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2014 Livro Spink Producao de Informacao

Oct 10, 2015

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Dara Andrade
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  • Mary Jane Paris Spink Jacqueline Isaac Machado Brigago

    Vanda Lcia Vitoriano do Nascimento Mariana Prioli Cordeiro

    Organizadoras

    A PRODUO DE INFORMAO NA PESQUISA SOCIAL:

    compartilhando ferramentas

    Rio de Janeiro | 2014

  • Esta publicao parte da Biblioteca Virtual de Cincias Humanas do Centro Edelstein de Pesquisas Sociais www.bvce.org

    Recomendamos a reproduo, total ou parcial, desta obra, desde que no haja fins de lucro e que seja citada a fonte. Licena: http://creativecommons.org/licenses/by-nc/3.0/deed.pt

    Edio virtual, disponvel desde 28 de julho de 2014: www.centroedelstein.org.br ou

    www.bvce.org/LivrosBrasileiros.asp

    P962 A produo de informao na pesquisa social: compartilhando ferramentas / Mary Jane Paris Spink; Jacqueline Isaac Machado Brigago; Vanda Lcia Vitoriano do Nascimento e Mariana Prioli Cordeiro, organizadoras. 1.ed. Rio de Janeiro: Centro Edelstein de Pesquisas Sociais, 2014 (publicao virtual).

    340 p. : il.

    Inclui referncias

    ISBN: 978-85-7982-078-6

    1. Psicologia social. 2. Metodologia de Pesquisa. 3. Tecnologia Aspectos sociais. I. SPINK, Mary Jane Paris; (Org.). II. BRIGAGO, Jacqueline Isaac Machado (Org.). III. NASCIMENTO, Vanda Lcia Vitoriano do (Org.); IV. CORDEIRO, Mariana Prioli (Org.).

    303 CDU (http://www.udcc.org)

    Centro Edelstein de Pesquisas Sociais www.centroedelstein.org.br Rua Visconde de Piraj, 330/1205 | Ipanema Rio de Janeiro RJ CEP: 22410-000. Brasil Contato: [email protected]

    SUMRIO

    PREFCIO | Por Lupicinio iguez Rueda ....................................... 7

    APRESENTAO......................................................................... 10

    PARTE 1 . INTRODUO

    1. Vinte e cinco anos nos rastros, trilhas e riscos de produes acadmicas situadas | Mary Jane Spink; Benedito Medrado e Ricardo Pimentel Mllo ................................................................. 13

    2. Como pensamos tica em pesquisa | Mariana Prioli Cordeiro; Thiago Ribeiro de Freitas; Simone Peixoto Conejo e George Moraes De Luiz ............................................................................................ 31

    PARTE 2 . COMO FAZEMOS

    3. Entrevistas: negociando sentidos e coproduzindo verses de realidade | Srgio Seiji Aragaki; Maria Lcia Chaves Lima; Camila Claudiano Quina Pereira e Vanda Lcia Vitoriano do Nascimento ... 57

  • 4. Como fazemos para trabalhar com a dialogia: a pesquisa com grupos | Jacqueline Isaac Machado Brigago; Vanda Lcia Vitoriano do Nascimento; Roberth Miniguine Tavanti; Pedro Paulo Piani e Pedro Paulo Figueiredo .......................................................................... 73

    5. Conversas no cotidiano: um dedo de prosa na pesquisa | Neiza Cristina Santos Batista; Jefferson Bernardes e Vera Snia Mincoff Menegon ..................................................................................... 97

    6. Observao no cotidiano: um modo de fazer pesquisa em psicologia social | Milagros Garca Cardona; Rosineide Meira Cordeiro e Jullyane Brasilino...................................................... 123

    7. Pesquisando Redes Heterogneas: contribuies da teoria ator-rede | Mariana Prioli Cordeiro; Jacy Curado e Claudia Pedrosa ... 149

    8. Incidentes crticos, um fio de ariadne na anlise documental | Dolores Galindo e Renata Vilela Rodrigues.................................. 167

    9. O jornal como objeto de pesquisa socioconstrucionista | Lenise Santana Borges e Flvia Regina Guedes Ribeiro ......................... 185

    10. Documentos de domnio pblico e a produo de informaes | Peter Spink; Maria Auxiliadora Teixeira Ribeiro; Simone Peixoto Conejo e Eliete de Souza ............................................................ 207

    PARTE 3. COMO ANALISAMOS

    11. Uso de repertrios lingusticos em pesquisas | Srgio Seiji Aragaki; Pedro Paulo Piani e Mary Jane Spink ............................ 229

    12. O uso de mapas dialgicos como recurso analtico em pesquisas cientficas | Vanda Lcia Vitoriano do Nascimento; Roberth Miniguine; Tavanti e Camila Claudino Quina Pereira ................... 247

    13. Dirios como atuantes em nossas pesquisas: narrativas ficcionais implicadas | Benedito Medrado; Mary Jane Spink e Ricardo Pimentel Mllo ............................................................... 273

    14. Jogos de armar: narrativas como modo de articulao de mltiplas fontes no cotidiano da pesquisa | Dolores Galindo; Mrio Martins e Renata Vilela Rodrigues .............................................. 295

    GLOSSRIO.............................................................................. 324

    AUTORAS E AUTORES.............................................................. 334

  • PREFCIO

    NCLEO COMO CRISLIDA Y METAMORFOSIS. Una invitacin a compartir el vrtigo de la transformacin. Por Lupicinio iguez Rueda Cuando uno ve un cuadro de Monet, de Renoir, de Degas o de Pissarro, sabe que es un cuadro suyo. Esas pinceladas, esos colores puros, cuando uno los ve, sabe que est delante de un cuadro impresionista. Ve la herencia del realismo, pero sabe que est delante de algo diferente, innovador, revolucionario.

    Esto es sin duda por la peculiaridad y ruptura que el impresionismo supuso en el desarrollo de las artes a finales del siglo XIX. Nadie usaba la paleta como ellos hasta que comenzaron a pintar. Nadie usaba los colores como ellos hasta que ellos comenzaron su experimentacin. Su particularidad se ve en cada trazo, se ve en cada pincelada, se identifica en cada composicin.

    Esto es exactamente lo que acontece con la investigacin del Ncleo de Estudos e Pesquisas em Prticas Discursivas e Produao de Sentidos que desde hace veinticinco aos lidera Mary Jane Spink. Su singularidad se encuentra en sus campos y temas de investigacin, en el enfoque y la mirada de su estudio, en el dispositivo analtico, y tambin, por qu no decirlo, en su manera de explicarlos. Sus trabajos son pues obras cuyos lectores identifican desde la primera lnea an sin saber cierto quin es el autor o la autora.

    Pero el Impresionismo representa el origen de un nuevo concepto, y su influencia en el arte contemporneo se extiende ms all incluso de la pintura. Y esto es as porque no es una tarea individual, pues cada contribucin, la de Monet, la de Renoir, la de Degas o la de Pissarro, no es un conjunto de cuadros colgando de una galera o de un museo, es un a accin cuyas consecuencias harn posible la aparicin de un Czanne, de un Toulouse-Lautrec, de un Gaugin o de un Van Gogh. Tampoco es exclusivo de la pintura, porque el impresionismo atraviesa el conjunto de las artes plsticas desde la pintura hasta el diseo grfico.

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    Pues as es tambin en el caso del Ncleo, le trabajo de mltiples personas, la manera de concebir la investigacin social, la identificacin de los campos de inters, el estilo en la investigacin han influido a una generacin no slo en Brasil, sino en todo el mundo. En las ciencias sociales que asumieron una crtica a la tradicin terica y metodolgica dominante hasta los aos 80 del siglo pasado, en las distintas disciplinas como la Psicologa Social que tomaron partido por nuevos enfoques y desarrollos en el perodo post-construccionista, la influencia del enfoque de este grupo es notoria.

    Esto es as por varias caractersticas definen el estilo terico-metodolgico del Ncleo. En primer lugar, la renuncia a una concepcin representacionista de la realidad en beneficio de una visin construccionista, La realidad se construye en las prcticas cotidianas, y la investigacin es una de ellas. Por eso la investigacin debe verse tambin como una actividad de construccin de lo social.

    En segundo lugar, el discurso. Las personas y los grupos habitan los espacios sociales que construyen mediante sus propios procesos de comunicacin. El discurso y las prcticas discursivas devienen entonces los objetos prioritarios y priorizados de investigacin.

    En tercer lugar, la vida cursa da a da, el mundo se construye da a da, las personas son y actan en el cotidiano. La investigacin del Ncleo se define tambin por el nfasis en la vida cotidiana, en la cotidianidad de los procesos. No hay grandes bsquedas de grandes procesos sociales, hay la inmersin en la grandeza de la vida cotidiana.

    En cuarto lugar, la finalidad de la investigacin, su dimensin poltica. La investigacin como una prctica social ms, est inmersa en el contexto social. La investigacin para describir el cambio, pero tambin para hacer el cambio, para promover la transformacin, para contribuir a un mundo mejor, para contribuir a una vida vivible.

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    Pero si la historia del arte occidental moderno es una sucesin de cambios, del impresionismo al postimpresionismo, del Postimpresionismo al Expresionismo, o del Expresionismo al Cubismo, la del ncleo es tambin una continuidad que es suma de rupturas. De la tradicin interaccionista que prima el significado, a la ruptura construccionista que prima la construccin. Del construccionismo al post-estructuralismo de Foucault. Del construccionismo y de Foucault al post-construccionismo con la Teora del Actor Red y la Performatividad. De lo lingstico a lo objetual, del significado a la materialidad. Estos giros tericos, con sus correspondientes transformaciones metodolgicas, definen tambin la esencia y la peculiaridad del grupo. En efecto, ste no se instala en el confort de la ortodoxia terica y metodolgica, sino que surfea en el vrtigo del cambio y la transformacin. Y esto ha hecho de l algo estimulante y excitante.

    Este libro es la sntesis serena de la historia del Ncleo en sus peculiaridades, sus formas, sus orientaciones, sus prcticas y, sobre todo, sus transformaciones. La investigacin es una actividad artesanal y en este libro nos la cuentan justamente as, como una artesana y a travs del hilo conductor de los procesos de investigacin. As, nos indican un camino que nos permite transitar de la problematizacin tica al modo de realizar la investigacin con sus diferentes procedimientos y tcnicas. De la informacin, a las modalidades de anlisis. Ninguna persona interesada en la investigacin de los procesos sociales en la sociedad contempornea encontrar ftil o intil esta descripcin del proceso de investigacin, mismo cuando sus compromisos tericos y/o metodolgicos difieran de los que subyacen en este grupo.

    Como lector quiero ver este libro como un punto y seguido. Como un momento de fijaciones provisionales que sean la antesala de nuevos cambios, nuevas propuestas y nuevas enseanzas pues mi experiencia y mi trabajo se enriqueci antes, y necesita continuar enriquecindose an, con el trabajo de este grupo, convertido con los aos en un grupo de amigos y amigas entraables.

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    APRESENTAO

    Este livro o resultado de inmeras conversas realizadas no Ncleo de Estudos e Pesquisas em Prticas Discursivas e Produo de Sentidos do Programa de Estudos Ps-Graduados em Psicologia Social da Pontifcia Universidade Catlica de So Paulo (PUC-SP) sobre modos de fazer pesquisa. Integrantes do ncleo, suas autoras e seus autores so comprometidos com estratgias de pesquisas, anlises e reflexes que possam ajudar a avanar as formas de pesquisar no cotidiano.

