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Revista Lazos 07

Mar 28, 2016

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Experiencia de formación en análisis de conflictos y negociación a organizaciones sociales e instituciones 48 Fundación UNIR Bolivia Av. 6 de Agosto #2528 entre P. Salazar y L. Gutiérrrez (591-2) 2117069 - 2153021 [email protected] www.unirbolivia.org Casilla 2787, La Paz - Bolivia La naturaleza de la mediación intercultural 17 UNIR Bolivia recibe el respaldo financiero de los gobiernos de Bélgica, Holanda, Suecia y Suiza, así como de la Unión Europea, Christian Aid y Trócaire. 64
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Page 1: Revista Lazos 07
Page 2: Revista Lazos 07

PRESENTACIÓN 3

Mediación: de la teoría a la práctica Mediación: entendiendo y desmitificando el término 8CRHISTIAN AMÉSTEGUI

La praxis en la mediación: Reconstrucción

del tejido social en escenarios conflictivos 12JOSEP REDORTA

La naturaleza de la mediación intercultural 17CARLOS GIMÉNEZ

Comunicación y ciudadanía: bases para una cultura de paz

Alteridad dialógica y ciudadanía:

retos desde la comunicación intercultural 28JOSÉ LUIS AGUIRRE

La paz se construye con más participación

ciudadana en la comunicación masiva 32 WASHINGTON URANGA

Diálogos 2006-2008: entre procesos de inclusión y exclusión

Diálogos interculturales una aventura de la palabra 38DAVID PORTILLO

El Diálogo y la construcción de la cultura de paz 41LUIS VÁSQUEZ

Experiencia de formación en análisis de conflictos

y negociación a organizaciones sociales e instituciones 48MARINA VARGAS

¿Contribuyen los medios a la polarización

de discursos políticos? 53VANIA SANDOVAL

MANO A MANO

La equidad vista desde el feminismo 58SONIA MONTAÑO Y ANA MARÍA ROMERO DE CAMPERO

BIBLIOTECA / Librero UNIR 62

WWWs DESTACADOS 64

Contenido

Revista de la Fundación UNIR Bolivia para promover el diálogo, la gestión de conflictos,

la comunicación y el desarrollo de ciudadanía intercultural, con las transversales de

interculturalidad y bien común.

Año 4, Nº 7, enero a julio 2009

Consejo editorialAna María Romero de Campero

René Zeballos ClavijoErick Torrico Villanueva Gabriela L. Ugarte Borja

Marisol Murillo Velásquez

EdiciónClaudia Vargas Urquieta

Corrección de estiloMauricio Murillo

IlustracionesJuan José Serrano

María Isabel [email protected]

DiseñoSALINASÁNCHEZ

[email protected]

UNIR Bolivia recibe el respaldo financiero de los gobiernos de Bélgica, Holanda, Suecia

y Suiza, así como de la Unión Europea, Christian Aid y Trócaire.

Fundación UNIR BoliviaAv. 6 de Agosto #2528

entre P. Salazar y L. Gutiérrrez(591-2) 2117069 - 2153021

[email protected]

Casilla 2787, La Paz - Bolivia

ISSN: 1991-9506Depósito legal: 4-3-88-06

Primera impresión de 5000 ejemplares

Page 3: Revista Lazos 07

Presentación

“P rácticas para construir paz”, así titulamos a este séptimo número de la revista especializada LAZOS, en la que temáticas como la mediación, la comunicación y ciudadanía y la generación de espacios de diálogos son

expuestas con el enfoque que se constituyen en pilares que contribuyen a la construc-ción de una cultura de paz.

En la primera parte de nuestra publicación abordamos a la mediación, pero no de forma casual, pues de alguna manera es una prolongación de las reflexiones que surgieron el IV Congreso Mundial de Mediación —organizado por la Funda-ción UNIR Bolivia y celebrado en nuestro país a fines del año pasado— y que tuvo la virtud de recordarnos las posibilidades que tienen los medios alternativos en la resolución de conflictos para la construcción de paz. En este caso, para la revista

se buscó la mirada de tres especialistas que, de manera pedagógica y sintética, nos entregan elementos que permiten entender y desmitifi-car el término.

El primer provocador es el abogado Christian Améstegui, jurista especializado en mediación; que responde a interrogantes como ¿Quién puede ser mediador y qué papel cumple? o ¿Qué tipos de mediación existen? abordando el tema de una de las actividades vitales para la convi-vencia democrática y el desarrollo de la socie-dad. Le sigue el conflictólogo, Josep Redorta,

quien enfoca la mediación como una contribución para reconstruir el tejido social en escenarios conflictivos; plantea un análisis básico del sistema social, la relación competición/cooperación, la morfología de los conflictos, las relaciones de poder y la gestión emocional como paso previo a la intervención directa, hace referencia a algunas herramientas avanzadas de utilidad para el proceso mediador. Y cerran-do este sector, bajo una óptica intercultural, el antropólogo Carlos Giménez que profundiza el tema aterrizando en ejemplos aptos para ser aplicados en cualquier coyuntura y advierte “En el mundo contemporáneo la intermediación cultural se ha ido formalizando y perfilando como una modalidad más en el amplio campo de la mediación”.

“En el mundo contemporáneo la intermediación cultural

se ha ido formalizando y perfilando como una

modalidad más en el amplio campo de la mediación”,

afirma Carlos Giménez

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Siempre en el ánimo de acompañar nuestras tareas con reflexiones que las en-riquezcan y fortalezcan su sentido, para el segundo bloque convocamos a tres expertos a que aporten con sus conocimientos en las áreas de ciudadanía, medios y cultura de paz. En este marco, el comunicador José Luis Aguirre aborda los retos pendientes de la alteridad, vale decir la aproximación y la comprensión del Otro: “Con mayor frecuencia las sociedades admiten su carácter multicultural. Hay me-dios que apoyan estas concepciones y hay los que apuntalan el racismo y el funda-

mentalismo”, esta es un análisis del autor desde la comunicación entendida como un proceso de encuentros.

Como valioso complemento el especialista en medios y ciudadanía Washington Uranga y la comunicadora Teresita Vargas proponen una mayor participación ciudadana en la co-municación masiva acompañada de claves pa-ra resignificar la tarea periodística, los autores afirma que “La democracia es un modo de vida y como tal requiere de un proyecto que no anu-le las diferencias, sino que asuma la diversidad de enfoques. Para ello es indispensable la par-ticipación colectiva tanto en la negociación como en la construcción de valores aceptados por todos”.

El tercer acápite refleja los esfuerzos desarrollados estos últimos cuatro años por la Fundación UNIR Bolivia, que con la mirada puesta en mediano y largo plazo, se pro-puso ir tejiendo una telaraña de relaciones y encuentros en espacios habitados por el prejuicio y la desconfianza. Los materiales preparados por Vania Sandoval, Luis Vás-quez, Marina Vargas y David Portillo giran en torno a lo que fue su experiencia en dos áreas claves para lograr ese objetivo: la formación de recursos humanos en la gestión pacífica del conflicto y, por otro lado, la realización de diálogos ciudadanos a lo largo y ancho del país. Estos aportes combinan precisamente la teoría con la práctica, en un esfuerzo por recuperar los procesos que se generaron primero en el desarrollo de metodologías enmarcadas en la realidad nacional y luego en su puesta en práctica.

Ya en el cierre de la revista y dado que las luchas feministas y las indígenas han representando verdaderas epopeyas en pos de la igualdad, la dignidad y el ejercicio pleno de derechos. Ambas convergen en muchos planos pero, sin duda, también

“La democracia es un modo de vida y como tal requiere de un proyecto que no anule las

diferencias, sino que asuma la diversidad de enfoques.

Para ello es indispensable la participación colectiva tanto

en la negociación como en la construcción de valores

aceptados por todos”.

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hay matices que las diferencian, como la situación de las mujeres indígenas que viven una doble exclusión, en este marco presentamos una entrevista de Ana María Romero de Campero con la socióloga Sonia Montaño, quien analiza el tema de la equidad desde la perspectiva feminista. El diálogo no sólo logra puntualizaciones conceptuales interesantes respecto a lo que es la equidad frente a la igualdad sino que propone temas de debate que a veces son obviados pese a que son imprescin-dibles en escenarios de cambio como los que vive la Bolivia del siglo XXI.

Como siempre, esperamos que estos textos aporten a la reflexión colectiva pero también a la individual, para poder impulsar los cambios desde dentro, desde el cora-zón de toda sociedad, y de cada persona con el fin de promover la interculturalidad y el bien común entre todas y todos.

La Paz, julio de 2009

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Page 7: Revista Lazos 07

Mediación: de la teoría a la práctica

Por lo general, todos conocemos de los conflictos

que se generan en nuestro país: sociales,

económicos, territoriales y un sinfín de temas más;

y donde los hay, están medios de comunicación, y

lo que vemos en televisión, leemos en periódicos

y escuchamos en la emisoras radiales son, casi

siempre, desencuentros. Muchas veces, también,

nos enteramos de su desenlace. Sin embargo,

el cómo es que se resolvieron, no lo sabemos

¿Quiénes coadyuvaron? O, más bien, ¿quiénes

mediaron?

La mediación se ha convertido en toda una

ciencia, porque más allá de su concepto básico,

hay tantas formas de atender los casos como

conflictos existen.

En este capítulo empezamos entendiendo y

desmitificando el término, para pasar de la teoría

a la práctica reconstruyendo el tejido social en

escenarios conflictos, y así llegar a entender qué

es una mediación intercultural.

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nista, de resolución de problemas, tera-péutica, pura, med-arb, naturalista, téc-nica, evaluativa, social, transformativa, con enfoque en intereses, con enfoque en derechos, etc., por mencionar las más importantes, evidenciándose toda una variedad de adjetivos que intentan definir las diferencias entre unas y otras. Veamos el enfoque de las principales:

La mediación social consiste en una tarea que una organización confiable desde la perspectiva de las partes realiza en miras a buscar un acuerdo. En el caso boliviano se tiene la tarea de acercamien-

to y facilitación de conflictos internos que frecuentemente han venido realizando, principalmente, la Iglesia Católica, el Defen-sor del Pueblo y la Asamblea de Derechos Humanos, careciendo estas tres organizaciones citadas de dichas funciones en un sentido estrictamente legal, o prescindiendo todas ellas de la utilización de metodología científica/técnica sobre mediación propiamente dicha; su labor ha sido la de una facilitación insti-tucional cuasi patriótica.

La mediación política es aquella tarea que permite identi-ficar, recoger, articular, entender, agregar y conciliar intereses de la población de un Estado, concluyendo en la aprobación o en la crítica de políticas públicas, o la explicación de por qué no pueden ser alcanzados dichos intereses.

Mediación de músculo/de fuerza es aquella en la que el me-diador coerciona y obliga a las partes a aceptar un acuerdo basado en una salida propuesta o recomendada por aquel si tal moción o idea no nace de la propia voluntad de ellas o para evi-tar un fracaso. Para aquello se aprovecha de su sitial, experiencia o poder dentro del proceso.

Mediación transformativa es aquel proceso cuyo énfasis es-tá en la renovación, restablecimiento, fortalecimiento y trans-formación de la relación de partes para que éstas puedan lidiar con sus diferencias mediante una mejora de su relación.

Mediación técnica es aquel proceso de toma de decisiones en el que las partes son asistidas por un tercero denominado me-diador, quien intenta mejorar el (mencionado) proceso de toma de decisiones y asiste a las partes para llegar a un resultado que sea aceptable por cada una de ellas.

Mediación: entendiendo y desmitificando el término¿Quién puede ser mediador y qué papel cumple? ¿Qué tipos

de mediación existen? Estas y otras preguntas se responden

pedagógicamente abordando el tema de una de las actividades

vitales para la convivencia democrática y el desarrollo de la sociedad.

No es exagerado decir que hay toda una diversidad de formas de entender el término mediación, por lo que es conve-

niente dar luces generales de su significado antes de profun-dizar cualquier análisis. En su forma esencial la mediación1 es una herramienta alternativa de resolución de conflictos entre dos o más partes con la ayuda de una tercera persona imparcial llamada mediador. Otras herramientas son, según su orden de complejidad, la gestión de buenos oficios, la negociación directa, la evaluación neutral temprana, la transacción, la facilitación, la conciliación, el mini-juicio, el tribunal ejecutivo, la adjudicación y el arbitraje.

Manteniendo la sencillez conceptual entenderemos que ese tercero es una tercera persona no directamente involucrada en el conflicto que coadyuva en al proceso de transformación cons-tructiva del conflicto. Parte es un participante en la mediación, diferente al mediador, y puede ser: una persona natural; una organización sectorial o un sector social perteneciente a la so-ciedad civil; una corporación u organización pública o privada, con o sin fines de lucro; o un Estado nacional. Conflicto es una relación entre dos o más partes que poseen, o consideran que poseen, objetivos incompatibles, con la potencialidad de esca-lar a niveles de una crisis.

El mediador tiene como misión ayudar a las partes a acer-carse, en el entendido que una aproximación entre ellas para intentar solucionar sus diferencias ha fracasado previamente, pese a los buenos propósitos que alguna de ellas o todas las partes pudiera(n) haber tenido al intentar resolver dichas dife-rencias sin ayuda externa. Al respecto entenderemos que mien-tras más avanzado dicho conflicto se encuentre más alejada está la posibilidad de poderla resolver, dado que típicamente las principales causales que ayudan a un posicionamiento o atrin-cheramiento consisten en la existencia de intereses ocultos o de agendas ocultas de una o de todas las partes (lo que incluye la posibilidad de que una de ellas no sepa en realidad qué quiere), desbalances de poder entre partes, intereses comerciales o so-bre recursos, ansias de venganza o revanchismo, por mencionar las más importantes. Por su parte, etapas alejadas del origen dentro de la espiral conflictual involucran comportamientos menos racionales de los actores y así –nuevamente– menos pro-babilidades de una solución consensuada.

Algunos enfoques de mediación incluyen: mediación trans-formativa, política, facilitativa, de músculo/de fuerza, huma-

Abogado con

especialidad en

Resolución de

Conflictos, graduado

de la North

London University

(Inglaterra) y de

la Universidad de

Uppsala (Suecia).

Autor del “Hola..soy

su Mediador”.

CHRISTIAN

AMÉSTEGUI

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Así, un mediador técnico:

a) Requiere estar formalmente capacitado para poder asistir a las partes en conflicto en función a la toma de decisiones que resuelva o no voluntariamente dicha incompatibilidad que provenga de ellas mismas.

b) Tiene como parte de sus tareas el analizar y considerar el estilo que mejor se aplica a las circunstancias, situaciones, casos, especificidades del conflicto y a la personalidad de las personas involucradas. Hará tal consideración sobre todo en base a su profesión de origen, formación sobre mediación recibida, experiencia profesional y/o en cali-dad de mediador. De ello se desprenden los valores y metas que se enfatiza en su práctica, su inclinación a animar a las partes a comunicarse directamente entre ellas o su prefe-rencia a que ellas intermedien su comunicación a través del mediador, la cantidad de tiempo que destina a sesiones conjuntas y a sesiones separadas, a su carácter evaluativo de los méritos de cada posición de partes, etc. Los típicos estilos son la mediación evaluativa (por la que el mediador usa su experiencia, educación, capacitación y experticia para dar a las partes una recomendación de una resolución “apropiada” del conflicto), la mediación facilitativa (por la que el mediador induce a las partes a negociar en términos de las necesidades e intereses sustantivos, procedimenta-les, psicológicos o culturales subyacentes de las partes en lugar de facultades y derechos reclamados) y la mediación de medios (por la que el mediador estimula un regatero paulatino que apunte a un compromiso que se sitúe ópti-mamente en un punto central entre las demandas posicio-nales originales de las partes).

Debido al notorio éxito de la mediación, al presente su estu-dio está en un proceso de análisis general sobre cómo será defi-nida, practicada y enseñada. Se busca como meta alguna forma de estandarización, aspecto que es un desafío dada la variación de estilos y prácticas. No obstante, la pregunta central reside en si una estandarización es deseable –si fuera posible, en todo caso– dado que las diferencias existen por algo y son dignas de ser comprendidas y respetadas, de esta manera comprender de dónde vienen dichas diferencias y aproximaciones y a dónde se dirigen. Luego será posible tomar decisiones informadas, como se analiza posteriormente.

Algo está claro: hoy en día se suele mencionar bajo el término genérico de “mediación” a algo general, ignorando o minimi-zando las diferencias de percepción antedichas. La materia ha sido vista –con pocas excepciones– sin tomar en cuenta si la variedad de prácticas son fundamentales o no y si dichas prácti-cas requieren así una política pública diferenciada o está bien el desenvolvimiento y ritmo presentes.

El tema ya fue mencionado en la obra La promesa de la me-diación: respondiendo al conflicto a través de la empoderiza-ción y reconocimiento2, donde se revelaba que las diferencias

(algunas veces totalmente incompatibles) entre mediadores y sus formas de trabajo eran ideológicas, basadas en las creen-cias/entendimientos de éstos sobre las personas y los con-flictos tratados, y que dichas diferencias ideológicas tenían consecuencias en la forma de práctica y –finalmente– en la políticas públicas adoptadas. Es evidente que a lo largo del tiempo se ha minimizado dichas diferencias de enfoques de práctica mediadora como si ellas fueran un abanico de posibi-lidades de elección entre tipos de frutas en un mercado. Parte de dicho trajín está en que el mediador está autorizado a elegir el mejor estilo que convenga para el caso (total, igual se deno-mina mediación lo que está realizando), para el contexto y para las partes involucradas. Tal práctica aparenta ser apropiada porque considera un punto de vista políticamente correcto, por ser inclusivo para todo caso y para todos los individuos que quieran usar del servicio (sin importar quién o cómo se los ofrezcan), por ser consecuente con el principio de impar-cialidad (típicamente confundido con el de neutralidad) que puede ser entendido universalmente como aquel por el que el mediador no trae al proceso ideales, planes predefinidos, una agenda prediseñada, metas, preconcepciones, etcétera y que sólo viene a realizar un trabajo.

No obstante, mediación siempre viene con una teoría sus-tentatoria por detrás que explica qué es lo que hace un media-dor al intervenir en un conflicto ajeno. De hecho hay teorías bien estructuradas y coherentes. La teoría de mediación trans-formativa de Bush y Folger, el enfoque dual de Rubin, Pruitt y Kim, el de discurso trascendente de Pearce y Littlejohn o el reciente de enfoque de mediación facilitativa. La importancia de la teorías por detrás de una práctica radica en que poseen asunciones ideológicas más amplias sobre el mundo (“cosmo-visiones”): sobre qué motiva a la gente, cuáles son los orígenes del conflicto, cuál es el típico comportamiento conflictual, qué son las partes capaces de hacer en un conflicto, qué es una solución efectiva al conflicto mediado y cuánto cuesta e invo-lucra resolver un conflicto tanto en tiempo y recursos. Por ello la forma de hacer mediación varía fuertemente como resultado de la teoría que apoya a una cierta práctica y de la cosmovisión que se tenga sobre la forma de ver el mundo que le circunda y sus teorías subyacentes

Mediación siempre viene con una

teoría sustentatoria por detrás

que explica qué es lo que hace un

mediador al intervenir en un conflicto

ajeno. De hecho hay teorías bien

estructuradas y coherentes.

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¿Y qué hay de la política pública?

Las diferencias de prácticas de mediación, y sobre todo de las teorías que sustentas dichas prácticas y las asunciones sobre las que radican son, verdaderamente, im-portantes para la autoridad que diseña la política pública sobre la materia. Volvien-do párrafos atrás, al ver tantos adjetivos que describen a la mediación, es eviden-te que los roles de los mediadores deben también ser diferentes, ajustándose a lo que se espera de ellos, desde facilitado-res de procesos de diálogo hacia extre-mos opuestos como la asunción de estilos evaluativos sobre el conflicto como si el mediador estuviera juzgando los méri-tos respaldatorios de caso y –sobre esos fundamentos– aconsejando a las partes el asumir culpas y tomar decisiones. Ningu-no de esos extremos es incorrecto y sólo son respuestas a la teoría y asunciones a la que responden, por lo que son acertados. Viendo así la cosa, evidentemente no es posible tener una sola política pública so-bre mediación para extremos tan distan-tes de prácticas arraigadas. Para el caso en análisis pueden haber fuertes razones para propender en un proceso mediador dado a incentivar la comunicación o a in-centivar una evaluación.

Por su parte, las autoridades que regu-lan la mediación en los Estados también acarrean sus propias teorías y asuncio-nes sobre el conflicto, sobre las partes en conflicto y sobre “buenas” o “malas” prácticas del día a día. El problema ra-dica en que una vez delineada la políti-ca pública por éstas sobre la temática, entonces la palabra oficial está dicha, lo que incluye –por ejemplo– el poder unilateral de definir pausas administra-tivas de todo el circuito mediador en un Estado, la paralización de toda acredita-ción de conciliadores por el tiempo que se decida, la prohibición de formación técnica de nuevos elementos o el desco-nocimiento (o descarte) de nuevas ten-dencias internacionales sobre la materia por ignorancia.

Una vez que la autoridad asume están-dares basados en la adopción de paquetes externos como códigos de ética, requisi-

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tos mínimos para otorgar licencias o asunción de criterios de calificación de mínimos de calidad para autorizaciones, por mencionar algunas políticas públicas basadas en asunciones no declaradas, es que se pueden oficializar ciertas prácticas (y corrientes) y marginalizar otras sin más razón ni justificación. Por ejemplo, ciertas medidas administrativas pueden incidir en el hecho de que para capacitar deben adaptarse sistemas lineales de fases y etapas de mediación técnica versus enfoques más comunicativos o intuitivos. Puede también exigirse a los mediadores títulos profesionales (desconociendo prácticas mi-lenarias o culturales, muchas veces) o formación jurídica como prerrequisito para ser mediador autorizado, dejando al resto como practicantes/novatos extraoficiales.

En conclusión, en armonía con el estado de la ciencia sobre el tema de análisis, es el momento de evaluar las diferentes prácticas de mediación, discutir acerca de qué es mediación para ellas, si conciliación está dentro o fuera de la mediación, qué teorías tienen o deberían tener preponderancia para qué

tipos de conflictos y lugares, qué asunciones subyacen a aque-llas teorías y cómo aquellas asunciones determinan la práctica mediadora del día a día. Para ello los que dirigen la política pú-blica estatal sobre cultura de paz y mediación deben consultar con profesionales familiarizados con la materia o que manejan sus propias teorías y/o con quienes están entrelazando dichas teorías con otras aplicables. Una visión nueva, inteligente y con plenitud de información reconocerá preliminarmente que hay variantes y enfoques diferentes.

1 Nos desligamos del término conciliación entendido como un proceso

alternativo de resolución de conflictos por el que una persona adicional

de carácter neutral –el conciliador– interviene de diferentes maneras con

el objeto de facilitar un acuerdo entre partes, incluyendo la posibilidad

de dar su opinión, que ponga fin al conflicto.

2 Bush, R.A.B. y Folger, J.P. La promesa de la mediación: respondiendo al

conflicto a través de la empoderización y reconocimiento. San Francisco,

Jossey-Bass, 1994.

BibliografíaBush, R.A.B. y Folger, J.P. La promesa de la mediación: respondiendo al

conflicto a través de la empoderización y reconocimiento. San Francisco,

Jossey-Bass. 1994.

Boulle, Laurence. Mediación: principios, proceso y práctica. Hampshire,

2007.

Mediation News, 17 (3), pp. 1-3. Lexington, MA: Academy of Family

Mediators.

Pearce, W.B. y Littlejohn, S.W. Conflicto moral: cuando los mundos sociales

colisionan. Thousand Oaks, Sage, 1997.

Rubin, J.Z., Pruitt, D.G., y Kim, S.H. Conflictos sociales: escalada, impasses y

acuerdos (2d Ed.). New York, McGraw-Hill, 1994.

Las autoridades que regulan la

mediación en los Estados también

acarrean sus propias teorías y

asunciones sobre el conflicto, sobre las

partes en conflicto y sobre “buenas” o

“malas” prácticas del día a día.

El año pasado la sede de Gobierno se vistió de gala. Expertos de Argentina, Bolivia, Colom-bia, Cuba, México, Perú, España, Portugal, Suecia, Suiza, Francia y Túnez nos visitaron y trajeron sus conocimientos y experiencias so-bre la utilización de métodos de mediación en la transformación de los conflictos en ámbitos como la familia, educación, justicia, política, interculturalidad y seguridad en el IV Congreso Mundial de Mediación que se llevó a cabo del 10 al 15 de noviembre de 2008.

El objetivo del IV Congreso Mundial fue difun-dir las contribuciones de este método en el desarrollo de la democracia e implantarlas en

el país y la región. Ya en eventos de años ante-riores se demostró que la mediación puede ser la portadora de valores fundamentales pro-pios al régimen democrático. Participaron del evento más de un millar de personas y previo a su realización se realizaron precongresos en Cochabamba, Santa Cruz, Sucre y El Alto..

Expositores Una variedad de temas se expusieron como: La esencia de la mediación, cultura de paz y compromiso social que estuvo a cargo de Graciela Tapia (Argentina) y Jorge Pesqueira (México) y la Mediación intercultural: abordaje eficaz de conflictos sociales en la que parti-

cipó Carlos Rúa (Colombia), Carlos Giménez (España) y Fadhila Mammar (Túnez). Asimis-mo, se habló sobre elementos culturales en los conflictos políticos-sociales con Alejandro Nató y el arte de construir consensos en la mediación política con Sergí Farré y Juan Ma-nuela Ávila.

Destaca también entre los expositores al no-ruego Josep Galtung quien abrió el programa de esta cita mundial

El producto final se plasmó en la memoria del IV Congreso Mundial de Mediación que reco-ge la riqueza de las exposiciones del evento.

El IV Congreso Mundial de Mediación

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Entender lo que sucede

El análisis del sistema social Entender lo que está sucediendo es algo muy importante, sea

cual sea el estadio de desarrollo en que se encuentre un conflicto concreto. Toda intervención eficaz en orden a la reconstrucción del tejido social exige un análisis previo sobre qué es lo que está ocurriendo en dicho tejido social antes de decidirse por alguna estrategia o recursos de acción mediadora.

Cuando se trata de grupos sociales, una primera vía de luz es el análisis de Parsons, sociólogo de referencia que estudió los siste-mas sociales con mucha profundidad aunque con óptica de esta-bilidad. En un trabajo anterior (2007) resumimos los cuatro com-ponentes del sistema social dañado que conviene considerar:

Fuente: REDORTA, J. (2007) sobre ideas de T. Parsons. En Entender el conflicto.

Estos cuatro grupos son importantísimos. Sea cual sea el nivel al cual se da el conflicto –una ciudad, una comunidad, dos grupos enfrentados, etc.– es necesario considerar y visualizar lo que ocurre en estos aspectos. No es preciso un estudio en profundidad, sino solamente aquella información que va a ser relevante para el equipo de mediación en el momento de decidir una estrategia de abordaje de la situación planteada.

Examinar los ROLES significa comprender “quién hace qué en la comunidad”. Conocer esto implica ver estos roles desde

La praxis en la mediación: reconstrucción del tejido social en escenarios conflictivosSe plantea un análisis básico del sistema social, la relación

competición/cooperación, la morfología de los conflictos, las

relaciones de poder y la gestión emocional como paso previo a la

intervención directa. Se referencian algunas herramientas avanzadas

de utilidad para el proceso mediador.

la óptica de su aportación a la solución negociada del conflicto. Un esquema que puede ser de alta utilidad para esta la-bor lo elaboró el antropólogo William Ury (2000) y es el siguiente:

Estos diez roles relacionados con la gestión del conflicto se dan en todas las situaciones en función del estadio de de-sarrollo del mismo. Así, no es lo mismo prevenir, resolver o contener, por lo que cada función precisa sus roles específi-

cos. También cabe decir que una misma persona puede efectuar más de un rol en determinados conflictos. A partir de este aná-lisis se hace más fácil localizar quién puede hacer una función concreta para resolver la situación planteada.

