enfermedad y hay que tratarla como tal, por lo cual no se trata de meter enfermos a la cárcel, ya que si se les recluye en una prisión, saldrán de ella con su mismo hábito de drogadicción y con otras aptitudes, debido a que nuestras cárceles son escuelas del crimen. No debemos seguir metiendo enfer-mos a las cárceles para que salgan transformados en criminales, por lo cual debemos diferenciar las enfermedades de actividades criminales; el problema de la adicción hay que atacarlo con prevención y con tra-tamiento (Carpizo, 2011: 10).

7. Una gran cantidad de los delitos que se cometen no son obra ni es-tán vinculados a la delincuencia organizada. Por ende, las políticas y las intervenciones penales deben distinguir los formatos delictivos y atenderlos de manera diferente en sus causas y consecuencias (unam , 2011: 17). Gran parte de la problemática de seguridad que se presenta en algunos municipios de México tiene sus orígenes en con?ictos per-sonales y comunitarios que no fueron atendidos a tiempo. Es esencial que se impulse la atención prioritaria a la violencia intrafamiliar y al maltrato infantil, así como atención a los con?ictos interpersonales y comunitarios (ibídem: 23). Se debe instruir a los gobiernos locales y los cuerpos policiales, en los diversos métodos de solución de con?ic-tos que se apoyen en la participación ciudadana (Pérez, 2006).

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*. Al crimen organizado, en sus diversas ma-nifestaciones, hay que atacarlo frontalmen-te, sin titubeo alguno, pero con pleno res-peto a los derechos humanos y al sistema democrático (Carpizo, 2011: 11). Ahora bien, este ataque no debe generar olas de violencia, no debemos continuar con una lógica que premie la confrontación sola-mente, tenemos que comenzar a realizar acciones reales y frontales al crimen or-ganizado. Una verdadera acción contra el crimen organizado es la lucha contra el la-vado de dinero, debemos evitar que se eje-cuten dichas operaciones >nancieras (Oro-peza, 2011: 72; Cortez, 2010). Las huellas de dicho lavado quedan en diversas insti-tuciones, tales como: bancos, asegurado-ras, grandes constructoras, inmobiliarias, notarios, empresas, y hasta ahora los resul-tados son magros.5 Por ejemplo, en 2007 se dictaron cuatro sentencias, en 2008, 28; en 2009, 19, y la mayoría de los casos no fueron relevantes. De 2006 a 2010 se dic-taron solamente 53 sentencias. La cifra del probable lavado de dinero puede oscilar alrededor de 19 mil y 29 mil millones de dólares anuales. Dichos recursos podrían emplearse en inversiones sociales (unam, 2011: 29; Carpizo, 2011).

+. Hay que crear mecanismos de control ciu-dadano para los cuerpos policiales. Los cuerpos policiales deben dejar de ser visua-lizados como instituciones corruptas, para ello debemos «desconcentrar el manejo de recursos económicos y logísticos, establecer mecanismos de >scalización ciudadana so-bre la policía, transparentar la institución» (López, 2004: 126). Asimismo, es indispen-sable que en las labores ministeriales y poli-ciales no intervenga ningún aspecto político, sino que se aplique la ley en forma estricta,

�� $O�UHVSHFWR�%XVFDJOLD�DÀUPD�TXH�ªHO�HPSUHVDULR�TXH�OH�lava miles de millones de dólares en Guatemala y en Francia al Chapo Guzmán o a los Zetas y al Cártel del Gol-fo es una extensión de la misma mano que lanzó las gra-QDGDV�HQ�0RUHOLD�\�KD\�TXH�FRQVLGHUDUOR�DVt«��2008: 21).

clara y transparente (Carpizo, 2011: 12; Ló-pez, 2007: 1-5).

$,. Debemos tener claro que las Fuerzas Arma-das no han sido instruidas para funciones de seguridad pública, por lo mismo se en-cuentran realizando labores que no les son propias. Nuestras Fuerzas Armadas deben regresar a los cuarteles apenas sea posible y mientras más pronto mejor, para ello deberá diseñarse un plan de regreso a las funciones que les son naturales. Es imperioso lograr que la tarea de seguridad sea de nueva cuen-ta responsabilidad exclusiva de las autori-dades civiles, las cuales deben ser saneadas antes de que esto suceda (Carpizo, 2011: 13; Cortez, 2010: 34).

$$. Como sabemos, cualquier ley es perfectible, pero en la actualidad, más que perfeccionar nuestras leyes, urge que se apliquen, ya que «la inhibición de los delitos no se logra con la severidad de las penas, sino mediante la aplicación de éstas» (Beccaria, citado en Me-dina, 2011: 22). Hoy día se han instalado en nuestros aparatos de seguridad y justicia, culturas institucionales que reproducen pa-trones extendidos de corrupción. Es un pro-blema que eminentemente está en el diseño mismo de las instituciones, ya que propician o toleran la corrupción y esto no ha sido atendido con la voluntad ni con los instru-mentos adecuados (unam, 2011: 6; Pérez, 2006). Ahora bien, dichos problemas no son exclusivos del sector público, y para superar-los será con la ayuda del sector privado y la sociedad en su conjunto.

$%. De igual forma, es pertinente y oportuno llevar adelante una deliberación sobre la po-lítica que deberá seguirse en materia de re-gulación de drogas, tomando en cuenta las diversas posiciones existentes en este ámbi-to, las experiencias exitosas en distintas lati-tudes y las circunstancias actuales de nues-tro país (Carpizo, 2011: 15).

$&. Por otro lado, la coordinación, cooperación e intercambio de los poderes públicos en los

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tres niveles de gobierno es indispensable, pero no es su>ciente; hay que involucrar más al sector público, al social y al privado (unam , 2011; Carpizo, 2011: 15). En algunos casos la coordinación debe comenzar por las propias dependencias del Ejecutivo Federal, como en el caso de lavado de dinero entre la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y la Procuraduría General de la República (Mendoza, 2011: 132-133).

$'. Como sabemos, las operaciones de inteligencia son indispensables para el éxito en la lucha contra el crimen organizado y deben corres-ponder a los mandatos de la democracia, la «inteligencia» debe estar sometida en todo momento al imperio de la ley y al respeto a los derechos humanos. Para ello es pertinente y necesario establecer con-troles ciudadanos y controles políticos institucionales (unam, 2011: 31; Carpizo, 2011: 16).

$(. Hoy día resulta urgente contar con policías altamente profesionales, es decir, e>caces, honestas y respetuosas de los derechos humanos, lo cual es impensable si no se otorga a todos los agentes policiales del país, salario y prestaciones laborales decorosos, que les permitan vivir sin angustias económicas y de forma digna (unam , 2011: 25; Pérez, 2006); asimismo, esto es impensable si no se instaura una verdadera carrera profesional en la que se les capacite profundamente, que deberá ser cursada y aprobada sin excepción por los cuerpos policiales y fun-cionarios públicos (unam , 2011: 7; Pérez, 2006).

$). Por otro lado, la crisis actual de la readaptación social y la reinserción social en México, muestra que la política criminológica del endureci-miento de las penas, no ha revertido el problema de inseguridad ni ha demostrado una real reinserción social. Por el contrario, lo único que hemos conseguido es colapsar nuestras cárceles debido a la sobrepo-blación y carencia de personal adecuado. Por ende, es necesario que la prisión preventiva se utilice sólo para casos plenamente justi>cados, debe ser un último recurso, únicamente para los delitos violentos y sólo con >nes de protección social, readaptación y reinserción (unam , 2011: 32 y 38; Carpizo, 2011: 17; Guerrero, 2012).

$-. Finalmente, la manera más e>caz de trabajar para reducir la delin-cuencia es por medio de la gestión local. Ningún ámbito de gobierno tiene tanta capacidad de interacción con la vida comunitaria como el municipal (unam, 2011: 21). Como a>rma la unam, «los munici-pios son el espacio clave y el primer frente de solución» (ibídem, p. 11). Un gobierno inteligente debe establecer a nivel local una o>cina de planeación para la prevención del delito, asimismo sostendrá un proceso de proyección permanente y en marcha, e incrementará la inversión en programas para la juventud en riesgo, contra la violencia y para tener un servicio de policía inteligente. Debemos comprender que para poder llevar a cabo todas las estrategias o acciones en ma-teria preventiva se necesita un centro de responsabilidad, capaz de diagnosticar información, datos, encuestas de victimización, llevar

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estadísticas de la violencia y de identi>car los factores de riesgo, y el mejor ámbito de trabajo de dicho centro es el local (Waller, 2008: 134).

ConclusionesHoy día tenemos en claro que la población des-confía de sus gobernantes; mucha de esa descon->anza se la debemos a los malos resultados, pero de igual forma a la corrupción de las institucio-nes en México. Todo esto erosiona el respeto a la autoridad y debilita el Estado de derecho.

Uno de los aspectos referidos a los malos re-sultados es el incorrecto diagnóstico que le da-mos a los problemas sociales, tal como la insegu-ridad. El buen diagnóstico, al igual que hace un médico general, pasa por el conocimiento de las causas, por la información oportuna y la identi->cación de los síntomas; una vez que se conocen y evalúan estos aspectos, se puede dar un trata-miento pertinente.

En México se pre>ere atacar los síntomas (homicidios, actos delictivos, etc.) con represión, penas y cárceles, en vez de abordar las causas. Hemos errado nuestro diagnóstico. Debemos enfrentar las causas de la violencia y los síntomas al mismo tiempo, todo lo cual se aminorará en la medida que aumentemos la apuesta preventiva en México y que enfoquemos correctamente las acciones punitivas.

De esta manera, debemos tener claras las causas de la inseguridad para poder dar un buen tratamiento a los problemas. En el caso mexica-no existen tres grandes grupos de factores de la inseguridad y violencia:

Ámbito institucional: se re>ere a problemas profundos de las instituciones policiales, de procuración, de administración de justicia, y de reinserción social, tales como: ausencia o precaria coordinación y organización, au-nadas a la corrupción, impunidad y falta de rendición de cuentas (Medina, 2011; Men-doza, 2011).Ámbito estructural: se re>ere a la falta de oportunidades de educación, salud, vivien-da, trabajo digno y bienestar general en am-plias capas de la población, principalmente nuestros jóvenes (Oropeza, 2011; Medina, 2011; Kliksberg, 2008; Pérez, 2006).Implementación: se re>ere a las de>ciencias de una estrategia errada que, ante las confu-siones conceptuales, institucionales y estra-tégicas, tiene a nuestro país en un periodo de encono social, con resultados y efectos no deseados y lejanos a nuestra aspiración de un Estado de derecho (Medina, 2011; Ramí-rez, 2011; unam , 2011: 4; Pérez, 2004).

Por lo tanto, una política exitosa de seguri-dad debe tener dos componentes fundamentales: en primer lugar, un conjunto de políticas dirigi-das a prevenir y controlar la violencia y el delito en sus distintas manifestaciones y, en segundo lugar, políticas dirigidas a modernizar y refor-mar el sistema institucional de seguridad. Dicha política deberá ser consensuada, implementada y evaluada por actores institucionales (legisla-dores y poderes ejecutivos en diversos niveles), jueces, sociedad, medios de comunicación, aca-demia y ong .

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las batallas de los jóvenes del siglo XXI: un camino de luces y sombras

Elva Araceli Fabián G onzález Universidad del Valle de Atemajac

resumenLos movimientos juveniles se encuentran en constante transformación, han dejado de ser lo que fueron en los sesenta para convertirse en movimientos antisistémicos; un concepto que se adapta mejor a la realidad de nuestro tiempo, a una época de contrastes sociales que obedecen a necesidades de reconstrucción de la vida política, económica y cultural ante un estado de cosas que sigue sin satisfacer las demandas de libertad, justicia y equidad para el funcionamiento de la sociedad. Es desde esta perspectiva que surge la pregunta que motiva el presente ensayo teórico ¿Por qué nos interesa la política? Contestamos con otra pregunta, ¿por qué no interesarnos si es el tema más crucial de nuestra existencia?

Palabras clave: movimientos juveniles, sistema político, sistema económi-co, clases sociales, medios de comunicación.

reordenamiento del mundo

La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clase.

Karl Marx

El >n del siglo xx representó un importante parteaguas para la historia de la juventud y de las sociedades, particularmente por escribir un nuevo ca-pítulo construido por jóvenes tan diversos como sus localizaciones geográ->cas y sus contextos culturales, desde la primavera de Praga a la primavera árabe en Medio Oriente, del México de 1968 a Chile de 1972, se hicieron visibles a través de múltiples manifestaciones sociales con tintes mayori-tariamente político-económicos; batallas que parecen ser las mismas que enfrenta la juventud de principios del siglo xxi.

Estas luchas no han cambiado desde hace cincuenta años. Tales fenó-menos han creado desorden y caos en el sistema-mundo, crisis nuevas pro-

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pias del siglo xxi se han gestado a lo largo de los años y transforman la vida en sociedad; algunas de las más importantes son: el desvanecimiento de los contornos de la relación centro-periferia, entre ellos la decadencia del último imperio he-gemónico Estados Unidos de América. El surgi-miento de un mundo multipolar y la transición del centro de gravedad del sistema-mundo de Occidente hacia Oriente (Zibechi, 2011: 36) se deben sumar al deterioro del medio ambiente que conlleva a cambios climáticos extremos; la explotación excesiva del petróleo, insumo básico del funcionamiento de la economía de esta civi-lización que altera la dinámica de los mercados y activa la búsqueda de alternativas energéticas, así como la falta de trabajo colectivo entre los go-bernantes y la sociedad.

Es bajo este estado de cosas que los movi-mientos juveniles no se presentan como un fenó-meno nuevo, ya que se trata de inquietudes co-lectivas que han generado cambios importantes a lo largo de la historia, como el cuestionamiento al sistema de privilegios académicos, al cerrado círculo del ámbito intelectual de la época (Mar-cuse, 1964; Bordieu y Passeron, 2008) y el re-planteamiento de un sistema político anclado en las glorias de la segunda guerra mundial que no abría espacios para el debate crítico de otras pos-turas políticas que no fueran las dominantes. En tanto, los movimientos actuales se encuentran concentrados en la búsqueda de otros horizon-tes que no signi>quen un límite para la capaci-dad del pensamiento y creación, sino que surjan de un interés genuino por cambiar el estado de cosas, un statu quo cuestionable que no parece satisfacer las demandas de equidad (económica), justicia (política) y libertad (social). Sin embar-go, no sólo tiene su lado racional, sino su lado romántico y utópico, expectativas complejas asentadas en países cuyos antecedentes históri-cos están delimitados por diversos intereses, en algunos casos bélicos, en otros racistas, clasistas, consumistas, etcétera.

No se puede comprender la juventud actual sin referir los movimientos juveniles de media-

dos del siglo xx , en particular sus necesidades de reestructuración generacional con expectati-vas de cambiar sus correspondientes sociedades y propiciar mejores condiciones de vida para las generaciones actuales y venideras. De acuerdo con Herbert Marcuse, padre ideológico de estos movimientos iniciados en la década de los se-senta, «la generalización de la rebeldía juvenil y su organización en movimientos contestatarios de diversa índole se ha considerado como una de las manifestaciones externas de la crisis la-tente de las sociedades industriales» (Marcuse, 1964: 9); ahora podríamos hablar sin problema de otro tipo de sociedades, la sociedad de la in-formación y la sociedad del conocimiento (Mar-tín Serrano, 2010; Castells, 2006).

Este reclamo se presentó en luchas tan diver-sas como los movimientos estudiantiles francés, estadunidense y mexicano del 68 (entre otros movimientos europeos: holandeses, alemanes, japoneses, italianos, etc.) y las manifestaciones sociales en Hungría y Praga a inicios de la déca-da de los sesenta. Fue un momento histórico im-portante en la lucha contra el autoritarismo, que abarcó la familia, la escuela, la cultura, los cen-tros de trabajo y los contratos colectivos (Zibe-chi, 2011), y se ha replicado a principios de este siglo con características propias, compartiendo sustanciales similitudes con Medio Oriente, Es-paña, Estados Unidos y Canadá, y en varios paí-ses de América Latina, particularmente en Chile y México; similitudes tales como la lucha contra gobiernos represores y autoritarios, la explota-ción de los recursos naturales de las regiones, la lucha compartida por la defensa de los derechos humanos y la libertad de expresión, por mencio-nar algunos.

No obstante, ha habido un cambio en la comprensión conceptual del movimiento social del siglo pasado, surgido a partir de propuestas de cuño europeo enfocadas a la movilización co-lectiva y a la organización en los ciclos de protes-ta. Un concepto abstracto creado por otros para otras realidades (Zibechi, 2011; Martín Serrano, 2010).

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Sin embargo, en la actualidad este concepto es rebasado por la propuesta contemporánea de Immanuel Wallerstein al hablar de la presencia de una tensión estructural que evidencia una crisis en el sistema histórico y que presenta desde su perspectiva la desaparición del sistema social actual, «me-diante un proceso de desintegración gradual […] o mediante un proceso de transformación relativamente controlado» (Wallerstein, 2010: 27). Una crisis que conlleva de manera inevitable a una transición que, según el inves-tigador, desde el enfoque cientí>co social se dirige a una desintegración; no obstante, el debate político lo colocó como una transformación controlada, lo cual permite abordar los debates entorno a los movimientos antisistémi-cos y los dilemas que enfrenta en la actualidad (Wallerstein, 1988).

Wallerstein intenta acercarnos a la comprensión de otras necesidades de agrupación colectiva, en lo que él llama movimientos antisistémicos que pa-recen adaptarse más a la realidad de nuestros tiempos, entendidos como la capacidad colectiva de cuestionar un lugar social, deslizarse, correrse del lu-gar material y simbólico heredado, para poner en cuestionamiento la iden-tidad/prisión y construir una nueva identidad, erigida según Raúl Zibechi al destacar el cambio: «nos movemos cuando salimos/rompemos nuestra identidad para construir otra» (Zibechi, 2011: 46); pensar en movimiento es pensar con y para qué o hacia dónde nos movemos, es ocupar un espacio, no puede sino representar un modo de negar la identidad asumida, el movi-miento nos sugiere buscar un nuevo lugar donde podamos ser y se encuen-tra en visible oposición al estado de cosas sistémico.

Wallerstein da cuenta de un proceso complejo que aborda tres discur-sos: «presión económica, presión política y presión ideológica» (Wallers-tein, 2010: 28). Éstas se entrelazan en distintos puntos, particularmente las dos primeras, pues con el paso del tiempo el proceso de acumulación glo-bal, vía la mercantilización de todo, ha presentado consecuencias políticas evidentes y una polarización social que ha dado surgimiento a múltiples y variados movimientos antisistémicos, mismos que se han fortalecido y han puesto en peligro al aparato represor del Estado, así como el intento por desactivar los movimientos, por medio de >ltraciones y cooptación; en este sentido que Wallerstein sugiere que durante el siglo xx los movimien-tos antisistémicos han registrado ascensos, movilizaciones y victorias; pero aún no se produce un cambio signi>cativo, esto debido a que «los propios movimientos antisistémicos son productos institucionales de la economía-mundo capitalista, formados en la tribulación de sus contradicciones, im-pregnados de sus preposiciones metafísicas, limitados por la obra de sus otras instituciones» (Wallerstein, 1988: 31).

Las manifestaciones de las diversas generaciones de jóvenes del último siglo e inicios de éste han sido continuamente obligadas a rebelarse contra factores creados por el sistema político y económico con el que no compar-ten una visión del mundo, como es la organización educativa, particular-mente universitaria, y la estrati>cación del mercado laboral que genera con-tinuas crisis de identidad y confrontación de un sistema que funciona para

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sí mismo, pero no para quienes producen y se re-producen dentro de él; es decir, favorece a quienes controlan y poseen el poder de los medios econó-micos, medios de producción (Marx, 1983).

La mayoría de las manifestaciones juveniles de mediados del siglo pasado comparten una misma cartografía de inquietudes y malestares sociales con la generación actual; éstos son: go-biernos autoritarios y represores con crisis cons-tantes de legitimidad, crisis económicas de larga data (supeditado al control del Fondo Moneta-rio Internacional), atropello a la constitución y garantías de los derechos suscritos en convenios internacionales (especialmente en materia de derechos humanos) y una libertad de expresión inoperante en términos reales, mismos que re-siden en factores creados por el sistema políti-co y económico, sistemas indisolubles a la hora de comprender nuestra vida como individuos y como integrantes de colectividades, mismos sis-temas que nos han agrupado en torno a intereses comunes y se han separado de nuestra esfera so-cial de preocupaciones e intereses.

los unos y los otros: la polaridad socioeconómica y cultural Un problema constante que hemos detectado en todos los movimientos es la división de la sociedad en clases; la clase dominante, caracterizada por controlar buena parte del dinero gubernamental a través de la construcción de obras públicas y de >nanciamiento bancario, además de explotar los recursos naturales propiedad de la nación siendo los dueños y monopolizadores de toda clase de bienes y servicios que son concesionados delibe-radamente por el sector público (el gobierno) al sector privado, incluidos el control sobre los me-dios de comunicación, los transportes y la educa-ción, lo cual explica la tendencia y protección a la acumulación del capital en unas cuantas manos, generando el caldo de cultivo de los movimien-tos e inconformidades sociales y juveniles, que se impone no sólo en materia económica, sino en materia cultural alrededor del mundo.

Es en este último sentido, el cultural, donde se presenta una confrontación teórica y práctica de la visión de dominación del mundo econó-mico a través de la cultura, entre la propuesta progresista-consumista estadunidense y la pro-puesta crítica europea al surgimiento de estas industrias culturales largamente analizada por la escuela de Frankfurt de cuño marxista; por me-dio de la propuesta teórica crítica que profundi-za en la preocupación sobre la mercantilización de la cultura como medio de dominación social a partir de los medios de comunicación, con lo cual se le brinda poca o nula información a la so-ciedad para generar toma de decisiones y parti-cipación activa y por el contrario se produce una masi>cación y homogeneización cultural uni-direccional (Martín Serrano, 2010), que vuelve prácticamente imposible a las sociedades y sus ciudadanos manifestarse contra un tema públi-co con conocimiento de causa, pues lo que se le ofrece como realidad es consumible; por ende una sociedad global que está ausente, de manera decisiva, de los debates sobre la transformación de la educación y la cultura que presentan mo-delos de relación entre los medios de comunica-ción, la cultura y el poder (Bourdieu y Passeron, 2008).

Las clases dominantes imponen formas de comprender el mundo, lo cual vemos claramente re?ejado en la información que recibimos todos los días a través de los medios de comunicación masiva, de los objetos de consumo de estas in-dustrias culturales, de los productos desechables y rentables, convirtiéndose desde la perspectiva marxista en violencia de clase, para remitir la ex-plicación a las dinámicas del conjunto de la socie-dad y, de manera especí>ca, a los mecanismos de violencia simbólica que legitiman las relaciones de dominación y desigualdad social (Marx, 1983; Fernández Madrid et al., 2000; Maigret, 2005), mecanismos de imposición de un estado de cosas para seguir sosteniendo otro estado de cosas. En este sentido, Bourdieu (2005) ve en la cultura un conjunto de imaginarios estructurados, de sím-bolos comunes, cuya legitimidad es reconocida

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por todos pero cuya posesión de código de acceso y de buen funcionamien-to esta desigualmente distribuida. La cultura establece una distinción entre «los herederos» y la masa de población que no tiene acceso al saber y que ge-nera de nuevo polarización social entre unos y otros, y un control férreo so-bre lo que importa a todos, para evitar de esta manera la sublevación social.

Dicha subversión no podría surgir de otra clase que no fuera la media o pequeña burguesía, con un bagaje intelectual y cultural su>ciente para cuestionar las decisiones arbitrarias de los poderes fácticos, un grupo so-cial que se enfrenta a una estructura causa–efecto y a los embates de un sistema >nanciero que por un lado impiden mejorar su calidad de vida —aunque la clase media mundial ha ido en ascenso debido al desarrollo de países emergentes, China e India han puesto la mira del crecimiento bajo las leyes del mercado de consumo, pero no bajo el interés en el crecimiento educativo (De la Madrid, 2013)— y por el otro delegan a un grueso de esta población a la pobreza, lo que impacta de manera directa su proceso crea-tivo y productivo ya que representa un equilibrio para el orden del mundo. Es justamente al ser conscientes de su papel proactivo en la historia de su sociedad y de su condición de clase vulnerable y vulnerada que este sector de la población evidencia los síntomas de una sociedad enferma; es a esta clase a la que pertenece un porcentaje importante de los jóvenes que se han manifestado en las calles de cualquier ciudad del mundo, son ellos quienes cuestionan su futuro, quienes despiertan al mundo de los adultos de su le-targo; jóvenes a los que no se les puede asegurar un lugar en la universidad, un puesto de trabajo al salir de ella, seguridad laboral y una calidad de vida digna para pensar en la conformación de una familia porque el mundo devora a los hijos de la clase media y éstos tienen como única opción en-frentar batallas en un camino complejo lleno de luces (apoyos de colectivos sociales nacionales e internacionales) y de sombras (la represión indirecta del Estado, la violación a sus derechos y el miedo).

Por su parte, la clase baja, pieza del engranaje que parece perfecto para el funcionamiento de todas las sociedades, necesaria siempre, no forma parte en pleno de las movilizaciones que surgen en su derredor, pero sí las inspira (Marx, 1983). Justi>ca su existencia al mantener el statu quo del sistema-mundo, pues suponer una mejoría en las condiciones y calidad de vida de este sector conllevaría riesgos y pérdidas para el sistema económico. La si-tuación, aunque insostenible por momentos, signi>ca un mal necesario para algunos y daños colaterales para otros. Es una clase social supeditada al con-trol de los medios masivos de comunicación, pues al permanecer ajeno a la posibilidad de acceder a la educación formal y lograr acceder a la superior está sujeto a un mayor control y dominación por parte de la clase alta que impone las pautas de lo que debe recibir como cultura, donde se denuncia de nuevo la violencia simbólica de la burguesía intelectual.

En este sentido de la división de clases damos cuenta que el estado de cosas desde el siglo xix y xx no ha cambiado demasiado, las sociedades actuales no están alejadas de la realidad de esa época ni de la compren-

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sión del sistema-mundo que desde 2010 con la primavera árabe en Medio Oriente vuelve a mostrar su desencanto hacia un sistema político autoritario legitimado desde el exterior por las primeras potencias económicas, particularmen-te Estados Unidos. Dicho país alimentó el sur-gimiento del movimiento Occupy Wall Street, inspirados en España con el Movimiento 15-M y con las manifestaciones (25-S de 2012) de los ciudadanos al exigir transparencia guberna-mental en materia económica y que replantea la temática siempre latente, de un sistema que funciona para sí mismo, pero no para quienes producen y reproducen dentro de él. Este peli-gro está ahora expuesto por los indicios de una nueva crisis económica que el poder del Estado ha causado con sus políticas de proteccionismo al capital adquisitivo de las empresas y salva-guarda y rescate de los bancos, en detrimento de los empleos, sueldos, pensiones, aguinaldos y servicios de los trabajadores y del futuro de sus jóvenes generaciones.

Nos-otros con objetivos compartidos entre la ilusión y la realidad Por otra parte, en un agenda de prioridades de mayor impacto político, pero no por ello de me-nor relevancia económica, Medio Oriente re-presentó un caso emblemático para el mundo entero, el despertar de los jóvenes pertenecientes a un conjunto social que no había presentado re-vueltas sociales históricas, dado que la mayoría de los países mantenían una aparente «estabilidad política», a pesar de estar sometidos a regímenes autoritarios respaldados por potencias mundia-les (particularmente Estados Unidos) y a los in-tereses de estos grupos de poder; las armas que necesitaban los gobiernos represores de Medio Oriente para controlar a su población y el petró-leo, la riqueza de esas naciones, que necesita Es-tados Unidos por ser esencial para su economía. Sin embargo, en este orden de cosas, el panorama de la vida social de estos pueblos estaba marcado por constantes violaciones a sus derechos huma-

nos y políticos y por necesidades de modi>car el rumbo de su historia a través de cambios en su sistema político, lo cual implicaba hablar de de-mocracia en términos occidentales, sin re?exio-nar mucho en las de>ciencias del término de este lado del continente.1

Todo ello propició movilizaciones masivas que exigían una nueva forma de organización política; una de ellas ha movido el campo de las ciencias sociales y las humanidades al replantear su estudio desde múltiples perspectivas: socio-lógicas, antropológicas y religiosas más allá de las meramente político-económicas; es la mun-dialmente conocida primavera árabe, a la que se sumó la diversidad cultural de estos países, una población «masivamente juvenil, niños adoles-centes y jóvenes […] y un mayor contacto con los diversos medios masivos de comunicación televisión, teléfonos móviles e internet» (Valen-zuela, 2011).

La primavera árabe es la referencia más cla-ra a la primavera de Praga, por sus similitudes a lo ocurrido en los años sesenta en Europa del Este: «hastiados del falso dilema entre autocracia y teocracia en el que quieren encerrarlas todos sus gobernantes como el cinismo de la realpolitik occidental, estas juventudes quieren democra-cia» (ibídem).

Las primeras manifestaciones del siglo xxi exigieron la destitución de sus representantes políticos2 y terminaron con la caída de varios de los gobiernos de la región, además de la exigen-cia de trabajar en la consolidación de un sistema político democrático que garantizara justicia y elecciones libres y que permitiera una mejoría en su calidad de vida y ampliara las posibilidades de desarrollo económico.

Un elemento importante en estas moviliza-ciones fue la necesidad de cambio que acercó a los jóvenes y que se da sólo cuando se comparten

�� 7DO� FRPR� OR� UHÀULy� HQ� VX�GLVFXUVR� OD� SUHVLGHQWD�GH� OD�república de Argentina Cristina Fernández de Kirchner en la lXVII Asamblea General de la organización de Na-ciones unidas (oNu).

2 No elegidos democráticamente.

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los mismos intereses y las mismas preocupaciones; en este sentido, los me-dios de comunicación masiva a través de las tecnologías de la información y la comunicación (tic) han jugado un papel signi>cativo en estos proce-sos de acercamiento y convalidación, como lo sugiere Marshall McLuhan (2005), con la «aldea global», donde las aldeas han crecido y con ellas se han generado cambios en las dinámicas de comunicación y organización de las sociedades, como fue el papel que desempeñó el internet y en especial las redes sociales (Facebook y Twitter) en las protestas árabes, que permi-tieron acceder a información de primera mano, alejada de la que se produ-cía en los medios tradicionales como facilitadores pero no determinantes de su histórica revolución.

Justamente son los medios de comunicación y la educación dos de los puntos neurálgicos siempre presentes a lo largo de la historia de las manifes-taciones de inconformidad juvenil, puesto que impactan y de>nen de una u otra forma la vida política y económica de un país. La educación representa el despertar de la sociedad a exigir una mejor calidad de vida, a conocer y defender sus derechos y a exigir legalidad y justicia; esto desde el plano más utópico, puesto que sin lugar a dudas también ha mostrado limitaciones en sus programas educativos, que muchas veces parecen obedecer a intereses determinados. A pesar de ello, se lucha por mejorar la calidad educativa, ya que ésta produciría un impacto en la forma de conceptualizar los medios de comunicación masiva, utilizados generalmente en bene>cio del sistema político, de quien dependen las concesiones y permisos de trasmisión, y en detrimento de la calidad informativa y de programación que le permita al ciudadano tomar decisiones fundamentadas en opciones mediáticas distin-tas, puesto que sin lugar a dudas los espacios de difusión informativa son elementales para representar e interpretar la realidad política, económica y social de un país, lo que se verá re?ejado en la mejora de la calidad educati-va para informar con objetividad, veracidad y ética responsable.

Son estos dos factores los que conllevan a novedosas y dinámicas mo-vilizaciones juveniles sociales a lo largo y ancho del continente americano en los dos últimos años; las primeras surgidas en torno a la educación en Chile y Canadá, a partir de exigencias por una modi>cación de fondo del sistema educativo universitario desde sus respectivos contextos. En el caso de Chile, por la práctica gubernamental de delegar gran parte de la ense-ñanza al sector privado, razón por la que buscan generar una propuesta educativa más participativa por parte del gobierno, sin que exista un mayor >nanciamiento a las universidades privadas en detrimento de las univer-sidades públicas, es decir, un acceso y calidad educativa igualitaria y gra-tuita. Por su parte, en Canadá se enfrentan a propuestas gubernamentales decididas a partir de recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (fmi) al considerar que la reducción del presupuesto a la educación es una buena medida para disminuir la deuda pública. En este orden de ideas, la educación, el epicentro del desarrollo de las sociedades y del mundo, se ha mercantilizado.

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Por otra parte, la segunda ola de moviliza-ciones se inició a mediados del presente año en México. Un país sui géneris con conciencia lati-noamericana, pero determinado en buena medi-da y en una gran cantidad de temas por la agenda política de su vecino del norte, Estados Unidos. Fue de nuevo la juventud, esa enfermedad que se cura con el tiempo, el motor del actual mo-vimiento juvenil #YoSoy132 que ha desplegado material informativo en todos los espacios de di-fusión, masivos o no, desde mediados de 2012, ha generado opiniones encontradas sobre sus causas, duración, >nes y efectos, pero sobre todo ha llamado la atención su posición apartidista y sus preceptos políticos e ideológicos. Este mo-vimiento se ha centrado en la capacidad crítica de estudiantes universitarios que cuestionan la veracidad de la información y la ética del perio-dismo en los medios de comunicación masiva del país, especialmente relacionada al duopolio televisivo en México: Televisa-TV Azteca.

