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1 ALFOLÍ Julio-Septiembre 2014 Nº 26
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26 alfoli (jul sep 2014)

Apr 06, 2016

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Revista de ocio para mayores de El Escorial
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ALFOLÍ Julio-Septiembre 2014 Nº 26

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Editorial Índice

P or esperada, la estación climática

del verano suele ser muy bien reci-

bida por gran parte de la pobla-

ción, y no tanto, por un fragmento

de ella. Esta etapa anual y calurosa del Estío,

representa para quienes son víctimas del

hacinamiento urbano, la posibilidad del esca-

pe el fin de semana al campo y la naturaleza,

ya no solo por el estable tiempo que la asiste,

si no también, por venir acompañada de las

deseadas vacaciones.

En general, y como contraste con las

tres estaciones restantes, el verano es espera-

do por la mayoría y por fundamentadas razo-

nes. La principal, como queda expresado an-

teriormente, concierne al aprovechamiento

anual del ser humano, para su encuentro con

el medio ambiente. Unido a este sentir, debe-

mos considerar su influencia incluso en nues-

tros hábitos gastronómicos. Pasamos en ella,

de consumir platos calientes, a degustar una

amalgama de alimentos muy variados y fríos

como: gazpachos, salmorejos, ensaladas va-

riadas, y un largo etc. Incluida la cálida bar-

bacoa al aire libre. Este rigor de alta tempera-

tura ambiental, igualmente, nos brinda el pla-

cer de saborear unas frescas bebidas, cómo-

damente instalados en sombrías terrazas.

Podemos asegurar que durante su per-

manencia, también interviene en nuestra eco-

nomía de manera positiva. Crea puestos de

trabajo, facilita a la vez el consumo social,

incluyendo la afluencia a nuestro país de

muy importantes masas turísticas, a las que

debemos añadir nuestro turismo de régimen

interior.

Acudiendo a pensar en las diferencias

económicas existentes dentro de la clase so-

cial, encontramos la capa de los más desfa-

vorecidos, -los conocidos como sin techo-.

Igualmente en esta época, se ven beneficia-

dos cuantos deambulan en las ciudades per-

noctando obligadamente a la intemperie.

Los afortunados que viven alejados de

la urbe y bien aposentados, -es decir-, en pe-

queñas localidades o poblaciones lugareñas-,

la aparición del excesivo calor no suelen re-

cibirlo con entusiasmo. Este cambio, viene a

quebrar la placidez en que su cotidiana vida

se desenvuelve, renegando por ello de su lle-

gada. Estos son los pertenecientes al frag-

mento de la sociedad señalada al principio, y

entre los cuales yo me encuentro.

Al manifestar mi acuerdo con quienes

exteriorizan su repulsa a las altas temperatu-

ras veraniegas, vengo obligado a añadir que,

la mayor parte de cuantos discrepamos en su

aceptación, somos quienes hemos alcanzado

la ancianidad. Pero reconocemos el benefi-

cio de este bien natural y, que tanto disfrute

aporta a la juventud.

La Canícula

Alfolí

Equipo de redacción José Luis García, Marisa

Ramírez, Miguel Soto, Luis Felipe Soto, Félix Ber-

nardino, Carlos Bernardino, José Ruiz Girado,

S.Olhai, Felipe Cabildos, Juan Díaz , C. Aramburu

Matilde Ramírez y Rafael Tenllado

Apoyo editorial y maquetación:

Carlos Bernardino y Miguel Soto.

Imágenes Portada y Contra Portada: Internet:

Calles de pueblo andaluz.

Oleos: de Concha Rosado Farelo

Imprenta: Copimay

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Editorial Índice

En este número:

Editorial __________________________________ 2

Noticias de El Escorial ________________________4

Se me olvidó por ti __________________________ 5

Sevilla: Un viaje a mi niñez ___________________ 6

Algo sobre mi persona _______________________ 14

La mudanza _______________________________ 16

El costo de sobrevivir ________________________ 18

Poesías __________________________________ 22

Vuela ____________________________________ 23

Origen de los pobladores de la Sierra de Guadarrama 24

El Ebola ___________________________________ 26

Parque Nacional de Benasque __________________ 28

Antonio Palacios ____________________________ 30

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Noticias culturales y sociales del Ayuntamiento de El Escorial.

CAVERO - EL ENSANCHE

Cavero asiste a la colocación de la primera piedra de 44 viviendas de protección en El Ensanche 02 JUL’14 .- El consejero de Transportes, Infraestructuras y Vivienda de la Comunidad de Madrid, Pablo Cavero, asistió esta mañana a la colocación de la primera piedra de las 44 viviendas de protección social que se van a construir en El Ensanche acompañado por el alcalde de la Leal Villa, Anto-nio Vicente. El Residencial San Bernabé, promovido por la Empresa Mu-

nicipal de la Vivienda, Patrimonio e Infraestructuras de la localidad, es la primera promoción de vivienda protegida que se lleva a cabo en el desarrollo urbanístico del Ensanche. Además, la promoción incluye 45 trasteros, 64 plazas de garajes y un local comercial y los precios oscilarán entre los 119.083 euros y los 154.605 euros. “La Comunidad de Madrid ha venido realizando un importante esfuerzo para facilitar el acceso a la vivienda a todos los ciudadanos, teniendo en cuenta las necesidades específicas de diferentes colectivos. De este modo, ha venido desarrollando una de-cidida apuesta por la vivienda protegida, cuyo resultado ha sido que en Madrid, a pe-

sar de la crisis, sigue siendo la región que más vivienda asequible construye y tanto en casas iniciadas como ter-minadas Madrid representa mucho más que Andalucía y Cataluña juntas”, recordó el consejero. Abierto el plazo de solicitud para las becas de Exce-lencia de la Universidad Francisco de Vitoria 30 JUN’14.- El Ayuntamiento de El Escorial a través de la Concejalía de Educación ha abierto el plazo de abierto

de solicitud de becas de estudio para el curso 2014-2015, que convoca la Universi-dad Francisco de Vitoria. Estas ayudas están destinadas a los mejores alumnos de bachillerato empadronados en la Leal Villa.

Los becados tendrán la oportunidad de estudiar la carrera que deseen en la Univer-sidad Francisco de Vitoria. Las solicitudes podrán presentarse hasta el próximo día 18 de julio de 2014.

Gracias pequeñajo,

gracias.

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Noticias culturales y sociales del Ayuntamiento de El Escorial.

C omo es posible que algo tan pequeño pueda hacerme olvidar lo que mi mente quería plasmar

en este instante.

Todo hilado en mi cabeza para comenzar a redactar lo que había creado mi cerebro. Las ide-

as de mi escrito estaban tan claras como las aguas de un rio, pero no fue así.

Cuando vi tu cara en la pantalla, como tantas otras veces, algo se detuvo en mí.

Dejo de existir el tiempo, el sol la luna y las estrellas.

Llenaste mi espacio tan dulcemente que todo se volvió tú.

Me llamaron en silencio esos ojos limpios, repletos de luz y paz.

Entré, y me mostraron toda la belleza que existe en el universo gracias a que estás en el.

Que profunda sabiduría hay en ellos.

A través suyo, contemplé lo que a veces me resulta difícil creer que siga existiendo .Verdad, ilusión,

esperanza, alegría...

Son espejos de hoy, solo de hoy.

No existe nada que no sea este momento feliz que refleja tu mirada, que hace que sonría tu boca llena

de chocolate. Con tu galleta en la mano llenando el mundo de amor.

Entiendes la vida mejor que yo.

Tal vez, fui como tú en algún momento, ahora poco importa eso. En este instante, que es todo lo que

tengo, me siento así gracias a ti mi pequeño sabio.

Gracias mi niño por llenar mi interior con esta esperanza llena de paz. Por hacer que me sienta feliz y

alegre, rebosante de fuerza y de vida.

Los dos sabemos quiénes somos, pero me vas a permitir que grite a los cuatro vientos para

que el mundo lo sepa: que eres mi nieto y yo tu abuela.

Texto: Marisa Ramírez Ontalba Imagen: Propia e Internet

Se me olvidó

por ti

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Autor: Miguel Soto Imágenes: Autor y Internet

Sevilla: Un viaje a mi niñez

E staba oyendo el concierto número

tres de Rachmaninov, cuando me

interrumpió una llamada al teléfono.

Era mi hermano Luis Felipe.

-¿Qué tal estas Miguel? -Me pregunto el cu-

ra.

Yo un poco sorprendido le conteste: Estoy

bien.

-Tengo que hacerte una proposición. ¿Te

gustaría venir unos días a Sevilla? -Dijo Luis

Felipe.

La propuesta me lleno de sorpresa, no me lo

pensé: ¡Fantástico! -Le conteste.

