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nl1 eV8 1990. FEDERICC> Le Gaoete. Méxioo, No. 2~9. noviembre , epoca. jSji HERC>LES ~~{i~ REVES CARLOS FUENTES: DE NUEVO AL RUEDO* Ifonso Reyes afir- maba que la au- téntica cultura siernpre es uni- versal. Lo que no acepte esa severa prueba será cuando más anécdota, pasaje curioso. Para la auténtica cultura no hay riesgos en la confrontación, en la exposición permanente, por el contrario la confrontación es, en todo caso, un duelo en buena lid, entre iguales. En esta visión las fronteras politi- cas se ernpequeñecen en cuanto a sus alcances. Las fronteras cultura- les se' desvanecen en cuanto con- cepto. La cultura está aquí y en to- das partes. Una frontera busca ser lindero, demarcación inamovible. Pero la cultura, la universal, no acepta mohoreras, atraviesa, cruza, rasga, para encontrarse de] otro lado. La universalidad no es rasero, no es molde, no tiene a 10 homogé- neo. Muchas son las culturas exis- tentes, las formas de interpretar al mundo que no respetan la geogra- fia politica. E1las se enfrentan, se enriquecen en el acto. Regresan a mismas para seguir siendo. Hoy en día la exposición cultural se precipita. La electrónica trans- forma la mayor separación terrenal en instantes. EJ mundo se arroja con irreverencia sobre n050tr05. A la inversa: somos arrojados al * Texto leido durante 1a presen- tadön de COflslallc;a y otras nove/as para vfrgelles, eJ 2 de septiembre, en 1a Sala Manuel M. Ponce del PalacIo de Bellas. Artes. 35 Ic:::I gc::lCE3>t-CI mundo. En algún senti do la rustan- cia se vuelve un símbolo. Surge para muchos la gran afrenta: la ho- mogeneidad, seremos uno, pien- san. Las culturas como anclaje de la identidad están en peligro. Viene la reacción. Se levantan égidas, mura1las para tratar, inge- nuamente, de impedir que penetre aquello que nos hará perdemos en los otros. Aparecen las culturas de invernadero, aqué1las que sólo so- breviven en el aislamiento, en el coto, las que se desmoronan ante la presencia del intruso, del ajeno. El mundo continúa su marcha. Euro- pa se unifica. Asia se aleja de I" ' polifonia. En el continente ameri- cano se dan algunos pasos hacia la integración. Ondas herzianas, imá- genes y productos no respetan las fronteras que son desenmascaradas en su imposición que tiene otros origenes. Las culturas de inverna- dero se sienten amenazadas, coo- denadas a una abrupta e inconteni- ble inundación del otro, de los otros. Los otros aparecen hoy por las pantallas 0 se lanzan a envol- vernos desde una bocina 0 nos em- brujan por medio de un libro. ;,Qué será de la búsqueda de 10 nuestro como exclusividad, como territorio bajo el dominio de 105 que recla- man ser moradores originales, he- rederos orgulJosos y siempre fuera de duda, de eso qu e sólo e1los pue- den descifrar, delatar? 19ual ocurre en Portugal que en México. ;,0 aca- so ha sido esa búsqueda de la cul- tura como especificidad una ruta hacía el engaño? Dos posibilidades se desprenden de la afirmación de Reyes. La pri- mera que aque1lo exclusivo, autén- tico, incomparable, exótico, eso que tan to es buscado y mimado para
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CARLOS FUENTES: DE NUEVO

Jul 10, 2022

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Page 1: CARLOS FUENTES: DE NUEVO

nl1 eV8 1990.

FEDERICC>

Le Gaoete. Méxioo, No. 2~9. noviembre

,

epoca. jSji HERC>LES ~~{i~ REVES

CARLOS FUENTES: DE NUEVO AL RUEDO*

Ifonso Reyes afir- maba que la au- téntica cultura siernpre es uni- versal. Lo que no acepte esa severa

prueba será cuando más anécdota, pasaje curioso. Para la

auténtica cultura no hay riesgos en la confrontación, en la exposición permanente, por el contrario la confrontación es, en todo caso, un duelo en buena lid, entre iguales. En esta visión las fronteras politi-

cas se ernpequeñecen en cuanto a

sus alcances. Las fronteras cultura- les se' desvanecen en cuanto con- cepto. La cultura está aquí y en to- das partes. Una frontera busca ser lindero, demarcación inamovible. Pero la cultura, la universal, no acepta mohoreras, atraviesa, cruza, rasga, para encontrarse de] otro lado. La universalidad no es rasero, no es molde, no tiene a 10 homogé- neo. Muchas son las culturas exis- tentes, las formas de interpretar al mundo que no respetan la geogra- fia politica. E1las se enfrentan, se enriquecen en el acto. Regresan a sí mismas para seguir siendo.