Como lo mencionamos con antelación, en México durante el siglo pasado ocurrieron ma-nifestaciones juveniles que decayeron paulatina-mente en el desánimo y apatía hacia los temas políticos, no por falta de interés, sino a causa del miedo que infundía un sistema político autori-tario y represor que se sostuvo en el poder hasta el año 2000. Fue entonces que surgió una opción distinta con visos aparentes de democratización, que representó desde nuestro punto de vista un giro a la democracia. No obstante, al facilitar la total intromisión de los medios de comunica-ción para expresarse libremente y sin cortapisas en el primer periodo de «alternancia», en el se-gundo se desató una cruenta guerra que terminó por vulnerar a los medios informativos, en espe-cial a la prensa escrita, y puso en riesgo constante al periodismo de investigación que confronta al poder político-económico. Esto generó vacíos informativos, debilitamiento de la labor perio-dística y una ausencia real de calidad informati-va que reciben los ciudadanos.

Son precisamente los medios de comuni-cación, en particular la televisión, los que pro-

pician una onda expansiva de manifestaciones que iniciaron como consecuencia de la manipu-lación informativa emitida durante el proceso electoral del 2012 rumbo a la presidencia de la república, por una de las más in?uyentes y po-derosas empresas mediáticas del país, Televisa, al favorecer visiblemente en una competencia desigual al candidato a la presidencia de la repú-blica del pri .

La televisora distorsionó información al no emitir nota alguna sobre las manifestaciones opo-sitoras al candidato priista Enrique Peña Nieto, generando un impacto negativo en la percepción de la realidad para aquellos que su única fuente de información es la televisión; por ende, el cues-tionamiento es necesario por parte de la sociedad a la calidad informativa y a la ética periodística de quienes difunden acontecimientos de relevancia nacional y construyen historias >cticias de gran calado que tendrán repercusiones en el futuro de un país, en detrimento de la neutralidad, objeti-vidad y veracidad de la información.

Todo este conjunto de antecedentes tuvo como resultado la agrupación colectiva de jó-venes de distintas universidades del país, tanto privadas como públicas, que se unieron en un hecho sin precedentes para expresar la deman-da generalizada por la transparencia, pluralidad y objetividad de la información emitida por la televisión y las empresas corporativas que nego-cian con la información, cuya labor debería con-sistir en abrir espacios al debate sobre los temas de interés público, propiciar elementos para la construcción de ideas y opiniones fundamen-tadas en información veraz (sin emitir juicios tendenciosos u opiniones que puedan incidir de manera negativa en la comprensión de la vida política y social) y dar cuenta de la metodología de las casas encuestadoras que difunden infor-mación sobre tendencias de voto. Los medios tienen la tarea de pugnar por un análisis libre y crítico para que la población pueda construir argumentaciones propias y sustentar criterios de elección sin que medien los intereses económi-cos existentes en el contubernio medios-política.

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Sin embargo, es bajo esta falta de condiciones que en la actualidad colapsa la convocatoria individual del Instituto Federal Electoral (ife) de incidir en la política o>cial a través del voto, pues estos intentos co-munitarios de participación política han sido fuertemente golpeados e invisibilizados y tienen como única opción aparecer en las plazas públi-cas, adueñarse de las calles y despertar renovadas fuerzas para construir nuevos lazos sociales, «de esta manera la actividad política que desarro-llan estos colectivos sociales escapan a los formatos tradicionales liberal-democráticos» (Gutiérrez Aguilar, 2011: 25). Los jóvenes y la sociedad en general no tienen mayor intervención en la vida política que la aparente participación a través del voto en la simulación del sistema electoral, que contribuye a legitimar un gobierno.

Es así que los jóvenes se sumaron en un ejercicio electoral al panorama del proceso democratizador para participar activamente en el mismo, en el que argumentan sus demandas en una sola voz a través de la difusión de videos y la participación activa en redes sociales, iniciadoras de estos pro-cesos horizontales de información, especialmente Twitter, para contrarres-tar el monopolio informativo y la mediación unilateral; así formaron un gran colectivo que tiene presencia en todo México y se asume como apar-tidista con intereses sociopolíticos, culturales y artísticos, conocido hoy mundialmente como #YoSoy132.3 El papel que han desempeñado las redes sociales como medios de comunicación para este movimiento ha sido de-terminante para dar a conocer sus demandas, concientizar a la población, reivindicar posturas, desmentir intentos de manipulación, acercarse a los poderes fácticos, cuestionar severamente la realidad del país y evidenciar las debilidades del sistema político mexicano.

Sin duda alguna el movimiento #YoSoy132 ha permeado el estado de cosas del país, ha incidido de manera importante en la apertura de espacios dentro del espectro mediático de un proceso electoral que se leía predecible. La irrupción de los jóvenes en el panorama político y social mexicano ha traído nuevos bríos para luchar por procesos verdaderamente democratiza-dores, centrados en las dinámicas de apertura a la competencia mediática, compromiso, responsabilidad, ética periodística y la difusión de calidad en la información que reciben los ciudadanos (elementos que al >nal del día resultan cruciales para la toma de decisiones en los procesos políticos), pero no ha producido críticas determinantes al sistema político y económico ca-pitalista actual, puesto que en el planteamiento aún no pre>gura la crítica a las instituciones públicas y su funcionamiento (salvo las electorales durante este proceso electoral ife , fepade 4 y tepfj 5), así como tampoco ha pro-fundizado en el análisis de otros discursos y actores.

El movimiento parece reduccionista al centrarse sólo en los medios, es

3 131 estudiantes que subieron un video al portal youtube expresando inconformidad con los medios en especial Televisa al que se sumó la sociedad como el número 132.

4 Fiscalía especializada para la Atención de Delitos electorales.

5 Tribunal electoral del Poder judicial de la Federación.

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decir, en la visibilidad mediática y en la concen-tración de exigencias esenciales, sin duda algu-na, en pro de la apertura de los espacios mono-polizadores de los medios de comunicación por los cuales se industrializa la cultura, se homo-geneiza el conocimiento y se generan e incluso adoptan tendencias enajenantes masi>cadoras y estilos estereotipados, que no corresponden a nuestro contexto social.

Lo que parece explicar Wallerstein en su plan-teamiento de movimientos antisistémicos es que estos movimientos han sido organizados en gran medida por «organizaciones burocráticas […] que han requerido habilidades que se encuen-tran distribuidas en forma desigual» (Wallerstein, 2010: 32), lo que él llama aspirantes a directivos que concentran sus temas de interés de manera sistemática y que a partir de ellos y desde el pun-to de vista estratégico requieren celebrar alianzas, en este caso asambleas interuniversitarias con orígenes ideológico-académicos diferentes (uni-versidades privadas y públicas) con la >nalidad de incidir en la estructuración a largo plazo de estos movimientos. El problema que Wallerstein plantea a este respecto no está en la consecución, sino en el cumplimiento del objetivo, ya que éste atraerá la participación de grupos oportunis-tas masivos y difíciles de diferenciar como los que se han observado dentro del movimiento #YoSoy132 una situación que se debe observar y resolver para convertir estos movimientos en una propuesta organizativa seria y real.

En este caso especí>co el eje del movimien-to son los medios, particularmente la televisión, y ese eje ha encontrado interrelación con otros puntos que determinan la problemática de mo-nopolización de las telecomunicaciones, como que las mismas televisoras hayan in?uido a ra-zón de sus intereses empresariales en el debili-tamiento de la credibilidad de las instituciones y del mismo sistema democrático en las pasadas elecciones, pues sin igualdad de oportunidades para acceder a la información, sin un estándar riguroso de revisión en cuanto a la calidad de la programación y los contenidos de los medios,

seguirá existiendo inevitablemente un sesgo informativo y una población sumida en la ig-norancia y en la obtención parcial y errónea de información que se obtiene a través de estos medios masivos, que traerá como consecuencia para el país un mayor retroceso; de ahí la insis-tencia del movimiento a la difusión de eventos y manifestaciones culturales y artísticas que per-mitan abrir nuevas puertas a la creatividad y al pensamiento.

Sin embargo, no todos estos movimientos y manifestaciones juveniles6 aluden a las mismas problemáticas; aunque la forma sea la misma, el fondo no siempre lo es. México se cuestionó y cuestiona las relaciones sociales y las institucio-nes, pero única y exclusivamente las reguladoras del proceso electoral; México reaccionó, aunque parece que muy débilmente y de manera nega-tiva, a la imposición de un candidato prove-niente de un partido históricamente autoritario (pri), en ese sentido parecido a las autocracias de Medio Oriente (eliminando el concepto fun-damentalista). No obstante, México no genera una re?exión sobre las industrias culturales ca-pitalistas, la estructura del sistema político pre-sidencial, la hegemonía del conocimiento y el reconocimiento del capital cultural intelectual que marca simbólicamente una división entre los legitimadores y legitimados, factores clave en los movimientos sociales de mediados de los sesenta.

En el México actual no se cuestiona la uni-direccionalidad de tendencias informativas ca-pitalistas y decisiones políticas provenientes del extranjero (como el caso de Medio Oriente), y si lo hacen duran poco, pues se diluyen con fa-cilidad en el eco del conformismo; en tanto, los planteamientos críticos al sistema político se han presentado con regular frecuencia pero con in-tensidades intermitentes que tienden a perderse en la intencionada invisibilidad mediática, a tra-6 lo que sí tienen en común es su carácter sectario, pues-

to que cuentan con ciertos privilegios como el fácil acceso a internet y a la adquisición de tecnologías de punta propias del siglo XXI que les permiten abrir un abanico de alternativas informativas.

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vés de las estrategias de manipulación informativa ante la mirada atónita de muchos y el desconocimiento de la mayoría. Caso aparte es el papel que el gremio intelectual ha representado para la mayoría de los movimientos de inicios de este siglo, pues su apoyo abre las puertas a espacios que el sis-tema intencionalmente bloquea, apoyos muchas veces generados desde la posición de observador y otras de activista que legitiman desde el estado de cosas la seriedad del movimiento; algunas veces con interés colectivo y otras con un interés particular, sin cuestionar la posición de este colectivo en el funcionamiento del movimiento.

Sin embargo, estos factores (industrias culturales, estructura del sis-tema político y la intervención del gremio intelectual) no son el meollo del movimiento, ni propiamente el sistema educativo; si bien se hace una crítica constante como mal de nuestros males, no se materializa en la fuer-za del discurso como en Chile y Canadá, donde es una de las principales demandas; tampoco ha logrado posicionarse como tema de agenda poste-rior al periodo electoral para sobrevivir a la abundancia informativa y los vaivenes noticiosos, ni se ha colocado como tema permanente a nivel inter-nacional al no vincularse con movimientos similares a lo largo y ancho del continente, motivo por lo cual la duración del movimiento es incierta; po-dría ser constante, a través de diversos actos representativos que les permi-tan proponer y construir una presencia fuerte dentro de la escena pública7 que no se limite en términos exclusivos a su aparición en medios de comu-nicación masiva y tampoco a ser simples observadores implacables de las instituciones (se pre>gura como la intención), sino trabajar en transmitir los intereses y preocupaciones actuales a las generaciones futuras para que se incorporen renovadas miradas al movimiento, de lo contrario pasarán a formar parte del mal congénito nacional… el olvido.

[…] El verdadero resultado de sus luchas no es el éxito inmediato […] esta unión es propiciada por el conocimiento cada vez más extenso de los medios de comunicación creados por la gran industria y ponen en contacto […] a las sociedades […] de diferentes localidades. Y basta ese contacto para que las numerosas clases locales, que en todas partes revisten el mismo carácter, se centralicen en una lucha nacional, en una lucha de clases. Mas toda lucha de clases es una lucha política (Marx, 1983: 37).

7 Presencia que existe con menor impacto mediático dentro de las asambleas interuniver-sitarias y de su página de internet <www.yosoy132media.org>.

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35-53.

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¿Quién tiene el poder? 8QD�UHÁH[LyQ�FRQ�)RXFDXOW

Jorge G ómez Mancera Universidad Autónoma de Barcelona

¿Grandes rupturas radicales, particiones binarias y masivas? A veces. Pero más frecuentemente nos enfrentamos a puntos de resistencia móviles y transitorios, que introducen en una socie-dad líneas divisorias que se desplazan rompiendo unidades y suscitando reagrupamientos, abriendo surcos en el interior de los propios individuos, cortándolos en trozos y remodelándo-los, trazando en ellos, en su cuerpo y en su alma, regiones irre-ductibles.

Michel Foucault

En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una peque-ña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilu-sión producida por los vertiginosos espectáculos que encerra-ba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era in>nitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo.

E. A./01, Jorge Luis Borges

Las frases literarias poseen mayor capacidad para introducirnos en los es-cabrosos intersticios de lo humano, que en ocasiones con su aspecto qui-mérico nos invitan a meter la cabeza bajo la tierra. El poder es uno de esos temas que día con día deseamos verle a la cara, pero casi siempre nos parece que es imposible contemplarlo, su diámetro se nos escabulle entre las manos, los pensamientos, las ideas o las piernas.

El poder es un tema siempre presente, le instamos cada mañana a estar en el desayuno de nuestras vidas. Acudimos a las mesas de discusión que se abren para pensarlo, ya sea con ansiedad, excitación, molestia, morbo, reclamo, ansias o deseo.

En este recluido espacio le damos la oportunidad a esa pequeña qui-mera del poder, para que transite en un breve acontecer de nuestra vida. El poder a secas no dice nada, o lo dice todo; tal vez por ello convenga que al-gún interlocutor nos ayude a transitar en él, y no estaría mal que nos dejase seguir la senda de su recorrido por esa problemática tan humana.

El poder no es sólo un tema de la vida, sino que se trata de un verdade-ro problema; sin vacilar, podemos decir que se trata de una cuestión fun-damental de lo humano. Ha sido el tema de épocas remotas y también de nuestro pasado inmediato; es además un tema insistente en nuestro pensa-miento >losó>co y cientí>co; y sin lugar a dudas es el tema trascendental en nuestro entendimiento del mundo. Se trata de algo obligado en cualquier

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reunión y experiencia humana. Hoy al reunirnos en torno a estas letras impresas o cibernéticas también estamos convocando al poder a circular en medio de nuestras subjetividades.

Invitar a hablar de poder hace pensar que se trata de cualquier charla entre amigos, de un encuentro entre colegas, o de una plática perso-nal donde de forma coloquial abrimos la agenda con ese gran problema de la humanidad, pero también ese pendiente tan singular que todos tenemos con el poder. Convocar a pensar un profundo problema humano, como es el poder, brinda una nueva oportunidad para pensarnos, y curiosamente a pesar de ser un tema tan añejo, no deja de aparecer como una trama cardinal de nuestro mundo contemporáneo.

Pensar el poder es un problema desde la Grecia presocrática hasta la era contemporánea en autores como Chomsky, Morin, Agamben, Esposito, Žižek, Negri, Bauman, Hessel, Butler o Badiou. Hablar de poder no es sólo una preo-cupación, sino que genera una actualización del mismo, por ello puede parecer fácil, pero no para quienes nos hemos percatado en alguna medida de que hablar de poder es ponerlo a circular en medio de nosotros.

Por poder se entiende una in>nidad de co-sas, es una categoría cargada de un sinfín de connotaciones, la mayor parte de ellas negativas; aparece en nuestro lenguaje coloquial como un problema constante, y de forma insistente en nuestro discurso; posiblemente en cada frase y en cada acción de nuestra vida está sucediendo un «juego de poder».

i

¿Y por qué hablamos de un juego de poder? ¿Cómo es posible que el poder esté jugado?, ¿no se trataba de que el poder jugaba con nosotros?

El mundo del pensamiento ha trabajado de manera fundamental el problema del poder como una categoría negativa que juega con no-sotros, o como un elemento que nos domina. A quien hemos elegido hoy como compañero de viaje es a Michel Foucault; con él podemos pen-

sar el poder con una cualidad en primera ins-tancia activa e inacabada, no como aquel poder que es de una vez y para siempre, y que con sólo proponérselo puede llegar a dominarnos. El pro-blema es bastante distinto en el pensador francés con el que trabajaremos.

Michel Foucault es un pensador nacido en Poitiers, Francia, en 1926 y fallecido en 1984. Tal vez el término !lósofo resultaría un tanto inapro-piado desde la propia perspectiva foucaultiana. No le gustaba que lo llamaran «>lósofo», y desde luego evitaba la designación de «autor». Foucault se formó en >losofía y al concluir esta educación complementó sus estudios en psicología clínica; realizó algunos trabajos como periodista en los con?ictos de Medio Oriente y como activista de causas concretas (apoyo a desafortunados de las prisiones francesas, condenados a muerte en el régimen de Franco en España, etc.), pero de ello se habla muy poco en las re?exiones que se ha-cen en torno a su obra. Aquí hablaremos de él sencillamente como pensador, ya que este matiz nos da oportunidad de razonar en una propues-ta activa, que es más ad hoc a su postura y a su pensamiento.

A Foucault se le denomina en diversas oca-siones el !lósofo del poder; si bien este término no es erróneo, tampoco podemos decir que le hace justicia a su obra. Foucault trató muchos temas a lo largo de su trabajo intelectual, y no podemos ceñir su obra únicamente al tema de poder, pero es importante decir que es conocido en el mundo del pensamiento fundamentalmen-te por su trabajo con la temática del poder.

Para contextualizar más el lugar que tiene el problema del poder en Foucault, es indispensa-ble recordar las tres etapas básicas en las que se clasi>ca con frecuencia la obra foucaultiana: la arqueología del saber, la genealogía del poder, y la estética de la existencia.

Traemos a la re?exión fundamentalmente la segunda etapa de la obra foucaultiana, aunque no queremos decir con ello que Foucault no muestre una preocupación por el tema del poder en la eta-pa precedente (la arqueología…) y en la sucesiva

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Hologramía¢4XLpQ�WLHQH�HO�SRGHU"�8QD�UHÁH[LyQ�FRQ�)RXFDXOW

(la estética…). El problema del poder atraviesa sin lugar a dudas toda la obra de este pensador francés.

No nos detendremos a explicitar cada una de las etapas; ello requeriría de un mayor espacio. Baste con mencionar a vuelo de pájaro lo vislumbrado por cada una de las etapas y recordar que la denominación de las mismas se realizó al >nal de su obra (como sucede con muchos pensadores); inclu-so podemos destacar que el propio Foucault no estuvo en desacuerdo con dicha clasi>cación; mas es importante destacar que no se trata de periodos establecidos de manera tajante. El pensamiento foucaultiano —como la mayoría de los pensamientos— se va sucediendo de manera paulatina, por lo que resultaría difícil pretender encontrar demarcaciones precisas entre una etapa y la otra.

Las re?exiones externas a Foucault suelen identi>car la etapa de la ar-queología del saber, entre las publicaciones de sus libros El nacimiento de la clínica y el libro que se denomina precisamente La arqueología del saber. Mas aquí es indispensable mencionar el texto de esta etapa que le dio fama internacional a Foucault y por el que adquirió renombre en el mundo in-telectual, su libro Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas, que cerraría dando un argumento sobre «la muerte del hombre». Este argumento terminó por gestar muchas discusiones teóricas, y a pesar de haber cansado a Foucault, le facilitó el debate de su pensamiento con la vida intelectual de la época (desde Sartre hasta Derrida).

Quienes hayan tenido una pequeña aproximación a la obra foucaultia-na se percatarán de que por ahora no hemos incluido en este periodo su Historia de la locura ni su Enfermedad mental y personalidad ni su Raymond Roussel; esto se debe a que desde nuestra perspectiva los trabajos poseen un lugar inclasi>cable dentro la periodización tripartita, o tal vez, a pesar de ser anteriores al periodo de La arqueología del saber, pueden tener nexos más cercanos a etapas como la de La genealogía del poder, tal como sucede con su Historia de la locura, de la que hablaremos más adelante. Muchos de los textos mencionados resultan difícilmente clasi>cables debido a que son parte de un periodo de escritura foucaultiano muy cercano a la literatura, ya que en ese momento era un ávido lector de Artaud, Blanchot, Bataille y Borges. Afortunadamente muchos se encuentran recuperados en la com-pilación francesa llamada Dits et écrits, en su primer volumen. Considero que el matiz literario de esta época debe ser pensado desde otro lugar, sin intentar insertar sus re?exiones en alguna clasi>cación.

Para explicar a grandes rasgos la etapa arqueológica basta decir que Fou-cault estaba preocupado por los problemas discursivos y enunciativos que se juegan en las construcciones humanas y que gestan determinados tipos de episteme, entre ellas está el hombre (el modo de problematizar la re?exión sobre la muerte del hombre provocó una gran sacudida en los círculos in-telectuales, epistémicos y cientí>co-sociales). La metodología arqueológica gestó una problematización sobre la aparición de la enunciación en sí; mien-tras, las re?exiones sobre el ámbito discursivo alcanzarían su punto álgido en

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la etapa siguiente a través del anudamiento de la enunciación con el problema del poder.

La segunda etapa, que es la que atendere-mos en este artículo, se denomina genealogía del poder. Comienza a identi>carse a partir de su conferencia inaugural del Collège de France (1970): «El orden del discurso», y se piensa que se cierra con la publicación del primer volumen de su Historia de la sexualidad (1976), que lleva como título La voluntad de saber. Dentro de sus conferencias del Collège de France algunos con-sideran que se cierra con su curso Defender la sociedad, algunos más con su curso Seguridad, territorio y población, y otros creen que se cierra con el curso Nacimiento de la biopolítica.

La tercera etapa, la estética de la existencia, es la que se ha trabajado menos, debido a que gran parte de este periodo está recuperado en su tra-bajo oral: conferencias del Collège de France y en distintas partes del mundo, Berkeley, Rio de Janeiro, Tokio, etc. La demora en torno a la trans-cripción de estas conferencias mantiene aún en espera —incluso hoy en día— la publicación de re?exiones profundas de Michel Foucault. Los dos únicos libros que son considerados parte de ese periodo son los últimos volúmenes de su His-toria de la sexualidad: El uso de los placeres y La inquietud de sí. Afortunadamente hoy contamos con la publicación de los cursos El gobierno de sí y de los otros, así como El coraje de la verdad, que considero fundamentales para comprender este periodo. Creo que ellos nos dejan sopesar las re-?exiones foucaultianas, nos llevan a una profun-dización de sus dos etapas previas, mientras nos conducen a las profundidades de la subjetivación y de los problemas de la construcción de sí, a partir ya no sólo del poder, sino del gobierno de los otros, pero sobre todo del gobierno de nosotros mismos.

En lo sucesivo trabajaremos con la segunda etapa, en concreto con el problema del poder, y de tanto en tanto dejaremos que aparezcan men-ciones de las otras etapas, de tal forma que nos permita complementar las distintas re?exiones foucaultianas, y esperemos con ello, transitar de alguna forma por su contenido. No podemos

decir que la estrategia arqueológica desapareció en algún momento para dar paso a la estrategia genealógica; tampoco podríamos hablar de una fusión de ambas estrategias metodológicas. Ha-blamos claramente de formas nominativas que el propio Foucault fue encontrando para su que-hacer. Sugiero leer para ello El orden del discurso, que puede ser leído como un texto arqueológico, o como un texto genealógico, e incluso, si lo revisa-mos con detenimiento, es un texto que tiene aun el sabor a ese comienzo literario de su pensamien-to, mientras a un tiempo puede estarnos indican-do ya la dirección hacia su periodo de la estética de la existencia. Si bien hemos hecho esta estrecha reseña sobre Foucault, tiene la sola >nalidad de contextualizar la problematización foucaultiana del poder. Continuemos considerando esta pro-blemática para conocer sus formas especí>cas.

i i

Habíamos dicho en primer lugar que podemos pensar en el poder como una instancia activa, mó-vil e inacabada; éste será uno de los matices que nos entregará Foucault a lo largo de su obra. En segunda instancia, y de modo esencial, nos lleva a pensar en el poder desde una perspectiva positi-va; de hecho, creemos que es precisamente eso lo que le regalará al poder su movilidad, actividad y perdurabilidad. Ese es el gran aporte de Foucault: pensar al poder fuera de la matriz negativa1 en que se pensó a lo largo del siglo xix y siglo xx.

¿Qué signi>ca pensar el poder desde un ma-tiz positivo? Signi>cará más proponer una idea de ruptura, que una idea acabada y completamente formulada del poder, se trata de una propuesta que justo permite quitarle poder al poder —y no

1 usaremos negritas y subrayado para resaltar impor-tancias temáticas cuando lo consideremos pertinente, siguiendo algunas sistematizaciones que hemos realiza-do de la obra de Foucault. los señalamientos se harán incluso sobre citas, pero se ha intentado no abusar de la KHUUDPLHQWD��(VWH�DUWtFXOR� WLHQH�XQD�ÀQDOLGDG�GLGiFWLFD�para la comprensión básica de la obra del autor; agrade-cemos la comprensión del lectorado para quien estos in-dicadores pudiesen obviarse. Se pueden considerar po-sibilidades de resistencia, porque de esta forma damos pie a que el poder pierda algo de su empoderamiento.

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hablo precisamente del «give me the power»—, se trata de dejar de mirar el poder como si fuera una entidad, e incluso con ese halo de magni>cencia divina. Al poder se lo había empoderado —valga la redundancia— en la pro-pia comprensión conceptual; se le había otorgado una carga especí!ca de poder que lo engrandecía, sin llegar propiamente a tener un acercamiento para dislocarlo.

El gran aporte de Foucault es mirar el poder con una lente diversa, desarticular este poder empoderado, y eso facilitaría pensarlo desde su mo-vilidad, de circulación y eterna durabilidad. Para Foucault el poder no apa-recerá como una entidad acabada, eso equivaldría a imaginarlo en un lugar estático. Podemos decir que hacía pasar sus propuestas de pensamiento por un lugar cinético (movimiento); de hecho, por ello resulta difícil se-guir las pistas de>nitorias de los términos que proporciona a lo largo de su actividad de pensamiento. Si alguien pudiera de>nir la palabra poder en Foucault, posiblemente estaría hablando de una comprensión especí>ca sobre tal acepción, pero no de una propuesta foucaultiana.

Foucault pudo decir frases que condensan un pequeño recorrido de pensamiento sobre el poder, pero no consideramos que haya llegado a de>-nirle. De lo que habla es de relaciones de poder, de cuotas de poder (cantidad de poder, por decirlo de alguna manera) que podemos tener cada cual y que son emplazadas a jugar en cada relación humana, individuo e individuo, in-dividuo e institución, individuo y Estado, etcétera. Ahora que hemos con-vocado con este artículo a discutir la problemática, hemos llamado no sólo al término poder, sino a una serie de relaciones que hacen que entre escritor y lectores esté circulando el poder palpable con su pobre o su gran cuota de poder. Cada cual acudimos a este u otros encuentros humanos con una determinada cuota de poder; Foucault no deposita nunca en ella categorías maniqueas en forma de blanco o negro; el poder dejará de tener un rostro homogéneo; el poder no lo tiene nadie, no se posee, más bien el poder «se ejerce». Para Foucault el poder no es ni bueno ni malo; lo que le interesa son sus condiciones de existencia tanto en nuestro pasado como en nuestro devenir actual, es decir, el poder en las condiciones de existencia sobre todo en nuestro presente. Recordemos que cuando el poder pierde su faz negativa deja de ser ese poder pretérito y omnisciente.

El poder, a diferencia del modo en que lo había pensado la >losofía del siglo xix hasta mediados del siglo xx , adquiere con Foucault una carac-terística fundamentalmente inestable, si ya no se puede hablar de un po-der unitario, sólo se podrá hablar de relaciones de poder, que implicarán el «ejercicio de poder» a partir de una cuota de poder especí>ca, que es jugada en cada relación humana. Este poder sin embargo tampoco aparece de la nada ni tiene una emergencia espontánea; así que uno de los trabajos del escritor será precisamente comprender las formas de emergencia del poder y la forma en que circula por los entramados sociales.

El hecho de que haya un interés en la emergencia del poder nos podría remitir inmediatamente a comprender por qué se denomina «genealogía» a

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esta etapa de su obra, pero vale la pena pensar que no se trata de un algoritmo tan sencillo. Foucault no parece estar interesado en llegar a ese único y especí>co momento inicial donde nació el poder (igual que Nietzsche), no le interesa llegar a esa primera esencia de las cosas. Eso equivaldría a creer que existe una verdad última sobre el poder (o sobre cualquier cosa), y precisamente de eso es de lo que él intenta escapar en todo momento.

Foucault no sólo tiene al poder como uno de sus problemas; otro de sus grandes derroteros es el problema de «la verdad». Podemos decir que de hecho también atraviesa de cabo a rabo toda la obra foucaultiana.

Hacer genealogía en Foucault es hacer un trabajo de re?exión sobre el poder, pero también sobre la verdad. La época de estudiante (me-diados de los años cincuenta) y la época de su primera etapa (años sesenta) estarán empapadas fuertemente por el marxismo, o podemos decir por diferentes marxismos, que seguían miran-do el poder con toda su característica negativa. Foucault sí transitó por una etapa marxista (Gó-mez, 2012), aunque podemos decir que más que dialogar con la teoría marxista intentó en todo momento desprenderse de ella, así como de la herencia que cargaba consigo la teoría marxista: el pensamiento hegeliano.

Es interesante encontrar a un pensador que pudiese hablar del poder de un modo lejano al pensamiento marxista, en un momento donde el comunismo se presentaba como el gran opositor al sistema capitalista, y en una época plena de movimientos sociales en el mundo, como el mayo del 68 francés. Éste y el pensamiento marxista no dejaban de plantear una idea estática de un poder, al que sólo se le veía como el culmen de una esca-la jerárquica, o como una gran entidad unívoca.

La genealogía foucaultiana de los años se-tenta rompe con esta forma de mirar al poder, mientras a un tiempo adquiere una estrategia de investigación que no pretende alcanzar la verdad,

2 Foucault pretende conocer las «condi-

2 Cuando justo en ese momento hacer ciencia es alcanzar HVWDWXWRV�GH�YHUGDG�D�SDUWLU�GH�OD�SUiFWLFD�FLHQWtÀFD�

ciones de emergencia del poder» y los efectos múltiples que genera. Busca comprender la sin-gularidad de los sucesos, no busca precisamente el origen (como lo hacen las genealogías), ras-trea la procedencia y la emergencia de los sucesos, sobre todo, no le interesará saber qué sucedió exactamente, eso sería tener pretensiones de al-canzar la verdad; Foucault está más interesado en el cómo. El cómo llegamos a construir eso que se llama «locura», o cómo hemos llegado a cons-truir eso que se llama «criminal» son cuestiones que le interesarán mucho más. Es el estratega del cómo, pues hace valer ese cómo mucho más allá de lo que nos hubiésemos podido imaginar.

Esta estrategia del cómo foucaultiana es fundamental para entender su pensamiento y nos facilita comprender la lectura de sus textos. Entre estos diferentes cómos, está interesado en cómo hemos llegado a tener la sexualidad que tenemos —sin duda uno de sus temas preferi-dos—; o cómo hemos creído que existe eso que se llama «homosexualidad»; o cómo hemos lle-gado a comprender que trabajar es tener una jornada laboral con horarios rígidamente mar-cados, disciplinados, donde el cuerpo debe ade-cuar sus funciones biológicas al horario laboral, etc. En sí a Foucault le interesa investigar desde un principio, no lo que está refundido en el úl-timo resquicio soterrado, sino por el contrario lo que está a la vista. No es un investigador de las profundidades, es un investigador que desea comprender cómo aparecen los acontecimientos, para entenderlos desde el juego de visibilidad e invisibilidad en que se nos presentan.

El poder en Foucault, si bien no es aquel que es visible en todo momento, tampoco será aquel que esté profundamente escondido y que se debe investigar para desentrañarlo. Lo interesante de la propuesta foucaultiana es que inicia con una metodología diferente a las apuestas de las cien-cias (y diferente a muchas >losofías) de su época, que tratan de desentrañar aquello «escondido» y posiblemente «misterioso», para entonces darlo a conocer como aquella «única» verdad descu-bierta. Comienza su trabajo pensando antes en

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lo visible que en lo invisible; la preocupación por lo invisible llegará más tarde, pero como un elemento inseparable de la visibilidad.

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Recapitulando, el poder en Foucault no es algo que se tiene, es algo que se ejerce en un juego de relaciones; el poder no es una entidad, sólo puede estar jugado en las relaciones; el poder no es algo invisible que cae de improviso sobre nosotros, más especí>camente circula delante de nuestros ojos, y tal vez por esa cercanía, la visibilidad se vuelve invisibilidad. Cuando tenemos algo en las narices, dejamos de verlo claramente.

Tal vez eso que hemos estado buscando como «poder» es lo que tene-mos ante nuestros ojos, no aquello escondido que tanto hemos intentado mandar al último rincón de nuestros recuerdos. Foucault piensa, por ejem-plo, que siempre se ha dicho que la sexualidad ha sido acallada y que no po-demos hablar de ella, mas considera que lo que sucede es justo lo contrario, existe una «incitación discursiva», más que callar la sexualidad hablamos de ella todo el tiempo. En casa, en la iglesia, o en la escuela, existen discur-sos que hablan precisamente de la sexualidad para entrar en el «juego» de la represión, pero más bien parece que se trata de una incitación constante para hablar de ella. ¿No propone la iglesia confesar los actos sexuales «in-debidos»? ¿En la escuela no se nos pide confesar lo que hemos hecho? («Di la verdad, Juanito, ¿qué estabas haciendo?»). La invitación no es a callar la sexualidad, la invitación es precisamente a decirla; incluso la palabra invi-tación queda corta, Foucault pre>ere utilizar la palabra «incitación». Creo que aquí tenemos que mirar con atención y de forma pausada.

