Top Banner
PEÑARANDA Revista de creación literaria Número 1 junio 2013 1
84

Revista Peñaranda. Junio 2013

Mar 24, 2016

Download

Documents

Revista de Creación literaria del IES "Virgen del Soterraño". Barcarrota. Badajoz.
Welcome message from author
This document is posted to help you gain knowledge. Please leave a comment to let me know what you think about it! Share it to your friends and learn new things together.
Transcript
Page 1: Revista Peñaranda. Junio 2013

PEÑARANDARevista de creación literaria

Número 1 junio 2013

1

Page 2: Revista Peñaranda. Junio 2013

© Los autores, 2013.

Editado por

IES “Virgen Del Soterraño”,

Barcarrota, (Badajoz)

Junio 2013

http://revistaiesbarcarrota.wordpress.com

2

Page 3: Revista Peñaranda. Junio 2013

La literatura es también una forma de la alegría.

Jorge Luis Borges

3

Page 4: Revista Peñaranda. Junio 2013

4

Page 5: Revista Peñaranda. Junio 2013

BANG

ESE olor me hizo despertar de nuevo. Abrí los ojos poco a poco, el sol me cegaba. Estaba otra vez en aquel lugar, tirada en el suelo, desnuda. No supe cómo había llegado allí. Era la tercera vez. Me acordé de él, de su sucia mirada y de ese aliento que haría vomitar a cualquiera. Miré a izquierda y derecha y el miedo volvió a apoderarse de mí. Me levanté. Corrí. Corrí. Su imagen la presentía cada vez más cerca. Seguía sin poder salir de allí, las piedras pequeñas y picudas me hacían daño, los matorrales arañaban la manta de color rosado que cubría mi temor. Yo solo quería huir, no volver más. ¡Oh, no! Esos ojos, otra vez, frente a mí. Esta vez tiene algo en su mano. ¡Bang!

Al menos sé que ahora no volveré allí.

Sofía Álvarez Catela. (1º Bachillerato)

5

Page 6: Revista Peñaranda. Junio 2013

LA VIDA QUE UNO NO QUIERE

PEDRO vive solo, aunque sus padres le visitan a menudo, ya que no pueden estar tranquilos sin saber que está bien. Es el único hijo que tienen y lo tratan como si todavía fuera un niño. Pedro está estudiando periodismo y cada mañana, con su amigo Martín, se dirige a la facultad para recibir clases. Los dos son amigos desde la infancia.

Pedro, aunque está matriculado en la universidad, no quiere estudiar porque piensa que no vale para nada, ya que, tarde o temprano, se va a morir, pero sus padres le obligan a seguir estudiando. En la facultad, como no todo es estar aburriéndose en clase, conoce a varias muchachas, aunque solo una le llama la atención. Cada vez que la ve, su corazón no para de latirle por lo simpática y buena persona que es, y porque lo trata muy bien y nunca lo quiere ver triste. Esta chica se llama Clara y, además, es guapísima.

Su amistad crece poco a poco y se convierten en los mejores amigos uno de otro. Una tarde, Pedro desde su casa le manda un mensaje a Clara para hablar un rato. Ella aprovecha para contarle que está enamorada de Martín. Pedro, cuando se enteró de que no estaba enamorada de él, empezó a envidiar a Martín, aunque Martín no tuviera la culpa de que Clara se hubiera enamorado de él.

A la mañana siguiente, Martín comenzó a notar algo raro en Pedro, ya que no le había dirigido la palabra, ni le sonreía, ni lo miraba a la cara. Pedro lo trataba como si no existiese. Martín le preguntó a Pedro:

6

Page 7: Revista Peñaranda. Junio 2013

—¿Qué te pasa?

Él ni siquiera le contestó. Siguió a lo suyo. Martín lo intentó de nuevo:

—¿Te ocurre algo con alguna persona? ¿Tienes algún problema?

—¡Déjame en paz! —gritó Pedro, furioso —. No quiero saber nada de ti. Me has defraudado.

Martín lo intentó calmar pero no sirvió para nada. Él regresó a su sitio en la clase y esperó a que se tranquilizara. Al poco, cuando había pasado un tiempo suficiente, Martín, aprovechando un descuido del profesor, le mandó un mensaje:

¿Qué te pasa, Pedro? Contéstame, por favor.

Pedro, con mucho disimulo, escribió lo que le sucedía. Martín agachó la cabeza para leer el mensaje y cuando la levantó, se quedó alucinado por dos motivos: el primero, él no sabía que Clara estaba enamorada de él y el segundo, él no estaba enamorado de ella, sino de Carmen, otra muchacha de la pandilla. El profesor, al ver que Martín estaba enredando, le riñó, —¿Quiere usted guardar el móvil?—. Martín esperó a que acabase la clase para explicarle todo a Pedro. Martín le dijo con cara de sorprendido que él no quería a Clara y que no se preocupara. Pedro avergonzado por creer que Martín le había traicionado, acabó por entenderlo todo.

Al poco tiempo, Clara, decidió irse de la pandilla porque Martín no le hacía caso y Pedro le está empezando a caer mal, ya que era muy pesado con ella. Pedro, después de mucho tiempo, intentó olvidarse de ella, pero no pudo. El padre de Pedro, Mateo, convenció a su hijo para que se olvidara de amores y siguiera con los estudios, ya que para tener una vida cómoda lo mejor es tener un puesto de trabajo fijo y bien remunerado. Pedro, siguiendo los

7

Page 8: Revista Peñaranda. Junio 2013

consejos de su padre, se presenta a los exámenes, y como no estudia mucho, ninguno le sale bien. Se agobia y decide dejarlo. Sin embargo, al día siguiente, su madre sufre un infarto y muere. Pedro decide entonces irse a vivir con su padre para que no esté solo y, además, centrarse en la carrera.

Al cabo de los meses, Pedro observa algo extraño en su padre. Todas las noches sale a la calle y no vuelve hasta pasada una hora y media más o menos. Pedro decide perseguir a su padre una de esas noches por la oscura, solitaria y fría calle que cruza, a través de un gran parque, toda la ciudad. Pedro lo ve entrar en una casa. Cuando su padre vuelve, Pedro, preocupado, le pregunta que en qué lugar había estado. El padre, nervioso, no sabe qué decir. Va hacia la cocina para beber un poco de agua y sigue callado. Pedro decide dejar el tema para la mañana, ya que hablarían más tranquilos.

A la mañana siguiente, Pedro le vuelve a preguntar a su padre sobre en qué lugar estuvo él ayer, pero Mateo no recuerda nada de nada. Pedro no se lo cree y se lo vuelve a preguntar aunque, en realidad, Mateo no miente. Mateo esa misma tarde comprueba, por rutina, su cuenta bancaria, en la que guarda cien mil euros para que Pedro estudie en el extranjero. Entonces se da cuenta de que allí solo quedan ciento cincuenta euros. Cuando ve eso piensa que puede ser un error del banco, pero no: ahora recuerda que ese dinero lo ha estado sacando él poco a poco todas las tardes.

El hijo intenta saber por qué todas las noches entra en aquella casa donde vive una mujer mayor, y no tarda en averiguarlo: su padre iba allí para comprar un brebaje con el que su hijo tendría éxito en los estudios y, de paso, la vieja le daba una bebida para olvidar el dolor por la muerte de su mujer. Así era como se había gastado todo el dinero que iba a ser para que su hijo se fuera al extranjero.

8

Page 9: Revista Peñaranda. Junio 2013

Pedro, que sorprendentemente ahora iba muy bien en la universidad, decidió visitar a la mujer mayor y pedirle un brebaje para que Clara se enamorara de él. La vieja se lo entregó a cambio de quinientos euros. Pedro, cuando tuvo el brebaje en su poder, mandó un mensaje a Clara pidiéndole una cita. Le quería pedir perdón por no haberse portado bien y, además, le quería devolver unos libros que ella le había prestado. Clara, aunque al principio le pareció mala idea, acabó por aceptar la cita. Ella creía que así terminaría para siempre la relación con Pedro. Quedaron en un bar del centro. Ella pidió una coca-cola light y él, una cerveza. Clara se disculpó para ir un momento al servicio. Entonces Pedro aprovechó para verter el brebaje en el vaso de la chica. Cuando ella lo bebió, comenzó a mirar a Pedro con unos ojos diferentes.

Sara Haut Contreras. (1º ESO)

9

Page 10: Revista Peñaranda. Junio 2013

NO SOY NADA

ESTOY en las fiestas de San Juan. La gente ha dejado sus trabajos para venirse a la Feria. Yo estoy en el puesto de venta, esperando que algún niño me compre. Pero, con esta crisis, los padres o abuelos no compran… “total —dicen— pero si es solo un trozo de plástico que no sirve para nada”. Ellos no saben que tengo helio dentro, un gas muy ligero que nos ayuda a volar.

De repente, un niño me señala con el dedo. Veo que le dice a su abuelo que le compre uno. ¡Me ha elegido a mí! El globo rojo, dice, el globo rojo. Qué ilusión la mía y la del niño por tenerme. Me coge y va corriendo a enseñarme a su abuela, pero con la emoción, el niño no me agarra bien y me ha soltado de su mano. ¡Ay, ay, ay! —grita el niño—. Y yo pienso mientas me alejo: ¡Corre a cogerme, corre!.

Ya es tarde para alcanzarme. Estoy demasiado alto pero aún puedo ver cómo el niño llora. Voy subiendo a mucha velocidad. ¡Qué alto estoy! ¡Qué brillante se ve Badajoz desde aquí! Aunque, de repente, ya no veo claridad, ni la Feria. ¿Dónde estará el niño que me compró? Ya estoy sobre las nubes, son como esponjas… Sigo subiendo. Esto es infinito, no se acaba. Y ahora ¿qué hace un globo aquí arriba? Veo la esfera de la Tierra, las estrellas a mi lado, todo es muy relajante. De repente, me ciega una luz, es el sol, está muy caliente, es espectacular. Estoy viendo los planetas y, de pronto, un espacio vacío, todo negro, doy vueltas y vueltas… me adormezco… me duermo… no soy nada.

Belén Villegas Jiménez. (1º Bachillerato)

10

Page 11: Revista Peñaranda. Junio 2013

EL PERDÓN

HA sido más humillante que nunca. Siguen avergonzándose de mí. Nada más llegar. Ha sido horrible. Tenían visita y me han echado de la habitación, diciendo que yo era el mayordomo. Solo por mi físico. Ya sé que no soy perfecto, que tengo un bulto en la cara y la cabeza un poco deformada. Vale que me lo diga la gente que no me conoce, que se me queden mirando por la calle o en el autobús de vuelta a casa, pero que mi familia se avergüence de mí, me duele mucho. Por los pocos recuerdos que tengo de mi padre, sé que él nunca lo hizo. Siempre estaba a mi lado. Mi madre solo quiere a Juan y a María, mis hermanastros, y lo demuestra, siempre que puede, en pequeños detalles. Ellos, por ejemplo, siempre van vestidos mejor que yo. Pero yo he aprendido a perdonar. Cuando murió mi padre me quedé solo. Ahora no me acuerdo de qué murió mi padre, ni de su segundo apellido, ni de la fecha de su cumpleaños, solo me acuerdo de que me quería y eso nada ni nadie me lo quitará de la mente. De cualquier manera, no le guardo rencor a mi familia. Ya los he perdonado. Ellos son, en realidad, los que tienen de qué avergonzarse.

Inmaculada Lorenzo González. (1º ESO)

11

Page 12: Revista Peñaranda. Junio 2013

VOLVER A CASA

A un aventurero le ilusiona recordar las vivencias que le acontecen en sus viajes, tanto por montaña, como por mar o por aire, aunque no siempre. Uno de sus viajes tuvo lugar a través de un agujero negro, algo así como un túnel del tiempo. Tuvo la oportunidad de cambiar el curso de su vida. Todo dependía de que él actuase correctamente para conseguir que la guerra en la que había participado —y en la que tanto sufrimiento había causado— nunca se produjera. Pero, al sonar el reloj del campanario, él supo que había desaprovechado su oportunidad. Tenía que volver a casa.