Hoy en día la exposición cultural se precipita. La electrónica trans- forma la mayor separación terrenal en instantes. EJ mundo se arroja con irreverencia sobre n050tr05. A

la inversa: somos arrojados al

* Texto leido durante 1a presen- tadön de COflslallc;a y otras nove/as para vfrgelles, eJ 2 de septiembre, en 1a

Sala Manuel M. Ponce del PalacIo de Bellas. Artes.

35 Ic:::I gc::lCE3>t-CI

mundo. En algún senti do la rustan- cia se vuelve un símbolo. Surge para muchos la gran afrenta: la ho- mogeneidad, seremos uno, pien- san. Las culturas como anclaje de la identidad están en peligro.

Viene la reacción. Se levantan égidas, mura1las para tratar, inge- nuamente, de impedir que penetre aquello que nos hará perdemos en los otros. Aparecen las culturas de

invernadero, aqué1las que sólo so- breviven en el aislamiento, en el coto, las que se desmoronan ante la presencia del intruso, del ajeno. El

mundo continúa su marcha. Euro- pa se unifica. Asia se aleja de I" '

polifonia. En el continente ameri- cano se dan algunos pasos hacia la integración. Ondas herzianas, imá- genes y productos no respetan las

fronteras que son desenmascaradas en su imposición que tiene otros origenes. Las culturas de inverna- dero se sienten amenazadas, coo- denadas a una abrupta e inconteni- ble inundación del otro, de los otros. Los otros aparecen hoy por las pantallas 0 se lanzan a envol- vernos desde una bocina 0 nos em- brujan por medio de un libro. ;,Qué será de la búsqueda de 10 nuestro como exclusividad, como territorio bajo el dominio de 105 que recla- man ser moradores originales, he- rederos orgulJosos y siempre fuera de duda, de eso qu e sólo e1los pue- den descifrar, delatar? 19ual ocurre en Portugal que en México. ;,0 aca- so ha sido esa búsqueda de la cul- tura como especificidad una ruta hacía el engaño?

Dos posibilidades se desprenden de la afirmación de Reyes. La pri- mera que aque1lo exclusivo, autén- tico, incomparable, exótico, eso que tan to es buscado y mimado para

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FEDERICO REYES HEROLES ;~;7q15f:<};f~7~'i'~~~~5'Äe0~!~~;~ CARLOS FUENTES: DE NUEVO AL RUEDO

conservarlo y conservarse en 61, no haya sido cultura, no haya tenido carácter universal. Se trató, en todo

casa, de Ia conservacÎón de la anéc- dota. La verdadera cultura nada debe temer si seguimos la premisa de Alfonso Reyes. La segunda po- sibilidad es que eso que decimos que somas en exclusiva sea cultura. sea universal. y por ende esté en 105 otros.

"Existen dos elementos en toda creación -ha dicho Carlos Fuen- tes-, el arle que es singular-indivi- dual v el elemento de la civ'iliza- ción que es colectivo. EI poema y ]a

novela siempre 50n un puente en- tre la individuaIidad del artista y el

caråcter colectivo de la civilización a 1a que pertenece y que desea afectar".1 Veamos la congruencia de Fuentes que nos lanza otro ti- tulo con la deciaraciÖn de querrr afectar a una colectividad. <Qué desea Fuentes?

"No rnéÍs confesiones.,2 -na di- cho Fuentes-, igual que en Rous- seau, que en San Agustin, que en los personajes de Stendhal, de Balzac, o de Flaubert, Rimbaud nos auxiIia, afirma eJ autuT, para salir de esa laberinto. "Yo soy olro". La estruc- Iura narrativa del Fuentes de nues- tras días está construido a partir de esa concepción del poeta francés:

no rnás confesiones, vavamüs al ,

otro. Carlos Fuentes ha edificado su propia alalaya para observar a

105 franceses 0 a 105 estadouniden- ses, atalaya para ser siempre el

otro. En ese mirador el que tam- bién Ie permite atajar las huidas misteriosas de 105 mexicanus que quieren ver en el pasado la ùnica racionalidad posible de nuestro ser nacional, de aquellos que quiercn fundar en nuestra particularidad cultural nuestra únka fuerza.

Mexico es, debe ser, exclaman, 10

que está dejando de ser. Pero lcómo puede una naciôn dcjar de ser? Yo soy olro responde Fuentes. "Mi yo es otro. Existe mi ser, pern soy producto de muchas cosas de mucha gente, (de) la colectividad". Fuentes se desplaza con su pluma,

en su condiciÖn de otredad, de Es- tados Unidos a Francia a México.