El interés de Foucault de ver cómo aparecen los fenómenos o aconte-cimientos fue una estrategia que en algún momento designó la labor de la arqueología foucaultiana, pero adquirió una gran importancia en su propuesta genealógica. Precisamente esto que yo he llamado la estrategia del cómo, entregada al azar, es lo que de alguna forma podemos entender como la genealogía foucaultiana. A él le interesa comprender los fenó-menos sociales desde el azar de sus apariciones, por ello no los busca en un comienzo, en ese que sea precisamente originario. Las genealogías en general van en la búsqueda del origen; Foucault no, él va en búsqueda de la aparición azarosa de los acontecimientos. De alguna manera podemos decir que hace historia, pero una historia crítica de la historia tradicional. La historia ha evitado justo cualquier elemento azaroso en sus investiga-ciones para impedir perder la continuidad en la narración de sus aconte-cimientos históricos. Foucault por el contrario está dispuesto a encontrar-se con esos elementos discontinuos, azarosos, que le permitan hablar de acontecimientos y de experiencias humanas, sin tener que imponerle una forma de ser narrados.

A partir del modo en que son narrados los acontecimientos por la his-toria, las ciencias humanas y la cultura, Foucault podrá intelegir formas de emergencia; pero ojo en el plural: intelegir formas no habla de una única

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forma inamovible e indisociable. Foucault per-mitirá que el mundo del pensamiento —intelec-tuales, >lósofos, etc.— recuerde la existencia de la «discontinuidad» en la narración de los acontecimientos humanos (sin duda, una de sus apuestas genealógicas).

Quien le enseñara a Foucault a hacer ge-nealogía es propiamente Nietzsche, a quien comenzaría a estudiar de manera sistemática a mediados de los años sesenta. De él aprende la discontinuidad de la historia, así como la restitu-ción del acontecimiento en su singularidad.

¿Qué podemos entender por la singularidad del acontecimiento? Así como Nietzsche pien-sa su libro humano, demasiado humano, pues buscar el origen sería estar de lado de la perfec-ción de los dioses; Foucault piensa que buscar el origen sería estar del lado de la «verdad», hacer genealogía en Foucault será como dice Ma. Inés García Canal «ocuparse de las meticulosidades en los azares de los comienzos (1990: 82), y ahí sí, buscar estas meticulosidades “revolviéndose en los bajos fondos”» (Foucault, 2008: 11); es decir, entrar en la singularidad de cada uno de los acon-tecimientos para poder narrarlos de otra manera.

Foucault destaca la diferencia que hace Nietzsche de la palabra invención (Er!ndung) de la palabra origen (Ursprung) [términos en ale-mán] (Foucault, 2005: 19). En la invención (la Er-!ndung) es en la que Foucault pondrá su principal atención; nos dice que es por una parte una rup-tura, y por otra, algo que posee un comienzo muy pequeño, bajo, mezquino, inconfesable (ibídem, p. 20). Me parece que se trata de una invitación estratégica a mirar aquellas pequeñas nimieda-des que han participado de la construcción de los acontecimientos; de hecho, sin esa estrategia sería difícilmente inteligible la propuesta foucaultiana.

Creo deducir ahora a la luz de la lectura del último Foucault (tercera etapa) que se trata tam-bién de una invitación a «no tener miedo» de revisar esas pequeñas nimiedades que incluso llegaron a construir lo que hoy consideramos las grandes cosas de la cultura, de la humanidad, de la patria, etcétera; creo que se trata de una invita-

ción a perder los temores delante de la informa-ción que se presenta ante nuestras percepciones cotidianas o incluso disciplinares.

Foucault en especí>co le dice a la historia: «El historiador no debe temer a las mezquinda-des, pues fue de mezquindad en mezquindad, de pequeñez en pequeñez, que >nalmente se forma-ron las grandes cosas» (ibídem).

Foucault explica la genealogía desde otro orden que no es propiamente el del origen (Urs-prung), como lo hacen algunas >losofías; seña-la que «a la solemnidad de origen es necesario oponer, siguiendo un buen método histórico, la pequeñez meticulosa e inconfesable de esas fa-bricaciones e invenciones» (ibíd., 20-21). Tales invenciones o fabricaciones serán, por ejemplo, para Nietzsche la religión, y para Foucault el co-nocimiento.

Sí, tal vez no es una cosa novedosa, pero tampoco algo de lo que hablemos todos los días. El conocimiento es una invención y su estatuto de verdad proviene asimismo de una invención (de una Er!ndung). El conocimiento se ha cons-truido de tal forma, que hemos llegado a consi-derar que es un legado de la naturaleza humana y que tiene una verdad por ser descubierta en di-cha naturaleza. El conocimiento no es tal, el co-nocimiento se gesta, se inventa incesantemente. La verdad no está ahí para descubrirla, la verdad no espera en la naturaleza para volverse conoci-miento, la verdad se gesta en esas pequeñas mez-quindades de lo humano.

Foucault siguiendo a Nietzsche señala que el conocimiento es el resultado del juego, el en-frentamiento, la con?uencia, la lucha y el com-promiso entre los instintos humanos (ibíd., 21); encuentra en ellos justo una suerte de batallas que se cerrarán a partir de un compromiso que adquiere posiblemente el nombre de conoci-miento; para Nietzsche esto sería el re!namiento de los instintos. El conocimiento entonces sería —explica Foucault— un efecto de super>cie que no está delineado de antemano en la naturaleza (ibíd., p. 21-22): «no es posible deducirlo nece-sariamente de los instintos. En el fondo no for-

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ma parte de la naturaleza humana; es la lucha, el combate, el resultado del combate y consecuentemente el producto del azar» (ibíd., p. 22).

El conocimiento no responderá sino al azar de esta batalla librada entre diferentes elementos humanos que van mucho más allá de los instintos; se trata de acontecimientos humanos que se hallan en el fragor de una batalla. No hablamos de una guerra3 propiamente, sino de encuentros que se dan aquí o allá, que son incoherentes, azarosos, deshilvanados, o poco visibles.

Para Foucault el conocimiento no puede surgir más que ahí donde hay una relación de violencia, dominación, poder y fuerza; llega incluso a decir que se trata de «una relación de violación» (ibíd., p. 23).

¿Cuál puede ser una forma de comprender el acontecer humano y lo que él considera el conocimiento en medio del fragor de una batalla? Fou-cault otorga una propuesta: la genealogía o el método genealógico. La ge-nealogía —nos dice— «es gris, meticulosa y pacientemente documental. Trabaja con pergaminos embrollados, borrosos, varias veces reescritos» (1997: 11). Se trata de una estrategia paciente, que es tal como era Foucault —un verdadero enamorado de los archivos—, una estrategia que está dis-puesta a ver «lo que hay» y que toma una distancia respecto al propio pen-samiento (aunque no propiamente al modo fenomenológico de la epojé), mientras que a un tiempo mira detenidamente y con una lupa que permita ver los ín>mos sucesos, no para perseguirlos y rastrearlos evitando que se nos vayan a escapar, sino para dejar que al menos transiten por la mirada. «La genealogía exige, pues, del saber minucia […] [de] “pequeñas verdades sin apariencia”» (ibídem, p. 12).

La mirada occidental estaba acostumbrada a mirar sin ver, una mirada que antes de mirar suponía lo que tenía delante (no digo es que hoy esca-pemos de ello, pues ese es uno de los temas fundamentales de la !losofía de la ciencia e incluso de la >losofía en sí). Con Foucault, se le muestran al pensamiento occidental al menos algunos elementos que le permiten com-prender «por qué miramos de una forma y no de otra».

La genealogía de Foucault es una estrategia paciente, que se pone a ver, escuchar y a hablar de lo que tenemos a la vista, pero que por lo mismo no alcanzamos a poner en palabras. La genealogía es meticulosa, en esa me-dida como estrategia utiliza —creo— una mirada ingenua (que mira lo que hay), pero en tanto que acción política utiliza precisamente esa ingenuidad para mirar no desde una mirada infantil, sino para abrir campos de mira-da, rieles de visión que faciliten la circulación de la mirada por un espacio disímil al de los poderes establecidos. Mirar de otra manera ya es gestar un acto político, que para Foucault será ya tener todo un acto de resistencia.

Las diferentes etapas de la cultura (o las culturas) nos han regalado formas especí>cas para estar en el mundo. Occidente entre los siglos xvii 3 el tema de la guerra en Foucault resultará muy importante, sobre todo en el curso de

������$TXt�QR�KDFHPRV�HVSHFtÀFDPHQWH�UHIHUHQFLD�D�HVH�LPSRUWDQWH�DQiOLVLV��SHUR�QR�deja de tener algún nexo con él, ya que, como podemos ver, la batalla se ha llevado a cabo en medio de los saberes y los poderes. Pero aquí más bien resaltamos la proble-mática del azar, antes que la del enfrentamiento de la guerra.

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y xviii construyó formas concretas de poder, esas construcciones nacidas con la Moderni-dad son las que característicamente analizará Foucault para contrastarlas con el decurso tan particular que adquirieron en el siglo xix , para >nalmente poder con ese análisis interpretar «la actualidad» (recordemos que la actualidad para Foucault es el siglo xx).

Para Foucault era imprescindible que su quehacer de pensamiento le ayudara a pensar la actualidad y a pensarse a sí mismo. La actuali-dad y el problema del presente serán esenciales en los análisis foucaultianos a lo largo de sus tres etapas, pero tendrá su culmen en su perio-do genealógico del poder, cuando Foucault ya no sólo está teorizando, sino que está metido de lle-no en el problema de las prisiones y los prisione-ros en Francia a través del Group d’Information sur les Prisons (gip) .

Foucault piensa la actualidad a partir de rea-lizar una genealogía y una arqueología de proble-máticas especí>cas. Si le interesa la actualidad, es en la medida en que un acontecimiento que ha generado discursos, instituciones y disciplinas se ha logrado prolongar hasta nosotros.

iv

Su búsqueda comenzó con el problema de la lo-cura (con su tesis doctoral llamada Historia de la locura en la época clásica), inició preguntándose cómo es que la cultura occidental pudo pasar del problema de la locura al problema del aislamien-to, para pasar entonces a constituirse más tarde como una «enfermedad mental». La locura esta-ba ahí, los locos estaban ahí vociferando al modo de Erasmo de Rotterdam; pero durante determi-nados acontecimientos de los siglo xviii y xix la locura tendió a transformarse en una «enfer-medad mental», en algo que había que separar, encerrar e identi>car, antes de que incluso pu-diera «contagiar».

Así, podemos entender que la locura no de-rivó de la noche a la mañana en una enfermedad mental; para ello debió ser factible en primera instancia que se pudiese pensar en el problema

de la enfermedad como parte de un «sistema de salud», pues la enfermedad siempre ha estado allí, pero la enfermedad de un sistema sanitario no. Y para que la enfermedad mental pudiese existir tuvo que imaginarse en primera instancia la idea de que existía eso conocido como lo men-tal, para después pensar que podría llegar a en-fermarse como se enferma el cuerpo, hasta llegar a construir lo que se entendió por «enfermedad mental». ¿Habíamos pensado que el loco no es el enfermo mental?

Desde luego que el loco había estado ahí, tal vez con otros matices, con la ilusión de que podía ser un «poseso» de fuerzas divinas o de-moniacas, pero el loco en sí no estaba enfermo, estaba loco, pero no enfermo; la Edad Media a veces lo volvió un endemoniado, pero le daba oportunidad de existir en medio de las cabriolas de la existencia. La enfermedad mental parecía quitarle lo loco a la locura, para meterla de lleno en el sistema sanitario de la enfermedad mental, donde el loco no tenía cabida, estaba enfermo; todos los individuos considerados locos cabían en la enfermedad mental, la taxonomía no im-portaba —esa vendría después—, ahora todos eran enfermos mentales, y un sistema sanitario debía hacerse cargo de ellas y ellos, como una forma de mantener «a salvo» al resto de la po-blación.

Se podría argumentar inmediatamente que con ese tránsito se dio precisamente un «avance» o un «paso cientí>co», e incluso que se dio un «paso humanitario» para atender al loco y reco-nocerlo como un enfermo mental, para que así el sistema sanitario y el Estado se hicieran cargo de él a través de su encierro en una institución de salud mental, llamada primero manicomio y después psiquiátrico, y que de esta forma ese enfermo y la población recibieran una «atención humanitaria».

Hemos de decir que desde la perspectiva de Michel Foucault la apreciación es muy distinta; él desde luego percibe que ahí se deja ver un lla-mado «avance cientí>co» y una «postura huma-nista», y justo esa será la molestia foucaultiana

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—por decirlo de alguna manera—, pues será justo ahí donde se establezca el punto nodal de su crítica.

¿A eso que sucedió con la locura podemos llamarle un avance cientí!-co? Y aún más, ¿a eso le llamamos un acto humanista?

¿Sacar al loco de su «posesión» para meterlo en un psiquiátrico como un enfermo al que ahora se deberá individualizar y observar de manera detenida y pautada es un avance cientí>co? ¿Sacar al loco de la calle donde vagaba, para meterlo en una casa de reclusión donde será vigilado, clasi>-cado y vuelto una categoría médica es un avance humanista?

Bien, dejemos las preguntas sobre la mesa, igual que lo hizo Foucault en un inicio. Con preguntas como ésta y con miradas genealógicas, Fou-cault iba construyendo su forma de hacer preguntas a la cultura occidental. En ellas podemos ver algunas de las que terminarían por ser parte de las claras posturas foucaultianas (en este caso, hay una diáfana postura genea-lógica). Foucault no era anticientí>co ni acientí>co o un incrédulo de la ciencia; lo que hacía era cuestionar justamente el «cómo» del proceder de la ciencia (de su hacer y su ser mismo). No podemos decir que estuviera en contra de la >losofía de la ciencia, o de la epistemología, pero cuestionaba incesantemente sus cómos. Y lo que sí podemos decir notoriamente es que Foucault era antihumanista. Y ojo, no pensemos con ello que estaba en desacuerdo con premisas fundamentales que hoy se pregonan sobre el bien de la humanidad; más bien Foucault analizaba al humanismo surgido en el siglo xviii y parecía estar poniendo sobre la mesa de discusión la paradoja del antihumanismo del humanismo. Por ende, sus opiniones alcanzaban al actual humanismo.

Podríamos decir, para ser más justos con Foucault, que fue un estudioso crítico del humanismo, más que un antihumanista, y de las apariencias que éste brindó a Occidente. Con la genealogía en la mano, el pensador fran-cés haría un sinnúmero de críticas al humanismo occidental para poner en entredicho la faceta de «civilización» que representa. De hecho, este rasgo es uno de los primeros que podemos encontrar en Foucault desde su tesis doctoral (Historia de la locura), que se mantendrá en las diferentes etapas.

La Historia de la locura es descrita por algunos especialistas como par-te del periodo arqueológico de Foucault, aunque cabe señalar que en ese libro podemos encontrar un per>l básicamente genealógico.

v

La arqueología del saber es —como recordamos— la etapa preliminar a la genealogía del poder; su punto fundamental de análisis se encuentra básicamente en el ámbito discursivo. Aunque no por ello se le puede ins-cribir en el estructuralismo; es importante resaltar que una de las preocu-paciones básicas de la arqueología foucaultiana se avocaba al problema del discurso. Y aunque en su base misma esta etapa tenga sus especi>ci-dades concretas, no dejará de insistir un problema que se tornará bastante genealógico.

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Se trata de un trabajo que intenta com-prender las condiciones históricas que hicie-ron posibles ciertos enunciados. Pero no habla precisamente de qué enunciado se hizo presen-te en determinada fecha, sino que su apuesta fundamental es pensar cómo es que tal enuncia-do apareció y no cualquier otro en su lugar. Nos encontramos nuevamente con ese «cómo» tan foucaultiano. Le interesa indagar cómo hubo de aparecer un enunciado concreto en ese determi-nado contexto y de tal forma, pero siempre con la pregunta detrás: ¿por qué no otro en su lugar?; es decir, ¿por qué especí>camente ese enuncia-do?, ¿y por qué con esa forma y no cualquier otra entre miles de posibilidades?

En otras palabras, ¿por qué apareció el enunciado «enfermedad mental» y no otro en su lugar?, ¿por qué apareció el enunciado «cri-minal» y no cualquier otro en su lugar?, ¿por qué apareció el enunciado de «bruja» y no cual-quier otro en su lugar?, ¿por qué apareció el enunciado de «homosexual» y no cualquier otro en su lugar?

Si nos damos cuenta, ésta, que era una de las fundamentales preguntas arqueológicas (una pregunta por el saber), termina por redundar también en preguntas que cuestionan ya no sólo a la enunciación, sino también el poder que ha sido gestado para dar existencia a ciertos enun-ciados y hacerlos funcionar ahora en determina-das relaciones humanas.4 No perdamos de vista que para Foucault todas las relaciones humanas son relaciones de poder.

A estas alturas seguramente estarán bara-jando esa pregunta que da título a este artículo: «¿Quién tiene el poder?». Ya hemos escuchado la respuesta, pero no sé si nos ha quedado del todo clara, e incluso quisiera dejarla abierta para que sea más cercana a la propuesta foucaultiana.

¿Quién tiene el poder? El poder circula, dice Foucault, el poder no lo tiene nadie. El poder no

4 el tema de la enunciación es digno de un estudio serio en michel Foucault. Así como el poder�KD�PDJQLÀFDGR�HO�SH-riodo genealógico del autor francés, la enunciación es la representante por excelencia de su etapa arqueológica.

se tiene, el poder se ejerce. Esa es la premisa básica de Foucault para su propuesta genealógica. No le interesa qué es el poder, sino cómo funciona. Insistimos en señalar o hacer notar la estrategia foucaultiana del «cómo».

vi

Hemos llegado a mirar ya los puntos básicos de la re?exión foucaultiana en torno al poder, que corresponden básicamente a su periodo genea-lógico. No obstante, volvemos a insistir: las eta-pas marcadas en Michel Foucault no son cortes tajantes en donde podamos identi>car un límite especí>co que diferencie una etapa de la otra.

Foucault comienza haciendo arqueología siguiendo premisas nietzscheanas;5 una de ellas será uno de los elementos básicos de su etapa genealógica. Se trata del problema de la discon-tinuidad. Como hemos visto, Foucault apostaba también por el azar, e invitaba de algún modo a no temerle, a dejarlo cursar en nuestras re-?exiones. Creo que una de las disciplinas que más estimaba era la historia, y tal vez por ello se mostraba muy crítico con ella. Es precisamen-te a la historia a quien reprocha (con Nietzsche en la mano) la apuesta continuista que propone su quehacer. Los acontecimientos se suceden sin más, sin orden, sin cronología, sin control, en pocas palabras, los acontecimientos se suceden sin continuidad; la continuidad más bien es un obsequio hecho por la historia, o especí>camen-te, por su práctica historiográ!ca.

Entre acontecer y acontecer no existe un punto que conceda inferir una clara coherencia que haga las veces de una suma, y nos permita tener como resultado aditivo el dato histórico. La historia no puede ser pensada como las ma-temáticas (aclaro que esta metáfora es mía, no de Foucault), no se trata de algoritmos, se trata de sucesos azarosos que son bastante amorfos; tal vez por ello asustan tanto, porque se trata de 5 es importante aclarar que en su etapa arqueológica no

había hecho todavía una lectura sistemática de Nietzs-che, quien le brindaría la posibilidad de abrir un pensa-miento genealógico, el cual atendemos fundamental-mente en este artículo.

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datos que tal vez nos devuelven imágenes de nosotros mismos que nos espantan o nos aturden.

La historia «ortodoxa» analizada por Foucault intenta por distintos medios evitar ese punto de inconsistencia, de fragilidad o de discontinui-dad. Mientras que la propuesta foucaultiana desde su arqueología y después desde su genealogía precisamente avanza en el análisis que reconoce de an-temano como discontinuo; la genealogía parece justo perder el temor delante de la narración discontinua, de hecho, es la apuesta que generará su análisis característico. Podemos pensar que Foucault pretende llevar al límite de la discontinuidad su propio estudio genealógico. Llega al linde donde aquello que parece histórico deja de serlo, donde aquel origen (Ursprung) parece comenzar a vislumbrarse a sabiendas de que es inaccesible; llega justo a ese linde donde la escritura parece perder la capacidad de decir. Como dice Duccio Trombadori, «“el discurso acerca del poder” se halla en el centro de un pensamiento foucaultiano que se propone avanzar “para dejar de tener rostro”» (2010: 31).

El propio Foucault por ello insistía en perder la rúbrica de «autor», la característica de «intelectual» y de replantear la idea de «obra». Escuche-mos la voz con la que inauguraba su cátedra del Collège de France:

Más que tomar la palabra, habría preferido verme envuelto por ella y trans-portado más allá de todo posible inicio. Me habría gustado darme cuenta de que en el momento de ponerme a hablar ya me precedía una voz sin nombre desde hacía mucho tiempo: me habría bastado entonces encadenar, proseguir la frase, introducirme sin ser advertido en sus intersticios, como si ella me hubiera hecho señas quedándose, un momento interrumpida. No habría ha-bido por tanto inicio y en lugar de ser aquel de quien procede el discurso, yo sería más bien una pequeña laguna en el azar de su desarrollo, el punto de su posible desaparición (2008: 11).

Foucault a>rma que él escribe para dejar de tener rostro, y no nos que-da duda de que escribe de>nitivamente para perderlo. Podemos entender, después de escuchar esta frase también poética, que en la genealogía fou-caultiana no sólo se juega con la idea continua de la narración cientí>ca, >losó>ca, histórica o institucional; en la genealogía está jugando también el cientí>co, el >lósofo, o el historiador, está jugando «el autor» en medio de esas discontinuidades. La discontinuidad misma aparece como es, sin las ataduras de esa narración continua forjada por algún especialista. Foucault está más interesado en la casualidad de la experiencia, que en la continui-dad de la ciencia.

vi i

El aporte inicial de la arqueología es fundamental en la concepción ge-nealógica de Foucault. Hemos comentado que el autor francés en su eta-pa arqueológica trabajaba principalmente con el problema del enunciado;

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Giorgio Agamben con gran lucidez nos explica: «La novedad incomparable de la Arqueología consiste, precisamente, en haber tomado como objeto de forma explícita no las frases ni las proposiciones, sino los enunciados, no del tex-to del discurso, sino del hecho que tenga lugar» (Agamben, 2005: 145).

Es decir, Foucault con su arqueología abrió la oportunidad para pensar el hecho de que un acontecimiento tenga lugar sin tener que mirar-lo exclusivamente desde su parámetro teórico, gramático o sintáctico. A Foucault le interesaba cómo podemos ver el hecho sencillo de que un enunciado tenga lugar (hablará en algún mo-mento de los enunciados-acontecimiento), pero atención, decimos «sencillo» para hablar de su exclusividad, no para decir que se trata de un procedimiento simple. Y planteándolo detenida-mente, la invitación arqueológica foucaultiana es una invitación a mirar la cosa en sí, sin toda la parafernalia teórica, humana, cotidiana, institu-cional, patriótica, o identitaria que puede armar al «sujeto»; y en especí>co se trata de una invita-ción a mirar al enunciado como acontecimiento, como ese que llegó a ser tal en medio de cientos o miles de posibilidades.

El enunciado en Foucault puede llevarnos a pensar en la di>cultad para acercarnos a las co-sas y a su mundo, sin el arsenal subjetivo con el que nos arma la cultura como historiadores, pe-dagogos, psicólogos, médicos o sujetos. Observar al enunciado como puro acontecimiento del len-guaje es la propuesta fundamental de la arqueolo-gía, el hecho bruto de la existencia del enunciado (ibídem, p. 146). Mientras, «la genealogía es una investigación histórica que se opone al despliegue metafísico de las signi>caciones ideales y de las inde>nidas teleologías», que se opone asimismo a la unicidad del relato histórico y a la búsqueda del origen, tal como lo explica Foucault en su texto: Nietzsche, la genealogía, la historia.

«¿Cuál es [dice Foucault] pues este mo-mento tan frágil del que no podemos separar nuestra identidad y que se la llevará con él?» (1999a: 25)… Este momento tan frágil es el que

ha dejado Foucault ?otando entre nosotros, ese que tanto parece amenazar nuestra identidad. Creo que merecería la pena dejar de temer ese momento; la fragilidad es nuestro temor al mo-mento del cristalazo, o al momento de ruptura, se trata de dejar de temer a lo que hay, pero ese momento todavía no ha llegado; habría que re-pensar entonces el uso que damos a esta fragi-lidad.

Quizá este instante de fragilidad no hace más que representar a la muerte o las muer-tes que ha fantaseado Occidente. El tema de la muerte tal vez no pueda denominarse como un tema foucaultiano, pero un autor que trabaja con los problemas de la vida difícilmente puede es-capar al tema de la muerte. El tema occidental de la muerte, y posiblemente la muerte en sí, no deja de pasearse de un lado para otro dentro de la obra foucaultiana. Foucault es un autor que transita por las temáticas de $) El lenguaje y la muerte, %) La experiencia límite, y &) La !cción (García, 2005: 9); en todas ellas está jugado el problema del sujeto en el roce de su desapari-ción, en el alcance de su >nitud, o en ese límite por excelencia que es la muerte (eco de Bataille o Klossowski).

¿El problema del sujeto que se desvanece den-tro del linde de lo azaroso lleva consigo el tema de la muerte? ¿El problema del enunciado que no es más lo dicho por el sujeto, sino el enunciado en sí, atraviesa por el problema de la muerte? Tal vez no, tal vez se trata sólo de un reconocimiento de «lo que hay», pero ese reconocimiento puede ser amenazante porque allí ya no podemos identi>-carnos, allí ya no estará más el sujeto. No se trata de la muerte, pero ante la desaparición del sujeto enunciante no cabe duda de que se está jugando alguna posibilidad de la inexistencia.

Finalmente: ¿El problema del poder lleva consigo el problema de la muerte? Podríamos pensar que si el poder circula y es inacabado, entonces el tema de la muerte transita de modo ajeno al acontecer mismo del poder. Pero aquí nos falta contar la última parte de la re?exión foucaultiana sobre el poder.

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Para ello remito a la última conferencia de Michel Foucault en el cur-so de 1976, que es sin duda un documento que re?eja en gran medida el pensamiento foucaultiano, e incluso podríamos tomarlo como un verdade-ro representante de la etapa genealógica del pensador francés. En él reco-ge las re?exiones culmen del periodo genealógico. En este texto Foucault comienza resaltando un tema que irá adquiriendo madurez a lo largo de su obra, que es el problema del ser viviente (y desde luego que no se está hablando de un tema ontológico). Tres temas de análisis armarán aque-lla propuesta que forjará la propia metodología y estrategia foucaultianas, aunque el propio aporte de Foucault sobrepasó incluso a estos tres temas preponderantes (que desde luego no dejarán de ser parte teórico-temática de sus estrategias metodológicas). Este trío temático lo conforman: el ser que habla, el ser que produce, y el ser viviente.

Ya hemos hablado algo del primero, y de pasada del segundo. El se-gundo y tercer tema no dejan de estar imbricados; al poner atención en el ser viviente no dejaremos de posar nuestra mirada sobre el ser que pro-duce.6

Si bien podemos decir que los tres temas signi>caron un derrotero es-pecí>co en diferentes momentos de las re?exiones de Michel Foucault, no podemos dejar de decir que los tres temas fueron sobrepasados por el pro-pio avance de la re?exión foucaultiana. El problema del ser vivo fue abor-dado en la etapa de la arqueología de saber, dentro de su libro Las palabras y las cosas (en el que anuncia la «Muerte del Hombre»), como un tema construido y narrado por la Historia de las ciencias biológicas y la Historia de las ciencias del pensamiento. Pero en su etapa genealógica y en los alcan-ces de su tercera etapa (la estética de la existencia), el tema del ser viviente alcanzará un punto álgido.

vi i i

Para Foucault habrá sido siempre importante el tema de la vida, y un ele-mento indispensable para pensar el tema del cuerpo será sin duda el tema de la vida. Creo de hecho que de no entender que Foucault estaba preo-cupado por el cuerpo, perderíamos de vista el problema del ser viviente y viceversa.

El cuerpo en algún momento de la Edad Media fue encarcelado, rasga-do y hecho pedazos, tal como podemos ver en el caso de Damiens, aconte-cimiento que Foucault narra sesudamente al comienzo de Vigilar y castigar; el cuerpo de Damiens fue castigado hasta en sus últimos despojos —para quien guste hacer el recorrido de la breve narración, se le invita a realizar la lectura del capítulo i , titulado El cuerpo de los condenados—; podemos decir con él que durante la Edad Media el cuerpo era castigado de forma directa, con la >nalidad de mostrar la soberanía del rey.

�� 4XH�VL�HQ�DOJXQD�PHGLGD� WRFD�SRU�QHFHVLGDG�UHÁH[LRQHV�PDU[LVWDV��FRQVLGHUR�TXH�VH�WUDWD�PiV�ELHQ�GH�HQFXHQWURV�IRUWXLWRV��PiV�TXH�GH�DFWRV�LQWHQFLRQDGRV�TXH�UHÁH[LRQHQ�en términos marxistas.

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Foucault insistirá en ello entre los años 1975 y 1978, pero es nuevamente en el año 1976 cuan-do muestra esta idea en diferentes libros: La vo-luntad de saber, en las conferencias de Rio de Ja-neiro, en el curso del Collège de France.

Estamos hablando de un momento en que Foucault está analizando «el poder como sobera-nía», que podemos diferenciar del «poder como represión». El poder soberano era considerado un poder con «derecho originario» que venía de parte del rey. Y es a partir de este elemento soberano, que Foucault identi>ca la conforma-ción del pensamiento jurídico en Occidente, que entenderá precisamente como una soberanía construida alrededor de la >gura del rey y que obviamente fue gestada desde la Edad Media. En Defender la sociedad Foucault nos explica que en Occidente el derecho es derecho real. El rey es el que además produce el discurso «verdadero», y Foucault nos recuerda que si el rey tiene la ver-dad ya no hay nada que hacer, él decide; él tiene el poder soberano sobre aquellos cuerpos.

¿Pero cómo ha llegado hasta nosotros una soberanía aún permeada por la soberanía monár-quica de la Edad Media?, ¿cómo pervivió en los in-tersticios de la teoría jurídico política de la sobera-nía? (2002: 42). Allí Foucault revelará lo siguiente:

Desde la Edad Media, la teoría del derecho tiene como papel esencial >jar la legitimidad del po-der: el problema fundamental, central, alrededor del cual se organiza toda esa teoría, es el proble-ma de la soberanía […] Decir que el problema de la soberanía es el problema central del dere-cho en las sociedades occidentales signi>ca que el discurso y la técnica del derecho tuvieron la función esencial de disolver, dentro del poder, la existencia de la dominación, reducirla o enmas-cararla para poner de mani>esto, en su lugar, dos cosas: por una parte, los derechos legítimos de la soberanía y, por la otra, la obligación legal de la obediencia (ibídem, p. 35).

El derecho podría haber trascendido como una propuesta que precisamente redujera el po-

der del rey; pero este poder quedó enmascarado en medio de las dinámicas de dominación que ya gestaban las clases burguesas y que tendieron a edi>carse sobre un edi>cio jurídico centra-do en la soberanía. Anteriormente se requería del cuerpo del rey como una forma esencial de la presencia de la verdad, de la presencia de la soberanía; y su glori>cación estaba basada en el pasado de esa realeza, que tendría que recor-darse una y otra vez con >estas populares, para a>anzar un poder endeble a partir del ritual fes-tivo de la presencia del rey (recordemos toda la parafernalia que conocemos hasta hoy como en la aparición del rey en la plaza principal, el contacto del propio cuerpo con él, que, aunque caricaturizado, lo hemos visto constantemente en el cine, leído en novelas, etc.). Por ello resul-ta siempre tan importante mantener al rey con vida; de hecho, mantener a salvo ese cuerpo será la mayor debilidad de la soberanía real. Pode-mos decir que cuando el endeble poder parecía tambalearse, aparecía la fuerza monárquica con toda su brutalidad y zanjaba cualquier asunto.

El poder endeble del soberano por eso era tan bruto, tan directo. Estaba fundado en un pasado ya efímero que sólo podía ser mostrado a través de la ascendencia del rey y su sangre noble. Por esta razón el cuerpo del rey resultaba tan importante.

Al comenzar a fortalecerse la burguesía en los siglos xvi y xvii, se va gestando un tipo de re-lación que dará paso a lo que Foucault denomina la sociedad disciplinaria, y mientras se gestaban las incipientes formulaciones de lo que se enten-derá más tarde como derecho, se fusionaban la propuestas soberanas con las formas jurídicas que superaban de esta forma la Edad Media.

Desde esta fusión, se construye el edi!cio ju-rídico de occidente, entre el estatus de soberanía fundada en el cuerpo vivo del rey y la soberanía jurídica que gesta un pacto con la soberanía mo-nárquica. La burguesía —como sabemos— per-mitió la salida de la dinámica feudal, pero ges-tionó otra forma de hacer entrar la ley soberana dentro de sí misma. El que pareció un abandono de la soberanía monárquica no fue sino un for-

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ma de hacer entrar de forma velada aquella soberanía dentro de la dinámi-ca disciplinaria que dio origen al mundo moderno.

El problema de la sangre de ascendencia real no se desvanece del todo en la dinámica disciplinar; se introduce a ella en forma de dinámicas que hacen circular el problema de la raza como una matriz primordial de su propia estructura. La sociedad disciplinaria es aquella que va ser impuesta en la sociedad occidental a partir del avasallamiento de la dinámica bur-guesa sobre la estructura monárquica. Su forma de funcionamiento res-ponde ahora a una forma diferente de poder. El poder soberano es substi-tuido por el poder disciplinario.

