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Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

Feb 06, 2018

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MarvinR.Mira
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  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    1/41

    Carlos

    Fuentes

    Los

    das

    enmascarados

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    2/41

    ndice

    Iitlicion

    oliginlil:

    l.os l)rcsctllcs.

    l()5J

    r

    l9-5-1.

    (

    arlos I

    Lrcrttcs

    l)rinrcrt

    ctlicitin

    cn

    IJibliotctlr

    Irrll:

    l()81

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    )cci rttot tln

    a reirrtltrcsitin:

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    Fldicioltcs

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    itt

    Ilt'tit

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    ruetlc

    str lirlttctlllirtlo.

    tli rclrotlttcttltt

    lollrl

    o

    rart

    irllttetltc.

    xlr

    tlill titl

    tllctlio

    o

    ltlcttltlo.

    sirt

    lr

    itttoriltcittlt

    xrr

    cscrito

    tlcl ctlitor'

    'l'li:

    l,rl;

    tttttt' ttt

    ln'

    rt'trtiltrt

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    *'g

    .e d

    iciotcscrlr.cotl

    | .lll

    \

    cH^c r.lool

    x[9lx

    EN DEFENSA

    DE

    LA

    TRIGOLIBIA

    *

    [28]

    *

    TI-ACTOCATZINE,

    DLI,

    JARDN

    DE

    F.I,;\NDES

    *

    [3:t]

    ,

    LETANA DE

    r-A

    oRqrJDEA

    *

    [,t6]

    *

    POR BOCA

    DE

    LOS

    DIOSES

    *

    [53]

    *

    EL Qt]E INVENT

    LA PLVORA

    *

    [73]

    *

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    3/41

    A mis

    parlre.:,

    ttc libro escrito

    con ellos.

    CHAC

    MOOL

    Hace

    poco tiempo, Filiberto

    muri

    ahogado

    en

    Acapulco.

    Sucedi

    en

    Scmana

    Santa.

    Aunque

    despedido

    de su

    cmpleo

    cn

    la

    Secretara, Fili-

    berto no pudo rcsistir

    la

    tentacin

    burocrtica

    dc

    ir.

    como toclos los

    aos,

    a la

    pensin

    alema-

    na, comer

    cl

    choucrout

    endulzado

    por el

    sudor

    de la

    cocina

    tropical,

    bailar el

    sbado

    de

    gloria

    en

    La

    Quebrada,

    y

    sentirsc

    "gente

    conocida" en

    el

    oscuro

    anonimato

    vespertino

    de

    la

    Playa

    de

    Hornos.

    Claro,

    sabamos

    que en

    su

    juventud

    ha-

    ba nadado

    bien,

    per{r

    ahora,

    a

    los

    cuarcnta,

    y

    tan

    desmejorado

    como

    se

    le vea,

    intentar

    sal-

    var,

    y

    a medianoche,

    un

    trccho

    tan

    largo

    Frau

    Mller

    no

    pcrmiti que

    sc

    velara

    -clientc

    tan

    antiguo- en la

    pensin

    i

    por el contrario,

    esa

    noche

    organiz

    un

    baile cn

    la

    terracita

    sofoca-

    da, mientras

    Filiberto

    esperaba,

    ffiuy

    plido en

    su caja,

    a que

    saliera

    el

    camin

    matutino

    de la

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    4/41

    terminal, y pas

    acompaado

    de huacales

    y

    far-

    dos la primera noche de su nueva

    vida.

    Cuan-

    do

    llegu,

    temprano, a vigilar el embarque

    del

    fretro,

    Filiberto estaba bajo un

    tmulo

    de

    co-

    cos;

    el

    chofer

    dijo

    que

    lo

    acomodramos rpi-

    damcnte en el toldo y

    lo

    cubriramos

    de lonas,

    para que

    no

    se

    espantaran los pasajeros, y a

    ver si no

    lc

    habamos echado

    la

    sal al viaje.

    Salimos

    de

    Acapulco, todava

    en la brisa.

    Has-

    ta

    'Tierra

    Colorada

    nacieron

    el

    calor

    y la

    luz.

    Con

    el

    desayuno de huevos

    y

    chorizo, abr

    el

    cartapacio

    de

    I iliberto, recogido el da anterior,

    junto

    con

    sus

    otras pertenencias,

    en

    la

    pcnsin

    de los

    Mller.

    Doscientos

    pesos.

    Un

    peridico

    vicjo;

    cachos cle

    Ia lotcra;

    el

    pasaje

    de

    ida

    -.'slo

    clc irla?-,

    )'

    cl cuadcrno

    barato,

    cle hojas

    cuaclricrrlrrlas y

    tapas clc papcl

    mrmol.

    N{e

    aventur a

    leerlo, a pcsar

    dc

    las curvas,

    el hedor a vmito,

    y

    cierto sentimiento

    natural

    de respeto

    a

    la

    vida

    privada de

    mi difunto

    ami-

    go. Recordara

    -s,

    empezaba

    con

    eso-

    nues-

    tra cotidiana

    labor

    en

    la

    oficina; qu\z, sabra

    por

    qu

    fue

    declinando, olvidando

    sus

    deberes,

    por

    qu dictaba

    oficios

    sin sentido, ni nmero,

    ni

    "sufragio

    Efcctivo".

    Por

    qu, en

    fin, fue co-

    rrido, olvidada

    la pensin, sin

    respetar los

    esca-

    lafones.

    1(l

    "Hoy fui

    a arreglar

    1o

    de

    mi

    pensin.

    E,l ltcen-

    ciado,

    amabilsimo. Sal

    tan

    contento que

    deci-

    rl

    gastar

    cinco

    pcsos

    cn un caf. l'ls el mismo

    al que bamos

    de

    jvenes

    y

    al

    que ahora

    nunca

    concurro,

    porque

    me

    recuerda quc

    a

    los

    veinte

    aos

    poda

    darme

    ms lujos que a

    los

    cuarenta.

    Entonces todos estbamos cn un

    mismo

    plano,

    hubiramos rechazado

    con

    energa

    cualquier

    opinin peyorativa hacia

    los

    cornpaeros

    __de

    hecho librbamos la batalla

    por aquellos a quie-

    nes

    en

    la

    casa

    discutan

    la

    baja

    extraccin

    o

    falta

    de

    elegancia.

    Yo

    saba que muchos (qri-

    z

    los ms humilcles

    )

    lle garan

    muv

    alto,

    y

    aqu,

    en la escuela, sc

    iban

    a

    forjar

    las

    amistacles

    duraderas

    cn

    cuya

    compaa cursaramos el

    rnar

    bravo.

    No,

    no fue

    as. 1\o hubo reglas.

    Mu-

    chos

    de

    los humildcs

    quedaron

    all, muchos lle-

    garon ms

    arriba

    de

    lo

    que pudimos

    pronosti-

    car cn aqucllas foeosas,

    amablcs

    tertulias.

    Otros.

    que

    parecamos

    promcterlo todo,

    quedamos

    a

    la mitad del carnino, destripados

    en

    un examen

    extracurricular,

    aislados por

    una

    zanja

    invisi-

    ble

    de

    los

    quc triunfaron

    y

    de

    los

    que

    nada al-

    canzaron

    En

    fin,

    hoy volv

    a sentarme er las

    sillas,

    moclcrnizadas

    --tambin,

    como

    barricacla

    t1

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

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    de una invasin,

    la fuente

    de

    sodas-

    y preten-

    d

    leer

    expedientes.

    Vi

    a

    rnuchos,

    cambiados,

    amnsicos, retocados

    de

    luz

    nen,

    prsperos.

    Con

    el

    caf

    que

    casi no

    reconoca,

    con

    la ciu-

    dad

    misma, haban

    ido

    cincelndose

    a

    ritmo

    distinto del mo.

    No,

    ya

    no me reconocan,

    o

    no

    me

    queran reconocer.

    A lo

    sumo

    -uno

    o dos-

    una mano gorda y rpida

    en

    el

    hom-

    bro.

    Adis

    viejo,

    gu

    tal. Entrc

    ellos

    y

    yo.

    me-

    diaban

    los

    dieciocho agujeros

    del Country Club.

    Me

    disfrac en los expedientes.

    Desfilaron los

    aos

    de

    las

    grandes

    ilusiones,

    de

    los

    pronsticos

    felices y

    tambin todas las

    omisiones que im-

    pidieron

    su

    realizacin. Sent

    la

    angustia

    de

    no

    poder

    meter los

    dedos

    en

    el

    pasado

    y

    pegar los

    trozos

    de

    algn

    rompecabezas

    abandonado; pe-

    ro el

    arcn de

    los

    juguetes

    se va

    olvidando, y al

    cabo,

    quin sabr a dnde

    fueron

    a

    dar

    los

    solda-

    dos

    de plomo, los cascos, las espadas

    de

    madera.

    Los

    disfraces tan

    queridos,

    ro fueron ms

    quc

    eso. Y sin

    embargo

    haba

    habido

    constancia, dis-

    ciplina, apego

    al

    deber.

    No

    era suficiente,

    o

    sobraba?

    No

    dejaba, en

    ocasiones,

    de

    asaltarme

    el recuerdo

    de Rilke.

    La

    gran recompensa

    de

    la

    aventura de

    juventud

    debe ser

    la

    muerte

    ;

    jve-

    nes,

    debemos partir

    con todos nuestros

    secretos.

    Hoy,,

    no

    tendra que volver

    la

    vista a las

    ciudades

    de sal.

    ,'Cinco

    pcsos? Dos de

    propina."

    12

    "Pepe,

    apartc

    dc su pasin por

    cl clcrccho

    mcr-

    cantil,

    gusta

    de teorizar.

    Me vio

    salir de

    Catc-

    dral, y

    juntos

    nos encaminamos

    a Palacio.

    l

    es

    descredo,

    pero no

    le basta:

    en media

    cua-

    dra tuvo

    que

    fabricar

    una teora.

    Que

    si

    no

    fuera mexicano,

    no

    adorara a

    Cristo,

    y

    -No,

    mira, parece

    evidente.

    Llegan los espaoles

    y

    te proponen adores

    a

    un

    Dios, muerto

    hecho

    un

    coeulo, con

    el

    costado

    herido, clavado

    en

    una

    crt.

    Sacrificado. Ofrendado.

    ,,

    Qu

    cosa

    ms

    natural

    que

    aceptar

    un

    sentimiento

    tan

    cercano a todo

    tu ceremonial, a

    toda

    tu vi-

    da?.

    .

    .

    Figtirate, er

    cambio, que

    Mxico hu-

    biera

    sido conquistado

    por

    budistas o

    rnahomc-

    tanos. No es

    concebible que

    nuestros indios ve-

    neraran

    a un

    individuo

    que

    muri

    de

    indiges-

    tin. Pero

    un

    Dios

    al quc no

    le

    basta que

    sc

    sacrifiquen

    por 1,

    sino que incluso va

    a

    que le

    arranquen

    el

    corazn,

    cararnba,

    jaque

    mate

    a

    Huitzilopochtli

    E,l cristianisrno,

    en su scntido

    clido,

    sangriento,

    de

    sacrificio

    y litureia,

    se

    vuelve Llna

    prolongacin natural y novedosa

    de

    la

    religin indgena. Los

    aspcctos de caridad,

    amor

    y la

    otra mejilla,

    en cambio,,

    son recha-

    zados.