Juan José Marabé Alzás. (1º Bachillerato)

12

Page 13: Revista Peñaranda. Junio 2013

RETORNO AL PASADO

SU demencia progresaba día a día y constantemente recordaba todo tal y como había sucedido. Su infancia, sus antiguos amigos, sus padres, sus hermanos, incluso su mujer, muchos de ellos muertos años atrás. Era como si su vida tuviera una segunda oportunidad, como si estuviera volviéndola a vivir. Nosotros lo mirábamos muy atentamente, sin perder detalle de sus palabras. Con su mirada perdida en lo más profundo de sus pensamientos, recorría la vida de un niño que poco a poco fue creciendo y que ahora estaba sentado en un viejo sillón, delirando. Abrió los ojos y la reconoció. Su mujer estaba allí, de pie junto a él, esperando a que despertara de aquel profundo sueño. Te quiero mucho, balbuceó antes de dejar caer su cabeza sobre el respaldo.

Anabel Vázquez Cano. (1º Bachillerato)

13

Page 14: Revista Peñaranda. Junio 2013

¿NO TIENE GRACIA?

SALÍ de casa a las nueve y media, como todos los días, para ir a trabajar. Fui a comprar a mi pastelería preferida, a la que voy desde que era una niña. Allí me atendió Paco, un hombre de cincuenta años muy amigo de mi familia. Había una fila de gente que llegaba hasta la puerta. Me puse en la cola, y después de diez minutos esperando me tocó el turno. Encargué una pequeña tarta para unos amigos que había invitado a merendar. Cuando salí de la tienda un chico de mi edad, veinticinco años, entró y me dejó pasar. Le miré y fue como si ya lo conociera de antes.

Después del trabajo, de camino a casa, solo estaba pensando en quién podría ser aquel chico, pero no lograba recordarlo. Llegué a casa y me puse a limpiar un poco mientras se hacía la comida. Cuando acabé de comer, a las tres, me escribí con María, una media hora, por el ordenador. Después dormí un poco. Fui a buscar la tarta y la corté en trozos pequeños. Hice unos cafés, preparé unas galletas al horno y lo puse en la mesita pequeña del salón. A las seis y media llegaron todos: Pedro, María, Luis, Carmen, Manuel y Rocío. Nos pusimos a hablar y María comentó que Rubén había vuelto a nuestro pueblo. Ahora lo entendía todo. Aquel chico que había salido de la pastelería era Rubén.

Rubén era uno más de nuestra pandilla hasta que se mudó cuando tenía quince años. Según parece se marcharon por motivos económicos, y como tenían familia en Suiza, no tuvieron muchos problemas para encontrar un buen trabajo allí. Al día siguiente, lo volví a ver —ventajas de vivir en un pueblo pequeño— y me quedé mirándole desde lejos, él no me vio. Me acerqué a él, le miré a los ojos y sonreí.

14

Page 15: Revista Peñaranda. Junio 2013

—¿Nos conocemos? —me preguntó aunque supiera quién era yo.

—Soy Raquel —dije sonriendo—. Fui contigo al colegio, era tu mejor amiga.

Entonces sonrío él. Me contó que había vuelto hacía dos semanas, que había encontrado un trabajo aquí, en el pueblo, y que no se lo había pensado. No había salido mucho porque había estado liado con la mudanza. Quedamos para ir a tomar un café y estuvimos hablando toda la tarde. Cuando llegó la hora de despedirnos, le pregunté:

—¿Te gustaría que quedáramos toda la pandilla como cuando éramos chicos para recordar viejos tiempos? ¿Te apetecería?

—Sí, claro que sí. Tengo unas ganas tremendas de veros a todos juntos.

Quedamos para el sábado siguiente. Durante esa semana, fui llamándolos a todos, uno a uno, diciéndoles que el sábado volvíamos a quedar, pero esta vez todos. Llamé a un restaurante del pueblo y reservé una mesa para ocho. A las nueve menos cuarto fueron llegando a mi casa y, cuando estuvimos todos, nos fuimos juntos al restaurante. A las nueve llegamos, di el nombre de la reserva y empezamos a cenar. Cuando terminamos, nos quedamos un rato charlando. A las once salimos del restaurante y decidimos ir a tomar algo. Nos fuimos a un bar cerca de la playa, y allí nos quedamos hasta las tantas. Cuando salimos del bar, Rocío propuso ir a sentarnos en la arena y contar historias y chistes, como cuando, de adolescentes, salíamos de nuestras casas a escondidas. No me lo tuve que pensar mucho para acceder.

Al día siguiente no me levanté de la cama hasta las dos. No estaba acostumbrada a recogerme tan tarde y tenía mucho sueño. Desperté porque sonó el teléfono. Era Carmen.

15

Page 16: Revista Peñaranda. Junio 2013

—Creo que estoy enamorada de Rubén —le dije.

—La historia se está repitiendo después de tantos años —dijo Carmen—, pero esta vez al revés.

—¿Cómo sabes tú eso?

—Todo el mundo lo sabía —contestó riendo—. Tú fuiste la única que no te diste cuenta.

Luego me contó que un día Rubén decidió pedirme salir y me escribió un poema para hacerlo, pero, como se enteró de que en unos meses tendría que mudarse con sus padres al extranjero decidió no hacerlo. Me quedé bastante triste, porque él a lo mejor pensó que yo sabía que estaba enamorado de mí, pero pasaba de él y me pregunté si él haría lo mismo conmigo. Le dije a María que no le contara nada de lo que habíamos hablado a Rubén. Se fue y yo seguí comiéndome el coco.

A la mañana siguiente, cuando me desperté, decidí llamar a Rubén para salir a tomar algo nosotros solos. Quedamos para tomar un helado e hizo un comentario que no me gustó.

—Tú y yo aquí, en la playa, paseando, como si fuéramos pareja. ¿No tiene gracia?

Paré de andar, me di media vuelta y me fui a mi casa llena de rabia. Rubén no paró de llamarme por teléfono durante toda la tarde, pero no se lo cogí. Me envió un mensaje preguntándome por qué me había ido así, sin decir nada, pero no le contesté. Vino María a mi casa, tocó el timbre. Creí que era Rubén, así que no le abrí la puerta. Me dijo que le abriera, que era María, y la dejé pasar. Me preguntó que qué me pasaba y se lo conté.

—Rubén me ha llamado a mí también —dijo María.

16

Page 17: Revista Peñaranda. Junio 2013

—¿Qué te ha dicho? —pregunté.

—Rubén me ha preguntado que si sabía por qué estabas enfadada con él. Le he dicho que tú no estás enfadada —aquí hizo una pausa—. Le he dicho que tú te estabas enamorando de él.

—¿Por qué has hecho eso? —le grité con la cara blanca como la leche.

—Ya no tenemos quince años para andarnos con tonterías de ahora me gusta, ahora no me gusta —añadió tajante.

Tenía razón, ya no teníamos quince años para esas tonterías. Llamé a Rubén por teléfono y se lo expliqué.

Al día siguiente me llamó pidiéndome una cita. Le dije que sí, que sí quería. Para la cita me puse un vestido nuevo que había comprado con mis amigas Carmen, María y Rocío. Era un vestido precioso. Me llevó a cenar a aquel maravilloso restaurante al que nadie iba porque era muy caro. Cuando estábamos terminando los postres me dijo que se iba a marchar otra vez del pueblo. Dijo que no quería hacerme daño. Yo, al borde de las lágrimas, le pregunté por qué tenía que marcharse.

—La primera vez que no mudamos lo hicimos porque mi padre no quería que tú y yo fuéramos pareja. Me tuve que ir, muy enfadado con su decisión, pero nunca te olvidé. Mi padre murió hace un año y decidí volver para saber si tú todavía me querías.

—Sí, ahora sabes que yo te quiero —interrumpí.

—Anoche, después de quedar contigo, llamé a mi madre. Le conté lo feliz que estaba de haber regresado al pueblo y de haberme encontrado contigo de nuevo. Mi madre cuando le dije eso, cambió el tono de voz, y me dijo que no podíamos estar juntos, que era imposible. Le pregunté por qué es imposible, mamá, por

17

Page 18: Revista Peñaranda. Junio 2013

qué no podemos estar juntos. Ella, después de guardar silencio durante un rato, me respondió, hijo, no podéis estar juntos porque sois hermanos.

Yanira Asensio Martínez. (1º ESO)

18

Page 19: Revista Peñaranda. Junio 2013

ÉL

ACABABÁMOS de pisar Francia. Mi hermana hacia fotografías a todo, mientras yo buscaba a nuestros tíos. Al poco tiempo los pude ver entre la mucha gente que esperaba en la puerta de llegada. Al salir del aeropuerto fuimos a su casa. Al día siguiente les pedimos que nos llevaran a ver la Torre Eiffel. De camino a la torre, nos paramos a desayunar en un bistrot. Mi hermana estaba ansiosa por ver todo París. Al salir del bistrot seguimos nuestro camino y, al doblar la esquina, allí estaba él. Mi hermana, nada más verle, salió corriendo.

Sandra Sánchez Canchado. (1º Bachillerato)

19

Page 20: Revista Peñaranda. Junio 2013

LA VIDA DE HUGO

1

HUGO tenía diez años cuando ocurrió todo. Iba con sus padres a veranear, como todos los años, a un pueblecito llamado Pedralbes en el que sus abuelos paternos tenían una granja. Estaban ya bastante cerca, la carretera mojada por una tormenta, llena de curvas, subía y subía por una montaña repleta de árboles. Entonces ocurrió el accidente. El coche empezó a dar vueltas y más vueltas entre los gritos de su madre. Sintió que volaba y después todo se puso de color negro.

Despertó en una habitación blanca y desconocida para él. Allí no había caras conocidas, a excepción de sus abuelos que le decían:

—Oye, pequeño, ¿estás bien? ¡No cierres los ojos! Te encontraron unos señores entre los árboles. Papá y mamá pronto volverán. No te preocupes.

A la semana de estar en el hospital le quitaron los puntos de la rodilla y unos vendajes de los brazos y la cabeza, y lo mandaron para casa escayolado de la pierna derecha. Se vistió, con ayuda de las enfermeras, y sus abuelos lo acompañaron hacia el aparcamiento, donde les esperaba su coche.

De camino a casa de sus abuelos, Hugo hizo el viaje dormido. Por fin, el coche se detuvo. Habían llegado a la granja. Unos ladridos de perros lo despertaron. Abrió los ojos y ante él apareció la casa de piedra gris con grandes ventanas de sus abuelos. Tres perros se

20

Page 21: Revista Peñaranda. Junio 2013

acercaron a él: eran grandes y colorados, parecían muy contentos de ver a Hugo. Se echaron sobre él, moviendo sus rabos, ya que lo conocían de otros veranos.

—¡Tobi, Betoben, Luna! ¡Quietos! —gritó el abuelo—. ¿A qué esperas, Hugo? Anda, entra en casa. Tenemos un regalo para ti.

Hugo entró en la casa. El suelo era de madera y allí se encontraba una caja de cartón, ni grande ni pequeña, con un lazo verde. Su abuela la colocó allí para darle una sorpresa.

—Ábrela —le dijo—. ¡Es para ti!

Hugo, nervioso, la abrió y descubrió un pequeño cachorrillo pelirrojo hijo de Tobi y Luna. Se emocionó mucho porque siempre había querido tener un perro como mascota. Tanto que quería llorar, pero no le salían las lágrimas.

