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Bryce Echenique, sobreviviendo a sí mismo Detrás de un escritor —y frente a él— hay muchas historias. A veces, su papel se vuelve confuso: ¿en dónde termina el narrador y comienza el personaje? Con una controversia a cuestas que ha puesto en juego su credibilidad entera, el autor peruano se muestra como una pieza más de una obra difícil de poner en paz. ¿Qué es lo que lo ha llevado a buscar, en un abismo de fantasmas, un asidero capaz de soportar una tormenta interminable? Por Sergio Vilela 1 "Mi mamá decía que yo era la pata de Judas, que era muy fácil perderme de vista."
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Bryce Echenique

Sep 30, 2015

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Karen Madeleine

Cronica por Sergio Vilela
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Bryce Echenique, sobreviviendo a s mismoDetrs de un escritor y frente a l hay muchas historias. A veces, su papel se vuelve confuso: en dnde termina el narrador y comienza el personaje? Con una controversia a cuestas que ha puesto en juego su credibilidad entera, el autor peruano se muestra como una pieza ms de una obra difcil de poner en paz. Qu es lo que lo ha llevado a buscar, en un abismo de fantasmas, un asidero capaz de soportar una tormenta interminable?Por Sergio Vilela1 "Mi mam deca que yo era la pata de Judas, que era muy fcil perderme de vista."

Dice que ha puesto su vida en peligro para llegar hasta aqu. Que ha tenido que cruzar media ciudad a toda prisa y salir disparado del almuerzo en el que estaba y esquivar todos los carros que en el camino le cerraban el paso. Que no ha dudado en pasarse los semforos en rojo y que no le ha importado violar todas las normas de trnsito, por llegar puntual a esta cita. se es Bryce, Alfredo Bryce Echenique, el escritor habituado a convertir un desplazamiento ordinario entre dos puntos en una verdadera pica donde l mismo pone en juego su integridad. Basta un instante con Bryce para que la realidad se empiece a difuminar y l tome el control de la verosimilitud de los hechos. Pero aquello que podra parecer pura exageracin o simple alarde narrativo es, en el caso suyo, un relato verdico.

Ahora, el autor peruano de Un mundo para Julius camina, con la tranquilidad de quien se ha salvado de una catstrofe automovilstica, hacia el saln principal de su departamento en Lima. Bryce tiene setenta y cuatro aos y las dos horas de caminata diaria a las que se tiene acostumbrado por los malecones de San Isidro, bordeando los acantilados que dan al Pacfico, lo mantienen con buen semblante. Nos sentamos en el largo sof de su sala, vigilados por un retrato suyo que nos mira desde la pared. La luz de la tarde cae en diagonal a travs de los ventanales del departamento y desde aqu se ven las cabezas de los rboles asomando desde el parque que parece el enorme jardn trasero del edificio. No pasan ni diez minutos antes de advertir que tiene demasiada sed. Se toca la garganta y dice que debe ser por el almuerzo previo que est as, ensayando una excusa. Ofrece un vodka tonic y de inmediato se pone en la tarea cual barman experimentado. Empuja la puerta batiente de su cocina y desaparece por un minuto. Se le escucha preguntar qu dosis quiero en mi vaso, desde el ambiente contiguo. Desde su tercer divorcio, que ocurri hace un par de aos, vive solo en este departamento alquilado y, tras varias mudanzas en Europa y Amrica a lo largo de su vida, dice que "de aqu me sacan con los pies por delante". Su ama de llaves no viene hoy pero l lo tiene todo bajo control. Es famoso entre sus amigos por la generosidad con la que abre su bar y porque las tertulias con l pueden durar das enteros sin que las historias se agoten.

En seguida, Alfredo Bryce Echenique asoma en la sala de su casa con dos generosos vasos. La imagen es tan domstica que, por un momento, no parece ser quien es. Ese hombre que es considerado uno de los escritores latinoamericanos ms originales posteriores al boom, quien fund con la oralidad de sus personajes un registro narrativo nico en novelas como Un mundo para Julius y La vida exagerada de Martn Romaa. Aquel escritor que se vio envuelto desde 2006 en un escndalo de presuntos plagios de artculos periodsticos, que an estn en litigio. El mismo autor que, por ese antecedente, recibi un aluvin de crticas que pusieron en duda su reputacin, tras ganar el premio de la Feria del Libro de Guadalajara en 2012. La tarde soleada de primavera atraviesa los ventanales del saln, encendiendo el espacio. La biblioteca o lo que queda de ella despus de regalar un millar de libros al dejar la casa de su tercera esposa, Anita Chvez, cubre toda la pared del fondo. Bryce se acomoda en el sof despus de dar un trago a su copa y empieza a hablar de sus antepasados, de los aos de opulencia de la familia Echenique, de su tatarabuelo ex presidente, de las riqusimas haciendas que tenan y que hoy pasaron a ser distritos enteros de Lima como La Victoria, de los das en que soaba con ser un escritor mientras su padre lo obligaba a terminar la carrera de derecho, y de la tarde en que se subi a un barco de carga con su amigo Franoise Mujica y parti rumbo a Europa, convertido en abogado tras cumplir sus designios familiares.

Alfredo y yo viajamos en el mismo camarote. En esa poca era devoto de Montherlant y de Hemingway as que llev un bal repleto de libros. Entre la lectura y la bebida nos pasbamos todo el da recuerda Mujica, su compaero de la facultad, desde la terraza de su casa en Lima, una maana de primavera de 2012.

Entonces era 1964 y el joven aspirante a escritor parti del Per para no volver en dcadas, con el nico propsito de convertirse algn da en Alfredo Bryce Echenique.

2.Cuando era nio su madre lo amarraba a la pata de la cama. Elena Echenique haba descubierto que sa era la nica manera de controlar las desapariciones de uno sus cinco hijos, Alfredo Bryce, un nio ensimismado, apacible y algo miope. Por ese temperamento que lo haca invisible, sus fugas siempre pasaban desapercibidas hasta que alguien descubra que no estaba y, entonces, empezaban a buscarlo en los alrededores de la casa en la que veraneaban en el balneario de La Punta, a quince kilmetros de Lima.

Mi mam deca que yo era la pata de Judas, que era muy fcil perderme de vista, y por eso me amarraba.

Bryce recuerda ntidamente ese castigo, pero tambin se recuerda a s mismo muy tranquilo esperando a que lo liberaran, porque mientras permaneca amarrado iba de viaje dentro de su cabeza. "Ni bien lo ataban a la pata de la cama, volva a la calma. l mismo se entregaba cuando saba que lo mereca", escribe el periodista Mariano Olivera en su libro Bryce antes de Julius. Ya desde entonces tena una enorme capacidad de entretenerse con nada. De leer el vaco. En el primer volumen de sus memorias, Permiso para vivir, publicado en 2004, escribe: "Mi atraccin por los rincones la recuerdo desde nio. Y recuerdo que tambin yo atraa la presencia de los rincones". Muy temprano el mundo exterior se le hizo ms aburrido que el mundo imaginario sobre el que tena poderes. Un tmido prefiere estar solo. Un solitario aguza la mirada. Una buen observador entiende a un volumen diferente. Todo eso era Bryce. Y aunque su padre intent conminarlo a que tomara el camino de las leyes y convertirlo en su heredero para que terminara al frente del Banco Internacional, uno de los ms grandes de Per y propiedad de la familia, la vocacin literaria termin por arrstralo como una marea desbordada.

Mi mam era una gran lectora, pero creo que la inventiva de Alfredo era como la de mi pap. l tambin era muy ocurrente, aunque era un hombre callado cuenta Elena Bryce, la hermana del escritor, seis aos menor que l.

Sus dos familias eran de leyenda. Los Bryce haban llegado desde Londres a fines del siglo XIX. Abrieron una casa comercial que venda insumos para grandes navos, y que Francis y John Bryce decidieron inaugurar en el Callao, el principal puerto del Per. Ese remoto pas de Sudamrica estaba en plena expansin econmica tras la guerra con Chile, y era un mercado frtil para que los Bryce hicieran crecer su fortuna. Los Echenique haban sido grandes terratenientes y contaban con un ex presidente entre sus antepasados, Rufino Echenique, que gobern el pas a mediados del XIX. Haba llegado al poder despus de una larga carrera militar que haba empezado con su enrolamiento en uno de los batallones al mando del libertador Jos de San Martn, un ao despus de la independencia del Per. Estas dos familias notables de la oligarqua limea, los Bryce y los Echenique, acabaron emparentndose por primera vez tres generaciones antes de que naciera el escritor, cuando un hijo del presidente se cas con Mara Rosa Bryce Lpez-Aldana. Ella tena un hermano llamado Ramn y ambos, hermano y hermana, tuvieron dos hijos varones a los que llamaron igual: Francisco Echenique Bryce, el de ella, Francisco Bryce Arrspide, el de l. Los franciscos eran primos hermanos de edades cercanas. A los franciscos les gustaban los nmeros. Cuando los franciscos crecieron fundaron juntos el Banco Internacional. Uno asumi la presidencia, y el otro la gerencia general. Cuenta Alfredo Bryce que un da, mientras los negocios estaban en su mejor momento, uno de los primos le pidi al otro que lo dejara casarse con su hija. Como ellos eran hombres de confianza, pero sobre todo parientes, el pedido fue aceptado. De ese matrimonio entre el to y la sobrina, en el que haba veinte aos de diferencia, naci Alfredo Bryce Echenique. Pero, segn el escritor, ese coctel de genes hizo que su hermano mayor naciera sordomudo. Aquel hecho determinara el destino del matrimonio y de todo lo que se vivira en la casa de los Bryce Echenique. El hijo enfermo el mayor, Paquito sera el centro de gravedad las alegras y frustraciones de una familia a la que la fortuna no sirvgi de nada para darle una vida normal.

