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ESC! ORGANIZACIN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACIN. LA
CIENCIA Y LA CULTURA OFJCINA REGIONAL DE EDUCACIN PARA AMERICA
LATINA Y EL CARIBE
l'ROYKCTO PRINCIPAL DE EDUCACIN en Amrica Latina y el Caribe
fT
^
MIRANDO HACIA NOSOTROS ( El Mtodo de Observacin Naturalista
)
M . Anglica Kotliarenco Bernardta Mndez
O
4
RED PltTErlCE
PROGRAMA DE INNOVACIONES Y CAMBIOS EN LA PREPARACIN DE
EDUCADORES PARA MEJORAR LA CALIDAD DE LA EDUCACIN
SERIE DOCUMENTOS TCNICOS No. 8
Sanli ago de Chi le
Diciembre, I988
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AGRADECIMIENTOS
Este libro es producto, bsicamente, de un proceso de estudio que
iniciara hace algunos aos..
Gran parte de lo que aqui damos cuenta, es el resultado de mis
estudios en Gran Bretaa. La realizacin de stos, fue, lnlcialmente
posible gracias al apoyo de la Fundacin Ford, del Uorld University
Service (UUS) y del Instituto de Educacin de la Universidad de
Londres. A ellos mis ms sinceros agradecimientos.
En los ltimos aos el apoyo ha venido de otras institucio-nes a
quienes tambin debo mi agradecimiento: entre stas, las ms centrales
en esta rea, han sido el Centro Internacional de Investigaciones
para el Desarrolllo, CIID (IDRC) y la Oficina Regional de Educacin
para Amrica Latina y el Caribe (UNESCO-OREALC).
En la realizacin de este texto contamos con la motivacin y apoyo
de muchas compaeras de trabajo en CEANIM, quienes a travs de sus
inquietudes y preguntas nos llevaron a reflexionar sobre la
importancia de este mtodo y sus posibles implicancias para quienes
trabajamos en realidades que an nos son las ms de las veces ajenas
y en gran medida desconocidas. Sus compromisos movilizaron los
nuestros. Sus interrogantes removieron a su vez las nuestras y asi
en conjunto fuimos delineando los primeros apuntes sobre la
observacin naturalista. De esos apuntes, que se sucedieron en el
tiempo, surge el texto que hoy presentamos. Quisiera, por tanto,
agradecer muy sinceramente, a quienes son mis compaeras de trabajo
en CEANIM.
Agradezco, tambin, a todas las agencias que han convertido, ao
tras ao, en realidad nuestros anhelos de trabajar en los sectores
ms desposedos de Santiago. Como tambin a los sacer-dotes que hacen
posible que itnplementemos nuestro trabajo. En un plano distinto,
pero no menos importante, a todos los miembros de CEANIM y muy en
especial a su Directorio: Johannes Heirmann, Ety Rappaport,
Gabriela Lopez, Mario Morales y Clara Rosenblut.
En un plano personal quisiera agradecer a Rafael, quien fuera
durante muchos aos mi compaero de vida y estudio. Para el mis
gracias por su apoyo, confianza y dedicacin.
Tambin a mis hijos y mis padres; mi inmensa gratitud.
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Quisiera destacar, entre mis compaeras de CEANIM, l apoyo de
Ananarla Dvila, Ana Fuentes, Marcela Morales y Maria Matelu-na.
Hago extensivos mis agradecimientos a Mnica Vi 1lavlcencio por su
constante colaboracin.
Quisiera, agradecer, por ltimo a dos amigos sin cuyo apoyo este
libro hoy no seria realidad: Donald Lemke y Uilson Tapia.
M. Angelica Kotliarenco, Ph.D. Noviembre, 1988.
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I N D I C E
Pgina
PRESENTACIN i
INTRODUCCIN 3
1. EL MTODO DE OBSERVACIN NATURALISTA Y SU UTILIZACIN EN EL
ESTUDIO DEL COMPORTAMIENTO HUMANO 4
2. ALGUNAS CARACTERSTICAS Y PROBLEMAS INHEREN-TES AL MTODO 7
2.1. Reactividad del observado. 7
2.1.1 Factores nterferentes 7 2.1.2 Medidas para minimizar
la
reactividad 8 2.1.3 Habituacin 9
3. DIVERSAS TCNICAS UTILIZADAS PARA LA OBSER-SERVACION 11
3.1 Muestreo por eventos 11
3.2 Muestreo por tiempo 12
4. INSTRUMENTOS UTILIZADOS PARA LA OBSERVACIN 18
5. EL MTODO DE OBSERVACIN V/S OTROS MTODOS EN EL ESTUDIO DE NIOS
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6. CONFIABILIDAD Y VALIDEZ DEL MTODO DE OBSER VACION 26
7. CATEGORAS 33
8. RESUMEN Y CONCLUSIONES 38
BIBLIOGRAFA 41
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PRESENTACIN
Conociendo la realidad de los nios, jvenes e incluso de los
adultos que viven en zonas marginales, uno de los desafos mas
grandes del Proyecto Principal de Educacin en America La-tina y el
Caribe en los prximos aos, es, sin lugar a dudas, trabajar para
encontrar soluciones inmediatas a los problemas que presenta esta
realidad.
Sin embargo, las soluciones no vienen del aire, sino ms bien de
un profundo conocimiento de esa difcil realidad. Has-ta ahora este
conocimiento ha provenido de estudios estadsti-cos o de
observaciones muy subjetivas, frecuentemente realiza-dos por
personas que viven en la comunidad.
Actualmente se est desarrollando un mtodo de "observacin
naturalista" que permite un anlisis ms completo de la realidad,
partiendo de la comunidad misma. En el Boletn No. 13 del Pro-yecto
Principal, publicado en agosto de 1987 por la OREALC, he-mos visto
la aplicacin de este mtodo dentro de un estudio de Johanna Filp en
las escuelas del programa "Fe y Alegra".
En el presente artculo, las autoras M. Anglica Kotliarenco y
Bernardita Mndez resumen los avances alcanzados actualmente a travs
del uso de la observacin naturalista, indicando tcnicas de
muestreo, instrumentos recientemente desarrollados e indica-ciones
sobre la confiabilidad y validez del mtodo. Esta publi-cacin, que
forma parte de los Documentos Tcnicos de la Red PICPEMCE (Programa
de Innovaciones y Cambios en la Preparacin de los Educadores para
Mejorar la Calidad de la Educacin), se presenta con la esperanza de
que el maestro del presente, los formadores de maestros y el
maestro del futuro puedan encontrar mecanismos para poner el mtodo
en prctica dentro de su ambieii te y de sus proyecciones.
Otros documentos de la misma serie son:
1. Gilberto Calvo. "Estrategias de capacitacin de la comunj^ dad
en programas de educacin no escolarizada".
2. "Seminario-Taller tcnico de las instituciones participan-tes
en la Red PICPEMCE" (versin en espaol e ingls) .
3. Luis Verstegui. "Estudio sobre los contenidos de la Edu-cacin
Primaria y su vinculacin con el trabajo productivo en las reas
marginales".
4. M. Anglica Kotliarenco e Isabel Undurraga. "Gestin de un
proyecto de la institucin a la comunidad. Evaluacin del proceso de
transferencia".
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ii .
5. Erna Brodber. "Rural-Urban Migration and the Jamaican
Child".
6. CEANIM. "Educacin preescolar y pobreza".
7. Gabriel Castillo. "Tres experiencias de rescate de la
identidad de la escuela".
8. M. Anglica Kotliarenco y Bernardita Mndez. "Mirando hacia
nosotros - El Mtodo de Observacin Naturalista".
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3
INTRODUCCIN
El documento que presentamos a continuacin es una recopila-cin
actualizada de la visin, que los especialistas ms des-tacados en el
rea de las ciencias sociales, tienen acerca del mtodo naturalista.
Los logros alcanzados por medio de esta tcnica han abierto grandes
expectivas. La educacin ha sido una de las mes beneficiadas. Su
aplicacin ha significado un avance considerable en la investigacin.
Ha permitido estudiar el comportamiento humano en su habitat
natural, con lo cual se han implementado prcticas educativas que
dan una respuesta ms adecuada a la realidad y a sus
necesidades.
Esta actualizacin pretende entregar nuevos elementos. El mtodo
naturalista presenta una serie de aspectos que lo hacen
especialmente atractivo para estudiar una realidad como la de los
pases de Amrica Latina. Hasta ahora -y asi puede apreciarse en los
trabajos que se citan- sus cultores lo han aplicado ex-clusivamente
en el mundo desarrollado.
Desde los aos 60, investigadores norteamericanos y europeas han
avanzado un largo camino. Huchas de las criticas que en un comienzo
se plantearon al mtodo, hoy ya tienen respuesta. Podra decirse que
ha llegado el momento en que la tcnica est "madura" para ser
aplicada en otro contexto. En un mundo distinto, en una realidad
con otras exigencias, con necesidades diversas y con un presente
lejano al que la vio nacer y desarrollarse.
En las pginas siguientes se encuentra un compendio de esta larga
y provechosa ruta que ha seguido el mtodo naturalista. Los
cuestionara!entos que se le han hecho, las inquietudes que en sus
inicios despert -y que sigue creando-, ayudaron a entregar una base
ms slida. Tal vez mucho ms fuerte que la que sus ini-ciadores
proyectaron. 7 es all donde se abre la posibilidad para conocer
mejor la realidad de los pases del Tercer Mundo.
Sin duda se trata de una alternativa que deber ser con-siderada
por los especialistas. El mtodo est all y sus bondades slo pueden
ser constatadas por medio de la experien-cia. En todo caso, es
indesmentible que el acercamiento a la realidad ya es un avance
considerable. Si tan slo esto permite su aplicacin, el investigador
tiene ante si un desafio digno de enfrentar.
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1. EL MTODO DE OBSERVACIN NATURALISTA Y SU UTILIZACIN EM EL
ESTUDIO DEL COMPORTAMIENTO HUMANO
El mtodo de observacin naturalista, como su nombre lo indica,
consiste en la observacin de la conducta o de patrones conductuales
de los hombres y/o animales en su habitat natural. Originalmente,
este mtodo fue utilizado por estudiosos de disciplinas tales como
la zoologa, la antropologa y la etologia (Jones et al.. 1975 y
Thorpe, 1979).
Sin duda, es a travs de esta ltima que la comprensin del
comportamiento humano ha experimentado un desarrollo auspicioso. La
etologia estudia la CONDUCTA tal como los zologos lo hacen con
cualquier otro rasgo de un animal. Sus planteamientos metodolgicos
y sus intereses tericos llevaron a que se abrieran lineas de
investigacin en diversas reas: estudios de causacin -fisiologa-;
del desarrollo -embriologa-; del valor adaptativo -ecologa- o
estudios comparativos -taxonoma y anatoma com-parada
(Blurton-Jones, 1974). Comparte con tales disciplinas el inters por
el estudio de la evolucin de la forma y la conducta.