    O livro est organizado em trs partes. Da primeira constam dois captulos que tm por objetivo situar os posicionamentos tericos, epistemolgicos e ticos compartilhados pelos autores e autoras. O captulo 1 traa as transformaes ocorridas nos 25 anos de produes do ncleo. O captulo 2 aborda a maneira como as questes ticas so tratadas nas pesquisas por ns realizadas.

    Constam da segunda parte sete captulos que ilustram diferentes modos de fazer pesquisa no cotidiano: entrevistas; pesquisas com grupos; conversas no cotidiano; observaes; maneiras de trabalhar com redes heterogneas; a riqueza dos incidentes crticos; a pesquisa em jornais e revistas e em documentos de domnio pblico.

    A terceira parte tem por foco algumas estratgias de anlise das informaes produzidas nessas pesquisas. Inclui quatro captulos que tratam, respectivamente, da anlise de repertrios lingusticos; do uso de mapas dialgicos; da inscrio em dirios de campo; e das narrativas como forma de articulao das mltiplas fontes no cotidiano de pesquisa.

    Procurando transmitir esses contedos com leveza, evitamos nos alongar na explicitao dos conceitos norteadores desses modos de pesquisar. Contudo, inserimos os principais conceitos no glossrio, que se encontra no final do livro, para que os leitores e leitoras possam, se assim quiserem, us-los como disparadores para aprofundamento nas bases tericas e epistemolgicas dessas estratgias de fazer pesquisa no cotidiano.

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    Desde o princpio o livro foi pautado em um trabalho colaborativo. No processo de elaborao dos textos, alm das discusses realizadas no contexto do ncleo, vrias pessoas, algumas das quais autoras de um ou mais captulos, aceitaram a tarefa de emitir pareceres para um ou mais textos. O nosso muito obrigada aos que aceitaram o desafio: Camila Claudiano Quina Pereira, Flvia Regina Guedes Ribeiro, George Moraes De Luiz, Jacqueline Isaac Machado Brigago, Jefferson Bernardes, Jos Herclio Pessoa de Oliveira, Juliana Camilo, Juliana Meirelles Lima, Lenise Santana Borges, Mary Jane Spink, Mariana Prioli Cordeiro, Mrio Henrique da Mata Martins, Morgana Moura, Pedro Paulo Figueiredo, Roberth Miniguine Tavanti, Vanda Lcia Vitoriano do Nascimento, Vera Snia Mincoff Menegon. A leitura atenta de vocs permitiu aos autores aprimorar seus textos, enriquecendo, assim, o contedo do livro.

    Nossos agradecimentos Cludia Malinverni, que generosamente usou parte de seu precioso tempo do estgio de doutorado sanduche em Portugal para ler, reler e revisar todos os captulos. Seu trabalho cuidadoso no somente enriqueceu os textos como tambm possibilitar uma leitura mais prazerosa s/aos nossas/os leitoras/es. Vale lembrar que os possveis erros e dificuldades que o/a leitor/a possa encontrar so de nossa exclusiva responsabilidade, j que cabia aos autores aceitar ou recusar as sugestes da revisora.

    Estendemos nosso agradecimento a Lupicnio Iiguez Rueda, pela constante disponibilidade para colaborar com o ncleo ao longo dos anos, assim como pela belssima apresentao do livro, que certamente ampliar o alcance dos textos e possibilitar uma reflexo crtica sobre os modos de fazer pesquisa.

    Agradecemos a Benedito Medrado, que maneja to bem a arte de editorar o texto e torn-lo visualmente agradvel, pelo primoroso trabalho de formatao dos captulos.

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    Nossos agradecimentos ao Centro Edelstein de Pesquisas Sociais, que tem possibilitado a produo e difuso de trabalhos em meio digital e a ampliao da democratizao do acesso aos conhecimentos produzidos no meio acadmico. Finalmente agradecemos a todos as/os autoras/es por terem acreditado na proposta deste livro e na importncia de registrar as experincias que temos construdo coletivamente no ncleo, em relao s possibilidades de produzir conhecimento til. Claro, ainda no sabemos de que modo os textos que dele constam sero usados, mas concordamos com Michel Foucault quando afirma que: [...] um livro feito para servir a usos no definidos por aquele que o escreveu. Quanto mais houver usos novos, possveis, imprevistos mais eu ficarei contente.1 Mary Jane Paris Spink Jacqueline Isaac Machado Brigago Vanda Lcia Vitoriano do Nascimento Mariana Prioli Cordeiro

    1FOUCAULT, Michel. Entrevistas. So Paulo: Graal, 2006.

  • CAPTULO 01 VINTE E CINCO ANOS NOS RASTROS, TRILHAS E RISCOS DE PRODUES ACADMICAS SITUADAS Mary Jane Spink; Benedito Medrado e Ricardo Pimentel Mllo

    Jubileu de prata Luz em cascata

    Exploso de alegria Multido na folia

    Por todo lado De fio a pavio

    O frevo eletrizado A loucura do trio

    O trecho acima foi extrado de uma msica (dos velhos e bons carnavais baianos) composta por Dod e Osmar, que comemora os 25 anos (jubileu de prata) de criao do trio eltrico. Depois de tantos carnavais, c estamos tambm comemorando nosso jubileu da forma como mais nos agrada: produzindo prticas discursivas1 e estimulando movimentos, transies e outras formas de olhar o passado, de olho no futuro. Esse o nosso presente... de aniversrio, que [...] comea a ganhar contorno quando comea a ser contada (ALBUQUERQUE JUNIOR, 2007, p. 27).

    Assim, o objetivo deste captulo narrar (no sentido de inventar e compartilhar) os percursos de nossas pesquisas. So rupturas e permanncias que caracterizam nossa histria, nesses 25 anos em

    1 Os termos destacados em negrito esto definidos no Glossrio de conceitos.

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    que constitumos essa rede de pesquisadores/as que inclui o Ncleo de Estudos e Pesquisas em Prticas Discursivas e Produo de Sentidos do Programa de Estudos Ps-Graduados em Psicologia Social da Pontifcia Universidade Catlica de So Paulo e o grupo homnimo, cadastrado no Diretrio de Pesquisa do CNPq. Nesses dois espaos, tecemos as redes de pesquisadores/as por este pas afora, que se laam entre desvios, curvas e riscos, com a agregao de colegas de reas diversas, estudantes, orientandos, livros, textos teses, dissertaes, monografias, encontros etc.

    Vale lembrar que 1989 foi um ano marcado por eventos importantes para a histria, em seu tempo longo, tais como: a queda do muro de Berlim; o encontro dos presidentes George H. W. Bush e Mikhail Gorbachev, anunciando o fim da Guerra Fria; no Brasil, a primeira eleio direta para presidente, aps a ditadura militar; a inaugurao do Memorial da Amrica Latina, entre tantos outros.

    Nessas duas dcadas e meia, tambm vimos inmeros movimentos sociais se organizarem como forma de resistncia a linguagens e estruturas sociais hegemnicas, buscando linhas de fuga mais criativas e solidrias, bem como a institucionalizao e expanso das cincias (inclusive as humanas). Assim, vimos o incentivo formao em ps-graduao no Brasil, que se ampliou no s em nmeros, mas tambm como movimentos crescentes que se debatem desconfortveis diante da instrumentalizao da produo acadmica. Rituais que nos sujeitam a requisitos universais de produtividade (quantidade de orientando e artigos publicados), eficincia (estar ao mesmo tempo dando aulas, pesquisando, participando de atividades de extenso, organizando eventos etc.) e rigor metodolgico (abafando a criatividade em nome das normas).2

    Ainda que reconheamos a implicao de vrios desses eventos no modo como produzimos nossas experimentaes e pesquisas, no pretendemos, nesta introduo, dedicar-nos impossvel tarefa de descrever o passado, em busca do elo perdido do fato exato. Como bem argumenta o historiador Durval Albuquerque Jnior, a histria

    2 Sobre rigor metodolgico, recomendamos a leitura do texto de Spink, M. J e Menegon (1999). Esta obra pode ser encontrada em verso digital: . Acesso em: 05 maio. 2014.

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    no nos revela, no apazigua, mas sim produz dvidas, coloca e recoloca problemas sem a inteno de resolv-los ou elimin-los:

    A histria no um ritual de apaziguamento, mas de devorao, de despedaamento. Ela no blsamo, fogueira que reduz a cinzas nossas verdades estabelecidas, que solta fagulhas de dvidas, que no torna as coisas claras, que no dissipa a fumaa do passado, mas busca entender como esta fumaa se produziu (2007, p. 354).

    Assim, nos colocamos este desafio de escrever o nosso momento, atando os laos daquilo que conhecemos como experincia: o que nos permite presentificar todos os tempos. Nossa memria no prova de refgio do interior de um grupo monoltico. Aqui buscamos retomar a arte do contar, ao invs de buscar explicaes que construam uma histria coerente. O objetivo estimular mais estranhamentos do que coerncias, ao nos mostrarmos como uma rede diversa de pesquisadores/as, com materiais permeados de temas, teorias e metodologias por de-vir.

    No tambm uma autorreflexo, como se achssemos que um exame na conscincia nos aliviaria de ver nossas incoerncias, ou v-las como dbito com a verdade cientfica, o que, por fim, nos traria redeno acadmica. Portanto, o que aqui contamos [...] objeto de uma construo cujo lugar no o tempo homogneo e vazio, mas o preenchido de tempo de agora (BENJAMIN, 2012, p. 249). No temos, tambm, qualquer compromisso com o futuro em seus produtos, mas sim em seus movimentos. Colocamo-nos como Eduardo Galeano, que, em junho de 2011, ao participar de uma das mais emblemticas manifestaes espanholas na Praa da Catalunha, produziu uma bela sntese:

    Ao ser interpelado pelos jovens sobre o que estava por vir, Galeano, entre lcido e gaiato, alertava que no seria possvel fazer tal previso, naquele momento: E depois? O que vai ser disso? E eu simplesmente respondo o que nasce da minha experincia e digo: Bom... nada! No sei o que vai acontecer! E tampouco me importa o que

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    vai acontecer! A mim importa o que est acontecendo. A mim importa o tempo que (LARANGEIRA, 2014).3

    No se trata aqui de uma posio acrtica ou irresponsvel, mas sobretudo de reconhecer nossa imponderabilidade frente ao futuro e, ao mesmo tempo, reafirmar o compromisso com o movimento, com a transformao, com as resistncias.

    Rupturas e permanncias nos modos de fazer pesquisa

    Em uma epistemologia realista, na qual a cincia re-apresenta a realidade, o mtodo o caminho seguro para chegarmos a um tipo de conhecimento que tem a realidade como baliza. Nesse enquadre, as questes de mtodo remetem validade dos procedimentos, ao seu carcter de fidedignidade, elaborao de leis gerais sobre os fenmenos que estudamos.

