Alumnos/as de 6ºA HISTORIAS DE ÁRBOLES
Alumnos/as de 6ºA
HISTORIAS
DE
ÁRBOLES
LA CASA DEL ÁRBOL
Era un árbol llamado Sana que vivía cerca de una casa y en esa casa vivían dos niños,
Izan y Nicolás, con sus padres Rufo y Marta y su perro Zar. A Izan y Nicolás les gustaba
mucho jugar a la pelota en el jardín.
Un día cuando estaban jugando se les quedó la pelota encolada en las ramas de Sana.
Nicolás e Izan se pusieron tristes porque no podían seguir jugando. Era de noche y, después
de cenar, se fueron para la cama. Mientras Nicolás e Izan descansaban, Sana hizo mover sus
ramas para que la pelota cayera al suelo.
Al día siguiente los niños salieron al prado y vieron que la pelota se había desencolado
de las ramas de Sana.
Nicolás dijo:
-Tengo una idea.
Izan preguntó:
-¿Qué idea tienes?
-Podríamos hacer una casa en el árbol pero tendremos que preguntar a papá primero si
nos deja y nos ayuda.
Mientras Izan y Nicolás esperaban que su padre llegase, estuvieron pensando y
diseñando cómo iba a ser la casa del árbol. Cuando llegó le preguntaron y él respondió.
-Es una idea magnifica. Hoy iremos a comprar el material y mañana nos pondremos
manos a la obra.
Al cabo de una semana ya habían acabado la
cabaña.
Y todos los días iban a visitar la casa del árbol.
Alicia González Teixeira
Sucedió en Pico Soleado En un lugar llamado Pico Soleado Azafrán vivía, entre bosques alejada de la sociedad,
una hermosa mujer y a la vez árbol. Estaba cansada de vivir lejos de los pueblos y ciudades.
Nunca había visto un humano en aquellas tierras deshabitadas en las que nunca pasaba nada
bueno ni malo, solo pasaba el tiempo muy lentamente por culpa del aburrimiento. Los árboles
nunca hablaban no hacían absolutamente nada, solo fabricar su propio alimento.
Un día llegó un leñador a aquellas tierras y empezó a cortar árboles y más árboles hasta
dejarla a ella sola. El leñador dijo:
-¡Cuánto me ha costado cortar todos estos árboles! Ahora son “troncos muertos”. Solo
me falta cortar un árbol ¡con forma de mujer! – Se sorprendió el leñador – Bueno ahora a
cortar.
Encendió la motosierra y cuando estaba a punto de cortar…
-¡No lo haga!-Exclamó la mujer árbol.
-¡Un árbol que habla! ¡Estoy alucinando o qué me pasa!
El leñador se desmayó y la mujer árbol se preocupó. Después de un buen rato, el leñador
se despertó y le preguntó:
-¿Qué me ha pasado?
-Te has desmayado al oírme hablar. Soy una mujer árbol y mi nombre es Lurdes.
-Encantado yo soy Juan. Ahora tendré que asumirlo... ¡Bueno a cortar!
-Por favor no me cortes. Yo quiero vivir y escribir obras literarias como Jacinto
Benavente.
-Y yo quiero tener leña para cuando llegue la Navidad.
-¿Qué es la Navidad?
-Es una fiesta en la que se hacen regalos a los niños buenos y a los que se portan mal les
regalan carbón, pero no de comer sino del que se utiliza para las barbacoas en verano. Me has
convencido no te cortare porque hablas y eso para un árbol es muy raro. Iré al otro bosque
que allí no hay nadie que hable como tú.
-Sí, sí que lo hay, es toda mi familia ese bosque entero. Lo que sucede es que solo
podemos hablar cuando somos pequeños o cuando eres padre y madre pero cuando nos
hacemos mayores, dejamos de hablar. Por eso ellos ya no hablan y a mí me faltan dos años
para que me ocurra lo mismo. ¿Tú me podrías ayudar a conseguir mi sueño? Pero no podrás
contar esto a nadie, ni persona, ni árbol. ¿Vale?
-De acuerdo. Te ayudaré
Juan dejo su trabajo de leñador y se dedicó a proteger árboles en peligro de extinción.
Beatriz Bernal Maestre
LA BELLEZA DE UN ÁRBOL
Esta historia comienza con una bella dama enamorada. Su nombre era Ana
tenía treinta años y era la persona más bonita que se hubiera visto. Era alta,
delgada y tenía largos cabellos castaños. Pero aunque por fuera era hermosa por
dentro no lo era, no respetaba la naturaleza, tiraba las cosas al suelo y de
pequeña se colgaba de las ramas de los árboles y a veces las rompía.