En el mbito de la investigacin cientfica, un tema de discusin
frecuente se refiere a las distintas formas de recoger la
informacin, y la relacin que stas tienen con la teora. Para Menzel
(1979) tanto los problemas metodolgicos y tericos, como el
naturalstico, se refieren a la pregunta sobre qu est sucediendo "ah
afuera" y qu es lo que realmente queremos observar o tomar en
cuenta.
A diferencia de la zoologa y la etologia, donde la informa-cin
se recolecta de una manera muy idiosincrsica (Matheson, 1978), la
meta de la psicologa ha sido estudiar a los sujetos en forma
descriptiva, especialmente desde el punto de vista com-parativo.
Este enfoque llev a que durante la dcada del 40 se le otorgara un
nfasis creciente a las pruebas psicomtricas, tcnicas de medicin
estndar, entrevistas y cuestionarios. Sin embargo, a pesar de que
estas tcnicas cumplan con los criterios de objetividad -sus
resultados estaban sometidos a una estan-darizacin- mostraban
ciertas limitaciones en trminos de validez (Smith y Connolly,
1980), es decir, no siempre median lo que pretendan medir.
En contraste con estas caractersticas, la etologia se destaca
por el nfasis que le otorga a una fase descriptiva observacional,
preliminar a cualquier investigacin cientfica. Un supuesto implcito
de esta disciplina es que las observaciones debiesen preceder a las
teoras (Blurton-Jones, 1974). Pero frente a estos supuestos han
surgido algunas dudas y crticas importantes que tienen que ver con
el modo con el cual se extrae la informacin a travs del mtodo de
observacin.
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Ei mtodo de observacin, como cualquier otro mtodo de medicin,
pone un limite a las preguntas que se puede formular un
investigador. Con ste, especficamente, surge una primera
interrogante sobre qu puede ser considerado como observable y qu
debe ser tratado como una inferencia (Menzel, 1979). La perspectiva
del observador y los aspectos que elige observar resultan ser, por
lo tanto, uno de los factores determinantes en este proceso.
La pretensin de que al restringir las observaciones a trminos
"objetivos" se libera a la informacin de la orientacin del psiclogo
que observa, es una utopia. El inter juego de ambos planos, el
terico y el de observacin directa de la realidad, estn presentes en
todo quehacer cientfico. El aporte fundamen-tal de este mtodo es
que permite acercarse a la realidad de un modo descriptivo y por lo
tanto menos inferencial.
Durante los aos 50 y 60, los estudios etolgicos en primates
tuvieron un crecimiento exponencial, probando ser muy tiles para la
comprensin de la estructura social y la comunicacin en especies de
un alto grado de complejidad conductual. Asi mismo, en la medida en
que las tcnicas de observacin se perfecciona-ban, se comenz a
constatar con sorpresa que era posible observar de manera reiterada
ciertos patrones de conductas, lo cual permita realizar estudios
objetivos de sta (Blurton-Jones y Uoodson, 1979). Partiendo de
tales antecedentes se lleg a pensar que la utilizacin de tcnicas
etolgicas para el estudio de seres humanos constitua una
consecuencia natural del desarrollo de la psicologa (Smith y
Connolly, 1980).
A raiz de esos hallazgos, desde la dcada del 60 los psiclogos
interesados por el desarrollo de la conducta humana y,
particularmente, por las relaciones sociales tempranas, comen-zaron
a referirse a estudios de especies animales y a sus mtodos de
recoleccin de datos (Bernai y Richards, 1973). Se produjo un
acuerdo cada vez mayor entre los investigadores respecto a que una
descripcin de la conducta social es incompleta si no va acompaada
de la medicin del proceso en que los eventos ocurren. La conclusin
es que las formas y funciones de la actividad social slo pueden
entenderse a partir de la observacin directa de los eventos
relevantes (Hartup, 1979).
Progresivamente, el mtodo de observacin naturalista se ha ido
incorporando al estudio de una amplia gama de temas dentro de la
psicologa. Ellos comparten el Inters por estudiar la conducta, en
trminos de su morfologa, evolucin, el contexto donde se desarrolla
y las diferencias individuales relativas a sta (Lamb, 1979).
Del Inters por estudiar la conducta han surgido tr.es reas de
investigacin: el rea de las interacciones sociales insertas en un
contexto social; el rea del desarrollo humano, donde juega
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un papel importante la adquisicin del lenguaje; y el rea
educa-cional, en que interesa Investigar qu es lo que acontece en
el interior del proceso educativo, de modo de ampliar la comprensin
de los factores que influyen en la efectividad de los programas
educacionales.
Al estudiar estas reas, los etlogos humanos se han restrigido
casi excluivamente a la infancia y niez. Lo han hecho asi tanto por
motivos prcticos - es durante estas etapas cuando resulta ms fcil
estudiar a las personas en su contexto natural-como por motivos
tericos. De los estudios en el rea se ha detectado un inters
particular por las interacciones sociales en el contexto del
desarrollo y la socializacin del nio (Eibl-Eibesfeldt, 1970;
Blurton-Jones, 1972).
De acuerdo a Bernai y Richards (1973), para comprender el
desarrollo humano resulta indispensable el estudio del desarrollo
biolgico. Un concepto derivado de la labor de los zologos que
trabajan en esta rea es el de INTERACCIN. Tal concepto ha resultado
ser central para el estudio del desarrollo humano, sobre todo para
el trabajo psicolgico en la infancia (Uadding-ton, 1969 en Bernai y
Richards, 1973).
El inters que surge en las ltimas dcadas por el anlisis de las
interacciones sociales se debe, en parte, a que la mayoria de los
investigadores postula que las influencias mutuas ocurren en el
curso de la interaccin interpersonal y que el ambiente social en el
cual un individuo vive afecta de un modo importante su conducta
(Lamb, 1979). Mas an, autores como Stephenson (1979) proponen que
al estudiar la interaccin podemos entender el significado de la
conducta de un individuo hacia aquellos que lo rodean.
Dentro del tema de las interacciones sociales, los psiclo-gos
interesados por el rea del desarrollo se han centrado especialmente
en los efectos bidlrecclonales en la interaccin entre el nio y el
adulto encargado (Gottman y Bakeman, 1979).
Dado que las interacciones se caracterizan por ser un proceso
vivo y dinmico, sujeto e influenciado enormemente por el contexto
donde naturalmente ocurren, para estudiarlas se requiere d un mtodo
capaz de extraer all la informacin, sin alterar demasiado el
proceso en que se desarrollan. Desde tal perspec-tiva, la
observacin naturalista ha probado ser uno de loa mtodos que arrojan
informacin ms cercana a la realidad.
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2. ALGUNAS CARACTERSTICAS Y PROBLEMAS NHEREMTES AL MTODO
El objetivo del presente trabajo ea describir detenidamente
algunas de las caractersticas ms sobresalientes del mtodo de
observacin. Para esto se intentar llevar a cabo un anlisis de los
aspectos positivos y de las crticas que se le han formulado.
Un tema que ha sido reiteradamente abordado con respecto a este
mtodo, se refiere al efecto de la presencia del observador en el
contexto de observacin. La idea central gira en torno al hecho de
que las caractersticas de una diada sometida a la observacin estn
fuertemente influenciadas por el contexto donde se llevan a cabo
las experiencias. Un contexto libre de los efectos de la observacin
es una meta inalcanzable. El concepto de la "diada" es en s mismo
una ficcin conveniente que repre-senta el hecho de que dos personas
estn observadas por una tercera, sin considerar el efecto que esa
tercera persona pueda tener sobre la interaccin (Lamb, 1979). Este
es un tema que ser tratado con mayor detalle a contlnuacn.
2.1. Reactividad del observado
El problema de la reactividad del observado es uno de los puntos
hacia el que se han dirigido con mayor frecuencia las criticas al
mtodo de observacin. Se ha reiterado la discusin en torno a que la
presencia de un observador en un contexto interaccional no puede
pasar inadvertido para los sujetos observados.
El mtodo de observacin naturalista ha considerado este punto,
buscando precisar con mayor claridad el efecto inter-ferente que
tiene la presencia del observador. Se parte del supuesto que existe
el problema de la reactividad del sujeto observado, centrando el
inters en estudiar como ocurre, en qu grado afecta la naturalidad
de las conductas y qu medidas se pueden adoptar para
minimizarlo.
2.1.1. Factores interferentes
El contexto donde se llevan a cabo las experiencias es un factor
que, entre otros, determina de manera importante la interferencia
producida por la presencia del observador. Resulta distinto, por
ejemplo, que un observador realice su trabajo en una sala de
clases, a que lo lleve a cabo en el interior de una casa, o en un
recinto de experimentacin. Tales diferencias estn influenciadas, a
la vez, por la cantidad de sujetos presentes en el contexto de
observacin.
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Efectuar la experiencia en una sala de clases, donde el
observador se suma al grupo total, es muy distinto de la observacin
de una diada, donde la presencia del observador define o modifica
la naturaleza de sta. En este caso ya no se puede hablar de una
pareja sino de un trio o de una pareja observada por un tercero. En
una investigacin realizada por Lamb (1979) se constat que la
presencia de una tercera persona, desconocida para la diada
observada -padre e hijo-, afectaba la cantidad de interacciones
entre stos. Especficamente el efecto estaba mediado, en gran parte,
por una reduccin del nivel de actividad por parte de los padres.
Otros autores, sin embargo, han obtenido evidencia de que la
presencia de un observador, si bien afectarla en algn grado la
conducta parental, no lo hara en un nivel significativo (Schulman
et al., 1967 en Dowdney et_ al., 1984).
Schulman et al. (1967 en Dowdney et al., 1984) estudiaron tambin
cmo el factor edad del observado influa en su reactivi-dad y
encontraron, al igual que otros autores (Lytton, 1973), que los
nios de dos aos se muestran despreocupados o espontneos en su
conducta.
En relacin a la reactividad de los adultos, la literatura seala
la tendencia de stos a verse ms afectados que los nios.
Probablemente resulta ms difcil a los adultos evitar sentirse, de
alguna manera, evaluados en su comportamiento, lo que los lleva a
actuar de un modo forzado y poco natural.
2.1.2 Hedidas para minimizar la reactividad
Frente a la reactividad de los adultos, autores como Moss (1967)
y Richards y Bernai (1972) coinciden en sostener que el solo hecho
de ocultar el motivo que hay tras la observacin es suficiente para
asegurar resultados confiables. Sin embargo, la evidencia posterior
ha demostrado que el fenmeno en cuestin es ms complejo. Ocultar la
informacin puede, en muchos casos, Inducir a inseguridad o
desconfianza. Justamente, lo que se trata de evitar es que los
adultos se comporten de acuerdo a lo que piensan que es lo esperado
por los observadores.
Otro aspecto estudiado ha sido el de la actitud que el
observador manifiesta frente a los sujetos observados. La discusin
versa sobre la actitud pasiva v/s la activa de ste. La tendencia
comn ha sido pensar que la pasividad del observador resultarla
menos interfrente. La evidencia, sin ambargo, se ha encargado de
desmentir tal cosa.