—Gracias, abuela. Le llamaré Rudolf, siempre me gustó este nombre para un perro, porque me recuerda al reno de Papá Noel.

Hugo llevaba ya un mes en casa de sus abuelos. Una tarde, después de merendar, le preguntó a sus abuelos por sus padres. Los abuelos le contaron que cuando venían tuvieron un accidente, debido a que la carretera estaba mojada y el coche resbaló. Del accidente solo había sobrevivido él. Hugo, de cualquier manera, ya imaginaba que algo malo les había pasado a sus padres, porque de lo contrario hubieran estado en el hospital. Sintió una tristeza infinita y pasó el resto del día llorando en su habitación.

Desde ese momento se hizo inseparable de Rudolf. El cachorro lo seguía por todas partes: iban a recoger los huevos de las gallinas al gallinero que había detrás de la casa y que tenía veinticuatro gallinas y dos gallos. Se bañaban juntos en un estanque lleno de peces rojos que había al lado de la casa y que sus abuelos utilizaban para coger agua. Jugaban al escondite, Hugo se escondía

21

Page 22: Revista Peñaranda. Junio 2013

y Rudolf lo buscaba y, cuando lo encontraba, correteaban por el jardín.

—Es un perro especial —dijo Hugo a su abuelo—. Hace todo lo que le digo.

—Debes entrenarlo. Piensa en algo que te guste y puedas hacer con él —contestó el abuelo.

—Eso estaría bien. Pensaré en algo.

Unos días después, su abuelo preparó un terreno de su campo con obstáculos que él mismo hizo con troncos, ruedas viejas, tablas y cuerdas, para entrenar a Rudolf. Hugo decidió que lo entrenaría para participar en yincanas para perros. El chico se centró en entrenar a Rudolf y, poco a poco, fue asimilando con la ayuda de sus abuelos la muerte de sus padres.

2

Cinco años después, Rudolf y Hugo ya eran mayores y habían crecido juntos. Hugo había cumplido ya los quince y Rudolf cinco, y ya era un perro preparado para la competición, aunque nunca había competido, pues aún no le había llegado la oportunidad.

Llegó la primavera y con ella una carta dirigida a sus abuelos que traía malas noticias. La carta procedía del banco y en ella se decía que los abuelos deberían desalojar la granja por impago si en el plazo de dos meses no abonaban una deuda que ascendía a cinco mil euros. Se quedaron destrozados por darles tan poco tiempo. A

22

Page 23: Revista Peñaranda. Junio 2013

su abuela se le saltaron las lágrimas. Más tarde, cuando llegó Hugo del instituto, al ver a su abuela llorando, quiso saber el motivo:

—Abuela, ¿qué te pasa?, ¿qué ha pasado? —Nos van a quitar la casa si no pagamos los cinco mil euros que debemos al banco en dos meses. Nosotros no tenemos ese dinero— contestó.

Por la tarde, Hugo y su abuelo fueron a comprar comida al pueblo más cercano y vieron en la puerta de la tienda un cartel en el que se anunciaba un concurso de perros que consistía en una yincana. Era la oportunidad que Hugo y Rudolf estaban esperando. El concurso tendría lugar el día cinco de mayo y el premio para el ganador sería de mil quinientos euros. Hugo pensaba que si ganaba el premio podría ayudar a sus abuelos. Se inscribió en el concurso y al llegar a casa se lo contó a su abuela. Sus abuelos pensaban que Hugo era muy bueno con ellos y se emocionaron al saber que si su nieto ganaba les daría el dinero para ayudarles.

Desde ese momento, Hugo estuvo todos los días entrenando con Rudolf, hasta que llegó el gran día. Todos estaban en pie a las seis y media de la mañana. Estaban muy nerviosos e impacientes. Fueron al concurso y Rudolf consiguió pasar de cuartos hasta semifinales y de semifinales a la final. En la final se enfrentaba a un perro que había sido campeón de este concurso los tres últimos años, pero Rudolf fue superior a él. Ganaron el concurso y recibieron los mil quinientos euros.

A Hugo le costó vivir tantas emociones. Estaba contento por haber ganado y ayudado a sus abuelos, pero a la vez triste porque con esa cantidad no se pagaba toda la deuda. Sabía lo importante que era para sus abuelos conservar su granja, en la que se había criado su único hijo que ahora estaba muerto. Al recibir el cheque, Hugo se lo entregó a sus abuelos, que lloraron por la generosidad de su nieto. Ahora solo faltaban tres mil quinientos euros para saldar su deuda.

23

Page 24: Revista Peñaranda. Junio 2013

Sus abuelos le comentaron a Hugo que, tras la muerte de sus padres, él recibió una cantidad de dinero por parte del seguro del coche, pero al ser menor, ese dinero se lo tenían guardado sus abuelos en una cartilla de ahorros. Hugo preguntó si la cantidad que recibió saldaba la deuda. Sus abuelos le respondieron que sí y que sobraba bastante más. Entonces Hugo, sin pensárselo, les dijo que retirasen ese dinero, que sería una forma de agradecerles todo lo que habían hecho desde la muerte de sus padres. La deuda fue saldada, y los tres siguieron viviendo en la granja en compañía de sus animales, y Hugo y Rudolf se convirtieron en amigos para siempre.

Daniel Gil Núñez (1º ESO)

24

Page 25: Revista Peñaranda. Junio 2013

DESCONOCIDA

Llegó el tren y él se montó. Buscó un asiento cómodo, porque le esperaba un largo viaje, pero no lo encontró. Se quedó de pie, aunque seguía buscando. Vio que una señorita muy guapa le hacía un gesto. “Ven, siéntate aquí”. Se sentó a su lado. Hablaron durante horas, sonreían sin parar. El destino de ella era Bilbao, él tenía que bajarse antes. Se despidió con pena. Ella se quedó vacía. En aquellas pocas horas se habían enamorado. Cuando tuvo que regresar, buscó en el vagón un asiento cómodo, como en el viaje de ida, y la vio a lo lejos. Ella estaba sentada en el mismo asiento de la primera vez.

Cayetana Velasco Molina. (1º Bachillerato)

25

Page 26: Revista Peñaranda. Junio 2013

EL NOMBRE DE LA CAMISETA

EN Benicolet, un pueblo muy pequeño de la provincia de Valencia, vivía un niño llamado José María Rivera González, aunque todos lo llamaban Chema. Este niño era buen estudiante y poseía excelentes cualidades para jugar al fútbol, pero como vivía en un barrio muy humilde de Benicolet, nadie importante se había fijado en él, ya que en su barrio no había suficientes niños para hacer un equipo. El niño era de poca altura, muy alegre y educado, y siempre estaba deseando jugar al fútbol. Su familia tenía problemas económicos, porque solo trabajaba su madre, de limpiadora en una casa, y por eso no podían llevarle a Valencia para que otros equipos lo viesen jugar. Lo que Chema no sabía es que su vida estaba a punto de cambiar por completo.

Su tío Carlos, que vivía en Valencia, iba a pasar las vacaciones de verano con su familia en el pueblo. Carlos acababa de conseguir un trabajo como entrenador de uno de los equipos de las categorías inferiores del Valencia C.F., pero este dato Chema lo desconocía. Así que cuando Chema se enteró, le dijo a su tío que le viese jugar. Su tío, a los cinco minutos de verle dando patadas a una pelota, le pidió que se fuese con él a Valencia inmediatamente. A la semana siguiente, Chema se fue con su tío. Nada más llegar, su tío le dijo que haría las pruebas esa misma tarde para ver si podía jugar en el Valencia C.F.

El niño estaba muy nervioso, porque pensaba que en la ciudad habría niños con grandes cualidades. Las pruebas consistían en conducir el balón cien metros, pases con el exterior y con el interior, tiro con el empeine, interior, exterior y puntera, hacer ciento veinte toques, varios regates y un partido con el resto de

26

Page 27: Revista Peñaranda. Junio 2013

niños que habían hecho las pruebas con él. Chema, al terminar, le preguntó a su tío:

—¿Cómo me has visto?

—Las pruebas han sido perfectas —contestó el tío—. Si por mí fuese ya estabas en el equipo, pero tengo que consultarlo con más gente.

Su tío habló con el encargado de las categorías inferiores y este le dijo que sí, que su sobrino estaba preparado para jugar en el equipo, porque era el mejor niño de todos los que habían hecho las pruebas. Más tarde, cuando Chema vio a su tío, le preguntó qué le había dicho el encargado y su tío le engañó: no te han cogido. Pero su tío, al ver la tristeza en la cara de Chema, enseguida le dijo que era una broma, ya que sí había entrado en el equipo. La reacción del chaval fue impresionante, estaba loco de contento, dando gritos y saltos y deseando hablar con sus padres para contárselo.

Al día siguiente, fue de vuelta hacia su pueblo para recoger sus cosas y volver a Valencia. Sus padres se quedaron muy tristes, porque su hijo se iba de su lado. Chema le dijo a sus padres que se fuesen con él a casa de su tío, pero sus padres le dijeron que tenían que cuidar de sus abuelos, que eran muy mayores y no los podían dejar solos. Chema se sintió muy desilusionado, porque sus padres no se iban con él, pero debía irse para cumplir su sueño.

El sábado por la tarde ya tenía su primer partido. Él no jugaba de titular, aunque entró al campo en la segunda parte. Tras finalizar el partido, el chico iba muy contento, porque había jugado muy bien, aunque no había metido ningún gol. Su tío le felicitó por el buen partido que había hecho. Él le comunicó a Chema que al mes siguiente irían a Madrid a jugar un torneo benéfico para ayudar a los niños del tercer mundo.

27

Page 28: Revista Peñaranda. Junio 2013

Al mes siguiente, efectivamente, se fueron a Madrid a jugar el torneo benéfico y le tocó en el mismo grupo que Atlético de Madrid, Levante y Deportivo de la Coruña. Eran rivales difíciles, pero ellos también eran buenos. El primer partido era ante el Atlético de Madrid, lo ganaron y Chema, ya de titular, metió dos goles. El segundo ante el Levante, lo perdieron, a pesar de que Chema metiera un gol. El tercer partido, y último de la fase de grupos, lo tenían que ganar para pasar a cuartos de final, lo disputaron desde el primer minuto y lo ganaron. Esta vez Chema no metió ningún gol. En cuartos de final jugaban contra el Málaga, uno de los favoritos para ganar el torneo. Jugaron el partido y lo ganaron gracias a que Chema metió los tres goles de su equipo. En semifinales se enfrentaban contra el Barcelona, otro de los favoritos para ganar el torneo. El partido fue duro, pero volvieron a ganar y Chema metió un gol. Ya estaban en la gran final y ante el anfitrión: el Real Madrid. Ese partido sería muy interesante, porque ambos equipos estaban en plena forma. Al terminar la primera parte iba ganando el Real Madrid por dos a uno. Y al terminar el partido el Valencia había conseguido empatar, tomaron un descanso y empezó la prórroga. No hubo goles y se lo jugaban todo en los penaltis. Al final, el Valencia perdió en los penaltis y quedaron subcampeones del torneo. A Chema le entregaron el trofeo de máximo goleador. El chaval empezó bastante bien la temporada con su equipo. Chema llamó a sus padres y les contó cómo se había desarrollado el torneo. Sus padres se alegraron mucho y le dijeron que en cuanto pudiesen irían a verle. Chema al escuchar lo que le dijeron sus padres se alegró mucho, ya que tenía muchas ganas de estar con ellos.

Pasaron unos años y Chema ya estaba jugando en el primer equipo. El Real Madrid, después de un par de temporadas muy buenas, estaba muy interesado en él y le ofrecía al Valencia cuarenta millones de euros por su traspaso. El Valencia pedía cincuenta millones. El Madrid terminó aceptando, porque

28

Page 29: Revista Peñaranda. Junio 2013

confiaban en que ese chico sería una gran estrella del fútbol mundial. Chema estaba muy contento por haber cumplido su sueño.