Alfredo Bryce se recuerda a s mismo de nio, siendo testigo de las discusiones entre sus padres que hacan lo posible para que Paquito se integrara a la vida familiar. Gastaron un dineral envindolo a internados en Estados Unidos, contratando a los mejores maestros, invirtiendo horas para que pudiera comunicarse.

Si uno no lo oa gesticular, poda no darse cuenta que era sordomudo, porque era un chico muy tranquilo, recuerda su hermana, intentando restarle gravedad al pasado. Elena Bryce es la menor de los cinco hermanos, y por eso dice que ella no sale ni en las fotos ni en las novelas.

La pelcula imposible del hijo enfermo fue despostillando el ya difcil matrimonio entre el to y la sobrina. Entre un hombre que, antes de casarse, haba pasado dieciocho aos como contador de un barco mercante, haba dado la vuelta al mundo y haba sido torero en Espaa; y una mujer que slo haba salido de la mansin de su padre para ir a su propia boda, se haba educado con institutrices europeas, tocaba el piano y lea a Proust. Con los aos, Paquito pudo sentarse a la mesa a comer con sus hermanos, y logr incluso desarrollar cierto talento con las manos que le permiti tener un oficio de ceramista, y pintar cuadros que los amigos de la familia compraban sin falta. Aquel enorme esfuerzo familiar sirvi para que Paquito tuviera una vida productiva, aunque dependiente de por vida. Muri a los sesenta y nueve y, dos das despus, su madre casi centenaria, que viva con l y an lo cuidaba como a un nio, le sigui los pasos.

Ella no reconoca a nadie, pero cuidaba a su hijo. Vivan juntos. l ya estaba ciego. Despert a los cincuenta aos ciego. Era una maldicin lo que tena ese hombre recuerda Bryce.

En casa de los Bryce Echenique catorce empleados se encargaban de atender a los padres y a sus cinco hijos. Me acuerdo que pelebamos mucho dice Elena Bryce, que tiene el cabello corto y las mejillas gruesas, como su hermano ms famoso. l me deca: "Ests horrible, no salgas as delante de mis amigos", cosas de esas, pleitos de hermanos, lo normal.

Vivan en una residencia en el distrito de San Isidro, el ms distinguido de Lima, y su mundo no se pareca en nada al Per empobrecido de los cincuenta, ese pas que se filtraba levemente en las historias que el escritor, siendo nio, escuchaba en la cocina cuando los empleados hablaban entre ellos. Un universo que pareca tan fascinante como desconocido, donde las personas tenan pocas cosas y vivan austeramente, como lo hacan en las habitaciones de servicio de su propia casa. se, dice Bryce Echenique, fue el descubrimiento ms grande de su vida de nio: los empleados eran seres diferentes.

3.Alfredo Bryce abre el pequeo bal de madera que hay sobre la mesa. Un olor a tabaco invade el saln. Estira la mano y saca un puro que enciende al instante. Ya es de noche y la luz tenue de las lmparas se derrama sobre el silln. Bryce se acomoda y cruza una pierna sobre otra, de manera que la que va encima queda colgando, como si se pusiera a s mismo un cerrojo.

Lo ms trgico de todo es que esa casa era un nido del dolor. Cada uno sufra en su cuarto. Menos mi hermano Eduardo, que era el tercero y que era un tarambana, un jaranista, y nunca estaba. Recuerdo mucho a mi pap requintando: "Este hijo de mierda", por Paquito. Porque de pronto un da el pobre descubri la masturbacin y entonces, mientras estaba en esas, pegaba unos alaridos y todos nosotros nos mantenamos calladitos como si no pasara nada.

Su padre era un hombre alto y apuesto, de pocas palabras, sarcstico cuando abra la boca, y con una singular aficin por los trabajos manuales, heredada de sus das en altamar. Cuando no estaba dirigiendo el Banco Internacional, reparaba cortinas y zurca medias. Era silencioso dentro de su casa y un gran contador de historias fuera de ella. Aunque era tranquilo, las ocurrencias de Paquito lo sacaban de sus casillas. Se pona furioso, le peda cuentas a su mujer, maldeca.

Mi pap gritaba: "Yo no he trabajado tantos aos de mi vida, carajo, para tener que aguatar a este huevn"

sa era la maldicin cotidiana en la casa, y todos los que vivan all se esmeraban para no hablar de lo que suceda.

Una vida era la de los pisos de arriba, donde vivamos, y otra la del piso de abajo, a la que llegaba la visita. La tragedia de arriba nunca bajaba. Cada uno de nosotros sobreviva a esa casa como poda.

Toda la atencin se concentraba en Paquito. Por eso Bryce recuerda una infancia entre las faldas de sus nanas, o cruzando la ciudad a solas con el chofer, o jugando en el patio con el mayordomo o con el hijo de la cocinera. Su primera novela, Un mundo para Julius, es en parte esa historia: la historia de un nio solitario de la oligarqua limea que, a medida que crece, descubre los contrastes con el mundo que lo rodea. A travs de los ojos de Julius, Bryce evidencia el clasismo, el racismo y la hipocresa de ese mundo, desde un sentido del humor y una irona agudos. Cuando se public esa novela, en 1970, se convirti en un bicho raro de la literatura en el Per. Por primera vez un rico escriba, y escriba, adems, una gran novela sobre la clase alta que empezaba as: "Julius naci en un palacio de la avenida Salaverry, frente al antiguo hipdromo de San Felipe; un palacio con cocheras, jardines, piscina, pequeo huerto donde a los dos aos se perda y lo encontraban siempre parado de espaldas, mirando, por ejemplo, una flor; con departamentos para la servidumbre, como un lunar de carne en el rostro ms bello, hasta con una carroza que us tu bisabuelo, Julius, cuando era Presidente de la Repblica, cuidado!, no la toques, est llena de telaraas, y l, de espaldas a su mam, que era linda, tratando de alcanzar la manija de la puerta. La carroza y la seccin servidumbre ejercieron siempre una extraa fascinacin sobre Julius, la fascinacin de no lo toques, amor; por ah no se va, darling'. Ya entonces, su padre haba muerto". Los militares de la dictadura del general Juan Velasco Alvarado, instalada en el Per en el ao 1968, la tomaron como una novela parricida, en la que el escritor arremeta contra su propia clase. Bryce recordara en una entrevista, aos despus, que "se dijeron tantas cosas: sta es la novela de la revolucin, por ejemplo, o que era el canto del cisne de la oligarqua. Cosas que jams pens al escribirla, porque adems la escrib mucho tiempo antes de la reforma agraria". Esa reforma tena por entonces al pas partido en dos. El general Velasco nacionaliz el Banco Internacional de los Bryce y expropi sus haciendas a los Echenique. Pero Alfredo Bryce Echenique un efervescente contestatario a ojos del general, mereci el premio Nacional de Literatura en 1972. De todos modos, Un mundo para Julius sobrevivi al paso del tiempo como un verdadero clsico de la literatura de Amrica Latina.

Alfredo Bryce da una bocanada a su habano. Hace rato ha descorchado una botella de Rioja para acompaar el jamn de bellota que trajo en la maleta de su ltimo viaje a Madrid. Ha propuesto picar algo antes de ir al bar del Hotel Country, a unas diez calles de su departamento, a comer de verdad. Cuenta que su padre lo oblig a graduarse como abogado y que gracias a eso pas por la Universidad de San Marcos, donde dej de ser un extranjero en su propio pas. Aunque su plan original haba sido estudiar en la Universidad de Cambridge, en Gran Bretaa, como le dijo al periodista Alfredo Barnechea en una entrevista de 1996: "Mi padre me hizo una gran trampa. Para ingresar a Cambridge, saliendo del Colegio San Pablo, que era un colegio ingls, haba dos requisitos: pasar un examen de historia de Inglaterra y otro de latn, en el British Council, y haber ingresado a San Marcos". Una vez que ingres a esa universidad pblica, la ms antigua de Amrica y en la que conflua todo el Per, su padre le pregunt: "Y quin te va a pagar la Universidad de Cambridge?". Bryce no tuvo ms opcin que quedarse en San Marcos. All descubri que alumnos de todas las sangres y regiones, ricos y pobres, convivan en el patio de Letras. Para eso le sirvi la universidad, dice. Para entender dnde estaba parado. Y para tener su nmero de registro en el Colegio de Abogados que an es vlido.

Aunque no le gustaba el derecho recuerda Franoise Mujica, segua las clases con muchsima dedicacin. Tengo fotos del da que nos colegiamos. Luego l practic en un estudio de verdad.

Cierto. Bryce lleg a trabajar como abogado algunos meses. Estoy apto para ejercer, si quisiera dice Bryce, y se levanta del sof para servir dos copas ms.

Tras ganar un beca para estudiar en la Sorbona, en Pars, gracias a los contactos que su madre le ayud a conseguir, pudo partir a Europa con la idea de convertirse, all, en escritor. Tena veinticinco aos. Su padre ya no poda prohibirle nada, porque Bryce haba cumplido con la promesa de terminar la carrera, pero tampoco pensaba ayudarlo en su plan europeo. Slo autoriz que una camioneta del banco, que iba a recoger dinero de las oficinas al sur de Lima, lo llevara hasta el puerto desde el que partira a su nueva vida en Francia. A los pocos meses de terminar la universidad, y con escasos ahorros, Alfredo Bryce emprendi el viaje que cambiara su vida para siempre. Esa maana de 1964, a bordo de un buque cargado de acero, zarp desde el puerto de Marcona, a quinientos kilmetros de Lima, con su compaero de la universidad, Franoise Mujica. Iban a cruzar medio mundo para llegar despus de veintin das al puerto de Dunquerque, al norte de Francia. Desde entonces, aunque pasaran cuatro aos hasta que publicara su primer libro de cuentos, Huerto cerrado, con el que ganara el premio Casa de las Amrica, su vida se empezara a parecer cada vez ms a la que haba imaginado, la de escritor a tiempo completo.