    Porm, se levarmos a srio a proposta de que as realidades so construdas em/por nossas prticas, teramos que concordar, tambm, que as diferentes maneiras de fazer pesquisa produzem diferentes realidades. J havamos apresentado esse argumento a partir de uma perspectiva de psicologia discursiva, sugerindo que mtodos so linguagens sociais (SPINK, M.J., 2003). Ou seja, propondo que diferentes tradies de pesquisa, com distintos pressupostos ontolgicos, desenvolvem linguagens que lhe so mais apropriadas.

    Vejamos, seria possvel fazer uma pesquisa de demografia sem nmeros? Sem estabelecer conexo entre variveis passveis de serem traduzidas em nmeros (por exemplo, classe, sexo, idade)? Certamente, nesse contexto, assim como na epidemiologia, a estatstica uma ferramenta til para sistematizar (sem necessariamente compreender ou explicar) problemas complexos. Possibilita responder questes que tm implicaes polticas:

    3 Traduo livre. Eduardo Galeano. Entrevista concedida Acampada de Barcelona, na praa Catalunya, em Barcelona, dia 21/06/2011. Disponvel em: . Acesso em: 12 mar. 2014.

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    quantos negros so pobres? Como classe social est associada ao nvel de educao? Qual o ndice de morte violenta entre jovens? Questes candentes que, de posse de indicadores numricos, possibilitam traar polticas e reorientar oramentos pblicos.

    Porm, precisamos ser crticos em relao aos nmeros. Qual a relao entre os nmeros e os fenmenos que supostamente medem? Que categorias foram escolhidas? Como foram selecionadas e construdas as ferramentas que fabricam os resultados? Qual a amostra utilizada? Afinal, nmeros, estatsticas, rguas, categorias, classificaes so todos produtos sociais, artefatos retricos. E essa a questo que frequentemente fica obscurecida pela magia dos nmeros.

    Infelizmente nossa cultura atribui facticidade s estatsticas, isto , presume que sejam fatos. Tendemos a ver as estatsticas como pequenas pepitas de verdades que descobrimos tal como colecionadores de pedras encontram suas gemas. Afinal, ponderamos, a estatstica um nmero, e os nmeros parecem ser slidos, fticos, prova de que algum deve ter efetivamente contado algo. Mas esta a questo: algum teve que contar. Seria melhor pensar as estatsticas como joias: as joias tm que ser selecionadas, cortadas, polidas e colocadas em encaixes de modo a poderem ser vistas a partir de diferentes ngulos. De modo semelhante, as pessoas criam estatsticas; escolhem o que contar, como contar, e quais nmeros da resultantes sero compartilhados com outras pessoas. Os nmeros no existem independentemente das pessoas; entender os nmeros requer saber quem contou o qu, e por que (BEST, 2002, p. 1).

    Joel Best socilogo e tem vrias publicaes problematizando o uso de estatsticas Seu livro mais famoso tem por ttulo Damned lies and statistics:untangling numbers from the media, politicians, and activists (2001). No se trata de cinismo, nem de desmerecer a relevncia que as estatsticas tm em nossas formas de organizar a vida coletiva. Afinal, muitos riscos foram fabricados pelas indstrias dos nmeros, mas tambm alguns foram prevenidos ou

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    evitados. Contudo, Best aponta reiteradamente que precisamos ser crticos ao olhar os nmeros, pois so sempre produtos das escolhas que fazemos: escolher entre definir uma categoria de forma ampla ou restrita, escolher um tipo de medida ou outro, a escolha da amostra.

    A possibilidade de traduzir fenmenos em linguagem matemtica tem longa tradio, que remonta, pelo menos, aos primrdios da cincia moderna na Renascena. Galileu, por exemplo, afirmava:

    A filosofia encontra-se escrita neste grande livro que continuamente se abre perante nossos olhos (isto , o universo), que no se pode compreender antes de entender a lngua e conhecer os caracteres com os quais est escrito. Ele est escrito em lngua matemtica, os caracteres so tringulos, circunferncias e outras figuras geomtricas, sem os quais impossvel entender humanamente as palavras; sem eles ns vagamos perdidos dentro de um obscuro labirinto (GALILEU apud PEREIRA, 1993, p. 36).

    Porm, essa no a nica tradio de pesquisa. G. Von Wright (1979) prope que pensemos algumas controvrsias sobre modos atuais de se fazer cincia, a partir de duas tradies. Uma, por ele denominada galilica, tende a ser associada ao que, em termos bastante genricos, denominamos positivismo. Wright destaca trs caractersticas do positivismo:

    Um dos princpios bsicos do positivismo o monismo metodolgico, ou a ideia da unidade do mtodo cientfico aplicada diversidade de temas da investigao cientfica. Um segundo princpio a viso de que as cincias naturais exatas, e em particular a Fsica Matemtica, definem o ideal metodolgico ou o padro que mede o grau de desenvolvimento e de perfeio das demais cincias, incluindo as humanidades. Finalmente, um terceiro princpio a viso caracterstica de explicao cientfica: que a explicao , num sentido geral, causal. Consiste, mais especificamente, em subsumir casos individuais em leis gerais da natureza,

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    hipoteticamente assumidas, incluindo a a natureza humana (VON WRIGHT, 1979, p. 12-13).

    A outra tradio mais recente e est associada emergncia das chamadas cincias humanas no sculo XIX, muitas das quais buscavam compreender, ao invs de explicar, os fenmenos em estudo. Considerando que a tradio galilica associada s cincias da natureza j estava bastante consolidada, a relao entre os dois ramos da cincia tornou-se palco de acirrados debates.

    Se aceitarmos a clivagem metodolgica de base entre as cincias naturais e as Geisteswissenschaften4 histricas, a questo que imediatamente emerge como posicionar a as cincias sociais e comportamentais. Essas cincias nasceram em grande medida sob a presso cruzada das tendncias positivistas e antipositivistas do sculo passado. No surpreende, portanto, que tenham se tornado um campo de batalha para as duas tendncias da filosofia do mtodo cientfico (VON WRIGHT, 1979, p. 14).

    Tradies no so, contudo, necessariamente permanentes e nem livres de controvrsias. Tomemos como exemplo a geografia, rea com a qual a psicologia social vem estabelecendo ricos debates decorrentes da necessidade de definir o que vem a ser lugar nas pesquisas de tipo etnogrfico. Como tantas outras disciplinas desse grande conglomerado que chamamos de cincias humanas, a geografia, no perodo aps a Segunda Guerra Mundial, ou seja, na dcada de 1950, buscou aportes quantitativos.

    A busca de quantificao foi um movimento bastante geral nesse perodo. Vrias frentes de teorizao nas cincias humanas desenvolveram programas de pesquisa passveis de serem quantificados. A teoria dos jogos de von Neumann e Morgensteisn na rea da economia; a teoria de campo de Kurt Lewin; os estudos de mdia e comunicao liderados por Paul Lazarsfeld, influentes no

    4 Geisteswissenschaften foi o termo introduzido por Wilhem Dilthey para denominar o conjunto de disciplinas que se pautavam mais pela compreenso do que pela explicao.

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    desenvolvimento dos surveys e pesquisas de opinio, so ilustrativos desse movimento de matematizao das cincias sociais.

    No caso da geografia, a tendncia quantitativa levou a concepes de espao emprico-fsica, entendido a partir da geometria euclidiana, sugerindo que este podia ser pensado sem levar em conta as maneiras como pessoas circulavam por eles. De acordo com Phil Hubbard e Rob Kitchin: Nas dcadas de 1950 e 1960 esta concepo de espao foi redefinida por vrios profissionais que procuravam reconfigurar a geografia como cincia positiva, procurando construir teorias de leis espaciais com base em anlises estatsticas (2011, p. 5).

    Pesquisa como artesanato e no como produo industrial

    Outras vertentes de teorizao sobre espao levaram a conceitua-lo a partir das experincias vividas pelas pessoas. Aspectos como as maneiras de usar o espao, os afetos associados ao espao vivido, a relao com os objetos que tambm configuram um espao, os sentidos de lugar para quem vive ou transita por l, logo se fizeram presentes nas teorizaes. Assim, tambm a geografia precisou enfrentar a batalha entre formas experimentais de cincia e vertentes voltadas compreenso do espao na vivncia cotidiana.

    Porm, distintas tradies desenvolvem modos de comunicao, ou seja, linguagens sociais, que tm seus prprios pressupostos tericos, epistemolgicos e ontolgicos. Certamente essas linguagens sociais so relevantes e, durante longo perodo de tempo, as pesquisas realizadas no contexto do Ncleo tiveram por foco a produo de sentidos na vida cotidiana por meio da anlise de prticas discursivas. As interaes face a face tiveram um lugar especial nessa fase e delas derivaram modos de trabalhar com entrevistas e grupos coerentes com o enquadre terico da psicologia discursiva desenvolvida no nosso Ncleo. Tambm foram desenvolvidos modos de analisar essas prticas discursivas, com uso de ferramentas para estudos dos processos dialgicos de produo de sentidos (os mapas dialgicos) e de anlise da produo dos repertrios lingusticos (captulos 11 e 12). Esses modos de fazer pesquisa, ainda vigentes nas produes vinculadas

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    ao Ncleo (vide captulos 3, 4, 9, 11 e 12 deste livro), estavam assentados em pressupostos ontolgicos e epistemolgicos que foram apresentados e ilustrados com exemplos no livro Prticas discursivas e produo de sentidos no cotidiano: aproximaes tericas e metodolgicas, publicado pela Editora Cortez em 1999 e agora disponvel em acesso aberto no site do Centro Edelstein de Pesquisas Sociais (SPINK, M.J.,1999; 2013).

    No presente livro, tambm adotamos a leitura ampliada sobre prticas discursivas, compreendidas para alm das interaes face a face, incorporando assim leituras sobre documentos de domnio pblico (vide captulo 10), mdia (captulo 9). Nesse enquadre das teorizaes sobre prticas discursivas, essas modalidades fazem circular repertrios lingusticos que so, ao mesmo tempo, reiteraes de modos de pensar a realidade e formas de criao de outras realidades, produzidas na relao do pesquisador com o campo-tema.

    Outras experincias de pesquisa e outros arcabouos tericos geraram demandas metodolgicas particulares. Algumas pesquisas vinculadas ao nosso Ncleo de pesquisa passaram a priorizar as interaes tal como ocorrem em contextos locais, propiciando aproximaes com os mtodos etnogrficos da antropologia. Trata-se de pesquisar no cotidiano; no fluxo dos acontecimentos. E, nesse caso, a troca do pronome (relativo a um substantivo presumido) pelo advrbio (relativo a um verbo, uma ao) fundamental:

    Se pesquisarmos o cotidiano, estabeleceremos a clssica separao entre pesquisador e seu objeto de pesquisa. Mas, se pesquisarmos no cotidiano, seremos partcipes dessas aes que se desenrolam em espaos de convivncia mais ou menos pblicos. Fazemos parte do fluxo de aes; somos parte dessa comunidade e compartimos de normas e expectativas que nos permitem pressupor uma compreenso compartilhada dessas interaes (SPINK, M.J., 2007, p. 34).

    Vrios captulos deste livro discutem aspectos relacionados a pesquisar no cotidiano, especialmente os captulos 5, 6, 7 e 8.

