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Monstruo - Naobi Chan

Jan 13, 2016

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  • MonstruoUnderground 1

    Naobi Chan

    Primera Edicin julio de 2015

    Diseo de la portada: Naobi 2015Autora del texo: Naobi Chan 2015

    Los hechos aqu relatados son ficticios, los personajes y sucesos son inventados. Las localidades son reales, pero he realizado modificaciones a conveniencia de lahistoria, cualquier persona que pueda sentirse ofendida, mis disculpas por adelantado.

  • ContenidoIntroduccin

    Captulo 1

    Captulo 2

    Captulo 3

    Captulo 4

    Captulo 5

    Captulo 6

    Captulo 7

    Captulo 8

    Captulo 9

    Captulo 10

    Captulo 11

    Captulo 12

    Captulo 13

    Captulo 14

    Captulo 15

    Captulo 16

    Captulo 17

  • Introduccin

    Dos millones doscientas treinta mil cuatrocientas nueveDos millones doscientas treinta mil cuatrocientas diezDos millones doscientas treinta mil cuatrocientas onceDos millones doscientas treinta mil cuatrocientas doceUna a una y, exactamente cada sesenta y cinco segundos, una gota de agua caa en el suelo frente a sus pies. No saba exactamente el tiempo que llevaba contndolas,

    pero deba de ser mucho a juzgar por el alto nmero al que haba llegado. Sobre todo teniendo en cuenta que en ocasiones cabeceaba unos minutos, o quizs horas, ycontinuaba donde recordaba haberse detenido.

    Encerrado entre aquellas cuatro paredes era como si el mundo se hubiese detenido para l, pero saba con seguridad que no era as. Haba pasado mucho tiempoencarcelado, quizs siglos, no estaba del todo seguro, aunque no pudiese determinar exactamente la cantidad de tiempo que llevaba en ese lugar, en lo nico que podapensar era en que agradeca no haberse vuelto loco debido a su reclusin, el hambre y la sed. Haba olvidado cuando fue la ltima vez que se llev a la boca comida deverdad y no aquellos asquerosos ratones o ratas que conseguan abrirse paso en su celda. Aunque si lo pensaba detenidamente, no haber perdido la cabeza tampoco eraun consuelo, al estar cuerdo era plenamente consciente del tiempo que continuaba transcurriendo, del hambre y la sed que le haban consumido hasta ser un simple sacode huesos, y de la ausencia de luz, aunque eso ltimo, en su caso, no era algo que echase especialmente de menos.

    Cerr los ojos y, apoyando la cabeza en las hmedas piedras, se dej llevar, tumbado en el duro suelo de su celda poda escuchar perfectamente como aquel coro devoces angelicales le cantaba a su supuesto Dios. Era prcticamente el nico placer con el que contaba, las voces de los nios que practicaban sus oraciones en el pisosuperior llegaban a sus odos como un susurro lejano, y eso le relajaba trayndole recuerdos de otro nio al que ador en el pasado. Muchas veces haba fantaseado conestar frente a ellos mientras cantaban, algunas incluso pens en utilizar la poca fuerza que le brindaba su dieta a base de roedores y echar abajo una de las paredes que lerodeaban, pero todas ellas tan solo se qued con la frustracin por no haberlo conseguido y con unas graves quemaduras en sus tobillos que tardaban lo que parecansemanas en cicatrizar.

    Se culpaba a s mismo por tener la mala suerte de no fallecer de hambre o por una infeccin, por buena o mala suerte permaneca consciente y con vida, dejandotranscurrir el tiempo gota a gota y sin poder hacer nada para evitarlo.

  • Captulo 1

    Elise pas la mano por sus largos cabellos rojos peinndolos con los dedos y pens que las horas parecan interminables estando completamente encerrada enaquella habitacin. Hasta unos minutos atrs su reproductor de msica le estaba haciendo compaa con un incansable runrn de fondo, pero unos minutos atrs sehaba quedado sin batera dejndola rodeada tan solo por el silencio. En otras circunstancias estara agradecida por tener unos cuantos minutos de tranquilidad, perodespus de cuatro horas all encerrada cualquier distraccin no solo era bienvenida, era casi necesaria.

    Se contorsion hacia delante para coger uno de los muchos papeles que la rodeaban y comprob en l un par de datos comparndolo con el que tena en su mano, lodej de nuevo en su lugar y suspir, todava le quedaban cientos para hacer exactamente el mismo proceso con ellos, lo que le llevara unas cuantas horas ms. Estir losmsculos de su cuello provocando un par de chasquidos en las cervicales, estar sentada sobre el suelo finalmente acabara por machacar su espalda, pero haba desistidode sentarse en aquella vieja y destartalada silla que le proporcion el padre Giacomo, al mnimo movimiento produca un chirrido insoportable que la desquiciaba,adems, la mesa no pareca tener espacio suficiente para tanto papel.

    Pensar durante un segundo en el padre Giacomo le provoc un escalofro que le recorri la espalda, ese hombre era espeluznante, la primera vez que lo vio casi echa correr despavorida. Y no era para menos, aquellos ojos oscuros y de mirada inquietante le ponan los pelos como escarpias, sobre todo cuando observaba su rostro entodo el conjunto, con su nariz aguilea, pmulos ligeramente hundidos y barbilla prominente, pareca recin salido de una pelcula de terror de serie B.

    Intent alejar esos pensamientos sobre el padre Giacomo de su mente, ya que la simple mencin de su nombre la haca sentirse incmoda, mir a su alrededor paraentretenerse y buscar un solo motivo para quedarse all y no salir corriendo rumbo a Estados Unidos, donde viva, pero la habitacin en la que se encontraba no parecadarle ningn aliciente para quedarse. Sus altas paredes de piedra estaban cubiertas por estanteras que iban del suelo al techo, pero no estaban repletas de librosnormales como podra esperarse, all tan solo haba volmenes y ms volmenes de libros de oraciones en diferentes idiomas y cualquiera de ellos careca de inters paraella, una estudiante de historia del arte no podra encontrar nada realmente sustancioso all, lo que ella ansiaba ver era las esculturas antiguas que seguro guardaban bajollave un par de habitaciones ms all, pero tuvo la mala suerte de tropezarse con una caja mal colocada en una estantera y esparcir todo su contenido desordenado en elsuelo. En ese momento tena por delante varias horas para recolocarlo, pero lo que ms le molestaba era que no haba sido su culpa, el seor Haufman, su tutor, le habaempujado haciendo que tropezase con un saliente de la caja. Lo peor es que el ilustre hombre ni siquiera se haba dignado a disculparse.

    Estaba deseando ms que cualquier otra cosa salir de all, el aire ola a rancio y a humedad, el polvo la rodeaba por todos los frentes y Giuliana, su compaeraitaliana encargada de hacer de gua, le esperaba para hacer un recorrido turstico por el centro de la ciudad.

    Se haba inscrito para realizar aquel curso de verano en Roma, concretamente en barrio de Trastvere, al sur del Vaticano, y esperaba ver esculturas, cuadros y tallasantiguas, pero tras dos semanas all lo nico que haba hecho haba sido corretear tras William Haufman recibiendo sus rdenes y cumpliendo algn que otro caprichoabsurdo. Se supona que l sera su instructor adems de su tutor, la persona que le enseara la ciudad y todas sus obras de arte, quizs le contase algn secreto o ledesvelase un misterio interesante, pero lo nico que haba hecho fue tenerla como secretaria o chica para todo. La gota que derram el vaso de su paciencia con l fue esefortuito empujn que haba desbaratado sus planes para esa tarde.

    Con un gruido de frustracin se dej caer hacia atrs hasta quedar tumbada sobre su espalda en el suelo, estir tambin sus piernas sin preocuparse de arrugaralguno de los muchos papeles que le rodeaban y clav la mirada en el techo de piedra, era ligeramente abovedado y con cuatro vigas de color gris que se unan en elcentro. Se encontraba en uno de los stanos del antiguo convento de San Francesco, aledao a la capilla de San Francesco da Ripa, en pleno centro de Trastvere. Esa erauna zona de Roma en la que casi se poda respirar el arte en el aire, pero a ella le haba tocado respirar la humedad y el polvo del subsuelo.

    Se puso en pie dispuesta a desentumecer sus extremidades, algunos msculos de los que desconoca su existencia estaban hacindose notar y eso solo podasignificar que lo lamentara mucho al da siguiente. Decidi caminar un poco por el largo pasillo que conduca a esa biblioteca y para ello empuj la enorme puerta demadera que permaneca cerrada, el ruido de las bisagras viejas y oxidadas hizo eco en las paredes desnudas del pasillo que haba al otro lado y con ese sonido toda supiel se puso de gallina. Camin a lo largo de este deteniendo su mirada en las al menos cinco puertas como la de la habitacin en la que se encontraba con anterioridad, demadera vieja y deteriorada por la humedad, con unos dos metros y medio eran demasiado altas, pintadas de un marrn desgastado por el tiempo que contrastabarotundamente con las paredes de un color crema suave. Los muros tambin estaban muy deteriorados, la humedad estaba dejando su marca en forma de diminutospuntos negros que eran ms recurrentes a medida que se encaminaba ms al fondo. All el aire era ms denso, la claridad ms escasa y el silencio ms aplastante. Eliseno se lo pens mucho antes de retroceder y regresar a la zona donde estaban las primeras puertas, entre ellas la de la habitacin donde estaba hasta haca unos minutos.Mientras avanzaba le pareci escuchar un quejido a lo lejos, se detuvo y escuch durante unos segundos, inmvil por completo y casi sin respirar, pero no logrescucharlo de nuevo ni descubrir su procedencia.

    Mientras avanzaba de regreso hacia la biblioteca se detuvo frente a la puerta tras la que se supona que estaban las imgenes y tallas antiguas del viejo convento, algodentro de ella ansiaba verlas, era casi el nico motivo por el que haba ido a Italia, pero cuando intent girar el pomo de la puerta estaba cerrado con llave y no loconsigui. Suspir pesadamente y regres a su celda, o a la que senta como si realmente fuese su celda.

    El da siguiente prometa ser totalmente diferente para Elise, Giuliana, una compaera, y ella esperaban poder pasar la tarde en Roma por fin, pero eso sera despusde ayudar al seor Haufman durante tres horas durante la maana.

    Estaba subiendo las escaleras de la capilla cuando su telfono mvil comenz a sonar, era su padre que llamaba para saber cmo se encontraba y si la experienciaestaba siendo tan enriquecedora como esperaba. Se mordi la lengua para no decirle la verdad, estaba segura de que l no tardara en poner una reclamacin ante el rectorde la universidad de Nueva York, el mismo que le haba instado a aceptar la beca para el curso, y eso conllevara regresar a la ciudad con las manos vacas. Se sentamerecedora al menos de ese paseo por el centro de Roma, visitando los monumentos ms emblemticos y llevarse un montn de recuerdos.

    Cort la llamada en cuanto pudo y entrando por una de las puertas laterales que haba en la entrada de la capilla accedi a las escaleras que la conducan al stano del

  • antiguo convento. El seor Haufman estaba en pie en mitad de la biblioteca frente a la mesa, sobre esta estaba la caja de archivos que haba estado ordenando la tardeanterior, l pasaba los documentos uno a uno entre sus manos y lea algo en ellos con el ceo fruncido y una expresin de disgusto, eso no le dio buena espina. Apenasconoca a ese hombre, pero cuando su bigote encanecido, del mismo tono que la corona de fino vello que rodeaba su nuca, temblaba ligeramente, era mala seal, tan soloocurra cuando estaba a punto de gritar o de regaar a alguien.

