7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes
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Carlos
Fuentes
Los
das
enmascarados
7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes
2/41
ndice
Iitlicion
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l9-5-1.
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iciotcscrlr.cotl
| .lll
\
cH^c r.lool
x[9lx
EN DEFENSA
DE
LA
TRIGOLIBIA
*
[28]
*
TI-ACTOCATZINE,
DLI,
JARDN
DE
F.I,;\NDES
*
[3:t]
,
LETANA DE
r-A
oRqrJDEA
*
[,t6]
*
POR BOCA
DE
LOS
DIOSES
*
[53]
*
EL Qt]E INVENT
LA PLVORA
*
[73]
*
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3/41
A mis
parlre.:,
ttc libro escrito
con ellos.
CHAC
MOOL
Hace
poco tiempo, Filiberto
muri
ahogado
en
Acapulco.
Sucedi
en
Scmana
Santa.
Aunque
despedido
de su
cmpleo
cn
la
Secretara, Fili-
berto no pudo rcsistir
la
tentacin
burocrtica
dc
ir.
como toclos los
aos,
a la
pensin
alema-
na, comer
cl
choucrout
endulzado
por el
sudor
de la
cocina
tropical,
bailar el
sbado
de
gloria
en
La
Quebrada,
y
sentirsc
"gente
conocida" en
el
oscuro
anonimato
vespertino
de
la
Playa
de
Hornos.
Claro,
sabamos
que en
su
juventud
ha-
ba nadado
bien,
per{r
ahora,
a
los
cuarcnta,
y
tan
desmejorado
como
se
le vea,
intentar
sal-
var,
y
a medianoche,
un
trccho
tan
largo
Frau
Mller
no
pcrmiti que
sc
velara
-clientc
tan
antiguo- en la
pensin
i
por el contrario,
esa
noche
organiz
un
baile cn
la
terracita
sofoca-
da, mientras
Filiberto
esperaba,
ffiuy
plido en
su caja,
a que
saliera
el
camin
matutino
de la
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terminal, y pas
acompaado
de huacales
y
far-
dos la primera noche de su nueva
vida.
Cuan-
do
llegu,
temprano, a vigilar el embarque
del
fretro,
Filiberto estaba bajo un
tmulo
de
co-
cos;
el
chofer
dijo
que
lo
acomodramos rpi-
damcnte en el toldo y
lo
cubriramos
de lonas,
para que
no
se
espantaran los pasajeros, y a
ver si no
lc
habamos echado
la
sal al viaje.
Salimos
de
Acapulco, todava
en la brisa.
Has-
ta
'Tierra
Colorada
nacieron
el
calor
y la
luz.
Con
el
desayuno de huevos
y
chorizo, abr
el
cartapacio
de
I iliberto, recogido el da anterior,
junto
con
sus
otras pertenencias,
en
la
pcnsin
de los
Mller.
Doscientos
pesos.
Un
peridico
vicjo;
cachos cle
Ia lotcra;
el
pasaje
de
ida
-.'slo
clc irla?-,
)'
cl cuadcrno
barato,
cle hojas
cuaclricrrlrrlas y
tapas clc papcl
mrmol.
N{e
aventur a
leerlo, a pcsar
dc
las curvas,
el hedor a vmito,
y
cierto sentimiento
natural
de respeto
a
la
vida
privada de
mi difunto
ami-
go. Recordara
-s,
empezaba
con
eso-
nues-
tra cotidiana
labor
en
la
oficina; qu\z, sabra
por
qu
fue
declinando, olvidando
sus
deberes,
por
qu dictaba
oficios
sin sentido, ni nmero,
ni
"sufragio
Efcctivo".
Por
qu, en
fin, fue co-
rrido, olvidada
la pensin, sin
respetar los
esca-
lafones.
1(l
"Hoy fui
a arreglar
1o
de
mi
pensin.
E,l ltcen-
ciado,
amabilsimo. Sal
tan
contento que
deci-
rl
gastar
cinco
pcsos
cn un caf. l'ls el mismo
al que bamos
de
jvenes
y
al
que ahora
nunca
concurro,
porque
me
recuerda quc
a
los
veinte
aos
poda
darme
ms lujos que a
los
cuarenta.
Entonces todos estbamos cn un
mismo
plano,
hubiramos rechazado
con
energa
cualquier
opinin peyorativa hacia
los
cornpaeros
__de
hecho librbamos la batalla
por aquellos a quie-
nes
en
la
casa
discutan
la
baja
extraccin
o
falta
de
elegancia.
Yo
saba que muchos (qri-
z
los ms humilcles
)
lle garan
muv
alto,
y
aqu,
en la escuela, sc
iban
a
forjar
las
amistacles
duraderas
cn
cuya
compaa cursaramos el
rnar
bravo.
No,
no fue
as. 1\o hubo reglas.
Mu-
chos
de
los humildcs
quedaron
all, muchos lle-
garon ms
arriba
de
lo
que pudimos
pronosti-
car cn aqucllas foeosas,
amablcs
tertulias.
Otros.
que
parecamos
promcterlo todo,
quedamos
a
la mitad del carnino, destripados
en
un examen
extracurricular,
aislados por
una
zanja
invisi-
ble
de
los
quc triunfaron
y
de
los
que
nada al-
canzaron
En
fin,
hoy volv
a sentarme er las
sillas,
moclcrnizadas
--tambin,
como
barricacla
t1
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de una invasin,
la fuente
de
sodas-
y preten-
d
leer
expedientes.
Vi
a
rnuchos,
cambiados,
amnsicos, retocados
de
luz
nen,
prsperos.
Con
el
caf
que
casi no
reconoca,
con
la ciu-
dad
misma, haban
ido
cincelndose
a
ritmo
distinto del mo.
No,
ya
no me reconocan,
o
no
me
queran reconocer.
A lo
sumo
-uno
o dos-
una mano gorda y rpida
en
el
hom-
bro.
Adis
viejo,
gu
tal. Entrc
ellos
y
yo.
me-
diaban
los
dieciocho agujeros
del Country Club.
Me
disfrac en los expedientes.
Desfilaron los
aos
de
las
grandes
ilusiones,
de
los
pronsticos
felices y
tambin todas las
omisiones que im-
pidieron
su
realizacin. Sent
la
angustia
de
no
poder
meter los
dedos
en
el
pasado
y
pegar los
trozos
de
algn
rompecabezas
abandonado; pe-
ro el
arcn de
los
juguetes
se va
olvidando, y al
cabo,
quin sabr a dnde
fueron
a
dar
los
solda-
dos
de plomo, los cascos, las espadas
de
madera.
Los
disfraces tan
queridos,
ro fueron ms
quc
eso. Y sin
embargo
haba
habido
constancia, dis-
ciplina, apego
al
deber.
No
era suficiente,
o
sobraba?
No
dejaba, en
ocasiones,
de
asaltarme
el recuerdo
de Rilke.
La
gran recompensa
de
la
aventura de
juventud
debe ser
la
muerte
;
jve-
nes,
debemos partir
con todos nuestros
secretos.
Hoy,,
no
tendra que volver
la
vista a las
ciudades
de sal.
,'Cinco
pcsos? Dos de
propina."
12
"Pepe,
apartc
dc su pasin por
cl clcrccho
mcr-
cantil,
gusta
de teorizar.
Me vio
salir de
Catc-
dral, y
juntos
nos encaminamos
a Palacio.
l
es
descredo,
pero no
le basta:
en media
cua-
dra tuvo
que
fabricar
una teora.
Que
si
no
fuera mexicano,
no
adorara a
Cristo,
y
-No,
mira, parece
evidente.
Llegan los espaoles
y
te proponen adores
a
un
Dios, muerto
hecho
un
coeulo, con
el
costado
herido, clavado
en
una
crt.
Sacrificado. Ofrendado.
,,
Qu
cosa
ms
natural
que
aceptar
un
sentimiento
tan
cercano a todo
tu ceremonial, a
toda
tu vi-
da?.
.
.
Figtirate, er
cambio, que
Mxico hu-
biera
sido conquistado
por
budistas o
rnahomc-
tanos. No es
concebible que
nuestros indios ve-
neraran
a un
individuo
que
muri
de
indiges-
tin. Pero
un
Dios
al quc no
le
basta que
sc
sacrifiquen
por 1,
sino que incluso va
a
que le
arranquen
el
corazn,
cararnba,
jaque
mate
a
Huitzilopochtli
E,l cristianisrno,
en su scntido
clido,
sangriento,
de
sacrificio
y litureia,
se
vuelve Llna
prolongacin natural y novedosa
de
la
religin indgena. Los
aspcctos de caridad,
amor
y la
otra mejilla,
en cambio,,
son recha-
zados.
Y toclo en
\,'Ixico
cs cso: hav
quc
ma-
13
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tar
a
los hombres para
poder creer
cn cllos.
"Pcpc
conoca
mi
aficin,,
desde
joven,
por
ciertas
formas
dcl artc
indgena
mexicano.
