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Araceli Souza

Mar 23, 2016

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PRESENTACIÓN Hemos procurado respetar, tanto las expresiones que reflejan la personalidad de las maestras entrevistadas, como los datos y las anécdotas que son parte de su historia de vida profesional, centrándonos casi exclusivamente, en aquellos que nos permiten ir construyendo una página más, de la historia que se entreteje con las transformaciones por las que transcurre actualmente, la educación básica.
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PRESENTACIÓN

Una de las fuentes primordiales de la historia de la

educación, es la investigación a través de los Testimonios Orales,

que permiten en voz de los protagonistas, la reconstrucción de los

hechos que han marcado el rumbo de los acontecimientos más

importantes, desde los cuales se han tomado acciones, acuerdos,

decisiones que forman parte de la configuración de una estructura

educativa.

Concentrar la información más relevante sobre la trayectoria

profesional y laboral de una persona es una labor difícil, ante la

dificultad de seleccionar los hechos trascendentes que perduren

a través de las generaciones como experiencias de vida, con la

finalidad de ser puntos de referencia, que permitan la reflexión de

nuestro hacer y la reorientación de las acciones educativas.

Hemos procurado respetar, tanto las expresiones que reflejan la

personalidad de las maestras entrevistadas, como los datos y las

anécdotas que son parte de su historia de vida profesional,

centrándonos casi exclusivamente, en aquellos que nos permiten ir

construyendo una página más, de la historia que se entreteje con

las transformaciones por las que transcurre actualmente, la

educación básica.

La historia de la educación preescolar en Jalisco, se conforma de sucesos y etapas, en los cuales sus protagonistas han sido mujeres valiosas, que fueron haciéndose presentes en el contexto educativo de la

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sociedad mexicana, desde las primeras décadas del siglo XX,

continuando con el esfuerzo y las convicciones, que otrora sus

antecesoras iniciaran en las postrimerías del diecinueve.

La vorágine de los tiempos modernos, vendría a beneficiar

algunos estratos de la población infantil, que tenía la fortuna de

obtener una preparación previa a la escolarización primaria.

Incipiente y complicada, la tarea de las maestras pioneras que

fundaron los primeros jardines de niños, requería de un verdadero

convencimiento, sobre la importancia de instituir un nivel que

impartiera educación a los niños menores de seis años.

El presente Cuadernillo de Divulgación en ésta ocasión, nos

acerca a una historia singular, a una persona cuya vida

profesional, se nutrió de las experiencias y la educación recibida

desde su niñez, historia que nos lleva a recordar la Guadalajara de

antaño, que las nuevas generaciones de educadoras, no tuvieron

ocasión de conocer y en la cual se fue proyectando con brillantez

la Maestra Carmen Aracely Souza Dueñas.

Dejamos al lector éstas breves líneas sobre una trayectoria

extensa, una historia que no podemos dejar de admirar y que se

ofrece como ejemplo, de lo que puede ser vivir con plenitud e

intensidad, la vocación de servir a los demás.

Mtra. Laura Elena González Sánchez

Directora Gral. De Educación Preescolar

en el Estado de Jalisco

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AUTOBIOGRAFÍA DE UNA EDUCADORA

Carmen Araceli Souza Dueñas

TESTIMONIO

MI ORÍGEN

“Mi nombre esCarmen Araceli Souza Dueñas. Nací en

Guadalajara, Jalisco, (…) en mi acta de nacimiento dice que nací el doce de mayo de mil novecientos veintiséis, aunque yo siempre lo celebré el veintisiete de abril de ese mismo año.

El nombre de mis padres, Luis Souza Quiroz y Carmen Dueñas Pérez. Mi papá era originario de Colima y mi mamá de Guadalajara. Él trabajó mucho tiempo como mecánico de los Ferrocarriles Nacionales de México, posteriormente en la droguería y farmacia „Beick Félix’ y después en „Nacional de Drogas’, ahí fue cuando se jubiló.

Los dos se llevaban bien, sobre todo mi papá le dejaba los regaños y las nalgadas a mi mamá, él era calladito y nunca nos regañó, „¡nunca de los nuncas!‟. Y con él salíamos más que con mi mamá, por eso lo recordamos seguramente más.

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Y mi mamá…, ella siempre se desempeñó en el hogar, se entendía con la casa, también era tremenda. Un día uno de mis hermanos, el que ya no vivía en la casa porque se había casado, llegó buscándola: … „¡mamá!, ¡mamá!‟… y la mamá, ¡nada!,... y entonces él se metió hasta el fondo de la casa y la va viendo allá arriba de un tejado, barriéndolo porque iba a

cortar los aguacates. En otra ocasión, puso unos tambos, luego una silla, luego dos palos, luego un banco y luego se subió para barrer otro tejaban del guayabo que también había mucha hojarasca. Pero así era, sumamente aventada, y luego tenía una particularidad, esa vez de los tambos se cayó, no se fracturó ¿eh?, ¡no se fracturó! y

ya era persona de edad, se caía en otras partes y las fracturas nunca las conoció, porque, pues ella también era muy dada a andarse trepando por aquí y allá, a la azotea, y bueno, por donde quiera. LES PRESENTO A MIS HERMANOS Somos cinco hermanos. Yo soy la mayor, ¡sí!, somos dos hombres y tres mujeres. Nos ha ido muy bien en cuanto a méritos, porque mi hermano Alberto Eduardo, el ingeniero, sacó varios premios Jalisco; mi hermano Luis Armando, llegó a ser Director del Banco Nacional de México; y mi hermana Leticia, ella siempre se ha distinguido por su trabajo como secretaria y como adjunta en la contabilidad, ahora trabaja conmigo; y a mí, me va muy bien.

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(…). En cuanto a mi hermana Silvia del Carmen, ella radica actualmente en Estados Unidos, también es maestra, trabajó para Jardines de Niños y también estudió Trabajo Social. En Estados Unidos se desempeña como Trabajadora de Salud, les da clases semanalmente, (…) a diabéticos, a padres que han sido mandados por la corte, a muchachos de las

correccionales, a enfermos de SIDA. Ha andado en todos esos

diferentes grupos, y ha

recibido reconocimientos muy

importantes. (…).

MI VIDA DE NIÑA Y DE ADOLESCENTE Desde chicos, muy temprano en la mañana sin saber decir a qué horas, mi mamá nos levantaba y nos decía que nos

quitáramos la pijama y nos envolvía en una sábana, y en el corral ya estaba mi papá con los baldes de agua serenados, uno para cada muchacho, nos parábamos ahí, y mi mamá nos quitaba la sábana y mi papá parado en una silla nos vaciaba la cubeta de agua fría; nos envolvían con la sábana y nos íbamos otra vez a la cama a vaporizar y después ya nos levantábamos, y nos vestían para irnos a la escuela. Decían ellos que era para entonar los nervios ¡Sí!, y a mí me dio muy buen

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resultado. Yo pienso que sí nos fue muy bien con esa entonada de nervios, sobre todo (…) a mi

hermano el grande y a mí, que fue a los que nos tocaron más bañadas. Lógicamente pues sí tuvimos bastante entereza y todo. Hemos sorteado muchas dificultades que ni sentíamos que fueran tales dificultades, y nos ha ido bien. No así a los tres más chicos, porque a esos les tocaron menos baños de agua fría, sobre todo a mi hermana, ella como era la chiqueada porque era la menor de esa época, pues no a ella, ¡cómo la iban a despertar! y no le hacían ese tratamiento rudo que nos hacían a nosotros. Por eso los aprehensivos fueron nada más los chicos, nosotros no. Salíamos todos juntos en familia, pero la familia incluía a la tía (…), al padrino, a la madrina, y a todos (…) ¡Muy a gusto! (…). No éramos ricos pero nunca notamos que no éramos ricos, ¡nunca! Todo muy bien, ¡sí!, y pues no sé, siempre tuvimos cabida con nuestros compañeros de la escuela, con las amistades, con las gentes, o con los parientes ricos. Pero, pues en primer lugar, nunca nos hicieron menos; y en segundo lugar, nosotros jamás hicimos menos a nadie porque yo sentía como que todos éramos iguales en esa época. Bueno, a mí me gustó mucho la vida de niña. Mi papá siempre nos llevó a hacer cosas muy sanas y ¡a no tenerle miedo a nada! Nos llevaba a todos de paseo, a diferentes partes, pero lo habitual era que de menos una vez a la semana todos los chiquillos de la casa y del barrio nos íbamos con él a caminar. A veces hacíamos caminatas hasta el antiguo aeropuerto de Guadalajara donde hoy son las instalaciones de Telmex. Todos íbamos con nuestro lonche y

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demás. Nos enseñó pues a treparnos a los árboles, a los camiones del ferrocarril, a subirnos en la bicicleta, también escalé cerros, a nadar, lo mismo nos metíamos al río, que al mar, que a la laguna, que a los tanques, a las albercas que ante había muchas en Guadalajara donde por una módica cuota podía uno entrar en ellas. (…) Íbamos a nadar en las aguas frías, en el ovalado del Agua Azul, en la Quinta de las Rosas; íbamos a cuanta alberca sabíamos de su existencia y ahí nadábamos. Muy pronto mi papá nos enseñó a nadar a todos. También nos llevaban a San Luis Soyatlán (…) y allá también nadábamos en la laguna. ¡Luego a Jocotepec!, todas las Semanas Santas nos íbamos ahí a una casa que nos prestaba la esposa del licenciado Victores Prieto1, (…) llegábamos (…) como en tres carros. Unos dormíamos en las recámaras, otros en la sala, y los muchachos dormían en la camioneta grandota de esas que se usaban para entregar medicinas. Y pues hacíamos excursiones ahí por el agua potable con unos señores que tenían una casa en un rancho que se llamaba El Huasollo, (…) de los Ramírez Ladewig e íbamos por el agua: … „veníamos por el agua‟…,… „¡sí pásense!‟…, bombeábamos, sacábamos el agua en garrafones y nos los llevábamos porque era potable y muy buena, (…) hoy llamada „Roca azul’. La llevamos muy bien todos los hermanos desde chicos, ¡sí!, siempre fuimos buenos hermanos, nunca nos peleábamos y pues nuestros papás nos hicieron muy obedientes, a parte la tía que vivía con nosotros también siempre nos enseñó buenos modales y a estar todos juntos.

También nuestros padrinos influyeron mucho en la formación de nosotros, ¡sí! Mi padrino2, estaba casado con una hermana de mi mamá3, tío político, pero de todas maneras influía. Todos mis familiares le tomaban opinión a él, para muchas cosas.

1Abogado reconocido en esa época, político, y Amistad de la familia.

2Dr. Alberto Onofre Ortega, nombre del padrino

3María Luisa Dueñas

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Somos católicos. De chicos íbamos a misa todos los domingos con mis papás, y a veces ellos iban en la noche. Nunca fuimos de la casa solos, siempre salíamos a misa de ocho con los amigos a la misma hora (…) ahí en San Sebastián de Analco, ¡siempre! Ya después nos reuníamos para irnos a la matinée.

Tuvimos una sirvienta que los miércoles nos llevaba a un cine del barrio y las mamás ya sabían (…) por lo menos íbamos diez muchachos y muchachas…, había ocasiones en que íbamos hasta quince o veinte y a „¡gayola4!‟. Era muy barato el cine en esa época, el boleto costaba…, pues, yo creo que costaba cincuenta centavos arriba, y abajo costaría un peso, pero pues todo el mundo tenía para que fuéramos al cine.

