Top Banner
TEJIENDO EL PODER: LOS ESPECIALISTAS TEXTILES DE HUACAS DEL SOL Y DE LA LUNA 1 Henry Luis Gayoso Rullier Universidad Pablo de Olavide - Sevilla, España INTRODUCCIÓN Poco se conoce sobre los orígenes de las Huacas del Sol y de la Luna, y la mayor parte de nuestro corpus de información se refiere a los últimos momentos de ocupación de la ciudad, es decir, entre los años 600 y 850 d.C. Los restos que los arqueólogos han ido desenterrando pacientemente, sacándolos de su mudez histórica, nos hablan ahora de un complejo asentamiento urbano-ceremonial con características de ciudad, donde sus residentes realizaban actividades domésticas y producían bienes y servicios, dentro de extensos y complejos conjuntos residenciales. Desechos de producción, productos terminados, herramientas de producción y áreas aparentes para fines productivos, nos inducen a pensar en una ciudad que tuvo como uno de sus principios organizativos, el trabajo artesanal especializado: artesanos ceramistas, metalurgos, textiles, talladores líticos, son ejemplos de un grupo de productores que residieron en esta ciudad mochica. Nuestro interés radica en el estudio de las relaciones sociales de la producción textil entre el 600 y el 850 d.C., justamente el periodo al cual pertenecen la mayoría de los contextos arqueológicos excavados en el Núcleo Urbano de Huacas del Sol y de la Luna, y que está marcado por una serie de cambios políticos y sociales que devendrían con el colapso y caída de esta sociedad. Los artesanos especialistas se convierten en un factor importante dentro del sistema organizacional de una sociedad compleja con características estatales como la mochica. Sin embargo, poco es lo que se ha escrito sobre los mismos artesanos mochicas o su tecnología, organización y contexto social de su producción, o los valores sociales de sus productos (Shimada 2001:177) aún cuando en los últimos años se han dado los primeros pasos hacia su entendimiento. Dos son las preguntas básicas que me planteo: ¿Quiénes son los especialistas textiles? y ¿cómo estaba organizada la producción especializada textil? La primera pregunta tiene que ver con la identidad del productor (género, edad, status), su grado de especialización, destreza, la intensidad de su trabajo, naturaleza de las compensaciones (relaciones productor-consumidor) y principios de reclutamiento. La segunda pregunta tiene que ver con aspectos como los medios de producción (materias primas y herramientas, patrones de explotación de los recursos, conocimientos técnicos), los objetos producidos, la circulación y los consumidores. Todos estos aspectos se enmarcan dentro de lo que se denomina relaciones sociales de producción. MARCO TEORICO SOBRE LA ESPECIALIZACIÓN Especialización es un término manejado originalmente en la antropología económica 2 , e incluso en la etnología y etnoarqueología. Su aplicación a la arqueología 1 Esta es una versión resumida y adaptada para artículo de la tesis de maestría del autor. 2 Adam Smith, es el primero que ensaya una teoría sobre la división social del trabajo, y nombra la existencia de especialistas, aún cuando no utiliza el término “especialista”, productores de un bien
40

Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

Jul 30, 2015

Download

Documents

hgrullier
Welcome message from author
This document is posted to help you gain knowledge. Please leave a comment to let me know what you think about it! Share it to your friends and learn new things together.
Transcript
Page 1: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

TEJIENDO EL PODER: LOS ESPECIALISTAS TEXTILES DE HUACAS DEL SOL Y DE LA LUNA1

Henry Luis Gayoso Rullier

Universidad Pablo de Olavide - Sevilla, España

INTRODUCCIÓN

Poco se conoce sobre los orígenes de las Huacas del Sol y de la Luna, y la mayor parte de nuestro corpus de información se refiere a los últimos momentos de ocupación de la ciudad, es decir, entre los años 600 y 850 d.C. Los restos que los arqueólogos han ido desenterrando pacientemente, sacándolos de su mudez histórica, nos hablan ahora de un complejo asentamiento urbano-ceremonial con características de ciudad, donde sus residentes realizaban actividades domésticas y producían bienes y servicios, dentro de extensos y complejos conjuntos residenciales. Desechos de producción, productos terminados, herramientas de producción y áreas aparentes para fines productivos, nos inducen a pensar en una ciudad que tuvo como uno de sus principios organizativos, el trabajo artesanal especializado: artesanos ceramistas, metalurgos, textiles, talladores líticos, son ejemplos de un grupo de productores que residieron en esta ciudad mochica.

Nuestro interés radica en el estudio de las relaciones sociales de la producción textil entre el 600 y el 850 d.C., justamente el periodo al cual pertenecen la mayoría de los contextos arqueológicos excavados en el Núcleo Urbano de Huacas del Sol y de la Luna, y que está marcado por una serie de cambios políticos y sociales que devendrían con el colapso y caída de esta sociedad. Los artesanos especialistas se convierten en un factor importante dentro del sistema organizacional de una sociedad compleja con características estatales como la mochica. Sin embargo, poco es lo que se ha escrito sobre los mismos artesanos mochicas o su tecnología, organización y contexto social de su producción, o los valores sociales de sus productos (Shimada 2001:177) aún cuando en los últimos años se han dado los primeros pasos hacia su entendimiento. Dos son las preguntas básicas que me planteo: ¿Quiénes son los especialistas textiles? y ¿cómo estaba organizada la producción especializada textil? La primera pregunta tiene que ver con la identidad del productor (género, edad, status), su grado de especialización, destreza, la intensidad de su trabajo, naturaleza de las compensaciones (relaciones productor-consumidor) y principios de reclutamiento. La segunda pregunta tiene que ver con aspectos como los medios de producción (materias primas y herramientas, patrones de explotación de los recursos, conocimientos técnicos), los objetos producidos, la circulación y los consumidores. Todos estos aspectos se enmarcan dentro de lo que se denomina relaciones sociales de producción.

MARCO TEORICO SOBRE LA ESPECIALIZACIÓN

Especialización es un término manejado originalmente en la antropología económica2, e incluso en la etnología y etnoarqueología. Su aplicación a la arqueología

1 Esta es una versión resumida y adaptada para artículo de la tesis de maestría del autor. 2 Adam Smith, es el primero que ensaya una teoría sobre la división social del trabajo, y nombra la existencia de especialistas, aún cuando no utiliza el término “especialista”, productores de un bien

Page 2: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

ha suscitado algunos problemas, debido a las limitaciones que esta disciplina presenta en cuanto a la lectura de la información, especialmente en sociedades ágrafas como las andinas. Sumado a esto debemos tener en cuenta que el manejo del término en su significado moderno induce a veces al error en su entendimiento teórico y en las consecuentes conclusiones a las que se llega, cuando lo aplicamos al estudio de sociedades antiguas. En el sentido moderno, especialista es sinónimo de “experto” y especialización es un proceso de perfeccionamiento en un aspecto específico de un campo de acción profesional o técnica determinado. Esta concepción moderna no la aplicaremos en nuestro caso de estudio.

En la antropología, arqueología y la prehistoria el término fue usado por primera vez por la escuela marxista dentro de las concepciones de ciudad y estado. La ciudad acarreaba la división en una sociedad entre trabajos urbanos y trabajos rurales, entre un mundo urbano y un mundo rural. La ciudad se asociaba, por tanto, a una determinada idea de reparto del trabajo, que se entendía como la base de la fractura social más importante ocurrida en la historia (Engels 1878:289; Marx 1867:429). En este sentido, la especialización era vista como una división del trabajo, teniendo la división campo-ciudad como la especialización más importante. El historicista V. Gordon Childe sostenía que el tránsito de la Barbarie a la Civilización se dio gracias a la revolución de la producción de alimentos y a la revolución urbana. Según Childe, los especialistas primeros habrían sido artesanos ambulantes o itinerantes a quienes, con la revolución urbana, se les rescató de su nomadismo y se les garantizó seguridad dentro de una nueva organización social. En este sentido, se hacía necesaria la producción de excedentes de alimentos para sostener a los forjadores, artesanos y sacerdotes especialistas a tiempo completo residentes en las ciudades 3 . El especialista en términos materialistas era entonces aquel que no estaba inmerso en la producción de alimentos, pero esta definición era aún muy limitada.

Dentro de la disciplina arqueológica, el manejo del término especialización se ha dirigido preponderantemente hacia el estudio del fenómeno artesanal, con una fuerte preeminencia en el campo de la cerámica para el caso andino. Incluso, algunos investigadores prefieren utilizar el término especialización económica (Blackman et al. 1993) para marcar un límite con otras formas posibles de especialización. Dentro de los intereses de mi investigación, el marco teórico que presento a continuación se limita a la teoría de la especialización artesanal. Antes de entrar a definirla, creo conveniente definir qué es un artesano. Utilizo de manera parcial la definición de Izumi Shimada de oficios artesanales y considero que un artesano es aquel que efectúa “artes manuales tecnificadas produciendo artefactos móviles de naturaleza utilitaria o simbólica (ítems de “riqueza” y “status”)…”(Shimada op cit.:178). No considero, como si lo hace Shimada, la bebida, particularmente chicha o cerveza de maíz, y la comida, como productos artesanales por no ser bienes duraderos y por no ser elaborados por artesanos propiamente dichos. Estos irían dentro de la categoría de bienes efímeros. Aquí también quiero marcar un límite con la concepción moderna del término artesanal; en términos modernos “artesanal” es todo aquello que utiliza tecnología tradicional, no industrial, cuyos volúmenes de producción son comparativamente bajos, sin importar si la actividad es realizada o no por artesanos propiamente dichos.

dentro de un contexto industrial tipo fábrica, y que se vuelven cada vez más “especialistas” en la medida en que se fragmenta una determinada ocupación o conocimiento. 3 Según Childe (1954) una de las primeras especializaciones es el sacerdocio; el sacerdote es el especialista que acumula el conocimiento y el manejo de los ritos y ceremonias como formas de control social, luego político y finalmente económico.

Page 3: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

John Clark y William Parry (1990:297) definen a la especialización artesanal como

“la producción de bienes alienables, duraderos, para consumo dependiente”. Esto quiere decir que una actividad productiva artesanal se puede considerar especializada “si los consumidores no son miembros del hogar; si los consumidores y productores pertenecen a un mismo establecimiento doméstico, la producción no es considerada especializada” (ibidem). Si bien esta aseveración se refiere a la producción especializada a nivel de unidad doméstica u hogar, esta consideración se puede aplicar a unidades productivas de mayor grado de especialización como los talleres. Estos autores añaden que se “tiene que separar la especialización artesanal de (1) la producción no especializada de bienes artesanales, y de (2) la producción especializada de bienes no artesanales” (ibid.:297). Esto quiere decir que debemos tener muy en claro la diferencia entre artesano, artesano especialista y especialista no artesano. En el mismo sentido, Robert Santley, Phillip Arnold III y Christopher Pool (1989:107) consideran que la especialización artesanal es “una forma de segregación de las actividades en la cual los bienes son hechos por especialistas para intercambio más allá del sitio de producción”. La definición de Clarck y Parry es luego retomada por Takeshi Inomata (2001:322) quien define la especialización artesanal como “la producción de bienes alienables por un segmento de la población para el consumo fuera de las unidades de producción doméstica (household) propias de los productores”. En este caso también se aplica la definición a un área de producción de hogar o doméstica, pero se puede hacer extensiva a todos los tipos de unidades de producción artesanal. Igualmente, M.J. Rowlands (1971:212) nombra el término especialista profesional (professional specialist) para referirse a lo que usualmente se ha aplicado al “artesano que no produce el volumen de su propia comida y es por lo tanto dependiente de la comunidad para mantenerlo”. De aquí es fácil deducir que esta carencia en la producción de su comida, sea de manera parcial o total, se debe a que se dedica a actividades productivas especializadas de bienes artesanales. El artesano especialista no produce su comida, la obtiene por otras vías, producto de su producción artesanal. Finalmente, cito a Raoul Naroll (1956:694) quien define especialidad artesanal (Craft specialty) como “un modelo social de manufactura (o reparación) de un artefacto durable para uso de un miembro de una unidad estudiada diferente a la del fabricante (o reparador)”.

Observemos, a partir de las definiciones indicadas, que la especialización artesanal señala como rasgo crítico que la producción está orientada para el consumo al exterior de la unidad de producción artesanal, o sea, que el consumidor no pertenece a la unidad de producción artesanal del productor. Esta concepción me parece demasiado rígida, sobre todo si vemos la producción especializada a nivel individual o de hogar, y en un grado de independencia, puesto que, eventualmente, parte de la producción pudo ser consumida al interior de la unidad de producción. Nos parece que el grado de apertura al consumo interno dentro de una unidad de producción especializada dependerá del tipo de especialización, del tipo de unidad de producción, del tipo de producto final que se obtiene, del tipo de comercio y de la sociedad en la que se vive. Si una mujer hila y teje para producir vestidos con la intención de intercambiarlos con productos para el sustento familiar, es ilógico pensar que parte de sus tejidos no fueron destinados para ser usados por miembros de su familia. En un segundo ejemplo, un taller ligado a un estado que controla la producción artesanal, que produce ornamentos corporales de metal para la elite, no presentará consumo ninguno aparente al interior de dicho taller. En otro ejemplo, un taller auspiciado por un maestro artesano, que produce vasijas de cerámica doméstica puede entregar a sus artesanos una porción de la producción como parte de pago.

Algunos investigadores consideran que las definiciones arriba mencionadas son contradictorias toda vez que en el campo etnográfico la información muestra la

Page 4: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

presencia de individuos o grupos de especialistas operando dentro de una economía de subsistencia, sin producción de excedente (por ejemplo el mismo Rowlands op. cit.: 212). Esto posiblemente se debe a una interpretación errónea del término, influida por la concepción moderna que tenemos de él. No es lo mismo decir artesano especialista que “experto en”, aún cuando la especialización artesanal ocasione un grado determinado de experiencia y destreza. Por ejemplo, un cazador-recolector que manufactura con cierta habilidad puntas de proyectil para cazar y procurarse el alimento, no es un especialista, salvo que lo entendamos en el sentido moderno del término4. A este punto, basado en la lectura de la bibliografía especializada que trata sobre el tema me atrevo a dar una definición de especialización artesanal y artesano especialista.

Llamo especialización artesanal a la producción de objetos artesanales cuyo fin primero y acaso único es la satisfacción de consumidores que no forman parte de la unidad de producción artesanal. Llamo artesano especialista al individuo que cumple uno, varios o todos los pasos tecnológicos en la manufactura de productos artesanales, cuyos consumidores primeros se ubican fuera de su unidad de producción. Cuantos pasos cumpla un artesano especialista dentro de la cadena operativa dependerá del grado de especialización de la unidad de producción artesanal.

La unidad de producción artesanal describe el tamaño grupal y las relaciones sociales de los individuos que integran el grupo de artesanos, que regularmente cooperan para producir un corpus reconocido de bienes artesanales. En un extremo está la producción doméstica o de hogar5 (household production), sea esta individual o grupal, en la cual los productos artesanales son producidos dentro de una configuración doméstica por un miembro determinado de la familia o un pequeño grupo de individuos relacionados que viven juntos. En el otro extremo está la fábrica, o el taller en un contexto no industrial, son espacios de producción “cuyo personal está conformado por individuos no relacionados los cuales son reclutados voluntariamente a cambio de un salario o involuntariamente por medio de cautiverio, esclavitud o trabajo obligatorio como compromiso tributario” (Costin y Hagstrum 1995:620). El grado de especialización artesanal está en directa relación con la cantidad de oficios artesanales que se involucran dentro de la cadena operativa de un producto artesanal determinado. Dicho de otro modo, es la división del trabajo en tareas más “simples”. Básicamente, un taller tendrá un mayor grado de especialización que una unidad de producción doméstica. Por ejemplo, la recolección, molienda y preparación de una pasta arcillosa para la elaboración de la cerámica puede constituir el oficio de una sola persona en una unidad de producción doméstica, mientras que cada una de estas tres actividades puede constituir tres oficios para tres personas diferentes en un taller. Arqueológicamente, identificar un contexto especializado doméstico será muy difícil, a diferencia de un contexto de taller, donde la especialización es intrínseca.

