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7/23/2019 La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación http://slidepdf.com/reader/full/la-conflictividad-obera-bajo-el-franquismo-elementos-para-una-interpretacion 1/20 aseguraba la consecución de 1na parte de los objetivos perseguidos, pero ahora la fragmentación la hacía indispensabl. ,i no ,Jqu..á suc*mbir a Ia otra cara del desarrolrismo. Én ..r. proceso ruvieron cierto éxito en acoplar los ritmos cre conflictivi.lad e,.rtr" I", gr.r-,d., I edianas emprcsas; incidir, mediante enraces de la oposició"n.,t ..r,i, en la negociación de lo.s co'venios comarcales y pr""l".id.. 1t,. afcctaban tanto ¿l las gra'des como a las pcqueiras concentraciones H:lT,..;ff :i,Jll:;T:::'.:lil,iJ;:l":,:;..::,,,::'ffiff :j:l laboral; )- conecrar las neccsidad., .i.i rnovinriento obre ro corr las recles cor'unirarias que le crot¿rban cle rocales c{onde reunir.se y amplificaban la solicl¿rridad. En el proceso cle formación de las (lonrisiones obreras el m'clelo cre confrictiviclad clue in".,g,,r"rnn rnaduró basr¿rnte como para sobrevivir al cluro p.ri.r.1o qr,.i.,r.r"- rrolló e.tre 1967 y 1969, cLrancl. ef régimen intentó dcsarticr¡lar al nuevo rnovimiento obrero a partir de la ilegalización explícita de las nuevas organizacione.s, la congel;rción de la .egociacicin colectirra y ei Estado de excepción, y ertcrlde..e ya de ftrrma imparable en ios años serenra. M.delo orgenizativ. v de c.nHictividad c1'c ya solo entró en crisis real con el agoramiento del modelo d.r.irnlíirt" d.- crecimiento español inaugurado durante ra década de los sesenra y el nuevo marco i'stitucional de la democracia. Ahora bien, si es verdad que a esre moclelo global de desarrolio le correspon<Ji; .r; morfología de la conflictividad obrera, no solo.onro ",J"pr"ción a Llna nueva realidad sino b,ísicamente como respuesta a l" -ir.,-r", .rt" correspondencia nunca fue unidireccional o áeterminacla de forma espasmódica. De hecho, fueron_las trabajadores y las trabajacloras de este,p.aís que, exp.erimentando en sus carnes i", or.", cáras del oes:rrrotllsmo, arrrcularon un modelo de conflictividad construido desde las nuevas realidades materiales clesde el cual garantizarse una vida meior. 100 101 III. LA CONFLICTIVIDAD OBRERA BAJO EL FRANQUISMO. ELEMENTOS PARA I.]NA INTERPRETACIÓN El ojo que ves no es ojo porque túr lo veas; es ojo porque él te ve. ANT'ONI() MACHADO, Prouerbios y cltntítres Parábamos la empresa muy a menudo [...]. La po- licía cargaba sobre tal en tal sitio, o había marado a cualquier compañero, un buen trabajador, pues se entraba por la puerta por la mañana y uno se ponía encima de las planchas de hierro. Todo el mundo paraba y punto, se ha acabado la historia [...] Una vez-, una vez, una de tantas, una de tantas, porque hacíamos paros muy frecuentemente, una de tantas, el gerente, que era sueco, me llegó a decir: upero vamos avet Navas, pero ¿qué quieres?, [...] En aquel tiempo había una serie de televisión sobre Marco, que era un niño italiano que se iba a Amé¡ica a buscar a su mamá, y le dije : uyo lo que quiero es que Marco encuentre a su mamár. El tío se desmontó ebsolutamente: ,,haz lo que quieras.. MANUI-). Nnv¡s, obrero de ¡.stR/c;t-.s El estudio de la conflictividad obrera es central oara entender [a historia del movimiento obrero. De hecho, el moui-ienro obrero, incluso la clase obrera, no existiría como tal sin el fenómeno de la confictividad que lo define y en algunos marcos teóricos lo genera cuando, en una definición muy thompsiana: Grupos de gente con problemas, quejas o expectativas comunes llegan a ser conscientes de su destino, crean organizaciones y
20

La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

Feb 18, 2018

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7/23/2019 La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

http://slidepdf.com/reader/full/la-conflictividad-obera-bajo-el-franquismo-elementos-para-una-interpretacion 1/20

aseguraba

la

consecución

de

1na

parte

de

los

objetivos

perseguidos,

pero

ahora

la fragmentación

la

hacía

indispensabl.

,i

no

,Jqu..á

suc*mbir

a Ia otra

cara

del

desarrolrismo.

Én

..r.

proceso

ruvieron

cierto

éxito

en

acoplar

los

ritmos

cre

conflictivi.lad

e,.rtr"

I",

gr.r-,d.,

I

edianas

emprcsas;

incidir,

mediante

enraces

de la oposició"n.,t

..r,i,

en la negociación

de

lo.s

co'venios

comarcales

y pr""l".id..

1t,.

afcctaban

tanto

¿l las

gra'des

como

a las

pcqueiras

concentraciones

H:lT,..;ff

:i,Jll:;T:::'.:lil,iJ;:l":,:;..::,,,::'ffiff

:j:l

laboral;

)-

conecrar

las

neccsidad.,

.i.i

rnovinriento

obre

ro

corr

las

recles

cor'unirarias

que

le

crot¿rban

cle

rocales

c{onde

reunir.se

y

amplificaban

la

solicl¿rridad.

En

el

proceso

cle

formación

de las

(lonrisiones

obreras

el

m'clelo

cre

confrictiviclad

clue

in".,g,,r"rnn

rnaduró

basr¿rnte

como

para

sobrevivir

al

cluro

p.ri.r.1o

qr,.i.,r.r"-

rrolló

e.tre

1967

y

1969,

cLrancl.

ef

régimen

intentó

dcsarticr¡lar

al

nuevo

rnovimiento

obrero

a

partir

de

la ilegalización

explícita

de las

nuevas

organizacione.s,

la

congel;rción

de la

.egociacicin

colectirra

y

ei

Estado

de

excepción,

y

ertcrlde..e ya

de ftrrma

imparable

en ios

años

serenra.

M.delo

orgenizativ.

v

de

c.nHictividad

c1'c

ya

solo

entró

en crisis real

con

el

agoramiento del modelo

d.r.irnlíirt"

d.-

crecimiento

español

inaugurado

durante

ra

década

de

los

sesenra

y

el nuevo

marco

i'stitucional

de la

democracia.

Ahora

bien,

si

es

verdad

que

a

esre

moclelo

global

de

desarrolio

le

correspon<Ji;

.r;

morfología

de la

conflictividad

obrera,

no

solo.onro

",J"pr"ción

a

Llna

nueva

realidad

sino

b,ísicamente

como

respuesta

a l"

-ir.,-r",

.rt"

correspondencia

nunca

fue

unidireccional

o

áeterminacla

de

forma

espasmódica.

De hecho,

fueron_las

trabajadores

y

las

trabajacloras

de

este,p.aís

que,

exp.erimentando

en

sus

carnes

i",

or.",

cáras

del

oes:rrrotllsmo,

arrrcularon

un modelo

de

conflictividad

construido

desde

las

nuevas

realidades

materiales

clesde

el

cual

garantizarse

una

vida

meior.

100

101

III.

LA

CONFLICTIVIDAD

OBRERA

BAJO

EL FRANQUISMO.

ELEMENTOS

PARA

I.]NA

INTERPRETACIÓN

El ojo que tú

ves no es

ojo

porque túr lo veas;

es ojo

porque

él te

ve.

ANT'ONI()

MACHADO,

Prouerbios

y cltntítres

Parábamos

la

empresa

muy

a

menudo

[...].

La po-

licía

cargaba sobre

tal en tal

sitio, o

había marado

a

cualquier compañero,

un

buen trabajador,

pues se

entraba

por

la

puerta por la

mañana y uno se ponía

encima

de

las

planchas

de

hierro.

Todo

el

mundo

paraba

y

punto,

se ha

acabado la

historia

[...]

Una

vez-, una

vez,

una

de tantas, una

de tantas,

porque

hacíamos

paros

muy

frecuentemente, una

de tantas,

el

gerente, que era sueco,

me llegó

a

decir:

upero

vamos

avet Navas,

pero

¿qué

quieres?,

[...]

En

aquel

tiempo

había una

serie de

televisión

sobre

Marco,

que

era

un niño italiano

que

se

iba

a

Amé¡ica

a

buscar

a su mamá,

y

le

dije :

uyo

lo

que

quiero

es que

Marco

encuentre

a

su

mamár. El

tío

se

desmontó

ebsolutamente:

,,haz

lo

que

quieras..

MANUI-). Nnv¡s,

obrero

de ¡.stR/c;t-.s

El

estudio

de

la

conflictividad

obrera

es

central

oara

entender

[a

historia

del

movimiento

obrero. De

hecho, el

moui-ienro

obrero,

incluso

la

clase

obrera,

no existiría

como tal sin

el

fenómeno

de la

confictividad

que

lo define

y en algunos marcos

teóricos lo

genera

cuando, en

una

definición

muy

thompsiana:

Grupos

de

gente

con

problemas,

quejas o expectativas

comunes

llegan

a ser

conscientes

de

su destino,

crean organizaciones

y

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7/23/2019 La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

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movimienros

sociales

para

conseguir

sus

objetivos

y actúan

ba.jo

estímulos

ideológicos

específicos.

I

A

partir

de la experiencia

del conflicto,

bien acumulado

en

la

tradición

recibida

o

vivido

corno

propio,

que

reúne

a l:r

genre

en

grupos

enfrer-rtados

que

comparten

características

comunes

y

generan

a

la

larga

un:r cultura

y

forrnas

de

organización

propias.z A

pes:rr

de

que no

se

acepte

este

marco

teóricor

se

tiene quc

asumir

la

realidad

de la

centralidad

del

confiicto,

ya

que en

él convergen

todos los

aspectos

milirantes,

esrrarégicos,

ideológicos,

.r.., y *-1,

vcz

genera

nuevas

formas

de

politización,

cstraregias

e

ideología,

para entender

la dinárnica

del

movimienro

obrero.

Lo vieio

y

lo nuevo

son

Duesros

a prueba

en este

nlomenro

y

aquello

qr.r. nr.r...

trascender,

y

aquello

que mercce

perecer, es metal-¡olizado

en nuevas

realidades.

En

este

senrido,

quizás la

persona

que

m:ís

trabajó

en

rorno

a esr¿r

ten-rática

en los

años

noventa,

recogiendo

parte

de los trabajos

especí-

ficos

ya

realizados

sobre el movimienro

obrero

bajo el

franqr-rismo,

fue

A,raro

Soto

Carmona. En

efecto,

en diversos

trabajos,a Iogró

articular

admirablemente

una

interpretación

acabada

sobre las

morivaciones

hltirnas

de la

conflictividad

obrera

en el

tardofranquisnro

que

a

su vez

explicase

sus

consecuencias

políticas.

Contrariamente

al carácter

polí-

tico atribuido

a la

conflictividad

obrera

a

parrir

de

1967

en

el

esrudio

clásico

de

José

María

Maravall,5

para Soto la

huelgas

protagonizadas

l. Casrnov;r,

J.,

De

la calle

alJiente. [:l

an¿rrosindicalismo

en Es¡taña

(t9.31-

I

939),

Barcelona,

Crítica,

1997,

p-

33.

2.

Ver:

Thornpson,

F,. P,

I

t

forntariin

d¿ la rl,tse

obrar¡¿

ot

htgldterca,

lI

vols., Barcelona,

Crítica,

1989.

vol.

L,

pp.

KlI,XVI;'l-hornpson,

E.P.,Tradición,

reuuelatyconcienci¿dtclase,Barcelona,Crírica,

1989,pp.33-39;Thompson,E.

P,

"Algunas

consideraciones

sobre

clase

y

lalsa

concicncia,,

Hístoria

Socia/,

n.,'

(10),1991,

pp.27-32.

3.

I'are

el

caso

quc

nos

ocu¡ra,José

Babi¿rno,

por cjemplo, no sin

razoues,

ncr

lo ace

pta:

B:rbi:rno,

J.

linigrantes,

cronómetros

1t.

.

.

,

pp.

3-4.

4. Espccialrnente,

Soto, A.

,,1)ive

ls¿s in

rcrpret:rci,rnes

sobre las causas

y

conse-

cuencias de las huelgas

en el francluismo

(19(r3-1975),

I

Encuentros

de iru,asri{¿dotzs

rlel

Jht

n

qu

isno, l3arcekrna,

(

X)N( ;-UAll,

1

992, p¡r. 1

50-

1

53:

Soto, Á., uHucig,rs

en

el franqtrisrno:

causas

laborales-c..sccue'cins

políticas',

Hisutri¿

Soci¿/, nírir.30,

I

998,

pp.

39-6

I

.

5. Maravall,

J.M

., Ditdura

y

disentiniento

político.

Obrercs

y

estudiantes

bajo

el

Jranquisrno,

Madrid,

Alftguara,

1979.

¡,,rr

la clase

obrera

bafo el

franquismo

tenían

Primordialmente

un

,,riecn

económico

y solamenre

después

unas

consecuencias

políticas.

Str

Lrigen

tenía

que

ver

Precisamente

con

la

formación

de

ttna nueva

,

l"se olreray

un

modelo de

desarrollo

económico

y

social que

llevaba

.r los

rrabaiadores

a

la

búsqueda

de su

meforía

de

vida en ul1

contexto

,lc

expecrarivas

de

consumo

de masas

crecienre.

El

resultado

final

de

('sros

conflictos,

sus

consecuencias

Políticas,

Puecle

parecer

paradó-

jir0

en este

ntarco,

pero

no

lo

cs

si

lomemos en cuenra

las

tnismrts

Pirlabras

del

régimen

en

las

consignas

que daba

sobre

el

tratamient<>

gubernativo

que

tenían

que

tener

las

huelgas

obreras:

uUn

conflicto

i"bor"l siempre

es

un problema

político

y

de

Orden

Público,

incluso

cLlando

aoarcntemente

tiene

ulta

naturaleza

estrictamente

laboralr.('

Y

con

esta

sencilla

clave

interpretativa,

en

la

que era

el régimen

el

clue

politizaba

lo

que

en

origen

no

lo estaba,

que

ha

hecho fortuna,

..

pe

l..r-riría dar

cuenta

de

varias

realidades

aparentemente

contradic-

roiias

entr.

.ll"r.

La primera

hacía

refere

ncia a

la

tlo necesidad

de

analizar

la

natu-

raleza

aDarenremenre

conrradicrofia

de la conflictividad

obrera,

una

conflicúvidacl

que

podía

mosrrar

ranto un carácrer

claramenre

econó-

mico

en

un

momento

dado,

como también

marcadamente

político

en el

mismo

hecho conflictivo.

A

la

vez casaba

la tesis

de que

la

clase

obrera se

volvió

claramente

economicisra,

y

por tanto

integrable

en

el sistema

capitalisra

estableciendo

un

consenso

básico

para

la futura

democracia,

con el

hecho de

que

la conflictividad

mostrase

una clase

obrera

en

constante

confrontación

con el

régimen.

En un

desarrollo

que

recientemente

se

ha caracterizado

como

un

(radicalismo

moder¿l-

io,,7

la

clase

habría

evolucionado

hacia

la democracia

al

desprenderse

6.

Archivo

Histtírico

clel

Gt¡bierno

Civil

de Barcclona

(AHcc;¡),

'¡/1,

Delegación

Sindiml,

g

de

m¿rzo

de 1973, caia 93.

7.

,n

esta

interpretación

lls

mtivilizircioncs

obreras

serían

un f'rctor

clemo-

c¡atiz.ador

funclemenral err

la tr¡nsici<in

a

partir

de

la dol¡le

realidad

de una

gran

cap:tciclac{

de conflicto

y

su

clara

voluntad

de no

enfrentarse

con

las

fuerzas clel

.rri.rr.

-.r.,rr,,,do

una

clase

obrera

nrodemda

en

sus valorcs

y ex¡;ectativas

de

cam-

bio

en contparación,

por

eicmplo,

a

los trabajaclores

pofrLlguescs.

Así.

finalnlentc,

la clcsmovillzación

¡rosterior

en

el

proceso

de

tr:rnsición,

una

vcz

est:rblecidas

las

reslas básicas

de

la icnrocraci,r,

no

sería

sino

una

consecuellcia

dc

la realiz-ación

clel

¡-lr"ngr"n.,"

realnrenre

delendido

con Ia

movilización

e¡r

[a calle.

oabría

¡rreguntirrse

ió,]:d.