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Por ello igual nos puede entregar un espléndido relato que desnuda la cultura estadounidense que otro sabre dos estudiantes que le clan vida a un maneauí 0 a Ius cuales

,

les da vida un manequi. ("qué fácil, contar con la fideIidad de una mu- ñcca de palo. No, que dificil, Ie diré

vo, que ella cuente con la fidelidad de un hombre de carne y hueso"-'-)

E1 escenario de este relato es la be- lla ciudad de México, esa obsesión-

recuerdo de Carlos Fuentes, la ciudad de México en los treinta, ciu- dad a la que Fuentes no puede dejar

de referirse con amor inocu] table,

pero a la vez con coraje, can atìo- ranza preñada de recuerdo juve- nil y a la par con escepticismo que quiere ser esperanza. En Co"s- fa/Tcia y atras '1Ove/as para v[rgnzes Fuentes ratifica su vocación ur- bana, de convivencia estrecha, de agitación y movimiento. Rulfo fue al México rural 10 que Fuentes a ]a

gran urbe. Exp1oradores incontrola- bles: el uno del silencio, el otro del

exceso de palabras que ocuitan;

36 ICI QClc:.e.1"CI

Rulfo de las miradas pérdidas y

misteriosas, Fuentes de la va cia vi- talidad; el de JaIisco de la perpe- tuación cenlenaria del campesino, el de la ciudad de Mé,oCD del cam- bio atropellado de los citadinos, de sus miedos y pasiones. Pero regre- samos a la alalaya de Carlos Fuen- tes, a esa indagación del otro para encontrarnos.

Quién es Fuentes, han recla- mado, que derecho liene de andar esculcando nuestra conciencia. EI

ya no es de aqui. EI relato del ma- nequi está firmado en Vineyard Haven, Massachusetts. < Quién es

ese mexicano Ie imputan en el exte- rior que despedaza, por ejemplo, la

cultura media de los Estados Uni- dos de Norteamérica? Otro de los

relalos 10 firma en Tepoztlán "Pienso a menudo -dice uno de los

personajes de Fuentes, en 'Cons- tancia' -, que aùn los autoexiliados del Sur -trátese de gnomos diabóli- camente autodestmctivos como Truman Capote 0 de gigantes an- gustiosamente creativos eqrno Wi- lliam Styron- infectan de indese- ada aristocracia litera ria a un pais

qoe adora cuanto comprueba que la Declaración de Independencia liene razón, que todos los hombres son creados iguales y que esta igualdad (propuesta por un grupo de aristócratas excepcionalmente letrados...) significa el triunfo del

más bajo comùn denominador. Elegimos presidente a un retrasado

mental como Reagan para probar que todos los hombres son iguales.

Preferimos reconocernos en un ig- norante que habla como nosotros, viste cornu nosotros, haee nuestras

bromas, padece nuestras amnesias, obscsiones 0 distracciones justifi- cando nuestra vulgaridad mental: iqué consuelo!"-t Carlos Fuentes es

implacable, firm a el espléndido relato desde Trinity College, Cam- bridge.

La atalaya de Fuentes es una condición de lejania, pero no de aislamiento, es una bùsqueda de la

distancia para poder penetrar la

entraña es, claro,. una bùsqueda del

nosotros mexicano, pero desde \0 universal. Es esa condición la que

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, FEDERICO REYES HEROLES ~0!%Ji~2'~ CARLOS FUENTES: DE NUEVO AL RUEDa

Ie permite, como ajeno, ver, desen- trai\ar a los estadounidenses a pe- sar de haber pasado alÌos cmciales de su vida en ese pais 0 quiza por ello mismo y por que puede, sin

an\bajes, reconocer en Roosvelt una figura definitiva en su vida. Fuentes es, como narrador siempre

un otro. Es un observador que puede conjugar el nosotros, la pri-

mera persona del plural como sitio

de encuentro de una colectividad

nacional 0 continental, sin ser arrastrada par eI tarbellino del ego- centrismo cultural. Sus personajes

pueden encarnar distintas colectivi-

dades, hablar por ellas, iluminar zonas obscuras de sus más profun- das rnotivaciunês, precisamente porque Fuentes se sumerge para

poder suspenderse después.

Esa es la imprescindible condi- cion de artificio que Ie permite el

despJiegue de su creatividad. No solo en Roosevelt se explica Fuentes

tl sí misrno, si también en el Frente

Popular que llevó a 'Aguirre Cerda al poder en Chile y, par supuesto, en Lázaro Cárdenas. Latinoamérica

es potrero de sus incursiones par- que puede situarsc más allá de una miopia regionalista. Se trata de una condicion envidiable y envidiada. Ese ajetreo familiar configuró en Carlos Fuentes el inicio de una bio- grafia literaria. "Fui forzado -lanzó Fuentes haee a1Ì.as en una entre- vista-, a imaginarn1e un ~1éxico

muy particular". Después vino el

enfrentamiento. "Ese pais sacado de mi fantasía, contrastó enorme- mente con el que dcscubri al mu- darme". Y la consecuenda. "Vi co- sas diferentes que quizá otros escritore? de mi generación nunca

. ,,'" vleron .'