Su enamorado, por otra parte, era hermoso por fuera y por dentro. Le
encantaba la naturaleza y por eso no le correspondía. Se llamaba Iván y tenía
antecedentes ingleses. Tenía dos ojos marrones preciosos que brillaban como dos
hojas con rocío de la mañana.
Un día por la mañana Ana estaba paseando y comiendo patatas fritas.
Cuando las acabó, tiró el envoltorio al suelo y, de repente, apareció una mujer
rubia con una guirnalda de flores en el pelo y vestida de blanco.
Ana preguntó extrañada:
-¿Quién eres tú?
-Soy la Madre Naturaleza – Contestó.
-¿Qué? ¡Creía que no existías!
-¡Pues existo! ¿Y sabes qué? Yo veo todas tus malas obras y para que te des
cuenta de lo que sufren los árboles y la naturaleza te voy a hacer esto.
Entonces la Madre Naturaleza convirtió a Ana en un árbol. Ana gritó:
-¡Pero qué me has hecho!
-Te he convertido en un árbol para que aprendas la lección y cuando lo
hagas llámame pero no me mientas porque yo sé cuando mientes.-Le explicó la
Madre Naturaleza – Me voy. Piénsalo, vas a tener mucho tiempo.
-Pero ahora como enamoraré a Iván-Se lamentó Ana.
Pasaron los días, las semanas y los meses y Ana lloraba toda la noche y por
la mañana todo se despertaba mojado. Pero no solo lloraba por Iván, lloraba
porque la gente la trataba mal a ella y a los demás árboles. Entonces se dio
cuenta de que no se debe hacer a los demás lo que no quieres que te hagan a ti.
En ese momento apareció la Madre Naturaleza y le dijo:
-Por fin has aprendido la lección.
-¿De verdad?- Preguntó Ana emocionada.
-Sí, pero debes cuidar la naturaleza
-¡Claro! ¡Gracias!
Entonces la Madre Naturaleza volvió a transformar a Ana en una persona
humana y acto seguido se marchó. Ana saltaba de alegría.
Al día siguiente Ana salió temprano a limpiar el parque e Iván que paseaba
por allí la vio y fue corriendo a hablar con ella:
-Ana, ¿dónde has estado? ¿Estás limpiando el parque? ¿A qué se debe ese
cambio?
-Hola Iván, he estado de viaje y sí estoy limpiando el parque. Digamos que
me ha cambiado la vida.
-¡Pues eso es estupendo! ¿Oye, quieres que quedemos luego para tomar un
café?
- Si, me encantaría
-Pues te veo luego en la cafetería del centro
Y cuando Iván se marchó Ana miró el árbol en el que se había convertido y
dijo con una voz muy dulce:
-Gracias.
Claudia García Pajín
UNA HISTORIA MUY LOCA
¡Hola! Me llamo Nerea y os voy a contar una de las historia de mi hermana
Silvia. Le pasan unas cosas de lo más raro. Pero bueno así es mi hermana. Os
cuento.
Mi hermana tiene una hija llamada Sara y un perro llamado Pelé. Hay que
reconocer que es muy guapa y lista, pero es insoportable y una bocazas pero,
sobre todo, no sabe escuchar a los demás. Solo se preocupa de ella. Bueno a lo
que iba.
Silvia se llevó a Sara y a Pelé al parque de perros (hasta ahí todo bien) y se
encontraron con una amiga de la infancia que se llamaba Aitana que, al parecer,
se había convertido en hechicera. Silvia lógicamente, sabiendo cómo es ella, le
dijo de todo y a Aitana le molestó tanto que la convirtió en árbol.
Mi hermana se enfadó mucho pero como era un árbol y no podía hablar se
enfadó mucho más. Después de un rato se dio cuenta de que era inútil enfadarse.
Aitana que había estado esperando allí delante de mi hermana, cuando notó que
se había tranquilizado, se conectó con ella a través de la mente y le dijo:
-Por ser tan desagradable y haberte reído de que era hechicera te he
hecho un conjuro con el que te vas a sentir despreciada por todo el mundo y
cuando vuelvas a ser humana sabrás apreciar las virtudes de los demás y no serás
tan arrogante.
-¿Qué? Seré buena lo prometo pero no me dejes así por favor.
-Solo volverás a ser humana cuando escuches a la Madre Naturaleza.
