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Badiou - Deleuze

Sep 24, 2015

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Alan Badiou
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    Alain Badiou

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  • Ttulo originat: Deleu:e' La clameur de I'EtreHachette, Pars

    O Flachette Littratures, 1997

    Esta obra fue publicada con el apoyo del Ministerio de

    Asuntos Extranjeros y del Servicio Cultural de la Embajadade Francia en la Argentina

    Traduccin: Dardo Scavino

    Diseo de taPa: Estudio R

    Foto de taPa: Clarn Imagen

    Hecho el depsito que marca laley ll'723lmPreso en la Argentina

    O 1997, de la edicin en castellano, Ediciones Manantial SRLAvda. de MaYo 1365, 6'Piso'

    (1085) Buenos Aires, ArgentinaTelefax: 54 I I 4383-7350/6059e-mail: info@emanantial'com ar

    www.emanantial'com ar

    ISBN: 987-500-01 5-9

    Derechos reservados

    Prohibida su reproduccin total o parcial

    190 Badiou, AlaingAn Deleuze, el clamor del ser'- 1' ed l" reimp'-Buenos Aires : Manantial, 2002'

    152 P. ; 20x14 cm'

    Traduccin de: D. Scavino

    tsBN 987-500-01 5-9

    f . Ttulo - l. Filosofia Modema Occidental

    Indice

    De tan lejos! De tan cerca!

    Qu Deleuze?Un concepto renovado del UnoEl autmata puri ficadoProducciones montonas

    Univocidad del Ser y multiplicidadde los nombres...........

    El lmite de HeideggerLa univocidad del SerLa multiplicidad de los nombres

    H

    El mtodo

    2t222428

    35384t45

    5l5l56

    65681l

    Una anti-dialcticaEl recorrido de la intuicin

    Lo virtual ...Un f undamento repensadoEl canto de lo virtual

    El tiempo y laLa potencia

    verdad 8l82de lo falso

  • DELEUZE

    Primaca del tiempo y destemporalizacin""Memoria Y olvido.....

    Eterno retorno Y azarSobre tres contrasentidos """""""La

  • De tan lejos! De tan cerca!

    La historia de mi relacin con Deleuze es extraa.l era mayor que yo, y no slo por una cuestin de edad.

    Cuando yo era alumno en la cole Normale Suprieur, hacecuarenta aos, ya sabamos que se podan escuchar unos cursossorprendentes en la Sorbona, tanto sobre Hume como, porejemplo, sobre l,a nueva Elosa, cursos singularmente heterog-neos en comparacin con los que all solan dictarse. Los cursosde Deleuze. Logr que me pasaran las notas y me contaran eltono, el estilo, la sorprendente presencia corporal que sostenala invencin de los conceptos. Pero, bueno, ni asist ni lo vi.

    A principios de los aos sesenta, yo lo lea sin que mis titu-beos

    -entre mi adolescencia sartreana y mir frecuentacin deAlthusser, de Lacan, de la lgica matemtica- encontraran to-dava en l ni un apoyo importante ni un adversario reconoci-ble. Ms singular, ms bello, que til para mis errancias. Susreferencias cannicas (los estoicos, Hume, Nietzsche, Berg-son...) se oponan a las mas (Platn, Hegel, Husserl). Inclusoen matemticas, cuya viva preocupacin yo reconoca, su gus-to se inclinaba hacia el clculo diferencial y los espacios deRiemann. l se vala de fuertes metforas (s, de metforas, losostengo). Yo prefera el lgebra, los conjuntos. Nos encontr-bamos en Spinoza, pero > Spinoza era para m (y an lo es)una criatura irreconocible.

  • 12 DFIEUZE

    Llegan los aos rojos, el 68, la Universidad de Vincennes'Para ei maosta que soy, Deleuze, inspirador filosfico de loque llambamos >'

    A1 igual que Jean-Frangois Lyotard, slo se enojar real-mente cuando, a partir de un oscuro asunto sobre el estatuto delos ayudantes de ctedra, presiente que yo intento' sostenidopor FranEois Regnault y Jean Borreil, apoderarme con fines po-

    i,i.o. d la direccin del departamento' Firma un texto dondesoy acusado de querer la bolchevizacin>> del mencionado de-

    partamento. Es hacerme un gran honor o, lo que es ms proba-

    tl", ,"n". una idea muy estrecha de los bolcheviques! Despusde esto, la troica legtima, Deleuze-Chtelet-Lyotard' vuelve atomar el

  • t4 DELEUZE

    zo patente en una larga conversacin terica con Jean-FranEoisLyotard. Fue en su coche, al regresar de una reunin en la casade Chtelet, ya muy enfermo. Lyotard va a comparar este pac-fico episodio con el encuentro (> delos enemigos mortales de la vspera. Poco tiempo despus,Lyotard me propone hacer una resea sobre lo que l llama sulibro de filosofa>. Se trata de Le Dffirend.* Acepto ensegui-da: el artculo aparecer en Critique y sustituye el simple resu-men de antagonismos polticos por el anlisis, la comparacin,la objecin. Digamos que despus de aquellas invectivas(Bolchevique!>>, Fascista!), que expresan la vitalidad delos movimientos, llega el tiempo de la determinacin reflexivade incompatibilidades intelectuales (filosofa del acontecimien-to de verdad contra filosofa posmodema), que expresa, bajo lasuperficie helada del consenso mitterrandiano, la fterza latentede los pensamientos venideros.

    La aparicin de El Ser y el Acontecimienfo, en 1988, conclu-ye

    -para m- la entrada en el nuevo perodo. Me doy cuenta po-co a poco que, al desarrollar una ontologa de lo mltiple, esfrente a Deleuze que mi tentativa se sita, y frente a ningn otrofilsofo. Porque el pensamiento de lo mltiple opera segn dosparadigmas, sealados por Deleuze desde hace tiempo: el para-digma ) de las multiplicidades abiertas (en lafiliacin bersoniana), y el paradigma matematizado de los con-juntos, que tambin puede llamarse , en el sentido deMallarm. De ah que no sea demasiado inexacto sostener queDeleuze es el pensador contemporneo del primer paradigma, yque yo me esfuerzo por resguardar, hasta en sus ltimas conse-cuencias, el segundo. A fin de cuentas, nuestra controversia

    * Jean-FranEois Lyotard. Le Difirentl, Pars, Minuit, 1983 (Trad. cast.:I.a dferencia, Barcelona, Eclhasa, 198-5) [n. del t.].

    DE TAN LEJOS! DE TAN CERCA!

    epistolar de 1992-1994 tendr como referente principal la no-cin de multiplicidad". l sostena que yo confundo mlti-ple y nmero; yo, por mi parte. que resulta inconsistentemantener, a la manera de los estoicos, la Totalidad virtual, o loque Deleuze llama el

  • l6 DELEUZE

    do en su construccin tenga como condicin de existencia laspolticas, es otra. Tampoco es, aparentemente, la opinin deDeleuze: l me enva, luego de leer mi texto, una carta atenta,extremadamente amigable, casi tierna. Concluye que lo nicoque le queda por hacer en esas condiciones es tomar posicin asu vez acerca de mis conceptos. Acaba de convencerme as queconstituimos, sin haberlo decidido jams (al contrario!), unasuerte de tndem paradjico.

    para calificar un cierto tipo de ejercicio escolar en el cual el alumno se debecontentar con enumerar los acontecimientos Ivnemr?fsl sin mayor comen-tario. Se utiliza tambin para oponerlo a estructural, sobre todo cuando se tra-ta de una historia que slo se ocupa de los acontecimientos sin reparar en lasestructuras econmicas, sociales, epistmicas, etc. En el sistema de Badiouadquiere una significacin singular, en estrecha relacin con su concepcindel acontecimiento, entendido como lo que ocurre aun cuando no estuvieraprevisto entre las posibilidades de una situacin. Por eso el acontecimiento nose confunde con el hecho como lo vnementil no se confunde con lo si-tuationel (situacional). La revolucin (poltica pero tambin cientfica, artsti-ca o amorosa) es, en este sentido, el acontecimiento por excelencia. l)e ahque Badiou cite a menudo a Lenin para quien la revolucin sorprenda inclu-so al rcvofucionario. Generalmente Badiou se vale del adjetivo vnementielpara calificar el

    "sitio donde un acontecimiento puede ocwrir (.site vne-

    mentiel). Esto quiere decir que ese sitio es .(lnormal>) porque si bien fbrmaparte de una situacin (como conjunto de sitios), los habitantes de ese sitio noson tomados en cuenta por el lenguaje de esa situacin, lo que hace necesariauna nominacin suplementaria. De manera que la existencia de un tal sitio esIa condicin para que el acontecimiento ocurra, pero al mismo tiempo el sitioslo puede ser calificado de vnementil retroactivamente. cuando el acon-tecimiento se produjo. ya que resulta slo una condicin de posibilidad delacontecimiento. Es por eso que Badiou va a comparar .su. acontecimientocon eso que Deleuze, inspirndose en Leibniz, llam alguna vez r, esdecir, lo que se sustrae, desde una perspectiva teolgica, a la predestina-cin. Acerca del site vnementiel puede consultarse la dcimo sptima me-ditacin de l'Etre et I'Evnemenl, Le mathme de l'vnement, pgs. 199-204 y la explicacin de Frangois Wahl en el mencionado prefacio aConditions,pg. 16 y sigs. Como ya lo seal Victoriano Alcantud Serrano

    DE TAN LEJOSI DE TAN CERCA!

    En 1991 se abre un perodo de discusin terica verdadera-mente sostenido. Es gracias a mi iniciativa, y resulta, en lo queme concierne, de la sbita composicin de tres elementos:

    La constatacin de que, despus de muchos aos, Gilles De-leuze trabajaba con Flix Guattari en una perspectiva con-vergente y casi fusional. Esta vez no estara dispuesto auna colaboracin>> divergente o incluso contrastante? Des-pus de todo, su teora de las series privilegia sistemtica-mente la divergencia y slo considera la convergencia comoun caso nuestra total serenidad positiva, nuestra laboriosa indi-ferencia, con respecto a la cuestin del fin de la filosofa>,omnipresente en ese entonces.La idea de retomar las grandes controversias clsicas, queno eran ni tristes encierros ni pequeos

  • 18 DELEUZE

    mos, tanto como f-uera necesario para establecer en su exactaclaridad confusa (o su distincin oscura) nuestra divergenciamvil. Me respondi que esta idea le pareca bien.

    En esa poca l terminaba una decisiva colaboracin con-vergente con Flix Guattari, Qu es la filosofa? (1991)' lacual conocera un inmenso y legtimo xito. Este libro incluyeaquella nota sobre m que Deleuze haba anunciado luego demi artculo sobre E/ pliegue. En respuesta a esto, y para prepa-rar el terreno, consagro cuatro de mis seminarios en el CollgeInternational de Philosophie al best-seller de Deleuze y Guatta-ri, sin disminuirlos (entro realmente en los detalles) pero tam-bin sin miramientos.

    Me parece que en ese momento Deleuze duda en comenzaren serio nuestro protocolo epistolar. Comprendo que ciertas ne-gruras influyen en el largo camino de esta duda: la muerte deGuattari, que es como una mutilacin; su propia salud, cadavez ms precaria, que convierte la escritura, arrancada algunashoras por da, en una suerte de proeza. Uno tuvo que recibir co-mo yo esas largas cartas tajeadas, oblcuas, al mismo tiempotemblorosas y encarnizadas, para comprender que 1a escritura-el pensamiento- puede ser una victoria dolorosa y fugitiva' Yluego, por ms libre que pudiera estar de los estigmas del pasa-do, por ms que apoyara, doctrinal y vitalmente, la afirmaciny la novedad creadoras, es cierto que Deleuze tena todas lasrazones del mundo para no mezclar su inmenso prestigio filo-sfico con la elaboracin, aunque fuera contrastante, de mispropios objetivos. Por qu me servira a m, que tanto lo vili-pendi

    -aun cuando hoy tuviramos los nimos sosegados, in-cluso fraternales, de la controversia- si todo nos separa?