Un segundo aspecto a considerar son las COLECTIVIDADES. Esto implica examinar los grupos que están presentes en el es-pacio en el que se desarrolla el conflicto. Para aclarar esto es útil preguntarse respecto a cada uno de los grupos en acción tres cuestiones claves: ¿Cómo es el liderato de ese grupo? ¿Qué grado de cohesión interna manifiesta? ¿Cómo es la “química personal” (afectividad) entre sus participantes? Schutz1 elaboró todo un modelo sobre estos tres parámetros como elementos centrales y rápidos para entender problemáticas grupales. Sin duda, todo el conocimiento amplio de la dinámica de grupos es de utilidad aquí. Este modelo denominado FIRO puede ser de alta utilidad para los mediadores.

El tercer aspecto a considerar son las NORMAS. Las normas marcan pautas de actuación; conocer por qué se está actuando de una manera determinada y no de otra es muy relevante. Las normas pueden ser jurídicas o no. Cada grupo tiene sus propias normas y una manera de enfrentarse a los conflictos que no deja de ser otra pauta de comportamiento. En las situaciones de cambio profundo se puede producir mucha oscuridad en este punto, debido a cuestiones vinculadas a la cultura o a situacio-nes de anomia2. El análisis de las normas no deja de ser un estu-dio de la manera en que las partes en conflicto se comportan.

Abogado

- mediador.

Español. Doctor en

Psicología Social.

Experto

internacional

en gestión de

conflictos.

JOSEP

REDORTA

RolesAgrupan funciones

ColectividadesAgrupan personas

NormasAgrupan pautas

ValoresAgrupan ideas

Componentesdel Sistema Social

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Finalmente, en el esquema que hemos efectuado es preciso considerar los VALORES. Este aspecto requiere revisar los mitos, las creencias, las ideas de cada grupo en conflicto.

Dejando aparte las dificultades de intervenir en las cues-tiones de valores, a efectos de análisis, es sumamente práctico conocer lo que se pueda de esto. Los valores orientan las deci-siones que tomamos y es preciso considerar hasta qué punto pueden o no entrar en conflicto entre las partes. Examinemos este cuadro:

Valor Ejemplo

Valor compartido El dinero, la salud, la felicidad, etc.

Valor no compartido Racismo, la creencia en un mismo dios, etc.

Fuente: REDORTA, J. (2001) a partir de las ideas de Trilla, J. (1992) en El profesor y los valores controvertidos

Es importante considerar, por quienes intervienen en la ges-tión del conflicto en sociedades divididas, cuáles son aquellos valores que al menos son parcialmente compartidos. La rele-vancia de este aspecto es que los valores tienen muy importan-

tes funciones en la práctica social: permiten resolver conflictos y tomar decisiones, generan pautas de conducta, motivan, ge-neran defensas, etc.

Examinar el grado de cooperaciónLo que es esencial en la gestión del conflicto es que las partes

pasen de actitudes competitivas a actitudes cooperativas. Los grupos humanos precisan tanto el conflicto como el consenso para conseguir sus objetivos.

Cuando un grupo se halla en consenso se ha producido lo que se llama un “efecto de normalización”. Es decir, el grupo es capaz de funcionar de acuerdo a unas pautas aceptadas en algún gra-do. En el conflicto entre grupos –muy específicos en sociedades divididas– se produce el fenómeno inverso denominado “efecto de polarización”.

Cuando los grupos están polarizados se ha pasado, en algún nivel, de la conducta cooperativa a la conducta competitiva. Cada parte cree tener razón y quiere imponerse a la otra par-te. Los estereotipos y los prejuicios tienen aquí un papel muy importante. Siempre se destacan de la otra parte aspectos negativos. Se producen importantes fenómenos de pérdida de objetividad3. En estos estadios cada grupo “precisa”, de alguna manera, tener un enemigo para mejorar su propia cohesión interna. El caso más extremo de polarización son las guerras abiertas.

El equipo de mediación debe ponderar sosegadamente en qué estado de la dinámica competición/cooperación se halla el conflicto en el momento previo a decidir la forma de interven-ción y los objetivos.

Plantearse el tipo de conflictoExisten hasta 16 tipos de conflictos básicos que resumimos

en este esquema:

Morfología del conflicto Conflicto básico

1. Recursos escasos Necesidad/recursos

2. Poder Poder/libertad

3. Autoestima Valoración social/autovaloración

4. Valores Descreencia/creencia

5. Estructurales Medios/soluciones

6. Identidad No ser/ser

7. Normativos Conducta/norma

8. Expectativas Esperanza/realidad

9. Inadaptación Estabilidad/cambio

10. Información Conocer/ignorar

11. Intereses Deseos/oposición

12. Atributivos Asumir/desplazar

13. Incompatibilidad personal persistente

Aceptación/no aceptación

14. Inhibición Acción/bloqueo

15. Legitimación Fuerza/derecho

16. Inequidad Justicia/injusticia

Fuente: REDORTA, J. Entender el conflicto (2007)

Los diez roles del tercer lado

Por qué escala el conflicto Modos de tranformar el conflicto

PREVENIR

Necesidades frustradas

Habilidades pobres

Relaciones débiles

1. EL PROVEEDOR

2. EL MAESTRO

3. EL CONSTRUCTOR DE PUENTES

RESOLVER

Intereses conflictivos

Derechos en disputa

Poder desigual

Relaciones dañadas

4. EL MEDIADOR

5. EL ÁRBITRO

6. EL EQUILIBRADOR

7. EL CURADOR

CONTENER

Ninguna atención

Ninguna limitación

Ninguna protección

8. EL TESTIGO

9. EL JUEZ DE CAMPO

10. EL GUARDIÁN DE LA PAZ

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bra el poder que realmente tiene. Tan importante es la palabra, que su uso social acostumbra a tener limitaciones en todos los ordenamientos jurídicos del mundo y la libertad de expresión en muchos aspectos es un derecho a conquistar plenamente.

No es lo mismo información que comunicación. La comu-nicación engloba a la persona. Las máquinas intercambian in-formación, pero no es comunicación hasta que se le añade el impacto emocional que nos produce el mensaje. Además, la comunicación es siempre conducta5. Esto ya lo puso en mani-fiesto el pensamiento sistémico que declaró que “es imposible no comunicar” cuando las personas están en presencia unas de otras, porque la comunicación llamada no verbal (el gesto, el tono de voz) forma parte del proceso comunicativo.

La consecuencia de esta idea es que al cambiar la comunica-ción se produce un cambio de conducta. El esquema podría ser el siguiente:

a) La mera aceptación del diálogo dirigido supone reconoci-miento y por tanto legitimación de las partes para plantear y defender su punto de vista por opuesto que sea.

b) La aceptación del diálogo dirigido reduce la asimetría del po-der. Supone poner a las partes en un cierto plano de igualdad, al menos formal, lo que permite la expresión de emociones, inte-reses y necesidades muy diversas en un entorno no agresivo.

c) Esta situación permite negociar el significado de los hechos objeto del conflicto para cada una de las partes. Lo sucedido puede ser reinterpretado y asumido en forma distinta y los niveles de comprensión muy superiores.

d) Al cambiar el significado, cambia la naturaleza del conflicto y por tanto el comportamiento de cada uno. Si las actitudes son más cooperadoras, los intereses en conflicto pueden ser reconducidos hacia puntos en común muchas veces no con-siderados.

El diálogo apreciativoCuando los niveles de confrontación no son muy altos y las

partes sienten que hay algo en común que les une y tienen pre-disposición a cooperar aún defendiendo sus puntos de vista, la técnica del “diálogo apreciativo”6 es una herramienta que puede ser muy importante. La idea central es posicionar al grupo de

Cuando los conflictos se dan en

grandes grupos, las oportunidades de

participación individual descienden.

Sin embargo, a veces es muy prudente

y necesario estimular la participación

de manera amplia.

Desde nuestro punto de vista, es muy importante cada uno de estos tipos o la mezcla de algunos. Se parte de la base de que la predominancia de alguno de estos tipos de conflicto configu-ra una forma de intervención distinta. Esto requiere un análisis detallado por parte del equipo de mediación4. La idea es que, en esencia, un conflicto de poder en su estado más puro sigue las mismas pautas de desarrollo en distintos contextos y niveles. Entender esto simplifica las intervenciones de manera muy importante.

Gestionar la situación emocionalEn sociedades en conflicto existen muchas emociones en-

contradas que van desde la frustración, la indignación, el odio, etc. Nunca hay que minimizar estos aspectos porque la recon-ciliación, y por tanto el consenso, no va a producirse a menos que los niveles de emocionalidad admitan planteamientos que permitan la cooperación siquiera mínima entre las partes.

Normalmente, la autoestima de las personas y los grupos ha sido puesta en cuestión y esto es fuente de agresividad demos-trada en la ciencia. Cómo salvar la autoestima de cada parte es una labor que no puede descuidarse si se quieren obtener resul-tados en el proceso de mediación.

La gestión de las emociones pasa a tener un rol central. El per-dón de los ofendidos, la reparación, la voluntad de mirar todos hacia el futuro, las formas de castigo exigidas por las partes, etc., forman parte de aspectos muy delicados del conflicto que los mediadores deben sentirse preparados para afrontar.

Examinar el poderEl poder está presente en toda interacción social en una o múl-

tiples formas. Considerar cómo son las relaciones de poder entre los participantes en el conflicto condiciona toda la acción.

Una cosa es el poder que las partes perciben que tienen y otra la realidad de las relaciones de poder entre partes en conflicto. En este caso, la actuación de los participantes se adapta a sus percepciones que adoptan como realidades. No se puede enten-der un conflicto si no se examina la relación de poder percibida por las partes entre sí. Esto condiciona sus estrategias y sus esti-los de resolución del conflicto.

Los procesos competitivos están marcados por la relación de poder, mientras que los procesos cooperativos están basados en la solidaridad. Para convertir competición en cooperación hay que conseguir cambiar actitudes desescalando el conflicto y esto pasa por buscar unos puntos mínimos de confianza entre las partes. El mediador es un reconstructor de confianza. O, si se quiere, un potenciador de solidaridades por mínimas que sean.

Herramientas de intervención

La importancia de la comunicación Más allá de las herramientas vinculadas a la compresión de

los hechos y los procesos, el ámbito de las soluciones pasa por herramientas vinculadas a la comunicación. No se da a la pala-

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manera que se refuercen los aspectos po-sitivos del mismo. También, orientándolo al futuro. Hay una técnica específica en cuatro pasos que requiere explicaciones más amplias. Lo importante es destacar aquí que se trata de un recurso altamente valioso y que consigue muy rápidamente buenos resultados si se dan las condicio-nes de aplicación. Esta técnica en los últi-mos cinco años está teniendo una fuerte extensión en diversos países.

La facilitaciónEn mediación la facilitación significa

un nivel mínimo de intervención. Intenta generar recursos y ponerlos a disposición de las partes para que se los apropien. Se trata de lugares de acceso común, espa-cios de intercambio irregular en función de las necesidades, puntos de encuentro muy neutrales. El facilitador hace acer-camientos más que buscar soluciones y su pretensión es que sean las partes, si es posible, que se impliquen en la solución. Así la función de intercambio de prisio-neros que en una guerra pueda efectuar una organización reconocida encajaría en la figura de la facilitación, por poner un ejemplo.

Existen distintas figuras de interven-ción dentro de la facilitación y es un cam-po en crecimiento. Por ejemplo, el llama-do conferencing es un diálogo comuni-tario donde una autoridad (si está legiti-mada en la comunidad) reúne a todos los implicados en el conflicto para “forzar”. bajo una autoridad que no usa, que ellos mismos propongan una solución asumi-ble que pueda ser aceptada por todos. Co-mo decíamos, la facilitación es una figura que adopta en la práctica diversas formas y que cada vez es más reconocida.

Generación de consensos ampliosCuando los conflictos se dan en gran-

des grupos, las oportunidades de parti-cipación individual descienden. Sin em-bargo, a veces es muy prudente y necesa-rio estimular la participación de manera amplia. Las reuniones pueden ser muy pesadas y los individualismos o las pre-siones grupales impiden que florezcan buenas soluciones.

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Una metodología potente para ser usada en grandes grupos es DELIBERA7. Se trata de una metodología que permite visuali-zar muy rápidamente los grados de consenso y disenso en pun-tos concretos que forman parte del debate y que otorga a todos la oportunidad de participar. Ha sido ampliamente ensayada en grupos de hasta trescientas personas.

En grupos también amplios y en organizaciones se ha venido usando con mucho éxito una herramienta llamada Metaplan que permite la aportación de ideas nuevas a problemas que se plantean. Esta técnica surgió de los movimientos sociales ale-manes en la década de los años sesenta del siglo pasado. El Me-taplan está dirigido por facilitadores y permite ordenar las ideas de todo un grupo a partir de conceptos que se vinculan entre sí por etiquetas que el grupo elabora y cuelga en paneles. Hablar casi no es importante, sino depositar en el lugar adecuado una palabra expresiva de un concepto, que luego se reelaborará por el grupo. Los grupos tienden a ser de hasta veinticinco personas y pueden generarse varios grupos en un proceso de integración posterior de toda la información.

carse en la solución de problemas. Hay más recursos de los que creemos. Aunque ciertamente menos de los que muchas veces se necesitan. La formación en esta área es de amplia utilidad social y sus efectos permanecen en el tiempo. La mediación ha venido para quedarse.

1 Este modelo se halla desarrollado en la obra: Firo a Three

Dimensional Theory of Interpersonal Behaviour de SCHUTZ, W.

(1958). N.Y: Rinehart & Company. No nos consta traducción al

español.

2 La anomia es una palabra de origen griego que se utiliza para

reflejar situaciones de ausencia normativa que siempre son

temporales en los grupos. En Bolivia el cambio de situación jurídica

derivado de la aplicación de la nueva Constitución puede ser fuente

de ausencia normativa. Lo mismo en los procesos de transición de

lideraje en un grupo.

3 Esta pérdida de objetividad está muy bien explicada en la ciencia a

través de la teoría de la atribución (psicología social). Se trata de sesgos

atribucionales, por lo que se pretende que la responsabilidad de algo no

corresponde al que ejecuta la acción.

4 Estos tipos de conflicto se examinaron para uso de la herramienta

CAT (Conflict Analysis Tipology). Los aspectos teóricos se hallan

en la obra Cómo analizar los conflictos de Redorta, J. (2004, 2007).

Barcelona: Paidós.

5 Esto fue puesto de manifiesto por todo el pensamiento sistémico

y en particular por la llamada “Escuela de Palo Alto”. Su referente

fundamentalmente es Watzlawick, P..

6 Las referencias están casi todas en inglés. Los principales autores son

Cooperrider, D.L., Whitney, D. y Stavros, J.M. con su obra seminal:

Appreciative Enquiry Handook. También merece la pena consultar la

obra The Change handbook, compilada por Holman, P.; Devane, T y

Cady, S., ambas publicadas recientemente en San Francisco (California)

por Berrett- Koehler Publishers.

7 Para ampliar la información ver la web www.delibera.info

BibliografíaCooperrider, D.L., Whitney, D. Y Stavros, J.M. Appreciative Inquiry

Handbook. San francisco (Ca.), Berrett- Koehler Publishers, 2005.

Holman,P, Devane, T. Y Cady, S. The change Handbook. San francisco (Ca.),

Berrett- Koehler Publishers, 2006.

Parsons, T. El sistema social. Madrid. Alianza, 1999.

Redorta, J. Como analizar los conflictos. Barcelona, Paidos, 2004, 2007.

Redorta, J. Entender el conflicto. Barcelona, Paidós, 2007.

Schutz, W. Firo a Three Dimensional Theory of Interpersonal Behaviour. N.Y,

Rinehart & Company, 1958.

Ury, W. Alcanzar la paz. Barcelona, Paidós, 2000.

Watzlawick, P., Beauvin, J. y Jackson, D.D. Teoría de la comunicación

humana. Barcelona, Herder, 1991.

En mediación la facilitación significa

un nivel mínimo de intervención.

Intenta generar recursos y ponerlos

a disposición de las partes para que

se los apropien.

El tercer ladoEs una metodología expuesta por Wiliam Ury, antropólogo

norteamericano en su conocido libro Alcanzar la paz. Se trata de poner en movimiento todos los recursos de las comunida-des, por amplias que sean, para sacar partido de las habilidades sociales de “mediación informal”. Ya nos hemos referido a este modelo al hablar de los roles para situaciones de conflicto. Su implementación es altamente útil para grandes unidades de ciudadanos tales como barrios, ciudades, etc., pero requiere una acción a medio plazo sostenida. El tercer lado tiene que ver con gente que no es parte del conflicto, pero que está dispuesta a implicarse en la solución.

A modo de conclusión

El conocimiento de los aspectos básicos de la conflictología es de alta utilidad para todos aquellos que deseen impli-

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Partiendo de que la proliferación en Europa de programas de mediación lingüística, trabajadores de enlace e interme-

diación cultural no va en paralelo con su fundamentación teó-rica y conceptual, el autor trata de aportar –como primer paso dentro de una serie de ensayos– unos elementos de reflexión sobre la naturaleza y distintividad de la mediación intercul-tural. Entendiéndola como una modalidad más de mediación pero en situaciones y contextos de “multituculturalidad signi-ficativa”, se pasa revista a cuatro de sus rasgos diferenciadores: la diferenciación etnocultural de las partes involucradas, la incidencia de dicha diferenciación en la relación existente, la relevancia del bagaje cultural del mediador y el objetivo de la interculturalidad.

Introducción

La práctica suele ir por delante de la teoría. Actualmente están apareciendo por doquier iniciativas de mediación lingüística y de intermediación cultural sin que se esté produciendo pa-ralelamente una reflexión y clarificación de sus fundamentos. Se están experimentado en Europa comunitaria programas de formación de mediadores interculturales y convenios para la contratación de “link-workers”, pero por lo general estas experiencias, formativas y prácticas, no van acompañadas de un fundamento teórico y conceptual amplio. Parece, por lo tanto, un momento adecuado para tratar de ordenar algunas reflexiones sobre la mediación intercultural comenzando por abordar cuál es su naturaleza y su especificidad y qué le aporta un carácter distintivo y “sui generis” respecto a otros tipos de intervención y trabajo social y con respecto a otras modalida-des de mediación.

PRIMERA PARTE: Vino nuevo en odre viejo

Antigüedad y novedad de la intermediación cultural

La intervención de terceros entre partes etnoculturalmente dife-renciadas es algo muy viejo, quizás tan antiguo como los propios contactos culturales y las relaciones interétnicas. Allí donde se han relacionado personas y grupos con idiomas, religiones, cos-tumbres, estructuras organizativas y códigos dispares ha surgido

siempre la necesidad del intérprete o tra-ductor –la “lengua” a la que tanto hacen referencia los cronistas españoles de Amé-rica– y la oportunidad para mediar entre las partes y sus malentendidos, tratados y conflictos. Pensemos en el papel de inter-mediación jugado en las eras de las coloni-zaciones por tantos funcionarios, misio-neros, comerciantes o líderes nativos.

En el mundo contemporáneo la inter-mediación cultural se ha ido formalizan-do y perfilando como una modalidad más en el amplio campo de la mediación.

Proliferación de iniciativas en relación

a las comunidades migrantes

Experiencias en EuropaHoy día y al calor de las nuevas mi-

graciones internacionales están aflorando en Europa distintas experiencias sociales que pueden ser agrupadas bajo el rótu-lo común publicado en la revista de “mediación intercultural” Migraciones nº 2 (1997) de la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid. No sin avances y retrocesos y no sin dudas y debates, van tomando cuerpo iniciativas sociales e institucionales en las cuales se organizan programas de formación y actuación de me-diadores, casi siempre en relación con las situaciones de preca-riedad o marginación de comunidades de inmigrantes. Se trata por lo general de intentos de establecer puentes, lingüísticos y relacionales, entre los colectivos de inmigrantes extranjeros y los departamentos o centros de bienestar, salud, educación y servicios sociales tras la constatación de las mayores dificulta-des de acceso a esos recursos por parte de los miembros de las “nuevas minorías” y de la necesidad del profesional de conocer y tratar mejor a estos nuevos usuarios.

Un botón de muestra es el London Interpreting Proyect (LIP). Este programa surgió a finales de los años ochenta a partir de la preocupación existente en personas pertenecientes a la minoría negra y a otros grupos étnicos minoritarios, con respecto a la dificultad e incluso incapacidad que amplios sectores de la so-ciedad londinense, cuya primera lengua no era el inglés, tenían

La naturaleza de la mediación interculturalLa intervención de terceros etnoculturalmente diferentes es

antigua. En el mundo contemporáneo la intermediación cultural

se ha ido formalizando y perfilando como una modalidad más en

el amplio campo de la mediación.

Antropólogo,

profesor del

Departamento

de Sociología y

Antropología Social

de la Universidad

Autónoma de

Madrid. Ha

dirigido la Escuela

de Mediadores

Sociales para la

Inmigración (EMSI)

y actualmente es

Coordinador de la

UAM en el Servicio

de Mediación

Social Intercultural.

CARLOS GIMÉNEZ

ROMERO

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para beneficiarse de servicios básicos de salud, servicios socia-les, alojamiento y educación. No había servicios e intérpretes multilingües y había que crearlos.

El LIP trató de hacer frente a esa necesidad proveyendo in-formación, capacitación y apoyo a todos los involucrados en la necesidad de establecer lazos de comunicación para la co-munidad (community interpreting), ya fueran éstos usuarios o proveedores de servicios, ya fueran intérpretes individuales, defensores (advocates) o trabajadores de enlace (linkworkers). En el LIP se distinguen tres tipos de mediación: el lingüístico, el de equipo profesional y el centrado en el cliente. En cada uno de estos modelos varía el rol del mediador-intérprete, sus fun-ciones y su ubicación laboral. Por otra parte, cada uno de ellos sirve para asuntos o situaciones diferentes y tiene ventajas e inconvenientes.

Este no es el lugar para analizar a fondo esta y otras expe-riencias, pero sí de insistir en la necesidad de fundamentar conceptualmente este campo de intervención social, sensible y en expansión. En cuanto a intervención de terceras partes entre dos o más sujetos, toda mediación tiene un carácter “re-lacional”, comencemos pues por caracterizar lo que han venido denominándose en la literatura científico-social las “relaciones interétnicas” y que preferiremos llamar “situaciones sociales de multiculturalidad significativa”.

SEGUNDA PARTE: De la multiculturalidad

a la necesidad de mediación

Relaciones interétnicas o situaciones de multiculturalidad significativa

Debido a la globalización de la economía, las migraciones, el tu-rismo, las nuevas tecnologías y comunicaciones, los avances en los medios de transporte y otros factores, cada vez son más fre-cuentes las situaciones de multiculturalidad. Entendemos por tales aquellas situaciones sociales en las que están involucrados individuos, grupos o instituciones diferenciados culturalmente entre sí y concebimos esa diferenciación cultural en el sentido más amplio, incluyendo los contrastes por etnicidad, raza, reli-gión, lengua y nacionalidad.

En cierto sentido, todas las situaciones sociales son de mul-ticulturalidad, desde el momento en que en la cultura se com-parte diferencialmente según edades, géneros, clases, regiones, etc. Cuando interactúan dos individuos cualesquiera pertene-cientes a una misma cultura, grupo étnico, comunidad religiosa o lingüística, están presentes bagajes, modalidades o versiones siempre diferenciados. Desde este supuesto, apenas encontra-remos situaciones sociales de “monoculturalidad”.

Ahora bien, a los efectos del análisis de la mediación inter-cultural considero necesario y pertinente restringirse a lo que hemos denominado en la definición “situaciones sociales de multiculturalidad significativa”, es decir, aquellas situaciones

en las que la distintividad sociocultural de los actores sociales se convierte, por el motivo que sea, claramente relevante y central o, al menos, especialmente influyente. En dichas situaciones los actores sociales en interacción (individuos, grupos, organi-zaciones, comunidades, etc.) están dando importancia consi-derable –consciente o inconscientemente– a la diferenciación del otro o a la propia respecto del otro, en términos físicos, de conducta, de modo de vida, de lenguaje, de simbolización, de expresión de valores, etc.

Diversidad de situaciones

En toda situación de multiculturalidad significativa dos o más sujetos o actores sociales están vinculados por una relación interétnica, esto es una relación social manifiestamente con-dicionada por la identidad etnocultural diferenciada de los sujetos. Según cuál sea el número y naturaleza de los sujetos involucrados, el contenido y las características de la relación establecida y el tipo de contexto inmediato y global en el que ocurre, se produce una gran diversidad de situaciones de mul-ticulturalidad.

Según los actores involucrados

Respecto a los sujetos, segmentos o actores interrelacionados nos parece útil clasificarlos en individuos, grupos e institucio-nes. Utilizamos aquí “grupos” como homónimo a “colectivo” y también a “comunidad”. Desde un punto de vista de análisis meramente formal y clasificatorio, la combinatoria de esos tres elementos tomados de dos en dos permite distinguir seis tipos de situaciones de multiculturalidad:

a) Relación individuo-individuo. Ejemplo de ello son las de-nominadas parejas o matrimonios mixtos entre autóctonos e inmigrantes foráneos. Otros ejemplos de este tipo de relación interétnica nos vienen dados por todas aquellas otras diadas interpersonales en las cuales están presentes bagajes cultura-les diferenciados: doctor/paciente, profesor/alumno, alum-no perteneciente a la mayoría /alumno perteneciente a una minoría, juez/acusado; abogado/cliente, policía autóctono /inmigrante, etc.

b) Relación individuo-grupo. Este otro tipo de relación puede ejemplificarse con el caso del misionero europeo que trabaja, por ejemplo, en una comunidad campesina africana; o con la experiencia del cooperante internacional con respecto a la

Las situaciones de multiculturalidad

son tan frecuentes que casi se podría

afirmar que la mayoría, sino la

totalidad, de las situaciones sociales

son de multiculturalidad siendo

minoritarias las situaciones sociales

“monoculturales”.

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organización no gubernamental que hace de contraparte en el país donde se efectúa el proyecto de desarrollo.

c) Relación individuo-institución. Un ejemplo de ello es el de los miembros de una comunidad inmigrante y el hospital donde son atendidos o la escuela donde asisten sus hijos. Por su historial, normas, personal, organización, clientela mayoritaria, celebraciones, lengua, símbolos, costumbres, etc., tanto la institución médica o sanitaria de la que se trate, como la escolar o académica, responde a una lógica etno-cultural diferenciada de la del inmigrante usuario –ponga-mos un senegalés o una polaca–, quienes, por lo general, disponen (también) de un sistema propio de referencia en salud o educación.

d) Relación grupo-grupo. Un caso de relaciones grupo-grupo sería, por ejemplo, el de dos colectivos profesionales que se reúnen en un determinado encuentro de negociación, para compartir experiencias, etc. Esta otra faceta relacional la en-contramos también en la interacción vecinal y cotidiana en la vida local de un barrio urbano, o de un pueblo, donde están asentados varios grupos étnicos. Veamos un caso al que el autor de estas líneas está dedicando un estudio.

e) Relación grupo-institución. También en este tipo de relación pueden traerse a colación distintos ejemplos: las establecidas entre un colectivo de estudiantes de origen extranjero en la escuela; un grupo de pacientes musulmanes en un hospital católico o de pacientes de cultura católica en un hospital judío; un colectivo de acusados que son juzgados por un tri-bunal (como ocurre, por ejemplo, con ciudadanos europeos detenidos por tráfico de droga en países asiáticos).

f ) Relación institución-institución. Cuando la interacción se está produciendo entre asociaciones civiles, departamentos de la administración, escuelas, hospitales, clubes, grupos de presión, municipios, tribunales, cuerpos de policía, etc., y cuando en dicha interacción se da una relevancia de los factores etnoculturales (ya sea por las personas o grupos implicados, ya sea por la temática o asunto a abordar) encon-tramos un marco interinstitucional propicio para la interme-diación cultural.

Según el tipo de relación establecidaTanto por su contenido como por sus características encon-

tramos también aquí una gran variedad. La “relación interétni-ca” que vincula a dos actores sociales o institucionales puede ser familiar, laboral, asistencial (acceso a servicios sociales), escolar o educativa, residencial (por ejemplo de vecindad), sanitaria o médica, judicial o penal, etc. Junto a su(s) contenido(s) cada re-lación se caracteriza por un conjunto de rasgos en relación con los estatus respectivos, los roles en juego, la existencia o no de conflicto abierto, los niveles jerárquicos de las partes, necesida-des en juego, conductas de las partes, etc.

Se trata de notas distintivas que podríamos presentar en for-ma bipolar con el hilo conductor de su mayor o menor “verti-calidad” u “horizontalidad”. Entre las partes involucradas en la

relación puede haber un mismo o diferente rol; desigualdad/igualdad; jerarquía/horizontalidad; competencia/cooperación conflictividad/armoníaa; voluntariedad/obligatoriedad; domi-nación/ paridad; etc.