-¿Y qué quiere decir eso? Aitana ¿estás ahí? Me ha dejado hablando sola.
¡Qué mala persona! Pero si yo hago lo mismo, paso de lo que no me gusta oír.
Pero, ¿qué querrá decir con escuchar a la Madre Naturaleza?
En fin mi hermana se quedó esperando aburrida hasta que vio a Sara y a
Pelé e intentó llamarles pero era inútil, o no tanto. Pelé se acercó para hacer sus
necesidades y no sé de qué forma lo hizo, pero Nerea consiguió contactar
mentalmente con Pelé y le contó que Aitana no la trataba bien y que era muy
mala con ella.
Nerea se puso triste y empezó a llorar. Pero ¿cómo? os preguntareis, si los
árboles no lloran. Pues porque ya no era un árbol. Consiguió comprender a la
Madre Naturaleza que era saber entender a los seres vivos con los que tratamos.
Cuatro años después mi hermana había cambiado y ahora es una persona
encantadora y llena de energía. Para que veas lo importante que es la naturaleza.
Icíar Suárez Angones
UNA EXCURSIÓN INOLVIDABLE
Un día, estaba yo en mi casa, en el sofá, viendo la tele tranquilamente, cuando de repente
me llamó mi madre y me dijo:
- Nos vamos de excursión al bosque.
- ¡Bien! ¡Qué divertido! –Exclamé yo.
- Voy a preparar la comida para poder marcharnos, que es muy tarde. – dijo mi madre.
Yo continué viendo la tele hasta que al cabo de media hora mi madre terminó de
prepararlo todo y dijo:
-¡Venga, nos marchamos!
Todos nos metimos en el coche y tras unos cuarenta minutos de viaje, aproximadamente,
llegamos a nuestro destino mi madre, mi padre, mi hermano, mi hermana, mi perra y yo.
-¡Venga, daros prisa, que la ruta es larga y ya es la una!– Dijo mi padre.
De manera que nos pusimos a caminar los seis. Poco a poco, nos fuimos adentrando en el
bosque. Todos los árboles eran pinos. Era un pinar.
Llevábamos ya caminando una hora
cuando de repente mi perra se paró y se
quedó mirando algo a lo lejos. No quería
andar y se la veía muy nerviosa.
-¿Qué le pasa?–Preguntó mi padre.
- No lo sé, pero por si acaso átala. –
Dijo mi hermano.
- Sí, será lo mejor. – Dije yo.
Mi padre la intentó atar, pero no lo
consiguió. Mi perra, que se llamaba
Luna, echó a correr y más adelante se
puso a arañar un árbol. Nosotros pensábamos que simplemente se estaba afilando las uñas,
pero nos dimos cuenta de que aquel árbol era distinto, es decir, no era un pino. También
parecía que tenía dos rubíes incrustados y una forma muy extraña. No parecía un árbol pero
estaba quieto y no se movía nada, de modo que lo ignoramos y continuamos caminando.
Eran ya las tres y nos paramos a comer. A las cuatro menos veinte nos pusimos de nuevo
en marcha. Al cabo de un rato apareció una sombra en el suelo y oímos pisadas rápidas. Era
como si alguien estuviera corriendo sobre un montón de hojas secas. Nos dio algo de miedo y
decidimos dar la vuelta. Llevábamos caminando tres horas y media desde que decidimos
volver, pero siempre pasábamos por el mismo sitio.
- Creo que nos hemos perdido. - dijo mi hermana con voz temblorosa.
En ese momento apareció una mujer muy extraña, con un gorro hecho de hojas, que nos
preguntó:
-- ¿Os habéis perdido?
Nosotros respondimos que sí.
Ella conocía muy bien el bosque y nos dijo que nos ayudaría a salir. Nosotros no lo
creímos pero no dijimos nada. La mujer nos llevó a una parte del bosque muy oscura.
- Pero... ¿dónde estamos? - preguntó mi padre.
- Estáis de camino a mi casa. - dijo ella.
- Y… ¿por qué nos llevas allí? - dije yo.
Ella me respondió:
- Si queréis que os ayude dejadme a mí.
Después de un rato llegamos a su casa.
Su casa no era como nos esperábamos. Era
una mansión enorme y lujosa. Era tan grande
como una catedral. Tenía unas cuarenta
ventanas.
- ¡Pasad, pasad- Nos dijo
Entramos y ella nos guió hasta una de las cocinas de aquel inmenso laberinto. Nos dijo
que deberíamos de estar hambrientos así que nos dio un plato de carne de primera calidad.
