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1867 Articulo

Feb 24, 2018

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Jennifer Brown
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    NOTAS Y COMENTARIOS

    Noche oscura en Las moradas

    de Santa Teresa

    SECUNDINOCASTROSNCHEZ, OCD(Madrid)

    La noche oscura es uno de los elementos constituyentes de laexistencia espiritual y una realidad polivalente. Se refleja en estadosde conciencia, en que los parmetros de la fe como verdades segu-

    ras y claras se desestabilizan

    1

    . El ltimo estadio de la misma es lapercepcin de incapacidad sustancial de Dios que siente el hombre.Aqu radica lo que Juan de la Cruz denominar noche oscura ensentido propio 2, aunque luego la extender a otros momentos demenor intensidad 3. Tambin en stos los distintos puntos de cap-tacin de lo religioso se perturban. La noche, actuacin amorosade Dios 4, tiene por objeto la recreacin del ser, su despliegue paraque Dios advenga seero y amigo en su propio estilo 5. Aunque se

    siente como ausencia, es presencia amorosa y cualificada, que no1 Cf. 2N 16,4.2 Cf. 2N 9,3; 5,1.5; 2N 1,3. Todo lo ms que padece y siente en los tra-

    bajos de esta noche es ansia de pensar si tiene perdido a Dios y pensar si estdejada de l (2N 13,5). Cito las Obras de San Juan de la Cruz por la edicinde Editorial de Espiritualidad: SAN JUANDELACRUZ.Obras Completas.Revi-sin textual, introducciones y notas al texto: Jos Vicente RODRGUEZ. Introduc-ciones y notas doctrinales: Federico RUIZSALVADOR, Madrid 19935.

    3 Cf. S. CASTRO,Hacia Dios con San Juan de la Cruz.Madrid, EDE, 1986,87-91; cf. 2N 3,1; Ll 1,18-26.

    4

    Cf. 2N 5,1; 12,1. Siente el alma que es de tanto precio esta pena, queentiende muy bien no la poda ella merecer (6M 11,6). SANTATERESADEJESS,Obras Completas. Edicin manual. Transcripcin, introducciones y notas deEfrn DELAMADREDEDIOS, OCD y Otger STEGGINK, O. Carm., Madrid, 19868.

    5 Cf. 2N 9,5.

    REVISTA DE ESPIRITUALIDAD 67 (2008), 291-311

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    Este texto es posterior a la concesin del matrimonio espiritual. Al

    comienzo de sextas moradas, escribe: Vienen unas sequedades,que no parece que jams se ha acordado de Dios ni se ha de acordar,y que como una persona de quien oy decir desde lejos, es cuandooye hablar de Su Majestad (6M 1,8). Refirindose a algunos tor-mentos de estas mismas moradas, afirma: Yo os digo que ser im-posible dar a entender cun sentible cosa es el padecer del alma ycun diferente al del cuerpo si no se pasa por ello (6M 11,7).

    Sabido es que la espiritualidad carmelitana, que tiene por objeto

    las cumbres el Carmelo

    9

    , las almenas (el aire de la almena)

    10

    ,es experta tambin en noches, como puede verse en Juan de la Cruzy en Teresa de Lisieux 11, entre otros.

    Recientemente abord el tema en la autobiografa teresiana 12.All pude comprobar que la noche se infiltra en los grandes espaciosde luminosidad, tan caractersticos de ese libro. Cuando comenc elpresente estudio, pens hurtarle a Juan de la Cruz las palabras no-che sosegada, para definir la de Teresa, pero finalizado, no dudo

    en afirmar que su noche no es menos oscura que la sanjuanista nimenos traumtica que la de Teresa de Lisieux. Y abrigo la sospechade que ella, que confiesa que escribe para engolosinar (V 18,8),ha sentido la tentacin de ocultarla un tanto 13, no utilizando la ex-presin noche oscura, que, sin duda, oy de labios de San Juande la Cruz 14, disimulndola entre las diversas pruebas del alma en

    9 1R 19,9-14.10 Estrofa 7 del poemaNoche oscura.11 Cf. J.-F. SIX, Una luz en la noche. Los 18 ltimos meses de Teresa de

    Lisieux.Madrid, San Pablo, 1996.12 S. CASTROSNCHEZ, La noche oscura de Santa Teresa. Experiencia de

    noche en el libro de la Vida, en E. ESTVEZ y F. MILLN (eds.), Soli DeoGloria. Homenaje a Dolores Aleixandre, Jos Ramn Garca-Murga, Marcia-no Vidal, Madrid, Publicaciones de la Universidad Pontificia Comillas, 2006,67-86.

    13 Es muy sugerente, a este respecto, el ttulo del captulo 33 (CE): En quetrata cmo por diferentes vas nunca falta consolacin en el camino de laoracin, y aade en el de 20 (CV): Y aconseja a las hermanas de esto sean

    sus plticas siempre.14 No parece que este perodo espiritual no fuera objeto de conversacinentre ambos, cuando Teresa tuvo la oportunidad de tener a Juan de la Cruzcomo director en sus aos de priorato del convento de la Encarnacin (1571-1574). Juan de la Cruz fue director de la comunidad los aos 1572-1577.