En esa poca l estaba enamoradsimo de la que sera su primera esposa, Maggie Revilla. Ella llegara despus a Francia, al ao siguiente cuenta Mujica, un hombre alto, de ojos claros y finas facciones.

Son casi las once de la noche y Bryce dice que ya es hora de irnos. Se pone de pie y va a buscar las llaves, quiz a su habitacin. Indica que dejemos todo como est, porque vamos y volvemos. Salimos del departamento y bajamos, en el estrecho ascensor del edificio, hasta el garaje. El Mini Cooper rojo sangre de Bryce brilla junto a todos los dems autos sin gracia. Llevamos varias horas de conversacin, tantas como copas encima. Pero eso no intimida a Bryce, que sube al auto, lo pone en marcha y retrocede con decisin para salir del edificio. Al salir, acelera y nos sacudimos por efecto de la inercia. Vamos a parar a una avenida oscura y vaca que le da nimos para ir ms rpido. Toma el volante con las dos manos y gira sin ninguna intencin de pisar el freno en la primera curva. Mientras maneja, conversa. Me sigue contando algo que no escucho porque estoy demasiado preocupado en mirar hacia adelante. Pero l conduce sin sobresaltos, como un experto en esa ruta. La idea de estrellarnos contra un rbol me hace pensar que seramos una estupenda noticia de ltimo minuto. Bryce siempre es un buen titular.

4.Poco despus, frenamos de golpe. Bryce encaja su Mini Cooper en un espacio vaco del estacionamiento, afuera del Hotel Country Club, y baja del auto sin un atisbo de tensin. Por el contrario, est muy animado y camina hacia las escalinatas que conducen al amplio jardn frontal. Est a punto de suceder algo raro. Cuando l atraviese el umbral del hotel, saltar de la realidad a la ficcin. Porque el Country es muy Bryce. Es una suerte de locacin literaria en la que se rodaron largas partes de dos de sus novelas, el lugar al que Julius se mud durante un verano completo con su familia, mientras quedaba lista la nueva casa que haban decidido construir, y el sitio donde un adolescente llamado Manongo Sterne, protagonista de No me esperen en abril (1995), vivi los mejores das de su vida, jugando con los amigos ricos del barrio, entre las piscinas y los jardines de este hotel seorial. Bryce Echenique no encaja mejor en otro escenario de la ciudad que en este palacio que parece haber sido sacado de sus novelas y no al revs.

Empuja la puerta del bar ingls y el instante tiene su magia. Bryce en el Country es como un narrador tragado por su propio cuento. Suele pasar por aqu un par de veces por semana. Los meseros lo reconocen y uno de ellos se acerca de inmediato. Lo conduce a una mesa ubicada en un extremo del saln, como si la tuviera reservada para l. El escritor se sorprende de la cantidad de gente que hay. Es un bar para unas cuarenta personas que, en un da de semana como hoy, suele tener no ms de tres mesas ocupadas y por eso le gusta mucho venir: porque es ntimo, elegante y familiar, porque lo siente como la prolongacin de su casa, y porque lo atienden como rey. Pero esta noche todas las mesas estn tomadas, hay ms ruido que de costumbre y eso parece incomodarlo. Una mesera que lo saluda por su nombre le acerca la carta y le pregunta si va a tomar lo de siempre. La muchacha desaparece de inmediato mientras el escritor decide lo que ordenar para picotear: quesos y vino tinto.

Vindolo sentado en este bar, podra parecer que su camino hasta aqu ha sido sencillo. Pero para que este hombre llegase a ser Bryce Echenique tuvieron que pasar demasiadas cosas: miles de horas a bordo de su mquina de escribir, decenas de amores con final infeliz, centenares de libros con los que aprendi a entender su propia voz. Todo empez aquella maana en la que parti a Europa desde el puerto de Marcona, a bordo del carguero Allen D. Christensen. Al pie del barco, Alfredo Bryce y su amigo Franoise Mujica, esperaron pacientemente la seal de partida, ya que no tenan ni siquiera hora fija de zarpe. Despus de una larga demora, el buque dej el puerto y empez la travesa por el Pacfico, que los llevara hasta su destino: Francia, donde iban a recalar en Pars. Una vez all, su nueva vida como estudiante de literatura de La Sorbona se lo trag.

Me fui a Europa por delante, y Maggie llegara tiempo despus, tambin a estudiar cuenta Bryce, hundido en su butaca de cuero, al recordar a una de las mujeres definitivas de su vida.

Margarita Revilla fue la primera mujer que le import de verdad. La haba conocido, a comienzos de los aos sesenta, en una feria de automviles en Lima. El da que la vio por primera vez ella trabajaba all como promotora de una marca francesa. Bryce qued aturdido. Era una mujer blanca, de cabello oscuro y facciones muy finas y a l la timidez lo paraliz y no pudo acercrsele. Pero maquin un plan. Como en toda feria, era fcil conseguir un fotgrafo y Bryce le pag a uno para que le consiguiera un retrato furtivo de esa joven imposible. Desde entonces, se dedic durante semanas a averiguar si alguno de sus amigos la conoca para evaluar cul poda ser el camino para volver a verla. Lima era una ciudad cuatro veces ms pequea. Aunque poda parecer una locura, no lo era para Bryce. "Hasta que un buen da se encontr con un ex compaero del San Pablo en la Plaza San Martn. A l tambin le enrostr la foto, ms por costumbre que por esperanza y este le dijo que efectivamente conoca a la chica", escribe el periodista Mariano Olivera. Sera aquel amigo quien le dara la pista para encontrar a Maggie Revilla y quien hara posible que Bryce, finalmente, la invitara a salir despus de un tiempo. Tuvo que esperarla porque ella tena una pareja con la que no durara demasiado tiempo ms. Bryce fue paciente. Se hicieron novios antes de 1964, el ao en que l parti a Europa, y al ao siguiente ella le dio el alcance en Francia. En enero de 1967 se casaron all. Vivieron aos felices. Estudiaron, viajaron, consiguieron trabajos. Maggie Revilla fue la primera lectora de Bryce y la mujer que lo alent para que escribiera y quien lo amenaz con dejarlo si no terminaba su primera novela que, de hecho, est dedicada a ella.

Mientras la noche avanza, entra ms gente en el bar ingls. Bryce sigue sin entender por qu todas las mesas estn llenas un da como hoy. Es inevitable que se sienta invadido en este espacio que es como un anexo de su propia casa. Pero vuelve al relato de su pasado y se olvida de la gente que lo contempla a su alrededor.

Entonces, Pars era la ciudad de Sartre y Camus, de las juventudes de izquierda, de Mayo del 68, del boom latinoamericano. Era la ciudad en la que Garca Mrquez, Fuentes, Cortzar, haban escrito sus primeras novelas. Era el epicentro del mundo. Un lugar donde hablar en contra del imperialismo yanqui y seguir al Che Guevara estaba de moda. Aunque se haba jurado a s mismo disciplina total, Bryce no escribi una sola lnea hasta nueve meses despus de haber llegado. La sentencia de sus amigos del colegio, que le decan que iba a Europa con el nico propsito de "estudiar para ser bohemio", pareca cumplirse. Haba sido absorbido por las madrugadas en el Harry's Bar, las tardes hde caf en el mtico Les Deux Magots, y las maanas sin rumbo caminando con Maggie Revilla por Saint-Germain-des-Prs. Por eso, despus de diplomarse en literatura francesa en la Sorbona, emprendi un viaje a Perugia, Italia. Le haban descrito aquella ciudad, enclavada en el centro de la pennsula, como una tranquila campia, perfecta para recluirse. Para trabajar como un verdadero escritor deba escapar de Pars. Y as lo hizo. "No haban pasado ni cuarenta y ocho horas de mi llegada a Perugia y estaba llorando de emocin y adems no me lo poda creer. Una habitacin de estudiante, las obras completas de varios clsicos rusos y la mesa de trabajo ante un espejo S, nada menos que ante un espejo porque hasta quera ver el sonido de mi Hermes porttil y el primer prrafo aquel que haba escrito en mi vida y que adems me gustaba mucho porque deca cosas que haba querido expresar toda mi vida", escribi Bryce sobre esos das, en el primer volumen de sus antimemorias, Permiso para vivir (Anagrama, 1993).

Antes de que Franoise regresara a Lima, pas por Perugia a despedirse y fue a l a quien le le el primer cuento que haba escrito en mi vida recuerda ahora mientras busca con la mirada a la mesera que lo recibi y que no ha vuelto.

Durante esos meses en Italia trabaj como un endemoniado. Escribi da y noche hasta producir su primera coleccin de cuentos. Haba logrado poner en pie una versin inicial que "se titulaba huachafamente y con mensaje a la humanidad, El camino es as, por lo que Julio Ramn Ribeyro tiempo despus tuvo a bien armarse de coraje, soltarme la verdad sobre mi titulito y proceder a cambiarlo por Huerto cerrado", escribira Bryce aos ms tarde.