Nosotros se lo agradecimos mucho. Dijo que nos podíamos quedar a dormir esa noche y que al
día siguiente nos guiaría hasta la salida del bosque. Nos acostamos muy pronto porque
estábamos muy cansados y al día siguiente nos esperaba una buena caminata.
Al amanecer desayunamos y nos pusimos en marcha rápidamente. Ella nos guió hasta la
salida del bosque. Allí estaba aparcado nuestro coche. Todos nosotros le dimos las gracias y
nos despedimos de ella.
Una vez en casa yo dije:
- Esta excursión será inolvidable.
- Y que lo digas. - dijo mi hermano.
Mario Rodríguez Valdés
EL BOSQUE ENCANTADO
Soy Myriam, tengo 11 años y os voy a contar una aventura emocionante y fantástica que
viví con tres amigas. Ahora, adentraros en ella:
En un lejano lugar, oculto del mundo, se
encontraba el Bosque Encantado. Mis amigos
Johana, Sandra, Dani y yo nos fuimos de acampada
al bosque. Cuando ya casi habíamos llegado al
lugar perfecto, tropezamos y caímos por un
precipicio. Suerte que caímos en un lago. Allí hacia
un calor de achicharrarse. Nos secó la ropa en muy
poco tiempo y justo cuando íbamos a descansar, nos
cayeron las mochilas encima de la cabeza. Estábamos tan cansados que nos dormimos.
Cuando nos despertamos nos bañamos en el lago y en el fondo encontramos un libro muy
raro. Yo le pregunté a Sandra:
-Sandra, ¿sabes de qué puede tratar este libro?
-No. - Me contestó.
-¿Y tú Dani?–Le interrogué.
-Ni idea. – Me dijo-.
-Johana, ¿tú sabes algo sobre él?
-No. – Me respondió – Para averiguarlo vamos a leerlo.
Empezamos a leer el libro. Ponía que aquel era el Bosque Encantado y que allí vivía un
árbol con forma de mujer. Dentro del libro había un mapa para encontrarla. Entonces
empezamos a buscarla.
Seguimos los caminos que mandaba, pero al cabo del un rato Johana no estaba y yo dije:
-Aunque Johana no esté, no podemos rendirnos pues a lo mejor cuando lleguemos al final
la encontramos.
- Sí, Myriam tiene razón – dijo Dani-
Una hora después Sandra tampoco estaba. Yo me empecé a preocupar.
-Como tú bien has dicho no podemos rendirnos – Me animó Dani.
Después de horas de caminata nos paramos a descansar en un viejo y robusto árbol.
Miramos hacia arriba y dije emocionada:
-¡Es la mujer árbol! ¡La leyenda era cierta!
-Sí – Me contestó ella –
Con una sonrisa de oreja a oreja y sin poder contenernos, nos abrazamos. Teníamos los
ojos encharcados de lágrimas de alegría, pero a la mujer árbol se le veía cara triste. Entonces le
preguntamos:
-¿Qué te pasa?
-Que estoy muy triste
-¿Por qué?
-Porque un malvado ogro me ha robado mi pergamino.
-Pero… ¿Por qué para ti es tan importante?
-Es muy importante porque es el pergamino que llevara a las personas de vuelta a casa, sin
él la gente se quedará aquí para siempre.
-Nosotros perdimos a nuestras amigas, ¿sabes dónde están?
-Sí, posiblemente también las haya raptado el ogro. Están en la cima del Monte Aterrador
junto con mi pergamino.
-Si quieres de la que vamos a rescatar a nuestras amigas, podemos traértelo. ¿Te parece
bien?
-Me encantaría. ¡Mucha suerte! ¡Gracias amigos!
Emprendimos nuestro viaje. Cuando llegamos allí vimos al ogro. Era grande; no, era
enorme, era gigante. No había palabras para describirlo. Tenía un ojo, dos bocas, una nariz y
cuatro orejas. Fue muy fácil vencerlo, solo tuvimos que pasar por debajo de las piernas y hacerle
cosquillas. Él se cayó al suelo y nosotros conseguimos rescatar a nuestras amigas y al
pergamino. Volvimos a devolvérselo a la mujer árbol. Yo, agradecida, le dije:
-Gracias por indicarnos el camino para salvar a nuestras amigas.
-No fue nada, vosotros también me ayudasteis a recuperar el pergamino.
Nos indicó la salida y nos dijo:
-Buena suerte en vuestro viaje.