,.rid"

".ta

difircncia

enrr.e l:r

clirse

obrcra

cspañol;r v

portuguesa

para

cxplicar

102

103

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de

ciertos

valores

incompatibles

con

ella,

y

esa

evolución

estaba

en

consonancia

con

una fa.lta

de

interés

en la

movilización

polírica,

pero

al

no

evolucionar

el régimen

con

el

cambio

social

..to,

.onfi.ti,

,.

politizaban

como

muesrra

de la

disfunción

hisrórica

del

franquismo.

Podría

decirse

de nuevo

que

era

una

aplicación

directa,

y

caÉe

decir

que

muy

bien

resuelta,

del

viejo

aserto liberal

de

Bernard

Mandeville,

según

el

cual

los

uicios

priuados

-querer

la mejora

puramenre

econó-

mica

y

protagonizar

una

conflictividad

para

ello-

¡

roc/ucen

la

oública

z'irtud-.lademocracia-.

cabe

decir

también

quc

cualquier

análisis

alternativo

de [a naturale

za

de laconflictividad

oi.era

al ofrecido

por

Soto

entrañaba

una

gran dificuitad.

En

este

senrido,

Rafael

Moreles,

a

mediados

de la

década

de Ios noventa,

en

una inreresante

aportación,

señalaba

ya la

necesidac{

de integrar

la

consideración

de ,q.r.llo

qu.

se consideraba

acción

política

en

el marco

de los propios

significaáos

de los

trabajadores,

ya

que:

Considerar

que los

trabajadores

eran

meros

factores

<Ie

pro_

ducción

y que

la

udignidadr,

la

nética,¡

o la

umoral,)

no

son

elemenros

importantes

en

la

explicació.

del

co.flicto

social

o

de

las

acciones de la

clase

obrera

es,

en el

fondo, optar

por

una

explicación

que reduce

los

seres

humanos

a meros

aceDtantes

pasivos

de

una lógica

instrumenral

calvinisra

que

ignora

la

di_

mensión

subjetiva

de la acción

humana.n

Pero

lo cierro

es que

su

alternativa

de

análisis

rnetodorósico

no

fue

recogida,

probablemenre

porque

cualquier

anáiisis

q,r.

pLr.,.rd"

categorizar

los conflictos,

por flexible

que

sea

y

por

ampliiuclanaiítica

que

manrenga'

como

es el

caso

de la

propuesta

dc Rafael

Morales,

fracasará.

De

todas

formas,

las

críticas

a las

resis

<ie

Soto

vinieron

de

la

mano

de

otros

aurores.

su

diversidad

dc

actitudes.

Tiendo

a

pen^sar

que el movimiento

.brero

portugués

,.11"

I

:u

laclo

parte

tle

esras

fuerzas

del

orden,

más

quc hubiese

.,n,

iif¿r*.i"

radic¿l

dc

valores

y

actitudes

e nrre

uno y

orro

colr.lo

proclr-rcto

dc

la

m.cle¡nizació'

ec.nómica.

ver:

Pérez

Lcdesrna,

M.

uNuevo.

y

viejos

nrovirnientos

s'ci:rlcs

en

Ia

transición,

err Molincro,

C.

(ed.),

La

transición,

treint¿

años

despuy's,

Barcelota,

Penínsul:r,

2006,

pp.

148-151.

8.

Morales

Ruiz,

R.,

uAnálisis

de k¡s

conllicros

obreros

en

cl fianquismo,,

S

o c io

logía

de l'lra

brtj

o, n.,'

26

(I

) ) J

I I

)96),

pp. I 4

1, I

trB.

r04

Cómez Alén, en

un

trabajo qtie

vio

la luz

en

1L)97,'

intentaba

nr:rtizar

y contestar

las tesis mantenidas en

diversos

textos

por

Soto, ar-

suyendo

cltre

las

moviliz-¿rciones

obrcras

dur¿rntc

el

franquismo habían

nrarrtenido

un alto

confeniclo

¡rolítico 1',

lo rltre

es

nrás importantc,

,1trc

las

org;rniz.aciorres qllc ¿limcntabirn csta conflictiviclad

(n<.t,

y

(l(l()())

lo hacían a

L.arti¡

de una volrrntird

y

con

Llnos horizontes

,:l;rranrentc

políticos.

Argtrmetrtos

que de

hecho

las tesis cle

Soto no

'tl'gab:ttr

),

hasta

cicrto

¡rt-tr-tt,t lrcrnt.tntccn

ittmuncs

antc eJkrs,

I'li

,-rr.rc

ól

no

rfirnraba o,"rc

las movilizaciones no

tuviemn trn carrictcl

i.olíticci

tl,rdo cl

rnarco legislafivo,

cocrcitito,

y

la

natur;rlcza

<icl

irlol-rio

réginen

,

ni

t:rmf'toct) Llr-ie sus

organizatlores

no

lrtvit:rin

irrfe ncioncs

srrbversivas. Alv¿iro

Soto va

más ,rllá

cle

eso,

en

sus trabajos

lo

quc

r¡ucch

clar,r crs

c¡uc

las

c:rrrsirs cle

ias nloviliz-aciones

--aclueikr

..1rre

hecí:r mover realnente

:r 1:r clase obrera-

eran

econrinricas.

L:l

ploblcrna

cle

cstas

tcsis,

tal

corncl

sc plantcan cntrc

aqrrellos

que

rrirrnr¿rn

la

existencia de

un¿

rnoviliz.acicirr

polítiel

1,

los

clue tln solc',

\,'en causas ec<lnirmicns, c\

que n()

ticnen lrna confrontacirin clara.

Se

constrLrye

trn

binornio clual:

en

un

extrenlo

cle Ia líne¿i se encLlentra

i:l

¡rolo

econótnico; en el

otro,

el

político.

[)esptrés cacla

¿rutor estirir

hecia

le pdrtc quc rn/rs

lc

intcre,sa, sin poclcr

ncgar

los argrrmcntos

cle

los otrcls; para unos, las

huelg:rs

tenían

un conteniclo

político,

pe

r()

no

¡rucden

ncgiir

la

c¿usa

económica;

para

los otros,

su

origen

cs ccor-lir-

mico

y tan solo l¿rs

consecuenci:rs eran

¡rolíticas.

En

el

fondo no

clcj:r

clc

scr

un

clcbatc dc valorcs

y

r.ro

vcrdadcr¿lmcntc

historiográfico.

Y

cs

qr-re,

de

hecho,

estos

plantc:lmientos sufrcn

de v¿rrias cleficiencias: l'.r

fálta

de

contextualización histórica

y

ios

problemas que ofi-ecen

estos

paradigmas para poder

i nterprctar correLt;.lmentc la conllictividad.

F,ste

hltinlo punto aparece

rneridianamente

claro cuando vemos

cl

papel

qr-re

juegan

las huelgas

de solidaridad en

este

debate" Maravall

plantea que esta

tipología

de

la

conflictividad

-las

huelgas de soiicla-

ridad-

demuestra

claramente la preponclerancia

de

huelgas

políticas.

¿Pero

se

puede

admitir que las huelgas

de

solidaridad

son

huelgas

políticas?

Para

Soto

no,

ya que

(un

exalnen

puntual

de algunas

huelgas

que

se

computan como de solidaridad

no incluyen

entre

sus

demandas

9.

Gómez Alén,

J.,

Huelgas

políticas o l¿borales. El

conflicto social

en la Galicia

fanquista,

en:

Castillo,

S.;

Ortiz,

J.M.,

(coords.),

Estado,

prztesta

mouirnientos

soci¿les,

Btlbao,

upv,

1997

,

pp.

6t+5-659.

105

Page 4: La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

7/23/2019 La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

http://slidepdf.com/reader/full/la-conflictividad-obera-bajo-el-franquismo-elementos-para-una-interpretacion 4/20

ninguna

de

car¡íctcr

políticor.r('

I)cro

enronces

¿clóndc

las

sitúa?

¿Entre

las hueigas

políticas o erltre las huelgas

econór.nicas? I'.n ninguna

parte.

El binomio

del debate

-política,

economía-

no

admire

una

l)arre

dc

la

conflictividad

qlle

prctende

interpretar.'lirn.solo

esto

va

nos

nruestr¿l

las

insrrficiencias

cle

un

discurso historiogr:ífico

basado cn

la

dLr¿rlidad

y la

nccesidad

de introcitrcir-sc

en

r.ir)o

nuevo

quc crrntenrpie

la

eomplejiclad

que

r-ros

irnlcstra

la

conllictiviclatl rc¡I.

Pero vay'amos

por

partcs. l.a

carga

de

profundidrr.l

c¡trc

lanza Soto

colltra les

tcsis

nrarlrvallianas

ticne

clos argunrenros,

ullo cr-¡.rntitltivcr

-las

huelgirs

polític:rs se clieron lllenos

(lue

las

cconónricas--

y

uno currlit¡ti,ro

-l¿1s

hr.rclgas

dc

solidariclad

no

pueder.r

conlpllrxrsc

corno

políticas.

Si

cxanrin¿nlos

cst()s

dos

problem¿s

encontrarellros

las vías

cle salid¿r

al

deb¿te.

Los

datos

de

la

polémica, la

polémica de los datos

Para

Soto

la

conllictiviciad

cconómica no

se

vio nunca

supcr¿rcla por

la política y para

definder esra

postura aporra argumenros

incon

rcs-

rables nun.réricrrr.nente.

Su

cuadro es bastanre explícito:

CAUSAS DE LAS HUELGAS

EN

ESPAÑA

1963.1975

rarnente

minoritarias.

Ahora

bien, que

los

datos

fundamenten

su

tesis

no

significa

que

no

sean

matizables en

varios

aspectos.

Si

de

Io

qr-re

se

,r,,r"b,

era

de

demostrar

que

Maravall

no

tenía

fazón al afirmar

que

i1 partir

áe

l9(t7

se

produio

una inflexión

en

el movimiento

obrero

qr,re

llevó

¿rl

aunrento

de

las

huelgas polítictls,

lo prin.rero

que

setenía

qr-re

hacer era

respetar

los

términos

de su

hipótesis p:rra

poclerla

ñlsar.

F.s decir,

el

cómputo

de

huelgas

se tendría

que

haber

realizado

desde

1967

y

no

desde 1963,

sobre

todo si

tenemos

cn

cuenta

quc

en

lr

ctapa

1962-1965

las htrelgas

políticas

no

fueron contabilizadas

por el

Ministerio

deTrabajo.

Además

nos

encontramos

con el problema

del

origen

de

los datos.

Así,

en un

cuadro

extraído

de las

mismas

fuen-

tes,

elaborado

por

Carme

Molinero y

Pere

Ysás,

podernos

observar

rrlsunas

variaciones

en

relación al cr-radro

de

Soto.'r

Sintctizando

cort

esios c,rmbios

-los

años utiliz.ados

como

basc

y la variación

dc los

datos-

el

cuadro

que

nos

aParece

es el siguiente:

TABLA

1

MEDIA

DE

LA CONFLICTIVIDAD

ANUAL

SEGUN

CAUSAS,

1967-975

Porcentajes

Político

-

sociales

Profesionales-económicas

Solidaridad

Negociación

colectiva

Otras causas

3537

6582

'1459

2156

1

509

aaa

43,2

1A

a

oo

20,82

2,06

4

9,34

5,2

8,31

24,O1

Causas

Salariales

Disconformidad

remuneración/rendimtento

Aplicación

normas

legales

Convenio

colectivo

Solidaridad

propia

emPresa

Solidaridad

otras

emPresas

Político-sociales

Otras

Elaboración

propia.

Fuentes: Ministerio

de

Trabajo: lnforme

sobre conflictos colectjvos

de

trabajo.rl

Con

estos datos Soto

lruestra claramente su

tesis: las huelgas

por

motivos

econcímicos

suman

-¡s¡ie¡¡l¡¡

en

cuellra

las

huelgas

económicas

y las producidas

¡ror

la negociación

de los convenios

colectivos- el

57,3o/o dei total de huelgas, nrienrras

que las

políticas

tan solo alcanzan un23,2o/o del total.

Estas

últimas son entonces

cla,

10. lbíd.,

p.

59.

I 1. Ibíd., p.

57.

Elaboración

propia.

Fuente:

Tabla

34

de: Molinero,

C. e

Ysás, P.,

Productores disc¡pl¡nados

v minorías

subverslvas,

Madrid,

s.

XXl, 1998.'r

12,.

Ver: lr,lolinclo,

(ll

Ysirs, P.,

l'¡odurtores...,

p.

137.

13.

l)arcce scf

quc

en cste

caso

l,rs:rtttorcs

trtilizen

cl nrismo

infbrnie

trirtaclo

por

S.to

en

cl

ct¡¿dio

irntcrior,

per()

con

,rlgrrrros.latos

qu.

r,r coin.i.lcn

cn l,r.

difcrentcs

cu,rdnrs.

Hc

preferic|r utiliz:ir

los drtos

tle

Molincro

y

Ysis portltre

ex-

plicitau

m;ís cliu¿tncr)tc

los

dili'rcntes

coltcclltos

agru¡ratiores

cle la conllictividad'

F,n adcl,rnte,

posteriortrtentc

¿I este

ctl¿ldr().

todo

los datos

qtte se

t¡riliz¿rán

tictit'n

..r,,,n

f,,c,.tt.,'

[rtfitrnte

sobrc

cortflicttts

t'olcúittos

de

tmbajo,l\4eclricl,

Ministclio

clc

Trabaio. años

I

9(r3-l

()75.

Causas

Número %

106

107

Page 5: La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

7/23/2019 La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

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Desde

este

punto

de visra

-y

las

estadísticas

tienen

mucho

de

punto

de

yi5¡¿-

nos

encontramos

con

un

cuadro

matizadamente

diferente.

En

este

caso

Ias

huelgas

políticas no

cambian

sustancialmente

-pasan

de on

23,2o/o

a

ún ){a/¡-,

ahora bien,

las

económicas

bajan

de

un

57

,3o/o

a un

45

,9o/o

y,

lo

que

es

más

imporranre,

las

huelgas

de

solidaridad

pasan

de

un

9

,6a/o

a un 1

3

,5o/o.

En

esre

sesund.,

trar"-iento

de

los

datos, las

huelgas

políticas,

según

la

tesis

de

ñ4"ravall

que suma

las

de

solidaridad

y

las

politíco-sociaies, llegarían

al

35,7o/o

del

rcraJ

de

conflictos

computados.

Aun

así,

si seguimos

la

tesis

de

Soto, de'o

compLrtar

las

huelgas

de

solidaridad

como

huelgas

políticas,

nos

en-

contraríamos

con

tan

solo

un 24o/o

de

conflictos

de esta naturaleza.

La

tesis

de

Soto

sería,

en

cualquier

caso, la

más

sólida,

pero

aún

se

puede

ir

más

allá en

esre

juego

teniendo

en cuenra

una fiuénte

diferenie.

Los

datos

con

los

que trabajan

ranro

Maravall

como

Soto

tienen

como fuente

el

Ministerio

de

Tiabajo,

cosa

que

comporta

varios

problemas

de origen

también

político.

Como

es

sabido,

el Estado

no

es una agenre

neutral

en

la

recopilación

estadística

y

si

esro

es

aplicable

a

cualquier

forma

de régimen,

aún

lo es

más

en el

caso de

una

dictadura.

Este

problema

riene

unas implicaciones

metodológi-

cas

que no

se

pueden desconocer

en

dos sentidos:

¿tenía

tendencia

el

Ministerio

de

Tiabajo

a sobredimensionar

las huelgas

de

carácter

político

al

no

reconocer

la diversidad

de un

conflicto

social

que

que-

ría

eliminar?

O,

a la inversa,

¿minimizaba

en

sus

informes

aquellos

conflictos

que

ponían

en

cuesrión

al

régimen

para

escond.e.

"igr"do

le descontento

político?

Probablemente

la

coyuntura

política

del

régimen,

su fortaleza

o debilidad

según los

c"sos,

d.teiminaba

en

cada momenro

la

lectura

de

los

darás

por

parre

del

Ministerio

de

Tiabajo.