El poder soberano estaba fundado en la patria potestad, con la que el rey o el padre de familia poseía o se daba a sí mismo el derecho de vida y muerte sobre sus hijos y sus esclavos. La máxima utilizada era «el derecho de hacer morir o dejar vivir», mientras que el poder disciplinario trans-forma esta máxima a partir de sus formulaciones de derecho, sus formula-ciones humanísticas y sus formulaciones cientí>cas; la máxima ahora será: «el poder de hacer vivir y de arrojar a la muerte».

El poder político se proponía entonces la tarea de la administración de la vida (Foucault, 2006: 147). La propuesta soberana contaba con la po-sibilidad de hacer morir al otro, tenía la posibilidad de matar en cuanto fuera dispuesto por la necesidad monárquica, o de exonerar a quienes no pusieran en peligro la soberanía. Por otro lado, el poder disciplinario ahora no se propondrá la posibilidad de matar al otro, sino de administrar por completo la vida del individuo; no hablamos ya de esa llamada o aviso del rey —la lettre de cachet (Foucault, 2005: 113)— para darle castigo o muerte al individuo, o en su defecto para señalarle el indulto; se tratará ahora con la era disciplinaria de hacerse cargo de su vida completa. El poder político pasará a ser entonces un poder sobre la vida entera, mientras que el poder soberano era un poder que podía disponer la muerte de los individuos.

El poder político, nacido del ascenso de la burguesía, del humanismo, de la industrialización, del capitalismo y más tarde del liberalismo será el poder disciplinario que atenderá al individuo desde su nacimiento hasta su muerte. La vida entera será embargada por mecanismos disciplinarios mediante la familia, las instituciones educativas, las instituciones de salud y las instituciones laborales. El individuo será obligado a entrar por ente-ro en una dinámica impuesta. Foucault lo llamará una «inclusión forzada: el secuestro institucional del cuerpo y del tiempo personal» (ibídem, 121).

La justicia soberana velaba por mantener precisamente la soberanía monárquica. La justicia nacida a partir de la sociedad disciplinaria (na-cida antes y con la Revolución Francesa) tendrá otra función, en voz de Foucault: «función que no es ya la de castigar las infracciones de los in-dividuos, sino de corregir sus virtualidades» (ibídem, p. 103). Se llevará a cabo lo que Foucault denomina «Ortopedia social»,

7 que atiende a los individuos de manera especí>ca; ésta representa una de las características 7 recordamos que Ortopedia VLJQLÀFD�HO�ªDUWH�GH�FRUUHJLU�R�HYLWDU�ODV�GHIRUPLGDGHV«��'5$(��

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fundamentales de la sociedad disciplinaria. Se trata de una «edad del control social» (ibídem) donde nace una era de la vigilancia y donde lo más importante no será vigilar, sino hacer que el otro se sienta vigilado (para ejempli>carlo utiliza el panóptico de Bentham en Vigilar y castigar).

En el último capítulo de La voluntad del sa-ber, Foucault explica que el poder de adminis-tración de la vida se desarrolló a partir del siglo xvii en dos formas complementarias (en las que creo es importante poner atención):

a) El primero es que piensa el cuerpo como máquina, lo adiestra, aumenta o disminuye aptitudes, atiende el crecimiento de su utili-dad, así como su docilidad, todo ello asegu-rado por las disciplinas anatomopolíticas del cuerpo humano (Foucault, 2006: 147-148);

b) El segundo, que se formó un poco más tarde (mediados del siglo xviii), «se centró en el cuerpo-especie, en el cuerpo transido por la mecánica de lo viviente y que sirve de sopor-te a los procesos biológicos: la proliferación de los nacimientos y la mortalidad, el nivel de salud, la duración de la vida y la longe-vidad con todas las condiciones que pueden hacerlos variar; todos esos problemas los toma a su cargo una serie de intervenciones y de controles reguladores: una biopolítica de la población» (ibídem, p. 148).

Como podemos percatarnos, serán las disci-plinas del cuerpo y las regulaciones de la población las que constituirán los dos polos en torno a los cuales se va desarrollar «la organización del po-der sobre la vida» (ibídem); como mencionamos, ese es un elemento clave en la obra foucaultiana: comprender la organización de poder existente en su incidencia sobre la vida.

Las disciplinas del cuerpo serán aquellas que intervengan para decir de qué manera debe fun-cionar el cuerpo, qué recorrido tiene que hacer y hasta qué posiciones ha de tomar. Se trata en palabras foucaultianas de una administración del cuerpo y una gestión calculadora de la vida. El

cuerpo es mirado por la medicina en sus diferen-tes facetas, por la psicología, por la nutrición, etc.

Foucault pone bastante atención a los acon-tecimientos y las tecnologías micro (creo que ello puede resultar interesante para la nanotecnolo-gía), insiste en conocer cómo las micromecánicas (como las llama en Defender la sociedad) o las mi-crotecnologías se insertan en la vida cotidiana del individuo, permitiendo un determinado tipo de control y de exclusión. Precisa en su clase del 14 de enero de 1976 que lo que >nalmente terminará por importar es antes la técnica, que propiamen-te el control y la exclusión, ya que ésta redundará (para la burguesía y después para el capitalismo) en bene>cios económicos, que a su vez retroali-mentan la permanencia del control y la exclusión. Estos bene>cios son: la acumulación de saber, la permanencia de los métodos de observación-vi-gilancia y de veri>cación (Castro, 2004: 330); es decir, en la construcción de una verdad que per-mita medir y controlar constantemente a los in-dividuos por medio de una dinámica productiva.

Estas verdades permiten medir a los indivi-duos y construir las multiplicidades humanas en poblaciones que luego puedan ser reguladas (para ello remito al curso Seguridad, territorio y pobla-ción). Esta invasión de la vida es parte de lo que Foucault entiende como el inicio de la era del biopoder que surge con la Modernidad, con las grandes revoluciones políticas occidentales que derivarán en revoluciones cientí>cas, y va desde tácticas pedagógicas hasta regulaciones demográ->cas (de hecho, esta última puede signi>car uno de los grandes representantes del biopoder que ha construido a Occidente y que no ha dejado de ex-pandirse en la dinámica de la globalización). De-mográ>ca, estadística y sanitariamente será como se conciba la singularización del individuo.

El hombre occidental aprende poco a poco en qué consiste ser una especie viviente en un mundo vi-viente, tener un cuerpo, condiciones de existencia, probabilidades de vida, salud individual o colecti-va, fuerzas que es posible modi>car dónde repar-tirlas de manera óptima (Foucault, 2006: 151).

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Para Foucault la multiplicidad de individuos, la masa colectiva, llegó a conformarse —a través de un biopoder— como una «población»; y es a tra-vés de esta estrategia biopolítica de la población que el individuo puede ser contable, localizable, identi>cable y, a través de ello, posiblemente contro-lable. —El «posiblemente» lo agrego yo, siguiendo a Foucault, ciertamente en su consigna que dice «allí donde hay poder, hay resistencia».

Donde existe una propuesta anatomopolítica que invita a controlar al cuerpo siempre aparecerá la posibilidad de resistencia del propio individuo; ahí donde aparece la propuesta biopolítica de controlar a las poblaciones también está siempre la posibilidad de resistencia tanto del propio indivi-duo como de aquellas multitudes humanas que decidirán si se nombran a sí mismas población, con todas sus características inherentes: identidades, patriotismos, epidemias, prácticas sexuales.

El poder, la anatomopolítica y la biopolítica han gestado un nuevo tipo de relación del individuo consigo mismo (que será el derrotero >nal de Foucault en su estética de la existencia). La soberanía incidía directa y claramente sobre el cuerpo. La disciplina se ha enfocado ya no sólo a la cor-poralidad entera, sino también directamente a las almas (y desde luego que no hace referencia a las almas supraterrenales de las religiones); la corpora-lidad entera está jugada en los mecanismos micropolíticos de poder, mas el verdadero legado de la era del biopoder es la formación de subjetividades especí!cas; en palabras foucaultianas, la construcción de modos de subje-tivación. El legado de la soberanía monárquica dejaba una inscripción en el cuerpo del individuo, y el legado disciplinar-biopolítico deja una marca mucho más signi>cativa: transforma al individuo en sujeto. Sí, nada más y nada menos que en sujeto.

Las disciplinas se encargaron no sólo de abandonar prácticas monárqui-cas brutales, sino también de construir sujetos, aquí y allá. Ya construyen aquí a un loco, allá a un criminal, acá a una puta, allá a un homosexual, acá a una histérica, allá a un delincuente, acá a un depravado y acullá a un nini (para poder pensar nuestra actualidad, tal como era la propuesta foucaultiana).

Cabe ahora pensar que nuestra sujeción, nuestro ser sujeto, a pesar de ser leído como un atrapamiento netamente lingüístico, también puede ser pensado con Foucault como una construcción de poder. Y recordamos, el poder no signi>ca que se haya ya zanjado el problema del sujeto; ahí hay posibilidades de resistencia, ante los discursos y dispositivos de salud, hi-giene, educación o sexualidad.

Para Foucault la sexualidad es uno de los mecanismos fundamentales de control de las sociedades disciplinarias, y que desde luego pervive hasta nuestros días, lo podemos ver en la dinámica familiar, en las propuestas pedagógicas y en las propuestas de salud. No olvidemos que en el juego de poder que incide sobre la sexualidad a través de los mecanismos biopolí-ticos se encuentran jugados: raza, progenitura, práctica sexual, identidad sexual, identidad genérica, producción de un determinado tipo de cuer-po, las cosas que le colocamos a nuestro propio cuerpo para hacerlo mujer,

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las cosas que le colocamos para hacerlo hombre, para hacerlo «respetable» y más humano.

Foucault insistió en su última etapa (la esté-tica de la existencia) en la posibilidad del sujeto para construirse a sí mismo; para ello creo que podría existir una genealogía de nosotros mismos para pensar la relación que tenemos con nosotros y con los otros. Para ello es necesario dejar de te-mer —como decía Foucault—, tener coraje de es-cuchar y decir la verdad, que será más claramente nuestra verdad, a partir de la parresía griega: el hablar franco con los otros y con nosotros mismos.

Hoy la construcción de nosotros mismos puede gestar resistencia en la medida en que de-construyamos el poder, dejar de mirarlo con la supuesta magnanimidad que lo constituye. La resistencia foucaultiana es esa resistencia que no se planta delante de un macropoder estatal, sino

de una resistencia pensada en mi propia singula-ridad, en mis propias construcciones subjetivas; quizá ahí donde hay poder y posibilidad de re-sistencia, mi parresía, mi hablar franco conmigo mismo (término griego recuperado por Foucault en su estética de la existencia) sea una alternativa por la que podamos empezar.

La «historia o>cial» en el sentido foucaultia-no no ha ganado; la discontinuidad foucaultiana nos brinda alternativas para pensar de otro modo nuestro quehacer social, disciplinar, con los otros y con nosotros mismos. No está de más in-sistir: aún se puede pensar de otro modo nuestra actualidad, podemos olvidar la actualidad que nos han hecho creer que es. «Una existencia otra que sea a la vez la existencia de la verdad y [una] existencia capaz de dar a conocer la verdad sobre sí» (2010: 347).

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Bifurcaria

%LIXUFDU�VLJQLÀFD�GLYLGLU��SHUR�GLFKD�VHSDUDFLyQ�proviene de una raíz, el conocimiento holista donde la parte y el todo son una sinergia dialéctica. /D�FLHQFLD��OD�UHÁH[LyQ�ÀORVyÀFD�\�la creación artística son los ramales que se desprenden de ese núcleo, por eso en esta sección se elimina de facto la visión tradicional TXH�WLHQGH�D�DQXODU�D�OD�ÀORVRItD�\�HO�DUWH�FRPR�sistemas para producir conocimiento válido.

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empieza entonces a gestarse una incidencia de la participa-

ción ciudadana en los espacios municipales, generada por

el interés de la sociedad civil en el rescate del patrimonio

cultural de la región. las alianzas con instituciones educa-

tivas, colectivos ciudadanos, iniciativa privada y gobiernos,

constituyen importantes acciones en el posicionamiento de

iniciativas ciudadanas de esta índole en la región, las cua-

les han aportado resultados tangibles en forma de eventos

anuales, productos culturales, investigaciones, publicaciones

y convenios de colaboración incluso a nivel internacional.

ignacio moreno nava

Había que ser cauto, eso me enseñó Alberto. los cientos de

GRFXPHQWRV�FODVLÀFDGRV�TXH�FRQVHUYDEDQ�XQ�SDVDGR�UHFLHQ-

te que lastima, me ofrecían la posibilidad de revanchismo,

venganza o simple justicia, pero también me advertían como

había sentenciado Alberto, que el mejor remedio contra el

olvido… es la memoria. Con serenidad abandoné los expe-

dientes y concluí la redacción del artículo, dejando sólo en

PL�PHQWH�XQD�LGHD��ªHO�SUy[LPR�28 de mayo será una buena

IHFKD�SDUD�UHYHODU�HO�PLVWHULR�RFXOWR�HQ�HVWRV�SDSHOHV«��3RU�

Alberto, por su hijo y por sumar al legado que él había ini-

ciado.

josé david calderón garcía

Pessoa y el verano

Tengo que confesar

que un verso de Tabaquería

se me ha atravesado en las venas

y ahora no sé a quién recurrir

si a un acupunturista

o a un especialista en saudade

gaspar aguilera día z

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los consejos de la Crónica municipal en la región Ciénega de Chapala del estado de michoacán de ocampo y la participación ciudadana

Ignacio Moreno Nava Universidad de La Ciénega del Estado de Michoacán de Ocampo La actividad de la crónica se concibe como la acción de llevar a cabo un registro de los sucesos más relevantes de la historia de un pueblo. Sin em-bargo, más allá de registrar los hechos sociales en el área educativa, cultu-ral, artística, industrial, comercial, agropecuaria, periodística o deportiva, y consignarlas de manera escrita como una fuente de consulta, los consejos de la Crónica deben buscar generar identidad a través del tejido histórico que conforman los diferentes sectores de la sociedad.

La Ley Orgánica Municipal del Estado de Michoacán de Ocampo1 con-templa en su Título Décimo Primero: «Del Consejo de la Crónica Munici-pal», Capítulo Único,2 una serie de artículos (168-175) referentes a la con-formación, características y atribuciones de dicho órgano consultivo y de colaboración de la Administración Pública Municipal. Los consejos de la Crónica michoacanos deberán ser integrados de forma colegiada, reunien-do para ello a una serie de representantes de instituciones educativas, cul-turales y gubernamentales, además de organizaciones ciudadanas y perso-nas representativas de diversos sectores de la población. La razón de ser del consejo radica en la realización de las acciones necesarias para conservar, promover, investigar y difundir el acervo histórico y cultural del municipio, así como integrar y mantener actualizado el registro de los acontecimientos relevantes en todos los órdenes de la vida del mismo. Hablamos de la pre-servación del patrimonio cultural en sus in>nitas expresiones. Lo anterior supone una labor titánica, si se toma en cuenta la complejidad del tejido social que constituye el hogar de la memoria. Resulta ilógico pensar que dichos consejos podrán por sí mismos llevar a cabo esa labor; es ahí donde radica la enorme importancia de la llamada participación social.

1 Ley publicada en el periódico o>cial del estado el 31 de diciembre de 2001.

2 Adición del título publicado en el periódico o>cial del estado el 8 de noviembre de 2006.

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Antecedentes en una región que propiciaDiversas iniciativas relacionadas con las activi-dades de la Crónica han tenido lugar en la re-gión Ciénega. Entre las más recientes está el importante antecedente de la primera reunión de la Coordinación de Cronistas Municipales e Historiadores del Occidente de México en 2011. La Universidad de la Ciénega del Estado de Mi-choacán de Ocampo fue la an>triona, dado que esta institución ha sido bastión y pieza clave en el trabajo que realiza la Sociedad Michoacana de Historia, Arqueología y Geografía3, asociación que integra a los cronistas e historiadores inde-pendientes del estado de Michoacán. Anterior a la conformación de una estructura interestatal para realizar labores de crónica, podemos men-cionar la importante aportación de personajes que sentaron las bases que conjuntan la parti-cipación ciudadana, entre ellos está don Luis González y González, fundador de El Colegio de Michoacán y personaje que acuñó el término microhistoria.

La microhistoria no es historia crítica o mo-numental. Su cometido es mucho más humilde y sencillo (Cano, 2001). Como a>rmaría Luis González y González (1973):

Es la versión popular de la historia, obra de a>-cionados de tiempo parcial. La mueve una in-tención piadosa: salvar del olvido aquella parte del pasado propio que ya está fuera de ejercicio. Busca mantener al árbol ligado a sus raíces. Es la historia que nos cuenta el pasado de nuestra pro-pia existencia, nuestra familia, nuestro terruño, de la pequeña comunidad.

En cuanto a qué tipo de personas son las que se dedican a esta tarea, don Luis González (1973) dijo lo siguiente: «A la miel microhistórica acu-

3 La Sociedad Michoacana de Historia, Arqueología y Geo-grafía, A. C. (Permiso de Rel., ext. 1602456, fundada el 12 de septiembre de 2007) es una agrupación de investigadores, historiadores, cronistas y arqueólogos que realizan trabajos de rescate en diversas zonas del estado de Michoacán y tiene su sede en La Palma de Jesús, municipio de Venustiano Ca-rranza, Michoacán, México.

den operarios de muy desigual condición. Unos son abogados, sacerdotes, médicos, poetas, polí-ticos o personas que apenas saben leer y escribir. Y sin embargo, es posible rastrear en ellos algu-nos rasgos comunes: Quizá el más notorio sea el ego emocional, la actitud romántica».

Es posible percibir, sin temor a equivocar-nos, la verdadera esencia de la labor de la cróni-ca, la cual emana de la misma sociedad que teje su historia y se nutre del testimonio de las per-sonas que la conforman. Esta esencia se encuen-tra inmersa en las palabras citadas en el párrafo anterior. Continuando la lectura nos hemos to-pado con unas interesantes líneas de la obra de don Luis González (1973), las cuales incluimos a continuación:

La microhistoria es la especie histórica que se ocupa de la añorada matria, la gente de tamaño normal y las acciones típicas y triviales del que-hacer cotidiano. Es, desde otro punto de vista, la rama menos cientí>ca, menos arrogante y menos emperifollada de la frondosa Clío. Es, por últi-mo, la menuda sabiduría que hace libres a las minisociedades y las promueve para el cambio; vacuna a los niños contra el horror a los policías grandotes llamados héroes y caudillos; permite hacer generalizaciones válidas a los cientí>cos de las ciencias humanas sistemáticas; proporciona viejas verdades a esos revendedores que son los moralistas, y procura salud a los prófugos del ajetreo.

Encontramos una referencia clara a la parti-cipación social como elemento clave de la labor que la microhistoria debe desarrollar. Asimismo, los puntos de cohesión con las labores de los consejos de la Crónica se vuelven obvios. Tengo un vago recuerdo de la imagen de don Luis Gon-zález, a quien tuve la fortuna de conocer cuando mis padres, siendo yo pequeño, me llevaron a conocerlo en su casa en San José de Gracia. Sin embargo, el ideal inicial de don Luis, «la versión popular de la historia», permanece latente en aquellos ciudadanos que, sin ser eruditos espe-

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cializados en el quehacer histórico ni ostentar grandes títulos, se dan a la tarea de preservarla y transmitirla día a día.

Existen también, desde 2007, iniciativas generadas desde la ciudadanía y materializadas bajo la >gura de asociaciones civiles para dar seguimiento a las labores de la Crónica, punto que abordaremos más adelante.

Importancia de la participación ciudadana en los consejos de la Crónica municipalLa Ley Orgánica Municipal del Estado de Michoacán de Ocampo, en su Artículo 174, menciona las atribuciones de los consejos de la Crónica, enu-merando entre ellas las siguientes:

i. Llevar el registro de los sucesos notables del municipio; ii. Investi-gar, conservar, exponer y proponer las manifestaciones de la cultura lo-cal; iii. Proponer el rescate documental de la historia del municipio; iv. Publicar y difundir trabajos e investigaciones de carácter histórico, ar-tístico o cultural de interés para el municipio; v. Ser órgano de consulta del Ayuntamiento para todo lo relacionado con la cultura, el turismo y el patrimonio cultural del municipio; vi. Establecer coordinación con sus similares en reuniones estatales y nacionales; vii. Investigar y promover el conocimiento de la historia municipal y contribuir, de manera decisiva, en la formación de la conciencia histórica de los habitantes del municipio, particularmente de los niños y de los jóvenes; viii. Participar conjunta-mente con las comisiones municipales correspondientes, en la promoción de las actividades culturales, turísticas y ecológicas en el municipio; ix. Las demás que le señale su reglamento, de esta ley y otras disposiciones jurídicas aplicables.

Analicemos algunas de las acciones necesarias para la consecución de dichas atribuciones, comencemos con la fracción ii, la cual se ocupa de la investigación, conservación y exposición de la cultura local. ¿Acaso no es esa cultura la que emana de la misma ciudadanía? Si estas acciones no con-taran con la aprobación de la sociedad misma, sería negar su participación en la construcción de esa identidad. La fracción iii, que contempla el rescate documental de la historia del municipio, representa un claro ejemplo de cómo la labor histórica y de crónica se ha visto nutrida por iniciativas ciu-dadanas, poniendo a disposición de los consejos de la Crónica numerosos acervos tanto documentales como fotográ>cos que de otra manera hubiera sido imposible documentar. Pasemos a la fracción iv, la cual aborda el tema «Publicar y difundir trabajos e investigaciones de carácter histórico, artís-tico o cultural de interés para el municipio». ¿Tiene sentido acaso buscar esta difusión y publicación sin tener como meta principal hacerlos llegar al pueblo mismo? Debería ser menester generar tal información para buscar un eco, una retroalimentación por parte de la ciudadanía, la certeza de que el mensaje ha sido captado e interpretado mediante la generación de una respuesta, un acercamiento a la labor histórica que en ocasiones se ve tan alejada por cercos académicos y elites sociales. Fácilmente podemos inte-

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grar dentro del cuestionamiento anterior el fun-damento de las fracciones vii y viii: la primera busca la formación de una conciencia histórica de los habitantes de los municipios, particular-mente de los niños y de los jóvenes; la segunda busca promocionar actividades culturales, turís-ticas y ecológicas4 en el municipio. Se trata de una misión que sin duda demanda la participación en conjunto de distintos actores sociales, desde autoridades escolares, municipales, hasta >guras del núcleo familiar, padres, madres, abuelos, etc. La labor del consejo se convierte pues en una ta-rea compleja, que no solamente se circunscribe a la generación de materiales que permanezcan inertes y pasen a formar parte de un archivo, o que residan en una estantería empolvada de al-gún rincón de una biblioteca; debemos concebir esa tarea como una acción que tendrá que ser realizada en conjunto con la ciudadanía, buscan-do generar en su tejido una reacción, una acti-vación de conciencia y el despertar de ese amor hacia su historia, sus raíces e identidad, comen-zando desde su expresión más mínima y antigua, trasladándola a contextos actuales que permitan generar ese vínculo entre el pasado y el presente; la realidad que impera en el devenir cotidiano de la vida ciudadana. Existen dos aspectos que en últimas fechas se han considerado de gran rele-vancia en la labor de los consejos de la Crónica, el rescate de la imagen urbana y de la historia local; ambos son campo fértil para que se dé la partici-pación de la ciudadanía.

Dicha participación hace referencia al con-junto de acciones o iniciativas que pretenden impulsar el desarrollo local y la democracia participativa a través de la integración de la co-munidad al quehacer político (Alberich, 2002). Está basada en varios mecanismos para que la población tenga acceso a las decisiones del go-bierno de manera independiente, sin necesidad de formar parte de la administración pública o de un partido político. Los consejos de la Cróni-ca contemplan en su conformación a miembros pertenecientes a diversos ámbitos de la sociedad, 4 Labores e iniciativas de animación sociocultural.

fomentando así el ejercicio de participación; sin embargo, es necesario exhortar a la sociedad para que ésta se vuelva efectiva.

(O�SDSHO�GH�ODV�21*��XQ�FDVR�HVSHFLÀFROtra forma en que se mani>esta la participación ciudadana es a través de las ong , 5 las cuales pugnan por ciertos temas sociales sin sustituir en las funciones del gobierno, evaluándolas, cuestionándolas o apoyándolas. También puede proponerse a través de la discusión de temas de importancia de los ciudadanos en foros organi-zados o con acciones para llegar a un consenso (Dahl, 1992).

Como se mencionaba con anterioridad, en la región Ciénega, existen desde 2007 iniciativas relacionadas con el ejercicio de la actividad his-tórica; tal es el caso de la Sociedad Michoacana de Historia, Arqueología y Geografía, la cual, bajo su conformación legal de asociación civil, surgió como un proyecto encargado de dar se-guimiento a las labores de las tres áreas princi-pales que la conforman: Historia, Arqueología y Geografía. Dentro de los estatutos de su acta constitutiva se contempla uno que reviste espe-cial importancia para nuestro tema en cuestión: «La facultad para nombrar la >gura de consejos de la Crónica emanados desde la sociedad civil». Esta iniciativa surgió a raíz de la falta de con-tinuidad en la labor de la Crónica Municipal, que está regida en gran proporción por asuntos de índole político. Es allí donde el papel de una ong como la smhag 6 comienza a tener senti-do y un peso especí>co. Revisando los objetivos generales de dicha agrupación, podemos identi->car el siguiente punto:

Otorgar el nombramiento de Historiador y/o cro-nista de las ciudades, poblaciones, jefaturas de tenencia y rancherías en el estado de Michoacán para fomentar la crónica, la historia y la investi-gación en todos los ramos de esta sociedad; así

5 Organizaciones no gubernamentales.

6 Sociedad Michoacana de Historia, Arqueología y Geografía, A. C.

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como profesionalizar a todos los integrantes del colectivo de cronistas e histo-riadores que dependerá de esta sociedad civil (Sociedad Michoacana de Histo-ria, Arqueología y Geografía, 2007).

Empieza entonces a gestarse una incidencia de la participación ciuda-dana en los espacios municipales, generada por el interés de la sociedad ci-vil en el rescate del patrimonio cultural de la región. Las alianzas con insti-tuciones educativas, colectivos ciudadanos, iniciativa privada y gobiernos, constituyen importantes acciones en el posicionamiento de iniciativas ciu-dadanas de esta índole en la región, las cuales han aportado resultados tan-gibles en forma de eventos anuales, productos culturales, investigaciones, publicaciones y convenios de colaboración incluso a nivel internacional.

Montes (2012) recalca el valor que tienen los cronistas en una munici-palidad, sea cual sea:

Es el amor que tienen a su terruño, a su pueblo, a sus costumbres, a todo aquello que forma la historia cultural de los pueblos. Los consejos nombrados por la Asociación Civil no necesariamente requieren del reconocimiento de los ayuntamientos, pero que tienen la obligación de colaborar con las autori-dades, para el rescate cultural de nuestro pueblos, ante una avalancha demo-ledora como es la globalización, en su aspecto negativo que arranca y tira al olvido las costumbres de los pueblos; todos los cronistas y socios correspon-sales dentro y fuera del estado, como michoacanos, tenemos la obligación de preservar las costumbres, rescatar lo más elemental y sencillo de la vida de nuestros paisanos.

Turismo culturalEl registro, promoción y difusión del patrimonio cultural de los munici-pios pueden incidir directamente en el desarrollo de proyectos e iniciativas de turismo cultural. Recordemos que una de las tendencias de los últimos años, ha sido la búsqueda de «lo particular» que pueden ofrecernos distin-tos destinos turísticos. La denominación «Pueblo Mágico», por ejemplo, es un programa desarrollado por la Secretaría de Turismo (Sectur) de Méxi-co, en conjunto con diversas instancias gubernamentales, y reconoce que quienes habitan estas ciudades han trabajado para proteger y guardar su riqueza cultural. Dicho programa fue creado en el año 2001.

Este concepto contribuye a revalorar un conjunto de poblaciones del país, que siempre han estado en el imaginario colectivo de la nación y que representan alternativas frescas y diferentes para los visitantes nacionales y extranjeros. Más que un rescate, es un reconocimiento a quienes habitan esos hermosos lugares de la geografía mexicana y han sabido guardar para todos la riqueza cultural e histórica que encierran.

Los objetivos del Programa Pueblos Mágicos tienen alcances muy am-plios, entre otros, resaltar el valor turístico de localidades en el interior del país, para estructurar una oferta turística innovadora y original que atien-

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da una demanda naciente de cultura, tradicio-nes, aventura y deporte extremo en escenarios naturales, o la simple pero única cotidianidad de la vida rural. Un Pueblo Mágico es una loca-lidad que tiene atributos simbólicos, leyendas, historia, hechos trascendentes, cotidianidad, en >n, magia que emana en cada una de sus mani-festaciones socioculturales, que signi>can hoy día una gran oportunidad para el aprovecha-miento turístico. Es claro que sus repercusiones rebasan con mucho la idea de mejorar la imagen urbana y se inscriben en la necesidad de conjun-tar esfuerzos para convertirlos en detonadores de la economía local y regional. El turismo y el ?ujo de visitantes producen resultados sorpren-dentes en comunidades de gran fuerza cultural y entornos urbanos y naturales de gran impac-to (Secretaría de Turismo, 2012). Si bien, dicho programa ha presentado tanto críticas como elo-gios, se constituye como una alternativa real para algunos municipios que conjuguen los aspectos necesarios para ser incluidos en esta categoría. Existen así mismo otras alternativas, como la ge-neración de rutas temáticas o la incursión en el realce de otros aspectos de las localidades.

3DODEUDV�ÀQDOHVLa labor de los consejos de la Crónica en la región Ciénega de Chapala, requiere ser reforzada por

acciones de participación ciudadana, la revalora-ción del patrimonio cultural de nuestra región, su reconocimiento, protección y difusión son poten-cialidades para propiciar iniciativas de turismo cultural y generar un bene>cio social en diversos sectores. Las asociaciones civiles se constituyen como una plataforma interesante para dotar a la ciudadanía de voz y voto en las decisiones respec-to a la valoración de nuestro patrimonio cultu-ral. La inclusión de representatividad ciudadana en los consejos de la Crónica, ofrece un espacio interesante para la implementación de proyectos e iniciativas consensuadas desde la propia ciuda-danía. Rescatar la esencia y misión inicial de la «microhistoria», constituye un bastión para de-sarrollar la función de los consejos municipales de la Crónica en la región Ciénega de Chapala. Retomar la historia oral, la memoria del pueblo, sus saberes y tradiciones también se torna de vital importancia. La generación de acciones de animación sociocultural presenta un interesante panorama para llegar a diversos sectores de la so-ciedad, buscando generar en ellos el interés por la historia de sus municipios y localidades. Dichas acciones pueden ser coordinadas en conjunto con las instituciones educativas de la región, gobier-nos municipales y asociaciones civiles.

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remedios contra el olvido

José David Calderón García Universidad de La Ciénega del Estado de Michoacán de Ocampo Alberto Santibáñez nació un 28 de mayo cuando la modernidad política presentaba síntomas de agotamiento a nivel planetario. Vio la luz en un contexto de transformaciones estructurales, dentro de un crisol donde se fundieron los malestares que dieron lugar a la ola revolucionaria que en el año 1968 recorrió el mundo, pasando por Praga, París, Nueva York, Tokio, Córdoba, México, etc. Mientras París ardía por las manifestaciones estu-diantiles, y en Praga la primavera se extendía inde>nidamente, en México la juventud esperaba con paciencia su turno para intervenir en esta revo-lución cultural. Murió un 28 de Mayo, como si una extraña maldición o el inefable destino hiciera de las suyas al recordarle que esa fecha sería un es-tigma del cual difícilmente se podría desprender. Ajeno a las supersticiones no perdía tiempo en meditar que fue un día como ese cuando me entregó unas misteriosas cajas repletas de documentos, que conservaban según él, el mejor remedio contra el olvido.

Pasó su infancia y adolescencia sin muchos sobresaltos ni penurias eco-nómicas, lo que más tarde le permitió cursar la carrera de abogado en la ca-pital del país, donde vivió gran parte de su vida. Supongo que cuando joven debió haber sido de complexión atlética, y aunque de facciones toscas, no dudo que haya tenido buena suerte con las féminas, pues aunque lo conocí ya como hombre maduro, conservaba su corpulencia, de tal manera que su éxito con las mujeres seguía intacto. Tenía mirada penetrante y profunda ca-paz de descifrar los secretos más ocultos, pues sabía que a través de los ojos se pueden leer las palabras afónicas abultadas en el silencio. En sus últimos años de vida alcanzó fama de redentor de las causas sociales, pero nunca se atrevió a aceptar los designios celestiales que algunos quisieron endilgarle, el carácter mesiánico no era para él, si bien gozaba de un espectacular carisma, supo alejarse de las tentaciones y seducciones que emanan del poder cuasi divino; sin duda hubiera preferido el anonimato, pero era imposible. La fama que alcanzó como activista político le permitió obtener reconocimientos y premios por sus aportaciones a la cultura democrática, pero siempre decía

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que los premios eran producto de la casualidad y los reconocimientos inmerecidos.