    Y toclo en

    \,'Ixico

    cs cso: hav

    quc

    ma-

    13

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    6/41

    tar

    a

    los hombres para

    poder creer

    cn cllos.

    "Pcpc

    conoca

    mi

    aficin,,

    desde

    joven,

    por

    ciertas

    formas

    dcl artc

    indgena

    mexicano.

    Yo co-

    leccionc

    estatuillas,,

    dolos, cacharros.

    Mis

    fines

    de

    semana los paso en

    Tlaxcala,

    o

    en Teotihua-

    cn.

    Acaso por

    esto

    le guste

    relacionar

    todas

    las teoras

    que

    elabora

    para

    mi

    consumo

    con

    cstos

    temas.

    Por

    cierto

    que

    busco una

    rplica

    razonable

    del

    Chac

    Mool

    desde

    hace

    tiempo,

    y

    hoy

    Pepe

    me informa

    de

    un

    lugar

    en

    la

    Lagu-

    nilla

    donde

    venden

    uno de

    piedra

    y parece

    quc

    barato.

    Voy

    a

    ir el

    domingo.

    "Un

    guasn pint

    de

    rojo

    el agua

    del

    garra-

    fn

    en

    la

    oficina,

    con

    la

    consiguiente pertur-

    bacin de

    las labores.

    He

    debido

    consiqnarlo

    al

    clircctor,

    a quicn

    slo

    lc dio

    nrucha risa.

    El

    culpable

    se

    ha valido

    de

    esta circunstancia

    pa-

    ra hacer

    sarcasmos

    a

    mis costillas

    el da

    entero,

    todos

    en torno

    al

    agua.

    Ch.

    . .

    "

    "Hoy,

    domingo,

    aprovech

    para

    ir

    a

    la

    Lagu-

    nilla.

    Encontr

    el Chac

    Mool

    en

    la tienducha

    que

    me seal

    Pepe.

    Es

    una

    peza

    preciosa,

    de

    tamao

    natural,

    y

    aunque

    el

    marchante

    asegu-

    ra

    su originalidad,

    lo dudo.

    La piedra

    es

    co-

    rriente,

    pero ello

    no aminora

    la

    elegancia

    de

    la

    t+

    postura

    o

    lo

    macizo del

    bloque. El

    desleal

    ven-

    dedor

    le

    ha

    embarrado

    salsa

    de tomate

    en la

    barriga para

    convencer

    a los

    turistas

    de

    la

    au-

    tenticidad

    sangrienta

    de

    la

    escultura.

    "El

    traslado

    a

    la

    casa

    me

    cost ms

    que

    la

    adquisicin.

    Pero

    ya est

    aqu,

    por

    el

    momen-

    to

    en

    el

    stano mientras reorganizo

    mi cuarto

    de

    trofeos

    a fin

    de darle

    cabida. Estas

    figuras

    necesitan

    sol, vertical

    y fogoso;

    ese fue

    su ele-

    mento

    y

    condicin.

    Pierde

    mucho

    en la oscu-

    ridad

    del

    stano, como

    simple bulto

    agnico,

    y

    su mueca

    parece reprocharme

    que le

    niegue

    la

    Iuz.

    El

    comerciante

    tena un foco

    exactamente

    vertical

    a

    la

    escultura,

    quc

    recortaba

    todas

    las

    aristas, y

    le

    daba una

    expresin

    ms

    amable

    a

    mi

    Chac

    Mool.

    Habr

    que

    seguir

    su ejemplo."

    "Amanec

    con la

    tubera

    descompuesta. Incau-

    to,

    dej correr el

    agua

    de la

    cocina,

    y

    se

    des-

    bord,

    corri

    por

    el

    suelo

    y

    lleg

    hasta

    el

    sta-

    no,

    sin que me

    percatara.

    El Chac Mool

    resiste

    la

    humedad,

    pero mis

    maletas

    sufrieron;

    y

    todo

    esto

    en

    da de labores, me

    ha obligado

    a

    llegar

    tarde a

    la

    oficina."

    15

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    7/41

    "Vinie ron,

    por

    fin,

    a

    maletas, torcidas.

    Y

    en

    la

    base."

    arrcglar

    la

    tubera.

    Las

    el

    Chac

    Mool.

    con

    lama

    "Despert

    a

    l una: haba

    cscuchado

    un

    que-

    jido

    terrible.

    Pens

    en ladrones.

    Pura

    imagina-

    cin.

    "

    "Los

    lamentos

    nocturnos

    han

    scguido.

    No

    se a

    qu

    atribtrirlos, pero

    estoy

    nervioso.

    Para

    col-

    mo de

    males,,

    la

    tubera

    volvi

    a

    clcscomponer-

    Se,

    y las

    lluvias se

    han colaclo,

    inundanclo

    el

    s-

    tano."

    "El

    plomero

    no

    viene,

    estoy

    clcscspcrado.

    Del

    Departamento

    del

    Distrito

    licderal,

    ms

    vale

    no

    hablar.

    Ils

    la

    prime

    ra

    \lez

    quc

    cl

    agua

    de

    las

    lluvia-*

    no obcclecc

    a

    las

    colacleras

    y

    vicne

    a dar

    a

    mi stano.

    Los qucjiclos

    han cesaclo:

    vaya

    una

    cosa

    por

    otra."

    lei

    "Secaron

    el

    staro,

    y

    cl Chac l,{ool

    cst

    cubier-

    to

    de

    lama. Le

    da

    un

    aspccto

    grotesco, porque

    toda

    la

    rnasa

    de la

    cscultura

    parecc

    padecer

    de una

    crisipela

    vcrde,

    salvo los

    ojos, quc

    han

    pcrmancciclo

    de piedra.

    Voy a

    aprovechar

    el

    do-

    rningo

    para raspar

    el musgo.

    Pcpc

    me

    ha

    rcco-

    menclado

    cambiarme

    a

    un

    apartamcnto,

    y

    en

    el

    ltimo

    piso,

    para

    evitar

    estas

    trageclias

    acu-

    ticas.

    Pero

    no

    puedo

    dejar

    cste

    casern,

    cicrta-

    mente

    muy

    grande

    para m

    solo'

    un

    poco

    lg"-

    brc

    en

    su arquitectura

    porfiriana, pero quc

    es

    la

    rnica

    herencia

    y recucrclo

    de mis

    padrcs.

    No

    s

    qu

    me

    daria

    ver

    una

    fuente

    de

    sodas

    con

    sinfonola

    cn

    cl

    stano

    y

    una

    casa

    de

    decoracin

    en la

    planta

    baja."

    "Fui

    a raspar

    la

    lama

    clcl

    Chac

    Mool

    con una

    csptula.

    Iil

    musgo

    parecia

    ser

    ya

    parte

    de

    la

    piedra;

    fue

    labor

    de ms

    de

    una

    hora,

    y

    slo

    a las

    seis

    dc

    la

    tarde

    pude

    terminar.

    No

    era

    po-

    sible

    distinguir

    en

    la

    penumbra,

    y

    al

    clar

    fin

    al

    trabajo,

    con

    la

    mano

    segu los

    contornos

    de la

    piedra.

    Cada

    vez

    que repasaba

    cl bloque

    parc-

    l7

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    8/41

    ca reblanclet:erse.

    No

    quise

    creerlo:

    era

    ya

    casi

    una pasta. Este mercader

    de

    la

    Lagunilla

    me

    ha

    timado.

    Su

    escultura

    precolombina

    es puro

    yeso, y la

    humedad

    acabar

    por

    arruinarla. Lt:

    he

    puesto

    encima unos trapos,

    y

    maana

    la

    pa-

    sar

    a

    Ia

    pieza de arriba,

    antes

    de

    que

    sufra

    un deterioro total."

    "Los

    trapos

    cstn

    cn

    el

    suelo.

    Increblc.

    Volr,

    a

    palpar" al

    Chac

    N{ool

    Se

    ha

    endurecido, pero

    no

    vuelvc

    a

    la

    pieclra.

    No

    quiero escribirlo: huy

    cn

    el

    torso

    algo de

    la

    tcxtura

    cle

    la

    carne,

    lo

    aprieto

    como

    goma,

    siento qrrc algo corre por

    esa

    fisura recostada.

    . . Volv

    a bajar

    en la no-

    che.

    No

    cabe

    duda:

    el Chac Mool

    tiene

    vello

    en los brazos."

    "Esto

    nunca

    mc haba succdiclo.

    'fcrgivers

    los

    asuntos

    en

    la

    oficina;

    gir una

    orden

    de

    pago

    quc no

    estaba autorizada,

    y el

    director

    tuvo

    quc

    llanrarme la

    atencin.

    Quiz

    me mostr

    hasta

    descorts

    con

    los

    compaeros.

    Tcndr

    que ver a

    un mdico,

    sabcr si es

    imaginacin,

    o

    dclirio, o

    qu,,

    y

    deshacerme

    de

    ese

    maldito

    Chac

    Mool."

    lu

    Hasta

    aqu,

    la

    cscritura dc

    Filiberto

    era

    la

    e-

    ja,

    la

    que tantas

    veces

    vi

    en

    memoranda

    y

    for-

    mas,

    ancha

    y

    ovalada.

    La

    cntrada del 25

    de

    agosto, parecia

    escrita por

    otra

    persona.

    A

    ve-

    ces como

    nio, separando

    trabajosamcnte cada

    lctra

    ;

    otras, nerviosa,

    hasta

    cliluirse en

    lo

    ininte-

    ligible. Huy tres

    clas

    vacos,

    y

    el relato conti-

    na:

    "toclo

    cs

    tan

    natural

    ;

    y

    luego,

    se cree en

    lo

    real.

    .

    .

    pcro esto lo es, rns que lo

    credo

    por

    rn.

    Si

    es

    real

    un

    garrafn,

    1,

    ms, porque

    nos

    damos

    mejor

    cuenta

    de

    su

    existencia, o

    estar,

    si

    un bromista pinta de

    rojo

    el asua.

    . . Real

    bocanada cle cigarro efmera,,

    real

    imagen

    mons-

    truosa en un espejo de circo,

    reales,

    ,'no

    lo

    son

    todos los muertos,

    prcscntcs

    y

    olviclados?.

    .

    . Si

    un

    hombrc

    atravcsara

    cl

    Paraso cn

    un

    sueo,

    y

    le

    dieran

    una

    flor

    como prueba dc

    que

    haba

    estado

    alli,

    y si

    al despcrtar

    encontrara

    esa flor

    cn

    su

    mano.

    .

    .

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    9/41

    Hasta hacc tres clas,

    mi

    realidad

    lo

    era

    al

    gra-

    do de

    haberse borrado

    hoy:

    era movimiento

    reflejo,

    rutina,

    tnemoria,

    cartapacio.

