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No. 121 IV ÉPOCA Remando mar adentro Seminario Diocesano de Morelia Período de circulación: Julio-Diciembre 2014 Tu Seminario Vox Nova: Jóvenes Adolescentes Constructores Familia Sección-Sita: Niños Humor TEOLÓGICA-FILOSÓFICA La paz en la Evangelii Gaudium NOS TOCA La Familia y la paz PROYECTO ADOLESCENTE El estrés, realidad que quita la paz interior y exterior NOVEDADES Proceso del Siervo de Dios: Vasco de Quiroga ¡Encuentra en el interior un poster de San Juan Pablo II! ARGOS 121.indd 1 17/05/2014 07:12:36 p.m.
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Argos #121

Apr 07, 2016

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Argos en esta ocasión nos habla del tema: La Paz. Ella se construye día a día, en la instauración de un orden querido por Dios.
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No. 121IV ÉPOCA

ArgosRemando mar adentro

Seminario Diocesano de MoreliaPeríodo de circulación: Julio-Diciembre 2014

Tu Seminario Vox Nova: Jóvenes Adolescentes Constructores Familia Sección-Sita: Niños Humor

“LA PAZ se construye día a día, en la instauración de un orden querido por

DIOS”

TEOLÓGICA-FILOSÓFICALa paz en la Evangelii Gaudium

NOS TOCA La Familia y la paz

PROYECTOADOLESCENTE

El estrés, realidad que quita la paz interior y exterior

NOVEDADESProceso del Siervo de Dios: Vasco de Quiroga

¡Encuentra en el interior un poster de San Juan Pablo II!

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Semestral: $40.00 MX

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Director GeneralP. Martín Barbosa Venegas

Responsables de la edición

Consejo Editor(Academia de Periodismo del

Seminario Diocesano de Morelia)

Coordinador General:Sem. Luis Alonso Gutiérrez Gutiérrez

Jefe de Información:Sem. René Pérez Montiel

Redacción:Sem. Enrique Márquez Corono

Secretaría:Sem. Néstor Armando Yahuaca Cortez

Diseño Editorial:Sem. Luis Alonso Gutiérrez GutiérrezSem. Luis Enrique Tinoco CamachoSem. Adolfo Ángel Isidro Rosales

Sem. José Orozco GaonaPublicidad y Patrocinios:Sem. Óscar Patiño Flores

Sem. Martín Irving Solorio PazDistribución:

Sem. Néstor Armando Yahuaca CortezSem. José Ricardo Garduño Hernández

Sem. Dimas Pérez HernándezFotografía:

Sem. Juan Acevedo LemusSem. Mauricio Heriberto Terrasas Solís

AdministraciónSem. Óscar Patiño FloresAsesoría Externa

Coordinación GeneralEva Sánchez MagañaProducción y Edición:

Sebastián González de la Vega AlcántaraAsistentes de Edición:Blanca Gutiérrez Pérez

Frida Navidad Adame Urtiz

Agencia UVAQ

DirecciónSeminario Diocesano de Morelia

Inchátiro 145, Col. Vista BellaMorelia, Mich.

Tel. (443) 11 30 800

Publicación semestralDel 2do semestre: Enero-Junio 2014

Período de circulación: Julio-Diciembre 2014

ContenidoEDITORIAL

TEOLÓGICA-FILOSÓFICA: La paz en la Evangelii Gaudium

SEMBLANZAS: El Profeta de la Paz: Un obispo que anuncia el Evangelio en unmomento violento

VOCACIONES: La importania de orar por las vocaciones

BIENHECHORES: Carta de San Lorenzo a los Bienhechores

NOVEDADES: Un nuevo momento en la vida del Seminario: “La casa de Nivelación”.

PARA REFLEXIONAR:Un relato casi inverosímil

MENSAJES DEL PAPA:Diez mensajes del papa Francisco para la Jornada de la Paz 2014

Semblanza de Juan XXIII, santo: el Papa bueno

Las cifras claves del pontificado de san Juan Pablo II

FORO: ¡¡Atrévete!!

¡OTRO NIVEL!: Construyendo nuestra vida, construyendo nuestra paz

SEMILLERO: He descubierto la alegría del servicio

PROYECTO ADOLESCENTE: El estrés, realidad que quita la paz interior y exterior

HÉROES: Alfonso García Robles, Un michoacano de paz

ACÁ ENTRE NOS: La violencia en la relación de pareja

NOS TOCA: La familia y la paz

RELATOS:El amor: símbolo de amistad

¡PRECAUCIÓN! ¡NIÑOS APRENDIENDO!: Los frutos del ESpíritu Santo I

¡La risa, signo de alegría!

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4a SECCIÓN VOX NOVA JÓVENES

1a SECCIÓN Tu Seminario

5a SECCIÓN Adolescentes Constructores

6a SECCIÓN FAMILIA

7a SECCIÓN-sita

8a SECCIÓN HUMORÍSTICA

DIRECTORIO

121ENERO-JULIO 2014 / IV ÉPOCA

ArgosRemando mar adentro

ARGOS es una publicación semestral de la Academia de Periodismo del Seminario Dioce-

sano de Morelia. Fundada en 1971. La IV época comienza en el No. 110.

2a SECCIÓN Suplemento

3a SECCIÓN Especial

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Pbro. Martín Barbosa VenegasRector

Editorial“El que viene de lo alto está por encima de todos; pero el que viene de la tierra pertenece a la tierra y habla de las co-sas de la tierra.” (Jn 3, 31)… esta expresión del apóstol san Juan en su evangelio como parte de la liturgia de la palabra presentado estos días de la vivencia del tiempo pascual nos ubica en el contexto de historia de salvación en la que Dios nuestro Padre quiere bendecirnos milagrosamente.

Al presentar este siguiente momento de la vida del Semi-nario, en nuestra revista, nos experimentamos bendecidos por Dios desde sus “alturas”, primero por este tiempo de renovación y frescura que alienta nuestra vida y, enseguida, por su intervención directa en el universo, sobre todo dentro de la vida de los seres humanos con el acontecimiento de la canonización de dos Papas de los últimos tiempos, llama-dos ahora, San Juan XXIII y San Juan Pablo II.

La Pascua siempre es “la gran bendición” y, prepararla, celebrarla, festejarla contiene una experiencia única que, si se vive, fortalece de modo inigualable el caminar de la vida cristiana. Ella contiene un verdadero caudal sacramen-tal para todos, especialmente para aquellos que, como ca-tecúmenos, desean alegremente recibir la gracia de Dios incorporándose a la Iglesia. El Seminario experimenta este caminar con signos propios como son: la misión de pascua, los retiros de promoción y discernimiento vocacional, que dejan un sabor espiritual y una tarea de formación que emo-cionan e iluminan lo que corresponde hacer en adelante.

Las canonización de los santos acaecida en este tiem-po nos hablan de esa continua invitación de Dios a buscar por todos los medios la santidad, como esfuerzo constante

y diario sin quedarnos contemplando nuestras debilidades, que nos hacen dudar y hasta desanimar, sin embargo, “el que viene del cielo está por encima de todos. Da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.” (Jn 3, 32-33)… continúa diciendo san Juan, con lo cual quiere ayudarnos a clarificar nuestra visión sobre lo que la vida nos presenta, los testimonios de Dios sobrepasan las con-sideraciones humanas y nos dejan ver lo que de veras vale.

La situación de nuestro México, de nuestro estado, de todos nuestros ambientes sigue pidiendo, de parte de to-dos y de cada uno, un compromiso serio para encontrar los senderos de la paz y, con ella, la seguridad y la confian-za necesarias para la verdadera convivencia. Tomar con-ciencia cristiana de la Pascua de Nuestro Señor Jesucristo y de lo que significa ser santos como lo fueron nuestros antepasados es idea, luz y camino seguro para lograr con mucha dedicación lo que más anhelamos: un ambiente de paz universal.

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No hay camino para la paz, la paz es el camino.

Cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar el po-der de la bomba atómica yo sugerí la mejor de to-das: La paz.

O caminamos to-dos juntos hacia la paz, o nunca la encontraremos.

Mahatma Gandhi Político y pensador indú

Albert Einstein Científico alemán

Juan Pablo II Santo

La paz exige cua-tro condicio-nes esenciales: V er d a d , justicia, amor y libertad.

Benjamin Franklin Estadista y científico estadounidense

Antoine de Saint-ExuperyEscritor francés

Si queremos un mundo de paz y

de justicia hay que poner decididamente la inteligen-cia al servicio del amor.

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Palabras de sabiduría...

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La Paz en la Evangelii

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La paz es un deseo de toda persona, todos queremos vivir en paz. Pero no todos coincidimos en los caminos que nos llevan a conseguir tan anhelado fin. El Papa Francisco en el capítulo IV de la Evangelii Guadium prone el camino se-guro que nos conduce a la paz. En el documento pontificio al tratar el tema de la paz, lo primero que señala son las concepciones falsas de la paz.

El Papa sostiene que la paz no debe ser entendida como una sim-ple ausencia de violencia lograda por la imposición de un sector sobre los otros (218) La paz no surge del dominio del más fuerte sobre el más débil, puesto que no se respetarían los derechos de este último y sería la irracional aplicación de la ley del más fuerte. Cuando el más fuerte domina pareciera que todo está en paz, pero en realidad esto es una falacia ya que se está ejerciendo una fuerte violencia sobre el más débil. El Papa propone una visión positiva de la paz, es decir, ésta es fruto del amor al prójimo, que se nos revela en el Evangelio. Cuando a Jesús le pre-

guntan ¿quién es mi prójimo? no da una respuesta teórica, sino que ofrece la hermosa parábola de Buen samaritano (Lc 10, 25-37) en la cual nos señala una forma de recono-cer al otro como hermano y ser solidario con él.

La paz tampoco es la ausencia de guerra fruto del equi-librio siempre precario de las fuerzas (219). Por el contrario, la paz auténtica es fruto de un orden justo, que promue-

va al hombre integral. Por tanto, la paz no se logra por acuerdos, sino que se va construyendo en la vida de todos los días, en la manera de organizar la vida de cada nación, cuando los responsables de dirigir los destinos ejercen su función con toda responsabilidad, buscando dis-tribuir los recursos de manera equi-tativa entre los ciudadanos. Es un

trabajo lento que se logra con el esfuerzo de cada persona por crear las condiciones en las que todos tangan igualdad de oportunidades.

Recordando que la dignidad de la persona humana y el bien común son los dos ejes centrales de la vida social, el Papa se detiene a proponer cuatro principios necesarios para avanzar en la construcción de un pueblo en paz, justi-cia y fraternidad. Estos cuatro principios son:

El tiempo es superior al espacio (222-225): aquí en-fatiza la importancia de los procesos para construir un pue-blo, sabiendo que ello nos permite trabajar a largo plazo, sin obsesionarse por resultados inmediatos. En una menta-lidad en la que todo se mide por el éxito de los resultados inmediatos, el Papa propone un proceso de evangelización en el que los proyectos estén pensados hacia el futuro. Por ejemplo, hoy cada vez es más evidente una descomposi-

Pbro. Lic. Javier Solís MuñozPrefecto de Disciplina de Filosofía

“...la paz auténtica es fruto de un orden justo, que promueva al hombre integral.”

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ción del llamado tejido social, en que los valores tradiciona-les de las familias se están perdiendo. Ante esta realidad, es urgente hacer un trabajo con las familias que nos lleve a recuperar su papel de células formadores de valores que, con el paso de tiempo, podamos ver sus frutos en perso-nas más sanas y libres de resentimientos, capaces de ser constructores de una nueva sociedad en la que se den las condiciones necesarias para se logre la ansiada paz.