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    su salida hacia la luz. Teresa no dudar en afirmar haber experimen-

    tado despus del matrimonio espiritual, como ya dijimos, perodosde noche (F 21,4). Los captulos primero y ltimo de sextas mora-das describen una noche que contiene, como veremos, prcticamen-te los mismos elementos que la noche pasiva del espritu del msticopoeta. El proceso teresiano del libro de Moradas se constituye poruna fuga de nupcialidad audaz, de las tinieblas del ser (1M 2,1) ala luz trinitaria (7M 1,7), como podr comprobarse, y Teresa expre-sa, hablando de la oscuridad del yo en la primera morada y de la

    claridad

    15

    del mismo en la ltima. Noche, por la secreta escala

    16

    ,hasta la radiante aurora de la almena, que en el caso de Teresa sehalla en el centro del ser. En Juan de la Cruz, en Llama de amorviva, tambin la direccin es hacia el centro. Preciosa inclusinliterario-mstica. No hace falta recordar que la noche y la sequedadse producen por exceso de Dios y de dulzura del Espritu divino,que advienen sigilosos (en la noche) al hombre 17.

    SU ILUSIN DE ESCRITORA TRASPASADA POR LA NOCHE

    Cuando Teresa recibe el mandato de escribir se encontraba enuna situacin anmica crtica. La menos apta para elaborar un libro,que ella soaba como la constancia definitiva y ltima de su secretahistoria con Dios. Sabemos que estaba convencida de que fue deseo

    Precisamente durante su direccin le fue concedida a Teresa la gracia delmatrimonio (CC 29), 18 de noviembre de 1572. En el ao 1574, hablando dela fundacin del convento de Segovia en el que se encontraba Juan de la Cruz,escribe lo ya reseado: Mas porque no hubiese fundacin sin alguno [trabajo],dejado el ir yo all con harta calentura y hasto y males interiores de sequedady oscuridad en el alma grandsima (F 21,4). Ntese la palabra oscuridadgrandsima. No consultara esta oscuridad con Juan de la Cruz? No habadescubierto todava Juan de la Cruz la noche oscura?

    15 A manera de una nube de grandsima claridad (7M 1,7).16 En Teresa los peldaos estn orientados hacia abajo, hacia el centro del

    ser, donde se halla la luz, el sol (V 40,5; 1M 2,3): Es de considerar aqu que

    la fuente y aquel sol resplandeciente que est en el centro del alma Cf. M.DECERTEAU, Culturas y espiritualidades: Concilium2 (1966) 192-193.17 2N 13,2. Se pueden citar no pocos textos sanjuanistas en este sentido.

    Santa Teresa se fija ms en lo purgativo, como preparacin para acceder a unestadio superior (6M 1,15).

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    del Seor que escribiera la autobiografa 18. Lo transcurrido desde

    entonces haba sido todava ms bello. No podra elaborarse sinocon el mximo cuidado y exactitud. Pues bien, en los momentos enlos que la autora se dispone a dar principio a la obra, su Reformareligiosa, su mayor sueo, estaba en peligro de extincin 19, su au-tobiografa, incautada por la Inquisicin, a ella se le haba obligadoa recluirse en un convento, atndole las manos en los asuntos de suReforma, y sus amigos y protectores han perdido poder o han sidoremovidos de sus cargos. Y por si todo esto fuera poco, se siente

    vieja y achacosa, con dolores de cabeza tan intensos que aun losnegocios forzosos confiesa escribo con pena (M prl. 1). Ade-ms, se siente sin nimo. Dice: No me parece me da el Seor es-pritu para hacerlo (el escribir) ni deseo (M prl. 1), y sumamenteincapacitada: Algunas veces recuerda tomo el papel como unacosa boba que ni s qu decir ni cmo comenzar (1M 2,7). A laaltura de cuartas moradas, rememorando la penosa situacin en quese encontraba, comenta: Por donde se me hizo casi imposible poder

    hacer lo que me mandaban escribir (4M 1,10); y sigue aludiendoa lo mismo en las quintas: Porque han pasado cinco meses desdeque lo comenc y como la cabeza no est para tornarlo a leer,todo debe ir desbaratado y por ventura dicho algunas cosas dosveces (5M 4,1).

    Para Teresa esta situacin constitua un verdadero martirio. Porestar convencida de que su historia era una singular revelacin deDios, con la que l quera darse a conocer, al tener que reflejarla en

    esa situacin tan precaria, tema poner en entredicho no slo latransmisin fidedigna de la misma, sino tambin el modo y aquelestilo de Dios que tan intensamente la haba subyugado y que tantodeseaba que conocieran otros. Algunos alegan que a Teresa quese le haba escapado en alguna ocasin el deseo de poder poner porescrito las experiencias habidas despus de la redaccin de la auto-

    18 Y aun el Seor s yo lo quiere muchos das ha, sino que yo no me heatrevido (V prl., 2).

    19

    Para toda esta problemtica, cf. J. VICENTERODRGUEZ, Castillo interioro las Moradas, en A. BARRIENTOS (ed.), Introduccin a la lectura de SantaTeresa, o.c., 466-470; SANTATERESA DE JESS. Castillo Interior y Cuentas deConciencia. Edicin, introduccin y notas de Salvador ROS GARCA, Madrid,BAC, 2006, 9-16.

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    biografa, debi encantarle el mandato. Aun as, ms se acrecien-

    ta su noche. Por su mente, sin duda, se dibujara que al igual quepeligraba su Orden y su autobiografa por la persecucin de susenemigos, ahora podan peligrar sus Moradas a causa de su propiaincapacidad. Por cuanto nos dice despus de concluirlas, sabemosque ella soaba con una obra superior al libro de la Vida. As sededuce de aquella preciosa descripcin de Moradas que nos ha re-galado en una de sus cartas 20. En medio de esta noche de escritorase decide a tomar la pluma con la confianza puesta nicamente en

    Dios: en pura fe. Mas entendiendo que la fuerza de la obedienciasuele allanar cosas que parecen imposibles afirma, la voluntadse determina a hacerlo muy de buena gana, aunque el natural pareceque se aflige mucho (M prl. 1). Pero todo termin felizmente,como ella manifiesta alborozada: Despus de acabado, me ha dadomucho contento (7M 4,2).