Yo co-
leccionc
estatuillas,,
dolos, cacharros.
Mis
fines
de
semana los paso en
Tlaxcala,
o
en Teotihua-
cn.
Acaso por
esto
le guste
relacionar
todas
las teoras
que
elabora
para
mi
consumo
con
cstos
temas.
Por
cierto
que
busco una
rplica
razonable
del
Chac
Mool
desde
hace
tiempo,
y
hoy
Pepe
me informa
de
un
lugar
en
la
Lagu-
nilla
donde
venden
uno de
piedra
y parece
quc
barato.
Voy
a
ir el
domingo.
"Un
guasn pint
de
rojo
el agua
del
garra-
fn
en
la
oficina,
con
la
consiguiente pertur-
bacin de
las labores.
He
debido
consiqnarlo
al
clircctor,
a quicn
slo
lc dio
nrucha risa.
El
culpable
se
ha valido
de
esta circunstancia
pa-
ra hacer
sarcasmos
a
mis costillas
el da
entero,
todos
en torno
al
agua.
Ch.
. .
"
"Hoy,
domingo,
aprovech
para
ir
a
la
Lagu-
nilla.
Encontr
el Chac
Mool
en
la tienducha
que
me seal
Pepe.
Es
una
peza
preciosa,
de
tamao
natural,
y
aunque
el
marchante
asegu-
ra
su originalidad,
lo dudo.
La piedra
es
co-
rriente,
pero ello
no aminora
la
elegancia
de
la
t+
postura
o
lo
macizo del
bloque. El
desleal
ven-
dedor
le
ha
embarrado
salsa
de tomate
en la
barriga para
convencer
a los
turistas
de
la
au-
tenticidad
sangrienta
de
la
escultura.
"El
traslado
a
la
casa
me
cost ms
que
la
adquisicin.
Pero
ya est
aqu,
por
el
momen-
to
en
el
stano mientras reorganizo
mi cuarto
de
trofeos
a fin
de darle
cabida. Estas
figuras
necesitan
sol, vertical
y fogoso;
ese fue
su ele-
mento
y
condicin.
Pierde
mucho
en la oscu-
ridad
del
stano, como
simple bulto
agnico,
y
su mueca
parece reprocharme
que le
niegue
la
Iuz.
El
comerciante
tena un foco
exactamente
vertical
a
la
escultura,
quc
recortaba
todas
las
aristas, y
le
daba una
expresin
ms
amable
a
mi
Chac
Mool.
Habr
que
seguir
su ejemplo."
"Amanec
con la
tubera
descompuesta. Incau-
to,
dej correr el
agua
de la
cocina,
y
se
des-
bord,
corri
por
el
suelo
y
lleg
hasta
el
sta-
no,
sin que me
percatara.
El Chac Mool
resiste
la
humedad,
pero mis
maletas
sufrieron;
y
todo
esto
en
da de labores, me
ha obligado
a
llegar
tarde a
la
oficina."
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"Vinie ron,
por
fin,
a
maletas, torcidas.
Y
en
la
base."
arrcglar
la
tubera.
Las
el
Chac
Mool.
con
lama
"Despert
a
l una: haba
cscuchado
un
que-
jido
terrible.
Pens
en ladrones.
Pura
imagina-
cin.
"
"Los
lamentos
nocturnos
han
scguido.
No
se a
qu
atribtrirlos, pero
estoy
nervioso.
Para
col-
mo de
males,,
la
tubera
volvi
a
clcscomponer-
Se,
y las
lluvias se
han colaclo,
inundanclo
el
s-
tano."
"El
plomero
no
viene,
estoy
clcscspcrado.
Del
Departamento
del
Distrito
licderal,
ms
vale
no
hablar.
Ils
la
prime
ra
\lez
quc
cl
agua
de
las
lluvia-*
no obcclecc
a
las
colacleras
y
vicne
a dar
a
mi stano.
Los qucjiclos
han cesaclo:
vaya
una
cosa
por
otra."
lei
"Secaron
el
staro,
y
cl Chac l,{ool
cst
cubier-
to
de
lama. Le
da
un
aspccto
grotesco, porque
toda
la
rnasa
de la
cscultura
parecc
padecer
de una
crisipela
vcrde,
salvo los
ojos, quc
han
pcrmancciclo
de piedra.
Voy a
aprovechar
el
do-
rningo
para raspar
el musgo.
Pcpc
me
ha
rcco-
menclado
cambiarme
a
un
apartamcnto,
y
en
el
ltimo
piso,
para
evitar
estas
trageclias
acu-
ticas.
Pero
no
puedo
dejar
cste
casern,
cicrta-
mente
muy
grande
para m
solo'
un
poco
lg"-
brc
en
su arquitectura
porfiriana, pero quc
es
la
rnica
herencia
y recucrclo
de mis
padrcs.
No
s
qu
me
daria
ver
una
fuente
de
sodas
con
sinfonola
cn
cl
stano
y
una
casa
de
decoracin
en la
planta
baja."
"Fui
a raspar
la
lama
clcl
Chac
Mool
con una
csptula.
Iil
musgo
parecia
ser
ya
parte
de
la
piedra;
fue
labor
de ms
de
una
hora,
y
slo
a las
seis
dc
la
tarde
pude
terminar.
No
era
po-
sible
distinguir
en
la
penumbra,
y
al
clar
fin
al
trabajo,
con
la
mano
segu los
contornos
de la
piedra.
Cada
vez
que repasaba
cl bloque
parc-
l7
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ca reblanclet:erse.
No
quise
creerlo:
era
ya
casi
una pasta. Este mercader
de
la
Lagunilla
me
ha
timado.
Su
escultura
precolombina
es puro
yeso, y la
humedad
acabar
por
arruinarla. Lt:
he
puesto
encima unos trapos,
y
maana
la
pa-
sar
a
Ia
pieza de arriba,
antes
de
que
sufra
un deterioro total."
"Los
trapos
cstn
cn
el
suelo.
Increblc.
Volr,
a
palpar" al
Chac
N{ool
Se
ha
endurecido, pero
no
vuelvc
a
la
pieclra.
No
quiero escribirlo: huy
cn
el
torso
algo de
la
tcxtura
cle
la
carne,
lo
aprieto
como
goma,
siento qrrc algo corre por
esa
fisura recostada.
. . Volv
a bajar
en la no-
che.
No
cabe
duda:
el Chac Mool
tiene
vello
en los brazos."
"Esto
nunca
mc haba succdiclo.
'fcrgivers
los
asuntos
en
la
oficina;
gir una
orden
de
pago
quc no
estaba autorizada,
y el
director
tuvo
quc
llanrarme la
atencin.
Quiz
me mostr
hasta
descorts
con
los
compaeros.
Tcndr
que ver a
un mdico,
sabcr si es
imaginacin,
o
dclirio, o
qu,,
y
deshacerme
de
ese
maldito
Chac
Mool."
lu
Hasta
aqu,
la
cscritura dc
Filiberto
era
la
e-
ja,
la
que tantas
veces
vi
en
memoranda
y
for-
mas,
ancha
y
ovalada.
La
cntrada del 25
de
agosto, parecia
escrita por
otra
persona.
A
ve-
ces como
nio, separando
trabajosamcnte cada
lctra
;
otras, nerviosa,
hasta
cliluirse en
lo
ininte-
ligible. Huy tres
clas
vacos,
y
el relato conti-
na:
"toclo
cs
tan
natural
;
y
luego,
se cree en
lo
real.
.
.
pcro esto lo es, rns que lo
credo
por
rn.
Si
es
real
un
garrafn,
1,
ms, porque
nos
damos
mejor
cuenta
de
su
existencia, o
estar,
si
un bromista pinta de
rojo
el asua.
. . Real
bocanada cle cigarro efmera,,
real
imagen
mons-
truosa en un espejo de circo,
reales,
,'no
lo
son
todos los muertos,
prcscntcs
y
olviclados?.
.
. Si
un
hombrc
atravcsara
cl
Paraso cn
un
sueo,
y
le
dieran
una
flor
como prueba dc
que
haba
estado
alli,
y si
al despcrtar
encontrara
esa flor
cn
su
mano.
.
.
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9/41
Hasta hacc tres clas,
mi
realidad
lo
era
al
gra-
do de
haberse borrado
hoy:
era movimiento
reflejo,
rutina,
tnemoria,
cartapacio.
Y
luego,
como
la
tierra
que un da
tiembla para
que r-
cordemos
su
poder,
o la
muerte
que llegar,
re-
criminando
mi
olviclo
de
toda
la vida,
se pre-
senta
otra
rcalidad que sabamos
estaba
all,
mostrcn
cv,
y
que debe sacudirnos
para
hacerse
viva
y
prescnte.
Crea,
nuevamente,
que
era
imaginacin:
el Chac
Mool, blando
y elegante,
haba
cambiado
de
color
en
una noche;
ama-
rillo,
casi
dorado, pareca
indicarme
que
era un
Dios,
por ahora
laxo,
con
las rodillas
menos
tensas
que
antes,
con
la
sonrisa ms
benvola.