Cuando aparece la mesera para tomarle la orden, desde las mesas vecinas las miradas empiezan a posarse sobre l con ms nitidez. Pese a las acusaciones de plagios de artculos periodsticos, en las que se ha visto envuelto en los ltimos aos, Bryce sigue siendo en el Per ese escritor entraable que uno aprende a querer con las primeras lecturas de la escuela. Desde que se mud a Lima, adonde volvi desde Europa hace ms de una dcada, sus apariciones en los medios se hicieron ms frecuentes y su manera tan singular de rerse de s mismo acab por blindarlo de cualquier acusacin. Bryce siempre se las ingeni para estar ms cerca del antihroe simptico que del malo de la pelcula. Del bohemio que puede llegar con unas copas encima a una entrevista en televisin que de un hombre capaz de apropiarse de textos ajenos. Ahora, una pareja a tres mesas de distancia lo saluda. l devuelve la reverencia amablemente, con un leve movimiento de manos y, evitando al mismo tiempo, que se muevan hasta donde l est sentado.

Despus de la temporada en Perugia, Bryce aprovech para saltar a Grecia. All consigui trabajo en una discoteca, donde lav platos y copas y, con el dinero que pudo ahorrar, regres en auto a Pars, despus de cruzar media Europa. Al llegar a casa, Maggie lo estaba esperando. Entonces, mientras l suba las escaleras para reencontrarse con ella, en la calle le abran el maletero del auto y le robaban todo, incluida su mquina de escribir y los cuentos que haba escrito. En una carta que Bryce le escribi a su amigo Franoise Mujica, quien ya haba regresado a Lima, deca que estaba acabado. Que haba perdido meses de trabajo y que volva a sentirse un farsante, un escritor sin obra. Pero despus, en otra carta, deca que no le quedaba ms que intentar reescribir el libro de memoria. Bryce, quien mantendra con Mujica una amistad epistolar de tres dcadas, le escribi: "La mquina con que tan mal escribo [] es un modelo exacto al que me robaron y con el seguir mi desesperada carrera por recuperar lo perdido. Antes de Navidad, logr terminar los dos primero cuentos (el que t leste) aunque francamente no son ni esquelticos resmenes de los anteriores. Qu hacer? Tengo que terminar y sacarme este clavo, aunque mi debut literario deje mucho que desear". Aquel inicio de su carrera pareca un verdadero final pero, sin embargo, escribi por segunda vez el mismo libro. "Maggie me escuchaba leerle con santa paciencia y adems le gustaba e incluso no esconda cierto orgullo de aquel loquito que ni siquiera ordenaba bien sus cuartillas, que sola mancharlas con vino, y que confunda con insistencia pertinaz el lerselas a todo amigo que cayera por el departamento con lo que es realmente pasar un libro o una novela en limpio. Ella estudiaba cooperativismo por aquella poca y una fra maana de enero se cas con un escritor llamado Alfredo Bryce". Era 1967, tres aos antes de su divorcio.

La mesera trae las copas y una abundante tabla de quesos y jamones. Bryce toma un primer bocado de Manchego y luego saborea el tinto que ha elegido. Dice que, ahora, prefiere hablar de otra mujer. De una que, segn l, fue el amor ms grande de su vida: Sylvie Amlie Lafaye de Micheaux, a quien le dedic su novela La vida exagerada de Martn Romaa (Barral Editores, 1981). "Era morena, era delgada, era mil curvas en coqueteo y permanente allegro vivance [] y en el brillo ardiente de sus ojazos negros, haba un letrerito luminoso y muy vivaz que prometa traerte la felicidad a casa, a tu corazn, a tu vida entera y forever", escriba Bryce sobre ella. Sylvie fue una novia francesa que lo dej roto por dcadas, y con quien empezara una historia nueva tras el final con su primera esposa.

Era la poca ms triste de mi vida. Maggie haba regresado al Per a unirse a la guerrilla, al Che Guevara, en medio de esas cojudeces de los aos setenta. Me haba abandonado en Pars. Como ella era bellsima todos los guerrilleros se la quisieron tirar. Y cuando descubri que el antihroe abandonado era el hroe que vala la pena, me dijo "vuelvo". Yo le dije "no vuelves" porque tengo a la princesa dice, mientras toma quesos de la tabla con elegancia.

Cuando de que Maggie decidi volver al Per, la historia con Bryce lleg a su fin. Era 1970. Ese ao, su primera novela se public y l cay en una espiral depresiva de la que demorara aos en salir. Dos aos ms tarde, en 1972, apareci Sylvie. La haba conocido mientras era alumna en la Universidad de Nanterre y l asistente en la Facultad de Letras. Llevaban unos meses juntos, cuando Maggie volvi a Francia. Bryce le haba prometido a su nueva novia que pasara lo que pasara no regresara con su esposa. Pero entonces l no poda saber jlo que estaba por ocurrir. A los pocos das de su regreso, Maggie sufri una tromboflebitis que la dej al borde de un coma. Como legalmente segua siendo la esposa de Bryce, la atencin en la Seguridad Social dependa del respaldo de su marido.Si yo la dejaba morir, se mora. Entonces, no poda dejarla as.

Bryce ya haba logrado ser un escritor. En sus primeros aos haba hecho malabares para saltar de una beca a otra y as tener tiempo para escribir. Haba tenido aos felices al lado de Maggie y haba conocido a escritores como Juan Rulfo y Mario Benedetti. Haba podido aprender de amigos que se convirtieron en maestros, como Julio Cortzar y Julio Ramn Ribeyro que fue, ms que amigo, una suerte de hermano mayor que le llevaba diez aos. Se contaban sus nuevos planes, se relataban cuentos cuando eran todava slo ideas. Hablaban de novelas probables y solan pasar tardes enteras conversando en cafs y bares, o se sentaban a leerse mutuamente y se destrozaban con lealtad. Por eso, Bryce fue uno de los ms fieles acompaantes de Ribeyro en las mltiples temporadas que pas internado, durante sus aos franceses, producto de un cncer que lo atac desde muy joven.

En esa poca Julio Ramn estaba murindose y le hacan unas intervenciones de la forma ms cruel. Entonces, por la maana, estaba en un hospital, cuidando que Maggie no se me muriera. Sala de ah y me iba toda la tarde a acompaar a Riberyo, hasta las ocho de la noche. A esa hora sala y me esperaba la princesa Sylvie. Nos pegbamos una borrachera terrible y ella empezaba a decirme que yo era una mierda, que no la quera. Un horror.

Pero, para Bryce, el amor que conmueve siempre sucede as. Como una historia estremecedora que pasa cual huracn. Alfredo se ha creado la necesidad de estar siempre enamorado explica Mujica, sin atisbo de asombro.

Finalmente, con Sylvie todo termin porque la familia de ella prohibi la relacin. Diez aos menor que l, Sylvie provena de una familia muy rica que le tena arreglado un matrimonio. Segn el escritor, la familia se encarg de advertirle que era mejor alejarse de la princesa y no volver a buscarla. Pero Bryce volvi. Y le enviaron a unos tipos que le pegaron una paliza que lo hizo entender. Pasaron aos hasta que volvieron a hablarse. Mientras, ella no dur en ese matrimonio forzado y l sobrevivi a una larga depresin. Dcadas despus todava se escriben y se ven una vez al ao, como viejos cmplices. Con Maggie, quien gracias al cuidado de Bryce se salv de morir en Pars, la historia termin en divorcio, pero tambin con ella sobrevivi la amistad. Y ahora la vida exagerada de Alfredo Bryce lo pone en el centro de una de sus novelas, en medio de una trama que slo a l se le podra ocurrir, "estamos volviendo a salir, a ver qu pasa", dice, acerca de sus ltimos encuentros con Maggie.

Volver a salir con su primera esposa, cuarenta y seis aos despus de haberse divorciado, es el tipo de aventuras que entusiasma a Bryce. La mujer de una mesa vecina que lo ha estado observando se pone de pie y avanza hacia donde est sentado, acompaada de su pareja, un hombre que la sigue con cierto pudor. Traen una hoja de papel en blanco y un celular que amenazan usar como cmara. Seor Bryce, perdn que lo moleste, pero, podemos tomarnos una foto? le piden con reverencia.

Entonces tambin le alcanzan una hoja de papel. l se acomoda en su butaca, la recibe y toma un lapicero. Firma, luego posa, y los despide pronto.Esto es as siempre. La gente no respeta nada, ltimamente. Antes era una firma, ahora es la bendita foto. A pesar de sus historias con las mujeres, Bryce sobrevivi a Pars.

All, Julio Ramn Ribeyro fue el primero en convencerlo de que sus cuentos tenan valor y que deba publicarlos, presentarlos en premios, buscarles un editor. Bryce empez a tocar puertas, a enviarlos a revistas. Eran aos en los que Vargas Llosa, que ya se haba mudado a Barcelona y publicado La ciudad y los perros, pasaba cada tanto por Pars, y entonces se reunan. As, sentados en un caf, se juntaban a conversar tres de las que seran las ms grandes voces de la literatura del Per del ltimo siglo.

Alfredo siempre ha tenido un respeto enorme por Julio Ramn, como a un maestro, y un cario muy grande por Mario. Lo admira y lo dice sin problema cuenta el escritor peruano Alonso Cueto.

Bryce era el ms joven del tro y los dems lo animaban a que postulara sus cuentos a algn concurso. As fue como, en 1968, Huerto cerrado acab en La Habana como finalista del premio Casa de las Amricas. se fue el bautismo pblico de Bryce como escritor y, desde ese momento, ya no se detendra.