    Confirmando mis temores, l acaba por escribirme que deci-didamente no, que no tiene tiempo, dado su precario estado desalud, de entablar esta correspondencia. Se contentar con unacarta detallada de evaluacin y preguntas. Recibo esa hermosa

    DE TAN LEJOS! DE TAN CERCA! l9

    carta y le respondo, tratando de no mostrarme inferior. l meresponde a su vez, y as sucesivamente; la imposibilidad sedespliega como real de eso que fue declarado imposible. Seacumulan as decenas de pginas.

    Hacia finales de 1994 decidimos que hemos terminado eltrabajo, que no continuaremos ms. Para uno y otro la puesta apunto tuvo lugar. Poco despus Deleuze me escribe que, al re-leerse, se encuentra demasiado abstracto>>, por debajo de lascircunstancias. Me anuncia, de manera bastante abrupta, que hadestruido todas las copias de sus cartas. Me indica sobre todoque se opondra, si alguien tuviera la idea, a toda circulacin, ypor supuesto a toda publicacin, de sus textos.

    En ese momento, esta apreciacin terminal me parece unamanera de arrepentirse de nuestro intercambio. Esto me amargaun poco, y como jams nos encontramos, debido a la diferenciade vidas y circuitos existenciales, sospecho alguna influenciaexterior, o un clculo oscuro, como los que hacen los celososen la novela de Proust, carcomidos por el enigma que induce Iadistancia.

    De repente, la muefte. Ella convierte estas cartas en un teso-ro privado, una Tumba, una generosidad postrera.

    Cuando Benoit Chantre, en nombre de Ediciones Hachette.me pide que escriba un ensayo sobre el pensamiento de Deleu-ze, me digo que es como una gran y ltima carta pstuma. Nose tratar, para m, de

  • : Qu Deleuze ?

    Hay una imagen de Deleuze, alavez radical y moderada,solitaria y sociable, vitalista y democrtica. A menudo se pien-sa que su doctrina alienta la multiplicidad heterognea de losdeseos e incita su realizacin sin trabas, que se preocupa por elrespeto y la afirmacin de las dif'erencias; que constituye poresta razn una crtica conceptual de los totalitarismos, como loindica prcticamente el hecho de que Deleuze, incluso incom-parable con Foucault en este aspecto, se haya mantenido ale.ia-do de los compromisos stalinistas o maostas. Se piensa que hareservado los derechos del cuerpo contra el terrorismo tbrma-lista; que no ha cedido jams al espritu de sistema, al preconi-zar siempre lo Abierto y el movimiento, Ia experimentacin sinnorma preestablecida. Que ha resistido, con su mtoclo de pen-samiento que no conoca sino el caso y las singularidades, lasaplastantes abstracciones de la dialctica. Se piensa tambinque participa de la deconstruccin moderna (,posrnoderna'?),debido a que realiza una crtica decisiva de la representacin,sustituye la bsqueda de la verdad por la lgica del sentido,combate los ideales trascendentes en nombre de la inmanenciacreadora de vida, en sntesis: aporta su grano de arena a la rui-na de la metafsica, a la , gracias ala promocin, contra el rumcs sedentario de las Esencias, delnotnos nrnade de las actualizaciones precarias, de las series di-

  • 22 DELELIZE

    vergentes, de las creaciones imprevisibles. Se observa la confir-macin de esta modernidad posmetafsica en el arco iris de re-f'erencias, los pintores (Bacon), los escritores (Proust, Melville,Lewis Carroll, Beckett...), las derivas del deseo (Sacher Ma-soch), los filsofbs inesperados (Whitehead, Tarde, Duns Esco-to...), las matemticas metafbrizadas (Riemann), los innumera-bles cineastas, y hasta una cantidad de autores desconocidos(pero no por l), de artculos o de opsculos sobre cuestionesoscuras y repensadas por 1, deslumbrantes, tanto sociolgicascomo biolgicas, estticas o didcticas, lingsticas o histri-cas, s, todo eso convocado abruptamente en una trama afirma-tiva y sinuosa, muy alejada en apariencia de las precauciones ylos cnones de la Universidad filosfica.

    Curioso hacia todo lo que compone su tiempo, se juzga fi-nalmente a Deleuze ordenando su pensamiento de acuerdo conla captura de una superficie vnementiell reluciente, plegan-do su mgica escritura en el pasaje por diversas zonas de senti-do. Es el inventor, en consonancia con la virtud que l mismoconceda a Leibniz para la edad clsica, de un Barroco contem-porneo, donde nuestro deseo de mltiple, de mestizaje, decoexistencia de universos sin regla comn, en suma, nuestrodemocratismo planetario, encuentran un lugar donde reflejarsey desplegarse. Deleuze como pensador alegre de la confusindel mundo.

    (Jn concepto renovado del Uno

    Para el pensamiento, la confusin del mundo significa enprimer lugar que ni lo Uno ni lo Mltiple pueden explicarlo.Este mundo no est ni en el movimiento localizable de un sen-tido (un sentido de la historia, por ejemplo), ni en el rgimen deuna clasificacin estable, de un recuento factible dc sus partes

    ,QU DBLBUZT]? 23significativas (como suceda en la concepcin de quienes dis-tinguan netamente el proletariado de la burguesa, o distribuanlos roles entre campo imperialista, socialista y de no-alinea-dos). Segn parece, Deleuze anunci que debemos renunciar ala distribucin del Ser segn lo Uno y lo Mltiple, que el met-dico gesto inaugural de un pensamiento moderno consiste ensituarse fuera de esta oposicin. Si para l la repeticin resultaun concepto ontolgico fundamental, es precisamente porqueno se deja pensar ni como permanencia del Uno ni como mlti-ple de trminos identificables, porque est ms oll de estaoposicin:

  • 21 DELEIJZE

    gusta pensar que para Deletze todo es acontecimiento, sorpre-sa o creacin, que la multiplicidad de es slouna superficie engaosa, porque para el pensamiento verdadero (L.S.,2ll). El Ser, en ef'ecto, es tam-bin el Sentido, posicin en el vaco de todos los aconteci-mientos en uno, expresin en el sinsentido de todos lossentidos en uno>> (ibid.).

    El problema fundamental de Deleuze no es desde luego li-berar lo mltiple sino plegar el pensamiento en un concepto re-novado del Uno. Qu debe ser el Uno para que lo mltiplepueda pensarse all integraltnente como produccin de simula-cros'? O incluso: ,cmo determinar el Todo para que la existen-cia de cada porcin de ese Todo, lejos de estar en una situacinde independencia o de surgimiento imprevisible, sea slo elperfil expresivo de la potente vida no-orgnica que contiene elmundo>> (1.7.,109)?

    En primer lugar, diramos entonces: hay que identificar cui-dadosamente. en la obra de Deleuze. una metafsica del Uno. lmismo indica cules seran los requisitos: Un solo aconteci-miento para todos; un solo y mismo aliquid para lo que pasa ylo que se dice; un solo y mismo ser para lo imposible, lo posi-ble y lo real (1.S., 2l l). Llegar a ese (1.7., 231). ,Pero qu significa el carc-ter absoluto de esta relacin? Que la potencia de la vida inorg-nica opera en nosotros, que estamos atravesados por una actua-lizacin del Uno-todo. De ah que la eleccin resulte tanto mspura>> cuanto ms automtica, ya que en realidad somos noso-tros quienes resultamos elegidos, y no, como lo pretende la fi-losofa de la representacin, el centro o el foco de esa decisin:Slo elige bien, slo elige ef'ectivamente, quien resulta elegi-do (LZ, 232). Fcilmente articulable con la pro-ductora de sentido, esta figura del autmata representa el ver-dadero ideal subjetivo. justamente porque implica el abandonode toda pretensin subietiva. El afuera como instancia de lafuerza activa, al aduearse de un cuerpo, al seleccionar un indi-viduo, lo dispone a la eleccin de elegir: Es justamente del au-tmata as purificado que se aduea el pensamiento del afuera,como lo impensable en el pensamiento>> (LT.,233). Este est por cierto mucho ms cerca de la norma

  • 26 DF-LEUZE

    deleuziana que esos barbudos del 68, enarbolando como un ar-ma sus burdos deseos. Porque se trata, como acabamos de ver,de las condiciones mismas del pensamiento. Ahora bien, estascondiciones implican una depuracin, una sobriedad, una expo-sicin concentrada y lcida de la soberana inmanente del Uno.Por una tensin que renuncia a la evidencia de nuestras necesi-dades y de las posiciones ocupadas, se trata de llegar a ese lu-gar vaco donde las potencias impersonales nos cautivan y nosfuerzan a producir el pensamiento a travs de nosotros:

  • 28 DELEUZE

    vesado por esa exterioridad impersonal que es tambin su serautntico.

    Esta identidad del pensar y del morir se vuelve explcita enun verdadero cntico a la muerte, gracias al cual Deleuze sedesliza sin esfuerzo en las huellas dejadas por Blanchot. Exalta

  • 30 DELEUZE

    las fuerzas organizadas de Spinoza y Sacher Masoch, CarmeloBene y Whitehead, Melville y Jean-Luc Godard, Bacon yNietzsche, Deleuze llegue a producciones conceptuales que yono dudara en declarar montonas, a un rgimen muy particularde la insistencia o de la reanudacin casi infinita de una estre-cha batera de conceptos, y tambin a la virtuosa variacin denombres, mientras 1o pensado tras esta variacin permaneceesencialmente idntico.

    Por eso los derechos de lo heterogneo resultan a la vez im-perativos y limitados. Ningn pensamiento puede comenzarms que bajo el impulso violento de un caso-de-pensamiento.Partir de un principio es un procedimiento excluido. Y cada co-mienzo, al ser un impulso singular, presenta tambin un casosingular. Pero el destino de lo que as comienza es la repeti-cin, donde se despliega el dif'erencial invariable de un recursode potencia.

    Tomemos el ejemplo del cine. Por un lado, Deleuze multi-plica los anlisis singulares de las obras, con una deslumbranteerudicin de libre espectador. Pero por otro lado, se produce fi-nalmente algo que termina en el canal de captura de esos con-ceptos que l instituy y enlaz desde el principio: el movi-miento y el tiempo, en su acepcin bersoniana. El cine, en laproliferacin de sus pelculas, de sus autores, de sus tendencias,resulta un dispositivo apremiante y dinmico. Deleuze llega aocupar all la casilla vaca de alguien que deber, una vez ms,y bajo la mxima potencia del caso, recorrer lo que es capaz,retrabajar 1o que ya produjo, repetir su diferencia, diferencin-dolo cada vez ms de las otras diferencias. Por eso el uso de losdos enormes volmenes sobre el cine siempre le pareci difcila los cinfilos. All la plasticidad local de las descripciones defilms parece beneficiar siempre al filsofb, y jams al juiciocrtico simple, con el que el cinfllo suele alimentar el prestigiode su opinin.