Para Smith y Connolly (1980), entre otros, la experiencia
sugiere que la completa pasividad no siempre resulta ser un
acercamiento ptimo. El no recibir respuestas, en ocasiones puede
despertar en el nio un mayor inters y persistencia en el deseo
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de que el observador reaccione. Por otra parte, el ser
completa-mente pasivo frente a los requerimientos verbales puede
resultar muy poco amistoso y natural.
Una postura diferente a la mencionada seria aquella en la cual
el observador adopte una actitud ms activa y particlpatlva frente a
los sujetos observados (Dunn y Kendrick, 1982). Ambas llevaron a
cabo una investigacin en la cual utilizaron el mtodo de observacin.
Durante ella, las investigadoras no permanecieron silenciosas. Por
el contrario, contestaron libremente a los estmulos provenientes
tanto de los nios como de los dems miembros de la familia. Esta
forma de observar, segn Dunn y Kendrick (1982), result ventajosa
para los objetivos especficos de ese estudio, en la medida en que,
lo que los nios decan constituy una valiosa fuente de informacin.
De haberse man-tenido la actitud pasiva, este contenido se hubiese
perdido.
De lo dicho se desprende que cada investigador requiere de un
tratamiento particular en cuanto al manejo de factores tales como
la actitud del observador, el contexto, la cantidad de sujetos
observados, y la informacin en que se est interesado. De todos
modos, pareciera haber consenso en que el observador puede mantener
un minimo de interacciones con los nios, al mismo tiempo de que
trata deliberadamente de ser* aburrido o no interesante con
ellos.
2.1.3. Habituacin
Hasta ahora se ha analizado el fenmeno @ la interferencia sin
considerar el factor del tiempo que rt^scurre a lo largo de las
distintas sesiones de observacin. El aiecto que un obser-vador
provoca en un contexto dado no ea permanente. Por el contrario,
paulatinamente se va produciendo el fenmeno de la habituacin. Su
presencia comienza a ser familiar a ios obser-vados, por lo que
stos progresivamente vuelven a adoptar su modo natural de
actuar.
Entre las medidas destinadas a lograr que la presencia del
observador sea en algn grado familiar para los sujetos, estn, adems
de las ya mencionadas, las que se apoyan en la. idea de la
habituacin. La ms frecuente ha sido realizar una serie de visitas
previas a las observaciones definitivas, de siodo que los sujetos
se acostumbren a la presencia del observador. Para lograr este fin
tambin se ha mantenido a un mismo observador durante todo el
proceso de observacin (Smith y Connolly, 1980; Dunn y Kendrick,
1980; Dunn y Kendrick, 1982; Dowdney et al., 1984).
La evidencia en este plano, sin embargo, no concita una-nimidad.
Autores como Johnson y Bolstad (1973, en Kotliarenco, 1980) no
encontraron diferencias significativas en la conducta de los
sujetos observados despus de seis, siete o diez visitas. Por su
parte, Smith y Connolly (1980), entre 'otros,, constataron que
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la mayora de los nios prestan poca atencin al observador despus
de cinco visitas consecutivas. En una posicin intermedia se ubican
investigadores como Hughes et al. (1980), quienes sostienen que
algunas reacciones frente al observador son inevitables, pase el
tiempo que pase.
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3. DIVERSAS TCNICAS UTILIZADAS PARA LA OBSERVACIN
Tal como Dowdney et al. (1984) expresan, la conducta consti-tuye
un "fenmeno continuo en el tiempo. No obstante, a fin de analizar
la informacin proveniente de las observaciones, resulta esencial
tener algn medio para seccionar el flujo permanente de eventos con
el cual se enfrenta el observador. Los mejores medios para hacerlo
varan de acuerdo al propsito de la observacin y a las preguntas que
se formulan en torno a la informacin extrada.
En general, dos tipos de mediciones han sido las ms usadas para
estudiar las interacciones entre la madre y el nio: a) aquellas
destinadas a obtener informacin acerca de la frecuencia de las
conductas observadas -por ejemplo cuntas veces la madre inicia una
interaccin con su hijo, en un periodo de tiempo determinado-, y b)
aquellas destinadas a evaluar el proceso o secuencia de los eventos
observados - por ejemplo, adems de querer saber cuntas veces la
madre Inicia una interaccin con el hijo, se puede desear detectar
si el hijo le responde, cundo lo hace y cmo lo hace-.
Ambos objetivos no son excluyentes. Pero hasta el momento no se
han diseado tcnicas que midan eficazmente el aspecto secuenclal,
junto a la frecuencia de las conductas o eventos observados. Ms
bien estas mediciones han requerido de distintas tcnicas de
registro. Bsicamente, tal limitacin est deter-minada por la falta
de instrumentos adecuados y de herramientas estadsticas eficientes
para el anlisis de la informacin secuencial.
De acuerdo a Dowdney et al. (1984), hasta hace poco, los mtodos
que miden frecuencia han constituido uno de los enfoques
principales para medir las interacciones padres - hijos. Tales
mtodos se caracterizan por seccionar el proceso de interaccin en
una serie de eventos determinados y definidos operaclonalmente
previo a las observaciones. Por lo tanto, el registro de las
observaciones consiste en algunos medios para anotar la frecuen-cia
de tales eventos.
Estos autores sotienen que existen dos alternativas prin-cipales
para registrar la frecuencia de los eventos: (a) muestreo de
eventos; (b) muestreo de tiempo, del cual sealan dos varian-tes: el
muestreo de tiempo momentneo y el muestreo de tiempo por
intervalos.
3.1 Muestreo por eventos
Esta tcnica consiste en medir los eventos cada vez que ocurren,
durante un lapso prefijado (Altmann, 1974 en Dowdney et al., 1984).
Aqu la unidad de medicin es la conducta y no su duracin.
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En la medida que no se asignan periodos arbitrarios para la
observacin, esta tcnica posee la virtud de observar los eventos tal
como ocurren y, por lo tanto, tiene una validez inherente
(Kerlinger, 1973). En otras palabras, con esta tcnica se pueden
observar unidades integras de conducta, lo cual se pierde con la
tcnica del muestreo por tiempo, dada la discontinuidad de las
observaciones. El muestreo por eventos permite, a su vez, observar
conductas que son, en ocasiones, poco frecuentes.
El problema con esta tcnica se presenta cuando las conduc-tas
observadas carecen de limites claros, lo cual incrementa la
dificultad de lograr un acuerdo entre los observadores. Dovdney et
al. (1984) agregan a esta desventaja el hecho de que una ejecucin
exitosa de muestreo por eventos -como medio para cubrir todas las
conductas relevantes- requiere como mnimo dos obser-vadores, lo que
es un requisito muy poco prctico, sobre todo si las observaciones
se llevan a cabo al interior de las casas.
3.2 Muestreo por tiempo
Goodenough (1928, en Smith y Connolly, 1972) describe a la
tcnica de muestreo por tiempo como la "observacin de conductas
definidas de uno o ms individuos, durante lapsos breves de tiempo;
y el registro de la ocurrencia o ausencia de ciertas formas de
conductas especficas, objetivamente definidas, durante cada uno de
estos perodos" (pp. 69).
La definicin anterior no excluye esta tcnica del uso que se le
pueda dar para obtener informacin secuencial adems de las
frecuencias, ya que al interior de los lapsos de observacin pueden
rescatarse secuencias (totales o parciales). Sin embargo, la
eleccin de uno o de los dos objetivos -la medicin de frecuencias o
de secuencias- va en desmedro del otro. En la prctica la tcnica de
muestreo por tiempo ha sido usada con mayor frecuencia para el
registro de frecuencias de conductas o interacciones.
Kerlinger (1973) sostiene que el muestreo por tiempo tiene la
ventaja de aumentar la probabilidad de obtener muestras
representativas de conductas. Sin embargo, ello ocurre slo con las
conductas que se manifiestan frecuentemente. Aquellas irregulares y
de baja frecuencia, aunque pueden ser muy sig-nificativas, existe
la probabilidad de que no sean registradas (Medinnus, 1976).
Otra de las ventajas de esta tcnica es que permite comparar las
frecuencias de las conductas de distintos individuos en contextos
diferentes. De este modo, se pueden llevar a cabo comparaciones
tomando en cuenta variables tales como edad, sexo, y nivel socio
econmico, entre otros, dando lugar a la posibili-dad de analizar
correlaciones (Smith y Connolly, 1972).
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Ahora bien, en la medida que las observaciones se efectan en
contextos naturales -donde las condiciones ambientales pueden ser
muy variables- la informacin obtenida en distintos sujetos o,
incluso en uno mismo, puede asi mismo resultar cambiante, lo cual,
en ltima instancia, limita las posibilidades de generali-zar los
resultados de una experiencia particular.
Por tales razones, la variabilidad de la conducta es uno de los
problemas importantes con el cual se enfrentan quienes usan esta
tcnica, sobre todo, en el estudio de la interaccin entre madres e
hijos. Hughes et al. (1980), por ejemplo, han comprobado que las
conductas de la madre y del nio varan sistemticamente a lo largo
del dia y, por lo tanto, siempre existe el riesgo de recolectar
informacin "atipica" al observar en un momento determinado. Por su
parte, Uebb et al. (1966) afirman que en las salas cunas se han
usado con mas certeza unidades de muestreo de tiempo, debido a la
mayor periodicidad que presenta la conducta de los nios de menos
edad.
De lo dicho se puede concluir que en esta tcnica el empleo del
factor tiempo, es muy importante. Esto se debe a que la decisin de
cundo y cunto ser observada una o ms personas, constituye un factor
regulador de la posibilidad de comparar y generalizar los datos
obtenidos.
Otra critica que se le ha hecho a la tcnica de muestreo por
tiempo es que a pesar de que cubre adecuadamente el orden temporal
o secuencial de los eventos conductuales, no representa a la
conducta en su tiempo real (Jones et al., 1975). La duracin de las
conductas registradas puede ser muy variable. Una conducta puede
comenzar, por ejemplo, antes de que el intervalo de observacin
comience o bien puede prolongarse ms all del fin del Intervalo. En
ninguno de estos dos casos es posible hacer registros confiables
acerca del comienzo y fin de las conductas. Incluso en el caso de
que en el interior de un intervalo se manifieste una conducta total
- con sus limites claramente identlficables- se tendra que disponer
de un equipo electrnico adecuado para registrar su duracin.
Si bien los procedimientos de registro continuo no presentan
este problema, dan lugar a otros. Ello ocurre especialmente cuando
un solo observador realiza los registros. Es posible que los
eventos ocurran mientras el observador toma nota de conductas y,
por lo tanto, la informacin puede perderse.
Dentro de las tcnicas de muestreo por tiempo destinadas a
rescatar informacin acerca de la frecuencia de las conductas se han
descrito al muestreo momentneo por tiempo y al muestreo de tiempo
por intervalos.