    Seorita Thorton, que bueno verla murmur remarcando su acento ingls y recolocando sus gafas empujando el puente con el dedo ndice, respirabasonoramente por la nariz y clav su mirada azul en ella. Espero que eso de llegar tarde no sea una costumbre para usted.

    Elise mir disimuladamente el reloj de pulsera que llevaba y tan solo pasaban tres minutos de las nueve, malditos ingleses y su puntualidad exacta era un tpicodemasiado trillado, pero el seor Haufman lo cumpla a la perfeccin.

    Lo siento, seor Haufman musit bajando la mirada a sus pies para que l no viese la sonrisa nerviosa que luchaba por estirar sus labios, nunca le haba gustadoque la regaasen, la pona nerviosa y comenzaba a rerse sin motivo, l lo estaba haciendo veladamente.

    Veo que la de ayer fue una tarde ocupada el hombre dej caer un montn de documentos sobre la mesa, lo hicieron desordenadamente echando a perder todo sutrabajo de la tarde anterior.

    Elise cerr las manos en puos a cada lado de sus caderas, ese hombre estaba a punto de entrar en la lista negra de personas indeseables con qu derecho habahecho eso?

    Siento decirle que la de hoy tambin lo ser continu, al revisarlos he visto que los ha ordenado en orden alfabtico, antes estaban en orden cronolgico dicho esto el seor Haufman abandon la habitacin dando un sonoro portazo que, por la fuerza del mismo, hizo que la cerradura volviera a abrirse y dej la puertaentreabierta.

    Mierda pens, qu iba a decirle a Giuliana? Que su estpido tutor con aires de superioridad la haba tomado con ella una vez ms? Eso comenzara a ser pococreble aunque fuese verdad. Buf contando hasta diez para intentar tranquilizarse pero no pareca funcionar, cuando lleg a treinta respiraba agitadamente y sumandbula estaba apretada con fuerza para no gritar. Se senta como un volcn a punto de explotar, todo en su interior era como una mezcla de ira y mala baba queparecan no tener ms va de escape que una enorme explosin.

    Intentando relajarse le escribi un rpido mensaje de texto a Giuliana desde su telfono y casi rez para que las gruesas paredes que la rodeaban dejasen pasar laseal para poder enviarlo. Con un bufido de frustracin le dio una patada a la silla para alejarla de la mesa y no se sorprendi cuando una nube de polvo producto de lacarcoma cay lentamente al suelo, todo en aquella habitacin era viejo y estaba en mal estado, incluso el aire. Por un momento dese estar en casa y no en la otra puntadel mundo siendo el blanco directo de las novatadas, o lo que quiera que fuese que le haca, Liam Haufman.

    Con desgana volvi a meter los documentos en la caja, sin preocuparse por el orden en el que estaban, si el seor Haufman sufra de algn tipo de sndromepremenstrual masculino no era su problema, y si su ego era tan grande y estaba tan inflado que para poder verse el ombligo necesitaba humillar a los estudiantes a sucargo, ella no sera un blanco fcil.

    Mascull unos cuantos insultos entre dientes y se acerc a una de las muchas estanteras que cubran la pared, esperaba encontrar algn libro que no fuese deoraciones y que pudiese mantenerla entretenida durante unas horas, las suficientes para fingir que haba hecho lo que le haban pedido. Tard unos cuantos minutos enencontrar algo medianamente aceptable, se trataba de una novela negra, algo sobre policas o detectives, era de un autor del que nunca haba odo hablar, pero quizs eselibro estaba por error en ese lugar o alguien que estuvo anteriormente en esa situacin lo dej all por si se repeta.

    Se sent en el suelo, acurrucada en una de las esquinas de la habitacin, donde la bombilla del techo le iluminaba sin deslumbrarla, abri el libro y comenz a leertranquilamente con la espalda apoyada en el lomo de una coleccin de cancioneros con un par de decenas de aos.

    No llevara ni cincuenta pginas de lectura cuando desisti de continuar, para ella haba sido suficiente, conoca la identidad del asesino casi desde la primera pginay los sucesos eran tan predecibles que la historia haba perdido todo el inters. Adems, el lenguaje sobrecargado con tantas florituras y con palabras que nunca habaescuchado hacan de la lectura algo tedioso y abrumador, nada que le apeteciese en ese momento.

    Cerr el libro de golpe y el sonido hizo eco en el pasillo atravesando la puerta, escuch atentamente y por la pequea rendija abierta de la madera llegaba el sonidolejano de los nios del coro que estaban en mitad de uno de sus ensayos semanales, pens en ponerse en pie para cerrarla pero eso supondra realizar un esfuerzo parael que no se senta con ganas. En su lugar frunci los labios y dej caer el libro al suelo, quedando cerrado entre sus piernas.

    Necesitaba una nueva distraccin, algo para pasar el tiempo, no poda simplemente irse y continuar con sus planes, estaba segura de que el seor Haufman tendraalgn modo de saber que no estaba all haciendo lo que le haba pedido.

    Sin nada que hacer comenz a contar el lomo de los libros de la estantera que tena frente a ella: cuatrocientos veintids; intent localizar la raz cuadrada de esa cifrapero los nmeros nunca haban sido su fuerte y desisti. Mir a su derecha y justo a la altura de sus ojos, en la estantera que estaba pegada a su hombro, haba ungrueso ejemplar del Antiguo Testamento, nunca se haba interesado especialmente por la religin, ese tema no haba despertado su curiosidad porque era conscientede que en la mayor parte de las ocasiones, un excesivo fanatismo con cualquiera de ellas podra ser catastrfico, por eso siempre se haba mantenido alejada, conoca lobsico para diferenciar las diferentes y principales ideologas religiosas y hasta ah tena suficiente.

    De hecho nunca haba tenido una educacin religiosa en toda regla, sus padres se haban casado en una preciosa iglesia al norte de Nashville, donde ella haba nacidoy pasado su infancia, pero tras la muerte de su madre en un accidente de trfico cuando ella tena solo cinco aos, su padre pas por alto el inculcarle valores religiosos,posiblemente su enfado con Dios por haberse llevado con l a su esposa tuviese mucho que ver en esa decisin, o quizs era que no crea realmente en la existencia dedicho Dios.

  • Pero pese a su opinin y poca experiencia que tena sobre las religiones, era consciente de que casi la tercera parte de las obras de arte que haba en el mundo eranpor y sobre ideologas o religiones, as que tena que asumir que su futura profesin, en cierto modo, estaba ligada a lo que ese enorme libro deca.

    Sujet el pesado ejemplar entre sus manos y admir el encuadernado negro con una enorme cruz dorada en su portada, lo abri por una pgina al azar y le lleg unfuerte olor a polvo y a viejo, lo que le oblig a arrugar la nariz para evitar estornudar. Ley unos cuantos prrafos pensando que muy poco de lo que pona all tenasentido para ella, se perda entre las largas listas de nombres de descendientes y decidi dar por terminada la lectura dejando el libro en el suelo junto al otro.

    Comenzaba a sospechar que la tarde sera terriblemente larga

    Volvi la mirada a la estantera a su lado y el hueco vaco del estante del que haba sacado el libro le llam la atencin, al lado haba otra encuadernacin con el mismotipo de cuero y casi de las mismas dimensiones, pero un poco ms grueso, tanto que se mantena en posicin vertical sin la ayuda de ningn otro ejemplar que losujetase o descansase su peso sobre l. En el lomo, que era de un color negro como el carbn, tan solo estaba grabada una cruz celta en un rojo intenso sin ningn tipo deinscripcin, las lneas de los bordes de la cruz eran finas y elegantes, con una cuerda entrelaza en el centro y en el aro que rodeaba al aspa central.

    Dud un par de segundos antes de cogerlo, cuando finalmente se decidi sinti que pesaba ms de lo que pareca en un primer momento y lo dej descansar tambinen el suelo, sobre los libros que haba dejado entre sus piernas unos instantes atrs.

    Observ con detenimiento la portada, la misma cruz celta del lomo estaba en el centro de esta pero de mayor tamao, en la parte superior, encima de la cruz, podaleerse en letras pulidas y elegantes Ritualia Sangui. Sin poder evitarlo desliz el dedo ndice por cada una de ellas delineando su contorno, eran fras y suaves al tacto,en la ltima de ellas sinti un fuerte estremecimiento recorriendo su espalda. Dej salir una gran bocanada de aire y abri el libro para leer su contenido. Estabacompletamente en latn, Elise tena un pobre conocimiento de esa lengua y no pudo entender ms que un puado de palabras que eran muy similares al italiano queconoca a la perfeccin. El libro pareca contener algunas oraciones y algunos dibujos que no lograba entender. Le pareci de lo ms extrao que un libro de ese tipoestuviese en el stano de la baslica, pero no quiso indagar demasiado en el tema, eso involucraba a la iglesia en algn punto de la historia y cuanto menos supiese delasunto, mejor sera para su salud mental.

    Cerr el libro con brusquedad haciendo que una nube de polvo flotase frente a su rostro, mir fijamente la portada y repar en una mancha que haba en la esquinainferior izquierda, pareca de color borgoa al contraste con el cuero negro, podra jurar que llevaba mucho tiempo all, incluso alguna de las pginas interiores del librotambin estaban teidas del mismo color. Opt por olvidarlo y dejar el libro en su lugar como si ella no lo hubiese tocado nunca.

    Lo alz con esfuerzo, se senta incluso ms pesado que unos minutos antes, y cuando consigui acercarlo a la estantera, resbal de sus manos y golpe con fuerzala madera del estante. Varios libros se volcaron hacia un lado como si fuesen piezas de domin colocadas para ese fin, incluso alguno de ellos cay al suelo provocandoun fuerte estruendo.

    Mierda! exclam en voz alta.

    Se dispuso a volver a colocarlos, no recordaba su orden exacto pero esperaba no equivocarse demasiado y que alguien notase la diferencia. Tambin recogi los quehaban cado al suelo, pero cuando iba a colocarlos en su lugar la madera estaba completamente llena de polvo, uno muy fino similar a la arena que se podra encontrar enuna playa. Lo limpi con las manos, pero cuando la yema de sus dedos rozaba la pared trasera, caa ms cantidad de ese polvo aunque intentase evitarlo.

    Acerc su rostro con curiosidad al hueco de la estantera, quera saber lo que suceda y se sorprendi al ver la pared desnuda tras los libros. Era sabido que unaestantera necesitaba una parte trasera para que los libros no se deteriorasen al estar en contacto con la pared, sobre todo si esta era de piedra y llena de humedad. Seacerc un poco ms y pudo apreciar que uno de los ladrillos estaba suelto, como si alguien lo hubiese retirado y vuelto a colocar en su lugar.

    Su corazn comenz a latir a toda velocidad ante la posibilidad de descubrir un misterio de cientos de aos atrs, tambin podra darse el caso de que perteneciese aalguna de las monjas, curas o monaguillos que trabajaban ahora en el pequeo templo, pero no quiso pensar en ello, la idea de un descubrimiento centenario era msatractiva.