    LA NOCHE SE INFILTRA EN TODAS LAS CONTEXTURAS DEL LIBRO

    Y al principio fue la luz

    La autobiografa termina en una explosin de luz, con el centrodel hombre esculpido en Cristo resucitado. En otro lugar he probadoampliamente que el final de Vida hace inclusin con el principio yfinal de Moradas. Los textos bsicos son V 40,5; 1M 2,3; y 7M

    2,10. Parece que la autora sufri un pequeo lapsus suponien-do el texto de V 40,5 como si perteneciera al principio de Mora-das (cf. V 40,5 y 7M 2,10). Al mismo tiempo que estos textos deluz encontramos otros de oscuridad o tinieblas como contrapunto

    20 Sbese cierto que est en poder del mismo aquella joya [el libro de laVida], y aun la loa mucho, y as hasta que se canse de ella no la dar, que l dijose la miraba de propsito. Que si viniese ac el Seor Carrillo dice que veraotra [el libro de las Moradas] que a lo que se puede entender le hace mu-

    chas ventajas, porque no trata de cosa sino de lo que es l, y con ms delicadosesmaltes y labores, porque dice que no saba tanto el platero [Teresa] que lo hizoentonces, y es el oro de ms subidos quilates, aunque no tan al descubierto vanlas piedras como acull. Hzose por mandato del vidriero [Jesucristo], y parce-se bien a lo que dicen (Cta. 212, 10, vila, 7 de diciembre de 1577).

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    (V 40,5; 1M 2,2-3) 21. Curiosamente, dentro de los de oscuridad

    hace alusin al comienzo de Moradas (1M 2,2) a su experiencia delinfierno, relatada ampliamente en Vida (32,1ss).El castillo luminoso de Moradas es el alma en el que se esculpe

    como en un espejo Cristo resucitado (V 40,5). Con esta imagen, con-templada en una grandiosa visin, expresa Teresa la ontologa del serhumano. El yo no slo se sustenta en Cristo resucitado, sino que tam-bin emerge de l. Con el pecado o por la carencia de relacin con elSeor, la luminosidad desaparece y el ser traslcido se llena de oscu-

    ridad, aunque Cristo permanezca all oculto, dndole vida (V 40,5;1M 2,2-3). Ese Cristo, lleno de esplendor, ser contemplado tambinpor Teresa como fuente que inunda de vida el jardn. Las dos imge-nes irn apareciendo a lo largo de Moradas. Sus expresiones inme-diatas son la oracin de recogimiento (luz) y la de quietud (fuente) decuartas moradas, a las que volver a recordar en sextas (5,3) y spti-mas (3,13), ya sumamente dilatadas y transfiguradas.

    Recuperar la luminosidad del ser en fuga nupcial hacia la aurora,

    saliendo en la noche en busca de la presencia de Dios oculto en elalma, ser el propsito del libro. El hombre se halla en noche oscuraen este caso, como hemos dicho, por falta de relacin con el Seor.Teresa lo describe as: No se puede representar ni ver este Seor,aunque est siempre presente dndonos el ser (V 40,5). Y denomi-nar bestialidad a este vaco (1M 1,2), y oscuridad (1M 2,2). Nohay tinieblas dice ms tenebrosas ni cosa tan oscura y negra queno lo est mucho ms (1M 2,1). Ello se debe a que no se permite

    resplandecer al foco que se halla en el centro (1M 2,14). Aunque nose hable de noche oscura, las imgenes son muy similares.

    Una voz tenue ilumina las sombras (2M)

    La palabra de Dios viene a recrear el ser (2M 1,5). Esa voz, queno es como las palabras que Teresa escuchar ms adelante (6M

    21 Este conjunto de textos da suficiente razn de cmo se fue gestando enTeresa la imagen y el smbolo de Moradas. No es necesario acudir a esa su-puesta visin de la que habra gozado la autora antes de dar principio a la obra,de que nos habla Diego de Yepes (BMC II, 490-505).

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    3,1ss), comienza a percibirse como claridad que ilumina tenuemente

    en la noche objetos que hasta ahora resultaban opacos; es la voz deCristo que resuena tan dulce al alma (2M 2,1). La primera lucecitaen la noche del hombre, que viva sin relacin alguna con Jess. Yahora Teresa presenta otro tipo de oscuridad. El viajero hacia la auro-ra del yo no debe buscar ni asentarse en su marcha en ningn gustoespiritual: Abrazaos con la cruz les dir, lo dems como cosaaccesoria (2M 2,7) 22. Las similitudes con el cantor de la noche eneste caso son evidentes. La relacin con Dios debe establecerse desde

    la fe. El gusto o el sabor en esta relacin resultan accesorios. Paramuchos la llamada sequedad espiritual puede ser motivo de aban-dono del camino (2M 2,20), ya que generalmente al principio se pro-duce esa sensacin gustosa a la que el sujeto de Moradas siente latentacin de adherirse. Teresa exhorta a la entrega, poniendo comomodelo la de Jess: Pues si nunca le miramos ni consideramoslo que le debemos y la muerte que pas por nosotros, no s cmo lepodemos conocer ni hacer obras en su servicio (2M 1,12). El pasaje

    cita dos textos de Juan y otros dos de Mateo. Pero el centro del mis-mo nos recuerda a Nicodemo, a quien en plena noche se le invita amirar al crucificado (Jn 3,11-16) 23. As, la cruz queda situada en elcorazn de la noche.