Cuando estaba ahí en la casa, como les digo, también me iba con mi madrina (…) a misa y al cine. Éramos muy „cineros‟, en la mañana, cine con mi madrina; en la tarde, cine con mis hermanos; entre semana, cine con la sirvienta que ya les comenté; y luego (…) con los del barrio nos íbamos todos al cine.

Ya de adolescentes nadie podía llegar después de las diez de la noche a la casa, siempre andábamos por ahí junto con los chicos y chicas del barrio. Afortunadamente había una fábrica de aceite cerca del barrio de Mexicaltzingo que nos

4Galería ubicada en la parte alta de un cine-teatro de la epoca

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quedaba en dirección de la casa, a unas cuadras, y faltando quince para las diez la fábrica sonaba el silbato –¡„rrriiing’!- ¡bastante fuerte!, alcanzaba a llegar hasta Gante, porque nuestro domicilio era Gante, entre las calles Veintiocho de Enero y Veinte de Noviembre, ahí (…) donde fue la explosión

del 22 de abril5, entonces cuando el silbatazo de la fábrica sonaba (…), se veía por la calle todo mundo saliendo de una casa a otra, o llegaban corriendo, algunos en bicicleta otros en el carro. Como les digo, en el

barrio se acostumbraba que todo mundo tenía que estar dentro sus casas a las diez de la noche para llegar a la hora del silbato. (…). Había unos papás de ahí del barrio también, que cuando los hijos llegaban después de las diez de la noche no les abrían el cancel, dejaban la puerta abierta y (…) el cancel cerrado, tenían que dormir en el pasillo. Entonces todo se relacionaba bien. (…) habíamos pobres, medianos y ricos, pero todos teníamos la mismísima educación, (…), cualquier persona nos podía llamar la atención y nadie decía ni „pío‟ (…). El nivel socioeconómico en ese tiempo era estándar. No toda la gente tenía carro, no se notaba mucho, andábamos en camión o los muchachos todos en bicicleta. No había diferencias ni en la educación. Recuerdo la convivencia entre todas las amistades, como era casa grande, ahí podíamos jugar a todo, las muchachas a las

5año del siniestro, 1992.

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comiditas, los muchachos jugaban „choyita‟6, porque también había tierra y demás y jugaban con las canicas y (…) a diferentes juegos, porque a nosotras no nos dejaban ir tanto a las demás casas, (…) pero eso sí, se podía recibir a todo mundo en la casa.

En muchas ocasiones yo no dormía ahí en la casa porque mi madrina se quedaba sola (…), mi padrino se tenía que ir a dar consultas médicas al pueblo de Zacoalco de Torres de donde él era originario, entonces él se iba los viernes, sábados y domingos, y yo ahí me quedaba viernes sábado y domingo siempre en la casa de mi madrina. El domingo ya llegaban mis hermanos y nos regresábamos todos juntos a la casa.

ASÍ ERA MI CASA La casa donde vivíamos era propia, mi papá la compró y la edificó también, y luego se le hicieron algunas añadiduras. Fue un cuarto arriba, que era un „cuartote‟ ¡buenísimo! ¡Muy a gusto!, que les tocó a algunas de las personas que nos ayudaban con el quehacer. Las recuerdo mucho a todas porque todas tuvieron algo que darnos, y nosotros algo que aprender. Siempre duraron mucho tiempo con nosotros. La que nos llevaba al cine, ésa duró muchos años con nosotros, hasta que encontró un empleo mejor de dama de compañía de una „gringa‟, ella no sabía nada de inglés pero se enseñó y ya después viajaba con la norteamericana, vivía en su casa, ella se encargaba de todo y pues ganaba mucho más que con nosotros naturalmente. ¡Claro! y además su familia era numerosa y por su conducto (…) entraba algo más a su casa. Yo recuerdo que un día le pregunté que su mamá cuántos años tenía, porque (…) en un principio la mamá estuvo también trabajando en nuestra casa, y me dijo que tenía cincuenta años, ¡uy! yo decía que cincuenta años era ya casi próximo a la muerte, porque era una viejecita, como se vestían todas las ancianas de esa época con vestido así suelto, largo... Seguramente era la costumbre que “a los 6Juego tradicional con canicas y como medio un espacio de tierra ; solo jugado

entre niños.

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tantos años, ésto…, a los tantos años, lo otro…, y a los tantos años la decadencia…” (…), como patrones de vida. La casa era una casa grande, al frente tenía una ventana de vidrios de colores como vitral (…), formaban un arco, había vidrios rojos, amarillos, verdes, y era bastante grande y a los lados tenía dos claros también con vidrios de color pues para que pasara la luz. La fachada de la casa era muy bonita porque toda la parte inferior tenía cantera roja, ¡muy bonita!, y entre cantera y cantera tenía levantado con cemento para que se viera más esa cantera roja, pero ¡tan bonita! La puerta era grande, (…) estaba enrejada, pero la rejilla y los postigos esos estaban siempre abiertos para ver hacia el interior de la casa. Teníamos árboles frutales, nosotros cortábamos las naranjas, mandarinas o las limas, y las llevábamos al cine y ahí nos las comíamos. Mi casa con árboles... ¡Sí!, muchos árboles…, y a mí me tocaba siempre cortar la fruta, me subía a un balde y con un gancho y como les digo, mi papá hizo que no tuviéramos miedo a nada. Teníamos un mandarino, un naranjo-lima, guayabo-fresa, limonero, guayabo y aguacate. Durante muchísimos años jamás se puso llave en la puerta de la casa, excepto en la noche. Pero posteriormente, mi papá le hizo una cosita muy curiosa que nada más metía uno la mano y movía (…) la perilla y esa perilla movía todo un engranaje, y así se abría la puerta. Claro que las personas que iban a la casa, todos (…) sabían y todo mundo abría y se metía. Pero un buen día, una loca que también era del barrio, ¡Ernestina!, también ella, (…) metió por encima de las rejas, el brazo, era una persona muy alta, y ella abrió definitivamente la puerta, la abrió, tiró del pasador y se metió, nos encontró allá en el comedor, y dijo: …. „¡Quiubo! (sic), ¿por qué no salían?‟…,… „Por qué no tocaste Ernestina‟…, las personas grandes de la casa le hablaron así, nosotros

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nada más nos quedamos en expectación, y luego dijo… „Pos (sic) yo toqué para ver si me ayudan‟…,… „¡sí! ¿Quieres comer?‟…, y ella dijo: … „Ya comí, ya me dieron un taco al otro lado‟…,… „¿entonces qué quieres Ernestina?‟…,… „pos (sic) un peso‟…,… „¡Uy eso es mucho!‟…,… „bueno cinco centavos‟... Y ya con cinco centavos la acompañamos hasta la puerta y cerramos y pusimos el botoncito del seguro para que ya no se anduviera metiendo más la gente. Los tiempos avanzan, posteriormente ahí se volvió de mucho tránsito porque pusieron la Central Camionera, que era la general, entonces pasaba mucha gente que no era de por ahí, algunas tenían malas costumbres, entonces cerramos el postigo del lado que se podía abrir y dejamos abierto el otro. (…) Se seguía viendo hacia adentro de la casa, desde la cocina podíamos ver quién estaba tocando, y así la pasamos bastante tiempo. Además en esa casa era muy notorio que por las noches se acercara mucha gente a los postigos porque mi casa olía preciosa, olía a „jazmines‟ y a „huele de noche‟, y los dos aromas mezclados hacían un aroma precioso, ¡de verdad!¡Sí!, (…) saliendo del corredor ahí estaba el jazmín que se subía al tejado, y más adelante, cerca del comedor, ahí teníamos una planta de „huele de noche‟. La sala nunca la ocupamos como sala, ahí siempre fue una recamara donde dormían los hombres (…); el corredor era la sala; la siguiente recámara era la de mi papá y mi mamá; y en la otra dormíamos las mujeres. Ahí en la recamarota esa grandota que debía de ser la sala, siempre tuvimos un Cristo enorme

7, ¡bellísimo!, todavía lo

conservamos, nada más que las casas de ahora tienen los techos más bajos y francamente para ponerlo allá en donde dobla la escalera que es la única parte que tiene techo alto y que se vería muy bien, quedaría muy a trasmano.

7El Cristo fue donado una casa de descanso para adultos mayores en Atoyac,

Jalisco

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En mi recámara, lo más bonito que había ahí era una lámpara que yo no sé como llegó a la casa, yo no sé si la compraron o era de la tía que vivía con nosotros. Era un farol así oval azul, muy bonito que tenía algo que se le bajaba, mi papá le puso unas pesas para que por ahí se viera mejor la luz del foco que teníamos adentro, porque si no nada más se vería luz azul. Entonces a nosotras nos gustaba tener la lámpara ahí aunque no la prendiéramos, porque siempre nos ha gustado la luz fuerte, y como los árboles obscurecían, (…) un poco el interior, entonces teníamos otro tipo de luz. Pero lo significativo era la lámpara esa azul, que era la que nos adornaba siempre ahí la recámara.

EL INICIO DE MI FORMACIÓN ACADÉMICA Hice Párvulos, así se llamaba, no sé si tres cuartos o medio año, „Chole‟ era mi maestra, ella me recibió. Estaba en la Escuela anexa a la Normal, pero esta escuela Normal estaba donde hoy son los Juzgados Civiles, a un costado de El Teatro Degollado; y en la planta baja yo recuerdo que estaba mi salón de Preescolar. Como entré muy chica, no lo hice a los tres años ¡no!, ni sé si era de tres años o no. (…) Me acuerdo que cantábamos algún corito que después lo he vuelto a escuchar, de unos marineros que tenía varias repeticiones (…). También recuerdo que trabajábamos con dibujos, pero así como decir ¿con qué coloreábamos esos dibujos? debieron haber sido lápices de colores, porque no recuerdo para nada las crayolas que son tan buenas ahora para los niños, que hay gordas, hay flacas, chiquitas y grandes.

Pero de buenas a primeras quién sabe qué sucedió, como que visualicé muy bien las frases que nos daban, qué acerté en algo, o de qué decía aquí…, o de qué decía allá…, yo pienso que yo no leía. Entonces de estar una temporadita en párvulos o preescolar, como ya nos habíamos cambiado acá por Gante, pues mis papás buscaron una escuela, la más cercana, y teníamos una que se llamaba ‘Escuela Elemental Veintiséis Municipal ubicada por Veintiocho de Enero, esquina con Bartolomé de las Casas, que era realmente a cuadra y media de la nuestra que estaba en Gante y Veintede Noviembre. Ahí terminé la primaria, en La Escuela

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Elemental del Ayuntamiento, en donde después fue la Escuela Secundaria para Señoritas. Pues de ahí salí de sexto, terminé la escuela primaria muy chica, digamos en julio y en noviembre empezaba la secundaria así que luego, luego pensaron que debía hacer la secundaria, no se sabían dónde o cómo, había una sola secundaria, y para entonces ya no estaba la Escuela Normal en los altos de lo que son hoy los Tribunales, ahora estaba la Escuela Secundaria de la señorita Eloísa Párraga, “Lucha”, era la Uno y la única, la Secundaria para Señoritas y abajo estaba la Escuela Técnica Industrial Federal No. 1 EXPERIENCIAS DURANTE MI PREPARACIÓN EN LA NORMAL Fui a la Secundaria, ingresé en el mes creo que de noviembre porque eran diferentes las fechas de inicio de las primarias, las secundarias y las prepas; y ahí estuve pues quizá unos seis meses o menos en esa Secundaria porque no sé con motivo de qué movimiento entre estudiantil y político, se fundó la Escuela Normal, y se fue al Centro Escolar Basilio Badillo, y fueron a pedir que todos los que quisiéramos seguir la carrera para maestros de una vez nos fuéramos a la Basilio Badillo.