Mi padre muere tres aos despus de que yo me voy a Europa y mi primer libro de cuentos se publica dos meses despus de su muerte. No lo alcanz a ver. Creo que se hubiera quedado tranquilo, despus de todo.

Despus de Huerto cerrado, Bryce se embarc en esa novela, que empez como un cuento llamado Las inquietudes de Julius y termin siendo un manuscrito de seiscientas pginas que lleg a las manos del mtico editor Carlos Barral, quien haba publicado por primera vez a Vargas Llosa y Garca Mrquez. Bryce sola pasar los veranos en Barcelona, y lleg un da hasta su despacho en Seix Barral slo para darse cuenta de que su futuro editor se haba olvidado de la cita. Aquel primer desencuentro termin con un almuerzo en el que Barral y su esposa lo hicieron sentir como un viejo amigo a punta de copas de cava. El editor, quien le dira despus que era su "ltima ilusin sudamericana", crey que Un mundo para Julius era una novela que poda tener posibilidades de llevarse el Premio Biblioteca Breve de 1970, como haba sucedido con La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa ocho aos atrs. Pero la edicin del premio en la que Bryce era candidato coincidi con la salida de Barral de la empresa, tras una pelea insalvable con su socio Vctor Seix. Ese ao no hubo fallo y el clebre editor acab convenciendo a Bryce que se fuera con l a su nueva aventura: Barral Editores. Un mundo para Julius sera el primer libro de esa nueva compaa. Deban ponerse a trabajar de inmediato en las correcciones: Barral le advirti que planeaba salir lo antes posible. En una carta que Bryce le mand por esos das a su amigo Franoise Mujica le dice: "Pronto leers mi novela, la que debi ganar el premio muerto ayer que habl por telfono con l (tuvimos un pleito porque quera sacarla en dos tomos y yo me opuse, gan: ser un mamotreto de seiscientas pginas) me dijo que tena siete editores Gallimard entre ellos apalabrados para traducciones". Pese a que su carrera literaria avanzaba con toda fuerza, una primera depresin lo empez a afectar. En esas idas a Barcelona, en sus semanas de pausa entre los semestres de la universidad en Pars, conoci a Ramn Vidal Teixidor, el psiquiatra que se convertira "en un segundo padre para m". Barral quiso editar el libro a toda prisa y le dio las pruebas a un peruano, que trabajaba con l, para que las corrigiera. Todo iba a salir bien, le dijo a Bryce. Y ste confi. Semanas ms tarde Barral pas por Pars con el primer ejemplar de Un mundo para Julius, y se lo entreg a Alfredo Bryce que, cuando comenz a leer el libro, se dio cuenta de que la edicin estaba repleta de erratas: ubic y marc setecientas cincuenta. Entonces escribi una carta a Barral en la que lo amenazaba con publicar todas esas erratas en un comunicado en la prensa, si no retiraba la edicin. l le respondi con un telegrama "Desolado descubrimiento. Quemo edicin. Carlos". Al tiempo apareci la segunda primera edicin, revisada por Bryce. Pese a todos los inconvenientes, aquella novela lo lanzara a la fama. Y lo llevara por primera vez a un sanatorio. Ni el tratamiento que segua con su psiquiatra pudo evitar la crisis. Bryce recuerda el tremendo xito como una enorme pesadilla.

La fobia, la depresin, la tristeza, la ansiedad que me produjo Un mundo para Julius fueron aterradoras. Entr en un manicomio. Estuve en un hospital psiquitrico en Barcelona, y me jur a mi mismo no escribir ms. Era una decisin ya tomada, y segu un tratamiento psiquitrico que dura hasta el da de hoy confiesa.

Carlos Barral logr vender la novela a una decena de pases para que fuera traducida. Y fue l quien lo asisti en Barcelona para llevarlo al sanatorio. Las crticas elogiaron inmediatamente el humor original de Bryce, la irona de aquel mundo en el que creca y se perda Julius y la oralidad como marca indeleble de un estilo nico y novedoso. El propio Garca Mrquez lo elev pronto a la categora de clsico: "Por la inteligencia de su factura, la ciencia de su lenguaje, la mezcla sutil de irona, nostalgia y humor, y la aguda visin de lo real que conforman su esencia, este libro de Bryce Echenique es una de las mejores novelas escritas por un autor latinoamericano". A inicios de los setenta, cuando, despus del boom, nadie esperaba una nueva voz proveniente del otro lado del Atlntico, Alfredo Bryce Echenique se robo toda la atencin.

Me daban ataques de locura. Era una depresin neurtica. Si vea a un tipo que tena una oreja ms grande que la otra, yo vea la oreja. Vea monstruos por la calle. Termin encerrado, con una camisa de fuerza, en calabozos, pero con mdicos buenos, afectuosos. Duros pero buenos cuenta.

Demor tres aos en recuperarse del todo y dice que, si no hubiera sido porque Sylvie Lafaye apareci en su vida en 1972, tal vez estara muerto. La conoci cuando, despus de estar internado en Barcelona unos meses, volvi a Pars e intent recuperar su rutina y, gracias al trabajo como lector de espaol en la universidad, se cruz con aquella mujer que le cambiara la vida.

Ella me haca contarle historias. Y luego me deca: "Me ha gustado mucho, maana quiero leerla. Escrbela". Entonces yo le haca caso. Todas las tardes me sentaba a leerle esas historias. Al cabo de un tiempo, me dijo: "Ya tienes otro libro, Alfredo". Y era cierto.

Despus de haber regresado de la muerte, llam a ese nuevo libro La felicidad Jaja, con audaz irona. Estaba vivo y con un nuevo libro en mano.

Es momento de irse y Bryce paga la cuenta, dejando una buena propina a la mesera. Afuera nos esperan diez calles hasta su departamento y un Mini Cooper que podra no dejarnos llegar a ninguna parte. Se pone de pie y aparece una pareja que lo ataja. Le piden un autgrafo en una servilleta y una foto veloz. Bryce acepta y sonre, todava, a las dos de la maana.

5.Han pasado dos das desde nuestro primer encuentro cuando Bryce sube al auto para recorrer un pedazo de su Lima. Esta vez l no est al volante: es gua y copiloto. Dice que primero quiere mostrar la ruta por la que camina todas las maanas, desde su casa hacia los acantilados de San Isidro que miran al mar. Y despus recorrer las calles en las que pas su infancia. Ahora dirige los movimientos de este Tour Bryce, mientras revela algunas de sus manas literarias.

Escribo siempre por las tardes. Con los aos me he vuelto ms crtico de lo que hago. Pero sigo teniendo la misma facilidad, la misma desenvoltura del inicio dice, mientras llegamos hasta una avenida de doble sentido, partida en su mitad por un camino de rboles espesos-. Si tengo un buen da, lo mximo que logro escribir son ocho pginas, a doble espacio, porque dejo blancos para las anotaciones. Imprimo, corrijo, meto cambios. Luego, cuando termino el captulo, limpio de nuevo.

Atrs hemos dejado el enorme Lima Golf Club, al que miran decenas de torres de departamentos de lujo, y en los que vive una nfima parte de esta ciudad de ocho millones de personas.

Una pgina y media es lo mnimo en un da. Siempre dejas una notita, una pista para seguir al da siguiente. Siempre creo que le voy a hacer todo el caso del mundo al empezar, pero lo primero que hago es borrarla.

El auto avanza y el trfico de viernes a las seis de la tarde amenaza el viaje. Pero Bryce no tiene prisa.

Se van perdiendo facultades fsicas. Antes poda empezar a las cuatro y terminar de escribir a las doce de la noche. Te estoy hablando de hace treinta aos. Ahora, estoy entre cuatro y seis horas mximo. Y luego me quedo corrigiendo, hueveando en la computadora. Justo estos das ando intranquilo, porque estoy estrenando una nueva mquina. Parece que les saco el alma, porque las toco apasionadamente. No me duran mucho.

Bryce usa su laptop actual como usaba la primera Hermes que tuvo al llegar a Pars. Nunca corta un trozo de texto de un lado para pegarlo en otro. Esa posibilidad no existe en su universo. Siempre escribe de corrido, como quien conversa consigo mismo. Entre libro y libro toma un descanso en el que se dedica a leer el doble que en temporadas normales. Aunque uno podra pensar lo contrario, es un escritor metdico, ordenado, obseso. Jams ha botado una novela, media novela o unas pginas iniciales, pero cada vez corrige ms. Cuando empieza el viaje, no se detiene. Cuando est en ese trance no bebe. Mientras escribe re, llora, se emociona, se tensa. "Uno pone en sus libros mucho de lo que no tuvo; pone sus sueos, sus fracasos, sus desengaos", ha dicho. No le teme al tamao de sus novelas, porque tiene la necesidad de contarlo todo. Lo tiene sin cuidado quienes dicen que a algunos de sus libros le sobran pginas. l no calcula, no mide, no pesa.

Cuenta que haca tres aos que no viajaba a Espaa, de donde regres hace pocas semanas atrs. La Fundacin Mapfre lo contrat para dictar una conferencia sobre literatura y automovilismo, en Madrid, por la que le pagaron una fortuna inesperada. Si bien la legendaria agente, Carmen Balcells, lo representa hace dcadas para sus asuntos literarios, desde que Vargas Llosa los present en los aos setenta, l mismo coordina sus compromisos de conferencias ahora que est soltero. Antes Anita Chvez, su tercera esposa, se encargaba de organizarle el lado prctico de la vida. Hoy, l mismo va al supermercado. Cobr como torero y derroch se divierte.