El muestreo momentneo por tiempo consiste en el registro de
ciertas conductas definidas y determinadas a priori, en el
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momento en que ae presentan. De acuerdo a Powell et al., 1975;
Murphy y Goodall (1980 en Dovdney et al., 1984) esta tcnica posee
la ventaja entre las distintas tcnicas de muestreo por tiempo de
proveer el enfoque ms cercano a la frecuencia real de las
conductas. Presenta, sin embargo, una limitacin importante, esto es
que las conductas deben ser de un tipo tal que permita una
identificacin confiable en un lapso muy breve de tiempo.
Por su parte, el muestreo de tiempo por intervalos consiste en
observar ciertas conductas, tambin definidas a priori, en
intervalos regulares de tiempo. Esta tcnica se ve afectada por el
tipo de conductas a ser observadas asi como la duracin de los
intervalos de observacin. Mientras ms largos sean estos y las
conductas observadas se presenten con una alta frecuencia, los
resultados se vern afectados en su precisin. Esta ser mejor cuando
las conductas a ser observadas no se presentan con tanta frecuencia
y, cuando el intervalo de tiempo es lo suficientemente largo como
para poder apreciar lo que sucede en trminos de la interaccin, pero
no tan largo de forma que lleve a abarcar una cantidad tal de
eventos difciles de registrar. En general un intervalo de 10
segundos ha sido considerado como cumpliendo con este
requisito.
En la literatura se han descrito una serie de modalidades de
muestreo por tiempo que, como ya se indic, no necesariamente estn
destinadas a medir la frecuencia de las conductas.
Altmann (1974) distingue siete de tales procedimientos: (1)
Muestreo Ad Libitum, que consiste en observaciones informales, no
sistemticas. Este tipo de muestreo a veces es complementado por la
(2) Matriz Soclomtrica de terminacin, la cual incluye observaciones
adicionales en ciertos individuos. (3) Muestreo de secuencias, a
partir del cual se observan ciertas secuencias de interaccin desde
el comienzo hasta el final, determinando qu muestras sern las
tomadas. (4) Muestreo Focal-Personal, con el cual se obtienen
detalles completos de todas las conductas especificadas de un
individuo particular. (5) Muestreo Uno-Cero, en el cual se
registran slo la ocurrencia o no ocurrencia de conductas dentro de
un lapso. (6) Muestreo de acontecimientos, en el cual la totalidad
del grupo es observado en cualquier ocurren-cia, en relacin a una
conducta particular registrada. (7) Muestreo de exploracin
instantnea, en el cual la totalidad del grupo es examinado en
intervalos regulares, y las conductas particulares de cada
individuo son tomadas como muestra dentro de periodos muy
breves.
Una modificacin a esta ltima tcnica - muestreo por exploracin-
es descrita por Lamb (1979) la cual estara des-tinada a subsanar el
problema que se presenta al estudiar grupos grandes. En este caso
el observador examina al grupotbuscando evidencia de una interaccin
de su inters, y en ese momento se focaliza sobre tal interaccin.
Para lograrlo, el observador
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registra la mayor cantidad de informacin posible acerca de sta,
mientras ignora temporalmente al resto. Cuando la interaccin
finaliza, el observador nuevamente comienza a examinar al
grupo.
Tal como se mencion al comenzar este punto, las mediciones
destinadas a obtener informacin acerca de la frecuencia de las
conductas y de las interacciones entre los padres y el nio son las
que se han usado ms a menudo (Dowdney et al., 1984).
En las ltimas dcadas, en cambio, el inters por los registros
secuenciales, ha renacido en diversos campos de la investigacin.
Entre otros, en el de la psicologa. All han aumentado los estudios
que tienen como objetivos medir los efectos bidireccionales en la
interaccin nio-adulto (Levis y Rosenblum, 1974 en Gottman y
Bakeman, 1979). En los campos de la psicologa educacional y clnica
se han llevado a cabo numerosas investigaciones respecto de las
conductas agresivas, tanto en la escuela como en las familias
(McGrew, 1972; Raush, 1965; Patter-son, 1974 en Gottman y Bakeman,
1979).
El renovado inters por tcnicas secuenciales se acrecienta. En la
prctica, sin embargo, el registro y anlisis secuencial han probado
ser problemticos, acopiando una informacin que a menudo es difcil
de organizar con algn sentido Maccoby y Martin (1984 en Dowdney,
1984). Para Gottman y Bakeman (1979) antes de pretender realizar
investigaciones relativas a las secuencias de interaccin se
requiere del desarrollo de tcnicas estadsticas adecuadas para el
anlisis secuencial. Segn estos autores, a menudo los investigadores
que se han dirigido a estudiar este tema, no aplican tcnicas
estadsticas en el anlisis de los datos, quedndose en un nivel
meramente descrip-tivo; o bien cuando las usan no son aplicadas
consistentemente. De este modo algunas interrogantes de
investigacin pueden per-manecer no atendidas debido a que los
investigadores no for-mularn aquellas preguntas que no saben como
enfrentar.
Durante la etapa de recoleccin de la informacin secuen-cial,
previo a su anlisis estadstico, los investigadores tambin se han
topado con ciertas dificultades. Dowdney et al. (1984) citan las
que, a su juicio constituyen las principales, y que pueden
resumirse en tres.
Primero, hay una dificultad en decidir cuando una secuencia
comienza y cuando termina. En un sentido amplio, la observacin
total puede ser vista como una larga secuencia y, por ende,
dividirla en mini secuencias de tan slo unos pocos elementos
conductuales, tal vez resulta arbitrario. Por otro lado es
imposible evitar tener que adoptar una decisin acerca del nmero de
elementos conductuales que sern considerados para delimitar una
secuencia dada.
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Segundo, cuando se codifica una gran cantidad de conductas
distintas para cada participante, la cantidad de contingencias
secuenciales posibles se hace enorme.
Tercero, durante los episodios en que se estudia a la madre y el
nio, no responden reciprocamente sino que ms bien la conducta de
cada uno es en parte una secuencia auto generada Maccoby y Martin
(1984 en Dowdney, 1984).
Entre las estrategias de registro secuencial Dowdney et al.
(1984) describen tres: el anlisis cuasi-secuenclal, a partir del
cual se registran conductas sobre una base de intervalo de tiempo y
luego se analizan las interacciones madre-nio de acuerdo a cual
conducta ocurre en el mismo intervalo o en el Inmediatamente
subsecuente. Sin embargo, de acuerdo a estos autores tal
acer-camiento involucra supuestos que resultan incontrastables.
Una alternativa la constituye el registro continuo de series de
tiempo a partir del cual se registran todas las conductas en el
orden en el cual ocurren durante un periodo de tiempo
especi-ficado. Esto da lugar a una infomacin verdaderamente
secuencial, la que puede ser analizada de acuerdo a las
contingencias entre cualquier par de conductas consecutivas, o
sobre un flujo de elementos conductuales. Sin embargo tal mtodo de
registro meramente pospone la decisin de cuando la secuencia
comienza y cuando termina. Esta tcnica se ve afectada tambin por la
cantidad de combinaciones conductuales posibles de ser obser-vadas.
A medida que stas aumentan se hace prcticamente im-posible el
registrarlas (Dowdney et al., 1984).
Una tercera alternativa la constituye el registro secuen-cial de
eventos en la cual un evento predeterminado, definido
operacionalmente como "clave" sirven como seal para el comienzo de
una secuencia, en la cual el principio y el final est marcado por
un resultado previamente especificado por ejemplo el elemento
"clave" puede ser la conducta de desobediencia del nio que genera
una conducta de control por parte del padre o madre, y el fin de la
secuencia ser difinida como el momento en que el nio obedece. Tal
acercamiento es posible solamente cuando se conoce de antemano en
que tipo de secuencias se est interesado y el mtodo est
necesariamente limitado por el rango de eventos "clave". Sin
embargo posee la ventaja de que resuelve el problema de los limites
de las secuencias (Dowdney et al., 1984).
Las operaciones recien expuestas constituyen alternativas de
registro, las que arrojan distintos tipo de informacin. De acuerdo
a Gottman y Bakeman (1979 en Lamb, 1979) el tipo de informacin con
la que un investigador cuenta afectar la eleccin de la estrategia
de anlisis de tal informacin. Segn estos autores la informacin
apropiada para realizar un anlisis secuencial puede ser clasificada
en dos clases generales: discreta y continua. La continua resulta'
cuando el puntaje (o
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registro) de alguna variable continua (por ejemplo la
intensidad) se registra en cada intervalo de tiempo sucesivo. Tal
infor-macin, usualmente denominada informacin de serie de tiempo
(time-series data) son simplemente un conjunto de puntajes que a
menudo se representan con una linea de grfico.
La informacin discreta puede, a su vez, ser dividida en muchas
formas pero las que han sido mencionadas con mayor frecuencia en la
literatura son tres: a) la secuencia de eventos, a partir de la
cual se codifican el flujo de conductas como una secuencia de
eventos o conductas que son definidos de manera de ser mutuamente
excluyente; b) la secuencia de eventos por tiempo, con la cual
adems de codificarse las secuencias de las conductas o eventos se
registra la duracin de stas, es decir se introduce el factor tiempo
en la medicin; y c) la secuencias de eventos-mltiples por tiempo, a
partir de la cual la informacin se representa como una secuencia de
una serie de cdigos; cada serle representa a conductas que ocurren
dentro de un intervalo de tiempo (Gottman y Bakeman, 19 79 en Lamb,
1979).
No cabe en este punto detenerse a estudiar con mayor profundidad
las distintas tcnicas estadsticas que se han desarrollado para el
anlisis de la informacin secuencial. Este constituye un tema que,
por lo novedoso y complejo de su con-tenido, requiere de un
desarrollo y exposicin extensos. El objetivo de la presente
exposicin, ms bien, es la de dar una visin general de las
adaptaciones y cambios que ha sufrido el mtodo de observacin
naturalista, en funcin de las necesidades e intereses que se les
han ido presentando a los investigadores que trabajan en esta rea
de estudio.
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4. INSTRUMENTOS UTILIZADOS PARA LA OBSERVACIN
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Hemos visto que las diversas tcnicas de observacin poseen
limitaciones o ventajas en trminos del tipo y cantidad de
informacin que permiten obtener. En muchos casos, tales
limita-ciones o ventajas estn asociadas a los instrumentos que se
utilizan para la recoleccin de la informacin. La discusin versa
principalmente sobre el uso de instrumental poco sofis-ticado, que
no signifique una alteracin importante del contexto y no sea un
elemento distractor de los sujetos, versus una tecnologa ms
avanzada que, si bien resulta distractora, permite registrar ms
informacin y con mayor precisin.
Los instrumentos tradicionales usados por los etlogos han sido
el lpiz y papel, con los que realizan registros texuales de lo
observado. En el caso de que la tcnica utilizada sea de tipo de
muestreo por tiempo, se recurre, adems del papel y el lpiz, a un
cronmetro que permita ir haciendo mediciones precisas del tiempo.
El papel y lpiz permiten llevar un registro narrativo de los
detalles acerca de lo que se observa, es decir integra una gran
cantidad de informacin acerca del contexto, lo cual a menudo est
ausente, por ejemplo, en registros filmicos (Dunn y Kendrick, 1980;
Lamb, 1979).