De la

misma

lorma,

parece

qtre las fuentes

utilizadas p<lr

el

Ministerio

de

Tlabajo

-la

prensa,

la

Dirección

General

de taba-

jo,

la

OSF.,

etc.-

eran

lo

bastante

variadas

como

para

jugar

con

el

diferente

peso

de cada

una

según el

momenro

potiti.,r.

Es más,

no

siernpre eran

ias

mismas fuentes

(según

lo

añ.s

se

urilizaban

o

no

los

datos

de

la

oS[,

de

la misma

formi

que

pasaba con

las

fuentes

pu-

blicadas)

ni

se entcndía

lo mismo

por conflicto

colectivo

(una

mera

petición

laboral

era entendida

así

un

año

y excluida

el

siguiente),

ni

siquiera

estos cuadros

computan

ios

conflictos

por causa,

sino

en

realidad

las

causas,

y admiten

en esre

sentido

mái

de

una

causa

por

cnnflicto.

Así,

si

para

el

período l97l-1975

se compuran 10.495

108

causas

por

conflicto,

que

es el dato

que

tiene en cuenta

las estadís-

ticas

manejadas

por

ÁIrr"ro Soto, en

realidad solo

se

habían

dado

7.828

conflictos

según

el

Ministetio

deTiabajo.

De

esta manera, dos

conceptos como

umejoras

salariales) o

(por

convenios

colectivos,

¡rueden

estar

perfectamente

doblados,

ya

que,

de

hecho, Soto agrupa

hasta catorce conceptos

diferentes bajo

el

epígrafe

uprofesionales-

cconómicas,r

y

ocho en

el

de

unegociación

colectivau,

realidad más

ciifícil

para

un

concepto que

no

tiene otros

similares,

como el

de

upolítico-socialesr.

Se

enfrentan

así

varios conceptos, que

pueden

referirse

a un

mismo conflicto,

contra

uno

solo, para inferir

de allí

unas

conclusiones

más que dudosas.

Podemos

intentar

depurar

un

poco

más

los

datos

en

este

camino. Haría

falta, por ejemplo,

separar

lo

que son propiamente

huelgas de

una

conflictividad genérica

que

puede

referirse

a

una simple petición

laboral, cosa

que

el

cuadro

de

Soto, aunque se

titula

(causas

de

las

huelgas en

España,,, no hace.

Iln el

sieuiente

cuadro

lo haremos.

CAUSAS

DE LAS HUELGAS

EN ESPAÑA 1968-1970

Elaboración

propia.

Fuente: l\,4inister¡o de

Trabajo:

lnforme sobre

conflictos

colectivos de

trabajo.

Mejoras

salar¡ales

Cuestiones de convenios

colectivos

Valoración

rendim¡ento

Otras

Solidaridad

Deudas de la empresa

Polít¡co-sociales

Apl¡cac¡ón normas legales

Normas régimen

inter¡or

Sistema

de seguridad e higiene

Organización

del

trabajo

Desp¡dos

Por las relaciones

humanas

Organización

y prestaciones

de

la

Seguridad Social

Accidentes

de

trabajo

Número

%

de

huelgas

%

Diferencial con

la

conflictiv¡dad

general

(suma

de

huelguist¡ca

y

no

huelguist¡ca)

10,20%

27,15%

4,O5%

4,05%

7,631o

1,83%

34,0oo/o

1,94%

1,44%

0,620/.

1,32%

1,24%

0,58%

0.15o/o

3.73%

230

10,96%

339

16,16%

80 3,81%

85

4,05%

296

14,11%

38

1,81%

860

4't,01%

39

1,85%

0

0

11

0,52%

23

1,09%

0

0

96 4,57%

109

Page 6: La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

7/23/2019 La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

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Este

primer

paso

nos

da un

resultado

sorprendenre.

La

con-

flictividad

huelguística

de carácter político aumenra

hasra

un

41olo

cuando la

separamos

de una conflictividad

genérica

mal

definida

por

ei

Estado.

Si

además, siguiendo

a Ma¡avall,

le

sumamos

a

esra

las huelgas

por

solidaridad, [egaremos

a

un

55%o

de

conflictos

de

esta naturaleza.

Sc

podría argüir, con

razón,

que esros daros no

registran

las

huelgas

del total

del

período,

ya que las fuentes no

lo

han

permitido al no

contabilizarlas todos los

años. Pero

aquí

no

pretendemos

demostrar

nada

estadísticamente,

sino ver cómo

un

tratamiento

diferente

de

los números

nos

permite

saber also

más

sobrc

las

distorsiones

que puede llcvar una recogida

estadísr]ca

de-

tcrminada

y sr-r

lecrura

posterior.

Siguiendo un

poco más en este traramier.rto,

cabría

observar

tam-

bién

¿qué

computan

estas

estadísticas? Conflictos. Y

¿todos

los

con-

flictos

son

iguales? Evidentemente no. De

hecho para

las

estadísticas

que hemos manejado hasta

ahora,

es lo mismo

un conflicto

de

tres

meses

que

uno

de

un

día

-su

diferente intensidad

solo suma l-,

e\

más,

se unifica

toda la

clase obrera española,

en

sus

motivaciones,

en

r-rn

solo objeto

de

análisis.

¿Es

lo mismo

el movirnienro

obrero

de una

región

que

acaba

de

iniciarse

en

la

conflictividad

que

el de

otra que lleva

años de

maduración? De

nuevo, evidentemente

no,

y menos cuando

hablamos,

como hace Maravall,

de

su

progresiva

politización. Esto

nos

indica

un análisis de

largo

recorrido,

de

un

movimiento

obrer<-r

que

rnadura

a

lo

largo

de

los

años.

Los

datos presentados hasta

ahora,

en

este sentido, no

tienen en cuenta este proceso. Intentemos

mirarlo

cie cerca, acogiéndonos

¿l

una provincia concrera

donde

re¿rlmente

se

pueda

hablar

de un movimiento

obrer<¡

en maduración.

De nuevo, nos

encontramos

con un resultado sorprendente.

La

surna de

conflictos

políticos

y

solidarios

daría como

resultado

que estos integran

nrás

de un

50olo

de

los

conflictos pro<lucidos

en

Yiz.c.rya.

Una cliferencia abrumadora con,

por ejemplo,

la provincia

de

Cr:rnada, cuando

esta

se

incorpore

a

las

provincias

más

conflicti-

vas

en 1970.

L,n

este

segur.rclo

caso,

sll conHictividad

contiene

poca

complejiclad interpretativa.

entre

otr¿s

cosas porque,

cn

los

prirneros

albores

del

movimiento

obrero

en esa provincia,

se encontraba ex-

trem¿rdamente localizada

en una

problemática

y

un sector, la hr-reiga

de Ia construcción

cle

1970.

El

salclo

no

puede

ser m¿ís

claro, a

Desar

tle

sel

un,r

dc lrrs principeles

provinci,rs en

conflicto

en

el

camblo dc

r10

CAUSAS

DE

LA

CONFLICTIVIDAD

EN VIZCAYA

1967-1970

Número

ausas

Mejoras

salariales

Cuestiones

de convenios

colectivos

Valoración

rend¡m¡ento

Otras

Solidaridad

Deudas de

la empresa

Político-social

Aplicación

normas

legales

Normas

régimen

inter¡or

Sistema

de seguridad

e

higiene

Organización

de

trabajo

Despidos

Por

las relaciones

humanas

Organización

y

prestaciones

de

la

Seguridad Social

Accidentes

de

Trabajo

56

12,20To

43

9,36%

20

4,35Yo

37

8,06%

38

8,270/a

11

2,39%

213

46,409/0

10 2,17%

7

1,52o/o

3

0,65%

'10

2,17%

1

0,21%

1

0,210/o

0

I

I,96%

0,121o

3,03%

Elaboración

propia.

Fuente:

Ministerio

de

Trabaio

lnforme

sobre

conflictos

colect¡vos

de

traDaJo.

década,

estos,

para

el Ministerio

de Tiabrrjo,

solo

hacen re€erencia

rr

dos

conceptos:

uEn

el

marco

de

ut't convenio

colectivt-r"

(3ti

conflictos)

y

upolítico-sociales,

(54).

Ahora

bien,

¿es

tan

importante

Para

verificar

o Qrlsar

una

tesis

-las

c¿Ll5¿s políticas

o

lnerantcnte

laborales

cle

la

conflictividad

obrera

bajo cl

franquismo-

si

ttna

conflictividad

se

encontr¿lba

por

debajo

o

por

e

ncima

del

50%o?

Y

qué rros dice

todo

csto sobre

la politización

real

cle

la

clase

obrera

que

es el

trasfbnclo

de

la

polémica,

puesto

qu<:

para

Maravall

los daros

dernuesrran

la politización

de

lc's trabajadores

tajo el

franquismo,

mientras qtte

Para

Soro

nos

muestrall

una

clase

obrera

economicista

integrable

más plenamente

en Ia

firtura dcmo-

cracia.

Pondremos

un

ejemplo

para

intentar

clarificar

lo que

estamos

lll

Conf.

España

1

967-1

970

Page 7: La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

7/23/2019 La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

http://slidepdf.com/reader/full/la-conflictividad-obera-bajo-el-franquismo-elementos-para-una-interpretacion 7/20

inte'tando

decir:

poclríamos

coger

a cualcluie:r

polítrc.

profcsional

--utilizanclo

la

ba'd;r

alra

cle

la

actividacl

política,

q,r..re hecho

no

nos

inciic¿r

nada

sobre

srr

p.litización

¡s¿l- y

mirur

cuánras

horas

dedica

a coñrer'

dormir,

vivir

cn par.:ja,

rc[,rciturarse

,

erc.,

y

cuá'tas:r

ra

política.

Prob;rble'rc.te

cl tienrpo

q.e

cl

polítiec,

ciecliciia

la política,

valg¿ la

rcclundrurcia,

no

sotrrcpasaría

al rc.sto

cle

nctivitlarles

l-,trn-,,,,-.,",

procluctivas y

reProclLrctirras.

sihiciéranros

un

crradro

csraclísrico

sobre

cstc¡

v

escribiérilnros

un artículo,

poclrí:rnros

ufirmar,

anrparaclo.s

¡ror

Itigicrr.'stadística

aplicacia

tout

(:(x.rrt,

qLre e I

político

rr.,

.lsr,í

politiza.lo

1'c1ue,

de

hecho,

strs

acciones

no

esfjn

r-egiclas

prrr

unrl

causa política.

si escogir,lsern,s,

aclernií.s,

:l

11.a

pe

Ís().;r

politizacla

qu.

'(l

se

cleclic,i

¡rrofésional.nc'tc

:il al'tc

dc la

c.sa

públice,

la

cliFer-encia

aírn

s,:r.ía

m¿is

acusacla

i'clc

rodas

nrllrcrJs

c.\t()

no

nos indicaría

nucl¿r

sobre

str

apoliticisnr.

real.

I)e

Ia misnra

mí1nera

es absolutarncnte

norm:rl

cluer

la

clasc

oblerrr

cxprcse

ern

la

conflicriviciacl

cle

fibric¿ los

obicrivos

rc¡rro1l¡¡¡¡;u,rs

-aqucllos

cltrc

fraccn

rcflrcr-rcie

a

una

mejclr.

cor¡ri.]a.

urra

nrcjol

cus:l

v

cn clefiniriva

un;r mavor

c¿li,lltl

.le vic{rr-

rrnrcs

rluc

aquellos

derivaclos

c1c

sLL

p.liriz-.rción.

En

esre

m¿lrc()

la

batalla

cle los

p.rcertajes

por

e.cinr.

v

¡r.r

debajo

clcl

50oÁ

poco

nos

clice.

A'n

así,

el

análisis

cuantirarivo

q.e

nos habla

.le

.'a

realiciacl:

la

extraorclirraria

conflicriviclad

política

que

se prodtrcía

en

cl árnbitcr

Lrboral

tetricndo

en

cuenra Ia

represiór

y

las

^ecesidades

c]e

'rejora

co'rjmica

clc

la clase obrera

español:r. Veam.s

sino,

para

un

pcrí<rdu

similar,

las hueigas

que se rcaliz;rron

en

(lrrrn

Brcrañi:

GRANDES

HUELGAS

NETAS

POR

CAUSA,

1969-1973

Causa

Arrn""t"

*¡"¡"1

Porcentaje

Otras

cuestiones

salariales

Disciplina

Despido

Solidaridad

Competencias

Principio

sindical

Otros

51

,4

16

o,j

4,9

2,4

1,1

6,8

11

,2

Fuente:

cuadro

5.

1

7. de:

Durcan,

J. w.

(et

ar.),

Las h

uergas

en

er Reíno

tl

nido

durante

ta

posguerra,

Madrid,

M¡nister¡o

de

Trabajo,

1990,

p.

1g4.

112

Como se puede ver

en este

cuadro,

comparando el

caso

británico

con el español

en un período similar,

quedan

claras

como mínimo

clos cosas:

la

conflictividad

política en el

caso español

es

akamenre

reievante

-un

24o/o de

conflictos

en

España

por un

0%o en

Gran

Bretaña-

y

las huelgas

de

solidarida

d

-l

3,5o/o

por

Lrn 2,4o/o-

son

un

componente importante

para caracterizar

la conflictividad

de la

cl¿rse obrera esoañola.

Más que

dirimir

diferentes

tesis desde ei

análisis

cuantitativo,

este

nos

indica

aquello

que puede

resulrar

significativo

para

una

investigación

ulterior.

Nos

tiene que

indicar,

así,

los

principios

de

la investigación, no

las

conclusiones. A

pesar

de

todo aún

se

puede

ir

más

allá

en este

tipo de

análisis

de

lo

que nos indica

este

debate.

Así,

por

ejemplo, ia

conflicrividad, trarada

de

forma

cuantitativa,

se

tiene que

historiar. Una

cronología

amplia no

puede

ser

rratada

indiscrirninadamente

reduciéndola a

un

cuadro,

más cuando

se

quieren

sacar conclusiones imporranres

de

este cuadro.

¿Hay

las

rnismas

posibilidades

de

realizar

huelgas

políticas

en

conrexros

reprcsivos

diferenciados?

¿Que

relación

hay entre las

huelgas

de solidaridad

y

la represión

política?

¿Y

en

relación

a las

crisis

económicas?

¿Cómo

afectó ei momenro

político

a

la

morfología

cle

las huelgas

en

un

momenro

determinado?1a

El

contexto

no es

siempre el mismo

y

este determina

en

alto

grado

la

numerología

del conflicto.

Sin conocer esta realidad

podemos inferir

poco

de

las

posibilidades

reales

de

realizar

huelgas

políticas

o

huelgas

económicas

y de la interrelación

enrre

esros dos momentos del

conflicto obrero.

Un caso clásico

de este

problema lo

podemos

enconrrar en

la

diferente

naturaleza

de la

formación de las CCoO

en

Madrid y

Barcelona.

Si en

la

capital

catalana

la

nueva

organización

obrera

estuvo ligada

a una

conflictividad más

política

y

de calle,

en

la

capital

del

Estado

se

desarrolló

por

conrra

una

conflictividad eco-

nómica

a

nivel

de ramos

desde

el

interior

de

la

propia

OSE.

Para

explicar

esta

diversidad

aigunos autores

han apelado

a

la

diferente

estructura económica

cle ambas

ciudades

(Balfour),

a

la

debilidad

I 4. l)e hecho

esre

tratamiento

de la conflictiviclad

es el

cue

sc

cncuentra detrás

del libro de

Carme

Molinero

v

l)cre Ys)s, Productores

disciplin"tdo:...

113

Page 8: La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

7/23/2019 La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

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organizariva

de las

ccoo

madrileñas

que

Ie impidieron

afrontar

acciones

poiíticas

(Babiano),

o

a la

falta

de

una

conflictividad

anterior

en

Madrid

que

permitió

a

los

nuevos

militantes

acceder

a

unas estrucruras

oficiales

más

tolerantes

(Molinero

e

ys)s).

r5

Sea

como

fuere'

io

que

queda

claro

en

estas

diferentes

explicaciones

es

cómo,

más

allá

de

la

politizació'y

de las

moriva.iones

de la

conflictividad,

esra

se

vio

determi'ada

por

diversos

factores

que la

posibilitaban

en

un sentido

u

orro.

A'eces,

incluso,

l"

.ou,rrrt.r*

producía

una

inversión

radical

de los

argumentos

utiliádos

en

esta

polémica.

Para

entender

más

concreta-.r-rt.

de lo

que

estamos

hablando

introduciremos

el

anáiisis

de

un caso:

el

de la

provincia

de Barcelona

a finales

del

período

franquista

y

principios

de

la

transición.