    Y

    luego,

    como

    la

    tierra

    que un da

    tiembla para

    que r-

    cordemos

    su

    poder,

    o la

    muerte

    que llegar,

    re-

    criminando

    mi

    olviclo

    de

    toda

    la vida,

    se pre-

    senta

    otra

    rcalidad que sabamos

    estaba

    all,

    mostrcn

    cv,

    y

    que debe sacudirnos

    para

    hacerse

    viva

    y

    prescnte.

    Crea,

    nuevamente,

    que

    era

    imaginacin:

    el Chac

    Mool, blando

    y elegante,

    haba

    cambiado

    de

    color

    en

    una noche;

    ama-

    rillo,

    casi

    dorado, pareca

    indicarme

    que

    era un

    Dios,

    por ahora

    laxo,

    con

    las rodillas

    menos

    tensas

    que

    antes,

    con

    la

    sonrisa ms

    benvola.

    Y

    ayer,

    por

    fin,

    un

    despertar

    sobresaltado,

    con

    esa seguridad

    espantosa

    de

    que huy dos

    respi-

    raciones en

    la

    noche, de

    que

    en

    la oscuridad

    laten

    ms pulsos

    que

    el propio.

    S,

    se escucha'

    ban pasos

    en la cscalcra.

    Pesadilla. Vuelta

    a dor-

    mir.

    . .

    No s

    cunto

    tiempo

    pretend

    dormir.

    Cuando

    volv a abrir

    los ojos,

    an no

    amaneca.

    E,l cuarto

    ola

    a horror,

    a

    incienso y

    sangre.

    Con

    la

    mirada

    negra.

    recorr

    la

    recmara,

    has-

    ta detenerme

    en

    dos

    orificios de

    luz parpadeante,

    en

    dos

    flmulas

    crueles

    y

    amarillas.

    Casi sin

    aliento

    encend

    la

    luz.

    All

    estaba

    Chac

    Mool, erguido,

    sonriente,

    ocre,

    con

    su

    barriga

    encarnada.

    Me paralizaban

    20

    los

    dos ojillos,

    casi

    bizcos,

    muy

    pegados

    a

    la na-

    riz

    triangular.

    Los dientes

    inferiores,

    mordien-

    do

    el

    labio

    superior,

    inmviles;

    slo

    el

    brillo

    del

    casquetn

    cuadrado

    sobre

    la cabeza

    anor-

    malmente

    voluminosa, delataba

    vida.

    Chac

    Mool avanz

    hacia

    la

    cama;

    entonces

    empez

    a llover."

    Recuerdo

    que a

    fincs

    de

    agosto,,

    Filiberto

    fue

    dcspeclido

    cle

    la

    Secretara,

    con

    una

    recrimina-

    cin pblica

    del

    director,

    y

    rumores

    de

    locura

    y

    aun robo. Esto

    no

    lo

    crc.

    S

    vi

    unos

    oficios

    descabellados,

    prcguntando

    al

    Oficial

    Mayor

    si

    el

    agua poda

    olcrsc,

    ofreciendo

    sus servicios

    al

    Secretario

    cle

    Recursos

    Hidrulicos

    para

    hacer

    llover

    cn cl

    clesicrto.

    I\o supe

    qu

    explicacin

    darmc;

    pens

    quc

    las

    lluvias

    excepcionalmcnte

    fucrtes.

    dc

    csc

    verano,

    lo haban

    enervado.

    O

    que

    alguna

    clcpresin

    moral

    clcba

    producir

    la

    vicla

    en

    aqucl

    cascrn

    antiguo,

    con

    la

    mitad

    de

    los

    cuartos

    bajo llave

    y

    empolvados,

    sin

    criados

    ni

    vida

    dc

    farnilia.

    Los aptrntes

    siguientes

    son

    dc

    fincs

    cle septicmbrc:

    "Chac

    Mool

    puedc

    scr

    simptico

    cuanclo

    quie-

    rc.

    .

    .

    un

    glu-glu

    dc

    agua crrlbelesada.

    .

    .

    Sabe

    21

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    10/41

    historias fantsticas

    sobre los

    nronzones,

    las

    llu-

    vias

    ecuatoriales,

    el castigo

    de los desiertos; ca-

    da

    planta

    arranca

    su patcrnidad mtica: el

    sau-

    ce, su hija

    descarriada;

    los

    lotos, sus mimados;

    su

    suegra: el

    cacto.

    Lo

    que no pucdo

    tolerar

    es

    el

    olor,

    extrahurnano,

    que

    emana

    de

    esa carne

    que

    no

    lo

    es,

    de

    las

    chanclas flamantes

    de an-

    cianidad. Con risa

    estridente,

    cl

    Chac

    Mool

    re-

    vela

    cmo fuc

    descubierto

    por

    Lc

    Plongeotr,

    y

    puesto,

    fsicamcnte,,

    en

    contacto

    con

    hombres

    de

    otros

    smbolos.

    Su

    espritu

    ha viviclo

    cn el cn-

    taro

    y la

    tcntpestad, natural;

    otra

    cosa cs

    su

    piedra, y

    haberla

    arrancado

    al esconditc es

    ar-

    tificial

    y cruel. Crco quc

    nunca

    lo

    perdonar

    el

    Chac Mool.

    El

    sabc

    de

    la inmincncia

    clcl

    hecho

    esttico.

    He

    dcbido

    proporcionarlc

    sapolio

    para que

    se lave

    el

    estmago

    que el

    mcrcader

    le

    unt

    de

    ketchup

    al

    creerlo

    azteca.

    IrIo

    pareci

    gustarlc

    mi

    pregunta

    sobre

    su

    parentesco

    con Tlloc, y,

    cuando

    se enoja, sus

    clientes,

    cle

    por

    s repulsi-

    vos,

    se

    afilan

    y brillan.

    Los

    primeros

    das,

    baj

    a

    dormir

    al

    stano;

    clesde

    aycr.

    cn

    mi

    cama."

    "Ha

    empezado la

    temporada

    seca.

    Ayer, des-

    de la

    sala

    en que

    duermo

    ahora,

    comenc

    a or

    22

    los

    mismos

    lamentos-roncos del

    principio,

    segui-

    dos de

    ruidos terribles.

    Sub

    y

    entreabr

    la puer-

    ta

    de

    la

    recmar^: el Chac

    Mool

    estaba

    rom-

    piendo

    las

    lmparas, los muebles;

    salt

    hacia

    la

    puerta

    con

    las

    manos araadas,

    y

    apenas pu-

    de

    cerrar

    e

    irme a

    esconder

    al bao. .

    .

    Luego

    baj

    jadeante

    y pidi agua; todo

    el

    da

    tiene

    corriendo

    las

    llaves,

    no queda un

    centmetro

    seco

    en

    la

    casa.

    Tengo

    que

    dormir

    muy abriga-

    do, y

    le he pedido

    no empapar

    la

    sala ms."*

    "El

    Chac

    Mool

    inund

    hoy

    la

    sala.

    Exaspcra-

    do,

    dije que

    lo

    iba a

    devolvcr

    a la

    Lagunilla.

    Tan terrible como

    su risilla

    -horrorosamcnte

    distinta

    a cualquier

    risa

    de

    hombrc

    o

    animal-

    fue

    la

    bofetada

    que me clio, con

    ese

    brazo

    car-

    gado

    de

    brazaletes

    pesados. Debo

    reconocerlo:

    soy

    su prisionero. Mi

    idca

    original

    era distinta:

    yo

    dominara al

    Chac Mool, como se

    clotnina

    a un

    juguete

    ;

    era)

    acaso,

    una prolongacin de

    mi

    seguriclad

    infantil;

    pero

    la

    niiez

    -

    quin

    lo

    dijo?-

    es

    fruto

    comido

    por

    los

    aos, y yo

    no me he

    dado cuenta. . .

    Ha

    tomaclo mi ropa,

    x

    Filiberto

    no explica en crr lensua

    se

    entendr corr

    el

    Cha

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    11/41

    y

    se pone

    las

    batas

    cuando

    empieza

    a

    brotarle

    musgo

    verde.

    El Chac Mool

    est

    acostumbra-

    do

    a

    que

    se

    le

    obedezca,

    por siemprc;

    yo.,

    que

    nunca

    he

    debido

    mandar,

    slo

    puedo

    doblegar-

    me.

    Mientras

    no

    llueva

    -y

    su poder

    mgi-

    co?-

    vivir

    colrico o

    irrirable."

    "Hoy

    descubr

    quc

    en

    las

    noches

    el Chac Mool

    sale

    de

    la

    casa.

    Sicmpre, al

    oscurecer,

    canta

    una

    cancin

    chirriona

    y

    anciana)

    ms

    vieja

    que

    cl

    canto

    mismo

    Luego,,

    cesa.

    Toqu

    varias

    ve-

    ccs

    a

    su

    puerta,

    v

    cuanclo

    no

    ntc

    contest,

    ffie

    atrev

    a cntrar.

    La recmara,

    que

    no

    haba

    vuelto

    a

    vcr

    clcsclc

    el da cn

    que

    intcnt

    atacar-

    mc

    la

    estatua,

    est

    en ruinas,

    y all

    se concen-

    tra

    ese

    olor

    a

    incienso

    y

    sangrc

    que ha

    perrnca-

    do

    la

    casa. Pero

    cletrs

    cle la

    pucrta,

    hay huc-

    sos:

    huesos

    cle pcrros,

    cle ratones

    y

    qatos.

    Esto

    es

    lo

    que roba

    cn la

    noche cl

    Chac

    N,{ool

    para

    sustentarse. Esto

    cxplica

    los

    laclriclos

    cspantosos

    cle

    todas

    las

    madrugadas."

    "Febrero,

    scco.

    Chac

    Mool

    mo;

    ha

    hccho

    quc

    tclefonec

    2+

    vigila

    cacla

    paso

    a

    una foncla

    para

    que me

    traigan

    diariamente

    arroz con

    pollo.

    Pero

    lo

    sustrado de la

    oficin a

    ya

    se

    va

    a

    aca-

    bar.

    Sucedi

    lo

    inevitable:

    clesde

    el da

    prime-

    ro,

    cortaron

    el

    agua y

    la

    luz

    por falta

    de pago.

    Pero

    Chac

    ha

    descubierto

    una

    fuente

    pblica

    a

    dos

    cuadras

    de aqu;

    todos

    los

    das

    hago

    diez

    o

    doce

    viajcs

    por

    agua

    ,

    y

    I me

    observa desde

    la

    azotea.

    Dice

    que

    si

    intento

    huir

    me fulminar;

    tambin

    es

    Dios

    dcl

    Rayo. Lo

    que

    l no

    sabe es

    que estoy

    al tanto cle sus

    correras

    nocturnas.

    .

    "

    Como no

    hay luz, dcbo

    acostarme a las

    ocho.

    Ya

    debera estar acostumbrado

    al

    Chac Mool,

    pero hace

    poco, en la

    oscuridacl,

    me

    top

    con

    A

    en

    la

    escalera,,

    scnt

    sus brazos hclados,

    las

    cscamas

    de

    su

    piel

    renovada,

    y

    quise

    gritar."