    Presencia de la noche en el seguimiento de Jess (3M)

    Ya lo cristiano toca el ser del seguidor (3M 1,5), que tienemomentos de relacin con Cristo, siente el rechazo del pecado ycomienza a entender que esta comunin le vincula al hermano. Peroentiende esto como algo muy organizado y orientado por el discursode la razn que l cree sustentado en la fe (3M 1,3; 2,5). Paracomprender los sentimientos que le embargan, bstenos saber queTeresa los refleja en la figura del joven rico (3M 1,5.7). Pero stosobviamente no son suficientes, hay que llegar a la desnudez de todo(3M 2,3). Que no hay duda dice, sino que si perseveran enesta desnudez y dejamiento de todo, que alcanzarn lo que preten-

    22 Cf. 1S 14,2.23 Cf. 1S 14,3.

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    den (3M 1,8). Desnudez y dejamiento, dos palabras clave que

    suenan al autor de Subida del Monte Carmelo

    24

    y que Teresa leedesde Jess (3M 1,8). Estamos ante la purificacin activa del sen-tido y en parte tambin del espritu.

    Pero en seguida se aludir a otro tipo de noche, sin duda, decarcter pasivo, en relacin con los sentidos, y que simplementesealar, sin detenerse en explicar. Estas son sus palabras: Y dejounos trabajos interiores que tienen muchas almas buenas, intolera-bles, y muy sin culpa suya, de los cuales siempre los saca el Seor

    con mucha ganancia y de las que tienen melancola y otras enferme-dades (3M 1,5). Y prosigue: Digo que dejo los trabajos grandesinteriores que he dicho, que aquellos son mucho ms que falta dedevocin (3M 1,7) 25. Y como remate de esta doble noche, precisa:No pienso que da muchos gustos, si no es alguna vez para convi-darlos con ver lo que pasa en las dems moradas, porque se dispon-gan para entrar en ellas (3M 2,9). Es llamativo que Teresa no hayaestampado aqu la palabra noche oscura.

    Pero todava va ms all, al exigir un buen discernimiento parano vivir engaados. Incluso le llega a pedir al Seor que sea l elque nos pruebe (3M 1,9). Refirindose a la comprensin demasiadohumana de la fe, dice con irona: No hayis miedo que se maten(se refiere a las penitencias que hacen), porque su razn est muyen s, no est an el amor para sacar de razn (3M 2,7). Sacar derazn es uno de los propsitos de la noche 26.

    El despertar de la aurora en sombras de noche (4M)

    Aqu Teresa sita el inicio de la mstica. Los sentidos del hom-bre se hallan todava enajenados, alienados, diramos hoy. Ladescripcin del primer momento mstico oracin de recogimientoinfuso es sencillamente primorosa (4M 3,2). Despus de contem-plar a Jesucristo Rey en el centro del alma, le denomina pastor, y

    dice: Y tiene tanta fuerza este silbo del pastor, que desamparan las24 Estaramos en la purificacin activa del espritu (2-3S).25 Alusin clara a la noche pasiva del sentido (1N).26 Cf. 2S 6.

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    cosas exteriores en que estaban enajenados (los sentidos) y mtense

    en el castillo (4M 3,2). La enajenacin anterior la ha descrito comonoche, pero ahora se produce una nueva al ser trasladados los sen-tidos a otro mbito de percepcin 27. Embelesado por esta sensacinde absorcin, el espiritual tiene la tentacin de querer permaneceren ella cuando ha cesado, provocndola, ahuyentando de s todaimaginacin corprea, incluidas las de la Humanidad de Cristo. Granerror, sobre todo lo tocante a esa prdida de la imagen de Jess, quecon no poca repugnancia, tambin impregn a Teresa. Este des-

    acierto constituy para ella una profunda noche, como nos revelarcuando descubra que la Sagrada Humanidad es medio imprescindi-ble para la ms alta contemplacin (6M 7,5ss).

    Otra de las experiencias del presente estadio se refiere a la ora-cin llamada de quietud, que en sumo grado viene denominadasueo de las potencias (4M 3,12), y que se percibe como olaimpetuosa (4M 2,4) o perfume embriagador (4M 2,6), que surge dealgo ms hondo que el mismo corazn (4M 2,4). Fuente que anega

    o aroma delicioso que extasa. Ante esta experiencia gustosa, Teresaaconseja inclinarse al padecer e imitacin del Seor (4M 2,10) comohacen los verdaderos espirituales: Que no slo no le piden gustosni los desean, mas le suplican no se los d en esta vida (4M 2,10) 28;parecindole desacertado cuanto acaece en algunos, que en tenien-do algn regalo, sujtalos el natural, y como sienten contento algu-no interior y caimiento en lo exterior y una flaquedad parcelesque es lo uno como lo otro y djanse embebecer (4M 3,11).

    Como puede suponerse, este doble tipo de experiencia no escontinuo. El volver a la vivencia ordinaria produce de nuevo elsobresalto, que provoca la duda y la zozobra: Porque hasta que laexperiencia es mucha queda el alma dudosa de qu fue aquello, sise le antoj, si estaba dormida, si fue dado de Dios, si se transfigurel demonio en ngel de luz. Queda con mil sospechas y es buenoque las tenga (5M 1,5); noche, por tanto.