Según los contextosComo decíamos más arriba, las situaciones de multicultu-

ralidad son tan frecuentes que casi se podría afirmar que la mayoría, sino la totalidad, de las situaciones sociales son de multiculturalidad siendo minoritarias las situaciones sociales “monoculturales”. Lo importante es determinar por qué en de-terminados contextos o circunstancias el “factor etnocultural” se convierte en algo relevante, clave y desafiante.

Podemos distinguir el “contexto inmediato” y el “contexto glo-bal”. Por ejemplo, en el rechazo laboral de un trabajador marroquí podremos tener en cuenta, como contexto inmediato, las cir-cunstancias particulares en cuanto a los actores y las característi-cas de la relación, pero también, como contexto global, el marco actual europeo de escasez de empleo y altas tasas de desempleo en comparación con la época de los cincuentas y sesentas.

Retos específicos en situaciones de multiculturalidad

Con frecuencia las relaciones interétnicas van asociadas al inte-rés y enriquecimiento mutuo o sencillamente a la coexistencia o convivencia “normalizada”. Pero es usual que todo lo señalado conlleve también la emergencia de distancias y barreras actitu-dinales, comunicativas, simbólicas. Ese conjunto de desafíos, imponderables, potenciales conflictos y necesidad de entendi-miento configura un campo relacional y comunicacional propi-cio para la intermediación.

¿Qué supone la presencia de varios bagajes culturales para las relaciones entre individuos, grupos o instituciones? ¿Qué suele implicar la circunstancia de que las personas, colectivos o sis-temas sociales en contacto estén culturalmente diferenciados? Muchas cosas. Enumeremos algunas:

a) desde la evitación, repulsión o rechazo del otro, hasta, por el contrario, el interés y atracción especial por él;

b) la simultaneidad en el ámbito de la relaciones interpersona-les de los componentes de igualdad/desigualdad social con los de similitud/diferencia cultural;

c) la aparición de desafíos específicos de comunicación o inco-municación: preconcepciones, valoraciones no conocidas, malentendidos culturales;

d) el encuentro o choque en la cotidianidad de usos y comporta-mientos diferentes y extraños, sentidos a veces como desagra-dables o incompatibles (vestidos, olores, sonidos, saludos, for-ma de hablar o callar, estrategias de acceso y seducción; estilos de trabajo y de descanso; dietas y maneras de comer; etc.);

e) la inadecuación de determinadas instituciones o servicios a nuevos usuarios.

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La necesidad de intermediación

Partimos de que lo deseable o ideal es que en cualquier relación: a) ambas partes se acepten como interlocutores (reconoci-miento), b) haya una comprensión cabal no sólo de las palabras del otro sino del conjunto de sus mensajes y las implica-ciones de éstos (comunicación), c) se res-pete la distintividad del otro, mientras no suponga daño para uno, sabiendo cómo tratarlo (convivencia) y d) se sepa preve-nir o resolver posibles conflictos (regula-ción del conflicto). En algunos contextos y sociedades es particularmente necesa-ria la creación de “franjas de intermedia-ción”, esto es de sectores y redes sociales e institucionales cuya actitud y conducta sirva para conectar y regular la conflic-tividad entre segmentos socioculturales enfrentadosb.

Desde esa perspectiva, la necesidad, conveniencia y oportunidad de la media-ción intercultural viene dada por diferen-tes razones o motivos. Primero, para pro-mocionar el reconocimiento del otro co-mo interlocutor (Taylor). Segundo, para favorecer la mejor comprensión del otro, la comunicación efectiva con el otro. Ter-cero, para superar barreras que impiden la relación: superación de prejuicios y es-tereotipos, superación de miedos y rece-los. Cuarto, para promocionar el aprendi-zaje de la convivencia. Quinto, para hacer efectivo el potencial de enriquecimiento mutuo que subyace en las situaciones no jerárquicas de pluriculturalidad. Sexto, para evitar, prevenir o regular situacio-nes de conflicto. Séptimo, para adaptar la organización y el funcionamiento de

La mediación intercultural

se está constituyendo

como un ámbito original

al calor de los nuevos

planteamientos del

pluralismo cultural.

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instituciones como escuelas u hospitales a sus beneficiarios y ganar eficacia en el acceso de los usuarios a la institución y en la gestión de ésta. Octavo, para facilitar la cooperación, muchas veces necesaria, entre sujetos étnicamente diferenciados.

TERCERA PARTE: Caracterización de la mediación intercultural

La mediación intercultural es una modalidad o variante de la mediación social. Son ya muy conocidos los distintos ámbitos y contextos en los que viene aplicándose la mediación social: en la familia, en el sistema judicial, en los conflictos colectivos de trabajo, en la práctica pedagógica, etc. Esos campos no están desconectados sino que se solapan unos con otros.

La mediación intercultural se está constituyendo como un ámbito original al calor de los nuevos planteamientos del plu-ralismo cultural. Hasta donde conocemos, el principal acicate para estos nuevos planteamientos sobre mediación intercultu-ral procede del desafío de las migraciones internacionales y de la configuración de nuevas comunidades y grupos étnicos. No de-beríamos olvidar, sin embargo, las variadas y ricas experiencias de intermediación en relación con pueblos indígenas y minorías autóctonas, aunque con frecuencia no se haya clasificado a es-tas iniciativas bajo el etiquetado de mediación intercultural. En el enfoque que sigue a continuación, tenemos en cuenta ambos tipos de diversidad sociocultural, la de las “minorías” internas y autóctonas y la de las comunidades inmigradas.

Una definición de partida

¿Qué es la mediación intercultural? ¿Cómo podemos definir-la? Como punto de partida vamos a dar una definición que consideramos puede ser operativa además de comprehensiva o integradora respecto al conjunto de experiencias dispares ya en marcha. Una consideración previa: habiendo en esta materia una gran diversidad de experiencias, circunstancias, necesidades y roles, debemos cuidarnos mucho de definir la mediación intercultural de forma rígida o cerrada. Hacerlo así sería inoportuno por las consecuencias negativas que ese pro-ceder puede acarrear ya no sólo por el hecho de ir por detrás de la realidad o por no aprovechar energías y posibilidades a las que se les cierra la puerta con nuestra definición a priori, sino también por los riesgos de reificación y de contribuir a una construcción culturalista, ya sea del indígena o de la minoría autóctona, ya sea del extranjero inmigrante, ya sea, en definiti-va, de las relaciones interétnicas.

Entendemos la mediación intercultural –o mediación social en contextos pluriétnicos o multiculturales– como una moda-lidad de intervención de terceras partes en y sobre situaciones sociales de multiculturalidad significativa, orientada hacia la consecución del reconocimiento del otro y el acercamiento de las partes, la comunicación y comprensión mutua, el aprendi-zaje y desarrollo de la convivencia, la regulación de conflictos y

la adecuación institucional entre actores sociales o institucio-nales etnoculturalmente diferenciados.

Sobre mediación y conflicto¿Se remite siempre la mediación intercultural

al conflicto interétnico o multicultural?

Consideramos crucial este inciso. Tanto en los estudios clási-cos como en los más recientes sobre mediación, ésta se remite desde el principio a la categoría de conflicto y a su resolución. Así aparece tratada en los manuales de mediación. En resumen, antes y ahora, “mediación” aparece ligada orgánicamente al conflicto y a su regulación.

Sin embargo, las experiencias formales o informales de inter-mediación cultural van mucho más allá del conflicto multicul-tural o interétnico. La intervención de una tercera parte entre actores etnoculturalmente diferenciados no va siempre orienta-da a la superación de una determinada disputa sino que en otras ocasiones persigue, por ejemplo, el establecimiento de comuni-cación entre ellos o, dicho de una forma más precisa –pues “co-municación siempre existe”–, la mejora de dicha comunicación.

Es más, lo que se está tratando de conseguir resolver en aque-llas experiencias de creación de puentes o vínculos de media-ción intercultural entre determinada institución pública no es un conflicto entre usuarios e institución sino un desajuste (llá-mesele desfase, mala adaptación, etc.) entre ambos, ya sea en materia de escaso o deficiente acceso al recurso institucional por parte de los grupos minoritarios o diferenciados, ya sea en lo referente al inadecuado tratamiento de sus miembros por el personal ligado a la institución.

Esta amplitud de campos o ámbitos de aplicación de la inter-mediación cultural que desbordan la idea clásica de regulación o resolución de conflicto es la que hemos tratado de recoger en nuestra definición de partida expuesta anteriormente. Salvo que entendamos la categoría de “conflicto” en forma tan amplia que englobe las situaciones sociales e interpersonales de mala comunicación, desajuste institucional, etc., deberemos con-venir que la intermediación cultural desborda con mucho –en cuanto a su ámbito de aplicación– el campo del conflicto.

Queda claro aquí que hay un ámbito de la mediación que no tiene que ver directamente con el conflicto. Tan es así, que Jean-Francois Six distingue cuatro tipos de mediaciones. Están por un lado las mediaciones que denomina “creativas y renovado-ras”, cuya finalidad es “hacer nacer o renacer una relación”, y, por otro lado, las mediaciones “preventivas y curativas”, las cuales están “destinadas a detener un conflicto”.

La mediación intercultural como modalidad de mediación

La mediación intercultural es una modalidad de mediación, más concretamente una modalidad de mediación social. A nuestro entender lo más relevante de la nueva “mediación

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intercultural” no radica en la emergencia de un nuevo campo de aplicación (igual que hay el campo familiar, el laboral, el educativo, etc.), sino que se trata sobre todo de un enfoque y metodología específica para mediar en contextos de multicul-turalidad. En este sentido, la mediación intercultural también trabaja en asuntos familiares, vecinales, laborales o educati-vos, cuando en éstos se plantean esas situaciones que hemos llamado de multiculturalidad significativa.

Como modalidad de mediación social, la mediación inter-cultural tiene en común con las otras modalidades todos los principios y rasgos definitorios de la mediación. Consideremos primero estos rasgos comunes y algunos matices al respecto, antes de pasar a enumerar las cuatro características que consi-deramos específicas.

Son muy variadas las definiciones de mediación pero pode-mos partir de que toda mediación es un método alternativo de regulación/resolución de conflictos. La mediación se diferencia de otros mecanismos de participación de terceras partes, co-mo la observación/verificación, la conciliación, el arbitraje (o laudo) y el mecanismo judicial. No vamos a detenernos aquí a detallar las diferencias de la mediación con cada uno de esos otros procedimientos de resolución de conflictos, pero sí enu-meraremos siete principios, notas definitorias o características del sistema de mediación.

Primero, toda mediación supone la aceptación o inclusión de una “tercera parte” interviniente, siempre por acuerdo de las partes involucradas. Estamos aquí ante el principio de vo-luntariedad de las partes. Un corolario de este principio es que toda mediación conlleva la voluntariedad de los participantes tanto respecto a la decisión de entrar al proceso de mediación como de permanecer en él, teniendo derecho a retirarse en cualquier momento y no pudiendo nadie obligarles a retomar el proceso.

Desde el punto de vista de la mediación intercultural hay que tener en cuenta que ésta se produce habitualmente en condiciones de asimetría y desigualdad. Podríamos decir que ello ocurre así casi por definición de lo que son las “relaciones interétnicas”. Debe cuidarse que la parte más débil exprese también, de una otra forma, su conformidad con el estable-cimiento de una experiencia o programa de mediación. Ello supone un mínimo o “conditio sine qua non”, pues lo ideal es

que sea la parte más débil quien lo reclame. De no cumplirse este prerrequisito se corre el peligro de incrementar el ries-go, siempre presente, de que los mediadores sean percibidos como “agentes del poder” o suplantadores de los líderes del grupo o minoría étnica.

Segundo, toda mediación tiene como finalidad central y úni-ca ayudar a las partes “disputantes”. No se trata de dirigirlas, adoctrinarlas, etc., en esta u otra dirección, ni mucho menos de imponerles nada. También aquí debemos hacer un breve comentario por lo que respecta a los contextos de multicultura-lidad. Frecuentemente, el mediador intercultural no interviene sobre conflictos explícitos o manifiestos, sino en áreas como la mejora de la comunicación y el entendimiento, experiencias de acercamiento y convivencia entre sujetos sociales étnicamente diferenciados, labores de apoyo al profesional que trabaja con minorías, etc.

Por otra parte, y por lo menos de momento, la intervención del mediador o de la mediadora intercultural no se da tanto en contextos formales (colaborando en el terreno judicial por ejemplo) sino en ambientes más informales, cotidianos y comu-nitarios. Esa amplitud de cometidos y tareas puede llevar a bajar la guardia respecto a este segundo principio de ayuda, por lo que siempre es conveniente asegurarse de que se cuenta con la con-formidad de las partes respecto a que “lo que se hace” constituye realmente una ayuda o apoyo para ellas.

Tercero, toda mediación implica la no obligatoriedad para los participantes de acatar o aceptar las intervenciones que lleve a cabo el mediador. Cuando la intermediación cultural se produce entre una determinada institución y un conjunto o comunidad de individuos, los responsables de la institución (un centro de servicios sociales, un hospital, una escuela, etc.) pueden preten-der en algún momento del proceso que los mediadores actúen como correas de transmisión hacia el colectivo de decisiones previamente tomadas en la organización y sin conocimiento, participación o conformidad de la otra parte. Ello llevará a mal-entendidos, cuando no al fracaso del programa de mediación. Debe clarificarse lo más posible a todos los implicados que los mediadores no tienen las mismas funciones que el trabajador social, el médico o el profesor.

También puede existir la tendencia a que el mediador o me-diadora colabore tan estrechamente con el profesional que aca-be tomando decisiones en su área (decidir en casos de atención social, médica o educativa, siguiendo con nuestros ejemplos). Decidir por sí mismo no es su función genuina sino más bien ayudar para que las partes decidan conjuntamente lo que con-sideren oportuno.

Cuarto, toda mediación se basa en la confianza de las partes en el mediador y en el procedimiento como eje principal del proceso, tratándose en todo momento de crear un ambiente adecuado y el contexto más flexible posible para la conducción de la disputa o la superación del desajuste.

Para la materia que nos ocupa sólo comentaremos respecto a esta otra idea básica de la mediación: la enorme dificultad y

La mediación se diferencia de otros

mecanismos de participación de

terceras partes, como la observación/

verificación, la conciliación, el arbitraje

(o laudo) y el mecanismo judicial.

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la gran importancia de conseguir, o ir consiguiendo, esa con-fianza en unas relaciones que están generalmente “cargadas” de preconcepciones, prejuicios, estereotipos, tópicos, historias o narrativas ya fijadas, etc. Ir ayudando a deshacer o “desmontar” esas actitudes y cogniciones erróneas, poco fundadas, falsas o parciales deberá ser una de las tareas más centrales –y continua-das– del mediador. De tener éxito en que se vaya produciendo una aproximación al otro más directa y comprensiva, menos estereotipada, el mediador o la mediadora hará sin duda una aportación clave.

Quinto, la neutralidad. Se ha escrito mucho sobre el bino-mio neutralidad /involucración. Este principio general de la mediación viene siendo discutido, matizado y desarrollado por distintos autores. Sara Coob, por ejemplo, ha trabajado a fondo las dos cualidades a las que tradicionalmente se ha remitido la neutralidad: la “imparcialidad” y la “equidistancia”. La asi-metría relacional en la que normalmente trabaja el mediador intercultural, la importancia de los componentes emotivo y socioafectivos y otros factores plantean –también en la media-ción intercultural– la necesidad de discutir a fondo cómo debe entenderse la “neutralidad” y cuando y como puede involucrar-se el mediador.

Sexto, en toda mediación debe lograrse una reubicación del conflicto (o de la situación de desajuste), de tal manera que los involucrados se vean como copartícipes en la solución. Para ello debe tenerse en cuenta tanto el motivo por el que se dis-cute como la relación entre las partes. Recordemos aquí que las relaciones interétnicas suelen ser asimétricas. El mediador intercultural deberá potenciar ese protagonismo de las partes y esa coparticipación en contextos sociales y políticos donde a las comunidades étnicas dominadas –a veces minorías y a veces mayorías demográficas– se les ha negado, en ocasiones por si-glos, todo protagonismo.

Finalmente, otro rasgo definitorio de la mediación es la inexistencia de perdedores y ganadores. Dicho de otra forma, en el sistema de mediación “todos ganan”. También en el caso de la mediación intercultural este principio tiene plena vigen-cia, debiéndosele prestar particular atención en aquellos casos en que la relación vincula instituciones de la administración e individuos o grupos minoritarios (por ejemplo colectivos de in-migrantes), por cuanto, en cualquier caso, ambos deben sentir haber ganado algo y no haber perdido.

La especificidad de la mediación intercultural

Hasta ahora hemos mencionado los principios comunes a toda forma de mediación, habiendo matizado algunos extremos en relación a la intermediación cultural. Pero, ¿cuál es, entonces, la distintividad de la mediación intercultural? ¿Supone una pers-

pectiva o enfoque peculiar o consiste básicamente en la aplica-ción de los principios generales de la mediación en contextos de multiculturalidad? ¿Es un nuevo campo de actuación o supone más bien un enfoque transversal y complementario a los distin-tos ámbitos de aplicación?

Desde nuestra perspectiva, son cuatro los rasgos que pue-den señalarse como más específicos o distintivos de la me-diación intercultural respecto a las demás modalidades de mediación (familiar, en los conflictos colectivos de trabajo, colaboración judicial o mediación penal, práctica pedagógica de la mediación, mediación y comunicación, mediación local, vecinal, etc.):

1. La naturaleza etnoculturalmente diferenciada de las partes involucradas.

2. La incidencia de dicha diferenciación en la relación existente entre las partes.

3. La relevancia del propio bagaje cultural del mediador.4. El objetivo de la interculturalidad.

La naturaleza etnoculturalmente diferenciada de las partes involucradas

En un sistema de intermediación cultural el punto de partida es que las personas, grupos o instituciones envueltas en ella tienen, se atribuyen o se les atribuyen, bagajes o identidades culturales diferentes. Según los contextos sociales concretos, los actores sociales y públicos enfatizan las diferencias raciales (ra-za física o biológica y “raza social”), de origen, de nacionalidad, de religión, lingüística, de costumbres, etc. Unos u otros marca-dores étnicos o signos diacríticos son puestos de relieve, traídos a colación o simplemente dejados de lado en forma cambiante a lo largo del proceso.

No olvidemos que las diferencias siempre son percibidas y utilizadas en contextos de desigualdad y tensión. Tampoco olvidemos que entre los sujetos y grupos con diferencias y des-igualdades “étnicas”, “etnoraciales” o “etnoculturales” también hay diferencias, segmentaciones y dominaciones de clase y de género. De ahí que una de las capacidades del mediador social en contextos multiculturales debe ser su conocimiento sobre cómo son utilizadas las diferencias y cómo interactúan los siste-mas de estratificación y dominación etnoraciales, de clase y de género, y su habilidad en dichos conocimiento.

Sólo con esa concepción global, el mediador no se verá en-vuelto en concepciones culturalistas y en supuestas explica-ciones de todo en función solamente de “la cultura”, de una su-puesta cultura ya dada, sin matices y contradicciones, estática y cerrada. El mediador intercultural deberá estar muy atento a analizar adecuadamente el cambiante contexto sociopolítico e ideológico que envuelve al sistema de relaciones sobre el que interviene, pues ahí está la clave de cómo se interpretan, valoran y utilizan estratégicamente las diferencias por cada uno de los actores involucrados.

En toda mediación debe lograrse

una reubicación del conflicto (o de la

situación de desajuste), de tal manera

que los involucrados se vean como

copartícipes en la solución.

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La incidencia de la diferenciación etnocultural en la relación existente entre las partes

Toda mediación actúa sobre una relación. Todo conflicto social (no así los denominados “conflictos intrapsíquicos”) tiene un carácter relacional. El hecho de que las partes dispongan de esas características socioculturales distintivas –reales o atribuidas, “objetivas” o “subjetivas”– a las que aludíamos antes tiene una gran relevancia de cara a la mediación. Aparte las conductas, manifiestas y explícitas, están las percepciones. Las partes involu-cradas tienen un determinado conocimiento y desconocimiento respecto al otro. Sus actitudes están condicionadas por estereoti-pos, prejuicios, temores, posicionamientos etnocéntricos.

Por otro lado, cada una de las partes puede tener una distinta “cultura del conflicto”. Utilizamos aquí éste concepto acuñado por el antropólogo Marc Howard Ross en su indagación compa-rativa de la práctica de la violencia en distintas sociedades. Para Ross la cultura del conflicto se refiere a “las normas, prácticas e instituciones específicas de una sociedad relacionadas con la conflictividad”.

condiciona al mediador su propio sistema de valores, su propia “cultura del conflicto”? ¿Qué influencia pueden llegar a tener en su actuación los discursos dominantes existentes en su socie-dad y en su persona sobre las expresiones culturales, raciales, etnolingüísticas y religiosas implicadas?

En este punto de la reflexión surge la siguiente interrogante: ¿cuál es, entonces, el mediador ideal desde el punto de vista cul-tural? En principio, caben las siguientes tres posibilidades. Que el mediador o mediadora:

a. Sea “bicultural” en relación a esos dos bagajes.b. No pertenezca a ninguna de las dos culturas presentes.c. Pertenezca a alguna de ellas

A igualdad absoluta de capacidad personal y profesional para la mediación en general, y para la casuística peculiar de la inter-mediación cultural, pareciera que en principio la posibilidad “a” fuera la más idónea por cuanto asegura un conocimiento direc-to y una experimentación vivencial de las dos lógicas culturales en interacción, mientras que la posibilidad “c” sería la menos idónea porque podría poner en peligro un principio clave de la mediación como es la neutralidad, equidistancia o imparcia-lidad. Sin dejar de ver esas potenciales ventajas o desventajas, nos inclinamos por pensar que lo importante es que, primero, la persona tenga una gran capacidad de mediar y, segundo, una sensibilidad y capacidad de acercamiento (y estudio) hacia am-bas lógicas culturales en presencia.

La interculturalidad como objetivo

El término de interculturalidad es otro de los conceptos polisé-micos de la actualidad (como desarrollo, por ejemplo). Unos la entienden básicamente como lo concerniente a las relaciones de hecho entre culturas; otros proponen entender intercultu-ralidad como una propuesta o proyecto, en definitiva como un deber ser.

Entendida como un proyecto de establecer relaciones inter-personales y sociales en las cuales no se discrimine por motivos de raza, cultura, etnicidad, lengua, religión y nacionalidad y en las cuales los sujetos se reconocen como interlocutores, se comuni-can adecuadamente, se enriquecen mutuamente, etc., la inter-culturalidad supone un objetivo (o conjunto de objetivos) de gran valor para orientar la difícil labor y proceso de mediación.

Ventajas y desventajas de la mediación intercultural

Las luces de la mediación interculturalComo toda modalidad de mediación, la intermediación cul-

tural presenta una serie de ventajas respecto a los otros mecanis-mos de intervención de terceros en la regulación de conflictos. Esas ventajas pueden verse tanto por lo que evita, por lo que se consigue y, sobre todo, por lo que significa para las partes. La

Toda mediación actúa sobre una

relación. Todo conflicto social

(no así los denominados “conflictos

intrapsíquicos”) tiene un carácter

relacional.

Más ampliamente, Ross entiende que “la cultura define lo que la gente valora y lo que le mueve a entrar en disputa, indica asimismo formas adecuadas de comportamientos de determi-nadas clases de controversias y configura las instituciones en las que dichas controversias son procesadas. En resumen, la cultu-ra del conflicto abarca aquello por lo que la gente lucha dentro de una sociedad, los rivales contra quienes lucha y el resultado de la contienda”. El mediador intercultural deberá tener muy en cuenta las distintas ideas, valoraciones y percepciones de los actores respecto al conflicto, el consenso, la cooperación, los protagonismos, etc.

La relevancia del bagaje cultural del mediador

A diferencia de otras modalidades de mediación en las que las partes involucradas tienen un bagaje cultural semejante y se re-conocen mutua e implícitamente como pertenecientes a la mis-ma cultura o al mismo mundo sociocultural, en la mediación social intercultural el bagaje e identidad cultural del mediador o de la mediadora es un aspecto a tener muy en cuenta. ¿Cómo

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mediación supone un sensible alivio para los tribunales y un con-siderable ahorro de tiempo y dinero. Por otra parte, la mediación crea un contexto más flexible para la conducción de disputas, suele lograr acuerdos a largo plazo y evita que –como resultado del proceso– haya ganadores y perdedores. Pero su gran ventaja radica en los enormes beneficios que entraña para las partes: en efecto, implica un notable aumento del protagonismo de los indi-viduos y comunidades, aumenta su creatividad y responsabilidad y produce un “deutero-aprendizaje” o adquisición por los partici-pantes de la capacidad para solucionar futuros conflictos.

Junto a esas ventajas comunes a toda modalidad de mediación podemos enumerar algunos otros beneficios más específicos de la mediación intercultural, como por ejemplo su potencial para la formación en la tolerancia de los individuos o ser una alternativa eficaz para la difícil adecuación constante de las instituciones a sus entornos socioculturales cambiantes, etc. Esos y otros bene-ficios de la mediación intercultural derivan de uno que es central: su aportación decisiva al logro de la convivencia ciudadana.

Desde el barrio a la comunidad territorial, desde el Estado-nación a la comunidad internacional, la filosofía de la media-ción intercultural puede ser un instrumento clave junto a otros: en los procesos de organización y participación ciudadana, de reconstrucción nacional en sociedades con intensos procesos de reconfiguración, de construcción de la paz en sociedades di-vididas y fragmentadas por conflictos, en la implementación de políticas sociales de integración de inmigrantes, etc.

Todos ellos son fenómenos muy complejos y que desbordan con mucho los siempre limitados mecanismos de mediación, pero éstos pueden aportar un grano de arena sustantivo. En comunidades, territorios y países de gran diversidad etnoracial, religiosa y lingüística, la aplicación de fórmulas de mediación intercultural tiene la ventaja de favorecer el acercamiento, po-sibilitar el encuentro y el debate, facilitar la negociación y sobre todo educar para la convivencia.

Las sombras de la mediación intercultural

Uno de los principales errores que podemos cometer al querer promocionar la mediación intercultural es no tener consciencia o tratar de ignorar sus desventajas, limitaciones, puntos débiles y peligros. Veamos ahora qué desventajas puede conllevar el recurso a la mediación intercultural.

La mediación intercultural comparte las mismas desventajas comunes a toda forma de mediación. Hay que tener muy pre-sente, primero, que toda mediación –y la de naturaleza inter-cultural en concreto– puede perjudicar en ocasiones a la parte más débil por cuanto podría obtener más si fuera directamente a los tribunales. Es ésta una generalización realizada a partir de la crítica que, con relación a la participación de mujeres en procesos de mediación, ha efectuado la pensadora feminista Jannet Rijkin.

Según resume Marinés Suares la posición de Rijkin, ésta “sos-tiene que las mujeres logran peores acuerdos cuando concurren

al sistema de mediación que cuando solucionan sus conflictos en el sistema judicial. En materia de dinero, las cuotas que obtie-nen las mujeres son menores, y además dice que no se ventilan casos de violencia”. En lo referente a mediación intercultural debemos tomar buena nota de esta argumentación crítica dado que la “relación interétnica” o el “encuentro cultural” rara vez es entre iguales, sino que suele darse entre “mayoría” y “minoría” en términos de poder. ¿El hecho de que casi siempre las partes involucradas no se relacionan en situación de paridad sino de desigualdad, asimetría y jerarquización invalida la práctica de la mediación intercultural?

La segunda desventaja recopilada por Suares se relaciona con la anterior y ha sido expuesta por investigadores del sistema de mediación en Estado Unidos: “Otro punto que consideran desventajoso en la mediación es el acceso reducido a la justicia que tienen las partes, porque al ser obligatoria, y en muchos casos llegarse a un acuerdo, las personas se alejan del sistema judicial, lo cual a su vez trae otro problema a la justicia y es que no se encuentra retroalimentada por la cotidianidad, y esto lleva a que no se sienten precedentes, jurisprudencia, y a que no se dicten leyes más acordes con lo que pasa en este momento en la comunidad”.