La reputacin literaria de Bryce parece haber salido a flote pese a los fuertes oleajes que causaron las denuncias de plagio que han cado sobre l desde 2006 y de las que an se defiende con abogados. Hasta entonces, su carrera haba mantenido una pendiente de ascenso de cinco dcadas, en las que no slo haba escrito y publicado centenares de pginas notables, sino que haba sido premiado y condecorado en Amrica y Europa, por ejemplo, como Comendador de las Artes y Letras, en Francia, y con la Orden de Alonso X El Sabio, en Espaa. Ser escritor en Pars haba sido posible gracias al trabajo como profesor universitario que empez en 1969 en la Universidad Nanterre, y que luego sigui en La Sorbona y Vicennes hasta 1980. Despus de esa larga temporada fue contratado por la Universidad Paul Valry de Montpellier, donde vivi por otros cinco aos hasta que se mud a Espaa. All lo esperaba un segundo matrimonio, con Pilar de Vega, y otros quince aos ms de movimiento entre Madrid y Barcelona, antes de volver al Per, en 1999. El trabajo de profesor era perfecto, porque le permita tener suficiente dinero para llevar una vida en Europa, cmoda pero sin lujos, y le dejaba das de semana libres y largas vacaciones a fin de semestre, para dedicarse por entero a su oficio. Haba llegado como becario con el sueo de ser escritor a medidos de los sesenta, diez aos despus tena una ctedra en la academia francesa y empezaba a publicar, y veinte aos ms tarde ya era un respetado profesor en Francia y un prestigioso autor que daba conferencias en varios pases del mundo.

Vamos hacia los malecones sugiere, para seguir con la ruta de sus caminatas diarias, y desembocamos en una calle desde la que se puede ver que sol de primavera se oculta detrs de la lnea del horizonte.

Despus de sobrevivir al xito de su primera novela, Bryce volvi con una segunda, llamada Tantas veces Pedro (Barral Editores, 1977). Era la historia de Pedro Balbuena, un estudiante peruano en Pars que intentaba hacerse escritor, aunque la bebida y el amor ideal no lo dejaban cumplir sus planes. Bryce utiliz otra vez su vida, como lo hara en todas sus novelas posteriores, como punto de partida de la ficcin. Cuatro aos despus su editor, Carlos Barral, public La vida exagerada de Martn Romaa (Barral Editores, 1981), primera parte de un dptico que, junto con El hombre que hablaba de Octavia de Cdiz (Seix Barral, 1985), lo consolidara como uno de los autores latinoamericanos ms celebrados del momento: "Un escritor cuyo nombre empezaba a escucharse, cuyas fotos empezaban a verse en las pginas de diarios y revistas", relat l mismo sobre esos aos. Sus libros empezaban a traducirse hasta en quince idiomas y Un mundo para Julius reciba el premio a la mejor novela extranjera en Francia. "l mismo ha dicho que no es un novelista, sino un contador, que escribe lo que conversa con sus amigos o lo que inventa a partir de eso. Bryce ha logrado algo especial: la ficcionalizacin de una vida entregada a contar o escuchar historias de su crculo inmediato. Su encanto reside en la habilidad para mantener ese tono cordial, acogedor y a veces algo malicioso de la charla privada; una palabra clave de su vocabulario es entraable, y eso es lo que sus textos sugieren primordialmente: una onda de simpata entre el narrador y sus criaturas, que son primero figuras de su crculo de amistades y que terminan sindolo tambin del lector", escribi el crtico peruano Jos Miguel Oviedo en su Historia de la literatura hispanoamericana. Mientras que los escritores del boom se haban dedicado a poner el ojo sobre los grandes temas colectivos de la sociedad, Bryce se haba concentrado en que su literatura gravitara alrededor del mundo ntimo de una persona: "En mi obra siempre he puesto por delante el triunfo de los sentimientos, de las lealtades, de las amistades, de los afectos, de la ternura por la vida privada, antes que por la grandes ideas", dira.

Aqu tienes que tirar a la derecha, viejo. Cuidado que se te meta una bestia advierte Bryce, quien vigila a travs del parabrisas las posibles amenazas sobre ruedas. Indica que hay que seguir despacio, por la avenida serpenteante que se abre paso al filo de los acantilados, para poder explicar con detalle el recorrido. Por la calzada de esta avenida tranquila l suele caminar sin detenerse ni saludar a nadie. Desde aqu se ve el mar sin fin y el intenso olor salino del Pacfico se cuela por la ventanas del auto. El paseo peatonal est rodeado de parques a un lado y elegantes edificios al otro. Hay gente en bicicleta de todas las edades y tambin jvenes en patines. A esta hora se ve a muchos vecinos trotando. Los seores como l caminan jalados por sus perros.

Un da Bryce fue a pasar unas vacaciones al Per. Vol al norte, al balneario de Pimentel, y fue all que, mirando al mar, se le atraves la idea de mudarse a Lima despus de tres dcadas. Era 1995, y ya haba publicado La ltima mudanza de Felipe Carillo (1988) y Dos seoras conversan (1990), dos libros que no haban despertado el entusiasmos de los anteriores, y que ms bien hacan pensar en un estancamiento creativo. Pero No me esperen en abril (1995), haba sido su reaparicin con una gran novela, que fue entendida como una segunda parte de Julius. Era un retrato del mismo mundo, slo que ahora desde los ojos de un grupo de adolescentes encabezados por Manongo Sterne. La idea del regreso no lo abandon hasta que el 19 febrero de 1999 aterriz en Lima desde Madrid. Lleg el mismo da de su cumpleaos nmero sesenta. Pero, qu lo haba empujado a emprender esa mudanza? "De pronto, ests frente a una playa maravillosa en Mallorca y te das cuenta de que aoras las playas grises y horrorosas de tu pas. Ser que necesito ese horror peruano", le dijo al diario El Pas, mientras preparaba el viaje de vuelta. Aunque empez a fantasear con el regreso desde ese viaje que hizo a Pimentel, en 1995 todava tena "proyectos pendientes nacidos de mi vida en Europa" que quera dejar publicados antes de atreverse a volver al pas que haba dejado cuando tena veinticinco. "Durante cuatro aos prepar este difcil, este endemoniado regreso a la patria. Y fui un loco del mtodo, del trabajo, del rigor. Publiqu cuatro libros: 1996, A trancas y barrancas, volumen de crnicas y artculos periodsticos; 1997 y 1998, las novelas Reo de nocturnidad con la que gan el Premio Nacional de Novela en Espaa y La amigdalitis de Tarzn; y en 1999, el volumen de cuentos Gua triste de Pars", escribi en el segundo volumen de sus antimemorias. Para Bryce, ese pas al que quera volver eran sus amigos. Esos amigos a los que haba mantenido por dcadas, a travs de cartas o llamadas de telfono infinitas. Germn Coronado, su editor en el Per por ms de veinte aos, recuerda conversaciones telefnicas interminables que a veces lo obligaban a suspender todos los compromisos en la agenda.

Alfredo me llamaba para leerme los avances de una novela y ah podamos pasar toda una tarde. A veces le tena que decir: "Me tengo que ir, me estn esperando", pero el segua cuenta Coronado con el cario de un incondicional. Poda aparecer incluso a las tres de la maana, porque para l era ya de da, y entonces me peda que escuchara un nuevo captulo.

Hubo una poca en que Bryce se hizo famoso entre sus amigos por esas llamadas eternas, consecuencia de sus ataques de amistad y de nostalgia. l mismo deca que entonces padeca de "telefonitis aguda" y que las cuentas que le llegaban eran dos veces ms costosas que un pasaje para ir y volver al Per a visitarlos. Saba que corra el riesgo de volver a otro pas, a un Per que ya no era el que haba dejado, pero tras muchas dudas se lanz a recuperar sus recuerdos. "Por aquellos das, l se despeda de Europa para irse a vivir a Lima para siempre. Volva a su ciudad, me dijo, para buscar calzoncillos en Miraflores y baarse en la playa horrible de Lima. Y Europa?', le pregunt Paco Jones, un viejo amigo comn. Me voy de Europa para poder estar finalmente en ella', respondi Bryce. No exagero si digo que tras la respuesta nos pusimos a llorar por vocablos, llorando de verdadera risa. Aquel da de la verdadera risa nos borramos como nios y nos convertimos todos en Julius", escribi Enrique Vila-Matas sobre esos ltimos das de Bryce en Espaa. Entonces, el escritor volvi, se construy una casa en las colinas ms exclusivas de Lima, padeci luego ese palacio que lo tena aislado del mundo, dict clases en una universidad cerca de su casa, declar en los medios que estaba contra la dictadura de Fujimori, le ofrecieron la Orden del Sol para que se callara, la rechaz, y al cabo de dos aos de su feliz regreso no quiso otra cosa que largarse del Per para no volver jams. Y se fue. Pero volvi en 2004, para quedarse de verdad, y para casarse con Anita Chvez, su tercera esposa. Se mud a casa de ella, quien tena dos hijas adolescentes que Bryce adopt como suyas, y vivi su matrimonio ms largo. Construy un tercer piso en la casa, al que llam "el palomar", que era un gran estudio en el que instal su biblioteca, un escritorio y una barra para recibir a los amigos. Pero su matrimonio se termin en 2010 y reapareci una puertorriquea, Tere Llenza, treinta y dos aos menor que l, que haba sido modelo y a quien haba conocido en un viaje a Puerto Rico en los aos noventa. Con ella tuvo su ms reciente noviazgo, que no fue ms que un intento.

Despus del viaje a Espaa, por la fundacin Mapfre, tena que irme a Guadalajara a que me entregaran el premio de la FIL dice, y se interrumpe porque ve que la va por la que vamos est cerrada ms adelante.