-¿Qué plan propones?

- Viajaríamos en el Ave el día nueve. Dormir

y las comidas las haremos en la Casa Provin-

cial, ya he hablado con Antonio Alcalde, al

que tú conoces que esta de Superior y me ha

dicho que no hay ningún problema. Yo tengo

que ir a Málaga y Cádiz y podríamos acercar-

nos a Isla Canela a pasar un día con nuestro

hermano Álvaro. La semana próxima es Se-

mana Santa, podemos disfrutarla. ¿Qué te

parece la idea? -¡Genial! -Le conteste.

Era como un sueño, volver a mi tierra y revi-

vir mis recuerdos. Cuantas veces había pen-

sado hacerlo, pero por diferentes motivos

nunca lo había realizado. Cuando me acosté

esa noche empecé a planificar una aventura

maravillosa que me llenaba de ilusión.

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El día del viaje dormí poco, estaba nervioso.

Repase varias veces mi equipaje, yo mismo

me sonreirá exclamando en voz alta: ¡Pero si

esta todo¡

Quede con Luis Felipe a las diez de la maña-

na en la estación de Atocha, me desplace

desde El Escorial en el tren de cercanías. Du-

rante el viaje escuche a Cesaría Évora que

me trasporto con su música a espacios dul-

ces.

Nos encontramos en la entrada del Ave. Un

abrazo, y con la ilusión de dos adolecentes

pasamos por los controles de seguridad: en-

trega de billetes, busca de nuestro vagón, co-

locación de nuestro equipaje y por fin los

asientos números doce A y B.

A las diez cuarenta y cinco comenzó a mo-

verse el tren, observe en la pantalla de televi-

sión la aceleración del Ave, que como siem-

pre que viajo en este medio, admire lo bueno

que es.

-¿Auriculares? -Pregunto amablemente la

azafata.

-Dos por favor. -Contestamos al unísono.

- Vamos a doscientos kilómetros por hora, -le

dije a mi hermano-, estos trenes son una obra

maestra de la ingeriría. En mi recorrido por

varios países de Europa, he visto pocos como

el Ave.

Ciudad Real, Puerto llano, Córdoba, Sevilla.

A la una menos cuarto el Ave entraba en la

estación de Santa Justa. ¡Estábamos en mi

tierra! Con la emoción en el corazón la salu-

de. El reencuentro se había producido, pisaba

la tierra que me vio nacer.

Recogimos nuestras maletas, nos despedimos

de la azafata que nos deseo una buena estan-

cia, y fuimos a la puerta de la estación, lla-

mando un taxi, al que le dimos la dirección

de nuestro destino: calle Doctor Gálvez.

El taxista con el deje de esta tierra nos pre-

gunto:¿ A la Semana Santa?

Luis Felipe le contesto: Somos sevillanos y

hace mucho tiempo que no venimos, ahora

que ya estamos jubilados queremos disfrutar-

la.

-Pues van a tener suerte. Este año salen to-

das, el tiempo será bueno.

Cuando llegamos a la calle nos pregunto el

número y con gracejo dijo: -Van a la casa de

los padres blancos-. Pagamos nuestro servi-

cio, bajamos de él taxi, tocando el timbre de

la casa.

El edificio es precioso: Un chalet blanco y

ocre de dos alturas, rodeado de un jardín lle-

no de naranjos y limoneros; en sus ventanas

geranios de diferentes colores, y sus tapias

cubiertas de buganvillas.

Nos abrió Isabel, -La mujer que ayuda a las

personas que viven en la casa.

-Buenos días padre, -saludo a Luis Felipe. Y

usted es su hermano Miguel, -me dijo dándo-

me la mano.

- Encantado - conteste.

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-Han llegado para comer, dejen los equipajes

en las habitaciones y bajen al comedor, los

cuartos están en el primer piso, son el núme-

ro cinco y seis.- Nos acompañó hasta la esca-

lera y diciendo bienvenidos se retiro por el

pasillo.

La habitación era amplia y acogedora, la ca-

ma grande, una mesa de despacho con un

sillón frailero y estanterías adornaban el es-

pacio, en una esquina, un gran armario y en

una de sus baldas ropa para la cama y toallas

para el aseo. En el otro extremo, una puerta

daba paso a un cuarto de baño perfectamente

equipado.

Cuando bajamos ya estaban en el comedor

Antonio Alcalde y Carlos Navascues, ( los

sacerdotes que están en la casa).

Luis Felipe les saludó: ¿Os acordáis de mi

hermano Miguel?.

- ¡Como no! -respondió Antonio- fuimos

compañeros en San Miguel del Monte. Me

fundí con un abrazo al compañero que tanto

tiempo no había visto. A Carlos no lo recor-

daba pero cuando me dijo: Tú me distes clase

de latín en Miranda, me hizo recordar aquella

etapa de mi historia. Le di la mano y después

de la acción de gracias nos sentamos a la me-

sa. Una ensalada campera, escalopes con pa-

tatas fritas y una raja de sandia, todo ello

regado con un tinto de Chiclana.

Durante la comida, Antonio que es el supe-

rior, nos entrego un juego de llaves para que

tuviésemos total libertad, nos comento que

como suponía que íbamos a ver las procesio-

nes nos daba unos pases para la puerta de

San Miguel donde teníamos para toda la se-

mana dos sillas reservadas.

Le dimos las gracias y después de anécdotas

y chascarrillos nos retiramos a descansar

Cuando llegue a la habitación, coloque la ro-

pa, monte la cama, saque las medicinas y las

cosas de aseo. Antes de sentarme abrí el

balcón. Salí a la terraza y respire a mi tierra,

estaba muy bien.

Cuando termine mis labores, fui a buscar a

mi hermano.

-¿Nos damos una vuelta? Le propuse.

- ¿Donde quieres ir? Me contesto sonriendo.

- Al parque de María Luisa, le dije con entu-

siasmo.

La elección la hice por dos razones, una las

ganas de sentirme en aquel hábitat que tantos

recuerdos me traía, la otra porque sabia que

estábamos muy cerca.

Salimos de la casa y nos dirigimos al paseo

de la Palmera. Cuando llegamos me pare un

momento y apreté con mi pie el albero de sus

paseos, de nuevo los recuerdos se amontona-

ron en mi corazón.

Cuando yo tenía cinco años mis padres vi-

vian en el cuartel de Pineda situado en la ca-

rretera de Guadaira. Para desplazarnos a Se-

villa pasábamos por el paseo de la Palmera

en coche de caballos, medio de transporte

que nos facilitaba el ejercito.

Mi madre procuraba , no siempre con éxito,

que fuésemos tranquilos ya que nuestro desti-

no era la casa de mis abuelos enfrente de la

Torre del Oro, y la pulcritud y los buenos

modales eran necesarios. Me agache y acari-

cie la tierra amarilla y sentí el trotar de los

caballos y percibí el aroma de mi madre.

Seguimos andando en silencio. Cuando llega-

mos a la Plaza de América, extendí las ma-

nos de forma natural, era el mismo gesto de

setenta años antes, y como antaño numerosas

palomas se posaron en ellas pidiendo caña-

mones.

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Yo lo viví como un encuentro de amigos.

Compre un cartucho, de papel de estraza

por supuesto y lo rocié con generosidad por

el albero.

Nos introducimos en el parque. Arboles

centenarios nos daban la bienvenida, rinco-

nes mágicos, con olor de azahares nos en-

volvían con su embrujo, yo apoyándome en

los azulejo me puse a llorar. Las lágrimas

me acompañaron al recordar los recuerdos.

Mis padres cogidos de la mano, Asunción

regañándonos por las travesuras, mis her-

manos jugando al escondite en la fuente de

Las Ranas.

Cuando llegamos al Estanque de los Patos

compre un cartucho de alta muses, -para

los sevillanos “chochos”-, y me senté en el

banco de siempre y sentí el amor de los que

ya nos dejaron pero que siempre están en

mi corazón.

Cuando aquella noche después de cenar me

metí en la cama, estaba cansado pero mi al-

ma rebosaba felicidad. Dormí como un

Lirón. La paz y el amor estaban conmigo.

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Málaga, Cádiz,

Nos levantamos a las siete, una ducha, ropa

limpia, colonia “Nenuco” sentía que mi olor

fuera de niño. Un buen desayuno donde la”

manteca colora” no podía faltar, cuando la

untaba en la tostada caliente sentí las manos

de mi “tata” que me decía: “Despacito mi

rey”.

Recogí unas botellas de agua y salí de la ca-

sa, Carlos y Luis Felipe estaban charlando

mientras me esperaban.

-Pasa tu atrás, me dijo mi hermano.