A mí ni me llamó mucho la atención ni tampoco me alboroté, porque me habían puesto en esa escuela y yo no tenía pensado dejar la secundaria así como así. Como mi tía era prefecta de la Normal que estaba en ese entonces en lo que es hoy el Centro Escolar Basilio Vadillo, entonces decidieron en mi casa que yo debería estudiar para maestra, me cambiaron de escuela y de ahí me fui a la Escuela Normal de Jalisco y con nosotras, con nuestra generación, se hizo el primer año de secundaria. Y ahí hicimos primero, segundo, tercero de secundaria, o bien, primero, segundo, tercero, cuarto, quinto y sexto de normal, pues estaba integrada la secundaria y la normal. El primero lo pasamos pero ¡si

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rapidísimo!, por lo que llevábamos de estudio, y luego la cambiada de escuela (…), rápido se acabó el año escolar.

Yo recuerdo así como de suspiro el primer año. La normal estaba ubicada frente a la Cruz Roja a un costado del Parque Morelos en la calle deSan Felipe, en una manzana grandotota, que está desde San Felipe a Garibaldi. A espaldas se fundó la Escuela para niños especiales (…). Ahí estuvo la Escuela Normal de Jalisco.

Algunas de mis compañeras llegaron hasta después de los tres años de secundaria, nos volvimos a encontrar ya en la Escuela Normal, pero las que llegamos a hacer ahí la Secundaria pues ahí le seguimos, ¡muy a gusto! ¡muy contentas!, en un edificio muy alegre, muy lleno de sol y de aire y de mucho calor. No era un solo turno, íbamos en las mañanas y en las tardes. Posteriormente se cambió la Escuela Normal al Manuel M. Diéguez hice parte de segundo y tercero, fue donde terminé, en la Manuel M. Diéguez. Fue otro estilo de edificio y los maestros todos muy buenos también. Mi grupo era (…) muy raro, era muy numeroso, cosa que no se estilaba, fue muy numeroso porque ahí entraron a estudiar maestras rurales que nada más querían terminar la Normal para poderse jubilar, recuerdo a las hermanitas Barranco y las Badillo. Los grupos eran bastante grandes y sus años de servicio ya eran más de treinta, había muchísimas compañeras, unas casadas, otras viudas, madres solteras, había de todo y de todas las edades, pero de todas maneras era un ambiente muy bonito. Las intermedias de edad, tenían muchas cosas de qué platicar y nunca permitían que nosotras estuviéramos oyendo sus conversaciones de adultas. Todas trabajando, y pues algunas nos pedían apuntes porque por su horario muchas veces se tenían que retirar y nosotras les teníamos que prestar nuestras libretas de notas. No teníamos materiales de cine o algo para que nos pasaran proyecciones, ¡no!, casi todas las clases eran verbales.

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(…) No voy a decir que era yo aplicadísima, ¡no!, bueno aplicada sería porque asistía siempre, nunca me enfermaba, allí estaba todo el tiempo, pero así como buenas calificaciones ¡No! ¡Eso no!, ¡Nada!; Yo me vine desarrollando cuando ya empecé después del tercero de secundaria en adelante, no sé si porque de veras entré chica a la escuela, ¡algo debió haber sucedido!, pero claro está que seguramente ya traía lo deportista desde entonces. Porque eso sí, en todo lo (…) relacionado con Educación Física yo era ¡sí!, de las primeras.

Ahí me di cuenta que reprobé en tercero, Química; en segundo, Física; pues se relacionan ¿verdad? y también reprobé Anatomía, pero presenté los exámenes y los pasé. Pero de cuarto a sexto yo no sé de dónde me salió la asimilación de lo que estudiaba porque era buena para dar las clases y era muy lista para diferentes cosas y mis calificaciones subieron, fue de repente. Así terminé de pasar mis clases que me quedaron y en cuarto, bueno ya no sé si porque eran materias más de pensar que de las otras que eran de fórmulas y cosas así. Yo descubrí que francamente para las Matemáticas no era lista, pero nunca me quedó ni Algebra, ni Geometría ni Matemáticas porque seguramente les tenía miedo o qué sé yo, pero las pasaba. Pero Física y Química nada más de acordarme todavía me siento mal y yo veía que todas las personas tan fácil que pasaban y yo no. Anatomía yo no sé cómo me quedó, porque después en Biología y todo ¡‟dieses‟!

Posteriormente (…) ingresamos a estudiar a la Escuela de Educadoras otras amigas y yo, que ya habíamos hecho normal para primaria (…) y nos inscribimos. Se interrumpió la carrera de Educadoras no sé por qué y nos quedamos sin terminar, habíamos hecho primero y segundo y además nos habíamos cambiado a preescolar porque consideramos que era nuestra obligación prepararnos en educación preescolar y fuimos a terminar a la escuela Normal de Educadoras a la Escuela Normal de Jalisco que funciona donde está ahora y donde la señora Aurorita Sánchez de Rovelo fue la casi

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fundadora y Secretaria de la Escuela Normal de Jalisco. Ella era nuestra catedrática también. Luego se reabrió la escuela de educadoras y terminamos el 16 de junio de 1964. Ahí en la Escuela Normal daban clases también de cantos y juegos, actividades peri escolares, que me encantaban, y música y danza. Las actividades peri escolares eran todas las que tenían relación con lo de alrededor de la escuela, ahí les impartían clases, pues les daban conocimientos a las compañeras de todo lo que podría hacer una ama de casa para mejorar la alimentación de su familia, para revisar los problemas del hogar y también para que las educadoras supieran de qué manera podían auxiliar a las mismas compañeras, a los padres de familias y a los niños con los problemas que se presentaran. Antes pues como toda la sociedad tenía los mismos valores, pues era fácil, todo mundo sabía que debía ser la gente cortés, que debían darse las gracias, debía dejar a la gente grande el asiento en los camiones y esa serie de cosas que se han perdido totalmente y que en ese tiempo era fácil. También hablaban sobre el arreglo del aula, el arreglo en el hogar y las vacunas que debían tener los niños, los cuidados de los dientes y de las posturas y demás. Era todo lo que se relacionaba estaba con el entorno escolar esto era dirigido a padres, educadoras para que los transmitieran a los niños y a su comunidad.

En 1965 algunas de mis compañeras educadoras y yo, que estudiamos Trabajo Social, e iban ellas en el primer año, dijeron: “¿Por qué no se vienen a Trabajo Social?, miren que es muy bonito, que ayuda mucho”, ah, pues ahí vamos, yo entré con ellas, a Trabajo Social y me recibí en el sesenta y seis (…).

Después cuando hice las carreras de Trabajo Social Técnico y de Trabajo Social Licenciatura, ¡no! pues yo buenísima para todo lo que se refería al cuerpo humano y la nutrición y todo lo que fuera, con muy buenas calificaciones (…). Pues quién sabe qué influyó en mí, yo creo que porque ya eran más de pensar y de conectar una cosa con la otra, o de

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razonamiento lógico, eso es lo que yo creo me favoreció ¿verdad? Y luego ya me dedicaba a estudiar con más ganas (…), yo siempre estaba dispuesta, no quería estar siempre levantando la mano, porque no me gustaba, pero en cuanto me preguntaban yo todo sabía. Pero la combinación de actividades, pues practicaba en las tardes, y las giras siempre eran en vacaciones. En la Escuela Normal me invitaron a jugar cuando estábamos enla Basilio Badillo, a jugar softball, y entré y era buena, pero como mi tía era prefecta, pensaba que perdía el tiempo en eso y me dijo que ya no volviera a jugar y no volví a jugar.

MIS ALCANCES DEPORTIVOS. Me acuerdo que en una ocasión, como yo resulté muy buena para jugar voleibol, y en la casa no querían que yo jugara (…). Un día hicieron junta de familia y me preguntaron que sí quería seguir jugando, y yo dije: `pues yo no le veo nada de malo jugar y a irme a practicar‟, porque lunes, miércoles y viernes me iba a practicar a la escuela preparatoria. Y luego, cada que salíamos de gira a los campeonatos nacionales, mi tía, la que vivía en la casa, siempre nos acompañaba, mi hermana iba con nosotros también y no nomás así porque a mí no me dejaran salir, es que era un ambiente „¡a todo dar!‟, (…) era un ambiente familiar pero „¡a todisísimo dar!‟ y mi padrino no tuvo más remedio que decir:… „¡no!, ¡que siga jugando!‟. La actividad deportiva con la académica las combiné de tal manera que en las tardes era lo deportivo. En la escuela preparatoria, ahí fue donde me vio el Profesor Aréchiga estar practicando voleibol y entonces me invitó a jugar por la escuela preparatoria y así fue como le hice. Las salidas fuera del país eran en vacaciones. ¡No!, yo no tenía impedimento para eso, ¡no! En alguna ocasión yo trabajando no pude ir a unos juegos en Colima, acompañé a las compañeras del Colegio Americano que en ese tiempo ya se llamaba „Emilio Cab’ al Gobierno del Estado a solicitar la ayuda para que se fueran, yo no pude ir porque ya era maestra, y pues tenía un grupo a mi cargo, el tercero de primaria, y yo consideraba que era muy malo de mi parte abandonar a mis niños antes

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de los exámenes. ¿Con quién iba a dejar a los niños? ¿O qué clase de exámenes iban a presentar, o ¿Cómo? Preferí no ir y ¡No fui! Hubiera empezado a ser jugadora nacional desde antes de cuando empecé, pero no quise ir porque mi sentido de responsabilidad me decía que me tenía que quedar aunque me hubieran dado permiso.

(…) En la Escuela Normal empecé a tener contacto con el deporte y luego maestros también vieron que tenía condiciones para ser deportista. Ahí había softball, y pues yo medio jugaba cuando no me veía mi tía, porque mi tía no quería que yo anduviera jugando softball. Total, el día que le hice caso, estaba yo ahí muy cerca de „home‟ (…) que es donde está el „cátcher`, donde le llegan, y están las personas que batean la pelota, entonces estaba yo ahí viendo que estaban jugando compañeras y compañeros, cuando por estar ahí de mirona, muy cerquita de la compañera que estaba bateando, yo me agaché para decir que estaba pisando una raya y entonces ella no se dio cuenta, soltó el bate y me pegó en la cabeza, por fortuna fue de rozón y no pasó a mayores (…), se me hizo un morete, se me inflamó, me regañaron en la casa hasta que se cansaron, y no me pudieron creer que había sido un accidente, y no que yo anduviera jugando, ¡pero ese día realmente no jugué!.

(…) Posteriormente nos cambiaron de (…) la „Basilio Badillo’ a la Escuela Normal „Manuel M. Diéguez’, en la parte superior estaba la escuela anexa a la Normal,la Normal y también estaba el Departamento de Educación Pública.Ahí invitaron a todo mundo que quería jugar bádminton y yo sí

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quise jugar y entré a un campeonato, y quedé campeona de singles, de dobles y de mixtos, y total me tocaron los tres porque me gustaba mucho el bádminton y a las compañeras con las que jugábamos también. Yo no me explicaba cómo a las demás no les gustaba, pero seguramente como (…) eran más grandes ya tenían otros intereses, otras responsabilidades, o tenían novios. Pues yo todo lo que fuera deportivo le entraba y era ganadora.