De producirse ese “alejamiento” del sistema judicial de las cuestiones concretas concernientes a minorías nacionales o grupos étnicos de inmigrados, la consecuencia es grave y nega-tiva por cuanto no se irán readaptando, multiculturalizando, las leyes y normativas. Aparte de lo dicho, un mal planteamiento de la mediación intercultural puede ser otro factor más de exacer-bación de las diferencias etnoraciales, lingüísticas o religiosas y de intensificación del ya extendido culturalismo. La presenta-ción simplista o unilateral de los conflictos de pareja, familiares, laborales, políticos, etc., como conflictos “étnicos” o “intercul-turales” por el sólo hecho de estar implicadas personas o grupos de diferente adscripción etnocultural es uno de los peligros o efectos perversos más claros.

1 Resumen del capítulo “La naturaleza de la mediación intercultural”

publicado en la Revista Migraciones No. 2. (1997) de la Universidad

Pontificia de Comillas en Madrid.

a En la conflictividad puede distinguirse lo latente y lo manifiesto y en lo

armónico su coyunturalidad o su estructuralidad.

b Tomo la expresión “franja de intermediación“ de las actividades de

diálogo, intercambio y reconocimiento mutuo que vienen desarrollando,

en la Guatemala de los Acuerdos de Paz, un grupo de indígenas y

ladinos en Guatemala. Debo a mi colega Marta Casaus, una de las más

entusiastas impulsoras de “la franja”, el conocimiento y contacto directo

con esta experiencia.

Según los contextos sociales concretos,

los actores sociales y públicos enfatizan

las diferencias raciales (raza física o

biológica y “raza social”), de origen,

de nacionalidad, de religión, lingüística,

de costumbres, entre otros.

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Comunicación y ciudadanía: bases para una cultura de paz

Entre las líneas de acción que se plantea la

Fundación UNIR Bolivia están el diálogo,

la comunicación, la ciudadanía intercultural

y la cultura de paz.

Es así que trabajos como “Alteridad y ciudadanía:

retos pendientes“, del reconocido comunicador,

José Luis Aguirre, nos dan luces para hacer

una senda que nos reencamine hacia una

mejor comunicación y a entendernos en

nuestra diversidad. Y, para profundizar aún

más, Washington Uranga y Teresita Vargas,

comunicadores también, aseguran que la

paz se construye con mejor participación

ciudadana y justifican su posición afirmado

que la comunicación es fundamental para la

democracia y que la información es un bien

público, conozcamos por qué.

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Cuando de forma creciente y en distintos espacios del co-tidiano y del quehacer filosófico y político ocupan mayor

lugar nociones como diversidad cultural, pluriculturalidad, in-terculturalidad, hibridación de culturas entre otros conceptos. Cuando experimentamos con mayor agudeza el incremento de los fenómenos migratorios intranacionales o globales que traen como consecuencia la presencia y hasta temor al surgimiento de identidades humanas anteriormente minimizadas y hasta des-conocidas. Cuando observamos desde los medios de difusión colectiva acciones que representan de manera distorsionada los rostros y voces de actores que no se quiere aceptar en la mesa del discurso público y de la democracia. Cuando palpamos en el día a día el escalamiento de las distintas formas de desconocimien-to del otro como la discriminación, el racismo, la xenofobia y entre ellas una que puede ser más nociva: la invisibilización o el desconocimiento deliberado de la presencia de ese otro. Cuan-do se percibe la relación entre culturas diversas como conflictiva y a partir de la inviabilidad de formas de encuentro se ve a priori la diversidad como un riesgo y así germen de lo antagónico por tanto anulable. Cuando el mismo discurso de la diversidad pue-de encerrar fantasmas como los de la homogenización, el inte-gracionismo a ultranza, los nacionalismos y las prácticas funda-mentalistas que escurren la misma democracia y la pluralidad. Y, cuando la diversidad pasa a ser banalizada y folklorizada tratando de limarse condiciones de desigualdad y desequilibrio para tranquilidad de círculos académicos o de determinados ambientes de poder, parece imprescindible observar lo que se entiende por hacer común en comunidad y desde esto construir una ética de y para la alteridad dialógica.

¿Qué entender por comunicación humana?

Luís Ramiro Beltrán, a diferencia de aproximaciones de carácter lineal, de alcance informativo, difusivo y donde el énfasis está en la entrega, nos dice que “la comunicación es el proceso de interacción social democrática que se basa sobre el intercambio de símbolos por los cuales los seres humanos comparten volun-tariamente sus experiencias bajo condiciones de acceso libre e igualitario, diálogo y participación” (1979: 85).

Alteridad dialógica y ciudadanía: retos desde la comunicación interculturalCon mayor frecuencia las sociedades admiten su carácter

multicultural. Hay medios que apoyan estas concepciones y hay los

que apuntalan el racismo y el fundamentalismo. Ésta es una reflexión

desde la comunicación entendida como un proceso de encuentro.

Asumir la comunicación como un pro-ceso le otorga la calidad para constituirse en una experiencia de mutualidad dialé-ctica sólo capaz de experimentarse entre personas, las que, como proyectos autóno-mos sociales, culturales y existencialmente distintos, se ven impulsadas a encontrarse aprovechando sus propios recursos sim-bólicos. Una comunicación sin un sentido de intercambio y, por tanto, sujeta a una intersubjetividad cooperativa sería equi-valente a confundir la complejidad de este proceso humano con la preocupación por

los medios o herramientas de difusión como si estos fueran los gestores del diálogo que sólo es interhumano. Por otro lado, si los hombres han sido dotados de la gracia del encuentro, de la necesaria búsqueda de complementariedad desde la diferencia entre actores, deberá asumirse que todo diálogo como llamado de encuentro no sólo permite activar la dimensión existencial en cada uno, sino saber que se es en el otro descubierto para que en común se pueda actuar sobre el mundo, de tal forma que no se dialoga en el vacío sino con un sentido eminentemente de responsabilidad política por el que se ha descubierto esencia del hacer común en comunidad. Los instrumentos, los aparatos, los “medios” no son los actores de ética alguna, sino son las personas que colocadas a cada extremo del uso de cualquier canal o medio de carácter técnico son responsables del mundo ético que quieren emprender entre los que se relacionan. Al respecto, Antonio Pas-quali señala que: “La comunicación no es, pues, un epifenómeno agregado y sucesivo a la convivencia, sino un factum realmente esencial, intrínseco a la esencia misma del hombre como animal social, resultando poco pertinente, ingenuo o ideológicamente mal intencionado reducirla a un discurso de comprensión de los medios” (1985: 44). Por tanto, el proceso comunicativo no es equi-valente al acto de difundir, extender o propagandizar un discurso unilateral, sino de estar en condiciones de entrar en relación entre un yo y un tú y viceversa, dejando la preocupación persuasora de un yo con la que plantearía el modelo de la antidialoguicidad convirtiéndolo en un ello.

Msc. Comunicador

Social Universidad

Católica Boliviana

“San Pablo” (UCB).

Director del

Servicio de

Capacitación en

radio y TV para

el desarrollo y

docente de la UCB.

JOSÉ LUIS

AGUIRRE ALVIS

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Como indica Martín Buber, “cuando colocado en presencia de un hombre que es mi Tú, le digo la palabra fundamental Yo-Tú, él no es ya una cosa entre las cosas, ni se compone de cosas (…) él ya no es un Ello al que se señala y se asume desde la distancia” (1994: 11). Y para que la palabra primordial (yo-tú), expresada de uno y otro lado, esté cargada con la voluntad del encuentro debe ser dicha por un ser entero, no aquel que se reserva el sí mismo. Buber dice: “el Tú viene a mí a través de la gracia; no es buscán-dolo como lo encuentro. Pero el dirigirle la palabra primordial es un acto de mí ser (...) El Tú llega a mi encuentro” (1994: 13). Lo que significa que una fusión lograda por la palabra no puede operarse sólo por obra mía, como tampoco sin mí, sino uno es en contacto de un tú, siendo la vida un permanente encuentro, concluye Buber.

El encuentro viene cargado con una fuerza transformadora a la que Fernando Gonzales Rey califica como “comunicación desarrolladora” por su profundo sentido personal (1995: 6). El encuentro es una forma de actuar, de crear, de descubrir y da sentido a lo que se veía como simple coexistencia, pues “entra en el mundo de las cosas para prolongar allí su acción al infinito” (Buber,1994: 15).

Paulo Freire señala que comunicación “es diálogo, en la me-dida en que no es transferencia del saber, sino un encuentro de sujetos interlocutores, que buscan la significación de los signi-ficados (…) la comunicación verdadera no es la transferencia, o transmisión del conocimiento, de un sujeto a otro, sino su co-participación en el acto de comprender la significación del sig-nificado” (1981: 77-78). La fuerza relacional del diálogo de forma intrínseca activa capacidades que de otro modo no podrían ha-berse experimentado. Por ejemplo, el mismo amor es producto de la interacción. A decir de Buber, es la fuerza relacional la que acerca a unos y a otros, la que produce el amor. Así, señala: “A los sentimientos se los tiene, el amor es un hecho que se produce. Los sentimientos habitan en el hombre, pero el hombre habita en su amor. El amor es un sentimiento que se adhiere al Yo de manera que el Tú sea su contenido, el amor está entre el Yo y el Tú”. Y dado que el ser dialógico no persigue invadir, manipular o imponer consignas, según Freire, “el diálogo es el encuentro amoroso de los hombres que, mediatizados por el mundo, lo ´pronuncian´, esto es, lo transforman, y transformándolo lo hu-manizan, para la humanización de todos” (1981: 46).

Diálogo y diversidad cultural

El diálogo, etimológicamente como posibilidad de hablar con otro (griego) o como el acercamiento de dos logos (latín), po-dría considerarse como uno de los rasgos fundamentales de la igualdad entre los seres humanos, sin embargo, éste es más bien por esencia el espacio en el que las diferencias se hacen paten-tes y es desde ellas que se articulan los recursos simbólicos que darán la posibilidad del relacionamiento entre sus interactuan-tes. Alejandro Grimson, al descartar la conceptualización de la comunicación como transmisión de información y más bien

verla como el poner en común o hacer público, desde el mun-do contemporáneo, se pregunta si realmente podemos estar seguros de que cuando algo se hace público se está poniendo en común. Y responde que esto podría ser lo mismo “siempre y cuando hagamos como si no hubieran códigos comunicativos heterogéneos, es decir si hacemos abstracción de la intercultu-ralidad” (Grimson: 1).

Resulta necesario, y no sólo inevitable, asumir que para que un mensaje pueda ser apropiado por un interlocutor no sola-mente éste tenga que tener una motivación para entrar volun-tariamente en una relación simbólica cooperativa, sino que los mismos recursos simbólicos del intercambio tengan que ser equivalentes o, por lo menos, encontrar bases comunes de entendimiento para poder encaminar la puesta en común. Bajo esta situación incluso podría pensarse si es viable asumir que el diálogo, como tal, es una condición sólo sujeta a la voluntad del entendimiento o es que éste se encuentra mediado por múlti-ples factores y no sólo por las diferencias lingüísticas o pragmá-ticas, sino también por asimetrías, tensiones y potencialidad de conflicto que son más bien condiciones que hacen del diálogo una aspiración, un espacio complejo y de alcance altamente transitorio.

El diálogo, etimológicamente como

posibilidad de hablar con otro (griego)

o como el acercamiento de dos logos

(latín), podría considerarse como uno

de los rasgos fundamentales de la

igualdad entre los seres humanos.

Grimson recupera su razonamiento y dice: “la diferencia en-tre hacer público y poner en común puede traducirse en dos posibilidades conceptualmente extremas de la comunicación: el contacto y la comprensión (…) [ya que] vivimos en un mundo intercultural y la comunicación tiene que ser pensada a partir de la coexistencia de multiplicidad de códigos comunicativos, a partir de la heterogeneidad de las estructuras de significación” (Grimson: 1). Y complementa: “en un mundo intercultural, la comunicación reclama ser pensada como intersección entre universos simbólicos diferentes, y esto último por razones ge-neracionales, étnicas, nacionales, de género, de clase. A veces, estas intersecciones variables se acercan a la situación de puro contacto con muy poca comprensión (…) Si la comunicación es una intersección entre dos o más universos simbólicos que implica más que contacto y menos que comprensión total, en-tonces la multiplicación de los contactos es una base sólida que

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genera incertidumbres (…) Allí encontra-mos una tensión: en el mundo intercultu-ral hacer público, publicar, implica sólo parcialmente poner en común. Si lo pú-blico es constitutivamente heterogéneo, si la comunidad es diversa, sólo puede ponerse en común de manera contingen-te” (Grimson: 2).

Si toda comunicación humana implica asumir paralelamente la incertidumbre, poner en común no supone el necesario alcance de una conciencia común plena y permanente, ya que si bien puede darse una fuerte voluntad por la construcción de un espacio de comprensión o enten-dimiento las personas se aproximan para explorarse en intereses parciales y en una duración transitoria.

La fuerza liberadora de lo ínter

Siendo el diálogo una exigencia existen-cial, el aspecto relacional de la comuni-cación constituye el problema central de todo entendimiento que asumiéndose desde la capacidad autónoma de cada ser expuesto a un encuentro activa la fuerza de lo “ínter”. Éste, dentro de toda dinámi-ca que implica el hacer común, plantea la existencia de una tensión sinérgica que impulsa a un yo a dirigirse al encuentro de un tú y viceversa. El hacer común in-dependiente del producto del encuentro parte siempre de la existencia de lo ínter que visto como la dimensión activa de to-da inclusión promueve en consecuencia la alteración del entorno sentido del tér-mino “ínter-acción”. El discurso del otro surgido de la expresión del álter anuncia a la vez la alteridad parlante de mi propio discurso, así mi discurso es provocado, puesto en acción, gracias al discurso de la alteridad. Francisco Theodosiadis indica: “El otro distinto es la alteridad real y el que en última instancia traspasa el horizonte ontológico o paradigma de la totalidad monológica y nos ubica en el reino de la alteridad dialógica” (1996: 134).

El diálogo permite a su vez la construc-ción voluntaria de la alteridad, espacio en el que un ser en sí-mismo únicamente puede realizarse en comunicación con otro ser en sí-mismo y cada proyecto sin-

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gular en sí es un proyecto de y para existir en el otro. Estrella Israel dice: “no se trata tanto del contacto entre dos objetos independientes –dos culturas en contacto– como de la interac-ción, en la que los objetos se constituyen en la medida que co-munican (...) Más que un campo comparativo (la comunicación intercultural) es un terreno interactivo” (Garzón). La alteridad entonces más allá de ser vista como un fenómeno objetivo, es espacio y relación entre dos entidades que se otorgan mutua-mente existencia y sentido.

Comunicación Intercultural y alteridad

Rodrigo Alsina señala: “El encuentro de las culturas no es for-zosamente intercultural. Un fenómeno cultural no se debe a que las culturas se encuentran, puede haber sólo agresión o eliminación de uno por el otro. El encuentro de las culturas se convierte en un fenómeno cultural si, de alguna manera, existe aceptación y proyecto común” (1990: 270). Es decir, para que ha-ya una relación intercultural es imprescindible un cierto grado de comunicación, alentada por aquella voluntad dinamizadora (ínter) surgida de ambas partes. En este sentido, sólo puede existir una sociedad pluricultural (por origen étnico, género, edad, condición social, capacidades físicas, etc.) si es posible la comunicación, o sea que las culturas en relación busquen un hacer común más que el sólo contacto.

La fortaleza y unidad de sociedades pluriétnicas y pluricul-turales dirigidas a forjar formas de ciudadanía desde la alte-ridad pasa por el reconocimiento y necesidad de interacción con las concepciones simbólicas de los otros. Y esto porque “una cultura está llena de significados, no hay nada que el individuo haga o piense que no tenga un significado. Este sig-nificado está determinado por la cultura y forma parte de un todo coherente, de un sistema (…) Cuando se enfrentan dos o más culturas se están enfrentando dos sistemas de códigos distintos” (2004: 166).

Lo intercultural, ha dicho Xavier Albó (2000: 134), se refiere al mundo de las actitudes y relaciones de las personas o grupos humanos de una cultura con referencia a otro grupo cultural. Este carácter desde una comunicación intercultural agrega re-tos y exigencias como el dejar de ver la incomunicación como una barrera para más bien profundizar en la comprensión del vínculo entre los recursos simbólicos y las condiciones socio-

históricas que generan silencios estructurales y que no tienen que ver con asumir la diferencia sino que exigen develar la desigualdad y el desequilibrio.

Retos

Más allá del ejercicio de una ética sujeta a los clásicos dere-chos individuales, una comunicación intercultural puede y debe ir acorde al avance de los derechos colectivos y la misma ciudadanía donde el contacto con lo diferente parta primero de la conciencia de la propia cultura; la voluntad por el hacer común comprendiendo al otro –alteridad dialógica–; la aper-tura y reconocimiento recíproco, el respeto a la diferencia, su discurso y mecanismos simbólicos; y la acción recíproca por la superación de todo prejuicio. Ya que, como indica Javier Me-dina: “la interculturalidad tiene que ver con pensamiento, con universos simbólicos; no con buenos sentimientos y actitudes educadas hacia los [otros] (…) que se rehúsan épicamente a aceptar el pensamiento del ́ otro´ y, por ello, prefieren focalizar la relación ‘intercultural’ en términos personales: de urbani-dad, buenos modales, convivencia civilizada” (2000: 15). Así, el diálogo entre culturas desde una nueva ética de la alteridad dialógica tiene que ver con nociones de justicia que hagan también efectivas las capacidades de expresión, inclusión, acceso y construcción simbólica equitativa de las otredades a las que se teme y discrimina precisamente porque no se las quiere conocer.

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La fortaleza y unidad de sociedades

pluriétnicas y pluriculturales

dirigidas a forjar formas de

ciudadanía desde la alteridad pasa

por el reconocimiento y necesidad

de interacción con las concepciones

simbólicas de los otros.

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El sistema de medios no está constituido sólo por los mismos medios (la radio, la televisión, los diarios, las revistas, etc.),

sino por una trama compleja que incluye la industria de la co-municación, los intereses económicos y políticos y el poder. Este sistema masivo produce e instala versiones de la realidad, ver-daderas interpretaciones, que terminan imponiéndose como “sentido común” y legitimándose como conocimiento válido para gran parte de la sociedad y de la ciudadanía.

La información, el entretenimiento y, en general, todos los productos de la comunicación masiva pueden leerse como construcciones simbólicas de lo real. Los medios de comuni-cación ofrecen usualmente versiones de la realidad en las que determinados sujetos aparecen tomados en sus aspectos más negativos, brindan estereotipos de los actores sociales y de sus condiciones de vida hasta el punto de estigmatizar situaciones y de descalificarlos como personas y como sujetos capaces de actuar positivamente en el espacio social. De esta manera se construye también la falta de legitimidad de estos actores ne-gándoles por esta vía la condición de ciudadanos con derecho a la participación a través de la comunicación.

Partiendo de la base de que el sistema de medios de comuni-cación es ante todo y fundamentalmente un servicio público y a la luz de los postulados del “Manifiesto 2000 para una cultura de paz y no violencia”, producido por los premios nobel tradu-ciendo las resoluciones de Naciones Unidas, entendemos que es necesario trabajar desde la realidad de los distintos sujetos de la sociedad, como actores y como ciudadanos y ciudadanas con capacidad para generar otra comunicación y promover otros modos de interpretación. Para ello vale preguntarnos, así sea brevemente, sobre el sentido que hoy le estamos dando a la de-mocracia y en ese marco a la ciudadanía y al espacio público.

Democracia y ciudadanía

Nuestros países latinoamericanos viven hoy en democracia. Pero ¿de qué democracia estamos hablando? En América Latina el debate fundamental no parece ser acerca de la democracia que, en general, resulta ser un valor aceptado por el conjunto de la sociedad. El dilema más importante para nuestros pueblos

La paz se construye con más participación ciudadana en la comunicación masiva

hoy es que hay que reapropiarse de la de-mocracia y profundar su sentido, porque quien no tiene experiencia sobre la liber-tad tampoco puede ejercer en plenitud su derecho a la libertad. La historia reciente de América Latina está marcada por el au-toritarismo y las restauraciones democrá-ticas, que, aunque valiosas e importan-tes, no han servido de manera suficiente para reaprender el camino de la misma en términos de participación, incidencia igualitaria por parte de todos los actores, inclusión de las distintas voces y atención a la diversidad como valor. Es una historia que nos muestra cómo unos pocos, desde dentro y desde fuera, se arrogan el dere-cho a decidir el destino de todos y todas y hasta, incluso, el derecho de interpretar lo que nos sucede en la vida cotidiana y en los procesos colectivos. Es la lucha sim-bólica por la construcción del sentido.

La democracia es mucho más que una forma de elegir un gobierno. Es un modo

de vida y necesita de un marco institucional, civil y social que le sirva de sustento y, al mismo tiempo, que convalide y dé sen-tido a los mecanismos formales. Todo esto puede leerse como un proyecto que no anule o aniquile las diferencias, sino que asumiendo la diversidad de enfoques y miradas se construya de manera participativa, negociada, apoyándose en los valores aceptados por todos y ordenando el camino hacia el escenario imaginado colectivamente.

La crisis política –como crisis de representación pero también como incapacidad de revisar roles del Estado y de la sociedad civil en el marco de la globalización neoliberal– rescató los debates e intercambios sobre ciudadanía. Las iniciativas democráticas, siempre atravesadas por espirales de crisis y apremiadas por las urgencias económicas y por la debilidad de la capacidad de ges-tión, dejan poco espacio para afianzar los procesos participativos apoyados en la base social. No obstante, el concepto de ciuda-

La democracia es un modo de vida y como tal requiere de un proyecto

que no anule las diferencias, sino que asuma la diversidad de enfoques.

Para ello es indispensable la participación colectiva tanto en la

negociación como en la construcción de valores aceptados por todos.

a. Periodista,

docente e

investigador de la

comunicación en

las universidades

de La Plata, Buenos

Aires, Catamarca,

Quilmas, Rosario y

Cuyo (Argentina).

Es editorialista del

diario Página 12

(Argentina).

b. Licenciada en

Comunicación

Social. Docente e

investigadora de las

universidades de

Catamarca, La Plata

y Buenos Aires

(Argentina).

WASHINGTONa

URANGA

TERESITA VARGASb

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danía, tantas veces reducido a la acción política partidaria, hoy se reconoce como complejo, ubicándose en el plano de los derechos civiles, de la diversidad y del re-conocimiento de las diferencias.

La ciudadanía no puede reducirse a una mirada que contemple solamente los derechos políticos. Lo que se está dis-cutiendo no es un modo de participación en el poder, en los gobiernos. Discutir la ciudadanía hoy en América Latina es plantearse qué tipo de organización so-cial y política queremos, qué tipo de de-mocracia, para garantizar la totalidad de los derechos humanos básicos. Para su legitimidad debería apuntar a garantizar el protagonismo de los grupos sociales de base. El riesgo consiste en mirar la construcción ciudadana como algo res-tringido o limitado a los derechos polí-ticos o a la gestión del Estado. La crisis del final de los noventa no es, de ninguna manera, una crisis que se desata mera-mente por incapacidad de los dirigentes políticos, por su corrupción o ineptitud. Es el resultado del atropello a todos los derechos, en particular a los derechos sociales, en algunos casos hasta el punto de su abolición.

La comunicación es fundamental

para la democracia

Necesitamos pensar la democracia en términos más participativos que com-plementen lo representativo. Para ello es muy importante entender el espacio pú-blico como lugar de información, de in-tercambio, de diálogo y de generación de sentidos interpretativos. El espacio públi-co y la disputa de sentidos son un ámbito fundamental de la lucha por el poder; en este marco entendemos la comunicación como producción e intercambio simbó-lico y de sentidos. Cuando hablamos de comunicación lo hacemos sin restringir-la a los medios, porque estos (masivos, comunitarios o locales) dependen de las circunstancias y de las condiciones ma-teriales en las que se genera el proceso comunicativo. Lo importante es tener en cuenta que los diferentes actores se cons-

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dos momentos ambos términos se hayan equiparado a partir de una concepción de “Estado benefactor” que ocupaba todo el es-pacio de lo público. Todavía menos se podría reducir la idea de lo público a aquello sobre lo cual tiene injerencia o incumbencia el gobierno de turno. Hoy lo público tiene que ser entendido nece-sariamente como el espacio común, ámbito de participación y, en consecuencia, también de la responsabilidad colectiva que, en tanto y en cuanto corresponde a todos, debe estar promovido por distintos actores en función de la construcción colectiva y asociada que apunta al bienestar del conjunto.

El sistema masivo de medios de comunicación es un servicio público porque está necesariamente orientado al bien común y porque es un escenario donde no sólo se informa sino por el cual transitan ideas e interpretaciones, modos de entender que generan legitimidades y exclusiones, aportando o dificultando a la propia gobernabilidad social. En la sociedad moderna es tam-bién un espacio privilegiado donde se tejen las interrelaciones entre las personas, entre los sujetos.

Los medios de comunicación son espacios en los que se repre-senta lo social, lo que acontece en la vida cotidiana, y en los que se ponen a circular puntos de vista, formas de entender y de interpre-tar lo que ocurre. Cuando los medios informan proponen caminos de lectura y promueven modos de entender los acontecimientos que nos rodean. Las formas como se designan los procesos y las situaciones no son el resultado de la casualidad o de la improvisa-ción. Todas ellas suponen una manera de comprender, una forma de organizar la interpretación y de situar a los sujetos sociales. No son inocentes las diferencias de calificación que existen, por ejem-plo, acerca de la violencia. Hablar de la “violencia terrorista” para calificar hechos que pueden ser similares a otros que se designan como “guerra necesaria” implica una toma de posición y revela posiciones políticas y de poder.

El espacio público, construido principalmente por el sistema de medios a través de la información y el entretenimiento, es un lugar de información, de intercambio, de diálogo y de pro-ducción de sentidos. Es a la vez un lugar de disputa de sentidos, de interpretaciones y por lo tanto un ámbito fundamental de la lucha por el poder.

Exclusión y comunicación

Vivimos en una sociedad atravesada por la sensación de super-información y la oferta permanente y agresiva de programas de todo tipo, apoyados en un gran desarrollo tecnológico de los sis-temas de la comunicación y en una maquinaria económica que sostiene la idea de que a más productos comunicacionales (desde noticieros a telenovelas y programas de entretenimiento) mejor

Los medios de comunicación son

espacios en los que se representa

lo social, lo que acontece en la vida

cotidiana, y en los que se ponen a

circular puntos de vista, formas de

entender y de interpretar lo que ocurre.

tituyen y se afirman como tales en el diálogo público que se produce en el espacio también público. La comunicación así entendida es un proceso de autoafirmación y de búsqueda de reconocimientos, generando interlocución entre actores diver-sos, esencialmente diferentes y con distinto poder.

La democracia necesita de la información y de la comunicación para cumplir con sus objetivos. La información y la comunicación requieren hoy de la vigencia de valores y formas democráticas pa-ra poder realizarse como un derecho básico y fundamental para todos los ciudadanos. La comunicación es democrática cuando los distintos actores generan mensajes y producen sentido desde su identidad. Esto hace que la comunicación sea siempre asimé-trica, tanto por el lugar distinto que cada uno de los actores ocupa en el proceso, por las condiciones materiales de producción, co-mo por los contextos de recepción.

La comunicación democrática tiene dos caras que consti-tuyen parte de la misma moneda. Por un lado es democrática aquella comunicación que genera posibilidades de acceso de todos los ciudadanos y ciudadanas a oportunidades de comuni-cación en el sistema masivo de medios, en particular a aquellos medios considerados públicos porque están controlados por el Estado. Pero al mismo tiempo, la comunicación democrática se caracteriza por el acceso irrestricto de los ciudadanos a la in-formación pública para que esta pueda ser usada como insumo para incidir en las decisiones político-culturales.

De los dos, el segundo aspecto es el menos desarrollado. Es importante que se generen y garanticen los procedimientos necesarios para que las y los ciudadanos tengan acceso a la información pública (a las leyes, a las normas, a los decretos, a las resoluciones, a programas sociales y sus reglamentaciones, etc.) porque en ello va también la posibilidad de acceder a sus derechos y hacerlos efectivos.

