Recorridos, flujos y condensaciones en el espacio urbano
ESPACIOS RESIDUALES DE LA CIUDAD RECORRIDA
MAURICIO MESA JARAMILLO
D.I. – Mg EST.
RESUMEN
FOTOGRAFIAS
SEBASTIAN MESA CARMONA
¿Son nuestras ciudades, máquinas de máquinas, nuevas metrópolis,
espacios para la nueva subjetividad y heterogeneidad, del
objeto?
Puesto que en ellas sus habitantes se reinventan en la
supervivencia en conductas censurables y oscuras, propiciando
ritualidades, perversiones, y en estos escenarios donde los
objetos, propician la única forma de escapar del letargo ciudadano
propiciando nuevas formas de abordar ciudad y sus
espacialidades.
Como leemos ciudad, permitiéndonos la narrativa a través de los
textos de Irene Klein, con sus gafas del mito de la ciudad vista, o
somos el “Voyeur” de Benjamín o el “Urbanita” de Joseph, Isaac,
sonámbulos ante la arremetida cognitiva.
Pertenecemos a las heterotopias de la ciudad virtual de Foucault
y nos validamos a diario en nuevas cuadriculas urbanas.
Caminamos la ciudad con la ilusión de perdernos en ella, para
así encontrar la poesía de las no-urbanidades urbanas, para
construir nuestro estetograma de la especulación espacial a través
de los objetos presentes allí.
DESARROLLO
La ciudad subjetiva y post mediática, esencialmente heterogénea,
“la máquina de maquina” que Félix Guattari, define como:
“la ciudad re-subjetivada a la velocidad y el ritmo de sus
propios devenires, se re-construye y se re-inventa permanentemente
creando y devorando sus propios modelos, realizando y produciendo
meta-modelizaciones” (Guattari, 2008)
Ella se reinventa a diario, buscando lo deseable, lo lógico y
principalmente lo aceptable, produce a su vez gracias a las
heterogéneas relaciones sociales, otros modelos de lo censurable,
lo oscuro y lo subterráneo. La nuestra, la que vivimos a diario es
espejo de algunas de las ciudades descritas por Guattari, es como
toda gran concentración humana una metrópoli no ajena a fenómenos
sociales, económicos y políticos que generan comportamientos en la
existencia de sus habitantes, en el deambular desapercibido,
natural y cotidiano, casi como el hombre de la multitud descrito
por Poe, o en la actitud de supervivencia, de llegar invicto a la
seguridad del hogar, esquivando violencias o las mal llamadas
fronteras invisibles, convirtiéndonos en defensores de la vida en
medio de la existencia en un letargo ciudadano, que nos hace
invisibles, y por tanto no vulnerables.
Medellín espacio urbano de identidades diversas y de múltiples
conflictos de inequidad , ajenos todos ellos a la planeación con
lápices colores en el gran plano, cielo del urbanista, produce
espacios y lugares donde las dinámicas de intercambio social
congregan y propician nuevas formas de abordar y por qué no de
apropiar la ciudad, los meta espacios nombrados anteriormente, y es
en estos escenarios donde invasores y desplazados, comparten con el
que llamaremos común ciudadano, el habitante, el voyeur de Walter
Benjamin, las presencias, las historias que inevitablemente
conforman espacialidades, conformadas y muchas veces forzadas donde
objetos son portadores como referentes de las dinámicas del uso, el
poder y la apropiación.
“el espacio está formado por un conjunto indisoluble, solidario
y también contradictorio de sistemas de objetos y sistemas de
acciones, no consideradas aisladamente, si no como un marco único
en el cual la historia se manifiesta” (Santos, 2000)
El atrevimiento de leer ciudad, como en el texto de Irene Klein,
“la topografía del recuerdo” en el libro “la ficción de la
memoria”, se explica en entenderla como producto del imaginario o
mito, relatado como en la literatura a través de frases y párrafos
en símil a calles y espacios. Tal como se lee allí, la ciudad es
escrita a diario por sus habitantes, por sus vivencias y recuerdos,
como en un gran texto eterno donde las experiencias se dan en los
meta espacios, pero también en las promesas de servicios de las
marquesinas o en placeres ofrecidos a través de una tarjeta de un
salón de masajes.
El urbanita, el ciudadano o como lo describe Isaac Joseph (1988)
El sonámbulo o insomne a de caracterizarse por su pragmatismo,
entendiendo esta como cualidad implícita de los sujetos para
deambular, para perderse, por el espacio público con trayectos
definidos, pero aparentemente aleatorios, donde cada uno debe
adaptarse perfectamente a las situaciones incidentales, para leer a
tiempo los hitos del paisaje y así corregir las trayectorias, para
no toparse (no vincularse), no entorpecerse (no distraerse), no ser
abordado o detenido innecesariamente. Este sonámbulo establece
territorialidades, zonas de confort, meta territorios, conformados
y conformadores a partir de la objetualidad presentes en ellos,
idea que esboza Jean Baudrillard desde su libro “Cultura y
Simulacro”, desde el punto de vista de la negación de la realidad
en los espacios a partir del renacimiento de lo figurativo, aquello
tan necesario en sus habitantes y en sus relaciones.