    Retir unos cuantos libros ms para hacerse espacio en el estante, se inclin ms hacia delante y casi apoy la babilla sobre la madera para poder ver bien de cerca elestado del ladrillo. Pudo comprobar que en realidad no era un ladrillo, se trataba de una piedra, era ms o menos del tamao de un libro, un tomo grande y grueso, cadavez que la mova un poco con sus dedos caa una considerable cantidad de polvo, como si lo hubiese acumulado por haber estado aos sin moverse.

    Clav las uas en uno de sus bordes y tir hacia fuera, la piedra apenas cedi unos milmetros y cuando la solt regres a su posicin anterior. Lo intent de nuevopero en esta ocasin con las dos manos y en bordes contrarios, tir con decisin, sin ejercer demasiada fuerza pero a un ritmo constante, tirando primero de uno de loslaterales y luego del otro, intermitentemente.

    La piedra comenz a ceder poco a poco, tena bastante profundidad, ms de la que esperaba, pero teniendo en cuenta la antigedad del edificio sus muros deban deser gruesos y macizos. Cuando la sinti completamente fuera de su lugar el peso hizo que resbalase de sus manos y cayese sobre el estante provocando un fuerteestruendo. El sonido hizo eco en el pasillo a causa de la puerta entreabierta, pero tambin lo hizo al otro lado de la pared, lo que indicaba que all haba un gran espacioabierto.

    Su mente comenz a atar cabos, saba por las palabras del propio seor Haufman que en ese stano se guardaban algunas obras de arte del Vaticano, no poda sabercon certeza cuales porque esa informacin no estaba al alcance de cualquiera, pero estaba casi segura de que se trataba de las antiguas tallas y cuadros del viejo convento.Pens que una de las muchas puertas cerradas bajo llave de ese pasillo por el que haba paseado, podra esconder todas esas obras que se mora por ver y la expectacinhizo que sus dedos comenzasen a hormiguear. Se prometi a s misma que tan solo asomara un poco la nariz, comprobara que su teora era correcta y volvera a colocarla piedra suelta en su lugar olvidndose del tema, sera muy difcil para ella, pero estaba segura de poder conseguirlo si se lo propona.

  • Tom una fuerte bocanada de aire para serenarse y se coloc mejor sobre sus rodillas, se inclin un poco ms hacia delante e intent enfocar la vista, pero se perdaen la profunda oscuridad que all haba, apenas poda ver el borde del hueco del otro lado. Resopl pesadamente, su curiosidad no estaba saciada, ni siquiera habapodido comprobar que estaba en lo cierto sobre las obras, no tena absolutamente nada.

    Se trag un gruido de frustracin, necesitaba una linterna o algo que iluminase un poco aquel hueco vaco, en las condiciones que tena en ese momento no podraver absolutamente nada, como era el caso. Volvi a colocar la piedra en su lugar, empujando con fuerza, esta hizo un sonido de arrastre que rebotaba en las paredes delhueco al otro lado. Entre esos sonidos le pareci escuchar una fuerte espiracin, como un suspiro de alivio o algo similar, mir sobre su hombro hacia la puerta,continuaba entreabierta pero no haba nadie all, saba que de estar alguien cerca podra escuchar el golpe de sus pisadas en el pasillo.

    Sin querer pensar ms sobre ello para no obsesionarse, dio un ltimo empujn a la piedra para dejarla exactamente igual a como la haba encontrado. Limpi losrestos de arenilla que haba sobre el estante con la mano, volvi a colocar los libros en su lugar y mir al suelo, frente a ella haba una cantidad considerable de polvo yresiduos procedentes de haber movido la piedra, busc con la mirada a su alrededor algo con lo que limpiar el estropicio pero no encontr nada, as que se puso en pie yopt por esparcir la suciedad con los pies para que nadie sospechase lo que poda haber ocurrido.

    Dos horas despus Elise bajaba las escaleras de la capilla hacia la calle, todava pensando en aquel hueco en la pared. Estaba convencida de que all estaba todoaquello escondido as que tendra que regresar a esa habitacin y con algo que le proporcionase la luz suficiente para poder comprobar su teora.

    ***

    Casi una semana despus Elise pens que ese justo da tambin prometa ser bueno, en el programa del curso de verano que estaba haciendo tena marcada para hoyuna Mster Class con uno de los mejores restauradores de arte de Europa, Robert Lekker. Haba trabajado en la restauracin de la capilla Sixtina aos atrs, tambin lohaba hecho en varios museos importantes, entre ellos El Prado, en Madrid. Estaba muy emocionada ante la expectativa, no todos los das tena una oportunidad de esetipo y tena una larga lista de preguntas que hacerle.

    Cruz las calles de Trastvere a toda velocidad, sorte un tranva que casi la arroya por estar demasiado inmersa en sus pensamientos y lleg al lugar de la citaexudando anticipacin. Se trataba de una galera de arte cerca de la Isola Tiberina, la pequea isla que haba en lecho del ro que atravesaba la ciudad. La galera estabacerrada al pblico porque estaban preparando una nueva exposicin, pero amablemente haban cedido una de sus salas para la clase que el restaurador les dara. Cuandolleg al lugar all tan solo estaba el seor Haufman, que la observ con su caracterstico egocentrismo y superioridad.

    Seorita Thorton buenos das hasta en su tono de voz poda apreciarse lo petulante que era.

    Buenos das seor Haufman le contest con un hilo de voz.

    l se pase frente a ella con las manos en los bolsillos y la barbilla alzada, exhibiendo su supuesta superioridad.

    Como era de esperar en alguien como usted, ha llegado tarde una vez ms murmur, si hubiese estado aqu a la hora acordada, sabra que el seor Lekker hacancelado su charla y hoy tendremos la maana libre.

    Elise trat de morderse el interior de la mejilla para evitar contestarle, saba que eso tan solo traera repercusiones contra ella. Apret los dientes con fuerzapellizcando un pedazo de carne de su labio inferior y casi pudo sentir el sabor metlico de la sangre en su boca.

    Parece que le gusta mucho la vieja biblioteca del convento continu hablando l, insiste e insiste en pasar horas all.

    Le odiaba, haba llegado a esa conclusin en los ltimos tres segundos, el hombre la miraba con una superioridad y egocentrismo desmedido y eso comenzaba aprovocar en ella instintos homicidas, quizs no tanto, pero ganas de patearle las bolas no le faltaban. Aunque algo de lo que haba dicho pareca ser importante, repitisus palabras en su mente y record que le habl de la biblioteca del convento, si pudiese regresar all y comprobar el hueco tras la piedra de nuevo casi podraagradecrselo casi, algn da.

    Quiero los archivos de las carpetas tres y cinco ordenados cronolgicamente y si puede acabarlos para el medioda quizs le deje salir a dar un paseo a ltima horade la tarde una sonrisa dspota surc sus labios y la mir directamente a los ojos, pero eso ser despus de transcribir al ordenador un par de informes.

    Casi poda imaginarlo con el ltigo utilizndola de esclava, no saba si la haba tomado con ella por ser la nica estudiante norteamericana del programa o porque erauna de las dos nicas mujeres entre los diez alumnos que estaban con l, la verdad es que solo le faltaba una diana en el pecho para ser el blanco de todas susdiscriminaciones.

    Sin esperar una contestacin de su parte, el seor Haufman se fue dejndola sola en mitad de aquella sala que tena unas cuantas sillas dispuestas en dos filas, todoen aquel reducido lugar ola como l, una especie de after shave que l usaba y que pareca dejar sobre la nariz un olor con extractos a algo viejo y anticuado.

    ***

    Con una pequea linterna en el bolsillo trasero de sus jeans, Elise entr en la Baslica con nimos renovados, atrs dej la discusin con el seor Haufman y secentr nicamente en lo que podra haber tras aquel muro de piedra. Casi haba olvidado su pequeo altercado con su instructor, todava se senta un poco nerviosa alrespecto y sin saber muy bien si la prxima vez podra aguantar y no enfrentarse a l abiertamente, pero eso le hara perder la beca que le permita su estancia en Romay era un aliciente ms que suficiente para mantener la boca cerrada.

    Dejando a un lado el tema y centrndose en lo que era realmente importante, baj las escaleras del stano a toda velocidad, empuj la enorme puerta de madera de la

  • biblioteca y la cerr a su espalda con un fuerte portazo. Dej descansar la espalda contra ella, aunque no estaba muy segura del motivo, la parte racional de su cerebro ledeca que era para apaciguar un poco sus ansias de querer descubrir el misterio, la parte irracional casi le gritaba que era para comprobar que nadie le segua. Aunque esono tena sentido, en aquella hmeda habitacin repleta de libros antiguos nunca entraba nadie, tan solo ella y en alguna ocasin tambin el seor Haufman cuando laregaaba por cualquier motivo estpido.

    Elise tom una fuerte inspiracin y se oblig a tranquilizarse, por algn motivo del que no era plenamente consciente, su corazn martilleaba con fuerza en supecho, sus manos comenzaron a sudar y sus rodillas temblaban levemente. Se alej de la puerta con lentitud obligndose a mantener la calma, lo que iba a hacer no eratan extraordinario, solo iba a mirar por un agujero a travs de una pared.

    Para disimular un poco si alguien se acercaba busc las carpetas que el seor Haufman le haba pedido que ordenase y las coloc sobre la mesa, abri una de ellas ydistribuy los documentos que contena en varios montones para simular que realmente los estaba ordenando. Sin poder evitarlo su mirada se desviaba a aquella enormebiblia que tena como compaero de estante a aquel libro de rituales, quera ponerse de rodillas y meter la cabeza en el agujero cuanto antes.

    Cuando finalmente dej la mesa con el aspecto de llevar un buen rato trabajando sobre ella, busc su reproductor de msica y pens en poner alguna cancin,necesitaba alguna distraccin para no volverse del todo loca y echar el muro abajo, pero lo pens mejor, necesitaba silencio para poder escuchar en caso de que alguienbajase al stano, algo totalmente improbable, pero record que el pasillo desnudo siempre capturaba el eco de las pisadas desde el primer escaln y esperaba que lediese tiempo para colocar todo en el caso de que alguien bajase.

    Sonriendo con anticipacin, se coloc de rodillas frente a la estantera y comenz a sacar los libros que ocultaban la piedra suelta. Los dej en un pequeomontoncito a su lado sobre el suelo y coloc el Antiguo testamento sobre ellos. Al sujetar aquel enorme libro de la cruz celta, de nuevo un estremecimiento recorri suespalda y al dejarlo tambin en el suelo sus dedos comenzaron a hormiguear como si los tuviese ligeramente dormidos. Ignorando esa sensacin, palp el lugar dondeestaba la piedra hasta encontrar los bordes de esta, no fue difcil ya que estaban levemente desplazados hacia delante, una vez localizados clav los dedos en la rendijaque dejaba libre y tir hacia atrs. La piedra cedi con suavidad, mucha ms que das atrs, la dej en el estante a un lado y tom una fuerte bocanada de aire para darsevalor.

    All estaba a punto de descubrir un misterio.