    27 Cf. 1N 10.28 Cf. 1S 1,4; 7,2; Ll 3,74.

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    Perfumes de Cristo en la penumbra de la noche (5M)

    La experiencia que Teresa denomina unin resulta un salto cua-litativo con respecto al estadio precedente, es inconfundible; cosaque no aconteca con las anteriores (5M 1,11; 2,9), pues fija Diosa s mismo en el interior de aquel alma (5M 1,8). Esta percep-cin imborrable produce una muerte sabrosa, un arrancamiento delalma de todas las operaciones que puede tener, deleitosa, porque,aunque de verdad parece se aparta el alma de l para mejor estar enDios, de manera que aun no s yo si le queda vida para resolgar(5M 1,4). Todas las potencias quedan absortas. Dos imgenes utili-za aqu la autora: la del gusano de seda (5M 2,2-7) y la del amornupcial (5M 4,2-4), que ahora inicia su proceso para terminar en elmatrimonio de sptimas moradas. Adems de esta unin de ndolemstica, se habla de otra, de tipo asctico, por la que muestra suspreferencias (5M 3,2; cf. 5M 3,5). En la unin mstica o regalada,como tambin la denomina, la experiencia se percibe, pero no sepuede explicar. Un texto de Vida alusivo a este momento expresamejor que ningn otro esta situacin: La voluntad debe estar bienocupada en amar, mas no entiende cmo ama. El entendimiento sientiende, no se entiende cmo entiende; al menos no puede com-prender nada de lo que entiende. A m no me parece que entien-de, porque como digo no se entiende. Yo no acabo de entenderesto (V 18,14; cf. 5M 1,9) 29. A pesar de todo, Teresa consideraesta noche sabrosa (5M 1,4). Noche embriagadora. Dice: Estaentiendo yo es la bodega donde nos quiere meter el Seor (5M1,13). La comprensin del fenmeno se produce despus, y en estaambigedad veo yo las sombras de la noche de quintas moradas(5M 1,10). Dicha comprensin se hace ms que por va intelectual,por percepcin cordial. Pero quiz la noche de toda esta experienciaquede expresada en las siguientes palabras, referidas a la unin nomstica o unin de voluntad: es la que est ms clara y segura(5M 3,5), y aade: Ninguna cosa se os d de estrotra unin regala-da que lo que hay de ms precio en ella es por proceder de sta(5M 3,3). Por lo dems, este tipo de unin siempre es breve (5M

    29 Esta trasposicin de las potencias o de los centros de captacin del serquedan magistralmente descritos por Juan de la Cruz (2N 3,3; 9,3; 16,7).

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    1,9). Acaso estas afirmaciones no ponen una nota de penumbra a

    toda la mstica precedente?La posibilidad de no ser fieles a tantas gracias (5M 4,6-10) esotra de las oscuridades de esta morada. Pero la prueba ms dura esver que Dios no es amado (5M 2,7). Dolor insufridero. Esto l-timo no entenebrece el misterio de Dios en s, pero s en su creacinal hacerse incomprensible que Dios sea rechazado u olvidado porsu criatura. Y esta pena alcanza su punto ms encumbrado cuandoconsidera el de Jess en estas circunstancias. Sin duda dice la

    autora creo yo que fueron muy mayores que los de su sacratsimaPasin (5M 2,14).Finalmente, seala como ltimo criterio de verdad de su expe-

    riencia las obras (5M 4,9) y, sobre todo, el amor al otro (5M 3,11;cf. 5M 3,9; 5M 2,9). Por otra parte, la duracin del fenmeno esbreve, como hemos sealado; por lo que enseguida se ha de tornara la vida normal, que Teresa describe as: Y quien dijere que des-pus que lleg aqu siempre est con descanso y regalo, dira yo que

    nunca lleg, sino que por ventura fue algn gusto, si entr en lamorada pasada y ayudado de flaqueza natural (5M 2,9). Comovemos tambin la noche se hace presente en el tiempo de la unin.

    EN PAR DE LOS LEVANTES DE LA AURORA (6M)

    Ms de la mitad del libro del Castillo interior lo ocupan las

    sextas moradas. Aqu se da la verdadera noche que coincide enparte con la ms oscura de San Juan de la Cruz. Los captulosprimero y ltimo de estas sextas moradas principalmente se consa-gran a ella. Teresa pone una noche previa al desposorio y otrasposterior al mismo y previa, por consiguiente, al grado de matrimo-nio o transformacin en Cristo.

    Con gozo en la noche esperando las bodas

    El Seor va predisponiendo a la persona para este fenmeno(6M 4,1) mediante unos impulsos tan delicados y sutiles, que pro-

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    ceden de lo muy interior del alma (6M 2,1). El primero sucede al

    modo de un cometa o relmpago-trueno, que hiere sabrosa y dulce-mente (6M 2,29). El fenmeno lleva en s algn sabor de noche:pena sabrosa y dulce, con efectos de crucifixin (6M 2,6). El segun-do no comporta ningn tipo de oscuridad. Es inflamacin deleito-sa, como si de presto viniese un olor grande que se comunicase portodos los sentidos (6M 2,8).

    Otros son unas hablas singulares, ntidas y muy inteligibles,pero que casi nunca se oyen con los odos corporales (6M 3,1), que

    alcanzan su cenit cuando van acompaadas de visin intelectual(6M 3,12). Teresa dice que quien haya alcanzado estas alturas jamspodr dudar, pero una leve penumbra parece adivinarse si tenemosen cuanta aquella advertencia suya: Jams haga nada ni le pase porpensamiento sin parecer de confesor letrado y siervo de Dios, aun-que ms y ms entienda y le parezca claro ser de Dios (6M 3,11).

    Luz en el desposorio

    La concesin de esta gracia, centro de nuestra morada, tienelugar en medio de un arrobamiento (6M 4,1). Se debe esto a que deotra forma el ser humano no soportara tanta iluminacin (6M 1,1).Aunque sus facultades quedan absortas y los sentidos perdidos,comprende cuanto all est sucediendo (6M 4,2), porque las graciasrecibidas en lo muy interior del alma quedan bien escritas y jams

    se olvidan (6M 4,6; cf. 6M 4,7). Todo est aconteciendo en puravisin intelectual con efectos grandsimos (6M 4,14-15). Cuandotiene lugar en pblico la persona se altera. Teresa juzga esto comofalta de humildad, pero cree que por entonces no se puede hacer otracosa (6M 4,16).