Y
ayer,
por
fin,
un
despertar
sobresaltado,
con
esa seguridad
espantosa
de
que huy dos
respi-
raciones en
la
noche, de
que
en
la oscuridad
laten
ms pulsos
que
el propio.
S,
se escucha'
ban pasos
en la cscalcra.
Pesadilla. Vuelta
a dor-
mir.
. .
No s
cunto
tiempo
pretend
dormir.
Cuando
volv a abrir
los ojos,
an no
amaneca.
E,l cuarto
ola
a horror,
a
incienso y
sangre.
Con
la
mirada
negra.
recorr
la
recmara,
has-
ta detenerme
en
dos
orificios de
luz parpadeante,
en
dos
flmulas
crueles
y
amarillas.
Casi sin
aliento
encend
la
luz.
All
estaba
Chac
Mool, erguido,
sonriente,
ocre,
con
su
barriga
encarnada.
Me paralizaban
20
los
dos ojillos,
casi
bizcos,
muy
pegados
a
la na-
riz
triangular.
Los dientes
inferiores,
mordien-
do
el
labio
superior,
inmviles;
slo
el
brillo
del
casquetn
cuadrado
sobre
la cabeza
anor-
malmente
voluminosa, delataba
vida.
Chac
Mool avanz
hacia
la
cama;
entonces
empez
a llover."
Recuerdo
que a
fincs
de
agosto,,
Filiberto
fue
dcspeclido
cle
la
Secretara,
con
una
recrimina-
cin pblica
del
director,
y
rumores
de
locura
y
aun robo. Esto
no
lo
crc.
S
vi
unos
oficios
descabellados,
prcguntando
al
Oficial
Mayor
si
el
agua poda
olcrsc,
ofreciendo
sus servicios
al
Secretario
cle
Recursos
Hidrulicos
para
hacer
llover
cn cl
clesicrto.
I\o supe
qu
explicacin
darmc;
pens
quc
las
lluvias
excepcionalmcnte
fucrtes.
dc
csc
verano,
lo haban
enervado.
O
que
alguna
clcpresin
moral
clcba
producir
la
vicla
en
aqucl
cascrn
antiguo,
con
la
mitad
de
los
cuartos
bajo llave
y
empolvados,
sin
criados
ni
vida
dc
farnilia.
Los aptrntes
siguientes
son
dc
fincs
cle septicmbrc:
"Chac
Mool
puedc
scr
simptico
cuanclo
quie-
rc.
.
.
un
glu-glu
dc
agua crrlbelesada.
.
.
Sabe
21
7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes
10/41
historias fantsticas
sobre los
nronzones,
las
llu-
vias
ecuatoriales,
el castigo
de los desiertos; ca-
da
planta
arranca
su patcrnidad mtica: el
sau-
ce, su hija
descarriada;
los
lotos, sus mimados;
su
suegra: el
cacto.
Lo
que no pucdo
tolerar
es
el
olor,
extrahurnano,
que
emana
de
esa carne
que
no
lo
es,
de
las
chanclas flamantes
de an-
cianidad. Con risa
estridente,
cl
Chac
Mool
re-
vela
cmo fuc
descubierto
por
Lc
Plongeotr,
y
puesto,
fsicamcnte,,
en
contacto
con
hombres
de
otros
smbolos.
Su
espritu
ha viviclo
cn el cn-
taro
y la
tcntpestad, natural;
otra
cosa cs
su
piedra, y
haberla
arrancado
al esconditc es
ar-
tificial
y cruel. Crco quc
nunca
lo
perdonar
el
Chac Mool.
El
sabc
de
la inmincncia
clcl
hecho
esttico.
He
dcbido
proporcionarlc
sapolio
para que
se lave
el
estmago
que el
mcrcader
le
unt
de
ketchup
al
creerlo
azteca.
IrIo
pareci
gustarlc
mi
pregunta
sobre
su
parentesco
con Tlloc, y,
cuando
se enoja, sus
clientes,
cle
por
s repulsi-
vos,
se
afilan
y brillan.
Los
primeros
das,
baj
a
dormir
al
stano;
clesde
aycr.
cn
mi
cama."
"Ha
empezado la
temporada
seca.
Ayer, des-
de la
sala
en que
duermo
ahora,
comenc
a or
22
los
mismos
lamentos-roncos del
principio,
segui-
dos de
ruidos terribles.
Sub
y
entreabr
la puer-
ta
de
la
recmar^: el Chac
Mool
estaba
rom-
piendo
las
lmparas, los muebles;
salt
hacia
la
puerta
con
las
manos araadas,
y
apenas pu-
de
cerrar
e
irme a
esconder
al bao. .
.
Luego
baj
jadeante
y pidi agua; todo
el
da
tiene
corriendo
las
llaves,
no queda un
centmetro
seco
en
la
casa.
Tengo
que
dormir
muy abriga-
do, y
le he pedido
no empapar
la
sala ms."*
"El
Chac
Mool
inund
hoy
la
sala.
Exaspcra-
do,
dije que
lo
iba a
devolvcr
a la
Lagunilla.
Tan terrible como
su risilla
-horrorosamcnte
distinta
a cualquier
risa
de
hombrc
o
animal-
fue
la
bofetada
que me clio, con
ese
brazo
car-
gado
de
brazaletes
pesados. Debo
reconocerlo:
soy
su prisionero. Mi
idca
original
era distinta:
yo
dominara al
Chac Mool, como se
clotnina
a un
juguete
;
era)
acaso,
una prolongacin de
mi
seguriclad
infantil;
pero
la
niiez
-
quin
lo
dijo?-
es
fruto
comido
por
los
aos, y yo
no me he
dado cuenta. . .
Ha
tomaclo mi ropa,
x
Filiberto
no explica en crr lensua
se
entendr corr
el
Cha
7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes
11/41
y
se pone
las
batas
cuando
empieza
a
brotarle
musgo
verde.
El Chac Mool
est
acostumbra-
do
a
que
se
le
obedezca,
por siemprc;
yo.,
que
nunca
he
debido
mandar,
slo
puedo
doblegar-
me.
Mientras
no
llueva
-y
su poder
mgi-
co?-
vivir
colrico o
irrirable."
"Hoy
descubr
quc
en
las
noches
el Chac Mool
sale
de
la
casa.
Sicmpre, al
oscurecer,
canta
una
cancin
chirriona
y
anciana)
ms
vieja
que
cl
canto
mismo
Luego,,
cesa.
Toqu
varias
ve-
ccs
a
su
puerta,
v
cuanclo
no
ntc
contest,
ffie
atrev
a cntrar.
La recmara,
que
no
haba
vuelto
a
vcr
clcsclc
el da cn
que
intcnt
atacar-
mc
la
estatua,
est
en ruinas,
y all
se concen-
tra
ese
olor
a
incienso
y
sangrc
que ha
perrnca-
do
la
casa. Pero
cletrs
cle la
pucrta,
hay huc-
sos:
huesos
cle pcrros,
cle ratones
y
qatos.
Esto
es
lo
que roba
cn la
noche cl
Chac
N,{ool
para
sustentarse. Esto
cxplica
los
laclriclos
cspantosos
cle
todas
las
madrugadas."
"Febrero,
scco.
Chac
Mool
mo;
ha
hccho
quc
tclefonec
2+
vigila
cacla
paso
a
una foncla
para
que me
traigan
diariamente
arroz con
pollo.
Pero
lo
sustrado de la
oficin a
ya
se
va
a
aca-
bar.
Sucedi
lo
inevitable:
clesde
el da
prime-
ro,
cortaron
el
agua y
la
luz
por falta
de pago.
Pero
Chac
ha
descubierto
una
fuente
pblica
a
dos
cuadras
de aqu;
todos
los
das
hago
diez
o
doce
viajcs
por
agua
,
y
I me
observa desde
la
azotea.
Dice
que
si
intento
huir
me fulminar;
tambin
es
Dios
dcl
Rayo. Lo
que
l no
sabe es
que estoy
al tanto cle sus
correras
nocturnas.
.
"
Como no
hay luz, dcbo
acostarme a las
ocho.
Ya
debera estar acostumbrado
al
Chac Mool,
pero hace
poco, en la
oscuridacl,
me
top
con
A
en
la
escalera,,
scnt
sus brazos hclados,
las
cscamas
de
su
piel
renovada,
y
quise
gritar."
"Si
no llucve
pronto, el
Chac
Mool va
a con-
vcrtirsc
en
piedra otra
vez. He
notaclo
su
clifi-
cultacl reciente
para
movcrsc;
a
vcces
se rccli-
na
durante horas,
paralizaclo,
y
parece ser)
de
nuevo,
un clolo.
Pcro
cstos
rcposos
slo le
dan
nucvas
fucrzas
para
vcjannc,
araarme
corno
si
ptrclicra
arrancar
algn
lcluiclo
cle
rni carne.