Excurso:

¿causas

políticas,

consecuencias

económicas?

ll illi:l

fase

del

período

franquista

se

caracrerizó

por

una con_

flictividad

crecienre

en inrensidacl

y extensión,

..pe.iarme,-rte

en lo

9,u¡

se

refiere

a la

provincia

de

Barcelona

que,

.n.rjur,r"rn.nre

con

el

País

Vasco

y

Madrid,

fue una

de

las

zonas

doÁd.

esta

se

vivió

con

mayor

intensidad.l''

Pero

el

crecimiento

de

la

conflictividad

no

fue

tan

homogéneo

y lineal

como

las

generalizaciones

sobre

esre

período

tienden

a suponer

y

esro,

si en

la

conflictividad

vecinal

y

polírica

es

difícil

de

observar

por

f,rlta de

daros

esradísticos,

es

plenamente

detectable

en

el

caso

de la

confiictividad

laboral.

En

muchos

sentidos

una

mirada

a l¿r curva

de ra conflictividacl

laboral

I

5.

Para

ver

las

difercntes

explicaciones:

Balfou¡,

5., La

dicu¿¿lur¿,

/os trabajar./o-

res

y la

ciudad,

Valencia,

Edicions

A]fons

el Magnlnirn,

l9()4,

pp.

BB_90;

Bab'ia'o,

l;

lytiSraltrcs.

rru_rtóltterrus

1

buelgas,

Madrid,s.

xxr,

t

995, pp.-ill,Z4OrTambién:

11b'.1n:.

J.,

y.1e

Mingo,

).,

De

la comisión

de

cnlaces

y

juradis

¿le

/ mer¿l

¿ l¡t

L/nión

sindic¿l

de Madrid:

I

as Comisiones

obreras

m¿drilín)s

tlurarte

,/

1rn,qu;r*o,

p.

l99,en:Ruiz,f).(direc.),

Historiade

lasCortisirnesobrs¿s(r95s-i9BB),rvr,,arih,

s. xXI,

I

993,

pp. 191

-

2

1

4;

Molinero,

C.,

e

ys)s,

p.,

productures...,

p. 1

59.

para

r'r.¡

de Fcns¿

del conrcxro

político

como

determinanre

trel

<iesarr.llo

,-lilerencial

de

l:st--t'rrrf:

V\/AA,"Crnrissirrnsobreres,

l968_69:

RepressióyCrisi,,

()uaderns,

núm.

l,(t'tt),

1981,pp.

111-112.

16.

Ver:

Molinero,

C. e Ysi.s,

p., productores

r/;stip/irmr/t,s...

1t4

provincial

en los

dos

últimos

años del franquismo nos

puede

dar

la

clave

para

entenderla

más

completamente

en sus activadores

y

motivadores.

GRAFICO

1

EVOLUCIÓN

DE

LA CONFLICTIVIDAD LABORAL

DE

LA

PROVINCIA

DE

BARCELONA

1972.1976

20.000.000

:

15.000.000

:

10.000.000

:

,./

5.ooo.ooo',

_.-u-+\=--\*

/

s---

.-.

,

F

0

'.

1972

1973 1974

Años

1o7F 10-7A

Fuentei Datos recopilados

por

Carme Molinero

y

Pere Ysás,

Productores

dlscrp/rnados...,

p.

105.

Elaboración

propia.

Como

se

puede ver

en

el

gráfico 1, aunque la

conflictividad

fue

creciente en

el

ntardofranquismor,

rlo mantuvo

una regularidad

lineal. Hay

como

mínimo

dos puntas que

rompen,

por arriba

y

por abajo, este crecimiento:

el

año

1975

y

el

1976. La

caída

de

la

conflictividad

durante el

último año

de

vida

del

dictador es

más

sorprendente aún

si

tenemos

en cuenta

el

espectacular

crecimiento

que sufrió, situándose

por delante

de los países

de

su entorno,

el año siguiente.

Varios

factores

explican

este fenómeno

durante

I975. En

el orden

coyurrtural, la falta

de negociación colectiva,

la

represión

y

las elecciones

sindicales

fueron, en

esre

sentido,

determinantes.

Durante aquel

año

hubo

pocos convenios

colecrivos,

ya

que

su

negociación

bianual se

había realizado

de

forma

mayoritaria

en

1974.Y

ello

a pesar de

que en

1974 hubo

pocos acuerdos

a

causa

de

las

restricciones

salariales

que en

muchos

casos llevaron

a

la mera

prolongación del

convenio

vigente o

a la ruptura

de la negociación

115

Page 9: La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

7/23/2019 La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

http://slidepdf.com/reader/full/la-conflictividad-obera-bajo-el-franquismo-elementos-para-una-interpretacion 9/20

por

las

vías

legales,T

en

1975.

De

rodas

formas,

esre

es

un facror

ooco

dererminante

para

entender

la

conf

ictividad

;

;;i;;

í_"

ya.que

comparando

los

dos

años

de

negociación

fuerte

de

con";;;

colectivos

(1974

y 1926)

observ"."-á.

que

la

conflictiuidad

tiene

comporramientos

difbrenciados

que

no

dependen,Jir..t"_",_,,"J.

la

negociaciórr

dc

ulr

convenio.

_

Por

otro

lado,

también

hay

que

rener

en cuenra

el

elemento

de

la

represión

corno

desinc"rrti,r"io.

de

la conflicrividad

t"b.r."i .n

1975.

Fue

durante

aquel

últim.

año

cuando

el

régirne'

,rlo.,.J

.il

nuevo

sll

cara

más

s:rfrgrante

c.n

la

ejecución

,re

cinco

miritantes

{e

¡,t,t¡

el

pRRp

y la

aprobación

tlel

Decret,

I_ey

A'tite....i;;;;;;;

llpll:Xi11n1l

amlliamenre

este

<lelito.

En

este

marco,

a

pesar

de

la

conrhcrlvrdatr

crecienre

y er

atrincheramic'ro

der

régimen

cletrás

de la

cobertura

de

un

Estado

represivo,

cuanclo

ya

tenía

clificultacres

para

mantener

los

mecanisrnos

de lo.

.or..nrás

tradicional",

q*

le

había.

permitido

sobrevivir

cl.rante

cuarenra

años,

no

se

riene

que

menospreciar

la

capacidad

cle

paralización

de

la

oposicidrn

que

seguían

manteniendo

los

aparatos

áel

Estado.

En

elámüito

p"lí,¿;,

esto

rLlvo

su

máximo

exponenre

en la

Asamblea

de

Catalun"

qu.,

aunque

era

el principal

organismo

cle

la oposición ."t"l",_r",

,rio

cluranre

esre

año

cómo

la

represión

provocaba

su

paraiización

en

la

actividad

pública,

prohibiéndole

la realización

cte

harra

94

acro.

adenrás

de

las

sucesivas

detenciones

m¿rsivas

que

sufrió

ente

r97á

y

7974'18

De

esra

manera'

la

represión

sobre

los

pri'cipares

activis-

tas,

a

Ia

vez

qrre

el

tem.r

que

inspiraban

las

últimas

actuaciones

del

franquismo

durante

197

j,

fue

rambién

ur-, f".ro,

tleterminante

en

la

constricción

de la

conficrividacl

laboral

y

política.

'lhmbiern

las

elecciones

sindicales

,t.

jur-tio

de

1975

se

mosrra-

ron,

a

pesar

de

lo

que

supone

de

parad.>ja,

como

un

inhibidor

de la

,

.11

l."ra

la.negociacirin de convenios

del

¿ho

1974

ver:

fiina,

t.¡.,

*l,olírica

s:rlarial

y

lluita

de

classes

sor¿r

el

f'anquismeu,

uoirr¡rjrr,enero-fébrer.

cre

r97g;

e'specialmcnrc:

Miguélez,

Fi,

La

negociac;¿n

ort".,i",,,

l9(:.)_1975:

el

c¿so

clc

Barcelona,

Ret,ista

¿/e

Estudios

Sotia"les,

n,ir,.

l7_lti,

,;rayo-clicicnrbre

cle

1975,

pp.205-222.

,

^1iJ..

Barisra,

A.,

Play)

Maser,

J..

It

gran

rcnspittció.

(..ri¡nicd

t/c

l,assemb/e¿

de

Ca.t,t/ttn7a,

llarcekrna,

F)npúrics,

199

I,

p.

134;

Colomer,

1.N4.,

Asscnblca

rle

.atahtn,ya,

Barcelon¿,

L'avcng,

1976,

pp.

eS-Zt.

lr6

i:onflictiviclatl

l¿rboral,

pero

no

porqlle

su¡u.siesen

un fracaso para

la

.posición,

al

corrrrario.

Des¡r*és

clel

éxito

qrrc

rcerqió

lrr oposición

.brerrr

con

la

tácrica dcl

"entl'isnrou

en

1..

carg.s

sindicalcs

ie la

ost,

tltrr¡ntc

les

clecciones

rlc l,)66.

el

rcír¡inrcn

init-ntó

(.errar

csta

puerta

i.ici¡'clo

cl

c¿'rir. lr¿rcia

cl

fracas.

cn

l.

q.c hrbírl

sido

ru,r

clt.srrs

lrrirrci¡rales

proye(ros

lrolític.s

v,r,lcsdc

ei

fin clc le

Cucn-a

civil:

el

,'nerr:rclrantic¡rt<,

clc

i,rr.'l,tse

ctbrera

en <lr.glrniz_¡ciones

cl.- ntasas

r¡rrc lit

iiscipli'ascr

y

rrrrpliascn

sr¡

basc

social.r"

I)r,sprrés

dc

l¡.

elcc,ci,.'r,cs

';in.licale.s

clc 196(r

tan solo

sc cel,.lrraron

unll.s

r1tle\¡:ls

eleccioncs

en

197

I

'

c.

lrrs

c¡.e

s.lanle.re

sc

re

r()\Iaror)

el

50%r clc los

cargos,

hasra

r¡tre

crr l9T5seplrrnrerilenecesiclacl

clecclcbra¡lur.l\nLrevil\.ll.c.i,rn.,

tinilicales

p:lr¿l rcno\/Ar

los

r'nluces

1,

juratlrs.

Fllc'cciorrcs

c¡ue su¡:,usicron

tt¡ra ve

rclatlcra

nl[]tllra

sinclical en

lrr

provinci¿t

Jc [l.rrcel,

r,rrr,

.1,,nJ..

lrs

activist.rs

de

('(l(x),.

bitlr

crrrrli.lar,,,a.,1trc

astrmírrrr

su

Plrrta,

lir'rrrL,

:lrr¡s¿rrou y

procl.jer.r

er rr¡.ich.s

siriirs

cl

.lest-,,rr.la',icnrt,

'-lcl

sinciicrrt.

vcrtical.r"

Per.,

n

¡rcsrrr

dcl

cjxir.

de

clichas clccci..es,

l:r

pre¡raraci<in

cle

las

crurrliclattrr¿rs,

las

polérnicas

con los

grupos

quc

¡rcclían

el 1-roicor

elecroralrr

v

cl

irt.r'rto

tlc

llegar

a lo

,.g,,,.,11"

ií,.,,,"^.1.

lnantkr

cle

lrr

oSIr

para

cop1lr las Unioncs

dc'ti'abajaclues

y

Tc<cnicos

(L

lT I

),

abs.rbier.r.r

lcis

csfue¡z-.s

de lo.s nlilitantcs.

lirl

conr,,

r..Hci,rb.r

l¿r

nlctroria

sindical

de la OSI:

clc

Srrbaclcll:

l)resentes,

pues,

unas

e lccciones

en l:rs

quc

la

consigna

gencr¿rl

era

la

de participar,

los

niveles

dc conflictiviclad

habrlan

i1.,1.r..,-,,

de

r

al

objeto

cle centrar

toclos

lcls

esftrerzos

en la

¡rrogramación

y

acción

encaminacla

a

corrseguir

un

Inayor

éxito

electoral.r-l

19.

Para

una ¿.:ílisis

rle

las

clccci.ucs

si.clicaics

dc

1966

c.

cr

crrs.

dr

Il¡rcelt¡rra:

ll:rl[bur,

5., La dintdttnt..,

pp.99-108;

I).rnincch,

X.,

(]ldse

ol¡rera.

ttrtrlÍia1q7tisyt1t

1t

crtnbio

p,olítitz,

Maclricl,

[.a

(]atarata,

200ái,

p¡r.

139

_

200. trara

tun análisis

clcl

dc.arrollo

legislarivo

de

las

siguic.tes

eleccionci:^l,stivill,J.,

y

de la

Iloz'

J.M.,

Lt

culrura

politiut

dels

treb¿ll¿dors

t

Cata/un1a.

L)srudi

,la

eitccion,

sindir¿ls

(

I

94.í-

I

9Bn,

Barcclon¿,

Masrlna,

1988.

. . ?0. ar:

u na

descripciri

n

de csrs

prorcso

t-n

(lataltr

ña:

Bo ix,

I.

y

pujadcs,

M.,

Vota

/¿

(hndir/¿tum

IJnitdri¿

Obrtralt Dentocr¡ttíca,B¡rc¡:lon,

Au",r.,",

1'()75;

para

trrr análisis

p<rsterior:

Ballour,

5., La dicadura.

.,

pp.225-233

. ,2l..Ver

por

ejemplo:

Arxiu Hisróric

dc.saba¿"ti(¡us),

Fo.s

privat.

lnformació

clandcstina.

Po

r e

/ bo

ico t, Plar:rfornres

Anticapital

istes.

nvu

4.3.

i,

caixa

i,

D33.

22.

Memo

ri¿

acti

uid¿des

I

975,

DSC.

I

70

A. Archivo

de la

Corona

de Aragón

(

ACA).

r17

Page 10: La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

7/23/2019 La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

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Aunquc la

r.icroria

elecroral

era a

nredio

térlr.rino

un

¡rotcnciador

de la

conilictiviciad, no

sc

pucde

dejar de

rener

en

clrcnra

qr-re

en

el

nlomcrrto

supuso

un f¿lcro¡

inhibidor,

al menos

en

los

meses

quc

| |

.r

\'.tl)

Llr' lbril ;r

junio

dc

I

()-5.

Ti,rlos

los

elenrentos

clue hernos

mencionado

ex¡rlican

er1 gl-iin

¡rartc

el

porrlué

clc

la

caída

c{c

la

conflictividacl

de 1975,

pcro

cs

dificil

obviar-la

ccntraliclad

clc

la

crisi.s

econónlica

D¿rra

entender

cl

fln<inlcno.

ALu-rqLre

la

crisis econónric:r

sc

pro/ctró

h¿cia

ncccsi-

tl,rd,.lcl

carrbio

político

y

lo inrpuis<i,.ricsra

misma

cr-isis

signiiicír

cl

rcrleimiento

cic

la

confiictivicla.l llborrrl

c{ulante

este

año

y

a

lir

lrrlga

r'rrrnbiará el

signo dc las

plopias rnoviliz:rci.,nes

ol-,rcrts.,i

fi'.'r.1

clc

l¿

tr¿r.rsicicín,

cr,rando

pasarrín de

scr acciones

ofbnsivas

a f

avor

cle

airmcntos

sal,rriales

a

clcf:ensivas

para evitar el t-ierre

cJe enrpresas

y

Ios

clcspidos.

Fln

este

sentido

el

infcrrrnc

soLrre

covuntura

cconómic¿r

tlel Consejo Social

Provincial

de

Barcclona

es

trasranrc

explíciro:

l)c

las opiniones

recogidas

parecc,

quc cn algunos

lncdios,

más

qr-re

la

búsqueda

de

nllevils

reivindicaciones,

se

tiende

a mirar

atrás

y

¡rrirnordialn-rcnre

a

,rferrarse

por

conservar

y consolidar-

el

nivel

dc

vicla

familiar

alcanzado.r''

I-a inscguridacl

en

el puesro

de trabajo, la

percepción,

por

pri-

nr.:ra

vez

en ¡nuchos

af-ros, de

que

se

cstalla

eu

un

ciclo regresivo

v

la

visualización

clel

paro obrero,

generaron

el temor

en :rrnplias

capas dc rrabajadores

a

pcrder el puesro

de trabajo,

mrís

cuando

yir

no era tan

cl:rro

que

este se

pr-rdiera

reclrperar.

Como

siempre

esta

rcalidad

tiene

rnúlti¡'rles

c:rras

difíciles de

arrapar

en

el

¿rnálisis. Y

cs

que la

crisi.s

afbct:rba

cle

fbrrrra

distinta según

el secror

en

que

se

encontraba

cada trabajador.