La unidad prevalece sobre el conflicto (226-230):

El conflicto es una realidad que no puede ser ignorada en el trato entre personas, pero hay varias maneras de situarse ente él. Algunos solo lo miran, pero, a la menera del levita de la parabola, dan un rodeo y siguen su camino como si no pasara nada. En cambio, otros se sumergen tanto en el conflicto que se quedan en él como prisioneros perdiendo el rumbo. Para el Papa, en la sociedad, el conflicto no puede ser ignorado ni disimulado, sino que tiene que ser asumido, sin detenerse en la coyuntura conflictiva sino percibiendo el sentido de la unidad profunda de la realidad. “Aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso: ¡Felices los que trabajan por la paz!” (227). Formula aquí por primera vez la propuesta de un “pacto cultural” que luego retomará en el apartado dedicado al diá-logo.

La diversidad no debe ser motivo de division, sino que es una gran riqueza, se manifiesta en ella la belleza de las diferentes culturas. Pero es necesario llegar a la convicción de que sólo en una diversidad reconciliada se puede lograr la paz.

La realidad es más importante que la idea (231-233):

para el Papa, existe una tensión bipolar entre la idea y la realidad y señala que es peligroso vivir en el reino de la sola palabra, de la imagen, del sofisma y por ello concluye que la realidad es superior a la idea (231). Este criterio hace referencia a la Encarnación de la Palabra y su puesta en práctica (233).

El todo es superior a la parte (234-237): finalmente, recogiendo la tensión entre globalización y localización, el Papa señala que “se trabaja en lo pequeño, en lo cercano, pero con una perspectiva más amplia” (235), siguiendo el modelo del “poliedro, que refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan su originalidad” (236).

Estos principios se abren a la dimensión del diálogo

como primera contribución para la paz y se extienden, a lo largo de la Exhortación, al ámbito de la ciencia, del ecume-nismo y de las religiones no cristianas.

En los números 238-258 el Pontífice aborda el tema del

diálogo social como contribución a la paz.

“La diversidad no debe ser motivo de division, sino que es una gran riqueza, se manifiesta en ella la belleza de las diferentes culturas.”

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Luego de haber desarrollado la importancia de la dignidad humana y del bien común, presenta unas orien-taciones sobre la evangelización y el camino del diálogo. Así, señala tres campos de diálogo para la Iglesia: con los Estados, con la sociedad, que incluye el diálogo con las culturas y con las ciencias, y con los otros creyentes que no forman parte de la Iglesia Católica (238).

Diálogo con el Estado. El Papa ofrece la colaboración de la Iglesia con las autoridades tanto nacionales como in-ternacionales en la formación de personas con una actitud positiva, responsible de hacer lo que él llama un “pacto cul-tural”, que favorezca el encuentro con las diversas culturas en la búsqueda de lograr una sociedad más justa en la que no haya excluídos.

Al Estado le compete la promoción del bien común. En el documento se reconoce que la Iglesia no tiene soluciones para todas las cuestiones particulares, por lo cual se hace necesaria la mutua colaboración entre la Iglesia y el Estado.

Diálogo con la ciencia. Es necesario superar la vision reducida que se queda solo en lo empírico y cae en el cien-tismo y en el positivismo. La Iglesia no debe tener miedo al auténtico progreso de las ciencias, sino que está llamada acoger de manera positiva el avance de la ciencia y de la técnica con todos los beneficios que aporta, pero al mismo tiempo estar atenta para advertir los riesgos y abusos que éste comporta, puesto que todo lo bueno puede ser usado mal, lo cual no implica ninguna confrontación.

El diálogo ecuménico. Este es otro punto importante en el que hace hincapié el Santo Padre puesto que es con-dición indispensable para allanar el camino hacia la cons-trucción de la paz. Subraya la necesidad de concentrarse en las convicciones que nos unen y respetar la jerarquía de las verdades; como también la importancia de conocer a los otros cristianos, no solo para estar informados, sino también para acoger lo que Dios ha sembrado en ellos y nos puede enriquecer a los demás.

El diálogo interreligioso debe evitar todo fundamentalis-mo, y promover la apertura a la paz y a la justicia. Es un diálogo que, por parte de los cristianos, debe compaginarse con el anuncio de la fe, sin caer en lo que podría ser un sin-cretismo conciliador meramente diplomático o táctico, de lo contrario sólo engañaríamos al otro, privándole de un don que se tiene para compartirlo generosamente.“El cristiano debe

definirse y optar con todo aquello

que contribuye a la paz...”

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Los educadores deben formar a los cristianos en el res-peto a la libertad religiosa como derecho fundamental y en el aprecio a las diversas tradiciones religiosas. Aunque mu-chas de ellas carezcan de los sacramentos, en ellas actúa el Espíritu Santo sembrando con su gracia la semilla del Evangelio que espera nuestra labor evangelizadora. Ade-más, de su sabiduría práctica podemos aprender todos para vivir mejor nuestras propias convicciones. Y no solo de los creyentes sino también de todas las personas de buena voluntad, que sin seguir ninguna tradición religiosa, “buscan sinceramente la verdad, la bondad y la belleza, que para nosotros tienen su máxima expresión y su fuente en Dios” (257).

Por ese motivo se puede concluir que la educación cristiana debe formar personas para el diálogo y para la ética, en el camino de la trascendencia y explicitando la di-mensión social del anuncio del Evangelio. El cristiano debe definirse y optar con todo aquello que contribuye a la paz, puesto que tiene como misión construir el reino de Dios en la tierra, cuyos valores son el amor y la justicia que son ca-minos seguros para conseguir la paz.

Vale la pena leer...

En este documento, Francisco ofrece una visión motivadora e interpelante acerca del espíritu misione-ro y evangelizador de la Iglesia, a partir de una trans-formación misionera en la que no rehúye un análisis de la sociedad actual y ofrece claves para el anuncio evangélico en el mundo actual.

Con la exhortación apostólica Evangelii Gaudium (“La alegría del Evangelio”), el Papa Francisco quiere que la Iglesia salga a llevar a la gente el anuncio cris-tiano. La tarea, advierte, requiere ser creativo, a fin de encontrar modos de llegar a todos, y para eso es más importante el espíritu interior que la programación.

En este anuncio se hace especial hincapié en tres cuestiones sociales, como son “la inclusión social de los pobres”, “la paz” y “el diálogo social”, para in-cluir como colofón la influencia del Espíritu Santo en el anuncio misionero y el ejemplo de la Virgen María como “Madre de la Iglesia evangelizadora”.

La exhortación está estructurada en una introduc-ción y cinco capítulos: 1) “La transformación misionera de la Iglesia”, 2) “En la crisis del compromiso comuni-tario”, 3) “El anuncio del Evangelio”, 4) “La dimensión social de la evangelización” y 5) “Evangelizadores con espíritu”.

EVANGELII GAUDIUMExhortación Apostólica del Santo Padre Francisco sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual

24 de noviembre de 2013

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† Mons. Juan Espinoza JiménezObispo Auxiliar de Morelia

Un obispo que anuncia el Evangelio de la paz

en un mundo sumanente violento

El Profeta de la paz

Hombre sencillo, humilde, silencioso, sacrificado y lleno de fe; buen religioso, observador de los votos de pobreza, cas-tidad y obediencia; Pastor obediente y siempre abierto a la voluntad de Dios…, así podría describir a mi hermano en el episcopado, Mons. Miguel Patiño Velázquez, M.S.F., Obis-po de Apatzingán. Desde hace más de 30 años que pasto-rea esa porción de la Iglesia y que acompaña aquel pueblo que ha pasado por muchas vicisitudes y sufrimientos.

Don Miguel, como Pastor de esa grey de Tierra Caliente, se ha esforzado por caminar junto a sus fieles, les ha acompañado en sus ale-grías, sufrimientos, triun-fos, fracasos, anhelos, ilusiones, pero también ha estado cerca de ellos en sus luchas y dolores, en la angustia y el temor, en el odio y deseos de venganza, en la guerra y en la muerte. A cuán-tos de sus hijos en la fe, después de violentos en- cuentros, ha tenido que ungir poniéndolos en las manos del Padre Celestial, a cuántos padres de familia ha tenido que consolar y fortalecer con las palabras del Evangelio y su cercanía paternal, a cuán-tos jóvenes a dirigido su palabra amorosa para invitarlos a cambiar sus armas que aniquilan por una vida más digna,

humana y cristiana. ¡Que impotencia ha de experimentar este Obispo, cuando contempla a su pueblo ensangrentado por el flagelo de la extorsión, los secuestros y la muerte! En este ambiente tan violento podría parecer que la voz del Pastor es inútil, acallada e ignorada.

Y sin embargo, aquel hombre silencioso y sacrificado, jamás ha dejado de hablar y de ser mensajero de Paz. Con humildad ha anunciado el Evangelio a diestra y sinies-

tra, haciéndose voz de los que son asilenciados, defen-diendo a quienes son maltra-tados, consolando a quienes lloran, ayudando a quienes han perdido todo e invitan-do enérgicamente a la con-versión a quienes provocan sufrimiento y muerte. Su voz de Pastor ha resonado tam-bién de muchas maneras en los recintos gubernamenta-les y en los oídos de quie-nes deberían de defender y poner orden en aquellas tie-rras. Todo esto lo ha hecho

como humilde servidor del Evangelio, con la ternura y la energía de Cristo, Buen Pastor. Soy testigo de su angustia, de su dolor y de su impotencia, pero también de su gran amor por su pueblo, de su fe y de su esperanza cristiana, que lo lleva a no desalentarse y a confiar en que para Dios no hay imposibles…

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A sus sacerdotes los ha acompañado e invitado cons-tantemente a ser universales, a saber atender a todos sus fieles de la misma manera, sin preferencias, sin partidis-mos, sin discriminación de nadie. Ha querido que el sacer-dote sea de todos y para todos. Nunca ha tomado partido por algún grupo o cártel, y siempre ha procurado que él y sus sacerdotes amen a todos por igual, a ejemplo del Pa-dre Providente que hace salir su sol sobre buenos y malos. A sus fieles los ha guiado con las palabras del Evangelio, invitándolos al perdón y a la reconciliación. Su corazón de Pastor se siente lastimado cuando contempla que sus hijos se maltratan entre ellos y hasta se matan. Ha intentado de muchos modos, junto con sus sacerdotes, ahuyentar a los “lobos rapaces” que amedrantan y abusan de su rebaño… pero pareciera que las fuerzas del mal son más fuertes que las débiles fuerzas de un humilde Obispo y de su pobre presbiterio. ¡Qué misterio…! Semejante al de la pasión y muerte de Jesucristo en la Cruz.

El grito de Cristo en la cruz, Don Miguel, lo repite a dia-rio: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?”. Es un grito de dolor, de angustia, de sufrimiento, de agonía, pero también, un grito de confianza total, de abandono en las manos de Aquel que todo lo puede y que es capaz de transformar el sufrimiento en alegría y la muerte en vida.