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    Quanto ampliao terica, tiveram impacto, sobretudo, os aportes de autores/as vinculados/as direta ou indiretamente teoria ator-rede, a TAR. O livro sobre prticas discursivas, j mencionado, marcava a afiliao s perspectivas construcionistas que aprimoravam nossa sensibilidade histrica. Consequentemente, parte de nossos esforos de pesquisa eram voltados aos processos de construo de certos fenmenos, como as classificaes e desigualdades fundamentadas em gnero e/ou sexualidade, os sentidos historicamente associados a certas doenas (como o cncer), a emergncia de polticas pblicas voltadas ao controle do tabaco, a gesto dos riscos, as maneiras de lidar com a pobreza e a crescente familiaridade com desastres ambientais.

    Vale apontar que usamos preferencialmente a expresso perspectivas construcionistas como estratgia para evidenciar que h uma diversidade de maneiras de se posicionar no debate ontolgico no realista. No se trata de uma teoria e, como bem apontou Danzinger (1997), h uma diversidade de abordagens construcionistas ou mais precisamente movimentos construcionistas, como prefere Tomas Ibez (2001).5 Porm, todas essas posturas compartilham uma desconfiana sobre a natureza pr-discursiva de qualquer objeto social: tais como gnero, classe social, raa, loucura etc.

    Nesse desafio em particular, Michel Foucault tem sido um companheiro especial, seja pela via de suas leituras sobre processos de governamentalidade que produzem diversas formas de regulao e gesto da vida e de riscos, seja pela complexa leitura sobre biopoder que institui prticas cotidianas, mas tambm saberes biomdicos como matriz e horizontes ou em sua leitura sobre jogos de poder e processos de subjetivao (FOUCAULT, 1979; 1999; 2008).

    De maneira geral, poderamos dizer que as abordagens construcionistas so um convite a questionar o que foi institudo.

    5 Em seu livro Construcionismo social, Kenneth Gergen (2007) usa tambm a expresso movimento construcionista para se referir a um conjunto de pesquisadores/as, no necessariamente em rede, que vem se dedicando a produzir informaes sobre o modo como produzimos conhecimento. Entre eles, cita Celia Kitzinger, Ian Parker, Mary Gergen, Jonathan Potter, Margaret Wetherell, Tuula Gordon, Janet Holland, Valerie Walkerdine e Toms Ibez.

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    Como afirma Ian Hacking (2001), o X (um fenmeno qualquer) no precisaria ser como , portanto, trata-se de entender a historicidade (condies de possibilidades) de nossas prticas e das teorias que construmos sobre elas, situando-as como produtos humanos histrica e socialmente localizados. Mas no simples. Requer questionar e abrir mo do realismo, entendendo nossas vidas como construes humanas que se tornam fatos por causa de processos sociais que compete a ns, cientistas sociais, estudar.

    Requer, ainda, romper com a dualidade mente-corpo que sustenta a mais poderosa metfora de nosso fazer em cincia em geral e em psicologia, em particular: a existncia de uma mente (interior) que pensa o mundo (exterior) e que o cinde em sujeito e objeto. Requer, finalmente, que rompamos com outras dicotomias secundrias, como a que cinde o mundo social e natural, situando um na esfera das trocas simblicas e o outro na objetividade da matria. E, obviamente, nesses processos de desfamiliarizao daquilo que foi institudo como verdade a linguagem tem um lugar importante.

    Nesse sentido, leituras que prope uma ruptura radical com a noo tradicional de sujeito tambm nos tm sido bastante teis. Cabe aqui destaque ao uso do conceito de performatividade, originalmente proposto por John Austin, a partir de expanso da noo de atos de fala, posteriormente apropriada por autoras como Annemarie Mol e Judith Butler. Como diz Miguel Vale de Almeida, com perfomatividade, Butler rompe com a noo tradicional de sujeito e aposta na produo de si, construda no discurso e pelos atos que induz/produz/performa. Segundo esse autor, a produo de verdades (sobre si, sobre o mundo...) uma sequncia de atos, na qual no existe um performer ou ator preexistente que faz os atos; da a importncia de se fazer a distino entre performance (que pressupe a existncia de um sujeito) e performatividade (no pressupe um sujeito, antes o faz).

    Porm, preciso reconhecer que as construes histricas sobre verdades nem sempre geram narrativas hegemnicas. H muitas verses em circulao que no necessariamente competem entre si. Diferentes verses podem circular dependendo de quais elementos de uma rede heterognea de atuantes (ou actantes) esto presentes na situao. A filsofa Annemarie Mol (1999) usa o exemplo da anemia para ilustrar a concomitncia dessas mltiplas verses.

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    Cada situao, com seus respectivos actantes, humanos e no-humanos, criam a anemia de formas distinta (mas nem sempre incompatveis). Mol fala de trs usos da anemia nos servios de sade.

    Numa primeira verso, o paciente, no consultrio relata seus sintomas. O mdico faz perguntas e relaciona sinais fsicos (como a cor da membrana que cerca os olhos) com aqueles relatados pelo paciente. Esse , pois, o uso clnico da anemia. Mas outras coisas so feitas no contexto da ateno sade, por exemplo, a medio dos nveis de hemoglobina. E, nesse caso, mtodos estatsticos so utilizados para situar os nveis de um dado paciente e fazer o diagnstico. Esse o uso laboratorial da anemia. E h ainda uma terceira modalidade: o uso do mtodo fisiopatolgico que depende de encontrar, para cada pessoa, o nvel de hemoglobina suficiente para transportar oxignio para o corpo de forma adequada.

    Como se relacionam esses trs tipos de usos da anemia? Nos textos cientficos a anemia descrita como um desvio singular dos nveis de hemoglobina. No h muita discusso sobre seus sintomas, apenas alguns desacordos sobre os mtodos de diagnstico utilizados em cada contexto. Essas trs formas de anemia tm coexistido por vrias dcadas e no h sinais de que isso esteja mudando. Ou seja, trata-se de vrias anemias e no de diferentes perspectivas vistas por diferentes pessoas: uma mesma pessoa pode passear, no seu cotidiano de trabalho, colocando em prtica certa maneira de anemia diferente de outra, fazendo com que a anemia assuma diferentes formas, diferentes verses, portanto, constituindo diferentes prticas em torno de uma situao (MOL, 1999).

    De uma ontologia construcionista, portanto, passamos pelas mos de Mol a pensar em ontologias polticas. A autora emprega esse termo para enfatizar que o real est implicado na poltica e vice-versa. Ontologia, em termos filosficos, define o que pertence ao real; define as condies de possibilidade em que vivemos. O uso do termo composto sugere que as condies de possibilidade no esto dadas. Nas palavras de Mol, [...] a realidade no precede as prticas do mundo no qual ns interagimos, mas ela re-moldada por essas prticas. Assim, o termo polticas permite referir-se a este

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    tipo ativo de processo de moldagem e o fato de que seu carter tanto aberto como contestado (1999, p. 75).

    Essa orientao terica, ontolgica e epistemolgica gera alguns desafios que nos levam a propor que possvel avanar em quatro direes distintas. Primeiramente, podemos avanar na incorporao de aspectos no lingusticos, especialmente naqueles que permitem o rompimento da dicotomia entre humanos e no humanos. Ou seja, precisamos levar em conta materiais que permeiam todas essas trocas lingusticas. H exemplos dessa maneira de trabalhar em pesquisa no captulo 7, que versa sobre redes heterogneas.

    Mas preciso tambm incorporar em nossas pesquisas discusses sobre poder. Aqui a questo mais delicada porque, por exemplo, preciso nos determos na polmica sobre quem tem o direito ou o privilgio de interpretar e, ao interpretar, o que ou no legitimado. Ou seja, nessa dimenso, precisamos refletir sobre tica. H muitos debates sobre esse tema. De um lado, temos as regras de procedimentos associados ao campo da biotica, que, conforme apontado no captulo 2, formatam as prticas atuais associadas aos Comits de tica em Pesquisa. Porm h questes mais sutis, que se fazem presentes a partir de nossas incurses nos lugares de pesquisa e nas relaes com nossos interlocutores. aqui que se abrem espaos para se perguntar sobre autoria. Afinal, que direito temos de interpretar o que nossos interlocutores nos falam? Sem dvida um debate que advm da metade do sculo XX, com a proclamao da Declarao Universal dos Direitos do Homem, em 1948, que acabou tencionando algo que aparece em nossos trabalhos de pesquisa: o valor da autonomia individual (direitos individuais) e o valor da igualdade de oportunidades (direitos sociais). Ou seja, a linguagem dos direitos passou a se estabilizar em nossas pesquisas sobre o formato (duvidoso) de uma tica.

    Precisamos avanar, tambm, em uma terceira direo: como lidar com as diferentes verses de realidade? Isso nos leva a trabalhar com a complexidade que est presente no cotidiano, nas nossas prticas de pesquisa, que so pontos de encontro (ou de disperso) de vrios ordenamentos cujas conexes so parciais. Esse um avano necessrio para quem est trabalhando com fenmenos que envolvem matrizes de atores e atrizes (humanos/as e no

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    humanos/as) extremamente complexas, como as que exemplificamos como nossos modos de fazer pesquisa neste livro.

    E h ainda um quarto desafio em que precisamos nos lanar: se ns estamos falando de movimento e de fluxo, ento a realidade no pode ser observada, no pode ser capturada, no pode ser simplificada como se fosse um instantneo fotogrfico, assim como os chamados dados no podem ser colhidos ou coletados num campo verdejante, natural, chamado realidade. Isso nos traz problemas (ainda bem!). Se ns no podemos capturar o fluxo, como que podemos dar conta dos nossos compromissos acadmicos, da prestao de contas s agncias financiadoras produo de relatrios de pesquisa? Ou seja, o grande problema como relatar complexidades que esto em curso, especialmente nos dias de hoje, em que o fazer cientfico passou a ser regulado por procedimentos e instrumentos, a priori definidos como ticos (tal como o Termo de Consentimento Livre e Esclarecido). Trata-se de tenses que esto presentes nas teorizaes contemporneas sobre pesquisa que se autointitula crtica.

    Pesquisamos para qu?

    As multiplicidades da vida seguidas das obrigaes burocrticas, coaes temporais, financeiras e at terico-metodolgicas seriam, a nosso ver, o que nos move nessa adrenalina de no serenar em um porto seguro de uma teoria ou metodologia. Mas no s isso o que nos move a tornar nossa vida inseparvel dos nossos modos de pesquisar e seguir em frente.

    Terminamos dizendo que entendemos a importncia de volatilizar a vida, de expandi-la. Durante esse 1/4 de sculo confundimos, em nossa convivncia, trabalho com lazer e prazer, levando s ltimas consequncias a ideia inscrita na expresso latouriana existe vida em laboratrio. Ou seja, estendemos ao incomensurvel as nossas maneiras de viver, viajar terica e metodologicamente e alterar pontos, curvas e traos de vista. Assim, alterar no s a vista, mas as caras, as bocas, enfim, quaisquer que sejam os pontos que se corporifiquem em uma rede sem rgos predefinidos.

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    Deu pra entender o que nos move em nossos estudos e pesquisas? Ns fazemos e nos dedicamos a isso pelo prazer e amizade que nos levam a conviver pela e na diferena. Durval Albuquerque Junior (2007) foi brilhante ao dizer que a maior conquista de qualquer pensamento, de qualquer escrita, de qualquer atividade profissional a amizade.