Nos íbamos la mamá de Cuca Rubalcaba, la mamá de Cuca Hernández, la mamá de Sara Bertha de la Torre, la mamá de las Sigala que eran tres las que jugaban con nosotras. (…), y ya con ese permisito pues yo ya jugaba más y a todos los „Nacionales‟ íbamos. Al principio no ganábamos el cometían campeonato, pero después fueron ocho años consecutivos que ganamos y después uno no, y al siguiente ¡sí!, ¡lo volvimos a ganar!, y nos tocó ir a Guatemala, a Venezuela, a los Centroamericanos de México, a los Panamericanos también en México, y todos los ganamos, ¡todos! Por eso las que ganamos, sobre todo los Panamericanos, nos hicieron el honor de ponerle (…) nuestro nombre a algunas calles. La base de los equipos siempre fuimos de Jalisco.

(…) Yo jugué en lo que hoy es el Templo de San Diego, como estaba abandonado, a veces ahí guardaban papelería o algo del Departamento, los maestros de Educación Física lo hacían a un lado y ahí ponían la red y todo, y ahí jugábamos bádminton muy a gusto sin nada de aire ni de más.

También ahí en La Normal fue donde primero tuve contacto con el balón de voleibol y pues me gustó mucho, pero tampoco no había mucho eco de las muchachas para jugar voleibol. Nos prestaban los balones, eran unos balones de cuero pesadísimos, y pues a veces jugábamos a pasar de lado a lado del patio el balón porque no se podía hacer otra cosa. Pero como también ahí, en la planta baja existía la oficina de Educación, ahí me vio el profesor Antonio Aréchiga que era Secretario de una escuela preparatoria que quedaba muy cerca, entonces me dijo que si no quería jugar voleibol, „¡uy sí!, ¡cómo no!‟. El maestro de ahí pues a veces nos

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ponía la red y jugábamos, era un rudimentario plan de juegos. Pero a mí sí me interesó irme a la escuela preparatoria, ahí me inscribí en el equipo de voleibol, y ahí ya fue donde cada quien empezó a desarrollar su propia técnica. Fue hasta 1949 que fuimos a un campeonato a Hermosillo, Sonora, ya teníamos un buen equipo, y debió haber sido muy bueno porque quedamos en segundo lugar. Y ahí yo fui la mejor jugadora de voleibol, me dieron mi medallita, no se

trofeos grandes ni mucho menos nada que pareciera dinero, ¡nada!, éramos totalmente amateurs. El caso es que ahí ya salimos seleccionadas otras dos compañeras y yo para ir a los juegos Centroamericanos en Guatemala y hubo una concentración en México, Distrito Federal. Ahí teníamos pocas cosas que hacer, aparte de entrenar, era ver jugar a los muchachos, a los del equipo seleccionado, muchos de ellos ya habían ido a un Campeonato Centroamericano, en Barranquilla, Colombia y ya traían otro tipo de jugaditas y boleadas chicas, largas, directas y corridas, y de otras. Yo me ponía ahí en las gradas a estarlos viendo qué jugadas hacían, y cómo le hacían y todo. Y yo me entretenía platicándole por carta a mi entrenador el Profesor Aréchiga y le decía cómo entrenaban y muchas cosas. (…) Desarrollé una técnica especial y además como me gustaba ver entrenar a los muchachos, todas los veíamos pero nada más que cada quien con diferente mirada. Yo, a parte de que ya tenía novio, pues ahí, (…) sí veía otras cosas, y decía: „¡bueno! ¿Por qué los hombres bloquean las pelota y las mujeres ninguna?‟. De ahí me nació la idea y fui la primera mujer de todo el voleibol internacional, que empezó a bloquear y enseñé a mis compañeras. Al regreso a Guadalajara a todas las enseñé uno, dos, tres, saltar a qué altura y en qué dirección.

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Llegamos a ser nosotras potencia en el voleibol, porque sabíamos bloquear de una en una, doble y triple bloqueo, entonces era cuestión de poner las manos en diferentes formas, en cada ocasión que saltáramos, también la persona que hacía asistencia, porque era bastante complicado el voleibol antes, ¡aunque no es tan terrible cómo ahora!, pero era muy complicado, porque (…) había muchas reglas que no permitían hacer diferentes cosas: ahora ya se pueden pasar las manos por encima de la red, y antes era pecado; ya se puede pasar una pierna por debajo de la red, y carrera tampoco no lo marcan mal; ya se puede uno pasar por debajo de la red hacia la otra cancha y regresarse a la suya; y la red hoy es de dos metros veinticuatro centímetros (2.24), y antes era de dos metros veintiocho (2.28), teníamos que saltar mucho más antes que ahora. Lo bueno era que todas aquí en Jalisco teníamos un „saque‟ muy bueno. Había unas ¡terribles!, ¡terroríficas!, (…) con unos „saques‟ ¡tremendos! casi rozando la red, y muy fuertes; y otras, por ejemplo en mi caso, que yo no era de las rudas, yo empecé a ver otro tipo de „saques‟ y los hice, y también metía muchos puntos a base de „saques‟; a parte de que ¡pues claro!, sí era estrellita de la clavada, pues (…) yo perfeccioné todo mi sistema y resultaba muy difícil.

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Fui muchos años encabezando la lista de todas las jugadoras de la Nación, era la que siempre aparecía en primer lugar de todos los equipos y no recibí más que dos trofeos como la mejor jugadora, uno en Hermosillo y otro en un campeonato aquí en Guadalajara, (…). Yo quería lucirme ante la gente de aquí, siempre andábamos fuera. Luego en Monterrey, que también ganamos, teníamos usaban

muchísimo público, se llenaba el círculo de allá de Nuevo León, de todos los muchachos de aquí que estaban estudiando en el Tecnológico de Monterrey y de mucha gente, y como tenía el equipo compañeras jugadoras bonitas, entonces iba muchísimo público a vernos. El caso es que a una de mis compañeras le dieron el trofeo de la mejor jugadora, y a la salida los muchachos le empezaron a gritar a mi amiga: ¡„fulanita, tú eres la más bonita, pero la buena es Araceli‟!, ¡ay!, a mí me daba pena por mi amiga porque fuimos muy queridas amigas todo el tiempo. Llegamos a salir no nada más en giras deportivas juntas, sino que su familia, sus hermanos y mi familia, todos como hermanos, ¡todos!, y sí me daba pena pero ni modo, yo sentía mucha alegría interna de que el público me aclamara. Me sentía muy satisfecha.

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Después seguimos yendo a otros juegos Centroamericanos porque desde que tomamos el cetro nacional, pues ya fue año tras año, repitiendo, y con nuestro entrenador Toño Aréchiga. Un año jugábamos de un modo, otro año jugábamos de otro modo, siempre teníamos una ampliación, siempre íbamos delante de todas. Así que, siempre sorprendíamos a las demás, y siempre jugábamos y ganábamos.

Otra cosa que nos gustó mucho y que lo supimos (…) años después de haber quedado campeonas centroamericanas y panamericanas, fue que uno de los jóvenes de los nuevos jugadores de voleibol que fue a Europa a unos campeonatos y demás, él estuvo en una entrevista donde hablaron con los japoneses, y que les dijeron que de dónde habían ellos empezado a jugar voleibol, para que sus muchachas fueran campeonas, porque ellas duraron siendo campeonas olímpicas y mundiales muchos años, entonces él dijo que él y sus compañeros japoneses habían estado en los juegos panamericanos de México y que a la selección nacional femenil nos había filmando todos los juegos, y que de ahí fue donde partió su técnica para enseñar a las muchachas japonesas. ¿Qué tal, heee? No pues ellas campeonas mundiales y olímpicas, y (…) eran (…) de estatura mediana.

Tantos años que quedamos campeonas y a mí me gustó mucho eso porque fue en una jornada deportiva. En las oficinas del Ayuntamiento de Guadalajara, en una sala muy

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grande donde había reporteros y había maestros de Educación Física, compañeros voleibolistas y público en general, ahí con micrófonos estábamos hablando, pero lo que yo no sabía es que las bocinas estaban hasta la calle, y mucha gente oía y decían: „¡uy sí muy buenas las de Guadalajara!, ¡muy buenas las de Jalisco!‟ y luego nos platicaban. ¡Esas fueron algunas de las satisfacciones! Nosotras jugábamos para la prepa, la Universidad, y después fuimos las seleccionadas de Jalisco, casi siempre la selección se componía de las jugadoras del Ferrocar Pacífico y de la prepa. Y luego íbamos a todos los juegos nacionales juntas, con nuestra familia, y nada de que hubiera tantos patrocinadores para que nos estuvieran pagando los viajes o que el gobierno nos diera, ¡nada de eso!, a nosotros nos tocaba que la Dirección de Educación Física nos diera unos oficios, y con los oficios íbamos y pedíamos a las empresas, como a la Coca Cola, también pedíamos al Ingeniero Ladrón de Guevara quien siempre nos auxilió y a diferentes personalidades de Guadalajara que nos daban dinerito. Y luego que había un encuentro por ejemplo de beisbol, íbamos y los jugadores de béisbol nos ayudaban a cargar la bolsa donde guardan los bates; y ahí andábamos pidiendo entre el público y todo el mundo echándole a la bolsa el dinero. Juntábamos bastante, tanto que ajustábamos para que fueran el equipo varonil, el equipo femenil y las mamás de algunas de las compañeras, mi tía que nos acompañaba, mi hermana, los hermanos de otras de las compañeras. Total,

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íbamos montones de aquí de Jalisco a jugar a los diferentes estados de la República.