A mí me encanto, podía sin ningún mira-

miento disfrutar del paisaje de mi tierra.

Arrancamos, pronto llegamos a la autovía de

circunvalación, dirección Málaga, me recosté

en el asiento y contemple el paisaje. ¡Qué

bonita es Andalucía¡, ¡Como están sus cam-

pos¡, ¡ Como cantan sus olivares¡.

Pasamos por diferentes pueblos entre ellos

Ronda con sus acantilados jaspeados de blan-

cas casas que llenan el alma de recuerdos.

Estábamos entrando en Málaga, baje la ven-

tanilla en el ambiente la humedad del mar

hacia su presencia, yo estaba ansioso de ver-

lo.

Carlos y mi hermano se fueron a su parroquia

yo les dije que me iba al paseo marítimo y

que los esperaba para comer.

Pase por el puerto y mire sus muelles muchos

años atrás en un día de mucho aire mi familia

se embarco en un barco llamado “Lázaro”

camino de Melilla, a mi padre le habían des-

tinado a tierras africanas, estuvimos allí dos

años y cuando volvimos éramos uno más,

había llegado mi hermano Gonzalo.

Cuando llegue a la Malagueta entre en la

arena y me dirigí despacio a la orilla, los sen-

tidos se despertaban con intensidad, el olor y

el lenguaje del Mediterráneo me daba los

buenos días.

Me descalce y con precaución pise la arena

húmeda donde sentí la caricia del agua, me

agache toque con mis manos el mar y posán-

dolo en mi cara le dije: Hola.

-¡Que olor¡ cerca de donde estaba el humo

de ascuas doraban los lomos de los Espetos.

Me quede como pasmado sintiendo su men-

saje.

A las dos me encontré de nuevo con ellos,

venían acompañados por Álvaro y Esteban

conocidos míos de tierras burgalesas. Un

fuerte abrazo y las frases habituales de la

ocasión.

-Vamos al Varadero, los espetos son únicos:

dijo Álvaro.

Nos sentamos debajo del toldo, un sol de jus-

ticia encendía el ambiente, aunque la brisa

marina nos regalaba un bien estar.

-¿Que ponemos? Dijo un muchacho de piel

curtida.

-Una ensalada con cebolla, aceitunas, y raba-

nitos. Espetos cuatro docenas, para beber tin-

to con gaseosa y un cubilete de hielo: Dijo

Esteban se notaba que era el que mejor co-

nocía el lugar.

Cuando llego el tinto y la gaseosa

“Revoltosa” un brindis por el encuentro pre-

dispuso al cuerpo y al espíritu para recibir a

los Espetos con todos los honores que se me-

recían.

Fue una comida deliciosa y abundante, aparte

de lo pedido otras dos docenas más fueron

engullidas con satisfacción. Café con copa de

orujo y despedida pusieron fin a nuestra es-

tancia el Málaga, los de Sevilla nos íbamos a

dormí a San Fernando en Cádiz.

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En el viaje a pesar del sueño no podía cerrar

los ojos, Torremolinos, Benalmádena, Mar-

bella, La línea, Tarifa, lugares donde por tra-

bajo y placer había pasado momentos inolvi-

dables.

Cuando pasamos por Vejer, la mire con nos-

talgia las visitas a tan precioso pueblo en

compañía de Alicia y mis hijos me llenaron

de felicidad. Conil, Chiclana! Cuanto os he

echado de menos ¡Fueron sin ninguna duda

los veraneos más bonitos de mi vida y los

más felices, en ellos sentí que el amor a com-

pañera e hijos llenó al completo mi corazón y

que a pesar del devenir de mi historia esos

momentos esta en mi tan vivos como cuando

los viví. Cuando llegamos a San Fernando

me limpie las lágrimas de agradecimiento por

ese periodo de mi historia.

La casa de los Padres Blancos en San Fer-

nando está situada junto a la Parroquia de

Nuestra Señora de las Aguas en su pórtico

nos esperaban Alfonso Uría y Mariano, am-

bos se ocupan de las labores de la capilla.

Para mí la presencia de Alfonso fue un rega-

lo, me baje del coche y sin decirnos nada nos

fundimos en un abrazo autentico y largo, las

palabras no eran necesarias la amistad se

había encontrado y vivirla era una delicia.

Alfonso fue profesor mío de música (Canto

Gregoriano), en San Miguel del Monte, apar-

te de disfrutar de su sapiencia, ere un músico

notable, fue mi amigo y confidente.

No fue la música lo que nos unió, yo cantaba

regular, fue su condición como persona lo

que hizo que conectásemos. Al final de mi

etapa en la Filosofía, el fue un buen amigo y

escucho mi decisión de marcharme, com-

prendiendo mis razones y animándome a vi-

vir con alegría y paz el nuevo rumbo. El

tiempo nos separo, el se fue a Colombia don-

de con toda seguridad enseño a cantar a jóve-

nes y adultos con la misma dulzura que lo

hizo en San Miguel.

Salude a Mariano que nos miraba con respe-

to, es un cura joven y cuando estudiaba el

bachillerato fue alumno de mi hermano.

Me acomodaron en una pequeña habitación,

blanca como mi tierra con una ventana desde

se contemplaba el océano. Me di una ducha,

cuando estaba secándome unos golpes en la

puerta rompieron mi soledad era Alfonso que

me traía una camiseta de una Chirigota de

Cádiz (La peña del Charpa) me hizo mucha

ilusión.

-Te esperamos abajo, me dijo mi amigo, nos

vamos a Cádiz a la plaza de las Flores, cuan-

do hablamos con Luis Felipe nos comento

que para ti era un lugar con un peso de re-

cuerdos importante. Estaba riéndose con esa

risa socarrona que tanto me gustaba.

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-¿Ya me contaras? -Me dijo.

-Hace muchos años por estas tierras intentan-

do encontrar de nuevo el rumbo perdido, mi

hermano que era “El cura de la Palma” me

presento a una joven con estas palabras “Las

piernas más bonitas de Cádiz” , se llama Es-

meralda y todavía sigo siendo su amigo. Fue

un flechazo de necesidades muy intenso, ella

tenía vente años yo cuarenta y seis y el tiem-

po que duro fue muy especial, disfrutamos de

nuestra pasión y de nuestros encuentros sin

ninguna cortapisa.

Cuando se acabo yo emprendí mi camino y

ella el suyo pero todos los años conectába-

mos para contarnos nuestras cosas, y decir-

nos que nos queremos, en este viaje he que-

dado con ella y su marido para comer un día

en Jerez donde ahora vive, está pasando una

época mala pues le detectaron un cáncer de

mama y tuvieron que operarla. Me apetece

abrazarla y darle fuerza.

Alfonso me miraba con afecto y acariciándo-

me mi pelo húmedo me dijo: No has cambia-

do nada sigues llevando en tu interior mucho

amor. Me encanto lo que me dijo mi amigo.

Cuando dejamos el coche en el aparcamiento

de la Catedral, me acerque al malecón y po-

sando mis manos en la piedra mire con admi-

ración al Atlántico. ¡Qué belleza¡

A la Izquierda la playa Victoria infinita y

limpia, a la derecha la Caleta recoleta y

mágica. Este lugar es sin duda un rincón de

una hermosura y fuerza inigualable.

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Mi hermano me saco de mi éxtasis, me volví

y mis ojos tropezaron con la Catedral donde

reposan los restos del Maestro Falla:

“Homosexual y masón” en un templo católi-

co: ¡Que grandes son los Gaditanos¡

-Vamos a las Flores dijo Mariano ya he re-

servado mesa, en esta época como no lo

hagas es imposible comer en el restaurante,

con todo tengo que decir que al nombrar a

Luis Felipe Jesús el dueño me dijo: Para el

Cura de La Palma en esta casa siempre hay

una mesa.

Cuando llegamos otra sorpresa, Antonio Ce-

rezo su mujer María, Ángel y Teresa estaban

esperándonos en la mesa, eran antiguos cola-

boradores de la parroquia.

El bueno de Ángel se adelanto y se abrazo a

mi hermano. ¡Como lloraba¡ cuando se sepa-

ro dijo en voz muy fuerte: Aquí tenemos de

nuevo a nuestro Cura de la Palma. Mucha

gente se levanto y aplaudiendo se acercaron a

saludarlo, yo me sentí orgulloso de mi her-

mano.

-¿Pero como os habéis enterado de nuestra

visita? Pregunto Luis Felipe

- He sido yo, dijo Mariano, sino se lo comu-

nico estos, son capaces de cualquier cosa.

Me alegre de verlos, cuando conocí a Esme-

ralda se celebro la Coronación de la Virgen

de la Palma y participe de forma activa en

todas sus fiestas, Antonio era el hermano ma-

yor de la cofradía y Ángel era el secretario.