    Creio que escrevemos para fazer conquistas, para seduzir os leitores, para fazer amigos, para nos tornar amigos, porque no dizer amantes no pensamento e do pensamento. Espero que cada texto seja tomado como um gesto de carinho, mesmo na crtica mais dura, pois a crtica sincera a base de qualquer amizade (p .09).

    esse dispositivo (de amizade, de vnculo, de rede) que nos permite a experimentao nos modos de pesquisar. Participar de pesquisas sob essa perspectiva sempre estranhar o modo como se est sendo. estranhar as nossas formas de conhecer. reconhecer que mtodo no o meio de acessar algo, mas sim de se (re)construir no que estudamos e pesquisamos.

    Ficamos por aqui, convidando-lhe para continuar lendo os demais textos, no como respostas definitivas s questes de pesquisa e metodologia, mas como instigantes ventos que sopram nos tocando de alguma forma como brisas que nos refrescam e reanimam ou como furaces que nos deslocam das nossas confortveis mas sempre parciais, precrias e provisrias verses sobre fazer pesquisa.

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    Referncias

    ALBUQUERQUE JUNIOR, Durval Muniz de. Histria. A arte de inventar o passado. Bauru, SP: EDUSC, 2007.

    ALMEIDA, Miguel Vale de. Do feminismo a Judith Butler. Conferncia, Ciclo Pensamento Crtico Contemporneo, Le Monde Diplomatique / Fbrica Brao de Prata, 5 de Abril de 2008. Disponvel em: . Acesso em: 20 abr. 2014.

    BENJAMIN, Walter. Magia e tcnica, arte e poltica: ensaios sobre literatura e histria da cultura. Traduo de A. P. Rouanet. 8 ed. So Paulo: Brasiliense, 2012. (Obras Escolhidas, v.1).

    BEST, Joel. People count: the social construction of statistics. The 2002 Joint Statistical Meeting of The American Statistical Association. Disponvel em: . Acesso em: 09 maio 2014.

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    FOUCAULT, Michel. Microfsica do poder. So Paulo: Graal, 1979.

    ___________. Em defesa da sociedade. So Paulo: Martins Fontes, 1999.

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    ___________. Segurana, territorio, populao. So Paulo: Martins Fontes, 2008.

    HACKING, Ian. La construccin social de qu? Barcelona, ES: Paidos Ibrica, 2001.

    HUBBARD, Phil; KITCHIN, Rob. Key thinkers on space and place. London: Sage, 2011.

    IBEZ, Toms. Municiones para dissidentes. Barcelona: Gedisa, 2001.

    LARANGEIRA, Mrcia. Comunicao, experincia sensvel e cidadania: a construo do comum entre comunidades virtuais e espao urbano. 2014. Dissertao (Mestrado em Comunicao) Universidade Federal de Pernambuco, Recife.

    MOL, Annemarie. Polticas ontolgicas. Uma palavra e algumas questes. In: LAW, John; HASSARD, John (Ed.). Actor network theory and after. Oxford: Blackwell, 1999. p.74-89.

    PEREIRA, Jlio Cesar R. Epistemologia e liberalismo: uma introduo filosofia de Karl R. Popper. Porto Alegre: EDIPUCRS, 1993.

    SPINK, Mary Jane (Org.). Prticas discursivas e produo de sentidos no cotidiano: aproximaes tericas e metodolgicas. Rio de Janeiro: Centro Edelstein de Pesquisas Sociais; 2013. Disponvel em: . Acesso em: 05 maio de 2014.

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    __________. Os mtodos de pesquisa como linguagem social. Estudos e Pesquisas em Psicologia, Rio de Janeiro, v. 2, n. 2, p. 9-21, 2003.

    SPINK, Mary Jane; MENEGON, Vera S. M. A pesquisa como prtica discursiva: superando os horrores metodolgicos. In: Mary Jane Spink. (Org.). Prticas discursivas e produo de sentidos no cotidiano: aproximaes tericas e metodolgicas. 3.ed. So Paulo: Cortez, 1999. p. 63-92.

    VON WRIGHT, Georg Henrik. Two Traditions. In: BYNNER, John Morgan; STRIBLEY, Keith M. (org.). Social research: Principles and procedures. New York: Longman/Open University Press, 1979, p. 11-16.

  • CAPTULO 02 COMO PENSAMOS TICA EM PESQUISA Mariana Prioli Cordeiro; Thiago Ribeiro de Freitas; Simone Peixoto Conejo e George Moraes De Luiz

    Ao longo deste livro, falaremos das diferentes maneiras como fazemos pesquisa em psicologia social. Diremos que trabalhamos com grupos, registramos conversas1 informais, fazemos entrevistas, analisamos materiais miditicos e documentos de domnio pblico, construmos mapas dialgicos, escrevemos dirios de campo (ver captulo 3, 5, 10 12 e 13), transcrevemos gravaes em udio... Mas, antes disso, preciso esclarecer que, independentemente do material ou mtodo escolhido, nossas pesquisas tm em comum o fato de partirem de uma postura construcionista, assumirem sua no neutralidade e refletirem sobre os efeitos que produzem. Sendo assim, frequentemente, levantamos questes como: a servio de quem (ou do que) estamos trabalhando? Quais as implicaes que nossos estudos tm na vida das pessoas neles envolvidas? O que concretamente queremos transformar com o conhecimento que produzimos? Por que (e para que) fazemos pesquisa? Essas questes nos remetem a uma reflexo tica sobre a nossa prpria produo.

    tica um termo polissmico. Possui os mais diferentes significados, dependendo da tradio filosfica assumida. Plato, Espinosa, Kant, Marx... Cada autor(a) ter a sua definio e a considerar mais pertinente do que a dos(as) demais. Por isso, podemos dizer que existe uma luta social pela definio legtima do

    1 Os termos destacados em negrito esto definidos no Glossrio de conceitos.

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    que tica. Aqui, no temos a pretenso de analisar as tenses e divergncias implicadas nessa luta. Queremos apenas apresentar nosso enfoque e mostrar por que o consideramos construtivo.

    Primeiramente, preciso ressaltar que entendemos tica como a [...] cincia que tem por objeto os julgamentos de apreciao sobre os atos considerados bons ou maus (SPINK, M.J., 2000, p. 12). Alm disso, consideramos que a definio do que bom ou mau, digno ou indigno no natural, mas fruto de convenes sociais historicamente construdas (e, portanto, passveis de serem transformadas). Nas palavras de Marilena Chau (2012):

    [...] toda sociedade tende a naturalizar a moral, de maneira a assegurar sua perpetuao atravs dos tempos. De fato, os costumes so anteriores ao nosso nascimento e formam o tecido da sociedade em que vivemos, de modo que acabam sendo considerados inquestionveis e as sociedades tendem a naturaliz-los (isto , toma-los como fatos naturais existentes por si mesmos) (p. 386, grifo da autora).

    Segundo Chau (2012), muitas sociedades sacralizam seus costumes a fim de torn-los obrigatrios, ou seja, transformam comportamentos, normas e juzos de valor em questes religiosas. Quem nunca ouviu algum dizer algo como no devemos roubar porque pecado? Se consideramos que esse juzo de valor algo social e historicamente construdo, podemos question-lo podemos dizer, por exemplo, que defendemos o fim da propriedade privada e que devemos compartilhar tudo o que temos. Mas se acreditamos que ele uma ordem divina, temos de obedec-lo. Afinal, quem ousaria desafiar a vontade dos deuses?

    Mas claro que no so somente as religies que impem normas que devemos obedecer. Peguemos como exemplo a psicologia. Temos um rgo de classe que determina uma srie de proibies e compromissos que guiam a nossa prtica profissional e cobem intervenes que possam trazer prejuzos aos(as) usurios(as) de nossos servios. Determina que no devemos induzir uma pessoa ou organizao a recorrer aos nossos servios; que no podemos praticar ou ser coniventes com atos de discriminao, violncia e

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    opresso; que nosso trabalho deve respeitar os valores que embasam a Declarao Universal dos Direitos Humanos (CONSELHO FEDERAL DE PSICOLOGIA, 2005).

    A palavra tica comumente usada para se referir a esses costumes considerados valores e obrigaes para a conduta dos membros de um grupo ou de uma sociedade (CHAU, 2012). Mas importante destacarmos que essa apenas uma definio do termo definio que Mary Jane Spink (2000) chamou de tica prescritiva.

    tica prescritiva

    Prescries ticas costumam ser materializadas em cdigos, normatizaes e resolues. A necessidade de normatizar e garantir o cumprimento dos deveres ticos nas pesquisas que envolvem a participao de pessoas tem como importante referncia o tribunal de Nuremberg, um tribunal militar internacional, constitudo na Alemanha em 1945, para julgar os crimes de guerra cometidos pelos nazistas aps a Segunda Guerra Mundial. Nessa histria, nos chama a ateno o fato de, dentre as pessoas julgadas, encontrarem-se mdicos, acusados de sujeitar prisioneiros(as) dos campos de concentrao a inmeras e brutais experimentaes cientficas. Isto , nos chama a ateno o fato de barbries nazistas possurem o aval da cincia.

    Alm de garantir o julgamento e a condenao de quem cometera crimes de guerra, as atividades do tribunal formado em Nuremberg possibilitaram a formulao de um cdigo com dez princpios que tratavam de questes ticas referentes a estudos experimentais que envolviam a participao de pessoas. Conhecido como Cdigo de Nuremberg, o documento presava pela participao consentida voluntariamente, sem qualquer tipo de coao, pelo esclarecimento de todos os benefcios e riscos que pudessem resultar dessa participao, assim como pela liberdade de sair do estudo quando o(a) participante julgasse necessrio (TRIBUNAL INTERNACIONAL DE NUREMBERG, 1947).