Es algo impresionante, una satisfacción inmensa subir al pódium del primer lugar, yo como capitana del equipo, porque siempre fui la capitana del equipo, cuando ya te suben al primer lugar y que ves que están subiendo en el asta más alta la Bandera Nacional, y que están tocando el Himno, ¡es una cosa imborrable!, ¡es una satisfacción inmensa!, ¡te dan ganas de llorar!, de sentirte…, bueno, ¡te sientes muy importante!, y no le ganamos a cualquier equipo, le ganamos a los Estados Unidos de Norteamérica, que venían creyéndose como toda la vida, „las no hay otras‟. Luego a las de República Dominicana que en área del Caribe eran las mejores y ya habían sido campeonas antes, y les ganamos; luego les ganamos a las de Brasil que en Sudamérica eran las mejores. Entonces era hermosísimo saber que nosotras les ganamos y ver ondear en el mástil más alto a nuestra bandera. Todas vinieron a los Panamericanos que organizó México, ¡muy bien organizados los juegos! y la satisfacción más grande de que le dimos medallita de oro a la Nación. Después de eso nos trajeron de gira. Previamente un señor de México nos regaló un viaje a Acapulco con gastos pagados. A una de mis compañeras le pagó una operación (…), a la otra le regaló su viaje a Guadalajara (…) tenía ella una pena familiar, también le dio a su familia para que viniera a resolver su problema que tenía. Y a Sara Bertha de la Torre y

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a mí, que era mi amiga de toda la vida, nos regalaron ese viaje a Acapulco, teníamos chofer a la puerta, el „hotelazo‟ (sic) de Las Américas que en ese tiempo era magnífico, y nosotras mal despertábamos cuando ya estábamos en la calle, y luego le pedimos que fuera una persona mayor con nosotras, (…) y fue una amiga de ahí del Distrito Federal. Total, aviones para las tres, el carro a la puerta diario con chofer, el yatecito, claro no yate monumental, pero si yate para que nos fuera a dar una vuelta ahí en la bahía y todo, pues muy agradecidas (…) Ese fue el regalo. De regreso... ya antes nos había hecho otro regalo cuando los Centroamericanos, a todo el equipo y a nuestras gentes y familiares, dijo: „ya supe que quedaron campeonas y vamos viendo, ¿con que las quieren mandar en camión?, ¿qué es eso?‟, „ya supe cuántas son, aquí están los boletos de todas para el avión, y como no se van ir en tal día (…) ya les aparté unos boletos para el teatro de Los Insurgentes‟. No me del acuerdo qué obra fuimos a ver y ahí vamos todos a ver la obra. Así que ya para los Panamericanos pues ya éramos más conocidas. Y fue cuando nos regaló ese viaje a Acapulco. Allá en Acapulco mehablaron del ESTO8para decirme que ya estaba preparado (…) el regreso a Guadalajara y ello consistía en que nos viniéramos en unas camionetas, tanto las de Guadalajara como las del Distrito Federal, (…) fue invitación para todas, todas con nuestro

8ESTO periódico deportivo de la cadena García Valseca

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uniforme. Nos trajeron primero a Guanajuato, ahí nos hicieron un „tour‟, ahí comimos. El caso era que (…) llegáramos a Guadalajara en horas de la mañana porque ya los Charros de Jalisco nos tenían preparado un recibimiento.

En unos „carrazos‟ (sic) convertibles nos subieron y ahí venimos por las calles de Guadalajara, llegando primero a San Pedro Tlaquepaque (…), nos recibió el Alcalde, nos dieron unos collares de puras cazuelitas, platos, jarritos, y (…) nos los pusieron, y ahí venimos en los convertibles otra vez para (…) Guadalajara. Los charros nos escoltaron, ¡no!, ¡no!, ¡no!, fue un recibimiento pero si nunca pensado por nosotros, nada imaginado. Y ya llegamos a nuestra casa.

Bueno, hubo un juego de fútbol, no recuerdo si Atlas vs. Guadalajara y

nos invitaron, el estadio estaba llenísimo. Ahí en el medio tiempo nos

pidieron que bajáramos al campo y

ya nos presentaron a todas, ¡„que las jugadoras de México que habían ganado los Panamericanos‟!, ¡todo mundo, deportistas! ¡Todos pues el „aplaudidero‟! (sic) ¡Y empezaron a gritar nuestros nombres! Y luego fuimos al centro de la cancha para saludar (…), y como no teníamos proyectado ese recorrido, pues fuimos a un lado y luego al otro extremo de la cancha... ¡total nos paseamos por toda la cancha saludando al público! De ahí resultamos conocidas para mucha gente, todo mundo sabía nuestros nombres, en la calle nos gritaban, y pues un adiós a la gente.

Antes de venirnos de México, es que esto es también para mencionarse, fuimos a un teatro, no me acuerdo a cual, de los de México, donde estaba Palillo, ¡y que se prenden las luces en el intermedio! y que luego dice Palillo: „¡están con nosotros las campeonas Panamericanas donde están seis de Jalisco, de mi tierra‟! y que no sé cuánto, y empezó a arengar al público que: „denles un aplauso‟ y empezaron a aplaudir y entonces nosotros, muy tímidas, muy paraditas, no nos subimos al foro, ahí en nuestros lugares nos paramos; y entonces, alguno de galería, algo gritó, no sé si gritaron: „qué bailen‟ o algo, y entonces los ha puesto Palillo, bueno: „¡Cómo se conoce que no tienen cultura!, ¡que no saben el

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esfuerzo tan grande que es ganar un campeonato!‟, dijo tantas cosas tan bellas, y nosotras así paraditas, porque no nos podíamos sentar, oyendo todo lo que dijo Palillo de nosotras y todo el público los aplausos y demás...Y las ovaciones, así que ya se imaginarán que tengo muchas cosas en mi haber, así tan satisfactorias, tan dignas de recordarse.

Tuve un novio que me conoció así de voleibolista y después cuando ya era su novia, y que me tocó ser seleccionada para unos juegos centroamericanos en Venezuela, regresando de los de Venezuela ya me dijo: „¿ahora sí ya te vas a retirar verdad?‟,… „¡sí!, ya me voy a retirar‟ ¡ay! y con eso de que las multitudes me conocen, íbamos caminando por el centro y no faltaba quien en carro me gritara: „¡Adiós Araceli!‟. Yo ni volteaba ya, nada de voltear, y que más adelante en una cuadra: „¡ay, adiós Araceli!‟ „¿eh?, ¡sí!‟; y él fúrico, celosísimo y todo, y pues ni modo ya aprendí hasta no platicar nada del voleibol. Pero después resulta, con que mis compañeras conocidas y que algunas somos educadoras, y una de ellas es maestra de primaria y de secundaria, dijo: „¡vamos formando un equipo!, si hay juegos magisteriales ¿por qué no hemos de ir?‟, y dije: „pues de verás, por qué no hemos de ir‟; „¿y por qué no hemos de ganar?‟, „¡claro que vamos a ganar!‟; ganamos tres campeonatos nacionales consecutivos.

Ya yo retirada del voleibol de competencia internacional, entonces me metí al voleibol del Magisterio. Y también tuvimos satisfacciones y paseos y reconocimientos ¡claro! ¡Muchos!, pues miembros del Salón de la Fama donde lleva uno todos sus retratos y demás y nunca te los devuelven. Guardaditos en la casa de Gante y ¡pum! que se caen las calles de Gante, y a perderse. Y pues total, tengo muy pocos recuerdos, pocos retratos de esa época.

El licenciado Ricardo Chávez Pérez, en ese entonces Presidente Municipal de Zapopan, pensó que sería muy bueno que una colonia que se llama Paseos del Sol, en lugar de tener nombres de caballos tuviera nombres de deportistas; y entonces una compañera nuestra, también campeona panamericana y campeona nacional de voleibol,

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Martha Dueñas, trabajaba con él, entre ella y otros maestros de Educación Física, empezaron a buscar, del basquetbol, quiénes podrían haber sido tan distinguidos que podrían llevar su nombre una calle, de los futbolistas también. La principal calle de allí de Paseos del Sol es ‘Ingeniero Enrique Ladrón de Guevara’, porque él fue caballista distinguido e hizo muchos méritos con sus caballos, y pues además fue un hombre prominente y a todo dar; bueno de él no puedo decir absolutamente nada; luego otra de las avenidas grandes de allí se llama Felipe Zeter... Y la primera del fraccionamiento ¿a quién creen que se la dieron?... a Aracely Souza, ¡Haaa! ¿Verdad?, la primera transversal es bastante larga; y luego de allí ya siguieron mis compañeras: Marina Cruz, Ana Bertha de la Torre, Martha Dueñas, Susana Gómez y Cuca Hernández, fuimos las seis, éramos la base de la selección nacional.

Luego, pues hubo también una ceremonia muy bonita, porque aparte nos llevaron a conocer muchos lugares del municipio de Zapopan donde iban a hacer inauguraciones. En autobuses nos llevaron, y nuestros familiares ya nos estaban esperando en una glorieta allá del fraccionamiento Paseos del Sol, debajo de una carpa enorme, muy bien instalada con sillas y ahí se presentó todo con todos los miembros del Ayuntamiento, y en una sesión de cabildo se dijo que iban a tener las calles, nombres de los deportistas y pues ya declararon que debían hacerlo y lo firmaron, y nos dieron un plano a todos los deportistas para que fuéramos a hacer un recorrido y cada quien encontrara su calle. Fue una convivencia muy bonita, estuvimos todos juntos en una comida, y realmente disfrutamos muchísimo y le agradecimos al Presidente Municipal de haber tenido, pues para nosotros esa deferencia.

Yo considero que el deporte trae tantos beneficios como: buena circulación, más disposición para inventar, para crear, para hacer tantas cosas, y sobre todo, ¡todo funciona bien!, puede uno comer mucho, puede uno asimilar muy bien todo

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lo que se está uno comiendo, puede uno sudar en su momento, puede uno traer, sobre todo para los niños buenos hábitos de aseo, después de la sudadita... He tratado de infundir en los niños el gusto por el deporte de tal manera que aparte de desarrollar una buena condición física, también sea otra manera de ver la vida. Las personas que nos aficionamos al deporte sabemos que tenemos que dormir temprano, sabemos de que hay que tener muchas reglas dentro y fuera de la cancha, no te dan ganas de pensar en otras actividades que pudieran ser nocivas para la salud como el fumar, como el beber; y pues el deseo de ganar para el equipo, para tu Estado, para tu País y para uno mismo, es la más grande satisfacción que nos queda y el aliciente de ser siempre ¡ganadores en la vida!

Además el deporte en equipo nos enseña a que no somos únicos, que nosotros debemos asistir a los demás y que los demás también nos van asistir en un momento de la vida, cuando estemos ejecutando otra acción (…) Estos juegos de conjunto, pues es el conjunto el que debe funcionar muy bien y que, como a mí en lo personal me ha traído tan buenas experiencias y a mis compañeras también, todas ya casadas a sus hijos les han infundido el deporte (…); y todo mundo ahí continúa con el deporte y (…) somos como les digo, una gran familia, pues no hay niños drogadictos, no hay jóvenes rateros, no hay jóvenes delincuentes. Entonces pues yo sí lo tengo que infundir en nuestros niños para que en el futuro ellos sepan y sientan la gran satisfacción que es llegar en primer lugar; y luego eso se traduce a que quiere uno ser primer lugar en el trabajo, en los estudios, en la familia y ser el mejor en la vida.

Así que pues yo pienso que no ando mal, implementando todos los años, una convivencia atlética en la Zona que ya es tradicional. El otro día, digo ayer, en el Sector, la Jefa les dijo a las compañeras que ella había asistido a ese evento que yo propuse y coordiné y que, por algo nos falló la grabadora donde estaba el Himno Nacional, y que luego las mamás gritaron: „nosotros lo cantamos maestra, ¡nosotros!‟; y entonces yo ya voltee y dije: „a la cuenta de tres‟; y a la

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cuenta de tres los niños y el público, todos cantamos el Himno Nacional, y todos los padres de familia con una confianza se dirigieron a la maestra para decirle que contara con ellos. Y una de las educadoras, Irma Lucía dice: „ahí se da un cuenta de la proyección que tiene el nivel preescolar entre los padres de familia‟. Y además, la proyección tan buena que les ha dejado el deporte a mis compañeras deportistas, todas tan destacadas en su trabajo, en su labor, en su familia.

