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POLARIZACIÓN: DE LA ESFERA POLÍTICA AL TEJIDO SOCIAL NACIONAL TERCER INFORME DE CONFLICTIVIDAD EN BOLIVIA De Julio a Diciembre de 2008
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info_conflic_seg_semes-2008

Mar 30, 2016

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T ERCER I NFORME DE C ONFLICTIVIDAD EN B OLIVIA De Julio a Diciembre de 2008
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POLARIZACIÓN:

DE LA ESFERA POLÍTICA

AL TEJIDO SOCIAL NACIONAL

TERCER INFORME DE CONFLICTIVIDAD EN BOLIVIA

De Julio a Diciembre de 2008

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Créditos

Página 2

Equipo responsable de la Fundación UNIR Bolivia

Dirección Ejecutiva: Antonio Aramayo Tejada

Gerente del Área Diálogo y Gestión del conflicto: María Soledad Quiroga Trigo

Equipo de análisis Antonio Aramayo , María Soledad Quiroga y Jorge Mercado

Seguimiento e interpretación de la Base de datos: Jorge Mercado

Registro y sistematización de conflictos: Óscar Meneses

Diseño informático de la base de datos: Guetzy Nicols

Comunicación y difusión: Unidad de Prensa y Promoción

Derechos reservados: Fundación UNIR Bolivia

Marzo 5 de 2008

[email protected]

www.unirbolivia.org

Page 3: info_conflic_seg_semes-2008

Tabla de

contenidos

Página 3

Página

Presentación 4

1. Seis meses de Conflictividad 5

2. El Conflicto Político 11

3. Conclusiones 17

Notas finales

Índice de Cuadros

19

Cuadro 1: Cantidad de conflictos por mes

5

Cuadro 2: Conflictos por nivel de gravedad 6

Cuadro 3: Tipos de conflicto 6

Cuadro 4: Sectores demandantes 7

Cuadro 5: Actores demandados 8

Cuadro 6: Conflictos por departamento 9

Cuadro 7: Medidas de presión 10

Cuadro 8: Alcance de medidas de presión 10

Cuadro 9: Triángulo de la violencia de Johan Galtung 14

Cuadro 10: Fases del conflicto CONALDE – Gobierno central 15

Cuadro 11: Línea del tiempo del conflicto CONALDE – Gobierno central 16

índice

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PRESENTACIÓN

El presente informe abarca el seguimiento a la conflictividad nacional en el periodo comprendido

entre julio a diciembre de 2008. En estos seis meses se registraron un total de 68 manifestaciones

explícitas de conflicto, desde protestas vecinales hasta movilizaciones nacionales que llegaron a un

nivel de crisis.

El informe se cimenta en la información disponible en una base de datos virtual, que UNIR ha ido

construyendo desde enero de 2006 y que actualmente contiene un registro de 897 conflictos. Esta

base informática es nutrida a través del trabajo de un equipo especializado, que realiza una revisión

exhaustiva de seis periódicos de alcance nacional (La Razón, La Prensa, Los Tiempos, Opinión, El

Deber y El Mundo) para registrar todos los acontecimientos conflictivos en una matriz de

sistematización, que permite contar con datos digitalizados sobre los actores, los temas en conflicto,

resúmenes narrativos, tipologías del conflicto, cronología, medidas y formas de gestión del conflicto,

entre otros.

La matriz de sistematización también permite medir la relevancia de los conflictos desde tres

diferentes dimensiones: su duración en días, su gravedad en cuanto a niveles de violencia y su

alcance geográfico o la expansión del conflicto, en referencia a la trascendencia de las medidas de

presión asumidas(1). En este sentido se entiende el conflicto como un fenómeno tridimensional en el

que se debe considerar el tiempo, los niveles de gravedad y el alcance geográfico de las medidas de

presión.

La base de datos de UNIR diferencia cinco niveles de gravedad de los conflictos: conflicto latente

(nivel 1), manifiesto (2), confrontación (3), enfrentamiento violento (4) y crisis de gobernabilidad

(5). Es así como se puede proyectar un perfil individual del conflicto basado en su duración y en los

niveles de gravedad o escalada (0).