Pero entonces (qué busca Carlos

Fuentes en sus indagaciones sobre 10 mexicano, 10 francés, 10 estadou- nidense, aquello que, de ser cullura y no simple anécdota, sólo puede

estar en 10 universal? 0 será quizá

justo en eso en 10 que ha devenido el gran oficio de Carlos Fuentes, en una irrefrenable captura de 10 que soporta la exposición universal. Se

trata del Carlos Fuentes a quién se

Ie ha calificado por sus primeros

A

relatos de surrealista, a quien se Ie

inscribió en la misma linea de inda-

gacìón de ]0 mexicano que a Sa-

muel Ramos y a Octavio Paz, es el

mismo Fuentes protagonista del

lIamado boom latinoamericano que suena ya tan lejano en Ios noventa, es el mismo sólido ensayista y ana- lista literario que va a Rimbaud para explicarse a si mismo.

(Por dónde anda hoy Carlos Fuen tes? Apreciaciones calificables de surrealist as están presentes en la

trama de dos de los relatos, en "La

desdichada", y en "EI prisionero de

Las Lomas". A proximaciones cu-

riosas en "Viva mi fama" por ejemplo. "No bien hubo dicho es- to ]a mujer, que las puertas del

armario se abrieron con golpe car- diaco, dos man os poderosas man- chadas, escurriendo colares de los

dedos, mantuvieron separados 105

batientes y des de el interior surgió

un torso, enchalecado, enlevitado con camisa de holanes y pantalo- nes cortos..." En el presente titulo Fuentes también démuestra una

37 1<:::1 gClc=-oE!t-tCl

vez más su capacidad para entrela- zar sucesos en un nivel narrativo previo 0 allende a la trama realista. Es esta inclinación, por denomi- narla de algún modo, de las más

ricas que tiene el autar y que nos

remite de inmediato al estilo narra- tivo al estilo de Aura 0 Mui\eca Reina. Ese Fuentes también sigue

presente. Algunos dirán que es

un retorno. Yo pienso que es la ra- tificación de la utilidad de un instrumento narrativo sum ado al

desarrollo poderoso de un oficio. De los escritares latinoamericanos ha dicho Fuentes. "Somos más jungianos que freudianos... en los

paises con cu\turas populares 10

que hay es un gran sicoanálisis co- lectivo de 10 ritual".' Todos esos Fuentes siguen presentes.

Oar voz a voces es asignar una

existencia. "EI silencio es desdecir:

es desdicha -afirma Carlos Fuen-

tes-. La voz es decir, es dicha. EI

silencioso es el desdichado, el que no dice 0 no es dicho -dichoso é]-." Decirlos, decirnos a través de

relatos, novelas cortas 0 cuentos largos, decirnos caminando par ese

lindero endeble por el que Fuentes

se conduce con gran habilidad des de muy joven parecìera la, en apariencia, sencilla intención del

autor. Asi por ejemplo su "Prisio- nero en Las Lomas," encerrado en

un palacete cuyos desplantes ar- quitectónicos retratan toda una època del México contemporáneo, es simplemente decir Mèxico. "Us- tedes 105 han visto -nos lanza el

personaje a travès de una de las

decenas de ]ineas te/efónicas desde

las cuales creyó controlar al mundo antes de que una familia morelen- se 10 contro]ara a él-, 105 han vis to

a 10 largo del Paseu de la Refor-

ma, el Boulevard de Los Virreyes y

Polanco: son unos delirios arqui- tectónicos de inspiración seudoco- 10nial" delirios churriguerescos de

canteras labradas, halles que con- ducen a halles con grandes escali-

natas que siempre tuvieron mejores

dias. Palacetes "simbolo de la cur- sileria y el nuevo riquisimo de los

empresarios que se aprovecharon de la guerra", pelacetes converti-

.

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FEDERICO REYES HEROLES ~r;:,~~~ CARLOS FUENTES: DE NUEVO AL RUEDa

dos en reliquias de una época me- jor. "Hoy que vamos de picada aIÌoramo5 e] momenta cuando Iba- mas en ascenso. Mejor cursis y contentos que tristes aunque reEi- nados" .

Pero ese México que retrata Fuentes no sólo es ~éxico puesto que "Ia sociedad mexican a forma parte cada vez más de la sociedad uni versa], porque el mundo ha re- ducido sus dimensiones"' ha afir- mado el autor. 5us escenarios cobran de pronto esa empequene- cida e intrigante proporción. EI ab- surdo palacete de la ciudad de Mexico a el caluroso departamento en Sevilla con el matador tirado sobre un sillón 0 el elegante despa- cho art nouveau del arquitecto Santiago Ferguson, 0 la esquina de Drayton y Wright Square en el cuadricu]ado aburrimiento de Sa- vannah, son sólo los continentes caricaturizado5 de planteamientos literarios. inquietudes. de mucho mayor alcance. Dos resaltan en COflstancia y otras /I01.N?las para 'uir- ge11es: La muerte y la creación lite- faria.

Pero antes de llegar a ellos, ana- licemos primero 10 que podrian ca- lificarse de obsesiones, de sanas obsesiones de Carlos Fuentes.