A

pesar

de

lo

que

¡rueda

parecer,

no

cran precisanrente

los

secrores rr.rás

:rfectaclos

por

la crisis

los

quc

sufrieron

este

cambio

en

las actirudcs.

2i. l)ar¿

el

papel clc

la

crisis

de los airos

sclcnt¿r

corno

impulsorcle

Ia

nccesidad

de

plodrrcir

un cambio

político entrc los

secrorcs populares, ver:

[)oméncch,

X.,

()udn

el

ilmr...,

pp. I 53,200.

24. At'.A,

Oonsejo

Social [)r'<¡r.inci:rl

dc

Barcelt¡na,

Si.n¿acitin Socitt/,

1975,

caja

170

A.

lt8

Si analizamos

el sector

de

la

construcción,

el

caso

más para-

..ligrlático de

los

efectos

negativos de

la crisis en

la destrucción

..lc

trabajo,

veremos

cómo

en

este

sector implicó un

alto

grado

de

rrrovilización,

y

no

una

regresión

cle

la

c<¡nflictividad,

para intentar

lrenar

sus

consecllenci¿ls.

Como

refleia

la memori:r de

1975 clel

\inclicato

Provincial de

la

Constrtrcción:

Al

cornpás dc

esta

situación

recesiva,

se

ha

producido

un aumen-

to

de

la

conflictividad

laboral

en

las empresas

[...]

todos

-los

conflictos-

han tenido

como

denominador

común,

bien

la

rcsiste

ncia de

los

obreros

fijos

de

obra

a ser clespedidos

al

finaliz-ar

su

especialidacl er.r

la

misma,

ante

h

inseguridad

de

encontrar

Lln

nuevo puesto de

trabajo, o Lrien

la petición

de

aunrcntos de

salario por

la constante

elevacicin

del

coste de

la vida.rt

Así, si

los efectos

directos de

[a crisis

no provocaron

una

disnri-

nución de

la

conflictividad en estos

sectores,

al

contrario, la

ince nti-

v¿rron,

¿cómo

se exPlicrl que

los

informes

del momento

le atribuyescn

cstos

efectos?

Para

entenderlo

valdría

la

pena

realizar

una

análisis

Dornrenorizado del

descenso de la

conf ictividad durante 1975.

()bservando

la tabla

I

sobre

la conflictividad social

en la

Provincia

de

Barcelona

nos podemos

dar cueuta

de

las

car¿rcterísticas

específicas

del

descenso

de l¿r

conflictiviclad

en

1975.

Como

observab:r

el

infor-

me

citado

anteriormente

uEl

número

de conflictos

con anormalidad

laboral

ha

disminuido

en

relación con

Períodos

anteriores'

aunque

su densidad

ha sido

m:lyorr.r6 Y es

que,

a pesar del

retroceso en

el

número

de

conf

ictos

de

1975

en relación

a 1974,

esa

caída

no

se

da

con la

mistna intensid¿rcl

en

l¿rs

horirs perdidas

Por

conflicto,

ni

er-r

los

trabajadores

que participaron

en estos.

En el prime r caso, el

retroceso

produce una

caícla

del34o/o; cn

el segr-rndo

,

del33o/o: y

en el tercero

de

un

12o/o. Si

la misma comparación

la realizamos

no

con

el aí'o

1974

sino

con

1973, ct¡nlo

cluc

elirr"rinamos

la

clistorsitjn

dc

la

tregociación

:r.5.

A(lA,

Sindic¿to

l)rovinci:rl

clc

(lonsrrtrcció¡.

Llenori¿ dt ttiuirLules

1975,

(-.aF

170.

2(r.

A(lA,

(lorrscjo

Social

Provincirrl tle

l};rrcclotra,

.\ttu¿úón

Sotid

1975'

c,ti.:t

170

A.

I l9

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7/23/2019 La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

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TABLA 1

DENSIDAD

Y

EXTENSIÓN

DE

LA

CONFLICTIVIDAD

LABORAL

EN

LA

PROVINCIA

DE BARCELONA

1972-1976

1972

1973

1974

1975

1976

%1975

0/'1975

rcl.1974

ret.

1973

Conflictos

221

239

2SS

169

399

_34%

_29o/o

Horas/Conflicto

5.367

7.274

21

.gii 14.761

4.972 -33%

103%

Trab./Confficto

355 701 782

686

1.741

_12%

_2%

Fuenle:

Carme

l\,4o1¡nero y

pere

ysás,

producfores....

p.

105.

Elaboracjón propia.

27.

ACA,

secrerariadt¡

Provincial

de

Asunros

sociales,

fu[ertr¡ri¡t

anu.¿l

]

975,

caja

170.

120

colectiva

que se

realizó

más

extensamenre

en

1974,

pero no

en

1973

ni

en.7975.,

aun

nos

aparece

una

imager.r

más

clara.

En

este

segundo

caso

la

caída

de la

conflictividad

la tendríamos

que

situar

en

,Á 29o/o

en el número

de

conflictos,

solamente

en

un 2vo

en los

trabajaclores

que

participaron

en

ellos

y

en

un

aumento

del

103olo

en

las

horas

perdidas

por

conflicro.

f)e

esra cornparación

emerge

la

silueta

de

una

conflictividad

en

rerroceso,

de

carácrer

menor

en liantidad

cle

traba-

jadores

que

participaron

en ellos,

pero más

intensa

y dura

que

en los

años

anteriores

si

romamos

en

cuenra

las

horas

perdidas

por conflicto.

Esta conflictividad

se

encuenrra

concentrada

en

las

Qíbricas

med.ianas

y

grandes,

con una

gran

capacidad

para

manrener

el conflicto

a lo

largo.del

tiempo

y en

secrores

específicos

como

la

construcción

que se

ven

duramente

golpeados

por

la

crisis

económica.

En

este sentiáo

los

principales

conflicrc'rs

de

aqucl

año

se produjeron

en

empresas

como

la

sIiAT

(un

mes

de

duración),

Miniwat

(dos

mcses),

la

construcción

(confl

icto

generalizado),

etc.27

El impacto

de la

crisis

y de la

sensación

de crisis,

de mayor

importancia

incluso

que

la

primera

en

esos

momenros,

,ro

prouá.ó

así

un

retraimiento

de

la

conllictividad

en

las

grandes

planrillas

militantes,

provenientes

de la

nueva

militancia

ob..r"

bás-icamente

del

metal, que siguieron

mantenie'do

ura

conflictividad dura

y

sostenida.

Pero

que

aféctó

a

secrores

especialrnenre

sensibles

¿ la

cnsls,

como

la

construcción,

aunque

provocando

un au¡nento

de

ll

conflictividad y

no

su

reducción. Donde

la crisis

que

produjo

rur letraimiento

de

la

conflictividad

fue

en

las

medianas

y pequeñas

(

lnpresas

de

otros sectores, en las cuales

la

protección

frente

a las

li

rtrrras

consecuencias de

la

crisis

era

menor

y por

tanto se

generaba

tna sensación

de

inseguridad

que

actuaba como freno

cle

posibles

rnovilizaciones laborales. A la

vez, esto

explica las

dificultades que

i

ncontraron

los

scctores de

la

clase

obrera

más

militantes para

ge-

rrcralizar el

conflicto

a

partir

cle

los paros

de

solidaridad.

Especial-

rrrente

en

el caso de la SF,A'I', que vivió

una huelga

muy

dura durante

il974-1975,

fracasada

por

la falta

de

acciones

de

soliilaridad que

la

r'.:fbrzasen.z8

Pero

también en casos

rnenores

como

el de Clima Roca

.le

Sabadell, que a pesar de

los intentos

para generalizar el conflicto

cn

una

huelga de

solidaridad por parte

de dos

ernpresas

referente

de la ciudacl, UH

y

ASEA/CES,

no

encontraron

la

respuesta

esperada

cn el resto

de sectores

productivos

de

la

ciudad.2e

La

crisis

estaba

produciendo un

fenómeno

que

más tarde

se

generalizaría y

llegaría

a su eclosión en

los

años ochenta. La

red

cle

relaciones

dentro de

los

diferentes

sectores

de

la

clase

obrera

se

clrganizaba

en círculos concéntricos de solidaridad que permitían

plantear

los

conflictos

de

las

grandes

empresas

como un problema

de

orden público y político,

lo

que

significaba más posibilidades

de

éxito

por

la

presión

externa que

recibía la

empresa, y alavez

la

victoria

de una gran empresa abría el camino de

mejoras

en

las

medianas

y

pequeñas.

La

inseguridad

que

generó la

crisis,

la profunda

trans-

formación del

tejido industrial,

los cambios en el mercado laboral

y un

momento

político

cualitativamente diferente,

rompieron esos

círculos concéntricos

de

solidaridad.

En

este Droceso el movimicnto

obrero

perdió

la capacidad de

incidencia

sócial que

había

teniclo

durante este

período.l0 A

pesar

de

que este

proceso

aún se estaba

gestando

durante

estos años,

por

su causa

durante

f975 la

conflic-

tividad mutó

en

sus

características.

Pero

entonces

;cómo

se

oueden

28. Miguélez, F.,

.tl,'J7- la ernpresa nodelo

del ry'ginrcn,

B¿rcelona,

Dopesa,

1977, p.

I

9l

y

pp. 203-230

29. Vcr infr¡rmc cn: AIl(loN(1, i)ocuincntacirin

dc

la Or¡;anización

Sinclical

f,.spañole, frondo

ASt,A/C]l.ts.

30.

Para

un análisls profundo de estc, pt-occso:

llilbao, A.,

Obreros y ciud¿danos.

L¿ desestruúuracuin de la clase ohi,era,

Madrid,'h'orta,

1993.

12r

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7/23/2019 La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

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explicar

las

cuotas

de

conflictividad

que

se

alcanzaron

en

1976?

lJn

análisis

de la

conflictividad

por,r.á

no,

f..mitira

"p.ori_".roi

ás

a

una

explicación

satisfactoria.l"l

.a-tio

radical

de tendencia

durante

esros..los

úlrimos

años

del régimen.

Si

observamos

las

ho-ras

perdidas"por

ra

confricrividacl

laboral

en

el

período

de

1975

y

el

prirner

t.i-irtr.

de

l976,muchas

de

las

afirmaciones

hechas

anrerit.mcnre

roman

un

,..rtido

cronológico

más

preciso.

Así

podemos

ob-servar

que el

retroceso general de

la

conflicrividad

tiene

c{iferentes

ar..

,.,,y

t

i..,

iefini.{"s.

En

los

meses

anteriores

a las

elecci.nes

sindicales,

qr.

,.

celebraron

."

,"r;;;;

975,

hubo

una

frerte

contención,

proiu.i.la

por

l" ,r...rid;;;

ü;

militanres

de

iniciar

la.s

discusiones

er..ro."i*'y

concenrrar

recursos

en

esre

proceso.

De

la

misma

mancra,

el

fin

del

proceso

de

elección,

:o:

una

amplia

victoria

de las

Candiclaturas

Unitarias

D._o.ráti."r,

habría

provocado

el

aumento

de ra

conflictividad

en

jurio

de

1975,

dirimiéndose

en

aquellos

momenros

lo,

.orrHi.ros

que

se

habían

evo

r

u

c

r

ó

r.¡

"

o

*

r

r'

"

r,

ul

SltJ

3?

;",nn

c

rA

D

E

BA

R

c

E L

o

N

A

1975_1976

10

000.000

1.000.000

1

00.000

10.000

1.000

t

,aJ

roror)

\\\

-o:

co

oFt

ftEsfffIfqE

g:¿FEEp€HÉ

(o

N

E

Gráfico

rogarítmico

Fuente:

r\4emor¡a

osE,

prov¡ncia

de

Barcerona,

19/6.

Eraboración:

rooia.

122

t23

.rl);rfcaclo

anteriormente

debido

a la falta

de

tiempo

y poniendo

a

l,ruclra

la

capacidad

cle

los

nuevos

eulaces

y

jurados.

Pero

a pesar

,le

la importancia de

este repunte durante

julio,

que

marcó

[a

cora

r¡r:íxirna

dei

aíro, rápidamente

en

agosto y

septiembre se llegaría

a

l,rs

cot:rs más baias.

Varios rnotivos,

aparte

del período

vacacional,

r'r¡rlican

esta caída:

por un

lado

el

aumento de

la

represión

durante

(

src

período

(Decreto

Ley

Antiterrorista

en

agosto y

ejecución

de

.

inco militantes

de la

oposición

en

septiembre)

provocó una

cierta

¡rrrlalización

por

el terror;

por

otro

lado,

estos mismos

aconteci-

rnicntos

condujeron

a

la

concentración

de

recursos

de

militantes

oLireros

durante

las

jornadas

de solidaridad y

en la

organización

.le ia

respuesta

social,

dejanc{o

de

lado

su

actividad

en

el

puesto

de

rrabajo. El incremento

de la conflictividad

en octubre tiene

más

que

ver

con

la

salida

de

esta

situación y el inicio

de

la

discusión

de

las

plataformas

para

los convenios, que

la

mayoría de

empresas

se

negaron

a

negociar hasta l976,lr que

con un

crecimiento

sostenido

cle la conflictividad.

De hecho,

el

cambio

de

coyuntura

que

llevó

del

modelo dc

conflictividad

intensa,

pero

aislada, ai

modelo

extenso

y

m¿sivo de

1976,

se

operó durante

los

meses que

van de diciembre

de

1975

a

enero

de

1976.

En

estos

meses se

inicia

el crecimiento

progresivo

-con

una pequeña caída

en febrero,

coincidiendo

con

el

momento álgido

de las

movilizaciones

por

¡"

"trrttis¡i¿-_

y

con-

tinuado

de

la movilización obrera que

marca

una

tendencia

clara

del cambio de

modelo,

Llsualmente

este cambio

se

atribuye a

la

entrada

a

un

proceso

de

negociación colectiva amplio32 que

afectaba

a la mayoría

de la

masa

laboral

y

coincidente

con las necesidades de

ia oposición

polí-

tica,3:r

que la

aprovechaba

para dar una

carácter político

al

conflicto

Iaboral. Sin

minusvalorar la incidencia de

la negociación

colectiva

en este Droceso.

sería útil

redimensionarla teniendo en

cuenta

como

31.

Ver por ejemplo el

caso de la

llH

de

Sabadell, dondc

la

¡rarte

obrcra

plantea la

negociación

par:r

octubre de 1975

y

la cmpresa se

nieg:r a iniciarla

hasta

1976.

AttCoN(:, f)ocumentación

de la Organización Sindical

Española,

Fondo

Unidad

Hermética.

32.

Balfbtrr,

5., L¿

dict¿dur,t, los

traltajadorcs..., p.234.

33.

Sotc¡,

A., La rr¿nsiúón

d la denocratia. España

1975-1982,

N4adrici,

Alianza,1998,p.364.

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7/23/2019 La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

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mínin.ro

dos

consideraciones:

el paso

de la conflictiviciad

recesiva

<Je

1975

a

la

cxpa'siva

de 197(,

es

'n

can-rbi.

extr¿rordinario

-sobre

ocro

sl

tcfremos

erl cucllta

c¡ue los

dos

años

continrios

marcan

la

cota

nrínima

1,

máxima

del

período_

que

rornpe

con los

cfectos

clc

la crisis

ecourimica

anres

coÍllerta.i.rs

y

sitúa

clc

rLrcvo

al m.-

vimicttro

obrero

en

un

¡.[¿6s

ofcnsiv,.,.

Ir.s¡e

c:rn.rbio

cn

el rnodel<¡

cle

co'rflictividacl

ticne

además

u. cale

.clario

m.y

concrcro

cluc

vrr

dc

noviernbre

d,e

1975

a

mavo

cle

r97(t,.u,',

.lsrrn,,. fru.r.rr.ior-,..

i¡rtc'ras.

y

(l.c

ya .o

rclldri

ningurrrr

purrra

nr,ís

rlc

nr.vilizrrción

c-om'

en

cstc

¡reríod.

hasta

el repunte

clc

la

crisi.s

econónlica

clc

finales

de

la

década

de

los

scrent..

E. .lifi.ii,

a

la

luz_

de

estirs

con_

sideracioncs,

no

ver

el

crrienclario

de la

co'flictiviclacl

s.cial

com.

rrn

calendari

o político.