MI EXPERIENCIA EN TRABAJO SOCIAL Las amigas que hicimos carrera de educadoras, que ya éramos maestras en preescolar, pensamos que era una buena idea estudiar Trabajo Social, entonces ingresamos en la Escuela de Trabajo Social, que era donde estaba de Directora la maestra Irene Robledo. Era una gran escuela con muy buenos maestros, era una escuela como debían haber muchas, no había ausencias, no había permisos de salir antes de la hora, bueno, los maestros sobre todo eran los que tenían récord de asistencia, nosotras pues que esperanzas. Ahí las celadoras eran maestras, mi maestra en párvulos era casualmente celadora ahí. Otra amiga me decía: „mira, nuestro futuro está asegurado, cuando ya nos queramos retirar de la docencia, nos venimos a hacer celadoras de la Escuela de Trabajo Social‟, y dije: „¡pues sí!, no estaría nada de mal‟; porque eran puras maestras jubiladas las que tenía ahí la maestra Irenita.

Fue muy buena etapa también la de Trabajo Social, y ahí también era diferente la edad y de donde concurrían las estudiantes, había enfermeras, había estudiantes de química, había muchachas que eran secretarias y nosotras que éramos educadoras. Pero estuvimos esos tres años aprendiendo muchísimo de la vida, de los problemas sociales y de cómo podíamos auxiliar a nuestros semejantes y la responsabilidad tan grande que es tener un trabajo al servicio del pueblo.

Somos servidores públicos pero no para que se nos atienda, sino que tenemos que atender al público, tenemos que

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ayudar en la medida de nuestras posibilidades a las personas que tienen problemas. Hay de tantas índoles de problemas, era algo que nos decían nuestras maestras, sobre todo Mari Villanueva que era nuestra maestra de Trabajo Social, ella decía que teníamos la obligación de ayudar pero que había cosas que escapaban a nuestra posibilidad. Entonces nos decía que dijéramos: „mire, estoy enterada y voy a consultarlo‟, (…) No teníamos que decir que éramossabelotodas, ¡no éramos unas sabelotodas!, teníamos que consultar siempre, para eso estaban los libros, para eso estaban los maestros y para eso había otras personas. Si se trataba de un asunto de leyes, pues teníamos que consultar con un Abogado para poderles decir a las personas, a dónde debían acudir posteriormente.

La otra carrera que hice fue porque la maestra Irene Robledo era sensacional, cada que hablan de ella en su rama de Dentista, de Directora de la Escuela Normal en su época, es poco. Fue una brillante Directora de la Escuela Normal, y muy adecuada (…) para la Escuela de Trabajo Social de la que fue la fundadora. A parte lo que con su ejemplo nos predicó siempre. A algunas de mis amigas les decía cuando llegaban los novios y demás. Ahí los novios tenían que estar a una cuadra de diferencia, no llegar y „¡quiubole!‟ (sic), y menos beso como se usa ahora, mucho menos…,¡no!, ¡no!, ¡no!; ¿luego?…,les llamaba y les decía: „¿que usted no sabe que en Trabajo Social las muchachas deben ser santas, sanas y sabias?‟ …las tres „eses’ .

Ahí me tocó ser concejal de grupo un año, los demás años también seguía siendo concejal aunque no estuviera nominada; me tocó la buena suerte de ser líder, era líder pero para hacer lo mejor por la escuela, por mis compañeras y por mí. Una compañera de ella, Mari Villanueva, que fue tanto tiempo maestra de la Escuela Normal de Jalisco, también era una persona encantadora, yo la quise muchísimo, confiaba en mí y pues a lo mejor ella fue la que desarrolló en mí ese tipo de líder, pienso. ¡Sí!, sobre todo con esa fórmula que dice que: „un líder sabe a dónde ir y cómo llegar‟.¡Sí!, ya lo trae uno.

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Esa etapa de los estudios múltiples se me hizo muy buena, lástima que todo lo que aprendí en la Escuela de Trabajo Social, en la Carrera Técnica y, posteriormente que nos mandó hablar la Maestra Irene para que hiciéramos la Licenciatura, ¡pues no!, no me sirvió para escalafón ni para Magisterial, nada más que para mi satisfacción, para la vida, porque cuando estaba en ella, me invitaron a trabajar en el Penal, en el Departamento de Mujeres de la Penitenciaría del Estado, pues sí acepté, primero no quería, porque me daba cierto miedo, pero no de las internas, yo pensaba en las celadoras, en los soldados o algo de eso. Pero en el siguiente aniversario de la Escuela de Trabajo Social, fui invitada y una de las muchachas empezó a hablar de lo que era el Trabajo Social. Una de las filosofías del Trabajo Social era: “ayudar a los débiles, ayudar a los que no saben, hacer todo por ellos”, porque son seres humanos y porque tenemos la capacidad y que se debe tratar de hacer todo, se debe perder el miedo, se debe tener confianza en uno mismo, en la preparación y que pues, debemos hacerlo en función del Trabajo Social.

Entonces le hablé por teléfono a mi amigo, el Director de Trabajo Social de la penitenciaría y le dije: „puedes contar conmigo, ya estoy hecha el ánimo a que voy a ir a trabajar para los que menos tienen, por los que necesitan y por los demás, y ¡sí me voy!‟, y dijo: „pues ahora déjame ya arreglar la renuncia de la Directora en funciones y ya te aviso‟, „¡perfecto!‟; y ya entré a trabajar ahí.

Fue una experiencia maravillosa, estuve muy contenta, porque realmente pude llevar satisfactores muy grandes que no me puedo adornar que haya sido solo yo, sino también conté con algunas de las mismas celadoras. Una de ellas había sido de las que abastecían el comedor de una minera allá en Autlán, entonces era muy buena para hacer comida, para administrar todo lo que llegaba y demás. Así que nos poníamos de acuerdo y les cambiamos la comida a las internas, pero de una manera maravillosa, era algo pues

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nunca visto por las internas que tenían allí ya años y que les quedaban todavía muchos años más. Les preparábamos unos menús muy buenos, y hablábamos con los carniceros para que en lugar de que fuera un solo día a la semana que nos llevaban carne de cocido y que se me hacía a mí un pecado horrible de que tiraban el caldo y nomás se comían la pura carne, pero así estaban acostumbradas. Entonces decíamos: „mire en vez de tantos kilos de esto, para tanto tiempo, pues que le parece sí para la mañana les ponemos chanfaina9. Y que ¡uh! cómo se encantaban de la vida, era más barata y demás todo administrábamos de manera que tuvieran otros satis factores. Las tortillas eso no era lo de menos, porque las hacían los hombres y nada más las pedíamos y nos las traían, así que los chilaquiles muy suaves, los tacos y lo que ellas se comían. Muchas comían a puños, porque era difícil que tuvieran cucharas por aquello de la seguridad, por eso no comían el caldo pero yo de todas maneras les compré cucharas y nomás debíamos tener el cuidado. Pero el alcance de las mujeres no es como el de los hombres, que ellos afilaran una cuchara para que luego con eso irse a herir, ¡pues no!, nunca tuvimos casos de esos.

Y sí fueron seis años que estuve ahí muy a gusto. En el quinto año me volvieron a invitar de Trabajo Social porque instituyeron en toda la República Trabajo Social Criminológico, entonces también fui, era un Diplomado (…), salía como antes de las siete de la noche, venía a las clases, pero aunque estaban auspiciadas por la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Guadalajara, nos la impartían en otros sitios (…).

También fue otra experiencia muy grata porque nos llegaron a hacer un recorrido por muchas cárceles de México, en Aguascalientes había un Centro Penitenciario donde trabajaban muy bien los presos, luego nos llevaron ¡claro!, a Toluca, ya estaba el Centro de Rehabilitación muy importante para estos reos federales, y se me hacía curioso que en el

9 Guiso de origen Español elaborado con las viceras del cerdo añadiendo

legumbres, verduras y especias.

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Estado de México, con semejante cárcel, hubiera tan pocas personas, pero luego llegamos a la conclusión de que el Estado de México está envolviendo al Distrito Federal y todos las faltas no precisamente en el Estado de México, en el Distrito Federal y anexos y quedaban en otras cárceles. En Almoloya de Juárez, (…) se veía que había pocos internos e internas, era mínimo el número de personas que estaban ahí, todas las demás comentábamos que en las diferentes cárceles de donde fuimos, pues había mucho más muchachas internas, yo dejé sesenta nada más, pero de todas maneras eran muchas porque algunas tenían que dormir en el piso. En mi tiempo les mandé hacer literas, pero de todas maneras había gente que tenía que dormir en el suelo porque nada más estaban como esperando el término de setenta y dos horas y (…) ni dónde se pudiera poner la cama, aunque las quisiera comprar no las podían tener, el espacio era reducido. También ahí teníamos a los niños de las internas que llegaban con ellas o de los que nacían ahí, y eran atendidas por el Hospital Civil. Era muy buen servicio, había un médico de planta en la penitenciaría que lo llamaban para que fuera a ver a las internas que estaban en estado. Luego entró un muchacho joven a hacer su servicio social, el Doctor Ramiro Vázquez que después se quedó ahí trabajando y le gustó mucho y entre los dos hacíamos maravillas, porque además en la cárcel para hombres, había una clínica y algunas de mis internas ahí las operó pero cirugías menores el doctor que atendía la clínica pues era reconocido yo lo llamaba, estaba de practicante, y les daba atención médica ahí dentro del reclusorio. Le dejaba ahí el cuarto de las celadoras con un escritorio y todo; iban pasando de una en una, teníamos quien recibía, quien escribía, todo les teníamos. Cuando se presentaban urgencias a media noche, se llamaba a los de guardia de la penitenciaría de hombres y ahí ya llamaban a los servicios médicos de la Cruz Verde, les daban una boleta, les decían por quién venían,(…) las valorabany luego ya se las llevaban

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al Hospital Civil. ¡Claro!a todas las llevábamos con guardias ¿eh?, (…). Había un servicio ahí muy cerquita, como a media cuadra del departamento de mujeres, una clínica que donó Checoslovaquia y ahí había servicio dental, entonces yo iba y pedía cita para las muchachas y los sábados que no trabajaba en el jardín de niños, iba (…) y me las atendían, (…) y todas las mañanas nos la pasábamos ahí haciendo el servicio de odontología. Por fortuna cambiaron el turno, ya no se podía los sábados, yo ya no las podía llevar, porque cuando entraron “las guerrilleras” yo no tenía ganas de entrar con ellas (…) ni dar con ellas un paso a la calle. A las demás las ponía en la puerta y les decía: „¡vean cómo se está ocultando el sol!‟, „¡Ahhh, qué maravilla!‟, que no sé que tanto…; porque ahí en la puerta con los guardias se podía ver la puesta del sol. El caso es que hice el Trabajo Social Criminológico, fuimos a las cárceles, visitamos varias, fue una gira muy importante, hicimos buenas amistades, y después de eso todavía pude dar un poquito más de sí, porque todavía seguía trabajando en la penitenciaría. Fui a México, ya me habían hecho Supervisora pero nada más de nombre, y pues yo ya sabía que iba a tener esta otra responsabilidad, ya no iba a seguir otro periodo de Trabajadora Social en la penitenciaría, entonces sí les hice a las internas federales, que eran gente indigente, pobrecitas, personas que habían venido con engaños, iletradas con los pies descalzos, ¡no!, ¡no!, ¡no!, era un desastre de señoras. Y pues sí fui y les moví sus papeles allá en el Distrito Federal para que obtuvieran su libertad cuando les tocaba porque así como abogados para indigentes no crean que hay muchos que quieran trabajar de gratis; y pues pude hacer eso antes de retirarme de ahí, y luego ya tomé la responsabilidad de trabajo como Inspectora. El trabajo Social en lo personal me ha dejado una satisfacción inmensa porque se trataron a las internas como personas, a cada una, su atención personalizada. En ese tiempo, cuando yo llegué, ninguna sabía si ya estaban

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sentenciadas o no, entonces yo me echaba mis viajes al archivo y les daba la información. Otra de mis grandes satisfacciones fue invitar a los pasantes de la Autónoma para que realizaran su servicio social. Tenían talleres de empunte, de „embastillado‟ (sic) de colchas, de adornos de calzado, de pantaletas para niña, corte de encajes, doblar y empaquetar pantaletas, confección de mandiles, elaboración de bolsas de papel con agarraderas de cordón. Muchas internas ahí en los talleres se enseñaron a tener un oficio y saliendo pues ya tenían una manera de cómo ganarse la vida. Bueno ya les digo, ¡puras satisfacciones! La satisfacción de poder auxiliar a mis semejantes, eso fue muy bueno, y que les proporcioné tanta alegría. Contratabaa personas que estaban presentándose en algún lugar como show: les llevé brasileños, al Jarocho y su Combo, a Toby y su Banda, a Mario y su Desafinado Cuatro, a los Hermanos Arriagada. Pero lo máximo fue cuando llevé al Ballet Africano, vinieron a unos juegos afro latinoamericanos y ¡vóitelas! (sic) que les llevo a todos, era una cosa ahí tremenda, estuvo todo el show, todos los cantantes, todos los bailarines, todos los jefes que fueron, estuvo sensacional.