EI tejido que nos presenta Fuen- tes en COl1sfal1cia y otras 1lOvelas para virge"es condesa problemáti- cas tratadas can insistencia a 10

largo de su obra: sus grandes obse- siones. EI retrato de las clases so- ciales. es una de ell as: ]05 estudian- tes pobres, de clases medias, que frecuentan cabarets y rentan un cuartucho en el entablan una pro- funda relación con un manequi; el

milIonario inca paz de anudarse IDS

zapatos, encarcelado por las conse- cuencias de su propia riqueza; los

campesinos sin rostrol pero del IIran poder, arnbados a ]a ciudad de México; el profesionista, consa- grado, arquitecto, cuya hija hace el

amor misteriosamente en la rega- dera de un despacho art nouveau. Pero no sólo es México. están alii también el torero mirando e] anun- cio televisivo y sofocado por e] ca- lor sevillano y el médico a punta

.81 -,' ..-

de retirarse y can la garantia de vo- lar en clase preferente el resto de su vida.

Profanar, ha dicho Octavio Paz', de a]guna de las intenciones últi- mas de Carlos Fuentes. UTratar una cosa sa grad a sin el debido respeto" dice la Academia. Fuentes profana las costumbres de ]a llamada clase política mexicana, de las medias tra- dicionales, profana la tranquilidad del estadounidense medio, profana la superficialidad consumista de la Espana nueva, de la década de los

ochenta. Fuentes profana al decir 10 que, en su calidad de ciudadano del mundo, es recuadro claro, re- sultado de la necesaria distancia. La lectura de dase es una de sus sanas obsesiones: dases sociales en ascenso, en descenso, adinera- das pero ignorantes, campesi- nas y bulliciosas, clases medias apoltronadas en su condición 0 pu- jantes. Carlos Fuentes, su obra, es

38 ICI gClC:::~TCI

un rico venero de análisis social. EI tiempo, 0 mejor dicho ]a rela-

ción tiempo-espacio que conduce a

Fuentes a la utopia, es olra de sus obsesiones. "AI tiempo mitico del indigena se sobrepone e] tiempo del calendario occidental, tiem- po del progreso, tiempo linea]: es- cribió Fuentes en Tiempo mexicano8

a principios de ]os setenta. Crono- topia denominaria Fuentes a ese "Tiempo del espacio que nos con- tiene a todos..." para referirse a EI Aleph y al espacio de] tiempo ur- bano de Rayuela. Fuentes va y re- gresa a esa condición del manejo o contraposición de ]os tiempos que es la construcCÌón misma de su

mundo. "La creación de la cronoto- pia -dice Fuentes-, ha sido 10 pro- pio de ]a narra ti va en lengua caste-

llana de nuestro hemisferio: cambiar el espacio en tiempo...'" a] fin y al cabo imaginar América, imaginar México para darle exis- tencia. Puesto que, dice Fuentes, "todos surgieron de esa ter~a /lostra, nos nutrimos de ella, la 0]- vidamos, la redescubrimos y la sol- tamos a volar con la fuerza de un lenguaje recobrado..." "U-Topos no hay tal lugar -dice Fuentes citando a Tomás Moro-, y 5U negación es

una aspiración: su Utopia es ante todo un deseo y América, antes de ser es deseada. No hay tal lugar y si hay tal lugar: no es otra la raiz más secreta y profunda de la cu]- tura hispanoamericana" escflbió Fuentes hace casi dos décadas. "E] lenguaje es la socialización de] tiempo" ]anza Fuentes como sen- tencia de una linea de reflexión que sigue presente. Ahora en Fuentes las utopias son cárceles personales, son delirios sociales. EI doctor Hull vive durante décadas en su utopia de compenetración conyugal ig- norando el origen de Constancia, origen que se convertirá en des- tino. Tono y Bernardo dan con sus

miradas, caricias e intenciones ocultas vida a 10 que es cosa. EI pri- sionero del palacete logra su ideal de control electrónico desde el cual imagina, suena, padece un México campesino que tennina invadién- dolo.

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FEDERICO REYES HEROLES ~..' . . .A~~ CARLOS FUENTES: DE NUEVO AL RUEDa

Pero a estas obsesiones añejas de Fuentes se sobreponen en COllstall- cia y otras novelas para virgenes in- quietudes, quizá no nuevas, pero crecientes y transformadas, inquie- tudes que aparecen, una y otra vez, en estos relatos redactados con "Ia alegria feroz"

10 que Octavio Paz

señalara en los primeros e inolvida- bles textos de Fuentes. La muerte es una de ellas. Alii está de nuevo. Si bien la muerte ha estado pre- sente en la obra de Fuentes desde

siempre, recuèrdese por ejemplo "Muñeca Reina". el tratamiento' que Fuentes Ie da ahora a la muer- te es muy diferente. Pareciera que su inclinación declarada hacia el

inconciente colectivo. 10 condujo. primero, a un territorio muy am- plio, rico pero abstracto. En èl la

muerte era un intrigante intangible

con frecuencia cercano a1 mito. Fuentes pareciera caminar con otro rumbo ahora. En "Constancia", primer relato del titulo, encontra- n:'os, en el misterio de la biografía, la convivencia con la muerte. AlIi está .ta muerte como accidente del hombre, la muerte como destino de la raza, de la religión, de la nacio- nalidad. Tambièn aparece la muer- te como opción profesional, la

muerte como presencia sin palabra.