La cena resulto una delicia. Piriñaca con pa-

pas aliñas, bandejas de pescado frito, donde

el Cazón en adobo, los Calamares, Pijotas,

Acedias y Chopitos hicieron las delicias de

los comensales. Pero lo mejor los recuerdos,

contados con esa gracia que tienen los naci-

dos en esta tierra, Risas, muchas risas, alguna

lagrimas que se escapaban por el lacrimal

de algún tertuliano. Para terminar, un montón

de chistes, algún tanguillo que se marco Te-

resa acompañado por las palmas de toda la

terraza y sobre todo abrazos y besos llenos de

amor y nostalgia.

Luis Felipe les comunico que pronto estaría

muy cerca de ellos, noticia que se recibió con

gran alegría.

Descanse muy bien, la ventana abierta, el

lenguaje del Atlántico, su olor me acunaron

como la nana del maestro Falla.

Nana, nanita, nana, nanita ea.

Duérmete vida mía.

Duérmete vida mía.

Bendito seas.

Al día siguiente, después de desayunar

“Calentitos” y mientras los curas hablaban de

sus cosas yo baje a la playa de “La Cortadu-

ra” para acariciar al Océano. ¡Me sentía feliz¡

Fin de la primera parte

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H e nacido en el seno de una familia

humilde (privilegio al que no re-

nuncio, pese a vivir tiempos en los

que esta condición social no resulta atractiva

para muchos), jóvenes, esperanzados y bien

avenidos -lo que me proporcionó una infan-

cia feliz y tranquila-. Vi la luz en estos pagos

serranos, que no son otros que el pueblo de

San Lorenzo de El Escorial, en la sierra ma-

drileña. El monasterio de este lugar -

conocido allende las fronteras- ha sido el me-

jor juguete que jamás haya tenido un niño

gurriato (que así llaman a los de San Lorenzo

para distinguirlos de los de El Escorial, que

llaman caciques). Un poeta de la localidad,

José María Suárez Campos, ha sabido como

nadie cantar de lo que hablo. Por las Lonjas

del Monasterio hemos vuelto en brazos del

padre, en sus muros hemos dado los primeros

besos prohibidos a la novia temblorosa y

emocionada; como también hemos visto pa-

sar el ataúd de nuestros mayores. De mi ju-

ventud recuerdos que vuelan como las blusas

al viento, escarceos chicoleos, amigos que no

se olvidan. Tuve un maestro -José Antonio

Huertas Muñoz-, de los que no se olvidan y

que siempre creyó en mí

. Pasé por la Universidad sin que mi padre

pudiera verme -se hubiera emocionado, por-

que para él el conocimiento es lo único que

salva a los pobres-. Me busqué la vida como

puede, teniendo que ayudar a salir para ade-

lante a una familia numerosa -seis hermanos-

donde faltaba el padre. Conocí a una mujer -

bendita la hora, el día, el mes y el año- con la

que me casé y me dio tres hijos. Ha sido lo

mejor que me haya podido pasar en la vida.

Publiqué mi primer libro siendo un imberbe

y me lo prologó el otrora Rector de la Uni-

versidad María Cristina, Octavio Uña Juárez.

Dijo en él cosas muy hermosas. Después co-

nocí a un escritor, Miguel Alonso Calvo -

Ramón de Garciasol- a quien hice de ama-

nuense muchos años. De su galana prosa

aprendí mucho de lo que sé. Y de sus conse-

jos literarios. Hubo otro gran escritor, el no-

velista Manuel Andújar, quien también me

brindó su amistad y sus consejos. (No se de-

be de olvidar las Tertulias del Cafetín

Croché, en las que han participado la flor y la

nata de la Cultura española, ni tampoco po-

demos olvidar a los dueños del Croché, ni a

los de la Librería Arias Montano, sin los que

no hubiera sido posible). Viví y trabajé una

larga temporada en Galicia, donde nacieron

mis hijos. Allí conocí a dos personas: Fina

Casalderrey, que es Premio Nacional de Lite-

ratura Infantil y Juvenil, quien me ha ayuda-

Algo sobre mi

persona

Autor: José Ruiz Imagen: del autor

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-do en muchas tareas.

Y a Manuel María, excelente poeta, con

quien también estoy en deuda. He publicado

algunos libros: “Ilusiones del almendro”,

“Versos contigo”, “A quien conmigo va” -

que tiene de entrañable el estar dedicado a mi

esposa-, “Prosas escurialenses”, con ilustra-

ciones del buen amigo Félix Bernardino, o

“Líneas y Palabras”, con ilustraciones de

Manolo Salamanca. La Caja de Pontevedra,

me publicó “Intrahistoria de Marín”, un libro

exitoso. Los ayuntamientos de Santa María

de la Alameda y de San Lorenzo de El Esco-

rial, dos crónicas de los distintos pueblos. En

la Universidad de Santiago, dentro del ciclo

“Sesenta años después” participé en las po-

nencias sobre el exilio español, con el honor

de compartir mesa con don José Luis

Abellán, Sánchez Albornoz, Alicia Altez Vi-

gil, Francisco Caudet o el propio Xesús

Alonso Montero; inolvidable. He sido una

etapa librero. Creamos un premio de poesía -

Manuel María-, una revista -Acibal- y unas

tertulias por las que han pasado, entre otros,

Xavier Alcalá, Neiras Vilas, Fina Casalde-

rrey, Hipólito de Saa Bravo. En esa época

publiqué artículos en el Faro de Vigo y en el

Diario de Pontevedra. Uno de estos artículos,

según la opinión del ilustre escritor Gonzalo

Torrente Ballester, mereció ganar el Premio

Nacional de Periodismo Julio Camba, para

Galicia. Fue algo extraordinario. Poco más

que contar. Hago mío los versos de Macha-

do: “A mi trabajo acudo, con mi dinero pago,

el pan que me alimenta y el lecho en donde

yago…” Vivo en un pueblo tranquilo, donde

cultivo mi huerta, tengo mis animales y vivo

feliz con mi esposa. En las horas que le robo

al descanso o a mi familia escribo. Ya lo

avisó Cervantes: “En el poeta pobre, los me-

jores horas del parto se los lleva en buscar el

ordinario sustento.” No me quejo, ni molesto

a nadie. Escribiré mientras pueda o se me

alcance. Tampoco “busco la gloria ni dejar

en la memoria de los hombres mi canción..”

Si alguien se acuerda de mí, es de bien naci-

dos ser agradecidos. Y algún día como tantos

descansaré bajo la tierra.

Patio de La Universidad María Cristina

Pasillo interior de acceso a las aulas

Paisaje de naturaleza en Santa María

de La Alameda

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16

La mudanza

Texto: Luis Felipe Soto Imagen: Internet

E scribo este pequeño apunte en

vísperas de mi presumible via-

je al Congo Kinshasa, donde

probablemente me incorporaré a la

Comunidad “Sagrados Corazones”, en

la que ya hace tiempo trabajé seis

años. Espero sea mi último destino,

pues ya soy muy mayor, como dicen

los niños, y no estoy para muchos tro-

tes.

El azar quiso que me incorporase

a esta zona del África Central, Rwan-

da, Burundi, Uganda… La crisis de los

refugiados rwandeses y su marcha a

través de la Selva Ecuatorial del Con-

go Kinshasa, propiciaron que acabase

trabajando con ellos y junto a ellos,

hasta su vuelta a Rwanda el 1996. Ese

mismo año y gracias a Caritas Españo-

la, me incorporé aquí, en Nemba

(Rwanda), hasta el día de hoy. Mi tra-

bajo sería y ha sido, rehabilitar y poner

de nuevo en marcha un hospital de

campaña: el Hospital de Nemba.

Este, atiende a más de 300.000

personas. ¡Sí, trescientas mil en aquel

momento! Sostenido y subvencionado

por Medicus Mundi de Navarra. Como

digo, debía hacerme cargo de la ges-

tión del Hospital, llevar a cabo la re-

habilitación del mismo, -muy dañado

por la guerra-, y incluir la ampliación

y modernización de sus instalaciones,

las cuales, se hallaban en un lamenta-

ble estado de abandono.

Page 17: 26 alfoli (jul sep 2014)

17

Han sido años muy bonitos, y vividos

por mí con mucha intensidad. Difíciles

los primeros, a causa de la situación

general del País. Fueron años gratifi-

cantes que se covirtio en una cátedra

abierta, al ser testigo directo de cómo

la voluntad de un pueblo, los rwande-

ses, han sido capaces de levantar el

País hasta el nivel que hoy vive. Con-

virtiéndose así, en ejemplo para otros

países de la zona.