La Diócesis de Apatzingán es una Iglesia particular que ha sufrido mucho, a pesar de las grandes riquezas natu-rales, humanas y espirituales con las que cuenta, y quizá debido a ellas mismas. Aquella zona es como la de “Jericó”, en Tierra Santa, fértil, generosa y un oasis en medio del ca-lor; zona de muchos minerales y de gente muy trabajadora y de fe. Pero desafortunadamente, zona de conflicto, lugar

de disputas, de odios, de envidias, ambiciones, engaños y descuidos. ¡Que misión tan grande para Don Miguel!, ¡Que cruz tan pesada le ha tocado cargar! Sólo la luz de la fe, la fuerza de la esperanza y la ternura del amor pueden cam-biar el rostro de esta grey tan lastimada y ofendida. En este ambiente tan adverso, Don Miguel no se cansa de anunciar que el Señor nos ha prometido en Cristo “un cielo nuevo y una tierra nueva” y sigue invitando a sus sacerdotes y fieles a poner su esfuerzo para cambiar este rostro oscurecido, maltratado y ensangrentado por un rostro nuevo, lleno de luz y claridad para todos. ¡Ayudemos con nuestra oración y esfuerzo para que la paz auténtica regrese a aquellas tie-rras!

Mons. Miguel Patiño Velázquez, M. S. F. (La Piedad, Mi-choacán, 30 de septiembre de 1938). Es Obispo de Apat-zingán desde 1981.

Don Miguel Patiño Velázquez fue ordenado sacerdote el 16 de junio de 1963 para la Congregación de Misioneros de la Sagrada Famila, de la cual es integrante; el 9 de abril de 1981 fue nombrado III Obispo de Apatzingán por el papa Juan Pablo II, siendo congrado como tal el 21 de mayo del mismo y fungiendo como consagrante Mons. Girolamo Pri-gione, Nuncio Apostólico en México y como Co-consagran-tes Mons. José Fernández Arteaga, Obispo de Colima y su inmediato antecesor en la sede de Apatzingán y Mons. Vic-torino Álvarez Tena, Obispo de Celaya y que había sido el primer titular de la Diócesis de Apatzingán.

Para saber más...

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Una de las experiencias más hermosas y fructíferas en la vida de la Iglesia es sin lugar a dudas la oración. La oración que es definida como un momento de diálogo, de encuentro en el que la persona entra en contacto con la realidad Divi-na, abre su corazón para ponerle delante sus ideales, sus proyectos, su misma vida y hacerlo oyente de su Palabra divina.

El Papa Francisco habla también de la importancia de la Oración por las vocaciones y dice: “En muchos lugares escasean las vocaciones al sacerdocio y a la vida consa-grada. Frecuentemente esto se debe a la ausencia en las comunidades de un fervor apostólico contagioso, lo cual no entusiasma ni suscita atractivo. Donde hay vida, oración, fervor, ganas de llevar a Cristo a los demás, surgen vocacio-nes genuinas. Aun en parroquias donde los sacerdotes son poco entregados y alegres, es la vida fraterna y fervorosa, de la comunidad la que despierta el deseo de consagrarse enteramente a Dios y a la evangelización, sobre todo si esa comunidad viva ora insistentemente por las vocaciones y se atreve a proponer a sus jóvenes un camino de especial consagración.” (EG 107).

El Papa emérito Benedicto XVI impulsaba a toda la Igle-sia a orar incansablemente por las vocaciones y decía: la oración constante y profunda hace crecer la fe de la comu-nidad cristiana, en la certeza siempre renovada de que Dios nunca abandona a su pueblo y lo sostiene suscitando vo-caciones especiales, al sacerdocio y a la vida consagrada, para que sean signos de esperanza para el mundo.

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La importancia de orar por lasvocaciones

Pbro. Víctor Manuel Ramírez SalgadoCoordinador de Pastoral Vocacional Diocesana y Misiones

“Donde hay vida, oración, fervor, ganas de llevar a

Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas.”

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Las vocaciones sacerdotales y religiosas nacen de la experiencia del encuentro personal con Cristo, del diálogo sincero y confiado con él, para entrar en su voluntad. Por ello, es necesario, pues, crecer en la experiencia de fe, es necesario orar sin desfallecer para que muchos sean capa-ces de acoger la llamada de Dios.

Las comunidades cristianas tienen que vivir, pues, un intenso clima de fe, un generoso testimonio de adhesión al Evangelio, una pasión misionera que introduzca al don total de sí mismo por el Reino de Dios, alimentado por la parti-cipación en los sacramentos, en particular la Eucaristía, y una fervorosa vida de oración que sin duda dará abundan-tes vocaciones. (Cfr. Mensaje del Papa Benedicto XVI para la L Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones)

Por eso hoy más que nunca urge que las comunidades, las parroquias y las familias sean verdaderos espacios en donde se promueva y se viva con alegría la oración por las vocaciones. Porque la oración es lo que hace que el cora-zón de la persona pase de ser un terreno duro y pedregoso, a ser un terreno suave y dispuesto que acoge la Palabra de Dios y da fruto del ciento por uno.

Para orar...

Oh, Jesús, Pastor eterno de las almas,

dígnate mirar con ojos de de misericordia

a esta porción de tu grey amada.

Señor, gemimos en la orfan-dad,

dános vocaciones, danos sa-cerdotes, religiosos y religiosas,

misioneros y laicos santos.

Te lo pedimos por la Inmacula-da Virgen María de Guadalupe,

tu dulce y Santa Madre.

Oh Jesús danos vocaciones según tu corazón.

Amén.

ORACIÓN POR LASVOCACIONES

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Tal vez les parezca ex-traño que un diácono martirizado en el año 258 después de Cristo redac-te una carta para ustedes amigos bienhechores, pero quisiera que me co-nocieran y escuchen algu-nas palabras que deseo compartir con ustedes respecto de la caridad.

En primer lugar quiero que sepan que mi ministerio con-sistía en asistir a los pobres de Roma, al ser apresados algunos de mis compañeros junto con el Papa, se me concedió un cierto tiempo para recoger los tesoros de la Iglesia y entregarlos a las autoridades. Inmediatamen-te distribuí el dinero disponible a los pobres y luego los presenté como el verdadero tesoro de la Iglesia. Por ello ahora me recuerdan como el gran exponente de la cari-dad eclesial.

La actividad caritativa ha estado presente en la Iglesia desde sus inicios, pues el amor al prójimo enraizado en el amor a Dios es una tarea para cada fiel, pero al mis-mo tiempo para toda la comunidad eclesial. Los primeros cristianos eran conscientes de esta tarea:

“Todos los creyentes estaban de acuerdo y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y re-partían el importe de las ventas entre todos, según las necesidades de cada uno”. (Hech, 2, 44-45).

A medida que el número de cristianos aumentaba, resul-taba imposible mantener esta forma radical de comunión material. Pero el principio fundamental ha permanecido: en la comunidad de creyentes no debe haber una forma de pobreza en la que se le niegue a alguien los bienes necesarios para una vida decorosa.

Con el paso del tiempo y el crecimiento de la Iglesia, el ejercicio de la caridad se estableció como uno de sus ám-bitos esenciales, junto con la administración de los Sa-cramentos y el anuncio de la Palabra: practicar el amor a

Carta de San Lorenzo a los Bienhechores

los más necesitados de todo tipo, pertenece a su esencia tanto como el servicio de los Sacramentos y el anuncio del Evangelio.

“Una Iglesia sin caridad no existe...”

Papa Francisco

Ahora queridos bienhechores ¿cuáles son los elemen-tos que deberían acompañar la esencia de la cari-dad que brindan al Seminario? Les compartiré algunas ideas sobre tan sublime ejercicio:

1.- Debe ser la respuesta a una necesidad in-mediata en una determinada situación: ésta debe brotar del encuentro con Dios en Cristo, suscitando en us-tedes el amor y abriendo su espíritu al otro, de modo que el amor al prójimo ya no sea un mandato por así decir impues-to de alguna manera desde fuera, sino una consecuencia que se desprende de su fe, la cual actúa por la caridad.

2.- La actividad caritativa es la actualización aquí y ahora del amor que el hombre siempre necesita: un mundo mejor se construye haciendo el bien y en primera persona, con alegría, pasión y donde sea posi-ble. Con un corazón que ve dónde se necesita amor y actúa en consecuencia.

3.- La caridad es perfecta en sí misma y no bus-ca otros fines: el amor es gratuito, no se debe realizar con otro fin. El amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor testimonio del Dios en el que creemos y que nos impulsa a amar. El cristiano sabe cuándo decir una palabra sobre Dios y cuando callar para que hablen sólo sus obras de amor.

Espero que con estas líneas que les dirijo a ustedes que-ridos bienhechores haya lagrado conscientizarlos sobre la sublimidad de la fe que predicamos y que se refleja en la caridad, de modo que a través de su actuación y ejemplo sean testigos creíbles de Cristo.

Se despide de ustedes el mártir por Cristo, San Lorenzo.

Sem. Juan Carlos García GarcíaTercero de Teología

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SACERDOTES...

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bienhechoresVasco de Quiroga nació en Madrigal de las Altas Torres,

Ávila, España en el año de 1470 y murió en Pátzcuaro el 14 de marzo de 1565. Llegó a la Nueva España como oidor de la segunda audiencia dentro del grupo de abogados que tenían como meta defender las causas de manera justa y equitativa. Vasco de Quiroga en este tiempo brilló como un ilustre jurista. Esta fama le sirvió para ser propuesto como primer obispo de Michoacán. Así ocurrió, fue elegido primer obispo de Michoacán desde el 18 de agosto de 1536 hasta la fecha de su muerte.

Durante toda su labor episcopal se caracterizó por tener un amor entrañable por los indígenas, a quienes les dedicó mucho de su tiempo. Don Vasco buscó todos los medios posibles para que la obra de la evangelización fuera, no sólo en el ámbito de la fe, sino que también incluyera la promoción de la persona como tal. Fue tal la conquista que realizó Don Vasco para la fe en Dios que se ganó el que los indígenas lo llamaran “Tata Vasco”, mostrando así el afecto filial que los indígenas le tenían a Vasco de Quiroga.

A lo largo de todo su gobierno episcopal Don Vasco brilló por la calidad humana, por ser hombre de Dios y dado a los demás. Gozó de muy buena fama dentro de su jurisdicción como fuera de la diócesis. Existen muchos datos bibliográ-ficos en donde se expresa la figura de Tata Vasco con una excelente reputación.

Teniendo esto como un marco referencial, a dos años de haber asumido el gobierno de la Arquidiócesis de Mo-relia, Don Alberto Suárez Inda se da a la tarea de iniciar el proceso de canonización del primer obispo de Michoacán, pidiendo el nihil obstat de la Santa Sede el día 5 de sep-tiembre de 1997 y se tuvo respuesta el día 20 de octubre de 1997, de modo que desde este momento a Don Vasco se le llama Siervo de Dios Vasco de Quiroga. Así, el día 10 de noviembre de 1997 en la Basílica de Nuestra de Señora de la Salud en Pátzcuaro, Mich., se realiza la sesión de apertura, quedando constituido el tribunal de esta mane-ra: Postulador: Pbro. José Luis Bello Chávez, que de Dios goce; Promotor de Justicia: Pbro. Lic. Faustino Aguilar Mar-tínez; Juez Delegado: Pbro. Lic. Francisco García Aguilar; Notario: Pbro. Lic. Salvador Vázquez Flores. Ahora bien, como la causa que se está instruyendo es antigua, llamada también causa histórica, se nombra para ello una comisión de historia que está conformada por: Pbro. Efrén Cervantes Cervantes, como el coordinador; Mtro. Armando Mauricio Escobar Olmedo y Mtro. Pascual Guzmán de Alba.