"Murió el señor Plotnikov, tal y

como me 10 anunció, y asÍ fue, coincidió su muerte con el juego de luces en su casa y con la muerte pasajera de Constancia. Todas es- tas preguntas... -dice el personaje de Fuentes-, me interesaban en función del melancólico terror que senti a] abrazar a Constancia sa- biendo, a ciencia cierta, que Cons- tancia estaba muerta. Ahora no vi- via, regresaba poco a poco a mi, a

sí, a nuestra vida". La muerte en Carlos Fuentes si-

gue siendo un misterio, - < cuándo podrá dejar del ser]o?- sin embargo no 51' trata ya de la muerte mitica de sus textos de introspección del

mexicanisrno, no es la muerte chusca y superable de Chac Mool, tampoco nos enfrentamos ya a esa

muerte enriquecida por la narrativa y que sirvió de pretexto para es- plèndidos desarrollos literarios

como en Artemio Cruz: "nombre ... 'inutil' ". 'corazón' ... 'masaje' ... 'inútil' ya no sabrás... te traje aden- tro, y morirè contigo... 105 tres,..

morirernos... Tú... mueres... has

muerto... morirè" texto que escarba en la candenda nacional postrevo- lucionaria de Mèxico, y que, por cierto, está firmado en La Habana, La muerte en Fuentes es ahora un realidad concreta, subjetiva y obje- tiva, pero con creta, no mítica. "Constancia, dime, icuåntas veces has muerto...?" pregunta el doctor a su compañera y afirma con insis-

tencia "...porque sin Cons tan cia yo estaba muerto". Pero además la

muerte puede ser una presencia que guie la vida vinculada a la ima- gen que de ella tenemos. Fuentes

nos da algunas pistas del enigma. En "Constancia" el doctor Whitby

Hullf, asentado tranquilamente en

Savannah, pone en boca de su

39 1<::1 Qc:lce>"tCJ

compañera Constancia la repeti- ción de sueños y oraciones que son en apariencia un sinsentido que sin

embargo no 10 es. Constancia ha- bla, balbucea y afirma "Anoche soñé que..., 0 a veces, mejor aún: -Estoy soñando que..., aunque atras veces anuncia:- V oy a soñar

"

que... "Ella so,ìó que: Era un manequi

en un aparador. Dos muchachos traviesos, quizá dos jóvenes estu- diantes, la roban de la vitrina y la

llevan a vivir a su estudio". Fuen- tes lanza en "Constancia" la trama del siguiente relato del titulo, del

relato "La desdichada." Dan cenas en su honor -continúa el extraño eslabonamiento-. Nadie sa be si

ella, Constancia, está viva 0

muerta. ni los burlados ni 105 bur- ladores". ,Por què plasma Fuentes

ese riesgoso puente. innecesario desde el punto de vista narrativo, que vincula dos relatos tan diver- sos? Como todo gran autor Fuentes sa be que en el acto mismo de de- sentrañar la creación litera ria, la li- teratura, como fenómeno se enFi-

quece, La presencia del manequi es la sustitución de la vida que altera la vida. "Moria Constancia para mi y no otra cosa requeria nuestro amor tan duradero, aqui y ahora, sino este marlr sin fin". Fuentes va al encuentro necesario con Coros- tiza y 10 desnuda. Constancia de- safia a la muerte asoleando sus

piemas, que son morenas, en una plaza en Sevilla. EI viejo actor responde a nuestro, hasta enton- ces, tranquilo cirujano: "No doc-

tor... Sólo tenian derecho a morir ejecutados", La muerte como dere- cho, pero tambièn como obliga- ción, "No tenian derecho a hacerse viejos en una pantaJlita entre dos

anuncios de cerveza," La muerte como respeto a la vida. Nada hay de mitico aqui. Se trata de la muerte concreta que es parte de la biografía: decir cómo morimos habla de ]0 que fuimos. EI viejo ac- tor continúa "un muerto no es re- habilitable. A un muerto sólo se Ie

puede hacer gracia de una vida que ya no es suya. Un muerto vive de la caridad del recuerdo, Un muerto

Page 6: CARLOS FUENTES: DE NUEVO

FEDE CO 0 \0ro'M"~V<.E''''('' -

RI REYES HER LES'Y'\";.Øi..\c":~""; ,

se rehabilita a si mismo, doctor, toma la vida en donde puedeh'" La muerte en Fuentes se ha vueJto un hecho, se ha transformado en bio- grafia que toca la moralidad perso- nal. Ha dejado de ser ese mito om- nicomprensivo pero abstraCto, esa referencia obligada, pero lejana. La muerte està alii, aqui, en todas par- tes y Fuentes la aborda de lleno, sin devaneos mitieos. "Constancia habia fiuertu un poco como conse- cuencia de cada una de nuestras ri- ftas conyugales". La muerte es asi cotidiana.