    "Si

    no llucve

    pronto, el

    Chac

    Mool va

    a con-

    vcrtirsc

    en

    piedra otra

    vez. He

    notaclo

    su

    clifi-

    cultacl reciente

    para

    movcrsc;

    a

    vcces

    se rccli-

    na

    durante horas,

    paralizaclo,

    y

    parece ser)

    de

    nuevo,

    un clolo.

    Pcro

    cstos

    rcposos

    slo le

    dan

    nucvas

    fucrzas

    para

    vcjannc,

    araarme

    corno

    si

    ptrclicra

    arrancar

    algn

    lcluiclo

    cle

    rni carne.

    Ya

    no

    ticncn

    lugar

    aquellos

    intermcdios

    ama-

    blcs cn quc rclataba

    viejos

    cuentos;

    creo notar

    un rcsentimiento

    concentrado.

    Ha

    habiclo

    otros

    inclicios

    quc

    nlc

    han

    puesto

    a

    pensar:

    sc

    est

    acabanclo

    mi

    boclcga;

    acaricia

    la

    secla

    cle las

    ba-

    tas;

    quicrc

    que

    traiga una

    criacla

    a la

    casa;

    2s

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    12/41

    me ha

    hecho

    cnsearle a

    usar

    jabn

    y lociones.

    Creo

    que el

    Chac

    Mool est cayendo

    en ten-

    taciones

    humanas,

    incluso

    hay algo

    viejo

    en su

    cara

    que

    antes

    pareca

    eterna.

    Aqu

    puede

    es-

    tar mi

    salvacin:

    si

    el

    Chac

    se human2a,,

    posi-

    blemente

    todos

    sus siglos

    de

    vida se acttmulen

    en

    un

    instante

    y caiga

    fulminado.

    Pero

    tam-

    bin, aqu, pucde

    gerrninar

    mi Inuerte:

    el Chac

    no querr

    que asista a

    su clerrutnbe,

    es posible

    que

    desec

    matarmc."

    "Hoy

    aprovechar

    la

    excursin

    nocturna

    de

    Chac

    para

    huir.

    Mc ir

    a Acapulco;

    vcremos

    qu puede

    hacerse

    para adquirir

    trabajo,

    y

    cs-

    perar

    la

    mucrtc dc

    Chac

    N{ool;

    s,,

    sc avccina;

    est canoso,

    abotagado.

    Necesito

    asolearmc,

    na-

    clar.

    rccuperar fucrza.

    Mc

    qucdan

    cuatrocien-

    tos

    pesos.

    Ir

    a

    la Pensin

    Mller,

    quc

    cs bara-

    ta y

    cmoda.

    Que

    se aducc

    de

    todo

    el Chac

    I,tool:

    a

    ver cunto

    dura

    sin

    mis baldes

    de

    agua.

    an

    no

    poda

    concebir

    la

    locttra

    tlc

    mi arnigo.

    Contrat una

    canrioneta

    para

    llevar

    t:l

    frctro

    a

    casa

    cle

    Filiberto.

    y clesdc all

    orclcnar

    su en-

    tie

    rro.

    Antes

    de

    que

    putliera

    introclucir

    la

    llave

    cn

    la

    cerradura,

    la

    puerta

    sc abri.

    Aparcci

    un

    indio

    amarillo,

    eil

    bata

    dc

    casa, con bufanda.

    Su aspecto

    no

    poda se

    r

    rns repulsivo; dcspc-

    da

    un olor a

    locin barata; su cara, polvcacla,

    qucra cubrir

    las

    arrugas;

    tcna

    la boca

    cmba-

    rracla dc

    lpiz. labial

    mal aplicado,

    y cl pclo

    daba

    la

    impresin

    dc

    estar tciclo.

    -Pcrclonc.

    .

    . no saba

    quc

    Filibcrto

    hubic-

    14...

    -No

    importa; lo

    s toclo.

    Dgalc a los

    hom-

    bres

    qrrc llevcn cl

    cadvcr

    al

    stano.

    Aqu

    termina

    el

    diario

    de Filiberto.

    No

    quisc

    volver a

    pensar

    en su

    reiato; dorm

    hasta Cuer-

    navaca.

    De ah

    a

    Mxico

    pretend

    dar

    cohe-

    rencia al

    escrito, relacionarlo

    con

    exceso de tra-

    bajo,

    con algn

    motivo psicolgico.

    Cuando a

    las nucvc

    de

    la

    nochc llegamos a

    la

    tcrminal,

    26

    27

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    13/41

    EI\

    DE,FE{SA

    DE

    LA TRIGOLIBIA

    La

    'frigolibia

    es

    el

    valor

    suprcmo

    de

    los Nu-

    sitanios.

    Cuanclo los lr{usitanios

    se

    trieolibiaron

    cle los

    Terribrios, lo

    prinlero

    quc hicieron

    fuc

    proclamar

    un

    Acta

    de

    Trigolibia y

    una

    Dccla-

    racin

    de los

    Trigolibios

    dcl Hombre.

    Inmcdia-

    tamcnte,

    colocaron

    ambos

    clocumentos

    cn

    una

    vitrina

    y cobraron

    cliez

    trigolbiclos

    por cntrar a

    verlos.

    Organizados

    en

    'frigolbica

    'frigoliba,

    los

    Nusitanios

    procedicron

    a clcgir

    un Gran

    Tri-

    solibio

    clc

    la

    'frigolbica;

    los

    candiclatos,

    scsi'rn

    la cstatlsticr

    primitiva

    clc

    la poca,

    pronuncia-

    ron

    sctccicntos

    discursos

    accrca

    cle la

    Trigolibia,

    v

    naturalmcnte

    gan

    cl

    que con vchemencia

    str-

    perior

    exclam,

    cl

    malor

    nrnero

    de

    \,,cccs,

    "

    Trigolibia ". Los

    Nusitanios,

    ocioso

    cs repc-

    tirlo,

    sc

    sinticron

    clesclc

    cl

    prirncr momcnto

    clc-

    positarios, cxpositores

    y

    clispensaclorcs

    clc la

    Tri-

    golibia

    nica;

    cl honrbrc,

    clccan,

    slo

    es triqo-

    2B

    libo e

    n

    la

    Trigolbica

    Trigoliba

    cic Nusitanta;

    cualquier

    otra

    'frigolibia,

    es apcrifa.

    Para

    de-

    fender

    a

    la

    'Irieolibia,

    prohibieron

    a

    los hom-

    bres de

    Perupla

    visit

    ar

    a

    los de

    Tropereta.

    Los

    hombres

    cle

    Tropcrcta

    se

    vieron

    obligados a

    no

    llevar

    amistad

    ms

    que con

    los cle

    lr{usitania,

    Y

    a

    venderles

    slo

    a

    ellos sus

    troperanos,

    trope-

    rocos y

    tropcrleos.

    Pero esto nos

    aleja del

    te-

    rna

    de

    la

    Trigolibia.

    La

    esencia de

    la

    Trigolibia,

    dccan

    los

    Nusi-

    tanios,

    cs el libre trigolibear

    cntrc los

    hombres.

    Naturalmente,

    micntras

    ms trigolibeen

    los

    hombres

    entrc S, ms

    trigolbicos

    scrn.

    Gra-

    cias

    a

    esta filosofa,

    Nusitania

    sc

    convirti

    cn

    el

    pas

    ms

    poderoso

    y

    trigolbico

    clcl

    munclo,

    y

    cuanclo

    fuc

    nccesario,

    tnancl tropas

    a

    todas

    partcs a

    fin

    cle dcfendcr

    con la

    sangre

    la

    Trigo-

    libia y hacer al

    rnundo trigolbico para

    la Tri-

    eolibia.

    Pero

    he

    aqu quc

    cn las

    tierras

    lejanas de

    'funclriusa,

    unos

    hombrcs

    vcsticlos

    cle

    pieles

    to-

    maron

    cl

    poder y proclanraron,

    a su

    vez,la

    Tri-

    golbica

    de

    Trigolibadas Trigrilberas Trigoli-

    bunclas.

    Los

    Tundriusos argulnentaban

    que s-

    io

    hay T'rigolibia cuanclo

    la

    infratrigolibosis

    tri-

    golibera de

    la Trigolibia

    es

    trigolibificada

    y los

    trigolibentos

    de

    la

    trigolibucin

    son puestos

    cn

    manos del

    trigolibicaclo.

    Los Tunclriusos

    insta-

    29

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    14/41

    laron una

    'l'r'igolibificatura

    clcl

    'l'rigolibicado

    y

    prometieron

    para muy

    pronto la verdadera Tri-

    golibia

    cn

    la

    tierra. Para

    defender la

    Trigolibia

    -que

    tambin

    cleclararon

    bien de su exclusiva

    pcrtcnencia-

    los Tundriusos

    crearon

    campos

    clc trigolibiacin

    en donde

    encerraban

    a

    los

    enc-

    misos

    cle

    la

    Trigolibia

    para ensearles

    a

    amar

    a

    la

    -frigolibia.

    Todo

    enemigo

    de

    Tundriusa,

    clcclararon

    los

    Trigolibificadores

    del

    Trigolibi-

    cado,

    es

    cnemieo

    cle la

    Trigolibia. Y

    los l.{usita-

    nios,

    para no

    scr mcnos,

    declararon

    lo

    mismo.

    En

    vista

    dcl audaz sectrestro dc su bienama-

    da

    idca

    clc Trigolibia

    por los Tundriusos,

    los

    Nusitanios

    deciclieron

    salir

    nucvamcnte

    por

    cl

    nrundo

    a defender

    la

    Trigolibia.

    Para ello,

    se

    vicron obligados

    a

    cxtcnder

    los beneficios

    adje-

    tivos

    cle

    la

    Trigolibia

    a toclos

    los

    pases ham-

    brientos

    dc

    trieolbiclos,

    aunquc

    muchos

    de

    es-

    tos

    pascs fucran

    antitrigolbicos.

    Sc crc as

    cl

    Mundo

    Trigolbido.

    EI

    Comit cle Actividaclcs

    Antitrigolbicas

    investiga

    a

    las

    personas

    sospc-

    chosas

    dc atcntar contra

    la

    Trigolibia

    en el

    tc-

    rritorio

    clc

    Nusitania

    y

    fucra dc

    1,

    dc

    acucrdo

    con un intercsante

    jtrego:

    si

    A,

    por

    cjenrplo,

    lu-

    cha por uno

    cle

    los

    postulados

    de

    la Dcclaracin

    cle f rigolibios

    dcl Hombrc.

    A es

    antitrigolibio

    porquc

    atenta

    contra

    la

    Trigolibia

    cle

    quienes

    luchan

    contra

    csc

    mismo

    postulado

    y

    la

    Trigo-

    30

    libia no

    pucclc

    luchar

    contra

    s

    misrna.