4 Como lo señala Jon Muller (op cit.: 491), no se debe usar el término especialista para nombrar a un individuo que “meramente hace una actividad u oficio mejor que sus pares”. 5 Según Melissa Hagstrum (2001:47) el grupo doméstico es el componente más básico y adaptable de la organización social de los humanos. Básicamente está conformado por gente que comparte una vivienda. Para Lastell (1972:24-25, citado en Manzanilla 1986:14), un grupo doméstico consiste en los individuos que comparten el mismo espacio físico para comer, dormir, descansar, crecer, procrear, etcétera. En épocas tempranas, este mismo espacio era también aquel en el que el grupo trabajaba conjuntamente. Existen tres criterios para definir, pues, al grupo doméstico: el de la residencia, el de las actividades compartidas y el del parentesco. Los dos primeros son de carácter universal, mientras que el último no lo es, particularmente el caso de la existencia de sirvientes, visitantes y huéspedes.

Page 5: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

En base a algunos criterios señalados por diversos investigadores que tratan el tema

de la especialización artesanal6, señalo algunas de las características más importantes de la producción artesanal especializada: (1) se desarrolla dentro de las sociedades no-igualitarias, con la emergencia de las elites y el incremento de la centralización política; (2) refleja, junto con la estratificación social, la distribución diferencial de recursos y el manejo social de esos recursos; (3) involucra diferenciación económica e interdependencia: la existencia de individuos que producen bienes duraderos para una más amplia población de consumidores; (4) no implica necesariamente una escala particular de producción ni una cantidad de tiempo invertida por año de producción. Esto dependerá del grado de especialización y del desarrollo socio político concreto de cada sociedad; (5) su organización varía según el tipo de sociedad y dentro de un tipo de sociedad. No es una forma unitaria de organización económica, por el contrario debe ser vista como un amplio concepto que abarca diversos tipos distintivos de organización; (6) involucra un aumento en la división del trabajo lo que redunda en un incremento de la habilidad de cada trabajador, reducción del tiempo de manufactura, incremento de la producción y la productividad y de la mejora de las técnicas.

Los aportes de tipologías sobre especialización son variados, pero dos son los más utilizados y responden a las variables de afiliación o contexto de producción e intensidad de la especialización.

Según el grado de afiliación o el contexto de producción existen dos polos claramente definidos: los artesanos especialistas adjuntos o dependientes y los independientes. Ambos tipos difieren en términos de sus productos, intensidad, organización y productividad (Brumfiel y Earle op cit.: 5) pero esta distinción es mucho más importante cuando hablamos de sociedades complejas, como la mochica. Ambos tipos, independiente y dependiente (o adjunta), recalco, deben entenderse como dos polos extremos, en medio de los cuales se puede identificar una gama de variantes. Ya Inomata había señalado el cuidado que se debe tener en cuanto a la rigidez en el uso de estos polos. Incluso, un artesano en particular puede participar en varios tipos de especialización artesanal o de oficio (ibid.:302). El artesano especialista independiente produce bienes o servicios para un mercado de demanda no especificado que varía de acuerdo a condiciones económicas, sociales y políticas (Brumfiel y Earle op cit.), aunque la tendencia apunta a la producción de bienes utilitarios que sirven básicamente para las necesidades de los hogares (Janusek 1999:109). Conserva sus derechos de enajenación o alienación, sin ningún control por parte de auspiciantes o patrones (Clark y Parry op cit.:298). Los productos, la intensidad, organización y la productividad de los especialistas independientes esta guiada por los principios de eficiencia y seguridad, y están sujetos a la competencia. Un artesano especialista dependiente o adjunto, en cambio, produce bienes o servicios para un patrón, sea la elite social o una institución de gobierno. Se vuelve común en las organizaciones complejas, donde hay una marcada diferenciación social. Los especialistas adjuntos están contractualmente atados a sus auspiciantes o patrones. Los patrones poseen los derechos de “distribución” y “autorización” sobre los productos, así como sobre el trabajo especializado y la lealtad del artesano, pero también se aseguran de que todas las necesidades básicas de los artesanos especialistas a su cargo estén cubiertas (ibidem:298; Brumfiel y Earle op cit.:5). Este tipo de artesano especialista está comprometido generalmente en la manufactura de ítems de riqueza y armamento. Como se puede entender, la

6 Entre los autores que presentan en sus artículos una disertación interesante sobre algunas características de la especialización tenemos a Prudente Rice (1981); Carla Sinopoli (1988); Elizabeth Brumfiel y Timothy Earle (1987); John Clark y William Parry, op. cit.; Blackman M. James, Gil J. Stein y Pamela Vandiver op. cit.; Cathy Costin y Melissa Hagstrum, op. cit.

Page 6: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

especialización artesanal dependiente involucra un fuerte rasgo económico y político. Aún cuando también la producción de los artesanos especialistas dependientes responde a consideraciones de eficiencia y seguridad, ésta se desarrolla en primer lugar en respuesta a necesidades de control en la economía política. Aparece como consecuencia del deseo explícito de las elites gobernantes, de controlar la producción y distribución de ciertos artículos con carga política y dirigir las actividades de importancia política crucial como la tributación, guerra y rituales públicos. Dicho de otra manera, los artesanos especialistas dependientes se desarrollan en cercana asociación con las elites gobernantes y las instituciones como un significado directo de corroboración y mantenimiento del control sobre la influencia económica, el poder coercitivo y la legitimación (ibidem). Una variante interesante es la especialización artesanal adscrita o incrustada (embedded specialization) propuesta por Kenneth M. Ames (1995), y desarrollada por John W. Janusek (op cit.) 7 al sur del Perú. Ames define a los especialistas incrustados o adscritos como “especialistas a tiempo-parcial o a tiempo completo cuya vocación es parte de la economía del hogar o de la comunidad local”. El trabajo de este especialista artesano es definido en términos de parentesco, y no en términos económicos o de clase (Inomata op cit.:323).

También en el caso de la intensidad de la producción especializada, se han identificado dos polos: especialistas a medio tiempo y especialistas a tiempo completo. Los especialistas a medio tiempo (part-time) son aquellos para los cuales la producción de un bien artesanal es subsidiaria de otras formas de subsistencia, como la agricultura; o que rota en diferentes oficios, trabajando en cada uno a medio tiempo. En la especialización a tiempo completo (full-time) el artesano se desliga de toda actividad de subsistencia, y se dedica de manera exclusiva a la producción de un bien artesanal, tarea u oficio específico. Este se procura sus otras necesidades a través del intercambio de los bienes que el produce o del salario que percibe (Clark y Parry op cit.:298). Una forma de especialización especial es la denominada especialización de por vida (Life-time). En el imperio Inca, los artesanos eran removidos de sus grupos étnicos y trasladados a la capital imperial para producir para el inca y la nobleza durante el resto de su vida. Era un oficio obligado pero que recibía muchos beneficios, convirtiendo a los artesanos en una clase social propiamente dicha (ibidem).

EL TALLER DE TEJEDURÍA MOCHICA EN LA ICONOGRAFÍA

Sólo existe una vasija mochica que ilustre pictográficamente una actividad productiva. La vasija en cuestión, actualmente en el British Museum de Londres, tiene forma de campana, de base plana, y pertenece al estilo Mochica IV. No se conocen en la actualidad otras escenas iconográficas donde se representen esta u otras actividades especializadas, a excepción de una vasija escultórica que representa una escena de

7 Según Janusek, en los centros Tiwanaku “muchos productos artesanales fueron producidos por grupos de parentesco que residieron en complejos residenciales de gran tamaño. Esta producción técnica sirvió a la política económica de la unidad política en general y a las demandas de la población no especializada, pero no fue estrictamente independiente ni directamente dependiente de los intereses de la elite. Por lo tanto, la producción artesanal estuvo arraigada en principios segmentarios de orden sociopolítico, siendo local pero no totalmente autónoma. En una escala comparativa, se sugiere que la producción de tipo “inclusiva” caracterizó a los estados que enfatizaron estrategias corporativas de integración política”. Para este autor “Un modelo de especialización inclusiva arraigado en perdurables principios de orden económico y social, explica mejor al menos algunas actividades especializadas aquí [en Tiwanacu]”.

Page 7: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

producción metalúrgica. Víctor W. Algunos investigadores, como Rafael Larco (2001) y Christopher Donnan (1978) han hecho una breve descripción e interpretación de esta iconografía, pero es Cristóbal Campana (1994) quien hace la descripción e interpretación más detallada del contenido de la misma (figura 1).

La escena tiene una forma circular dadas las características formales del soporte y está retratada en la parte interna del mismo. En esta escena aparecen ocho tejedoras trabajando con telares de cintura, sentadas sobre lo que parece ser plataformas de barro. Varios postes u horcones sostienen un techo hecho de algún tipo de fibra coriácea, salvo en dos casos. Larco resalta que estas tejedoras no están separadas por habitaciones propiamente dichas, sino que se habilitaban las llamadas “tasajeras” “hechas de cuatro horcones con sus respectivos travesaños y de sencillos techos de enea o fajina, que solamente les libraba del sol quemante” (Larco op cit.:186). En los extremos y en la parte central de la plataforma se aprecian personajes de cierta importancia según sus vestiduras, que parecen estar realizando alguna transacción. De manera general se observan entonces dos sub-escenas: mujeres tejiendo y hombres de alto rango interactuando. Interpretando a Campana este espacio podría estar enmarcado en un ambiente ortogonal a manera de patio, de tres plataformas aterrazadas y techadas, unidas formando una doble “L” o una “U”.

Puesto que es una representación compleja, Campana divide el dibujo en cinco escenas. Las escenas A (figura 3) y C (figura 4) corresponden a los personajes que conversan y tratan, mientras que el resto de escenas (escenas B, D y E de Campana; figuras 5 y 6) corresponden a las tejedoras. En las escenas A y C de Campana se encuentran interactuando personajes de status importante, según la vestimenta. En la escena A interactúan cuatro personajes vestidos elegantemente. Para Larco se trata de mujeres y señala que su severidad e indumentaria presupone “que eran grandes señoras a cargo del taller” (Larco op cit.:184). Para Campana son varones. Lo que no se discute es que se trata de personajes importantes, aunque no del mismo rango o status. Creo, dadas las características de la indumentaria (gorros, turbantes, tocados, túnicas), los ornamentos (orejeras) y la pintura facial, que se trata de hombres casi con seguridad, como lo señala Campana.

DATOS ETNOHISTÓRICOS

Pedro Oviedo, en su Relación de 1572 en el valle de Trujillo, dijo que se habla la lengua llamada de los mochicas; las mujeres se visten como las de Tumbes y los hombres lo hacen con camisetas y pañetes, sólo que llevan en la cabeza unas madejas de lana hilada colorada y muy fina que dan una vuelta y caen como barbiquejo. Los hombres usan una manta como capa y tienen por afrenta andar sin ella. Pedro Cieza de León cuenta en Crónica del Perú que en Quito, eran las mujeres las que labran los campos y los maridos quienes hilan y tejen, cosa que el cronista también vio en el Cusco. Añade más adelante que los habitantes del valle de Pacasmayo eran fabricantes de gran cantidad de ropa. Al hablar sobre la vestimenta, dice que en el caso de los indios de los llanos, los hombres vestían con camisetas de algodón y mantas largas, y las mujeres usaban una túnica larga y ancha a manera de capuz, abierta por los dos lados para dar salida a los brazos. Agustín de Zárate, en su crónica titulada Historia del Descubrimiento y Conquista del Perú, señala con respecto a las mujeres de la costa que visten unos hábitos de algodón hasta los pies, a manera de lobas y los hombres traen unos pañetes y unas túnicas hasta la rodilla y encima unas mantas: todos visten igual y la diferencia está en el tocado de las gentes de cada pueblo, siendo lo común rodear la

Page 8: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

cabeza de cordones de lana de distintos colores. Pedro Gutiérrez de Santa Clara al hablar de los yungas8 de la costa en sus Crónicas del Perú, con respecto a la forma de vestirse sostiene que todos andan desnudos, en cueros, y apenas usan de alguna manta muy delgada para cubrirse; que llevan cabellos largos como las mujeres y que los trenzan y atan en la cabeza con cintas de diversos colores; que se depilan con tenazuelas; que las mujeres andan desnudas y cuando más con unas pampanillas de lienzo delgado, cuando son casadas, pues las solteras, a las que llaman “chinas”, no se ponen nada; traen los cabellos sueltos por las espaldas y se ponen por afeite un poco de bermellón, pintándose la cara de mil modos diversos. Según Pedro Sancho, en su Relación, los habitantes de la costa visten todos de algodón.

Pedro Gutiérrez de Santa Clara al hablar de los yungas de la costa en sus Crónicas del Perú, menciona cinco especies de algodón: blanco, azul, pardo, leonado y amarillo y dice ser tales colores cosa natural aunque parecen las motas teñidas. Por su parte, Bernabé Cobo hace una descripción de los telares horizontales y los tejidos. Señala también que las mujeres hilan tanto en el interior de sus hogares como cuando caminan fuera de ellos, ya estén paradas o ya estén andando. La ropa de algodón era propia de los yungas y habitantes de la costa, en tanto que los de la sierra sólo vestían de lana. El cronista Bernabé Cobo destaca la atención que se prestaba al teñido, puesto que existían “indios que tenían a cargo de coger los colores con que se teñían las ropas, que eran tintoreros /y/ que llaman cauticamayos”. El cronista Bernabé Cobo también describe el proceso del hilado que dice se realizaba con una rueca “más que un palillo de una tercia de largo y menos grueso que un dedo, con una argollita en la parte alta de lo mismo, como una manilla, no del todo cerrada, en el cual acomodan el copo de lana o algodón, y teniendo esta rueca en la mano izquierda, en la derecha traen el huso; y lo más común suele ser hilar sin rueca, revolviendo en copo en la muñeca”…”cuando hilan sentadas suelen asentar el huso sobre algunos platillos de barro”. Esta forma de trabajar era mucho más frecuente en la costa debido a que la fibra de algodón tenía menos resistencia que la de la lana, y no solía aguantar la caída del huso.

El padre Bartolomé de Las Casas, al tratar el tema de la muerte, señala que las mujeres eran enterradas con sus telares, husos y ruecas.

El Inca Garcilaso de la Vega, en sus Comentarios Reales de los Incas al hablar del torcido e hilado nos dice que “nunca lo tuercen sencillo, y tuércenlo las mismas mujeres de la misma suerte que lo hilan; y a esto suelen algunas veces ayudar los varones, particularmente los viejos que no están ya para otros trabajos”. Garcilaso, nos dice también que esta actividad estaba ligada al género femenino; según Garcilaso “suelen tener con ellos [los muertos] los instrumentos de que ellos usaban en vida, las mujeres eran enterradas con husos cestillos con los útiles de labor y mazorcas de algodón y lana”. Siguiendo con el torcido, Garcilaso escribe que lo efectuaban “las indias no sólo en sus casas, sino también cuando andaban fuera dellas, ora estén paradas, ora ayan andando, que como no lleven las manos ocupadas, no les es impedimento el andar para que dejen de ir hilando”, e incluso “en sus visitas sacaban la rueca del hilado e hilaban en buena conversación”.

El calendario Agrícola de Guamán Poma de Ayala, ilustrado en Nueva Coronica y Buen Gobierno señala el mes de enero (sara papa hallmay mita) para las actividades de hilado y tejido. Mientras se están oreando los productos, se hace el trabajo colectivo (minca) del hilado y el tejido Este trabajo continúa en el mes de febrero (chacmacuy quilla). Luego se retoma en el mes de junio (quinua cacoy quilla), luego en el mes de octubre. El cronista Gutiérrez de Santa Clara escribió que el cuarto mes, Puzcoayquiz 8 “Yunga” es el nombre que los serranos daban en general a la gente de la costa.

Page 9: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

(setiembre) era destinado al tejido, tarea principalmente femenina. Igualmente Diego Fernández, el Palentino, señaló que Pushka ki, setiembre, era el mes destinado a “hilar y tejer muy buena ropa para sus fiestas y regocijos”.