Pero la muerte en Fuentes tam- bién abarca a un conjunto de re- cuerdos que conforman la vida. En esto Fuentes se aproxima, en algún sentido, a la visión de Elias Canetti. Para este último autor el diàlogo, la

referenda entre 1a rnasa de vivos y la de muertos es permanente e

inevitable. La una con forme a la otra. ('Cuânto tiempo estuviste, Constancia, Ilevándoles vida -mi vida- a tus muertos?" se pregunta el doctor Whitby Hull que enfren- tará un final de vida mucho más sorpresivo del que jamás cruzó por su imaginación. "Dales consuelo a

tus muertos. Sólo te tienen a ti" Asi 105 muertos conforman una catego- ria, un género. La relación de 105

vivos con ]05 muertos explica a IDs

pnmerus. La otra linea reflexiva que parece

muy sugerente y que se plasma en todos los relatos de COlls/allcia 11

otras l1o'uelas para virgerles es e1 en- frentamiento sin máscara con el hecho literario: se trata de un lite- rato que aborda la creaciòn litera- ria, 10 cual no tjene de novedoso. Lo novedoso radica en que 10 haga dentro de Ja pro pia obra literoria. Los personajes de 105 relatos invo- lucran a la literatura en la trama. Fuentes involucra a la literatura con sus personajes. Al final de cuentas el lector está involucrado con la literatura, con e1 fenómeno literario. "Nada es ajeno a la no- vela" ha dicho Fuentes. Tampoco la pro pia literatura ser(Ð la coo- c!usión.

"La pelicula -afirma la primera persona del primer relato-, es una

~:: CARLOS FUENTES: DE NUEVO AL RUEDO

ilustraciòn de la novela. La novel a

vive cada vez que es leida. La novel a tiene el pasado de sus lecto- res muertos, el presente de sus lec- tores vivos y el futuro de sus lecto- res por venir". Así el viejo actor invita a "construir formas paralelas del mundo, no la imitación del mundo, sino el mundo que cada uno puede aportar, único, irrepeti- ble..." suefto v literatura se entre- lazan". Aho-ra yo ya entendia -afirma el doctor Whitby Hull- que su sueño, junto con su piedad y su sexo (la oraciòn y el amor) era la verdadera literatura de Cons tan- cia, quien aparte de esa vasta no- vela onirica, eròtica y sagrada, que ella misma soñaba, nada necesi- taba en su vida..."

EI enigma de la historia de Cons- tancia engendra el otro enigma: el de la creación. "En esto se parecen el arte y la muerte" afirma el doc-

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tor. EI personaje, además, se de- clara inmerso en el segundo de los enigmas: el de la creadón. "Todo debe tener una explicación, dice el cien tifico en mi, todo debe tener una imaginación dice el hombre de letras frustrado que soy". Qué ne- cesidad narrativa habia de que el doctor Hull fuera un hombre de le- tras frustrado que reflexionara so- bre la literatura, sobre Ia creación. Whitby Hull arrastra al lector a la

tormenta de sus reflexiones litera- rias y 10 enfrenta a los problemas que Fuentes vive como autor. "No sé por qué me detu ve un instante, indeciso y turbado, pensando con- fusamente que yo no era màs que un intermediario de todas estas historias" .

Fuentes presenta al lector, su- brepticiamente, la discusión. "Que- ríamos ser escritores, querían que fuèsemos abogados y poüticos, éra- mas unos simples autodidactas li- brados a la imaginación de una .ciudad que por alta que fuese daba la sensación secreta de estar entè- rrada." Por qué tenían Stis estu- diantes que querer ser escritores.

"...a ti no se te puede pedir que des

primero la forma alas palabras sueitas y usadas -dice Toño en 'La desdichada' -, y luego seas tu mis- mo quien las reanime: ese soy yo, el lector tuyo, no tú, el creador mio". En Fuentes, como en Kun- dera, como en algunas de las pro- ducciones de Woody Allen, encon- tramos ese muy sugerente juego de espejos en el cual el personaje ese creador e invita al lector (especta- dor para el caso de Allen) a ser protagonista en la historia. Si en Jacques y su ama Kundera nos pre- senta a través de este juego de espejos la posibilidad de varios fi- nales, en Fuentes los personajes nos cuestionan sobre su propio de- venir como personajes. "EI poeta no es un fisgón; -dicen Bernardo y Tafto reflexionando sobre su ofi- cio-, quizás ésa sea la fundón del

novelista; no sé. EI poeta no busca, recibe, no mira a través de las ce- rraduras, derra 105 ojos para ver."