Supe de él cuando llegó a esta ciudad para fundar el «Parlamento Ciudadano del Estado», donde comenzó a aglutinar ciudadanos intere-sados en ejercer sus legítimos derechos de ma-nera organizada desde la sociedad civil. Pero lo conocí hasta el día en que convocó al plebiscito que proponía bajar el sueldo al gobernador, a los diputados y a los presidentes municipales de las ciudades principales. Nunca imaginé que sería el principio de una entrañable amistad, asida por motivaciones políticas, que se transformarían rápidamente en fuertes lazos fraternales. Yo es-tudiaba un posgrado en ciencias políticas, escri-bía una columna en un periódico local y dirigía una revista académica >nanciada por la univer-sidad donde estudiaba. Como escritor lego, me preparaba para integrarme al bajomundillo aca-démico-intelectual, ahí, donde se monopoliza la «verdad» y se dicta qué es ciencia y qué no lo es, donde a los iniciados se les dota de un aura que les otorga el título de «conciencia de masas», pues el término masas los ubica más allá de ellas en algún espacio que los exenta de vivir la vida como el resto de la sociedad, y aún así, son to-lerados y mantenidos por esta sociedad, sin sa-ber, bien a bien, para que les sirve su existencia. Ya estaba en mi destino alejarme de quienes se erigen como las voces autorizadas para conducir conciencias, si bien mi trabajo era intelectual, ya no serviría para pensar por los demás, ni enseñar (a los demás) lo que se debe pensar. Entendí que podía sobrevivir al margen de las porciones de ese gran sueldo venido de las becas y las dádivas del presupuesto universitario, y que mi deuda existencial y económica con la sociedad podía ser sufragada de otra manera, una vez superada la extraña ilusión de que con mis palabras esta-ba cambiando el mundo. Al conocer a Alberto comprendí que con mis palabras podía «enseñar a pensar» y no «qué pensar», pero a través de una participación real, con la gente de a pie en las ca-lles y no sentado en mi sillón favorito alimentan-do la autocomplacencia frente a la computadora.

—¿Tú escribes, verdad? —sonrió Alberto con gesto amable mientras me señalaba con su dedo índice—. Tú no lo sabes, pero yo de todo me entero.

—Así es, señor —contesté.—Llámame Alberto, me chocan las reve-

rencias.—Está bien…, Alberto —asentí con la cabeza.El plebiscito había concluido. Yo emití mi

voto en la casilla donde Alberto se encontraba, los resultados ?uyeron y era un hecho consu-mado, los ciudadanos consultados decidimos que los sueldos de los funcionarios habían de ser reducidos a la mitad. Mi voz entrecortada era evidente.

—¿Bu…buena participación, no?—Desde luego. Sólo resta enviar los resulta-

dos al congreso. ¿Crees que podrías escribir algo acerca de este suceso? Sería interesante leer tu punto de vista.

—Por supuesto, en cuanto llegue a casa tra-bajaré al respecto. Ya pensé en un título: «De ini-ciativa popular a plebiscito. Los ciudadanos se apropian del espacio público». ¿Qué te parece?

—Suena bien, confío en tu capacidad. Y ¿sa-bes?, tengo en la mira al gobernador, una más y promoveremos la revocación de su mandato.

No bromeaba cuando de su boca salieron esas palabras, pasarían unos meses y ya nos encontrábamos nuevamente en las urnas. El gobernador del estado sería sujeto de una re-vocación de mandato por uso indebido de los recursos públicos, nuevamente la ciudadanía decidía unánimemente; resultó insoportable que el ejecutivo destinara dinero del erario para apoyar a uno de los monopolios televisivos para la realización del melodrama Las estúpidas van al in!erno. No era la primera vez que hacía algo parecido, pues meses antes había aportado una buena cantidad de dinero y recursos públi-cos, para un festival juvenil que aglutina a los aspirantes a la sociedad del espectáculo; despil-farró una considerable suma en la promoción de su imagen en los medios de comunicación y realizó un donativo cuantioso disfrazado de in-

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remedios contra el olvido Bifurcaria

versión turística, a favor de la edi>cación de un santuario religioso. En ese sentido, Alberto era muy testarudo, cuando algo se le metía en la cabeza no quedaba tranquilo hasta que lo lograba, pues fueron incontables las inicia-tivas populares, y manifestaciones públicas (marchas, plantones, etc.) que promovió desde que llegó a esta ciudad.

Año con año convocaba a una marcha-mitin para conmemorar los he-chos acaecidos en la ciudad de Guadalajara el 28 de mayo de 2004 durante la i i i Cumbre América Latina, el Caribe y la Unión Europea. El último mitin que compartí con él fue en 2011, el año de los Panamericanos, ese día lo noté igual de melancólico como en años anteriores, pero su rostro y mirada expresaban una angustia que no le conocía. Al terminar el mitin lo acompañé a su casa, y durante el trayecto no pronunció palabra alguna. Cuando llegamos a su hogar me ofreció una taza de café, yo esperaba en la pequeña salita mientras él lo preparaba en la cocina. Tengo que decir-lo, si bien la distribución del apartamento seguía intacta, el ambiente era extraño. Los recortes de periódicos que tapizaban las paredes seguían en-vejeciendo, y continuaban en el mismo lugar que la primera vez que los observé asombrado; encabezados y titulares enfáticos: «Globalifóbicos en Guadalajara», «Cientos de detenidos tras la manifestación», «Violación de los derechos humanos en Guadalajara», «Actuamos con responsabilidad: fra», etc., pero no, faltaba uno. Comencé a recorrer con la mirada todos los rincones de la vivienda, tuve que mover algunos libros de los estantes empotrados en la pared para poder ver todos los recortes que cubrían los muros, pero no encontraba ese, el que estaba resguardado en un cuadro con marco de madera labrada y cristales herméticos que no permitían que algún microorganismo extraño se atreviera a destruir el endeble papel pe-riódico. Imposible olvidar el encabezado: «Un muerto durante la manifes-tación del 28 de Mayo».

Caminé rumbo al estudio. Ahí estaba él, tal parecía que ya había olvi-dado mi café, y quizás hasta mi presencia.

Lo observé desde la entrada, sentado frente a la computadora ojeaba El hombre duplicado de José Saramago: «…Qué >ltros son ésos, Son una especie de coladores de la voz, las palabras, al pasar, siempre dejan posos, para saber lo que de verdad nos han querido comunicar hay que analizar minuciosamente esos posos…». En esos posos se queda «lo no dicho», palabras afónicas abultadas en el silencio. En ese momento lo supo, justo cuando puso a prueba su incapacidad a olvidar, tratando de armar un rompecabezas del pasado. Su pasado. Los trozos del ayer, son recuerdos atraídos por la memoria, evocación de la infancia, la adolescencia, la ju-ventud, su madurez presente. Siempre es buen momento para tomar una decisión, pensaba. Contorsionando sus extremidades percibió la movili-dad del tiempo, quisiera detener el tiempo; pero no puede. Las plantas de sus pies, aprisionadas y atraídas por mosaicos multicolores, se desplazan por el interior del estudio. Los movimientos son imprecisos, tímidos, pau-sados. De frente a un espejo observa unos ojos que le son familiares, pero

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el rostro es ajeno, no hay luces, tampoco som-bras, el re?ejo es polisemia, revela ausencias, extravío… pero al mismo tiempo búsqueda. La cronología newtoniana es implacable, el reloj marca las cuatro de la tarde. Con sigilo se ale-ja, la búsqueda ha comenzado. El soliloquio es intenso, los vuelcos al pasado son cal y canto de un porvenir que se funda en el presente, su pre-sente. Toma en sus manos el cuadro que yo no encontraba y lo oprime contra su pecho. Arran-ca un suspiro a la nostalgia y decide hablar. Las palabras verdaderas abandonarán los coladores de la voz, ya no se anidarán en los posos de los que habla Saramago.

Percibiendo mi presencia volteó, y con el cuadro entre las manos me dijo:

—Yo estuve ahí.—¿El 28 de mayo?—Así es —asintió con la cabeza.Sus párpados se cerraron, tres segundos,

eternos tres segundos. Una lágrima se despren-dió, recorrió los contornos de su nariz, camino sinuoso, extraño, inhóspito. Nunca lo enseñaron a llorar. Titubeante, se rehúsa a ser atraída por el piso… es imposible, no ha nacido una lágrima capaz de transgredir la fuerza de gravedad.

—Yo también estuve ahí —dije con gran entu-siasmo—. Por poco me detienen, de no ser por…

—Pero yo no era manifestante —interrumpió. —¿Entonces?—Era agente secreto.—¿Agente secreto?De>nitivamente las palabras afónicas ento-

naron una carga decibélica inusitada, lo que salió de su boca me dejó pasmado. Me contó cómo es que llegó a formar parte del Buró de Investiga-ción Política (bip) una o>cina de contrainteli-gencia que no >guraba dentro del esquema ins-titucional de la Secretaría de Gobernación. Fue una de las herencias que le dejó su padre, la cual aceptó sin chistar, pues los cargos en el «servicio secreto» eran por sucesión familiar, ahí estuvo hasta el día 28 de mayo de 2004.

Ese día se encontraba con el contingente que partió desde la glorieta Minerva, su trabajo

era observar que manifestantes in>ltrados cum-plieran la tarea encomendada desde el buró, incitar a la violencia para reventar la manifes-tación. Los «reventadores» se identi>caban ha-ciendo sonar un estridente silbato de un soni-do característico, que me hacían recordar a los saraguatos que habitan en la selva chiapaneca. Pero todo se salió de control. La intención era desacreditar a los manifestantes ante la opinión pública, disfrazar un legítimo derecho como un acto subversivo provocado por un puñado de vándalos, para que los consumidores acríticos de medios entendieran que los «vagos» deben ser metidos en cintura cuando violentan el Es-tado de derecho, pero nunca sucedió así. La in-sistencia del gobernador por utilizar las fuerzas de seguridad pública y su grupo elite de agentes encubiertos provocó que la operación fracasara, pues los inexpertos policías respondieron vio-lentamente a las provocaciones de los in>ltrados en la manifestación. La máxima expresión de la violación de los derechos humanos tuvo lugar en Guadalajara durante el transcurso de esa tarde-noche, pero eso no estaba en el guión diseñado por el bip. Había que someter a algunos a través de la violencia física, y realizar algunas detencio-nes de «manifestantes clave», los activistas más visibles y molestos para el sistema. Pero el gober-nador demostró que tenía un guión propio y que desatendería las recomendaciones del buró, al ordenar a sus agentes conducir un operativo que desconocían. Esa fue la última acción del bip, pues después del 28 de mayo sería desarticulado por haberse permitido que una autoridad menor los suplantara en dicha operación.

Las confesiones de Alberto me dejaron sin aliento, pues estaba frente a un ex agente de con-trainteligencia, metido a activista político. Y ante tales revelaciones notó mi gesto de descon>anza conforme seguía contándome.

—Créeme, ya no soy agente —dijo enfática-mente.

—Es que… me lo cuentas y no doy crédito.—Sólo te pido que confíes en mí; desde que

desapareció el buró entendí que mi trabajo al

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remedios contra el olvido Bifurcaria

servicio de un «sistema político antidemocrático» había concluido, lo en-tendí hasta el 28 de mayo de 2004.

—No es eso, es sólo que aún no salgo de mi asombro. —¡Mira! —me señaló un par de cajas de archivo muerto—. Aquí están

todos los informes de lo que sucedió ese día, pero no se aún qué hacer con ellos.

—¡Hay que publicarlos! —le dije.—No lo sé, tengo que medir las consecuencias. Hasta ahora me he con-

formado con el activismo político, pues revelar esto implicaría remover las estructuras más duras del sistema, pero ellos son más poderosos y se re-estructurarían inmediatamente, ¡si lo sabré yo!, sé cómo piensan y cómo actúan. Además ya no tengo la fuerza necesaria para luchar contra ellos.

—No digas eso, Alberto, eres aún muy joven.—¡V… voy… a morir muy pronto!—¿Cómo? —pregunté sorprendido y evidentemente consternado.Su a?icción era evidente, y aunque su voz entrecortada tomó fuerza

para contarme sobre el cáncer que estaba acabando con su vida, su rostro continuaba desencajado. Tomó las cajas con los expedientes y me las en-tregó, advirtiéndome los riesgos que implicaba el que yo las resguardara. Acepté, no sin antes comprometerme a no abrirlas antes de que él muriera, pues así me lo pidió. Pasaron los meses esperando el desenlace fatal, pero sus ganas de vivir, y el no querer someterse a la dolorosa quimioterapia le permitieron continuar con su labor cívico-política, cifraba sus esperanzas en que todos sus esfuerzos concentrados en el «Congreso ciudadano» fue-ran continuados. Él sabía que yo era una pieza clave para la continuidad por eso se empeñaba en asistirme con toda su experiencia.

Lunes 28 de mayo de 2012. Acudí por la mañana a su apartamento pues teníamos que ir a la ya tradicional marcha-mitin de cada año pero no abría la puerta. Después de insistir con el timbre varios minutos y sospechando lo inevitable, forcé la cerradura e ingresé a la vivienda para encontrar su cuer-po sin vida. Ahí estaba él, recostado en la cama de su habitación con el cua-dro entre los brazos, como si se hubiera aferrado a él hasta el último sus-piro. Pasaron muchos años para que yo pusiera atención en ese recorte de periódico «Un muerto durante la manifestación del 28 de mayo»: «El día de ayer, producto de las contusiones recibidas durante la gresca entre policías y manifestantes murió el joven Alberto Santibáñez Pérez. El estudiante de preparatoria de tan sólo 17 años de edad se trasladó desde la ciudad de México para encontrar la muerte en esta manifestación, el cuerpo fue entregado a su madre, quien sin más comentarios recogió el cuerpo para trasladarlo a la capital del país…». Ahora entendía muchas cosas.

La marcha se llevó a cabo, pero el orador de todos los años ya no pro-nunciaría palabra alguna, su cuerpo en un ataúd convertía la marcha en un multitudinario funeral. Días después del velatorio, mientras preparaba mi colaboración semanal para el periódico, un par de cajas distrajeron mi concentración. Faltaban letras para completar mi artículo que titulé «El

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legado de Alberto Santibáñez». Había llegado el momento. El sugerente aroma del pasado res-guardado en esas cajas cumplió un carácter se-ductor, y no me re>ero a la humedad, el polvo y el cóctel de microorganismos que conviven en las super>cies de esos papeles, sino al olor que destilaban las estructuras gramaticales que des-cansaron moribundas en esos retazos de papel durante varios años. Comencé a revisar cada uno de los expedientes, no daba crédito de lo que estaba leyendo, cada una de las palabras abonaban exponencialmente a la rabia que me consumía. «Con>dencial» (primera línea de la foja número uno, vol. i , 54 Fs.) se anuncia como íntimo, secreto, privado o personal, fragancia cautivadora que intimida pero obliga a interro-gar. 28 de mayo de 2004 (segunda línea) «Ope-

ración Saraguato» (tercera línea) Membrete es-tilizado, bip con domicilio conocido: Reforma 12, México, D.F. Todas las fojas rubricadas Lic. xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx.

Había que ser cauto, eso me enseñó Alber-to. Los cientos de documentos clasi>cados que conservaban un pasado reciente que lastima, me ofrecían la posibilidad de revanchismo, vengan-za o simple justicia, pero también me advertían como había sentenciado Alberto, que el mejor remedio contra el olvido… es la memoria. Con serenidad abandoné los expedientes y concluí la redacción del artículo, dejando sólo en mi mente una idea: «el próximo 28 de mayo será una bue-na fecha para revelar el misterio oculto en estos papeles». Por Alberto, por su hijo y por sumar al legado que él había iniciado.

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Autorretrato

Gaspar Aguilera D íaz

Autorretrato I Me miro en el espejoy veo el rostro de mi padre:la frente alta y dignalos labios carnosossu humor interminablesu sentido del tiempo y de la moralsu impotencia ante la magia femeninasu creencia —como Rubén Darío—en «el ensueño y el misterio como eterna atracción» Me veo yo:inundado de dudasde zozobras de arrepentimientos(se va desdibujando parte de mi rostroy escucho repetir a la conciencia taladrante:«nunca segundas partes fueron buenas»).

Biografía pasada por agua Autorretrato II Mi padretambién solía llorar inconteniblementeen tardes lluviosas como éstarecordando —mientras oía un tango o un bolero—algo que le inundaba el alma

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En silencio compartíamos su nostalgiallorando nosotros de impotenciay viendo en éla San Sebastián asaeteadopor el amor perdido irremisiblemente

Sinónimos Nada se parece a tu pielhe buscadoen el de autoridadesen el de sinónimosy hasta en el célebre Larousse Y en ninguno he encontradoalgo que se aproximea tu calora tu texturaa tu in>nito amparo…

Pessoa y el verano Tengo que confesar

que un verso de Tabaquería

se me ha atravesado en las venas

y ahora no sé a quién recurrir

si a un acupunturista

o a un especialista en saudade

que me extirpe del alma

esta inmensa terrible nostalgia

y las últimas gotas del oporto

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Disonancias

la disonancia es un acorde extraño que afecta la armonía y produce desorden. Sin embargo en Diálogos Multidisciplinarios creemos que el desorden produce orden. esta sección buscará las disonancias del dossier temático pero sin perder de vista un principio: la generación de FRQRFLPLHQWR�FLHQWtÀFR�D�WUDYpV�GH�HQIRTXHV�multidisciplinarios.

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/D�HWQRJUDItD�GHVGH�OD�UHÁH[LyQ�LQWHUFXOWXUDO��SODQWHD�OD�QH-

cesidad de explicitar los marcos de referencia dentro de las

relaciones de poder de cada situación en la estructura social.

esto ubica a los actores en marcos de acción en los que in-

vestigador e interlocutores se encuentran. el diálogo entre

culturas es sustantivo para la construcción de conocimien-

to intercultural, el cual se establece en relaciones de poder

concretas.

rubén ramírez arell ano

la diversidad de sistemas de cultivo, escala de producción,

XVR�\�GLVHxR�GH�HTXLSRV��SUiFWLFDV�WUDGLFLRQDOHV��LQÁXHQFLDV�

ambientales y características del suelo de la parcela, son al-

JXQRV�GH� ORV� IDFWRUHV�TXH�SXHGHQ� LQÁXLU�HQ� ORV�ULHVJRV�GH�

contaminación de los alimentos con microorganismos inde-

seables. Por esta diversidad de variables resulta muy difícil

determinar la fuente de contaminación principal, ya que las

bacterias patógenas entran en contacto con los alimentos

en cualquier punto del sistema de producción. Sin embar-

go, es muy diferente la forma y las condiciones en las que

cada cultivo entra en contacto con microorganismos conta-

minantes durante el proceso de producción, el cual abarca

desde que se inicia la siembra hasta que el alimento llega al

consumidor, y se ha dividido en dos fases principales, la fase

precosecha (en el campo) y la poscosecha.

rafael j iménez me j ía

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la ubicación del sujeto en la etnografía

Rubén R amírez Arell ano Universidad de La Ciénega del Estado de Michoacán de Ocampo

resumen El presente artículo establece la ubicación del sujeto durante el trabajo de campo y en el proceso de redacción de la etnografía. Aborda de mane-ra breve algunas experiencias ya clásicas de la antropología para contex-tualizar el papel que ha desempeñado tanto académicamente como en las labores de espionaje. La etnografía no es neutra, por lo que es necesario explicitar las relaciones asimétricas que dependen de estructuras de poder concretas. Se propone que el trabajo de campo se realice con compañeros de investigación en lugar de informantes, así como la necesidad de cons-truir la etnografía desde el diálogo intercultural.

Palabras clave: etnografía, trabajo de campo, antropología clásica, espio-naje, diálogo intercultural.

IntroducciónEl trabajo de campo es parte sustantiva de la etnografía como construcción de conocimiento cara a cara entre el investigador y las personas con quie-nes interactúa y establece diálogos. Esta práctica metodológica de corte antropológico se ha expandido a diferentes ciencias sociales y disciplinas humanas, ya que contribuye con una múltiple direccionalidad de enfoques teóricos e intereses políticos. El uso de la etnografía históricamente se rela-ciona tanto con >nes académicos como colonialistas, por lo que valdría la pena no dejar de contextualizar al investigador y a los sujetos con quienes se realiza la investigación.

La propuesta radica en que el trabajo de campo como construcción dia-lógica, va más allá de ser un viaje a una aldea exótica o una disposición cog-nitiva y solipsista del investigador para acceder a una realidad ya establecida por él mismo. Es más una relación en la que se construye un conocimiento entre el investigador y las personas con quien establece el dialogo, a través del cual se construye el conocimiento como relación. La etnografía enton-ces, también se escribe desde el locus enuntiationis de los interlocutores y el

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investigador, estableciendo sus ubicaciones den-tro de las relaciones de poder, contexto histórico, corporalidad y el arraigo a una comunidad desde la cual se construye el diálogo.

Por otra parte, el trabajo de campo es valo-rado como una herramienta e>caz para las labo-res de inteligencia y espionaje internacional. Esta contribución al proyecto hegemónico coloniza-dor es el origen mismo de la antropología como ciencia. La etnografía como método de métodos negó su realidad misma como producto de la ra-cionalidad totalizadora y universalista.

Razones por las que tanto la unidad de aná-lisis y los métodos —como la observación parti-cipante— se están transformando, implican cada vez un mayor compromiso de trabajar con las personas y no solamente como objeto para las investigaciones de intereses particulares, que no retribuyen a aquéllas que aportaron su tiempo y conocimiento. Esto implica que la et-nografía no se puede lograr sin la participación de otras personas con quien se establece una re-lación, así el conocimiento es una construcción dialógica que se establece a partir de individuos concretos que se encuentran en ubicaciones so-ciales y estructuras de poder distintas.

De lo contrario, se estaría suponiendo que el etnógrafo pudo obtener conocimiento sin pre-guntar, sólo observando, acechando, vigilando. Este conocimiento siempre estará al margen de los signi>cados informales y cotidianos de las personas, puesto que no ha entablado una re-lación de conocimiento mutuo. En muchos ca-sos el etnógrafo gana la con>anza con quienes le interesa establecer ese pacto y no con otros, a través de experiencias y diálogos en donde a medida que el relator va conociendo al etnógra-fo, también se construye una empatía necesaria para comenzar a entablar el diálogo cognitivo entre culturas diferentes. A pesar de la preten-sión de poder dar cuenta de diversos puntos de vista de un fenómeno, siempre se estará priori-zando unos más que otros, ya que tenemos li-mitaciones y no podemos acceder al todo de la realidad.

Las críticas que enfrenta el etnógrafo radical objetivista es que no pueda contar con la ubi-cación de él ni de sus relatores en su etnogra-fía, desapareciendo a sus interlocutores y a las personas con quienes no pudo entablar ningu-na conversación. Esta información es necesaria para dar cuenta de forma crítica desde dónde se realizó la investigación. La etnografía es un mé-todo de construcción del conocimiento en el que el investigador es consciente de que él mismo no puede generar la información que necesita, tiene que ir a donde se encuentra lo que quiere saber; ese conocimiento lo tienen otras personas y no sólo es ir a preguntar de manera aleatoria, se debe establecer una relación de conocimiento mutuo. Un interlocutor se va construyendo y no siempre se establece al comienzo de la investiga-ción ya que es más una relación.

En la antropología tenemos una tradición etnográ>ca en la cual el otro es descrito sólo a través de las palabras del investigador, que lo sabe todo y da cuenta de todo, sobre la vida de la sociedad a la que estudia. El informante es visto como ignorante, carente de iniciativa, portador de una cultura estática, esperando a ser coloni-zado o a ser rescatado por el investigador. Por su parte el etnógrafo puede narrar lo descrito con cierta pretensión de objetividad sobre las socie-dades a las que exotiza, las cuales en la mayoría de las veces carecen de voz en la obra.

El debate entre la objetivación de la raciona-lidad cienti>cista y el relativismo que se pretende como neutral, también se expresa en la crítica de los relativistas históricos al evolucionismo uni-lineal que establecía un modelo universal para toda cultura. A través de esta argumentación, el relativismo es a lo que se re>ere como proceso histórico, no como neutral, sino situado social-mente en relaciones de poder concretas. La in-terculturalidad problematiza la unicidad de la verdad cientí>ca que se pretende universal para ordenar y clasi>car etnocéntricamente.

La crisis del objeto de estudio como progra-ma colonizador en la antropología, ha declina-do el debate hacia el reconocimiento de que los

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Disonanciasla ubicación del sujeto en la etnografía

informantes no son más un ente pasivo. Por el contrario, son actores que signi>can y activan una serie de mecanismos y dispositivos por los cuales aparecen en el campo social de diversas formas a lo largo del tiempo.

Esto ha puesto en cuestión la unidad de análisis, técnicas y herramien-tas de investigación. Se parte desde la crítica a la ontología cartesiana en la que se divide al sujeto que conoce, res cogitans, y al objeto por conocer, res extensa, por la cual esta objetivación de las personas permite al inves-tigador tener una distancia en donde no se vea afectado por los procesos sociales que describe y analiza como un hecho, cosi>cando las emociones y al mismo ser humano.

Las crisis económicas y sociales, además de los replanteamientos teó-ricos después de la segunda guerra mundial, provocaron que se cuestiona-ra el supuesto desarrollo de la humanidad y la modernidad. La in?uencia de teorías criticas de la dependencia y del sistema mundo, el giro her-menéutico, los estudios culturales, poscoloniales y subalternos también contribuyeron a la transformación de lo que se conoce como el trabajo de campo.

La categorización de informante a una persona con quien se constru-yen conocimientos y experiencias a través de diálogos resulta desafortuna-da por establecer una relación utilitaria en la que el nativo sale mal librado debido a la falta de valoración del etnógrafo. En la crítica se digni>ca la racionalidad y el papel activo del sujeto por conocer, el otro —por lo que ocurre un desplazamiento de informante como ser pasivo o ingenuo a ser relator, interlocutor o formante— (Bartolomé, 2003). La etnografía crítica tendría que descolonizar y no reproducir los mecanismos de poder a través de los cuales los sujetos analizados están al margen de los resultados de las investigaciones.

etnografía y trabajo de campoEl trabajo de campo, por medio del cual se elabora una etnografía es el mé-todo de investigación in situ por excelencia. La etnografía como un conjun-to de información no sólo es una epistemología para adquirir o ampliar el conocimiento; también es una experiencia en la que el investigador como sujeto se encuentra socialmente ubicado (Rosaldo, 1991). No sólo se pone a prueba un paradigma o el postulado de una teoría puesto que muchas ve-ces la unidad de análisis con la que se opera hay que construirla en un caos. En este proceso el propio etnógrafo como los sujetos con quienes realiza la investigación se encuentran dispuestos a lo contingente y lo cotidiano en estructuras de poder asimétricas.

El objeto de la etnografía se transforma desde las diferentes perspecti-vas teóricas. Debemos dar cuenta de que cada etnografía parte de un con-junto de reglas teórico-metodológicas que se expresan en la construcción de la unidad de análisis y su marco de explicación. Se entenderá el contexto en el que se imprime cada teoría en la construcción de su rango de explica-ción, así como en la presentación el objeto/sujeto de investigación.

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La etnografía representa uno de los prin-cipales aportes de la antropología a las ciencias sociales. Como método por el cual se constru-ye conocimiento, la postura del investigador de ser parte y narrador absoluto pretende tomar distancia, apelando a la objetividad de lo enun-ciado por él. Sin embargo, existen puntos ciegos de cada etnógrafo como autor. Es menester ha-cer por lo menos una breve revisión acerca de quienes fueron delineando el trabajo de campo en la antropología antes de que fuera un método empleado por más ciencias sociales.

A lo largo de la historia, la etnografía se puede pensar desde una óptica positivista repre-sentado por la obra de Malinowski o bajo una mirada más personal en la obra de Lévi-Strauss. Después del giro hermenéutico y la crisis de la representación de la antropología posmoderna, el trabajo de campo va más allá de «lo otro» para develar al investigador en una ubicación social en el sentido de los estudios culturales con la crí-tica a la verdad cientí>ca, en la obra de Cultura y verdad de Renato Rosaldo.

La etnografía de los precursores de la antro-pología como Tylor, Morgan y Boas, a pesar de no construir un método claro y sistemático del trabajo de campo, aportaron muchos de los ele-mentos clave: como el diario de campo, adquirir la lengua de los sujetos con quienes investigaban, hacer descripciones de situaciones cotidianas, uso de mapas y fotografías.

Si bien la antropología se fundó en Ingla-terra bajo la teoría evolucionista como «ciencia del señor Tylor» en honor a Eward Burnett Tylor (1832-1917), en la segunda mitad del siglo xix fue un tanto gracias a su de>nición de cultura, la cual tuvo una gran repercusión en la transfor-mación metodológica de la construcción de los datos por el mismo investigador. Según Tylor:

La cultura o la civilización, tomada en su amplio sentido etnográ>co, es ese complejo conjunto que incluye el conocimiento, las creencias, las artes, la moral, las leyes, las costumbres y cuales-quiera otras aptitudes y hábitos adquiridos por

el hombre como miembro de la sociedad. La si-tuación de la cultura en diversas sociedades de la humanidad, en medida a que es susceptible a ser investigada según unos principios generales, es una materia adecuada para el estudio de las leyes del pensamiento y de la acción humanos (Tylor, 2009: 37).

Propone cuanti>car los datos de carácter cualitativo para hacer comparaciones. Hace uso del método deductivo comparativo para contar de antemano con un modelo en el que la infor-mación recabada por diferentes investigadores, pueda ser ordenada en una escala en grados de complejidad y evolución unilineal. Así, el méto-do de Tylor era estadístico preguntándose por la correlación entre rasgos, ya fueran costumbres o instituciones, la cual realizó con más de trescien-tas sociedades y su distribución aleatoria.

Aunque el viaje hacia América y su narra-ción en Anáhuac (1861) no corresponden pro-piamente a un trabajo de campo, su investiga-ción contribuye a «la creación de una tradición y una normatividad de trabajo de campo como parte de la antropología» (Tylor, 2009: 44). A >-nales del siglo xix y a principios del xx , Esta-dos Unidos promovía las investigaciones dentro de su territorio para avanzar en la apropiación del medio-oeste y el sur, por lo que se diferen-ciaban del Reino Unido, a quienes se les conocía como armchair anthropologist o «antropólogo de gabinete», ya que el >nanciamiento para las investigaciones era privado. El trabajo de cam-po >nanciado por el gobierno estadounidense se orientaba a la expansión y control de un territo-rio ya habitado.

Así en Estados Unidos, Lewis Henry Mor-gan (1817-1881) defendió como abogado a los iroqueses cuando sus tierras fueron con>scadas por el gobierno y el ferrocarril. Como antropó-logo, aprendió a hablar su lengua para entablar el diálogo, al tiempo que recababa información. De esta manera el trabajo de campo empezó a ser apoyado por el gobierno, por lo que escribió "e League of the Iriquois y publicó en 1851, re-

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Disonanciasla ubicación del sujeto en la etnografía

cogiendo datos lingüísticos, de derecho, parentesco, tecnología, vida coti-diana y formas de organización política. Desde el paradigma del evolucio-nismo realizó estudios comparativos como en su libro Ancient Society of Research in the Lines of Human Progress from Savagery through Barbarium to Civilization en 1881, donde establecía una secuencia unilineal de etapas que iba desde el salvajismo, barbarie y culminaba en la civilización que era representado por la propia sociedad occidental.

Más tarde Franz Boas (1858-1942), estableció que las diferencias cul-turales son el objetivo de la etnografía. Su método permitía explorar los factores ecológicos, ambientales y psicológicos que afectan a la cultura. Re-tomando la reconstrucción histórica de algunas costumbres, a través de las cuales se mani>estan los procesos del desarrollo en las diferentes etapas de la cultura. Se interesó por de>nir áreas culturales a partir de investigacio-nes interdisciplinarias para delimitar un territorio.

Para el fundador del particularismo histórico no era posible hacer comparaciones entre culturas diferentes por la falta de información em-pírica, y debido a que cada cultura era inconmensurable a las demás. Por tanto su método inductivo planteaba que la generalización y formulación de leyes sólo podían desarrollarse desde la acumulación de datos empíri-cos. Consciente de la transformación de la cultura, era necesario establecer la etnografía de los pueblos que tienden a desaparecer ante la expansión de la civilización dominante y el proyecto de modernización.

En su obra Kwakiutl ethnography (1966), Boas presenta una serie de elementos relevantes para el trabajo etnográ>co. Se sirve de su propio conocimiento de la geografía para la elaboración de mapas, el uso de las fotografías —como herramientas tecnológicas del investigador—, dibujos de artefactos, así como descripciones detalladas del contexto, arquitectura, transporte, aprovechamiento de los recursos tecnológicos y naturales, etc. En esta investigación se entiende la cultura como un todo:

Culture may be de>ned as the totality of the mental and physical reactions and activities that characterize the behavior of the individuals composing a social group collectivity and individually in relation to their natural environment, to other groups, the members of the group itself and of each individual to himself. It also includes products of these activities and their role in the life, however, does not constitute culture. It is more, for its elements are not inde-pendent, they have a structure (Boas, 1966: xxiii).

Para este autor todos los datos eran relevantes. No sólo era el conjunto de elementos de la cultura, sino también había que describir las prácticas cotidianas, rituales —como el Potlatch—, formas de hacer, de actuar, gestos, lengua, etc. Además de la suma de los elementos, también sus relaciones. Siendo una práctica totalizadora, Boas también estaba interesado en la an-tropometría, por lo que empezó a construir una base de datos acerca de las diferencias de los rasgos físicos negando la relación entre la raza y la cultura.

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Esto abrió una gama de posibilidades al trabajo de campo, ya que se intentó establecer una in-?uencia directa de las ciencias naturales por las herramientas metodológicas que atendían tam-bién a la construcción de información de carácter cuantitativo para su posterior análisis cualitativo.