    Intensas experiencias

    El llamado vuelo de espritu es como el arrobamiento en sumxima intensidad. mpetu grande, ola poderosa que sube a lo altola navecilla del alma (6M 5,7). Causa temor por ignorarse el origen

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    de su movimiento (6M 5,1), pero le cambia los gustos, pues no ve

    cosa de las que le solan parecer bien que no le haga drsele nadade ella (6M 5,9). La responsabilidad contrada con tantas graciasy la memoria de los pecados pasados pone en vilo al alma 30. En sucaso, esta pena se cura al or de labios del Seor que l le dabatodos los dolores y trabajos que haba pasado en su Pasin (6M 5,6).Todo esto produce tales deseos de ver a quien tanto la ama, que vivecon harto tormento, aunque sabroso (6M 6,1). De este vuelo sur-gen intensos deseos que van transfigurando al hombre (6M 6,3.10-

    11). Tambin sombras de noche se hacen presentes aqu, como eltemor a ser engaada (6M 6,2), incomprensiones del confesor aquien obedece a ciegas, y sentirse cobarde y atemorizada. Sobreesto ltimo puntualiza: Entiendo yo que la deja el Seor entoncesen su natural (6M 6,5).

    La experiencia de Cristo, luz en la noche

    Las sextas moradas dedican tres largos captulos a Cristo (7-9).En el sptimo expone el sentido de Cristo y principalmente de suHumanidad en la vida espiritual. Y en los otros dos su experienciade l a travs de las visiones intelectuales e imaginarias. Esta sec-cin muestra las vivencias ms luminosas del libro de Moradas (6M10,1). Pronto todo quedar envuelto en la noche.

    Teresa defiende que la representacin de la Humanidad de Cris-

    to no slo no es impedimento para la contemplacin, sino la reali-dad ms adecuada para conseguirla, y lo apoya con un verdaderoargumento teolgico. Con esta postura otorga a la mstica una sen-sibilidad especial. Podemos decir que la hace cristiana.

    Las visiones intelectuales (6M 8,2-3) le permiten observar cmoCristo la invade y se impone, aunque no lo contemple bajo imagenalguna. En las visiones imaginarias (6M 9,3-4) se percibe a Cristocon imagen, pero tan depurada que, aunque se le vea en algn as-

    pecto de su vida terrena, siempre se le percibe con la carne glorifica-da (V 29,4), y la figura, tan trascendida, que excede toda compara-

    30 Cf. 2N 6,6; 10,8

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    cin o smbolo. Las visiones intelectuales pueden durar por espacio

    de un ao (6M 8,3). Los efectos son sorprendentes y las palabras,siempre de tono bblico (6M 8,3), producen de inmediato cuanto sig-nifican (6M 8,3).

    Pero no se libra de la noche esta luminosidad tan fulgurantecuando quiere el Seor que padezca el alma una sequedad y sole-dad grande que dir adelante, que aun entonces de Dios parece seolvida (V 28,9).

    Tambin se hace presente cuando por la incomprensin de algn

    maestro espiritual, que atribuye los fenmenos a origen diablico,obliga incomprensiblemente a Teresa a hacer burlas a esa figura delSeor que ella contempla llena de majestad y piedad. Teresa dira,apoyada por otros directores de conciencia, que, aunque la imagenfuera demonaca, por ser de Jess, habra de ser reverenciada. No-che en medio de tanta luz!

    Ascenso al misterio de Dios

    Despus de las experiencias cristolgicas, sextas moradas regis-tran otras relaciones con la divinidad. En visin intelectual perci-be cmo se hallan en Dios todas las cosas (6M 10,2-3), y cmo elpecado se ejecuta no slo en su presencia, sino dentro del mismoDios. El dolor (noche) tiene lugar aqu cuando Teresa observa esatremenda realidad, infinita contradiccin, que Dios absorbe en su

    misericordia.Otra experiencia del misterio de Dios tiene lugar cuando laautora descubre la existencia de una nica verdad (6M 10, 6), quese confunde con Dios mismo, y que deja oscurecida la verdad de lascriaturas. Esa verdad que, como decimos, es Dios mismo, quedaestrechamente ligada a la historia de Jess o, mejor, a su mismapersona (6M 10,6). A la luz de esta verdad todo lo humano palidecey a la vez se enciende.

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    LA AUTNTICA NOCHE OSCURA DETERESA

    Ya hemos advertido que Juan de la Cruz habla de varias noches,aunque l sostiene que la autntica se refiere a la noche pasiva delespritu, que narra admirablemente en el segundo libro de esta obra.Tambin Santa Teresa, aunque no use esa terminologa, nos hablarde una noche semejante aqu en sextas moradas.

    Noche en la experiencia del pecado, que nunca se extingue

    La experiencia pecadora del hombre, segn Teresa, no se extin-gue nunca, se aumenta al ritmo del crecimiento espiritual (6M 7,1),y el dolor no se aquieta jams (6M 7,2) 31. La pena aprieta ms conla comunicacin de la gracia: Porque en estas grandezas que lecomunica, entiende mucho ms la de Dios (6M 7,2). Desde aqu secomprende que Teresa y en general los msticos se sientan de ver-dad pecadores profundos. Para ella uno de los criterios seguros de

    discernimiento positivo se halla en la percepcin de esta pena.Afirma al respecto: Esto de los pecados est como un cieno, quesiempre parece se aviva en la memoria y es harto gran cruz (6M7,2). El que el pecado se experimente perdonado de forma absolutano aminora la congoja, pues aade a la pena afirma Teresa vertanta bondad y que se hace mercedes a quien no merece sino in-

    juria (6M 7,4) 32. Teresa ha conocido o, mejor, experimentado lacondicin pecadora del hombre en ms alto grado en la medida que

    se ha introducido ms profundamente en la mstica.