Había fechas especiales, eran las Fiestas Patrias, eso sí, era de mariachi y todo; mis santos eran fabulosos porque en la mañana era la marimba, las mañanitas, todo arreglado, allí el desayuno, y ya me iba „voladaza‟ (sic) al jardín de niños, porque en ese entonces era Directora del Jardín de Niños Nº. 3, y ahí los niños… que la florecita, y mi rima, mi canto, mi todo, iba y dejaba mis flores en casa, me cambiaba de vestido siempre estrenaba un vestido mexicano para mi santo, y entonces ya llegaba allá a la comida, el mariachi, era todo un festejo a todo dar. ¡Muy bien!

Bueno en uno de los festivales del Día de la Madre, de los seis años que estuve como Directora del Jardín de Niños Nº. 3, ya tenía yo preparado el festival e invitaba a las madres de familia para llevarles ese agasajo a las internas de la penal y ellas estaban de acuerdo. Nos íbamos en los carros que teníamos algunas maestras y yo y todos íbamos al Departamento de Mujeres y veían todas las internas los

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bailables que iban a presentar los niños a sus mamás, muy bien vestidos y todo. Cada año, siempre…, algunas internas que ya tenían años, y se iban a quedar más, me decían: „¿Seño nos va a traer otra vez a los niños?‟, „¡Sí!‟; y antes no había tanto pendiente como ahora con las salidas de los niños ¿verdad?, todas, ellas encantadas de la vida. ¡Nombre! yo hacía pre posadas, posadas, y pos posadas!Iban las mamás también, luego iban de las parroquias, porque todo mundo me pedía participación y les daba un día a la comunidad de San Antonio, a la de Mexicaltzingo, y llevaban a parte de la rezada y la cantada, ¡nombre! los tamales, el atole o el pastelito. Una vez una señora de la iglesia de San Antonio, esposa de un maestro de Educación Física, conocido mío, bueno en todas las parroquias tenía conocidos, el caso es de que una de ellas, eso sí estuvo curiosito porque me llevaron una „ollota‟ de ponche, y me dice: „¿La quieres para las muchachas?‟, „¡claro que sí!‟ , y el día de Navidad siempre estaba ahí casi a la hora de cenar y les dije: „pues todo mundo su tacita porque les vamos a dar ponche‟, y le dije a la celadora: „Hágame favor de calentarlo en la cocina de acá de las celadoras‟, y ya lo calentó y pues empezó a salir el vaporcito porque tenía piquete y ya me salí yo al patio y al corredor para empezar a servirles con el cucharón para que todas fueran iguales y todas estaban con la taza así viéndome sospechosamente, y dijo una: „¿y usted seño no va a brindar?‟…, „¡Claro que sí!‟…, „¿a ver?‟…, y „¡ándale que tenía piquete!‟ y todas ¡jar, jar, jar! riéndose. Fue un día también de tanto gusto de las muchachas que no me dijeron nada, porque estaba prohibidísimo pasar al penal con bebidas alcohólicas,¡pero era ponche con piquete!, y estuvo muy bien. Hacía pedidos por teléfono, a veces a las pizzas, aunque en aquellos entonces no se usaba tanto, pero el pollo Kentucky sí. Pues era lo que se podían llevar, y eso querían comer para la Navidad. Después ya empezamos a pedir para la Navidad que nos dieran los pollos, en lugar de carne, y todo mundo comía pollo.

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Trabajo Social me ha dejado mucha experiencia y mucho apoyo para mi labor puesto que lo principal es establecer empatía con todas las personas, con los niños, con las educadoras, con las niñeras, con todo el personal y los padres de familia, sobre todo que buscan alguna esperanza de poder solucionar algún problema, la gente se siente abrumada, en el problema y no piensa en las posibilidades que existen para resolverlo, entonces gracias a la preparación, uno puede auxiliar a las personas en muchas de esas necesidades que tienen. La calidad humana que tienen todas las personas que te rodean, la comunidad es tan grande, pero a pesar de eso, sí se puede despertar en las personas la confianza para que se acerquen a uno, lo digo yo con esta preparación que tengo, pues siempre he pensado que ayudarlas a resolver los problemas de la mejor manera posible. Trabajo Social recomienda que no les demos el problema resuelto a las personas, sino que las ayudemos, y que siempre estemos dispuestas a la plática, a la solicitud de la escucha. Yo me siento muy contenta de que las personas se acerquen a mí, porque considero que creen que yo las puedo orientar, sobre todo orientar para dar solución a sus problemas. Es que todos los humanos debemos ayudarnos unos a otros en todos los terrenos, aquí se presentan problemas de toda índole, las mamás solicitan auxilio por el marido, por el hijo, por el adolescente, por el vecino, por tantas situaciones; las educadoras porque habló mal la mamá, porque un niño hace determinadas cosas… Bueno, pues uno tiene que estar al pendiente para poderlas orientar o llamar a las personas especializadas que pueden ayudarles a resolver los problemas. En los Jardines de Niños no tenemos tanto personal preparado para apoyar en la resolución de conflictos familiares, pero pues por medio de la Escuela para Padres, y por los invitados especiales y profesionales que nos dan pláticas para ayudarnos y no decirles „¡ah! pues luego me hablas y te digo‟, ¡No!. Pues me siento así:„como que

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¡puedo!...; y como puedo, ¡debo!...; y como debo,¡lo tengo que hacer!... y no dar largas a los problemas‟… MI TRAYECORIA PROFECIONAL EN EDUCACION Antes de que me titulara de la Escuela Normal de Jalisco, a

unas amigas y a mí nos invitaron a trabajar (…), había, yo creo, escasez de maestros, o en fin, a los mejores promedios nos invitaron y nos dieron una plaza (…) provisional, y con ella empezamos a trabajar. Posteriormente me hicieron Directora en el Jardín de Niños Nº 3, el 1º, de febrero de 1969; ingresé a la Penitenciaría del Estado como Rectora del Departamento de Mujeres. En el periodo de Gobierno

del Licenciado Alberto Orozco Romero del ´71 al ´76; el 16 de noviembre de 1976 me nombraron Inspectora, fui la Inspectora número 3 del Estado, nada más había otras dos Inspectoras Hermelinda González Blanco, Elisa Castillo y yo. Ya no vive ninguna de las dos.

Posteriormente (…) me dieron el cargo de Directora de Enseñanza Preescolar en el Estado, a partir del 16 de marzo de 1983. Era Directora de toda la Organización y de todos los Jardines de Niños del Estado. Así se llamaba el cargo Directora de Enseñanza Preescolar en el Estado. En la

Federal se llamaba de otro modo (…). Mi jefe el Licenciado Rodríguez Gómez, que fue quien me invitó a colaborar con él, el Secretario de Educación se fue como Diputado Federal y posteriormente hubo algunos cambios. Yo dejé la Dirección el 30 de Septiembre de 1985, estuve solamente 3 años. En ese tiempo dado mi interés por el movimiento de los niños, configuré un equipo de educadoras para que organizaran cursos (…) sobre técnicas

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para manejar diferentes materiales didácticos con pinturas, cepillos de dientes, tela planchada, crayolas, dibujos y más, e implementarlo a todas las Educadoras del Estado (…). Además establecí reuniones de las educadoras del Estado, la sede de una esas reuniones de ellas fue en el CODE, les encontré alojamiento ahí mismo en el CODE, a otras en el hotel del Maestro y otras pues llegaron con sus familiares. Vinieron de todas partes, de Arandas, de Zapotlanejo, de la Costa, vinieron de Autlán, de diferentes lugares. Había actividades muy simpáticas que realizaban las maestras y se estableció una cofraternidad muy interesante, todas se pedían consejos, datos y demás se presentaron los trabajos en una gran exposición. ¡Fue toda una semana de trabajo! Durante mi gestión como Directora de Preescolar me tocó establecer los cambios porque solo se podían mover por permutas. Además ingresaron muchas educadoras interinas que obtuvieron sus plazas. Se establecieron jardines de niños dejando hasta el término de mi gestión con 181 aproximadamente de los que se promovió desde la donación del terreno, la construcción y el personal. Y digo 181 jardines de niños porque el número 181 lleva mi nombre y el vespertino del 181 también lleva mi nombre, no me acuerdo qué número tiene pero fueron fundados y construidos durante mi gestión. También aumentaron (…) las Supervisoras, para entonces ya estábamos cuatro (…), Irma Raquel Arias Lino era la cuarta; y a mí me tocó promover a Coti, Lupita, Engracia y Amparito, ¡cuatro más!; ya éramos ocho, yo dejé ocho Supervisoras trabajando, las demás ya vinieron después de mí.

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Fue un año que trabajé duro pero había menos papeleo que en estas fechas, lo administrativo era menos, había informe y estadística inicial, media y final; y algunos otros datos eran bimestralmente. Las estadísticas (…) que anteriormente se hacían de manera bimestral (…) después se estableció que nada más tres veces en el año. Ya se entregaba información al sistema federal desde entonces. Nos daban (…) en el Departamento de Educación unas hojas bastante grandes, con un rayado especial, que era fácil hacer los vaciados a la forma novecientos once (911), que era en la que no debíamos tener ningún error. El trabajo administrativo y académico realizado durante el cargo como Directora de Enseñanza Preescolar en el Estado consistió en dos secretarias y algunas educadoras más. Estuvo muy pesadita la jornada y sobre todo la creación de jardines de niños. Me tocó ir a visitar a los que iban a donar en comodato, los lotes, ir a hablar a CAPFSE10 para la construcción. Pero también me auxilié mucho, todo lo tenía que hacer para luego dárselo a la persona indicada de los planteles en Educación Pública, era el Licenciado José Luis Rodríguez, él era el encargado, y pues nos coordinamos muy bien y sacamos adelante una cantidad enorme de jardines bien construidos, aunque después del ochenta y cinco (´85) les tuvieron que poner unos amarres y vigas porque la construcción de algunos jardines de niños se inició de dos pisos, las escaleras eran comoditas para los niños, pero (…) como teníamos pocos lotes obsequiados y muchos niños alrededor de esos lugares pues lo hicimos aparte de dos pisos, de dos turnos, matutino y vespertino.