Pero cuando estaba por ir a Mxico a recibir ese premio, los organizadores lo llamaron para pedirle que no fuera. Era 2012 y haban pasado casi seis aos desde la aparicin de la primera denuncia por tomar partes de un artculo periodstico ajeno y varios meses desde que ya nada se deca al respecto. En julio de 2006, Bryce haba sido acusado por su amigo, Herbert Morote, de haber copiado un largo fragmento del manuscrito que l mismo le haba confiado. Morote haba tenido una exitosa carrera como director y presidente de multinacionales de la salud, en Europa y Estados Unidos. El mismo da que cumpli cincuenta y cinco aos, decidi retirarse para dedicarse por fin a su postergada carrera de escritor. Desde entonces haba publicado libros de ensayos, obras de teatro, cuentos y hasta una novela. Morote deca que el artculo de Bryce, aparecido en su habitual columna del diario El Comercio y titulado "La educacin en ruinas", era una copia literal de un material suyo, un ensayo sobre cuestiones educativas titulado Perotiene el Per salvacin? que le haba dado a leer a Bryce con la intensin de recibir sus sugerencias. Un indignado Morote se quej das despus, en una carta dirigida al mismo diario: "Horrorizado, me puse en contacto con Alfredo Bryce Echenique conminndolo a escribir a El Comercio para manifestar que, sin mi autorizacin, haba copiado textualmente extractos del manuscrito. Luego de cierta renuencia y tomando en cuenta mi determinacin de aclarar este asunto, Bryce acepta hacerlo, y me enva el borrador de la nota que han publicado el 28.06.06. Le advert que esa aclaracin era insuficiente". Morote le dio quince das de plazo para retractarse. Bryce no tard en defenderse, pero en una tribuna lejana al Per, a travs de una carta que public en el diario argentino Pgina/12. En ella alegaba que "quien hoy me difama sufre de algn extrao complejo que lo lleva a intentar clavar un pual en la espalda a quienes dice que son sus mejores amigos". Despus de esa respuesta, Morote decidi llevar el caso hasta las ltimas consecuencias y emprendi una demanda contra el escritor.

Al comienzo Alfredo lo apadrin. Nos deca: "Lean a Morote, que es muy bueno". Pero luego Morote, que debe ser un tipo soberbio, como Indecopi (organismo defensor de la propiedad intelectual) no le dio la razn, se dedic a hacerle dao cuenta Franoise Mujica.

Como escribira el periodista Ricardo Cayuela, en la revista Letras Libres, tras el anuncio del premio de la FIL: "(Morote) lo demand, pero perdi el juicio. Para el jurado, no se pudo demostrar la preexistencia de su texto (pese a que Morote present la declaracin jurada de otras cuatro personas que tambin recibieron el manuscrito para enriquecerlo con sus comentarios y lecturas, prctica normal entre escritores). Adems, el crtico Julio Ortega, en apoyo de Bryce, elabor un "dictamen filolgico" que aseguraba sin duda ninguna que el texto en litigio tena el estilo inconfundible de Bryce. Envalentonado por este triunfo judicial, Bryce hizo declaraciones [] acusando a Morote de querer vivir de su fama y buen nombre". Semanas despus de esas primeras acusaciones, el diario Per 21 public la noticia de que haba ms casos por los que investigar a Bryce, el articulista. Pero hubo alguien quien se dedic a rastrear lo que hasta entonces eran sospechas. La acadmica chilena Mara Soledad de la Cerda estaba investigando sobre los plagios en la literatura para una de sus ctedras, cuando se encontr con la denuncia del embajador del Per en Suiza, Oswaldo de Rivero, quien se haba quejado con el peridico argentino Pgina/12, denunciando que Bryce se haba apropiado de un artculo suyo. El peridico La Repblica de Lima entrevist al embajador semanas despus: "Alfredo Bryce actu como un depredador, casi me deja un esqueleto de ensayo. Cuando lo le me di cuenta de que el texto era mo, porque este ttulo es parte de una conferencia que di en Nueva York. Y registr los derechos de autor en Ginebra. Al leerlo me qued espantado. Luego mand un mail a El Comercio y Bryce me contest con varios mails pidindome disculpas y le contest que para arreglar el problema el artculo deba salir con mi nombre y con una nota explicando el error y as lo hizo", dijo. Entonces, Bryce declar a la prensa que haba sido un error de su secretara, quien haba enviado un texto que no era. De la Cerda tuvo sus dudas. Y encontr que en diciembre de 2005 La Vanguardia haba publicado "Fujimori no es la excepcin" de Jordi Urgell, que luego Bryce haba enviado a El Comercio, bajo el ttulo "Todos vuelven", en febrero de 2007. Como detalla el periodista Alberto Osorio Mndez, de la revista Proceso de Mxico, gracias a la investigaciones de la acadmica chilena, "la lista contina. En 2004, el escritor Sergi Pmies escribi "Estrellas mdicas", un articulo de opinin incluido en Jano nmero 1517. Bryce lo volvi a publicar con su nombre en la edicin 342 de la revista mexicana Nexos en junio de 2006 () El artculo de Cristbal Pera "Cuerpos distorsionados y desfigurados. Lo grotesco y lo freak en la cultura actual" apareci en la revista Jano 1379 en marzo de 2001, que Bryce entreg como "Lo grotesco y la moda freak" al suplemento de La Nacin, que lo puso en su edicin del 11 de julio de ese mismo ao". De la Cerda fue encontrando que muchos eran textos que se haban publicado sobre todo en el peridico La Vanguardia y la revista de medicina Jano, ambos medios de Espaa.

De la Cerda dice que tiene pruebas de treinta y dos casos: "Debo aclarar le dijo a Proceso que no es que se presuma el intento de plagio; aqu no hay ninguna presuncin, esto que le menciono est plenamente documentado. Del total de plagios, diecisis ya fueron sentenciados por autoridades de Per y existe una sentencia condenatoria. Yo sospecho que en Per se analizaron solamente los casos registrados en esa nacin; no podan sancionarlo por textos publicados en otros pases". Indecopi, el organismo que defiende la propiedad intelectual en el Per, le abri proceso a Bryce por diecisis casos, de quince autores diferentes "en el que se denuncia de oficio el plagio que es declarado fundado en las dos instancias". El escritor fue multado por veintisiete mil dlares por Indecopi. Bryce sigui negando todo y puso a su abogado a enfrentar los cargos. El asunto no qued ah.

Nos han jodido el paseo, viejo dice al ver que no hay paso y que no podemos seguir hacia los parques de Miraflores.

Haba pasado el tiempo y "ya todo el mundo se estaba olvidando del asunto", como me dira su hermana Elena. Entonces, el 3 de septiembre de 2012, se anunci que l era el ganador del premio de la FIL de Guadalajara y todo revivi. Revivi el lo de los plagios, revivi la ira de un Bryce que siempre se ha defendido diciendo que ha ganado todos los juicios, revivieron las acusaciones de sus detractores que han alzado pruebas para demostrar que son diecisis casos documentados, y revivi el enfrentamiento entre dos bloques de intelectuales en Mxico que dispararon al escritor peruano, que qued en medio del fuego cruzado. En la conferencia de prensa en la que se present al ganador del premio, Bryce, de muy buen nimo, dijo: "La literatura peruana est en un estupendo momento, con varios escritores ms jvenes", sin presentir lo que vena. Tras esas declaraciones aadi, feliz de la vida: "Soy un solitario que vive en excelente compaa y un pesimista que quiere que todo salga bien". Un pesimista que quiere que todo salga bien, pero no sali.

Volvamos hacia mi casa y desde ah te digo cmo llegar a la de mi padre dice, al ver que no podemos llegar ms lejos.

El jurado haba dado a Bryce el premio por unanimidad. Era un premio de gran prestigio, que haban ganado antes Nicanor Parra, Augusto Monterroso, Carlos Monsivis, Fernando Vallejo, dotado con ciento cincuenta mil dlares. El dinero era de los fondos de la Universidad de Guadalajara, una universidad estatal. Y las crticas cayeron como un piano sobre su cabeza. Cmo se le poda dar ese premio, con dinero estatal, a un escritor con acusaciones de plagio en su contra?, fue la pregunta que se convirti el eje del debate. Primero estall el lo va Twitter. Al da siguiente de la conferencia de prensa, el 4 de septiembre, aterriz en el mundo real de los peridicos. El peridico El Universal de Mxico titul: "Plagios, teln de fondo del premio FIL 2012" y sembr la pregunta en un foro abierto en su web: "Es menor el plagio por tratarse de textos periodsticos y no literarios?". El jurado, cuyo fallo era inapelable, estaba integrado por el profesor rumano-canadiense Clin Mihilescu; los escritores Leila Guerriero, Mayra Santos-Febres y Jorge Volvpi; los crticos Julio Ortega y Margarita Valencia; el doctor en literatura de Cambridge Mark Millington. Uno de esos miembros, Clin Mihailescu, dijo: "Desde nuestro punto de vista, porque claro, los jurados lo discutimos, creemos que el plagio de unos artculos, sea una o diecisiete columnas, de pequeos artculos periodsticos, es algo menor que no toca a su gran obra". No era la opinin de todo el jurado, pero en medio de la polmica Mihailescu se apur a enunciarlo en plural. Pasaron los das y las aguas no se calmaron, al contrario: doce intelectuales mexicanos firmaron una carta conminando a la directora del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Consuelo Sizar, y al director de la FIL, Ral Padilla, a que el premio no se entregara. De inmediato se confirm, a travs de una carta de los organizadores de la feria, que el premio iba a ser entregado al ganador. Fernando del Paso, Elena Poniatowska, Sergio Pitol y Jos Emilio Pacheco tambin se opusieron pblicamente al fallo. Del Paso declaro: "El problema con el premio a Bryce Echenique es que nos avergenza a todos, avergenza a la FIL, avergenza al premio y yo, como escritor mexicano, me avergenzo tambin". Las semanas pasaron.