    Si

    B opi-

    na que

    la

    mejor defensa

    de

    la

    Trigolibia

    es el

    fomento

    de

    Ia misma

    cn los pases

    antitrigol-

    bicos del Mundo

    Trigolbido, B cs

    antitrigolibio

    porque

    la

    antitrigolibia de

    los

    pases

    antitrigo-

    lbicos

    clel

    Mundo Trigolbiclo t:s la

    Trigolibia

    de Nusitania. Y cuanclo

    un

    pas

    trigolbico

    esti-

    rlla

    que debe

    respctarsc

    su Triqolibia,

    la

    Trigo-

    lbica Trigoliba

    de

    ltfusitania lc demuestra

    que

    la

    Trigolibia

    cs

    un

    concepto unitario,,

    y que

    ha-

    blar

    de una

    Trigolibia dcntro

    cle

    la

    Trigolibia,

    opuesta

    a

    la Trigolibia, o coexistentc

    con

    la Tri-

    golibia,

    equivalc

    a sembrar

    confusin

    y

    clescon-

    fianza

    en

    el

    Mundo

    Trigolbiclo.

    Los

    Trigolibificadores

    clel Trigolibicado'fun-

    driuso

    tambin

    clefienden la Trigolibia

    a su ma-

    nera.

    Su

    juego

    favorito es

    cn

    tres tiempos

    (hoy,

    frieolibismo;

    maana,

    Antitrieolibismo; pasa-

    do maana,

    Antiprotrigolibificacin).

    Por

    cllo,

    ser

    protrigolibfico

    cs una

    manera

    dc ser anti-

    trigolibfico,

    y

    ser antitrigolibfico

    otra dc

    ser

    protrigolibfico.

    F,n

    -fundriusa.

    toclos

    buscan

    el

    bien

    cle

    Trigolibicado,

    y

    la

    Trigolibifucatura

    obra

    por toclos,

    es

    decir, por el Trigolibicado;

    pero

    si

    todos buscaran

    cl bien

    det Trigolibicado

    sin la Trigolibificatura,

    buscaran

    su

    mal

    por-

    que

    la Trigolibificatura,

    siendo toclos,

    cs el Tri-

    qolibicado,

    pero todos.

    siendo el Trigolibicado,

    31

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    15/41

    no

    son

    la Trigolibificatura.

    Los

    Tundriusos

    ase-

    guran que

    la Trigolibia nunca

    ha existido,

    toda-

    va

    no existe, existir maana pero

    ya existe en

    'Iundriusa.

    De ah cl siguiente

    conjunto de

    ver-

    dades:

    a]

    Prohibido

    luchar por

    la Trigolibia,

    pues-

    to

    que sta ntrnca

    ha

    existido

    y no se puede

    Iu-

    char

    por

    una quimera.

    b] Prohibido vivir de acucrdo

    con

    la

    Trigo-

    libia,

    pucsto

    quc

    sta

    todava

    no

    cxiste.

    c] Prohibido

    dudar dc

    la Trigolibia,

    puesto

    que sta existir, irrcmediablemente,

    maana,

    y

    cn

    cuanto la Trigolibificatura

    desaparezca,

    ya

    quc

    cad

    a

    dia

    se

    hace ms pcquea

    a

    fuerza

    de

    crecer.

    d]

    Prohibido acloptar

    actitudcs

    antitrigolbi-

    cas,

    puesto

    que

    la Trigolibia

    ya

    cs

    un

    hccho

    concreto

    en

    Tundriusa.

    Estas

    normas, como cs sabido,

    dcrivan del

    principio

    cxplicado

    por

    el

    Paclre cle

    la Trigoli-

    bia

    Tundriusa,

    Trigolibn:

    "Todos

    cn

    Tundriu-

    sa

    son trigolbicos,

    menos los trigolbicos,

    los an-

    titrigolbicos

    y

    los

    protrigolbicos".

    Ahora, Nusitaniu

    y

    Tundriusa

    libran lo

    que

    los espritus

    ms enterados

    han

    llamado

    la

    Fri-

    gotrigolibia.

    El iema

    de

    Nusitania

    es:

    "Defcndcr la Tri-

    golibia

    hoy,

    o ser trigolbicos

    maana".

    Y

    el

    de

    32

    Tundriusa:

    "Por

    una Trigolibia

    sin Trigolibia".

    Los

    pases

    de

    Perupla,

    eue

    no dicen defenderla,

    opinan

    que

    la

    Trigolibia

    es

    tan slo

    la

    posibi-

    lidad de

    desear

    la Trigolibia.

    Los

    de

    Tropereta,

    su atencin distrada

    en

    el

    problema

    de

    inves-

    tigar

    la

    metafsica

    dcl

    Troperetano, no

    se

    ocupan

    de

    la Trigolibia.

    Esta

    es

    la

    defensa

    de

    la Trisolibia.

    33

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    16/41

    TLACTOCATZI}{E,

    DE,L

    JARDI{

    DE

    FLANDE,S

    t

    19

    S

    e

    pt

    .

    El

    licenciado

    Brambila tiene

    cada

    idea Ahora

    acaba de

    comprar

    esa vieja man-

    sin del

    Puente

    de Alvarado, suntuosa

    pero

    in-

    servible,

    construida

    en

    tiempos

    de

    la

    Interven-

    cin Francesa.

    Naturalmente, supuse

    que se tra-

    taba

    de una de tantas operaciones del

    licencia-

    do,

    y

    que

    su propsito, como

    en otra

    ocasin,

    sera

    el

    de

    demoler

    la

    casa

    y

    vender el

    terreno

    a buen

    precio,

    o en todo caso

    construir all

    un

    edificio para oficinas

    y comercios.

    Esto, como

    digo,

    crea

    yo entonces.

    No fue poca

    mi

    sorpre-

    sa cuando

    el

    licenciado me comunic

    sus

    inten-

    cione

    s:

    la

    casa,

    con

    su

    maravilloso

    parquet,

    sus

    brillantes candiles, servira

    para

    dar

    fiestas y

    hospedar a sus colegas

    norteamericanos

    -histo-

    ria,

    folklore,

    elegancia reunidos.

    Yo debera

    pa-

    sarme

    a vivir algn tiempo a

    Ia mansin,

    pues

    Brambila, tan bien

    impresionado por

    todo

    lo

    3+

    clems,

    senta cierta

    falta

    de calor

    humano

    en

    esas

    piezas, de hecho

    deshabitadas

    desde

    1910,

    cuando la

    familia

    huy

    a

    Francia.

    Atendida

    por

    un matrimonio

    de criados

    que

    vivan

    en

    Ia

    azo-

    tea,

    mantenida

    limpia

    y

    brillante

    -aunque

    sin

    ms

    mobiliario

    que

    un magnfico

    Pleyel en

    la

    sala durante

    cuarenta

    aos-,

    se

    respiraba

    en

    ella (aadi

    el licenciado

    Brambila

    )

    un

    fro

    muy

    especial,

    notoriamente

    intenso con

    rela-

    cin

    al que

    se sentira

    en

    la

    calle.

    -Mire,

    mi

    gero. Puede

    usted invitar

    a sus

    amigos

    a charlar,

    a

    tonrar

    la

    copa.

    Se

    le insta-

    lar

    lo

    indispensable.

    Lea,

    escriba,

    lleve su

    vida

    habitual.

    Y el licenciado

    parti

    en a.,in

    a

    Washing-

    ton,

    dejndome

    conmovido

    ante su

    fe inmensa

    en

    mis

    poderes

    de

    calefaccin.

    I

    9

    S

    e

    pt

    . Esa

    misma

    tarde me

    traslad con

    una

    maleta

    al

    Puente

    de Alvarado. La

    mansin

    es en

    verdad hermosa,

    por

    ms

    que

    la

    fachada

    se encargue

    de negarlo,

    con

    su exceso

    de

    capi-

    teles

    jnicos

    y

    caritides

    del

    Segundo Imperio.

    I',1

    saln,

    con

    vista

    a

    la

    callc, ticnc

    un

    piso

    oloroso

    y

    brillante, y

    las

    paredes,

    apenas

    manchadas

    por

    los

    rectngulos

    espectrales

    donde

    antes col-

    gaban los

    cuadros,

    son de

    un

    azul

    tibio,

    ancla-

    clo

    en lo

    antiguo,

    ajeno a

    lo

    puramente

    viejo.

    35

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    17/41

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    18/41

    llevrselo

    a

    la

    tierra.

    El

    humo

    del

    otoo

    cubre

    el

    jardn

    hasta

    las

    tapias, y

    casi

    podra

    decirse

    que

    se escuchan

    pasos,

    lentos,

    con

    peso

    de res-

    piracin,

    entre

    las hojas

    cadas.

    2l

    Sept.

    Por

    fin,

    he

    losrado

    abrir

    la

    vcnta-

    na

    cle la

    biblioteca.

    Sal al

    jardn.

    Sigue

    esta

    Ilovizna,

    imperceptible

    y

    pertinaz.

    Si

    ya

    en la

    casa

    rozaba

    la

    epidermis

    de otro

    mundo,

    en

    el

    jardn

    me

    pareci

    llegar

    a

    sus nervios.

    Esas

    si-

    luetas

    de memoria,

    d.

    inminencia,

    que

    not

    ayer,

    se crispan

    en el

    jardn;

    las

    siemprevivas

    no

    son las

    que

    conozco:

    stas estn

    atravesadas

    de un

    perfume

    que

    se hace

    doloroso,

    como

    si

    las

    acabaran

    de

    recoger

    en

    una cripta, despus

    de

    aos

    entre

    poh'o

    y

    mrmoles.

    Y

    la lluvia

    mis-

    ma

    rernueve

    ,

    e[ el pasto,,

    otros

    colores

    que

    quiero

    insertar

    en

    ciudades,

    en ventanas,

    de

    pie

    en

    el

    centro

    del

    jardn,

    cerr los

    ojos.

    .

    .

    taba-

    co

    javans

    y aceras

    mojadas...

    arenque...

    tu-

    fos

    de

    cerveza)

    vapor

    de

    bosques,

    troncos

    de en-

    cina.

    . .

    Girando,

    quise

    retener

    de

    un

    golpe

    la

    impresin

    de

    este

    cuadriltero

    de luz

    incierta,

    que

    incluso

    a la

    intemperie

    parece filtrarse

    por

    vitrales

    amarillos,

    brillar

    en los

    braseros,

    ha-

    cerse

    melancola

    aun

    antes

    de

    ser luz.

    .

    . y

    el

    verdor

    de las

    enredaderas,

    no

    era

    el

    acostum-

    brado

    en

    la

    tierra cocida

    de las

    mesetas;

    tena

    3B

    otra suavidad, er

    que

    las

    copas

    lejanas de

    los

    rboles son azules

    y

    las piedras

    se cubren

    con

    limos grotescos.

    .

    .

    Memling, por una de

    sus

    vcntanas

    haba yo visto

    este misrno paisaje,

    en-

    tre

    las

    pupilas

    de una virgen

    y

    el reflejo de los

    cobres

    E,ra

    un

    paisaje

    ficticio,

    inventado.

    i

    El

    jardn

    no estaba en

    Mxico .

    .