    Su mente sobrexcitada comenz a hacer cientos de posibles conjeturas sobre lo que podra haber all detrs. Quizs fuese all donde estaban escondidas las imgenesdel antiguo convento, quizs fuese la entrada oculta a uno de los muchos pasillos secretos que se hacan en la antigedad o quizs ocultase una habitacin que alguienquera esconder por algn motivo. Fuese lo que fuese estaba a punto de descubrirlo y esa expectativa la estaba matando lentamente.

    Con su temblorosa mano sujet la linterna que haba comprado solo unos minutos antes, se inclin hacia delante despus de accionar el interruptor de encendido yclav la mirada en el hueco negro. Del otro lado tan solo haba silencio, uno que se rompa cada pocos segundos por una fina gota de agua que se escuchaba caer sobre lapiedra. Acerc la luz ms al hueco y entrecerr los ojos para enfocar mejor la vista y as poder distinguir algo entre las penumbras. Movi el haz de luz hacia arriba yabajo, de derecha a izquierda y tan solo pudo ver que haba una habitacin de aproximadamente dos metros y, al otro lado, una pared de piedra similar a la que tenaenfrente.

    Intent no desilusionarse demasiado pronto, tendra que haber algo de importancia all, quizs no estuviese tan equivocada y se tratase de un pasadizo secreto, peroesa no era la entrada, era una pared que ocultaba el recorrido y la piedra suelta era una mirilla para espiar a quien lo utilizaba. Se inclin un poco ms hacia delante, seencontraba prcticamente con la cabeza introducida dentro del hueco aunque no era suficiente grande como para que cupiese del todo, pero ni aun as era capaz de vernada all. Meti la mano en el hueco para intentar quitar alguna de las otras piedras, ninguna cedi, al retirar el brazo se senta completamente vencida ante lascircunstancias, pero descubri que las yemas de sus dedos estaban hmedas y manchadas de una especie de arcilla, como si la pared al otro lado estuviese hmeda ysucia.

    Resopl frustrada, nada estaba saliendo como lo haba imaginado, ella quera un misterio, algo importante que poder contar cuando fuese profesora de historia y asdejar sin habla a sus alumnos, pero tan solo tena una piedra suelta y un enorme hueco vaco al otro lado, lo que bsicamente se traduca en nada.

    Alej un par de mechones de cabello que le caan sobre el rostro y volvi a acercarse al hueco una vez ms, un ltimo intento, al menos una ltima oportunidad deque su fantasa fuese real. Con el movimiento enrgico de su mano para alejarse el cabello, la luz revolote sin ningn patrn y descubri un destello en una de lasesquinas de la habitacin oculta. Dirigi la linterna hacia ese lugar ligeramente escondido y le pareci ver un objeto metlico, algo similar a una cadena gruesa y plateada,pero haba algo raro en ella. Pareca estar colgando desde ambos extremos de la habitacin quedando suspendida en el aire, eso no era lo extrao, lo realmente raro es queestaba mecindose como si algo o alguien la hubiese movido, pero estaba segura de que no haba ninguna corriente de aire, ya que no haba ventanas. Era difcil ver losextremos de la cadena, pero casi podra asegurar que tampoco estaba enganchada a ningn mecanismo que la hiciese moverse de ese modo.

    Moviendo la luz sigui el recorrido de la cadena hacia uno de los extremos, cuando estaba a punto de llegar a este, vio que en el final pareca haber una enormesombra inmvil, como una estatua o algo similar. Sin poder evitarlo una enorme sonrisa estir sus labios, all estaba lo que buscaba, su misterio oculto, pero cuando laluz iba a mostrarle de que se trataba la sombra de movi a toda velocidad provocando que la cadena chocase con fuerza contra el suelo y su corazn dio un brinco.

    Se alej del hueco en un movimiento brusco, se llev la mano al rostro ocultando su boca y se oblig a tranquilizarse y ser racional. Tena que haberlo imaginado,seguro que su ansiedad por querer ver algo haba propiciado que su cerebro crease una imagen de lo que quera ver, algo a lo que aferrarse. Decidi volver a mirar, tansolo para asegurarse de que all no haba nada de lo que crea haber visto. Hizo acopio de todo el valor que tena, que era prcticamente nada, y se convenci de que sirealmente se trataba de algo, tena que ser un animal, eso explicara las cadenas y la velocidad a la que haba parecido moverse.

    Manteniendo una distancia prudente y sin atreverse a acercarse tanto como la vez anterior, enfoc la linterna al mismo lugar de antes y all no haba nada, unasensacin de alivio le inund el pecho y suspir, se lo haba imaginado. Esa clida sensacin se intensific cuando al mover la luz a lo largo de toda aquella habitacin nopoda ver nada ms que la pared al otro lado.

    En realidad haba sido producto de su imaginacin

  • Sonri y se acerc un poco ms, de repente comenz a sentir un olor que antes no estaba all, era algn tipo de especia, una fuerte y picante con unos leves toquesalmizcleos y a madera. Inhal profundamente y su boca se hizo agua, como si cualquier cosa que oliese as fuese el mejor manjar del mundo. Se sinti un poco aturdidae incluso casi mareada, pero se lo achac a la tensin y a aquel fuerte olor. Se incorpor hacia atrs y pens en irse a casa, nada le retena all, aquel hueco estaba vaco yal seor Haufman no iba a hacerle caso, no era su ayudante como para cumplir con todas sus exigencias a rajatabla.

    Estaba a punto de ponerse en pie y alejarse cuando escuch un sonido que estaba totalmente fuera de lugar, pareca algo metlico arrastrndose sobre la piedra delsuelo, en un solo segundo la imagen de la cadena suspendida en el aire se dibuj en su mente y su corazn comenz a latir desaforado para detenerse de repente cuandoen el hueco abierto dejado por la piedra se pudo ver con claridad un ojo humano, negro y con unas gruesas y largas pestaas que la miraban fijamente.

  • Captulo 2

    Desde unas dcadas atrs Italia ha sido un paraso turstico, ya fuese por el clima, por la cantidad de historia que esconden sus ciudades y calles o por su deliciosagastronoma, pero cuando Elise acept viajar a la ciudad eterna nunca imagin que la experiencia podra ser terrorfica adems de interesante. Esa caracterstica quizs fuese propia de otro pas, pero no de la tranquila y clida Italia.

    Sentada en la cama de su habitacin en la residencia, en mitad de la noche y rodeada por la oscuridad, era incapaz de olvidar lo que haba visto esa misma maana enel stano del convento. Cada vez que cerraba los ojos aquel otro apareca en sus recuerdos y la asustaba tanto o ms que la primera vez, incluso haba comenzado apensar que se estaba volviendo loca. Por ms que intentaba convencerse a s misma de que haba sido producto de su imaginacin, ms dudas tena al respecto.

    Nunca haba sido una persona con una imaginacin desbordante, tampoco le haban gustado las historias sobrenaturales o de terror y por supuesto, jams habacredo que los cuentos que le contaban de pequea fuesen reales.

    En cuanto amaneci se convenci a s misma de que todo haba sido una mala jugada de su cerebro, quizs leer aquella novela negra la primera tarde que se qued enla biblioteca tuviese mucho que ver en el asunto de sus visiones, o quizs solo fue un sueo, tal vez se qued un poco traspuesta y tuvo una pesadilla. S estabasegura de que la ltima opcin era la correcta.

    Dispuesta a pasar un da tranquilo y sin ningn tipo de altercado, se dio una larga ducha, tom un suculento desayuno y armada con un mapa de bolsillo, sali a lacalle para hacer un poco de turismo. Giuliana tena planes con su familia, haba viajado a Npoles para visitarlos, por lo que camin en soledad por las calles deTrastvere, cogi el tranva hasta el centro de Roma, visit un par de museos, la fuente de Neptuno y se detuvo a almorzar en un pequeo parque completamenterodeada por las palomas que, hambrientas, esperaban con impaciencia que le cayese un pedazo de sndwich.

    Lleg a la residencia cuando ya pasaban de las ocho de la tarde, se senta satisfecha de no haber tenido tiempo para pensar en lo ocurrido el da anterior, pero sobretodo, se senta tan cansada que estaba segura de poder dormir toda la noche a pierna suelta sin importar lo que pudiese estar pasando por su cabeza.

    Pero no era tan sencillo como pareca, despus de cenar y meterse en la cama, su sueo fue ligero e intermitente. No estaba segura de si era a causa de las altastemperaturas de julio, porque le haba cado pesada la cena o simplemente porque su cuerpo se negaba a colaborar con ella y su necesidad de descanso. Pasaba de lamedia noche y todava no haba pegado ojo, estaba desesperada por encontrar al menos unos minutos de descanso y para llamar un poco al sueo decidi encender suordenador y comprobar su correo electrnico, estaba segura de que tanto su padre como alguno de sus amigos de la universidad le haba escrito algo.

    Contest unos cuantos emails, dej un par de comentarios en algunas redes sociales y pronto se encontr sin nada ms que hacer frente a aquel aparato, el cansanciono pareca llegar y para matar el tiempo abri una nueva ventana para buscar informacin de inters sobre Trastvere. Estaba segura que pese a haberlo recorridoprcticamente en su totalidad, todava le quedaba algn rincn por descubrir.

    Casi toda la informacin que logr encontrar era sobre la Capilla de San Fracesco da Ripa y de la estatua de xtasis de la beata Ludovica Albertoni. Le encantabaesa escultura, haba estado ms de una hora frente a ella admirndola desde diferentes ngulos, era una maravilla a sus ojos, pero ya saba todo lo que se poda sabersobre ella. Descart todos los resultados que hacan referencia a eso y se centr en las pginas de opiniones de personas de a pie que, como ella, no solo buscaban algoreferente a la iglesia o al arte. Algunas pginas hablaban de restaurantes, otras de galeras de arte y otra de todo lo que podras ver sin gastarte ni un euro, pero no habanada realmente interesante.

    Estaba a punto de cerrar todo y apagar el aparato cuando algo llam su atencin, era una pgina en italiano que hablaba de los diferentes mitos y leyendas del pas: laleyenda de los Horacios, la de las tres parcas, Rmulo y Remulo, la flor de la Madonna la mayora de ellas ya las conoca, de otras no haba escuchado hablar en suvida, pero realmente no le interesaba ninguno de esos datos, tan solo una que hablaba sobre el Dios persa del sol, Mitra, y todo el secretismo que haba entorno a esareligin, nunca podra llegar a entender ese tipo de fanatismo, pero al parecer Roma fue una de las ciudades donde ms practicantes haba.

    Cuando amaneci esa maana luca unas penetrantes ojeras y las acompaaba con una molesta jaqueca, senta la boca pastosa y el estmago revuelto, estaba segurade que todo ello era a consecuencia de su insomnio. Tuvo la tentacin de quedarse en la cama y no ir a clase ese da, el seor Haufman tena programada una charla sobrearte renacentista y no era algo que la entusiasmase en exceso, pero no poda permitirse el lujo de tener una falta de asistencia. Sali de la cama forzando a su cuerpo aponerse en movimiento y sopes la opcin de desayunar o no, su estmago no pareca estar muy de acuerdo con que le obligasen a comer algo, finalmente declin laopcin de un simple caf bien cargado que pondra su estmago del revs y opt por comprar un sndwich y una botella de agua por si senta hambre en algnmomento. Con su bolso al hombro y sin muchas esperanzas de que el da mejorase, sali a la calle y se dispuso a hacer que al menos valiese un poco la pena el esfuerzo.