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    Embora tenha sido considerado um relevante marco no campo da tica, o Cdigo de Nuremberg no integrou o cotidiano dos(as) pesquisadores(as) imediatamente aps sua promulgao. Apenas na dcada de 1960, por meio da Declarao de Helsinque redigida pela 18 Assembleia Mdica Mundial, em 1964, na Finlndia , os princpios contidos no Cdigo comearam a integrar a relao entre o(a) pesquisador(a) e os(as) participantes da pesquisa. Com uma crescente expanso da atividade cientfica na rea biomdica, evidenciou-se a necessidade de elaborar regulamentaes mais especficas que as apresentadas pelo Cdigo Nuremberg. Desse modo, o texto de Helsinque traz princpios ticos bsicos endereados orientao de mdicos(as) e de pesquisadores(as) na rea da sade para a conduo de pesquisas clnicas que envolvem seres humanos, ressaltando a primazia do bem-estar das pessoas em prevalncia dos interesses da cincia e da sociedade (ASSOCIAO MDICA MUNDIAL, 2008). Desde sua formulao em Helsinque, o texto da declarao recebeu seis atualizaes posteriores, sendo a ltima datada de 2008, na 59 Assembleia Geral, ocorrida na Coria do Sul. Kipper (2010) destaca a importncia da Declarao de Helsinque como patrimnio da humanidade no contexto das pesquisas biomdicas, tendo em vista o fato de que ela serviu como parmetro para inmeros documentos sobre tica, produzidos e utilizados posteriormente por instituies, universidades, agncias financiadoras, pesquisadores(as), participantes e pela sociedade em geral. As diretrizes e os princpios apresentados nos documentos internacionais, apesar de no terem fora legal no Brasil, norteiam as resolues brasileiras no que diz respeito ao cumprimento tico dos participantes de pesquisas, considerando sua proteo, bem-estar e segurana. Atualmente, as normas e diretrizes brasileiras para o desenvolvimento de pesquisas que envolvem a participao de seres humanos so garantidas pela Resoluo n 466/2012 do Conselho Nacional de Sade (CNS), publicada no Dirio Oficial da Unio em 13 de junho de 2013. No entanto, o primeiro documento legal voltado especificamente normatizao tica das pesquisas realizadas em territrio nacional, tambm publicado pelo CNS, data

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    de 1988. Aprovada um ano aps a fundao do prprio conselho, a Resoluo n01/88 constituiu um passo importante para o pas no campo da tica, visto que trazia um conjunto de regulamentos para a realizao de pesquisas na rea de sade, cujas disposies garantiam o respeito dignidade e proteo dos direitos e bem-estar de todo ser humano submetido a estudo cientfico no pas (BRASIL, 1988). Sete anos aps a promulgao da resoluo de 1988, com a crescente discusso mundial sobre o tema tica e com a demanda de novas abordagens requeridas pelo avano tecnolgico, o CNS deparou-se com a necessidade de revisar o documento em vigncia, resultando da sua revogao e a aprovao de uma nova resoluo. A Resoluo n 196/96, publicada no Dirio Oficial da Unio em 16 de outubro de 1996, foi elaborada aps discusso entre sociedade civil organizada, comunidade cientfica, sujeitos de pesquisa e Estado, permitindo a reviso, a atualizao e a criao de novas diretrizes e normas ticas para a execuo de pesquisas envolvendo seres humanos. A resoluo promulgada em 1996 a resoluo que permaneceu por mais tempo em vigor no pas e incorpora, em seu texto, os quatro eixos bsicos da biotica: autonomia, no maleficncia, beneficncia e justia. Tal documento da CNS visa assegurar os direitos e deveres da comunidade cientfica, dos(as) participantes da pesquisa e do Estado (BRASIL, 1996). Para Dirce Guilhem e Dbora Diniz (2005), essa resoluo tem como finalidade promover controle social. Tal prerrogativa ultrapassaria as esferas tcnica e cientfica, auxiliando na efetivao do controle social no mbito da cincia. Sob essa tica, o documento de 1996 prope a criao de duas instncias colegiadas, uma nacional, de natureza consultiva, deliberativa, normativa e independente, vinculada ao Conselho Nacional de Sade, denominada Comisso Nacional de tica em Pesquisa (Conep); e outra composta por comits locais, denominados Comits de tica em Pesquisa (CEP), cuja principal funo centra-se na apreciao e avaliao de todas as pesquisas que envolvem a participao de seres humanos (BRASIL, 1996).

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    A resoluo est fundamentada por inmeros documentos internacionais, dentre eles, encontramos os dois supracitados, alm do Acordo Internacional sobre Direitos Civis e Polticos aprovado pela Assembleia Geral das Naes Unidas em 1966 e pelo Congresso Nacional Brasileiro em 1992 ; das Diretrizes ticas Internacionais para Pesquisas Biomdicas Envolvendo Seres Humanos aprovado pelo Council for International Organizations of Medical Siences (CIOMS), em colaborao com a Organizao Mundial da Sade (OMS) em 1982, atualizado em 1993 ; e das Diretrizes Internacionais para Reviso tica de Estudos Epidemiolgicos tambm elaborado pelo CIOMS, em 1991. importante ressaltar que a resoluo de 1996 tambm se embasou na prpria legislao brasileira, como na Constituio Federal de 1988, no Cdigo Civil, no Cdigo Penal e no Estatuto da Criana e do Adolescente, alm de leis e decretos no campo da sade (BRASIL, 1996).

    Ao levarmos em considerao a proeminncia desses documentos, temos que ter clareza de que as diretrizes e normas ticas apresentadas nos textos so empreendimentos histricos e coletivos e, portanto, passveis de modificao. Ainda que tais diretrizes e normas tenham trazido inmeras contribuies para o campo da tica em pesquisa, uma importante questo reporta-se ao fato de que tanto os documentos internacionais quanto as duas primeiras resolues brasileiras promulgadas pelo CNS esto embasados em modelos estritamente biomdicos, que por sua vez reproduzem caractersticas disciplinares muito especficas e distantes das prticas investigativas das cincias humanas e sociais. E, conforme demonstra Diniz (2008), ainda que a Resoluo n 196/96 objetive ser um documento vlido para todas as reas disciplinares, sua fundamentao normativa e metodolgica foram pesquisas no campo mdico, com prticas deveras distintas das utilizadas nas cincias humanas e sociais.

    A Plataforma Brasil, pode ser utilizada como exemplo dessa situao. Trata-se de uma base on-line nacional e unificada de registros de pesquisas que envolvem a participao de seres humanos. No pas, os projetos de estudos que envolvem a participao de pessoas devem ser submetidos a uma prvia avaliao por um comit de tica em pesquisa (CEP). Antes da criao dessa base, o(a) pesquisador(a) enviava diretamente seu

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    projeto a um CEP. Com o incio das suas atividades, o caminho de submisso do projeto avaliao foi alterado, sendo necessrio que o(a) pesquisador(a) primeiro envie seu projeto Plataforma Brasil, que, em seguida, o encaminha a um CEP correspondente. Como se trata de uma base unificada, o protocolo a ser preenchido pelos(as) pesquisadores(as), independente da rea de conhecimento a que pertenam, o mesmo.

    Desse modo, levando em considerao que a Plataforma Brasil segue resolues, cdigos e declaraes de normas ticas fundamentadas em um padro biomdico, podemos dizer que nos imposta uma plataforma construda em um estilo discursivo que pertence exclusivamente rea mdica, e, em muitos momentos, exclui ou no contempla as singularidades das prticas de pesquisas relativas a outras reas do conhecimento.

    A Resoluo n 466/2012 do Conselho Nacional de Sade foi produzida na tentativa de responder a essa querela. Em consulta pblica organizada pelo CNS em 2011, constatou-se, por meio de quase duas mil sugestes enviadas por correio ou eletronicamente, a necessidade de elaborar [...] resolues especficas paras as reas de Cincias Sociais e Humanas sem que houvesse prejuzos Resoluo CNS 196/96, na poca em vigor (BRASIL, 2012. p. 1). Desse modo, a Resoluo 466/2012, em seu artigo dcimo terceiro, inciso terceiro, tenta responder a esses entraves com a seguinte proposio: As especificidades ticas das pesquisas nas cincias sociais e humanas e de outras que se utilizam de metodologias prprias dessas reas sero contempladas em resoluo complementar, dadas suas particularidades (BRASIL, 2013. p. 12).

    Atualmente em vigor, essa resoluo tambm est fundamentada em importantes documentos internacionais, como os j citados Cdigo de Nuremberg (1947) e Declarao de Helsinque (2008). E em outros que abordam discusses mais recentes na rea da sade, como a Declarao Universal sobre o Genoma Humano e os Direitos Humanos, de 1997, a Declarao Internacional sobre os Dados Genticos Humanos, de 2003, e a Declarao Universal sobre Biotica e Direitos Humanos, de 2004 (BRASIL, 2013).

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    importante ressaltar que ainda cedo para avaliar os impactos da Resoluo 466/2012 no cotidiano das pesquisas realizadas no pas, contudo possvel notar que, embora o documento d um passo avante no que tange ao reconhecimento das especificidades ticas nas reas das cincias sociais e humanas e de outras que utilizam metodologias prprias , ele apenas sinaliza que tais singularidades sero tratadas em resolues complementares, sem esclarecer de forma especfica tais particularidades.

    Mas mesmo que tivssemos uma resoluo que abarcasse todas essas especificidades, poderamos nos perguntar: ser que seguir diretrizes e normas garante uma postura tica? Para ajudar-nos a pensar sobre essa questo, lembremo-nos do experimento da priso de Standford, coordenado por Philip Zimbardo.2 Realizado em 1971, esse experimento consistiu em simular uma priso nessa universidade norte-americana, com o intuito de investigar, durante duas semanas, o impacto psicolgico do encarceramento de 22 voluntrios, recrutados por meio de anncios locais. Para a realizao do experimento houve uma seleo aleatria designando metade dos participantes para assumir o papel de guarda e a outra metade para assumir o papel de prisioneiro. A participao deveria necessariamente ser consentida pelo voluntrio, que, ao final do estudo, seria remunerado com a quantia de 15 dlares por dia de permanncia no experimento (ZIMBARDO, 1975).

    Todos os sujeitos foram avisados de que seriam designados ou para o papel de guarda ou para o de prisioneiro de modo totalmente aleatrio e todos concordaram voluntariamente em representar qualquer um dos papis por 15 dlares por dia, durante duas semanas. Assinaram um contrato, garantindo-lhes uma dieta mnima adequada, roupa, alojamento e cuidados mdicos, assim como remunerao financeira em troca

    2 O filme O experimento (EUA, 2010, 95 min. Direo: Paul Scheuring), apesar de dar um toque hollywoodiano aos fatos, ajuda a ilustrar sua proposta de pesquisa. Os filmes O jardineiro fiel (EUA, 2005, 128 min. Direo: Fernando Meirelles), Kinsey vamos falar de sexo (Alemanha, EUA, 2005, 118 min. Direo: Bill Condon) e A experincia (Alemanha, 2001, 114 min. Direo: Oliver Hirschbiegel) tambm podem auxiliar nessa ilustrao.

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    de sua inteno declarada de representar o papel designado enquanto durasse o estudo (p. 41).

    Todos os participantes da pesquisa de Zimbardo assinaram termos de consentimento, sabendo que seriam presos e que teriam alguns de seus direitos violados. Alm disso, os(as) pesquisadores(as) cumpriram com toda a formalidade exigida em relao s normas de tica em pesquisa vigentes no local e poca de realizao do estudo. Como aponta Zimbardo (1976, p. 13), [...] no houve tapeao durante o experimento; afinal foi dito aos voluntrios que eles seriam presos e realmente foi o que aconteceu. No entanto, utilizando as palavras descritas no prprio relatrio, os voluntrios suportaram durante o experimento: ameaas, agresses fsicas e verbais, abuso desumanizante, hostilidade, degradao, sadismo e sofrimento (ZIMBARDO, 1975).

    Se considerarmos que os fins justificam os meios, podemos dizer que tal experimento eticamente aceitvel. Afinal, as transformaes sociais decorrentes de seus resultados (finalidade), tais como mudanas no sistema prisional e nas estratgias de guerra, justificariam o sofrimento por ele produzido (meio). Mas se, por outro lado, acreditssemos que uma ao tica dependendo de seus princpios, o experimento de Zimbardo seria altamente condenvel.