    . y

    la lluvieci-

    lla. . . Entr corriendo a

    la

    casa, atraves

    el

    pa-

    sillo, penetre

    al

    saln y pegu

    la

    nariz en la

    ventana:

    en la Avenida del Puente de Alvara-

    do, rugan las

    sinfonolas,

    los tranvas y

    el

    sol,

    sol montono, Dios-Sol

    sin matices

    ni

    efigies en

    sus

    rayos,

    Sol-piedra estacionario,

    sol

    de

    los

    si-

    glos

    breves.

    Regres

    a

    la

    biblioteca: la llovizna

    del

    jardn

    persista,

    vieja,

    encapotada.

    2

    I

    S

    e

    pt

    . He

    permanecido,

    mi

    aliento

    empa-

    ando

    los

    cristales,

    viendo el

    jardn.

    Quiz

    ho-

    ras,

    la mirada fija

    en su

    reducido

    espacio. Fija

    en el

    csped,

    a

    cada instante

    ms

    poblado de ho-

    jas.

    Luego,

    sent

    el

    ruido

    sordo,

    el

    zumbido que

    pareca salir

    de s mismo,

    y

    levant

    la

    cara. En

    el

    jardn,

    casi

    frente

    a

    la

    mia,

    otra

    cara,

    leve-

    mente

    ladeada,

    observaba

    mis

    ojos. Un

    resorte

    instintivo me

    hizo

    saltar

    hacia

    atrs.

    La

    cara

    clel

    jardn

    no

    vari su mirada, intransmisible

    en

    la sombra

    de

    las

    cuencas. Me

    dio

    la

    espalda, no

    distingu ms que

    su

    pequeo

    bulto, negro

    y

    39

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    19/41

    encorvado,

    y escond

    entre los

    dedos

    mis

    ojos.

    22 Sept.

    No hay

    telfono en la

    casa, pero po-

    dra

    salir a

    la

    avenida,

    llamar

    a mis

    amigos,

    irme

    al

    Roxy.

    .

    .

    pero si estoy viviendo

    en

    mi

    ciudad, entre

    mi

    gente

    por

    qu

    no

    puedo

    arrancarme

    de

    esta

    casa,

    dira mejor,

    de

    mi pues-

    to

    en la

    ventana

    que mira

    al

    jardn?

    22

    Sept.

    No me

    voy

    a asustar

    porque alguien

    salt

    la

    tapia y entr

    al

    jardn.

    Voy

    a esperar

    toda

    la tarde,

    sigue

    lloviendo,

    da

    y

    noche ,

    y

    agarrar

    al

    intruso.

    . . Estaba

    dormitando en

    el

    silln,

    frente a la

    ventana, cuando

    me

    despert

    la

    intensidad

    del olor

    a siempreviva.

    Sin

    vaci-

    lar,

    clav

    la vista

    en

    el

    jardn

    -all

    estaba. Re-

    cogiendo las

    flores,

    formando

    un

    ramillete

    en-

    tre

    sus manos

    pequeas

    y amarillas.

    . .

    Era una

    viejecita.

    .

    .

    tendra

    ochenta aos, cuando

    me-

    nos,

    pero

    cmo se

    atreva

    a

    entrar,

    o por dn-

    de entraba?

    Mientras

    desprenda las

    flores,

    la

    observ:

    delgada,

    seca,

    vesta

    de

    negro. Falda

    hasta

    el

    suelo,

    que

    iba

    recogiendo

    roco

    y

    tr-

    boles, la

    tela

    caa

    con la

    pesantez,

    ligera

    pesan-

    tez,

    de una textura

    de

    Caravaggio;

    el

    saco

    ne-

    gro, abotonado hasta

    el

    cuello,

    y

    el tronco

    do-

    blegado,

    aterido. Ensombreca la

    cara

    una co-

    fia

    de

    encaje

    negro, ocultando el

    pelo blanco

    40

    y despeinado

    cle

    la

    anciana. Slo

    pude

    distin-

    guir los

    labios, sin sangrc,

    que con el color

    p-

    Iido

    de su carnc penetraban en

    ia

    boca

    recta,

    arqueada en la

    sonrisa

    ms leve, ms triste, ms

    permanente

    y

    desprendida

    de toda

    motivacin.

    Levant

    la

    vista;

    en

    sus

    ojos

    no

    haba

    ojos.

    .

    .

    era como

    si un

    camino,

    un paisaje

    nocturno

    partiera de los

    prpados

    arrugados, partiera

    hacia

    adentro, hacia un viaje

    infinito en

    cada

    segundo

    .

    La

    anciana se

    inclin

    a

    rccoger

    un

    ca-

    pullo rojo;

    de

    perfil,

    sus faccioncs

    dc halcn,

    sus

    mejillas-

    hundidas, vibraban

    con

    los

    ngulos

    de

    la

    guadaa.

    Ahora

    caminaba,

    d

    hacia. . .

    ?

    No, no

    dir que

    cruz.6 la

    enredadera

    y el

    muro,

    que se

    cvapor, gue

    penetr en

    la

    tierra

    o

    as-

    cendi

    al

    cielo;

    cn cl

    jardn

    pareci abrirse

    un

    sendero,

    tan

    natural

    quc a primcra vista no

    me

    percat de

    su

    aparicin,

    y por

    1,

    con. .

    . lo sa-

    ba,

    lo

    haba

    escuchado ya.

    . . con

    Ia lentitud

    de

    los rumbos

    pcrdiclos,

    con

    el peso

    de

    la

    respi-

    racin, mi visitante se fue

    caminando

    bajo la

    lluvia.

    23

    Sept.

    Me encerr

    en

    la

    alcoba; atranqu

    la pucrta con.

    lo

    que cncontr

    a mano. Posible-

    mente no

    serviria

    para nada;

    por lo

    menos, pen-

    s que

    me

    permitira hacerme

    la

    ilusin

    de po-

    der

    dormir

    tranquilo.

    Esas

    pisadas lentas,

    siem-

    +1

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    20/41

    pre

    sobre

    hojas

    secas,

    crea escucharlas

    a cada

    instante;

    saba que

    no

    eran ciertas,

    hasta

    que

    sent el

    mnimo crujido

    junto

    a

    la

    puerta,

    y

    lue-

    go

    cl frotar

    por

    la

    rendija. Encend

    Ia

    luz: la

    esquina de un

    sobre

    asomaba

    sobre

    el tercio-

    pelo

    clcl

    piso.

    Dctuvc

    un

    minuto

    su

    conteniclo

    en

    la mano; papel

    viejo, suntuoso,

    palo-de-rosa.

    Escrita

    con

    una

    letra de ara,a,

    empinada

    y

    granclc,,

    la carta

    corttetra

    una

    sola

    palabra:

    TLACTOCATZINE

    23

    Sept.

    Debe

    venir,

    como

    aycr

    y

    anteayer)

    a

    la

    cada

    del sol.

    Hoy

    le

    dirigir

    la

    palabra;

    no

    poclr

    escaparse,

    la

    seguir

    por

    su

    camino,

    ocul-

    to entre

    las enredaderas.

    . .

    23 Sept.

    Sonaban

    las

    seis

    cuando

    escuch

    nr-

    sica en

    el saln;

    era

    el famoso

    Pleyel,

    tocando

    valses. A

    medicla

    que me

    acerqu,

    el

    ruido

    ces.

    Regrcs a

    la biblioteca:

    ella

    estaba

    en el

    jardn;

    ahora

    claba

    pcqucos

    saltos,,

    describa

    un

    movi-

    miento.

    .

    .

    conro

    el de

    una

    nia

    que

    juega

    con

    su

    aro.

    Abr

    la

    ventana;

    sal.

    Exactamente,

    no

    s

    qu

    sucedi;

    sent

    que

    cl

    cielo,

    que

    el

    aire

    mismo,

    bajaban

    un pelclaio,

    caian

    sobre

    el

    jar-

    dn;

    el aire

    se

    haca

    rnontono,

    profundo,

    y to-

    do

    ruiclo se

    suspenda.

    La

    anciana

    me

    mir,

    su

    sonrisa

    siempre

    idntica,

    sus ojos

    extraviados

    en

    +'

    el

    fondo

    del

    mundo;

    abri

    la

    boca,

    movi los

    labios: ningn

    sonido emanaba de aquella co-

    misura

    plida; el

    jardn

    sc

    comprimi

    coriio

    una

    csponja, el

    fro

    mcti sus

    cledos

    en mi

    carne. .

    .

    24

    Sept.

    Dcspus

    de

    la

    aparicin

    del

    atarde-

    cer,

    recobr

    cl

    conocimicnto sentado en el

    silln

    de la

    bibliotcca;

    la ventana

    estaba cerrada; el

    jardn

    solitario.

    Ill

    olor de

    las sicmprevivas

    se

    ha esparcido

    por

    la casa; su

    intensidad es

    par-

    ticular

    en

    la

    recnrara. All esper una nueva

    misiva, otra

    scal clc

    la

    anciana.

    Sus palabras,

    carne de

    silcncio, queran

    clecirmc

    algo.

    .

    .

    A

    las once cle

    la

    nochc,

    sent

    ccrca de

    m la

    luz

    parda

    del jardn.

    Irluevamente,

    el

    roce

    de

    las

    faldas largas

    y

    ticsas

    junto

    a

    la

    puerta;

    all cs-

    taba

    la

    carta:

    "

    Antado

    mo:

    La

    luna

    acaba

    de asomarse

    y

    la

    escucho can-

    tar; todo es tan indescriptiblemcnte

    bello".

    Me vesti

    y baj a

    la

    biblioteca;

    un velo

    he-

    cho

    luz

    cubra a

    la

    anciana,

    sentada en

    la

    ban-

    ca

    del

    jardn.

    Llegu

    junto

    a ella,

    entre el zurn-

    bar

    de

    abejorros; el mismo

    aire, del cual

    el

    ruido

    desaparcce, envolva

    su presencia. La

    luz

    blanca

    agit

    mis

    cabellos,

    y

    la anciana me

    to-

    +3

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    21/41

    m

    de

    las

    manos, las

    bes;

    su

    piel

    apret

    la

    ma.

    Lo supe

    por revelacin,

    porque mis ojos

    decan

    1o

    que

    el tacto no

    corroboraba: sus ma-

    nos

    en las

    mas,

    no

    tocaba sino viento pesado

    y

    fro,

    adivinaba hielo

    opaco

    en

    el esqueleto

    de

    esta

    figura

    que, de hinojos,

    mova

    sus

    labios

    en

    una letana

    de

    ritmos

    vedados. Las

    siemprevi-

    vas

    temblaban, solas,

    independientes

    clel

    vien-

    to. Su

    olor

    era

    de

    fretro. De

    all venan,

    todas,

    de una

    tumba;

    all

    germinaban,

    all

    eran

    lle-

    vadas

    todas

    las

    tardes

    por las manos

    espectra-

    les

    de una anciana.

    .