Pero estos materiales se encuentran lejos de ser ptimos.
Presentan inconvenientes entre los que se destacan bsicamente
dos:
1. Dada la velocidad que puede alcanzar la interaccin entre
nios, hay muchas ocasiones en que el registro se ve retrasado en
relacin al ritmo natural de los hechos, especialmente cuando los
nios estn jugando o peleando vigorosamente.
2. El problema de la consistencia de los registros: un
entrenamiento intensivo preliminar no asegura que todos los item
sern registrados con la misma conflabilidad, ya que el estado de
alerta de un observador varia de dia a dia, o bien puede tener
puntos ciegos en algunos item que no quedan registrados de manera
reiterada.
Dado estos problemas, la tendencia ha sido recurrir a
instrumentos de tecnologa ms avanzada, que permitan registrar mayor
catidad de informacin, de un modo ms confiable y preciso. Una
primera solucin a la dificultad de captar con la tcnica del papel y
lpiz las interacciones verbales, ha sido la incor-poracin de
grabadoras (Smith y Connolly, 1980; Dunn y Kendrick, 1982, 1980).
La tecnologa ha permitido subsanar, en alguna medida, el problema
del efecto distractor al disear aparatos que pueden ubicarse en
lugares poco notorios y que poseen un radio de captacin del sonido
muy amplio. Tambin s'e han diseado disposi-
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tivos de mini grabadoras que se ubican en la ropa de los sujetos
observados (Tlzard et.al., 1982).
La grabadora se puede utilizar, adems, como un instrumento
indirecto de recoleccin de los datos. Es decir, no se graban
directamente las verbalizaciones de los sujetos, sino que el
observador, en vez de tomar notas, va narrando directamente a la
grabadora lo que observa. Esta forma de trabajo presenta la ventaja
de ser ms rpida que el registro a mano, adems que no fuerza al
observador a desviar la vista de los sujetos. Sin embargo, adems
del problema de la consistencia de los registros, mencionada
anteriormente, resulta trabajoso hacer las transcrip-ciones de lo
grabado (Leach, 1972). Una alternativa a este instrumento, es el
registrador de eventos. Consiste en una mquina en la cual se
ingresa la informacin ya codificada, la que va directamente a una
cinta programada para analizarla (Leach, 1972).
Las filmaciones han sido utilizadas principalmente para asegurar
codificaciones refinadas de una informacin detallada acerca de
secuencias conductuales o bien para medir conflabilidad de las
observaciones (Lamb, 1979). Sin embargo, a menos que stas se
realicen en contextos experimentales - donde las fumadoras son un
elemento ms de toda la indumentaria o bien donde stas puedan ser
ocultadas en salas de observacin unidireccional - no resultan muy
recomendables, puesto que se transforman en elemen-tos muy
perturbadores y poco naturales. A todo ello hay que sumar el hecho
de que, como se. dijo, la informacin relativa al contexto queda
afuera de las filmaciones.
Se puede concluir en este punto que, tal como ocurre con las
diversas tcnicas y mtodos diseados para el estudio de la conducta
de los seres humanos, an no se ha creado un instrumento ideal que
supere todas las limitaciones. Pareciera, ms bien, que la solucin
est en la consideracin detenida de las caracters-ticas especificas
de cada problema en particular, de cada muestra particular y de
cada contexto particular. Asi mismo, resulta esencial flexibilizar
las opciones y considerar la posibilidad de complementar el uso de
las diversar tcnicas, mtodos e ins-trumentos.
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5. EL MTODO DE OBSERVACIN V/S OTROS MTODOS EM EL ESTUDIO DE NI
ftOS
El mtodo de observacin ha probado ser muy til para estudiar a
preeacolares y recin nacidos. Permite observarlos en lugares
medianamente standars, y, comparativamente con los adultos, es
menor el efecto perturbador de la presencia de un observador (Smith
y Connolly, 1972).
Adems de poder observar la conducta de los nios en loa contextos
donde naturalmente se desarrolla, el mtodo de obser-vacin
naturalista permite extraer los datos de un modo ms cercano al
acontecer real de los fenmenos en estudio. Esto constituye una
ventaja importante sobre otros mtodos y se relaciona con la validez
de lo que se pretende medir.
Como ya se mencion, el mtodo de observacin extrae la informacin
sin mayores categorias a priori, ms bien construye tales categorias
basndose en las observaciones. Esto le otorga cierta flexibilidad
frente al marco terico que respalda o guia una investigacin dada.
De acuerdo a Blurton-Jones (1974), a pesar de que los estudios
etolgicos revisten cierta incertidum-bre en cuanto a la seleccin
del material bruto, no significa que debamos volver a una
incertidumbre an mayor relacionada con categorizaciones intuitivas
y no probadas y tratarlas como si tuvieran el mismo grado de
realidad que las categorias registra-das a partir de las
observaciones.
Tales caractersticas del mtodo, sin embargo, no son una garanta
de que lo que se observa es realmente la informacin que se necesita
para comprender una conducta, un rasgo de per-sonalidad, la
conducta de un grupo, etc.
Una apreciacin ms realista permite concluir que loe diversos
mtodos entregan informacin en distintos planos, y que las ventajas
de uno sobre otro estarn determinadas por carac-tersticas tales
como lo econmico que resulte un mtodo en comparacin con el otro, lo
confiable de la informacin propor-cionada, la cobertura de reas
evaluadas, etc.
Hedinnus (1976) describe cuatro mtodos comunmente usados para
medir a nios y los compara con el mtodo de observacin: a)
Cuestionarios e inventarios; b) Tcnicas de medicin de la
personalidad y Pruebas psicomtricas; c) Entrevistas y d) Escalas de
evaluacin. Adems de estos cuatro mtodos se revisarn brevemente los
estudios experimentales de laboratorio, puesto que constituyen otra
forma de estudiar a los nios en su realidad psicosocial.
Una comparacin comn a la que se , somete al mtodo de observacin
y los otros mtodos mencionados se refiere al
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costo/tiempo que cada uno de ellos supone. En general, se puede
decir que los mtodos mencionados poseen la ventaja, sobre el mtodo
de observacin, de obtener gran cantidad de informacin, cubriendo
distintas reas de funcionamiento, en periodos cortos de tiempo. Lo
anterior ha llevado a que se los caracterlze por ser econmicos.
El mtodo de observacin rescata informacin relativa a los
procesos a travs de los cuales de desarrollan las conductas. Por
esta razn requiere de un tiempo mnimo de recoleccin a fin de que
las observaciones sean representativas. Para lograr este propsito)
se hace necesario, adems, obtener muestras de obser-vacin en
diversos contextos temporales y espaciales, donde se observan las
conductas, lo cual tambin significa un consumo elevado de
tiempo.
El factor costo/tiempo se refiere, tambin, a la posibilidad que
se tiene de extraer la informacin en una muestra grande de sujetos.
Este es el caso de los mtodos que pueden ser autoapli-cados. Con
tales se requiere un nmero reducido de examinadores al mismo tiempo
que se cubre una muestra de sujetos considerable en lapsos breves
de tiempo.
a) Cuestionarios e inventarios
De acuerdo a Kerlinger (1973), los cuestionarios e inventa-rios
poseen la ventaja de arrojar informacin relevante en trminos de
cantidad y de calidad. A su vez esto permite, segn Medinnus (1976),
realizar una variedad de comparaciones. La autora sostiene que los
cuestionarlos arrojan una informacin que no es directamente
observable.
Tanto los cuestionarios como el mtodo de observacin presentan
problemas respecto al muestreo de conductas que resultan de la
naturaleza de recoleccin de la informacin propia de cada uno. Los
cuestionarios pueden captar con mayor facilidad hechos de escasa
ocurrencia, pero significativos, los cuales se pierden en las
observaciones de muestreo por tiempo. Por lo tanto, ponen un nfasis
relativamnete mayor a eventos sobresa-lientes (Hlnde, Easton y
Meiler, 1984). Estos autores sostienen, por otro lado, que los
sesgos o preconceptos afectan menos a la informacin observacional
que a los cuestionarios.
El problema mayor que presentan los cuestionarios es que
dependen mucho de que el individuo desee o no divulgar cierta
informacin y de lo difcil o incmodo que le puede resultar responder
a ciertas preguntas. En ltima instancia, esto afecta a la validez
de lo que se intenta medir (Medinnus, 1976; Kerlinger, 1973).
En trminos metodolgicos, Hinde, Easton y Meiler (1984) sostienen
que mientras ms acuerdo se pretende encontrar con
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respecto a los i temes de un cuestionario - y por lo tanto ms
confiable es el instrumento-, ms limitados sern respecto de las
conductas que podran ser estudiadas.
Sin embargo, tales autores opinan que la utilidad relativa de
uno u otro mtodo no debera medirse solamente por lo econ-mico que
resulta o por el acuerdo que hay entre los distintos evaluadores.
Se inclinan por adoptar una posicin eclctica y objetiva basada en
la evidencia de que un mtodo es ms adecuado para medir un tipo de
conductas y el otro resulta ms adecuado para medir otro tipo de
conductas.
b) Medicin de la personalidad y Pruebas psicomtrlcas
Estos mtodos han sido diseados para explorar distintas reas de
funcionamiento de la persona, lo cual permite comprender al nio en
varias dimensiones.
En la medida en que la validez y conflabilidad es probada en
estos mtodos, adquieren un poder importante de prediccin de la
conducta en reas tales como el logro escolar (Medinnus, 1976).
Medinnus (1976) sostiene que, sin embargo no eliminan fcilmente
muchos factores de la situacin de prueba que pueden afectar el
desempeo del nio. Entre ellos menciona la motivacin, la ansiedad,
la relacin entre el examinador y el nio, etc. Al respecto, el mtodo
de observacin, si bien inlcialmente puede generar respuestas
influenciadas por el temor, la vergenza, la inseguridad, luego se
produce la habituacin a la presencia del observador. Ello
constituye una ventaja de este mtodo frente a las situaciones
artificiales o de prueba en que se mide a las personas con los
otros mtodos.
c) Entrevistas
En un estudio realizado por Dunn y Kendrlck (1982), se examin y
compar la informacin proveniente de la observacin directa de los
nios con la entregada por las entrevistas y se encontr una cantidad
considerable de acuerdos entre las dos fuentes de datos.
Sin bien las entrevistas son tiles para estudiar la relacin
padres-hijos, presentan algunos problemas. El mayor es el provocado
por el hecho de que, generalmente, estn dirigidas a las madres,
quienes, sobre todo en el nivel socio econmico medio y alto,
tienden a dar respuestas extremadamente egocntricas y afectadas por
valoraciones y tabes acerca de lo que es con-siderado como
esperable y aprobable en su relacin con los hijos (Medinnus,
1976).