Ya
no
ticncn
lugar
aquellos
intermcdios
ama-
blcs cn quc rclataba
viejos
cuentos;
creo notar
un rcsentimiento
concentrado.
Ha
habiclo
otros
inclicios
quc
nlc
han
puesto
a
pensar:
sc
est
acabanclo
mi
boclcga;
acaricia
la
secla
cle las
ba-
tas;
quicrc
que
traiga una
criacla
a la
casa;
2s
7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes
12/41
me ha
hecho
cnsearle a
usar
jabn
y lociones.
Creo
que el
Chac
Mool est cayendo
en ten-
taciones
humanas,
incluso
hay algo
viejo
en su
cara
que
antes
pareca
eterna.
Aqu
puede
es-
tar mi
salvacin:
si
el
Chac
se human2a,,
posi-
blemente
todos
sus siglos
de
vida se acttmulen
en
un
instante
y caiga
fulminado.
Pero
tam-
bin, aqu, pucde
gerrninar
mi Inuerte:
el Chac
no querr
que asista a
su clerrutnbe,
es posible
que
desec
matarmc."
"Hoy
aprovechar
la
excursin
nocturna
de
Chac
para
huir.
Mc ir
a Acapulco;
vcremos
qu puede
hacerse
para adquirir
trabajo,
y
cs-
perar
la
mucrtc dc
Chac
N{ool;
s,,
sc avccina;
est canoso,
abotagado.
Necesito
asolearmc,
na-
clar.
rccuperar fucrza.
Mc
qucdan
cuatrocien-
tos
pesos.
Ir
a
la Pensin
Mller,
quc
cs bara-
ta y
cmoda.
Que
se aducc
de
todo
el Chac
I,tool:
a
ver cunto
dura
sin
mis baldes
de
agua.
an
no
poda
concebir
la
locttra
tlc
mi arnigo.
Contrat una
canrioneta
para
llevar
t:l
frctro
a
casa
cle
Filiberto.
y clesdc all
orclcnar
su en-
tie
rro.
Antes
de
que
putliera
introclucir
la
llave
cn
la
cerradura,
la
puerta
sc abri.
Aparcci
un
indio
amarillo,
eil
bata
dc
casa, con bufanda.
Su aspecto
no
poda se
r
rns repulsivo; dcspc-
da
un olor a
locin barata; su cara, polvcacla,
qucra cubrir
las
arrugas;
tcna
la boca
cmba-
rracla dc
lpiz. labial
mal aplicado,
y cl pclo
daba
la
impresin
dc
estar tciclo.
-Pcrclonc.
.
. no saba
quc
Filibcrto
hubic-
14...
-No
importa; lo
s toclo.
Dgalc a los
hom-
bres
qrrc llevcn cl
cadvcr
al
stano.
Aqu
termina
el
diario
de Filiberto.
No
quisc
volver a
pensar
en su
reiato; dorm
hasta Cuer-
navaca.
De ah
a
Mxico
pretend
dar
cohe-
rencia al
escrito, relacionarlo
con
exceso de tra-
bajo,
con algn
motivo psicolgico.
Cuando a
las nucvc
de
la
nochc llegamos a
la
tcrminal,
26
27
7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes
13/41
EI\
DE,FE{SA
DE
LA TRIGOLIBIA
La
'frigolibia
es
el
valor
suprcmo
de
los Nu-
sitanios.
Cuanclo los lr{usitanios
se
trieolibiaron
cle los
Terribrios, lo
prinlero
quc hicieron
fuc
proclamar
un
Acta
de
Trigolibia y
una
Dccla-
racin
de los
Trigolibios
dcl Hombre.
Inmcdia-
tamcnte,
colocaron
ambos
clocumentos
cn
una
vitrina
y cobraron
cliez
trigolbiclos
por cntrar a
verlos.
Organizados
en
'frigolbica
'frigoliba,
los
Nusitanios
procedicron
a clcgir
un Gran
Tri-
solibio
clc
la
'frigolbica;
los
candiclatos,
scsi'rn
la cstatlsticr
primitiva
clc
la poca,
pronuncia-
ron
sctccicntos
discursos
accrca
cle la
Trigolibia,
v
naturalmcnte
gan
cl
que con vchemencia
str-
perior
exclam,
cl
malor
nrnero
de
\,,cccs,
"
Trigolibia ". Los
Nusitanios,
ocioso
cs repc-
tirlo,
sc
sinticron
clesclc
cl
prirncr momcnto
clc-
positarios, cxpositores
y
clispensaclorcs
clc la
Tri-
golibia
nica;
cl honrbrc,
clccan,
slo
es triqo-
2B
libo e
n
la
Trigolbica
Trigoliba
cic Nusitanta;
cualquier
otra
'frigolibia,
es apcrifa.
Para
de-
fender
a
la
'Irieolibia,
prohibieron
a
los hom-
bres de
Perupla
visit
ar
a
los de
Tropereta.
Los
hombres
cle
Tropcrcta
se
vieron
obligados a
no
llevar
amistad
ms
que con
los cle
lr{usitania,
Y
a
venderles
slo
a
ellos sus
troperanos,
trope-
rocos y
tropcrleos.
Pero esto nos
aleja del
te-
rna
de
la
Trigolibia.
La
esencia de
la
Trigolibia,
dccan
los
Nusi-
tanios,
cs el libre trigolibear
cntrc los
hombres.
Naturalmente,
micntras
ms trigolibeen
los
hombres
entrc S, ms
trigolbicos
scrn.
Gra-
cias
a
esta filosofa,
Nusitania
sc
convirti
cn
el
pas
ms
poderoso
y
trigolbico
clcl
munclo,
y
cuanclo
fuc
nccesario,
tnancl tropas
a
todas
partcs a
fin
cle dcfendcr
con la
sangre
la
Trigo-
libia y hacer al
rnundo trigolbico para
la Tri-
eolibia.
Pero
he
aqu quc
cn las
tierras
lejanas de
'funclriusa,
unos
hombrcs
vcsticlos
cle
pieles
to-
maron
cl
poder y proclanraron,
a su
vez,la
Tri-
golbica
de
Trigolibadas Trigrilberas Trigoli-
bunclas.
Los
Tundriusos argulnentaban
que s-
io
hay T'rigolibia cuanclo
la
infratrigolibosis
tri-
golibera de
la Trigolibia
es
trigolibificada
y los
trigolibentos
de
la
trigolibucin
son puestos
cn
manos del
trigolibicaclo.
Los Tunclriusos
insta-
29
7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes
14/41
laron una
'l'r'igolibificatura
clcl
'l'rigolibicado
y
prometieron
para muy
pronto la verdadera Tri-
golibia
cn
la
tierra. Para
defender la
Trigolibia
-que
tambin
cleclararon
bien de su exclusiva
pcrtcnencia-
los Tundriusos
crearon
campos
clc trigolibiacin
en donde
encerraban
a
los
enc-
misos
cle
la
Trigolibia
para ensearles
a
amar
a
la
-frigolibia.
Todo
enemigo
de
Tundriusa,
clcclararon
los
Trigolibificadores
del
Trigolibi-
cado,
es
cnemieo
cle la
Trigolibia. Y
los l.{usita-
nios,
para no
scr mcnos,
declararon
lo
mismo.
En
vista
dcl audaz sectrestro dc su bienama-
da
idca
clc Trigolibia
por los Tundriusos,
los
Nusitanios
deciclieron
salir
nucvamcnte
por
cl
nrundo
a defender
la
Trigolibia.
Para ello,
se
vicron obligados
a
cxtcnder
los beneficios
adje-
tivos
cle
la
Trigolibia
a toclos
los
pases ham-
brientos
dc
trieolbiclos,
aunquc
muchos
de
es-
tos
pascs fucran
antitrigolbicos.
Sc crc as
cl
Mundo
Trigolbido.
EI
Comit cle Actividaclcs
Antitrigolbicas
investiga
a
las
personas
sospc-
chosas
dc atcntar contra
la
Trigolibia
en el
tc-
rritorio
clc
Nusitania
y
fucra dc
1,
dc
acucrdo
con un intercsante
jtrego:
si
A,
por
cjenrplo,
lu-
cha por uno
cle
los
postulados
de
la Dcclaracin
cle f rigolibios
dcl Hombrc.
A es
antitrigolibio
porquc
atenta
contra
la
Trigolibia
cle
quienes
luchan
contra
csc
mismo
postulado
y
la
Trigo-
30
libia no
pucclc
luchar
contra
s
misrna.
Si
B opi-
na que
la
mejor defensa
de
la
Trigolibia
es el
fomento
de
Ia misma
cn los pases
antitrigol-
bicos del Mundo
Trigolbido, B cs
antitrigolibio
porque
la
antitrigolibia de
los
pases
antitrigo-
lbicos
clel
Mundo Trigolbiclo t:s la
Trigolibia
de Nusitania. Y cuanclo
un
pas
trigolbico
esti-
rlla
que debe
respctarsc
su Triqolibia,
la
Trigo-
lbica Trigoliba
de
ltfusitania lc demuestra
que
la
Trigolibia
cs
un
concepto unitario,,
y que
ha-
blar
de una
Trigolibia dcntro
cle
la
Trigolibia,
opuesta
a
la Trigolibia, o coexistentc
con
la Tri-
golibia,
equivalc
a sembrar
confusin
y
clescon-
fianza
en
el
Mundo
Trigolbiclo.