Mi sentimiento al el día de hoy, es de

agradecimiento. ¡De mucho agradeci-

miento!. ¡Cuánto he aprendido y cómo

me ha abierto los ojos a la vida este

tiempo largo¡

¡De hombre bien nacido, es ser agra-

decido!

Al escribiros hoy mi experiencia en

estas queridas tierras mi palabra solo

puede ser esta: ¡Muchas, muchísimas

gracias, “murakoze cyane, cyane, cya-

ne”!: en la lengua del País.

Hoy, y por motivos de salud, -

acompañados de los años que me asis-

ten-, mi permanencia en Nemba, a de-

bido finalizar a pesar mío. Para siem-

pre permanecerá en mí recuerdo, las

grandes y entrañables experiencias vi-

vidas en este país.

La decisión tomada por mis superiores

con respecto a mi traslado, ha supuesto

para mí una nueva ilusión al ser desti-

nado a Jerez. Ciudad esta como sabéis,

muy próxima a mi querida “Tacita de

Plata”. En ella, -seguro estoy-, disfru-

taré de las nuevas amistades que pro-

liferan en esta incomparable tierra ga-

ditana.

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18

El costo de sobrevivir -2ª parte

Texto: Carlos Bernardino Imágenes: Internet

M omentos después de haber

comprobado la validez

del trabajo realizado por

este “intruso”, el jefe, muy alejado de aceptar

el buen resultado del mismo, continúo con

sus duros reproches al muchacho. Aunque

en esta ocasión, no fueron tan dramáticos co-

mo en ocasiones anteriores. Por ello, para

culminar la tarea con su primer retrato, reto-

co el negativo. El cual mostro al jefe para

que le autorizase, y poder así positivarlo en

el laboratorio.

En esta ocasión, no solo no fue re-

prendido sino elogiado por su saber en el re-

toque, válido por el momento para este retra-

to de carnet.

No había transcurrido mucho tiempo,

cuando una mañana su jefe le condujo a la

Galería. Para su sorpresa le fue explicado por

este las intenciones para las que fue allí.

Según le explicó, iba a ser instruido por él en

el empleo de la iluminación, la compostura

del modelo a retratar, encuadres de la ima-

gen, así como los tiempos de exposición para

el negativo.

Su alegría, al tener conocimiento de

sus intenciones fue desbordante. Dichas en-

señanzas serian realizadas de inmediato, y

ajustadas a llevarlas a la práctica cuando él

estuviera seguro de encontrarse capacitado

para realizarlas.

La aceptación obligada del reto que le

fue ofrecido, solo podía ser entendida como

afirmativa e incondicional. Sorprendente-

mente, el tiempo dedicado a la adquisición de

estos conocimientos lo determinó su jefe una

mañana, al entender que Fernando podía ya

enfrentarse a las pruebas.

Para la ocasión, las drásticas exigen-

cias eran concluyentes: Sí conseguía superar

las pruebas, seria autorizado a continuar con

el aprendizaje. Pero si fracasaba, se compro-

metía a la aceptación de su despido.

Esta enérgica decisión del due-

ño del Estudio, parecía tener dos razones: ser

un ajuste de cuentas con quien había venido

incurriendo de manera permanente en des-

obediencias, o descubrir en él definitivamen-

te, firmes aptitudes para el desempeño de la

profesión.

Los retratos que realizó fueron cuatro.

Y los figurantes sus propios compañeros. Fo-

to de busto y grupo de medio cuerpo, cuerpo

entero, y grupo del mismo. Incluido poste-

riormente el revelado de los negativos.

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19

La ausencia del jefe en la Galería, le

sirvió a Fernando para ver disminuido en

parte su nerviosismo, el cual lógicamente, ya

horas antes se había apoderado de su cuerpo.

Gracias al apoyo entusiasta de sus colegas

que - sumando un total de cinco- favorecie-

ron su labor, el resultado del mismo resulto,

si no del todo brillante, si fue suficientemente

válido para ser aceptado por el muy exigente

D. Juan Ibáñez.

El interés oculto de este empresario

ante las descaradas actuaciones de este mu-

chachito,- como más tarde se pudo saber-, se

velaron para ser aprovechadas tiempo des-

pués en su propio beneficio. Pues él, descu-

briendo en Fernando talento y disposición

para aprender bajo su dirección, le formaría

rápidamente para encontrar al ayudante que

estaba necesitando. Conseguido este propósi-

to, sus ausencias del Estudio no serian tan

limitadas. Se abría así para ambos, un futuro

prometedor. Muy especialmente para Fernan-

do, al conseguir en poco tiempo lo que en

otro Estudio le hubiera llevado años. Con

respecto a la economía del jefe: un chollo. El

ya había convenido con este joven, un mode-

rado salario a cambio de su acceso a la Ga-

lería como Operador.

Así ocurrió que a sus 17 años, este

perseverante muchacho, dando impulso a

cuanto sentía en su interior y forzando situa-

ciones límites, consiguió dar paso a su gran

ambición. Ganándose a continuación, el res-

peto de su superior y compañeros, quienes

pudieron observar en su conducta una mera

sencillez de comportamiento, muy alejada de

la vanidad.

Estos acontecimientos tuvieron lugar

en su vida, mediado el año de 1947. Y en es-

te mismo periodo de tiempo, llegado el vera-

no, el jefe le comunico su intención de to-

marse unas vacaciones. Para hacerlo posible,

necesitaba de su responsabilidad para susti-

tuirle, durante un periodo de quince días.

Evidentemente, se comprometió con

entera firmeza en llevar adelante esta pro-

puesta, apresurándose en agradecer al mismo

tiempo, la confianza que depositada en él.

Prometió hacerse merecedor de ella, y poner

igualmente, su mejor intención y cuidado

empeño en el desarrollo de tan deseado tra-

bajo.

Por fortuna para Fernando –según me

conto después- su cometido resulto exitoso.

Y así debió ser, pues no hubo ningún tipo de

objeción acerca del trabajo realizado. Los

elogios brillaron por su ausencia – que por

inesperados no le sorprendió-, al igual que

alguna gratificación económica: Tan ausente

esta como los elogios.

Finalmente, en unión de sus compa-

ñeros, y la mía, celebramos el acontecimiento

en una cervecería cercana degustando unas

cuantas “rubias”. Las cuales, fueron ingeri-

das y acompañadas como Dios manda, con

las desafinadas canciones propias de estos

eventos.

Es obvio, por lo explicado hasta el momento

de esta historia, el detallar la felicidad que

inundaba a este adolescente muchacho. A

partir de aquí, el progreso para alcanzar me-

tas más elevadas dentro de su profesión, le

resultarían muy difíciles de conseguir. Pues

las direcciones de todos los Estudios de foto-

grafía de Madrid, eran ocupadas solo por los

propios dueños. Más adelante de estos años,

el señor Ibáñez, tuvo la intención de abrir

una sucursal en la Glorieta de Bilbao de Ma-

drid, para ser dirigida por él. Pero al poco

tiempo fue desestimada la idea, al reparar en

los 19 años cumplidos que por entonces le

acompañaban. Pues inevitablemente al año

siguiente, debería incorporarse al servicio

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20

militar obligatorio, que por aquel en-

tonces era normativa para todos los jóvenes

españoles en nuestro país, a partir de los

veinte años cumplidos.

La frustración sufrida por este inespe-

rado acontecer, fue mayúscula para sus pla-

nes. En similar situación se encontraron co-

mo Fernando, cuantos jóvenes que como él,

pudieron contemplar como el provecho con-

seguido con gran esfuerzo en el ámbito pro-

fesional o de estudios universitarios, se veía

interrumpido por los dos años perdidos en

aquella estúpida milicia. Esta ingrata imposi-

ción fue debida, al militarismo franquista y

dictatorial que gobernaba por entonces en

España. Y la natural consecuencia de este

despropósito, dio lugar, a que la ineficacia de

los mandos como profesionales, unida a la

indisciplina de los eventuales soldados, man-

tuviese el país un ejército inútil e incompe-

tente. Solo valido como más tarde se llegó a

entender; para el perjuicio de la juventud de

aquellos años.

Como alternativa de mejora de esta

dañina situación, le surge la oportunidad de

ser avalado por un Comandante amigo, para

su ingreso como voluntario en El Ejército del

Aire. Y así ocurrió, que llevadas a buen

término las oportunas diligencias, una maña-

na del mes de febrero del año de 1952, fue

ingresado en el Cuartel de Transmisiones de

dicho ejército, cercano a la Base Aérea de

Getafe. En él, realizaría la etapa de instruc-

ción hasta la Jura de Bandera, para ser desti-

nado después al Hospital del Aire de Madrid,

y servir como asistente a dicho Comandante.