Esa casa de ah, la de la Embajada Suiza, era del to de mi primera novia. l se las don dice Bryce.

Hemos recorrido varias cuadras en la ltima media hora, y estamos cerca de llegar a su calle. El escritor mira a los lados, y revisa la imagen del pasado que tiene de esas casas, de esos rboles, de esas esquinas. Nada se parece a sus recuerdos.

En aquel momento, el escritor mexicano Jorge Volpi, quien era tambin miembro del jurado, defendi la decisin: "Hay distintas maneras de contar esta historia. Si se cuenta as: Premio FIL a plagiario', como hizo un sector de la prensa, slo podr despertar indignacin [] Consideramos que deba contarse de otro modo: Premio FIL a un clsico de la literatura latinoamericana'", escribi. Desde la otra orilla, el periodista Juan Villoro se pregunt: "Es posible que la cultura est al margen de la tica? [] El plagio es el equivalente literario del dopaje deportivo o la negligencia mdica. Merece el Baln de Oro un futbolista que gan el Mundial pero en otros diecisis partidos dio positivo por dopaje?". Con los das Bryce apareci en su propia defensa. "Muchos son los autores que merecen tambin este premio, pero esta vez he tenido la suerte de que un gran jurado me lo atribuya a m. Claro que el rencor y la envidia se han hecho presentes en la cita, pero como no han querido o no han podido meterse con mi obra literaria, se han refugiado en asuntos que slo conocen de odas y que ya fueron juzgados hace un buen tiempo por los tribunales de justicia pertinentes en mi pas", dijo sin nada de humor. Indecopi, la entidad que recibi las demandas contra Bryce en el Per, respondi al da siguiente precisando que: "El escritor nunca estuvo de acuerdo con la sancin impuesta, por ello inici un proceso contencioso en el Poder Judicial para que se revise la decisin". En 2009, despus de la sancin de Indecopi, el periodista Gonzalo Pajares del diario Per 21, le pregunta si ha llegado el momento de reconocer sus plagios y de ofrecer disculpas, y el escritor responde: "Pero yo no he plagiado nada. No puedo ofrecer disculpas. Me han armado un lo, un juicio que he apelado, y espero que esto algn da se aclare. A m no se me notific, algo inconstitucional" Pero Pajares insiste y le dice: "Me comuniqu con los espaoles Jordi Cebria y Vctor Cabr, quienes confirmaron que usted les plagi el texto La estupidez perjudica seriamente la salud'. Igual con Jordi Urgell, a quien le copi Amrica Latina: regresando al pasado para enfrentar el futuro?' Usted plagia desde los ochenta" Y Bryce interrumpe para defenderse: "Si me culpan de plagiar treinta y dos artculos, prubenlo. No me han probado nada () El plagio, como deca Borges, es incluso un homenaje. Borges le plagi a medio mundo. Yo no siento haber plagiado a nadie", concluy. Bryce no se cans de repetir en todos los idiomas que l no haba plagiado a nadie.

No hay ni una casa que yo reconozca, qu horror. Te juro que ni una explica con cara de desorientado, mientras ms nos acercamos a la antigua residencia de su familia.

Un mes despus de recibir la llamada en la que le anunciaron el premio, recibi otra en la que le avisaron que la ceremonia de entrega no se hara en Guadalajara. Dulce Mara Ziga, directora del premio, le dijo por telfono que la FIL haba decido entregrselo en su casa. Los detractores se preguntaron entonces: "Dnde se ha visto un premio a domicilio". Bryce se hart y, despus de recibirlo, respondi a sus crticos, a travs del diario El Pas de Espaa, diciendo: "Que se jodan". Entonces, Juan Villoro escribi una columna que titul "Si ya nos jodimos!". En ella se poda leer: "Las novelas de Bryce tienen un destino asegurado y nadie las persigue. Lo que se discute es la forma de hacer cultura en Mxico, donde cincuenta mil escuelas no tienen agua corriente. Desear que el dinero se use para otros fines no es envidiar a nadie. Por toda respuesta, Bryce invita a que nos jodamos. No te preocupes, Alfredo: jodidos estbamos desde antes", sentenci Villoro.

Bryce pide que baje la velocidad. Hemos volteado hacia una calle angosta y poco iluminada. Se mueve en su asiento de copiloto como si quisiera encontrar una direccin, como si estuviera intentando situarse con precisin en un punto exacto de su pasado. La ma est ah dice. Y nos detenemos.

Estamos aparcados delante de la casa de su infancia. Han pasado casi cincuenta aos desde que sali por esa puerta, tras recibir un beso en la frente de ese padre al que no volvera a ver nunca ms. Convertido en el Bryce Echenique que haba querido ser desde entonces, el escritor observa este escenario de su vida con calma. Es una casona blanca, con tejado y chimenea, en una ciudad en la que nunca llueve ni hay fro extremo. Es evidente que ha empezado a quedar perdida entre edificios, como una metfora de lo que ha sucedido con familias como la de Bryce. Tiene un muro delantero, que la asla del resto del mundo y la afea, que est all en nombre de la seguridad. Frente a esta casa es imposible no pensar en todo lo que este hombre ha vivido desde que decidi abandonar su destino de banquero en busca de una vocacin incierta. Y en cmo construy desde Europa una carrera impecable, que se tropieza a ltima hora con unas acusaciones de plagio que no encajan en ninguna lgica: ni en la lgica de la pereza ni en la lgica de la irresponsabilidad.

Est exacta la casa. Vive aqu un amigo del San Pablo, Lucho Miro Quesada. l la compr.

Bryce empieza a describir cmo eran los vecinos, quin viva en qu casa. Cuenta que el antiguo hipdromo estaba muy cerca y que en esta zona abundaban los descampados.

Ha pasado ya tiempo desde la premiacin y parece estar repuesto de los ataques, aunque cuando se lo pregunto directamente dice que todo el asunto de los plagios nunca lo ha afectado. Pero sus amigos escritores en Lima me han contado todo lo contario: que s estuvo deprimido por todo lo que se dijo. Incluso, en la intimidad, se quejaba con ellos porque no lo defendan en los medios, negando los cargos en su nombre. Bryce asegura que no le fastidia hablar del tema, porque es como si no hubiera sucedido. Sin embargo dice:

Hubo escritores que fueron canallas. Yo no recuerdo un solo escritor [peruano] que me haya defendido. En Europa, me defendieron todos dice refirindose a la carta que ms de cien escritores y acadmicos como Almudena Grandes, Luis Garca Montero, Diamela Eltit, William Ospina, Arturo Fontaine, entre otros, firmaron dndole su apoyo. Cuando el lo empez, ya haba regresado al Per definitivamente, despus de ganar el Premio Planeta con la novela El huerto de mi amada en 2002, que se convirti en bestseller ese ao en Espaa. Pese a sus repetidas crisis depresivas y a sus altibajos, y pese a la medicacin y a la bebida, haba logrado forjar una obra prolfica y un prestigio que lo ubicaba, al lado de un Vargas Llosa pre-Nobel, como el otro escritor ms importante, vivo, de las letras peruanas.

Para m una cosa es mi obra literaria y otra son los artculos. Yo di clases para ganarme la vida y poder escribir. Tambin escrib artculos con el mismo fin. O sea que no son tan importantes como, pero no quita que te vayas a robar las cosas de otros. Entonces se ha armado un lo de los diablos, donde curiosamente los nicos que no se han quejado son los plagiados dice, sin pensar en Morote.

Meses despus de la polmica he cruzado mails con Juan Villoro. "De Bryce ya no quiero decir nada dice el mexicano. Le tengo afecto y aprecio sus primeros libros. No soy su perseguidor y s que l ha sufrido [] Es obvio que el problema de los plagios es mdico y no tiene que ver con una estafa voluntaria". Luego en otro correo aade: "La discusin que se dio en Mxico tena menos que ver con Bryce que con algo que lo rebasa: la forma en que se destinan los dineros pblicos. Vivimos en un pas muy corrupto que algunos queremos cambiar", explica dndole la perspectiva del paso del tiempo.

Pero si fueran ciertas las acusaciones, por qu una mente brillante, que ha domesticado la locura para hacerla productiva, decidira apedrear un prestigio construido con aos de sincero esfuerzo? Por qu alguien podra, posedo como un ludpata, apostar su carrera para probar si sus amigos, la nica patria posible, saldran a defenderlo a muerte? Y si todo fuera como dice Bryce, se puede sobrevivir al linchamiento pblico sin sentirse afectado?

Bryce contempla por ltima vez la casa de su familia. Se queda inmvil frente al pasado. Frente a la idea de esa Lima aristcrata de los recuerdos que se esfuma a toda velocidad y que hoy solo pareciera habitar en las pginas de sus novelas. Entonces es imposible no volver a preguntarse quin es. Un creador con una vasta obra literaria que tiene que soportar todava preguntas incmodas de la prensa, un solitario al que le sobran los amigos, un paciente psiquitrico disciplinado, un conversador entraable, un contador de historias que slo l ve.

Despus hace una seal con la mano para que nos movamos de ah. Conducimos hacia su departamento. Cuando llegamos, el barrio est invadido por el silencio de la madrugada y l vuelve a ser un hombre de setenta y cuatro aos. A esta hora, Bryce se queda solo en casa