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Pbro. Lic. Abraham Díaz HernándezSecreatario General

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Estuvieron presentes en esta sesión solemne de aper-tura: el Sr. Arz. Don Alberto Suárez Inda, Nuncio Apostólico Don Justo Mullor, el Excmo. Sr. Dr. D. Estanislao Alcaraz Fi-gueroa, Arzobispo Emérito de Morelia; el Excmo. Sr. Dr. D. Miguel Patiño Velázquez, Obispo de Apatzingán; el Excmo. Sr. Dr. D. Salvador Flores Huerta, Obispo de Ciudad Láza-ro Cárdenas; el Excmo. Sr. Dr. D. Carlos Suárez Cázarez, Obispo de Zamora; el Excmo. Sr. Dr. D. Rogelio Cabrera López, Obispo de Tacámbaro; el Excmo. Sr. Dr. D. José de Jesús Sahagún de la Parra, Obispo emérito de Ciudad Lá-zaro Cárdenas; el Excmo. Sr. Dr. D. Rogelio Sánchez Gon-zález, Obispo Emérito de Colima.

En todo el proceso de investigación se realizaron un to-tal de cincuenta sesiones, 33 de ellas se realizaron para in-terrogar a testigos; 8 para tomar el juramento de fidelidad a los que participan en el tribunal; seis sesiones para entregar el material y realizar el cotejo; una para el reconocimiento de los restos del Siervo de Dios; una de la sesión de aper-tura, y finalmente la sesión de la clausura el día 21 de enero de 2014.

El tiempo que se invirtió para la instrucción de la causa fue de casi diecisiete años. En este proceso han intervenido: tres postuladores; tres delegados episcopales; un promotor de justicia; dos notarios actuarios; dos notarios adjuntos. El Tribunal que concluyó este proceso en su etapa diocesana

está constituido de la siguiente manera: Postulador: Pbro. Lic. Salvador Vázquez Flores; Delegado Episcopal: Pbro. Lic. Abraham Díaz Hernández; Promotor de Justicia: Pbro. Lic. Faustino Aguilar Martínez; Notaria Actuaria: María Enri-queta Aguirre Caballos; Notarios Adjuntos: Lic. Alicia Jaco-bo Gómez y Pbro. David Cervantes Ayala

Es de tener presente que el presente que el total de los folios enviados a la cuidad de Roma da un total de 32,642.

Este acto de clausura, que se realizó en la Catedral de

Morelia el día 21 de enero, es el final del proceso diocesa-no de Canonización de Siervo de Dios Vasco de Quiroga. El segundo es en la ciudad de Roma. Este proceso en su etapa romana ini-ció el pasado 29 de abril de 2014 en la Congregación para las Causas de los Santos.

Ahora no nos resta más que pedir a Dios que nos con-ceda la gracia de tener en los altares al primer obispo de Michoacán, el Sier-vo de Dios Vasco de Quiroga.

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Uno de los capítulos más curiosos que han surgido de las múltiples guerrillas sostenidas por grupos antagónicos que en Centroamérica han luchado por imponer sus ideologías, nos lo ofrece la experiencia de encarcelamiento sufrida por un hombre que decidió sobrevivir por encima de sus perso-nales circunstancias, las cuales eran, por demás, adversas.

En un desafortunado enfrentamiento cayó en manos de sus opositores quienes, luego de propinarle una golpiza que lo dejara en condiciones verdaderamente lastimosas, tomaron la decisión de someterlo a un tormento lento y cruel sobremanera:

Lo confinaron a un espacio muy re-ducido y oscuro. Ni acostado ni parado podía estar totalmente “estirado”. El pe-queño “cubo” al cual fue reducido no le permitía mayor movimiento.

Disponía por breves segundos de un ligero destello de luz cuando se abría la puertecilla por donde le pasaban algo para que se alimentara.

Aquel pequeño lugar fue para él: ha-bitación, comedor, baño y cualquier otra cosa que necesitara.

Tres años después de su confina-miento se sabía que estaba vivo porque regresaba vacío el plato donde le pasa-ban algún alimento que por fortuna no podía mirar.

En tiempos en los cuales el calor era asfixiante per-manecía con la nariz pegada a la puertecilla tratando de obtener un sorbo de aire. Imposible saber si era de día o de noche.

Deseaba escuchar al menos alguna mala palabra pero ni eso se le daba a sus oídos.

En aquel ambiente sumamente insalubre, sabía que su salud se iba deteriorando únicamente por los dolores cada vez más presentes en su cuerpo.

Nunca un alimento digno, nunca un pedazo de cobija para enfrentar el frio suelo de los meses de invierno. Pensar en la oportunidad de bañarse era una idea que ya no ronda-ba por su cabeza.

Cuando fue por fin encontrado, a pocos días de cumplir-se los tres años y medio de su detención, no se le podía lle-var directamente a la luz porque sus ojos no la consentían y su piel no aceptaba el más pequeño rayo de sol.

La recuperación de aquel hombre fue muy lenta y desafortunadamente incompleta; pero, sin lugar a dudas, lo que más sorprendió a todos fue su res-puesta ante una de las preguntas de sus amigos:

– ¿Cómo es posible que no te hayas vuelto loco en todo este tiempo someti-do a tan terribles condiciones?

– ¿Loco? ¿Por qué? ¡Si ni siquiera me aburrí! Contestó con una hermosa sonrisa.

¿Cómo es posible una respuesta así? La razón es simple: aquel hombre tomó la decisión de vivir por encima de cualquier situación.

Por cierto, cada vez que veo a una persona aburrida y desesperada en algún lugar porque ya lleva 15 minutos ha-ciendo fila, no puedo evitar el recuerdo de aquella historia y una tenue sonrisa se dibuja en mi interior.

Algo para reflexionar.

Un relato casi

inverosímil...Enrique Márquez Corona

Tercero de Teología

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EL PAPA

Titulado La fraternidad, fundamento y camino para la paz, el mensaje del papa Francisco para la 47ª Jornada Mundial de la Paz es un documento breve que no se detiene en la de-nuncia de la violencia que asola el mundo y la preocupación por las guerras o la persecución religiosa, sino que ahonda en las causas que para el Pontífice son claves en esta si-tuación, tales como la pobreza, la desigualdad, la injusticia, la falta de una cultura de la solidaridad o la no redistribución de los recursos alimentarios en un planeta donde millones pasan hambre.

En un mensaje estructurado en diez puntos, el papa Bergoglio también alude a asuntos y expre-siones que ya podemos conside-rar un leitmotiv de su pontificado, como es la “cultura del descarte”, y no repara en pedir res-ponsabilidad a los políticos y a los dirigentes de las nacio-nes para que pongan fin a situaciones de pobreza y des-igualdad.

1. “El corazón de todo hombre y de toda mujer alberga en su interior el deseo de una vida plena, de la que forma parte un anhelo indeleble de fraternidad, que nos invita a la comunión con los otros, en los que encontramos no ene-migos o contrincantes, sino hermanos a los que acoger y querer”.

2. “La globalización, como ha afirmado Benedicto XVI, nos acerca a los demás, pero no nos hace hermanos. Ade-más, las numerosas situaciones de desigualdad, de po-breza y de injusticia revelan no solo una profunda falta de fraternidad, sino también la ausencia de una cultura de la solidaridad. Las nuevas ideologías, caracterizadas por un difuso individualismo, egocentrismo y consumismo materia-lista, debilitan los lazos sociales, fomentando esa mentali-dad del ‘descarte’, que lleva al desprecio y al abandono de los más débiles, de cuantos son considerados ‘inútiles’”.

3. “La fraternidad está enraizada en la paternidad de Dios. No se trata de una paternidad genérica, indiferen-ciada e históricamente ineficaz, sino de un amor personal, puntual y extraordinariamente concreto de Dios por cada ser humano. Una paternidad, por tanto, que genera eficaz-

mente fraternidad”.

4. “Quien acepta la vida de Cristo y vive en Él reconoce a Dios como Padre y se entrega total-mente a Él, amándolo sobre todas las cosas. El hombre reconciliado ve en Dios al Padre de todos y, en consecuencia, siente el llamado a vivir una fraternidad abierta a to-dos. En Cristo, el otro es aceptado y amado como hijo o hija de Dios,

como hermano o hermana, no como un extraño, y menos aún como un contrincante o un enemigo. En la familia de Dios, donde todos son hijos de un mismo Padre, y todos están injertados en Cristo, hijos en el Hijo, no hay ‘vidas descartables’. Todos gozan de igual e intangible dignidad. Todos son amados por Dios, todos han sido rescatados por la sangre de Cristo, muerto en cruz y resucitado por cada uno. Esta es la razón por la que no podemos quedarnos indiferentes ante la suerte de los hermanos”.

5. “En muchas sociedades experimentamos una pro-funda pobreza relacional debida a la carencia de sólidas relaciones familiares y comunitarias. Asistimos con preocu-pación al crecimiento de distintos tipos de descontento, de marginación, de soledad y a variadas formas de dependen-cia patológica. Una pobreza como esta solo puede ser su-perada redescubriendo y valorando las relaciones fraternas en el seno de las familias y de las comunidades, compar-tiendo las alegrías y los sufrimientos, las dificultades y los logros que forman parte de la vida de las personas”

Miguel Ángel Moreno*

“Un auténtico espíritu de fraternidad vence el egoísmo individual que impide que las personas

puedan vivir en libertad y armonía entre sí.”

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6. “Se necesitan también políticas eficaces que promue-van el principio de la fraternidad, asegurando a las personas –iguales en su dignidad y en sus derechos fundamentales– el acceso a los ‘capitales’, a los servicios, a los recursos educativos, sanitarios, tecnológicos, de modo que todos tengan la oportunidad de expresar y realizar su proyecto de vida, y puedan desarrollarse plenamente como personas. También se necesitan políticas dirigidas a atenuar una ex-cesiva desigualdad de la renta”.

7. “Deseo dirigir una encarecida exhortación a cuantos siembran violencia y muerte con las armas: redescubran, en quien hoy consideran sólo un enemigo al que extermi-nar, a su hermano y no alcen su mano contra él. Renuncien a la vía de las armas y vayan al encuentro del otro con el diálogo, el perdón y la reconciliación para reconstruir a su alrededor la justicia, la confianza y la esperanza”.

8. “Un auténtico espíritu de fraternidad vence el egoís-mo individual que impide que las personas puedan vivir en libertad y armonía entre sí. Ese egoísmo se desarrolla so-cialmente tanto en las múltiples formas de corrupción, hoy tan capilarmente difundidas, como en la formación de las organizaciones criminales, desde los grupos pequeños a aquellos que operan a escala global, que, minando profun-damente la legalidad y la justicia, hieren el corazón de la dignidad de la persona. Estas organizaciones ofenden gra-vemente a Dios, perjudican a los hermanos y dañan a la creación, más todavía cuando tienen connotaciones religio-sas. Pienso en el drama lacerante de la droga, con la que algunos se lucran despreciando las leyes morales y civiles, en la devastación de los recursos naturales y en la conta-minación, en la tragedia de la explotación laboral; pienso en el blanqueo ilícito de dinero así como en la especulación financiera, que a menudo asume rasgos perjudiciales y de-moledores para enteros sistemas económicos y sociales, exponiendo a la pobreza a millones de hombres y mujeres; pienso en la prostitución que cada día cosecha víctimas inocentes, sobre todo entre los más jóvenes, robándoles el futuro; pienso en la abominable trata de seres humanos,

en los delitos y abusos contra los menores, en la esclavitud que todavía difunde su horror en muchas partes del mundo, en la tragedia frecuentemente desatendida de los emigran-tes con los que se especula indignamente en la ilegalidad”.