El concepto de conflictividad –base de este análisis- se usa desde hace más de una década en las

ciencias sociales de habla hispana para diferenciar el conflicto como fenómeno puntual de un

proceso social articulado que da cuenta de fisuras profundas y tendencias de transformación(2).

Es importante señalar que este informe tiene ciertas limitantes que restringen su exactitud, la

principal de éstas es que la fuente de información es exclusivamente la prensa escrita, lo que si bien

permite contar con información bastante completa y rica presenta como desventaja que la cobertura

de los conflictos está supeditada al interés noticioso, por lo que generalmente se reportan cuando se

encuentran en etapa de confrontación, dando poca cobertura a las fases de pre y post conflicto.

Asimismo es una limitante el escaso acceso a información sobre conflictos suscitados en ciudades y

localidades pequeñas, que generalmente no son recogidos por la información periodística, lo que

En el segundo semestre de 2008

la escalada de conflictos llegó

al nivel de crisis.

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puede crear un desequilibrio en el análisis estadístico; sin embargo, cuando este tipo de conflictos

adquiere un alcance más amplio son reportados por la prensa.

Por otra parte, es necesario tomar en cuenta el dinamismo propio de los conflictos y de la

conflictividad, que puede sufrir transformaciones repentinas que afecten el juego de poder de los

actores involucrados. Por ello los datos y el análisis contenidos en el presente informe son siempre

circunstanciales, y pueden requerir ajustes y modificaciones de acuerdo a los nuevos contextos.

1. SEIS MESES DE CONFLICTIVIDAD

La conflictividad vivida en Bolivia entre los meses de julio y diciembre de 2008 se caracteriza por los

diferentes grados de escalamiento y desescalamiento en los niveles de agresividad y violencia de los

68 eventos conflictivos registrados en este periodo. En el cuadro 1 se refleja la distribución por mes

de los 68 conflictos ocurridos en el semestre, a pesar de que diciembre mostró una cantidad mayor

de conflictos, es en septiembre donde se condensaron lo niveles más altos de violencia expresa (Julio

20.5 %, agosto 10. 2 %, septiembre 13.3 %, octubre 17.6 %, noviembre 17.6 %, diciembre 20.5 % de

cantidad de conflictos ).

El cuadro 2 muestra que los conflictos que se han hecho manifiestos, sin llegar a enfrentamientos,

son los mayores en número (33), sin embargo los de mayor impacto en la vida política del país son

aquellos que alcanzan niveles de violencia continua (3) y crisis de gobernabilidad (1).

El conflicto da cuenta de

fisuras profundas y

tendencias de transformación.

Página 5

20%

10%

13%18%

18%

21%

Cuadro No. 1. Cantidad de conflictos por mes

Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre

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Un porcentaje importante de los conflictos registrados en esos meses se originaron en temas

laborales y salariales (38.2%), seguidos por los referidos a la administración de recursos públicos

(25%), cuestiones legales (10.2%), demandas por obras públicas (8.8%), cuestionamiento a

autoridades (5,8%), y conflictos plenamente políticos (2.9%), existe también un porcentaje que

combina temas políticos con los de administración de recursos (2.9%), ambientales (2.9%) y por

incumplimiento de convenios (2.9%).

La mayor parte de los conflictos en Bolivia están motivados por demandas laborales y salariales:

fuentes de trabajo, presupuesto, pago de beneficios sociales y otros, y son de carácter cíclico, es decir

que se repiten cada cierto tiempo. Pese a ser recurrentes, raramente estos conflictos alcanzan

preponderancia en la agenda pública, probablemente porque su condición cíclica les resta

notoriedad noticiosa. Sin embargo, se han dado algunos casos que rompen la norma, como los

problemas suscitados entre trabajadores mineros y empresas (Sinchi Wayra en Potosí, y Metalúrgica

Vinto en Huanuni), en que se produjeron fuertes reacciones contra el despido de trabajadores. Otro

conflicto que trascendió los límites previsibles es el desatado por el D.S. 29836 que restringe la

importación de vehículos usados, provocando movilizaciones de distintos sectores a nivel nacional,

durante las que perdió la vida un joven.