Calendario

que

iría

de

la

muerte

<Je

lrranco

hasta

l¿r

co'stit'ción

del

gobierno

su¿irez,

pasando

p.r

cl

car..bi<r

d_e

estrategia

de la

oposicién

.lurante

cl s.g,rn.r.,

trir-ncrtre

de r976.

(lomo

también

es

dificil

no

ver

que el

0rctor

que

provocó

la ruptura

dc

la

lecesiór-r

de la

conflictivid¿d,

asenrada.,-r

F.nór-,-r.no,

dc

car,ícte.

estrucrural,

como

la crisis

econó'.rica,

y

no solcl

coyr-rnturales,

fue

el

factor

político.

Lo

que habría

pasado

a

partir

de

noviembre

de

1975

hasta

el

segundo

rrimesrre

de

1976

tendría

poco

que

vcr

e'

este

sentido

con

los

convenios.

Despr-rés

de

un

lño

de

un relativo

descenso

de la

conflictividad

laboral,

los

trabajadores

habrían

pcrcibido,

coinciclienclo

con

la muerre

de Franco,

las nuevas

posibilidades

de

carnbio

oolítico

y

social

que

se al'rrían

y

dentro ,1"

e.t. marco

de

ca¡nbio

habrían

visro

aumenradas

Ias

oportu.ric{ades

para

imponer

sus reivindicaciones

económicas

y políticas.

Este

facior

amble'rt"l

queda

nruy

bien

reflejado

en las

afirmacio.res

de

u'.

de

los

dirige'tes

obreros

de la

U'

de Sabadell

durante

esre

período,

Emilio

Érpin,

uVeo

con

no

poco

optimismo

cómo

el

nivel

de

parricipación

va

aumenranclo

en

nuesrras

asambleas

de

Uniclad

Hermérica.

euizá

todo

esto

encuenrre una razón

de

ser

en la

rucha

de Io

que yo

llanlaría'euForia

democrática'r,,4

o en las

explicacio,.,",

d"

,rr,

,rr^.rr.o

q.,.

"

a

pregunta

sobre

la

influencia

de la

crisis

política

en

el conflict.

cle

los

enseñantes

respondió:

uHa

influido,l.

u.r^ forma

rotunda.

En

124

34.

.Huelga

(leneral,,

Can

Oriach,

número

91,

enero-febre

ro

de 1()76

r25

(

)rras

coorclenadas

rnuy probablemente

no

hubiera

ocurrido

nada.

El

¡reís

está

nruy politizado,

y en

el

fond<¡

lo que

nosotros

planteamos

i,o defa

de

ser

un

problema

político,.15

hmbién

los observadores

rle

la

()SE

opinaban

lo

mismo

cu¿rndo

destacaban

en

la

memoria

,le

7()75

d..S"bad.tl

que

(en

el írltimo

trimestre

se destaca

[.'.]

el

,rmbiente

¡rolítico

del

país

que

ha

generado

una presión

socia'l

muy

firerteu.r" [.a

trrrnsfrrrmación

cle

1a conflictividad

laboral, causada

por

cI

carnbio

político,

no

significa

la

desaparición

de la

crisis

económica

como

una

presencia

constante

e

n la movilización

obrera,

aunque sí

su transformación.

Si el infbrme

sobre

la

situación

social

de

1975

,rnres citado

nos

indicaba

la

existencia

de una

actitud

conservador¿r

[)or

parte

de los

trabaiadores

ante la

crisis,

no

dejaba

de destacar

,,,rnbi¿n

que

ulos trabajadores

[...]

son

partidarios

-Para

solucionar

la

crisis-

[...]

d.

medidas

de

política

económicA'.t'

Esto

último

-la

solución

de

la crisis

económica

a

partir

de

medidas

políticas-

era

clifícil de

realizar

en

el

marco del

régimen

franquista,

pero

cuando

este

estaba

agrietándose

se abrió

la

oportunidad,

leída

de

diferentes

fbrmas según

los sectores

sociales,

de

vincular

cl cambio político

:rl

cambio

económico.

La percepción

de esta

posibilidad

incentivó

la

rnovilización

colectiva.

lJsualmente

se ha

interpretado,

como hemos

dicho

anteriormen-

te,

la movilización

laboral

de

este período

como

una consecuencia

de

la

negociación

de

convenios y/o

de

la

estrategia

de

la oposición

de

incentivarla

con la

intención de

capitalizarla

políticamente.

Estas

explicaciones

son

la

aplicación

coherente

para

este período

de

aque-

llos paradigmas

interpretativos

que

han

considerado

la movilización

obrera

como

una movilización

de

origen

económico

con

consecuen-

cias políticas.

Los paradigmas

que

defienden

esta

interpretación,

que

resta

fuerzaala

extensión de

la

oposición

real para

convertir

los

35.

ui)os

opinioncs

cn torno

al paro

de los

maestros',

S¿b¿dell,14

dc febrero

dc

I976. Cabe

i.lestacar.quc,

a diferencia

del

tcstimonio:rnrcrior,

cr.r csrc

caso

la

opini<1n

no

proviene

clc

rrn militantc

de la

o¡rosición,

ya qllc i

Lllla

Pregtlnt:r

ilnterlor

había

negado

cualquier

carácter

político

en su participación

en

la

Protestrl'

36.1<:n,

Dclegación

Sindical

Comarc¿l'

Menori¿

¿ctiuidades

1975, ctizt

170

A.

37.

e<'.¡, Ccrnseio

Social

Provincial

de B:rrcelona.

Sitttación Social

1975, caia

170

A.

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7/23/2019 La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

http://slidepdf.com/reader/full/la-conflictividad-obera-bajo-el-franquismo-elementos-para-una-interpretacion 14/20

conflicros

sociales

en

problernas

de

inaclecuación

del

estado franquis-

ta

a Ia

conflictividad

laboral,

no

entienden

que

el

conflicro

labáral,

a la vez

que

tiene

consecuencias

políticas,

ptlirir",

y

que

es

"rr.rr.

roceso

experimentado

por

las

minorías

militantei,

pero

también

por

los

rrabajadores,

donde

hemc¡s

de

situar

I.

."t.,.,siór,

consranre

de

la

movilización

obrera

durante

el franquismo.r8

La

tendercia

a tratar

los

sujetos

.sociales

como

rneros

vectores

de

un

proceso que ellos

viven

y

transforman con

su

práctica,

está

bastante

extendida

en

nuestras

ciencias

sociales.

La

observación

de

que la

conflictividad

generaba

consecuencias

políticas

no

es

un

pri-

vilegio

de

los

cienríficos

sociales,

los

mismos

trabajadores.orro.í"r,

este proceso

que

la

represión

no les

dejaba

de recordar

y

actuaban

tomándolo

en

cuenra.

De

la

misma

manera,

en los

inicios

del

oe-

ríodo

c<¡nocido

posteriormenre

por

el

nornbre

de

Tiansición,

ios

trabajadores

y

las

trabajadoras

que entraban

en

conflicto

sabían

que

a

causa

de

la inestabilidad

política

se

generaban

nuevas

posibilidaáes

e

intentaban

incidir

en

ella con

la

movili

zaciónsocial

fara

imponer

sus

propias

reivindicaciones

políricas

y

económicar.

i).

h".ho,

1",

nuevas

oportunidades

políticas

y la

movilización

que

generaba,

más

extensiva,

phblica

y

solidaria,

rLlvo

consecue'cias

notables

en

la

consecución

de

mejoras

laborales

y

económicas.

Así,

en

este

sentido'

e

inversamente

a lo

que

se afirma

habitu¿rlmente

sobre

este

período,

podríamos

decir

que

la

movilización

tenía

causas

políricas

Lon

consecuencias

cconóm

icas.

,

F.n.rérminos

generales,

para

entender

lo

que

pasó

en

esta

etapa

de

la

movilización

social

y

obrera

lo

renemos

que

"r¡i."r.o-o

'-r.,

p.río-

do

relativamenre

extraordinario

donde

se produjo

ra

coincidencia,

no

tan

casual,

del inicio

de la necesidad

de

afrontar

el

cambio

económico

con

el

inicio

del cambio

político.

B en

este momenro,

en

el

inicio

de

la caída

de la

curva

ascendente

de un

ciclo

capitalista,

cuando,

según

Screpanti,re

se

ponen

en

juego

todos

los

recursás

culrurales,

oreaniáti_

38.

Esra

es

la

tesis

centr¿l

del libro

de

Morinenr,

c.,

e

ysis,

p, prot/uctores

disciplinados...

.

39.

screpanti,

E-'

,,1.o5

6icl6s

largos

dc la

acrividad

huelguística:

una

investiga-

ción

empírica,,

Historit

Soci¡tl,

¡r.,'5,

otoio

1989,

pp.

5j-7í.para,,rna

cxplicaci?n

aplicad_a

y m,a,tizada

para

el caso

español:

Babian.,^J.,

Emigrantes,

,rorr,irrrrror...,

¡'>p.323-324.

126

\',,s

y

movilizadores

que

el

movimiento

obrero ha

acumulado

durante

r,rtla la etapa

anrerior

para

dirimir

la gestión

de

la crisis.

En el

caso

t sgraírol, ,oio.rr.

p.o.éto

que se

vivió

a escala

europea

estuvo además

,¡,;ninado

por

el

cambio

político,

que ligó

toda

la

problemática

de

l,r

ecstión

Je

la

crisis

al propio

futuro

político

del

país.

Pero

lo que

,',r, i,tt...s"

destacar

aquí,

a

partir

de

este

análisis

local, es

ver

que el

¡,*rblema

es

más

complejo

dékl

que

una

lectura

estadística

nos

pueda

l'',,r,r,...

¿Cuá1es

ft..ótl i",.".rr".

del

crecimiento

de la

conflictividad

r.r)

eSr€

momenro?

Evidenremente

políticas.

La

percepción

política de

,rrre

se

estaba

viviendo

un

molTrento

cualitativamente

diferente

a

la

,lrar,,. ant.rior

incentivó

una conflictividad

con claras

consecuencias

.c,-,r.rómicas,

al producirse

dur:rnte

este

período

mejoras

reales en

las

r.cnr¿rs salariales

de

los trabajadores.

El

análisis

concreto

nos

muestra

rlimo

no se

puede,

independienternenre

de

cual

sea

cl

factor dominan-

tc en cada

niorn.,lto

y en cada

lugar,

aislar

tan

fácilmente

las

relaciones

cntre

los diÍbrentes

ámbitos

de la conflictividad

obrera y

tampoco

jcrarquizarlos

fuera

de un

conrexto

determinado.

De

hecho

el

índice

cstadístico

es

tan

solo un

dato a inte

rpretar,

mienrras

que

la

explicación

rlel

contexto

es

lo

verdaderamenre

significativo.

En

última

instancia

csto

es

lo que diferencia

la

historia

de la sociología estadística'

El problema

de

la solidaridad:

el problema

de

la conciencia

de clase

una

vez an¿rlizados

los

datos y

las

implicaciones

que

se plantean

dentro

de esta

polémica,

vamos

hacia

lo que,

según

mi

entender,

es

el

tetna

principal

y

más

imponante

que

nos sugieren

los trabajos

sobre

esra

t"-áti."'

i".orl..p,rr"lización

de

los

conflictos

por

solidaridad'

El camino

tomado

pot

Álu".o

Soto

parcce

claro:

una

huelga

cmpezaba

por

motivos

cconómicos

y

solo

a

causa

de

la represión

u

d. l"

lecrura

del

misr¡o

régimen

devenía

en

política'

Dicho

en

las palabras

del

propio

régimen, que hemos

usado

al principio,

*Un

conflicto

laboral

siempre

es un problema

político

y

de

Or-

den

Público,

incluso

cuando

aparentemenre

rie

ne una

naruraleza

estrictamente

laboralr.a"

Palabras

de un

informe

del

Ministerio

40.

All(i(lt],

NI,

Delegación

Sindical,

g

de

mez-o de

1973'

caia

93'

127

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7/23/2019 La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

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de tabajo

de 1971repetidas

hasta

la

saciedad

por nuestra

histo,

riografía-

Palabras

que

han

servido

para

enconrrar

ra

sorución

a

un

problema

-las

huelgas

.r"r-,

poÍíri."s

porque

el

régimen

las

politizaba-

cuando

en realidacl

no

son

.ir-,o-.1

.rrrrnZi"do

d.r

mismo.

Hay

otras

palabras.

para

lo

que

se

rellere

al tema

q.r.

.o,

ocupa

aquí

podríamos

romar

por

ejemplo

las

cle

un

informe

c.le

ro]:.u:.año

después

del

mismo

ministerio

que consideran

ula

solidaridad como

[a

manifesración

más

inequívoca

de

la politiza_

ción

de

un

conllicto

laborel,,.,r

¿por

qué

"fi.-"b"r.

tal

cosa?

Más

que

probablemenre

porque

sus

propio,

trabajos

así

lo

indicaban.

Es

cierto

q.ue hay

un

camino

q".

""

d.

.rn tipo

de

hr_relgas

a

las

h.uelgas

políticas,

pero

no

cualqLrier

camino.

T.l

.o*o

no"s

indica

el

análisis

de

los

datos.

que

diitinguen

enrre

el

morivo

"rki";l

e

una

huelga

y

el

derivado

de la

Lisma,

la

mayoría

..l.

hullgas

económicas

no

llevaban

a las

políricas.

.

De.hecho,

ptoporcionalmente,

del

roral

de conflictos

por

conve-

nios

colectivos

de

esre

período

(1227)

solo

un número

reclucido

de

ios

mismos

llevó

a huelgas

político-sociaies

(192).

No

se

puecle

decir

io

mismo

en

el

caso

de los

conflicros

de

solidariclad,

cási

la

mitad

de ellos

(435

de

1004) conltevaron

ese

recorrido

para

el

.egi-.n.

Esto

nos

debería

indicar

alguna

cos,r.

ASOCIACTÓN

DE

CAUSAS

DE

CONFLICTIVTDAD

EN

ESPAÑA.

1971-1975

Causa

principal

Causa

asociada

Conflictos

Aplicación

normas

legales

Mejoras

St""rl".

Br?

Solidaridad

político-sociales

435

Convenios

colectivos

político_sociales

192

Convenios

colectivos

Solidaridad

153

Mejoras

salariales

político_sociales

23

Elaboración propia. Fuente: Ministerio

de

Trabajo: Informe sobre conflictos colect¡vos

de

trabalo.

^,,_,1-tlYtl':5'1.9.'f'j ii",

Informesobrecottfitoscolectiuosrletrabajo,Madricl,

lvlrnrsterlo

dc lraha

jo,

l9l

3,

r.

Ot.

128

Para Soto,

por

ejemplo, los conflictos solidarios

no

se pueden

,

ontabiliz-ar

como conflictos políticos

ya que

(un

examen pun-

ruel

de

algunas huelgas que se computan

como de solidaridad

rro

incluyen

entre sus demanclas ninguna de

carácter políticou.a2

;licalmente

se puede ubicar

esta

conflictividad

bajo

la

categoría

de

política tal cómo

realiza Maravall?

No expresa objetivos políticos,

r

oolo

noS

indica

Soto, y por tanto

no es realizable esta operación.

Itcro

e

ntonces

¿por

qué

Maravall lo

hizo

si

la respuesta

es

tan

clara?

lrrl

como dice

Soto

(supongo,

ya

que

no lo explica, qrte es porque

t irtiende

que

hay un

nivel más elev¿rdo

de

'conciencia

obrera',

.runque

es

evidente que

con ello

nos

encontramos

en

un terreno

(

xtremadamente resbaladizor.43 Es

decir

las huelgas solidarias

no

son

ubicables en

ninguna

parte del debate

y

además nos remiten

:r

un terreno

extremadamente resbaladiz¿.

Tan resbaladizo

cue des-

.lf' ¿rece absolutamente del debate

historiográfi .o, .r.rr.rdo ien

d

r ía

(lLle

ser

el eje central

del

misrno, el nexo que permitiría entender

clc una

forma

diferente

la relación entre

las huelgas económicas

y

las

políticas, no desde

elementos

pllramente

externos a

la

clase

obrera, sino también desde su desarrollo y

configuración interna.

[.a

negación

c{el

paradigrna

de

uno

de los elementos

que

debería

cxplicar, ya que

no entra

en

su campo

interpretativo, tiene

dos

cxplicaciones aducibles:

una

metodológica, la otra

producto

de

los

(pre)juicios

de

nuestra historiografía.