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Richarde y Bernal (1972), en un estudio que realizaron acerca de
la relacin madre-hijo, observaron que muchas veces la informacin
requerida por los entrevistadores podia olvidarse o verse
distorsionada por el deseo de calzar con lo que pensaba eran sus
expectativas. Esto constituye una fuente importante de sesgo. La
dificultad ms serla que resulta de este hecho es que el mtodo mismo
no arroja suficientes claves que permitan discriminar a aquellas
madres que conscientemente dan infor-maciones inexactas, o ms an,
discriminar las reas en las cuales esto ocurre (Medinnus, 1976). Al
respecto, Medinnus (1976) constat que el mtodo de observacin
permite discriminar con mayor precisin que en las entrevistas a las
madres "defensivas".
d) Escalas de evaluacin
Las escalas de evaluacin constituyen un instrumento a partir del
cual un observador ubica al objeto evaluado en una categora o
continuo, a la que se le ha asignado un nmero.
Medinnus (1976) sostiene que esta tcnica sirve para resumir las
observaciones, con la ventaja de arrojar puntajes cuan-titativos,
lo que permite medir una variedad de dimensiones de un individuo.
Dado que el supuesto que subyace a esta tcnica es que la
personalidad est compuesta por una diversidad de rasgos
medianamente discretos, poder medirlos hace posible comprender y
explicar el comportamiento de un individuo dentro de un marco ms
global e integrado que resulta ser este concepto de
personalidad.
De acuerdo a Hinde, et.al (1984), el uso de las escalas de
evaluacin consume menos tiempo y provee un rango ms amplio de
informacin que el muestreo por tiempo del mtodo de observacin. Sin
embargo, plantean una reserva importante que se relaciona con las
teoras acerca de la personalidad que los evaluadores pueden
sostener implcitamente cuando evalan a una persona. Estos autores
confirmaron tal opinin en un estudio donde observaron a un nio que
pasaba gran parte del tiempo solo y que habla sido evaluado (rated)
como estando frecuentemente desocupado o, por el contrario, como
hablando mucho con otros nios, lo que en la realidad no hacia. Esto
se relaciona con problemas que las escalas de evaluacin pueden
tener en cuanto a conflabilidad y validez.
Gipps (1982), por ejemplo, sostiene que las evaluaciones acerca
de la conducta de los nios hechas por los profesores pueden no
corresponder con la conducta observada en un contexto natural. Por
otro lado, los juicios que ellos hacen pueden ser relativos ya que
cada profesor mide a sus nios de acuerdo a su propios standars.
Asi, por ejemplo, las evaluaciones "bien ajustadas" en una rea
pobre y que trata a nios con problemas, no tendr necesariamente el
mismo significado que las evaluado-
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ns de un profesor que trata con nios de clase media. Uoodhead
(1976b) y Chazan et al. (1976, 1977 en Gipps, 1982), por su parte,
encontraron diferencias en el estilo de evaluacin de loa
profesores, puesto que algunos de ellos partan desde una linea base
ms baja que otros. Estos autores consideran que tales diferencias
en el standard de los juicios entre profesores es inevitable y que
slo se puede pretender tomar algunas medidas para minimizar este
problema.
La evidencia expuesta concuerda con dos criticas importantes que
Blurton-Jones (1972) plantea con respecto a las escalas de
evaluacin. Sostiene, por un lado, que las dimensiones con las
cuales un nio es evaluado estn muy ligadas a las corrientes o
teoras psicolgicas a las que se adscribe el evaluador, y con las
cuales el nio debe calzar. Por otro, lado el concepto que se tiene
de normalidad afectar el proceso de evaluacin. Para este autor, tal
concepto rara vez especifico.
Ahora bien, a pesar de que las escalas de evaluacin poseen estas
desventajas - adems de que se ha comprobado que es uno de los
mtodos ms subjetivos-, Lytton (1973) encontr, contrarian-do las
expectativas, que en comparacin con otros, ste prob tener la mayor
utilidad heurstica. Los resultados alcanzados por Emmerich's (1964)
son, de alguna manera, consistentes con este hallazgo. En su
investigacin mostr que las mediciones de dependencia basadas en
observaciones no se agrupan claramente, mientras que en las escalas
de evaluacin si lo hacan. De todos modos, estos autores opinan que
es necesaria una discusin ms detenida acerca de por qu las escalas
de evaluacin producen un mayor nmero de correlaciones
significativas.
Como ya se seal, constituye una utopia pretender contar con una
herramienta o mtodo que responda a todas las interrogan-tes
generadas en una investigacin. Una posicin ms realista acepta que
cada uno de los mtodos disponibles entrega un cuadro parcial -
muchas veces sesgado - acerca del objeto de estudio. Por ello, la
tendencia ha sido usar los diversos mtodos de modo complementarlo,
posibilitando de paso un proceso de recoleccin de la informacin ms
exhaustivo. En la prctica, los dos recin comentados - entrevistas y
escalas de evaluacin - se han utilizado a menudo como complemento
del mtodo de observacin (Dunn y Kendrick, 1982).
e) Estudios experimentales de laboratorio
Los estudios experimentales de laboratorio no constituyen un
mtodo o instrumento de medicin en si mismos. Representan ms bien un
modo de extraer informacin a partir de un diseo experimental.
Dependiendo de los objetivos de la investigacin se decide, entre
otras cosas, acerca de los instrumentos y mtodos que sern
utilizados para extraer la informacin.
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La situacin experimental recrea una condicin analogable a lo que
se vive cotidianamente. Sin embargo, el requisito de control de
variables y el contexto donde se realizan le otorga un carcter
artificial. Lytton (1973) encontrar que la mayor precisin y
conflabilidad de las medidas obtenidas en una situacin experimental
- en su experiencia, una sala de juegos-no daba lugar a una validez
que permitiese generalizar los resultados obtenidos. Segn Lytton
(1973), una explicacin plausible para la falta de validez de los
hallazgos derivados de una situacin experimental es que los nios se
comportan atiplca-mente, debido a que se ven intimidados por el
contexto extrao a su habitat natural.
Una de las metas implcitas de los estudios experimentales de
laboratorio es la de igualar las condiciones del contexto-controlar
las variables independientes- a partir de las cuales se evalan a
los distintos sujetos experimentales. Esto permite compararlos en
su comportamiento, el que generalmente es tratado como la variable
dependiente. Tales procedimientos estn dirigi-dos a controlar, en
cuanto es posible, las variables intervinien-tes que pudiesen
explicar la variabilidad entre los sujetos.
De acuerdo a Dunn y Kendrick (1982), la comparacin de distintos
sujetos bajo circunstancias controladas provee un grado de
estandarizacin que se pierde al observar a estos nios en sus
hogares - cada hogar varia substancialmente en comparacin con
otro-. Sin embargo, son justamente estas diferencias en las
experiencias normales de los nios las que, de acuerdo a Dunn y
Kendrick (1982), se desea ms que nada estudiar. Lo ltimo junto a
los antecedentes anteriores habla en favor de las observaciones
naturalistas que se realizan en contextos naturales y familiares
para los nios.
Como se ha visto, las ventajas y desventajas de los distintos
mtodos de medicin estn relacionados fundamentalmente con su
conflabilidad y validez. Cabe detenerse en este punto a fin de
analizar el mtodo de observacin desde tal perspectiva. En el mbito
de Investigacin se le ha prestado mucha atencin a este aspecto de
la metodologia ya que la validacin de los mtodos con que se extrae
la informacin otorga un status cientfico y un lenguage comn a
distintas disciplinas.
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6. CONFIABILIDAP T VALIDEZ DEL HETODO PB OBSERVACIN 26
Un aspecto inherente al trabajo de investigacin cientfica es la
conflabilidad y validez de los instrumentos que se utilizan para la
obtencin de informacin. Al hablar de un instrumento confiable,
habltualmente se hace referencia a aquel que es estable y
predecible, es decir que arrojar resultados similares en distintas
mediciones bajo las mismas condiciones. La con-flabilidad de un
instrumento supone, adems, la cualidad de precisin, es decir,
constituye una medida para controlar el sesgo de la informacin
arrojada. Por instrumento vlido habl-tualmente se entiende aquel
que, en la prctica, efectivamente mide aquello que pretende medir
(Kerlinger, 1973).
Cuando se hace referencia a la predictibilidad de un
instrumento, generalmente se alude a la capacidad que ste tiene de
repetir la informacin obtenida en una investigacin dada. En el
mtodo de observacin, en particular, esto equivale a decir que,
controladas una serie de condiciones, se esperarla que un
observador en otro laboratorio, - incluso en otro
continente-pudiese llegar a similares conclusiones. De este modo,
la informacin proveniente de una observacin se puede tratar como
una rplica de otra, o bien considerar al observador como una
variable independiente en el diseo experimental.
Desafortunada-mente esto no ha ocurrido asi en la mayora de los
estudios observacionales en nios (Blurton-Jones, 1974).
A pesar de lo frecuente que se ha tornado el uso del mtodo de
observacin, especialmente en reas de psicologa educativa, evolutiva
y clnica, si no se utiliza en forma apropiada, fcilmente puede
arrojar una informacin sesgada. Las fuentes ms comunes de ellas son
los sujetos bajo observacin y la forma en que se recolectan,
analizan, interpretan y evalan los datos.
De acuerdo a Hollenbeck (1978), la mayora de los inves-tigadores
que trabajan con el mtodo de observacin han debido enfrentar el
problema de la conflabilidad. No obstante, el hecho de que sta
supone una serle de cualidades distintas - tales como la precisin,
estabilidad, predlctlbllidad - e Involucra, en el caso de mtodo de
observacin las condiciones bajo las cuales se llevan a cabo las
mediciones, ha llevado a que ellos la entiendan de diferentes
maneras. Esto ltimo puede conducir eventualmente a interpretaciones
erradas.
De acuerdo a Smith y Connolly (1972), la conflabilidad depende
bsicamente de tres factores: a) La consistencia con la cual el
comportamiento observado es registrado por el observador, b) La
estabilidad intrnseca del comportamiento observado y c) Lo adecuado
de la muestra.
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27
Para garantizar la obtencin de una informacin mnimamente
confiable en el uso del mtodo de observacin, se ha diseado una
serie de medidas, siendo una de las ms frecuentes la del porcentaje
de acuerdos entre observadores, seguido del coefi-ciente d
correlacin inter-observador y del mtodo de bipar-ticin. Este ltimo
se obtiene de la correlacin de los puntajes de dos muestras
iguales, los cuales provienen usualmente de la biparticin par-impar
de los registros de las observaciones (Smith y Connolly, 1972).
En la prctica, el mtodo de acuerdo entre observadores consiste
en un entrenamiento intensivo, cuyo fin es obtener un acuerdo del
90% o ms entre dos o tres observadores, acerca de lo que observan.
A menudo, este entrenamiento dura semanas o an meses (Smith y
Connolly, 1972).
El entrenamiento tambin tiene como objetivo la adquisicin de
ciertas habilidades que, en conjunto, caracterizan a un "buen
observador". Blurton-Jones (1974), entiende por tal a una persona
que, ms all de tener la habilidad para mirar bien y rpidamen-te, es
capaz de concentrarse, de mantenerse alerta y activa frente a los
eventos en la periferia, y adems tiene la habilidad para
desarrollar un tipo de selectividad. Sylva, Roy y Painter (1980),
por su parte, sostienen que la habilidad de concentrarse y la
capacidad de resumir escenas complejas en pocas palabras son
necesarias para tener un recuento confiable de los eventos.