Cuadro Nº 3 Tipos de Conflicto

Tipo de Conflictos Nº

Laboral/Salarial 26

Administración de Recursos 17

Legal 7

Demanda por Obras 6

Cuestionamiento a Autoridades 4

Político 2

Político y Adm. de Recursos 2

Ambiental 2

Incumplimiento de convenios 2

Seis meses de conflictividad

permanente

Página 6

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Página 7

La clasificados temáticas permite

identificar los asuntos que de manera

recurrente generan conflictos.

La cantidad de conflictos clasificados por temáticas permite identificar los asuntos que de

manera recurrente generan conflictos. Sin embargo, esta variable no es determinante en cuanto

al grado de afectación directa a los procesos de gobernabilidad y paz social, puesto que hay

temas que, pese a ser poco recurrentes, tienen un fuerte impacto sobre la gobernabilidad y la

gestión pública. Un ejemplo de ello son los conflictos que suman demandas políticas a

demandas sobre la administración de recursos públicos, y que han cobrado mayor importancia

en la conflictividad nacional; uno de éstos, motivado por el pedido de administración de los

recursos provenientes del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) que se sumó a las

diferencias políticas existentes entre el gobierno nacional y algunas regiones, alcanzando un

grado de crisis de gobernabilidad.

Entre los sectores demandantes en los conflictos, los más frecuentes son los gremios y

sindicatos que representan 22,5%, las comunidades y juntas vecinales 20,5%, el transporte

13,2%, los sectores de salud y campesino representan 8,8%, los mineros 7,3%, los

universitarios 5,8%, el sector agropecuario 2,9%, y el 10 % restante de las demandas están

distribuidas proporcionalmente entre empresarios, partidos políticos, jubilados, educación

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básica y organizaciones como el Comité de Intereses del Chaco, el Consejo Nacional para el

Cambio (CONALCAM ) y el Consejo Nacional Democrático (CONALDE).

En cuanto a los actores más demandados, el gobierno central sigue siendo el mayor receptor

de las peticiones de los diferentes sectores (45.5%), seguido por los municipios (19.1%), las

prefecturas (11,7%), las universidades (5,8%), el CONALDE, las empresas mineras, la Policía y

el Congreso Nacional son demandados en la misma proporción (2,9%), mientras que la Corte

Electoral de Oruro, los transportistas sindicalizados de Tiquipaya y los gremiales de La Paz

fueron demandados en 1,4%.

La distribución geográfica de los conflictos hace referencia a los lugares en que éstos

surgieron, no al sitio en el que tienen mayor impacto. Existen conflictos que por su importancia

y complejidad tienen un impacto que trasciende el lugar de su surgimiento, pudiendo afectar a

uno o más departamentos.

El departamento de La Paz continúa siendo el escenario con mayor cantidad de conflictos

39,7%, le siguen Santa Cruz con 16,1%, Cochabamba con 14,7%, Tarija y Oruro con 7,3%,

Potosí con 5,8%, y Beni y Chuquisaca, ambos con 4,4%(4).

Los conflictos clasificados por temáticas

permite identificar los asuntos que de

manera recurrente los generan.

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Actor más demandado: el

gobierno central, sector más

demandante: gremios y sindicatos

Cuadro Nº 6 Conflictos por Departamento

El tipo de medidas de presión utilizadas es otro parámetro importante para medir la

conflictividad y los grados de violencia que ésta alcanza. Durante los seis meses que cubre el

presente estudio el país estuvo inmerso en numerosos conflictos que pusieron en escena una

variedad de medidas de presión que es necesario valorar ya que son éstas las que posibilitan la

visibilidad del conflicto en la agenda mediática y política y, por tanto, en la agenda pública.

Además, los efectos de los actos de presión están intrínsecamente ligados a la afectación de la

paz social e incluso de la gobernabilidad.