    ***

    La American Academy donde el seor Haufman imparta sus charlas, era un aula mucho ms pequea que las de la universidad de Nueva York, se encontraba en unahabitacin que tan solo tena una zona entarimada con sillas frente a ella. En la universidad los aularios eran tan grandes que si te sentabas demasiado atrs a duras penaspodas enterarte de todo lo que el profesor deca, en esa sentases donde te sentases estabas bajo el punto de mira del profesor.

    Elise se haba sentado al lado de Giuliana como ya era costumbre y ella le haba saludado haciendo hincapi en su mal aspecto, pero qu poda esperarse cuandoapenas haba dormido en cuarenta y ocho horas?

    A la hora del almuerzo fueron juntas a un pequeo restaurante y entre el bullicio de turistas, camareros y sonidos de cubiertos al chocar entre s, crey que sucabeza podra estallar, Giuliana la observaba con preocupacin y el ceo fruncido.

  • Creo que deberas ir a descansar y no levantarte hasta maana le dijo en perfecto ingls pero con un acento italiano demasiado evidente.

    Elise sonri tenuemente ante el esfuerzo por hablar en su idioma de la que casi consideraba amiga y dio un largo sorbo a su caf antes de contestarle.

    No lo necesito, con un poco de cafena y paracetamol tendr suficiente para soportar las dos horas que nos quedan por delante.

    Era evidente que Giuliana no le crey, su ceo se frunci ms si es que eso era posible y a Elise le pareci que era una de esas, aparentemente, chicas perfectas.

    Era una bellezas italiana totalmente dentro de los estrictos cnones de la sociedad: alta, esbelta, con la piel de un ligero tono tostado y una larga melena color caobaque llamaba la atencin, sus ojos marrones siempre mostraban una mirada profunda y llena de secretos, totalmente contraria a su verdadera personalidad, extrovertida ysiempre sonriendo. Se senta cmoda a su lado, quizs fuese porque ella tena ese carcter burbujeante y abierto, algo muy difcil de encontrar en Nueva York, all laspersonas eran menos sociables, ms preocupadas de mirar su propio ombligo que de conocer gente nueva, o simplemente era que Giuliana tena aquello de lo que lapropia Elise careca: seguridad en s misma.

    Elise era consciente de su propio atractivo y esa era la raz de todos los problemas. Su cabello del color del fuego enrollado en bucles hasta media espalda, haca uncontraste perfecto con sus ojos verdes, lo acompaaban unas graciosas pecas en la nariz y unos labios rellenos. Cada maana cuando se miraba al espejo poda ver queese conjunto era bonito a los ojos de cualquiera, pero tal y como ella era consciente de ello, cualquiera que la mirase tambin lo sera y solo vean a una cara bonita sintener en cuenta todo el conjunto.

    Todos pasaban por alto el hecho de que estaba cursando el penltimo curso de historia del arte, que poda enumerar de memoria las obras de ms de veinte pintoresy que estaba pagando la universidad sin necesidad de un crdito bancario gracias a las becas otorgadas por sus buenas calificaciones. Ni siquiera lo sospechaban, ella soloera la nia guapa que entraba en los estereotipos de la sociedad y que todo el mundo piensa que tiene la inteligencia justa para pasar el da con vida. Estaba casi segurade que Giuliana no tena que estar constantemente demostrando de lo que era capaz, la sociedad europea pareca ser un poco ms transigente en ese sentido y ser guapano implicaba ser directamente estpida.

    Elise suspir y removi su caf ausentemente, tener ese tipo de pensamientos justo cuando estaba con ella no poda ser bueno, envidiar a su amiga mientras estabaprotegida por las cuatro paredes de su habitacin no pareca tan malo como hacerlo con ella justo delante.

    Se oblig a s misma a pensar en otra cosa y su mirada vag por la calle a su alrededor, estaban en la terraza de una cafetera prxima a la Piazza Spana y tan solopoda ver turistas y ms turistas que se encaminaban a las escaleras de la Iglesia de Santa Trinidad, parada obligada cuando visitas Roma. Pero ella no se vea con deseosde ir, hasta dudaba de tener la fuerza fsica necesaria tal y como se encontraba, adems del sueo y el malestar por las noches en vela, tena que sumar tambin una pizcade melancola que no saba ni por qu senta.

    El seor Haufman es tu profesor en la universidad? la voz de Giuliana la arranc de sus pensamientos y la observ frunciendo los labios para evitar rer.

    No fingi estremecerse, creo que es profesor en Oxford.

    Tienes suerte de no volver a verle despus del verano, sus clases son insufribles y no creo que nadie pueda soportarlo todo un curso aadi la italiana.

    Elise asinti con nfasis y bebi un largo sorbo de su caf para no tener que continuar hablando.

    Cuando se hubo despedido de su amiga y camino a Trastvere en el tranva, Elise pens que lo ltimo que le apeteca era encerrarse en su habitacin y ver pasar lashoras mientras su sueo se negaba a aparecer, adems, si aadamos el hecho de que no poda borrar de su mente aquella negra y aterradora mirada, quedarse sola no erauna opcin, estaba segura de que le dara un ataque de pnico o algo similar.

    Pase por varias calles de la ciudad, se detuvo en una tienda para comprar un par de regalos para sus amigos de Nueva York y pronto se encontr sin nada quehacer, apenas eran las seis de la tarde y aunque en Estados Unidos ya era la hora de la cena, su estmago todava se senta pesado y un poco revuelto.

    Cuando quiso darse cuenta estaba en plaza de Santa Mara y la fuente del centro estaba repleta de palomas, se acerc a ella casi sin planterselo y se sent en uno delos escalones sobre los que descansaba la base de la fuente donde estaba aquel enorme cliz de granito en el que las aves se daban un refrescante bao.

    Sintindose exhausta cerr los ojos y alz el rostro dejando que el calor del sol del atardecer la inundase un poco, quera sentirse bien aunque solo fuese unmomento. Abri los ojos unos segundos despus y el cielo estaba completamente azul, apenas salpicado por un par de nubes blancas que se movan con lentitud. Pensque el mundo continuaba girando, que las cosas seguan su curso, natural o forzadamente, sin importar si ella quera detener el tiempo con la fuerza de sus manos.

    Tan solo necesitaba un respiro, una noche sin pesadillas o al menos descansar un par de horas sin tener que pensar en aquella biblioteca con ese hueco en la pared.

    Se senta muy cansada, cansada de dejar que las circunstancias marcasen el rumbo de su vida y no lo hiciese ella con sus decisiones. Sin ir ms lejos, tan solo habaaccedido a hacer ese curso en Italia porque era el nico que tena vacantes y se negaba a quedarse en Nueva York todo el verano sin hacer nada. Tambin se haba hechoamiga de Giuliana porque ella era la persona que el programa nombr como su gua. Y lo peor de todo, haba crecido sin madre porque un conductor ebrio decidiconducir y arroyar con su coche a la mujer que le dio la vida.

    Nada de todo eso haba sido su decisin, fuese lo correcto o no, tuvo que continuar viviendo con las consecuencias de las decisiones de otros. Se vio obligada sin

  • posibilidad de objetar nada. Y justo en ese momento no poda pegar ojo porque el dueo de ese ojo negro decidi mirarla a travs del agujero, eso tampoco fue sudecisin y comenz a enfadarse.

    Se puso en pie de un salto y mir a su alrededor, necesitaba hacer algo impulsivo, una locura que tan solo fuese decisin suya y que nadie tuviese opcin a decirleque estaba mal o que no era lo correcto. Quera romper las normas, salirse del camino que otros haban trazado para ella sin que pudiese opinar al respecto.

    Un pensamiento fugaz cruz su mente, si iba al stano del convento en ese momento y comprobaba con sus propios ojos el agujero una vez ms, estaracompletamente segura de que lo que haba visto la otra maana haba sido producto de su imaginacin y as, esa noche podra dormir con total tranquilidad.

    Sera tan solo su decisin, seran sus circunstancias y solo ella tendra opcin a equivocarse o no.

    Tuvo que atravesar varias calles, casi a la carrera cruz las guas del tranva por miedo a que pasase uno y le arroyase, la capilla quedaba al otro extremo del barrio ytard varios minutos en llegar. Durante el trayecto el bolso que cruzaba su pecho y colgaba al lado de su cadera, comenz a pesar como si se tratase de un yunque, casipoda sentir en l la presencia de la linterna que haba sido la culpable de todo y tambin sera la que aclarase el misterio de una vez por todas, por eso se aferr a lacorrea como si su vida dependiese de ello, como si ese pedazo de tela negra, viejo y rado, tuviese la solucin a todos sus problemas.

    Como si hubiese estado esperando por ella, el padre Giacomo estaba en la puerta de la capilla paseando de un lado a otro. Las manos que colgaban frente a su pechosostenan un rosario de madera envejecida y las cuentas bailaban entre sus dedos, sus labios rodeados de arrugas recitaban una oracin en voz baja y se movan a todavelocidad y estaba segura de que sin cometer errores.

    El hombre estaba tan inmerso en sus propios pensamientos que tan solo fue consciente de la presencia de la chica cuando sus pasos resonaron sobre las dosescaleras que alzaban el pequeo templo por encima del nivel de la calle, como si estar a la misma altura del resto de los mortales fuese una deshonra.

    El padre alz la mirada y sus pobladas cejas canosas tambin lo hicieron en signo de sorpresa, arrugando as su frente, dndole a su piel un aspecto de pergaminoviejo y empolvado.

    Buon pomeriggio, signorina murmur quedamente.

    Thorton aclar, Elise Thorton.

    Seorita Thorton el hombre hizo una pausa y avanz un par de pasos en su direccin acortando la distancia que los separaba. Qu hace usted aqu tantarde?

    Ella parde confundida, en su empeo por descubrir la verdad no haba pensado en una excusa convincente en caso de que alguien le preguntase lo que estabahaciendo. El padre Giacomo la observaba fijamente y hasta podra parecer que un poco impaciente por conocer su respuesta, Elise forz a sus neuronas a pensar, algorealmente difcil a causa del dolor de cabeza que se haba vuelo casi permanente, y cuando encontr algo que pudiese sonar convincente dej que sus labios se estirasenen una sonrisa cordial.

    El seor Haufman me pidi que terminase de clasificar unos archivos, comenc a hacerlo el sbado, pero se me hizo tarde y no pude acabar.

    Fue totalmente consciente del casi imperceptible cambio en su expresin cuando pronunci la palabra biblioteca.

    Me advirtieron de que los domingos el acceso a la biblioteca est restringido continu explicando, y tena que haberlo acabado para esta maana, el seorHaufman se molestar si el maana cuando llegue no tengo todo en orden.

    El hombre frente a ella pareci relajarse, incluso se permiti sonrer un poco, aunque no deba de estar muy acostumbrado a ello porque pareci ms una mueca dedesagrado.

    Est bien que intente cumplir con sus obligaciones, signorina. Espero que pueda terminar su trabajo pronto, pero recuerde que las puertas de la baslica cierran alas diez de la noche.