“Cuando lo real ya no es lo que era, la nostalgia cobra todo su
sentido. Pujanza de los mitos del origen y de los signos de
realidad. Pujanza de la verdad, la objetividad y la autenticidad
segundas. Escalada de lo verdadero, de lo vivido, resurrección de
lo figurativo allí donde el objeto y la sustancia han desaparecido”
(Baudrillard, 1978)
En estos espacios públicos, como en todos los generados para el
intercambio social el habitante ciudadano se mueve entre lo que
está bien visto o mal visto, hay una permanente fiscalización de lo
actuado, se modela el comportamiento a partir de conceptos muy
nuestros como los implantados en nuestra ciudad, que nos recuerdan
el manual de buenas maneras del Venezolano Manuel Antonio Carreño
que algunos alcanzamos a sufrir o a aplicar. y que hoy se han de
llamar en algunos de sus aspectos legales y otros irregulares:
“cultura metro”, o cultura ciudadana, allí la cultura del miedo, de
la frontera invisible, así como la permanente vigilancia a través
de medios electrónicos, cohíbe el intercambio social natural, por
ello no se es libre de actuar, solo se es libre de deambular en el
anonimato, de ser desterritorializado. El nuevo ciudadano, no tiene
elementos de identificación básicos en la calle que lo conformen
fuera de la masa, como grupo social, solo él es alguien en las
redes sociales, allí si tiene como acceder a ellas y es allí donde
se conforma una ciudad virtual paralela, una ciudad de la red,
donde nos hablamos, nos identificamos en etnias sociales y
conformamos espacialidades alrededor de gustos y preferencias
diversas. Trasladamos la territorialidad a la web, ciudades
subjetivas, allí convocamos, protestamos y es precisamente en este
espacio virtual donde la potencia estética está dada no en la
exuberancia y el bombardeo de los sentidos, si no en cuantos “like”
tenga la imagen puesta a consideración. Al igual que en la ciudad
real como dice Foucault, pensamos en cuadriculas, en demografías,
en heterotopías.
“Hay lugares, lugares efectivos, lugares que están diseñados en
la institución de la sociedad, que son especie de
contra-emplazamiento, una especie de utopías efectivamente
realizadas en las cuales los emplazamientos reales, todos los
emplazamientos reales que es posible encontrar en el interior de la
cultura, están a la vez representados, impugnados e invertidos, son
una especie de lugares que están fuera de todos los lugares,
aunque, sin embargo, resulten efectivamente localizables. Ya que
son absolutamente distintos a todos los demás emplazamientos que
ellos reflejan y de los que hablan, llamaré a estos lugares, en
oposición a las utopías, heterotopías.” (Foucault, 1999)
Estas heterotopias, espacios virtuales para recorrer y perderse
intencionalmente están dejando la exuberancia de los sentidos a
unos espacios reducidos, controlados, confortables. No hay
elementos identitarios básicos como dice Guattari, estamos en el
apogeo de la ecosofia, de la ciudad virtual, el recorrido digital,
se reivindica en la jerarquía espacial que da pie a la post
modernidad.
La ciudad es del nuevo urbanita anónimo, que estetifica todo
cuanto ve, lo valora y cuestiona en cuanto a su belleza y estatus,
validando sus apreciaciones en una gramática social simple, de
facilidad de lectura para los sentidos, territorio abonado para el
imperio de la imagen y el titular escandaloso, la música sin
sentido, estéticas expandidas violentadas porque todo esta
estetizado.
Medellín como toda ciudad, genera también espacios vedados,
sádicos que son producto de la barrera del miedo que se impone en
una ciudad totalmente falta de equidad, espacios para esconder y no
para mostrar. Sin embargo no todo panorama en la ciudad tiene que
ser oscuro, o ser visto así, la ciudad y su diversidad de
habitantes, muchísimos de ellos sin acceso a la virtualidad, siguen
viviendo la realidad de la cuadricula urbana, con la dinámica del
día a día. Allí hay espacios donde la exuberancia y la potencia
estética si existen en dos metros cuadrados de tela donde se
exponen los vestigios de verdadera ciudad.
En los bajos de la línea A del metro de Medellín, entre las
estaciones Prado y la avenida Primero de Mayo, ha surgido un
espacio o meta espacio según Guattari, donde convergen ritualidades
religiosas, a lado de perversiones sexuales y recuerdos infantiles,
es un espacio sin escalas estéticas, allí se puede pasar de un
barroco visual intenso, a simplicidades funcionales, es allí donde
hay democracia para las texturas y los colores, en vestigios de
rituales objetuales que pueden pasar de lo público a lo
privadamente sórdido. Hay una gastronomía del ojo como la llamaría
Balzac. Entre multitud de objetos e imágenes, recuerdos buenos y
malos, los objetos se contextualizan al ser extraídos de allí, al
ser levantados del piso, y asignárseles a través del deseo o del
recuerdo una función específica, donde su aspecto dinámico
imaginativo se apoya en su actual aspecto físico, no importando su
grado de deterioro o desgaste, para ser ancla de su comunicación,
en un reusó o en una colección, es decir descontextualizado de su
función primaria, o simplemente como segunda oportunidad en el
ciclo de vida de dicho producto. Es en ese momento los objetos se
contextualizan en el deseo.