Pero concluida “la farsa” de esta últi-

ma fase y permaneciendo en espera del an-

siado destino, inesperadamente surgió la fa-

talidad para Fernando: En unión de otros 41

compañeros, era destinado a la Base Aérea

de Las Bardocas sita a 11 km. de Badajoz.

Las razones aportadas por “el mando” fueron

inapelables. Estas se debieron al castigo de

traslado a dicha Base que 42 veteranos iban a

recibir, como consecuencia de haberse nega-

do a la ingestión del cocido, (plato único de

comida), al encontrarle incomestible. Pero

ocurrió que, iniciados los trámites burocráti-

cos para este envió, fueron suspendidos es-

tos, al tener conocimiento “el mando”, de la

inminente licencia de los mismos. Y en con-

secuencia, el jefe superior del cuartel, orde-

no que fueran sustituidos por 42 reclutas,

Así que sobrevino este disparate, que

tanto llegó a perjudicar la milicia de Fernan-

do. Ello era una demostración más, de la in-

capacidad del orden operativo dentro del

ejército. Para él mismo en estos tiempos, el

ser humano no merecía consideración alguna.

El sistema político militar franquista, -como

pudieron comprobar estos muchachos-, per-

mitía a los oficiales del ejército todas las ar-

bitrariedades para con los soldados a su ser-

vicio.

La Base Aérea –como pudieron comprobar a

su llegada a la misma- resulto ser una Base

conocida por la militancia, como de castigo.

Y como demostración de la veracidad de la

información recibida, un sargento mal enca-

rado, les proveyó de unos mugrientos jergo-

nes, que hubieron de rellenar con paja prepa-

rada al efecto.

La imprevisión sobre el cierre de sus bocas,

fue resuelta con la búsqueda de unos alam-

bres para ser cosidas, en aquel inmundo lu-

gar. Y una vez resuelta esta situación, fueron

introducidos en un desangelado y sucio ba-

rracón, para ser depositados en unas desven-

cijadas oxidadas literas.

A través de las ventanas desprovistas de cris-

tales, todo tipo de insectos, compartían con

los ocupantes aquella miserable estancia. Por

ello, las arañas, mosquitos, moscardones, y

Page 21: 26 alfoli (jul sep 2014)

21

-ron a ser considerados con el paso

del tiempo, como familiares. No lo fueron

tanto los desagradables alacranes, a quienes

evitaban el ascenso a las literas, mediante la

introducción de las patas de las mismas en

botes rellenos de agua.

La Base, tanto por su ubicación ale-

jada del casco urbano, la pobreza de sus ins-

talaciones y la dura disciplina a que eran so-

metidos por los mandos, servicios permanen-

tes que comprendían: Instrucción, limpieza,

cocina, letrinas, y guardias. Este maltrato les

suponía un tormento, del que no podrían es-

capar en el trascurrir de los dos años firma-

dos al ingreso voluntario en este ejército.

Perteneciente a la 2ª Región Aérea del

Ministerio, era una escuela de Pilotos de

Complemento. La formación de estos jóve-

nes, era realizada mediante un curso de ins-

trucción de doce meses en la avioneta Bucker

de doble plano. La pista utilizada para despe-

gue y aterrizaje, había sido realizada con ma-

quinas explanadoras en el propio campo, sin

el añadido de ferralla y hormigonado, propio

de este tipo de obra. Por esta carencia, sobre

él y de manera constante, crecía una abun-

dante masa de cardos la cual, unida a la on-

dulación del terreno dificultaban el desliza-

miento de los aviones en su superficie. Estas

deficiencias, eran las que inevitablemente

producían con mucha frecuencia accidentes,

que ponían en peligro la vida de los alumnos.

Por lo extenso de las ingratitudes vi-

vidas y comunicadas a mi por Fernando, du-

rante su permanencia en esta inhóspita Base

Cuartel, omitiré su relación por considerar,

que nos sirve como referencia todo lo expli-

cado anteriormente. Aunque de gran parte de

ellas supo librarse, gracias a su ingenio y

buen ánimo para superarlas.

Para sorpresa suya y de sus camara-

das, con diez y ocho meses de los veinticua-

tro convenidos, fue licenciado un 23 de

Agosto de 1953. Parecía deberse esta antici-

pación, al hecho deficitario económico en

que se encontraba por aquellos años el Ejér-

cito de Aire. La desbordante alegría con que

vivió un tiempo, se vio disminuida poste-

riormente, al descubrir que los logros alcan-

zados en su profesión de fotógrafo, no le iban

a ser validos para la realización de su proyec-

to de futuro.

Al incorporarse nuevamente a su

puesto de trabajo en el Estudio Ibáñez, aspi-

raba con entusiasmo alcanzar el cargo de Di-

rector de Estudio. El mismo que quedo pen-

diente en el momento de su incorporación al

ejército. Pero, -según le fue explicado a con-

tinuación por su jefe-, en este tiempo transcu-

rrido, y habiendo desestimado la apertura del

mismo, este proyecto ya no era posible. Por

lo tanto, la única oferta de trabajo que le pod-

ía ofrecer era el de retocador, y con un sala-

rio de miseria.

Ante esta desastrosa e inesperada si-

tuación, la frustración le condujo, a un estado

anímico del que con gran esfuerzo y una gran

dosis de serenidad, debía salir, sin dudar. La

razón quedaba clara. Para el mantenimiento

de su ambición de vivir con cierta decencia

su vida debía tomar una nueva deriva. Y esta,

ya no iba a ser precisamente a través de la

fotografía.

Afrontando los hechos, decidió

“navegar en otras aguas”. Según me comu-

nicó, se sabía muy joven para quedarse re-

mansado como veía a otros indolentes en su

entorno. Por pensar así decidió acudir a for-

marse como Engastador de joyería en la

compañía de uno de sus hermanos: Manuel,

que ya era un buen profesional en esta mate-

ria. Así fue, como después de despedirse de

sus compañeros y del Estudio, dio paso a este

nuevo empeño. (Continuara)

Page 22: 26 alfoli (jul sep 2014)

22

A un poeta desconocido

El libro– un delgado tomo de páginas

amarillentas– escrito por un poeta

desconocido:

Mientras leo sus poemas

Por el pasillo desfila

El largo, monótono, exasperante invierno…

Encuentro

En la papelera:

Entre chicles

Y billetes de “metro”,

Consumidos cigarrillos

Pañuelos de papel;

Encontré a la luz...

Texto: Rafael Tenllado Imagen: Internet

Esfuerzo

Los dedos limpios de tinta

!Ni un verso escrito!

Notas repaso de la libreta;

Señalada una idea lleva:

Mas se asusta

Con la sombra del bolígrafo...

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23

H oy el alma se siente libre.

Vuela tan alto que mis ojos

no llegan a verla. No puedo

seguirla, aletea tan rápido que en un

instante se pierde en el infinito.

Es extraña esta sensación de alejarme

con ella de aquí, pero sin marcharme.

Extraña dicotomía de ausencia y pre-

sencia, de plenitud y vacio.

No hay cárcel ni barrotes que la deten-

gan, pero yo sigo notándome en la tie-

rra lejos de todo y de todos.

Sin levantar los pies y con los cinco

sentidos en este mundo me encuentro a

la vez fuera de él.

Todo es claro: veo la luz del día, oigo,

huelo, toco, pero… ¿Dónde estoy? No

lo sé… ¿Dónde está ella?

No sé nada, ni si existo en este mo-

mentó, aquí, ahora, o en otro espacio.

No me preocupa nada.

No es paz, no es sosiego, no es amor

ni odio. No tengo adjetivo que ponerle

a este sentimiento, no es nada, es la

nada que lo inunda todo. Veo las cuen-

cas de mis ojos vacías como una cala-

vera. Los huesos descarnados, limpios

de su envoltorio.

Estoy en lo más intimo de mi ser espe-

rando convertirme en polvo. Quizás en

ese momento pueda alcanzar mi alma

que vuela libre.

No me siento atada… no me siento.

Qué extraña situación describo, pero

que real es.

No se va, se queda conmigo mientras

trato de explicar con palabras, lo que

no tiene nombre o yo no sé nombrarlo.

Me interrumpen y no puedo retomar la

esencia de este sentimiento. Ya volverá

y tal vez entonces, esté preparada para

contarlo.

Todo tiene su momento. Es cuestión

de que nazca de mí otra vez. Dulce es-

pera que no produzca dolor.

VUELA

Texto: Marisa Ramírez Imagen: Internet

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Origen de los pobladores de la Sierra de

Guadarrama

Texto: Matilde Ramírez Imágenes: Internet

E strabóm, geógrafo e historiador griego,

año 64 a de C, aprovechando la paz

romana se dedicó a pasearse por todo el

mundo que, en esos momentos, era conocido,

Armenia en el oriente, Cerdeña en occidente, el

Mar Negro en el norte, Etiopía al sur, llegó hasta

Amán situada en el río Nilo en Egipto.