El padre Acosta9 señala también la existencia de trabajo artesanal especializado al decir que “otros oficios que no son para cosas comunes y ordinarias de la vida humana, tenían sus propios y especiales oficiales, como eran plateros y pintores y olleros y barqueros y contadores y tañedores, y en los mismos oficios de tejer y labrar o edificar, había maestros para obra prima, de que se servían los señores” (citado en Valcarcel 1985, T2:111).El Licenciado Falcón10 trae un cuadro de las ocupaciones u oficios en la costa y en la sierra. Cada trabajador se denomina con la especialidad respectiva, nombre al cual sigue la palabra Camayoc que significa “encargado”. Los oficios relacionados a la actividad textil en la costa se pueden ver en la tabla 1. Aunque estas palabras son quechuas, la existencia de nombres específicos para cada actividad textil específica en la costa nos da una idea del grado de la especialización en la producción textil alcanzada por el costeño prehispánico. Igual fenómeno se da en la sierra. Las mamaconas tenían por ocupación hilar lana para los vestidos del Inca y de sus principales mujeres, y tejer cumbis y mamachumbis, que son las fajas con que se ciñen las mujeres, y huinchas para sus cabezas. Trabajaban también sus propios vestidos. Donde estas mujeres vivían no entraba ningún hombre so pena de la vida.

DATOS ETNOGRÁFICOS

Al hablar de la especialización y división del trabajo en la Campiña de Moche, John Gillin (1947:66) sostiene que entre las actividades de los hombres se encontraba la elaboración de redes de pesca. Mientras que entre las actividades exclusivamente femeninas se hallaban el hilado y tejido. Las labores de cestería eran en cambio compartidas por ambos sexos. Con respecto al tejido Gillin sostiene que esta actividad se ha dejado de practicar en la Campiña desde inicios del siglo XX. También reporta el cultivo de algodón pardo en la Campiña aunque sostiene que son cultivos raros. Reporta también la permanencia del uso del gingham, un vestido largo de una pieza (ibid) que usan las mujeres.

LA ACTIVIDAD TEXTIL EN HUACAS DEL SOL Y DE LA LUNA

Antes de entrar a hablar sobre las evidencias o datos arqueológicos con los que contamos, quisiera recapitular sobre los escenarios y elementos que deberíamos identificar. ¿Qué evidencia dejaría un taller de preparación de fibra de algodón? Primero hagámonos mentalmente una escena de una zona de preparación de fibra de algodón. Veremos personas en un patio seleccionando y desmotando las fibras con las manos. Luego, veremos personas en un patio, acaso el mismo patio, vareando rítmicamente el algodón con ramas de arbustos. El algodón ya vareado pudo ser guardado en silos, los mismos que se utilizaban para guardar el algodón virgen. Como vemos, el proceso no 9 Acosta, José de (1590) Historia natural y moral de Las Indias. Biblioteca de Autores Españoles. Madrid, 1954. 10 Falcón, Licenciado (1567) Representación por el licenciado Falcón en Concilio Provincial sobre los daños y molestias que se hacen a los indios. Colección Arteaga-Romero. XI. Lima 1918. Citado en Valcárcel, Luis E., op. cit., T2, pp. 120.

Page 10: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

necesita de arquitectura elaborada (salvo los silos, posiblemente ubicados en un sitio adyacente a un patio) ni de herramientas. Identificar arqueológicamente una zona de preparación de hilos es pues muy complejo. Una evidencia sugestiva sería encontrar silos conteniendo fibras de algodón tanto virgen como vareado. En una zona destinada al entintado de la fibra necesitaría de vasijas y un fogón donde hervir los tintes con las fibras. En el caso de que los tintes se preparen en este mismo espacio, deberíamos contar con un batán y mano de moler para pulverizar la materia prima así como pequeñas vasijas abiertas, como cuencos y platos donde colocar la materia prima ya molida. El color de los tintes preparados debería quedarse impreso en las paredes internas de los cuencos y platos, así como en las vasijas utilizadas para mezclar el tinte con las fibras por lo que arqueológicamente, un espacio que cuente con un fogón, y una zona de molienda así como fragmentos de cerámica con huellas de tintes impresos en sus paredes sería muy sugestivo.

¿Qué evidencia dejaría un taller de hilado? Siguiendo el proceso mental anterior, una zona de producción de hilos podría tener estructuras tipo depósito o silos donde se guardaba la fibra, tanto antes como después de ser hilada, posiblemente adyacentes a un patio donde los artesanos se dedicaban a hilar, con sus husos, volantes de huso y caites. Arqueológicamente deberíamos encontrar restos de husos y volantes de huso desechados y eventualmente un caite para inferir una zona de producción de hilos. El hallazgo de volantes de huso ha sido recurrente en la mayoría de los CAs excavados, más no ha sido el caso de los husos y caites, pues hasta el momento no se han registrado ninguno.

¿Qué evidencia dejaría un taller de tejeduría? Si la forma del taller de tejeduría registrado iconográficamente en la vasija Mochica IV ya descrita fuera un patrón arquitectónico, deberíamos encontrar arqueológicamente patios rodeados en tres de sus lados por banquetas a manera de plataformas, con huellas de postes y restos de los techos, asociados a agujas largas, y acaso otros elementos como telares o partes de telares. Sería muy optimista esperar encontrar telares o partes de telares. Éstos, como se ha mencionado, son reparados si se estropean, y son pasados en herencia de generación en generación, según el dato etnográfico. Si es factible encontrar arqueológicamente agujas enteras desechadas por algún motivo o fracturadas, producto del uso cotidiano. El tejido no produce deshechos de fabricación, por lo cual no es posible encontrar telas desechadas por defectos en su estructura.

Material arqueológico mueble

Los residentes de los conjuntos arquitectónicos conservaban la mayoría de sus bienes y los llevaban con ellos cuando abandonaban los espacios arquitectónicos. Pero, como señala Linda Manzanilla (1996:288), en la excavación arqueológica es posible hallar trazas de algún “desecho de facto” en ciertos ambientes, y en algunos casos excepcionales de áreas de locus agendi, es decir, tal y como fueron dejadas al momento de ser abandonadas. La actividad textil está documentada en el yacimiento arqueológico debido principalmente a la presencia de herramientas, materias primas y productos terminados: volantes de husos, agujas, algodón y tejidos. Las actividades productivas mejor documentadas son el hilado y el tejido. No tenemos mayores indicadores sobre actividades de preparación y teñido de fibras.

La constante actividad de hilado en el yacimiento se sustenta en la abundante presencia de volantes de huso dentro de los diferentes conjuntos arquitectónicos excavados y en algunos contextos funerarios. También es un indicador el yapato o tiza de huaca, que aparece en la mayoría de los CAs excavados. No se han registrado husos en las excavaciones, hasta el momento, ni siquiera en las tumbas. Puesto que en la

Page 11: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

mayoría de los casos, los husos son hechos de madera, estos se podrían haber podrido y desintegrado debido a la humedad producida por la presencia de la capa freática. Claude Chapdelaine (2003:264) reportó el único caso de presencia de algodón en contextos arquitectónicos del yacimiento arqueológico. Se trata del CA 9, un posible taller textil según Chapdelaine, aunque este investigador no nos indicó en su informe si este algodón estaba ya preparado para ser hilado, desmotado y vareado, o si ya estaba hilado, listo para la tejeduría.

Es interesante notar la casi total ausencia de elementos asociados a las actividades del tejido, a excepción de las agujas largas. Hasta el momento no se ha registrado en ningún contexto dentro del yacimiento arqueológico telares o partes de telares, como si ha sucedido, aunque en muy pocos casos, en otros yacimientos prehispánicos y asociados a tumbas, más no a zonas de producción textil (salvo el caso de la espada en Pampa Grande). Se sabe por información etnográfica que los telares son dados en herencia a los descendientes de los artesanos textiles. Cuando un telar se estropea, no es desechado, sino reparado, y su uso se puede extender a varias generaciones (Castro 2005:94). Quizás sea esta la razón por la cual no hallamos los telares o sus partes integrantes ni en las zonas de producción ni en los contextos funerarios.

La evidencia en los conjuntos arquitectónicos

La información más detallada con la que se cuenta es aquella de los conjuntos arquitectónicos excavados por alumnos de la Escuela de Arqueología de la UNT. De estos, los CAs 17, 27, 30 y 35, presentaron una cantidad abundante de piruros en los pisos y rellenos arquitectónicos (ver tablas 2 y 3).

El CA 5 fue excavado por el proyecto ZUM (Chapdelaine et al. 2003). La distribución de los elementos hallados dentro de los espacios arquitectónicos y las actividades deducibles en dichos espacios indicarían que este CA bien puede ser considerado un taller para la producción de yapato y otros productos derivados de las conchas marinas molidas y quemadas. El CA 17 (Cruz et al. 2003; Almonacid et al. 2006) tiene un área de producción de abalorios de piedra. En el CA27 (Gamarra et al. 2003), se registró un taller para la producción de láminas de metal, en los pisos 2 (ambiente 27-30) y 3 (ambiente 27-15). El CA 30 (Tello et al. 2004; Bezzolo et al. 2004) ha sido definido como un conjunto residencial de nivel social intermedio. El CA 35 (Corrales et al. 2001; Barriga et al. 2002; Chuquipoma et al. 2003; Tello et al. 2006; Angulo et al. 2004; Eslava et al. 2005) ha sido definido como un conjunto residencial y administrativo. Las tablas 2 y 3 muestran la cantidad de agujas y piruros encontradas en los conjuntos arquitectónicos del Núcleo Urbano para los tres últimos pisos de ocupación (pisos 3, 2 y 1).

Lamentablemente, los informes presentados por el proyecto ZUM para otros conjuntos arquitectónicos no cuentan con información detallada referente a los piruros y agujas para poder hacer una comparación más amplia y más confiable, a excepción del informe sobre el CA 5.

Un estudio en proceso por parte del Proyecto Huaca de la Luna ha elaborado una base de datos de tumbas excavadas en el yacimiento arqueológico, actualizada hasta el año 2002. Se tiene un total de 150 tumbas, entre simples y múltiples, con un total de 197 individuos, la mayoría pertenecientes a la fase Mochica IV. De éstas, sólo 21 tumbas (14%) presentan piruros dentro de su ajuar funerario (ver tabla 9), en un número que oscila entre 1 y 6, predominando fuertemente las tumbas que presentan sólo 1 piruro. Al menos 16 tumbas (76,19%) pertenecen a individuos adultos, y sólo dos tumbas

Page 12: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

pertenecen a adolescentes (9,52%) (ver tabla 4).

Productos Terminados

La muestra de los tejidos mejor conservados provino de los edificios monumentales (Huaca del Sol y Huaca de la Luna); una muestra reducida aunque bastante aceptable si lo comparamos con los pocos fragmentos pequeños que se encuentran ocasionalmente en el núcleo urbano. Las estructuras son muy frágiles, y su estado de conservación se podría calificar como regular, aunque la mayor parte de la estructura de los tejidos se conserva lo suficiente como para hacer el análisis respectivo.

La presencia de tejidos en el Núcleo Urbano es prácticamente nula, y se reduce a poquísimos fragmentos, aparentemente telas llanas muy simples. Un factor para la ausencia de estas telas es la presencia de una capa freática relativamente alta, cuya humedad contribuyó a deteriorar las telas hasta el punto de su destrucción total. En condiciones óptimas ambientales, esperaríamos encontrar estas telas en los entierros humanos practicados al interior de los conjuntos residenciales, vistiendo o envolviendo al difunto. Fuera de los contextos rituales funerarios o de otro tipo es poco probable encontrar telas, toda vez que es lógico pensar que el dueño de ellas las llevó con él cuando abandonó la ciudad. Tampoco es posible encontrar telas dentro de los contextos de producción especializada, toda vez que el proceso de tejeduría no presupone el riesgo de productos desechados por defectos de fabricación: una tela que en el proceso de elaboración en el telar resultara defectuosa a los ojos de la tejedora puede desentrelazarse y volverse a entrelazar hasta satisfacer en el resultado al artesano, sin ningún problema. Los pocos tejidos que se han podido rescatar en el yacimiento fueron encontrados dentro de los edificios mayores y medios (Huaca del Sol, Huaca de la Luna, Plataforma Uhle), los cuales no se encuentra en contacto directo con la superficie original del terreno y por lo tanto no están expuestos a la humedad en la misma forma que en el Núcleo Urbano. Sin embargo, estas telas se registraron en mal estado de conservación, debido a otros agentes destructivos del tipo ambiental, químico y biológico. Los mejores especimenes encontrados se detallan a continuación y varios de ellos han sido motivo de análisis y de la publicación de artículos descriptivos.

Como se aprecia en la tabla 5, la muestra consta de 21 piezas de las cuales sólo se han analizado 20. La pieza 21 está aún pendiente de análisis. Algunas de las piezas fueron halladas en una situación en que es imposible definir si son varias estructuras enterradas juntas, o se trata de una sola estructura doblada en varias partes. Para los efectos de análisis, en su momento, se consideró analizarlas como una sola pieza por compartir los mismos rasgos estructurales. La muestra está conformada por telas llanas, sargas, dobles telas y tapices.

Contexto arquitectónico

La ejecución de actividades ligadas a la producción de objetos textiles no exigió la construcción de estructuras arquitectónicas complejas, como ya se ha visto al inicio de este capítulo. Para las labores de hilado por ejemplo no hace falta mayor espacio que un patio, por lo cual el dato arquitectónico per se es insuficiente. Aparentemente, el espacio más complejo arquitectónicamente hablando fue aquel ligado a las actividades de tejido, según se deduce de la escena iconográfica ya comentada previamente. En este sentido, se han identificado por lo menos 3 espacios arquitectónicamente similares en el núcleo urbano, esto es, un espacio abierto rodeado en tres de sus flancos por banquetas largas a manera de plataformas:

1. La denominada Plaza 1 del Núcleo Urbano, registrada por Claude Chapdelaine (2003:256-257), se encuentra rodeada por espacios arquitectónicos definidos por

Page 13: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

este investigador como los conjuntos CA11 (al norte), CA12 (al sur, donde se identificó un taller de abalorios), CA9 (al este, donde se ubicaron posibles áreas de producción textil) y un callejón al oeste (ver figura 45).No está claro, según mi punto de vista, si estamos hablando de una plaza, o simplemente de un patio, pues los CAs 11 y 12 han sido definidos de manera parcial y bien podrían configurar una unidad con la llamada plaza 1, la cual tiene un tamaño similar al patio principal (ambiente 1) del CA30. Esta supuesta plaza presenta un único acceso en su lado noroeste, a través de un callejón. Presenta tres banquetas largas a manera de terrazas, “y la más importante, al lado este, con dos niveles, tenía evidencias de postes para sostener un techo”. En su interior se encontraron 7 piruros, de los cuales 5 estaban en el interior de una vasija y los otros dos dentro de uno de los hoyos de poste. Un fogón fue ubicado al sur del patio, sobre el piso.

2. La plaza 2 del Núcleo Urbano, también registrada por Claude Chapdelaine, es descrita como “un sistema de banqueta y rampa con una conexión a una calle. Las banquetas están ubicadas al costado de cada muro y hay alas que le dan una forma en “U” a la banqueta este. Se puede ingresar a esta segunda plaza por la esquina sureste. Una banqueta exterior, paralela a la banqueta que hace de límite sur de la plaza, restringe el acceso a la plaza y también permite el control del ingreso a este lugar público que tiene una planificación más definida que en la primera plaza [Plaza 1]. No podemos precisar por el momento la función de esta plaza, pero según parece por su limpieza y la ausencia de basura funcionaba como un espacio de carácter más bien civil o religioso, en comparación con la primera plaza donde encontramos dos fogones, cuatro vasijas domésticas, cerámica y piruros”.

3. El ambiente 1 del CA30, o ambiente 30-1, es un patio (Bezzolo et al. op cit.:155) según sus excavadores. Presenta banquetas largas adosadas a sus muros, siendo más alta la banqueta del lado norte, pero el contexto ha sido muy disturbado. En su última ocupación (piso 1) presenta 3 vanos de acceso: uno en la esquina suroeste, que colinda con el ambiente 30-34; otro en la esquina sureste, a través de un pasadizo, que colinda con el ambiente 30-30; y un tercero en el noreste, que colinda con el ambiente 30-9 y 30-10. Este espacio ha sido definido por sus excavadores como ambiente ordenador a partir del cual se articulaba el ingreso a los diferentes ambientes del CA30, y que en el se realizaban comidas o banquetes.