    1,QU DELBUZE? 3I

    Y es que exponerse de manera detallada a los casos-de-pen-samiento del cine, no es, para Deleuze, producir un pensamien-to del cine. El flnal de La imagen-tiempo lo dice bien claro: to-da su empresa propone una recuperacin creadora de losconceptos, y no una aprehensin del arte cinematogrfico comotal: La teora del cine no apunta al cine mismo sino a sus con-ceptos U.f.,365). En s mismo el cine , quedando claroque

  • 32 DELEIJZ\

    conceptos que el cine promueve (ibid.). Todo el inters de loscasos reside en esta promocin, pero lo promovido no se pare-ce en nada a la potencia que promueve. Los conceptos, final-mente, al no ser nunca conceptos-de, slo se ligan al caso con-creto inicial en su movimiento, pero jams en lo que dan apensar. Por eso lo que se aprende en los volmenes sobre el ci-ne se refiere a la teora deleuziana del movimiento y del tiem-po: poco a poco el cine pasa a ocupar en ellos una posicin deneutralidad y olvido.

    As pues, debemos sostener que la filosofa de Deleuze re-sulta particularmente sistemtica. De ah que recoja todos losimpulsos segn una lnea de potencia invariable, justamenteporque asume sin reservas su estatuto de singularidad. En miopinin, entonces, se trata de una filosofa abstracta. Pero es im-portante aclarar el adjetivo. No hay que entender por abstrac-cin>> ese movimiento que Deleuze repudia totalmente: la gene-ralidad que subsume los casos concretos. Se dir solamente quesu propia medida es la consistencia casi orgnica de las cone-xiones conceptuales y la constante puesta en movimiento de es-ta consistencia a travs del mayor nmero posible de casos. Nohabr que olvidar que lo forzado por esta prueba del mltipleocasional de los casos no cesa de experimentarse como idnticoa s mismo. Porque los reencuentros de un concepto a partir dela innumerable determinacin de los casos, su laxa resistencia ala variacin de lo que all convoca el retorno, constituyen el ni-co protocolo posible de validacin de este concepto.

    Estos son los principios generales que gobiernan el examende la filosofa de Deleuze, y que resultan, creo, a lavez fieles asu espritu y muy alejados de la doxa que se constituy a su al-rededor:

    1. Esta filosofa se articula en torno de una metafsica delUno.

    QUE DELEUZE? 332. Propone una tica del pensamiento que exige la desposesin

    y la ascesis.3. Es sistem tica y abstracta.

    Para m los puntos 2 y 3 son ms bien virtudes. El primeroes complejo, y abre esa dispufatio que habamos empiendidoen la correspondencia acerca cle la cual ya habl. Una disputa yno un debate. Porque, en conformidacl con su orientacin siste-mtica y aristocrtica, Dereuze slo conoca er desprecio porlos debates. Incluso lo escribi, hecho que apen a algunas al_mas sensibles para las que er debate sro atestigua que la filo-sofa es homognea con la democracia parlamentaria.

    Ni Deleuze ni yo creemos en esta homogeneidad. De modoque no se tratar de debatir sino de experimentar pacientementelos principios que acabo de despejar. porque en lo que a m res_pecta, al intentar rehabilitar el platonismo en lugar de invertir-lo, estoy convencido de la existencia de principios.

  • Univocidad del Sery multiplicidad de los nombres

    Podemos decir que, en filosofa, nuestro tiernpo habr esta_do marcado, signado, por el retorno a la cuestin ilel Ser. poreso Heidegger lo domina. r estableci el cliagnstico e incrusoref-lexion sobre eso que, clespus de un siglo de Crtica y lue_go del interludio fenomenorgico, re-ordenaba el pensamientoen torno a su interrogante primordial: qu pasa con el ser delos entes? En definitiva, el siglo habr sido ontolgico. Estedestino es mucho ms esencial que el giro lingstico, al cualse lo pretende unir. Este giro vuelve a convertir el lenguaje, susestructuras y sus recursos, en el trascendental de toda investiga_cin de la facultad cognitiva, y a concebir la filosofu. ,"u J,r_mo una gramtica generalizada, sea como una lgica debilita_da. Pero en el nico gran pensaclor cie este giro, Wittgenstein,vemos que la ms rigurosa tensin conceptual fue alcanzada.en el Tructul.s. culnclo se nos garantiza un zcalo ontolgicototalmente singular (teora cle los objetos eternos). Vemos tam_bin que, ms all de las estructuras l(rgicas donde son confina-das las proposiciones cognitivas, una intuicin silenciosa su_pra-cognitiva, incluso mstica, tiene la ltima palabra. Esto nospone ante la nica pregunta que vercladeramente importa: ,qudebo hacer'? Si es verdad que los lmites del munclo ..on

    "ro.io_mente los del lenguaje, lo que clecide entonces la suerte clelpensamiento, al exceder los lmites del mundo, excede tambin

  • 36 DLLF,I]ZE

    los del lenguaje. De mallerl que si es necesario atravesar siem-pre la analtica del lenguaje para asegurar (es el residuo crtico)la validez (o el sentido) de las proposiciones cientficrs (propo-siciones que se apoyan en las representaciones de tal o cualparte del mundo), el pensamiento se encuentra, ms all de es-ta analtica, con su poder ms grande, consistente en interrogarel valor del propio munclo. En Wittgenstein, el lenguaje termi-na sienclo socavado por la interrogacin acerca del Ser, si no encuanto a sus usos, al menos en cllanto a st desitto.

    En este sentido, Deleuze pertenece plenamente a este siglo'No podramos ligar su pensamiento ni con la corriente analti-ca, cuyas reducciones gramaticales o lgicas abomina, ni con lacorriente fenomenolgica, cuya reduccin de las actualizacio-nes vivientes a simples correlatos intencionales de la concien-cia critica duramente.

    Deleuze trmbin plantea la cuestin del Ser. De una punta ala otra de su obra, se trata de pensar, bajo la presin de casosinnumerables y azarosos, el pensamiento mismo (su acto, sumovimiento) sobre un tbnclo de pre-comprensin ontolgicadel Ser en tanlo Uno.

    Jams insistiremos bastante sobre este punto, descuidadopor toda interpretacin crtica o f'enomenolgica de su obra:Deleuze identifica pura y simplemente la filosofa con la onto-loga. Nada tiene senticlo si no se toman en cuenta algunas de-claraciones explcitas del tipo: La filosofa se confunde con laontologa (L.5.,210), o tambin: De Parmnides hasta Hei-ilegger es la misma vozla que resuena [...]. Una sola voz formael clamor clel ser>> (D R., 52). El unificador histrico de la filo-sofa, como voz clel pensamiento, como clamor de lo enuncia-ble. es el mismo Ser. Desde esta perspectiva, la filosofa de De-leuze no es para nrcla una filosofa crtica' No solamente elpensamiento clel Ser resulta posible, sino que adems slo haypensamiento cuando el Ser llega a declinarse y a la vez pronun-

    TJNIVOCIDAD DEL SDR 31

    ciarse en el pensamiento. Por supuesto, el pensamiento es dife_rencia e identificacin de diferencias, consiste siempre enconcebir varios sentidos fbrmalmente clistintos (D.R., 53). Elimpulso pensante se produce como potencia vital en la plurali_dad (de sentidos o de casos). pero, agrega Deleuze enseguicla,lo importante para el pensamiento no es la distincin fbrmal delo mltiple. Lo importante es qlre todos los sentidos, todos loscasos, > (ibi(t.). eu griega esesta confianza en el ser como medida de las relaciones. tantointernas como externas! Y qu dif'erente del giro lingsticoeste co-surgimiento ontolgico, bajo la regla del Uno, de lo_que-pasa y de las fiases!

    Dnde se sita entonces la diferencia con Heiclegger _msall del contraste evidente entre el estilo profesoral, pattico yproftico del alemn y la sinuosidad alerta, el discontinuo cen-telleo del fiancs? Es una cuestin muy compleja, y sostengopor mi parte que Deleuze est, en varios puntos cruciales (la di_ferencia, lo abierto, el tiempo...), menos alejado de Heideggerde lo que puede imaginarse, e incluso de lo que l mismo pien_sa. Atenindonos a las distinciones explcitas, poclemos decir:para Deleuze, Heidegger no termina de abandonar Ia fenome_nologa. ,Qu debemos entender por esto?

  • 40 DELEUZE

    movimiento divergente o disyuntivo que, al separar sin tregua,revela la fecundidad infinita e igualitaria del Uno. Pero estasntesis disyuntiva es precisamente la ruina de la intencionali-dad.

    Podemos decir entonces claramente cul es, para Deleuze,el lmite de Heidegger: su aparente crtica de la intencionalidada favor de una hermenutica del Ser se queda a medio camincl,porque no llega hasta la radicalidad de 1a sntesis disyuntiva.Conserva as el motivo de la relacin, aunque sea de manerasofisticada.

    Desde luego, Deleuze est de acuerdo en que debemos salu-dar el movimiento introducido por Heidegger: hay una supe-racin de la intencionalidad hacia el Ser (f,, 117), una subver-sin del vnculo conciencia-obieto (o ente) por un pasaje de lafenomenolo ga ala ontologa. Coherente con el presupuesto delUno, Deleuze no puede ms que aprobar el hecho de que Ia pa-reia tlisimtrica del sujeto reflexivo y del objeto, de la interiori-dad y de la exterioridad, sea sustituida por la unicidad del de-velamiento-velamiento (ib id.).

    Para Deleuze, sin embargo, Heidegger slo supera la inten-cionalidad para mantener, en otra dimensin, el sustrato ontol-gico, a saber: la relacin o la comunidad de sentido entre las di-mensiones actualizadas del Ser. Es por eso que para Heidegger,protesta Deleuze, la Luz abre un hablar no menos qLle un ver,como si las significaciones asediaran lo visible y lo visiblemurmurara en el sentido (fl, 119). Heidegger interpreta la uni-dad del Ser como convergencia hermenutica, como relacinanalgica descifrable entre las dimensiones en las cuales ella seexpone (aqu, lo visible y el lenguaje). A dif-erencia de Fou-cault, Heidegger no ve que la unidad ontolgica tiene comoconsecuencia, no una armona o una comunicacin entre losentes, tampoco un entre-dos donde pensar la relacin fuerade todo fundamento substancial, sino la no-relacin absoluta, la

    UNIVOCIDAD DEL SER

    indiferencia de los trminos hacia todas las relaciones. A pesarde st pathos de la angustia, Heidegger mantiene una visintranquila, debido a su referencia hermenutica, acerca de cmoel Ser se despliega en sus series divergentes. A pesar de su apo-loga de lo Abierto, l repliega y cierra las separaciones, las di-ferenciaciones sin semejanza, los extravos sin solucin, queslo pruebaru la igualdad y la neutralidad del Uno. Para decirloa la manera de Nietzsche, Heidegger es un sacerdote ladino,que slo subvierte la intencionalidad y la conciencia en apa-riencia, para irnpedir en realidad la sntesis disyuntiva. Final-mente, Heidegger permanece preso de la fenomenologa, en elsentido que sta (F., 120).

    El verdadero motivo del contraste entre Deleuze y Heideg-ger, en el interior de la conviccin compartida segn la cual lafilosofa se funda en la cuestin del Ser, es la siguiente: paraDeleuze, Heidegger no mantiene hasta lcts ltimas consecuen-cias la tesis lundamental del Ser en tanto Uno. Y no la mantie-ne, justamente, porque no asume las consecuencias de \a Lmivo-cidad del Ser. Heidegger no cesa de volver sobre una mximade Aristteles: , en varias ca-tegoras. Pero Deleuze no puede consentir esta .