En el semestre las medidas de presión más recurrentes fueron la toma de instituciones con

22,5%, el bloqueo con 19,8%, la marcha con 15,8%, la huelga con 14,5% y el enfrentamiento

con 10,5%.

Las medidas de presión utilizadas por los actores en conflicto tienen un alcance diferenciado y

que puede estar o no en correlación con el tipo de demanda. La mayor parte de las medidas

tiene un alcance que afecta sólo a la institución u organización de las que son parte los

demandantes (intrainstitucional 33.8%), otro alto porcentaje corresponde a medidas que

afectan a usuarios o beneficiarios de los sectores movilizados (extrainstitucional 29.4%), y el

menor porcentaje corresponde a las medidas de presión de alcance nacional que afectan la

estabilidad y paz social (5.8%).

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El menor porcentaje corresponde a las

medidas de presión de alcance nacional

que afectan la estabilidad y paz social

recurrente.

Cuadro Nº 8. Alcance de las medidas de presión

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2. EL CONFLICTO POLÍTICO

El panorama de la conflictividad nacional en los seis meses que abarca el presente análisis

incluye algunos de los episodios más importantes de la historia política nacional, desde el inicio

de la Presidencia de Evo Morales.

La polarización política que vive Bolivia se hizo más extrema en el mes de septiembre de 2008,

cuando el conflicto político entre el CONALDE, los movimientos sociales y el CONALCAM derivó

en una serie de medidas de presión en cuatro regiones del país: toma y destrucción de

instituciones públicas (23), bloqueos (4), paros cívicos departamentales (4) y enfrentamientos

violentos entre agentes del orden y movimientos sociales y cívicos (7). El conflicto alcanzó el

grado de violencia máxima cuando se produjeron los hechos luctuosos en Pando(5).

El tema que aglutinó a las fuerzas sociales y políticas regionales fue la distribución de los

recursos provenientes del IDH, sin embargo es necesario advertir que éste fue el detonante tras

el cual se encontraba un complejo entramado de demandas contrapuestas y visiones de país

antagónicas entre el Gobierno del MAS y los movimientos sociales, por una parte, y los

gobiernos prefecturales y movimientos cívicos de las regiones opositoras, por otra, diferencias

que han ocasionado un profundo distanciamiento entre las partes y que han debilitado el ya

frágil tejido social boliviano. Las medidas de presión ejercidas en las regiones llegaron a tener

un alcance suficiente para generar momentos de anomia y de ausencia de Estado; para

recuperar el control, el gobierno aplicó medidas de excepción, como el Estado de sitio en el

departamento de Pando.

En este sentido, se presenta una vinculación extrema entre la polarización y la radicalización

que, en palabras de Kvaternik, se describe como “una situación en la cual los principales

actores políticos no están dispuestos a embarcarse en un proceso de cooperación y

compromiso, porque se encuentran intensamente comprometidos con sus preferencias –lo que

les impide ceder-”(6).

El descontrol sumado a los altos niveles de violencia de las movilizaciones llevó a catalogar al

conflicto como perteneciente a una escala de crisis de baja intensidad por los grados de

violencia alcanzados y de crisis de alta intensidad por sus efectos en el plano político.

Se trata de una crisis violenta de baja intensidad ya que, aunque los medios de comunicación y

la ciudadanía en general la percibieron como una crisis extrema, no se verificaron aspectos

tales como grupos armados activos, enfrentamientos constantes, altos niveles de violencia y

La toma de instituciones fue la

medida de presión más

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El conflicto político

otros. Según Jean Pictet, basándose en el Derecho Internacional Humanitario, para que los

grados de violencia expresa sean reflejo de un conflicto que ha escalado a niveles de crisis

media o alta, la parte en rebelión contra el Gobierno legítimo debe poseer una fuerza militar

organizada y una autoridad responsable de sus actos que actúe sobre un territorio

determinado. Estos criterios, en palabras de Vicente Garrido, son útiles en cuanto permiten

distinguir un verdadero conflicto armado de un acto de bandidaje o de una insurrección

desorganizada y de corta duración(7).