La información como bien público

José Bernardo Toro sostiene que “un ciudadano es una persona capaz, en cooperación con otros, de crear o transformar el orden social que ella misma quiere vivir, cumplir y proteger para la dignidad de todos” (2009). Y agrega que “ser ciudadano implica entender que el orden de la sociedad –las leyes, las costumbres, las instituciones, las tradiciones– no es natural; el orden social es un invento, una creación hecha por los hombres y las mujeres de la misma sociedad. Y entender que si ese orden no produce dignidad se puede transformar o crear uno nuevo, en coopera-ción con otros. La cédula de ciudadanía y la mayoría de edad son requisitos legales para ejercer la ciudadanía, pero lo que hace al ciudadano es la capacidad de crear o modificar el orden social, es decir, la capacidad de crear libertad”.

El ámbito de actuación de los ciudadanos es lo público enten-dido como aquello que conviene a todos, que es para la dignidad de todos y todas, pero que al mismo tiempo está hecho y conce-bido para la vida más digna y la mejor calidad de vida de las y los ciudadanos. Lo público no es lo estatal, aunque en determina-

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negocio y resultados económicos para quienes han invertido en un campo que, a simple vista, es altamente rentable. Pero ¿equi-vale esta invasión de mensajes a información más genuina y más veraz? ¿Sirve para generar mensajes y productos que representen al conjunto de la sociedad en toda su diversidad y pluralidad? La respuesta es decididamente no.

Hoy existen “inforicos” e “infopobres” ubicados en los extre-mos de lo que Aníbal Ford llama las “diferencias infocomunica-cionales” (1999: 115 y ss.). Lo mismo puede decirse del acceso a la educación, que se ha convertido en un privilegio por razones económicas, pero también por motivos culturales y comunica-cionales.

En el campo de la comunicación la concentración de la pro-piedad de los medios lleva también un proceso de privatización de la comunicación y de cercenamiento del ejercicio del derecho a la comunicación. La participación, ya menguada y coartada en el orden político, también se ve afectada en este espacio. Se care-ce de un verdadero ejercicio del derecho a la comunicación.

La construcción ciudadana y democrática en la sociedad ac-tual nos exige tomar en cuenta las características del escenario en el que estamos viviendo. La comunicación no puede enten-derse aislada de la realidad histórica porque está traspasada por esa misma realidad y, a la vez, la atraviesa. De tal manera que no podemos pensar la relación entre ciudadanía, democracia y co-municación en abstracto. Es preciso reflexionar sobre el concepto en el escenario de una América Latina donde la exclusión (social, política, económica y cultural) es la característica más fuerte y determinante. Es un escenario que, al dato anterior, suma la difi-cultad para reconocer la diversidad y la pluralidad como un com-ponente esencial en sociedades que se autodefinen democráticas pero en las que existen fuertes rasgos autoritarios y donde los niveles de participación están altamente restringidos.

El derecho a la comunicación puede entenderse como aque-lla potestad de todos los ciudadanos para expresarse en igual-dad de oportunidades y en equidad de condiciones. Esto quiere decir que cada uno y cada una incluye entre sus derechos huma-nos fundamentales el de comunicarse, entrar en relación y en-tablar diálogos productivos, con otros y con otras. Sin embargo, este no puede ser un derecho simplemente declamado. Para que sea efectivo tiene que apoyarse en condiciones materiales que lo garanticen y sólo de esta manera el derecho a la comunicación puede ser un pilar para la paz, porque supone “defender la liber-tad de expresión y la diversidad cultural, privilegiando siempre la escucha y el diálogo, sin ceder al fanatismo, ni a la maledi-cencia o el rechazo al prójimo [y de esta manera] contribuir al desarrollo de las mujeres y el respeto de los principios democrá-ticos, con el fin de crear juntos nuevas formas de solidaridad” (Manifiesto 2000,2009) .

¿Se puede proclamar y poner en práctica efectiva el derecho a la comunicación mientras gran parte de los latinoamericanos siguen viviendo en condiciones que los ubican por debajo de la línea de pobreza? ¿Se puede hablar de derecho a la comunica-

ción cuando la propiedad de los medios de comunicación en el mundo está concentrada en pocos grupos económicos transna-cionales? ¿Se puede hablar de derecho a la comunicación frente a la evidente exclusión de la agenda pública que soportan los pobres y los pueblos originarios de nuestras tierras, para dar sólo dos ejemplos?

Podría argumentarse que es necesario modificar primero las condiciones sociales para avanzar en la implementación del derecho a la comunicación. Nada más carente de razón. Derecho a la comunicación y derechos ciudadanos, en una so-ciedad democrática, tienen que avanzar de la mano, generando condiciones mutuas. Si queremos avanzar hacia una cultura de la paz apoyada en valores y derechos y que sirva de cimiento a nuevas actitudes y comportamientos que rechacen la violencia, es necesario reconstituir y resignificar lo público como lugar simbólico pero también espacio material de participación, de construcción de alianzas y elaboración de propuestas. Esto su-pone “apoyar la comunicación participativa y la libre circula-ción de información y conocimientos” (Manifiesto 2000, 2009) para promover desde la comunicación nuevos modos de participación y otra cultura ciudadana.

La Plata (Argentina), junio 2009

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Page 37: Revista Lazos 07

Diálogos 2006-2008: entre procesos de inclusión y exclusión

Comunicación y diálogo forman parte de ejes sobre

los que trabaja UNIR. Así “Diálogos interculturales:

La experiencia de los Colectivos Culturales“, nos

contará sobre su recorrido por varias ciudades

de Bolivia y el trabajo realizado en diferentes

regiones. Quien tuvo a su cargo la iniciativa Gestión

de Conflictos narrará su experiencia de formación

dialógica en organizaciones sociales y entidades

públicas. Mientras, la iniciativa Diálogos explicará la

metodología y las formas dialógicas aplicadas que

aportarían a una cultura de paz.

El trabajo del Observatorio Nacional de Medios

(ONADEM) se plasmará en “La mirada del otro en

la prensa boliviana“, una lúcida visita al mundo de

los medios de comunicación, tan necesaria en estos

tiempos de crisis y de antagonismos.

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38

Durante los años 2006 al 2008 la Fundación UNIR Bolivia, a través de la iniciativa Colectivos Interculturales, desarrolló

un componente denominado “Diálogos Interculturales”, que se constituyó por medio de la creación de espacios genuinos de diálogo orientados al conocimiento y valoración de la diversi-dad cultural de Bolivia. En la perspectiva de la interculturalidad, contribuyó al encuentro y la construcción democrática de la paz en los diferentes escenarios que tiene nuestro país en proceso de transformación.

¿Qué son los diálogos interculturales?

El diálogo es una actividad humana básica que se orienta a acercar a las personas, a permitirles comprenderse mejor a sí mismas y a los otros. No podemos comprender si no conoce-mos, y no podemos conocer si no escuchamos la palabra del otro. Desde esta perspectiva el diálogo es un vínculo de amor y de convivencia.

El diálogo intercultural integra a una diversidad de actores sociales y busca que las personas puedan expresar lo que ge-nuinamente sienten y piensan, más allá de repetir el discurso conocido de hablar en un lenguaje “políticamente correcto”, de decir lo que se espera que “se debe decir”. Por lo tanto, el diálogo es una actividad espontánea que se funda en la escucha atenta y respetuosa y en la expresión franca de lo que se siente y piensa.

En Bolivia, al igual que en otros países en los que el des-encuentro entre los ciudadanos ha generado una dinámica social caracterizada por la intolerancia, la discriminación, el racismo, la agresividad y la violencia encubierta o des-embozada, es fundamental encontrar alternativas para que las personas aprendan a relacionarse de un modo distin-to, generando lo que en el futuro puede convertirse en una nueva dinámica social, más tolerante, respetuosa, pacífica y constructiva. La capacidad de las personas de relacionarse en términos positivos constituye la base de la construcción de una sociedad más democrática, capaz de alcanzar consensos o de, al menos, enfrentar de manera constructiva los distintos desafíos que se le presentan.

Los procesos de diálogo intercultural permiten la puesta en común de una pluralidad de experiencias, ideas y visiones de mundo, por eso consideramos que es una herramienta muy útil para superar las visiones autocentradas que tienden a negar la

Diálogos interculturalesuna aventura de la palabraEl diálogo intercultural nos permite entrar en contacto con los otros

y establecer un relacionamiento más rico aprendiendo a escucharlo.

Para ello es indispensable eliminar estereotipos, prejuicios, temores y

desconfianzas. Un texto ideal para la coyuntura que vive el país.

existencia del otro, su valor o su signifi-cación. El diálogo intercultural permite también abrir la percepción de las perso-nas y sensibilizarlas con las experiencias y procesos que viven los demás, facilitando una mejor compresión de los otros y, por tanto, hacer posible un relacionamiento más rico y positivo.

Se tiende a pensar que el diálogo es lo mismo que el debate, la negociación, etc., aunque son procesos esencialmente dis-tintos. En el diálogo lo más importante es aprender a escuchar al otro, a colocarse en el lugar del otro (empatía) para tratar de comprenderlo, aprender a plantear los propios sentimientos e ideas con libertad y confianza. Por lo tanto, el diálogo no coloca a las personas en la necesidad de ver al otro como un contrincante, ni de atacar sus puntos débiles, ni de convencer-lo de lo que nosotros sentimos o pensamos. Para comprender al otro es necesario eliminar prejuicios, estereotipos, temores y desconfianzas, lo cual tiene fundamental importancia en un momento como el que vive el país, pero también entraña un enorme desafío por las tensiones de la coyuntura política, económica y social.

¿Cómo se organizaron los diálogos interculturales?

Con el propósito de promover la reflexión crítica sobre nuestra compleja identidad nacional y los procesos que se requieren para contribuir al desarrollo de un país intercultural sobre bases de equidad y justicia, los procesos de diálogo intercultural enca-rados por la iniciativa se desarrollaron en cuatro niveles:

– Diálogos locales. Procesos de diálogo y momentos de encuen-tro entre diferentes actores locales (estudiantes, representan-tes de los estamentos del Estado, autoridades originarias, líderes de opinión, representantes de instituciones locales, otros) que fueron planificados en cada uno de los municipios a los que accedieron los buses en sus rutas por tierras bajas y tierras altas. Dichos procesos buscaron generar espacios para revalorizar la palabra y promover la sensibilización hacia el diálogo genuino. Cada grupo que participó en los procesos de diálogo local propuso a dos representantes que luego asistie-ron a los diálogos de macro región.

Psicólogo.

Gestor en

movilización cultural

de la Fundación

UNIR Bolivia.

DAVID PORTILLO

MORALES

Page 39: Revista Lazos 07

39

– Diálogos macro regionales. Profun-dos procesos de diálogo en los que se encontraron todos los representan-tes elegidos por sus propios grupos en los diálogos locales. Cada encuen-tro de macro región –altiplano, valle, oriente, chaco y amazonía– agrupó a personas de diferentes edades y ocu-paciones otorgándoles una oportu-nidad de convivencia y participación plena. Además en estos encuentros de alto valor intercultural se promo-vió, a través de metodologías espe-cialmente diseñadas para el efecto, procesos de autoconstrucción, inter-nalización y construcción colectiva de conceptos tales como el diálogo, la confianza, el respeto, la empatía, entre otros.

– Diálogos nacionales. Procesos de diá-logo donde se encontró toda la diver-sidad de actores sociales que partici-paron en los diferentes encuentros de cada una de las cinco macro regiones del país. Esta legión de dialogantes se constituyó en un particular y valioso grupo de personas que tuvo la opor-tunidad de fortalecer su comprensión sobre el diálogo y la confianza y la ma-nera en la cual se pueden volcar ambos conceptos en la praxis de nuestra reali-dad sociocultural. En los diálogos na-cionales habló el país a través de todos estos representantes que se reunieron a título personal y que tuvieron la con-vicción y el valor de plantear ideas y sentimientos orientados a construir un país de cambio positivo y renovador por medio del diálogo.

El diálogo es una actividad

humana básica que se

orienta a acercar a las

personas, a permitirles

comprenderse mejor a sí

mismas y a los otros.

Page 40: Revista Lazos 07

40

– Círculos de diálogo y confianza. Que fueron concebidos co-mo la apuesta sostenible del componente de diálogo ya que a través de la configuración de dichos círculos a lo largo y ancho del territorio nacional se pueden difundir y ampliar el diálogo y la confianza permanente entre bolivianos, contribuyendo de esta manera a la construcción de un país que pueda asu-mir sus cambios históricos con una visión de integración y coexistencia.

¿Qué criterios metodológicos se emplearon?

Para la intervención metodológica es necesario aclarar que la po-blación meta fue designada entre adolescentes, jóvenes y adultos: estudiantes de escuela secundaria, universitarios, jóvenes traba-jadores, líderes de opinión, autoridades locales, autoridades ori-ginarias, representantes de organizaciones sociales y culturales, migrantes, entre otros. Los criterios para seleccionar los munici-pios de intervención de la iniciativa se basaron en lo siguiente:

– Municipios de alto nivel de conflictividad e intolerancia.– Municipios fronterizos con fuertes tendencias migratorias.– Municipios con alto nivel de desarrollo cultural y vigencia en

sus tradiciones.– Municipios de difícil accesibilidad.

Por su parte, el Diálogo Intercultural estuvo orientado a gene-rar y promover espacios y capacidades para un diálogo pacífico de respeto mutuo (diálogo democrático) dirigido a la preven-ción y resolución de conflictos y generación de valores y princi-pios democráticos para vivir una interculturalidad basada en los derechos humanos. En resumen, el desarrollo metodológico fue realizado de la siguiente manera:

– Proyección de alcance nacional del proyecto organizado por macro regiones: altiplano, valle, chaco, oriente, amazonía.

– Noción territorial del espacio de intervención, que se consti-tuyó en un criterio geográfico y cultural.

– Criterios de selección de municipios con carácter equitativo: similar número de municipios en cada macro región, muni-cipios rurales/urbanos, municipios indígenas/no indígenas, municipios fronterizos, municipios con alto nivel de migra-ción, municipios con elevado índice de conflictividad.

– Metodología constructivista, comunicacional, dialógica, que giró en torno a las relaciones interpersonales.

– Convocatoria de personas a título personal y no a título insti-tucional o corporativo.

– Espacio de encuentro intergeneracional e intercultural.– Procedimiento en espiral. Sensibilización, diálogo del diá-

logo, diálogo de la confianza, diálogo de la coexistencia y la convivencia, círculos de diálogo y confianza.

– Espacios progresivos de interculturalidad: 1) local, municipios de la misma región; 2) macro regional, municipios de dos o más regiones; y 3) nacional, municipios de todas las macro regiones.

– Metodología basada en el cambio interno de actitudes a tra-vés del diálogo y no en la transmisión de información.

– Cambio de actitud de las personas que participan y cambios concretos en sus entornos relacionales: familia, amigos, tra-bajo, empleados y empleadores, etc.

Los alcances de la experiencia

Con relación a los diálogos interculturales, es importante des-tacar que los procesos de diálogo local se convirtieron en un genuino espacio de encuentro en los que la gente que asistió se mostró abierta a la manera en la cual se encaró el proceso donde se revalorizó la palabra, se establecieron vínculos de confianza y se restablecieron las relaciones interpersonales. Cada uno de los procesos de diálogo fue una experiencia única donde la gente decidió los temas a tratar, analizó los mismos y encontró alternativas de solución a sus conflictos. Por otro la-do, los procesos de diálogo a nivel macro regional permitieron a las personas establecer vínculos que permitieron abordar conflictos de mayor alcance y también fortalecer a personas líderes que fueron elegidas por sus propios grupos, las mismas que se prepararon paulatinamente para encarar la configura-ción de los círculos de diálogo y confianza que posteriormente se convertirán en una manera de establecer una cultura de diálogo en el país.

Luego de la experiencia vivida se puede afirmar que los pro-cesos de diálogo local fueron la clave para devolverle el valor a la palabra, para generar espacios genuinos de encuentro y para establecer vínculos entre personas de diferentes oficios y ocu-paciones que conviven en un mismo municipio. Los procesos de diálogo macro regional fueron la propuesta para conformar una “masa crítica” de personas que voluntariamente trabajen estableciendo círculos de diálogo y confianza en los municipios de las cinco macro regiones del país, consolidando un grupo de replicadores comunitarios que amplifican la necesidad de instaurar el diálogo como un vínculo que permita establecer mejores relaciones interpersonales entre bolivianos.

El proceso de diálogo nacional fue un espacio único en el que tomó la palabra el país a través de la diversidad de sus actores. Fue un genuino espacio de convivencia y complementariedad de sentimientos y pensamientos. Fue, en definitiva, la esperan-za de llegar un día a vivir en interculturalidad y en armonía.

Cada uno de los procesos de diálogo

fue una experiencia única donde la

gente decidió los temas a tratar, analizó

los mismos y encontró alternativas de

solución a sus conflictos.

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Los procesos de diálogo ciudadano han sido la primera pro-puesta metodológica que ha implementado la Iniciativa

de Diálogo (ID) de la Fundación UNIR Bolivia. Estos procesos fueron la base para la construcción de otras modalidades de diálogo, que se están desarrollando y van en proceso de conso-lidación en esta gestión y en las próximas como un aporte de la institución a la construcción de la cultura de paz.

Los diálogos ciudadanos se implementan como una ruta en la construcción de la cultura de paz a partir de la búsqueda de la transformación de las relaciones personales para la transforma-ción social en sociedades polarizadas o donde hay un eviden-te deterioro del tejido social producto de la polarización o de procesos de escalada de violencia, o también en sociedades en conflicto armado o post conflicto (procesos de reconciliación). Bajo una mirada sensible, propositiva y diferente del diálogo se inicio, entre marzo y abril de 2007, la implementación de la pro-puesta de diálogo ciudadano a través de tres experiencias piloto para la validación de la propuesta conceptual y metodológica desarrolladas en La Paz:

– Grupo compuesto por jóvenes de los colegios Ayacucho (pú-

blico) y San Ignacio (privado). – Grupo compuesto por jóvenes de la Universidad Pública de

El Alto (UPEA) y la Universidad Católica Boliviana San Pablo (UCB).

– Grupo compuesto por personas adultas de diferentes secto-res sociales culturales y económicos.

Paralelamente a estas experiencias, el equipo de la ID elaboró una serie de documentos base que reflejan el marco conceptual, técnico y metodológico de la iniciativa y de los diálogos ciudadanos como propuesta de ruta en la construcción de la cultura de paz:

– Documento N° 1: Marco conceptual y teórico de los diálogos.– Documento N° 2: La Fundación UNIR Bolivia y los procesos

de diálogo.– Documento N° 3: Los diálogos ciudadanos.– Documento N° 4: Plan de Acción.– Documento N° 5: Guía metodológica para facilitadores.– Documento N° 6: Diálogos ciudadanos sobre cultura de paz.

De acuerdo al Plan de Acción del equipo de la ID, la puesta en marcha de los diálogos ciudadanos fue progresiva, las operaciones comenzaron en Sucre en octubre de 2007, continuando de forma sucesiva en La Paz, Santa Cruz, Cochabamba, Tarija, Potosí y Oruro. El primer paso en cada departamento fue

identificar personas para que sean parte de procesos de for-mación de facilitadores y facilitadoras de diálogos ciudada-nos, que basado en una metodología de reflexión-acción-re-flexión se fue implementando progresivamente en todos los departamentos.

El diálogo y la construcción de la cultura de pazUna de las acciones más desarrolladas por UNIR fue la de la

instauración de procesos de diálogos ciudadanos. El presente artículo

narra la experiencia, las temáticas y las técnicas utilizadas. Una de las

conclusiones centrales es que el diálogo se vive, no se aprende.

Equipo Nacional

Iniciativa Diálogo

Fundación UNIR

Bolivia.

LUIS VÁSQUEZ

MONTECINOS

CARLA VALCARCE

TORRICO

Proceso de formación: reflexión-acción

Una vez finalizado el primer evento de formación, el segundo paso consistió en conformar parejas de facilitadores y armar los grupos de diálogo, estos grupos estaban conformados por ciudadanos y ciudadanas de distinta procedencia. El tercer pa-so consistió en la puesta en marcha de los procesos de diálogo ciudadano que constan de ocho sesiones, cada una de dos a tres horas, las cuales se desarrollan con un intervalo de una o dos semanas, dependiendo del grupo.

Reflexión

Evento deformación

Evento deformación

Evento deformación

Evento deformación

Acción

Procesosde

diálogo

Procesosde

diálogo

Procesosde

diálogo

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El diálogo se vive, no se aprende

Durante el periodo comprendido entre octubre de 2007 a no-viembre de 2008, los resultados de la implementación de los diálogos ciudadanos, en los siete departamentos señalados an-teriormente, fueron los siguientes1:

– Alrededor de unas 300 personas ingresaron a procesos de formación como facilitadores de diálogo.

– Se iniciaron 12 grupos de formación, uno en cada departa-mento, excepto La Paz y Santa Cruz donde se iniciaron 4 y 3 grupos respectivamente.

– Como parte de estos 12 procesos iniciados, se desarrollaron 28 eventos de formación, los que estaban dirigidos a desa-rrollar y fortalecer habilidades y destrezas dialógicas en los facilitadores y las facilitadoras.

– De las 300 personas, aproximadamente 100 facilitaron proce-sos de diálogo.

– Se desarrollaron más de 80 procesos de diálogo ciudadano, en los que participaron personas que reflejaban la diversidad social, cultural y económica del país.

– En el área rural, donde se desarrollaron 4 procesos de diálogo: Laja, Patacamaya (La Paz), Sica-Sica y Totora (Cochabamba).

– Participaron en los procesos de diálogo ciudadano alrededor de 1000 personas.

Con la finalidad de aportar insumos para el nuevo Plan Es-tratégico Institucional y para el ajuste de esta propuesta me-todológica, a fines de 2008, la consultora Teresa Alem realizó la sistematización de la experiencia de los procesos de diálogo ciu-dadano ejecutados durante la etapa comprendida entre octubre de 2007 y noviembre de 2008. La sistematización elaborada re-fleja la conceptualización del diálogo ciudadano, las metodolo-gías aplicadas, los procesos e instrumentos tanto de los diálogos

como los de monitoreo y seguimiento a cada persona, equipo de facilitadores, grupos de formación de facilitadores y todos los procesos coordinados por la Iniciativa.

Para elaborar el documento, Teresa Alem partió de la lectura de los documentos base de la Iniciativa que, como menciona-mos anteriormente, reflejan el marco teórico y metodológico de la propuesta2.

El diálogo como propuesta de encuentro en la diversidad

Tomando como referencia la definición de “diálogo ciudadano” vertida en la Guía Metodológica para Facilitadores/as de Diálo-go (GMFD)3 de la Fundación UNIR, se destaca que el diálogo:

Es un proceso de construcción de visiones, sensibilidades, ha-bilidades, destrezas, hábitos y conocimientos a nivel personal y grupal, que busca cómo construir, fortalecer y/o transformar re-laciones permanentes a fin de promover la aceptación tolerante y no discriminatoria de las diferencias. El diálogo ciudadano es un proceso enfocado a la transformación a nivel personal e in-terpersonal, con el horizonte de la transformación sistémica o estructural, pretende incidir en los patrones de conducta de rela-ción interpersonal, en sus dimensiones cognitivas, emocionales y conductuales, orientándolas al desarrollo de una cultura de diálogo constructivo, basado en el reconocimiento de la dignidad humana y del bien común.

Esta manera de enfocar el diálogo hace hincapié en la posi-bilidad de lograr encuentros entre personas cuyas experiencias de vida son diversas y en algunos casos se trata de estructurar diálogos entre grupos confrontados y/o antagónicos. Es de la diversidad, de lo diferente, del reconocimiento y legitimidad de estas presencias y pertenencias amplias, múltiples y complejas de donde se parte para suscitar encuentros de diálogo ciuda-dano. Como se manifiesta en el documento N° 3 de Diálogos Ciudadanos4, “se trata de una conversación motivada por una búsqueda de entendimiento mutuo, más que búsquedas de acuerdos o soluciones a las diferencias”.

Aprendiendo desde lo profundo a escucharnosEl encuentro con la diversidad, supone también un encuentro

con lo profundo, original y desconocido de cada persona. Las sesiones de diálogo tienen como principio elemental partir de lo que cada persona es en sí misma y desde esa experiencia personal participar y dialogar. Sólo así el encuentro coloca a los participan-tes en un mismo punto de partida, abre confianzas y bloquea o moviliza prejuicios en torno a relacionamientos entre diferentes.

En cada sesión de diálogo, el encuentro, el momento de la pre-sentación de cada una de las personas que compartirán ese espa-cio es fundamental. Por una parte se muestran tal y como son, sin representarse más que a sí mismas y se inicia un tejido de confian-zas, que da pie a poderse escuchar y escucharse mutuamente.

Proceso de diálogo ciudadano

Retroalimentación

Sesión1

Sesión2

Sesión3 Sesión

4

Sesión5Sesión

6Sesión

7

Sesión8

Inicio/Presentación

Evaluación

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El diálogo ofrecerá a quienes participan la oportunidad de es-cuchar y ser escuchados, de modo que los que hablan puedan ser oídos, hablar y dejar que le hablen de manera respetuosa, desa-rrollar y profundizar el entendimiento mutuo, conocer la pers-pectiva de los otros y reflexionar sobre nuestros propios puntos de vista. Es decir, compartir significados y establecer horizontes comunes de visiones compartidas5.

Esta es la propuesta de la ID acerca a esta posibilidad de aprender desde lo profundo y para lograr escucharnos.

Superando jerarquías, prejuicios y modelos mentales de relacionamiento humano

Los diálogos pretenden la generación de visiones personales y grupales más amplias, compartidas y complejas sobre el tema o problemática que reúne a los participantes. Un aspecto im-portante en los procesos de diálogo es ayudar a que las partes reconozcan distintos ‘modelos mentales’ y ‘categorías’ que con-ducen a formas muy distintas de entender una sola realidad. Idóneamente, los espacios de diálogo deberían generar un espí-ritu de curiosidad que enriquezca y amplíe las conversaciones, y desarrollen nuevos conocimientos y/o perspectivas que antes ninguna de las partes las tenía (GMFD).

Al despojarse de cargos, apellidos, títulos, profesiones o re-presentaciones, los y las participantes de los grupos de diálogo, aparte de ir cultivando actitudes de escucha activa sobre los diferentes temas que se comparten, tienen un proceso de apren-dizajes subjetivos y de maduración, se trata de procesos de au-toconocimiento de sus propios modelos mentales y formas de relacionarse con los demás reconociendo las diferencias. En la estructura de cualquier evento que convoca a diálogos ciudada-nos bajo esta concepción, se practican ejercicios que permiten identificar los modelos mentales de cada persona y/o partici-pante. A partir de estas prácticas se tienen momentos de con-versación y escucha que van ampliando las visiones y abriendo los corazones. El crecimiento y complementación de sentidos y referentes ayuda a superar prejuicios, logrando encuentros que comprometen la fraternidad en la diversidad.

Una de las ideas durante el 1º Encuentro de Facilitadores en Cochabamba6 decía: “cuando se habla desde el corazón, es difícil juzgar”. Estos mensajes hechos vida cotidiana son los que permiten tener un horizonte inclusivo y respetuoso entre seme-jantes-diferentes.

¿Quiénes participan en los procesos de diálogo?

En principio, cualquier persona que tenga interés de compro-meterse con la concepción de los diálogos ciudadanos y que esté dispuesta a remover sus esquemas y prejuicios puede ser parte de los grupos de diálogo y, dependiendo de su voluntad y deci-sión, formar parte de los procesos de formación de facilitadores

de diálogo. Como se manifiesta en la GMFD, pueden participar personas que proceden de distintos ámbitos sociales, económi-cos y culturales. Se recomienda formar grupos con equidad de género y de cualquier edad.

Otro criterio importante al momento de convocar a los gru-pos o eventos de diálogo es que pueden participar personas que son parte de grupos, organizaciones o instituciones sociales, pastorales, juveniles o culturales. Esta pertenencia pierde im-portancia al momento de participar en los procesos de diálogo; queda claro que en los diálogos las personas sólo se representan a sí mismas.

Fuera de los participantes convocados y seleccionados para cada proceso de diálogo ciudadano, los facilitadores y facilitado-ras de diálogo son dinamizadores de estos encuentros/eventos. Normalmente cada proceso cuenta con dos facilitadores, para garantizar el encuentro y distribuirse las tareas de tal manera que el ambiente de diálogo sea el más propicio y no se pierda la experiencia. Mientras un facilitador comparte y apoya el diá-logo, el otro o la otra facilitadora registra el proceso, tomando en cuenta actitudes, tendencias, cambios y propuestas en y del grupo.