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comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas

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Fui con el Licenciado Ortiz y le dije: “¡¿Pero cómo de dos pisos?!” y me dijo: “Los niños se van a enseñar a subir y a bajar, los escalones no están tan pesados y tiene barandal, van a enseñarse a transitar mejor por su derecha y demás, va a ser muy bueno”. Pues yo de plano dije que sí, que estaba bien, porque en primer lugar podíamos tener más alumnos, tener más educadoras y dar mejor servicio, y además enseñarlos a subir y bajar. Pues, estamos en el inicio dela integración, la conformación de dos sistemas y de dos administraciones diferentes. ¡Sí!, ha habido mucho trabajo, más trabajo ahora que antes, antes todo quedaba en casa y ahora tenemos que hacerlo por un tiempo muy reducido para estar a tiempo y quedar bien. Por ejemplo, mucho de las cuestiones administrativas que para nosotros son novedad, en el sistema federal ya llevan tres años implementados. Digamos, trabajar por proyectos y todo eso pues sí nos tomó de sorpresa para hacerlo nosotros lo de las áreas. En mi zona sobre todo, trabajábamos con mucha fundamentación en el método Montessori, aunque nuestros grupos eran grandes, de todas maneras, nosotros encontramos mucho material, no sé, seguramente era barato porque teníamos bastante, la torre rosa, la roja, la verde, las otras, la amarilla y muchos hacíamos cantidad de ejercicios del Montessori, pues como es un sistema sensorial básico, los niños aprendían muchas cosas, y lo hicimos con

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muchísimo gusto y satisfacción, los padres de familia también. Pero ahora si nos interesa el método de proyectos que fue novedoso para nosotros porque los niños trabajan más hablando, aumentan su vocabulario de mejor manera, porque antes de eso “¡siéntate!, ¡cállate! y ¡que póngase el dedito aquí!, que no sé cuánto”, estar en absoluto silencio. Posteriormente, cuando digo que en toda mi zona, no crean que se pude generalizar a todo

el Estado, ¡qué esperanzas!, pero tenía una zona muy numerosa, tuve para no mentir, digamos que unos treinta (30) Jardines de Niños en mi zona y todos venían aquí a las clases y compraban su material y las que no, lo elaboraban y lo teníamos. Entonces en razón del trabajo y la concentración que tenían los niños trabajando con esos materiales, tampoco hablaban mucho, excepto en la puesta en común o cuando ya nos decían con qué iban a trabajar al día siguiente. Pero ahora con el sistema de proyectos pues los niños dan sus opiniones y nos damos cuenta muy bien de lo que ellos traen de su casa, y también detectamos cuáles niños tiene dificultades en su lenguaje, y cuáles son chiqueados por ejemplo y su lenguaje difiere, pero se ha mejorado todo. La metodología de proyectos se me hace muy conveniente, aunque ya de repente resulta con que uno está muy adiestrado en algo y luego se da ¡el cambio!, quien sabe qué nos depare el destino. . (…) Nos llamaron de la Escuela Normal de Educadoras para decirnos que el sistema en los estudios va a cambiar porque

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viene de México. Entonces las educadoras no van a estar solamente viniendo por semanita o algo así a los jardines, sino que van a estar yendo por meses a observar, definitivamente que no les demos trabajos extras, porque no van a trabajar sino a observar. Y que ojalá las educadoras se puedan constituir como tutoras de las muchachas

educadoras. Ya hay un cambio, hasta ahorita no nos han dicho que va haber cambio de proyectos y programas en

preescolar, pero pues yo veo que en preescolar tienen dos grados en el sistema federal y nosotros tres. Que ahora con eso de que va a ser ya obligatorio, de menos tendrán que estar dos años en el jardín de niños para poder pasar a la primaria. Yo creo que esto lo hacen pensando que en los del sistema federal hay segundo y tercero, pero pues espero funden más jardines y haya más empleo para educadoras y que se fijen bien que las aulas sean grandes para que deambulen los niños no para que los llenemos. Porque me tocó observar, de los que se hicieron en mi gestión que después ya había unas aulas muy pequeñas, o materiales, sillas y mesas o niños. Los niños se deben de trasladar de un sitio a otro y tomar los materiales que están ahí expuestos y acomodarlos.

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Luego regresé como Inspectora a la misma zona, era la Zona tres (3) hasta el 31 de agosto de 1989. Fui invitada a colaborar en el gobierno del Licenciado Guillermo Cosío como Titular de la Escuela Normal de Educadoras de Guadalajara, a partir del 1º de septiembre de 1989, y duré hasta el 31 de Agosto de 1992, en el Municipio de Zapopan. En 1992 reanudé labores en la Zona No. 3 que ahora es la 21, quedando finalmente adscrita en la Zona 21 de enseñanza preescolar desde el 16 de junio de 1994.

En mis Jardines siempre hay justas deportivas (…) y las hacemos en el Estadio Olímpico de la Universidad de Guadalajara y en la Unidad Revolución. Compiten todos los niños de la Zona, y hay carreras, hay salto de obstáculos, hay salto de longitud, lanzamiento de pelota de béisbol, relevos y carrera de obstáculos, todo hacen los niños.

Cada año (…) se hace una fiesta revolucionaria. Por ejemplo, los 17 de noviembre, ellos ya tuvieron su festival revolucionario y luego sigue una verbena, participan las mamás y las maestras, con antojitos mexicanos. Primero lo de la Revolución, y luego ya lo deportivo ¡Claro!

COMENTARIOS PERSONALES Les voy a decir una cosa: yo recuerdo que a las compañeras de trabajo nada más les platicaba lo concerniente a lo del ahí del jardín y ya, ¿Por qué? porque eran un altero de problemas personales y yo sintiéndome que era ¡tan feliz! y

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que también tenía tantas cosas que platicar sobre mi vida. ¡No! ¡Tampoco! ¡Para qué tanto! sentiría que era „¡una presumida de marca!‟. Yo no soy amante de platicar mucho, porque siento que es demasiado, (…). Además toda una vida no alcanza a contarse en tres, cuatro citas de entrevista. ¡Pero sí me ha ido muy bien en la vida! Y ¡Nombre! Yo todavía aquí trabajando y gracias al trabajo y a mi vida deportiva, yo creo que es por lo que me he conservado bien. No ha todo el mundo la edad conste, a ustedes porque hay que decir la verdad, y personas así que conozco ¡no!, no pueden concebir que yo tenga tantos años, pero, naturalmente ¡sí!, ya tengo cincuenta años trabajando en la Educación11entonces naturalmente no puedo tener menos de setenta años de edad ¿verdad?

MENSAJE Y/O EXHORTO A LA COMUNIDAD EDUCATIVA Que nada más se diera trabajo a las personas que son educadoras de corazón, porque son las únicas que van resolver los problemas de preescolar; de las que se van a su casa pensando “¿qué materiales voy a traer mañana?”; de las que laboran pensando que los niños van a sorprenderse o a gozar con lo que la educadora les lleve; de las que no les interese no saber un cuento, ¡se lo aprenden!; de las que tengan deseos de hacerle la existencia muy agradable a los niños. Porque es ahí donde nos damos cuenta de que hay

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Mención en la entrevista realizada en el año 2001

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niños que sufren demasiado en el hogar. Creo que las mamás quisieran que aquí aprendieran todo, inclusive religión, pero aprender todo en la escuela, ¡imposible! La Educación debe iniciarse desde (…) en el hogar…, con los padres de familia; que en sus casas no los tuvieran sentados frente al televisor, sino que (…) salieran junto con sus hijos al jardín más cercano. Y que las educadoras también sean conscientes de esas necesidades del niño, que las hagan

suyas…, que las sientan”.

¡¡¡ MUCHAS GRACIAS !!!

EPILOGO

RESUMEN LABORAL. INFORMACIÓN OFICIAL12

El primer nombramiento que tuve fue antes de recibirme, el 1º de diciembre de 1944 en la Escuela Primaria Urbana No. 63. Posteriormente, en 1945 tuve cambio de adscripción a la Escuela Primaria Urbana No. 60. Ingresé a Jardines de Niños el 16 de octubre de 1946, al Jardín de Niños No. 5. De 1947 a 1952 laboré en el Jardín de Niños No. 7. De 1952 a 1962 permanecí en el Jardín de Niños No. 3. De 1962 a 1964 estuve en el Jardín de Niños No. 25. De mayo a septiembre de 1964 estuve en el Jardín de Niños No 14. De 1964 a 1969 permanecí laborando en el Jardín de Niños No. 26. Después obtuve el cargo de Directora del Jardín de Niños No. 3 desde 1972 hasta 1976. Posteriormente me dieron la Supervisión por licencia sin goce de sueldo, del 1976 a 1983. Luego asumí el puesto de Directora de Enseñanza Preescolar en el Estado del 16 de marzo de 1983 al 30 de septiembre de 1985. Reanude labores como supervisora de la Zona No. 3 en octubre de 1985 hasta el 31 de agosto de 1989. De 1989 a 1992 mantuve el cargo de Directora de la Escuela Normal de Educadoras. Reanudé labores como Supervisora de la

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Información obtenida de su hoja de servicio No.504, CERTIFICADA por el Departamento de Recursos Humanos de la Secretaria de Educación del Gobierno del Estado de Jalisco el 13 de Febrero de 2006.

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Zona 3 el 1º. de Septiembre de 1992 hasta junio de 1994; obtuve el cambio a la Zona 21 del 16 de junio de 1994 al 13 de febrero de 2006. Su jubilación se dio por motivos de salud el día 1º. de abril de 2006. Su hoja de servicio resume su tiempo laboral quedando en 60 AÑOS, 2 MESES 13 DÍAS.

Palabras de gratitud y reconocimiento…

La maestra Carmen Araceli Souza Dueñas, nos deja a

través de estas páginas, un ejemplo trazado por la disciplina y la constante búsqueda del conocimiento, que fueron un distintivo en su trayectoria profesional. Este Cuadernillo Biográfico nos presenta una enseñanza de lo que puede ser vivir plenamente y tomar las oportunidades que la vida nos da, para realizarnos al crecer. El ámbito educativo, el deportivo y la sociedad jalisciense está en deuda con la Maestra Souza Dueñas, y la única forma de regresar algo a su meritorio servicio, es darlo a conocer a las nuevas generaciones que hoy en día forman la infancia jalisciense. Creemos que una persona con tan altos reconocimientos nacionales e internacionales no puede quedar desapercibida en estos momentos trascendentales, en que nuestro Estado será sede de la próxima gesta de los XVI Juegos Panamericanos. Por lo tanto, dejamos al lector de estas

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breves páginas, la amenidad, de la autora, la fortaleza de su espíritu que acompañan la personalidad de una mujer orgullosamente mexicana Jalisciense, que trascendió las fronteras y los obstáculos para ser y vivir en concordancia con la alegría al servicio de otros.

Maestra Gloria Margarita Panduro Loera CIDEP Tayeiyari

12 de Mayo de 2011

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INDAGACIÓN HISTÓRICA,

TRANSCRIPCIÓN DE LA ENTREVISTA, CRUCE DE DATOS

Y EDICIÓN:

Profa. Patricia Yolanda Villaseñor García CIDEP Tayeiyari Mayo 12 de 2011

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