Su propuesta de la antropología como una ciencia de carácter empírico e inductivo, le dio más énfasis al trabajo cientí>co en cuanto a la recolección de información en campo. Uno de los intereses se inclinaba hacia la elaboración de monografías sobre tópicos clave para enten-der la transformación de las culturas especí>cas en diferentes etapas. Su crítica al evolucionismo plantea que sin datos empíricos no pueden ha-cerse comparaciones entre culturas distantes e in-conmensurables para ordenarlas entre inferiores o superiores; por tanto, la labor de la etnografía no era sólo interpretar, sino comprender. Sin em-bargo, aquí se pone de mani>esto el problema de la inconmensurabilidad entre culturas, ¿cómo se puede lograr una comprensión entre culturas con ontologías diferentes? Para esta cuestión es ne-cesario reconocer que los interlocutores son los protagonistas del conocimiento antropológico.

Algo que suele no decirse de Franz Boas es que trabajó cercanamente con un miembro de la tribu Tlingit al suroeste de Alaska de nombre George Hunt (1854-1933), considerado etnólogo por derecho gracias a su contribución a la etno-grafía de los kwakiutl en la costa noroeste del Pa-cí>co. Tuvo una relación intermitente con Boas por más de cuatro décadas comenzando por el dualismo asimétrico del investigador-informan-te, hasta llegar a compartir créditos en diversas publicaciones en términos más colaborativos.1

1 este caso en el que los informantes llegan a ser etnó-grafos especializados. Dennis Tedlock (2001) también UHÀHUH�D�XQ�ItVLFR�QDWXUDOLVWD�-DPHV�5��:DONHU�TXH�KDFH�trabajo de campo entre los lakotas entre 1196 y 1914 logrando que un nativo john Sword trabajara para él como traductor. Se repetirá en el caso de robert re-GÀHOG�\�$OIRQVR�9LOOD�5RMDV�TXLHQ�GH�VHU�PDHVWUR�UXUDO�PD\D� KDEODQWH�� 5HGÀHOG� OR� OOHYy� D� OD� 8QLYHUVLGDG� GH�Chicago para formarse como antropólogo, así como el caso del dirigente transmigrante mixteco moisés Cruz y el antropólogo Federico Besserer.

En la etnografía clásica el investigador se encuentra dentro de un dualismo cartesiano sujeto-objeto etnocéntrico en el que el etnógrafo se posiciona como una res cogitans —cientí>co, amoral y sin afectos— que viaja a conocer cómo vive su objeto de investigación; un grupo social con sujetos como él que encarnan a la res extensa de la cual escribe y teoriza desde una o>cina o cubículo universitario. Bajo el paradigma positi-vista la sociología partió con Durkheim, quien al de>nir las reglas del método sociológico (1895) planteó la necesidad de hacer de la unidad de análisis de la sociología, los hechos sociales. Esto in?uyó a la antropología inglesa y su trabajo de campo, por lo tanto el tratamiento que hace el etnógrafo es riguroso en su metodología y alta-mente detallado en la descripción y análisis de los hechos.

El autor que mejor logró hacer una sistema-tización del trabajo de campo fue Bronislaw Ma-linowski (1884-1942), quien en la introducción de Los argonautas del Pací!co Occidental (1922) estableció varios principios.2 Para hacer trabajo de campo, el etnógrafo se tiene que alejar de la compañía de los blancos, aunque pueda regre-sarse en ocasiones por el «empacho de vida indí-gena», puesto que «el indígena no es un compa-ñero moral del hombre blanco».

Sin embargo, vemos que en la etnografía de corte positivista, el marco de referencia del et-nógrafo como cientí>co tratará de construir una distancia que acerque al lector como si fuera el mismo autor. En especial haciendo alusión a la célebre frase de Malinowski:

Imagínese que de repente está en tierra, rodeado de todos sus pertrechos, solo en una playa tropi-

�� (O�DXWRU�DSXQWD��ª/RV�SULQFLSLRV�PHWRGROyJLFRV�SXHGHQ�agruparse bajo tres epígrafes principales; ante todo, el estudioso debe albergar propósitos estrictamente cien-WtÀFRV�\�FRQRFHU�ODV�QRUPDV�\�ORV�FULWHULRV�GH�OD�HWQR-grafía moderna. en segundo lugar, debe colocarse en buenas condiciones para su trabajo, es decir, lo más im-portante de todo, no vivir con otros blancos, sino entre los indígenas. Por último, tiene que utilizar cierto nú-mero de métodos precisos en orden a recoger, manejar y establecer sus pruebas (malinowski, 1922: 24�«��

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Disonanciasla ubicación del sujeto en la etnografía

cal cercana de un poblado indígena, mientras ve alejarse hasta desaparecer la lancha que le ha llevado (Malinowski, 2002: 22).

Esta frase que expresa la necesidad de alejamiento de la comunidad del etnógrafo, también es la construcción de un sujeto libre de cualquier ubi-cación social. Podría ser cualquiera, sin embargo, nadie como Malinowski tuvo la oportunidad de hacer estancias de trabajo de campo entre 1914 y 1918. Por su formación en ciencias exactas se empeñó en establecer la sistematización de datos. En este texto, la prosa del autor se redacta como un ser omnipresente que lo sabe todo acerca de la vida de quienes describe. Así el alejamiento objetivo intenta despejar a la persona-investigador de sí mismo cuando pretende eliminar sus prejuicios y construcciones a priori. Esto lo extiende también a los indígenas:

[…] es necesario todavía la mentalidad: las concepciones, las opiniones y la forma de expresarse del indígena. En todos los actos de la vida tribal se dan, en primer lugar, la rutina prescrita por la costumbre y la tradición, luego en la forma en que se lleva a cabo y, por último, la interpretación que le dan los indígenas de acuerdo con su mentalidad (ibídem, p. 39).

Este proceder metodológico implica tener en cuenta diferentes situa-ciones en la vida cotidiana que ordena lo que se dice que se hace, lo que se dice que debería hacerse y lo que realmente se hace. Partes constitutivas de la profundidad del trabajo de campo que puede recabar esta precisión cualitativa que se da apelando a cierta autoridad etnográ>ca.

Puede decirse que las etnografías dejaron de ser una recopilación de información sin articulaciones sociales que no tenían >n. Por primera vez una etnografía se organizaba a propósito de un sistema de intercambio intertribal, como el Kula. De tal manera, toma distancia con otras obras como la descripción del Potlatch hecha por Boas, la cual es parte de la et-nografía de los kwakiutl; en ella se detalla esta institución con exactitud, pero sin más dirección que el fenómeno por sí mismo. Esto también se debe a que la concepción de cultura de Malinowski se establecía bajo la teoría funcionalista que partía de necesidades materiales establecidas a tra-vés de instituciones que aseguraban la permanencia del grupo. Lo que no queda claro en el texto es cómo la detonación de la primera guerra mundial provocó que Malinowski se quedara más tiempo del que tenía previsto en campo. Por su parte, Evans-Pritchard (1902-1973) sí escribe sobre el con-texto de su investigación, sin embargo no le presta atención más que en la introducción de su libro Los Nuer, cuando explica su accidentada inmer-sión con los nuer a comienzos de 1930. En el trabajo de campo se establece como un sujeto en relación.

De modo que recogía la información en fragmentos, pues utilizaba a cada nuer que encontraba como fuente de información, y no, por decirlo así en

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varios relatos proporcionados por informadores seleccionados y entrenados. Por haber tenido que vivir en contacto tan estrecho con los nuer, llegué a conocerlos más íntimamente que a los azande, sobre los cuales puedo escribir una des-cripción más detallada. Los azande no me hubie-ran permitido vivir como uno de ellos; los nuer no me hubieran permitido que viviera de forma diferente. Entre los azande me vi obligado a vivir fuera de la comunidad; entre los nuer me vi obli-gado a ser un miembro de ella. Los azande me trataron como a un superior; los nuer como a un igual (Evans-Pritchard, 1977: 27).

El trato que expresa el autor se re>ere más a la comparación entre los azande y los nuer. Sin embargo, la relación de iguales se podría re?exionar, ya que así planteada se niega la po-sibilidad de establecer las diferencias que se en-marcan en estructuras de poder. Sin embargo, en esta obra podemos ver un diálogo entre el etnó-grafo y las personas con quienes vive, ya que en un primer momento los nuer eran «expertos en sabotear una investigación». Es después de com-partir todo su tabaco que empezó a tener visitas de los nuer a su tienda al grado de llegar a no tener privacidad.

Por otra parte la etnología francesa, repre-sentada por Claude Lévi-Strauss (1908-2009) —quien quizá no sea tan valorado por su labor etnográ>ca sino por su profundidad teórica—, en su obra Tristes trópicos (1973) escribe desde la primera persona del singular y reconstruye al lector su situación antes de emprender el viaje hacia Brasil en 1941 como un académico, judío y con problemas de visa, ya que la legislación ha-bía cambiado según los ajustes políticos interna-cionales justo antes de su partida.

En su conocida frase inicial «Odio los viajes y los viajeros» expone la subjetividad del etnó-grafo quien también es susceptible de emocio-nes, afectos, odios, etc. En esta obra se describe a partir de ser un sujeto ubicado. Se plasman aromas agradables y horrendos, contingen-cias técnicas, pero sobre todo, se habla desde

un locus personal en donde el mismo autor se pregunta por lo que es relevante escribir en su diario de campo.

El lector puede descubrir cuáles eran los productos elaborados en el trabajo de campo por Lévi-Strauss cuando relata el viaje atropellado de sus pertenencias; «todo su patrimonio». Un baúl con documentos de sus expediciones en donde llevaba: «>cheros lingüísticos y tecnológicos, diario de ruta, notas tomadas sobre el terreno, mapas, planos y negativos fotográ>cos; millares de hojas y clisés (Lévi-Strauss, 1973: 21)». Esto nos permite reconstruir el trabajo de un etnó-grafo como nuestro autor, el cual elabora >che-ros lingüísticos, apuntes, planos como punto de partida de los análisis estructurales. También es preciso valorar el uso de herramientas tecnoló-gicas, ya que los documentos etnográ>cos que producimos en campo, no son sólo bibliográ>-cos, sino también audiovisuales.

Para Lévi-Strauss, la investigación antropo-lógica parte de la etnografía como un primer momento para una posterior síntesis a la cual se llega con la etnología. La antropología social o cultural es un segundo momento de la síntesis en la que se pueden estudiar los grandes procesos de hominización y pueden establecerse generali-dades. Por tanto, «etnografía, etnología y antro-pología no constituyen tres disciplinas diferentes o tres concepciones diferentes de los mismos estudios. Son, en realidad, tres etapas o momen-tos de una misma investigación (Lévi-Strauss, 1995: 368)». Centrando el argumento sobre la etnografía, tenemos que:

Al parecer, todos los países conciben la etnogra-fía de la misma manera. Ella corresponde a las primeras etapas de la investigación: observación y descripción, trabajo de campo (!eld-work). Una monografía dedicada a un grupo lo bastante restringido para que el autor haya podido reco-ger la mayor parte de su información gracias a la experiencia personal, constituye el prototipo del estudio etnográ>co. Agregaremos únicamente que la etnografía abarca también los métodos y

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las técnicas referentes al trabajo de campo, a la clasi>cación, descripción y análisis de fenómenos culturales particulares (ya se trate de armas, útiles, creencias o instituciones) (ibídem, p. 367).

Vemos que la etnografía se logra con trabajo de campo, lo cual impli-ca la escritura constante de diversos materiales de investigación. Ya sean >chas o entrevistas, archivos de los interlocutores con quienes trabajamos; además de la elaboración del diario de campo, un etnógrafo se ve ante la tarea de esquematizar la información de manera inmediata. Esto le permi-te de>nir hipótesis dando la fuerza necesaria al conjunto de variables que aparecen en su expresión concreta. Las herramientas del investigador van adecuándose, por lo que los guiones de entrevistas suelen ir de lo más ge-neral en los primeros momentos de inmersión en el campo, hasta ser muy especí>cas cuando se tiene delimitado un fenómeno particular.

Edward B. Tylor y Franz Boas apuntaron a las diferencias y similitudes entre culturas, las cuales exhibían patrones de pensamiento y conductas mantenidas en espacio y tiempo. Por otra parte, Bronislaw Malinowski junto con la escuela estructural-funcionalista delinearon los principios de la etnografía como método cientí>co. Por lo tanto, los funcionalistas sin aventurarse en especulaciones sobre los orígenes de la gente «sin historia», se concentraron en la sistematización de los procedimientos de recopila-ción y análisis de la información para su exposición en un sistema coheren-te en una dimensión sincrónica. En esto, tanto funcionalistas como cultu-ralistas compartían la crítica sobre la audacia en la reconstrucción histórica a partir del investigador que elaboraba modelos hipotéticos de evolución unilineal.

En esta etapa la etnografía se consolidó como un método que caracte-rizó a la antropología de otras ciencias, la cual exige una larga estadía de tiempo en un territorio lejano y exótico, preferentemente donde el pro-grama colonialista tuviera intereses particulares. Después de la crisis del paradigma positivista en las ciencias sociales, la prosa etnográ>ca replantea su poder de escritura y el sesgo cognitivo a partir de la subjetividad del investigador que se pone de mani>esto.

Actualmente para la antropología y otras ciencias sociales, la etnogra-fía representa un método necesario para la elaboración de información de fuentes primarias. Para autores como Martin Hamersley y Paul Atkinson, es:

[…] una referencia que alude principalmente a un método concreto o a un conjunto de métodos. Su principal característica sería que el etnógrafo par-ticipa, abiertamente o de manera encubierta (sic.), en la vida diaria de las personas durante un periodo de tiempo, observando qué sucede, escuchando qué se dice, haciendo preguntas; de hecho, haciendo acopio de cualquier dato disponible que sirva para arrojar un poco de luz sobre el tema en que se centra la investigación (Hamersley y Atkinson, 1994: 15).

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Es un conjunto de métodos que se utilizan en diferentes momentos. La participación del investigador no podría ser encubierta si es que defendemos principios éticos que establezcan no afectar de manera negativa a la población con la que estudiamos. Esta es una relación más cerca-na en la que involucra directamente al etnógrafo. En una relación cotidiana se tiene que saber ex-plicar a los interlocutores, relatores y formantes cuál es la intensión del trabajo de campo que se está realizando.

En este sentido, la de>nición de Hamersley y Atkinson puede ser sincera pero poco crítica. Vemos que la práctica etnográ>ca al no ser con-textualizada en las relaciones de poder globales, puede omitir contextos de colonización, estrate-gias de resistencia y vínculos de los actores que juegan en situaciones locales especí>cas desde lugares distantes.

Entablar una relación entre los interlocuto-res y el investigador como encubierto no se va-lora positivamente, pero los autores tampoco la cuestionan. Esto nos conecta con la etnografía al servicio de inteligencia en los países periféricos al sistema mundo. Por lo tanto una ciencia críti-ca tendría que dar cuenta de las repercusiones de las investigaciones que se realizan para bene>cio o perjuicio de las personas con quienes se estudia.

Para autores como Honorio Velasco y Ángel Díaz de la Rada, la etnografía «alude al proceso metodológico global» de tal manera que:

[…] el trabajo de campo no agota a la etnografía, pero constituye la fase primordial de la investiga-ción etnográ>ca […] El trabajo de campo es más que una técnica y más que un conjunto de técni-cas […] Es una situación metodológica y también en sí mismo un proceso, una secuencia de accio-nes, de comportamientos y de acontecimientos, no todos controlados por el investigador, cuyos objetivos pueden ordenarse en un eje de inme-diatez a lejanía. (Velasco y Díaz, 2009: 18).

La etnografía, aparte de ser un construc-to de información, es también el proceso en el

que el investigador toma parte. La carencia de la temporalidad en el trabajo de campo no apa-rece lo su>cientemente problematizado, ya que es necesario señalar que surgen interrogantes por cuestiones tan básicas como pensar en qué momento se empieza el trabajo de campo. Los datos recabados previamente serán a su vez una contribución a la etnografía, por lo que mapas, información demográ>ca y etnografías de otros investigadores realizadas con la población de estudio, guiones de entrevistas con actividades organizadas en un cronograma, son material in-dispensable para preparar un trabajo de campo.

Es mejor ir preparado con toda la informa-ción que uno pueda tener antes de realizar el trabajo de campo. Como señala Esteban Krotz (1991), el viaje antropológico no sólo es despla-zarse a un lugar para recopilar información, sino «replantear la antropología en cuanto a los uni-versos de estudio, cuales son los caracteres esen-ciales de los fenómenos que estudia y cómo se aproxima a ellos». Con esto empezamos a cons-truir un método crítico, el cual delimita su cam-po de investigación y por tanto deja de ser mero instrumento para obtener información. Coloca el problema de los universos de estudio, donde ya no es la estereotipada «aldea exótica» o la fol-clorizada comunidad.

El viaje antropológico tiene usualmente un pro-pósito claro y de>nido: a través de él se quiere conocer un determinado aspecto de la realidad sociocultural, una problemática, un sector po-blacional, los habitantes de una región, un grupo social, una cultura o como se quiera decir. Querer conocer signi>ca aquí reunir información empí-rica desconocida su>ciente en cantidad y calidad y basar en ella argumentos sobre causas y pers-pectivas de la situación bajo estudio.

Pero el objetivo del viaje no son climas o paisajes, mercancías o instrumentos, sino aque-llas esferas de las acciones y de las motivaciones, de los signi>cados y de las explicaciones, donde se supone no la igualdad estática como los antro-pólogos decimonónicos, sino la comparabilidad

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y comunicabilidad, que traspasa incluso la diferencia cultural más grande. Por esto su adaptación tiene que aspirar a convertirse en interlocutor de aquellos en cuya realidad sociocultural se interesa (Krotz, 1991: 55).

Para Krotz el trabajo de campo se piensa de tres formas: a) trasladarse a otro lugar (que no es el espacio cotidiano) para realizar la investigación, sin mencionar el tiempo o la profundidad de la inmersión; b) una técnica o un conjunto de técnicas —entre las que destaca la observación participan-te—; y c) método central o único de la antropología como aproximación a la realidad con un determinado conjunto de técnicas (Krotz, E., 1991: 50).

Es importante señalar que la participación del investigador en el proce-so de inmersión en el trabajo de campo no es neutral. Por lo tanto involucra la apertura del propio etnógrafo a condiciones diferentes de las habituales. En un nuevo contexto hay que estar atento a las actividades de las personas, lo que la mayoría de las ocasiones exige cambiar el tiempo de sueño, dieta, actividad física, vestido, etcétera.

En la actual globalización se han puesto a prueba las nociones de des-plazamiento a una «comunidad exótica», así como lo que es el «campo». James CliMord señala esto cuando nos dice:

El trabajo de campo antropológico ha representado algo especí>co dentro de los métodos sociológicos y etnográ>cos que muchas veces se superponen: un encuentro de investigación especialmente profundo, extenso e interactivo. Esto, por supuesto, es el ideal. En la práctica, los criterios de «profundidad» en el trabajo de campo (duración de la estadía, modo de interacción, visitas repetidas, aprendizaje de lenguas), han variado, tanto como lo han hecho las experiencias concretas de investigación. […] Esta multiplicidad de prácticas desdibuja cualquier signi>cado nítido y referencial del «trabajo de campo» (CliMord, 2008: 73-74).

Es mani>esta la compleja distinción sobre si el campo es un lugar leja-no al que el investigador se desplaza, un estado de alejamiento o un extra-ñamiento personal que involucra tanto al investigador como a los sujetos con quienes se investiga. En ocasiones el investigador no se desplaza hacia un lugar extraño, sino a estancias cortas en un lugar cercano. En este sen-tido, «el trabajo de campo “tiene lugar” en relaciones mundanas y contin-gentes de viaje, no en sitios controlados de investigación (ibídem, p. 90)».

Si el campo no es un lugar objetivado y rei>cado, es más bien lo que James CliMord (2008) llama el «habitus de trabajo de campo». Es decir «un conjunto de disposiciones y prácticas corporizadas (CliMord, 2008: 91)». Sabemos ahora que depende del etnógrafo y su ubicación social en estruc-turas de poder la información que pueda obtener en campo, ya que se su-perponen diferentes esferas en las que tanto él y sus sujetos de investiga-ción actúan, por lo tanto ninguna investigación es total, todas dependen de la ubicación del sujeto del investigador y sus relatores.

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El etnógrafo busca y provoca el encuentro con la otredad, en este proceso tanto él como su interlocutor entran en una relación de cono-cimiento sobre quienes son. En este sentido se establece un diálogo como relación intersubjeti-va que coloca a los sujetos en las estructuras de poder existentes. De manera que este diálogo tendría que develar las relaciones de desigualdad entre los sujetos.

Para Dennis Tedlock, en la etnografía de las primeras seis o siete décadas del siglo xx predo-mina la «monografía en que la cultura es presen-tada casi enteramente en la voz de un observador omnisciente que escribe en la tercera persona (Tedlock, 2001: 486)». Para este autor el lugar de cada actor depende de un tropo desde el cual co-noce y se entabla el diálogo.

Se argumenta que ni el investigador ni la in-vestigación son inmunes a factores políticos, ya que los sujetos de la investigación, así como su ubicación social son factores sustantivos donde se genera la información. Lo que es un hecho es que la ciencia antropológica nace como una necesidad de conocer parte del proyecto coloni-zador.

La práctica etnográ>ca recibió tal importan-cia a partir del siglo xx cuando se empezaron a emplear a cientí>cos sociales, en especial antro-pólogos, para labores de espionaje. Se sabe que algunos de los contemporáneos de Boas trabaja-ron para los aparatos de inteligencia en Estados Unidos, sin embargo, él mismo los condenó en su conocida carta al director de "e Nation el 20 de diciembre de 1919, titulada «Scientist as spies», en la que señala:

[…] varios hombres3 que practican la ciencia como profesión, hombres a quienes me niego

3 los antropólogos a quienes hacía referencia ocupaban un lugar en el consejo de la Asociación de Antropolo-gía de estados unidos, AAA (por sus siglas en inglés), la cual había contribuido a fundar. estos eran: Samuel lothrop, Sylvanus morley y Herbert Spinden, quienes votaron censurando a Boas, sin embargo john mason escribió su apología en una carta a Boas explicando su contribución al espionaje por su deber patriótico.

seguir llamando cientí>cos, han prostituido la ciencia usándola como pantalla para sus activi-dades de espionaje.

[…] una persona que utiliza la ciencia como pantalla para el espionaje político, que se reba-ja a posar ante un gobierno extranjero como investigador y pide asistencia en sus presuntas investigaciones para realizar, bajo esta guisa, sus maquinaciones políticas, prostituye la ciencia de un modo imperdonable y renuncia al derecho a ser clasi>cado como cientí>co […] a causa de sus actos todos los países mirarán con descon>anza al investigador extranjero que deseé realizar una labor honesta, sospechando designios siniestros. Tal acción ha levantado una nueva barrera con-tra el desarrollo de la cooperación amistosa in-ternacional (Sullivan, 1991: 153).

La información que se recababa en el trabajo de campo y su posterior análisis comenzaron a sistematizarse, lo que causó que en 1938 antro-pólogos como George Murdock y otros investi-gadores escribieran la Outline of Cultural Mate-rials (1934), mejor conocida en español como La Guía Murdock. Por esto la antropología aportó herramientas de ordenamiento del conocimien-to de los profesionales en el trabajo de campo, quienes procedían en terreno con métodos cada vez más re>nados. Esta guía es una de las princi-pales herramientas, ya que:

Hay que recordar que este instrumento ha ser-vido, entre otros muchos ejemplos posibles, tan-to para preparar los manuales para la invasión militar del Japón y del norte de África, como para escribir un estudio tan importante como el Social Structure de Murdock y para elaborar los planes de inversiones de las compañías nor-teamericanas, en América Latina (Palerm y Pa-lerm, 1989).

En Latinoamérica se implementaron pro-gramas de investigación de inteligencia antiin-surgentes como lo fue el Project Camelot en 1965 (Gallini, 1975; Price, 2000), la cual aportaba in-

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formación acerca de posibles levantamientos que pudieran ser un peligro para el mantenimiento dictatorial de los gobiernos.

La utilización de la etnografía resulta tan provechosa que actualmente se disponen de elementos militares que hagan trabajo de recolección de in-formación clave. Vemos que López y Rivas, en un artículo publicado el pri-mero de octubre del 2010, escribe sobre la utilización de equipos de soció-logos y antropólogos expertos por parte del ejército estadounidense puesto que «…entender la cultura local y los factores políticos, sociales, económi-cos y religiosos es crucial para una contrainsurgencia y para operaciones de estabilidad exitosas, y últimamente, para el triunfo de la guerra contra el terror». Por otra parte, si aún cabe duda de qué es lo que pone énfasis en el trabajo de campo en zonas de guerra, el artículo sigue explicando:

Los aspectos clave de la misión de los equipos ht t (Human Terrain Teams) son tres: $) Investigación por medio de las ciencias sociales (utilización de métodos antropológicos y sociológicos clásicos como entrevistas abiertas y estructuradas, análisis de texto, encuestas y observación participante). %) Re-colección de información relevante para la unidad castrense y presentación de la misma en términos familiares a una audiencia militar. &) Creación de un marco analítico cultural para la planeación, toma de decisiones y diagnósticos operativos.

El programa, en suma: «investigará, interpretará, archivará y proveerá información y conocimiento cultural para optimizar la efectividad operativa y armonizar las acciones en curso dentro del entorno cultural». Con el falso supuesto de que el programa no forma parte del trabajo de inteligencia militar, el manual señala contradictoriamente que sus productos deben ser incorpo-rados en el plan de operaciones de esta sección y que sus equipos deben estar presentes en todas las etapas del proceso de toma de decisiones militares (Dia-rio La Jornada, 1/oct/2010).

Esto demanda la posición que el cientí>co social va a tomar en el traba-jo de campo. La información se construye a partir de una relación dialógica asimétrica. La imperiosa necesidad del conocimiento (de las diferencias) y reconocimiento (como semejante) mutuo, por tanto debemos de saber que a medida en que seamos conocidos vamos a conocer a ese otro que se concreta en situaciones especí>cas. Por tanto, el investigador es un ser expuesto de activa participación dentro del campo de las relaciones en el que se encuentra inmerso.

La antropología nació bajo el paradigma evolucionista vinculado con el interés colonialista por parte de los países en expansión dentro del siste-ma mundo hacia la periferia. Así, una de las diferencias centrales entre las antropologías, a partir de sus relaciones de poder, se centra en la diferencia de la construcción de la nación o el imperio. Tenemos que las antropolo-gías de países periféricos se desarrollaron a partir de que conocieron su población interna para controlar e intentar homogeneizarla construyendo

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o inventando al nuevo ciudadano para el nuevo estado nación, a diferencia de las antropologías imperiales, las cuales «pre>eren investigar en el exterior más que investigar “en casa” (Ribeiro y Escobar, 2008: 33)», ya que su propósito se en-cuentra más en la tónica de la expansión.

Vemos que las estrategias del poder se si-guen apoyando en conocimiento de fuentes primarias. En 2007, la Universidad de Chicago publicó un manual de campo de contrainsur-gencia. El texto coordinado por el general David H. Petraeus cuenta con un capítulo central que elabora Montgomery McFate, antropóloga para quien «el uso de tácticas culturales son métodos más e>caces para vencer y torturar al enemigo, que las armas de fuego».

Por esto, desde el 2006 la American Anthro-pologhy Association (aaa) condenó por unani-midad

[…] «el uso del conocimiento antropológico como elemento de tortura física y sicológica», ante el alegato de que los torturadores de la pri-sión de Abu Ghraib, en Irak, pudieron ser inspi-rados por la obra de un antropólogo, a partir de la idea que «hombres árabes humillados sexual-mente podrían llegar a ser informantes comedi-dos» (López y Rivas 2010: 32).

Con esto no sólo quiero señalar que la inves-tigación en campo representa una de las mejores fuentes de información. Es necesario que el in-vestigador tome posición dentro de las relacio-nes de poder en las que se encuentra. A partir de ahí se establecen los vínculos con los actores sociales con quienes se relaciona. Tomando en cuenta la ubicación social es como se puede te-ner una información y no otra. Su labor no está libre de afectaciones políticas, económicas, emo-cionales y afectivas.

etnografía como parte de la investigación Como parte de la investigación, la estancia en campo ofrece la posibilidad de construir infor-mación con interlocutores que participan desde

un locus particular del fenómeno a investigar. En esta labor el etnógrafo utiliza el diario de cam-po para registrar los sucesos contingentes o los imponderables de la vida cotidiana, describir los contextos, narrar entrevistas, conversaciones y encuentros con los sujetos con quienes realiza su investigación.

En estricto sentido, el trabajo de campo se en-cuentra dentro del proceso de investigación y por tanto involucra un trabajo previo que se expresa a menudo en el protocolo de los proyectos de in-vestigación. Razón por la cual el trabajo de campo involucra varios momentos de constante elabora-ción, así como ordenamiento y la clasi>cación de sus materiales e información recolectada.

Antes de ir al trabajo de campo se tuvo que tener un estado del arte de las investigaciones de la región desde diferentes disciplinas y enfoques teóricos y metodológicos. De tal manera, al tener un buen y amplio bagaje del material etnográ->co, hay pistas por las cuales se puede rastrear nuestro tema de investigación, por tanto las hi-pótesis, métodos y temas resultan pertinentes.

En primer lugar, una de las principales des-trezas que se le piden al investigador es que pue-da formular una pregunta clara y pertinente. Una vez construida la pregunta puede componerse la unidad de análisis, así como el proceso en el cual se despliega la coyuntura o la continuación del fenómeno. De esta forma, los pasos de una investigación cientí>ca van aclarando, a>nando variables y términos en los cuales este fenómeno se devela. El contraste de las hipótesis permite avanzar hacia la formulación de nuevas pregun-tas a medida que se exige re?exionar en algunos puntos y desechar otros.

Es necesario tomar en cuenta que la etno-grafía ha llegado a ser cuestionada en cuanto a la necesidad de reformular sus métodos, ya que el trabajo de campo afecta al investigador mismo. El etnógrafo que lo realiza en su propio contexto representa, ya sea por su condición de clase, raza o etnia, al sujeto a investigar —tal es el caso de intelectuales de minorías que investigan proce-sos sociales de su propio contexto—; este even-

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Disonanciasla ubicación del sujeto en la etnografía

to cuestiona el paradigma positivista y resalta la necesidad de re?exionar sobre quién es el etnógrafo y hasta dónde puede llevarse la pretensión de objetividad.

El etnógrafo se encuentra ubicado en cualquier sociedad por relacio-nes de poder. Así la práctica de observación deja de ser un intento por mantenerse al margen de las relaciones sociales que están ocurriendo en el lugar donde se posiciona. La primera re?exión de todo etnógrafo sería ubicarse socialmente a la manera del trazo de un mapa social en el que se conecten las relaciones que se producen desde el lugar donde se ha estable-cido. En todos los casos se podrá tener una relación con algunas personas y no con otras a lo largo del tiempo. Según Rodrigo Díaz:

[…] el antropólogo mapea un fenómeno de otra cultura a la propia; y del mis-mo modo que en todo mapa cada punto se de>ne, depende y está relacionado con otros puntos, así en este caso para hacer inteligible cada una de las creen-cias y prácticas del otro, el antropólogo habrá de analizarlas y de>nirlas en rela-ción con el conjunto de las otras prácticas y creencias. Al apelar a los principios de caridad y humanidad, y a la capacidad humana de extender y ampliarse sensitiva e imaginativamente, el hacedor de mapas trazará canales, puentes, ca-minos o veredas —algunos mejores que otros— entre los sistemas de creencias de otras formas de vida y los que reconozca como propios (Díaz, 1991: 10-11).

Lo que se quiere dar cuenta es cómo el objeto-ente-pasivo de la investi-gación se reivindica hacia sujeto-actor-dinámico, y que el trabajo de campo se acerca más a un habitus —en términos de James CliMord—, lo que expresa el cambio de la visión del sujeto en su dimensión ontológica de establecer una epistemología a partir de la relación entre sujeto y objeto. De acuerdo con la visión intercultural, el saber orientado hacia la construcción de cono-cimiento entre sujetos concretos es incompleto si no está abierto a establecer diálogos y puntos de encuentros entre diferentes expresiones y ontologías que nuestra propia epistemología por sí misma nos impide dar cuenta.

Sin embargo, de lo que sí podemos dar cuenta desde el primer momen-to en el proceso de inmersión es de nuestra corporalidad moviéndose en un campo y en otro. Usando métodos como la construcción de cartografías sociales4 podemos comenzar por reconstruir socialmente el espacio. Esto permite saber de las relaciones entre diferentes grupos de personas, clases o razas en su ubicación socioespacial.

La etnografía desde la re?exión intercultural, plantea la necesidad de explicitar los marcos de referencia dentro de las relaciones de poder de cada situación en la estructura social. Esto ubica a los actores en marcos de acción en los que investigador e interlocutores se encuentran. El diá-logo entre culturas es sustantivo para la construcción de conocimiento

4 existen diferentes nombres para esta cartografía social, la cual se ha llamado social map en estados unidos y mapas cognitivos en la antropología cognitiva del argentino Carlos reynoso.

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intercultural, el cual se establece en relaciones de poder concretas.

La interculturalidad se propone para for-mular un diálogo cognitivo e intersubjetivo en el que se encuentran diferentes culturas. Cada cultura representa una forma de apropiarse del mundo que lo rodea; cosmos. Al declarar nues-tra subjetividad como seres diferentes nos de>-nimos a partir de la relación con otro sujeto. En este sentido, sujeto, porque implica estar sujeto a una comunidad cultural desde la cual se apre-hende el mundo y lo que nos rodea.