Llegamos a un lago y cruzamos una cascada
de agua cristalina. De pronto, estábamos en el
bosque donde había empezado nuestra aventura.
Al anochecer, llegamos a casa de Sandra
donde nos esperaban nuestras madres. Nos
preguntaron qué tal había sido la acampada y respondimos con una sonrisa:
-¡Fue genial, una experiencia inolvidable!
Myriam Canal Solar
EL BOSQUE DE LAS FORMAS En un bosque llamado el Bosque de las
Formas había, además de árboles altos y
fuertes, árboles con distintas formas como:
perros, gatos, patos...y uno muy especial con
forma humana. En aquel
bosque reinaba la
tranquilidad.
Hasta que un día muy
temprano los árboles, que
podían hablar, escuchar y
moverse, se despertaron con un grito:
-¡Árbol va!
El árbol con forma humana se despertó y le preguntó
al árbol con forma de gato que tenía al lado
-¿Qué es toda esta gente y esta maquinaria?
-Todo esto es lo que los
hombres utilizan para talarnos y
cortarnos en pequeños trozos
para quemarnos y darles calor.
Al anochecer, los leñadores se van
a casa satisfechos de todo lo que
talaron durante el día.
Los árboles esa misma noche
se reunieron en una asamblea que
el árbol con forma humana
convocó. La asamblea era para hacer algo contra los leñadores. Los árboles
estuvieron toda la noche discutiendo entre ellos sobre qué hacer.
A la mujer árbol, que podía comunicarse con los humanos porque tenía
forma humana, se le ocurrió una idea y la comentó:
-Yo puedo hablar con los humanos así que a la primera persona que pase le
diré mi idea.
A la mañana siguiente un señor iba paseando por el bosque y se encontró
con el árbol y éste le dijo:
-No te asustes por hablar con un árbol. Tengo que contarte algo.
El señor aunque estaba asustado le dijo:
-Vale, no me asustaré.
El árbol le dio las gracias y empezó a contarle la idea:
-Nosotros los árboles lo estamos pasando muy mal porque unos leñadores
están acabando con nuestro bosque.
-¿Y qué quieres que haga? Preguntó el señor.
-Pues no lo sé. Cualquier cosa: una valla eléctrica, un vigilante...
-Bien, lo intentaré- Dijo el señor
-Muchas gracias buen señor.
Al anochecer el señor empezó a
poner vallas para que los leñadores no
pudieran pasar. Cuando terminó era ya
por la mañana y los árboles se iban
despertando. El árbol con forma humana
al ver lo que había hecho, se lo agradeció
mucho. Entonces el señor le dijo que no le diera las gracias a él sino a todo el
pueblo.
Rubén Álvarez Álvarez
MEJOR SER UN ÁRBOL
Soy Lidia, un árbol, y me gustaría saber cómo es la vida de un pájaro.
Vivo en un colegio y siempre estoy viendo a los niños espantar a los pájaros
y ellos, indefensos, salen corriendo hacia mí y se esconden entre mis ramas. Mis
hojas son un escondite para ellos.
Muchas veces me quedó mirándoles sorprendido de cómo vuelan y he
aprendido que es mejor ser un árbol que un pájaro.
Ahora quiero ser lo que soy una mujer árbol, aunque no tenga amigos pero
me entretengo escuchando las conversaciones de las personas.
Saúl Blanco Cué
FIESTA EN EL BOSQUE
En un bosque todos los animalillos correteaban
por las ramas de un árbol muy especial al que le
encantaba ser amable con todos los habitantes del
bosque. Ese árbol se llamaba Naturaleza y tenía una
hermana que era lo contrario a ella. Se llamaba Tulipán
y era una presumida. Le encantaba llamar la atención
para presumir de lo que los demás no tenían y, sobre
todo, le encantaba hacer fiestas. Había un pequeño problema, no a todos los
animales les gustaban las fiestas, uno de ellos es el jefe del bosque y es un búho
llamado Guardián que decía: “Quien haga una fiesta será expulsado del bosque”.
-¡Qué haremos ahora! Se alarmó Tulipán.
-No lo sé, pero ya sabes que si haces una fiesta
serás expulsada del bosque y te aseguro que no te va a
gustar nada-. Le aseguró su hermana.
-No te preocupes, tengo una idea para convencer al
jefe- Dijo ella.
Tulipán le empezó a explicar el plan que tenía, pero
por la cara que ponía Naturaleza, no tenía buena pinta.
Empezaron a discutir porque una decía que su plan era
perfecto y la otra lo contrario.