Su obra geográfica consta de diecisiete

volúmenes y, en su libro tercero está dedicado a

Iberia, y para que te fíes de los antiguos este estu-

dioso jamás pisó nuestro suelo sino que se sirvió

de lo que había relatado otro geógrafo llamado

Poseidonio, pero como en aquella época el plagio

no se conocía ni era delito pues se adjudicó los

conocimientos de otro para su propia gloria.

Hecha esta introducción histórica y para

que aprendamos un poco nuestra historia ya que

el que no la conoce está condenado a repetirla

voy a poner mi granito de arena y hacer un repa-

so por nuestros antepasados que, antes que noso-

tros pisaron estos benditos parajes y que ahora

los andamos y destrozamos nosotros y estos per-

sonajes no eran ni más ni menos que los Veto-

nes.

Antes de que aparecieran los romanos en la

Península Ibérica, los vetones, gentilicio que los

griegos le dieron al pueblo prerromano, habita-

ban entre los ríos Duero y Tajo, en las provincias

que ahora las conocemos como Ávila, Salaman-

ca, parte de Cáceres, Toledo, Zamora, Guadarra-

ma y parte del oriente portugués, eran de cultura

celta y dejando como arte los famosos verracos

de piedra. Así como otra serie de asentamientos

que eran siempre de piedra que existía en estos

lugares que por supuesto eran de granito.

Page 25: 26 alfoli (jul sep 2014)

25

Eran guerreros y ganaderos colocaban sus pobla-

dos en los altos de los cerros para otear los alre-

dedores como medio de defensa. Como es de es-

perar debían de tener cerca el agua, fuente de

vida, tanto para los humanos como para el gana-

do y si había el líquido elemento se supone que

había pasto y por lo tanto tierras fértiles para la

agricultura. Hay que recordar que estos poblado-

res estaban saliendo de la edad del final del bron-

ce y entrando de bruces en la edad del hierro, lo

que no quiere decir que no nos dejaron pistas pa-

ra poder estudiar su paso por este planeta que ya

se ha mencionado más arriba, así que existir exis-

tieron ya que los verracos parece ser que eran

figuras mágicas para proteger el ganado o como

monumentos funerarios. Amurallaban sus pobla-

dos con sillares de gran tamaño y eran de planta

cuadrada, que según creía la población era nece-

sario agrandarlos llegando a ser hasta de 30

hectáreas, este reagrupamiento de tribus vetonas

se hacía como defensa de su habitantes cuando

los romanos estaban poniendo la zarpa donde no

debían. Aunque los vetones se agrupaban en po-

blados no por ello se quedaban quietos ya que

tenían un comercio fluido con otras tribus prerro-

manas, cuando llegaron los romanos, que eran

más cultos, comenzaron a trabajar la cerámica

con torno y a gran escala comenzando a ser alfa

reros, la cerámica de esta época consiste en vasos

de borde vuelto con formas de “palos de golf”

“cabezas de pato”, copas, cuencos pintados con

líneas onduladas y motivos de cestería.

En el años 61 a de C, Julio Cesar fue nom-

brado gobernador de la Hispania Ulterior, y por

la fuerza hizo que los vetones como los lusitanos

abandonaran sus poblados, no olvidemos que

estaban establecidos en los promontorios más

elevados haciéndolos bajar a los valles, fueron

romanizados y los vetones terminaros engrosan-

do las filas del ejercito romano. Se terminará este

comentario de los pobladores que nos han prece-

dido, como se ha comenzado con el geógrafo Es-

trabon que tiene una idea muy negativa de los

pobladores que nos precedieron. Ya que el mise-

rable y pelota plagista los consideraba como

bárbaros plasmado en su geografía libro

III.14.16,“y que los vetones, cuando entraron por

primera vez en un campamento romanos, al ver a

algunos oficiales yendo y viniendo por las calles

paseándose, creyeron que era locura y los condu-

jeron a las tiendas como si tuvieran que o perma-

necer tranquilamente sentados o combatir”

¿Hay una forma más elegante de llamar

paletos a nuestros antepasados?

Los toros de Guisando

Estrabón

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El Ebola

Testo: Luis Felipe Soto Imágenes: Internet

El EBOLA”. Escuchar esta palabra y empe-

zar a temblar es inmediato. Una enfermedad

que en estos días, ya muy largos, castiga Gui-

nea, Nigeria, Liberia, Sierra Leona … y que

al día de hoy, cuando escribo, se ha cobrado

ya 932 muertes y 732 sospechosos. No es la

primera vez que esto sucede y periódicamen-

te reaparece. Pero, ¿por qué siempre en Áfri-

ca? …, esa es mi pregunta, ¿es que Europa,

América del Norte y otra zonas ¿están inmu-

nizadas? …. No, no están inmunizadas. La

respuesta es fácil de dar: tienen más medios,

los medios necesarios: Hospitales y Centros

de Salud preparados para combatir la enfer-

medad, personal sanitario adecuado, medica-

ción necesaria ….

Ni Europa y Estados Unidos están inmuniza-

dos, ni África. Otra es la cuna de la enferme-

dad. Pero sí, un retraso en su desarrollo y una

falta de medios propician que ésta y otras

enfermedades, malaria, por ejemplo, -de la

que soy víctima-, se desarrollen más en una

zona que en otras. A algunos enfermos se les

Page 27: 26 alfoli (jul sep 2014)

27

traslada a sus países de origen: España, y Es-

tados Unidos, (casos recientes). Remedio

muy caro que no todos pueden permitirse.

Inviertan este dinero en preparar los países

afectados, quizá no interesa.

África, una vez más escenario de plagas

mortíferas, guerras, desastres naturales…

Veinticinco años he vivido allí, en una zona

conflictiva como es el Congo Kinshasa,

Rwanda, Burundi y en una ocasión me eva-

cuaron en avión desde Kinshasa a Madrid,…

Invertir en África, preparar, los países africa-

nos más afectados para hacer frente a estas

plagas, formar al personal médico y sanitario

nativo, que los países tocados sean capaces

de afrontar con el personal adecuado, los me-

dicamentos necesarios e instalaciones nece-

sarias, estas plagas.. ¿Cuánto cuesta fletar un

avión desde Estados Unidos, España y otros

países para trasladar a sus propios enfermos?

Y ¿y qué hacemos con los enfermos del país

afectados, que son la mayoría? …

Hoy cuando escribo este pequeño comentario

quiero levantar mi voz en favor de tantas

víctimas de enfermedades, situaciones extre-

mas, guerras… que desgraciadamente no son

excepción y que azotan a los países con ma-

yor retraso.

El continente africano parece estar abocado a

padecer plagas de enfermedades malignas, y

que durante siglos anteriores hasta el actual,

ha venido sufriendo. Ello se debe esencial-

mente a la escasez de recursos económicos,

de la mayoría de los países que le componen.

Unida a esta dramática situación, no pode-

mos ignorar la desatención generalizada a la

sanidad, por los diferentes gobiernos, así co-

mo los regímenes políticos que rigen el desti-

no de este magnifico continente.

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28

Parque Nacional de BENASQUE

Texto: C. Aramburu Imágenes: Internet

Por la grandeza panorámica de este valle, de

composición granítica y prolifera vegetación,

fue declarado Parque Nacional en el año

1994. Al ser reconocido como uno de los pa-

rajes naturales, -en unión de el Parque de Or-

desa y Monte Perdido- más destacados de la

geografía Aragonesa.

En la actualidad está considerado como un

paraíso paisajístico por su bella naturaleza.

Su historia, muy escasa en colonización de

llegada a él, solo cuenta con la presencia de

romanos, que construyeron puentes y cami-

nos de acceso. Igualmente aportaron sus co-

nocimientos de construcción de balnearios

con magníficos baños de aguas termales.

En Benasque uno se encuentra cautivo duran-

te su estancia, de sus costumbres: su folklore,

su arquitectura, gastronomía, y el añadido de

su magnífico entorno. El turismo y la presta-

ción de sus inmejorables servicios, se han

unido al renacer de una nueva cultura econó-

mica muy atractiva para su entorno.

La política de protección y mantenimiento

llevada a cabo por su comunidad es ejemplar.

Salvaguardando exhaustivamente sus valores

naturales: fauna, flora, paisaje y sus forma-

ciones geomorfológicas, potenciando al tiem-

po sus ecosistemas, para garantizar así el uso

racional de sus recursos naturales. Como fo-

co turístico de primer orden en Aragón, es

visitado por multitud de excursionistas del

deporte alpino, ya que alberga el mayor

número de cumbres que superan los tres mil

metros de altitud.