    Asinti con otra sonrisa de cortesa y dio un paso a su derecha para acercarse as a la puerta y poder evitar el comienzo de una charla larga e intrascendental que solole robara tiempo.

    Lo s padre, acabar lo antes posible sin esperar contestacin se adentr en el templo y se encamin a las escaleras laterales, el sonido de sus propias pisadaspareca hacer eco en los odos y agujerear su cerebro a causa del dolor de cabeza.

    Solo hasta que estuvo al otro lado de la puerta de la biblioteca no pareci ser consciente de que esa noche pareca oler diferente, como a algn metal oxidadomezclado con un producto desinfectante. Ignor por completo eso y se arrodill frente a la estantera para proceder con el ritual de retirar los libros y despus la piedrasuelta. Respir profundamente para tranquilizarse antes de dirigir la luz de la linterna hacia el agujero.

    Como la vez anterior nada pareca fuera de lugar, pero en esta ocasin tena la ventaja de que saba exactamente que buscar y dirigi la boquilla de la linterna haciadonde recordaba haber visto el brillo metlico de la cadena por primera vez. All estaba tal y como lo recordaba, refulgiendo en la oscuridad como si alguien le hubiesesacado brillo para ese fin.

  • Recorri su longitud con el haz de luz hasta aproximarse a uno de sus extremos, tuvo que acomodarse mejor sobre sus rodillas e inclinarse ms hacia delante parapoder ver algo. Tan solo se encontr con el fuerte y aparentemente impenetrable muro de piedra en donde el metal de la cadena estaba sujeto por un grueso anclaje algranito. Se sinti tentada a maldecir por haberse equivocado de extremo, aunque se limit a apretar con fuerza la mandbula recordando que estaba en una iglesia y movila luz hacia el otro extremo.

    Como das atrs, all haba una sombra, pero en esta ocasin pareca estar agazapada en lugar de en pie como la vez anterior. Tan solo poda apreciar un bulto sinsentido y el ngulo en el que estaba no le permita enfocar la luz hacia ese lugar. Tena la opcin de introducir la mano en el hueco y as tener ms libertad, pero no seatreva a hacerlo, tena miedo de que, fuese lo que fuese lo que haba ah dentro, le atacase.

    Finalmente se arm de valor y adentr la mano unos centmetros, intentaba no pensar en lo que estaba haciendo, si lo haca lo ms probable era que saliese de all atoda velocidad y no regresase jams, pero no pensaba racionalmente porque necesitaba descubrir la verdad para estar tranquila, o al menos para poder dormir esa noche.

    Enfoc su mirada en el bulto antes de iluminarlo por completo, cuando ms se acercaba el haz de luz a l, ms poda enfocar su silueta. Contuvo la respiracin aldarse cuenta de que era un cuerpo humano, aunque extremadamente delgado, y estaba agazapado como si tuviese miedo o estuviese asustado.

    Pero las apariencias engaan y, en cuanto la luz dio por completo en lo que deba ser su rostro, se escuch un rugido casi animal antes de que aquel cuerpo seimpulsase hacia delante arrastrando la cadena, que provoc un sonido chirriante al rozarse con la piedra del suelo.

    En solo un segundo un rostro cubierto de suciedad y cabellos estaba pegado al agujero mostrando los dientes amenazadoramente y aquel rugido pareca provenir desu garganta.

    Elise, totalmente aterrorizada, dio un brinco hacia atrs para alejarse, su trasero se golpe con fuerza contra el suelo y se arrastr un par de metros ms para alejarselo mximo posible. Cuando su espalda choc con las estanteras de la pared contraria solt la linterna que rebot dos veces en el suelo antes de apagarse y ahog unjadeo en su mano cuando aquella mirada negra que le haba perseguido en sueos los ltimos das, se enfoc en ella a la vez que todava se escuchaba aquel gruido.

    Se qued paralizada, completamente aturdida, su cerebro pareci desconectarse de su cuerpo y tan solo miraba de hito en hito entre los ojos y los dientes que semostraban con desesperacin, como si esa fuese su nica arma.

    No estaba segura de si haban sido segundos u horas, su mente estaba cubierta de bruma y tan solo poda decir que aquella cosa que la miraba pareca un hombre,aunque no poda asegurarlo del todo con tanta suciedad y por la barba larga y espesa que cubra parcialmente su rostro.

    Poco a poco su cuerpo pareci recuperarse de la impresin y comenz a temblar, sus msculos se sacudan violentamente al ser consciente de lo que tena frente aella. Se arrastr hasta la puerta sin poder dejar de mirar en su direccin y a cada centmetro que se alejaba el gruido se intensificaba.

    Cuando por fin lleg al pedazo de madera que le ayudara a salir de all, intent ponerse en pie pero sus rodillas fallaron, temblaban tanto que no podan soportar nisu propio peso. Se sujet al pomo de la puerta para darse impulso, pero esta se abri y Elise cay al suelo golpendose un brazo. La desesperacin por salir de all atoda velocidad provoc que sus ojos se llenasen de lgrimas, vea esa posibilidad cada vez ms lejana y eso le aterraba, sorbi por la nariz, ahog un sollozo e hizo sultimo esfuerzo para incorporarse.

    Por fin lo consigui aunque no se senta muy estable, cruz la puerta a toda velocidad y sali en una torpe carrera hacia las escaleras.

    Al colocar el pie en el primer escaln una imagen mental del estado en que haba dejado la biblioteca acudi a su mente, no poda irse y dejar todo en esascondiciones, deba al menos volver a cerrar el agujero y cubrirlo con los libros aunque no los dejase en el orden correcto. Si alguien bajaba a la biblioteca y se encontrabacon todo en ese estado podra tener problemas o incluso la mandaran de regreso a Estados Unidos, aunque poner tierra de por medio no pareca muy mala opcin enese momento.

    Sorprendindose a s misma por ser tan cabal y racional en un situacin de ese calibre, trag en seco antes de mirar hacia atrs por encima de su hombro, la puertacontinuaba abierta y una lnea de luz cruzaba el pasillo diagonalmente sobre el suelo. Volvi sobre sus pasos asegurndose de que no ocurrira nada y asom la narizpara comprobar lo que suceda all dentro. Aquella cosa todava estaba junto al agujero y miraba en su direccin, sus ojos negros parecan no solo querer clavarse en ella,era como si quisiese inyectar su mirada para as meterse en su cabeza.

    Un fuerte estremecimiento recorri su espalda y una fina capa de sudor fro cubri su frente, en ese momento el miedo dominaba su cuerpo y no haba ni rastro deaquel punzante dolor de cabeza.

    Hizo un terrible esfuerzo para tragarse ese miedo, que pas con dificultad por el apretado nudo de su garganta, Elise avanz un paso en direccin al agujero, la cosagru todava con ms intensidad que las veces anteriores y toda su piel se eriz como respuesta. Sus instintos le gritaban que tena que huir de all, alejarse todo loposible y no regresar jams, pero no poda. Adems tena que dejar todo colocado como estaba antes pero una vocecita en el fondo de su cabeza le deca que all estabael misterio que tanto haba deseado, algo que podra contar como si fuese una gran hazaa.

    Se acerc un paso ms, su cuerpo casi convulsionaba preso del pnico, pero ella estaba concentrada en no detenerse por nada, las circunstancias de losacontecimientos y sus consecuencias volvieron a hacerse eco en su mente y su decisin cobr peso, cerrara el agujero a como diese lugar. Avanz los pocos pasos msque necesitaba y se coloc de nuevo de rodillas frente a la estantera, pero dejando una distancia prudente y preparada para saltar lo ms lejos posible en caso denecesitarlo.

    Se oblig a s misma a no alzar la mirada para ver ese par de ojos negros, estaba completamente segura de que le perseguiran en sus pesadillas por mucho quequisiese convencerse de que haba sido un sueo o producto de su imaginacin.

  • Un gemido casi silencioso se desliz entre sus labios cuando sujet la piedra con ambas manos, pareca pesar mucho ms que unos minutos antes cuando estabasegura de que tras la pared no haba nada. Estaba tan sumida en acabar con su cometido de eliminar cualquier tipo de evidencia, que no fue consciente de que en cuantose acerc al lugar, aquella cosa dej de gruir y de mirarla del modo en que lo haca.

    Siendo ms valiente de lo que poda imaginar que poda ser, le dedic un ltimo vistazo, tan solo para comprobar que continuaba all. Sus ojos negros le parecieronmenos agresivos e incluso parecan ms curiosos que desafiantes, mostraban tambin mucha confusin, como si no entendiese algo de lo que estaba sucediendo, esoestaba bien porque ella tampoco lo entenda.

    Con esfuerzo, alz la piedra hasta dejarla sobre el estante, todo l vibr y parte de los restos de arena y polvo que haba sobre su superficie cayeron al suelo. Serepeta mentalmente que estaba haciendo lo correcto y siendo muy valiente, quera descubrir un misterio, pero no uno que la asustase hasta el punto de casi hacrselo enlos pantalones.

    Ignorando aquella vocecita que ahora prcticamente gritaba en el fondo de su mente, acerc la piedra al hueco apoyando una de las esquinas posteriores. Estabacolocando la otra esquina y dispuesta a dejar el misterio olvidado, cuando algo la detuvo, algo le impidi cerrar por completo el hueco y mir hacia el pequeo espacioabierto. Un estrecho haz de luz todava iluminaba uno de los ojos de la cosa y era tan negro que apenas poda apreciarse su pupila.

    Qu eres? su voz sali ms ronca de lo que esperaba, estaba casi rota por el miedo, fue un susurro demasiado bajo pero pareca que la cosa la escuch porquesu mirada se clav en la suya poniendo todo su cuerpo en tensin.

    Los segundos se alargaron hasta que, como la vez anterior, algo la impuls a dejar caer la piedra de granito sobre la madera del estante para que la luz de la habitaciniluminase de nuevo aquellos dos ojos negros. Ambos se miraron uno al otro por lo que parecieron siglos, hasta que el sonido de una voz masculina, sedosa y suave,rasg el aire hasta llegar a sus odos.

    Quin sois? casi la misma pregunta que ella haba formulado, pero en esta ocasin pronunciada casi con reverencia a causa de los formalismos antiguos y conel acento que haba utilizado.

    Elise parpade sorprendida y muy confundida, el lenguaje utilizado le result extrao y, casi inconscientemente, se acerc un poco ms al hueco abierto. Le observcon detenimiento en completo silencio, si no mostraba sus dientes y con su mirada ms suavizada no senta tanto miedo de l, aunque cierto temor todava palpitaba ensu pecho al comps de los latidos acelerados de su corazn.

    Ya no pudo llamarle cosa, aunque fuese mentalmente, porque en realidad no era una cosa. Estaba claro que tena forma humana, hablaba como un humano y tambinpareca tener la inteligencia de un humano, ese adjetivo estaba equivocado y forz a su cerebro a admitir ese hecho: era un hombre.

    Una vez hubo asimilado que se trataba de una persona, sus alarmas se encendieron: Qu haca all encerrado? Por qu? Desde cundo? Las preguntas seagolpaban en su mente y aunque lo intent no fue capaz de pronunciarlas, su boca se abri y cerr varias veces pero sus cuerdas vocales no quisieron colaborar.