Al cabo de unas horas, Tulipán estaba en casa de Guardián explicándole
porque debería hacer una fiesta, pero él no estaba muy convencido, así que la echó
de su casa. Ella muy enfadada se fue a dar una vuelta y entonces fue cuando vio
una tienda de cosas para hacer fiestas y entró. Compró todo lo necesario y fue a su
sitio preferido, un sitio que estaba al lado de un riachuelo muy transparente. Estuvo
toda la noche haciendo carteles para que, cuando todos se despertaran, supieran
donde iba a ser la fiesta.
A la mañana siguiente todos estaban
muy emocionados y se prepararon para
ir. Cuando por fin empezó, todos estaban
bailando. Su hermana se despertó con
dolor de cabeza y fue a echar un vistazo y
saber que era ese escándalo. Cuando llegó vio a todo el vecindario bailando y
mandó que Tulipán le dijese si había convencido a Guardián y ella le dijo que no.
La hermana se enfadó mucho y antes d darse cuenta allí estaba el jefe. Después de
varias horas el búho ya estaba bailando y por cierto se lo estaba pasando muy bien.
Desde ese día en ese bosque estuvieron permitidas las fiestas y todas las noches
se oían voces y música.
De tantas fiestas que hicieron Tulipán y Naturaleza conocieron a dos robles
muy macizos y se enamoraron locamente tanto ellas como ellos.
Los cuatro juntos se lo pasaban muy bien y disfrutaban mucho juntos. Su vida
era de lujo.
Carlota García Oyón
Hechos y aventuras de… María -Yo sólo soy un árbol. Cada día pasan, por delante de mí, miles y miles de
personas felices. ¡Ojalá fuera una persona!
A la mañana siguiente, la misma rutina de siempre:
-Otro día más, y otro día menos de mis cien años de soledad.
Al anochecer, el árbol empezó a perder más y más hojas. Y por cada hoja
que caía, el árbol se iba
convirtiendo en una
hermosa mujer. Tenía el
pelo tan castaño como el
tronco mismo. Llevaba
un largo vestido de color
verde como las hojas que
caían; las hojas, los ojos,
eran tan blancos como la
luna que la iluminaba
cada noche, su voz era
tan dulce como el sonido del viento empujando las hojas suavemente.
A la mañana siguiente pasó una amable señora y le preguntó:
-Niña, ¿estás bien? No tengas miedo, yo te llevaré a mi casa y te daré calor.
La señora se la llevó a su casa y le preparó una rica sopa caliente. Cuando
la probó su pálida piel se volvió totalmente normal. La chica impresionada de
comer una sopa tan buena y por ser humana exclamó:
-¡Soy humana y esta sopa está riquísima! ¿Me puede decir cómo se llama?
La señora educadamente le dijo su nombre:
-Me llamo Carolain. ¿Y tú cómo te llamas?
-No tengo nombre señora. Vera...
Y tranquilamente se lo explicó todo con pelos y señales.
-Espero que me crea y que no piense que estoy loca.
-Claro que te creo. Yo un día planté un manzano y al día siguiente se
convirtió en un bebé que llenaba la casa de alegría y también del olor de las
manzanas pero, cuando tuvo veinte años, se fue de casa y me dejó sola- Dijo
Carolain muy triste.
Y la chica para calmarla le dijo:
-Lo siento mucho Carolain. ¿Estás bien?
-Sí, no te preocupes. He
pensado que podrías vivir aquí
conmigo. ¿Qué te parece?
- Me encantaría.
-Ahora tenemos que buscar
un nombre para ti. A mí me gusta
mucho el nombre de María.
Y la chica exclamó:
-¡Vaya, es bonito ese nombre!
A la mañana siguiente fueron a la gran ciudad porque María nunca había
estado en una ciudad y quería conocerla. ¡Ni se imaginaba lo que le sucedería!
Cuando llegaron, tenía mucha hambre y avistó un restaurante que olía a
genial y entró.
-¡Qué bien huele!- Decía mientras la boca se le hacía agua.
Carolain le dijo en voz baja:
-María ven aquí antes de que te vean.
Y María se fue con Carolain a casa a comer.
Por la tarde, María salió a dar un paseo y en el camino vio un huerto con
manzanas y le apeteció comer una. Entró y el dueño la regañó y la persiguió.