En el caso de una crisis política de alta intensidad ya que los actores políticos enfrentados

fueron sobrepasados por sus bases, generando una situación de caos que afectó tanto a los

niveles nacionales, como a los departamentales y regionales. La presencia del Estado y de sus

órganos constituyentes se perdió en ciertos momentos en regiones importantes del país y se

verificó una ausencia del Estado de derecho.

El gobierno nacional se vio en una situación de pérdida momentánea de autoridad en varias

regiones, su poder de coerción fue neutralizado por las acciones de hecho y el descontrol

subsecuente. Si bien inicialmente no intervino para evitar desencadenar una mayor violencia

que podría tener graves consecuencias en la gobernabilidad y un alto costo político, finalmente

decidió intervenir militarmente en Pando y declarar el Estado de sitio, lo que le permitió

recobrar el control del departamento, pero dio lugar a polémicas detenciones y a un accionar

que fue cuestiones.

La polarización política ha generado intolerancia, rechazo hacia “el otro” y enfrentamientos.

Las imágenes hacia el otro son de extrema desconfianza, a quien se identifica como enemigo. La

polarización han trascendido la arena política y se ha insertado en el tejido social, provocando

actos de estigmatización, racismo y violencia entre segmentos de la sociedad, ligados a

diferencias ideológico políticas. Como resultado del intenso proceso de politización de los

grupos sociales y regionales, se han producido actos de agresión entre miembros de un mismo

segmento socioeconómico.

Las movilizaciones y medidas de presión ejercitadas en los departamentos de la denominada

“media luna” y los trágicos hechos de Pando obligaron a los actores políticos en pugna a

reconocer la imperiosa necesidad de entablar un proceso de diálogo, que gran parte de la

ciudadanía venía demandando. Sin embargo, la propia polarización política hacía difícil

encontrar personas e instituciones que pudiesen fungir como facilitadores de un proceso de

diálogo, por lo que se aceptó la presencia de veedores internacionales y de la Iglesia Católica,

como testigos de este proceso (terceros imparciales).

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La organización de mesas de trabajo técnico y político permitió un avance significativo en los

asuntos técnicos, sin embargo las diferencias políticas no permitieron la firma de un acuerdo.

Esto no significó que el diálogo fuera un fracaso, ya que el hecho mismo de que los actores se

sentaran en una mesa de negociación era ya un logro.

A pesar de que el conflicto fue reencauzado por las vías democráticas, lo que demuestra en los

hechos un proceso de desescalamiento de los niveles de violencia, no se puede afirmar que el

conflicto haya sido transformado. Más allá de los acuerdos políticos que se dieron en el

Congreso Nacional, que sirvieron para concluir el proceso de ajuste a la propuesta de

Constitución iniciado en el Diálogo de Cochabamba, el conflicto se encuentra actualmente en

estado de latencia con muchas probabilidades de reactivarse en un proceso de escalamiento de

violencia. Que esto ocurra depende de un conjunto de factores, de la voluntad de los actores

políticos para manejar la situación, de las acciones del gobierno como ente formal de

representación nacional, de la visión y acciones de los movimientos cívicos y sociales, además

del rol que juegue la oposición.

Dentro del contexto global, los hechos acontecidos en Pando no conforman el epicentro del

conflicto, sino un episodio (el más violento), que tiene su raíz en las profundas diferencias

existentes entre las facciones oficialistas y opositoras, diferencias que quedaron claramente

establecidas previamente en los debates de la Asamblea Constituyente, que posteriormente

fueron simbolizadas con la aparición del CONALDE y del CONALCAM, y que finalmente se

materializaron en los enfrentamientos violentos ocurridos en los departamentos de Santa Cruz,

Beni, Pando, Chuquisaca y Tarija.

Para tener una clara perspectiva de la situación de los actores polarizados y de la población que

es víctima de la confrontación y de la violencia, es necesario identificar los diferentes tipos de

violencia que se están viviendo en Bolivia que, a decir de Johan Galtung, pueden ser visibles,

como la violencia directa, o invisibles, como la violencia cultural y la violencia estructural.