La mañana en la que firmó su contrato, paseando por las calles de Madrid, se cruzó con un padre y un hijo. El niño era bajito, como él había sido, y llevaba puesta una camiseta del Real Madrid. El niño le saludó, le pidió un autógrafo y, cuando se marcharon, Chema miró al niño que se iba agarrado de la mano de su padre calle arriba. Entonces se dio cuenta de que la camiseta del Real Madrid que vestía el niño tenía el número 8 y, encima del número, un nombre: Rivera.

Raúl Hernández Isaac. (1º ESO)

29

Page 30: Revista Peñaranda. Junio 2013

UTOPÍA

ABRÍ los ojos y allí estaba. Ante mí se extendía un maravilloso paisaje donde se vislumbraba un río de aguas cristalinas que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Todo tipo de animales habitaban alrededor de este paraje lleno de vida y color. Al seguir la orilla, descubrí que conducía hasta un pequeño pueblo tranquilo, cuyos habitantes eran generosos y buenos, y donde lo más importante no era el dinero o los bienes, sino qué era o qué sentía cada persona. Después de mucho tiempo, por fin había encontrado el lugar perfecto donde vivir y formar una familia. Un extraño ruido llegó hasta mis oídos. Era como un pitido insoportable. Me encontré tumbada en mi cama. Todo había sido un sueño. Era demasiado bello para ser verdad.

Belén Torrado Díaz.(1º Bachillerato)

30

Page 31: Revista Peñaranda. Junio 2013

LA COMIDA

ESTOY explorando la selva amazónica con mi hermana. Hemos contratado a un guía para que nos enseñe y nos explique los tipos de plantas y nos identifique los animales, a los que yo con mi cámara fotográfica les hago fotos para ponerlas después en mi habitación. Hemos llegado hasta un lugar en el que vive una tribu salvaje y nos hemos quedado con ellos dos o tres días para conocer sus costumbres, lo que comen, cómo lo cazan y cómo lo preparan. No sé si esta última idea le ha gustado mucho a mi hermana, pero a mí sí. Lo único que no me gusta es la forma en que nos miran mientras preparan la comida.

Rosario Escudero Gato. (1ºESO)

31

Page 32: Revista Peñaranda. Junio 2013

EL TREN DE LA VIDA

ESTAMOS sentados en el frío banco de una estación, esperando a que nuestro tren llegue. Aparece, al cabo de un rato, y nos subimos a él con premura. Cuando ya nos hemos sentado, una voz electrónica dice: “El viaje comenzará en unos instantes. El tren no tardará en ponerse en marcha”. Tu reflejo y los campos de cultivo se superponen en el cristal. Te concentras en tu imagen y recuerdas todos los momentos felices que has vivido con tu familia, pero también recuerdas las desgracias que te han ocurrido, los errores que hemos cometido y que tanto nos enseñaron. Después de esa galería de imágenes tristes y felices, el tren se detiene, el viaje se acaba.

Soledad Cordero Ordóñez. (1º Bachillerato)

32

Page 33: Revista Peñaranda. Junio 2013

ESO ES LO QUE HE DICHO

EN el año 2007 Juan Méndez González, un albañil de Cáceres, sin estudios, comenzó a ver cómo su jefe estaba despidiendo a gente porque no había dinero para pagar a todos los empleados. Él tenía miedo de que su jefe le pudiera despedir, a pesar de que era el más viejo en la empresa. Llevaba veinte años trabajando para él, desde los veintitrés, por lo tanto, ahora tenía cuarenta y tres años.

Al terminar su trabajo, sobre las tres de la tarde, como de costumbre, volvió a su casa. Comió y jugó con sus hijos. María, de cinco años, una niña encantadora e inteligente, y su hijo Francisco, de diez años, muy obediente y generoso.

Fue a la cocina y habló con su mujer de lo que estaba pasando en el trabajo.

—Catalina, en el trabajo están despidiendo a gente, y eso me preocupa bastante.

—Tendremos que rezar para que no te despidan, pero si te despiden, yo siempre voy a estar a tu lado ¿vale? —dijo ella mirándolo a los ojos.

—Pero si me despiden, no podremos pagar la hipoteca, aunque no creo que lo hagan, porque yo soy el que más tiempo lleva trabajando allí.

—No pasa nada, seguro que saldremos adelante.

Su mujer era una persona tranquila y su vida era su marido y sus dos hijos. Era capaz de hacer cualquier cosa para sacar a su familia

33

Page 34: Revista Peñaranda. Junio 2013

adelante y también era muy guapa, con unos ojos verdes maravillosos.

Después de aquella conversación con Catalina, Juan quería despejar su mente y no hay nada mejor que volver a jugar con sus hijos. La hija notó que su padre estaba desanimado.

—¿Qué te pasa papá? —preguntó ella.

—Nada, ¿por qué, pequeña? —dijo él sonriendo.

—Porque te veo triste.

—Pero eso es porque estoy un poco malito.

Cinco días después, Juan, como siempre, fue al trabajo. Estaba tranquilo poniendo ladrillos cuando, de pronto, su jefe se acercó. Tenía una cara muy seria y Juan se temía lo peor.

—Esto que te voy a decir es más duro para mí que para ti, pero lo tengo que hacer. Sé que la cosa está mal, pero sintiéndolo mucho te tengo que despedir.

—Por favor, no me despidas. No lo hagas. Además soy el que más tiempo lleva trabajando aquí, por favor, te lo repito las veces que sea necesario, no me despidas —suplicó Juan.

—Lo siento, la verdad es que te tengo mucho cariño, pero no puede ser —dijo el jefe confirmando su decisión.

Ese día en vez de ir a su casa directamente, fue al bar a ahogar sus penas en el alcohol. Tras varias copas, se fue a su casa. Llegó muy borracho, su mujer y sus hijos se quedaron muy asombrados al ver por primera vez a su padre en ese estado.

—¿Qué te pasa, papá?, ¿estás malito? —preguntó su hija.

34

Page 35: Revista Peñaranda. Junio 2013

—¿A mí?, a mí no me pasa, solo que me he bebido una copita, pero nada más.

Su madre le dijo que se fueran a la cama porque al día siguiente tenían colegio. Pero en realidad era una excusa para hablar con su marido.

—¿Qué te ha pasado? ¿por qué vienes así? Has venido del bar, ¿verdad? Hueles a alcohol. Vete a duchar, después ya hablaremos tú y yo, ¿entendido? —dijo mosqueada.

—¿Que por qué vengo así? Porque… porque me han despedido, Catalina, lo siento ya no… no puedo hacer na… na… nada.

—Bueno, tranquilízate y vete a duchar.

Después de media hora, su mujer se preocupó por él, porque nunca tardaba tanto en ducharse, así que se metió en el baño. Cuando entró se dio cuenta de que estaba dormido y con el agua por el cuello, a punto de entrarle en la boca.

—Juan, cariño, ¿qué te pasa?

—Na… na… nada. Me habré quedado dor… mi… do.

—No te preocupes por lo que ha pasado, le podemos pedir dinero a mi madre, o a alguien.

—No, no… no quiero pedir nada a nadie, quiero vivir… de lo que tengo… aunque sea poco.

—Bueno, si quieres nos podemos quedar con lo que tenemos, pero de todas formas yo buscaré algún trabajo o también podemos pedir un crédito, ¿no?

—Sí, claro, con la cri… sis nos van a dar ahora un cré… dito y encima con una… hipoteca.

35

Page 36: Revista Peñaranda. Junio 2013

—Bueno, pues si no nos lo dan, trabajo en lo que sea: cuidar ancianos, de asistenta, me da igual, pero tú no te preocupes, ¿entendido? Vámonos a la cama.

Durante medio año Juan estuvo muy deprimido, en la cama todo el día, hasta que su mujer le dijo que si quería trabajar tenía que ir a buscar trabajo.

—Vamos a hacer tu currículum y sales a llevarlo a todas las empresas necesarias, pero no quiero verte así, ¿vale?

—Vale, pero no me van a contratar.

—Si vas con esos pensamientos no te van a coger, así que sé más positivo, por favor.

Redactaron el currículum y a la mañana siguiente fue a todas las empresas que conocía. Fue a muchas, pero todos le decían lo mismo, que no necesitaban a nadie o que con la crisis no podían contratar más trabajadores. Al pasar por una calle escuchó dos voces masculinas.

—Lo siento, pero la cosa está muy mal, duele decirte esto, pero te tengo que despedir —decía una de las voces.

—¿Pero no puedo hacer nada para quedarme trabajando? —dijo la otra voz con intención de convencer a su jefe.

—No, lo siento. No puedo hacer nada, José —dijo la primera voz.

Juan al oír aquello se deprimió más, porque esa conversación la tuvo él seis meses antes y sabía lo que dolía que te despidieran. Aquello lo impulsó a ir al bar, entró y pidió un güisqui.

—¿Otra vez por aquí, Juan? —dijo Antonio, el dueño del bar.

—Sí, ¿por qué?, ¿te importa mucho? —dijo Juan enfadado.

36

Page 37: Revista Peñaranda. Junio 2013

—No, te lo he dicho porque como somos amigos de toda la vida, pues me preocupo, pero, vamos, que si te ha molestado lo que te he dicho, perdón —dijo Antonio.

—Perdona, Antonio, hombre, perdona, es que estoy un poco preocupado porque llevo seis meses sin trabajo.

—Yo lo siento, pero es que no tengo ningún puesto libre de camarero, si no, serías el primero en ocuparlo —dijo Antonio.

Esa noche también llegó borracho. Su mujer ya no podía más y, como quería el bien para su familia, tomó una decisión firme.

—¿A qué hora llegaste anoche? —preguntó ella.

—Llegué sobre las doce, ¿por qué? —dijo él.

—No, solamente…porque es mentira, mentiroso. Llegaste a las dos de la mañana, que escuché yo los golpes que pegaste para abrir la puerta —gritó Catalina furiosa.

—Bueno, sí ¿pasa algo? —dijo él cabreado.

—No sé qué te está pasando pero estás cambiando mucho y eso me preocupa, por eso he tomado una decisión temporal o definitiva según como vaya la cosa.

—¿Qué decisión? —preguntó él.

—Juan, esto es muy difícil para mí, pero lo tenemos que hacer para no hacernos más daño. Mi decisión es que nos tenemos que dar un tiempo, ¿vale? Yo no puedo seguir así, porque has cambiado mucho de la noche a la mañana.

—Pero, por favor, no te separes de mí, cariño —suplicó él —. Porque yo no he cambiado tanto, ¿no?

37

Page 38: Revista Peñaranda. Junio 2013

—¿Qué no has cambiado? ¿Tú antes bebías, me gritabas, llegabas a las tantas borracho? —gritó Catalina.

—No bebía, jamás te había gritado, y nunca he llegado a las tantas, ¡es verdad!

—Tendrás que vivir sin tu mujer y sin tus hijos, porque me los llevo yo —dijo ella.

—Vale, sí, porque la verdad es que los hijos estarán mejor contigo, pero con una condición, podré verlos los fines de semana, ¿no te parece?

—Yo creo que es mejor que, hasta que no te recuperes, no los veas.

—Pero cuando yo te diga que los traigas, que ya estoy bien, los traes —pidió él.

—Sí, Juan. Lo haré.

Al día siguiente sus dos hijos le miraron fijamente como si le quisieran decir algo. La más pequeña era la que más lloraba, aunque su hijo también lo hacía, pues sabía —más o menos— lo que estaba pasando entre sus padres.

—Papá, ¿por qué nos tenemos que separar de ti? ¿He hecho algo malo? —preguntó ella.

—No os vais a separar de mí, solamente os vais a quedar un tiempo con vuestra madre, y no, mi niña, no has hecho nada malo, lo he hecho yo —respondió él llorando.