..

. . . . .

Page 7: CARLOS FUENTES: DE NUEVO

, FEDERICO REYES HEROLES ~~:g,t,~g~~<.~~ CARLOS FUENTES: DE NUEVO AL RUEDa

Fuentes se lanza al ruedo de nuevo. Con CO/1stallda y otras '10- ve/as para virgenes confirma ]0 que no necesita confirmación: se trata de uno de los impulsos narrativos más serios y consistentes del siglo

xx Pera Fuentes no se ha retirado a vivir cómodamente y sin riesgos de sus g]orias pasadas. Se sigue ]anzando al ruedo, exponiéndose como narrador a nuevas circuns- tancias, a nuevas generaciones, a

nuevas criticas. Todo ello es un mundo muy agitado. Esa es quizá la gran lección vital de Fuentes. lQué necesidad tiene el autor de La regió/1 más tra/1sparmle, La /1lUerte de Arlemio Cruz, Aura, Mu.ieca reina, Cambio de piel. Cumplea.ìos.

etc. de seguir explorando con su pluma? Quizá una. No vivir de su Eama 0 con su fama a cuestas sino seguir siendo 10 que es: un gran escritor.

Fuentes nos entrega un atractivo e intrigante titulo que retoma ]a al~gre ferocidad de suO pluma juve- nil. Pera,en ella hay que añadir la

consolidación de una perspectiva de otredad, desde una atalaya cos- mopolita que ]e permite mostrarnos también en ]0 que no somos. Fuen- tes aborda de nuevo ese, en apa- Tiencia infinitivo tema de la mexi- canidad, pera a hora 10 hace para encontrar ]0 universal que pueda hacer en él. Lo hace con la agresi- vidad y cierto grado de arbitrarie- dad necesaria, que ha caracterizado a sus relatos. Camina segura por el

incierto lindero del cuento largo, el

relato 0 novela corta. lmpone rit- mos que atrapan a] lector. Fuentes nos lIeva a via jar por e] mundo, ese

nuevo mundo, a través de la óptica de un mexicano que es mucha más para seguir siendo él mismo. Parte asi del principio de una auténtica seguridad sobre su cu]tura mexi- cana, que si 10 es en verdad, serà, siguiendo a Alfonso Reyes, univer- sal. Pero además Fuentes reta al lector, 10 reta alrededor de la pro- pia literatura, 10 reta contándonos su historia y la de otros escrito- res, su dilema y el de cua]quier es- critor, la historia sencilla y terrible de ]05 hombres atrapados por las

letras, por el embrujo de las pala- bras, por el incontenible impulso de decir. "Escribo para no morir" ha dicho Fuentes. "EI silencio es la

muerte" ha afirmado y con este texto nos muestra su vitalidad co- mo escritor. Nos llama a la litera- tura y el lIamado es irresistible.

"AI contrario de tantos escritores -ha dicho Garcia Màrquez refirién- dose a Fuentes-, que desearian ser ]os únicos en el mundo, él quisiera

celebrar todos los dias la fiesta de que cada dia seamos más y más jóve- nes los escritores en el mundo. Tengo la impresión -remata el No- bel-, de que é] sueña con un p]aneta ideal habitado en su totalidad por

.t 'I ]1 "II C escn ores y so 0 por e as . l omo hablar de un escritor asi de tal cali- dad, que sigue dàndose al mundo, a

105 mexicanos, a la literatura? Sólo

existe una forrna noble de hacerlo, con respeto y admiración. -

4-1

1\:(JT AS

1 Fuentes, Carlos, "Escribo para no mo.

rir", entre...'ista wncedida a Kurt Keppler aparecìda originalmente en The Colorado ,".,Iortfl Rf'1.'icw, traducida al español por Mer- cedes Benet y pubJicada en eJ sup1emento 5áh'Hio del períddico ulwmåStnw, 11 de agosto de 1984, mim. 354.

2 /ll1.d.

.1

Fuentes, Carlos, "La desdìchada" CO"5- MIlCÎa y ofrus lIovc1as para vrrgl'lIl's, FCE Me- XICO, 1990, p. 123.

4Ih'd. ; Sigl/Of(', diciembre, 1986. ~

Ibid. '7

Fuentes. Carlos, Cuerpos y ofrelJdas. Prólogo de Octavio Paz, Alianza Editorial, Madrid, 1972. p. 12.

~ Fuentes. Carlos, Tiempo fIIeX;CCH!O, Joa-

4uin Mmtiz, 1971 p. 29. 9

Fuentes, Carlos, "La invención de Arnê~ rica" en La lomada SellHwa{. 15 de mayo de 198B.

.

10 Fuentes, Carlos, Cuerpos y of rend as,

Op. Cit. 11

Garda Mârquez, Gabriel; "Carlos Fuen. tes, d05 veces bueno", La Jomada Semal1a!, 26 de junio de 1988.

ICI gClc:::EtTCI