    Ls univocidad del Ser

    Estamos aqu en el corazn del pensamiento deleuziano. Enef'ecto, podemos sostener razonablemente que la inmensa di-dctica de los casos (el cine, el esquizo, Foucault, Riemann, elCapital, Spinoza, el nmade, y as sucesivamente) slo tienecomo f'uncin verificar, incansablemente, con el genio inagota-ble de la variacin, esta nica sentencia: (D.R., 52). Cuando De-

    1t

  • 42 DF,I,F,UZE

    leuze aflrma Ia identidad de Ia fllosofa y la ontologa, agregaen la misma fiase:

  • DELET]ZE

    dalidades inmanentes, los entes. Pero lo esencial, para el filso-fo, no est ah. Lo esencial es que el Ser sea el mismo para to-dos, que sea unvoco, y que entonces se diga de todos los entesen un solo y mismo sentido, de manera que la multiplicidad desentidos, el equvoco de los entes, no tenga ningn estatutoreal. Porque la univocidad del Ser no significa solamente, ni si-quiera principalmente, que lo designado por 1a diversidad desentido de los entes sea 1o mismo (el Ser-uno). La univocidadexige que el sentido sea, para todos los entes distintos, ontrl-gictrmente idnfico: En la proposicin ontolgica [...], tambinel sentido es ontolgicamente el mismo para los modos indivi-duantes, para esos designantes o expresantes nr-rmricamentedistintos (D.R., 53). O tambin:

  • 46 DELDUZE

    coexistencias, una simultaneidad de acontecimientos (D.R.,303). Pensar positivamente la coexistencia igualitaria de los si-mulacros le hace ms justicia al Uno real que oponer los simu-lacros a un real que les faltara, como cuando Platn opone losensible a lo inteligible. No hay que buscar lo real en otro ladoya que 1 est en lo que.filnda el simulacru como tal: el carcterpuramente formal o modal de la dit-erencia que lo constituye,con respecto a 1o real unvoco del Ser que sostiene esta dif'eren-cia en su interior, y le atribuye un solo sentido.

    Yo no creo que Platn est tan alejado de este reconocimien-to de 1os entes, incluso sensibles. como diferenciaciones inma-nentes de lo inteligible y positividades dcl simulacro. Resultasorprendente que, en la Repblica, la trascendencia del Bien seasealada irnicamente por los interlocutores de Scrates, y so-bre todo que el estatuto del Uno, enel Parmnides, slo puedadiscernirse de la relacin que mantiene con los otros-que-el-Uno por el recurso a la paradoja y el callejn sin salida. No sesale de estos enredos sino proponiendo un estatuto vnementielpara el Uno. Concordamos entonces con Deleuze cuando escri-be: (L.5., 179). ,Este Acontecimientomaysculo ser el Bien de Deleuze'J Es probable, a juzgar porcmo solicita y f'unda la disposicin del hombre libre.

    Pero incluso suponiendo que la glorificacin de los simula-cros como dimensin positiva de la univocidad del Ser sea unainversin del platonismo, resulta que, al igual que en Platn(ardides de la Idea, del Bien que no es una ldear', de lo Belloque es el Bien sin confundirse con 1, del Otro que exige que sesacrifique la unidad trascendente del Bien, del Uno que no pue-de ser ni puede no ser, etc.), se atraviesa en el camino deleuzia-no la espinosa cuestin de los nombres del Ser.

    Cul sera el nombre apropiado para eso que es unvoco?

    LINIVOCIDAD DEL SER 47

    ,La nominacin de 1o unvoco es unvoca ella misma? Y si elSer se dice en un solo sentido, ,cmo fijar el sentido de este? O tambin: ,se puede experimentar un nom-bre del Ser que le d sentido al sentido unvoco'?

    Deleuze parte de una constatacin ordinaria: Slo concebi-mos nombres o proposiciones que no tengan el mismo sentido,al tiempo que designan estrictamente la misma cosa [...]. Ladistincin entre estos sentidos es claramente una distincin real(.distittctio realis), pero no es numrica, mucho menos ontolgi-ca: se trata de una distincin formal, cualitativa o semiolgica(D R , 52). Sin embargo, tratndose del ser, no se puede mante-ner unl distincin formal del sentido de los nombres, ya que lapropiedad esencial del Ser no es justamente su identidad num-rica, a la cual podran ref'erirse dif-erentes unidades nominalesprovistas de su propio sentido, aunque se diga en un solo senti-do de todo lo que se dice. La cuestin del nombre del Ser insis-te, inevitablemente, de manera paradjica.

    A excepcin de Ser>>, que no es un nombre, y del cual De-leuze slo hace un uso preliminar y restringido, slo se puedeexperimentar para ver si algn nombre tiene valor. Lo que sig-nifica que una buena parte de la obra deleuziana funciona as: apartir de la presin de un caso-de-pensamiento, que se trate deFoucault o de Sacher Masoch poco importa, probar un nombredel Ser y construir un protocolo de pensamiento (lo ms auto-mtico posible) que evale la pertinencia de este nombre conrespecto a la propiedad esencial que se espera que preserve (oincluso tbrtalezca en el pensamiento), a saber: la univocidad.

    Ahora bien, a medida que estas expresiones se despliegan,lo primero que aparece claramente es que nunca alcanza un so-Io nombre. Se necesitan dos. Por qu'l Porque el Ser debe de-cirse en un solo sentido, por un lado con respecto a la unidadde su potencia, por el otro con respecto a la multiplicidad de si-mulacros divergentes que esta potencia actualiza en s misma.

  • ,18 DELEUZE

    Ontolgicamente, no hay ninguna distincin real, como tampo-co se distinguen realmente, en Spinoza, la Natura naturane yla Nafurct naturata. Pero en cuanto a los nombres. es necesariauna distribucin binaria, que es un poco la manera en que elpensamiento acenta la univocidad del Ser, sea en su materiainmediata, sea en sus formas o sus actualizaciones.

    Para decir que slo hay un sentido, hacen falta dos nombres.Este problema va de Platn (distincin preliminar de lo sen-

    sible y 1o inteligible, pero como va de acceso al Uno) hastaHeidegger (diferencia entre el ser y el ente, pero como va deacceso al destinal o Ereignis). La particularidad de Deleuze, enconfbrmidad con su estilo experimental (probar los conceptosbajo la presin de los casos ms variados posibles), consiste enproponer una batera bastante amplia de conceptos apareados,para fijar la nominacin del Ser como intervalo o nominacinde doble faz. No es verdad que pueda decirse: a cada caso lecorresponde un par de nombres. Un inventario exhaustivo mos-trara que la tesis de la univocidad se dice en, como mximo,una decena de pares flndamentales. Pero si se la compara conIas grandes lilosofas reconocidas, lo mismo es demasiado. Unabuena parte del genio de Deleuze, como tambin de los contra-sentidos a los que su filosofa lo expone (pensamiento del ml-tiple anrquico de los deseos, etc.), reside en la multiplicidadde nombres del Ser, multiplicidad correlativa de unr obstina-cin, ms encarnizada an que en cualquier otro filsofb, pormantener la tesis ontolgica de la univocidad y el carcter flcti-cio de lo mltiple. Porque es en la experimentacin de tantosdobletes nominales como resulte necesario, que se forja la veri-ficacin forzada de la absoluta unidad del sentido.

    Lo que examino a continuacin, luego de los preliminaresque fljan el mtodo constructivo deleuziano, son para m losprincipales dobletes: lo virtual y Io actual (doctrina del aconte-cimiento); el tiempo y la verdad (doctrina del conocimiento); el

    ,INIVOCIDAD DEI- SER 49

    azar y el eterno retorno (doctrina de la accin); el pliegue y elafuera (doctrina del sujeto).

    En cada etapa se tratar de verificar que para Deleuze, cual-quiera sea el nombre, y porque el Ser ya distribuy el sentidodesde siempre, hay que restringirse a la pura afirmacin y man-tenerse, renunciando al simulacro de s mismo, en el lugar don-de este sentido pueda elegirnos, atravesarnos, con un gesto des-conocido para nosotros mismos: Pensar [...], es lanzar losdados (8, 125).

  • El mtodo

    Una anti-dialctica

    Cmo pensar un ente? O ms bien: cmo acercarse al Serpensando gracias a la violencia creadora de los entes singula-res? Sabemos que las cosas se despliegan sobre la superficiede un Ser unvoco y no dividido (D.R.,54). El pensamientono puede comprender ontolgicamente el despliegue de las co-sas si instituye primero una divisin, un cuadro fijo donde dis-tribuir los entes, como si se pudiera, por divisiones sucesivas,llegar a cernir el Ser del ente. Deleuze polemiz a lo largo desu obra contra esta clase de procedimiento, llamndolo

  • 52 DL,LELIZE

    sigual de sus fbrmas tiene por operador lo que Deleuze (si-guiendo a Aristteles) llama categora. Categora es el nombreapropiado para un territorio del Ser (por ejemplo, la materia. latbrma, la substancia, el accidente...). O tambin para uno de lossentidos del ser, porque toda rigidez de la divisin ontolgicatrae aparejada la ruina de la univocidad. Cualquiera que piensepor categoras sostiene por este mismo hecho que el Ser se diceen vrrios sentitlos (segn la esencia o segn la existencia, co-mo Idea o como simulacro, etc.). Recprocamente, si el Ser s-lo se dice en un sentido, es imposible pensar por categoras.

    Sin embargo podramos imaginar que el pensamiento podrarealizar una especie de aproximacin al nomadismo del Ser, asu univocidad errante en la igualdad absoluta de los simulacros,si multiplicara las categoras, si afinara al infinito las divisio-nes. Un ente singular sera entonces como una encruciiada dedistribuciones, fijas desde luego (,cmo pcnsar sin una estabi-lidad de las divisiones categoriales'?). pero tan numerosas queterminaran por imitar el puro movimiento expresivo del Ser ensus producciones inmanentes. Slo bastara suavizar el pensa-miento por categoras, flexibilizarlo, volverlo infinito, en lugarde limitarse. como Platn (sensible e inteligible, Idea y simula-cro), o Hegel (inmediatez. exteriorizacin, luego interiorizacinnegativa), a algunas distribuciones fbrmales donde la univoci-dad se echa a perder.

    Ccln el rigor y el voluntarismo asctico quc lo caracterizan,Delcuze se prohibe esta va: Por lns que "abramos" la listade categoras, o incluso volvamos infinita la representacin, elSer continuarir dicindose en varios sentidos de acuerdo con lascategoras, y eso acerca de 1o cual se dice continuar siendo de-terminado por dif'erencias "en general" (D R , 387). El verda-dero mtodo lilosfico debe impcdir toda divisin del sentidodel Ser en distribuciones catcgoriales, toda aproximacin a sumovimiento por recortes fbrmales prelintinares. por ms refina-

    El vrrooo 53dos que stos sean. Hay que pensar juntas la univociclad clerSer y la equivocidad de los entes (por ser ra seguncla sro unatroduc'

  • DELEUZE

    cin entre las pasiones que aumentan nuestra potencia (la ale-gra') y aquellas que la disminuyen (la tristeza)? Al menos hayque distribuir de manera estable, por un lado, la totalidad aflr-mativa y unvoca del Ser, y, por el otro, lo que pasa en el propioSer (la separacin, disyuncin equvoca de los entes). Hay quepensar separadamente la f-az activa de las cosas (las diferencia-ciones singulares, los simulacros divergentes del Ser unvoco),y su faz pasiva (los entes actuales, Ios estados de cosas numri-camente distintos y dados por significaciones equvocas).

    Es evidente que esta dualidad atraviesa toda Ia obra deleu-ziana. Se podra elaborar una lista interminable de parejas con-ceptuales organizadas por la gran oposicin formal de lo activoy lo pasivo: lo virtual y Io actual, la vida inorgnica y las espe-cies, la esquizofienia y la paranoia, el movimiento de masas yel Partido, la desterritorializacin y la reterritorializacin, elnmade y el sedentario, Nietzsche y Platn, el concepto y lacategora, el deseo y el resentimiento, los espacios de libertad yel Estado, el enunciado y el juicio, el cuerpo sin rganos y elfetiche, la escultura y el teatro... Se ha llegado a creer que eljuego de esta pareja formal, volcado en el pensamiento de lassingularidades contemporneas, resultaba en definitiva el ver-dadero mtodo de Deleuze, y que este mtodo nos permita dis-cernir la va liberadora de la afirmacin deseante y repudiar lava de la alienacin pasiva.