“…el triángulo de la violencia tiene sus propios ciclos viciosos. Los efectos visibles de

la violencia directa son conocidos: los muertos, los heridos, los desplazados, los daños

materiales; todo ello afectando cada vez más a los civiles. Pero es posible que los

efectos invisibles sean aún más viciosos: la violencia directa refuerza la violencia

estructural y cultural. En especial, el odio y la adicción a la venganza a causa del

trauma sufrido por parte de los perdedores, así como la sed de más victorias y gloria

por parte de los vencedores.”(8)

El gobierno nacional se vio en una

situación de pérdida momentánea

de autoridad en varias regiones.

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Es imperioso entender que el manejo de este conflicto, así como el de los conflictos sociales en

general, debe darse en el estricto marco democrático como requisito sine qua non para el

bienestar social y el sano funcionamiento del sistema político, pues no debe olvidarse que,

como señala Gianfranco Pasquino, la democracia continúa siendo “el sistema político que

permite la máxima expresión del conflicto, y su función innovadora es capaz de garantizar el

máximo de autocorrección.”(9)

Por ello es una responsabilidad de todos analizar los motivos que llevaron a parte de la

población boliviana a tomar acciones de hecho con altos niveles de violencia, desentrañar las

realidades subyacentes a las motivaciones arraigadas en los niveles de violencia estructurales y

culturales, evitar caer en la facilidad de pensar que una vez se impuso el cese al fuego, el

conflicto se solucionó, pues cometeríamos el error de entrar en un tiempo de tregua, esperando

un nuevo episodio de confrontación. Volviendo a citar a Galtung, “…la reconstrucción que se

intente sin eliminar las causas de la violencia conducirá a su reproducción.”

Cuadro Nº 10 Fases del Conflicto CONALDE – Gobierno Central

(página siguiente)

Según Galtung hay tres

tipos de violencia

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3. CONCLUSIONES

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Los hitos del conflicto

Gobierno Nacional—

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Los datos del conflicto

Gobierno Nacional—

CONALDE

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3. CONCLUSIONES

El mes de septiembre de 2008 registró el índice de convulsión social y violencia más alto vivido en el país desde la llegada al poder del Presidente Morales.

El conflicto entre el CONALDE y el Gobierno central, así como los aliados de cada uno respectivamente, alcanzó un nivel de crisis de baja intensidad en la escalada de violencia, y de alta intensidad en lo político, convirtiéndose en el momento más complejo para la gobernabilidad nacional en los últimos tres años.

El manejo de la crisis con la utilización de una medida de excepción, como el Estado de sitio, sirvió para reestablecer el orden en Pando; sin embargo, si bien se produjo un desescalamiento de la violencia expresa, el conflicto se mantiene latente y podría reactivarse si no se hace un manejo cuidadoso de la situación, con especial atención a las causas desencadenantes. En general, en las regiones opositoras al gobierno se mantiene una paz inestable.

El juego de poder entre el gobierno central y la oposición parece haberse modificado transitoriamente, especialmente después de los hechos acaecidos en el mes de septiembre que desgastaron a las fuerzas opositoras.

Es imperioso trabajar aplicando metodologías que permitan la transformación de la conflictividad política nacional y el fortalecimiento de la paz social, la reconciliación y los procesos de resiliencia. También se debe trabajar para desarrollar capacidades en las poblaciones afectadas por la crisis para sobreponerse al dolor emocional y a la incertidumbre.

Si no se realizan esfuerzos para hacer un manejo adecuado de la postcrisis, las posibilidades de que la crisis se reactive son mucho mayores, con el riesgo de que la próxima ola del conflicto sea de características tan violentas que no sea posible frenarla a través de la coerción y la coacción permitidas por ley.

Es evidente que la polarización ha traspasado las esferas exclusivamente políticas y se ha insertado en el tejido social nacional, lo que es extremadamente peligroso para la estabilidad y la paz social. Asumir este hecho y trabajar para la deconstrucción de la imagen del otro como enemigo, y la construcción de una visión de país pluralista y unido, es de fundamental importancia.