    Quizs fue debido al shock, o porque la situacin era tan surrealista que su cerebro todava estaba procesando la informacin, pero Elise estaba paralizada y mirandofijamente aquellos ojos que le devolvan la mirada.

    Era irracional e imposible, pero ese hombre pareca llevar all mucho tiempo; tena los ojos hundidos y demasiado grandes para su rostro, lo que supuso se deba auna excesiva delgadez. El cabello largo y enmaraado acompaado de una barba espesa y tambin larga eran la prueba fehaciente de que incluso poda haber pasadomeses encerrado.

    Intent ver ms all de su deplorable aspecto, pero tan solo haba suciedad y una mirada enigmtica y confundida devolviendo la suya.

    Debes incluso a ella le fue difcil escuchar su propia voz y carraspe para intentar aflojar el nudo de su garganta. Debes estar hambriento musitfinalmente.

    El hombre la mir ms fijamente, como queriendo entrar en su cabeza para escuchar sus pensamientos, pero Elise, haciendo caso a su propias palabras, record elsndwich que guardaba en su bolso. Aun temiendo que estuviese un poco reseco, lo busc rpidamente y se lo extendi. Ante el movimiento brusco el hombre dio unbrinco hacia atrs perdindose en la oscuridad, ella se sorprendi y supuso que durante el tiempo que haba estado encerrado no haba tenido ningn tipo de contactocon otros seres humanos, y si lo tuvo, no fue muy satisfactorio a juzgar por sus reacciones.

    Le quit el envoltorio de plstico a su sndwich y el delicioso aroma del pavo asado le hizo la boca agua, se senta hambrienta de repente, pero aquel hombrenecesitaba comer mucho ms que ella, por lo que dej el emparedado sobre la repisa del agujero.

    Esper pacientemente durante un par de minutos pero nada sucedi, pareca que l se haba asustado de verdad y no se acercara. Eso le ocurra por no pensar conms detenimiento y ser tan impulsiva. Decidi que esperara unos minutos ms y despus se ira, pero justo es ese momento una mano de dedos largos y huesudostom el sndwich hacindolo desaparecer en la oscuridad.

    Elise sonri para sus adentros satisfecha consigo misma por haber hecho algo bueno por alguien sin esperar nada a cambio, aunque si lo pensaba bien, lo mejor quepodra hacer por ese hombre era liberarlo y quizs tambin llamar a la polica para que detuviesen a la persona o las personas que le haban encerrado all.

    Con el ceo fruncido busc su telfono mvil en el bolso, pero justo en ese momento record que no estaba segura de cual era el nmero de la polica en Italia, serael 911 como en Estados Unidos? Record que le haban dado un manual con instrucciones a seguir en caso de emergencia pero no lo haba ledo, el papel estabaperfectamente doblado a la mitad y guardado dentro del diccionario de italiano que apenas haba abierto un par de veces.

  • Buf volviendo a dejar el telfono en el bolso y se acerc al agujero una vez ms, no tena la linterna al alcance de la mano, por lo que entrecerr los ojos y le buscentre las sombras. Le pareci ver la forma de su silueta pero no poda estar segura, se retir y mir a derecha e izquierda buscando algo, no saba muy bien el qu,necesitaba una palanca o algo similar para hacer el agujero ms grande y as aquel hombre podra salir, no poda simplemente dejarle all.

    Despus de buscar un par de minutos sin resultados, pens en la puerta del pasillo contigua a esa, por descontado tena que tratarse de la puerta de acceso a lahabitacin de al lado y quizs all hubiese algn tipo de acceso a la celda donde estaba ese hombre.

    Se puso en pie de golpe y sali al pasillo, escuchando atentamente durante unos segundos se asegur de que era la nica persona en el stano, a excepcin delhombre tras la pared. Fue hacia la puerta de la habitacin de al lado y trat de abrirla intilmente, estaba cerrada con llave y la cerradura, aunque vieja, pareca resistente.

    Comenz a exasperarse, sin opciones de llamar a la polica y sin poder abrir la puerta por sus propios medios, no le quedaba mucho ms que pudiese hacer, quizspodra subir a la capilla e informar al padre Giacomo, pero algo le deca que esa no era una buena opcin, no poda confiar por completo en ese hombre y no saba elmotivo.

    Regres a la biblioteca estrujndose las neuronas para encontrar una solucin, no podra sentirse bien consigo misma si no haca nada ms por ayudar a ese hombre,lleg a la conclusin de que lo nico que estaba en su mano era hacer el agujero de la pared ms grande, solo lo suficiente para que l pudiese salir, y despus lo taparatodo de nuevo, sera como si no hubiese ocurrido nada. Todava tena el problema aadido de la cadena a la que pareca estar unido, pero ya lo enfrentara llegado elmomento.

    Se acerc de nuevo al agujero y comenz a tirar de una las piedras que lo rodeaban con sus propias manos, pero estaba demasiado dura, prob con varias piedrasms hasta que una de ellas comenz a ceder. Cuando sacase una, estaba segura de que la que estaba a su lado saldra con ms facilidad.

    La roca se desprendi abruptamente y sali disparada hacia el suelo entre una nube de polvo, sonriendo, Elise se dispuso a continuar con otra antes de que laabandonase la adrenalina que ayudaba a su fuerza.

    Qu hacis? la voz lleg a sus odos amortiguada por las paredes e incluso hizo eco en ellas, se qued paralizada unos segundos y busc su mirada a travs delhueco que ahora era ms grande, pero continuaba sin ser suficiente para que la luz entrase y le dejase ver con claridad en el interior.

    Voy a sacarte de aqu contest volviendo a reanudar su tarea y tir con ms fuerza.

    Deteneos.

    Qu?

    Deteneos! habl con ms mpetu en esta ocasin y su voz estaba ms sedosa y suave que unos minutos atrs. No podis hacer eso deteneos!

    Elise se detuvo y mir de nuevo a travs del agujero, una leve penumbra le ayud a diferenciar el brillo metlico de la cadena, sigui su curso pero su mirada seperdi en la oscuridad.

    No voy a dejarte aqu.

    No podis liberarme, simplemente cerrad el agujero y olvidaos de lo que habis visto fue la frase ms larga que le haba escuchado pronunciar y la cadencia deltono de su voz le result casi hipntica.

    No puedo hacer eso protest Elise con un hilo de voz.

    Debis hacerlo, por favor no podis ayudarme.

    Se detuvo y dej caer las manos sobre sus muslos, sin entender muy bien por qu le peda eso, no quera ser libre despus de tanto tiempo? Estara padeciendoalgo similar al sndrome de Estocolmo?

    Pero intent protestar una vez ms, pero un rugido la interrumpi haciendo de que dejase de hablar inmediatamente.

    Cerrad el maldito agujero y marchaos de aqu mientras escupa las palabras su voz se escuchaba cada vez ms cerca, hasta que al dejar salir la ltima su rostrofue completamente visible y sus ojos negros volvan a ser fieros y duros. Marchaos! casi grit provocando que Elise diese un brinco. Marchaos de aqu

    Perturbada y un poco atemorizada decidi no insistir, quizs llevase tanto tiempo encerrado que el mundo exterior le asustaba. Ese da ya haba hecho mucho por lal alimentarlo, regresara al da siguiente e insistira hasta que quisiese salir.

    Una vez tomada la decisin, cuando volvi a mirar hacia el hueco su rostro haba desaparecido. Intentando con todas sus fuerzas no desilusionarse por ello, volvi acolocar las piedras que haba retirado y tambin los libros. Sintindose un poco osada, guard aquel viejo ejemplar que tena la cruz celta dentro de su bolso junto con lalinterna y sali de la biblioteca dejando todo en su lugar pero sintiendo una extraa opresin en el pecho.

  • Captulo 3

    Subiendo los escalones que la llevaban al tercer piso de la residencia, Elise sujetaba la tira de su bolso con fuerza, en los ltimos quinientos metros que habaavanzado pareca que haba doblado su peso, aunque quizs se debiese al hecho de que adems de aquel grueso libro, se haba detenido en aquella tienda abierta lasveinticuatro horas y haba comprado casi cualquier cosa que tuviese chocolate o mucho azcar.

    Al salir de la baslica tena la cabeza hecha un manojo de preguntas, se senta cansada y hambrienta, tanto que no pudo soportar la tentacin y al ver un par de bollosde chocolate en el escaparate de la tienda no pudo evitar entrar y comprar de todo. Se haba comido dos de ellos de camino a la residencia y todava le quedaban tres msy un montn de chucheras de las que se hara cargo a lo largo de la noche.

    Cuando entr en su habitacin cerr la puerta con brusquedad y dej el bolso sobre la cama con excesivo cuidado, sac la comida que haba guardado dentro y laesparci sobre su escritorio, mientras se desnudaba para darse una ducha coma otro de los bollos a grandes mordiscos y cuando se meti bajo el chorro de agua calientedel bao de su habitacin se sinti un poco mejor, aunque su mente continuaba siendo un caos.

    Haba dos cosas que la preocupaban por encima de todas las dems, la primera y menos importante era el motivo por el que ese hombre estaba en aquel agujero. Nopoda llegar a entender la mente enferma de alguien para encarcelar a un ser humano entre paredes, privarlo de luz solar, agua y alimento eso era una tortura en todaregla y estaban totalmente prohibidas por el tratado de los derechos humanos, era un delito y como tal, estaba penado por la ley.

    Pero lo que ms le preocupaba era cmo sacarle de all. Estaba casi segura de que no saldra por voluntad propia a juzgar por lo sucedido un par de horas antes, yllamar a la polica le pareca arriesgado, ella haba estado en esa biblioteca sin permiso, el padre Giacomo saba que estara all, pero le minti para poder entrar. Sillamaba a la polica quizs ella acabara teniendo problemas, la deportaran a Estados Unidos y ese hombre quedara encerrado tras la pared durante muchos aos ms.

    No quera ni pensar en ello, lo nico que poda hacer era intentar sacarlo por sus propios medios, no saba cmo, pero tena que sacarlo de all.

    Por lo pronto regresara al da siguiente para llevarle comida y agua, no poda dejarlo desamparado ahora que saba de su existencia.

    Cuando hubo tomado esa decisin se sinti un poco mejor, al menos un poco ms tranquila y menos ansiosa, pero continuaba pensando en el modo de sacarle deall.

    Vestida con un ligero pijama se sent sobre la cama, con una de las bolsas de chucheras que haba comprado, y tir de su bolso para acercarlo hacia ella. Tom unafuerte inspiracin antes de sacar el libro que haba escondido dentro, ese era otro de los motivos por los que no quera llamar a la polica: haba robado un libro de labiblioteca, aunque pensase devolverlo luego, continuaba siendo un robo por no haber pedido permiso.

    Mir el tomo con detenimiento, fijando su atencin en la cruz celta de su portada, mirando las letras doradas detenidamente se percat de que en una de ellas habauna mancha similar a la de la esquina inferior y que no recordaba haber visto la vez anterior. Pas el dedo ndice sobre ella y su piel se impregn de lo que fuese esa cosaviscosa y de color borgoa, frot su ndice con su pulgar para intentar adivinar qu era y se llev ambos dedos hasta su nariz, no ola a nada que tuviese un aromapenetrante, pero s tena ciertos matices metlicos o algo similar, no poda definirlo.