    No hay nada de eso. Es incontestable que la lengua filosfi-ca de Deleuze

    -su retrica espontnea, digamos- sufre una vi-va presin de la dualidad activo/pasivo. Pero no es menos se-guro que todo su esfuerzo consiste en sustraerse a esta presin.El combate propio de Deleuze, que como siempre es un com-bate consigo mismo, se libra justamente, en cuanto al mtodo,en este punto: hacer de manera que la aparente travesa de unaanaltica que juega tanto sobre la faz unvoca de1 Ser (activi-dad) como sobre la multiplicidad equvoca de los entes (pasivi-

    EL METODO

    dad), nunca sea categorial. Jams distribuir o dividir el Ser deacuerdo con estas categoras. Nunca perder de vista que, sisiempre hacen falta dos nombres para ser justo con la univoci-dad, como lo demostramos, estos dos nombres no operan nin-guna divisin ontolgica.

    El enunciado que debe conducir el mtodo es explcito: Niactivo ni pasivo, el Ser unvoco es neutro>> (L.5.,21l). Si unpensamiento se apoya en una analtica dentro la cual, aparente-mente, son distribuidas las actualizaciones activas del Ser y losresultados actuales y pasivos de sus actualizaciones, es que elmovimiento de este pensamiento permanece todava inacabado,incompleto, mutilado. El pensamiento slo estar seguro de scuando llegue al punto neutro en el que, por estar lo activo y lopasivo sometidos a la distribucin ontolgica de un sentido in-divisible, el simulacro (el ente) sea restituido a su erranciaigualittrria, que neutraliz,a en l toda oposicin dialctica y losustrae a cualquier relacin interiorizada (y en consecuencia,tanto a cualquier pasividad como a cualquier actividad).

    El pensamiento, como todo lo que es, se evala de acuerdocon su capacidad de llegar hasta el extremo, hasta el lmite dela potencia que lo identifica, potencia puesta en movimiento, ala fuerza, por la ocurrencia de un caso-de-pensamiento. Perohay que comenzar. Y, en la conflsin inicial a la cual nos expo-ne la violencia que sufiimos, y sin la cual no llegaramos a pen-sar, comenzamos siempre por una distribuci)n categorial, porjuicios ciegos que reparten los casos en fbrmas donde la univo-cidad del Ser se pierde. As sucede a menudo en el trabajo delpropio Deleuze, cuando realiza registros prematuros en el acti-vo y el pasivo. Por ejemplo, bastar con decir, tratndose deun acontecimiento, que hay dos consumaciones, que son c()-mo la efectuacin y la contra-ef-ectuacin (.S., 178). Esta in-sistencit del Dos resulta desde luego puramente introductoria,y extraviada an en 1o categorial. El mtodo consiste en cons-

    55

  • .56 DELEUZE

    truir, a partir del formalismo inicial, su subversin nomdica, yen mostrar que toda relacin, toda distribucin fija, al ser indi-f'erente a 1os trminos all dispuestos, debe disolverse y hacerque el pensamiento se vuelva hacia la neutralidad de lo que De-leuze llama el extra-ser.

    El recorrido de la intuicin

    Ahora bien, ,qu es un pensamiento sin mediacin, un pen-samiento que construye su movimiento ms all de todas las di-visiones categoriales a travs de las cuales intenta protegerse dela inhumana neutralidad del Ser? Es un pensamiento intuitivo,trl como Bergson lo estableci de manera deslumbrante. Elmtodo de Deleuze es la versin escrita de una singular formade intuicin.

    Sin embargo, no hay que confundir la intuicin de Deleuzecon aquella de los clsicos. sobre todo con la intuicin en unsentido cartesiano (como Platn y Hegel, Descartes es tambinun adversario, otro genial representante del largo error>>, unpartidario de las categoras y un enemigo de la sntesis disyun-tiva). Para Descartes, la intuicin se identifica con la compren-sin inmediata de una idea clara y distinta; procede instantnea-mente, guiada por una iluminacin mental localizada, alaislamiento de la idea, sin adherirla a ningn fondo oscuro. Laintuicin cartesiana es un tomo de pensamiento, un estar segu-ro , de un solo vistazo. Este tipo de intuicin repo-sa sobre una teora de la luz natural, cuyo princrpio es que unaidea resulta tanto ms distinta cuanto ms clara es: > de la univocidad, replegado so-bre su propio sentido, un simulacro que no se presenta comotal, ya que est separado (por la pretendida intuicin cartesiana)de su raz ontolgica. Significa que su intensidad es mnima yno se lo puede intuir como un dato claro. Lo distinto est libra-do a la oscuridad de lo equvoco. Es por eso que, radicalizandoa Leibniz, y para que nada se aisle jams del murmullo total delSer, Deleuze sostiene que es preciso decir, contra la idea clara ydistinta de Descartes, que lo claro es por s mismo confuso, yrecprocamente, lo distinto oscuro por s mismo (ibid.).

    La intuicin cambia entonces completamente de sentido.Qu es una intuicin que capta lo distinto-oscuro como res-puesta a lo claro-confuso (ibid.)? Es cierto que ya no puedeproceder de un simple vistazo. Debe sumergirse en lr intensi-dad clara para captar el ser-confuso, y re-animar la distincin del ente separado revelando su parte oscura, inmer-sin viviente que su aislamiento disimula. Es por eso que la in-tuicin deleuziana no es un simple vistazo del alma, sino un re-corrido atltico del pensamiento; como tampoco es un tomomental, sino una multiplicidad abierta; ni es flnalmente un mo-vimiento unilateral (una luz dirigida sobre la cosa) sino unaconstruccin compleja, que Deleuze suele llamar reencadena-miento perpetuo.

    Por qu un reencadenamiento'? Henos aqu en el umbral dela dificultad ms grande: la intuicin deleuziana debe cumplir,sin mediacin, y en un trayecto nico, un cloble mov'imiento, ytrsugerido por otra parte a travs de esas parejas que son lo cla-ro-confuso y lo distinto-oscuro. La intuicin debe aprehender la

  • 58 DELEUZF,

    separacin del ente como sntesis disyuntiva, como divergen-cia, como equivocidad, sin sucumbir jams a las sirenas de lacategora, de la tranquila ubicacin de los entes en generalida-des que invalidan la univocidad del Ser. Pero tambin debepensar el ente separado como simulacro, como una realidad pu-ramente modal o fbrmal, y en deflnitiva como un ser no separa-do, ya que slo se trata de una intensidad local del Uno. Demanera que la intuicin (como movimiento doble, y finalmentecomo escritura, como esf ilo) debe descender simultneamentede un ente singular hasta su disolucin activa en el Uno, movi-miento que presenta su ser como simulacro; y remontar el Unohasta llegar al ente singular, siguiendo las lneas de potenciaproductivas inmanentes. movimiento que presenta al ente comosimulacro del Ser. Toda construccin del pensamiento va, nosdice Deleuze, de A a B, luego de B a A. Pero no encontramosun punto de partida como en una repeticin desnuda; la repeti-cin es ms bien, entre A y B, B y A, el recorrido o Ia descrip-cin progresiva del conjunto de un campo problemtico (D.R.,272).La intuicin es lo que recorre (idealmente, a velocidad in-finita) este descenso y este ascenso de acuerdo con una trayec-toria precisa. En efecto, es la descripcin progresiva del con-junto, por eso se parece ms a una aventura narrativa y notanto al vistazo de Descartes. De A-ente a B-Ser, luego de B-Ser a A-ente, re-encadena el pensamiento al ente como co-pre-sencia de un ser del simulacro y un simulacro del Ser.

    Es preciso intuir que todo objeto es doble, sin que sus mi-tades se renan (D.R.,270).El pensamiento se acaba cuando,forzado por un caso, pudo llegar a desplegar hasta el final laduplicidad del ente, duplicidad que no es sino la expresin fbr-mal del hecho de que la univocidad se expresa de manera equ-VOCA.

    Un ejemplo. Consideremos los fenmenos significantes co-mo lo hizo el estructuralismo de los aos sesenta: actos de ha-

    sl urooo 59bla para los lingistas, sueos sintomticos para los psicoana-listas, reglas de parentesco para los antroplogos, etc. Todo elproblema consiste en saber cmo el sentido es prutducido. De-leuze se regocija con esta posicin, ya que toda multiplicidadde sentido slo puede ser una produccin (equvoca) distribui-da por la univocidad del Uno-todo. Para 1,

  • DELF,UZE,

    apertura, una falta, un suplemento o una paradoja, que es elprincipio de movilidad y de produccin. Estamos en el descen-so disolvente del Pleno estructural hacia lo Abierto del ser.

    La entidad paradjica resplandece con un brillo singular. Enla teora estructuralista estr entidad resulta fascinante porquepermite escapar al positivismo de los entes legalizados, porquees como un punto de fuga, un escape, una libertad errante. Enla sombra opacidad de la combinatoria, parece una ventana. Laentidad paradjica es una singularidad clara. Pero tambin estaclaridad sumerge en Ia confusin el conjunto de la E,structura,ya que en definitiva resulta imposible hacer que esta singulari-dad se vuelva distinta. Ella resulta siempre diagonal como en eljuego del anillo;" es una presencia hecha de ausencia, un nme-ro tejido de vaco, un cero activo, un significante que no signi-fica nada. Esto quiere decir que el pensamiento intuye aqu loclaro-confuso, o quc pcrmitc pasar de la separacin disyuntivapor una brecha hacia 1r univocidad, o tambin: que la estructu-ra paga con sinsentido su produccin de sentido. En el fbndo,1a casilla vaca demuestra que la estructura slo es un simula-cro, que ficciona lfictionne) el sentido, pero que su ser propio(la vida que sostiene aquel ef-ecto) no entra de ningn modo eneste sentido flccionado lfictiom|. Porque al ser unvoca, Ia vi-da (el Uno) considera lo equvoco del sentido producido comoun sinsentido.

    Comienza entonces el ascenso que el estructuralismo, comosimple anlisis de los entes, no puede realizar: pensar cmo esposible que se necesite el sinsentido para producir sentido. Slo

    'k Jeu tlu.firret : juego en el cual los jugadores scntados en ronda se pasanrpidamente, de mano en rlano, un objeto (el fret'), mientrrs que (rtro jugr-dor, ubicado en el medio del crculo, debe adivinar en qu mano se encuentraIn. del t.l.

    III- METODO 6I

    la tesis de la univocidad aclara este punto: si el Ser se dice enun solo sentido de todo lo que se dice, entonces, con respecto aluniverso mltiple de sentidos producidos por las mquinas es-tructurales, esfe sentido (nico) est determinado inevitable-mente como sinsentido. Ninguna mquina estructural puedeproducirlo. Por el contrario, es aqul quien sostiene (bajo lafbrma de la entidad paradjica) la posibilidad de produccin. Siun dispositivo singular pudiera producir el sentido del Ser, esporque habra un sentido del sentido: tesis propiamente teolgi-ca, extraa a la ontologa, y que arruina 1a univocidad. Del he-cho de que no haya un sentido de1 sentido, hay que extraer lasiguiente conclusin: el sentido del Ser puede ser llamado sin-sentido, a condicin de agregar que el sentido proviene del sin-sentido, y que este ltimo es la unvoca donacin de sentido(ontolgico) para todos los entes.