¿Por qué facilitadores – facilitadoras?

Los criterios que llevan a proponer como facilitadores de diá-logo a algunas de las personas que participan en los procesos de formación se basan en la experiencia personal, en el manejo de grupos y en la sensibilidad hacia el diálogo, pero sobre to-do en la disposición a asumir un rol estimulador del proceso. Los facilitadores son las personas que hacen posible que el “encuentro entre las personas” suceda, se preocupan por que todos los que conforman el grupo lleguen y se sientan bien acogidos y cómodos, preparan las sesiones de tal manera que de inicio ellos ya se despojan de sus prejuicios e intenciones o intereses. La disponibilidad de compartir un espacio y apoyar su realización es lo que hace que se hable de facilitadores y no de otros denominativos que pueden llevar a confusiones o ac-titudes no adecuadas.

Los y las facilitadoras de diálogo, antes de iniciar cualquier proceso, tienen un encuentro intensivo de formación y cada tres meses, más o menos, algún evento que retroalimenta y comple-menta su práctica. La intensidad y continuidad de este proceso permite compartir con los participantes la propuesta de la ID y al mismo tiempo provoca miradas interiores en cada persona. El diseño del proceso puede modificarse en cuanto a estructura, técnicas o impulsos, pero la idea básica es que la vivencia permi-ta un encuentro a nivel personal-grupal-objetivo-subjetivo.

... “cuando se habla desde el

corazón, es difícil juzgar”. Estos

mensajes hechos vida cotidiana son

los que permiten tener un horizonte

inclusivo y respetuoso entre

semejantes diferentes.

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Procesos de diálogo con ejes temáticos

La realización de los procesos es parte de la propuesta de formación y experimen-tación o vivencia de las y los facilitadores de diálogo. Los procesos se desarrollan en ocho sesiones de diálogo de dos a tres horas cada una, con intervalos de una se-mana o dos y la vivencia o confrontación de lo que se reflexiona en las sesiones en el cotidiano. Estas sesiones se realizan en pequeños grupos de diez a quince per-sonas y siempre cuentan con dos facili-tadores que se distribuyen las tareas de organización, recepción, preparación y facilitación del diálogo, además de elabo-rar la relatoría y si fuera posible proponer diferentes ejercicios e impulsos de acuer-do al grupo y sus expectativas.

La propuesta de los diálogos ciudada-nos, más que una metodología, es una in-vitación a experimentar la posibilidad de ESCUCHARSE y COMUNICARSE a nivel subjetivo y objetivo tanto personal co-mo grupal y colectivamente. Además es un espacio en el que los facilitadores van experimentando la magia de acompañar procesos de diálogo.

La estructura de las diferentes sesiones sigue un mismo esquema:

a. Encuentro, presentación y/o conver-sación sobre lo sucedido durante la se-mana en torno a la anterior sesión.

b. Ejercicio de diálogo/tema guía.c. Impulso: que puede ser una lectura,

proyección, poema, música o testi-monio.

d. Preguntas en torno al impulso para se-guir dialogando.

Esta estructura exige la creatividad y dinamismo de parte de los facilitado-res para que cada sesión sea impactante para los participantes y evite repeticio-nes de discursos o cualquier tentación de debate o actitud de orientación/en-señanza de parte de cualquiera de los participantes.

¿Sobre qué temas se dialoga? Gene-ralmente esa es la primera pregunta que hacen las personas que participan de los

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procesos. De ahí que se les indica que se dialoga sobre sus vi-vencias cotidianas. Para impulsar los espacios, hasta la fecha el equipo de la ID ha diseñado dos ciclos temáticos:

– El primer ciclo de diálogo ciudadano tiene como eje temáti-co: La cultura de paz; en cada sesión se abarca un tema que hace a la construcción de esa cultura, por ejemplo la paz, el respeto a las diferencias, la no discriminación, la individuali-dad y la sociabilidad.

– El segundo ciclo tiene como eje temático la Ciudadanía; hace énfasis en temas como el ejercicio de los derechos y el cum-plimiento de deberes, la participación, la democracia, etc.

Sesiones que convocan y remueven actitudes Cada sesión está diseñada de tal manera que las personas

aprendan de sí mismas y de los demás. La estructura de los procesos busca identificar cambios de actitudes, por lo que se proponen ejercicios que ayudan a remirarse profundamente en torno a: la tolerancia, la capacidad de escucharse y escuchar a los demás, la discriminación, respeto a las diferencias y la necesidad de ser seres complementarios al mismo tiempo que universales. El remirarse desde la diversidad y la complemen-tariedad ha sido valorado por la mayoría de los participantes y facilitadores. La sesión en que se dialoga sobre la discrimina-ción, ha impactado a todas las personas de alguna manera; és-tas reconocieron que han sido discriminadas y, a su vez, todos y todas han discriminado alguna vez a los demás por cualquier prejuicio.

La invitación a reflexionar sobre aspectos que son coti-dianos pero que no se hablan es también algo que se valora en los grupos de diálogo. “Hablar de otras cosas y salir de la rutina absurda, darnos tiempo para valorar lo que somos” decía una de las participantes de la Federación Universitaria Local de Sucre.

Relatorías, experiencias creativas a partir de la propuesta originalCada pareja de facilitadores hace una relatoría sobre las

diferentes sesiones que van facilitando. Este instrumento permite conversar sobre las percepciones de la sesión, re-conocer las fortalezas y debilidades del proceso y registrar las lecciones aprendidas, cambios realizados y algunas otras observaciones.

Con esta misma ficha de relatoría, se conversa en las reunio-nes de seguimiento y monitoreo que se desarrollan cada tres sesiones o una vez al mes entre el equipo de la ID y cada pareja de facilitadores. Estos encuentros son otro tipo de diálogo y a la vez otra instancia de formación, afirmación y reconocimiento de los cambios que va provocando el proceso. Como se puede ver, el proceso de formación de los facilitadores es permanente y tiene como referencia su propia experiencia y vivencia. Desde su “sí mismo”, abren posibilidades de diálogo y comparten la alegría del encuentro.

Sobre la metodología y sus instrumentos

La propuesta de diálogos ciudadanos, como ya se ha dicho, más que una propuesta metodológica, es una invitación a experi-mentar la posibilidad de ESCUCHARSE y COMUNICARSE a nivel subjetivo y objetivo tanto personal como grupal y colec-tivamente. Se trata de una invitación al ENCUENTRO, donde se participa despojado de poderes mezquinos. Para lograr este propósito se recurre a una serie de ejercicios, dinámicas, mate-riales que se convierten en los instrumentos o pretextos de las sesiones o, más precisamente, “encuentros entre diferentes”. Entendiendo así el proceso, puede fluir ampliamente, pues para provocar diálogos lo único importante es saber ESCUCHAR, saber UYARIY (en quechua “oír” pero en su traducción más pro-funda “dar la cara”).

El encuentro e intercambio, más allá de los métodosDe diferentes formas se ha ido mencionando en este do-

cumento la importancia del encuentro entre diferentes. Los participantes de los procesos de diálogo, los facilitadores de los mismos y el equipo de la ID, cuando se refieren a sus actividades, destacan siempre la posibilidad del “encuentro humano”. Una vez que se logra el encuentro, lo que se quiere es intercambiar criterios, sensaciones, emociones, sentimientos, referentes, ex-periencias, vivencias para de ahí enriquecer significados y acti-tudes que reconocen las diferencias y las incluyen en el tejido e imaginario social y personal.

No hay mucho que estructurar o diseñar, no hay métodos únicos, simplemente saberse personas y sentir el deseo de co-municar-se y comunicar-nos reconociendo las diferencias y complementaciones.

La creatividad y el contexto en la propuestaEs parte del proceso de aprendizaje y compromiso con la pro-

puesta, encontrar diferentes formas que permitan el diálogo, ya sea desde un ciclo estructurado o en una asamblea comunitaria o sindical. La actitud de encuentro y complementación es la que se busca fortalecer. Desde ella, proponer, crear, recrear, adecuar, probar todo tipo de ejercicios e impulsos que permitan escu-char-se y escuchar-nos son bienvenidos.

La invitación a reflexionar sobre

aspectos que son cotidianos, pero

que no se hablan también se valora.

“Hablar de otras cosas y salir de la

rutina absurda, darnos tiempo para

valorar lo que somos” .

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Romper los esquemas mentales rígidos y prejuiciosos de co-municación entre diferentes es una tarea de todos los días. Este proceso también implica romper con esquemas escolarizados y formales de aprendizaje, por eso requiere de la creatividad, espontaneidad y ubicación en cada espacio y contexto.

Se observa inseguridad y miedo en el momento de proponer cambios o innovaciones a los diseños de los ciclos y sesiones de diálogo. Como se trata de un espacio en el que se aprende a sentir la libertad, provoca incertidumbres de todo tipo. El seguimiento y monitoreo de la ID puede ayudar a conversar de estas vivencias para lograr intercambios amplios y propuestas liberadoras.

Aprendizajes y actitudes en el procesoSería interminable contar o enumerar simplemente lo que

se aprende en los procesos de diálogo. Es más, tal vez ni se encontrarían las palabras adecuadas para expresar todo lo que suscita participar en una sesión de diálogo ciudadano. La propuesta sabe que busca el encuentro entre diferentes y tam-bién tiene como metas compartir algunas teorías en torno a las relaciones humanas, la cultura de paz, la ciudadanía y los dere-chos humanos como base y pretexto de los diálogos. Después de los más de cien eventos y procesos desatados durante el año 20087, lo que se puede afirmar que se logra es la posibilidad de reconocerse y reconocer a los demás como semejantes y dife-rentes al mismo tiempo.

Algunas expresiones que muestran desde dónde participan y se relacionan los participantes y facilitadores de diálogo, pueden servir de ejemplo para comprender por dónde van los aprendi-zajes y los cambios de actitud:

“…era bien tímida, ahora sé hablar y puedo aceptar que mis compañeras no estén de acuerdo conmigo”

“… siempre he sido extremista e impulsiva, por eso soy dirigen-te, ahora, algo me ha pasado, pero antes de reaccionar, escucho a mis compañeros y eso me calma”

“… no hemos necesitado sufrir para aprender que cada uno es cada uno y así nos respetamos”

“…ahora me preocupo de mi presencia personal, antes andaba ch’ascosa y no me interesaba siquiera en mí misma, ni me im-portaban mis hermanos ni mis compañeros”

“…en el curso estábamos divididos, los rurales y los urbanos, ni nos hablábamos… ahora nos escuchamos y ninguno ya se burla del otro”

“…cada día que voy a las sesiones de diálogo me pregunto ¿qué ya también se me descubrirá?”

“…porque estoy en UNIR nomás ya no peleo ni digo nada, antes de cualquier cosita ya estaba peleando, discutiendo, que-riendo ganar”

“…eso de las reglas del diálogo es como pararse cuando el se-máforo está en rojo”

La mayoría destaca aprendizajes que se han convertido en actitudes, pocos hablan de lo cognitivo o conceptual. Lo que hace pensar que más que el concepto queda la vivencia y eso es lo que se busca con los procesos y eventos de diálogo.

Apertura y cierre de ciclosComo ya se ha expresado, cada momento tiene su importan-

cia, su detalle y su delicadeza. La emoción del encuentro con lo desconocido, insospechado y el desafío de acercamiento, supo-ne grandes avances en términos de interrelaciones.

Como las sesiones y ciclos convocados para dialogar insisten en desarrollar, desatar y tejer lazos entre diferentes, las sesiones de fin de ciclo o las despedidas de las sesiones tienen que prever tantos o más detalles que los momentos de apertura. Se ponen en juego cariños, complementariedades emocionales y cognitivas, confianzas, búsquedas, desafíos. ¿Cómo canalizar todo esto? Es parte de los procesos y responsabilidades que se van asumiendo en el grupo. Los y las facilitadoras permiten el encuentro y cana-lizan las experiencias, luego acompañan y apoyan sus iniciativas en la medida de lo posible, sobre todo celebran que se siga pro-poniendo procesos; la apertura de cada nuevo grupo, evento o encuentro, en algún momento ya no dependerá de la ID, el entra-mado social y el paradigma del diálogo como actitud democrática pasará a ser responsabilidad de la sociedad misma.

Instrumentos de monitoreo y seguimientoPor ser la propuesta una iniciativa institucional, muchos ojos

tienen puesta la mira para comprometerse y aprender del pro-ceso iniciado. El equipo nacional de la ID ha diseñado una serie de fichas e instrumentos que ayudan a hacer el seguimiento del proceso y a la vez tener una serie de referencias tanto de perso-nas e instituciones que se van comprometiendo con el proceso como de lo que cada espacio va suscitando y tomando su propio rumbo. El detalle de cada instrumento puede ser la base de un proceso de sistematización más profundo y detallado de lo que significan las diferentes propuestas de diálogo ciudadano.

Testimonios

Para dar cuenta de lo ocurrido en este primer año (2008) de im-plementación de la Iniciativa de Diálogos, se irá cerrando este documento con testimonios de facilitadores, promotores, equi-po nacional y participantes, y así de esta manera abrir perspecti-vas, visiones, ajustes, iniciativas y todo lo que las palabras de los “otros” pueden provocar a cada uno de los involucrados en este compromiso de encontrar caminos de encuentro y escucha en la diversidad.

... cada momento tiene su importancia,

su detalle y su delicadeza. La emoción

del encuentro con lo desconocido,

insospechado y el desafío de

acercamiento, supone grandes avances

en términos de interrelaciones.

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Encuentro consigo mismos

“…empiezo a darme cuenta de quién soy y qué cosas soy capaz de hacer”

“… pensé que era tolerante y que conocía a los demás, ahora me doy cuenta que ni me conozco a mi misma”

“…cada día comparto con mi familia alguno de mis prejuicios para poder ampliar nuestros modelos mentales y familiares”

“…a ratos siento que las sesiones son la mejor terapia para desahogarme y para conocerme”

“…he encontrado una manera de valorar a mis ancestros sien-do yo mismo”

“…ahora no me importan mis defectos físicos, mis compañe-ros de curso me valoran por lo que soy”

“…las sesiones te hacen sentir tú mismo, humano”

Encuentro con el “otro-nos-otros”

“…saqué las piedras que llevaba en mi bolso porque no pude desconocer mi origen, ¿cómo iba a maltratar a los campesinos?

“…creía que a mi nomás me sucedían cosas feas en el inter-nado, escuchando a mis compañeras me di cuenta que todas estábamos sufriendo”

“… me he visto reflejado en lo que hablaban mis compañeras de grupo, ahora puedo hablar de lo que siento”

“… ya no tengo miedo de encontrarme y conversar con extra-ños, nadie había sido extraño, sólo diferente”

“… me he dado cuenta que la diferencia es necesaria para aprender a socializar lo que sentimos y pensamos”

Despojando prejuicios

“… he aprendido que ser madre no es ser sargento, puedo con-fiar en mis hijos”

“…creía que todo lo que empezaba tenía que concluir en algo concreto, ya se que las conclusiones matan los procesos”

“…el encuentro con los otros no es para convencerlos, había sido para compartir, nadie tiene la última palabra”

“…tengo más referencias para no tergiversar lo que escucho”

“…me ha gustado mucho romper las jerarquías, ahora le digo de su nombre a mi docente; también en el grupo con opera-dores de justicia he visto cómo en vez de decirse ‘doctor’, en la segunda sesión, han empezado a usar otros términos como ‘hermano’, ‘colega’ y así…”

“…siento que me falta comprender a las personas que tienen otras lógicas y sentidos de vida”

Potenciando capacidades inexploradas por la rutina

“…cuando no me quedó otra opción que llevar a mi hija a la sesión de diálogos, nos dimos cuenta que nunca habíamos ha-blado de cómo nos discriminábamos una a la otra”

“…creí que era un excelente líder porque todos me hacían ca-so… qué equivocado estaba”

“…nunca había pensado que el matrimonio era un espacio de complementaciones”

“…pensé que ser posesiva en mis relaciones me daba seguri-dad, ahora descubrí que era mi fuente de inseguridades”

Podría llenarse un libro entero de percepciones, sentimien-tos, cambios y reflexiones de las más de mil personas que han compartido algún evento de la ID de la Fundación UNIR. Para muestra estos cuántos botones; la camisa, la puede con-feccionar cada uno y cada una a su gusto.

1 Además de los resultados que se mencionan, la ID también obtuvo otro

resultados en la implementación de otras modalidades metodológicas:

- Se llevaron a cabo nueve espacios de de diálogo y deliberación, con la

participación de dirigentes y miembros de organizaciones sociales y

políticas.

- Se realizaron dos diálogos de acercamiento y reflexión ente jóvenes

líderes de Tarija y El Alto.

- Se realizaron dos diálogos de acercamiento y reflexión ente jóvenes

líderes de Sucre y La Paz.

- Se desarrolló un espacio de diálogo de acercamiento y reflexión con

población polarizada en Zongo, La Paz.

- Se desarrollaron también tres espacios de reflexión con periodistas de La

Paz, Sucre y Tarija.

- En estos diálogos participaron más de 600 personas.

2 El presente documento es un resumen de la sistematización elaborada

por la consultora. En algunos puntos, la ID ha ampliado la información

o ha incluido notas con el objetivo de complementar o aclarar algunos

aspectos.

3 Esta Guía fue elaborada por el equipo de la ID y su uso está destinado

a todas las personas que facilitan procesos de diálogo ciudadano. Este

documento será publicado próximamente.

4 La ID elaboró los marcos teóricos y metodológicos generales y

específicos de cada una de las propuestas o modalidades de diálogo. El

documento N° 3 corresponde a la propuesta de los Diálogos Ciudadanos.

Esta es una serie de documentos que se publicará próximamente.

5 Documento Número 3 de la Iniciativa de Diálogo de la Fundación UNIR

Bolivia.

6 En noviembre de 2008 se realizó en Cochabamba el Primer Encuentro

de Facilitadores de diálogo de UNIR. Alrededor de cien personas se

reunieron durante tres días para retroalimentar el proceso de reflexión-

acción.

7 La etapa de implementación de los procesos de diálogo comprende

desde octubre de 2007 a noviembre de 2008, periodo que cubre la

sistematización realizada.

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Antecedentes

El propósito de la Fundación UNIR Bolivia es contribuir en la construcción de una cultura democrática, inclusiva y

deliberativa incidiendo en la transformación de conflictos en espacios de concertación entre el Estado y la sociedad y al in-terior de la propia sociedad. Para la Iniciativa de Capacitación con Organizaciones Sociales (COS) en análisis de conflictos y negociación (hoy Iniciativa de Gestión del Conflicto) de la Fundación UNIR se planteó como objetivo principal fortalecer la capacidad de las organizaciones sociales en el análisis de sus conflictos y darle a la intervención en la negociación de los mismos una nueva forma. Más analítica, mejor preparada. Gestionar sus conflictos con una mirada constructivista. Es de-cir, ver, analizar y entender el conflicto como una oportunidad de cambio y de fortalecimiento relacional, entendiendo que el conflicto es algo inherente al ser humano. Por lo mismo, la pretensión no es acabar o evitar los conflictos sociales, por el contrario, en casos necesarios (el caso de la Universidad Públi-ca de El Alto), visibilizar el conflicto para desentrañar factores que dañan la relación entre las partes, encontrar las causas y trabajar en los procesos de capacitación para que los represen-tantes de organizaciones sociales apliquen el análisis práctico en sus organizaciones.

La coyuntura por la que atraviesa el país abre el camino y la oportunidad de avanzar y profundizar en la misión institucional trazada. Bolivia vive atravesada por los conflictos coyunturales que surgen de conflictos estructurales de larga data y que al no ser resueltos generaron una creciente confrontación entre los actores centrales de nuestra sociedad, es decir, Estado y sociedad civil. Esta última representada por las organizaciones sociales que tradicionalmente utilizaron (y que seguirán posi-blemente por estos senderos) las movilizaciones y la violencia para demandar sus intereses, incluso para demandar derechos reconocidos por las normas vigentes, buscando satisfacer sus necesidades y el respeto a la dignidad humana.

Las desigualdades sociales generan un nivel de conflictivi-dad que atraviesa por constantes etapas de crisis como las que actualmente vive el sistema, elevando las percepciones sobre

el conflicto, al punto de generar estados de polaridad que afectan a la seguridad económica, social y política, creando una especie de nube oscura sin oportunidad de vislumbrar el futuro. “El conflicto es interpretado siempre en términos de ca-tástrofe social, criminalizado en términos morales. Por otro lado, la protesta colecti-va fue siempre considerada un delito pe-nal y extremadamente grave hasta los re-

gímenes liberales (…) A nivel general, el conflicto social se gesta y desarrolla constreñido y condicionado por las estructuras del sistema social en el que se produce, pero también es él mismo (el conflicto) un factor de cambio estructural (…) En definitiva, la relación del conflicto con el sistema social es siempre un pro-ceso dinámico”, (Luís Lorenzo Cardoso, Fundamentos Teóricos del Conflicto Social)

Es en ese marco que un equipo formado por la Fundación UNIR, un equipo que trajo algunas experiencias pasadas y ali-mentando una conciencia crítica sobre las concepciones teó-ricas acerca de la conflictología, trabajó durante los tres años pasados en procesos de capacitación en análisis de conflictos y negociación con las organizaciones sociales y también con instituciones públicas y privadas que demandaron nuestros servicios para rescatar nuevas y más creativas formas de ges-tionar los conflictos y entender el conflicto como oportunidad de cambio social. Ese equipo de UNIR estructuró contenidos para darle coherencia conceptual y metodológica al proceso de capacitación, partiendo de la realidad, del nivel de con-flictividad existente en cada ciudad, área rural, sector social o institución que abrió las puertas para trabajar juntos técnicos y/o profesionales de UNIR y los representantes de muchas organizaciones sociales, como juntas vecinales, sindicatos de trabajadores como AASANA, juntas escolares, centros de es-tudiantes de secundaria, de universidades, directores de edu-cación distrital de Cochabamba, Copacabana, El Alto, Sucre. Profesionales de varias instituciones en La Paz, Santa Cruz. Or-ganizaciones indígenas. En fin, representantes de organizacio-nes de la sociedad civil que al concluir los procesos sintieron

Experiencia de formación en análisis de conflictos y negociación a organizaciones sociales e instituciones

UNIR se planteó como objetivo fortalecer la capacidad de las

organizaciones sociales en el análisis de sus conflictos y darle a la

negociación de los mismos una nueva forma. Más analítica, mejor

preparada, y lo hace a través de la iniciativa Gestión de Conflictos.

Técnica de

Capacitación en

Gestión de

Conflictos de la

Fundación UNIR

Bolivia.

MARINA VARGAS

SANDOVAL

Page 49: Revista Lazos 07

49

que apenas se comenzó a desbrozar el camino para contribuir en la construc-ción de una cultura de paz.

Enfoque teórico del proceso de capacitacion con

organizaciones sociales

“El conflicto es inherente a cualquier dinámica social, es un imperativo estructural y un motor creativo –y fundamental– del cambio social” (Luís Lorenzo Cadarso, Fundamentos teóricos del Conflicto Social)

En el pasado y aún ahora algunas co-rrientes de pensamiento consideran que la única forma de alcanzar a equilibrar las crisis de la humanidad es la violencia armada, sin embargo, la contabilidad de la historia nos muestra una balanza con saldos de muerte, hambre, pobreza cre-ciente, corrupción y una pérdida preocu-pante de valores humanos. Por lo mismo, surgen nuevas corrientes, particularmen-te después de la Segunda Guerra Mundial, y nos plantean nuevas y creativas formas de ver, de gestionar, el conflicto, sea per-sonal, social, nacional o internacional, para transformarlo en una oportunidad para crecer y mejorar la calidad humana que no sólo tiene que ver con condiciones materiales de vida.

La Iniciativa de Gestión de Conflictos de la Fundación UNIR Bolivia orienta to-do el proceso de capacitación con orga-nizaciones sociales, instituciones públi-cas y privadas dentro de la perspectiva de contribuir en el cambio de la percepción negativa del conflicto a una percepción positiva. Ver el conflicto como una opor-tunidad de cambio. En este propósito se

La coyuntura por la que

atraviesa el país abre el

camino y la oportunidad

de avanzar y profundizar

en la misión institucional

trazada.

Page 50: Revista Lazos 07

50

recoge las experiencias teóricas de estudiosos y analistas del conflicto para aplicarlas a nuestra realidad. A la realidad de las organizaciones sociales e instituciones del oriente del país, del altiplano o del valle. A la realidad del trabajador del campo y del trabajador de la ciudad. Partiendo de la contrastación teó-rico- práctica, construir una mirada constructiva del conflicto. “Visualizar, y responder (…) al flujo y reflujo de los conflictos sociales como oportunidades de vida (…) para crear procesos de cambio constructivos (…) que reduzcan la violencia, incre-menten la justicia en la interacción directa y en las estructuras sociales y respondan a los problemas reales en las relaciones humanas” (Michelle Maiese y Juan Pablo Lederach, Transfor-mación)

Dadas las características de una institución como la Fun-dación UNIR Bolivia, el proceso de capacitación en análisis de conflictos y negociación pasa por la gestión del conflicto, entendiendo que “la gestión del conflicto es el pleno orden de etapas y procedimientos necesarios para transformar el conflic-to violento y llevarlo al establecimiento de relación y resultados pacíficos y sostenibles” (Lederach). En este marco, un medio para gestionar el conflicto de forma positiva es la prevención y acción en las que se traduce el proceso de capacitación que se desarrolló en los tres años trabajados como primera fase. Un proceso sólidamente estructurado, coherentemente organiza-do, pedagógicamente trabajado y que tiene como resultado la interacción al interior de las organizaciones sociales e institu-ciones participantes en el mismo.

El presente y el futuro del accionar de la Iniciativa radica en la transformación del conflicto, por lo que no podría acercarnos únicamente la capacitación a la misión trazada. La transfor-mación del conflicto permite reformular las posiciones, mirar los compromisos de otra manera y valorar de manera conjun-ta entre las partes los procesos trabajados. La valoración de los escenarios de capacitación contribuye a la transformación constructiva del conflicto, construyendo visiones de liderazgo novedosas y creativas por lo que requieren una retroalimenta-ción constante.

Los espacios de convergencia son los diseñados para la retroalimentación de promotores de organizaciones sociales e instituciones públicas y privadas que trabajaron los tres módulos de los procesos de capacitación concluidos y reci-bieron certificados de la Fundación UNIR en calidad de pro-

motores en análisis de conflictos y negociación. Sin embargo, a estos espacios acudieron también amigos, dirigentes de organizaciones motivados por los promotores de UNIR. Estos espacios de convergencia tienen una particularidad. Por un lado, son el encuentro de promotores que fueron capacitados en diferentes grupos de diferentes organizaciones sociales que compartieron con la Fundación UNIR la experiencia de capacitación en los tres módulos. Por el otro, enriquecen el análisis de sus conflictos sectoriales, comunales, zonales, vecinales, estudiantiles, compartiendo el análisis de los mis-mos. Esta experiencia ha sido particularmente interesante en las distritales de El Alto y de la ciudad de Sucre. Es así que “la transformación propone la posibilidad de aprovechar el conflicto para ‘construir algo nuevo’ y para lograr este enfo-que de transformación propone trabajar no sólo a nivel del contenido, sino también a nivel de las relaciones, en el que las soluciones o resultados son más duraderos o sostenibles. Por tanto, la transformación del conflicto es un enfoque de mediano y largo plazo” (Lederach).

Estrategia de intervención en el procesode capacitación con organizaciones sociales

Capacitación modular. Talleres participativos de tres mó-dulos (inicial, avanzado y formación de promotores), cada uno de dos días y cada día de ocho horas, realizados cada quince días en algunas distritales y/o cada mes en otras. Considerando también las posibilidades de tiempo de los participantes.

Capacitación integral. Módulos de tres días continuos, don-de se trabaja de manera intensa y condensada los contenidos de la propuesta modular.

Módulos especiales. Diseñados para instituciones que tra-bajan conflictos específicos, como temas ambientales, mu-nicipales, mineros y otros.

Espacios de convergencia. Encuentros de complementa-ción de los temas trabajados en los procesos de capacitación modular, donde se generan procesos de reflexión y análisis dialógicos sobre temas coyunturales.