    Noche oscura horrenda

    Lo ms propio de esta noche se halla en el hecho de que elhombre percibe con casi absoluta claridad que Dios no es para l(6M 1,3) 33. Sabe que Dios es amor, pero se siente esencialmente

    indigno de ese amor, y ve que ni el mismo Dios, en su esencial31 Cf. 2N 10,8.32 Cf. 2N 7,7; 10,2.8.33 Cf. 2N 7,7; 9,7; 2N 13,5.

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    bondad, es capaz de modificar esa situacin, por la distancia abisal

    que le separa de su criatura (6M 1,9.11). En ningn caso la nochesupone la duda sobre la existencia de Dios (6M 1,11). Y esto nisiquiera en el caso de Teresa de Lisieux 34. Otra de las peculiarida-des de la noche se refiere a la pureza del hombre que, en ningunacircunstancia, de forma consciente se apartara de la voluntad divi-na. La noche es sumamente positiva, noche de pasin amorosa,noche que surge de un amor imposible; de ah la tensin de angus-tia. Pero nunca noche por la duda de la existencia de Dios 35.

    La noche alcanza tambin al cuerpo y a veces empieza porl, desestabilizando todo el conjunto. La noche tiene momentos tanintensos que si no fueran suavizados peligrara la misma vida. TantoTeresa como Juan de la Cruz hablan de estas interrupciones (6M1,10; 2N 19,4). Los sufrimientos son tantos que dir Teresa que sise entendiese antes sera dificultossimo de determinarse la flaquezanatural para poderlo sufrir ni determinarse a pasarlo (6M 1,2).

    La primera constatacin de la noche en el caso teresiano es que

    parece entonces que est todo perdido (6M 1,3). Nos recuerda,como turbulencias que generaron parte de su noche, cuanto le acon-teci en la fundacin de San Jos de vila. Le decan que estabaengaada, que quera aparentar, que todo lo suyo tena origen dia-blico. Y esto dicho por personas de Iglesia o amigos a quienes ellaen principio daba gran crdito. Lleg a pensar que incluso le nega-ran la absolucin, o ms an que nadie la quisiera confesar. Pin-sese que esto estaba acaeciendo en los momentos ms temibles de

    la Inquisicin. Estas murmuraciones, que ahora la atormentaban y laenvolvan en un mar de dudas y perplejidades, ms adelante, cuandola noche haba pasado ya, le resultaban como una msica muysuave (6M 1,6). Y a quienes le haca tanto dao tombales unamor particular muy tierno (6M 1,6).

    Ya hemos dicho que los desajustes corporales pueden entrarcomo otros elementos a formar parte del desencadenamiento de lanoche. Dice de s misma: Yo conozco una persona que desde que

    comenz el Seor a hacerle esta merced que ha cuarenta aos34 Cf. J.-F. SIX, Una luz en la noche. Los 18 ltimos meses de Teresa de

    Lisieux, o.c., 46.35 Cf. 6M 11,6; 2N 7,7.

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    no puede decir con verdad que ha estado da sin tener dolores y

    otras maneras de padecer (6M 1,2). Y enseguida observa: Mas yosiempre escogera el padecer siquiera por imitar a nuestro SeorJesucristo, aunque no hubiese otra ganancia en especial, que siem-pre hay muchas (6M 1,7). Hasta aqu slo se ha referido a penasexteriores.

    Entre las interiores se fija primeramente en la contradiccin delconfesor que atribuye su experiencia a origen diablico o psquico.Ella siente la verdad en su interior, pero los representantes del Seor

    juzgan las cosas de otra manera. La zozobra y la angustia hacen enella profunda mella. Ms tarde comprender el valor de estos mo-mentos de oscuridad. En fin, noche todava no cerrada por esa ilu-minacin interior que no se ha extinguido del alma. La pena se haceinsufrible cuando se junta con esto el dolor del pecado pasado. Leronda la tentacin de que quiz por esas infracciones, Dios permi-te ahora que sea engaada. A veces, una rfaga de luz apaga estatempestad, pero dir que esto es cosa que pasa de presto (6M

    1,8). La noche alcanza su cumbre cuando vienen unas sequedadesque no parece que jams se ha acordado de Dios, y que como unapersona de quien oy decir desde lejos, es cuando oye hablar de suMajestad (6M 1,8).

    Y la pena se aviva cuando le ciega la idea de que inform mala sus confesores. Llega hasta sentir que esta reprobada por Dios(6M 1,9). Este pensamiento lo achaca al demonio a quien Diospermite que la pruebe. Y ahora compara sus dolores a los del infier-

    no. No se olvide la famosa visin de ste relatada en el libro de laVida. Experiment Teresa lo que significaba la condenacin? Lacarencia de Dios? El deseo insufrible de no poder verle nunca?Veamos las palabras de Moradas: Porque son muchas las penasque la combaten con un apretamiento interior de manera tan sensi-ble e intolerable, que yo no s a qu se puede comparar, sino a lasque padecen en el infierno porque ningn consuelo se admite enesta tempestad (6M 1,9). La noche se cierra, no hay escapatoria.

    Los confesores alguno lo manifestar ms tarde se sienten comointeriormente forzados a ir contra ella. Si acude a los libros, no ledicen nada y adems es incapaz de retener lo ledo. No ve en sninguna virtud, ni que tiene amor de Dios ni que lo tuvo algn

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    tiempo. Las gracias (mercedes) le parecen cosa soada y que fue

    antojo, los pecados ve cierto que los hizo (6M 1,11). No puederezar, le hace dao la soledad, no le consuela estar con nadie. Elmejor remedio dice es entender en obras de caridad y exterio-res y esperar la misericordia de Dios (6M 1,13).