Ninguno de estos tres espacios descritos presenta evidencias de actividades ligadas a la tejeduría. La presencia de piruros en la plaza 1, la única en la que se ha podido detectar evidencias de que sus banquetas estuvieron techadas, indicaría actividades de hilado, sin que esto nos lleve a pensar necesariamente en un producción de hilos especializada. El hilado pudo complementar otra actividad o actividades principales. Sin embargo, una posible producción de hilos a nivel especializado tampoco se descarta. Igualmente, carecemos de evidencias sobre zonas asociadas a la preparación de las fibras de algodón o la preparación de tintes y teñido de fibras.

El CA 9: posible taller textil

El conjunto 9 tiene una extensión de 576,22 m2; este conjunto se puede subdividir en cuatro subconjuntos del cual se han excavado 3 fases ocupacionales, todas ellas asociadas a cerámica Moche IV y fechadas con posterioridad al 600 d.C. (Chapdelaine op cit.:270-271). Según Santiago Uceda el subconjunto 1 era un área de vivienda para servicios, por su pequeña dimensión; el subconjunto 2 era un área administrativa debido a la concentración de depósitos en torno a un patio; el subconjunto 3, por la presencia de un mausoleo, sería la zona residencial del conjunto; y finalmente el subconjunto 4, se

Page 14: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

puede considerar como un área de servicio destinada a la preparación de chicha y quizás como área de reuniones corporativas, debido a la presencia de un conjunto de tinajas y fogones así como espacios amplios, posiblemente patios (Uceda 2005:295-295).

Las excavaciones en este conjunto arquitectónico empezaron en el año 1996, definiéndose su lado sur. El lado norte fue definido en la temporada 1997, completando la definición de dicho conjunto en su última fase ocupacional (piso 111), en donde se identificaron zonas de cocina, molienda, depósitos, vestíbulo y ambientes sin función definida (Chapdelaine 1998, 2000; Armas et al. 2000). De los 5 entierros humanos hallados en este conjunto, sólo uno de los entierros, la tumba 5, fue hallado intacto. Este contexto funerario correspondería, según José Armas y co-autores, a una mujer joven de entre 15 y 16 años, de una clase social media, “dedicada a las labores de textilería. Apoyarían esta hipótesis el hallazgo de piruros y fragmentos de agujas encontrados dentro de la tumba y al interior del ambiente 9-34, así como también el registro de 70 piruros, enteros y fragmentados elaborados de cerámica, piedra y metal de diversos tamaños, formas y decoraciones reportados en el conjunto arquitectónico 9” (Armas et al. op cit.:99). En un artículo posterior Claude Chapdelaine reporta un total de 120 piruros así como restos de algodón. Según Chapdelaine, el ambiente 9-34 tenía “una fuerte concentración de piruros y puesto que la mujer tenía como ajuar funerario tres piruros y dos agujas (de cobre y de hueso), este lugar debió haber servido para hilar y tejer” (Chapdelaine 2003:269; el subrayado es nuestro). El ambiente 9-34 posee una forma rectangular, de 4,1 m de largo por 2,5 m de ancho, con el vano de acceso ubicado al noreste (Armas et al. op cit.:92).

De los 120 volantes de huso registrados en este conjunto arquitectónico sólo conocemos la procedencia de aquellos excavados en la temporada 1997, más no de la temporada 1996. En 1997 se reportaron 41 volantes de huso y 9 agujas, entre enteras y fragmentadas, además de los 3 volantes y dos agujas fragmentadas de la tumba 5. La mayoría de los volantes (29 en total) proceden del ambiente 9-34, donde luego se encontró la tumba 5. Este es un número relativamente alto de volantes de huso para un espacio arquitectónico en un momento de ocupación determinado. El ambiente 9-44 presenta una plataforma baja, ubicada al pie del muro este. Teniendo como referente la representación iconográfica del taller de tejeduría, Chapdelaine (2001:76) deduce que el líder del conjunto 9 pudo sentarse en este espacio para controlar la producción textil, de manera análoga al dibujo.

11 La denominación numérica de pisos en el Proyecto Arqueológico para el caso del Núcleo Urbano se basa en la posición estratigráfica de los mismos. El primer piso arquitectónico que se identifica al momento de la excavación es denominado piso 1, el cual se define de manera horizontal. Una vez definido se continúa la excavación hacia abajo hasta identificar el siguiente piso arquitectónico, al que se le denomina piso 2, y así sucesivamente. Al material existente entre piso y piso se le denomina relleno de piso, o simplemente relleno No se trata de edificios de varios pisos, sino de ocupaciones superpuestas y continuas, donde el piso de número más alto es más antiguo que el piso de número más bajo. Una fase ocupacional puede incluir uno o más pisos, pero estos pisos serían remodelaciones continuas dentro de un espacio y tiempo específico de un piso original, que sería el piso más profundo (p.e. piso 1, piso 1a, piso 1b, etc, en el cual el piso 1 es el más profundo y antiguo dentro de la fase y los pisos 1a y 1b serían remodelaciones). Esto generalmente se deduce, por ejemplo, cuando entre piso y piso no hay un relleno ancho sino una delgada capa de arena o cuando se detectan nivelaciones por hundimiento de los pisos, en los cuales un piso y su remodelación se encuentran en su punto de nivel.

Page 15: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

RECAPITULACIÓN Y CONCLUSIONES SOBRE LAS RELACIONES SOCIALES DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL EN HUACAS DEL SOL Y DE LA LUNA.

Poco o nada conocemos sobre las actividades productivas especializadas anteriores al 600 d.C. en el yacimiento. Nuestro conocimiento arqueológico sobre la producción especializada de bienes artesanales se limita a talleres excavados que corresponden a años posteriores al 600 d.C., taxativo para cuestiones comparativas diacrónicas dentro del Núcleo Urbano. Hemos visto que el periodo entre el 600 y el 850 d.C. significó un cambio político importante en Huacas del Sol y de la Luna, que se tradujo en un aumento del poder de las elites urbanas y la disminución del poder de las clases sacerdotales (Uceda op. cit.:308). Esto posiblemente fue un condicionante para la forma de organización de la producción artesanal especializada en la ciudad y, en general, en las relaciones sociales de producción a partir del 600 d.C.

En el amplio corpus conocido de la iconografía mochica, así como la evidencia registrada en muchas tumbas y espacios arquitectónicos mochicas, se puede observar que las elites poseían ricos atuendos bellamente decorados (además de otros bienes suntuarios) cuya producción debió estar en manos de artesanos textiles ligados de alguna manera a estamentos gubernamentales o a las elites. Es posible que el lector se haya hecho esta pregunta: ¿Cómo podemos estar seguros que las piezas textiles encontradas en el yacimiento fueron producidas en talleres dentro del Núcleo Urbano y no obtenidas por intercambio y producidas en otro u otros sitios dentro del valle? Esta pregunta se sustenta en el hecho de que no se ha registrado de manera clara un taller textil dentro del Núcleo Urbano. Un argumento de peso a favor de la existencia de talleres textiles en el yacimiento, específicamente en el Núcleo Urbano, está en la existencia de otros talleres plenamente identificados, de producción de objetos de piedra, metal y cerámica. Si tenemos en cuenta la antigua y amplia tradición textil panandina, me parece poco lógico pensar que los residentes del yacimiento no hubiesen producido sus propias piezas textiles. Dada la latente demanda de la elite de la ciudad de elementos suntuarios indicadores de su alto status, y la relación directa entre el vestido y la identidad social, los ricos tejidos que debieron vestir para tal fin debieron en el caso de Huacas del Sol y de la Luna implicar una organización de la producción a nivel especializado, in situ.

Deducir cómo estuvo organizada la producción textil especializada resulta un objetivo bastante complicado si no tenemos un contexto claro que nos ofrezca los datos necesarios para tal fin. Pero los datos con los que contamos nos pueden acercar a dicho objetivo. Intentaré, en base a la síntesis de la información que poseemos, discutir aspectos ligados a las relaciones sociales de la producción artesanal textil.

El contexto de la producción textil especializada

La historiadora María Rostoworowski escribió: “Merece que demos mayor atención al status del artesano precolombino. La costa estaba más desarrollada en este aspecto que la región andina en el tiempo anterior e inmediato a la expansión cusqueña (…) El alto nivel alcanzado por las culturas Yungas, tanto en el campo textil como en el de la cerámica y de la metalurgia, hacen suponer que existía una especialización en su manufactura, y que sus artífices le daban mayor dedicación que en la sierra” (1989:231).

En este sentido, un rasgo característico de la costa prehispánica tardía es la presencia de grupos o parcialidades, agrupados por oficios a manera de gremio, dedicados en exclusiva a la producción de un tipo de producto artesanal. Estos grupos

Page 16: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

“tenían sus propios jefes; así, existían señores pescadores, chicheros, salineros, etc” (ibid:133). Rostworowski (1992:212-213) indica que “los artesanos tenían un papel importante en la costa, donde la especialización laboral formaba parte del modelo organizativo (…) En otros lugares, como en Canta, todas las comunidades que componían un curacazgo se reunían en un tiempo señalado y se dedicaban a la confección de cerámica y de textiles finos. La historiadora añade que “también de una situación especial gozaron los artesanos costeños prehispánicos antes del movimiento de hegemonía cusqueña, pues aunque trabajaban para sus señores étnicos, podían trocar parte de su producción y el beneficio era personal”.

No creo que aún en la época moche se haya dado este tipo de organización, al nivel de existir parcialidades enteras dedicadas a la producción artesanal, pero si es factible inferir que entre el 600 y el 850 d.C. se dieron los primeros pasos dentro de la ciudad de Huacas del Sol y de la Luna. No se ha encontrado ninguna evidencia arqueológica que demuestre asentamientos de artesanos específicos para el caso mochica; incluso desconocemos si hay evidencia para la costa prehispánica tardía. Pienso que en este lapso de tiempo debieron co-existir en la ciudad diferentes formas de organización de la producción artesanal. Mucho tiene que ver el material del producto (si son metálicos, textiles, cerámicos, líticos, o de otro tipo, o mixtos) y en cuanto a si son utilitarios o suntuarios, cotidianos o de ocasión especial.

Santiago Uceda postula la presencia de grupos corporativos viviendo en los conjuntos arquitectónicos y organizando la producción artesanal en la ciudad (Uceda 2005:316; Uceda y Rengifo 2006). La presencia de grupos corporativos administrando la producción artesanal es un fenómeno que también ha sido postulado por Linda Manzanilla (1996) para el caso de Teotihuacan. Estos grupos corporativos deben ser entendidos en su sentido más amplio, es decir como grupos de filiación familiar que poseen grupos no familiares adscritos a él. Probablemente estos grupos corporativos podrían ser segmentos de parcialidades, equivalentes a los grupos corporativos provenientes de segmentos de ayllus o estancias menores que Janusek (op cit.:125) postula para el caso de Tiwanaku.

El contexto político imperante es un factor determinante. Uceda arguye que en un momento cercano al 600 d.C. las clases sacerdotales pierden su poder, y las clases urbanas lo incrementan. Esto se argumenta con base en diferentes sucesos y evidencia. Recapitulando, los sucesos más trascendentales son: el cierre del monumental Templo Antiguo de Huaca de la Luna, la construcción del pequeño Templo Nuevo y el colosal crecimiento de Huaca del Sol, así como el crecimiento en el número de población urbana y las divisiones al interior de los conjuntos arquitectónicos. La evidencia en el Núcleo Urbano se resume en: el incremento en los últimos pisos de ocupación (en especial pisos 1, 2 y 3) - en relación a los pisos anteriores - de restos de productos alimenticios y artesanales, de ofrendas y objetos de metal de los ajuares funerarios. En contraposición está el hecho de que la evidencia arqueológica en los valles vecinos que habrían conformado en su momento el estado Mochica Sur demuestran que éste sufrió la pérdida de territorios conquistados (Uceda op cit.:316). Creo que del 600 d.C. en adelante, el Estado Mochica Sur pudo haberse circunscrito al valle de Moche, conformado por un conjunto de parcialidades dispersas en dicho valle. Pero, ¿cómo una entidad política aparentemente en crisis, que pierde territorios, pudo experimentar un crecimiento demográfico como el que se evidencia en los últimos pisos de ocupación en el Núcleo Urbano? Una respuesta posible es el repliegue de las elites mochicas, que anteriormente residía en los territorios perdidos, hacia la ciudad de Huacas del Sol y de la Luna. Estas elites habrían formado los grupos corporativos a partir de sus parcialidades o curacazgos. Dichas elites debieron ser cabezas de parcialidades de las

Page 17: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

cuales reclutaron a las artesanas textiles en determinados periodos del año y probablemente a tiempo completo. Más adelante, tras la disolución de “lo Mochica” como entidad política y la posterior conformación de “lo Chimú”, esos grupos corporativos se habrían convertido en los gremios o parcialidades artesanales altamente especializadas de los que habla María Rostworowski.

¿Cómo llegó la producción especializada a manos de la elite urbana? Cabe la posibilidad que haya sido la elite gubernamental la que haya delegado a algunos miembros de las elites urbanas, acaso sus curacas menores, la responsabilidad de organizar y ejecutar la producción textil especializada (y otras producciones especializadas), ahorrándose el costo que ésta implica y reclamando algún tipo de tributo, donde “… la capacidad del curaca para facilitar el funcionamiento del sistema económico era tal vez el refuerzo más importante de su rango y posición” (Ramírez 2002:53).

Con base en la evidencia presentada en el yacimiento, parece ser que gran parte de la producción artesanal textil local, no toda, estuvo orientada a la elaboración de objetos suntuarios personales de valor y uso variable, consumidos por las elites intermedias, urbanas y rurales. Estos objetos habrían sido producidos en un contexto donde parece convivir la especialización adjunta (attached specialization) y la especialización adscrita (embedded specialization). Esta producción textil pudo haber estado controlada por uno o más grupos corporativos, encabezados por unidades domésticas residentes en los conjuntos arquitectónicos e integrantes de la elite urbana. En todos los casos de talleres dentro del Núcleo Urbano, las áreas de producción se encuentran dentro de espacios mayores que incluyen espacios domésticos. Sin embargo, pudo haber existido productos de uso exclusivo de la elite gobernante, residente en Huaca del Sol, que habrían estado directamente controlados por las elites gubernamentales (como más tarde en los casos chimú e inca), algunos de ellos no sujetos a intercambio, pero esto es una mera suposición que no tiene ninguna evidencia de peso para el caso moche12. En todo caso, de haber acontecido un manejo estatal de algunos productos textiles, estos habrían sido objetos preciosos no producidos para intercambio, sino para uso de las elites gubernamentales, para obsequio en casos especiales y como sacrificio para las huacas.

Observamos entonces la posibilidad de un contexto de especialización textil donde conviven la especialización adjunta y la especialización adscrita; sin embargo, podría haberse dado casos adicionales de especialización adjunta pura e incluso independiente. Si bien los residentes de la ciudad son “de elite”, esta elite habría configurado diferentes segmentos sociales a su interior, y como bien lo señala Prudence Rice (op cit.:220): “Diferentes segmentos sociales tendrán diferentes demandas y diferentes grados de capacidad o maneras de satisfacerla”. Disgregaremos lo discutido cuando abordemos a continuación cada uno de los aspectos ligados a las relaciones sociales de producción.

Los productores

En este punto intentaremos evaluar las identidades sociales, el grado de especialización, la intensidad del trabajo, la naturaleza de las compensaciones (relaciones productor-consumidor), la destreza del productor y los principios de

12 Salvando las distancias sincrónicas y diacrónicas, en muchas regiones del estado Inca tardío solo los más elaborados bienes suntuarios, como las túnicas reales cumpi, estaban directamente controlados por la autoridad central. Bajo este escenario, el productor especialista estaba adjunto al estado o la elite gubernamental, y por lo tanto no habría tenido ningún derecho en la alienación de los objetos producidos. En compensación, habría gozado de beneficios de status y de propiedades de tierras, regalos y alimentos. El cumpi no habría sido objeto de intercambio, sino para uso real o para ser entregado como obsequio a personas y huacas.

Page 18: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

reclutamiento de los trabajadores.