El diálogo intercultural plantearía la cons-trucción intersubjetiva en la que los signi>cados se establecen apelando a la homeomórfesis.5 Es decir, estableciendo de antemano que no existen signi>cados únicos y verdaderos desde una cul-tura dominante. Josef Estermann lo escribe así:

[…] es posible introducir parcialmente una ter-minología no occidental y «endógena» en el sen-tido de «equivalentes homeomór>cos» lingüísti-cos con un trasfondo conceptual propio. Esto con el propósito de una subversión intelectual dentro del sistema terminológico y conceptual domi-nante del mundo cientí>co actual. La «alteridad» lingüística puede irrumpir de esta manera en el gran monólogo (del «único logos») universalista de la cultura dominante (Estermann, 1998: 64).

La etnografía propondría una serie de expe-riencias en las que el diálogo se expusiera no sólo en la determinación de un interés neutral, sino en la construcción de conocimientos interculturales con una agenda y objetivos en conjunto.

La interculturalidad como planteamiento académico no es homogénea, por lo que tendría-mos que saber cómo se construye y a través de quienes. Tubino (2010) distingue entre el inter-

5 Cfr. josef estermann (1998) argumenta contra el escép-tico que plantea que no es posible entablar el diálogo \D� TXH� KD\� GLIHUHQWHV� VLJQLÀFDGRV� LQFRQPHQVXUDEOHV�que no son equivalentes de una cultura a otra. Sin em-EDUJR��H[LVWHQ�ªHTXLYDOHQWHV�KRPHPyUÀFRV«�ORV�FXDOHV�podemos construir con interlocutores mediante el diá-logo intercultural.

culturalismo funcional como discurso o>cial que plantea un diálogo sin contexto, carente de re-laciones históricas y asimétricas de poder, cuya principal característica es ocultar y reproducir dichas relaciones, con un distinto nombre que no representa la participación de los actores; en cambio, el interculturalismo crítico, parte por vi-sualizar las causas del no diálogo como expre-sión de la violencia estructural más profunda. Se develan los con?ictos y la asimetría histórica de los diferentes grupos de la sociedad. La intercul-turalidad crítica, por tanto, hay que construirla desde el diálogo con los actores excluidos, con las voces negadas de las minorías políticas, como un proceso que impulse la democratización de los derechos ciudadanos diferenciados, apelan-do a los contenidos históricos y materiales que los reconocen como actores activos y dinámicos.

La etnografía intercultural crítica tendría que recuperar los saberes de la comunidad para su revaloración y reproducción, involucrándose en la transmisión de éstos ahora como patrimo-nio cultural. Por esto la necesidad de establecer una respuesta al discurso dominante desde las ciencias sociales, que establezca la Intercultura-lidad no sólo como un postulado teórico desde el que se enuncia un paradigma renovado, sino sobre todo, una práctica dialógica, como un programa académico que atiende más a la pra-xis, construyendo un método comprometido en la cual se establece la inserción intercultural pro-funda (Mijangos, 2006).

ConclusionesLa etnografía como información sistematizada del diálogo intercultural crítico no sólo es una acumulación de datos de una cultura diferen-te; es una relación cognitiva y dialógica que se establece con personas concretas quienes nos acompañan en el proceso de investigación. El método de la observación participante requie-re explicitar y ampliar el contexto de los actores dentro de las relaciones de poder. La agenda de la investigación tendría un alto componente de responsabilidad al construirse con actores de la

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117

Disonanciasla ubicación del sujeto en la etnografía

comunidad en la que y con quienes se dialoga en el encuentro con el otro; un interlocutor culturalmente distinto.

La re?exión del trabajo de campo implicaría un mayor compromiso y participación con las personas con quienes se realiza la investigación. De manera que se puedan discutir los objetivos y los métodos para recabar información con su colaboración. Hemos dado cuenta de que los etnógra-fos también pueden usar el conocimiento sobre la cultura como un arma para labores ajenas al desarrollo humano de quienes conoce. Por lo que la labor etnográ>ca tendría que estar elaborada a partir del diálogo con la población con quienes se investiga y no solamente a partir del interés del investigador.

La ubicación del etnógrafo y de sus compañeros de investigación se expresa bajo diferentes órdenes de lo social, ya sea el económico, político, género, generación, escolaridad, religión, etc. Son aspectos que nos cons-truyen diferencias que se expresan en el trabajo de campo. Actualmente no se pude sostener la indiferencia objetivista que plantea una neutralidad aparente. La antropología contemporánea tendría que criticar la posición de ver la realidad como hechos objetivos o como textos que se interpretan desde una confortable posición neutral.

El diálogo intercultural plantea una postura responsable del etnógrafo antes, dentro y fuera del trabajo de campo. La construcción del diálogo intercultural requiere la participación activa de los interlocutores en el pro-ceso de investigación y bene>ciarse con los resultados de los estudios rea-lizados. El lugar del sujeto en el trabajo de campo se construye en relación a los sujetos concretos con quienes entabla conversaciones, diálogos. Éstos en su contextualización permiten construir un acercamiento intercultural donde se puedan establecer diálogos cognitivos.

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)UXWDV�\�KRUWDOL]DV�IUHVFDV��EHQHÀFLRV�\�ULHVJRV

R afael Jiménez MejíaUniversidad de La Ciénega del Estado de Michoacán de Ocampo

resumenEn décadas recientes los sistemas de vigilancia epidemiológica de organis-mos nacionales e internacionales han alertado sobre el número cada vez mayor de enfermedades crónicas no transmisibles asociadas con la dieta y actividad física. En la prevención de estos padecimientos se han implemen-tado estrategias para reducir su incidencia; dentro de éstas se sugiere incre-mentar el consumo de frutas y hortalizas frescas, pues se ha observado que contribuye en la prevención de algunos padecimientos relacionados con la dieta. De acuerdo con esto, a nivel mundial ha aumentado el consumo de alimentos frescos de origen vegetal, de tal forma que su cultivo y distri-bución han experimentado un aumento masivo. Sin embargo, en relación con este crecimiento, se han originado problemas de contaminación por microorganismos que producen infecciones alimentarias. También se ob-serva un incremento en el número de brotes de infecciones por microorga-nismos patógenos, alertando a los sistemas de vigilancia epidemiológica a nivel mundial con el propósito de reducir la incidencia de infecciones aso-ciadas a los alimentos de consumo fresco. No obstante, los alimentos pue-den contaminarse en cualquier punto de la cadena de producción y resulta muy difícil determinar con exactitud la fuente principal de contaminación. El propósito de este escrito es dar a conocer algunos de los bene>cios y riesgos que existen en el consumo de frutas y vegetales frescos, los cuales por falta de higiene en el proceso de producción o de manipulación, entran en contacto con microorganismos indeseables.

Palabras clave: alimentos de consumo fresco, bacterias patógenas, infec-ción, vigilancia epidemiológica.

IntroducciónA través de la historia los hábitos alimenticios de los humanos han sido mol-deados por cambios climáticos, estaciones del año, localización, cultura y tecnología (wcrf /aicr , 2007). Los patrones de alimentación del hombre

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se han modi>cado a lo largo de su historia por necesidad, economía y más recientemente por la selección de alimentos diseñados de manera más especí>ca, promovidos por su sabor, costo y con-veniencia, con frecuencia sin tomar en cuenta su aporte a la nutrición y a la salud (Heber y Bower-man, 2001). El tipo de alimentos que consumen las personas a menudo re?eja la época y situa-ción económica en la que viven. Asimismo, los diferentes sistemas de alimentación y dietas que son parte de esas formas de vida afectan el nivel de actividad física, la composición de su cuerpo y estatura, su esperanza de vida y sus patrones de enfermedades (wcrf /aicr , 2007).

De acuerdo con lo anterior se sugiere que las preferencias por los alimentos han sido moldea-das por la cultura y experiencia individual (Krebs, 2009). El cambio en el consumo de alimentos se dio como un proceso lento iniciado con el desarrollo de la agricultura hace aproxima-damente diez mil años. Desde entonces los humanos han dejado gradualmente las dietas basadas en plantas y raíces, que proporcionan además de las vitaminas y minerales esencia-les, más de 25 mil compuestos con actividades biológicas muy variadas, y han adoptado die-tas basadas en granos re>nados, grasas, azúcar y sal (Heber y Bowerman, 2001). De acuerdo con esto, la mayoría de los países de América Latina están sufriendo cambios en su alimen-tación caracterizados por la disminución del consumo de frutas, verduras, granos integrales, cereales y legumbres y se registra un aumen-to paralelo del consumo de alimentos ricos en grasas saturadas, azúcar, sal, leche, carne, ce-reales re>nados y alimentos procesados (ops, 2006). Además, se ha observado una dismi-nución en la actividad física, lo cual ha dado como resultado una epidemia creciente de obe-sidad a nivel mundial, que se asocia con dife-rentes padecimientos crónicos como diversos tipos de cáncer, problemas cardiacos, diabetes y demás padecimientos relacionados con la obesidad. También se observa que en muchos países la pobreza y la malnutrición coexisten

con la obesidad y enfermedades crónicas (He-ber y Bowerman, 2001; ops, 2006).

Con el propósito de atender estos proble-mas, la Organización Mundial de la Salud (oms) puso en marcha la Estrategia Mundial sobre ali-mentación saludable, actividad física y salud, que entre sus principales puntos indica la ur-gencia de un estilo de vida mucho más saludable para disminuir riesgos de padecer las principales enfermedades de salud ocasionadas por la dieta y falta de actividad física, la estrategia también sugiere modi>car los hábitos alimenticios (oms , 2004; Pomerleau et al., 2005). Por otro lado, el desarrollo económico está generalmente acom-pañado por cambios cualitativos y cuantitativos en el consumo de alimentos y por lo tanto incide de forma directa en las dietas de la población. En este sentido se ha visto que con el incremen-to del estatus socioeconómico de las personas, la porción de energía consumida principalmente a partir de granos, raíces y tubérculos disminuye, mientras que la cantidad de energía proveniente de grasas, aceites y proteínas de origen animal (incluyendo carne, leche y huevo) aumenta con-siderablemente y en general este tipo de dietas, aunado a la escasa actividad física contribuye al sobrepeso, obesidad y a enfermedades asociadas (wcrf /aicr , 2007) .

Además, algunos estudios de sondeo global sobre el consumo de alimentos indican que sólo una pequeña proporción de la población con-sume la cantidad mínima recomendada de fru-tas y vegetales, que es de 400 g/persona, siendo habitual que los países con bajos ingresos sean aquellos que tienen un consumo menor que esa cantidad de frutas y vegetales (wcrf /aicr , 2007). En el caso particular de México, de acuer-do a los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 (ensn) se encontró que hay una tendencia creciente de obesidad en to-das las edades de la población analizada, niños, adolescentes y adultos. También la ensn reveló que la actividad física de los niños y adolescentes mexicanos está por debajo de lo recomendado (60 minutos de actividad física de moderada a

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)UXWDV�\�KRUWDOL]DV�IUHVFDV��EHQHÀFLRV�\�ULHVJRV Disonancias

vigorosa). Lo anterior obliga a implementar estrategias a nivel de dieta y de actividad física para la prevención y control de padecimientos asociados a la obesidad (Olaiz-Fernández et al., 2006).

Por otro lado, los alimentos que se consumen diariamente rara vez es-tán libres de microorganismos que pueden entrar en contacto con éstos durante su producción, almacenamiento, distribución y manipulación. Además, en la mayoría de los casos la presencia de microorganismos en los alimentos puede observarse de acuerdo a los efectos que pueden producir sobre éstos, como son: a) la descomposición; b) la producción de infeccio-nes por su consumo; y c) la transformación bené>ca de sus propiedades (Adams y Moss, 2008). Frecuentemente la presencia de microorganismos en los alimentos no representa ningún riesgo a la salud por su consumo, pero algunas veces su contaminación microbiológica representa riesgos muy importantes, ya que los microorganismos pueden causar enferme-dades por el consumo de alimentos contaminados. De acuerdo con esto último se ha observado un aumento a nivel mundial en los brotes de in-fecciones asociadas al consumo de alimentos. Originalmente se consideró como vehículo principal de infecciones a los alimentos de origen animal que se ingieren crudos o mal cocinados, sin embargo en la última década se ha observado un incremento en brotes de infecciones transmitidas por el consumo de frutas y hortalizas frescas (cps , 2008; Scott, 2003).

Importancia del consumo de frutas y vegetales frescos De acuerdo con resultados de diversos organismos nacionales e internacio-nales, en épocas recientes se ha observado un incremento de padecimientos crónicos no transmisibles, relacionados directamente con la dieta y activi-dad física (Dallongeville et al., 2011). Por esta razón se han fomentado esti-los de vida más saludables, en los que se recomienda incrementar la ingesta de productos frescos de origen vegetal como frutas y hortalizas, ya que son ricos en nutrientes esenciales y bajos en contenido calórico (ibídem).

Además de las propiedades y componentes de los alimentos de origen vegetal, los resultados de varios estudios indican que el incremento en el consumo de dietas ricas en frutas y hortalizas contribuyen a reducir la inci-dencia de enfermedades cardiacas en 30 por ciento, mientras que en cáncer estomacal 19 por ciento, esofágico 19 por ciento, pulmonar 12 por ciento y colorectal un dos por ciento (Pomerleau et al., 2004; Willett, 1994). Aun-que no está completamente clara la relación o contribución de un alimento especí>co, ni de uno de sus componentes aislado, en la reducción de la incidencia de algunos de los padecimientos mencionados (Willett, 1994). Además, debido a que las frutas y hortalizas son ricas en agua y >bra y por su bajo contenido calórico, se ha sugerido que pueden ayudar a disminuir el problema de la obesidad. Aunque los resultados obtenidos a la fecha son muy variados, se asocian las dietas ricas en frutas y hortalizas frescas con la pérdida de peso en individuos obesos (Sartorelli et al., 2008); sin embargo,

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otros reportes indican que el consumo de frutas y vegetales frescos no contribuyen de manera clara en la pérdida de peso, pero sí favorecen que no haya aumento en personas con sobrepeso y peso normal (Buijsse et al., 2009).

riesgos por el consumo de frutas y vegetales frescosEl incremento en el consumo de frutas y hortali-zas sin procesar o muy poco procesados, también se ha relacionado con el aumento en el número de infecciones asociadas con estos alimentos. A pesar de la importancia que tienen las infeccio-nes transmitidas por alimentos o agua conta-minados, no hay estadísticas con>ables a nivel mundial; sin embargo, existen estimaciones de los países en donde la vigilancia epidemiológica es más estricta, que muestran una contribución muy importante en la morbilidad y mortalidad. Recientemente, se ha comprobado que las frutas y hortalizas frescas tienen un papel muy impor-tante al actuar como uno de los principales ve-hículos para la transmisión de microorganismos patógenos, causantes principalmente de infec-ciones intestinales en humanos, y que original-mente se asociaron con el consumo de productos contaminados de origen animal (Berger et al., 2010; Buck et al., 2003; Willett, 1994).

De acuerdo con lo anterior, existe un incre-mento en los reportes de infecciones que involu-cran a las frutas y hortalizas de consumo fresco como vehículos de infecciones intestinales, aun-que se conoce muy poco sobre la vía de conta-minación especí>ca. Por ejemplo, de acuerdo al Centro de Prevención y Control de Enfermeda-des de Estados Unidos, las frutas y hortalizas de consumo fresco son responsables de 22 por cien-to de las infecciones transmitidas por alimentos (Heredia et al., 2009). Este aumento se ha atri-buido a muchos factores entre los que destacan la producción masiva de alimentos, la globaliza-ción en su distribución y los cambios en la dieta, lo que ha conducido a un aumento del consumo de frutas y hortalizas crudas o muy poco proce-sadas o bien al consumo de ensaladas y comidas

preparadas fuera de casa. También han coope-rado los cambios en los métodos de producción y procesamiento de alimentos, las fuentes de producción y la aparición de nuevos patógenos que anteriormente no estaban asociados con in-fecciones producidas por alimentos (Buck et al., 2003; Nyachuba, 2010).

Principales bacterias patógenas transmitidas por frutas y hortalizas frescasLas infecciones trasmitidas por alimentos se producen por el consumo de éstos y por bebi-das contaminadas con bacterias que son capa-ces de colonizar el intestino humano y causar infecciones gastrointestinales. Los síntomas más comunes de estos organismos, una vez que logran infectar al cuerpo, como se puede apre-ciar en la tabla 1, son muy variados, al igual que el tiempo en que éstos tardan en aparecer, lo cual se conoce como periodo de incubación del microorganismo.

A la fecha se han descrito más de 250 mi-croorganismos que pueden causar infecciones intestinales en humanos y que son transmitidos por una gran diversidad de alimentos. Sin em-bargo, los que se asocian al consumo de frutas y hortalizas frescas son muy pocos y la frecuen-cia con que se detectan en estos alimentos varía dependiendo del tipo de alimento y del tipo de microorganismo. Aunque su aislamiento es poco frecuente, cuando se logran detectar dichas bac-terias es necesario advertir los riesgos que con-lleva el consumo de los alimentos contaminados y en la mayoría de los casos su retiro del merca-do, ya que para algunas bacterias se ha determi-nado que son capaces de infectar a los humanos en dosis muy bajas, por ejemplo, se estima que para la bacteria Escherichia coli O157:H7 entre 10 y 100 bacterias son su>cientes para causar enfermedad. En este sentido, las bacterias pató-genas que se han asociado y aislado con mayor frecuencia de brotes de infecciones transmiti-das por frutas y hortalizas frescas en diferentes países se enlistan en la tabla 1. También puede observarse que son muy variados los tipos de ali-

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)UXWDV�\�KRUWDOL]DV�IUHVFDV��EHQHÀFLRV�\�ULHVJRV Disonancias

mentos a partir de los cuales se han aislado microorganismos patógenos, siendo los más comunes la lechuga y el germen de diversas semillas; en ellas se han logrado identi>car bacterias como Salmonella enterica, E. coli, especies del género Shigella, Campylobacter jejuni, Listeria monocytogenes, Vibrio cholerae, Staphylococcus aureus y especies de Aeromonas (Brandl, 2006). Sin embargo, de acuerdo a los datos de la literatura sobre las infec-ciones transmitidas por frutas y vegetales frescos, destacan por su inciden-cia a nivel mundial las Salmonelosis, Campilobacteriosis e infecciones por E. coli, mientras que las infecciones provocadas por el resto de los microor-ganismos se consideran esporádicas.

En países donde la vigilancia epidemiológica de las infecciones trans-mitidas por alimentos es más estricta, como en Inglaterra, se ha demostrado que ensaladas, vegetales frescos y frutas son responsables de 6.4 y 10.1 por ciento del total de las infecciones transmitidas por alimentos. Mientras que en Estados Unidos las infecciones transmitidas por alimentos de consumo fresco representan 22 por ciento, siendo las lechugas, los melones, el germen de semillas y los jugos de frutas los productos comúnmente más implica-

Tabla 1. Principales bacterias patógenas transmitidas por el consumo de frutas y hortalizas frescas.

Patógeno Alimento enfermedad/ síntomas Periodo de incubación

S. enterica

Tomates, lechuga, melón, germen GH�DOIDOID��FROLÁRU��DSLR��EHUHQMHQD��mango, germen de soja, cilantro, alcachofa, berros, chile y especies.

Salmonelosis/ Dolor de estómago, nauseas, esca-ORIUtRV��ÀHEUH�\�GRORU�GH�FDEH]D� 6 a 48 horas

E. coli (EHEC, EPEC, ETEC y

EIEC

melones, lechugas, espinacas, ensa-ladas, col, germen de alfalfa, uvas.

Diarrea y colitis hemorrágica/�'RORU�GH�HVWyPDJR��QDXVHDV��HVFDORIUtRV��ÀHEUH�\�

dolor de cabeza.2 a 4 días

S. dysenteriaeS. boydiiS. sonnei6��ÁH[QHUL,

ensaladas, cilantro, perejil, lechuga, germen de maíz, lechuga, apio,

cebollines, tomates.

Shigelosis/ Dolor abdominal, calambres, vómito y diarrea con sangre y moco. 12 a 50 horas

C. jejuniCebollas, lechugas, champiñones, papas, perejil, pimienta, espinacas,

papaya, melones.

Campilobacteriosis/ Fiebre, dolor abdominal seve-ro, náuseas y diarrea de diferente intensidad. 2 a 5 días

L. monocyto-genes

Germen de frijol, repollo, pepino, OHFKXJDV��EUyFROL��FROLÁRU��SLPLHQWR�verde, apio, champiñones, papa, rá-bano, vegetales de hojas y tomates.

listeriosis/ Fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y espalda, en ocasiones dolor abdominal y diarrea.

2 días a 3 semanas

Y. enterocolitica Berro, germen de frijol, lechuga, cilantro, pepinillo y perejil.

<HUVLQLRVLV��'RORU�DEGRPLQDO��GLDUUHD��ÀHEUH�PRGH-rada y vómito. 1 a 3 días

V. cholerae repollo, lechuga y amaranto. Cólera/ Fiebre, calambres abdominales, vómito, diarrea, dolor de cabeza, deshidratación y diarrea. 1 a 3 días

A. hydrophilaGermen de alfalfa, espárragos, EUyFROL��FROLÁRU��]DQDKRULD��DSLR��

lechuga, pimiento y espinaca

Diarrea/ Diarrea acuosa, calambres abdominales, ÀHEUH�PRGHUDGD�\�YyPLWR� 24 a 48 horas

S. aureus(Intoxicacio-

nes)

Germen de alfalfa, zanahoria, lechu-ga, rábano y perejil.

Intoxicaciones alimentarias/ Nausea severa, calam-bre estomacales, vómito y algunas veces diarrea 2 a 6 horas

B. cereus(Intoxicacio-

nes)

Germen de alfalfa, berros, pepinos, germen de mostaza y soja

Intoxicación alimentarias/ Diarrea, calambres abdominales, nausea y vómito.

30 min a 16 horas

C. botulinum(Intoxicacio-

nes)

Champiñones, pimiento verde, ensa-lada de col, repollo.

Intoxicaciones alimentarias/ Vómito, dolor abdo-minal, fatiga debilidad muscular, alteraciones de la

vista, boca seca, parálisis e infarto.12 a 36 horas

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dos, aunque también se han identi>cado otros vegetales como tomates, cilantro, perejil, espina-cas, cebollas, zanahorias y repollos (Brandl, 2006; Heredia et al., 2009; who, 2008). A continuación se describen algunas de las características básicas de los microorganismos implicados más común-mente con infecciones intestinales transmitidas por alimentos de consumo fresco.

Salmonella enterica: El género Salmonella está conformado por dos especies, S. bogori y S. en-terica. Esta última comprende más de 2,700 va-riedades y es una de las bacterias que se asocia con mayor frecuencia a brotes de infecciones transmitidas por alimentos de consumo fresco. En algunos países se estima que causa alrede-dor de 48 por ciento de los brotes de infecciones transmitidas por este tipo de alimentos (Brandl, 2006). Estas bacterias se encuentran en el intesti-no humano y en una gran variedad de animales y aves, lo cual facilita que entre en contacto con los alimentos en cualquier fase del proceso de pro-ducción. Durante la etapa precosecha, la prin-cipal fuente de contaminación con esta bacteria es el agua, fertilizantes orgánicos, materia fecal o por contacto directo de animales, mientras que en la etapa poscosecha el agua y el manejo por personas infectadas con la bacteria son dos de las principales vías de contaminación (Fatica y Sch-neider, 2011).

Campylobacter jejuni: es la especie que a nivel mundial causa el mayor número de infecciones intestinales bacterianas. Es un habitante normal del intestino de varios animales, entre los que destacan los pollos. También pueden encontrarse habitualmente en el agua, por lo que se asocian con infecciones transmitidas por el consumo de alimentos de origen animal o por agua contami-nada (Young et al., 2007). Sin embargo, también se ha relacionado con brotes de infecciones por el consumo de lechugas o ensaladas de diversos vegetales, y en los jugos de frutas sin pasteurizar. Aunque no es muy clara la vía principal de conta-minación, se sugiere que el agua puede ser una de

las principales; también puede contribuir de ma-nera importante el uso de fertilizantes orgánicos de animales en los cuales esta bacteria es huésped normal (Brandl, 2006; Harris et al., 2003).

Escherichia coli: es una bacteria que normalmen-te se encuentra en el intestino de humanos, pero también puede encontrarse en animales como vacas, cerdos y conejos, entre otros. Sin embar-go, aunque es una bacteria que forma parte de la microbiota intestinal normal, algunas variantes de esta bacteria tienen la capacidad de producir infecciones en el humano, que van desde muy leves y autolimitadas como la diarrea, hasta las que ponen en riesgo la vida del individuo como el síndrome urémico hemolítico. Cuatro varie-dades principales de E. coli son las que se han asociado con infecciones transmitidas por ali-mentos, E. coli enterotoxigénica (Etec), E. coli enterohemorrágica (Ehec), E. coli enteroinvasiva (Eiec) y E. coli enteropatógena (Epec) (Berger et al., 2010). Las principales vías por las que estas bacterias entran en contacto con los alimentos son: a) el uso de agua contaminada, tanto para el riego en la fase precosecha, como para su la-vado en poscosecha; b) las personas infectadas que manipulan los alimentos y que pueden ser-vir como vehículo de estos organismos.

Shigella: El género Shigella se compone de cuatro especies, S. dysenteriae, S. boydii, S. sonnei, y S. 2exneri, todas ellas patógenas de humanos (Ni-yogi, 2005). La shigelosis es una infección que normalmente se transmite de persona a persona, sin embargo, también es frecuente adquirirla a través del consumo de alimentos y agua conta-minados con la bacteria. En particular, se han reportado brotes asociados con S. sonnei en la lechuga, así como de S. 2exneri por el consumo de cebollas (Harris et al., 2003). El humano es el único hospedero natural de Shigella; por lo tan-to, la fuente de contaminación de los alimentos generalmente es por el uso de agua contaminada con heces de humano para el riego o lavado de los vegetales, o por personas infectadas que los

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)UXWDV�\�KRUWDOL]DV�IUHVFDV��EHQHÀFLRV�\�ULHVJRV Disonancias

manipulan. También en algunos casos se ha encontrado que las moscas pueden contribuir a la contaminación de los alimentos con esta bacteria (Niyogi, 2005).

Otros organismos patógenos emergentes: Además de los microorganismos arriba descritos, también se ha asociado a bacterias como Aeromonas hy-drophila, Listeria monocytogenes, Yersinia enterocolitica, y Vibrio cholerae con infecciones por el consumo de frutas y vegetales sin procesar, aunque su incidencia es muy baja en comparación con los otros microorganismos, se ha destacado su importancia como un riesgo potencial. Por ejemplo, es-pecies de Aeromonas son patógenos oportunistas cuyas infecciones trans-mitidas por alimentos vegetales son muy esporádicas, pero debido a que son organismos ubicuos, se ha detectado su presencia en lechugas y ger-men de diversas semillas, por mencionar algunos. L. monocytogenes es una bacteria que se ha detectado en diversos vegetales como repollo, pepino, le-chugas, entre otros; sin embargo, los brotes de infecciones a partir de estos alimentos han sido muy esporádicos y en los casos en los que se produjeron fue por el consumo de mezclas de vegetales con otros alimentos, por lo que no ha sido posible establecer especí>camente la fuente del microorganis-mo (Harris et al., 2003; Leverentz et al., 2003). Por su parte, V. cholerae es una bacteria que produce diarrea severa (cólera), normalmente asociada al agua contaminada, por lo que se ha observado que representa un riesgo potencial debido a su uso para el riego de los alimentos de consumo sin procesar. La vía principal de contacto de estos organismos con las frutas o vegetales frescos es por medio del agua.

Organismos causantes de intoxicaciones alimentarias: En este grupo de mi-croorganismos se encuentran aquellos que a diferencia de todos los ante-riores, su efecto dañino no está directamente asociado con la colonización intestinal, sino a través de la producción de potentes toxinas secretadas por la bacteria, las cuales son responsables directas de las intoxicaciones. Entre las más comunes asociadas con frutas y alimentos de consumo fresco se puede mencionar Staphylococcus aureus, Bacillus cereus y Clostridium botulinum; estas bacterias colonizan la super>cie de los vegetales y, una vez establecidas, producen sus toxinas características que dan como resultado la intoxicación. Aunque sólo existen algunos indicios de intoxicaciones, asociados al consumo de alimentos frescos, en los que se ha detectado la presencia de estas bacterias, ha un surgido interés en su monitoreo puesto que su presencia o la de sus esporas, en el caso de B. cereus y C. botulinum, en alimentos frescos representa un riesgo potencial muy importante (Ha-rris et al., 2003). La vía principal por la que S. aureus entra en contacto con los alimentos es a través de la manipulación de éstos por personas que portan la bacteria, mientras que B. cereus y C. botulinun producen esporas que se encuentran en prácticamente cualquier ambiente incluyendo el agua y el polvo, a través de los cuales llegan a los alimentos (ibídem).

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Vías de contaminación de los alimentos de consumo frescoLa diversidad de sistemas de cultivo, escala de producción, uso y diseño de equipos, prácticas tradicionales, in?uencias ambientales y carac-terísticas del suelo de la parcela, son algunos de los factores que pueden in?uir en los riesgos de contaminación de los alimentos con microorga-nismos indeseables (Suslow et al., 2003). Por esta diversidad de variables resulta muy difícil deter-minar la fuente de contaminación principal, ya que las bacterias patógenas entran en contacto con los alimentos en cualquier punto del sistema de producción (Lynch et al., 2009). Sin embargo, es muy diferente la forma y las condiciones en las que cada cultivo entra en contacto con microor-ganismos contaminantes durante el proceso de producción, el cual abarca desde que se inicia la siembra hasta que el alimento llega al consumi-dor, y se ha dividido en dos fases principales, la fase precosecha (en el campo) y la poscosecha (Beuchat y Ryu, 1997; Buck et al., 2003; Suslow et al., 2003).

La fase de precosecha abarca desde la se-lección del sitio de siembra de los cultivos has-ta que estos están listos para su cosecha. En esta fase los organismos patógenos pueden es-tablecerse en las plantas cuando se encuentran en el campo. De tal forma que los cultivos están expuestos a los contaminantes durante todo su desarrollo, por lo que las fuentes de contami-nación principales que se han identi>cado en esta fase incluyen al suelo, heces, agua de rie-go, agua usada en la aplicación de compuestos para el control de plagas, polvo, insectos, ma-nejo inadecuado de compostas, animales salva-jes y domésticos y manipulación por personas (Figura 1). Sin embargo, dentro de las men-cionadas fuentes de contaminación resalta la importancia del agua como la principal, ya que es el medio primordial de distribución de los agentes más importantes que causan infeccio-nes alimentarias en humanos. Además, duran-te toda la fase de precosecha el agua es esencial para el desarrollo de los cultivos pues se utiliza

para el riego, la aplicación de plaguicidas y la aplicación de productos foliares (Berger et al., 2010; Suslow et al., 2003). Por esta razón, el uso de agua libre de microorganismos patógenos, así como el uso de compostas o fertilizantes de origen animal libre de microorganismos en esta fase de producción reduce signi>cativa-mente los riesgos de infecciones transmitidas por estos productos.

Por su parte la fase de poscosecha inclu-ye todo el proceso desde la cosecha, empa-que, transporte, almacenamiento, distribución y manipulación de los alimentos. En esta, las principales fuentes de contaminación por mi-croorganismos patógenos incluyen el manejo por los trabajadores, equipo de cosecha, con-tenedores de transporte, animales, lavado, al-macenamiento, empaquetamiento, entre otros (Beuchat y Ryu, 1997; Buck et al., 2003; Sus-low et al., 2003). Se ha observado que el agua también juega un papel muy importante, ya que muchos alimentos y frutas de consumo fresco son lavados antes de su distribución. El uso de agua contaminada con microorganismos faci-lita que durante el lavado éstos se adhieran a la super>cie de las hojas o la super>cie de las frutas y se interioricen dependiendo del tipo de alimento y la temperatura del agua (Fatica y Schneider, 2011). También, la contaminación en esta fase puede ser por corte en la super>-cie, lo que en el caso de frutas como el melón lleva los microorganismos hasta la parte cen-tral de la fruta donde encuentran condiciones favorables para vivir, o en el caso de vegetales frescos como la lechuga el corte en la super>cie de la hoja puede permitir que bacterias como S. enterica o E. coli puedan persistir viables por mucho tiempo (Berger et al., 2010; Fatica y Schneider, 2011).

Control de bacterias patógenas en alimentos frescosLos métodos para controlar o eliminar la presen-cia de microorganismos en los alimentos de con-sumo fresco son muchos y muy variados, cada

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127

)UXWDV�\�KRUWDOL]DV�IUHVFDV��EHQHÀFLRV�\�ULHVJRV Disonancias

uno de estos representa tanto ventajas como desventajas dependiendo del tipo de alimento. Sin embargo, dentro de los principales métodos para eli-minar o reducir signi>cativamente la presencia de bacterias patógenas se encuentran las medidas preventivas, las buenas prácticas de agricultura y buenas prácticas de manejo de los alimentos para el control adecuado de los microorganismos. Las primeras contienen recomendaciones aplicables directamente en el campo por los productores, por ejemplo, el uso de agua libre de microorganismos patógenos; las segundas por su parte, contienen normas aplicables a quienes se dedican a la distribución, manipulación o procesamiento de los alimentos, así como a la sanidad de las instalaciones. Además de estas prácticas, existen diversos métodos para reducir o elimi-nar las poblaciones microbianas en los alimentos frescos.

Los métodos tradicionales para eliminar los patógenos de los alimen-tos involucran el uso de agentes químicos o físicos. Los principales tra-

Figura 1.