    Pero la noche horrenda no es continua. Cristo la detiene poramor al alma y para que no desfallezca. Dice Teresa: A deshora,con una palabra suya o una ocasin que acaso sucedi, le quita todotan de presto que parece no hubo nublado en aquel alma, segn

    queda llena de sol y de mucho ms consuelo (6M 1,10). Texto muysimilar a este de Juan de la Cruz: Dale Su Majestad muchas vecesy muy de ordinario el gozar, visitndola en espritu sabrosa y delei-tablemente; porque el inmenso amor del Verbo Cristo no puedesufrir penas de su amante sin acudirle (2N 19,4).

    A oscuras por la secreta escala hacia el aire de la almena

    La gracia del desposorio a la que acompaan otras muchas tienelugar despus de la noche que acabamos de relatar. Pues bien, el ge-mido del alma tambin aqu como dice Juan de la Cruz no se apaga(6M 11,1). Crece el amor, crece la pena por la herida de la ausencia,que se aviva al escuchar cosas de Cristo, noticias de Dios. Surge delinterior como un mpetu junto con una vivsima noticia de la ausen-cia de Dios. Es el grito sin consuelo del muero porque no muero.

    La presencia de Dios es la sustancia del deseo del alma. Teresa com-para ahora estas ansias insufrideras con las del Purgatorio. Dice:Yo vi una persona as (ella misma) que verdaderamente pens quese mora y no era mucho maravilla, porque cierto es gran peligro demuerte, y as, aunque dure poco deja el cuerpo muy descoyuntado, yen aquella sazn los pulsos tiene tan abiertos como si el alma quisieraya dar a Dios (6M 11,4). Hasta ahora se conformaba la voluntad conla de Dios de no verle por el momento, ahora, aunque tiene la confor-

    midad, no tiene el sentimiento. Siente una soledad extraa (6M11,5). Entre el cielo y la tierra, sin hacer asiento en nada, con sedinsufrible de Dios como en el infierno. En una Pascua de Resurrec-cin sinti ella particularmente esta pena; aunque, por otra parte, teme

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    a la muerte (6M 11,9). Experiencia tan extrema produce incontables

    efectos, entre los que es imprescindible resear: el deseo de solo Diosy un arrancarse de raz de toda criaturidad.

    Tambin sombras en las cumbres

    Al comenzar la narracin de sptimas moradas, la autora nosrecuerda las tinieblas de donde venimos (7M 3,1), confesando abier-

    tamente que en los estadios precedentes no existe la paz ni la lumi-nosidad plena. Mientras que las facultades en las etapas anterioresquedaban absortas, ahora permanecen bien despiertas (7M 1,6-7),y las experiencias se realizan en el centro del alma (7M 2,3). Lacomunin con Dios ya es permanente, sin la conmocin anterior,salvo raras excepciones (7M 3,12). La presencia de las personasdivinas no se percibe siempre con tan gran intensidad: Porque siesto fuese, era imposible entender en otra cosa, ni aun vivir entre la

    gente, mas, aunque no es con esta tan clara luz, siempre que advier-te, se halla con esta compaa (7M 1,10).Teresa no olvida recordar que la noche no se ha extinguido del

    todo, pues vive con ordinaria pena y confusin en ver lo poco quepuede hacer (7M 2,12). Adems se siente como el publicano (7M3,14). Recuerda a los espirituales que tienen estas experiencias yque a veces temen que como una nave que va muy demasiadocargada se va a lo hondo, no les acaezca as (7M 3,14). Y finaliza

    en alusin a nuestra noche con estas palabras: Yo os digo queno les falta cruz, salvo que no les inquieta ni hace perder la paz,sino pasan de presto, como una ola, algunas tempestades, y tornabonanza (7M 3,15).

    CONCLUSIONES

    1. La noche en sentido estricto aparece como uno de loselementos centrales en la espiritualidad de Teresa.2. Teresa la sita en aquellos mismos puntos que lo hace

    San Juan de la Cruz, maestro indiscutible de la misma.

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    3. No pocos contenidos de sta tambin son coincidentes

    con los de Juan de la Cruz. Sealamos algunos:a) Sensacin de que Dios no es para ella.b) Sentimiento de estar reprobada por Dios.c) No est claro si en la experiencia del infierno pade-

    ci la noche pasiva del sentido slo o tambin la delespritu.

    d) Fue ese suceso del infierno experiencia de condena-cin o de purificacin infierno o purgatorio?

    e) Durante la noche nada ni nadie puede procurarle unatisbo de luz. Ni el telogo ni el acompaante espi-ritual ni la lectura de un libro.

    4. Tambin aparecen en Teresa otros tipos de noche menosagresivos, a los que se refiere Juan de la Cruz:

    a) Experiencia de un Dios lejansimo.

    b) Sed insufrible de ese Dios, que no se le entrega ya.c) Sequedades profundas en el alma, como la acaecidaun da de Resurreccin.

    d) De la noche pasiva del sentido tenemos clara cons-tancia en las terceras moradas.

    e) De la noche activa del sentido las referencias se pue-den encontrar a lo largo de toda su obra, cuando ex-horta a buscar al Seor sin hacer asiento en los gus-

    tos espirituales, abrazados con la cruz que l llev.f) La noche activa del espritu se refleja en numerossi-mas enseanzas referidas a la vivencia de las virtu-des y sobre todo a llevar una existencia al estilo dela del Seor. Fe e Iglesia como centros de referencia-les son claves en su espiritualidad.

    5. Esta reflexin nos obliga a repensar algunos puntos

    esenciales del pensamiento-vivencia teresianos, comoson: Dios, Cristo, Iglesia, experiencia, hombre, mundo,vivir cristiano, significado de la mstica, y otros.