En las sociedades llamadas “tradicionales”, la identidad es socialmente adquirida; es decir, responde a una serie de valores culturales y normas que se adquieren en la dialéctica entre el individuo y la sociedad. Esta identidad responde a aspectos básicos como el género, la edad y el status social. En muchas culturas del mundo - no en todas - la actividad textil ha sido exclusiva de las mujeres, dentro del marco de una fuerte división sexual del trabajo, estimulada por valores culturales, y con un posible respaldo mítico. El hilado y el tejido no eran sólo habilidades socialmente adquiridas sino también marcados símbolos de género, y de una fuerte carga sexual e incluso ideológica. En el mundo andino, una mujer hábil en el hilado y el tejido era vista como una mujer inteligente, trabajadora y admirable, y le otorgaba un mayor atractivo a los ojos masculinos13. “Labrar mejor mantas” era una fuente de prestigio y envidia entre las esposas de un mismo varón (Murra 1975:152 citando a los cronistas Martín de Murúa y Guamán Poma de Ayala). Además debemos agregar la importancia de su trabajo en varios aspectos. John Murra escribe que las funciones del tejido iban mucho más allá de denominadores psicológicos y ornamentales comunes a todas las sociedades, marcando su presencia en todo acontecimiento importante: “Ningún acontecimiento político, militar, social ni religioso estaba completo sin el ofrecimiento o la cesión de tejidos, quemados, sacrificados o intercambiados” (Murra 1978:107).

El vestido se consideraba el regalo principal y preferido en todo momento de crisis de ciclo vital. Los parientes regalaban ropa en ritos de iniciación, se entregaba como ofrenda matrimonial, en ceremoniales de ropa nueva, en los sacrificios a las huacas. Incluso existían precauciones mágicas en el hilar y vestir (Murra 1975:151). El vestido era símbolo de posición social, de ciudadanía. Se utilizaba como regalo principal para sellar un armisticio. Según Murra, de todas las etapas vitales, la muerte tenía la más íntima relación con el tejido, bien documentada en la arqueología, las crónicas y la etnología14 . Como ejemplo análogo, Elizabeth Brumfiel (1996:456-457) describe el hilado y el tejido en el área azteca como fuentes de identidad femenina. Sus herramientas eran símbolos de feminidad tanto en la vida como en la muerte. Servían como metáforas para las experiencias de las mujeres con el embarazo y el nacimiento de los hijos, y muchas de las divinidades femeninas que personificaban la autoridad femenina cargaban equipamiento de hilado y tejido como parte de sus vestuarios. Uno de sus productos finales, la ropa, era importante en la economía política de la unidad doméstica, pues era distribuida en fiestas marcando el nacimiento, el matrimonio y la muerte de sus miembros.

13 Según Jerónimo Román y Zamora cuando un hombre noble poseía dos o más esposas del mismo rango, se consideraba como la principal, a la que o era más hermosa, alegre, amorosa o si tenía dotes naturales, como por ejemplo destreza en el tejido y en la preparación de potajes. 14 John Murra, en Formaciones Económicas…, pp. 152, apunta como Polo de Ondegardo “notó que los muertos eran adornados con ropa nueva y varios vestidos sin estrenar se colocaban en la tumba. En la costa la arqueología indica que esa costumbre no fue sólo incaica sino panandina y que su antigüedad es de miles de años. Yacovleff y sus colaboradores hicieron un cálculo aproximado de la cantidad de algodón necesaria para tejer el fardo funerario de una sola momia Paracas: medía 300 metros cuadrados; se utilizaría la producción de más de una hectárea de tierra (…) ¡para una sola tumba¡ La cantidad de horas empleadas por una mujer en hilar, tejer y bordar es incalculable”. En Organización Económica del Estado Inca, Op. cit., pp. 130, John Murra comenta como en los velatorios las personas vestían ropas especiales y llevaban la ropa del difunto en procesión a los lugares dónde había vivido para al final ser lavadas por la viuda y los parientes en algún lugar de un río.

Page 19: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

Varios son los cronistas coloniales del área andina que señalan el hilado y el tejido

como actividades ejecutadas, en la mayoría de los casos, por mujeres15, incluso, al hablar del hilado señalan que era una actividad que las mujeres casi nunca dejaban de hacer, compartiéndola con otras actividades. Esto no quiere decir que la actividad textil haya estado prohibida para los hombres. Como ejemplo, John Murra dice, del caso inca, que: “Todos estamos familiarizados con las tantas veces citada imagen de la mujer andina, nunca desocupada, hilando sin cesar, de pie, sentada y hasta caminando (…). Ella hilaba la fibra y tejía gran parte de la ropa que vestía su familia y el huso lo llevaba a la tumba, como símbolo de su condición femenina. En la práctica, la división sexual del trabajo era menos rígida. La destreza en el hilado y tejido la adquirían en la niñez tanto los muchachos como las niñas. Los varones “reservados” de la mit’a – viejos, inválidos y niños – ayudaban hilando y torciendo sogas, tejiendo costales y ‘obra basta’, según su fuerza y capacidad” (Murra 1975:149).

Entonces, en la sociedad mochica y muchas otras sociedades andinas prehispánicas, aún cuando parece ser que la actividad textil fue culturalmente femenina, podríamos encontrar casos o grupos de excepción. Pedro Cieza de León cuenta en Crónica del Perú que en algunas zonas de Quito, eran las mujeres las que labraban los campos y los maridos quienes hilaban y tejían, cosa que el cronista también vio en algunas zonas de Cuzco(Valcárcel 1985, T1:165). Es probable pensar que dentro de los mochicas hubo casos en donde los hombres realizaron algunos de los procesos asociados a esta actividad, incluidos el hilado y el tejido. Sin embargo, en líneas generales, para el caso de la costa peruana observada por los cronistas, la “feminidad” de la actividad textil es muy marcada.

¿Habrá sido la actividad textil, o al menos las actividades de hilado y tejido, una actividad exclusiva de género dentro del estado mochica sureño dirigido desde Huacas del Sol y de la Luna? Veamos qué podemos extraer del dato arqueológico. La única evidencia iconográfica, la del taller de tejeduría, nos indica que al menos el tejido a nivel especializado, en un contexto de producción dependiente o adjunta, era una actividad realizada por mujeres. No hay evidencias iconográficas que nos indiquen el género de los que preparan la materia prima, los que hilan, tiñen o cosen las fibras. La mayoría de tumbas de mujeres mochicas, registradas a lo largo de los yacimientos arqueológicos de la costa norte, presentan dentro de su ajuar funerario herramientas asociadas a la producción textil. Dentro de estas herramientas, las que tienen una mayor presencia son los volantes de huso (piruros) y las agujas. Vemos entonces una fuerte asociación de las herramientas textiles al género femenino. Por ejemplo, en el caso del yacimiento mochica San José de Moro, Luis Jaime Castillo sostiene que “la frecuencia de ese tipo de objetos en asociación con tumbas femeninas es muy alta, casi toda tumba de mujer tiene un piruro, y con hombres es cero, no hay tumbas masculinas donde hayan este tipo de cosas”16. Es curioso que en el caso específico de Huacas del Sol y de la Luna, la presencia de piruros asociados a tumbas femeninas como indicador de identidad no sea categórica, sino por el contrario muy débil. Sólo el 10% de las tumbas de mujeres halladas en el yacimiento presentan piruros dentro del ajuar funerario. Más curioso aún es haber comprobado que el 8% de las tumbas de hombres presentan piruros en su ajuar funerario. De las 21 tumbas con piruros registradas hasta el año 2002, siete son de individuos de sexo masculino, siete de sexo femenino y las restantes siete corresponden

15 Como por ejemplo, el padre Bernabé Cobo cuenta que “Las mujeres hilan tanto en el interior de sus hogares como cuando caminan fuera de ellos, ya estén paradas o ya estén andando”. Citado por Valcárcel, Luis E., 1985, T.2:306. 16 Ver “El hallazgo de la Señora de Cao” en Revista Electrónica Arkeos, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2006, pp. 5. www.revistas.pucp.edu.pe/arkeos/content/view/76/67/1/4/.

Page 20: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

a individuos de sexo no identificado ¿Cómo se explica esto? Dos posibles respuestas se colocan sobre la mesa. O nos encontramos frente a casos de hombres que estuvieron dedicados a labores de hilado, y a continuación deducimos que la actividad textil no era exclusivamente femenina, y aún que no todos los hombres y mujeres moches se dedicaban a las actividades textiles; o la presencia de piruros en las tumbas tiene un significado ideológico cuya lectura no somos aún capaces de hacer en lugar de ser un indicador de la actividad productiva en vida del difunto17. No contamos aún con datos estadísticos suficientes con respecto a la presencia de agujas en las tumbas.

A principios del siglo XX, el antropólogo alemán Enrique Brunning (1989) observó cómo las mujeres son más conservadoras que los hombres respecto a los idiomas nativos, y que en el pueblo de Olmos (valle de Lambayeque), las tejedoras, mujeres, conservan todavía algunos nombres antiguos de partes de sus telares. Este es un dato etnográfico interesante para reforzar la idea del hilado y el tejido como actividades culturalmente femeninas para el caso de la costa norte. He mencionado también que John Gillim (op cit.) observó ya tarde, en 1940, que aún cuando la actividad textil había disminuido notablemente entre los pobladores de la Campiña de Moche, eran las mujeres las que hilaban y tejían ropa mediante el uso del telar, mientras que el tejido con fibras coriáceas, para labores de cestería, era un rol compartido tanto por hombres como por mujeres, como también se dio en la localidad de Eten (Lambayeque) según una fotografía de Brunning.

El nivel social no parece haber condicionado la posibilidad de dedicación a la actividad textil, independientemente de su naturaleza especializada. Las diversas fuentes de información nos permiten saber de manera clara que la actividad textil en general no estuvo restringida a ninguna clase social, ni el acceso a la materia prima en líneas generales, por la misma necesidad del vestido. Por lo tanto, podemos encontrar productores de tejidos tanto en los colectivos dominados como en los dominantes. En ambos grupos encontraríamos candidatas potenciales para realizar actividades textiles especializadas. Esto nos lleva a plantear la siguiente pregunta ¿podemos determinar el estatus de las especialistas textiles que laboraron en los talleres de Huaca del Sol y de la Luna?, o ¿a que clase social pertenecieron las artesanas textiles que producían en Huacas del Sol y de la Luna? Siguiendo la escena del taller de tejeduría, las artesanas participantes en el tejido debieron ser mujeres mochicas, que aparentemente formaban dos grupos, si continuamos con la línea de ideas de Campana: un primer grupo formado por tejedoras adjuntas, provenientes del grueso poblacional de una parcialidad (escenas B y D), y un segundo grupo formado por tejedoras de elite, adscritas, probablemente familiares del señor del taller (escena E). Ambos grupos formarían parte de un mismo grupo corporativo, tal como se explicó líneas arriba. Las tejedoras de elite, dado su conocimiento del discurso ideológico, pudieron encargarse de prendas específicas, especiales, no estándares, a pedido. En el mundo mochica, la posibilidad de mujeres de elite adscritas a la producción textil es plausible. Tumbas mochicas como las de las Sacerdotisas de Moro, o la tumba de la Señora de Cao, presentan un ajuar que contiene herramientas ricamente trabajadas asociadas a la producción textil. Lo que es difícil de determinar en este tipo de contextos es si su producción era especializada. Las tumbas de elite halladas tanto en el Núcleo Urbano como en Huaca de la Luna y la Plataforma Uhle, presentan casos de mujeres a priori asociadas a la actividad textil por la presencia de volantes de huso y/o agujas dentro de su ajuar funerario.

17 Esta información procede de un estudio sobre las tumbas excavadas en Huaca de la Luna, aún no publicado, efectuado por el arqueólogo Francisco Seoane, actualizado hasta el año 2002.

Page 21: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

Un ejemplo interesante de artesanos de elite, aun cuando no es el caso de la

actividad textil, nos la da el hallazgo del “Taller Alfarero”, al suroeste de Huaca de la Luna. Dentro de este taller se hallaron dos entierros (un hombre y una mujer) en dos pisos de ocupación diferentes (pisos 1 y 2), cuyo ajuar denotaban que los individuos pertenecían a la elite urbana. Aún cuando no se encontraron herramientas asociadas a la producción de cerámica en las tumbas, un análisis de antropología física demostró que ambos individuos habían sido ceramistas, dadas las huellas de desgaste de sus huesos debido a movimientos reiterativos producto de la dedicación a la alfarería18. Fuera del ámbito mochica, en otras entidades políticas complejas americanas, se tiene evidencia de artesanos de elite adscritos. Dos ejemplos son el caso Tiwanaku del 600 d.C. y el caso Maya Clásico19.

En cuanto a la edad, la evidencia iconográfica nos muestra que dentro del tejido a nivel especializado, las artesanas eran adultas de diversas edades. En la escena del taller de tejeduría podemos apreciar una jerarquía compuesta por jóvenes aprendices, mujeres adultas de nivel avanzado, las iniciadas, y adultas mayores, las expertas, las “maestras artesanas”. En cuanto al hilado, la evidencia que se encuentra en las tumbas con presencia de piruros nos dice que un amplio porcentaje de estos formaban parte del ajuar tanto de hombres como de mujeres adultos (76,19%). Sólo hay dos casos de tumbas de adolescentes (un individuo de sexo masculino y otro de sexo femenino) que contienen piruros en su ajuar funerario. Una vez más debemos pensar si efectivamente la presencia del piruro en una tumba es un indicador de actividad productiva realizada en vida del individuo o nos encontramos frente a un significado ideológico que se escapa a nuestro entendimiento.

En la especialización dependiente o adjunta, los dueños de la producción son los patrones o patrocinadores, al menos en primer término. Nuestro punto de partida vuelve a ser la escena iconográfica ya descrita, en especial las escenas A y C. Según Larco, son mujeres ocupadas en diversos menesteres: están recibiendo alimentos y frutas. Bajo la vigilancia y mando de estas mujeres se confeccionaban los vestidos más primorosos. Larco añade que esta particularidad le “trae a la memoria una costumbre todavía en pie en el interior del país” (en la época de la primera edición de su libro, en el año 1949). Las señoras acomodadas, según Larco, “hacen llamar a varias tejedoras de la chacra para que les hagan frazadas, ponchos o alforjas en su propia casa. A más de darles todos los implementos necesarios para su trabajo y pagarles su salario, las atienden muy bien con comidas y regalos”. Larco termina preguntándose y respondiéndose: “¿No será esto un rezago de la antigua costumbre mochica? Es muy probable” (Larco op cit.:94). Larco comete un error al identificar a estos personajes como mujeres, pues claramente visten ropa masculina, pero nos proporciona un dato etnográfico bastante interesante. Para Campana esta parte de la escena iconográfica “es posiblemente la más importante de la vasija, aún cuando no tiene connotación propiamente textil. Su importancia radica en el valor informativo, en la magnitud de los personajes, en su vestimenta, en sus gorros o tocados, en los objetos de su entorno, etc.”. Según Campana son hombres elegantemente vestidos; él observa una similitud en las “insignias” que llevan el personaje 1 en el hombro y el personaje 2 en el pecho, de lo que deduce que el personaje 2 “se encarga de entregar las ofrendas al “Señor del Taller”, quien pareciera ser su parcial y superior, por las insignias, el gorro y las orejeras”. Las ofrendas, según Campana, “parecen provenir del ‘Señor del turbante’ (nuestro personaje 3) de mayor tamaño que está más cerca del ‘Señor del taller’ y en medio de la escena”. Este “Señor del Turbante” tendría, en

18 Para más detalle ver Uceda y Armas 1997:93-104; Uceda, Armas y Millones 2003:197-211. 19 Para el caso Tiwanaku o Tiahuanaco, ver Janusek, John, op. cit., y para el caso Maya Clásico, ver Inomata, Takeshi, op. cit.

Page 22: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

palabras de Campana, mayor rango que el “Señor del Taller” “de ser correcta la hipótesis ya propuesta, que a mayor dimensión de la figura mayor importancia”. Este visitante trae las dos tinajas o garrafas, probablemente con chicha (Campana op cit.:455-456). Según manifiesta Shimada (op cit.:186-187) con relación a esta misma escena, “el elaborado traje, mayor escala, y posición elevada argumentan de manera conjunta que los dos hombres sentados en las plataformas bajas son patrones y/o supervisores del tejido”. Pienso que un “supervisor” y un “señor” tienen dos connotaciones diferentes. Un supervisor a secas es un nexo entre los productores y un estamento mayor, que bien puede ser el estado, el cual es el dueño de la producción, mientras que la categoría de señor involucra una cierta autonomía en el manejo del taller y en la producción. La escena iconográfica que discutimos ilustra por sus características a señores o patrones del taller, más que a supervisores, puesto que parece ser que estos personajes tienen el control sobre la alienación de los productos que se producen en el taller ya que tienen la facultad de negociar sus productos, como parece captarse en la escena.