Agua contaminadaSemillas

contaminadas

estiercol

Heces de animales/humanos

Bacterias presentes enel suelo

Insectos

Bioaerosol

Fuente. jiménez-mejía r.Principales vías de contaminación de los alimentos de consumo fresco. el estiércol de animales utilizado como fertilizantes frecuentemente contiene microorganismos patógenos que pueden llegar a los alimentos por medio del viento en forma de aerosol o por medio de insectos que en sus patas pueden transportar a las bacterias. De igual forma, heces de animales o KXPDQRV�TXH�FRQWLHQHQ�EDFWHULDV�SDWyJHQDV�SXHGHQ�DOFDQ]DU�OD�VXSHUÀFLH�GH�ORV�FXOWLYRV�SRU�LQVHFWRV�R�SRU�HO�YLHQWR��3RU�RWUR�lado, el agua contaminada utilizada para el riego o la aplicación de productos foliares es un vehículo muy importante para que ORV�PLFURRUJDQLVPRV�SUHVHQWHV�HQ�HOOD�VH�HVWDEOH]FDQ�HQ�OD�VXSHUÀFLH�GH�ODV�KRMDV�\�UDtFHV�GH�ORV�FXOWLYRV��/DV�VHPLOODV�FRQWD-minadas, ya sea por agua o suelo representan un serio problema cuando se utilizan para la producción de germen. Además, las bacterias presentes en el suelo también pueden llegar a los cultivos, ya sea por medio del agua de riego o durante la lluvia. ,PDJHQ�WRPDGD�\�PRGLÀFDGD�GH��%UDQGO���������

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Diálogos multidisciplinarios Número 2, julio-diciembre de 2012

128

tamientos implican lavado directo mediante la aplicación de agua, agentes limpiadores (deter-gentes) y tratamiento mecánico de las super>cies como cepillado seguido de lavado con agua lim-pia. Sin embargo, recientemente se han imple-mentado otros métodos físicos y químicos con el propósito de eliminar a los microorganismos de los alimentos, en los cuales la e>cacia de cada método depende del tipo de tratamiento, tipo de microorganismo, tiempo de exposición y con-centración del agente limpiador, pH, temperatu-ra, entre otros (Parish et al., 2003). De tal forma que el método y las condiciones de limpieza de los alimentos deben ser muy variados. Entre los principales agentes químicos y físicos usados para controlar a los microorganismos se encuen-tran compuestos de cloro y yodo, compuestos cuaternarios de amonio, peróxido de hidrógeno, ozono, irradiación y temperatura, entre otros (Heredia et al., 2009; Parish et al., 2003).

&RQVLGHUDFLRQHV�ÀQDOHVLas infecciones transmitidas por alimentos re-presentan un problema de salud pública a nivel mundial y México no es la excepción; sin embar-go, en nuestro país no hay estadísticas con>ables de este tipo de infecciones. Eliminar los microor-ganismos de los alimentos es prácticamente im-posible, aunque se puede reducir su presencia previniendo que estos se contaminen. En años recientes se ha observado un incremento en el número de brotes de infecciones asociados al

consumo de alimentos frescos contaminados con microorganismos patógenos, por lo que urge que se tomen medidas adecuadas para su control. Di-chas infecciones frecuentemente ponen en ries-go la vida de las personas, además del impacto económico que tienen a nivel familiar y guberna-mental por el costo de los tratamientos, así como las pérdidas ocasionadas por el desecho de los productos contaminados. En México no hay vi-gilancia epidemiológica de las infecciones trans-mitidas por alimentos y sobre todo, una vez que se presentan estos brotes de infecciones, no exis-te un seguimiento adecuado para determinar la fuente y el tipo de microorganismo que las causa. Por lo anterior es imperante tomar medidas que fomenten la inocuidad de los alimentos, tanto en la etapa de producción como en la de manipula-ción, ya sea dentro o fuera del hogar. El estado de Michoacán guarda la misma situación que preva-lece en el país y particularmente en la región de La Ciénega de Chapala de Michoacán, urge im-plementar medidas que garanticen la inocuidad de los alimentos de consumo fresco producidos en la zona. Además, no hay datos disponibles so-bre la calidad microbiológica del agua usada para la producción de cultivos, lo cual apremia la ne-cesidad de estudios que aborden dicho problema, con el propósito de sugerir y promover estrate-gias que ayuden en la prevención de infecciones transmitidas por los alimentos producidos en la región, en los que se utiliza agua de riego y cuya calidad microbiológica es desconocida.

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Intersecciones cotidianas

lugar de convergencia de las opiniones razonadas sobre la producción de conocimiento FLHQWtÀFR��ÀORVyÀFR��\�FXDOTXLHU�PDQLIHVWDFLyQ�artística que implique un proceso creativo. en esta sección admitiremos reseñas, notas y comentarios acerca de libros, actividades académicas y expresiones artísticas que sean de interés a nuestros lectores.

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/DV�HVWXIDV�GH�DOWD�HÀFLHQFLD�GH�OHxD�GHO�WLSR�/RUHQD�VRQ�

una opción para las zonas rurales y marginadas de la región

de la Ciénega en el estado de michoacán, por lo que su

difusión puede ayudar a solventar los altos costos de los

energéticos y hacer uso de una fuente renovable de energía

GH�IRUPD�HÀFLHQWH��/D�LQYHVWLJDFLyQ�DO�UHVSHFWR�GH�HVWD�

tecnología hasta el momento se ha desarrollado de forma

precaria, por lo que se requiere de trabajos más profundos

para poder llegar a un nivel óptimo en su uso.

iván vera romero

josé méndez vázquez

osbaldo orda z murillo

juan manuel hernández cázarez

martín eduardo valencia valencia

la revista cuestiona a lo largo de sus artículos la vigencia

de ciertos paradigmas en las ciencias sociales, su origen

y extrapolación de las llamadas ciencias duras, el fracaso

de las promesas imposibles de cumplir en cuanto

D�OD�SUHGLFFLyQ��DGPLQLVWUDFLyQ�\�FXDQWLÀFDFLyQ�GHO�

conocimiento, así como la necesidad de una permanente

innovación en las miradas con que abordamos, exploramos

y construimos el mundo que nos rodea.

víctor manuel ort iz aguirre

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estufa de leña de alta HÀFLHQFLD�WLSR�/RUHQD�D�HVFDOD

Iván-Vera Romero José Méndez Vázquez Osbald o Ordaz Murillo Juan Manuel Hernández Cázarez Martín Eduard o Valencia Valencia

Universidad de La Ciénega del Estado de Michoacán de Ocampo

resumenHasta el momento, las formas de cocción de alimentos, calentamiento de agua y calefacción en las zonas rurales, siguen siendo muy rudimentarias y poco e>cientes, contribuyendo de alguna manera a la deforestación local y a la generación de co 2, co y compuestos volátiles altamente perjudiciales para la salud, los cuales han sido minimizados con la aplicación de las estu-fas de leña de alta e>ciencia de tipo Lorena (lodo y arena). En la zona de la Ciénega del Estado de Michoacán, se ha detectado la necesidad de imple-mentar ésta tecnología que ayuda a reducir el impacto ambiental ocasiona-do por la deforestación, así como a reducir las afecciones respiratorias, por lo que se deben realizar e implementar estudios técnicos para detectar las ine>ciencias e incorporar mejoras que ayuden a obtener mayores bene>-cios de la madera empleada.

AntecedentesEsta tecnología no es meramente nueva, sin embargo, su aplicación ha sido poco difundida en nuestro país de acuerdo a las necesidades existentes en las zonas rurales. Esta estufa tuvo sus inicios en Guatemala en la década de los setenta, y al paso del tiempo ha sufrido diversas modi>caciones en su diseño (Díaz Jiménez et al., 2000) (Vera Romero y Aguillón Martínez, 2010). Las estufas tipo Lorena son una aplicación derivada de las cocinas de fogones antiguos pero más e>cientes, por lo general son usadas en los medios rurales. Con respecto a los fogones de tres piedras, las estufas tipo Lorena reducen el uso de leña, almacenando el calor de manera e>ciente por los materiales que se utilizan en su fabricación.

IntroducciónSe construyó una estufa a escala para mostrar de forma práctica y didác-tica su factibilidad en el medio rural, de tal manera que se pueda difundir en la región de la Ciénega. Esta zona, presenta un gran número de hogares

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Diálogos multidisciplinarios Número 2, julio-diciembre de 2012

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consumidores de leña gracias a la disposición de los recursos forestales, además de que forma par-te de la identidad cultural local. De tal manera, el aprovechamiento de esta necesidad de obtener una fuente de calor a través de un recurso renova-ble, como lo es la leña, facilita que una tecnología como la estufa de leña de alta e>ciencia pueda ser aprovechada de manera satisfactoria y en bene->cio de las comunidades locales. El uso de leña puede ser un recurso alterno a los combustibles fósiles, principalmente al gas licuado de petróleo (gas lp), posibilitando reducir la dependencia de éste, así como conservando los usos y costumbres de las localidades.

La aplicación de las estufas ahorradoras de leña, sin importar su origen o forma de fabrica-ción, aportan grandes bene>cios de distinta ín-dole, entre los cuales se enumeran los siguientes:

El fuego está con>nado en una cámara, re-duciendo el riesgo de accidentes.Se conserva y se aprovecha más el calor.Alto rendimiento energético. Usa menos leña que el fogón de tres piedras, permi-tiendo un ahorro de treinta a cincuenta por ciento. Es económica y fácil de construir, ya que uti-liza materiales de la región. Impide que el humo se acumule en la cocina. Conserva el calor durante varias horas. Calienta la casa.

metodologíaSe construyó una estufa a escala a través de ma-teriales obtenidos de la región con algunas ade-cuaciones, de tal manera que se pudiera no sólo mostrar su funcionalidad, sino al mismo tiempo servir en el ámbito de la investigación para po-der realizar pruebas de combustión e incorpo-rarle dispositivos que puedan aprovechar mejor la energía contenida en la madera.

Se sabe que los equipos que utilizan fuentes de energía primaria, como los de origen fósil para la generación de energía eléctrica, pueden alcan-

zar e>ciencias teóricas hasta de ochenta por ciento del aprovechamiento total energético, por lo que se piensa que incorporar sistemas de recuperación de calor como en las grandes centrales generado-ras de energía puede aumentar la e>ciencia de esta estufa a niveles similares, siempre y cuando sea es-tudiada en condiciones estables.

Uno de los inconvenientes de la simulación de estos equipos es que a causa de que su uso se da pocas horas al día, su estado permanece casi siempre transitorio, por lo que di>culta el mo-delado y la simulación. Debido a esto último, se pretende estudiar la estufa en su estado actual, en tres diferentes etapas de funcionamiento; la primera etapa abarca el tiempo en que la estufa empieza su funcionamiento, hasta que alcanza un estado óptimo de transferencia de calor; la segun-da etapa está comprendida en el intervalo donde la estufa funciona en su etapa estable y hasta an-tes de dejar atizar la leña; la tercera y última etapa está comprendida en el intervalo donde se ha de-jado de atizar leña hasta el punto donde se deja de emplear como fuente de calentamiento.

Entre las mejoras que se proponen incorpo-rar a esta tecnología se encuentran: la utilización de diversos materiales de construcción, cambio de con>guración interior para el mejor apro-vechamiento de las corrientes internas de calor aportado por la llama, así como por los gases ca-lientes, la incorporación de secciones que eleven la turbulencia interna para ayudar a la transfe-rencia de calor, la incorporación de un recupera-dor de calor a través de un serpentín que ayude a convertir el sistema en una con>guración de cogeneración. La incorporación de un reser-vorio que funcione con el efecto de termosifón puede ser la alternativa más viable, económica y e>ciente para que no sean necesarios grandes cambios en la con>guración original.

Se pretende a su vez modi>car e incorporar un quemador alterno que pueda servir para que la estufa sea dual, es decir, que utilice biogás di-rectamente generado en las casas a través de un biodigestor anaerobio capaz de proveer su>cien-te biogás para una hora de combustión al día, ne-

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135

Intersecciones cotidianas(VWXID�GH�OHxD�GH�DOWD�HÀFLHQFLD�WLSR�ORUHQD�D�HVFDOD

cesario para calentar comida y agua. Este mismo quemador será empleado para incorporar un tercer combustible, el cual se obtendrá por medio de un gasi>cador de madera y basura.

Se estima que las mejoras incorporadas pueden ofrecer un aumento de la e>ciencia entre diez y treinta por ciento, dependiendo de sus con>guraciones.

resultadosLos resultados preliminares muestran que el calor es aprovechado de mejor manera, alcanzando temperaturas promedio en los comales de 240° C para el comal principal, mientras que para el comal secundario se obtuvo una temperatura promedio de 190° C. Para el caso de los gases calientes, se al-canzó una temperatura de 160° C. Estos últimos pueden ser aprovechados para el calentamiento de agua a lo largo del chacuaco. Dichas mediciones preliminares se efectuaron durante un promedio de cinco horas y queman-do alrededor de cinco kilos de leña.

Pasos a seguirSe harán pruebas más exhaustivas al respecto, tomando en cuenta las va-riables más importantes para el análisis, de tal manera que se pueda carac-terizar la simulación.

Se construirá un simulador para poder evaluar las nuevas modi>ca-ciones de la estufa, así como para evaluar las diversas estufas que existen y tener un parámetro de comparación entre cada una de ellas.

Se modelará de forma matemática el comportamiento de la estufa, de tal manera que pueda ser monitoreada y medida en tiempo real.

De esta forma, se espera que la estufa de alta e>ciencia del tipo Lorena brinde una alternativa más completa para la sustitución de los fogones de tres piedras y de gas lp principalmente.

ConclusionesLas estufas de alta e>ciencia de leña del tipo Lorena son una opción para las zonas rurales y marginadas de la región de la Ciénega en el Estado de Michoacán, por lo que su difusión puede ayudar a solventar los altos costos de los energéticos y hacer uso de una fuente renovable de energía de forma e>ciente. La investigación al respecto de esta tecnología hasta el momento se ha desarrollado de forma precaria, por lo que se requiere de trabajos más profundos para poder llegar a un nivel óptimo en su uso.

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SOMIM.

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Presentación del número uno de la revista Diálogos Multidisciplinarios

Víctor Manuel Ortiz Aguirre El Colegio de Michoacán Quiero dedicar este momento a los niños héroes, pero no a los del mito, sino a aquellos que a las cinco de la tarde no han desayunado, que jamás pi-sarán una universidad, que forman parte del cincuenta por ciento de nues-tro país que vive por debajo de los estándares de pobreza a niveles misera-bles. Y a las niñas heroínas, que serán violadas antes de que su sexualidad alcance la madurez, y serán madres todavía siendo niñas. A esa infancia condenada a jamás ser infancia.

A seis años de que la Universidad de la Ciénega del Estado de Mi-choacán abriera sus puertas, aparece la revista Diálogos Multidisciplina-rios, acertado título que re?eja un proyecto educativo contemporáneo y vanguardista. No sólo por el tipo de carreras que ofrece, todas de corte innovador, sino también por el modelo educativo cuyo ánimo es toda una apuesta para abandonar los modelos decimonónicos, aún vigentes en nues-tros tiempos.

Así, el intento de ser sincrónicos con aquello que nos ha tocado vivir, es el espíritu que atraviesa la publicación de estos diálogos entre diversas aproximaciones al conocimiento; ahí reside su gran desafío. Si la anacronía es uno de los rasgos característicos de las perspectivas académicas tradicio-nales, siempre desfasadas, siempre hablando de lo que fue, perdidas en una historia disfrazada de «naturalidad», frente a las intensas transformaciones que ha vivido el pensamiento contemporáneo, esta última es la dirección con la que la revista se sincroniza. Más allá de las tradicionales disciplinas y de una mentalidad del conocimiento justo así, disciplinar, las nuevas con-cepciones de campos problemáticos, donde convergen diversas miradas que permiten sondeos multidimensionales, es la mirada que subyace a esta publicación.

Compuesta por tres secciones con sugerentes títulos: «Hologramía», «Bifurcaria» e «Intersecciones cotidianas», se nos invita a recorrer el tema de la complejidad cruzado con poemas de los juegos ?orales de la revolu-ción mexicana, entretejido con la energía geotérmica y la pregunta sobre

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ser tarascos o p’urhépechas; así de variopinto es el panorama que el lector podrá encontrar. Pero es de llamar la atención hacia un espacio para la escritura donde quepa tal diversidad. ¿Será por-que responde >elmente al espíritu que toda ins-titución llamada universidad debería tener? Ahí es donde la diversidad está unida, donde lo uni-versal tiene cabida, donde la apertura produce, reproduce y crea.

Ya desde la primera página del primer artí-culo surge una serie de interrogantes, por ejem-plo, al hablar de currículum como trayectoria más o menos ?exible para ser recorrida por es-tudiantes en aras de una supuesta formación, surge el cuestionamiento sobre la validez de tal plantilla prefabricada, con su mayor o menor posibilidad de que el estudiante la ajuste a sus propias particularidades. ¿Cómo es que histó-ricamente llegamos a presuponer que para ad-quirir una formación determinada es necesario estandarizar los derroteros? ¿Cómo construimos la necesidad de evaluar para garantizar que el estudiante posea eso que llamamos conocimien-tos, habilidades, destrezas, competencias? ¿Qué trasfondos hay tras los procesos de evaluación? ¿Es posible aprender sin currículos? ¿Por qué la institución ha requerido de formatos, incluso al grado de sancionar con qué verbos se constru-yen cartas descriptivas y con cuáles no?

Es interesante enterarse de los antecedentes de la universidad y de cómo surge un modelo educativo, así como de los avatares que ha ex-perimentado a lo largo de su puesta en práctica, exponiendo nuevamente la distancia, la asincro-nía que hay entre lo planeado y lo realizado. El primer artículo demuestra críticamente el pro-blema de planear en un escritorio, lejos de la rea-lidad, y lo peor, sin considerar la población hacia la que van dirigidas las intervenciones, las pro-puestas, las acciones, las instituciones. Aparecen nuevas interrogantes: ¿es posible que lo institu-cional surja de una acción colectiva autónoma? ¿Es compatible lo institucional con la autono-mía? ¿En qué medida la creación de una institu-ción responde verdaderamente a la demanda de

un colectivo o a los planes políticos de un grupo? Y al igual que el tema de la genómica, ¿realmente cuáles son las necesidades que tenemos como es-tado y país? ¿Cuál es la distancia entre diagnósti-cos e imposiciones?

Del mismo modo, me pregunto la distancia que hay entre la formación de un conocimiento en quien tenga interés en un tema, y su con>gu-ración como fuerza de trabajo explotable en la medida que esté capacitada para ello. En qué me-dida las universidades y centros de conocimien-to forman profesionales críticos de una realidad, por tanto transformadores potenciales de ella, o simplemente técnicos altamente cali>cados… ¡para ser explotados! No basta la autorre?exión, pues sin una conciencia crítica, política, histori-zada, autónoma y solidaria, no hay conocimien-to que pueda ser realmente de provecho para una mayoría.

La revista cuestiona a lo largo de sus artí-culos la vigencia de ciertos paradigmas en las ciencias sociales, su origen y extrapolación de las llamadas ciencias duras, el fracaso de las promesas imposibles de cumplir en cuanto a la predicción, administración y cuanti>cación del conocimiento, así como la necesidad de una permanente innovación en las miradas con que abordamos, exploramos y construimos el mun-do que nos rodea.

Un planteamiento clave reside en el dilema entre la anulación de la experiencia del conoci-miento y su substituto: la producción y repro-ducción de información. «Casualmente», luego de estos cuestionamientos aparece la >gura de Odiseo, vista desde una muy interesante lectu-ra de la escuela de Frankfurt, como diapasón, contrapunto, resonancia; los temas de la infor-mación, el conocimiento y la sabiduría se tren-zan para continuar interrogando el quehacer humano. Ese Odiseo-humanidad que no sabe sino dar cuenta de su periplo a través de la pa-labra, que narra siempre lo que ya fue y nunca lo que es ni mucho menos lo que será. Ser de palabra anacrónica, palabra para nombrar el pa-sado, y así, hacer de la memoria el bastión de su

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identidad. Hablar para recordarse, para no morir. Palabra de razón, para detener un poco el instinto, no ser tan animal, no aniquilarse brutalmen-te. Palabra que siempre falla, como toda civilización; y nuestros tiempos, caracterizados por la dicotomía entre conocimiento o mercancía, de ahí su fallo, su error. Pero la risa queda como coartada, ahí donde el exceso de sentido transforma el signi>cado, o donde el sentido se quiebra y nos lleva por donde jamás pre>guramos, para irrumpir en la carcajada de lo inesperado. La risa como excelente medida, acaso la única, de la trans-formación del conocimiento en sabiduría. Sólo la gente sabia responde con sonrisas conscientes, intencionales, paladeadas. Así de complejo es el pensamiento.

A partir de ese punto, la revista nos lleva por una hermosa Bifurcaria, que no escinde ni hace decalaje, sino más bien parece un surco, al explorar cómo el arte abstracto también es conocimiento. La peor de las censuras es la autocensura, y es muy lejos de ella que el pintor toma la decisión de hacer arte abstracto, sin cuento, sin historia, sin narrativa, con texturas, tonos y composiciones, como una tesis, como una vida, como una novela. Como una fotografía, gracias a cuya invención la pintura pudo liberarse de las representaciones «calcadas» de la realidad, para entrar en dimensiones in-sólitas, que rompían con paradigmas milenarios heredados desde Lascaux o Altamira. Abstraerse e ingresar en lo inimaginado, crear y aun quedar dentro de la racionalidad: el arte concepto. La unión de la espontaneidad con la techné. Esa poïesis que reúne la producción y la creación; extraño posicionamiento de la subjetividad, donde el sujeto se desujeta para volver a sujetarse, pero ahora diferente, renovado. Aunque vale la pena recordar lo que dijo Picasso al visitar la gruta de Lascaux: «No hemos inventado nada nuevo»… acaso solamente tomamos una bifurcación.

Y ya lejos del genoma, nos sorprende una hija de Pancho Villa, que como Merle Ivonne,1 también a>rma su ser… así nada más, tal como ella es. Otra forma de conocimiento que hace puente hacia la sabiduría, ese acomodo de palabras con que el que las perras negras —especie de epí-teto que debemos a Baudelaire quien, como muchos, tenía una relación de amor-odio con las letras—, aparecen como máxima invención de esta nuestra especie productora de signi>cados. In>nito no creado esperando los juegos que hagamos con tan sólo veinticuatro consonantes y cinco vo-cales, donde el orden sí importa y la musicalidad también, ahí en donde la racionalidad se hace ?exible para hacer sitio a la revolución por venir.

Ya entrados en lo lúdico, nos llevan a las Intersecciones cotidianas, donde uno insistirá en seguir leyendo como poesía el tema de la energía geotérmica, y a preguntarse ¿por qué si el planeta es tan ardiente, no nos quemamos los pies? Pero el cambio de tono se impone y surgen otro tipo de interrogantes, como la disyuntiva entre el uso de recursos naturales o la coexistencia con ellos. Y también si una especie depredadora, in>nitamen-te depredadora, puede coexistir con su medio. Y se quedan imágenes de 1 Canción de Susana Zabaleta. <www.youtube/ouyuaanl-z4>.

Presentación Intersecciones cotidianas

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cámaras magmáticas danzando en la mente, en la esperanza de que el techo jamás se derrumbe.

Finalmente, la revista abre la puerta de sa-lida mediante la importancia de hacerse de un nombre. No sólo el que recibimos al nacer, sino de un nombre, dicho con toda propiedad, pro-pio. Si esto es fundamental para un individuo, en el nivel de lo comunitario resulta de mayor im-portancia ya que en su signi>cado tradicional, lo comunitario da sentido inmediato a la identidad: quién soy, en qué mundo y para qué. A diferen-cia de la noción de país, que no siempre tiene clara o presente a la comunidad, sí, ahí está, es palpable y cotidiana, es el otro. Pensando en Ro-berto Esposito, mientras más «contemporánea y urbana» sea la escenografía que nos rodea, pare-ciera más fácil hacerse inmune a la comunidad. Por el contrario, mientras más tradicional sea ésta, mayor di>cultad para inmunizarse de ese munus (carga, peso) que se lleva en colectivo. De ahí el término communitas. Mucho de la identi-dad queda determinado por llevar a cuestas esa carga, sea de tradiciones, de faenas, de mitos y ritos, resumidas en la costumbre. Pero todo ello tiene un nombre, de cuya creciente historia de-penderá el peso que adquiera para ordenar un mundo, dar sentido a la existencia, reconocer el lugar que se ocupa en un tiempo espacio deter-minado. Por tanto hacerse de un nombre propio

es autonomía; no importa si otro me da el nom-bre o yo lo construyo, lo fundamental es cómo lo asumo, en qué medida al apropiarme de ese nombre me apropio de mí. Me pueden decir ta-rasco y yo nombrarme p’urhépecha; pero lo real-mente transformador es que yo asuma mi hacer, mi nombrarme. Así que también puedo retomar el nombre tarasco y hacerlo mío, y yo hacer de ese ser tarasco un acto de autonomía, muy al estilo queer. Del mismo modo que poco valdría recuperar un nombre ancestral si no es asumido con toda la autonomía e irreverencia posible, ya que no se trata nada más de ser para otro (no hay forma de escapar, pues la yoedad siempre es nostredad) sino también de descubrirse a sí al tiempo que se va siendo. Nombrarse debe con-jugarse siempre en gerundio porque es algo que permanecerá durante toda nuestra existencias. De ahí la importancia, más allá de las discusio-nes entre académicos, de que un pueblo diga su propio nombre, pero sobre todo, que se lo apro-pie, que lo asuma y que pueda repetirlo cada vez con mayor fuerza… hasta que no quede más que el silencio.

Enhorabuena, Diálogos Multidisciplinarios.Enhorabuena, comunidad de la Universidad

de la Ciénega, por la segunda edición de la revis-ta Diálogos Multidisciplinarios.

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El Comité Editorial de la revista Diálogos Multidisciplinarios convoca a la comunidad Académica a presentar textos para su posible publicación en el número 3 (Que saldrá publicado en julio de 2013), con el tema sus-tentabilidad . Asimismo se recibirán trabajos para el número 4 (que saldrá publicado en diciembre de 2013), con el tema diversidad cul-tural .

Recepción de los trabajos:Para el tema Sustentabilidad: 5 de mayo de 2013.Para el tema Diversidad cultural: 10 de septiembre de 2013.

Diálogos Multidisciplinarios es una revista de la Universidad de la Ciénega del Estado de Michoacán de Ocampo, fundamentada en promover y difun-dir la generación de conocimiento de forma multi, inter y transdisciplinar, impulsando la discusión y el diálogo a partir de indagaciones originales abiertas al mayor número de enfoques teóricos y metodológicos. Bajo estos lineamientos la revista se enfoca en este propósito para plantear cuestio-nes y explicaciones de la complejidad social en la cual estamos inmersos, por lo tanto acogerá en sus páginas investigaciones teóricas y aplicadas que planteen novedades metodológicas en todas las ramas del conocimiento, las ciencias y las artes.

La revista está estructurada por las siguientes secciones:$. Hologramía: Dossier temático. En esta sección se publicarán textos in-

éditos y originales (Artículos académicos, ensayos teóricos y reportes de investigación) que vayan de acuerdo a la temática sugerida para cada número.

%. Disonancias. En esta sección se publican textos académicos inéditos y originales (Artículos académicos, ensayos teóricos y reportes de inves-tigación) que sean producto de investigaciones multi, inter y transdis-ciplinarias. No se aceptarán artículos previamente publicados, salvo

Convocatoria

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casos excepcionales y por su calidad se aceptará publicar artículos que aparezcan en revistas de otros países.

&. Bifurcaria. Esta sección dedica su espacio a la incorporación de ensa-yos, crónicas, y textos literarios. Pretende promover el acceso al cono-cimiento mediante las vías artísticas y artesanales.

'. Intersecciones cotidianas. Esta sección incluye reseñas de foros acadé-micos en general, libros, revistas, material audiovisual, considera ade-más la publicación de artículos de divulgación y críticas.

Normas para la publicación de material lineamientos generalesQuien envíe un manuscrito se compromete a no someterlo simultánea-mente a la consideración de otras publicaciones. De acuerdo a la política editorial de la revista y respecto de la autoría colectiva, sólo se aceptarán como máximo tres autores por artículo.

Todos los artículos serán sometidos al arbitraje del Consejo Editorial, a dictaminadores tanto externos como internos a la entidad que publica Diálogos Multidisciplinarios, quienes son investigadores y profesores con reconocido prestigio nacional e internacional. El sistema de dictaminación es doble ciego y anónimo, por tanto deberá tener dos positivos para su aprobación. Si hubiera un positivo y negativo, se solicitará un tercero que de>nirá la situación del artículo, siempre respetando que sea un interno y un externo a la entidad que publica. Una vez aceptado el escrito para su pu-blicación, el autor cede automáticamente los derechos patrimoniales sobre su trabajo y autoriza la difusión impresa y electrónica.

lineamientos particulares (artículos académicos, ensayos teóricos y reportes de investigación)La extensión del texto deberá ser entre 15 a 25 cuartillas o de 5,000 a 10,000 palabras, incluidos cuadros, grá>cas, notas y bibliografía. Deberán presen-tarse en cuartillas de 28 líneas (64 golpes por línea) separadas a espacio y medio en tipografía Times New Roman a 12 puntos. En el caso de reportes técnicos de investigación la extensión será entre 3 y 5 cuartillas.

El texto se deberá acompañar por un resumen en inglés (abstract) con una extensión aproximada de diez líneas, además de incluir la indicación de cinco palabras clave, así como el señalamiento del cargo que ostenta actualmente el autor, institución a la cual está adscrito y su dirección elec-trónica, si la tiene.

Cuando se cite o aluda a un autor, hágase la referencia en el mismo texto entre paréntesis, poniendo apellido del autor, año de la publicación citada, páginas citadas; por ejemplo: (Morin, 1979, pág. 90). Esto obliga a tener un apartado de bibliografía, ordenada alfabéticamente. Las notas a pie de página se utilizarán para hacer comentarios y aclaraciones.

Las grá>cas deberán ser editables. De preferencia, importadas desde Excell a Word.

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Los artículos no deberán incluir, en conjunto, más de seis tablas, grá->cos e ilustraciones referenciadas (es decir, que el texto haga mención o alusión a ellas). Estas imágenes son adicionales a las cuartillas del texto.

Se solicita a los autores reunir al >nal del texto todas las imágenes re-ferenciadas y numeradas. Indicar por lo tanto, en el cuerpo del texto, el número de imagen correspondiente. Se recomienda también que envíen un stock de por lo menos 5 imágenes (no referenciadas en el texto, es decir, de uso libre) para apoyar el trabajo de diseño del artículo.

Para facilitar la lectura se recomienda organizar el texto a través de apartados, subtítulos, recuadros de contenido o estadísticas.

ensayo, crónica y textos literariosFormato libre, la extensión máxima será limitada a 15 cuartillas.

reseñas, críticas y artículos de divulgaciónFormato libre, la extensión máxima será de cinco cuartillas.

&LWDV�ELEOLRJUiÀFDVLas citas y referencias bibliográ>cas se realizarán siguiendo los lineamien-tos del formato apa (American Psychological Association)

elementos a evaluarRelevancia del tema, organización, redacción, perspectiva epistemológica desde la cual se aborda el objeto de estudio o tema de análisis, disertación académica del objeto o tema de análisis, novedad del objeto o tema de aná-lisis, aportación de argumentos o evidencias que sustenten las a>rmacio-nes; conclusión y/o re?exiones en torno al objeto o tema de análisis.

envío de los trabajosLos textos deberán enviarse en formato *.doc (Word) haciendo constar, en el nombre del archivo, el apellido del autor y dos palabras del título del trabajo. El archivo se enviará al correo electrónico <[email protected]>. De no recibir el acuse correspondiente de recibido en dos días hábiles por favor reenviar y/o llamar por teléfono al 01 353 532 07 62 ext. 1411 y 1402.

Convocatoria

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HologramíaDossier de artículos académicos

Las contrariedades electorales de la transición política: una mirada nacional y estatalRUBÉN DARÍO RAMÍREZ SÁNCHEZ

Seguridad y democracia: hacia un enfoque integralALBERTO ESPEJEL ESPINOZA

Las batallas de los jóvenes del siglo XXI: un camino de luces y sombrasELVA ARACELI FABIÁN GONZÁLEZ

¿Quién tiene el poder? Una reflexión con FoucaultJORGE GÓMEZ MANCERA

BifurcariaArtes, oficios, artesanías

Los consejos de la Crónica Municipal en la región Ciénega de Chapala del estado de Michoacán de Ocampo y la participación ciudadanaIGNACIO MORENO NAVA

Remedios contra el olvidoJOSÉ DAVID CALDERÓN GARCÍA

AutorretratoGASPAR AGUILERA DÍAZ

DisonanciasInvestigaciones Multidisciplinarias

La ubicación del sujeto en la etnografíaRUBÉN RAMÍREZ ARELLANO

Frutas y hortalizas frescas: beneficios y riesgosRAFAEL JIMÉNEZ MEJÍA

Intersecciones cotidianasSaberes y divulgación

Estufa de leña de alta eficiencia tipo Lorena a escalaIVÁN VERA ROMERO, JOSÉ MÉNDEZ VÁZQUEZ, OSBALDO ORDAZ MURILLO, JUAN MANUEL HERNÁNDEZ CÁZAREZ, MARTÍN EDUARDO VALENCIA VALENCIA

Presentación del número uno de la revista Diálogos MultidisciplinariosVÍCTOR MANUEL ORTIZ AGUIRRE