9. “Las sociedades actuales deberían reflexionar sobre la jerarquía en las prioridades a las que se destina la pro-ducción. De hecho, es un deber de obligado cumplimiento que se utilicen los recursos de la tierra de modo que nadie pase hambre. Las iniciativas y las soluciones posibles son muchas y no se limitan al aumento de la producción. Es de sobra sabido que la producción actual es suficiente y, sin embargo, millones de personas sufren y mueren de ham-bre, y eso constituye un verdadero escándalo. Es necesario encontrar los modos para que todos se puedan beneficiar de los frutos de la tierra, no solo para evitar que se amplíe la brecha entre quien más tiene y quien se tiene que con-formar con las migajas, sino también, y sobre todo, por una exigencia de justicia, de equidad y de respeto hacia el ser humano”.

10. “El necesario realismo de la política y de la econo-mía no puede reducirse a un tecnicismo privado de ideales, que ignora la dimensión trascendente del hombre. Cuando falta esta apertura a Dios, toda actividad humana se vuelve más pobre y las personas quedan reducidas a objetos de explotación. Solo si aceptan moverse en el amplio espacio asegurado por esta apertura a Aquel que ama a cada hom-bre y a cada mujer, la política y la economía conseguirán estructurarse sobre la base de un auténtico espíritu de ca-ridad fraterna y podrán ser instrumento eficaz de desarrollo humano integral y de paz”.

*Fuente: Revista Vida Nueva

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¡Oh San Juan Pablo, desde la ventana del Cielo dónanos tu ben-dición!

Bendice a la Iglesia, que tú has amado, servido, y guiado, animán-dola a caminar con coraje por los senderos del mundo para llevar a

Jesús a todos y a todos a Jesús.

Bendice a los jóvenes, que han sido tu gran pasión. Concédeles volver a soñar, volver a mirar hacia lo alto para encontrar la luz, que

ilumina los caminos de la vida en la tierra.

Bendice las familias, ¡bendice cada familia!Tú advertiste el asalto de satanás contra esta preciosa e indis-pensable chispita de Cielo, que Dios encendió sobre la tierra. San Juan Pablo, con tu oración protege las familias y cada vida que

brota en la familia.

Ruega por el mundo entero, todavía marcado por tensiones, guerras e injusticias. Tú te opusiste a la guerra invocando el diálogo y sembrando el amor: ruega por nosotros, para que seamos incansa-

bles sembradores de paz.

Oh San Juan Pablo, desde la ventana del Cielo, donde te vemos junto a María, haz descender sobre todos nosotros la bendición de

Dios. Amén.

ORACIÓN A SAN JUAN PABLO II

Dios Padre amado, que nos diste como Santo Padre a San Juan XXIII, llamado por todos el Papa de la paz y el Papa bueno.

Te pedimos padre por su intercesión ser portadores en esta tierra del don maravilloso de tu paz y ser por tanto hombres y mujeres de

diálogo, comprensión y tolerancia.

Ayúdanos Señor a ver a todos los que nos rodean como hermanos e hijos de un mismo Dios y a buscar en todo momento el entendi-

miento sin desvirtuar tu luz y tu verdad.

Queremos, como San Juan XXIII, que nos reconozca el mundo en-tero porque, como discípulos tuyos, nos amamos unos a los otros.

Gracias por este ejemplo de virtudes. Y unidos a todos los santos del cielo y en especial a este Papa bueno te suplico Padre Santo esta gracia particular que necesito. Gracias te doy de antemano, Señor, porque al ruego de tan grande intercesor estoy seguro de

que me será concedida. Amén.

ORACIÓN A SAN JUAN xXIII

ORACIONES OFICIALES DE LOS NUEVOS SANTOS

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Fue el Papa del cambio, el Papa Concilio Vaticano II. Pero Angelo Giuseppe Roncalli, sobre todo, fue el Papa bueno. Pocas veces una definición se ajusta tanto a la rea-lidad. Y si, además, la definición es sencilla y facilísima in-teligible, mejor todavía. Su legado, como afirmó de él Pablo VI, no cabe en su sepultura.

Ha sido una de las personas más queridas y admiradas de las últimas décadas. Su figura, tan sencilla, tan humana, tan cristiana, sigue vigente e interpeladora, a pesar de los años. Más aún, según pasan los años, como acontece con los buenos vinos, su figura es todavía más atrayente.

¿Por qué? ¿Cuál fue su secreto? Vivir, buscar y testimo-niar siempre la voluntad de Dios. El mismo lo dijo: “Este es el misterio de vida. No busquéis otra explicación. He repeti-do siempre la frase de San Gregorio Nacianceno: Tu volun-tad, Oh Señor, es nuestra paz. Este mismo pensamiento, en estas otras palabras, me hicieron siempre buena compa-ñía: Obediencia y paz”, tal y como se lo había enseñado en sus años de infancia y adolescencia un sacerdote: “Obede-ce siempre, con sencillez y bondad, y deja hacer al Señor”.

Así se explica su fecunda vida, de más de 81 años. Así se explica su prolijo y variado ministerio sacerdotal y epis-copal. Así se explican sus cuatro años y medio de pontifica-do. Así se explica que los búlgaros, en los once años que fue delegado papal en este país, le llamaran buen padre. Así se explica, como quedó dicho al comienzo, que los fie-les de todo el mundo y de distintas culturas y religiones le llamaran y le sigan llamando el Papa Bueno.

Así se explica que, 132 años después de su nacimiento y otros 51 años después de su muerte, siga siendo un per-sonaje de actualidad. Qué se lo pregunten sino a los cientos y miles de personas que día a día acuden a su tumba en la basílica de San Pedro de Roma. Que se lo pregunta al Papa Francisco, que según testimonio de Loris Capovilla, el custodio de la memoria de Juan XXIII y de su legado, el neocardenal, pensó en llamarse, al calzar las sandalias del Pescador –sandalias también del Papa Juan-, Juan XXIV.

Vivir la voluntad de Dios, en obediencia y en paz, siem-pre alegres y acti-vas, es descubrir la auténtica sabiduría de Dios, que escri-be rectos con ren-glones torcidos y cuyo caminos, aun-que no son nues-tros caminos, están siempre rezumando amor y plenitud.

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Semblanza de Juan XXIII,

santo: el Papa bueno

FUENTE: Revista Ecclesia

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Semblanza de Juan XXIII,

santo: el Papa bueno

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A continuación, algunas estadísticas relativas al histórico papado de Juan Pablo II, que comenzó el 16 de octubre de 1978.

El Papa estuvo en el cargo más de 26 años y 5 meses, siendo el suyo el tercer pontificado más largo en los más de 2.000 años de historia de la Iglesia Católica Romana.

Se cree que el papado más prolongado fue el de San Pedro, quien presidió la Iglesia durante al menos 34 años.

Un hombre, Esteban II, fue elegido en 757 pero mu-rió cuatro días después, antes de asumir oficialmente el cargo. El papado más corto en los tiempos modernos fue el de Juan Pablo l, predecesor de Juan Pablo II, quien sólo estuvo 33 días al frente de la Iglesia.

Durante su pontificado, el Papa Juan Pablo II ha:

- viajado un total de 1.247,613 kilómetros, ó 3,24 veces la distancia de la Tierra a la Luna, en viajes papales dentro y fuera de Italia.

- realizado 104 viajes fuera de Italia.- visitado 129 países y territorios diferentes.- realizado 146 viajes en Italia.- realizado 301 visitas a parroquias en Roma.- pasado 822 días, o más de dos años y tres meses, fuera del Vaticano.- leído más de 20 mil discursos.- leído casi 100 mil páginas de discursos.- celebrado más de mil 160 audiencias generales en el Vaticano a las que han asistido más de 17,64 millones de personas.- emitido más de 100 documentos importantes, inclu-yendo 14 encíclicas, 45 cartas apostólicas y 14 exhorta-ciones apostólicas.- beatificado a mil 338 personas, más que todos sus predecesores en los últimos cuatro siglos juntos- canonizado a 482 personas, más que todos sus pre-decesores en los últimos cuatro siglos juntos.- creado 231 cardenales, de los que 183 siguen vivos y 119 tienen menos de 80 años y pueden participar en el cónclave que elegirá a un nuevo Papa. De estos 119, 116 han sido nombrados por Juan Pablo II y sólo tres por Pablo VI, cuyo pontificado fue de 1963 a 1978.- reunido con más de mil 590 jefes de Estado o de Gobierno.

La mayor multitud reunida en una misa papal fue unos cuatro millones de personas en Manila en 1995.

El menor número de personas que acudieron a una misa papal fue de unas 200 durante un viaje a los países nórdicos en 1989.

Las cifras claves del pontificado

de SanJuan Pablo II

FUENTE: Aciprensa

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¡Esperamos que te sean útiles estas sencillas notas!

TABLERO DE AVISOSPOR: Pbro. José Jorge Huante Mora

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¡Esperamos que te sean útiles estas sencillas notas!

TABLERO DE AVISOSPOR: Pbro. José Jorge Huante Mora

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¡¡Atrévete!!Pbro. Julio César Torres Estrada

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“Si quieres encontrar felicidad a donde quiera que va-yas… llévala contigo…”. Queridos muchachos y mucha-chas, en una de las paredes del Seminario está colgado un cuadro con esta frase. Sin dudarlo creo que llama la aten-ción, ¿no?

Todos buscamos la felicidad, pero pocos la vivimos y la compartimos con los demás. Todos buscamos la paz, pero pocos la construimos, la vivimos y la compartimos.

Cosechamos lo que sembramos, esta es una realidad. Sí, muchachos, cosechamos lo que sembramos y por eso este es el momento de sembrar la paz… este es el momento de ser constructores, no destructores; este es el bello presente de nuestra juventud, de nuestro sí al Señor, de nuestro sí al Amor, de nuestro sí a la Paz. Porque Él es nuestra paz (Ef 2,14) y sólo en Él, en Jesús, encontramos nuestra felicidad, nuestra plenitud.

Pero, ¿Cómo construir la paz? En este momento her-moso y privilegiado de nuestra vida, con sus dudas e incerti-dumbres, con sus retos y sus miedos, ¿qué hacer para vivir la Paz y en Paz, con nosotros mismos y con los demás? Ya hemos dicho lo más importante… Sí, Él es nuestra Paz. Vivir en Él, por Él y para Él es la clave. Sí, sólo Jesucristo es la respuesta. Nuestra vida en Jesús y Jesús en nuestra vida, la mirada y el corazón puestos en Él. Este es el camino de la paz: Vivirlo a Él en nosotros; encarnarlo, como María y, como ella, darlo a los demás con alegría.

¿Queremos un mundo de paz y paz para el mundo? ¡Sembrémosla! y a donde quiera que vayamos, llevémosla con nosotros. ¿Te atreves? Ya lo decía el Papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz: “para alcanzar la paz, es necesario que vivamos como hijos, de-jarnos abrazar por el amor misericordioso y lleno de ternura de Dios, nuestro Padre y, al experimentar este amor y ter-nura, vernos como hermanos. Si todos nos viéramos como hermanos que distinto sería todo… Formar una comunidad compuesta de hermanos que se acogen recíprocamente y se preocupan los unos de los otros eso es trabajar por la paz. Decir no a “la globalización de la indiferencia” y a “la cultura del descarte”, eso es trabajar por la paz.”

Somos hijos amados de Dios, somos hermanos y sólo el amor de Dios nos plenifica, porque el amor de Dios, cuando es acogido, se convierte en el agente más asombroso de transformación de la existencia y de las relaciones con los otros, abriendo a los hombres a la solidaridad y a la reci-procidad.