Concuerdo con Campana respecto a que el personaje 1 es el “Señor del Taller”, el personaje 2 es una especie de criado del personaje 1, y los personajes 3 y 4 son visitantes. En la acción, el personaje 2 parece estar entregando un cuenco conteniendo algún líquido al personaje 1, probablemente chicha, ofrecido por los visitantes. Esto se deduce de dos aspectos: la presencia de los cántaros del lado de los visitantes y su actitud con los brazos extendidos en dirección al personaje 1. El pescado parece haber sido traído también por los visitantes, junto con la chicha. Me aventuro a decir que los visitantes podrían ser principales de una parcialidad de pescadores que visitan al Señor del Taller para realizar un intercambio de productos marinos por tejidos. Las semejanzas en la decoración de los turbantes nos indican que se trata, o de integrantes de una misma parcialidad mayor, o que los personajes 3 y 4 son “clientes” habituales del taller, puesto que están vistiendo algunos de los productos que allí se tejen, o ambas posibilidades. Esto también lo advierten Campana y Donnan: “Los modelos textiles se parecen a los paños delgados o fajas con las que se arman los gorros o tocados de los hombres” (Campana op cit.:465). “… esos tejidos son para tocados” (Donnan 1973:294).

En cuanto a los visitantes, las diferencias de tamaño entre los personajes 3 y 4, indicarían que el personaje 3, llamado “Señor del Turbante” por Campana, tiene un mayor status que el personaje 420. Sin embargo, el hecho de que el personaje 4 esté sentado sobre la plataforma, a la misma altura que el Señor del Taller hace pensar lo contrario. Estos señores de talleres, miembros de la elite urbana, pudieron ser las cabezas de parcialidades residentes en los complejos arquitectónicos del Núcleo Urbano.

¿Qué están haciendo los dos personajes de la escena C? Una posible interpretación sería que el personaje 6, que sostiene un ají en su mano derecha, parece estar ofreciendo alimentos como regalos al personaje 5, cuya importancia por encima del personaje 6 se apreciaría a partir de su tamaño. En la interpretación propuesta por Campana, los personajes comparten los alimentos mientras conversan. Cada par de platos corresponde a cada uno de los personajes (Campana op cit.:451). Sin embargo, las interpretaciones aquí se han hecho en base a las reconstrucciones del dibujo, pues en el original esta escena está incompleta. El personaje 6 podría ser un Señor del Taller. La presencia aparente de dos señores del taller, podrían indicarnos una organización dual de la producción, siempre asimétrica, siempre con una de las cabezas por encima de la otra. 20 Según Campana, op. cit., pp. 451, desde la perspectiva artística del Renacimiento, en una escena determinada donde vemos por ejemplo dos personajes, el que está representado en mayor tamaño se asume que está más cerca o en primer plano. En la perspectiva mochica, el personaje más grande es más importante (en rango, en status, en clase social) que el pequeño, en una visión claramente sociopolítica.

Page 23: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

Como he señalado, pienso que los dueños de la producción probablemente eran

curacas, gestores de grupos corporativos que nacen a partir de sus curacazgos o parcialidades. Dichos curacas se habrían trasladado a la ciudad de Huacas del Sol y de la Luna tras la pérdida de los territorios en los valles al sur, y habrían conformado grupos corporativos que se hicieron cargo de la producción artesanal especializada, probablemente por encargo de las mismas elites gubernamentales residentes en Huaca del Sol. La presencia de fragmentos de trompeta y áreas de producción de chicha dentro de algunos conjuntos residenciales podría indicar que éstos fueron habitados por señores del nivel de un curaca. En diversos documentos jurídicos coloniales, los curacas o caciques señalan como insignias, como símbolos de su investidura, dos elementos: las trompetas y la taberna (tinajas con chicha)21, los cuales son utilizados cuando hacen las visitas a sus súbditos. Aunque de momento este argumento parece tener poco peso, sería interesante tenerlo en cuenta a futuro.

El grado de especialización no es otra cosa que la división del trabajo, de una actividad artesanal en este caso, en tareas más simples. Para determinarlo empezaremos por establecer si la producción de una pieza tejida con telar implicó el desarrollo de toda la cadena operativa textil dentro de un único espacio social o de varios.

En el caso de la ciudad mochica tardía conocida como Pampa Grande, Izumi Shimada registró dos áreas diferentes con evidencias de actividades para la preparación de la fibra de algodón, actividades que parecen haber estado supervisadas. Sin embargo, no se encontró ninguna evidencia en ninguna de las dos áreas que indique actividades de hilado, como serían por ejemplo los piruros. Sólo se encontró evidencia para postular talleres de tratamiento del algodón, el cual debió salir procesado y listo para ser hilado en otras áreas de producción. En el mismo sitio, Shimada reporta un posible taller que dada la presencia de piruros y agujas, pudo ser un taller para labores de hilado y acaso costura. Adicionalmente, este investigador identificó un espacio que pudo ser un taller de tejeduría, dada sus características arquitectónicas, la presencia de una espada de telar, restos de un tambor y una plataforma con rampa inmediatamente al norte desde donde se pudo controlar la producción.

En Huaca de la Luna, el posible taller textil identificado en el CA 9 por Claude Chapdelaine parece también haber servido para el hilado del algodón dada la enorme cantidad de piruros encontrados22. Lo que indica la evidencia a priori, es decir la masiva presencia de piruros y los restos de algodón, es que posiblemente nos encontremos frente a un conjunto arquitectónico que contaba con una zona de producción de hilos de algodón. La mayor parte de los conjuntos arquitectónicos con evidencias de ocupación doméstica-residencial en el Núcleo Urbano de Huacas del Sol y de la Luna presentan 21 “… por haberle quitado “las insignias de cacique como son las trompetas y tabernas” (Rostworowski 2005:210). 22 Hasta donde hemos visto, las evidencias de un taller textil en el conjunto arquitectónico 9 no son claras. José Armas y coautores sostienen que este conjunto presenta “una configuración destinada al almacenamiento de alimentos y bienes de uso; así como para la preparación de dichos alimentos” (ver Armas et al. 2002: 203-204) y agregan que estuvo funcionando como “un centro abastecedor de alimentos a los trabajadores de dicho sector…” (Ibid.:204), sector en donde se ha ubicado inmediatamente al sur, en el conjunto arquitectónico 7, un espacio asociado, según Claude Chapdelaine (1998) a la fundición de metales por la presencia de una especie de horno circular en forma de chimenea. Esta posición está observada en la actualidad, dadas las características estructurales de la chimenea. Armas y coautores, (Ibid.) agregan que “la recuperación en diferentes estratos y contextos de utensilios de tejer como agujas en hueso y metal, torteros y piruros en cerámica y piedra de variado diámetro nos permite identificar una actividad textil, como un complemento de las actividades principales del conjunto, ejecutados en momento de tiempo libre”.

Page 24: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

piruros en sus pisos y rellenos arquitectónicos, pero su presencia es muy alta en el caso de los conjuntos 17, 27, 30 y 35. En el caso de las agujas, los conjuntos con más incidencia son los CAs 17, 30 y 35. Cabe la posibilidad de que dichos conjuntos hayan tenido zonas destinadas al hilado y al tejido, dentro de un contexto especializado o no, a la par de otras actividades, lo que les daba un carácter multifuncional.

Los datos procedentes de Pampa Grande y Huacas del Sol y de la Luna podrían sustentar la idea de que los pasos tecnológicos de la cadena operativa orientados a la producción de tejidos con telar no se hicieron todos dentro de una misma unidad de producción. El procesamiento pudo haber tenido lugar en una unidad diferente de aquella que producía los hilos. El hilado igualmente debió tener lugar en una unidad de producción distinta a aquella que manufacturaba el producto final, el tejido. A este punto tenemos al menos tres unidades de producción distintas: taller de procesamiento de algodón, taller de hilado y taller de tejeduría. La iconografía parece respaldar esta propuesta, toda vez que en la escena iconográfica ya descrita, sólo se aprecian actividades de tejido. Es posible afirmar que entre estas tres unidades distintas debieron existir relaciones económicas para garantizar el flujo de la cadena operativa y el éxito de la producción de los tejidos, lo que implicaría una interrelación específica entre los señores de cada taller. Queda claro entonces que lo que se está representando en el dibujo es un taller de tejeduría, es decir, dedicado exclusivamente al tejido. Los procesos de preparación de materia prima, hilado, teñido y cosido no se representan en la escena, de lo cual se deduce que estas otras actividades: (1) son actividades especializadas relacionadas con otros talleres, o (2) son actividades especializadas relacionadas con otra área o espacio físico dentro de un mismo taller. Esto sustenta nuestra idea de diferentes unidades productivas para diferentes pasos tecnológicos dentro de la cadena operativa textil. El escenario arquitectónico ilustrado en la escena iconográfica es per se sugerente. La presencia de banquetas largas a manera de plataformas bajas, techadas, indica que dicho espacio social se adscribe a un contexto de elite. Este tipo de banquetas no es un elemento constructivo común a espacios arquitectónicos de gente del común. Incluso el estar sentados sobre banquetas-plataforma significa superioridad de rango con relación a aquellos que puedan sentarse, en un mismo contexto, sobre el suelo propiamente dicho.

El caso de la producción de objetos de metal parece ser similar al de la producción textil. En Huaca de la Luna se ha identificado un taller de orfebrería en el cual solamente se realizaban labores de repujado y martillado para la obtención de placas de cobre (Carol Fraresso, comunicación personal 2005; ver también Gamarra et al. 2004; Uceda y Rengifo 2006:26). Es interesante acotar que en el caso de la producción de cerámica sucede lo contrario en cuanto a escenarios para los pasos tecnológicos, a la luz de las investigaciones en el yacimiento arqueológico. Dentro del Núcleo Urbano se han registrado dos talleres de producción de cerámica. Un primer taller, denominado “Taller alfarero”, ubicado a unos 150 m al suroeste de la Plataforma I de Huaca de la Luna, comprendía la producción de vasijas de culto, instrumentos musicales y algunos ornamentos corporales de cerámica. Todos los escenarios para los diferentes pasos de su producción se registraron dentro de los límites del taller, desde la preparación de la masa hasta el almacenaje (Uceda y Armas op cit.:102). Igual es el caso del taller del CA21, el cual ha sido identificado por sus investigadores como taller para la producción de ornamentos corporales, objetos rituales e instrumentos musicales de cerámica (Chiguala et al. 2006).

El dato etnohistórico parece respaldar nuestra idea de la subdivisión de la especialización textil. María Rostworowski (2005:131) rescató del archivo “una tardía noticia de Lambayeque, de 1710” donde se nombra a los 25 grupos que habitaban el lugar, y entre éstos estaban los llamados huseros (hilanderos), lo que “demuestra una

Page 25: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

subdivisión dentro de los tejedores”.

No queda clara la frecuencia o intensidad de la producción textil especializada dentro del yacimiento. Si bien ésta pudo haberse realizado a tiempo completo (full time), desconocemos si esta se hizo durante todo el año, acaso de por vida (life time), o si se practicó en ciertos períodos del año, adaptándose a algún calendario ceremonial, o si hubo una mixtura de los casos. Existen ejemplos y argumentos para cada una de estas posibilidades en el mundo andino. En el caso inca existieron especialistas textiles que se dedicaban de por vida a la elaboración de prendas de vestir y demás accesorios textiles para uso del Inca, la nobleza y los ceremoniales imperiales. Estos artesanos, movilizados desde sus lugares de origen, entraban a formar parte de una clase social superior al del común de los artesanos de la población y de la población misma. Pero también en el mismo caso inca, la existencia de calendarios ceremoniales donde se destacan ciertas actividades productivas nos indicaría que cada cierto tiempo eran reclutados especialistas para la producción de prendas textiles. Por ejemplo, el cronista Gutiérrez de Santa Clara señaló que el cuarto mes, Puzcoayquiz (septiembre) era destinado al tejido, tarea principalmente femenina. Igualmente Diego Fernandez, el Palentino, señaló que Pushka ki, septiembre, era el mes destinado a “hilar y tejer muy buena ropa para sus fiestas y regocijos”, dentro de un mecanismo tipo mit’a, en un modelo análogo al que señaló Larco cuando describió la escena iconográfica del taller mochica.

Las especialistas mochicas movilizadas de alguna parcialidad, cuya cabeza regenta el taller, estarían efectuando prestaciones personales, otorgando el don de su fuerza de trabajo, un “don de retorno” por los favores de su señor y patrón, parafraseando a Maurice Godelier (1998:52). Susan Ramírez (2002:47,49) resalta que “el input laboral fue la forma en que las obligaciones tributarias fueron oficialmente asignadas y medidas” durante tiempos prehispánicos en la costa norte del actual Perú; para obtener la mano de obra necesaria para diversas tareas, “el curaca visitaba personalmente a los señores menores y a sus súbditos, dondequiera que viviesen”.

Dado que la mayor parte de los productores se encuentran en calidad de adjuntos a un patrón, la naturaleza de las compensaciones se da en una relación productor-patrón y patrón-consumidor antes que directamente productor-consumidor, como sucedería en un contexto de especialización independiente. El patrón o señor del taller habría controlado y supervisado la producción y realizado las reuniones con otros miembros de la elite para el intercambio de sus productos por materias primas, herramientas, bienes de subsistencia además de otros bienes suntuarios producidos en otros talleres dentro de la trama urbana de la ciudad. Una parte mínima de sus productos debieron ser usados para el vestido del Señor del Taller y los miembros de su familia. Los bienes intercambiados, incluidos los suntuarios, eran distribuidos entre el señor del taller y los miembros de su familia; los bienes de subsistencia entre todos los miembros de la unidad productiva, a ciertos niveles y restricciones.

Es fácil deducir que las hilanderas y tejedoras reclutadas del grueso de la población común no poseía ningún tipo de derecho de alienación de los productos que fabricaban, aunque si poseían un mayor acceso a recursos de subsistencia, de mejor calidad nutritiva, y un mayor estatus en relación a la demás gente del pueblo. La destreza refleja la experiencia, pericia y talento del artesano. Como se ha mencionado varias veces, la tradición textil andina es de larga data. Los mochicas fueron grandes tejedores y dominaron todas las técnicas conocidas en el mundo andino durante el Intermedio Temprano e inicios del Horizonte Medio. La muestra textil con la que contamos para Huacas del Sol y de la Luna evidencia que las tejedoras mochicas utilizaron diversos colores de fibras para diseñar complejos motivos decorativos, bastante elaborados haciendo uso de técnicas textiles complejas.

Page 26: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

Los medios de producción

Analizaremos en este punto las materias primas, las herramientas y los patrones de explotación de los recursos, al igual que los conocimientos técnicos. Los objetos producidos en los talleres artesanales del yacimiento debieron pertenecer al señor del taller en primera instancia. Cada señor de taller pudo ser responsable de proporcionar las materias primas y las herramientas necesarias para la producción 23 y los artesanos proporcionaron la mano de obra. Murra destaca el principio de que en el mundo andino “no hay tributo en bienes”, y que, siguiendo a Baltasar de Soria, Castro y Ortega y Santillán, existía la posibilidad que los curaca hayan “provisto de lana a las tejedoras”, aunque también plantea un contexto de producción, a partir del cronista Falcón, en el que la cantidad de ropa de los curaca “no era tejida por la comunidad, sino por las numerosas esposas de aquellos” (Murra 1978:141). Esta última frase es otro ejemplo de la posible relación de la elite con la especialización textil.

Los señores de los talleres debieron tener el control de la movilización de algunos tipos de materias primas, como por ejemplo ciertos tipos de algodón24, la lana, o plumas exóticas para la decoración. Igualmente, estos señores controlaron la circulación de sus productos finales, su distribución dentro de una red de intercambio imperante dentro de la ciudad y hacia fuera. A una conclusión similar llegaron Santiago Uceda y Carlos Rengifo (2006a:314)cuando analizan la producción artesanal orfebre en el mismo yacimiento.

