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Como aquellos libros que narran una historia dentro de otra, donde un relato contiene el germen del siguiente y así sucesivamente: de este modo hemos imaginado nuestra propuesta, un proyecto que en realidad es la suma de varios diferentes, un conjunto urbano de piezas de distinta escala y programa que reflejan la propia condición discontinua y fragmentada de la ciudad. Como una versión escalada de la vida ciudadana, en donde espacios para habitar, estudiar y enseñar, comprar, divertirse, hacer deporte, pasear o descansar forman parte de una escena común, los nuevos edificios y áreas al aire libre conforman un puzzle en el que cada elemento distinto acaba cobrando sentido solo cuando todos ellos han sido ubicados en su lugar preciso. El solar hasta ahora ocupado por el actual mercado se articula en tres volúmenes independientes y un vacío. Un amplio espacio verde longitudinal conecta la nueva edificación del mercado con un edificio de viviendas que conforma una manzana con el colegio Isabel La Católica. El Mercado de Barceló, núcleo y origen de toda la operación, se expresa como volumen autónomo, situado en la confluencia de las calles Mejía Lequerica y Beneficencia a las que se abre en sus distintas fachadas. Tiene como protagonista una calle-galería interior de acusada proporción vertical que evoca algunos grandes espacios comerciales urbanos del pasado y concentra las circulaciones verticales y horizontales del conjunto. El pabellón polideportivo se asoma en vuelo por encima del mercado, cuya cubierta es en realidad una gran plaza elevada desde la que se divisan los tejados de Madrid. Esta amplia plataforma sobre la calle refleja en su geometría la nueva configuración de la plaza de Barceló, sobre cuyo aparcamiento, como un tapiz plegado, se define un espacio abierto cuadrangular que actúa como soporte de los módulos del mercado temporal. La pequeña escuela, como una pieza desgajada de este inesperado puzzle urbano, comparte materiales y volumetría con las viviendas y mercado. El lejano parentesco geométrico y formal que poseen los distintos volúmenes y sus cerramientos anuncian veladamente que las nuevas edificaciones pertenecen a un mismo tiempo y lugar… Los casi imperceptibles planos plegados de las plazas y calles del entorno -desde Alonso Martínez hasta Barceló- su común pavimentación y mobiliario urbano, inducen al ciudadano a percibir la radical y a un tiempo sutil transformación que ha tenido lugar en su barrio.
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mercado de barceló

Jul 27, 2015

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Marta
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Page 1: mercado de barceló

Como aquellos libros que narran una historia dentro de otra, donde un relato contiene el germen del siguiente y así sucesivamente: de este modo hemos imaginado nuestra propuesta, un proyecto que en realidad es la suma de varios diferentes, un conjunto urbano de piezas de distinta escala y programa que reflejan la propia condición discontinua y fragmentada de la ciudad. Como una versión escalada de la vida ciudadana, en donde espacios para habitar, estudiar y enseñar, comprar, divertirse, hacer deporte, pasear o descansar forman parte de una escena común, los nuevos edificios y áreas al aire libre conforman un puzzle en el que cada elemento distintoacaba cobrando sentido solo cuando todos ellos han sido ubicados en su lugar preciso. El solar hasta ahora ocupado por el actual mercado se articula en tres volúmenes independientes y un vacío. Un amplio espacio verdelongitudinal conecta la nueva edificación del mercado con un edificio de viviendas que conforma una manzana con el colegio Isabel La Católica. El Mercado de Barceló, núcleo y origen de toda la operación, se expresa como volumen autónomo, situado en la confluencia de las calles Mejía Lequerica y Beneficencia a las que se abre en sus distintas fachadas. Tiene como protagonista una calle-galería interior de acusada proporción vertical que evoca algunos grandes espacios comerciales urbanos del pasado y concentra las circulaciones verticales y horizontales del conjunto. El pabellón polideportivo se asoma en vuelo por encima del mercado, cuya cubierta es en realidad una gran plaza elevada desde la que se divisan los tejados de Madrid. Esta amplia plataforma sobre la calle refleja en su geometría la nueva configuración de la plaza de Barceló, sobre cuyo aparcamiento, como un tapiz plegado, se define un espacio abierto cuadrangular que actúa como soporte delos módulos del mercado temporal. La pequeña escuela, como una pieza desgajada de este inesperado puzzle urbano, comparte materiales y volumetría con las viviendas y mercado. El lejano parentesco geométrico y formal que poseen los distintos volúmenes y sus cerramientos anuncian veladamente que las nuevas edificaciones pertenecen a un mismo tiempo y lugar… Los casi imperceptibles planos plegados de las plazas y calles del entorno -desde Alonso Martínez hasta Barceló- su comúnpavimentación y mobiliario urbano, inducen al ciudadano a percibir la radical y a un tiempo sutil transformación que ha tenido lugar ensu barrio.

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El tráfico de vehículos se mantiene únicamente en el eje de la calle, creando un amplio salón urbano muy arbolado. Las ligeras pendientes superficiales -en función de las cotas de las calles- definen planos pavimentados de granito, con áreas de juegos y descanso, entre las que surgen los árboles actualmente existentes y las nuevas plantaciones. El mobiliario urbano responde al mismo sistema geométrico con que se ha proyectado el mercado temporal de Barceló, estableciéndose así lecturas paralelas en todo el ámbito de actuación que el paseante reconoce inconscientemente.