La conciencia de clase

i¡rdica la representación

que un

trabaja-

dor se

hace

de

él mismo en

el

mundo como

miembro

de

una

clase

determinada, por

oposición

o

híbridamente

con

otras formas

de

identidad

como

la de

ciudadano, nacional, sÍrbdito, corporativa,

consumidor, etc.

En

este sentido,

las

huelgas

de solidaridad,

que

no representan,

ni

cuando

se

realizan

a nivel interno

del

centro

productivo,

una

mejora inmediata de la situación económica, son

un

indicador

de

la

solidaridad de

clase

y

por tanto de la

conciencia

de

clase

al

reconocer

como

iguales

y

propios

los

problemas

que

viven

¡niembros distantes y diversos de una

misma clase

social.

Ha¡

pero,

un

segundo

problema

más

grave

que

afecta

a

la

ca-

pacidad

de

clarificación

del debate:

la

confusión entre conciencia

de

42.

Soto, A., Huelgas...,

p.5v.

43.

Ibíd.

129

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7/23/2019 La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

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clase

y

conciencia

política

stricto

sensu.

Esra

identificación

proviene

en

gran

parte

del

propio

desarrollo

de

la

ideología

matriz

que ha

configurado

este

rérmino

a

lo

largo

de la historia"y

l"

Forrn"

.,,

qu"

esta

ha

sido leída

por

parre

de

nuestra

historiograii",

p..r,r"r-,g,

..,"

de

la

tradición

marxisra

o

lro.

El

rnarxismo

h¿r tenido

diferentes

inrereses

y

objctivos

qr-re

han

configurado

el

legado

marxian.

e.

t,n

se,lriio

determi.aio.

En

esra

matriz la utilización

reórica de

la

concie^cia

cle clase ha

sufrido

diversas

muraciones,

lo que

'o

ha

sic{o

entencrido

por

la

ciencia

histórica

en

roda,

s,-rs irnpiic,rciones.

Su

inrroducció'

.,,

1,,

quc

ser

vino

a

nombrar

mrrterialisrno

histórico

provie.e

del análisis

histórico

dcl

propio

Marx,

per<¡

er

un nromenro

dado

-cuando

el

pensamie'to

de Marx

devino

en

marxismo-

cl significado

histórico

dio

paso

y se

superpuso

co'

el

político.ia

Est.

fro.esu,

en

el

cu,rl

ei

concepto

de conciencia

de

clase

emergía

del

a.álisis

hisrórico v

agrup:rba

una

serie

de

comporta.,-,i.n¡nr"obrervables

en

la realideá

social

para

pasar

al

campo

del

análisis

y actuación

polírica

donde

el

marxismo

se

convertía

en

una

docrri.a

para

la

acción,

tuvo

su

miís

radical

exponenre

en

el propio

[.enin.

para

el

polírico

y

pensador

ruso,

la

conciencia

de

clase era ir.rseparable de

la

conciencia

oolítica.

Es

más,

cuando

la conciencia

de

cláse

y la línea

política

deipartidc,

tomaban

caminos

opuesros

esro

era

u^

reflejo

falsa

conciencia.'i5

El

proccso

c¡ue

va

del

pensarniento

marxiano

al

rnarxisnro

_opcrackr

b:isicanlentc,

pero n()

írnicanrente

,

cn

e

l socialismo

alcnr:in-

esr:í

adnlirablenrenre

cstutliaclo

histrlric:rme.rc

c^:

Grrlccran,

M.,

L¿

it¡ue,ció,

de/ r,arxis*ta,

Maclricl,

Iepala,

1

997.

Se

debe re.er

cn cue.r:r,

sir.r

enrbargo,

que la

confusió,

pr.v.cacla

por l:r

utiliz-acitin

de

Ios

mism.s

concepros

.n Jif...r,r..

canlpos

científic.s

se

e.ncucntra

en

el pro¡rio

Marx,.ye

que

él

no

pretendiri

nurrcl

rcgirse

por l.r

higice

de las

difórentes

ciencim.socirrles,

sino

firndir

una

cicncia

revolricionaria.

para-'rrn

cstuclio

tle

las

dilercntcs

accpci.ncs

quc

Marx

utilizó

en ror.o

a

clasc

y collcicncia

de clasc:

Dcl

Rio,

1,., [.¿

clase

obr¿m

en

M¿rx,

Mttlricl,

Revolución,

l9g(r.

45.

Ver en

cste

ser¡iclo:

Lcnin,

V.,

¿()ué

haccr?,

Moscú,

pr.sreso,

l

98

1. ltsta

conccpcitin

políricu

dc la

concierrcia

tlc

clrrse,

comh¡r

ir t,rJ,r l,r

s.gt,n.la

ge¡e r¡Li(;¡

de

nrai:xistas'

t.l. solo

r.vo

rna n.rablc

cxcepción

cn

cr

pcnr"rri.ui,

de l{os¡

Ltrxcr'burg.

(lontrariarncnrc

a

las

fór''rrilaciirncs

dcl

sPti y

del nris.ro

Lcrin,

ella

considcraba

<¡.e la

concie¡lcia

cle

cl¿sc

era

ur re,nó¡.erro'roducitlo

oor

l:rs

cr¡nt¡'adicciones

quc vivía

cl,

¡rrolctariaclo

dentro

clcl

capirrlirm,,

v

no

por

l.r

¡.r,i.-

tica

clel

partido,

q.c

en r.do

caso

lo

que

I.racía

era

sistcrnatiza¡-1"

y dlpur"ria

.1"

elcmentos

burguese.s.

F,sra co.ce¡rción

ilif.r.rrt.

inrplicarí,

a su

vez,

'na

idea

cle Iu

130

l:sta

identificación

tenía

un

sentido:

poner

el

análisis

teórico

al

,",ri.io

del

análisis

político.

Pero

el análisis

polírico

no es

lo

mismo

,¡uc

el

histórico,

.le

hecho

se

mueven

en

terrenos

diferentes

y en

.iq.,"o,

sentidos

oPuestos.

Ahora

bien,

la

falta

de

percepcign

de

esta

.,..iiil

.lif.r.,',.ia,

convirtió

un

concepto

propiarnente

histórico

en

ttn

r oncepto

político

que

retornó

a

la

historiog

r.afíay

la

cargó

de

prejui-

.i,,..

óo."

que

se

É"..

,-to,"'

tanto

en

aqr-rellos

que'

introclucienclo

l.r

solidari<lad

como índice

de

politización'

confunden

conciencia

Dolitica

con

conciencia

<le

clase;

como

en

aquellos

que

ven

en.la

i:rr"

i.

respuesta

de

l¿

clase

obrera

a

determinadas

convocatorias

yrutiri.",.rn,í,lto*"

claro

de

su

carácter

meramcnte

economicist'r

y

i" p"riUiUa"a

de

integración

en

la

ciudadanía

democrática'

posible

roio

.r't

el caso

d.

q.ti

el

ser

humano

genérico

se

convierta

en

un

horuo

economtcus'

La soliclaridad

no

expresa

una

conciencia

políticadirecta'

Pe

ro

que

expresa

la

existencia

de

una

conciencia

de

clase

como

el

,..á.to.i-i"nto

colectivo

de

pertenencia

a

un grupo

propio

con

intereses,

valores'

culturas

y

Proyectos

diferenciados'

y

a veces

oPues-

tos,

a

otros

grupos

sociales.^E''i"

conciencia

Puede

estar

atravesada

J" orr", forí-t",

de

identidad

(ciudadanía'

religión'

fútbol'.nación'

política,

etc'),

Pero

es

lo

bastante

fuerte

como

Para

protlucir

un

eutorreconocimiento

común

como

clase

que

lleva

a

sus

miembros

a

solidarizarse

con

aquellos

que

identificarl

colno

iguales'.Esto

se

pr'r.d.

.r-t.or-tt.",

,"f.¡"do

en

los..conflictos

de

solidaridad

-im-

pu.ibl.s

cle

analizar

.u,t

lo'

paradigmas

interpretativos

actuales-'

p".o,r"

más

allá.

Diferentes

muestras

de

lo que

estafflos

lntentando

i*pli.",

son:

la

existencia

de

ftíbricas

referentes

para

el

movimiento

;b;.t;,

que

al pla'tear

sus

conflictos

por

los

convenios

marcaba'

la

po.r,"

á"

.t.goÉiación

de

su

área

de

influer-rcia'

a

la

vez

que

recibían

la

."""r--*olítica

<life

rente

a

la

leninista

-que

cree

q":,1"::t:i:::.t:

f:lX

.r"produ.ro

de

la acción

política

y

su

presencia

se

mide erl

relactón

dtrecta

¿l gr;ldo

cle'a,lhesión

¿ sus

ideas'

Ver:

Ltt*"t'-tbtt'g'

¡F.''

Huelga

dt

nasas'

partido.l

:indic'ttus'

Maclri<l,

siglo

xxl,

l()74.

Los

problemas

que

comportó

la

perctpcton

dc

quc

cr

nroJ"l.,

l.iinirra

nc,

fu'cio.aba

cotro

se

esperaba

-es

decir

que

no

se

Producix

u,ra

aorr..port.lencia

exacta

entre

l¿

conciencia

de

clasc

realmente

cxlstente

y

la

línea

cle

la'lbrcera

lnternacional-

ocupó

las

reflexiones

de

la terccra

generación

,j.

*"r*i*",

euroPeos.

Notahlemcnte

cle

(]rantsci'

Lucáks

y

Korsch'

r31

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7/23/2019 La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

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solidaridad

económica

y

conflictiva

del resto

del

movimiento

obrero

que

se

vería

beneficiado

con

la

resolución

positiva

del

conflicto;a6

o las.luchas

por

los

convenios

colecrivos

.orrr"r."l.,

y provinciales

donde

desracaba

el

protagonismo

de

estas

grandes

pt"ntillrr,

.¡n

q,r.

esto

significase

ninguna

rnejora

real

para

ill^,

.".p".ro

, ,;

p.";;

convenio.aT

['a

disfunción

enrre.conciencia

de

clase

y

conciencia

política

está

motivada

por

factores

diversos.

No

,.

prr.á.

medir

la

codificaciónpolítica

de la conciencia

de

clase

.n

té.-i.ro,

de

acrhesión

a

las con-

vocarorias

y

propuesras.

de los

partidos

que

la

quieren

represenrar.

Los

trabajadore.s

y trabajador",

q.r.

p.or"go'ir".on

la

conAictividad

durante

el

franquismo

podían

.ro

,..,".

r,ifi.iente

organización

nara

extender

las

huelgas

políticas,

podían

valorar

Io.

.o"rr..,

J.

.."iirr.

cierras

acciones

de una

forma

más

realista

que

los

partidos

q;.

l;;

proponían,

hecho

evidente

por

ejemplo

.nl",

convocarorias

de la

Jornada

de

Reconciliación

ñacional

en I

958 y laHuelga

N;.;;i

Pacífica

en,l

959,

podían

no

esrar

de acuerdo

con

una línea polírica

o€rermrnada,

erc.,

pero

esro

nos

habla

más

de la

inoperariuid"d

d.

ciertas

políticas

que

de

la

politización

real

de

la

clase

obrera.

La

existencia

de

esta

conciencia

se

puede constatar

a

partir

de

ros

conflictos

de

solidaridad

y de

los

.l.m.nto,

que

hemos

constarado

anteriormenre,

pero

hay

otros

hechos

qu.

i"

presuponen.

_bntre

ellos

no

son los

menos

impo^rtantes

lo,

qrr.

r"

d.rirrr.,i.

i;;;üt;;

características

del

régimen

franquista,

como

hemos

indicaio

en

el

primer

capítulo.

Nacido

para

hacer

desaparecer

la

lucha

de .l"r.r,ru

propia

existencia

la confirmaba.

La retórica

de un régimen

d"pro)ur,

¡6vs5

-flonfle

todo

el

mundo

era

conscienr.

d.

l"ráife.en.il.

.r,ir.

46.

Este

modelo

está

bastanre

exrendido,

sobre

todo

en los

nr.vimienros

obreros

muy

cohesionados

de

concentraciones

urbanasy

industriales

medias,

conro

el

caso

de la siemens en

el

Baix Lrobregat,

ra

ciAF

del

cánr.rri,

.

r"

uu

¿"

luJ.il

q"lif:,1.t

tres

eiemplos.

Ver:

Garmendi",

J.M.,

uEl

movimiento

obr..o,

.l

.r.o

de

I

uonlern

gurpuzcoxno,,

Evudios

de

Historia

local,

Bil|¡¿o,

l9g7;

Borella,

J.,

y

Nere,

1., El

Ba.ix

Lllbregat,

l5

años

de

luchas

obreras,Barrelnna,

Blume,

1976.

4/.

un

e,emplo

modélico

de

esto

último

lo

enconrramos

en

la huelsa

del

metal

de Sabadell

de

1

976.

Ver

Fábregas,

D.,

Gi

ménez,

D .,

L,

h;;k';

i;;rir;;',

Sabadell,

metal

otoño

1976,

Madrid,

1977:

Clivtllé,

1.,

Un¿

SO'¿L,

,/,

L;;k;;,

Sabadell,

Linograf

1

97

6.

r32

Ios

uprocluctoresu

obreros

y

los

uproductoresu

empresarios-

y

su

nuturaleza de clase

explicitaba,

aunque

fuera

a

partir

de

la negación,

l:r

cxister.rcia

de

clases

sociales

con intereses

difercnciados.

Es

rnás,

lrr rrli¿rnza de

facto

entre

el empresariado

y

el

estaclo

en el

conflicto

l,rboral

fijaba polític:rmentc

la conciencil

de

clase. La

acturrciór.r

..lc

los aparatos

coercitivos

del

régirnen confería

a la

posición

de

.lase una

posición

política:

el cmpresariado

era visionado

en

estos

nlomentos

como

el

representante del

franquismo,

mientras

qr.re

los

rrabajadores

eran

tratados cortro

subversivos

desafiaclores

de

todo

rul

sistema

oolítico.

Hecho

que

además,

como

hemos

visto

en el

scgundo

."pítulo,

desc"nsaba

en

última

y primera

instancia en

el

¡rropio

carácter de

las

relaciones

tle proclucción

y

el

nlodelo de

organización

del

trabaio del

fbrdismo

español. A

la vez

una

parte

.le

la Iglesia, el único

poder

ideológicamente

autónomo

clentro del

régirner-r franquista,

en su

intento de

recon<1r-ristar

a

las masas después

de una larga historia

de

anticlericalismo

¡-ropular,

hizo emerger

en

su

interic¡r una

orientación que

andando

el

tiempo devino

en una

orientación de

clase.

Única

instancia

que podía

articular

un

discurso

cliferente al oficial,

con

la

creación

de

la

Hermandad de

Obrero

de

Acción Católica

(uonc:) inició

la

apertura

de

un

espacio desde

el

cual

se

configuró

un

discurso

cristi¿rno y

evangélico que

situó

en

su

centro

la

condición

de

la clase

obrera.

En

la

creación

de

este espacio

cultu-

ral, y material, dentro

de

las representaciones

colectivas

de

la

clase

obrera,

tuvo

mucha

importancia

en

casos

como

el

catalán,

la

edición

del

diario

Tú con una

tirada de

45.000

ejemplares

hasta

1951,

y

oosteriormenrclas

Noticias

Obreras,

o el boletín

de

la HOAC. Esta

prim.r"

ola

fue

continuada

por la

introducción

de

códigos

culturales

interpretativos

nuevos,

con

claras

connotaciones

de clase,

a

partir

de

las

actividades

por

laJuventud

Obrera Cristiana

(.¡oC).

Los

curas

obreros

reforzaron

estas nuevils

corrientes, consolidando

un discurso

hr,rmanista de

carácter populista

con Lln

lenguaje

épico centrado

en

la

clase

obrera.at

No

se

puede

obviar

este Proceso,

que organizaba

a

los

obreros

como

clase

y les

hablaba

como clase,

para

entender

la

existencia

de

la

conciencia

de

clase

baio

el franquismo.

48. Riera,

1., Pdries, sindicalistes

7

demagogs.

obrera,Barcelona,

Fd. 62,

1986.

notes sobre

sindicalisme y

ruhura

r

r.l

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.

thmpoco

se

pueden

subestimar

los

elementos

procedentes

de

las

tradiciones

de la

época

republicana

como fácroies

explicativos

de

la

pervivencia

de la

conciencia

de

clase en el

período

fr"nq,,ista.

l.a

perccpción,

susrenrada

en

elementos

empíricos

incontestabres,

sobre

la

aparición

de

una

nueva

clase

obrera

baio

el fran<tuismo

ha

prodrrcido

algu.os

cxcesos

al

explicar

ia

,uptu.a

con el

período

anterior.