Su hijo se acercó lentamente, porque era muy tímido.

—Papá, sé un poco lo que está pasando entre mamá y tú, solo te quiero decir que eres el mejor padre del mundo, que te quiero

38

Page 39: Revista Peñaranda. Junio 2013

mucho, y que pase lo que pase siempre voy a estar a tu lado por muy lejos que esté, aunque esté a mil kilómetros de ti. Siempre, que nunca se te olvide, siempre voy a estar a tu lado —dijo el niño.

—Yo también voy a estar a tu lado siempre, hijo, porque te quiero mucho y nunca me quiero separar de ti.

Cuando se fueron, lo primero que hizo él fue llorar durante toda la noche en su casa y después de llorar, cogió una botella de güisqui y se la bebió. Al final cogió una borrachera más y así se tiró un mes. Cuando venía del bar se sentaba en el sofá, miraba las fotos de todos ellos juntos y empezaba lo de siempre. Primero, llanto, y después, borrachera.

Pasaron cinco meses desde aquel día y Juan seguía haciendo lo mismo, pero ese día una agradable noticia le esperaba en el bar.

—Juan, tengo algo que decirte —dijo Antonio.

—¿Qué? —preguntó Juan con desgana.

—Paquillo se ha marchado del bar y queda un puesto libre, y como te prometí, ese puesto es tuyo.

—¿Qué me estás diciendo?¿Que si quiero trabajar aquí?

—Sí, ¿aceptas? —preguntó Antonio.

—No —dijo él.

—¿Cómo que no? —dijo él sorprendido por la repuesta.

—Pues eso, no. Eso es lo que he dicho —afirmó Juan.

39

Page 40: Revista Peñaranda. Junio 2013

—Pues si no trabajas tu mujer no va a volver contigo, no vas a poder ver a tus hijos y tu vida será completamente una mierda —dijo Antonio.

Juan al oír aquello levantó la cabeza, sonrió y se acercó el vaso de güisqui a los labios.

María Teresa Narciso Narciso. (1º ESO)

40

Page 41: Revista Peñaranda. Junio 2013

TELEGRAMA

EL otro día llegó un telegrama de mi abuelo, aunque había muerto el año pasado. En el telegrama decía no os asustéis, la entrega estaba programada. Él sabía que moriría pronto y eligió el día del que sería su setenta cumpleaños para que lo entregaran. También decía en el telegrama que ese mismo día, a las cinco de la tarde, llegaría un paquete. Efectivamente, el paquete llegó. En él había montones de acertijos, los cuales, al resolverlos, daban unas palabras como solución y, cuando los hube resuelto todos, se formó esta oración: “Si te sientes solo mira en el interior”.

No sabía qué podía significar, hasta que me acordé de una vieja cajita que él tenía en su habitación y que, en la tapa, llevaba esto grabado. La busqué por toda la casa y no tardé en encontrarla. La abrí y dentro de ella había un foto de los dos, mi primer diente de leche, un soldadito de plomo que me regaló y que había dado por perdido, y un trocito de papel en el que se leía: “espero que te haya gustado este extraño viaje”.

Nerea Escudero Albarca. (1º Bachillerato)

41

Page 42: Revista Peñaranda. Junio 2013

POPULAR

TERMINARON las vacaciones de verano y era un día especial. Os preguntaréis por qué, pues porque no volvía al colegio, sino que había pasado de nivel: ya estaba en el instituto. Me arreglé, me preparé y me fui al autobús con mi amigo Samuel, más tarde hablaremos de él.

Cuando iba para mi primera clase, me perdí, porque de un momento para otro pasaron por lo menos cien personas por el pasillo cuando yo justamente estaba allí. Me asusté bastante, pero los populares como yo, —por lo menos eso quiero ser—, no nos asustamos por nada. Al final llegué tarde a clase. Todos mis nuevos compañeros se empezaron a reír de mí y me puse colorado, pero solo eso. Nada me iba a impedir ser popular en un sitio con muchísima gente, nada excepto… la más popular. Ella era una chica morena y con muy mala leche, eso ya lo descubriría con el tiempo. Le caí fatal. El problema es que ella era alta, —un gran problema, porque yo soy muy bajito—, es decir, impone, por lo menos para mí, y me dijo de malas maneras:

—¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?¿Te has escapado del colegio?

—Me llamo Sergio y no, no me he escapado del colegio. Es mi primer día en el instituto —respondí.

—¿Tú vienes al instituto?, no me hagas reír —continuó con la broma.

—Sí, sí vengo, y, lo siento, no me puedo quedar más tiempo. Me tengo que ir ya y corriendo. No quiero hablar más. Encantado. ¡Ah!, por cierto ¿eres popular?

42

Page 43: Revista Peñaranda. Junio 2013

—Bastante. Soy la chica más popular. Me llamo Sofía y no tengo el placer de haberte conocido, puesto que enanos como tú, de poca vida social, hacen que mi popularidad se vaya al garete, y como tú comprenderás no voy a dejar que un renacuajo maloliente me la baje del nivel cien, es decir, lo máximo, a cero, es decir, nada. Así que, por favor, ya sé que soy guapa y que todos me adoráis, pero hay gente que tiene totalmente prohibido hablar conmigo, es decir, todo el resto del instituto que no es popular, y tú eres uno de ellos. Así que, por favor, si no quieres estropearme la vida, que esta sea la primera y última vez que hablamos. ¿Vale?, no necesito una respuesta. Es un sí y no hay nada más que hablar. —Pero…¡¡¡ yo soy popular!!! Bueno, lo voy a ser. Ya lo verás.

Y salí a correr y, mientras corría, miré hacia atrás y le grité:

—No eres tan guapa. Las hay mejores que tú.

No sé si me escuchó. Lo que sé es que no me mintió. Todo el mundo la adoraba y todos se quedaban mirándola por el pasillo.

Lo que me dijo Sofía me hundió, pero, como os dije al principio, tengo gente que me apoya, como Samuel. Él es mi mejor amigo desde los cuatro años. Es un poco más alto que yo. Es rubio y no muy listo, pero algunas veces tiene unas ideas fantásticas y perfectas para que yo consiga lo que quiero. Además, es muy divertido y me encanta ver películas de miedo con él. Cuando le dije lo que me había hecho Sofía se quedó perplejo y dijo que tenía el plan perfecto para que una chica como ella se quedara sorprendida. Yo, al principio, no le entendí, pero después lo hice perfectamente: lo que tenía que cambiar era el envoltorio. Yo no me consideraba feo, pero ella sí, y eso tenía que cambiar. Así que durante los meses siguientes fui, poco a poco, cambiando mi look. Me empecé a poner la ropa de mi hermano, que era uno de los chicos más populares del instituto. A los pocos días, ya con mi

43

Page 44: Revista Peñaranda. Junio 2013

nueva forma de vestir, me crucé con Sofía por el pasillo y se quedó sin palabras, aunque dijo:

—¡Qué cambio de look tan tremendo! De lejos no te conocía.

Es increíble, pero solo con cambiar un poco la forma de vestir, me hice popular. Entonces comprendí lo estúpido del asunto y ya no quise serlo. A partir de ese día me comporté como un chico que piensa.

Petri Guerrero Marcos (1º ESO)

44

Page 45: Revista Peñaranda. Junio 2013

FRESAS CON NATA

UN día soleado, como no había visto uno igual, sentadas en aquel verde césped, comíamos tarta, esa que tanto me gusta, la misma que comíamos todos los domingos cuando íbamos a ver a mi abuela. Hoy era especial, tenía fresas con nata por encima. De pronto, en medio de aquella maravillosa tarde, sentía que mi corazón latía más rápido de lo habitual. Oía voces, muchas voces que gritaban: “¡Que no se nos vaya!” Y esa tarde luminosa cambió, se puso nublada, la tarta ya no estaba y mi madre tampoco. Aquellas voces me transmitían cada vez más tristeza. Caí. Me di cuenta de que hablaban de mí. Me voy. Dejó de latir. Me fui.

Irene Acevedo Ramos. (1º Bachillerato)

45

Page 46: Revista Peñaranda. Junio 2013

DUDAS

ME gustaría vivir una aventura en algunas ciudades importantes del mundo. En primer lugar, me apetecería ir a Madrid a ver la Puerta de Alcalá, el Santiago Bernabéu y la Cibeles. A continuación, a París donde admiraría la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo y Disneyland París. Más tarde, a Londres a ver el Big—Ben y también a todos los lugares donde se han celebrado los Juegos Olímpicos en la historia. Después me encantaría ir a Nueva York a ver la estatua de la Libertad y Central Park. Luego, en Italia ir a Venecia, me gustaría ir en góndola de una casa a otra. También a Pisa, me gustaría ver su Torre, para comprobar si es verdad que está un poco inclinada. Me gustaría comprobar si el mundo es como dicen los libros, porque, a veces, tengo dudas.

Araceli Guisado Sosa. (1º ESO)

46

Page 47: Revista Peñaranda. Junio 2013

EL CORAZÓN DE CONRAD

Conrad creció sabiendo de aquella travesía. Todos hablaban de una noche cerrada que, apenas se abría, volvía a cerrar. Para sus adentros, Conrad pensaba: ¡no es la falta de luz lo que importa, sino los cuarenta segundos de oscuridad! Como todos, Conrad nunca creyó que tuviese que realizar aquel extraño viaje. Le gustaban las noches de verano. Era feliz con la apacible claridad del mediodía y la luna de la madrugada. Sin embargo, un día luminoso, alguien le empujó a traición a aquel brumoso túnel. Paso a paso, Conrad comenzó a caminar. Era verdad, en el corazón de aquellas tinieblas veinte segundos no eran la mitad de cuarenta, ni diez la mitad de veinte. El viaje terminó, aunque la luz del sol jamás fuera la misma.

Raúl Fernández Martínez. (Profesor de Filosofía)

47

Page 48: Revista Peñaranda. Junio 2013

ABDUCCIÓN

NO sé por qué fui yo la elegida. Estaba en lo alto de un monte, descansando después de una larga caminata, cuando vi llegar algo muy extraño. A medida que se acercaba se iba haciendo más nítido, hasta que descubrí que era una nave espacial. Me quedé estupefacta mientras una trampilla se desplegaba de la nave. Subí por ella como si de un sueño se tratara. A continuación, vi a un grupo de extraterrestres en una sala llena de máquinas muy complejas. No podía hablar con ellos porque no les entendía. Cuando tuve la oportunidad de mirar toda esa extraña maquinaria, vi algo que me sorprendió aún más: estábamos siendo controlados por esos seres extraños. Nuestras vidas no eran más que simples juguetes en sus manos.

Andrea Sebastián Pardo. (1º Bachillerato)

48

Page 49: Revista Peñaranda. Junio 2013

FOTOS

PENSÉ que una aventura como ir a las islas Hawai sería divertida. Aunque ir nadando, por supuesto, no era la mejor opción. Decidí coger un avión para ir a México desde Madrid. Ya una vez en México, cogí un barco para ir a Hawai. Hice lo que tenía previsto en mi mente y me salió bien. Buscaba el hotel que había reservado y lo encontré. Era agradable, acogedor, en fin, era extraordinario. Como hacía calor, me fui a dar un baño, pero antes, cogí una sombrilla y una silla de playa, y las puse sobre la arena. Había, eso sí, demasiada gente, pero no me importaba, aquello me hacía sentirme mejor y más tranquila. También estaba por terminar la mañana, por lo que me fui al hotel a comer algo, y después a una piscina transparente, brillante, fresca y cristalina. No había mucha gente, y supuse que estarían o bien en la playa o bien echándose una siesta. Mientras me bañaba, recordé que había alquilado una bicicleta y que tendría que pedalear por el paseo marítimo. Pasaron los días de vacaciones sin hacer cosas de importancia y tuve que volver. Iría otra vez, pero tengo fotos de sobra para regresar a Hawai cada vez que quiera.