    Los montajes del estructuralismo reconocieron legtima-mente, nos dice Deleuze, que el sentido es producido por elsinsentido y su perpetuo desplazamiento, [...] nace de la posi-cin respectiva de elementos que no son "significantes" por smismos>> (ibid.). Pero este pensamiento slo es un aspecto de lacuestin, el que gobierna el primer recorrido de la intuicin, elque va de los simulacros inductores de sentidos equvocos ha-cia la univocidad del sinsentido. Para completar esta intuicin,y acabar en consecuencia la construccin del pensamiento, hayque saber elevarse positivamente

  • 62 DELEUZE

    vida, produccin, y en consecuencia el sentido unvoco del Sers1o se hace efectivo como donacin de sentido.

    La intuicin filosfica es aqu un trayecto integrado e inte-gral, forzado por el caso-estructuralismo, de los enunciados:

    descendientes o analticos:

  • DF,I-F,fJ7.F,

    dos, justamente, "todo" cambia (ibid.). En ef-ecto, el Ser un-voco es a la vez movimiento superficial de sus simulacros eidentidad ontolgica de sus intensidades, sinsentido y donacinuniversal de sentido. Si el pensamiento se apodera de los dos,lo cual implica convertirse en el movimiento de dos movimien-tos, entonces resulta adecuado al Ser.

    Podemos concluir aqu con el mtodo intuitivo de Deleuze.Cuando e1 pensamiento llega a construir, sin categoras, el ca-mino en bucle que va, en la superficie de lo que es, de un casoal Uno y del Uno al caso. intuye entonces el movimiento delpropio Uno. Y como el Uno es su propio movimiento (ya quees vida o virtualidad infinita), el pensamiento intuye el Uno. Yes as que el pensamiento llega, como lo deca Spinoza de ma-nera inigualable, a la beatitud intelectual, es decir, al goce de loImpersonal.

    Lo virtual

    Virtual es, sin duda alguna, el principal nombre del Ser enla obra deleuziana. o ms bien: la pareja nominar virtual/actualagota el despliegue del Ser unvoco. pero ya conocemos la l_gica deleuziana del Uno: el Uno necesita siempre dos nombrespara experimentar que es slo de uno de esos nombres queprocede la univocidad ontolgica designatla por lu pareja no_minal. Hace falta la pareja virtual/actual para experimentar quees gracias a su virtualidad que un ente actual detenta unvoca_mente su ser. En este sentido, lo virtual es el fundamento de loactual.

    Se objetar que Deleuze, filsofo moderno, repudia la no_cin de fundamento. No es una caracterstica esencial de todoel pensamiento actual atacar el motivo del fundamento, de lafundacin, del fondo? No se ve florecer por todas partes lasdeclaraciones sobre el fondo sin fondo, el retiro de todo fun-damento, el puro

  • 66 DELEUZE

    todo fundamento, asegura un desfbndamiento general, pero co-mo acontecimiento positivo y alegre, como tle.s.fundomento*,'(.s., 303).

    Comprendemos ahora por qu el descubrimiento deleuziano(nietzscheano) del ente como simple intensidad superficial deun simulacro del Ser parece dispensar al pensamiento de todopathos acerca del fundamento. En efecto, sobre la idea de fun-damento se puede dar una versin restringida. Cada vez que seplantea que el ente es una copia de alguna forma del Ser (en elsentido de lo sensible platnico como imagen de lo inteligible,o tambin del hombre de las Santas Escrituras creado

  • 68 DF,I,ETJZE

    retorno perjudicial a una norma trascendente y al juicio-, sinoporque es este mundo, el nuestro, y porque el pensamiento re-sulta siempre una (difcil, asctica) afirmacin igualitaria de loque es.

    Un fundamento repensado

    Pero podemos mantenernos en la versin restringida queDeleuze da del fundamento? Es tan importante esta historiadel modelo y la copia, de lo Mismo y lo Semejante, todo esteplatonismo chapucero? Es, incluso, verdaderamente platni-co? Debemos mirar dos veces antes de creer que hemos termi-nado con el fundamento o ) eterna del ente que distribu-ye la variabilidad y el sentido equvoco en la unidad absolutadel Ser. En este sentido, no slo la filosofa de Deleuze piensael fundamento sino que es adems, entre todos los dispositivoscontemporneos, aquella que re-afirma con mayor obstinacinque el pensamiento del mltiple exige una rigurosa determina-cin del Ser en tanto Uno. Digamos que la filosofa de Deleu-ze, como la ma por otra parte, es resueltamente cl,sica. Y esbastante fcil definir, en este aspecto, el clasicismo. Es clsica

    LO VIRTUAL

    toda filosofa que no se somete a las exigencias crticas deKant, o que hace de cuenta que el proceso intentado por Kantcontra la metafsica resulta nulo o que jams existi. y en con_secuencia, le opone a todo (a la crtica, a lamoral, y as sucesivamente) la necesidad de repensaq conside_rando el devenir del mundo, la univocidad del fundamento.

    En esta va, lo virtual ocupa en Deleuze una posicin estra_tgica. Es tambin el concepto que me separa ms abruptamen_te de 1. Yo dira que, si intento fundar un platonismo de Iomltiple, Deleuze se consagr en cambio a un platonismo de lovirtual. Retiene de Platn la soberana unvoca del Uno, perosacrifica la posibilidad de que Ia Idea sea actual. para 1, la Ideaes la totalidad virtual, el Uno es el reservorio infinito de pro_ducciones dismiles. A contrario, yo mantengo que las formasdel mltiple son, como las Ideas, siempre actuales, que lo vir_tual no existe, pero sacrifico el Uno. por eso para m el funda_mento virtual de Deleuze termina siendo una trascendencia,mientras que, para 1, mi lgica de Io mltiple no puede mante_ner el pensamiento de la inmanencia porque no est originaria_mente relacionada con un acto del Uno. y es por eso que nues_tros clasicismos contrastados no podan entenderse.

    A principios de la primavera de 1993, yo le objetaba a De_leuze que la categora de virtual me pareca mantener una es_pecie de trascendencia, desplazada, de algn modo, debajode los simulacros del mundo, o simtrica de la clsica trascen-dencia ms all. Y yo ligaba el mantenimiento de esta tras_cendencia invertida a la categora de Todo. Reaflrmando la ac_tualidad integral del Ser como pura dispersin-mltiple, yoplanteaba que la inmanencia exclua, a mis ojos, el Todo, y queel nico punto de interrupcin del mltiple, siempre mltiplede mltiples (y no mltiple de Unos), slo puede ser el mlti_ple de nada: el conjunto vaco.

    Deleuze reconoci enseguida que estbamos aqu en el co_

    69

  • 7O DELE,UZE

    razn de la controversia. Como para l Io actual est constitui-do de estados de cosas y de vivencias, el plano de inmanenciano poda ser sino virtual, y constar slo de virtualidades. Comosiempre, l insista acerca de la realidad de lo virtual, y deducasu funcin de fundamento a partir de tres puntos importantes:

    l. Lo virtual, en su fbrma catica, es donacin antepredica-tiva absoluta, presuposicin no filosfica de todo pensamientofilosfico. As como la donacin de sentido opera a partir delsinsentido, lo real consistente, incluido lo virtual-real, es unadif'erenciacin construida como corte (lo ms prximo posible)de una Inconsistencia primordial. Es el fundamento como sim-ple hay anterior a todo pensamiento.

    2. Basta con construir un corte en el caos (un plano de in-manencia), es decir, basta con pensar.fi/o.sficamente, para ex-traer de todo lo actual (estados de cosas y vivencias) su partevirtual y para que el pensamiento slo est ocupado por virtua-lidades (o el plano slo est poblado de ellas). Al hacer esto, sele da consistencia a 1o virtual, se lo dispone como real, captadocomo lo que rene el ente con su ser. Es el fundamento comonorma de construcciones del pensamiento, garanta de perte-nencia del concepto a lo real.

    3. Basta con que instalemos el pensamiento, no en la extrac-cin de la parte virtual

    -y en consecuencia real* de los entes,sino en su simple posibilidad abstracta y en su cerrado juegorecproco, para que construyamos siempre un plano o un corteconsistente del fundamento catico. Pero este plano no har si-no referir los entes (estados de cosas y vivencias), u ordenar-los en funciones. En consecuencia, no se supera la descripcin:este plano (de ref'erencia) es, en el mejor de los casos, cientfi-co (si concierne los estados de cosas), y en el peor, fenomeno-lgico (si concierne las vivencias). Falta el fundamento. Estateora del plano de referencia, cuya caracterstica principal con-siste en unificar la ciencia y la fenomenologa, es una verifica-

    LO VIRTUAI, 7Icin negativa, en la que Deleuze retoma el proceso clsico he_cho por Ia metafsica a la ciencia: sta es verdadera (Deleuzedira ms bien: es un pensamiento, una construccin. un cortedel caos), pero no alcanza el fundamento de su propia verdad(Deleuze dira ms bien: no construye la inmanencia, no reali_za lo virtual).

    Es por eso que Deleuze no poda comprender que yo tomarala teora de los conjuntos como gua de un pensamiento ontol_gico del mltiple puro. Desprovistos de toda apertura sobre lovirtual, puras actualidades intemporales, los conjuntos eran pa-ra l nmeros, y daban cuenta del estado de cosas. de la cien_cia, de la simple referencia. Por ms que yo alegara que toda fi_gura del tipo pliegue, intervalo, abrazo, dentellada, fractal, oincluso caos, hallaba su esquema en alguna familia de conjun_tos, e incluso resultaba superado, si se lo pensaba como casoparticular de un inmenso despliegue de configuraciones con-juntistas que agotaban la significacin mltiple, no pasaba na_da. Esta proyeccin sobre la pareja conjuntos/multiplicidadesde nuestra controversia acerca del fundamento (lo actual-mlti-ple contra lo virtual-Uno) no tena ninguna posibilidad de re_solverse en una sntesis. Deleuze tomaba nota, e incluso alaba-ba lo que llamaba mi canto de los conjuntos, potico yapasionado, pero mantenindose firme sobre el eje de nuestrosintercambios: yo quera que las multipliciclades fueran con-juntos y l quera que no lo fueran.

    El canto de lo virtual

    Oigamos el canto deleuziano de lo virtual, igual cle apasio-nado y, en todo caso, mucho ms potico. Lo haremos en cin_co variaciones, sin renunciar a introducir in fine algunas diso_nancias.

  • 72 DELEUZE

    l. Lo virtual es el Ser mismo del ente o incluso el ente co-mo Ser, ya que el ente es slo una modalidad del Uno y el Unoes produccin viva de sus modos. No hay que confundir nunca-es, dice Deleuze,

  • 14 DELEUZE

    real se convierte a su vez, cuando Deleuze escribe bajo el ef'ec-to de Bergson, en un cntico a la creacin: en una categora: al decirse en al menos dos sentidos, elSer ya no sera unvoco. Hay que pensar lo virtual completa-mente determinado (D.R., 270). Qu significa esto? La com-paracin preferida de Deleuze, para hacernos comprender quelo virtual no est menos determinado que lo actual, es matem-tica. Un problema matemtico est perfectamente determinado,tambin su solucin. Se dir que un ente singular es actualcuando se presente como la solucin a un problema planteadopor la virtualidad que actualiza. Al igual que los problemas, lasvirtualidades estn perf'ectamente diferenciadas y determinadas,son tan reales como los entes actuales, del mismo modo que losproblemas son tan reales como las soluciones. En fln, lo actualno se parece a lo virtual, en el mismo sentido que la solucinno guarda ninguna semejanza con el problema. Se podr decirque lo virtual es el lugar de los problemas cuyas soluciones sonpropuestas por lo actual.

    Los casos biolgicos son isomorfbs con los casos matemti-cos: un organismo determinado es una dif-erenciacin de la vidainorgnica como impulso creador y a su vez es planteado por un

    LO VIRTUAL

    problema irresuelto como por su propia virtualidad: Al igualque sus rganos, el organismo no sera nada si no tuera la solu-cin a un problema, como el ojo, que resuelve un "problema" deluz>> (D.R.,272).Toda creacin es tambin una solucin.