Las hilanderas conocieron la técnica del hilado mediante la torsión de hilos de algodón en “S” y en algunos casos, la retorsión de hilos en “Z”. Este es un aspecto que se ha identificado como característico de la práctica del hilado en la costa. Dentro de la tejeduría, la evidencia actual obtenida en el yacimiento sostiene que las tejedoras moches residentes en Huacas del Sol y de la Luna conocieron cuatro tipos de técnicas textiles mediante el uso del telar: tela llana, sarga, doble tela y tapiz, con sus respectivas variantes, tal como se puede apreciar en la tabla 5.

Los objetos producidos

Los objetos textiles producidos mediante el uso del telar en Huaca de la Luna dentro de un contexto especializado adjunto y adscrito, fueron bienes artesanales suntuarios, elementos de poder y status de carga simbólica variable algunos de ellos utilizados para los rituales. Se hace hincapié en lo de “contexto especializado adjunto y adscrito” porque no se descarta la posibilidad de que también existieran zonas de producción textil para autoconsumo dentro de algunos conjuntos residenciales del núcleo urbano, así como unidades de producción doméstica especializada independiente orientada a la producción de prendas textiles sin carga simbólica. Los tejidos suntuarios debieron estar

23 Las herramientas utilizadas para la producción de objetos textiles, dentro de cada paso de la cadena operativa, acaso de cada paso especializado, pudieron ser proporcionadas por los patrones o señores de cada taller. Dado que los piruros estaban hechos de arcilla fina, piedra o incluso metal, además de estar en la mayoría de casos decorados, es probable que estos fueron elaborados en talleres alfareros con los cuales los patrones o señores del taller guardaban relaciones económicas. Igual argumento se puede utilizar para el caso de las agujas de cobre, dado que el metal era un material controlado y restringido. 24 En el estado inca habían restricciones en cuanto a los tipos de lana. Por ejemplo Murra (1978: 108), señala que la lana del guanaco, a pesar de ser ordinaria, por ser éste un animal silvestre, era propiedad de culto y estaba destinada para ser tejidas por las acllas. La lana de vicuña, la más fina, se destinaba para las vestiduras de los reyes. La alpaca era la principal proveedora de lana entre la población, y la lana de llama, de vellón largo y rico, se utilizaba preferentemente para hacer cuerdas.

Page 27: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

restringidos para consumo exclusivo de las elites residentes en el yacimiento y de elites de otros pueblos mochicas al interior del valle de Moche, y acaso de valles adyacentes.

En una sociedad donde el estatus de elite y la autoridad política no están firmemente respaldadas por un código de leyes o una fuerza policial, los símbolos de poder de elite pueden convertirse en objetos fundamentales de poder. Se espera un control monopolizado sobre estos objetos (Peregrine 1991:2). Los artesanos que trabajan bajo el auspicio de las elites están libres de las restricciones de mercado competitivo porque la disposición de sus mercancías está garantizada (Costin y Hagstrum op cit.:621).

Queda por resolver el tema de las piezas textiles mixtas, que incluyen ornamentos producidos por otros tipos de artesanos, atendiendo a la materia prima. Hay casos de vestidos de hechura simple, telas llanas, pero decorados con placas de metal, por ejemplo cobre dorado y plata, que tuvieron una altísima carga simbólica según se aprecia en la iconografía, y cuyo uso es evidente en Huaca de la Luna (Zavaleta 2006:30)25. Este tipo de prendas implica dos trabajos especializados distintos. Por un lado el tejido de la prenda, y por otro la fabricación de las placas de metal. ¿Habrían existido acaso talleres de producción de este tipo de prendas en exclusivo? Esto habría implicado dos posibilidades: por un lado, la convivencia de tejedoras y metalurgos dentro de una misma unidad de producción. La otra opción es la interrelación de dos talleres diferentes, uno de tejido y el otro de martillado y repujado de láminas de metal, que trabajarían coordinando la obtención de un producto específico, probablemente hecho a pedido por un personaje importante de la sociedad moche.

La circulación

María Rostworoski (1992:268), a partir de sus estudios con base en documentos históricos, asegura que “la especialización del trabajo en la costa obligó al establecimiento de un trueque local entre sus habitantes para obtener las subsistencias y los objetos que cada cual no producía”. Esta investigadora añade que “para entender el intercambio en las sociedades costeñas del antiguo Perú tenemos que aclarar que se realizaba a dos niveles muy distintos. El primero se efectuaba entre la gente del común para conseguir lo necesario para la vida diaria y posiblemente las equivalencias eran establecidas y aceptadas por todos. El segundo se llevaba a cabo entre las clases altas de la sociedad” (ibidem). El curaca, según Susan Ramírez (2002:52), era el principal motor de todo el sistema redistributivo regional de intercambio. Las plazas del Núcleo Urbano, además de ser espacios públicos de circulación e integración social, serían los posibles escenarios donde los señores curacas de las diferentes parcialidades mochicas intercambiaban su producción así como otros productos procedentes del exterior, mediante trueque. Incluso, algunos patios al interior de los conjuntos arquitectónicos podrían haber servido para tal fin.

Los consumidores

El control de la producción permite el control del consumo (Clark y Parry op cit.:294). La producción artesanal textil a nivel especializado, dentro de la trama urbana de Huacas del Sol y de la Luna, habría tenido como consumidores principales a miembros de la elite, tanto urbana como rural, sea de la ciudad o de otros asentamientos. Esto se argumenta a partir de la calidad de las piezas registradas en el yacimiento y lo

25 Enrique Zavaleta reporta en Huaca de la Luna, restos de placas de metal con orificios y con improntas textiles, almacenados en el sector noroeste de la Plataforma I: “El ambiente 1 podría ser considerado un depósito para textiles de elite decorados con placas de metal”.

Page 28: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

que se ve en la iconografía. La producción en la mayoría de los casos parece estar destinada al intercambio con otros bienes producidos por otros grupos productores, especializados y no especializados. En este punto, Campana es categórico al afirmar que en algunos casos “el trabajo artesanal era a pedido, según modelo, y en cantidad no necesariamente personal, pudiendo ser masiva y, tal vez, hasta en serie” y que “el trabajo con modelos para la fabricación de vestidos haría pensar en una actividad altamente productiva y no necesariamente en poder del estado” (Campana op cit.:465). Campana añade que “entre la producción artesanal y su comercio, habría una asociación muy ligada, conformando un poderoso grupo de poder económico-social, de fuerte influencia política.

Conclusiones

La ciudad de Huacas del Sol y de la Luna experimentó a partir del 600 d.C. un cambio político, económico y social que influyó en la organización de la producción artesanal. La producción artesanal en esta ciudad no respondió a un único modelo de organización, sino que confluyeron una serie de situaciones que tuvo que ver con el tipo de productos que se fabricaban y con los consumidores finales. En este sentido, podemos suponer un status variable de los especialistas, dependiendo del objeto que producen y para quienes producen.

En el caso de la producción textil, ésta se pudo dar dentro de diferentes contextos: no especializado y especializado. Dentro del grupo de productores especializados podríamos encontrar especialistas adjuntos a las elites de gobierno, adjuntos y adscritos a parcialidades, e incluso especialistas independientes.

La evidencia con que contamos en cuanto al tipo de relación entre el productor y el patrocinador de la producción esta constituida por la iconografía, las pocas tumbas de especialistas registradas dentro de los talleres y la multifuncionalidad evidente de los bloques arquitectónicos. La lectura de ella nos llevaría a suponer que la especialización textil dentro del Núcleo Urbano en Huacas del Sol y la Luna, entre el 600 y el 850 d.C. fue adjunta y adscrita a grupos corporativos, posiblemente formados de las parcialidades integrantes del señorío mochica gobernado desde Huacas del Sol y de la Luna. Los curacas de dichas parcialidades, cabezas del grupo corporativo y señores del taller, residían con su familia en conjuntos arquitectónicos multifuncionales, donde se realizaban diferentes actividades domésticas, administrativas y/o de producción. Dentro de este modelo adjunto-adscrito encontramos especialistas adjuntas, miembros de la parcialidad y ligadas al grupo dirigido por el señor del taller o cabeza de grupo; y especialistas adscritas, posiblemente miembros de la familia del Curaca. La producción de objetos textiles suntuarios pudo tener una connotación ritual.

La producción textil especializada adjunta-adscrita estuvo orientada al intercambio, tanto por otros productos suntuarios como por bienes de subsistencia, entre miembros de la elite. Se contempla la posibilidad de autoconsumo al interior del grupo corporativo, en especial del patrón del taller, también jefe del grupo corporativo y acaso señor de la parcialidad (curaca) y su familia. La intervención de los especialistas de elite parece estar orientada hacia los procesos finales de la producción. La evidencia etnohistórica, etnográfica e iconográfica nos lleva a pensar que la actividad del tejido fue culturalmente femenina. Sin embargo, la evidencia también nos puede llevar a pensar que en la práctica esto no fue rígido, y que en algunos casos los hombres pudieron dedicarse a labores como el hilado, teñido de fibras e incluso al tejido mismo.

La producción textil especializada adjunta-adscrita no implicó un solo escenario de producción sino varios escenarios o áreas productivas que debieron estar interrelacionadas para garantizar el flujo de la cadena operativa. La evidencia observada

Page 29: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

en Huacas del Sol y de la Luna, así como en Pampa Grande, sustentada por la iconografía, me permite sugerir de manera preliminar que la cadena operativa de la producción textil no se realizaba en un único escenario, sino que existían unidades de producción para al menos tres grandes procesos: el tratamiento de la fibra, el hilado y el tejido.

La presencia de herramientas y otros elementos de la producción textil dentro del ajuar funerario de los mochicas parece indicar a priori la labor productiva que éstos realizaban en vida. Sin embargo, la evidencia de Huacas del Sol y de la Luna con relación a los piruros o volantes de huso podría indicar que la presencia de dichos piruros en las tumbas tiene un trasfondo ideológico cuyo significado aún no podemos dilucidar.

Page 30: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

BIBLIOGRAFIA

Adams, R.E., “Suggested Classic Period Occupational Specialization in the Southern Maya Lowlands”, en: Monographs and papers in Maya Archaeology. B.R. Bullard, editor. Cambridge 1970, pp. 487-502.

Almonacid, Cristian, Milagros Orbegoso, Diana Rojas y María Consuelo Sandoval. “la integración funcional de los conjuntos arquitectónicos 17 y 35 como parte de un bloque arquitectónico en el núcleo urbano”. En: Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna - Informe Técnico 2005. Santiago Uceda y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad – Trujillo, 2006, pp. 137-206.

Ames, Kenneth M. “Chiefly Power and Household Production on the Northwest Coast”. En: Foundations of Social Inequality, editado por T. Douglas y Gary M. Feinman. Plenum Press, Nueva York, 1995, pp. 155-187.

Angulo, María Isabel, Willy Chiguala Villanueva, Nisse García Lay, Danny Gonzáles Valencia y Juliana Otiniano Columna. Cambios en la dieta con relación a las fases de ocupación del conjunto Arquitectónico 35 de las Huacas del Sol y de la Luna. Informe de Prácticas Preprofesionales (Tesina). Universidad Nacional de Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales. Trujillo, 2004.

Armas, José, V. Guillermo, J. Huancas, H. Malca, R.Sánchez y L. Villena. “Excavaciones en los conjuntos arquitectónicos 7 y 9”. En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 1997, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 2000, pp. 85-99.

Armas, José, James Huancas y Rocío Sánchez. “El conjuntos arquitectónicos No 9: caracterización de la ocupación”. En: Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna - Informe Técnico 2001. Santiago Uceda y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad - Trujillo. 2002, pp. 197-206.

Barriga, Alonso, Jorge Meneses, Jessenia Palomino, Francisco Seoane y Krisna Smith. El conjunto arquitectónico 35 de las Huacas del Sol y de la Luna. Informe de Prácticas Preprofesionales (Tesina). Universidad Nacional de Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales. Trujillo, 2002

Bezzolo Price María, Sinthya Cueva García, Ana Linares Alvarado, Ana Mauricio Llanto, Rolando Paredes Grados y Liana Quiroz MacCubbin. Rasgos arquitectónicos formales que definen y delimitan un bloque arquitectónico: El caso de los CA 30 y CA27 – Complejo Arqueológico Huacas del Sol y de La Luna – Valle de Moche. Informe de Prácticas Preprofesionales (Tesina). Universidad Nacional de Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales. Trujillo, 2004.

Blackman, James M., Gil J. Stein y Pamela Vandiver. “The standardization hypothesis and ceramic mass production: technological, compositional, and metric indexes of craft specialization at Tell Leilan, Syria”. American Antiquity 58 (1), Society for American Archaeology, 1993, pp. 60-80.

Brumfiel, Elizabeth Y Timothy Earle. “Specialization, exchange and complex societies: and Introduction”. En: Specialization, exchange and complex societies. Elizabeth Brumfiel y Timothy Earle, editores. Cambridge University Press. 1987, Pp. 1-9.

Brumfiel, Elizabeth. “The Quality of Tribute Clothes: The Place of Evidence in Archaeological Argument”. American Antiquity 61(3), Editada por The Society for American Archaeology. 1996, pp. 456-457.

Brunnig, Enrique. Lambayeque: Estudios Monográficos. Compilada por James Vreeland. Segunda Edición. Sociedad de Investigación de la Ciencia, Cultura y Arte Norteño SICAN. Librería e Imprenta “El Horizonte”, Mosefú, Lambayeque. Editorial Gráfica Pacific Press, Lima,1989.

Page 31: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

Campana Delgado, Cristóbal. “El entorno cultural en un dibujo mochica”. En: Moche: propuestas y perspectivas. Actas del Primer Coloquio sobre la Cultura Moche (Trujillo, 12 al 16 de abril de 1993), Santiago Uceda y Elías Mujica, editores. Travaux de l’Institute Français d’Etudes Andines 79. Lima, Universidad de La Libertad - Trujillo, Instituto Francés de Estudios Andinos y Asociación Peruana para el Fomento de las Ciencias Sociales, 1994, pp. 449-473.

Castro de Trelles, Lucila, Los tejedores de Santiago de Chuco y Huamachuco. De cumbicus a mitayos, obrajeros y mineros. Minera Barrick-Misquichilca. Editora Argentina S.R.L. Lima, 2005.

Clark, John y William Parry. “Craft specialization and cultural complexity”. En: Research in Economic Anthropology. Isaac Barry, editor, Departamento de Antropología, Universidad de Cinccinati. Jai Press Inc. Greenwich, Connecticut, 1990.

Conklin, William J. “Estructura de los tejidos Moche”. En: Tecnología Andina. Fuentes e Investigaciones para la Historia del Perú /4. Roger Ravines, compilador. Instituto de Estudios Peruanos, Instituto de Investigación Tecnológica Industrial y de Normas Técnicas. Lima, 1978, pp. 299-332.

Corrales Nancy, Christian Hidalgo, Fanni Madani y Sandy Obregón. "La penúltima ocupación del conjunto arquitectónico 35 de las Huacas del Sol y de la Luna". Informe de Prácticas Preprofesionales (Tesina). Universidad Nacional de Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales. Trujillo, 2001.

Costin, Cathy y Melissa Hagstrum. Standardization, Labor Investment, Skill, and the Organization of Ceramic Production in Late Prehispanic Highland Peru. American Antiquity 60(4), Society for American Archaeology. 1995, pp. 619-639.

Cruz, Pilar, Silvia Saldivar y Enrique Zavaleta. “Excavaciones en el conjunto arquitectónico 17 del sector urbano de las huacas del Sol y de la Luna”. En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 1997, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad - Trujillo. Trujillo, 2000, pp. 101-130.

Chapdelaine, Claude, “Excavaciones en la zona urbana de Moche durante 1996”. En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 1996, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores. Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad – Trujillo, 1998, pp. 85-115.

Chapdelaine, Claude, “Investigaciones en los conjuntos arquitectónicos del centro urbano Moche”. En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 1997, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo, 2000, pp. 67-84.

Chapdelaine, Claude, “La ciudad de Moche: urbanismo y estado”. En: Moche hacia el final del milenio. Actas del Segundo Coloquio sobre la Cultura Moche (Trujillo, 1 al 7 de agosto de 1999), Santiago Uceda y Elías Mujica, editores, T. II. Universidad Nacional de Trujillo y Pontificia Universidad Católica del Peru. Lima, 2003, pp. 247-285.

Chapdelaine, Claude, Hèléne Bernier y Víctor Pimentel. “Investigaciones en la Zona Urbana Moche, temporadas 1998 y 1999”. En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 1998 - 1999, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo, 2003, pp. 119-198.