Espacios de reflexión entre promotores y egresados de la especialidad donde se aborda temas también coyunturales y se generan espacios de reflexión y visiones diferentes.

Redes y alianzas que buscan consolidar una plataforma de trabajo colectivo con la participación activa de todos los pro-motores y con el propósito de difundir y ampliar los impac-tos al interior de las organizaciones e instituciones.

Taller de análisis de coyuntura. De dos días. Una herra-mienta teórico-práctica diseñada para promotores con la finalidad de contribuir en el fortalecimiento de su capacidad de análisis de la coyuntura.

La transformación del conflicto permite

reformular las posiciones, mirar los

compromisos de otra forma y valorar

de manera conjunta, entre las partes,

los procesos trabajados.

Page 51: Revista Lazos 07

51

Ejes temáticos centrales de la propuesta:

– Nivel inicial. El tema central es dotar de elementos básicos de análisis de conflictos y manejo de la negociación.

– Nivel avanzado. Se aborda el tema de la comunicación como un elemento fundamental en la gestión del conflicto y el manejo de la negociación. Se trabaja también estrategias de intervención en conflictos.

– Formación de promotores. Este módulo contiene temas que permiten desarrollar habilidades y destrezas de los partici-pantes en la facilitación de conflictos y manejo de grupos.

Enfoque educativo metodologico

El enfoque educativo metodológico considera como postulado la “educación como práctica de la libertad” que nos plantea Paulo Freire, un pedagogo social comprometido con los pue-blos que han sufrido injusticias, marginamiento y opresión. Plantea la necesidad de considerar la praxis-reflexión como el fundamento para la construcción de nuevos conocimientos que contribuyan a la gestión del conflicto como oportunidad de transformación y de cambio social. Aplicando las líneas trans-versales institucionales, el reto está en trabajar la metodología con varios métodos que tengan un hilo conductor, una cohesión de contenidos para ser trabajados de manera que los mismos se traduzcan objetivamente por los participantes a partir de su vivencia diaria y que tenga siempre presente el conocimiento científico, para continuar construyendo conocimiento a través de la práctica.

En todo el proceso de capacitación en conflictos y negocia-ción, la iniciativa aplica el método Freire y construye conoci-miento científico, considerando que la conflictología es una ciencia social. Más amplia que otras, como dirían Vinyamata y otros estudiosos, pues no sólo se alimenta de la sociología, la psicología social, etc., sino de todas las ciencias sociales. De ahí la importancia de aplicar un método que permita, a partir de la práctica cotidiana de los representantes de organizaciones sociales, precisar conceptos teóricos que construyan un conoci-miento enriquecido para su aplicabilidad en la intervención de sus conflictos, tomando en cuenta el medio social, los actores en

el conflicto, etc. Es decir, trazar estrategias que permitan trans-formar el conflicto, fortaleciendo las relaciones de las partes en disputa, contribuyendo al proceso de cambio tejiendo redes relacionales.

El enfoque metodológico de los procesos de capacitación en análisis de conflictos y negociación tiene su pilar fundamental en descubrir al ser humano como tal, con valores éticos y con derechos, a través de la transmisión, práctica y construcción de saberes. Se busca lograr el deber ser como resultado del proceso de transformación del conflicto. Esta metodología es comple-mentada con las experiencias de la Universidad de Harvard, la Universidad para la paz de Costa Rica y las lecciones metodoló-gicas aplicadas por Juan Pablo Lederach en su larga experiencia de formación en el análisis del conflicto en diversas regiones de América Latina, particularmente Colombia.

La metodología permite profundizar procesos de coope-ración, colaboración y construcción de una visión de trans-formación no violenta del conflicto y los modelos de nego-ciación ganar-ganar. La propuesta formativa está diseñada en términos de proceso (como se dijo más arriba), por lo que tiende a ser:

– Un proceso flexible. Intenta adecuarse a las condiciones y necesidades reales de los actores participantes.

– Personalizado, a pesar de ser procesos colectivos. Eso permi-te compartir saberes entre los participantes.

– Con un sentido ético, en la búsqueda de reconstruir valores individuales que permitan una convivencia y un compartir social.

– Con carácter preventivo, en cuanto apunta a transformar las condiciones generadoras del conflicto en los diferentes procesos de negociación.

– Un proceso político, en cuanto procura fomentar consensos y procesos organizativos dirigidos a articular redes de diálogo y una negociación constructiva, respetuosa y tolerante.

La secuencia metodológica de un taller podría traducirse en algunos pasos tales como:

– Partir de la experiencia práctica teórica de los participantes.– Reflexionar y analizar sus experiencias en el marco de los

contenidos del taller y compartir experiencias enriquecidas con la información teórica.

– Fortalecer e instalar habilidades y capacidades en torno a los temas abordados.

– Practicar lo trabajado en los talleres en contextos concretos.

En resumen, los módulos diseñados se trabajaron aplican-do la metodología práctica-teoría-práctica partiendo de la identificación de los conflictos y las formas de intervención de los mismos, considerando que los actores tienen diferen-tes perspectivas sobre la vida y sus problemas. El origen y los antecedentes de cada persona conducen a un conocimiento

En todo el proceso de capacitación

en conflictos y negociación,

la iniciativa aplica el método Freire

y construye conocimiento científico,

considerando que la conflictología

es una ciencia social.

Page 52: Revista Lazos 07

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particular de las cosas. Sin embargo, las diferencias de puntos de vista son inevitables y con frecuencia enriquecen. Es así que las diferencias (percepciones) pueden ser consideradas como un recurso que nos lleva a tener un entendimiento más amplio de un problema y a mejorar la situación actual. Juan Pablo Lederach nos sugiere que el tema del conflicto debe abordarse porque se entiende que el conflicto es natural y necesario para el crecimiento y la transformación social, por lo tanto, se debe aprender a practicar algunos métodos, no para eliminar el conflicto, sino para canalizarlo hacia expresiones y fines pro-ductivos y constructivos.

Por otro lado, y en general, se tiende a asociar conflicto con violencia, cuando estos dos fenómenos o expresiones del descontento individual o colectivo no son similares. La violencia es sólo una de las consecuencias posibles del con-flicto. (Beatriz Martínez de Murguía, Medición y Resolución de Conflictos, 1999).

Conclusión

– El proceso de capacitación modular es una propuesta pro-cesual, sistémica y diversa en cuanto a metodología.

– El proceso inicial genera compromiso con los participantes por la coherencia temática y la relación con la vida cotidiana de los participantes.

– Los espacios de convergencia son encuentros entre diferen-tes que a través del diálogo de saberes tejen relaciones y fortalecen los procesos de capacitación para volver a sus organizaciones, instituciones y continuar retroalimentando aprendizajes.

– En cada uno de los espacios del proceso modular y los poste-riores a éste se fortalecen relaciones, se dinamizan los cono-cimientos, se va construyendo nuevo conocimiento y se van articulando redes.

– Consolidar una red de promotores es la tarea pendiente que se debe trabajar a nivel local, departamental y nacional. Una tarea ambiciosa pero posible de lograr.

El resultado de los tres años de capacitación con organiza-ciones sociales e instituciones públicas y/o privadas en La Paz, Cochabamba, Sucre, Santa Cruz y El Alto es de alrededor de dos mil promotores. La continuación de los procesos de capacita-ción en espacios de convergencia donde los promotores y facili-tadores de la institución continúan la reflexión teórico-práctica de los conflictos sociales en una dinámica de diálogo de saberes fortalece la práctica del manejo dialógico del análisis del conflicto y el manejo de la negociación.

El resultado de los tres años de

capacitación con organizaciones

sociales e instituciones públicas y/o

privadas en La Paz, Cochabamba, Sucre,

Santa Cruz y El Alto es de alrededor

de dos mil promotores.

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El periodismo de paz procura la despolarización de las partes mostrando el blanco y negro de todos los bandos, y des-escalando mediante un énfasis tan fuerte en la paz y resolución del conflicto, como en la violencia. El éxito que se conseguirá está todavía por verse. Pero cambiar el discurso mediante el cual un algo determinado es pensado, hablado o actuado es una aproximación muy poderosa.

Johan Galtung

¿Se contribuye desde el trabajo periodístico a construir y/o re-forzar la polarización entre actores políticos? Teóricos como

Pierre Bourdieu (2002) señalan que el discurso de los medios de comunicación reproduce los discursos políticos y las ideas fuerza movilizadoras de la sociedad que pugnan en el campo político que, intencionadamente o no, reproducen las miradas discriminatorias y descalificadoras del adversario político.

Ana María Miralles, explicando las teorías de Teun Van Dijk y Patrick Charaudeau, señala que, contrariamente a lo que se cree comúnmente (la incidencia de las noticias se refiere a los datos que transmiten a sus audiencias), lo que realmente se transfiere es un modo de lectura de la realidad. “Estamos claros en que la información periodística no es solamente la exposición de datos: la característica de la información es que le da forma a los datos y que los muertos que refiere Charaudeau o los terroristas que refiere Van Dijk, no son datos en bruto sino que se presentan bajo unos determinados enunciados. Y son justamente esos enunciados los que realmente representan un poder de influen-cia mediática” (2009: 13).

Es en tal sentido que el Observatorio Nacional de Medios (ONADEM), dentro de la línea de trabajo destinada a promo-ver la interculturalidad y la cultura de paz en el periodismo, ha realizado diferentes análisis buscando una aproximación a la construcción periodística de la imagen del oficialista y el oposi-tor, tomando como muestra algunos editoriales de distintos pe-riódicos, así como la cobertura informativa de un evento donde se registró especial polarización mediática: los referendos para la aprobación de estatutos autonómicos.

Editoriales: la democracia, un argumento para descalificar al otro

– Un análisis de catorce editoriales1, publicados en el mes de febrero 2009 en tres diarios nacionales2, que buscaba

¿Contribuyen los medios a la polarización de discursos políticos?

describir la forma en que estos artículos construyen y presentan a los actores protagonistas del campo político po-larizado, demostró que sus discursos están alineados a los de los actores po-larizados.

Para el análisis se extrajeron frases textuales de los artículos en los que los editorialistas se referían a oficialistas y opositores y luego se procedió a clasificar temáticamente las mismas. Se buscó los adjetivos calificativos y los conceptos uti-

lizados para definir a los actores políticos y sus acciones. La mirada del periódico Cambio sobre los prefectos y cívi-

cos de la oposición se puede sintetizar en el siguiente esque-ma, para el que se usaron frases textuales extractadas de los editoriales:

Sobre su forma de obtener recursos económicos:– Han acumulado riqueza en el ejercicio del poder.– Se han adueñado de los recursos naturales de sus regiones.– Tienen latifundios.– Usaron gastos reservados.– Recibieron sobresueldos pagados por una embajada.

Sobre su compromiso con los derechos humanos:– Menosprecian los derechos humanos.– Torturaron a campesinos en plena plaza de Sucre.– Generan dudas, escándalos.– Exaltan odios.– Ejercen violencia desde sus medios.

Sobre su labor respecto al Estado y al gobierno:– Golpean a todo lo que tiene que ver con el gobierno.– Saquearon instituciones públicas.– Se embarcaron en una aventura golpista con la complicidad

de la embajada de Estados Unidos.

Sobre su calidad moral:– Fueron derrotados en las urnas.– No están habilitados moralmente.– Tienen una visión enfermiza.– Son oportunistas.

Se reflexiona entorno a dos casos de construcción de la imagen de oficialistas y opositores en el periodismo boliviano. La cobertura informativa a los referendos por estatutos autonómicos en cuatro ciudades, así como los editoriales de tres diarios y su definición de los actores políticos son temas de análisis.

Coordinadora

general del

Observatorio

Nacional de

Medios (ONADEM),

iniciativa de la

Fundación UNIR

Bolivia

VANIA SANDOVAL

ARENAS

Page 54: Revista Lazos 07

54

A su vez, los dos diarios privados ana-lizados publicaron editoriales relaciona-das al gobierno. La Razón construyó la siguiente imagen al respecto:

Sobre el compromiso del gobierno con la ley y los derechos humanos:

– Quebranta la Ley.– No usa la vía democrática. – Viola las leyes y los derechos humanos.– Desconoce los derechos de la propie-

dad privada en Santa Cruz.

Sobre su transparencia en actuaciones judiciales

– Podría dar la impresión de encarcelar a sus enemigos pero no a sus militantes.

– El masista y allegado al presidente pue-de recibir una sentencia benigna o ser absuelto como víctima.

Sobre su relación con los militares, fiscales y policías

– Participación militar en hechos polí-ticos.

– Violaciones a derechos humanos (…) ingredientes donde intervienen fisca-les, policías, militares de dudosas ac-tuaciones.

Sobre la nueva Constitución Política del Estado

– Probable profundización del centralis-mo.

– (El gobierno) no debería ser el primero en quebrantar la nueva CPE.

– La nueva CPE ha impulsado el creci-miento de la ambición de algunos diri-gentes (avasallamientos de tierras).

Por su parte, la mirada de los editoria-les de El Deber respecto al gobierno se resume en lo siguiente:

Sobre su rol democrático– Comete atropellos contra los derechos

ciudadanos.– La democracia es una quimera.– Nos quita la libertad de pensar y hacer.

Sobre su compromiso con la ley– Comete ilegalidades y desportilla la

normativa constitucional.

Page 55: Revista Lazos 07

55

– Su plan de gobernar por decretos sería peligroso.– Vulnera el Estado de derecho.

Sobre sus reformas– La nueva CPE tiende a fragmentar. – Crea un Estado de dominación de unos sobre otros.

Como se puede advertir, los editoriales construyen al “otro” con descalificaciones y argumentos generalizadores, graficando un escenario político polarizado, en el que uno y otro actor se ex-cluyen entre sí. La democracia y los principios que la sustentan –Estado de Derecho, libertades individuales, respeto a la ins-titucionalidad– son establecidos como valores superiores por ambas perspectivas. Los valores democráticos son presentados como patrimonio de uno de los dos grupos (gobierno nacional o prefectos opositores), correspondiendo las vulneraciones a la legalidad y el Estado de Derecho al “otro”.

El esquema discursivo presentado promueve la generalización de calificativos negativos hacia el otro, donde no habría matices, y no muestra la especificidad de actores y sucesos criticados. Este esquema polarizado no contribuye a instaurar puentes ni procesos de diálogo, ni a posicionar transparentemente los discursos e in-tereses políticos en pugna, mostrándose sólo los argumentos que favorecen o no a la construcción o destrucción de la democracia, enunciada como valor superior. De esta manera, no se contribuye al reconocimiento de un adversario político legítimo –con el que se mantiene diferencias en programas políticos, económicos e ideológicos– que represente una opción de diálogo válida. No se contribuye a presentar un adversario político con el cual dialogar o negociar, se construye un antagonista ilegítimo. La democracia y sus valores son el límite final para definir a este antagonista.

Los argumentos relacionados a valores democráticos para los editoriales analizados tienen que ver con la legalidad versus la ilegalidad, el apoyo o el menoscabo del Estado de Derecho y el manejo racional o arbitrario de recursos públicos. A con-tinuación se presenta, a modo de ejemplo, un estudio sobre la cobertura informativa de un tema que también mostró defini-ciones de oficialistas y opositores, esta vez en el área noticiosa: la cobertura de los referendos por estatutos autonómicos en cuatro departamentos.

Noticias: cuando la información y la opinión no se diferencian3

Analizar la construcción de la imagen de oficialistas y opositores en las coberturas informativas de los referendos por estatutos autonómicos realizados en cuatro ciudades –Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija– en mayo y junio del año 2008 permite encontrar discursos enmarcados dentro de la polarización en un núme-ro significativo de medios de comunicación. Estos referendos, inscritos en el marco de un escenario político de permanente confrontación entre el gobierno y la oposición, representaron un hito importante en la “batalla” entre ambas tendencias polí-

ticas, graficando una fractura institucional, ya que por primera vez en la vida democrática boliviana cuatro cortes departamen-tales electorales actuaron contra las instrucciones de la Corte Nacional Electoral. Se trataba de la definición de aprobación o rechazo por medio del voto popular de los proyectos de estatu-tos autonómicos departamentales presentados por los prefec-tos y cívicos opositores de Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando.

El gobierno nacional no reconoció esas acciones electorales como legales y cuestionó permanentemente la legitimidad de los proyectos de estatutos autonómicos, señalando que sólo re-presentaban los intereses de una élite. Los prefectos y dirigentes cívicos de la oposición, en cambio, usaron sus recursos institu-cionales para que se llevaran adelante con éxito tales comicios, argumentando su legitimidad, ya que en dichos departamentos anteriormente había ganado el SÍ a las autonomías departa-mentales en una consulta previa efectuada el año 2006.

Los discursos políticos del gobierno y la oposición marcaron también la línea informativa de cobertura periodística en la mayoría de los medios analizados, en los que varios periodistas a tiempo de dar a conocer la información sobre los procesos eleccionarios vertieron opiniones parcializadas muy similares a las de las fuentes (ver cuadro 1). Fue así que al presentar in-formación mezclada con opinión (opinar a tiempo de dar las noticias) no permitieron que la población distinga la noticia del posicionamiento opinativo sobre la misma.

Las conclusiones del trabajo, del que acá sólo se presentan ejemplos, señala que este esquema de cobertura no contribuyó a que la población salga del circuito de polarización ni cuente con insumos argumentales distintos que permitan una mirada menos simplificadora de lo que estaba sucediendo.

En la cobertura informativa sobre el referendo del 4 de mayo en Santa Cruz, tanto las grandes redes de televisión como los medios gubernamentales presentaron las acciones de violencia como una acción exclusiva del otro (los jóvenes de la Unión Ju-venil Cruceñista o los partidarios del MAS, según el medio)4. Los medios que se manifestaron en contra de la realización de los referendos minimizaron la asistencia de votantes y destacaron la abstención. Los medios que apoyaron abiertamente los refe-rendos no hablaron de la abstención y destacaron el “arrollador” triunfo del SÍ y la “jornada democrática” que se vivió.

Estos referendos, inscritos en el marco

de un escenario político de permanente

confrontación entre el gobierno y

la oposición, representaron un hito

importante en la “batalla” entre ambas

tendencias políticas...

Page 56: Revista Lazos 07

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Un otro no legítimo

Incorporando a esta reflexión los hallazgos de otros trabajos del ONADEM5, se puede señalar que muchas noticias y un buen número de editoriales, en eventos como elecciones, conflictos con medidas de presión en temas sensibles entre regiones, in-formaciones sobre violencia simbólica o física, no contribuye-ron a crear puentes entre los actores polarizados, presentando al otro como antagonista portador de todos los valores antide-mocráticos y, por lo tanto, como un actor “ilegítimo” que esta-ría descalificado y no sería válido para establecer una relación democrática entre adversarios políticos. El discurso maniqueo (A vs. B) no permite visibilizar a otros actores involucrados en el conflicto. Como decía Johan Galtung (2006): hay medios que se

dedican a fomentar el maniqueísmo en la representación noti-ciosa de los hechos.

En muchos casos se territorializa a los actores en las noticias relacionadas a conflictos violentos: según el lugar donde vivan –campo o ciudad– se les asigna un “bando político”. También se califica la posición política de los actores de acuerdo a su su-puesta pertenencia étnica. En Bolivia se cubrió con ese enfoque buen número de noticias sobre los hechos violentos en Sucre el 24 de mayo del 20086.

Así se muestra que, salvo excepciones, los enunciados usados por el periodismo para presentar las informaciones y las opi-niones editoriales sobre conflictos políticos en muchos casos contribuyen a la clasificación forzosa de actores dentro de uno de los bandos políticos polarizados y a la pugna permanente por la reducción de las ideas-fuerza en el campo político a sola-mente dos, excluyentes entre sí. Los discursos se construyen en base a la apropiación de todos los valores democráticos para sí y a la deslegitimación de los otros actores, reducidos a uno sólo: “el otro”. Ejemplos y medios que se alinearon a estos manejos discursivos se encuentran detallados en los trabajos de investi-gación del ONADEM7.

Recuperando lo dicho en líneas anteriores se encuentra que los discursos políticos del gobierno y la oposición, en los últimos años, han definido a la democracia como un valor supremo, en función del cual se califica o descalifica al otro. El otro tiene todo en contra para no ser demócrata, aunque hay un esquema común “deslegitimador del antagonista” válido para ambos gru-pos discursivos:

– El “otro” tiene menor respaldo popular que yo demostrado en las urnas (según se mire lo nacional o regional).

– El “otro” no tiene moral para hablar de democracia, por sus acciones antidemocráticas.

– El “otro” busca la división nacional (en regiones o en grupos étnicos) al promover sus intereses.

– El “otro” es corrupto.– El “otro” tiene una visión sesgada por sus intereses “de perpe-

tuarse en el poder” o de “dividir Bolivia”.

Este enfoque, en el que existe poca diferencia entre el dis-curso de los actores políticos polarizados y la representación de los mismos en buen número de medios de información, no

CUADRO 1Ejemplos de expresiones utilizadas por algunos medios

durante el referendo por estatutos autonómicos el 4 de mayo en el área informativa:

Posiciones pro-referendos

Posiciones contra-referendos

“Santa Cruz es alegría, sonrisa. Occidente es odio (…) Desde ahora el cruceño tiene que medir su sonrisa” (Radio Oriental)

“Nace una nueva Bolivia, muere el centralismo” (Radio Amboró)

“El Día de la Victoria” (Unitel)

“Los departamentos más pobres decidieron. Gobierno no puede seguir miope” (Unitel La Paz)

“Detuvieron a miembros de la UJC y solamente a ellos y no a los del otro bando” (PAT Santa Cruz)

“A pesar de la violencia hubo votación, pero también hubo heridos. Piedras y golpes, el momento fue muy tenso. No querían que mostremos las imágenes” (PAT Santa Cruz)

“Departamentos pobres, es lógico que quieran autonomía” (Red Uno Santa Cruz)

“De cada 10 ciudadanos, 4 fueron a votar y 3 votaron por el sí. Casi el 60% (…) no ha ido votar y le ha dicho NO. Alto abstencionismo en Santa Cruz” (Radio ERBOL)

“Media Jornada de Violencia, confrontación e irregularidad” (TVB 4 mayo)

“Las movilizaciones son hechos históricos” (sobre movilización en El Alto) (RTP)

“Organizaciones sociales piden cárcel para autoridades cruceñas” (TVB)

“Los ricos detrás del estatuto” (TVB)

“Ganó la abstención, la violencia y el fraude” (TVB).

Fuente: ONADEM

... los discursos políticos del gobierno

y la oposición, en los últimos años, han

definido a la democracia como un valor

supremo, en función del cual se califica

o descalifica al otro.

Page 57: Revista Lazos 07

57

está relacionado con el periodismo para la paz, que cuestiona la cobertura del tipo “nosotros versus ellos”, así como la cobertura que expone “las mentiras del otro” y ayuda a “nuestras mentiras/encubrimientos”. La propuesta de cambiar el enfoque y trabajar por un periodismo de paz se sustenta en dotar a los periodistas de un nuevo rol protagónico: contribuir a transformar los conflictos y a evitar desenlaces violentos.

1 El editorial es el subgénero por el cual el órgano periodístico da a

conocer su posición respecto de un determinado hecho noticioso o un

campo informativo dado. Tiene como función expresar y sustentar las

valoraciones del medio en relación con una temática de actualidad o de

interés colectivo (Torrico,1989:179)

2 Para este trabajo, titulado “La construcción del oficialista y opositor

en editoriales de tres diarios”, se analizaron los editoriales publicados

durante el mes de febrero 2009 en tres periódicos, uno gubernamental

y dos privados. Esa muestra comprende todos los editoriales referidos

al gobierno y a la oposición en los tres diarios: Cambio, que se edita en

La Paz, que se autoasume como oficialista, el privado La Razón, que

también se edita en La Paz, y el privado El Deber, que se edita en Santa

Cruz. En total, catorce editoriales se refirieron al tema.

3 Datos y cuadros tomados del trabajo del ONADEM “Información

polarizada: cobertura de los referendos por estatutos autonómicos en

cuatro departamentos” (Torrico,2008)

Ficha técnica del trabajo

Objetivo

- Identificar las características de la cobertura periodística en

prensa, radio y televisión sobre los referendos por estatutos

autonómicos en Santa Cruz de la Sierra, Beni, Pando y Tarija

en trece periódicos, dieciséis radios y dieciocho canales de

televisión

Muestra

- Periódicos: El Diario, La Razón, y La Prensa (La Paz); El Alteño

(El Alto); Los Tiempos y Opinión (Cochabamba); El Deber, El

Mundo, El Nuevo Día y Estrella del Oriente (Santa Cruz de la

Sierra); Nuevo Sur y El País (Tarija), y La Palabra (Trinidad)

- Radioemisoras: Fides (La Paz, Santa Cruz de la Sierra

y Tarija); Panamericana, ERBOL, Pachamama y Patria

Nueva (La Paz); Centro, CEPRA–CEPJA, Pío XII y Milenio

(Cochabamba); Santa Cruz, Radionoticias, Amboró y

Oriental (Santa Cruz de la Sierra) y Guadalquivir (Tarija)

- Canales de televisión: UNITEL (La Paz, Cochabamba y Santa

Cruz de la Sierra); ATB y Red UNO (La Paz y Santa Cruz de la

Sierra); Televisión Boliviana y Radio Televisión Popular (La

Paz); Bolivisión (La Paz y Cochabamba); UNIVALLE TV y Tele

C (Cochabamba); Megavisión, Activa TV y Gigavisión (Santa

Cruz de la Sierra), y Canal Universitario y Full TV (Tarija)

- Períodos de observación: domingo 4 de mayo y lunes 5 de

mayo (Santa Cruz de la Sierra); domingo 1 de junio y lunes 2

de junio (Beni y Pando), y domingo 22 de junio y lunes 23 de

junio (Tarija)

- Características de la muestra: emisiones y ediciones de

domingo y lunes

Técnicas- Análisis de despliegues operativos de cobertura, fuentes,

temas, ideas fuerza y posiciones presentes en los contenidos

4 Para ver los datos detallados remitirse al trabajo sobre el tema publicado

en “Medios a la Vista. Informe sobre el periodismo en Bolivia 2005-2008”.

Observatorio Nacional de Medios. Fundación UNIR Bolivia, Asociación

Boliviana de Carreras de Comunicación ABOCCS. Abril 2009. Página 127.

www.unirbolivia.org

5 Ver concretamente los trabajos del capítulo 3 del libro Medios a la

Vista (obra citada), titulado “Coberturas Informativas y Tratamientos

Opinativos”, desde la página 43.

6 Ver “Violencia en Sucre y Diarios. ¿quiénes protagonizaron las noticias?”

En la página 121. Medios a la Vista… Obra Citada.

7 Ibídem. Página 43 en adelante.

BibliografíaBourdieu, Pierre. El Campo Político. La Paz, Plural, 2002.

Galtung, Johan; Lynch, Jake y Mc. Goldrick ; Annabel. Reporteando

Conflictos: Una introducción al periodismo de paz. México, Montiel &

Soriano editores, 2006.

Miralles, Ana María. Periodismo público en la gestión del riesgo. Lima,

Proyecto PREDECAN, 2009.

Torrico, Erick. Periodismo. Apuntes teórico-técnicos. La Paz, 1989.

Torrico, Erick; Sandoval, Vania; Villegas, Sandra y Poma; Bernardo.

“Información polarizada: cobertura de los referendos por estatutos

autonómicos en cuatro departamentos”. ONADEM-UNIR 2008.