Entonces María se escondió en una casa parecida a la de Carolain pero
desgraciadamente no era. Los dueños de la casa la persiguieron y ella se metió
en una tienda de ropa y se disfrazó pero como no sabía que había que pagar, la
dueña también la persiguió. Esta vez se refugió en la casa de un artesano que
llevaba trabajando en una figura desde hacía tres años y, sin querer, tropezó con
la obra de arte y la rompió y el señor muy enfadado la empezó a perseguir y así
hasta que la persiguió la mitad del pueblo.
De pronto María vio de lejos a Carolain y la llamó:
-¡Carolain!
Carolain corrió a ayudarla pero María se metió a un bosque y empezó a
llorar a mares. Un señor la descubrió y gritó:
-¡Está aquí!
Todos fueron a por ella para llevarla a algún lugar lejos, pero de repente la
luna llena brilló con toda intensidad sobre María y la fue transformando en el
árbol que era antes. La gente, asustada, se fue y cuando Carolain llegó y vio a
María convertida en árbol lloró. Le dio un poco agua y se marchó diciendo:
-¿Por qué siempre a mí.
A la mañana siguiente María se
despertó y se vio transformada en árbol y
algo triste pero contenta dijo:
-¡Hola de nuevo hojas de otoño! ¡Hola
a mi grande y robusto tronco, a mis raíces, a
mis queridos llantos de nubes que me
alimentan, a todos os digo hola. Y hola
también a mis queridos cien años de soledad
ya que nací en 1911 y ahora en el 2011 sigo
perdurando.
Dylan Barrios franco
EL BOSQUE FANTÁSTICO
Enfrente de un bosque había una casa. En esa casa vivía una mujer con su
padre y a esa mujer le gustaba mucho ese bosque porque era mágico. Toda la
gente advertía a la mujer y… Esta es la historia:
Era un día lluvioso. La mujer salió muy pronto de casa para ir a su trabajo
pero todos los días pasaba por el bosque y ese día, también lo hizo. Cuando llegó,
se sentó en una hamaca que tenía preparada entre dos árboles y se acomodó.
Ella hablaba con los árboles, les contaba a dónde iba, qué hacía, qué le pasaba…
Cuando llegó la hora, la mujer se puso a hacer su trabajo que consistía en
estudiar los árboles.
Ella era científica de árboles, le encantaban y aprovechando que tenía un
bosque enfrente de su casa, le sacó fotos y se las entregó a su jefe. Todos sus
compañeros reconocieron ese bosque y le dijeron a ella que en ese bosque corría
peligro, que era mejor que no entrara allí. Pero la mujer no hizo caso y siguió
haciendo lo que tenía que hacer. En casa su padre le comentó que un ciudadano
le había dicho que salieran de allí porque corrían peligro. La hija le respondió a
su padre:
-Ya me lo han dicho en mi trabajo pero no hice caso.
El padre, tampoco hizo caso y se fue a talar árboles, que era su trabajo .
La mujer abrió la
ventana y lo miró
con pena porque le
gustaban mucho los
árboles y más los de
su bosque que cada
vez le gustaba más y
más y ella no podía
soportar estar allí
dentro.
Pasaron seis
años y a ella la despidieron del trabajo porque casi nunca iba y se pasaba el día
en su bosque. Su padre había fallecido y ella seguía yendo cada día al bosque a
rezar para que su padre descansara en paz. Aquel día, cuando terminó, los
árboles empezaron a cantar canciones tristes. Luego salió el sol y más tarde
empezó a llover y allí en el sitio que estaba notó que le empezaron a salir de los
pies raíces y más y más raíces…
¡Se estaba convirtiendo en un árbol!
Le crecieron ramas, hojas y sintió miedo
pues estaba sin compañía, no sabía qué
hacer y no se podía mover.
Cuenta la leyenda que el árbol de la
mujer sigue en aquel bosque y siempre
seguirá.
Laura María Pascual López
EL ÁRBOL LAMADO HOJITA
Un caluroso día de verano un niño iba por un merendero dando un paseo y creyó que
había visto un árbol muy raro porque tenía forma de persona.
Fue a mirarlo y, de repente, Hojita que así se llamaba el árbol , le dio un susto y el niño
que no se lo esperaba se cayó al suelo. Hojita le dijo:
-¡Hola niño! ¿Me podrías traer un poco de agua por
favor? Es que estoy seco. Por cierto, todavía no me he
presentado: me llamo Hojita. ¿Y tú?
-Me llamo Juan. Un momento por favor. Ahora te lo
traigo
El niño fue a por un caldero y lo llenó de agua en una
fuente que había enfrente de donde estaban comiendo. Se lo
llevó, se lo echó por encima y le dijo:
-Ya está. ¿Necesitas algo más?- Preguntó Juan.