    Debemos comprender entonces que lo virtual es fundamen-to gracias a una doble determinacin. Est determinado comoproblema, como virtualidad de una solucin inventada. Perotambin est determinado por la circulacin en lo virtual de lamultiplicidad de problemas, o grmenes de actualizacin, por-que toda virtualidad interfiere con otras, al igual que un proble-ma slo se constituye como lugar problemtico, en 1a vecindadde otros problemas. Un problema (una virtualidad) est dcter-minado como dif-erenciacin de otro problema (de otra virtuali-dad). As la soberana del Uno es doble. Por un lado, el ser delo actual es una modalidad transitoria del Uno, pensada comovirtualidad. Por el otro, el Ser-uno de los problemas o virtuali-dades es lo virtual como costado real de lo problemtico en ge-neral, como potencia universal de los problemas y de sus solu-ciones. Lo virtual es fundamento para lo actual, como ser de lavirtualidad que lo actual actualiza. Pero lo virtual es tambinfundamento de s, porque es el ser de las virtualidades, en laexacta medida que las dif'erencia o las problematiza. Es lo queDeleuze llama la lgica del doble circuito: , correlato de lo actual (del

    '75

  • 76 DELEUZE

    simulacro diferenciado, del ente). Y luego hay una determina-cin profunda, que se refiere a la expansin y la diferencia-cin de las propias virtualidades, y que es, a pesar de todo, co-mo el interior del Uno (o del Todo). El fundamento como tal esdesde luego la unidad intuitiva de los dos, el pensamiento de lovirtual como virtualidad de lo actual y como expansin multi-forme del Uno. simultneamente. Pero esta determinacin in-tuitiva queda siempre por conquistar, y exige del pensamientouna cierta velocidad. En cuanto a la escritura, donde esta intui-cin es re-encadenada, se emparenta con lo que, segn Deleu-ze, son las formaciones discursivas de Foucault: lenguajes que,

  • 78 DELEU7,F,

    todo el pasado (I-7., 109). se reconocer fcilmente ro actualen el pasaje del presente, y lo virtual (o el Uno, o el Ser) en laintegral conservacin del pasaclo. En efecto, existe

  • El tiempo y la verdad

    Ya tuve la ocasin de decir que la filosofa de Deleuze era,como la ma, de tipo clsico (una metafsica del Ser y del fun-damento). Tratndose de mi propia empresa, la consecuenciaclsica de este clasicismo es la posicin central de la idea deverdad. Lo esencial de El Ser y el Acontecimiento est consa-grado a la construccin de esta idea, construccin que las con-diciones de nuestra poca vuelven extremadamente complejas.Se nos preguntar entonces con toda naturalidad: qu pasa conla verdad para Deleuze? Y en particular: que los entes sean si-mulacros y, en consecuencia, que manifiesten, en la tradicinnietzscheana,

  • 82 DELET]ZE

    por Deleuze, en el mejor de los casos, a la ciencia (al plano deref'erencia), ya que ella exige:

    un punto de trascendencia (lo que contradice la univocidaden razn de la ecuacin inmanencia = univocidad, que sepodra reescribir multiplicidades = Uno);la remisin del ente actual no a la virtualiclad real que lofunda sino al juego de espejos de lo posible;unos trayectos analgicos que suponen el empleo de catego_ras donde el Ser resulra dividido.

    Resumiramos bastante bien este juicio diciendo que, paraDeleuze, la verdad es una categora, e incluso una categora decategoras, o la Categora: es normativa (le hace falta la tras_cendencia del juicio), analgica (se dice equvocamente de to,das las fbrmas del Ser), abstracta (verifica una posibiliclad enlugar de actualizar una virtualidad) y mediadora (fija como ob_jetivo al devenir la interiorizacin de su ser, que es la asuncinde su verdad). Se entiende que Deleuze declare no tener nin_gn gusto por la categora de verdad, 1o que en su lgica esuna condena mucho ms severa que si hubiera proclamado suinconsistencia: en ef'ecto, el gusto>> seala, como afecto, lapuesta en movimiento de una intuicin. Ahora bien, acabamosde indicar por qu la intuicin, doble recorrido de la potencia,no tiene nada que ver con las evaluaciones segn lo vercladero.

    La potencia de lo falso

    Pero, con respecto a la verdad, se plantea aqu la misma pre_gunta que a propsito del fundamento: la concepcin explcitaque Deleuze se hace de aqulla no es singularmente estrecha?No depende del platonismo>>, acerca del cual construye una

    EL TIEMPO Y I.A VERDAD

    imagen esqueltica debido a las exigencias de su causa? Cuan-do entona el canto alegre que saluda el surgimiento de mltiplessimulacros (acerca de los cuales ya mostramos, lo que puedeser menos alegre, que es el triunfo del Uno), Deleuze empleauna imagen muy bella que subvierte La Odisea. Es, afirma,

  • 84 DEL,EL]ZE

    de lo falso. Y tanto ms, cuanto el proceso de esta verdad ya noes eljuicio sino (confbrme al requisito de la intuicin, que es,como 1o vimos, un recorrido en fbrma de bucle) una suerte denarracin.

    Seamos sensibles, en este pasaje de La imagen-tiempo -la

    experiencia de pensamiento parte del caso-Borges-. a ese matizde certidumbre cruel en el cual se lee, a mi juicio, el aconteci-miento propiamente deleuziano de una idea de verdad:

    [...] la narracirn cesa de ser verdica. es decir, de aspirar a loverdadero, para hacerse esencialmente falsificante. No se trata dedecir cada uno su verdad, variabilidad referida al contenido.Una potencia de lo falso reernplaza y destrona la fbrma de lo ver-dadero, ya que plantea la simultaneidad de los presenres incornpo-sibles o la coexistencia de pasados no necesariamente verdaderos[...]. La narracin fhlsificante propone dilerencias inexplicables enel presente, altcrnativas indecidibles en el pasado cntre lo verda-dero y lo falso. El hombre verdico muere, todo modelo de verdadse derrumba en provecho de una nuevr narracin (1.7., 17 l).Este texto suscita cinco observaciones:1. La Verdad>> se da a conocer, ahora y siempre, segn el

    motivo restringido del modelo (y de la copia). La muerte del

  • 86 DELEUZE

    Por el contrario, para quien la univociclad del Ser exige queste sea esencialmente virtual, se impone el motivo cle la vlr-dad como potencia. Con respecto a esta potencia, las fbrmasactuales del ente pueden ser consideradas como simulacros,como instancias anrquicas de Io falso. porque la verdad escoextensiva a la capacidad productiva del Uno_virtual, y no re_side tal cual en ninguno de sus resurtados actuales. tomadosaisladamente. La dificultad ya no consiste tanto en aislar lasformas-verdaderas en lo actual, sino en ajustar la anarqua delos simulacros a una afirmacin-verdadera inmanente. Sin em-bargo, esta afirmacin slo existe en sus actualizaciones y lapotencia es realmente potencia de lo falso. La tarea consisteentonces en circular a travs de los casos y las fbrmas de lofalso de tal manera que, fbrzados por ellos, ascticamente ex_puestos a su maquinacin dionisaca, seamos atravesados porel recorrido intuitivo que va atotalizar el descenso hacia eluno-verdadero y el >. Esto significasostener en el presente que x puede no producirse (de otro mo-do, el enunciado vercladero sera:

    "x debe producirse)' Ahorabien, si x se procluce maana, podemos concluir que este pen-samiento verdadero (x puecle no producirse) habr sido falsifi-cado, de manera que debemos renunciar a la idea de que el pa-sado, en calidad de haber-tenido-lugar, sea siempre verdadero'De igual modo, lo imposible (que x no se produzca, imposible

    ti7

  • 88 DELEUZE

    desde el momento en que x se produjo) habr sido como en_gendrado por su propia posibilidad verdadera>> (si se piensaque es posible que x no se produzca).

    Cul es el uso propio que Deleuze hace de esta

  • 90 DELEUZE

    del presente-que-pasa. Entonces habra que decir el Ser, en elmismo punto, en dos sentidos diferentes: segn su ser_mvil ysegn su ausencia. Habra una divisin nostlgica del Ser. Na_da es ms extrao a Deleuze (y a Bergson) que esta nostalgia.EI pasado es una produccin positiva del tiempo. Lejos de a_nifestar una prdida de ser, o una aniquiracin e la piecariedaddel devenir, se trata de un crecimiento, de un supiemento cleser, una incorporacin al cambio clel Uno (pero el Uno es supropio cambio). El presente es de hecho un punto de aperturadel Uno (pero el Uno es lo Abierto), en que se intercambianuna variacin del Uno (de la duracin pura) y una movilidadsuperficial. En este punto, el tiempo se escinde bajo las espe_cies de una doble creacin. El tiempo es escisin creadora: oEltiempo [...] desdobla el presente en dos direcciones heterog_neas, una de las cuales se lanza hacia el futuro mientras qr" tuotra cae en el pasado (1.7., 109). Esta escisin esla operacindel tiempo como dispositivo de la potencia del Uno. prque ha_ce falta que todo advenimiento de un simulacro en ra superficie(la actualizacin como presente que se lanza hacia el futuro),sea en su ser puro cambio inmanente del Uno (es la incorpora_cin creadora de un pasado, sl virtualizacin).

    Por otro lado, el pasado as creado es incorporado a una gi_gantesca > (1.M.,22).

    Sealaremos la estilstica del fundamento que siempre des-hace lo que funda: es al renunciar a su fbrma y al disolverse ensu propia profundidad (virtual) que los entes (los objetos) sonpor fin dispuestos, pensados, tigurados limagsl, segn la uni-vocidad del Uno. Como en todo gran pensamiento clsico, laverdad resulta.fracaso o defeccin del objeto del cual es ver-dad.

    La intuicin de Deleuze culmina con la determinacin com-pleta del todo (o del Uno), intemporalidad fundadora del tiem-po, como Relacin. Nada muestra mejor que, si el tiempo es laverdad, entonces hace falta que el ser del tiempo, como scr dc

  • 92 DEL,EUZE

    la verdad, se pueda pensar bajo ese concepto del cual fue elimi_nada toda dimensin temporal.

    Por qu de las virtuaridades. pero estas diferenciacion", !ro-fundas no son sino los cambios cuaritativos del todo o el sei delUno como cambio. De esto se deduce que, negativamente,

  • DELEUZE EL TIE,MPO Y LA VBRDAD

    tido en que hay intuicin de la duracin, hundimiento en los es-tratos profundos de lo virtual, memoria larga sumergida en elpasado integral como accin permanente del Uno. El devenir-verdad del sujeto, como devenir-sujeto del tiempo, es lo quehace pasar todo presente en el olvido, pero conserva todo elpasado en la memoria (F., ll5). Y si el olvido le corta la rutaa todo retorno ms ac del presente, la memoria funda, desdeese momento, la necesidad de recomenzar.

    La verdad, que comienza como sntesis disyuntiva, o expe-riencia de la separacin del presente, acaba como exhortacinmemorial a recomenzar siempre.

    Esto significa que no hay comienzo, solamente un presenteabolido (en va de virtualizacin) y una memoria que sube a lasuperficie (en va de actualizacin).

    Y es lo que no puedo consentir. Porque yo mantenSo que to-da verdad es fin de la memoria, despliegue de un comienzo.