Los
Trigolibificadores
clel Trigolibicado'fun-
driuso
tambin
clefienden la Trigolibia
a su ma-
nera.
Su
juego
favorito es
cn
tres tiempos
(hoy,
frieolibismo;
maana,
Antitrieolibismo; pasa-
do maana,
Antiprotrigolibificacin).
Por
cllo,
ser
protrigolibfico
cs una
manera
dc ser anti-
trigolibfico,
y
ser antitrigolibfico
otra dc
ser
protrigolibfico.
F,n
-fundriusa.
toclos
buscan
el
bien
cle
Trigolibicado,
y
la
Trigolibifucatura
obra
por toclos,
es
decir, por el Trigolibicado;
pero
si
todos buscaran
cl bien
det Trigolibicado
sin la Trigolibificatura,
buscaran
su
mal
por-
que
la Trigolibificatura,
siendo toclos,
cs el Tri-
qolibicado,
pero todos.
siendo el Trigolibicado,
31
7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes
15/41
no
son
la Trigolibificatura.
Los
Tundriusos
ase-
guran que
la Trigolibia nunca
ha existido,
toda-
va
no existe, existir maana pero
ya existe en
'Iundriusa.
De ah cl siguiente
conjunto de
ver-
dades:
a]
Prohibido
luchar por
la Trigolibia,
pues-
to
que sta ntrnca
ha
existido
y no se puede
Iu-
char
por
una quimera.
b] Prohibido vivir de acucrdo
con
la
Trigo-
libia,
pucsto
quc
sta
todava
no
cxiste.
c] Prohibido
dudar dc
la Trigolibia,
puesto
que sta existir, irrcmediablemente,
maana,
y
cn
cuanto la Trigolibificatura
desaparezca,
ya
quc
cad
a
dia
se
hace ms pcquea
a
fuerza
de
crecer.
d]
Prohibido acloptar
actitudcs
antitrigolbi-
cas,
puesto
que
la Trigolibia
ya
cs
un
hccho
concreto
en
Tundriusa.
Estas
normas, como cs sabido,
dcrivan del
principio
cxplicado
por
el
Paclre cle
la Trigoli-
bia
Tundriusa,
Trigolibn:
"Todos
cn
Tundriu-
sa
son trigolbicos,
menos los trigolbicos,
los an-
titrigolbicos
y
los
protrigolbicos".
Ahora, Nusitaniu
y
Tundriusa
libran lo
que
los espritus
ms enterados
han
llamado
la
Fri-
gotrigolibia.
El iema
de
Nusitania
es:
"Defcndcr la Tri-
golibia
hoy,
o ser trigolbicos
maana".
Y
el
de
32
Tundriusa:
"Por
una Trigolibia
sin Trigolibia".
Los
pases
de
Perupla,
eue
no dicen defenderla,
opinan
que
la
Trigolibia
es
tan slo
la
posibi-
lidad de
desear
la Trigolibia.
Los
de
Tropereta,
su atencin distrada
en
el
problema
de
inves-
tigar
la
metafsica
dcl
Troperetano, no
se
ocupan
de
la Trigolibia.
Esta
es
la
defensa
de
la Trisolibia.
33
7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes
16/41
TLACTOCATZI}{E,
DE,L
JARDI{
DE
FLANDE,S
t
19
S
e
pt
.
El
licenciado
Brambila tiene
cada
idea Ahora
acaba de
comprar
esa vieja man-
sin del
Puente
de Alvarado, suntuosa
pero
in-
servible,
construida
en
tiempos
de
la
Interven-
cin Francesa.
Naturalmente, supuse
que se tra-
taba
de una de tantas operaciones del
licencia-
do,
y
que
su propsito, como
en otra
ocasin,
sera
el
de
demoler
la
casa
y
vender el
terreno
a buen
precio,
o en todo caso
construir all
un
edificio para oficinas
y comercios.
Esto, como
digo,
crea
yo entonces.
No fue poca
mi
sorpre-
sa cuando
el
licenciado me comunic
sus
inten-
cione
s:
la
casa,
con
su
maravilloso
parquet,
sus
brillantes candiles, servira
para
dar
fiestas y
hospedar a sus colegas
norteamericanos
-histo-
ria,
folklore,
elegancia reunidos.
Yo debera
pa-
sarme
a vivir algn tiempo a
Ia mansin,
pues
Brambila, tan bien
impresionado por
todo
lo
3+
clems,
senta cierta
falta
de calor
humano
en
esas
piezas, de hecho
deshabitadas
desde
1910,
cuando la
familia
huy
a
Francia.
Atendida
por
un matrimonio
de criados
que
vivan
en
Ia
azo-
tea,
mantenida
limpia
y
brillante
-aunque
sin
ms
mobiliario
que
un magnfico
Pleyel en
la
sala durante
cuarenta
aos-,
se
respiraba
en
ella (aadi
el licenciado
Brambila
)
un
fro
muy
especial,
notoriamente
intenso con
rela-
cin
al que
se sentira
en
la
calle.
-Mire,
mi
gero. Puede
usted invitar
a sus
amigos
a charlar,
a
tonrar
la
copa.
Se
le insta-
lar
lo
indispensable.
Lea,
escriba,
lleve su
vida
habitual.
Y el licenciado
parti
en a.,in
a
Washing-
ton,
dejndome
conmovido
ante su
fe inmensa
en
mis
poderes
de
calefaccin.
I
9
S
e
pt
. Esa
misma
tarde me
traslad con
una
maleta
al
Puente
de Alvarado. La
mansin
es en
verdad hermosa,
por
ms
que
la
fachada
se encargue
de negarlo,
con
su exceso
de
capi-
teles
jnicos
y
caritides
del
Segundo Imperio.
I',1
saln,
con
vista
a
la
callc, ticnc
un
piso
oloroso
y
brillante, y
las
paredes,
apenas
manchadas
por
los
rectngulos
espectrales
donde
antes col-
gaban los
cuadros,
son de
un
azul
tibio,
ancla-
clo
en lo
antiguo,
ajeno a
lo
puramente
viejo.
35
7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes
17/41
7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes
18/41
llevrselo
a
la
tierra.
El
humo
del
otoo
cubre
el
jardn
hasta
las
tapias, y
casi
podra
decirse
que
se escuchan
pasos,
lentos,
con
peso
de res-
piracin,
entre
las hojas
cadas.
2l
Sept.
Por
fin,
he
losrado
abrir
la
vcnta-
na
cle la
biblioteca.
Sal al
jardn.
Sigue
esta
Ilovizna,
imperceptible
y
pertinaz.
Si
ya
en la
casa
rozaba
la
epidermis
de otro
mundo,
en
el
jardn
me
pareci
llegar
a
sus nervios.
Esas
si-
luetas
de memoria,
d.
inminencia,
que
not
ayer,
se crispan
en el
jardn;
las
siemprevivas
no
son las
que
conozco:
stas estn
atravesadas
de un
perfume
que
se hace
doloroso,
como
si
las
acabaran
de
recoger
en
una cripta, despus
de
aos
entre
poh'o
y
mrmoles.
Y
la lluvia
mis-
ma
rernueve
,
e[ el pasto,,
otros
colores
que
quiero
insertar
en
ciudades,
en ventanas,
de
pie
en
el
centro
del
jardn,
cerr los
ojos.
.
.
taba-
co
javans
y aceras
mojadas...
arenque...
tu-
fos
de
cerveza)
vapor
de
bosques,
troncos
de en-
cina.
. .
Girando,
quise
retener
de
un
golpe
la
impresin
de
este
cuadriltero
de luz
incierta,
que
incluso
a la
intemperie
parece filtrarse
por
vitrales
amarillos,
brillar
en los
braseros,
ha-
cerse
melancola
aun
antes
de
ser luz.
.
. y
el
verdor
de las
enredaderas,
no
era
el
acostum-
brado
en
la
tierra cocida
de las
mesetas;
tena
3B
otra suavidad, er
que
las
copas
lejanas de
los
rboles son azules
y
las piedras
se cubren
con
limos grotescos.
.
.
Memling, por una de
sus
vcntanas
haba yo visto
este misrno paisaje,
en-
tre
las
pupilas
de una virgen
y
el reflejo de los
cobres
E,ra
un
paisaje
ficticio,
inventado.
i
El
jardn
no estaba en
Mxico .
.
. y
la lluvieci-
lla. . . Entr corriendo a
la
casa, atraves
el
pa-
sillo, penetre
al
saln y pegu
la
nariz en la
ventana:
en la Avenida del Puente de Alvara-
do, rugan las
sinfonolas,
los tranvas y
el
sol,
sol montono, Dios-Sol
sin matices
ni
efigies en
sus
rayos,
Sol-piedra estacionario,
sol
de
los
si-
glos
breves.