Soy hijo de Dios y tú eres mi hermano, esta es mi verda-dera riqueza y mi alegría, el amor a Dios que se transforma en servicio a mi hermano y en entrega que perfecciona y da sentido a la vida… atrévete a vivirlo y compartirlo y todo será mejor para todos, pues en Cristo, el otro es aceptado y amado como hijo o hija de Dios, como hermano o hermana, no como un extraño, y menos aún como un contrincante o un enemigo. En la familia de Dios, donde todos son hijos de un mismo Padre, viviremos en paz.

¡No tengas miedo…! ¡Atrévete!

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Todos hemos tenido la oportunidad de observar el proceso de una construcción; sabemos que se comienza por poner los cimientos para que sobre ellos todo el edificio se levante y pueda resistir lo que le pueda suceder. Uno a uno, los la-drillos se van acomodando para que se levanten los muros de lo que llegará a ser una bella construcción. De igual ma-nera, nuestra sociedad se va construyendo de acuerdo a lo que nosotros, con nuestra forma de vivir, podemos aportar.

Lo importante en este sentido, es ponernos a pensar con qué tipo de materiales estamos construyendo nuestra vida, cómo la vamos diseñando, y qué obra vamos a entregar al que nos encomendó construirla.

Jesús vino a enseñarnos cómo debemos vivir, cómo construir nuestra vida y nos dejó las herramientas de la jus-ticia, de la paz y sobre todo del amor. Nuestra vida debe irse construyendo siempre bajo estas características, si practi-camos esto podremos ofrecer un nuevo rostro a lo que ya se vive, si se vive violencia, nosotros bien podemos ser por-tadores de paz, de amor, de justicia, de esperanza, nosotros debemos ser esas construcciones bellas en las que Dios se manifiesta para cambiar el rostro de la sociedad en la que vivimos, pues no nos podemos pasar la vida quejándonos de todo y sin hacer nada. Nosotros tenemos en nuestras

manos la construcción de nuestra propia vida, podemos ser portadores de paz o de violencia, de justicia, o de injusticia, de amor o de odio. Debemos dejar de ser espectadores de lo que acontece y que nos hace daño, para volver a ser her-manos, hijos de un mismo Padre, como Cristo nos enseñó.

Si nuestra misma vida habla de amor, de paz, entonces nuestro alrededor puede ir cambiando, porque el mal no se vence si no a fuerza de bien. ¿Por qué no comenzamos por tomar las armas del testimonio en la caridad, en la esperan-za, en la alegría de creer en Dios que ama y que quiere la vida del hombre y no la destrucción y la muerte?

Dejemos de ser espectadores de lo que ocurre y seamos protagonistas de un cambio en nuestra sociedad. El Papa Francisco en la vigilia de la Jornada mundial de la juventud en Brasil, dijo a los jóvenes: “Chicos y chicas, por favor, no se metan en la cola de la historia, ¡sean protagonistas! ¡Jueguen para adelante! ¡Pateen adelante! ¡Construyan un mundo mejor! ¡Un mundo de hermanos, un mundo de justi-cia, de amor, de paz, de fraternidad, de solidaridad!”

Construyamos nuestra vida en los cimientos de la paz, de la justicia y del amor, pues la violencia o la paz comien-zan en nosotros mismos.

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NUESTRA VIDA,

NUESTRA PAZSem. José Ricardo Garduño Hernández

Primero de Teología

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La inquietud de querer ser sacerdote estuvo presente des-de pequeño. Fue algo curioso porque nunca formé parte de algún grupo en la parroquia, no fui monaguillo, es más, ni a Misa me gustaba ir. Influyó sin duda alguna el hecho de tener un tío sacerdote y dos tías religiosas, por parte de la familia de mi papá, además de que mi familia siempre me inculcó ir a la iglesia.

Recuerdo que terminando la secundaria ya tenía la in-quietud de ingresar al Seminario; sin embargo, por diver-sas circunstancias no se pudo. Fue entonces que decidí entrar a la preparatoria, donde sólo curse un semestre, posteriormente tomé la decisión de salir de casa y buscar trabajo. Entré a trabajar en una escuela de computación, donde mi oficio era tocar puertas invitando jóvenes a estu-diar. Durante el tiempo que trabajé en esta escuela tuve la oportunidad de viajar al estado de Jalisco, aventurándome en esta experiencia a mi temprana edad. La cual a mis 16 años me enseñó a valorar lo que cuesta ganar el dinero. Realmente fue breve mi estancia en Jalisco pues pronto me vi en la necesidad de regresar a casa.

A mi regreso decidí irme al estado de Querétaro a seguir trabajando. Ahí reside mi familia. Ahí mismo trabajé duran-te un año de cocinero en un restaurante, una experiencia muy agradable. Fue hasta dos años después de haber ter-

minado la secundaria cuando se me presentó la oportuni-dad de ingresar al Seminario a mis 17 años de edad en el año 2002.

Mi estancia en el Seminario fue una experiencia de cer-canía con Dios, de crecimiento personal, de madurez espi-ritual y humana durante 11 años de formación, hasta que vino el gran regalo de parte de Dios, mi Ordenación Diaco-nal, el 30 de enero de 2014. Este día pude ver concretiza-do el llamado que Dios me hacía desde temprana edad y que ahora era ya una rea-lidad. En estos primeros meses de ordenado Diáco-no he descubierto la alegría del servicio, la satisfacción de ser el medio de salva-ción para quienes Dios me ha encomendado. La expe-riencia de poder bendecir, de poder bautizar a tantos niños para que adquieran la vida nueva en Cristo, son sin duda alguna un rega-lo inmerecido de parte de Dios para conmigo.

He descubierto la alegría del servicio:

Diácono Jesús Noé Andrade Gutiérrez

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sacerdote,

¿por qué no?

NO TENGÁIS MIEDO de soñar cosas grandes.

Queridos jóvenes,NO ENTERRÉIS

vuestro talentos, los dones que Dios os ha regalado.

Papa Francisco

“”

Amigo, ¡el Señor te está llamando! Infórmate:Centro Diocesano de Pastoral

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El ESTRÉS, REALIDAD QUE QUITA LA PAZ INTERIOR Y

EXTERIOR

Hoy en día muchas personas, de casi todas las etapas de la vida, hablan con mayor frecuencia de su estrés o tensión interior al no sentirse pertenecidas y amadas hasta por su propia familia, ya sea porque se sienten rechazadas o por heridas pasadas, también ante la frustración de no poder tener todo lo que anhelan o quisieran, o ante la desilusión de no poder comprar todo aquello que la sociedad consu-mista pide para ser felices, ante la incertidumbre del futuro o del fracaso, ante situaciones difíciles con la pareja, los padres, los hijos, los hermanos, la novia o el novio, o ante la exigencia de la formación y superación académica, y, en algunos otros casos, tristemente, ante la pérdida del sen-tido de la vida, etc., lo cual está llevando cada día a más personas, como consecuencia, a la depresión, la represión, la soledad, la irritabilidad, la inseguridad, el aislamiento, la promiscuidad, el alcoholismo, la drogadicción, la pornogra-fía, el activismo, etc.

Sin embargo, también, tenemos que decir que hoy en día, más que nunca, vivimos en una sociedad que goza de un mayor bienestar en casi todas las áreas de la existencia humana, más que en cualquier otro momento de la historia, y, además, gracias a Dios, para mayor número de perso-nas, pues disponemos de mayores posibilidades científicas y tecnológicas antes impensables, en especial en posibili-dades de superación y en comunicaciones, y, a pesar de todo esto, muchas personas hoy se sienten y se saben más enfermas y menos favorecidas en la comunicación que an-tes, en especial con sus seres más cercanos. ¿Qué pasa? ¿Qué hacer ante este panorama? Lo que debemos hacer es poder comprender y afrontar mejor el estrés en el que vivimos y al cual no podemos suprimir.

Iniciemos la respuesta sabiendo que el estrés es “la re-lación que hay entre el individuo y su entorno, el cual es evaluado como amenazante o desbordante de sus recursos o capacidades y que pone en peligro su bienestar” (R. S. Lazarus).

Continuemos el análisis, comprensión y clarificación del es-trés a través de 10 puntos que, espero, puedan servir de ayuda para muchos de ustedes:

1. El estrés no es una realidad exclusiva de nuestro tiempo, siempre ha afectado a la humanidad de todos los tiem-pos. Además, el estrés no es algo puramente negativo, tiene también su lado positivo, ya que es parte natural de la existencia humana, pues es un sistema de alarma que me advierte de las amenazas, dificultades o excesos, y me anima a protegerme de ellos; también moviliza mis energías para que me muestre más vigilante y atento ante los riesgos o peligros. Por lo tanto, en la vida no se trata de anular simplemente el estrés, pues tendría que anular todas las situaciones o circunstancias que lo provocan, lo cual es imposible, lo que debo hacer es en-señarme a vivir o a convivir con mi estrés, ya que en la medida en que me reconcilie con él, éste se transforma-rá, seguirá estando presente, pero ya no me tendrá es-clavo suyo. Por lo tanto, la calidad de mi vida dependerá del modo o la actitud como pare, asuma o me comporte con el estrés. No debo olvidar: lo importante no son los problemas, sino la manera cómo los afronto.

2. El estrés siempre tiene un mensaje que transmitirme, tie-ne algo importante qué decirme, es el síntoma de algo, no viene por casualidad, por lo que tengo qué preguntar-me: ¿a qué se debe? ¿qué lo provoca? ¿qué hay detrás de él? ¿qué necesito atender?

Pbro. Lic. Jesús Rocillo ArroyoCatedrático en Psicología y Párroco

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3. La represión del estrés me conduce a la rigidez y consu-me mucha de mi energía, me desgasta. Así, quien tiene su estrés encerrado bajo llave carece de energía para vivir y a menudo se sentirá exhausto, por eso hay que transformar el estrés para que sea fuente de vida, de veracidad, de claridad, de atención y de salud.

El camino hacia la transformación del estrés pasa, nece-sariamente, a través del diálogo. No debo olvidar que lo que no se habla no se sana, por lo que el diálogo debe ser:

• Conmigo mismo, con él: identifico mi estrés, su (s) causa(s) y sus efectos.

• Con Dios: hay que hacer oración mi estrés.• Con el prójimo: comparto

mis hechos y lo que ellos provocan en mí.

• Con la naturaleza: me en-cuentro con ella, la con-templo y me ofrecerá paz interior.

4. Si hablo con mi estrés, él me hará tomar conciencia de im-portantes actitudes que estoy teniendo ante la vida y de ac-ciones correctas e incorrectas. Conversando con el es-trés aprenderé, poco a poco, a descubrir lo que es au-téntico y sano en mi vida, me ayudará para sondear las causas primarias y originarias que lo producen y cómo podré afrontarlo mejor. Me ayudará a ver lo que debo quitar y lo que debo poner para encontrar paz.

Quien mira de frente su estrés con amor y lo convierte en amigo suyo, será conducido por él a una mayor liber-tad y vitalidad, pues dejará de estar determinado por él; en cambio, quien se limita a luchar contra él hace que la tensión adquiera una fuerza contraria tan fuerte que la persona termina girando constantemente en torno a él, y se sentirá perseguido por él a través de ideas ob-sesivas y acciones compulsivas o repetitivas, en otras palabras, a vivir en un círculo vicioso de pensamientos y conductas.