Marta Gago. (1º ESO)

49

Page 50: Revista Peñaranda. Junio 2013

SATURNO

UN día de verano, Lucas, un pequeño científico de ocho años, creativo, curioso, y que pasaba horas y horas metido en el sótano de su casa realizando experimentos, tuvo una idea: crear una máquina transportadora, capaz de viajar a lugares insospechados.

Para poder llevar a cabo el viaje eran necesarias dos personas, una de ellas sería Lucas y la otra, su amiga Lisa, a la que había decidido contarle su secreto. Lisa aceptó la propuesta sin pensarlo, ya que era muy atrevida. Cada tarde, se juntaban en casa de Lucas y pasaban mucho tiempo en el sótano ultimando el gran experimento. Todos los días sus ganas de probarlo aumentaban, así como su curiosidad y su intriga.

Por fin, llegó el día. El invento estaba listo para poder usarse y Lucas y Lisa dispuestos para adentrarse en aquella aventura. La máquina comenzó a agitarse, a realizar movimientos extraños. El destino elegido era el planeta Saturno. En apenas unos minutos llegaron, pisaron el desconocido planeta y quedaron alucinados, sobre todo Lucas que, como era un pequeño científico, comprobó que la materia, la temperatura y la gravedad eran diferentes a las de la Tierra. Pasaron unas horas investigando, pero decidieron volver porque se estaba haciendo tarde y sus padres estarían preocupados.

Pilar Ambrioso Agudo. (1º Bachillerato)

50

Page 51: Revista Peñaranda. Junio 2013

EL LLANTO

ERA una noche oscura en un barrio sin farolas. Juan estaba medio dormido en su cama, cuando de pronto oyó unos gritos aterradores. Juan, atemorizado, se tapó la cabeza con la sábana y allí se refugió de ese ruido durante unos minutos. Los gritos desaparecieron y él se durmió.

Al día siguiente, Juan se levantó convencido de que lo que oyó esa noche era solo una mala pesadilla a causa de la falta de sueño por los exámenes. Al entrar en la cocina, Juan vio a su madre, y ella le dio una mala noticia sobre sus vecinos. Según parece unos ladrones entraron en su casa y los habían matado y su mejor amigo, el hijo de los vecinos, estaba en el hospital.

Juan se fue al colegio, intentando dejar de pensar un rato en lo que pasó esa noche, pero no pudo. Al salir de clase, Juan se fue al hospital. Juan al ver a su amigo se llevó una gran alegría, porque estaba mejor de lo que creía, pero el médico le dijo que no le dijera nada de la muerte de sus padres. Juan entró en la habitación donde se hallaba José Manuel. Los dos amigos hablaron durante un rato hasta que a Juan se le hizo muy tarde.

Juan al llegar a casa se fue a la cocina a cenar, su madre le estaba esperando. Antes de irse a la cama, su madre le preguntó por su amigo. También le dijo que pensaba en el lugar al que se lo llevarían cuando se recuperase, ya que no tenía ningún familiar cercano. Lo más seguro, dijo la madre, es que José Manuel se vaya a vivir con sus tíos a Mallorca.

El sábado Juan fue al hospital a visitar a su amigo. José Manuel le confirmó que se iba con sus tíos, y que sus padres habían muerto.

51

Page 52: Revista Peñaranda. Junio 2013

Justo entonces entró un policía en la habitación y les contó que ya sabían quién era el asesino. José Manuel se quedó en silencio y luego, poco a poco, comenzó a llorar.

Omar Asensio Martínez (1º ESO)

52

Page 53: Revista Peñaranda. Junio 2013

VOLAR

UN niño les dijo a sus padres que podía volar y estos no le creyeron. William, que así era como se llamaba el niño, estuvo varios días intentando convencerlos sin éxito. Una mañana muy temprano escribió una nota para decir dónde estaba y subió a un puente para confirmarlo. En efecto, William voló y sus padres al fin le creyeron. Esa mañana William se despertó muy feliz.

Rocío Rastrojo García. (1º Bachillerato)

53

Page 54: Revista Peñaranda. Junio 2013

UNA VIDA POR DELANTE

CUANDO salió del instituto se dio cuenta de que un coche le perseguía. Alberto se asustó y echó a correr, pero el coche era más rápido. Del coche se bajaron unos hombres con pasamontañas, parecían vagabundos, y le apresaron.

—¿Qué me vais a hacer? ¡Soltadme! —gritó Alberto.

—No te soltaremos. Queremos dinero, si no, te mataremos para luego vender tus órganos.

—No, por favor.

—Si tu familia no nos da el dinero, te sucederá eso. Y calla ya, ¡pesado!

Le pusieron cinta americana en la boca para que dejara de gritar. Lo metieron en el maletero del coche y lo llevaron a una casa. Lo encerraron en una habitación muy pequeña con una cama incómoda. Le dieron un vaso con agua y un trozo de pan para comer. Después, los secuestradores llamaron a sus padres.

—Queremos trescientos mil euros por su hijo o su hijo morirá —dijo el secuestrador.

—Por favor, no le haga nada. Se lo suplico. Le daremos el dinero —contestó su padre.

—Te doy hasta mañana para conseguirlo. Te espero en las traseras del parque a las nueve de la mañana.

—De acuerdo, pero, por favor, no le haga nada a mi hijo.

54

Page 55: Revista Peñaranda. Junio 2013

Al día siguiente, los padres de Alberto estaban a las nueve en las traseras del parque, pero los secuestradores no aparecían. Los padres se estaban preguntando todo el rato qué le habrían hecho a su hijo. Los secuestradores llegaron con Alberto y dijeron que les dieran el maletín con el dinero y después les devolverían a su hijo. El padre tiró el maletín y Alberto aprovechó para escaparse. Cuando Alberto salió a correr, los secuestradores fueron detrás de él, Alberto y su madre se montaron en el coche pero los secuestradores tenían una pistola y la dispararon. El padre fue alcanzado por una bala. La madre se puso a conducir a ciento sesenta para llegar a tiempo al hospital, pero cuando llegaron el padre ya estaba desangrado y se iba a morir. El padre llamó a Alberto.

—Hijo, yo me moriré, pero me sentiré muy orgulloso en el cielo por haberte salvado la vida. Ten mucho cuidado y cuida a tu madre como yo siempre la cuidé. —Papá, por favor, no te mueras. No te mueras.

El día del funeral, Alberto y su madre lloraron mucho. Cuando llegaron a casa, Alberto abrazó a su madre.

—Ya no se puede hacer nada, mamá. Nos queda toda la vida por delante.

Abraham Pérez Cadenas. (1º ESO)

55

Page 56: Revista Peñaranda. Junio 2013

EL ABUELO

DEBUTÉ en el Santiago Bernabéu con la camiseta blanca y me aplaudió todo el estadio. Era la final de la Champions League y estábamos jugando muy bien durante todo el partido pero en el minuto ochenta metió gol el rival. Todo el estadio se puso triste pero en el minuto noventa el portero saca un balón hacia el medio campo y yo estoy en el borde del área. El medio centro se la pasa al extremo y a mí que, en ese momento, estoy en el borde del área, me la pone de volea. Yo golpeo al balón con la pierna derecha y con un gran empalme, meto un golazo por toda la escuadra. Lo celebro dedicándoselo a mi abuelo, todo el estadio está en pie. Pero todavía nos queda un gol para vencer. El árbitro ha pitado el final.

Entonces nos queda la prórroga. Empieza y vamos empate los dos equipos. Nuestro rival golpea el balón en el poste. Y, entonces, mi compañero se va de medio rival nuestro, y golpea y le da al poste, pero llego yo al rechace y ¡gol! Todo el estadio está en pie y yo lo celebro dedicándoselo a mi abuelo, otra vez. Pero todavía quedan cinco minutos y el rival acaba de tener una ocasión de la que se va a acordar mucho. Y en el minuto ciento veinte el árbitro pita el final. Yo me caigo al suelo y todo el estadio grita mi nombre. Somos ganadores de la Copa de Europa.

Al día siguiente, en todos los periódicos, sale el nombre de un canterano del Real Madrid. Y que para él el héroe fue su abuelo que fue el que le ayudó a ser futbolista cuando Manuel Pérez tenía un año y medio. Y fue su abuelo el que le regaló un balón. Y con diez años a este muchacho se le murió su abuelo. Pero el padre le dijo: “Manuel no dejes de jugar al fútbol porque tu abuelo se haya

56

Page 57: Revista Peñaranda. Junio 2013

ido, porque tú tienes que saber que tu abuelo va a seguir orgulloso de verte desde ahí arriba dándole patadas al balón”. Y así fue como este gran futbolista tuvo fuerzas para seguir jugando a lo que le encantaba a su abuelo y le encanta a él.

Manuel Pérez Berjano. (1º ESO)

57

Page 58: Revista Peñaranda. Junio 2013

VIAJANDO POR UN PAPEL

VAGANDO por mis pensamientos me di cuenta de que vivía en un mundo en el que las personas solo miran por su bienestar, sin importarle lo mal que lo pasan otras. Entonces comencé a imaginar un mundo en el que no había maldad, ni guerras, donde las personas se preocupaban por la felicidad de los demás, pero, al poco, comprendí que el mundo no era un papel.

María Sánchez Triguero. (1º Bachillerato)

58

Page 59: Revista Peñaranda. Junio 2013

HUMO

UN grupo de amigos decidieron ir de campamento un fin de semana. Algunos quedaron para ir juntos a esperar el autobús. Cuando llegaron no había nadie en la parada. Era muy extraño. Pensaron que, a lo mejor, habían llegado tarde y el autobús ya había salido. Como no sabían lo que había pasado decidieron coger el siguiente autobús. Cuando llegaron al campamento, comprobaron que tampoco había nadie. Solo vieron un humo rojizo que, poco a poco, se aproximaba.

Silvia Alzás García. (1º Bachillerato)

59

Page 60: Revista Peñaranda. Junio 2013

LA LEYENDA DEL POZO MÁGICO

HACE mucho tiempo, en un lugar casi inaccesible para las personas, cuenta la leyenda que había un pozo mágico. La magia del pozo consistía en que su agua tenía poderes curativos.

En un reino llamado Camelot, un rey, con esposa y tres hijos, vivía en su castillo. El rey cayó enfermo de alzhéimer y fue visitado por algunos de los médicos más famosos del reino. Ninguno de ellos fue capaz de encontrar solución a su enfermedad porque no existía cura. Fueron pasando los días y el rey cada vez estaba más enfermo.

Un día de tormenta tocaron a la puerta del castillo y la sirvienta, al abrir, vio que se trataba de un vagabundo que estaba asustado. El vagabundo dijo:

—Por favor, dadme cobijo en esta noche de tormenta.

La reina contestó:

—Por supuesto, pasad. Mañana podrá continuar su viaje, cuando la tormenta haya pasado.

El vagabundo fue atendido por los criados del castillo y después de pasar la noche se dirigió a la alcoba del rey para darle las gracias por su hospitalidad. Viendo el vagabundo lo enfermo que se encontraba, le dijo a la reina:

—Su enfermedad solamente será curada por las aguas del pozo mágico, que se encuentra en un reino muy lejano al final de

60

Page 61: Revista Peñaranda. Junio 2013

Camelot. Solo podrá acceder a él una persona de corazón sincero, porque si no es así, el ogro lo matará.

Dicho esto, el vagabundo prosiguió su camino. Pasaron varios días y la reina decidió hablar con sus hijos. Tras explicarle la situación en la que se encontraba su padre y lo que el vagabundo había dicho, le pidió al mayor de los hermanos que lo intentara.