    . y el ruido regres,

    Ia llu-

    via

    sc

    llcn clc

    amplificadores, y

    la

    vo\

    coa-

    gulada,

    eco

    de las

    sangres

    vertidas

    que

    arn

    transitan

    en

    cpula con

    la

    tie

    rra,

    erit:

    -

    Kapuzinergruft

    Kapuzinergruft

    \[c

    arranqu

    clc

    sus

    manos,

    corr

    a

    la

    puerta

    de la mansin

    -hasta

    all me

    perseguan

    los

    rumores

    locos

    de

    su

    voz)

    las cavernas

    de

    una

    garganta

    de

    muertes

    ahogadas-, ca

    temblan-

    do, agarrado

    a

    \a manija, sin fuerr.a

    para mo-

    verla.

    De nada

    sirvi;

    no

    era

    posible abrirla.

    Est sellada, con

    una laca

    roja

    y

    espesa.

    En

    el

    centro. un escudo

    de

    armas

    brilla

    en

    la

    no-

    che,

    su

    guila

    de

    coronas)

    el

    perfil

    de

    la

    an-

    ciana, lanza

    la

    intensidad

    congelada

    de

    una

    clausura

    definitiva.

    +4

    Flsa noche

    escuch

    a

    mis

    cspaldas

    -no

    saba

    que

    lo

    iba

    a escuchar por

    sicmpre-

    el roce de

    las

    faldas sobre

    el piso; camina

    con

    una nueva

    alegria

    extraviada,

    sus

    ademancs

    son

    reiterati-

    vos

    y

    delatan

    satisfaccin. Satisfaccin

    de

    car-

    celero,

    de compaa,

    de prisin

    eterna.

    Satis'

    faccin

    de

    soledades

    compartidas.

    Era su

    voz

    de nuevo, acercnclose, sus

    labios

    junto

    a

    mi

    oreja, su alicnto

    fabricado

    cle

    espuma y

    ticrra

    sepultada:

    -...y

    no nos

    dejaban

    jugar

    con

    los aros,

    Max,

    nos

    lo

    prohiban;

    tenamos

    que

    llevarlos

    cn la mano,

    durante

    nuestros paseos por

    los

    jar-

    dines

    de

    Bmselas. .

    .

    pcro

    cso

    ya

    tc lo

    cont

    ert

    una

    carta,

    cn la que tc escriba clc

    Bouchot,

    ,;

    rccuerdas?

    Pcro

    dcscle ahora,

    no

    ms cartas,

    ya

    estamos

    juntos

    para siemprc,

    los dos

    en

    este

    castillo..

    .

    Irlunca

    saldremos;

    nunca

    dejaremos

    cntrar a

    nadic.

    .

    . Oh,

    Max'

    contesta, las siem-

    prcvivas,

    las quc

    te

    llevo cn las tardcs a la crip-

    ta de

    los

    capuchinos,

    no

    saben

    frescas?

    Son

    como las quc tc ofrendaron cuando

    lleeamos

    aqu,,

    t, Tlactocatzinc.

    .

    .

    Nis

    tiquimopielia

    inin

    maxochtzintl . .

    .

    Y sobre cl

    escuclo

    lc la

    inscripcin:

    cHARI-()TTI-.,

    KATSERIN

    VON IEXII(O

    45

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    22/41

    LL,]'ANiA

    DE,

    LA

    ORQUDE,A

    :,f

    --Nlira.

    r'c: va

    (-rnpct.

    el

    invie

    rno,

    De las

    espaldas

    dcl

    cielo

    caa

    sobre

    Panam

    un

    torrente

    de filos

    claros

    que

    escu rrian,

    dc la

    tierra herida

    en las

    calles

    aclyacentes,

    a Ia

    Yia

    Espaa.

    En

    la

    frontera

    dc

    asfalto

    las

    aguas

    tur-

    bias

    se

    arrinconaban

    desoricntadas,

    temiendo

    sin

    conciencia

    la

    succin

    del

    drcnajc.

    Respiracin

    lejana

    de

    la

    ciudad,

    marcha

    de rumorcs,

    eue-

    daba

    suspendida

    en

    el vapor

    dc

    las

    aceras,

    en

    el

    occipucio

    de

    las

    palmas,

    en los

    cuerpos

    esta-

    cionados

    bajo los

    toldos.

    Luz

    visceral,

    amarilla

    como

    la

    lluvia

    al abra-

    r.ar

    cl

    polvo.

    Muriel

    despert, eran

    las

    doce

    del

    da.

    Las

    ventanas

    abiertas

    se

    mecan

    hasta

    for-

    mar

    una esdrjula

    reticentc;

    las

    sbanas

    caian

    pesadas

    sobre

    su

    cuerpo.

    Sombra

    corta

    de

    las

    patas de la

    mesa,

    y

    el silencio

    dominaba

    la

    tos

    del

    hombre.

    Ana

    )/a

    no

    estaba

    ;

    quiz

    volvcra

    +6

    en

    la

    tardc,

    nrojacla,

    a

    pascarsc cn

    su cscara

    floj

    a.

    Muriel

    extendi los

    brazos

    y

    coloc

    sus

    ma-

    nos

    sobre

    la cabeza.

    Entre

    los minutos, moscas

    verdes

    visitaban

    el

    mapa gris de

    su torso,

    y

    los

    sobacos

    vencan

    al

    aire.

    Vaco: slo observaba

    las

    lejanas

    colinas, recortadas

    por la

    navaja os-

    cura

    del

    da. Ni

    un

    pjaro,

    ni

    un

    presaeio.

    ni-

    camente tiempo

    enredado

    en

    la

    maraa

    de

    electricidacl.

    Jugaba

    con lentitud

    a

    la

    iitanj-

    fora:

    el pas

    estaba

    poblado

    de cllas, eran

    como

    sus pies.

    . .

    Alanje,

    Guarar,

    Macaracas,

    Arraijn,

    Chi-

    riqu.

    Sambu,

    Chitr,

    Penononr.

    Chicn.

    Cocol, Portosancl.

    .

    .lrst: r'itmo era

    una

    dcfensa.

    Cuando

    escamp,

    Muriel

    se levant

    con

    la

    frente

    empapada.

    Fue

    al

    closet

    a

    buscar

    sus

    zapatos;

    cstaban

    cubiertos

    de

    un

    limo

    rrerdc,

    igual

    que

    sus libros,

    rcblandecidos,

    rcsistindo-

    se

    a

    que

    se

    les

    leyera.

    En

    un

    plato,

    quedaban

    cubos

    dc hielo

    agonizantes;

    los

    coloc sobrc

    su

    pescuezo,

    y

    apret

    duro,

    hasta

    que le

    volvi la

    tos. Ccrca

    dc

    las

    ventanas,

    las

    plantas

    jaspea-

    das

    volvan

    a

    hincharse,

    sus

    brazos

    abiertos

    pi-

    coteados

    de

    r

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    23/41

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

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    bazares

    hinds,

    entre las faldas

    tensas

    1.

    las

    blu-

    sas

    moradas

    de los

    negros

    de Calidonia.

    sin ms

    furia

    que

    el

    ojo

    de una

    serpiente.

    Horas

    y

    ho-

    ras)

    en

    un

    paseo

    caluroso que no

    pareca

    mer-

    mar

    la

    fresca

    salanura de

    la

    flor.

    En la

    canti-

    na

    clel Coco Pelao,

    Muriel

    la roci

    de pipa;

    la flor

    cambi

    de

    colores,

    pero se esponj

    go-

    zosa,

    sus

    ptalos

    abrazaron las

    nalgas

    del

    hom-

    bre,

    lo

    sacaron

    cle la

    cantina, lo

    empujaron has-

    ta

    las

    puertas clel Hap4),land.

    Esa noche,

    bail

    \'Iuriel

    como nunca;

    la

    orqudea

    marcaba

    el

    son,

    sus savias

    corran hasta

    los talones

    del

    clan-

    zarn,

    suban al

    plexo,

    lo

    arrastraban de

    rodi-

    llas.

    lo

    agitaban

    en

    un llanto

    seco

    y

    rabioso. De

    la

    raiz de la orqudea salan

    chillando

    ondas

    tensas como una

    letana

    ;

    Chimbomb ; Chim-

    bomb

    Chimbornb

    cierra

    ruis

    heridas,

    junta

    rnis

    nranos.

    erendor,

    cicatriza

    mi

    vagina, detn

    las

    horas,

    danre un pon'enir

    dame

    una

    lgrirna

    C)himbomb, det'n

    nri

    risa

    apresura

    rrri

    fantasrria,

    hazme

    la

    quietud

    djame

    hablar espaol.

    alamb,

    mata

    el ritmc

    para

    que

    me cree,

    une

    lnis

    pulnrones.

    llena

    de tierra

    v flores las esclusas.

    no

    me

    vendas

    por

    la ltrna.

    haz de nlis

    tras puentes,

    clrrtanre el tatrraje de

    estrellas,

    50

    Chimbomb

    As gema

    la

    orqudea,

    I

    todos

    -marineros

    l'erdes, turistas,

    mulatas

    de

    conos

    rebotantes-

    admiraban la

    belleza

    triste de la flor,

    sus

    movi-

    mientos

    de

    cosquilla,

    sus

    canrbios clc

    color

    con

    cada

    pieza musical.

    ;La

    orqudea cra

    un teso-

    ro.

    plantado

    hoy

    cn cl invcrnadcro

    de

    su

    raba-

    dilla,,

    pero. .

    . Si

    sta haba florecido,

    por

    qu no podran

    gernlinar

    ms,

    y

    ms,

    nicas,

    cn

    mutaciones

    sin

    lmitc?

    Orqudeas que sal-

    dran

    coneeladas, cn avin,,

    a

    las

    nril

    ciudades

    donde

    an

    quedara rrna

    nrujer

    con fc cn las

    ir-r-

    sinuacioncs

    corteses.

    N,{uriel sali corricndo clel

    Happylsnfl,

    ja-

    deante, sin

    parar hasta su casa. Ana n()

    haba

    regresado.

    Poco importaba.

    Rpiclamcntc,

    se

    desnurl

    r,'

    tom

    la

    navaja;

    sin r,,acilacin

    cor-

    t

    de

    un

    tajo

    la

    orquclca

    y

    la

    plant cn

    url va-

    so de

    agua. Dcl

    hucso

    rpcnas

    brotaba

    un mu-

    n

    verde.

    Primcra

    clc

    la

    cosccha.

    a

    vcintc

    dlarcs ca-

    cla una

    No lc

    quedaba

    sino cspcrar,

    tcnclido cn

    la

    cama.

    a

    quc

    diarianrcntc,

    cntrc

    docc

    ,v

    clos,

    floreciera

    una

    nueva.

    Acaso

    naceran

    multipli-

    cadas

    -cuarenta,

    ochenta,

    cicn dlares

    cliarios.

    Y

    entonces,

    sin

    aviso, clel lrrgar

    cxacto

    cn

    quc

    la flor

    haba

    siclo cercenacla,

    brot

    una

    estaca

    rspida

    y astillosa.