Aseguran que para desarrollar tales habilidades toma semanas de
entrenamiento.
Este entrenamiento, sin embargo, no garantiza un mayor o menor
porcentaje de acuerdo entre distintos observadores. Smith y
Connolly (1972) sostienen que sin l, no existe razn para que el sea
ms bajo y que slo se podra esperar que luego de un entrenamiento
suficiente, dos observadores estn en condiciones de compartir sus
respectivas interpretaciones.
La conflabilidad, medida a partir del porcentaje de acuerdos,
concierne al grado en que los observadores utilizan el mismo umbral
de reconocimiento para una conducta particular. De acuerdo a
Dovdney et al. (1984), esto es especialmente importante cuando las
conductas no tienen un corte natural y, por lo tanto, las
decisiones acerca de las codificaciones dependen, en gran medida,
de la claridad de la conducta. Ciertamente, como Yarrow y Uaxler
(1979) han notado, una de las fuentes ms serlas e inflexibles de
baja conflabilidad en los estudios observaclonales es la tendencia
de algunos observadores a "ver" ms conductas o a verlas en
segmentos ms finos que otros.
El acuerdo entre los observadores se busca como medio para
lograr un consenso y, por lo tanto, para alcanzar una mayor
objetividad. De este modo, de acuerdo a Schaf fer (1977), se
asume
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28
una realidad cientfica donde la observacin no es ms que la
apreciacin visual de un observador.
Sin embargo, en opinin de O'Leary y Kent (1973 en Kot-liarenco,
1980), la obtencin de niveles elevados de acuerdo no elimina la
posibilidad de sesgo en el registro compartido entre observadores.
Se ha encontrado que el proceso de registro puede verse interferido
por muchos factores. Para Johnson y Bolstad (1973) el problema de
lograr un acuerdo entre observadores est determinado, en gran
medida, por el contexto donde la observacin se lleva a cabo. Estos
autores comprobaron que el logro de un nivel adecuado de acuerdo
entre observadores es ms difcil en contextos naturales tales como
el hogar. Lyton (1973) en cambio no encontr diferencias en el nivel
de acuerdo alcanzado en la casa y en el laboratorio, sin embargo el
tiempo requerido para alcanzar el acuerdo en ambos contextos era
distinto.
Adems del contexto donde se lleva a cabo la observacin, se ha
evaluado una serle de factores que afectan, en algn grado, la
conflabilidad de las mediciones medida a travs del acuerdo entre
observadores. Una medida general que proponen Kent et al. (1977)
para manejar el problema del sesgo en la informacin es realisar
mediciones de conflabilidad continuamente. Las rotacio-nes
sistemticas de los observadores a lo larso de las con-diciones
experimentales asegurarla, de acuerdo a estos autores, que las
diferencias en los registros no exageran o encubren los efectos que
derivan del momento en que se efectan las distintas experiencias.
Si a lo largo de la etapa de recoleccin de informacin no se
realizan chequeos consistentes de la con-flabilidad de los
observadores con un criterio estable, los registros en momentos
diferentes no pueden ser comparables.
Uno de los factores que se han evaluado en trminos del grado en
que afectan a la conflabilidad entre los observadores es el
conocimiento que stos tienen de lo que se est midiendo. Al
respecto, Romanczyck et al. (1973) encontraron que las medidas de
conflabilidad estn consistente y substancialmente infladas por este
factor. De acuerdo a Scott (1967) se han alcanzado diferen-tes
niveles de acuerdo de observadores cuando se compara a observadores
"informados" y "desinformados", siendo los niveles ms altos para
los ltimos.
De modo de hacer posible el anlisis de la informacin recolectada
por este mtodo, es necesario construir categoras que agrupan las
unidades de conducta. Tanto la adecuacin y claridad de la definicin
de tales unidades, asi como la cantidad y complejidad de las
categoras, son factores que tambin afectan el logro del acuerdo
entre los observadores. Segn Kerlinger (1973), al disminuir la
ambigedad de las definiciones se aminora el peso de las
interpretaciones que recae en el observador.
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29
La complejidad de las conductas tambin ha sido tratada como una
posible fuente dlstractora en el proceso de recoleccin de la
informacin. Jones et al. (1975) descubrieron evidencia de que la
conflabilidad inter-observador no es una caracterstica estable de
las datos observaclonales, sino que cambia en funcin de la
complejidad de las conductas registradas. Encontraron que la
complejidad variaba sistemticamente dentro de los sujetos a lo
largo del tiempo, entre los sujetos y entre tipos especficos de
situaciones.
Otro factor que afecta el acuerdo inter-observador es el tamao
del intervalo de observacin (Repp et.al. 1976). En la medida en que
ste aumenta, el porcentaje de acuerdo tiende a disminuir..Si crece
el nmero de respuestas registradas por cada observador en un
intervalo, la oportunidad para el desacuerdo tambin crece.
Con respecto a la cantidad de conductas, tambin se han
encontrado diferencias cuando se estudian las que ocurren con
distintas frecuencias. La probabilidad de acuerdo son mayores para
aquellas conductas de muy alta o muy baja frecuencia (Hollenbeck,
1978).
La frecuencia de las conductas mirada como un elemento que
afecta el grado de acuerdo entre los observadores, ha concitado las
mayores criticas en torno este mtodo. Yelton et al. (1977),
sostienen que dado que el porcentaje de acuerdo puede variar con la
frecuencia, el acuerdo de observadores no serla estable a lo largo
del tiempo si la frecuencia de conductas cambia sustancial-mente en
el transcurso de las fases experimentales.
Estos autores describen otras dos debilidades del mtodo:
1. La decisin de incluir o no el acuerdo acerca de la no
ocurrencia de conductas puede afectar drsticamente el porcentaje de
acuerdos obtenido.
2. Porcentajes similares de acuerdo no reflejan necesariamente
acuerdo, ya que la cantidad de ellos que pueden haber ocurrido por
azar no son considerados.
A partir de las debilidades mencionadas, se puede notar que la
critica recae principalmente sobre el fundamento estadstico del
mtodo, es decir al acuerdo medido a partir de un frmula porcentual
:
Nmero de acuerdos
Nmero de acuerdos + Nmero de desacuerdos
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Dada estas crticas, Yelton et al. (1977) proponen un enfoque
alternativo al porcentaje de acuerdo entre observadores, que
consiste en computar la probabilidad de que dos observadores estn
de acuerdo un nmero determinado de veces. Esta propuesta, basada en
la teoria de la probabilidad, toma en cuenta la tasa de conductas,
la definicin de acuerdo y la suficiencia del acuerdo de
observadores.
A diferencia del porcentaje de acuerdo, la frmula de
proba-bilidad es sensitiva a la cantidad de intervalos de
observacin. La probabilidad de obtener por lo menos A acuerdos en N
interva-los es ms alta que la probabilidad de obtener 2A acuerdos
en 2N intervalos. La principal ventaja que tiene esta frmula sobre
el porcentaje de acuerdos es que arroja la probabilidad exacta de
obtener al menos cualquier nmero dado de acuerdos, junto con
considerar, dentro de un nivel aceptable de acuerdo, la
probabi-lidad de que algunos ocurran por azar.
Cabe concluir el tema precedente citando a Smith y Connolly
(1972) quienes formulan una crtica que, si bien es evidente,
resulta concluyente. Estos autores sostienen que el mtodo de
acuerdo entre observadores resulta necesario en aquellas
circuns-tancias en que varios observadores deben recolectar datos
para una misma investigacin. En el caso de que slo un observador
realice las principales observaciones, tal medio para lograr la
conflabilidad del instrumento estara sobrevalorado. Esta crtica
llama a adoptar una actitud de autocrtica y reflexin continua en el
mbito del quehacer cientfico, de tal manera de que las decisiones
que se adopten en un punto de una investigacin resulten de un
cuestionamiento detenido acerca de los procedi-mientos
acostumbrados para abordar un problema dado.
Como se dijo al principio de este punto, para la eleccin o
construccin de un instrumento, junto su conflabilidad otro aspecto
importante a considerar es la validez de ste. Es decir, en qu
medida el instrumento sirve para medir lo que se pretende
medir.
Para Dowdney et al. (1984), en un sentido la informacin
proveniente de las observaciones son intrnsecamente vlidas, en la
medida que las conductas han sido observadas cuando ocurran. Por lo
tanto, la posibilidad de que surjan problemas de relatos sesgados o
selectivos, como puede ocurrir con las entrevistas. Sin embargo,
para estos autores persisten interrogantes importan-tes. El primero
es cuan representativa o caracterstica de un patrn de interaccin
dado es la conducta observada durante una sesin de observacin
especifica. El segundo es en qu medida la medicin provee una
diferenciacin adecuada de la familia. El tercero plantea hasta qu
punto la medicin se relaciona con o predice una diferenciacin
adecuada de otros aspectos del funcionamiento familiar.
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31
Se han adoptado una serie de medidas para despejar, en algn
grado, estos interrogantes y, por lo tanto, para asegurar una mayor
validez. Van desde la comparacin de los datos extrados a partir de
distintos instrumentos diseados para evaluar el mismo fenmeno,
hasta estrategias especificas asociadas a la obser-vacin. Yarrow y
Uaxler (1979) por ejemplo, detectaron que una muestra de conductas
de una hora o ms es necesaria para proveer una medida estable
acerca de las interacciones padre-hijo. Asi mismo, el hecho de no
alterar las condiciones naturales del contexto en que se va a
observar y de pedirle a los sujetos que acten lo ms naturalmente
posible, maximiza la probabilidad de que la conducta observada sea
representativa de tales conductas, como ordinariamente ocurre en
tales contextos (Dov/dney et. al. 1984).
El mtodo de observacin no se limita al acto de observar las
conductas en un contexto determinado, sino que, como ya se ha
visualizado, supone un proceso cuidadosamente diseado en torno a
una investigacin especfica. Cada vez que se pretende estudiar, por
ejemplo, una conducta utilizando este mtodo, se debe elaborar un
instrumento ad hoc a la realidad estudiada.
Como una manera de enriquecer esta presentacin, resulta
interesante exponer aqu la discusin que Blurton-Jones y Uoodson
(1979) sostienen en torno al tema de la validez. Para ellos, la
forma etolgica de describir la conducta permite probar ms supuestos
bsicos que otros mtodos, y esta caracterstica resulta ms til que la
validez, tal como usualmente se la define. La "face validity" se
refiere simplemente al grado en el cual un mtodo refleja las
preconcepciones personales. La "validez de constructo" - grado en
que el instrumento mide lo que la teora postula-, a menudo no es
mejor. Para estos autores, si por ejemplo, se valida una medida
midiendo su capacidad de discriminar entre dos grupos, se est
meramente demostrando su asociacin con cualquiera que hubiese sido
el criterio para discriminar los grupos. Las nuevas medidas pueden
no ser ms vlidas que los criterios previamente usados. Cualquier
tcnica de validacin como sta slo define una nueva medida y, por lo
tanto, es en parte redundante - si mide algo que ya ha medido, por
qu tener una nueva medida. Blurton-Jones y Uoodson (1979)
concluyen:
"El considerar importante a esta clase de validacin conduce
inevitablemente a una psicologa fosilizada, en la cual est excluido
cualquier escape de las reas corrientemente investigadas."