Chauchat, Claude y Belkys Gutierrez. “Excavaciones en la Plataforma Uhle”. En: Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna - Informe Técnico 2006. Santiago Uceda y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad - Trujillo. Trujillo, 2007, pp. 47-83.

Childe, V. Gordon, Los orígenes de la Civilización, Fondo de Cultura, México, 1954.

Chiguala Jorge, Fanny Rodríguez, Ana Morales, Pilar Soto, Marilaura López y José Gómez. “Áreas de actividad del Conjunto Arquitectónico 21 y su integración al Bloque Constructivo Nº 2”. Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna: Informe Técnico 2006. Facultad de Ciencias

Page 32: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

Sociales, Universidad Nacional de Trujillo. Santigo Uceda y Ricardo Morales, editores. Trujillo, 2006.

Chuquipoma, Luis, Antonio Murga, Santos Romero, Ronny Vega y Santiago Zanelli. Excavaciones en el conjunto arquitectónico No. 35 – 2003, Huacas del Sol y de la Luna. Informe de Prácticas Preprofesionales (Tesina). Universidad Nacional de Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales. Trujillo, 2003.

Donnan, Christopher, Moche Occupation of the Santa Valley. University of California Publications in Anthropology, 8. University of California Press. Berkeley y Los Ángeles, 1973.

Engels, F. La revolución de la ciencia de Eugenio Dühring (Libro en Linea). Karl Marx y Friedrich Engels: Biblioteca de Autores Socialistas, Universidad Complutense de Madrid. http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/78ad/78AD303.htm, 1878.

Eslava, Claudia, Cynthia Gallardo, Andrea Palomino, Ivy Rengifo y Raúl Susana. La distribución y consumo de recursos alimenticios en relación a la organización espacial del conjunto arquitecónico 35 del Complejo Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna. Informe de Prácticas Preprofesionales (Tesina). Universidad Nacional de Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales. Trujillo, 2005.

Evans, R.K., “Early craft specialization: an example from the Balkan Chalcolithic”, en: Social Archaeology: Beyon subsistence and dating. Nueva York, 1978, pp. 113-129.

Fernández López, Arabel. “Anexo 1. Tejidos asociados al sacrificio No. HG-111, ARP-IIIA, Huaca de la Luna”. En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 1996, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores. Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad - Trujillo. Trujillo, 1998, pp. 65.

Fernández López, Arabel. “Indumentaria elaborada en paneles, Huaca Cao Viejo, valle Chicama “. Revista Arqueológica Sian 11. Trujillo, 2001, pp. 26-33.

Gamarra Nadia, Henry Gayoso, Gabriel Prieto, Carlos Rengifo y Carol Rojas. “Dinámica ocupacional del conjunto arquitectónico 27 – Núcleo Urbano del complejo arqueológico Huaca del Sol y de la Luna”. Informe de prácticas pre-profesionales (Tesina). Trujillo, Escuela de Arqueología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 2003.

Gillin, John. Moche: a Peruvian Coastal Community. Smithsonian Intitution, Institute of Social Anthropology, Publication 3. Washington D.C., 1947.

Godelier, Maurice. El enigma del Don, Editorial Paidós, Barcelona: 1ra edición, 1998.

Hagstrum, Melissa. “Measuring Prehistoric Ceramic Craft Specialization: a Test Case in the American Southwest”. Journal of Field Archaeology / Vol 12, 1985, pp. 65-75.

Hagstrum, Melissa. “Household Production in Chaco Canyon Society”. En: American Antiquity, Vol. 66, No. 1, 2001, pp. 47-55.

Inomata, Takeshi. “The Power and Ideology of Artistic Creation. Elite Craft Specialists in Classic Maya Society”. En: Current Anthropology, Volumen 42, Número 3. The Wenner-Green Foundation for Anthropological Research, 2001, pp. 321-349.

Janusek, John Wayne. “Craft and Local Power: embedded specialization in Tiwanaku cities”. En: Latin American Antiquity 10 (2), Society for American Archaeology, 1999, pp. 107-131.

Larco Hoyle, Rafael. Los Mochicas. 2 tomos. Museo Arqueológico Rafael Larco Herrera. Lima, 2001.

Manzanilla, Linda, “Introducción”. En: Unidades Habitacionales Mesoamericanas y sus Áreas de Actividad. Linda Manzanilla, Editora. Serie Antropológica: 76. Instituto de Investigaciones Antropológicas. Universidad Nacional Autónoma de México. Primera Edición. 1986, pp. 9-18.

Manzanilla, Linda, “Corporative groups and household activities at teotihuacan”. Latin American Antiquity, 7 (3), Society for American Archaeology, 1996, pp. 228-246.

Page 33: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

Marx, Karl, El Capital, Libro Primero, (Libro en Linea). Karl Marx y Friedrich Engels: Biblioteca de Autores Socialistas, Universidad Complutense de Madrid, http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1, 1867.

Masucci , Maria A., “Marine Shell Bead Production and the Role of Domestic Craft Activities in the Economy of the Guangala Phase, Southwest Ecuador. En: Latin American Antiquity, Vol. 6, No. 1, Society for American Archaeology, 1995, pp. 79.

Montoya, María. “Textiles Moche en Huaca de la Luna: el testigo No. 6 de la tumba 18”. En: Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna – Informe Técnico 2000, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 2001, pp. 233-244.

Muller, John, “Mississippian Specialization and Salt”, en: American Antiquity, Vol. 49, No. 3, 1984, pp. 489-507.

Murra, John, Formaciones económicas y políticas del mundo andino. “5. La función del tejido en varios contextos sociales y políticos (1958)”. Instituto de Estudios Peruanos Ediciones. Historia Andina / 3. 1ra Edición. Lima, Abril, 1975.

Murra, John, Organización Económica del Estado Inca, Colección América Nuestra: América Antigua, Editorial Siglo Veintiuno, primera edición en español, México, 1978.

Naroll, Raoul. “A Preliminary Index of Social Development”. American Anthropologist, New Series, Vol. 58, No. 4. 1956. pp. 687-715.

Peregrine, Peter. “Some Political Aspects of Craft Specialization”. En; Word Archaeology, Vol 23, No. 1, Publicado por Taylor & Francis, 1991, pp.1-11.

Ramírez, Susan. “De pescadores y agricultores: una historia local de la gente del valle de Chicama antes de 1656”. Bulletin de l’Institut d’Etudes Andines, 24 (2). Lima, 1995, pp. 245-279.

Ramírez, Susan. El Mundo al Revés: Contactos y conflictos transculturales en el Perú del siglo XVI, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2002.

Rice, Prudence. “Evolution of Specialized Pottery Production: A Trial Model”. Current Anthropoly Vol. 22, No. 3, Junio 1981. The Wenner-Gren Foundation for Anthropological Research, 1981, pp. 219-240.

Rostworowski, María. Costa Peruana Prehispánica. Serie: Historia andina / 15. Instituto de Estudios Peruanos, 2da. Edición. Lima, 1989.

Rostworowski, María. Historia del Tahuantinsuyu. Serie: Historia andina / 13. Instituto de Estudios Peruanos, 4ta. Edición, Lima, 1992.

Rostworowski, María. Ensayos de Historia Andina I: Elites, etnias, recursos. Obras Completas V, Historia Andina 31. Instituto de Estudios Peruanos, Primera Edición, Lima, 2005.

Rowlands, M.J. “The Archaeological Interpretation of Prehistoric Metalworking”. En: World Archaeology, Vol. 3, No. 2, Archaeology and Ethnography. 1971, pp. 210-224.

Santley, Robert S., Philip J. Arnold y Christopher A. Pool. “The Ceramics Production System at Matacapan, Veracruz, Mexico”. En: Journal of Field Archaeology, Vol. 16, No. 1, 1989, pp. 107-132.

Sinopoli, Carla. “The organization of Craft Production at Vijayanagara, South India”. En: American Anthropologist, New Series, Vol. 90, No. 3. 1988, pp. 580-597.

Shimada, Izumi. “Late Moche urban craft production: A first approximation”. En: Moche Art and Archaeology in Ancient Peru, Joanne Pillsbury, editora. Studies in the History of Art 63. Center for Advanced Studies in the Visual Arts, Symposium Papers XL. National Galery of Art. Washington, D.C., 2001, pp. 177-205.

Tello, Ricardo, Giovanna Agreda, Jorge Chiguala, Giovanna Pinillos, Julia Tufinio y Oliver Velásquez. Investigaciones iniciales en el conjunto arquitectónico 30, Área Urbana Moche". En:

Page 34: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

Investigaciones en la Huaca de la Luna 1998-1999, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 2004, pp. 261-312.

Tello, Ricardo, Arleni Encomenderos, Magali Gutierrez, Johonny Siccha, Carmen Mercado, Marco Rodríguez, Fabián García, David Gonzáles y Melina Vera. “Investigaciones en el conjunto arquitectónico 35, Centro Urbano Moche”. En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 2000, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo. Trujillo, 2006, pp. 149-188

Uceda, Santiago, “Los de arriba y los de abajo: relaciones sociales, políticas y económicas entre el templo y los habitantes en el Núcleo Urbano de las Huacas de Moche”. En: Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna - Informe Técnico 2004. Santiago Uceda y Ricardo Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad – Trujillo, 2005, pp- 283-317.

Uceda, Santiago y José Armas. “Los talleres alfareros en el Centro Urbano Moche”. En: Investigaciones en la Huaca de la Luna 1995, Santiago Uceda, Elías Mujica y Ricardo Morales, editores, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad – Trujillo, 1997, pp. 93-104.

Uceda, Santiago, José Armas y Mario Millones, “Entierros de dos alfareros en la zona urbana de Huaca de la Luna”. En: Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna - Informe Técnico 2002. Santiago Uceda y Ricardo Morales, editores, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Libertad – Trujillo, 2003, pp. 197-211.

Uceda Castillo, Santiago y Carlos E. Rengifo Chunga. “La especialización del trabajo: teoría y arqueología. El caso de los orfebres mochicas”. En: Informe Técnico 2005, Santiago Uceda y Ricardo Morales, editores. Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo, 2006a, pp. 303-319.

Uceda Castillo, Santiago y Carlos E. Rengifo Chunga. “La especialización del trabajo: teoría y arqueología. El caso de los orfebres mochicas”. Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos 35(2). Lima, 2006b.

Valcárcel, Luis E., Historia del Perú Antiguo, a través de la fuente escrita, Volúmenes 1 al 6, Librería Editorial Juan Mejía Baca, 5ª Edición, Lima, 1985.

Zavaleta, Enrique, “Investigaciones en la Unidad 16”, Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna: Informe Técnico 2005, Santiago Uceda y Ricardo Morales, editores, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo, 2006, pp. 13-39.

Page 35: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

Nombre Especialidad Ichma camayoc En tierras de colores, tintes Llanu pachac compic camayoc En ropa rica para el inca Ahua compic camayoc En ropa basta Tanti camayoc En tintes de yerbas Llanu usuta camayoc En ropa fina para el Inca Ahua usuta camayoc En ropa basta

Tabla 1. Nombres quechuas de los especialistas textiles de la costa según el Licenciado Falcón.

Tabla 2. Volantes de Huso por Conjunto Arquitectónico excavado en el Núcleo Urbano de Huacas del Sol y de la Luna.

CA PISO 1 PISO 2 PISO 3OTRO

CONTEXTO TOTAL

4 4 45 17 2 196 1 17 22 228 8 89 70 120

10 1 111 1 112 11 1114 6 616 1 117 27 41 9 6 8318 1 12122 7 725 1 2 327 34 7 28 6930 40 48 4 9235 56 24 40 12039 4 13 2 14 33

(50)

Page 36: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

Tabla 3. Agujas por Conjunto Arquitectónico excavado en el Núcleo Urbano de Huacas del Sol y de la Luna.

Tabla 4. Tumbas con piruros como parte del ajuar funerario excavadas por el Proyecto Huaca de la Luna hasta el año 2002.

CA PISO 1 PISO 2 PISO 3CONTEXTO

NO SEÑALADO

TOTAL

5 189 11 11

17 12 14 7 332127 3 5 4 1230 16 27 3 4635 1 15 22 3839 7 2 9

CONTEXTO TUMBA #piruros EDAD SEXO FASECA7 1 1 35-49 F IVCA7 2 1 Adulto M IVCA9 1 1 24-34 M IV

CA12 1 1 25 F IVCA35 6 1 18-25 F IVCA37 4 1 Adulto F IVCA37 5 1 Adulto ni ni

PU 2 1 ni ni IVPU 8 1 ni ni IV

Plz.2b 19 2 Adulto M niPl.II 2 2 13-15 M ni

Plz.3b 2 2 20-25 M IVCA17 1 2 Adulto M IVCA9 5 3 15-16 F IV

Plz.2b 20 3 ni ni ni35 F IV30 M IV

PU 1 3 Adulto ni IIIPU 7a 4 Adulto ni IIIPU 7b 4 Adulto ni IVPl.I 8 6 50-60 F IV

CBLS 1 3

Page 37: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

Tabla 5. Textiles analizados por diferentes investigadores, provenientes de los edificios mayores del yacimiento arqueológico Huacas del Sol y de la Luna.

ITEM CODIGO CONTEXTO Fase EXCAVADOR ANALISIS1 tela llana 1/1 005a Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 6 Moche III Moises Tufinio María Montoya2 tela llana 1/1 ? Huaca de la Luna, sacrificio HG-111, ARP-IIIA Moche IV Steve Bourget Arabel Fernandez3 tela llana 2/1 ? Huaca de la Luna, sacrificio HG-111, ARP-IIIA Moche IV Steve Bourget Arabel Fernandez4 tela llana cara de trama 006a Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 6 Moche III Moises Tufinio María Montoya5 tela llana cara de trama 007a Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 6 Moche III Moises Tufinio María Montoya6 sarga simple 2/2 tejido 4 Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 3 Moche III Moises Tufinio Arabel Fernandez7 sarga diamante 2/2 003a Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 6 Moche III Moises Tufinio María Montoya8 sarga diamante 2/2 004a Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 6 Moche III Moises Tufinio María Montoya9 sarga cara de urdimbre con trama suplementaria tejido 6 Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 3 Moche III Moises Tufinio Arabel Fernandez

10 sarga cara de urdimbre con trama suplementaria tejido 8 Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 3 Moche III Moises Tufinio Arabel Fernandez11 doble tela con tramas suplementarias tejido 1 Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 3 Moche III Moises Tufinio Arabel Fernandez12 doble tela con tramas suplementarias tejido 2 Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 3 Moche III Moises Tufinio Arabel Fernandez13 doble tela con tramas suplementarias tejido 3 Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 3 Moche III Moises Tufinio Arabel Fernandez14 doble tela con tramas suplementarias tejido 5 Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 3 Moche III Moises Tufinio Arabel Fernandez15 doble tela 2/2 tejido 7 Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 3 Moche III Moises Tufinio Arabel Fernandez16 doble tela 2/2 tejido 9 Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 3 Moche III Moises Tufinio Arabel Fernandez17 doble tela con tramas suplementarias y urdimbre flotante discontinua ? Huaca del Sol Moche III Edward Moseley William Conklin18 doble tela con tramas suplementarias y urdimbre flotante discontinua ? Huaca del Sol Moche III Max Uhle William Conklin19 Tapiz ranurado cara de trama 001a Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 6 Moche III Moises Tufinio María Montoya20 Tapiz ranurado cara de trama 002a Huaca de la Luna, Tumba 18, testigo 6 Moche III Moises Tufinio María Montoya21 Tapiz kelim ? Plataforma Uhle Moche III Claude Chauchat sin analizar

TAPIZ

TIPO

TELA LLANA

SARGA

DOBLE TELA

Page 38: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

Figura 1. Escena iconográfica de un taller de tejeduría. Tomado de Izumi

Shimada, 2001. Figura 2. Plano del Núcleo Urbano con los talleres Mochica IV (600-850 d.C.) registrados por las excavaciones arqueológicas.

Page 39: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

Figura 3. Escena A de Campana en la que señala los personajes descritos con iniciales.

Figura 4. Escena C de Campana en la que señala los personajes descritos con iniciales.

Figura 5. Escenas B y D de Campana en la que señalan las

tejedoras descritas con iniciales.

Page 40: Gayoso - Tejiendo El Poder - Articulo

Figura 6. Escena E de Campana en la que señalan las tejedoras descritas con iniciales.