El hermano mayor cogió unos de los mejores caballos de las caballerizas reales y emprendió el camino hacia aquel reino lejano que se encontraba al final de Camelot. Tras varios meses de viaje se encontró por el camino un pobre señor que le dijo:

—Por favor, deme un trozo de pan, llevo varios días sin comer.

—¿Pan? ¡Antes prefiero dárselo a los perros! —dijo el muchacho y el pobre señor se dio cuenta de que el chico era malo, pero, aún así, le preguntó:

—¿Estás buscando el pozo mágico?

—Sí, ¿me podría decir el camino? —preguntó el hijo mayor.

—Sí, toma el camino de la izquierda y siga recto.

Dicho esto, el muchacho siguió avanzando. Tomó el camino de la izquierda, y allí fue atacado por el ogro que guardaba el pozo mágico. El ogro, como sabía que no era sincero ni bueno, lo mató.

La reina viendo que su primer hijo no regresaba, pues ya habían pasado seis meses de su partida, mandó al segundo. Hizo exactamente lo mismo que su hermano mayor porque era igual de malo que él. Cogió el mejor caballo y pasados unos meses se encontró con un pastor que le dijo:

61

Page 62: Revista Peñaranda. Junio 2013

—Por favor, ¿podrías ayudarme a sacar un corderito que se ha quedado enganchando en aquella alambrada?

—¿Yo? ¡Por favor! No pienso ensuciarme las manos, con lo limpio que soy yo. Ni hablar.

—¿Estás buscando el pozo mágico? —preguntó el pastor.

—Sí, ¿podría decirme dónde está?

—Sí, siga este sendero y, cuando llegue al final, encontrará dos caminos: coja el de la izquierda y lo hallará.

El muchacho hizo lo que le dijo el pastor y, como era de esperar, le sucedió lo mismo que a su hermano.

Viendo la madre que tampoco volvía el segundo de sus hijos, perdió la esperanza de que el rey pudiera curarse porque no quería mandar a su hijo pequeño. Ella no quería quedarse sin ninguno.

El más pequeño de los hermanos viendo la tristeza que tenía su madre dijo:

—Yo iré, madre.

—No, hijo mío, no quiero perderte a ti también, porque no quiero que te pase lo mismo que a tus dos hermanos.

—No, madre, a mí no me perderás. Volveré con la cura para mi padre, porque yo no soy igual que mis hermanos.

El muchacho cogió uno de los peores caballos, porque no le importaba tardar más o menos, y se dispuso a emprender el viaje. Pasados unos meses, llegó al reino muy lejano. La primera persona que se encontró fue a una doncella que le pidió ayuda para poder ir a su reino. El muchacho sorprendido ante la belleza de la

62

Page 63: Revista Peñaranda. Junio 2013

doncella, no dudó en bajarse de su caballo para que ella se montase y juntos prosiguieron el camino hacia el pozo mágico.

Después de varios días se encontraron a una anciana que les pidió un poco de dinero para poder alimentarse. El muchacho no dudó y sacó de su chaqueta una bolsa de monedas y se la entregó. La anciana le dijo:

—Gracias por su generosidad.

—No hace falta que me las dé.

—¿Está buscando el pozo mágico? —preguntó la anciana.

—Sí.

—Siga el sendero y cuando llegue al final encontrará dos caminos. Siga el camino de la derecha, allí verá el pozo mágico vigilado por un ogro azul. Para poder coger agua le tendrá que dar su caballo al ogro a cambio de ella, porque los caballos son sus animales favoritos.

El muchacho le dijo a la doncella que antes de llegar al pozo mágico, la llevaría a su reino, pero la muchacha se negó. Entonces, el chico hizo lo que la anciana le indicó. Después de recoger el agua del pozo mágico, viendo el ogro azul que el muchacho y la doncella se disponían a regresar andando, les regaló uno de su mejores caballos y una bolsa de dinero. La doncella decidió irse con el muchacho a su reino porque, desde hacía varias semanas, estaba enamorada de él.

La reina había perdido todas las esperanzas y se lamentaba de haber dejado ir a su hijo pequeño, porque creía que no estaba preparado para aquella tarea, pero, a los pocos días, el hijo regresó. Le dio a su padre el agua y el rey se curó.

63

Page 64: Revista Peñaranda. Junio 2013

Pasadas unas semanas, el hijo pequeño se casó con la doncella porque él también se había enamorado en aquel largo viaje. Todos hicieron una fiesta y fueron muy felices, aunque en sus recuerdos siempre quedarían los dos hermanos que murieron.

Cristina del Río Rodríguez (1º ESO)

64

Page 65: Revista Peñaranda. Junio 2013

EL PRINCIPIO

NO era el tren más veloz, ni el más confortable, pero ahora que había llegado el momento, casi le daba lástima bajarse. Desde que se subió, hacía ya demasiadas horas para contarlas, había cruzado ciudades, ríos, montañas —algunas nevadas—, campos amarillos de trigo, otros de girasoles… Había llegado a su destino. Cogió su maleta y se bajó con decisión.

La recibió un remolino de gente que iba y venía en todas las direcciones. El bullicio, los olores, los edificios, todo era nuevo y desconocido. Sus sentidos luchaban por percibir todas las sensaciones a la vez. Asustaba un poco, pero el deseo de avanzar era mucho más fuerte.

El viaje acababa de empezar.

Sandra Torrado Cordón. (1º Bachillerato)

65

Page 66: Revista Peñaranda. Junio 2013

UN DÍA NORMAL

UNA mañana, como otra cualquiera, me levanté. Era extraño, no había ruidos. El café estaba frío, me lo tomé y me fui al trabajo. Al entrar en la oficina, saludé a mis compañeros, pero no obtuve respuesta de ninguno de ellos. Era como si nadie pudiera verme. A la hora de la comida, la gente seguía sin decirme nada. Al terminar la jornada, volví a casa y todo seguía igual. Allí estaba la cena, esperando. Al terminar la cena, me senté a ver la tele y estaban poniendo el mismo programa que ayer.

Esperanza Torres del Castillo. (1º Bachillerato)

66

Page 67: Revista Peñaranda. Junio 2013

UN EXTRAÑO ACCIDENTE

NO recuerdo muy bien el accidente. Hoy, 23 de marzo, he despertado. Soy mayor.

Francisco Duarte Fernández. (1º Bachillerato)

67

Page 68: Revista Peñaranda. Junio 2013

GEOGRAFÍA

ME gustaría ir a la tienda de tatuajes para hacerme uno en la barriga, luego ir al hotel y bañarme en el jacuzzi de mi habitación. Ir a la playa, alquilar una barca o una moto de agua y montarme con mis padres y mi prima Cristina. Y, por la noche, ir a las fiestas de allí con los amigos que conocería. Me gustaría estar en la piscina del hotel toda la mañana y luego vestirme e ir a comer a un restaurante. Después de comer, ir a la playa y bañarme todas las horas que tenga ganas y sobre las ocho me encantaría ir a las tiendas de pulseras y poder comprarme muchas para traerles a todos mis amigos una. Después, iría al hotel a ducharme para salir al bar a cenar, y luego me gustaría ir a alguna discoteca a bailar con mi prima, ya que nos encanta bailar al ritmo de la música. Pero aquí estoy, pasando calor mientras estudio geografía.

Noelia Puente Torrado. (1º ESO)

68

Page 69: Revista Peñaranda. Junio 2013

EL SENTIDO DEL HUMOR

MANUELA era una mujer de treinta años, no demasiado guapa. Se había intentado casar cuatro veces, pero siempre pasaba lo mismo: cuando el chico llegaba al altar, salía corriendo. Ella, sin embargo, no se rendía y lo seguía intentando. Un día, en una página de contactos de internet, encontró a un hombre llamado Juan. Quedaron en conocerse.

Pasó un mes y Juan llegó al pueblo de los padres de Manuela. Casi toda la familia de Manuela lo recibió muy bien, pero el hermano, que era muy bromista, solo sabía meterse con él. Al mes de llegar, habían decidido casarse pero Juan, como siempre, salió corriendo y Manuela se quedó hundida.

Al día siguiente, su hermano le contó que le había metido una rata en el bolsito donde Juan guardaba los utensilios para afeitarse.

—Ese desgraciado no te convenía, Manuela —le dijo su hermano—. No tiene sentido del humor.

Isabel Esperanza Hurtado Oñivenis. (1º ESO)

69

Page 70: Revista Peñaranda. Junio 2013

DÍAS DE VERANO

TODO esto empezó un buen día de verano, así sin más, por sorpresa, sin que nadie lo esperara. Sobre la una del mediodía nos encontrábamos en la piscina de mi casa. Estábamos todos jugando dentro de la piscina pero, de pronto, apareció un hombre en llamas gritando: ¡Socorro! ¡Me quemo! ¡Ayudadme, por favor! Entonces se acercó y saltó dentro de la piscina. El hombre se quedó flotando sobre el agua. Luego, ya más calmado, nos dijo adiós y se marchó.

Al día siguiente, estábamos otra vez en la piscina y os preguntaréis ¿quiénes? Pues tiene una respuesta muy simple. Estábamos mis amigos Abraham, Carlos, José, Gaizka, Patricio, Juande y yo. Ah, por cierto, yo me llamo José Manuel Mejías Casas pero todo el mundo me llama Meji, por mi apellido.

Estábamos en la piscina, decía, y apareció otro hombre en llamas diciendo lo mismo: ¡Socorro! ¡Me quemo! ¡Ayudadme, por favor!

Nos asustamos mucho más que el día anterior, porque ya nos había pasado dos veces, entonces Gaizka me dijo:

—Corre. Vámonos de aquí, que esto es muy raro.

—Sí, será mejor que nos vayamos, porque esto ya se pasa de raro —le contesté.

Al parecer todos los problemas tienen su solución, pero, ¿por qué siempre a la misma hora? Empezamos a sospechar que fuera intencionado. Comenzamos a estudiar o, mejor dicho, a investigar un poco los circuitos eléctricos para asegurarnos de que no

70

Page 71: Revista Peñaranda. Junio 2013

estuvieran manipulados. Eso es lo que nos hubiera gustado, pero comprobamos que alguien tenía un temporizador, introducido en una caja de corcho para silenciar el ruido, conectado a un grupo eléctrico. Lo que hacia ese temporizador era encender el grupo que estaba manipulado para que descargara una corriente eléctrica más potente que un trueno. Esa descarga provocaba que un brasero se calentara al máximo e incendiara un papel que estaba debajo del brasero y, al mismo tiempo, que el hombre sentado en el brasero, —¡en pleno verano!—, saliera ardiendo.

—Meji, esto es muy raro —dijo Gaizka.

—Sí —le contesté, y después de mirar mi reloj, añadí—. Será mejor que nos demos un baño antes de que venga el hombre incendiado de hoy, ¿no te parece?

José Manuel Mejías Casas. (1º ESO)

71

Page 72: Revista Peñaranda. Junio 2013

LOS ÁNGELES

Me encantaría ir a Los Ángeles porque es un sueño que tengo desde bien pequeña. Me gusta eso de conocer gente, relacionarme, sobre todo, ir con tu pareja si es que tienes. Los Ángeles tiene casi cuatro millones de habitantes, así que imagina cuánta gente puedes conocer. Ingleses, franceses, rusos, gente de todo el planeta. Además el sonido de la ciudad me encantaría, los coches y lo que no son coches. A veces podría ser muy tranquila, otras no. Dormir allí sería ahora mismo incómodo para mí, ya que estoy acostumbrada a otro ambiente mucho más silencioso, pero lo intentaría. También me gustaría probar la comida de allí. No todo es igual. Me gustaría ver las hileras de palmeras, a los dos lados de la carretera, que distraen al turista, que deja caer la mandíbula embobado por las impresionantes mansiones de las estrellas de Hollywood. Sus clubes de jazz acogieron ni más ni menos que a Louis Armstrong, y aunque solo sea por eso, merece la pena hacer una visita.