Primeramente

hace

f;rlta

entender

que

la

permane'cia

de

ciertas tradiciones

de

cl¿rse

es

extraordina.ia

er,

.l

áro

espaírol,

es-

pecialmente

si

lo

comparamos

co. el

resto

de

dicraduras

nacidas

de

la

Etrropa

de entreguerras.

Pero

no

s.lamente

estos

indicios

son

Ia

p.-reba

de

la

resistencia

cle

una

cultura

obrera

derrorada

y

a

oesar de

todo

viva.

La

conflictividad

que ruvo

varias

punras

duranrelos

años

1945-1947

,

1951,

1956

y

1958,

también

lo

prueba.

No

es del

todo

cierta

esa vieja idea

ilustrada

por'n

imporrante

historiador

de

uqtre

fue

en los

años

sesenta

y

no

anres cuando

el

régimen

de

Franco

tuvo

que hacer

frente

a

niveles

de

conflictividacl

iniportanresu.,,e

Donde

los

errores

presentistas

se han

hecho

notar

m¿i

ha

sido

en

ra carac-

terización

de la

memoria

histórica

para

enrender la

cultura obrera

de este

período. Especialmente

en

el rerreno

de

la

memoria

de

la

cuerra

civil.

Frente

a

interpretaciones que muestran una

sociedad

española

horrorizada

ante

la

Guerra

civil

producto

de

la barbarie

de todas

las

partes

contendienres,','cosa

que

también

afectaba

a la

cultura

obrera

y

a

los

movimienros

de

opásición

al régimen,

las

in-

vestigaciones

de

fuentes

orales

nos

muesrran

una

realiáad

diferente,

en la

cual

las

continuidades

son

tan

importantes

como

las ruoturas

para

entender

la

confbrmación

especí6ca

de ,,rna

nueva

clase

ob..."

duranre

l.s

años sesenta.

La

memoria

de la

guerra

y

las tradiciones

legadas

por el

pasado

fueron

dererminanr.r"d.

forÁ.

acriva

-con

as fuertes

continuidades

entre

las

nuevas

generaciones

de militan-

49.

Fusi,

J.P,

"l-a

reaparición

de

la

conflictivid¿d

en la

España

dc

los

sesen_

ta',

p.

160,

en Fonratra,

J.,

Eqrtña

bajo

el/innquisma,

Barcelon:r,

Crítica,

19g6,

pp.

r

6()-169.

.

50.

Aguilar, P, nl.a

amnesia

y

l:r

memoria:

las

movilizaciones

por la

anrnistía

en

la rransición

a

[¿

democracia,,

p.

335, en

Oruz, R., y

pércz

l.edesma

(eds.),

Cultura

7

mouilización

en Lt E.rpaña

.ontemporáiled,

Madrid,

Alianza

universidaá,

1997;

Lanñ¡,8.,

La

constru.tción

de

los

nouinientos

socialts, Madrid,

Alianza

Edirorial,

1999,

p. 292.

134

tcs

y

las

antiguas-

y

pasiva,

manteniéndose

una

clara conciencia

tle

la

función

clel

régimen

y una

fidelidad

política

a

los

antiguos

partidos

obreros

anteriores

al

franquismo,

sin

lo

que

no

se

llegaría

,, .nter',d.,

los resultados

electorales

en

los

primeros

comicios de

la

tlcmocracia.

Pero

el

elemento

central para

entender

la emergencia

de

una

nueva

conciencia

de

clase

y su

configuración

sigue siendo

Ia

ton{lictividad.

Es

en ella

donde

se

ponen

en

iuego

los elementos

,le la

conciencia

de

clase,

se

configuran

y

se generan

nuevos'

Así,

por

ejemplo,

la conflictividad

bajo

el

franquismo

¡1eneró

la criencia

compartida

a

nivel

de

clase

de qtre

solo

mediante

la

huelga

y

las diversas

formas

de protesta

se

podían

conseguir

'.Irejorai

sr-rstanciales

a

nivel colectivo'

Tal comt>

explican

(larme

Molinero y

Perc

Ys)s:

No obstante

las actuaciones

represivas

de

patronos

y

autoridades,

continuó

extendiér-rdose

entre

los trabajadores

el convencimien-

to de

que

para

obtener

mejoras

laborales

era

indispensable

la

acción

reivindicativa.

Así

otro

informe

de

estas

mismas

fechas

relataba

el

enfado de los rnineros de Cardona de

la

empresa

Unión

Española

de

Explosivos'

que

(mantuvieron

siempre

la

disciplina

laboralu

en

contraste

con

los

mineros

de

Balsareny

qr'r.

ét-t cambio

habían

obtenido

mejores

condiciones

laborales;

,,estaban

creídos

los de

Cardona

que

gracias

a su

lealtad

hacia

la empresa,

esta

les

concedería

superiores

mejoras

salariales'

y

al no

ser

así

na

la

par

de

hallarse

disgustados

con

el Convenio

con

el que

se rigen

[...

I

están

creídos

que

la mejor postr-rra

para

la consecución

de

reivindicaciones

sociales

es

la protesta

e

indisciplina

laboraln.5'

Pero

no solamente

se extenclió

su utilidad

a

amplias

capas

de

trabaiadores,

t¿rmbién

conform<l una

profundización

de

la

conciencia

de

clase:

(a

través

de

la elaboración

de

las plataformas

reivindicativas

[...]

se toma

conciencia

cle

Ia cornunidad

de inte-

reses

de todos

los trabaiadores

de

una

empresa'

de

una

localidad,

135

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7/23/2019 La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

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de un

sectoru.t2

En

este

proceso además

se

inició

la

creación

de

una

forma de

entender

las

relaciones laborales

alternativa a

la

de

los

empresarios

y el propio

régimen5l

-no

me

arrevería

a hablar

de una

economía

moral-,5J

que

se fue imponiendo en

las

discu-

siones sobre las plataForrnas

reivindicativas

y que en cierra manera

consiguió

un amplio consenso

social

(vincular

el salari<¡

al

aumenro

del

llc

y no solo

a

la

producrividad,

no monerizar

la

saIud, etc.).

E,n este

sentido, no

menos

imporrante

es

el esrudio

del desarrollo

de una

cultura obrera anticapiralista

ligada

al

movimiento

vecinal

que

prcfiguró

unas relaciones

humanas

cooperarivas no ligadas

a

las relaciones

del

mercado

capitalista

(la

lucha

por

los

precios

iustos,

la

auto-organización

en

los servicios

básicos, el

uso

social

del suelo,

etc.) y tampoco completamente

integrables

en

la

futura

construcción

del

Estado de

bienestar.55

La reducción

numérica

de

la

conflictividad

en raxonomías

de comportamientos

es claramente insuficiente

para

verificar

las

hipótesis

propu€stas sobre ella.

Como

nos

avisaba un historiador

versado

en

el

estudio

del

comportamiento

humano,

hablando

de

los desmanes

economicistas:

Su

homo

economicus no

era una sombra

vana solo

porque

lo

suponía

exclusivamente

ocupado en

sus intereses:

la peor

ilusión

consistía en imaginar

que

pudo

formarse

una idea tan

clara

de sus intereses No

hay

nada más

raro

que

un propósito,

decía Napoleón

[...]

Falsearíamos

seriamenre el

problema

de las

52.

tsrivill,

J.,

y dc

le

Hoz,

J.

M., La

culturt politica

dels

treb¿lladors

a

()at¿,

Irtnla.

Esndi de les eletcions

sindicals

(194.1-1987),

Btrcek>na,

Magran:r,

1988,

p.

62. I-a

traducción es mía.

5.J.

Ver: Miguélez

L.obo, F.,

SF¿r /¿ enprasd

modelo

del

régimen,l)opesa,

t)efcctona,

I

y/,/.

54.

Quicn

sí que sc atrevc a utilizarlo,

con toda una seric rle

reserv:rs nretodo-

lógicas, cs

[Jabiano.

Ve r: I]abiano

Mora,

J.,

Enigruntes...,

pp.259

-

260.

55.

LJr-r rnagnífico estudio

clc csta rcaliclad lo clelren¡os

a: Martíncz-,

R., 17

mouitncnt

ueinal ¿

l'irea

metropo/itana

cle llarcelona dumnt

el ardoJi.artquisme

1,

/a

transició: el

cas

de Sahadell

(

1

966-

I

976

),'lesin¿

inüdira,

UI)F-, 1999;

M¿rtirez, R.,

uConstruir

futtLrs.

l.¿ dime nsió

anticapitalista

del

rnovinrcnr

vcln¿1,,

en: Molincro,

(1.,

c YsiLs, P., Cowtruint

la ciutat

democritica...,

pp.265-317.

lJo

causas

en

historia

si

lo

re<lujéranlos'

en

todo

tnclmento

y

lugar'

a

un

Problema

de

Inotivos't6

l-as

motivaciones

existían,

pero

dc

forma

demasiado

comple-

ia,

contradictoria

e

i,ttttcot'"tlda.para

reducirlas

a

un

binomio

intcrpretativo

econolnía-política'

E'l

cstudio

de

esta

confl

ictividad

;'..;i;;

.l;

un..*plit*tibn

"

lo

[argo

del

tiempo

en

su.dialéctica

..rnfl

i.ti

rid"d-organización,

confl

ii"tividad-política'

politización-

:;;il;i'iJ;J,

y

il,i'

allá

<le

esto

(proceso

que

grosso

.Tlo'1o

v",'::1

esrucliado)

hay

una

dimensión

del

conflicto

irrerJuctrble

que

nace

r.i..*.li"f

át.rdio

del

conflicto

como

un

momento

especial

del

temoohistórico

del

movimiento

obrero'

Un

conflicto

-esPecialmen-

::

{;;;';;;;;;-;i.'"'rial

donde

las

huelgas

suPonen

un.

hecho

.**o.¿in"'.io

y

no

tienen

mecanismos

de

institucionalización,

esto

es,

d.e

normalización-matca

un

momento

especial

en

las

trayecto-

,i"t,ri,"l.,

de

sus

particiPantes'

Se

interrumpe

el

tiempo

de

la

rutina

cotidiana

y se

irrumpe

ttt

ttt'

tiempo,nuevo

con

sus

Propias

medidas

temDorales

-el

desarrollo

de

los

dift""ttt

hechos

del

conficto-'

;ffir:';;

hr;;;i;,

las

relaciones

sociales

salen

de

la

legalidad

y

;;;ig;"

p.t

los

principios

de

organizaci.on

propio¡

O:]l

tl:::::l

,.rit"ud.r.

Todos

estos

elementos

cristalizan

a

Partlr

de

las

ltneas oe

tensión

encubiertas

en

el

momento

anterior

al

conflicto'

pero

toman

;;;;i;""

lógica

diferen

ciadayautónoma'

No

es

extraño'

sobre

toclcr

bajo

el

fran{uismo,

ver

cómo

una

huelga

que

e,mnief]

f : :11'::i':"

.",

d.t.r-iÁadas,

cambia

de

naturaleza

en su

decurso

Por

multlptes

f,rctores:

la

represión,

la

comprobación

de

la

realidad

de

las

fuerzas

v

capaciilade,

.ott.,,tt"''"es

en él'

la evolución

de

sus

actores'

etc'

lüil;;;;o.,fli.ro,

aclemás'

los objetivos

desarrollados

dttrantc

i"

n".fg"

-la

libertacl

de

los

detenidos'

la posibilidad

de

reunirse

",.¡i""-."re,

la dimisión

de

alguna

autoridad'

etc'-

Pueden

ser

más

im¡rortantes

p¿rra

evaluar

tfé*itu

o

fracaso

de

una

huelga

que

i^

.otrJ.*.i¿n

d"

lo,

motivos

iniciales'

En

este

contexto

¿q9é

"1:

ouede

cxplicar

l"

,.cogiJt

csradísticrr

realiz'aJ¿

por

las

euroridades? El

:',,;;i;

i;i;;,,fli.,o

i"ticula'

implica

pocler

analizr'

dc

fornra

ex-

traorciinaria

estos

asp:cto'

y

'nl"-t"tt

la

acumulación

de

diFerentes

D7

t37

Page 20: La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

7/23/2019 La Conflictividad Obera Bajo El Franquismo. Elementos Para Una Interpretación

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rnvestrgacrones

nos

perni

tirá

avanzar

rearmente

en ra

interpretación

.y

categorización

global

de la

conflictividad

duran,.

"l

ft".,q,rlr,'o.

Las

tipologías

¿cruales

pueden

i.r,".pr.r".

po*,

ig.r"t

un

paro

parcial

duranre

elJuicio

de

Burgos

th".lg"'poiir,iJ

q.,.

una

huelga

local

o

regional,qu.

..trperarrdo

po,

,-,-.oii.ro,

..o.ráÁi.o,

(h,r.

lgJ..o

n;-

mica),

en

la

misma

huelga

carnbi"

,,r,

,rbj.fiuos

y

pide

la

climisión

de.las

autoridades

y

la

consecución

cle

litertades.

¿Son

realmente

reducibles

a las

taxánomías.actuales?

¿Estas

ex¡rlican o

deforman

la

realidad

de

la

conflicrividad

bajo

el

n""qt,lr_ul

^.

O.

hecho

estos

paradigmas

y

rr.

-étodos

inrerpretarivos

nos

otrecen

solo

fotografías

de

una

realidad

social

congel",l"

".,

.,r-, ,rro-

1en¡o

dado

y

las

f,otografias

en

hisroria,

la

ciencia

del

ser

humano

cn

er

trempo,

no

son

*::::lj:]i."1",

hecha

de

forog."_".

continuados

en

los

cuales

tan

importantes

son

ras

pnmeras

secuen,

cias

como

las

últimas

n.."

.n,.rü.,

t"

.o_pt.;idad

de los

hechos.

La

realidad

social

no

.

tienenrerieve,;.;i;;

j,dX

jTT*,*J:.JH::i'.T."*i:ij,.T[:

dos

dimensiones

de

ra

fotografía.

;;;;','""-itu,'

en

la

tercera,

ra

f¡_.,119td"d,

y cr-rando

hablimos

¿. t,ir,or;i,

incluso

en

la

cuarta,

el

tlemDo.

r38

t39

IV.

E,L

FACTOR

INESPERADO"

MOVIMIENTO

OBRERO

Y

CAMBIO

I'OLÍTICO

uQue

el

número

cle

nuestros

mieml¡ros

sea

ilimi-

tado,,

[...]

lloy

en clía,

podríamos

omitir

un

lema

como este

conside¡ándolo

una

peroglullada;

y

sin

embargo

es

uno de

los ejes

sobre los

que gira

ia

historia.

Significa

el fin de

cualquier noción de

exclusividad,

el fin de

la política

como el

coto de

alguna

élite

hereditaria o grupo

de

propieclad.

[...]'

Abrir

las puertas

de par

en

par

a

la

propaganda

y

la agitación

de esa

forma

uilimitada,

suponía

una

nueva

noción

de democracia,

que

desechaba

an-

tiguas

inhibicioncs

y

con6aba

en

los

mecanismos

de

movilización

y

organización

que

existían

entre

la

población.

E.P.

THoMPS0N

La

fbrmación

de

la ckse

obrera en

[nglaterra

Cuando

corría

el aí'o

1964 el

franquismo

se encontraba

proba-

blemente

en el punto

más dulce

de su trayectoria

como régimen

político.

Habían pasado

ya

veinticinco

años desde

Ia

victoria, años

que

no

habían sido

siempre

felices.

La supervivencia

del

régimen

tras

la

derrota

de

las potencias

del

eje en

Lln entorno

in¡ernacional

inicialmente

hostil, se

había

gestado

sobre

esa sencilla

consigna

de

(larrero

Blanco,

la

ueminencia

gris

dei

régimenr, que

pretendía:

uorden,

unidad

y

aguantar(.

Sobre

eso y sobre

la victoria.

La

victoria

no entendicla

solo

como la

suerte

final

de

un bando en

una guerra'

en

este caso

además,

civil,

sino cromo

una cultura de

poder

y

ordenación

social.

La

victoria,

y

la

violencia desatada

Para

su implantación'

era

en

este

sentido,

el principio

y

el

fin

del

consenso

franquista.

Aquella que

explicaba

el

origen del

régimen, pero

también

aquella

que

separaba