Regres
a
la
biblioteca: la llovizna
del
jardn
persista,
vieja,
encapotada.
2
I
S
e
pt
. He
permanecido,
mi
aliento
empa-
ando
los
cristales,
viendo el
jardn.
Quiz
ho-
ras,
la mirada fija
en su
reducido
espacio. Fija
en el
csped,
a
cada instante
ms
poblado de ho-
jas.
Luego,
sent
el
ruido
sordo,
el
zumbido que
pareca salir
de s mismo,
y
levant
la
cara. En
el
jardn,
casi
frente
a
la
mia,
otra
cara,
leve-
mente
ladeada,
observaba
mis
ojos. Un
resorte
instintivo me
hizo
saltar
hacia
atrs.
La
cara
clel
jardn
no
vari su mirada, intransmisible
en
la sombra
de
las
cuencas. Me
dio
la
espalda, no
distingu ms que
su
pequeo
bulto, negro
y
39
7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes
19/41
encorvado,
y escond
entre los
dedos
mis
ojos.
22 Sept.
No hay
telfono en la
casa, pero po-
dra
salir a
la
avenida,
llamar
a mis
amigos,
irme
al
Roxy.
.
.
pero si estoy viviendo
en
mi
ciudad, entre
mi
gente
por
qu
no
puedo
arrancarme
de
esta
casa,
dira mejor,
de
mi pues-
to
en la
ventana
que mira
al
jardn?
22
Sept.
No me
voy
a asustar
porque alguien
salt
la
tapia y entr
al
jardn.
Voy
a esperar
toda
la tarde,
sigue
lloviendo,
da
y
noche ,
y
agarrar
al
intruso.
. . Estaba
dormitando en
el
silln,
frente a la
ventana, cuando
me
despert
la
intensidad
del olor
a siempreviva.
Sin
vaci-
lar,
clav
la vista
en
el
jardn
-all
estaba. Re-
cogiendo las
flores,
formando
un
ramillete
en-
tre
sus manos
pequeas
y amarillas.
. .
Era una
viejecita.
.
.
tendra
ochenta aos, cuando
me-
nos,
pero
cmo se
atreva
a
entrar,
o por dn-
de entraba?
Mientras
desprenda las
flores,
la
observ:
delgada,
seca,
vesta
de
negro. Falda
hasta
el
suelo,
que
iba
recogiendo
roco
y
tr-
boles, la
tela
caa
con la
pesantez,
ligera
pesan-
tez,
de una textura
de
Caravaggio;
el
saco
ne-
gro, abotonado hasta
el
cuello,
y
el tronco
do-
blegado,
aterido. Ensombreca la
cara
una co-
fia
de
encaje
negro, ocultando el
pelo blanco
40
y despeinado
cle
la
anciana. Slo
pude
distin-
guir los
labios, sin sangrc,
que con el color
p-
Iido
de su carnc penetraban en
ia
boca
recta,
arqueada en la
sonrisa
ms leve, ms triste, ms
permanente
y
desprendida
de toda
motivacin.
Levant
la
vista;
en
sus
ojos
no
haba
ojos.
.
.
era como
si un
camino,
un paisaje
nocturno
partiera de los
prpados
arrugados, partiera
hacia
adentro, hacia un viaje
infinito en
cada
segundo
.
La
anciana se
inclin
a
rccoger
un
ca-
pullo rojo;
de
perfil,
sus faccioncs
dc halcn,
sus
mejillas-
hundidas, vibraban
con
los
ngulos
de
la
guadaa.
Ahora
caminaba,
d
hacia. . .
?
No, no
dir que
cruz.6 la
enredadera
y el
muro,
que se
cvapor, gue
penetr en
la
tierra
o
as-
cendi
al
cielo;
cn cl
jardn
pareci abrirse
un
sendero,
tan
natural
quc a primcra vista no
me
percat de
su
aparicin,
y por
1,
con. .
. lo sa-
ba,
lo
haba
escuchado ya.
. . con
Ia lentitud
de
los rumbos
pcrdiclos,
con
el peso
de
la
respi-
racin, mi visitante se fue
caminando
bajo la
lluvia.
23
Sept.
Me encerr
en
la
alcoba; atranqu
la pucrta con.
lo
que cncontr
a mano. Posible-
mente no
serviria
para nada;
por lo
menos, pen-
s que
me
permitira hacerme
la
ilusin
de po-
der
dormir
tranquilo.
Esas
pisadas lentas,
siem-
+1
7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes
20/41
pre
sobre
hojas
secas,
crea escucharlas
a cada
instante;
saba que
no
eran ciertas,
hasta
que
sent el
mnimo crujido
junto
a
la
puerta,
y
lue-
go
cl frotar
por
la
rendija. Encend
Ia
luz: la
esquina de un
sobre
asomaba
sobre
el tercio-
pelo
clcl
piso.
Dctuvc
un
minuto
su
conteniclo
en
la mano; papel
viejo, suntuoso,
palo-de-rosa.
Escrita
con
una
letra de ara,a,
empinada
y
granclc,,
la carta
corttetra
una
sola
palabra:
TLACTOCATZINE
23
Sept.
Debe
venir,
como
aycr
y
anteayer)
a
la
cada
del sol.
Hoy
le
dirigir
la
palabra;
no
poclr
escaparse,
la
seguir
por
su
camino,
ocul-
to entre
las enredaderas.
. .
23 Sept.
Sonaban
las
seis
cuando
escuch
nr-
sica en
el saln;
era
el famoso
Pleyel,
tocando
valses. A
medicla
que me
acerqu,
el
ruido
ces.
Regrcs a
la biblioteca:
ella
estaba
en el
jardn;
ahora
claba
pcqucos
saltos,,
describa
un
movi-
miento.
.
.
conro
el de
una
nia
que
juega
con
su
aro.
Abr
la
ventana;
sal.
Exactamente,
no
s
qu
sucedi;
sent
que
cl
cielo,
que
el
aire
mismo,
bajaban
un pelclaio,
caian
sobre
el
jar-
dn;
el aire
se
haca
rnontono,
profundo,
y to-
do
ruiclo se
suspenda.
La
anciana
me
mir,
su
sonrisa
siempre
idntica,
sus ojos
extraviados
en
+'
el
fondo
del
mundo;
abri
la
boca,
movi los
labios: ningn
sonido emanaba de aquella co-
misura
plida; el
jardn
sc
comprimi
coriio
una
csponja, el
fro
mcti sus
cledos
en mi
carne. .
.
24
Sept.
Dcspus
de
la
aparicin
del
atarde-
cer,
recobr
cl
conocimicnto sentado en el
silln
de la
bibliotcca;
la ventana
estaba cerrada; el
jardn
solitario.
Ill
olor de
las sicmprevivas
se
ha esparcido
por
la casa; su
intensidad es
par-
ticular
en
la
recnrara. All esper una nueva
misiva, otra
scal clc
la
anciana.
Sus palabras,
carne de
silcncio, queran
clecirmc
algo.
.
.
A
las once cle
la
nochc,
sent
ccrca de
m la
luz
parda
del jardn.
Irluevamente,
el
roce
de
las
faldas largas
y
ticsas
junto
a
la
puerta;
all cs-
taba
la
carta:
"
Antado
mo:
La
luna
acaba
de asomarse
y
la
escucho can-
tar; todo es tan indescriptiblemcnte
bello".
Me vesti
y baj a
la
biblioteca;
un velo
he-
cho
luz
cubra a
la
anciana,
sentada en
la
ban-
ca
del
jardn.
Llegu
junto
a ella,
entre el zurn-
bar
de
abejorros; el mismo
aire, del cual
el
ruido
desaparcce, envolva
su presencia. La
luz
blanca
agit
mis
cabellos,
y
la anciana me
to-
+3
7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes
21/41
m
de
las
manos, las
bes;
su
piel
apret
la
ma.
Lo supe
por revelacin,
porque mis ojos
decan
1o
que
el tacto no
corroboraba: sus ma-
nos
en las
mas,
no
tocaba sino viento pesado
y
fro,
adivinaba hielo
opaco
en
el esqueleto
de
esta
figura
que, de hinojos,
mova
sus
labios
en
una letana
de
ritmos
vedados. Las
siemprevi-
vas
temblaban, solas,
independientes
clel
vien-
to. Su
olor
era
de
fretro. De
all venan,
todas,
de una
tumba;
all
germinaban,
all
eran
lle-
vadas
todas
las
tardes
por las manos
espectra-
les
de una anciana.
.
. y el ruido regres,
Ia llu-
via
sc
llcn clc
amplificadores, y
la
vo\
coa-
gulada,
eco
de las
sangres
vertidas
que
arn
transitan
en
cpula con
la
tie
rra,
erit:
-
Kapuzinergruft
Kapuzinergruft
\[c
arranqu
clc
sus
manos,
corr
a
la
puerta
de la mansin
-hasta
all me
perseguan
los
rumores
locos
de
su
voz)
las cavernas
de
una
garganta
de
muertes
ahogadas-, ca
temblan-
do, agarrado
a
\a manija, sin fuerr.a
para mo-
verla.