Nerea Romero Gómez. (1º ESO)

72

Page 73: Revista Peñaranda. Junio 2013

EL TEATRO DE LOS SUEÑOS

ALLÍ estaba yo, en el parque de la fuente del ángel, con la mirada casi emborronada por las lágrimas que caían por mis mejillas, sintiendo la tristeza en mi interior. Todo el que pasaba me miraba con cara de extrañeza, preguntándose qué hacía un anciano mirando el viejo teatro abandonado, aunque nadie se acercaba, pues la gente solo mira, nunca actúa.

Ese anciano había sido un gran actor, pero el tiempo, ese gran monstruo contra el que no se puede luchar, lo había dejado en el olvido. Él, por el contrario, nunca podría olvidar que ese teatro fue el lugar donde aprendió todo y donde vivió las mejores experiencias de su vida.

Con paso lento, me acerqué a la puerta del teatro, que tenía un cartel de “PROHIBIDO EL PASO”. Levanté la vista hacia la última planta, donde quedaban los restos de un balcón. Por un momento mi memoria visualizó aquel balcón totalmente nuevo, de color crema, repleto de enredaderas con flores rojas, donde una joven aparecía asomada, como si estuviera esperando a alguien muy especial con emoción. Era como estar presente en ese mismo momento e, incluso, podía volver a oler el perfume de aquellas flores rojas. Era algo mágico. Mi mano pasaba por encima del marco ennegrecido de la puerta y se paró justo en el picaporte. Hice un pequeño movimiento para abrirlo con mucho cuidado. Cuando se abrió lo suficiente para poder entrar, una ráfaga de viento me traspasó con un cálido olor a antiguo que me volvió a traer los recuerdos de aquellos días en el teatro.

73

Page 74: Revista Peñaranda. Junio 2013

Entré despacio para no tropezarme con nada, paso a paso se podía ir vislumbrando algo de lo que parecía la escena, aunque con la poca luz que entraba por las ventanas rotas era casi imposible. Me situé justo delante del escenario y, de repente, un haz de luz recorrió todo el interior del teatro volviendo a verse como era en mi memoria. Los restos que había esparcidos por el suelo se convirtieron en butacas tapizadas en color burdeos, las ventanas volvían a mostrar sus maravillosas vidrieras de todos los colores y, por último, en la escena, el telón de color rojo vivo aparecía bajado a la espera de que empezara una función. Eché un vistazo detrás de mí y pude ver que en las butacas ya había gente sentada, hablando unos con otros sin darse cuenta de que yo estaba allí.

De pronto, empezó a sonar música y me senté en la primera fila. El telón se levantó y apareció un grupo de bailarines cuyos rostros me resultaron muy familiares: eran mis compañeros de teatro. Estaban igual que la última vez que actué con ellos, sus vestimentas incluso eran como las de antaño y sus caras irradiaban felicidad por actuar encima de nuestro amado teatro de los sueños. Así era como lo llamábamos, porque él nos ayudaría a lograr nuestro sueño de ser artistas. Muchos de ellos lo consiguieron, otros, en cambio, el único lugar donde actuaron fue sobre las viejas tablas de este teatro.

Al terminar su danza, el público empezó a aplaudir, los actores se acercaron y saludaron. Empecé a llorar de nuevo, era algo que no podía describir, no podía soportar tanta magia. Se bajó el telón y a los pocos minutos volvió a subirse. Entonces apareció una joven a la que nunca he podido olvidar durante mi vida. Ella fue mi gran amor, la que me esperaba siempre en el balcón de la última planta. Empezó a entonar una melodía que me recordó los dulces momentos que pasé a su lado, preparando las actuaciones, y

74

Page 75: Revista Peñaranda. Junio 2013

aquellas largas noches de pasión. A cada una de sus notas mi corazón aceleraba su ritmo.

Al terminar su canción, aparecieron todos los actores interpretando una obra. A mi mente regresaron escenas de los ensayos, todos sentados en el suelo con nuestros libretos y haciendo chistes para rebajar la tensión. Mientras recordaba estos momentos, noté que una mujer de largo cabello rojo se sentó a mi lado. Al instante la reconocí: era la directora del grupo de teatro. Ella, al igual que el resto del público, parecía no verme allí sentado, su mirada estaba fija en la escena, mientras entre dientes recitaba los diálogos. La recordaba como una mujer muy perfeccionista de la que aprendí que hay que dejar que el artista interior salga a la luz, sin ponerle barreras, ya que, si alguna vez encima del escenario te equivocas o te quedas en blanco, ese artista interior sabrá cómo arreglarlo. Para mí era una maestra de interpretación pero también la madre de todos nosotros, pues siempre estaba a nuestro lado apoyándonos en los buenos y malos momentos. Sin ella nunca hubiéramos descubierto la pasión por el teatro.

Con cada escena, la emoción aumentaba, porque cada una me traía momentos que creía olvidados, pero seguían ahí, en mi memoria. Entre ellos, uno en especial: la primera obra que protagonicé junto a la chica de la que estaba enamorado. Era Romeo y Julieta y sorprendentemente conseguimos que toda la ciudad quisiera asistir a su representación.

¡Un momento! Toda esta gente… no lo puedo creer… es el estreno de Romeo y Julieta. Nunca el teatro estuvo tan lleno. La gente murmura sobre la buena ambientación que el teatro ha conseguido recrear y los buenos actores que participan en la obra. Muchos más recuerdos acechan mi mente, no puedo controlar todo lo que siento en estos momentos. De repente, el telón se

75

Page 76: Revista Peñaranda. Junio 2013

vuelve a levantar y todo el teatro permanece en silencio. Entonces aparece en escena mi mejor amigo, que hace de narrador de la historia, pero, sin previo aviso, el haz de luz vuelve a aparecer y en las tablas se representa la escena del balcón donde Julieta llama a Romeo. Pero Romeo no aparece. Entonces la directora me mira y dice:

—Es tu turno. Hemos estado esperando tu regreso desde hace sesenta años. Ya es hora de que termines lo que empezaste.

La abracé y caminé despacio hacia el escenario. Vi cómo mi anciano aspecto iba cambiando y me transformaba en un chico de diecisiete años, vestido de Romeo, que lloraba emocionado. Mientras subía al escenario el haz de luz hizo desaparecer todo y a mí con él.

Carmen Flores Hurtado. (2º Bachillerato)

76

Page 77: Revista Peñaranda. Junio 2013

77

Page 78: Revista Peñaranda. Junio 2013

ÍNDICE

BANG Sofía Álvarez Catela. (1º Bachillerato)... pág. 4

LA VIDA QUE UNO NO QUIERE Sara Haut Contreras. (1º ESO)... pág. 5

NO SOY NADA Belén Villegas Jiménez. (1º Bachillerato)... pág. 9

EL PERDÓN Inmaculada Lorenzo González. (1º ESO)... pág. 10

VOLVER A CASA Juan José Marabé. (1º Bachillerato)... pág. 11

RETORNO AL PASADO Anabel Vázquez Cano. (1º Bachillerato)... pág. 12

¿NO TIENE GRACIA? Yanira Asensio Martínez. (1º ESO)... pág. 13

ÉL Sandra Sánchez Canchado. (1º Bachillerato)... pág. 18

LA VIDA DE HUGO Daniel Gil Núñez (1º ESO)... pág. 19

DESCONOCIDA Cayetana Velasco Molina. (1º Bachillerato)... pág. 24

EL NOMBRE DE LA CAMISETA Raúl Hernández Isaac. (1º ESO)... pág. 25

UTOPÍA Belén Torrado Díaz.(1º Bachillerato)... pág. 29

LA COMIDA Rosario Escudero Gato. (1ºESO)... pág. 30

EL TREN DE LA VIDA Soledad Cordero Ordóñez. (1º Bachillerato)... pág. 31

ESO ES LO QUE HE DICHO María Teresa Narciso Narciso. (1º ESO)... pág. 32

TELEGRAMA Nerea Escudero Albarca. (1º Bachillerato)... pág. 40

POPULAR Petri Guerrero Marcos (1º ESO)... pág. 41

FRESAS CON NATA Irene Acevedo Ramos. (1º Bachillerato)... pág. 44

DUDAS Araceli Guisado Sosa. (1º ESO)... pág. 45

78

Page 79: Revista Peñaranda. Junio 2013

EL CORAZÓN DE CONRAD Raúl Fernández Martínez. (Profesor de Filosofía)... pág. 46

ABDUCCIÓN Andrea Sebastián Pardo. (1º Bachillerato)... pág. 47

FOTOS Marta Gago. (1º ESO)... pág. 48

SATURNO Pilar Ambrioso Agudo. (1º Bachillerato)... pág. 49

EL LLANTO Omar Asensio Martínez (1º ESO)... pág. 50

VOLAR Rocío Rastrojo García. (1º Bachillerato)... pág. 52

UNA VIDA POR DELANTE Abraham Pérez Cadenas. (1º ESO)... pág. 53

EL ABUELO Manuel Pérez Berjano. (1º ESO)... pág. 55

VIAJANDO POR UN PAPEL María Sánchez Triguero. (1º Bachillerato)... pág. 57

HUMO Silvia Alzás García. (1º Bachillerato)... pág. 58

LA LEYENDA DEL POZO MÁGICO Cristina del Río Rodríguez (1º ESO)... pág. 59

EL PRINCIPIO Sandra Torrado Cordón. (1º Bachillerato)... pág. 64

UN DÍA NORMAL Esperanza Torres del Castillo. (1º Bachillerato)... pág. 65

UN EXTRAÑO ACCIDENTE Francisco Duarte Fernández. (1º Bachillerato)... pág. 66

GEOGRAFÍA Noelia Puente Torrado. (1º ESO)... pág. 67

EL SENTIDO DEL HUMOR Isabel Esperanza Hurtado Oñivenis. (1º ESO)... pág. 68

DÍAS DE VERANO José Manuel Mejías Casas. (1º ESO)... pág. 69

LOS ÁNGELES Nerea Romero Gómez. (1º ESO)... pág. 71

EL TEATRO DE LOS SUEÑOS Carmen Flores Hurtado. (2º Bachillerato)... pág. 72

79

Page 80: Revista Peñaranda. Junio 2013

80

Page 81: Revista Peñaranda. Junio 2013

Peñaranda es la revista de creación literaria del IES “Virgen del Soterraño” de Barcarrota (Badajoz). En ella pueden participar todos los alumnos, ex-alumnos, profesores y miembros de la comunidad educativa del centro con obras literarias originales.

Esta revista forma parte del Plan de Fomento de la Lectura llevado a cabo por los responsables de la Biblioteca del IES “Virgen del Soterraño”.

El nombre de la revista proviene del apellido de Francisco de Peñaranda, el médico de Llerena que, supuestamente, emparedó, en el siglo XVI, una pequeña colección de libros en su casa de Barcarrota. Esta colección de libros es conocida como La biblioteca de Barcarrota.

81

Page 82: Revista Peñaranda. Junio 2013

82

Page 83: Revista Peñaranda. Junio 2013

«Dichoso tú que has creído en mí sin haberme visto. Porque de mí está escrito que los que me han visto no creerán en mí y que aquellos que no me han visto creerán y tendrán vida. Más cerca de lo que me escribes de

llegarme hasta ti es necesario que yo cumpla aquí por entero mi misión y que, después de haberla consumado, suba de nuevo al que me envió. Cuando haya subido, te mandaré alguno de mis discípulos que

sanará tu dolencia y os dará vida a ti y a los tuyos».

Texto, traducido del latín, escrito en la Nómina-amuleto de Fernando Brandao.

Esta revista se terminó de editar con OpenOffice Writer

el 27 de junio de 2013.

83

Page 84: Revista Peñaranda. Junio 2013

84