5. El valor para mirar de frente mi estrés y hablar sobre él nos lo puede dar, muchas veces, una persona que nos acompaña, sea un terapeuta o un director espiri-tual, pues no todo lo podemos por nosotros mismos y, en muchos casos, ya la situación me ha superado, se me ha salido de control; pero debo tener muy claro que la persona que me acompaña debe afrontar mi estrés profesionalmente, es decir, sin miedo, de lo contrario no podrá ayudarme, pues no sabrá manejar adecuada y sa-namente mi situación, no podrá ayudarme.

6. El estrés es un elemento característico del ser humano, sin él yo no tendría idea de lo que es un justo medio, por

lo que me ayuda a ver e identificar lo que es correcto o sano, de lo contrario siempre estaría exigiéndome de-masiado a mí mismo. Por lo tanto, debo tomarlo siempre en serio, pues me muestra que no debo ir más allá, de lo contrario corro el peligro de dañarme y dañar a los demás, principalmente a quienes más amo.

7. El estrés tiene la función de recordarme continuamente mi condición humana limitada y frágil, ya que sin él po-dría perder la sensibilidad hacia mi propia humanidad y me sobrevaloraría. Así pues, el estrés tiene la función de destruir mis fachadas y máscaras, de hacerme más hu-mano, más capaz de crecer y de ser más comprensivo con los demás.

8. Hay algunos tipos de es-trés que me pueden paralizar o me pueden encerrar en una cárcel de la que no pueda lo-grar escapar, por lo que cuan-do el estrés es mayor que la situación o amenaza real en-tonces estaré ante un síntoma de la existencia de un trastor-no neurótico, el cual requerirá ayuda profesional, no debo de

pensar que con el tiempo pasará o curará.

9. En mi estrés también pueden estar presentes las espe-ranzas de mi vida, por lo que debo estar atento para ver mis deseos, anhelos y metas, y analizar cómo se encuentran, si van por buen camino estaré tranquilo, en cambio, si no van bien, viviré la frustración, la desilusión o el fracaso y, en consecuencia, en el resentimiento, la ira, la tristeza, el aislamiento, con alguna adicción, etc.: “El estrés es, en definitiva, una expresión de limitación y de caducidad, pero al mismo tiempo es también expre-sión de mis esperanzas y deseos” (U. Hommes).

10. El estrés, finalmente, me puede llevar a no ser realista, me puede hacer perder la objetividad, es decir, puedo ver y vivir la realidad de forma inadecuada, ya que por el estrés, algunas veces, la realidad se amplía y otras se reduce. Por esta pérdida de objetividad se puede alte-rar la aplicación de mi escala de valores, pues le puedo llegar a dar mayor importancia a lo que no lo tiene o a atender primero lo que es secundario, por lo que no debo olvidar que lo primero es lo primero, que el 2 no está antes que el 1.

Ojalá que estas 10 sencillas ideas te puedan ayudar a en-contrar algunos caminos o medios para vivir mejor con la realidad necesaria del estrés y a afrontar de manera más positiva tu vida, pues no olvides que Jesucristo nos dijo que no basta existir, sino que hay que llenar de vida nuestra existencia: “Yo he venido al mundo para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn. 10, 10).

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El premio Nobel de la Paz, “otorgado -según el testamen-to de Alfred Nobel, inventor e industrial sueco institutor del premio- a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o re-ducción de los ejércitos existentes y la celebración y pro-moción de procesos de paz”. Fue dado a Alfonso García Robles diplomático y jurista mexicano el 13 de octubre de 1982 por ser el “arquitecto” del Tratado de Tlatelolco, consi-deración hecha por la Cancillería mexicana.

El condecorado, quien naciera en la ciudad de Zamora, Michoacán, México, el 13 de octubre de 1982. Estudió De-recho, licenciándose por la Universidad Nacional Autónoma de México, y realizando estudios de posgrado en el Instituto de Altos Estudios Internacionales de la Universidad de Pa-rís en 1936 y en la Academia de Derecho Internacional de La Haya 1938.

Fue director de Asuntos Políticos y del Servicio Diplo-mático de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México (SER), director del Departamento de Europa, Asia, y Áfri-ca de la SER, embajador en Brasil, y subsecretario (1946-1967), estuvo a cargo de la firma del Tratado de Tlatelolco (1967) referente a la no proliferación nuclear. Fungió como embajador de México ante Naciones Unidas (1970-1975), se casó con Juana María Szyszlo, una joven peruana, fun-cionaria de la ONU, con quien tuvo dos hijos.

Alfonso García Robles

Como presidente de la Comisión Preparatoria para la Desnuclearización de América Latina, presidió las reunio-nes que se celebraron en la Ciudad de México a partir de 1964 y que concluyeron con la firma del tratado.

El papel que García Robles desempeñó fue crucial al lanzarlo e implementarlo. Es por eso que se le considera el padre del acuerdo de Tlatelolco. Éste fue propuesto por Adolfo López Mateos, presidente de México en ese enton-ces, era el resultado de la crisis en Cuba. La idea era ase-gurar la prohibición de los armamentos nucleares y de que esta parte del mundo no estuviera implicada en ningún con-flicto entre las grandes potencias rivales. La habilidad de empresa y diplomacia de García Robles merece una gran medida de crédito para el hecho de que el acuerdo fue con-cluido con éxito después de algunos años de negociación.

Expuso que nunca antes se ha visto la humanidad en-frentada, como hoy, al peligro real de la extinción provocada por ella misma. De ahí que la disyuntiva sea que el mun-do acabe con las armas nucleares o éstas acaben con el mundo. Durante una conferencia dictada en el Auditorio “El Generalito”, el embajador García Robles dijo: “Es absurdo pretender la seguridad nacional aumentando la inseguridad internacional”. Muere en la Ciudad de México el 2 de Sep-tiembre de 1991 a la edad de 80 años.

Sin duda evitar una guerra nuclear en América y princi-palmente en nuestro país ha sido el más grande ejemplo de humanidad, que se ha reflejado en la persona de García Robles, partiendo de éste testimonio edifiquemos día con día nuestra sociedad en los Valores del Reino: Amor, Jus-ticia y Paz.

Un michoacano de pazpremio nobel de la paz

Principales cargos

Su gran hazaña

Es absurdo pretender la seguridad nacional...

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Sem. Martín Irving Solorio PazPrimero de Teología

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Más de alguna vez hemos escuchado, abordado e incluso vivido esta situación muy de cerca, ya sea con un vecino, con un amigo, con un hermano, con nuestros papás, etc. Pero, para otros, al escuchar el tema, su mente se traslada a una “realidad novelística”, es decir, a una escena donde con frecuencia hay malas palabras, golpes, sangre y des-graciadamente la muerte. Pero no es necesario que nos traslademos tan lejos, es cuestión de hacer una pauta para darnos cuenta si hay en nosotros indicios de esta realidad.

Analicemos y veamos cuántos de nosotros hemos sido víctimas de este fenómeno; por ejemplo, aquella mujer que aprovechándose de su belleza trata como quiere a su espo-so, haciéndole sentir como un mendigo que está en busca de un trozo de pan; o aquel hombre que valiéndose de su estatus social la trata como a una vil sirvienta cuando la había elegido para que fuese su esposa; o cuando uno de los dos se empieza a insultar o a burlarse por algún defec-to corporal de aquel ser humano que se le dio por pareja. Con justa razón afirmaba San Juan XXIII que la violencia es ese egoísmo sembrado en un corazón desconfiado y surge de un enervante recelo mutuo (cfr. Enc. Mater et magistra,

205). Es por ello que después de obtener lo que queríamos (a la pareja), la realidad ya no nos satisface, y como con-secuencia los reclamos: “por qué no te arreglas”, “baja de peso”, “no te comportes así”, etc.

Ante lo planteado no busquemos ser utópicos; en cam-bio, seamos conscientes de que en toda relación hay, en algún momento, discusiones, pleitos, malas palabras... pero en lo posible tratemos de evitarlos. No obstante, para lograrlo, hemos de ser cuidadosos y vigilantes. Cuando se avecine una discusión que nos pueda sacar de nuestras ca-sillas lo ideal es mirar el conflicto con serenidad, no exaltar-nos por cualquier cosa. Recordemos aquellas palabras del Papa Pío XII “la violencia destruye, pero no construye, pre-dica remedios, pero provoca mayores ruinas. No es fuente de fraternidad, sino de odios nuevos” (cfr. Aloc. La vostra gradita presenza, 1943). No generemos violencia, y menos como esposos que estamos llamados a una unidad plena: “dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne” (Efesios 5,31), no seamos causantes de división, y aún más, de división familiar.

Como parejas cristianas no olvidemos que la violencia genera más violencia ya sea física o psicológica. El amor genera verdaderos vínculos difíciles de romper ante cual-quier tempestad, por tanto no titubeemos en elegir al Amor, y con ello adoptaremos el vivo reflejo de Jesucristo nuestro Salvador.

“Desde siempre ha sido alarmante hablar de la vio-lencia, pero con mayor razón es la violencia genera-da en la relación de pareja, realidad que se vive no en un periodo de la vida, sino en muchas ocasiones

en todo su trayecto”.

Sem. Néstor Armando Yahuaca CortezPrimero de Teología

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Los problemas familiaresRiñas con la familia política, abuso de autoridad de los pa-dres, falta de respeto entre ellos, etc. El resultado: con fre-cuencia los hijos imitan los comportamientos violentos.El odio actual y a través de la historiaNo tiene sentido alimentar resentimientos por sucesos pa-sados que no fueron responsabiliad de uno. Ejemplo: fa-milias que se odian por conflictos sucedidos hace muchos años.El rencor y venganzaNo olvidar que la ofensa llena a la persona de resentimiento y esto hace más daño a la misma persona.

La falta de respeto en todos los nivelesLas críticas, comentarios negativos y descalificaciones en-tre la pareja, familia o amigos se basan en una desconside-ración al otro. Esto provoca violencia.

Conflictos en todos los ámbitosLa ambición, procurar sólo el interés propio, competir sin escrúpulos buscando ganar o destacar a costa de lo que sea, son algunos ejemplos que generan conflicto.

Las injusticiasLas actitudes favoritistas por parte de quien ejerce la auto-ridad, el desempleo, trabajos duros o en condiciones inhu-manas, carencia de lo mínimo para vivir dignamente, son algunos ejemplos de tantas injusticias que provocan ira y frustración.

Estrés y viciosUna persona tensa, presa de vicios o que se deja llevar por los sentimientos del momentos cae en violencia más fácilmente.

Amor, perdón y comprensiónAmar es desear el bien del otro, aceptarlo, respetarlo, pro-curar su felicidad. El perdón es necesario en las relaciones para establecer la paz y el equilibiro emocional y psicológi-co, e interrumpir la espiral de odio y venganza. La compren-sión nos lleva a tomar conciencia de que nadie es perfecto y que todos necesitamos afecto y ser perdonados.

Respeto, caridad y aceptación del otroEn necesario fomentar ambiente de respeto y cooperación. Tratar de someter a otro o promover una lucha de poderes es ir en contra del amor y la dignidad de la persona. Para fomentar y vivir la paz hay que saber aceptar a los demás como son, soportar sus defectos y sobrellevar sus limita-ciones.

Diálogo y manejo efectivo de conflictosAprender a escuchar, a comunicarse de manera efectiva, a manejar las emociones adecuadamente y a poner en prácti-ca las técnicas de manejo de conflictos: evaluar el conflicto, ver las posibilidades alternativas de solución, aprender a ceder, negociar acuerdos, etc. El diálogo posibilita la paz

Justicia y solidaridadProcurar ser solidarios y poner un grano de arena para me-jorar las condiciones de vida de los menos favorecidos es trabajar por la paz. Los actores políticos y sociales tienen gran responsabilidad en la procuración de la justicia social.