De nada
sirvi;
no
era
posible abrirla.
Est sellada, con
una laca
roja
y
espesa.
En
el
centro. un escudo
de
armas
brilla
en
la
no-
che,
su
guila
de
coronas)
el
perfil
de
la
an-
ciana, lanza
la
intensidad
congelada
de
una
clausura
definitiva.
+4
Flsa noche
escuch
a
mis
cspaldas
-no
saba
que
lo
iba
a escuchar por
sicmpre-
el roce de
las
faldas sobre
el piso; camina
con
una nueva
alegria
extraviada,
sus
ademancs
son
reiterati-
vos
y
delatan
satisfaccin. Satisfaccin
de
car-
celero,
de compaa,
de prisin
eterna.
Satis'
faccin
de
soledades
compartidas.
Era su
voz
de nuevo, acercnclose, sus
labios
junto
a
mi
oreja, su alicnto
fabricado
cle
espuma y
ticrra
sepultada:
-...y
no nos
dejaban
jugar
con
los aros,
Max,
nos
lo
prohiban;
tenamos
que
llevarlos
cn la mano,
durante
nuestros paseos por
los
jar-
dines
de
Bmselas. .
.
pcro
cso
ya
tc lo
cont
ert
una
carta,
cn la que tc escriba clc
Bouchot,
,;
rccuerdas?
Pcro
dcscle ahora,
no
ms cartas,
ya
estamos
juntos
para siemprc,
los dos
en
este
castillo..
.
Irlunca
saldremos;
nunca
dejaremos
cntrar a
nadic.
.
. Oh,
Max'
contesta, las siem-
prcvivas,
las quc
te
llevo cn las tardcs a la crip-
ta de
los
capuchinos,
no
saben
frescas?
Son
como las quc tc ofrendaron cuando
lleeamos
aqu,,
t, Tlactocatzinc.
.
.
Nis
tiquimopielia
inin
maxochtzintl . .
.
Y sobre cl
escuclo
lc la
inscripcin:
cHARI-()TTI-.,
KATSERIN
VON IEXII(O
45
7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes
22/41
LL,]'ANiA
DE,
LA
ORQUDE,A
:,f
--Nlira.
r'c: va
(-rnpct.
el
invie
rno,
De las
espaldas
dcl
cielo
caa
sobre
Panam
un
torrente
de filos
claros
que
escu rrian,
dc la
tierra herida
en las
calles
aclyacentes,
a Ia
Yia
Espaa.
En
la
frontera
dc
asfalto
las
aguas
tur-
bias
se
arrinconaban
desoricntadas,
temiendo
sin
conciencia
la
succin
del
drcnajc.
Respiracin
lejana
de
la
ciudad,
marcha
de rumorcs,
eue-
daba
suspendida
en
el vapor
dc
las
aceras,
en
el
occipucio
de
las
palmas,
en los
cuerpos
esta-
cionados
bajo los
toldos.
Luz
visceral,
amarilla
como
la
lluvia
al abra-
r.ar
cl
polvo.
Muriel
despert, eran
las
doce
del
da.
Las
ventanas
abiertas
se
mecan
hasta
for-
mar
una esdrjula
reticentc;
las
sbanas
caian
pesadas
sobre
su
cuerpo.
Sombra
corta
de
las
patas de la
mesa,
y
el silencio
dominaba
la
tos
del
hombre.
Ana
)/a
no
estaba
;
quiz
volvcra
+6
en
la
tardc,
nrojacla,
a
pascarsc cn
su cscara
floj
a.
Muriel
extendi los
brazos
y
coloc
sus
ma-
nos
sobre
la cabeza.
Entre
los minutos, moscas
verdes
visitaban
el
mapa gris de
su torso,
y
los
sobacos
vencan
al
aire.
Vaco: slo observaba
las
lejanas
colinas, recortadas
por la
navaja os-
cura
del
da. Ni
un
pjaro,
ni
un
presaeio.
ni-
camente tiempo
enredado
en
la
maraa
de
electricidacl.
Jugaba
con lentitud
a
la
iitanj-
fora:
el pas
estaba
poblado
de cllas, eran
como
sus pies.
. .
Alanje,
Guarar,
Macaracas,
Arraijn,
Chi-
riqu.
Sambu,
Chitr,
Penononr.
Chicn.
Cocol, Portosancl.
.
.lrst: r'itmo era
una
dcfensa.
Cuando
escamp,
Muriel
se levant
con
la
frente
empapada.
Fue
al
closet
a
buscar
sus
zapatos;
cstaban
cubiertos
de
un
limo
rrerdc,
igual
que
sus libros,
rcblandecidos,
rcsistindo-
se
a
que
se
les
leyera.
En
un
plato,
quedaban
cubos
dc hielo
agonizantes;
los
coloc sobrc
su
pescuezo,
y
apret
duro,
hasta
que le
volvi la
tos. Ccrca
dc
las
ventanas,
las
plantas
jaspea-
das
volvan
a
hincharse,
sus
brazos
abiertos
pi-
coteados
de
r
7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes
23/41
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24/41
bazares
hinds,
entre las faldas
tensas
1.
las
blu-
sas
moradas
de los
negros
de Calidonia.
sin ms
furia
que
el
ojo
de una
serpiente.
Horas
y
ho-
ras)
en
un
paseo
caluroso que no
pareca
mer-
mar
la
fresca
salanura de
la
flor.
En la
canti-
na
clel Coco Pelao,
Muriel
la roci
de pipa;
la flor
cambi
de
colores,
pero se esponj
go-
zosa,
sus
ptalos
abrazaron las
nalgas
del
hom-
bre,
lo
sacaron
cle la
cantina, lo
empujaron has-
ta
las
puertas clel Hap4),land.
Esa noche,
bail
\'Iuriel
como nunca;
la
orqudea
marcaba
el
son,
sus savias
corran hasta
los talones
del
clan-
zarn,
suban al
plexo,
lo
arrastraban de
rodi-
llas.
lo
agitaban
en
un llanto
seco
y
rabioso. De
la
raiz de la orqudea salan
chillando
ondas
tensas como una
letana
;
Chimbomb ; Chim-
bomb
Chimbornb
cierra
ruis
heridas,
junta
rnis
nranos.
erendor,
cicatriza
mi
vagina, detn
las
horas,
danre un pon'enir
dame
una
lgrirna
C)himbomb, det'n
nri
risa
apresura
rrri
fantasrria,
hazme
la
quietud
djame
hablar espaol.
alamb,
mata
el ritmc
para
que
me cree,
une
lnis
pulnrones.
llena
de tierra
v flores las esclusas.
no
me
vendas
por
la ltrna.
haz de nlis
tras puentes,
clrrtanre el tatrraje de
estrellas,
50
Chimbomb
As gema
la
orqudea,
I
todos
-marineros
l'erdes, turistas,
mulatas
de
conos
rebotantes-
admiraban la
belleza
triste de la flor,
sus
movi-
mientos
de
cosquilla,
sus
canrbios clc
color
con
cada
pieza musical.
;La
orqudea cra
un teso-
ro.
plantado
hoy
cn cl invcrnadcro
de
su
raba-
dilla,,
pero. .
. Si
sta haba florecido,
por
qu no podran
gernlinar
ms,
y
ms,
nicas,
cn
mutaciones
sin
lmitc?
Orqudeas que sal-
dran
coneeladas, cn avin,,
a
las
nril
ciudades
donde
an
quedara rrna
nrujer
con fc cn las
ir-r-
sinuacioncs
corteses.
N,{uriel sali corricndo clel
Happylsnfl,
ja-
deante, sin
parar hasta su casa. Ana n()
haba
regresado.
Poco importaba.
Rpiclamcntc,
se
desnurl
r,'
tom
la
navaja;
sin r,,acilacin
cor-
t
de
un
tajo
la
orquclca
y
la
plant cn
url va-
so de
agua. Dcl
hucso
rpcnas
brotaba
un mu-
n
verde.
Primcra
clc
la
cosccha.
a
vcintc
dlarcs ca-
cla una
No lc
quedaba
sino cspcrar,
tcnclido cn
la
cama.
a
quc
diarianrcntc,
cntrc
docc
,v
clos,
floreciera
una
nueva.
Acaso
naceran
multipli-
cadas
-cuarenta,
ochenta,
cicn dlares
cliarios.
Y
entonces,
sin
aviso, clel lrrgar
cxacto
cn
quc
la flor
haba
siclo cercenacla,
brot
una
estaca
rspida
y astillosa.
N{uriel
va
no
pudo
sritar;
5rl
7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes
25/41
con
un
chasqtrido
clcsgarrantc,
la
estaca
irrum-
pi
entre
sus piernas
y ya accitacla
cle
sangre,
corri,
rajante,
por las
entraas
dcl
hotrtbre,
devorando
sus
nervios,
lenta
y
cicea,
quebran-
do cn
cristalcs
eI
coraz,n.