    95

    Pero si el es multiplicidad pura, si todo es actual, y siel Uno no es, no se puede buscar lo verdadero por el lado de lamemoria. La verdad es desmemoriada; es incluso. al revs delo que piensa Heidegger, el olvido del olviclo, la interrupcinradical, captada en la secuencia de sus ef'ectos. y este orvido noes olvido de esto o aquello, es olvido del propio tiempo, delmomento en que vivimos, como si el tiempo (esle tiempo) nohubiera existido jams. O, de acuerdo con la profunda mximade Aristteles, como si furamos inmortales, ya que el ser co_mn a todo tiempo es la muerte. Tal es, a mi juicio, la experien_cia real de las revoluciones (polticas), de las pasiones lamoro_sas), de Ias invenciones (cientficas) y r1e las creaciones(artsticas). Es en esta abolicin del tiempo que se engendra laeternidad de las verdades.

    En los textos ms sosegados que haya escrito sobre la ver_dad' incluidos en su Foucauh, Dereuze admite prenamente, oFoucault hace admitir a Deleuze, ms alr de las imprecacionesnietzscheanas contra el platonismo y la apologa del pseudos,que existen juegos de verdad, que

  • Eterno retorno y azar

    Que la verdad sea memoria se dice tambin: es Io que slosobreviene cuandcl vuelve, es retorno. Y que la verdad no seatemporal sino idntica al ser del tiernpo, se dice: su retorno eseterno.

    Se puede sostener que Deleuze consagr lo esencial de suobra a defender, desplegar, comprender cada vez ms la intui-cin flndadora de Nietzsche con respecto al eterno retorno. Esuna observacin admirativa, porque para m toda verdad es unafidelidad. La fidelidad de Deleuze era tanto ms necesariacuanto graves contrasentidos amenazaban constantemente estetema. Contrasentidos particularmente peligrosos si comprende-mos la intuicin bajo la forma que le da muy a menudo su au-tor: eterno retorno de lo Misrno.

    Lo Mismo es una vieja categora filosfica; lo Mismo es, enEl Sofista de Platn, uno de los cinco

  • 9u DEl.lrUZL'

    Sobre tre s contras e ntido s

    Hay al menos tres defbrmaciones del tema del eterno retor-no, las cllales confbrman una categora, una abstraccin tras-cendente.

    l. Se puede pensar que el eterno retorno se dice, como si setratara de su sujeto, del propio Uno. Es el Uno el que vuelve, yvuelve eternamente. ,,Pero cmo el Uno puede volver'/ Lo puedehacer si se lo piensa de acuerdo con su identidad, Uno = Uno,punto de partida de Fichte y posible comprensin de la intuicinde Parmnides (el Ser es Uno porque slo se identifica comoidntico-a-s-mismo, y es circular, o como una esfera, porque s-1o puede volver de acuerdo con esta identidad). Deleuze dir: enesta concepcin del retorno de lo mismo, la identidad del Uno esprincipio (D.R., 164). Se desprende de esto que el Uno est enposicin trascendente con respecto a lo mltiple. Porque las di-f'erencias quedan sometidas a 1, como una diversidad a su prin-cipio. Lo mltiple es captado en el eterno retorno idntico delUno, en su permanencia inalterable, slo si participa, segn elmodelo de la degradacin, de 1o que altera y corrompe el princi-pio de identidad. Lo rnltiple es convocado a su ser esencial, y lafbrma de ser corrompida que representa resulta rectificada, co-rregida, por el retorno de lo Mismo, por la reafirmacin del he-cho de que el Uno es Uno, al igual que en ciertas religiones lacreencir, y la salvacin correlativa, estn integralmente conteni-drs en la proposicin: Dios es Dios. Y por supuesto, as, el Serresulta equvoco. Porque se dice del Uno como de lo que vuelve,y de lo mltiple como de 1o que no debe volver. Se dice de 1oidntico como si fuera superior a 1a dif'erencia.

    Sabemos bastante acerca de esto como para dejar de lacloeste contrasentido sobre lo Mismo. El Uno no puede volver co-mo sujeto, como identidad. Porque el Uno ya no es en s mismosino polencia de reuliz.tt'in de sus mrtlos inmanenfes. Y esta

    I]TERNO RETORNO Y AZAR

    realizacin no puede especificarse como identidad, se sustrae aIa tautologa Uno = Uno, ya que es lo Abierto. el cambio, laduracin, la Relacin. No existe pensamiento del tJnc que per-mita identificarlo y reconocerlo cuando vuelve. Slo hay pen-samientos en el Uno, o segn el Uno, que son por s mismos in-flexiones de su potencia, recoridos, intuiciones.

    Hay que agregar que la univocidad prohibe toda idea de unretorno del Uno. Porque si el Uno debe volver, como lo sealaDeleuze siguiendo a Nietzsche, es que primero tuvo que ausen-tarse, salir de s. ,Cmo podra hacerlo si es unvoco'? Harafalta que fuera trabajado desde dentro por lo negativo, comoocurre con las figuras sucesivas del Absoluto en Hegel. y elSer, concebido incluso como mryitnieuto dialctico o principiode movimiento, se dira entonces en, por lo menos, dos senti-dos diferentes: la partida y el retorno, Io inmediato y la nega-cin, la exteriorizacin y la interiorizacin.

    Debemos concluir entonces que el eterno retorno (la repeti-cin) no es la permanencia del llno (ibid.), que el sujeto deleterno retorno no es lo Mismo (ibid.).

    2. Se puede pensar que el eterno retorno no es, propia y on-tolgicamente hablando, el retorno del propio Uno, sino unasuerte de ley fbrmal impuesta al caos. El mundo-Uno procede-ra de dos principios y ya no de uno solo. Estaran las tenden-cias a la disolucin y a la corrupcin como determinaciones in-manentes de lo que hay, o de la materia, y estara lr coaccindel ciclo, del retorno, de la restauracin de lo Mismo, como co-rreccin legislativa de la primera tendencia. El Universo serauna resultante, tal vez transitoria, de una lucha de principios,entre la disolucin y el retorno, un poco como, en la idea cleEmpdocles, el Ser es la escena donde el Amor y el Oclio semuestran en conflicto, el principio de conjuncin y el principiode disolucin. Se podra incluscl intentar una interpretacindeleuziana de esta interpretacin del retorno. El ascenso de

  • rl(x)

    lo virtual sera el retorno -el compromiso del Uno con los si-

    mulacros o los entes-, mientras que, sometidos a Ia sntesis dis-yuntiva, los entes mismos seran lo heterogneo y la disolucin'

    Pero sabemos que, para Deleuze, no hay entes "mismos"que supuestamente respondan a un principio interno de disolu-cin y a un principio externo de repeticin, o de retorno. Desdeluego, todo objeto es doble, tiene una parte actual y otra virtual'Sin embargo, est absolutamente excluido (aunque, 1o dije, es-ta exclusin resulte difcil cle sostener) que las dos partes delobjeto obedezcan a principios diferentes. En la medida que ha-ya una inteligibilida

  • IO2 DEI,EUZF,

    activo t' la creacin de Ia eternidad, sino una simple imitacinmaterial cle una eternidad separada y por s misma inactiva.

    Debemos comprender que, para Deleuze, el eterno retornono es de ningn modo un principio de orden impuesto al caos oa la materia. Por el contrario, el secreto del eterno.retorno [...]es que slo es el caos, la potencia de afirmar el caos (ibid.).Lo que vuelve como eternidad viviente es que todo orden (ac-tual) slo es un simulacro, y que el ser a reafirmar de este si-mulacro es la catica interf'erencia de todas las virtualidades enel Uno. No es el Uno el que vuelve, 1o dijimos. Lo que vuelvees que todo orden y todo valor, ten.sudos comr inflexiones delIJtto, slo son diferencias de dif'erencias, divergencias transito-rias, cuyo ser profundo es la interf'erencia universal de las vir-tualidades. Lo que vuelve son (ibid.).El retorno es eterna afirmacin de aquello acerca de lo cual lanica Mismidad es.justamente la dif-erencia catica.

    La posicin exacta de lo Mismo, en la expresin

  • r05r04 DELEUZE

    Hay que agregar que este retorno es eterno? S, hay que ha-cerlo. Porque si en un tiempo mensurable o finito pueden sub-sistir todava divergencias y alteridades sin concepto, ms alldel tiempo, o en su lmite, hay necesariamente una afirmacinde la confbrmidad entre lo real y su probabilidad. Para un juga-dor eterno, que lanza realmente la moneda infinitas veces,

  • 106 DIf-L]UZF,

    La (ibid.), entonces hace falta sostener que la pluralidad deacontecimientos es puramente fbrmal, y que slo hay un acon-tecimiento, que es, de alguna manera, el acontecimiento delUno. Y vimos que, en ef'ecto, Deleuze no retroceda ante estaconsecuencia. El Ser es el nico acontecimiento; (.S., 2ll).

    2. Este nico lanzamiento es afirmacin del az.ar en su tota-lidad. En efecto, el az.ar no podra basarse en una sucesin detiradas que 1o exponen a la comparacin de probabilidades y,finalmente, a su anulacin al infinito en los equilibrios de loMismo. Debe basarse y cumplirse en la nica tirada de dados.Esta tirada no es pues, en su resultado numrico, la afirmacinde su propia probabilidad o improbabilidad. E,s la afirmacinabsoluta del propio azar. Es la afirmacin del azar en una solavez>> (ibid.'), es la tirada de dados que tiene una potencia deaflrmar el Azar, de pensar todcl el azar, que no es sobre todo unprincipio sino la ausencia de todo principio (P,90). En cadalanzamiento de dados (en cada acontecimiento), hay sin dudadistincin fbrmal de los resultados numricos. Pero la potenciantima del lanzamiento es nica y unvoca, es el Acontecimien-

    ETERNO RETORNO Y AZAR

    to, y es ella quien afirma en una Tirada nica, que es la Tiradade todas las tiradas. el azar en su totalidad. Los resultados nu-mricos no son ms clue amonedamientos superficiales, simula-cros del Gran Lanzamiento.

    3. Comenzamos a ver dnde se sita el eterno retorno. Loque vuelve eternamente con cada acontecimiento, y en todaslas divergencias y sntesis disyuntivas, lo que vuelve cada vezque los dados son lanzados, es la nic:a tirada de dudos origi-nal que iene la potenc'ia de a.firmar el azar. En todas las tira-das, la misma Tirada vuelve, porqlle el ser del lanzamiento esinvariable en su deterntinac:in produc'tivn: afirmar todo el azaren una sola vez.

    Como suele sucede en la filosofa de Deler-rze, la salvacinconjunta de dos conceptos amenazados por el platonismo de1o Mismo (aqu, el az,ar y el eterno retorno) se encuentra en lapura y simple identificacin de estos dos conceptos. ,Qu es

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    el az.ar coruo o7or del propio Urto. Qu debemos entender por

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    ll0 DELEUZE

    nos oponamos a propsitt del azar. porque si partr l es el jue_go de los pliegues localizados del Todo, para m, puesto que elvaco del ser slo aparece en la superficie de una situacin co-mcr acontecimiento, el azar es la materia misma de una verdarl.Y as como las verdades son singulares e incomparables, astambin los acontecimientos azarosos, en los cuales hallan suorigen, deben ser mltiples y separados por el vaco. El azar esplural, hecho que excluye la unicidad de la tiratla tle daclos. Espof azar que nos sobreviene ese aza. En definitiva, la contin-gencia del Ser slo se cumple verdaderamente si tambin existeel Azar de los azares. Pero para Deleuze, la contingencia, cap_tada bajo la ley del Uno, se cumple de una soler pieza. No hayAzar de los azares, 1o que es el precio a pagar por la plenituddel Ser.

    Por un lado, concepcin ldica y vital del azar; por el otro,concepcin estelar del Azar de azar. Finalmente. Nietzsche .Mallarm.

    Acerca de este punto, Deleuze no prosigui la cliscusin endetalle. Yo l