    A experincia relatada uma referncia, com visibilidade internacional, de protocolos de pesquisas que cumprem com regras, normatizaes e, no entanto, no garantem uma postura tica. Mas no pense que essas prticas esto espacial e temporalmente distantes de nosso cotidiano de pesquisas. Em 2012, um dos autores deste captulo participou, como voluntrio, de um ensaio clnico promovido por uma indstria farmacutica com a finalidade de testar um medicamento utilizado no tratamento de verminoses o objetivo principal do estudo era verificar se a droga testada possua bioequivalncia com uma droga de referncia no mercado. Essa experincia lhe permitiu concluir que, embora o estudo seguisse toda prescrio exigida pela resoluo em vigor, apresentava algumas questes muito distantes de serem consideradas ticas, como, por exemplo, a remunerao do(a) voluntrio(a) pela sua participao na pesquisa.

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    De acordo com resoluo 196/96 (BRASIL, 1996) vedada qualquer forma de remunerao aos(s) voluntrios(as) de uma pesquisa, salvo nos casos de ressarcimento destinados a cobrir despesas decorrentes da participao, como transporte, hospedagem e alimentao. Contudo, a importncia paga nunca deve ser de tal monta que possa interferir na autonomia da deciso do indivduo, ou do seu(ua) responsvel, de participar ou no da pesquisa. O ensaio clnico em questo cumpria corretamente essas diretrizes: no remunerava os(as) voluntrios(as) e garantia um ressarcimento ao final do estudo. importante destacar que os testes promovidos pela indstria farmacutica no consistiam em tratamento teraputico e, consequentemente, no se esperava que a participao no estudo trouxesse qualquer benefcio relacionado ao tratamento. Alm disso, uma questo complexa a definio de um valor de ressarcimento que no seja tendencioso e interfira na deciso do(a) voluntrio(a). Se levarmos em considerao que o ensaio no ofertava benefcios diretos aos(s) participantes pelo contrrio, apresentava inmeros riscos e desconfortos, alm do fato de que a administrao de qualquer medicamento implica a possibilidade do aparecimento de reaes imprevisveis , difcil pensar em muitas motivaes alm do interesse no valor do ressarcimento. Desse modo, tal ressarcimento constitua uma prtica legtima, que cumpria com as prescries exigidas; entretanto, na prtica, se configurava como uma remunerao por servios prestados farmacutica.

    Desse modo, mais do que obedecermos s normas e procedimentos impostos por comits de tica (ou seja, tica prescrita), constantemente temos de nos questionar sobre os efeitos que nossas pesquisas produzem. Ou seja, temos de refletir sobre a realidade que queremos contribuir para criar, manter ou transformar atravs de nossas prticas como psiclogos e psiclogas sociais (CORDEIRO; SPINK, M.J, 2013). Temos de

    [...] aceitar que conhecimento no um caminho intuitivo que avana por conta prpria e de maneira inevitvel, motivado pela curiosidade humana. Temas de investigao no fazem fila democrtica para serem estudados. Somos ns que lhes damos vida, ao formularmos nossas perguntas. Ou seja, as escolhas que

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    fazemos de temas e as questes que lhes do forma so, em ltima instncia, opes polticas (SPINK, M. J.; SPINK, P., no prelo, p. 15).

    Temos, portanto, de aceitar que as escolhas que fazemos so opes polticas que possuem efeito de realidade. Em outras palavras, temos de aceitar que uma pesquisa no produz somente um conjunto de afirmaes sobre a realidade, mas ela uma prtica que interfere em outras prticas, ajudando a criar aquilo que descobre (LAW; URRY, 2003). Nesse sentido, tica em pesquisa tem a ver com aquilo que Annemarie Mol (1999, 2002) e John Law (2002) chamam de poltica ontolgica.

    tica relativa e dialgica

    A palavra ontologia refere-se ao que pertence ao real, s condies de possibilidade com as quais vivemos. Desse modo, ao combinar os termos ontologia e poltica, Mol (2002) e Law (2002) sugerem que as condies de possibilidade no esto dadas. Que a realidade no precede as prticas mundanas

    [...] por meio das quais ns interagimos com ela; mas , ao invs disso, modelada no interior destas prticas. Ento, o termo poltica serve para sublinhar esse modo ativo, este processo de modelagem e o fato de que seu carter tanto aberto quanto contestado (MOL, 1999, p. 75, traduo nossa).

    E, se seu carter aberto e contestvel, a tica entendida como parte de uma poltica ontolgica no absoluta, mas relativa. Nas palavras de Mary Jane e Peter Spink, tica , aqui, tratada como [...] multiplicidade de verses que esto ora em competio, ora em tenso, e tambm podem estar obliteradas pela necessidade de respostas prontas s demandas do cotidiano de pesquisa (no prelo, p. 14-15). No entanto, importante destacarmos que adotar uma postura relativista no significa permitir, incentivar ou dar condies para a barbrie e para a lei da selva, ou considerar que toda prtica eticamente aceitvel.

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    Segundo Toms Ibez (2005), assumir tal postura implica admitir que nenhum valor tico natural ou incondicional, e que todos os valores morais so equivalentes no que diz respeito sua fundamentao ltima, no sentido de que esses valores no so transcendentais, como se eles pudessem defender a si prprios. Para o autor, essa naturalizao rejeitada pelo relativismo naturalizao que retrata a moral como um sistema permanente e atemporal, que seria imposto pela prpria razo enseja uma dupla violncia: em primeiro lugar, ela questiona a racionalidade daqueles que divergem do sistema moral dominante (s um brbaro, um selvagem, poderia, por exemplo, legitimar prticas terroristas contra os Estados Unidos). Em segundo lugar, ao ocultar as relaes de fora por detrs desse sistema fazendo crer que a bandeira de uns (dos dominantes) , na verdade, bandeira de todos (dominantes e dominados) , ela legitima o monoplio do uso da fora por parte dos primeiros. Afinal, se os valores ticos so objetivos, a nica fora de inquestionvel legitimidade aquela empregada para impedir a transgresso dos valores dominantes, ou seja, aquela empregada contra os irracionais. Recordemos, aqui, de Guantnamo. O terror contra os terroristas era tido como legtimo medida que conservava o mundo, a cultura, os valores ocidentais.

    Desse modo, podemos dizer que os valores que sustentam a atuao dos Mdicos sem Fronteiras, por exemplo, no esto melhor fundamentados do que aqueles que sustentam o fascismo. Afinal,

    [...] se o relativista tivesse que recorrer ao critrio da fundamentao dos valores para estabelecer que valores so melhores que os outros, desembocaria, efetivamente, na concluso de que nenhum melhor e que todos so equivalentes entre si. Mas o que caracteriza o relativismo , precisamente, o mais profundo rechao do critrio da fundamentao para discriminar entre os valores. Assim, nada obriga um relativista a afirmar que no h valores melhores que outros (...) Da afirmao de que no h valores que sejam objetivamente melhores que outros porque todos carecem de fundamentao ltima, no se pode extrapolar a afirmao de que no possvel

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    estabelecer diferenas entre os valores (IBEZ, 2005, p. 49, grifos do autor, traduo nossa).

    Alm disso, se, como afirmam os(as) antirrelativistas, a fundamentao (ou a objetividade) fosse o critrio decisivo, e se algum conseguisse provar que os valores que sustentam o fascismo esto melhor fundamentados do que aqueles que o rechaam, nos veramos obrigados(as) a aceitar tal prtica.

    Assim como o absolutista, o relativista proclama que certos valores so melhores que outros, que prefere certas formas de vida a outras, e que est disposto a lutar por elas, se necessrio. No entanto, ao contrrio do absolutista, o relativista proclama, ao mesmo tempo, que esses valores que assume como melhores carecem de toda fundamentao ltima, e que so equivalentes a qualquer outro valor, apenas no que diz respeito a essa ausncia de fundamentao ltima (IBEZ, 2005, p. 50, traduo nossa, grifos do autor).

    Se for um(a) antifascista, o(a) absolutista argumentar que os valores que os(as) nazistas defendem so objetivamente rechaveis ou, ainda, que os valores que respeitam transgredem normas ticas inquestionveis. J um(a) relativista s poder se posicionar contra um(a) nazista opondo seus prprios valores aos dele(a) e explicitando as razes para tal contraposio (IBEZ, 2005). Nesse sentido, ao assumirmos uma concepo relativista de tica estamos, tambm, defendendo sua dialogicidade. Ou seja, estamos defendendo a importncia de a tica ser entendida no como uma prescrio, mas como algo que coconstrudo, negociado, (re)significado por diferentes vozes isso no significa, obviamente, que em nossas pesquisas desconsideremos a tica prescritiva dos cdigos, e sim que enfocamos a competncia tica de todos(as) os(as) envolvidos(as) no processo de definio dos valores e das normas de conduta. Assumir essa concepo de tica tampouco significa abrir mo do aclamado rigor cientfico. Mas implica pensar a questo de um modo diferente daquele a que estamos habituados(as).

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    A questo do rigor cientfico

    Ao longo deste captulo dissemos que entendemos pesquisa como uma prtica social, de carter processual, atravessada por questes de poder, morais, polticas, tericas e culturais. E tal como qualquer prtica social, o sucesso e a legitimao de uma pesquisa dependem da possibilidade de comunicao de seus resultados. E comunicamos os resultados de nossos estudos de diferentes maneiras, atravs de diferentes veculos de comunicao: redigimos relatrios, escrevemos teses de doutorado e dissertaes de mestrado, publicamos artigos, livros e captulos, apresentamos nossos trabalhos em eventos cientficos etc. Ao fazer isso, apresentamos o acervo de informaes com as quais estamos lidando, os caminhos que percorremos para realizar nossas anlises e o conhecimento novo que produzimos. De acordo com Mary Jane Spink e Helena Lima (1999, p. 94),3

    [...] essa uma proposio aparentemente simples e suficientemente compreendida por todos ns que passamos por processos de formao em pesquisa (...). Entretanto, a aparente simplicidade das regras da boa apresentao esconde questes deveras complexas. Qual , por exemplo, o conceito subjacente de evidncia que nos possibilita atribuir aos nossos dados o estatuto de representao do real? Como nos apropriamos dessas evidncias e as traduzimos de seus estados brutos para uma nova linguagem a da interpretao? Qual , ainda, o estatuto de objetividade que resulta dessa confluncia de evidncia e interpretao?

    Guiados(as) por essas questes, neste tpico buscaremos explicitar o modo como compreendemos a questo do rigor em nossas pesquisas. Primeiramente, consideramos importante salientar que discordamos da dicotomia que associa aquilo que pode ser mensurado ao rigor e aquilo que no mensurvel ao subjetivo e, portanto, menos rigoroso. Afinal, nessa diviso, [...] o rigor fica

    3 A presente obra tambm pode ser encontrada em verso digital: . Acesso em 03 maio. 2014.

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    frequentemente depositado na triangulao entre replicabilidade, generabilidade e fidedignidade, sendo essas noes tributrias do parmetro cientfico de verdade concebidas como correspondncia com a realidade (SPINK, M.J.; LIMA, 1999, p. 102). Esse modo de compreenso acompanhado por problemticas importantes. Entre elas destacamos as seguintes:

    1) A valorizao excessiva de uma narrativa criada por meio de nmeros: a quantificao pode ser um dos mais poderosos instrumentos de legitimao de afirmaes, especialmente quando utilizada para fortalecer o ponto de vista defendido pelo(a) autor(a) da narrativa. Imaginemos duas manchetes de jornal, uma dizendo colesterol alto afeta a sade de muitos brasileiros e brasileiras e a outra afirmando que 40% da populao brasileira sofre de colesterol alto. Qual delas produz mais impacto? Sem dvida, a segunda. Afinal, a palavra muitos pouco precisa (pode se referir, por exemplo, a 40, a 400, a 4.000 ou a 4.000.000 de pessoas), enquanto a taxa 40% nos remete ideia de que uma pesquisa cientfica foi realizada e que, aps complexos clculos estatsticos, chegou-se concluso de que quase metade da populao brasileira apresenta essa condio de sade. Afinal, tendemos a tratar nmeros como se fossem cientficos, rigorosos, representaes fidedignas da realidade e, portanto, isentos de qualquer questionamento tal como diz a mxima, contra os nmeros no h argumentos.