Armonía interior y salud integralBuscar la salud del cuerpo y del alma permite tener una vida equilibrada y en paz consigo y con los demás.

¿Qué quita la paz y provoca violencia? ¿Qué fomenta la paz?

Para romper el círculo de la violencia

CARIDAD

RESPETO

DIÁLOGO

JUSTICIA

AMORACEPTACIÓN

FUENTE: Revista ¡Tenemos que hablar! No. 18

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Para que los valores tengan sentido, necesitan encar-narse, de lo contrario paradójicamente, no valdrán nada. Un valor que no tiene sustancia vital, que no se vive, es solo un mero concepto perdido en la vasta teoría ética.

Pensando en la paz, como valor fundamental de la con-vivencia social, orientado desde la familia, me fugo hacia el pasado y veo esas mesas de mi madre, adornadas todos los días en espera de sus hijos que regresa-ban de la escuela. Esos guisos riquísimos que con poco deleitaban desde el paladar hasta el corazón.

Recuerdo esas salidas

al viejo bosque de Cha-pultepec, donde fuimos tan felices detrás de una pelota, soñando que jugábamos el gran partido del siglo. Veo ese mantel puesto sobre el pasto y siento el rugir de la llantas de las bicicletas mientras se andaba por los caminos que bordean a ese lago artificial en un marco esplendoroso ba-ñado de cielo azul y sol.

Llegan como bandada las escenas de tantos cumplea-ños, tantas navidades, bailes y tertulias que terminaban ahogadas en risa de tanto chiste que hacía que las abuelas, literalmente se murieran de risa.

Veo de nuevo esos episodios de juego en los campos del Distrito Federal donde jugábamos futbol americano y donde todos se angustiaban por el resultado de ese equipo de niños que querían ganar a toda costa al rival en turno.

Esas idas a la playa o al campo, visitando ciudades, viviendo tantas experiencias que no cabrían en miles de

cuartillas.

Recuerdo esas idas a misa, los rosarios y esos re-zos frente al sagrado cora-zón, doblando la rodilla ante la cruz de ese Cristo muerto en los viernes santos. Las novenas para pedir ya sea el trabajo o el consuelo cuan-do alguno de nosotros había

partido a la casa de Papá Dios. Esa imagen de la santísi-ma Virgen que nunca nos dejó, o la cara de nuestro Divino Maestro que curó tantos de nuestros miedos antes de salir a la calle.

Y todo en la santa paz de una casa que escuchaba el ruido de los estéreos, que veía a mi madre barrer y a mi pa-dre arreglar los muebles, que fue testigo de mis hermanos haciendo la tarea y de mí, saliendo por las tortillas pensan-do en algunos de esos sueños que le llegan a uno y que de vez en cuando se pueden hacer realidad. Si, ahí nunca nos preguntamos por la paz, porque la vivíamos.

Ahora que tengo que exponer este tema, sólo se me ocurre pensar que la familia sigue siendo el núcleo esen-cial de toda transformación humana. Ahí, donde está la hu-manidad junta en forma de familia, se formarán los futuros ciudadanos.

Pienso y pienso y sólo me llegan esos recuerdos mara-villosos de mi niñez, de mi juventud y de ahora, que tengo que estar al frente de una familia.

“La paz no es ausencia de conflic-to, es en Dios la maravillosa gracia de saber vivir su mansedumbre y justica ante todo lo que la vida te

ponga en frente.”

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Profr. Jorge Horacio MartínezCatedrático en Historia de la Filosofía II

y Filosofía de México

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Quisiera decir más, pero sería volver a esos terrenos de la academia tan fríos y sin sentido.

La paz no es ausencia de conflicto, es en Dios la maravi-llosa gracia de saber vivir su mansedumbre y su justica ante todo lo que la vida te ponga en frente. Es don maravilloso del amor salvífico que significa aceptar que Dios es nuestro centro, razón, fuerza y destino.

La familia ahora sufre los ataques de un mundo que odia al hombre. Veo noviazgos vacíos y totalmente sexuados; uniones libres que en realidad son ocasiones de despres-tigio para la vida y la responsabilidad personal; atentados contra la maternidad; el abandono de los niños y jóvenes a su suerte. Ni que mencionar de la exclusión total de los ancianos que alguna vez fueron padres de familia, en asi-los. Sí, un pésimo panorama para la familia y por tanto un obscuro futuro para la humanidad.

Por eso, cuando veo a dos novios tomados de la mano, rezo para que ahí, entre sus manos, se forje el destino de una vida con el don de Espíritu Santo en el amor, así como al estilo de María, quien recibió sin más que su humildad ese Verbo que nos dio la luz y la vida eterna.

Por eso concluyo con la imagen del hogar de Naza-ret. Ahí mi imaginación se clava en el portal de Belén y veo, como dice nuestro Santo Padre Francisco: una mujer que hace de una cue-va de animales un hogar; un hombre que hace de la crisis una oportunidad para salir adelante; y un niño que hace que todo valga la pena.

Vale la pena leer...

El documento Familiaris Consortio, con el que el Papa Juan Pablo II, ahora santo, luego del sínodo de 1980 sobre la familia, que aborda precisamente este argu-mento, viene presentado en cuatro partes. Dos, pare-cerían ser los conceptos que merecería ser estudiados más en profundidad.

El primero se nos presenta en el contexto de la pri-mera parte del documento Luces y sombras de la fa-milia en la actualidad y es el concepto de libertad. En efecto dice la exhortación, luego de hacer referencia a los signos preocupantes de degradación de algunos valores fundamentales de la familia, que en “la base de estos fenómenos está muchas veces una corrup-ción de la idea y de la experiencia de la libertad, con-cebida no como la capacidad de realizar la verdad del proyecto de Dios sobre el matrimonio y la familia, sino como una fuerza autónoma de autoafirmación no rara-mente contra los demás, en orden al propio bienestar egoísta.”

El segundo concepto sobre el cual podríamos ha-cer una lectura de las tres partes siguiente del docu-mento es el de Sabiduría. En efecto el documento ha-bla que nuestra época tiene necesidad de sabiduría y dice: “Es la alianza con la Sabiduría divina la que debe ser más profundamente reconstituida en la cultura ac-tual.” (N° 8).

FAMILIARIS CONSORTIOExhortación Apostólica de San Juan Pablo II sobre

la misión de la familia cristiana en el mundo actual

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Había una vez en una isla donde vivían los sentimientos, las emociones y las actitudes, digamos las posesiones del hombre.

Un día se anunció a todos que la isla estaba por hun-dirse, así que las posesiones del hombre prepararon sus barcos y partieron a lugar seguro.

Únicamente el Amor se quedó esperando hasta el último momento. Cuando la isla estuvo a punto de hundirse, el Amor decidió pedir ayuda.

La Riqueza pasó cerca del Amor en una barca lujosa.

El Amor le dijo: –Riqueza, ¿me puedes llevar contigo?

Contesto la Riqueza: –No puedo, porque tengo mucho oro y plata dentro de mi barca y no hay lugar para ti.

Entonces el Amor decidió pedirle al Orgullo que esta-ba pasando en una magnifica barca, –Orgullo, te ruego… ¿puedes llevarme contigo? –No puedo llevarte Amor, res-pondió el Orgullo, aquí todo es perfecto y podrías arruinar mi barca.

Entonces el Amor dijo a la Tristeza que se estaba acer-cando: –Tristeza, te lo pido: déjame ir contigo. –Oh Amor, respondió la Tristeza; estoy tan triste que necesito estar sola.

Luego el Humor pasó frente al Amor pero estaba tan contento que no se dio cuenta que lo llamaba el Amor.

De repente una voz dijo:

–Ven Amor, te llevo conmigo.

EL AMOR: SÍMBOLO DE AMISTAD

Era un viejo el que lo había llamado. El Amor se sintió tan contento y lleno de gozo que se le olvido preguntar el nombre del viejo. Cuando llegó a tierra firme, el viejo se despidió y se fue…

El Amor se dio cuenta de cuanto le debía y le preguntó al Saber:

–Saber ¿puedes decirme quien me ayudó?

–Ha sido el tiempo, respondió el Saber.

¿El Tiempo?... preguntó el Amor… ¿Por qué será que el Tiempo me ayudó?..

El Saber lleno de sabiduría respondió: “porque solo el

Tiempo es capaz de comprender qué tan importante es el Amor en la vida del hombre.”

En tu vida cuántas veces has dejado que el Amor viva en ti, o cuántas veces lo has olvidado como lo hicieron los sentimientos…

Sem. Adolfo Ángel Isidro RosalesSegundo de Filosofía

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¡Hola pequeños amigos de Jesús! En esta ocasión deseo compartir con ustedes un dato muy importante sobre el Espíritu Santo.

Como ya sabemos el Espíritu Santo es una de las tres personas de la Santísima Trinidad, y es quien se encarga de guiarnos a nuestro Padre. A Él lo recibiste en el bautismo y en la confirmación, poniendo en ti la semilla de la fe, la cual tienes que cultivar como se cultiva un árbol. Cuando ésta ha crecido lo suficiente por la acción del Espíritu Santo, da frutos abundantes. Con estos frutos te nutres y los disfrutas.

Los frutos del Espíritu Santo son doce: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad.

Te invito amiguito a conocer de manera muy especial tres:

1. La caridad es el amor que tú das cuando ayudas a los pobres, compartes con tus amigos, etc.2. El gozo es la alegría de sentirte amado por Dios y lo sientes en tu familia y amigos.3. La paz es la tranquilidad de saber que Dios está contigo y nunca te deja solo.

Debemos de cultivar este árbol de la fe para cosechar los hermosos frutos que el Espíritu Santo nos regala para que seamos felices.

En el próximo número de nuestra revista conoceremos otros tres frutos del Espíritu Santo. ¡No te la pierdas!

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ESPÍRITU SANTOLOS FRUTOS DEL

Sem. José Orozco GaonaTercero de Filosofía

Encuentra los doce frutos del Espíritu Santo

Paz

Longanimidad

Caridad

Gozo

Prudencia

Bondad

Fidelidad

Benignidad

Modestia

Continencia

MansedumbreCastidad

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LA RISA, SIGNO DE

ALEGRÍA

Dos amigos conversando y uno de ellos dice: -Oye pues, mi hijo en su nuevo trabajo se siente como pez. -¿Qué hace? -Nada.

- Oye, ¿tú de dónde eres?- Yo, de Madeira.- ¿Sí?...¡Como Pinocho! -¡Mamá, mamá! En el colegio me

llaman mentiroso.-Pero hijo, ¡Si tu no vas al colegio!

¿Qué es el beso?Es cuando el sujeto sujeta a la sujeta con su jeta.

Un niño le pregunta a su madre: -Mamá, mamá, ¿qué tienes en la barriga?-Es un bebé hijo. ¿Y lo quieres mucho?-Si hijo, lo quiero mucho. -Ahm… ¿Y por qué te lo comiste?

- ¡Papá! ¡Papá! ¿Los marcianos son ami-gos o enemigos? - ¿Por qué lo preguntas hijo? - Por que se han llevado a la abuela.- Pues, en ese caso son amigos.

-Papá papá, ¿tú por qué te casaste, por lo Civil o por la Iglesia?-¡Por tu culpa!

Sem. Dimas Pérez HernándezSegundo de Filosofía

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endeciré al Señor en todo tiempo

su alabanza estará siempre en mis labios

Mi alma se gloría en el Señorque lo oigan los humildes y se alegren

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Sal 33, 2-3

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