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El eje del nuevo mercado es una elevada galería cubierta de 18 metros de altura, donde esbeltas escaleras mecánicas suben y bajan hacia la terraza y los comercios de las plantas superiores, invitando a los paseantes a atravesar el edificio desde la calle Mejía Lequerica hacia la nueva plaza posterior. Grandes paños de vidrio dejan ver los puestos de mercado que se disponen en bandas paralelas de amplias calles interiores. Tanto si se entra al mercado desde la calle como si se hace desde la plaza, un vacío vertical hace percibir al usuario la dimensión espacial en las tres plantas que abarca el local. Un conjunto de escaleras paralelas a la galería conecta los diferentes niveles, mientras que un núcleo compacto de montacargas, ascensores y aseos comunica las plantas en altura, incluso hasta los sótanos de almacenes, carga/descarga, cantón de limpieza y aparcamiento. Solados continuos de fácil limpieza y mantenimiento unifican el plano horizontal y constituyen el soporte de puestos de venta construidos con materiales metálicos y traslúcidos, en donde el colorido de verduras, frutas, pescados y otros productos se contrapone al luminoso y abierto espacio comercial. Los planos interiores del perímetro son de vidrio con una piel exterior formada por paneles de GRC perforado, a través de los que se intuyen las calles y los edificios circundantes. Hacia la calle Barceló abren locales comerciales no alimentarios: tiendas que venden flores, libros, prensa, moda. El piso cuarto del edificio, con acceso independiente desde la galería cubierta es un centro comercial: su planta libre y flexible admite múltiples configuraciones para locales de mayor tamaño.

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El inmueble residencial se adosa a lasmedianeras del colegio Isabel La Católicacerrando una nueva manzana. Cuatro cajas deescaleras dividen la planta en ocho viviendascon una superficie media de 98 m2. En lasesquinas con las calles Beneficencia y Barcelólas casas son mayores: de 3 o 4 dormitorios. 45viviendas, una planta baja comercial, y tresplantas de garaje con 82 plazas deaparcamiento son solo una de las diferentesalternativas combinatorias que permite elvolumen de 11 metros de fondo y siete plantasde altura que configura el edificio. Loshabitantes de las viviendas se asoman tras lascelosías de sus habitaciones hacia el nuevoespacio verde que ha aparecido en el barrio: venel edificio del mercado enfrente, y sobre él, lainesperada plaza elevada que, a 13 metros dealtura, ha recuperado el uso público del solaredificado.

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El nuevo polideportivo de Barceló está situado sobre los tejados de Madrid. La cubierta del mercado es en realidad una gran plaza de 1400 m2 en la que los niños juegan, los jóvenes hacen deporte, los mayores toman el sol, o simplemente se asoman a observar el perfil de la ciudad. Un núcleo de comunicación independiente y una larga rampa mecánica han permitido llegar directamente a este nivel, donde también se ubican vestuarios, aseos, control y acceso a la zona deportiva. Los escolares del colegio Isabel La Católica acceden directamente desde el patio de la escuela atravesando el edificio de viviendas y la plaza por una ligera pasarela elevada. En horas no lectivas ese paso está siempre cerrado. Un café acristalado queda bajo una gran losa sobre la que se ha construido el pabellón cubierto. El núcleo de escaleras y ascensores llega hasta el último nivel (y lo hace desde el aparcamiento), dividiendo el espacio en dos áreas: las salas de gimnasia hacia la calle Barceló y el pabellón polideportivo propiamente dicho, que se ha abierto en un gigantesco ventanal de 32 metros de largo y 7 de alto hacia las azoteas de la ciudad.

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Al pequeño edificio dotacional se llega desde la calle San Mateo, por donde acceden los coches al aparcamiento que alberga bajo el nivel del suelo. También desde la calle Beneficencia -ahora peatonal- pueden los escolares entrar al colegio atravesando un patio arbolado que establece una separación con el edificio escolar colindante. Una rampa lineal es protagonista del espacio interior alrededor de la que se organizan las áreas docentes y de servicio. La piel porosa que define el volumen hacia el exterior estableceen la geometría de sus perforaciones un diálogocon la escala y tamaño de los pequeños usuarios de las aulas y las áreas de juegos.

El barrio ha recuperado nuevos espacios para los peatones. Los coches han sido limitados a dos vías en la calle Barceló y Mejía Lequerica, mientras que pavimentos de granito y zonas ajardinadas tapizan las calles Beneficencia, la nueva plaza, y los espacios urbanos intersticiales. Los accesos de vehículos a los aparcamientos se independizan separando los que corresponden a carga y descarga, mercado y viviendas. Árboles de gran tamaño se alinean en la acera de las calles y dan sombra a los vecinos que disfrutan de la nueva plaza.

La plaza es una superficie de suaves pliegues que recogen las distintas cotas que el aparcamiento subterráneo ha impuesto. Dos planos triangulares se levantan en uno de sus vértices para permitir el paso de camiones desde la calle Beneficencia, liberando espacios necesarios para almacenes, carga/descarga y servicios. Los puestos de mercado son módulos prefabricados que surgen de la combinación de tres tipos básicos de planta poligonal. Como si de un puzzle se tratase, las posibles agrupaciones, hasta un total de 120 puestos, se van uniendo en cadenas en función de los tipos de productos y de sus diferentes tamaños. Los módulos están construidos con paneles revestidos de metal y materiales plásticos traslúcidos de diferentes colores. Estos colores expresan en sus variaciones y permutaciones la variedad de mercancías que venden y manifiestan a un tiempo su condición temporal y ligera. Una vez finalizadas las obras del nuevo edificio, los puestos se desmontarán con la misma facilidad y rapidez con que se implantaron -como sucede con los mercados tradicionales semanales- y la plaza, con sus planos plegados y nuevas plantaciones, retornará a su vacío original.