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MANO A MANO

Ana María Romero (AMR).- Empece-mos por aclarar algunos conceptos básicos. ¿Significa lo mismo equidad que igualdad? Sonia Montaño (SM).- Claro que no

son lo mismo. De hecho, en la teoría de la dependencia y otros enfoques analí-ticos sobre el desarrollo y la pobreza se encaró la equidad como un concepto vinculado a la justicia y se habló po-co de igualdad, porque históricamente este concepto se asociaba con la teoría liberal. Como en nuestra región no exis-te una tradición de liberalismo iguali-tario, sino que los gobiernos liberales que existieron fueron autoritarios, ex-cluyentes, coloniales, este concepto –el de igualdad– no formó parte del anda-miaje teórico latinoamericano. En tanto que igualdad es un concepto que alude a obligaciones y deberes individuales iguales, la equidad que demanda un tra-to justo requiere del reconocimiento de

Las luchas feministas y las indígenas han sido epopeyas históricas en pos

de la igualdad, la dignidad y el ejercicio pleno de derechos. Hay muchos planos en los que ambas convergen pero, sin duda, también hay matices que los diferencian, como el de la situación de las mujeres in-dígenas que viven una doble exclusión. Para analizar ambos fenómenos entre-vistamos a Sonia Montaño, la profesional boliviana que ocupa el cargo de mayor nivel en la estructura de Naciones Unidas y que ayer, desde las barricadas de un fe-minismo ilustrado, luchó en Bolivia junto a sus congéneres y hoy, desde su puesto en la CEPAL, promueve acciones para ha-cer avanzar los derechos de la mujeres a nivel latinoamericano, generando deba-tes, alentando análisis y reflexiones, pero también sugiriendo políticas que ayuden a que la equidad sea un elemento trans-versal en la construcción de una sociedad verdaderamente democrática.

la diferencia y la diversidad. La primera se puede lograr sólo si se reconoce que “el otro” o “la otra” son iguales en de-rechos. A mi juicio, la idea de igualdad ayuda a sustentar mejor la lucha contra la pobreza, por ejemplo, como parte de la lucha por la igualdad de derechos.

AMR.- Está claro que el concepto de equidad es más reciente y viene aso-ciado al desarrollo del ejercicio de los derechos humanos...SM.- Ambos conceptos están asocia-

dos, pero no son lo mismo. El acceso a los activos, a la propiedad, a la tierra, al crédito, a cualquiera de los indicadores de equidad que uno mencione, en el fon-do tiene que ver con la existencia de una estructura social desigual. Todos y todas deberíamos tener los mismos derechos y ejercerlos de manera similar, pero mu-chas cosas conspiran para que esto no sea así. El caso más nítido es lo que pasó

LA EQUIDAD VISTA DESDE EL FEMINISMO

Lo ideológico, político, histórico y sus reivindicaciones

Equidad es un concepto que

ha logrado una creciente

importancia cuando se precisan

los derechos humanos.

La fundadora de UNIR Bolivia

entrevista a Sonia Montaño,

experta en género.

El resultado es una profunda

reflexión sobre el tema.ANA MARÍA ROMERO DE CAMPERO SONIA MONTAÑO

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La igualdad es el punto de partida. Para ponerla en práctica requerimos políticas de igualdad de oportunidades o de acceso a bienes materiales y simbólicos...

después de la Revolución del 52. Tú pue-des inaugurar escuelas y en apariencia las escuelas están abiertas para todo el mundo, pero el acceso está diferenciado en función del estrato socioeconómico, el apellido, el lugar donde vives, el tipo de educación que recibes... Y, aunque, el construir escuelas y hacer la Reforma Educativa fue un acto de equidad, en el fondo a lo largo de todos estos años ter-minó siendo una reforma desigual. Tanto en el 52 como en la posterior reforma, lo que no se quiso aceptar en Bolivia es que necesitábamos poner en práctica políti-cas activas de igualdad.

AMR.- ¿Podías describir lo que sería pa-ra ti una política activa de igualdad?SM.- La igualdad es el punto de par-

tida. Para ponerla en práctica requeri-mos políticas de igualdad de oportuni-dades o de acceso a bienes materiales y simbólicos, pero estas políticas deben ir acompañadas por acciones que per-mitan equiparar un punto de llegada. A eso llamamos igualdad de resultados. Con esta combinación de igualdad de oportunidades e igualdad de resultados recién podemos hablar de un sistema justo, equitativo, que tome en cuenta las necesidades, talentos, potencialidad de cada persona y les de un cauce efecti-vo. Sin embargo, hay que admitir que ha existido una posición muy ambigua en esta materia pues durante mucho tiem-po se habló de igualdad como si fuera un sucedáneo, un sustituto del concepto de equidad y esto generó una gran con-fusión. Quizás por eso nos limitamos a tener políticas que, en el mejor de los ca-sos, pueden considerarse como de igual-dad de oportunidades, pero nada más.

Ahora ya se ha dado igualdad de jure o igualdad de facto; justamente la que hace falta y que dentro del ámbito de los dere-chos humanos es la igualdad de resulta-dos. Pero esto no surge espontáneamente, es fruto de políticas públicas adecuadas y eficientes. Puedes tener las mejores in-tenciones, puedes querer ser equitativa, pero si tienes una mala gestión pública t us esfuerzos se van al bombo.

AMR.- Está claro que la equidad no nace de un día para otro, ni es sola-mente un tema de buena voluntad... ¿Qué sugieres entonces para terminar con la desigualdad?SM.- La desigualdad es una construc-

ción social que se modifica con leyes que deben ir acompañadas de programas específicos, políticas públicas, acciones y de algo muy importante: cambios cul-turales. Bolivia es un país que tiene una brecha educativa muy grande entre ricos y pobres, los más ricos pueden ir a sacar su doctorado fuera del país y los más po-bres no acaban la secundaria. Para que esta brecha se cierre necesitamos que haya escuelas abiertas para todos, para que los hijos de los pobres puedan ir a la escuela tomando desayuno y contando con material de estudio. Esto muestra la necesidad de tener políticas que lo aseguren. Tienes que hacer posible una amplia conectividad con la Internet, de manera que se democratice el acceso a las nuevas tecnologías. Tienes que esta-blecer una serie de acciones de apoyo a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que incluya a sus familias. Es un hecho que las familias pobres tienen varios déficits de recursos y de formación, por ello se necesitan acciones especificas de atención. Tienes que tener la capacidad de cubrir adecuadamente los déficits, pero además tienes que desarrollar un trabajo proactivo para erradicar una se-rie de prejuicios culturales con los que hemos crecido en Bolivia y que tienen que erradicarse a través de acciones y eso no es algo automático, ni se va a dar por decreto. Todo esto pasa por construir una política pública sostenida y adecua-damente enfocada.

No basta con aprobar una política educativa o de salud. Tenemos buenas normas y disposiciones constitucionales pero, por ejemplo, si la Iglesia se sigue oponiendo al uso de anticonceptivos, al uso del condón, en el caso del sida, o al aborto terapéutico para las mujeres viola-das vamos a terminar con que las mujeres ricas se van a hacer el aborto en una clíni-ca privada y las pobres van a exponerse a morir porque no tienen más opción que el aborto clandestino.

AMR.- Para encarar el tema del ra-cismo los estadounidense pusieron en práctica el “busing”, que llevaba a niños y niñas de los barrios pobres a escuelas en los más acomodados y vi-ceversa. Fue muy resistida en un pri-mer momento, pero los padres que lle-vaban a sus niños a la escuela pública, finalmente, acataron esas políticas de integración.SM.- Ese es un buen ejemplo de lo que

son las acciones positivas. Obama puede considerarse fruto de ese esfuerzo. Se tra-ta de buscar medidas de integración, de acción positiva, dentro de lo que se llama el enfoque de derechos. La Convención para la Erradicación de toda Forma de Discriminación contra la Mujer (CE-DAW), por ejemplo, considera discrimi-natorio “todo aquello que produce como resultado la desigualdad”. No es lo mis-mo una disposición que diga prohibido el ingreso de X y Z a este recinto, porque ese tipo de discriminación ha sido su-perada, pero si las escuelas donde viven los negros, los indígenas, los migrantes, etc., son de mala calidad, ahí tienes una discriminación de hecho, porque el re-sultado fáctico es que ese niño o niña va

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a tener una educación de baja calidad. Ahí viene la necesidad de políticas que mejoren la calidad de los servicios para los desposeídos, los que habitan en luga-res alejados, los grupos étnicos que ha-blan un idioma que no es el mayoritario o es distinto al de la educación formal. Si las políticas tienen esa visión pueden ser verdaderos elementos de cambio. La educación es el instrumento de igualdad más poderoso que tenemos, pero es un instrumento de igualdad siempre que se vaya más allá de la mera igualdad de oportunidades.

AMR.- Mencionaste la igualdad de oportunidades. Desde la vertiente in-dígena, Félix Patzi plantea que polí-ticas de ese tipo podían contribuir a descolonizar el país...SM.- Lo que me dices es muy interesan-

te porque la igualdad de oportunidades es un concepto liberal. Tradicionalmente el indigenismo ha visto con sospecha la igualdad pues la asociaba con la homo-genización y, naturalmente, se oponía a ella. En realidad, desde el feminismo se ha criticado mucho ese concepto de igualdad porque se ha limitado a las re-formas legales o constitucionales. La idea de igualdad de oportunidades y no de re-sultados supone que hay que garantizar el punto de partida, pero sobre todo hay que garantizar el punto de llegada. Según los igualitarios liberales, “si tú cambias las leyes, cambias las oportunidades”. El resultado, entonces, dependería del es-fuerzo de cada persona, pero desde una mirada más progresista de la igualdad las leyes no son suficientes. Como señala la CEDAW, no basta con la igualdad de opor-tunidades, hay que llegar a la igualdad de resultados. ¿Que significa eso? Significa crear subvenciones, beneficios fiscales. Tú tienes que hacer, por ejemplo, que las mamás de las zonas rurales alejadas ten-gan un bono que les facilite transportar a sus hijos a la escuela.

AMR.- Me imagino que el enfoque de Patzi va por ese lado, pues hoy en día se considera la igualdad de oportu-

nidades como un derecho de ciuda-danía. Retomando lo que decías sobre el tema de las subvenciones, ¿el bono Juancito Pinto o el Juana Azurduy es-tarían dentro de ese enfoque?SM.- De alguna manera sí, en la medida

en que forme parte coherente de un con-junto de medidas que favorezcan la igual-dad de trato. Pero si se enfoca la igual-dad de oportunidades a secas podríamos decir que encaja dentro del liberalismo e incluso dentro del neoliberalismo, por-que parte de la idea de que si la gente tie-ne acceso al mercado y tiene un salario puede comprar lo que quiera. Parte de la idea de que el mercado lo arregla todo. En cambio, hablar de igualdad de resultados es reconocer que el Estado tiene un papel que jugar en el tema.

AMR.- No hay duda que del tipo de educación que recibas dependerán tus oportunidades y esto tiene que ver más con el Estado que con el mercado...SM.- La educación es importante, pe-

ro no lo es todo. Veamos el tema de las mujeres. Ocurre que en Bolivia las muje-res son más educadas que los hombres. Las estadísticas muestras que las niñas tienen menos problemas de deserción, mejor rendimiento educativo y las jóve-nes están alcanzando la secundaria más que los niños. Si uno mira el panorama educativo del país podría decir que las mujeres han avanzado mucho, pero re-sulta que en Bolivia las mujeres tienen los peores trabajos, siguen ganando menos aunque tengan un nivel de educación mayor. Ahí nos damos cuenta que la edu-cación no basta, que tiene que haber un mecanismo que permita conjugar ma-yor educación con mayores salarios. Se tienen que plantear leyes que obliguen a las empresas a pagar igual salario por trabajo equivalente. En algunos países las mujeres están insistiendo que, sobre todo en el sector público, haya políticas específicas que no dejen en manos del empleador la escala salarial.

Hace unos años en América Latina decíamos que la principal apuesta para lograr la equidad de género era la educa-ción. Las mujeres han dejado de ser anal-fabetas, han llegado a la escuela y a la uni-versidad, pero las desigualdades perma-necen y son transversales a la desigualdad de clase, que es la más conocida, o a la desigualdad étnica, que se está atacando en este gobierno y creo que con muchas medidas positivas. Todo esto requiere po-líticas activas, un Estado fuerte, un Estado transparente, un Estado eficiente, que es el gran problema con el que estamos li-diando hoy en el mundo.

AMR.- Los cambios se pueden produ-cir a través de otros actores de la socie-dad como maestros, juntas de padres, empleadores, medios de comunica-ción, sectores sociales, instituciones. En fin, no tiene porqué hacerlo todo el Estado...

Las mujeres han dejado de ser analfabetas, han llegado a la escuela y a la universidad, pero las desigualdades permanecen...

SONIA MONTAÑO

Socióloga boliviana, es actualmente

directora de la División de Asuntos de

Género de la Comisión Económica para

América Latina (CEPAL).

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SM.- Hay que ver cómo haces una ecuación, una articulación entre Estado, sociedad y mercado, que son las tres es-feras en las que se mueve una persona. El neoliberalismo nos ha dejado con puro mercado, sin Estado y con un movimien-to sindical debilitado. Pero hoy estamos viviendo un momento donde hay más sociedad que Estado y más sociedad que mercado. En Bolivia los movimientos sociales han sido siempre muy fuertes, históricamente, desde la COB que fue algo más que un sindicato hasta lo que estamos viendo ahora: un gobierno de movimientos sociales.

Tenemos que ver por dónde empezar. Yo empezaría por fortalecer instituciones políticas como las clásicas de la democra-cia, instituciones de participación, con la salvedad de que las instituciones del Esta-do no se dejen subsumir por la sociedad.

AMR.-No puedes tener un Estado per se, un Estado al margen de la sociedad...SM.- A mi me parece que el Estado y sus

instituciones tienen que ser fuertes, trans-parentes y rendirle cuentas a la sociedad, pero tiene que haber una frontera clara entre Estado y sociedad porque cuando la sociedad gobierna anula el espacio para su actuación en otros ámbitos. Una sociedad que se vuelve Estado es una sociedad que acaba con la disidencia. Creo que lo im-portante es la construcción de la igualdad, de eso se trata. En un mundo donde se producen tantos bienes y servicios, tienes que tener un mercado donde llevar a cabo algunas transacciones que se puedan rea-lizar de la manera más justa posible. Eso es lo que hoy se conoce como comercio justo entre naciones, comunidades y per-sonas y eso es algo que no lo puede hacer solamente el mercado. El Estado tiene que

tener la capacidad de supervisar, contro-lar lo que pasa en el mercado y la sociedad lo propio. O sea, la sociedad es un espacio donde tiene que haber la mayor demo-cracia posible, pero en el Estado tiene que haber la porosidad suficiente para que esa sociedad pueda entrar y también salir de él sin sacrificar las fronteras que los deli-mitan, claramente.

AMR.- El enfoque que se aplica hoy es el contrario, o sea que el Estado debe subsumirse a la sociedad, eso lo dice el propio presidente Morales... SM.- Vivimos en sociedades tan com-

plejas y heterogéneas que hacen que el cabildo ya no sea representativo. Duran-te la Colonia, cuando se reunía el cabildo en una plaza pública y tomaba decisio-nes, eran convocados los notables del pueblo con total ausencia de mujeres e indígenas. Hoy en día esto es imposi-ble y por eso el tema de la diversidad es clave, porque hay momentos en que las sociedades no están listas o predispues-tas, por ejemplo, para hablar de ciertos temas como la igualdad sexual. Un tema difícil, que choca con la cultura, con las culturas... La sociedad debe madurar el tema, debatirlo y tomar decisiones sin

que ese debate paralice al Estado. Creo que el tema clave para que Estado y so-ciedad deban ser dos cosas distintas ra-dica en el derecho a disentir.

AMR.- Para terminar, vemos que mu-jeres e indígenas han sido histórica-mente discriminados y sus reivindi-caciones han coincidido en muchos momentos. Da la impresión que aho-ra los indígenas han tomado la de-lantera. ¿Cómo ves a los colectivos de mujeres? SM.- En Bolivia, mujeres e indígenas

son dos mayorías históricamente ex-cluidas del poder. Sus trayectorias son paralelas, de hecho ambos grupos obtie-nen el voto universal al mismo tiempo y hoy ya tenemos un gobierno indígena. La pregunta es si las mujeres encontra-remos un lugar en una sociedad donde los usos y costumbres son patriarcales o si será posible una sociedad que recoja el espíritu libertario y pragmático de las lu-chas indígenas. Libertario porque busca eliminar la colonia de las mentes de to-das y todos y pragmático en la medida en que sea capaz de recoger de los otros, en este caso de las otras, aquello que lo puede enriquecer.

La pregunta es si las mujeres encontraremos un lugar en una sociedad donde los usos y costumbres son patriarcales o si será posible una sociedad que recoja el espíritu libertario y pragmático de las luchas indígenas.

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BIBLIOTECA LIBRERO UNIR

Saíd Villavicencio, Oscar Meneses,

Ronald Carrasco, Isabel Villarroel

y Abraham Pérez

LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA Y SUS DESAFÍOS

(educar, comunicar… conocer… transformar)Plural Editores, 2009, 175 p.

Bajo el denominativo general de La investi-gación científica y sus desafíos: educar, comu-nicar… conocer… transformar se inscriben cinco trabajos cuyo eje matriz se desglosa en dichos verbos, por lo cual el título de este libro se fundamenta por sí mismo y es el reflejo fiel de la intencionalidad colectiva de sus autores. Estos trabajos, con matices propios de la visión específica de cada uno de sus creadores, se inscriben dentro de la escuela crítica. Además de este rasgo sus-tantivo, quienes suscriben estos productos comparten otra característica: la docencia universitaria. Esta labor la desarrollan en las carreras de Ciencias de la Comunicación Social, Trabajo Social y Economía de la prin-cipal casa de estudios superiores del país: la Universidad Mayor de San Andrés

Educar, comunicar, conocer y (principal-mente) transformar es el reto mayúsculo que se plantean los autores.

Johan Galtung, Jake Lynch

y Annabel Mc Goldrick

REPORTEANDO CONFLICTOS

Una introducción al periodismo de paz

Este libro está dirigido a los profesionales en periodismo. Sin embargo, cualquier per-sona entenderá perfectamente el mensaje. He aquí una pequeña muestra de lo que se encontrará en este texto:

En general, parecen existir dos maneras de reportear conflictos, el camino bajo y el camino alto, dependiendo de si la atención está centrada en la violencia, en la guerra o en quien gana, o en el conflicto y su trans-formación pacífica. Los medios confunden ambos e incluso hablan de conflicto cuan-do en los hechos quieren decir violencia.

El camino bajo, el camino del periodismo de la violencia, reportea un conflicto como una batalla y la batalla como una arena de-portiva. El modelo de reporteo subyacente es aquél de un comando militar: quién avan-za, quién capitula más rápido en sus metas; contabilidad de pérdidas en términos de muertos, heridos y daño militar. Se hace pre-sente la perspectiva de suma cero que pre-valece en los deportes, en donde se reportea que “ganar no es todo, es la única cosa”.

El camino alto, el camino al periodismo de la paz, se enfoca en el conflicto y su trans-formación. Existe la amenaza y la realidad de la violencia, pero en la raíz se trata de un conflicto no resuelto que puede conducir a una cadena de venganzas.

Beatriz Rossells, Luís Oporto Ordóñez

y Virginia Ayllón

¿UN PAÍS DESINFORMADO?

Estudios sobre información científica y cultural en Bolivia (1993-2003)

Este libro es un estudio prospectivo sobre la oferta de información en educación, cul-tura, ciencia y tecnología en Bolivia, y cubre una década de investigaciones sobre las realizaciones, mejoras y ausencias en este campo. Tres encuestas contribuyen a ali-mentar sus datos: la primera corresponde a la ciudad de La Paz y se remonta a los años 1990-1993, la segunda se realizó en todas las ciudades capitales del país entre 1995 y 1997 y la tercera es una muestra efectuada en las principales unidades de documenta-ción de diferentes ciudades en el año 2003.

Estos datos posibilitan una visión de conjunto sobre el comportamiento de las instituciones, el manejo de la información y las necesidades de los usuarios. Permiten también ver la interacción de las transfor-maciones políticas, económicas, sociales y tecnológicas culturales de producción, circulación y consumo de la información. Sus autores, Beatriz Rossells, Luís Oporto y Virginia Ayllón, no intentan, ciertamente, plantear soluciones últimas, pero sí abren el camino para que otras investigaciones, basándose en los datos obtenidos en más de un centenar de unidades a lo largo de una década, lleguen a resultados integrales para optimizar y democratizar el uso de la información y los recursos documentales.

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Johan Galtung

TRASCENDER Y TRANSFORMAR

Una introducción al trabajo de conflictosEditorial Quimera, México, 2003, 260 p.

La obra que tiene el lector en sus manos es un manual práctico para la resolución de conflictos en todos los niveles Desde conflictos domésticos-personales, pasan-do por conflictos basados en luchas sobre la raza, la clase y el género, hasta conflictos mayores entre Estados, naciones y civiliza-ciones que siguen líneas económicas y re-ligiosas. En este libro se delinea la variedad de usos y aplicaciones que tiene la teoría en resolución de conflictos, revelando las conexiones que existen entre los conflictos en todos los niveles de la sociedad.

Galtung argumenta que siempre existe una gran gama de soluciones para el que decide explorarlas de forma sistemática y sin hacer uso de la violencia. A través de cuarenta casos ilustrativos, Galtung mues-tra el modo en que es posible trascender las dificultades que conducen a los conflictos en cualquier nivel.

Marcela Valenzuela, Willy Ríos y

Marcelo Terrazas

ABUSOS DE LA LIBERTAD DE PRENSA Y LA AGONÍA DE LA INTIMIDAD

Análisis de los “diarios serios” El Deber, El Mundo y El Nuevo Día de Santa Cruz de la SierraEd. PIEB, 2003.

El propósito principal de la investigación es analizar el derecho de las personas a la intimidad, identificar el conocimiento de la sociedad sobre ella y las transgresio-nes a este derecho en el contenido de los periódicos El Deber, El Mundo y El Nuevo Día al amparo de la libertad de prensa. La investigación consta de cuatro grandes capítulos: el primero, denominado “Intimi-dad y libertad y libertad de prensa: dos derechos en conflicto”, En el segundo, “La transgresión es la norma”, se caracterizan las infracciones jurídicas en que incurren los “diarios serios” de la ciudad de Santa Cruz analizados en esta investigación. En el tercer capítulo, “Los matices de la intimi-dad”, el elemento esencial es el análisis de dos ejemplos de la violación a la intimidad de las personas. En el último capítulo, “Ha-cia la resolución del conflicto”, se elabora un balance de los resultados, a manera de síntesis, para luego presentar la propuesta jurídico-comunicacional que toma como elementos fundamentales la autorregula-ción y la figura del defensor del lector.

Fundación UNIR Bolivia

IV CONGRESO MUNDIAL DE MEDIACIÓN

Del 10 al 15 de noviembre de 2008La Paz, BoliviaEd. UNIR Bolivia, julio 2009, p.273

Este libro recoge la riqueza de las exposicio-nes que se dieron en el “IV Congreso Mun-dial de Mediación. Una vía hacia la cultura de paz”, realizado en la ciudad de la paz del 10 al 15 de noviembre de 2008.

La Memoria está organizada en tres capítulos e incluye los discursos de inau-guración, las conclusiones del congreso y anexos. En el capítulo I se hace un recuento de los antecedentes de este evento. El capí-tulo II comprende las conferencias magis-trales y finalmente el capítulo III, titulado “A modo de cierre”, consigna el Manifiesto de Bolivia y la solución pacífica de conflictos y/o controversias en al ámbito de la Familia, la Escuela, la Comunidad, la Política y la De-mocracia, la Interculturalidad, la Justicia y la Seguridad Pública.

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WWWs DESTACADAS

RED DE LA INICIATIVA DE LA COMUNICACIÓN

La Iniciativa de Comunicación, CI LA (The Com-munication Initiative Latin America) es, ante todo, una comunidad virtual conformada alre-dedor de un interés común: el uso de estrate-gias de comunicación y medios para atender efectivamente los problemas fundamentales del desarrollo. Una comunidad de personas y organizaciones que viven directamente esos problemas y trabajan para resolverlos en su propio contexto; y también de quienes los apoyan, financian e investigan su trabajo. Una comunidad que comparte sus conocimientos y discute sobre las acciones de comunica-

ción y medios más efectivas para contribuir al desarrollo. La Iniciativa de Comunicación es, además, una alianza estratégica entre 29 or-ganizaciones internacionales interesadas en invertir recursos y compartir sus experiencias para generar un cambio en el pensamiento, las políticas y la práctica de la comunicación y los medios para el desarrollo.

Nació en el año 2000 como el primer pro-ceso regional de The Communication Initia-tive (CI) con el objetivo de complementar su acción en América Latina. Sostiene una re-lación orgánica con el proyecto global para alcanzar objetivos comunes, pero con estra-tegias adecuadas a las necesidades de sus regiones y sus redes.

LA FUNDACIÓN CULTURA DE PAZ

Este sitio propone contribuir a la construc-ción y consolidación de una cultura de paz por medio de la reflexión, la investigación, la educación y la acción sobre el terreno. Su actividad se basa principalmente en la vincu-lación y movilización de redes de institucio-nes, organizaciones e individuos que se des-

taquen por su compromiso con los valores de la cultura de paz.

Cuenta con un centro de documentación que incorpora y recoge una recopilación de información especializada en la cultura de paz. Artículos, ensayos, libros, informes y re-soluciones sobre el tema se pueden conocer con sólo un click. Se puede obtener informa-ción en español o inglés.

www.fund-culturadepaz.org

www.comminit.com

SERVICIO INFORMATIVO ESPECIALIZADO EN INVESTIGACIÓN, CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Este es un medio creado para responder con imaginación, oportunidad y credibilidad a la difusión de la investigación hecha en y sobre Bolivia. Este servicio es una iniciativa del Pro-grama de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB), implementado con el objetivo de dar a conocer resultados y procesos inherentes a la producción de conocimiento e incidir a través de la inclusión digital en el posiciona-

miento del conocimiento como insumo para una mejor comprensión y proyección de la realidad nacional.

Por este medio se informa de los hallazgos de investigaciones y de las actividades correla-cionadas al proceso investigativo que se consi-deren noticiosas. Se da a conocer experiencias innovadoras en el campo de la investigación y actividades en general vinculadas al trabajo del investigador, así como aquellas que sean de su interés y/o aporten a su crecimiento.

La página www.pieb.com.bo es un medio de comunicación digital del PIEB y responde a la vocación de esta institución.

www.pieb.com.bo

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ORGANIZACIÓN DE ESTADOS IBEROAMERICANOS PARA LA EDUCACIÓN DE LA CIENCIA Y LA CULTURA

Pensar Iberoamérica, revista de cultura, ex-presa el diálogo de culturas como aporte sus-tancial a la resolución de conflictos y a la con-vivencia democrática, alienta una mayor cen-tralidad de la cultura en las políticas públicas y fomenta la optimización de la formulación y ejecución de políticas culturales. La revista digital está alojada en la página principal de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI)

que es un organismo internacional de carác-ter gubernamental para la cooperación entre los países iberoamericanos en el campo de la educación, la ciencia, la tecnología y la cultura en el contexto del desarrollo integral, la de-mocracia y la integración regional.

Los estados miembros de pleno derecho y observadores son todos los países ibero-americanos que conforman la comunidad de naciones: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, República Dominica-na, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Guinea Ecuatorial, Honduras, México, Nicara-gua, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal, Puerto Rico, Uruguay y Venezuela.

AGENCIA PERIODÍSTICA DEL MERCOSUR

Herramienta periodística que favorece la es-trategia de integración, soberanía y transfor-maciones sociales en el marco de las comu-nicaciones, el periodismo y de las prácticas educativas especializadas del Mercosur.

La Agencia inició sus actividades el 4 de noviembre de 2003 como una unidad de pro-ducción académica y de capacitación profe-

sional especializada en América Latina y el Caribe. Pertenece a la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Na-cional de la Plata (UNLP). El sitio permite acce-der a la información a través de las secciones, escenarios, integración regional, economía y política, el mundo, cultura y educación y mo-vimientos sociales. También desde las temáti-cas: recursos naturales y ambiente, derechos humanos, soberanía alimentaria, pueblos ori-ginarios y crónicas del sur.

www.prensamercosur.com.ar

www.pensariberoamerica.org

EL PORTAL DE DESARROLLO HUMANO LOCAL

El Portal de Desarrollo Humano Local quie-re recoger la riqueza de aportes, teóricos y prácticos, que se vienen produciendo en esta línea. Abarca desde los organismos de Na-ciones Unidas, especialmente el PNUD, y la reflexión académica hasta los movimientos sociales e instituciones que trabajan en la promoción del desarrollo. Ofrece una pers-

pectiva del desarrollo humano local que no se atiene a una única propuesta y que pre-senta una variedad de contenidos teóricos y de exigencias políticas. Este portal quiere se-leccionar aquellos recursos más significativos y facilitar su acceso a quienes se interesan por el desarrollo humano local.

El portal se divide en tres grandes áreas:• Documentos • Recursos de formación • Recursos web

http://dhl.hegoa.info/

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