La ciudad aquí, crece de espaldas a la obsolescencia programada,
propuesta desde el modelo del consumismo desenfrenado y la moda,
allí se reivindican los objetos desterrados, abandonados y
desechados, que llevados a una arqueología objetual de la historia
reciente, permiten leer en ellos el paso de las tecnologías, de los
materiales y de los procesos productivos que marcan la dinámica del
mercado de consumo. El recuperador, el reciclador que no es más el
moderno trapero descrito por Benjamín, es un juez que bajo su
propia estética, clasifica el objeto, lo somete a un escrutinio de
su comunicación y su utilización o función, lo valora y clasifica,
es el curador urbano de la objetualidad desechada.
Hay poesía allí, en este resquicio de ciudad, en su explosión
estética diversa y a la vez marginal, donde no hay jerarquías ni
éxtasis alrededor de la forma moda, todos los objetos hasta el
momento de su valoración por parte de un potencial cliente, son
igualitarios, democráticos, están a la espera de una re
contextualización en un nuevo espacio físico, donde su significante
será opacado por sus múltiples significaciones como recuerdo,
colección o reusó.
Estos espacios cuentan como dispositivo de su validación los
objetos presentes en él y por supuesto las vivencias de su gente,
es decir una nueva filosofía del objeto y del espacio, un fenómeno
que ya Beatriz Sarlo, identificaría en su libro la Ciudad de las
Mercancías, como la reivindicación de un diseño aleatorio e
indeterminado, libre de la dinámica regulatoria de la ciudad, que
se da en ambientes donde la democracia reguladora, no acepta
estratificaciones notorias, allí solo se da lo que el
establecimiento consideraría sucio o inapropiado para otros
espacios, no existe el espacio sereno, ni códigos por descifrar
como en los espacios vigilados y controlados del otro lado de la
ciudad.
Sin embargo también podemos identificar allí la zozobra de un
espacio público sin regulación ni ley, donde la patente de corso,
significa hallar un tesoro entre los trebejos del piso, mientras se
trata de no ser muy notorio para destacar en el espacio. Es
importante allí tener claro la diferencia entre visibilidad,
exposición y exhibición, como las posibilidades del intercambio en
el espacio. Tener la conciencia de en qué entorno se está moviendo
y con quien se está interactuando, es de vital importancia como el
lenguaje de lo público construir urbanidades sociales, así como las
plasmadas en estetogramas alrededor del piso y de quienes las
conformaron.
Si habláramos de tiempos, en estos espacios urbanos, tendríamos
que hablar de plásticos y flexibles. Lo reflejado en el espacio de
los dos metros cuadrados de cada recuperador, es un paso de
memorias en velocidades y momentos diversos, memoria de otros
espacios y otros tiempos, virtuales porque están allí y a la vez no
están, viven en el recuerdo, nos remiten a otros tiempos y a otros
espacios, a su vez de tiempos presentes, de olores, sabores y
texturas de violencia, de miedo y vulnerabilidad.
Allí el espacio se autogestióna en una dinámica social de lo
igualitario, de los derechos comunes, no hay allí las ingenuidades
geográficas que el sistema conforma para crear postal de ciudad,
porque la regulación y el acompañamiento del sistema que les llega
es poca, y cuando llega es generalmente represiva, además porque
las dinámicas de grafica de ciudad, no lo han definido como
mostrable, como de revista. Sin embargo se sigue identificando este
espacio no como un recurso de la memoria de una ciudad, si no como
un espacio de marginales, el espacio “sucio”, fuera del llamado
ornato de ciudad, sin urbanidad estética, donde la maquina
semiótica permite el más intenso intercambio social.
BIBLIOGRAFIA
Baudrillard, Jean. 2010. El sistema de los objetos. Mexico
D.F. : Siglo XXI, 2010.Beatriz, Sarlo. 2009. La ciudad vista.
Buenos Aires : Editorial siglo XXI, 2009.Guattari, Felix.
2008. La ciudad subjetiva y post-mediatica. Cali : Fundacion
comunidad, 2008.joseph, Isaac. 1988. El transeunte y el espacio
urbano. Buenos Aires : Gedisa, 1988.Michel, Foucault. 1994. El
cuerpo utopico, las heterotopias. Buenos Aires : Ediciones
nueva vision, 1994.—. 1999. Espacios Diferentes, en OBRAS
ESENCIALES. Barcelona : Paidos, 1999.Santos, Milton. 2000. La
Naturaleza del espacio. Buenos Aires : Ariel, 2000.