Ya
no
hablar, ya
no
describir. Y
all amaneci
\{uriel,
partido
por
la
mitacl,
empalado,
sus brazos
crispaclos
en
dos
clirecciones.
Los
ptalos
cle
la orqudea
marchi-
ta
en
cl
vaso scco,
rcflejaban en los ojos
muer-
tos
de
Muriel un
lcnto oleaje cle
luz.
Afucra,
cntre
las
preposiciones,
Panam
se
colgaba
cle los
clientes
a su
propio
scr. Pro
Mun-
rli
Beneficio.
POR
BOCA
DE
LOS
DIOSES
+t
qBingbingbing
.qotcaba
la cara
clc
la
\:cntana
llorando los
rcmorclitnicntos
ajcnos,
rtricntras
yo
intcntaba
pcrscgtrir
las
manccillas
quc'
cmpc-
zaban
--{crca,
las
ciocc--
i.t
cstrangularmc.
Ai-
ta
Ia
ventula,
bajo cl
tccho,,
las parcdcs
gcman
por tocarsc
cn una
cpula
clc ccmcttto;
s,
se
iban accrca,nclo.
angostando,
sta corta,
aqu-
lla
clelgacla.
la
terccrr barriaotra,
la
otra
con
una
vlgina clc viclrio.
rnico
labcrirrto
al
ntapa
anclrajoso
clc
la
(iran
Ciuclacl.
No clucra
tnirar
a trar's
rlcl cristal; clc
cso i'rua.,
cnccrtrado aqu.
sicmprc:
clt:
la
past:t,
clcl
jamoncillo
entpal:r-
goso
pintado
clt'
rosl
como su
titlict
sorlrisa ama-
blc
inrncrsa
cn
cl
innlcttso
tirnquis.
tic
palacios
a\rerqonzaclos
cscurricntes clc
cacahua.te. cle
la
plaea
clc
loctlorcs
vt:stitlos
ilc
qabarclina
v
nlcz-
clilla.
ahclchornaclos
de
su cielo. cle csos mismos
roeriorcs
-nutitru
nnturutn--'
p:rsatlos
por etr
1i
:-)
7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes
26/41
nrolino
clc
luz
ncn
cluc
los
convicrtc
en
gran-
des
carroas
maquilladas,,
sc
aclivina
cl
sexo
afeitado,
Ia herida
siempre
abierta
disimulada
por
el
tu'eecl,
cl
diente
falso
flotando
en una
tumba nocturna
de formol.
Cuando
cl
reloj
,se
abraza
a
s
mismo,,
al
erguirse
t
apretarse
las
clos
piernas
clel
tiempo
en la
medianoche,
s
que
no
tardarn
las
visitas
indeseadas;
estn,
silen-
ciosas
en la
antesala
clc
mi
olvido,
hasta
quc
los
pics lcs
punzan
con
un ritmo
oscuro,
s que
el
rcpiqueteo
de la
puerta.,
el
aullar clc
las
gargan-
tas
pcludas
cantando
en
.silencio
a su
plexo, el
falso
balumboy
tropical,,su
tntara-ranta-tan-
tn
en las
parecles,
es
un
disfraz,
un
disimulo
corts,
una invitacin
al chocolate
cle los
can-
nigos
clc
ojos
de
serpiente,
envcnenado
de
dolor
y
latcntc
clc
cogulos;
y
rasgucan
sin
cesar,,
mi-
lcs
clc
guitarras,
corno
.si
sus
dedos misnros
fue-
ran
cuerdas.
,:
Qr
traen
cn
sus
manos
y en
sus
ccrcbros,
detrs
cle la
sonri.sa
y cl
cachoncleo
cle
los
abrazos
inevitables?
Una
nochc,
quisicron
introclucirsc
como
mariachis;
bast
cl
ro
cre
ge-
midos
-quc
cmpez
a
inundar
mi
cuarto
por
el
ojo
cle
Ia
llavc
all
csrn
siemprc
su.s
ojos,
sin
hlito
como
si el
asesinato
fuera
lquiclo-
para
cnloquccerme
y
rabiar.
Y
no,
me
lo
ofre-
can
como
sus
prcsentcs.
;no
sabcn
cle
las
cajas
cle Pandora.
de
las
fuerzas
homiciclas
clc
Ia
mi-
54
tologa
La
suya sigue
viva,
sus monstruos
de
jade
y
embolias siguen gravitando
como ms-
caras
daltnicas
que
sin
color se pierden
en el
polvo
y el
drenaje,,
que corretean subterrneas
para
asomar
sus
fauces
de tarde
en tarde,
eue
cabalgan por
el aire
secando
sus
montes y mo-
viendo
los puale.s
de
obsidiana. Se
esconden
en los
ombligos,
relampaguean en los encabe-
zados rojos,
se
sumergen bajo
el
lodo
cuando
vienen
las
invasiones; dormitan
siestas
secula-
res; cn el fondo
de cada callejucla,
se deticnen
vidas,
en
las canas,
se
coltrmpian,,
en los crte-
res)
serpentean.
Siesta
cnorme, y cuanclo se des-
piertan
para
rnasticar,
alsuien
grita
desde
lo
alto
de los nopales:
"
Hemos vuelto
a encon-
trarnos "
Vengo huyendo
de
ellos,
de sus
for-
mas
menores.
y estn
aqu,
eigantes
sin ms di-
mensin
que la
clera
corts
y
el
son
reticcntc
de
las guitarras. En
las
calles, me
miran
feo, pi-
san mis pies,
me
empujan, me pintan violines
v
me tocan
el claxon,
ay
de
observar a sLls
mu-
jeres,
ay
de
rehusar sus
alcoholes, ay de demos-
trar
que
mi
cerebro
y
mi
memoria
no laten
a
su comps )
En la
escalinata de
Bellas Artes. me encontr
55
7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes
27/41
a
Don
Diceo.
Clasi
nunca
salgo
clc mi
cuarto
cle
hotcl;
cuanclo lo
hauo,
ando solo,
y
si mc
acom-
pao
clc
aleuien,
cs
para
quc mc r,'ista.
Pcro
Don
Diego
es un
vic.jccillo
casi
r:nano.
casi
jorobado.
clecorado
dc
caspa. ,y
con
un
cstilo
clc
conver-
sacin
quc acaba
por
crispanrrc.
-
Caro
Oliverio
F cliccs
los
ojos
,,
Qr
milagro cs
stc?
Sin clucla vicncs
-zh,
muchr-
chos estriclcntisq-
a \/cr cso
quc llaltran
arte
cn cl ltimo
piso.
Ancla,
ancla,
acompamc
primero
a
la
sala
colonial,
sabes
quc cs
mi
prc-
fcrida,
)'
clcspus
tc clar
cl
gusto
cle rccorrcr
.juntos
la
clc
artc
moclcrno.
Pasa,
pasa:
clc
nin-
guna mallcl'a,
t
primcro.
;
No
faltaba
ms
Irn
la
sala
colonial,
Don
Dicgo
cliscurri
lar-
gamcntc
a la
cara
clc un
annimo
clcl
siglo
xvrr.
[Jna
prcciosa
mujcr,
morcnr,
con
matiz
dc pi-
lortcillo,
ccjas
inolvitlablcs
.y
r,csticla
clc
cncajc
blanco. Subimos
a
la
cxposicin
clc
pintura con-
tcrnpornczr.
Don Dicgo
emperz
^
clar
pcquc-
os bastonrzo,s
clc impacicncir
:
-Ay,
?)., l)',
a csto llarnan
rrtr..
;
\rlgarnt- I
\':r
tc
pasar'
la
ficbrc por
cstas
rnonstruosicla-
rles,
Olivcrio.
Cuanclo
sc
cs vic.jo,
sc
busca
Ia
bcllcza
v
sc
rnhclan las
cosas
simplcs
Caminarnos
por
la
qalcra
trapt'zoiclc.
obscr'-
vanclcl los
crraclros
ahorcaclos
en
las
parcclcs rle
balsa. Itt.
submarina
v
cclcstc.
penctrab:r
cro-
:r
ti
mo
cubos clc hiclo
por
la vcntrna
nol'tc. masti-
canclo cletallcs
para
puntr.rali't,ar lo
escncial:
ia
joroba
clc
l)on
l)icgo, mi
nariz
caf, \' lln
cua-
dro
Iejano
cn
un
rincn.
--'l-r-ml-)o.
l95B
-lcv.
con
la
retina
arru-
gatla.
Don Dicqo-
-.
;
Bah
Compare
ustccl
corr
el
annimo
quc acabamos
clc
vcr.
Aquclla
mu-
.jcr,
tocl:rr'a
pucrlc ustccl cncontrrrla
a cu:rlquicr
hora
cn
la
callc.
pcro
sta.
.
.
I)cscuartizacla
por
los