(ppl03)
Para estos autores no existe validez absoluta en ninguna medicin
dentro de la ciencia y sostienen que la obsesin de la psicologa con
la validez y la conflabilidad.. .
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"...ha derivado de su confusin de interrogantes y del intento
consecuente de disfrazar primariamente conceptos subjetivos con una
falsa aura de objetividad, y del ais-lamiento de grandes reas de la
psicologa de sus preguntas prcticas." (ppl03)
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7. CATEGORAS Uno de los aspectos fundamentales en las
investigaciones
donde se usa el mtodo observaclonal es la asignacin de
conduc-tas a categoras. Este procedimiento, si bien introduce un
carcter artificial, dado que violenta la continuidad esencial y de
gran complejidad de la conducta humana, resulta indispensable en la
medida que sta es prcticamente inagotable en cuanto a todas las
posibilidades de anlisis que ofrece (Hartup, 1979).
El uso de las categoras - llamadas tambin catlogos de conductas
- se fundamenta en que habran patrones motores que pueden ser
observados repetidamente. Este hecho permite realizar un registro
ms sistemtico de la conducta y, por lo tanto, brinda la posibilidad
de realizar estudios objetivos acerca de sta (Blurton-Jones y
Uoodson, 1979).
Cualquiera sea el tema central de una investigacin, cada
investigador depende de la eleccin de un sistema apropiado para
clasificar la conducta. Un primer problema que enfrentan
inves-tigadores que utilizan el mtodo de observacin es decidir
cuanto registrar y qu clase de cosas. Para dar un ejemplo, una
conducta definida como la de apego puede ser observada en la
relacin del nio con su madre en trminos de las distancias fisicas
entre ambos, las posiciones que ocupan en una sala, las miradas,
las demandas verbales, el tono de voz usado, gestos, las
expresiones emocionales, etc. La observacin de esta conducta, por
lo tanto, supondr una eleccin previa de sus aspectos ms
relevantes.
Al respecto, Blurton-Jones y Uoodson (1979) opinan que una
aspecto fundamental dentro del estudio de las relaciones
inter-personales es describir "quin hace qu a quin" y, ms bsico an
resulta decidir cmo se describir el "qu" del "quin hace qu a quin",
lo cual est estrechamente relacionado con la construccin de
catlogos de conductas.
De lo dicho se desprende que las categoras cumplen el fin de
guiar, ordenar y resumir las observaciones, en cuanto al modo en
que se manifiesta una conducta dada en el "mundo real" (Blurton
Jones y Uoodson 1979), asi cmo tambin al modo de analizar esta
conducta, en sus aspectos ms representativos.
Resulta indispensable, sin embargo, mantener una actitud alerta
en torno al peligro que significa que una conducta dada quede
limitada a una categora fija, definida a priori, y, por lo tanto,
donde finalmente se antepone la teora por sobre la realidad misma.
Segn Henzel (1979), lo que se necesitarla para enfrentar este
problema son tcnicas que sirvan para registrar eventos que permitan
descubrir el punto de vista correcto y las categoras ms apropiadas.
Sylva et.al. (1980) por ejemplo, en sus investigaciones, han
flexibllizado el proceso de registro de la informacin, al no
limitarse al set de categoras preselecclo-
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nadas. Adems de registrar sistemticamente ciertas conductas y
eventos, los observadores estn libres para agregar a una lista
previa cualquier cosa que les parezca relevante en cuanto al objeto
de estudio.
En esta misma linea, parece muy significativo el hecho de que,
previo a la construccin de categoras, se desarrolle una lista
detallada y extensa de aspectos observables de la conducta humana,
que permita examinar de manera realista un rango amplio de
combinaciones y disposiciones de conductas en sistemas funcionales
cuya naturaleza y complejidad puede ser imposible de etiquetar con
conceptos cotidianos o con entidades tericas derivadas de ellas
(Blurton-Jones y Uoodson, 1979).
Justamente, el apego a tales conceptos y teoras constituyen una
de las causas de la falta de consenso en torno a los crite-rios que
deberan ser adoptados para la construccin de catego-ras y, por
ende, para la determinacin de unidades bsicas de observacin. En
este sentido, diversos autores han formulado nociones generales
acerca los requisitos que debiesen cumplir las categoras de
observacin. Kerlinger (1973), por ejemplo, propone dos requisitos:
las categoras deben ser exhaustivas y mutuamente exclusivas.
Para cumplir con la condicin de exhaustividad, se debe definir,
en primera instancia, el universo de conductas que sern observadas.
Su magnitud varia dependiendo, en gran parte, del problema y
objetivo definido por la investigacin. As, el rango de
posibilidades va desde variables tan amplias como la efec-tividad
del profesor, hasta tan restringidas como la agresividad, la cual
puede requerir slo dos o tres subcategorias (Kerlinger, 1973).
Leach (1972), por su parte, considera que las unidades
conductuales elegidas para un estudio deben ser fcilmente
definibles y, de este modo, susceptibles de ser reconocidas y
utilizadas por otros Investigadores. As mismo se esperara que stas
fuesen significativas en trminos psicolgicos, es decir, itemes
conductuales que ocurran en combinaciones y patrones que estn en
estrecha asociacin con conductas que los anteceden o sean
posteriores a ellos en el tiempo (Blurton-Jones y Uoodson,
1979).
Menzel (1979) y Leach (1972) entre otros, sostienen que el
consenso de criterios para elegir las unidades bsicas y
signifi-cativas de conductas no slo se debe dar entre
investigadores conductuales, tambin deberla haber un acuerdo con
bilogos quienes llaman la atencin sobre importantes consideraciones
evolutivas acerca de la conducta.
La eleccin de los aspectos ms relevantes de una conducta est
directamente relacionada con la validez del instrumento.
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especficamente con la validez de contenido que se define como la
representativldad del contenido - la substancia, la materia, el
tema- del instrumento de medicin (Kerlinger, 1973 pp458).
Kerlinger (1973) sostiene que la validacin de contenido est
guiada por la pregunta: Es la sustancia o el contenido de esta
medicin representativa del contenido o del universo del contenido
de la propiedad medida?. Este autor suguiere, adems, que, en la
medida que cualquier propiedad psicolgica o de orden educativo
poseen un universo terico de contenido, que consiste en todas las
cosas posibles de ser actuadas o verbal izadas, tal interrogante
servir de guia para el diseo de una investigacin dada. Kerlinger
(1973) llama item a los miembros de este universo y corresponden a
aquellos aspectos que sern registrados y agrupados en las
respectivas categoras.
Uno de los temas ms controvertidos respecto de la cons-trucin de
categoras es el tamao de stas, el nivel de com-plejidad y la
cantidad de detalles que abarcan. Se ha hablado, por ejemplo, de
unidades o constructos morales, tales como el apego, la agresin, el
altruismo, entre otros, que suponen categoras amplias e inclusivas,
en contraste con unidades moleculares, que suponen sistemas
claslficatorios basados en unidades ms pequeas de comportamiento y
menos inclusivas (Hartup, 1979). El problema resulta del modo
extremadamente complejo en que se relacionan ambos tipos de
unidades.
Segn Hartup (1979), subyaciendo al uso de constructos morales
amplios est la nocin de equivalencia funcional, es decir, que
distintas conductas pueden producir efectos similares en el
ambiente. Asi, por ejemplo, a pesar de que los insultos y los
ataques fsicos son morfolgicamente distintos, resultan equivalentes
en la consecuencia ambiental. En este tipo de equivalencia descansa
la base para ligar conceptualmente ambas conductas. Por lo tanto,
posibilita la construccin de categoras que se ubican a un mismo
nivel, lo cual, a su vez, facilita el anlisis comparativo de
estas.
El uso de categoras amplias, sin embargo, reviste el peligro de
dejar pasar una cantidad de detalles que se requieren para
discriminar distintas conductas (Blurton-Jones, 1974). Si slo unas
pocas categoras gruesas se registran, es probable que el
Investigador fracase en observar la red de conductas del sujeto,
puesto que tender a confundir o a no distiguir las conductas a las
cuales los sujetos que interactan le asignan distintos
significados. Por otro lado, si se adopta un catlogo de conductas
altamente refinado, el investigador tendr la posibilidad de
distinguir entre varias conductas que son mor-folgicamente
distintas pero que son percibidas como semnti-camente similares por
parte de quienes interactan (Lamb, 1979). De estas dos
alternativas, Blurton-Jones y UOOdson, (1979) proponen que, dado el
estado actual de ignorancia respecto al
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tena, la mejor es la de registrar lo que ms se pueda y de la
forma ms refinada posible.
La realidad, sin embargo, impone ciertos limites en este punto.
Surge el problema prctico relativo al nivel de detalles y lo
confiable de la informacin que los diversos instrumentos y tcnicas
de recoleccin permiten obtener. A pesar de que la incorporacin a la
investigacin de instrumentos sofisticados, tales como el video,
permite subsanar en parte este problema, la experiencia ha llevado
a concluir que los registros de las observaciones siempre presentan
limitaciones -tanto en el plano fsico como de las posibilidades
psicolgicas- que impiden, en consecuencia, obtener la informacin
deseada ya sea por lo selectiva que sta resulta o por el nivel de
detalles que es posible registrar.
Una dimensin importante del proceso de construccin de categoras
y que se encuentra estrechamente relacionado con la eleccin de los
medios para registrar la informacin asi como de los aspectos a de
las conductas que sern considerados es la cantidad de inferencia
requerida por parte del observador.
Dowdney et al. (1984) han clasificado las categoras de
observacin de acuerdo a esta dimensin. En un extremo ubican a las
categoras globales e interpretativas, que demandan un nivel de
abstraccin elevado. El problema es que, al ser usadas, se pierde
informacin relativa al proceso de interaccin, el contexto en que
ocurren y la manera en que las conductas se manifiestan.
En el otro extremo se pueden registrar categoras especifi-cas de
micro-conductas - o bien sistemas moleculares en palabras de
Kerllnger (1973)-. Tales categoras se definen de un modo
estrictamente no interpretativo y no toman en cuenta el contexto
social o las intensiones de las conductas. Aqu el observador
simplemente nota que un individuo hace o dice algo. En opinin de
Kerllnger (1973) estos sistemas con grados bajos de inferencia por
parte del observador no son muy frecuentes ni tampoco muy tiles
para fines de investigacin.
Un enfoque intermedio sugerido por Dowdney et al. (1984),
consiste en el registro de la ocurrencia de conductas especifi-cas,
pero en el que se incorpora un cierto grado de juicio basado en
significados consesuales. Al proponer tal enfoque, estos autores se
apoyan en el supuesto de que todas las personas crecen en un
contexto social, donde se aprende a interpretar los signos