-No gracias. Has sido muy amable. -Respondió Hojita.
-¡Adiós!- Dijo Juan
-¡Adiós Juan! Espero que te pueda volver a ver- Dijo Hojita
Al día siguiente a las nueve en punto Juan ya estaba levantado y desayunado en la
cocina porque tenía muchas ganas de ir al merendero para volver a ver a su amigo Hojita.
Todavía no se lo había contado a su madre porque pensaba que no le iban a creer y pensarían
que estaba loco. Pero se arriesgó, fue al salón donde estaba su madre
y le dijo:
-Mamá tengo un amigo que es un árbol que habla.
-Estás un poco loco.
El niño llevó a su madre para enseñarle a su amigo. La madre
creyó que estaba soñando y se pellizcó pero no era un sueño y se
presentó. El árbol les dijo:
-Si me cuidáis, en otoño yo os daré manzanas toda mi vida. Solo
necesito mucha agua pero cada bastante tiempo.
Así pasaron años y años y aquel árbol les dio manzanas toda la
vida.
Pablo González Fueyo
La mujer-árbol
Érase una vez una niña a la que le encantaban los árboles, deseaba ser un
árbol. Un día la niña estaba paseando y se encontró un cartel que decía: “NO TOCAR
EL ARBOL”. La niña estaba ansiosa por ver lo que pasaba al tocar el árbol y entonces
lo tocó. Cuando lo hizo, se convirtió en una
mujer-árbol.
Ella pedía ayuda moviéndose pero la
gente no la entendía, es más le tenían miedo.
Los padres se empezaron a preocupar y
fueron a buscarla, pero como no la
encontraban, llamaron a la policía. La niña
seguía pidiendo ayuda pero como no podía
hablar, la gente se marchaba. La policía y los
padres encontraron al árbol, vieron el cartel
y al árbol que se movía y entonces los padres
se dieron cuenta de que a su hija le
encantaba tocar las cosas y también le
encantaban los árboles y pensaron que su
hija podría estar dentro del árbol
El padre tocó el árbol y se metió en él; es decir,
se convirtió en un hombre-árbol. La policía al ver eso
llamó a los mejores médicos para ver como se podía
sacar a las dos personas que estaban dentro del árbol.
Después de unas horas los médicos averiguaron
la forma d salir del árbol que era echando una poción
que mataba al árbol. La niña al oír eso le pareció mal
pero ella quería salir. Así que echaron la poción y en
una hora ya estaban fuera.
Finalmente la niña cuando salió, se abrazó con su
madre y todos felices.
David Flórez Prieto
LA SABIA
Hace varios años unos investigadores viajaron al Bosque Encantado.
Uno de ellos era yo. También viaje e investigué el bosque de un extremo
a otro pero no encontré nada. Después de un tiempo volví de nuevo al
bosque y ¿a qué no sabéis que pasó? Encontré una parte del bosque que
nadie más había encontrado. Lo investigué de nuevo pero no encontré nada
fuera de lo normal. Pero un día alguien me habló. Yo pregunté quién era
varias veces pero nadie contestó.
Al día siguiente regresé y antes de entrar en el bosque oí voces que
salían de los árboles. Entré silenciosamente, saludé y un árbol me
contestó. Yo pregunté quién era y el árbol me dijo que era la Sabia.
La Sabia me empezó a
contar la leyenda de sus
familiares:
-Durante muchos siglos
mi familia y yo echamos a los
investigadores. A ti no te
echamos porque sabemos
que nos puedes ayudar.
Yo no sabía lo que era y
pregunté.
-¿En qué os ayudo?
El árbol triste me contó que su especie se había extinguido y para
ayudarle, tenía que impedir que entraran los investigadores al bosque.
–Te lo prometo. -Le dije
Varias semanas después regresé a mi país. Cuando llegué, llamé a mi
mejor amiga, le conté toda la historia y le pregunté si me ayudaba. Se
empezó a reír de mí y dijo:
-¡Vaya chiste más bueno!
Ella no me creyó. Me marché de nuevo al bosque y vi que la mayoría de
los árboles se habían
muerto. Sabia se
estaba muriendo y
antes de morir me dijo
dónde se encontraba el
tesoro que durante
generaciones había
guardado. Yo busqué el
tesoro y lo encontré.
Cuando volví a mi país le enseñé a mi amiga el tesoro que había
encontrado y ella me pidió perdón por todo lo que había hecho.
Lena Pacín Koch