    No entanto, segundo Joel Best (1987; 2003), no podemos nos esquecer de que todo dado estatstico sempre uma produo humana para produzi-lo, o(a) pesquisador(a) deve fazer escolhas, deve decidir o que contar (a amostra) e como contar (o mtodo). E, como qualquer escolha, essas decises so arbitrrias e influenciam nos resultados do estudo. Por exemplo, um(a) pesquisador(a) pode considerar que todas as pessoas que possuem nveis de colesterol total igual ou superior a 250 mg/dl esto fora dos padres de normalidade. Seu(ua) colega pode fazer um estudo semelhante, mas, ao invs de usar um s parmetro, pode decidir comparar os resultados de cada sujeito da pesquisa ao esperado para seu gnero e faixa etria, chegando a resultados bastante diferentes. Dizer que nmeros so produes humanas, fruto de escolhas arbitrrias, no significa dizer que sejam, necessariamente,

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    imperfeitos ou que estejam incorretos, mas significa dizer que eles devem ser lidos criticamente. Ou seja, que sua utilizao deve ser acompanhada pela problematizao de consequncias e interesses envolvidos e daquilo que construdo a partir dessa perspectiva (SPINK, M.J.; MENEGON, 1999; SPINK, M.J., LIMA, 1999).

    2) A tentativa de controlar a subjetividade do(a) pesquisador(a): a produo de conhecimento ocorre na fluidez das relaes sociais e no podemos nos esquecer que como os(as) pesquisadores(as) diferem entre si as relaes que eles(as) estabelecem tendem tambm a ser distintas. Afinal, eles(as) possuem diferentes experincias de vida, trabalham com conceitos diversos e, muitas vezes, lidam com um mesmo fenmeno de modos distintos. Podemos dizer at mesmo que a singularidade do(a) pesquisador(a) est presente em cada etapa do processo de pesquisa, afinal, suas vivncias interferem na escolha da temtica estudada, no uso de recursos tericos, nas estratgias de produo e anlise de informaes, nos recursos utilizados para a comunicao dos resultados etc. No existe, portanto, neutralidade no fazer cientfico.

    Assumir o papel ativo do(a) pesquisador(a) tem implicaes ticas importantes. Se ele(a) no um mero(a) mediador(a), cujo papel apenas o de desvelar a realidade, mas um agente ativo, cujas prticas contribuem para construir a realidade que se prope a estudar, preciso que reflita sobre os efeitos que suas escolhas e aes produzem (CORDEIRO, SPINK, M.J., 2013; SPINK, M.J., LIMA, 1999; SPINK, M.J., MENEGON, 1999).

    3) A simplificao da objetividade em pesquisa: aqueles(as) que adotam uma postura realista e defendem que a cincia um espelho da natureza tendem a pensar pesquisa como aquilo que lhes permite superar o abismo entre suas representaes e a realidade. Inspiradas pela obra de Steve Woolgar (1988), Mary Jane Spink e Vera Menegon (1999) sugerem que esse abismo se faz presente por meio de trs formas de horrores metodolgicos: a indexicalidade, a inconclusividade e a reflexividade. Para as autoras, o primeiro desses horrores refere-se vinculao com o contexto, ou seja, situacionalidade, ao fato de que quando uma situao muda, mudam tambm os sentidos a ela atribudos.

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    Na perspectiva realista o controle da indexicalidade d-se a partir dos critrios de validade e fidedignidade. A validade refere-se ao grau de correspondncia entre a medida e o que est sendo medido; a fidedignidade, por sua vez, definida pela replicabilidade dessas medidas. Os dois critrios esto associados ao instrumento de medida ou de acesso realidade (SPINK, M.J.; MENEGON, 1999, p. 86).

    Em nossas pesquisas rechaamos essa perspectiva e consideramos que, como a realidade um fenmeno social, histrico e dinmico, esses critrios precisam ser repensados. Afinal, como replicar resultados se estamos sempre lidando com pessoas, momentos e contextos diferentes? Desse modo, nossas pesquisas no visam a replicabilidade, mas a especificidade. E a indexicalidade deixa assim de ser um horror metodolgico, passando a ser um elemento intrnseco dos procedimentos de pesquisa, tornando-se responsabilidade do pesquisador a descrio e explorao plena do contexto de pesquisa. (SPINK, M.J.; MENEGON, 1999, p. 87, grifos das autoras).

    J a inconclusividade refere-se complexidade dos fenmenos sociais e consequente impossibilidade de controlar todas as variveis que o determinam. Ela constitui um horror metodolgico para aqueles(as) que adotam uma postura realista uma vez que faz com que seja impossvel generalizar resultados.

    A reflexividade, por sua vez, [...] refere-se espiral da interpretao e aos efeitos da presena do pesquisador nos resultados da pesquisa (SPINK, M.J.; MENEGON, 1999, p. 88). E considerada pelos(as) realistas um horror metodolgico medida que impossibilita a neutralidade da cincia. J nas pesquisas que adotam uma perspectiva construcionista, a no neutralidade da cincia no um problema. Muito pelo contrrio. Aqui, a subjetividade do(a) pesquisador(a) entendida como mais um recurso do processo de pesquisa. Qualquer trabalho objetivo estruturado e envolvido pela subjetividade, assim o rigor passa pela explicitao da posio do(a) pesquisador(a), implica a reflexo sobre seus valores, interesses, contextos, influncias e possibilidades de interpretao.

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    Objetividade e intersubjetividade so processos complexos, atrelados e dialgicos. Assim sendo, o rigor passa pela objetividade possvel. A objetividade no abandonada, mas concebida como pressuposto bsico da intersubjetividade. ressignificada como visibilidade sendo que visibilidade implica a apresentao do acervo de informaes e a explicitao dos passos de anlise e interpretao propiciando o dilogo (com a comunidade cientfica ou no cientfica) (SPINK, M.J.; LIMA, 1999).

    Em suma, na forma como concebemos a questo do rigor em pesquisas cientficas questes como validao e fidedignidade sedem espao a reflexes sobre tica, reflexividade e polissemia. E so justamente essas reflexes que orientam o modo como nos posicionamos como pesquisadores(as) e nos relacionamos com nossos(as) interlocutores(as), tal como apresentamos no prximo tpico.

    Alguns cuidados ticos

    1) Antes de iniciarmos pesquisas com seres humanos, pedimos que todos(as) os(as) participantes assinem um termo de consentimento livre e esclarecido (ou consentimento informado), no qual explicitamos os objetivos e procedimentos de nossas pesquisas, informamos nossos contatos, garantimos o anonimato (caso este seja requerido), bem como a possibilidade de desistncia e de pedido de esclarecimento sobre a pesquisa, a qualquer momento. No entanto, importante ressaltarmos que no usamos o consentimento livre e esclarecido apenas como um instrumento de proteo de sujeitos vulnerabilizados ou como uma mera exigncia dos comits de tica, mas como um acordo inicial, que simboliza uma parceria e abre espao para discusso sobre os objetivos, procedimentos e os pressupostos que norteiam nossas pesquisas. Nas palavras de Mary Jane Spink (2000, p. 20-21):

    [...] como contrato de colaborao, o consentimento informado tomado como um procedimento consensual, passvel de reviso, sendo que a possibilidade de desfazer o acordo clusula fundamental do

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    consentimento informado. Tem como princpio bsico a transparncia. Pensada na perspectiva da colaborao, a informao essencial para que haja compreenso dos procedimentos, assim como dos direitos e deveres de cada um.

    Por ser um contrato de colaborao, preciso que os(as) participantes tenham capacidade cognitiva e emocional para compreender a proposta da pesquisa e suas possveis decorrncias, a fim de que possam decidir sobre sua participao, ou no, no estudo apresentado. Para isso, usamos uma linguagem corriqueira e evitamos o uso de termos tcnicos e jarges cientficos.4

    Em casos especficos alguns cuidados adicionais devem ser tomados para garantir tal acessibilidade: quando os(as) participantes so analfabetos(as), no podemos pedir que assinem um papel que no conseguem ler afinal, essa atitude no somente restringiria a dialogicidade, como poderia ser considerada uma forma de violncia simblica. Em casos como esse, optamos por gravar seu consentimento oral. Ou seja, explicamos de forma clara e precisa nossos objetivos e compromissos e perguntamos se eles(as) aceitam participar de nossa investigao. Cuidado semelhante temos de ter quando nossos(as) participantes possuem alguma deficincia fsica que os(as) impea de escrever (como, por exemplo, tetraplegia, paralisia cerebral etc.).

    Quando realizamos pesquisas que envolvem crianas, so os pais ou seus responsveis que autorizam a participao. No entanto, isso no significa que elas no precisam participar do contrato de colaborao. Muito pelo contrrio! Acreditamos que o termo de consentimento pode e deve ser explicado oralmente s crianas em uma linguagem acessvel. Alm disso, a criana precisa ser questionada sobre sua vontade de participar da pesquisa e necessrio respeitar sua deciso, mesmo que o(a) responsvel tenha autorizado sua participao no estudo.

    4 Mesmo que parea uma atitude evidente, ela nem sempre ocorre. Na pesquisa de Vera Menegon (2006), por exemplo, foram encontrados termos de consentimento escritos em linguagem jurdica, voltados, sobretudo, proteo das instituies e/ou pesquisadores(as) responsveis pelos procedimentos, e no promoo de dialogicidade e garantia dos direitos dos(as) participantes.

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    No entanto, preciso ressaltarmos que, mesmo tomando todos esses cuidados, nem sempre conseguimos assegurar a construo de uma relao dialgica da a importncia de estarmos sempre abertos(as) a negociaes, revises no termo de consentimento e mudanas no modo como nos posicionamos como pesquisadores(as). A experincia vivenciada por um dos autores deste captulo nos ajuda a ilustrar essa situao. Durante as entrevistas de sua pesquisa de doutorado (em andamento), o termo de consentimento representou para alguns(mas) participantes fonte de insegurana, medo, angstias e sofrimentos. As entrevistas foram realizadas com pantaneiros(as) e ribeirinhos(as) da regio rural no Pantanal mato-grossense e tinham como objetivo entender a convivncia da populao local com o ciclo de cheias anuais.

    O pesquisador, que da regio estudada, procurou estabelecer e/ou fortalecer vnculos de confiana com os(as) colaboradores(as) do estudo, de modo a no deixar dvidas quanto sua inteno naquele contexto. Para tanto, aproximou-se dos(as) participantes sempre na presena de algum ligado a eles(as): amigo(a), parente etc. Essas pessoas eram todas da rede do pesquisador e o conheciam bem. Po