Trabajar en el análisis y visibilización de los componentes de las acciones violentas es una tarea pendiente para los actores con responsabilidad política, tomando en cuenta los niveles visibles de violencia directa, como los niveles invisibles y más profundos, que son estructurales y culturales.

Reflexiones

finales

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El eje troncal registra el

mayor número de eventos

conflictivos

Entre julio y diciembre de 2008 se registraron 68 eventos conflictivos, de los cuales cuatro tuvieron repercusión nacional, como el cerco a Santa Cruz, el cerco a Sucre, el paro y bloqueo en el Chaco y el conflicto entre el CONALDE y el gobierno nacional por la distribución del IDH.

Si bien los conflictos de tipo político son los más visibles, en realidad la mayoría de los que se produjeron en el período analizado son de tipo laboral/salarial, seguidos por los referidos a temas de administración de recursos, sumando entre ambos 43% del total de los conflictos registrados.

Los conflictos de índole sectorial que involucran a gremios y sindicatos de distinta índole son los más recurrentes; en muchos casos se pueden sumar a acciones nacionales de gran impacto, como ocurrió en el conflicto de los discapacitados.

El gobierno central sigue siendo el actor más demandado, siendo el receptor de 45.5% de las demandas.

El eje troncal registra el mayor número de eventos conflictivos, siendo el departamento de La Paz el que acumula 39% de los éstos.

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Notas finales

(0) La base de datos de UNIR diferencia entre 5 niveles de gravedad que se refieren a: Conflicto

Latente (nivel 1), es decir aquellos que están en proceso de emerger; Manifiesto (2), enmarcando a

aquellos que ya han alcanzado visibilidad pública, pero sin enfrentamientos directos; Confrontación (3),

refiriéndose a los conflictos que presentan brotes ocasionales de violencia de baja intensidad;

Enfrentamiento Violento (4), agrupando a los conflictos que han escalado a una constante de violencia de

baja, media o alta intensidad; y Crisis de Gobernabilidad (5) abarcando a las temáticas conflictivas que han

llegado a afectar la arena política al grado de traer consecuencias a los procesos de gobernabilidad y

gestión pública, además de dañar fuertemente la paz social. En base a esta categorización es como se

proyecta un perfil individual del conflicto basado en los días y los niveles de gravedad o escalada.

(1) La matriz de registro de conflictos fue elaborada por un equipo multidisciplinario, incluyendo a

especialistas en conflictos, comunicadores e informáticos, con aportes del Instituto Internacional de

Heidelberg para la Investigación sobre Conflictos y los modelos de escalada de Friedrich Glasl.

(2) “El análisis de la conflictividad constituye una puerta de acceso importante a la comprensión de

las transformaciones estructurales y a las dinámicas sociales…” Primer encuentro latinoamericano por un

nuevo pensamiento, Buenos Aires, 2001.

(3) Ferrero R.: La moderna macroeconomía neoclásica y sus consecuencias para la formulación de la

política económica. Documento de trabajo consultable en el website de la Universidad Complutense de

Madrid: http://www.ucm.es/BUCM/cee/doc/9811/9811.htm

(4) No se cuenta con información de conflictos que hubiesen nacido en Pando, pero si con la de

aquellos que han tenido repercusiones importantes en este departamento, como el conflicto entre el

CONALDE y el Gobierno Central.

(5) Decreto Supremo Nº 29705, 12 de septiembre de 2008

(6) KVATERNIK, E.: Polarización, perspectiva y casos: a la búsqueda de una tipología. Instituto de

Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Católica Argentina. Buenos Aires.

(7) GARRIDO, V. La Seguridad y Defensa en el Contexto Internacional Actual. Ilustre Colegio de

Abogados de Madrid, Enero 2008

(8) Galtung, J. Violencia, Guerra y su Impacto. Se puede consultar en : http://them.polylog.org/5/fgj-es.htm

(9) Pasquino, G.: La Oposición, Madrid. Alianza Editorial. 1998. Pág. 119.

El complemento

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