Destacan por ser elementos naturales trece

glaciares que suman unas 350 hª. A ellos de-

bemos sumar, distribuidos por el Valle, 95

lagos depositarios de las aguas de los dife-

rentes glaciares. Para nuestro disfrute visual

de todo el entorno de sus cumbres, desde el

Aneto al Posets, lo más cómodo es utilizar el

telesilla en Ampriu, al que se llega desde la

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Panorámica del valle, con el pico del Aneto y el de Aigualluts al fondo.

carretera que parte desde Cerler.

El valle de Benasque, está rodeado de una

concentración de cumbres superiores a los

3.000 metros de todo el sistema Pirenaico. El

más alto en él, es el Aneto (3.404 metros) un

ejemplo de desarrollo para los “hermanos”

que le rodean.

El mismo, se cuenta entre los territorios ara-

goneses que, por su especial situación en el

confín nororiental de Huesca en zona de alta

montaña, han sabido conservar muchos ele-

mentos de su cultura ancestral, desde las cos-

tumbres y tradiciones, a la gastronomía o len-

gua propia.

Uno de los frutos del Plan de Excelencia del

Valle de Benasque, ha sido la creación de

cuatro interesantes rutas que, bajo el lema

“El placer de mirar”, recorren los núcleos

tradicionales de la zona y nos descubren al-

gunas de las manifestaciones más genuinas

de la cultura del alto Aragón.

Demostración grafica de la maravillosa ubicación, de

este singular pueblo.

Plaza en el interior del pueblo.

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Antonio Palacios (2ª Parte)

Madrid

Texto: Félix Bernardino Imagen: Internet. Dibujos: del autor

OTROS PECULIARES EDIFICIOS,

PROYECTA PALACIOS EN MADRID:

I

En c/ Cedaceros nº 6, entonces Banco Gene-

ral de Industria y de Comercio, donde duran-

te muchos años tubo instalado su estudio y

proyecto la mayor parte de su obra.

Hotel residencia de Viajeros. (Atribuida) c/

de Carretas.

Edificio Comercial. c/ Mayor nº 1 y c/ Arenal

nº 3.

Edificio Casa Maresanz. c/ Gran Vía nº 27;

c/ Salud nº 12, y c/ Tres Cruces nº 9.

Plaza de Cánovas del Castillo el que fue sede

de “Sub-Americana de Turismo”.

Colegio Sagrado Corazón. c/ General Martí-

nez Campos.

Taller y Oficinas del Metropolitano. c/ San-

chezbaiquetegui; c/ Cavanilles, y c/ Valderri-

vas.

Edificio de Viviendas. c/ Olid nº 7.

Hotel Avenida. c/ Gran Vía nº 27 y c/ Meso-

nero Romanos.

Edificio Viviendas. c/ Abascal nº 54.

Edificio Viviendas. c/ Alfonso 11.

Edificio Viviendas. c/ Goya nº 41.

Edificio Viviendas. c/ Marques de Villama-

yor nº 3.

Edificio Viviendas. Pº de la Castellana,

números 10 y 12.

Edificio propiedad del Dr. Marañón (Premio

Novel) c/ Alfonso XII.

Edificio de Viviendas. En San Lorenzo de El

Escorial. c/ Viriato nº 20. Se le atribuye el

Edificio del Maestro Alonso.

El conjunto arquitectónico del Hospital de

Jornaleros San Francisco de Paula, limitado

por las calles de Raimundo Fernández Villa-

verde; y c/ Alenza, está considerado como el

mayor conjunto monumental construido en

Madrid.

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II

El anterior Alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-

Gallardón, decide trasladar al Edificio de Co-

rreos el Ayuntamiento de Madrid, ignorando

o no teniendo en cuenta, el significado ni la

magnitud de tal decisión. El rechazo del pue-

blo de Madrid a esta desafortunada decisión

queda constatada, al entender su desprecio h

al edificio de la Casa de La Villa, en el que

durante siglos estuvo ubicado, habiendo sido

declarado el mismo por La Unesco hace

años: Patrimonio de la Humanidad.

Felipe II, traslado a Madrid la Capitalidad de

España, que por aquella época se encontraba

en Valladolid. Esta ciudad está considerada

como una de las más bellas de Europa. Se

encuentra bien conservada, tiene numerosos

pequeños monumentos, y entre los más anti-

guos destacan: algunos tramos de murallas

árabes y cristianas.

En la proyección del Ayuntamiento, intervi-

nieron los arquitectos: Alonso Carbonell, J.

de Villareal, Bartolomé Hurtado, Juan del

Olmo, Teodoro Ardemans, José Grasen y

Juan de Villanueva en la proyección de la

nueva fachada de la calle Mayor.

Juan de Villanueva proyecta en El Escorial

La Casita del Príncipe, y al tiempo, La Casita

de Arriba, o del infante Gabriel. Igualmente

en San Lorenzo de El Escorial, sus proyectos

alcanzan a numerosas edificaciones y trazado

de calles. Este insigne arquitecto nacido en

Madrid, vivió durante años en este pueblo,

con el que se encontraba muy identificado.

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III

Volviendo a la reciente y lamentable instala-

ción del Ayuntamiento de Madrid en el edifi-

cio de Correos, nos queda claro el admitir

que: El Ayuntamiento como tal queda dilui-

do. Afortunadamente sus dependencias se

encuentran en los bajos del edificio, debien-

do acceder a ellas desde el exterior.

Ni el mismo arquitecto, autor de esta magní-

fica construcción, pudo imaginar las posibili-

dades que en la actualidad nos puede ofrecer

esta monumental obra. Su interior se corres-

ponde como al de una gran Catedral, y se nos

ocurre su aprovechamiento que podría ser

para la creación por ejemplo, de un gran mu-

seo de Arquitectura y Escultura, de la que

carece Madrid como otras mucha de las ciu-

dades españolas.

De inmediato miramos en nuestro entorno

deambulando por el Parque del Retiro, y en-

contramos unos restos de un Claustro Romá-

nico procedente de la provincia de Segovia

que, fueron trasladados a Madrid por encargo

de D. Niceto Alcalá Zamora. Primer Presi-

dente de la República Española.

Otro monumento podría ser el ubicado en la

Basílica de Atocha: en el Pabellón de Hijos

Ilustres. Unas monumentales esculturas dedi-

cadas a estas insignes personalidades que allí

figuran: Eduardo Dato, Marqués del Duero,

Ríos Rosas, Martínez de la Rosa, Juan Álva-

rez de Mendizábal, José María Calatrava,

Salustiano Olózaga, Cánovas del Castillo,

Práxedes Mateo Sagasta, y José Canalejas.

Escultores: Mariano Benlliure, Agustín Que-

rol, Arturo Melida, Pedro Estany, y Federico

Aparni.

Y por último nos sorprende sobre una colum-

na, una pequeña replica en escultura de la

estatua de La Libertad, en la bahía de Nueva

York.

IV

Naturalmente esta consideración es gratuita,

simplemente pretendo poner de manifiesto el

ejemplo de monumentos y esculturas que

surgen en mi memoria, por supuesto que, re-

quiere considerar sus proporciones con res-

pecto a su posible ubicación.

El ejemplo referido se encuentra al paso; pe-

queños mojones de piedra que indican el pa-

so de ganado trashumante a través de Las

Cañadas que cruzan Madrid. Una vez al año

y simbólicamente, se celebra con el paso de

ganado por la ciudad.

A la portada Gótica que perteneció al Hospi-

tal de la Latina. La conocida como Latina,

fue profesora de la Reina Isabel La Católica.

La citada portada, al sufrir un gran incendio,

fue rescatada y hoy se encuentra en la Ciudad

Universitaria, en la Escuela de Arquitectura

más dos cenotafios que, igualmente se en-

contraban en el Hospital. Uno dedicado a La

Latina y otro a su marido: El Artillero. Des-

pués fueron trasladados al tercer Hospital –

hoy convento- sito en la Ciudad Universitaria

de Tres Cantos.

Como dato lamentable para la recuperación

de obras de arte, debo decir que en los Alma-

cenes de la Villa, situados en la Casa de

Campo, se hayan depositadas cantidad de

elementos artísticos. Desde estatuas ecues-

tres, hasta arcos y puertas de entradas a

Nuestra capital. Hace unos años fue recupe-

rada la Puerta de San Vicente, e instalada de

nuevo en la glorieta que lleva su nombre.

Creo sinceramente que, cuantos restos allí se

encuentran podrían potenciar un hipotético

museo.

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Puerta de La Latina

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ALFOLÍ