    Se limpi el dedo en la sbana sin preocuparse y abri el libro por una pgina al azar. Intent leer alguna de ellas, pero solo entenda algunas palabras, pas variaspginas y se sorprendi al ver que la mayor parte estaban escritas a mano con tinta negra o roja, muy pocas tenan letra de imprenta antigua y marcas de haber sidoescritas antes de ser encuadernadas. Una de ellas especialmente llam su atencin, tena fecha de 1765 y tan solo tena una frase escrita en una perfecta caligrafa confiligranas.

    Con su pobre latn fue capaz de descifrar lo ms importante de ella: que el cado permanecera en las tinieblas hasta que el ngel Gabriel cumpliese una profeca.Varias teoras y preguntas se filtraron en su mente en ese momento, sera el hombre tras la pared ese al que denominaban el cado? Ese cado era lo que ellosllamaban el ngel cado o algo as? Estaban tan locos como para pensar que ese hombre era el demonio y dejarlo emparedado hasta que muriese, tan solo por lo quepona en un libro?

    Esa ltima pregunta tuvo respuesta inmediata: S.

    Era bien sabido que las creencias religiosas podan sesgar la vida de miles de personas tan solo porque lo pona en un libro, porque lo deca un supuesto iluminado opor una simple sospecha de que algo se sala de lo que crean normal y comn eso siempre le haba asustado y por eso nunca quiso ser fiel a ningn Dios.

    Dejando a un lado todas esas preguntas porque le parecan un poco absurdas, busc en el libro esa profeca de la que hablaban, eran al menos unas trescientaspginas de un papel grueso y amarillento, las pas casi una a una pero no consigui descifrar nada que se pareciese a una profeca.

    Desisti despus de unos segundos y volvi a analizar la mancha de su portada, el lquido de color borgoa y tacto viscoso casi haba desaparecido despus de quelo hubiese tocado, pero la tela de la sbana donde se haba limpiado el dedo ahora estaba manchada de algo que era muy similar a la sangre. Trag en seco y sus manoscomenzaron a temblar sera sangre realmente? Alguien con las manos ensangrentadas haba sujetado ese libro recientemente, sera sangre humana? Casi implor paraque no fuese as y, con un fuerte estremecimiento, guard el libro en un cajn bajo varias prendas de ropa.

    Regres a la cama donde intent dormir, pero esa estpida profeca que no logr encontrar, la mancha de sangre en la portada del libro y el hombre encarcelado trasla pared no dejaban de dar vueltas por su mente impidiendo que pudiese hacerlo.

  • ***

    Era demasiado temprano cuando esa maana sali de la residencia, apenas haba podido dormir un par de horas y tuvo una pesadilla que le impidi volver a hacerlodespus de las cinco de la madrugada. En ese momento pasaban de las siete y esperaba que el padre Giacomo fuese un sacerdote con antiguas creencias y hubieseabierto la baslica para que los fieles pudiesen rezar el Angelus de las seis de la maana.

    Corri cruzando las calles desiertas de Trastvere disfrutando del frescor de la maana en mitad del verano del Mediterrneo, era tan temprano que ni siquiera eltranva estaba en funcionamiento. Se detuvo un par de minutos para observar las calles vacas y escuchar el silencio que la rodeaba, nunca haba podido hacerlo desdeque lleg a Italia.

    De nuevo sujetaba su bolso con fuerza pero en esta ocasin era porque llevaba en l uno de los bollos de chocolate que no se haba comido y tambin una botella deagua para drselas a aquel hombre. Cuando lleg a la baslica casi dej salir un grito de jbilo cuando vio la puerta abierta, en ese momento record que la tarde anterior elpadre Giacomo le dijo que las puertas cerraban a las diez si rezaban a las seis de la maana no lo hacan a la medianoche? Era un poco extrao, pero lo dej pasar, yapensara en ello en otro momento.

    Entr en la baslica intentando no hacer ruido, caminaba con lentitud intentando no pisar demasiado fuerte y que el sonido hiciese eco, estaba segura de que alguienestara por all y no quera ser descubierta, lo ms probable es que la excusa de volver a tener que reorganizar los archivos no valdra de nuevo, adems de que losdomingos los estudiantes tenan prohibido el acceso a la biblioteca.

    Cuando consigui llegar a las escaleras que bajaban al stano suspir aliviada, por all nunca pasaba nadie y sera ms difcil que alguien la viese. Baj con rapidezpero todava evitando hacer ruido, entr en la biblioteca y antes de retirar la piedra como era su intencin, atranc la puerta con la vieja silla por si alguien intentabaentrar. As al menos tendra tiempo de colocar todo en su lugar antes de que, quien fuese, descubriese lo que estaba haciendo.

    Una vez la puerta estuvo atrancada, se puso de rodillas frente a la estantera y retir los libros, la noche anterior haba cuidado de tapar el hueco vaco del libro quese haba llevado, con otro de similares caractersticas que encontr en una de las estanteras. Hizo todos a un lado y retir la piedra como las veces anteriores, solo queen esta ocasin la otra que haba retirado tambin cedi y el hueco era ms grande.

    El haz de luz que se abri paso en la habitacin contigua fue ms potente y lo cubri todo con una espesa penumbra, gracias a la que Elise pudo apreciar sinnecesidad de la linterna la cadena de gruesos eslabones con la que el hombre estaba atado, y tambin su figura acurrucada en la esquina donde siempre estaba. En esemomento le pareci ms dbil y delgado que la noche anterior, la escasa luz no le dejaba hacerlo, pero estaba segura de que podra contar sus costillas sobre la pielexpuesta que dejaba ver el enorme agujero que tena en su ropa.

    Algo se removi en su pecho y sinti pena por l, no poda ni llegar a imaginar el tiempo que llevaba all encerrado, las crueles torturas a las que haba sido sometidoy el hambre que haba soportado para estar en esas condiciones. Era inhumano y cruel, tener a alguien encerrado en contra de su voluntad durante meses o incluso aos.No quiso ni pensar en ello Cerr los ojos un par de segundos para alejar esos pensamientos de su mente y al volver a abrirlos forz una sonrisa, lo ltimo que queraera asustarle.

    Hola su voz fue baja y rasposa, pero lo suficiente alta para que el hombre diese un respingo y mirase en su direccin.

    Quiso pensar que no estaba asustado, pero lo pareca, su cuerpo entero temblaba y ese miedo llegaba hasta ella, comenz a temblar tambin, temerosa de estarhacindole ms dao que bien al insistir en verle. Las personas que son encarceladas pueden tener problemas mentales por ello, asustarse por cualquier cambio e inclusotraumatizarse al ser liberados.

    No quera daarle, pero tampoco poda mirar hacia otro lado y olvidarse de que estaba all. Si poda hacer cualquier cosa por l, aunque solo fuese llevarle comida yagua, lo hara mientras pudiese.

    Te he trado algo de comida y agua murmur a media voz para no asustarle.

    l se estremeci, el sonido de su voz pareci asustarle ms y sus temblores casi parecan convulsiones. Elise se sinti culpable y baj la mirada, se alej un poco delhueco y suspir estaba haciendo justo lo que no quera hacer.

    Se trataba de un hombre roto, lo haban doblegado al encerrarle y encadenarle en ese lugar, puede que hasta sintiese vergenza de s mismo porque le viesen en esasituacin. Quizs lo mejor era no regresar, dejarle comida pero no hablar con l, tener el mnimo contacto hasta que se sintiese fuerte para poder salir de ah, aunqueesperaba que no tardase mucho en hacerlo, al acabar el verano ella tendra que regresar a Nueva York para volver a la universidad, no se ira tranquila consigo mismadejndole todava all.

    Resignada, dej el bollo de chocolate y una botella de agua sin tapn sobre el borde del hueco, el hombre pareci mirar en su direccin pero no se acerc, continu ensu lugar, acurrucado y temblando, haciendo que se sintiese ms culpable a cada segundo que pasaba.

    Pasaron varios minutos en los que ninguno de los dos apenas movi un msculo, Elise le observaba fijamente a modo de auto castigo, si nunca olvidaba el dao quele estaba haciendo se lo pensara dos veces antes de volver a ser tan impulsiva actuando sin pensar en las posibles consecuencias que no solo le afectaban a ella misma.

    Un rato despus, no podra determinar el tiempo que habra transcurrido, el hombre volvi la cabeza en su direccin y, todava temblando, separ sus labios parahablar.

    Alejaos pidi en un susurro.

  • Elise frunci el ceo y continu observndole, no entenda por qu hablaba de ese modo, por qu utilizaba ese lenguaje antiguo y ya en desuso.

    Alejaos pidi una vez ms al no obtener respuesta.

    Elise se estremeci al sonido de su voz, que en esa ocasin se escuch un poco ms alta y menos rasposa que la vez anterior, sin dejar de mirarle se alej un poco delhueco, apenas dos pasos, y continu mirando hacia el interior.

    Ms por favor

    Obedeci alejndose un par de metros esa vez, pero desde donde se encontraba no poda ver nada de lo que suceda tras la pared. Se sent y cruz las piernas frentea ella, un tobillo sobre el otro, y apoy las manos en el suelo tras su espalda. Un par de minutos despus escuch el tintineo de la cadena al moverse y como esta searrastraba sobre la piedra del suelo, no tard en ver como una mano sucia y huesuda se asomaba al hueco y agarraba el bollo de chocolate hacindolo desaparecer.

    Sonri con ternura al darse cuenta de que lo que senta era vergenza, hasta cierto punto era entendible y comprenda un poco lo que poda estar sintiendo, pero soloun poco, las torturas y el encierro sobrepasaban cualquier nivel de entendimiento.

    No tard mucho cuando la mano volvi a verse sujetando la botella de agua y derramando algunas gotas sobre la piedra, escuch como el plstico del envase cruja ycomo l tragaba casi compulsivamente, como si hiciese mucho tiempo que no beba y no quera pensar que fuese as. La botella fue colocada en su lugar unos segundosdespus pero completamente vaca y arrugada, hecha prcticamente una pelota.

    Sus ojos negros fueron lo siguiente que vio por el hueco y, aunque quiso disimularlo con una sonrisa, volvi asustarse tanto como la vez anterior al ver sus pupilasnegras por primera vez.

    Debo daros las gracias por esto sus palabras pronunciadas con suavidad llegaron hasta ella, sorprendindola y dejndola aturdida.

    Tard un par de segundos en reaccionar y poder hablar.

    No tienes que darlas.

    Un denso silencio les envolvi, ella le miraba fijamente, intentando adivinar los rasgos de su rostro bajo la capa de suciedad y la barba que cubra sus mejillas y subarbilla, el cabello que caa sobre su frente estaba grasiento, lleno de nudos y pareca pegajoso. Se vea negro por la suciedad que tena, pero pudo apreciar que alcontacto con la luz tena algunos tintes rubios o rojizos.

    Intent crear su imagen en su mente, de l bien vestido, con el cabello cortado y sin barba, pero le fue imposible, imaginrselo fuera de ese lugar pareca algoimprobable mientras l no mostrase signos de querer hacerlo en algn momento.

    No saba si finalmente podra salvarle, si podra verlo a la luz del sol, con su cabello corto y limpio, con su rostro vis