    N{uriel

    va

    no

    pudo

    sritar;

    5rl

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    25/41

    con

    un

    chasqtrido

    clcsgarrantc,

    la

    estaca

    irrum-

    pi

    entre

    sus piernas

    y ya accitacla

    cle

    sangre,

    corri,

    rajante,

    por las

    entraas

    dcl

    hotrtbre,

    devorando

    sus

    nervios,

    lenta

    y

    cicea,

    quebran-

    do cn

    cristalcs

    eI

    coraz,n.

    Ya

    no

    hablar, ya

    no

    describir. Y

    all amaneci

    \{uriel,

    partido

    por

    la

    mitacl,

    empalado,

    sus brazos

    crispaclos

    en

    dos

    clirecciones.

    Los

    ptalos

    cle

    la orqudea

    marchi-

    ta

    en

    cl

    vaso scco,

    rcflejaban en los ojos

    muer-

    tos

    de

    Muriel un

    lcnto oleaje cle

    luz.

    Afucra,

    cntre

    las

    preposiciones,

    Panam

    se

    colgaba

    cle los

    clientes

    a su

    propio

    scr. Pro

    Mun-

    rli

    Beneficio.

    POR

    BOCA

    DE

    LOS

    DIOSES

    +t

    qBingbingbing

    .qotcaba

    la cara

    clc

    la

    \:cntana

    llorando los

    rcmorclitnicntos

    ajcnos,

    rtricntras

    yo

    intcntaba

    pcrscgtrir

    las

    manccillas

    quc'

    cmpc-

    zaban

    --{crca,

    las

    ciocc--

    i.t

    cstrangularmc.

    Ai-

    ta

    Ia

    ventula,

    bajo cl

    tccho,,

    las parcdcs

    gcman

    por tocarsc

    cn una

    cpula

    clc ccmcttto;

    s,

    se

    iban accrca,nclo.

    angostando,

    sta corta,

    aqu-

    lla

    clelgacla.

    la

    terccrr barriaotra,

    la

    otra

    con

    una

    vlgina clc viclrio.

    rnico

    labcrirrto

    al

    ntapa

    anclrajoso

    clc

    la

    (iran

    Ciuclacl.

    No clucra

    tnirar

    a trar's

    rlcl cristal; clc

    cso i'rua.,

    cnccrtrado aqu.

    sicmprc:

    clt:

    la

    past:t,

    clcl

    jamoncillo

    entpal:r-

    goso

    pintado

    clt'

    rosl

    como su

    titlict

    sorlrisa ama-

    blc

    inrncrsa

    cn

    cl

    innlcttso

    tirnquis.

    tic

    palacios

    a\rerqonzaclos

    cscurricntes clc

    cacahua.te. cle

    la

    plaea

    clc

    loctlorcs

    vt:stitlos

    ilc

    qabarclina

    v

    nlcz-

    clilla.

    ahclchornaclos

    de

    su cielo. cle csos mismos

    roeriorcs

    -nutitru

    nnturutn--'

    p:rsatlos

    por etr

    1i

    :-)

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    26/41

    nrolino

    clc

    luz

    ncn

    cluc

    los

    convicrtc

    en

    gran-

    des

    carroas

    maquilladas,,

    sc

    aclivina

    cl

    sexo

    afeitado,

    Ia herida

    siempre

    abierta

    disimulada

    por

    el

    tu'eecl,

    cl

    diente

    falso

    flotando

    en una

    tumba nocturna

    de formol.

    Cuando

    cl

    reloj

    ,se

    abraza

    a

    s

    mismo,,

    al

    erguirse

    t

    apretarse

    las

    clos

    piernas

    clel

    tiempo

    en la

    medianoche,

    s

    que

    no

    tardarn

    las

    visitas

    indeseadas;

    estn,

    silen-

    ciosas

    en la

    antesala

    clc

    mi

    olvido,

    hasta

    quc

    los

    pics lcs

    punzan

    con

    un ritmo

    oscuro,

    s que

    el

    rcpiqueteo

    de la

    puerta.,

    el

    aullar clc

    las

    gargan-

    tas

    pcludas

    cantando

    en

    .silencio

    a su

    plexo, el

    falso

    balumboy

    tropical,,su

    tntara-ranta-tan-

    tn

    en las

    parecles,

    es

    un

    disfraz,

    un

    disimulo

    corts,

    una invitacin

    al chocolate

    cle los

    can-

    nigos

    clc

    ojos

    de

    serpiente,

    envcnenado

    de

    dolor

    y

    latcntc

    clc

    cogulos;

    y

    rasgucan

    sin

    cesar,,

    mi-

    lcs

    clc

    guitarras,

    corno

    .si

    sus

    dedos misnros

    fue-

    ran

    cuerdas.

    ,:

    Qr

    traen

    cn

    sus

    manos

    y en

    sus

    ccrcbros,

    detrs

    cle la

    sonri.sa

    y cl

    cachoncleo

    cle

    los

    abrazos

    inevitables?

    Una

    nochc,

    quisicron

    introclucirsc

    como

    mariachis;

    bast

    cl

    ro

    cre

    ge-

    midos

    -quc

    cmpez

    a

    inundar

    mi

    cuarto

    por

    el

    ojo

    cle

    Ia

    llavc

    all

    csrn

    siemprc

    su.s

    ojos,

    sin

    hlito

    como

    si el

    asesinato

    fuera

    lquiclo-

    para

    cnloquccerme

    y

    rabiar.

    Y

    no,

    me

    lo

    ofre-

    can

    como

    sus

    prcsentcs.

    ;no

    sabcn

    cle

    las

    cajas

    cle Pandora.

    de

    las

    fuerzas

    homiciclas

    clc

    Ia

    mi-

    54

    tologa

    La

    suya sigue

    viva,

    sus monstruos

    de

    jade

    y

    embolias siguen gravitando

    como ms-

    caras

    daltnicas

    que

    sin

    color se pierden

    en el

    polvo

    y el

    drenaje,,

    que corretean subterrneas

    para

    asomar

    sus

    fauces

    de tarde

    en tarde,

    eue

    cabalgan por

    el aire

    secando

    sus

    montes y mo-

    viendo

    los puale.s

    de

    obsidiana. Se

    esconden

    en los

    ombligos,

    relampaguean en los encabe-

    zados rojos,

    se

    sumergen bajo

    el

    lodo

    cuando

    vienen

    las

    invasiones; dormitan

    siestas

    secula-

    res; cn el fondo

    de cada callejucla,

    se deticnen

    vidas,

    en

    las canas,

    se

    coltrmpian,,

    en los crte-

    res)

    serpentean.

    Siesta

    cnorme, y cuanclo se des-

    piertan

    para

    rnasticar,

    alsuien

    grita

    desde

    lo

    alto

    de los nopales:

    "

    Hemos vuelto

    a encon-

    trarnos "

    Vengo huyendo

    de

    ellos,

    de sus

    for-

    mas

    menores.

    y estn

    aqu,

    eigantes

    sin ms di-

    mensin

    que la

    clera

    corts

    y

    el

    son

    reticcntc

    de

    las guitarras. En

    las

    calles, me

    miran

    feo, pi-

    san mis pies,

    me

    empujan, me pintan violines

    v

    me tocan

    el claxon,

    ay

    de

    observar a sLls

    mu-

    jeres,

    ay

    de

    rehusar sus

    alcoholes, ay de demos-

    trar

    que

    mi

    cerebro

    y

    mi

    memoria

    no laten

    a

    su comps )

    En la

    escalinata de

    Bellas Artes. me encontr

    55

  • 7/21/2019 Los Dias Enmascarados - Carlos Fuentes

    27/41

    a

    Don

    Diceo.

    Clasi

    nunca

    salgo

    clc mi

    cuarto

    cle

    hotcl;

    cuanclo lo

    hauo,

    ando solo,

    y

    si mc

    acom-

    pao

    clc

    aleuien,

    cs

    para

    quc mc r,'ista.

    Pcro

    Don

    Diego

    es un

    vic.jccillo

    casi

    r:nano.

    casi

    jorobado.

    clecorado

    dc

    caspa. ,y

    con

    un

    cstilo

    clc

    conver-

    sacin

    quc acaba

    por

    crispanrrc.

    -

    Caro

    Oliverio

    F cliccs

    los

    ojos

    ,,

    Qr

    milagro cs

    stc?

    Sin clucla vicncs

    -zh,

    muchr-

    chos estriclcntisq-

    a \/cr cso

    quc llaltran

    arte

    cn cl ltimo

    piso.

    Ancla,

    ancla,

    acompamc

    primero

    a

    la

    sala

    colonial,

    sabes

    quc cs

    mi

    prc-

    fcrida,

    )'

    clcspus

    tc clar

    cl

    gusto

    cle rccorrcr

    .juntos

    la

    clc

    artc

    moclcrno.

    Pasa,

    pasa:

    clc

    nin-

    guna mallcl'a,

    t

    primcro.

    ;

    No

    faltaba

    ms

    Irn

    la

    sala

    colonial,

    Don

    Dicgo

    cliscurri

    lar-

    gamcntc

    a la

    cara

    clc un

    annimo

    clcl

    siglo

    xvrr.

    [Jna

    prcciosa

    mujcr,

    morcnr,

    con

    matiz

    dc pi-

    lortcillo,

    ccjas

    inolvitlablcs

    .y

    r,csticla

    clc

    cncajc

    blanco. Subimos

    a

    la

    cxposicin

    clc

    pintura con-

    tcrnpornczr.

    Don Dicgo

    emperz

    ^

    clar

    pcquc-

    os bastonrzo,s

    clc impacicncir

    :

    -Ay,

    ?)., l)',

    a csto llarnan

    rrtr..

    ;

    \rlgarnt- I

    \':r

    tc

    pasar'

    la

    ficbrc por

    cstas

    rnonstruosicla-

    rles,

    Olivcrio.

    Cuanclo

    sc

    cs vic.jo,

    sc

    busca

    Ia

    bcllcza

    v

    sc

    rnhclan las

    cosas

    simplcs

    Caminarnos

    por

    la

    qalcra

    trapt'zoiclc.

    obscr'-

    vanclcl los

    crraclros

    ahorcaclos

    en

    las

    parcclcs rle

    balsa. Itt.

    submarina

    v

    cclcstc.

    penctrab:r

    cro-

    :r

    ti

    mo

    cubos clc hiclo

    por

    la vcntrna

    nol'tc. masti-

    canclo cletallcs

    para

    puntr.rali't,ar lo

    escncial:

    ia

    joroba

    clc

    l)on

    l)icgo, mi

    nariz

    caf, \' lln

    cua-

    dro

    Iejano

    cn

    un

    rincn.

    --'l-r-ml-)o.

    l95B

    -lcv.

    con

    la

    retina

    arru-

    gatla.

    Don Dicqo-

    -.

    ;

    Bah

    Compare

    ustccl

    corr

    el

    annimo

    quc acabamos

    clc

    vcr.

    Aquclla

    mu-

    .jcr,

    tocl:rr'a

    pucrlc ustccl cncontrrrla

    a cu:rlquicr

    hora

    cn

    la

    callc.

    pcro

    sta.

    .

    .

    I)cscuartizacla

    por

    los